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David Cameron no ha demostrado que bombardear Siria vaya a servir de algo
La dibujante Atxe para www.sinpermiso.info
Desde que David Cameron presentó su defensa de la ampliación de los bombardeos británicos
sobre Siria en la Cámara de los Comunes la semana pasada, a esa defensa se le han ido abriendo
las costuras. No ha de extrañar que quiera acelerar el debate en el Parlamento esta semana.
Sabe que está creciendo la oposición a su mal concebida prisa por ir a la guerra. En lo que respecta
a planificación, estrategia, tropas sobre el terreno, diplomacia, amenaza terrorista, refugiados y bajas
civiles, está cada vez más claro que la propuesta del primer ministro sencillamente no se tiene en pie.
Jeremy Corbyn 05/12/2015
Esa es la razón por la que la respetada Comisión de Exteriores de la Cámara de los Comunes –
cuyo informe crítico sobre sus planes de bombardeo fue el centro de la declaración del primer
ministro – dejó claro esta noche que no había encarado [él] sus preocupaciones.
Tras los despreciables y horrendos atentados de París del mes pasado, la cuestión de si lo que
Cameron propone fortalece – o socava – nuestra seguridad resulta crucial. No hay duda de que el
llamado grupo del Estado Islámico (EI) ha impuesto un reino de terror sobre millones de personas en
Irak, Siria y Libia. Y no hay duda de que representa una amenaza para nuestro propio pueblo. La
cuestión es si ampliar la campaña de bombardeo de Irak a Siria tiene probabilidades de reducir o
incrementar esa amenaza, y si contrarrestará o extenderá la campaña terrorista que libra el EI en
Oriente Medio.
El primer ministro ha sido incapaz de explicar por qué ampliar los ataques aéreos a Siria – que ya
está siendo bombardeada por los EE.UU., Francia, Rusia y otras potencias – tendrá repercusiones
militares significativas en una campaña que hasta ahora sólo ha sido testigo de cómo el EI iba
ganando territorio, como las ciudades de Ramadi en Irak y de Palmira en Siria, y también
perdiéndolo.
Lo que resulta crucial es que [Cameron] no ha conseguido convencer a casi nadie de que, aun el
caso de que la participación británica en la actual campaña aérea pudiera inclinar la balanza, haya
fuerzas creíbles sobre el terreno capaces de recuperar el territorio ocupado por el EI.
La semana pasada, el primer ministro sugirió que las fuerzas kurdas o el Ejército Libre de Siria [ELS]
serían capaces de desempeñar ese papel. Llegó a afirmar incluso que hay una fuerza de 70.000
efectivos del moderado ELS dispuestos a coordinarse sobre el terreno con una campaña aérea
occidental.
Esa afirmación no ha resistido un análisis elemental. Las fuerzas kurdas serán de poca ayuda en las
zonas árabes suníes que controla el EI. Y tampoco podrá el ELS, que no es hoy más que un grupo
de coordinación dispar, que incluye a elementos que pocos considerarían moderados, y que en su
mayor parte operan en otras partes del país. Las únicas fuerzas terrestres que pueden hoy sacar
partido de una campaña de bombardeo con éxito son los grupos yijadistas y salafistas más fuertes.
Esa es la razón por la que la lógica del recrudecimiento de la campaña aérea consiste en expandir la
misión más allá de sus objetivos originales y poner fuerzas occidentales sobre el terreno, diga lo que
diga ahora el primer ministro acerca del despliegue de tropas de combate británicas.
La resolución 2249 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, aprobada tras los atentados
de París, no concede una autorización clara y sin ambigüedades para los ataques aéreos del Reino
Unido. Pero es un marco propicio, por ejemplo, para la acción de los estados miembros de las
Naciones Unidas con el fin de cortar la financiación, los ingresos petrolíferos y los envíos de armas
del territorio del EI.
Hay pocas señales, no obstante, de que vaya a suceder esto de veras. Tampoco hay ninguna
evidencia seria de que se utilice para coordinar una estrategia militar o diplomática internacionales
en Siria, pese al riesgo claro de incidentes potencialmente desastrosos, como el derribo de un avión
militar ruso por fuerzas turcas.
El primer ministro ha evitado explicarle con detalle al pueblo británico las advertencies que a buen
seguro ha recibido acerca de las probables repercusiones de los ataques aéreos en Siria sobre la
amenaza de atentados terroristas en el Reino Unido. Y no ha ofrecido ninguna evaluación seria de
las repercusiones de intensificar una campaña aérea en bajas civiles en el territorio sirio controlado
por el EI, o sobre la crisis de los refugiados sirios en un sentido más amplio.
Lo más importante de todo es que Cameron ha sido totalmente incapaz de explicar de qué modo el
bombardeo británico de Siria contribuiría a un acuerdo político negociado y completo de la guerra
siria. Se entiende de modo generalizado que es el único modo de garantizar la derrota del EI en el
país. El EI nació como consecuencia de la invasion de Irak, pero ha florecido en Siria entre el caos y
el horror de una guerra civil de múltiples frentes.
El método de Cameron consiste en bombardear primero y hablar después. Pero en lugar de sumar
las bombas británicas a las que ya caen sobre Siria, lo que hace falta es acelerar la conversaciones
de paz de Viena, que implican a las principales potencias regionales e internacionales, con el
objetivo de negociar un gobierno de amplia base en Siria que tenga el apoyo de la mayoría de su
pueblo. En el contexto de ese acuerdo, fuerzas regionales con respaldo internacional podrían ayudar
a recuperar el territorio de manos del EI. Pero su derrota duradera en Siria solo puede asegurarse en
Siria gracias a los sirios mismos.
En las últimas semanas, he intentado dirigir la creciente oposición a los planes de bombardeo de
Cameron en el país, en el Parlamento y en el Partido Laborista. El rechazo de 14 años de
desastrosas guerras en el Medio Oriente más amplio formaba parte del programa con el que fui
elegido líder del Partido Laborista. Por zarandeado que haya sido el trayecto en el Parlamento, es
esencial aprender las lecciones de estas guerras.
A la luz de ese historial de intervenciones militares occidentales, el bombardeo británico de Siria
corre un riesgo aun mayor de tener lo que el presidente Obama ha llamado “consecuencias no
queridas”.
El primer ministro afirmó que deseaba un consenso que respaldara las acciones militares que quiere
emprender. No ha conseguido nada semejante. Después de Irak, Afganistán y Libia, los diputados
que estén pensando en votar a favor de los bombardeos deberían considerar lo terribles que pueden
ser las consecuencias. Sólo un acuerdo de paz negociado puede derrotar la amenaza que supone el
EI.
veterano diputado por el distrito londinense de Islington Norte, es desde el pasado 12 de
septiembre líder del Partido Laborista británico.
Jeremy Corbyn
Traducción Lucas Antón Fuente: The Guardian, 2 de diciembre de 2015
URL de origen (Obtenido en 12/12/2015 - 14:32):
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