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#8 Series de la Nueva Evangelización Adrian Walker y Michelle K. Borras Siuiendo al amor, pobre, casto y obediente: La vida consarada SERVICIO DE INFORMACIÓN CATÓLICA

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#8 Series de la Nueva Evangelización

Adrian Walker y Michelle K. Borras

Siguiendo al amor, pobre, casto y obediente:La vida consagrada

S ERV I C IO DE INFORMAC IÓN CATÓL I CA

EDITORA GENERAL

Dra. Michelle K. Borras,

Directora del Servicio de

Información Católica

EDITORES DEL MANUSCRITO

Alton Pelowski &

Andrew Matt

Derechos de Autor 2013,

Caballeros de Colón.

Todos los derechos reservados.

Los derechos de las obras citadas

pertenecen a sus respectivos autores.

Las citas de las Escrituras provienen de

Biblia Clerus, Congregación para el Clero

de La Santa Sede.

NIHIL OBSTAT

Susan M. Timoney, S.T.D.

Censor Deputatus

IMPRIMATUR

Cardenal Donald Wuerl

Arzobispo de Washington

Arquidiócesis de

Washington

IMAGEN DE LA PORTADA

“Maestro, ¿dónde vives?...”Ven y verás” (Juan 1, 38-39). Dos discípulos de San Juan

Bautista dejan a su maestro para seguir a Jesús. De la iglesia de la cripta

del Santuario de San Pio de Pietralcina, San Giovanni Rotondo, Italia.

El mosaico fue terminado por Pbro. Marko Ivan Rupnik, SJ y artistas del

Centro Aletti en 2009. Imagen cortesía del Centro Aletti.

5 de septiembre de 2013

El Nihil Obstat y el Imprimatur son

declaraciones oficiales de que un libro o

folleto está exento de errores doctrinales o

morales. No implica de forma alguna que

quienes otorgaron el Nihil Obstat y el

Imprimatur estén de acuerdo con el

contenido, las opiniones o las

declaraciones que aquí se expresan.

Siguiendo al amor, pobre, casto y obediente: La vida consagrada

Adrian Walker y Michelle K. Borras

Contenido

“¡Ven y sígueme!”1 “Ve, vende lo que tienes”4 Otro joven rico

“Aquí estoy, yo vengo para hacer tu voluntad”7 El esplendor del amor de Cristo 8 Una triple promesa

“Ustedes son un sacerdocio real”11 Reyes con el Rey13 El Espíritu de los consejos

“Permanezcan en mí”17 El único estado de vida cristiana 19 “Vivir el Evangelio al pie de la letra”:

El estado de los consejos

“El rey se prendará de tu hermosura”22 “Si quieres ser perfecto…” 25 “Ser amor”: Expresar la naturaleza más íntima de la Iglesia

29 Fuentes31 Acerca de

“El Espíritu del Señor está sobre mí... me ha enviado…”

Detalle de la mano del Padre enviando al Espíritu Santo sobre Jesús.

Iglesia de San Juan, Instituto Polaco, Roma.

Fotografía de Giorgio Benni. Imagen cortesía del Centro Aletti.

1

“¡Ven y sígueme!” (Marcos 10,21)

“Ve, vende lo que tienes”

En el décimo capítulo del Evangelio de san Marcos, unhombre rico corre hacia Jesús, se arrodilla ante Él y lepregunta, “Maestro bueno, ¿qué debo hacer para heredar lavida eterna?”. Jesús inmediatamente le responde con unapregunta sorprendente: “¿Por qué me llamas bueno? SóloDios es bueno”. (Marcos 10,17-18).Suena como si Jesús negara su propia bondad, pero en

realidad, está poniendo al hombre rico en guardia. En unsentido, Jesús lo está previniendo: Presta atención, porqueestás a punto de conocer la Bondad misma, y puede que teespere una sorpresa.Después de esta saludable advertencia, Jesús le recuerda al

hombre el deber de cumplir con los “mandamientos” (Marcos10,19), que enumera. De manera significativa menciona soloseis, en lugar de los 10. Los seis que elige se refieren solo al“segundo libro” de la Ley, que regula las relaciones delhombre con su prójimo.“Maestro”, responde el hombre, “todo eso lo he cumplido

desde mi juventud” (Marcos 10,20). Casi se puede escuchar lapregunta tácita que acompaña dicha declaración: Entonces,¿por qué no estoy completamente en paz? ¿Me falta aún algo?Jesús, “lo miró con amor” y le señaló el problema: Sí, sólo te

falta una cosa (Marcos 10,21), pero es algo que no puedessimplemente agregar a lo que ya tienes. De hecho, es un dontan grande que sólo puedes recibirlo renunciando a todo porÉl. De ahí la sorprendente invitación de Jesús: “Ve, vende loque tienes y dalo a los pobres; así tendrás un tesoro en elcielo. Después, ven y sígueme”. (Marcos 10,21).En lugar de reaccionar con alegría y alivio, el hombre rico

“se entristeció y se fue apenado, porque poseía muchosbienes” (Marcos 10,22). Jesús le había ofrecido lo que habíapedido y más: realización, alegría, el “reino del cielo”, la vida.Le mostró a este hombre joven lo que en otro lugar en losEvangelios Jesús llamaría la “perla de gran valor” (Mateo13,46). A pesar de todo, el hombre está más apegado a suscosas que al Creador de todas las cosas. No tiene espacio ensí mismo para un don tan incomparable.Este apego muestra su olvido de la principal lección

que tiene como fin enseñar el Torá, la Ley de Moisés:“Escucha, Israel: el Señor, nuestro Dios, ¡es el único Señor!”(Deuteronomio 6,4). El hombre rico se va triste porque haolvidado que el único tesoro de Israel es el Dios “compasivo ybondadoso... y pródigo en amor” (Éxodo 34,6), y la gloriaincomparable de Dios.Marcos nos dice que el hombre rico entristeció “ante estas

palabras”. En el Antiguo Testamento, “palabra” puede sersinónimo de “mandamiento”. Entonces Jesús, confrontó al hombre rico con un mandamiento que no se encontrabaen su lista inicial de los seis. ¿Cuál? Seguramente el quedespués Jesús llamó “el primero” (Marcos 12,29): “El primermandamiento de todos es: Oye, Israel; el Señor nuestro Dios,

2

es el único Señor. Y amarás al Señor tu Dios con todo tucorazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todastus fuerzas” (Marcos 12,30). El “No” del hombre rico alllamado de Jesús es un rechazo a confesar la primacía de Diossobre todas las cosas. Es un “No” al amor que es el principalmandamiento de la Ley.Existe algo sorprendente en la invitación de Jesús al

hombre rico. Porque Jesús no sólo invita al hombre al amorsin reservas de Dios formulado por Moisés en el sextocapítulo del Deuteronomio. También identifica este amorpor Dios con la disposición para seguirlo a Él: “Ve, vende lo quetienes y dalo a los pobres... Después, ven y sígueme”. (Marcos10,21).Jesús confronta al hombre rico con mucho más de lo que

éste deseaba: La invitación a la pobreza radical es larevelación inesperada de la propia identidad de Jesús comoel Hijo “unigénito” del Padre (Juan 1,14). Es una invitación aconocer al Hijo que es “verdadero Dios de Dios verdadero”1

desde dentro, para probar su libertad total para la claraintimidad con el Padre. ¿Qué otro “tesoro en el cielo”, quéotra “vida eterna” puede haber fuera de la eterna comunióndel Hijo con el Padre? Incluso antes de que Dios creara al mundo para atraerlo a su amor, el Padre compartegenerosamente con el Hijo toda la naturaleza divina en launidad del Espíritu Santo.En el Evangelio de Lucas, Jesús se refiere a éste, el más

grande de todos los misterios, la Santísima Trinidad. Jesúsmismo, el Hijo de Dios encarnado, es la revelación de que el“único Señor” es de hecho Tres en Uno, una comunión de

3

vida y amor. Después de dirigirse a sus discípulos queregresan gozosos de su misión, Jesús ora:

“Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, por haber ocultado

estas cosas a los sabios y a los prudentes y haberlas revelado a los

pequeños. Sí, Padre, porque así lo has querido. Todo me ha sido

dado por mi Padre, y nadie sabe quién es el Hijo, sino el Padre,

como nadie sabe quién es el Padre, sino el Hijo y aquel a quien el

Hijo se lo quiera revelar” (Lucas 10,21-22).

Otro joven rico

En la Francia de finales del Siglo XIX, la historia del Evangeliodel hombre rico pareció repetirse, sólo que con un joven ricomenos ansioso de heredar la vida eterna.Carlos de Foucauld, un pudiente joven aristócrata que perdió

a sus padres durante la niñez y su fe durante la adolescencia,era cadete de la prestigiada academia militar de Saint-Cyr.2

Disfrutaba su vida a fondo. O quizás, de forma no tan diferentedel joven del Evangelio de Marcos, sintió un inexplicable vacíoque intentó llenar con todas las cosas placenteras en el mundo.Un compañero recordaba, “Quien no ha visto a Foucauld en suhabitación... cómodamente hundido... en su cómodo sillón,disfrutando de un delicioso paté de foie gras, acompañado deexcelente champagne, no puede hacerse una idea de lo que esun hombre feliz de la vida”.3

Después de graduarse de la academia, Foucauld se embarcóen una expedición militar y después en una peligrosaexpedición geográfica a Argel. Ahí, en el vasto silencio del

4

desierto, entre nómadas cuyo estilo de vida difería tanto delsuyo, comenzó a hacerse sentir el vacío que el joven soldadohabía tratado de llenar con posesiones. Comenzó a surgir enél una pregunta sin palabras. Si hubiera sido capaz dearticularla, habría hecho la misma pregunta confusa que elhombre rico le hizo a Jesús: “¿Qué debo hacer…?”. ¿Qué falta?¿Dónde está la plenitud de la vida? Foucauld comenzó a orar,“Dios mío, si existes, haz que te conozca”.4

Un día de otoño en 1886, después de volver a Francia, eljoven Foucauld de 28 años confesó su lucha a un sacerdote,quien lo invitó a ir a confesarse. Lo hizo. Le llegó la fe, y conella el llamado de Jesús “Ve... vende lo que tienes… sígueme”,al hombre joven en el Evangelio a quien miró con amor.Foucauld sintió la mirada de Jesús caer sobre él tanrepentinamente como había caído sobre otro hombre ricocasi 2,000 años antes. Supo que debía responder a ese amorcon su vida.En este punto las historias de estos dos hombres ricos se

separan. Después Foucauld escribió acerca de ese día,“Enseguida que comprendí que existía un Dios, comprendíque no podía hacer otra cosa que vivir sólo para Él”.5 Fue,vendió y lo siguió, primero a los monasterios trapenses enFrancia y Siria. Después de estudiar para el sacerdocio y desu ordenación en Francia, discernió un llamado para regresaral desierto. En el Sahara viviría la vida simple y austera de unermitaño entre los nómadas tuaregs. Deseó ser un adoradoren el desierto, un hermano para los más abandonados.6

El Padre Carlos deseó evangelizar “no a través de la palabra,sino a través de la presencia del Sagrado Sacramento... a

5

través de la oración y la penitencia y... el amor fraternal yuniversal”.7 En sus notas para los hermanos que esperócompartieran su vida, pero nunca se materializaron, escribió,“Toda nuestra experiencia... llorará el Evangelio”.8

En 1916 el Padre Carlos fue asesinado por bandidos. Su viday su solitaria muerte fueron un gran “grito” de que el únicoDios, misericordioso y lleno de gracia, es el origen y el fin detodo amor. Este hermano solitario en el desierto personificóla gran “confesión” que el Papa Juan Pablo II describió comola esencia de toda vida consagrada. Mediante una “profunda‘configuración’ al misterio de Cristo”, escribió el Papa en laexhortación apostólica Vita Consecrata, “la vida consagradarealiza por un título especial aquella confessio Trinitatis quecaracteriza toda la vida cristiana, reconociendo conadmiración la sublime belleza de Dios Padre, Hijo y EspírituSanto y testimoniando con alegría su amorosa condescen-dencia hacia cada ser humano”.9

La “confesión de la Trinidad” del Padre Carlos rindiófrutos: No solo en la comunidad religiosa que anhelaba, sinoque después de su muerte se crearon múltiples comunidades.En 2005, el Papa Benedicto XVI beatificó al mártir PadreCarlos de Jesús, un rico joven que vendió todo lo que teníapara seguir al Señor.

6

Aquí estoy, yo vengo parahacer tu voluntad” (Hebreos 10,9)

El esplendor del amor de Cristo

San Benedicto, el padre del monasticismo occidental delSiglo V, escribió una vez, “nihil amori Christi praeponere”: “¡No prefieras nada al amor de Cristo!”.10 Con estas palabrasefectivamente resumió el principal punto de la historia delEvangelio acerca del hombre rico. De hecho, resumió elsignificado de la vida del Padre Carlos. Benedicto les decía asus monjes: Cristo es su Señor y Dios, y por lo tanto “loamarás con todo tu corazón”, lo que también significa “contoda tu alma, con todas tus fuerzas y con todo tu espíritu”(Lucas 10,27).Sin embargo, para reconocer el derecho de Dios a nuestro

amor, primero debemos percibir el esplendor único de suamor. En otras palabras, debemos percibir la “sublime bellezade Dios” a la que se refería Juan Pablo II. Esta belleza trina senos revela en el Verbo hecho carne, que murió y fueresucitado por amor a la humanidad.El Padre Carlos de Jesús, San Benedicto y muchos otros que

lo abandonaron todo para seguir a Jesús, fueron motivadospor algo que comprendieron mientras contemplaban la vida

7

de su Señor: Dios no sólo ama como una característicasecundaria de su divinidad. La frase, “Dios ama”, aunqueciertamente es verdad, no es suficiente para describir lo quefue revelado cuando el Hijo del Padre murió por nosotros enla cruz, entregando su espíritu a su Padre. No expresatotalmente lo que sucedió cuando, en el Jesús resucitado, elEspíritu de Dios fue derramado sobre “toda la carne” (cf. Joel2,28).San Juan Evangelista, un testigo ocular de la crucifixión,

nos dice que Dios no sólo nos ama, Él “es amor” (1 Juan 4,8).Por medio de Jesús y su amor por el mundo que vino aredimir – un amor que llegó “hasta el fin” (Juan 13,1) – vimosmucho más que el amor de un hombre por la humanidad. Lahumilde caridad reveló el amor eterno del Padre por el Hijoy el amor eterno del Hijo por el Padre, en la unidad delEspíritu Santo. San Juan hace una observación similarcuando en el prólogo de su Evangelio declara: “Y nosotroshemos visto su gloria, la gloria que recibe del Padre comoHijo único” (Juan 1,14). ¿Qué es esta “gloria” si no el esplendordel amor del Hijo por el Padre, el amor que es Jesús mismoeternamente?

Una triple promesa

El título de este pequeño libro contiene tres palabras quegeneralmente asociamos con los seguidores de Jesús:pobreza, castidad y obediencia. Pero antes de que estos“consejos evangélicos” sean algo que practican los discípulosde Jesús, son algo que es el mismo Jesús. Son lo que nosotros,

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como los primeros discípulos, vemos cuando contemplamosal que murió y fue resucitado.Cuando los discípulos observaron a Jesús, su Maestro,

lavando sus pies, o lo escucharon llorar sobre Jerusalén, o lo vieron tomar todas las decisiones desde lo profundo de la oración a su Padre, vieron lo que muchos otroscomprenderían después de ellos: Jesús es el Pobre, el Casto,el Obediente. No nos equivocaríamos si resumimos estaspalabras diciendo: Es el que ama.Sí, es el que nos ama, la creación de su Padre. Pero lo es

porque ante todo, es el que ama al Padre. De hecho, la pobreza,la castidad y la obediencia bosquejan el patrón triple de la“gloria” – el amor filial – del Hijo unigénito. Como explicóJuan Pablo II en Vita Consecrata:Su forma de vida casta, pobre y obediente, aparece como el

modo más radical de vivir el Evangelio en esta tierra, unmodo —se puede decir— divino, porque es abrazado por Él,Hombre-Dios, como expresión de su relación de HijoUnigénito con el Padre y con el Espíritu Santo.11

“Pero cuando se cumplió el tiempo establecido, Dios envióa su Hijo” (Gálatas 4,4) como nuestro Redentor. El Hijo aceptógustoso este “envío” – “missio”, en latín – como unaoportunidad para demostrar, con el tiempo, su amor eternopor el Padre. Por lo tanto se une a su misión humana con unairrevocable promesa de amor filial: “¡Aquí estoy, yo vengopara hacer tu voluntad!” (Hebreos 10,9). Esta promesaconvierte su “entrada al mundo” (cf. Hebreos 10,5) en unaexpresión de firme compromiso para nuestra santificación

9

10

“por la oblación del cuerpo de Jesucristo, hecha de una vezpara siempre” (Hebreos 10,10).Fiel a su misión salvadora, Jesús “se humilló hasta aceptar

por obediencia la muerte y la muerte en la cruz” (Filipenses2,8). Permitió que toda su vida y todo procediera de la manodel Padre. La misma entrega ilumina su amor virginal – sincodicia, fiel y exclusivo – por su única Esposa, la Iglesia, porla que “se entregó” en la cruz (Efesios 5,25). No es menosevidente en su pobreza la voluntad radical del Hijo de Diosde volverse “pobre por nosotros”, incluso muriendo “a fin deenriquecernos con su pobreza” (2 Corintios 8,9). En todo esto,vemos una única promesa de amor de Jesús, las tresdimensiones de la entrega filial que expresa el amor del Hijo,no solo por nosotros, sino “por el Padre en la unidad delEspíritu Santo”.12

11

Ustedes son un sacerdocio real (1 Pedro 2,9)

Reyes con el Rey

La pobreza, la castidad y la obediencia son como tres rayosque emanan de la gloria única del amor del Dios hombre porsu Padre y por nosotros. Manifiestan la capacidad única deser amado que lo hace, sólo a Él, digno de toda nuestradevoción. Forman parte del esplendor mediante el que suamor “apremia” a todos los creyentes (2 Corintios 5,14) aseguirlo y vivir como Él vivió.Ahora bien, Cristo no sólo nos deslumbra con la belleza de

su pobreza, castidad y obediencia. En la Transfiguración,cuando Pedro, Santiago y Juan estaban enmudecidos por la repentina visión de la gloria de Jesús, no los dejóaterrorizados. “Tocándolos, les dijo: ‘Levántense, no tenganmiedo’” (Mateo 17,7), invitando a los discípulos – y a nosotros– a vivir en su compañía en la pobreza, la castidad y laobediencia.Al compartir la triple promesa de Jesús de su don de amor,

aprendemos cómo ser hijos e hijas en el Hijo. Esto significa:“Porque todo les pertenece... el mundo, la vida, la muerte, elpresente o el futuro. Todo es de ustedes, pero ustedes son deCristo y Cristo es de Dios”. (1 Corintios 3,21-23).

San Ignacio de Loyola, otro joven soldado rico que loabandonó todo para seguir a Jesús, ofreció una vívidailustración del llamado de Jesús para participar en la pobreza, la castidad y la obediencia reales. En los EjerciciosEspirituales, San Ignacio comparó al Señor con un Rey queinvita a sus súbditos a compartir su misión y la forma de vidaque ésta requiere. “Quien quisiere venir conmigo”, dijo el rey,“ha de estar contento de comer como yo, de beber y vestircomo yo, etc. Asimismo ha de trabajar conmigo en el día yvigilar en la noche… para que así después comparta conmigola victoria, como ha compartido los trabajos”13

San Ignacio destacó la “libertad y humanidad”14 de suinvitación. El rey no se sostiene con su dignidad única; deseadar a otros una oportunidad de compartirla en plenaigualdad con él. Asimismo, Jesús no se aferra celosamente asu igualdad con Dios. Es el rey que “toma la condición deservidor” (Filipenses 2, 6-7) para que podamos compartir enla dignidad de su Hijo ante el Padre. No desea aparecer soloante su Padre, pone de manifiesto ser el “primogénito entremuchos hermanos” (Romanos 8,29).Así como el rey de San Ignacio llama a sus súbditos a unirse

a él en su noble empresa, Cristo llama a sus seguidores a vivirel mismo objetivo que llegó para cumplir: “Conquistar todo elmundo” por la “gloria de mi Padre”15 a través de su vida,muerte y resurrección. En otras palabras, vino a amar al Padreentregándole su creación redimida, y así, amar al mundoconduciéndolo a su perfección en Dios. De este modo invita alos cristianos – de hecho a todos los hombres – a unirsemediante la misma promesa misionera de la entrega al Padre

12

“para la vida del mundo” (Juan 6,51). Se entrega por el bien dela creación de su Padre como su forma real de participar ensu identidad eterna como el Hijo unigénito de Dios.Vivir con Jesús como un hijo o una hija en el Hijo es

compartir su amor filial por el Padre, y así, unirse a Él en sudedicación total para la salvación de “todo el mundo en sutotalidad”.16 Es seguir amando a Dios sobre todas las cosas ya nuestro prójimo como a nosotros mismos.

El Espíritu de los consejos

Al igual que San Ignacio, Madeleine Delbrêl, una jovenfrancesa atea del Siglo XX que de repente se encontró“deslumbrada por Dios”,17 tuvo una clara visión de estainvitación – o mandamiento – contenida en las Escrituras yen la vida del Señor. Observó, “Dios no dijo ‘creerás’, sino‘amarás’”..18 Fue el mandamiento que el joven del Evangeliono pudo reconocer, y que, de diferentes formas, fue adoptadocomo forma de vida por el Padre Carlos, San Benedicto, SanIgnacio y Delbrêl.Delbrêl explicó que el mandamiento “Amarás al Señor

nuestro Dios” (Deuteronomio 4,6) significa: Tu vida gritará“amor por un Dios preferido a todo lo que las manos puedentocar y la mente puede conocer”.19 Más aún, significa que enÉl, gracias a Él, y con su amor, amarás a todos los hombres ymujeres como a tu prójimo. Delbrêl escribió a las mujeresjóvenes que venían a compartir su vida de consagración aDios en medio de sus vecinos ateos y comunistas radicales:“Amamos al mundo gracias a Dios”.20

13

Nosotros, es decir, todos los cristianos, cumplimos el doblemandamiento de Jesús de amar de la misma forma en que Éllo hizo: con una vida de pobreza, castidad y obediencia, si noal pie de la letra, al menos en espíritu. Estos “consejos” danforma y significado al amor cristiano. Gracias a ellos, el amorno es un vago sentimiento sino un acto de adoración, unaentrega sacerdotal a Dios: “Ofrézcanse a sí mismos como unavíctima viva, santa y grata a Dios” (Romanos 12,1). Pobreza,castidad y obediencia son el alma de lo que el ConcilioVaticano Segundo llamó el “sacerdocio común de los fieles”.21

“En la Iglesia…, todos están llamados a la santidad”.22

Asimismo, todos están llamados a permitir que los consejosden forma a su vida. De acuerdo con San Pablo, inclusoaquellos que “tienen mujer (o esposo)” deben “vivir como sino tuvieran” (1 Corintios 7,29). Es decir, deben vivir el espíritude la virginidad – amor sin codicia, libre, fiel y exclusivo – enla mayor intimidad de su abrazo conyugal. En el mismoespíritu, todo creyente debe prepararse para preferir elservicio de Dios a la esclavitud de la avaricia material (cf.Mateo 6,24) y adoptar el espíritu de la pobreza evangélica.Finalmente, todo cristiano está llamado a cargar sobre sí el“yugo” (Mateo 11,29) de la obediencia fiel de Cristo, encomunión con el Señor cuando ora al Padre en el EspírituSanto: “Abba, Padre... pero que no se haga mi voluntad, sinola tuya” (Marcos 14,36).Cada uno de nosotros es un miembro del “sacerdocio real”

(1 Pedro 2,9); cada uno de nosotros está llamado a ofrecerseal Señor en el espíritu de los consejos. Finalmente, dicho“espíritu” no es otra cosa que el Espíritu Santo, quien es el

14

amor entre el Padre y el Hijo. Es el Espíritu quien, como nosdice Jesús, “recibirá de lo mío y se lo anunciará a ustedes”(Juan 16,15), el Espíritu de la pobreza, la castidad y laobediencia que nos santifica para que podamos ofrecer“adoración aceptable” al Padre (Hebreos 12,28).Entonces, por fortuna, no necesitamos invocar a este

“espíritu de los consejos” nosotros mismos. En el origen dela Iglesia, el espíritu de Dios ya cubrió a alguien quepersonifica perfectamente lo que estamos llamados a ser:una “virgen pura” (2 Corintios 11,2) que permite a la Palabraportar en ella el fruto, aferrándose a la Esposa de la Iglesiacon un amor pobre, casto y obediente. Todos los quebuscamos permitir que el Espíritu nos forme en el amor,recibimos una parte de la confesión arquetípica de laTrinidad de la Santísima Virgen María:

María es aquella que, desde su concepción inmaculada, refleja

más perfectamente la belleza divina. “Toda hermosa” es el título

con el que la Iglesia la invoca… María es ejemplo sublime de perfecta

consagración, por su pertenencia plena y entrega total a Dios… La

vida consagrada la contempla como modelo sublime de

consagración al Padre, de unión con el Hijo y de docilidad al

Espíritu, sabiendo bien que identificarse con “el tipo de vida en

pobreza y virginidad” de Cristo significa asumir también el tipo

de vida de María.23

15

“María, tomando una libra de perfume de nardo puro, de mucho precio, ungió

con él los pies de Jesús y los secó con sus cabellos. La casa se impregnó con la

fragancia del perfume”. (Juan 12,3)

Detalle de la iglesia de la cripta del santuario de San Pío de Pietralcina,

San Giovanni Rotondo, Italia. Imagen cortesía del Centro Aletti.

17

“Permanezcan en mí” (Juan 15,4)

El único estado de vida cristiana

La existencia cristiana comienza con fe en el bautismo, queocasiona un paso radical de la muerte a la vida en compañíadel Señor muerto y resucitado. De hecho, podríamos decirque la esencia del Cristianismo mismo es la “vida” que el joven rico pidió – la “incorruptible e incontaminada”herencia de la vida (1 Pedro 1,4). El Cristianismo de Cristo, “laresurrección y la vida” (Juan 11,25), aparte de la cual sólo sepuede “hallarse en tinieblas... y en las oscuras regiones de lamuerte” (Mateo 4,16).Debemos nuestro pasaje de la vida a la muerte a la

iniciativa del Padre, quien “nos transfirió del poder de lastinieblas y nos hizo entrar en el Reino de su Hijo muyquerido” (Colosenses 1,12-13). El verbo griego que usa Pablopara “transferir” (metestêsen) también comunica la idea decambio de “estado” o “estatus”. Volverse cristiano, nos dicePablo, significa recibir un nuevo “estado de vida” en Cristo,un nuevo “estatus” como hijos adoptivos de Dios. Es el únicoestatus que realmente “cuenta” desde su punto de vista:“Dios envió a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo, queclama a Dios llamándolo: ¡Abba!, es decir, ¡Padre! Así, ya noeres más esclavo, sino hijo, y por lo tanto, heredero por lagracia de Dios” (Gálatas 4,6-7).

Con el fin de hacernos sus hijos, el Padre nos da a suunigénito como nuestro “lugar” para estar en su presencia.“Padre”, Jesús ora antes de su Pasión, “Padre, quiero que losque tú me diste estén conmigo donde yo esté, para quecontemplen la gloria que me has dado, porque ya me amabasantes de la creación del mundo” (Juan 17,24). Ser cristiano es“reunirse” (Juan 11,52) en el lugar en que está el Hijo, el lugaral que Juan se refiere cuando declara solemnemente que “alprincipio existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios,y la Palabra era Dios” (Juan 1,1).El mismo Jesús inicia a sus discípulos en la inefable

intimidad de este interior usando la parábola bien conocidadel vino y los sarmientos dice. “Permanezcan en mí, como yopermanezco en ustedes”, dice. “Así como el sarmiento nopuede dar fruto si no permanece en la vid, tampoco ustedes,si no permanecen en mí. Yo soy la vid, ustedes lossarmientos. El que permanece en mí, y yo en él, da muchofruto, porque separados de mí, nada pueden hacer” (Juan15,4-5). Estas palabras son el eco de los primeros versículosdel Evangelio de San Juan: “En Él” – y deberíamos agregar,solo en Él – está la verdadera “vida” (Juan 1,4), porque “todaslas cosas fueron hechas por medio de la Palabra y sin ella nose hizo nada de todo lo que existe” (cf. Juan 1,3).Entonces, finalmente solo nos queda una opción:

permanecer en Jesús (Juan 15,4) o no estar realmente vivos.Es el único “estado” en el que podemos esperar “tener vida ytenerla en abundancia” (Juan 10,10). A pesar de todo, el únicoestado cristiano de vida se realiza plenamente en dos formasdistintas: el matrimonio, por un lado, y la virginidad

18

consagrada por el otro. Cada uno de estos estados datotalmente forma de manera permanente a la vida de lapersona alrededor de un modo específico de compartir laentrega filial de Cristo. Incluso aquellos que, sin serresponsables, no encuentran la forma de alcanzar uncompromiso concreto – como sucede durante tiempos deguerra, hambre u otros graves problemas sociales –permanecen a pesar de todo orientados hacia uno de estosdos estados.La mayoría de los cristianos permanecen en el Señor

entregándose completamente en el sacramento delmatrimonio, mientras que otros reciben un llamado especialpara renunciar al bien de la vida conyugal por el bien de laparticipación directa en el matrimonio entre Cristo y suIglesia. Aunque cada uno de nosotros enfrenta una elecciónirrevocable entre estos dos estados de vida, la elección en sícorona el mismo compromiso total de permanecer en Cristoa través del bautismo en su muerte y resurrección. Laverdadera santidad reside en la buena disposición depermitir “que el mismo Creador y Señor... disponga (el alma)por la vía que mejor podrá servirle”,24 ya sea en el matrimonioo en la virginidad consagrada.

“Vivir el Evangelio al pie de la letra”:El estado de los consejos

Al igual que todo cristiano está llamado a permanecer enCristo, todo cristiano está llamado a imitar su pobreza,castidad y obediencia. Incluso el matrimonio requiere un

19

compromiso concreto con el espíritu de los consejosmediante una vida de auto oblación eucarística, con y enJesús. Pero, ¿cómo puede el espíritu de la pobreza, castidad yobediencia permanecer vivo para todos en la Iglesia a menosque unos cuantos estén llamados a obedecer los consejos alpie de la letra? ¿Podría la Iglesia pedir fidelidad total a Cristo sininguno de sus miembros estuviera dispuesto a seguirlo,como San Benedicto y San Ignacio, el Padre Carlos de Jesús yMadeleine Delbrêl, en la pobreza, castidad y obediencia demanera literal?La persona consagrada se vuelve literalmente un eunuco

por el bien del reino (cf. Mateo 19,12), literalmente va y vendetodo lo que tiene para seguir a Cristo, se somete literalmentea la autoridad de un superior que lo “envía” de la mismaforma que el Padre envía a su Hijo. En todo periodo, ciertaspersonas llegan a comprender lo que San Ignacio expresó ensus Ejercicios Espirituales, ya que la imagen soldadesca sedesvanece de repente y sólo hay una oración dirigida alSeñor: “Me lo diste todo…” y así, yo también, tengo que dartetodo: mis posesiones, la fecundidad de mi cuerpo, mis donesespirituales, mi capacidad para disponer de los detalles de mi vida.¿Por qué? “En cada punto de inflexión de la historia”,

escribió Delbrêl, “parece claro que el Señor deseó dar a ciertaspersonas la vocación de vivir la carta del Evangelio al pie dela letra, para que su carne y su sangre se convirtieran comoen una nueva edición del Evangelio destinado de maneraprovidencial para los hombres de su época”.25

20

De acuerdo con Juan Pablo II, dicha literalidad brinda a la vida consagrada una “superioridad objetiva” sobre elmatrimonio, incluso aunque éste último siga siendo elllamado básico de amor dirigido a la persona humana, sin elcual la vida consagrada sigue siendo incomprensible.26 Otraforma de exponer esta enseñanza es decir que el matrimoniopuede encarnar el espíritu de los consejos y ser lo querealmente es a los ojos de Dios, sólo si algunos están llamadosa renunciar al matrimonio con el fin de personificar tambiénsu letra. La virginidad consagrada muestra la “superioridad”de esta forma de vida precisamente sirviendo humildementea la santidad del matrimonio. Juan Pablo II escribió:

La vida consagrada, enraizada profundamente en los ejemplos y

enseñanzas de Cristo el Señor, es un don de Dios Padre a su

Iglesia por medio del Espíritu. Con la profesión de los consejos

evangélicos los rasgos característicos de Jesús —virgen, pobre y

obediente— tienen una típica y permanente “visibilidad” en

medio del mundo, y la mirada de los fieles es atraída hacia el

misterio del Reino de Dios que ya actúa en la historia, pero espera

su plena realización en el cielo.27

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“El rey se prendará de tuhermosura” (Salmo 45,12)

“Si quieres ser perfecto…”

“Nadie puede atribuirse nada que no haya recibido del cielo”(Juan 3,27). Estas palabras de Jesús en el Evangelio de Juan sonparticularmente pertinentes para la vida consagrada, que noes algo que podamos adoptar por nuestra propia iniciativa,mucho menos aún entrar en ella por la fuerza, sino que solopodemos recibir mediante un llamado especial del mismoSeñor. Es una de las lecciones de la historia del endemoniadode Gerasa. “En el momento de embarcarse, el hombre quehabía estado endemoniado le pidió que lo dejara quedarsecon Él. Jesús no se lo permitió, sino que le dijo: ‘Vete a tu casacon tu familia, y anúnciales todo lo que el Señor hizo contigoal compadecerse de ti’ ” (Marcos 5,18-19).Pero, ¿a qué llama precisamente Jesús a la persona

consagrada? En el Evangelio de Mateo, Jesús dice al hombrerico, “Si quieres ser perfecto…” (Mateo 19,21), entonces, unarespuesta tradicional sería “el estado de perfección”. Estarespuesta es buena, siempre y cuando la comprendamoscorrectamente. Porque sería totalmente falso imaginar lavida consagrada como una forma de fisiculturismoespiritual, que nos elevaría sobre las filas lamentables de los

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cristianos de segunda clase o “imperfectos”. La personaconsagrada no entendería nada de su llamado si pensara enél como una oportunidad dorada para atesorar un acervoespiritual. ¿Cómo podría alguien ser un seguidor del Señorcuando el Hijo “no consideró esta igualdad con Dios comoalgo que debía guardar celosamente: al contrario, se anonadóa sí mismo, tomando la condición de servidor” (Filipenses2,6-7)?La persona consagrada no vive sólo para sí misma, pero

tampoco vive sólo para su prójimo. No está llamadaúnicamente a dar a sus compañeros cristianos un ejemplode vida santa o a recordarles que deben buscar los “valoreseternos” porque este mundo está de paso. Tampoco estállamado realmente para una función puramente humana, yasea en la sociedad o en la Iglesia. La Madre Teresa de Calcuta,cuyas hermanas ciertamente realizan muchas funcionessociales en su cuidado hacia los desamparados y agonizantes,insistió sobre este punto: “No somos trabajadoras sociales.Podremos hacer trabajo social a los ojos de algunas gentes,pero nosotras debemos ser contemplativas en el corazón delmundo, porque tocamos el cuerpo de Cristo”.28 Sabía que lalibertad a la que está llamada la persona consagrada (cf.Gálatas 5,13) va mucho más allá de todo objetivo limitado.Entonces, ¿cuál es el objetivo final de la vida consagrada?

Ya pudimos darnos una idea en la vida del Padre Carlos, queexhibió la gran “confesión” que Juan Pablo II describió comocaracterística esencial de este estado de vida. Nuevamente elfinado Papa nos señaló la respuesta al escribir:

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La referencia de los consejos evangélicos a la Trinidad santa y

santificante revela su sentido más profundo. En efecto, son

expresión del amor del Hijo al Padre en la unidad del Espíritu

Santo. Al practicarlos, la persona consagrada vive con particular

intensidad el carácter trinitario y cristológico que caracteriza

toda la vida cristiana.29

Como deja claro este pasaje, el objetivo principal de la vidaconsagrada es tanto contemplar como revelar la amorosaentrega del Hijo al Padre en la unidad del Espíritu Santo. Al tomar estos bien llamados “votos f inales”, la personaconsagrada cumple esta revelación entregándose de una vezy por todas. Entonces el resto de su vida se convierte en unintento por alcanzar esta entrega definitiva mediante laobediencia diaria de la regla de su comunidad. La existenciade la persona consagrada ya no es suya, sino de Dios, “paravivir el resto de su vida mortal, no según los deseos humanos,sino según la voluntad de Dios” (1 Pedro 4,2).La persona consagrada está llamada a revelar el amor de

Jesús, tanto amando a Jesús como amando lo mismo queJesús amó. Como hemos visto, lo que Jesús amó más que todofue a su Padre y la obra de salvación que su Padre puso en susmanos para que la cumpliera (cf. Juan 4,34). La personaconsagrada está llamada a compartir el propósito único de lavoluntad de su Padre. Al vivir bajo la autoridad de una regla,imita al Señor mismo, que dejó el “manejo” del tiempoenteramente en manos de su Padre con el fin de enfocar suatención completa a su tarea designada. Esta es otra formade decirlo, con el fin de amar mejor tanto al Padre como a sushermanos.

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Jesús llama a sus seguidores consagrados a compartir sutotal libertad para su misión de redimir al mundo: “Como elPadre me envió a mí, yo también los envío a ustedes” (Juan20,21). Respondiendo al llamado del Señor – que es siempreun llamado para cargar la cruz – se vuelven tangibles, unaprueba de carne y sangre de que Jesús no es sólo un hombre,sino el Hijo de Dios que vino a la tierra ya totalmenteconsagrado para su misión de redención: “Pero cuando secumplió el tiempo establecido, Dios envió a su Hijo, nacidode una mujer y sujeto a la Ley, para redimir a los que estabansujetos a la Ley y hacernos sus hijos adoptivos” (Gálatas 4,4).Existe sólo un redentor, pero su Padre llama con gracia a

algunos de sus miembros para dedicar su vida a ser susmanos y sus pies, los mismos que fueron clavados a la cruzpor la salvación del mundo. La vida consagrada es la marcadel amor de Cristo en forma de cruz estigmatizada en lacarne de la Iglesia. Este patrón cruciforme es el “orgullo”solitario de la persona consagrada (cf. 1 Corintios 1,29) y laúnica perfección que le preocupa tener.

“Ser amor”: Expresar la naturaleza más íntima de la Iglesia

La Iglesia es el Cuerpo de Cristo, pero es también su Esposa.Su identidad nupcial resplandece con particular claridad enla vida consagrada, como explica Juan Pablo II en VitaConsecrata. “La vida consagrada”, escribió, “es una expresiónparticularmente profunda de la Iglesia Esposa, la cual,conducida por el Espíritu a reproducir en sí los rasgos delEsposo, se presenta ante Él ‘resplandeciente, sin que tenga

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mancha ni arruga ni cosa parecida, sino santa e inmaculada(Efesios 5,27)’”.30 El pontífice señala lo mismo en otro pasaje,donde insiste en que “la Iglesia no puede renunciarabsolutamente a la vida consagrada, porque expresa de maneraelocuente su íntima esencia ‘esponsal’ ”.31

Si la Iglesia es la Esposa de Cristo, su matrimonio con elEsposo se celebra en el Calvario, donde “Cristo amó a laIglesia y se entregó por ella” (Efesios 5,25). Por eso, la vidaconsagrada, que expresa la naturaleza interna de la Iglesiacomo Esposa, sólo tiene sentido en el Gólgota. “Junto a la cruzde Jesús” (Juan 19,25), María representa a la Esposa virginal,incluso al tiempo que personifica la conformidad de laEsposa con la pobreza, castidad y obediencia de Cristo. Perono representa sola su tarea, sino con fecunda unión con elamigo de Jesús, “el discípulo... a quien él amaba” (Juan 19,25).El Señor agonizante le dice a María, “‘Mujer, aquí tienes a tuhijo’. Luego dijo al discípulo: ‘Aquí tienes a tu madre’. Y desdeaquella hora, el discípulo la recibió en su casa.” (Juan,26-27).En la medida en que representa la naturaleza interna

de la Esposa, la vida consagrada no es sólo una “especialidad”en la Iglesia. El hombre y la mujer consagrados no son“expertos” en algún tema altamente técnico, o “pro-fesionales” en algún campo esotérico. En todo caso, él o ellason “aficionados” de toda la vida en el sentido original deltérmino, que significa “quien tiene amor”. Se debe a que elobjetivo de la vida consagrada no es una tarea o funciónparticular, sino “una sola que es necesaria” (Lucas 10,42): laexpresión incondicional del amor que anima a toda la Iglesiay la hace “la Plenitud de aquel que llena completamente

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todas las cosas” (Efesios 1,23). Pocos han comprendido estaverdad tan bien como Santa Teresita del Niño Jesús:

La caridad me dio la clave de mi vocación. Comprendí que si la Iglesiatenía un cuerpo, compuesto de diferentes miembros, no podíafaltarle el más necesario, el más noble de todos ellos. Comprendíque la Iglesia tenía un corazón, y que ese corazón estaba ardiendo deamor. Comprendí que sólo el amor podía hacer actuar a los miembrosde la Iglesia; que si el amor llegaba a apagarse, los apóstoles ya noanunciarían el Evangelio y los mártires se negarían a derramar su sangre... Comprendí que el amor encerraba en sí todas lasvocaciones, que el amor lo era todo, que el amor abarcaba todos lostiempos y lugares... En una palabra, ¡que el amor es eterno...!Entonces, al borde de mi alegría delirante, exclamé: ¡Jesús, amormío..., al fin he encontrado mi vocación…! En el corazón de laIglesia, mi Madre, yo seré el amor... Así lo seré todo... 32

Cada forma de la vida consagrada, ya sea contemplativa oactiva, antigua o moderna, existe para “ser amor” en elcorazón de la Iglesia. En otras palabras, existe parapersonificar el amor que María de Betania mostró cuando,“tomando una libra de perfume de nardo puro, de muchoprecio, ungió con él los pies de Jesús y los secó con suscabellos. La casa se impregnó con la fragancia del perfume”(Juan 12,3). De manera no calculada, con generosa entrega enrespuesta a Cristo, quien “me amó y se entregó por mí”(Gálatas 2,20): ¿Existe otro acto humano más hermoso?¿Existe otro reconocimiento más cierto de que “el Señor esÚnico” (Deuteronomio 6,4) y que la suprema belleza de laTrinidad es el origen y el fin de todo nuestro amor?En el Siglo IV, San Agustín de Hipona escribió acerca de la

belleza trina – del amor – revelada en Jesucristo. Muchos

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otros, como el Padre Carlos, San Ignacio y la Madre Teresa,contemplarían esta belleza después de él: “Hermoso siendoDios, Verbo en Dios [...] Es hermoso en el cielo y es hermosoen la tierra; hermoso en el seno, hermoso en los brazos desus padres, hermoso en los milagros, hermoso en los azotes;hermoso invitado a la vida, hermoso no preocupándose dela muerte, hermoso dando la vida, hermoso tomándola;hermoso en la cruz, hermoso en el sepulcro y hermoso en el cielo”.33 Ya sea viviendo como religiosos apostólicos,ermitaños, contemplativos enclaustrados, misioneros olaicos consagrados, todas estas personas sabían que ante unamor tan hermoso, tan inconmensurable, tan divino, teníanque ir, vender todo e ir; tenían que dedicar toda su vida aconfesar la gloria del Dios trino.El célebre Dostoyevsky una vez dijo que la belleza salvaría

al mundo.34 Sus palabras son un estímulo para las personasconsagradas, porque la belleza de su forma de vida pobre, castay obediente es un recordatorio indispensable de una verdadde la que dependen todas las demás: la primacía de Dios, cuyoamor – por nosotros y en sí (cf. 1 Juan 4,8) – es la razón mismapor la que existimos. Así lo escribió Juan Pablo II:

En nuestro mundo, en el que parece haberse perdido el rastro deDios, es urgente un audaz testimonio profético por parte de laspersonas consagradas. Un testimonio ante todo de la afirmación dela primacía de Dios y de los bienes futuros, como se desprende delseguimiento y de la imitación de Cristo casto, pobre y obediente,totalmente entregado a la gloria del Padre y al amor de loshermanos y hermanas.35

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Fuentes

1 El Credo Niceno.

2 Para una breve biografía de Charles de Foucauld verhttp://www.vatican.va/news_services/liturgy/saints/ns_lit_doc_20051113_de-foucauld_sp.html

3 Vida de Carlos de Foucauld, Colección Retratos de bolsillo, EditorialSan Pablo, 2012.

4 “Carlos de Foucauld”, http://www.vatican.va/news_services/

liturgy/saints/ns_lit_doc_20051113_de-foucauld_en.html.5 Ibid.

6 Ibid.

7 Ibid.

8 Ibid.

9 Juan Pablo II, Exhortación Apostólica Postsinodal Vita Consecrata(La vida consagrada), 16.

10 San Benedicto de Nursia, Regla, Capítulo 4.

11 Juan Pablo II, Vita Consecrata, 18.

12 Ibid.

13 San Ignacio de Loyola, Ejercicios Espirituales, 93.

14 Ibid., 94.

15 Ibid., 95.

16 Ibid.

17 Citado en Jacques Loew, Vivir el Evangelio con Madelein Delbrêl, Ed. SalTerrae, Cantabria, 1994. “Nosotros, la gente de la calle”.

18 Madeleine Delbrêl, “Amor misionero”.

19 Madeleine Delbrêl, Ciudad Marxista, tierra de misión.

20 Id. Communautés selon l’Évangile (Comunidades según el Evangelio)

29

21 Concilio Vaticano Segundo, Constitución Dogmática de la IglesiaCatólica Lumen Gentium, 10.

22 Ibid., 39.

23 Juan Pablo II, Vita Consecrata, 28.

24 San Ignacio de Loyola, Ejercicios Espirituales, 15.

25 Madeleine Delbrêl, Nosotros, la gente de la calle. 121

26 Juan Pablo II, Vita Consecrata, 18.

27 Ibid., 1.

28 Madre Teresa de Calcuta, Desayuno de oración nacional,Washington, D.C., EE.UU., 3 de febrero de 1994.

29 Juan Pablo II, Vita Consecrata, 21.

30 Ibid., 19.

31 Ibid., 105.

32 Santa Teresita del Niño Jesús. Manuscritos autobiográficos (Historiade un alma).

33 San Agustín de Hipona, Exposiciones sobre el Libro de los Salmos 44, 3,citado en Juan Pablo II, Vita Consecrata, 24.

34 Cf. Fyodor Dostoyevsky, El idiota, Parte III, capítulo 5.

35 Juan Pablo II, Vita Consecrata, 85

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Acerca de los Autores

Adrian Walker tiene un doctorado en filosofía por laUniversidad Gregoriana en Roma. Ha enseñado filosofía yteología en el Instituto Juan Pablo II en Washington, D.C. yactualmente es editor de Communio: International Catholic Riview.Es autor de muchos artículos y ha traducido gran cantidadde obras, entre otras, las de Joseph Ratzinger/Benedicto XVI.

Michelle K. Borras, Doctora en Filosofía, es Directora delServicio de Información Católica. Obtuvo la Licenciatura enLiteratura Inglesa de la Universidad de Harvard, unDoctorado en Teología por el Pontificio Instituto Juan Pablo II para Estudios sobre el Matrimonio y la Familia enRoma y un Doctorado en Teología por la sede del Institutoen Washington, D.C. con una disertación sobre laInterpretación del origen del Misterio Pascual. La Dra.Borras enseñó en el Instituto Juan Pablo II en Washingtoncomo profesora adjunta durante el año académico 2010-2011 y ha dictado seminarios de literatura católica, lainterpretación patrística de las Escrituras y la teología deHans Urs Von Balthasar en el internado de las HermanasMisioneras de St. Charles Borromeo en Roma. Además detraducir extensamente, la Dra. Borras ha publicadoartículos acerca de literatura y teología católica.

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Acerca del Servicio de Información Católica

Desde su fundación, los Caballeros de Colón han participadoen la evangelización. En 1948, los Caballeros pusieron enmarcha el Servicio de Información Católica (SIC) con el fin deproporcionar publicaciones católicas de bajo costo para elpúblico en general así como para parroquias, escuelas, casasde retiro, instalaciones militares, centros penitenciarios,legislaturas, la comunidad médica y cualquier persona quelas solicite. Durante más de 60 años el SIC ha impreso ydistribuido millones de folletos y miles de personas se haninscrito en nuestros cursos de catequesis.

El “Servicio de Información Católica” es una marca registrada de Caballeros

de Colón.

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S 2

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Serie de la Nueva Evangelización

1 ¿Qué es la Nueva Evangelización?

PARTE I “PORQUE TANTO AMÓ DIOS AL MUNDO”2 “Creo en ti”: La cuestión de Dios en el mundo moderno3 Los Misterios de la vida de Jesús4 Un Dios que es tres veces amor5 “¡Hemos venido a adorarlo!”: Una introducción a la oración

en la Escuela de Benedicto XVI

PARTE II “LLAMADOS A AMAR...”6 Llamados a amar: La teología del amor humano de Juan Pablo II 7 A imagen del amor: El matrimonio, la familia y la nueva

evangelización8 Siguiendo al amor, pobre, casto y obediente: La vida consagrada

PARTE III ... EN LA IGLESIA, LA ESPOSA DEL CORDERO

9 “Que se haga en mí”: María, el origen de la Iglesia10 Con el corazón del Esposo: El Sacerdocio Ministerial11 La transfiguración del mundo: Los Sacramentos12 Luz y silencio: Un diario eucarístico

PARTE IV “AMANDO EN OBRA Y EN VERDAD”13 ¿Para qué sirve la libertad?14 Justicia: Sobre la dignidad del trabajo15 Justicia: El Evangelio de la Vida

PARTE V “NOS AMÓ HASTA EL FIN”16 La dignidad de la persona que sufre17 “Estuve muerto, pero ahora vivo...”: Muerte y Vida Eterna

APÉNDICES: HERRAMIENTAS PARA LA NUEVA EVANGELIZACIÓN

A La belleza de la santidad: El Arte Sacro y la Nueva EvangelizaciónB La tecnología y la Nueva Evangelización: Criterios para reflexionar

#8 Series de la Nueva Evangelización

“La vida consagrada... reconoce con admiración la sublime belleza de Dios... y da con alegría testimoniode su amorosa preocupación por cada ser humano.”

S ERV I C IO DE INFORMAC IÓN CATÓL I CA

La vida consagrada no es una “especialidad” de la Iglesia, nitampoco existe para cumplir algunas funciones limitadas. Laconfiguración a Cristo de la persona consagrada por medio deuna adopción literal de la pobreza, la castidad y la obedienciailumina la vocación de todos los cristianos. Es un recordatoriode carne y hueso de la primacía de Dios sobre todas las cosas,una expresión del amor que anima a la Iglesia entera y la convierte en “la plenitud de Aquel que llena completamentetodas las cosas” (Efesios 1, 22).

Servicio de Información Católica ®Consejo Supremo de Caballeros de Colón

PO Box 1971 203 752 4267

New Haven, CT 06521 800 735 4605 (fax)

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— Papa Juan Pablo II