si mi padre no hubiese - … · señor: casi a los 2.000 años de tu muerte, 45 de mi vida se han...

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Si mi padre no hubiese

muerto, se lo habría dedicado a él; como sigue vivo en mi, va por todos los padres de Ceuta.

PREGON DE LA SEMANA SANTA

DE CEUTA – 1994

Por Carlos Lamorena López

Señor: casi a los 2.000 años de tu muerte, 45 de mi vida se han ofrecido en este 1994 como inmoladores del recuerdo de tu pasión en mi querida ciudad de Ceuta.

Reconocidos tus sabios designios, parados a la puerta de mi alma, muchas gracias.

- Pueblo padre. - Histórica y digna Presidencia. - Hermanos ceutíes en el amor a Nuestra Sra. de África. - Autoridades. - Iglesia de Dios, representada en la tierra por su Santidad Juan Pablo II

y servida en Ceuta por ejemplares y santos sacerdotes que nos conducen hacia el reino.

- Paisanos allende las nubes y el sol, que contempláis ya el rostro vivo de Jesucristo.

- Amigos pregoneros de Ceuta, quiero que me hagáis un préstamo de cariño y voz, para que la travesía de mi hablar mensajice con el mismo amor que vosotros habéis tratado siempre nuestra Semana Santa. En vuestras manos tendidas pongo mi esfuerzo.

- Sr. D. Jacinto León Ruíz, concejal de cultura del limo. Ayuntamiento de Ceuta, que la Virgen de África le pague por lo que ha dicho de mí.

A Ella, desde todas las advocaciones: Esperanza o Caridad

Penas o Soledad

El ruego que aquí le hacemos, saludándola con alegría de Rocío al

cantarle:

Ilumíname, como el faro con su luz

que en la obscuridad nunca engaña. ¡Ay! Virgen de África, ¡Ay! Patrona de mis entrañas.

Y a todos ustedes: todo.

La pureza blanca, de una hoja en blanco.

A todos ustedes, una hoja entera virgen y vacía, que la he llenado de respeto y de abrazos. Antes de que sea tarde, antes de que quizás mi voz no alumbre.

¡Paisanos míos!, ¡Ceuta, familia mía! ¡Gracias por acogerme!

Cuando el Consejo de Hermandades y Cofradías, me comunicó oficialmente que había sido designado Pregonero de la Semana Santa, penetró en mí una gran sensación de incapacidad, pero el gran cariño que siento por Ceuta, por sus cosas y por su gente, me hizo darle rienda suelta a mi corazón para que, quien hablase fuese él y no yo, porque creo que el corazón le habla directamente a otro corazón, y a veces la ciencia de la palabra tan solo llega a los oídos.

Quien os habla es un imperfecto cofrade, que no cumple ni por asomo con los esquemas generalizados de lo que debe ser un pregonero, pero bien lo sabes tú, mi Virgen de África, las veces que te pedí, me dieras el don necesario de la inspiración, para poder decir con palabras lo que siente mi corazón. Si tú lo sabías, Señora, que me tenías predestinado para que un día fuese yo quien abriese la Semana Santa de Ceuta, haciendo mi primera estación de penitencia como pregonero, me hubiese sentido más realizado como cofrade ir vestido de nazareno llevando la Cruz de Guía.

Gracias hermanos cofrades, por vuestras muestras de cariño y apoyo a

esa ilusión que sembré en mi alma hace un año y regaron algunos de los aquí

presentes, unos que supieron ser estímulos de mi iniciativa, otros con su

consejo, el amigo aquel que me decía: "No sientas temor si no sabes medir un

verso, porque tu cariño a Ceuta y a nuestras cofradías no tiene medida".

Sé que en estos momentos, muchos de vosotros, tenéis las manos temblorosas y frías, prueba evidente de que estáis junto a mí, porque tenéis los mismos síntomas que yo. Pero si somos honestos con nuestra fe y para que mi palabra tenga sentido, es necesario la sinceridad y el verdadero abrazo entre hermanos, porque por encima de diferencias humanas, todos coincidimos plenamente en nuestro más que probado amor a nuestros Sagrados Titulares, pero como la eficacia no siempre guarda relación con el esfuerzo, de vosotros depende queridos paisanos, que cuando concluyan mis palabras, se vean realizadas y compensadas todas las ilusiones que puse desde que escribí mis primeras líneas: "No seré el Caballa que hace el mejor pregón, pero sí el que diciendo el pregón me hace ser mejor Caballa".

Voy a afrontar esta responsabilidad de pregonar hoy, porque quiero lanzar a los cuatro vientos la necesidad de una artesanía, humilde artesanía, para hablar de nuestra Semana Santa. No se puede hacer un molde que sirva para todos los pregones en el que sólo se sustituyan las advocaciones de las imágenes, más aún cuando los ceutíes contamos con dos Semanas Santas, la diaria y la que aquí nos emplaza hoy. Mi identificación con Ceuta es total, aunque ya son 28 los años que hace que salí de aquí; a mi madre, a mi hermano y a Ceuta se lo debo todo. A esta Ceuta nuestra que se mete por los sentidos, que anida en nuestras almas y engendra las más valientes y generosas obras de caridad, obras de obligación ciudadana. Se lucha por el bienestar de nuestros mayores y se consigue nuestro Asilo de Ancianos, se pone freno a las desventuras familiares y surgen el Hogar Infantil y la Asociación Pro-Niños Subnormales, se toma conciencia de los problemas actuales y nace la Cruz Blanca y estas instituciones hechas por ceutíes, que ser ceutí además de ser español es una cosa muy seria, desfilan a lo largo de toda una vida con su problemática, constituyendo nuestra primordial Semana Santa. La otra, la de nuestras procesiones es el motivo de unión, la llama viva que

nos realiza como diarios penitentes. Nuestras cofradías son grupos con un

líder común, ¡Cristo!, Cristo en forma de Jesús de Medinaceli y María en forma

de África. El amor de Ceuta a estas dos veneradas imágenes es único; Jesús de

Medinaceli con su Príncipe Alfonso y sus problemas. María Santísima de

África, nuestra paisana, ¡vaya un privilegio!, con su constante protección a

Ceuta. He pedido al Cristo de Medinaceli y a la Virgen de África que me

ayuden a proclamar nuestras devociones, a decir no cómo es la Semana Santa,

sino cómo es la Semana Santa ceutí. Ver a la Virgen de África todo el año, por

primera vez Palma el domingo, el martes Esperanza, la Caridad llora la

Amargura del miércoles, el jueves entre Penas y Lágrimas, Concepción y

Desamparo en la madrugada, Amor, Mayor Dolor, Piedad y Soledad en

viernes, María de África siempre y de Ella todo Ceuta enamorado. ¡Qué

pecado tan grande, si enamorarse fuera pecado!

Tratando de hacer un pregón diferente, a tono con mi mentalidad, he pretendido relatar una vivencia que tuve con mi único hijo. Él había estado en varias ocasiones aquí, conmigo, pero no conocía nuestra Semana Santa, cuando le dije que iba a conocerla se ilusionó, pero yo mucho más: ya me sentía recorrer con él las calles, esperar en una esquina, visitar los templos, contemplar sus gestos y observar la espontaneidad de su mirada; en definitiva ser pregonero aunque fuese de una sola persona, a la que iba a tratar de hacer ceutí por amor ya que no pudo ser de nacimiento.

Y así en la tarde del Domingo de Ramos nos trasladamos a esta Iglesia Catedral para ver la cofradía que inicia los desfiles procesionales de nuestra Semana Santa. Bajo un cielo luminoso donde parece que el Templo de San Francisco, San Juan de Dios, la Iglesia de África, Santa Teresa, la Parroquia de San Ildefonso, de los Remedios, del Valle o de San José, quisieran alargar sus torres para estar más cerca del cielo, porque en ellas se da cobijo al cariño, al fervor, al respeto; en una palabra, a la transformación de un pueblo entero por el misterio de Dios.

Entre repiques de campanas ya se escuchan los primeros toques de las trompetas y el redoblar de los tambores; y de cualquier extremo de nuestra Ciudad empiezan a aparecer los primeros nazarenos; contagiado por la ternura infantil vuelve a mi mente la añoranza de otros tiempos como Infante de Nuestra Señora de África.

-"¡Cuánto representa el Domingo de Ramos para Ceuta!"- le dije. Si viendo al Señor Triunfante en la calle vemos la humildad hecha historia, el pasado y el presente, el presente y el futuro, porque les da la oportunidad a nuestros hijos de ver por primera vez a Dios y lo ven montado en una borriquita, tan repleto de vida, que no pueden imaginarse que detrás venga la muerte. Pero gracias al Domingo de Ramos el inocente nazareno se anida para ser mañana el cofrade responsable, y ese pequeño que hace hoy su primera estación de penitencia y que no puede ni tan siquiera con la palma que lleva en su mano, se irá forjando año tras año para ser mañana el auténtico costalero, por eso:

Domingo de Ramos, eres camino y sendero que va llevando a la fe, a este pueblo entero. Cantando las golondrinas, bajo un sol bello y radiante, de la Santa Iglesia Catedral, ya sale el Señor Triunfante. Entrando en Jerusalén, Ceuta le recibe y le acompañan con palmas, corazones infantiles. Ese corazón latiendo, de ver tan cerca al Mesías porque ya le había rezado, pero no le conocía, con los ojos bien abiertos, a su cara está mirando, se pregunta por ser niño, si está despierto o soñando. Que tradición tan hermosa, vestirse de nazareno porque ya lo vio en su padre, que lo heredó de su abuelo. Entrada en Jerusalén, Dulce Nombre de Jesús te digo borriquita con cariño, todos nombres conocidos. Tu serás Jesús Triunfante, y eso nadie lo critica en el pueblo de Ceuta, para todos "La Pollinica".

El paso de palio de Madre de Dios de la Palma es para mí y creo que para toda la Hermandad su asignatura pendiente; este año coincidiendo con su Cincuentenario parecía que iba a ser, pero...

Te están haciendo, Virgen mía de la Palma, un paso que el solo es un poema. Te lo hacen tus cofrades, para quitarte a ti las penas para aliviar los dolores de tu cara, Madre buena. Para salir con tu Hijo en tarde de primavera. Tendrá jarras cinceladas, para sembrar flores frescas y elegantes candelabros, para alumbrarte con sus velas y unos brazos de cola, que parecen bellas cuentas y unos tallos por varales, que apuntan a las estrellas, donde chocan los cordones, cuando ellos se cimbrean. Solo le faltará un detalle para llenarlo de belleza: que te subas Tú a él, con tu amargura serena y lo invadas con tu luz, mi Señora y mi Dueña. Ya tu paso estará completo y hasta tus hijos ya sueñan: que te saquen a la calle zapatillas costaleras. Madre de Dios de la Palma, Bendita tú, Nazarena; Bendita entre las mujeres, en el Cielo y en la tierra. Madre de Dios de la Palma, mi Virgen de cara morena, hermosa entre las Vírgenes, bienvenida en procesión tu seas.

La Junta de Gobierno de esta Hermandad, está formada por jóvenes ceutíes con unos corazones tan grandes, que la Barriada de Manzanera es testigo de su quehacer cristiano, en esa lucha diaria por mantener el culto y contagiar a todos los vecinos sus sentimientos cofrades. Jóvenes caballas que tienen su peso específico propio, juventud a veces no entendida que se hace recia en medio de una vida que nos parece fácil y no lo es, que en ocasiones se nos va de las manos por no tomar sus problemas a tiempo, el stress de nuestros días nos aleja de nuestros jóvenes sin que nos demos cuenta. Hagamos sus inquietudes nuestras. Comulgo con la juventud de mi pueblo, la que será nuestro relevo, padres de futuras generaciones, tutores del Dulce Nombre de Jesús y Madre de Dios de la Palma, bendita Virgen, valiente juventud, como las palmas ante Cristo en este Domingo de Ramos, yo me rindo a vuestro esfuerzo.

La tarde del Martes Santo, quizás de tanto esperarla o de sentirla

anticipadamente, me parecía que nunca iba a llegar y me sentía orgulloso de poderle enseñar a mi hijo la Hermandad donde se fraguaron mis más íntimos y entrañables anhelos cofradieros. En esa tarde donde parecía que el cielo abría sus puertas, el Estrecho contenía sus aguas para tener una pleamar constante y la brisa dejaba un sabor a sal para sentirse más marinera, nos

trasladamos a ese rincón florido, misterio de luz y encanto, donde se encuentra la Iglesia de África, ese templo que guarda entre su suelo, sus paredes, su bóveda y su altar, tanto esfuerzo, tantos sacrificios, tantas ilusiones de unos ceutíes que han encontrado el verdadero secreto de la existencia humana, que no está sólo en vivir, sino en saber para qué se vive y sirviendo de ejemplo de muchos cofrades, día a día, van pregonando cuál es la auténtica interpretación de la palabra Hermandad. Qué difícil me resulta hablar de mi primera Hermandad, la del Nazareno; es precisamente aquí donde sobran todas las palabras, porque todo se demuestra con hechos. Y a pesar de que ellos son de los que creen que son más interesantes las cosas cuando están ocultas, todo lo que ellos van haciendo en silencio, va calando fuertemente en el corazón de los ceutíes; y como Ceuta es un pueblo agradecido, lo demuestra la tarde del Martes Santo, que por todas las calles y plazas de nuestra ciudad, le va ofreciendo el cariño en reconocimiento a esa gran labor que están haciendo.

Pero no muere nada que no suscite un recuerdo o promueva una sensación y nosotros sentiremos a Pepe Serón a nuestro lado durante toda la Estación de Penitencia de la Virgen de la Esperanza. Recuerdo que una vez le preguntaron que hasta cuando seguiría a lado de la Virgen y el respondió: -"Toda la vida"-. Tú, Pepe Serón, tenías los requisitos en regla para poder entrar en el Cielo; no habrá ningún cofrade, ni nadie en este mundo, que pueda cumplir mas fielmente una palabra, porque tú estarás gozando el descanso eterno junto a la Madre Bendita, como tú querías, para siempre al lado de la Virgen.

Perdidos entre la multitud que se agolpaba en la Plaza de África, con un

sentido devocional auténtico, pudimos contemplar uno de los momentos más

impresionantes que puede darse en nuestra Semana Santa, el Encuentro. En

ese momento se llenó de encanto la majestad de la tarde y todo Ceuta se hizo

cauce de un río de devociones viendo frente a frente a Nuestro Padre Jesús

Nazareno y a la Sacratísima Virgen de la Esperanza.

¡Qué tienes tú, Virgen de la Esperanza

que cuando te miro, sobrepaso los límites de lo humano

para adentrarme siempre en la frontera de lo divino! Sé que ante ti, sobran las alabanzas por innecesarias

porque no existe adjetivo que pueda describir tu radiante hermosura. Cuántas veces a solas en la Iglesia

te he hablado y te he visto mover los labios respondiéndome. ¡Esperanza de la juventud, Esperanza del mañana, Esperanza del enfermo, Esperanza del campesino, Esperanza del mar! Qué podíamos ser sin Esperanza: vagabundos sin destino;

ciegos, por no ver un rayo de luz de salvación. Sin alas, porque no podríamos remontar el tremendo abismo de nuestra existencia. Siempre se ha dicho a través del tiempo

que eso es lo último que el hombre puede perder en la vida. ¡Qué podíamos conseguir! ¡Qué podíamos soñar! ¡Qué podíamos alcanzar! Si dejara de iluminar nuestro espíritu, el sentido de la Esperanza. Por eso el Martes Santo es un puerto de bonanza; misterio de un Encuentro, caminar de una Esperanza. A la Plaza de África toda Ceuta viene a verte y se une a la Legión cantando el “Novio de la Muerte". Porque ya el clavel no tiene

más sangre “pa" su color; porque al verte a ti se muere

la savia en la misma flor. No dejo de mirarte en tu paso a ti, Jesús, esperando me des fuerza

para ayudarte a llevar la cruz.

Con qué palabras, mi Virgen, te puedo yo a ti cantar; dímelo tu, Madre mía

y por ti las iré a buscar. Por los campos florecidos, por las esquinas de cal, por todas las primaveras

pasadas o por pasar. Cómo tendrá la cara

la Virgen que está en el Cielo... Estará iluminada

por estrellas y luceros. Pero yo me la imagino, porque mi vista no alcanza, que tenga la misma cara

que la Virgen de la Esperanza.

En la tarde del Miércoles Santo, dos Hermandades hacen su estación de

penitencia, saliendo de esta Santa Iglesia Catedral.

Mientras yo contemplaba las imágenes del Cristo de la Flagelación y María Santísima de la Caridad, mi hijo se metió entre el ambiente de los hermanos costaleros, cuando volvió donde yo estaba me dijo: -"¿Cuánto cobran por llevar un paso?"-

Sintiendo escalofríos en mis adentros por la pregunta y levantándole una de las caídas del paso le contesté: -"Mira, en este espacio tan reducido se meten 45 hombres, con las espaldas inclinadas, soportando peso, sin poder dar un paso mientras que no lo dé su compañero que va delante ¿tu crees que eso hay dinero que pueda pagarlo?"- Para meterse en una trabajadera, hay que tener una gran devoción por la imagen que se lleva arriba o ir sufriendo en silencio, para cumplir fielmente una promesa, aquí en Ceuta todos son hermanos costaleros y esos 45 corazones están unidos en todo, en sus latidos, en sus pulsaciones, en su aliento y hasta en su propia sangre que se transmite alrededor del paso, para que cuando se levante el Cristo o la Virgen tengan un caminar humano y con el simple pisar de las alpargatas, van cimbreando los

varales, que son los nervios de los costaleros que van subiendo de las trabajaderas, hasta la perilla del último varal. ¡Qué gran labor la del hermano costalero!, que por el bien de la Semana Santa no le importa meterse en la obscuridad, cargado de peso, lleno de sudor y de polvo, como un auténtico esclavo... pero no, en ese momento, el costalero es más libre que nadie, con la simple luz que le entra por los respiraderos, porque es precisamente por ahí, por donde le entra el cariño de los ceutíes, que saben reconocer, que gracias al hermano costalero, la Semana Santa de Ceuta empezó hace unos años a caminar de nuevo.

Cuando el sol ya se sentía morir, alargó unos minutos su presencia, para enviarle con el último de sus rayos, una caricia y un beso de luz a la belleza de la Virgen, el sol que es símbolo de lo pagano, buscaba intensamente la cara de María Santísima de la Caridad para sentirse auténticamente cristiano.

La tarde se ha hecho pena en una saeta han cantado y va llorando la cera al verte Señor Flagelado. Un ángel le anunció su muerte sobre el madero y con amor va rezando por salvar al mundo entero. Al verte, mi corazón en manos se ha convertido para quitarte las cuerdas que a ti te llevan cogido. Por encontrarse en el suelo un clavel está llorando: ¡que me lleven con la "Cari"!, está con pena implorando.

Si a la Tierra bajó el sol para en tu cara mirarse y al cielo otra vez subió por temor a deslumbrarse. Pero con decir tu nombre, Virgen de la Caridad, el aire se ha hecho aroma y toda la noche claridad. Y busco mil cosas bellas "pa" poder piropearte, pero no encuentro ninguna con que pueda compararte. Quisiera ser en el templo tu peana en el altar, para sentirte más cerca Virgen mía de la Caridad.

Cuando la Cruz de Guía se enmarcaba en la puerta de esta Santa Iglesia Catedral, se escuchaba el palpitar de los que esperábamos en la calle, las varas repiqueteaban en las losas del suelo y los antifaces caían sobre los rostros de los nazarenos. Escuchándose la voz del capataz al igual que Cristo le dijera un día a Lázaro: "Levántate y anda", el misterio de Nuestro Padre Jesús Caído, dejó de ser trono en tierra para hacerse cumbre de fe y entre la tensión de los músculos de los costaleros que hacían gotear la cera de los hachones, inició su estación de penitencia.

¿No será que Nuestro Padre Jesús Caído quiere servir de modelo de tantos hermanos suyos, que son hermanos nuestros porque estamos conviviendo juntos y les damos la espalda estando física y moralmente destrozados? Sin brazos porque no tienen posibilidad de trabajo, sin piernas porque les cerramos los caminos, con la cara rota de ir pidiendo casa por casa. ¿Y no será que El sigue agarrado al madero y con su corazón sangrante, para que nos acordemos de todos esos hermanos que son Cristos vivos, porque van soportando una cruz y al igual que El caminan también caídos por las calles?

Al salir la Amargura, el marco de la puerta se llena de Virgen, la de las

dulces lágrimas, en su cara medio cielo y aquí en Ceuta, donde hiciera la naturaleza lo mismo mar que tierra, para que una Madre y Reina entre la pena y la gloria, fuera fervor de un pueblo, que al verla, de su dolor el rostro, grabara en la memoria.

Virgen a la que yo canto, no siendo escritor ni poeta, ni siendo de sus hijos el mejor, sólo con esa ilusión de mirar con ternura, de oler con locura esa flor de divino olor, Reina y Madre de la Amargura:

De la Santa Iglesia Catedral, ya viene Jesús Caído. Un pueblo lleno de amor pone silencio al camino. Yo me siento arrepentido al verte a ti tan cargado, porque en tus hombros divinos va la cruz de mis pecados. Toda esquina que tocaste se hizo recta en tu camino. Toda ventana jardín al verte Jesús Caído. Tu Madre sufre el dolor de tu triste desventura y cuando la veo llorando su Amargura es mi amargura.

Hay que consolar su pena, hay que seguirla detrás, hay que alegrarle su paso, hay que verla caminar.

Y se hace música el aire y la palabra oración y las esquinas silencio y la saeta canción. Todo es aroma de flores, todo es pura primavera, todo es un palio de luna bordado por las estrellas. De Villa Jovita eres belleza, de la Calle Real hermosura, de las madres eres pureza mi Virgen de la Amargura.

En la tarde del Jueves Santo, Ceuta parece que tiene otro sonido, otro aroma, otro cielo, porque esa noche las estrellas quieren estar presentes para iluminar con el brillo de su luz, la estación de penitencia de una Hermandad, que por sus titulares, su estilo, sus innovaciones o su forma de ser entendida

durante todo el año, la hacen ser tremendamente popular dentro de la Semana Santa ceutí.

Cuando llegamos a la Iglesia de San Francisco volvieron a mi memoria

los once años que pasé con los Agustinos: Padre Panchón, Morales, Francisco,

Ramón, Cubillo, Montes, Avelino, mi querido Padre Desiderio y un largo

etcétera que sembraron en mi alma muchas y buenas cosas.

Le conté que en esa Iglesia hice mi primera comunión, iba con mi madre a misa y la visito cada vez que vengo a Ceuta. Metidos en el sentir popular, entre una lluvia de flores y saetas, eran sus propios ojos los que le iban descubriendo nuestros contrastes, porque los ceutíes manifestamos nuestros sentimientos de una forma muy particular, una pena podemos expresarla con el sentir de un cante y en cambio una alegría puede hacernos llorar. Por eso, causa verdadera tristeza que aún existan personas que no quieran llegar a vivir y a comprender en toda su honda y auténtica realidad esos momentos de religiosidad exaltada, que si Ceuta vibra y aplaude entre clamores de alabanzas es porque desea vivamente el que jamás se apague ese puro incendio de amor y fe que siente fluir por su sangre, poniendo en pie sus propias creencias y sentires.

Cuando se levantó el paso del Cristo de la Humildad y Paciencia, los claveles y los candelabros se sobresaltaron como si les hubiese sorprendido un escalofrío de emoción.

Sale en Jueves Santo, en un paso de oro fino adornado con claveles y una cenefa de liños. Alumbrándole la cara, dos hileras de cirios; en tarde de primavera y bajo un cielo rojizo. Tiene mi pueblo un espejo, de pequeños cristalitos, formado por viejas calles, que yo corría de chiquillo. Calles blancas encuestadas y vestidas de domingo

donde se refleja el Cristo de la Humildad; al que han tratado peor, que al peor de los nacidos, al que no han querido cambiar, ni siquiera por un bandido; al que han azotado, maltratado, calumniado y malherido. Vamos a levantar al Cristo de la Humildad, vamos a mantenerlo erguido, vamos a hacer un día festivo, vamos a recorrer las calles, vamos a sentirnos queridos, que hay muchos Cristos así, muchos que se sienten vacíos; que llega el fracaso un día y nos hunde, sin sentido; que vienen las malas rachas y se van nuestros amigos, o llega la enfermedad y nos llena de escalofríos, o se nos va la ilusión en un instante, en un suspiro.

Es el momento cofrade, es cuando hay que levantar a Cristo. No hace falta mucho trabajo, yo diría que es sencillo: es adelantar tu mano, es llenarla de cariño de ese que casi nos sobra y que falta en muchos sitios, verás cómo se levanta mi Cristo, sin esfuerzo, como un niño; y ala calle Velarde nos hemos ido, para contemplar al Cristo de la Humildad, no hay mejor camino. Con sus cartelas y Evangelistas en paso de oro fino, que salió de San Francisco para encontrar su destino en tarde de Jueves Santo, al sonido del martillo. Aquella noche, me manché de cera a conciencia. Nunca había estado tan

cerca de la Virgen de las Penas en una estación penitencial. ¡Que bien se está a tu lado, Señora!

Cuanto cariño llevas entre tus doce varales mi Virgen de las Penas cuando recorres las calles. Porque el aire se hace brisa para no mover tu manto y van brotando claveles por donde tu vas pisando. Cuántas veces tus cofrades con ilusión han soñado que tu palio azul de cielo los ángeles lo han bordado.

Capataz que bien lo sabes, te vas llevando una estrella que del corazón te sale. Vamos al cielo con Ella. Y ten cuidado costalero si te hierve la sangre en las venas, porque llevas sobre tus hombros a la Virgen de las Penas.

Hadú se asoma al crisol de la Semana Santa con una extraordinaria

Cofradía, y Ceuta busca los caminos más cortos, para acercarse a ese barrio de singular atractivo y luz cegadora, donde por su entorno y características se vive intensamente la Pasión de Cristo. En el templo de San José se da cobijo a la Hermandad del Santísimo Cristo de la Encrucijada y María Santísima de las Lágrimas.

En esa tarde donde el sol siendo amigo de todos, parecía que tenía una

particular amistad con esta Cofradía, debajo del balcón de una casa de la calle Teniente Coronel Gautier y observando la maceta que asomaba por el pretil de la azotea, como algo renovado y palpitante, cada primavera pudimos contemplar el misterio del Encuentro.

El Cristo de la Encrucijada, auténticamente ceutí porque la madera donde fue modelado era de aquí, una madera que sabía tanto de nuestra historia, una madera que sabía de nuestra vida y de nuestra muerte, de un árbol que durante muchos años le dio sombra a muchas almas caballas. El Cristo de la Encrucijada no podía ser de otro lugar, se hizo Dios en la madera de un ciprés del cementerio de Ceuta, por eso sus hermanos quieren llevarlo directamente sobre sus hombros para sentirlo más cerca. Viendo como avanzaba hacia el Cristo María Santísima de las Lágrimas, los cordones del palio al compás con las bambalinas iban jugando con el aire y los candelabros de cola repiqueteaban en los varales. Cuánta paz reunida, parecía percibirse aquí en la tierra un anticipo de la hermosura y grandeza de la gloria, en esos momentos ni mis ojos, ni mis oídos, ni mi corazón; apenas eran suficientes para percibir tanta belleza, retener tantas alabanzas y contener tantas y tan puras sensaciones emocionales.

Todo tembló de emoción,

todo de emoción temblaba,

se detenía la brisa, todo Hadú le esperaba.

El decir de una oración

en una saeta cantada

te va abriendo camino,

Cristo de la Encrucijada.

Se me parte el corazón

de mirar tu sufrimiento,

como hablar de tu Pasión

si es pasión lo que siento.

Y el clavel de la maceta

y las flores del balcón

y la cal de las paredes

van sintiendo tu dolor.

Mi Virgen de las Lágrimas para consolar tus males rosario de filigranas repican en tus varales. Qué alegría hay en tu palio, palomas en cada varal que se levantan en vuelo cuando llama el capataz. Cuando vuelves a la iglesia, con las velas ya apagadas, tienes la cara de rosa con palidez desmayada. Virgen mía de las Lágrimas del Cielo viniste tú; eres jardín de Ceuta, eres la flor de Hadú.

La señal de que Ceuta movido por resortes de peculiar fe, va no a la busca del Medinaceli, sino con el Medinaceli; es un adelanto de nuestro jornal de amor a Dios. Al encontrarnos frente a frente con la Cofradía de Nuestro Padre Jesús Cautivo y Rescatado le dije, fíjate el cariño y el fervor que tiene mi pueblo por esta imagen, porque año tras año saca al Medinaceli plenamente convencido de que camina vivo entre nosotros, tanto es así que más que rezarle le hablamos.

Cómo va a decir Dios en el Cielo que Ceuta no se acuerda de El, ¡claro que no!, que se lo pregunten a Jesús de Medinaceli que es nuestro amigo. -"Vengo de ver a tu amigo"- me decía una señora que después de una grave enfermedad sube todos los viernes que puede a verle. -"Estoy disgustada con el Medinaceli"- exclamaba aquella otra madre que confió a Dios los estudios de sus hijos cuando las cosas no iban muy bien... Ya hicieron las paces y es que Ceuta, como San Pedro, hasta se enfada con Dios; pero Ceuta, como San Pablo, es capaz de morir con Cristo.

No puedo olvidar la escena que contemplé la pasada Semana Santa cuando en la Plaza de los Reyes vi como un anciano apoyándose en las personas que tenía a su alrededor, con mucho sacrificio, se puso de rodillas y mirando fijamente la cara del Cristo de Medinaceli le quiso decir tantas cosas, que no le dijo ninguna, pero se puso tan emocionado que empezó a temblarle la barbilla y dos lágrimas le cayeron por sus mejillas arrugadas. ¡Quién puede poner en duda su fe! ¡quién puede decir que ese no es el verdadero sentir cristiano!, si ver la cara del Medinaceli nos habla con más elocuencia y eficacia que mil sermones y nos arranca de las entretelas calientes del corazón la oración que hemos llevado guardada durante todo el año.

¡Cautivo!, qué palabra más bonita y horrible a la vez, puesto que cautividad significa la pérdida de uno de los patrimonios del hombre: la "libertad", pero por otro lado pueden existir cautiverios voluntarios, puedo estar cautivo de amor, de belleza... puedo estar cautivo de Ti, ¡Cautivo!, como lo están todas esas personas que te acompañan tras tu paso. Fíjate Señor en ellos, han estado cautivos de algo por lo que han sufrido y ahora, en cambio, vienen voluntariamente a agradecerte tu favor, ahora son cautivos tuyos.

¡Qué diferencia de cautiverio!

¡Cuántas súplicas tras el paso esa noche!

Déjame, Señor, Cristo de Medinaceli, que esta noche y contigo, yo tenga mi cautiverio. Déjame, Señor, que esta noche y contigo, yo recorra este sendero. Déjame, Señor, que esta noche y contigo, yo me una a mi pueblo, que tengo que agradecerte el favor que tu me has hecho, que quiero contarle a todos que vi perdido a mi hijo, que se había roto mi casa, que todo era un infierno; que llamé a muchas puertas, que no quería perderlo, que nadie me respondía, que me guardaban silencio, que ya no había mas camino, ni siquiera uno abierto. Y me vine a mi Ceuta, ya rotos mis sentimientos. Señor quiero contarle a todos, que no perdí a mi hijo.

Yo no sé cómo fue, puede que sea un misterio. Solo sé que vine a verte, con mi corazón abierto y a ti yo me encomendé, y a tus poderes supremos. Y ahora lo tengo conmigo, es al ser que yo más quiero. Gracias Señor Cautivo, gracias Señor de los Cielos, que mi hijo esta a mi lado, es lo único que entiendo

y por eso esta noche yo quiero mi cautiverio. Gracias Señor, Cristo de Medinaceli, que esta mañana me dijo que había soñado contigo y quiere ser tu costalero.

Yo no sé como cantar a la Madrugada del Viernes Santo, es raro que me

encuentre torpe a la hora de agradecer a esta Hermandad de jóvenes su esfuerzo denodado y es raro porque me siento como ellos, penitente y nazareno, al oír en esta Santa Iglesia Catedral el Silencio, todos hemos estados embebidos en el silencio y qué satisfacción produce al alma el oírlo. En ese momento musitamos el Credo mi hijo y yo. ¡Qué Credo! Creo en Dios, creo en Ceuta, creo en mis paisanos, en la fe de sus obras, en las lágrimas de su llanto, en sus ansias de trabajo, en la alegría de sus fiestas. ¡Vivo por mi pueblo! Mi pueblo que no está muerto, que padece, que trabaja, que será la Ceuta que sueño, que estará a la derecha del Padre y que caminará con Cristo por el Calvario de sus Calles.

Saliendo la Cruz de Guía se hizo un silencio total y escuchándose los

sones de la doble esquila, los jóvenes costaleros se unieron a una, como si hubiesen querido formar entre todos las manos de un sacerdote para elevar a Cristo, a ese Cristo ya muerto. Que profesión de fe ante Dios descendido del madero que ya este año estará con su madre, María Santísima de la Concepción, imagen bendecida el pasado 18 de diciembre. Es la Virgen más joven, solo unos meses tiene, pero la edad no cuenta para ser la más guapa. Que dicha tan grande: ser Virgen, ser guapa, ser joven y lo mejor de todo ser de Ceuta.

Mira, le dije, lo que es mi pueblo, con la naturalidad que pasa un ceutí

del bullicio al silencio, de la más jubilosa expresión de la alegría a la incomparable manifestación de fe y respeto que representa la singular penitencia de estos costaleros, ellos no llevan música que los corteje, prefieren llevar a Cristo en su traslado al Sepulcro en silencio, con el simple sonido del pisar de las alpargatas. ¡Tú hermano costalero del traslado, mereces que tu nombre se escriba con mayúsculas porque a tu alrededor no sonarán las voces del triunfo! tú prefieres ir sufriendo en las trabajaderas escuchando el himno que arranca el misterio del dolor.

Ya empieza la Madrugada, ya se huele a incienso,

se van corriendo las voces, está saliendo el Silencio.

El sonar de las alpargatas

que el pueblo ha callado,

es la música que llevas,

Señor en tu traslado.

Viendo tu andar tan solemne

por las calles de Ceuta,

el misterio se comprende

pero nadie lo comenta.

La saeta no suena, se convierte en oración; no sale de la garganta, que brota del corazón. Y cumpliendo su promesa, en silencio el cargador, con su cuerpo dolorido se va bebiendo el sudor. La luna quiso tocar la carne de Cristo muerto y derramando su plata de silencio lo ha cubierto.

La Iglesia de África, sede de varias cofradías, anegada en incienso,

taladrada por las espirales del humo de las velas, en la tarde del Viernes

Santo, presenta el momento en que el pecho de Dios es traspasado por la lanza

cruel del sayón impío. Despierta este paso sentimientos dispares, unos ven en

el ciego puñal del soldado el arma cruel que maltrata a Dios y a otros se les

antoja como la solución feliz a tanto padecimiento y a tan prolongada agonía.

Qué noche de fe, borrachera de amor ante el altar de la lanzada en la calle, pecho de Dios brutalmente abierto por Longinos, herida que sana a la vista del verdugo, buzón de nuestras inquietudes, porque Ceuta pone junto al corazón de Dios, las cartas de sus peticiones. ¡Si sabrá el pecho del Redentor cosas de nuestro pueblo!

El Cristo de la Expiración y su Madre, hoy en la calle, nos recuerdan que el amor es una constante en la vida del hombre, una programación de sus actitudes para querer y ser querido, por el amor se nace, por el amor velaron ayer nuestros sueños. Ese amor que encarna esta Virgen se está hoy desdibujando, nos embriagamos de una falsa cara del amor, un amor trasnochado que no es resultado de una entrega real y de una predisposición de nuestra mente al cariño, un pseudoamor enmascarado por la pornografía y el erotismo que duele a la vista y daña al alma, que puede deformar la labor educadora de la familia. Sea nuestra plegaria de hoy, la petición a Dios por un amor real, que no nos dejemos engañar, que recordemos a Cristo cuando decía: "Vendrá el lobo disfrazado de oveja, que arrasará vuestro rebaño". Permanezcamos atentos y vigilemos que no se apague la llama del amor auténtico y Cristo en su cruz que nos dice, yo soy amor, el amor de mi Madre. Y la Virgen del Amor contempla entre flores y velas, como jugueteando con la noche en mecidas expertas, el cariño de sus hermanos.

Por las calles de Ceuta va el Cristo de la Expiración, ¡cómo pudo ser un hombre quién logró tal perfección! Y no comprenden tu muerte si fuistes amor en vida. ¡Quién pudiera ir bebiendo de la sangre de tu herida!

De mirar a tu costado tengo la vista cansada, de no poderte curar

la herida de la lanzada. Tú eres flor entre las flores, tu eres clamor que no calla, tu eres "Amor" infinito de este pueblo caballa.

Cristo de la Expiración, ya solo te queda aliento para darnos salvación en el último momento. Calvario que era de espinas tu lo hiciste florecer... ¿en qué calle? ¿en qué esquina? ¡dime, Señor, donde fue!

Honda tristeza se siente cuando se la ve pasar porque parece que llora y no se la ve llorar. Dame tu nombre mi Virgen y el mundo será mejor al repartirlo entre todos porque tu nombre es "Amor”.

En la tarde del Viernes Santo, donde todo Ceuta se hace reflejo del dolor por la muerte de Cristo, parecía que la ciudad apagaba su voz y el cielo se volvía plomizo para guardar luto, nos trasladamos a la Parroquia del Valle para ver la salida de la Cofradía del Santísimo Cristo de la Paz y María Santísima de la Piedad.

Si ahora miramos atrás y reflexionamos sobre los días pasados, comprendemos que Dios ha sido el inmutable, el que no ha variado, el cumplidor de la obligación impuesta por el Padre, el trabajador nato que dio término total a su obra, que no descansó hasta presentarla rematada y que aún así sigue hoy entre nosotros. Cristo ha sido el eterno tuteado, el desprovisto de ornatos y triunfalismos, ese Cristo sencillo, esculpido en la pobreza y en la humildad, está muerto y con una sepultura: el corazón de los ceutíes como fosa de amor para custodiarlo.

El recuerdo de la muerte enciende lamparillas en muchos hogares por

sus seres queridos ya fallecidos, yo quiero rezar a los difuntos, porque todos difuntos tenemos y el Viernes Santo es un día propicio para recordarlos, añadiría que es el día exacto para esta oración colectiva:

Hermanos difuntos de mi pueblo, ya cumplisteis paisanos como buenos ceutíes, con el quehacer humano por mandato Divino, en la tristeza o alegría a diario recordados padres, hijos o hermanos, hoy en la Gloria estáis en nuestra memoria, en nuestras casas

los retratos reclamo de cariño humano y allá en Santa Catalina, tras lápidas, recordatorios, versos, oraciones de amor sincero por vuestro cristiano ejemplo. Ceutíes por nacimiento, penitentes aquí en la tierra, santos del Paraíso Eterno, allá con Cristo en el Cielo. Viernes Santo en la noche seguro que estrellas salen, no sé si será un milagro, solo Dios es quien lo sabe. Llorando bajo la cruz tres marías en oraciones y una Madre con su luz junto a los Santos Varones. De la cruz de los martirios ya le desclavan las manos, y esa cruz tiene que ser la que salve a los humanos. Aunque muerto, hay en tu cara tan viva expresión de amor que mi corazón te daba para sufrir tu dolor.

Que tienes tu Virgen mía que a tu paso todo es bondad, cuando te rezo una Salve María Santísima de la Piedad. No suenan las bambalinas, ni el palio con sus varales. Tu quieres sentir la brisa que te llega de los mares. Sienten pena los claveles y van llorando los lirios de no poder consolar tu dolor y tu martirio. Quién no le dice un piropo, quién no se pone a rezar, quién no siente escalofríos viendo a la Piedad pasar.

Cuando nos dirigíamos hacia la Iglesia de los Remedios, le fui contando las características que tenía la salida de la Hermandad del Cristo de la Buena Muerte y Nuestra Señora del Mayor Dolor, poniendo en mis palabras el gozo y el orgullo porque sabía que se iba a llevar una grata sorpresa. También le comenté las muchas vicisitudes que habían pasado estos cofrades y el haber salido siempre hacia adelante se le debía al entusiasmo, al esfuerzo, a la edificante devoción de un gran caballa, historiador incansable de nuestra Semana Santa, toda su vida dedicada al peregrinar cofrade, día a día durante todo el año, acompaña a la Virgen del Mayor Dolor para que su dolor sea menos y por su conducta ejemplar es modelo de futuras generaciones cofrades; pero su afanoso laborar, sus sentimientos, sus pensamientos por la mayor gloria de Dios y su servicio a la Semana Santa, son más que aliento suficiente para darle vida y tenerlo entre nosotros, no procesiona en la actualidad con su Hermandad, José Antonio González López, "Pepe Remigio", es el padre de los padres de todos los cofrades actuales.

La pequeña puerta de la Iglesia, es obstáculo para la salida de los pasos. El Cristo de la Buena Muerte va hundido en medio de docenas de claveles rojos y cuando la estrechez de la puerta cede, Cristo sale de su fosa de claveles; es una pequeña ascensión de Dios, Dios resurgiendo desde el fondo de un paso.

Pero después de tantos días en que Ceuta ha rezado, ha llorado, ha sufrido, ha hecho silencio, todo le parece poco como muestra de su fe y en su representación los hermanos costaleros de la Virgen del Mayor Dolor, como pilares del auténtico espíritu cristiano de Ceuta, hacen la salida de su estación de penitencia de rodillas; y escuchando el golpear de las rodillas de los costaleros en el suelo, nuestra respiración se paralizaba y empezaba a latir más fuertemente nuestro corazón, porque en esos momentos el costalero se hacía carne de nuestra propia carne. Pero después del esfuerzo, de un trabajo bien hecho, de una lección de entereza, se pasó del dolor al gozo, de la contemplación a la admiración y todo fue distinto al lado de la Virgen del Mayor Dolor, distintos los ojos que la miran, distinta la voz que la aclama, distinto el corazón que la siente, distinto el espíritu que la adivina, distinta la música que la corteja, distinto el nazareno que la acompaña, distinta la saeta que le cantan, distinta la cera que la ilumina, distinta la flor que la perfuma. ¡Todo es distinto en torno a ti con solo decir tu nombre Virgen del Mayor Dolor, porque los ciegos te ven, los sordos te oyen y las piedras te sienten!

Si dormido tu me llamas, no dejes que me despierte, si va contigo mi alma Cristo de la Buena Muerte. Que nadie toque su cuerpo, que su sangre está caliente. El descansa su martirio y goza su Buena Muerte. Que Dios ha muerto, ¡silencio! aunque sea por un momento, que llora el Mayor Dolor una Madre sin aliento. Tu eres la pena hecha flor por las calles de Ceuta, se va sintiendo el dolor solo con tu presencia.

Quisiera secar tu llanto con pañuelos de mi pena y arrancarte ese puñal que en el corazón tú llevas. Enlazado con mi sangre, con mi vida y con mi voz, quiero mandarte mi alma lleno de intenso fervor. Para rimar con tu llanto pedí unos versos al mar, pero tu dolor fue tanto que no los pude encontrar. Y un ramo de rosas blancas, desde el Cielo Dios mandó, diciendo que en Semana Santa es tuyo el Mayor Dolor.

Ceuta, que tiene un sentido de religiosidad profundo y que sabe que

después de tanta sangre/ tanto llanto y tanta muerte, llega el día de la Resurrección, en la noche del Viernes Santo se inunda de fe por rebosamiento de sus amores, porque se levanta en nuestro ánimo la tristeza, la despedida, la sensación de un final próximo. Y Ceuta espera en la puerta de la Iglesia de África para ver la salida de la última estación de penitencia de nuestra Semana Santa.

Escuchando el sisear de las gentes para tratar de hacer un silencio total, pasaba por delante nuestra el escalofriante paso del Santo Entierro; entonces comprendimos que la muerte no tiene palabra ni sonido, es el mudo colofón del sonoro libro de la vida, la muerte no admite mejor compañía que el redoble del llanto, la apagada oración o el quejido de las maderas de las andas del trono que lo lleva.

Sobre el lucero caminante del paso de palio pudimos contemplar la imagen de Nuestra Señora de la Soledad, qué inútil sería el intento de una descripción detallada y menos perfecta de esa manifestación que sólo los ángeles podrían describir, porque eres conjunción de lágrimas y dolor, requiebro del suspiro, filigranas del primor, lucero inapagable. Ante ella rezamos sin palabras porque sabemos que entiende el lenguaje de nuestro corazón, porque Ella es la Madre. Y al decir Madre no puedo dejar de resaltar la gran labor que están haciendo las mujeres de esta Hermandad, porque son muchas las cosas que atesora la mujer, madre, esposa, hija o novia de cofrade; y cofrade y costalera ella misma, la mujer llega a la Hermandad en seguimiento del amor que es suyo por ser por ella compartido. Hoy más que nunca y puede que mañana más que hoy, con su esfuerzo y sacrificio participa de la vida activa de la Hermandad y ella puede sentir y transmitir el más íntimo de los diálogos con la Virgen, porque ella es confidente de la Madre y mejor que nadie conoce sus penas, ellas son en realidad las auténticas verónicas de la Virgen de la Soledad.

Quién no se entristece al verlo, quién no siente amargura mirando al Cristo Yacente en su santa sepultura.

Déjame llevarlo un poco, hasta el enfermo suplica, si con sentirlo en mis hombros los dolores se me quitan.

Por ti llora un pueblo entero, mi Virgen de la Soledad, promesas y nazarenos te quieren acompañar. Entrando en la Iglesia de África, todo es lamento y pesar. Si “pa" sacarte de nuevo todo un año hay que esperar. Y te lloran los claveles y la plata del varal y la cera de los cirios al no verte caminar. Con lágrimas en los ojos al quitarse su costal por ti llora el costalero abrazado al capataz.

Pero como tú no hay nadie que pueda llorar jamás, porque ves a tu Hijo muerto y no lo puedes consolar. Y al verlo entre PENAS y LAGRIMAS, pides tengan CARIDAD, conservando la ESPERANZA porque el AMOR llegará, y sintiendo la AMARGURA PIEDAD quieres exclamar, soportando el MAYOR DOLOR que es quedarse en SOLEDAD.

Esta Ciudad, ungida del salitre verde de su esperanza en las

posibilidades de realización y encaje de sus tradiciones y su fe, quiere asegurar en el futuro de una juventud que, parcialmente, está volátil en temas de religión, en concepto de Virgen.

¡Una Virgen a la medida de la sociedad que viene!

¡Que la reciban los ceutíes que no han nacido, con conciencia de testigo!

La Virgen de África está hecha de las cosas que aquí pasan: disgustos y alegrías. Desilusiones y proyectos. Esfuerzos y descansos. Risas y llantos...

Y sigue creciendo entre nosotros. Por eso ha sido, es y será la respuesta de Ceuta a las exigencias

marcadas por el destino.

Quienes nos van a suceder, deberán recibir una Virgen viva, con la vitalidad del pueblo por alma; y no una heredad arcaizada y blindada a los aconteceres de la comunidad que la hizo Patrona. Estamos obligados, por razones de historia y fe, a entregar a la Virgen como respuesta y así nos evitaremos la pregunta:

¿QUIEN ES LA VIRGEN DE ÁFRICA? No me preguntes quién es la Virgen de África, porque es mía y parte de mí. No me preguntes quién es la Virgen de África, porque es Ceuta dolida. No me preguntes quién es la Virgen de África, porque es red de nuestra pesca bendita. No me preguntes quién es la Virgen de África, porque trocitos de ELLA son nuestras hijas. No me preguntes, ¡por Dios!, quién es la Virgen de África. ¡Vente conmigo a las calles de Ceuta! Yo la he visto descalza y pidiendo. La he visto enferma en la cama de un hospital. La he visto llorosa a la cabecera de un ataúd. La he visto con hambre rogando un trozo de pan. Yo la he visto marinera... y se llamaba Carmen. Otra vez iba con ropa de trabajo, obrera de una fábrica. La he visto en mi casa y me ha besado al darme la paz con su mirada perdida. La he visto de blanco y era novia. La he visto azul y era pleamar. La he visto dorada y era cosecha. ¿ME VAS A PREGUNTAR QUIEN ES LA VIRGEN DE AFRICA?

La Virgen de África lleva en su sangre la nuestra; por eso está presente

en nosotros y se nos eriza la piel con solo mirarla. ¡Y nos tiembla el cuerpo! ¡Y nos tiembla el alma! ¡Y la voz nos tiembla, cuando la voz le canta!:

PATRONA SUYA CEUTA TE ACLAMA MADRE TE LLAMA NUESTRO CLAMOR

No me preguntes por Ella. Vente conmigo a abrazarla... Porque...

Contemplarla desde el campo, desde el mar, el trabajo o el hogar, es poco. Hemos de invitarla a entrar en todo.

Si tiene que pasar penas por CEUTA, que las pase. Si tiene que disfrutar con CEUTA, que disfrute.

Para nosotros la Virgen de África es una ceutí, que sintoniza con nuestras inquietudes y problemas. Entonces, no hay aspecto social religioso o no, en el que no incida la intervención de la Señora a petición de sus paisanos. En el corazón de todos los ceutíes, ha quedado grabado para siempre, aquel 13 de Diciembre cuando María de África, después de su restauración regresaba a su casa.

¡Un barco se haría costalero sobre el Estrecho! ¡Ahí terminó tu ausencia! ¡Y tu camarín huele a limpio y a novia! ¡Huele a nardo y a Cielo! ¡Huele a sal de los mares! ¡Huele a pena de pez que agoniza! ¡Y huele a luz salpicada de sol que se baña!

En tu casa se bautizaron nuestros hijos, con un poquito de tu agua. Se

casaron nuestros padres, mirándote María de África a la cara. Se fueron nuestros seres queridos al Cielo, benditos por la Madre Santa.

¡Iglesia de todas las Iglesias! ¡Sagrario de Virgen y nave de plata! Allí estará María de África, vecina divina, capitana de lujo en su alcoba de princesa. ¡Viejo Santuario, Santuario viejo! Allí estará nuestra Virgen para siempre. Y volverán a bajarte, Señora, todos los Agostos , mientras te haces rosa

en las estrofas de tu himno:

EN EL ALMA DE TU PUEBLO VIVES CEUTA TE ACLAMA POR PATRONA Y MADRE. Y volverán a subirte, con tu rostro lleno de la blancura verde de tu

plaza.

Y por las puertas de tu Iglesia, entrará nuestro pueblo cantando: Solo habrá un día en el año que brillará más que el sol, cuando Ceuta a su Virgen la vuelva a sacar en procesión.

Santísima Virgen de África: tu descendiste en raudo vuelo a este lugar, a este rincón del mundo, a esta bendita tierra de Ceuta, porque bien sabías que se te iba a adorar, se te iba a reverenciar y se te iba a querer como sólo podían hacerlo en el Reino de los Cielos.

A ti, mi Virgen de África, para la que ya no le queda a este humilde pregonero, ni voz ni elogio posible, por haber exprimido mi rosario de continuas alabanzas, mas el solo hecho de decir tu nombre, soñar tu rostro e implorar tu ayuda es mas que suficiente, para sentir brotar sobre mi corazón, nuevos ritmos y renovadas fuerzas.

Mi Virgen de África, contigo me quiero marchar con el corazón en vilo, abierto de par en par. Refugio de nuestros males, visión de toda ceguera, suspiro de los suspiros, Rosa herida por la pena. Mitad de dulce sonrisa y mitad de triste quietud que se extendió por el aire de San Antonio a Benzú. Con mis manos temblorosas, por ti quisiera arrancar estrellas del mismo cielo para ponerlas en tu altar.

Mi Virgen de África que me fuiste acompañando ya no me quedan mas fuerzas para seguirte cantando. Y arrodillando mi sangre, en cruz te quiero implorar que ayudes a los cofrades, que tu no sabes negar. Y sintiéndome capataz y Ceuta tu costalero, Semana Santa ¡A ésta es! vamos a llevarla al Cielo.

La edición de este Pregón

ha sido gentilmente, patrocinada

por la Delegación del Gobierno en Ceuta,

merecedora por ello de la gratitud

y reconocimiento de todas

las Hermandades y Cofradías.

Los beneficios que puedan obtenerse

en su venta irán destinados

a obras asistenciales del

Consejo del Consejo de Hermandades y Cofradías

de la Ciudad de Ceuta.

CONSEJO DE HERMANDADES Y COFRADÍAS DE LA CIUDAD DE CEUTA

SECCIÓN DE HERMANDADES PENITENCIALES