significación de la plegaria alexis carrel

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Significación de la plegaria En casi todas las épocas, los hombres de Occidente han orado. La Ciudad era antiguamente sobre todo una institución religiosa. Los romanos elevaban continuamente templos por doquier. Nuestros antepasados de la Edad Media cubrieron de catedrales y de capillas góticas el suelo de la Cristiandad. Aún en nuestros días por sobre la altura de todos los pueblos se destaca un campanario. Por medio de las iglesias, así como mediante universidades y fábricas, los peregrinos llegados de Europa instauraron en el nuevo mundo la civilización de Occidente. En el curso de nuestra historia, orar ha sido una necesidad tan elemental como la de trabajar, la de conquistar, construir o amar. En realidad, el sentido de lo sagrado parece ser un impulso venido de lo más profundo de nuestra naturaleza, una actividad fundamental. Sus variaciones en un grupo humano están casi siempre unidas a la de otras actividades básicas, el sentido moral y el carácter, y a veces el sentido de lo bello. Esta parte tan importante de nosotros es la que hemos permitido que se atrofiara y a menudo que desapareciera. Es preciso recordar que el hombre no puede sin peligro conducirse según le plazca a su fantasía. Para salir triunfante, la vida debe ser llevada de acuerdo a las reglas invariables que dependen de su estructura misma. Corremos un grave riesgo cuando dejamos morir en nosotros alguna capacidad fundamental, sea ésta de orden físico, intelectual o espiritual. Por ejemplo, la falta de desarrollo de los músculos, del intelecto y de las capacidades no racionales del espíritu de algunos intelectuales es tan desastrosa como la atrofia de la inteligencia y del sentido moral en ciertos atletas. Existen innumerables ejemplos de familias prolíficas y fuertes que no produjeron más que degenerados o se extinguieron tras la desaparición de las creencias ancestrales y del culto del honor. Hemos aprendido, merced a una dura experiencia, que la pérdida del sentido moral y del sentido de lo sagrado en la mayoría de los elementos activos de una nación, conduce a la decadencia de esa nación y a la sujeción al extranjero. Alexis Carrel, El poder de la plegaria, Leviatán, Buenos Aires, 1981, pp. 53-55

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Page 1: Significación de la plegaria alexis carrel

Significación de la plegaria

En casi todas las épocas, los hombres de Occidente han orado. La Ciudad era antiguamente sobre todo una institución religiosa. Los romanos elevaban continuamente templos por doquier. Nuestros antepasados de la Edad Media cubrieron de catedrales y de capillas góticas el suelo de la Cristiandad. Aún en nuestros días por sobre la altura de todos los pueblos se destaca un campanario. Por medio de las iglesias, así como mediante universidades y fábricas, los peregrinos llegados de Europa instauraron en el nuevo mundo la civilización de Occidente. En el curso de nuestra historia, orar ha sido una necesidad tan elemental como la de trabajar, la de conquistar, construir o  amar. En realidad, el sentido de lo sagrado parece ser un impulso venido de lo más profundo de nuestra naturaleza, una actividad fundamental. Sus variaciones en un grupo humano están casi siempre unidas a la de otras actividades básicas, el sentido moral y el carácter, y a veces el sentido de lo bello. Esta parte tan importante de nosotros es la que hemos permitido que se atrofiara y a menudo que desapareciera.

Es preciso recordar que el hombre no puede sin peligro conducirse según le plazca a su fantasía. Para salir triunfante, la vida debe ser llevada de acuerdo a las reglas invariables que dependen de su estructura misma. Corremos un grave riesgo cuando dejamos morir en nosotros alguna capacidad fundamental, sea ésta de orden físico, intelectual o espiritual. Por ejemplo, la falta de desarrollo de los músculos, del intelecto y de las capacidades no racionales del espíritu de algunos intelectuales es tan desastrosa como la atrofia de la inteligencia y del sentido moral en ciertos atletas. Existen innumerables ejemplos de familias prolíficas y fuertes que no produjeron más que degenerados o se extinguieron tras la desaparición de las creencias ancestrales y del culto del honor. Hemos aprendido, merced a una dura experiencia, que la pérdida del sentido moral y del sentido de lo sagrado en la mayoría de los elementos activos de una nación, conduce a la decadencia de esa nación y a la sujeción al extranjero.

Alexis Carrel, El poder de la plegaria, Leviatán, Buenos Aires, 1981, pp. 53-55