silva márquez - balada arcos dorados

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8/16/2019 Silva Márquez - Balada Arcos Dorados

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I N G R i

DERECHOS RESERVADOS

© 2014 César SilvaMárquez

©

2014 Editorial Almadía S.C.

Avenida Independencia 1001 - Altos

Col. Centro, C.P.68000

Oaxaca de juárez, Oaxaca

Dirección fiscal:

Monterrey 153,

Colonia Roma Norte,

Delegación Cuauhtémoc,

C. P.06700, México, D.F.

www.almadia.com.mx

www.facebook.com/editorialalmadia

@Almadia_Edit

Primera edición: agosto de 2014

ISBN:

978-607-411-160-6

Queda rigurosamente prohibida, sin la autorización de los

titulares del copyright, bajo las sanciones establecidas por las

leyes,la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier

medio o procedimiento.

Impreso y hecho en México.

 

[ S R

 

S i l V R Q U [ Z

1

 1 1

1

~- .

 lm dí

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A Rodrigo Silva Ve/asco

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Cuando yo entré en su vida, su vida ya había

acabado: ha tenido un principio, un desarrollo

y un final. Esto es el final.

N o e s p aís p ar a v ie jo s

CoRMAC McCARTHY

Seamosclarosen esto: en algún momento o en

otro, la mayoríade nosotros deberáluchar con

susdemonios personales. --- -

L os h om br es m alo s h ac en

lo q ue lo s h om b re s b ue no s su eñ an

ROBERTSJMON

¡Talvez ya prendieron el reflector para pedir

te auxilio [...] y allí están dobladostu traje de

héroe y tus sentimientos de héroe, listos para

cuando entresen acción.

 Barman

]OSÉ

CARLOSBECERRA

i

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.);:;1(u/</ - .

  L k k

Así c om ie nz a la p elíc ula .

11

En pr imer p lano aparece l ' }_a_ f () ( )g ra(~< :_dondei pa

dre m ira hac ia la c ám ara ; lue go e s la foto de m i m adre en

e l ja rd ín d e n ue str a p rim e ra c as ~  _nnf pn a vj t, u n j ardí n

c om o u n p eq ue ño p ar ch e v er de y p olv oso c on u n m an za no

to rc id o a l c en tr o; p ro nto le sig ue m i h erm an a d e d os a ño s

hu yen do d e la llu via, trata ndo de alca nzar el za guá n. A l

nortc )stán lo s am plio s cie los de T exas. P ara m í, e t sur es

u n sueño d }l y. id o en bos te zo s cuy o nombre sól o a par ec ía en

la te levisión los d om ingo s p or la m añ ana cu and o v eía el

p ro gr am a d e C ha be la . L en ta me nte s ur ge m i m ejo r a mig o

zo s e xte nd id os y lo s p u ño s c err ad os , c or ta nd o e l a ir e. A sí

lle ga el títu lo d e la pelíc ula en letras g ra nde s y un fond o

e n p a nta lo ne s c or to s j ug an do a s er

Superman,

c on lo s b ra -

 7 ; ; . ,,

  ·,_;)

negro que por segundos oculta lo que sucede, com o si el

e sp ec ta do r e ntra ra e n u n tú ne . p orq ue , a fin d e c ue nta s,

pa ra ver una p elíc ula ha y que lleg ar a l o tro la do d e lo qu e

sea que tengas que llegar, de la vida m ism a si se quiere.

Y c ua nd o e l títu lo s e d esv an ec e, c ua nd o lle ga mo s a l fin al

del túnel, está el sonido crudo de los autos, el rugido de

los m otores, el claxon histérico de una cam ioneta en la

,. ,

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12

d is ta nc ia , u na s ir en a a br ié nd os e p as o. C om ie nz a la tom_q

a ér ea d e la c iu da d e n medio d el d es ie rto o sc ur o, d on de l as

luc es so n co mo m ile s de o jo s de lie bre s c arg ado s de lu z.

A lgu ie n m e h a pu esto u na p is o la e n la n uca , a lg uien m e

dice que voy a morir, que así tiene que ser, que m e lo

mer ez co , q u e si no sabía que en ElDiario, donde t ra b aj o,

. . - - , . . . . . . . . . _ , , ,. , _ _ . . . _ _ _ . .

tie ne n o íd os, a sí lo dijo , p en dejo, qu é no sab es qu e en El

Diario

tenem os oídos. E n ese m om ento m i vida es una

p elíc ula , y lo s h ér oe s n o a pa re ce n. S ólo h ay g en te q ue c a

m in a p or la s c alle s de stru id as d el c entro, e va die nd o lo s

rin co nes m ás o scu ro s, m uje re s qu e ha bla n p or teléfon o

s in p er ca ta rs e d e lo q ue p as a, g ato s d or mid os e n te rr aza s

y perros a punto de ladrar. Cuando sien to el cañón de

la p is to la e n la p ie l, p ie ns o e n to do lo q ue n o h e h ec ho e n la

v id a, e n c óm o n un ca h e e sta do e n Z ih ua ta ne io , p or e jem -

plo, o cóm o nunca m e he lanzado en paracaídas. P ienso

e n R eb ec a. E n la s u ña s d e R e be ca , s u s m u ñe ca s y to rs o, e n

  . _ _ _ _ .

Rossana y su voz y piernas. Por un m om ento , en un solo

~

  parpadeo largo, del cual creo que no volveré a abrir los

b ~

sr :

: . : i . c · \

cY .)

o jo s, p ie nso e n m i ab ue lo. D eseo un p ase . C uid ánd om e

-··· ····.< .···,·· ' '

d e la c oc a ta nto tie m po , p ar a m o rir a qu í a rr od illa do . S in

d u¡; ;;p -¡;rm á s q ue h ag as c am b io s e n tu v id a, d e u na m a

nera u otra , todo lo que has hecho se paga. C om o si un a

g ita na t e h ub ie ra e ch ad o u na ma ld ic ió n.

Mi

abue lo mu r ió

dos años antes de que yo naciera, en San Luis P otosí. L o

ú ni co q ue te ng o d e é l e s e l r ec ue rd o d e u na fo to gr af ía s ob re

e l u mb ral d e la p ue rta d e la sala d e m i a bue la . L ue go e lla

m urió y v end ie ro n la c asa . Y m ie ntra s sie nto la m ue rte ,

p or te rc er a ve z e n m i v id a, p ie ns o e n e l b ig ote m a l r ec or ta -

d o d e m i a bu elo . L a c oc aín a e s m i kr ip to nita , p er o s e d eb e

ser un hom bre de acero p ara no tener m iedo a una bala

qu e te p artirá e n d os la c abe za . L o h ab ía v isto ya ta ntas

v ec es e n e st os ú ltimo s d ía s.

E n u na d e m is p rim era s e ntrev istas c uan do c om en cé

a tr ab aja r e n El Diario, le p re gu nté a   : f . J : : E i de ve in t i

cinco años por qué había asesinado a sus padres y a su

hermana pequeña. M e dijo que ya no lo tom aban en

cuenta y que ahora por las noches veía a la niña m uerta

en la esquina del ca tre. D espués m iró al suelo y m e pre

guntó si yo veía a los m uertos. Le dije que no. Él se enco

gió de hom bros y m e pidió un cigarro que de inm ediato

le negué. Tenía la nariz ro ta y un bigote de sangre seca

p or qu e l os c us to dio s lo g olp ea ro n d ur an te la n oc he , c omo

u na fo rm a d e b ie nv en id a.

. • . .

13

A hora estoy aquí y un tipo m e dice que m e creo m ejor

de lo que soy y vuelvo a sentir el cañón una, dos veces y

la ge nte pa sa y lo s au to s rug en.

M e llam o L uis, y un tipo presiona su pisto la contra

_ . . , - - - -

· · ----· --------· -------------~-------· ....• _

• . • • . . .

m i nu ca.

-

1

lvr-s 1

A1f

 i>pe~ r c.~

c . . . 1 o

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/

14

LuisKuriaki es periodista. Tiene veinticuatro años y

---~

trabaja en

El Diar io d~_l ' A f ? .. z.

El día de su cumplea-

ños número di~~i~;ho,su_~g~Je regalóuna cárn.:ª_

ra Nikon de obturador automático. La primera vez

que consumió cocaína fue en 2004, a los diecinueve.

A los veinte se dio cuenta de que vivía para ella, y

despuésde cada pase se juraba que ese vacío que le

provocaba sería el último. A losveintiuno, en medio

de una fiesta y al lado de su mejor amigo, el Topo,

sufrió una sobredosis. ElTopolo llevó al hospital. El

TopotenÍa-~iectode que sefuera a morir en el cami

no hacia el hospital. Pero no fue así. Luis entró en

una clínica de rehabilitación, en la cual duró poco

másdeun mes.Lasegunda sobredosissucedióalcabo

de tres meses, frente al océano Pacífico,en Mazatlán.

Eraverano. El Topo le pidió que tomaran coca jun

tos. Elestiray3floja sedio de inmediato. Razonesen

contray ra~-onesa favor.

y

elmar tan basto no dejaba

decidir. ElTopoganó. Esavezno pudo llevara Luisa

urgencias: el Topomurió ahí mismo, echando espu

ma por laboca. Sacudiéndose como un pez fuera del

L \

agua. ALuislo llevaron al hospital más cercano y el

dinero de lospadres fue suficientepara que aquel de-

·· ~ ·

•· - - - - · · · , . ~ ~ - - - - - - · - - · ·.

· · · ·

sastresearreglara sin intervención policiacani de los

medios de comunicación. Luishizo a un lado la co

caína. Soñaba con ella. Se hacía en un desierto de

cocaína. En una tierra cubierta de nieve. Luego los

sueños comenzaron a disminuir, así como el ansia.

Pero ~- an~~Y~.2 .~-~-1:1~ía,sólo tenía que rascar

un poco la superficie de los recuerdos y ahí estaba, rs

palpitante y oscura.

En Ciudad Juárez comenzaron los asesinatos de

gente que vendía coca,mota ypastillas, conocidos co- -:

mo

puchadores.

Uno de los primeros en morir fue el

h~~-;;-I; Pa11cl:lg_A_z11eta,migo de infancia de

Luis.Lequemaron lospies,lecortaron una mano y lo -,

dejaron desangrándose. Luissupo del casopor la tele-

visión, luego lahistoria secomplementó por sus ami-

gos. Luisterminó la carrera de comunicaciones a los

veintitrés y comenzó a trabajar en

El

D ia rio d e fuárez

como~J>_?rt~r~c:l~-~°-t~,:?ja.síconoció al Chaneque.

Elverdadero nombre del Chaneque -~~J~lioJ'~s

trana. Le dicen el Chaneque porque viene de Vera- ,..,;

cru~~~to transfirieron a principios de 2003. Mejor ..

dicho, solicitósu cambio porque su prima Margarita,

que vivía acá, un dí~ ~ejó de

íla li~i~-~~¡¡:~~.

~-tía

de inmediato le suplicó que investigara lo que suce-

día, porque había tenido un sueño donde suquerida

Margarita nadaba incansablemente en una alberca

sin fondo ni orillas. Él, de inmediato, se comunicó

  ¡

V? >

J < p

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16

a Ciudad [uárez. Le pidió a un conocido, el agente

de tránsito Edgar Luna, que le ayudara a encontrarla.

Pero no f~a casa que supuestamente habi

taba la muchacha había quedado vacía tiempo atrás

sin haber dejado rastro. Para el agente Pastrana fue

frustrante. Entonces tuvo la posibilidad de pedir su

 rang~ ~nci~~Ja frontera. Yla búsqueda siguió, pero

sin más frutos que chascos. Parecía que se la había

comido la tierra. Había veces en que era preferible

pensar esto a llegar a la conclusión (la más obvia)

de que Margarita había terminado asesinada como

tantas más mujeres en Ciudad Juárez. Ante este pen

samiento, prefería suspirar profundo y luego masa

jearse los ojos.

(Un día1.a principios de diciembre, cerca de la me

dia noche, el agente Pastrana llegó a la esquina de

Alí ChU[ll(lC~~o

y

_r>.ej_ <?_g_arfias.os vecinos llama

ron a la estación porque justo cuando oscurecía, una

c~11_et(l

~()E2~~.9::

olor negro y vidrios

tintea

dos,

había dejado en la calle _l: l ~~plástico. El

agente acudió de inmediato. En la escena del crimen

se encontraba Luis Kuriaki.

Ytú quién

chingaos

eres, le preguntó el agente.

X _~1 _5_2

1

ijo el muchacho y, sin dejar de mirar la

bolsa, alzó al nivel de los ojos su credencial de E l D ia

r io d e fuá re z.

Pinches soplones, murmuró el agente Pastrana.

Cuando llegaron los refuerzos, a mano limpia, un

policía gordito y muy moreno abrió la bolsa. Se hizo

·>'

L < ~

\fo1 ~ ra

f

-, \..u .

  > C f t

a un lado y vomitó. Seacercó el agente Pastrana y con

el pie movió la boca de la bolsa para ver el interior.

Era la cabeza de un joven. Con los ojos hinchados.

·-· ··-~--·----·~-·--.~- ·--·• ~·-·.¡.

Luis tomó la foto y se acercó un poco más para darle

ur~-

~ ~e_ :_  : _ ~~:_11a1ge11tePastrana, luego algo hizo

clic en su cabeza. Sequedó boquiabierto. Aquella ca

beza la conocía.

Chingao,dijo Luis para luego vomitar.

No chingues, reparó el agente Pastrana, de este lo

17

entienciE dijo señalando al policía gordito, pero de ti.

l . . ¡

(Es que lo conocía,'> v o . . . L

·- ···- ...............•....   · ~ - - - - - ~ · - - · · · ·

~ \

Elagente escupió al suelo, cerró la bolsa y la puso

en la cajuela de lapatrulla. Elsonido que hizo lacabe

za adentro fue apagado. Pinche mundo, le dijo a Luis

antes de subirse al auto y alejarse de ahí.

Así se conocieron, por la cabeza de un yonqui

  - - - -~- · - - · · · · · · · · · ·

  ·

. . . . . - · · · · - - ·

_,. ...

· - - ~ - - - - - ,_ .. _ .. _

amigo de Luis que siempre le conectaba lo que fuera

cuando ya eran pasadas las tres de la mañana.

De regreso en casa se preparó un cereal Froot

Loops con leche deslactosada y sefumó tres Marlboro

antes de dormir. Pero lo despertó la voz de su ªIl1J.go

muerto.

--Quién está ahí, preguntó Luis,y miró en derredor.

Samuel.

Cuál Samuel, preguntó Luis tratando de ahogar

un grito, te refieres al muerto.

Soy yo, contestó su amigo.

Me estoy volviendo loco, dijo Luis, tocándose el

pecho, el corazón estaba por estallarle.

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No te estásvolviendo loco, toma aire, respira pro

fundo; más, así,dejadetemblar. Luistomó lacajetilla

de cigarroscon mano temblorosa, extrajo el último y

lo encendió. Elsusto sediluyó en la nicotina.

Por qué te mataron, preguntó.

Sepa, dijo la voz y agregó,

_T_e~~~L~~s

~ _él:~

p~r

(lC UÍ.

Yeso, preguntó Luis,pero suamigo yanqui ya no

contestó.

Antes de volver a dormir tomó la cajetilla de ci

garros y secercioró con desgano de que ya no había

más. Es un mal sueño, se dijo, y recordó al agente

Pastrana escupiendo al suelo para luego tomar la ca

bezay depositarla en lacajuelade lapatrulla, un pin

che sueño, dijo en voz alta y cerró los ojos.

Lu~~~-d l. c:ar~_c: erern.J'....uerte q~L_agente

~(l_S _ra_na.n la oficina, ~ljefede información lemos

tró una fotografía donde seveía en primer plano al

agente jalando de los cabellos a un raterillo de un

barrio de la zona centro, cerca de la Parroquia del

SagradoCorazón. Si te lo topas, es porque hay algo

gg11c:Ie.últimament-¡t~¿;; es grande, dijo Lilis,

a

lo

que su jefesóloasintió con lacabeza, o tal vezno ha

ya asentido sino negado, pero qué más daba. Luegoel

jefede información searremangó la camisablanca, y

de un cajón del escritorio sacóun burrito de chicha

rrón junto con un refrescode manzana. Elhistorial

del agente está cabrón, le dijo a Luis, y comenzó a

hablarle sobre la desaparición de la prima.

~e_k

\

\ vr·

· ·v-10. , . . lw<-

\?

Luegollegó_}(lpeorhe_lªc_ ~d~~_i} gQii(l.n Ciu

dad Juárez. Latemperatura bajó más allá de los me

nos treinta grados centígrados. Un récord. No hubo

tubería de agua que se salvara. Era como si a la ciu

dad la hubieran acuchillado justo en las entrañas.

A las doce de la noche del nueve de diciembre, al

abrir la puerta de su casa, Pastrana escuchó agua

correr en la cocina. Hacía un frío increíble, así que

mientras pensaba en cómo era posibleque alguien se

hubiera atrevido a entrar en la casa de un policía y

que seríamejor llamar a sus compañeros, por inercia

fue avanzando hasta localizar la fuente del sonido.

A esa misma hora, Luis recibió una llamada de

suvecina Rebeca,contándole que en su casael agua

bajaba del segundo piso en cascada por las escaleras.

19

Dosdías después, Luisy el agente Pastrana sevolvie

ron a ver sobre la calle Plan de Gu l:~ ~upe,usto a la

altura de un parque raquítico con árboles que pare

cían secos.Antes de bajar del auto, Luisse llevó un

chicle de menta a laboca.

Una llamada informó sobre la presencia de un

hombre ira9:o,bocabajo en el parque.

--c~ando llegó-~¡·~ge~t~-Pas-trana,Luis ya estaba

ahí.

Tardes,ledijoelagente, a loque eljovenacertó en

contestar levantando la mano. Seaproximaron con

lentitud al cuerpo.

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\

 , ''\

..

 

Q..~ c . . _ . ;Q

l

, :)

 

Eljoven sacóun billete de cien pesos y selo pasó

al agente.Murió congelado, dijo.

No, contestó el agente Pastrana, y con una rama

que en algún momento había tomado del suelo le

picó el cuello.

Yla sangre, preguntó Luis.

Elagentele dio lavuelta al cuerpo. Laropapor en

frente estabahecha jironesy a primera vista el hom

bre estaba vaciado. Nada de intestinos, corazón ni

hígado;corño-sifuera sólouna cáscara.

Pobre,dijo Luis,trata;;_do-·aecóñténeruna arcada,

pero sin dejar de mirar la escena. Sobrepasaba todo

lovisto por él hasta esemomento, a excepción de la

cabeza cercenada de su amigo yonqui.

Aeste pendejo lo venía siguiendo, la semana pa

sada no pude dar con él, pensé que sehabía largado

al Chuco, dijo el agente Pastrana, y se restregó lQS

. , . - · · · - - - - - -

~~S<2 1-~~l:>~~-~~nos.Miró a los alrededores, secru-

zódebrazos y sin despegarla vista del cuerpo lepre

guntó a Luiscómo le había ido con la helada.

Mal, contestó Luis, y tomó otras fotografías. El

clic de la cámara de alguna manera lo mantenía en

pie,y a su estómago en su lugar.

El agente Pastrana se retiró al auto para llamar a

Vizcarra, el forense. Voya acordonar el área, le dijo

ano~~:- · ---

El agente Pastrana era un caradura. Ha de ser un

buen jugador depóquer, pensó Luis,y escupió elchi

cleya sin sabor lomás lejos que pudo.

\v

.J

v f . : . >

\ J

  · .·

L~

Enla oficina de la redacción lemostró las fotografías

al jefe. Estelas tomó una por una. Deberíamosdecir

que en la ciudad anda un tigre suelto, dijo.

Cómo. · -

Un tigre hambriento.

Luisse lo pensó un segundo. Estaríamosp~a~~an

do por lo menos dosnovelas, dijo.

.. .  .~ · ..  

~~-~~---------.~

Imagínate, un tigre comiéndose a estoscabrones.

Una novela es de una mexicana y la otra de un

gringo.

Le diré a Rossana que te ayude con la nota, dijo

el jefe sinseparar-IoSé}¡OSd~'7.i~ae las fotografías.

Lasdosnovelas están buenas, en la del gringo to

dos fuman mota, agregóLuis.

El jefe apartó por fin la foto.

  1.

.-911.' ª~dJuárez

nadie lee, dijo, entonces se arremangó la camisa y

---------~

de un cajón sacó un par de burritos. Quieres uno, le

ofreció al muchacho.

Esen serio lodel tigre, preguntó Luis,pero el jefe

sólosonrió y procedió a comerseun burrito de carne

deshebrada a la mexicana.

Luis se despidió temblando y se marchó a casa.

Pensó en el tigre y se imaginó escribiendo la nota,

algo que ver con un circo y un veladorborracho. Tal

vez alguna pandilla de jóvenes estúpidos haciendo

enojar al enorme gato hasta que el candado, enclen

que y herrumbroso, cedió.Perotan sóloeraun perio

dista. Uno bueno, que ya era suficiente. Desde siem

pre se esforzaba por escribir alguna historia y, en

l

h :--e

•••v-

  ]

¿

21

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J , · \ - ,

k

< ,,  ¡

cuanto se sentaba frente a la computadora, las pala

bras en su cabeza dejaban de oírse. Entonces se que

daba en blanco, o en negro, como siestuvieraviendo

el interior de un cuarto a oscuras.

Esanoche de nuevo conversó con su amigo yan

qui muerto.

-~~-al, dijo la voz.

Ati no te fue tan mal como al que hallaron hoy,

22

dijo Luis.

Suamigo guardó silencioun segundo. Alfinal el

resultado eselmismo, atinó a decir.

Talvez, contestó Luis,y después de una pequeña

pausa le preguntó ~e sentía estar muerto.

Sientes sueño hambre al mismo tiempo, pero

no frío, dijo el amigo yanqui, luego le dijo que le

agradaba estar ahí, pasar el tiempo frente al televisor

o la ventana, si pudiera me iría a casa, pero me hip

notiza este lugar, la esquina con los libros y las pe

lículas porno detrás del peinador, agregó, pero esto

último Luisno lo escuchó porque ya sehabía vuelto

a dormir.

Al día siguiente, la nota sobre la muerte del mu

chacho decapitado, de nombre SamuelBenítez, abar

có unas cuantas líneas perdidas entre otras notas

rojas igual de descabelladas. Notas pequeñas como

salpicadurasde sangre.

rvlw

rv \N

( {l

~j ',,.,,.p

Elamigo yanqui de Luisse llamaba SamuelBenítezy 23

vivía en la colonia Altavista, en el número treinta

y siete de la calle Oro. Bien pudo haber vivido en el

Campestre. TeníaelQ~~e-~oara hacerlo, pero mante-

ner un perfil bajo era importante. No todos lo creían

, así. Susamigos, por ejemplo Rodolfo,

e l C h em y ,

cuan-

,..j _-------..__...__________.

' do comenzó a trabajar de puchador, de inmediato se

compró dos grandes esclavas y una cadena de die

ciocho quilates de oro blanco cada una. Al Chemy

no le gustaban las botas, pero se procuró un par de

todos modos. Luegolo levantaron, y a las dos sema

nas lo descubrieron en un lote baldío en las afueras

de la ciudad, con las manos atadas por detrás y sin

zapatos. ElChemy sehabía vuelto una cosa, comoun

mueble inservible con las patas rotas. Samueldejó es

capar una risitamientras veía la foto de suamigo en

el diario vespertino

E l P A :f .

Podríahaber traído un me

jor a u t o p e r o , -~om~siempre le decía_~_A.:leja11dra,u_

novia, para qué hacer ruido, mejor vivo que Lobo.

'LO;buenos tiempos habían pasado, pero regresarían, '-.:

y Samuelestaría ahí para vivirlos de nuevo.

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. ~ , . , . , . . , p ,

•1 L .>K

 

En un momento que le pareció extraño, cuando

Samuel casi daba por terminada la plática, Núñez

t J J : : : ;

dijo: Está cabrón.

Eso fue todo. Samuel se inclinó un poco sobre la

mesa para ver si decía algo más, pero no, este volvió

a ser el hombre de siempre, una pared, un bloque de

hielo. Selevantó y salió del bar. No sevolverían a ver.

, ~ _~, por primera vez en seis meses, pensó en

26 ~Luis Kuri2_ki.Qué habría pasado con él. A Samuel le

g11~1?._a_~~()&~r~eQ l~~l.P_<: ()~~~ ª·o se veían con

frecuencia, pero las tres o cuatro veces que coincidie

ron la fiesta fue soberbia. Luego dejó de llamarlo, y

por amigos seenteró de la sobredosis. Supinche rollo,

pensó. Pero unos meses después sintió el peso de la

ausencia de su amigo. ui:_clí~_s~-~~ercósu casa y vio

. « luz en la planta baja. ~11~.E:~er_~~~~no lacio cru-

'· -0 •

zó de lado a lado la ventana. Qué bien, se dijo, y pen

sando en regresar otro día subió al auto y fue a casa

de Alejandra por unos pases. Pero el tiempo siem

pre es poco para lo que uno quiere. Ese o tr o d ía r eg re -

so nunca sucedió, y ahora pensaba en Luis Kuriaki.

Marcó su número celular y la llamada no pasó.

En casa, antes de meterse un par de rayas, pensó

en su BigMac y se recostó en el sillón de la sala. A

los diez minutos se reincorporó, algo no estaba bien.

<·>·~-----.--~

Con la luz apagada miró la calle vacía. La oscuridad

parecía decirle en otro lenguaje algo que él no podía

captar. Un auto pasó con la radio a todo volumen. Se

cercioró de que ambas puertas, la del patio y la fron-

tal, estuvieran cerradas y se dio un baño con agua

muy caliente. Eran las once de la noche y chascó los

dientes, la Big Mac tendría que esperar un día más.

Por qué Núñez habría tenido que decir eso de está

cabrón. Yarevisaría el periódico a primera hora, ma

ñana por la mañana, tal vez ahí estuviera la respues

ta. Del clóset de su recámara, más por instinto que

otra cosa, sacó un bate de aluminio que compró en

.----------~-··---~---.--~----.-. • . . . . . •

El Paso y lo puso al pie de la cama.

A las tres de la madrugada escuchó 2: IU: l <i .9 · Al

abrir los ojos, decidido a levantarse, lo primero que

vio fue a un.e.o,sªPlJ.l;.l ~.9..oosteniendo una estopa.

Entonces fueron las sombras y los dolores agudos en

el estómago, una punzada en el oído, más sombras,

y mucho cansancio y sed, alguien encendió el radio,

sonaba una canción de Javier Solís, luego llegó una

humedad tibia y preguntas y risas y Javier Solís can

taba Sombras nada más , y él gritaba o creía gritar.

Entonces, cuando el dolor y la música y las punzadas

pasaron, decidió visitar a Luis Kuriaki.

27

- ·

- ·~~

1

, ., ..,ve.., ..·~.

J~ .

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\ - :}.

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V < M ~

.

 8

En

1937,

los hermanos McDonald, Maurice y Rick, en

  . . . . . . . _ . .. ,

. . • . .

~~··· ' ' ·· -·--~---·-. . . . . . . ~

Pasadena, Californi~_.ª1;;>renu primer restaurante de

hamburguesas. Enc 2.z;.?lovenden a RayKroc, su so

cio. Aparte de no coincidir del todo con las ideas de

Kroc, decidieron disfrutar tranquilamente de su vida.

Esemismo año nace Ofelia Pastrana, la futura madre

deMargarita Ortiz Pa~~;-éí'.i elPuerto d~;.~z.

El 14de mayo, en Alabama, e_ _~l _Kluxlan incendia

un autobús de los llamados Freedom Riders, y los acti

vistas que luchaban contra la segregación de los au

tobuses públicos son secuestrados y apaleados. En el

lugar del rescate se encontraron varias bolsas de pa

pel estraza con el distintivo de las hamburguesas de

los arcos dorados. La fotografía de Rita Wolf, una

· · - . -- . . .. . . - - - · - - - - ~ _ _ , - . . . . . _ _ _ _ _ . . . .

  _

de las víctimas, apareció en un diario de Mississippi

que le dio la vuelta a Estados Unidos. En primer pla

no seencuentra ella de espaldas y en segundo plano

aparecen las bolsas de papel con los arcos impresos.

Poco después comenzaría una de las más inusua

les historias de homicidios en el norte de Estados Uni

dos. El asesino, después de alimentar a sus víctimas

(\<:.r: > ,,

.~c.r:•..J~

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con hamburguesas, las golpeaba hasta la muerte con

un bate color amarillo que él mismo pintó. Cometió

seis asesinatos antes de que dieran con él.

Maurice McDonald, el hermano menor, siempre

estuvo al tanto de tal atrocidad. Lapolicía no comen

tó el hallazgo de las hamburguesas. Sin embargo, un

- 7 joven reportero del

Chicago Tribune,

Louis Connor,

secomunicó con McDonald para pedir su opinión al

respecto. No lo puedo creer, fueron las primeras pa

labras de Maurice. Y a sus casi sesenta años de edad,

decide viajar a Cl Si 82para entender lo que está su

cediendo. Su hermano le pide que no lo haga, pero

él niega con la cabeza y se marcha. Insta al joven

reportero a no publicar nada sobre las bolsas de ham

burguesas y los cadáveres, que espere un poco más.

Lo cual, simpatizando con el viejo, hace.

Maurice McDonald obtiene acceso a los archivos

de la policía, los mira, los estudia, y una noche llama

a su hermano mayor y le dice que está destrozado por

los acontecimientos, que no puede más y que al final

no sabe lo que está haciendo en aquella ciudad tan

hostil y diferente a Pasadena. Christ , dice su herma

no en algún momento y le pide que regrese, que si

siente ese dolor tan profundo como lo está sintiendo,

es hora de empacar y volver. Al final, no eres más

que un simple empresario en este mundo, deja a los

expertos hacer su trabajo. Está bien, está bien, con

testa Maurice, y cuelga y se queda mirando desde la

ventana de su cuarto de hotel el lago inmenso, los

L Q _ , C .

h .

;- -

29 ~---

~,

,_ -

 \

  ~

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30

veleros adormilados en el muelle, el oleaje casi im

perceptible. Tiene pesadillas, sueña que él mismo es

una hamburguesa enorme siendo devorada por el

tiempo, el asesino serial por excelencia. Y también

piensa que la ira está entre esosdos panes y sabe que

  ~

es ridículo, pero nada lo puede hacer sentir peor.

Al día siguiente, sale a caminar por las calles de

Chicago.En un parque sesienta a contemplar losvie

jos edificios con fachada en ladrillo rojo y los cami

nos empedrados que llevan al mercado._yna joven se

acercay lepregunta lahora. Tomaasiento a su lado, y

sin más le platica sobre sus tíos y sobrinos que están

por llegar. Irán a comer hamburguesas a un restau

rante viejo cerca de ahí. En el muelle, dice y apunta

con una de sus manos hacia la derecha, como si eso

fuera suficiente para dar a conocer la ubicación del

lugar.Maurice sonríe. Lamujer esdemasiado joven y

cualquier comentario elocuente sobre sus bellos ojos

podría ser interpretado como una torpeza de viejo

rabo verde. Quiere pedirle que lo invite, abre la bo

ca y de inmediato la cierra. No es necesario nada de

eso. Cinco minutos después la ve marcharse y sabe

que nunca conocerá ese lugar de hamburguesas.

  . _ _

levendió el alma al diablo, de eso no hay duda, y pa-

~~..-~-,------.---·

ra poder vivir consigo mismo, y de alguna manera

perdonarse y ser perdonado por lo que ha hecho con

su consorcio de restaurantes, decide continuar ayu

dando al joven Louisen lo que pueda. Lo acompaña

a todos lados como un

sid ekick,

va a las juntas del

n

,J \

l , , , ~ c , \ r l _ \

diario, revisa los archivos, paga los honorarios a in

vestigadores independientes sin escatimar en costos,

se desvela y bebe café y come donas baratas de un

SevenElevencerca del hotel donde sehospeda.

Entonces, a principios del 72, el Asesino de los v .

, .-. . . . . . .,.,,_=··--- · -···- -~·· - -;·--

Arcos,como se le ha llamado secretamente, comete

· un error y Louis y Maurice llevan la información a

la policía. Cae por las_~~cii~itales que dejó en el

envoltorio deuna hamburguesa y que coinciden con 31

las huellas marcadas con cátsup en el marco de la

puerta donde terminó con la vida de la que sería su

última víctima, ClaireJohnson, estudiante de dere-

cho. Lashuellas pertenecen a Scott Campbell. Hom-

~ -'...---\

 

- - - . . _ , .

- - - - - - -

bre blanco de treinta y cinco años que se inspiró en

la paliza propinada a los

F r ee d om R i de rs

para cometer

sus crímenes.

Maurice se despide de Louis sintiéndose un poco

derrotado, pero de alguna manera sabeque esun hé-

roe. Losiente en los huesos. Subeal avión en el aero

puerto O'Hare y, desde el aire, al sobrevolar el lago,

reconoce el hotel donde se hospedó por más de tres

meses.RegresaaPasadenacon suhermano, quien no

se cansa de oír una y otra vez cómo fue capturado el

asesino. Campbell es condenado a la pena de muer

te. Suúltima cena consiste en una hamburguesa con

queso. Muere el 11 de diciembre de 1973.En esa fe

cha también agoniza Maurice McDonald de causas

naturales en su mansión. En Xalapa, esa noche, du

rante la primera posada que ofrece la Parroquia San

( \¡,

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José, Ofelia Pastrana, con diez años de edad, conoce

a Osear Ortiz, su futuro esposo.

~.-»·<>.-~

p¿,L,,   M¡,-jit-,~

1

32

 ·

  .

\

['~~c..c-~

Luis tocó el timbre de la casa y, mientras esperaba

que abrieran, miró elmoro sin hojas de laacera. Sem

brado en 1986,en marzo, las ramas sobrepasaban los

cableseléctricos. Su

~.I~

usualmente lomantenía a

buena altura, peÍ~ é _I.él~~-~~ ~~ t:

Su madre, mujer trigueña y de cabello castaño,

abrió la puerta y le pidió que entrara.

Cómo estás.

Bien.

Pasaron a lacocina y sesentaron a lamesa del pe

queño comedor, uno frente al otro. Lacocina estaba

limpia, un aroma a lavanda prevalecía en el ambien

te. En la mesa yacía un vaso con un poco de whisky.

~~1.' 2-~ __~ ~e, preguntó Luis, miró el

vaso y luego hacia la ventana.

Un año, dijo ella, y guardaron silencio.

Escierto lo~~ltigre, preguntó depronto lamujer.

Anoche soñéque rondaba por aquí. Eraun tigre muy

grande. No como el del circo aquel, recuerdas.

Se refería a un tigre de bengala visto cuando te

nía once años. Siempre lo recordaban porque había

33

~·.

- ~·-

~

4

S : .

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 6

Luisvolvió a tomar asiento. No creo, dijo.

En los años que vivieron juntos nunca vio discutir

a sus padres, y aunque sabía que no podía tomárselo

de esa manera, cada vez que entraba en la casa respi

raba un aire de culpabilidad; pronto el sentimiento

se alejaba durante días o semanas para después regre

sar, un sentimiento incómodo, como si algo hubiera

muerto en aquel sitio y se estuviera pudriendo bajo

el aroma de lavanda.

Ella pasó la mano sobre la mesa varias veces, aca

riciando la superficie.

Una mano delgada, como la de Rebeca, pensó

Luis.

([' Ahora estoy en un club de lectura, dijo ella, des-

pués del gimnasio, me voy a casa de una amiga y pla

ticamos sobre novelas de detectives.

Eso es bueno, dijo Luis, y pensó en todas las mu

jeres divorciadas en gimnasios y clubes de lectura

en Ciudad

Iuárez ,

en Chihuahua, en México, en el

mundo.

  )

~-)

f'ÍJ ~•-

La última que leímos es de Cormac McCarthy.

_._.,_,-~

Pero no hay detectives, trata de un asesino que mata

a todo mundo y un policía que trata de localizarlo,

?

aunque nunca da con él. Lo nombra fantasma. Eso

dice la novela.

Cómo se llama.

Por ahí está el libro, dijo ella.

Asípasa en lavida real, dijo Luispara de inmedia

to agregar, sabes a cuántos ha matado el tigre.

No quiero saberlo, contestó ella, y dio un sorbo a

su whisky. Teves más delgado.

Estoy igual.

Quieres que mande traer comida china, preguntó

ella, y selevantó para tomar el teléfono. Luegolo miró.

Habla con él.

No tengo nada que decirle.

Me preguntó por ti y le dije que estabas bien.

Pudo haberme llamado él mismo.

Se levantó y abrió el refrigerador, sacó una jarra

de agua de limón y se sirvió un vaso. Quería whisky

pero no iba a pedirle un trago a su mamá. Hablaré

con él, dijo por decir algo, pero entonces sintió que

pronto, en verdad, lo haría.

Estees el primer trago del día, pero será el último.

Ya no es como antes, dijo ella, y miró el vaso con

nostalgia.

Luis pensó ahora en todas las mujeres divorcia

das en clubes de lectura y al~ohólicasqiie-~i~;;;:·~~

'Juárez, ~~-Chfu~ahua; en.Méxi~~:·;~ el mundo.

Los primeros meses de la separación fueron los

peores. Cuando Luis regresaba de la oficina, fuera la

hora que fuera, a su madre la veía en el sillón indivi

dual de la sala con un vaso entre sus manos, recién

servido. Esa sí que era una bonita familia. Al cuarto

mes rentó un apartamento.

Lo entiendo, dijo, y le dio un traguito a la limo

nada. Yavendré a podar los árboles, agregó y la miró

a los ojos.

 7

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38

Nolegustaba verla así. Sola,en medio de la coci

na ordenada, sin ningún vasoni plato fuera de lugar,

donde un piso tan limpio daba desconfianza. Como

sinadievivieraen aquel sitio.Suspadreslograron una

p~g~ lª-.fu.tl.lJD. i..< ~iliaqp~ ~a y ahora,

después de largas jornadas de desvelos y pequeñas

frustraciones, cuando ya el dinero estaba asegurado,

las frustraciones y losdesvelosseguían. Vayaasunto.

/:'§t f Ef -l _ ight

comenzó a sonar, la can

ción que más le gustaba del disco.

Vendré pronto, repitió, y se tomó el resto de la

limonada.

Loprimero que hizo el agente Pastrana, después de

39

recolectar y entregar la cabeza del

yonquí,

fue infor-

marse sobre.guién era es~-~alLuis_~,l; i~ki.No fÜ(t

Jüf

difícil. En el departamento de ~lii_~()Sle pidió a

FabiolaSandoval que le pasara lo existente sobre el

-~ódista.u~ archivo con alrededor de trescientas

páginas.Alasdos dela mañana regresóa casa.Envez

de dormir, preparó café y se quedó mirando las lu-

cesde la ciudad desde el segundo piso. Noquería ce-

rrar los ojos y soñar con su prima desaparecida.

Cuántos años llevababuscándola. Sacudióla cabeza.

Hacía seisaños que había llegado a [uárez y lo re

• ' ferente a su prima Margarita no avanzaba. Hizo lo

(.... que sabíahacer mejor.Interrogó a ConsueloSánchez

y a los compañeros de trabajo. visttó~l;:~-;;~;;;ñte

de comida china del ticket de compra quesuaiiiígo

EdgarLu~ descubrió en el cubo de labasura. Habló

con el dueño~ong. Hizomásquehablar con

el chino, laverdad, un inmigrante que apenasbalbu

ceaba español y cocinaba muy bien, pero después de

la ligera... cómo sepodría adjetivar aquella entrevis-

01

  1 0 r

J

y

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\ ri'J-1..~

ta que tuvo con él, supo que las cosas seiban a poner

complicadas.

BenitoWong sabíaquién eraMargarita, recordaba

la última vez que vio a lamuchacha, los platillos que

había comprado, pero nada más. El agente Pastrana

secolocóloslentes negros, giró la cabezay con expre

sión de hielo le dijo que regresaría.Luego,con ayuda

del agenteÁlvaroLuna Cian, uno de sus compañeros

~

en la estación cuarenta y ocho donde trabajaba, puso

vigilancia en el restaurante chino un total de dos se

manas. De los más de cien comensales distintos que

entraron y salieron en aquel periodo hizo una lista

y fue investigando a cada uno de ellos, sin ninguna

suerte.

Chingao, dijo el agente Pastrana, y a lo lejos escu

chó el sonido de ~de ~etralleta atravesan

do el aire oscuro. No se inmutó. Hizo a un lado la

taza de café. Sacóel celular y marcó un número.

, Yavienes, preguntó ~Er del otro lado del

teléfono.

;\ ¡ -

*

40

Estanoche no puedo.

Nopuedes, dijo ella, y esperó a que el agente con

testara. Estábien, agregó finalmente, y la comunica

ción secortó.

El agente se quedó con el teléfono en la mano.

Una nueva ráfaga de balazos en la distancia dio la

pauta para que bebiera de su cafénegro y cargado.

Durante los seisaños había visto cosasmuy raras

en esta ciudad. Sien el Sotavento estaban los brujos,

IJ....1-tL

por estas tierras lo que menos necesitaba la gente era

magia. f\.g~f_~()-h~B-~C:<;>_~~~-~~i~-~~Hl eataban.

Los duendes y todas esasmamadas que su abuela al

guna vez pudo ver eran cosas de niños, comparadas

con las cabezasde cochino sobre los cuerpos y las ni

ñas enterradas en tambos de cemento y los cuerpos

destrozados en los lotes baldíos. Pensó en Margarita

y se quedó inmóvil, como un robot sosteniendo su

café.

¡

41

\ 1 í l

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.;.•r¡t?

A~, ,~~~; ;_

~

 

El jefe de información miró una de las fotografías

que tenía sobre el escritorio y ladeó la cabeza, el

cuerpo en ella mostraba sangre reseca alrededor de

la boca. Al lado de Luis se hallaba Adrián Morena,

~

uno de los fotógrafos. Desde el asesinato de Mike, un

. r viejo compañero, Morena se había vuelt;;~raí

do que antes. Luis lo había sorprendido un par de

veces mirando la pared del estacionamiento tras el

volante de su viejo Chevy, perdido en quién sabe qué

ideas.

Tal vez sean zombís, dijo de pronto el jefe de in

formación.

Cómo, preguntó Luis.

Le diré a Rossana que te ayude con la nota .. : c E _

 e

~'l2.~-~ ;~ta la ira en la_gente, dijo el jefe.

Eso es una película, dijo Luis.

42

Digamos que comenzó en Corea.

Entonces es un libro, estaremos plagiando otro

libro.

Es como una influenza. Después de la mordida,

el corazón de la víctima deja de latir y surge una ur-

é,c,\

) \ . . . a .. . ~ z - > i J

gencia terrible de comer. A fin de cuentas, todos losl

zombis son iguales. Libro o película, terminan ha-

ciendo lo mismo.

, . . J

Hay unos más pinche veloces que otros, intervino

Morena.

Quién más podría hacer esto, dijo el jefe de infor

mación, y sacó una bolsa de plástico transparente de

uno de los cajones del escritorio.

Entiendo, dijo Luis, y sintió la necesidad de salir

con urgencia de ahí.

Elaroma del guiso de los burritos llenó la oficina.

Luis Kuriaki miró a Morena que se rascaba la cabe

za mientras buscaba algo al parecer diminuto en su

pantalón. Era un hombre alto y llevaba muy corto el

cabello. Las dos palabri.l~.J:> ~~J .~1- i.5-.de.M.9 .~n~ ªn

pinche y

m a m a r : ·

 A . -Lüis le gustaba trabajar ~on ét.

Después-cteCttuno, si había tiempo antes de volver a

casa, se iban a tomar unas ~r:y~~(lSal_J5~12tl cl<y_Q_.al

Yankees, en el Centro.

De pronto se imaginó a una horda de zombis ve

loces tras ellos y a Morena gritando algo como pin

che Luis, no mames, pinche Luis, y ante tal imagen

ahogó una risilla.

Le diré a Rossana que te ayude, repitió el jefe de

------,·--,-~---

•.

. . . . . - . . . . • . •  _ . • - - - - - - · - . _ . _ .

información mirando las fotos del cuerpo mutilado,

luego preguntó qué sabía la policía de esto.

Pinche nada, se apresuró a contestar Morena.

Es lo de siempre, completó Luis, y se levantó de

la silla.

J C

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 ,,

Y si el virus viniera de alguna base militar, pre

guntó el jefe de información, y le pasó dos fotos que

Luis no reconoció como suyas.

Yéstas, preguntó Luis.

Un solo balazo limpio en la celJeza, dijo el jefe, y

..

~~·.,--------

- · - - - - - - -

.•. . . - - - - - - , ..

 _

..

, - - ~ - - - · ·

. . . .

- .

·- ·

-· -

  . . . . . . , , , .

preguntó, un zombi puede hacer esto.

No mames, espetó Morena.

Luis adivinó el trayecto de la bala. Entró por la

mejilla izquierda para salir por la parte posterior del

cráneo.

Entonces tú tomaste las fotos, le preguntó a Mo

rena.

Pinche Luis, contestó este, afirmando con la ca

beza.

Teencargas, le pidió el jefe.

De regreso a casa, conduciendo por una calle con

gestionada, Luispensó que podría escribir la historia

de los zombis para su jefe sin ayuda de Rossana. Pe

ro algo no fluía. Se podía imaginar el encabezado,

pero cuando trataba de poner en orden sus ideas,

volvía a estar en ese cuarto a oscuras, donde las som

bras apenas daban forma a los objetos. Pensó en una

cerveza y su mente divagó hasta el seis de Tecate que

su padre dejó cuando abandonó á~~·hermana y a ~

madre. Siempre que trataba de escribir, su mente se

iba a ese rincón y la misma película se proyectaba. El

seis de Tecate duró quince días en la rejilla del fon

do del refrigerador. Por unos días lo ignoró, sóloverlo

le producía náuseas. Por qué no se las había llevado.

 

Con el tiempo, el rencor se transformó en indiferen

cia. Luego,una noche, después de volver de la oficina

mientras su madre escuchaba a Sinatra y bebía un

vasito de whisky, decidió beberse una. Abrió el refri

gerador, tomó la botella más cercana y lentamente la

ingirió, escuchando los grillos y oteando los pocos

autos que atravesaban la calle y la luz encendida del

zaguán de Doña Carmen.

Cuando el auto apenas avanzaba unos metros,

pensó en la terrible enfermedad de volverse un zom-

.bi. Sucorazón ya se había detenido en dos ocasiones

y tal vez eso lo convertía en uno. Tal vez su padre

era un zombi. Tal vez su madre lo era. Tal vez Doña

Carmen los había contagiado. ~~- .~.9.

  Üiil lQ.J2JJ2:

f~¡teiiQdJsm9. La claridad de . osJlesJ.1ossQ 2re

 Q . d o . Quizá no era que lo prefería, acaso era lo único

que podía escribir.

Todavía recordaba la nota en aquel viejo periódi

co que lo cambió para siempre:

 5

--·--·\

MATA A SUS HIJOS PARASALVARALMUNDO __}

0 0 . (

Según la nota, una mujer llamada Nancy White,

lo recordaba bien, había ahogado ª sus·ti-~ iiWüsen

la lavadora (una niña de siete años, un niño de tres y

un bebé de apenas once meses)QQi:..éJrdenese Dios,

~ - . - .. - -------~-~----

para salvar a la Tierra de terremotos descomunales

y lava cuantiosa. Luis había estudiado con deteni

miento la fotografía del periódico mientras el sol des-

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- -

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48

Yucatány, tal como lo predijo su bisabuela, una an

ciana deochenta y nueve años, todo a supaso quedó

destrozado. La tarde del seis, Julio Pastrana niño se

encontraba en el área de los astilleroscontemplando

los grandes barcos. Bajoun cielo negro, en la distan

cia, vio a su padre discutir con un hombre muy alto

y entre los empujones, uno tras otro, vio a aquél caer

en la acera.Julio Pastrana comenzó a caminar hacia

él, luegotrotó, al final corrió, sólosentía la lluvia con

tra su cara. Pero el recuerdo hasta ahí llegaba.

Al día siguiente amaneció en su cama con un

vendaje en la cabeza. O se había caído o lo habían

golpeado.Nunca lo supo.Con eltiempo hizo suspro

pias conjeturas que igual cambiaban drásticamente.

Elhuracán Beluah tocó tierra en Matamoros y aun

que apenas si había rozado el puerto de Veracruz, su

bisabuela no se equivocó sobre el poder devastador

de la naturaleza.

Julio Pastrana se fue a vivir~alapa con una tía a

finalesde septiembre. Lu¡go,aJs~veinte años, segra

~e Eºl s a. En sueños aparecía aquel enorme tipo

que learrebató a supadre con un cuchillo. Luegouna

tormenta se llevaba al hombre y, por un momento,

Julio Pastrana sesentía aliviado, hasta que el agua era

tanta que comenzaba a cubrirle los pies para llegara

las rodillas y cintura, y cuando el agua subía hasta el

cuellodespertaba. Loterrible era abrir losojos empa

padoen supropiaorina, lleno demiedo, pero eso casi

nunca le sucedió.

e\ \ e 1 /Y';,. .__~\vc.v

Como po_ cíaera un_ho ).bretemerario. Los la

dronzuelos por un tiempo lo Ilamarone]

T~ J.l~ : ?. :

Elmote se leocurrió a EstebanAzueta,un pobre dia- ••

blo que vivía en la cir~i'í~ci:i. de Xalapa, rumbo

a Banderilla, y que cometía pequeños robos en los

barrios vecinos. Cierto día, sin mucho que hacer,

mientras caía un aguacero tremendo, puso la pelí

cula del robot asesino en la videocasetera. Envez de

hacerle gracia el parecido entre el agente Pastrana y

el verdugo encarnado por Schwarzenegger,tragó sa

liva y muy serio se quedó en su lugar hasta que los

créditos rodaron en la pantalla. El parecido entre

Schwarzeneggery el agente Pastrana era poco, mien

tras el primero era muy alto, el segundo no pasaba

del metro setenta, sin contar el colorde la piel. Pero

el gesto, sin duda alguna, era el mismo. Ninguno de

los dos reía. Yninguno se tentaban el corazón para

nada. EstebanAzueta lo sabía en carne propia.

Unpar demesesatrás, a principios demayo, tuvo

lamala suertede toparse con el agente sobrela aveni

da Xalapa, elm~~~.?.E~.' .C.ª~S<e..~yn bplsom;gro

cuando una patrulla lo detuvo. Pastrana se apeó y

con la macana señaló la bolsa. EstebanAzueta son

rió y le dijo que no traía nada. El agente Pastrana

abrió la puerta del pasajero del auto e hizo subir al

joven. Acasose había merecido~~el él,.&Ql..IDza.

~P~:.

n~_sacar algo de_a ca~-ro~':.~ª· Despuésde

la tunda sin escrúpulos lo llevó a la estación de poli

cía, de la cual salió a las pocas horas, pero de su casa

 9

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50

no se pudo mover por un mes completo. La pierna

derecha lo podía constatar. Luego se enteró de que a

otro camarada lehabía roto lamandíbula. Aotro más

le había fracturado las piernas y a otro lo había ente

rrado vivo. Lo sabía por el amigo de un amigo. Pero

el mote de Terminator se le quedó al agente durante

un par de años, después de que Esteban Azueta vio la

película. Luego fue suficiente con su apellido. Si es

cuchabas que Pastrana estaba sobre tus talones, era

mejor dejar el negocio por un par de meses, hasta que

los rumores pasaran.

Margarita Ortiz Pastrana nació en 1975.Julio Pas

trañaf~~;;~rimeros en ver a la niña recién

~ida en el San Francisco, un hospital de monjas

situado sobre la avenida Cinco de mayo, a una cua

dra del mercado San José. Esa noche, el futuro agen

te sintió un gran alivio, como si se hubiera librado

de un peso enorme. Por dos semanas completas no

soñó con hombres gigantes ni huracanes. Se sentía

salvado. Hasta pensó en dejar la academia. Podría es

tudiar cualquier otra cosa si lo deseaba. Por primera

vez en mucho tiempo una mueca de alegría apareció

en su rostro. Apenas visible, pero suficiente para que

su tía la descubriera y comentara algo al respecto.

Julio Pastrana ~~asaj <~.J..<?.~J2ios,abrazó a la tía y

salió a la calle.

Pero aquel estado de felicidad no duró. A tres se

manas de haber nacido su prima Margarita, recibió la

llamada.-~ madre había muerto. Alparecer, víctima

cob

0

· ;1-

de un atraco. Primero pensó que era una broma.

Luego supo que su.ira era incontrolable. Le tembla

ban las manos. Cerró los ojos y vio a aquel gigan

te onírico riéndose de él. Se sintió mareado y tuvo

que tomar asiento. La única manera de acabar con

aquellas desgracias era seguir el camino ya escogido.

Y la verdad, seamos sinceros, se dijo, no quería que

fuera de otra manera. De inmediato tomó el auto

d:_s~ tí2J:'.:m~nejó al E.~t;.rto.Su antigua casa estaba 51

cerca de la calle Clavijero, en un callejón muy bien

iluminado. Alguien debió ver algo, se dijo. Pero su-

cedió que ni con la ayuda de sus amigos en la acade-

mia pudo dar con quien mató a su madre. Julio

Pastrana todélYÍél.~Lél-YllJl t;,;i<:pe tºPél él_~l S.ºnt i Lª

aq~~..l Q.,querían s.erenconnados . Por más ac

ciones que llevó a cabo y por más tiempo que pasó,

la muerte de su madr~-~dó_i~ne. Ahora soy

uñ--huérfano, -pensó al cruzar el umbral de la casa.

Chingao,masculló entre dientes.

f 1 , , . ?

c . .

rvr 25

Al cumplir veinticinco años, Margarita decidió irse a

vivir a CiudadJuárez. Alterminar de estudiar derecho

en la

u i ; h r ~ r s i d a c t

Veracruzana, de inmediato recibíó

lJ

V

una oferta laboral allá, en el norte, porque las cosas f \ J o

¡

de dinero eran más fáciles. Como desventajas se po- '~

dían contar la gran distancia entre aquella ciudad y

Xalapa, y el clima extremo, pero las cosas por Ciudad

juárez iban bien, así lo decían amigos que se

~º~

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~

(AM(l'\IA

  .. J

\f;VV

,j J \

7 (A 2-1 \

]11.(,t( L

5

aventurado en busca de un mejor sitio donde vivir.

SE~miga -9?Esuelo Sánc ez fue quien la convenció.

Ella se había ido al norte dos años atrás al terminar la

carrera, y no paraba de decirle a Margarita que ambas

se la pasarían genial. Yatenía auto y pronto compra

ría una casa. Margarita no era ninguna ingenua, así

que para confirmar lo que su amiga le decía,, ~ visit<)__

en vacaciones de Semana Santa.

_,---

El viaje resultó 1 :1:.~.' IJ.JOrQl _Sa.odo lo que le

decían era cierto. Tanto lo bueno como lo malo. Así

que a su regreso les dijo a sus padres y a su primo que

se iría a vivir a Ciudad Juárez. Julio Pastrana la abra

zó y le pidió que se cuidara mucho. Para el agente,

Margarita e~rima, era su hermana me

nor, y en ocasiones la consideraba su hija. La ayudó

a estudiar, y siempre le dio buenos consejos. Una

vez, cuando la muchacha tenía dieciocho, un borra

chín atinó a tocarla mientras ella caminaba rumbo

a la escuela. De inmediato llamó a su primo y este

dio con el tipo. Los padres de Margarita nunca su

pieron nada de aquella ocasión ni del fin del pobre

ingenuo.

Lamuchacha, en menos de un mes, consiguió tra

bajo en eldepartamento de recursos humanos en una

  ·

~.9_uiladora de autopartes que trabajaba par~~GM.El

sueldo era bueno, le decía a su mamá por teléfono

cada fin de semana que le llamaba. A los seis meses

se hizo de su primer auto. Losdetalles del trabajo y la

ciudad eran pocos, pero no le importaban a la madre.

~ \ _ _ ~ ¡ . :> V \< . , ( . ) _ ,

C..'~v- '' '- 1

Todo iba bien, hasta que el 6 de julio de 2003 las lla-

. . . . . . . _ _

.• .-~~.~~ . ._ . _ . _._

ruadas de Margarita cesaron. A la mamá le extrañó,

pero no le dio demasiada importancia; estará con su

amiga Consuelo en alguna fiesta, pensó. Ellunes por

la noche fue la primera vez que soñó con su hija na

dando en una inmensa alberca. Luegole dijo asuma

rido que algo andaba mal. Dos noches después volvió

a soñar con su hija nadando con desesperación en

una alberca que parecía no tener orillas. Aparte, el

agua era oscura y no se divisaba el fondo. Se preocu

pó en serio y le comentó a su sobrino lo que sucedía.

El agente le dijo que no se preocupara por Margari

ta, sin embargo, para estar más tranquilos, le llamaría

a un amigo que tenía allá en el norte, para que fue

ra a ver qué sucedía con su prima.

_ . . . · ; v El amigo, un... ~ente d:_t;:_ánsito,al día siguiente

le llamó y le contó .$1Ue~ casa :stab~a. Tal pare- ¡

cía que la muchacha se había esfumado junto con la \ /

mayoría de sus cosas. Los trastes seguían en su lugar. /

7

~

Había una taza de café a medias sobre la mesa y en el 1 : ]

fregadero un plato con restos de comida china. En

el refrigerador la caja de chop suey, y dentro del bote)

de basura el recibo de la compra. Nada más.

El agente Pastrana pensó lo peor. Se masajeó los

ojosy se sentó a lamesa. Chingao,dijo, y miró hacia la /l

calle. La lluvia comenzó a caer. ~~rcera

era

la lle.O; e , , _ ,

~rimero su padre, luego su madre y ahora su

e { , ' . )

prima. Elgigante estaría muy contento si seenteraba

L ; /

de la desaparición de Margarita, por supuesto. Pero

53

/

 t-

y

  - <

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ahora sería distinto. Ya no era ni un niño ni un jo

vencito.

Hizo los arreglos necesarios y pidió su transfe-

, r

renda a Ciudad Juárez. Su jefe, el teniente Marino

j

Qk. ~, lo miró con desconfianza cuando se pre

' f \.C.,osentóy le reveló lo que tenía que hacer. No jodas,

Pastrana, le dijo. Marino González miró los papeles

que tenía enfrente. Eraciertoque Pastrana era un ca-

54

brón y que sele pasabala mano con alguno que otro

maleante. Sindespegarla vista del archivo lepregun

tó si recordaba al gañán del Lencero.Salió hace un

mes del hospital, dijo Pastrana. Con

gañán,

su jefese

\r \

refería a Raúl Fría_s,un tipo que golpeó a su esposa

Q~

WI \

hasta el hartazgo. Ni siquiera era su jurisdicción,

 J

pero al enterarse del incidente Pastrana arregló todo

para ser él quien fuera por aquel tipejo. Lo man

dó al hospital con las costillas rotas. No sabía por

qué Marino González le preguntaba por él, pero in

tuía que quería que sequedara en Xalapay no que se

~ fuera a.aguel norte polvoso del que se comenzaba a

hablar pestes. Veréqué puedo hacer, a quién puedo

• . . . .

- - - - - - - -

llamar, dijo Marino González, lo que significaba no

hay problema, ya está arreglado. AJulio Pastrana se

le relajaron los músculos del rostro. Selevantó, salu

dó a su futuro ex jefe y se despidió. Esa noche vol

vió a soñar con el gigante y su sonrisa muy amplia.

Como siempre,despertó y miró el reloj. Eran las dos

de lamañana.

~~ l

 J\f e \;,\,~,,.-~

• •

A tra vé s d e lo s v en ta na le s d e la c a rillJ Lav eo la s lu c es d e lo s

_ _ . . , _ .. . _ . . . . - . . . . - .•--

a uto s lam er la s h ela da s p ar ed es d e c a sa s

y

negoc i o s s ob r e

la a ven ida L inc o ln. L os auto s se dirigen hac ia el n orte,

afP uente Intern ac io nal qu e te lleva a E l P aso , T exas. A l

su r q ue da n la s g ra nd io sa s d un as, el a ma rillo q ue se m ue

ve , q ue en in viern o e s m ás a mp lio

y

parece invadirnos .

C ada m añana, las arenas am anec en en lo s traspa

tio s , e n lo s ja rd in es, e n lo s ta pe te s

y

so b re la s c asa s d e lo s

p er ro s . U n d ía , e l p a vim en to

y

la s b a nq ueta s vo lv erá n a

ser am arillas, se im po ndrá de nuevo el po lvo que y a re

c la ma su e sp ac io ,

y

la s p oc as p alm era s q ue e xisten en la

c iuda d serán parte del esc en ario q ue a lgun a vez d ic tó el

ma r, p o rqu e C iudad

f

u_~ .ez  : ._ó E JLnueuau;_acf.o. , ,

R eg re so ,m e d ic ( }fe b él: g c ua nd o s e le va nta a l b a ño . S u

figura t amb i én b r il l( te ñÍ o s v en tanal es .

D esde mi mesa veo do s palm eras: una se impo ne al

a ire, b ata lla c o ntra él

y

se sac ude, o tra es de neón

y

se

m an tien e fija , n o d esa fía n ad a, su fu nc ió n es ilu min ar

y

a nu nc ia r u n re sta ur an te d e mar is co s .

Reb ec a se to pa c on un amigo en la b arra . E l tipo c a

n os; le d ic e a lg o y c uando ella so nrle,éi~ bre c o lo ca su

55

e:

1

- •

( :

e-

--<

. ;:;,,, . . .-

¿

~

~ :

7

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c u e J r

<,

~

m ano so b re el p erfu ma do ho m b ro d e R eb ec a. E lla , m e ha

d ic ho , tien e la b o c a y lo s o jo s d e s u m adre, u no s o jo s c o lo r

m iel, u na b o c a de la bio s g rueso s. T ien e el c ab ello lac io ,

c o mo sus herm ano s y su padre.

Ha c e d o s d ía s m e a vis ar o n d e u n n ue VQ .E J f.r pom e di o

esc ondido frente a la nueva plaza c om erc ial en la ave

n id a L as T o rres. U n so lo b alazo en la c ab eza. D esn ud o.

- - · · - - - - . _ _ - . ~

56

La ro pa a un lado . E l agente Pastrana m e rec ib ió en la

esc ena del c rim en, pero no c om entó nada. Q ué c alib re,

le p reg un té , y c o m o re sp ue sta el a gen te a tin ó a e sc up ir a l

suelo . A yer P astrana m e envió un m ensaje a m i c elu lar.

_ _ _ . . . . ..- - . . . , , , , . ,

.~-- -

-- . . . .

--~---

E ra d e M aza tlá n, d ec ía .

- - y ¡;~ ¡;¡~ -~ ~;as que suc eden y no so tro s aquí, en una

c antina do nde la m uerte no s so rprende a c ada m om en

to , no s envuelve c om o una manta de nieb la espesa y

pastosa.

A lg un a v ez e stu ve e n M a za tlá n. E ra in vie rn o y la n ie

b la llenab a las c alles. Salí a c am inar po r la play a. La

b ru ma a b so rb ía el so n id o y lo s c o lo re sd e la s c o sa s. E l g o l

p eteo d el a gua so b re la aren a y so b re sím ism a era o pa co .

F re nte a m í, d esp ué s d e u no s m in uto s, a pa re ció u na n iñ a

de no m ás de c inc o año s y su jo ven m adre.

Qu is ie ra e sta r e ntr e la n ie b la , o í d ec ir a la p eq ue ña .

P ero e sta mo s e ntre e lla , le d ijo la m ad re .

N o es c ierto , está a llá , enfren te, refu tó la c hiq uilla y

c o r rió p ar a to c a rla , p e ro s ólo v i c óm o lo b l an c o la e ng ullí a

en u n se gu nd o .

E lla pensaría , c om o alguna vez lo pensé y o, que la

nieb la se divid ía a c ad a p aso qu e da ba . L as pa lm era s de

f

lo s h oteles en M aza tlán en m edio d e la neb lin a se m an te

n ía n c omp le tam en te q uie ta s.

V ivir en C iu dad Iuárez es c omo vivir en una play a

 

.. - ~ - - - - - - - - - - - - - - - ~ - - - - - · - - · - - - - ~ - ~ -

seca .

. .

~

57

\

\

\

- ~ \ e/

 ~L.~

~J:¡-0 \

CQ_ ' ' -

..::; n ,

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~~

58

RebecaAlcalá Ortiz es vecina de Luis Kuriaki y tiene

cuarenta años de edad. Es alta, delgada y fue sobre-

- - ~ ~ ~ - - - , - - - - - - - - - - . . . .

cargo de varias aerolíneas importantes. Nació en El

Paso, Texas, meses después del asesinato de la actriz

~·-·- ~·--····-·- ·> ·-··· ·------

ShE<:n Tate <_ ~jlia Mansop.

En

1969,

la pareja. Alcalá Ortiz, que ha vivido

desde hace años sóbr~-1;;;;~, en la ciudad de

\ ¡ \

  IJ

i

~ Madrid, en una vieja casona que con los años se con

vertirá en un hostal llamado Cantábrico, decide irse

a vivir a América. La represión franquista, tal como

lo ve la pareja, no tendrá fin. Junto con sus dos hijos,

estudian la manera de salir de España. A finales de

mayo logran, por los amigos de los amigos, y gracias

a una historia que incluye parientes enfermos, lle

gar a México. El plan es viajar al norte del país y de

ahí cruzar la frontera. LaFamilia Alcalá Ortiz llega a

México a finales de abril, y a Ciudad Juárez en mayo.

El calor en la ciudad es terrible, las calles son ape-

--------··

nas el esbozo de una ciudad que crecerá sin mfra-

--·-··------·--·-·-----------------------

---::::-::--

mientos. Logran cruzar la frontera. EnElPaso no hay

ucho trabajo, al menos no como lo imaginaba la

\ \<..~{(, -.

familia. Su objetivo es Nueva York, pero la idea co

mienza a menguar junto con sus ahorros. Rentan un

lugar pequeñito, en el centro. Desde la angosta ven

tana del baño se aprecia muy bien la terrosa Ciudad

Juárez. Esemismo año, a principios de agosto, la pa

reja queda embarazada. Será Rebeca la única hija.

El 9 de agosto, la familia Manson asesina a la actriz

Sharon Tate. La futura madre tiene constantes pesa

dillas. S~~.9_ 1 ___~   i -1Y_ªmay()r, sie11<Jgerseguí

da~.lªJ.ami]ia Ma~on. Los días de pesadilla se

vuelven semanas. Rebeca nace siete meses después.

59

•.5\-ivv-

Sharon Tateno era la gran actriz, quizá sumejor papel

~

fue el de esposa del director de cine Roman Polanski.

----  

_

Ella lo supo y lo pudo entender. Una chica del sur,

como miles que sueñan con ser actrices. Un lugar co

mún. Levantarse temprano. Hacer dietas. Caminar

en tacones como si fuera un faquir, evidenciar cómo

su cuerpo iba cambiando; los senos, las nalgas, el ve

llo y todo eso, lo sabía. Ni siquiera su querido Roman

se sintió atraído por ella aquel verano de

1977,

cuan

do se conocieron. Pero esa E_:_~~C:-~.l_a.e ~-~~p~~<_?Se

cambió la vida.

Ahora Sharon estaba atada a una silla y un grupo

de drogadictos e ignorantes la mataría. Eso era la vi

da real y eso tenía que suceder. Lloraba, y .5-1: .~~-IL

Atk~e apenas veintiún años de edad, le hablaba

..-;loído, le decía que serían famosas, que dejarían un

i:::>\l._, J . i

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gran legado, el mundo no cesaría de hablar de Sharon

Tate. También le dijo, en algún momento, ahogan

do su propio llanto, que su propia vida sería terrible,

confinada a un cáncer que la iría desmembrando len

tamente. Así lo había soñado. Así sería escrito. Susan

y Sharon unidas para siempre, dijo, y agregó que no

la tenían fácil, entonces Sharon cerró los ojos.

6

Lamadre deRebecasigue el caso completo de la Fami

lia Manson, algo la llama, algo la hace recortar las

notas de los periódicos y comprar los libros y las pe

lículas donde aparece la actriz. Al principio cree que

haciendo esto las pesadillas acabarán, pero con el

paso de los meses ya no está segura. Cuando cumple

doce años y su madre trabaja en su máquina de coser

en el cuarto contiguo, R~ma

~ll>J. Ql5..~oto~}:1:.~l1.los de aquella mu

jer hasta entonces desconocida para ella. Rebecano lo

entiende. Le gusta mirar las fotos cuando su madre

no está presente. Comienza a leer la vida de Sharon

Y.~.~-~º~9r-~~,.lª.~R--~-.s11.._~triz

~I;ilio~~do ... mejor dicho, pasado gené

ticamente. Ese mismo año,

1981,

la convicta Susan

Atkins contrae matrimonio con un loco que se dice

millonario. Por qué debió morir Sharon de esa ma

nera. Por un tiempo Rebeca sueña con ser actriz, pe

ro de inmediato desecha la idea. Lo que se promete

a los dieciséis años, la misma edad que tenía Sharon

Tate cuando ganó su primer concurso de belleza,

es ir a Dallas, a la tierra natal de la actriz, y escribir

-  ....---

un poema en su honor. No sabe cómo se escriben los

poemas:péroTrátar'á. Convencerá a sus padres de que

la lleven; si no funciona, le dirá a uno de sus herma

nos. A Roberto, por ejemplo. Así Rebeca comienza a

pensar en el viaje.

Luego sucede algo: su mejor amiga, Amy, es ul- •4/

~jada. l _ntiJ20del ejé~che 7ie fiesta, l~..

61

forzó a tener relaciones. Pero fue más que eso. En el

cuerpo no hay ninguna marca visible. Sin embargo,

Amy ya no es la misma. Rebeca la visita por las no-

ches, y un día la chica le cuenta cómo sucedió. Le da

coraje y vergüenza. Cuando voy al baño, veo sangre,

le dice, y llora. Sus padres no quieren que denuncie

al soldado, un joven bien parecido de apellido Smith.

Rebeca no opina. Sólo es testigo del deterioro de su

amiga con el paso de los días. Pero no hacer algo no

significa que no piense constantemente en eso. Y si

hubiera sido ella, cómo habría reaccionado. Un año

después, ~-L1 t.:E.~~.:l1i~},~~_:~~·ntonces Rebeca sí

que percibe las marcas físicas de la violación en las

muñecas de su amiga, líneas gruesas, oscuras y abul-

tadas que el doctor trató de disimular con una bue-

na cirugía. 1,my ?~iªElgpso para irse a vivir a San

Francisco, California.

Rebeca, al cumplir los veinte, visita Dallas y re

-

uelve que su viaje ha sido un fracaso, porque lo que

fue de Sharon Tateen esa ciudai:fSeV'ereducido a una

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o

vieja casa donde nadie la recuerda. Reconoce que

el viaje debió comenzar en Los Ángeles. Esa noche,

esperando el avión de regreso a El Paso, sabe lo que

tiene que hacer, es una epifanía, se dice.

La vida es muchas cosas, entre ellas, es volverse

sobreca fil?.de American Airlines. Lasituación esbue-

-·-~·

na. Consigue viajar por el mundo, conocer lugares.

Desde el aire ve la patria de sus padres. Pero le aterra

62 poner un pie en ella y lo evita a toda costa. Franco

ha muerto, pero teme quedarse pegada a esa tierra.

En París se enamora de Alphonse Colville. Un jovep

, _ . . . - ~ - - - · · · · - · · . , · - · · · · - - - - ~ - ~ - - - - -

. ..._. --...~- -

reportero, hijo de profesores universitarios. Tresaños

VIVeCOñél. Tiene un intento de embarazo pero des

graciadamente el producto no se afianza. Eldoctor le

receta hormonas. Necesitamos que el bebé se arrai

gue, le dice el doctor, y cuando menciona la palabra

-{ arraigar aprieta el puño izquierdo a la altura de los

( ojos de Rebeca. Siguen las revisiones y las hormonas.

--~ Al final del segundo mes, el doctor dice basta. El co

~~

-~~

d _ . .. ..

razón del producto no seterminó de formar, lo siento

mucho, le dice a Rebeca y el puño en alto se transfor

ma en una mano abierta. Rebeca odia todo aquello.

Ahora tiene que tomar pastillas para provocarse un

legrado. Está harta. Escomo una bomba lista para es

tallar. Alphonse lo entiende, pero no justifica tanto

grito y mal humor. Por las noches, mientras duerme,

habla dormida y murmura nombres y lugares que

Alphonse no conoce. En algún momento escucha la

.- ( palabra

Sharon,

en otros

Mesilla,

en otros

madre,

en

YJor

. e

otros violación, en otros México , en otros asesinato.

Las pastillas hacen su trabajo. Un domingo, mientras

Rebeca se prepara algo de comer, un dolor en el vien

tre la dobla, corre al baño y sucede. Está libre. Libre

de las cadenas de la vida en pareja y de los puños en

alto y lasmanos tendidas. Tiene que retomar su viejo

trabajo.

Rebeca habla con sus conocidos y, tras una bre

ve entrevista, retoma el vuelo, viaja a Cartagena y a

Londres. Viaja a ElCairo y a Japón. EnJ.22.1..seente

ra de que Kurt Cobain, fan de Charles Manson, ha

muerto. En 1995 comienza a escuchar sobre Ciudad

Juárez. Sobre loS'asesinatos de mujere Rebeca llama

a su madre. To~-bi~·~';;'quí, le ice. Yen verdad,

~12.El Pa~todo es ¡;;plpr Wi.wl.L1 . ID: §.1ª,Y~ola.

Pero Rebecade nuevo comienza a soñar con Sharon

Tate una y otra vez. Sueña que está a punto de salvar

la, y siempre es demasiado tarde. Siempre que irrum

pe en la casa elegante de la pareja Polanski, Sharon

está muerta. Su cuerpo sigue caliente, sus ojos están

húmedos. Pero es demasiado tarde. En otras ocasio

nes, Sharon se ha convertido en Amy, su vieja amiga

de la secundaria. Alprincipio se sorprende por haber

soñado con ella, pero con el paso de los días se da

cuenta de que su amiga siempre ha estado ahí, en

algún rincón oscuro de su cabeza.

Viaja por el mundo e intenta olvidar esas pesa

dillas que la aquejan. En cinco años prácticamente

recorre la Tierra. Conoce China y come escorpiones

63

~/ )

. . . . . . .

< :

/

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66

información. André ha muerto de cáncer. Lanoticia

----~

a hace pedir un vaso con agua. Losdetalles sobran.

Ella sobra en ese lugar. Sudedo índice toca su meji

lla y siente una lágrima que baja por ella. Una sola

lágrima. Usted conoció a mi primo; le pregunta un

hombre de cabello castaño. Legustaba la poesía, di

ce Rebecay suspira y se levanta. Algomás agregael

hombre de cabello castaño, pero Rebecano entiende

o no quiere detenerse a entender.

En un viaje relativamente corto, Roma-París, en

medio de una gran turbulencia, el capitán le da una

noticia que no puede asir.

A re you sure ,

pregunta. El

capitán es un viejo amigo que conoció en Nueva

York,y cuando entra en la cabina se percata de los

ojos enrojecidos. Es 11de septiembre. De inmedia-

~  ----~

to toma asiento y siente vértigo. Vesus manos, pero

sabeque elvértigo no tiene nada que ver con eso que

ha descubierto en ellas. Cuántos años han pasado.

Debp.yQlyera casa, piensa, pero aún le faltan cosas

- - - -  

-~ -

por resolver.

Entonces el trabajo, hasta ese momento estable,

comienza a tambalearse. American Airlines se va a

pique, dicen que ha sucedido por el acto terrorista,

otros lo atribuyen a la mala economía del país. Hay

recorte de personal, hay huelgas que no ayudan en

nada. Rebecasemueve a otra aerolínea. Enuna oca

siónbusca a Alphonseen París,y cuando seencuen

tran lo desconoce.Tiene el cabello entrecano y lleva

lentes. Lascompañías aéreasvuelven a reestructurar-

  t .

67

seyRobertoyJohn son los primeros en sentir la terri

ble separación. Más trabajo y menos oportunidades

de pasear por Copenhague o Manchester o Nápoles.

En2005 la S 1: acións. ~ ~~eca tieoe

 u r

~- Perono quiere tocar ElPaso,

no todavía. Habla con su madre y le dice que ahora

estará más cerca.Eresuna buena hija, dice sumadre.

Elviaje de regreso es largo.Debe llegar a Madrid,

desafortunadamente no hayotra opción. Transborda

rá al día siguiente para seguir suvuelo a Londres,por

última vez,y de ahí a NuevaYorky deahí a Chicago

y al final aterrizará en Dallas. En Madrid piensa en

lo que tiene que hacer. Mientras toma el taxi del ae

ropuerto de Barajas al hostal llamado Cantábrico,

se vuelve a preguntar: Cuántos años han pasado. A

la mañana siguiente sale a recorrer los alrededores,

y de regreso se da cuenta de que no ha soñado con

Sharon Tate. Perono se siente feliz.

N o m or e n ice g irl,

dice Rebeca,y aguanta la respiración cuando tiene

enfrente el hotel.

En Dallas sigue su rutina de sobrecargo. Ahora

se dedica sólo a~~s, de Dallas va a

Chicago, o a Tempe,Arizona, para entonces retomar

elvuelo a LosÁngeles;en contadas ocasiones ha via

jado a Nueva Orleans o Washington D.C. Durante

ese tiempo está tentada a escribirlea CharlesManson

una carta larga llena de insultos, pero al final desiste.

A principios de 2007 conoce a Mark Smith, un   4

hombre que dice idolatrada. Viven j~TI.t~;-u~ar de

t>

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68

meses, y entonces las peleas comienzan. El tempe

ramento de Rebeca es fuerte. Un día sueña que le

clava

a

Mark un cuchillo en el ojo.

A

la mañana si

guiente, después de llorar todo el día, decide termi

nar con la relación. Mark se siente destruido, pero

para Rebecano hay marcha atrás.

En

2008

se entera por los periódicos y tabloides

que a SusanAtkins le han amputado una pierna. En

2009 la asesina muere y su última palabra es amén.

Diecisieteveces

sele

negó la libertad condicional.

Entre los objetos devueltos a sumarido están los dia

riosíntimos llenos de remordimiento yculpa yletras

de viejas canciones y dibujos de cuerpos humanos

sin piernas ni brazos.

El2de julio de 2010,su jefe,AndrewWhitehouse,

pide que sepresente en la oficina y Rebecapiensa lo

peor, pero sale bien librada. Ha logrado una 'buena

negociación para su retiro

voluntanío,

más de lo

.que

pensaba. Al salir de la oficina, ve

aun

grupo de jo

vencitas llenando formularios similares a los que ella

llenó tiempo atrás.

Eldía en que ,llegaa la casé _;qJJeabitará por un

buen tiem o en·CiudadJuárez, conocea LuisK-uriaki.

Lo

que es la vida, 1ée':l'.,uise recuerda enmuchas

maneras

a

Alphonse. Esun joven recién egresado de

la universidad y, se entera a los pocos días, es perio

dista.

Perfecto,

.s e

dice Rebeca.

\

c.\~

f

o

\ K

¡~l

...s.~v

Luis

Kuríaki

recibió la llamada~ el 12 de di-

ciembre.

Teva a interesar lo que tengo, ledijo.

Seguro,preguntó Luis,

y

entonces secitaron en el

restaurante de siempre,dondeSantos aparentemente

trabajaba como levanta platos yel gerente del restau

rante, todos los martes, salía

a

las diez de lamañana

para regresar al mediodía.

Yauno frente alotro, Luispreguntó: Yesto,cuánto

me costará, peroya sabíala·respuesta.Santos

sólo.son

rió y recibió ~1 _ ~.deJ2ille.tes, y sin contarlo lo

metió a uno de los bolsillos del pantalón. De sus in

formantes era elúnico al que Luisledaba dinero.

Resultaque entre las pláticas que ha tenido Luis

Kuriaki con su amigoyanqui muerto, el nombre de

/ Osear Núñez apareció en algún momento. Ahora,

·~

gracias a su contacto, tendría más información .aoer-

ca de ese sujeto.

Tevoy a contar una historia, dijo Santos, ves.esa

chimenea de allá.

Sí.

\ ---'? e \

'( '·.\ vvv

 N ~. :; ,~

  ) , . / ) 1

¡__ Ji_\

t:,·

 9

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7

Es la caseta de vigilancia de un policía. Aquel

perro es un perro policía y las monedas que suenan

en el pantalón del señor que acaba de pasar, son las

tintineantes esposas de un policía. Los tipos que es

tán sentados al fondo del restaurante sela pasan ha

blando depolicías, todo espolicía, todos sonpolicías.

LuegoSantos colocóuna foto pequeñita sobre la

mesa. Era la foto de un hombre blanco con nariz

muygrande. Delgado.

Estees OsearNúñez.

Luisacercóla fotografíapara corroborar lo obvio.

~Nyñez e~ _~rdjendo la razón, le dijo San-

tos, y seinclinó un poco sobre lamesa. Cada sábado

viene con un gordo

_ y

escucho cómo le va dicien

do que todo es parte de un complot contra él, y que

todos son policías.

Ahora esmartes.

Sí,pero hoy no me concierne. Losdías a los que

me refiero son los sábados. Siempre se sienta en el

mismo lugar.

A qué se dedica, preguntó Luis, y tamborileó su

vaso de agua.

Cada sábado es igual, los platillos que ordena

varían, así ha desfilado ante él la mayor parte de la

carta.

Luissonrió con una sola comisura.

Santosvuelve a bajar lavoz.

Esossábados, si el platillo se resume a una sopa

de hongos y si Núñez viene acompañadº-.Q~

tipo, al pobre djah a no la volxs;¡ása_yer.Nunca he

escuchado sus conversacionespero, desde la cocina,

veo cómo el acompañante mueve la cabeza, a veces

negando, otras asintiendo.

Santos ya no podía bajar más la voz, pero lo in

tentó. Alterminarse elplato de sopa,el gordoselleva

al pobre hombre, dijo.

Santos volvió a poner enfrente la foto de Osear

Núñez ycon el dedo índice la golpeó. 71

Sabesque esto no es mucho, dijo Luis.

Esalgo.

Noes suficiente,dijo Luis,y extendió lamano en

espera del rollo de dinero que acababa de entregar.

Santos, a primera vista, parece tímido, pero co

noce bien su negocio. Espuchador y trabaja para el

  . . . . . . . .

.. . •.~·' ,.,._ ' •'--~ ;. .

cártel de La Línea. Mira a un lado, y corieí dorso

de la mano sélimpia el sudor que de pronto se le

ha juntado sobre el labio superior. Por un momen

to duda en contar lo que tiene que contar. Entonces

comienza.

4

~i~mó Núñez

Q~l n

trabajQim- ·S . . . _ ~ r -

portante. En Fabens, entre los matorrales secosy al-

g ü ñ a S

yerbas moribundas, hay un campo que sirve

como gista de aterrizaj.e.Tienealrededor de doskiló-

metros de largo. Lo suficiente para recibir un avión

grande. ASantoslo llamaban cada cierto tiempo pa-

ra des~r ~~pista y cargar avionetas con mercan

ctá'.Pasabanunpar demesescuando lovolvían a lla-

mar. Exceptoen noviembre que limpió el campo un

{rJ AJ

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\

..{ .,,>(,) r ,

 

sábado y Núñez le pidió repetir el trabajo el lunes

con el triple de la mercancía.

No me gustó la idea, acababa de llevar a mi gente

y quería que el trabajo se hiciera en lunes. No me olía

nada bien, le dijo Santos a Luis.

Alprincipio no hizo caso de la orden pero, dos.ho

ras después del primer telefonazo, Núñez, llamó para

preguntarle si todo marchaba correcto•.La voz sonó

tan gélida que a Santos lediomiedo escucharla. Estoy

en eso, le dijo. Un poco resignado juntó a los su

yos, y ya cuando estaba todo listo para cruzar a Esta

dos Unidos llamó a Fabio Camarena,

un

amigo que

podía prestárleñíá~ gente

y

 ~filas de alto calibre.

FabioCamarena era gringo, así que estaría ahí cuan

do Santos llegara.

Eran las.tres.de la mañana al comenzar a despejar

el campo, y aunque no seveía, la.gente de Camarena

estaba oculta, en sus puestos ..A las cinco recibió una

llamada de Núñez.

Cómo vas, le preguntó.

Hace unchingo de frío, le dijo Santos, y de inme

díato

se arrepintió de hablar; sin embargo, la llama

da se había eostado. antes. A Santos.eso no le gustó

nada ..

Un hombre que ayudaba con la limpieza se des

vaneció con principios de hipotermia a mitad del

campo. No jodan, cabrones, dijo Santos, e hizo que

arrastraran al desmayado a su camíoneta negra. Ahí

volvió en sí.

Síquieres me regreso, no me debes nada.

Usted no se regresa, ya nos arreglaremos, por

mientras busque entre los matorrales a Camarena,

dígale que lo mando yo. Y el tipo aquel salió de la

cabina y se perdió entre los arbustos.

A las seis el frío incrementó.

A las seis con diez minutos recibió otra llamada

de Núñez. Atento, dijo, y el teléfono se quedó mudo.

Santos miró a los matorrales. Todo lucía tan so

litario.

Se metió las manoµµQr< <:l:ª~_p,orl frío en las

bolsas del pantalón~ ..~~ :s, ~~~~~i~~

Pasaron los minutos. Un coyote apareció en la

distancia y Santos se imaginó al lado del animal, hu

yendo lejos de ahí.

A las siete sonó el teléfono, pero al segundo tim-

bre la llamada se cortó.

Chingao murmuró Santos.

Fue cuando vio el punto en el cielo.

Santos no se movió del centro del terreno despe

jado. Al principio, el punto en el cielo parecía estar

suspendido como estrella. Pasaron los minutos y el

zumbido de los motores se dejó escuchar. Tragó sali

va:·yse retiró del campo, el objeto en el cielo seguía

pareciendo un punto. Reparó en lo grande que po

día ser. No va a poder aterrizar, pensó y miró la tie

rra, la llanura al sur cortada por matorrales. No le

habían advertido qué tan grande iba a ser aquello,

la carga era bastante pero, como en otras ocasiones,

7 .3

8/16/2019 Silva Márquez - Balada Arcos Dorados

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7

podían haber sido tres o cuatro viajes de una avio

neta Cessna. Sise estrella estamos todos jodidos, se

dijo.

En el cielo, el punto creció lo suficientepara de

velar que era un Ju~o. No puede ser, se dijo. Ca

marena legritó ya nos cargaron, compadre, y enton

ces las armas fueron recortadas. Santos percibió el

eco de los cargadores y, antes de saberse protegido,

distinguió el color del Jumbo. Era un avión militar.

Él mismo asumió su suerte y tanSólo~ezó pinche

Núñez mientras sacaba su revólver. Si me voy, no

me voy solo, pensó y miró al horizonte. El coyote

ya se había marchado y, muy lejos, las montañas

sin nombre apenas si se apreciaban. Atrás quedaba

México.Sintió la tierra moversey el sonido ensorde

cedor de los motores sele metió hasta los huesos. La

migra

tampoco tardaría en llegar. El avión tomó

lapista, latocó, rebotóuna vezy luegoseaferróa ella.

No la va a armar, pensó Santos y por un momento

se sintió liberado, el avión parecía llevar demasiada

velocidad. Pero en tres minutos ya estaba deteni

do.Nadiesemovió.Treinta segundosque parecieron

eternos pasaron y una escotilla bajó. El polvo albo

rotado comenzó a asentarse de nuevo. Un hombre ,

·-., , ..,-...-··--·~-~

.~

alto y uniformado apare.ciópor

rampa. Vamos,gri-

tó enun español un tanto forzado,vámonos, gritó de

nuevo. Esa fue la señal. Santos salió junto con su

gente, excepto elgrupo deCamarena, que nunca de

jó su puesto. Subieron la mercancía. El uniformado

en ningún momento miró a Santos. Una hora des

pués, la escotillasecerró.Elavión giró ciento ochen

ta gradosy volvióa tomar el aire.

Alterminar la historia, Santos guardó silencio.

Eso no es nada, le dijo Luis, pero Santos se dejó

caer en la silla y de suviejamochila negra retiró un

fólder amarillo. El fólder contenía fotos. Ahí estaba

-

l avión como una gran ballena encallada en el de-

sierto y el uniformado de frente. Ahí estaban los ar

bustos donde Camarena y su gente supuestamente

estaban escondidos.

Todo aquello valía cada centavo. Luis Kuriaki

tomó el sobre y lo guardó en la bolsa interna de su

chamarra de piel.

Mepuedes llevar al restaurante ese,le preguntó.

Por supuesto, dijo Santos, pero hoy no puedo.

Endónde es, preguntó Luis.

Endonde siempre, en el restaurante de mariscos,

agregóSantos, y Luissólo asintió, pero la verdad no

tenía ni idea dea qué lugar serefería.

Se dieron la mano. Chascó la lengua y le dijo a

Santosque estababien.

Toda la tarde estuvo pensando en Osear Núñez

y en aquel avión en medio del desierto. La idea lo

envolvía.Por la noche esbozóuna nota sobreelmili

tar apurando a la gente de Santos.Sepreguntó si en

verdad quería sacudir el avispero, sivalía la pena su

amigo muerto. Cualquiera valdría la pena. Aun así,

dejó la nota a medias.

75

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76

A u na s em an a de ha be r e nco ntr ado e l c ue rp o de str oza do

en e l parque , Ra ym undo y Bea tr iz, a migos de la prepa

r ato ria , m e in vita ro ': :. J?C be r u na s c opa s e n s u a pa r

ta mento¡ el lugar es de ella , donde ha vivido sola des

d e lo s v ei n / id ós. E lla h a 1 e st a dt >-mo vi én do se d e s it io c an

fr ec ue n ci a, b u sc a nd o la s m e jo re s r en ta s p os ib le s, v iv ie n

do a l sur de la ciudad; aU oriente y c er ca d el h ip ód ro

m o ; R ay m un d-o i d e· ve z e n c ua nd o; s e' qu ed ab a c on e lla , y

p ar ec ía qu e ib an a ca sa ss ep so nto . C ua nd o te rm in e la -e s

cue la , decía él ca da vez que a lguien preguntaba por el

m atr im cn io : F alta po co , e lla e om pie ta ba dá ndo le u n b e

s o· e n t a m e ji lla .

A IC

p r in r ip io : h ab lame s s ob re s upe r hé ro e s y lle ga m os a

l a conc lu s ió n • de -q u ffBa rman en v e rd ad'p o se ía p ode r e s s o

b re hu ma no s. E ra , miño na sie ; ta nto c om o' p ar a te ne r tre s

v idas • .La pri 'vadl il i ,a ,públ ica ·   la d el h omb re mu rc ié la g o;

R ecuerde n que a pen as s i e s un ru mo r en la ca lle , por

que m ur poca s pe rso na s. lo ha n vis to , com o a u n fa nta s

ma , y e l rumor es par te de su vida , a gregó y b e bi ó• d e s u

ce rveza . E s la som bra de todos no so tro s, g e l o q ._ e ,~q l, li

s iéra mos ha ce r si no fuéra mo s ta n co ba rde s. U n ho mb re

m a lh ec ho p or d en tr a, q ue s e c on st ru ye - c ad a n oc he a l s alir

d isfra za do pa ra m oler a go lpes a lo s m alos . Im ag ína te

a Bruce W ayne esperando la seña l en su cueva llena de

b ot on es r ojo s

y

b la ncos qu e encienden y a pa ga n, d ijo ,

D is eñ an do n ue vo s- a pa ra to s, a vio ne s lig er os , t ra je s q ue

d e te ngan cuch il lo s y b a la s ; z ap at os s ile nc io so s, g ua n te s

q ue d ob le n m e ta l, r ay os q ue p ar alic en . T an o bs es iva c om o

un .. . . com a u n poe ta , d ijo; y no e nten dí lo que decía ha s-

--ta m ás ta rde . Oc re í e nt en de rlo c ua nd o- lle gu é a c as a y,

de spués de tra ba ja r, m e dispu se a dorm ir y , ya entre la s

sába nas y el ca lor de la ca le facción , escuché a Sam ue l

ha blándom e de su vida , su m adre rez~e

e n m edio - de la sa la -:su pa dre perdido en a lgún luga r de

< Jh iod es de 1 99 5 . .A un qu e e st uvie ra m u er to m i a m ig o ir ía

a bu s ca r lo ¡ y en

tm

m ome nt a d ud é s i p o dr ía h ac er lo ; pe ro

n o d ije n ad a; s ólC fm ir é la o sc ur id ad d el t ec ho y la lu z g ris

qu e se e scurría por la s co rt in as ha sta la co mputa dora y

el pe ina dor y los e nva se s de loción y m i ca rne t de per io

dis ta . Luego pensé que ta l ve z yo no tengo la hab ilidad

p ar a e sc uc ha rlo , t al ve z ~1:'1.Yf L~ JUOl111J-Jos

Jedi

 

había

lo gr ad o c om u nic ar se d es de la inm or ta lid ad c onm ig o, u n

s im p le h omb r e. S amu eLe :L .e .l.WP .e il ~ r .o e .Y t al c os a m e

hizo s en tir d er ro ta do ,. p or e so ,n o e sc uch ab a a lo s de más

mu er to s, s ólo ,a é l.

L a dis cu sió n qu e pr es en cié e sa n oc he e ntr e· m i s a mi

g os in ició co mo un a plática a men a sob re supe rhéroe s,

y en a lgún lugar áel cam ino el a lcohol se fue hacia la

e da d y e l t ie m po y , q uién s ab e c óm o , s e-d es vió ª l a guer r i

lla d el

EZLN

u na p lá ti ca a b su rd a , p or qu e p a ra e s to s; ti em -

77

~

 ::<....J ,

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ZLIJ

78

p os e l s ub co ma nda nte M ar cos y a s ólo e ra un a e st re lla d e

c ine que ) Jéb lac ;fé

~-;¡p;;¡ ;

Siem pre he pensado que e l a lcohol nos lle va hacia

ab ajo; después de be ber y pone rnos a le gres , a dife ren

cia de a lgu na s dr og as , e l d es ce ns o a ot ros t er ritor ios e s

inm ine nte . La a tm ósfe ra se e spesa , la paz te acom pa ña

y la in form alidad te cubre . Be be r es re la jarse . E n otras

p ala br as , d es ce nde r. A qu ella no ch e, B ea tr iz dijo q ue la

e d ad la a te rr a ba .

La edad siem pre te confronta , le dije , m ejor e s que

s ea m os s us a m ig os .

M e le vanté por una ce rveza , y cuando la sacaba de l

re fr ige rador y la destapaba m e di cuenta de que ya co

m enzáb am os e l desce nso. Es e l a lcohol, m e dije , y tom é

a sie nto d e n ue vo . B ea tr iz m ir ab a fija me nt e e l pis o, s e e s

t ab a t om a nd o e n s er io la p lá ti ca .

Yo le tengo m iedo a m uchas cosa s, a la sangre , a los

p er ro s, a lo s a cc id e nt es a u tomov il ís ti co s . .. , d ijo R a ymu n

do, y lo in te rrum pí porque in tu ía por dónde ib a ye ndo la

plática.

A noch e s oñ é qu e vivía mo s e n e l f utu ro , le s d ije .

Y c óm o e ra , p re gu nt ó é l.

N o s é, i gu al q ue e l p re se nt e, p er o m ás c óm od o. S e s en

tía que la vida era m ás fácil, y e l m ate ria l con e l que e s

t ab an h ec ho s lo s e difici os y la s c alle s p a re cía m ás lig er o.

A qué dices que le tie ne s m iedo, le dijo Bea tr iz a su

novio , m e pregunto si le t ie ne s m iedo a la guerra , s i te

ir ía s a c om b at ir , p or e je m plo , la s in ju st ic ia s e n C hi ap as .

E so y a fu e, co nt es tó él.

S ab es q ue n o.

P or t i, lo h ar ía .

M e d ej ar ía s s ola .

Mmmm ... s í, pero se rvir ía pa ra comba tir m is

miedos.

L a c on ve rs ac ió n c om en za ba a t or na rs e a bu rr id a. N o

h ab ía s a li da p ar a R a ymu nd o.

Q uie re n o tr a ce rve za , p re gu nt é, p er o e llo s y a m e ha

b ía n d eja do m uy a tr ás .

D ime la ve rdad, me de jarías aquí sola pa ra ir te a

co mb at ir a l s ur .

U n e sp e so s ile n ci o i nu nd ó la s al a. D e le jo s n os ll eg a ba

e l s on id o a m or tig ua do d e u na t ele vis ió n e nc en di da .

M e te nd ría q ue ir , fue la r es pue sta d e m i a mig o, y p ar a

s ub ra ya r s u po stu ra d io u n tr ag o a la ce rve za .

N o te ir ía s.

C laro que lo haría , no tengo por qué m entir te . A t i no

t e g us ta ría e sta r co n u n cob ar de . N o r es is tir ía s vivir con

un ga ll in a .

B ea tr iz lo m ir ó fija m en te , q ue ría d ec ir le q ue t en ía r a

zón; pe ro e so se ría m ás doloroso. D ejó su b ote lla a m e

dia s s ob re la m es a. T ra ta nd o de n o p er de r e l e qu ilib rio s e

le va ntó y , s in s iq uie ra m ir ar nos , s e r etir ó a la r ecá ma ra .

Entre Ra ym undo y y o nos be bim os las últ im as cerve za s

que quedaban y hab lam os de m úsica , pensando en que

e l

EZLN

e ra u n a su nto le ja no fr en te a o tr os p ro ble ma s r e

c ien tes .

E n C iu da d

Iuárez

n ec es it áb am os g en te co mo m i a m i

go y era ab surdo todo lo que pa saba en aque l departa -

79

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l

Ví'.)h__

80

m ento. Ahora m ism o m e pregunto qué tan tas cosa s no

e ra n a b surda s.

A l r eg re sa r a c as a e nce nd í la co mp ut ad or a.

~-- ·-,,,,

9l:ff.

ha ce s , m e p ,r e gun t óSa f l l J ll .

Voy a sacudir e l avispe ro, le dije , y ab rí la nota que

t en ía a m e di as s ob r~ Os ca r N úñ ez..

A quí no exis te

Batman

le di¡e , y m e le vanté por un

v as o d e b ou rb on .

T ermi né la n ot a x se la envié a

mi

je fe .

A l os d ie z m inu t ;~ ; ,, ;l lamó .

. . N o va a sa lir , m e dijo . D e inm edia to supe que a pe sa r

de se r las tre s de la madrugada se e staba com iendo un

burri to .

T ie ne q ue s a li r, le e s pe té .

E sto e s la b oca n egr a de u n p er ro r ab ios o.

E s m i cu ello .

E s e l de to do s.

S ab es qu e no e s cie rto .

N o s ab es n ada , L uis .

T ie ne s q ue v er co n e llo s.

L uis , te ng o q ue ve r con to dos .

H az q ue s alg a.

L a líne a quedó m uda un m om ento.

O ke y, L uis , s ald rá , p er o la a jus ta ré. L e p ed ir é a R os-

sana que m e

ayude.

D ile a q uie n qu ie ra s, m en os a e lla .

A P a tr ic io .

A quie n

 

quieras .

P i nc h e Lu is .

L ue go m e co lg ó, pe ro m i te léfo no vo lvió a s on ar un os

m i nu to s d es pu és .

Y o n o te ngo n ad a qu e ve r co n e sto , lo s ab es .

S i t ú lo d ic es .

L uis , e n cu ant o co lgu em os )~)le va ré la n ota a P atr i-

cio , s ald rá s in n om br e, e ro s al

á

A qu í n o e xis te Batman le d ije , y fu e to do .

V olví a s er vir me u n va so de b ou rb on .

L o único que fa lta ba e ra lla mar de nue vo a Santos ;r

lo ca liza r :e l r es ta ur an te d e m a ris co s d on de O se ar N úñ ez

ope raba .

La ca le fa cción se encendió . M iré por la ventana e l

fr accio na mie nto . L a ca sa d e R eb eca a o scur as , m ás a llá

la s luce s de un avión ray ab an un cie lo sin luna . Sa mue l

m e 'h ab ló d e s u fa m ili a y lu eg o g ua rd ó s ile nci o.

E st ás p or a qu í, le p re g un té .

S í, m e co nte sté, p er o y a n o d ije m ás .

81

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. .

. . M e

V~

8

Elsiguiente cuerpo lo encontró Mercedes Vences, una

--·---~·---- ~

joven de veinte años que salió de su casa muy tem-

prano a comprar tortillas. Elmuerto, hombre joven,

de tez blanca, yacía a las orillas de un canal de aguas

negras, al lado de lo que fuera el Linterna Verde, un

bar de mala muerte en el centro de la ciudad. Del

lugar sólo quedaba el cascarón. El gobierno lo había

clausurado y pronto sería demolido junto con otros

viejos edificios para construir lo que llamaban

e~

Y . : e n t r o . En medio de los asesinatos que llovían a

diario, se levantaban plazas amplias y grises.

El cuerpo desnudo mostraba un solo balazo en la

frente. Tenía las manos atadas a la espalda y la ropa

apareció doblada a unos metros.

Después de tomar los datos necesarios, Luis sefue

a casa, se preparó un sándwich de jamón de pavo y

encendió un cigarro. Cuando terminó de almorzar,

- tiró la colilla del cigarro al centro del cenicero y fue

a su cuarto. Estás por ahí, preguntó en voz alta, pero

su amigo yonqui no contestó. Luego se acercó a su

buró y desmontó uno de los cajones. Metió la mano

al fondo del mueble y sacó una bolsita de coca. La

miró y pensó en los zombis que rondaban la ciudad,

pensó en su madre siendo devorada por un tigre. Por

zombis o tigres, todos terminarían en el mismo lu

gar. Se vio haciendo una línea gorda y aspirando y

luego internándose en un centro de rehabilitación

en El Paso, Texas. Sopesó la idea. El intercambio le

pareció justo.

El celular comenzó a vibrar. Era Morena.

~

Pinche Luis, le dijo.

Que pasó, Morena, contestó Luis, y por instinto

escondió la bolsita de cocaína en su puño.

Vamos por unas pinches birrias.

Hoy no puedo, mañana.

No mames, contestó Morena.

Luis comenzó a sentirse menos ansioso, como si

un peso se estuviera levantando de su espalda.

No pinche mames, dijo Morena, y si decía eso en

tonces significaba que estaba insistiendo. Luis semor

dió el labio y escuchó la bolsita crujir en sus dedos.

Esoera bueno, entonces. Morena lo había salvado una

vez más. Semanas antes, en la escena de un crimen

divisó un paquetito blanco más allá del perímetro co

locado por la policía. Se acercó con cautela, pero tal

vez se notaba que estaba muy ansioso, porque de in

mediato sintió una mano en el hombro. Pinche Luis,

le dijo Morena detrás de él. Aquella bolsita que ahora

tenía en supoder había llegado a su buró de la misma

manera, pero en esa ocasión nadie lo detuvo. Legus-

83

Q l

1 5

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8

taba pensar en esa bolsita como un salvavidas que no

dudaría en utilizar.

Está bien, contestó, nos vemos e~IJ;Jub 15.

Pinche Luis, dijo Morena

y

colgó.

El Club 15 era uno de esos bares que aúPl'estaban

depie en la avenida Juárez. Las paredes.vivían vestt

das;con grandes pósteres de mujeres desnudas.

Pensó en invitar a Rebeca. Miró por la ventana,

sólo para percatarse de que las luces de la casa:de su

vecina estaban apagadas. Miró el reloj. Qué raro, dijo,

y tomó su celular y marcó su número, Una voz fría le

indicó que el número marcado estaba fuera del área

de servicio. La calefacción se encendió y de inmedia

to el sonido tibio recorrió la recámara,

Resolvióllamar a Rossana. Buscó su número en el

celular y al marcarlo tampoco tuvo suerte: Tal

vez los

zombis habían llegado por ellas. Pensándolo bierr, el

tigre suelto era una falacia, pero los zombís en ver

dad existían, cómo se podía explicar lo que estaba

sucediendo. Alfinal, Rossana escribió la nota y el jefe

de información estaba feliz. Una horda de·

zombrs

para toda una ciudad en ruinas. Roja de noche. Miró

hacia el buró y el corazón se le

aceleré,

Así que tomó

las.llaves del auto y aprisa salió a:I:Fío,

Elaire estaba cargado de electricidad. Antes de su

birse al auto se acercó a la casa de Rebeca

y

por no

dejar, tocó el timbre. Al final de la calle distinguió

las .sih et~~~· Uno de ellos levantó un

brazo, Algo brillaba en sus rostros, algo rojo. Roja

/)

\ \

de noche, pensó. Luis Kmiaki,.y

deseó.

ese pase de

coca, pero ya la bolsita estaba de nuevo guardada

en el buró de su recámara. Decidió subirse a:l.auto y

alejarse.

Sobre la avenida: Vicente

Guemeso pasó

una pa

trulta a toda: velocidad con la sirena encendida. En

fa,

Pasea

Ttitmfo

de·la Repitblica ciFculaban pecos,

ats

tes, eran las once' de la noche

y ;

la dudad pareda- un

pneble»fantasma. Dos:autos; lo-alcan.za:uon,uno por 85

cada flanco, y Luis:

colgó su

credencial de re ortero

en e1espejo retrovisor. e preguntó si se necesitaban

balas de plata para matar a un zombi. Encuanto su-

bió el carnet, los'autos aceleraron para dar vuelta en

mia catle más.adelante,

Entre patrullas ycamionetas del ejército, llegó al

centro, al

baF. ~ -

Morena ya·lo esperaba.

~que me están siguien~o1 le dijo Luis,

L u

/f

No mames, pinche Luis, contestó Morena, y be-

bióiIo que restaba de su eerveza,

1.0s:zorabís,

se·mueren

con

balas:de-_plata,pregun~

tóLuis

Claro, contestó Morena, ymostró su botella vacía

al ba,:rman.

Estás.seguro,

Por favor, pinche Luis, contestó Morena.

A los zombís los eliminas con un balazo en la;ca

beza, terció el:barman, apuntándose la sien con un

dedo, no importa el material.

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88

todos para presumirla, para exc itarse... y lo con I

gu ió. Mientras la penetraba le preguntó si podía 1 01

pearlc los senos, eUa dijo que sí. Esa era la ter , .,

vez que se veían. EnEl   iario fueron discretos con  \

 

relación. Luego tuvieron una diferencia

est úpida \1 1

bre las notas que cada uno redactaba. Las de

1.\11

era n muy concretas, parcas, y las de ella, lo pod ,

constatar,eran otra cosa. Ese día él se fue a casa

y

 e

 

de entonces hacía lo posible-por no coincidircon l lI.

en El   iario Sin embargo, cada vez que pasaba

1 0 1

aquel parque recordaba ese cuerpo desnudo exacu

mente ahí, entre los columpios.

E

barman

con

tó algo más sobre los zornb ís,   l

ca de sus ojos negros y secos, de que había algo 111,1

podrido en ellos, en el alma, dijo, y de esa infec I

 

extremadamente contagiosa que hasta el peri ódk o

lo recalcaba.

Luis se despidió.

No mames, contestó Morena.

Nos vemos mañana.

No mames, repitió Morena, pero extendió

 

m,1

no para despedir se.

Al abrir la puerta , el aire frío le mordió las

11

1<

Uas. En la acera de enfrente dos policías plat icnb.iu

Auna cuadra de ahí, en la Plaza de Armas,una camlo

neta militar permanecía dormida, como un

an ím.r

con los ojos cerrados. Mientrasse dirigía al auto, vln

un poco más ade

l n

te al hombre de los chicles.

Legritó que se detuviera.

11

hom re se detuvo .

l c rompro ese chicl e, dijo Luis.

lu vo su oportunidad, contestó el hombre, se giró

, \IHUid avanzando. Luis se quedó inmóvil mirando

ti

lu unbre

que se alejaba, una ráfaga de aire frío lo

, I' hll

  >

Ydecidió regresar al auto.

a casa de Rossana a media noche.

 

dón d e vamos, le dijo cuando abrió la puerta.

,\ ni ngún lado, c

ont

estó ella, es que no ha s leído

l pcrr ód ico, sonrió y se hizo a un Jada para que Luis

1   1

rara.

Fila cerró la puerta, le tend ió la m

 no

para

  I

1nlo.

  Iis

se quedó un momento en el umbral de la re-

I ¡

ru.ira.

Desde ahí reconoc ió el libro al

la

 o de un

tU  I l l l 110

sistema de sonido.  r el mismo que el

bar-

11

1,

11

'

del Club 15 leía sobre zornbis. La portada ama

ull.r rcsaltaba entre algunos más.

(

¡l

é haces.

llenes

que invitarme.

kossana tom ó el fondo de su camiseta entre las

111, I II IS y de un movimiento se la sacó. Adelante, dijo.

l uis dio

un

paso al frente. Recuerdas aquella

I

\l it lit .

l lIa se r

etir

ó el sostén. Por supuesto.

l uis dio un paso más. La cama estaba sin hacer.

10 ' la vent n entraba la luz fría del arbotante.

t lla se bajó el pantalón

y

los calzones en un solo

nuwhn iento .

89

 uis se mordió un labio.  a recámara despedía U

Por la tarde fui a casa de Alejandra  mi nov ia  pa-

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90

olor a mango. Dio un paso más

y

levantó la man o

ha sta alcanzar el seno izquierdo de Rossana. EII

abrió la boca

y

jaló aire . Le dio la espalda, cerró los

o jos. Escuchó eJ sonido de la cremallera del panta

Ión de Luis ba jar, la heb illa del cinturón al caer, el

ret umbo sord o de los zapatos contra el suelo. La u.

gcnci a en forma de respiración y manos. Miró por

la ventana para ver si su veci no la espiaba. La recá

maraestaba a oscuras.Tal vez espiaba agazapado

l JI

una de las esquina s. Eso era bueno. Luis sintió cómo

los muslos de la muchacha se relajaron bajo sus mil

no s. Clavó las uñ as en ellos y un peq

ue ño

jadeo h 

hizo

saber

que iba por el

  min

o correcto.

De regreso a casa encendió la radio y giró eJdia l has

ta sintoniza r Ja 92 .3. Sonaba  The

  i

dnight  peclal  

de Creedence. Trató de tomar todos Jos semáforos l l

verde, excepto el del cruce de la aven ida Tecnológico

con Vicente Guerrero  donde debí a girar al este \

una p

atru

lla que iba más len to que él se le interpuso

en el camino .

Entró en el fracci

onamient

o. El auto de Rehel ,\

estaba en su lugar. No distinguió a nadie que rond r i

por las cercanías.

 a en la recámara su ami

go

yan qui le

pregum

cómo estaba.

Creo que me siguen , dijo Luis.

u-ce

que ya me olvidó agregó su a

migo

.

Los zombis me siguen , dijo Luis. Y

mir

ó por Ja

ventana. El frío sería más intenso alrededor de las

  Inca cuando la caída del sol lo arrastrara del desier

lo a la ciudad 

91

1 uch lllos

de verdad o dientes, como quieras, parece

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92 Luis:

Espero que esté n bien . Mamá me llamó hace uno

días. Soñó contigo y me dijo que te hablaría pron

tooAl parecer, el sueño la alteró mucho y ne

es ítab,

platlcarte en detalle algo que tiene que ver con 1

 

trabajo... ya sabes cómo es nuestra madre.

Preñen

llamarme a mí que estoy hasta acá, que buscarte po,

allá. Por mi p

 r t

e te digo que me quedaré hasta , 1

próximo año; a Marco le ofrecieron completar

011 1

estancia. En la universidad me han abordado vario

alumnos contentísimos por el curso que estoy imp

ar

tiendo. El próximo semestre pediré una o dos clas«

más. Ya le comenté a mamá

y,

bueno, ya sabes

 1

ella está feliz; de

m í

padre ni te cuento, siempre

e

 

l

ol

muy ocupado.

La verdad, no te escribo nada más para saluda rte

D éjarne decirte que el frío de acá es distinto, no q

ue

extra ñe lo seco del aire helado de ]uárez pegando

me en la cara; porque el aire de acá en esta épo,

, 1

(espero vengan pronto) es helado. Este sí que   l l

 

le muerde las orejas y la nariz. Mi vecina me

¡¡

1

11lea que hace linos aftas, en medio de una lluvia

ruoñal el aire del norte sí, aún más al norte) bajó

y 11tormenta se comenzó a congelar. Los cables te

h l ún icos se rompieron por el peso del hielo y

tod

r

l

,h l 

¡¡

quedó inmersa en una cuajada oscuridad por

,

 

,

  \

Aparte, el h ielo sobre b

 nqu

etas y pavim

ent

o

l   vncargó de romper las tuberías. Se quedaron sin

, In 1ricidad y sin agua y muchos murieron, la ma-

\

o Í

l

viejitos. Mi vecina, que es una mujer de unos

1 lnru cnta años, terminó en el hospital por una pul-

  l

l. Cuando me contaba del incidente, me iba

1I1l1...tr ndo

su álbum de fotos, la familia cerca de las

I I

 

rad

<l

s, el hijo en una fiesta de cumpleaños, la hija

u- .irgada en la antigua muralla de Quebec.

1

 C

pronto me dieron ganas de estar con ustedes.

\ r que lleg

 nd

o al apa rtamento me preparé un cho

111 , lh caliente y me acurruqué en el único sillón de la

  ,1 Eran las cuatro y, bueno, te has de imaginar que

1 11

n los lugares, a esa hora, comienza a oscurecer.

1I

álbum

lo abrí exactamente a la mit ad. Ahí es

 l

I Il IOS.

La vez que nos invitaste al restaurante

Tú y yo abrazados de

m má

. Luego esas fo

la vez que comí con papá y Ana... Pero te

  1   10 algo: laúni cacosa extraña fueron dos fotos al

üu.il.

Recuerdo que yo las tomé. Según

y

tú estabas

I 1111

1

1  i manos sobre la mesa de centro. Lo extraño

t I ltU en

la foto tú ya no apareces, como si te

hubie-

93

ras borrado. Supuse que me equivocaba de fiesta o dc '

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94

imagen. Te d igo que deberías estar ahí

con

las manos

sobre la mesa, hasta recuerdo

que

t raías la chamarr.i

de mezclilla que compraste en Quer

étaro

. Podrías

 c 

si tienes esas fotografías.

Cuídate mu cho. Te mando besos y abrazos.

'IÍ herm

an

a,

11.lgl'IHc Pastrana se apeó

del

auto. Miró hacia am

  ll

lados de la avenida Valen tí n Fuentes y cr uzó los

11\ rn rriles.

  1hospital del Seg

uro

Social,

con

S

tl S

nu eve pi sos

, lit

vnrlidos, en   nfon avi t Casas Grandes, contrastaba

1 1111 {

l cielo c

errad

o. Con di screci

ón

¡ pa só los

pues

 

'

li t

'

tacos sobre el camellón fr

en t

e a la Sec

undaria

1I  ;11No. 6. Llegó h asta un cla ro ro deado de casas,

h1 .11r v s ó va liéndose de las sombras donde la luz

di lo.. arbotantes no alcanzaba a

ilum inar,

alcanzó

l.

1 .1\

<

azu l de la esqu ina, la miró y bajó la vista a la

 l

l l,ulufa de la reja. Si era necesario correría el ries

l l r

pvro era mejor no hacer ru ido; estudió la altura

1

,  r uJó no más de dos met ros; se sujetó de los fríos

h

  I

lo

l

 

's

neg ros, t

om

ó aire

y

con fuerza se

im

pu lsó

 1,, ' ..lIos hasta lleg a r del otro lado, La calle siguió

I

  vtk-ncio . De

vez

en vez, escuchaba 105 au tos pa-

11 por la avenida Valentín Fu

ente

s, a dos c

uad

ras

di

 lI l i

95

Adrián

Valt íerra,

que en ese

mom

ento veía

cualq

uh r

cosa en la televisión, aguzó el oído . Bajó el

VO

  l

H'1I

V

llierra levantó el rostro. Aqué se refiere.

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96

y

con cautela miró fuera. Al ver la silueta hUI11

ílJ1

 

a tres pasos de las escaleras se le fue la sangre a lo

pies. Chingao dijo , y al perder fuerza en las piern

t  mbaleó al suelo.

Hola, dijo la silueta.

No me chingues, dijo Valtierra.

La silueta dio un paso al fr

en t

e para qu e la luz

1

1

la habitac ión se e

nc

argara de

reve

lar quién era, en

In

mano llevaba

un

pistola.

Valtierra se quedó rígido . No pu ede hacer estu

dijo.

Tú no podías hacer lo que

hi c

iste.

Fue un ma lentendido.

No seas pendejo, Valtierra,

un

ojo que tal VCí :  

pierda, la nariz y diez costillas

rot

s.

Me hablaron de usted, luego lo soñé, dijo, \

decidió quedarse callado,

  horr r

un poco 111

fuerzas.

Elagente Pastrana se bajó la cremallera de su eh:

marra de piel y guardó

la pistola. Cuántos gol¡»

crees que vale

un

nariz hecha polvo, le pre

gunt

ó   1

hombre en el suelo.

No, di jo

Valt íerra,

llévese todo lo que tengo.

E

nto

nces no te hablaron tan bien de mí, dijo

el

agente.

Valtierra escondió la cara en tre las dos manos.

Esto pudo haber ido de distinta manera.

1I

.rge

n t

e

Pastrana jaló ai re a los pulmones y len

I uue utc lo dejó escapar por la boca. No lo sé, dijo al

  11 1

1

V1

1l

íerra se pasó la lengua por los labiosy sintió el

IIdo .

acumul do

en

ellos. Se

cree

intocable.

N,ldie lo es.

I lió se lo merec ía,

  lo que piensas.

111ló y otra vez se lo advertí, se lo dije mil Veces .

I\drj¡ín , Susurró el agente Pastrana, y

mir

ó 10

desa-

  ,

lt

ll)del cuarto. Lasparedesparecían sucias

y en

un

11

11

. 0

11

destellaban un par de botellas

vacías

de

ron

  11Mili.

Ahora la hi storia debe

tomar

nuevos

de

IH

I I I I O ;/

agregó. Miró

el

televi sor, alargó la

mano

01

tI

 

I d Ylo apagó. Estuve a

pu n

to de dejarlo por la

1

1

' • Itll'gO,

igual que t ú soñaste conm igo yo soñé con

I

dtllldil. desvan ecida en el hospital de aquí enfrente,

11

  1.1 nariz machacada, dijo, y se masajeó los ojos,

11 11  lo que me refiero.

V lllicrra tragó saliva. Si me dispara, Jodenuncia-

I

 l

ll

' toca, Yolanda lo pagará.

N.. lo h rá. Esto es entre tú y yo.

l  u·hcme.

No

vs

la primera vez que hago esto, dijo el

agen -

•   .I\ ,,, ,,a. Ni siquiera estoy aquí, agregó, y de los

,1

1  0 \ de

la chamarra sacó un par de guan tes de

1 h

I   \ caló entre lazando los dedos. Dicen que está

11 1  l'IIIJO en Nueva York, en Manhattan.

97

Qué, dijo Valtierra,

y

miró el rostro rígido

y fr11

dei agente .

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98

Te gustan  os superh éroes, preg

untó

Pastran a.

Está loco.

Deber ías

creer

en ellos}agregó Past ran a,

y

guard,

sile

ncio

.

En la dista ncia se escuchó la si rena de un a patru

lla

y,

como si esta fuera

la

seña l, se aba lanzó con

u;

el ro

stro

de Valt ierra.

'   '

 

desp

er t

ó de golpe . El son ido del tren en la

 

I.lIId a parecía prov

enir de dentr

o de su cabeza.

p., { una mano

po

r el rostro y miró la hora en el

I

11l lle pared .

1  1 lIoche anterior, mi

en t

ra s est aba de visi ta

en

I I ¡/l su hermana lado de su sobrino de tr es

 

l oIl> ia visto un par de veces la película Toy tory

f 111

\ '{ 'Z por

el exceso de tacos en la cen a fue que

.1

\m sueñ os apareció

\Voody,

el

vaquero, y Buzz,

1

,1 I ll l l l<lu t a .

Era terrible p

en

sar en las obsesiones

I /11\

mu ñequítos. Vivir eterna mente

y bu

scar po r

I 111 1' 11'

el juego. Vivir resentidos en

un

rincón del

11 1110 t-..

peca

nd

o el

cariño

de un

niñ

o que dejó de

I III il . re afias. Juguetes

moviéndose durante  

-

  pl.lllean

do

cómo hacer que un jov

en qu

e está

1 III ,I ..

harse a la

univ

ers idad

y

que lo han

visto

CIe-

I   l ll .l l l t e

años, se interese

po

r ellos

un

a vez más.

I

1I ,l

l

d o (. J1

el juego, el juego, el juego. Luego escu

lid . 

un ido de la locomotora

y

despertó.

Ilt'

1I

1ras se tomaba un jugo de naran ja con vod

h \

11 la nota de los zombis en el periódico.

99

Sonrió apenas. Qué pendejada, dijo. tr n

las nueve de la mañana y ya no tenía nada

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La

  t

a le molestaba. Había zombis por todos la

dos pero no importaba si eran zombis o no. No im

portaban tant os cuerpos. Lo que importaban eran ia

plazas. Eso era necesario.

Pensó en el vaquero \Voody oculto en un cinc  

de la casa mirando sus movimientos, y un

esca lo íríu

le recorrió el cuello.

100 Una pendejada, dijo, tomó las llaves del auto \

salió.

Su hermana lo llamó al celular. Viste la nota, h

preguntó.

Imagínate que fuera real.

Entonces no tienes nada qué ver con eso .

Me hablas en serio, le preguntó Santos,

y

se im

 

ginó riéndo se como un científico loco en med io d.

una horda de juguetes asesinos .

Es algo serio.

Paty, por favor.

No te molestes, sólo era una pregunta .

La conversación terminó.

El

restaurante

estaba vacío. Quiso entrar

y, 111

cuanto sacó la llave del bolsillo del pantalón , se

1

I

cató de un a nota en el cristal de la puerta: Santo

nos vemos más tarde. La tomó

y

miró alrededor. I

avenida estaba vacía. Por la hora escrita, la nota   I

bía sido puesta apenas unos minutos antes .

Ma

1

el

número de teléfono de su jefe} pero estaba

fUI 1 I

del área de servicio.

 I

t  hacer. Decidió ir a desayunar al Café Central.

I ,IS ralles estaban m ás solitarias que otros días. A l

1I1t  IIOS

eso

le

parecía. En el café pidió unos huevos

1

 

heros

co n chilaquiJes rojos. Se tomó dos tazas

 h 

Ifé

Ycon templó a la gente que iba y venía por la

I 1  ,

l.os

rostros serios.

De

pronto el aire frío acele-

I

 

,1

Yla

gen te trataba de calentarse lasmanos con el

  dc sus  o

cas.

El

próximo sábado tendría que ir 101

I dl l

olf

un nuevo cargamento a

la

pista de aterrizaje y

1  

\ 10 pensar en el frío que estaría haciendo por la

lo hizo sentir pesado. Le habló a Gabriel

,   \1  Yle di jo que se preparara para el sábado.

Va

,

 

1  ; Ilriel Acosta,

y

colgó. Sopesó la posibiiidad de

 

tllM ti

su

compadre Camarena, pero eso lo

dec idí-

1I 1

 

1,).. tar

de

.

x.unos pidió la cuenta y salió del café. En ese lugar

h  

.1 1rabajado

su madre. Por eso le gustaba

comer

  ll ll go la mujer se

fue

a vivi r a El Paso. Por ella

  1 j,¡

la hi storia de los Tirilon es, una pandi lla gi-

11I 

{

 i1 que se dedicaba a robary matar en los años

1

 

\ .\ . Lu

ego

el gobierno

 omen

zó a hacer redadas

l. 1

 

Iones para llevarlos fuera de la ciudad

y

ex-

I

unt u.nlos.

Como viles zombis que eran. Su madre

, ,h,1 lIl

 gullosa de aquella gran purga y de vez en

 l Indo contaba la historia.

P,I \ CI

  ver a su hermana, pero había salido de

Il lI p l   ,

Su sobrino veía de nueva cuenta  oy  to 

I H   l

ccos lo pusieron nervioso. Ledio un beso

en la frente al pequeño, se despidió de la

n iñera \

1I pcr i ódíco Santos .

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salió a la calle.

Decidió  r al Recreo, un

diminuto

bar sobre la ¡¡VI

ni 16 de septiembre. El señor Rojas, el dueño,

  ehl

ll

un a taza de café. Buenos días, le di jo a San tos mk  r :

t ras tomaba

un

lugar al centro de la ba rra . Pidió  

,

Corona que vació en tres tragos, luego

un

a Víctorl»

El señor Rojas leía el periód ico. Los pocos autos

102 pas

aban po r

la avenida se reflejaban en la p

ant

alla d

la televisi

ón .

Y mientras con

temp

laba su botella

V.I

cía, decidió regresar a casa.

Al in

trodu

cir la llave en

el

cerro jo se

arreplnt ln

pero no había ma nera de volver el tiempo . Al

girad

.,

y entrar supo que se hab ía lanzado al vacío.

Buenas tardes, d ijo

un

a voz de en tre las sombra

de la casa. Las cortinas estaban cerradas.

Santos tomó aire.

Por más que t rates de enderezar el rumbo,

sícrn

pre

serás el m ismo, di jo la voz .

San tos fru nció el ceño. Osear, preguntó.

Por qué lo h iciste, qué necesidad .

Yo no h ice nada, dijo, y dio un paso al frente.

Cuando los ojos se acostumbraron a la penumln.i

de la habitación , descubrió la mirada fría de Osrru

Núñez a

un

os metros de él.

Eras uno de los mejores, Santos.

No sé a qu é te refieres.

1.0 sabes.

Ayúdame.

\ .• los se pasó la lengua por los labios. Te refieres

j ¡

t i nnbi s.

10\ zombis me valen

mad

re, s

on

noticia vieja,

dllll (

hrar Núñez, y le l

an

zó una sección del

per i ód í

111, 1 11 1\ pies.

I

 uldado,

una voz a sus espaldas lo so rprend ió .

 O Pl SÓ

la di stancia a la pu

erta

a la co cin a, al co -

1111

. lur, a su pistola en el cajón superior del tr in cha-

  3

11111

No ten ía ninguna posibil idad .

lunccesario,

Santos, di jo Osear

N úñez,

y se pa só

 

1M rua

no por el rost ro. Sé por qué lo hici ste .

x.mros miró

al suelo y leyó un enc a

bez

ad o ence-

u.nlo con colo r rojo. La sangre se le fue a la cabeza.

III I I J

un

mareo. Eseera el peri

ód

ico

nu

evo ; entonces

11110 1.1de los zomb is era de

as anter iores. En

ten

d ió

11 11( I.U

 

de su herman a.

s.uuos, en verdad quieres que te lo diga.

0 ,

dijo él, pero la v

erd

ad era que

no

existía ra

  I ,ra haberle cont ado a Luis Kur iaki aquello. El

t \

h

  del e jército en medio del desierto. Las paca s de

1I1 ,  11   na y cocaína siendo aca rread as al in terior

di I

,   .,,,. Núñez se acla ró la garganta. Sospechaba

  \ , pero necesitábamosestar seguros de que eras tú .

,-slo lleva tu firma. Trataste de hacer lo mejor y lo

111

Is  e y

estoy agradecido, pero hagas

lo

que hagas

  ruprc seguirás siendo el mismo.

\ 1.

dijo él.

Aparte del periodista. hay alguien más involucra

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do preguntó Osear Núñez .

Él está haciendo su trabajo dijo Santos.

y sabes qué es lo peor que esto no cambiaránada.

Los cargame ntos sólo se retrasarán habrá gritos v

más muertos y nada de esto valdrá un co no .

Sí dijo Santo s

y

pensó en su hermana

y

su so

brilla

y

su madre Y por alguna razón  a su cabeza l  

104 llegó la imagen de miles de muertos vivientes con I s

brazos extendidos rodeándolo. Luego fue el dispa

r

Intvsa lló del diario a las doce de la noche. Justo al l OS

  g.n 1auto en el estacíon iento de la avenida 16

dI

\t pliembre  una ráfaga de luces lo hizo

m irar

ha-

 1  l r ntra orilla. Desde un Chevrolet oscuro alguien

ti

1

íouaba

el flash de una cámara fotográfica. Por un

uuuuen to no supo qué hacer. Se quedó paralizado

 

\l gundo para entonces tirarse al suelo; las luces

  1 \·\ Iban. Qué hago  pensó y encorvado co rrió has-

11  vestíbulo del diario. Tras la ventana  vio cuando

111  se detuvo y el auto arrancó.

Iue a ln oficina del jefe de información.

I s ;ís pálido.

I tlis se pasó el dorso de la mano por la frente.

 HIIIl 1l

acaba de tomarme un chingo de fotos ahí

  \ 1 1.

11 [efe

de información sacó del escritorio una

hll l\  1 1

ransparcn te de plástico. Quieres uno  le pre-

11

 

1

 

\ ¡hl s algo de eso.

1  t qué.

1h  las fotos.

El jefe le qu itó la envo ltur a u n bu

rr i

to

y

le d io

FI

jefe volvió a coloca r la fotog rafía sobre el escri

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una mordida. No sé nada.

Qu é pued o bacer.

Con qué .

Co n lo de las fotografías.

El jefe lo mir ó a los ojo s. Qué qu ieres hacer.

La oficina comenzó a oler a chicharrón en

sah, l

verde .

106   en

tien o

  di jo Luis y el jefe de

ín form act óu

vo lv i ó

a morder su burrito .

Luis se llevó las mano s a la cintura. Tienes i IJtIl

que ver en esto , le preguntó.

Nada .

Nada de n ada.

Luis, alguna vez me hicieron lo

m i

sm

o

y

resu ln

ser la policía co mpleta n o m i ex pediente .

Todov l 

nemas uno . Tú,

Rossana

Patricio,

Morena to dos

di

jo

y

se pa só

un

a servilleta de p ap el po r la b oca .

Y la not a de l avión m ilitar.

No la escr ibiste tú .

La not a h abía sa lido mo ificada y sin firmm

vio

impresa en el periódico, y lo único que hll  

ter m

in r

de leerla fue tirarlo al bo te de la baSUI 1

Eso no significa na da le d ijo.

Ko sé  agregó el jefe

y

levan tó la fo to grnn.   1

hombre con el balazo en la frente. Cómo vascon I 1

Igual d ijo. Aú n no lla m aba a l agen te l as\I  11I 1

a Santos.  izo un apunte men tal para co u ,

 

con ellos lo m ás p ronto posible.

10

11 110 sin antes ec harle un ojo rápido. Para es

tos

dd ll-r íamos

inventarnos un vampiro en

la ciudad,

tlljo

l i [efe

y se quedaron en silenc io.

 

is, al

m nos

por hoy, no le seguiría el juego .

Ih 

orr i ó

la

oficina con la mirada.

E

 l el

escritorio resaltaban

u

jarrón con un par

tlr

10 \ .15

mar

 hi t

as y la fotografía de una

niñ

a

so n-

 I

1I1l .

De la par e d colgaba el dib ujo de lo que pa re -

107

I 1.1

wr

u

n zanaho ria amorfa que, deducía, había

 

1u di hu jada p or la n iñ a d e la fot o y po r alguna ra-

 

tvn ía

que ser presum ida. Quién era el jefe de

In

11I1 1I1,ll lú n .

Sabía que le gus taban los burritos y que

1 III I

IJ

ol

americano era su deporte, que un par

de

• I

n

hab ía

asistido al estadio de los Vaqueros,

en

l  

dl,I\ ,

I 1 Ide mordió una vez más su burrito, que ya es-

1 h 1 pur desaparecer.

1

u.uu os años tiene tu hija, preguntó Luis.

1

 

.

1

 

1\ veñ uló

la fotografía.

I  

soh rina Karen .

11

  llIía

que tenías hermanos.

1111\

herma nas tres herm nos y una media her

  1 qll l

vive en

Los Ánge les.

  1 q o decir algo, preguntar sobre el divorcio

  1 .\ pero

tan

sólo

atinó a

decir: Tengo ganas

I. tlll  l lI1\

u n a

hamburguesa.

l  1  0   ,

Estoy pensado en voz alta, di jo, y al no t

ener

má.\

uuvnto al llegar al pasado, y a cada mi nu to q ue la

8/16/2019 Silva Márquez - Balada Arcos Dorados

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108

que agregar ,se despidió.

Volvió a su auto . Antes de salir del edificio miró

h acia ambos lados de la calle. Encend ió el mo tor

to mÓ la aven ida 16 de septiembre, hacia el este . Pasó

al lado del McDonald s para comprarse

un

a Big Mar ,

pero ya hab ían cerrado. Dos o tres personas se dlstln

gu ía n dentro, limpiando el lugar.

De regreso a casa pensó en el vampiro, el asesino

del calibre 22, como llamaría al homicida . Ya h b

ln

ría con Pastrana, pero antes buscaría a Santos para

sab er su opin ión sobre la ráfaga fotográfica a la  1   1

fue expuesto. Notó que le seguían temblando las mu

nos. Miró el reloj y marcó el

núm

ero del celular dI

San to s. El

núm

ero estaba fuera del área de servicio

Casi la

un

a de la mañana. Mientras p

en

saba en la

lio

rrasca fotográfica y lo que podía significa r, recordó I

largo

e mail

de su hermana. No lo respondió porqru

no supo cómo hacerlo. Nunca dio con ninguna lo

togr fía que coi ncidiera con la descripción que dnl

J

ella . La fiesta a la que se refería sucedió un mes dt 

pués de la segunda sobredosis (hacía cuántos

íl l)tl

ya, tres, cuatro). En algunas

o

asiones sentía com« I

aq uello

hubiera ocurrido mucho tiempo atrás, Ilt ltl

en otras, so bre todo por las mañanas al abrir los 0 1(1

sentía conl0 si el pas

ón

apenas hub iera sucedk lo

Una foto donde él debía aparecer, y como por arll 

magia, ya no estaba. Una foto como la de   oll   ., 

[u turo  donde Marty McFly arr iesga su prop io  

I

 _ _

1 , lirula avanza Y no logra hacer que sus pad res se

  I1Iozcao, se va borr

 nd

o parte por parte, po rque,

 

\ 10 ,

ese futuro, su futuro, no sucederá.

A

Luis se le

1 I

.ip óuna risita

y

miró por el ret rovi sor del aut o . La

, ,,,,1,,1det rás de él era la pupila sin fondo de u n ojo

l}lol   tcsCO . Las po cas luces en end idas que se

refle-

  eran el remedo de un mapa int ergaláctico . Al

t1l1 1l0 S

nadie me sigue, p

en

só, y encendió un cig rro.

, t  preguntó si Rebe ca estaría en casa y marcó el

1I11

  l

t TO de su celular. Nada. En estos últimos

as

 p  lIas si la había visto.

1 11 auto lo alcanzó en la intersección de la ca lle

I

 M tI

de

Pátzcua ro con la aven ida Paseo Triunfo. Luis

111.

Il

II(Hnático colgó el carne t de

 l  iario

de Iu árez

en

I

II

l l o isor. El auto aceleró

y,

segundos después, las

hu I ,

de

los frenos se encendieron y volvieron a

ernp a-

I /.11  P. Luis desaceleró y miró por el retrovisor. Una

I h I

IIp

negra lo alcanzó por detrás. El auto comenzó

, I

le el paso hasta que Luis frenó.  hingao di jo.

111 111 1vl celular; sin saber qué más hacer marcó

el

n ú-

1111

11

de

Rebeca.

Y

mientras ella contestaba, el vidrio

1

1.11 110 de Luis tr

on

ó en mil pedazos, Estoy muerto ,

I   l o

y esperó a que la sangre brotara de algún la-

I 1 p l  l ()

no hubo nada.

Un

par de brazos entraron

1 1I 1 1 venta na y de un jalón lo sacaron. Lo arrastra-

I .tI \ h1 lanzaron a la batea de la pick-up. Esmi mo

1l1l 1l111 dl

o

rrer, dijo pero no se movi ó, el cuerpo no

I 1I pt l H  í a, aquel jalón había sido suficiente.

109

Oyó : Eres un pendejo .

Oyó: La ca ra al suelo,

put

o.

r

los pies de los hombres (cuántos eran) en tre piedras

sueltas.

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11

Oyó: Te crees muy ch l

ngó

n .

Eran vo ces distintas, unas más ronca s que otras,

pero tod as de hierro y dolorosas. La cam ioneta av n -

zaba y sobre la espalda sentí a

un gran

peso. Algu ien

iba sentado sobre

él.

 

ó un par de sirenas en la d istancia.

Oyó u n   vión cruzar el cielo . Se imaginó la ín ter-

mitente iuz roja del fuselaje sob re su cabeza.

Oyó las rued as de la cam ioneta morder el asfa lto

hasta convertirse en terracer ía, luego se d

etu

vieron

por completo.

El aire frío comenzó a ca larle. Fue cuan

do

sin tió

algo

du r

o gol

pea

ndo su cabeza. Supo

qu

e iba a mori r.

Pensó en Reheca y Rossana, en las nalgas de Rossana,

en el cigarro que una vez le negó a un asesino en

In

cárcel. Pen só en su abuelo muerto y en la cocaína . El

el zombi en que se había convertido su madre. Esto

es una pelícu la, se dijo, y esperó a que un superh érov

llega ra de al

gún

lado, del fondo de la tierra , del cen

t ro del Sol, de alguna cueva escondida.

Eres un p

ende

jo, escuc

. No sabes que tenemos

ojos en El iar io Te crees mejor de lo que eres.

y las v

oc

es proven ían de la oscuridad.

Luego alguie n dijo ya, Luis apretó los ojos ha l 

que le do lieron ,

Otra voz agregó esperen.

Se hi zo un silenc io y Luis escuc

su respíracíón

Me estoy mu riendo, pensó. Al tratar de levantar

1  cabeza sintió un arma contra la nuca.

Cuidado, dijo un hombre ronco detrás de él.

Contuvo la respiración. A un os metros de ahí uno

d i 

estos fanta smas sin rostro hablaba por teléfono y

entr e las palabras que captó estaban

se

ñ

r

por

supues-

  y enten i  o Se

dio

cuenta de que el celuJar seguía

(  su mano derecha y Rebeca   l otro lado le de-

I

jtl una

y

otra vez que aguantara, parecía que nadie

In

hab ía

visto.

Ya gritaron

y

cortaron cartucho .

Po r favor, dijo Luis

 urfakl 

pero eran fantasmas

y

h

1\

r

  nt

asmas no escuc

h n

. Se dio cuenta de que esas

W lÍ il ll las últimas palabras que pronunciaría en vida,

Alto, gritó otra voz.

1\

ts Kuriaki sollozó .

 lodos, incluso quien estaba detrás de él, se reple-

Aprovechó para guardar con rapidez el celu-

1  en el bolsillo del pantalón , Murmuraron algo, No

1I1,l

l l

 S,

espetó el h

omb

re r

on

co . Es un a orden, repIi-

1 \1

,¡Ig ll jen más.

Sl 

acercó uno de ellos. Tienes suerte, le di jo, y

1  \ sin tió un golpe en la cabeza.

1

.uan do

abrió los ojos, se encontraba en su auto.

1  

sueño, dijo, pero la ca

bez

a le come nzó a  u

-

 11

y

se dio cuenta de que el vidrio de la ventanilla

\( hallaba roto, Buscó el celular en el

pant

alón y

111

miró la hora . Sólo garabatos. El frío se intensificó y

No recuerdo nada .

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los músculos le dolían . Qué es esto, dijo, y miró la

ca-

lle; las luces de neón de algunos negocios seguían en-

cendidas . El celular comenzó a timbrar. Era Rebeca.

En dónde estás.

No

sé.

Estás bien .

No sé.

112

Cómo te llamas.

No lo recu erdo.

Descríbemc en d

ónd

e estás.

Eres Rebeca.

Escúchame. Tienes que describirme lo que ves

¡¡

tu alrededor.

t.u ís miró. Trató de leer el nombre de la s calles

pero las letras no le hacían ningún sent ido .

Creo que estoy muerto, dijo.

Necesito que te concentres.

Reconoció el negocio de

KFC

en la esquina.

Pátzcuaro, di jo y t ragó saliva, K

  e

agregó y volvi ó

a desmayarse.

Cuando abr ió los ojos s e enteró de que estaha ( 

un cuarto de hospital.

Rebeca descansaba a su lado.

Te darán de alta ma

ñan

a por la tarde.

Veo borroso.

Es por el golpe en la nuca.

Yo

es

uché todo, creo.

Qué sucedió.

Rebeca lo tomó de la mano .

y

mi madre, preguntó Luis.

Acaba de irse.

Soñé con zombis, dijo, y miró las flores en un

[a

.

Son de

un

tal Rossana, de El iario 113

No me acuerdo de nada .

Tenías fiebre.

Crees en Dios.

No.

Yo tampoco.

Guardaron silen io . Entró una enfermera

y

sin

•.•ludar llegó hasta Luis y ver íñc ó el expediente a un

  ulode la cama. Algo marcó en él y a renglón segui-

1I1 I   despidió con un seco buena s noches.

ltebeca le apretó la mano. Cuando era pequeña

  n••ha con Charles Manson, le dijo. Le clavaba un

I l h hi llo en el ojo, pero no serv ía de nada porque ya

11I li;¡ muerto Shacon Tate.

I.uis trató de incorporarse, pero no pudo.

I)l sde que te cono cí esos sueños terminaron .

No entiendo.

 al vez qu ieras dorm irun poco más.

  or

lo que veo he dormido demasiado. Aparte es-

  l ll Ins zombis.

  li S zombis.

Cierro los ojos y ah í están.

Los

zornbis

no existen.

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Mi m

 dr

e es

un

zombi.

No digas eso.

Pero es verdad dijo  y las manos le comenzaron

a t

emb

lar.

Rebeca se levantó de la silla

y

se acercó a

una

mesita. Quieres un poco de agua pregu ntó pero no

114

obtuvo respuesta Luis había

vu

lto a cerrar los

ojos.

Rebeca dejó el vaso en la

m s

ita y se acercó a lel

ventana. Cada día parecía correr más depri sa. En un

abr ir y cerrar de ojos ya era de noche. Tocó el vidrio

y lo frío la reconfortó. Vio más allá de su reflejo má\

allá de la calle  pasando los edificios . Por ahí

 nd

b n

io s zombis de Luis y ella

no

podí

hacer nada al

respecto. Sintió el peso del

fraca

so en sus hombros.

Así se ll ma  dijo y su propia voz la sorprendió.

1124 de diciembre, por un a ll amada anónima, la po- 115

lit ¡a localizó lo que al principio parecían diez cuer-

  \

enterrados en un a casa aband onada del fraccio

n.uuícn to

Quin tas del Valle al este de la ciudad muy

I a del Puente Internacional Zaragoza. La primera

t

 rva

de la primera cuadra. El trabajo pasó a manos

d

t

1agente Álvaro Luna Cian . En

  l

 

ario

el jefe de

Información le pidió a Rossana que escribiera la no-

1 1 . Esa vez no hubo

nin

gú n zo mbi involucrado ni

1ig l c suelto ni vampiro.

El agen te Álvaro Luna y un equipo de diez poli-

I ¡as estarían casi un a semana en la escena del cri

uu n  r  olectand o entre el lodo co ngelado pedazos

IIl 

cuerpo s y ropa. El frío por mom

 nt

os fue tan

in

u

uso

que

un

par de policías sufrieron hipotermia .

El 27 de dici

emb

re por la noche cayó

un

a ligera

nevada que entorpe ió el t r

 b

a jo. Rodolfo

  r

ian o

« uníston ado del caso para desperezarse com nzó

.1 lanzar bolas de nieve  has ta que Gloria Olivares

ru mpa ñera en turno recibió el dedo meñ ique de uno

t1

l los cuerpos justo en el pecho. Por la nieve que lo

envolvía el dedo quedó adherido unos segundos . 1

l.

nqu l ru

durar más del tiempo necesario aquí  e

 

1

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116

chamarra azu l de la p olicía  ha sta que cayó al slll lo

Alguien se

r io

Otros se indignaron

y uno

el

IlH

 

JI

ven de ellos  le in form ó al agente Lu n a del in cldl llIt

El agente Luna sostuvo una plática Con Mariano.

Qu é

pend

ejo eres le di jo en la c oc in a oscu ra dI  l.

casa. Sabes qui én es J

ohnn

y Knoxville.

No señor.

Esto no lo hu biera hech o

Iohnny.

No entie

ndo

.

  sé q ue n o entiendes.

Sí s

eño

r.

Algo más

que

hayas lan zado.

Nada más ese meñique  señor.

Nada más.

Sí señor.

Ve

por un

pa r de botellas de Joh nny Walker.

Sí  señor.

El agente Lun a se recargó en el fregad ero y   ró

por la ven tana h acia el patio. Alguien

ilumin

aba

el

fondo de la fosacon ayudade una linterna. Esparcidos

por el terreno los

coní tos

amarillos num erados

rcsal

taban la evidencia.

Q ué pendejo eres Marian o.

Señor.

  ya qui e ro esas botellas aqu í le dijo y pu so un a

m no

en

el ho mbro. Si

un

a de tu s hu ellas apa rece

en cualquierpartede este desmadre te convertirás en

uno de mis principales sospechosos por pendejo.

h una cena en Las Vegas.

  j

señor  contestó el policía   en cuanto la mano

lli 1.Igl nte Luna cedió se apresuró a salir de ah í.

Alvaro Luna suspiró y salió al patio el aire frío

 

-golpeó la cara. Miró los conitos am arillos y la fosa

11\1

lira. Cómo están las cosas  le preguntó a una

mu-

 

t policía qu e esta ba den

tro

de la fosa.

Aquí hay más de diez cuerpos  dijo ella.

En

dónde

vas

a pasar el año nuevo.

En El Paso con mi mamá.

Voy a Las Vegas a ver a Cher. Los boletos está n

hk ll

caros.

Me ima gino.

  Raúl

pregun

tó Lu na .

En Las Cruc es. Un juego de bas

quet o

l.

Cuán to pa ra que se filtre a la prensa lo de lo s ca

tl íveres.

Con estos no se

sabe

dijo la mujer policía miran-

do

en

derredor.

Un par de po licías plat icaba al fondo del patio

ot ros

escribían mensajes en su celular. El más joven

hur gaba

un

m

ontícu

lo de tierra. Sepa raba

un

peda

zo  lo pon ía en una báscula tomaba el peso lo regls

Iraba en una libreta y después vaciaba todo en otro

ro n tenedor.

El montículo era enorme y el trabajo

innecesario.

Qué está haciendo le pre

gun

tó a la muj er policía .

Paga sus pecados.

117

8/16/2019 Silva Márquez - Balada Arcos Dorados

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Luego se hizo un silencio entre ellos. El

motor

ti

I

refrigeradorse accionó. Un zumbido

recon f  t   nu-

1II 11lre lo miró  lo tomó entre las manos y lo

poquito Ni idea de lo que podría ser Lo

dej ó

de

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Sabes qué n

ov

la leí la semana pasada. Una  l

  11

 

tal Bernal Una

nove líta

muy divertida  

Cómo te sien tes

Mejor

Yo

también

estoy un poco

mejor 

dijo  pero no

 

ment ó nada sobre los gritos y las cobijas empapadll

12  de sudor a media noche.

  tía me espera.

Lo entiendo 

y me gustaría decirte algo más

Dime .

Algo en algo en Rebeca no me agrada

Está bien

Lo

ten ía

que decir  es mi

in s

tint

o

iba

a

revenuu

si no lo

hacía.

Lo entiendo agregó él.

y no

tiene nada que ver con la edad. Es una mu jer

muy guapa 

Gracias  mamá  le dijo y la volvió a abrazar. La

acompañó a la puerta y se despidieron

Te espero

en casa.

Sí} dijo

Luis

y en un

impulso

la vol vió a

abrazar.

Cuando Se despidió fue basta la cocina y se sirvió

un t rago de whisky Se quedó mir ndo las luces de la

ciudad Las luces rojas del cerro Bola Las luces blan -

cas de la montaña Franklin   De un golpe se bebió

su vaso y vo lvió a servirse. Fue hasta el regalo de su

nuev c

uent a en

la mesa. Ya lo abriría.

 2

  1 la puerta  El hombre que tenía enfrente era

I  h h jo que él  sin embargo su rostro de piedra y

8/16/2019 Silva Márquez - Balada Arcos Dorados

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122

El teniente Martínez le pidió a Pastrana que tom ara

asiento  Sin quitarle la vista de encima le arrojó a 1m

pie

rn s

una fotografía donde el rostro molido a gol

pes de Adrián Valtierra miraba al objetivo .

Pastra na tomó la foto, la giró

un

poco y la

coloc ó

sobre el escritorio atib

orr

ado de

p p

eles y sobres.

No te hagas p

end

ejo, Pastr

 n

.

Pastrana

mir

ó hacia la pared de la derecha don-

de colgaba el cuadro de un   rco en medio de un 

tempestad

r

un barco d

imin

uto  navega

n o

en

UIl

agua roja y violenta.

No ha hecho ni nguna acusación dijo Martínez 

Ni la hará, contestó Pastrana.

Cuando M

 rin

o me habló de ti me a

dv

irti ó que

estas cosas sucederían ahoratengo que a

pe

hugar

Pastrana

 uf

ó.

Cómo está la

  u r

Al menos sabernos que no perderá el ojo.

Me sales caro  Pastrana

No   y yo  teniente 

Dios, dijo el ten i

ent

e, y se pu so de pie y caminó

11 oc apenas como una hendidura lo

 nt m

aban.

I

  d

noche estuviste con

ju n

cho

Vázquez y Marcelo

¡  l ld a.

Sí.

A las do s de la ma ñana compraste unos burritos

  El Campa, donde comiste con Miranda. Me ima-

Hllo que conoces

el lugar.

Sí.

Lo demás

d éjarnelo

a mí.

Duraron un tiempo en silencio hasta que el telé-

tono so

y Mar

tíne

z levantó el auricular No estoy

para nadie, dijo y colgó.

Pastr ana se lev

 n t

ó y se acercó a la pintura del

barco, El mar parecía esta r hecho de fuego. Tal vez

 ¡sí era el mar a fin de cuentas 

Me estoy volviendo viejo, dijo Martínez.

Todos nos estamos volvi

en o

viejos 

Eres t

odo

un poeta.

Lo que usted diga.

Te di ré algo, sé que sabes muy bien por qué hago

esto . Sé que sabes que no soy un completo imbécil

r

eso me agrada y todo se reduce a que prefiero a

un

maldito vigilante de mi lado que en el

  n

do con-

trario 

y cuál es ese bando.

El

ot

ro, dijo, y para no agregar más se pasó la ma-

no por la boca, impidiendo que las palabras fluyer n .

123

Lo en tiendo 

Te seg uiré ayudando Pastrana  

Te invito a cenar

Mañana  

8/16/2019 Silva Márquez - Balada Arcos Dorados

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yo lo seguiré ayudando en tod o lo qu e pueda

teniente

Sobre las dem ás mu jeres golpeadas qu é hay

La mayoría se ha re

 up

erado  la mayoría sigue vi 

vie

ndo

en

Iu árez

excepto por una que se regresó

él

Zacatecas  pero no hay más qu e decir

124 Un po co sí

Dígame 

Martínez se acercó al agente  En estos cinco años

has m ndado al hospital a

un

a decen de cabrones

co mo

Valtlerra 

un o s eran peores que otros

y

me

pre-

gun t ? de qué ha servido si te si

ent

es mejor al

respec-

to si has hecho la

dif

erencia 

Qué

ím

porta

Martínez

se pasó un a m ano por el rostro

y

ence n-

dió la luz de la oficina Eran las siet e de la t

 rd

e

y

el

sol ya se había oc ultado tras el cerro Bola En la dis-

tancia sobre la

m

ont

ña  

nklin  en El Paso Texas

se encendieron las luces que formaban el contorno

de una estrella gigant esca de

cin

co picos Una cosa

más dijo

y

se acercó de nuevo a su escritorio

y

de

uno de los cajones sacó un sobre amarillo y se lo dio

en la mano Encárgate de esto

Pastrana abrió el sobre y retiró el

co

ntenido eran

f

otog

rafías En ellas aparecían tr es h

om

bres muertos

 on un

bal azo en la cabeza  Un solo bal azo limpio

Re

 on

oció a

un

o de ellos

Es un r

est ur nt

e de carnes por la 16 de sept íem-

hre a una cuadra del mercado

ju

árez  tal vez lo co-

nozcas

Pa

str n

bajó la mirad a al suelo trata ndo de re-

corda r Vamos  dijo al fin  

y

abrió la pu

ert

a El

t p t p

de una máquina de escribir se hizo evidente junto

con

murmull

os y timbres de tel éfon o 125

El teniente Martínez se alegró de que Pastrana se

most rarae ntusiasta al m

eno

s

un

poco   O tal vez sólo

quería aparentado pero no qui so pensar demasiado 

l o ú

nic

o que deseaba era

come

rse un  uen filete san-

griento con papas fritas

lalla   en el tiemPo qlle

  ,

/ka. E

ra

ll las diez de la

rilar   } . .

beberalcohol

__

la habla   SO

1I

I/

I1

IO

SconoClend01lOS 110 tragoaSilvaso

, lite a ,m DIO

II/l

l,a, tl l/Iprall

o

. Se pusoI

re

.

ce

dió

Cadapa-

\

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126

RI

último sábado de diciembre, mientras Rebeca

cuulu

ba demí,

El

 iar

io re

portó un muerto más en Ciudud

Iuárez. A Sali tas lo encontraron al ladode lapr

eparatoria

AItavista, cerca del Río Bravo. Le ab

rieron

la garganta

y por ahí le saca

ro

n la lengua, que lecolgaba como 1m

corbatin.

Hasta entonces mesentía

tra

icionadopor todos

mis

compañ

eros

del periódico. PorMorena

y

por

mi je/ .

Era

COmo

si

estuviera enmediode lapelículaThe Thing,

donde

cualq

ui

era

podía ser el monstruo disfrazado de

persona. lisa tarde lomé Ima de la. mantas del clósetF

me la eché

ell

la espalda. Me

sent é[rente

al televisor v  

quedé ahí, pensando en el futuro que venía amí en r;n re

votui« de cosas, rostros amalgamados, situaciones, risas

y edificios oscuros. Cuandomedi cuenta

Fa

era

denoche.

E/ domingo por la

mañana,

p

reparand

o el desayuno

Rebecame retiró

la

espátula de lamanoy meguióhasta

la mesa. Ale sentí incómodo

porqu

e de alguna man

era

,

y sin querer vi a mi madre frente

a

mí. Supongo que file

una reacción normal. Ale pidió qlleme sentara y me pre

gunt ási i a rec

orda

ba lo sucedido. Le dijeque 110 del todo.

Se levanté, fue izasta el colige/adar i sacó la botella de

  1

esa nochemeSll -

l  

t

O

l/e

nzoa narrar oque o un travesano

  d bocae

ra

com

 . /In

,

que se despr

endla

e

 il

en

otro

sme

rentos asen 1 I

l tl lllJ puentecol

gan

te, en   do a las diez, Y

1-   Iwbí••

com

e

nza

.,

/U

 daba tieso. La p

atlCa .  

Al terminar, mi vaso

1

(

 ¡

II

teminutos más tarde concluio. . abez

a

127

• 10Ym

c .

j \li lba seco, igual que   garg

t1f1

restatlrante en

ir comer el un

Esa tarde me im l o a r eqllh>cación

p De regreso

y

po

robens,

cerca

de El a

SO

.

,

oca transi tada que

fomamosuna c

arret

era secundanarPd

ra conte

mplar

¡  0 la ve/oclda pa

  0 co

llocía

. Rebeca re,

d  1I casas de dos

  mpOs de algo o r •

/

//s

alrededores. VaClOS ca  OCO ellce lldl

do

I

ete

ra con

m l  

l/

leros al costado de a carr r

 

co

lo

res sobrios,

 

fi

de

made

ra

vlel

a

Y .

 

la entrada, edl

CIO

S

e

rdia

neshacten·

d

. ¡al

qlle

l/ogales o

moros

inverna n o Ig l •

do la siesta. .. fue loúnicoque ront-

NU

lca

neestadoaquí, le dIJe,

y I

recorrido. Ella

, ¡urante e

pió el silencio ent

re

nosotros , t có   ; pierna Y

1 lel

volante,

o .

despegó la

lil

ai l

a

derec ,   d d dill ,a tan d,-

b

·

a lumnl

0S1

a

conduciendo aJo es le p

ero

la luz era

• < I . odela

tar< ,

ticit de explicar. Eran as clllC 1  baam

ori

ren los

t -  

queel . w

mu;,

tenue como

si

110S

IJ

era

que

110

tarda

ría

. t Vlla luz   lItura

pró

ximos diez mmu os.   nosotros loS que

uizá éramOS

eU r

eclamar

su tiempo, (J q I ¡: turo de

las

cosas.

n

era

en e

/11

irrumpimos

de

alguna ma 1

eco

rrid

o

desembo-

Cuarenta miliutas después de a

qlle

l

r te y crllzamos el

I

. 110S

a

ae

s

camas a la Interestata , g

rr

al

1

I

I

I

I

puente a casa. Ríla de pronto me miró, quiso decir   ,\ 1

pero no se atrevió.  l llegar a casale dije:

Sé porqué esa noche no morí.

ti ( so de las ocho de la noche mi ré el patio a través

 

1 fa ventana; el f rio estaba resultando duro  s invierno

8/16/2019 Silva Márquez - Balada Arcos Dorados

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128

Rebeca apagó el

mot

or del auto } me miró.

No morí porque Santos estaba muriendo, tal I/  Z /m

convencio deque Fano tenía nada que

ver

Lo

cre

es, me preguntó.

No, le d

ij

e,

y

nos abrazamos.

La

verdad es que

11

/

sabía por qué sobreviví esa noche.

Lepedí un

pa r

de horas a solas

para

poner en onlcn

mi cabeza.

No hagas liada estúpido, me dijo

r

me dio UII beso,

ah

ora

te alcanzo, agregó

y

entróen su casa.

Ya en m i recámara, Samuel me pregunto

c ámo

11I

e

sen

tf

a.

No lo sé.

Los últimos dias me han parecido m ás cortos, agre.

góél.

Osear Núñ ez me m ndó

m t r

igual que a ti, igua l

que a Santos.

Quién es Santos.

Ya 110 importa, le dije.

P

ero

tú no estás muerto.

Porqu

e algo salió mal.

Algo de ú

ltimo moment

o.

Sí.

En

vano

esperé a que Samuel dijera

algo

más,

Me acerquéal buró dondeguardaba labolsita de coca

r no me moví ni un ápice,

l  fll i

man

chones de pasto amarillo se veían reducidos a

110 másgrandesde diez cen  metros esparcidas por

, / /fHar. Pensé en el verano que estaba por

v nir y

en ese

  o ,;u·  t o supe que, al cont rar io del [tio que habia roto

1 1\

tuberias

ta jand

o con sus cuchillos de hielo,

el

verano

I¡  I ( ll tdría p

ar

edes y vidrios y neum

áti

cos. Nadie sobtevi-

dría, ni

siquiera

}  O

que

había

escapado a la muerte

tr

es

1{ ( cS.

Fui a la cocina, abri una cajet illa nl l

em

de cigarros

y

 I filmé UII por junto al  regadero

ror la

madrugada me l/amó

Moren

a.

Pinche

Lu i

s, enco

nt

ramos a Oscar

N úñez

en un bal-

dío del lote Br m

Medio dormido y

con cierta

expectativa,

me

vesti.

Le

di

un

besoa Rebeca.

A

dónde vas, me dijo.

Trabajo.

a la cama.

No puedo, le

di j

e,

y

sin espera r a que me re

criminara

algo, salí al auto. Hacía bastante   río. Tomé el Rivereño

hacia el oeste, hasta la  s na del crimen.

Morena me esperaba a la or

illa

de la oscura y vaefa

carretera hí no habia más que monte r yerbaio .

Pinche fria

dijo

cumu lo estuve a su lado,

y comen-

zamos a

caminar

hasta un descampado. Los dientes

me

129

chasqueaban.

No

mames, dijo M

orena

, y me detlllO

r ll

seco

)

puso una de sus mallos en m i hombro.

Estoy bien, le dije.

1

iS

l

ro. La

ciudad

desde a

 i era lIna mancha de luces

enmarcada

por el silbido de

la

locomotora

a

lo lejos. En

punto descubrí las marcasde los neumáticos de un

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Pinche Luis, me

el

ijo y extendi ála mano libre y   0

\

la estreché.

Todo bien, le dije, } reanudamos la caminata un

poc

 

más allá, pasamos unos matorrales y a 10 lejos

 s

cucha

mas los aullidos de los coyotes. Elcielo estaba desp

ejado

130

y

la Vía Láctea nos iluminaba. Podía decirque el frío em

insoportable, sus dientes me

roían

las orejas

; cuulqu

let

otraparte del cuerpo que tuviera al descubierto.

E  cualquier momento llegará la pinche policía, dijo

Morena, y apuntó hacia un mezquite roto unos metros

más allá. Luego ac

clolló

el

flash

dela

c ámara.

Ah  esta-

ha Osear

N úñez ,

Nos acer

camos

.

Una

parte del

ro

stro

s

c

la habían comido Jos p

erros

;v los coyotes, pero no cabta

duda, era el mismo tipo de

ojo

s

claro

s que tenía en una

foto en casa. Le faltaba la mitad del rostro y las

oreja

s,

  O

mo si el desierto[uera el mary los coyo tes y perros sal.

vajes, peces hambrientos. Las manos también le faltaban.

Cómo sabes que es Oscar

vúñez, le dije sin pensa

rlo

demasiado.

No chingues, Luis.

Está bien, le contesté. Cómo te enteraste, pregunté,

perono me oyó o no me quisocontestar.

Le pedi a Morena que

tomara

suficientes fotografías,

comosi de esta maneraconfirmarala muerte y sobretodo

la asegurara. Dejé que siguiera con

SIl

trabajo )' regresé

al descampado que pasamos minutos antes, encendí un

1  10. Por aquí pasaron, le dije a

Morena, y

él siguió las

tnwt ns con su cámara. Con sólo 'ef, supe que ahí había

' fh tiido una ligerapelea, quizá empujones, U arreba to

optimismo en forma degolpe, un no moriré

hoy

quizá.

1\

si. lo a

rra

straron hasta el mezquite aquel.

Pobrependeio, dijo Morena. 131

No comenté nada, me quedé ahí filmando y iugando

  1111las monedas que traíaen el bolsillo delpantalón.

Por un momento dudé que tueraOscar Núñez para

deshacerme de esa sensación de vértigo} regresé al cuerpo

 

constatar lo que ya sabía.  l verlo no pude más que

sonreir.

El

celular

ell el auto marcaba dos llamadas perdidas

tic Rebeca .

Ve regreso el casa, el cielosecerródeprontoy comenzó

  itover Las gotas eran tan delgadas que pensé en copos

de nieve, pero el reporte meteorológico

para

esa semana

  0 decíanada al respecto.

Cuando llegué a cosa

era

n las seis de la mailana i'

¡;¡ltaba pocoparaque clareara. Rebeca bebia ulla taza de

café en la cocina.

Todo bien, me preguntó.

Todo bien, colltesté, y me acerqué a la cafetera y me

servícafé.

Teves relajado.

Osear N

úñez

está muerto.

No entiendo.

Por alguna razóncreo que ya no me molestarán.  i  

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1]2

hacia fuera  la lluvia ltabia pasado

r

 

horizonte era

dc

un naranja intensa  rnosi alguien estuvie

ra

e

nce

ndien-

do basuraenel desierto.

 n

toneladadepapel

r

plástico

siendored

ucida

a

bra

sa.

 ero

nadie

lo sabe dije.

1 1agente Pastran a llegó al Centro de Rehabilitación 133

Social a las on ce horas Bajó del auto miró al cielo

 

se retiró los lentes osc uros  El frío de inmediato se

a

rremolin ó

en los pies del agente  Sin más comenzó

  caminar Pasó la puerta principal saludó a los cus-

rodios

se registró y sigu ió por

uno

de los pasillos mal

iluminados hasta el departamento de Prevención

Cuánto ti

 mp

o le d ijo Victoria Aguilera desde un

vscritorío con un teléfono negro una carpeta rosa y

un bolígrafo

Siemp re es demasiado dijo Pa

str n

a  Dejó en el

escritorio un sobre amarillo y tomó asiento

Hace una llamada que no nos vemos

Sí  y por eso me disculpo 

Un añ o más para las elecciones y ta l vez me vaya

al ayuntamiento 

Eso es bueno 

Es mejor que esto d ijo y se pasó la man o por el

cuello  Hace dos días hubo

un

m

ot í

n donde murie-

ron dos reos  

Pastrana sostuvo la respiración Tienes miedo 

No, dijo ella, y tomó el sobre. Ya no podemos COIl

tanto trabajo.

Es rápido. en menos de lo que crees estaré en la

, Había matadv a

  nt í lástima por el. Luego ya no. d I

1 d

J

árez cerca e

1

  de sus primos en el Val e e ti  

Primero le quitó la piel, luego le arrojo

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calle.

Victoria Aguilera lo miró de soslayo y retiró la

fotns de los cuerpos con un balazo en la cabeza.

Son tres Asesinados de la misma manera  dijo

Pastrana

134

Nunca es de la misma manera

Tienes razón  

Yyo qué tengo que ver con esto.

Uno de ellos fue un violador. A los otrns nn los

conozco

Victoria Aguilcra separó las fotos en tres gru

pos sobre su escritorio Como si una gitana

estuvíera

leyendn las cartas.

Ese es Carlos

García

Miranda, dijo el agente, y

echó el cuerpn sobre el respaldo de la silla .

Ajá, di jo Victoria Aguil era,

y

de uno de loscajones

del escritorio ex trajo un papelito donde escribió el

nombre Se levantó y se lo entregó a su asistente en

la puerta.

De los otros dos no sé nada. En las fotos un hom

bre ten ía e l cabello muy rizado el o tro era rubio 

A ver qué nos dice

Adri ana,

dijo Victo ria Aguilera 

Se pasó la man o por el cuello y miró al agente . Hay

días que no puedo dormir. He pedido mi cambin tan

tas veces Hace un

 ño

ingresaron a un tipo que no

aguantó la bienvenid ya sabes Cuando me enteré

_ . 1 dio de comer, }

die nte

le corto los gen

ita les

y se os d

,

- . 1 1 deló amarra o

1

 

si fuera poco, le unto rrue y  b

1

1

ó

de

un

ar o .

cerca de un h

orm

iguero, a l final lo ca g d 1

. . .   .

 o durante to a a

 

autopsia

 ndt

ca

que

est uvo

\

 

tor tura, 135

Qué mundo.

De pesadilla. - en la

Gua rdaron silencio hasta que Adriana en tro d

. , . .  

o el archivv e

o   cina y deln en medio del escn ton

Carlos García Mir  nd . . , No

Victoria Aguilera lo acercó a ella Y lo

hOJeO

- 1

. d  o y le paso e

hav nada peor que un a v lolacíón, I] I •

. ,   a foto s de

¡ Ule

archivo al agen te Pastrana   Contern- d

1

g

olpeadns Y e

res con el rostro los senos

y

e se

xO   .

. ca vICtnI13S se

  color violáceo oscuro   En las

Cl11

.  1

Sahva ce u

hallaron todo tipn de pruebas culposas. • Ict t-

_ . Todas las VIC I

las epit eliales, vello, pest

  n

as, celas. , _

. ,   Past na

y

son

mas sobrevivieron  

uo

fijamente a

rió. Apuesto a que sabes más.

Sobre qué.

it

saber

.

o neceSl O

No me maten t íend as. Pastrana n , t n

d

t Quizá estíl

S

a

más de lo ne cesario para ayu

ar

e té

este infelIZ es

conte

nto como

yo

de que al menoS

muerto.

Pastrana cr

uzó

los br

 zos

 

No seas tan duro co ntigo  

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Cuándo se enterarán los periód icos.

No he dicho nada.

Cuándo.

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138

Tres semanas.

Tres.

Cuando m ucho.

Gracias.

  cuarto cadáver fue un descubrimiento de Israel

  9

l iuchu k

a la en t rada del mo numento a Benito

j u á-

  l Z

en el parque Chamiza l.

Israel llam ó a

Lil ía

ll r ández su mujer y le con-

  del hallazgo.

Qué haces ahí.

Tomar fotos .

y le tomaste un a foto al cuerpo.

No dijo  pero luego agregó: sólo una para que lo

veas y la borro .

Ll

ama a la policía .

No.

Entonces llamaré yo.

Qué crees que van a hacer.

AJ

me

nos

retirar

el

cuerpo.

Israel se   pen s ó. Está bien dijo y colgó.

Miró el cuerpo en la cabeza tenía un pequeño

hoyo negro . Nu

nc

a había visto

un

cadáver.

 o

tenía

nada que ver con las películas. La piel era de un color

lechoso y los ojo s esta ban abiert os. Era el remedo de

un

hom re.

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Luego tomaron asiento y comenzaron a hablar

una poruna

Bien  decía Rebeca esporádicamente  Sí decía

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144

 e

beca abrió los ojos Eran las once de la mañana

Miró el teléf

on

o  pero ya no tenía ti

emp

o de llamar

a su madre  Se dio un baño  se vist ió y salió  El auto

de Luis no estaba en su

lug r

Mejor dijo y subió a su

Ford Fiesta blanco y tomó el bulevar Fern ández ha-

cia el norte 

Diez

minutos después entró en la

colo-

nia El Futuro pasó junto a la Parroquia de la Sagrada

 amilia llegó a la

calle

Salvador Novo y estacionó su

auto sobre la Pablo Neruda fren te al parque solita-

rio Ahí estaba el pasam nos despintado las llantas

viejas don de los ni ños jugaban y la cancha de bas-

quetbol Con ambos tableros rotos  Son rió Cruzó la

peque ña

calle y tocó el tim bre de la vivienda marca-

da con el número diez

Alejandra Salazar abrió la puerta Antes de entrar 

ambas miraron de soslayo el par

qu

En la sala había una decena de mujeres Unas

charlaban entre ellas otras  de o jo s rojos  miraban

el suelo

Cómo estás 

Igual  contestó

y

miró en derr  or 

otrasveces

En algún momento Alejandra dejó su ta za de

café en el suelo se levantó de la silla se acercó a ella

y

se aclaró

la

garganta; las demás guardaron silencio

La mayoría de estos crímenes siguen impunes Ya las

mujeres desaparecidas nadie las busca  los asesi-

natos continúan dijo se apoyó en el hombro de

Rebeca  Dejemos de ser cómplices agregó Yhabló so-

bre su hija desaparecida cuatro  ños

atr

  Ydijo que

por las noches sin más abría los ojos pensando que la

chica estaba en el zaguán y no se atrevía a llamarpor

haberse ido con sus amigas tanto tiempo  Pero ya en

la puer ta ante s de quitar el pestillo y girar la perilla 

sabía que no estaría allí y lloraba y su marido bajaba

para juntos mirar la calle vacía  No podemos permi-

tirlo  deb mo s ser la resistencia   nadie vendrá a ayu-

darnos los balazos han ame rentado la lucha eso

sign ifica algo un golpe fuerte para ambos lados  pero

un golpe importante a fin de cuentas  No nos harán

callar  di jo y habló de las estrellas  de la luz que las

guiaría hacia sus desaparecidas  Adriana de quin ce

año s Claudia de once y Yadira de catorce perdidas

en aquella no che

inm

ensa donde no amanecía nun-

ca  Pero no todas están en esa situación dijo y le

apretó el hombro a Rebeca No más violadores ni ase-

sinos  No má s mujere s violentadasy desaparecidas 

14S

más de cuatro mujeres levantaron la mano

y

con un

gran esfuerzo Rebeca lo hizo tambi én. No dijo ju nto

co n ellas  Viviana la hija de Sara  fue brutalmente

poco Ya en el auto} su hija se convertía en aire  lo

que en verd ad era y el rost ro de Amy se enca rgaba de

darle fuerzas. Había descubierto aquel gru po en sus

8/16/2019 Silva Márquez - Balada Arcos Dorados

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 46

abusad a h ace dos a ños  Andrea Duarte de oc ho  su

frió un ataque terrible de su vecino Ana Gallardo

de un sacerdote Eva Zúñiga  Sand

r Ram íre z

Beatriz

Lucio

y

ia hi ja de nu est ra amiga Rebeca aquí presen

te a quien ustedes le h an entregado su corazón . Las

mujeres se levantaron y se abrazaro n Rebeca lloró

jun to con ellas. Co mo lo hi zo por días o por año s

a solas en algú n lugar del

mundo

sin saber por qué

lloraba . Sin tapuj os lloró largas lágrimas antiguas

y

de alguna m nera rancias Miró la casa pequeña  las

mujeres a su lado y el olor a café que envolvía el Iu

gar T

o o

era tan real

y

pesado las tazas t

ení n

un

espacio justo en el m

un

o el crista l de az úcar sobre

el man tel  el trazo de la cuchara la mesa que sostenía

a las mu jeres  y el sucio  el umb ra l y la ausencia el

lod o en el parqu e de ah i fuera  la sangre escondida

el llanto po r un a hi ja que no existía y por   que

había tom ado su lugar

y

forma  como un vaso ple-

no de mordid as y golpes. Lloró porque ment ía y  sin

emba rgo el llanto por su h ija falsa no era a rtificial 

era tan real como una víscera o un pozo  Nunca lo

hubi era pensando  sus miedos y sus obses iones en-

tre Amy su mejor amiga  y Ch arles Manson su peor

enemigo hab ían tom ado un cauce y cuando ella sa-

liera de allí co

nv

ertida en un mentirosa y al mi

smo

tiempo en una víctima} su corazón descansaría un

andan zas errantes por la ciudad pen s n o en su ma-

dre que vivía en El Paso  apenas a unos kilómetros de

ahí y sin em bargo tan dis ta nte. Sesentía como la pri

mer a vez que v io la luz en aquella casa

y

los llan to s

ahogados los escuchó mientras camina ba esperan do

algo  lo que fuera . Esa tarde se

d edi c ó

a h ablar de un a

mucha cha violada las ci rcunstancias eran reales 

aun que los

nombr

es no lo fueran. Aquella vez  ya de

regreso en casa pudo dorm ir 

y

lo que era imp ortan-

te Charles Man s

on

  por primera vez desde

 r

ancia}

no ocupaba sus pensamientos

y era verd ad io que Aleja

ndra

dijo  aquelias mu

jeres con fiaban en ella  Se sabía sus historias com-

pletas  Los daños  Los pequeños triunfos en algunos

casos y las terribles derrota s en la mayoría. :- ;  decía

junto con ellas 

y

se mordía los labios.

A las seis de la tarde se d es

pidi

ó 

Cam i

al auto e introdujo la llave en el cerrojo

de la puerta pe ro se qu edó a hí  quieta por

un

se

gun do. Retir ó la llave y sin guardarla en el bolso

recorrió los alrededores del parque. En cada esqui

na paraba y

leía los nombres de las calles pasaba la

mano por la malla ciclónica y m iraba h acia la casa de

Alejandra. Recorrió el perímetro completo . De nuevo

se acercó al auto  introdujo la llave en el cerrojo y

abrió la puerta  Se marchó 

47

La vida era un t  nque de gaso lina a m ed ias.

En casa le m rcó a su madre   platicaron del cll-

ma y de las cosas que mar chaban bien.

Se im aginó com o

un

a vieja gitana cuyas cartas

eran la familia   su trabajo. Rebeca se sentó a la or illa

de la cama

y mir ó

hacia la

fría oscuridad}

hacia la ca-

8/16/2019 Silva Márquez - Balada Arcos Dorados

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Cómo está el cl ima en Dalias  Beca. Esa era la pri-

mera de tantas

menti

ras. Para su madre ella seg uía

viviendo allá.

Bi

en

 

m m

á.

Me alegro.

  8 Sí.

  iremo s pr

ont

o.

Tal vez vaya yo primero a saludarlos.

A tu pad re le gustaría mucho .

Claro.

Te prep araré tu paella favorita .

Sí  dijo y tu vo que apreta r los labios.

Hablaron un os minutos más de El Paso y los vie-

jos am igos qu e

m n

daban saludos.

Cuando colgaron

not

ó que la man o que sujetaba

el teléfon o le dolía por haber apretado tanto el au-

ricular.

La v ida era

un

fecha marcada en rojo en el calen-

dario de la

coci

na .

Se desvistió  se dio un baño y pensó en el presen -

te y futuro. Su madre y su trabajo esa razón que la

m nt

ení en un a ciudad terrosa cuadrada y chapa-

rra. Salió del   ño y miró su reflejo. Prefirió apagar

la luz y conforma rse con las sombras a su alrededor.

La vid a era

un

bombilla t il il an te a punto de

morir.

sa de en frente.

Lu is Kuriaki viv ía   hí Tenía suerte de segu ir

co n

vida. Los lloriqueos por teléf

on

o de aquella vez lo ha -

hían v uelto

un

niñ

o ant e sus ojos}

y

pensaba en lo

frágil que era todo eso la llenaba de rabia. Si pud iera

hacer algo por él lo haría. .. pero no  quedaba fue

149

ra

de su alcance} hasta el mo mento . Lo

úni

co plausi 

ble era estar a su lado . Reconforta rlo . Así sanaría. Si

es que

  lgo

necesitaba sanar.

pr

ont

o se topaba con casos de asesinatos  que la ma-

yor ía de las veces declinaba .

Leíste el periódico de hoy.

8/16/2019 Silva Márquez - Balada Arcos Dorados

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150 El primer domingo del mes de febrero apareció la

nota en

 l iario de

 uá

Un vampiro acechaba

la ciudad.

Con esfuerzo el viernes anterior Luis Kuri k i ha-

bía esc rito y entregado su versión al jefe 

Muy bien  ledijo este pero al final sepublicó una

muy   ist t  Y tenía que admitirlo mejor La autora

era

 oss n

Rodríguez 

La mad re de Luis se   í al termin r de leerla

Luego miró por la ventana hacia el patio frío.

Doña Carmen fue hasta la despensa  y al ver que

no tenía suficientes ajos  hizo una an otación para

co mprarlos en la siguiente visita al súper

Ei teni

  t

e Martínez leyó la noticia varias veces y

marcó un número en su ce lular

Buenas tardes  teniente  con testaron del otro

la

do de la línea.

Cómo estás Héctor 

Bien  

Héctor era detective privado y ent re los asuntos

de esposos infieles que atendía con regularidad  de

Te refieres a la nota de los vampiros.

Sí.

Por favor 

Martine z.

Cuán to hace del caso de la chica aquella.

Dos  tres  ño s 

El ten

iente se refería a un viejo asunto donde se 151

presum ía de un asesino serial v inculado co n las mal

llamadas Muertas de ]uárez. La línea quedó en si-

lencio 

La verdad no sé por qué llamé.

No hagas caso a los periódicos  Martínez.

Sólo quería saber tu opin ión  tengo a Pastrana de

lleno en esto .

Pastrana

Lo cono es 

Todos co

no e

n al d

em

ente

ese

 

El teniente se rio. Es un buen policía.

Es un hijo de la chingada Martínez.

La verdad no sé por qué llamé dijo  y colgó.

  beca llamó a Alejandra. Leíste lo del vampiro  le

preg untó mi entras sostenía

el

periódico  

Es absurdo.

Pero eso nos a

yud

a Como para recortar la no -

ticia  

Si tú lo dices dijo y agregó  espero que no lo

hagas.

Es un vampiro Alejandra 

Rossana lo miró Te espero en mi casa dijo y le

acarició una mejilla 

Antes de salirdel edificio Luis mi ró h acia ambos

8/16/2019 Silva Márquez - Balada Arcos Dorados

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Me estás tomando el pelo.

 

nos vere

mos

 

Por favor porque no entiendo tu entusiasmo

152 Ese dom ingo alrededor de las d iez de la noche Luis

se acercó al escritorio de Rossana .

Me gustó la nota.

Ni siquiera es verdad 

Eso no impo rta 

Cómo te sientes  

Aún me despierto a media noche.

Luis se acercó un poco más Oc qué

 o  or

son

aho -

ra le pre

gunt

ó

Violeta .

A

ver 

Ella se lo pensó un po co metió la mano ent re los

panta lones

y

jaló las bragas para confirmar el color.

Luis se mordió los labios

Te invito a m i casal dijo ella

Es un

po

o tarde 

Siempre es tarde.

Luis echó un vistazo a la hora en el ce lular Y

mientras lo hacía el aroma que despedía Rossana lo

sedujo.

Hueles rico  

lados de la avenida subió al auto intr

odujo la llave

al contac to de encendido la giró y el mo tor d espertó.

Antes de arrancar contemp ló las luces de los ar

hotantes

y

los edi ficios oscuros de enfrente un

ba n

ro y un a distribuidora de automóviles   Por alguna

  zón sigo aqu í se dijo y e

n e

ndió la radio 

Cuando se enteró ya estaba en la venta nilla de

McDonald s orden ndo un a Big Mac con papa s y

refresco grandes.

Vaya di jo mientras le daba una mordida a su

h m urguesa.

En cuanto estacionó el auto Rossana ya lo esperaba

en el quicio de la puerta.

Te invito a pasar 

Luis puso un pie dentro le sonrió a la mucha

 h

y con parsi monia introdujo el otro pie. Cerró la pu er

  detrás atravesaron la pequeñ sala

y  

dirigieron

a la recámara os ura 

Te extrañaba dijo ella.

Él la tomó de la cintura y de un solo mov im iento

le bajó la pa ntaleta color violeta . Igual yo  agregó 

y

se besaron se dejaron caer sobre la cama destend ida

l S3

A las tres de la m a ñana Luis abrió los ojos.

Estás despierta.

Sí.

Esmás que tu v

e i

na lo vi en sus o jos. Aunque no

lile gustó como me miraba.

Hablas en serio.

8/16/2019 Silva Márquez - Balada Arcos Dorados

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Sabes cu

ánt

s semillas de ajonjolí tiene

  l

pan de

un a Big Mac.

Cuántas.

 o

sci

en

tas.

Cómo sabes .

 S Simplement e lo sé.

El l drido de un perro complementó el ruido de la

respiración que llenaba el espacio.

Sabes cómo se liama la primera person que ob 

tuvo un récord perfe to en Pac Man  pre

gunt

ó ella.

Cómo .

BilIy Mitchell de Florida.

Bonita pareja dijo Luis y se aclaró la garganta.

Tengo que

irm

e.

No ti

ene

s que irte.

Es mejor.

Para quién .

Lui s se pasó una mano por el rostro. Sintió el ca-

helio  las

imp

erfecciones de la pie] en la fren te las

cejas los párpados  la nariz fría el bigote y la

b

 r

a

ralos.

El día qu e te llevé las flores al hospital la conocí 

Es guapa . Me pareció un poco ...

Mayor.

Iba a decir dist nte.

Se llama Rebeca . Es mi vecina.

No lo sé.

Por un momento nadie dijo nada.

Me gustó Rebeca. Cuántas veces h n hecho el

 1I1l  r 

Va

rias veces .

Deberías invitarla  aquí con nosot ros.

155

Es en serio.

Por supuesto que es en serio. Me gusta hacerlo

I liando algu ien más me ve coger.

No tengo idea de si le gustaría algo así.

Tienes que preguntarle.

Luis Jo pensó un momento. No creo.

Me gustaría que nos viera hacerlo . 1.1e gustaría

v rlos

a ustedes dos.

Por eso me gustas tanto.

Yo te quiero  Luis.

Muchacha  di jo  y le dio un beso en la mejilla.

Quédate aquí conmigo.

l uis

se incorporó. Deslizó la mano por encima de

1.1\

sábanas hasta localizar la cadera de Rossana. La

 kV>

ahí

un

m

omen

to . Buscó su ropa en

el

suelo

y

11en contr ó junto a un libro sobre vampiros.

  :0 tienes miedo de salir tan tarde de aquí  pre-

ella.

1.0 peor ya pasó.

Si tú lo dices.

Luis se acercó, buscó sus labios

y

la besó. Se reti-

ró. Recorrió la coc ina, atravesó la pequeña sala de es-

tar. Abrió la puerta, y sin m ás llegó a  u auto y se

marchó.

8/16/2019 Silva Márquez - Balada Arcos Dorados

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Rossana escuchó el motor encenderse, acelerar

y partir . Ten ía las mano, he ladas. Se h izo un ovillo

entre las cobijas. Trataría de mantenerse despierta

hasta que Luis llegara a casa, unos vein te minutos .

156 Imagin ó el auto de Luis recorriendo las calles, to -

mando la mayoría de los semáforos en verde, luego

pensó que Rebeca era quien conducía . No puedo dor

mirme  dijo, pero sabía que no lograría mantenerse

despierta,

ABillyMitchell, campeón en Pac-M  n, se le atr ibuyen 157

varios récords mundiales en videojuegos: Centipede,

nonkey Kong y Donkey Kong JI. lo, cuales en d ís-

tintos momentos le han sido arrebat do por

un

t l

Sleve Wiebe.

En var i  ocasione, en la, que Billy Mitche ll se

present ó en  l Paso, Rossana aprovechó para cru

, ,,

 

el pu

ent

e y entrevistarlo en el Chilli s de la ca

lle Mesa, cerca de la Intcrestatal 1 10. Era delgado

« uno un palillo y no bebía alcohol. En febrero de

l O

11 sufrió una crisis nerviosa por el acoso continuo

,Il s  ñor to Wiebe, como lo llamaba BilIy Mitchell.

  o retaba constantemente a través de diarios y  

lideras para confirmar que él era mejor en Galaxy,

  n

Patrol y BurgerTime. Se vieron en un famoso

,,·, taurante de h

  mbu

rguesas llamado Scotty s, sobre

1

1ra lle Washingt

on

, en Colurnbus, Indiana. En Saint

 

ou i

s

se volvieron a ver en un pequeño restaurante

,h, hamburguesas y hot dogs llam  ndo Gitto s, sobre

11avenida Shaw, cerca del zoo lógico . En Mississípp í

\ Nueva  ork se avistaron en sendos McDooald s. En

Los Ángeles volvieron a c

 o

ar sus miradasmientras

le entregaban a

Bll ly

un reconocim iento por parte

de Microsoft, dur nte la feria E3 dedicada a las con-

solas y videojuegos. Quiero destru irte en Cent ipede,

a manera de disculpa. Ella tomó el ovo y lo

entre sus libros de zombis y vampiros.

En

2012,

por el  ewYork  imes se enteró de un in-

1 1I10 de suicidio con pastillas para dormir por parte

8/16/2019 Silva Márquez - Balada Arcos Dorados

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le decía, hasta que Billy Mitchell no pudo más. Una

tarde se apareció en la corte de Hollywood  en el con-

dado de Broward, Flor ida, y pidió un a orden judicial

con tra

Wíebe,

para mantenerlo alejado por lo menos

158

a

un

radio de quin i

ent

os pies, además no podía lla-

marlo por teléfo

no

ni mencionarlo en ningún medio

de comun icación . Pero el

  ñ

o ya estaba hecho.

Ten go un sue

ño

recurrente donde Wíebe desco-

necta la mald ita máqu ina de Ccntipede, justo cuan-

do estoy por llegar a los nueve millones de puntos 

le

dijo a R(

JSSana

alguna vez.

Rossana trató de reconfortarlo.

Billy Mitchell d ijo que era una insensible y no en

tendía la gravedad del problema. Sabe lo que sigril

 

-

can nueve millones de puntos. El tiempo implicado 

La concentración . Tengo seguidores  Rossana, sabes

cuántas cartas de

n i ños

recibo al mes  soy un ejem

plo para ellos . El videojuego es apena> una

símp

h-

metáfora paraentendercosas más complejas. Morir

 1

la mitad de un nivel sign ifica otra cosa . Un

esfuerzo

inútil trabajar sin convicción.

 a

l vez no lo entienda  contestó ella  y colgó

l l

teléfono.

Después,

 i

lly Mitchell le hizo llegar una graba

ción conmemorativa de su juego perfecto de PiH

 

jugador.

Ella lo llamó y él desmint ió la noticia.

No es eso  fue una prescripción errónea  argu-

mentó,

gracias por llamar.

Su gira por Japón se pospuso para julio. AChina

159

1 jil LI1 octubre y pasaría una temporada larga en

l uro pa : Dinamarca  Espa ña,

 rancia

y Holanda. Pe

111

pronto iré a El Paso  a un congreso sobre utopía

\  vld ojuegos  Eso a principios de marzo  le dijo a

ltl l\

 

tlna 

Pastran a

es cribió  Adrián Soto

Heredi a 

arriba de

11 foto. Esto confirmaba lo que intuía. Sólo necesita-

  .1saber qu i

én

era el de cab ello rizado. Dio un paso

8/16/2019 Silva Márquez - Balada Arcos Dorados

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160

El agent e Pastrana leía el periódico cuando sonó su

celular. Era Victoria Aguilera llamando a las dos de

la

m ñ n

.

Estás despie rto, le pregu ntó.

Ac

  o

de llegar de la estación.

Sabemos quién es el rubio . Se

ll m

a Adrián Soto

 

er

edi

a. Lo rec

on

oci

ó

un

custodio. Un caterillo

que

pre

sum

ía t

en

er mu ch as novi s Pero varias, no s en

teramos, lo denunciaron por violación. Una casi

muere.

El agente se levantó de la silla. Dobló el

peri ódíco

y se encam inó a la sala d

ond

e expuso las fotog rafla 

de los cuerpos sobre la mesa.

Algo más, dijo, Adrián Soto osten taba su hom

bría co n

un

prominen te

mi

embro, tanto que al I 

n

et r

arlas les hacía daño.

Vaya, di jo Pastr

 n

a.

Del ch ino no tenemos

nada

to davía.

Te debo

un

a.

Te

ll m

o en cuanto me entere de algo más.

El agen te miró las fot os. Estaré esperando.

h.icla atrás. Carlos García Mira

nd

habfa violado a

1

I IIl O

mujeres. Adrián Soto Heredia era un

vio

lador.

1I homb re de la vieja cicat riz en la barbilla se llama-

 

Hogelio Cario Gallardo, violador. Pod ía adivinar a

  í se dedicaba el de cabello rizado.

Por qué, quién, cuándo y cómo, se dijo Pastrana, 161

v

1 t

nu nz ó

a escribir la palabra

viol or

sobre las

fo-

después lo s nombres de las víc tim as. Ya

l lllllpletaría el di agrama cuando llegara toda la infor-

ru u ún

de Vic toria Aguile ra. Dio un paso hacia atrás

d

e

11l1   \ O. Quién, d ijo, ) cam inó hasta la ve ntana.

p¡ 

l Ú

l ll

su prima desaparecida. Luego desv ió la mi-

I lul.l hacia el diagrama.

 

acercó una vez más y leyó

1

 

11 1

  1 de los nombres de las víctimas.

  1I1l 10 ladrid os de perro s, se esc uchó una ráfaga

1

 

dl\ paros en la distancia .

IllIt  valdtia,

sería como tener una

troca 4x4

como amigo,

wr

vírta pa

ra

morer muebles.

\ o[ar es

1  

buen poder, pero

en

invierno

le moririas

8/16/2019 Silva Márquez - Balada Arcos Dorados

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162

t

Y

Y

O IlOS hicimos amigos

en

la ca

fe

tería de

,,,

Raymu ru

()   .   . . , .

. CtlGru

lo

roudábamos los diccisets

o

dt

eCls l( -

  w

.,

to

nces él )a contabacon

IIna

col

e l

tl e

rro

·

te. poreseen ,

me decómics. . .

A

veces me

Ilamaba paradec

Ir

me con entusiasmo lo

I

bi.

·omprado. A/glíll Ilúmero especiat de Batman,

que

 w

ra ( , .

.   . mplar de

Smokey gt

over

o un corlllc

de

Altlll

un  ,reJo eje

D

 ez en

cuando me

pr

estaba alguno. Usualméll

Moare.

e l ·

S

e

..n ll repetitil as v sosas a ,m

pa

recer pem

te las trama

,..   , .

in teresé realmente por la novela gm{i¡

uno vez me .   .

W

t

 h m en una nistonaP

U l clO

ca dondeMoore

he a  

d

d

q

uiéll ell ve

rda

d erael

bueno Y

a los

01

0

.1d,

nÍo en   a

quiéll, .  

I

Debo confesar algo, EIl ulla fiesta conmIs amIgo

s

I P

re tlta brotó .sin más, ¿si tuvi

era

s 111l , /1

la prepa, a

o

d

  / sería; la illvisibilidad, la file rza sobrellll

perpo er eua

. . . . •

I

a

 os equis la poslblildadde leer la mente, ,\1

mana,

os

r

 

. .   Re ,t,iz di o que ser invisible sen lo me/oro

., ,,

prlllcIPro

e

t

 

e

l

 nquietó Y le diri l{Í una mi rada discreta .

respues   , ,

La fuerza sobrellllm

alla

, apllllté.

ll e

S

ea el

meior poder, a

s

regó

Raymllndo, ¡/(

No creu q <

.Ic [tio, alguien agregó.

Miré

a

Beatriz,

ell a

me d

evolvi

ó lamirada } le sujetó

1,  

Ul

a Raymundo.

C

re

o

que

serpsíquico sería el mejorentonces, agregué.

Pero

qu é significa

ser

psiquico, pregunto

ella, purque

IItl}

quienes pueden mover o incendiar objetos con la

11/( 11[( .

  so   0

esserpsíquico agregó

Raymundo.

seguimos hasta que laplática tomó otros derrote-

  , Tnc Wilite Stt ipcs, Nirvana y Blur.

\  arios días después llamé a Beatriz.

IIl pensandoen los

superpode

res le dije.

(

¿¡

¡jeres venira mi casa.

Si,

\  n l.

( ·o/ga

111o

s.

subí al auto.

Ella, en eseentonces

vi

l ,.1 11/

el Fra ccionamiento vtñahermosa,cerca de un : iejo

I n to

donde v

endían

buenos tacos de carne asada.

.\   /1,.( la mesa descansabanalgunos cómics.

nll.rlltlll ldo me los prestó, dijo,

)

sacóunpardecerve-

,1\

dd

refrig

era

dor.

 II Mamos

r

bebimos mient

ra

s /a tarde caía y el frío

  I d

ato  o recorríalos es

pacio

s, nos tocaba.

sn« l I

re

loi.

No 1  preocupes.

  i II  J

( 11

Jossuperpoderes

163

En verdadcreo que serinvisiblesería el

mejor.

Tendrías oue andar desnuda.

Sí.

Cóm o crees qu e pu edas vol ver te in vi

sibl

e.

Si ~ I l l

vez ..

decido casarm e, me dijo, lile conseguirs

.11111 tipo como tu.

Eso fu e t

od

o.

Nu

estra relación siguió por varios

año

s

Illlllque nos

veí

amos

muy

poco, Huís veces la vi

a

ella

8/16/2019 Silva Márquez - Balada Arcos Dorados

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164

Beatriz lo pensó un momento, desvió la mirada hacia

al

gún

lado de la cocina y sonrió .

Entonces dije.

Ella

se l

el lllll

Óde la silla}' se puso frente a mí.

A f

agregó, } sesac álablusa l los pantaI

O

;es, luegose q ~ i t el

sostén,

al

fili

alsebajó las bragas. Tema

el

pI/bISd

epilado.

y t IÍ 

qué superpoder tienes, me preguntó.

El poder de t

raer  

par decervezas.

Quieres un pase, me preguntó, [ue a la recámara  

regresóCOl

 m

paquetito transparente.

Lo dejó sobrela mesa de centro.

Me gusta

tu

illvisibilidad, dije.

Ella se sentó en un sillón frente a mí, dejó caer

 t i

ClerpO e ll el respaldo l abrió las piemos.

 é 10 que estás pensando, me dijo.

L a mirada puede decir mucho.

No 10 digopor lo mirada . Hay algo más.

Es la re

spira

ción.

Ella se llevó U 

lilail

a a la entrepierna.

No

es ni la mirada ni la respiración .

No te entiendo.

No importa, Luis.

Me acerquéa ella. EIlaqu

e/ti

empoB

eatri

z

I/tili

za'

. s  e los retiró los colocó juntoa la bolsita ti  l

anteolo .  

caina   comenzó a desvestirme.

ll

l lí   a mi ami

go.

Tan

sólo necesitaba cr

uz

ar e/ um bral de

11

puerta

para que

Beatriz se de

snud

ara, } si yo lo

hacía

/1 IJO  ella

i

gual

se

pas

eaba por

la

casa,

me

besaba, jllga

  J I n m

su s

exo mi

entras

hablábamo

s

de

cosas cotidianas .

/ 11  \0 algo sucedió: alg

ún sáb

ado de o

toño

mientras des

cuusúbamos en

Sil

cama, me dijo que parecía que estaba

cmbamz

ada. La semana entera esperé a que m e co

nfi

r:

uunu tu

noti

cia, pero

nun

ca lo hizo. Dejó

de

contestar

mi

s

ll.unodas.

A trás qu

edar

on esos

as de jugar

t la muj

er

tuvisib e,

al menos conmigo. A partir de entonces, S Il re-

/

11 MfI

con Raymund

o se

estrechó, pero

de

eso no quiero

1I

.,111

1

r.

/  11<:'(0 apareció Ro

ssana

en

mi

vida. Forios días des

1'lIc;

 

de conocerla,

mi

entras nos qued

ábam

os S% S por

11\

noches en el periódico

y

plat i

bam

os de pornografía

l   ¡J  lo

que significaba para cada uno, reci

en

mi

correo

d c í

1

ninico

1m video

donde

ella se masturhaba, luego s

u-

 j  ¡Jh i /0 del parque.

Con Rebeca siempre ha sido distinto. Ella se in tere

\  1

  0

1

mí. Me cuida co

mo

un viejo amor, es tranquila

r

¡J/\ f 

lI I

l {

últ

imamen

te nos h

emo

s vi

st

o poco. Una vez

1

( ,\

JlJ

lté por su familia, me dijo que ellos vivían en

 

1Il f / /¡  I  aC

l l

 

peroal parecer no estaba preparada para tal

I /IXIII/fa.

Una noche, m ientras dormía, escuc

la pa

1. ,/

'

/11

morir

salir de sus labios. Luego l/oró entre sueños

1

y la desperté Le pregunt ési estflba bien, me dijo que sí.

Le pregu1lté si recordaba algo, me dijo que  

No quise

insistir en el tema. Luexo sucedió el levantón donde casi

muero. Sentí cómo las cosas cambiaron entre nosotros.

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Desde entoncesme mirade otramallera, más amorosa y

al mismo tiempo prot

ectora

Cosa que no me agrada .

Ya

lo

dije. U

 lO

siemp

re

es el mismo.

Cre

o que ella de

alguna man

era

trata de ser alguien distinta

a

quien es

166 Quecómo losé. Lo intuyo. Es mayorqueyoy hay que

eso

nos

pesa}' me

pr

egunt

o

si podré alguna vez  xuall·

tar

Sil

ritmo. Ate preguntó qué ve en mí y

para

nada  

1/

la noche y mis días con la coca

y

la violencia en la lur

de la madrugada, los muertos y las notas que escribo

f

los

cuentos

que nunca podré escribir. Cuentos de

zomb

ls

} tigres

f

vampiros, naufragios que tienen que vercon

  s

veces  l lehe visto la muerte. Yeso me hacepensaren esta

ciudad. Toda la violencia contenida en ella vista a traw .\

de mis

ojos

, que  \ 11 10.\de Rebeca. Si lohe vivido  ella lo

ha vivido, le han gritado en la cara ha tenido una pistola

CII la Iluca. Talvez exagere, pero lo dudo. UIl día

IIllbhu

f

de mis suenas

y

no

tendr án nada

que ver

con hinnbn

»

[uertes que sepan volar, sino con asesinos en medio de 1 

noche

como este

que

mata de

un

solo balazo en

la (am'

za. Y los otros tantos que deian por las calles 1

10m

b

vaciados, hombres degollados, muti

lados,

como si la vida

misma los hubiera tragado de

un

solo bocado}'

despuc»

del'lleito   mocosasamorfas r 110 hay fiesta y noche qUl 

dure

tanto,

lo sé.

1 1ten iente Marttnez hi zo pa sar a Pastrana a la oficina. 16 7

Eran las siete de la tarde y el ciel o se ve ía des-

pe jado .

Pastran a

tom

ó asi

ento

. Salvo por

algunos

sobr es

.uuaríllos

más el aspec to de l escritorio era el mismo

rh la últ ima visita.

Leí el reporte.

l astra na no se

movió

n i un ápice.

Así

que

ten e mo s a u n ca b rón qu e asesina a viola-

dores.

No

lo sab e mos del to do ten i

ente

.

Tres de los c ua t ro

tip

os so n violadores

di jo

Mar-

nue

z

y

se restregó los labio s con

una mano

. Me prc-

qué sab rá n los di arios.

No impor ta lo qu e s ep an .

Entie ndes la gravedad d e esto .

Es

bastante cla ra.

Martínez

son

rió 

mir

ó h acia la calle por la venta-

  .1

cn treabterta. Se t ro nó lo s de dos de las m

an

os . No

  valva d e n ad a si vas por ahí golpeando gen te  m atar

1I 11  ma

tar

es ape nas uno de tus prob lemas.

La boca de Pastr

ana

era

un

a lí nea recta  

muy

fina .

Me preg

un

to qué harás cuando descubras qu ién

es ese

maniá

tico.

Qué quiere escucha r teniente  que lo felicitaré

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que me

un i

ré a sus filas qu e seré su coa r

tada

.

Mart ínez lo pensó

y

sólo

atin

ó a decir

ching o

Sí.

No eres

in tocable.

168 Nu nca he dicho tal cosa.

Actúas como si lo fueras.

Pastran a se leva ntó de pronto y el ten iente Martí

nez apre tó los lahlos.

T

en

go trabajo di jo Pastrana.

 

te pu edes ir.

Con pe rm íso.

El ten iente

Mart

inez se incorporó y abrió la pue r-

ta m iró cómo el agen te llegó ha sta el escritorio to mó

su chamarra de piel de la silla y sa lió de la estación.

No esta ba t

an

preocupado a fin de cuentas si

lo

re-

qu ería sac rificaría a Past r

an

a.

l.uis Ku riaki llegó a casa  encend ió la luz de la cocina

abrió

el refri gerador

 

torn ó una cerveza. Con de sga-

no subió a la recám ara. En su escr ito rio desplegó las

fo tos de los mu

ert

os. Gracias a Rossan a

y

a la ami s-

tud con un policía obtuvo la cop ia del ar

chi

vo sobre

los asesi

nato

s comet idos por el vampiro¡

el

asesino

del calibre 22. c uando lo abrió y leyó el n

omb

re del

agente encargadO del caso se sobresaltó .  u é pa saría

si Pa

stran

a se enteraba de que el repor te estaba en su

poder. Leyó sus ap unte s y el cxpediente completo.

Contempló las fotografías.

Cabrones dij o. Bebió de su cerveza y suspiró.

Cabrones

qu

iénes preguntó su amigo ya nqui.

Estos p

en

dejos

key

Luis se m

ord

ió el lab io. P

uede

s verlos por ahí.

Yoveo a los vivos.

Entiendo.

Qué hicieron .

Al meno s est oS

tres eran vio

lador

es de este no se

sabe nada .

  9

Su amigo

 

yonqut se quedó callado

IgU

  ahí

preguntó

L

 

P l S.

ensaba en Fabio d .

recido lo ha llaro   spues de dos días de desapa 

n en un tarnb d

8/16/2019 Silva Márquez - Balada Arcos Dorados

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El agente Past rana llegó a casa a Jas once de la noche 

cojeaba de Ja pierna derecha. Entró en ia cocina  abrió

el grifo del fregadero esperó a que corriera agua ca-

liente y metió las manos rojas e hi nchadas   ajo ella.

El agua que caía a la coladera primero fue de un coJor

rosáceo y al final transparente. Escupió sangre. Dejó

que sólo corriera agua fría  hiZO un cuenco con las

manos y se las llevó ai rostro. El pómulo derecho le

sangraba y tenía un moretón arriha delojo i quierdo 

So ó su ce lular 

Buenas noches  agente  

Sí.

Soy Luis Kuriaki.

  m

Si está muy ocupado io puedo llamar Il  ñ n .

Estoy en casa dijo Pastrana mient ras s e miraba la

mano derecha Jos cortes las pequeñas hiJlchaz

o

Sólo hablaba para saludarla.

Al grano.

Me preguntaba si ten ía algo sobre el muerto de

cabello chino.

170

Entiend o dijo L . o e concreto.

 

Ul S 

pero no sabía quién era

Fab í

10 .

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contraél Así comenzaro n losgolpes 

El

musculoso le

propinó un par de puñetazos en el pómulo y la bar-

billa Pastrana lo aporreó tan fuer te que algo crujíó

en la boca de su contrincante Luego regresó

contra

A las dos de la m a ñ

ana

su celu lar volvió a sonar

Era Victoria Aguilera.

Estabas dormido.

 mporta si lo hubiera estado preguntó Pastrana.

8/16/2019 Silva Márquez - Balada Arcos Dorados

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174

el

que gruñía sobre el suelo

y

come

 zó

a

patear lo

fue cuando sin tió el golpe en la piern a el alto tenía

un bate de madera en las manos  Por fortuna fue un

golpe malogrado tal vez por el miedo. Por

un

mo -

me

 t

sus miradas

se

cruzaron

l

alto miró algo en

los ojos de Pastrana

 

ante lo que le revelaban se

echó a correr strana

dio

dos pasos y se derrumbó

en el suelo 

e

puso

de

pie  miró hacia atrás hacia

los dos tipos derrotados. Cojeando se acercó al que

gruñía

Quién fue.

El tip o tos ió.

QUién fue.

Valtierra.

Adrián Valtier ra.

Su hermano.

Pastrana lo soltó 

Cojeando llegó al auto sacó su celular y s e quedó

pensando lo guardó

y

se march ó a casa 

Con la yema de los dedos examinó lap ierna herida la

piel sobre el mú scu lo abultado comenzaba a tornarse

vtol ácea . Fue hasta el peinador y t

om

ó el frasqu ito de

Percodan

retiró la tapa

y

se tragó dos pastillas

Por qué no vienes a mi casa

Ahora no puedo.

Tengo algo nuevo y me pre

gunt

aba si lo necesita

rías ahora mismo

El teléfo

no

quedó en silencio.

Entonces dijo

Pastrana .

Te intriga.

Sí.

Victoria Aguilera come

 zó

a contarle los

deta-

lles del hombre de cabello ondulado. Quién fue en

dónde había vivido y qu é lo un ía a las demás victí-

mas. Pero eso ya lo sabías dijo al final.

No estaba seguro . Tienes los generales de sus víc-

timas preguntó.

Por qué no vienes aquí tengo todo 

Pastrana miró hacia la calle uno de sus vecinos

hab

ía in stalado un par de lámparas solares en su jaro

dí n y a esa hora la luz que despedían comenzaba a

mermar

Se miró la pi

erna

  gracias a las pastill as el dolor

va menguaba. Con di ficultad se tnc

orp

or ó sobre la

cama

buscó sus pantalones

y

la camisa

Se

calzó los

zapatos. Al tomar las llaves del auto se miró las heri-

das en la mano . Abrió la puerta y salió al frío .

175

' 1 1piede la puerta mi

quedarnos

en

comer ahi. A   'emle J

padre se quedó lIelado.

Qué sucede preguntó el/a.

No es tija él.

l

 O

na

pude ent

ra

ren

el

restmmJ1Jte

Ycuando

las

puer-

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 7 A

hora

necesito hablar de mi padre. Antes de que aban

donara la c

asa

lo

vi con Ana en un

restaurante sobre

avenida

Gómez

Morin.

Ella te

ni

a

recién cumplidos los veinticinco años

y mi

padre le doblaba la edad .

Si me quieres invitara

comer

invitame ahí, en atgún

momentodi

jo

JI eso fue ei princip io dei desenlace,

La invitaci án llegó tras

vario

s guiños. Primero la mu-

chacha elogió su corbata

en

la pequeña alacena de

oficinas donde

trabaiaban

JI él prontamente

resalto

Sil

corte de cabello. El formal

saludo

se convirtió en un tuteo

agradable F

luego

en un tuteo cari ñoso.

Así

comenzaba

cada

ma ñana;

se

ponia

inquieto

si no la t'eía

re

corr

er

los

pasillos antes de llegar al escritorio JI encender la compu-

tadom.

Por

supuestoque

habían

comido juntos

antes,

pero

Fa

era distinto;

el saludo de las mmlanas significaba

JI por lo tanto la co

mid

debía significar mucho más, Se

sentía halagado

po

rque

lIna

joven

se

fi

jara   un

hombre

como él.

i   cO

flocí

a

el restaurante

por

linos

amigosFesa tarde

tas volvieron a abrirse )   l me Jwbía retirado.

. ' d e s e s,nt

 

o r

lJá

s

rclaia-

Pasaron los

mmutos

y

mI pa  

do. Tal vez

110

había sido ro, sólo alguieu parecido.

Ana y él hablaron de cosas trida/es.

A la mañ na siguiente me lo topé etl   eatrada del

periódico. .  

Tu madre va a estar muy

decepcionada,

l.uis, cuanto

tiempo creías que podías ocultar algo así, me dilo y me

, d temi recamara.

mostró

un

paquete

de

cocama

extra o ,

Lo f i i e contesté.

Se

hizo

uaa pausa

lO/

so.

Ajemiró con las manoSen la cintu

ra.

Elcal

Jei

loondu-

la

do

la ceja poblada, losgestos iguales a los míos,

y tú

,

qué le vas a decir a mi madre.

R se mantuvo firm e.

No estamos hablando ele mí. Qué crees que pasará. A

fin  fe cuentas una comida

na

signi

fi

a nada.

Puede que

signifique más

de 10 que crees.

No

signi

fic

a

nada

comparado

esto. 1

Bajé la mirada. Un viejo ca

mlO

ll urbano de la Ruta

u n t 'or del labio

pasó

a lI tJ

lado denosotros.

Jle

ma

r I

e J1J en .

El sol comenzó a calctltarme el cabello.

,   adTe   le deiéver

Esa noche me senté [rente a nJl   l ' I

mi

problema

con la

cocaíua.

Ella me

recordó

por lo que

177

habíamos pasado, el susto   la depresión de meses, los

psicó[ogus. Luego me preguntó algo que hasta hace poco

tu vo

sentidopara mí; Es que te quieres morir.

Llegada la

hora

mi padre no pronunció ni una

pa-

[abra.

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Un

alío después,

en 1I1l

a cena familiar, anunció

Sil

partlda.

Posteriormente

lo vi

dos veces, una mañana

en-

trando

en

un gimnasio

r

una tarde saliendo del cine.

178

Esta ciudad se Iza llevado

lo

mejor de todos. Hace

dos días un hombre le disparó a otro

en

una luz

roj

por

no {l r

l llelt

a la derecha cuando tuvo l a oportunidad.

Hace dos semanas un policía encendióla torreta de la p -

tru lla

y detuvoa una

de

mis

prim s

porhaberseestaciona-

dosobre la avenida Ignaciode la Peña. Eran [as diez de la

noche. Ella le explicó que esperaba a alguien. E[palie/o

le dijo que exis

an agentes buenos}'agentes malos

}

es/m

estacionada a

la had a unblanco fácil. Paraqué, pregun-

to ella. Paracualquier cosa, agregó él. Afortunadamentr

su amiga salía en ese momento de la casa, subió al

aut«

 

semarcharon. .\

 1i compañeroMorena

hace unos días lil e

mostró las fotos de

un

auto incendiándose

a media tanlr

en pleno centro de la ciudad. El

auto era

un

Lexus negtu

muy

similar al

de mi

padre.

Estuve

tentado

a

marcar

a

\  1

celula

r

al final me contuve}'

esperéa

que mi j

 f

e

tuvinu

algo más de información. Resultó ser

el

auto

de U1l

gri so

robado

en

El Paso y u

t i l i

z

 

o

en

r fi s atra cos

en

 UÚ'N ,

Lo piel/50 . tal ez no sea la ciudad, es el país .

el

,lim'

ro  la falta . el excesoa[mismo tiempo.

Iast r na se acercó al escritor io vacío de Luna. La

pierna le dolía se recargó en el borde. Cerró los ojos

un segundo y p

en

só en su tierra  en la lluvia cons

t

 n t

e del sur.

Buenas t rdes Pastr

 n

a.

Bu

en

as t rdes.

Luna colocó la taza de café sobre e l escritorio. En

qué te puedo ayudar.

Pastrana le ent regó un fólder.

Luna m ir ó la primera hoja que contení a nom res

y

d irecci

one

s.

 

esto preguntó.

Mujeres.

Te deb

en din

ero.

Víctimas de violación.

Perdón .

Necesito saber a qué se dedic

 n

  qué hacen du-

r.mte el día y la noche.

Vigilancia.

Sí.

Algo en específico que andes buscando.

No sé todavía.

179

Algo que quieras e

n on

trar

Algo qu e

qui

era

en o

ntrar 

Pastrana meneó la cabeza.

No seas pendejo Mariano vig ila a la familia a las

madres a los pa

dre

s a la abuelita  

Algo en especial que quiera que busque señor.

  na neg ócon la cabeza. No chingues Mariano 

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Quiénes fueron .

Qu iéne s f

ueron

qué 

Con la barbilla Luna apuntó a los moretones

l l1

el rostro. Quieres ayuda con eso también .

180 Pastrana men eó la cabeza .

Luna se acla ró la garg

 n

ta Para el fin de semana

ten

dr

é algo 

Gracias  d ijo Pastrana

y

co menzó a caminar ha

ll

.1

la puerta. Se detuvo y le dedicó una última mir ada

Luna se la sostuvo

y,

cuando ya iba a desistir  sallo

de la oficin a  l una suspiró Regresó a la hoja

COIl

lo

nombres   luego miró el restode l arch ivo}eran

f  os

di 

las víctimas; la más pequeña un a ni ña de o ho  

l l   ,

una de las mayores ten ía veinticinco} otra

tr einta

\

dos Tomó el teléfono y marcó un n

úm

ero

Comunícame con Mari no   dijo. Mien

tr

s csp«

raba en la línea repasó los nombres en la hoja. 1h

1

en tot al

Cuand o co

nt

es

t ro

n del otro lado él escupió

 

v

y colgó 

En menos de dos mi nutos Mariano estaba

 

lado

Neces ito a tres más para que echen un ojo a

mujeres.

Algunas son n iñas¡ señor.

Mariano se

qued

ó qu ieto

Pero ya, cabrón.

Sí señor  dijo

y

se fue

a

buscar a los demás com-

p rüeros  Antes de salir se dio la vuelta y miró a Lun a.

Ya sé quién es ]ohnny Knoxville  señor  dijo  y antes 181

de obtener alguna respuesta retomó su camino .

Luna lo v io marcharse.

Por la estación se rumoraba de las andanzas sór-

didas del agente Pastrana  y no era nin gún ch isme

t   1I1l0 trataba a los delincuentes. Se preguntó si algo

h lIían que ver los golpes en la cara y el caso del vam-

piro. Hizo un a nota mental para echarle un ojo al

 uvh ivo pero a los cin o minutos lo olvidó .

No tu ve nada que ver con lo tu yo.

Luis asin

t ó

 

Quería que quedara claro  sólo eso.

Está bien.

No dijeron nada por un segundo.

Cómo vas con nuestro vampiro 

8/16/2019 Silva Márquez - Balada Arcos Dorados

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182 El jefe de información pidió a Luis Kur iaki que se

sentara 

Cómo estás.

Bien  

Algo que quieras compartir.

Nada.

Nada de nada .

Así es

El jefe de información tomó un lápiz y lo vol-

vió a soltar  ace un año me robaron el auto en un

Oxxo mi sobrina iba co

nm

igo. Le pedí al tip o que me

permitiera bajar a la niña al principio me dijo que

no. Me acerqué a la pu rt a trasera y la abrí. Qué ha-

ce me gritó pero no contesté saqué a la n iña y vi

como el tipo arrancaba. Hablé con un amigo policía y

po r varias semanas estuve pensando en qué haría

cuando lo atraparan Al mes  conseguí un auto si-

milar y le di jimOS a mi sobrina que al hom re ya lo

habían encarcelado. Pero hasta el d ía de hoy no 1

<

sahido nada de él.

Luis lo mi ró 

Parece que se dedica a matarvioladores  Al menos

tres de los cuatro lo son 

Digamos los cuatro el jefe desvió la mirada al te-

cho como si ahí residiera lo que tenía que deci r Ten-

dremo s que cambiar nuestra nota 

Yahora.

Un vengador algo así com o un caballero oscuro .

Se llaman vigilantes.

El de nosotros será un vengador  porque nuestro

Irabajo es vende r periódicos. Habla con Rossana.

Está bien   pero al menos pcrm íterne avanzar un

poco más

El jefe chasqueó los di ntes. Yo hahlaré con Ro 

ssana.

Está hien .

Pastrana te ha ayudado bastante.

Es buen policía.

Un desquici ado diría yo. Qué sabe de nuest ro en

mascarado

A

 o

ra es un enmascarado

Esmás dramático así

Que los muertos fueron violadores pero aún no

se sabe quiénes son las v íctimas 

183

Luis m ira la ciudad  ve lo que está sucediendo la

semana pasada mataron a dos médicos

y

un abogado

explotó un autobomba y los zombis siguen dejan

do cuerpos destrozados por ah í

res un romántico

Luis

miró

a los lados  para estar seg uro de que no

había nadie 

y

le dio

un

beso en la boca.

Luego fue a ver a Morena

Pinche Luis dijo al verlo. Se levantó le tendió la

mano  

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Tal vez dijo  

y

dejó caer su cuerpo en el respaldo

de la silla.

Luis se levantó

y

fue al cubículo de Rossana .

1 4

Creo que el jefe está enloqueciendo después de

un

a pausa agregó: de qué color son

hoy

Rossana se llevó un a de las m no s a la cintura  la

deslizó dentro de los pantalones hurgó por un segun

do

y

jaló el elástico de sus bragas color morado.

Luis sonrió

Cómo va tu reportaje.

Ahora es tuyo. Qu ieren a un vigilante.

A Batman .

Pero asesi no  

Qué más tienes sobre el vampiro preguntó Luis 

Mi am igo está por llamarme.

Gracias

Qué vas a hacer más tarde

Irme a

casa 

Por

No he dormido bien .

Nadie duerme bien en esta ciudad  Luis. Suplvtr

lo de los médicos.

Sí.

lIoy no tengo nada que hacer.

Cómo

va

todo 

o

ma mes pinc

h

Luis

veo dijo

y

tomó un paquete de fotos del es-

critorio  185

Ojeó las primeras hom res descuartizados zapa-

tos rotos camisas llenas

de

sangre y lodo 

Once cuerpos pinche Luis a llá por el pu ente Za

ragoza  Setenta más en

el

kilóm tro veinte

rumho a

Casas Grandes en un rancho de mi edo   Cabrón

Luis dejó las fotos en su lugar. Vamos por una cer-

veza

No m m

es.

Una sola Morena aqu í en Sanhorns 

hingac

Yo invito 

Chingao repitió Morena se levantó

y

se puso la

rharnarra de m zcli lla

En el bar se sentaron en

un

a de las mesas del

tun o 

Pidieron dos Coron s y

esperaron.

Al llegar b ebieron a l mismo tiempo.

 quí est uvo Samuel Ben ítez un a noche antes de

mortr.

Benítez  el puchador 

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cómo había llegado ahí. Por má s qu e gritaba n adie

lo oía. Manojos de cila ntro se p

udr

ían en u na de las

esquinas una pierna de res

que

colgaba al centro  o-

menzó a m

ov

erse. Luis despertó.

Qué crees que signifique  le pre

gunt

ó a Rebeca.

No de esa manera.

De qué manera entonces.

No sé qué decir.

Qué ha cíamos en el sueño.

Come r.

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190

No tengo idea dijo ella y duran te el resto del día

Luis se sintió extraño.

La noche del jueves soñó que c

om

ía en un restau-

rante. De fond o sonaba la can ió n   Hotel Californ ia ¡

de Los Eagles. El mesero era Santos. Me mat aron de

cía  y sob re la mesa colocaba un plato hondo Ueno

de cocaína . En algún

mome

nto¡ Rossana y Rebeca se

sentaron a su lad o. Somos Batman dijeron a coro .

Al despertar buscó a Rebeca en el baño.

Ano he soñé con tigo le dijo.

Ella lo m iró

y

lo besó.

En el

sue ño

decías que eras Batman.

B rm n .

Sí.

Rebeca se lo pensó

un

segundo. Ysi lo fuera.

No en tiendo.

Qué pasaría si fuera la mujer murciélago.

Nada supongo .

Por la tarde

Luis

visitó a Rossana en su cubículo.

Soñé qu e eras Barman   le dijo mientras ella le mos-

traba el elástico nar a nj a de sus bragas.

Batman .

Sí.

Una mujer inmadura y trastornada.

De regreso a casa se imaginó al v igilante ac

e h n-

do las calles desde algún escondrijo. Pensó en la ma

n era

en que seleccionaba a sus víctimas pero no

ten

ía la suficiente in formación para eluc ubrar al

respecto . Tal vez fuera el padre de algun de la.s muje

res o n iñ as ultrajadas. Era un a posibilidad. Mas tarde

buscaría al agen te Pastrana.

Llegó a MeDonald s

 

pidió

un

a Big Mae con pa-

pas y refresco grande.

/\. Rebeca por su parte le pare ió curioso el sue-

ño de Lui s . Que fuera la mujer murciélago de Ciu

dad j u árez n o sona ba mal. Tal vez algo se le escapaba.

Pensando esto  se estacionó frente al parque de la

colon ia El Futuro y se encaminó a la casa de Alejan

dra. Lla

a la puerta. Cuando su amiga abrió se

saludaron y ningun pud o evitar mir ar h acia el par

que un pequ e ñ a ojeada a la esqu ina donde la po li

cía localizó al muerto.

El v ier

nes

por la tarde Pastrana estacio

su

frente a la casa de Adrián Valtierra. Desde el auto V I

giló la ent rada   las ventanas. Diez mi nutos después 

se apeó . Cojeando fue hasta la puerta y sacó su ar ma.

La pu erta estaba entreabierta . Entró y caminó por la

sala  echó un ojo rápido a la cocina   fue directo a las

191

esca leras. Subió a la segunda pla

nt

. El cuarto donde

había pl ti do  on Valtierra se en ontraba vacío ya

no estaba el televisor ni la cama . Revisó el

b ño

y la

estancia contigua. Miró el interior de los cajones de

una vieja cómoda . Sólo ropa de mu jer. Revisó el cl ó

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setoRegresó a la cocin y se qued ó ahí en medio  co

mo si algo se le hubiera pasado . La mujer de Valtierra

seg uía en el hospit al. Se gua rdó el arma. Uno me-

 9  no

s dijo . Salió a la calle  subió al auto

y

se retiró.

Álvaro Lun a fue llamado a las nu eve de la noch e

del sábado. Dos cue rpos hab í n sido colgados de

un

o de los pu en tes peato nales sobre la aven ida Tec

nol ógi co . Uno de los cue rpos ten ía una cartulina co -

lor verde fosforescente eng rapada al pecho y sobre

ella algu

nos

garabatos.

Sacó su celular

y

marcó un número. En cuanto

con testa ron dijo: Dos cuerpos más en el puen te del

Tecnológico. Colgó y esperó a que llegara su gente

para come

nz

r a bajar a los muertos.

Alvaro Luna siem pre quiso ser policía.

 r

alguna 193

forma de hacer justicia pero entre más tiempo pasa

ba más se alejabade la idearomántica que tenía sobre

hacer el bien. Sin emb rgo como un a planta vieja  ya

había echado raíces. Alguna vez vio   programa de

 ackass y a la primera

john

ny Knoxv ille lo atrapó.

Siendo sincero de alguna manera ser policía era ser

un

i ck ss

Dos veces le habían disparado¡ la primera

sucedió apen as al mes de ingresar al cuerpo  la se

gunda

un

sábado por la noche mientras correteaba a

un sospechoso por las calles de la  h veñ

.

En otra

ocasión para sobrevivir a una tercia de maleantes

tuvo que saltar del tercer piso de

un

edificio hacia

un contenedo r de basura. Hacía poco le h abía ped i-

do a un preso 

on

las manos esposadas a la espalda

que manejara una bicicleta} si lograba recorrer una

ruta determinada lo dejaría libre. Pero la ruta era de-

masiado dificultosa pa ra lograrlo y sólo h izo que el

preso un

ratcríllo

se rompiera un brazo. Él sabía que

l hil ip

j

oh n Clapp el verdadero nombre de [

ohn

ny

Knoxvllle  era un arti sta . Dejarse morder la tetilla

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víctimas. Para las cinco de la tarde había terminado

pero el mapa no reflejaba ningún patrón  al menos

no a simple vista .

Pastrana fue a la cocina

y

preparó una jarra de

c  -

fé. Se sirvió un a taza y regresó a la sala. Leyó de nue

k-vent ó de su lugar miró los papeles y se pasó una

m no

por la boca.

Tomó las llaves de auto

y

el reporte de vigilancia 

vistió la chamarra

y

salió a la calle .

Se dirigió hacia

el

oeste y en la aven ida Va lent ín

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vo el reporte. Miró hacia la calle y volvió la vista a las

páginas.  l celular sonó y lo ignoró. A las siete de la

tarde preparó ot ra jarra de café. El celular repiqueteó

 9 

una vez más

y

al

cuarto

timbre sin mirar la pantalla

contestó. EraLuis Kuriaki.

 uenas noches agente.

Buenas no hes.

Algo nuevo.

Nada.

He esta do pensado que tal vez el asesino sea el

padre de alguna de las víctimas de ios muertos.

y

llegaste solo a esa conclusión .

Sí.

Los padres de las niñas  se ún lo que tengo aquí

no son.

Tal vez algún tío.

Pastrana colgó.

Entonces analizó un a vez más el reporte de vigi-

lancia estudió las fotografías incluidas  los padres

subiendo al camión para ir a trabajar  comiendo un

burrito en algún puesto  contestando el teléfono las

madres en el súpe r cargando gasolina haciendo la

fila de las tortillas. Regresó las páginas y en algún

momento marcó una luego una más y otra más. Se

 uentes giróhacia la Parroquia de la Sagrada Familia 

vol te ó sobre Salvador Novo pasó lIalzac para así He

g;  a la calle Pablo Neruda. Ahí estaba el parque

donde hall aron el cuerpo de Adrián Soto Heredia.  97

Estacionó el auto se

apeó y

miró hacia los lados.

Localizó la entrada al parque y ca

min

ó hacia el área

de

juegos. Ahora só lo era un espacio como tantos

otros para jugar o platicar. Por lo que sabía ni siquie-

  < acordonaron el área. A unos cuantos metros se

encontraba la casa que buscaba. El aire helado hizo

que metiera las manos en los bolsillos de la c

h m

-

rra de piel. Para no causar sos pechas regresó al auto

y

esperó. Cuando el reloj marcó las ocho con o

 ho

minutos  un  ord Fiesta blanco se esta

 ion

ó frent e

aI núme ro diez. Una mujer de cabello negro bajÓdel

auto llamó a la puerta  luego de esperar unos segun-

dos se abrió

y

la mujer desapareció en el in terior de

la casa. Ve

int

e

minu

tos después llegó una decena

de mujeres.

Pastran a

reconoció a un par de ellas

y

las

buscó en el reporte para estar seguro. En la esquina

se juntaron algunos muchachos varios fumaban Y

de vez en cuando en med io de su plática uno reía

a carcajadas. A las nueve  on cinco minut os las rnu

[eres

salieron de la casa.

Pastr na

no se mo

vió

de su

lugar hasta la una de la m ñana cuando la mujer del

Ford Fiesta se retiró. Lo

p nsó

un segundo antes de

encender el

 uto

  Esa noche no haría nada  ya vol-

vería .

Cuál es la prisa 

El tiem po de pronto parece estancarse

Sabes de qué color son ah ora  

A ver

Rossana que vestía un a falda roja  abrió las pier

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A Luis Kuriaki no le i

mportó

qu e Pastrana le colgara

el teléfon o . Pronto se enteraría de los porm

 no

res

198 en el reporte que conseguiría por medro de

Ro

ssana.

Se acercó a la v

en

tana y miró la casa de su amiga  El

auto estaba en su lugar.

Tengo hambre  dijo en voz alta.

Extrarlo las hamburguesas con testó su am igo

yanqui muerto.

Luis asintió. También t ngo ganas de una raya.

Ahí la tienes

Sí} dijo Luis y miró hacia el buró. Si lo hago ten

dré que internarme mañana en

el hospital.

Su amigo ya

nqu

i muerto

no

dijo na da  

Pero con gusto me comería una hamburguesa.

Una ham

 ur

guesa repitió su amigo ya nq ui

Luis mi ró el reloj.

 ra

hora de ma rcharse al tra

bajo 

Lo primero que hizo

al llegar

fue visitara Rossana.

Algo nuevo 

a

ciencia Luis.

Hablé

con

Pastr

 n

Innecesario.

 a

sé 

nas

y

Luis pudo verque no traía b

ragas

.

Me

gusta ese color

A mí también.

Vas a ir a m i casa . 199

No lo sé 

e invito

las doce de la no che llegó a casa  al ver qu e no

estaba su ve cina marcó el ce lularde Rossana.

Necesito

ver te.

Te qu ed ste solo 

Dig

 m

os que no está Rebeca

Entonces estás so lo.

En casa tengo fantasmas 

Ven  

Luis co lgó 

y

antes de poner en marcha el auto

y

acelerar  miró hacia su recámara osc ura a

estaría

su amigo ya nqu i oteando la calle desde la ve

nt n

a

Mientras

dormíaal lado de Rossana tuvo un sue-

ño  del cielo llovían cie ntos y ci

ento

s de hambur-

guesas. Cuando las hamburguesas le com nzaron a

llegar al cue llo despertó  Aún era de noche

Hace tres meses las ham burguesas ni me gusta-

ban tanto  dijo ahora sueño que me  hogo en ellas.

Rossana lo abr zó

.

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Alejandra estudió un segundo el rostro severo del

agente.

Me imagino que no tengo op

ció

n  

Siempre hay más de una opción  pero no es de m í

de qui

en

se tiene que preocupar.

Alejandra se mordió un labio

y

se hi zo a un lado

 \

tiene de qué preocuparse  Pero estoy en medio

de

una investigación

y

me gustaría saber si usted co -

noce

a Carlos García Miranda 

No

dijo luego agregó no sé

Yo creo que sí

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Pastrana entró

La sala era pequeña . Al f

ond

o la cocina y

un

co  

202

rre or que llevaba a las recámaras  ahora oscuro 

Intercam iaron

miradas

He investigado el trabajo que ha hecho hasta el

día de

hoy y

me conmueve dijo

Pastr na.

Ayudamos poco.

Yo diría que ayud bast nte.

Alejandra ind icó los sillones con una mano 

Ambos avanzaron   Ella se sentó frent e a él co n

las manos sobre las piernas 

Le decía que me conmueve su trabajo 

Es un grupo de ayuda solamente.

Creo que es más que eso 

Por qué lo dice.

Vivi na

  ch  y

su madre  Sara Olivares por

ejemplo.

Han sufrido mucho .

Usted misma con la desaparición de su hija Isabel

Isabel  dijo ella.

Le digo que conozco muy bien su trabajo. A las

mujeres qu e ayuda.

Qué está insin

u ndo

.

e quien agredió

sexua lmente

a Sara Olivares

Entre otras ni ñas

Sí.

Sabe quién es Adrián Soto lIeredia

U

Alejandra se mordió un labio y se pasó una man o

por la fren te.

Sé quién fue él.

Fue

Leí el periód ico.

y sucedió juslo a unos metros de su casa

Demasiado

cerca 

Debió de haber sido terri ble.

La t rde que suced ió vi gen te en el parque y luego

las patrullas

y

al final un a ambulancia

Past r na m iró el rostro de Alejandra Salazar  las

manos la post ura en el

peque ño

sillón Su trabajo es

peligroso  di jo.

  o han pasado de ser amenazas telefó nicas  he-

mos teni do más suerte que otras compañeras 

Past r

 n

a

sacó unas fotos del

Interior

de su chama-

rra de piel y las colocó sobre la mesa. Rogelio Carla

r

José Pereda terminaron igual que Carlos García

y

Adr

iá n

Soto dijo pero Alejandra no desvió la mi rada

de l rostro del agente 

Tal vez hasta se sienta un poco más segura sabien

do que estos ya no pu eden h acer d ñ o a nad ie m ás de

su grupo.

Tal vez. Aun así no sé qué está haciendo aquí  en

mi casa.

en el umbral de la puerta. Caminó hacia el parque y

sobre la calle Pablo Ne ruda giró. Co ntó los m in utos

y

cuando intuyó que ya no lo miraban recorrió el pe

rímetro completo hasta subir a su auto. Había lanza

do el anzuelo. Ahora necesitaba ser paciente.

8/16/2019 Silva Márquez - Balada Arcos Dorados

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Las muertes me trajeron a su puerta. Mire hace

un a ño

in vestigaba

a u n crimina l igual de pe ligro-

so que estos. Lo busqué por meses hasta que un día

4

en una vul n iz do ra  cuando reparaba la llanta del

auto lo vi.

 r

uno de los trabajadores junto con uno

de sus am igos tam bién con problem as legales. Las

coincidencias suceden. Alguien muere

y hay que se

guir el rastro que deja. Un muerto dice muchas cosas

y p or ellos 

Pastr

 n

a

señ aló las fotugrafías sobre la

mesa de centro la conozco a usted y su asociación .

Ale j

 n

d ra n o respond ió.

Si necesita contarme algo de estos tipos puede

confiar en mí.

1 ; 0

te

ngo

nad a q ue decir.

De ellos ya n adi e se tiene qu e preoc upar pero .. .

no sé no puedo deci rmás.

Gracias por su visita dijo Alejandra y se puso

de pie.

Pastrana hizo lo mismo. Gracias por su tiempo

dijo inclinó la cabeza en forma de saludo

y

salió dl

la casa. El frío se había intensificado. Lo sentía en los

ojo s. El primer invierno que viv ió en Ci

ud d ju

árez

utili zó los lentes negros a toda hora así el aire helado

no lastimaba tan to. Se imaginó a Alejandra Sala zar

A las di ez de la noche el Ford Fiesta bi nco del dí a

anterior se estacionó frente a casa de Alejandra Sala

zar  la mujer de cabello negro bajó y llam ó a la pu erta .

Cuando el reloj

  l

auto marcó las once de la no -

20S

che la muje r de cabello negro salió de la casa  sub ió

al Ford y a rrancó.

Pastrana giró la llave en el interruptor  siguió a

la mujer. En un semáforo distinguió las placas y las

anot óen una libreta roja.

Rebeca recibió la llamada a las nueve de la noche en

casa de l.uis Ku rí ki donde estaban porcenar.

Hola  dijo Rebeca.

Vin o la policía co ntestó Alejand ra del ot ro lado

de

la línea .

Sí  d ijo Rebeca y colgó.

Q uién era pr eguntó Luis.

Trabajo.

Te ves preocupada.

Es sólo trabajo  d ijo  y comieron en silencio. Al

linal  se despi dió y agregó: Regreso pronto.

Fu e por las llaves del auto mont ó en él y se di ri-

gió a casa de Alejandra Sala zar.

Cómo son los policías le preguntó cua ndo la tu

vo enfrente  sentada en la penumbra de la cocina.

Era solamente un o.

Cómo es.

Amenazante .

Qué es lo que sabe.

No creo ha ber comet ido una in fracción  oficial.

Le pido unos minutos de su ti empo por favor. No

podía esperar a que llegara a casa di jo Pas trana .

Rebeca aprovechó para ret irar de su bolso el apa-

rato negro qu e disparó con tra el pecho del agen te.

Pastr n a cayó  

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Dice que confiemos en él.

Yeso qué

slgn

íüc

a.

20 6 No significa nada supongo.

Exacto Alejandra.

En algún sit io de la casa  la m dera crujió.

Durante el trayecto de regreso distinguió un

Chrysler azul detrás de ella. Para confirmar la sospe-

cha  d io algunas vueltas en lascalles siguientes.

Ju sto cuando iba a tomar la luz verde para entrar

en El Campestre las luces del

 hr

ysler comenza ron

a centellar. Rebeca encend ió las intermitentes dis-

minu yó la velocidad y buscó la luz de un arbotante

para detenerse. Bajó el vidrio de la ventanilla. Metió

la man o en el bolso y esperó.

Una ráfaga de aire frío le acar ició el rostro. Por

el espe jo retrovisor vio qu e un h

ombr

e descendía

del auto con una lintern a encendida en la mano iz-

quierda.

El policía di jo Rebeca.

Escuc hó los pasos sobre el pavim

en to hasta que

el agen te estuvo frente a ella. Un rostro adusto. Una

mi rada aguda .

Necesitamos hablar  dijo Pastrana.

Por

un

segundo Rebeca pensó que la descarga

eléct rica no sería suficien te para someterlo.

 

rostro

del agente apenas si se deform ó hi zo un últ imo in 20 7

rento para sujeta rse a la pu er ta del auto y no caer

pero fue insuficiente. Rebeca se apeó . Las manos le

temblaban . Con esfuerzos sujetó a Pastrana de los

brazos   lo acercó a la acera .

Algo murmuró Pastran a  era un sonido gutural

muy débil.

Rebeca

mir

ó en derredor. La calle desierta las ca-

sas en silen cio. El cerro Bola en la di st ncia con su

luz roja tit ilan te. Se quedó al lado del ag

en t

e unos

tres minutos  al ver que comen zaba a recuperar la

movilidad  subió al auto   se perd ió en la noche.

Entró en casa de Luis Kuriaki fue al segundo pi-

so  se desnudó en la recámara y se deslizó en tre las

sábanas hasta quedar a su lado. Le gustaba sen tir la

piel del muchacho. Lo siento le d ijo al oído  y se que-

dó pens ndo en lo que debía hacer.

No me import a si lo hace o no.

La f m ilia de Rebeca Alcalá vive en El Paso. Ella es

gringa sus padre s son españoles.

Luis se quedó callado.

Sabes en

qu

é trabajaba.

En una

asociación para víctimas de violencia.

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208 Luis Kuriaki entró en su casa a las doce de la noche.

Había sido un día difícil. El jefe de redacción le pe-

d ía avances en el caso del supuesto vigilante  pero

Ross na no ten ía nada al respecto. Su contacto en

la

policía no lograba n ingún progreso. O el asunto es-

taba velado . Quién sabe. l ue a la cocina abrió el re-

frigerador

y

tomó un a cerveza. Cuand o se dirigía al

comedor

p r

a sentarse vio a Pastr

 n

de pie al iado

de la mesa  entre la penumbra.

Buenas noch es  Kuriaki.

Lo podría denunciar por allanamiento de mora-

da pero

me

im gino que no serviría . Se acercó

a

una silla y dejó la  otella sobre el ma ntel. Ambos to-

maron asiento.

Conoces a Rebeca Alcalá Orti z.

Es mi vecina.

Es

más qu

e tu vecina.

Hace cuat ro días

qu

e no la veo.

Qué sabes de ella.

Que es de Cuernavaca.

Por alguna razón te creo.

Atendía a mujeres agredidas sexualmente.

Pastr na suspiró.

Tuvo algún accidente.

209

xo creo.

Entonces está involucrada en algo malo .

No precis men te. dijo Pastran a  luego se levantó

y

enfiló hacia la puerta .

Me va a contar lo qu e pasa¡ preguntó Luis Kuriaki.

Pastran a se detuvo. Digamos que no tiene impor 

tancia.

Entonces a qué vino.

  confirmar que no sabes nada  Kuriak i.

 o sé nada.

Eso parece.

Le in vito

un

a cerveza .

Pastrana salió de la casa sin responder.

Por la ven t n Luis

mir

ó sub ir a l ag

ent

e a su auto

y

marcharse. Enseguid a marcó el celular de Rebeca

y

la

llam ada se desvió al bu zón de voz. Hacía cuatro

días que no sabía de ella. Nada raro . Sin embargo  si

Pastrana pregu ntaba por ella era que algo

impor

tan -

te pasaba.

Por qué  dijo en voz alta

y

mi ró hacia la casa de

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se pasó una mano por la barbilla Por qué intercam-

biaron la ropa de lo s cu erpos.

Ya le dije Haya hecho lo que haya hecho no me

arrepiento de nada

Creo que en el fondo está arrepentida y so im-

porta. Cuántas noches tiene sin dormir. Usted no

Apretó el volante con ambas manos

y

estudió el cie lo

despejado} n i una nube sobre

él.

Como si se hallase

en la prof

un

idad de una alberca 

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está hecha para estas cosas . Lo pu

edo

ve r en sus ojos .

Pastran a se levantó del sillón

y

se despidi ó con una

212

ligera inclinación de cabeza.

Alejandra Salazar lo acompañó a la puerta Qué

va a pasar co

nm

igo.

 

se preocupe ni siquiera la conozco nunca he

estado aquí

Al aseg urar la entrada  on la caden ita vio que las

m no

s le temb laban notó sus uñas mordidas hi zo

un puño para

es o

nderlas} no recordarse a sí mi sma

el mal hábito adquirido desde los seis años   Tengo

que dejar de hacer esto di jo

Pastrana subió al auto El frío ya había disminuido

un

po o y

en cuanto

menos

lo pensara comenzarían

los aires de marzo. Las tormentas de arena . Cerró los

ojos y recordó la lluvia constante de Xalapa  El verde

inten so que su

memo

ria pintaba para él.

Pero

a

ho-

ra estaba acá  era el día en que no p

odí

a dar con

su pr ima Margarita Por ahí estará escondida en al-

gún sitio o tal vez muy lejos en Estados Unidos en

Canadá en Europa. Sent ía imp oten i y cansa n

 io

.

213

el agente estaría preguntando por Re eca Tendría

que ver con el caso del asesino del calibre 22 . Tal vez 

pero en qué forma Luego se marchó 

En la oficina visitó a Rossana  

Cómo estás le pregun tó ella.

Bien .

El jefe me pid i ó que term inara la nota del venga

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214 Luis K

uri k

i retiró del fondo del

 ur

ó la vieja bolsi-

ta de cocaína fue al baño

y

levan tó la tapa del re

trete Se mordió el labio inferior

y

se quedó así un

m

ome

nt o viend o el blancor del

ino

doro . Después de

suspirar apretó la bolsita en su rnan o

y

la

regres ó

a su ant iguo escondite Tomó el juego de llaves de I¡l

casa de Rebeca que ella le entr egó al poco t iempo dl

conocerse  Atravesó la calle y entró  y pocas veces

había estado ahí Rebeca

era

quien

do

rmí

a y ce naba

en su casa  Sobre la mesita de centro en la sala des

cubrió una carta con su nombre escrito a mano  La

ahrió   Solam ente decía: Lo sie nto   Eran las mism as

palabras que escuchó de sus labios la

últim

a no che

que durmieron juntos  A su lado recono ció el botó n

ro jo de uno de sus abr igos p referidos. Sub ió al se

gundo piso  En los cajones del armario encontró un

pa

nt

lón de mezclilla desgatad o y dos camisetas os

curas. La c ma estab a hecha. In tacta . La luz que en

t raba por la ventana se reflejaba en el espejo del pei

nador

y

caía sobre un a silla de c oba   Por alguna

razón int uía que Pastrana había estado ah í Por qu é

dor anónimo  di jo ella y arrugó el ent recejo  

Sí.

El re

por

te policiaco del asesino quedó a medias

Luis. Mi amigo piensa que le dieron carpe t

 zo

. Desde

hace dos semanas no sabe nada no ha sucedido nada

Co mo tantas o tras cosas  agregó él

Dicen que

a

Julio Past r na lo destituyeron¡

por

golpear so spechosos pero no es cierto  se tom ó unas

va

c ciones tal vez puedas hablar

co

n

él

Te puedo ver en la noche.

Por supuesto.

Es

toy

trabajando en

un

cuento.

De

qu

é trata.

Un

día la ciudad comi enza a arder

Pero de qué trata.

Luis la observó  La muchacha vestía pan talones

de mezclilla. De qué color son ahora  le preguntó.

Rojos.

En e l cuento eres tú qu ien incend ia la ciudad

No soy capaz ni de matar una cucarach a 

En el cuento sí

Más

que eso Hasta serías capaz de

di sparar un revólver

2  5

Cuántas cuartillas llevas.

Es la pura idea me falta aterrizarla.

Lo más difícil  dijo   ssana.

Yo dir ía que lo más fácil contestó él.

La muchach a le acarició la mejilla. Te espero en

mi recámara  a las doce de la noche le dijo  y le plan-

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216

tó un beso.

A mediados de marzo al agente Álvaro Luna le fue 217

asignado

 

homicidio de dos jóvenes en el Parque

Cent ral al sur de Ciudad ju árez. Los cuerpos fueron

abandonados cerca del lago norte. Antes de bajarse

  l

auto  jaló aire co mo si estuviera por zambullir

se en un a alberca. Atravesó el estacionamiento vacío

hasta llegar a los cadáveres. Los dedos de sendas ma-

nos derechas los ten ían cercenados. Con

la

punta

del zapato abrió la boca de lino de ellos  hí estaban

alojados. Soplones pendejos dijo y c ontuvo las ganas

de vom itar. Desvió la m irada hacia unos sauces que·

mados por la helada de diciembre. Qué haría  

ohnn

y

Kn

  xv

lle

en

casos como este se preguntó y

se

llevó

las mano s a la cintura. Recordó la vez que el j  k ss

mayor  co n ojos ven dados  fue embestido por un toro

enorme. Según  ohn ny la ideadetrás de eso era el sis-

tema capitalista golpeando a la clase trabajadora. Así

se sintió en ese momento co mo si todo un sistem a lo

hubiera golpeado en los testiculos.

Tomó el celular y marcó el número de Rossana

c

u n o

contestaron del otro lado de la línea dijo:

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220 Luis Ku r i k i desde su recámara vio a una par eja jo-

ven con do s ni ños pequeños mudarse a la que fuera

la casa de Rebeca La mu jer era alta y rubia  El hom-

bre  delgado y mor no  Algunos muebles entre ellos

la mesita de centro qu edaron a la intemperie sobre la

acera hasta que el camión de

la basura los retiró un

día después

El ruido de algo férreo cuntm el pcll im ento de la calle  

me despertó . Miré el reloj. Eran las cincode la mañana.

Por la ventana descubrí una lig

era

neblina envolviéndolo

todo. Pensé en despertar a Russal/a pera al fina l decidí

qued

rme hí depi  mirando el paisaje fimta.smagór ico

pensando en lo suc

edido

en los últimos m

eses. Co

mo si

una

peli

cula

estuvie

ra por

te

rminar y

f

i71tanm

cosas por

d

ecir

Co

n ayudadeA10

r

na y sus contactos conocíladirec-

cióndeRebecaen El

Pa

so  Texas  Aunqueséque 110 estará

ahí  he decidido cruzar el puente } visitar a sus padres.

Me pregunto sí en verdad

Sil

madre se pa

r

ce a ella si

tiene sus ojos  como alguna

  z

me dijo. V os veces he lla-

mado al agente Pastranar he tratado de persuadirlo pam

que me Ciente el interés quetiene o tenía sob

r

Rebeca

p

ero

apenas escuc/w mi voz cue

lga

  Cada vez estoy más

seguro de lileRebeca tiene a

lgo

que verCO  el asesinodel

calibre 22.

Por

las noches tengo malos suer os pero al despertar

no

rec

uerdo nada sólo me q

ueda

esa sens

ació

n de haber

estado

envuel

to en g

ritos y

sombras que murmu

ran

.

Hace dos días fui a visitar el mi madre, hablamosde

cuatquier cosa  Mientrus el la sostenía su

\ a

somedio ll eno

dewhisky,

en

algún momento

  oh

a insistir en que bus-

cara a mi padre, que lo llamara . Lo haré,

uo

hay duda,

sin embargo, sé

que cuando levante el

telé ono

y

escuche

Sll l UZ 110

podré decir nada. •

fe quedar é

callado, mordis-

queando

UtI

gran bocadode

vacio

y rencor

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 i

entras, la película continúa, yo me levanto todos

222

los días

F siento

esa ansia

y

miroel

buró

en la esquina

  .

antes de hacercualquier

cos

, me ba ño

y

salsa a recorrer

las calles ,v por las noches visito a Rossana. Los super-

h

é

oes sigilen sin aparec

er

sin solucionar el mundo. Sé

que en alSlÍll lugar

 eb ec

estará durmiendo o pensando

en

las

cos s

que hir» en

Ciudad

lu ácz,

Lueg»,

la

noche

re

sr

esa p r« comenzar de n

uevo

la f ena. Desper tarse, re-

correr las calles

y

acostarme

con

 oss n

a. Vermuertosen

las esquinas, incendios.

En algún momento de la película, con la canción

 Sombras

nada más  , de

[avi er

Solís, como fondo, corre-

rán los créditos sobre

II

na fotogr fí viejay IlIego  tr y

otramás de mi padre. Detrás del volante del primerauto

que tuvimos

o

en el sillón

rojo

de la casa sobrela Valelltí

Fuentes,   0

 

1m

 

aso de agua mineral descansando ell el

muslo de la pierna derecha, más joven de lo que soy aho-

ra, con los ojos bien abiertos, listos pararecibir el futu

ro

.

El agente Pastrana llegó a la escena del crimen a las  

diez de la noc he. Dos grados hajo cero  diciembre el

cielo cerrado. Apagó el motor. Seapeó del auto y miró

en derredor. El calle jón negro frente a él  y al este la

luz amarilla de un

arbotante cuidando el gimnasio

Nery Santos. Se acercó al edi ficio derruido Yabando-

nado. La llamada de un gringo perdido por el centro

tal vez en busca de alguna prostituta había llegado a

la estación veinte minutos antes con la no ticia de un

cadáver nuevo 

Desenfundó el arma y llevó el dedo al gatillo.

Sin tió la tex

tu r

a del metal. Un perro ladró . Alguien

cerca escuch a música de band a. Por las remodela-

d ones en el centro y los con stantes atracoscometidos

por delincuentes y policías  casi nadie cruzaba por

ahí.

El agente des

enfund

ó su l interna con la m no iz-

qu ierda y la encendió. Ent ró en una especie de patí n 

un cu rto a medio construir . Avan zó por el húmedo

piso de tierra y grava en algú n momento giróa la de-

recha y perdió la poca luz que recibía de la calle. Ahí

estaba la entrada sin puerta de un cuartucho. Qué

andaría haciendo el gringo poraquí pensó Pastrana.

Desde

 

umbral distinguió los pies desnudos del

mu erto  El haz de luz ilumin ó las paredes blan cas y

cuarteadas pintas ilegibles c  aerosol rojo y negro.

En un rincón el ojo de un gato se encendió el ani-

mal cruzó la vivienda

y

por

un

pequeño orificio esca-

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pó al pat io y se perdió entre maderas viejas y varillas

22 4

con óxido Había costales deshilachados

y

rebos

  nt

es

de escombro cerca del cuerpo el techo estaba desea-

rapelado y

un olor rancio se revolvía con

el

aire frío.

Antes de entrar 

Past r n

miró hacia atrás como si

recordara algo luego dio el primer paso. Iluminó

el

cuerpo. Un hombre desnudo con las mano s atadas

detrá s de la espalda

y

la ropa a

un

par de metros de

él

El muerto tenía un ojo abIerto que

  punt

aba ha-

cia el norte. El agente se sentó sobre sus talones se

mas  eó los ojos y acercó laluz a la cabeza. Un orifico

destacaba en la fr

ent

e Uno solo  Un calibre pequeño 

Ni un rastro de sangre en el suelo. El agente Pastrana

se puso de pie  con la

m n

o libre se tocó el pecho y

apagó la lámpara de inmedi  to la noche concentra-

da en aquel cuartucho lo devoró. Escuchó un auto

acercarse  Tal vez fuera Luis Kuriaki Su boca dibuj ó

lo que parecía una sonrisa. La oscuridad era tal que

nad ie hubiera notad o aquella mueca  

Agradecim ien tos

Gracias a Lui

s

orge Bo

on

e Luis Chaparro y Guillermo

Quijas por el trabajo las historias y la oportunidad