sin emprendedores no hay empresas, sin empresas no hay...

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Nº 233 • Junio • 2009 Capital Humano 26 INNOVACIÓN Y CAPITAL HUMANO EMPRENDEDOR Las modas son buenas, marcan ten- dencias y provocan que nos reinvente- mos constantemente. Asistimos a un bombardeo continuo sobre la impor- tancia de los emprendedores. Europa nos ha marcado el camino, anuncian- do que sus políticas irán destinadas a los nuevos empresarios. “Nunca es tarde si la dicha es buena”, parece que empezamos a ver no solo la importancia que tienen las peque- ñas y medianas empresas sino que en un contexto globalizado y con un resurgimiento de nuevas economías –China, India, Brasil y Rusia–, donde nuestras multinacionales buscan su máximo rendimiento y unos meno- res costes, las alarmas empiezan a encenderse y vemos que la pérdida de pymes y la falta de emprendedores puede poner en alto riesgo nuestro modelo de progreso y, lo que es peor, el futuro de nuestros hijos. España, al igual que Europa, es un país de pymes, ya que el 98 por ciento de las empresas son micro, pequeñas o medianas, las cuales aportan el 80 por ciento del empleo privado y algo más del 70 por ciento del producto interior bruto. Si tenemos en cuenta a los autónomos, este dato es todavía más elocuente, pues según el último censo rondamos los 3.500.000. Sin duda alguna, esta es la verdadera cantera de emprendedores, que nos muestra la capacidad de crear empre- sas que podemos tener. Son muchas las cosas que debemos cambiar para que nuestro ecosistema empresarial y económico siga tenien- do el sustrato de la emprendeduría, ya que no es fácil que surjan emprende- dores en un contexto como el que te- nemos. Me explicaré; hace unos meses se publicaba en los diarios una encues- ta donde se anunciaba que la mayoría de los jóvenes querían ser funciona- rios. Está claro que con la cultura de lo inmediato y el mínimo esfuerzo se está alimentando la seguridad y el dinero del fin de semana para ir de copas y entrar en la discoteca, sin aportar una perspectiva tan importante como es el medio y largo plazo. Este hecho, que podríamos verlo como un acto normal de la juventud, nos debería hacer reflexionar de una manera más profunda y asentar la bases de nuestro futuro, en la educación. Innumerables informes nos hablan de las debilidades de nuestro sistema educativo, con reformas constantes de los diferentes grupos políticos se- gún el ciclo legislativo que vivamos, pero en ninguna de estas reformas vemos lo que tendría que ser un de- nominador común. La cultura del esfuerzo y de la em- prendeduría, que sin duda debemos transmitir en los primeros años de educación de nuestros jóvenes, me he permitido el gusto de analizar cuantas veces salía la palabra empresa o em- presario en los libros de texto de la en- señaza secundaria (de los 12 a los 16 años) y solo he encontrado en algunos textos insignificantes referencias que me avergüenza señalar. Igualmente es necesario introducir en la formación profesional el papel formador que tie- nen que tener nuestras empresas, ya que la formación en los centros no nos permite generar la transición del mun- do académico al laboral. Es cierto que con la introducción de la formación en los centros de trabajo se ha mejorado sustancialmente este aspecto, pero quien se cree que la empresa es un elemento fundamental en la forma- ción profesional tiene que saber que los medios que se disponen no sólo son nulos sino que la figura del tutor de empresa tiene escaso o nulo papel en el currículo de los estudiantes. Con la cultura de lo inmediato y el mínimo esfuerzo que se está alimen- tando, nos quedamos sin aportar una perspectiva tan importante como es el medio y largo plazo. Otro aspecto fundamental es la legis- lación vigente, ya que la constitución de una empresa y la burocracia exis- tente hace que el pequeño empresa- rio siempre tenga una componente competitiva que dificulta su apari- ción o existencia. Debemos trabajar pues en facilitar, incluso diría ayudar, a que la constitución de empresas y su continuidad sean algo más que una aventura de Indiana Jones. Por poner un ejemplo, la pasada semana me lla- mó un autónomo emprendedor que me comentó que para poner el aire acondicionado de su taller el banco le requería toda una serie de garantías y su vecino que es funcionario pidió un crédito para comprar un coche y en 24 horas lo tenía concedido. Creo que sobran las palabras. Sin emprendedores no hay empresas, sin empresas no hay futuro ANTONI CAÑETE, secretario general de PIMEC y colaborador del Club Excelencia en Gestión La pérdida de pymes y la falta de nuevos emprendedores puede poner en alto riesgo nuestro modelo de progreso y lo que es aún peor, el futuro de nuestros hijos 026_s_Innovacion y CH_233.indd 26 026_s_Innovacion y CH_233.indd 26 22/05/2009 11:39:49 22/05/2009 11:39:49

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Nº 233 • Junio • 2009Capital Humano 26

INNOVACIÓN Y CAPITAL HUMANO EMPRENDEDOR

Las modas son buenas, marcan ten-dencias y provocan que nos reinvente-mos constantemente. Asistimos a un bombardeo continuo sobre la impor-tancia de los emprendedores. Europa nos ha marcado el camino, anuncian-do que sus políticas irán destinadas a los nuevos empresarios.

“Nunca es tarde si la dicha es buena”, parece que empezamos a ver no solo la importancia que tienen las peque-ñas y medianas empresas sino que en un contexto globalizado y con un resurgimiento de nuevas economías –China, India, Brasil y Rusia–, donde nuestras multinacionales buscan su máximo rendimiento y unos meno-res costes, las alarmas empiezan a encenderse y vemos que la pérdida de pymes y la falta de emprendedores puede poner en alto riesgo nuestro modelo de progreso y, lo que es peor, el futuro de nuestros hijos.

España, al igual que Europa, es un país de pymes, ya que el 98 por ciento de las empresas son micro, pequeñas o medianas, las cuales aportan el 80 por ciento del empleo privado y algo más del 70 por ciento del producto interior bruto. Si tenemos en cuenta a los autónomos, este dato es todavía más elocuente, pues según el último censo rondamos los 3.500.000. Sin duda alguna, esta es la verdadera cantera de emprendedores, que nos muestra la capacidad de crear empre-sas que podemos tener.

Son muchas las cosas que debemos cambiar para que nuestro ecosistema empresarial y económico siga tenien-do el sustrato de la emprendeduría, ya que no es fácil que surjan emprende-dores en un contexto como el que te-

nemos. Me explicaré; hace unos meses se publicaba en los diarios una encues-ta donde se anunciaba que la mayoría de los jóvenes querían ser funciona-rios. Está claro que con la cultura de lo inmediato y el mínimo esfuerzo se está alimentando la seguridad y el dinero del fin de semana para ir de copas y entrar en la discoteca, sin aportar una perspectiva tan importante como es el medio y largo plazo. Este hecho, que podríamos verlo como un acto normal de la juventud, nos debería hacer reflexionar de una manera más profunda y asentar la bases de nuestro futuro, en la educación.

Innumerables informes nos hablan de las debilidades de nuestro sistema educativo, con reformas constantes de los diferentes grupos políticos se-gún el ciclo legislativo que vivamos, pero en ninguna de estas reformas vemos lo que tendría que ser un de-nominador común.

La cultura del esfuerzo y de la em-prendeduría, que sin duda debemos transmitir en los primeros años de educación de nuestros jóvenes, me he permitido el gusto de analizar cuantas veces salía la palabra empresa o em-presario en los libros de texto de la en-señaza secundaria (de los 12 a los 16 años) y solo he encontrado en algunos textos insignificantes referencias que me avergüenza señalar. Igualmente es necesario introducir en la formación profesional el papel formador que tie-nen que tener nuestras empresas, ya

que la formación en los centros no nos permite generar la transición del mun-do académico al laboral. Es cierto que con la introducción de la formación en los centros de trabajo se ha mejorado sustancialmente este aspecto, pero quien se cree que la empresa es un elemento fundamental en la forma-ción profesional tiene que saber que los medios que se disponen no sólo son nulos sino que la figura del tutor de empresa tiene escaso o nulo papel en el currículo de los estudiantes.

Con la cultura de lo inmediato y el mínimo esfuerzo que se está alimen-tando, nos quedamos sin aportar una perspectiva tan importante como es el medio y largo plazo.

Otro aspecto fundamental es la legis-lación vigente, ya que la constitución de una empresa y la burocracia exis-tente hace que el pequeño empresa-rio siempre tenga una componente competitiva que dificulta su apari-ción o existencia. Debemos trabajar pues en facilitar, incluso diría ayudar, a que la constitución de empresas y su continuidad sean algo más que una aventura de Indiana Jones. Por poner un ejemplo, la pasada semana me lla-mó un autónomo emprendedor que me comentó que para poner el aire acondicionado de su taller el banco le requería toda una serie de garantías y su vecino que es funcionario pidió un crédito para comprar un coche y en 24 horas lo tenía concedido. Creo que sobran las palabras.

Sin emprendedores no hay empresas, sin empresas no hay futuro

ANTONI CAÑETE, secretario general de PIMEC y colaborador del Club Excelencia en Gestión

La pérdida de pymes y la falta de nuevos emprendedores

puede poner en alto riesgo nuestro modelo de progreso

y lo que es aún peor, el futuro de nuestros hijos

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Sin duda la llegada del estatuto del trabajo autónomo ha venido a dar al-go de luz a los emprendedores, pero son muchos los aspectos que tendre-mos que introducir para que además de cumplir con un deber histórico constituya realmente una herramien-ta fundamental para la creación de empresas y emprendedores.

Como decía al principio, Europa es consciente de la importancia de los emprendedores, entre los que sin du-da están los autónomos, las pequeñas y medianas empresas. Recordemos que en los próximos años muchos negocios cerrarán por falta de conti-nuidad en los mismos, ¿hay algo peor que no ver la continuidad de tu espe-cie? ¿Nos podemos permitir la pérdida sistemática de empresas? Hace pocos días hablaba con la directora general de la pymes y la Comisión Europea, la Sra. Fraçoise La Bail y me comentaba que asistiremos a la pérdida de más de 5.000.000 de empresas en Europa en los próximos 10 años por falta de continuidad. Necesitamos pues una cantera que nos permita no bajar de categoría si queremos mantenernos en la división de honor.

La luz al final del túnel la podemos ver a través de propuestas como la que ha realizado la Comisión Euro-pea: la “Small Business Act”. El ob-jeto de esta comunicación es mejorar las condiciones para que las pymes europeas puedan desarrollar todo su potencial. A este respecto, se propo-ne establecer un marco integral para la Unión Europea y los Estados miem-bros basados en diez principios, que guíen la concepción y la aplicación de las políticas tanto europeas como nacionales. Para su implementación, se añade un conjunto de medidas políticas y una serie de nuevas pro-puestas legislativas de acuerdo con el principio “pensar primero a pequeña escala”.

Una sólida cultura del esfuerzo y de la emprendeduría es la que, sin duda, debemos empeñarnos en transmitir a nuestros jóvenes durante los primeros años de su educación. Igualmente es necesario introducir en la formación profesional el papel formador que tienen que tener nuestras empresas, ya que la formación en los centros no nos permite generar la correcta transi-ción del mundo académico al laboral.

Igualmente es importante que ante la actual crisis económica no asfixiemos a nuestras empresas privándolas de liquidez, ya que el sistema, aceptado por todos los agentes económicos, se ha basado en la financiación privada a través de bancos y cajas, convirtién-dose en la columna vertebral de la actividad empresarial.

Es por ello que debemos tomar me-didas en la línea de las anunciadas en las últimas semanas, como la crea-ción de un fondo de financiación de 30.000 millones de euros, ampliable a 50.000 millones de euros, que aun-que sí es una buena medida, pero tar-día, debemos procurar que se destine al colectivo más afectado, las pymes, para que las empresas tengan liqui-dez, no se produzcan impagos y so-bre todo, no asistamos a esa losa que tiene todo emprendedor que son los concursos (anteriormente suspensión de pagos). Para ello, es necesario que el dinero llegue a quien va dirigido y que no sólo sirva para garantizar los pagos del sistema bancario, ya que podemos tener buenos bancos pero sin empresas ni emprendedores no tendremos futuro.

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