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1 EL SIMBOLISMO MASÓNICO La Masonería ha sido definida como “una ciencia de moral, velada en alegorías y esclarecida por medio de símbolos”. El símbolo es la expresión de una idea que esta derivada de la comparación o contraste de algún objeto, con una concepción moral o atributo. Es un signo visible, con el cual se representa una realidad espiritual, mental o invisible. El ejemplo mas usado es el de la “piedra bruta”; no existe tal cosa en el plano espiritual; pero la tarea de desbastarla o pulirla esta significando la labor que debe realizar el masón de perfeccionar su carácter y su conducta. Los tres primeros grados de la Masonería, aprendiz, compañero y maestro, se llaman grados simbólicos, porque las lecciones que le son comunicadas a los candidatos en estos grados, son suministradas generalmente por medio de símbolos, tomados de las herramientas utilizadas en la construcción: la plomada, símbolo de rectitud; el nivel, de igualdad, etc. Igual cosa acontece con las religiones, especialmente las primitivas, que fueron eminentemente simbólicas: se adoraban objetos visibles, que simbolizaban la Divinidad invisible: el Sol, la Luna, el buey Apis, etc. Ello se debe a que esos objetos son manifestaciones visibles de dios, ya que son parte de la Creación. Recién con el Judaísmo se inicia la adoración del Dios invisible; pero con el Cristianismo la Divinidad vuelve a adquirir “visibilidad” a través de quien es considerado como el Hijo de dios, Jesucristo. Y ello me permite ya definir la primera regla o el primer principio del Simbolismo: TODA LA CREACIÓN U OBJETOS VISIBLES SON LA REPRESENTACIÓN SIMBÓLICA O REPLICA MANIFESTADA DE LA CREACIÓN O DE LA REALIDAD INVISIBLE, MENTAL, METAFÍSICA O INMANIFESTADA. Y en este aspecto, de todos los objetos que constituyen la ciencia masónica del simbolismo, el mas importante, el que mas prefieren los masones y el que tiene mayor significación es el Templo de Jerusalén. La espiritualización del Templo es el primer símbolo de la Francmasonería, el más prominente y el mas generalizado. Los masones han aprovechado siempre y han retenido con avidez, la idea de representar en su lenguaje simbólico al hombre interior y espiritual en un templo material. Y ello conforme a las expresiones bíblicas: “Y harán un santuario para mi, y habitare en medio de ellos” (Éxodo, 25/8). “¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros,” (Corintios I, 2/16). De modo que la labor principal del masón , como “constructor” no operativo, es la de levantar en su interior un Templo, que es su propia conciencia, para que en él more la Divinidad, que es su ser espiritual. El segundo principio del Simbolismo podría ser enunciado así: EL OBJETO PRINCIPAL DE LA VIDA HUMANA ES DESCUBRIR, COMPRENDER Y DESCIFRAR LOS SÍMBOLOS EXISTENTES EN LA PARTE VISIBLE DE LA CREACIÓN Y DE ESE MODO IR COMPRENDIENDO LA PARTE INVISIBLE DE ELLA. Y cada símbolo que se descubre y comprende produce un resplandor de luz dentro de si mismo, que hace vivir los momentos de autentica felicidad. Es como si

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EL SIMBOLISMO MASÓNICO

La Masonería ha sido definida como “una ciencia de moral, velada en alegorías y esclarecida por medio de símbolos”. El símbolo es la expresión de una idea que esta derivada de la comparación o contraste de algún objeto, con una concepción moral o atributo. Es un signo visible, con el cual se representa una realidad espiritual, mental o invisible. El ejemplo mas usado es el de la “piedra bruta”; no existe tal cosa en el plano espiritual; pero la tarea de desbastarla o pulirla esta significando la labor que debe realizar el masón de perfeccionar su carácter y su conducta. Los tres primeros grados de la Masonería, aprendiz, compañero y maestro, se llaman grados simbólicos, porque las lecciones que le son comunicadas a los candidatos en estos grados, son suministradas generalmente por medio de símbolos, tomados de las herramientas utilizadas en la construcción: la plomada, símbolo de rectitud; el nivel, de igualdad, etc. Igual cosa acontece con las religiones, especialmente las primitivas, que fueron eminentemente simbólicas: se adoraban objetos visibles, que simbolizaban la Divinidad invisible: el Sol, la Luna, el buey Apis, etc. Ello se debe a que esos objetos son manifestaciones visibles de dios, ya que son parte de la Creación. Recién con el Judaísmo se inicia la adoración del Dios invisible; pero con el Cristianismo la Divinidad vuelve a adquirir “visibilidad” a través de quien es considerado como el Hijo de dios, Jesucristo. Y ello me permite ya definir la primera regla o el primer principio del Simbolismo: TODA LA CREACIÓN U OBJETOS VISIBLES SON LA REPRESENTACIÓN SIMBÓLICA O REPLICA MANIFESTADA DE LA CREACIÓN O DE LA REALIDAD INVISIBLE, MENTAL, METAFÍSICA O INMANIFESTADA. Y en este aspecto, de todos los objetos que constituyen la ciencia masónica del simbolismo, el mas importante, el que mas prefieren los masones y el que tiene mayor significación es el Templo de Jerusalén. La espiritualización del Templo es el primer símbolo de la Francmasonería, el más prominente y el mas generalizado. Los masones han aprovechado siempre y han retenido con avidez, la idea de representar en su lenguaje simbólico al hombre interior y espiritual en un templo material. Y ello conforme a las expresiones bíblicas: “Y harán un santuario para mi, y habitare en medio de ellos” (Éxodo, 25/8). “¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros,” (Corintios I, 2/16). De modo que la labor principal del masón , como “constructor” no operativo, es la de levantar en su interior un Templo, que es su propia conciencia, para que en él more la Divinidad, que es su ser espiritual. El segundo principio del Simbolismo podría ser enunciado así: EL OBJETO PRINCIPAL DE LA VIDA HUMANA ES DESCUBRIR, COMPRENDER Y DESCIFRAR LOS SÍMBOLOS EXISTENTES EN LA PARTE VISIBLE DE LA CREACIÓN Y DE ESE MODO IR COMPRENDIENDO LA PARTE INVISIBLE DE ELLA. Y cada símbolo que se descubre y comprende produce un resplandor de luz dentro de si mismo, que hace vivir los momentos de autentica felicidad. Es como si

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fuera descubriendo una a una las infinitas partes del gran “rompecabezas” de la Creación. Y el tercer principio es el siguiente: EL NIVEL EVOLUTIVO DE LA CONCIENCIA HUMANA ESTA DETERMINADO POR LA CANTIDAD DE SÍMBOLOS QUE CADA UNO LOGRÓ CAPTAR, COMPRENDER, DESCIFRAR, ASIMILAR Y APLICAR. Porque en cada símbolo que logra develar, hay una partícula de dios que se le va revelando al ser humano, y a medida que va acumulando esos conocimientos simbólicos, v comprendiendo mejor la Creación. Es como si el Gran Arquitecto del Universo se ocultara detrás de cada símbolo y se fuera manifestando al hombre en el descubrimiento del arcano que cada símbolo encierra. Si el hombre no realiza esta sublime tarea de descubrir el significado de los símbolos dispersos en toda la Creación, que es el quehacer fundamental de su vida en la tierra, corre el riesgo de considerarlos como única realidad de la Creación, y por ende crea un sistema de valores erróneo, capta una realidad deformada y en consecuencia, vive en un mundo quimérico o irreal.

SÍMBOLO 1. Concepto y definiciones Del latín simbolum y del griego symbolon, como voces que en lo material designan alguna cosa, objeto, imagen, figura, insignia, distintivo, divisa, etc. Puede ser un objeto, una figura o la representación gráfica de una idea, sea ésta de tipo cultural, filosófica, política, social, religiosa o de cualquier otra índole, la cual tiene una significación convencional y arcana. Como parece sugerir una primera etimología, un símbolo es una imagen compuesta de varios elementos en la cual el modo en que el todo representa es mucho más que la suma de las partes. Normalmente, a este concepto asociamos la huella o el gesto visible que remite a una percepción invisible u oculta de la realidad. El símbolo tiende a ser la manifestación de una idea profunda que se expresa por medio de un "lenguaje oculto" en el nivel sensible, haciéndose apto para la comprensión de su mensaje. En un sentido amplio, toda manifestación, toda creación es de carácter simbólico, como cada gesto es un rito, sea esto o no evidente, pues constituye una señal significativa. El símbolo nombra a las cosas y es uno con ellas, no las interpreta ni las define. En verdad, la definición es un elemento occidental y moderno, aunque ya procedente de la Grecia clásica. Aun cuando no se lo considere solamente un elemento visual —ya que puede ser plástico o auditivo— hoy en día suele asociársele a ese concepto, porque la vista fija y cristaliza imágenes en relación con momentos históricos relacionados en mayor medida con lo espacial más que con lo temporal. En otras palabras, cada cosa debe verse como una metáfora en la que este lenguaje codificado sólo es accesible para quienes se adentran en algún camino iniciático. Tradicionalmente, el símbolo ha sido un intermediario entre dos realidades: una perceptible, conocida; y otra desconocida, menos perceptible que la primera, por lo cual esa relación se transforma en el vehículo que posibilita la búsqueda de la esencia, por

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medio del conocimiento; esencia que será de variada naturaleza: espiritual, cognitiva o de algún otro tipo. Dicha realidad metafísica se manifiesta, justamente, en el mundo sensible a través del símbolo. Gracias a esta intermediación se hace posible para el ser humano adquirir conciencia del mundo que nos rodea, de lo que significa y de nosotros mismos. Lo que el simbolismo pone en relieve es, precisamente, el conocimiento subjetivo. El uso del simbolismo conlleva una forma de introspección a través de la asociación libre, de la relación existente entre la historia individual y colectiva, así como con las leyes que rigen todas las cosas. Esto quiere decir que la vía simbólica puede liberarnos de los prejuicios sólo si no se transforma en un dogma más, o sea, si no se transforma en una serie de respuestas memorizadas con el único fin de responder a un determinado retejamiento. De esa forma nuestro espíritu sólo se empequeñecerá y se alienará en vez de crecer y enriquecerse. El simbolismo nos abre las puertas de la percepción que explora las relaciones existentes entre los deseos y las ideas, la imaginación y la razón, entre la mente que generaliza y la mente que divide, pero esto ocurre sólo cuando nos aseguramos de la presencia de ambos elementos y no nos extraviamos en cómodos prejuicios. Los símbolos contienen conceptos difíciles de sustituir por explicaciones, si es que no la imposibilidad o, cuando menos, la inconveniencia sobre todo en aquellos casos en los que la "frescura" de su significado deba estar presente y completar el sentido de ceremonias o rituales. Allí actúan de manera silenciosa pero efectiva, sin obstruir con palabras el desarrollo del acto. Todos aquellos elementos que forman parte de nuestra cadena simbólica (imágenes, objetos, gestos, vestimenta, etc.) comunican al iniciado ideas que necesitarían extensas descripciones o relaciones para ser entregadas por medio de la palabra. Estos símbolos, la mayor parte de ellos pasivos en cuanto a su presentación, se dinamizan a la luz de sus diversas interpretaciones o cuando son internalizados conscientemente por quien los percibe. Al respecto dice Vâlsan que: El símbolo no expresa ni explica, solo sirve de soporte para elevarse, mediante la meditación, al conocimiento de las verdades metafísicas. Su ambigüedad vela y revela la realidad y su carácter polisémico posibilita su interpretación en diversos órdenes o planos de la realidad. Por eso, cada ser humano penetra según sus aptitudes (calificación intelectual) en la intimidad del símbolo. La polisemia es el reflejo sensible universal de la unidad esencial del símbolo. La pluralidad de sentidos incluida en cada símbolo se basa en la ley de correspondencia (analogía): una imagen sirve para representar realidades de diversos órdenes o niveles, desde las verdades metafísicas hasta las que son como “causas segundas” con respecto a aquéllas. Los diversos sentidos del símbolo no se excluyen, cada uno es válido en su orden y todos se completan y corroboran, integrándose en la armonía de la síntesis total. Podemos, entonces, suponer que nuestra capacidad de comprensión de un símbolo aumentará en la medida en que nuestro "conocimiento previo" posea mayor cantidad de

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definiciones que nuestra percepción pueda aplicar a la aprehensión, a la internalización de dicho símbolo. Este conocimiento previo que los individuos traen a una situación de aprendizaje, influye sobre cómo y cuánto se comprende, se aprende y se retiene. El activar este tipo de conocimiento permite ofrecer un marco semántico para interpretar y asimilar la información nueva. La generación de esquemas de interpretación incrementa las probabilidades de que el contenido de los materiales sea codificado con éxito. El aprendizaje por la vía simbólica es activo porque cuando aprendemos, realizamos un conjunto de operaciones y de procedimientos mentales que nos permiten procesar la información que estamos recibiendo, y es constructivo, porque estos procesos que llevamos a cabo nos permiten construir significado que va a depender de la interacción entre la información que tenemos almacenada en nuestra memoria y la nueva que recibimos. Asimismo, se enfatiza la presencia de procesos de alto nivel en este proceso de aprendizaje. Esto implica que cuando nos encontramos en el proceso de internalización de una información, es necesario que llevemos a cabo procesos tales como la elaboración de inferencias o el establecimiento de relaciones entre la información que tenemos almacenada y la que recibimos ya que, de lo contrario, no habrá un aprendizaje significativo. Es posible lograr cierto tipo de aprendizaje basado exclusivamente en la memoria, pero la información acumulada por esta vía será efímera y, paulatinamente, será descartada de aquélla, por cuanto esta adquisición no integraría las estructuras permanentes de conocimiento. También podemos agregar que este aprendizaje simbólico es un proceso acumulativo en el cual el conocimiento previo tiene un papel fundamental. Dicho de otro modo, éste es un proceso que consiste en la acumulación de información, la cual se va organizando en nuestras estructuras cognoscitivas o esquemas, de manera tal que éstas se van enriqueciendo y estructurando hasta llegar a unos niveles de afinamiento que son característicos de los sujetos expertos o iniciados. 2. Teorías acerca del origen y significado de los símbolos El análisis de los mitos y el interés por los símbolos surgió durante el romanticismo decimonónico y llegó a su auge en los estudios comparativos de James Frazer (1854-1941), reunidos en su célebre y monumental La rama dorada. La hipótesis rectora de Frazer es la de una evolución del pensamiento humano desde un estadio primitivo en la magia, pasando por otro de mayor racionalidad en la religión para desembocar en la ciencia. Tal secuencia de progresiva racionalización del pensamiento ya no es tan aceptable debido a una nueva versión surgida en buena parte del abordaje académico de los mitos y en el cual han intervenido no sólo los etnólogos, sino también historiadores de las religiones y psicólogos. Así es como, la aplicación del mito de Edipo fue para Freud una piedra angular en su teoría sobre el desarrollo temprano de la psique y del sistema terapéutico que dio origen al psicoanálisis. En esta escuela se ha destacado el parentesco entre mitos, cuentos de hadas y sueños: se afirma que los tres son lenguajes simbólicos.

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En una de las corrientes psicológicas más extendidas durante buena parte del siglo XX, Jung explica la formación y semantización de los símbolos a través del inconsciente colectivo. Éste albergaría todo contenido psíquico de carácter subliminal, el cual no ha alcanzado los límites de la consciencia. Junto con los contenidos de la experiencia personal que nunca alcanzaron a ser percibidos pero fueron registrados, el inconsciente poseería dos tipos de procesos que no serían explicables a través de las adquisiciones personales: los instintos, los impulsos naturales y los contenidos que constituirían imágenes o adquisiciones de orden colectivo, predisposiciones compartidas por toda la gente y manifestado a sí mismo en la conducta, sin tener en cuenta la cultura. Estas imágenes se propagarían a lo largo del tiempo y es una forma universal, que surge gracias a una función psíquica natural. El inconsciente, por tanto, no sólo posee elementos de carácter personal, sino que también posee elementos de carácter impersonal o colectivos expresados en la forma de categorías heredadas o arquetipos, predisposiciones innatas que pueden producir realmente imágenes y conceptos poderosos, de los cuales, según Jung, derivarían los símbolos. Los símbolos nos vincularían directamente con los arquetipos, y como nuestra conciencia no está preparada para experimentar vivencialmente lo que éstos representan, lo único que percibiríamos serían sus manifestaciones. Los símbolos actúan como mediadores que nos permitirían captar algo tan abstracto como un arquetipo a través de una forma concreta. Sin embargo, Guénon (1949) se refiere a esta explicación de la siguiente manera: Jung, para explicar algo de lo cual los factores puramente individuales no parecían poder dar cuenta, se vio llevado a formular la hipótesis de un supuesto “inconsciente colectivo”, existente de alguna manera en lo bajo el psiquismo de todos los individuos humanos, al cual creyó poder referir indistintamente tanto el origen de los símbolos mismos como el de sus caricaturas patológicas. Va de suyo que el término de “inconsciente” es por completo impropio, y que lo designado por él, en la medida en que pueda tener algo de realidad, pertenece a lo que los psicólogos denominan de modo más habitual el “subconsciente”, es decir, el conjunto de las prolongaciones inferiores de la consciencia. Hemos señalado ya en otro lugar la confusión que se ha cometido de continuo entre el “subconsciente” y el “supraconsciente”; como éste escapa completamente, por su naturaleza misma, al dominio sobre el cual recaen las investigaciones de los psicólogos, éstos no dejan jamás, cuando tienen oportunidad de tomar conocimiento de algunas de sus manifestaciones, de atribuirlas al “subconsciente”. Precisamente esta confusión es la que encontramos también aquí: que las producciones de los enfermos observados por los psiquiatras proceden del “subconsciente”, ciertamente no es dudoso; pero, en cambio, todo lo que es de orden tradicional, y especialmente el simbolismo, no puede ser referido sino al “supraconsciente”, es decir, a aquello por lo cual se establece una comunicación con lo suprahumano, mientras que el “subconsciente” tiende, inversamente, hacia lo infrahumano. Hay pues, en ello, una verdadera inversión que es enteramente característica del género de explicación de que se trata; y lo que le da una apariencia de justificación es el hecho

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de que, en casos como el que hemos citado, ocurre que el “subconsciente”, gracias a su contacto con influjos psíquicos del orden más inferior, imita efectivamente al “supraconsciente”; esto, para quienes se dejan engañar por tales falsificaciones y son incapaces de discernir su verdadera naturaleza, da lugar a la ilusión que desemboca en lo que hemos llamado una “espiritualidad al revés”. Por medio de la teoría del “inconsciente colectivo”, se cree poder explicar que el símbolo sea “anterior al pensamiento individual” y lo trascienda; el verdadero problema, que ni siquiera parece plantearse, sería el de saber en qué dirección ocurre ese trascender: si es por lo bajo, como parecería indicarlo esa referencia al pretendido “inconsciente”, o por lo alto, como lo afirman expresamente, al contrario, todas las doctrinas tradicionales. Efectivamente, la Tradición Primordial atribuye este origen a la interrelación que todos los pueblos de la tierra han tenido entre sí y a su conexión esencial con el Universo y la Naturaleza, por medio de los diversos símbolos que sus dioses les revelaron, con el fin de que pudieran seguir manteniendo el contacto con lo espiritual y lo divino, con lo sobrenatural y supracósmico. Así, en las distintas expresiones sociales y culturales del ser humano, aquellos libros a los cuales se les atribuye carácter sagrado se manifiestan bajo un lenguaje simbólico, llámese éste parábola, metáfora, mitología u otra forma. Lo fundamental es que todas ellas transmiten conceptos metafísicos que, en sus aspectos más profundos y esenciales, son idénticos en todas las culturas, ya que harían referencia a una misma Verdad la que, en todo caso, tendría un carácter esotérico y sería transmitida en todas las tradiciones iniciáticas mediante el estudio de un cierto conjunto de misterios. Respecto de estos misterios, nadie puede dudar que fueron los símbolos el lenguaje universal de la Teología Antigua, pues los Instructores del Mundo, a semejanza de la naturaleza, dirigían la enseñanza por la vista. Los sabios antiguos, Persas, Egipcios y Griegos, adoptaron la costumbre de rodear sus doctrinas de enigmas difíciles de interpretar, ilustrando a los hombres con símbolos y parábolas que estaban más a su alcance y conocimiento. Eran los Misterios una sucesión de símbolos y la parte oral de los mismos una explicación de su significado, en ellos se mezclaban comentarios sagrados, ideas sobre física y moral, teorías sobre la creación, alegorías sobre la naturaleza, las relaciones entre los planetas y los elementos y sobre todo las ideas recibidas acerca de las relaciones entre Dios y los hombres. La palabra "misterio" viene del griego musterion, que significa secreto, algo que debe permanecer oculto, da la idea de silencio; otro término que etimológicamente se aplica a todo lo relacionado con misterio es "místico", del griego mustikos que es un adjetivo de mustes o iniciado, por lo que musticos es iniciático, y se relaciona con la iniciación y su doctrina. En el sentido mas exterior el misterio es de lo que no se debe hablar, aquello que está prohibido hacer conocer afuera, un segundo sentido más interior designa lo que se recibe en silencio, eso sobre lo cual no se debe discutir, porque son verdades que por su naturaleza supranatural y suprarracional, están sobre toda discusión. Finalmente, hay un tercer sentido mucho más profundo, en el cual el misterio es propiamente inexpresable, que no se puede más que contemplar en silencio, y por tal razón es incomunicable. Existe una alianza entre los sistemas filosóficos y simbólicos que se evidencia en monumentos de todas las edades, y en los escritos simbólicos de los

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Padres de las Naciones y que luego pasaron a formar parte de los rituales de las Sociedades Secretas y Místicas. Fue de esta forma como los Patriarcas se expresaron mediante una serie constante de principios invariables y uniformes que forman un conjunto armonioso y perfecto que a su vez definen una ceremonia de naturaleza religiosa y secreta, que necesita una preparación o una iniciación por parte del interesado que desea comprenderlos. Existen así pequeños y grandes misterios, siendo los primeros de naturaleza simbólica y de uso común, y que comprenden todo lo que se relaciona con el desarrollo de las posibilidades del estado humano y culminan con lo que se ha denominado la restauración del Estado Primordial, y éstos no son más que una preparación para los Grandes Misterios, que conciernen a la realización de los estados suprahumanos, tomando al ser en el estado que lo han dejado los Pequeños Misterios y conduciéndolo a través de estados de orden espiritual hasta llegar a la Identidad Suprema. Los Grandes Misterios tienen por dominio el conocimiento metafísico, son los más elevados y acercan al iniciado a las verdades ocultas de la Esencia. Todos los filósofos que han ilustrado la antigüedad, fueron discípulos de la iniciación, siendo el progreso y la fundación de los misterios en aquellos tiempos los que permitieron a los hombres liberarse del caos de las supersticiones. Sólo los Misterios pudieron liberar al hombre de la barbarie. De ellos derivan su doctrina Confucio, Zoroastro y Hermes. Tales eran las características de los Misterios Antiguos que fragmentos de ellos han llegado a la moderna Francmasonería. Estas influencias las encontramos en los diferentes Ritos de la Orden. Los más importantes fueron los de Osiris en Egipto, los de Mithra en Persia, los de Adonis en Siria, los de Dionisio y Eleusis en Grecia, los Druídicos entre los Celtas. En todos los misterios se encuentra un factor común indicando un mismo origen, las ceremonias de iniciación eran todas de carácter fúnebre, eran del tipo de una muerte y resurrección místicas que aludían a un personaje heroico o de un semidiós. En todos se instruía en la subordinación de los grados y el candidato se sujetaba a pruebas, físicas y de conocimientos; las pruebas se celebraban en la oscuridad de la noche, el aspirante debía ser probado y enteramente purificado para poder alcanzar la sabiduría y la luz. El carácter esotérico de los misterios quedaba preservado por medio de los mandatos y juramentos de discreción, cuya violación era castigada con la muerte. En la fábula de Osiris, Isis encontró sobre la tumba del cuerpo de su esposo Osiris, un árbol frondoso de Acacia, este concepto fue tomado por los Judíos, pues José y Moisés fueron iniciados egipcios, y lo transformaron en la leyenda de Hiram. En los misterios de Mithra, Zoroastro recluía a los iniciados en lúgubres cavernas, ceremonia que fue adoptada por casi todos los Misterios y pasó a la Francmasonería en la forma del Cuarto de Reflexiones. La iniciación Eleusiana exigía al aspirante permanecer estacionario por diferentes intervalos de tiempo, de allí las edades de la masonería. En los misterios de la India el candidato hacía tres viajes, describiendo un círculo que se detenía en el sur; la masonería simbólica ha conservado estos viajes, aunque sin conocer muy bien su alegoría. Los Esenios exigían a los aspirantes al ingresar en la Orden el desprenderse de todas sus riquezas.

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Así, desde esta perspectiva esotérica, el simbolismo tiene su más remoto origen en aquella Ciencia Sagrada Universal, común a todos los iniciados mas no perteneciente a alguno en particular. Corresponde a la manifestación visible de una realidad inconmensurable, o tal como lo señala Guénon (1926): Si el Verbo es Pensamiento en lo interior y Palabra en lo exterior, y si el mundo es el efecto de la Palabra divina proferida en el origen de los tiempos, la naturaleza entera puede tomarse como un símbolo de la realidad sobrenatural. Todo lo que es, cualquiera sea su modo de ser, al tener su principio en el Intelecto divino, traduce o representa ese principio a su manera y según su orden de existencia; y así, de un orden en otro, todas las cosas se encadenan y corresponden para concurrir a la armonía universal y total, que es como un reflejo de la Unidad divina misma. Esta correspondencia es el verdadero fundamento del simbolismo, y por eso las leyes de un dominio inferior pueden siempre tomarse para simbolizar la realidad de orden superior, donde tienen su razón profunda, que es a la vez su principio y su fin. 3. El símbolo en la vida individual y social del hombre El simbolismo masónico no es solamente de carácter teórico y especulativo —aspecto por cierto relevante en el lenguaje docente de nuestra Orden— sino que también es de carácter práctico y operativo. El símbolo actúa en el interior de la conciencia de los que se abren a él, produciendo el orden y la comprensión, y quienes pertenecemos a esta Augusta Orden debemos actuar guiados por estos signos misteriosos, que no son otra cosa sino los planos del G∴A∴D∴U∴ que habrán de orientarnos constantemente durante el proceso de la construcción de nuestro templo interior, sirviéndonos de firme piedra angular en todas las acciones externas que debamos emprender al poner nuestras luces al servicio de la humanidad. Esta cualidad procede, precisamente, de su antigua calidad operativa, de donde el "poner a cubierto" la construcción implica resguardar el templo interior, separando lo profano del dominio espiritual y metafísico. Recordemos que es rol de los símbolos aludir a esas ideas de receptividad y concentración, las mismas que encontramos en el "arca" o en el "templo". El lenguaje simbólico tiene el poder de actuar en la vida cotidiana, y se dice que quienes se acercan a él de la manera adecuada podrán observar dentro de sí mismos la profunda acción transformadora ejercida por la energía que se encuentra detrás de nuestros símbolos tradicionales. Uno de los principales trabajos que tiene el iniciado, quizás el más importante de ellos, es el de dedicarse al estudio, la comprensión, la explicación y, por sobre todo, la incorporación en su vida cotidiana, de los significados ocultos de los símbolos que nos rodean, los que han sido heredados desde la Tradición y el Arte Real. Es más, al observar las construcciones sociales del ser humano, sus manifestaciones culturales, apreciamos el simbolismo que se encuentra en ellas; los principales de ellos, números y letras; asimismo el arte, que desde un primer momento se vinculó a la conexión con lo divino. Toda manifestación del hombre antiguo, tanto individual como gregaria estaba presidida, sobre todo, por el simbolismo de la trascendencia.

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El ser humano, desde sus más remotos orígenes, ha construido su organización sobre la base de los símbolos que contextualizan su vida cotidiana. Sin embargo, con el desmedido auge del positivismo y de su consecuencia natural, el racionalismo, el hombre occidental dejó de lado la incorporación del aspecto simbólico en la vida cotidiana que había retomado un auge especial a partir del Renacimiento y que, en la época contemporánea, se había revitalizado con el Romanticismo. Desde el punto de vista de las ciencias de la mente, hoy en día podemos saber que el ser humano actual utiliza escasamente sus potencialidades mentales y emotivas y es más, el concepto educacional que hasta el momento ha imperado en la gran mayoría de los centros de enseñanza de nuestro país se basa, con mucho, en métodos racionales, analíticos y discursivos, los cuales no sólo no despiertan las potencialidades que se hallan en la mente y en el "espíritu" de cada uno de nosotros, sino que, además, atrofia ciertas partes de nuestro cerebro que se potencian cuando estamos en contacto con lo que no es meramente racional, sino con aquello que es materia superior, creativa o, por qué no decirlo, aquello que forma parte de la expresión simbólica de nuestro qué hacer. Es más, en la actualidad gran parte de la capacidad de incidencia en la conducta social, masiva, del ser humano viene dada por la intervención a través de los símbolos. El ejemplo más claro de ellos es la acción ejercida por los medios publicitarios a través de la propaganda, la cual es, básicamente, un sistema simbólico que pretende modificar la conducta individual y social del receptor del mensaje. Tal vez sean estas circunstancias las que hacen que el hombre moderno, sobre todo a partir de la década de los '60 en adelante, haya puesto su mirada cada vez de manera más frecuente, en disciplinas y corrientes de pensamiento que tiene como base la simbología. En palabras de Habermas: "Las cosmovisiones expresadas lingüísticamente se hallan entretejidas con formas de vida, esto es, con la práctica diaria de individuos en sociedad, de tal modo que éstas no pueden ser reducidas a las funciones del conocimiento y dominio de la naturaleza externa". Estas arrojan luz sobre temas recurrentes en toda cultura, tales como nacimiento, muerte, enfermedad, etc., y ofrecen las posibilidades de que la vida humana tenga sentido. Ahora bien, la adecuación cognitiva de las cosmovisiones se halla también reflejada en la práctica diaria de la vida. Esto implica que el individuo no se mueve sólo en un mundo que se encuentra determinado socialmente, en cuanto a normas lingüísticas, de actitudes o de comportamiento gregario, sino que también se halla imbuido en un mundo donde se comparten aspectos semiológicos comunes, los cuales implican las funciones transformadoras de los hechos, objetos o aspectos naturales en construcciones culturales, acciones o lenguaje, como parte de la realidad cotidiana del ser humano. La relación que establecen estos símbolos en el mundo social ha sido definida por Turner, como poseedoras de múltiples referencias, donde el símbolo se articularía en dos polos: uno ideológico y otro sensorial. En el primero, se haría referencia a los órdenes moral y social (normas sociales), mientras que en el segundo, a los fenómenos y procesos naturales y fisiológicos (sentimientos y deseos).

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Sin embargo, dentro de esta relación, juegan dos elementos, dos clases de símbolos que conviene distinguir, ya que corresponden a aspectos de lo real y a formas de enfrentar la vida, nos referimos a los símbolos de carácter sagrado y profano. Los símbolos sagrados han sido transmitidos por la Tradición a través del tiempo y sus orígenes son remotos y desconocidos, son manifestaciones de ideas-fuerza auto sintetizadas y que se concretan cuando son internalizados en la conciencia de quien trata de comprenderlos; los profanos, en cambio, responden a una necesidad y construcción del ser humano moderno e influyen en la psiquis —no en la conciencia— del individuo. Lo anterior nos lleva a distinguir, asimismo, otros dos aspectos en los símbolos: sus caracteres exotéricos y esotéricos. El primero dice relación con la forma sensible con la cual éste se manifiesta; el segundo, en cambio, alude a lo interno, al contenido oculto que posee ese símbolo que constituye esa idea-fuerza detrás del significante. Claro que si nos quedamos sólo con el aspecto exotérico del símbolo, sólo daremos cuenta de su imagen icónica, que puede alcanzar una gran diversidad de variantes formales en las distintas sociedades y culturas; sin embargo, si nuestro norte es el aspecto esotérico del mismo, podremos entonces apreciar las identidades que traspasan a las expresiones culturales a lo largo del tiempo y cómo sus sistemas simbólicos son, en realidad, manifestaciones de un mismo contenido, común a todos los pueblos y a cada ser humano. Es pues función de la Orden y de cada uno de sus H∴H∴ no sólo resguardar los símbolos que nos han sido transmitidos, sino también rescatar su sentido primigenio, no con afanes de erudición, sino que muy por el contrario, con la finalidad de traspasar y aplicar este conocimiento a nuestra vida cotidiana, donde el masón debe ser un auténtico "hijo de la Luz". 4. Símbolo y lenguaje En toda acción humana que implique una interacción con otro, inevitablemente se manifiesta un proceso de comunicación que va más allá de la mera locución o manifestación de significantes. El ser humano, dentro de esta dinámica, transmite mensajes que conllevan un sentido para quien los percibe. La significación, entonces, puede concebirse como un "proceso que asocia un objeto, un ser, una noción, un acontecimiento, a un signo susceptible de evocarlos. Un signo es, por lo tanto, un estímulo cuya acción provoca en el organismo la imagen recordativa de otro estímulo. Si, por otra parte, observamos las manifestaciones culturales, nos daremos cuenta de que todas ellas son también simbólicas: los números y las letras, son símbolos de energías que se encuentran detrás de ellos; el arte en todas sus manifestaciones, cuyos orígenes son sagrados, es siempre expresión simbólica de ideas sutiles inspiradas al artista por las musas; y también los idiomas, pues cada palabra o conjunto de ellas son símbolos de alguna idea que expresan. La asociación existente entre signo y significación es un proceso psíquico, ya que son las imágenes de las cosas y la idea que de ellas formamos lo que se asocia en nuestra mente. Sin embargo, el proceso de asociación no sigue una sola vía: existen los llamados signos naturales, los cuales se fundamentan en relaciones de fenómenos que

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ocurren en el medio natural; y los signos artificiales, de carácter cultural, entre los que se hallan aquellos que son reproducciones de lo real (íconos) y los que sirven para comunicar, como los símbolos. Sin embargo, la manera de comunicar que tienen el símbolo y el lenguaje difieren en algo esencial: el primero es de naturaleza motivada, mientras que el segundo es inmotivado. Esto quiere decir que, mientras el símbolo guarda alguna relación entre su componente material (significante) y su componente semántico (significado), el signo lingüístico es de carácter inmotivado o arbitrario. Esto quiere decir que, los signos lingüísticos se caracterizan por una doble articulación: la primera, corresponde a aquellas unidades mínimas de "dos caras" (morfemas) y, la segunda, a aquellas unidades sucesivas de función únicamente distintiva, no portadora de significado (fonemas). De esta manera, los "símbolos" del lenguaje son capaces de transmitir un mensaje en el acto comunicativo. Sin embargo, no por ello el signo lingüístico deja de estar dotado de significante, que es el medio en virtud del cual se manifiesta el signo, su "expresión" o "imagen acústica", la unidad física del signo; así como también de significado, correspondiente a su "sentido" o "valor", que es el contenido o representación mental del signo. Con todo, como señalan varios autores, desde Benveniste en adelante, la relación existente entre la asociación del conjunto de sonidos que conforman el signo y su representación mental son fruto de un aprendizaje colectivo, lo cual le da su carácter de inmotivado mas no de arbitrario. Pero también encontramos una serie de relaciones que entrelazan la vía simbólica con el lenguaje. Si bien la primera cumple con una función comunicativa, su carácter esencial es el de plantear o despertar la reflexión, producto de las variadas interpretaciones que pueden hallarse en el esoterismo del símbolo. Este proceso reflexivo sólo puede llevarse a cabo a través del lenguaje, por cuanto cumple una serie de funciones esenciales para el ser humano: comunicar, servir de soporte al pensamiento, ser medio de expresión, soportar la autoafirmación del individuo, así como también lograr sostener una función de carácter estético. El lenguaje, como tal, tiene por característica esencial el que las expresiones que se producen son símbolos o signos de una realidad distinta a la del propio lenguaje, unidas al universo de la realidad de manera incuestionable e imprescindible. Dentro de las propiedades simbólicas del lenguaje es factible encontrar, según Hockett, las de especialización, semanticidad, arbitrariedad, desplazamiento, reflexividad y prevaricación. En el caso de la primera propiedad, ésta se refiere a que la emisión de una proposición, de una cadena hablada o texto tienen una repercusión, respecto del acto o referente físico que suponen, sin conexión alguna, esto es, el evento lingüístico en sí no es un hecho de la realidad natural, sino que puede traer como resultado la transformación de un elemento de la misma o de una acción efectuada como resultado de éste. En cuanto a la semanticidad, es la propiedad que relaciona al signo lingüístico con el mundo real de manera convencional, es decir, gracias a esta propiedad de significación

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del lenguaje es posible referirse y actuar en la realidad sin necesidad de "manipularla" directamente; podemos "hacer cosas con palabras" debido a que éstas significan algo diferente a ellas mismas, por lo que conectan a la realidad con el lenguaje de una manera simbólica. Ahora bien, dado que esta referencialidad puede ser infinita, ya que los elementos del universo real lo son y, los componentes que articulan las lenguas son extremadamente limitados, no podemos pensar en que la relación que se produce tenga alguna motivación, más bien tenemos que señalar que ésta es de carácter arbitrario, por cuanto no existe ningún rasgo común entre el signo lingüístico —compuesto de un soporte material o significante y de una representación mental o significado— y la realidad a la cual alude; por ejemplo, entre la palabra avión y el objeto que representa ( ). Esta característica hace que también el lenguaje posea la propiedad de economía, ya que las unidades sígnicas son recombinables y pueden aparecer en distintos contextos, señalando realidades completamente diferentes, sin que ello implique redundancia o "pobreza" del mensaje, sino más bien su capacidad para dar cuenta de una realidad globalizante a través de un medio lineal, acústico-temporal. Entonces, se puede decir que este carácter arbitrario del signo lingüístico se debe a la cualidad simbólica del lenguaje en unión con la propiedad de economía. De esta manera, el lenguaje pasa a ser una entidad poseedora de simbolismo, pero de una manera distinta que al de la Tradición, ya que, si bien es cierto es por medio de las palabras que efectuamos la interpretación de los símbolos tradicionales y tratamos de expresar la inconmensurabilidad de su significación, se trata de un elemento en el cual el soporte material es lo variable y el contenido, lo estable, al contrario de lo que sucede con el símbolo en general, ya que la riqueza de éste radica, precisamente, en que su significante permanece a través del tiempo en las distintas culturas y su significado es el que varía, manteniendo un contenido básico, según las diversas interpretaciones que reciba de los individuos o colectivos que analicen la imagen simbólica. De hecho, existen propiedades simbólicas del lenguaje que no encontramos en otras entidades, como por ejemplo, la cualidad de desplazamiento, es decir, el que los signos lingüísticos o textos puedan denotar o connotar referentes no-presenciales en el tiempo ni el espacio, apelando a la capacidad evocadora del significado. Pero también es posible prevaricar con el lenguaje, es decir, desconectar la coincidencia de los enunciados emitidos con la situación del mundo real, haciendo que, por tanto, el mensaje sea falso. Sin embargo, esta falsedad no implica que, necesariamente, el mensaje sea "engañoso" en el sentido común de la palabra, sino que, lisa y llanamente, puede ser ficticio, como por ejemplo en el caso de las expresiones artísticas del lenguaje, como en la literatura lo es el cuento, el drama o la poesía, lo cual también supone un uso creativo del lenguaje. Asimismo, dentro de este ámbito, ningún aspecto escapa a la función simbolizadora del lenguaje, ni siquiera el propio lenguaje, ya que éste se convierte en elemento denotado por él, en lo que entendemos por la propiedad de reflexividad. Esto quiere decir que es mediante el propio lenguaje que hacemos referencia a sus características particulares, a su descripción, a su estudio en los diversos aspectos que lo componen y a las mismas expresiones lingüísticas que utilizamos a diario para comunicarnos.

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5.- El símbolo: lenguaje específico de la Francmasonería. La búsqueda de la Verdad a través de las vías iniciáticas y el lenguaje de los símbolos es la esencia misma de la Francmasonería. Los masones no somos místicos persiguiendo algún Absoluto esotérico ni fieles iluminados de una religión ocultista. La Iniciación masónica es mucho más que una simple ceremonia de recepción; es simbólicamente una muerte y una resurrección. Invita y compromete al nuevo iniciado a ser franco consigo mismo, con sus imperfecciones, a desearse más puro, a despojarse de sus pasiones materiales y de sus prejuicios, a conocer y desplegar las fuerzas espirituales que se encuentran en él, gracias a las cuales puede progresar en el camino hacia el Conocimiento. El lenguaje simbólico mal comprendido para el profano, no es más que un conjunto embrollado de signos y analogías confusas; pero, si para el francmasón esos símbolos no tienen valores mágicos, sin embargo están cargados de significados y de valores; son un medio práctico de internalizar las ideas, y lejos de imponer un límite al desarrollo del pensamiento, ayudan a través de la libre interpretación, a mejor penetrar en la realidad del mundo en que vivimos. El simbolismo masónico es un lenguaje comparable al simbolismo matemático; conviene a todos los espíritus, incluso a los más racionales. Lejos de estar superado, encuentra una justificación nueva en los progresos de la psicología y de la sociología modernas que muestran cuanta necesidad tiene el espíritu humano de los símbolos para comprender las realidades de la vida. O tal como señala la Gran Logia en uno de sus documentos sobre la Enseñanza del Simbolismo en el Grado de Aprendiz, El mecanismo del símbolo está directamente relacionado con un fenómeno psicológico que interviene en todos los procesos mentales; es la llamada asociación de ideas, pero debemos advertir que puede también el símbolo representar una sola idea. El Símbolo, en Masonería, ha sido adoptado por su libertad de interpretación, lo que permite, dentro de los límites razonablemente impuestos, una mayor perfección en la personalidad humana, ya que tiende al desarrollo de ella sobre la base de un esfuerzo reflexivo en el libre examen de sus diversas interpretaciones. Esta capacidad del simbolismo como lenguaje propio de la tradición masónica iniciática, permite al aprendiz avanzar paulatinamente por una serie de conocimientos graduales que implicarán la internalización de un sistema valórico moral y de autoconocimiento de gran riqueza y complejidad que pretende estimular en el recién iniciado el perfeccionamiento de su persona, en primer lugar, para que por medio de este desbastamiento de la piedra original de la cantera individual el masón pueda incidir en la sociedad no a través de una pseudo cuota de poder, sino a través de su ejemplo, de sus virtudes humanistas laicas y de sus cualidades que lo distingan más allá de cualquier persona de bien, características que deberán darle el sello que la Orden busca imprimir en todos los H∴H∴

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La enseñanza masónica no es una metafísica. La Iniciación masónica no es una Revelación definitiva de una Verdad única. La vía iniciática brinda al individuo los instrumentos simbólicos indispensables a su perfeccionamiento; no es un dogma sino un método. En los tres primeros grados, llamados simbólicos o de San Juan, el simbolismo es de una importancia vital, constituyendo la piedra angular sobre la cual se sustenta la Orden, como fuente primordial del legado recibido de quienes nos han antecedido y que, tradicional y culturalmente, sigue siendo la mejor forma de transmitir el pensamiento y enseñanzas de la Fraternidad Masónica. Lo anterior no implica, en caso alguno, que el simbolismo se transforme en un fin en sí mismo, sino que es la manifestación tangible de una idea o fuerza que está velada tras su significante. Es el instrumento por medio del cual se manifiestan las ideas y el vehículo que podrá conducirnos a la comprensión y a la identificación de la energía que oculta el lenguaje simbólico de las enseñanzas francmasónicas. La sabia tradición popular reconoce en este sentido que no hay peor ciego que el que no quiere ver, esto es, los misterios del simbolismo se revelan a quien desea ver más allá de lo visible, de las meras apariencias o de la imagen superficial de las cosas y busca desentrañar los ocultos secretos que poseen las entidades. La Fraternidad Masónica está consciente de que la tradición hermética ha demostrado con creces que éste es el medio más propicio y adecuado a la naturaleza del ser humano, sobre todo a la hora de transmitir y preservar ideas elevadas y sutiles. Es por ello que ha usado el simbolismo y ha inculcado en los masones la meditación permanente y profunda del sentido que encierran los elementos que representan esta tradición simbólica en todas las actividades, lugares e instrumentos utilizados en las Logias y en los diversos grados.

Se nos ha enseñado que todo lo que se manifiesta en el cielo y en la tierra son símbolos diseñados por el Arquitecto para que conozcamos sus planos y sus leyes y nos identifiquemos con su armonía. Se dice que el Cosmos entero es el símbolo de un ser invisible que en él se oculta; y que nuestros templos, construidos de acuerdo al modelo del Universo, nos permiten conocerlo e identificarnos con él.

También se nos muestra que el hombre es un templo; un pequeño universo que

contiene dentro de sí todas las posibilidades del Ser; un microcosmos creado a imagen y semejanza del macrocosmos, y que como éste es el símbolo del espíritu invisible que está en todo y que no es otra cosa que la esencia y la suprema identidad. Existe por lo tanto una clara relación analógica Hombre-Templo-Universo, y es por eso que conociendo la significación de nuestras logias, realizando en forma perfecta nuestros ritos de tal manera que vivifiquemos los mitos y los arquetipos visibles en la figura solar del Venerable Maestro y en el simbolismo planetario de los dignatarios, y tratando de interpretar los misterios y secretos de la cosmogonía, estaremos practicando el arte supremo de conocernos a nosotros mismos; el Arte Real que nos permitirá sumarnos a la Gran Obra y realizar la construcción interna y externa que permitirá el restablecimiento de la unidad, la paz y la armonía.

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Es por ello que se torna fundamental el profundizar y tomar conciencia del simbolismo y de la tradición que distingue a la Orden desde sus inicios, como forma de comprenderla, asimilar sus principios y llevarlos a la práctica cotidiana. El lenguaje simbólico es, por otro lado, lo que permite la unidad e identidad de la Orden, ya que siendo uno de sus principios fundamentales la libertad de pensamiento, es de suyo necesario encontrar opiniones divergentes a su interior entre los distintos H∴H∴; sin embargo, nos encontramos unidos, precisamente, gracias a los símbolos y a los ritos que nos caracterizan, nos enseñan y nos transmiten esa energía espiritual que hace posible que todos los iniciados de todos los tiempos se reúnan en una comunidad de sentimientos, pensamientos y acciones. Ese enorme flujo de energía que cada uno de nosotros, como neófitos, recibimos en la Iniciación, debe canalizarse hacia la depuración del yo interior, para desbastar la piedra bruta y contribuir así a la Gran Obra del templo interior decorado A∴L∴G∴D∴G∴A∴D∴U∴.

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6.- Particularidades del símbolo masónico. El símbolo masónico no sólo nos revela una dimensión oculta de la espiritualidad del ser humano, sino que, en la medida en que vamos madurando progresivamente su comprensión, posibilita asumir conceptos y realidades extramurales, entregándonos una perspectiva distinta en la comprensión de nuestro entorno y, junto con ello, de nosotros mismos. La simbología específica de la Orden constituye su esencia, ya que de allí procede su étimo, sus principios, su lenguaje, método y doctrina; es decir, negar la simbología es negar el espíritu de la F∴M∴. Este sistema simbólico tiene una doble articulación: por un lado, la base de la tradición iniciática y, por otro, la especulación basada en el simbolismo. Como el segundo aspecto dice relación con el carácter introspectivo y personal que cada A∴ realiza apoyado por las luces del taller, conviene hacer referencia aquí a la Tradición simbólica heredada por nuestra Orden, ya que como señala Ariza en relación con el tema que nos ocupa. La estructura simbólica y ritual de la Masonería reconoce numerosas herencias procedentes de las diversas tradiciones que se han ido sucediendo en Occidente durante al menos los últimos dos mil años. Y este hecho, lejos de aparecer como un mero sincretismo, revela en esta Tradición una vitalidad y una capacidad de síntesis y de adaptación doctrinal que le ha valido el nombre de "arca tradicional de los símbolos". Todas esas herencias se han ido integrando con el transcurso del tiempo en el universo simbólico de la Masonería, amoldándose a su propia idiosincrasia particular. Herencias simbólicas recibidas de formas tradicionales iniciáticas, algunas de las cuales aún siguen vigentes y de otras que han discontinuado su camino. Es así como de la tradición asociada con el Hermetismo la F∴M∴ recoge, tal vez, una de las expresiones de mayor riqueza simbólica para el grado de Aprendiz: se trata del simbolismo alquímico, cuyos fundamentos son las enseñanzas y vivencias de los procesos de transmutación psicológica que experimentará el profano en el camino de la construcción de su templo interior. En este sentido, el athanor alquímico equivale a la Cámara de Reflexión. Se trata de un espacio íntimo, cerrado ("hermético") donde el proceso regenerativo y de "sutilización de la materia" se lleva a cabo. No hay que olvidar que en esta Cámara se hallan, precisamente, los tres elementos básicos de la Alquimia: azufre, mercurio y sal. Asimismo, la sigla VITRIOL (Visita Interiora Terræ Rectificando Invenies Occultum Lapidem) y la consigna Vigilancia y Perseverancia, aluden a la atención permanente y a la paciencia del alquimista en el proceso de transmutación de la "materia caótica". Hay que considerar, también, que las leyes de correspondencia y analogía de la tradición hermética están contenidas y sintetizadas en el esquema de la Logia, como representación simbólica del mundo.

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Otra corriente que ha aportado una impronta significativa en los símbolos de la Orden ha sido la Pitagórica. Allí está el pentalfa, símbolo del hombre transmutado y que derivó, por consecuencia, como identificación del Humanismo. Así también, y con muchas más relevancias quizás, encontramos en la Orden una gran presencia de la aritmética sagrada, no por nada los masones, al comunicarse, se reconocen, entre otras cosas, P∴L∴N∴Q∴N∴S∴C∴, colocando el énfasis en el valor cualitativo de los números, en relación con el simbolismo geométrico y, evidentemente, con la construcción del templo exterior e interior. No es casual que la Unidad pitagórica se simbolice en Apolo, dios de la música, de la poesía y de la medicina, ya que para estas tres disciplinas el número y la geometría son sus bases primordiales, así el dios es el geómetra por excelencia y el representante de la Armonía Universal, al igual que para nosotros lo es el G∴A∴D∴U∴. En este punto, también cabe destacar un símbolo de especial significado para el grado de Aprendiz, como es el de la tetraktys (∴), el cual será analizado más adelante. La F∴M∴ también posee una herencia particular de la tradición judeo-cristiana. Desde el Cristianismo se han incorporado significativos elementos en el ritual y en la doctrina, favorecidos por la comunión mantenida entre los gremios constructores de la Edad Media, con las órdenes religiosas y caballerescas, muy en especial con la del Temple. Esto no dice relación con el catolicismo o con alguna derivación específica de una u otra rama del cristianismo, sino que guarda vínculo directo con el esoterismo cristiano, que no podemos desconocer en nuestra Orden, ya que haría incompleta nuestra apreciación de los símbolos que en ella encontramos. De la Kábbalah se ha recogido, esencialmente, las palabras de paso y las palabras sagradas. Por otro lado, no podemos olvidar que la simbólica de la Logia se halla basada en el diseño y construcción del Templo de Salomón, de donde se rescata, además, la leyenda de Hiram. Por otro lado, ya ahora entrando en el campo específico de la F∴M∴, Ariza (1991) nos recuerda que Como tradición sagrada que es, la riqueza simbólica de la Masonería promueve en el hombre la búsqueda del conocimiento de sí mismo, a la par que le ofrece los medios y los métodos para acceder a él, los cuales fundamentalmente se expresan como una didáctica que facilita el despertar de la conciencia, a la que restituye el recuerdo de su dimensión universal. Así, el autor clasifica los elementos de este sistema docente en: a) símbolos visuales y gráficos; b) símbolos sonoros y vocales; y c) símbolos gestuales o ritos. Entre los de la primera categoría se hallan los relacionados con la geometría, derivados, por supuesto, del oficio de constructor. Destaca en ellos el cuadro de Logia, síntesis

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simbólica que encuadra una serie de elementos de carácter sagrado, cuya finalidad es servir al iniciado para la contemplación y reflexión, generando en él una visión y un conocimiento de su propia realidad interior por medio de la relación con el mundo. Asimismo, en cada cuadro de Logia se encuentran las herramientas propias con las que el G∴A∴D∴U∴ construye la Armonía Universal, las mismas que el masón debe utilizar para la construcción de su templo interior. Éstas son el mazo y el cincel, el nivel y la plomada, la regla de 24 divisiones, el compás y la escuadra. También podemos apreciar el Delta, el pentalfa, el sol y la luna, la piedra bruta y la piedra cúbica, así como el pavimento mosaico y el frontis del templo con sus columnas J∴ y B∴. En relación con los símbolos de la segunda categoría, aquí encontramos, como mencionamos anteriormente, las palabras sagradas y las palabras de paso, así como las leyendas iniciáticas. Las primeras dicen relación con la "búsqueda de la Palabra perdida", que constituye la armonía del ser en la unidad trascendental, el Verbo creador de los orígenes, con lo cual su articulación sonora tiene una finalidad similar a la de los mantras. En tanto, las segundas, se refieren más bien a una interioridad hermética que es develada y permite la apertura de un espacio y tiempo interior sagrado y cualitativo, vinculado al principio valorativo de los números y de la ciencia de los nombres. Finalmente, las leyendas son modelos para el iniciado que permiten la constitución de una identidad y una actualización de la memoria colectiva. Ahora bien, en la tercera categoría, se hallan los ritos que son "una serie de gestos y posturas corporales que 'fijan' en el plano psicosomático del ser la energía-fuerza que precisamente el símbolo geométrico vehicula", es decir, el significado pleno del simbolismo se alcanza a través de la internalización y seguimiento del ritual. Ya dijimos antes que no se trata esto de una mera acción especulativa, sino que ésta debe hacerse operativa en nuestra vida cotidiana. No es un tema menor, en Logia, por tanto, el de la indumentaria ad hoc para cada tenida que se celebra. Como ya lo han comprobado las diversas corrientes iniciáticas que han existido a través del tiempo, así como en nuestra tradición occidental lo han hecho las diversas órdenes religiosas y caballeresco-monásticas, la acción de la investidura, es decir, el mudar los ropajes con la finalidad de prepararse para el inicio del ritual sagrado, tiene la finalidad de ir colocando en sintonía al iniciado con el proceso de concentración y meditación que se avecina; es la preparación del cuerpo —que debe acompañar a la mente y al espíritu — para la representación de los aspectos esotéricos de la Tradición, no sólo prestando atención a los símbolos que hallamos en el Taller, sino que formando parte de esos mismos símbolos, que son un todo integral con nuestros signos, palabras y tocamientos. En última instancia, es deshacerse de la máscara profana para adentrarse en la interioridad de la geometría sagrada, al decir de la sentencia platónica. Podemos ver, además, que el rito se adentra en las profundidades del tiempo y del espacio: trabajamos desde el mediodía (cenit solar) hasta la medianoche (cenit polar), siguiendo la dirección

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de los cuatro puntos cardinales, los cuales simbolizan diversos grados de perfección, según sea el alcance de la luz obtenidos (de Oriente a Occidente y de Mediodía a Septentrión). Estas leyes que unen macrocosmos y microcosmos dan cuenta de la estructura a la vez circular y cruciforme representada en el Taller. El eje común de estas categorizaciones, evidentemente, es el de la ciencia cualitativa numérica que vehicula la manifestación de la armonía interior del iniciado. 7.- Símbolos fundamentales y específicos del Primer Grado. Como se ha señalado con anterioridad, sólo en la consideración ritual de los símbolos es posible alcanzar el significado de lo esotérico, de la transmisión de los misterios dirigidos al Aprendiz. En la intimidad del templo interior es que debemos buscar la compatibilidad de la armonía entre las enseñanzas de la Tradición y nuestra experiencia respecto de los símbolos. Sólo así seremos piedras angulares, también, del "templo exterior", social, sintonizando la obra universal del G∴A∴D∴U∴. Para la reflexión, una visión de los principales elementos que acompañarán al A∴M∴ durante su proceso de maduración espiritual. Para tratar de ordenar la visión, se ha dividido este punto en tres partes: a) Herramientas del grado; b) Símbolos principales de la Iniciación, y c) Logia.

a) Herramientas del grado.

Corresponden al simbolismo operativo de la F∴M∴, herencia de las sociedades de constructores medievales, y pretenden ser una guía del Aprendiz en su labor de desentrañar la duda filosófica que se hace prender en el espíritu del iniciado, en relación con todos aquellos asuntos que no han sido analizados por él mismo, así como en sus esfuerzos por salir de las tinieblas de la ignorancia, con el fin de vivir y conquistar su propia dignidad. En este sentido es necesario destacar cuatro elementos consustanciales de esta edad simbólica: la piedra bruta, el mazo, el cincel y el mandil. La Piedra Bruta: Es el material original, natural, con el cual trabajaban los aprendices de constructores, procedente de las raíces de la cantera, el cual debía ser moldeado para servir de base al edificio diseñado y decorado por maestros y compañeros. Simbólicamente, expresa dos perspectivas diversas, por una parte, la naturaleza basta, tosca e imperfecta del profano; por otro, debido a su aspecto de solidez y estabilidad, la presencia de lo divino en torno de lo creado, justamente por ser considerada la materia prima de la naturaleza y, por su carácter de indestructible —en relación con los demás elementos de construcción utilizados hasta antes de la piedra— presentar una percepción de eternidad. Sin embargo, en la construcción del templo se requiere ya no de la materia prima, la que haría de dicha “edificación” un elemento inestable y fácilmente derrumbable, sino de una ordenación del caos profano, rediseñado por medio de las reglas y métodos del Arte Real.

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Dice Trejos al respecto que, “Al pulir la piedra bruta, el aprendiz constructor estaba realizando un trabajo y un gesto ritual consigo mismo. La piedra era él mismo, y la transformación de ésta, en piedra tallada y cúbica, simbolizaba la transmutación cualitativa de todo su ser”. Se trata del pulimento de la materia que procede de la misma madre tierra, que ha pasado por esa “cueva iniciática” representada por la Cámara de Reflexión y que al salir a la luz necesita desbastar sus aristas. El Mazo y el Cincel: Son las principales herramientas del A∴M∴, utilizadas para desbastar la piedra bruta, o mejor, esa “conciencia sometida aún a las influencias negativas del mundo profano”. En este sentido, mazo y cincel simbolizan, respectivamente, la energía activa que conduce la voluntad del A∴ y la energía pasiva de la recta intención de salir desde las tinieblas a la luz, como ya nos recordaba Dante al encontrarse con Virgilio casi a las puertas del Infierno, cualidades fundamentales en el inicio del proceso de las purificaciones que nos han sido manifestadas por los tres viajes misteriosos, como comentaremos más adelante. Tal como el vate mantuano ya lo señalaba a su discípulo florentino, este camino de regeneración del alma humana es imposible de conducir sin la acción constante y efectiva de un deseo de la voluntad, que ordene el caos interior de nuestra piedra bruta. Sin embargo, si sólo nos dejásemos llevar por la mera voluntad, sería fácil perder el camino, como le sucede a Dante, por lo cual esta “fuerza original” es modelada, canalizada y dirigida por medio del cincel, que orienta esta energía adecuadamente, Virgilio, en nuestro ejemplo, por medio de un acto de “rigor intelectual”, entendiendo éste como una distinción entre lo armónico con la esencia de su naturaleza de lo que es “máscara” o ilusión pasajera. Con estas herramientas, voluntad e inteligencia, mazo y cincel, el aprendiz lima las asperezas de su piedra bruta, separando la materia informe o “espesa” de la sutil, operación que no sólo corresponde al trabajo de Logia, sino a un desarrollo cotidiano, por cuanto constituye la base fundamental del proceso iniciático. Ambos instrumentos son inseparables y de una inutilidad absoluta si no son parte de la acción en la misma obra. El Mandil: Parte esencial de la investidura masónica durante la iniciación —así como los guantes—, constituye una herencia directa de la operatividad medieval y es un símbolo que nos lleva a la idea de estar consagrado íntegramente al trabajo, tal como nos lo recuerda el lema de aquellas corporaciones de canteros ORA ET LABORA. Este trabajo no es otra cosa que la cooperación consciente con la obra del G∴A∴D∴U∴. Con todo, hay que tener plena conciencia de que el mandil no es sólo un uniforme. Relegarlo a esta categoría implica ir dejando de lado toda la riqueza del simbolismo que nos entrega la Orden, junto con pretender una pseudo igualdad basada en íconos y ropas. El mandil nos reúne en torno de principios, participación, unión y trabajo, no de banalidades, oropeles y búsqueda de reconocimiento.

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Esta parte de la vestimenta de trabajo cubre la parte delantera del cuerpo, de ahí que también pueda llamársela delantal, principio activo, masculino, anudado o cerrado en la parte posterior, pasiva, que corresponde a lo receptivo, equilibrados en el centro de la energía, representado por el masón mismo. Esta tradición procede de antiguos orígenes de las más variadas culturas y religiones, en las cuales se entendía que esta zona del cuerpo correspondía al alojamiento de los instintos animales, por lo cual debe cubrirse en virtud del desbastamiento espiritual. Tradicionalmente confeccionado en piel de cordero, por ende de color blanco, ambos símbolos de la inocencia, Souzenelle reflexiona sobre él, diciendo que: "La piel es, en hebreo, lo 'aún sin luz'; constituye la experiencia de las tinieblas que prepara y precede a la luz", es decir, el A∴ realiza el camino desde las tinieblas en que se encuentra hacia la luz del conocimiento metafísico. Esto también se vincula con su forma, compuesta de un cuadrado y de un triángulo. Recordando la tradición original de esta vestimenta operativa, el cuadrado cubría parte de las piernas y del abdomen, los instintos; y la triangular, la región toráxica, las pasiones y emociones, zonas que el A∴ deberá ir puliendo a medida que avanza su trabajo de desbastado interno. El cuadrado, por tanto, se orienta hacia la representación del cuerpo (tierra, materia y esencia). El triángulo, a su vez, constituye el alma masónica y, el espíritu, como ya señalamos, el propio masón. Entre los significados que se atribuyen al triángulo que compone el mandil de 1er grado, señalamos sólo algunos, a modo de camino de reflexión: Inteligencia, espíritu e instinto humano; (CONTROLAR) carácter, lengua y conducta; (ESTIMAR) rectitud, valor y gratitud; (MEDITAR) vida, muerte y eternidad; (EVITAR) pereza, barbarie e ignorancia; (ADMIRAR) voluntad, dignidad y lealtad; (ADOPTAR) libertad, igualdad y fraternidad; sabiduría, fuerza y belleza; salud, fuerza y unión. b) Símbolos principales de la Iniciación. En esta sección se tratarán aquellos símbolos que tal vez estén más cercanos a la vía iniciática del A∴M∴. Se entiende que este grado es la base sobre la cual se construirá toda la comprensión de los principios, valores y acciones de la F∴M∴. Aquí sólo daremos una visión introductoria de algunos de ellos, relevantes para la meditación del simbolismo masónico. Cámara de reflexión: Despojado de todo lo material y de los oropeles (metales), el profano se encuentra solo con sus valores ante una primera aproximación simbólica que lo invita a meditar sobre las vanidades de la existencia y le advierte respecto de la mera curiosidad de su acercamiento a la Orden. Siendo el lugar en que el profano se prepara para la iniciación equivale, como dijimos anteriormente, al athanor alquímico, donde el A∴ experimentará la transmutación, mediante la conjugación y ordenamiento de las energías sutiles. El profano "desciende a los infiernos", debe morir primero, para luego "resucitar" y alcanzar la luz de la

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Iniciación. Allí se dejará el tráfago del mundo exterior, habrá un recogimiento interior, como la matriz original, para surgir desde el fondo de la tierra (la materia densa, caótica) hacia lo sutil del espíritu. Este lugar es representación, además, del macrocosmos y del microcosmos, es decir, del universo y del hombre. En él se manifiestan cuatro niveles o planos superpuestos, donde se encuentran los elementos básicos en la Alquimia —agua, fuego, aire y tierra—. El primer nivel es el del fuego primordial para la obra de transmutación; en los dos siguientes, las substancias transformadoras y, en el cuarto, la sutilidad de los gases, relacionados con la trascendencia. No olvidemos que en este cuarto podemos leer la sigla VITRIOL, la cual nos invita, precisamente, a "visitar las entrañas de la tierra", es decir, a efectuar una introspección de nuestra personalidad para ser capaces de "rectificar", separar lo denso de lo sutil, y así hallar la "piedra oculta" de los filósofos, la verdadera piedra filosofal, donde reside la real capacidad de transmutación del profano plomo, piedra original, hacia el masón oro, piedra cúbica, convirtiendo, de esta manera, al hombre en el objeto de la Gran Obra. Los viajes misteriosos: En sentido estricto, estaríamos hablando de 4 viajes, por cuanto el primero ha comenzado en el cuarto de reflexiones y corresponde al viaje desde las entrañas de la tierra, ya que no olvidemos la relación existente con los elementos alquímicos. De ahí que los viajes o "purificaciones" sucesivas correspondan al aire, al agua y al fuego, concordando todos ellos con la materia, la sensibilidad, la intelectualidad y el entusiasmo, o también con los períodos de la vida humana (infancia, adolescencia, madurez y ancianidad). El candidato ha sido preparado para iniciar este recorrido, con el corazón a descubierto, la rodilla derecha al desnudo y antiguamente el pie izquierdo descalzo, simbolizando la falta de egoísmo, humildad frente a la búsqueda de la verdad y el respeto, según el uso oriental, al pisar suelo sagrado. Aún permanece unido al mundo profano, representado por el dogal que está ceñido en su cuello, antes de atravesar las puertas del templo, a las cuales llama caóticamente, pero su ingreso no es erguido, como antes su paso por el mundo, sino que debe inclinarse profundamente, ya que sólo la humildad es compañera de la verdadera ciencia. En estas condiciones está preparado para iniciar las "purificaciones" de la materia caótica que reina en el alma del profano. Cada una de estas pruebas tiene por objeto demostrar, simbólicamente, al futuro A∴ las dificultades con las cuales tendrá que luchar para avanzar en el camino hacia la luz. En el primero de estos viajes, el profano lucha contra las tinieblas y la opinión del mundo que lo hacen vacilar. Representa más fielmente el viaje inicial de Dante, cuando perdido en la maraña del bosque de las pasiones está a punto de zozobrar, antes de ser guiado por la mano experta de su maestro Virgilio. Asimismo, el A∴ puede dejarse

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llevar por los obstáculos de esta fatiga larga y penosa, producto de la extrema confianza en el pensamiento profano. Es el camino de Occidente a Oriente, el que en todo momento puede derribar al Aprendiz que rápidamente confía en sí mismo y cree haber descubierto la verdad. Será derribado de la torre de sus ilusiones por tormentas impetuosas que lo volverán drásticamente al punto de inicio, si no cuenta con el brazo fraternal de un maestro que lo guíe. En el segundo viaje o purificación por el agua, el candidato avanza con la desconfianza propia de quien ha sucumbido al primer intento de abordar la aventura con pasos aún profanos, marchando con paso irregular por el antiguo camino. El temor lo hace retroceder inclusive cuando en el horizonte tiene destellos de luminosidad. Así, debe ser sometido a un primer bautismo, de carácter filosófico, por medio del agua. Es una primera señal que lava las impurezas, así como Juan el Bautista precedió a la luz iniciática de Cristo mediante el símbolo del baño purificador que lava el cuerpo y el alma. Pero estas aguas también pueden arrastrarnos en el fragor de la vida diaria, de ahí que se escuche ruido de armas, para indicarnos la lucha constante contra la ambición, los egoísmos, la adulación y los odios del mundo profano. Sin embargo, esto no basta para alcanzar la iniciación. En referencia al libro sagrado del cristianismo, podemos asimilar este paso tal como lo menciona Lucas 3, 16: "Juan respondió a todos, diciendo: Yo os bautizo en agua, pero llegando está otro más fuerte que yo, a quien no soy digno de soltarle la correa de las sandalias; El os bautizará en el Espíritu Santo y en fuego". El bautismo por el fuego ha representado en todas las tradiciones iniciáticas la sublimación de la materia al espíritu. Se avanza con tranquilidad aun cuando se sienta el calor de las llamas que rodean al candidato, símbolo de las pasiones y el entusiasmo, a las que se oponen la calma y la serenidad de la reflexión, alcanzadas por medio de la perseverancia del trabajo cotidiano en la Obra constructora. Las tres luces: Las tres grandes luces que iluminan los trabajos de un taller son: el Libro de la Ley Sagrada, el Compás y la Escuadra. En el primer grado, la Escuadra está en la mira de todos los H∴H∴ sobre el Ara, apoyada en el Compás el cual, a su vez, se sostiene en el Libro Sagrado. De este modo, se establece, otra vez más, una relación ternaria, esta vez entre la Ley Universal que se halla en el plano más interior; el Compás, que sitúa en una posición intermedia el corazón del masón respecto del eje del Ser; y la Escuadra, símbolo del trabajo masónico concebido como contemplación del arquetipo interior, en el lugar más evidente. El volumen de la Ley Sagrada no se refiere a un texto en particular, sino a uno que, siendo reconocido por todos los H∴H∴, represente el "Verbo divino en lenguaje humano", o parafraseando a John Austin, el "acto perlocutivo" de la divinidad, pues,

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recordemos que no es coincidencia que antiguamente , en el ritual de 1er grado, el Compás y la Escuadra se hallen sobre el Prólogo del Evangelio de San Juan, el que nos dice en los versículos 1-4:

Al principio era el Verbo, y el Verbo estaba en Dios, y el Verbo era Dios. Él estaba al principio en Dios.

Todas las cosas fueron hechas por Él, y sin El no se hizo nada de cuanto ha sido hecho.

En Él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. Sin embargo, el Libro Sagrado puede ser cualquiera de los tradicionales, los cuales se adecuan a la naturaleza y disposiciones del pueblo o cultura a la que se dirige, ya que su carácter universal en cuanto a principios expresa lo que también se ha llamado Libro del Mundo o Libro de Vida. Este Libro, según Vâlsan (1969), sería también símbolo del Ser Humano Universal y las páginas del mismo, representarían los diversos grados del Conocimiento. Así como el Verbo crea, cualidad que no sólo tiene la palabra divina, sino que la palabra en general, que es acción y sustancia, así en Logia, en la apertura de los trabajos, el Libro Sagrado sostiene a la pareja formada por el Compás y la Escuadra, herramientas con las que el G∴A∴D∴U∴ planifica y diseña, por medio del Arte Real, la Gran Obra. Ambos instrumentos encarnan, tal como muchos otros, los principios activos y pasivos de las energías presentes en todo el accionar humano. Así, el Compás es dinámico, móvil, tal como la esfera, el círculo y el Cielo. Este instrumento se ubica en posición vertical respecto del plano sobre el que se trabaja, representando el yang o principio activo masculino. A su vez, la Escuadra se utiliza como elemento fijo, al igual que el cubo, el cuadrado y la Tierra, siendo modelos de estabilidad, por lo que representan un principio receptivo, el yin de lo pasivo femenino. El compás es un instrumento de "medida", que sirve para trazar los límites que conforman la Armonía celeste, ya que permite realizar todas las operaciones necesarias para que, a partir del ámbito solar que representa al Ser Universal o G∴A∴D∴U∴ para la F∴M∴ éste lleve a la "Actividad celeste a medir, en la Receptividad terrestre, la parte susceptible de responderle". Con este elemento se trazan, en sentido amplio, aquellos límites de orden moral que no deben transgredirse, pues forman parte de la construcción de la Armonía a la cual se ha hecho alusión. En cuanto a la Escuadra, por un principio de complementariedad con el símbolo del Compás, representaría al elemento Tierra, asociado al cuaternario de los elementos alquímicos, presentes en la Cámara de Reflexión y en la simbología del tetraktys, por cuanto hacen alusión al cuaternario, escuadra y cuadrado, como parte del mismo grupo de vocablos construidos por derivación. También podemos decir que los extremos de la escuadra tienen una proporción de 3 y 4 unidades de longitud geométrica (3:4), distantes entre ellas por 5 unidades, con lo cual aparece una nueva tríada constituida por los números 3:4:5, correspondientes a las mismas proporciones que tenía el Triángulo egipcio, el cual permitía a sus constructores determinar cámaras y recintos cuadrados, utilizando la cuerda de 12 nudos (3+4+5), cuya analogía podemos encontrar en el templo, representada por aquellos signos

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zodiacales que circundan sus paredes y que enmarcan el curso solar, en la misma medida que siguen los pasos del masón en Logia. Ambos elementos se superponen, en el grado de Aprendiz, formando un cuadrilátero. En tanto, la reunión de esta tríada en el inicio de los trabajos, representan un primer principio del cual derivan los otros dos; Ontológicamente hablando, se trata del Ser Universal de cuya polarización surgen la esencia y la sustancia, polos activo y pasivo de aquella manifestación del G∴A∴D∴U∴, ya que al estar situados en la apertura de los trabajos logiales, constituyen una imagen del cosmos en un lugar donde converge la luz, el ara, que por este motivo debe estar situada en el centro mismo de la Logia. Estos tres principios acompasan la actividad de toda la existencia, por lo cual se hace evidente que se hallen en el punto que los sitúa el ritual. Tetraktys: Es quizá el símbolo que más pronto se relaciona con la F∴M ∴, pero tal vez por esto mismo sea también el que más cuesta comprender. Para el grado de Aprendiz, la simbología indica el estudio del número 3, base para el iniciado, que se expresa mediante la característica imagen de ∴ la que, en realidad, es la abreviatura, por decirlo de alguna manera, de un triángulo de 10 puntos, colocados sobre cuatro líneas, de manera que del número 3 derivamos el cuaternario, de la siguiente manera:

Esta conformación representa la unidad, como imagen de lo divino, del origen de todas las cosas o ser inmanifestado y, por analogía, al G∴A∴D∴U∴, en la tradición helenista, el andrógino originario; posteriormente, pasamos a la díada, origen del dualismo interno de todos los seres, como desdoblamiento del punto de origen y que representa los conceptos de lo activo y lo pasivo, de lo masculino y lo femenino. El siguiente componente es la tríada, que denota los tres niveles del mundo: el celeste, el terrestre y el infernal, así como todas las trinidades que en él hallamos y, finalmente, el cuaternario, que nos remonta nuevamente a la Alquimia, ya que encarna a los cuatro elementos básicos, tierra, aire, fuego y agua, y, por su intermedio, a la multiplicidad del universo material. La importancia del estudio de la aritmética pitagórica, fundamento de la simbología masónica numerológica, en relación con el número tres, número del grado de A∴, queda ampliamente demostrada en las afirmaciones que hace Reghini, La aritmética, la pitagórica también, conlleva tres operaciones directas: la suma, la multiplicación y la elevación a la potencia, acompañadas de tres operaciones inversas. Ahora bien, el producto de la unidad por ella misma es también la unidad, y una potencia de la unidad es también la unidad. Así pues, sólo la suma permite el paso de la unidad a la dualidad. Lo que significa que para obtener dos, hay que admitir que pueda haber dos unidades, por consiguiente tener ya el concepto de dos, ya sea que la mónada pueda perder su carácter de unicidad, que pueda diferenciarse, ya sea que pueda haber una doble unidad o una multiplicidad de la unidad. Filosóficamente se plantea el problema del monismo y del dualismo, metafísicamente el del Ser y de su representación, biológicamente el problema de la célula y de su reproducción.

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Admitida la posibilidad de la suma de la unidad, se obtiene el dos, representado por los dos puntos extremos de una recta, y se puede continuar añadiendo unidades y obtener, sucesivamente, todos los números representados por dos, tres, cuatro... puntos alineados. Se obtiene de esta manera el desarrollo lineal de los números. Aparte del dos, que no puede obtenerse más que por la suma de dos unidades, todos los números enteros pueden ser considerados como suma de otros números: por ejemplo, cinco es 5 = 1 + 1 + 1 + 1 + 1; pero también 5 = 1 + 4 y 5 = 2 + 3. El uno y el dos no gozan de esta propiedad general de los números. Es por esto, que, al igual que la unidad, el dos no era para los antiguos pitagóricos un número sino el principio de los números pares. Esta concepción se perdió más tarde, pues Platón habla del dos como “pareja” y Aristóteles como del único primero número par. Tres a su vez no puede ser considerado más que como la suma de uno y de dos; mientras que todos los otros números no son solamente la suma de varias unidades sino también la de dos partes, ambas diferentes de la unidad. Algunos pueden ser considerados como la suma de dos partes iguales entre ellas, como dos es la suma de dos unidades, y, en razón de esta similitud con el dos, (la pareja = ampho), tienen el nombre de los números pares; así por ejemplo: 4 = 2 + 2 y 6 = 3 + 3, etc., son números pares, mientras que los otros, como tres y cinco, no son la suma de dos partes o de dos términos iguales y se llaman números impares. Así pues la tríada 1, 2, 3 goza de propiedades que no tienen los números superiores a 3. El conjunto originario representado por el tetraktys pitagórico da paso a la década, la totalidad del Universo, ya que al realizar la transposición de esos cuatro planos a nivel numérico, obtenemos 1 + 2 + 3 + 4 = 10, lo que es igual a 1 + 0, es decir, retornamos nuevamente a la Unidad, con lo cual se completa la circularidad del Universo, trazada por el Compás que ya la Tradición antigua representaba en el Ouroboros. Marcha, toque y signo: Otra tríada que es ineludible a la vida simbólica de todo M∴. La marcha del A∴ se inicia entre columnas, es decir, de Occidente a Oriente, connotando el camino que va desde la oscuridad hacia la luz. Este avance debe ir precedido por la postura inicial, en el momento de "escuadrar" la marcha, es decir, colocar una medida —o espacio que debemos poseer para la Justicia y la Belleza, para el Bien y la Rectitud—, adoptar una disposición —o sea, una voluntad cierta para ir en pos del fin deseado— y atender a una advertencia —la de que siempre frente a nosotros hallaremos dos caminos: el de la Verdad y el del Error, los cuales debemos reconocer para evitar el tener que deshacer el camino andado. En este sentido, cabe recordar el instructivo para el Grado , donde se dice respecto del significado de la Marcha Que el Aprendiz Masón, al ser Iniciado, ha sido puesto en la línea recta, y que debe mostrar su celo para vencer las dificultades y no apartarse del camino que lo lleva hacia el que nos ilumina.

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Por otra parte, en el momento de la Iniciación, se nos enseña el toque con el cual nos reconocemos entre H∴H∴ y se nos entrega, junto con éste, la palabra sagrada del grado (B∴). Toque y palabra serán los elementos con los cuales se nos identificará como F∴M∴ y como pertenecientes a un determinado grado; también simbolizan la disposición del iniciado frente a sus hermanos y a la sociedad profana, tanto de obra como de palabra, ya que se le reconocerá "por su manera de actuar, siempre justa y franca" y "por su lenguaje leal y sincero". Debemos recordar que, en el retejador del grado, se nos señala que los signos de los masones se hacen por Escuadra, Nivel y Perpendicular, es decir, El Masón en sus actos, debe inspirarse en ideas de JUSTICIA Y EQUIDAD (ESCUADRA); tender a la supresión de las DESIGUALDADES ARBITRARIAS (NIVEL); Y contribuir por fin, a ELEVAR SIEMPRE EL NIVEL SOCIAL (PERPENDICULAR). Específicamente, en el grado de A∴, el signo se realiza colocando la mano derecha en posición de escuadra con el ángulo recto cubriendo la laringe ("nuez" o "manzana de Adán"), en señal de que el aprendiz debe "vencer sus pasiones, someter su voluntad y hacer nuevos progresos en Masonería; debiendo permanecer silencioso voluntariamente, no por incapacidad de expresarse". Esta disciplina del silencio es fundamental en el proceso de reflexión e introspección, tal como han dado cuenta todas las tradiciones iniciáticas antiguas, desde las milenarias egipcias hasta nuestra tradición templaria, donde todo iniciado pasaba 3 años sin mediar palabra, en proceso contemplativo y de maduración espiritual —en el caso templario la reflexión se hacía en torno del símbolo del Baphomet— que permitiría al novicio avanzar hacia una etapa posterior de perfeccionamiento.

b) La logia.

Sin lugar a dudas, uno de los símbolos más importantes para quien ingresa en la Orden lo constituye el Templo masónico o Logia. Este recinto es un espacio sagrado, donde se trabaja A∴L∴G∴D∴G∴A∴D∴U∴, y establece la separación existente entre el mundo profano y el taller. Más que un icono material se trata de un concepto espiritual que representa el templo interior, el cual crea un espacio íntimo y atemporal. Sin embargo, la simbólica del recinto no es menor en la contrucción de esta obra espiritual y nos recuerda, según la tradición, al Templo de Salomón, consagrado al servicio de Dios en Jerusalén. Recordando las palabras de los Siete Maestros Masones (1992), podemos decir que La caverna-templo masónico es la matriz, el athanor hermético donde se renace a la vida espiritual. Este renacimiento está tan solo mediatizado por la correcta e inteligente utilización de los instrumentos de geometría y de construcción que se encuentran en su interior. Estos instrumentos son símbolos, útiles apropiados para edificar nuestro propio Templo interior, y que como tales son portadores de un mensaje salvífico que nos regenera en tanto seamos capaces de descifrar su significado espiritual.

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De esta manera, las tradiciones de los Gremios de constructores basaban su modelo arquitectónico en la representación de la creación del mundo. Por ello, todos los templos y recintos sagrados, en general, se construían sobre la base de la observación del macro y microcosmos a manera de prototipo. De ahí que la Tierra se represente por la planta del edificio, determinada por la cruz de los ejes cardinales, en cuyos ángulos intermedios se emplazaban las cuatro basas, piedras de fundación o landmarks. Arquitectónicamente, la logia está trazada sobre la base de un paralelepípedo rectangular, que en sentido estricto serían dos cuadrados o, en volumen, dos cubos superpuestos, ya que esta figura es la que representa al Universo. Se hace el ingreso a la Lo∴ por el lado Oeste (Occidente), según el modelo clásico y no del templo salomónico, y la orientación del mismo es de Oriente a Occidente (Este a Oeste), siguiendo en esto a los más antiguos cultos donde se representaba a la divinidad con carácter solar, ya que, al asimilarlo a la fuente de la vida por analogía se interpreta como la inteligencia cósmica de la creación. En todo caso, la luz del amanecer se proyecta desde el Oriente, sitial del V∴M∴, hacia el Altar, que en el templo salomónico representaba la universalidad del mensaje del Arca de la Alianza. Por ello, el acceso se realiza en sentido contrario, pues se marcha hacia la Luz. En este orden de cosas, los aprendices se ubican en el costado del muro Norte de la Lo∴, pues es el sitio de menor luz y calor del Sol, el que dirige con mayor intensidad sus rayos hacia el Sur. El aprendiz viene de las tinieblas del mundo profano y aún debe pasar por una larga etapa preparatoria antes de que su etapa iniciática rinda frutos y se encuentre preparado para recibir más directamente la claridad sin deslumbrarse por ello, como nos lo simboliza el ritual de Iniciación. El Templo masónico, al igual que el de Salomón, cristaliza el Arquetipo de la análoga estructura cósmica, resultado de las correspondencias y leyes que gobiernan la realidad universal. Por lo tanto, en la Logia nada está situado al azar o de modo meramente ornamental, sino que muy por el contrario, cada símbolo manifiesto y cada gesto ritualístico representan una nota más en la Armonía del Mundo. Por ello, las dimensiones de la Logia son las del Universo, como nos recuerda el Manual de Instrucción del grado: P.— ¿Cuál es la forma de la Logia? R.— Un paralelepípedo rectangular. P.— ¿Cuáles son sus dimensiones? R.— En el largo, de Oriente a Occidente; en el ancho de Sur a Norte; y en el alto de Zenith a Nadir. P.— ¿Qué quieren decir estas dimensiones?

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R.— Que la Logia, es la imagen del Cosmos; y que la Francmasonería es Universal. Estas direcciones surgen de la irradiación del punto central de la Logia que es el Ara, creando un sistema de coordenadas que conforman la cruz de tres dimensiones, de donde la geometría implícita se refiere a la espiritualidad tal como ya la anunciaba Pitágoras. Dichas direccionalidades también se consideran, en el plano cosmológico y psicológico, como símbolo de las diversas cualidades y tendencias incluidas en la naturaleza de los seres y del Universo mismo. Estas tendencias serían de orden ascendente, descendente y cruzadas. Las primeras sugieren la aspiración del iniciado por alcanzar la evolución vertical hacia la perfección del ser, en la búsqueda de lo uno y eterno, tal como hace Dante en la medida en que avanza por los círculos del Cielo, con distintos grados de iluminación. A su vez, la tendencia descendente indica la caída en la materialidad y en la naturaleza instintiva, la cual se halla desde el punto eje hacia el centro de la tierra, representada por el descenso a los infiernos, donde el poeta florentino se encuentra con un florilegio de las pasiones humanas, propias del mundo profano. A su vez, el cruce de los ejes del plano Oriental-Occidental, Septentrional-Meridional simboliza el plano de la manifestación y desarrollo de todas las posibilidades contenidas en el estado potencial de cualquier ser. Estas cuatro direcciones (centro-cenit; centro-nadir; oriente-occidente; norte-sur) enmarcan toda nuestra existencia terrestre y, por lo tanto, los trabajos de la logia. En conexión con esto, hallamos el pavimento mosaico, formado por la alternancia de cuadrados blancos y negros, como los del tablero de ajedrez, en una intersección de líneas verticales y horizontales que representan, nuevamente, las energías celestes y terrestres en constante interacción, dando paso a la correlación de fuerzas pasivas/femeninas - activas/masculinas que se hallan en todo ser vivo. Es, a su vez, imagen de todas las dimensiones de la vida, sus claroscuros, en los que el iniciado debe vislumbrar su propio laberinto y proceso interior, el cual es imposible de dilucidar caminando por una sola vía, sino que debe buscar el equilibrio en este juego de bipolarización de las energías, complementándolas en el eje que las atrae, el ser-iniciado, recipiendario de tales fuerzas y puente entre la luz y la oscuridad. Por otra parte, el templo masónico incluye en su simbolismo el del tiempo cósmico y natural que se genera a raíz del movimiento de astros y planetas en la bóveda celeste, lo que se indica por medio de las doce columnas que circundan la Logia, en correspondencia con los doce signos del zodiaco. Cinco de estas columnas se encuentran repartidas en el Norte o Septentrión; otras cinco en el sector Meridional y las restantes dos, a Occidente. Éstas connotan el marco límite de lo visible, donde el movimiento circular, el mismo que debe realizar el candidato en el ritual de Iniciación, y las fases cíclicas influyen en el cambio alternativo de las estaciones, de donde tenemos diversos grados de "luminosidad", y en la mantención y regeneramiento de la vida cósmica y, por ende, de la humana. En este sentido, las columnas J∴ y B∴ se relacionan con los solsticios y con las tendencias ascendentes-descendentes del ciclo. Como correspondencia de lo dicho anteriormente, la F∴M∴asigna a cada punto cardinal luminoso (Oriente, Occidente y Mediodía) un sitial para cada uno de los Maestros que dirigen los trabajos del taller. A Oriente, donde se halla ubicado el Delta

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luminoso, símbolo del G∴A∴D∴U∴, se sitúa el V∴M∴; a Occidente, el Pr∴Vig∴ quien instruye a los C∴C∴ y, a Mediodía, el Seg∴Vig∴, encargado de la docencia de los A∴A∴, quienes moran a Septentrión, región menos iluminada de la Logia. Los tres Maestros o "las tres luces" del taller se corresponden con cada uno de los planos cósmicos antes señalados. Estos no son los únicos símbolos de la Logia, existen muchos más que sería largo señalar y que el Aprendiz irá descubriendo poco a poco, en la medida en que avance en su comprensión del esoterismo y simbología de la Orden. Algunos de estos símbolos serán tratados en un capítulo aparte, especialmente dedicado a su análisis. RACIONALIZACION DE LA SIMBOLOGIA El Símbolo podría asimilarse con el Amor. Al igual que éste, el Símbolo provoca en el hombre una "emoción incontenible y le permite llegar al éxtasis de la idea que nace". Tanto la comprensión del Símbolo como el sentimiento del Amor son experiencias esotéricas, difícilmente comunicables, y que requieren una íntima vivencia personal. El esoterismo es precisamente el estudio de lo que está adentro, sin apariencia, que está oculto, que no es visible. Las vivencias esotéricas no son espontáneas o inconscientes, sino que requieren un acto de voluntad que permite la entrada a un ámbito en el que los valores propios de la vida espiritual y material adquieren un significado metafísico distinto e irrepetible. Se entra a este mundo nuevo, tanto en la Masonería como en todas las corrientes de pensamiento superior, mediante la "severa ordalía de la iniciación", como la define Mackey. Lo exotérico constituiría el velo con que se cubre aquella inmanifestada, pero principal y trascendente verdad. San Agustín afirmaba muy gráficamente, que el mundo es tal como nos parece, hecho de cosas que no aparecen. Y nosotros lo glosamos diciendo que también así es el amor, donde su expresión es sólo el brillo del sol candente que constituye su esencia. Y así como el Amor es una de las primeras expresiones emocionales del hombre, el Símbolo constituyó el núcleo de las culturas que son hasta hoy bases intelectuales del mundo occidental: Zoroastro,1 los egipcios2, fenicios,3 caldeos4, judíos5, cristianos, musulmanes,6 Pitágoras, Sócrates,

1 Legendario reformador de la religión persa (600 a.C.?). 2 Cultura desarrollada a los lados del Nilo. En el 4000 a.C. la constituían pequeños reinos feudales. En el 3300 a.C. Egipto estaba dividida entre Sur y Norte. 3100 a.C. : Menes (Horus?) los une. La cuarta dinastía, en 2615 a.C., es considerada la "edad de oro", en especial Snefrú, constructor de las primeras pirámides y la Esfinge. Luego, comenzó el culto al Sol.. Una de las culturas más brillantes de la Antigüedad. 3 Semitas, siglo XXIV a.C. en un territorio que iba desde Siria hasta Acre. En el reinado de David, amistosas relaciones con los judíos (Hiram de Tiro, Salomón, el Templo).

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Platón, expresaban sus ideas teológicas, políticas o científicas por medio de símbolos. Toda la cosmogonía contenida en este rico caudal de conocimientos esotéricos, puede encontrarse en la Edad Media7 y en el Renacimiento, dentro del conjunto de textos conocido como el Corpus Hermeticum, en las matemáticas y la geometría, en otro plano en la Cábala, la Alquimia, la Astrología y el Tarot y también, por supuesto, en el simbolismo de los masones operativos. Y así llegamos a la Reforma de Martín Lutero, que en el siglo XVI sentó las bases para liberar al pensamiento que la Iglesia había logrado encadenar hasta entonces. Como todos los procesos culturales, este revolucionario acontecimiento tuvo necesidad de muchos años para que su influencia fuera notable. Durante su transcurso, solamente una elite intelectual fue capaz de compartir los nuevos planteamientos de la ciencia, las originales formas de analizar la historia, o las revolucionarias elucubraciones de una filosofía liberada del dogmatismo religioso. Quien pretendiera difundir los resultados de sus experimentos y desvelos, debía presentar a las masas sus conclusiones en la forma más concreta posible. Porque si bien la descripción del proceso pudiere resultar incomprensible para la mayoría, el desarrollo del conocimiento y el progreso de la humanidad hacían imprescindible la aceptación de sus resultados. Entonces ¿cómo superar las dificultades de esta comunicación puramente exotérica? El método más adecuado fue el convertir estos resultados racionales en vivencias esotéricas, tales como las que desde tiempos inmemoriales hasta la Grecia pitagórica se aplicaban a todo conocimiento que no podía ser explicado por el lenguaje común. Y como vimos, el esoterismo debe recurrir a métodos indirectos, cuya expresión fundamental es la Simbología. Al igual que la ciencia, la filosofía o la historia, nuestra Orden se enfrentó con el mismo problema para ampliar el número de aquellos precursores que estuvieran en condiciones de colaborar con la construcción de un mundo mejor. Pero fue recién en el correr del siglo XVIII, en el que la Masonería, recuperada de los dolores propios de un difícil

4 Babilonia. baja Mesopotamia, a orillas del Eúfrates: tierra de los Sumerios. 2700 a.C. llegan los Caldeos. Siglo XXI: reconquistan los Sumerios. 1749 a.C. conquista Hamurabí (Imperio, Código, calles cuadriculadas). 5 Jacob (Israel, la escala ascendente, hijo de Isaac, nieto de Abraham) y su familia se establecieron en Egipto, hasta su retorno a Canaán en el 1229? a.C. Compiladores de las más profundas tradiciones esotéricas, impusieron el monoteísmo y con su Libro Sagrado, la Biblia, establecieron códigos que hasta hoy constituyen uno de los fundamentos morales de todo el mundo occidental. 6 Los árabes se destacaron históricamente desde el siglo VII, en el que Mahoma predicó su religión. La fuerza cultural y militar que él despertó, los extendió por Asia, África y el sur de Europa. Dieron al mundo brillantes gramáticos, poetas, historiadores, geógrafos, astrónomos y matemáticos. 7 Siglos V al XV de nuestra era.

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parto, optó por la reanimación de aquellos símbolos utilizados por los maestros constructores de las catedrales góticas de la Edad Media.8 La representación de las herramientas como el compás, la escuadra, la regla, el nivel, la plomada, la trulla o llana 9, cumplen con una doble función: una, la de tender puentes entre la masonería operativa y la especulativa. Pero aún de mayor importancia es la de traducir tanto elevadas normas de conducta, como concepciones existenciales, dejando al individuo en libertad para ubicarlas dentro de su propia e individual escala de valores. Dijimos que tanto el goce del Amor como la comprensión del Símbolo, son experiencias conmovedoramente esotéricas. Pero consideramos que ambas deben ser solamente condiciones y precedentes para concebir. El amor sin el fruto filial se consume en sí mismo. También el Símbolo cuando no logra sublimarse en nuevos conocimientos. Amor y Símbolo deben trascender la etapa de emoción y éxtasis, constituyéndose en una plataforma, en un motivo para una irremplazable investigación del mundo que parece, que permita llegar a los hondos misterios del mundo que no aparece. La Masonería clásica logró provocar en el hombre esa "emoción incontenible, posibilitándole llegar al éxtasis de la idea que nace". Despertó en él el amor. Pero hoy se abre ante los masones del nuevo milenio un camino de renovación: deberemos ahora consumar ese amor transformándolo en una acción fecunda. Invertir el proceso. Racionalizar. En un real acto de copulación intelectual, plantar la semilla de la cual haya después una idea que nazca, y para que ella no se perpetúe sólo en un mundo platónico. Debemos brindarle un ámbito substancial, devolverla al mundo de la realidad. A este que se mueve en forma tremendamente acelerada. Tanto, que si se trata de acompañar este avance sin estar adecuadamente preparado, el hombre, cegado por su ignorancia, puede llegar a una resbaladiza zona fronteriza, en la que se corre el riesgo de confundirse con Dios. Para que ello no ocurra en este proceso de materialización, no es suficiente la improvisación. Debe haber una preparación para esa transmutación que se impone. Una capacitación para la conversión de ideales en hechos, sin que aquellos pierdan su valor y sin que estos nos superen. Y ello solo es posible mediante la complementación de aquella emoción que culminó en amor con principios racionales que nos permitan comprender la realidad del mundo en que vivimos y así poder aportar nuestro esfuerzo, modesto o trascendente, para lograr un destino mejor. Es necesario estudiar algo más que rituales, historia y doctrina masónicos. Debe estudiarse también el mundo en el que vivimos.

8 Alberto, conde de Vollstdtädt es conocido como el creador del estilo germánico o gótico (mediados del siglo XIII). Los principios y reglas de esta nueva forma arquitectónica debían guardarse en secreto. La escritura quedaba descartada por la posibilidad de que el documento cayera en manos extrañas. Además, el ser un buen operario no implicaba conocimientos alfabéticos. Nada mejor para cumplir con estos objetivos que la utilización del lenguaje de los símbolos, - una de las más antiguas formas para la expresión de las ideas, - que fuera solamente conocido por los iniciados. 9 Trulla o Llana: Paleta con que extienden el revoque los albañiles.

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Ha llegado el momento en el que el Símbolo debe someterse a la prueba experimental. Trescientos años de Masonería y muchos más de raíces ideológicas, deben servir de aliciente y habilitar la incursión sin trabas ni prejuicios en campos como los de las matemáticas, la física, la astronomía, la biología, o los de la historia, la filosofía o la política. La idiosincrasia individual determinará en cuál. Pero lo que no puede ni debe hacerse es limitar el estudio del Símbolo únicamente al significado que se propone. Hay que permitirle un desarrollo acorde a la evolución del conocimiento. Abocarse a un trabajo cotidiano, permanente, difícil, tedioso y muchas veces infructuoso, que permita finalmente conocerlo. Esta es la única forma en la que el Masón podrá contribuir al mejoramiento del convulsionado mundo moderno. La conjunción de ambos efectos, la introspección y el estudio de la realidad, acrecentarán geométricamente la fuerza de ambas. Abrirán las puertas para que Símbolo y Ciencia, mancomunados, religados, contribuyan al conocimiento más profundo de los misterios. Dedicarse a la búsqueda del enigma insondable con que las estrellas desafían al hombre, curar la ceguera provocada por el polvo que levanta el peregrino en su interminable búsqueda de la verdad, temblar ante el sufrimiento que la ignorancia de la ciencia impide mitigar, aprender a rechazar la injusticia de los excesos y las carencias de la riqueza. Estos Trabajos serán menos frustrantes cuando se alcance la armonía entre ideal y materia. Con ello estará habilitado el camino que deberán seguir las generaciones futuras. A ellas les será dado el privilegio de conocer los trascendentes signos del Universo Tema : LOS DOS CEREBROS (IDEA-IMAGEN, SIGNO-SIMBOLO) Los investigadores ya descubrieron en el siglo XIX que determinadas facultades mentales se localizaban en partes concretas del cerebro. Pero, lo cierto es que los estudios realizados en este siglo han permitido conocer mucho más sobre las distintas funciones de los hemisferios cerebrales. Casi todo el mundo que haya leído sobre algo de Psicología sabe que el cerebro tiene dos mitades: el hemisferio derecho y el hemisferio izquierdo, a menudo llamados cerebro derecho e izquierdo. El pensamiento moderno sobre esta cuestión empieza con los estudios de la división del cerebro llevados a cabo a principios de los años sesenta por el premio Novel Roger Sperry en el Institute of Technology de California. Estudiando epilépticos cuyos hemisferios habían sido quirúrgicamente separados para reducir sus ataques, Sperry descubrió que las dos mitades del cerebro contribuyen de distinta forma en el proceso de pensar.

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Durante la siguiente década, los Psicólogos determinaron que el cerebro izquierdo se usa más para el pensamiento analítico y funciones verbales como hablar, escribir y leer, es secuencial temporal digital, racional, analítico, científico (pensamiento occidental). Trabaja la información paso a paso, analizándola en secuencias lógicas una por una. Por el contrario, el cerebro derecho es averbal o mudo, video-espacial, simultáneo, espacial, analógico, metaforico, sintético intuitivo, espiritual (pensamiento oriental). Trabaja con imágenes y es particularmente bueno para reconocer complejos modelos visuales que no pueden conectarse lógicamente. El cerebro derecho capta esta imágenes como conjuntos. Por ejemplo, si intentas reconocer signos , símbolos, imágenes e ideas que se encuentran en Logia, estás utilizando el cerebro derecho. En cambio, el planteamiento del cerebro izquierdo consistiría en examinar, analizar, criticar, comparar y ver su significado que tiene cada uno en Logia. La palabra Idea a tenido diferentes acepciones. Es primero y más obvio de los actos del entendimiento, que se limita al simple conocimiento de una cosa. Y por otro lado la operación más sencilla del entendimiento. A través de la historia de la filosofía a tenido numerosas. Ya en la doctrina atomista de Demócrito se le llamó ideas a los átomos, empleando la palabra en su uso vulgar, que correspondía al de forma visible. Platón la empleo para designar la realidades inmutables y eternas, modelos y ejemplares de los que las cosas constituyen sus imitaciones. Esas ideas son independientes del pensamiento, y tiene una realidad anterior al mundo sensible. Resume que la Idea es la esencia que emana del espíritu divino, separada de la materia de las cosas terrenales Aristóteles niega esa realidad independientemente de la idea, y sostiene que sólo se da de forma individual. Kant las ideas son conceptos de razón. Siglo XVIII idea todo pensamiento considerado como tal, en oposición al sentimiento y la voluntad. Hegel la idea vuelve a convertirse en una realidad última, pero diferente a la doctrina Platónica. Y así tenemos que la Idea se representa bajo la figura de una mujer hermosa, elevada sobre una nube, ceñida la cabeza con un circulo de oro, y una llama iluminada sobre la frente ; por lo tanto QQ.·. HH .·. cada uno se dio Idea de esta descripción y cada uno invento su propia imagen. La palabra Imagen (imago) es presentación o semejanza y apariencia de una cosa o de una figura; las imágenes pueden ser reales o virtuales. En términos generales se designa con este nombre la producción mental, a menudo debilitada de una percepción anterior, o bien síntesis nueva efectuada sobre la base de elementos pertenecientes a la experiencia del sujeto. se llama a la primera imagen del recuerdo, y la segunda, de la invención o fantasía.

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Se dan como características de la imagen del recuerdo su movilidad y su indeterminación; es decir, que sujeta a variaciones de detalles con respecto a la percepción que reproduce la Psicología Fenomenologica, al acentuar el carácter intencional de la conciencia, es decir, la dirección de la conciencia de un objeto, define a la imagen como la referencia intencional del sujeto hacia un objeto ausente o inexistible. En el primer caso imagino por ejemblo a un amigo que ahora no esta ante mi pero que existe en realidad, en el segundo imagino un objeto que no existe en la realidad por ejemplo un centauro, una sirena, o algún personaje del Signo de zodiaco etc Por otro lado tenemos la palabra Signo (signum) Cosa que por su naturaleza, o convencionalmente, evoca en el entendimiento la idea de otra.: Y por otro lado tememos Es una acepción general, señal, indicio o nota de alguna cosa. Objeto, impresión, símbolo que constituye a otro objeto o que sugiere este otro. Por ejemplo la palabra gato es un signo de ese animal o de su imagen mental. El signo cumple con la necesidad de comunicación y este sistema se va elaborando y compleficando hasta llegar a lenguas fijas en el momento en que el signo tomo fijeza se convierte en una identidad independiente y separada de la conciencia, cuando el signo puede ser percibido e interpretado por otras personas que, incluso, pueden pertenecer a distintas épocas, en ese instante se ha producido otro salto cualitativo importante. El lenguaje hablado es de suma importancia, y , por ejemplo, en base a el se formalizó la organización social; pero el grafismo, el signo escrito, es de importancia aún mayor. La expresión convencionalmente de abstracciones para poder operar el mundo; a esa función se le da nombre de Signo. Los signos jeroglíficos, los matemáticos, los signos del abecedario corresponden a este tipo de función. El Signo se compone de un significante - elemento material con que se significa- y un significado- o varios-, es decir el concepto o conceptos o contenido conceptual que envuelve el significante. Uno de los medios más poderoso que tiene los Francmasones para reconocerse entre si, también para acreditar el grado que posee, sean de Rito que fueren. Los signos, junto con los toques, forman ese lenguaje mudo. El abrazo fraternal el signo misterioso que sirve de Señal a la francMasones para reconocerse entre sí, es más eficaz y más potente que todas las teologías ¿que significa en efecto, el signo de la cruz del cristianismo, restringido a una sola comunión, al lado del signo gutural de la Fracmasonería, patrimonio de toda la humanidad, que sirviéndose por encima de las religiones, impera en todas las comuniones? . La adopción de los signos como medio de reconocerse y de comunicarse entre sí los iniciados se remonta a los tiempos en que se instituyeron los primeros misterios, estos iniciados se dividían en varias clases y jerarquias y tenían varios signos y toques y palabras especiales de reconocimiento, cuyo

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significado solo podía confiarse por la iniciación . De aquí que el número de signos distintivos y característicos sean hoy innumerables también, puesto, salvo muy contadas excepciones cada grado tiene por lo menos uno que es particular, habiendo algunos, no obstante que tienen varios, aunque en general los signos no se distinguen por un nombre especial, hay sin embargo gran número de ellos que forman categorías digámoslo así, por ser comunes a distintos grados, y por lo tanto, tienen una dominación particular. Contra signo: en general, se dice que todo signo que hace a continuación o en contestación de otro hecho por persona diferente. Gran signo: signo especial que tiene otros grados, para reasumir digámoslo así, todos los demás signos del mismo grado. Se trate de mudras, se trate de miradas, o de posturas corporales en general, en todos los casos, estamos hablando de signos.El signo, por ultimo, cumple con la función de codificar registros internos y expresar convencionalmente abstracciones para operar el mundo. Así, a los símbolos registrados, codificados, les llamamos en ese caso signos, aunque funcionan al mismo nivel que lo simbólico. Y así, tenemos la palabra SÍMBOLO (SYMBOLUM) Imagen, figura o divisa con que materialmente o de palabra se representa un concepto moral o intelectual, por alguna semejanza o correspondencia que el entendimiento que percibe entre este concepto y imagen. También se dice figura emblématica o imagen significativa. El credo o sumario que contiene los principales artículos de fe. Cualquier cosa que por la representación, figura o semejanza, nos da a conocer o nos explica otra. Signo eterno y visible con el que se enlaza un sentimiento espiritual, una emoción o una idea. Los símbolos son tan antiguos como el hombre. Fueron la expresión manifiesta de los primeros destellos de la inteligencia, que se sirvió de ellos para formular las primeras ideas que tomaron cuerpo en la mente del hombre; sorprendido ante el grandioso espectáculo que la Naturaleza ofrecía de continuo a sus ojos. Simbólicas fueron, pues, las primeras concepciones de los mortales simbólicas las primeras proposiciones políticas y teológicas que se sentaron, dando origen a los gobiernos y a las religiones, y simbólica fue la sabiduría de los calderos y fenicios, de los egipcios y judíos y de las grandes lumbreras que se entallaron desde los obscuros tiempos de la más remota antigüedad hasta la venida de J. C., que por símbolos y parábolas enseño también las dogmas de una religión, que aún en el día funda en ellos la excelencia de su santidad y los derechos de supremacía que pretende ejercer sobre todo en las demás religiones subsistentes. Por eso se dice fundamentalmente, que la ciencia de los símbolos es la madre de las ciencias. Los símbolos Masónicos derivados de los símbolos primitivos, fueron aplicados al arte de construir desde el origen de este mismo arte. Así en el ejercicio del arte, los símbolos servían de regla y de cordel, facilitando en gran manera el trabajo a aquellos que los sabían aplicar, al par que les

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ilustraba rápidamente, revelándoles el objeto que debían dedicarlos y que permitían que los maestros pudieran dirigir más descansada y acertadamente los trabajos por medio de un lenguaje secreto, que era seguro garantía contra toda "indiscreción". Como símbolos particularmente expresivos, en que tenían un significado propio y especial dentro de las Logias, además del general y vulgar que podía atribuirles, vemos aparecer el Compás, la Escuadra, la Regla, el Nivel, la Plomada, la Trulla , etc. símbolos esotéricos Mandil, espada flamigera en el Ara etc. Este carácter peculiar de institución simbólica, esta instrucción que da a sus adeptos por medio de los símbolos es lo que identifica y distingue de todas las demás asociaciones. DESPOJAR A LA FRACMASONERÍA DEL SIMBOLISMO, como ha soñado alguna vez algún iluso poseído de la fiebre reformista, fuera a quitarle el alma y el cuerpo y traducirla a una masa inerte de materia, solo capaz de una rápida descomposición. Añadiremos para terminar, que para estudiar el verdadero significado de los símbolos, con probabilidades de aceptar en su interpretación, es preciso considerarlos detenidamente desde los cuatro puntos de vista distintos, pero íntimamente relacionados entre sí, que son: EL HISTÓRICO, EL ALEGÓRICO, EL ANALÓGICO Y TROPOLÓGICO. El lazo que une a la Masonería especulativa con la activa , es el simbolismo que pertenece a la primera, pero que en toda extensión se deriva de la segunda. Como síntesis de estos caracteres primordiales, los ingleses han definido la masonería diciendo: "que es la ciencia de la moral velada por alegorías e ilustraciones con símbolos"; y como alegorías no es más que un símbolo oral, de aquí en resumen pude dársele la siguiente gráfica definición: La Francmasonería es la ciencia de la moral desarrollada e inculcada por el método del antiguo simbolismo. El simbolismo, en conclusión es alma y vida de la Francmasonería nació con ella, o mejor dicho es el germen que broto al árbol masónico y que aún la nutre y anima. Y por ultimo, del punto de vista Psicoanálisis tenemos que Para Freud, todos los símbolos psíquicos tienen un significado sexual . Otros autores, entre ellos Jung consideran que no todos se refieren a una actividad psiquica sexual sino que, por el contrario, en ciertas oportunidades el propio sexo es utilizado de otra cosa. El papel de los símbolos se ve claramente en la interpretación de los sueños. Hay símbolos generalizados fálicos: serpientes, peces, armas, aviones; y femeninos: casas, cofres, ollas, etc; de castración: calvicie, perdida de dientes, decapitación etc. Pero significado de dichos símbolos varia no obstante, con la personalidad de cada individuo, en la manera de encontrar el sentido para el es hacerle evocar la mayor cantidad de ideas por medio de la libre asociación.

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Este proceso se denomina símbolización. Resumiendo: es importante para el Aprendiz recién iniciado que se de Idea, en las imágenes, los símbolos su significado, y por el signo conocido; para darse cuenta que hay un porque en el Universo (logia) Concluyo, no hay modo de decir cuándo los patrones extraídos por el hemisferio derecho son reales o imaginarios, sin someterlos al escrutinio del hemisferio izquierdo. Por otra parte, el simple pensamiento crítico, sin ideas creativas o intuitivas, sin la búsqueda de nuevos patrones, es estéril y destinado al fracaso. Para resolver problemas complejos cambiando las circunstancias se requiere la actividad de ambos hemisferios cerebrales: el camino hacia el futuro pasa a través del cuerpo calloso. De ahí QQ.·. HH .·. que todo Gran Masón debe ser siempre el Cuerpo Calloso, para estar conectado con sus dos Cerebros (cientifico versus espirutual). Y no que predomine uno solo; de ahí que en ocasiones pensemos que tenemos la verdad absoluta el ejemplo más conocido de alguien de quien se cree tuvo un doble cerebro genial es Leonardo da Vinci (1442-1519) y algunos otros. EL SIMBOLO COMO PARTICULARIDAD HUMANA DE

CONOCIMIENTO Y DE COMUNICACION. Decía el pensador chino" LAO-TSE TAOTEKIN": Que cuando un hombre superior escucha hablar al símbolo, atento a él, condiciona su vida a su significado. Cuando un hombre sabio oye hablar al símbolo, en parte cree y en parte duda. Cuando un hombre común oye hablar del símbolo se ríe de él. De la curiosidad y del asombro que surgen como primer contacto con la realidad, el hombre siente la necesidad de conocerla y de comunicarla a sus semejantes, a la vez que comunicarse con ellos para conocer y comprender las realidades de estos. En este afán por comprender lo que le rodea, el hombre descubre que debe empezar por conocerse a sí mismo como realidad existente. Por ello es que, el auto conocimiento constituye la base fundamental de todo indagar humano sobre el que se construye todo el edificio de la reflexión. El conocimiento propio es el requisito previo y fundamental de la realización humana que nos permite contactar el mundo exterior, no como simple curiosidad especulativa, sino como necesidad para comprender la vida. SOCRATES expresaba en su Apología: "Una vida no examinada, no vale la pena Vivirla". En este pensamiento esta implícita la idea de que el hombre es una criatura que tiene conciencia de su existencia y es, justamente, por esta toma de conciencia que está en búsqueda constante de sí mismo, ya que hombre y universo son una e igual realidad.

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Dice el biólogo JOHANES Von UEXKULL en su libro TEORIA BIOLÓGICA": La realidad no es una cosa única y homogénea, sino que se haya inmensamente diversificada, poseyendo tantos esquemas y patrones cuantos diferentes organismos hay. Cada organismo posee un mundo propio, y por ende, una experiencia particular." Es, sin duda, conveniente agregar que todo sistema u organismo se encuentra en una profunda interrelación con su ambiente, por lo que debe poseer un sistema receptivo y uno efector. Todo organismo frente a la recepción de un estimulo, elabora una respuesta determinada y única, siendo aquí justamente donde radica la diferencia entre el hombre y el resto de los animales ya que el hombre ha encontrado una formula para adaptarse a su ambiente, no responde directamente a los estímulos que recibe sino que, como eslabón. surge la representación simbólica que modifica su comportamiento. Esto hace que, comparado con los demás animales, el hombre vive no solo una realidad más amplia, sino una nueva y particular dimensión de la realidad. CARACTERISTICAS DEL SIMBOLO. Establecido y aceptado que la diferencia entre las respuestas humanas y las animales radica en el hecho que en las humanas no se actúa directamente sobre la realidad sino a través del símbolo, surge una de las características de este, la de ser una representación y no una reproducción, vale decir, todo símbolo esta EN LUGAR DE, conteniendo verdad y ficción, lo que hace necesario investigar para interpretarlo ya que su forma no lo es todo, sino que ADEMAS, POSEE INTENCIÓN. Siendo lo simbólico una de las características fundamentales del hombre como su modo especifico de comportamiento y de pensamiento, es comprensible sostener que el símbolo es tan antiguo como el hombre mismo. Sin embargo, cada uno por si mismo tiene que descubrirlo, debe tomar conciencia de su existencia, debe ser estudiado y analizado en forma personal para poder comprender lo que el símbolo contiene de la realidad y lo que de él constituye la verdad personal. Es necesario conocer lo que un símbolo determinado significa, no obstante, es casi imposible lograr su completa comprensión si lo analizamos aislado de otros simbolos. ES IMPRESCINDIBLE VISUALIZARLO EN SU CONTEXTO SIMBOLICO GENERAL, es decir, ubicar su significado en estrecha relación con los otros símbolos que configuran el sistema simbólico al cual un símbolo dado pertenece. DEFINICION DE SIMBOLO. Con los antecedentes antes expuestos, busquemos definiciones del símbolo en distintos diccionarios: para el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, Simbolismo, es el sistema de los símbolos que representan creencias, sucesos o conceptos.

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Para el Diccionario de la Masonería, símbolo es una figura emblemática o imagen significativa. Cualesquier cosa que por la representación, figuratividad o semejanza, nos da a conocer o nos explica otra cosa. Signo con el cual se enlaza un sentimiento espiritual, una acción o una idea. En el Diccionario de Filosofía de José Ferrater Mora se puede leer que símbolo es todo signo que representa algo, directa o indirectamente. Significa figura lingüística o significativa, por la cual se designa una determinada realidad. El edificio entero del conocimiento humano se presenta ante nosotros, no como una colección de informes procedentes de los sentidos, sino como una Estructura de hechos que son símbolos, y de leyes que son sus significaciones. SIMBOLISMO EN MASONERIA. Sin duda, cabe preguntarse a que se debe tanta preocupación por el SÍMBOLO en nuestras Logias; ¿Es que, acaso, el Masón necesariamente debe preocuparse del problema del simbolismo y de los símbolos masónicos en particular?. La categórica respuesta es: "SI", NECESARIAMENTE DEBE DESETRAÑARLOS, ESE ES SU DEBER CENTRAL PARA LOGRAR LA ESENCIA DEL IDEAL MASÓNICO; el que no se preocupa de ello, poco o nada tiene que hacer en nuestras Logias, se constituye en un estorbo para el conjunto, siendo un elemento distorsionador del trabajo SIMBOLICO DE LAS COLUMNAS. Seguramente, hay QQ∴ HH∴ que pensaran que esta es una respuesta exagerada y/o demasiado categórica, pues no, no lo es, si se toma en consideración lo dicho en el Manual de Instrucción para el Grado de Aprendiz. Cito: ¿Que es la Francmasonería? "Es una Institución Universal fundamentalmente Filosófica, formada por hombres libres, unidos para trabajar en común por su propio perfeccionamiento intelectual y moral; y por el advenimiento de la Justicia, la Solidaridad y la Paz en la Humanidad. Por ende, su finalidad es "el perfeccionamiento moral, intelectual y físico del hombre y, por lógica consecuencia el de la sociedad toda." "Con este objeto, incita a sus adeptos a investigar la verdad y a practicar las virtudes. Para lograr estas finalidades utiliza un lenguaje propio, iniciático : EL SIMBOLISMO " "Por lo tanto los símbolos NO son la esencia de la Masonería; son LOS MEDIOS pero, sin ellos jamás alcanzara acercarse a la verdadera iniciación." Es fácil comprender entonces, que en la ceremonia de Iniciación, a través de los símbolos y ritos se traza un programa que el Iniciado debe desarrollar partiendo de la Muerte, para aprender a pensar, a caminar sin vendas, para alcanzar la luz.

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Es pues la iniciación una experiencia interna, una VIVENCIA SIMBOLICA, que nos coloca, renacidos a la vida como hombres libres, en condiciones de conocernos nosotros mismos, auto descubrirnos y, por ende, abrirnos el camino hacia el Universo. Es posible entonces, postular, frente al simbolismo Masónico, el siguiente concepto símbolo: "Es un sistema de representaciones universales con que se pone en contacto al hombre a través de la iniciación para que alcance los altos fines y propósitos de nuestra INSTITUCION . Dijo WALTER ANDRAE, "El que se asombre que el símbolo no solo pueda permanecer vivo durante milenios, sino también retornar luego de una interrupción de miles de años, deberá recordar que el poder del espiritual del que forma parte el símbolo, es eterno". El símbolo es, entonces, un desafió personal, aceptémoslo con resolución consciente, porque es el único vehículo que nos permitirá trascender en medio del Universo-Vida. Conozcámoslo, estudiémoslo, hagámoslo parte de nuestra mente y acción para que algún DIA lleguemos a ser merecedores de que "Nuestros HH.. nos reconozcan como tal".

SIMBOLISMO Y COMUNICACION A primera vista, podría parecer extraña la conjunción de ideas: simbolismo y comunicación, pero como veremos en el curso de este articulo, los dos conceptos tienen un común denominador. Para ponernos en el marco adecuado, y sin animo de asustar a nadie, debo prevenirles que escribiré de algo llamado Semiología o Semiótica, es decir, la teoría filosófica de los signos y símbolos, que trata especialmente de su función en idiomas naturales o artificiales. La semántica, de la que todos seguramente hemos escuchado, forma parte de la semiología y trata de la relación que existe entre los símbolos o signos y lo que ellos representan, incluyendo teorías respecto al significado, extensión del significado, y la verdad. Comenzaremos a ver una posible relación con la Masonería, que utiliza símbolos en su búsqueda filosófica de la verdad. Cuando hablamos de símbolo, generalmente pensamos en algo como los jeroglíficos egipcios, o los signos del zodiaco. Una breve reflexión, sin embargo, nos revela que el concepto es mucho mas amplio, desde las luces de transito hasta los gestos que uno le hace al otro conductor cuando se le cruza por delante. Otros ejemplos, tomados al azar serian los signos matemáticos, químicos, o, en general, todas las abreviaturas empleadas en las ciencias. También podría agregar el llanto como signo de tristeza o alegría; la risa, como signo de alegría o histeria; la interjección como signo de ira, impaciencia o asombro, etc.

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El ejemplo mas obvio y generalizado de símbolo, sin embargo, es simplemente el idioma, el lenguaje, ya sea hablado o escrito. Evidentemente la palabra calor no quema, ni la palabra huevo se quiebra en la pagina de un libro, aunque lo arrojemos al suelo. Cada palabra, entonces, denota otra cosa, y eso es precisamente el símbolo. Así llegamos al problema de la comunicación. Mientras el símbolo es personal, es decir, si para mi el calor esta representado por la palabra “jar”, puedo hilar mis ideas y pensamientos sin problema alguno, hasta el momento en que los quiera comunicar al vecino. En ese momento, si el vecino habla sólo español, no entenderá en absoluto lo que quiero decir con “jar”. Si habla ingles, entenderá, erradamente, que me refiero a un frasco, mientras que si habla ruso, entonces si, me comprenderá perfectamente. El simbolismo, entonces, esta basado en la premisa que para poder ser empleado en la comunicación entre personas, tanto quien comunica el símbolo como quien lo recibe tienen que estar de acuerdo sobre su significado. Si cada palabra tuviera referencia a una sola cosa, y cada cosa estuviera simbolizada por una sola palabra, no habría problema alguno de comunicación. Este seria el idioma ideal, buscado ansiosamente por los filósofos del Renacimiento. Entre paréntesis, quizás no es bien sabido que muchos pensadores cristianos eran de la opinión que el idioma ideal ya existía, y era el hebreo. El idioma ideal, o universalmente comprensible, sin embargo, no existe. Lamentablemente, no solo por la “maldición de Babel”, es decir, la proliferación de idiomas, sino por que el “ámbito semántico” representado por una palabra varia no solo entre un idioma y otro, sino dentro del mismo idioma, según las circunstancias, el contexto, y la educación de quien usa la palabra. Esta es una de las causas de la dificultad de la traducción entre un idioma y otro, y el problema en la preparación de un programa computarizado de traducción. Resumiendo este concepto, entonces, creo que todos estaremos de acuerdo en que la comunicación entre personas depende del uso de un sistema de símbolos (sea un idioma natural u otro sistema semántico cualquiera) sobre cuyo significado ambas partes están de acuerdo. Dimos una vuelta, y nos encontramos con el mismo problema por la cola, porque ¿Cómo podemos estar seguros que ambas partes entienden el símbolo de la misma manera? Si yo digo “azul”, como puedo saber si el color en que estoy pensando es igual al color que en este momento se les figura en la mente a cada uno de ustedes? No se trata de traducir a “blue” o lo que sea. El problema es que no podemos jamás alcanzar una certeza absoluta que coincidimos en nuestros pensamientos, y tenemos que contentarnos con estar de acuerdo en

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definiciones descriptivas, que “azul” es el cielo, y “azul” es el mar, y cuando digo azul cada uno que piense lo que quiera, haciendo referencia a sus propios datos mentales. Mientras los dos interlocutores tengan un marco de referencia mas o menos común, el problema es subsanable, o mejor dicho, intangible, pero pensemos en lo que significaría tratar de hacerle entender a un ciego la diferencia entre azul y verde, o bien explicarle a un nativo de la selva de Nueva Guinea las ventajosa tributarias de una sociedad “off-shore”, comparadas con la incorporación en su país de origen. Mas allá del significado de las palabras mismas, hay otros problemas de “denominación” o “identidad”, y al respecto voy a contar una anécdota. Una vez llego a una cabaña en los bosques del estado de Illinois, un periodista, que pidió hablar con el dueño del campo. “He sabido,” le dijo “que usted tiene en su poder un hacha que fue usada por Abraham Lincoln en su juventud”. “Es cierto” le contesto el ranchero. “Mi tatarabuelo le daba trabajo a Lincoln partiendo leña, y así se costeaba sus estudios. Hemos conservado el hacha hasta ahora”. Lleno de emoción, el periodista pidió ver el hacha de Lincoln, el dueño de casa la trajo inmediatamente. “Extraordinario!”, exclamo el periodista. “Se ve como nueva. Ustedes siguen usando esta hacha?”. “Si, por supuesto,” contesto el otro. “Es una buena hacha, y estamos acostumbrados a usarla. Por supuesto, se va gastando. Ya cambiamos el mango tres veces, y una vez la cabeza.” Ahora, yo les pregunto, era esa el hacha de Lincoln, si o no? Y si la respuesta es no, que alguien me explique por que los ríos se siguen llamando de la misma manera, aunque el agua que corre por ellos jamás es la misma de un momento a otro, y también hay ríos que cambian periódicamente de cauce. A un turista le mostraron una vez una calavera en una iglesia, y le dijeron que era la calavera de San Francisco. “Pero como es posible?” exclamo el hombre. “En Asís tienen otra calavera mas grande que esta, y también dicen que es la de San Francisco.” “Ah, es que esta es la calavera de San Francisco de niño” le respondieron. La respuesta, aunque absurda, da pie para examinar otro aspecto de nuestro tema. Sabemos que todo tejido vivo se mantiene mediante la absorción de materia y expulsión de materia, a nivel de las células, estos procesos se llaman anabolismo y catabolismo. El material, las moléculas y átomos que constituyen nuestro organismo, entonces, se está renovando constantemente.

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Nuestro cuerpo no está compuesto por los mismos átomos que teníamos al nacer. A decir la verdad, según leí alguna vez, el cuerpo se renueva totalmente cada siete años. Si es así, por que seguimos usando el mismo nombre? No es el mismo caso del hacha de Lincoln? Pasemos ahora a otro punto. Hasta ahora, hemos estado tratando del significado literal de las palabras. “Una rosa es una rosa, “ decía Gertrude Stein. Pero más allá del significado literal de las palabras, está el significado alegórico, metafórico, simbólico. Solo que ahora el símbolo tiene otro significado, hemos ascendido otra vuelta en la espiral y la palabra no solo denota otra cosa, sino que esa otra cosa denota a su vez una tercera. Es el caso de la bandera, que representa la patria. De la espada que representa la fuerza, o el gallo que representa al dios Mercurio. Aquí ya entramos de lleno al uso de los símbolos en Masonería. La escuadra, que representa rectitud y equidad o justicia, por un lado, o la materia y el mundo físico por el otro; el compás, que representa el circulo, es decir, la perfección , el espíritu, y también los limites que debemos poner a nuestros deseos. Y así sucesivamente, podría seguir describiendo los cientos de símbolos que ha tomado nuestra Orden de la filosofía antigua y moderna, de las religiones y de los mitos. Quienes estudian literatura han dado nombres a las distintas formas de uso alegórico de las palabras, figuras retóricas con nombres como metáfora, sinecdoque, metonimia, tropo y otras muchas. Lo que tienen de común es que en la figura, la palabra debe entenderse no en su sentido corriente, sino teniendo otro significado. Si vemos una tarjeta con un corazón traspasado por una flecha, por ejemplo, no pensamos en un estudio anatómico ni en un accidente de caza, sino en el amor. En términos masónicos, el mandil no es un simple delantal, sino que representa la pureza en el trabajo del Masón, su dignidad de trabajador en pro del bien y la virtud, y también su escalafón dentro de la Orden. Podría multiplicar los ejemplos, pero no es ese el propósito de este trabajo, es decir no me interesa en este momento describir o analizar los muchos símbolos masónicos, sino que pensemos juntos sobre la naturaleza del simbolismo, y sus repercusiones sobre nuestro discurso interior, por una parte, y en el dialogo con los demás por la otra. Una rosa es una rosa. Un momento, Gertrude Stein quiso decir que una rosa, no importa que nombre le demos, sigue siendo la misma rosa, pero también es posible que haya querido decir que una rosa significa una cosa y también puede significar otra, y otra mas, y nosotros no contamos sino con una sola palabra para transmitir todos esos significados: rosa.

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Existe todavía otra vuelta de la espiral, otro simbolismo aún más abstruso que los que ya hemos visto hasta ahora. Se trata del simbolismo de lo que podríamos llamar lo inefable. No estamos hablando ahora de tropos literarios, sino de un simbolismo obligado por las circunstancias, porque simplemente el idioma no es capaz de comunicar directamente nuestro significado. Volvamos un instante al ejemplo que di antes, de como podríamos explicar a un ciego la diferencia entre los colores. Hay otro aspecto de este problema. Como expresar lo inefable, lo que no es posible expresar en palabras. En muchos casos, ni siquiera nos damos cuenta de que el problema existe, porque el ser humano tiene esa enorme ventaja de ignorar momentáneamente todo lo que no le es preciso para su discurrir actual. Conocemos el significado de miles de palabras, pero cuando hablamos no se agolpan todas en la lengua tratando de salir, sino que obedecen el orden impuesto por nuestra voluntad consciente. Si hablo de elefante no pienso en el color rosado, salvo que estemos hablando de Dumbo de Walt Disney. Así, también, cuando hablo de odio, por dar un ejemplo cualquiera, uso una palabra que no solo es un símbolo y una metáfora (“odio ir a la escuela” no significa lo mismo que “odio a los nazis”). A falta de cosa mejor, usamos la palabra para expresar algo, un sentimiento, que por su naturaleza es imposible de poner en palabras. Otro ejemplo, quizás mas claro, es el placer estético. El placer que nos da contemplar un paisaje maravilloso en Noruega, por ejemplo, o Jerusalén, o un cuadro que nos gusta, o el placer de escuchar una obra musical. ¿Como podríamos describirlo en palabras? Ni los mejores escritores del mundo han logrado hacerlo, sino mediante alusiones y alegorías que en el mejor de los casos explican los efectos pero no pueden describir la emoción misma. Finalmente, y terminaremos con esta vuelta de la espiral nuestro análisis, tenemos la experiencia mística, el éxtasis del místico que llega a la unión con el primer principio, y el conocimiento de la divinidad. Por supuesto, no solo se puede describir en palabras, sino que todo intento de descripción ya falsea de partida lo que pretende describir. Como dice la Biblia, cuando Moisés le pregunta a la voz proveniente de la zarza ardiente cual es su nombre, responde: Soy lo que Soy. Ninguna definición es posible, porque definir, como lo indica la etimología de la palabra, es poner “fines”, limites o confines. Al definir limitamos, decimos esto es A y el resto es no-A. Pero cuando se trata de la experiencia mística, no existe ni tiempo ni espacio, ni cualidades ni diferenciaciones, y por lo tanto perderemos todas las categorías conceptuales que sustentan nuestro idioma. Volvamos ahora un momento a la comunicación. Ya dejamos establecido que la comunicación depende de un acuerdo, o una capacidad mutua de las dos partes que están en comunicación, para darle el mismo

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significado a las palabras o signos usados. Es lo que permite la conversación entre interlocutores, o la relación entre escritor y lector. Existe un problema, sin embargo, relacionado con algo que ya mencionamos, el “ámbito semántico” de las palabras según han establecido los semiólogos, las palabras en uso corriente no tienen un significado singular, único e inequívoco. Las palabras tienen mas bien un área de significado, con bordes borrosos, “fuzzy” dicen en ingles, como para distinguir entre el corte neto y claro de una tela como satín , y el borde pelusiento o peludo de una tela como el terciopelo. Los sinónimos, en un idioma, nunca coinciden exactamente en toda su extensión. Es decir, en términos matemáticos, no son congruentes, sino que se superponen en cierta parte de su significado, pero cada uno tiene además otra extensión que le es particular. Pienso, por ejemplo, en la diferencia entre “sabio” y “sensato”, entre “quieto” y “tranquilo”, entre “rojo” y “carmesí”. Cuando usamos una palabra, entonces, siempre corremos el riesgo que nuestro interlocutor la entienda desde un punto de vista distinto, que le de mayor peso a una parte de su campo semántico distinta de la que nosotros teníamos en mente. Esta es la razón para la mayoría de los desentendimientos en la vida diaria. Josefina le dice a Julia que la espera “alrededor de las 11”, y Julia entiende que se puede atrasar, mientras que Pepa entiende que la debe esperar 10 minutos antes de la hora. El buen diplomático, según corre un dicho, dice que no cuando quiere decir quizás, y dice quizás cuando quiere decir no. Muy pocos, en realidad, podemos hablar como Humpty Dumpty, que “cuando usa una palabra significa exactamente lo que quiere decir”. Las palabras, además de todo lo que ya hemos expresado, raramente coinciden con un patrón objetivo que nos permita juzgar si las entendemos bien o no. Por ejemplo, ¿Donde esta la línea divisoria entre claro y oscuro, entre día y noche, entre dulce y desabrido? La mujer, dicen, tiene la edad que aparenta. ¿En que punto se pasa de joven a maduro, de maduro a viejo? La fuerza mecánica o magnética la podemos medir en el laboratorio, pero ¿Como medir la fuerza del amor? Finalmente, vale la pena prestar atención al hecho que en la vida diaria, el lenguaje que usamos en nuestra comunicación oral, especialmente, pero también en la escrita, esta lleno de simbolismo, perífrasis y “huecos” donde las ideas quedan tácitas, suponiendo que ambos interlocutores pueden pensar en forma sincrónica.

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Cuando decimos: “lo podría comer”, el significado puede ser positivo (la abuela hablando de su nieto), negativo (la secretaria hablando del patrón), o neutro, simplemente la respuesta en un restaurante. “Saque 5 copias” significa “haga 5 copias”. “Mete el acelerador” no significa que tenga que meter el acelerador en ninguna parte. Podría seguir dando ejemplos hasta el fastidio, pero creo que la idea esta clara. Hablamos en forma alegórica, pensamos en forma alegórica, y todo nuestro discurso mental es simbólico. No quiero aburrirles ahondando en este tema. Mi intención, por supuesto, no era dictar una clase de Semiótica, para lo que evidentemente no estoy calificado, sino solamente estimular algunos pensamientos, plantear muchas interrogantes, y posiblemente abrir un debate que, con los aportes de los hermanos y con sus diversos puntos de vista, amplíen nuestra visión del mundo y, feliz expectativa, nos ayude a conciliar mejor nuestros actos con nuestras palabras.

SIMBOLOGIA La Simbología Desde Los Tiempos Antiguos La naturaleza indómita, violenta, cíclica, transitoria, desató toda una serie de cuestionamientos acerca de los ¿porqués? de sus manifestaciones. El sentido religioso está probablemente ligado a la interpretación de la naturaleza, de acuerdo con Baruch de Spinoza la Natura naturata, se expande como Natura naturans tratándose siempre de un Ser único que está en sí y se concibe por sí. Dibujos y pinturas de las cavernas prehistóricas, como reproducciones de animales fantásticos y sorprendentes, son indubitablemente parte de ritos mágicos destinados a atraer la abundancia y la fecundidad de los animales como objeto de caza. La religión del período neolítico, revela creencias en la magia, fe en la supervivencia de las almas, así como también, la práctica de ritos sagrados y danzas. Se cree que en Asia en una época muy antigua, los sacerdotes enseñaban doctrinas religiosas mediante un lenguaje figurado y bajo una forma simbólica. Los signos que desde tiempos milenarios ha elegido y utilizado el hombre para expresar una idea o un significado, nos hablan de la naturaleza humana, así como también acerca de su origen y desarrollo. El signo contiene la simplicidad de trazo, con lo cual facilita la transmisión de su mensaje, apelando a la intuición del receptor. En las escuelas esotéricas de Mesopotamia, Egipto y Grecia, se estudiaron los signos, además de que éstos fueron motivo de iniciación. La búsqueda de signos al comienzo de la humanidad, se deben a la necesidad de autoafirmación del hombre, ya que ésta ha sido una constante desde que el

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hombre es consciente de sí mismo. Cabe mencionar que algunos de los utilizados actualmente provienen del período neolítico. Después de varios siglos, Egipcios, Caldeos o Sumerios utilizan los signos a manera de emblemas mágicos, ya que creían eran manifestaciones de un poder que se mantiene en secreto. Dicho simbolismo llega a Grecia, transformándose y adquiriendo una gran importancia dentro de los misterios eleusinos, así como también en los pitagóricos. Estas corrientes místico filosóficas que se proyectan desde Samos, influyen en las nuevas concepciones del Próximo Oriente. Gnósticos y judíos se influencian, y estos últimos crean la Cábala. Específicamente, para los Sumerios cuya actividad principal era la construcción de templos y palacios, los cuales cabe mencionar, eran centros del quehacer cotidiano y representación del binomio Dios-Rey, sin la cual no podía existir la ciudad, la cual reflejaba al Macrocosmos dentro del cual interactuaba en armonía el microcosmos. Los símbolos como objeto de revelación mistérica y/o sabiduría innata los llevaron a construir la torre denominada como Zigurat, conocida en Babilonia como “La Casa de la Fundación del cielo y de la Tierra”. Ésta estaba orientada según los cuatro puntos cardinales, además de que en su construcción intervino la numerología sagrada, cabe señalar que representaba el centro exacto del espacio desde el cual la Suprema Fuerza Vital irradiaba su energía sobre la Tierra. Todo el conocimiento expresado por símbolos estaba reservado al Colegio de Iniciados. Para los mesopotámicos la palabra Templo tenía acepciones tales como: el “Monte Casa”, el “Vínculo entre Cielo y Tierra”. Por lo tanto el Templo era una montaña, pero de una manera cósmica, ya que cada uno de sus siete pisos estaba relacionado a un planeta, y el último de ellos representaba al sol y era de oro. De la misma manera el Templo Masónico, como edificio material está destinado a celebrar cualquiera de los Cultos que se rinden a la Divinidad, donde los Iniciados celebran sus sesiones, y cuyo local debe estar perfectamente orientado, especialmente acondicionado y sublimemente consagrado. Respecto a esto el Templo representa simbólicamente al universo, partiendo desde el centro de la Tierra, extendiéndose hacia la bóveda celeste y así al infinito. SÍMBOLOS PRINCIPALES Existen tres símbolos principales utilizados en las enseñanzas religiosas del hombre, y son el círculo, el triángulo equilátero y por último el cuadrilátero. El círculo

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Es el más sagrado de todos los símbolos, imagen del sol, llamado Ra y símbolo monoteísta o colectivo de todos los atributos de la divinidad. Para los mayas hindúes y otros pueblos antiguos el nombre de dicho círculo era impronunciable por lo que se referían a el como “El Innominado”. El círculo es carente de principio y fin representa la eternidad universo, infinito, totalidad. El triángulo equilátero Es utilizado desde hace 50,000 años, según la leyenda su origen se basaba en la característica geográfica de la Madre Patria, que consistía en tres superficies de terreno, denominadas como las Tierras del Oeste. Se dice de ellas, que emergieron en diferentes momentos, una seguida de la otra. A este respecto se creía que tres atributos del Creador fueron los instrumentos de las tres tierras. En el cristianismo representa la trilogía de Dios, y en lo pitagórico es la sabiduría. El cuadrilátero Simboliza a la tierra, las cuatro esquinas representan a los cuatro puntos cardinales y a cada esquina se le asigna un guardián. El triángulo sobre el cuadrado Este símbolo compuesto fue hallado en el extremo de la Cámara del Norte, que es la cámara de iniciación del Templo de los Sagrados Misterios de Uxmal. Se relaciona al mandil del Masón, el cual se forma por un cuadrado de babeta triangular y una cinta que le permite quedar suspendido a la cintura. El Aprendiz Masón debe llevar el mandil durante los trabajos regulares con la babeta levantada, lo que hace que el contorno de la prenda forme un pentágono representando una de las caras de la Piedra Cúbica de Punta, la cual indica cuál es el trabajo moral, material e intelectual de los aprendices con

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la finalidad de dominar sus pasiones y sus malos hábitos. Entre algunas otras acepciones, el triángulo formado por la babeta es alegórico al espíritu humano, el cuadrado representa la materia o cuerpo del iniciado y el círculo formado por la cinta con que se sostiene el mandil es emblemático de la pureza y sencillez de las acciones del hombre. Haciendo referencia a otras interpretaciones de dicha prenda, el mandil se forma por tres triángulos que son: la babeta y los dos triángulos que forman el cuadrado. De arriba hacia abajo, el primero de ellos representa la inteligencia, el segundo al instinto y el tercero hace referencia al espíritu. El círculo de la cinta es también alegórico a la unidad universal, a las causas y efectos dentro de cuya acción viven y mueren todos los organismos así como también a los derechos y deberes del masón. OTROS SÍMBOLOS Y SUS INTERPRETACIONES El punto Origen de todos los signos, símbolo de lo “Uno”, Dios por antonomasia. El trazado horizontal Es el mundo material en el que la vida se desarrolla en el mismo plano. El trazado vertical Imagen de la unidad de Dios. Significa el poder que desciende desde lo alto sobre lo humano. El trazado vertical y el horizontal en un ángulo de 90* Unión de lo divino y lo terreno, se tocan pero no se cruzan porque ambos mundos nada tienen en común. Patentiza la reciprocidad entre Dios y el mundo. Círculo con un punto en su centro Es el ojo vigilante de Dios. Centro del Universo, Causa primera, G:.A:.D:.U:., Objeto de la revelación. ”Y Dios dijo; hágase la luz”.

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Círculo con una línea vertical en su centro Símbolo del elemento activo, lo masculino. Lo que llega de lo alto. La realidad temporal. “Y Dios separó la luz de las tinieblas”. Círculo con una línea horizontal en su centro Tiene la categoría de lo femenino. Es el elemento pasivo existente desde el principio del Universo. Es el movimiento de los dos mundos. “...Y Dios separó las aguas que permanecían bajo el firmamento de aquellas otras que estaban sobre el mismo”. Estrella de dos triángulos (de David) Es la fusión de lo celestial con lo terreno, representa exactamente macrocosmos y microcosmos. Es la expresión del conocimiento y la fusión de lo masculino con lo femenino. Una invitación a la reflexión simbólica hace Leonardo Da Vinci en su cuadro “La Última Cena”, ya que utiliza un truco bastante creativo para de alguna manera transmitir símbolos, apelando a la imaginación del intérprete. Coloca a Cristo justo en el centro de la obra, a partir de su cabeza una serie de líneas irradian hacia la bóveda de la construcción, de acuerdo con la ley Gestáltica del cierre: cuando una figura o línea tiene una hendidura nos inclinamos a verla como una figura completa y cerrada. Posteriormente si continuamos dichas líneas hacia la parte inferior de la pintura, encontramos un triángulo casi equilátero en cuyo vértice superior se encuentra la cabeza de Cristo. Por otra parte el punto donde convergen dichas líneas imaginarias, está justo en el centro de un círculo invisible derivado del arco del fondo. Por último, también al fondo el marco de la ventana en cuyo centro esta Cristo forma un cuadrilátero. En cualquier libro de pintura podemos encontrar la explicación de la perspectiva utilizada por Da Vinci, pero explicada desde un punto de vista artístico, enfatizando en el drama psicológico de la escena, sin hacer mención alguna sobre los símbolos. Cabe aclarar que debido a mi corta edad y

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experiencia masónicas, la hipótesis de que el autor colocó deliberadamente los símbolos en la obra es claramente arriesgada, puesto que es demasiado subjetiva. No obstante, Leonardo y sus cualidades tanto intelectuales como creativas, las cuales lo llevaron a adelantarse a su época con sus grandes inventos, me hacen pensar que su legado va más allá de lo totalmente explícito. ¿Casualidad o Coincidencia?. Lo cierto es que en “La Última Cena” de Leonardo Da Vinci, coinciden tres de los principales símbolos utilizados por el hombre en sus enseñanzas religiosas. Y éstos son el círculo, el triángulo y el cuadrilátero. BIBLIOGRAFÍA: Introducción a la Francmasonería Jaime Ayala Ponce Los 33 temas del Aprendiz Masón Adolfo Terrones Benítez & Alfonso León García Ed. “Valle de México” Sensación y Percepción Margaret W. Matlin & Hugh J. Foley Ed. Prentice Hall Hispanoamericana El hombre, origen y misterios Ed. UTEHA Cerebro Izquierdo, Cerebro derecho S:P: Springer y G. Deutsch Edit. Gedisa Simbólica, alegórica y sígnica J, Caballero Edit. Ate Concierto para cuatro cerebros en Psicoterapia Teresa Robles Edit.Inst. Milton H. Erickson Liturgia del grado de aprendiz Diccionario Enciclopedico de la Masoneria Lorenzo Frau Abrines Edit. del Valle de México S:A: de C.V. Aprender con todo el cerebro Linda Verlee Williams Edit. Martínez Roca Diccionario de Psicología Howard C. Warren