símbolos del movimiento de liberación femenina

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1BSÍMBOLOS DEL MOVIMIENTO DE LIBERACIÓN FEMENINA 0BJosé Manuel Erbez Artículo publicado originalmente en: Banderas, boletín de la Sociedad Española de Vexilología, nº 126, 2013 HUwww.vexilología.org U Esta obra puede ser reproducida y/o modificada total o parcialmente siempre que se trate de un uso no comercial y se cite la procedencia.

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Artículo sobre las insignias, emblemas y colores que han sido utilizados a lo largo de la historia por los diferentes grupos que han luchado por los derechos de la mujer: sufragistas, feministas, etc.

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1BSÍMBOLOS DEL MOVIMIENTO DE LIBERACIÓN FEMENINA

0BJosé Manuel Erbez

Artículo publicado originalmente en:

Banderas, boletín de la Sociedad Española de Vexilología, nº 126, 2013

HUwww.vexilología.orgU

Esta obra puede ser reproducida y/o modificada total o parcialmente

siempre que se trate de un uso no comercial y se cite la procedencia.

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SÍMBOLOS DEL MOVIMIENTO DE LIBERACIÓN FEMENINA

José Manuel Erbez

Introducción

Todos los años, el 8 de marzo, las calles se tiñen de color violeta cuando miles de mujeres (y también algunos hombres) salen a reivindicar el Día de la Mujer Trabajadora. De color violeta suelen ser las pancartas, carteles, pegatinas y otros materiales que se elaboran para conmemorar este día, así como en otras actividades de reivindicación de los derechos de la mujer (figs. 1 y 2). Y entre estos materiales no faltan las banderas violetas, a menudo llevando emblemas alusivos a la lucha por a liberación femenina (figs. 3 y 4).

El violeta es el color universalmente aceptado como identificativo del feminismo y de los movimientos por los derechos de las mujeres, pero el motivo no es bien conocido ni siquiera por las mismas personas que lo usan con profusión en sus actos. La leyenda cuenta que se adoptó en honor a las más de 140 mujeres que murieron en el incendio de la fábrica de camisas Triangle de Nueva York el 25 de marzo de 1911, al no poder escapar de las llamas por estar todas las puertas y ventanas bloqueadas para evitar robos. Según esta leyenda, las telas sobre las que estaban trabajando las obreras eran de color violeta, de modo que el humo que producía el incendio, y se podía ver a kilómetros de distancia, tenía ese color.

A pesar de la dramática belleza de esta imagen, no hay evidencias de que el color violeta tenga ninguna relación con este triste suceso, que en cambio sí constituye un hito fundamental en la historia de las reivindicaciones femeninas. El origen del violeta como símbolo feminista hay que buscarlo más atrás en el tiempo.

Colores sufragistas

La primera organización de masas que agrupaba a mujeres con una intención de reforma social fue la Woman’s Christian Temperance Union,

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cuyo principal objetivo era la lucha contra el alcoholismo, al que, entre otros males, consideraban culpable de los malos tratos que las mujeres sufrían a manos de sus maridos. Su emblema era un lazo blanco como símbolo de la pureza (fig. 5). Fundada en 1873 en Estados Unidos, esta organización se extendió a otros países como Canadá, Australia y Nueva Zelanda.

La lucha por la templanza y la regeneración moral de una sociedad en la que las mujeres estaban sometidas a la voluntad de los hombres llevó a muchas activistas a convencerse de que sus objetivos no podrían ser alcanzados a menos que la mujer adquiriera un papel protagonista en la política, y para ello era imprescindible que la mujer tuviera derecho a voto. Surgió así el movimiento sufragista, cuya organización más importante fue la National Union of Women's Suffrage Societies (NUWSS), fundada en Gran Bretaña en 1897, que adoptó los colores rojo y blanco, a los que a menudo se añadía el verde, curiosamente los mismos colores que usó el movimiento cartista entre 1838 y 1848 y posteriormente el republicanismo británico (fig. 6).

El descontento ante la falta de resultados obtenidos por la NUWSS llevó a un grupo disidente a fundar en 1903 la Women's Social and Political Union (WSPU), una organización con un carácter mucho más radical, cuyas acciones incluían manifestaciones, encierros, huelgas de hambre, resistencia pasiva... Estas activistas, a las que se conoce con el nombre de suffragettes, adoptaron el morado/púrpura/violeta, el blanco y el verde como sus colores oficiales. Fueron elegidos por Emmeline Pethick Lawrence con los siguientes argumentos: "El morado/violeta... representa la sangre real que fluye por las venas de cada sufragista... el blanco representa la pureza en la vida tanto pública como privada... el verde es el color de la esperanza y el emblema de la primavera". Otra interpretación que se ha querido dar a estos colores es la de que las iniciales de los mismos en inglés (Green-White-Violet) coinciden con el lema Give Women Vote (Dad el voto a las mujeres), aunque en realidad el slogan usado por el movimiento era Votes for Women (Votos para las mujeres)

En Junio de 1908 se produjo la mayor aparición en público de estos colores, cuando la WSPU celebró una concentración en Hyde Park de 300.000 personas conocida como "Women's Sunday". Esta combinación se

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usó en una multitud de soportes, desde pancartas y banderolas a cintas, broches, medallas y, por supuesto, banderas (figs. 7 a 13). Curiosamente, mientras que en la mayor parte de los materiales propagandísticos los colores aparecían dispuestos horizontalmente, en las fotos que se conservan de los actos organizados por la WSPU las banderas que aparecen muestran franjas verticales (figs. 14, 15 y 16).

Por algún motivo, sobre el que volveremos más adelante, el morado/violeta adquirió mayor popularidad que los otros dos colores, por lo que aparecieron pancartas, estandartes, incluso plumas para el sombrero en los que éste es el color principal o único (figs. 17, 18 y 19).

En 1907, un grupo de suffragettes descontentas con lo que consideraban una deriva autoritaria del liderazgo de la WSPU creó la Women's Freedom League (WFL), eligiendo los colores dorado, verde y blanco (figs. 20 y 21) Este esquema cromático se haría bastante popular entre las sufragistas australianas.

En los Estados Unidos, la primera referencia al uso de un color asociado a la reivindicación de los derechos de las mujeres data de 1867, cuando Elizabeth Cady Stanton y Susan B. Anthony emprendieron una campaña por el voto femenino en el estado de Kansas. Para dicha campaña adoptaron el color amarillo/dorado por ser el del girasol, el símbolo estatal de Kansas. Las sufragistas usaron broches, cintas y bandas dorados para simbolizar su causa. En 1876, durante el centenario de la independencia de los Estadios Unidos, la mujeres lucían cintas amarillas y cantaban la canción "The Yellow Ribbon" (La Cinta Amarilla) En 1916, las sufragistas organizaron "The Golden Lane" (El Pasillo Dorado) durante la Convención Nacional Demócrata; para llegar a la sala de la convención, los delegados debían pasar a través de una doble línea de varias manzanas de largo formada por mujeres vestidas de blanco con bandas doradas y llevando sombrillas amarillas, y todo adormado con metros y metros de banderolas doradas. El dorado también significaba iluminación (en el sentido de educación), el principal objetivo del movimiento sufragista americano (figs. 22 y 23).

Al amarillo se añadieron a principios del siglo XX el blanco y el morado importados por mujeres que habían trabajado con el movimiento sufragista británico. Estos tres colores fueron adoptados por el National

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Woman's Party, fundado en 1913 (fig. 25). En 1920 consiguieron que el Congreso aprobase la 19ª Enmienda, que prohibe que a ningún ciudadano se le niegue el derecho al voto en razón de su sexo. Para que pudiese entrar en vigor era necesaria la ratificación de 36 de los 48 estados que entonces constituían la Unión, de modo que las sufragistas fueron añadiendo una estrella a su bandera cada vez que un estado ratificaba la enmienda, hasta conseguir llegar a los 36 (figs. 26 a 29).

Pese a que este triunfo supuso para la mujer estadounidense un paso fundamental, al dotarle de la posibilidad de influir directamente en la política de su país, la Constitución de los Estados Unidos no recogía en su articulado una mención expresa a la igualdad de derechos entre hombres y mujeres. Por ello, en 1923 las feministas redactaron y presentaron al Congreso una propuesta de enmienda, la Equal Rights Amendment, que no fue aceptada. En 1972 se presentó de nuevo y fue aprobada por ambas cámaras, tras lo que se envió a las asambleas legislativas de los estados para su ratificación. En 1978 se celebró una marcha en Washington a favor de esta iniciativa, en la que los participantes usaron banderas, pancartas y cintas con los colores morado, blanco y amarillo (figs. 30 y 31). Tras una campaña de diez años que polarizó el debate público en muchos estados, el 30 de junio de 1982 expiró el plazo para su ratificación, por lo que no fue adoptada y por tanto actualmente no forma parte de la Constitución.

Volviendo atrás en el tiempo, el 12 de mayo de 1910 se publicó un artículo en The New York Times que decía: “Todas las tumbas de las mujeres sufragistas tienen que ser adornadas este Día de la Decoración que viene. Hay una pequeña bandera sufragista azul con las palabras: "Votos para la Mujer" en el centro en blanco y con cuatro estrellas blancas, una en cada esquina, que se colocará sobre la tumba de todas las guerreras que murieron en lo que las sufragistas llaman la gran guerra civil por el sufragio femenino”. La fig. 32 es una reconstrucción hipotética de esta bandera a partir de la descripción.

El 12 de mayo de 1911 una carta publicada en The New York Times por Nora Blatch de Forest, miembro del Comité Ejecutivo de la Women’s Political Union, explicaba que, en sus desfiles, las sufragistas americanas llevaban una bandera como la nacional, pero solo con el número de estrellas

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correspondiente al número de estados que habían aprobado el voto femenino, y que en 1911 solo eran cinco. El cartel que reproduce la fig. 33 debe ser anterior, ya que solo muestra cuatro estrellas.

El color violeta en la política y la sociedad

Como se ha indicado anteriormente, de todos los colores usados por el movimiento de liberación femenina el violeta se ha consagrado como el universalmente aceptado. Por ello, diversas organizaciones políticas lo han incorporado a su simbología para manifestar su apoyo a la igualdad de derechos entre hombres y mujeres. Así, existe una bandera representativa del anarcofeminismo, la corriente ideológica que incorpora explícitamente la liberación femenina a los postulados anarquistas, y que sustituye el rojo por el violeta (fig. 34).

Diversos partidos políticos incorporan el violeta en sus banderas y logotipos, como el caso del Partido Nueva Liga Feminista, de la Provincia de San José, Costa Rica (fig. 35). El Movimiento Nuevo País de El Salvador (fig. 36) o SYRIZA, la Coalición de la Izquierda Radical griega (fig. 37)

En España, un caso reciente de uso del color violeta para simbolizar la defensa de los derechos de las mujeres es el denominado “Punto Lila”, un distintivo que se coloca en los edificios de las instituciones del País Vasco para manifestar su compromiso con la lucha contra la violencia de género (fig. 38) En la fig 39 aparece colocado en la fachada de la Diputación Foral de Guipúzcoa.

Otros símbolos

Aparte del color violeta, el otro símbolo que tradicionalmente se asocia con la reivindicación de los derechos de la mujer es el denominado “Espejo de Venus”, formado por un círculo con una cruz debajo. Este diseño ha sido usado tradicionalmente para identificar lo femenino frente a lo masculino, representado a su vez por el “Escudo de Marte”, un círculo del que sale una flecha (fig. 40) Según algunas interpretaciones, ambos símbolos serían una esquematización de los órganos sexuales. El movimiento feminista usa el Espejo de Venus generalmente con el añadido de un puño en el interior del círculo, o bien la figura la una mujer en actitud desafiante, como forma de simbolizar el carácter combativo y reivindicativo de su lucha (figs. 41 y 42)

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Una curiosa variante es usada por el feminismo en los países musulmanes, donde el círculo es sustituido por una media luna y una estrella (fig. 43)

Un símbolo menos popular pero que también es usado, sobre todo en determinados ambientes, es el labrys. Se trata básicamente de un hacha de doble hoja que aparece ampliamente representado en la civilización minoica de Creta. El palacio de Cnossos, una de las muestras más significativas de esta civilización, está ampliamente decorado con el motivo del doble hacha, especialmente el denominado Salón del Trono. De hecho, el término laberinto, que tan relacionado está con esta civilización, derivaría de labrys.

Según algunas teorías, en la sociedad minoica la mujer disfrutó de una posición muy favorable, lo que ha llevado a algunos a calificarla de matriarcado. Su religión parece haberse organizado alrededor de una Gran Diosa que a menudo es mostrada sosteniendo serpientes en sus manos, un símbolo of fertilidad y agricultura, y rodeada por adoradoras femeninas con dobles hachas.

El labrys fue recuperado como símbolo femenino en los años 70 del siglo pasado por un cierto número de organizaciones feministas y pro-lesbianas. Actualmente su popularidad ha sido superada por otros símbolos, pero aun puede encontrarse como motivo decorativo en numerosos objetos realizados con intención reivindicativa, incluso en algunas banderas (fig. 44)

El violeta, ¿color liberal?

Volviendo al tema del color violeta, hay una historia que podría ayudar a explicar su popularidad sobre los otros colores como identificativos del feminismo.

Durante el exilio de Napoleón en la isla de Elba, en 1814, los bonapartistas eligieron como emblema la violeta. Llamaban a Napoleon "Caporal Violet, la florecilla que vuelve con la primavera". El motivo sería que tras la capitulación de Paris Napoleón dijo a sus seguidores que volvería con las violetas, es decir, con la primavera. "Cabo Violeta" se convirtió en su brindis favorito, y se distinguían entre sí por un anillo de oro con una violeta de esmalte, y el lema "Elle reparaitra au printems!" (Reaparecerá con la primavera)

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Por toda Francia aparecieron tarjetas mostrando un ramo de inocentes violetas, pero cuando se las miraba con detenimiento se distinguían los perfiles de Napoleon, María Luisa y su hijo de tres años Carlos, Rey de Roma (fig. 45) Los distintos gobiernos franceses prohibieron hasta 1874 cualquier reproducción de una violeta por ser un símbolo bonapartista.

Por otra parte, un tipo de violeta es el pensamiento (fig. 46), cuyo nombre deriva del parecido de la flor con un rostro humano; ya que en agosto se inclina hacia delante como si estuviese sumida en pensamientos. Según algunas opiniones, esto podría haber dado lugar a asociar esta flor y su color con la idea de la libertad de pensamiento, constituyéndose así en un símbolo del liberalismo. Quizá esta asociación explique la popularidad del morado (como derivación del violeta) entre algunos sectores del liberalismo español.

Curiosamente, y volviendo para terminar a ls símbolos sufragistas, la Men’s League for Women’s Suffrage, asociación fundada en 1907 por escritores izquierdistas británicos para apoyar el derecho al voto femenino, usaba como emblema una violeta/pensamiento (fig. 47)

REFERENCIAS

National Women’s History Museum. http://www.nwhm.org/

The Women’s Library. http://www.londonmet.ac.uk/thewomenslibrary/

Woman Suffrage Memorabilia. http://womansuffragememorabilia.com/

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Figura 1 Figura 2

Figura 3 Figura 4

Figura 5 Figura 6

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Figura 7 Figura 8

Figura 9 Figura 10 Figura 11

Figura 12 Figura 13

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Figura 20 Figura 21

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Figura 32 Figura 33

Figura 34 Figura 35

Figura 36 Figura 37

Figura 38 Figura 39

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Figura 40 Figura 41 Figura 42

Figura 43 Figura 44

Figura 46

Figura 45

Figura 47

María Luisa Napoleón 

Carlos