siempre estare contigo

5/11/2018 siempre estare contigo - slidepdf.com

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David R [email protected]

2.500 words

SIEMPRE ESTARÉ CONTIGO

por David R Jordan

El reloj de la mesita de noche marca las 7:40h. La parte de la cama donde suele dormir Alberto está fría. Debía de llevar ya un buen rato levantado. Escucha pasos subiendo laescalera. Alberto abre la puerta y se acerca a la cama, reclinándose sobre ella.

- Me tengo que marchar al trabajo -le susurra Alberto al oído mientras besa su frente.- Espera. Me levanto y bajo contigo -responde Raquel-. Tengo que ir recuperando poco a

poco la rutina. Quiero empezar ya.- ¿Estas segura?- Sí. En la cama no voy a solucionar nada. Me quedo sólo un rato y me levanto -responde

Raquel al tiempo que se inclina para besar los labios de Alberto-. No vengas muy tarde,¿vale?

- Lo intentaré. Si te sientes mal o quieres hablar conmigo, llámame. Hoy, en un principio,voy a estar toda la mañana en el despacho.

Alberto se despide con un "te quiero" mientras cierra la puerta de la habitación. Escuchala puerta de la entrada cerrarse. Enciende la luz. Toma una bocanada de aire profunda y seincorpora.

- ¡Uf! ¡Vamos a llegar tarde al colegio! -se dice a sí misma.Se levanta y se dirige apresurada a la habitación de Clara. Está completamente a oscuras.

Desde la puerta entreabierta la llama:- Princesa, ya es de día -dice casi susurrando-. Levántate que llegaremos tarde. Voy a

preparar el desayuno, pero baja ahora, ¿vale?

Baja a la cocina. Alberto le había dejado preparada una tila. Aún está caliente. Coge unataza y prepara la leche con cacao para Clara. La lleva al comedor con unas galletas.- ¡Clara!, venga princesa, vamos a llegar tarde -llama asomando la cabeza por la escalera.- ¡Voy mami!, ¿hoy me llevas tú al cole?- Sí.- ¡Bien!Mientras se toma la infusión va preparando un bocadillo para Clara. Lo envuelve en papel

de aluminio y lo lleva al estudio. Está completamente a oscuras. El olor delata que llevaalgunos días cerrado. Mete el bocadillo en la mochila que está, como siempre, junto alescritorio.

- Buenos días mami.

Ver a Clara con su simpática cara de recién levantada y los pelos revueltos provoca granalegría a Raquel. La abraza y besa.



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- Buenos días princesa. ¿Has dormido bien? -pregunta Raquel.- Sí. He soñado con el abuelito -responde Clara.- ¡Anda!, yo también. Te quiero mucho princesa -susurra Raquel al oído sin dejar de

abrazarla-. Venga, ahora tómate la leche mientras yo te voy preparando la ropa.Se viste apresurada, se lava la cara y se mira al espejo. Su cara delata la angustia de los

últimos días. ¿O quizás serían semanas? Había perdido la noción del tiempo. Por el espejo vea Clara. Ya se ha puesto el uniforme.

- Muy bien princesa. Anda, ahora lávate los dientes.Baja a la entrada y busca las llaves del coche. Primero en un bolso, después en otro.

Busca en los bolsillos de la chaqueta y en los cajones del mueble.- Clara, ¿papá dijo ayer algo sobre si se llevaría el coche pequeño? -pregunta Raquel casi

gritando.- No sé, mami -responde Clara desde la puerta de la entrada que da al salón.- ¡Ay, me asustado!, no te oí bajar las escaleras. Qué bien, nena. Hoy estás haciendo todo

muy rápido.

Clara sonríe. Ya había cogido su mochila. Raquel continua buscando las llaves.- Bueno, nos vamos a tener que llevar el coche grande -dice Raquel mientras coge lasllaves del cajón.

Bajan al garaje. Su coche, el pequeño, como suponía, no está.- Qué poquito ha durado tu padre yéndose en metro al trabajo. Pero, ¡mira que llevarse mi

coche en vez del grande! Sabe que no me gusta conducir el todo-terreno.Se sienta al volante. Un escalofrío recorre todo su cuerpo. Quizás la tapicería de cuero

está demasiado fría, piensa. Nada más salir a la rampa un rayo de Sol la ciega. Detiene elvehículo esperando a que la puerta del garaje se cierre. Se deja envolver un momento por elSol, mientras permanece con los ojos cerrados. No recuerda cuántos días hace que no veía laluz del día. La sensación de escalofrío poco a poco desaparece. El cielo está parcialmente

cubierto. El Sol asoma entre las nubes resplandeciente, con fuerza. En el horizonte el color grisáceo de algunas nubes amenaza lluvia. Por un instante, la mirada se le pierde entre lasnubes.

- Mami, ¿no nos vamos? -interrumpe Clara.Conduce en silencio. El camino de la casa al colegio podría hacerlo a ciegas. Es corto,

aunque le obliga a cruzar un tramo de travesía por la que circulan un buen número devehículos en dirección a la capital. El semáforo cambia a rojo. Se detiene y contempla elcielo, sin soltar el volante. Las nubes poco a poco van cubriéndolo. El brillo del Sol se vaapagando, escondiéndose tras las nubes. Observa por el espejo retrovisor un camión que seacerca. Le sudan las manos. Su mirada está clavada en el espejo. El camión sigue

acercándose. Siente cómo se le aceleran los latidos del corazón. Le viene a la cabeza unaimagen de un camión accidentado. Le falta el aire. Un claxon suena con fuerza,sobresaltándola. El semáforo ha cambiado.

- ¿Qué pasa mami? -pregunta Clara asustada.Reemprende la marcha sin contestar. La calle de colegio, como siempre, está

completamente atascada. Se detiene en el cruce anterior, donde suele dejar a Clara.- Venga, princesa. Que tengas un buen día. Diviértete y aprende mucho.Espera mientras Clara se va alejando, hasta verla entrar en el colegio. Nota cómo alguien

la está mirando. Observa un grupo de madres al otro lado de la carretera. Hablan entre ellas yla miran. Reconoce a Adela, su vecina. Arranca el coche y conduce de vuelta a casa. El cieloestá cada vez más cubierto.

Aparca el coche en el garaje de casa. Al salir se cruza con Adela.- Buenos días -saluda Raquel.




- Buenos días, Raquel, ¿cómo estás? Me ha parecido verte en el colegio -pregunta con precipitación Adela.

- ¿Cómo quieres que esté?, aún no me hago a la idea.- No tendrías que haber ido tú al colegio.- Quiero ir recuperando mi rutina. Discúlpame, pero tengo que irme -se despide con

desgana Raquel mientras acelera el paso.- Pero... -intenta hablar Adela mientras Raquel se aleja.Abre el portal de la casa. Adela aún sigue en el mismo sitio, quieta, mirándola. Agacha la

cabeza y entra en casa. Todo está a oscuras. Abre las persianas del salón y las del comedor.La leche y las galletas de Clara estan sobre la mesa.

- ¡Otra vez no se ha tomado el desayuno! -se dice a sí misma Raquel-. Después dirá que leentra hambre en clase. Ya me extrañaba que hiciese todo tan rápido.

Prepara un café y una tostada. Sobre la encimera de la cocina encuentra una píldora sobreun trozo de papel: "Recuerda tomártela a las 10h. Te quiero, Alberto". Mira el reloj; ya casies la hora. Se queda ensimismada mirando la píldora.

- ¡No!, no quiero más pastillas -grita exaltada.Coge la píldora y la tira por el desagüe, rompiendo a llorar.Bebe un poco de agua, respira hondo, se tranquiliza. Se sienta a desayunar. Frente a la

mesa, sobre la consola hay varias fotos enmarcadas. Sus ojos se paralizan mirando el retratode su padre con ella. Aún recuerda aquel día, era el primer cumpleaños de Clara. Miguel, su padre, sostenía a Clara en brazos. Ella posaba mejilla contra mejilla con Miguel, sonrientes.Se levanta y coge la foto con desesperación. La abraza y se deja caer en el sofá llorando. No puede entender por qué había muerto, aún no era muy mayor. No comprende por qué se fuetan repentinamente, y por qué no puede recordar nada, ni del funeral, ni de los días posteriores. Todo está difuso en su mente.

Llora tirada en el sofá, con la foto apretada contra su pecho, hasta que, casi sin darse

cuenta, cae rendida en un profundo sueño.Un fuerte estruendo la despierta. Llueve. Aún sigue abrazando el portarretratos. El

resplandor de un relámpago atrae su atención hacia la ventana. El ruido del trueno la vuelvea sobresaltar. Al observar la lluvia caer sobre la mesa del porche siente un escalofrío querecorre todo su cuerpo.

El reloj de la cocina marca las 12:15h. Han pasado más de dos horas desde que se sentó adesayunar y aún no había hecho nada en la casa. Recoge la cocina y prepara la comida. AClara le encanta la pasta.

- La sorprenderé con unos espaguetis a la boloñesa -piensa-. Después de tantos días sincocinar yo, seguro que le gustará que le prepare su plato preferido.

Descongela en el microondas una bandeja de carne picada. Pela los tomates, pica ajo,cebolla y pimiento, lo sofríe todo a fuego lento, sin dejar de remover. Cocinar siempre le hadistraido. Le relaja. Prepara otra olla con agua, sal, un poco de aceite y laurel. La deja lista para poner la pasta a hervir cuando llegue de recoger a Clara del colegio.

Prepara la mesa, extendiendo un mantel limpio y sobre él coloca tres platos llanos y treshondos, las servilletas, los cubiertos, un fuente con varias piezas de fruta, dos copas y unvaso.

Ya es la hora de recoger a Clara. Por fin ha dejado de llover, aunque el cielo sigueamenazante.

Conduce impaciente, sin dejar de mirar el reloj. Encuentra un aparcamiento cerca delcruce donde suele dejar a Clara.

Aún faltan un par de minutos para que se abran las puertas del colegio. Desde allí podríaver bien a Clara salir. No tiene ganas de hablar con nadie y prefiere esperarla allí, dentro del




coche. La calle del colegio está ya repleta de gente. Sobre el parabrisas del coche empiezan acaer unas gotas. Mira al cielo. Está completamente cubierto. El tintineo de las gotas cayendosobre el coche cada vez es más fuerte. La calle se convierte en un mar de paraguas y gentecorriendo de un lado al otro.

Las puertas del colegio por fin se abren. Decide salir a recoger a Clara. Abre el paraguas

mientras sale del coche. Piensa que, llevándolo bajo ocultaría su cara, sin que nadie lareconociera. Corre hacia el colegio.

- ¡Mami! -es la voz de Clara, que viene corriendo hacia ella.Sin mediar palabra, mete a Clara bajo el paraguas y corren juntas hacia el coche. Nota

cómo la miran las madres. De nuevo, entre ellas, está Adela.- ¡Raquel! -la llaman, pero continua como si no hubiese escuchado nada.Se meten en el coche. Clara tiene el pelo mojado.- ¿Tienes frío? -pregunta Raquel-, pondré la calefacción.Arranca el coche e inicia la marcha.- ¿Cómo te lo has pasado en el cole?

- Bien, mami. Pero me he enfadado con Quique -responde Clara.- ¿Por qué?, ¿qué ha pasado?- Porque me ha roto mi lápiz, el que me regaló el abuelo, y dice que el abuelo ya no me va

a regalar otro, y que ya no me va a recoger más del cole, y que ya no lo voy a ver más. ¿Aque sí mami?, ¿a que yo sí voy a ver al abuelo?

- ¡Quique es malo!- Pero, ¿a que sí voy a ver al abuelo?- Claro, princesa. Lo que pasa es que a partir de ahora lo verás de otra forma. El abuelo

siempre estará con nosotras. Solo tienes que cerrar los ojos, pensar en él, y verás como puedes verlo y hablar con él.

- ¿Pero entonces es verdad que ya no me va a recoger más del cole?

- Sí, princesa, eso es verdad. El abuelo se ha tenido que marchar a un sitio muy lejano, aun sitio desde el que no puede volver. Pero él siempre estará dentro de nuestro corazón.Como te he dicho, sólo tienes que cerrar los ojos y pensar en él. Verás como él te acompaña adonde tú quieras.

- ¿Y por qué se ha ido?- Porque había llegado el momento de que él hiciera un viaje que todos tenemos que

hacer.- ¿Y tú también te vas a ir?- No, princesa. Yo siempre estaré contigo, hasta que seas una mujer. A mí me queda

todavía mucho tiempo para tener que hacer el viaje del abuelo.

- Mami, estoy cerrando los ojos y no veo al abuelo.- Tienes que pensarlo más fuerte. Cuando estés sola, en tu cuarto, verás como nada máscerrarlos y pensar en él, podrás verlo.

- Vale, mami. Cuando lleguemos a casa lo voy a intentar.La lluvia es ahora más fuerte. El semáforo está en rojo. Detiene el coche y mira el cielo.

La cortina de lluvia deja entrever un horizonte gris oscuro. Un rayo lo ilumina por uninstante. El estruendo que lo acompaña la inquieta. Las manos le sudan agarrando el volante.Mira el espejo retrovisor, el semáforo, los coches que se agolpan en fila en el carril contrario.Vuelve la mirada al cielo. Nunca le había gustado la lluvia. Menos aún conducir mientrasllueve. Pero ahora tiene una sensación extraña, inquietante, siente miedo.

Suena un claxon; el semáforo ha cambiado. Reemprende la marcha.

- A ver si adivinas qué hay de comer -dice Raquel.- Umm... ¡espaguetis! -exclama Clara.




- ¡Sí!, ¡has acertado!- ¡Bien!, ¡me gustan mucho los espaguetis!El corto trayecto que hay entre el garaje y la puerta de casa lo hacen corriendo, bajo el

paraguas.- Clara, quítate los zapatos y lleva la mochila al estudio.

Enciende el fuego de la vitrocerámica para hervir la pasta. Se sirve un poco de agua.Escucha la puerta de la calle. Se dirige a la entrada con el vaso en la mano.

- ¿Alberto? ¡Que temprano has venido hoy! -Raquel se sorprende al verlo.- ¿Estás bien? -pregunta Alberto-. Adela ha llamado a tu madre.- ¿Por qué? Claro que estoy bien.- ¿Te has tomado la píldora?- No. No quiero más pastillas. El médico dijo que tenía que recuperar mi rutina. Y eso he

hecho. Me siento mucho mejor. ¡Ah!, por cierto, ¿ya te has cansado de irte en el metro? Heido a coger mi coche y no estaba.

- Raquel, yo me he ido al trabajo en el metro. Tu coche… -comienza a decir Alberto

cuando observa los tres platos en la mesa. Vuelve la mirada bruscamente a Raquel.- ¿Por qué lo haces? No te castigues más -el tono de Alberto delata compasividad.Se siente confusa. Suena el timbre y abre la puerta. La figura de Carmen, su madre,

vestida de riguroso luto frente a la puerta la impresiona.- Mamá -acierta a decir.- Hija, ¿cómo estás? -pregunta Carmen con pena.- Mamá -repite Raquel.Gira la cabeza y ve a Clara salir corriendo desde el estudio en dirección a la calle. Ni

Alberto ni su madre parecen darse cuenta.- ¡Abuelo! -grita Clara con alegría al llegar a la calle.El vaso se le cae de la mano. Todo se vuelve nubloso. Vienen a su cabeza recuerdos

abstractos: “Raquel, hija, tienes que venir, es tu padre”, “¡Clara, sube al coche!”, llueve, uncamión vuelca, gritos, cristales rotos…

- Carmen, ¡trae agua, por favor! -grita Alberto mientras la abraza.- ¡Raquel, hija! -la llama su madre.- ¡No!, ¡no!, Clara, yo siempre estaré contigo, yo siempre estaré contigo -repite

desesperadamente mientras cae al suelo.

siempre estare contigo

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