silva garcia-criminalidad en america

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    LA CONSTRUCCIN SOCIAL DE LA CRIMINALIDADEN COLOMBIA Y EN AMRICA LATINA

    GERMN SILVA GARCA1

    Resumen:El texto contiene una exploracin histrica acerca del proceso de construccin socialde la criminalidad en Amrica Latina y, en especial, en Colombia, para lo cual indaga

    sobre el surgimiento de la disciplina de la criminologa en la regin y respecto de lascondiciones sociales, polticas y econmicas que rodean el proceso mencionado. Elestudio encuentra una cantidad considerable de puntos comunes en varios paseslatinoamericanos dentro de los imaginarios sociales referidos a la criminalidad. Lacriminalidad adopta una iconografa que la vincula con los pobres, los negros, losindios, los inmigrantes, las mujeres rebeldes, los homosexuales y quienes participan deestilos de vida no convencionales, para provecho de los intereses de las lites, todo elloen un escenario en que edifican el Estado, la nacin y los referentes de la identidad

    nacional. En el caso de Colombia, los discursos criminolgicos, las prcticas penales,el discurso cotidiano de los publicistas y las crnicas rojas del periodismoamarillista seran decisivas en ese proceso de construccin de la criminalidad en el

    que, finalmente, se modela una imagen del colombiano como un ser violento por sunaturaleza biolgica, proveniente de la sangre envenenada de la mezcla de razas

    inapropiadas y del aprendizaje de la violencia que luego se incorpora en los cdigosgenticos.Palabras claves: sociologa jurdica penal, criminologa, historia de la criminalidad,construccin social de la criminalidad, criminales.

    Abstract: The writing is an historical exploration about the criminality socialconstruction process in Latin America and, specially, in Colombia, and to do so

    enquires about the rise of the discipline of criminology in the region and the social andpolitical conditions that surround the cited process. This study finds a considerableamount of common points in some Latin American countries in relation to some socialcreated ideas about criminality. Criminality adopts an iconography that bond it with

    poor people, black people, Native American, immigrants, rebel women, homosexualsand whoever else who practises a unusual way of life, for benefit of elite, in an scenerythat constitutes the frame of reference for the State, nation and national identity. In theColombian case, the criminological discourses, the penal practises, the routinediscourse of publicists and the chronicles of yellow journalism would be decisive in this

    1Doctor en Sociologa de la Universidad de Barcelona, Mster en Sistema Penal y Problemas Sociales en

    la misma casa de estudios, Abogado de la Universidad Externado de Colombia. Investigador del InstitutoLatinoamericano de Altos Estudios -ILAE-, docente investigador de la Universidad Militar NuevaGranada y de la Institucin Universitaria Colegios de Colombia -UNICOC-.

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    criminal construction process, which models an image of the Colombian national as aviolent human being because of biological reasons that derive from his poisonous

    blood, from the mix of inappropriate races and from the violence learning process that

    after incorporates itself in the genetic codes.Key words: sociology of criminal law, criminology, crime history, criminality social

    construction process, criminals.

    Introduccin.-

    Este trabajo se ocupa de averiguar sobre el proceso de construccin social delproblema criminal en Colombia y, a la par, en la mayor parte de Amrica Latina. Parasu ejecucin ha sido adoptada, como una de sus fuentes principales, la perspectiva

    terica de la sociologa fenomenolgica. En consecuencia, la visin sobre lacriminalidad, que es el objeto de estudio, es entendida como resultado deinterpretaciones, basadas en juicios de valor, que provienen de la dimensin subjetiva dela vida social. Seran las recetas sobre la criminalidad las que la definiran y, alhacerlo, se volveran la realidad de la criminalidad2. Y como parte inherente a ese tipode construccin se plantea una problematizacin de los que es la criminalidad. Algoslo aparece convertido en problema y, adems, grave, cuando es sealado como tal.

    Lo anterior no es extrao, en particular cuando se tiene de tiempo atrs claridaden cuanto a que el delito no es un fenmeno objetivo, sino producto de una definicin

    poltica y jurdica, que emerge del proceso de criminalizacin3. Se distingue entre elhecho social, que constituira la divergencia social, y etiquetamiento o definicin comodelictivo de ese evento4. Empero, el asunto es descifrar de modo especfico cmo seconstruye las imgenes sociales de la criminalidad y de los criminales, cules son lasclaves del proceso, a qu intereses responde, por medio de cules estrategias y

    procedimientos se adelanta esa elaboracin social.Para los efectos anteriores, fue realizada una inspeccin histrica del nacimiento

    de la criminologa en Amrica latina. Se consider que la disciplina, aunqueprobablemente sin ser el ms importante factor, poda jugar un papel relevante. Nosobra, ya que se toca a la disciplina, explicar que la criminologa es concebida como unaespecie de la sociologa jurdica. Al tiempo, la legislacin y, sobre todo, las prcticas

    penales fueron objeto de observacin, pues tambin podan tener un lugar en la

    comprensin del proceso objeto de estudio. As mismo, se hizo un seguimiento dealgunos otros discursos sobre la criminalidad, con un impacto bastante significativo yeficaz en el proceso de construccin del problema criminal. El periodo examinadocorresponde bsicamente al que corre entre 1880 a fines de la dcada de 1950, aunque

    para la mayora de los pases latinoamericanos, que no para el caso de Colombia, sedetienen antes.

    2Alfred Schtz.El problema de la realidad social, Buenos Aires, Amorrortu, 1962, pp. 39 y 44.3 Howard Becker. Los extraos. Sociologa de la desviacin, Buenos Aires, Tiempo Contemporneo,1971, p. 19.4

    Sobre la categora de divergencia social, Germn Silva Garca. De la desviacin a la divergencia:introduccin a la teora sociolgica del delito, enEl Otro Derecho, No. 29, Bogot, ILSA, 2003, pp. 11 yss.

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    Los elementos anteriores, se piensa, permitirn advertir la conflictividad socialenvuelta en la construccin del imaginario de la criminalidad. Los grupos queinstrumentalizan en su beneficio las interpretaciones y, de modo simultneo, los gruposque resultan afectados al ser transformados en blanco de la criminalizacin. Esto pone aldescubierto, siguiendo las huellas de la teora sociolgica del conflicto, los intereses que

    estn en disputa, los cuales tienen que ver con la configuracin del Estado, de lacategora de ciudadano y, por otra parte, de la nacin y de la identidad nacional, todoello en aras de fortalecer el control5.

    El estudio tiene dos partes. En la primera es examinado el surgimiento de lacriminologa en Amrica Latina, a la par que se presenta una visin panormica de laconstruccin social de la criminalidad en el continente, lo que incluye las primeras

    pinceladas sobre el caso de Colombia. En la segunda parte,El trabajo es reflejo de una investigacin terica de mayor envergadura que

    pretende postular una propuesta de teora sociolgica del delito. Por ende, debe serconsiderado como un avance de investigacin.

    Primera Parte. Criminologa, Crmenes y Criminales en Amrica latina.-

    Amrica Latina no comparti las condiciones socioeconmicas, culturales ypolticas que en Europa dieron pie al nacimiento de la ciencia criminolgica. Desde esepunto de vista fue, entonces, una importacin ahistrica y acrtica, como quiera queresponda a una problemtica con modalidades que haban concurrido o solamente eranrecurrentes en la Europa de esos tiempos. De tal modo, en Amrica Latina lacriminologa no concordaba con los requerimientos demandados por el aceleradodesarrollo del capitalismo que haba embargado al viejo continente; es introducida envirtud a la dependencia cultural que nos una con Europa.

    Desde luego, en Latinoamrica existan formas de divergencia de inters penal ytambin de reaccin social, as mismo en Europa las hubo antes de la RevolucinIndustrial; pero Amrica Latina no experiment el mismo proceso de transformacin delo medios de produccin que alteraron la estabilidad social y poltica, ni la presencia delas restantes variables que fueron analizadas, las cuales demandaron en Europa de lacriminologa como innovacin. En Latinoamrica es en el discurso donde radica lafuente constitutiva de la disciplina; al igual que la doctrina sobre el Estado democrtico

    liberal, impuesta sin burguesa, ni condiciones de desarrollo de una economa industrial.No obstante, la criminologa cont, pese a lo anterior y en virtud a adaptaciones a lasparticularidades de la regin, con cuerpo y sentido frente a las realidades sociales ypolticas latinoamericanas de la poca.

    La criminologa juega, en efecto, un rol relevante en varias naciones de AmricaLatina para contribuir al proceso de modernizacin y de formacin del Estado, como enMxico, que al igual que otros varios pases del continente que transcurren por unaetapa crtica entre fines del siglo XIX y comienzos del XX, hallan en la identificacindel criminal un enemigo que, por oposicin, esculpe el ideal que convoca la unidad

    nacional. Al tiempo, aporta a la construccin de nacin, como en Argentina, que buscaunos signos de identificacin en medio de la diferenciacin. Finalmente, la psiquiatra y

    5Sobre la forma como se expresa la criminalizacin en el escenario del conflicto social George B. Vold.Theoretical Criminology, 4 ed., Nueva York, Oxford University, 1967, pp. 203 y ss.

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    la criminologa determinarn, mediante el internamiento, una prctica de separacin delos individuos capaces de integrar la sociedad argentina moderna de los incapaces dehacerlo6. En esos mismos pases y, en otros, como Brasil, Colombia y Cuba, coadyuvaa la legitimacin de los nuevos rdenes que se imponen y, de modo principal, ayuda ala justificacin de la exclusin social adherida a ellos. Las ideas de criminalidad

    propagadas por la nueva ciencia (biolgica, antropolgica y sociolgica) se entrecruzancon las de raza y clase social, en menor medida con las de gnero y sexualidad. As,explica Robert M. Buffington lo que ocurre en Mxico: la oposicin entre el

    delincuente y el ciudadano se convirti en la dicotoma fundamental de la sociedadmexicana moderna, dicotoma que habra de determinar y legitimar la ms papables(pero ilegales) exclusiones por motivos de raza y clase.7 Situacin similar a la

    brasilea, que desde comienzos del siglo pasado procura institucionalizar el controlpenal basado en una poltica de exclusin, a la par que en el terreno jurdico plantea,frente a las capas sociales marginadas objeto de represin, la cuestin de la ciudadana

    problemtica o incluso la ausencia de ciudadana, desprovista de derechos sociales8.Esto concuerda con el ambiente general que se erige en los albores del siglo XIX

    marcado por un giro conservador y autoritario, el cual se explica en el temor de laslites de que la democracia, de no ser controlada, llevar al gobierno de la Chusma.9

    Cosa nada distinta a lo que ocurre en Colombia, aunque con algn atraso, entrelas dcadas de los aos 20 y 60 del siglo XX, con la intervencin de autores comoFrancisco Bruno (1890-1978), Arcesio Aragn (1872-1956) y Jorge Enrique GutirrezAnzola (1910-1991), junto a otros penalistas de aquellos aos, cuyos discursosidentifican en la sangre envenenada de los mestizos y en las tendencias sociales de los

    pobres los grmenes de la criminalidad y las causas que explican las tendenciasviolentas y homicidas de los connacionales. Las lites encontraban un discurso quefundamentaba su hegemona en el poder, pero sobre todo la subordinacin de las clases

    bajas y su exclusin de la sociedad, a ms de justificar doblemente las reaccionespenales contra los que se rebelaran de cualquier modo. Buffington, para el casomexicano, precisa en la misma direccin: las actitudes frente al mestizaje y los

    indios, los estilos de vida de las clases bajas y los lperos, las mujeres y ladivergencia sexual influyeron en las percepciones de la criminalidad y determinaron endefinitiva la cuestin bsica de la ciudadana: quienes pertenecan a ella y quines no.10

    Los aos finales del XIX fueron fundamentales en el proceso de construccin deEstado en varios pases latinoamericanos. Varios de ellos afrontaron decisivas guerrasciviles, como Brasil en 1893-1895, Uruguay entre 1897 y 1904, Venezuela de 1899 a1903 y, adems, Colombia, tanto en 1885, en 1895, como entre 1899 y 1902, sin contaradems la inestabilidad poltica y sucesivas revoluciones en Mxico; problemtica

    poltica que corra aparejada con la depresin econmica mundial de 1873 a 1890ocasionada por la inflacin11. Tambin el proceso paralelo de cimentacin de la nacin,al menos con sus elemento ms bsicos, lo que adems de delimitar el territorio,

    6Lila Caimari. Apenas un delincuente. Crimen, castigo y cultura en la Argentina, 1880-1955, BuenosAires, Siglo XXI, 2004, p. 150. La preocupacin por establecer una identidad nacional fue clave en los

    pases de Amrica Latina, impulsada por el pensamiento liberal que buscaba construir una personalidadcolectiva, Jos Luis Romero.El obstinado rigor. Hacia una historia cultural de Amrica latina, Mxico,UNAM, 2002, p. 251.7Robert M. Buffington. Criminales y ciudadanos en el Mxico moderno, Mxico, Siglo XXI, 2001, p. 4.8Wanda de Lemos Capeller.Lengrenagede la rpression, Pars, LGDJ, 1995, pp. 30, 31 y 37.9James D. Henderson.La modernizacin en Colombia, Medelln, Universidad de Antioquia, 2006, p. 19.

    Chusma: gente vulgar y soez, desde luego de la clase baja.10Buffington. Criminales, cit., p. 17.11Carlos M. Rama.Historia de Amrica Latina, 2 ed., Barcelona, Bruguera, 1982, pp. 117 a 119.

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    identificar quines tenan ciudadana, delinear los rasgos de la cultura nacional,diferenciarse de la antigua metrpoli colonial, significaba definir una identidadnacional. Aspecto ltimo, de la configuracin de la identidad nacional, bastante mscomplicada en aquellos pases que como Argentina, Brasil, Uruguay y Chile reciban enla poca a miles de inmigrantes.

    Argentina, Brasil y Mxico constituyeron las primeras naciones donde sedifundi con fuerza la nueva ciencia, bajo el modelo de la escuela positivista. Fue elargentino Luis Mara Drago (1859-1921) en 1888, el autor de la primera obracriminolgica argentina titulada:Los hombres de presa, que tuvo un importante impactoy fue traducida al italiano. Como muchos otros textos latinoamericanos previos o que lesiguieron en la poca, el libro era poco original y acrtico, su calidad intelectual y rigorcientfico dbiles, se limitaba a abrazar a la escuela positivista en combinacin concierto eclecticismo como lo haran los otros, adems de agregar montones de prejuicios,

    pero ste, incluso, destinaba apartes importantes a ensalzar teoras an ms vetustas einfundadas para la poca como la frenolgica y la fisionomista, que se exponen msadelante12.

    Tambin all era fundada en 1888 la primera entidad acadmica dedicada en elmundo al estudio de la criminalidad, bajo el nombre de Sociedad de AntropologaJurdica. Norberto Piero (1858-1938), otro gaucho, haba iniciado la divulgacin de lacriminologa positivista en su ctedra de derecho penal de la Universidad Nacional deBuenos Aires en 1887; labor docente que emprende Miguel S. Macedo (1856-1929) enMxico, por el ao de 188913. A su vez, Francisco Veyga (1866-1948) impartira en1897 en la Universidad Nacional de Buenos Aires, ya especficamente, una ctedra deAntropologa y Sociologa Criminal. Tarea de enseanza luego promovida por CornelioMoyano Garcita, que publica Ciencia criminal y derecho penal argentino, quien fundala ctedra de Criminologa en la Universidad Colonial de Crdoba en 1905. JosIngenieros (1877-1925), sobre el que se volver despus, sera con todo la figura de lacriminologa argentina en sus inicios, tambin de la fundacin de la psicologa en su

    pas.En Brasil, de modo anlogo, la obra de Raimundo Nina Rodrigues (1862-1906),

    profundamente racista, inaugura la criminologa en esta parte del continentelatinoamericano, acompaada luego por el trabajo de Clovis Bevilacqua (1859-1944).La poca de Nina Rodrigues es tambin la de la famosa revuelta de Canudos, acaecidaen 1897, que ser interpretada como una locura masiva14. A su vez, en el Per, bajo elascendiente positivista, Oscar Mir Quesada (1884-1981) abri la ctedra decriminologa en la Universidad de San Marcos en 1919, y public Mesologa criminal

    peruana en 1922. En Chile Francisco Herboso (1861-1915) introduce las ideas

    positivistas en su trabajo Estudios penitenciarios (1892)

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    . En Venezuela FranciscoOchoa (1849-1907) publicEstudios sobre la escuela penal antropolgica(1899), quepara variar ofrece una defensa de la escuela clsica acompaada de una crtica alpositivismo criminolgico16.

    12Puede consultarse Luis Mara Drago. Los hombres de presa: antropologa criminal, Buenos Aires, F.Lajouane, 1888, pp. 23, 24 y 214.13Parte de los datos anteriores han sido tomados de Olmo. Amrica, cit., p. 21. Tambin de Luis Marcdel Pont.Manual de criminologa, Crdoba, Marcos Lerner Editora Crdoba, 1991, pp. 17 a 20.14La rebelin de Canudos, tema de una novela de Mario Vargas Llosa (La guerra del fin del mundo), fueun levantamiento popular de inspiracin religiosa que fue aplastado por el Ejrcito, se calcula con 25 milmuertos.15

    Francisco J. Herboso.Estudios penitenciarios, Santiago, Ercilla, 1892, pp. 14 y ss.16 Argenis Riera Encinoza. ndice bibliogrfico de la criminologa venezolana, Caracas, UniversidadCentral de Venezuela, 1980, pp. 9 y 82, C. Montiel Molero. Discurso de orden en el centenario del

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    Por su parte en Mxico, bajo la influencia del rgimen liberal y autoritario dePorfirio Daz (1876, 1877-1880 y 1884-1911), Rafael de Zayas Enrquez (1848-1932),autor deFisiologa del crimen: estudio jurdico-sociolgico, publicado en dos tomos en1885 y 1886, dedicado con nfasis a la criminalidad de los enfermos mentales, presentcon ste el primer texto de criminologa de Amrica Latina17. Texto lamentablemente

    ignorado por la mayora de los autores de la criminologa, que imputan a Luis MaraDrago la primera obra latinoamericana.Seran varios ms los trabajos publicados por autores mexicanos, como el

    anterior en la ptica de la escuela positivista, aunque con el consabido sabor eclcticode los trabajos de los latinoamericanos del periodo, entre ellos los Estudios deantropologa criminalde Francisco Martnez Baca y Manuel Vergara editado en 1892 ola conferencia de Miguel Macedo, ya mencionado, sobre La criminalidad en Mxico:medios para combatirla de 1897 o La gnesis del crimen en Mxico: estudios de

    psiquiatra social de 1901 obra de Julio Guerrero18. As, la criminologa mexicanaobtuvo reconocimiento como disciplina formal para el examen sistemtico y

    pretendidamente cientfico del crimen en los aos porfirianos de orden y progreso de

    fines del siglo XIX y principios del XX.19Lo cierto es que la criminologa mexicanaprocre de modo prolfico un conjunto de trabajos criminolgicos que, para su poca,no tendran paragn.

    En el caso colombiano, la sociologa haba comparecido en forma bastantetemprana, pues fue en la Universidad Nacional en Bogot donde, sobre 1882, se inicianen Amrica Latina, los estudios universitarios de sociologa20. Con todo, la repercusininicial de la sociologa sobre la criminologa sera indirecta, ms intensa en el mbitoepistemolgico, que replicaba las ideas de Comte y Spencer, ya que al igual que enEuropa el positivismo criminolgico, con ese fuerte acento biolgico y antropo/mdicoque lo caracterizaba, sera dominante. De hecho la sociologa nacional, que de la mano

    doctor Francisco Ochoa, enhttp://www.msinfo.info/default/acienpol/bases/biblo/texto/boletin/1955/,pp.55 y ss.17Comparte una visin patolgica de la criminalidad, que considera superior para tratar el fenmeno encomparacin con la que comparten los juristas, Rafael de Zayas Enrquez.Fisiologa del crimen: estudio

    jurdico-sociolgico, T. I, Veracruz, Imprenta de R. de Zayas, 1885, pp. 19 y ss.18Una mezcla de planteos de la antropologa lombrosiana con estudios de craneologa y fisionoma, enFrancisco Martnez Baca y Manuel Vergara.Estudios de antropologa criminal, Puebla, Benjamn Lara,1892, pp. 10 y ss.19Buffington. Criminales, cit., p. 67. A la par que prueban la superioridad moral de las lites, valindosede estadsticas e imgenes de crimen y vicio, los criminlogos mexicanos, que realizan numerosostrabajos, junto a cientficos, funcionarios y periodistas identifican a los criminales, los condenanmoralmente y los convierten en objeto de un anlisis sistemtico como fenmeno social, Pablo Piccato.

    City of Suspects: Crime in Mexico City, 1910-1930, Universidad de Duke, 2001, pp. 65 y 66.20As es relatado, a propsito de un discurso sobre la materia en la graduacin de alumnos de ese ao:En esta vez el Consejo Acadmico, Corporacin que dignamente presid e y da direccin a nuestrosestudios, ha querido que desde la tribuna de la Universidad Nacional, y por conducto de este distinguidoauditorio a toda la Nacin, se hable de una nueva ciencia, cuyo estudio ha empezado entre nosotros estemismo ao; la que se refiere a las leyes que, por medio de las tendencias sociales del hombre, presiden eldesarrollo histrico de los seres colectivos llamados naciones: de la Sociologa, Salvador CamachoRoldn. Artculos escogidos, d. i., Librera Colombiana, 1927, p. 43. Camacho Roldn, entre otros,menciona como los autores que inculcaban la nueva ciencia a: Juan Jacobo Rousseau, Robert JacquesTurgot (1727-1781), Jean Antoine Condorcet (1743-1794), Montesquieu, William Wilberforce (1759-1833), Edward Gibbon (1737-1794), Immanuel Kant (1724-1804), Augusto Comte y Herbert Spencer, loque involucraba tanto a postores de la Ilustracin como a positivistas, p. 44. En Argentina la primeractedra de sociologa es dicta en 1904 por Ernesto Quesada en la Universidad Nacional de Buenos Aires;

    la sociologa argentina sigue una orientacin al reformismo social, Susana Barbosa y Silvia Fridman.Congreso del centenario, en Hugo E. Biagini y Arturo A. Roig (Dir.), El pensamiento alternativo en la

    Argentina del siglo XX, Buenos Aires, Biblios, 2004, p. 436.

    http://www.msinfo.info/default/acienpol/bases/biblo/texto/boletin/1955/http://www.msinfo.info/default/acienpol/bases/biblo/texto/boletin/1955/http://www.msinfo.info/default/acienpol/bases/biblo/texto/boletin/1955/http://www.msinfo.info/default/acienpol/bases/biblo/texto/boletin/1955/
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    de Salvador Camacho Roldn y Rafael Nez tuvo en lo aos 80 del siglo XIX uno desus momentos ms fulgurantes; despus desapareci como disciplina propia del mbitouniversitario hasta 1959 (cuando se funda en Bogot el programa de sociologa de laUniversidad Nacional). En su devenir, pas por serios altibajos en su desarrollo, aunqueobtuvo muchas veces refugio en los programas de derecho, y a pesar de breves

    despuntes tard bastante en cuajar y, an mucho ms, en influir sobre la criminologa21

    .Si bien el primer texto de enseanza de la sociologa se produce en una facultad dederecho, donde la materia ya era impartida en 1918 por el profesor liberal DiegoMendoza Prez (1857-1933), ste no se ocup especialmente del derecho, tampoco de lacriminalidad22.

    Antes del imperio avasallador del positivismo, tambin el pensamiento de laIlustracin haba obtenido notable ascendencia en los anlisis sobre la justicia penal,

    para no mencionar la formacin del Estado colombiano. Luis Enrique Romero Soto,acota tanto la incidencia del Iluminismo en general, como la ascendencia de la obra deJeremas Bentham en los penalistas ms prominentes del siglo XIX, entre ellos: VicenteAzuero Plata (1787-1844), Ezequiel Rojas (1803-1873) y Francisco Eustaquio lvarez

    (1827-1897), de quien afirma fue pionero de la criminologa crtica en Colombia alincursionar en la interpretacin de los instrumentos de dominacin de unos grupossociales sobre otros23. Visin, tal vez, exagerada, aunque debe reconocerse el papeldesempeado por lvarez para denunciar la corrupcin del gobierno de Rafael Nez ysus maniobras para silenciar la oposicin24.

    A finales del siglo XIX, a pesar de sus diferencias, los sectores ms importantesdel liberalismo y el conservatismo haban tornado en proslitos del positivismo deComte y Spencer. En el hervidero partidista, los liberales radicales y, por otro lado, lasfacciones conservadoras abanderadas por Rafael Nez (1825-1894) eran, a su modo yde conformidad con sus propias razones, los impulsores de la filosofa y sociologa

    positivista. Los liberales occidentales hallaron motivos para su giro hacia la derecha,en el complejo ideolgico conocido como positivismo. El historiador Charles Hale haexplicado que los liberales latinoamericanos encontraron consuelo en las enseanzas deAugusto Comte, segn las cuales la humanidad avanza inexorablemente hacia una erade bienestar generalizado, caracterizada por un manejo racional, cientfico, de la

    poltica y de la sociedad.25 Mientras que los conservadores de la Regeneracin,probablemente, hallan en el positivismo una insistencia en la bsqueda del orden con laque se identifican particularmente en este periodo, adems de una ruta a lamodernizacin econmica que anhelan.

    En la poca, Rafael Nez, elegido a la presidencia por tres veces, determinanteen la poltica entre 1880 y 1888, haba vencido a los liberales radicales, tanto en las

    elecciones como en la guerra civil de 1885, e instaurado el rgimen de la llamadaRegeneracin. Los liberales radicales, si bien auspiciaron las libertades individualesdurante su hegemona entre 1863 y 1880, dejaron un pas con una economa en ruina, unEstado profundamente debilitado, un rgimen federalista que haba fragmentado la

    21Sobre el periodo fundacional de la sociologa y las etapas inmediatamente siguientes: Gonzalo Catao.La sociologa en Colombia,4 ed., Bogot, Plaza & Jans, 2005, pp. 21 a 28.22En forma breve trata del conflicto, del control social y de la ley, que en todo caso ya aparecen comotemas de la sociologa, Diego Mendoza Prez. Conferencias sobre sociologa, en Externado, Nos. 3 a 6,tomo II, Bogot, 1936, pp. 350 a 356.23 Luis Enrique Romero Soto. Influencias filosficas en el derecho penal colombiano, en Derecho

    Penal y Criminologa, No. 36, Bogot, Universidad Externado de Colombia, 1988, pp. 16 a 20.24

    Francisco Eustaquio lvarez. Juicios sobre la administracin Nez, Bogot, Imprenta de Gaitn,1882, pp. XXIV y ss.25Henderson.La modernizacin, cit., p. 19.

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    nacin y aislado a las provincias, adems de imponer el librecambio que quebr a losartesanos e impidi cualquier posibilidad de desarrollo de la actividad industrial. En sultimo gobierno, Nez, obtiene la aprobacin de la Constitucin Nacional de 1886, quefortalece al Estado, introduce un rgimen poltico bastante centralista, reduce laslibertades polticas, acaba con la eleccin popular para muchos cargos, limita el derecho

    al voto, cercena la libertad de expresin, acaba con el matrimonio civil e impone laeducacin catlica, otorgando adems a la Iglesia un rol de direccin de la enseanzapblica. Luego gobierna con el Estado de Sitio, persecuciones a opositores ylimitaciones a las libertades, que se mantendran en las administraciones conservadorasque siguieron a su muerte. Con Nez, en pocas palabras los valores autoritarios

    reemplazaron el ultra-individualismo liberal, adems de imponer un liberalismoeconmico que, igual, combin de modo contradictorio con intervenciones estatales enel mismo campo y algn proteccionismo fiscal, mezclado con el antimodernismo de PioIX y un nacionalismo cultural hispanfilo26.

    Empero, tanto conservadores nacionalistas como liberales radicales, aun cuandoen permanente contienda, dejaban a sus espaldas un pas que perpetuaba la estructura

    econmica de la Colonia, donde incluso el latifundismo se haba extendido al amparo delas concesiones de tierras baldas, en el que la inmensa mayora de la poblacin no sabaleer, donde igualmente la pobreza era un asunto de caridad cristiana y no deresponsabilidad del Estado. As mismo, la clase media no exista, a diferencia deMxico y Argentina en el mismo periodo, y tampoco el pas fue centro relevante de lainmigracin europea de la poca. En ese escenario, el discurso de la filosofa y lasociologa positivista les provea a los partidos de una ideologa comn sobre el orden yel progreso. Paralelamente, la exclusin social de los pobres y desvalidos era la reglageneral, con pocas resistencias. As que pese a las reyertas en derredor del poder delEstado, las lites sociales, ya fueran conservadoras o liberales, ejercan un poderhegemnico, con pocos sobresaltos, sobre las dems clases sociales. Entonces, elconflicto se concentra en la lucha entre facciones de las lites. En ese mbito ocurrieronvarias guerras civiles, ya en los albores del siglo XIX y que alcanzan el comienzo delXX. En ese mismo terreno el derecho y el control penal sern utilizados principalmente

    para criminalizar a los opositores polticos y legitimar u ocultar las persecuciones. Sinembargo, por otra parte, sern empleados para refrenar con extrema dureza los escasosasomos de inconformidad social. La criminologa positivista slo aparecer varios aosdespus, pero desde entonces empieza a fraguarse un proceso de construccin social del

    problema criminal, el cual ser examinado ms adelante.En medio del contexto descrito emergi un autntico trabajo criminolgico, aun

    cuando no reputado como tal, pero que represent un valioso estudio crtico sobre la

    prisin y puede ser considerado como la primera obra de la disciplina en el pas. stecorrespondi a Secretos del Panptico(1905) de Adolfo Len Gmez (1857-1927). Lacrnica sobre la prisin, donde funciona en la actualidad el Museo Nacional, es unadenuncia sobre las: iniquidades del Panptico, no slo como crcel de presos polticos,

    sino como prisin de los criminales de la infeliz clase del pueblo (que raros de las altas,siquiera haya muchos, suelen ir all)27El autor, que fue prisionero poltico en el penal,cuestiona la cotidianidad de la vida en la prisin que, desde el punto de vista tantoarquitectnico como penitenciario, es apenas un remedo del establecimiento ideado porBentham; tambin expone los castigos que se aplican en el presidio: el cepo, la picota,

    26Marco Palacio.Entre la legitimidad y la violencia: Colombia 1875-1994, 2 ed., Norma, Bogot, 2003,

    pp. 55 y 56. El Papa Pio IX (1792-1878) encabez una cruzada en el mundo contra el liberalismo, lamodernidad, la ciencia y la racionalidad, e hizo aprobar el dogma de la infalibilidad del Papa.27Adolfo Len Gmez. Secretos del Panptico, Bogot, Imprenta de M. Rivas, 1905, p. 1.

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    los azotes, etc.; los tipos de calabozos y secciones existentes en la crcel, lo mismo quelas condiciones de vida en ellos; trata sobre el pago de recompensas por delaciones en la

    prisin y la organizacin de su polica de seguridad; igualmente, Len Gmez analizalas instituciones penales, dentro de ellas se opone a la pena de muerte, por inmoral,injusta ineficaz28. El autor estudiado despus habra de escribir, como testigo de

    primera mano pues tambin estuvo all recluido, sobre la segregacin, el abandono y laestigmatizacin de los enfermos de lepra en Agua de Dios, en la prctica tambinpresidiarios29.

    Len Gmez analiza igualmente otros aspectos relativos a las instancias decontrol social jurdico. As, por ejemplo, revisa en profundidad las distintas variantesque inciden en la independencia de la justicia: relacin con otros poderes, inamovilidad,retribucin salarial, corrupcin, titulacin de los jueces, influencia poltica, estabilidad,etc., prevenido de la incidencia negativa que para la democracia y la seguridad jurdicaenvuelven las interferencias del poder ejecutivo, sobre lo que acota: De ah que cuandoel Poder Ejecutivo es quien hace los nombramientos de funcionarios del Judicial,conserve siempre sobre los nombrados una poderosa influencia, que con dificultad se

    sacude. Y entonces resulta el gravsimo mal de que uno de los tres Poderes, que en lasverdaderas Repblicas deben funcionar igual nivel, se ve supeditado en absoluto por elms absorbente y dominante de ellos, acabndose as el equilibrio republicano.30

    Pese a tan alentador antecedente, desde un enfoque positivista criminolgico,con preeminencia de lo biolgico, es que la disciplina gana un espacio importante en loscrculos polticos, jurdicos y acadmicos. En esa ruta, comienza su participacin conlos trabajos auspiciados por Francisco Bruno (1890-1978), sus colegas y discpulos, quereunieron en artculos de revista los primeros esbozos de la lnea de pensamiento

    positiva. Bruno, enLa comedia de la justicia(1930), que el prologuista de su segundaedicin Rafael Martnez Daz- calific con bastante exageracin como una obracriminolgica. La primera gran obra criminolgica colombiana y, hasta ahora, la nica

    porque enfoca de manera crtica y radical una serie de situaciones, emprendi una

    caustica y bastante pintoresca crtica, que demola a la administracin de justicia, lasescuelas de derecho y a los abogados. Aunque escrito con una prosa exquisita y amena,el libro slo contiene algunos acpites de pocas pginas que se refieren a instituciones uocupaciones del control penal, como La crcel y El fiscal, por lo que no puede ser

    considerado una obra criminolgica. La mayora de apartados tratan de temas anlogosde la profesin y la justicia, pero no relacionados con el campo penal. Al final, el textotiene pocos datos, no posee referencias a evidencias verificables y sistemticas parasoportar sus aseveraciones, a la par que carece por completo de bibliografa y no cuentacon ningn marco terico, todo lo cual reemplaza con afirmaciones especulativas y

    retricas, lo que impide siquiera considerar el trabajo como un estudio de sociologajurdica31.Uno de los primeros textos de estudio colombiano, aunque slo en parte

    dedicado a la criminologa, fue obra de Arcesio Aragn (1872-1956) bajo el ttulo de

    28Len Gmez.Ibid., pp. 21, 78 a 80, 83 a 86, 97 y 98.29Adolfo Len Gmez. La ciudad del dolor: ecos del presidio de inocentes. Bogot, Imprenta de M.Rivas, 1923, p. 30. Sobre el impacto de los escritos de Len Gmez, tambin sobre el manejo dado a losenfermos, similar al dispensado a los criminales, lo que inclua segregacin y estrategias eugensicas,Diana Obregn Torres. Batallas contra la lepra: Estado, medicina y ciencia en Colombia, Medelln,Universidad EAFIT, 2002, pp. 234 y 222.30Adolfo Len Gmez. Poder judicial, Conferenciaen la Academia de Historia, Bogot, Octubre de

    1898.http://www.acj.org.co/presidentes/adolfo_gomez.htm,consultada en mayo de 2009.31De las referencias anteriores al texto, vase Francisco Bruno. La comedia de la justicia, 2 ed., Bogot,Fundacin Justicia y Desarrollo, 1977, pp.28 y ss.

    http://www.acj.org.co/presidentes/adolfo_gomez.htmhttp://www.acj.org.co/presidentes/adolfo_gomez.htmhttp://www.acj.org.co/presidentes/adolfo_gomez.htmhttp://www.acj.org.co/presidentes/adolfo_gomez.htm
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    Elementos de criminologa y ciencia penal (1934). En ese libro se seguan lospostulados de la criminologa positivista, al hacer eco a las ideas racistas, alchauvinismo en materia de gnero y al peligrosismo32. As mismo, no pocos penalistas,haban introducido en artculos y escritos los rudimentos doctrinales de Enrico Ferrisobre la criminalidad como, por ejemplo, Carlos Lozano y Lozano (1904-1952),

    Parmenio Crdenas (1891-1978)

    y Rafael Escalln (1891-1951)33

    .En Colombia, acadmicos, abogados y mdicos, algunos de los cuales fuerondiscpulos de Enrico Ferri, como Jorge Eliecer Gaitn (1903-1948), junto a GuillermoUribe Cualla (1895-1977), figuraron en los congresos de criminologa de las primerasdcadas del siglo XX e, igualmente, en libros, ctedras y cargos pblicos aportaron a losdesarrollos inaugurales de la criminologa colombiana34. A todo ello se sumaronalgunos intentos de poca importancia, ms o menos coetneos, de corte positivista,encaminados a desarrollar una sociologa criminal aplicada al caso colombiano 35. Elenfoque positivista bajo cuyo impulso se inicia la criminologa en Colombia seradominante hasta la dcada de los 80 en el siglo XX, tambin en el resto de AmricaLatina, cuando la criminologa tradicional es reemplazada por la llamada crtica y otras

    corrientes. La filosofa positivista haba impregnado de modo casi absoluto elpensamiento latinoamericano en muy diferentes esferas, sobre todo en Brasil y Mxico,pero desempea desde finales del siglo XIX hasta la Segunda Guerra Mundial cuandocomienza a ser desplazada un papel distinto al que cumpli en Europa; aqu sin una

    burguesa establecida, ayuda a superar el viejo rgimen, marchar hacia la modernidad eintroducir un cierto racionalismo cientfico, pese a lo cual no deja de encarnar laideologa de terratenientes y oligarcas e informar un racismo generalizado junto a losautores franceses sobre la degeneracin36. En ese escenario el criminolgico es apenasuna de las manifestaciones del positivismo, tal vez, la peor de ellas.

    En las naciones latinoamericanas avanz a fines del siglo XIX e inicios del XXun proceso indito de construccin social del problema criminal, proceso cuya direcciny sentido empez a avizorarse desde las primeras pginas de este acpite. Ese procesose verifica entrelazando varios ejes, que identifican nuestro propio y particular

    32 Arcesio Aragn. Elementos de criminologa y ciencia penal, Popayn, Imprenta Departamental delCauca, 1934, en especial pp. 157 a 181, 428 y 429.33 Al respecto, pueden verse, entre otros textos: Carlos Lozano y Lozano. Conferencias de derecho

    penal, en Anales del Externado de Colombia, No. 3, Bogot, 1931, en particular p. 408. Crdenas fueredactor principal en la comisin que aprob el Cdigo Penal de 1936, con arraigo en el positivismo.Escalln fue tambin redactor de los cdigos penal y de procedimiento penal del 36 y del 38, y habaestudiado una Especializacin en Criminologa en la Universidad de Roma con Enrico Ferri.34La lnea del trabajo de Gaitn es una estampa acrtica de las ideas de los maestros del positivismo: Si

    por ejemplo, cierto individuo est predispuesto por causas atvicas, climatricas y sociolgicas, a larealizacin de un delito, no se dice que fatalmente debe estar predispuesto a cometer el delito, sino quedadas esas causas de orden antropolgico y desarrollndose en el mismo ambiente que ha tenido para elde su morbo, dadas determinadas circunstancias, ese individuo llegar a la realizacin del delito, Jorge

    Eliecer Gaitn. Conferencias de sociologa criminal. Dictadas en la Universidad Libre, textomecanografiado, disponible en la biblioteca Luis ngel Arango, 1938, p. 7.35 Representados en trabajos publicados que correspondan a tesis del grado de abogados de laUniversidad Nacional, inspiradas por Jorge Eliecer Gaitn, quien oficiaba como director de ellas, porejemplo: Gerardo ngel Santacoloma.Los delincuentes. Ensayo de sociologa criminal, Bogot, TalleresGrficos, 1941, pp. 19 y ss., Benjamn Muoz Giraldo. Factores determinantes de la delincuencia:ensayo sobre sociologa y estadstica criminal, Bogot, Kelly, 1941, pp. 13 y ss., que pese a algunascrticas a la preferencia por los factores antropobiolgicos sigue a los positivistas.36Adrian Soto Valencia. Amrica Latina: de crisis y paradigmas, Mxico, Plaza y Valds, 2005, pp. 29,

    31 a 35. Jos del Pozo. Historia de Amrica Latina y el Caribe: 1825-2001, Santiago de Chile, LOM,2002, p. 104. Otro autor destaca sus aspectos progresistas, Pablo Guadarrama Gonzlez. Jos Mart y elhumanismo en Amrica latina, Bogot, Convenio Andrs Bello, 2003, pp. 77 y 78.

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    hombre/delincuente con imgenes definidas: son mestizos, pobres, negros, indios,mujeres descontroladas, bohemios, homosexuales, opositores e inmigrantes. Todosellos, son muestra de la degeneracin de la especie humana o de la patente amenaza deella, no sujetos de derechos; adems representacin de todas las anomalas deldelincuente que han sealado los cientficos del positivismo criminolgico italiano. En

    efecto, son los criminlogos quienes extienden el uso del concepto de degeneracin para1880, que ya entonces se asocia a criminalidad, desvo sexual, locura, pauperismo ymendicidad37. En el sentido anterior son mltiples las evidencias, alguna ya referidas en

    prrafos anteriores, otras que se presentarn a continuacin. El balance de todo ello ser,en las dcadas de los 20 y 30 en el siglo XX, en especial en Brasil, Argentina yColombia, una penetracin de gran calado y consolidacin de los prejuicios yestereotipos del positivismo criminolgico, no slo en el imaginario popular sobre lacriminalidad, sino en las leyes penales.

    El intelectual argentino Jos Ingenieros (1877-1925), considerado uno de lospioneros de la psicologa en Argentina y Amrica latina, con un enfoque que segua unmtodo gentico donde dominaban lapsique los impulsos biolgicos de exaltacin y

    movimiento38; adems un entusiasta de los estudios sobre criminalidad, autor de unaCriminologapublicada en 1913, fue uno de los ms importantes autores y promotoresde la criminologa latinoamericana en sus inicios. Ingenieros, seguidor de la escuela deLombroso y Ferri, por ende apegado a un derecho penal de autor y no de acto, sealaba:Ya en medicina se haba conquistado la nocin fundamental de que no haba

    enfermedades, sino enfermos, en criminologa pudo afirmarse que no hay delitos, sinodelincuentes. Y as como el mdico verdadero no tiene panaceas para cada enfermedad,mas adapta de una manera especial sus medios teraputicos a cada uno de sus enfermos,considerando su temperamento y las circunstancias que rodean a la enfermedad, elcriminalista sabe que en cada caso debe hacerse un estudio especial y no aplicarsolamente una frmula apriorista del Cdigo.39Visin patolgica contemplada por sucompatriota Francisco Veyga de modo ms radical, como un fenmeno dedegeneracin, representado en delincuentes habituales, escoria, desechos e

    incorregibles, lo que motiva detenciones y reclusiones sin frmula judicial y laintroduccin de un tipo de cultura especial en el cuerpo policial40.

    La raza, ya varias veces mencionada entre las causas de la criminalidad, queaparece como elemento comn y dominante en el novel discurso latinoamericano,destaca al ser retomada en el anlisis del criminlogo colombiano Arcesio Aragn. Lorelevante all no es slo la apologa al racismo, tan o ms importante es la forma comose promueve la exclusin social; su rechazo al mestizaje, con lo cual niega a la nacincolombiana; desde luego un desconocimiento absoluto de la riqueza de lo diverso; una

    oculta divisin entre la aristocracia blanca y superior, a la que pretende pertenecer elautor comentado, y la plebe mestiza e inferior, adems de los indios; junto a unsentimiento artificial y esnob de identificacin con lo forneo, que frustra la identidadnacional. Aragn interpretaba que la: cuestin de las razas tiene tambin especialimportancia por el aspecto de la criminalidad de un pas. Aquellas naciones constituidasa base de una unidad tnica tienen una ventaja inapreciable, a este respecto, sobre las

    37Dain Borges. El reverso fatal de los acontecimientos: dos momentos de la degeneracin en la literaturabrasilea, en B. Ciplijauskait y C. Maurer (Eds.), La voluntad de humanismo, Barcelona, Anthropos,1990, p. 122.38Rubn Ardilla.La psicologa en Amrica Latina, Mxico, Siglo XXI, 1986, p. 37.39Jos Ingenieros. Criminologa, Madrid, Daniel Jorro, 1913, p. 83.40

    Mximo Sozzo. Polica, violencia, democracia. Nota genealgica, en Mximo Sozzo (Dir.), Polica,violencia, democracia. Ensayos sociolgicos, Santa Fe, Universidad Nacional del Litoral, 2005, pp. 189 y190.

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    que estn formadas por variedad de razas y que carecen de aquella unidad consustancialen que radica esencialmente el concepto de nacin y de patria. Y si esas razas son

    biolgicamente inferiores a la que gobierna (y tal es el caso en la mayor parte de de losEstados latinoamericanos) la cuestin se complica enormemente, por cuanto esosncleos son centros de resistencia al movimiento expansivo de la civilizacin (casi un

    peso muerto para ella), y suministran un contingente extraordinario a la criminalidad,especialmente en delitos atroces, o que se explica por el predominio de salvajesinstintos. Es una verdad biolgicamente demostrada que, de todas las razas la blanca oeuropea es la ms apta para el progreso y para cimentar instituciones polticasduraderas

    41.Prima la idea del indio como un tipo de delincuente que representa un atavismo,

    de hecho el criminal y el salvaje se asocian en virtud de los rastros atvicos, que reflejana su vez una regresin a un estado primitivo. El indio es un espcimen de una razadegenerada42. Tal concepcin pretende la integracin de los indgenas, pero dentro deun imperativo de homogeneidad cultural, jurdica y social y de sometimiento43. EnArgentina, en periodo anlogo, se discurre por parte de los funcionarios y de las clases

    acomodadas, que los indgenas son la base social del bandidismo44. Todo ellolegitimara el genocidio contra el pueblo Mapuche. En Cuba son producidos trabajoscriminolgicos sobre la inclinacin criminal de los negros45. En la isla el trabajo deFernando Ortiz se sintonizaba con la criminologa de Lombroso y Ferri, bajo cuya tutelaideolgica se adentra en el estudio del hampa afrocubana. Si el criminal es un seratvico y el salvaje es un sujeto anlogo, pues los negros cubanos son una especieequivalente a ese atavismo. Indefectiblemente todos los negros cubanos sonantisociales46. Ortiz termina desarrollando una sociologa y una antropologa sobre lavida y la cultura afrocubana, que en sus trabajos ms avanzados toma ms distancia delos estereotipos del positivismo italiano y aprovecha mejor la informacin emprica querecauda de modo prolfico47.

    En Brasil, tambin es visto el negro como propenso al crimen48. Los tribunalesson mucho ms severos con los negros que con los blancos, en una poca dedesorganizacin social a consecuencia de la llegada en masa de inmigrantes, pese a queen 1898, por ejemplo, los homicidios cometidos por blancos son 10 veces superiores a

    41Aragn.Elementos de criminologa, cit., pp. 169 y 170.42As, sencillamente, la califican los autores de poca, Martnez Baca y Vergara. Estudios, cit., p. 11.Sobre racismo y criminalidad en Mxico, tambin Fernanda Nez Becerra. La degeneracin de la razaa finales del siglo XIX. Un fantasma cientfico recorre el mundo , en Jos Jorge Gmez Izquierdo(Coord.),Los caminos del racismo en Mxico, Mxico, Plaza y Valds, 2005, pp. 76 y 77.43

    Beatriz Uras Horcasitas. Indgena y criminal: interpretaciones del derecho y la antropologa enMxico, 1871-1921, Mxico, Universidad Iberoamericana, 2002, pp. 163 a 165 y 199.44Gabriel Rafart. Tiempo de violencia en la Patagonia: bandidos, polica y jueces: 1890-1940, BuenosAires, Prometeo Libros, 2008, p. 103.45Peter Wade.Raza y etnicidad en Latinoamrica, Quito, Abya Yala, 2000, p. 61.46Fernando Ortiz. Los negros brujos. Apuntes para un estudio de etnologa criminal, Madrid, Amrica,1917, p. 37.47Ricardo Quiza Moreno. Fernando Ortiz y su hampa Afrocubana, en Jos A. Piqueras Arenas (Ed.),

    Diez nuevas miradas de historia de Cuba, Castelln, Universidad Jaume I, 1998, pp. 230 a 243.48Raymundo Nina Rodrigues. As raas humanas e a responsabilidade penal no Brasil, 3 ed., Bahia,Editora Nacional, 1938, p. 15. La obra anterior de Nina Rodrigues expone a un negro africano

    predispuesto al crimen, bajo supuestos deterministas, que plantean una relacin raza/patologa. NinaRodrigues fue considerablemente influyente en las polticas pblicas de Brasil, durante un tiempo

    considerable. Sobre su trabajo Julyan G. Peard.Race, Place, and Medicine, Duke University, 1999, p. 15;Michael Hanchard. Black Cinderella? Race and the Public Sphere in Brazil, en Michael Hanchard (ed.),Racial Politics in Contemporary Brazil, Duke University, 1999, pp. 123 y 124.

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    los realizados por negros49. El mestizaje es promovido para perseguir en los negros sublanqueamiento, que ser signo del progreso nacional hacia la blancura y lacivilizacin.50Poco despus en Brasil la criminalizacin se reorienta y amplia hacia lascapas populares y los inmigrantes, especialmente italianos, lo que denota la actividad decriminalizacin de las agencias de control51. Tambin, a instancias del positivismo, en

    las dcadas de los aos 20 y 30 se focaliza en el control a los menores, con fundamentoen el Cdigo del Menor de 1927, lo que revierte en su internamiento en centros detratamiento por periodos indeterminados, en el estudio de su naturaleza criminal y en la

    prdida de la patria potestad sobre los menores, todo ello con independencia del actocometido, pues dentro del ideal positivista slo importa la peligrosidad del autor52. Pesea lo cual no puede lograrse la anhelada prevencin mediante la deteccin de lastendencias precoces de criminalidad en los nios.

    La literatura criminolgica latinoamericana, con sus interpretaciones positivistassobre la raza y la criminalidad, coadyuva junto a la poesa, el ensayo y la novela a laconstruccin del imaginario sobre la criminalidad53. Adems, la literatura sobre el

    bandidaje en Argentina, Mxico, Brasil y Venezuela que elabora una semblanza del

    delito asociada a los textos de criminologa, segn se ha demostrado, a ms deidentificar al criminal juega por oposicin un papel clave en la fundacin de unaidentidad nacional54.

    La misma especie de ideas, dueas de un racismo profundo, se repiten aosdespus en Colombia en boca de Jorge Enrique Gutirrez Anzola (1910-1991), paraexplicar causalmente el fenmeno de la violencia poltica, como una cuestin de seviciay crueldad que obedece a los antecedentes histricos de las tribus precolombinassanguinarias y atroces, los conquistadores espaoles que actuaron con violencia, lasenormes atrocidades de laemancipacin, la crueldad de las distintas guerras civiles

    posteriores, que se suman a las mismas razones biolgicas concretadas en la

    combustin racial, esto es, las mezclas de sangre de indios, de los invasores espaolesya bastante confusa y con determinantes de nuestra especie biolgica que se hicieron

    an ms oscuros con la aportacin que se hizo de la raza negra55. Visiones sobre laviolencia como una cuestin biolgica trasmitida, que combina factores genticos deorigen sanguneo, agravados por las mezcolanzas, y sobre todo aprehendidos (el uso dela violencia inhumana con sevicia, el sectarismo ancestral) a lo largo de la historia

    nacional.

    49Jos Jorge Siqueira.Entre Orfeu e Xang, Ro de Janeiro, Pallas, 2006, p. 98. La polica acta de modoarbitrario y brutal en la represin de los negros, con grandes incidentes en 1880 y en los aos siguientes,

    Thomas Holloway. Punishment in Nineteenth-Century Rio de Janeiro: Judicial Action as PolicePractice, en Carlos A. Aguirre y Robert Buffington (ed.).Reconstructing Criminality in Latin America,Wilmington, Scholarly Resources, 2000, pp. 106 a 109.50Borges. El reverso, cit., p. 123.51Lemos Capeller.Lengrenage, cit., pp. 54 a 61.52Luis Ferla. El nio, el mdico, el polica y el patrn. Infancia y determinismo biolgico en el Brasil deentre-guerras, enDarwinismo social y eugenesia en el mundo latino, Buenos Aires, Siglo XXI, 2005, pp.402 a 412.53Hubo una produccin, en nmero considerable, de libros no criminolgicos que abordaban el problemade la raza y ayudaban a edificar una ideologa sobre ella:Facundo(1874) de Domingo Sarmiento,Bolivia

    y Per (1905) de Ren Moreno, Pueblo enfermo (1909) de Alcides Arguedas, Civilizacin y barbarie(1919) de Julio E. Salas, Nuestras razas decaen (1930) de Miguel Jimnez Lpez, al respecto Olmo.

    Amrica Latina, cit., p. 137.54

    Juan Pablo Daboe. Nightmares of the Lettered City. Banditry and Literature in Latin America, 1816-1929, Pittsburgh, University of Pittsburgh, 2007, pp. 110 a 126.55Jorge Enrique Gutirrez Anzola. Violencia y justicia, Bogot, Tercer Mundo, 1962, pp. 17, 18, 31 a 34.

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    Los indios, los mestizos y los negros, quienes casualmente son tambin lospobres y, de modo frecuente, aquellos que presentan antecedente penales, son propensosal crimen, por lo que la literatura criminolgica positivista latinoamericana no deja deadvertir sobre su peligrosidad. Se observa en Mxico que junto a los temores por losefectos criminales del mestizaje, estas advertencias apuntaban a las clases bajas, con las

    que se condenaba por asociacin a un enorme sector de la poblacin urbana. As comolas clases bajas mestizas pretendan muchas veces disimular su condicin racialintentando pasar por espaoles, los delincuentes incrustados en ellas procurabandisfrazar sus tendencias antisociales aparentando ser honestos y trabajadores. Slo lainvestigacin cientfica, singularmente la antropologa criminal, podra desenmascararese gran peligro que penda sobre la nacin. Mientras tanto ms vala que las litessiguieran confiando en sus naturales instintos.56

    Mientras que con relacin a las mujeres, legalmente excluidas de la vida polticay econmica, la cuestin era preservar el control de su sexualidad57. Si los delincuenteseran resultado de la herencia, de la pobreza y de otros factores, siendo que adems se

    contaban entre los derrotados en la lucha por la vida dada su inferioridad, las mujeres

    que correspondan a este grupo haban perdido el pudor, vivan en la promiscuidadsexual58. Las mujeres son, pues, en trminos cualitativos especialmente, unos de los

    blancos de la nueva criminologa debido a que la conviccin de que los mecanismos oinstituciones que haban servido para controlar la conducta de mujeres y de jvenes sedebilitaban como consecuencia de la secularizacin, del crecimiento de las ciudades, dela llegada de nuevas ideas, modas y costumbres, y de una supuesta anarqua sexual, perosobre todo a causa del nuevo papel econmico y social de la mujer, que gener un grantemor por el futuro de ellas y sus familias; de ah que se considerara necesario reforzarel conjunto de normas tendientes a controlar el comportamiento femenino, y de ahtambin que se agudizaran las sanciones a las transgresoras59. De all que todoantecedente de vida sexual antes o por fuera del matrimonio (concubinato) arroje sobrela mujer rea de la justicia una marca indeleble de inmoralidad y peligrosidad60. En lapoca de la Colonia haba imperado en Amrica Latina un poder masculino de control,que poda diluirse en la vorgine de los cambios sociales, por lo que el control debareforzarse61.

    56Buffington. Criminales, cit., p. 81.57 La tesis se comprueba en el anlisis histrico, Germn Silva Garca. El crimen y el castigo en lahistoria, Bogot, ILAE, 2007, pp. 139 y ss.58 Julia Tuon. Enjaular los cuerpos: normativas decimonnicas y feminidad en Mxico, Mxico, ElColegio de Mxico, 2008, pp. 387 y 389. Nez Becerra. La degeneracin, cit., p. 78.59Elisa Speckman. Morir a manos de una mujer: homicidas e infanticidas en el porfiriato, en Felipe

    Castro y Marcela Terrazas (Coord.), Disidencia y disidentes en la historia de Mxico, Mxico, UNAM,2003, p. 301. En Argentina, se legaliza la prostitucin en 1875 en medio de la avalancha de inmigrantes,aunque sometindola a un fuerte control social que persigue reforzar los valores apropiados, patriarcales yde clase, en las mujeres respetables, Donna J. Guy. Sex and Danger in Buenos Aires: Prostitution,

    Family, and Nation in Argentina, Universidad de Nebraska, 1991, p. 38. Tambin sobre la persecucin ala criminalidad femenina Kristin Ruggiero. Abortion and Infanticide in Nineteenth-Century Argentina,en Carlos A. Aguirre y Robert Buffington (Ed.). Reconstructing Criminality in Latin America,Wilmington, Scholarly Resource, 2000, pp. 149 y ss.60Caimari.Apenas, cit., p. 160.61Parte importante de la situacin desmedrada de la mujer ante los tribunales y ante la comunidad serelaciona con la valoracin ideolgica asimtrica de los sexos. Es decir, se vea a las mujeres como seresnaturalmente inferiores a los hombres y, por ende, depositarias de un rol subordinado y dependiente frentea stos, de lo que se dan extensos ejemplos para los casos examinados en cuanto al derecho masculin o a

    ejercer castigos de correccin a la mujer, procesos por uxoricidio, etc. Al respecto, Ren Salinas Meza yMara Teresa Mojica Rivadeneira. Conductas ilcitas y derecho de castigo durante la Colonia, Bogot,Universidad Externado de Colombia, Cuadernos del CIDS No. 6, 2005, pp. 35, 91 y ss.

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    A la par, en Argentina, mdicos dados a la criminologa, con los citados JosIngenieros y Francisco Veyga a la cabeza, se ponen en la tarea de hacer unaconstruccin social sobre la homosexualidad y el lesbianismo, que deben ser eliminadasal igual que otros males mediante la higiene: la construccin de la hom osexualidad fueutilizada en Argentina para definir y regular nuevas nociones de nacionalidad y clase

    social, adems de sexualidad y gnero, de las mujeres y hombres de la nueva raza quedeba resultar de la inmigracin.62De tal modo, la criminologa en este punto tambin

    juega un papel en el proceso de definicin de la nacin argentina, como construccinsocial, frente a las demandas contenidas en la gigantesca migracin que acompaa el

    periodo.Los conflictos socioeconmicos aparecen implicados a fines del siglo XIX y

    principios del XX frente a los discursos criminolgicos. Dichos conflictos no envuelvena los supuestos degenerados descritos en los escritos de los criminlogos positivistas.

    En regiones de Mxico, los delincuentes involucrados en ciertos delitos, que no eranpropiamente individuos marginados, como tampoco miembros de bandas profesionales,representaban ms la cotidianidad de la conflictividad social, que enfrentaba a emporios

    agroganaderos y a pequeos propietarios y campesinos, en pocas de crecimientoeconmico en las que se pretende afirmar la propiedad para favorecer la inversin 63.Contra los ltimos, no obstante, se enfilan los discursos criminolgicos. Laconflictividad tambin abarca las disputas por el espacio urbano, que implican elacorralamiento a los pobres en el marco del proyecto de dominacin de las lites 64. EnCosta Rica la criminalidad se asocia al pauperismo, con apoyo de las tesis positivistas yel Cdigo Penal que se expide en 1888, a fin de combatir los asomos de conflictividadsocial65.

    En Argentina los criminlogos se enfocan tambin en los lunfardos, definidoscomo ladrones de clase baja y origen italiano, que supuestamente hablan una jerga dedialectos italianos. Sin embargo, salvo un pequeo puado de palabras, en realidad, ellunfardo, que se habla todava, estaba constituido por argentinismos provenientes de

    palabras de origen castellano66. Con todo, los inmigrantes (un tercio de la poblacin de1894), en especial italianos, son objeto primordial de los intereses de control, ya que, atono con las analogas que pululan entre los mdicos criminlogos, se les considera losgrmenes de un virus que infecta el cuerpo de la nacin67. stos, losinmigrantes, son los enemigos, a los que Jos Ingenieros, paradjicamente uninmigrante italiano nacido en el sur, en Palermo, llama la horda extranjera y, en su

    condicin de enemigos atraen la intervencin de las agencias de control social penal quelos hacen blanco de medidas de polica arbitrarias68. Pero los criminlogos no slo

    62

    Jorge Salessi.Mdicos, maleantes y maricas, Rosario, Beatriz Viterbo, 2000, pp. 179 y 180.63 Mara Aparecida de Souza Lpez. De costumbres y leyes: abigeato y derechos de propiedad enChihuahua durante el porfiriato, Mxico, El Colegio de Mxico y El Colegio de de Michoacn, 2005, pp.37, 15, 178 y 179.64Pablo Piccato. Urbanistas, Ambulantes, and Mendigos: The Dispute for Urban Spaces in Mxico City1890-1930, en Carlos A. Aguirre y Robert Buffington (Ed.). Reconstructing Criminality in Latin

    America, Wilmington, Scholarly Resource, 2000, pp. 114 y ss.65 Juan Jos Marn Hernndez. La miseria como causa atenuante de la delictividad: el caso de ladelincuencia de menores y la cuestin social, en Ronny Jos VialesHurtado (Ed.),Pobreza e historia enCosta Rica, San Jos, Universidad de Costa Rica, 2005, pp. 302 a 304.66 Arturo Berenguer Carismo, Francisco P. Laplaza y Marcos Augusto Morngo. El lunfardo, BuenosAires, Dunken, 2005, p. 79.67Julio Ramos. FacelessTongues: Language and Citizenship in Nineteenth Century Latin America, en

    Displacements: Cultural Identities in Question, Indiana University, 1994, p. 36.68 Los enemigos no se agotaban en los criminales graves, sino que abarcaban los molestos (pequeosladrones, prostitutas, homosexuales, ebrios, vagabundos, jugadores, etc.) caracterizados desde mucho

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    escriben sobre los lunfardos, tambin lo hacen sobre la Mala vida en Buenos Aires, en

    la que engloban a inmigrantes pobres, pequeos ladrones y vagabundos, con lo quereplican libros similares que se publican para cuestionar los bajos fondos de lasciudades de Occidente69.

    Igualmente, en Argentina, ya para los aos 20 y 30, en gran parte en razn de la

    introduccin de la figura de la libertad provisional en el Cdigo Penal de 1922, cuyaconcesin ser determinada con patrones basados en la doctrina positivista, las prcticaspenales entronizan el estudio individualizado del delincuente, su clasificacin, laaveriguacin exhaustiva sobre su biografa y entorno social y familiar, la verificacin delos antecedentes biolgicos en busca de rastros de degeneracin, la indagacin acerca desu moralidad y estado psicolgico, hasta la medicin de sus caractersticas anatmicas,que son todos factores contemplados para diagnosticar la peligrosidad y determinar las

    posibilidades de redencin70. De modo singular, es establecido un servicio deinvestigacin social que invade la esfera privada para someter a severos escrutinios a lasfamilias pobres de los condenados, puesto que en el periodo el nfasis mayor de las

    pesquisas abarca al delincuente de clase baja, donde adems la relacin del penado con

    el trabajo o el ocio aparece convertida en elemento central de la definicincrimingena71.

    En el panorama anterior, la naciente criminologa en Amrica Latina cumple unpapel relevante en la edificacin de la consciencia de nacin, en la configuracin de laidentidad nacional y en la consolidacin del Estado. El control sobre los sospechosos desiempre, esto es, los negros, los indios, los pobres, los inmigrantes, los mendigos, lasmujeres rebeldes y quienes tienen gustos sexuales y estilos de vida distintos, parareafirmar el poder estatal, evitar que la chusma invada ese poder, se convierte enmedio para definir la identidad de cada pas teniendo como referente encomiable a laslites y como referente negativo a esos sospechosos de siempre. Todo ello significadistinguir entre ciudadanos y antisociales y, al tiempo, modelar los roles, actitudes yvalores de los connacionales en la ruta de la construccin de la nacin. En Colombia,adems, la construccin del imaginario sobre el delincuente asume rasgos particulares y

    posee singularidades histricas, las cuales sern examinadas en el siguiente apartado deeste trabajo.

    La criminologa de Amrica Latina se mantuvo mayoritariamente en ese periodoy, al menos, hasta comienzos de los aos 80 del siglo XX, bajo un influjo europeo deestirpe positivista, en especial imbuida en las ideas de Enrico Ferri, navegando entre lasderivaciones biolgicas de las viejas concepciones y las interpretaciones queconsideraban un conjunto de factores sociales para explicar la criminalidad de modocausal. Posiciones que, incluso hoy, todava conservan audiencia en algunos sectores

    acadmicos, en mayor proporcin en los servicios policiales y penitenciarios, tambin

    antes como clases peligrosas, luego bautizados como mala vida. Eugenio Ral Zaffaroni. El enemigo enderecho penal, Madrid, Dykinson, 2006, p. 92.69Eusebio Gmez. La mala vida en Buenos Aires, Buenos Aires, Juan Roldn, 1908, pp. 41 y ss. EnEspaa se publican varios, referidos a Madrid y Barcelona, pero se da cuenta que tales libros semultiplicaron en serie por Europa, Richard Cleminson. Marginados dent ro de la marginacin:

    prostitucin e historiografa de la sexualidad (Espaa 1880-1930), en Santiago Castillo y Pedro Oliver(Coord.), Las figuras del desorden: heterodoxos, proscritos y marginados, Siglo XXI y Asociacin deHistoria Social, Madrid, 2006, p. 318.70

    Caimari.Apenas, cit., pp. 138 a 167.71Caimari. Ibid., pp. 153 a 157. Crimingenos son los factores o causas que determinan o propician lacriminalidad.

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    entre un puado de operadores judiciales. El sino de la dependencia, no slo econmica,sobre todo cultural, arrastr consigo a la nueva disciplina en Latinoamrica72.

    Segunda Parte: Rasgos Singulares de la Criminalidad y Criminales en Colombia.-

    Ahora, de acuerdo con lo expuesto en las pginas anteriores, cuando se trat dela situacin de Amrica Latina y algo se avanz sobre el caso colombiano, puedeahondarse a continuacin en una exploracin de la forma como han sido construidas lasideas sobre la criminalidad y los criminales en Colombia, que ofrecen particularidadessingulares. No son propiamente los cientficos sociales, tampoco los criminlogos, nisiquiera los juristas, aun cuando stos ltimos tienen una influencia algo mayor, los queinciden con ms profundidad e intensidad en la configuracin de las categoras 73. Si

    bien en los aos 30 a 50 del siglo XX los trabajos citados de Aragn, Bruno, Gaitn yUribe Cualla, anclados los tres primeros en la escuela positivista y el ltimo en laendocrinologa criminal, por ende, dueos de una determinada ptica que asocia al

    delito con anomalas naturales, juegan un papel importante, luego complementados enlas dcadas siguientes por la obra de Gutirrez Anzola, otras fuentes, tal vez mucho msdescollantes, inciden para modelar las percepciones e interpretaciones que harn carrera.

    En verdad, tienen ascendiente superior un plexo de intelectuales, gente culta,polticos y burcratas, que pueden ser denominados como: los publicistas. Ellos sonperiodistas y columnistas, representantes de los partidos, presidentes y ministros,crticos de arte, funcionarios del gobierno, sacerdotes y dignatarios de la Iglesia,novelistas, pensadores y eruditos con algn radio de audiencia. Incluso algunosacadmicos. Por otra parte, es innegable que Colombia es un pas donde la divergenciasocial y los conflictos que derivan en criminalidad no slo presentan un nmeroabundante de registros, adems con resonancia en mltiples modalidades, sino que elloha sido una constante histrica bastante marcada. Finalmente, en Colombia, laviolencia, en primer trmino, la dependencia, en segundo lugar, son las dos grandesconstantes de la historia nacional. Sin embargo, pese a esa realidad, que denota elcarcter objetivo de la divergencia social de inters penal, la construccin de la cuestincriminal es, esencialmente, un ejercicio subjetivo, que encuentra en las creencias los

    72El papel del positivismo como ideologa de las lites en Amrica Latina en sus proyectos de poder,tambin el poco aporte de los autores latinoamericanos a su caudal terico es desnudado: Alnacionalizarse la corriente positivista en cada uno de estos pases de Ibero-Amrica y formar el

    pensamiento de las clases dirigentes, se adapta, como es lgico, a las necesidades de cada nacinhispanoamericana, y a veces a la personalidad de sus defensores. As como se hace burgus en Mjico, se

    hace catlico en Colombia, donde Escalln habla de una escuela catlico-positivista, y en Chile () Encasi todas partes los positivistas se hacen valga la frase- escolsticos y citan a Ferri y a Garfalo comopodan invocar los nombres de Carrara o de Berner. No investigan la realidad delincuente, ni estudian lascaractersticas del criminal ni las causas del delito. Slo citan lo que hicieron, hace sesenta aos, aquellosrevolucionarios de su tiempo, Luis Jimnez de Asa. La ley y el delito, 2 ed., Buenos Aires, Hermes,1954, p. 60.73Jos Vicente Concha, aun cuando penalista de la escuela clsica y partidario decidido del libre albedrio,en 1897 hace eco de una de las preocupaciones mayores del positivismo criminolgico y trasluce susvisiones comunes sobre la criminalidad: El socialismo y la anarqua son frutos de las civilizaciones

    refinadas del viejo mundo; la cabeza de la terrible hidra no asoma an en Amrica Latina, en donde laslegislaciones penales no han tenido que prevenir hasta el presente el espantoso flagelo. Pero lainmigracin constante, numerosa y, en alguna parte, de elementos corrompidos, de la civilizacineuropea, hacen necesario el estudio, lo menos una breve resea de los medios de que las legislaciones

    europeas han echado mano para tratar de ahogar en su cuna el monstruo que amenaza con un cataclismoque echara por tierra todas las justas conquistas de la civilizacin cristiana, J. V. Concha. Tratado dederecho penal, Bogot, Librera Americana, 1897, p. 361.

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    principales insumos y en el lenguaje, las definiciones e interpretaciones, lasherramientas fundamentales.

    Es de un inters notable hallar que, precisamente, Eduardo Posada Carb en suobra logra identificar un ambiente en la actualidad colombiana, que se llena de eptetos,el cual confirma la perversa y crnica inclinacin entre los colombianos a una

    criminalidad violenta que, sin duda, tiene muchos asomos de patolgica. Los publicistasmodernos, atan un sino indefectible al delincuente, usan el lenguaje para sostener lanecesidad de la criminalizacin y culminan familiarizando a la opinin con la idea deque Colombia es un pas de criminales violentos y crueles. La nacin enferma prontoadquiere en este lenguaje figura delincuencial. Segn Ivn Marulanda, los colombianos

    administran la vida en dos extremos enfermizos. Somos sumisos o violentos. Otras

    acusaciones son an ms explcitas. Colombia es una sociedad criminal: es lasentencia de Umberto Valverde, mientras Eduardo Escobar nos seala como un pas

    asesino dedicado al Corazn de Jess. () La naturaleza criminal de la nacin

    encuentra en este discurso erudito diversas explicaciones sobre su origen.74As, la

    caracterstica ms elocuente del discurso erudito que nos retrata como un pas asesino

    es la adopcin de la primera persona del plural nosotros los colombianos- en lasreferencias a los criminales y a quienes incurren en actos violentos.75

    El cuadro que retrata Posada Carb corresponde a la dcada final del siglo XX ylos primeros aos de nuevo milenio. Empero, ste es el resultado de algo ms de unsiglo de prcticas discursivas e interpretaciones sobre los criminales y Colombia. En elsaldo final los colombianos, todos ellos, somos violentos por naturaleza y propensos amatar o a ser agresivos. A ese balance se arriba con la concurrencia de numerososcomponentes. Inciden escritos de polticos y periodistas desde la poca de los triunfosde la Regeneracin, junto a las concepciones que traslucen las medidas legales paracombatir a inconformes sociales y divergentes. Coadyuvan las versiones de autorescomo Aragn, Gutirrez Anzola y otros que perciben la criminalidad colombiana comosecuela directa del mestizaje, de la sangre envenenada que proviene de esa combustin

    racial que describen, lo que en gran medida coincide con los diagnsticos que relaciona

    Posada Carb. Son tambin las ideas de Gaitn, de Uribe Cualla o de Bruno y susdiscpulos de laRevista de Biologa Criminalsobre la peligrosidad de ciertos individuosy la anormalidad de la criminalidad. Son las leyes de estados peligrosos, junto al mismoCdigo Penal de 1936 y de Procedimiento Penal de 1938, que generan unas prcticas

    judiciales que pretenden combatir la proclividad antisocial, pero que de hecho aldefinirla la inventan y la hacen realidad. Es, igualmente, la crnica roja, que inicia

    hacia 1897 y tiene una presencia muy importante en el periodo de los 40 y 50 en el sigloXX, la cual construye una imagen de la criminalidad en las pginas de los peridicos y

    de las revistas sensacionalistas, que edifica un saber cotidiano y popular acerca delcrimen.En la dcada ltima del siglo XIX ocurren sucesos que impactan y dejan una

    huella en el imaginario sobre la criminalidad, los cuales, a la vez, empiezan a tejer unhilo conductor en materia de concepciones sobre los criminales con los hitos que hansido mencionados: los escritos de penalistas y criminlogos de los aos 30 a 50, las

    prcticas penales del mismo periodo y el saber popular de la crnica roja que,finalmente, enlaza con las visiones que relaciona Posada Carb.

    A fines de 1892 y comienzos del 93, Ignacio Gutirrez Isaza columnista delsemanario Colombia Cristiana, publica un artculo en dos entregas sobre la mendicidad.

    74

    Eduardo Posada Carb.La nacin soada: violencia, liberalismo y democracia en Colombia, Bogot,Norma, 2006, pp. 28 y 29.75Posada Carb.La nacin, cit., p. 34.

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    Tales escritos, tambin el aumento de los precios de productos de consumo bsico, lainflacin alentada por la doctrina monetaria del gobierno, junto a las polticaslibrecambistas, gestaron una insurreccin popular que se tom por dos das a Bogot,con saldo en los enfrentamientos con la polica de alrededor de 50 muertos y numerosos

    prisioneros. El movimiento haba sido liderado por los artesanos que dan inicio a la

    protesta social, que luego se descontrola y desemboca en una rebelin, en la queedificios pblicos, casas de figuras prestantes del gobierno, crceles y cuarteles de lapolica son invadidos. Se habl entonces de presencia de banderas, consignas y agentesanarquistas, mientras Rafael Nez haca referencia a la presencia del socialismo, lo que

    pareca improbable, pese a lo cual ya aparecan los fantasmas que ilustraban en elpositivismo los peores temores sobre la criminalidad76. La protesta fue conjurada con larepresin policial y posterior intervencin del Ejrcito, el Estado de Sitio, la ley marcial,la disolucin de organizaciones de artesanos y la censura de prensa 77. Se expidieronadems decretos de emergencia, mediante los cuales fueron tomadas medidas represivasy se conden al destierro en la Isla de San Andrs a los presos, pena creada con

    posterioridad a los hechos78.

    En los artculos Gutirrez Isaza haba ofendido a los artesanos, por quienesmuestra un enorme desprecio. Los escritos empiezan por referirse al problema de lamendicidad, al estudio de sus causas, que asocia inmediatamente con los pobres, a la

    postre con las mujeres pblicas y los artesanos, ltimos a quienes juzga: arribistas, convnculos familiares relajados, que toman el matrimonio no como sacramento sino comoautorizacin para la unin sexual, que ejercen una autoridad paterna desptica y brutal,

    borrachos, con mujeres viciosas y escandalosas que se rebelan a sus maridos, ajenos a lahonradez, embusteros, incumplidos, rateros de lleno, falsarios, jugadores, por lo que elhijo del artesano en su casa recibe en su corazn un germen de impureza inmoralidad

    76 Una descripcin de los sucesos, interpretados ms como un asunto de protesta y defensa por losartesanos del honor mancillado, en Henderson. La modernizacin, cit., pp. 30 y 31. Define los hechoscomo la ms grande manifestacin de inconformidad urbana del siglo y una reaccin contra losmecanismos de control implementados por la Regeneracin, Mario Aguilera Pea. Insurgencia urbanaen Bogot. Motn, conspiracin y guerra civil 1893-1895, Bogot, Instituto Nacional de Cultura, 1997,

    pp. 138 y ss. Las insurrecciones urbanas de los artesanos haban tenido ya un antecedente en 1875, cuyodescontento retorna en 1893 frente a las condiciones socioeconmicas y los libelos de prensa, segnDavid Sowell. The Early Colombian Labor Movement: Artisans and Politics in Bogot, 1832-1919,Temple University, 1992, pp. 108 a 112. Una interpretacin adicional de la poca, que describe almovimiento de revolucin social como provocado por los artculos de prensa y el hambre, aunquealborotado por agitadores y semicomunista, en Len Gmez. El panptico, cit., en pp. 168 y 189. Los

    hechos fueron relatados en la prensa de Medelln, que no estaba censurada, la que critica las sindicacionesde criminales que se hacen a los artesanos y publica varios de sus mensajes, El Espectador, enero 21 de1893;El Espectador, enero 28 de 1893.77Las medidas anteriores fueron dispuestas por Decreto de enero 16 de 1893, la disolucin de la SociedadFilantrpica de Bogot por Decreto 390 de 1893. El ministro Antonio Cuervo proclamaba: Obreros

    bogotanos! No creis a los que os azuzan para que rebelndoos contra la autoridad y contra todo derechoindividual os preparis vuestro propio malestar y el de vuestras familias, Alocucin del ministro deGobierno y Guerra a los bogotanos, en Diario de Cundinamarca, Bogot, enero 18 de 1893. En el

    periodo de la Regeneracin la censura de prensa, fundada en la Constitucin de 1886 es corriente. Tiempoantes de los sucesos aqu comentados Miguel Antonio Caro (1843-1909) la defiende: el Gobierno tienetambin poder bastante, con arreglo al artculo K y a otras disposiciones constitucionales, para emplearmedios directos y eficaces, preventivos y represivos, contra las publicaciones inmorales y revolucionarias,

    bajo el concepto de productos venenosos y malficos, que justamente les cuadra, M. A. Caro. Libertad

    de imprenta, Bogot, La Nacin, 1890, p. 86.78Germn Silva Garca. Ser justicia? Criminalidad y justicia penal en Colombia, Bogot, UniversidadExternado de Colombia, 1997, p. 91.

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    que aterra79. Los pobres, los desarraigados y los desocupados seran de acuerdo con

    esos cuadros, sin duda, sujetos temibles, para los que el propio autor comentado reclamamedidas penales y la accin de la caridad. Las derrotas polticas de los artesanos,enemigos de los librecambistas liberales y conservadores que dominaron, tendieron a

    profundizar la exclusin de las clases inferiores y a reafirmar el temor por las

    sociedades de artesanos percibidas como embrin socialista80

    . El discurso de la caridades la alternativa a la persecucin penal, al menos para quienes conforme a las doctrinasen boga, aceptan con resignacin y obediencia las diferencias naturales de fortuna ydestino entre los hombres. La caridad sera un instrumento, con connotaciones

    paternalistas y cristianas, para el control social de los pobres.La configuracin del ambiente analizado es instruida con prcticas jurdicas y

    policivas, que refuerzan los discursos y los constituyen en realidades. En 1905 la leyesde polica, junto a las condenas de destierro a los opositores polticos, el Estado de Sitioy el cierre del Congreso, fueron parte de los medios utilizados por el Gobierno de RafaelReyes (1849-1921) para establecer la dictadura y refrenar las protestas de obreros y

    pequeos empresarios81. En los aos 20 nuevas medidas penales son adoptadas para

    refrenar los movimientos sindicales, adems del empleo de la violencia que conduce a laMasacre de Las Bananeras, en 1928. Inmediatamente despus, el fin de la hegemona

    conservadora con el ascenso de los liberales e, incluso, el Gobierno progresista deAlfonso Lpez Pumarejo (1934-1938 y 1942-1945) no marca una diferencia mayor.

    En 1936 se expidi la Ley 48 sobre Estados Antisociales, conocida como Ley

    Lleras, por Alberto Lleras, entonces ministro de Gobierno que la impuls. La ley, que

    tuvo varias reformas en virtud de distintos decretos legislativos y leyes entre 1936 y1950, hasta su unificacin en el Decreto Extraordinario 014 de 1955, adems de la

    persecucin de delitos y contravenciones, contemplaba la criminalizacin de losllamados estados predelictuales, a ms de aumentar el monto de las penas, suprimir la

    libertad provisional para los delitos contra el patrimonio econmico e imponer unprocedimiento extraordinario para el juzgamiento de los reos.

    Se yergue entonces la peligrosidad como un concepto capilar del sistema penalcolombiano, en concordancia con el Cdigo Penal de 1936, inspirado en el proyecto deEnrico Ferri de 1921 y en el Cdigo Penal italiano de 1930, es decir, en el positivismo

    penal italiano que haba abrazado el fascismo82. El Cdigo no adopta la nocin depeligrosidad en trminos absolutos, pues en tal caso bastara demostrar la potencialidadde cometer una infraccin para, con fundamento en la necesidad de defensa social,aprisionar al sospechoso. Se responda por el hecho antijurdico cometido, esto es,culpable, luego de lo cual operaba el anlisis de las supuestas circunstancias de

    peligrosidad para agravar la pena o sus consecuencias; tambin, la peligrosidad se

    consideraba sobre el inimputable, para determinar si era necesaria la aplicacin de una

    79La mendicidad, Colombia Cristiana, No. 10, diciembre 14 de 1892, pp. 84 y 85; La mendicidad,Colombia Cristiana, No. 13, enero 4 de 1893, pp. 111.80Fernando Lpez-Alves.La formacin del Estado y la democracia en Amrica Latina, Norma, 2003, pp.160 a 163.81Entre los medios de control penal que informaban esas prcticas, se encuentra la Ley 8 de 1905 sobreAlta Polica Nacional, que corresponda a decretos de Estado de Sitio que se convertan en legislacin

    permanente y ordinaria, que modificaban el estatuto penal de 1890, Cdigo Penal de la Repblica deColombia, Bogot, Imprenta Nacional, 1906, Apndice pp. 1 y ss. Hacia 1904 y 1905 los artesanos actande nuevo, obreros e industriales se organizan conjuntamente y logran movilizarse en Bogot, Cali yPopayn, a la vez que presionan cambios en la poltica del Gobierno, que se tornar bastante ms

    autoritario luego de la tentativa de asesinarlo, Sowell. The Early, cit., pp. 131 y ss.82Pueden verse las actas en Repblica de Colombia, Ministerio de Gobierno. Trabajos preparatorios delnuevo cdigo penal, T. II, Bogot, Imprenta Nacional, 1939, pp. 5 y ss.

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    medida de seguridad a fin de ejercitar la defensa social. Este andamiaje jurdicoconcordaba con las tendencias predominantes en la criminologa de Occidente, quehasta las dcadas de los aos 60 y 70, pese a varias voces crticas, persista en ladoctrina de la peligrosidad. Pero la principal novedad del Estatuto de 1955 radicaba enque se instituan, cosa que muy pocos pases llegaron a hacer, tambin de modo distinto

    al Cdigo Penal del 36, un estado de peligrosidad sin delito, es decir, la represin de losestados predelictuales83.El artculo primero del Estatuto prevea que las: disposiciones de este decreto

    se aplicarn a las personas cuyos antecedentes, actividades, hbitos o formas de vivir,las coloque en estado de especial peligrosidad social. Los menores de edad, las

    personas con antecedentes delictivos o de polica de cualquier orden, la vagancia, lamendicidad o su explotacin, el juego, la ebriedad y toxicomana habituales, la ventairregular de medicamentos, el proxenetismo, el favorecimiento de la migracinclandestina, el contrabando de artculos prohibidos, la pendencia (insultar o agredir aotros sin existir provocacin), el disparo de armas de fuego, el porte de armas de fuegosin licencia y armas blancas en la noche, la enfermedad mental agresiva, el sabotaje de

    maquinas industriales, la destruccin de materias primas, productos e instrumentos deproduccin, el trfico de marihuana, la posesin de instrumentos para abrir cerraduras,la reincidencia, la urbanizacin clandestina, junto a varias conductas sancionadas por elCdigo Penal, eran definidas como estados o personas antisociales (32 casos). Larelegacin a colonia agrcola era la pena ms importante prevista, luego secontemplaban para algunos casos eventos el trabajo obligatorio, la internacin eninstituto de beneficencia o en manicomio criminal o la amonestacin.

    Las leyes penales de los aos 30 esperan enfrentar tambin la problemtica delconflicto de tierras, planteadas entre los hacendados y los colonos que actuaban como

    poseedores, considerados frecuentes, que motivan adems la introduccin del tipo penalde invasin de tierras en el Cdigo Penal de 193684.

    En el proceso de construccin social del imaginario nacional sobre loscriminales y la criminalidad juega un papel significativo la crnica roja, con los

    sangrientos y morbosos relatos del periodismo judicial. En especial, en los aos treinta acincuenta del siglo pasado, sera la fuente ms influyente para describir, explicar ycaracterizar a los criminales. Porfirio Barba Jacob (1883-1942), seudnimo de Miguelngel Osorio, insigne poeta, haba inaugurado la crnica policial amarillista en el

    peridicoEl Espectador. Ya la violencia tena una prolongada y aguda presencia en laliteratura, en gneros mayores, como la novela y la misma poesa, aunque tambin enotros como en la letra de las composiciones musicales; aparicin muchas vecesexagerada y sobre dramatizada, como la propia realidad en la ejecucin desmesurada de

    algunos de los eventos de la violencia

    85

    . Felipe Gonzlez Toledo (1911-1991) ser, noobstante, el cronista judicial ms famoso e influyente en el periodo comentado,considerado el maestro de la crnica policiaca colombiana, en la que reinterpreta y

    83 Gutirrez Anzola, crtico frente a varias de las tesis ms extremas del positivismo, pero que igualcomparte muchos otros de sus postulados, y que poda admitir la peligrosidad delictiva, debate laindefinicin y vaguedad de la teora de la peligrosidad y su dificultad para integrarla al ordenamiento

    jurdico, como tambin cuestiona con dureza y precisin la ineficacia general de la resocializacin, de losestudios de personalidad del delincuente y el uso puramente represivo del Decreto 0014 de 1955, cuyoarticulado critica, Jorge Enrique Gutirrez Anzola.Doctrina y prctica del estado peligroso en Colombia,Bogot, Diario Jurdico, 1956, pp. 9 a 46.84Jorge Enrique Gutirrez Anzola. Delitos contra la propiedad, Bogot, Litografa Colombia, 1944, p.

    175.85Elsa Blair.Muertes violentas: la teatralizacin del exceso, Medelln, Universidad de Antioquia, 2005,pp. 181 y ss.

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    reinventa los hechos delictivos con sus narraciones coloridas. La crnica roja construyeen relatos de historias las fachas, las razones y las circunstancias del delito,

    proporcionando una imagen del delincuente. Los cronistas hacen su propia versin de

    la ciudad: espan, toman apuntes, hacen fotografas, entrevistan testigos, se apoyan enexpertos, acosan a funcionarios, en fin, recogen evidencias para construir las historias

    de un hecho extraordinario, de un suceso sensacional, que mantenga en vilo laatencin de sus fieles lectores. Por eso, si despus de la pesquisa no aparece algo dignode relatar, su pluma imaginativa sabr encargarse del asunto86.

    BIBLIOGRAFIA

    Aguilera Pea, Mario. Insurgencia urbana en Bogot. Motn, conspiracin y guerracivil 1893-1895, Bogot, Instituto Nacional de Cultura, 1997.

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    86 Olga del Pilar Lpez Betancur. Amarilla y roja: estticas de la prensa sensacionalista, Medelln,Universidad EAFIT y Universidad Nacional de Colombia, 2005, pp. 11 y 12.