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ia es una joven de 18 años que acaba de comenzar a ir a la
Universidad de la Magia, una universidad especial para aquellos que
tienen uno de los cuatro elementos: fuego, agua, aire y tierra. Ahí
conoce a Michael, un chico cuyo elemento es diferente del de ella, lo que
hace que su relación romántica parezca imposible porque la mezcla de
elementos puede tener consecuencias horribles. Se siente amenazada por
Adrián, un portador de una enfermedad mágica muy peligrosa. Enfermedad
mágica, que surgió como resultado de la mala mezcla de elementos, que
convierte a la gente en asesinos de corazón frío, que tienen un fuerte deseo
de tomar el elemento de alguien, ya que no tienen los suyos. La mejor
amiga de Ria, Paula, está fascinada por Adrian como la mayoría de las
chicas en la universidad y quiere que la ayude con su investigación sobre la
enfermedad. Todas las creencias de Ria se ponen a prueba cuando
comienza a tener los síntomas de la enfermedad y a la única persona a
quien puede acudir es a Adrian.
Serie Element Preservers #1
R
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Este libro es dedicado a mi querido amigo,
Gray, quien ha sido mi mayor apoyo.
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El presente documento tiene como finalidad impulsar la lectura hacia
aquellas regiones de habla hispana en las cuales son escasas o nulas las
publicaciones, cabe destacar que dicho documento fue elaborado sin
fines de lucro, así que se le agradece a todas las colaboradoras que
aportaron su esfuerzo, dedicación y admiración para con el libro original
para sacar adelante este proyecto.
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Sinopsis
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Próximo Libro
Sobre la autora
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Traducido por Eliana
Corregido por Juli_Arg
a magia siempre ha existido en cualquier lugar de nuestro planeta. No
se sabe cuándo ni cómo la gente entró en posesión de la misma. Hay
muchas leyendas e historias sobre eso, pero es difícil saber cuál de
todas podría contener la verdad.
La más conocida es la historia del Dios de la Magia, que llegó a nuestro
mundo hace muchos años y dio a cada ser humano el control de uno de los
cuatro elementos: fuego, agua, aire o tierra. La habilidad mágica era
supuestamente para ayudar a la gente y hacerles la vida más fácil, o por lo
menos el Dios de la Magia quiso que fuera así.
La gente estaba muy agradecida por el don generoso del Dios y acordaron
seguir la única regla que les había dado. Y esa regla era que los elementos
no se deberían mezclar. Nunca.
Ah, cómo me gustaría que hubiera quedado así la cosa, pero no. Las
personas tenían que ser personas y hacer caso omiso de la regla.
Unos cientos de años atrás, la gente seguía adorando al Dios de la Magia y
fueron seleccionando cuidadosamente a la persona con quien hacer una
familia. Sin embargo, el mundo comenzó a cambiar, la gente descubrió la
ciencia y algunos dejaron de creer en el Dios de la Magia, afirmando que
todas las historias que se contaban se habían inventado. Según ellos, la
magia está sólo en nuestra naturaleza, una parte de nuestro código
genético.
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Pero la ciencia no es la única razón por la que la gente dejó de seguir la
regla. La diferencia entre ricos y pobres era cada vez mayor y la gente tenía
problemas para encontrar la pareja adecuada, ya que el estatus social llegó
a ser tan importante como un elemento a la hora de elegir a una persona
con la que pasar el resto de sus vidas. El resultado fue que sólo unas pocas
personas podían contraer matrimonio, y eso hizo al resto de la población
realmente infeliz.
Sin importar cuáles fueran sus razones, la gente comenzó a tener familias
con aquellos que tenían diferentes elementos. Pero no esperaban que
hubiera horribles consecuencias. Los niños cuyos padres tenían un elemento
diferente heredaban sólo uno de los elementos, pero mucho más débil que el
original.
Mediante una nueva mezcla de elementos ya mixtos, nacieron niños que no
tenían ningún tipo de elemento. Eso no era exactamente la peor cosa en el
mundo, la enfermedad que se había creado en el proceso. Al parecer, algún
tipo de error genético se produjo en unos pocos casos, el cual hacía a la
gente que no tenía ningún elemento, realmente querer tener uno y los
convertía en asesinos a sangre fría.
Esas personas, hoy conocidas como portadores de la enfermedad mágica,
tenían la urgencia de matar a alguien con un elemento para entrar en
posesión de éste. Por supuesto, una vez comenzaron a matar y sintieron la
alegría de un elemento en ellos, no pudieron detenerse. Y debido a que un
elemento simplemente no podía quedarse en su sistema durante mucho
tiempo, tenían que volver a matar.
Cuando los primeros casos de la enfermedad mágica aparecieron, causaron
pánico en todo el mundo. Pero no fue nada comparado con lo que sucedió
cuando se descubrió que la enfermedad mágica era contagiosa. La gente
tenía tanto miedo de contraer la enfermedad que decidieron que quien
mostrara los síntomas debía ser asesinado.
En ese momento, muchas personas fueron asesinadas simplemente porque
alguien los había acusado de tener la enfermedad. Casi no había manera de
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demostrar que no tenían la enfermedad antes, salvo que mostraran su
habilidad mágica, que era un problema para los que tenían un elemento
débil o inexistente. Por suerte, esos días quedaron atrás, y ahora había leyes
especiales y policías que resolvieran el problema de los ‘‘portadores de
enfermedad mágica’’.
Pero hace 13 años, ni siquiera la policía especial podía hacer mucho para
evitar un gran incidente cuando se descubrió que una de las familias más
ricas e influyentes tenía la enfermedad. El Sr. Liandre, como todo gran
hombre de negocios, logró ocultar todos los asesinatos que él y su esposa
habían cometido durante años. Tal vez nunca se habría descubierto si no
hubiera cometido un error y matado a un miembro de otra familia famosa.
A pesar de que la policía especial fue enviada a ocuparse del asunto, la
gente estaba demasiado indignada para dejarlo pasar y fueron a quemar la
casa del Sr. Liandre. Aunque no me acuerdo mucho de eso, debió ser
horrible. Hoy en día nadie quiere recordar ni hablar de eso y es mejor así.
Todavía hay muchas cuestiones dejadas sobre la enfermedad mágica y los
científicos están tratando de encontrar una cura o simplemente saber más
sobre la enfermedad. Hace solo unos pocos años que se ha descubierto que
la enfermedad en realidad podría ser transmitida sólo por el contacto
sexual. Ni siquiera podría transmitirse por la sangre, lo que desconcertó
mucho a los científicos. Bueno, supongo que la enfermedad mágica
simplemente no tiene ninguna lógica.
Sin embargo, mi mejor amiga Paula está decidida a cambiar las cosas.
Siempre ha querido ser una científica y descubrir una cura para la
enfermedad mágica. Por esa razón se decidió a tomar Biología y Genética
en la Universidad de Magia. Sí, es la misma universidad a la que yo voy, sólo
que no tomé nada tan complicado como eso, así que obligatoriamente en
Estudios de Magia, decidí elegir Historia y Geografía.
Siempre me ha gustado la historia y la tradición. En realidad, mi familia
está en el tercio de la población que todavía tiene un elemento puro. No
hubiera entrado en la Universidad de Magia si no fuera así. La universidad
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sólo acepta a los mejores y estoy orgullosa de que Paula y yo estemos entre
ellos.
Desarrollé el elemento de mi familia, el fuego, cuando tenía dieciséis años.
Sí, fue un poco más tarde que de costumbre, pero realmente nunca había
tenido miedo de no desarrollarla. Paula consiguió su elemento, el aire, unos
tres años antes que yo, a pesar de que es seis meses más joven, pero estuvo
siendo agradable al respecto y no presumió de ello delante de mí.
Por supuesto, en realidad no sé mucho sobre el uso de nuestro elemento,
porque para eso está la universidad. Realmente espero aprender algo más
que poner algo en llamas. Como he dicho antes, creo firmemente en
mantener los elementos puros y disfrutar de ellos…
***
—¿Srta. Milanez? —Oí la voz de mi profesor y me di cuenta de que debía
haberme preguntado algo y no había respondido. Genial, siempre estaba
tan perdida en mis pensamientos.
—Umm, ¿sí? —dije. Era mi primera semana en la universidad y el
profesor ya sabía mi nombre. Pero eso no era extraño, ya que
probablemente conocía a mi padre o había oído hablar de mi familia. Mi
padre era más que generoso a la hora de dar donaciones a la universidad.
—Responda la pregunta, señorita —dijo. Sí, sin duda la contestaría si
supiera de qué trataba. Lástima que Estudios de Magia consistía en la
parte teórica y práctica y estábamos atascados con la teoría. ¿Nos dejarían
siquiera hacer algo con la maldita magia?
—No lo sé.
—¿La pregunta o la respuesta? —El profesor alzó las cejas hacia mí con
expectación y toda la clase me miró en silencio. Oh, simplemente perfecto.
—La respuesta. —Me pareció que era mejor decir que no sabía la
respuesta que admitir que no había prestado atención.
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—¿No sabe qué le ocurre a una persona con habilidad mágica cuando
obtiene la enfermedad? —Me miró con incredulidad. Oh, mierda. Por
supuesto que lo sabía. Todo el mundo sabía eso.
—Lo siento, se me olvidó. —Mentí y le dediqué una sonrisa, esperando
que lo dejara pasar.
—Bueno, señorita Milanez, eso puede ser un problema serio si realmente
no lo sabe.
Algunos estudiantes comenzaron a reír y fruncí el ceño. ¿Qué demonios?
¿Por qué estaba haciendo una gran cosa de esto? Pero aun así no pude
dejarlo ir.
—¿Quiere decir que estoy mintiendo?
—Por supuesto que no. —Las comisuras de su boca fueron hacia arriba, y
miró alrededor de la clase para la próxima víctima. Odiaba a este tipo.
—¿Srta. Arnolds? Tal vez podría iluminar a su amiga —dijo, mirando a
Paula. Tuve que contar hasta diez para no levantarme y salir de la clase o
prenderle fuego. Pudo haberle dicho a cualquier otra persona que
quisiera y no me habría molestado, pero pidiéndoselo a mi mejor amiga…
No, este hombre tenía algo contra mí, totalmente.
—Una persona que contrae la enfermedad mágica pierde el elemento —
dijo Paula—. La enfermedad lo destruye completamente.
—¡Correcto! —dijo, dándome una mirada significativa. En serio, me
estaba volviendo loca y no entendía qué infiernos tenía que ver la
enfermedad mágica con esta clase. Por último, lo dejó ir y volví a mis
pensamientos, a pesar de que sabía que no debía hacerlo.
Quería tener pensamientos felices, pero no podía dejar de pensar en la
estúpida pregunta sobre la enfermedad mágica. Bueno, me alegro de que
al menos Paula haya terminado pareciendo la inteligente, porque
realmente era un genio. Estaba casi segura de que algún día iba a
descubrir algo importante relacionado con la enfermedad mágica.
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No creía que valiera la pena investigar la enfermedad. Muchas personas
ya no tenían un elemento, algunas estaban tan asustadas de la
enfermedad que decidieron abandonar su elemento. Sí, renunciar a tu
elemento era realmente posible. Así que todo el que quería hacerlo podría
simplemente evitar el uso del elemento cuando apareciera por primera
vez y dejar pasar un año. Y sólo así, el elemento desaparecía.
No tenía ni idea de cómo se las arreglaban para hacerlo, porque el deseo
de utilizar un elemento por primera vez era muy fuerte.
Por supuesto, pensar que pronto no habría nadie con la habilidad mágica
era una locura, pero todavía me preocupaba a veces.
—¡Ria! ¡Ven! —La voz de Paula me trajo de vuelta al presente. Me di
cuenta de que la clase había terminado. Guau, eso era realmente un alivio.
Estuve de pie en un instante.
—¡Vamos! —Le sonreí a Paula, que me observaba atentamente con sus
ojos verdeazulados.
***
—¿Qué estabas pensando? —preguntó Paula mientras caminábamos por
el pasillo.
—¿Qué?
—En la clase... Parecías estar completamente en otro lugar.
—Ah, eso —dije—. La clase fue muy aburrida, eso es todo.
—¡Lo sé! No puedo esperar llegar a la parte práctica. —Sus labios se
curvaron hacia arriba.
—Sí. Deseo que sólo pudiéramos pasar de esto —le dije, bostezando.
Podría haber vivido sin esa clase, de verdad. Estábamos a punto de entrar
en el comedor, cuando vi a un chico. Bien, no sólo un chico, un chico súper
lindo y muy ardiente. Tenía tal precioso pelo castaño ondulado, el cual era
corto, y quise realmente pasar mis dedos por él. Sus ojos parecían ser los
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ojos verdes más cálidos que jamás hubiera visto y el jersey verde que
llevaba puesto quedaba casi a la perfección con ellos.
No era mucho más alto que yo, y su piel era un poco más pálida que la
mía. Oh, simplemente era perfecto. Realmente me hubiera gustado poder
ir hacia él y decir algo, pero sabía que iba a estar demasiado nerviosa. De
repente, Paula me agarró del brazo para detenerme y se volvió en
dirección al chico ardiente. Mi corazón casi se detuvo.
—Hola. —Paula sonrió al chico y me congelé. De ninguna manera. No
había manera de que pudiera conocerlo. Pero ésta era Paula, siempre
encantadora y amable.
—Hola Paula. —Sonrió, mostrando sus dientes perfectamente blancos.
¡No podía creer que la conociera! Y parecía genuinamente contento de
verla. Por supuesto, ¿qué chico no lo estaría? Era alta, delgada, tenía el
pelo rubio largo y rizado y sus ojos tenían una hermosa combinación de
azul y verde. Yo sólo era una chica de aspecto normal con mi largo cabello
lacio castaño oscuro y ojos marrones.
—Ésta es mi mejor amiga, Ria —dijo Paula, y los ojos del chico se
volvieron hacia mí. Me dedicó una sonrisa y sentí el calor subir a mis
mejillas.
—Ria, este es Michael —dijo. Michael me ofreció su mano y la tomé, con la
esperanza de que por lo menos pudiera darle la mano sin desmayarme o
hacer algo igualmente vergonzoso. No tenía ni idea de por qué me sentía
así.
—Encantado de conocerte, Ria.
—Lo mismo digo. —Me las arreglé para sonreír y parecer más o menos
normal, aunque mi corazón bailó feliz en mi pecho.
—Oh Ria, ¡olvidé mi libro! Vuelvo en seguida —dijo Paula, sus ojos
brillando y se fue por el pasillo. La seguí con la mirada, preguntándome si
realmente se había dejado el libro, o era tan obvio que me gustaba
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Michael. Pero incluso si era tan evidente, no debió dar una excusa tan
tonta.
—Entonces, ¿te gusta estar aquí?
—Está bien, supongo —le dije—. Es difícil decir después de sólo unos
días. No eres de primero, ¿verdad? —Estaba totalmente suponiendo ya
que pensé que lo habría notado antes si lo fuera.
—No, en realidad de segundo. —Una sonrisa apareció en sus labios.
Ahora estaba preguntándome cómo diablos Paula había conocido a este
chico y más importante, ¿dónde había estado yo?
—Oh, bien —dije—. ¿Pasaste todos los exámenes de primero? De verdad
espero que no sea nada difícil.
—Sí —dijo—. Pasar Literatura e Historia fue fácil ya que el programa fue
muy interesante. Estudios de Magia es sin duda el más difícil de pasar,
aunque no lo parezca a primera vista.
¡Yupi, Historia! Teníamos algo en común. Pero bueno, pasando todos los
exámenes y estudiando Literatura e Historia demostró que no sólo era
guapo, sino también demasiado inteligente.
—Es el profesor, ¿no? —dije—. Apuesto a que no deja pasar a nadie
porque es un frustrado y viejo chiflado.
—¿El profesor de Estudios de Magia? En realidad, es uno de los mejores
profesores —dijo, con el rostro serio. Vaya, había jodido totalmente esto,
¿no?
—¿En serio? —dije, un poco avergonzada—. Tal vez tuve una primera
impresión equivocada.
Se echó a reír y no entendí por qué.
—No te preocupes, muchos estudiantes lo odian, pero eso no significa que
sea un mal tipo.
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—Sí, claro. —¿Cómo alguien que me había avergonzado delante de todos,
podía ser un buen tipo? Ah, lo que sea, realmente no importaba.
—¿Cuál es tu elemento? —preguntó con curiosidad.
—Fuego —dije. Algo cambió en sus ojos, pero su rostro aún se mantenía
sonriente y feliz.
—Oh, genial.
—¿Y el tuyo?
—Agua —dijo, y me congelé. No, no podía ser. Había pensado que él era
perfecto... Que podríamos tener algo... Pero no, no estábamos destinados a
estar juntos... en absoluto.
—Oh —dije. No podía decir “genial” como él lo había hecho. Simplemente
no podía. Paula regresó justo en ese momento y lo agradecí.
—¿Qué pasó? —Paula nos miró con atención, toda su alegría desapareció.
Miré a Michael y me di cuenta de que ya no estaba sonriendo.
—Nada —dijimos Michael y yo al mismo tiempo. Incluso logré una
pequeña sonrisa.
—Bieeeen. —Una sonrisa se dibujó nuevamente en el rostro de Paula—.
¡Vamos a comer!
***
Los tres estábamos sentados en la mesa, comiendo algo que no estaba
muy segura que fuera comida. Mi pizza sabía un poco extraña, pero tenía
hambre. Paula estuvo hablando la mayor parte del tiempo y algunas veces
Michael asentía o sonreía igual que yo. No tenía ni idea de por qué la
revelación de que Michael y yo teníamos diferentes elementos me había
dolido tanto, pero lo hizo. Era extraño sentirte así por un total
desconocido.
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—...Y entonces él me hizo la misma pregunta —dijo Paula y Michael se rió.
Me costó un momento darme cuenta de que hablaba acerca de lo que
había pasado hoy en clase. ¡No podía creerlo!
—Ah, así que por eso lo odias —dijo Michael—. Te entiendo totalmente
ahora.
—¿En serio? —Rodé los ojos, pero lucía serio. Paula sólo me guiñó un ojo
cuando Michael no estaba mirando. Ella tenía un plan extraño rondando
en su cabeza, pero no entendí de qué se trataba.
—¿Sabes que el elemento de Michael es el agua? —le dije a Paula,
esperando algún tipo de reacción, pero no pasó nada.
—Sí. Es increíble, ¿verdad? —dijo. Me sorprendí mucho por su respuesta
y me sentí mucho más curiosa acerca de su plan.
—¿Cuándo os conocisteis?
—Hace un año —dijo y miré con sorpresa.
—¿Cómo?
—Por Internet. —Sus ojos mostraban diversión—. Bueno, al principio no
nos habíamos dado cuenta de que también iba a venir a esta universidad,
pero lo descubrimos hace unas dos semanas.
—Espera, ¿os conocisteis por Internet? —Levanté una ceja—. ¿No es eso...
peligroso?
—Sí, lo es. —Michael se echó a reír—. Soy un completo maníaco que
quiere matarte a ti y a tu amiga. ¡Temedme!
Todos nos reímos. Era difícil pensar en él como un maníaco,
especialmente cuando estaba siendo tan dulce y divertido. De repente
sentí como si alguien me observara y miré a mí alrededor. Vi a un chico
mirándome fijamente y me estremecí involuntariamente. Parecía haber
algo tan frío en él... y me di cuenta de lo que era. Sus ojos. Tuve una
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sensación parecida a un lobo mirándome, porque sus ojos eran de un
color azul pálido o gris, era difícil saberlo de lejos.
Estaba en realidad sentado en la mesa, vestido con vaqueros oscuros y
una camisa negra. Su corto pelo desordenado era casi tan negro como la
camisa y de repente estaba contenta de no encontrarme con él en la
oscuridad. Había tres chicos a su alrededor, hablando de algo, pero él no
les prestó atención ninguna. Estaba mirándome a mí y luego sonrió. Di un
grito ahogado y miré hacia otro lado. Paula y Michael miraron en la
dirección del chico y Michael frunció el ceño.
—¿Quién es ese? —le susurré, porque obviamente conocía al tipo.
—Adrian Liandre.
—¿Liandre? —Fruncí el ceño—. ¿De los Liandre?
—Sí —dijo en voz baja—, el hijo de los portadores de la enfermedad
mágica más famosos.
—Pero no puede ser —dije—. No se supone que él estaba... no sé...
¿muerto?
—Sólo sus padres fueron asesinados, no él —dijo Michael.
—¡Pero es cien por cien seguro de que tiene la enfermedad! ¿Por qué está
aquí? ¡Es peligroso! —Me esforcé al máximo mantener mi voz lo más
silenciosa posible, aunque quería gritar.
—No ha hecho nada aún y está aquí porque creen que pueden mantener
un ojo sobre él más fácilmente. Además, su tutor trabaja aquí —dijo
Michael.
—Ah, entonces están, básicamente, esperando que mate a alguien aquí. —
Puse los ojos en blanco—. Eso es muy impresionante. En serio.
—Es extraño que no lo hayas visto antes. Debería estar en tu clase de
Estudios de Magia —dijo Michael—. Está de nuevo en primero porque
suspendió todo.
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—¡Oh, vamos! Eso no es justo. —Estaba realmente enfadada y empezaba a
pensar en llamar a mi padre y contarle esto. Pero no quería hacerlo. Sobre
todo porque fue mi padre quien me había dicho que aquí iba a aprender,
que no siempre se puede conseguir y hacer lo que uno quisiera. Además,
era probable que lo hubiera sabido todo el tiempo.
—Sí, es estúpido que tenga que tomar la parte teórica de los Estudios de
Magia. Es inútil, porque no tiene un elemento. —Michael estaba
realmente apretando los puños.
Me di cuenta de que Paula no decía nada, así que miré en su dirección. Ella
seguía mirando a Adrian con una expresión casi fascinada en su cara.
Bien, puedo admitir que el tipo para nada estaba mal, pero seguía siendo
espeluznante.
—Paula —dije, pero no me oyó—. ¡Paula!
—¿Qué? —Me miró como si me viera por primera vez. Agité mis manos
delante de su cara.
—¿Quién está distraída ahora? —Le sonreí.
—Oh, lo siento —dijo—. Sólo pensaba cómo podría usarlo para mi
investigación…
—¡Paula! —dije—. ¿Estás loca? Incluso si te ayudara, cosa que dudo, aquí
nadie te dejaría hacer la investigación.
—Lo sé —dijo, con una mirada de decepción en su rostro. Me sentí
obligada a decirle que podía hacer su investigación o lo que quisiera, pero
mantuve la boca cerrada. En cambio, miré de nuevo a Adrian. No estaba
mirando en nuestra dirección, porque un hombre que se parecía a un
profesor se le acercaba.
—Ese es Alan —dijo Michael, señalando al hombre—. Olvidé su apellido
porque él quiere que todos le llamen por su nombre. Ve con él si tienes
problemas o haces algo mal. Oh, y él estuvo allí cuando los padres de
Adrian fueron asesinados y actualmente es su tutor.
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—Aaah, entonces si Adrian me mata, acosaré a ese hombre. Interesante —
dije. Nos echamos a reír.
Cuando volví a mirar a Adrian, estaba poniendo los ojos en blanco por
algo que Alan estaba diciéndole y luego se levantó, tomó sus cosas y salió
de la sala. Me di cuenta de que algunas chicas miraban con adoración a
Adrian, algo que no pude entender por completo y cuando estuvo afuera,
ellas se rieron de algo.
—¿Por qué están actuando de esa manera? —dije, mirando a las chicas—.
Tengo la sensación de que estoy en el instituto otra vez.
—Sí, bueno, esta no es una universidad normal. —Michael sonrió y su
rostro se puso serio otra vez—. Tienes que acostumbrarte al hecho de que
Adrian es toda una celebridad aquí. A las chicas obviamente les encanta el
peligro.
—Sí, no puedo esperar a morir o contraer la enfermedad. —Puse los ojos
en blanco—. Bueno, vamos a probar. Tal vez nos desharemos de él antes.
Michael sólo me sonrió y Paula no vio con aprobación mi comentario. Me
encogí de hombros y seguí comiendo mi pizza ya fría.
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Traducido por Eliana
Corregido por sttefanye
staba sentada en la cama de la habitación de Paula, esperándola
mientras recogía todos sus libros y cuadernos que necesitaba para la
clase. Los míos ya estaban en mi bolso de cuero negro, que había
tirado en la alfombra naranja tan pronto como había llegado. Estaba un
poco decepcionada porque de nuevo teníamos Estudios de Magia, pero al
menos iba a ir con Paula.
La semana anterior había sido una locura, hasta sin la gran revelación del
portador de la enfermedad mágica en la universidad. No lo había visto
desde ese día y me alegré, pero algo me decía que estaría en la clase de
hoy. Simplemente no me sentía afortunada.
—¿Has hablado con alguien acerca de cambiar tu habitación? —dijo
Paula, poniendo los libros en su mochila azul.
—No —dije—. No estaba segura de a quién preguntar. Además, hoy no
tengo ganas de hacer nada.
Todavía no me había acostumbrado a vivir en la universidad. Era un poco
extraño no estar en mi antigua habitación en casa de mis padres.
Teníamos nuestras propias habitaciones aquí y eran bastante grandes y
muy lindas, pero la que me dieron estaba en la parte completamente
opuesta del edificio de Paula y, umm, de Michael también.
—Habla con Alan, te ayudará.
—¿Alan? ¿El tutor de Adrian? —dije con sorpresa.
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—¡Claro! No lo mires como el tutor de Adrian, porque no es sólo eso. Ya
he hablado con él. Es muy agradable.
—¿En serio hablaste con él?
—Sí, esta mañana. Quería preguntarle algo acerca de mi investigación.
—¿Y? —Me pregunté si realmente consultó a Alan sobre algo tan delicado
como la investigación de la enfermedad mágica. Pero supuse que de todos
modos no podía habérselo preguntado directamente.
—Bueno, le pregunté si a veces podía usar el laboratorio para ciertas
tareas —respondió—. Le dije que podría querer probar algunas teorías y
cosas que también estaríamos aprendiendo.
—Guau, ¡nunca dejas de impresionarme! ¿Y te creyó? —Me reí.
—Claro. Dijo que se lo preguntaría a mi profesor y tal vez si demostraba
ser una gran estudiante y estar muy interesada en saber más, podría
permitirme utilizar el laboratorio fuera de clase. —No pudo evitar
sonreír.
—¡Eso es increíble! —Fui a abrazarla.
—¡Oh, vamos a llegar tarde! ¡Vamos! —dijo después de unos momentos.
La solté y fui a recoger mi bolso, pensando en Alan. Tal vez debería ir a
hablar con él... o tal vez no.
Paula y yo llegamos a la clase a tiempo. Mi profesor favorito aún no estaba
allí y me sentí un poco aliviada, porque al menos no estaría recibiendo
cualquiera de sus lindos comentarios sobre llegar tarde. No sé por qué
había dado por sentado que él haría tal cosa.
Pero ni siquiera necesitaba al molesto profesor para hacer mi día peor. Mi
pesadilla estaba aquí. Adrian Liandre estaba sentado en una de las mesas
cerca de la ventana y, obviamente, coqueteando con una rubia.
Ella le estaba sonriendo tan dulce e inocentemente que me estaba
poniendo enferma. En serio, ¿qué le pasaba a esa chica? ¿No tenía miedo
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de que la enfermedad pudiera elegir este momento para mostrarse y ella
fuera la primera en peligro? Encontré un asiento vacío tan lejos de él
como pude y exactamente en ese momento el profesor irrumpió dentro.
Oh, sí, esto iba a ser un laaargo día.
Adrian saltó del escritorio y casualmente se deslizó en su silla. Por
supuesto, él no perdió la oportunidad de sonreír a la rubia, que estaba
sentada a dos mesas de distancia de él. Maldita sea, me sentí como si
estuviera en una especie de telenovela retorcida.
La clase fue aburrida... otra vez. No me importaba lo que Michael había
dicho sobre que el profesor no era tan malo, porque estaba equivocado.
Pero cada vez que pensaba en Michael... Bueno, esa era otra historia.
Todavía pensaba que era increíblemente caliente, a pesar de que no podía
ser de mi interés romántico. Y a pesar de todo, todavía esperaba volver a
verlo y saber más sobre él.
—¿Srta. Milanez? —Oí la voz del profesor. Creo que en ese momento
maldije a todo y a todos en mi mente. Esto no podía estar sucediendo de
nuevo.
—¿Sí? —dije, preparándome para otra catástrofe.
—Podría encender el papel sobre esta copa en llamas, ¿por favor?
—¿Qué? —Me pilló completamente por sorpresa.
—Si no recuerdo mal, su elemento es el fuego. Así que, ¿podría, por favor,
encender el papel en llamas para la demostración? —dijo, colocando el
recipiente con el papel en mi escritorio.
—Umm, por supuesto —dije, concentrándome en esa parte dentro de mí
que contenía mi elemento. Era difícil explicar cómo lo estaba haciendo,
pero sentía calor en todo mi cuerpo y me centré en el recipiente con el
papel. Unos segundos después, las llamas rojizas estaban saliendo de la
taza y me hizo sonreír.
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Todos en la clase me miraban con curiosidad. Supongo que también
estarían mirando a otra persona utilizar su elemento, porque
simplemente había algo especial acerca de un elemento siendo utilizado
alrededor tuyo. Había sentido esa extraña sensación de hormigueo ante
Paula cuando había estado mostrándome sus poderes.
Levanté la vista de las llamas que había hecho y el profesor continuó
hablando de algo relacionado con el fuego. Todavía estaba un poco
sonriente, orgullosa de no haberme avergonzado a mí misma de nuevo.
Pero mi sonrisa se desvaneció cuando vi a Adrian mirando las llamas
desde el otro lado de la habitación. Hubo una cierta mueca extraña en su
rostro, como si estuviera apenas conteniéndose... y luego sus ojos se
encontraron con los míos.
Estaba completamente segura de que en ese momento la mirada en sus
ojos me hizo sentir más frío de lo que habría sentido si alguien hubiera
echado agua helada sobre mí. Quería apartar la mirada, pero no pude. Él
no me sonrió esta vez, sólo apretó los labios con enojo.
No sabía qué hacer y creo que me entró el pánico. Debió de haberse
notado en mi cara, porque después el profesor se dirigió a Adrian.
—Sr. Liandre ¿hay algún problema?
—No —dijo Adrian entre dientes y finalmente apartó la vista de mí. Una
oleada de alivio se apoderó de mí, y por fin pude relajarme en la silla.
Aunque seguía sintiendo como si unos fríos dedos glaciales pellizcaran mi
piel. Quise salir de la clase tan pronto como pudiera y eso fue lo que hice
cuando el profesor nos dijo que podíamos irnos. Ni siquiera esperé a
Paula.
***
—¡Ria! —Paula estaba llamándome, pero no quería dejar de caminar. Al
menos no hasta que estuviera a salvo en mi cuarto y fuera de la vista de
Adrian.
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—¡¡Ria!! ¿Qué te pasa? —gritó Paula mientras cerraba la puerta de mi
habitación.
Bueno. Me sentía mucho mejor aquí, sentada en mi cama. Paula me miró
durante un largo rato, esperando una respuesta, o tal vez incluso una
disculpa.
—Eso fue... escalofriante —dije finalmente, y se sentó en la cama a mi
lado, poniendo su mano sobre la mía. La miré, y una especie de
entendimiento pasó por sus ojos.
—Oh, lo siento mucho —dijo de pronto—. Tienes miedo de Adrian,
¿verdad?
—Un poco —dije—. Él me miraba como si le hubiera quitado algo
valioso... y fuera a matarme por eso.
—Estás exagerando. —Sus labios se curvaron en una sonrisa—. Pero
estoy empezando a ver tu punto de vista de que el profesor es un idiota.
—¿Qué? —dije, sorprendida. ¿Estaba realmente exagerando? ¿Y por qué
ahora estaba hablando del profesor? Eso no tenía sentido.
—Sí, ahora puedo verlo. Lo que le hizo a Adrian fue simplemente cruel —
dijo.
La fulminé con la mirada. No tenía idea de qué demonios estaba hablando.
—¿Cruel para Adrian?
—Sí. Todo el mundo sabe que las personas con la enfermedad mágica lo
tienen mucho más difícil para controlarse alrededor de los elementos que
se están utilizando. Y dejaron a Adrian tomar la parte teórica de Estudios
de Magia simplemente porque los elementos no deberían utilizarse
durante la clase. No entiendes lo que el profesor ha hecho —dijo con un
toque de enojo en su voz—. Además, optó por demostrar solamente el
fuego, consciente del hecho de que Adrian lo odia.
24
—Entonces, estás diciendo que el profesor trató de provocar a Adrian
para hacer... ¿qué? ¿Atacar a alguien? —dije. O tal vez había querido
provocar a Adrian para matarme. Pero no quería decir eso delante de
Paula porque sonaba muy tonto y egoísta.
—Sí, bueno... Creo que estaba tratando de hacer que perdiera los papeles.
Tal vez no lo quiere en su clase o algo así.
—¿Cómo sabes que Adrian odia el fuego? —La observé con atención,
preguntándome si había algo más en su investigación que la hacía tan
interesada en ese monstruo.
—Quemaron su casa... y a sus padres delante de él —dijo ella, con
lágrimas en los ojos.
—¿Y? Se lo merecían —dije—. Además, no los pusieron en el fuego para
matarlos. Ya estaban muertos, ¿verdad?
—Sí, pero... —Ella respiró hondo—. ¡Aún así fue cruel! Y Adrian tuvo que
verlo. ¿Cómo puedes ser tan insensible?
—¡No soy insensible! No puedo sentir lástima por alguien que pronto va a
convertirse en un asesino. Y heredó todo el dinero de sus padres y tiene
una vida agradable. Me pregunto si se lleva a las chicas a su cama con esa
historia —respondí—. No me digas que estás cayendo bajo su encanto.
—¡No! —dijo casi a la defensiva. Me limité a sonreír—. ¡¡No lo estoy!! —
repitió—. Pero voy a pedirle que me ayude con mi investigación.
—Estás loca —dije—. No va a ayudarte.
—¿Por qué no? Podría encontrar una cura para su enfermedad —
argumentó—. Querrá ayudarme.
—Está bien, tal vez lo haga. Pero no de forma gratuita.
—¿Qué significa eso? —Ella frunció el ceño.
—Significa que podría ayudarte si te acuestas con él.
25
Su rostro palideció y pareció disgustada.
—Nunca haría eso.
—Lo sé —dije—. Por eso estoy segura de que no conseguirás que te
ayude.
—¿De verdad crees que algunas chicas se acostaron con él? —preguntó
después de un momento de silencio.
—Sí, lo creo —dije. Y sí, lo creía. Las chicas parecían estar muy fascinadas
con él y como todo el mundo decía que podrías conseguir la enfermedad
únicamente durante las relaciones sexuales sin protección,
probablemente habían pensado que no estaban en peligro si usaban un
preservativo. Sí, eran realmente inteligentes.
—Todavía voy a pedírselo —dijo en voz baja—. A lo mejor no es como
crees.
¿Como creo? Resulta que ella tenía una opinión diferente, pero no quise
presionarla.
Pronto vería la clase de bastardo que era. Estaba segurísima.
—¿Vendrás a la biblioteca conmigo? —Quise cambiar de tema
rápidamente—. Necesito algunos libros para mi tarea.
—Umm, no puedo. Lo siento. Tengo que hacer algo —dijo—. Pero estoy
segura de que Michael iría contigo si se lo pides amablemente.
—Eh, eh, frena —dije—. Si no te conociera, diría que estás tratando de
tenderme una trampa con él.
—¡Vamos! Sé que te gusta. —Se echó a reír.
—¡Pero no puedo estar con él!
—¿Por qué no? ¿No puedes pasar un buen rato con todo eso del
elemento? —La diversión brillaba en sus ojos—. Aún puedes salir con él,
ya sabes. No es como si tuvieras que casarte con él ni nada.
26
—No le veo el punto entonces —suspiré.
—Oh, ¡vamos! Ya has salido con cinco chicos y no te casaste con ninguno,
así que, ¿dónde está ahí el punto?
—Pero en realidad sus elementos eran el fuego y en algún momento creí
que estaríamos para siempre —dije—. Esto sería... no sé... inútil.
—Sí, sí, lo que tú digas. Pero sigo pensando que tienes que ir con él a la
biblioteca, aunque sea sólo como amigos. Él es impresionante.
—¿Por qué no sales entonces con él, si es tan impresionante? —bromeé.
—Porque no es mi tipo para nada. —Ella se echó a reír.
—Ah, ¿y los chicos peligrosos con el pelo negro son exactamente tu tipo?
—¡No!
—No estaría de acuerdo contigo.
—¡Oye, no es gracioso!
—No, no es gracioso para nada —dije, saltando de la cama y agarrando mi
almohada. Paula se dio cuenta de lo que estaba haciendo y estuvo de pie
en un instante, agarrando otra. ¡Ya era hora de una pelea de almohadas
realmente impresionante!
***
—¡Alguien va a matarnos! —Paula se rió mientras nos sentamos en la
cama, completamente sin aliento. Había plumas por toda la habitación y,
por supuesto, mis almohadas estaban completamente inutilizables.
—Nadie se enterará —dije, tomando una pluma del cabello de Paula—.
Por supuesto, si no salimos ahora pareciendo como si estuviéramos en
una granja de pollos.
Las dos nos reímos, y me pregunté por qué demonios todavía teníamos
almohadas de plumas cuando había mejores materiales. Pero entonces no
seríamos capaces de divertirnos con ellas.
27
—Oh, ¡vamos! Necesitas almohadas nuevas y tendrás que explicar qué
pasó con las antiguas.
—No voy a decirle nada a nadie —dije—. Sé dónde guardan las
almohadas. Tiraré éstas en alguna parte y robaré unas nuevas de esa
habitación.
—¡Guau, el crimen perfecto! —Paula se rió—. Pero ahora tengo que irme.
—¡Oye! No me digas que me vas a dejar con todo este lío. —La agarré del
brazo mientras se levantaba de la cama, pero ella sólo me sonrió—. ¡Muy
bien! Encontraré a alguien más para que me ayude. —Me crucé de brazos
con falsa indignación. Ella me saludó desde la puerta y se fue. Miré
alrededor de la habitación de nuevo y suspiré. Tenía taaaantas cosas que
hacer y, no, no era lo suficientemente valiente para ir a pedirle a alguien
para que me ayudara con este lío, sobre todo no a Michael.
***
Me llevó casi una hora limpiar todas las plumas y estaba segura de que
todavía había algunas por debajo de la cama. Sí, correr por todos lados en
una habitación enorme con almohadas medio rotas no había sido tan
buena idea después de todo.
Sin embargo, la limpieza no era lo peor, robar las nuevas almohadas, sí.
Cuando finalmente encontré el coraje para salir de mi habitación e ir a la
“caza de una almohada” casi choqué con Michael. Creo que mi corazón se
quedó atascado en algún lugar de mi garganta en el momento en que me
miró con sus ojos verdes. Maldita sea, era mucho más que encantador.
—¿Vas a alguna parte? —Me sonrió.
—Umm, sí —le dije, tratando de parecer casual y fallando.
—Estás sonrojándote —bromeó—. ¿Me dirás lo que estás haciendo?
Porque estoy seguro de que estás tramando algo.
—Oye. —Las comisuras de mis labios fueron hacia arriba—. Bueno... Si te
lo digo, tienes que ayudarme.
28
—¿En serio? —Arqueó las cejas—. ¿Es peligroso?
—Demasiado.
—Oh, entonces cuenta conmigo.
—Genial —Estaba muy emocionada—. Ah, y no te rías cuando te diga lo
que vamos a hacer.
Él sólo me miró con suspicacia, y por un momento estaba pensando en
inventar algo más interesante que hacer, pero no pude encontrar nada.
—Tenemos que robar unas almohadas de la despensa —dije, sintiéndome
estúpida inmediatamente.
—¿Robar almohadas? —Pensé que comenzaría a reír como un loco, pero
no lo hizo.
—Sí —dije—. Necesito unas nuevas.
—¿Y qué pasó con las viejas? —dijo—. ¿Algo tan malo que simplemente
no puedes pedir otras nuevas?
—Umm, sí, algo así —dije—, pero no es tan malo. Fue más como algo...
infantil.
—Aaah —dijo—, entonces debió haber sido tan divertido que aquí la
gente no lo entendería.
—Pelea de almohadas con Paula —susurré a su oído. De inmediato se
echó a reír.
—Sí, Alan y los demás no lo entenderían —dijo, sin dejar de sonreír.
—Genial, vayamos a ir a buscar algunas almohadas —dije y nos fuimos
por el pasillo.
***
En realidad, resultó ser muy fácil obtener las almohadas nuevas, porque
no había nadie realmente "protegiendo" el almacén, y no había nadie en la
29
sala, ya que en ese momento la mayoría de la gente estaba en clase, en la
biblioteca o en el exterior.
Pero aun así agarramos las almohadas y salimos corriendo como locos
por el pasillo, con miedo de que alguien pudiera aparecer. Estábamos sin
aliento cuando llegamos a mi habitación, y todavía con la adrenalina
subida. Era curioso cómo algo tan trivial había traído al chico más caliente
a mi habitación.
Por un momento, la parte irracional de mi cerebro me decía que me
acercara a él, tal vez incluso darle un beso y luego culpar al momento. Y lo
hubiera hecho... si estuviera en una película o algo así. En una película,
Michael me habría devuelto el beso y nos daríamos cuenta de cómo nos
amábamos para siempre. Por desgracia para mí, mi vida no era una
película. Mientras estaba ocupada pensando, Michael se había alejado de
la puerta y ahora estaba sentado en mi cama.
—Veo que te preocupaste lo suficiente por mantener seguras las
cubiertas de las almohadas. —Se rió entre dientes.
—Sí —Me sonrojé—. No quería romper también eso.
—Bueno, esto fue divertido —dijo—. ¿Cualquier otra cosa que necesites?
—Umm —dije—, hay una cosa... Pero no quiero molestarte.
—No diría que me molestas, pero no puedo ya que no sé lo que es —dijo,
sus ojos verdes brillando como dos esmeraldas.
—Es mi tarea de historia, en realidad —dije y de inmediato me sentí mal.
¿Qué podría estar pensando de mí? Probablemente que sólo quería
utilizarlo.
—Sí, claro. Te puedo ayudar con eso.
—Umm, olvídalo. No importa. Puedo hacerlo sola —dije. Se puso de pie,
luciendo simplemente devastador con sus vaqueros azules y una ligera
camisa azul, y se acercó a mí.
30
—Está bien —dijo—. De todos modos me dirigía a la biblioteca cuando
apareciste, así que podemos ir allí ahora y puedo mostrarte dónde se
encuentran los libros correctos. Conozco mejor el camino, ¿vale?
—Muy bien. —Su bondad trajo una sonrisa a mi cara y mientras
estábamos saliendo de la habitación, me pregunté si realmente era tan
perfecto o una parte enferma de mi mente lo hacía parecer así para mí,
por lo que podría caer en un amor imposible. Bueno, tenía todo el tiempo
del mundo, o más bien cuatro años para averiguarlo.
31
Traducido por palbameca
Corregido por Juli_Arg
staba sentada en la biblioteca, conversando con Michael y revisando
algunos libros, cuando vi a Paula en la puerta. Se veía... horrible. Las
lágrimas corrían libremente por su rostro, e inmediatamente se
levantó y miró a Michael. Él sólo asintió hacia mí, comprensivo y me
apresuré hacia Paula antes de que nadie la viera.
Me alegré de que las personas estuvieran en su mayoría ocupadas
mirando sus libros, no necesitábamos que otros nos molestasen. Tomé la
mano temblorosa de Paula y la llevé a mi habitación, que se encontraba
más cerca que la suya.
—¿Qué ha pasado? —le pregunté cuando estábamos sentadas en la cama.
—Yo... yo se lo pedí... —susurró—, y él... él...
De repente tuve un momento de comprensión; le había pedido a Adrian
que la ayudara con su investigación. Probablemente se había negado
como yo había esperado.
—Oh, Paula —le dije, abrazándola—. Adrian es un imbécil y todos lo
sabemos. Pero, ¿por qué lloras? Puedes hacer tu investigación sin él. No es
el fin del mundo.
—Él... él dijo que yo era estúpida. —Ella hipó—. Y que no le importa mi
investigación de todos modos, pero que ayudaría... si yo... le doy lo que
quería...
E
32
—¡Ese hijo de puta! ¡Voy a matarlo! —le dije, tratando de levantarme,
pero Paula no se soltaba de mí. Yo estaba más que molesta. Nadie hace
llorar a mis amigos. Nadie.
—No —exclamó—. ¡No, déjalo! Fui una estúpida al pensar que sólo lo
haría...
—¡No! ¡No se trata de ti! ¡Es él! —Yo estaba gritando y no me importaba si
alguien me oía afuera.
—No, me equivoqué al ir a él así como así y pedirle un gran favor —dijo, y
me alegré de que al menos hubiera dejado de llorar, pero su extraña
manera de pensar me desconcertó completamente.
—¡Oh, eso es todo! Tú te quedas aquí y yo voy a tratar... —decía cuando
alguien llamó a la puerta y la abrió antes de que dijera adelante. Huh, eso
no estaba bien.
—¿Está todo bien? —preguntó Alan. Oh, perfecto, el tutor de Adrian
estaba aquí. Abrí la boca para decir lo que Adrian le había hecho a Paula,
pero ella fue más rápida.
—Todo está bien.
—¿Estás segura? —dijo, mirándola—. ¿Has estado llorando?
—Umm, estoy bien, de verdad. Es que... tuve una discusión con mi novio.
—Ella en realidad sonrió un poco.
—¿Desde cuándo es...? —empecé a decir, pero en realidad Paula puso su
mano sobre mi boca y me impidió seguir hablando. Alan frunció el ceño,
pero probablemente decidiendo que estábamos locas.
—Bueno, si necesitas hablar, ya sabes dónde encontrarme. —Los labios
de Alan se extendieron en una sonrisa. Lo fulminé con la mirada porque
era simplemente extraño. Quiero decir, yo sabía que iba a ser como una
especie de consejero, pero para discutir las relaciones de los alumnos...
Eso era demasiado extraño.
33
Paula se limitó a asentir y le dio las gracias. Yo esperaba que se fuera,
porque estaba preparada para salir a perseguir a Adrian. Incluso le
prendería fuego. Sí, yo no era muy racional cuando estaba enojada.
—Oh, ¿señorita Milanez? —dijo Alan—. Necesito que venga a mi oficina
para que podamos hablar de algo.
—Umm, está bien —le dije, aunque no tenía ni idea de qué demonios
quería hablar.
Tal vez quería hablar de Paula, o tal vez ese profesor imbécil había dicho
algo sobre mí. La primera era mucho más probable, porque hoy el
profesor había parecido estar muy bien conmigo.
—Ahora —añadió, y frunció el ceño. ¡Oh, vamos! ¡Yo tenía mejores cosas
que hacer! Pero no podía usar "primero tengo que matar a alguien " como
una excusa, por lo que sólo me levanté.
—¿Vas a estar bien? —le pregunté a Paula. Ella me dio una pequeña
sonrisa y entonces no tuve más remedio que seguir a Alan.
***
La oficina de Alan era muy pequeña y casi claustrofóbica. Sólo había un
escritorio, que estaba ocupando la mayor parte del espacio, la silla de
cuero negro de Alan detrás y dos rojas en frente. Las paredes eran
completamente blancas y lisas y me sorprendió que no hubiera ni
siquiera un escudo de la universidad en la pared. Maldita sea, esta
habitación era espeluznante.
—Así que, señorita Milanez... ¿Puedo llamarte Ria? —Me miró expectante.
—Umm, sí —dije, no muy feliz por eso, pero creo que sería difícil para mí
llamarlo por su nombre de pila si él no podía llamarme por el mío.
—¡Genial! Ria, quiero hablar contigo acerca de algo que ocurrió durante la
clase de Estudios Mágicos —dijo. ¡Ah, lo sabía! Él me miraba con cuidado,
probablemente esperando a que empezase a hablar, pero mantuve la boca
cerrada. En su lugar, también me decidí a mirarlo con más atención.
34
Me di cuenta de que tenía el pelo en su mayoría de color marrón oscuro,
con algunas canas. Sus ojos marrones parecían cálidos y amables, pero
también había algo más que no pude identificar. Y definitivamente no
encajaba con los de otros profesores y personal de la universidad porque
estaba vestido con vaqueros oscuros y una camisa azul claro, lo que era
demasiado informal.
—Me gustaría saber si es cierto que tu profesor te pidió usar tu elemento
en clase —dijo cuando se dio cuenta de que no iba a decir nada. Me
sorprendió por un segundo que él quisiera saber eso y no otra cosa, o tal
vez eso era lo que él tenía considerado como un buen comienzo.
—Sí, se me pidió demostrar mi elemento en la clase.
—Así que es cierto. —Suspiró, un poco decepcionado. Yo no sabía qué
pensar. ¿Alguien intentó acusarme de usar mi elemento sin permiso?
—Y yo que pensé que me estaba mintiendo —dijo Alan, y supe que estaba
pensando en Adrian. Se trataba de Adrian, no de mí. ¡Uf!
—Bueno, eso es todo lo que quería saber en realidad. —Una sonrisa
apareció en sus labios—. Tal vez tengas algo que preguntarme.
No importaba lo mucho que quisiera salir de ese pequeño espacio y
volver para comprobar a Paula, pero decidí que tenía preguntas.
—¿Podría, por favor, ayudarme con algo?
—Tal vez —dijo—. ¿De qué se trata?
—Umm, Paula está muy deprimida en este momento después de todo lo
que pasó con su novio, así que estoy tratando de encontrar algo para
animarla —le dije—. Y puesto que a ella le encanta de verdad la biología y
la investigación, pensé que tal vez podría darle su permiso para usar el
laboratorio hoy o mañana.
Alan me miró por un momento y me pregunté si de alguna manera se dio
cuenta de que Paula no tenía novio. Pero fue su historia de todos modos, y
35
sin duda conseguir el laboratorio la haría olvidar a ese idiota. Tal vez el
tutor de Adrian podría reparar el daño que Adrian había hecho.
—Esa es una buena idea —dijo—. Ella ya me pidió que le diera acceso al
laboratorio fuera de clase y tendrá que esperar. Pero un par de horas allí
hoy no harán daño, supongo.
—¡Eso sería increíble! —le dije con entusiasmo.
—Está bien —dijo, tratando de alcanzar algo en el bolsillo de sus
vaqueros—. Nadie usa el laboratorio hoy, así que puedo darte la llave.
Pero tienes que devolvérmela antes de las ocho de la tarde y asegúrate de
que no me arrepienta, ¿de acuerdo?
—Sí, gracias —le dije, tomando la llave. Maldita sea, esto era bueno.
***
—¡Paula! A que no adivinas lo que tengo —le dije cuando llegué a mi
habitación y la encontré todavía sentada en mi cama. Me miró con
sorpresa y la saludé con la mano, moviendo la llave frente a ella.
—¿Qué es eso?
—La llave del laboratorio. —Le dediqué una sonrisa. Su rostro se iluminó
de inmediato, pero un momento más tarde me miró con recelo.
—¿Qué? Pensé que estarías feliz.
—Lo estoy. Pero, ¿cómo la conseguiste?
—Bueno, no la robé —le dije con orgullo—. Alan me la dio para ti. Puedes
estar en el laboratorio hasta las ocho, siempre y cuando no estés haciendo
nada peligroso.
—¿En serio? —Ella estaba casi saltando de alegría—. ¿Cómo hiciste eso?
—Bueno, cariño, estaba preocupado por la depresión que estás sufriendo
a causa de tu novio. —Me reí—. Aunque todavía no estoy segura de cómo
Adrian llegó a ser tu novio.
36
—¡Mierda! Dime que no dijiste que Adrian era mi... —Ella entró en pánico.
—¡No! ¡Por supuesto que no! —le dije—. Sólo estoy bromeando. Sé que
inventaste todo eso sólo porque no tenías nada más que decir. Nadie
puede saber qué tipo de investigación estás planeando hacer. No soy
estúpida.
—Vale —dijo, y me abrazó—. ¡Gracias! ¡Muchas gracias!
—Oye, para eso están los amigos. —Le di la llave—. ¡Disfruta de tu tiempo
en el laboratorio!
—Gracias, pero el problema es que no sé por dónde empezar ahora —
suspiró—. Pensaba empezar por mirar en el ADN de Adrian, pero no lo
tengo.
—Oh, tendré su ADN en mi mano... cuando le dé un puñetazo en la cara.
—¡Ria! —me dijo con desaprobación.
—¿Qué? —le dije—. Todavía estoy enojada con él por haberte hecho
llorar.
—Sólo déjalo estar —dijo, mirando su reloj—. ¡Oh, tengo que irme! El
laboratorio está a la espera, pero creo que voy a tener que tratar de
colarme en la habitación de Adrian en primer lugar.
—¿Qué? —le dije, sorprendida—. ¿De qué diablos estás hablando?
—Necesito su ADN y hay mucho de él en su habitación. Sólo tengo que
asegurarme de que esté lejos y conseguir algo.
—¡Oh no, no vas a hacer eso! —Era una mala idea porque sabía lo
nerviosa que se pondría, y si alguien la veía, o él regresaba... no quiero ni
imaginármelo.
—¡Pero tengo que hacerlo! —insistió.
—Ah, qué demonios —le dije—. Tú vas al laboratorio y yo voy a la
habitación de Adrian.
37
—No, ya has hecho bastante. No puedo hacerte eso.
—Lo voy a hacer —le dije—. No tendría sentido si te metes en más
problemas y no usas el laboratorio para nada.
—Está bien —dijo después de considerarlo por unos momentos—. Voy al
laboratorio, pero si no puedes obtener el ADN, está bien. Voy a buscar
otra manera de empezar, ¿vale?
—Bien.
Ella sonrió y se dirigió hacia la puerta. Maldita sea, ¿En qué me he metido?
—¡Espera! —le dije y ella se dio la vuelta y me miró—. ¿Cómo se supone
que voy a entrar en su habitación sin la llave?
—Oh, él nunca cierra su habitación —dijo. Yo quería preguntarle cómo
diablos lo sabía, pero pensé que probablemente no querría saberlo.
—Umm, está bien —dije, y entonces ella se fue.
***
Pasaron quince minutos antes de decidir finalmente dejar mi habitación e
ir a la habitación de Adrian. Tenía que admitir que estaba temblando un
poco y mi corazón latía muy fuerte. Me había sentido valiente cuando
había estado enojada, pero eso ya había salido de mí. Además, pensar y
hablar es muy diferente de realmente hacerlo.
Estaba de pie delante de la puerta, preguntándome si Adrian estaría
dentro. No tenía otra manera de comprobarlo que llamar a la puerta.
Pensé que si la abría, lo atacaría por lo que le había hecho a Paula. Eso era
algo completamente razonable de hacer, por lo menos para mí.
Respiré hondo y golpeé muy fuerte. Fue un milagro que la puerta no se
abriese por sí misma. Después de unos momentos de espera, me di cuenta
de que probablemente no estaba allí. Miré a mí alrededor y cuando estaba
segura de que no había nadie en el pasillo que pudiera verme, giré
lentamente el pomo.
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La habitación estaba oscura y me sentí como si estuviera entrando en un
bosque oscuro con monstruos interiores. Me pregunté qué había pasado
con las ventanas... si realmente las había. De alguna manera, no me
sorprendería que él viviera en una habitación convertida en una cueva.
Había altas posibilidades de que hubiese un interruptor de luz en algún
lugar de la pared a mi izquierda, pero no me atrevía a encender las luces.
En su lugar, seguí adelante, dejando la puerta un poco abierta para que la
pudiera encontrar a la hora de irme.
Ahora, cuando me aseguré de que Adrian no estaba allí, por fin me relajé,
pensando en cómo encontrar algo con su ADN. Me acerqué más y tropecé
con algo. El ligero dolor en mi pierna me estaba diciendo que
probablemente era un escritorio o un poste de la cama. Toqué a mí
alrededor buscando algo, pero no era más que una superficie plana de
madera. Grande, no guardaba nada en su escritorio. Ni siquiera libros o
cuadernos. Ah, casi se me había olvidado, él no se preocupaba de estudiar.
Trataba de alejarme de la mesa y llegar a la cama cuando sentí un
movimiento detrás de mi espalda. Di un grito ahogado, mirando en
dirección a la puerta y vi que estaba justo como lo había dejado. Esperé un
momento, completamente inmóvil, sin respirar siquiera. Me había
imaginado probablemente todo.
Justo cuando me di la vuelta, tuve una fuerte sensación de que alguien me
observaba desde la oscuridad. Me sentí como un animal atrapado en la
guarida de un depredador. Pero estaba segura de que era sólo mi mente
jugando conmigo. Seguramente nadie podría haber sido tan silencioso
para...
Alguien me agarró por detrás en un fuerte abrazo. Un grito se quedó
atascado en mi garganta y me estremecí. Me tomó un momento para
empezar a pensar con claridad otra vez a través de todo el miedo que
sentía. Adrian debía haber regresado.
—Sé quién eres —susurró, olfateando mi pelo. Oh, mierda. Aunque
quisiera, no podía moverme. Él era demasiado fuerte. Y si tratara de
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prenderle fuego, probablemente me quemaría demasiado. La sensación
de animal atrapado regresó, sólo que esta vez me imaginaba como un lobo
depredador.
Lo que no entendía era cómo sabía quién era yo en esta oscuridad. Tal vez
pensó que yo era una chica con la que se tenía que encontrar. Pensé que
su confusión podría ser mi oportunidad de escapar, así que traté de
retorcerme fuera de su abrazo.
—No hagas... eso... Ria —dijo, y me congelé. ¿Cómo diablos lo supo? De
repente me sentí segura de que tenía que escapar cuanto antes, así que
traté de darle una patada con la pierna. Pero estaba demasiado cerca, tan
cerca que podía oler su colonia, que era una mezcla de pino, almizcle y
algunas esencias arbóreas que no pude identificar.
—Sé que eres tú. Tuve un gran sabor de tu elemento en la clase —
ronroneó al oído, y sentí algo frío presionando contra mi cuello. ¡Oh,
mierda! ¡Él tenía un cuchillo! Ni siquiera tuve tiempo para pensar en lo
interesante que era el hecho de que no sólo pudiera decir que alguien
tenía el elemento, sino también hacer una diferencia entre ellos. Las
personas con elementos no podían hacer ninguna de esas cosas.
—Suéltame —finalmente encontré mi voz.
—¿Pero por qué iba a hacer tal cosa? —dijo—. Tú viniste a mí.
No, yo no. Pero no sabía qué decir.
—Conozco este juego muy bien —dijo—. Siempre hay algunas chicas que
aceptan la apuesta.
—¿La apuesta? —le dije, sorprendida. ¿De qué hablaba? En realidad no
importaba, pero si él no paraba de hablar, tal vez podría usar su
distracción y liberarme.
—Sí, no trates de negarlo. Te han retado a venir aquí y tratar de besarme
—dijo—, y tú aceptaste.
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¿Eh? ¿Hacían las chicas realmente eso? Eran taaaaan estúpidas. Oh,
espera. ¿Esperaba que yo... fuera a darle un beso? ¡Agggg! Ahora sí que
realmente tenía que escapar. Pero la única manera de salir parecía ser
jugando a su juego. Además, no tenía una excusa mejor para explicar por
qué había ido a su habitación.
—Umm, sí —dije. Me dio la vuelta, poniendo sus dos brazos con fuerza
alrededor de mi cintura. No podía ver su rostro en la oscuridad, pero me
di cuenta de que tenía mis manos apretadas contra su pecho. Y maldita
sea, yo podía sentir algunos músculos agradables bajo la camisa, pero ese
no era el punto. El punto era que podía mover las manos.
—¿Me besarás? —le dije, tratando de sonar por lo menos un poco sensual,
pero fallé. Había simplemente demasiado miedo en mi voz. Sólo pude
levantar la mano y tocar su cara.
En ese momento me di cuenta de que la cosa fría ya no estaba contra mi
cuello y que probablemente no había sido un cuchillo en absoluto. No
tenía tiempo para pensar en lo que podría haber sido, así que pasé los
dedos por su pelo suave y de repente tiré con todas mis fuerza.
Él maldijo y aflojó su agarre sobre mí. Lo empujé a un lado con todas mis
fuerzas y corrí hacia la puerta. No dejé de correr hasta que llegué al
laboratorio.
Paula me miró con los ojos muy abiertos, y yo, todavía sin aliento por
correr, le mostré el mechón que había logrado sacar de pelo de Adrian.
—¿Qué has hecho? —Ella se quedó boquiabierta hacia mí.
—Tengo su ADN. —Sonreí estúpidamente—. Y ahora probablemente vaya
a matarme.
Se pasó los dedos por el pelo, sin saber qué decir. Simplemente me senté
en una de las sillas y empecé a contarle todo lo que había sucedido. Yo
estaba en serios problemas y no tenía ni idea de cómo manejar la
situación.
41
Traducido por Kristel98
Corregido por IngridShaik
eguía sentada en el laboratorio, observando a Paula trabajar. Podría
tener miedo de Adrian viniendo a por mí, pero no quería que Paula
perdiera su oportunidad de hacer experimentos. Y de acuerdo con la
hora de mi teléfono, sólo teníamos dos horas hasta el momento en que
supuestamente tuviéramos que devolverle a Alan la llave del laboratorio.
—Maldita sea —dijo rompiendo el silencio.
La miré con sorpresa.
—¿Qué?
—¡No puedo encontrar nada inusual! —respondió, claramente frustrada.
Me encogí de hombros, porque totalmente no era lo mío. Probablemente
ni siquiera sabía lo que estaba viendo.
—Umm, y ¿se supone que haya algo inusual? —dije, medio esperanzada
de que ella no contestara.
—¡Sí! —dijo—. Se supone que no tiene ningún elemento, ¿no? Así que,
¿Por qué demonios no veo ese maldito gen que falta?
—¿Porque no falta? —contesté. Y ella levantó la vista del microscopio y
me puso los ojos en blanco.
—Pero eso no es posible. En el libro pone... —Se detuvo en medio de la
oración y frunció el ceño—. A menos que todos los casos de la
enfermedad sean diferentes... ¿O, tal vez sea porque Adrian no ha
S
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mostrado todavía los signos de la enfermedad? Pero estoy segura de que
no tiene ningún elemento, así que...
—Eso no es cierto —dije—. Adrian mostró signos de la enfermedad. Pudo
sentir mi elemento. Y eso no podemos hacerlo.
—Oh, cierto. Pero el problema es que no puedo encontrar ningún libro
que contenga una comparación del ADN de uno de nosotros, el de los que
no tienen ningún elemento en absoluto y el de los portadores de la
enfermedad mágica.
—Bueno, alguien probablemente lo haya hecho en alguna parte del
mundo —dije—. Pero no es que estén planeando compartir ese
conocimiento con nosotros. Ya sabes que esto sigue siendo una especie de
tabú. Y a lo mejor no hay nada que comparar, ya que cada caso es
diferente.
—Eh… tal vez. —Suspiró—. Pero tiene que haber una razón de por qué las
personas que decidieron no utilizar su elemento simplemente
renunciaron a él sin consecuencias y las personas con la enfermedad
mágica son diferentes a eso.
—¿No crees que lo habrían descubierto ya si se tratara de algo simple? —
respondí.
—Sí, pero... —Se sentó, luciendo decepcionada. Mierda, yo no quería que
volviera a sentirse triste.
—Mira, estoy segura de que vas a averiguar algo —dije—. Tan sólo
guarda su ADN, porque no me apetece obtenerlo de nuevo.
—Sí, mi primera idea fue mala, pero es sólo el comienzo.
—¡Genial! —Sonreí—. Ahora que hemos resuelto eso, ¿podemos ir por mi
último café?
—¿Ultimo café? —Me miró, completamente desconcertada.
43
—Sí, ¿se te olvidó que Adrian va a matarme? —solté—. Le envié a mi
padre un mensaje para sacarme de aquí si no podía conseguir que Adrian
se marchara.
—¿Qué? ¿Estás loca? —gritó Paula. ¡No puedes irte! ¡Y tampoco Adrian!
Además, ¡no va a matarte! Pensé que estabas bromeando cuando lo dijiste
la primera vez.
—¿Pensaste que estaba de broma? —La fulminé con la mirada—. ¡Le
arranqué un mechón de pelo! Y, si a eso le añades el hecho de que es un
asesino...
—¡Ria! ¿Te estás escuchando? —Se acercó a mí y me miró con sus
grandes ojos que parecían completamente azules bajo esta luz.
—Sí. Pero, ¿me estás escuchando tú a mí?
—¡Él no es un asesino! ¡No puedes culparle por tener la enfermedad! —
Ella estaba molesta.
—Bien, todavía no ha matado a nadie... hasta donde sé. —dije—. Sabes lo
que sus padres hicieron. Por lo que sé, Alan podría encubrir sus propios
asesinatos. Demonios, tal vez incluso podría explicar por qué no puedes
ver la diferencia en el ADN.
Ella se sorprendió por un momento, teniendo en cuenta todo lo que había
dicho.
—A veces pienso que tienes un corazón de piedra —dijo.
—Sí, ya lo escuché, y oh, lo siento, lo olvidé. Pobre muchacho inocente que
trágicamente perdió a sus padres hace trece años y tiene una enfermedad
que no se merecía. Vamos todos a llorar por él, darle un beso y hacer todo
mejor —dije cínicamente—. Tal vez incluso le ayudaron a matar a alguien
o a propagar la enfermedad para hacer más llevadero todo ese
sufrimiento. Maldita sea, Paula, ya te he dicho que hace y tiene lo que
quiere. No hay necesidad de sentir pena por él.
44
Ella apretó los labios, me dio la espalda y salió del laboratorio. Genial,
jodidamente genial.
***
Mi teléfono sonó justo cuando iba a salir del laboratorio. Era mi padre. Oh,
yupi.
—Hola, papá —dije caminando hacia el final de la sala porque era menos
probable que alguien me oyese allí.
—Ria, cariño, recibí tu mensaje. ¿Qué ha pasado? —dijo, preocupado—.
Habría llamado a Alan inmediatamente, pero primero quería conocer los
detalles. Dime. ¿Estás herida?
—Umm, no, estoy bien —dije, dudando. Maldita sea, cuando envié ese
mensaje no había pensado en qué iba a decir. Tan tonto y típico en mí.
¿Podría decirle a mi padre que había entrado en la habitación de un
chico? ¿A la de Adrian Liandre, entre todas? ¿Y que le arranqué un pedazo
de cabello para el experimento ilegal de mi mejor amiga? Sí... claro.
—Cariño, ¿estás segura?
—Sí, en realidad... sobre todo ese asunto —dije—. Como que lo inventé
porque os echo de menos a ti y a mamá.
Podría lidiar con Adrian Liandre por mí misma. Dejar que me intimidara
probablemente había sido un gran error y sí, simplemente me sentí
valiente cuando él no estaba. Sólo lo normal.
—¡Oh, Ria! —Mi padre suspiró en el teléfono—. Sé que nos extrañas y te
echamos de menos. Pero no podemos ir a verte este fin de semana. Tal
vez tu hermano podría...
—¡No! —Casi grité. Yo no quería ver a mi hermano. Caray, ni siquiera
quería oír hablar de él. Tenía doce años más que yo y nunca nos llevamos
bien. Además, siempre estaba fuera de casa por estudios o algo así.
45
—De acuerdo, de acuerdo —dijo—. ¿Necesitas algo? Puedo enviarte lo
que quieras.
—No —dije—. No necesito nada. Siento haberte molestado.
—¿Estás segura de que no necesitas nada? —Insistió. Bueno, como quería
hablar, tal vez podría preguntar algo inteligente a cambio.
—Umm, ¿crees que alguien encontrará una cura para la enfermedad
mágica? —dije, preguntándome por qué nunca había hablado de esto con
él.
—¿A qué viene esa pregunta tan tonta? —dijo—. ¡Esas personas no
merecen vivir! Lo último que necesitamos es que alguien gaste tiempo y
dinero en la búsqueda de una cura cuando simplemente podemos
eliminarlos a todos. ¡Lástima que el gobierno cambiara la ley! Todo el
mundo que no tenga un elemento no merece vivir.
En realidad tenía un punto. Y a pesar de no me importaba mucho que la
gente no se preocupase por su elemento, seguían poniendo a todos en
peligro. Yo no quería morir porque algunos idiotas decidieran mezclar sus
elementos y crearan un asesino en el proceso. Pero aun así, apoyé a Paula
porque era mi mejor amiga y si ella quería encontrar una cura, entonces,
¿por qué no? No me importaba que nuestros padres estuvieran en contra.
—Sólo me lo preguntaba —respondí—. Debido a Adrian estando aquí y
todo.
—No te preocupes, cariño. Si ese bastardo muestra algún signo de la
enfermedad, por pequeña que sea, me llamas y él se habrá ido —dijo, le
creí.
—Claro, pero no creo que vaya a ser tan fácil deshacerse de Adrian… —
Me di la vuelta y casi dejé caer el teléfono. Adrian estaba de pie, a pocos
centímetros de distancia, con aspecto sombrío. ¡Oh, vamos! Mi vida se
estaba convirtiendo en una estúpida película de terror.
46
—Tengo que irme. Te llamo más tarde. —Terminé la llamada y dejé el
teléfono en el bolsillo de mi pantalón.
—Ah, ¿así que, ese es tu plan? —Sonrió amargamente, dando un paso
hacia adelante, así que terminó casi tocándome. Yo no me alejé ni traté de
correr. Ni siquiera sentí miedo porque seguía enojada porque hubiera
aparecido aquí y escuchado mi conversación, lo que había parecido
prácticamente imposible de suceder.
—¿Qué demonios estás haciendo aquí? —dije, poniendo toda mi ira en
esa frase.
—¿No me digas que estás enojada conmigo por descubrir tu pequeño y
sucio plan? —dijo. Y cometí el error de mirar a sus ojos azules. En ese
momento toda mi cólera desapareció y me alejé de él, con la espalda
contra la pared. De repente estaba sintiendo frío como si hubiera salido
en el día más frío del invierno.
—Aléjate de mí —susurré con voz temblorosa. Él sonrió y se apoyó en la
pared junto a mí.
—¿En serio? ¿Y qué hay de tu plan para deshacerse de mí? —Me alcanzó y
yo cerré los ojos—. ¿Crees que pueda sólo revisarlo?
Cuando abrí los ojos otra vez, lo vi jugando con un mechón de mi cabello.
Mi corazón latía con fuerza en mi pecho, pero me negaba a simplemente
huir de él o a hacerlo todo lo peor poniendo una parte de él en el fuego.
Tenía que superar el miedo de alguna manera.
—¿Qué? ¿Te ha comido la lengua el gato?
—¡Vete a la mierda! —espeté.
—Escucha, perra, algún día voy a obtener tu elemento —me susurró al
oído.
—¡Aléjate de ella! —gritó alguien y reconocí la voz de Michael.
47
Adrian puso los ojos en blanco y se apartó de mí. Miré a Michael y de
repente me sentí mucho mejor. ¡Y maldita sea! Él se veía muy caliente
cuando estaba enojado. Su cabello suave y castaño estaba volando
alrededor de su cara y sus ojos verdes estaban ardiendo. Por un segundo
pensé que podría ser un ángel de la venganza, listo para saltar sobre
Adrian y hacerle pagar por lo que me había hecho.
—Aaah, aquí viene el príncipe azul —dijo Adrian sarcásticamente.
—Ria, ¿estás bien?—Michael me dio una mirada de preocupación, y me
sentí cálida dentro de mí. Adrian me miró nerviosamente. Espera, ¿el
calor que sentía en mi interior también estaba conectado con mi
elemento?
—Bueno, os dejaré a los amantes a solas —dijo Adrian, comenzó a
alejarse, pero se detuvo y se giró hacia nosotros—. Ten cuidado, Michael.
¡Ella es peligrosa!
—No vuelvas acercarte a ella de nuevo —le gritó Michael.
—Sí, sí —dijo Adrian con desdén y se fue. Michael corrió a mi lado,
tomando mis manos y mirándome con atención.
—¿Te ha hecho daño? —dijo con la voz llena de preocupación.
—No, sólo... estaba siendo un idiota.
—Típico. —Michael puso los ojos en blanco—. Pero si alguna vez se te
acerca de nuevo...
—No —dije, sonriéndole. No quería hablar de Adrian. Michael me miró
sorprendido, pero luego se dio cuenta de lo que quise decir y me sonrió.
—¿Quieres ir a tomar un café? Y tal vez me explicas cómo te metiste en
esto.
—Claro, ¿por qué no? —dije. Y nos fuimos por el pasillo.
***
48
Michael y yo estábamos sentados tan lejos de las otras mesas como
pudimos. Este café no era uno de mis favoritos, pero era el más cercano a
la universidad; no quisimos ir a una de las cafeterías de la universidad, ya
que por lo general estaban hasta arriba y allí no se podía tener ninguna
intimidad.
—Entonces, ¿qué es lo quería Adrian de ti? —preguntó Michael. Y me
percaté de cierta hostilidad en su voz.
—Digamos que le molesté —dije—. Pero no quiero hablar de él. ¿No me
digas que también tú estás obsesionado con él?
—¡No! —Michael frunció el ceño, disgustado—. ¿Cómo puedes decir una
cosa así?
—Bien entonces. —Me hizo gracia—. Ahora dime, ¿puedes hacer algo
divertido con tu elemento?
—Por supuesto —respondió.
—Demuéstramelo.
—Se supone que nosotros no…
—Lo sé —le dije—. Y no me importa. Muéstrame algo.
Me miró con escepticismo y, después de asegurarse de que nadie nos
observaba, se concentró en el vaso de agua frente a él. Sentí esa sensación
de hormigueo extraño a mí alrededor, incluso más fuerte que antes ya que
Michael estaba sentado tan cerca de mí.
De repente, el agua se levantó lentamente, hasta que fue flotando por
encima de la copa, que aún conservaba su forma. El agua estuvo
completamente inmóvil por un momento, y luego se separó y formó un
corazón.
—Guau —dije en voz baja, temerosa de que cualquier movimiento
pudiera destruir la belleza frente a mí.
49
Entonces el agua se movió de nuevo y formó una rosa. Me quedé
mirándolo, preguntándome por qué no se nos permitía hacer esto todo el
tiempo. La rosa era tan perfecta como si hubiera sido hecha de hielo, pero
como todavía era agua, tenía una sensación de vida y calor el cual el hielo
nunca podría tener. Me sentí obligada a tocarla, a sentir el poder.
Michael me estaba sonriendo, y entonces la rosa se disolvió en cientos de
gotas brillantes y volvió a caer en el vaso. Seguí mirando el lugar donde
había estado, pero no había nada más que aire.
—¿Te gusta? —preguntó.
—Sí, es... es increíble —respondí—. ¿Cuándo aprendiste eso?
—La semana pasada, en realidad.
—¿Has aprendido todo eso en una semana? —dije con incredulidad.
—¡Por supuesto que no! —La diversión parpadeó en sus ojos—. Se tarda
más que eso. Pero decidieron enseñarnos los pasos finales la semana
pasada.
—¡Maldita sea! Eso significa que tengo que esperar un año más para
aprender las cosas interesantes.
—Sí, pero vale la pena esperar.
—Ya.
—¿Vas a la fiesta de este fin de semana? —Michael me miró con
curiosidad.
—Umm, ¿qué fiesta? —De hecho, ¡No podía creer que no supiera nada de
una fiesta! Parecía completamente imposible.
—¡Genial! —La felicidad se registró en la voz de Michael, y me miró con
sorpresa—. ¿Quieres venir conmigo?
50
—¿Qué? —Sí, fue muy estúpido decir eso cuando totalmente debí haberle
gritado que sí. Pero no podía sólo aceptar algo porque estuviera bueno. ¿O
tal vez sí?
—Es una fiesta secreta para estudiantes de segundo año, y ya que tú no
sabías de ella... nadie te ha pedido que vengas. Así que… ¿quieres ir
conmigo? —Sonrió con tanta dulzura que mi corazón se derritió.
—Por supuesto —respondí—. Pero, ¿por qué es secreta?
—No lo sé. Probablemente para hacer que parezca más especial —dijo. De
todos modos, es diferente de otras fiestas porque sólo se puede entrar si
eres de segundo año o acompañas a alguien de segundo.
—Ah, entonces está bien —dije—. Así que, ¿es este fin de semana?
—Sí, el sábado.
—¿Eso es como... una cita? —Lo miré esperanzada.
—Umm, creo que sí.
—¿Te molesta, ya sabes, el hecho de que tengamos diferentes elementos?
—dije. Dudó por un momento y luego sus ojos verdes se encontraron con
los míos.
—No —dijo, y hablaba en serio—. ¿Y a ti?
—No, en realidad no —dije. Sabía que me estaba arriesgando, pero de
verdad, de verdad me gustaba. Además, sólo era una cita, no casarnos ni
planificar una familia. Pero, ¿por qué parecía como si esta fuera una
decisión importante en mi vida?
***
Después de mi café con Michael, me fui directamente a la habitación de
Paula. No me importó si seguía enojada conmigo por lo que había dicho
de Adrian, éramos las mejores amigas y era más importante que cualquier
otra pelea estúpida. Llamé a la puerta y no tuve que esperar mucho
tiempo para que abriera.
51
—¡Oh, genial! ¡Estás aquí! —Ella me agarró del brazo y me llevó dentro.
La miré con sorpresa, porque había esperado que por lo menos estuviera
un poco enojada.
—¿Me estoy perdiendo algo? —dije. Y sonrió tímidamente.
—¡Sí! Un tipo se me acercó en la sala —dijo—. ¡El tipo me pidió que fuera
a una fiesta con él!
—Guau.—No podía esperar a escuchar todo sobre el chico—. ¿Quién?
—Oh, probamente no lo conozcas —dijo—. Es un poco raro. No es
atractivo en absoluto. Pero estaba tan impresionada de que se atreviera a
pedírmelo, ¡que en realidad le dije que lo pensaría! ¿Puedes creerlo?
—Umm, en realidad no. Entonces, ¿qué clase de fiesta es?
—No estoy segura de que pueda decírtelo. Bueno, es una fiesta secreta
para estudiantes de segundo año.
—¡Tienes que ir a esa fiesta! —dije, emocionada de que ella pudiera venir
conmigo.
—¿Por qué?
—¡Porque Michael me invitó! ¡Y no puedo ir sin ti!
—¿Michael te ha invitado? Oh, ¡eso es tan impresionante! —Ella llegó más
cerca para abrazarme.
—Bueno, puedes esperar hasta que alguien mejor te invite. Sé que a todos
les gustaría ir contigo —dije. De repente, dejó de sonreír.
—No importa quién me invite. El único que me gustaría que me invitase
ya tiene una cita. —Suspiró.
—Dime que no estamos hablando de ese bastardo —dije y ella puso los
ojos en blanco.
52
—Me cae bien. Y creo que todos merecen una oportunidad de mostrar lo
que realmente son. No se puede juzgar a la gente sin saber lo que hay
dentro —dijo. Y yo fruncí el ceño.
—Oh, creo que sé muy bien quién es —dije—. Sigues pensando que
encontrarás un ángel en el cuerpo del diablo, pero confía en mí, no puede
haber nada bueno en ese tipo. De todos modos, ¿quién es su cita?
¿Probablemente una rubia putilla?
—Tú no sabes nada de él. Bueno, yo tampoco, pero me gustaría hacerlo —
dijo—. Y en realidad le pidió a Ariadna que fuera con él.
—Umm, ¿quién demonios es Ariadna? —Estaba casi segura de que nunca
antes había oído hablar de la chica.
—Es esa pelirroja tímida que es muy dulce e inteligente. Hablé con ella
durante el almuerzo, ¿recuerdas?
No, no la recordaba en absoluto. Debe ser una de esas caras del montón
que son fáciles de olvidar.
—¿Y de verdad se fijó en ella? —dije, pero luego me di cuenta de qué se
trataba todo el asunto—. ¡Oh, pobre chica! ¡Ese bastardo va a por las
chicas tímidas e inocentes para poder conseguir lo que quiere! ¿No lo ves?
¡Esas chicas harán cualquier cosa que pida sólo porque alguien tan guapo
como él se fijó en ellas!
—¡Eres tan prejuiciosa! ¡No tienes que ser siempre así! —dijo.
—Bien, bien. Lo que sea —dije—. ¡Pero tienes que ir!
—Claro, claro. Iré. No quisiera pasar por alto que Michael y tú vayáis a
acercaros. —Ella sonrió.
—¡Hey! ¡No te quiero allí para mirarnos a nosotros! Quiero que tú
también te diviertas. Pero necesito a mi mejor amiga allí en caso de que
algo malo suceda.
53
—¿Algo malo? ¿Cómo derramarte una bebida sobre tu vestido? —Se echó
a reír.
—Sí, algo así. —Sonreí—. Entonces, ¿Qué vas a ponerte?
—¿Yo? Tú eres la única que tiene que tomar aliento a distancia de Michael
—dijo. Pasamos el resto del día planeando nuestro atuendo y fue incluso
más divertido de lo que pensé que sería.
54
Traducido por 5hip
Corregido por Vickyra
uando el sábado finalmente llegó, estaba tan emocionada que me
temblaban las manos mientras me estaba poniendo el vestido.
Después de cambiar de opinión más de mil veces, por fin me decidí
a usar un vestido de cóctel azul oscuro. Paula estuvo de acuerdo en que
me quedaba bien y aun así era muy cómodo. También decidí ponerme mis
zapatos negros favoritos y Paula me ayudó a levantar mi cabello.
Ella optó por usar un vestido largo de color verde oscuro, que combinaba
a la perfección con sus ojos. Me las arreglé para convencerla de no
alisarse el pelo. Realmente me encantaban sus rizos y deseé muchas veces
tener el pelo rizado como ella. Y a ella le gustaba más mi pelo liso. Pero no
importaba lo que hiciéramos con nuestro cabello, el mío nunca se
mantendría rizado, ni el de ella estaría completamente liso. En realidad
nos habíamos reído de eso muchas veces.
La fiesta se estaba llevando a cabo en una casa cerca de la universidad.
Creo que alguien alquiló la casa sólo para esa ocasión. Pero no me
importaba a dónde fuéramos, sólo quería estar cerca de Michael. Él vino a
mi habitación para que pudiéramos ir juntos y casi me desmayé cuando lo
vi. Llevaba unos vaqueros oscuros y una camisa blanca, y su pelo parecía
tan suave y brillante que pensé que podría participar en algunos anuncios
de champú. La sonrisa que me dedicó era totalmente impresionante.
—Caray, te ves… hermosa —dijo, y me sonrojé. Su presencia era
suficiente para calentar toda la habitación.
—Gracias.
C
55
Entonces me tomó la mano, y nos fuimos. Paula y su compañero nos
encontraron en el vestíbulo. Yo no podía dejar de mirar al chico. Tenía el
pelo castaño muy corto, ojos verdes y una nariz enorme. También llevaba
una camisa a cuadros horrible y estaba un poco rojo en la cara,
probablemente porque Paula parecía un ángel a su lado. ¡Dios mío, lo que
hice a mi amiga hacer!
Los cuatro caminamos juntos a la fiesta y estaba realmente impresionada
cuando vi lo bien que estaba la casa. Realmente había mucha gente dentro
y la música estaba muy alta. Una habitación, que estaba completamente
vacía de muebles, se convirtió en una pista de baile. Dos salas más
pequeñas estaban llenas de bebidas y comida y una se convirtió en una
especie de sala para hablar, con muchos sillones y cojines, donde la
música no era tan fuerte y la gente podía hablar y escucharse entre sí.
Mientras íbamos revisando el lugar, vi al Monstruo en compañía de una
pelirroja normal y corriente, que debía de ser Ariadne. La pobre
muchacha se reía nerviosamente de algo que él le decía y ya estaba
bastante borracha. Realmente no podía culparla porque Adrian lucía muy
bien en su camisa de color negro, que estaba un poco desabrochada y
vaqueros gris oscuro. Pero cuando me miró, inmediatamente sentí frío en
una habitación que no podía ser más caliente.
Estaba muy contenta de que Michael me llevara a la pista de baile, porque
tan pronto como empezamos a bailar, el mundo que nos rodeaba dejó de
existir. Dejé al ritmo de la canción hacerse cargo de mí y disfruté de estar
en los brazos de Michael. Resultó que también era un gran bailarín.
No sé por cuánto tiempo habíamos estado bailando cuando vi a Paula en
la esquina de la habitación, luciendo aburrida y desesperada. No estaba
bailando y el tipo raro no estaba por ningún lado, así que pensé que debía
haber venido aquí para escapar de él. No podía ignorar eso.
—Michael —grité—. Voy a tomar algo. ¿Podrías ir a bailar con Paula?
Me miró, sorprendido, le echó un vistazo a Paula y luego sólo asintió.
Realmente esperaba que pudiera animarla un poco, porque él también era
56
su amigo. Sabía que si me hubiera ido a hablar con ella, se habría sentido
aún peor.
Encontré mi camino a la sala con bebidas, apartando a unos chicos un
poco bastante borrachos que trataron de apoderarse de mi brazo. Justo
cuando estaba tomando dos botellas de cerveza, sentí que alguien estaba
detrás de mí y entonces los brazos de ese alguien estaban alrededor de mi
cintura.
—Ria. —Adrian respiró en mi oído y me di la vuelta, casi golpeándolo en
la cabeza con la botella. Se las arregló para esquivarla por muy poco y me
sonrió.
—Aléjate de mí —dije, levantando la botella en la mano para enfatizar el
punto. Eso ni siquiera lo inmutó.
—Vamos, vamos, no seas tan loca.
—¿Dónde está tu cita? —pregunté, ya que no podía ver ni de lejos a
Ariadne. Secretamente esperaba que la chica se hubiera asustado y
huyera de él. Y sí, me encantaría restregarle eso en la cara.
—En el cuarto de baño, vomitando. —Me dedicó una sonrisa.
No pude evitar reír.
—Ah, y ¿por qué no estás ahí sosteniendo su cabello o algo así?
—Porque hay un montón de chicas aquí para seducir —respondió. Le
fruncí el ceño y deseé que Paula hubiera oído esto.
—Entonces, ¿por qué pierdes el tiempo conmigo? —dije—. ¿O es que
nadie más ha caído bajo tu encanto, por lo que estás tan desesperado que
viniste a mí?
—Te encantaría, ¿no es cierto? —Alcanzó mi brazo y me alejé.
—Eres un idiota —dije, tratando de conseguir pasar más allá. Pero dio un
paso justo en frente de mí.
57
—Vi a tu hermosa amiga rubia aquí. Apuesto a que puedo llevarla a bailar
conmigo.
—Ella tiene una cita —dije, aunque no tenía ni idea de dónde estaba ese
tipo. Pero Adrian no tenía por qué saberlo.
—¿Ese bicho raro? Oh, por favor. Se olvidará de él tan pronto como
aparezca delante de ella.
—¿Se te olvidó que la insultaste cuando te pidió ayuda?
—Estoy seguro de que se ha olvidado de eso —dijo—. Y si no lo ha hecho,
lo hará. Confía en mí.
—No te atrevas a acercarte a ella —dije entre dientes, con la ira tomando
el control.
—Oh, lo siento mucho, pero no voy a parar hasta que acabe en mi cama.
—Sonrió.
—Eso no sucederá.
—¿Quién va a detenerme? ¿Tú? ¿Su papá? —Se rió.
—Ella lo hará.
—Ya veremos —dijo, y se dio la vuelta para irse. Yo ya estaba temblando
de ira, con el calor brotando dentro de mí. Tenía muchas ganas de
prenderle fuego. De repente se dio la vuelta, viéndose tenso.
—No —dijo, respirando con dificultad como si hubiera estado corriendo.
Lo miré fijamente, dándome cuenta de que mi elemento estaba
verdaderamente molestándole. Usé mi elemento para hacer el cuarto más
cálido en vez de prenderle fuego a algo y sabía que debía haber estado
dando vueltas en toda la habitación. Eso tenía que estar volviéndolo loco.
De repente cruzó la distancia entre nosotros y me agarró por los hombros.
Me quedé helada. Todo el calor dentro de mí se fue tan pronto como sus
manos tocaron mi piel. Y no tenía idea de cómo había ocurrido.
58
—Hazlo otra vez y te mataré, puta estúpida.
—Entonces no te acerques a mí.
—Bueno, sólo quería decirte esto para que pudieras sufrir sabiendo que
tu amiga ya no confía en ti —dijo—. Es una justa revancha por tu complot
para deshacerte de mí. Ella va a ser mía.
—Le contaré esto. Me creerá —dije, aunque no estaba muy segura.
¿Podría realmente este idiota arruinar nuestra amistad? Esperaba que no.
—No, no lo hará. —Se echó a reír.
Me soltó y salió de la habitación. Me quedé allí por un momento,
confundida. No estaba muy segura de lo que había pasado en el momento
en que me tocó. Sabía que el calor era todo mío, pero, ¿de dónde había
venido todo ese frío? Me di cuenta de que todavía tenía las botellas de
cerveza en la mano y cuando las levanté, vi una fina capa de hielo a su
alrededor, que justo comenzaba a derretirse. ¿Cómo demonios había
sucedido eso? Mientras estaba tratando de pensar en todo esto, Michael
apareció delante de mí.
—¿Por qué tardaste tanto? Ya estábamos empezando a preocuparnos —
dijo. Le di la botella y traté de sonreír. No quería que esto arruinara la
noche.
—Quería que Paula se animara —dije—. Pensé que bailaríais más.
—Realmente no quería bailar conmigo —dijo—. Pensó que era raro, así
que sólo hablamos.
—Oh, eso está bien —dije, abriendo la botella y tomando un buen trago
de mi cerveza. Estaba realmente cansada de mis espeluznantes
encuentros con Adrian.
Michael y yo regresamos a la pista de baile y bailamos durante algún
tiempo. Me estaba empezando a relajar cuando noté a Paula bailando con
Adrian. Ella estaba sonriendo como nunca antes. Oh, mierda. Así que se
59
las había arreglado para encandilarla después de todo. No me sorprendió
mucho. Pero no tenía ganas de ir hacia ellos y hacer una escena, ya que no
serviría de nada.
—Necesito otra cerveza —dije y empujé a Michael fuera de allí. Unas
cuantas cervezas más tarde, estábamos en un rincón, conversando y
riendo. No tengo ni idea de lo que estábamos hablando o por qué nos
reíamos, pero en un momento nos miramos el uno al otro y todo quedó
olvidado. Sus ojos verdes brillaban como diamantes a la luz y extendí la
mano para tocar la suave piel de su cara con las yemas de mis dedos.
Me tomó la mano y la besó. Creo que sonrió durante un segundo antes de
que sus suaves labios tocaran los míos en un beso suave. Debí de haber
mantenido los ojos cerrados, porque sólo recuerdo sus cálidos besos y sus
brazos alrededor de mi cintura.
60
Traducido por liiaa!!
Corregido por LadyPandora
lguien con tacto áspero me despertó por la mañana. O al menos
creí que era por la mañana. No quería abrir mis ojos porque mis
párpados se sentían muy pesados, justo como el resto de mi
cuerpo. Mi cabeza palpitaba horriblemente.
—Ria, ¡despierta! —escuché la voz de Paula.
—¿Por qué? —gemí y puse las manos sobre mi cabeza.
—Bueno, son las tres de la tarde. —Una sonrisa asomó por sus labios—.
Vas a perderte el almuerzo.
—¿Las tres? ¡Mierda! —dije, pero a pesar de todo no me moví de la
cama—. Me encuentro fatal.
—Bueno también te ves fatal —contrarrestó—. Necesitas una ducha.
—Gracias. —Logré abrir mis ojos completamente. Ella se veía genial,
como siempre. Tal vez incluso un poco mejor.
—¿A qué viene tanta alegría?
—Sólo estoy... feliz. — Ella pestañeó—. Anoche lo pasé muy bien.
—¿En serio? —Me sorprendí por un momento. Entonces recordé verla
bailar con Adrian.
—Sí —dijo. Cuando no dijo nada más, empecé a preocuparme.
A
61
—Dime que no te acostaste con Adrian. —Sus ojos se agrandaron y
frunció el ceño.
—¡Oye! ¿Estás loca?
—Uff. Estaba preocupada. Eso es todo. Me alegro de que no te
emborrachara como a Ariadne.
—Por favor, no emborrachó a Ariadne. Ella se emborrachó porque estaba
nerviosa o algo.
—Oh, ¿y entonces cómo explicas el hecho de que haya dejado su cita y
haya ido detrás de ti?
—Dijo que se dio cuenta de que no tenían nada en común, así que lo
dejaron de mutuo acuerdo.
—Sí, claro, hasta que tu negativa a acostarte con él haga que te deje. —
Puse los ojos en blanco.
—Mira, es un buen tipo. Incluso se disculpó por no haberme ayudado ese
día. Parecía muy sincero. Y apreciaría que no hablaras así de él, porque
me ha pedido una cita.
—¡Paula! ¡El mismo me dijo que justamente iba a seducirte! —dije,
sintiendo que el dolor de cabeza se hacía más fuerte.
—Estás mintiendo —dijo, pareciendo herida—. ¡Sé que lo odias pero eso
no quiere decir que tengas que inventarte cosas como ésa sobre él! ¡He
hablado con él! ¡Sé que es agradable!
La miré fijamente por un momento, tratando de pensar. Obviamente, no
había nada que pudiera decir para hacerle entrar en razón. Supuse que
tendría que dejar que tomara el camino difícil o arriesgarme a perder a mi
mejor amiga.
—Perfecto, si tú lo dices —respondí—. Pero no dejes que te haga hacer
cosas que no quieras.
—Claro que no —dijo. Suspiré.
62
—Bueno, ahora te dejo para que puedas vestirte y todo eso. —Sonrió—.
Oh, y hay una aspirina en el escritorio por si lo necesitas.
—Oh, gracias, cariño —dije. Ella se fue sonriendo como si fuera la mujer
más feliz el mundo. Maldito seas, Adrian, ¡maldito!
***
Tuve que esperar hasta el lunes para ver a Michael, ya que no quería que
me viera con resaca. Almorzamos juntos, intercambiando un beso o dos.
En realidad, Paula decía que había un punto en el que dábamos asco, pero
sólo nos reímos. Su cara, de algún modo, se iluminó en cuanto Adrian
entró en la sala.
Fue a sentarse en la mesa en la que normalmente se sentaba con sus
amigos, los que por algún motivo no se encontraban en ese momento. Los
ojos de Paula lo siguieron con anhelo.
—Estás babeando.
—No, no es verdad. —Me frunció el ceño. Entonces Adrian nos miró e
hizo un movimiento con su mano para que ella se le uniera. Pensé que iba
a vomitar.
—No irás a ir detrás de él como un perrito faldero, ¿verdad? — dije. Pero
ya estaba poniéndose en pie—. ¡Paula!
No me escuchó. Sólo caminó hacia él y dejó que la rodeara con sus brazos.
Michael tocó suavemente mi mano.
—Deja que vaya —dijo—. No tardará en darse cuenta de que es un
completo idiota. Pronto lo verá.
—¿Tú crees? —dije, mirándole a sus profundos ojos verdes, los cuales se
volvieron un poco oscuros mientras hablaba.
—Sí, seguro. —Me resultó tan fácil creerle que me sorprendí. Pero tenía
razón. Paula no era estúpida. Estaba segura que en unos días terminaría
con él.
63
***
Pero los días pasaron y Paula aún seguía con Adrian. Estaban saliendo
oficialmente, justo como Michael y yo. Debido a todo el trabajo que tenía
que hacer para la universidad y las citas románticas no pude ver mucho a
Paula. Además, cuando estábamos juntas evitábamos hablar de todo lo
relacionado con nuestros novios. En realidad, eso era extraño.
Mientras mi relación con Paula empezaba a empeorar, lo mío con Michael
iba genial. Pasábamos juntos todo el tiempo y descubrí varias cosas de él.
Me habló de sus antepasados rusos, sus pasatiempos y cosas favoritas, su
infancia y muchas cosas más. Particularmente disfruté una historia sobre
su tía, que había escapado con su novio y se había casado a pesar de tener
un elemento diferente al suyo. Por supuesto que había avergonzado a su
familia y fue repudiada, pero seguía viviendo feliz con su marido y habían
adoptado un niño.
Realmente disfrutaba de mi tiempo con Michael y de alguna manera
empecé a verme casada con él. El único problema era que mis padres me
habían informado de que pronto vendrían a visitarme. No estaba
planeando contarles lo de mi relación con Michael, no si podía evitarlo.
Pero una parte de mi creía que cuando lo descubrieran lo aceptarían
porque me amaban mucho. Realmente esperaba tener razón.
***
Un día en el baño de mujeres me encontré a Paula arreglando su
maquillaje. No la había visto en días, sólo unas pocas veces en clase y en
los pasillos, pero no habíamos tenido oportunidad de hablar. Esta
situación me estaba poniendo enferma. Sabía que estaba tan ocupada
como yo, pero Adrian ocupaba todo su tiempo y no dejaba nada para mí.
—¿Paula? —dije, ella me sonrió—. ¿Pasaste el examen?
—¡Oh, sí! —dijo alegremente. Yo ya lo sabía, pero no quería que huyera de
mí otra vez.
64
—Eso es genial —dije, esperando a que una chica saliera del baño. No
necesitaba testigos, en especial cuando Paula y Adrian se habían
convertido en una de las parejas más populares. Me pregunté como
habría caído la noticia a los padres de Paula.
—Escucha, ahora que has pasado el examen, ¿te gustaría tener una noche
de chicas? Ya sabes, como solíamos hacer antes.
—Eso sería genial, pero tengo que preguntar...
—No me digas que le tienes que pedir permiso a tu novio. ¡Soy tu mejor
amiga! No es como si te reunieras con algún tipo.
Me miró por un minuto, pensando. ¡No podía creer lo que ese bastardo le
había hecho a mi amiga! ¡Le había lavado completamente el cerebro!
—De acuerdo —dijo después de un rato. Me costó un poco de tiempo
darme cuenta de lo que había dicho. Realmente esperaba que rehusara.
—Genial —dije—. Ven a las ocho. Estaré esperándote.
—Por supuesto —dijo, arreglándose el cabello. Salí del baño para
evitarme a mí misma el montar una escena que haría que cambiara de
opinión acerca de nuestra pequeña fiesta. Justo cuando cerraba la puerta
me encontré con Adrian en el pasillo. Estaba recostado en la pared viendo
a la gente pasar, en ocasiones sonriéndoles a las chicas. Puse los ojos en
blanco. ¿Cómo es que Paula no lo veía?
Me di cuenta de que estaba esperando a Paula y eso me espantó. Él no
había estado ahí cuando entré al baño, así que debió de utilizar su
habilidad para localizar a Paula por su elemento. Podría rastrear a
cualquiera de aquí en cualquier momento... Incluso pasar el tiempo con
una chica, sabiendo a ciencia cierta que Paula no lo encontraría. Ni
siquiera quería pensar en cómo podría usar su habilidad cuando el
trastornado se dio la vuelta, mostrando su fea cara.
65
—Tú, estúpido bastardo, manipulador y controlador —le dije a Adrian
mientras me acercaba a él. Me sentía valiente con toda esa gente
alrededor.
—Ah, Ria, siempre tan dulce. —Sus labios formaron una sonrisa y se puso
serio por un minuto.
—En serio disfrutas con esto, ¿verdad? ¿Pero qué pasaría si los padres de
Paula se enterasen de vuestra relación?
—Si se enterasen, los tuyos se enterarían de lo tuyo con Michael —dijo
fríamente—. En realidad, me gustaría que eso pasara. Sería divertido.
Rechiné mis dientes y me alejé antes de que Paula pudiera vernos y
culparme por molestar a su querido novio.
***
Michael estaba esperándome en el exterior de un café cerca de la
universidad, donde siempre nos reuníamos. Sólo el verlo sentado me hizo
sonreír, tuve que contenerme para no correr y arrojarme sobre él.
Demonios, parecía que iba a tener que refrenarme de hacer algo hoy.
—Oh, estás aquí. —Se levantó para darme un beso.
—¿Adivina qué? Hoy, Paula y yo vamos a tener una noche de chicas —dije
mientras nos sentábamos.
—Vaya, eso es un logro.
—¿Sabías que el bastardo puede sentir donde está todo el tiempo?
—¿En serio? ¿Puede hacer eso? —Frunció el ceño—. Bueno, eso apesta.
—Sí, no puedo creer que se haya convertido en una persona
completamente diferente por él.
—¿Yo te he cambiado de alguna forma que no hayas notado? —Sonrió
juguetón—. ¿Te he convertido en una especie de zombie?
Me reí.
66
—Sí, cariño, nunca antes había ocultado nada a mis padres.
—¿Ves? Todos los chicos les comemos el cerebro a nuestras novias. —
Alzó sus manos imitando garras. No dejamos de reír hasta que la
camarera trajo mi café.
—¿Qué vamos a hacer respecto a mis padres? Realmente quiero decírselo.
—Entonces hazlo.
—¡No es tan fácil! ¡No sé cómo van a reaccionar! ¿Y si me obligan a
terminar contigo?
—Entonces nos reuniremos en secreto. —Tocó mi mano.
—Eso sería divertido. —Me reí—. Voy a decírselo, tengo que hacerlo,
antes de que alguien lo use en mi contra.
—¿Te refieres a antes de que Adrian se lo diga? —Se puso serio,
mirándome con sus profundos ojos verdes.
—Sí.
—No dejaré que te empuje a algo para lo que no estás lista. —Tomó mis
dos manos con las suyas—. Escúchame, Ria. Haz esto sólo si estás segura,
no por él.
—No sólo es él... también soy yo.
—Díselo, sabes que estaré aquí pase lo que pase.
—De acuerdo —dije sacando el teléfono de mi bolsillo. Michael frunció el
ceño.
—¿Qué haces?
—Decírselo —respondí, sabiendo que era ahora o nunca.
—¿Por teléfono?
—Sí, es mejor que estar frente a ellos, confía en mí. —Sonreí—. De este
modo podrán calmarse antes de llegar aquí.
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—Muy bien, tú sabes qué es mejor —dijo mientras yo marcaba el número.
Decidí llamar primero a mamá que a papá porque seguramente ella
tendría más tiempo para escuchar. El teléfono sonó unas veces y agarré la
mano de Michael, esperando que su tacto me mantuviera calmada.
—¿Sí?—respondió finalmente mamá. Tomé aire.
—Hola mamá. —Traté de sonar alegre pero fallé por completo.
—¿Ria? ¿Estás bien?
¿Por qué demonios mis padres siempre asumían que algo iba mal cuando
los llamaba? Oh, quizá fuera porque ellos llamaban la mayoría de las
ocasiones y yo sólo les llamaba cuando tenía un problema o necesitaba
dinero. Seguro, era eso.
—Sí... Estoy bien —dije—. Mamá tengo que contarte algo.
—Claro, cariño. ¿Qué es?
—Tengo novio.
—Oh, claro, claro... —Pude oír la sorpresa en la voz de mi madre. Desde
luego que no se esperaba que dijera algo así.
—Se llama Michael —dije—. Michael Teregov.
—¿Teregov? —Apreté fuerte la mano de Michael esperando a que mi
madre reconociera su nombre.
—Sí, ¿has oído hablar de su familia? —Hubo un silencio en el otro lado de
la línea y a continuación los sonidos de teclas presionándose. ¡¿Estaba mi
madre buscando su nombre por internet?!
—No estoy segura cariño, el único Teregov del que he oído es de elemento
agua — dijo—. Y estoy segura de que tú no estarás saliendo con alguien
que...
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—Mamá, estoy saliendo con él. Sé que su elemento es el agua, pero nos
llevamos muy bien y estaba pensando que tal vez tengamos... Un futuro,
juntos —dije, mi corazón latiendo como loco.
—¿Qué? Eso no es posible. ¡No puedes tener un futuro con ese tipo!
Piénsalo, cariño —dijo molesta—. No puedes alejar a tu familia, tu
herencia, tu vida... ¡solo porque un chico apuesto te hizo creer que lo
amas! Él no está loco como para también tirar su vida. Debió de estar
buscando una aventura. Lo siento por él.
No podía creer lo que mi madre estaba diciendo. Era casi como si le
estuviera diciendo que estaba saliendo con Adrian. Michael no era así y
nunca haría nada para dañarme. En especial meterme en su cama y
dejarme. ¿Pero cómo podría convencer a mi madre?
—¡Mamá! Michael no es así, no soy estúpida. Sé lo que significa para mí,
¿y no me dijiste que el amor es lo más importante?
—¡Sí! Pero deberías casarte con alguien de tu propio elemento que ames y
debes de salir con chicos que sean aceptables.
—Mamá, no estoy hablando de casarme aún, pero quiero probar todas las
opciones. Pensaba que me apoyarías sin importar lo que escogiera.
Además no soy hija única, así que no dañaría a la tradición familiar.
—¡Ria! ¡Estás loca! Ese chico realmente te confundió —gritó—. Tu padre
y yo iremos este fin de semana y arreglaremos esto. ¿Vale, cariño?
—¡Mamá! —Estaba molesta, pero me di cuenta de que probablemente ella
necesitara tiempo—. Bien, bien, hablen de eso. Oh y sólo para que lo
sepas, Paula está saliendo con Adrian Liandre.
—¿Qué? —Tuve que apartar el teléfono de mi oído. Sí, era mezquino por
mi parte decir eso sólo para que ella viera que había peores cosas que
salir con Michael. Me arrepentí en cuanto salió de mi boca, sabiendo que
eso podría herir a mi mejor amiga. Estaba segura de que en un segundo
mi madre se lo diría a la madre de Paula. Sólo esperaba que la madre de
Paula fuera algo más comprensiva que la mía.
69
—Sí. Bueno, adiós. —Y colgué.
—Paula jamás te perdonará por eso —dijo Michael. Fruncí el ceño, no
necesitaba que me lo dijera.
—No deberías haber hecho eso. —Michael parecía realmente molesto.
—Lo sé —espeté, mientras me levantaba de la mesa y derramaba todo.
Corrí de regreso a la universidad ignorando a Michael, que gritaba mi
nombre. No tenía ni idea de qué me pasaba. Debía de ser ésa época del
mes.
Pasé un rato llorando en mi habitación y luego me concentré en hacer mi
tarea y estudiar. Acabé justo a tiempo para arreglar mi habitación para la
fiesta, lo que también significaba contrabandear un poco de cerveza y
quitar mis cosas para poder sentarse en el suelo. Curiosamente, ya no
estaba molesta por lo que había pasado, pero había una extraña sensación
recorriendo mi cuerpo. ¿Podría ser mi elemento?
Oí un golpe en la puerta y fui a abrir. Paula me sonrió en cuanto me vio.
Demonios, la había echado mucho de menos. Dejé que entrara, tomando
la caja de galletas de chocolate que trajo con ella y cerré la puerta.
—Hace mucho calor aquí —dijo ella. ¿Calor? No lo había notado. Dejé las
galletas en mi escritorio y fui a abrir la ventana. La fría brisa me alcanzó y
me estremecí. ¿Acaso había calentado accidentalmente la habitación con
mi elemento? Oh, bueno, no tenía tiempo para preocuparme por eso.
—Bueno y, ¿cómo va todo?—pregunté mientras se sentaba en la alfombra
azul. Mis padres me la habían mandado recientemente porque se
enteraron de que me gustaba sentarme en el suelo y no querían que me
resfriara o algo así.
—Los exámenes van bien, mi vida amorosa va bien... Los experimentos no
tanto —Suspiró.
—¿Aún encuentras tiempo para hacer experimentos? —Estaba
impresionada. Nadie excepto Paula podría manejar eso. Pero de nuevo,
70
cuando ella estudiaba, en realidad sólo se concentraba un rato y yo tenía
que estar horas pegada al libro para memorizar una estúpida oración.
—Claro. —Sonrió—. Adrian me ayuda mucho.
Elevé una ceja ante eso. ¿Podría realmente Adrian ayudar? Eso era difícil
de creer. Estiré mi brazo para tenderle una cerveza que acababa de abrir
de paso agarré una para mí.
—De acuerdo, voy a prometerte algo —dije y me miró expectante—. No
diré nada malo de Adrian en tu presencia si volvemos a ser amigas como
antes.
—Está bien —dijo—. ¿Eso significa que podemos volver a hablar de
nuestros novios otra vez?
—Claro —dije y me pregunté por qué siempre elegía el momento
equivocado para hacer las cosas. Estaba segura de que Paula jamás me
perdonaría por lo que le hice y que nuestra renovada amistad no duraría
demasiado.
—¿Te acostaste con él?
—¡No me preguntes eso! —gemí y luego me reí—. No, creemos que es
demasiado pronto para algo así. Espera no me digas que Adrian y tú...
—Sí. —Ella se rió—. No sabes de lo que te pierdes.
Me quedé mirándola y luego tomé un largo trago de cerveza. Así que ella
se había acostado con Adrian y el seguía cerca. ¿Qué demonios? Había
pensado que pasaría en cuanto tuviera lo que quisiera. ¿Era posible que
Paula se las hubiera arreglado para robarle el corazón al monstruo? De
alguna manera lo dudé.
Debía de haber algo más que él quisiera de ella, o sólo que ella se veía
bien en su brazo en público. O quizá yo estaba siendo una perra celosa.
Bueno, no exactamente celosa de salir con Adrian, sino celosa de que ella
fuera feliz. Ella siempre parecía tener todo, pero por otro lado, ella podría
estar pensando lo mismo de mí.
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—¿No te da miedo pillar la enfermedad?
—No, fuimos cuidadosos —respondió—. Creo que estoy enamorada de
él. Pero me preocupa que no pueda hallar nada en su ADN.
—¿Qué pasa si no hayas la cura? —dije—. ¿Qué pasa si nadie más halla la
cura? Espero que no estés pensando en casarte con él.
—No sé lo que pasará. Sólo sé que estoy dispuesta a pasar mi vida con él
sin importar lo que pase si nos amamos.
—Paula, no puedes hacer eso. No te puedes casar con él. Además, tus
padres no lo permitirían, de todas formas. Estar con él es una cosa, pero
cuando la enfermedad aparezca... Te matará —dije y las lágrimas
aparecieron en mis ojos—. No quiero que te haga daño.
—Oye, no te preocupes por mí. Aún no he decidido nada. No es como si él
me lo hubiera propuesto ni nada.
—Sí, pero estás considerando casarte con él algún día. No puedes tener
una familia con él.
—¿Has considerado casarte con Michael algún día?
—Sí, a veces. Pero es diferente, Michael no va a convertirse en asesino
algún día. Y podremos adoptar un niño si queremos —dije, dándome
cuenta de lo raro que eso sonaba. No estaba lista para casarme o tener
hijos y probablemente no lo estaría durante unos años—, a menos a que
mis padres me prohíban verlo —añadí—. Hoy se lo conté a mi madre,
estaba furiosa.
—Espera, ¿le contaste a tu madre lo de Michael? —Ella me miró
anonadada. Sí, nadie habría visto eso venir, ni siquiera yo. Había sido un
día raro, rarísimo.
—Si, no debí decírselo, pero lo hice. —No hacía falta hurgar más en la
herida, pero si pudiera retroceder en el tiempo lo habría hecho diferente.
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—¿Crees que lo entenderán?— Ella parecía preocupada. Y eso no debería
sorprenderme. Era una buena amiga. Aquí la única mala amiga era yo y
ella me lo seguía recordando, aún sin saberlo.
—No lo sé, espero. —Suspiré—. Vendrán a verme.
—Eres valiente, ¿sabes? —Me sonrió, claramente tratando de
animarme—. Yo no me he atrevido a hablarle a la mía de Adrian. Sabe
que tengo novio, pero no quién es.
—¿Qué crees que pasará cuando tus padres lo sepan? —pregunté.
—No lo sé. Probablemente enloquezcan. Pero no me importa —dijo—. Ya
no soy una niña. No pueden decidir a quién elijo como novio. Y mi abuela
prometió ayudarme si mis padres creaban problemas.
—¿Así que tu abuela es la única que lo sabe?
Asintió.
—Tu abuela es genial. La mía es... No lo quieras saber… —Me reí
imaginando la cara furiosa de la abuela. Si algún día escogiera casarme
con Michael, estaba segura de que no querría volver a verme.
—Olvídalo entonces —dijo—. No quería molestarte. Además, ¡deja de
hacer eso!
—¿Hacer qué? —gruñí. No tenía ni idea de lo que estaba hablando.
—Calentar esta habitación más de lo que ya está —dijo poniendo las
manos en su cara para enfriarse.
—Pero si no estoy haciendo nada —dije confundida.
—Sí lo haces, puedo sentir el hormigueo en el aire.
—Pero yo no... —Pero en ese momento me di cuenta de que sí estaba
usando mi elemento. ¿Cómo demonios pasaba otra vez sin que me diera
cuenta?
—Lo siento, debe de ser el estrés.
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—No hay problema —dijo—. Puedo traer algo de viento si quieres.
—¡Eso sería genial! —dije y un momento después sentí el aire
moviéndose a nuestro alrededor. Por supuesto, el familiar hormigueo
estaba ahí y sonreí. Algunos papeles que había dejado en el suelo cerca de
la cama volaron alrededor de nosotras y tuve que ponerme en pie para
atraparlos. Paula se rió.
—¿No se está mejor ahora? —preguntó cuando terminó. De repente me
sentí mucho mejor.
—Es genial —dije—. ¿Hay algo en lo que pueda ayudarte en tu búsqueda?
Aunque ahora ya puedes arrancarle un mechón a Adrian tú misma.
Las dos nos reímos. Enseguida, pareció pensativa por un momento.
—No creo que puedas ayudarme con esto. Estoy haciendo que Adrian
busque algunos viejos archivos médicos de sus padres pero siempre se
rehúsa. Sé que para él es duro buscar en las cosas viejas de sus padres
pero eso sería la clave para curar la enfermedad o mantenerla bajo
control.
—¿Por qué crees que hay algo útil en esos archivos? Sabes exactamente lo
que los padres de Adrian hicieron.
—Sí, pero quiero saber exactamente cuando apareció la enfermedad. Eso
podría significar mucho para Adrian. Así nunca podremos saber cuándo...
—No creo que haya expedientes de cuando apareció la enfermedad —
interrumpí—. Incluso aunque existieran esos expedientes...
probablemente los destruyeron. Era un riesgo quedárselos.
—Estoy al tanto de eso —dijo—. Pero quizá había algo en los anteriores
expedientes médicos en los que nadie notó nada. Quizá los doctores no
sabían por dónde mirar.
—Bueno, Adrian no te los dará, así que qué más da, ¿no? —dije. Era
escéptica sobre su teoría y no quería que ella se pusiera en peligro sólo
74
porque alguien encontrara los expedientes equivocados en su posesión.
Que Adrian no se los hubiera dado aún era perfecto.
—Quizá pueda persuadirlo —dijo. Jugó con un enredo en su cabello
brillante. No, no quería saber cómo estaba planeando hacer eso. Así que
sacudí la cabeza para que viera mi desaprobación.
—Un pajarito me contó que va a haber un baile la semana que viene.
—Ummm, ¿un baile? —Alcé una ceja—. ¿Necesitamos vestidos elegantes
para eso?
—Sí, de hecho. Estamos celebrando quien sabe cuántos años de nuestra
universidad y quiero que sea especial.
—¿Vamos a ir de compras? —Puse los ojos en blanco y ella se rió.
—Sí —dijo y fui a abrazarla. Realmente extrañaba hacer estas pequeñas
cosas con ella. Hablamos de cualquier cosa que nos viniera a la mente.
Parecía que nos habíamos reunido después de muchos años separadas. Y
realmente disfrute poniéndome al día de las cosas que habían estado
ocurriendo en su vida.
Alguien tocó a la puerta y tuve problemas a la hora de levantarme para
abrir. Debí de tomar mucha cerveza ya que el mundo estaba dando
vueltas a mi alrededor. Cerré un poco la puerta al ver que Adrian se
encontraba ahí.
—¿Qué demonios quieres?
—A ella —dijo apuntando a Paula que estaba riendo a mi espalda.
—Me encontraste otra vez —dijo ella.
—Por supuesto que sí. —Nos deslumbró con una sonrisa—. Siempre lo
hago.
Demonios, había algo mal en esto. ¿Por qué Paula no lo veía? Me hubiera
asustado si Michael hubiera tratado de controlarme así. Pero ella sólo
estaba sonriendo y mirándolo lánguidamente.
75
—No deberías haberla buscado, no estaba perdida —dije amargamente.
Se las había arreglado para arruinar mi buen humor con sólo aparecer.
—Lamento que a tu novio no le importe donde estés —dijo y quise
golpearlo en su arrogante cara. Paula se puso entre nosotros e
intercambió un suave beso en los labios de Adrian. Sus fríos ojos azul-
grisáceos me miraron mientras le devolvía el beso. Demonios, ¿qué estaba
haciendo Paula con ese idiota?
—Deberíais de llevaros mejor —suspiró ella—. No quiero que mi novio y
mi mejor amiga se odien.
—Lo intentaremos entonces — respondió él—. Todo por ti, mi amor.
Quise vomitar y no por la cerveza.
—¿Ria, lo intentarás? —Me suplicó—. ¿Por mí? ¿Por favor?
—Vale —dije finalmente. Si tanto lo deseaba, tendría que hacerlo. Y mi
parte malvada esperaba que mi madre se hubiera puesto en contacto con
la suya y le hubiera dicho lo de Adrian.
—¡Genial! —chilló paula extasiada y abrazándome—. Ahora, Adrian y yo
tenemos que irnos. Estoy esperando ansiosa nuestra salida de compras.
—Yo también —dije—. Sólo no traigas a tu novio, es cosa de chicas.
—No te importará, ¿verdad? —Ella lo miró, ¿en serio necesitaba su
permiso para todo?
—Claro que no —respondió él. Después salieron de la habitación,
actuando como si estuvieran en su luna de miel. Cerré la puerta y de
repente el mundo se volvió negro.
76
Traducido por Glenda
Corregido por Juli_Arg
gua, podía sentir agua por todo mi cuerpo, pero no me estaba
ahogando. Quería tocarla, envolverme en ella, tomármela toda…
—¡Ria! ¡Vamos! —Escuché la voz de alguien, pero parecía tan
distante y yo sólo quería quedarme en el agua. Unos minutos después,
una imagen se disolvió frente a mí y observé una sombra sobre mí.
—Ria, por favor, despierta.
Pestañeé y agradecida miré el rostro de Michael. Sostenía un vaso de
agua, tratando de hacer que bebiera. Me las arreglé para tomar un sorbo,
pero este agua no estaba tan buena como imaginaba, por lo que terminé
tosiendo.
—¿Qué está pasando? —pregunté, mirando alrededor. Estaba tendida en
el suelo de mi habitación y Michael era el único presente.
—Creo que te desmayaste o te debilitaste —dijo, ayudándome a ponerme
en pie y meterme en la cama—. Me preocupé cuando no respondías a mis
llamadas, así que vine y te encontré tirada en el suelo.
Parecía realmente preocupado, e hice todo lo posible por sonreír.
—Estoy bien, Michael. De verdad.
—Voy a traer un doctor —dijo, y atrapé sus brazos antes de que pudiese
salir de la cama.
A
77
—No, lo hagas —dije—, sólo me desmayé. Supongo que por tomar mucha
cerveza.
—¿Estás segura? —Pasó su mano suavemente por mi rostro.
—Ajá.
—Está bien —dijo, pero no parecía muy feliz con ello. Bueno, yo tampoco
estaba feliz con lo de haberme desmayado, pero no quería ir a ver a un
doctor. No era razón para hacer una escena por algo tan trivial como eso.
—¿Te quedarás conmigo? —dije tomando su mano. Sus ojos verdes se
posaron en los míos y vi lo relucientes que eran. ¿Por qué no querría estar
conmigo? Casi lo pregunté, pero supongo que lo vio en mi rostro y
respondió, sin necesidad de formular la pregunta.
—Sabes que no tenemos permitido pasar la noche en el cuarto de un
estudiante —dijo.
Yo insistí.
—Oh, por favor. ¡Cómo si alguien fuera a comprobarlo! ¡No somos niños!
—Es verdad. Pero me gustaría estar en mi cuarto si Alan viene a
buscarme por la mañana.
—¿Alan? —Sospechosamente lo miré. No me gustaba Alan para nada, ya
que parecía que estaba envuelto en todo.
—Sí, está tratando de convencerme para que tome parte en unas clases
adicionales. Dijo que iban a ser muy fáciles para mí. —Sonrió. Diablos.
Tenía un novio inteligente.
—¿Vas a tomarlas? —dije—. Estoy segurísima de que puedes. Y estoy
segura de que algún día quedaría bien en tu currículum.
—No estoy seguro —dijo, alisándome el pelo—. No lo he decidido aún.
Pero eso significa que tendré menos tiempo para estar contigo.
Sus labios se posaron en los míos en un tierno beso.
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—Oh, eso es tan tierno de tu parte —dije—, y a pesar de que me gustaría
pasar todo mi tiempo libre contigo, te sugiero que lo intentes. Siempre
puedes renunciar después.
—No soy un rajado como tú —tosió.
—¡Oye! —Le di un puñetazo en el hombro—. Sólo dejé el ballet cuando
era una niña y, créeme, no era lo mío. Oh, y dejé las animadoras por qué
pensaba que era estúpido y yo… está bien, olvídalo.
—¿Entonces cómo os fue anoche a las chicas? —preguntó, y le dije
algunas cosas, como que estaba disgustada con Paula. Me prometió que
estaría conmigo hasta que me quedara dormida. Creo que cumplió su
promesa, pero cuando me desperté a la mañana siguiente no estaba.
***
El resto de la semana pasó como un suspiro. Estaba agradecida de que
Paula y yo acordáramos en salir de compras antes de que mis padres
vinieran a arruinarme la vida. Sí, empezaba a creer que podrían arruinar
todo porque evitaban cualquier conversación acerca de mi relación con
Michael cuando nos poníamos en contacto. Albergaba cierta esperanza de
que un día me llamaran y me dijeran que lo entendían y que no necesitan
tener una conversación en persona.
Pero no, eso no ocurrió. ¿Consideraban que el problema iba a desaparecer
si no lo hablaban? ¿Esperaban que cuando llegaran les dijera que todo era
una broma? No tenía ni idea y eso me estaba volviendo loca, pero no
quería preguntar nada porque tenía miedo de empeorar las cosas.
Paula salió del probador con un largo vestido blanco que parecía un traje
de novia. Fruncí el ceño.
—No irás a ningún lugar con eso —dije—. No quiero que Adrian se haga
ideas.
Sonrió, girando frente al espejo, pero entonces regresó adentro para
probarse otro. Hojeé cuatro revistas de modas pero no encontraba nada
79
que me gustara. Demonios, ¿por qué era tan difícil encontrar el vestido
perfecto?
Paula salió con un vestido rojo, y la visión de ella con eso me provocó
risas. Realmente me gustaba la forma en que los vuelos se alternaban con
la organza. Y se hizo aún más bonito pues toda la falda tenía diversos
bordados de plata y lentejuelas. La parte superior estaba bordada con
cuentas encajando con el resto y el escote en forma de corazón se
ajustaba perfectamente a Paula. El vestido estaba hecho para ella.
—Vaya —dije.
—¿Debería decirles que fijen los tirantes? —dijo, inspeccionando el
vestido cuidadosamente.
—No —dije—, es perfecto como está.
—¿Estás segura de que no se arrastra? Quiero decir, no quiero pasarme la
noche entera alzándome el vestido —dijo. Me levanté del sofá blanco
donde estaba sentada y caminé hacia ella para mirarla de cerca.
—No se va arrastrar —le dije—. Encaja a la perfección.
—Sí, pero y si…
—Nada de peros —dije—, encontraste tu vestido.
—¿Piensas que debería quedarme con él?
—Sip —dije—. En estos momentos si no lo llevas te voy a obligar a que lo
hagas.
—Está bien —dijo—. ¿Pero y qué hay del tuyo? ¿Nada bueno en el
catálogo?
—No —suspiré—. Nada se ve realmente bueno.
—¿Qué te parece el verde de allá? —Señaló en dirección a un vestido—.
Combinaría con los ojos de Michael.
—Sí. Pero no me gusta —dije.
80
—Déjame adivinar, quieres algo específico —dijo.
Sonreí.
—Me conoces muy bien.
—Por supuesto que sí, soy tu mejor amiga. —Se echó a reír—. Cuéntame.
—Agua —dije—, quiero algo simple pero hermoso… algo azul… algo
parecido al agua.
—Azul, ¿eh? Está bien, vamos a buscarlo —dijo—. Realmente estás
tratando de impresionar a Michael, ¿no?
—¿Impresionar? No, quiero dejarlo sin aliento. —Me reí. Paula negó con
la cabeza y fue a cambiarse nuevamente de ropa. Después de comprar el
vestido, visitamos unas seis o siete tiendas diferentes, pero no pudimos
encontrar lo que quería. Justo cuando pensaba en darme por vencida del
todo, vi el vestido.
Era un vestido de un azul pálido y con el escote en forma de V, tenía un
corpiño bajo de satén y la falda era completa de organza. La falda parecía
simple, pero tenía pequeños volantes, que cumplían perfectamente con
mi idea de que tuviese un efecto acuoso. El cuerpo estaba cubierto por
cientos de pequeños cristales brillantes, que me recordaron a las gotas de
agua.
—Quiero este —dije. Paula levantó una ceja, visiblemente sorprendida.
Supongo que pensaba que nunca iba a encontrar el vestido adecuado.
—¡Es hermoso! Pruébatelo. —Tomó el vestido de la percha y me empujó
hacia el vestidor. Necesité un poco de ayuda para entrar en el vestido
porque tenía miedo de arruinar algo. No quería que un solo cristal se
cayese, y la vendedora me aseguró que no sucedería, pero de todas
maneras tenía miedo.
No pude evitar sonreír cuando me vi en el espejo. Me veía exactamente
como quería lucir.
81
—Estás genial —dijo Paula—. A Michael le va a encantar.
—Gracias —dije. Ah, sí, estaba más que lista para sacudir el mundo de
Michael.
82
Traducido por Glenda
Corregido por sttefanye
aula y yo estábamos a punto de entrar en el edificio de la universidad,
cuando mi teléfono sonó. Vi el número de Michael y respondí.
—Hola cariño —dije alegremente.
—Ria, tienes que venir inmediatamente —dijo con voz tensa.
—¿Qué pasa?
—Tus padres están aquí.
—Oh, mierda —dije—, voy para allá. ¿Dónde están?
—Umm, estamos todos en tu habitación.
—Ya voy —le dije. ¡Mierda! ¡Mis padres estaban esperándome en mi
habitación con Michael! Entonces lo conocieron antes de que pudiese
hacer una bonita presentación. Y además de eso, ahora sabían que
Michael tenía una llave de mi habitación. Genial. Simplemente genial.
—¿Qué está pasando? —preguntó Paula.
—Mis padres están aquí —le dije, corriendo a través del pasillo.
—Oh, ¿quieres que vaya contigo? —gritó Paula a mis espaldas,
preocupada.
—No, te llamaré más tarde ¿de acuerdo?
P
83
—Está bien. —Oí su grito un momento antes de doblar la esquina. Mis
manos estaban temblando y podía escuchar mis latidos resonando en mi
cabeza cuando por fin alcancé mi habitación. Me tomé un segundo y luego
giré el pomo.
—Cariño —dijo mi padre, obviamente tratando de hacer la situación
menos tensa, pero mi madre se puso de pie, mirándome, con los labios
apretados con fuerza en una línea.
—Hola —dije. Me paré en medio de la habitación, sin saber qué hacer. Yo
sólo le sonreí a Michael, sin atreverme a ir hasta él y besarlo.
—¿Dónde has estado? —preguntó mi madre.
—De compras.
—De compras, ¿eh? —dijo, sacudiendo con su hombro su largo cabello
negro de la cara—. Bueno me alegro de que al final hayas aparecido.
Pensé que habías dejado solo a tu novio. —La forma en que dijo novio me
hizo estremecer, pero fue algo que me dio la valentía suficiente para ir y
sentarme al lado de Michael en la cama.
—Yo nunca lo abandonaría —dije con determinación.
—¿Qué es lo que quieres, Ria? —dijo ella de pronto—. Ya tienes toda la
atención. ¿Entonces, qué es lo que quieres? ¿Más dinero? ¿Un coche
nuevo?
La miré sorprendida. ¡No podía creer que pensara que estaba saliendo
con Michael para conseguir algo! Era suficiente, había hecho algunas
cosas de las que no estaba de acuerdo para conseguir las cosas que quería
cuando era más joven, pero esto no era algo con lo que me gustaría jugar.
—Papá, ¿tú también piensas eso? —Le miré, pero sólo se encogió de
hombros.
—No lo sé, cariño. ¿Por qué no nos lo contaste?
—Lo único que quiero es que aceptéis a Michael como mi novio.
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—¡No! ¡No vas a llevar a la ruina a esta familia! —El rostro de mamá
estaba rojo de ira.
—¿La ruina de la familia? ¿Qué diablos estás diciendo? —Yo también
estaba enojada.
Michael tocó mi mano y le miré desesperada. Luego entrelazó los dedos
con los míos y los sostuvo con fuerza. Podíamos hacer esto juntos. Sabía
que podíamos.
—Vas contra la tradición. ¡La reputación de la familia se arruinará! —dijo
ella—. Tan pronto como la prensa se entere, ¡se convertirá en un
escándalo! No puedes hacernos eso. Te hemos dado todo lo que siempre
has querido. Por favor, piensa en ello.
La cara de mi madre se volvió fría y pasó de la ira a la decepción y a la
tristeza. Incluso sus ojos se pusieron llorosos. ¿Qué demonios? No tenía ni
idea de que mi madre pudiese ser tan buena actriz.
—Mamá, me dijiste que no te preocupabas por todo eso de la reputación
—dije, frustrada.
Pero entonces me di cuenta de algo, tenía que haber una razón por la cual
de repente mamá se convirtiera en una persona desconocida.
—¿Qué me estáis ocultando? —Los miré a ambos, que se sorprendieron
por un momento. Fruncí el ceño. Aquí algo iba terriblemente mal.
—¿Mamá? ¿Papá? —dije cuando no obtuve respuesta.
—Necesitamos hablar en privado —dijo mamá. Yo estaba completamente
perpleja, pero Michael y mi padre ya iban hacia la puerta. Mi madre vino a
sentarse a mi lado y parecía que había vuelto a su estado normal.
—Cariño, no puedes casarte con Michael —dijo. Miré a sus oscuros ojos.
—Yo no he dicho que vaya a casarme con él.
—Pero es posible —dijo—. Y eso no puede suceder.
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—¿Por qué?
—Te acuerdas de tu bisabuelo —dijo, enderezando su larga falda color
marrón oscuro. Mi bisabuelo murió cuando yo tenía cinco años, así que
realmente no podía decir que lo recordara mucho. Era más como una
imagen borrosa en mi mente.
—Umm, no mucho —admití.
—Bueno, él estaba decidido a mantener el elemento de la familia puro,
por lo que le prohibió a sus hijos que se casaran con personas que tenían
otros elementos. Por supuesto, el temía que sus hijos no hicieran lo
mismo con los suyos. —Ahora su voz era suave—. Así que decidió hacer
algo al respecto.
—¿Qué tiene que ver eso con Michael y conmigo? —pregunté—. Nadie
puede prohibir que nos casemos si queremos. Ni siquiera tú.
—Lo sé —dijo—. Ni siquiera lo intentaría.
—Entonces, ¿qué diablos fue todo ese drama? —Estaba completamente
perpleja.
—Fue idea… de tu padre… obviamente una mala idea. Teníamos miedo de
que os casarais secretamente o hicierais alguna locura como ésa. Y no
queríamos decirte la verdad de tu bisabuelo —suspiró, la miré
boquiabierta. Esto era extraño en tantos niveles que no sabía que decir.
¿Así que mis padres no estaban en contra de mi relación? ¿Eh? ¿Qué
estaba pasando por alto?
—Mamá, no te entiendo —dije—, me estás diciendo que papá y tú estáis
de acuerdo con que esté con Michael, pero ¿que mi bisabuelo muerto no
lo está?
—Estamos de acuerdo si en verdad él es tu verdadero amor. Por
supuesto, es pronto para decirlo en este momento y nos gustaría que
escogieras a alguien de tu propio elemento… especialmente porque
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oficialmente no puedes casarte con Michael, pero puedes vivir con él —
dijo.
—No lo entiendo. —Y realmente no lo hacía. Consideré pellizcarme para
asegurarme de que no estaba soñando.
—Tu bisabuelo hizo un trato con alguien —dijo—, hemos estado tratando
de averiguar con quién, pero fue en vano.
—¿Qué tipo de trato? —dije, mi voz apenas audible.
—Cualquiera que se case con alguien cuyo elemento es aire, agua o tierra
será asesinado —dijo y casi me reí.
—¡No es gracioso, Ria! —Mi madre estaba molesta—. ¿Te acuerdas de tu
tía Olivia?
—Claro —le dije—. Murió en un accidente de coche.
—No, su coche fue empujado fuera de la carretera un día después de
haberse casado en secreto con Bruno, un hombre cuyo elemento era aire.
Nos enteramos después de mucho investigar, pero parece que el trato se
mantiene activo —dijo.
—Espera, ¿alguien mató a Olivia porque se casó con ese tipo? —dije—. Es
sólo que… no puedo creerlo. ¿Quién pudo hacerlo y por qué? Tal vez fue
sólo una coincidencia. Tal vez alguien se confundió y fue tras su coche
creyendo que era otra persona.
—Lo sé, yo pensé eso al principio, pero encontramos la marca —dijo—, el
mismo símbolo que estaba en el documento que tu bisabuelo había
firmado. Entonces nos dimos cuenta de que algo que considerábamos
acabado seguía continuando.
—Está bien, mamá, si no quieres que esté junto a Michael, solo dímelo.
Toda esto que me estás contando pertenece a una película o a un libro —
dije. Realmente si alguien te dice que tu bisabuelo hizo un trato con
alguien para que matara a miembros de la familia que se casan con la
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persona equivocada, ¿te lo creerías? No creo. Y si lo hicieras, entonces
tenías una familia chiflada.
—Ves, por eso es que primero intentamos otra vía —dijo, tomando mi
mano—. Sabía que no ibas a creerlo, pero es verdad. Tu bisabuelo le dio
un montón de dinero a esa persona y tal vez le hizo otro tipo de favores
porque es suficientemente claro que continúa aun después de su muerte y
posiblemente también después de la muerte de esa persona.
No sabía que pensar. Eso sonaba algo loco, pero mi bisabuelo tampoco
había sido la mejor persona. Y realmente tenía el suficiente dinero y
poder para hacerlo, pero quién estaba lo suficientemente loco para
continuar con el trato después de la muerte de este. Deseaba que mi
madre nunca me lo hubiese contado. Estaba casi segura de que iba a tener
pesadillas a causa de eso.
—¿Cuánta gente ha muerto? —pregunté. Mi madre parecía estar
pensándoselo.
—Cuatro —dijo—, podrían ser cinco en realidad, pero pasó hace mucho
tiempo y no pudimos probarlo.
—¿Y no hay absolutamente ninguna pista sobre quién podría ser?
—No. Pero creemos que es una persona influyente o no habría manera de
cubrirlo todo.
—Está bien, no me voy a casar con Michael —dije—, en realidad no
pienso casarme con nadie por muchos años.
—Bueno, como te estaba diciendo, teníamos miedo de que salieras con la
loca idea de escaparte y casarte en las Vegas —dijo—. Por lo que
pensábamos prevenirlo. No queremos perderte, querida. Especialmente
por algún bastardo de mente estrecha.
Yo no podía dejar de sonreír. Mi madre se acercó para abrazarme.
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—Me alegro de que pudiésemos resolverlo. Realmente no quería empezar
a odiarte. —Sonreí y luego entré en pánico cuando otro pensamiento vino
a mí—. ¿Le contaste a la madre de Paula lo de su novio?
—No —dijo—. ¿Realmente está saliendo con Adrian Liandre?
—Sí, pero no se lo digas a nadie —le dije aliviada—, ella se lo va a contar a
sus padres cuando esté preparada.
—Bueno, no estoy sorprendida. Es un chico muy guapo —dijo, y me
levantó una ceja.
—¿Guapo? Quizás. Pero peligroso.
—No te preocupes por ella —dijo mi madre—, es una chica inteligente.
Sabe lo que está haciendo.
—Sí, eso dice todo el mundo. —Puse los ojos en blanco—. ¿Puedo hablarle
a Michael de todo esto?
—No, no se lo cuentes, mientras menos personas lo sepan mejor. No
queremos que esto llegue a la prensa o termine en manos equivocadas.
—Está bien —dije, sintiéndome un poco cansada de todo lo que había
pasado hoy—. ¿Te gustaría ver mi vestido para el baile?
—Por supuesto. —Me sonrió y fui a buscar la bolsa, que seguía de pie
junto a la puerta donde la había dejado. Bueno, supongo que fue mi día de
suerte después de todo. Tenía el vestido perfecto, a mis padres no les
importaba que Michael fuese mi novio, siempre y cuando no me casara
con él y Paula nunca se iba a enterar de que la había traicionado. Las
cosas estaban mejorando para mí.
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Traducido por Tersa
Corregido por Vickyra
l día siguiente compartí mi felicidad con Michael y Paula. Paula
tuvo tanta curiosidad que dejó a Adrian por un momento y se unió
a nosotros en el almuerzo. Sólo les dije que mis padres no querían
que me casara con Michael, pero que estaban bien con nosotros saliendo
por ahora. Paula estaba feliz por mí, pero Michael parecía sospechoso.
Sólo esperaba que no tratara de averiguar la verdad.
—Entonces, ¿tú y Adrian tuvieron una pelea o simplemente querías
escuchar lo que había sucedido con mis padres?
Miré a Paula.
—No, Alan está teniendo una conversación con él —dijo con tristeza—. Y
sí, también tenía curiosidad.
—¿Una conversación? ¿Van a darle la patada en la universidad? —Sonreí.
—¡Hey! ¡No digas eso! —Me lanzó una mirada furiosa.
—Una chica tiene esperanzas.
—¿Sigue fallando en todas las asignaturas? —preguntó Michael.
—Sí —dijo Paula—. Dice que estudiar no tiene sentido para nada. Me
gustaría que se diera cuenta de que todavía tiene expectativas.
—Podrías encontrar un hombre de verdad, ya sabes. Alguien que te ame
de verdad y te dé lo que mereces —dijo Michael. En realidad me alegraba
A
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que alguien más le advirtiera, pero probablemente Paula estaba pensando
que lo dijo porque yo se lo había dicho.
—Adrian es un hombre de verdad y me da todo lo que merezco —dijo,
levantando la cabeza, tratando de parecer indignada.
—No creo que pueda cambiar —dijo Michael—. Perdí a una amiga por su
culpa. No quiero perderte a ti también.
—¿Perdiste? —Miré a Michael, sorprendida.
—Bueno, no es lo que piensas. Se alejó y no he tenido contacto con ella
desde entonces —dijo. El alivio cruzó por el rostro de Paula. Parecía
decepcionada.
—¿Qué pasó? —le pregunté cuando me di cuenta de que Paula no estaba
realmente interesada y no haría ninguna pregunta.
—Se llamaba Amaya —dijo con la voz llena de tristeza—. Fuimos buenos
amigos desde la escuela secundaria y vino a estudiar aquí. Se enamoró de
Adrian en cuanto lo vio. Salieron por un tiempo y luego él la dejó por otra.
Sufrió de depresión y sus padres decidieron llevarla lejos de aquí.
—¿Y no ha llamado ni nada? —preguntó Paula.
—No, y no contesta a ninguna de mis llamadas —respondió—. Sólo
espero que esté bien.
—¿Quién era esta otra chica? —dijo Paula, más interesada en la chica que
podría ser su competencia, que en la otra pobre chica.
—Tanya.
—¿Tanya? —dijimos las dos al mismo tiempo. Tanya era una chica que
por lo general daba a Paula enojadas miradas cuando la veía, pero no
teníamos ni idea de por qué. Ahora lo sabíamos.
—Sí. Adrian tiene una lista enorme de chicas con las que salía. Y las chicas
siguen esperando en fila por él —dijo Michael con desaprobación.
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—Bueno, no tienen que esperar más. —Sonrió Paula—. Él es mío.
Quería decirle que debería reconsiderar eso, pero mantuve la boca
cerrada, lo que era una sorpresa. No quería correr el riesgo de perderla de
nuevo y realmente esperaba que la tentación no fuera insoportable.
—¿De verdad crees que cambió, Paula? —Michael la miró profundamente
a los ojos y ella se estremeció y dejó caer su mirada. Tenía la sensación de
que a veces aún lo dudaba. Bueno. Tal vez finalmente pudiera ver lo que
estaba justo en frente de sus ojos.
—Todo el mundo puede cambiar. —Se levantó y nos dejó solos.
—Sí, todo el mundo excepto Adrian —dije, jugando con mi copa cuando
estuve segura de que no podía oírme.
—Ella lo ama, Ria —dijo Michael—. No hay nada que puedas hacer al
respecto. Sólo él.
—Esperaba que ya la hubiera abandonado.
—¿Por qué? —Él levantó una ceja—. ¿Ella...?
—Sí, lo hizo.
—Oh. —No pudo ocultar su sorpresa.
—No se lo digas a nadie —dije—. Y sobre todo, no le digas a Paula que te
lo dije.
—Por supuesto.
Sonrió de nuevo y nos besamos. Tal vez Adrian estaba esperando por una
víctima perfecta antes de romper con Paula, pero no quería preocuparme
por eso. Tenía una nueva misión en mi vida, iba a hacer de la noche del
baile la mejor noche de mi vida.
***
La tan esperada noche llegó antes de lo que todos habían pensado que
vendría. Toda la universidad había estado hablando de ello esa semana y
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todo el mundo quería estar bien preparado para el baile, especialmente
las chicas. Probablemente habría algún concurso de belleza no oficial.
Estaba de pie frente al espejo, tratando de hacer que mi cabello quedara
perfecto. Llevaba haciéndolo dos horas y todavía no sabía qué hacer. Mi
cabello no quería quedarse en la posición por mucho spray que usara.
Estaba cada vez más irritada con cada segundo que pasaba. Alguien llamó
a mi puerta y me sorprendí totalmente. La abrí con cuidado, esperando
que no fuera Michael. Era Paula. Y se veía preciosa.
—¿Ya terminaste? —preguntó mientras pasaba al interior. Su cabello
rizado y hermoso estaba levantado, con algunos bucles cayendo por su
rostro. Maldita sea, mataría por tener ese tipo de cabello.
—No sé qué hacer con mi estúpido pelo. —Suspiré—. ¡Todo lo que hago
es inútil!
—¿Por qué no sólo lo dejas abajo cómo está?
— ¡No! Eso es muy ordinario. —Fruncí el ceño.
—Pero se necesita algo simple con ese vestido —dijo—. Tal vez pueda
trenzarlo por ti.
La mire y me encogí de hombros. Estaba tan desesperada que me
quedaría con casi cualquier cosa.
Casi. De hecho, cerré los ojos mientras ella hacía algo con mi pelo.
—De acuerdo, creo que lo he hecho —dijo y abrí los ojos.
—Guau —dije, mirando las dos pequeñas trenzas que hizo por mí a cada
lado. Se veía bien contra el resto de mi pelo liso, como ondas. O tal vez
sólo estaba viendo ondas en todas partes. Oh, lo que sea, se veía bien
porque mi pelo todavía parecía sencillo, pero no simple... si eso tenía
sentido.
—¿Te gusta? —preguntó con incertidumbre.
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—¡Por supuesto, gracias! —Fui a abrazarla, pero entonces me di cuenta
de que no era tan buena idea, así que la tomé de su mano.
Corrimos por el pasillo, con la esperanza de que nadie nos viera antes de
llegar al salón de baile. Los chicos tenían que estar ya allí, esperándonos.
No podía esperar para ver a Michael y la expresión de su cara cuando
apareciera delante de él.
El salón de baile lucia absolutamente increíble, bañado completamente en
un resplandor de oro de cientos de lámparas de cristal. La pista de baile
estaba a mi izquierda y las mesas estaban enfrente, en su mayoría
ocupadas por aquellos que estaban esperando a alguien o no les gustaba
bailar. Me di cuenta de que éramos de las últimas en llegar porque estaba
abrumada por la cantidad de caras que podía ver delante de mí.
Todas las chicas estaban preciosas con sus vestidos y de repente sentí la
necesidad de encontrar a Michael antes de que otra chica pusiera sus ojos
en él. Pero era difícil encontrar una cara conocida entre todos los chicos
con sus trajes de etiqueta. Paula parecía igual de perdida a mi lado y poco
a poco nos deslizamos entre la multitud. La gente estaba de pie, la
mayoría entre la pista de baile y las mesas, charlando y bebiendo.
Por supuesto, Adrian llegó en primer lugar, lo que no era una sorpresa
teniendo en cuenta su molesta capacidad de sentir el elemento de Paula.
Su rostro se iluminó cuando le vio, pero no fue a él. No fue por mi
beneficio, sino porque la gente todavía no estaba lo suficiente borracha
como para no notar algún problema con el maquillaje o las
imperfecciones del vestido causadas por acercarse demasiado a alguien.
—Estás increíble, querida. —Adrian sonrió a Paula y ella no pudo haber
estado más orgullosa o feliz. Realmente odiaba el efecto que tenía sobre
ella. Pero al infierno, hasta el Monstruo estaba decente esta noche.
—Ria. —Escuché la voz de Michael a mis espaldas y me giré un poco
demasiado rápido. Abrió la boca, abrió los ojos y se quedó sin habla por
un momento. Su reacción me hizo sonreír. Tenía lo que quería.
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—Estás... —Estaba luchando por encontrar la palabra adecuada—,
hermosa.
—Gracias —dije—, tú también estás bien.
Y de verdad estaba guapísimo con su traje negro. Su pelo castaño, por lo
general ondulado, había sido cuidadosamente peinado y sus ojos verdes
eran más notables de esa manera. Quería besarlo, pero al igual que Paula,
no quería nada que arruinara mi aspecto durante la primera hora o dos.
—Michael —dijo Paula—. Te ves muy bien.
—Gracias —dijo—. Esta noche Ria y tú estáis verdaderamente magníficas.
—Ellas siempre lo están, ¿no? —dijo Adrian, obviamente tratando de
poner nervioso a Michael.
Cuando nadie dijo nada durante más o menos un minuto, creo que todo
comenzó a sentirse incómodo. Quería una bebida, pero el camarero
pasaba por el lado equivocado, junto a Michael y no junto a mí.
—Michael... —comencé a decir y sabía que no sería lo suficientemente
rápida como para explicar lo que quería, en especial, con todo ese ruido
que nos rodeaba. Adrian me miró y tomó consigo dos copas de champán
de la bandeja. Me ofreció la copa a mí.
—Querías esto, creo —dijo y tomé la copa.
—Gracias —dije y tome un sorbo, con la esperanza de que este difícil
momento pasara. Parecía extraño que fuera a tomar una copa para él y
para mí y no para su novia. Paula, sin embargo, parecía contenta porque a
sus ojos Adrian estaba tratando de llevarse bien conmigo. Qué bonito. A
Michael obviamente le pareció grosero que Adrian no le hubiese dado el
otro vaso a Paula, porque fruncía el ceño.
—¿No crees que tu novia también quiera una copa? —dijo Michael.
—Ella no bebe champán —respondió, tomando un sorbo. Eso no era lo
suficientemente bueno para Michael.
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—Paula, ¿puedo traerte algo? Voy a tomar un trago, así que...
Trató de hacer que sonara casual, pero Paula se sonrojó ligeramente.
No estaba muy segura de qué hacer y miró a Adrian, que sólo le dirigió
una sonrisa y no hizo ningún movimiento.
—Está bien —dijo finalmente—. ¿Podrías traerme un poco de agua?
—¿Agua? —dijimos Adrian y yo al mismo tiempo. Grandioso. Sin duda,
teníamos que olvidarnos mutuamente, como ayer.
—Tráele un poco de vino —dijo Adrian, Michael parecía estar cada vez
más furioso. Desde luego, no le gustaba la actitud de Adrian.
—A ti no te he preguntado —dijo Michael entre dientes y luego sonrió a
Paula, que los miraba un poco asustada—. ¿Paula?
—El vino está bien —dijo, tratando de parecer tranquila y alegre—. Es
una fiesta de todos modos. Supongo que no se puede beber agua, ¿no?
Michael parecía indeciso por un momento, pero luego se fue. Hice mi
mejor esfuerzo para ignorar a Adrian y me dirigí a Paula.
—Entonces, ¿qué te parece? ¿Va a ser una gran fiesta? —dije.
—Probablemente —dijo—. Mira a toda esta gente. Cuando la música se
vuelva más y más fuerte todo el mundo se emborrachará... Sí, será genial.
—No tenemos que esperar a que eso pase —dijo Adrian de repente,
sacando algo de su bolsillo. Sus fríos ojos azul-grisáceos se encontraron
con los míos durante un momento y luego miré lo que estaba sosteniendo
en su mano. Era una pequeña caja negra y cuando la abrió...
Casi se me cayó mi copa cuando vi las redondas pastillas de color blanco.
¿Drogas? Me quedé allí, sin poder moverme ni decir nada. Cientos de
pensamientos pasaban por mi cabeza. ¿Era Adrian adicto a las drogas?
¿Había hecho a Paula tomarlas también? Oh, mierda.
—Adrian —dijo Paula en voz baja—. ¡No lo tomes aquí!
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—¿Por qué? ¿Tienes miedo que alguien vaya a tratar de tomarlos para sí
mismo? —Sonrió—. No te preocupes. Tengo un montón.
Michael regresó justo cuando estaba a punto de arrastrar a Paula para
salir de allí, pero me paré en seco. La pequeña caja negra desapareció y
Adrian estaba actuando como si nada hubiera sucedido.
Su postura indiferente casi me hizo creer que lo había imaginado. Mi
mente estaba saturada y, cuando volví a la realidad, Michael me estaba
pidiendo un baile. Me di cuenta de que Adrian y Paula también habían ido
a bailar.
Dejé mi vaso sobre una mesa vacía y dejé que Michael me llevara a la pista
de baile. No tenía ni idea de qué hacer. Por supuesto que no quería hacer
un escándalo aquí o arruinarle la fiesta a Paula, pero esto no era un
asunto sin importancia. Michael me vio la cara de preocupación y
extendió la mano para tocar mi mejilla con sus dedos suaves.
—¿Qué pasa? —preguntó. Todavía estábamos bailando y yo estaba
realmente cabreada con mi vestido porque me impedía acercarme a
Michael y clavar mi cara en su pecho. Quería decirle lo que me molestaba,
pero no pude. Estaba segura de que inmediatamente iría a buscar a
Adrian, y no quería saber lo que pasaría en ese caso.
—Nada —dije—. Creo que vi a una chica con un vestido similar al mío.
Esa era una mentira tonta, me hubiera gustado llegar a algo más, pero
creo que no era lo suficientemente creativa para eso. Además, eso era algo
por lo que podía estar molesta después de todo lo que había pasado para
conseguir el maldito vestido.
—Eso es imposible —dijo Michael—. Y aunque fuera similar, te verías
diez veces mejor que ella.
—¿Sólo diez? —dije con falsa indignación, pero luego me eche a reír.
—Está bien, mil millones entonces —dijo, la calidez de sus ojos hicieron
su camino hacia mí y me hizo sentir mejor. De repente, no había nadie
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más que nosotros dos en la pista de baile y Michael sonreía como si
hubiera ganado la lotería.
—Te amo —dije y lo dije en serio. Michael dejó de moverse y me miró a
los ojos. Supongo que estaba tratando de ver si era yo o el champán quien
hablaba.
—Yo también te amo —dijo al final y se inclinó para besarme. No me
aparté esta vez, ya que el vestido era lo último que me importaba en este
momento y Michael trató de ser lo más cuidadoso posible. Sus cálidos y
suaves labios tocaron suavemente los míos en el beso más dulce de todos,
y temí que fuera a derretirme.
***
Al final, la fiesta comenzó en su verdadera forma cuando la prensa y las
cámaras se fueron y entonces las luces se apagaron, haciendo el ambiente
aún mejor de lo que era. Incluso la música era mucho más fuerte. Ahora la
gente podía relajarse y preocuparse un poco menos en cómo se veían. Era
difícil de reconocer a nadie a nuestro alrededor, pero reconocí a Paula
cuando se acercó a nosotros. No sabía por cuánto tiempo Michael y yo
habíamos estado bailando y menos aún cuántas copas de champán había
tomado.
—¡Hey, ahí estáis! —dijo Paula, casi chocando contra nosotros. Parecía un
poco borracha... o drogada. Oh mierda, me había olvidado por completo
de las píldoras. ¿Habría tomado una? No estaba segura cuando miré en
sus ojos vidriosos. Por lo que sabía, mis ojos podían estar iguales.
—Lo prometiste —gritó para que pudiera oírla a través de la música.
Tuve un tiempo difícil entendiendo de lo que estaba hablando.
—¿Qué? —grité de nuevo.
—Quiero que os llevéis bien —dijo—. Baila con él, por favor. Por mí.
La miré fijamente durante un minuto hasta que sus palabras se hundieron
en mí, ella quería que yo bailara con... ¿Adrian? Justo cuando estaba a
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punto de decirle que no podía hacerlo, agarró la mano de Michael y tiró de
él para bailar con ella. Michael parecía tan confundido y nervioso como
yo, pero dejé que se lo llevara. Me di la vuelta y termine cara a cara con
Adrian.
—Ven, mi Reina de Hielo.
Extendió su mano hacia mí. Miré a mí alrededor y vi que Paula me miraba
mientras descansaba su cabeza sobre el hombro de Michael. Me sonrió.
No tuve otra opción que tomar la mano de Adrian.
Me apretó cerca de él, más cerca de lo necesario y su mano terminó en mi
espalda baja. En ese momento maldije mi vestido con corte bajo porque
estaba tocando la piel de mi espalda desnuda, por lo que esto era
realmente incómodo.
—No soy una reina de hielo —dije, con la esperanza de que hablar me
distrajera del hecho de que su cuerpo estaba presionado contra el mío.
—Entonces, ¿por qué llevas su vestido? —dijo, y frunció el ceño.
—¿Qué?
—El vestido —dijo—. Se parece al hielo.
—No, no. —Me quejé—. Es...
Pensé en eso por un momento. Lo del hielo tal vez era... por los cristales
de color azul brillante... Oh, no importa. Dependía de su punto de vista.
Pero, de todos modos, qué diablos tiene que ver el hielo con el agua. Tal
vez debería.... no, esto no era así, tenía que decir algo más... Entonces, de
alguna manera, en mi mente vaga logré recordarlo.
—¡Has drogado a Paula! —Lo miré con enojo. No reaccionó ante esto en
absoluto.
—Oh, no seas tan dramática —dijo—. A veces se necesita un poco de
impulso, ya sabes. Para ayudarla a relajarse.
En serio, realmente quería darle una patada en la cara.
99
—Voy a decírselo a sus padres —dije—. No puedes chantajearme más.
Esto es grave.
—¿En serio? —Levantó una ceja, claramente divertido—. ¿Quieres que le
rompa el corazón? Créeme, disfrutaría haciendo eso. Puedes alejarla de
mí pero, ¿y de ti?
Me quedé allí, congelada. No había pensado en eso. La historia de Michael
sobre su amiga Amaya volvió a mí. ¿Y si los padres de Paula se iban de
aquí? Lejos de Adrian, pero lejos de mí. No sería capaz de soportarlo. Sin
duda, Paula no era una chica que se deprimiera fácilmente, pero ¿quién
sabía?
—Hagamos un trato —dijo, tomando mi mano y dando vueltas a mi
alrededor. Terminé con mi espalda apretada contra su pecho y sus brazos
alrededor de mí.
—¿Qué clase de trato? —dije, odiando la forma en que se estaba
presionando contra mí y me hacía mover al ritmo de la música. Movió mi
cabello a un lado y me hizo sentir vulnerable.
—Acompáñame al baño —dijo, con sus labios casi tocando mi oreja.
—¿Qué? —Quería darme la vuelta, pero su control sobre mí era muy
fuerte
—Nunca más le daré una pastilla a Paula si te tomas una ahora en el baño
—dijo.
¿Qué clase de juego retorcido era éste?
—Entonces, ¿qué dices? —dijo—. Vas a correr el riesgo de convertir en
una adicta a Paula, una chica deprimida ¿o vas a salvarla?
—No confío en ti —dije.
—Lo juro por lo que quieras —dijo, y esta vez me lamió la oreja. Me
estremecí, sintiendo de repente mucho frío por dentro. No estaba segura
100
de qué hacer. Debería haberlo pateado y corrido, pero creo que no fui lo
suficientemente inteligente.
—Está bien —dije, con la esperanza de tener alguna buena idea antes de
llegar al baño.
Adrian tomó mi mano, claramente satisfecho y me condujo a través de la
multitud. Estaba contenta de que las personas estuvieran demasiado
borrachas y demasiado involucradas con los demás para no tomarnos en
cuenta.
Y había perdido a Paula y a Michael fuera de mi vista hacía mucho tiempo,
lo que era algo bueno, o tal vez no.
Llegamos al baño más rápido de lo que había pensado y no había llegado
realmente hasta un buen plan, así que dejé que Adrian me llevara dentro,
esperando que nadie me viera entrar en el baño de los hombres con el
novio de mi mejor amiga.
Sólo había un hombre en el interior, claramente borracho y Adrian esperó
a que saliera. El chico me sonrió estúpidamente antes de salir y realmente
esperé que no me recordara. Estaba mirándome en el espejo,
preguntándome cómo demonios me había metido en esto, mientras que
Adrian estaba sacando las píldoras.
Tomó una de esas cosas blancas y me la entregó. La tomé, examinándola
con cuidado.
No tenía ni idea de qué tipo de píldora era y aún menos lo que podía hacer
en mí.
—¿De dónde sacaste esto? —dije. Por lo que sabía podía darme una
pastilla diferente a la que Paula había tomado y matarme. Pero, ¿qué
obtendría él de eso?
—Tengo mis fuentes —dijo. Puse los ojos en blanco.
101
—¿Qué es esto, de todos modos? ¿Estás tratando de matarme? —dije,
esperando algún tipo de reacción, pero su rostro seguía siendo
indescifrable para mí.
—Oh, vamos. Si quisiera matarte, lo haría con mis propias manos. —Él
sonrió. Por supuesto, tomaría tu elemento y no puedes hacer eso si no
estás cerca justo antes de que tu víctima muera.
—Sí, pero eso sería meterte en problemas. Yo tomando una pastilla y
muriendo en una fiesta no te haría sospechoso —señalé, jugando con la
píldora en la mano.
—No te quiero muerta — dijo—. Y Paula se deprimiría si murieras, así
que... Puedes confiar en mí o no, pero si Paula se vuelve adicta, sabrás que
tuviste la oportunidad de detenerlo y no lo hiciste.
—Eres un idiota —dije, mirando a la píldora. No se veía como algo
peligroso, pero eso no significaba que no fuera así. Y probablemente,
Adrian estaba mintiendo.
—¿Qué me va a hacer? —dije—. Eso sí, no me digas que voy a sentirme
muy bien, porque te pegaré.
—Te sentirás más ligera, sin preocupaciones, sin problemas... y perderás
la sensación de tu elemento durante algún tiempo —dijo.
Lo miré y de pronto tuve una idea de por qué le había dado las pastillas a
Paula.
—Se lo diste para que tuviera sexo contigo —dije en tono acusador. Había
un deje de sorpresa en su rostro y luego sonrió.
—¿Cómo lo sabes? —preguntó.
—Dijiste que te hacía perder la sensación de tu elemento — dije—. Y no
querías que algo de riesgo ocurriera durante las relaciones sexuales... No
querías perder el control.
102
—Tal vez —dijo, pero estaba segura de que tenía razón—. Tenía que
relajarse.
—Todo eso sólo me lleva a pensar que estás tratando de engañarme, ya
que no parece que estés pensando en tener relaciones sexuales con ella
otra vez —dije.
—No te preocupes. Obtuve lo que quería de ella. Sólo la estoy guardando
para la demostración... —dijo, y me di la vuelta para mirarlo tan
rápidamente que retrocedió.
—¿Qué? Ella es feliz —dijo—. Mira, ¿vas a hacerlo o no? Michael estará
preocupado.
Consideré el llamar a la policía, pero Adrian tenía dinero suficiente para
sobornarlos. Informar a Alan probablemente no ayudaría, ya que él era el
tutor de Adrian. Llamar a mi padre para deshacerse de él... Bueno, eso
sería raro y probablemente me molestaría por el resto de mi vida. Tratar
de hacer entrar en razón a Paula parecía lo más difícil de todo.
Joder. Una pequeña píldora no podía matarme, ¿verdad? Abrí el flujo de
agua en el fregadero y me la tragué. Miré al espejo y vi que Adrian me
miraba con asombro a medida que conseguía un poco de agua. Hice muy
probablemente la cosa más estúpida que había hecho nunca.
—¿Feliz? —Cerré el agua y me giré. Adrian se acercó tanto a mí que me
quedé sin aliento.
—Todavía no —susurró con sus aburridos ojos azul-grisáceos en los
míos. Alzó la mano y puso un dedo en mi labio. Lo miré con sorpresa y los
abrí. Debía de haber estado esperando eso porque lo siguiente que supe,
era que sus labios estaban en los míos. Hundió su lengua en mi boca,
explorando cada parte de esta.
Estaba demasiado aturdida para moverme. Algo me decía que debía
empujarlo, pero no estaba muy segura de por qué. Se sentía bien.
Diferente. Caliente... Espera, ¿qué? Parpadeé cuando Adrian se alejó de mí,
la sorpresa escrita en su cara.
103
Recobró la compostura en un segundo, sonriéndome desde la puerta.
—No creí que lo hicieras de verdad —dijo. Casi me pregunté qué, pero
entonces recordé que había tomado una pastilla extraña. Ah, por eso me
sentía tan rara. ¿Había funcionado tan rápidamente? ¿O fue el beso? ¿El
beso? Oh, mierda. ¿Me besó Adrian? O mejor dicho, había ido en busca de
la píldora en mi boca... con su lengua... ¡aggg!
—Aléjate de mí —logré decir, apoyándome en el lavabo. Sólo esperaba
que no se rompiera.
—Claro —dijo—. Me impresionas. No todo el mundo lo haría por un
amigo. Ahora ve a encontrar a Michael antes de que se preocupe.
¿Michael? Ah sí, mi novio. ¿Por qué de repente mi mente iba tan despacio?
Solté el lavabo y calculé que aún podía caminar. Grandioso. Estaba fuera
del baño, tropezando con la gente cuando lo pasé de largo. ¿Dónde diablos
estaba Michael?
Alguien me agarró por detrás, y me hubiera caído si el agarre de esa
persona no fuera lo suficientemente fuerte.
—Ria, ¿dónde has estado? He estado buscándote por todos lados. —Miré
al chico que me hablaba y me di cuenta de que era Michael, mi muy guapo
novio.
—¡Heeeey! —dije, arrojándome a su cuello. Él me miró con suspicacia, y
tire de él a la pista de baile. La extraña sensación que había tenido en mi
estómago estaba desapareciendo por completo y me sentía mejor que
nunca. Quería bailar y pronto Michael y yo nos apoderábamos de la pista
de baile. Las luces de colores que nos rodeaban eran tan hermosas, tan
vivas...
Me estaba riendo y Michael me estaba dando vueltas, levantándome en el
aire, y estaba volando. Volando como un pájaro... ligera y libre...
104
Traducido por Tersa
Corregido por IngridShaik
e desperté sintiendo dolor en todo mi cuerpo. El dolor de cabeza
estaba presionando mi cabeza como un enorme sombrero lleno de
piedras. No tenía ganas de levantarme ni de abrir los ojos siquiera.
Mi brazo golpeó algo mientras me movía, y oí un gemido. Abrí los ojos y vi
con pánico a Michael acostado en la cama junto a mí.
—Oye, cuidado.
Sonriéndome, movió mi brazo lejos de su cara. Miré a mi alrededor y
reconocí su habitación. El horror se apoderó de mí cuando me di cuenta
de que no podía recordar cómo había llegado hasta aquí. Y lo más
importante, no podía recordar lo que había sucedido. Vi mis bragas azules
en el suelo al lado de mi vestido, y acerqué las sábanas más a mí. ¡Oh,
mierda!
—¿Qué pasa? ¿Tienes frío? —Michael parecía preocupado. Me limité a
asentir y él puso sus brazos alrededor de mí, tirando de mí hacia él, así
que terminé apoyando mi cabeza en su pecho. Ropa en el suelo, sensación
extraña, un poco de dolor entre mis piernas... Oh sí, ya habíamos tenido
sexo.
Pero… ¿Por qué no recordaba nada?
—Ayer por la noche... Fue increíble —dijo Michael, besando la parte
superior de mi cabeza.
—Sí. —Encontré mi voz y me di cuenta de que mi garganta estaba un poco
dolorida. ¿Como si hubiera gritado? ¿O cantado demasiado en la fiesta? En
M
105
parte. Sí, me acordaba de la fiesta. Me acordaba de Adrian dándome la
maldita píldora y algo de la fiesta, pero nada más.
—¿Qué hora es? —pregunté.
—Las nueve —dijo Michael.
—¡Mierda, tengo que salir de aquí! —dije, sabiendo que si alguien me veía
saliendo de la habitación de Michael con el vestido que había estado
usando en la fiesta de anoche, habría problemas.
La gente estaría hablando de ello sólo porque teníamos elementos
diferentes, estaba segura.
—Puedo darte mi camisa. —Sonrió. Le fulmine con la mirada, agarrando
mi ropa.
De pronto ponerme la ropa en frente de él parecía vergonzoso. Pero ya
había visto todo de mí, ¿o no? Aun así, no me sentía cómoda.
—Umm, ¿Podrías... mirar para otro lado? —dije. Puso sus ojos de falsa
indignación pero de todos modos, apartó la mirada. Me apresuré a
ponerme mi ropa interior, a pesar de que todo mi cuerpo protestó contra
los movimientos. El vestido, sin embargo, era imposible de poner. Suspiré,
preguntándome: ¿debo romperlo y atarlo a mí alrededor? Sin duda eso
parecía más fácil.
—Voy a darte mi camisa —dijo Michael, saliendo de la cama y caminando
hacia el armario. Estaba completamente desnudo. Me quedé mirando la
perfección que era su cuerpo y me pregunté cómo infiernos no me
acordaba de tocar nada de eso. Me tiró una camiseta verde, que me
llegaba a los muslos cuando me la puse.
—No creo que haya mucha gente en el pasillo —dijo vistiéndose—. Todo
el mundo tuvo una noche loca.
—Eso espero —dije, encontrando una bolsa para guardar mi vestido.
Realmente esperaba que por allí no estuviera cualquiera, ya que mi
habitación estaba al otro lado del edificio y estaba vestida sólo con la
106
camiseta de mi novio. Correr a mi habitación lo más rápido que pudiese
pareció una buena idea hasta que di un paso hacia la puerta y me di
cuenta de que mis músculos estaban rígidos. En este punto caminar
parecía ser una de las cosas más difíciles de hacer.
—Bueno, me voy —dije mirando a Michael—. Nos vemos más tarde.
—Ok. Me dio una sonrisa que podría derretir el corazón de cualquier
mujer—. Te amo.
—Yo te amo más —dije. Y salí de la habitación. De camino a la mía,
maldije a Adrian y a sus malditas pastillas, a la persona que las hacía y a
mí. Sí, sabía que era culpa mía más que de cualquier otra persona, pero
prefería culpar a Adrian. ¿Por qué había sido tan estúpida para tomar la
píldora? Estaba segura de que nunca tomaría ninguna píldora de nuevo, ni
siquiera para un dolor de cabeza. No quería olvidar nada, sobre todo algo
tan importante como mi primera vez con Michael.
No había visto a nadie de camino y estaba a punto de girar el pomo,
cuando sentí a alguien detrás de mí. Me di la vuelta y vi a Paula. Dejé
escapar un aliento que ni siquiera sabía que había estado conteniendo.
—Oh, tú...
—¡Oh! —Paula chilló cuando noto mi apariencia. Puso los ojos en blanco
de alegría y abrió la puerta.
—¿Quieres entrar? —dije. Y ella me siguió, sonriendo todo el tiempo
como si hubiera ganado la lotería. Tiré la bolsa con mi vestido en el suelo
y me senté en la cama. Paula fue a sentarse a mi lado.
—Pasaste la noche con Michael —dijo. Y no fue una pregunta. Me limité a
sonreír tímidamente, sabiendo que si pudiera recordar, probablemente
estaría fuera de mi mente de felicidad.
—¿Qué estás haciendo en el pasillo tan temprano? —dije de pronto,
tratando de cambiar el tema—. ¿Y pareciendo tan... tan grandiosa?
107
—¿Eso es un cumplido? —Se echó a reír—. Bueno, tenía un poco de
sueño, a diferencia de ti. ¿Te has mirado en el espejo?
Fruncí el ceño. Con todo este lío no había tenido la oportunidad de
hacerlo realmente... Oh mierda, ¿Quién sabía cómo me veía?
Inmediatamente agarré el espejo del cajón. La persona que estaba
mirándome tenía el pelo muy sucio, con círculos oscuros bajo los ojos y se
parecía mucho a un zombi. Oh, mierda. ¡Y Michael me había visto así!
—Necesito ir al baño —dije. Y Paula sólo asintió. Estaba a punto de entrar
en el cuarto de baño cuando me acordé de algo.
—Espera, dijiste que tenías un poco de sueño. ¿Tú y Adrian?, ya sabes…
—No. —Su sonrisa se desvaneció un poco—. Dijo que estaba cansado, así
que nos fuimos a nuestras habitaciones.
¿Él había estado cansado? Sí, claro. Pero si él quería acostarse con ella,
tendría que darle la píldora... No, ni siquiera me atreví a esperar que
cumpliera su promesa. O tal vez se había cansado de ella, nunca se
acostaba con la misma chica dos veces, por lo que había oído. Paula se
despidió con la mano, le dije que hablaríamos más tarde y me fui a la
ducha.
¿Qué clase de juego estaba jugando Adrian? Primero había intentado
alejarme de Paula y ahora parecía querer estar más cerca de mí... ¿O tal
vez no? Maldita sea, era un verdadero psicópata. ¿Estaba pensando en
dejarla? Pero, ¿por qué entonces todas las amenazas de romper su
corazón si lo iba a hacer de todos modos? Su extraña lógica no tenía
ningún sentido. Supuse que simplemente disfrutaba jugando con la gente,
sin importar con quién y por qué.
El agua fría se sentía bien en mi piel, pero no me ayudó a aclarar mi
mente. El dolor de cabeza todavía estaba presente y me sentía más
cansada que nunca, como si no hubiera dormido casi en absoluto. Me las
arreglé para lavarme el pelo, que estaba pegajoso y enredado, y limpié mi
cara del poco maquillaje que me quedaba.
108
Me arrastré hasta la cama, apenas manteniendo los ojos abiertos. Estaba
en las suaves almohadas y preguntándome: ¿Por qué Paula no parecía
sufrir los mismos síntomas? ¿O simplemente no me lo contó? Tal vez no lo
recordaba, o nunca lo admitiría. Es curioso, yo no estaba dispuesta a
admitírselo a nadie. Con esos pensamientos, me quedé dormida.
***
No había recordado nada más de esa noche a pesar de que había pasado
toda una semana. Ahora parecía imposible recordar algo, así que dejé de
intentarlo. Pasé horas y horas llorando a causa de esto. Michael era
agradable y dulce, como siempre a mi alrededor y no podía dejar de
sentirme mal por no recordar la noche que él seguía recordándome. Y
peor aún, había dicho que era la mejor noche que había tenido en su vida
y probablemente no había sido yo en ese momento.
—¿Pasa algo malo? —preguntó Michael, despertándome de mis
pensamientos. Me di cuenta de que había estado jugando con la comida en
mi plato, completamente ajena al mundo que me rodeaba.
—No, todo está bien —dije, levantándome de la mesa—. Sólo necesito
algo para beber.
—Puedo traerte algo —dijo Michael.
—No, iré yo. —Sonreí y me acerque al mostrador. Casi choqué con Adrian
cuando llegué allí.
—¡Caray! Ria. Mira por dónde vas. —Los labios de Adrian se extendieron
en una amplia sonrisa—. A menos que fuera deliberado.
—Oh, por favor. —Fruncí el ceño—. Ahora, apártate de mi camino antes
de que te de un puñetazo en la cara.
—¿Por qué estás tan malhumorada? —soltó apartándose de mi camino
pero permaneciendo cerca de mí—. ¿Problemas en el paraíso?
Me giré hacia él para decir algo no muy agradable, pero cambié de idea en
el último momento.
109
—¿Perder la memoria es una de las secuelas de esa píldora tuya?
Me miró con sorpresa y luego se echó a reír.
—Bueno, tendrás que encontrar a alguien más que te dé píldoras para eso
—dijo—. ¿Por qué? ¿Quieres que Michael se olvide de algo? ¿Es malo?
—¡Cállate!
—¿Te has acostado con alguien más y Michael se enteró? —dijo
alegremente.
—Yo no soy tú —espeté, intentando pasar de él, pero él no me dejó.
—Ouch. —Puso su mano sobre su corazón—. Heriste mis sentimientos.
—Tú no tienes sentimientos —dije, consiguiendo al final lo que quería
para beber y alejándome de él. Me alegré al ver que no me siguió sino que
inició una pequeña charla con la camarera.
Bueno, excepto que ahora estaba preocupada.
No parecía que la pérdida de memoria estuviese en la lista de los efectos
de la píldora, si Adrian estaba diciendo la verdad, pero entonces, ¿por qué
diablos me había pasado? Pero, de nuevo, las drogas nunca traen nada
bueno, y si lo hicieran, es sólo que pensabas que estabas bien cuando en
realidad no. Tal vez debería pedirle a Adrian que me dijera el nombre de
la empresa que producía las pastillas para que pudiera advertirles sobre
un posible nuevo efecto secundario… Sí, claro.
Dejé las bebidas un poco demasiado fuerte sobre la mesa y derramé un
poco, sorprendiendo a Michael que estaba leyendo un libro.
—¡Hey, cuidado! —dijo levantando la cabeza y frunciendo el ceño.
Unas gotas habían logrado manchar las páginas perfectamente blancas de
su libro. Ups.
—Lo siento. —Sonreí disculpándome.
110
—¡Acabo de comprarlo! ¡Ahora tiene gotas por todas partes! —Michael se
enojó, pero sólo por un segundo. Me senté junto a él y apreté mis labios
contra los suyos. El calor se extendió por todo mi cuerpo en una enorme
ola y, aunque pareciera extraño, casi parecía como si estuviera sintiendo
el agua... Jadee, alejándome de él.
—No deberíamos estar haciendo esto aquí —dijo, mirándome nervioso.
Me di cuenta de que algunas personas nos miraban, así que tomé la mano
de Michael y lo aparte de allí. Cuando me aseguré de que estábamos solos
en el pasillo, me detuve y me volví hacia él.
—¿Estabas usando tu elemento mientras me besabas? —pregunté.
—No, ¿por qué?
—Umm, por ninguna razón. Me lo preguntaba. —Mentí.
—¿Te preguntabas qué? —Me miró fijamente.
—Me preguntaba si te hice perder el control —dije, tratando de parecer
juguetona. Debí haber imaginado esa sensación de agua a mi alrededor.
—Imposible. Mi control es impecable —dijo—. Pero casi me pasó aquella
noche en la que... hicimos el amor... —Lo susurró en mi oído, enviándome
escalofríos por todo mi cuerpo. Me mordí el labio para no decir algo
estúpido como: en serio, no lo diría, o ¿podemos hacerlo de nuevo?
Michael me sonrió y luego se fue a la biblioteca. Lo dejé ir sólo porque
realmente ahí no podíamos hacer nada divertido y no quería molestarlo,
así que me dirigí a mi habitación.
111
Traducido por Tersa
Corregido por sttefanye
staba sentada en mi clase de historia, mirando por la ventana y
preguntándome cómo el tiempo podía volar tan rápido. Hacía cuatro
meses que había pasado la noche con Michael y todavía no había
tenido otra oportunidad de repetirlo. ¡Estúpidos exámenes y estúpidas
clases!
—Señorita Milanez —dijo el profesor y mi atención se desplazó hacia él—
. El consejero quiere verle en su oficina.
Parpadeé, tratando de averiguar qué pasaba. ¿Consejero? Ah, ¿ese es
Alan? Oh, grandioso. Justo lo que necesitaba. Me levanté, metiendo los
libros en mi bolso y salí de clase seguida por la mirada de todos. No tuve
que ir muy lejos porque Alan me estaba esperando en el pasillo.
—Ah, ahí estás, Ria —dijo—. No estaba seguro de que tu profesor
recordara decírtelo.
—Lo recordó —dije, y comenzamos a caminar hacia la oficina de Alan—.
¿Estoy en problemas?
—No lo sé. ¿Lo estás? —Sonrió, y me esforcé por no poner los ojos en
blanco. Él era casi tan molesto para mí como Adrian. Bueno, tal vez no
tanto, pero seguía sin disfrutar de su compañía. Me preguntaba si él sabía
que Paula era la novia de Adrian, especialmente porque ella parecía que
hablaba mucho con él. Probablemente lo sabría.
E
112
—Obviamente no —dije—. Pero entonces, ¿por qué quieres hablar
conmigo? Quiero decir, me sacaste de clase para esto. Tiene que ser
importante.
—En realidad, te saqué de clase porque es el único momento en que no
estoy ocupado. —Le dirigí una sonrisa al entrar en su oficina. Se veía
exactamente igual como lo tenía cuando había estado aquí hace unos
meses. Seguía siendo terriblemente claustrofóbico.
Me instalé en una de las sillas rojas y esperé. Tal vez podía tener a
cualquiera en un segundo con su modo conversador, pero no a mí.
—¿El nombre de Oliver Milanez significa algo para ti? —dijo, la expresión
de su cara era amable pero también inquisitiva. De hecho, me encogí
cuando lo dijo.
—Sí, Oliver es... —dije con vacilación—, mi hermano.
—¿En serio? —dijo, pero no parecía sorprendido, lo que significaba que lo
había sabido todo el tiempo—. Nunca mencionaste que tenías un
hermano.
—¿Por qué habría de hacerlo? No necesito explicar mi árbol genealógico a
nadie —dije.
—Es cierto —dijo—. Es sólo que dejaste vacío el campo de los hermanos y
hermanas en los papeles de admisión.
—Me olvidé de escribirlo —dije—. En realidad, no lo había escrito a
propósito.
—Muy bien, tendrás que añadirlo —dijo—. ¿Entonces, exactamente
cuánto de unida estás a tu hermano?
—Lo siento, pero eso no es asunto suyo —dije, dándole incluso una cortés
sonrisa aunque no tuviera ganas de ser amable con él en absoluto.
¿También era así de entrometido con otras personas? Tendría que
preguntárselo a Paula.
113
—No eres muy habladora, ¿verdad? —Su sonrisa era un poco amarga
ahora—. Está bien. Pero ¿cuándo fue la última vez que supiste algo de él?
—No me acuerdo —dije, y esa era la verdad. En lo que a mí respecta, no
tengo hermano.
—¿Sabes que tus padres están pensando en denunciar su desaparición?
—dijo de pronto y lo miré con los ojos muy abiertos.
—¿Qué?
—Tus padres no han sabido nada de tu hermano en dos semanas —dijo,
con cara seria.
—Ellos no me dijeron nada.
—Me pidieron que lo hiciera —dijo. Ahora yo estaba con el ceño fruncido.
¿Pero qué diablos haría a mis padres decirle a este tipo algo tan personal
en lugar de ponerse directamente en contacto conmigo?
—Oliver puede cuidar de sí mismo —dije—. Tal vez simplemente se
quedó atascado en alguna parte sin señal de teléfono durante sus viajes.
Volverá. Pero lo que no entiendo es qué tienes que ver tú con todo esto.
—Te lo dije —dijo—. Tus padres me pidieron que te lo dijera.
—¿Por qué? Esto es algo personal —dije—. Podrían habérmelo dicho por
sí mismos.
—Tu padre y yo hemos sido buenos amigos durante años —dijo, y mis
cejas se alzaron de la sorpresa. Mi padre conocía a mucha gente, incluso
llamaba a algunos de ellos amigos, pero supongo que eso no significaba
que confiara en ellos.
—Ah, genial —dije, sin saber qué más decir.
—Nos encontramos en una de las reuniones del PE —dijo.
—¿P... qué? —Nunca antes había oído esa sigla.
114
—Preservación de elementos —dijo—. Tu padre es parte del Consejo.
Sabia eso, sólo que no tenía ni idea de lo que estar en el Consejo
significaba, excepto la toma de algunas decisiones o lo que sea acerca de
nuestros elementos. Nunca había estado interesada en saber.
—¿También formas parte del Consejo? —pregunté.
—Formaba —dijo—. Ya no.
—¿Por qué no? —dije—. ¿No es ese un trabajo mejor que ser consejero
aquí?
—Así es. —Se echó a reír, y luego su rostro se volvió inexpresivo—. Tuve
que renunciar a ese trabajo cuando llegué a ser tutor de Adrian.
—Oh —dije—, ¿y por qué te convertiste en su tutor?
—Fui elegido —dijo.
—¿Elegido? —No sabía mucho acerca de cómo alguien se convertía en
tutor. Bueno, no era como que alguien hablara de eso. Cualquier cosa que
tuviera que ver con la enfermedad mágica se mantenía por lo general en
secreto.
—Sí, la mayoría de los miembros del Consejo votaron por mí. Tuve que
decidir si aceptaba o no —dijo—. Y lo acepté.
—¿Así que podrías haberte negado? —dije.
—Sí —dijo—. Siempre se puede rechazar. Pero si lo hubiera hecho,
habrían matado a Adrian allí mismo con sus padres.
Me quedé muy sorprendida. Maldición, ¿por qué no lo había rechazado?
Sería mucho más feliz si Adrian hubiera muerto esa noche. Casi le
pregunté por qué, pero supuse que sería una grosería. En ese momento la
puerta se abrió y la cara de Alan se oscureció. Miré detrás de mí para ver a
Adrian, mirándonos molesto.
115
—¿Cuántas veces te he dicho que llames antes de entrar? —Alan se
levantó de su silla, frunciendo el ceño.
—Oh, no te molestes —dijo Adrian—. ¿Por qué está ella aquí?
Y por ella, se refería a mí. Por supuesto, podía ver que estaba aquí, ¿pero
por qué era eso un problema? Ah, cierto, probablemente pensaba que le
diría algo a Alan en contra de él. Gracioso. No estaba planeando decirle
nada, ya que, ¿de qué serviría? Estaba segura de que Alan lo encubriría en
todo.
—¿Cuál es tu problema? —Me levanté de la silla y me apresuré hacia
Adrian, empujándolo contra la pared más alejada de Alan. Adrian estaba
tan sorprendido que realmente me dejo hacerlo—. Esto no se trata de ti
—susurré.
—Ni tampoco de ti. —Sonrió y empezó a gritar—. ¡No vas a entrometerte
entre Paula y yo!
Estaba completamente horrorizada. ¿De qué diablos estaba hablando?
Mientras continuaba despotricando sobre mí tratando de apartarlo de
Paula, me di cuenta de algo. Acababa de asegurarse de que Alan supiera lo
suyo con Paula. Pero ¿por qué?
—Me voy de aquí —dije, saliendo de la oficina de Alan antes de que me
culpara por algo que no había hecho. De acuerdo, tal vez por algo que
quería hacer, pero qué importaba cuando realmente no lo había hecho.
Suspiré. A veces me confundía a mí misma... y a la vez Adrian me
confundía aún más. ¿Qué planeaba hacer ahora el Gran Lobo Malo?
En este punto, realmente no me importaba. Pero me prometí a mí misma
que si trataba de hacer algo en contra mía, diría todo lo que sabía acerca
de él o haría algo más para hacerle pagar. Estaba harta de él. Y tal vez,
sólo tal vez, él estaba harto de Paula. De repente, la explosión en la oficina
tenía mucho más sentido. Iba a romper con ella y estaba probablemente
tratando de hacer que pareciera que alguien más lo obligaba. Sin duda
lastimaría menos a Paula, pero no se preocupaba por sus sentimientos.
116
¿O quería que fuera su novia secreta para que dejara de estar cerca de él
en público?
Oh, mierda. ¿Y si no quería romper con ella? ¿Y si quería más novias?
Seguramente no había sido fácil para él estar solo con ella todos estos
meses... si había estado sólo con ella. No estaba segura.
Aunque iba a mi habitación, cambié de planes y fui a la de Paula. Al menos
Adrian no estaría allí. Llamé a la puerta, con la esperanza de que estuviera
allí y no en la biblioteca. La puerta se abrió y apareció delante de mí,
viéndose tan bonita como siempre.
—¡Ria! —dijo, un poco decepcionada—. ¡No te esperaba!
—Hola —dije—. ¿Puedo pasar?
—Claro —dijo, y me dejó entrar. Estaba casi segura de que había estado
esperando a que Adrian viniera. Su habitación era un caos; papeles en el
suelo, un montón de libros por ahí, algunos gráficos extraños. Ni siquiera
lo entendía... había estado en su habitación hacía más o menos una
semana y nada de esto había estado allí entonces.
—No sabía que había pasado un tornado por aquí —dije, moviendo un
libro viejo con páginas amarillas de la cama para poder sentarme.
—Lo siento, sólo estaba investigando algo... y tuve una gran pelea con
Adrian —dijo ella, acunando otro libro como si fuera un bebé.
—¿Tuviste una pelea con Adrian? ¿Por qué no me llamaste? —dije, ya que
por lo general últimamente nos contábamos todo en cuanto a problemas
de novios. Aunque no le había dicho nada acerca de esa noche con
Michael. Algunos secretos no podían ser compartidos con nadie, sin
importar lo unida que pudieras estar a esa persona.
117
—No tuve tiempo —dijo, pareciendo sincera—. Creo que estoy a punto de
descubrir algo. Bueno, tendría más posibilidades si pudiera conseguir que
Adrian cooperara conmigo. Pero sólo está siendo un idiota.
Vaya, Paula admitiendo que Adrian estaba siendo un idiota era algo
grande. Tal vez Adrian estaba cansado de que ella lo estuviese usando
para su investigación, pero realmente nunca la había ayudado de todos
modos. No sé por qué no quería participar en algo que podría salvar su
vida posteriormente. Supuse que no creía en ella.
Pero ahora estaba un poco más segura de que quería hacerla su novia
secreta. Si él simplemente quería romper con ella, la acusaría de utilizarlo
para la investigación o algo. Por mucho que no quisiera admitirlo, el
bastardo no era estúpido. Sólo que no podía entender por qué querría
quedarse con ella. Paula me había dicho que no habían tenido sexo en
mucho tiempo. Al parecer, le había dicho que temía que fuera a perder el
control y hacerle daño. Sí, claro.
—¿Robaste la biblioteca? —dije—. ¿O un museo?
Algunos de los libros realmente se veían como los que solía ver en los
museos; los que parecían que sus páginas se convertirían en polvo si se
les tocaba.
—No. —Ella se echó a reír—. He tomado prestada la mayor parte. Y otros
los compré en internet. No puedo creer que algunas personas estén
dispuestas a vender libros tan valiosos.
—Umm, no todo el mundo encuentra los libros tan valiosos —dije—.
Bueno, mejor para ti en cualquier caso.
—Sí —dijo ella—. ¿Sabías que hay un lugar cerca de aquí donde se
guardan todos los documentos relacionados con la enfermedad mágica
que se han encontrado en diversas partes del mundo?
118
—No, no lo sabía —dije, frunciendo el ceño—. ¿Por qué no vas allí
entonces?
—No es un lugar público —dijo—. En ninguna parte dice dónde está
exactamente. Además, está bajo protección del gobierno. Nadie puede
entrar en ese tipo de lugares de todos modos.
—Oh, por favor —dije—. Siempre hay maneras de forzar o sobornar a
alguien para que te dejen entrar.
—No en este caso. —Suspiró—. El gobierno mantiene algo realmente
importante allí y no creo que nadie haya entrado... ni siquiera por un
precio. Y la seguridad debe ser muy fuerte.
—¿Cómo te enteraste de todo eso? —La miré y ella sonrió.
—Leí entre líneas. Nadie lo menciona directamente, pero creo que es la
única razón por la cual este libro no terminó encerrado en ese lugar.
—¿Por qué quieren ocultar cosas sobre la enfermedad mágica de
nosotros? No puede ser tan malo, ¿o sí? —dije—. O tal vez hay familias
más influyentes que tienen lo mismo que Adrian y sus padres.
—Tal vez. —Ella se encogió de hombros—. Pero ¿por qué no permitir más
investigación para encontrar una cura?
—Umm, porque la gente del gobierno es estúpida y toma el dinero para
ellos mismos, ¿o tratan de encontrar una cura para alguna enfermedad?
Apuesto a que ninguno de ellos tiene en su familia un portador de la
enfermedad mágica o sería otra historia. Estoy segura de que permitieron
que Adrian esté aquí sólo porque ninguno de sus hijos va a nuestra
universidad. —Me reí.
—No lo sé —dijo—. Es que con todo el trabajo de la escuela, los recursos
limitados y secretos, ¡no estoy llegando a ningún lado!
119
—Ya te dije que no iba a ser fácil —dije—. Tienes un montón de tiempo
para pensar en algo. Gradúate primero, construye tu propio laboratorio...
o lo que quieras.
—Tal vez, pero no estoy segura sobre el tiempo —dijo, con el rostro
sombrío.
—¿Por qué?
—Adrian no podrá... —Se ahogó con sus palabras, las lágrimas empezaron
a acumularse en sus ojos.
—Paula… —Me levanté, caminando hacia ella y tomándola en un abrazo
fuerte. —Está bien. No te preocupes. Todo va a estar bien.
—¿Cómo no preocuparme? —Ella hipó—. ¿Y si...?
—No, ya basta —dije—. Él está bien. Vas a averiguarlo. No pierdas el
tiempo en preocuparte.
—Claro —dijo ella, limpiándose las lágrimas—. Puedo hacer eso.
Pude sentir el viento chocando contra mí, susurrando mi nombre... Salté
lejos de Paula como si me hubiera quemado.
—¡Ria! ¿Qué pasa? —Paula me miró con sorpresa. La miré, jadeando en
busca de aliento.
—No sé... yo sólo... —dije—. Necesito un poco de aire.
Di a Paula una sonrisa tranquilizadora y salí corriendo de la habitación
antes de que me ahogara o me desmayara. ¿Qué me estaba pasando?
Parecía que el disgusto de Paula me molestara demasiado, pero molestar
hasta el punto de doler. No, probablemente ella había estado demasiado
disgustada y arremetí contra su elemento y había estado demasiado cerca
de ella. Era mucho más fácil respirar en el pasillo, así que decidí ir a
buscar a Michael.
120
***
No pude encontrar a Michael. Él no estaba en su habitación y no estaba en
la biblioteca. Estaba despistada. Después de tratar de llamar a su teléfono
y obtener el correo de voz, decidí volver a mi habitación. Pensando que
me llamaría finalmente.
Abrí la puerta y de inmediato olí las rosas. ¿Rosas? Miré alrededor de mi
habitación, confusa, pero bastante segura, y allí estaban, justo en mi
escritorio. Un hermoso ramo de rosas rojas. Extendí la mano para tocar
uno de los suaves pétalos y vi la nota que metieron debajo del jarrón de
cristal. Lo recogí y una sonrisa emergió lentamente en mi cara.
No creía en las almas gemelas hasta que apareciste. Eres todo lo que
siempre he querido. Nos vemos en el parque a las 7 de la tarde y te
demostraré cuánto te amo.
Michael.
Lo leí en voz alta, mi corazón latía como loco en mi pecho. Michael sabía
realmente cómo hacer que se me derritiera de dulzura.
—Te quiero, Michael —dije, abrazando la nota hacia mí.
121
Traducido por Tersa
Corregido por Vickyra
staba agitando un libro de estudios mágicos en frente de mi rostro
para refrescarme. Así que el libro realmente servía para algo. Oh,
bueno. Estaba sudando mucho con mi vestido de seda verde sin
tirantes, que había elegido porque el color me recordaba los ojos de
Michael. ¿Por qué no podía estar menos nerviosa? No era como si
estuviera saliendo con él por primera vez.
Después de asegurarme de que todo estaba en su lugar, me escapé de la
habitación. No quería que nadie me viera e hiciera preguntas. El
aparcamiento estaba justo detrás del edificio de la universidad y estaba
lleno de árboles y flores, casi como un laberinto. También era un lugar
muy romántico, y mucha gente iba allí para relajarse, leer un libro o
proponer matrimonio... Oh.
Tenía la esperanza de que no fuera lo que Michael tenía en mente. Éramos
demasiado jóvenes para algo tan complicado como el matrimonio, sobre
todo después de lo que mi madre me había dicho. Todavía no estaba
segura de creerle. El cielo estaba más oscuro, el crepúsculo bañaba todo el
parque en un hermoso resplandor rojizo.
Tomé una respiración profunda, disfrutando de la brisa que acariciaba mi
rostro por un momento y luego fui a buscar a Michael.
Lo encontré de pie, bajo un árbol de roble, se veía devastador en su traje
negro. Llevaba una rosa roja para mí y la tomé, sonriendo.
E
122
—Entonces, ¿cómo exactamente planeas demostrarme tu amor? —
Bromeé.
—Ven. —Me ofreció su mano y me llevó más adentro en el parque. Oí un
ruido que venía detrás de un árbol grande que sonaba casi como... un
caballo. Fruncí el ceño. ¿Qué demonios haría un caballo en el parque?
Michael me llevó alrededor del árbol y, desde luego, justo enfrente de mis
ojos había un caballo blanco. Debí parecer completamente aturdida
porque Michael me apretó la mano con suavidad.
—¿Te gusta? —preguntó. Parpadeé.
—Cariño, no estoy segura. Creo que estoy teniendo visiones, porque en
realidad estoy viendo un caballo blanco —dije.
—Es de verdad. —Se rió entre dientes—. Lo traje para ti. Quiero ser tu
príncipe y hacerte mi princesa.
—Oh, Michael. —Jadeé cuando la plena realidad de lo que estaba pasando
me golpeó. Esto era tan... tan... no tenía palabras para expresar lo que
sentía. Esta era la cosa más hermosa que habían hecho por mí.
—Ven —dijo, llevándome más cerca del caballo. Todavía estaba un poco
sorprendida, y una parte de mí se preguntaba si todo era un sueño. Pero
sólo era Michael haciendo mis sueños realidad. Acaricié la melena del
caballo blanco y sentí una sonrisa en mi cara.
—¿Cómo... lo trajiste hasta aquí? —dije, mirando los profundos ojos
verdes de Michael.
—Haría cualquier cosa por ti —dijo—. Pensé que te gustaría.
—Oh, sí —dije, con los ojos llenos de lágrimas—. Gracias.
—De nada. —Él sonrió e hizo un movimiento para subirse sobre el lomo
del caballo. Fruncí el ceño. No sabía cómo montar a caballo con un
vestido.
123
Me miró y extendió su mano.
—Vamos, no tengas miedo —dijo—. Deja que te tire hacia arriba.
—Llevo vestido —dije, como si no fuera obvio.
—¿Y? Sólo tendrás que sentarte delante de mí y aferrarte realmente
fuerte —dijo.
No estaba segura de poder hacerlo. Tenía demasiado miedo de caerme y
hacerme daño. Pero la idea de sostenerme cerca de Michael era muy
tentadora. Dejaría que me llevara a caballo como… ¿una princesa que
había salvado de un castillo encantado? Decidí que lo haría.
Casi me caí un par de veces y tuve que apretar mis manos sobre Michael.
¡Estúpido vestido de seda!
Estaba casi segura de que el traje de Michael estaría lleno de arrugas
cuando llegáramos a nuestro destino.
La parte buena de todo esto era que podía disfrutar de la calidez del
cuerpo de Michael, de su olor, de su amor por mí...
Había un hombre esperando enfrente del restaurante, que me ayudó a
bajar. Era bueno estar de nuevo en el suelo. Pero, maldita sea, esto tenía
que ser la cosa más emocionante y más romántica que jamás había hecho.
Michael sabía realmente cómo hacer feliz a una mujer.
Después de pasar unas horas en un exclusivo restaurante y disfrutar de
una deliciosa comida y un buen vino, regresamos al edificio de la
universidad. Esta vez en un taxi. El caballo fue dejado atrás, seguramente
porque no sería cómodo debido a la oscuridad y a que estábamos un poco
borrachos, así que Michael había tenido que regresar el caballo justo
después de que hubiéramos llegado.
A medida que nos acercábamos a nuestras habitaciones, me pregunté
hacia dónde íbamos. Seguramente esa noche no podía terminar sólo con
un beso de despedida frente a la puerta. Yo quería más. Quería
124
experimentar todo lo que no recordaba de la noche en que Michael y yo
habíamos estado juntos.
—¿Mi habitación o la tuya? —pregunté al entrar en la sala. Nuestras
habitaciones estaban en el lado opuesto del edificio y en realidad, a veces
lo odiaba.
—La tuya —dijo.
—¿No tiene miedo de ser atrapado en la habitación de una chica por la
mañana, señor Teregov? —bromee.
—No, para nada. —Se rió, pasando los dedos por mi espalda. El deseo se
diseminó sobre mí como el fuego, quemando cualquier otro pensamiento
que no fuera él. No recuerdo en qué punto había comenzado a besarlo,
pero estábamos uno encima del otro cuando llegamos a mi habitación.
Casi dejé caer la llave al intentar abrir la puerta.
Empujé a Michael sobre la cama, subiéndome encima de él. Me besó,
pasando la mano por mi pelo, sosteniéndolo para que no terminara en su
cara y boca. Le sonreí, dándome cuenta de lo hermoso que era su rostro,
rodeado de todo ese suave pelo castaño. Dejé que sus manos se deslizaran
por mis brazos desnudos y me envió escalofríos por todo mi cuerpo.
Nuestros labios se encontraron de nuevo en un beso apasionado y
empecé a buscar a tientas los botones de su camisa. Por último, me ayudó
a sacársela y me quedé mirando fijamente su musculoso pecho.
Al momento en que mi mano tocó su cálida piel suave, pensé que podía
sentir el agua a mi alrededor.
Fue divertido, teniendo en cuenta que me sentía como si estuviera en
llamas y parecía ser exactamente lo que necesitaba para apagarlo. Incliné
mi cabeza hacia abajo, presionando mis labios suavemente contra los
suyos. Pero no fue suficiente.
Por supuesto que no lo era. Le abrí los labios con la lengua, tratando de
beber el agua fría y refrescante que tanto quería y necesitaba.
125
Simplemente no lo podía alcanzar. Estaba allí, y yo estaba muy sedienta,
pero parecía estar alejándose de mí con cada aliento de Michael.
Mis manos fueron alrededor de su cuello. Quería que dejara de respirar.
Quería alcanzar al agua o me moriría. Podía sentir su aliento en mi cara,
quemándome aún más, haciendo que mis labios se secaran. Tal vez si
cortara su respiración por un momento... una energía dentro de mí estuvo
de acuerdo con ello. Apreté el puño que tenía en su cuello, y sus ojos se
abrieron.
Trató de apartarme y no entendí por qué. Yo sólo quería un poco de agua.
¿Qué había de malo en eso?
Parpadeé y me encontré casi asfixiando hasta la muerte a Michael. Le
solté de repente y jadeó en busca de aire. No estaba segura de quién
estaba más sorprendido en ese momento, si él o yo.
Salté de la cama, sin saber lo que había pasado. Sentí la cabeza ligera y
pude notar mi elemento creciendo dentro de mí, queriendo salir.
—Ria —dijo Michael, tratando de levantarse de la cama. No podía dejar
que se acercara a mí. No podía. Corrí hacia la puerta, tenía que salir de allí
antes de que algo malo pasara. Michael estaba gritando mi nombre y sabía
que iba a ir a por mí. No quería eso.
Tenía que esconderme de él en alguna parte. En algún lugar donde no
pudiera encontrarme, ¿pero dónde? Pensé en ir a la habitación de Paula,
pero ese era probablemente el primer lugar donde buscaría y no confiaba
lo suficiente como para acercarme a ella. Una parte de mi cerebro
reconoció los síntomas, la otra parte los negaba.
No, no podía ser... no podía tener los síntomas de la enfermedad mágica.
No era posible. Venía de una familia con elemento puro y no me había
acostado con nadie que tuviera la enfermedad, eso era seguro. Y mi
elemento todavía estaba en mí, ¿no? Todavía podía sentirlo, así que tal
vez no era eso...
126
Sólo había una persona que podía ayudarme y creí que Michael nunca me
buscaría allí. El único problema consistía en que probablemente no
querría ayudarme. Empujando esos pensamientos a un lado, me dirigí a la
habitación de Adrian. Sabía que era tarde, pero a lo mejor aún estaba
despierto... que estuviera en su habitación era todo y realmente esperaba
que no tuviera una chica con él.
Di un golpe en la puerta con tanta fuerza que pensé que se caería.
Después de lo que pareció un largo tiempo, Adrian abrió con una sonrisa
burlona en su rostro.
—¿Qué...? —Su rostro cambió de molesto a sorprendido en un segundo.
Estaba mirándome como si me viera por primera vez. Abrí la boca para
decir algo, pero en lugar de eso me eché a llorar. La expresión de su rostro
fue suficiente para confirmar que algo iba mal. Me agarró del brazo y me
llevó dentro, cerrando y bloqueando la puerta.
—¿Qué ha pasado? —dijo, sin ocultar la sorpresa en su voz.
—¿Estoy...? ¿Puedes...? —Las palabras no salieron como yo quería.
Todavía estaba en shock, pero ya no me sentía sedienta y caliente. Esa era
una pequeña mejora.
—Si me preguntas si puedo sentir tu elemento —dijo, tomando mi mano y
llevándome hacia la cama—, entonces la respuesta es no. Se siente... como
el de una persona con la enfermedad mágica.
—No, no... No puede ser —dije—. Todavía puedo sentir... mi elemento.
—Huh —dijo él, cogiendo un cuenco de cerámica de su mesita de noche y
un papel. Estaba sentada en la cama y lo miraba, tratando de al menos de
dejar de llorar. Podía lidiar con esto. Podía. Pero mi cerebro no lo creía.
—Trata de prenderlo fuego —dijo, dándome el cuenco. Lo tomé entre mis
manos temblorosas y lo miré por un momento. Me concentré lo suficiente
para sentir mi elemento creciendo dentro de mí y el papel se incendió en
un segundo. La cara de Adrian era tranquila mientras me miraba hacerlo
127
a pesar de que estaba muy cerca. Estaba feliz por poder usar mi elemento
aún, pero no se alteró por lo que me hizo sospechar.
—Todavía tengo mi elemento —dije, insegura de qué hacer con el cuenco.
Tal vez podría poner algo en el fuego, pero seguramente no lo podía sacar
afuera. Adrian no dijo nada, mirando las llamas bailar en el tazón. Justo
cuando estaba a punto de preguntarle por qué no se había alterado, tocó
el cuenco y de repente el fuego estaba apagado y una fina capa de hielo
estaba empezando a formarse en el interior del mismo.
—¿Qué...? ¿Cómo lo hiciste...? —Ni siquiera estaba segura de cómo unir la
pieza. Adrian tomó el cuenco de mis manos y lo puso de nuevo en la
mesita de noche.
—Ahora ya sabes mi secreto —dijo— y yo sé el tuyo, así que vamos a
mantenerlo a salvo. No puedes decirle a nadie lo que acabas de ver,
¿entiendes?
Había un borde de amenaza en su voz y asentí. Las cosas de repente
hicieron clic en su lugar, por eso me sentía tan fría en torno a él a veces,
por qué las botellas tenían hielo sobre sí mismas después de un encuentro
con él en la fiesta... Pero seguía sin entender cómo lo había hecho.
—Sí —dije—. Pero, por favor, ¿dime cómo lo hiciste?
—Puedo hacer cosas con el hielo —dijo, sentado en la cama junto a mí—.
Es mi... elemento.
—El hielo no es un elemento —dije, sacudiendo la cabeza. Bueno, por
supuesto no decían eso los libros.
—Entonces, ¿qué es? —preguntó—. No hay duda de que actúa como un
elemento.
—¿Tienes un elemento? —dije, sólo porque no podía llegar a nada más
inteligente que añadir y porque no sabía mucho acerca de toda esta cosa
del hielo. De repente, algo más vino a mi mente—. Un momento, o sea,
que no tienes la enfermedad mágica.
128
—Sí. Y a juzgar por esto, tú también —dijo—. ¿Quién más está infectado?
Hizo que la pregunta sonara como si fuera una especie de prostituta
barata. Fruncí el ceño.
—No me acosté con nadie con la enfermedad mágica —dije—. Pero, ¿qué
quieres decir con que tengo la enfermedad mágica? Es imposible. Las
personas con enfermedad mágica pierden su elemento.
—Eso es lo que dicen. —Me dedicó una sonrisa—. Pero no hay mucha
información. Tal vez ellos no lo sepan o están mintiéndonos.
—Umm, ¿se lo dijiste Alan? ¿Estáis haciendo una investigación? —dije,
consiguiendo interesarme en el tema. Nunca hubiera soñado que podría
estar hablando con Adrian de algo tan serio. Parecía malo. Y sí, seguía sin
creer que estuviera jodida por completo.
— No, nadie lo sabe. Y no se lo diremos a nadie —dijo, con los fríos ojos
azul-grisáceos clavados en los míos—. Y si lo haces, te juro por el Dios de
la Magia que te mataré.
Confié en que lo haría, pero no sabía por qué.
—Pero, ¿no te ayudan? No te tratarían como a un... —No podía decir la
palabra. Podría estar convirtiéndome en el mismo asesino.
—No harían nada, o simplemente me acusarían de matar a alguien para
conseguir su elemento. Ellos matan primero y preguntan después y si de
alguna manera ellos te creen, adivina qué, no te pueden sanar —dijo—.
Créeme, mantenerse con vida durante más tiempo de lo que puedes es la
mejor cosa que puedes hacer. Si el elemento se queda, puedes controlarlo
mejor alrededor de los otros... excepto en situaciones con mucha emoción
o el uso del elemento.
—Tal vez no tenga la enfermedad... tal vez es algo que va a pasar —dije,
tratando de convencerme a mí misma de lo que estaba diciendo.
—¿Sientes los elementos de otras personas? —preguntó.
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—Bueno, no siento el tuyo... pero a veces sentía el aire a mi alrededor y
sentía el agua cuando estaba con Michael —dije, y algo debió haber
mostrado mi cara, porque de repente Adrian parecía preocupado.
—No lo mataste, ¿verdad?
—No —dije—. Pero casi.
—Oh, ojala lo hubiera visto. —Parecía divertido por un segundo—.
¿Cómo fue?
—Estábamos... Umm, ya sabes, besándonos... me dio sed y sólo vi agua
delante de mí... ¡casi lo ahogué hasta la muerte! —dije, otra vez al borde
de las lágrimas. De alguna manera, decirlo en voz alta parecía el doble de
malo.
—Ria, Ria, Ria — dijo, cogiendo mi mano—. En realidad estoy cien por
cien seguro de que tienes la enfermedad mágica, así que también podrías
dejar de mentir y decirme de dónde la has obtenido.
—No estoy mintiendo —dije con enfado—. ¡No voy acostándome por ahí
con cualquiera como tú! ¡No lo sé! ¿Y si la enfermedad muta de alguna
manera? ¿Y ahora puede ser transmitido de manera diferente?
—No lo creo —dijo—. Parece como si fueras la única persona que la tiene,
así que si lo tienes claro sobre la mutación, ¿dónde quedan los demás?
Tenía razón, pero eso no lo hacía más real para mí. Yo todavía esperaba
despertar de esta pesadilla.
—Aprenderás a vivir con ello —dijo—. No es tan malo como piensas.
—¿Estás loco? ¡No puedo vivir así!
—Sí, ¡se puede! Sobre todo porque, ¡nadie lo sabrá! Tu vida seguirá siendo
la misma —dijo, con una mano que de alguna manera terminó en mi
muslo. Fruncí el ceño.
—No te atrevas a pensar que voy a acostarme contigo. —Empujé su mano.
130
—Es una pena. Pero puedes cambiar de opinión con el tiempo —dijo—.
No hay chica que pueda resistirse a mi encanto.
Me eché a reír. Realmente era un bastardo arrogante.
—¿Qué? ¿Me estás haciendo tu próximo objetivo? —dije.
—Sí, creo que sí. El sexo contigo podría ser muy divertido ya que el
elemento no me molestaría. —Sonrió.
—Eres un idiota. —Suspiré—. ¿Y qué pasa con Paula?
—¿Qué pasa con ella? —Parecía completamente ajeno.
—¿Vas a dejarla?
—No, probablemente no —dijo—. Simplemente no quiero tener sexo con
ella. Es muy aburrida.
—¿Por qué vas a quedarte con ella?
—Para poder mantener un ojo en su investigación y detenerla antes de
que sea peligroso para mí —dijo—. Y sí, es bonita, inteligente y de una
familia rica. Se ve bien en mi récord.
Puse los ojos en blanco, pero decidí dejar eso por ahora. Sí, estaba siendo
egoísta, pero ahora no quería preocuparme por la vida de Paula, cuando
tenía muchos problemas por mi cuenta. No sabía cómo lidiar con esto. No
podía contarle todo a Michael porque estaba segura de que él me odiaría.
Era probable Paula que empezara hacer experimentos en mí y no estaba
dispuesta a hacer eso.
Decirle a alguien más aquí que tenía la enfermedad mágica y mi elemento
daría lugar muy probablemente a mi ejecución. Adrian tenía razón. No les
importaba, sólo querían deshacerse del peligro. Lo hubiera querido
también y ahora yo era el peligro. Mis padres no tenían ningún síntoma de
la enfermedad mágica y estaban muy a favor de los elementos puros, por
lo tanto contárselo podría hacer que me denunciaran. Siempre estaba mi
hermano, pero no confiaba en él y estaba perdido de todos modos.
131
De repente me sentí tan sola en el mundo. ¿Cómo había ocurrido? No
había ninguna explicación lógica. Tampoco tenía ningún sentido como
Adrian había desarrollado un elemento único cuando todo el mundo decía
que la gente con la enfermedad mágica no tenía elemento a menos que
mataran a alguien y se lo robaran, pero una vez que lo hacían, se habría
extinguido en un tiempo y tendrían que hacerlo otra vez ... y otra vez ...
Me di cuenta de que estaba llorando y Adrian estaba acunándome en sus
brazos. Debería haberme horrorizado, pero no fue así. No sentía nada en
absoluto. Estaba cansada y harta de todo.
132
Traducido por Tersa
Corregido por Noemí
e desperté de una pesadilla. Estaba segura de que había sido sólo
una pesadilla, pero no recordaba nada con claridad. Cuando abrí
los ojos, me di cuenta de que estaba en una habitación
desconocida. Parpadeé. La luz del sol que estaba a mi espalda entraba por
la ventana. Tardé un momento en reconocer la habitación de Adrian. Creo
que nunca antes la había visto bañada por el sol.
Oh mierda, así que todo había sido real. Me asusté y no porque pudiera
tener la enfermedad mágica, sino porque estaba en la cama de Adrian. Eso
era algo muy atemorizante, pero por suerte, todavía tenía mi vestido.
Poco a poco me di la vuelta, conteniendo la respiración. No, no estaba al
otro lado de la cama, que curiosamente, no parecía utilizada en absoluto.
Alcé los ojos hacia la ventana y allí estaba él.
Adrian estaba sentado en el alféizar de la ventana, con las rodillas hacia el
pecho. Estaba apoyado con su cabeza en el cristal, mirando hacia afuera.
Su rostro se veía hermoso y triste. Los rayos dorados del sol caían sobre
él, dando a su cabello un brillo negro azulado. Maldita sea, casi parecía
simpático. Negué con la cabeza. Nah, todavía estaba demasiado
somnolienta y sorprendida para pensar racionalmente.
Volvió la cabeza para mirarme. Empecé a sonreírle, pero me detuve a
tiempo. Nosotros no éramos amantes y sonreírle a un hombre después de
despertarte en su habitación para darle las gracias por permitirte
quedarte de alguna manera no me parecía bien.
M
133
—Estás despierta —dijo, sin moverse de la ventana. Quería ver su rostro,
pero no podía a causa de toda la luz del sol a su espalda.
—Hmm, lo siento. No tenía intención de quedarme dormida —dije—.
Gracias por dejar que me quedara.
No podía creer que realmente lo hubiera dicho, pero sentí como si tuviera
que hacerlo.
—No te preocupes por eso —dijo—. Pero probablemente deberías salir
antes de que venga Alan o Michael le diga a alguien que desapareciste.
—Cierto —dije, levantándome. Desde este punto de vista, tenía una mejor
visión de las sombras oscuras bajo sus ojos.
—¿Dormiste? —pregunté.
—No —dijo—. Pensé que me matarías si me encontrabas acostado junto a
ti y no me apetecía dormir en el suelo, así que... sólo me quedé en pie. Ah,
y la salida del sol se veía bien.
—No te habría matado.
Me frunció el ceño. Realmente no lo habría hecho. Tal vez gritaría, pero no
creo que tuviera un arma apropiada para matar a alguien... excepto tal vez
mis tacones altos.
—Lo sé. Pero sería un escándalo. —Sonrió—. Alguien podría informar del
ruido en mi habitación y no sería algo bueno.
—Hmm, sí —dije. —Me voy... yo sólo...
—Actúa como si nada hubiera sucedido. Inventa algo creíble para Michael
—dijo—. Di que te dejaste llevar. No sé.
—¿Llevar? Bien —dije, con una pizca de enojo en la voz—. ¡Significaría
que soy una psicópata que se emociona asfixiando a las personas hasta la
muerte!
134
—Ah, ¿así que realmente trataste de estrangularlo? Interesante. —Ahora
había una sonrisa arrogante en su cara. Bueno, él va a volver a su estado
habitual y sabrá cómo lidiar con esto.
— ¡Cállate! —dije, y me fui hacia la puerta.
—Vuelve cuando quieras —dijo.
Le miré de nuevo para decirle que no volvería a pasar, pero no estaba
muy segura de eso.
—Gracias —dije en su lugar y me fui.
***
Lentamente abrí la puerta de mi habitación y dejé escapar un suspiro de
alivio cuando vi que no había nadie. Casi esperaba encontrar a Michael
esperándome. Mi teléfono estaba sobre mi mesa de noche, lo recogí. Tenía
doce mensajes y quince llamadas sin responder, sobre todo de Michael.
Bien, no había ninguna razón para dejar que esto fuera más lejos, así que
marqué su número. Tal vez eran las siete de la mañana, pero creí que
estaría despierto.
Tenía razón. Él contestó al segundo tono.
—¡Ria! —Su voz era urgente y llena de preocupación. Maldita sea, ¿qué le
había hecho?
—Michael, escucha —dije—, tenemos que hablar.
—Sí, sí —dijo—. Iré de inmediato.
—Está bien.
Él estaba llamando a mi puerta al minuto, lo que significaba que no había
estado en su cuarto. ¿Había estado buscándome en alguna parte?
En cuanto abrí la puerta, sus manos fueron hacia mí y me abrazó como si
su vida dependiera de ello. Dejé que lo hiciera, con la esperanza todo el
tiempo de que su elemento no me despertara y me convirtiera en un
135
monstruo. Pero podía sentir su elemento más profundo en él. Una imagen
se formó en mi cabeza mientras me concentraba en ella, vi una corriente
clara que brillaba al sol. De alguna manera sabía que si bebía de ella, el
agua estaría fría, refrescante y pura. Sólo que no podía dejar que eso
sucediera.
—¿Qué pasó? He estado buscándote por todas partes —dijo, y me di
cuenta por primera vez de unos cuantos moretones oscuros alrededor de
su cuello. Oh, mierda.
—Michael, lo siento —dije—. Yo sólo...
—Está bien. Me alegro de que estés bien —dijo. No podía creerlo. ¡Casi lo
había matado y él estaba preocupado por mí! No sabía qué decirle.
—En serio. No tienes que sentirte mal. —Michael sonrió—. Sé que
perdiste el equilibrio y tus manos terminaron en mi cuello. Es probable
que ni siquiera supieras que era mi cuello. Estaba demasiado oscuro para
ver.
Abrí la boca, la cerré, y luego asentí. Él me ofreció una explicación
perfecta. Nunca habría llegado a algo tan original como eso.
—No quería hacerte daño —dije, y esa era la verdad. Definitivamente no
había tenido eso en mente cuando nos habíamos besado.
—Lo sé. Ya te lo dije. Está bien —dijo—. No pienses más en eso.
Me besó suavemente y le devolví el beso después de estar segura de que
no trataría de matarlo.
¿En qué se había convertido mi vida? Su brazo se deslizó alrededor de mí
y profundizó el beso. Finalmente lo empujé lejos tan suavemente como
pude.
—Necesito hablar con Paula —dije.
—Está bien —dijo—. Pero tienes que decirme dónde has estado toda la
noche. Te conozco, no estabas aquí.
136
—Estaba fuera —dije, esperando que lo tranquilizara. Habría dicho que
había estado en la habitación de alguna amiga, pero fácilmente podría
comprobar esto y descubrir la mentira.
—¿Toda la noche? ¡Algo podría haberte pasado!
—He estado en el parque —dije—. Está cerrado para todo el mundo fuera
de la universidad por la noche.
—Lo sé, pero aun así... —Me tomó la mano y se la llevó a los labios.
—Estoy bien. —Sonreí—. ¿Ves? Todo está bien. Pero realmente quiero
ver a Paula antes de clase.
—¿Tenéis clase juntas?
—Sí, sí, y ya sabes lo que eso significa. No se puede hablar en esa clase. —
Me sentí inmediatamente enferma cuando lo dije. Estudios mágicos no era
una clase a la que yo quisiera ir. No ahora cuando en realidad nos ponían
a trabajar con nuestros elementos. Oh, mierda. ¡No había pensado en eso
en absoluto! No, ¡esto no podía estar pasando! ¡Sobreviví a la parte de
mierda y ahora no podía ir a la parte impresionante! ¡Joder!
—¡Estás segura de que quieres ir a clase? —dijo Michael con cautela—.
Has estado fuera mucho tiempo. Necesitas dormir. No quiero que te
desmayes o algo así.
—Tienes razón. Probablemente no debería ir a clase —dije—. Pero sigo
queriendo hablar con Paula sobre algo.
—Está bien, como quieras. —Me besó por encima de mi cabeza—. Me voy
ahora. Hay algunos libros que esperan en la biblioteca. Nos vemos más
tarde. Y duerme un poco.
—Sí, claro —y dije adiós con la mano.
Cuando la puerta se cerró, me tiré en la cama, sin saber qué hacer. Había
dormido más que suficiente, así que quedarme en mi habitación no
parecía una buena idea, aunque tenía un poco de tarea inconclusa y un
137
montón de cosas para estudiar. Pero con todo esto en mi mente no creía
que pudiera realmente concentrarme en mis estudios.
Después de un pequeño viaje al baño, me sentí fresca y limpia de nuevo,
así que decidí encontrar a Paula. Michael no estaba a la vista y traté de
averiguar si podía encontrarlo como Adrian lo hacía, pero fallé. Realmente
necesitaba preguntarle eso a Adrian.
Paula era la única persona que esperaba al frente de la clase, pero eso no
era algo inusual.
La gente solía llegar a clase uno o dos minutos antes del inicio, igual que
yo. Pero Paula quería asegurarse de llegar a tiempo, así que siempre iba
antes. Me sonrió mientras me acercaba a ella y luego, de repente frunció
el ceño.
—Ria, ¿dónde están tus libros? —Levantó una ceja.
—Hoy no voy asistir a clase —dije—. No creo que pueda mantener la
concentración por mucho tiempo.
—¡Pero no te puedes perder esta clase! Vamos a hacer algo divertido con
nuestros elementos —dijo—. ¡Te encantará hacer eso!
—Estoy cansada —dije, apoyándome en la pared junto a ella—. Ha sido
una larga noche. Pero escucha, quería preguntarte algo.
—Por supuesto —dijo alegremente—. ¿Qué es?
—Bueno, Michael y yo estuvimos ayer en un restaurante de lujo y oí a
alguien hablando sobre la enfermedad mágica —dije.
—Oh, ¿estabais fuera? Eso es impresionante. —Sus ojos azules y verdes
brillaban de la emoción—. ¿A dónde te llevó? ¿Fue romántico?
Eso no era exactamente de lo que quería hablar con ella, pero al recordar
parte de ayer por la noche, parecía que algo valió la pena.
—En realidad trajo aquí un caballo blanco y montamos juntos a caballo
hasta el restaurante —dije con una sonrisa tímida en mi cara. No estaba
138
segura de si debería presumir de ello o estar avergonzada porque Michael
me había subido a un caballo con un vestido.
—¡Eso es tan romántico! —dijo Paula, sinceramente feliz por mí, pero yo
sabía que ella deseaba lo que había sucedido. Era su sueño que su novio
hiciera algo romántico por ella, pero no creo que Adrian fuera el hombre
adecuado para ello.
—Sí, lo es —dije—. Te diré los detalles cuando tengamos más tiempo,
pero te preguntaba acerca de algo que escuché en el restaurante. Uno de
ellos dijo que podría ser posible para las personas con la enfermedad
mágica mantuvieran sus elementos. ¿Qué piensas al respecto?
—Imposible —dijo—. Si mantuvieran su elemento, entonces no tendrían
que matar para obtenerlos. Y entonces no tendrían la enfermedad mágica.
Fruncí el ceño. Si estaba en lo cierto, entonces Adrian y yo no teníamos la
enfermedad mágica. Pero ¿por qué teníamos síntomas de la enfermedad
mágica? ¿Y por qué entonces casi ahogué hasta la muerte a Michael? Otro
punto en contra de su teoría era que los padres de Adrian tendrían que
haber tenido la enfermedad y no había manera de que no lo hubiera
heredado, a menos que la madre de Adrian hubiera engañado a su
marido. Pero incluso entonces, las posibilidades de heredar la
enfermedad eran muy, muy bajas.
—Pero supongamos que pudieran tener la enfermedad y mantener el
elemento —dije—. ¿Qué pasaría en ese caso?
—Hmm, no soy una experta en la ciencia ficción. —Se rió un poco—. No lo
sé. ¿Tal vez podrían recoger elementos cuando mataran? Eso podría ser
muy peligroso, si me lo preguntas. Pero no te preocupes. Ese chico
probablemente estaba leyendo una especie de novela.
—Sí, tienes razón —dije—. Bueno, ahora tengo que irme. No presentarme
a la clase es mucho mejor que encontrarme con el profesor y luego no
presentarme.
—Te llevaré los apuntes cuando termine —dijo.
139
—Gracias —sonreí y me dirigí al pasillo, tan lejos de clase como pudiese.
Me alegré de que la clase no fuese obligatoria, porque no tenía ganas de
salir con alguna excusa estúpida. Pero, de acuerdo, la falta de una clase
significaba mucho, especialmente la clase de prácticas de Estudios
Mágicos. Puedes conseguir los apuntes, pero nadie puede mostrarte
exactamente cómo se hace la cosa. Bueno, podrían mostrarte cómo
pensaban que era, pero nunca iba a ser perfecto.
Estaba cada vez más cerca de la cafetería y de pronto pude sentir en torno
a mí varios elementos, y sí, cada uno parecía diferente de alguna manera.
Era casi abrumador. Tal vez sólo debía permanecer lejos de las grandes
multitudes durante algún tiempo. Realmente necesitaba café. La cafetería
donde solía ir con Michael se sentía como mejor opción, así que me
apresuré al exterior.
***
Pasé la mayor parte del día sentada en el café, leyendo algunos de mis
libros de la universidad.
Estar sentada era fácil, pero la lectura me tomó un poco de esfuerzo. No
podía concentrarme en Historia o Geografía cuando mis pensamientos se
alejaban. También había decidido no presentarme a cualquier otra clase,
pero me arriesgué y fui a almorzar con Michael. Por suerte, nadie murió.
Por la noche, Paula vino a mi habitación a traerme los apuntes y hablamos
de mi cita romántica con Michael. Paula estaba a punto de enseñarme lo
que se supone que debe hacerse con el elemento cuando sonó su teléfono.
Su rostro se iluminó mientras respondía y supe inmediatamente que era
Adrian.
—¿Puede venir aquí? —preguntó Paula, sosteniendo su mano sobre el
teléfono—. Se suponía que debía reunirme con él hace media hora, pero el
tiempo pasó volando. Y realmente quiero mostrarte esto.
No estaba muy segura de querer verla usar su elemento delante de mí y
no sabía qué inventar para evitarlo. Tenía que aprender a controlarme. Y
140
de alguna manera tener a Adrian alrededor cuando eso sucediera parecía
una buena idea. Tenía que detener a Paula hasta que viniera, porque
estaba segura de que ella no quería usar su elemento frente a él. Si sólo
supiera…
—Hagámoslo —dijo después de intercambiar algunas palabras con
Adrian. Por lo que me enteré, él estaba de camino. Sólo esperaba que
llegara a tiempo.
—Espera, ¿puedes explicar primero lo que esto significa? —Señalé una
frase al azar de los apuntes.
—Sí, pero quiero mostrarte esto antes de que Adrian venga. No quiero
usar mi elemento delante de él —dijo con impaciencia.
—Lo sé. Pero ¿cuál es el punto de mostrármelo primero si no lo entiendo?
—dije.
—Hmm, hay un punto en demostrarlo. Tú sabrás cuál es el resultado que
se supone debes conseguir. Es lo mismo para todos los elementos, así que
puedo mostrártelo sin ningún problema. —Ella suspiró—. Vas a
entenderlo de otra manera. Oh, ¿qué vas a hacer cuando comencemos a
tener clases separadas para cada elemento?
—Estaré perdida. —Me reí, pero ella apretó los labios en lo que parecía
una línea enojada.
—Sólo déjame hacer esto, ¿vale? —dijo—. Tal vez no sea perfecta
mostrándolo, pero es imposible hacer las cosas más fáciles para ti.
No tuve tiempo de responder porque alguien llamó a la puerta. De
inmediato saltó a abrirla y me sentí aliviada al ver a Adrian. ¿Aliviada al
ver a Adrian? Oh sí, este mundo se acabaría pronto. Podía sentirlo.
—Hola, mis damas —dijo Adrian con una sonrisa socarrona en su rostro.
Le fruncí el ceño, pero su expresión no cambió. Era casi como si hubiera
soñado todo, desde la noche anterior.
141
—Hey. —Paula se arrojó en sus brazos y se besaron. Puse los ojos en
blanco—. ¿Me has echado de menos? —preguntó mientras se alejaba de
él y ponía sus apuntes juntos de nuevo.
—Sí —dijo, mirándome directamente a los ojos— Te extrañé.
Aparté la mirada, sintiendo de repente que el calor subía en mis mejillas.
Me acordé de lo que había dicho anoche acerca de hacerme su próximo
objetivo y no podía dejar de sentirme molesta y enojada.
Si no, ¿por qué diablos entonces me sonrojaba? Guardar secretos de Paula
era realmente una cosa difícil.
—Maldita sea, ahora no puedo mostrarle el ejercicio que hicimos en
Estudios Mágicos. —Hizo un mohín.
—Claro que sí —dijo Adrian casualmente—. Sobreviviré. Además, estoy
seguro de que Ria me mataría antes de que llegara a ti.
—Estoy de acuerdo. —Sonreí. Fue el tiempo de Paula de poner los ojos en
blanco para nosotros.
—Sois imposibles, ¿sabéis? —dijo—. Está bien. Pero me dices que pare si
te hace daño, Adrian.
—Si me molesta saldré de la habitación —dijo.
—¿Por qué no te vas ahora? Puedo verte... —empezó a decir Paula, pero
Adrian la interrumpió.
—¿Estar de pie en el pasillo? No, gracias —dijo—. Ya me hiciste hacerlo
mucho hoy.
—Lo siento. —Sonrió disculpándose.
—¡Deja de hablar y hazlo ya! —dije, frunciendo el ceño a Paula, pero pasó
los apuntes otra vez. Mientras estaba revisando algunas cosas, Adrian
vino a pararse detrás de mí. Quería asegurarme de que todo iba a estar
bien, pero no obtuve nada de él.
142
—De acuerdo, aquí va —dijo Paula. La había visto usar su elemento
numerosas veces, pero esta vez no era sólo la sensación de hormigueo lo
que sentía. Podía sentir el aire a su alrededor y no era exactamente una
brisa, era más parecido a un tornado. Tal vez Paula no le haría daño a una
mosca, pero este tornado que era su elemento estaba destinado a destruir
cosas.
De acuerdo con los apuntes, se suponía que lentamente debía llamar a su
elemento a la vida, hacerlo llegar a toda su fuerza y luego, apagarlo.
Adiviné que se suponía que la tarea nos enseñaría a cerrar abruptamente
nuestro elemento en un segundo de ser necesario. Parecía fácil, pero no lo
era. Apagar toda esa energía después de llegar a toda tu fuerza, no era lo
mismo que la habitual potencia media que se convertía en calor en mi
interior antes de extinguirse por completo.
Ahora podía sentir su elemento completamente y repentinamente me era
difícil respirar. Quería detenerla. Quería salir antes de ahogarme.
Parpadeé. No, eso estaba mal. Aún estaba respirando, pero mi pecho se
sentía pesado y ese elemento se sentía dulce en mi posesión...
La presión en mi pecho se intensificó mientras luchaba por respirar. No
había aire en mis pulmones. Tenía que... Sentí la mano de Adrian detrás de
mi espalda, puse mi mano detrás y él la tomó. El aire estaba de vuelta y
pude respirar bien. Todavía podía sentir el poder en el aire, pero no me
sentía como yo esperaba.
Paula tenía los ojos cerrados, su cabello volaba a su alrededor y los
papeles susurraban mientras trataba de permanecer concentrada y
hacerlo lo mejor que podía. No quería correr el riesgo de mirar a Adrian
para saber cómo se sentía conmigo, sosteniendo su mano. Al parecer
tuvimos de vuelta el control de nosotros mismos cuando nos tocamos.
Espeluznante, pero podría ser útil.
En un abrir y cerrar de ojos, el elemento de Paula no era más que una
pulsación suave en su interior, que podía sentir sólo por mi condición.
143
Todavía estaba en la negación de la realidad. Tal vez esta cosa pasaría.
Adrian soltó mi mano, y ambos fingimos que nada había pasado.
—¿Lo viste? —dijo Paula con orgullo—. ¡Usé mi elemento para hacer que
ese pedacito de papel girara y se detuviera por completo por un segundo!
No puedo esperar hasta que aprendamos la manera de deshacernos de
otras cosas también volando alrededor.
Ella dijo la última frase mientras trataba de hacer que su pelo se viera
bien de nuevo. Ups, ni siquiera había notado el papel girando. Maldita sea.
Sabía que en mi versión de esta tarea sería algo con el fuego y esperaba
que pudiera liberarme de la elevación de la temperatura en mi interior
cuando usara mi elemento... si tenía que seguir guardando mi elemento,
tendría que hacerlo. Todos mis deseos y sueños necesitaban un cambio de
imagen.
—¡Sí, fue genial! —dije, sonriendo.
—¿Por qué no te das una oportunidad? —dijo Paula, y luego su rostro se
ensombreció mientras sus ojos se posaron en Adrian—. Oh, lo siento. El
fuego te molesta. Me olvidé.
—Ria puede probar más tarde —dijo—. Y tienes que venir conmigo,
ahora.
—Está bien —dijo, y me miró—. ¿Necesitas algo más?
—No —dije—. Gracias.
—Bueno, nos vemos pronto —dijo Paula en la puerta. Y Adrian, que
estaba de pie detrás de ella, murmuró “en mi habitación” hacia mí.
Me limité a asentir y luego desaparecieron. Genial, Adrian quería verme.
Me preguntaba cómo se sentiría Paula con eso, pero necesitaba verlo. Y no
era que fuera a acostarme con él o algo así. Michael era el único y
verdadero y me juré a mí misma que nada iba a cambiar eso. Encontraría
una manera de mantenerlo. Tenía que hacerlo.
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Traducido por pokprincssboo
Corregido por IngridShaik
o estaba exactamente segura de cuando esperaba verme Adrian,
pero imaginé que podría ir a su habitación y si Paula estaba allí,
decir que la estaba buscando. Inventaría algo. Pero por lo que había
oído de ella, se quedaban en su habitación la mayor parte del tiempo. Al
parecer, Adrian le dijo algo sobre lo peligroso que era que alguien la
encontrara en su habitación. Tal vez tenía miedo de que llegara y lo
encontrara. Pero, por alguna razón, no creía en que él llevara a las chicas a
su habitación, sino que se quedaba en las suyas.
Llamé a su puerta sobre las once de la noche. Paula solía ir a dormir a esa
hora porque tenía que estar bien descansada por la mañana y lista para la
clase y la investigación. Él abrió en un momento, con una gran sonrisa en
su rostro.
—Es tan raro no saber cuándo vas a venir —dijo mientras yo entraba.
—Lo que tú digas —respondí. Y me senté en la cama, mirándolo
expectante—. Me dijiste que viniera, así que aquí estoy. ¿Y ahora qué?
—¡Oh, por favor! Te has estado muriendo por verme —dijo, pillando dos
cervezas de alguna parte y entregándome una.
—Eres un idiota —solté—. Si estás tratando de meterme en tu cama, eso
no va a ocurrir.
—Ya has estado en mi cama. —Se rió y vino a sentarse a mi lado.
N
145
—No me refería a eso. —Fruncí el ceño y tomé un buen trago de la
cerveza.
—¿Vas a decirme cómo pillaste la enfermedad? —dijo con un toque de
diversión en sus ojos azul-grisáceos.
—No, porque no lo sé—contesté—. Mis padres no están diciéndome nada,
pero no puedo preguntarles directamente porque no estoy segura. Sigo
esperando que todo pase.
—¿De verdad que tú no...? —dijo sorprendido.
—¡No! —dije antes de que pudiera terminar la frase—. Y no estoy lista
para saber que no soy hija de mis padres o algo igual de complicado.
—Pero tendrás que averiguarlo algún día —dijo.
—Sí, pero no hoy ni pronto. Todavía estoy lidiando con esto... lo que sea
que tenga. —Suspiré—. Hey, quería preguntarte cómo es que puedes
encontrar a la gente mediante el reconocimiento de su elemento. Traté de
averiguar dónde estaba Michael, pero no supe cómo hacerlo.
—No creo que seas capaz de hacer eso pronto —dijo—. Se necesita
tiempo para aprenderlo.
—¡Mierda! Sin duda eso ayudaría a evitar problemas —dije. Desde luego
no tendría que inventar excusas tontas porque sabría si Paula o alguien
más estuviera aquí.
—Sí, es muy útil —dijo.
—¿Qué crees que pasa si... hacemos posesión de otro elemento? —Le
miré, preguntándome si sabría la respuesta.
—¿Te refieres a si matamos a alguien? —Se rió entre dientes—. Empecé a
decir que no, pero demonios, no había otro camino.
—Sí —dije de mala gana.
146
—No lo sé. —Sus ojos brillaron peligrosamente ¿Quieres intentarlo y ver
qué pasa?
—¡No! —grité, y puse mi mano sobre la boca. Sólo esperaba que no
hubiera nadie afuera para escucharme. Realmente tenía que tener más
cuidado.
—Bien, no te pongas así —dijo—. Era sólo una idea.
Sí, una idea, claro. Pero no dije nada.
—Espera, ¿estás pensando en que alguien como nosotros podría estar
recolectando elementos?
De repente se vio interesado en el tema y no sólo porque pensara que yo
podría ser su cómplice.
—¿Aún hay gente como nosotros? —dije.
—No lo sé, pero no podemos ser los únicos, ¿verdad? —dijo—.Tienen que
estar escondidos.
—Sí, nadie admitiría ser un asesino sólo para que todos sepan que es
posible tener más elementos —dije—. ¿Qué hay de tus padres? ¿Tenían
elemento como tú?
—Creo que no —dijo con la voz tensa.
—Entonces tu madre tuvo una aventura... —Ni siquiera pude terminar la
frase porque se giró hacia mí completamente furioso, con su cara a
escasos centímetros de la mía.
—¡No vuelvas a decir algo así! —dijo entre dientes—. O podríamos
averiguar si puedo quedarme tu elemento o no. —Se apartó y tomó un
trago de su cerveza. Por un momento me quedé allí sentada, tratando de
no temblar y mostrarle mi miedo. Pero me había asustado.
Me había aterrorizado completamente. La mención de sus padres en un
mal contexto, evidentemente, no era lo más inteligente; hasta yo debería
haberlo sabido.
147
—Lo siento —dije, tratando de cambiar de tema—. Entonces no puedes
sentir mi elemento cuando lo estoy usando. ¿Y tocar ayuda cuando otros
están utilizando sus elementos?
—Sí —dijo—. Tocar y estar junto a otra persona que tiene la enfermedad
mágica ayuda a mantener el control y poder estar más tiempo con gente
con elementos. Por supuesto, tener un elemento te ayuda aún más, así que
en realidad se puede vivir sin matar a alguien... al menos algunos años.
—¿Por qué? Y si eso es cierto, ¿cómo estuviste todos estos años sin otra
gente con la enfermedad? —Levanté una ceja. Tal vez no debería tomar
todo lo que decía como verdad. También podría estar tratando de
manipularme para algo.
—Porque siempre estás rodeado de personas que tienen elementos y sus
elementos están utilizando tu energía. Imagínalo como si fueran abejas
zumbando alrededor de tu cabeza y tentándote. Tarde o temprano vas a
caer —dijo—. Y una vez que la enfermedad se haga más fuerte, serás
capaz de sentir los elementos de la gente a casi a un kilómetro de ti. Es
casi imposible quedarse completamente alejado a menos que vayas a una
isla abandonada en medio de la nada.
—¿Entonces por qué las personas con la enfermedad mágica no se
quedan juntas?
—Porque nadie está dispuesto a poner un anuncio en el periódico
solicitando un socio con la enfermedad mágica —respondió—. Intenta
decirle a alguien que tienes la enfermedad mágica y observa cómo
empezará a tratarte la gente. Algunos podrían encontrarte interesante,
pero seguirían vigilándote cuidadosamente para detectar cualquier señal
de peligro. Pero, así y todo, tú ya debes de saber eso porque decidiste no
decírselo a tu novio.
—Tienes razón —dije. No tenía que preguntarle a la gente lo que
pensaban de los portadores de enfermedades mágicas, porque sabía muy
bien lo que yo había pensado. O lo que tal vez seguía pensando…—. ¡Oye,
no has respondido a mi segunda pregunta! —dije con recelo—. ¿Cómo te
148
las has arreglado para no matar a nadie en todo este tiempo? —Estaba
agarrando la botella de cerveza con tanta fuerza en mis manos que
parecía que iba a estallar.
¿Y si me había estado mintiendo? No, me negaba a sentirme otra vez
intimidada por Adrian. Ahora no. Y sí, ya debo haber pensado eso en
innumerables ocasiones.
—La enfermedad se mostró primero —dijo—, cuando tenía catorce años.
Mi elemento, o lo que sea, llegó cuando tenía dieciséis.
—Vale, de eso no hace muchos años, pero… —dije. Y él levantó su dedo en
frente de su boca. Dejé de hablar y lo miré fijamente.
—Dame la oportunidad de contártelo —dijo. Me limité a asentir para
hacerle saber que quería que continuara, e hizo exactamente eso—. A los
catorce, sólo podía hacer lo que puedes ahora y eso es sólo sentir los
elementos cuando son especialmente fuertes o cuando están cerca —
dijo—. Pero no traté de matar a nadie, así que simplemente estás más
adelantada. —Yo sabía que me estaba tomando el pelo con la última parte,
ya que las comisuras de sus labios se levantaron un poco—. Tenía
diecisiete años cuando la enfermedad se hizo más fuerte y desde entonces
he estado aprendiendo a mantenerla controlada —dijo—. No fue fácil al
principio, y por eso Alan me llevó a algún lugar durante algún tiempo
hasta que estuvo seguro de que podía controlarlo. Allí aprendí muchas
cosas sobre los elementos, la enfermedad y todo lo demás.
—Espera, ¿entonces Alan puede ayudarme a aprender todas esas cosas
como tú lo hiciste? —pregunté esperanzada.
—No, no te gustaría ir allí, confía en mí —dijo, con el rostro muy serio—
.En realidad es lo peor que te puede pasar. Creo que tú y yo podemos
mantener el control muy bien. Puedo decirte cosas que sé y si evitas
situaciones peligrosas, todo irá bien.
—Si tú lo dices —dije y dejé que la duda se mostrara en mi voz. Quería
que supiera que no confiaba en él.
149
—Piensa lo que quieras —dijo—. Te estoy diciendo la verdad.
—Muy bien —dije.
—¿Alguna pregunta más? —Me miró expectante. De hecho, estaba llena
de preguntas, sólo que ni quería ni podía discutirlas con él por el
momento.
—¿Por qué hiciste un escándalo en la oficina de Alan cuando yo estaba
allí? —pregunté.
Se sorprendió por un segundo, no esperando ese tipo de pregunta.
—Quería que Alan supiera que tengo buenas intenciones con Paula —
dijo—. Tal vez hacerle creer que la amo.
—¿Por qué? —dije—. ¡Tú no la amas!
—Cierto —dijo—. Pero quiero que él lo crea. Cosa de chicos.
No, no lo era. Y eso no tenía ningún sentido. Oh, bien, todos los portadores
de enfermedades mágicas estaban un poco locos... eh, espera un segundo.
Eso significa que yo también estoy loca. Estúpida lógica.
—¿Por qué estás frunciendo el ceño? —Se acercó bastante a mí,
estudiando mi rostro.
—Sólo no me digas que estoy menos guapa cuando frunzo el ceño porque
lo he escuchado de unos veinte borrachos en fiestas.
—Tonterías —dijo—. Tú siempre estás guapa.
—¡Oh, por favor! —resoplé—. ¡Tú sólo quieres meterte en mis bragas!
—Pues sí. —Sonrió—. ¿Y qué hay de malo en eso?
Me levanté de la cama, caminando un poco más cerca de la ventana,
Adrian me siguió a mi espalda como una sombra. Puse la botella de
cerveza vacía en la mesa a mi derecha y tomé una respiración profunda y
temblorosa. Sabía que me iba a tocar. Y por supuesto que lo hizo. Puso su
mano en mi hombro, dejando que se deslizara lentamente por mi brazo.
150
Su tacto envió escalofríos de placer por mi espalda y eso me estaba
haciendo enojar. Se suponía que él no debía causar ese tipo de reacción en
mí porque eso estaba reservado sólo para la persona que yo amaba, no
por algún tipo guapo al azar y un bastardo manipulador. Me di la vuelta
de repente, impresionándolo por un momento, y le di un puñetazo en la
cara.
—¡No vuelvas a tocarme de esa manera! —dije mientras me miraba con
sorpresa, se llevó la mano al labio y la sangre brotó de él. La expresión de
su rostro se convirtió en una mueca enojada.
—¡Zorra! —dijo.
—¡No soy un puto juguete! ¡No puedes jugar conmigo como lo haces con
Paula y las otras chicas! —dije—. Así que si eso me hace ser una zorra,
bien. ¡Entonces seré una zorra!
Lo empujé para pasar por delante de él y me dirigí hacia la puerta. Tal vez
lo necesitara para salir de esto, pero no iba a dejar que jugara conmigo. Ni
a él ni a nadie.
151
Traducido por Nanami27
Corregido por IngridShaik
e sentí bien por la mañana, así que decidí llamar a Michael. Estuvo
de acuerdo en encontrarse conmigo en el parque, a pesar de que
sonaba sorprendido. No tenía nada romántico planeado, pero un
paseo temprano por el parque parecía algo perfecto para hacer con el
hombre que amaba.
No pude enviar sonreír cuando lo vi venir hacia mí. Su cabello castaño
ondulado estaba brillando en el sol, y estaba devastador con unos
vaqueros desteñidos y una camiseta amarilla. Lo que fuera que tuviera
que hacer para mantener a este hombre… lo haría, estaba segura de eso.
—Hey, mi amor. —Michael sonrió y me dio uno de los más dulces y
calientes besos. Había un brillo de diversión en sus ojos.
—¿Por qué pareces tan… feliz? —pregunté, tratando de ignorar la imagen
de agua corriendo que había en alguna parte del fondo de mi mente.
—¿No puedo estar feliz sólo de verte? —Se echó a reír.
—Sí, pero eso no es todo —dije.
—Tienes razón —dijo—. Acabo de ver a Adrian Liandre. Tiene un bonito
moretón en la mandíbula. Finalmente alguien sacó lo mejor de él. Lástima
que no pude verlo.
Me quedé helada. Oh, oh. Eso no era bueno. Si Michael supiera que fui yo
quien había hecho eso… quizás estaría orgulloso de mí. Sí, claro.
—¿En serio? —dije porque no sabía qué más decir.
M
152
—Sí, y ahora está en problemas. —Sonrió—. Parece que no lo veremos en
la fiesta de esta noche.
—¿Qué fiesta? —Fruncí el ceño.
—¿Dónde vives, mi amor? —Michael se rió—. ¡Los anuncios están por
toda la universidad!
Sí, probablemente lo estaban. ¡Pero no había tenido tiempo para notarlos
cuando sigo teniendo imágenes de elementos diferentes en mi cabeza!
—¿Vamos? —pregunté, sonriéndole y poniendo mis brazos alrededor de
su cuello.
—Claro que sí —respondió—. Vendré por ti a las nueve.
—¡Genial! ¿Adónde vamos exactamente?
—A ese club impresionante de la ciudad —dijo—. Por fin están
abriéndolo y es sólo para estudiantes.
Ese club realmente era algo grande. Todos habíamos estado muy
emocionados cuando oímos que estaban construyéndolo. No estaba
segura del nombre exactamente, pero creo que era Scarlet Kiss. Se
suponía que era un club de cinco pisos con muchas pistas de baile,
salones, un restaurante y todo tipo de música. Seguramente sonaba como
un montón de diversión.
—¿Al final van a abrirlo? ¡Eso es increíble! —dije, dándome cuenta de que
necesitaría planificar mi atuendo cuidadosamente para tal evento—.
Necesito hablar con Paula. ¡Tenemos que elegir la ropa!
—¿Estás segura de que Paula va a ir? —dijo Michael. Le miré con
sorpresa.
—¿Por qué no? —dije—. Ha estado esperando esto tanto como todo el
mundo.
—Bueno, no estoy seguro de si irá sin Adrian.
153
—¿Sin Adrian? —Estaba confundida.
—Sí, te dije que estaba en problemas —dijo—. No le dejarán salir.
—¿Qué? ¿Por qué?
—Ya te conté lo del moretón. Se metió de nuevo en una pelea y Alan
decidió que a menos que esa persona viniera con vida a su oficina y
firmara una declaración, no podría salir a ningún lugar —dijo.
—¿Qué? —Casi grité. Eso no podía estar pasando.
—Él tiene una enfermedad mágica, Ria —dijo Michael—. Y de verdad
necesitar dejar de meterse en peleas, especialmente en aquellas sin
testigos. Finalmente Alan se ha hartado de él y me alegro. No queremos
que mate a nadie.
—¡Pero es una locura! Así que, alguien lo golpea en la cara donde nadie
puede verlo o no quiere admitirlo, ¿y él es acusado de asesinato?
—Es peligroso —dijo—. Y no te preocupes por él. Nadie se atrevería a ir
en su contra solo y no dejaría que nadie le hiciera nada. Lo estás
subestimando. Quizás mató a alguien.
Oh, ¡joder!
—Tal vez se cayó —dije—. Seguro que no se le puede culpar por eso.
—Bueno, eso es probablemente lo que él dice. Pero aun así seguirá
perdiéndose la fiesta y quién sabe cuántas otras hasta que la policía
compruebe todas las opciones —refutó—. Pero, ¿por qué no estás feliz?
Estaba seguro de que disfrutarías de las noticias. Lo odias, cariño y me
dijiste que lo querías muerto o encerrado. Esto es lo mejor que te puede
pasar.
—Umm, es por Paula. —Mentí—. Realmente quiero que vaya y sea feliz.
—Aww, eres una gran amiga —dijo Michael y me besó. Aparté la mirada,
pensando qué podía hacer que no incluyera ir a la oficina de Alan. No
pude llegar a nada. Genial.
154
—Voy a buscar a Paula —le dije, con una falsa sonrisa en el rostro.
—De acuerdo —dijo Michael—. Nos vemos más tarde.
Asentí y me dirigí hacia el edificio de la universidad.
***
Adrian tenía razón. No podía decirle a nadie que tenía síntomas de la
enfermedad. Me tratarían como a un criminal. Y parte de mí realmente
podía entenderlo, porque yo era peligrosa. Pero no quería vivir mi vida
así.
Fui directamente a la oficina de Alan antes de que cambiara de opinión.
Quizá debería dejar a Adrian tratar con esto por su cuenta. Quizá estar
lejos de los demás lo ayudaría a convertirse en mejor persona… sí, y si eso
pasaba, tendría que ir en busca de cerdos voladores. Probablemente él
sólo estaría enojado con todos y con todo.
Y lo necesitaba, especialmente ahora que se suponía que iba a ir a una
fiesta con mucha gente a mi alrededor. Además, estaba en todo este
problema por mi culpa. Bien, él me había provocado. Era su culpa, pero
todavía… suspiré; todo esto me estaba poniendo exhausta.
Tan pronto como entré en la oficina vi a Adrian, quien estaba apoyando
en la pared, lo más lejos posible de Alan. Y eso no era mucho, teniendo en
cuenta lo pequeña que era la maldita oficina. A menudo me preguntaba
cómo a Alan no le causaba claustrofobia estar allí todo el tiempo. Los ojos
de Adrian brillaron con furia cuando me vio, pero se quedó allí con los
brazos cruzados. El oscuro moretón de su mandíbula, en combinación con
su actitud, le daba un aspecto bastante aterrador.
—No tienes nada que hacer aquí —dijo él, mirándome.
—¡Adrian! —dijo Alan con desaprobación, y luego me dio una sonrisa—.
Ria, ¿qué puedo hacer por ti?
—Necesito hablar contigo —dije—, en privado.
155
—Adrian, espera afuera —dijo Alan.
—¿No tienes miedo de que vaya a matar a alguien? —dijo Adrian
sarcásticamente.
—¿Saldrás afuera o tengo que llamar a los guardias? —dijo Alan, con la
expresión de su rostro perfectamente en calma. Adrian puso los ojos en
blanco y lentamente comenzó a ir hacia la puerta, con su brazo rozando el
mío mientras pasaba. Dejé salir un suspiro de alivio y miré a Alan, quien
me ofreció asiento.
—Bueno, ¿qué puedo hacer por ti? —preguntó Alan educadamente,
después de que haberme puesto cómoda en la silla. Respiré hondo, lo dejé
salir y sonreí.
—Yo fui la que le dio un puñetazo en la cara a Adrian.
La sonrisa de Alan vaciló un momento y luego me miró con atención, casi
como si estuviera tratando de ver a través de mí y descubrir si estaba
mintiendo.
—¿Estás segura de lo que estás diciendo? —dijo finalmente.
—Sí. Totalmente.
—¿Sabes que tienes que firmar una declaración oficial? —dijo—. Podrías
ser condenada como cómplice.
—Espera, ¿realmente crees que mató a alguien? —Me burlé.
—Tenía que decírtelo —dijo—. ¿Vas a firmar?
—Por supuesto.
—¿Por qué le diste un puñetazo? —preguntó mientras me daba una
especie de documento y una pluma. Lo estudié por un momento y me di
cuenta de que realmente era una verdadera declaración. Increíble.
—Intentó seducirme a pesar del hecho de que está saliendo con mi mejor
amiga —dije con calma, firmando la declaración.
156
—Oh —dijo Alan—. Entonces no me sorprende que lo hicieras, pero la
próxima vez mejor ignóralo. No pongas tu vida en peligro. Podría estar
reconsiderando mi decisión de también permitirle tener una novia. ¿Qué
piensas? ¿Paula está en peligro?
—No, no lo está. Ella lo ama —dije—. Y él no le haría daño.
—Espero que tengas razón. —Suspiró—. Pero si notas cualquier cosa
extraña en su comportamiento, dímelo inmediatamente. Ya le expliqué a
Paula cómo tiene que actuar a su alrededor y le di mi número en caso de
que necesite algo.
—Genial —dije, a pesar de que estaba considerando darle también un
puñetazo en la cara—. ¿Puedo irme ahora?
—Sí, claro. —Sonrió—. Oh, y no des un puñetazo a nadie más en la cara.
Podría traerte una suspensión.
Me limité a asentir, levantándome de la silla. Sí, sería suspendida por
darle un puñetazo a una persona normal, pero no por darle un puñetazo a
un portador de la enfermedad mágica. Sorprendente. Una vez había
aprobado eso, ahora que tenía la enfermedad mágica, ya no parecía
divertido.
Justo cuando salía de la oficina y cerraba la puerta, Adrian agarró mis
hombros y me empujó fuertemente contra la pared. Lo fulminé con la
mirada.
—Quita tus manos de mí —le dije—. No tengo ganas de firmar otra
declaración.
Eso lo hizo vacilar y luego, lentamente, se alejó de mí.
—¿Qué has hecho? —preguntó, con la rabia todavía brillando en sus ojos,
los cuales ahora parecían casi plateados.
—Lo que tenía que hacer —dije, tratando de alejarme, pero me agarró del
brazo. Esta vez su agarre en mi brazo fue suave—. Es mejor que lleves a
Paula a esa fiesta esta noche —le dije—. Yo podría necesitarte allí.
157
—Eres una puta egoísta —dijo, alejándose de mí.
—Sí, supongo que sí. —Sonreí—. Y hoy, en realidad, es una suerte para ti.
Y pues, ¿vas a ir a la fiesta?
—Sí.
—Bien —dije—. Realmente espero que no hayas matado a nadie en ese
entonces.
—Quizá debería haberlo hecho —dijo, mientras se iba.
—Sí, deberías —dije y me fui antes de que las cosas se pusieran más feas.
***
Encontré a Paula en su habitación y, como no, estaba sentada en el suelo y
rodeada de libros. Se animó inmediatamente cuando le dije la buena
noticia, pero dejé fuera la parte que me envolvía a mí en todo el lío. Le
sugerí que nos saltáramos las clases y fuéramos de compras y ella casi me
lanzó un libro, acusándome de ser irresponsable.
También me dijo que ya tenía un vestido para la fiesta, así que decidí
dejarla con sus libros y encontrar a alguien dispuesta a ir de compras
conmigo. Realmente no tenía ninguna buena amiga como Paula. Estaban
esas chicas que me hablaban durante el almuerzo o las que iban a clase
conmigo, pero no tenía ganas de llevarlas. Entonces, tuve una idea loca;
agarré mi teléfono y marqué el número de Michael.
Me tomó un tiempo persuadirlo de que viniera conmigo y se saltara su
clase favorita de historia, pero al final no pudo decirme que no.
Terminamos en un gran centro comercial, que tenía un montón de tiendas
diferentes y no tenía ni idea de lo que quería. Michael casi se volvió loco
conmigo, pero me siguió a todas partes. Casi me rogó que eligiera algo
después de dos horas de caminar de una tienda a otra.
Me conformé con una minifalda vaquera, un top naranja y unos zapatos
negros de tacón alto. Michael aprobó mi elección y esa era la única cosa
que importaba. También me di cuenta de que estaba comenzando a sentir
158
sed. En realidad, no sed, sino sed del elemento de Michael, así que solté su
mano. Probablemente no debería haber pasado tanto tiempo alrededor de
tanta gente con elementos. Podía sentir el elemento de casi cualquier
persona cerca de nosotros y sí, estaba empezando a molestarme.
Cuando regresé a mi habitación, me di cuenta que mis manos estaban
temblando. Que Adrian me tocara hoy obviamente no fue suficiente, o
quizás estaría en peores condiciones ahora si no me hubiera tocado en
absoluto. ¿Por qué tenía que ser él? Me di una ducha, comí un poco de
chocolate y repasé algunos libros, pero nada me ayudó a deshacerme de
la ansiedad que había dentro de mí. Quería el elemento de alguien más. Ni
siquiera importaba de quién.
Decidí buscar a Adrian porque era la única cosa que podía hacer para no
enloquecer y matar a alguien. Bien, quizás no mataría a nadie, o al menos
me gustaba pensar eso. Adrian estaba en su habitación cuando llegué y
me dejó entrar sin una palabra.
—Necesito tu ayuda —dije, casi sin aliento.
—Lo sé —dijo y se acercó a mí, pero no me tocó. Solo me miró con sus
fríos ojos y azul-grisáceos y el rostro serio. Me lamí los labios secos y lo
miré.
—Lo siento por golpearte —dije, a pesar de que no lo sentía.
—No es así —dijo. Oh, bien.
—Sería más fácil si pudiéramos cooperar —dije. Había algo en su rostro
que me decía que sabía cuánto lo necesitaba ahora mismo.
—Sí, lo sería. —Dio un paso más cerca de mí, así que terminamos estando
a sólo unos centímetros de distancia—. ¿Puedo tocarte ahora o vas a
golpearme cuando ya no me necesites más?
Ouch. Sonaba cruel cuando lo ponías de esa manera.
—Por favor —susurré, cerrando mis ojos. Lo sentí tirando de mí en un
abrazo y presioné mi cabeza contra su duro pecho. El mundo
159
inmediatamente comenzó a sentirse un lugar mejor. Ya no podía sentir
ninguno de los elementos. Maldita sea, se sentía bien. Nos quedamos así
por mucho tiempo. Casi esperé que intentara algo conmigo, pero no lo
hizo.
—¿Te sientes mejor? —preguntó.
—Umm, sí —dije, alejándome de él—. Vamos a hacer un trato.
—¿Un trato? —Levantó una ceja hacia mí—. ¿Qué clase de trato?
—Nos tocamos sólo cuando sea necesario —dije—. Y no quiero nada
sexual por tu parte.
—Muy bien —dijo con confianza—. Pero conseguiré que tengas sexo
conmigo, ya lo verás.
—Oh, por favor. —Puse los ojos en blanco—. No tendría sexo contigo ni
aunque fueras el último hombre en el planeta.
—Veremos qué dirás cuando el tiempo pase y te des cuenta de que no
puedes tener sexo con tu querido novio —dijo.
—Tal vez simplemente lo drogue como haces con tus chicas.
—Pero no lo harás —dijo—. ¿Y sabes por qué? Porque te preocuparías
demasiado.
Lo fulminé con la mirada porque tenía razón. Yo no le daría a Michael
ninguna píldora que pudiera arruinar su vida, no especialmente después
de lo que me había pasado. Era fácil para Adrian darles las píldoras a las
chicas porque no le importaban en absoluto después de haber conseguido
lo que quería.
—Bueno… —dije, yendo hacia la puerta—, supongo que te veré en la
fiesta.
—Espera —dijo él—. Primero quiero darte mi número. Si no puedes
encontrarme en la fiesta, envíame un mensaje.
160
—Está bien —dije, tomando el teléfono y guardando el número que me
dijo—. Gracias.
—Nos vemos ahí. —Él sonrió. Fui hacia la puerta y me detuve para
mirarlo de nuevo.
—¿Crees que las cosas podrían ponerse feas con tantas personas en la
fiesta? —pregunté. Si algunas personas en el centro comercial me
molestaron, entonces, ¿quién sabía lo que me haría un edificio lleno de
borrachos y locos estudiantes?
—Ya veremos —dijo—. La última vez que estuve en una fiesta de ese
tamaño, Alan me dio algunas píldoras extrañas y también quiere dármelas
esta noche, pero creo que tú y yo podemos sobrevivir sin eso.
Eso casi me hizo reír. No podía creer que él se estuviera quejando porque
alguien le daba píldoras desconocidas cuando hacía exactamente lo
mismo.
—Espera, ¿también hay píldoras para nosotros? —Fruncí el ceño, un poco
enojada de no me hubiera hablado antes de eso. No estaba muy
emocionada por cualquier tipo de píldoras, pero definitivamente sería
mejor que tener que correr a él cada vez que la enfermedad mostraba su
feo rostro.
—Sí, las hay —dijo él—. Pero no querrás probarlas, créeme.
—¿Por qué no?
—Porque no sólo pierdes la sensación de los elementos de otras
personas, pierdes cualquier sensación. Estás simplemente en perfecta
calma —dijo—. Si tomaras esa píldora y alguien te dijera que la
habitación estaba en llamas, tú solo las contemplarías. Es como estar en el
cuerpo de alguien más y todo lo que pasara no te afectara para nada.
—Ah, espeluznante —dije. No sabía por qué había esperado que pudiera
haber algo bueno en una píldora—. Entonces, ¿cómo vas a escaquearte de
tomar la píldora?
161
—Hey, soy un experto en ocultar píldoras en la boca. —Se rió entre
dientes—. He tenido años de práctica.
Y no quise saber los detalles, así que me limité a sacudir la cabeza y me
fui.
162
Traducido por Nanami27
Corregido por Vickyra
a estaba vestida y lista para encontrarme con Michael en el pasillo
cuando alguien llamó a mi puerta. La abrí, un poco molesta, pero
entonces vi a Paula sonriéndome. Estaba usando un vestido de
cóctel rosado ceñido y zapatos rosas de tacón alto, que en conjunto
parecía como si estuviera tratando desesperadamente de llamar la
atención de Adrian, porque pude ver el borde del sujetador asomándose.
Le devolví la sonrisa porque lo que pensara sobre su apariencia no
importaba. Si ella era feliz con eso, yo también.
—Oye, ¿estás lista? —preguntó.
—Sí —dije—. ¿Dónde está Adrian?
—Esperando en la sala. —Me agarró la mano—. Vamos. Michael también
está ahí. No quiero que entren en una pelea antes de que lleguemos allá.
—Oh, entonces mejor démonos prisa —dije, y salimos de mi habitación.
La idea de los cuatro yendo juntos al club parecía muy loca y peligrosa.
Me preguntaba quién habría salido con esa idea. Probablemente Paula.
—Me las arreglé para cubrir el moretón de Adrian con maquillaje —dijo, y
estuve a punto de tropezar con la estúpida alfombra azul oscuro.
—Genial —dije con cautela—. ¿Te dijo cómo se ganó el moretón?
—No, no lo hizo. —Sonaba un poco preocupada—. Sólo me alegro de que
le permitieran ir a la fiesta.
Y
163
Realmente esperaba que nadie averiguara la verdad, especialmente Paula.
Simplemente no tenía ganas de explicar cómo había pasado exactamente.
Mi corazón dio un vuelco cuando vi a Michael allí, de pie y luciendo
increíblemente bien. Estaba vestido con vaqueros oscuros y camiseta
negra, lo cual le sentaba perfectamente. La manera en que me sonrió me
hizo sentir cálida por todas partes. Corrí hacia él y nos besamos, sin
preocuparnos de mi brillo de labios.
Todavía estaba en los brazos de Michael cuando miré a Adrian y a Paula.
Paula había hecho un sorprendente trabajo y cubierto su moretón casi
completamente. Estaba segura de que nadie lo vería en absoluto bajo las
tenues luces del club. Adrian llevaba unos vaqueros, una camiseta blanca
y una chaqueta negra de cuero y no había duda de que Paula tendría que
ser cuidadosa con su hombre, o alguien podría robárselo.
Había una limusina esperándonos afuera y debimos de llegar un poco
tarde, a juzgar por el escaso número de coches que quedaban. Algunos de
los estudiantes iban en sus propios coches, que en su mayoría eran a muy
caros y veloces. En realidad, casi todo el mundo tenía coche, pero no todos
querían tener a su precioso bebé estacionado cerca de la universidad.
Además, raramente lo necesitábamos ya que todo estaba tan cerca.
Llegamos al club en cinco minutos. No pude ver mucho, excepto un
montón de luces cegadoras, una alfombra roja frente a la entrada y una
pesada seguridad. El edificio parecía enorme, casi como un hotel o algo
así. Adrian abrió la puerta y salió primero, ofreciéndome su mano. La
tomé, pero no porque necesitara ayuda para salir. Su roce me dejó tomar
un breve descanso del mundo de los elementos. Michael ayudó a salir a
Paula y parecía realmente molesto, así que tomé su mano tan pronto
como pude, para evitar que le dijera algo a Adrian. No es que a Adrian le
importara.
Fuimos casi atacados por la prensa cuando llegamos a la entrada. La
seguridad hizo un buen trabajo en mantenerlos lejos, pero las cámaras
siguieron capturándonos. Claro, ¿quién no querría una fotografía del
164
portador vivo de la enfermedad mágica con su novia? Me preguntaba
cuánto más valdrían las fotografías que me sacarían si el mundo se
enterada de la verdad sobre mí.
Los flashes de las cámaras fueron completamente olvidados cuando
entramos en la penumbra del club. El salón era enorme y estaba lleno de
gente que ya estaba bailando al son de la música, la que era tan fuerte
como podía ser. Sentí como si me hubiera sumergido en un mar de
elementos que en su mayoría estaban reunidos en pequeños grupos.
Debemos haber sido un grupo extraño, ya que todos teníamos elementos
diferentes… oh, y dos de nosotros teníamos la enfermedad mágica y uno
tenía un elemento completamente desconocido. Desde luego que éramos
especiales.
A medida que nos abrimos paso entre la multitud, me las arreglé para ver
una enorme barra a mi izquierda y unas escaleras frente a mí, que
llevaban al segundo piso. También había otras escaleras no muy lejos de
las primeras, pero aquellas llevaban hacia abajo. No pude ver las puertas
que llevaban a los otros salones, pero tenían que estar en alguna parte.
Michael me apartó de Paula y Adrian y pronto nos perdimos en el mar de
gente. Pasamos numerosos salones con música diferente; algunos salones
incluso tenían sillas que parecían cómodas, pero no tuvimos tiempo para
sentarnos por ahí. Después de haber visto la mayor parte del lugar,
decidimos coger un salón y quedarnos allí. Me las arreglé para dejar a
Michael llevarme muy lejos de las salidas.
Bailamos por un tiempo, y yo cada vez era más consciente de los
elementos a mi alrededor, especialmente el de Michael. Tal vez podría
sobrevivir un poco más, pero la diferente clase de sed comenzó a cambiar
en mí y me di cuenta de que era hora de tomar un descanso. Envié a
Michael a conseguirnos algunas bebidas, y cuando se fue, le envié un
mensaje a Adrian. Él contestó en un minuto, diciéndome que saliera por la
puerta de atrás. Seguí sus instrucciones.
165
El aire del exterior era fresco y aclaró un poco mi mente, pero aun así no
fue suficiente para ayudarme a escapar de los elementos. Fui consciente
de que estaba tiritando de frío y me pasé la mano por mi cabello húmedo.
Genial, había salido afuera, en la fría noche, de un club caliente y en ropa
sudada. Sería afortunada si no pillaba un resfriado o una neumonía.
El ligero dolor en mis piernas me forzó a sentarme en el muro bajo de
piedra que rodeaba el edificio. Sentarme ahí probablemente era otro paso
hacia la neumonía, pero mis tacones me estaban matando. Era casi
aterrador sentarse aquí sola en la oscuridad sin nadie alrededor. Dejé
escapar un suspiro de alivio cuando Adrian dio la vuelta a la esquina.
Debió haber estado en un salón completamente diferente.
Él me sonrió, quitándose la chaqueta y poniéndola sobre mis hombros.
Me estremecí cuando el cálido cuero tocó mi piel fría y pude oler su, ahora
muy bien conocido, aroma a pino, almizcle y otros árboles. Se sentó a mi
lado y colocó su brazo a mí alrededor. Yo puse mi cabeza sobre su hombro
y disfruté del calor de su cuerpo y de un completo olvido de los elementos
en el edifico detrás de mí.
—Descubrí algo. Me siento fría cuando alguien tiene el fuego como
elemento —dije. Y quise desesperadamente acercarme a ese fuego para
entrar en calor—. ¿Te sentiste así a mí alrededor antes?
—Sí —murmuró contra mi cabello—. Hasta que también te hice sentir
frío.
—Oh —dije—. Y cuando quiero demasiado la tierra, siento como que
estoy flotando por ahí y solo bajar a la tierra puede salvarme de caer en el
abismo.
Él no dijo nada.
—¿Por qué esta cosa me hace ver imágenes en la cabeza? —dije, no
dispuesta a sentarme allí en silencio con él.
—Tal vez porque ahora eres una loca asesina como yo.
166
—Lo que sea —dije—. ¿Qué le dijiste a Paula antes de venir aquí?
—Nada —dijo—. Ella me perdió.
Moví mi cabeza de su hombro de manera que pudiera mirarlo y mostrarle
mi desaprobación.
—Ella te ama —dije con enfado—. ¡No puedes hacerle esto!
—Claro que puedo —dijo—. Ella me lo permite.
Suspiré. Pelear con él por Paula era inútil. No quería que la dejara y
rompiera su corazón, pero tampoco podía verlo tratarla mal. Había
esperado que ella abriera los ojos antes, pero todavía seguía viéndolo por
lo que no era.
—¿Cómo te deshiciste de Michael? —preguntó.
—No me deshice de él —dije—. Lo envié por algunas bebidas.
—Oh, bueno, qué fácil para las chicas. —Se rió—. Solo tenéis que enviar a
un chico por una bebida para poder encontraros con otro.
—¡Oye! —dije—. ¡No hago esto por diversión!
—Lo que sea —dijo él—. Ya deberías entrar.
—Cierto, Michael debe estar buscándome.
—Te vas a congelar si te quedas aquí. —Él sonrió. Ah, eso también. Me
levanté y le devolví la chaqueta. Diablos, realmente me estaba
congelando, especialmente sin la chaqueta y su brazo a mi alrededor. Los
elementos estaban de regreso, pero no eran fuertes. Bien.
—Te veo después —dije, y salí por la puerta. Me estremecí cuando el
caliente y húmedo aire del club me golpeó junto con el horrible olor del
alcohol, sudor y humo. Michael me encontró unos minutos después,
abriéndose paso entre la multitud bailando justo como yo había estado.
—¡Aquí estás! Te he estado buscando por todos lados —dijo él, dándome
un beso en la mejilla y luego alejándose con sorpresa.
167
—Bailé con un chico. —Sonreí antes de que pudiera decir algo. La colonia
de Adrian debió habérseme quedado en el cabello de alguna manera.
—¿De verdad? ¿Y dónde está ese bastardo que se atrevió a tocar a mi
novia para que pueda golpearlo en la cara? —dijo Michael, con la
diversión mostrándose en sus ojos verdes. Me dio una botella de cerveza
que tenía en la mano y tomé un gran trago antes de responder.
—Estaba ebrio. —Me reí—. Me dijo que estaba guapa.
—Nadie puede resistirse a ti, mi amor —dijo—. ¿Lista para bailar un poco
más?
—Por supuesto.
***
Me encontré con Adrian un par de veces más en el exterior. Maldita sea,
la noche fue larga. Cuando finalmente llegó la hora de irse, me sentía
completamente agotada. Mis pies me estaban matando y no estaba segura
de que pudiera siquiera caminar normalmente. Mi cabello estaba
enmarañado, pegajoso y olía a humo y alcohol, igual que mi ropa. Pero
había sido una buena noche. Nos habíamos divertido mucho. Me di una
larga ducha y me quedé dormida tan pronto como toqué la almohada.
El timbre del teléfono me despertó, y me di cuenta de que había dormido
durante nueve horas. Era Michael y me traía el desayuno a la habitación.
Eso fue muy dulce por su parte y me pregunté por un segundo si debería
decirle la verdad. Pero decidí que quería mantener las cosas como
estaban.
—Bueno, anoche fue increíble —dijo Michael mientras estábamos
bebiendo zumo de naranja y comiendo los últimos restos de nuestro
desayuno.
—Sí —le dije—. Pasé un buen rato.
—Pero ahora tenemos que prepararnos para los exámenes —dijo, y yo
suspiré. Los exámenes eran semejantes aguafiestas.
168
—Cierto. Así que, ¿cuándo te veré? —pregunté.
—No antes de las nueve —dijo. Miré la hora en mi teléfono y fruncí el
ceño.
—Espera, ¿estás planeando estudiar durante seis horas?
—Claro, y eso probablemente no será suficiente —dijo.
—Has estado estudiando para los exámenes durante semanas —dije y me
di cuenta de que estaba aún más retrasada con mi trabajo de lo que había
pensado.
—Sí, pero quiero acabar con ello. —Él tocó mi mejilla suavemente—. Y
realmente quiero saber todas esas cosas. ¿Cómo voy a ser bueno en lo que
hago si no recuerdo nada de lo aprendido?
No respondí a eso porque lo más probable es que condujera a una
discusión. Estaba de acuerdo con que él fuera ambicioso por los dos.
Estudiar nunca había sido lo mío y solo lo hacía porque tenía que pasar
los exámenes. Historia y Geografía siempre me habían interesado, pero
eso no significaba que disfrutara cada materia.
—Hasta luego entonces —dije, y nos besamos—. ¡Feliz estudio!
Michael me dio otro beso que me calentó todo el cuerpo y luego me hizo
señas de despedida. De hecho, abrí algunos libros y leí un par de páginas,
pero entonces el agua, el fuego, el aire y, ocasionalmente, la tierra
llenaron mi mente y me costó concentrarme. Seriamente consideré salir y
gritar a todos que se fueran del maldito edificio, pero eso no sólo me
pondría en la lista como una persona con la enfermedad mágica, sino
también como una loca.
Cuando me di cuenta de que no había hecho nada durante casi una hora,
le envié un mensaje a Adrian y él dijo que podía ir a su habitación si
quería. Recogí algunos libros y los llevé allí conmigo. Adrian levantó una
ceja hacia mí cuando vio los libros en mis brazos.
169
—¿Qué es exactamente lo que planeas hacer con eso? —Señaló a mis
libros—. ¿Hacer un gran incendio?
—No —dije—. Tengo un examen en dos días y, si mal no recuerdo, tú
también.
—¿Y?
—Oh, cierto, estás suspendiendo en todo. Casi lo olvidé —le dije—. Pero
tengo que estudiar y no puedo hacerlo con los estúpidos elementos
zumbando en mi cabeza.
—Bueno, eso suena divertido —dijo él—. No.
—Lo sé. —Suspiré—. Pero necesito tu ayuda.
—Está bien, pero me lo debes, Reina de Hielo —dijo, caminando hacia la
cama—. Y sé exactamente cómo vas a compensármelo.
No me gustó la manera que lo hizo sonar, pero esperaba que no fuera
nada ilegal. Tal vez debería haber preguntado, pero ya había perdido
demasiado tiempo y no quería perder más. Adrian ya estaba tumbado en
la cama y me uní a él. Me sentí muy cómoda acostada allí, a su lado, con mi
cabeza sobre su pecho y su brazo alrededor de mí.
Pasamos mucho tiempo así, y me las arreglé para leer y memorizar
algunas páginas, a pesar de que era consciente del hecho de que nunca
llegaría a aprenderlo todo a tiempo. Pero tenía dos días más, así que
quizás aprendería lo suficiente para pasar.
—¿Sabías que habían planeado introducir la ley acerca de no matar a los
portadores de la enfermedad mágica 200 años antes de que realmente
pasara? —dije mientras cerraba el libro y me levantaba para que
pudiéramos cambiar de posiciones.
—Eran más sanguinarios en ese entonces —dijo él—. Ahora quieren
descubrir a más portadores de la enfermedad mágica para poder
vigilarlos.
170
—¿Por qué lo dices así, como si la ley fuera algo malo? —dije—. Ellos ya te
habrían matado si esa ley no hubiera sido aprobada.
—Cierto, pero no aprobaron la ley porque quisieran que los portadores
de la enfermedad mágica tuvieran una vida mejor —dijo—. La aprobaron
con la esperanza de que personas como tú salieran y admitieran que
tenían la enfermedad con el fin de conseguir más derechos para los
portadores de la enfermedad mágica. Pero eso sólo le da al gobierno una
excusa para localizarte.
Realmente no entendía su lógica. ¿Por qué sería algo malo si ambas partes
conseguían lo que querían? ¿O había otra cosa que estaban escondiendo
de nosotros? No estaba segura y realmente no quería involucrarme en la
política.
Me senté en el suelo, apoyando la espalda contra la pared. Adrian me miró
por un momento y una pequeña sonrisa se extendió por su rostro.
Entonces fue a acostarse en el suelo y puso su cabeza en mi regazo.
Levanté una ceja hacia él.
—Espera, ¿no odias acostarte en el suelo?
—No con una almohada tan buena. —Sonrió y le puse los ojos en blanco.
—No voy a tener sexo contigo, así que puedes parar de intentarlo.
—Nunca paro hasta que consigo lo que quiero —dijo, con sus ojos azul-
grisáceos destellando peligrosamente. Nunca había dudado de eso, pero
yo no le daría lo que quería. Él podía ser malditamente ardiente, pero eso
no significaba mucho para mí, esperaba.
Mi teléfono sonó en ese momento y suspiré cuando vi el número de mi
padre. Mis padres me llamaban todos los días, pero realmente nunca
hablábamos de nada importante. Ya me lo habrían dicho si sospecharan
que tenía la enfermedad mágica. O quizás no lo harían. Quizás mis padres
no eran quienes yo pensaba que eran. Sin embargo, era que no confiaba
en ellos. No podía. No después de lo que me habían dicho para separarme
de Michael. Todavía no me lo creía del todo.
171
—Sí, ¿papá? —dije.
—Cariño, ¿cómo estás? —preguntó él alegremente.
—¿Alguna noticia sobre Oliver?
—Me alegra que preguntes —dijo—. Llamó a tu madre esta mañana.
—Así que, ¿está bien? —dije, dejando mostrarse el enfado en mi voz. Mis
padres siempre hacían un gran alboroto cada vez que Oliver no tenía
ganas de hablar con ellos, y esta vez incluso había conseguido
preocuparme. Ese hijo de puta.
—Sí —dijo papá, y pude escuchar el nerviosismo en su voz. Oh sí, Oliver
estaba perfectamente bien, como siempre.
—Genial —dije sarcásticamente—. Ahora podemos regresar a ser una
familia feliz.
—Ria, ¿pasa algo malo? ¿Las cosas están bien en la universidad? —
preguntó. Sí, siempre había algo malo cuando estaba tratando de señalar
lo obvio.
—No, todo está bien —le dije.
—¿Ese inútil portador de la enfermedad mágica está molestándote de
nuevo? —preguntó.
—No, Adrian no está molestándome —dije, mirando a Adrian, que me
observaba con curiosidad. Los dos casi nos echamos a reír. Ay, si mi padre
supiera.
—Bueno —dijo mi padre—. Mamá dice hola.
—Umm sí —dije—. Adiós, Papá.
No esperé que dijera nada; simplemente terminé la llamada. De esa
manera, ahora podría contactar a mi hermano y hablar realmente con él.
Genial. Adrian me observó mientras jugaba con el teléfono en mi mano.
—Llama a quien quieras llamar —dijo de repente.
172
—No estoy segura de que sea una llamada agradable —dije—. Y no estoy
realmente segura de qué preguntar.
—Sólo hazlo —dijo, levantando y poniendo su mano en mi rostro—. O
pensarás en ello hasta que la oportunidad se haya ido.
Tomé su mano y la alejé de mi rostro. Tal vez tenía razón. Era difícil
adivinar cuándo volvería a desparecer Oliver, así que encontré su número
en mis contactos y presioné el botón. Oliver respondió al tercer timbrazo.
—¿Qué quieres, hermanita? —respondió.
—Quiero preguntarte algo —dije, preguntándome si estaba haciendo lo
correcto. Oh, bien, sólo había una manera de averiguarlo.
—Dispara.
—¿Soy adoptada? —Era la pregunta que más me molestaba, porque sería
una perfecta explicación para que yo tuviera la enfermedad. Estaba casi
segura de que mis padres me mentirían sobre eso incluso si les
preguntara. Oliver no tenía razón para hacerlo.
—Por desgracia, hermanita, no lo eres. —Se rió—. ¿Algo más?
Él parecía seguro. Mierda. No era eso entonces.
—¿Qué sabes acerca de nuestro bisabuelo? —pregunté.
—Aaaaah, ya lo sabes —dijo—. No puedo creer que te hayan hablado
sobre el acuerdo. ¿Has estado saliendo con alguien inapropiado?
—Eso no es asunto tuyo —dije con frialdad—. Sólo dime si esa mierda es
verdad.
—Sí, lo es —dijo—. Por suerte para nosotros, el viejo estaba viviendo en
tiempos diferentes. El matrimonio significaba algo entonces. Todavía
puedes follarte a tu chico y no pasará nada.
—Eres un cabrón —murmuré.
—Ya lo sabes, sin embargo llamaste —dijo.
173
—Sí, no sé en qué estaba pensando —le dije. ¿Podía preguntarle sobre la
enfermedad?
—¿Algo más? —preguntó impacientemente. Probablemente tenía una
chica caliente esperándolo. No tenía duda de eso. Él era realmente guapo
para ser un tipo odioso.
—¿Estás seguro de que nuestra familia tiene un elemento puro? —
pregunté, conteniendo la respiración por la respuesta. Sólo que la
respuesta no llegaba—. ¿Oliver?
—Sí —dijo apresuradamente. Algo estaba mal. Muy mal.
—Ajá —dije, esperando que se diera cuenta de que no le creía ni un poco.
—Te lo aseguro. Eso sí, no molestes a nuestros padres con eso,
¿entiendes? No debes hacerles una pregunta tan tonta. Papá podría
conseguir un ataque al corazón. —Él se rió—. Mira, hermanita, voy a ir a
verte tan pronto como pueda. Te quiero, adiós.
Y con eso, colgó. Aún estaba tratando de procesar lo que había dicho. Pero
si había dicho que iba a venir y que no debería decírselo a mis padres,
entonces tenía que ser algo serio. Tal vez esta enfermedad no era el
resultado de alguna extraña mutación ni mi mala suerte después de todo.
Y también, él creía que alguien estaba escuchando nuestra conversación.
—Bueno, parece que mi familia tiene un secreto y no debo hablar sobre
eso con ellos —dije—. Aparentemente, mi enfermedad no vino por
casualidad.
—Claro que no lo hizo —dijo Adrian.
—Y mi hermano va a venir aquí —lo dije y todavía no lo creía. ¿Qué iba a
hacer él? ¿Matarme? Sí, creía eso más de lo que creía que realmente me
ayudaría.
—Maldita sea, no conozco a mi propia familia —dije, con las lágrimas
amenazando con salir. Adrian me tocó el brazo, y miré hacia sus ojos azul-
grisáceos. Me di cuenta de que sus ojos no eran tan fríos como me
174
parecían normalmente. Había algo más allí, algo que no podía siquiera
identificar… sacudí mi cabeza. Esta conversación con mi hermano estaba
haciéndome ver cosas.
175
Traducido por kristel98
Corregido por Eneritz
abía aprendido, o por lo menos esperaba que hubiera aprendido, un
capítulo más del libro y entonces me encontré cansada y demasiado
molesta para continuar. Adrian estaba más que feliz cuando lancé el
libro a un lado.
—¿Aún no has acabado? —preguntó, cogiendo el libro de donde había
caído—. Porque si no es así, entonces podría tirar esto por la ventana.
—Ya he terminado. —Me reí—. No puedo creer que hayas hecho esto por
mí.
—Sí, yo tampoco. —Sonrió—. Pero ahora tienes que hacer algo por mí.
—Está bien, siempre y cuando no se trate de sexo —respondí, y me dio
una mirada decepcionada que se desvaneció en un segundo.
—Quiero que vengas conmigo a un sitio —dijo.
—¿Dónde? —Estreché mis ojos. No podía dejar de sospechar de él.
—¿No confías en mí? —Había una sonrisa juguetona en sus labios.
—Por supuesto que no —dije.
—Sería más divertido si no lo supieras.
—Sólo tienes miedo de que me niegue.
—Está bien, necesito que me ayudes a hacer algo medio ilegal —dijo.
H
176
—¿Medio ilegal? —Le di una mirada dudosa—. No existe nada medio
ilegal.
—Claro que lo sí —dijo—. Es cuando algo es ilegal, pero se considera que
es perfectamente legal.
—Así que es ilegal. —Fruncí el ceño—. Debería haberlo sabido.
—Lo que tú digas. —Se encogió de hombros—. Te vienes conmigo.
—No puedes obligarme —dije, enfadándome—. Sólo dime de qué diablos
va.
—Tengo que conseguir el diario de mi padre —dijo.
—Espera, ¿qué hay de ilegal en eso?
—Está en algún lugar en los aposentos del Consejo —dijo—. Fue una de
las pocas cosas que sobrevivieron al fuego. Lo tomaron como una
evidencia y se negaron a devolvérmelo.
—No me digas que estás tratando de entrar en el edificio mejor vigilado
del Consejo —dije, recordando lo que una vez había dicho mi padre
acerca de la seguridad.
—No hay ninguna otra cosa que hacer —dijo—. Además, ahora te tengo a
ti para ayudarme. Y ayúdame porque el diario de mi padre, tal vez pueda
darte algunas respuestas.
—¿Por qué el diario de tu padre me daría respuestas? —Levanté una ceja.
¿De verdad creía que era tan estúpida para creerle? Engañándome con
algo que para nada era algo agradable.
—Porque mi padre podría haber conocido a alguien de tu familia y hay
una lista de nombres en ese diario que incluye a todos los que conocía con
la enfermedad mágica —respondió, con la cara totalmente seria. Quizás
no estaba mintiendo. Quizás.
—De ninguna manera —le dije—. Hubieran venido en busca de cada uno
de esa lista si realmente existiera.
177
—Bueno, no está exactamente escrita para que todos lo vean —dijo—.
Necesitas saber lo que estás buscando para encontrarlo. Nadie del
Consejo se ha dado cuenta, o ya habrían arrestado a muchas personas.
Pero sospechaban lo suficiente como para mantenerlo allí.
—¿Y por qué lo quieres ahora? —pregunté con recelo. Podría haber
pagado a alguien para ir con él y conseguir el diario y no tener que
explicar nada, así que, ¿por qué buscar ahora?
—Porque tú apareciste —dijo—, quiero saber si hay más beneficios de tu
compañía y cómo podemos usarlo. Tal vez mis padres no guardaron sus
elementos, pero estaban en la misma situación que nosotros y tal vez eso
pueda ayudarnos.
—De acuerdo, así que el diario podría ser útil —dije—. Pero el Consejo
está como a dos horas de aquí.
—¿Y qué? —dijo—. Tenemos tiempo.
—Sabes algo que yo no, así que mejor divúlgalo. —Me crucé de brazos.
—Hay invitados especiales de otros países visitando esta noche el edificio
del Consejo —dijo y me guiñó un ojo.
—Déjame adivinar —dije—, son personas muy importantes que necesitan
mucha seguridad. Pero aun así no dejan nada sin protección. Hay cámaras
y alarmas, ya sabes.
—Oh, pero van a dejar de trabajar. —Sonrió. Negué con la cabeza. Esto
era completamente una locura. No podríamos sacar semejante cosa. Yo no
era una súper espía ni una ladrona y él tampoco... por lo que sabía.
—Estás loco—le dije.
—Mira, sólo tendrás que crear una distracción —dijo—. Yo me encargo de
todo lo demás.
—¿Distracción? —Lo miré boquiabierta—. ¡No puedo hacer eso!
—Sí puedes —dijo—. Eres lo suficiente bonita para hacerlo.
178
—Bonita, ¿eh?
—Sé encantadora, seduce a un guardia, pídele que te lleve al salón de
baile porque tú te perderías y cuando llegues allí, desmáyate —lo dijo
como si me estuviera dando una lista de compras.
—¡No, no puedo! Además, el tipo puede reconocerme, ¡y simplemente no
puedo fingir un desmayo!—dije—. No soy una actriz.
—Puedes hacerlo. Nadie te va a reconocer si compras una peluca, usas un
poco de maquillaje de fantasía y tal vez te compras unas lentillas de color.
Vamos, no tenemos tiempo que perder.
—No, yo no voy —dije. Se acercó a mí y sus ojos azules eran como hielo,
haciéndome temblar.
—Bien —dijo—. Iré solo. Pero cuando me atrapen, estarás por tu cuenta,
cariño.
Se dirigió hacia la puerta, sin mirar atrás. Me quedé allí un momento,
calculando sus posibilidades de hacer esto por su cuenta. Mierda. Lo
necesitaba más de lo que él me necesitaba a mí. Él estaría muy bien, pero
yo no.
—Espera —dije, ya lamentando mi decisión—. Voy contigo.
***
Resultó que Adrian tenía un muy bonito Lamborghini negro aparcado
fuera de la universidad y pronto empezamos el viaje más loco de mi vida.
Probablemente debería haberle dejado un mensaje a Michael, pero no
sabía qué decir, porque estaba segura de que habría venido a buscarme si
le hubiera dicho que estaba cansada o algo así. Seguramente habría
venido a darme un beso antes de irse a dormir. Y pensar eso sólo me hacía
sentir culpable.
—Bonito coche —dije por encima de la música, que Adrian había
encendido en cuanto entramos.
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No dijo nada, pero las comisuras de sus labios se elevaron en una sonrisa.
Mi Audi se había quedado en casa, ya de que había pensado que no lo
necesitaba. Era mucho más fácil caminar o tomar un taxi de todos modos.
Pero, en realidad, Adrian no tenía un hogar, así que suponía que no tenía
donde dejar el coche.
—¿Tienes una casa en alguna parte? —pregunté—. Quiero decir, ¿tienes
un lugar donde planees vivir después de la universidad?
—No—dijo—. Podría comprar una, supongo. Pero ¿por qué molestarse
cuando nadie espera que viva tanto tiempo?
—La enfermedad mágica no mata —le dije, más para mí que para él.
—No, pero la gente sí —dijo, mirándome. Había una mirada triste en sus
ojos, que a su vez parecía de alguna manera más cálida. Parpadeé y
desapareció.
—¿De verdad crees... que te matarían, incluso si no hicieses nada?
—Sí—dijo—. Pronto Alan querrá tener familia y no puede tenerla
conmigo alrededor.
—Espera, ¿no puede renunciar o algo así? —dije—. Tal vez podrían
entregarte a alguien más. Y realmente no tiene prohibido el tener una
familia, ¿no?
—No puede renunciar. Es para toda la vida —dijo—. Por supuesto, nadie
espera que los portadores de la enfermedad mágica no cedan a la
enfermedad. Y dime, hace unos meses, ¿habrías aceptado que tú y tus
hijos vivierais con alguien que tiene la enfermedad mágica?
—No —admití—. Ni siquiera lo aceptaría ahora. O sea, somos como
excepciones, ¿no? Tener cualquier tipo de elemento es mucho mejor que
no tener ninguno.
Y realmente, si me había sentido así mientras aún tenía mi elemento
¿cómo entonces me sentiría yo sin él y sin la ayuda de Adrian? Ni siquiera
180
podía imaginar no tener mi elemento en absoluto. Me asustaba el
despertarme una mañana y que se hubiera ido.
No habíamos hablado mucho durante el resto de nuestro viaje. En el
camino, nos detuvimos sólo en unas pocas tiendas y compramos las cosas
que necesitábamos. Pillé una peluca que me recordó al cabello de Paula
porque era rubia y rizada. ¡Al final tendría el pelo rizado! Me llevó un
tiempo dejar de reír, lo cual no fue fácil, teniendo en cuenta que habíamos
comprado unos lentes de contacto verdes y un vestido rojo que mostraba
demasiada piel para mi gusto. No pude reconocer a la mujer que me
miraba desde el espejo cuando me había terminado de aplicar mucho
maquillaje.
—Me veo como una jodida estrella del porno —dije, girando alrededor
para que Adrian pudiera verme.
—Estás muy sexy. —Sonrió—. Pero me quedo con la original.
—Supongo que no tienes uno de esos distorsionadores de voz de las
películas —dije, volviendo al espejo. Maldita sea, toda esta máscara de
maquillaje que llevaba en la cara picaba, pero no quería que el rímel
negro ni el lápiz labial rojo brillante se manchara. Y esperaba que los
guantes rojos que llevaba impidieran que me tocara la cara. Sí, necesitaba
guantes porque no podíamos darnos el lujo de dejar ninguna huella.
—No, nada de eso. Pero puedes cambiar un poco tu acento—dijo,
observándome con tanto cuidado que sentí el calor entrando en mis
mejillas.
—Sonaría falso —dije, y frunció el ceño—. ¡Deja de mirarme el culo!
—Es un bonito culo —dijo, me di la vuelta y le hice un corte de mangas. Él
sólo me dio una de sus sonrisas arrogantes.
—¿Dónde está el “voy a matarte y robar tu elemento”? —pregunté.
—Bueno, ahora eres más interesante para mí de lo que eras entonces —
dijo—. Pero eso no quiere decir que estés completamente a salvo.
181
—Muchas gracias —le dije—. Es realmente reconfortante escuchar eso en
un momento antes de salir a ayudarte y arriesgarlo todo.
—Nada malo va a pasar —dijo, dando un paso adelante y sosteniéndome
la mano—. Y si es así, corre como el demonio y sal de allí.
—Por supuesto que lo haré.
—Bien —dijo, tomando mi otra mano—. ¿Estás segura de que te sientes
bien como para no matar a alguien accidentalmente dentro de una hora o
dos?
—Sí —dije, dándome cuenta de que no estaba sólo arriesgándome a ser
capturada, sino también a correr el riesgo de hacer algo horrible. Me
asusté y Adrian se dio cuenta.
—Todo irá bien —dijo para tranquilizarme— se supone que nadie tendrá
sentimientos fuertes en el baile y has pasado suficiente tiempo conmigo.
Además, los que no son estudiantes universitarios son los que pierden el
control de su elemento tan fácilmente. Pero si se activa la alarma o la
gente comienza a entrar en pánico, simplemente escapa.
Respiré profundamente, tratando de despejar mi mente de todos los
malos pensamientos. No iba a hacer nada que fuera difícil, excepto fingir
que era otra persona en una estúpida fiesta. No debería ser diferente de
algunas fiestas oficiales a las que había ido con mis padres. Podría
hacerlo.
—Hagámoslo —le dije, con la adrenalina corriendo por mi cuerpo. No
tenía ni idea de lo que Adrian estaba planeando hacer, excepto que iba a ir
vestido totalmente de negro. Estaba, sin duda, arriesgándose más que yo,
pero no quería que yo me preocupase por eso, así que no lo hice.
Estaba caminando por el pasillo de una parte bien decorada de un edificio
antiguo. Había un montón de luces por todas partes y jarrones con flores
en casi cada esquina, haciendo que me preguntara quién era el idiota que
había puesto eso allí. Mis tacones negros ya estaban haciendo que me
dolieran los pies porque había tenido que ir andando hasta el edificio;
182
tuvimos que dejar el coche bastante lejos de allí, pues de lo contrario sería
bastante sospechoso. Y sí, ¿quién se olvidaría de ese tipo de coche?
No había sido difícil llegar al interior del edificio, ya que en realidad había
algún tipo exposición abierta al público en el vestíbulo. Me pregunté por
qué no lo habían cerrado debido al evento especial que se estaba
celebrando arriba, pero creí que habría llamado la atención aún más. Sin
duda alguna no había ni por asomo ninguna señal de cualquier cosa que
estuviese sucediendo en la otra parte del edificio, pero era un edificio
enorme, lo suficientemente grande para ocultar ambas cosas y acoger
enormes bailes o exposiciones.
Por supuesto, en cuanto entré en el área privada un guardia se situó a mi
lado.
Tenía una pistola metida en el cinturón. Aparté los ojos de la pistola y le
sonreí.
—Señorita, usted no debería estar aquí —dijo cortésmente—. Este no es
un área pública.
—¿En serio? —le dije, parpadeando mis pestañas hacia él, que se sentían
un poco pesadas bajo quién sabe cuántas capas de rímel negro—. En
realidad quería ver el salón de baile. Dicen que es increíble.
—Sí, lo es —dijo, claramente incómodo—. Pero hay que tener una
invitación especial para llegar allí.
—¿Y cómo puedo conseguir una? —pregunté, mordiendo mi labio
ligeramente. La cara del chico estaba más y más roja. No debía de tener
mucho más de 21 años y no era exactamente el tío más bueno, pero era
guapo... tal vez si cerraba un ojo. De alguna manera sobornarle parecía
algo fácil, pero eso habría sido sospechoso.
—Umm, no funciona así —dijo.
Le toqué el hombro.
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—Vamos, no soy una amenaza —dije con la voz más dulce que pude—.
Sólo quiero verlo. Usted puede venir conmigo. Sólo será un minuto.
—Señorita, no puedo... —dijo—. Hay... algunas personas allí ahora mismo.
—¡Perfecto! Entonces puede dejarme echar un vistazo y todo el mundo
pensará que soy otra invitada —dije, apartándome el cabello y dándole
una mejor vista de mi escote.
El control que él tenía en su elemento falló y la familiar atracción hacia el
fuego me puso ansiosa por empezar a moverme tan pronto como me
fuese posible. Estaba muy contenta de que no fuera gay, así que me incliné
hacia delante, lo bastante cerca como para susurrarle al oído.
—Por favor —suspiré—. No se arrepentirá.
Accidentalmente, mi mano rozó su ingle y de repente me sonrió como si
supiera todos mis secretos. Se apartó de mí, alcanzando el auricular y
sacándolo.
Genial, una cosa menos que hacer.
—Vamos, cariño —dijo, de repente pareciendo demasiado seguro de sí
mismo. Debió haber pensado que realmente estaba interesada en él y que
le había hecho sentir todo valiente y feliz.
Vaya, el tipo era un idiota. Me pregunté cómo había conseguido un trabajo
aquí porque había esperado que los hombres de este sitio estuvieran bien
capacitados y fueran profesionales. Pero, bien pensado, no estaba por la
labor de quejarme, no cuando pensaba hacer algo peligroso.
Empecé a subir las escaleras y me siguió, sin duda mirando mi trasero.
Bueno, de todos modos no necesitaba que se concentrara en la seguridad.
Tal vez perdiera su trabajo si Adrian y yo consiguiéramos sacar esto
adelante. De algún modo, no era algo que me preocupara.
Mientras nos acercábamos a la sala de baile la charla se hizo más fuerte,
pero eso no era el único indicador de que la fiesta fuera allí. Dentro había
alrededor de cincuenta personas de todos los elementos tan lejos como
184
pude contar. Y, por suerte, no había nadie fuera de control, pero eso no
significaba que pudiera estar mucho tiempo en torno a ellos.
Había dos guardias más en la puerta y se sobresaltaron cuando vieron
que nos acercábamos. El de la izquierda tenía tierra y el otro aire. Y fue el
de aire el que nos miró con suspicacia.
—¿Qué pasa? —Me miró a mí y después al guardia que me seguía.
—Nada —contestó el hombre de fuego—. Traje a esta señorita para que
viese el salón de baile.
—¿Estás loco? —dijo el tío del aire. Oh, así que al parecer no todos eran
estúpidos. El tipo del fuego dijo algo y los chicos de aire y tierra se giraron
hacia él. Usé su discusión como una oportunidad para deslizarme más allá
y entrar en el salón de baile. La maldita habitación era mucho más grande
de lo que pensaba y la gente estaba charlando y bailando, vestidos con
trajes y vestidos caros. Nadie me miró siquiera mientras me abría camino
a través de la sala.
En serio esperaba que Adrian estuviera en su posición ya que estaba a
punto de empezar un poco de caos. Los guardias debieron de darse
cuenta de dónde había ido, hubo un poco de conmoción detrás de mi
espalda. Pero no tenía tiempo para pensar en ello. Tomé un vaso de vino
tinto de la bandeja y tropecé con un hombre importante buscando un
objetivo, derramando el líquido rojo por todo su traje.
Maldijo y me di cuenta de que los guardias se movían de sus posiciones
frente a nosotros.
Me di la vuelta y corrí hacia la zona por donde venían los camareros.
Hubo un montón de gritos detrás de mí y los guardias prestaban su
atención en el hombre que todavía estaba completamente indignado por
las manchas rojas en su camisa. Pero, por supuesto, pude sentir los
elementos de la sala cada vez más fuertes, ya que no todos podían ver que
sólo era vino, así que a la gente le entró el pánico y trataban de encontrar
un guardia.
185
Entré en área reservada para camareros, a pesar de las protestas de un
camarero entrado en años. Miré a mi alrededor y encontré la puerta que
había estado buscando. En realidad Adrian me había mostrado un mapa
del edificio para que pudiera escapar más fácilmente. La puerta de
emergencia que estaba a punto de abrir estaba bajo la alarma. Pero si
todo había ido bien, no debería saltar.
Abrí la puerta antes de que nadie pudiera darse cuenta y desaparecí por
las escaleras. No oí el sonido de la alarma, pero eso no significaba que no
hubiera saltado en alguna oficina de seguridad.
Probablemente los guardias no andaban muy lejos de mí, pero esperaba
que esa multitud presa del pánico lograra frenarlos. Podía sentir sus
elementos todavía palpitando con bastante fuerza. Mis zapatos eran un
poco incómodos para correr por las escaleras, pero lo logré. Igual que me
las arreglé para no mirar hacia arriba en caso de que hubiera una cámara
en algún lugar.
Las escaleras me llevaron a una de las salidas laterales del edificio, pero la
maldita puerta estaba cerrada con llave.
Tuve que tomar otra puerta y terminé en el vestíbulo, donde los guardias
trataban de evacuar a las personas que acudían a la exposición. Me fundí
con la multitud y corrí fuera antes de que los guardias de la sala de baile
pudieran dar mi descripción a los demás.
Sentí una oleada de alivio por mí, ya que me encontraba en la oscuridad
exterior del edificio.
Pero aún no había terminado, así que me apresuré en la dirección opuesta
a donde estaba el coche de Adrian.
Por suerte, nadie me seguía y sólo pasaban unos pocos coches por la calle.
Encontré el almacén abandonado, donde se suponía que se encontraba y
me metí a través de una puerta medio derrumbada. No hacía mucho
tiempo, me habría asustado por entrar en un lugar así, pero ahora estaba
segura de que no había otros humanos dentro... a menos que tuvieran la
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enfermedad mágica y no pudiera sentirlos. Eso casi me hizo dudar, ya no
podía ver a nadie.
Rápidamente, saqué una bolsa de plástico de la mochila que había llevado
allí antes de entrar en acción, me quité la peluca y la metí en la bolsa. Me
alegré de que nadie hubiera venido aquí, mientras tanto, encontré
nuestras cosas. Habíamos tenido cuidado de no dejar nada personal,
porque habría sido algo problemático si alguien lo hubiera robado. Me
quité las lentillas después del cuarto o quinto intento. Maldita sea, esas
cosas eran irritantes. Quitarme el maquillaje era otra cosa difícil y tuve
que limpiarme la cara un par de veces antes de que estuviera más o
menos limpia.
El vestido y todo lo que había llevado terminaron en las bolsas de plástico,
y me quedé vestida con unos simples pantalones vaqueros y una camiseta
negra con un dibujo de un pájaro. Estaba muy agradecida cuando me
deshice de mis zapatos de tacón alto y me puse un par de cómodas
zapatillas negras. La puerta se sacudió un poco y me quedé helada, mi
corazón latía como loco. Entonces oí pasos, pero no podía sentir nada.
Dejé escapar un suspiro de alivio cuando Adrian apareció a la vista. Se
quitó su grueso abrigo negro y el sombrero y me los arrojó. De inmediato
comenzó a poner sus cosas en otra bolsa de plástico debido a que la
velocidad era lo que importaba ahora. Se quitó la máscara y se puso los
vaqueros azules y una camiseta azul. Todo fue muy bien embalado en
bolsas de plástico blancas y estábamos a punto de salir de allí cuando
miré sus oscuros ojos.
—Las lentillas —dije.
—¡Mierda! —Me entregó un diario de cuero, que probablemente era lo
que había estado buscando y se apresuró a quitarse las lentillas.
Revisamos el lugar por cualquier huella posible y cuando estuvimos
seguros de que no había ninguna, nos dirigimos hacia el exterior.
Mientras nos acercábamos al edificio del Consejo me sentía más y más
nerviosa, pero no comenzamos a caminar más rápido. No queríamos
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llamar la atención, así que sólo tratamos de actuar como una pareja que
venía de una tienda. Por eso habíamos tomado las bolsas de plástico de un
supermercado cercano. Y yo realmente esperaba que nadie pudiera sentir
el rápido latido de mi corazón. Había luces de la policía parpadeando en
frente del edificio y me pregunté qué estarían pensando acerca de todo lo
que había sucedido.
Me pareció una eternidad hasta que llegamos a donde habíamos
aparcado. Pusimos las bolsas en el maletero que, para mi sorpresa, estaba
delante y nos quedamos mirándonos el uno al otro un momento antes de
subir al coche. Adrian se echó a reír mientras cerraba la puerta, pero era
una risa nerviosa.
—Larguémonos de una puta vez —dijo y arrancó el motor. No podría
estar más de acuerdo. Esto tenía que ser la cosa más estúpida y más
arriesgada que jamás había hecho.
***
Adrian detuvo el coche en la parte oscura del bosque, a unos veinticinco
minutos de distancia de la universidad. Salimos y tomamos las bolsas de
plástico, colocándolos en el suelo en medio de un pequeño prado que
habíamos encontrado, completamente rodeado de árboles y por lo tanto,
fuera de la vista. Respiré profundamente y encontré mi elemento muy
dentro de mí. En pocos momentos, las bolsas se echaron al fuego
convirtiendo todo el interior en cenizas. El olor a plástico de fusión era
horrible, pero el fuego realmente calentaba un poco el aire frío de la
noche.
Estaba mirando las llamas cuando Adrian se acercó y puso su brazo
alrededor de mí.
—Gracias —dijo, besando mi mejilla. En realidad no pensé que estuviera
acostumbrado a dar las gracias, así que supongo que debía sentirme
honrada. Pero estaba demasiado cansada para sentir nada.
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Cuando ya no quedaban nada de nuestras cosas, Adrian utilizo el hielo,
que se convirtió en agua cuando tocó el calor, para poner todo mojado y
hacer un poco de dispersión. Teníamos la esperanza de que nadie viniera
pronto y encontrara los restos, pero mojándolo estábamos tratando de
hacer que se viera más viejo de lo que era. Sería una locura si alguien
relacionara un fuego al azar en el bosque a las millas de distancia del
robo, pero nunca se sabía.
Cuando estábamos en el coche, camino de la universidad, algo me vino a
la mente.
—¡El coche! —dije, y Adrian me miró con sorpresa, sobretodo porque no
había hablado en absoluto durante nuestro viaje.
—¿Qué?
—El coche estaba limpio —dije—. Y ese camino que tomamos al bosque
estaba lleno de polvo. Alguien va a notar que lo usaste.
Maldijo y condujo el coche en la dirección opuesta a la universidad.
—¿Crees que Alan sabrá que has estado fuera durante tanto tiempo? —
pregunté mientras nos acercábamos a un lavadero con autoservicio. Era
algo bueno que estas cosas estuvieran abiertas las 24 horas. Yo sólo
esperaba que Adrian tuviera suficientes monedas.
—No, no lo creo —dijo—. Me habría llamado si sospechara que no estaba
en ningún lugar en la universidad.
—Sigo sin saber cómo te dejan salir por ahí sin supervisión. Totalmente
podrías irte y no te encontrarían nunca. O podrías matar a alguien
durante la noche a kilómetros de distancia y pretender que no ha pasado
nada —dije.
—Sí, pero si me voy, ellos me buscarían en todas partes. No sería capaz de
utilizar mi dinero y me matarían en cuanto estuviera a la vista. En
realidad, cualquier persona que me reconociese tendría permiso para
matarme y ganar una gran suma de dinero por ello. —Suspiró—. En
189
cuanto a los asesinatos, sería difícil, ya que en realidad consulté con Alan
dónde estaba en esa hora durante cada asesinato sospechoso de esta
zona.
—Pero de esa manera alguien puede situarte en un asesinato si Alan no
puede dar cuenta por ti. —Fruncí el ceño.
—Sí, bueno. Espero no estar en el lugar equivocado en el momento
equivocado. —Sonrió, pero no la sonrisa llegó a sus ojos. Yo siempre
había pensado que él lo tenía todo, pero tal vez no fuera así.
No obstante, esa era una razón más a favor de no contarle a nadie lo mío.
***
Me quedé en el coche mientras Adrian iba a trompicones con la pistola
vaporizadora. Probablemente nunca antes había lavado un coche por su
cuenta y era una experiencia totalmente nueva. Pero, ¿quién era yo para
decir algo? Nunca había lavado mi coche por mí misma.
Era muy tarde cuando llegamos a la universidad y utilizamos la puerta
trasera para colarnos. A pesar de que no nos prohibían salir a cualquier
hora de la noche, había un guardia en la puerta principal y la gente rara
vez quería ser vista. La puerta trasera estaba cerrada, pero Adrian tenía la
llave. Sabía que algunas personas en la universidad la tenían, en su
mayoría los chicos de tercero.
Alguien debía haberla robado, hecho una copia, devuelto la llave antes de
que nadie se diera cuenta y luego vendido las copias.
Mi habitación estaba más cerca y terminamos allí. Me tiré en la cama y
suspiré.
¡Maldita sea, menuda noche! Adrian se sentó en la cama junto a mí y se
quedó mirando el diario en sus manos. Casi no podía creer que habíamos
hecho todo eso para conseguir algo de un viejo cuaderno. Pasó los dedos
suavemente sobre la cubierta de cuero y entonces me di cuenta de que
para él era algo más que un viejo diario.
190
—Voy a darme una ducha —dije, dejándolo allí solo, porque pensé que no
le gustaría tener a nadie alrededor cuando abriera ese diario. No dijo
nada, así que me fui al baño, llevando mis cosas conmigo.
Mi ducha llevó más tiempo del esperado, y poner mi ropa en mi piel
todavía húmeda era un poco difícil. Pero no podía salir en toalla cuando
Adrian estaba allí... si todavía estaba allí. Tal vez en algún momento se
había ido a su habitación.
Poco a poco salí del cuarto de baño y de inmediato lo vi acostado en la
cama, con el diario abierto y acunado en sus brazos. Mientras me
acercaba a la cama, me di cuenta de que sus ojos estaban cerrados.
—¿Adrian? —susurré, por si acaso seguía despierto. Pero no respondió.
Estaba dormido de verdad. Con mucho cuidado me senté en la cama junto
a él y suavemente quité el diario de sus manos. Su brazo se movió, pero
no se despertó. No estaba muy segura de qué hacer ahora. No podía
quedarse en mi habitación, pero no quería despertarlo.
Estudié su rostro y no pude dejar de pensar en lo inofensivo que parecía
cuando estaba dormido.
Y tenía esas hermosas pestañas gruesas, que eran tan oscuras como su
pelo. Me encontré queriendo tocar la suave piel de su rostro, tocar sus
labios... Parpadeé. ¿Qué demonios me sucedía? El hecho de que el tipo
tuviese una buena apariencia no significaba que pudiera olvidar todo lo
demás.
Dejé caer mi mano sobre la almohada al lado de su cara y me sorprendí
por completo cuando algo vibró en mi mesita de noche. Era mi teléfono y
fui a cogerlo antes de que el ruido despertara a Adrian. Por suerte, el
sonido estaba apagado porque no podía permitir que sonase durante mi
misión. Más tarde, simplemente había olvidado volver a encenderlo.
El número de Michael apareció en la pantalla y el símbolo de mensaje
apareció encima de él. Después de presionar el botón de la derecha, abrí
el mensaje. Michael decía que lo sentía porque se había olvidado de
191
llamarme esta noche, pero que había estado estudiando y ni siquiera se
dio cuenta de la hora que era.
Lo que significaba que tampoco había ido a cenar y yo no tendría mucho
que explicar.
Pero me asustaba un poco que se hubiera pasado todo este tiempo
estudiando y ni siquiera hubiera notado la hora. Yo me habría vuelto loca.
No le respondí porque no quería que viniese a verme. Era mejor que
pensara que ya estaba dormida. De todos modos, era tarde y yo debería
haber estado en la cama, pero no podía dormir, a pesar de que me sentía
más cansada que nunca. Apagué el teléfono y lo puse de nuevo en la
mesita de noche. Mis ojos se posaron en el diario y lo recogí, abriendo una
página al azar.
La letra era cuidadosa y hermosa y parecía como si la persona que lo
escribió hubiera pasado mucho tiempo en él. Dudé por un momento, sin
saber cómo Adrian se sentiría acerca de que leyese el diario personal de
su padre. Pero estaba dormido y tenía curiosidad.
Leí unas cuantas páginas y en su mayoría, todas hablaban de lo que el
padre de Adrian había estado haciendo ese día... sólo faltaba la fecha y no
había absolutamente ninguna indicación de cuándo había ocurrido. No sé
por qué, pero siempre había asumido que un diario debía al menos tener
una fecha o año escrito, porque si no, ¿cómo lo recuerdas, si no sabes
exactamente cuándo ocurrió?
Sólo había un pequeño número en la esquina superior derecha de cada
página, pero me pareció raro.
Algunas páginas en una fila tenían el número cero y luego una buena
cantidad tenían un uno y así sucesivamente hasta seis. No estaba segura
de lo que significaba, si eso significa algo. Tal vez el hombre había estado
escribiendo en capítulos. ¿Quién sabe?
Después de hojear algunas páginas más, seguía sin encontrar nada
interesante. Parecía ser sólo un diario ordinario, aburrido. El hombre
192
hablaba de su día en el trabajo, de lo que vio en la televisión o si leyó un
libro... pero nada sobre la enfermedad mágica. ¿Era posible que Adrian me
hubiese engañado y que el diario sólo tuviese un valor emocional para él?
Sí, seguro. Pero lo habría hecho hace mucho tiempo, a menos que... a
menos que antes no hubiera sabido donde estaba el diario o cómo burlar
la seguridad.
Cerré el diario y fui a dejarlo en mi escritorio. Adrian, es mejor que tengas
una respuesta por la mañana. Hablando de la mañana, era realmente la
hora de que también me fuese a dormir. Pero Adrian seguía durmiendo en
mi cama y no podía decidirme entre despertarlo o simplemente
acostarme a su lado. Si lo despertaba parecería grosera, él me dejó dormir
en su habitación una vez.
Dormir en la misma cama con él de alguna manera parecía mucho más
aterrador que todo lo que habíamos hecho cuando estábamos despiertos.
No estaba muy segura de a qué temía exactamente. Tal vez sólo estaba
incómoda con dormir junto a un hombre que no era mi novio, pero en
realidad era el novio de mi mejor amiga. ¿Aprovecharía la oportunidad
para tocarme inapropiadamente si se despertaba? ¿Perdería la razón y
trataría de matarme? De acuerdo, mi mente estaba definitivamente
demasiado cansada, ya que estaba sacando conclusiones dementes. Pero
seguía sospechando un poco porque se había quedado despierto esa
noche mientras yo dormía en su habitación y no estaba segura de que sólo
hubiese sido así porque me habría sentido incómoda. ¿Por qué le
importaba como me sentía?
Finalmente me di por vencida porque apenas podía mantener los ojos
abiertos. Y mi cama doble era más que suficientemente grande. Puse las
sábanas sobre nosotros y me quedé dormida en un segundo.
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Traducido por kristel98
Corregido por sttefanye
lgo parecido a un gemido me despertó y abrí los ojos con sorpresa.
Entonces me di cuenta de que Adrian todavía estaba en la cama
conmigo. Pero lo que no esperaba era el sonido que provenía de él.
Murmuraba algo incoherente en su sueño y agarraba las sábanas como si
fuera lo único que lo mantenía con vida. Extendí mi mano y le toqué el
brazo.
—¿Adrian? —le dije, sacudiéndolo un poco. Sus ojos se abrieron y casi
saltó de la cama cuando me vio—. Creo que tuviste una pesadilla —dije,
tirando mi mano. Se levantó de la cama, con la respiración entrecortada y
se volvió de espaldas a mí. Le tomó un momento para tranquilizarse y
cuando se dio la vuelta para mirarme, pensé que iba a matarme. Nunca
antes lo había visto furioso. Había algo mortal en sus ojos azul-grisáceos,
que ahora parecían más fríos que el hielo.
—No vuelvas a hacer eso —dijo. Lentamente me deslicé fuera de la cama y
di un paso hacia él.
—¿Qué? — dije con calma—. ¿Despertarte? Lo siento, pero no quería que
mis sábanas se destruyeran.
—Me tengo que ir —dijo, tomando el diario, empujándome fuera de su
camino y yéndose hacia la puerta, sólo para darse cuenta de que estaba
cerrada y yo tenía la llave.
—No —le dije—. Tú no vas a ninguna parte mientras estés molesto.
A
194
—¡No estoy molesto! —gritó y me crucé de brazos, echándole una mirada
burlona. Si no estaba molesto, entonces no tenía idea de lo que era. Pero
no podía dejarlo ir y sacar su ira contra alguien con un elemento, como
Paula, por ejemplo. Estaba casi segura de que ella estaría esperándolo
cerca de su habitación. Simplemente no sabía por qué estaba enfadado.
—No tengo ni idea de lo que está pasando —dije—. Pero por favor, detente
un momento.
—Yo podría haberte lastimado, Ria.
—Oh, por favor —le dije—. Tú no eres tan peligroso. ¿Sueñas que estas
matando a alguien?
—Eso no es asunto tuyo —dijo, pero pude ver que de repente parecía
aliviado.
—Pensaste que habías dicho algo en tu sueño, ¿no? —dije—. Bueno, sí
dijiste algo, pero no pude entender nada, así que supongo que todo lo que
estés ocultando está a salvo.
—Sólo abre la puerta —dijo. Fui por la llave y entonces caí en la cuenta de
que tenía una pregunta más.
—¿Me has mentido sobre el diario? —le pregunté, en busca de una señal
en su cara para ver si yo tenía razón.
—No —dijo, con el rostro inexpresivo.
—¿Y se supone que debo creerte? —Levanté una ceja—. Revisé el diario
anoche y no hay nada sobre la enfermedad mágica.
—Te dije que no era tan evidente. —Sonrió.
—Bueno, entonces será mejor que me digas qué es. —Fruncí el ceño. Si me
hubiera engañado, iba a estar en problemas.
—¿De verdad crees que mi padre era tan estúpido para tener pruebas de
que tenía la enfermedad mágica en su casa? —Me miró furioso.
195
—Supongo que no —dije—. Pero es difícil creer que hay algo importante
en ese diario.
—El hecho de que no lo veas, no quiere decir que no esté ahí —dijo.
—Sí, lo que sea —le dije con impaciencia—. ¡Sólo dímelo ya!
—Bueno, tendré que subrayar un poco —dijo. Lo miré completamente
desorientada, lo que sólo hizo ensanchar su sonrisa. Me alegré de que se
le hubiera pasado su parte furiosa y agotadora, pero ahora era yo la que
podía llegar a estar furiosa si no dejaba de jugar conmigo.
—Subrayar, ¿eh?
—Sí, si subrayas las letras correctas, obtendrás el significado oculto —dijo.
—Sí, claro —le dije con escepticismo—. De esa manera puedes subrayar lo
que quieras y obtener un significado oculto en cualquier libro que tomes.
—No, si no subrayas cada sexta letra.
—¿Porque sexta? —Fruncí el ceño.
—Eso es un secreto. —Sonrió—. Ya lo verás.
—Está bien, lo veré —le dije. Estaba loco si pensaba que iba a olvidarme
de esto. Pero ahora sólo quería que se fuera de mi habitación, así que
agarré la llave y fui a abrir la puerta. Cuando se fue, tomé mi teléfono para
llamar a Michael. Necesitaba a alguien menos complicado para hablar.
Alguien en quien confiaba plenamente y sólo podía ser él.
***
Ni siquiera estaba un poco sorprendida cuando vi de nuevo el edificio del
Consejo... en la TV, por supuesto. Al parecer, todas las noticias hablaban
de que alguien entró a la fuerza a una de las oficinas con información
clasificada, lo que había ocurrido exactamente durante una conmoción en
la fiesta para gente muy importante. Una de sus teorías fue que alguien de
los asistentes había causado la conmoción con el propósito de robar
información importante, pero acabó robando el diario por error.
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Otra teoría era que todo había sido organizado por los líderes de la
asociación de portadores de la enfermedad mágica, una organización que
luchó por los derechos de los portadores de enfermedades mágicas. La
prensa creía que el diario había sido robado sólo porque pertenecía a una
persona que había tenido la enfermedad mágica y por alguna extraña
razón política que yo no podía entender.
Pero nadie mencionó jamás a quien pertenecía exactamente el diario y
por qué era tan importante. Tal vez no era importante, pero todavía
parecía sospechoso.
Y mientras ellos peleaban por quién y por qué, sólo se mencionó a una
misteriosa mujer rubia como posible sospechosa. Genial, sólo esperaba
que nadie me reconociera. Pero si tenía suerte, ninguna de estas personas
volvería a verme en su vida de todos modos.
Además, no tenían ni siquiera una foto de la mujer, ya que las cámaras
estaban apagadas. No había absolutamente ninguna prueba en mi contra,
incluso si alguien llegara a sospechar de mí un día. Al menos eso era lo
que yo pensaba.
—¿Por qué alguien robaría algún estúpido diario? —dijo Paula, tomando
un bocado de su sándwich. Ella, Michael y yo estábamos sentados juntos
en el almuerzo. No tenía ni idea de dónde estaba Adrian y Paula no había
dicho nada acerca de él. Por otro lado, Michael me hizo sentir culpable
porque no dejaba de pedirme disculpas por no haber venido a cenar.
—La política. —Michael se encogió de hombros—. La asociación de
portadores sólo quería probar que podía entrar en el edificio del Consejo
y robar algo.
—Pero ¿por qué? —dijo Paula—. Eso es estúpido.
—El Consejo probablemente se negó a darles algo de información clasificada que ellos quisieron utilizar para su causa —dijo Michael—. ¿Quién sabe?
197
—Bueno, eso sigue siendo estúpido —dijo Paula y me miró—. ¿Cómo vas
con en el estudio?
—Umm, bien. —Mentí—. Simplemente hay demasiado.
—Y que lo digas. —Paula suspiró—. ¡Yo ni siquiera tengo tiempo para
estar con mi novio!
Y era mejor así, pero no podía habérselo dicho a ella.
—Sí, el estudio se está apoderando de nuestras vidas —dijo Michael,
dirigiéndose a Paula—. ¡Yo ni siquiera llegué a la cena de anoche!
Completamente lo olvidé por el tiempo. Y me robó unos minutos
preciados con mi preciosa novia.
Él me dio un beso y el mundo parecía un lugar mejor, pero sólo por un
momento, ya que los elementos comenzaron a llover sobre mí. Me aparté
bruscamente y Michael parecía confundido.
Maldita sea, parecía que tendría que olvidar los besos en público. Había
demasiadas emociones en ese pequeño acto. No estaba segura de a quien
se le escapaba el control, pero no importaba mucho.
—No quiero que la gente nos mire —le dije en un intento de mejorar las
cosas.
—¿Por qué no? Déjalos que miren. —Una sonrisa tiró de los labios de
Michael—. Estamos enamorados. Nadie puede sostener eso contra
nosotros.
Le sonreí, pero no trató de besarme de nuevo. Paula me dirigió una
mirada suspicaz, y yo me encogí de hombros. Mi teléfono vibró en el
bolsillo de mis pantalones, sorprendiéndome. Me levanté y tanto Michael
como Paula se giraron hacia mí.
—Tengo que... volver a estudiar —dije, dándole un beso a Michael en la
mejilla y salí de allí antes de que alguien empezara a hacer preguntas.
Abrí mi teléfono y vi un número desconocido.
198
—¿Sí? —dije.
—Ria. —Reconocí la voz de mi hermano, a pesar de que sonaba como si
hablara por medio de algo.
—¿Oliver? — dije—. ¿Qué pasa?
—Me tomará más tiempo en ir a visitarte de lo que pensaba —dijo—.
¿Estás bien?
—Umm, sí, ¿por qué no iba a estarlo? —respondí—. No tienes que
visitarme si...
—Estoy saliendo —dijo—. Voy ahora. Adiós, hermana.
Y con eso, colgó. ¿Qué demonios? Esta conversación era incluso más rara
que la primera. Por no hablar de que esto era probablemente un registro
del tiempo que habíamos pasado hablando en un año. Obviamente, él
quería decirme algo, pero no quería hacerlo por teléfono. Eh, tal vez se
había vuelto loco y pensó que algunos espías estaban siguiéndolo. No
sería la primera vez en nuestra historia familiar. Y por lo que yo sabía él
podría haber estado en algún tipo de institución y no realmente en la
escuela como mis padres me habían dicho.
En realidad, a estas alturas de mi vida, todo era posible, incluso las más
locas ideas. Fui a mi habitación y cerré la puerta, decidida a aprender al
menos unas cuantas páginas más para el examen a pesar del constante
zumbido de los elementos en la parte posterior de mi cabeza.
199
Traducido por kristel98
Corregido por Juli_Arg
o pasé el examen, lo cual no fue una sorpresa para mí, pero lo fue
para todos los demás. Michael y Paula fueron los primeros en
preguntarme qué había pasado y si necesitaba ayuda. Mis padres se
preocuparon en todo y preguntaron por si necesitaba que me enviaran
algo o si debían venir a visitarme. Yo estaba medio molesta después de
todo eso y sólo había una persona que podría ayudarme a juntar todas las
piezas... bueno, sólo impedirme que ahogara a alguien hasta la muerte.
Además, tenía curiosidad por lo que él había hecho con ese diario hasta
ahora.
Llamé a la puerta de su habitación, y cuando nadie abrió, giré el pomo.
Estaba abierta, y miré dentro. Él no estaba a la vista, pero la puerta del
baño estaba cerrada.
Oh, bueno. Podía esperar. Entré y me senté en su cama, buscando el
diario.
Por supuesto que no estaría en cualquier lugar que pudiera ver, así que
esperé a que Adrian apareciese.
Mi boca se abrió cuando salió del cuarto de baño, pues sólo llevaba una
toalla. Intenté decir algo, pero las palabras no salieron. Tal vez podría
entender mejor a todas esas chicas que corrían tras él, porque maldita
sea, se veía caliente.
N
200
Su pelo negro azabache estaba mojado, casi tapándole los ojos. Las gotas
de agua se deslizaban por la suave piel de su pecho musculoso... Me mordí
el labio, tratando de apartar la mirada, pero no lo hice.
—¿Quieres que deje caer la toalla? —dijo en broma, sus ojos azul-
grisáceos brillaban con diversión.
—No —dije, recordándome a mí misma que no quería ser una de esas
chicas tontas que consiguiera engañar por su buena apariencia. Michael
era tan guapo como él, tal vez más... sólo que no podía tocarle o correría el
riesgo de matarle, así que tal vez... Parpadeé. No, no podía considerar
simplemente tener sexo esporádico con Adrian sólo porque no podía
hacerlo con Michael. ¡No, no y no!
—Sé que me deseas —dijo—, así que también puedes dejar de fingir que
no lo haces.
—Estás tan pagado de ti mismo —le dije, y finalmente logré
concentrarme únicamente en sus ojos azul hielo.
—Tal vez. —Sonrió—. Pero ese no es el punto.
—No, ese no es el punto —le dije—. ¿Qué hiciste con el diario?
—He descubierto algunas cosas... —Vaciló, y fruncí el ceño. Tal vez yo era
pesimista, o había algo realmente malo. Era difícil de decir.
—¿Qué cosas?
—¿Puedo vestirme primero o todavía estás esperando a que se caiga la
toalla? —preguntó.
—Vístete. —Puse los ojos en blanco, levantándome de la cama y
caminando hasta la ventana—. Esperaré.
Reunió sus cosas y volvió a entrar en el baño. Unos minutos más tarde,
regresó, con el pelo todavía un poco húmedo y cerró la puerta antes de
sacar el diario de su mochila negra. Nos sentamos en la cama y abrió una
201
página. Miré las letras subrayadas y me di cuenta de que realmente tenía
sentido.
—Estar con Elisabeth me ayuda a mantener el control, pero también me
hace más débil. —Leí en voz alta y miré a Adrian—. ¿Qué se supone que
significa? ¿Y quién es Elisabeth?
—Mi madre —dijo—. Se explica más adelante. Esto significa que cuando
estamos juntos, nos ayudamos unos a otros a mantener el control... como
ya has visto. Pero, según mi padre, cuanto más tiempo pasamos juntos,
más difícil será mantener el control cuando estemos lejos el uno del otro.
—Oh —fue lo único que alcancé a decir.
—Creo que por eso las personas con la enfermedad mágica tienden a no
quedar atado a nadie —dijo—. Es muy útil, pero también se vuelven
dependientes de esa persona.
—Genial. Entonces deberíamos estar rodeados de gente con ningún
elemento —le dije con tristeza. Definitivamente no quería depender de
Adrian. Eso sería un poco como una pesadilla espeluznante.
—No exactamente —dijo—. La gente realmente no nace sin un elemento.
Es demasiado débil para la persona que lo utilice. Y es lo mismo con
aquellos que renuncian a ella. El elemento es débil, pero se queda ahí.
—¿Y cómo fue exactamente que tu padre sabía todo eso?
—Aquí dice que lo leyó en los informes de científicos diferentes —dijo—.
Hicieron todo tipo de investigaciones sobre el tema.
—Imposible —le dije—. Lo habríamos sabido. Bueno, quizás no nosotros,
pero sin duda Paula sí y no había libros, no hay investigación, no hay nada
de eso.
—Lo sé —dijo—. El gobierno debe estar escondiéndolo de todos nosotros.
Mi padre mencionó que todos los documentos se guardan en la caja de
Pandora y no tengo ni idea de lo que eso significa.
202
—Ah, muy bien —dije sarcásticamente—. Como si ocultar el verdadero
significado de las palabras en el diario no fuera suficiente, ahora también
tenemos nombres crípticos.
—No lo sé. Tal vez signifique algo para alguien, pero no para nosotros. —
Se encogió de hombros.
Eso fue realmente un buen punto, pero no podríamos preguntárselo a
nadie sin revelar demasiado.
—Bien, tenemos un lugar misterioso que... —De repente me acordé de
algo que Paula me había dicho—... descubrir.
—¿Qué estás pensando? —Adrian me miró con curiosidad.
—Paula mencionó algún lugar secreto con toneladas de seguridad —
dije—. Lo leyó en algunos libros antiguos y polvorientos, pero no podía
averiguar dónde estaba exactamente... sólo que era cerca de aquí. Toda la
información sobre la enfermedad mágica de todo el mundo se supone que
debe ser guardada en ese lugar.
—¿Y no me mencionaste esto antes porque...? —Él levantó una ceja.
—Bueno, ¿por qué iba a hacerlo? No tenemos idea de dónde está ese lugar
—respondí—. Pensé que podría ser el edificio del Consejo, pero habíamos
visto la seguridad de allí, así que no creo que eso sea todo. El edificio del
Consejo probablemente guarda las cosas menos importantes y hace que
todos piensen lo contrario.
—Sí —concordó—. Nunca habría conseguido el diario si ellos creían que
era importante.
—Es cierto, pero aun así no querían simplemente entregártelo.
—Así es —suspiró—. Creo que voy a tener que hacer un poco más de
subrayado. Es una tarea aburrida.
—Te puedo ayudar —le dije—. Si estás dispuesto a decirme cómo sabes
cuál es cada sexta letra que tenemos que subrayar.
203
—Está bien. —Se echó a reír—. Mi padre comenzó a escribir el diario
cuando mi madre se quedó embarazada. Yo era la razón por la que él
quería averiguar todo acerca de la enfermedad mágica... para hacerlo más
fácil para mí. Pero él sabía que no podría escribir así como así, por lo que
encontró una manera de ocultarlo. Y mi nombre es la clave para ello.
Lo miré, tratando de entenderlo.
—Ah, tu nombre tiene seis letras —le dije, y asintió—. ¿Así que tu padre
comenzó a escribir cuando supieron que iban a tener un niño?
—No exactamente. Empezó antes. —Él sonrió—. Acordaron seis letras en
el nombre sin importar si era niño o niña.
—Ah, pero ¿qué pasa con esos números en la esquina de la página? —le
pregunté—. También llegan a seis.
—Sí, pero por una razón completamente diferente —dijo con una pizca de
tristeza en su voz—. El cero representa el tiempo desde que comenzó
hasta que fue mi primer cumpleaños. Así que cada número representa mi
edad en el momento en que estaba escribiendo. Llega sólo a seis, porque...
él murió justo antes de mi séptimo cumpleaños.
—Vaya, había estado escribiendo durante años —dije, sorprendida—. Yo
esperaría un diario mucho más grande durante todos esos años, pero me
imagino que es difícil encontrar lo que escribía ya que cada sexta letra
tiene un significado.
En realidad, estaba segura de que si lo intentaba, sería un fracaso. Ni
siquiera podía elaborar un diario normal y no especialmente uno con un
significado secreto en su interior.
—Sí, es difícil —dijo.
—¿Cómo eran? —dije repentinamente, y me miró con sorpresa—. ¿Tus
padres?
—¿Por qué?
204
—Sólo preguntaba.
—Fueron los mejores padres del mundo entero. —Sonrió con tristeza—.
Mi madre... era... era hermosa. Tenía el pelo largo, castaño oscuro y ojos
azules. Era agradable, amable, inteligente... Y trabajó como arquitecta.
Yo había visto probablemente una foto de ella en los periódicos, pero
había pasado hace mucho tiempo. Sus ojos debieron haber sido los
mismos que los de Adrian. Podía recordar un poco mejor al padre de
Adrian. Había tenido el mismo color de pelo que Adrian y había sido
dueño de una compañía muy exitosa. Hasta donde yo sabía, la compañía
vendió el mobiliario y ahora se encontraba en manos de Adrian.
—Debes haberlos querido mucho —le dije.
—Todavía lo hago —dijo, concentrándose en algún punto en la pared.
Bueno, probablemente los veía de forma diferente porque era un poco
difícil de imaginar a dos personas que estaban en todas las noticias por
varios asesinatos como buenas personas. Siempre me los imaginaba como
monstruos fríos y sin corazón. Pero de acuerdo a la creencia popular, yo
también era ahora un monstruo sin corazón.
—¿Cómo se conocieron? —le pregunté. Me echó una mirada que no era ni
siquiera un poco amistosa. Probablemente para él era difícil hablarlo,
pero tenía curiosidad. Además, no hacía falta que me lo contase si no
quería hacerlo.
—Durante un proyecto —dijo—. Mamá tenía que diseñar el edificio y
papá iba a conseguir el mobiliario. Fue un proyecto muy importante, por
lo que estuvieron presentes en la reunión. Por supuesto, de inmediato
descubrieron el secreto que podría arruinar la vida de ambos... y pronto
se enamoraron.
—Alguien me podría descubrir así —le dije.
—Sí, pero a todos nos gusta mantener un perfil bajo —dijo, tocando mi
mano—. Y no creo que nadie excepto yo sea un portador de la conocida
enfermedad mágica.
205
—Así es. Así que incluso si alguien me viera, podría llegarse a un acuerdo
para no hablarle a nadie acerca del otro —le dije, con la esperanza de no
encontrarme accidentalmente con otra persona con la enfermedad.
Quiero decir, ¿cuántos de nosotros podría haber? Probablemente más de
lo que todo el mundo pensara, pero, ¿por qué iban a estar por aquí cerca?
—Sí —dijo—. O encontrar una manera de asegurarse de que la persona
nunca hable.
—¿Qué? —Le fulminé con la mirada—. ¿Podrías matar a alguien?
—No estés tan sorprendida —dijo—. Tú querías que todos los portadores
de la enfermedad de magia muriesen, ¿verdad? Además, ¿cómo se puede
confiar en un asesino?
—Umm, eso es un poco complicado. —Tragué saliva—. Es cierto que
quería a todas las personas con la enfermedad mágica muertas, pero
ahora...
—Ahora no quieres que la misma regla se aplique para ti. —Me echó una
sonrisa amarga—. Está bien cuando le pasa a alguien más, pero cuando te
pasa a ti... de repente es diferente. ¿Por qué, Ria? ¿Por qué?
—Antes no lo entendía—respondí—. Ahora veo que todo el mundo tiene
la oportunidad de demostrar su inocencia. Pero todavía sigo sin estar
segura de si creo que terminaría matando a alguien. Parece tan irreal.
—Tú no entendías porque no querías hacerlo. Paula lo entiende y no tiene
la enfermedad —dijo.
—¡Oye, no me eches la culpa! —dije, enojándome—. ¡Tú fuiste el que dijo
que mataría a otro portador de la enfermedad mágica para hacerlo callar!
—La supervivencia es una cosa completamente diferente —argumentó.
—¿Supervivencia? ¡Bueno, eso es de lo que yo hablaba cuando quería a
todos los portadores de la enfermedad mágica muertos! —le grité—.
¡Para mí eran un peligro!
206
—¿En serio? —dijo—. ¿De verdad te sientes tan amenazada por mí?
—No, pero...
—Hay peligrosos portadores de enfermedades mágicas que van por ahí
matando a la gente, pero no todo el mundo es así —dijo—. ¡Y acabas de
condenarlos a todos a la muerte aunque no todo el mundo era una
amenaza para ti o para otra persona! Pero ahora que perteneces a ese
grupo peligroso...
—¡Sí, sí, lo que sea! —dije, me levanté de la cama y fui hacia la puerta.
Sabía que no salir enojada no era lo más inteligente, pero no quería
quedarme allí cerca de él. Y no estaba acostumbrada a que le dijese que
me importaba cuando yo estaba preocupada. En lo más profundo de mí,
sabía que él tenía razón. No es que fuera a admitírselo nadie y menos a él.
No trató de detenerme ni nada mientras salí furiosa de la habitación.
207
Traducido por kristel98
Corregido por IngridShaik
o estaba sentada en la habitación de Paula un viernes, cuando de
repente me tomó las manos en las suyas.
—Así que, ¿qué estáis planificando Michael y tú para la semana que
viene? —dijo ella alegremente. Yo parpadeé con sorpresa.
—No te entiendo —dije, preguntándome si yo hubiera dicho que sí
automáticamente a algo que había dicho sin darse cuenta.
—Bueno, ¡las vacaciones son la semana que viene! ¡Podemos hacer lo que
queramos e ir donde queramos! Algunas personas se van a casa, pero eso
es una tontería. Otros van a algunos destinos exclusivos lejos de aquí,
pero creo que eso es aburrido. Estoy segura de que tú y Michael teneis
algo mejor en mente.
Desde luego que no había esperado que las vacaciones llegaran tan
rápido, pero ahora, cuando sabía que eran la semana que viene, una
pequeña sonrisa empezó a arrastrarse por mi cara. Después de semanas
de exámenes y estando ocupada, por fin podría pasar un momento
agradable con Michael.
No habíamos hablado realmente sobre lo que íbamos a hacer durante las
vacaciones, pero tenía algo en mente. Y estaba segura de que él aceptaría,
porque ¿cómo podría negarme algo?
El único problema era que yo necesitaba ayuda de Adrian para hacerlo, ya
que tener un día romántico con Michael costaría mucho de mi
autocontrol. Durante los últimos dos meses, Adrian y yo habíamos pasado
Y
208
menos tiempos juntos. Él estaba ocupado trabajando en el diario y acudía
a él sólo cuando lo necesitaba, pero sólo por unas horas. Ninguno de
nosotros quería llegar a ser dependiente del otro.
—Claro que tenemos —le dije—. ¿Qué hay de ti? ¿Vas a alguna parte?
—Umm, todavía no lo sé —dijo— Adrian me dijo que no contara con él.
—¿Por qué no? —dije, queriendo saber más para mí que para ella. Sus
planes podrían arruinar los míos, y yo no quería que eso sucediera.
—Me dijo que tenía otros planes. Así que creo que voy a quedarme aquí y
hacer un poco de investigación.
—¡Pero tú has estado haciendo eso todo el tiempo! —dije. No tenía ni idea
de cómo se las arreglaba para estudiar y hacer la investigación, pero
supuse que sólo estaba loca con eso.
—No tanto como quisiera. —Ella sonrió. Y de todos modos, no hay mucho
que pueda hacer, salvo ir a casa. Y no quiero ir a casa.
—Ya —dije. No podía obligar a Adrian a estar con ella, pero tampoco
podía llevarla conmigo y con Michael.
—No te preocupes por mí —dijo—. ¿Así que dijiste que tenías algo en
mente?
—Aún no se lo he dicho a Michael. Pero me gustaría ir a ese lago que está
a pocos kilómetros de aquí. Parece romántico.
—Espera, ¿estás dispuesta a pasar un día en la naturaleza? Con los
insectos y animales salvajes... ¿Y qué más dijiste cuando sugerí algo así
hace unos años? —Ella se echó a reír. No estaba muy emocionada con eso
que digamos, pero al menos no habría un montón de gente. Además, se
suponía que los lagos y la naturaleza eran lugares tranquilos, por lo que
los elementos de cada uno se quedarían en el fondo, junto con mi
enfermedad.
—Cualquier cosa por Michael —dije.
209
—De verdad le amas, ¿no? —preguntó. Y yo solo asentí—. ¿Has pensado
en el futuro?
—No, no quiero. No podemos saber lo que va a suceder. Sería una pérdida
de tiempo tratar de planificar algo.
—Sí, supongo que tienes razón —dijo. No quería pensar en el futuro al
principio de nuestra relación, y ahora incluso menos.
—Bueno… —Me levanté de la cama—. Tengo que ir a hablar con Michael.
No quiero que nada arruine mi plan para nosotros.
—Buena suerte. —Paula sonrió y nos abrazamos. De inmediato corrí a la
habitación de Adrian y lo encontré rodeado de libros. Eso me impactó
tanto que me detuve en seco.
Me miró y me dirigió una sonrisa.
—No es lo que parece —dijo, sacando el diario de la pila de libros—.
Simplemente no podemos arriesgarnos a que alguien lo vea.
—Eso tiene más sentido —dije, tratando de recordar que demonios había
venido a buscar. Ah, sí, los planes de vacaciones.
—¿Qué necesitas? —dijo, escondiendo de nuevo el diario bajo un libro.
—¿Es verdad que tienes que estar aquí la semana que viene? —dije.
—¿Por qué?
—Porque quiero pasar algún tiempo con mi novio. Y, por desgracia, no
puedo hacerlo sin tu ayuda.
—Ah, tú quieres sexo con él —dijo.
—¡No! Yo sólo quiero estar con él. —Fruncí el ceño. ¡Hay mejores cosas
que hacer con tu ser querido que sólo tener sexo!
—Lo que tú digas —dijo. Bueno, desde luego que no esperaba que él lo
entendiera.
210
—Mira, esto es muy importante para mí. Amo a Michael y los momentos
que paso con él ahora son tan raros... Por favor, no te alejes de mí.
Adrian me miró por un momento y yo traté de parecer lo más miserable
posible. Seguro que podría tener un poco de compasión en alguna parte,
muy dentro. Además, yo no podía pensar qué podría estar haciendo que
no incluyera estar aquí.
Justo cuando abrió la boca para decir algo, la puerta se abrió. Me di la
vuelta, sorprendida. Yo no estaba acostumbrada a que cualquiera viniera
aquí, sobre todo sin llamar. Alan se quedó en la puerta, mirando tan
sorprendido como yo.
—¡Joder! ¿No puedes llamar? —dijo Adrian, molesto.
—No sabía que tenías compañía —dijo, y me sonrió—. Hola, Ria. No
esperaba verte aquí.
—Acabo de llegar... por mi cuaderno —le dije, cogiendo el primer
cuaderno de la pila de Adrian que podría conseguir aguantar—. Ya me iba
de todos modos.
—Oh, no hay necesidad de que te vayas ahora, Ria —dijo Alan—. Tal vez
podrías ayudar a que Adrian pase un examen por una vez.
Había un filo en su voz que no me gustaba y estaba segura de que a Adrian
tampoco.
—¿Qué quieres? —dijo Adrian.
—Sólo vine a comprobar que vas a ir a Riversbrough la semana que viene
—dijo. Me quedé helada. ¡Ese maldito lugar estaba a horas de aquí! Si él
iba allí, no habría manera de que pudiera sobrevivir aquí, sola con
Michael. Me miró, vio el pánico escrito por toda mi cara y cerró los ojos
por un momento.
—No —dijo—. No voy a ir.
Me relajé, pero los ojos de Alan se agrandaron.
211
—¿No? ¿Por qué? ¡Vas todos los años! Has dicho que no te lo perderías
por nada del mundo.
—He cambiado de opinión —dijo Adrian seriamente. Ahora me sentía un
poco perdida en la conversación. ¿Por qué Adrian iría a ese pequeño sitio
cada año? No tenía ningún sentido.
—Adrian —dijo Alan—, ¿algo va mal? No puedo imaginar por qué no
querrías visitar la tumba de tus padres.
Miré a Alan y luego a Adrian, mi mente demasiado nublada para
reaccionar.
—¡Ya me has oído! —gritó Adrian—. NO VOY A IR.
—Bien —dijo Alan, confundido—. Si eso es lo que quieres.
Con eso, Alan salió de la habitación.
—¿Por qué...? —Miré a Adrian, sin saber exactamente qué decir. Sus
padres eran obviamente importantes para él, así que, ¿por qué iba a
tirarlo todo por la borda... por mí?
—Tú estás viva. Ellos muertos —dijo evitando mis ojos.
—Sí, ¡pero yo no sabía nada de tus planes!
—¿Quieres estar con Michael o no? —Por fin me miró, con sus ojos
brillando como una espada de plata.
—Sí, pero...
—Entonces será mejor largarnos de aquí antes de que cambie de opinión.
—Gracias. —Lo agarré de la mano—. ¡Nunca olvidaré esto!
—Será mejor que no —dijo. Y me apresuré a buscar a Michael, que sin
duda estaría de acuerdo con mi plan. Y eso fue exactamente lo que
sucedió.
212
Traducido por kristel98
Corregido por Noemí
l lago era uno de los lugares más hermosos que jamás había visto. El
agua tenía un bonito color verde azulado que por alguna extraña
razón me recordó a los ojos de Paula. El sol brillaba sobre nosotros
ya que estábamos tumbados en la hierba. Mi cabeza descansaba sobre el
pecho de Michael y él estaba pasando sus dedos por mi cabello. No había
nadie más a nuestro alrededor, excepto los árboles y las flores.
—¿Qué es lo que tienes que me vuelve loco? —murmuró Michael.
—¿Mi cabello? —le pregunté.
—Eso también. —Se rió y besó la parte superior de mi cabeza.
—Entonces, ¿por qué me amas? —Levanté la cabeza para mirarlo. La
brisa jugaba con su pelo castaño ondulado, el sol haciendo que
entrecerrara sus ojos verdes. Mis ojos se centraron en la plenitud de sus
labios. Deseaba mucho besarlo.
—Te quiero porque eres hermosa, inteligente y divertida y... —No pudo
decir nada más porque yo presioné mis labios contra los suyos. En ese
momento, nada más importaba excepto nosotros. Me sentí como si
pudiera volar. Pero mientras sus manos se deslizaron bajo mi blusa
blanca, no había demasiada agua repentinamente a mi alrededor. Yo
jadeaba en busca de aire, rompiendo con él.
—Vamos a hacer algo loco —le dije, no estaba dispuesta a dejar que mi
enfermedad arruinara nuestro día.
E
213
—¿Cómo qué? —preguntó.
—Ir a nadar —dije, levantándome. Sus cejas se alzaron hacia arriba.
—Está prohibido —dijo—. Además, no tenemos...
Le dirigí una mirada significativa. Por un segundo, pensé que podía verle
sonrojarse.
—Vamos —le dije—. No hay nadie por aquí.
—Sí, pero...
—¡No me digas que tienes miedo! —dije, cruzando los brazos—. Bueno,
siempre puedo ir sin ti...
—¡Hey, ya voy!
—¡Bien! —dije y comencé a correr hacia el lago, sin esperarle. Sabía
estaría justo detrás de mi espalda. Justo cuando se acercaba al lago, me
quité la parte superior y la arrojé al suelo. Tuve que detenerme para
quitarme los vaqueros y zapatillas y ese fue el tiempo suficiente para que
Michael se pusiera al día conmigo. Él también se estaba quitando la ropa,
y yo sonreí, caminando hacia el lago sólo en mis bragas y sujetador
negros.
El agua fría se sentía bien en mi piel cuando me sumergí y eso me asustó
por un momento.
Estaba demasiado cerca de lo que sentía cuando el elemento de Michael
despertó. El agua siempre había sido agua. Sólo que esta agua no me
llamaba y yo no quería bebérmela toda.
Sentí los brazos de Michael alrededor de mi cintura y me di la vuelta,
poniendo mis manos alrededor de su cuello. El agua le llegaba casi hasta
los hombros, así que me levantó y me apreté más cerca de su pecho.
Estábamos congelados por un momento, allí de pie y mirándonos a los
ojos del otro. Cada momento que pasamos juntos pasó en destellos por mi
214
mente... cada momento, salvo aquella noche cuando habíamos hecho el
amor, que yo nunca recordaba.
—¿Algo va mal? —Los ojos de Michael estaban llenos de preocupación
por mí y supe que iba a ponerme a llorar. Me encantaba Michael, pero
había tantos secretos entre nosotros.
¿Por qué no podía decírselo todo? ¿Por qué tenía tanto miedo de perderlo
cuando seguramente ya lo había? Al mirarlo de nuevo a la cara, de pronto
supe por qué. Quería tenerlo el mayor tiempo posible. Quería amarlo.
Quería ser feliz.
—Te quiero —me ahogaba, tratando de no llorar.
—Yo también te amo —susurró Michael besando mis labios. Feliz. Eso era
lo que tenía que hacer. Sólo ser feliz. Me dejé llevar por Michael y reí.
—¡Atrápame si puedes! —le dije y comencé a nadar lo más rápido que
pude hacia el lado opuesto del lago. Si Michael estaba confundido por mis
extraños cambios de humor, no lo demostraba. Sólo me sonrió y me dio
una ventaja agradable antes de llegar después de mí.
Terminamos tendidos en la orilla, dejando barro en toda la mantilla de
Michael que había traído por si la necesitábamos. Bueno, en realidad no
importaba, siempre y cuando ese barro no llegara a toda la piel y la ropa
interior. Michael me cogió la mano mientras me contaba historias de su
infancia. Me dijo que le gustaba trepar a los árboles e ir a pescar con su
padre. Era agradable escuchar más sobre él y su vida.
—Voy a contarte un secreto —dijo Michael, y yo levanté una ceja.
—¿Tienes un secreto?
—Sí. —Se echó a reír—. ¿No es extraño? Me parece que no puedo guardar
nada de ti.
—No, no puedes, mi amor —le dije—. Escúpelo.
—Compré una casa no muy lejos de aquí —dijo.
215
Me apoyé en los codos y lo miré fijamente.
—¿Por qué?
—La vi hace un tiempo —dijo—. Está fuera de la ciudad, en la naturaleza...
es una preciosidad. Y lo suficientemente grande para un montón de niños.
—¿Un montón de niños? —le dije, con mi voz tensa. Michael me miró y se
echó a reír.
—Dos por lo menos —dijo. Yo sólo parpadeé.
—Oh, está bien —dije. Era un poco difícil de creer que ya estuviera
pensando en tener hijos. No lo sé, pero se sentía mal. Y no sólo porque
estaba segura de que no podría tener hijos con él... Demonios, ni siquiera
podría vivir con él.
—Voy a hacer todo lo que haga falta para estar contigo, Ria —dijo
decidido.
Sólo pude sonreírle y desear que este momento fuera a durar.
Pasamos el resto de la semana visitando lugares diferentes en la misma
zona. Era sorprendente cómo muchos lugares verdaderamente hermosos
estaban escondidos detrás de los árboles y arbustos silvestres. Incluso
encontramos una casa del árbol y pasamos un tiempo allí. Toda la semana
había sido simplemente increíble y me quedé triste cuando llegó a su fin.
216
Traductora milyepes
Corregido por sttefanye
ás y más exámenes; esa era nuestra nueva realidad. El final del año
escolar se acercaba y todo el mundo quería... bueno, sobrevivir. Yo
estaba harta de estudiar y todo lo demás, sobre todo porque
significaba que tenía que pasar más tiempo con Adrian.
Paula y yo estábamos caminando por el pasillo cuando de repente se
detuvo y me llevó a un lado.
—Estoy preparando una fiesta —me dijo—. Pero no debes decírselo a
nadie.
—Oh, vamos —le dije—. Todo el mundo se entera siempre de las fiestas
secretas. Pero, ¿por qué la vas a hacer ahora? ¿No tienes que... estudiar?
—Sí, pero es por el cumpleaños de Adrian. —Ella sonrió—. Tengo
permiso para usar el comedor y voy a necesitar la ayuda de todos.
Increíble. Nadie había conseguido nunca el permiso para hacer tal cosa.
Supongo que ella le había preguntado a Alan y, dado que no creía que
Adrian hubiera tenido una verdadera fiesta de cumpleaños desde la
muerte de sus padres, lo había permitido.
—Claro, cuenta conmigo —le dije.
—¡Gracias! —gritó, echándome los brazos al cuello. En este momento, esa
fiesta parecía ser lo más importante para ella.
—Así que, ¿cuántas personas vendrán? —pregunté.
M
217
—Todo el mundo —dijo—. Al menos eso espero. Aunque no estoy segura
de querer a todas esas chicas en la fiesta.
Había algo amargo en su voz y tuve que morderme los labios para no
sonreír. Era difícil no sentir celos cuando casi todas las chicas en la
universidad querían a tu chico. Por supuesto, también había chicas que
querían a Michael, pero Michael no era Adrian, así que no tenía que
preocuparme tanto.
—Va a estar bien —le aseguré—. Pero no creo que puedas mantener ese
tipo de fiesta en secreto. Adrian lo averiguará.
—No, no lo hará —dijo—. Todo el mundo ha prometido guardar silencio.
—Sí, claro que lo hicieron —le dije, pero ella no pareció darse cuenta del
tono sarcástico en mi voz.
—Bien, así que tú vas a venir. Díselo a Michael, ¿quieres? —dijo, sacando
una pequeña libreta y comprobando algo.
—Claro —le dije. Ella sonrió de nuevo y entonces se dio cuenta de que
alguien pasaba y corrió tras él. Guau, ¿quién hubiera pensado que Paula
iba a organizar una fiesta en lugar de gastar todo su tiempo haciendo la
investigación? Obviamente, Adrian era muy importante para ella. Si sólo
pudiera ver que él no la amaba y que no tenía ningún interés en hacerla
feliz.
Miré la hora en mi teléfono y pensé que era un buen momento para visitar
al chico en cuestión. Michael tenía clase de literatura y no estaría libre
durante las próximas dos horas y Paula estaría demasiado ocupada
acosando gente para la fiesta. Encontré a Adrian en su cuarto, todavía
trabajando en el diario.
—Oye —le dije, sentándome a su lado, lo suficientemente cerca como
para que nuestros hombros se tocaran. Ese pequeño contacto se llevó
todo el mundo de elementos a nuestro alrededor.
218
—¿Paula te invitó a mi fiesta de cumpleaños? —Puso los ojos en blanco y
se concentró nuevamente en subrayar las letras de la revista.
—Umm, sí, pero se supone que no sabes nada al respecto.
—Oh, por favor. ¿Cuándo alguien se las arregla para ocultar cualquier
cosa por aquí? —dijo—. Especialmente si se trata de una gran fiesta.
—Sí, supongo que es difícil de ocultar —dije—. ¿Cuál de tus amantes te lo
dijo?
—Yo no tengo amantes. —Él me miró, con un brillo de diversión en sus
ojos azul-grisáceos.
—No te creo —le dije.
—No tienes que hacerlo. —Sonrió. Tal vez no había visto a ninguna chica
a su alrededor, pero eso no quitaba que no hubiera ido tras ellas, cuando
yo había estado fuera.
—¿Alguna cosa interesante en el diario? —Traté de leer las letras
subrayadas, pero Adrian lo cerró.
—Sí y no —respondió—. Hay indicios de que al menos cuatro miembros
del Consejo tuvieron la enfermedad. Pero los otros no lo sabían.
—¿Los miembros del Consejo? Debería haber más información sobre
ellos en alguna parte. —Fruncí el ceño—. ¿Hay algo en Internet?
—No hay nada sospechoso —dijo—. Pero un hombre tuvo un romance
con una chica desconocida y su divorcio estuvo en todas las noticias. Tal
vez lo contrajo de su amante.
—Eso es posible —le dije—. ¿Y qué hay sobre los demás? Quiero decir,
¿se ha mencionado si hay más gente que haya contraído la enfermedad?
—Sí, pero nadie famoso o alguien de quien se haya oído hablar.
—Es una pena —dije, mirando el montón de libros sobre su escritorio.
Los libros se veían intactos, por supuesto.
219
—Tal vez descubra algo más tarde —dijo.
—Tal vez —le dije—. ¿Estás pensando en suspender todo de nuevo?
—Sí, ese es el plan —dijo. Fruncí el ceño.
—No puedes hacer eso. Te van a echar —solté. Una vez había esperado
que sucediera, pero ahora lo necesitaba y no estaba segura de poder estar
allí sin él alrededor.
—¿Y? —Sonrió—. ¿Me extrañarías?
—Sí, lo haría. Tendría que matar a alguien —le dije—. Y no quiero que eso
suceda.
—Ya me preocuparé de ello en otoño —dijo él, pasando sus dedos por mi
brazo.
—¡Pero hay que aprobar los exámenes! —le dije—. ¿O sigues pensando
que es genial estar en primero para siempre?
—¿Qué sentido tiene, Ria? —dijo. No es como si necesitara un diploma
para morir feliz.
Suspiré. Era completamente imposible convencerlo de que tal vez las
cosas no eran tan sombrías, aunque tal vez tenía razón. Pero yo no estaba
dispuesta a renunciar a nada por el momento.
—No importa —le dije—. Ya hemos tenido esta conversación.
—Sí, y no he cambiado mi opinión desde entonces —dijo, el tono de su
voz daba a entender que no había cambiado de opinión respecto a las
cosas, como yo había hecho. Ahh, a veces era tan molesto.
—¿Por qué no simplemente rompes con Paula? —le dije—. Me duele ver
como se esfuerza tanto en que te enamores de ella. Al menos podrías ser
justo con ella y decirle la verdad.
—¿Qué verdad? ¿Que su mejor amiga me quiere sólo para ella? —Me
levantó una ceja.
220
—¡Oye! —Le golpeé ligeramente el hombro—. No es así. Sólo estoy
diciendo que podrías tener a cualquier otra chica que no sea mi mejor
amiga.
—Podría tener a cualquier chica, pero no quiero —dijo.
—Está bien —le dije, acostándome y Adrian hizo lo mismo. Me acurruqué
cerca de él y me quedé mirando el techo.
—¿Crees que debo decirle a Michael la verdad? —dije después de un largo
momento de silencio.
—No puedo responderte eso —dijo—. Tú eres la única que lo sabe.
—Pero no lo sé —señalé—. Me temo que voy a perderlo.
—Él te ama y tú lo sabes —dijo—. Pero tú no lo amas.
—Yo lo amo. —Miré a Adrian.
—No como él a ti —dijo. Fruncí el ceño.
—¿Qué sabes tú al respecto?
—Si realmente lo amaras, se lo habrías dicho hace mucho —dijo—. No
hay verdadero amor sin confianza. Y tú no confías en él.
—Eso viene de un tipo que se acuesta con una chica y luego va a por la
siguiente —respondí—. Sí, eres un verdadero experto en el amor.
—Bien —dijo—. Te niegas a aceptarlo.
—¡Oh, cállate!
—Bueno, tú preguntaste.
—Olvídalo —dije—. Entonces… ¿nunca vas a contarme cómo aprendiste a
controlar la enfermedad sin la ayuda de ningún otro portador de la
enfermedad mágica?
—Tal vez algún día —dijo.
221
—Eh, ¿por qué no ahora? —le dije—. Eso sí, no me digas que es una larga
historia.
—Es... —Sonrió—. No es una bonita historia.
—¿A quién le importa? Todavía quiero oírla —le dije. Y tal vez encuentre
algo útil.
—No —dijo. Tal vez yo tenía razón sobre que me ocultaba algo, pero no
había nada que pudiera hacer para sonsacárselo. Típico. Nos quedamos
en silencio durante unos momentos, y luego fui a mi cuarto a prepararme
para la próxima clase.
***
Michael me alzó una ceja cuando me vio. Era el día de la fiesta de
cumpleaños de Adrian y Michael había venido a buscarme para que
pudiéramos ir juntos. Aunque era un poco difícil de creer, Paula había
hecho todo lo posible para lograr que la fiesta fuera perfecta. Ya había
visto el comedor, pues había estado ayudándola y diablos, el lugar parecía
completamente diferente.
—¿Qué? —le dije, sonriendo a Michael.
—¿Vas así? —preguntó, sorprendido. Volví a mirarme en el espejo para
comprobar si todo estaba bien. Llevaba pantalones vaqueros y una
camiseta azul claro. Tenía el pelo liso, como de costumbre y no había
nada, salvo mis altos tacones azul oscuro, que mostrara que iba a una
fiesta. Además, Paula había pedido específicamente que fuéramos de
estilo informal. Michael parecía estar sorprendido por ello, porque
usualmente yo solía llevar algo nuevo para las fiestas.
—Sí, ¿no te gusta? —pregunté.
—Claro que me gusta.
—Bueno —le dije—. Entonces estamos listos para ir.
222
Me tomó de la mano y salimos de la habitación. Michael estaba guapísimo,
como de costumbre, con sus vaqueros oscuros y una camisa blanca, pero
lo que quemaba a través de mí era la fuerza inusual de su elemento.
Estaba nervioso por algo, aunque su rostro no lo demostraba.
—¿Algo va mal? —Miré a sus ojos verdes.
—No —dijo él, sorprendido—. ¿Por qué lo preguntas?
—No lo sé —Mentí—. Tengo la sensación de que no estás contento por
alguna razón.
—Tienes razón —suspiró—. No estoy realmente emocionado con ir a la
fiesta de Adrian.
—Pero Paula la organiza —le dije—. Piensa solo que es su fiesta.
—Nunca voy a entender por qué se molesta tanto por ese hijo de puta —
dijo.
—Ella lo ama —le dije—. Haría cualquier cosa por él.
—Sí, pero él nunca haría lo mismo por ella —señaló Michael.
—Cierto —dije. Llegamos a la cafetería, así que, si Michael quería hacer
más comentarios al respecto, ya no podía. Al menos, no sin que lo oyera
Paula, porque como toda buena anfitriona, esperaba a los invitados en la
entrada. Yo había intentado convencerla de que debía estar adentro y
manteniendo un ojo sobre Adrian, pero ella prefería asegurarse de que
nadie se presentara sin invitación o que introdujera drogas o alguna otra
cosa. Me pregunté si había revisado a su propio novio.
—¡Hola! —Paula nos sonrió a Michael y a mí—. ¡Id dentro! Es
impresionante.
Sólo le devolví la sonrisa cuando entramos. La música estaba tan fuerte
que estaba segura de que estaba en lo cierto cuando dijo que la fiesta era
impresionante. Había tanta gente bailando y parada alrededor de las
mesas con bebidas y comida que parecía que toda la universidad estaba
223
allí. Vi a Adrian cerca de una de las mesas, charlando con algunas chicas.
Sus ojos se encontraron brevemente con los míos y empujé a Michael
conmigo hacia el lugar donde él estaba.
Pude sentir la mano tensa de Michael en la mía, pero me dejó arrastrarlo.
Adrian les dijo algo a las chicas y éstas se fueron. Sonrió mientras me
acercaba.
—Feliz cumpleaños —le dije, soltando la mano de Michael y dando un
paso hacia adelante para besar la mejilla de Adrian.
—Gracias —dijo en voz baja para que Michael no pudiera oírnos—. A tu
novio le gustaría verme muerto en este momento.
Sólo le sonreí y volví a Michael, cuyo elemento estaba por todo el lugar.
—Vamos —le dije, y Michael me siguió hasta la mesa más cercana. Estaba
tan enojado que incluso tuve miedo de tocarlo. No debería haber besado a
Adrian, pero apretar sus manos parecía incómodo, necesitaba un poco de
tranquilidad de los elementos para asegurarme de que podría pasar esta
noche.
—¿Por qué hiciste eso? —dijo Michael, cogiendo una botella de cerveza.
Tomé otra y trate de encontrar la manera de calmarlo.
—Es su cumpleaños —le dije—. Parecía una cosa amable de hacer.
Además, ¿cuántas chicas te besaron en tu cumpleaños?
Eso le detuvo por un segundo y con enojo tomó un trago de su cerveza.
Cuando creía que lo habíamos dejado, me miró.
—Podría haberte lastimado, Ria —dijo—. No soy celoso, porque sé que
me quieres, pero no te quiero cerca de alguien que tiene la enfermedad
mágica.
—Sé que no le dejarías lastimarme. —Sonreí y corrí el riesgo de tocar su
cara. Por fin se relajó bajo mi tacto y nos besamos.
—¿Quieres bailar? —dijo, tomando mi mano.
224
—Siempre —le dije, y dejando nuestras cervezas en la mesa, nos
reunimos al resto en la pista de baile. Nunca me había imaginado que yo
bailaría en el comedor, pero una vez que las mesas habían sido
removidas, casi parecía una pista de baile real. Dos horas más tarde,
estaba demasiado cansada para seguir bailando, así que nos fuimos a
sentar en las mesas que había en la esquina de la sala. Paula por fin estaba
dentro y charlaba con algunas chicas, que probablemente le decían lo
maravillosa que estaba la fiesta o algo similar.
Unas pocas chicas conocidas vinieron a decirme lo linda que era mi
vestimenta y qué afortunada era por tener un novio tan ardiente.
Michael fue por otra cerveza, mientras una de las chicas empezó a hablar
de algunas ropas lindas que había visto en una tienda. Mayormente la
ignoré, asintiendo un par de veces y miré a la multitud. Adrian estaba solo
junto a la mesa y bebía mientras todos los demás se divertían.
Una chica con una minifalda muy corta y un top que mostraba más de lo
que debería se le acercó, pero él sólo la despidió con la mano. Unos
momentos más tarde, lo vi salir por la puerta trasera y marcharse. Eso
me sorprendió, porque no tenía ni idea de por qué dejaba la fiesta,
especialmente su propia fiesta. ¿Qué iba mal? Si me sentía bien alrededor
de todos estos elementos, entonces el también debería. Revisé mi teléfono
por si acaso, pero no tenía ningún mensaje.
Esperé un momento a que regresara, pero no lo hizo. No había visto salir
a ninguna chica a escondidas detrás de él. Paula estaba demasiado
ocupada con otras chicas para notarlo y Michael estaba charlando con
algunos de sus amigos. Estaba muy contenta de que no hubiera ninguna
chica en ese grupo de amigos suyos. Sí, yo y mis viejos amiguitos los celos.
Consideré enviar un mensaje a Adrian, pero no estaba segura de que lo
leyera y probablemente no lo oiría si me contestaba. No, no podía
preocuparme por Adrian. No podía, ¿verdad? Suspiré y me levanté,
acercándome a la mesa con las bebidas. Miré a mi alrededor y cuando
estaba segura de que nadie me estaba mirando, cogí una botella de vodka
y corrí hacia la puerta trasera. Adrian probablemente estaba
225
divirtiéndose con una chica en su cuarto, e imaginé que iba a necesitar un
montón de vodka para borrar las imágenes que no podrían ser invisibles
después.
Llamé a la puerta de su habitación y no pasó nada. Tal vez no estaba allí.
Cogí el pomo y abrí la puerta. Estaba allí, solo, sentado en el alféizar de la
ventana y fumando. Entré, cerrando la puerta detrás de mí.
—¿Qué estás haciendo aquí? —preguntó, sin molestarse en mirarme.
—No sabía que fumabas —le dije
—No fumo —me respondió—. Esta es una ocasión especial.
—Una ocasión especial, seguro —le dije, caminando hacia él.
—No me has dicho qué estás haciendo aquí. —Por fin me miró y hubo
algo en sus ojos que no pude identificar... tal vez tristeza o resentimiento.
Sólo que no sabía que podría haber causado eso.
—No lo sé —dije y me senté en la cama levantando la botella de vodka—.
Te vi salir y pensé que algo andaba mal.
—Admítelo. Tú también te aburriste de la fiesta—. Él sonrió, pero la
sonrisa no alcanzó sus ojos.
—Tal vez —le dije—. Pero no puedo entender por qué no estás allí
coqueteando con alguna chica. Oh, excepto si estás esperando a que
alguien venga, entonces, mejor me voy antes...
—No estoy esperando a nadie —dijo, dejando el cigarrillo y tirándolo a la
basura. Luego se sentó a mi lado y pasó un dedo por mi brazo desnudo,
haciéndome temblar.
—Paula pasó por un montón de problemas para organizar esa fiesta —le
dije—. Al menos deberías estar allí con ella.
—No es mi culpa que ella decidiera realizar esa estúpida fiesta —dijo—.
Además, es mi cumpleaños. Puedo hacer lo que diablos quiera.
226
—¿Y cómo exactamente es mejor estar sólo en tu habitación que estar en
una fiesta? —pregunté mientras seguía el rastro de sus dedos por mi
brazo hasta que llegaron a la botella y la apartó de mí.
—No lo entenderías —dijo, abriendo la botella y tomando un gran trago.
—¡Guauu, despacioooo! —le dije, cogiendo la botella de su mano y
tomando un sorbo. El sabor agridulce me hizo cerrar los ojos por un
segundo.
—¿Es el elemento de Michael más fuerte que el tuyo, por lo que has
venido a recargar tus baterías? —preguntó.
—No seas idiota —le dije—. Estaba realmente preocupada por ti. Pero
pareces estar muy bien.
Me levanté para irme, pero él me agarró del brazo y casi dejé caer la
botella. Él la cogió, pero caí sobre la cama. No pude hacer otra cosa que
reírme.
—Bueno, juguemos a algo—le dije, sacándome mis zapatos y subiendo
mis piernas hacia la cama para poder sentarme.
—¿A qué? —Se sentó en la cama frente a mí.
—Verdad o reto. —Sonreí. Me sentía un poco borracha, pero eso no
significaba que no pudiera conseguir algo de información interesante de
Adrian. Él sólo me miró con recelo.
—¡Vamos! No seas cobarde —le dije.
—Está bien —dijo—. Pero recuerda que tú lo pediste. Ah, y quiero añadir
algo al juego.
—¿Añadir qué? —pregunté.
—Nos tomamos un trago de vodka después de cada pregunta —dijo. Yo
estaba mordiendo mi labio y pensando en ello.
Él sonrió.
227
—Cobarde.
—¡Lo haré! —Fruncí el ceño.
—Bien —dijo—. Así que, ¿verdad o reto?
—Umm —dije, tratando de pensar en que sería más fácil—. Verdad.
—¿Cuántos novios has tenido? —preguntó, estudiando mi rostro con
curiosidad.
—Cinco, antes de Michael —dije y él tomó un sorbo de vodka. Me limité a
sonreír—. ¿Verdad o reto?
—Verdad —respondió, lo que sinceramente me sorprendió, pero ya lo
esperaba, así que no me quejé.
—¿Dónde vivías antes de venir aquí? —pregunté, sabiendo que
probablemente había estado aprendiendo a controlar su elemento en
alguna parte. Tenía que haber un lugar para tal cosa, o tal vez había otras
maneras de hacerlo.
—En un lugar especial —dijo—. Para portadores de enfermedades
mágicas. O mejor dicho, un lugar especial de investigación.
Ah, así que había un lugar, pero no podía hacer dos preguntas, así que
tomé un trago de vodka.
—¿Verdad o reto, Ria? —Sonrió, y supe que había algo malvado en su
mente.
—Reto —le dije, aunque estaba segura de que iba a lamentarlo.
—Quítate el sostén —dijo y le miré boquiabierta.
—¡No voy a hacer eso! —le dije indignada.
—Tú empezaste el juego —dijo—. No es mi culpa. Por lo tanto, hazlo o no.
Ah, y puedes mantener tu top encima.
228
Le di una mirada furiosa mientras pensaba qué podía hacer. Pero él tenía
razón, era mi culpa. Suspiré y me metí la mano bajo mi top para
desenganchar el maldito sujetador. Tras un momento de hurgar, me las
arreglé para sacarlo sin mostrar demasiada piel.
—¿Contento? —pregunté siendo poco amistosa y vi un brillo alegre en
sus ojos. Sí, mi top era demasiado transparente. Maldición.
—Sí, muy feliz. —Él me dedicó una sonrisa y tomó otro sorbo de vodka.
Eché un vistazo a la botella y no pude dejar de preguntarme cuántos
tragos había tomado mientras yo estaba sacándome el sujetador.
—Genial —dije sarcásticamente—. ¿Verdad o reto?
—Verdad —dijo—. Pero sólo porque ya sé lo que quieres.
¿Se suponía que eso debería hacerme sentir mejor? Sí... claro.
—Ese lugar donde vivías —le dije—. ¿Cómo era?
Él sonrió amargamente y sacudió su cabeza.
—No lo quieres saber.
—Sí, quiero —le dije.
—¿De verdad quieres toda la historia?
—Sí.
—Bien —dijo él, cogiendo algunas almohadas y colocándolas en la
cabecera para que pudiera descansar más confortablemente—. Ven aquí.
Mudé mi posición y me acosté a su lado, puse mi cabeza sobre su pecho y
dejé que pusiera su brazo alrededor mío. Medio esperaba que alcanzara
mis senos, pero él mantuvo su brazo firme alrededor de mi cintura.
—¿Has estado alguna vez en un hospital? —preguntó.
—Umm, una vez. Fui a visitar a alguien.
229
—Bueno, allí huele como un hospital. Es un lugar enorme con horribles
paredes blancas. La mayoría de las habitaciones son laboratorios
utilizados para el descubrimiento de cosas y la investigación sobre los
elementos y la enfermedad. Pero no descubren mucho, o al menos no lo
comparten con el mundo —dijo—. La otra parte del edificio se utiliza
como un lugar en el que algunos de los científicos viven y... para otros
fines. Uno de esos lugares especiales es una habitación hecha para llevar a
cabo experimentos en portadores vivos de enfermedades mágicas.
—Estuviste en ese cuarto —dije, mi voz era sólo un poco más fuerte que
un susurro.
—Sí, estuve allí. Demasiadas veces —dijo—. Probablemente fui el primer
portador vivo de la enfermedad mágica que tuvieron.
—¿Qué tipo de experimentos hicieron?
—Todo tipo de experimentos —dijo—. Usaban elementos para casi cada
uno de ellos.
—¿Cómo es esa habitación? —pregunté, tratando de imaginarla.
—No es mucho más grande que esta. Tiene paredes y suelos blancos, a
excepción del vidrio grande y negro en una pared. Ellos pueden ver a
través de ese cristal desde el otro lado, pero tú no puedes verlos. Y no hay
nada más en esa habitación —dijo y tomó un sorbo de vodka. Podía sentir
sus músculos tensándose en mí. Esperé a que continuara, sin querer
incitarlo. Parecía que el lugar era un cruce entre un hospital psiquiátrico y
una cárcel—. Ellos me pusieron ahí y jugaron con los elementos a mi
alrededor —continuó—. Se esforzaron mucho en hacerme perder el
control y disfrutaron cuando me golpeaban para detenerme de atacarlos.
Pero una vez asusté mucho a una mujer.
—¿Qué hiciste con ella? —le dije, preguntándome qué haría si alguien
tratara de hacer experimentos en mí.
—Ella trató de utilizar el fuego frente de mí —dijo—. La dejé acercarse a
mí, a pesar de que era tan duro mantener la calma. Entonces barrí el piso
230
bajo sus pies y ella terminó tirada en el suelo. Fue muy gracioso, excepto
que ella no pensó eso.
—Bruja —murmuré y le quité la botella para tomar un sorbo.
—Sí —dijo—. Ella les dijo a todos que yo era peligroso y que debía ser
asesinado. Sin embargo, los otros querían hacer más experimentos, así
que simplemente me dejaron allí. Después de no sé cuánto tiempo, me di
cuenta de que tenía algo así como un elemento en mí y lo usé. Me ayudó, a
pesar de que casi me congelé hasta morir.
—¿Congelado hasta morir? pero, ¿cómo? —le dije, mirándolo.
—Ahí no había nada que pudiera convertir en hielo y no quería que lo
supieran. No tengo ni idea de lo que me habrían hecho si se hubieran
enterado —dijo—. Así que volvía el aire frío y sólo me detenía para que
no se dieran cuenta. O si estaba demasiado frío o cansado para continuar.
—¿Cómo saliste de ahí? —pregunté. Tal vez lo estaba inventando todo,
pero ¿por qué iba a hacerlo? Mi mente estaba un poco confusa, estaba
segura de que algo se me estaba olvidando, pero eso no importaba. No
podía importar si no podía recordar lo que era, ¿verdad?
—Alan no quería trabajar y vivir allí. Se cansó de ese lugar y recibió una
oferta de trabajo aquí, como no podía dejarme, no tuvo más remedio que
llevarme con él —dijo—. Por supuesto, eso pasó después de empezar a
controlarme mejor, así que Alan consiguió el permiso del Consejo. Tuve
mi vida de regreso el día que vinimos aquí, porque no sólo se detuvieron
de experimentar en mí, sino que también me devolvieron todo lo que me
pertenecía. Cosas que mis padres me habían dejado.
—Así que, ¿eres dueño de la compañía que tenía tu padre? —le pregunté.
—Sí, es mía. Pero otros la están dirigiendo ya que yo no sé nada de
negocios y nunca confiarían en mí de todos modos —dijo—. Pero está
bien, ya que me da dinero.
231
—Genial —le dije, no me había fijado que aún sostenía la botella de vodka
hasta que Adrian la tomó de mis manos y la colocó sobre la mesita de
noche. Comencé a levantarme, pero entonces mis ojos se posaron en sus
labios.
—Tus labios están secos —le dije con una voz que no sonaba como la mía.
Genial, probablemente estaba borracha. Pero no me importaba.
—¿Y? —Me levantó una ceja.
—Puedo arreglarlo —le dije, buscando en el bolsillo de mis vaqueros—.
Tengo un bálsamo para los labios en alguna parte.
—Oh no, no vas a ponerme bálsamo para los labios —dijo. Encontré el
pequeño tubo en el bolsillo izquierdo y sonreí triunfalmente.
—Sí, lo haré —dije, tratando de abrir la estúpida cosa, pero mis dedos se
resbalaban. Maldita sea, ¿cuándo estas pequeñas cosas se habían vuelto
tan difíciles de abrir? Finalmente la abrí y puse un poco en mi dedo... y
algo cayó sobre mis vaqueros, pero no me importó. Me acerqué para
ponerlo sobre sus labios.
—¡No! ¡Mantén esa maldita cosa alejada de mí! —gritó, pero no me
detuve. Tomó mis dos manos y me mantuvo a una distancia prudencial, yo
no dejé de intentarlo. Después de un intento de alejarme, acabamos
rodando por la cama. En lo que pareció un segundo, caímos al suelo. En
realidad, caí sobre él y eso suavizó mucho mi caída.
—Ouch —dijo, haciendo una mueca de dolor.
—Lo siento —dije, pero no soné como si realmente lo hiciera, una risita
escapó de mis labios. No pude evitarlo, pero había algo gracioso en todo
esto. Me miró y también se echó a reír. Cuando volví a mis cabales, me di
cuenta de que todavía tenía un poco de bálsamo para los labios en mi
dedo.
—No, no hagas eso. —Él alejó su cabeza. Lo miré y luego a mi dedo. Oh,
bueno, si no lo quería... llevé mi dedo a mis labios.
232
—¿Qué estás haciendo? —Movió la cabeza hacia atrás para mirarme y vi
la oportunidad de hacer lo que quería. Llevé mis labios hacia los suyos
antes de que pudiera protestar de nuevo. Sólo que esta vez el no trató de
alejarme. Me devolvió el beso. ¿Me besó? Una parte de mi cerebro sabía
que había algo malo en eso, pero mi cuerpo no lo sabía. Sus labios eran
tan suaves y cálidos sobre los míos y no existía nada excepto nosotros.
—No en el suelo —dijo, rompiendo el beso. Me levanté temblando y me
dejé caer en la cama. Tenía razón, la cama era mucho más cómoda. Él se
levantó y se subió sobre mí. Me miró con sus ojos azul-grisáceos y sonrió.
Sus ojos nunca habían sido tan hermosos como en este momento.
—Bésame —susurré, y lo hizo. Mis brazos se deslizaron alrededor de su
cuello y su mano acabó bajo mi top, acariciando mi pecho. Esto tenía que
estar prohibido en muchos niveles, pero se sentía tan bien. Yo no quería
que se detuviera.
Recorrió mi cara desde mi mejilla, mi clavícula... Mis manos se aferraron a
su camisa y me ayudó a quitársela. Sus labios estaban sobre los míos otra
vez, enviando escalofríos por todo mi cuerpo.
—Quita... —susurré—, telo.
Me miró y tiré mi top para mostrarle lo que quería. Le tomó un segundo
entender y pronto mi top estuvo en algún lugar del suelo. Cada caricia,
cada beso, me traía oleadas de placer. Nunca me había sentido tan bien en
toda mi vida.
Se detuvo de repente y me miró con esos hermosos ojos azul-grisáceos.
Fruncí el ceño al principio, sin entender por qué estaba esperando.
Entonces miré mi cuerpo y me di cuenta de que lo único que había entre
él y yo eran sus boxers. No recordaba exactamente en qué punto mis
bragas habían desaparecido, pero no importaba.
Traté de tirar de él más cerca y besarle, pero no me dejó. Estaba
mirándome fijamente. De repente supe lo que quería. Esta era mi
oportunidad de decir no. Esta era mi oportunidad de parar, pero yo no
233
quería hacerlo. Le hice un leve asentimiento y él alcanzó el cajón de su
mesita de noche. Tal vez no podíamos infectarnos el uno al otro con la
enfermedad mágica, pero había otras consecuencias no deseables.
En un segundo, él me estaba besando de nuevo, clavé mis uñas en su
espalda y no me importó si iba a dejarle marcas. El mundo de repente
parecía un lugar agradable y feliz y yo quería que durara.
234
Traducido por Palmabeca
Corregido por Vickyra
lguien estaba llamando a la puerta, lo suficientemente fuerte como
para que lo oyese a través de mi sueño. Sentí el cambio en la cama
y abrí lentamente los ojos. Las imágenes de la noche anterior me
golpearon la cabeza como una ola, me mareé durante un segundo. Me
había acostado con Adrian.
—¡Adrian! ¡Abre la maldita puerta! —reconocí la voz de Alan y miré a
Adrian con pánico. Se levantó de la cama, encontrando sus calzoncillos y
sus vaqueros y poniéndoselos. Miré a mi alrededor y vi mi ropa esparcida
por todas partes. Sólo tuve el tiempo suficiente para ponerme la ropa
interior porque Adrian ya estaba yendo hacia la puerta.
—¡No! —susurré, pero no me hizo caso. No tenía otra opción más que
envolver las mantas a mi alrededor y esperar a ver qué pasaba. Adrian
abrió la puerta y se alejó cuando Alan irrumpió en el interior. La mirada
en la cara de Alan cuando me vio allí en la cama y el estado de la
habitación era de shock, sorpresa y furia pura.
—¿Qué has hecho? —dijo Alan, dirigiéndose a Adrian.
—¿Qué parece, genio? —dijo Adrian, mirándolo divertido. Alan dio un
paso hacia él y lo abofeteó con fuerza en la cara. Pero Adrian sólo le
sonrió.
—No creías que pudiera tener sexo con cualquier chica que quisiera —
dijo—. Bueno, ahora ya tienes la prueba.
A
235
—Pero tú, ¿Ria? —Alan me miró, me mordí el labio y aparté la mirada de
sus ojos que me juzgaban. No había ninguna excusa para lo que había
hecho. Y no podía culpar a nadie más que a mí misma.
—Quiero verte en mi oficina —dijo Alan—. A ambos.
Con eso, salió de la habitación. Adrian cerró la puerta tras él y se acercó a
recoger su camisa, con una sonrisa de satisfacción en su rostro.
—Eres un hijo de puta —le dije con rabia, recogiendo mis cosas—. ¡Tú
sabías que iba a venir! ¡Joder, lo sabías! ¡Me has utilizado!
—Disfrutaste de cada pedacito de esto. —Sonrió—. Y no me importa lo
que pienses.
Así que, eso fue todo. Yo era sólo otra chica en su famosa lista y tenía un
testigo. No estaba segura de lo que había estado esperando, pero anoche
no había estado pensando en nada de eso. ¿Cómo iba a mirar a la cara a
mi novio? ¿Cómo iba a mirar a la cara de mi mejor amiga, sabiendo que yo
me había acostado con su novio?
Me vestí lo más rápido que pude y salí corriendo de la habitación. Cuando
estuve a salvo en mi propio cuarto, las lágrimas comenzaron a caer
libremente por mi rostro. Cogí el teléfono y vi un montón de mensajes de
preocupación y llamadas sin respuesta de Michael. Él estaba preocupado
por mí, como de costumbre y yo le había dado una puñalada trasera. Me
las arreglé para enviarle un mensaje de que estaba bien y que iba a verlo
en el almuerzo. No estaba segura de lo que iba a decir o hacer, pero tenía
que hacer algo... cualquier cosa.
Ahora sabía por qué Adrian era como era, pero eso no le daba el derecho
de ir y jugar con los sentimientos de cualquier chica. Por un momento
deseé que Alan decidiera enviarlo de regreso a ese lugar horrible, pero,
¿qué sería de mí si eso sucediera? ¿Por qué depender de un hombre tan
odioso? ¿Cómo vuelvo a ir a él para obtener el control sabiendo que me
había engañado? ¿Y había algo de verdad en ese chico que a veces se
236
preocupaba por mí cuando lo necesitaba, o había sido todo un truco para
conseguir que me gustase? No estaba segura. No estaba segura de nada.
Después de un par de horas meditando en mi habitación, decidí que no
podía volver atrás en el tiempo y cambiar nada, así que sería mejor que lo
aceptara. Era la hora de comer y tenía que ver a Michael sin importar
importa qué y contarle todo. Si iba a odiarme, le dejaría hacerlo. Tenía
todo el derecho. Paula también. Probablemente me quedaría sola en el
mundo, pero no quería pensar en eso.
Mientras caminaba por el pasillo hacia el comedor, me di cuenta de que la
gente me miraba de forma diferente. Algunos chicos se reían en voz baja
después de que pasase y las chicas me daban miradas sucias.
—Eres una puta —gritó una rubia tras de mí—. Simplemente no podías
ser feliz con uno, ¿verdad? ¡Tenías que tener a los dos!
La miré con sorpresa. No, de ninguna manera. No pudo haber propagado
la noticia, ¿verdad?
Porque si lo había hecho, iba a matarlo.
—¡Pelea! ¡Pelea! ¡Pelea! —Oí que alguien gritaba y corría por el comedor,
empujando a la gente fuera de mi camino. No tuve tiempo para darme
cuenta de que el comedor estaba de vuelta a su estado normal, porque la
gente estaba de pie en un círculo en el centro de la misma. Algunos
gritaban, algunos aplausos fueron... fue un desastre total. Me las arreglé
para llegar a la parte delantera y en ese momento vi a Adrian dándole
puñetazos a Michael en la cara. Los dos se miraron como si estuvieran en
medio de una guerra.
—¡Alto! —grité, pero o no me oyeron o no les importó. Vi a Paula en el
otro extremo, con las manos tapándose la cara. Estaba llorando. El
elemento de Michael se estaba haciendo cada vez más y más fuerte y me
recordó algo que había aprendido acerca de la enfermedad y que la magia
se hacía más fuerte en las peleas. Realmente podrían matarse unos a
otros. Sabía que no podía quedarme allí y corrí hacia ellos en el mismo
237
momento en que Alan apareció. Pero yo estaba más cerca de Adrian y él
más cerca de Michael.
No estaba segura de si Adrian había dicho algo sobre que yo tenía la
enfermedad a nadie, pero no tenía tiempo para pensar en ello. Otros se
unieron para ayudar a separarlos y Alan logró sacar fuera a Michael del
alcance de Adrian. Corrí hacia Adrian y le agarré del brazo, pero él me
apartó de un empujón.
—¡Alto! ¡Adrian, detente! —Me puse delante de él y puse mis manos a
ambos lados de su cara. Sus ojos azul-grisáceos estaban desenfocados, y
aunque él me miraba, yo sabía que no me veía.
—Mírame —le dije—. Adrian, mírame. Por favor.
Parpadeó y la sorpresa se escribió en toda su cara. Mi contacto lo calmó lo
suficiente para traerlo de vuelta desde el modo asesino a la realidad. Si no
fuera por su labio partido, no sería capaz de decir que había estado en una
pelea en absoluto. Alan vino hacia nosotros y tomó a Adrian por el brazo
para sacarle de allí.
—No sé lo que hiciste —me dijo Alan—. Pero todavía quiero verte en mi
oficina.
Se alejaron y me di la vuelta para ver a Michael y a Paula allí, de pie. Un
moretón se estaba formando en el pómulo de Michael, pero sabía que no
era la razón por la cual sus ojos verdes estaban llenos de dolor y tristeza.
El maquillaje de Paula estaba manchado por toda la cara y me miraba a
través de las lágrimas. Di un paso hacia ellos, pero Michael se dio la
vuelta, tomó la mano de Paula y se alejaron de mí.
Por lo que pude oír mientras caminaba de regreso a mi habitación, Adrian
se había acercado a Michael y le dijo que se había acostado con su novia.
Michael no lo había creído al principio, pero Adrian le preguntó si sabía
dónde había estado la noche entera. Luego Michael le dio un puñetazo y
empezó la pelea. No podía creer que Adrian hubiese hecho tal cosa
238
cuando ya había hecho mucho para hacerme daño. Pero supuse que sólo
quería pegarle en la cara a Michael. Eran enemigos después de todo.
Alan me llamó justo cuando estaba tramando cómo evitar su oficina. No
había nada que pudiera hacer, así que lo seguí a su guarida molesta,
claustrofóbica. Cuando entramos, inmediatamente vi a Adrian apoyado en
la pared, con los brazos cruzados. Le eché la mirada más fría y más
enojada que pude reunir, pero él sólo me observó pasivamente.
Me senté en una de las conocidas sillas rojas y esperé.
—Siéntate, Adrian —dijo Alan, sintiéndose cómodo en su propia silla.
Adrian no se movió—. ¡Siéntate! —repitió Alan y Adrian de mala gana se
arrastró hasta la silla. Por alguna razón, evitó mirarme mientras se
sentaba en la medida de lo que pudo. Extraño. ¿No debería ser yo la que
quisiera evitarlo?
—No puedo creer lo que habéis hecho —dijo Alan—. Especialmente tú,
Ria.
—No somos niños —dijo Adrian a través de sus dientes.
—No me importa —dijo Alan—. ¡Fuisteis tan estúpidos como para
adoptar un comportamiento peligroso!
Solté un bufido. No estaba de humor para paternalismos y no
especialmente del tipo que no tenía absolutamente nada que decir en mi
vida. Además, tenía cosas mucho más importantes que hacer, como
encontrar la manera de explicar todo a dos personas muy importantes en
mi vida, que probablemente no querrían verme nunca más.
—Ria, no creo que entiendas la gravedad de esta situación. —Alan estaba
frunciendo el ceño.
—Deja que se vaya, Alan —dijo Adrian de repente—. Es culpa mía.
—¿Culpa tuya? Sí, me imaginé eso, pero también es culpa de ella —dijo
Alan—. A menos que la obligases a tener relaciones sexuales contigo.
239
—Yo... —Adrian parecía no estar seguro de qué decir. Estaba mirando
hacia abajo a sus manos en su regazo. Me fulminó con la mirada. ¿Qué
diablos estaba tratando de hacer? ¿Suicidarse?
—Adrian, sal fuera un momento —dijo Alan—. Necesito hablar en privado
con Ria.
Adrian se levantó y fue hacia la puerta, sin mirar siquiera hacia mí. Yo
realmente deseaba en ese momento poder leer su mente, porque no
estaba segura de lo que estaba pasando.
—¡Oh, por favor! —dije—. Tuvimos sexo, ¿y qué? Eso no es problema de
la universidad.
—No, no lo es —dijo Alan—. Pero es mío.
—¿Por qué? —dije, molesta. ¿Porque eres el tutor de Adrian? Bueno,
también se acostaba con su novia y no recuerdo que te quejaras.
—Sí, y la diferencia es que Paula es su novia y tú —dijo—. En realidad,
Paula me dijo que no podían soportarse el uno al otro. Dijo que querías
que todos los portadores de la enfermedad mágica muriesen. Dudo
mucho que hayas cambiado de opinión.
—¿Qué quieres decir? —dije, preguntándome por qué demonios le había
dicho Paula tanto a este hombre.
—Que Adrian te ha obligado a acostarte con él y estás preocupada por su
reputación y tal vez temes por tu vida demasiado para admitirlo —dijo.
Genial, jodidamente genial.
—Te encanta esto, ¿verdad? —Lo fulminé con la mirada—. Te encantaría
deshacerte de él para siempre y tener una vida normal.
—No, Ria, no es así —dijo, sorprendido—. Sólo estoy preocupado por la
seguridad de los estudiantes.
—Bueno, no tienes que estarlo —le dije—. Están perfectamente a salvo.
240
—Ria, puedo asegurarme de que nunca te haga daño otra vez —dijo—. No
creas que olvidé de ese incidente cuando le golpeaste. Y sé que te dije que
lo evitases. No sé cómo te amenazó, pero estoy seguro de que hay más
que esto.
—No me violó —dije, tratando de mantener la calma. Si muestro algún
signo de la enfermedad ahora, culparían a Adrian de esto. No podía dejar
que eso sucediese.
—Está bien, pero ¿te ha amenazado? ¿Chantajeado? ¿Drogado? —dijo, y
mi ceño se profundizó mientras seguía hablando.
—¿Cuántas veces tengo que decir que no?
—No vas a convencerme —dijo, tratando de parecer inofensivo y de buen
corazón—. ¿Por qué ibas a acostarte con el novio de tu mejor amiga?
Sobre todo, cuando tienes novio. Sé que no eres esa clase de chica.
Bueno, eso era una buena pregunta. ¿Por qué lo había hecho? Yo había
estado borracha y Adrian era guapo, pero eso no fue todo. Tenía que
haber algo más que lo hubiese causado. ¿Tal vez el hecho de que podría
hacerlo con seguridad sólo con él? No lo sabía y no quería hablar de eso
con este hombre.
—Tomaré el detector de mentiras —dije, mirándolo a los ojos. Eso lo
confundió por un momento, porque seguramente había esperado mi
confesión de que Adrian me había obligado de alguna manera a acostarme
con él.
—¿Así que realmente te acostaste con él porque quisiste? —La
incredulidad fue escrita en toda su cara.
—Sí.
—Supongo que entonces me equivoqué. Lo siento, Ria. —Suspiró—. Si
necesitas alguien con quien hablar, ya sabes dónde encontrarme.
—Sí —dije, tratando de no poner los ojos en blanco. ¿Este tío tenía que
saber todo acerca de la vida de los estudiantes?
241
—Puedes irte —dijo, y me levanté de inmediato. Adrian esperaba afuera,
parecía nervioso. Me acerqué a él.
—¿Qué te pasa? —dije—. Primero alardeas de acostarte conmigo, luego
una pelea con Michael y ahora ¡haces que todo suene como si me violaste!
—¿Le dijiste algo? —dijo con urgencia.
—¿Sobre qué?
—Ya sabes —dijo, bajando la voz—, tu condición.
—No —dije—. No estoy tan loca.
El alivio pasó por sus ojos.
—Espera —dije—. ¿Creíste que Alan podría haberlo sacado de mí de
alguna manera? ¿Creíste que decir que me violaste parecería suficiente
creíble para que él dejara el tema?
—Por supuesto que no —dijo, pero la expresión de su rostro lo traicionó.
—¡Eres un idiota! —grité—. ¿Cómo te atreves a arriesgar tu vida por...?
Las palabras quedaron atascadas en mi garganta. Me quedé mirándole, sin
saber qué pensar.
—Bueno, tal vez soy un idiota —dijo—. Pero tenía miedo de que se lo
dijeras a todos ya que estabas enfadada por lo de antes... y... no tenía ni
idea de qué hacer.
—¿Por qué? —dije—. ¿Por qué te importa?
—No quiero que te vayas por las mismas cosas que hice —dijo,
mirándome sincero—. No quiero que nadie pase por eso.
—¿Así que arriesgarías tu propia vida sólo para evitar eso? —Levanté una
ceja.
—No, estaba esperando que fueses inteligente y supieses qué decir. —
Sonrió.
242
Puse los ojos en blanco. ¿Por qué llegué a pensar por un segundo que él
era una buena persona? Todavía era ese bastardo arrogante y
manipulador que pensaba que podía conseguir lo que quisiera. Y siempre
lo conseguía. Maldita sea.
—Voy a decirle la verdad a Michael y a Paula, te guste o no —dije—.
Tengo que tratar de explicárselo de alguna manera.
—Bien —dijo—. Pero piensa que nos estás poniendo a ambos en peligro.
Le di una mirada fría y me fui.
243
Traducido por kristel98
Corregido por Eneritz
ichael y Paula habí an conseguido evitarme durante dos semanas
completas. No respondieron a ninguna de mis llamadas y
apartaban la vista cuando nos cruza bamos en el pasillo. Paula
todaví a esperaba que Adrian viniera a hablar con ella, pero e l no se
molesto en buscarla. En lo que a e l concerní a, su relacio n habí a
terminado. Estaba segura de que tení a ya a alguien en mente, pero no
tení a ganas de hablar con e l sobre eso.
Un dí a me decidí a resolver finalmente la situacio n entre Michael, Paula y
yo. Me habí a pasado todo el dí a envia ndoles mensajes y llama ndoles, así
que accedieron a encontrarse conmigo en el laboratorio. Pense que el
laboratorio era el mejor lugar, ya que Paula tení a la llave y nadie podrí a
escucharnos allí . No sabí a si Paula habí a conseguido la llave por su e xito
acade mico o su situacio n con Adrian, pero eso no importaba.
Ya estaban espera ndome en el interior cuando me presente . Cerre la
puerta y la cerre con llave detra s de mí .
—Hey —dije y me acerque a ellos, senta ndome en una de las sillas. No
dijeron nada, pero me quede mira ndolos, mirando la expresio n de sus
rostros sombrí os e implacables. Podí a hacerlo. Tení a que hacerlo.
—Realmente siento mucho lo que paso —dije, respirando
profundamente—. No era mi intencio n haceros dan o. Yo...
—¿Es cierto que te acostaste con e l? —dijo Michael tragando saliva y
tratando de mantener el rostro inexpresivo—. ¿Voluntariamente?
M
244
—Sí —dije y Paula rompio a llorar.
—¿Por que ? —Se atraganto —. ¿Por que con mi novio?
—No lo se —dije—. Es algo que... que paso .
—¿Que paso ? Pero, ¿co mo? —dijo Michael con una pizca de enojo en su
voz—. ¡Lo odiabas! Ni siquiera querí as verlo y de repente acabas...
—Hay algo que ambos necesita is saber —dije—. Algo que no os dije
porque tení a miedo... Tení a miedo de perderos, pero ahora supongo que
no importa.
—¿Decirnos que ? —dijo Michael con suspicacia.
—Michael. —Lo mire fijamente—. ¿Te acuerdas de aquella noche en que
casi nos acostamos? ¿Cuando perdí el equilibrio y casi te ahogue hasta la
muerte?
—Sí , pero no veo que tiene eso que ver —dijo. Ambos estaban mira ndome
fijamente, tratando de averiguar de que estaba hablando. Habí a un bulto
enorme en mi garganta, pero tuve que sacar las palabras antes de
empezar a llorar o algo así .
—No perdí el equilibrio —dije—. Trate de matarte... al principio...
porque... porque tengo la enfermedad ma gica.
Las la grimas brotaron de mis ojos mientras lo decí a. Sentí a como si al
decirlo en voz alta delante de dos personas muy importantes en mi vida
todo se volviese ma s real. Por fin admití que tení a la enfermedad y que no
iba so lo a desaparecer. Michael y Paula me miraron sorprendidos, sin
poder creer lo que acababan de oí r.
—No. —Paula nego con la cabeza—. No puede ser. ¡No puede ser!
—Sí , yo tampoco podí a cree rmelo —dije, dejando correr libremente las
la grimas por mi rostro.
—¿Co mo? ¿Co mo te contagiaste? —Paula parpadeo a trave s de las
la grimas. Convirtie ndonos en una enorme fiesta de lloriqueo.
245
—No lo se . Creo que lo herede —dije—. Pero todaví a estoy tratando de
averiguar...
—¿Por que no nos lo dijiste? —Michael estaba de repente delante de mí ,
tirando de mí en un apretado abrazo.
—No podí a... Pense que ibas... a odiarme —exclame —. Y querí a que se
fuera... no se . Fui una estu pida, lo se ...
—Ria. —Paula se puso a mi otro lado, poniendo sus manos mi
alrededor—. Te queremos. Jama s podrí amos odiarte. ¿Verdad, Michael?
—Verdad —dijo y nos quedamos durante algu n tiempo así , abraza ndonos
y llorando. Despue s de calmarnos, les conte todo lo que me habí a
sucedido estos meses, pero evite intencionalmente mencionar alguno de
los secretos de Adrian. So lo les conte co mo habí a sido Adrian
ayuda ndome a mantener el control de mí misma y lo horrible que era
sentir los elementos.
—Voy a encontrar una cura, Ria. —Paula me cogio las manos entre las
suyas—. Te lo prometo. No voy a dormir, ni me preocupare por estudiar...
pero encontrare una cura, ¿entendido?
—Se que lo hara s, pero no pasa nada. No te preocupes por mí —dije—.
Estare bien.
—Claro que lo estara s. Pero creo que he descubierto el lugar donde el
gobierno mantiene los archivos secretos. Si partimos de ahí , podemos
obtenerlos y encontrar una cura y... —Paula estaba muy entusiasmada con
su plan para salvarme. Ella y Michael hablaron como si hubiera vuelto de
entre los muertos y, tal vez, lo habí a hecho. Les dije por que no querí a que
nadie supiera lo de la enfermedad y ambos juraron guardar el secreto.
Habí a sido realmente una idiota. ¿Co mo podrí a no haber confiado en
aquellos que se preocupaban tanto por mí ?
—Te ayudare . —Michael sonrio a Paula—. Hare lo que sea para ayudar a
mi novia con esto.
246
—¿Novia? —Lo mire con sorpresa.
—Sí , eres mi novia, ¿no? —dijo y no pude creer lo que estaba oyendo.
—¿Quieres decir que...? ¿Puedes perdonarme...?
—Te amo, Ria —dijo—. Y se que tu tambie n me amas. Lo que paso entre
tu y Adrian... no importa. Utilizo tu vulnerabilidad y eso es todo.
¡Que bien sonaba cuando lo poní as de esa manera! Y tal vez era cierto. No
estaba segura. Todo lo que sabí a era que no querí a perder a Michael, no
otra vez.
—Michael... no se que decir…
—¿Quieres ser mi novia? —Sonrio —. ¿Otra vez?
—Me encantarí a —le dije—. Pero no estoy segura de que sea una buena
idea. Todaví a no puedo estar rodeada de gente sin la ayuda de Adrian.
—Lo se y no voy a estar enfadado por eso. Te lo prometo —dijo—.
Adema s, ya sabes lo que pasa con Adrian. Nunca se acuesta dos veces con
la misma chica... oh, lo siento, Paula.
—No pasa nada. —Suspiro —. Ya he terminado con e l. Nunca me ha
amado.
—Te mereces algo mejor —dije y ella sonrio . Era tan bonito tener de
nuevo a mi mejor amiga. Sabí a que le llevarí a algo de tiempo recuperarse
de esto, pero estarí a bien.
Ella habí a necesitado algo tan grande, como Adrian acosta ndose con su
mejor amiga, para demostrarse que no era para ella y que debí a dejar de
tratar de convertirlo en una persona mejor. Y realmente era demasiado
buena para e l, igual que Michael era demasiado bueno para mí ...
—Entonces, ¿que dices? —Michael estaba a centí metros de mí , sus ojos
verdes brillaban como dos esmeraldas.
247
—Sere tu novia... otra vez. —Me sonrio y me beso . Sentí el agua a mi
alrededor y me aleje .
—Lo siento... tu elemento —dije, da ndome la vuelta y respirando
profundamente. Sabí a que no serí a de ayuda, pero en esta pequen a
reunio n estaba todo demasiado lleno de emociones y me habí a escurrido.
—Lo siento —dijo Michael—. Tendre ma s cuidado.
—Pero no entiendo por que todaví a tienes tu elemento. —Paula fruncio el
cen o de nuevo en su modo cientí fico—. Puedo hacerte algunas pruebas...
—No —dije. No les habí a hablado de lo de Adrian por lo que, ba sicamente,
Paula me consideraba un milagro.
—Sí , pero podrí a ayudar —dijo—. Todaví a no sabemos co mo obtuviste la
enfermedad y, ¡no puedo creer que no hayas buscado respuestas!
—Lo hice, pero creo que debo tener cuidado con esto —dije—. Mi
hermano me dijo que no se lo dijera a mis padres, así que debe saber algo.
Y estoy bastante segura de que mis padres no tienen la enfermedad... No
se , es todo tan confuso…
—Tenemos que conseguir esos archivos secretos —dijo Paula con
determinacio n—. Y de acuerdo con mis libros, esta n cerca de aquí .
Apuesto a que esta n en ese edificio que el Consejo ha hecho. Es justo un
destino perfecto.
—No lo creo —le dije—. Es demasiado obvio.
—No, creo que Paula tiene razo n —dijo Michael. Sabí a que ambos estaban
equivocados, pero no les podí a decir que ya habí a estado allí con Adrian
para robar ese maldito diario. Tal vez deberí a haberlo dicho todo, pero
entonces no habrí a duda sobre Adrian y no querí a traicionarle.
Es curioso, porque estaba segura de que e l sí me traicionarí a.
248
Paula estaba entusiasmadí sima con la nueva investigacio n y mi caso que
no podí a soportar un minuto ma s con ellos. Sus elementos estaban por
todo el lugar y no podí a arriesgarme.
Nos abrazamos a toda prisa y entonces fui a buscar a Adrian. Casi me
sentí a culpable por hacer eso ahora que Michael y Paula me habí an
perdonado, pero no habí a nada ma s que pudiera hacer.
***
Me estremecí al entrar en la habitacio n de Adrian porque el aire era ma s
frí o en el interior que en el exterior en una noche de invierno. Adrian
estaba sentado en el alfe izar de la ventana, como de costumbre, mirando
por la ventana.
Ahora sabí a mejor por que le gustaba tanto ese lugar. Pasar demasiado
tiempo en una habitacio n sin ventanas puede hacerte amar las ventanas.
—No soy un pingu ino, ya lo sabes —le dije y me miro como si estuviera
loca—. ¡La habitacio n esta helada! —dije, frota ndome las manos.
—Oh, lo siento —dijo, mira ndome sorprendido. No se habí a dado cuenta
que estaba haciendo eso. Extran o. Empece a caminar hacia e l y metí la
mano dentro de mí en busca de mi elemento. Esta habitacio n necesitaba
un poco de calor.
—So lo abra zame, ¿puedes? —dije y terminamos acostados en la cama.
Sus brazos estaban alrededor de mí , como de costumbre y se sentí a tan
bien que no pude evitar sentirme como si estuviera traicionando a
Michael otra vez... y a mí misma. Pero Michael habí a accedido a esto,
¿verdad? ¿Cierto? No habí a nadie para responder a esa pregunta.
—¿Se lo contaste? —pregunto Adrian.
—Sí . Me perdonaron. Sigo siendo la novia de Michael. Y no les dije nada
que te involucrara... si eso es lo que te preocupa.
—Bien —dijo. ¿Por que seguí a tratando de ser amable con un chico que
habí a jugado conmigo y podrí a an adirme a su lista? Por alguna razo n
249
desconocida esperaba que todo no hubiese sido so lo un acto para hacer
que me acostara con e l. Algo andaba mal conmigo.
—Paula y Michael creen que hay archivos que podrí an ayudar a que Paula
descubra una cura para la enfermedad ma gica —le dije—. Tal vez ya la
han descubierto y la esta n escondiendo de nosotros... no lo se .
—No me importa —dijo—. No hay cura.
—¿Co mo puedes estar tan seguro?
—Deja de vivir en suen os —dijo—. Que investiguen lo que quieran, pero
mante n la boca cerrada acerca de mí .
—Pero creen que el lugar es el edificio del Consejo —dije—. ¡No podemos
dejarlos ir allí ! ¡Serí a un riesgo innecesario! Y no quiero ir cerca de ese
lugar otra vez. Si tan so lo pudiera decirles toda la verdad...
—No —dijo—. Si quieren ir, alla ellos. Tu no tienes que ir con ellos.
—Pero...
—Cierra la maldita boca, ¿vale? —grito y me miro a los ojos.
—Ah, así que ahora que has tenido relaciones sexuales conmigo, ya no
tienes que ser agradable—dije con enfado.
—Bueno, no te saco a patadas de la habitacio n, ¿no?
—No, pero creo que lo habrí as hecho si no me necesitaras —dije—. ¿Por
que no me dices que te pasa? ¡Hay una razo n por la que transformaste la
habitacio n en una maldita casa de pingu inos!
So lo me miro con sus frí os ojos azul-grisa ceos.
—Yo se do nde esta el lugar secreto —dijo de repente y parpadee . Fue
cambiando de tema, genial. Pero debí a llevarme allí .
—¿Co mo? —le pregunte con recelo. Tal vez era otra de las cosas que
inventaba para engan arme otra vez.
250
—Mi padre escribio al respecto —dijo. A juzgar por la expresio n de su
cara... no estaba despistada de nuevo.
—Mue stramelo —dije. Si realmente habí a algo escrito en ese diario,
querí a verlo. Ya no creí a en nada sin pruebas.
—El diario esta en el cajo n —dijo. Fruncí el cen o porque el cajo n estaba a
su otro lado. Pero no, el muy cabro n ni siquiera levanto un dedo para
ayudarme. Tení a que pasar por encima de e l para llegar al cajo n. Genial.
Tení a el diario y justo cuando estaba acomoda ndome en la cama junto a
e l, me lo arrebato de las manos. Paso algunas pa ginas y me lo dio abierto
en una.
—Vaya, gracias —dije sarca sticamente.
—No hay problema. —Sonrio y puse los ojos en blanco. Bueno, mejor
centraba mi atencio n en el diario antes de que mi pun o se decidiera a
coquetear de nuevo con la mandí bula de Adrian.
—Los cientí ficos han descubierto ma s de lo que nadie podrí a imaginar,
pero el gobierno quiere mantenerlo lejos de la gente. La enfermedad
ma gica sigue siendo una gran manera de manipular a la gente. Si desean
deshacerse de alguien, simplemente lo acusan de tener la enfermedad. Si
quieres casarte en una familia rica, difunde la palabra acerca de co mo la
enfermedad ma gica es peligrosa y muy pronto, si eres de un elemento
puro, tus suen os se hara n realidad. Y, despue s de todo, es ma s fa cil
manipular a la gente si se odian entre sí . —Lo leí en voz alta, porque tení a
la esperanza de que lo entenderí a mejor. Continue leyendo.
—Hay un acuerdo internacional y los Consejos de todas partes del mundo
lo han firmado. El acuerdo es que todo lo que mencione la enfermedad
ma gica debe almacenarse en un lugar seguro. De esta manera, los
cientí ficos creen que sus materiales pasan a los cientí ficos de todo el
mundo para ordenar que sus teorí as sean revisadas o comparadas y nadie
lo pone en duda cuando los resultados negativos regresan. Si no vuelven
los resultados negativos, entonces se les dice que alguien ma s ya lo habí a
descubierto en algu n lugar del mundo. Los archivos se guardan so lo para
251
mantener un ojo en los descubrimientos y tener pruebas contra todo
aquel que se atreva a pensar que algo raro esta pasando.
Tengo razones para creer que el lugar está bajo tierra. En algún lugar cerca
de las oficinas del Consejo, pero no he llegado. Lo habría encontrado ya,
pero ser un miembro del Consejo no significa tener acceso a toda la
información. En realidad la mayor parte de la información se oculta a los
miembros del Consejo, sólo unas pocas familias obtienen un pase especial y
no hay nada que cualquiera pueda hacer al respecto. De todos modos, en
cuanto a la ubicación de ese lugar secreto, creo que es exactamente debajo
del Hotel Luna Azul. El hombre que lo construyó fue un miembro del
Consejo. Y la Universidad de la Magia está lo bastante cerca.
Me quede mirando la pa gina porque me estaba mareando por todas las
palabras subrayadas. Cuando eche la vista atra s en el texto real, parecí a
que un loco lo habí a escrito. La palabra “suficiente” se hizo en realidad a
partir de la frase: “Once noches de su fragancia pura tenie ndome loco”1.
El Padre de Adrian probablemente no habí a tenido tiempo de inventarse
las frases, o se habí a vuelto loco a causa de todo. Y Adrian estaba
probablemente cansado de subrayar porque se habí a detenido despue s de
la h.
—El Hotel Luna Azul esta aquí , ¿no? —dije con la garganta estaba seca de
la lectura. Parecí a poco probable que el lugar secreto fuese justo aquí , en
esta ciudad, pero todos los edificios importantes estaban aquí . En
realidad, es un buen lugar y, si recordaba bien, habí a algunos viejos
tu neles bajo la ciudad. Hace an os, la gente creí a que aquí podí a encontrar
oro por lo que hicieron esos tu neles, que ma s tarde fueron abandonados,
ya que resulto ser completamente inu til. Pense que todos se habí an
olvidado de e l en este punto.
1 N. de T: En el original, “Eleven nights of her pure fragrance have me crazed”, formando la palabra
“Enough” que significa “Bastante”.
252
—Sí —dijo—. Esta aquí .
—Tiene sentido en realidad —le dije.
—¿En serio? —Levanto una ceja.
—Si leyeras un libro en algu n momento, tal vez lo sabrí as —dije, tratando
de recordar algo especí fico de mis libros de historia. Tal vez realmente no
habí a prestado suficiente atencio n a la historia de los u ltimos meses, pero
todaví a me acordaba de las cosas que habí a aprendido en la escuela
secundaria. Simplemente no habí a nada ma s, excepto lo que ya habí a
venido antes a mi mente. Y exactamente lo que lo hizo un escondite
perfecto.
—Tengo que decirle esto a Paula —dije, senta ndome. Adrian me agarro
dolorosamente del brazo y tiro de mí hacia abajo.
—No —dijo.
—¡Sue ltame! —grite , pero su agarre en mi brazo se mantuvo firme.
—¡Vas a dejarme un moreto n en el brazo, idiota! —dije y finalmente me
dejo ir. Deje el diario y me frote el brazo. Me observo detenidamente un
momento y entonces vino de nuevo a mi brazo. Me estremecí , pero no
querí a dejarle ver que me sorprendí a, así que trate de permanecer quieta.
Paso sus dedos suavemente por mi brazo. De repente tuve un destello de
la noche que habí amos pasado juntos y eso envio escalofrí os por mi
espina dorsal. Mi cuerpo lo deseaba y eso me asustaba como nunca.
Me moví fuera de su alcance, y e l dejo caer su mano sobre la cama. Maldita
sea, ¿que me pasaba? Ese chico me habí a usado, engan ado, manipulado...
la lista era demasiado larga, pero una parte de mí estaba dispuesta a pasar
por alto todo por una noche así . ¿Y si hubiera sido así con Michael? ¿Y si
hubiera sido tan bueno? Sabí a que nunca lo sabrí a, porque Adrian habí a
tomado eso de mí . No, en realidad lo sabí a, deberí a haber sabido que no
querrí a acostarse dos veces con Paula.
—¿En que esta s pensando? —pregunto .
253
—Estoy pensando en una forma efectiva de matarte. —Sonreí
desagradablemente.
—No —dijo—. Conozco esa mirada en tu cara.
—No sabes nada —dije. Tal vez so lo Paula y Michael me creerí an.
Seguramente podrí a llegar a algo, pero eso significarí a volver a mentirles.
Suspire y cerre los ojos. Primero necesitaba descansar. Todo lo dema s
podí a esperar, incluso mi inexplicable atraccio n fí sica por Adrian.
254
Traducido por kristel98
Corregido por Eneritz
aula y Michael ya habían hecho todo un plan cuando llegué a nuestro
punto de encuentro.
Michael pensó que el parque de detrás de nuestro edificio de la
universidad sería un lugar perfecto para planear el allanamiento de
morada. Estuve de acuerdo sólo porque podríamos escondernos detrás de
los árboles y no tendría que preocuparme de que hubiesen demasiados
elementos a mi alrededor durante todo el tiempo. Estaban sentados en el
césped, rodeados de papeles y me uní a ellos.
—Iremos este fin de semana —dijo Michael—. No tenemos clase y el
Consejo también tiene tiempo libre. La Seguridad seguirá ahí, pero
averiguaremos algo.
—¡Pero ese no es el sitio! —dije—. ¡Mi padre está en el Consejo! Sé que no
es el lugar adecuado. Creo que es un lugar más cerca de aquí y estoy
segura de que podríamos saberlo si se lo pregunto a mi padre.
—Ria, no creo que tu padre tenga tanto poder en el Consejo—dijo
Michael.
—Sí, ¿pero serían tan obvios al respecto? —dije.
—Todo el mundo sabe que en algún lugar de ahí hay archivos
importantes, pero nunca nadie ha mencionado nada de unos archivos
secretos, por supuesto—dijo Paula—. Por eso es que probablemente
estén allí.
P
255
—Vale, de acuerdo —respondí—. ¿Pero cómo vamos a entrar? ¡No somos
delincuentes profesionales!
—No hace falta serlo —dijo Michael—. Ya tengo el mapa del sitio y toda la
información de seguridad.
—¿De dónde sacaste eso? —Fruncí el ceño.
—Tengo un amigo que trabaja allí —dijo Michael. Parpadeé. Vaya. Creían
en serio que el Consejo lo tenía todo en ese edificio. No hubo manera de
convencerlos de lo contrario. Pero si Michael tenía un amigo allí, entonces
tal vez no sería tan peligroso hacerlo y podríamos ir y volver. Esa visita
sin duda demostraría que estaban equivocados.
—¿Un amigo? —dije—. Genial. ¿Le dijiste lo que estás planeando hacer
para que pueda llamar a la policía?
—Me lo debía —dijo Michael—. Además, no vamos a robar nada. Sólo
tenemos que copiar los archivos y salir pitando de allí.
—Eso llevará demasiado tiempo. —Sacudí la cabeza.
—Bueno, tenemos ocho horas a partir del momento en que se inicia el
turno de Ted —dijo Michael—. Es seguridad allí.
—Impresionante —dije—. ¿Y cuándo vamos exactamente?
—Umm, tú no vienes con nosotros —dijo Michael.
—Por supuesto que sí —dije, sorprendida—. No esperarás que os deje ir
allí solos.
Estaba un poco preocupada de que alguien pudiera reconocerme, pero no
quería que fueran solos.
—No, no puedes —dijo Paula—. Tienes la enfermedad mágica. No
podemos arriesgarnos a que vayas allí y que algo salga mal. Si nos pillan,
ellos...
256
—Michael, no puedes hacerme esto —dije con enfado—. Estaré bien.
Quiero ir.
—Lo siento, Ria —dijo—. Te amo demasiado como para dejar que vengas.
La decisión ya está tomada.
—Si me amas, entonces confía en mí cuando te digo que puedo hacer esto
—le dije, mirándole directamente a los ojos verdes.
—No —dijo. Miré a Paula, pero ella negó con la cabeza.
—Bien —me levanté, sonriendo amargamente—. Espero que no
encontréis nada.
Con eso, me di la vuelta y me dirigí hacia el interior. Michael gritaba mi
nombre detrás de mí, pero yo estaba demasiado enojada para mirarlo. No
quería que tratase de convencerme de que lo mejor para mí era que me
mantuviese alejada.
***
Me encontré a mí misma yendo a la habitación de Adrian, aunque no lo
había planeado. Pero mi conversación con Michael y Paula me había
enojado y tenía miedo de morder a cualquiera que se atreviera a
acercarse a mí. Necesitaba un descanso hasta que me calmase, pero
incluso eso se había vuelto difícil con Adrian.
—Hola —le dije a Adrian mientras me tendía a su lado. Arqueó una ceja.
—Estás enojada —dijo.
—¿Es tan obvio? —Suspiré.
—Sí. —Sus labios se extendieron en una sonrisa—. ¿Quién te ha
cabreado? ¿Tu querido novio?
—Michael y Paula se negaron a llevarme con ellos a encontrar los
archivos —respondí.
257
—¿Y? —dijo—. Van a un lugar equivocado de todos modos. Es mejor que
no vayas.
—Sí, pero esa no es la cuestión —dije—. No saben que es el lugar
equivocado y no saben que ya he estado allí. ¡Aunque no quieren llevarme
con ellos porque no confían en mí lo suficiente! Piensan que no puedo
controlarme a mí misma.
—Bueno, no puedes.
—¡Pero ellos no lo saben! Ni siquiera me lo preguntaron. Simplemente
decidieron por mí.
—No estoy seguro de entender tu punto —dijo—. Pero podríamos buscar
el verdadero lugar.
—¿Qué quieres decir? —Lo miré fijamente.
—Mientras están perdiendo el tiempo, podríamos hacer un poco de
investigación aquí —dijo—. Si estás dispuesta a correr el riesgo, por
supuesto.
—Soy arriesgada —dije—. Pero, ¿cómo vamos a hacerlo?
—Fácil. Sólo tenemos que pedirle a alguien que haga el registro en el
hotel por nosotros —dijo—. Y luego podremos vagar libremente
alrededor.
—No creo que sea tan fácil de hallar. Tal vez a esa habitación secreta ni
siquiera se pueda acceder a través del hotel. El hotel puede estar por
encima, pero eso no quiere decir que estén conectados.
—Podemos comprobarlo —dijo—. No es que tengamos nada mejor que
hacer.
Claro que sí tenía cosas mejores que hacer, pero probablemente me
preocupaba demasiado por Paula y Michael como para poder funcionar
con normalidad. Necesitaba algo que me distrajera y esto lo era. Además,
258
¿cómo podría ser peligroso caminar alrededor de un hotel caro? Es
probable que no fuéramos a encontrar nada, de todos modos.
—Está bien —dije. No me sentía enfadada y me di cuenta de que Adrian
tenía su brazo alrededor de mí otra vez. Era extraño cómo me había
acostumbrado tanto a esto que ni siquiera lo había notado.
—Genial —dijo—. Voy a pagarle a alguien para que nos den una
habitación allí.
—¿Qué haremos si realmente encontramos algo? —Me miró a los ojos y vi
una chispa de diversión.
—¿Cómo puedes pensar que no vamos a encontrar nada?—Sonrió.
—De acuerdo, vamos a encontrar algo —dije, no muy convencida—. Pero
¿qué haremos? Probablemente la seguridad no sea tan mala como en el
edificio del Consejo.
—No creo que estén esperando a alguien por allí —dijo—. Así que me
imagino que habrá menos guardias, más tecnología.
—Ah, muy bien. Entonces tendremos que matar a alguien y arrancarle los
ojos con el fin de entrar —dije—. Perfecto.
—Ves demasiadas películas —dijo, haciendo círculos con su dedo en mi
brazo.
—Tal vez, pero tú también ves demasiadas películas si piensas que vamos
a entrar en un lugar de alta tecnología sin un equipo especial.
—¿Quién dice que no vamos a tener un equipo especial?
—Yo. —Sonreí—. E incluso si tuviéramos un equipo especial, no sería de
mucha ayuda, ya que no somos ladrones, espías entrenados ni lo que se
suponga que debamos ser para este tipo de cosas.
—Tienes razón —dijo—. En realidad espero que haya poca seguridad ya
que nadie espera que se fuerce la entrada.
259
—Fantástico. —Puse los ojos en blanco—. ¡Qué plan!
—Al menos podemos llevar algún aerosol de color para las cámaras —
dijo.
—Eh, eso es genial —dije sarcásticamente—. ¿Vamos a disfrazarnos de
nuevo?
—No, iremos como nosotros mismos al hotel —dijo—. Más tarde
necesitaremos algún tipo de disfraz. Pero nada parecido a lo que llevamos
esa noche.
—¿Cómo nosotros mismos? —Fruncí el ceño—. De ninguna manera.
¡Entonces todos sabrán que hemos estado allí! ¡Lo relacionarán con
nosotros de inmediato!
—¿Por qué? ¿Porque saben que tengo la enfermedad mágica? —preguntó.
—¡Sí! —respondí—. Además, ¡sería muy sospechoso que nos
presentáramos allí sin habernos registrado con nuestros nombres!
—Por supuesto que sería sospechoso, pero tendríamos una explicación
perfecta —dijo. Me senté y me giré para mirarlo. Era una locura. La gente
iba a reconocernos y entonces estaríamos en un montón de problemas.
—¿Qué explicación?
—Estamos teniendo una aventura, querida —dijo—. Vamos al hotel
porque ya nos han descubierto en la universidad y no puedes dejar que tu
novio lo averigüe. Así que, por supuesto que no nos anotamos con
nuestros propios nombres. Además, vamos a pasar todo el tiempo en
nuestra habitación.
Abrí la boca para decir algo, pero no sabía qué. Este plan era la cosa más
estúpida que jamás había escuchado.
—No va a funcionar —dije—. Aunque estuviera de acuerdo en algo tan
estúpido como eso, a ellos les gustaría ver qué sale de las cámaras y si no
260
encontrábamos nada, tendríamos que hacer un escándalo para tratar de
solucionarlo. Eso es totalmente loco, imprudente y estúpido.
—¿No te dan ganas de hacerlo entonces? —dijo, y tuve un momento de
comprensión. Bajé hacia abajo para poder observarle cuidadosamente,
con mi cara a escasa distancia de la suya.
—¿Qué estás tratando de lograr? —dije. Él sólo me miró, pero pensé que
me había hecho una buena idea de lo que estaba pasando realmente—.
Estás tratando de conseguir que Michael rompa conmigo —dije, y él se
estremeció.
—¿Por qué querría hacer eso? —dijo, pero había un filo en su voz.
—No lo sé —dije—. Pero eso es lo que estás tratando de hacer.
Me levanté y me acerqué a la ventana. Adrian se quedó en silencio. No
podía entender por qué a trataba de separarnos a Michael y a mí. No tenía
ningún sentido. Tal vez estaba celoso de que tuviese un novio y él no
tuviese novia, pero podría conseguir una si quisiera, por lo que eso no
podía ser. ¿Estaba celoso porque Michael me amaba tanto que me había
perdonado? ¿O era todo porque Michael y él no podían estar de pie uno
junto al otro? La cabeza me daba vueltas con todas las posibilidades.
—Vamos a ir allí, pero no como nosotros mismos —dije, después de un
largo momento de silencio—. Y no hay nada que puedas hacer para
convencerme de lo contrario.
—Bien —dijo, pero no sonaba demasiado feliz, probablemente porque su
plan no había funcionado. Ni siquiera estaba segura de qué tipo de plan
había tenido y no quería pasar más tiempo pensando en ello.
—¿Vamos de compras, entonces? —Me di la vuelta para mirar a Adrian y
él sonrió.
—Sólo si puedo elegir lo que tienes que ponerte.
Lo miré con suspicacia. Cuando habíamos ido de compras durante
nuestro viaje no habíamos tenido mucho tiempo para elegir, así que todo
261
se hizo sin mucho pensar y sin probar diferentes cosas. Esta vez
tendríamos mucho tiempo y sentí curiosidad de qué iría a elegir para mí.
—No estoy segura de que sepas qué elegir —dije.
—Oh, créeme, lo haré —dijo—. Además, podemos hacer que aún sea más
divertido.
—¿Cómo? —Levanté una ceja.
—Elijo algo para ti y tú decides algo para mí.
—De acuerdo —dije, sorprendida de que me dejara escoger su ropa—.
¿Con qué tipo de aspecto vamos?
—Aspecto de negocios —dijo—. Hay una especie de convención este fin
de semana. No parecerá sospechoso.
—Ahh —dije. Había sabido eso todo el tiempo, pero era evidente que
había optado por no decirme nada mientras iba con su pequeño plan de
hacer un escándalo.
—Ahora ya sabes lo que estás buscando —dijo, levantándose de la cama y
caminando hacia mí.
—Sí, pero ¿no parecemos demasiado jóvenes para ser gente de negocios?
—dije, sintiéndome un poco incómoda porque ahora estaba de pie
delante de mí y lamiéndose los labios. Maldita sea, ¿por qué
inmediatamente tenía que recordar lo bien que se sentían sus besos?
—No lo creo —dijo, extendiendo su mano y moviendo un mechón de
cabello de mi cara—. Soy dueño de una empresa, ¿recuerdas? Y sin duda,
si no tuviese la enfermedad mágica, asistiría a algunas reuniones.
—Umm, sí, supongo —contesté. Seguía siendo un poco difícil de creer que
técnicamente éramos adultos. De hecho, podría hacer que mi padre me
diera un puesto en el Consejo, pero probablemente no tuviese poder
alguno.
262
—¿Por qué no solo dejas a Michael? —Su repentino cambio de tema me
pilló con la guardia baja. Me quedé mirando a aquellos ojos azul-grisáceos
y no supe qué responder.
—No es asunto tuyo con quién esté saliendo —le dije.
—Estarías mejor sin él —dijo—. Él sólo hace que te preocupes y pierdas
el control.
—¿En serio? —dije—. ¿Y por qué dices eso? ¿Quieres ser mi novio o qué?
—No dijo nada, sino que se inclinó más cerca de mí. Pude oler su colonia y
mis labios se abrieron un poco. Mi pulso se volvió irregular mientras
trataba de concentrarme en cualquier cosa salvo en él. No funcionó. Sus
labios cada vez estaban más y más cerca de los míos y entonces alguien
llamó a la puerta, haciéndome saltar.
—Entra —dijo Adrian, tomando mi mano entre las suyas antes de que
pudiera registrar el tipo de elemento que tenía la persona de fuera.
Probablemente ya sabía quién era. Escuché la puerta abierta a la vez que
vi una mirada de satisfacción en el rostro de Adrian. Y entonces ya era
demasiado tarde para soltarle la mano, porque Michael había entrado en
la habitación.
—Ria, he venido a... —Se detuvo en medio de la frase cuando sus ojos
cayeron sobre nosotros. Sabía que Adrian y yo estábamos de pie
demasiado cerca uno del otro para el gusto de Michael y estar con las
manos agarradas sólo empeoró la situación. Intenté zafarme de la mano
de Adrian, pero él no quería dejarme.
—Podemos ir a mi cuarto si quieres —dije.
—No —dijo Michael, confuso—. Yo sólo... quería ver si estabas bien.
—Oh, está genial —dijo Adrian—. Está conmigo.
—No eres tan buena compañía, ya lo sabes —dijo Michael, su ira era casi
palpable en el aire. Ahora tenía miedo de dejar ir la mano de Adrian
porque el elemento de Michael estaba probablemente por todo el lugar.
263
—Mejor de lo que tú eres. —Sonrió Adrian—. Ella disfruta cada minuto
que pasa conmigo... y, a veces, incluso más.
—Si dices una palabra más te rompo el cuello —le dije, mirándolo. Saqué
mi mano de la suya y me acerqué a Michael. Parecía como si estuviera
caminando en el mar, pero hice mi mejor esfuerzo por ignorarlo.
—Michael, tu elemento —susurré—. Por favor.
—Oh, lo siento —dijo él, dando un suspiro tembloroso. La sensación de su
elemento era más débil, pero aún lo suficientemente fuerte como para
molestarme. Cerré los ojos un momento, respiré hondo y me acerqué a su
lado. Cuando estaba segura de que no lo atacaría, deslicé mi brazo
alrededor de él. Adrian estaba mirándonos desde la otra parte de la
habitación.
—Vamos, Michael —dije, mirando a Adrian—. Aquí no se nos ha perdido
nada.
Adrian se cruzó de brazos y se quedó mirándome. Michael me tomó de la
mano y nos fuimos hacia la puerta. Eché un vistazo a Adrian y vi un
destello de algo parecido a ira o dolor a través de sus ojos, pero pudo
haber sido sólo una sombra. No estaba segura y sin duda no estaba
preparada para pensar en lo que estaba sintiendo... o lo que sentía. Era
mucho más fácil dejar que Michael me sacara de allí.
***
Mi teléfono vibró y lo saqué de mi bolsillo. Por supuesto, el mensaje era
de Adrian y decía que era hora de ir de compras. Me dio dos horas para
hacerlo, pero sabía que tendría que ir más temprano y más rápido con el
fin de evitar problemas. Estar con Michael ya me hizo sentir cansada y un
centro comercial lleno de gente seguramente no iba a mejorar mi control.
Le di a Michael una excusa poco convincente y sólo unos pocos minutos
más tarde estaba buscando cosas en una tienda. Algunas personas me
dieron miradas extrañas, porque estaba en el departamento de hombres,
pero hice todo lo posible por ignorarlos... y al chico que estaba intentando
264
ligar conmigo. Cogí pantalones vaqueros gris oscuro, una camisa blanca y
una chaqueta de traje negro. A Adrian le quedarían bien, estaba segura,
porque realmente no había nada que le quedara mal.
Acabé antes del tope de dos horas, pero él también. Nos reunimos de
nuevo en su habitación y él parecía muy contento. Eso no podía ser una
buena señal.
—Déjame adivinar —dije—. No va a gustarme lo que elegiste.
—No, te va a encantar. —Sonrió.
—Oh, no sabía que te estabas convirtiendo en mi mejor amigo gay —le
dije, pero su sonrisa no vaciló.
—No seas tonta, Ria —dijo—. No estuve buscando nada raro ni lujoso.
Sólo sexy.
—¿Y qué diferencia hay? —Levanté una ceja.
—Sólo un amante te compraría algo así —dijo.
—Estoy empezando a ponerme nerviosa. ¿Puedes mostrarme lo que
conseguiste, o directamente puedo gritarte por comprar algo obsceno?
—¿Por qué no te lo pruebas? —dijo con una sonrisa maliciosa en su
rostro. Me ofreció una enorme bolsa de papel negro, la tomé y lo miré con
recelo. Fui al baño y cerré la puerta detrás de mí por si acaso. Juraría que
oí a Adrian riéndose de eso. Oh, bueno. Más valía prevenir que curar.
Puse la bolsa en el suelo y poco a poco se abrió. Había una rosa amarilla
en la parte superior y la recogí para olerla por la costumbre. Tal vez
Adrian la había conseguido con la ropa, pero lo dudaba. Pero ¿por qué iba
a conseguirme una rosa? Y de todos modos, ¿una rosa amarilla? Puse la
rosa en el lavabo y empujé mi mano en la bolsa sin mirar.
Saqué una bolsa más pequeña que contenía algo negro y mientras lo
revisaba, me percaté de que era la ropa interior. Realmente sexy, ropa
interior de encaje. No estaba muy segura de si debía ir directamente a
265
gritarle o sacar primero el resto de la ropa. Pensé que si sacaba el resto,
me ahorraría la molestia y sólo tendría que gritarle por ambas cosas a la
vez.
El vestido que saqué era completamente negro y, por un instante, pensé
que era bastante normal. Pero cuando me lo puse me di cuenta de por qué
era necesaria una cuidadosa elección de la ropa interior. Era un vestido
muy ajustado que se sentía en mi cuerpo como una segunda piel y las
bragas debían ser de un material suave y sencillo, ya que se mostraban
por debajo. El sujetador de encaje tenía otro propósito, por supuesto, ya
que la parte delantera del vestido era bastante abierta y estaba segura de
que el sujetador se mostraría si me agachaba o algo así. Me miré en el
espejo.
Bueno, no parecía tan malo en realidad. Parecía un poco más mayor y más
seria. El vestido era una buena mezcla de sexy y profesional, ya que si
bien parecía bastante normal, la forma en que se abrazaba a mi cuerpo lo
dejaba sexy. Y cubría justo un poco por encima de las rodillas. Volví a
mirar a la bolsa y vi una caja de la que no me había dado cuenta antes.
Al abrirla, me encontré con un par de zapatos negros de tacón. Genial,
ahora estaba completamente lista para estrellarme en una fiesta de
negocios. Me puse de nuevo a mi ropa y salí del baño con la rosa en una
mano y la bolsa con las cosas en la otra. Adrian arqueó una ceja
expectante.
—Me gusta —dije finalmente—. Pero no estoy muy segura de para quién
es la rosa.
—La rosa es para ti, Reina de Hielo —dijo. No me gustaba la sonrisa que
apareció en su rostro, pero eso no era nada nuevo.
—¿Para mí? No veo una razón para que me des una rosa, ¿cuál es el
significado de esto? —dije, caminando hacia su armario para colocar la
bolsa allí. Mi habitación no era lo suficientemente segura para ese tipo de
cosas y era mejor tener todo lo que se necesitaba en un solo lugar.
266
—Infidelidad. —Llegó a mi espalda y me lo susurró al oído, enviando
escalofríos por encima de mi cuerpo. Me di la vuelta para mirar a sus ojos
azul-grisáceos. ¿Por qué estaba tratando de recordarme el hecho de que
había engañado a Michael?
—Eres un idiota —le dije—. Pero eso ya lo sabes, ¿verdad?
—Tengo algo más para ti —dijo y fruncí el ceño.
—No quiero regalos tuyos.
—Va a ir muy bien con el vestido —respondió y buscó algo en el bolsillo.
Di un grito ahogado mientras sacaba un precioso collar de cristal.
—Quiero que lo tengas —dijo, tomando mi mano y colocando el collar en
ella. Me quedé mirando los pequeños cristales redondos, los cuales fueron
puestos juntos en la pieza más hermosa de joyería que había visto. Sólo
tenía un brillo inusual mientras la luz golpeaba el cristal. Y también
parecía muy valioso.
—Adrian, no puedo... — dije.
—Sí, puedes. —Hubo un temblor en su voz y luego se alejó de mí,
caminando hacia la ventana. Me quedé mirando su espalda mientras se
alejaba y me mordí el labio.
—¿A quién le pertenece? —dije después de un momento de silencio.
—A mi madre—dijo—. Ella lo guardó en una caja fuerte. Es una de las
raras cosas que me queda de ella.
—Adrian… —empecé a decir, caminando hacia él. Puso su mano en el aire
para hacerme callar.
—No lo hagas. Como he dicho, quiero que lo tengas.
—Pero no puedo aceptarlo —dije—. Le das estas cosas a la gente que te
importa. Y maldita sea, ni siquiera estoy segura de que seamos amigos.
267
No podía ni siquiera decir la palabra amor en esto. ¿Estaba sintiendo algo
por mí? ¡Pero eso era imposible! No se preocupaba por nadie excepto de
sí mismo. En cuanto a lo que estaba sintiendo... Ni siquiera quería saberlo.
Él quería destrozar a Michael, quién sabe por qué razón, pero no podía
dejar que lo hiciese.
—Bueno, no me preocupo por nadie —dijo, sin mirarme—. Y nunca lo
haré. Así que bien podría dárselo a la chica que fue la mejor en la cama.
Lo fulminé con la mirada. Por supuesto, tenía que ser sexo. ¿Por qué había
pensado por un segundo que podía importarle?
—Caramba, me siento halagada. —Me reí sarcásticamente—. ¿Pero no
puede ser que cierta enfermedad te esté nublando el juicio?
—Tal vez —dijo, todavía evitando mirarme. Apreté los cristales
dolorosamente en mi mano y me di cuenta de que de alguna manera
parecían de hielo... parecía el corazón helado de Adrian, eso es. Lo
guardaría como recuerdo de ese hecho, que a menudo tendía a olvidar
por algún motivo.
—Está bien, me lo quedaré —dije—. Pero cuando encuentres una nueva
chica, por favor, dime que puedo dárselo.
Salí de la habitación porque estaba segura de que no tenía nada más que
decirme. Por lo que sabía, él podría estar dando estas cosas a todas las
chicas. Pero entonces llegaba un poco tarde, puesto que ya nos habíamos
acostado juntos. Mientras caminaba por el pasillo, me di cuenta de que no
había pasado suficiente tiempo tocándolo, ya que los elementos de las
personas bailaban ante mis ojos. Genial. Guardé el collar de forma segura
en mi habitación y luego salí corriendo como pude del edificio y de todo.
268
Traducido por kristel98
Corregido por Eneritz
ichael y Paula estaban decididos a investigar el edificio del Consejo
y no pude hacer otra cosa que darles un beso de despedida y
desearles suerte. Si supieran lo que Adrian y yo estábamos a punto
de hacer. Michael probablemente se asustaría. Y no sólo porque iba con
Adrian, sino porque íbamos preparados principalmente para lo que
podría llegar a ser una situación gravemente peligrosa.
Adrian y yo estábamos ya vestidos y listos para ir. Estábamos geniales con
nuestra ropa y no podía dejar de sonreír porque que me las había
arreglado para elegir lo correcto para él. Había comprado un jersey a
Michael una vez y lo había odiado absolutamente, pero aún lo llevaba a
veces y se negaba a admitir que no le gustaba. Simplemente me dijo que
sí lo odiaba. No es que me importara, pero aun así...
No nos disfrazamos mucho, excepto Adrian, que ahora tenía los ojos
castaño oscuro y pelo avellana. Puse mi cabello en un moño apretado y
pensé que no se parecía a mí en absoluto, pero no era difícil, ya que para
los que no me conocen, probablemente me veía como cientos de otras
mujeres. Adrian se veía completamente diferente sin esos impresionantes
ojos azul-grisáceos y estaba segura de que la gente no lo reconocería ni
aunque hubieran visto su foto en las noticias.
Había un montón de coches en frente del hotel y el Lamborghini de
Adrian era sólo uno de los de cinco o seis años que me las arreglé para
ver. La gente estaba caminando en trajes caros, vestidos formales, con
ropa similar a la mía y algunos llevaban combinaciones más informales,
M
269
como camisas blancas con pantalones vaqueros. Adrian y yo estábamos
extrañamente apropiados. Había utilizado el maquillaje para hacerme
parecer más mayor de lo que era, pero había pocos jóvenes y no parecían
fuera de lugar en absoluto. Honestamente, no tenía ni idea de por qué
estaba pensando que tenía que ser por lo menos treintañera para estar
interesada en algún tipo de negocio. Tal vez sólo era que esa pequeña
niña dentro de mí que no quería crecer y hacer frente a algo serio.
Cuando regresé de mis pensamientos, Adrian ya estaba fuera del coche y
abrió la puerta para mí. Me dio la mano y me guió, pero sólo porque era
un poco complicado salir de este coche con un vestido y tacones altos.
Entramos cuando Adrian mostró al tipo de la puerta nuestras invitaciones
falsas. Al parecer, para Adrian no había sido nada difícil encontrarlas.
Hicimos un círculo alrededor de la enorme sala donde la gente estaba
hablando en su mayoría o bebiendo champán y vino. Había un montón de
proyectos repartidos alrededor y la gente estaba explicando cosas sobre
ellos. Adrian se acercó a una chica y le preguntó algo que realmente tenía
sentido para ella porque continuó explicando. Le preguntó sólo por qué
era bonita. Suspiré y me alejé, sin querer verlo flirtear con ella.
—Hola. —Escuché una voz a mis espaldas y me di la vuelta. Había un
hombre alto con un traje negro de pie delante de mí. Tenía los ojos
verdes, el cabello negro y parecía de alrededor de cincuenta años. Su
elemento era tierra y el brillo en sus ojos me dijo que estaba interesado
en mí, o que al menos le gustaba lo que veía. ¡Agg! Eso era asqueroso en
tantos niveles que acabé murmurando un saludo y desaparecí entre la
multitud. ¿Por qué los ricos viejos verdes suelen pensar que pueden
conseguir chicas jóvenes sexys? Agg.
Como no estaba interesada en ninguno de los proyectos y no podía
mantener una conversación sobre cualquier cosa inteligente, la fiesta se
estaba convirtiendo en aburrida y molesta. Terminé cerca de una de las
mesas, masticando galletas y bebiendo champán. No podía ver a Adrian,
pero él era el que tenía que escapar e ir a buscar algo, entonces me
270
notificaría sobre ello. Si no encontraba nada, entonces sería mi turno para
irme. Realmente esperaba que fuera a encontrar algo.
Justo como pensaba, el teléfono en el pequeño bolso vibró. Lo saqué y vi el
mensaje de Adrián. Quería que fuera al ascensor y pulsara -3. Uh, tres
pisos subterráneos. No podía ser bueno. Empecé a ir hacia el ascensor y
me di cuenta de que mis manos estaban temblando.
Tal vez quería que Adrian encontrara lo que estábamos buscando, pero
ahora tenía miedo. Miedo de ser descubierta o algo así. No sabía por qué
tenía ese mal presentimiento sobre esto, pero parecía que no podía
quitármelo de encima.
Poco a poco me fui a través de la multitud, haciendo paradas aquí y allá
para evitar a cualquier fanático en pos de mí. Un escalofrío me recorrió el
cuerpo mientras miraba a un grupo de cuatro personas hablando. Pude
ver claramente los rostros de dos mujeres, el perfil de un chico y sentir
sus elementos.
Pero del tipo que estaba de espaldas a mí no podía sentir absolutamente
nada. Un portador de la enfermedad de mágica... quien me podía ver en
cualquier momento. Me apresuré hacia el ascensor, sin atreverme a mirar
atrás.
Estaba vacía cuando llegué al ascensor y, finalmente, pulsé el botón
correcto. Había un cartel al lado del número que indicaba que se trataba
de una planta reservada para miembros. Sólo esperaba que no hubiera
nadie allí para verme, o tendría que fingir que presioné el botón
equivocado, lo que me haría quedar como una estúpida. No sé por qué me
importaba, sólo lo hizo.
Estaba oscuro y silencioso mientras caminaba por el pasillo. Había
muchas puertas, pero todo tenía un aspecto abandonado. Tenía serias
dudas de que lo que buscábamos estuviese aquí. Parecía que la protección
era inexistente y, ¿por qué demonios iban a permitir que todos pudieran
llegar a este piso si era tan importante?
271
Encontré a Adrian de pie, en el pasillo a mi izquierda.
—¿Es aquí? —susurré.
—Creo que sí —dijo—. Pero aquí no puedo sentir a nadie y si hay
cámaras, no puedo verlas.
Miré y traté de encontrar una cámara en una de las esquinas, pero no vi
nada. Tal vez miraban cómo nos quedábamos aquí. Pero nadie parecía
estar en nuestro camino y, definitivamente, nadie había llegado, mientras
que Adrian había estado esperándome. Tal vez querían ver lo que íbamos
a hacer.
—Yo tampoco veo nada —dije—. A lo mejor no está aquí.
—Tiene que estar —dijo. Lo agarré del brazo y lo atraje hacia mí para
poder susurrarle al oído.
—Hay un tipo con la enfermedad mágica en la fiesta, —dije y sus ojos se
abrieron con sorpresa.
—¿Estás segura? —preguntó, y yo asentí—. Bien, olvídate de eso. No va a
venir aquí. Vamos a ver este lugar.
Lo seguí por el pasillo y cuidadosamente inspeccionado unas pocas
habitaciones, pero las oficinas o trasteros estaban bien vacíos. Todo
estaba en su mayoría cubierto de polvo y telarañas. Pero a medida que
pasamos por una puerta nos encontramos en otra sala, mucho menor que
de la que habíamos venido.
No se sellaron las puertas de metal al final del pasillo. Buscamos cámaras
o cualquier otro dispositivo que pudiese provocar una alarma o algo así,
pero no vimos nada. Adrian se acercó a la puerta mientras yo esperaba en
el otro lado.
—Parece que aquí no hay nada, salvo algún tipo de dispositivo para abrir
la puerta —dijo Adrian y supe que estaba tan sorprendido como yo. Me
acerqué a él, mirando a su alrededor con cuidado por si acaso veía algo.
272
—¿Entonces cómo se abre? —Miré el extraño dispositivo que tenía una
pantalla con los colores rojo, azul y verde parpadeando por detrás, en una
especie de bruma. No había botones para presionar, ni teclado ni nada.
Toqué la pantalla con el dedo, pero no pasó nada.
—Tal vez deberíamos haberle sacado un ojo a alguien —dije mientras
Adrian intentaba romper la puerta a la fuerza, aunque ni siquiera logró
hacer mella en ella.
—Mierda —dijo Adrian, frotándose el hombro—. Y no hay ni siquiera una
cerradura para forzar.
—Tal vez deberíamos romper la pantalla.
—No veo cómo eso ayudaría, excepto que destruiría nuestra única
oportunidad de conseguirlo.
—No sólo tiene que ser una forma de abrir la maldita puerta —dije
observando con cuidado, pero nada vino a mi mente. Tratamos de tocar
diferentes partes de la misma, presionar, empujar, tirar, pero nada
funcionó.
—¿Cómo se abre una puerta que no parece tener un bloqueo de ningún
tipo? —dije.
—No puede abrirse —dijo una voz detrás de nosotros. Me quedé inmóvil
y Adrian se dio la vuelta, con la sorpresa escrita en su cara. Se sorprendió
porque no podía sentir el elemento del hombre que estaba de pie justo al
final del pasillo. Yo, por otra parte, me sorprendí porque reconocí la voz.
—Oliver —dije, dándome la vuelta. Y sin duda, allí estaba él. Llevaba unos
vaqueros oscuros y una camisa de color negro y tenía el pelo corto,
castaño y oscuro, desordenado, como si acabara de levantarse de la cama.
Sus ojos marrones se clavaron en los míos y luego una sonrisa apareció en
sus labios.
—Hola, hermana —dijo. Adrian me dio una mirada inquisitiva y me mordí
el labio.
273
—¿Qué estás haciendo aquí?
—Es curioso, iba a preguntarte lo mismo —dijo, dando un paso hacia
adelante. Me aparté porque podría ser mi hermano, pero eso no
significaba que no fuese a hacer algo en mi contra.
—Yo he preguntado primero. —Tragué saliva. Incluso si él lo había
sospechado antes, ya le había confirmado que tenía la enfermedad
mágica. Pero lo que no esperaba era que él también la tuviese. Debí
suponerlo cuando me dijo que no les contase nada a nuestros padres,
pero pensé que estaba maldecida de alguna manera o que algo pasaría.
—Te vi en la fiesta y te he seguido hasta aquí —dijo, deteniéndose a unos
cuantos centímetros de nosotros—. No sabía que te habías involucrado
con el más famoso de nuestra especie.
Le dio una mirada significativa a Adrian, quien acababa de fulminarlo con
la mirada, con el cuerpo tenso y listo para un ataque o lo que fuese
necesario. Obviamente no confiaba en mi hermano y no podía culparlo,
porque yo tampoco me fiaba de Oliver.
—¿Nuestra especie? —Me burlé—. ¿Y qué sería eso?
—Oh, por favor —dijo—. No es momento para juegos, Ria. Eres tan
consciente de lo que soy como yo soy consciente de lo que eres.
—Genial —dije—. Ahora que hemos resuelto eso, podemos salir de aquí.
—¿Sin lo que viniste a buscar? —Oliver levantó una ceja. Yo no quería que
supiera lo que estábamos haciendo. Pero tenía el mal presentimiento de
que él ya lo sabía.
—Eso no es asunto tuyo —dijo Adrian.
—Oh, dejad de fingid. —Oliver puso los ojos en blanco—. Sé que no habéis
venido hasta aquí sólo para liaros.
—¿Y cómo lo sabes? —Le miré.
—Porque sé lo que hay detrás de estas puertas —dijo y fruncí el ceño.
274
—¿Cómo?
—Tengo mis fuentes. —Se rió entre dientes—. Ahora, ¿quieres entrar o
no?
Adrian me dio otra mirada, obviamente dejándome decidir si debíamos
confiar en Oliver o no. Consideré nuestra situación por un momento y
pensé que no tenía nada que perder.
—Bueno, no veo una manera de entrar.
—Eso es porque no estás buscando con cuidado, hermanita —dijo. No me
gustaba que me condescendiese, así que me crucé de brazos y lo miré.
—Si eres tan listo, ¿por qué no nos dices cómo abrirla?
—¿Ves esa pantalla con luces dentro? —La señaló como si yo fuera ciega o
estúpida.
—No, es demasiado brillante para verla. —Puse los ojos en blanco.
—No tienes que ser sarcástica. —Sonrió—. Pero eso puede leer tu
elemento. Es por eso que otras formas de seguridad no son necesarias.
Puedes abrir la caja de Pandora sólo con un elemento.
Eh, eso si que tenía algo de sentido ese tipo de sentido si querías
mantener lejos a los portadores de enfermedades mágicas... y quién más
querría obtener los archivos salvo ellos. Oh, espera, encajábamos en el
perfil. Pero Adrian y yo teníamos un elemento. No estaba segura sobre
Oliver.
—Así que, ¿cualquiera que tenga un elemento puede abrirla? —dije y me
di cuenta que no tenía mucho sentido. Esa sería una forma de seguridad
muy coja.
—No —dijo Adrian, frunciendo el ceño—. Debe ser algún tipo de detector.
Puede diferenciar entre los elementos, ¿no es así?
275
—Bingo. —Oliver dio una palmada—. Se puede reconocer al propietario
del elemento en el momento en que intenta abrirla. Por el momento sólo
se abre para cuatro personas.
Todavía tenía problemas para reconocer a las personas por la sensación
de su elemento, pero Adrian podía hacerlo sin problema.
—Genial —dije—. ¡Así que no hay manera de que podamos entrar!
—¿Cuatro personas? —dijo Adrian—. ¿Y si mueren?
—Los elementos de sus familiares cercanos podrían abrirla, porque el
código genético es similar, pero tendrían que pasar unos cuantos de ellos
—dijo Oliver—. Pero no hay manera de que los cuatro mueran al mismo
tiempo. Se mantienen separados todo el tiempo. Ni siquiera sus amigos
más cercanos saben siempre donde están. Un nuevo elemento se
introduce en el detector tan pronto como una nueva persona se hace
cargo del servicio después de que uno de ellos muere.
—Como he dicho, no hay manera de entrar. —Suspiré—. ¿No podemos
sólo salir antes de que alguien venga?
—No vendrán tan pronto a cambiarlo —dijo Oliver—. Ellos no saben que
uno de los suyos ha muerto.
Me quedé allí, tratando de procesar lo que acababa de decir. Pasó por
delante y fue en busca la pantalla. Lo siguiente que pude oír fue el fuerte
chasquido de la puerta que hizo al separarse. Empecé a sentirme
mareada. Mi hermano había matado a alguien y llevaba su elemento.
—Aquí teneis. —Oliver difundió sus manos como si acabara de hacer un
milagro. Yo pensé que iba a vomitar. Adrian ya había aprovechado la
oportunidad y entró.
—Has matado a alguien —dije, mirando a mi hermano.
—¿Y? —sonrió—. Tienes la puerta abierta.
276
—¿Cómo sabías que el tipo estaría aquí? —le dije, porque sabía que un
elemento no podría estar más de un par de horas en el interior del cuerpo
de otra persona.
—No estaba aquí —dijo Oliver—. Nunca seguirían a cualquiera de ellos
hasta aquí exactamente, nadie podía pedir prestado el elemento. Pero
nosotros no sólo somos portadores de la enfermedad mágica, hermana.
Somos mejores que eso. Somos elementos salvavidas.
—Mejor, ¿eh? —dije, con lágrimas llenando mis ojos—. ¡Eres un asesino!
—Siempre tan criticona, hermana —Él sonrió.
—Estás loco.
—Tú también, si te atreves a decir eso a un loco —dijo.
—Así que ¿por cuánto tiempo puede mantenerse el elemento de alguien
dentro de ti? —le pregunté.
—No estoy seguro. Ninguno de ellos expiró.
—¿Cuántas personas has matado? —Casi me ahogué con las palabras. No
me importaba por qué estábamos aquí o qué estaba haciendo Adrian en el
interior.
—Sólo a tres —dijo—. Parece que podemos mantener sólo uno de cada
tipo de elementos. Y como yo ya tenía fuego, tuve que llenar otros
espacios. No sabes cuánto más tranquila se siente mi cabeza después de
conseguir el último.
El último. Así que no sabía nada del hielo. Oh, mierda. No debía saberlo, o
también trataría de matar a Adrian. No estaba segura de que fuese a
funcionar, ya que ambos tenían la enfermedad, pero el riesgo era
demasiado grande. Y no quería ni pensar en lo que sentía por el hecho de
que tres personas habían muerto a causa de mi hermano.
—¿Entonces no está la policía buscándote? —dije.
277
—No, no saben que el tipo está muerto —dijo—. Además, incluso si lo
hiciesen, primero irían a Italia, porque el tipo estaba allí.
—¿Qué pasa con las otras dos personas? —dije y él oscureció su rostro.
—Nadie va a investigar a los dos —dijo—. Aunque espero que nadie se
entere.
—¡Ria! ¡Necesito tu ayuda! —Oí la voz de Adrian justo cuando estaba a
punto de preguntar a Oliver quiénes eran. Dudé un segundo y luego entré
en la habitación. De todos modos, este no era ni el momento ni el lugar
para tener conversaciones serias con Oliver.
***
Habían demasiados archivos como para verlos todos y después de que
nos las arreglamos para tomar como mucho los que podíamos llevarnos,
me di cuenta de que Oliver había desaparecido. Era mejor así, a pesar de
que tenía un montón de preguntas para él. Había reaparecido, no tenía
ninguna duda sobre eso. Nos escabullimos por el garaje y utilizamos las
escaleras para llegar a la plaza de aparcamiento donde estaba el coche de
Adrian. Por suerte, no había nadie que nos viese, e incluso si alguien nos
hubiera visto, habría pensado que estábamos participando en algún
proyecto.
No hablamos en absoluto hasta que estuvimos a salvo en la habitación de
Adrian. Los papeles terminaron tirados en la cama, porque no sabíamos
muy bien qué hacer con ellos. Me sorprendí aún de lo que había sucedido.
Michael y Paula aún no habían regresado, pero eso no era inusual ya que
habían tenido que viajar allí en primer lugar y se necesitaba la misma
cantidad de tiempo para volver. Al menos eso me dio un poco de tiempo
para llegar a una buena historia. Tenía muchas ganas de decirles la
verdad, pero tal vez esa no era la mejor opción.
—Estás tensa —dijo Adrian mientras se acercaba a mi espalda y me
pasaba sus manos por mis brazos. Yo estaba mirando por la ventana,
inmóvil.
278
—Todo esto con mi hermano es de locos —dije—. Es una locura.
—¿Así que es cierto que podemos mantener los cuatro elementos dentro
de nosotros y que no se vayan? —dijo Adrian.
—Según Oliver, sí —dije—. Pero no sé si es algo bueno o malo, porque si
lo miras, alguien muere.
—Sí, pero estamos tratando de detener eso, ¿verdad? —dijo, claramente
tratando de animarme.
—Sí, supongo —dije. Desde luego que yo no quería matar a nadie, pero
sino, ¿cuáles eran las posibilidades de que pudiéramos llegar a una cura?
No lo sabía. Obviamente estaban escondiéndonos mucho. Tal vez también
se hicieron con una cura. Parecía que estuviéramos rodeados por una
nube de secretos... secretos de todos, incluido el mío.
—Todo va a ir bien —susurró Adrian en mi oído y tiró de mi vestido hacia
abajo un poco para poder besar mi hombro. Cerré los ojos, tratando de
despejar mi mente de todo pensamiento, pero eso parecía imposible.
Desesperadamente necesitaba algo más para centrarme en cualquier
cosa. Me di la vuelta y me encontré con los ojos azul-grisáceos de Adrian.
—Yo no quiero... —empecé a decir, pero Adrian puso su dedo en mis
labios. Dejó sus dedos deslizándose por todo el camino hasta mi collar. Di
un grito ahogado, sintiendo el deseo agitándose dentro de mí.
¿Por qué me estaba haciendo esto?
—Yo... puedo... hacer... te... olvidar... —dijo, enfatizando cada palabra con
un beso. Su oferta parecía tan dulce y tentadora y tenía muchas ganas de
tener un momento de felicidad en todo este lío.
—Sin compromiso. —Añadió con una sonrisa. Curioso que dijera eso,
cuando los dos sabíamos que no era así. Si ahora hiciéramos esto, no
habría vuelta atrás. Y sólo confirmaría que sentíamos algo el uno por el
otro. ¿De verdad quería lidiar con esto más tarde?
279
Me miraba mientras pasaba mi mano por su pelo negro. Entonces le atraje
hacia mí con un beso tan caliente que quemaba más que mi elemento.
280
Traducido por pokprincssboo
Corregido por Noemí
n algún momento Michael y Paula habían regresado sanos y salvos
en medio de la noche y con las manos vacías, por supuesto. Ignoré el
mensaje de Michael porque no había ninguna razón para
mantenerme despierta en ese momento, sobre todo cuando me habían
dejado atrás. La única razón por la que estaba despierta era porque
Adrian y yo íbamos a revisar los archivos que habíamos tomado de la Caja
de Pandora. Había algunos buenos análisis de ADN y estaba segura de que
Paula mataría por tenerlos en sus manos. De acuerdo, tal vez no matar
literalmente, pero ella los querría con bastante urgencia.
Sólo que había demasiada información en los archivos, así que los
guardamos de forma segura en el armario de Adrian. Habíamos
descubierto que el primer caso de un portador de la enfermedad mágica,
que podía mantener un elemento más de unos pocos meses, había sido
hacía más de sesenta años. Qué bonito que el gobierno ocultara eso y
estaba segura de que había más. Había habido experimentos llevados a
cabo sobre la enfermedad mágica que llevaban al mismo estado por el que
había pasado Adrian. Por lo que pudimos leer, era muy afortunado de
conseguir salir con vida de ese lugar.
—¿Qué hacemos ahora? —dije, pasando mis dedos por el cabello de
Adrian. Estaba sentada con la espalda presionada contra la cabecera y
Adrian estaba descansando su cabeza en mi regazo. Fue uno de esos
momentos tranquilos y relajantes que a veces solíamos tener.
E
281
—¿Esperar el amanecer? —Él me miró. Eso no era lo que yo quería decir,
pero supuse que no estaba preparado para hablar de ello.
—¿Por qué? —dije.
—No sé —dijo—. ¿Porque no tenemos nada más que hacer?
—En realidad, tenemos cosas que hacer. —Reí suavemente—.
Simplemente no tenemos ganas de hacerlas.
—Es cierto —dijo. Y terminamos esperando el amanecer. Fue hilarante
porque en realidad corrimos hacia la ventana para ver los primeros rayos
de sol en el horizonte. Después nos fuimos a dormir y no despertamos
hasta que alguien llamó a la puerta.
En esta ocasión Adrian esperaba fervientemente que me vistiera y me
arreglara el cabello lo mejor que pudiera antes de abrir la puerta. Pero,
maldita sea, aún era temprano y parecía un mapache con esas bolsas
oscuras debajo de los ojos. No había sorpresa en el rostro de Alan, pero no
parecía estar contento. Traté de salir, pero me detuvo.
—Os necesito a los dos un momento —dijo.
—No necesitamos oír el mismo discurso de nuevo —dijo Adrian—.
Además, llegaremos tarde para el desayuno.
—No es eso —dijo Alan—. Y hay un montón de comida en mi oficina.
Genial. Justo lo que necesitábamos. Pero una parte de mí se preguntaba
por qué Alan quería hablar con nosotros, no era sobre que el romance
estuviera prohibido o algo así. ¿Ayer alguien nos habría reconocido y se lo
había notificado? Esperaba que no.
Estábamos sentados en la oficina de Alan unos momentos más tarde, y de
verdad, el escritorio estaba lleno de comida. Tomé una rosquilla sólo para
mantener la boca llena. Tal vez así no tendría que contestar cualquier
pregunta. Pero, maldita sea, esa rosquilla estaba deliciosa.
—¿Queréis un poco de té? —preguntó Alan.
282
—Claro —dije y Adrian se limitó a sacudir la cabeza.
—Ah, sí, lo olvidé. No te gusta el té. —Alan sonrió a Adrian mientras
servía una taza para mí.
Con gratitud tomé la taza. El té caliente olía bien, necesitaba algo de beber
después de la rosquilla.
—¿Qué quieres de nosotros? —dijo Adrian suspicazmente.
—Necesito vuestras opiniones sobre algo —dijo Alan—. Es un proyecto
universitario, en realidad.
—No sabía que nuestra opinión fuera importante para nadie,
especialmente para ti —dijo Adrian. Yo era feliz con simplemente
masticar otra rosquilla y estar tranquila.
—Bien, es importante —dijo Alan, mostrando enfado en su voz—.
Estamos pensando en ampliar el edificio y tal vez crear la mayor
biblioteca universitaria jamás creada. ¿O prefieres tener un gimnasio, una
piscina o algo por el estilo? Estamos abiertos a sugerencias.
—¿Qué tal un salón de belleza? —Sonreí, sabiendo que se refería a algo
educativo y no estúpido, pero no pude evitarlo. Mientras dije eso, una
oleada de mareo vino sobre mí. Tal vez no debería haber comido tan
rápido.
—Esa es una sugerencia, sí —dijo Alan y entonces frunció el ceño—. ¿Te
encuentras bien, Ria? ¿Necesitas un poco de aire?
—No, es que... —empecé a decir, pero el mareo había vuelto.
—Tal vez deberíamos continuar esta conversación afuera —dijo Alan,
levantándose de su silla—. El clima es agradable y podría mostraros
dónde se podría construir.
Adrian me miró, preocupado y le di una sonrisa tranquilizadora. Mi mareo
pasaría cuando estuviera fuera de la maldita oficina, estaba segura. Pensé
283
que podría ponerme de pie completamente bien, así que empezamos a
caminar hacia el parque.
—Podemos hacer esto en otro momento si no te encuentras bien —dijo
Adrian, pero yo negué con la cabeza. No necesitábamos tener una nueva
reunión con Alan en otro momento.
Y yo quería que nosotros termináramos con esto para poder reunirnos
con Michael y Paula y contarles lo de los archivos.
Alan estaba hablando de algo mientras caminábamos cada vez más lejos
del edificio de la universidad. Me quedé impresionada por todos los
hermosos colores en el parque y sus alrededores. El cielo estaba tan
increíblemente azul y el sol acariciaba mi piel, haciéndome sentir cálida
por todas partes. Pero, ¿cómo era eso posible tan temprano por la
mañana? No lo sabía y no me importaba. El mundo era hermoso... hasta
que me di cuenta de que estábamos en el medio de la nada. ¿Cómo
habíamos llegado hasta allí?
Entonces me acordé de que debíamos de haber recorrido todo el camino a
los campos vacíos que estaban detrás del parque. Realmente no había
nada interesante allí, excepto hierba interminable y los árboles y...
Adrian repente me agarró la mano y tiró de mí hacia atrás. Alan seguía
caminando delante de nosotros y miré a Adrian con sorpresa.
—¡Vuelve! —dijo, en voz baja y urgente—. ¡Corre! ¡Lárgate de aquí!
Lo miré fijamente, sin comprender lo que estaba diciendo.
—No haría eso si fuera tú —dijo Alan y lo miré. Entonces mis ojos se
posaron en la pistola que estaba en su mano y que apuntaba hacia
nosotros. Oh, mierda.
Di un grito ahogado y Adrian se puso delante de mí, ocultándome con su
cuerpo. ¿Qué estaba pasando?
—Es a mí a quien quieres —dijo Adrian—. Deja que se vaya.
284
—No —dijo Alan—. Os necesito a ambos.
Teníamos que resolver esto de alguna manera y busqué mi elemento. No
me importaba si lo quemaba vivo. Mi vida estaba en peligro, junto con la
de Adrian. Sólo que no había nada... no podía hacerlo. Me entró el pánico.
—No puedo sentir mi elemento. —Me ahogaba.
—Por supuesto que no puedes —dijo Alan—. Le agregué al té.
Oh, mierda. Por eso me sentía tan mareada y aturdida.
—¿Qué quieres? —dijo Adrian.
No estaba muy segura si sería mejor que yo fuera la que lo cubriera a él,
ya que no podía encontrar una razón por la que Alan quisiera matarme a
mí también. Pero los locos por lo general no tienen ese tipo de lógica.
—Sé que fuiste tú quien robó el diario —dijo Alan—. Y sé dónde estabais
ayer.
—No sé de qué estás hablando —dijo Adrian. Yo me quedé en estado de
shock. ¿Cómo se había enterado de todo eso?
—No te hagas el tonto ahora, Adrian —dijo Alan—, porque sé que no lo
eres. Tú querías ese diario, no sé cómo te enteraste de lo del hotel, pero
de alguna manera lo hiciste. Y no trates de negarlo porque tu coche estaba
allí. Lo sé porque he puesto un rastreador en él.
Oh, excelente. Estábamos magníficamente jodidos.
—Ria no estaba conmigo —dijo Adrian.
—¿Ah no? Pero no sé de ninguna otra chica que estuviera dispuesta a ir
contigo y vosotros dos parecéis estar muy unidos —dijo Alan—. De hecho,
apuesto a que ella es la misteriosa rubia que nunca fue vista de nuevo.
—¿Y qué? Que mi coche estuviera allí no prueba nada —dijo Adrian—.
Además, ¿desde cuándo te importa que lleve a mis amantes a un hotel en
vez de traerlas aquí?
285
—Tienes razón. No hay absolutamente ninguna prueba en tu contra —
dijo Alan—. Y sé que realmente el diario de tu padre te pertenece, por lo
que no hay daño de verdad. Aunque sospecho algo del hotel, así que
vamos a intentar algo.
—¿Intentar qué? —dijo Adrian.
Me alegré de que no se hubiera dado cuenta de que habíamos entrado en
la Caja de Pandora. Habíamos conseguido cerrar la puerta, y como nadie
la podía abrir, no había manera de que alguien pudiera encontrar
información sobre eso tan pronto. Además, había tantos papeles que no
pensé que notarían que faltaba algo, incluso si echaba una ojeada. Estaba
segura de que nadie arriesgaría la vida, sólo para comprobarlo.
—Detenme u os a dispararé a los dos —dijo Alan y no sonaba como si
estuviera bromeando. Adrian dio un paso hacia él, pero Alan se limitó a
sacudir la cabeza.
—No así. — Él sonrió—. Usa tu cabeza, chico.
No estaba segura de que debía hacer, pero nada vino a mi mente. De
hecho, mi mente no estaba del todo en buenas condiciones y me
preguntaba qué clase de droga había puesto Alan en mi té. Tenía la
esperanza de que Adrian supiera lo que quería Alan.
Adrian me miró un segundo y luego el hielo comenzó a formarse
rápidamente en toda la pistola y pasando por el brazo de Alan. Alan dejó
caer el arma y empezó a caminar hacia nosotros.
¿Deberíamos huir? Pero Alan ya no tenía la pistola y si quisiera hacernos
algo con su elemento, ya lo habría hecho. Si antes había estado
confundida, no tenía ni idea de cómo me sentía ahora.
Creo que Adrian seguía debatiéndose en qué hacer cuando Alan nos
alcanzó y lo abrazó. Eso fue tan extraño que yo pensé que estaba
alucinando. Adrian parecía demasiado sorprendido y se quedó allí
inmóvil.
286
—Sabía que tenías un elemento —dijo Alan, finalmente soltando a
Adrian—. Tu madre estaría muy orgullosa.
—¿Qué demonios? —dijo Adrian en voz alta, exactamente lo que yo
también pensaba.
—Lo siento, sabía que nunca lo admitirías si no hacía algo extremo. —
Alan sonrió como si nada hubiera sucedido—. El arma ni siquiera estaba
cargada.
Lo fulminé con la mirada. ¿Así que me había drogado, había amenazado
mi vida y todo para qué? ¿Para obtener una confesión de Adrian? Estaba
tan cabreada que pensé que podría arrancarle allí mismo la cabeza.
Adrian probablemente adivinó mis pensamientos porque tomó mi mano y
la apretó. O tal vez tenía miedo al igual que yo de que perdiera el control
y matara al tipo.
—¡Enfermo hijo de puta! —grité—. ¡Puedo mencionar un millón de
diferentes maneras para averiguarlo! Esto fue sólo… ¡una mierda!
Adrian tuvo que utilizar ambas manos para que no fuera a por la garganta
de Alan. A pesar de que Adrian me estaba tocando, todavía podía sentir el
débil parpadeo del elemento de Alan y lo quería. Y no, no tenía
absolutamente nada que ver con mi enfermedad... bueno, no estaba
segura. Pero Adrian era demasiado fuerte para mí y no podía liberarme.
¡Maldita sea! Una mezcla extraña se escapó de mis labios, entre un grito
furioso y un llanto. Yo estaba perdida... estaba mal.
—Ria, lo siento —escuché la voz de Alan como si estuviera en algún lugar
muy lejano. Las cosas se estaban volviendo borrosas frente a mis ojos.
Parpadeé, pero no sirvió de mucho.
—¿Qué le pasa?
—¡Ria! Ria, ¡no!
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Traducido por palbameca
Corregido por Juli_Arg
e desperté con el peor dolor de cabeza. Podía sentir el cuerpo
cálido de alguien presionado contra el mío. Alguien me sostenía y
estábamos tumbados sobre algo. Quería abrir los ojos, pero mis
párpados eran demasiado pesados. Voces. Alguien estaba hablando y
traté de escucharlo. Pero al principio, las palabras no tenían sentido para
mí. Quería mover el brazo, pero no podía. Oh, mierda. ¿Estaba en una
especie de estado de coma? Pero ¿cómo demonios iba a pensar con tanta
claridad? Deben de haber sido las drogas que Alan me había dado. Las
drogas y yo simplemente no combinábamos bien. Tal vez debería
conseguir un trabajo como catadora de drogas para poder averiguar los
efectos secundarios más raros.
—Así que estás diciendo que tengo un sub-elemento. —Reconocí la voz de
Adrian.
—Sí —dijo Alan. Ugh, ¿por qué estaba ese loco estúpido todavía aquí?
—¿Cuántos hay?
—Muchos. Pero hasta ahora conocemos el hielo, el polvo, el humo, la
niebla y la tempestad —dijo Alan y pude sentir la rigidez en el cuerpo de
Adrian. Probablemente había pensado que él era el único con un elemento
extraño y todo esto lo sorprendió mucho.
—Podrías habérmelo dicho, ¿sabes? —dijo Adrian amargamente—.
Podríamos no haber pasado por esto si lo hubieras hecho.
M
288
—Lo siento, pero no podía decírtelo porque tengo prohibido decírselo a
alguien que pueda contárselo a alguien más —dijo Alan—. Y estoy seguro
de hiciera lo que hiciera, no me habrías dicho la verdad.
—Por supuesto que no —se burló Adrian—. Pero ahora se lo puedo
contar a otra persona.
—No, no lo harás —dijo Alan—. Porque entonces yo tendría que hablarles
de ti al Consejo y te llevaría de vuelta... allí.
Ah, genial, amenazando a Adrian con lo peor. Qué bonito. Tenía muchas
ganas de al menos darle un puñetazo al tipo en la cara. La sensación en los
dedos volvió un poco, pero ahora no quería moverme porque no quería
que supieran que podía oírlos.
—¿Por qué me dijiste que mi madre estaría orgullosa? —preguntó Adrian.
—Debido a que tu familia había tenido agua desde hace mucho tiempo y
el hielo es un subelemento de ella —dijo Alan—. Tu lado paterno de la
familia había tenido la tierra. Y creo que el hielo es mucho más frío que el
polvo.
—Ajá —dijo Adrian—. ¿Pero mis padres no tenían ningún elemento o
subelemento?
—No.
—¿Por qué no?
—No lo sé —dijo Alan.
—¿Cómo lo puedo tener yo, entonces?
—No lo sé —repitió Alan, no contento con no tener una respuesta—. Creo
que algunas personas lo pueden saber, pero no lo están compartiendo. Ni
conmigo ni con nadie.
Tal vez la respuesta estaba en los papeles que había robado, pero había
sido demasiado perezosa para mirarlos.
289
—Así que, básicamente, ¿Ria se encuentra en esta condición debido a su
curiosidad? —Adrian no ocultaba el enojo de su voz. Bueno, también
quería saber eso.
—Sí, pero yo no sabía que esto iba a pasar —dijo Alan como si fuera una
excusa perfecta.
—Eso es una excusa —dijo Adrian. Abrí los ojos y traté de incorporarme.
—Eso sí que es un eufemismo —le dije—. ¡Te mereces un premio por ser
el mayor idiota del planeta!
—Me alegra de que estés despierta, Ria —dijo Alan, pero no lo parecía.
Pude ver un destello de alivio a través de los ojos de Adrian.
—Lo que sea —le dije—. Te agradecería si pudieras salir de la habitación.
Ahora.
—Está bien —dijo Alan, yendo hacia la puerta—. Nos vemos más tarde.
Adrian esperó a que se fuera y entonces me besó en la frente.
—No sabes lo feliz que estoy de ver tus preciosos ojos otra vez —dijo. Eso
fue algo raro. No tenía los ojos tan hermosos como decía. Una vez había
odiado sus ojos, pero eso había sido antes de ver que había algo más en
ellos que sólo frialdad.
—No puedes deshacerte de mí tan fácilmente. —Sonreí.
—Bien —dijo—. ¿Puedes caminar?
—Umm, puedo intentarlo —le dije—. ¿Por qué?
En el fondo de mí algo se congeló, porque tenía miedo de que me
estuviese echando de nuevo. No quería salir lastimada. No por él. Sí, en
algún lugar a lo largo de todo este asunto me había admitido a mí misma
que tenía sentimientos por él.
—Tu hermano quiere hablar contigo —dijo Adrian—. Está en tu
habitación.
290
***
No importaba si podía caminar o no. Tenía que llegar a mi habitación tan
pronto como fuera posible. Si Oliver quería hablar conmigo, no se iría
hasta que sucediese. No lo quería aquí más tiempo del necesario, porque
no estaba segura de si estaba exactamente a salvo a su lado. Y si Paula o
Michael vinieran a buscarme en mi habitación y lo encontraran... bueno,
las cosas podrían ponerse feas.
Oliver estaba sentado en mi cama, con el aspecto encantador y elegante
de siempre. Me pregunté cuántas chicas habían enfermado de él, porque
no creo que él se preocupase en absoluto de eso. Me sonrió cuando entré
en la habitación. Cerré la puerta para asegurarme de que nadie nos
interrumpiera. Esto era algo solamente entre mi hermano y yo.
—Hola, hermanita —dijo—. ¿Tuviste un mal día?
—Se podría decir que sí —dije, caminando hacia él y sentándome. Tal vez
fue estúpido, pero yo no estaba preocupada por mi seguridad. No me iba a
matar sin motivo.
—Asumí que tenías preguntas, por lo que he venido —dijo.
—Es difícil no tener preguntas cuando tanta mierda sucede —dije.
—Verdad. —Suspiró—. Entonces, ¿por dónde empiezo?
—Quiero saber por qué tenemos la enfermedad, cuando la familia tiene
un elemento puro.
—He estado tratando de averiguarlo durante años —dijo—. Es sólo un
código genético malo. Y todo viene de nuestro bisabuelo.
—Déjame adivinar, es Jonathan, ¿no? ¿Del lado de nuestra madre? —le
dije—. ¿El monstruo podría haber firmado algún tipo de acuerdo para
matar a cualquiera que se casó con una persona con un elemento
diferente?
291
—Sí —dijo—, es él. Y ¿adivina qué? El cabrón tenía la enfermedad
mágica.
—¿Qué? —Fruncí el ceño—. ¡Pero eso es imposible!
—Nada es imposible. —Sonrió—. Pensé que aprendiste eso cuando
adquiriste la enfermedad.
—Bien, así que, ¿cómo es que ambos lo heredamos y no otra persona?
—Jonathan se casó con una mujer que tenía un elemento puro. Y creo que
él mató a la gente con el elemento fuego puro, así que cuando tuvo hijos,
heredaron el fuego y de alguna manera su esposa no tuvo su enfermedad.
Todo estaba bien para ellos, pero el código genético defectuoso se
prorrogó a pesar de que estaba demasiado débil para mostrarlo —dijo—.
Luego llegó hasta nosotros y se mostró, pero ligeramente alterado, así que
seguimos teniendo nuestro elemento.
—Sí, pero, ¿las posibilidades de contraer la enfermedad no son muy
bajas? —le dije. Yo no era tan buena en la genética como Paula, pero
todavía recordaba algunas cosas de la escuela secundaria y el porcentaje
de genes heredados de los bisabuelos no era exactamente tan
significativo.
—Míralo así —dijo—, el bisabuelo tiene el gen de la enfermedad, la
abuela lo recibe, entonces nuestra madre recibe parte de cada uno de
ellos, entonces se obtiene una parte de los tres. Supongo que eso es lo que
se necesita para desarrollar la enfermedad.
—Ah —le dije—. Ni idea.
—Bueno, no soy un experto en genealogía, pero parece posible.
—De acuerdo, así que tenemos la enfermedad debido a la genética
estúpida —le dije—. Lo pillo. Pero no lo entiendo, ¿por qué nuestro
bisabuelo deseaba mantener un elemento puro cuando él no lo tenía?
—Le has dado una respuesta a nuestra pregunta.
292
—¿Cómo? —Levanté una ceja.
—Él no tenía su propio elemento, pero quería que su familia lo tuviese —
dijo Oliver—. Obviamente, imaginó que podría funcionar. Y cuando
efectivamente funcionó, decidió protegerlo, así que encontró una manera
efectiva de mantener la reputación de la familia de un elemento puro.
Tener una familia de un elemento puro era muy importante y podía
hacerte rico, si sabías jugar bien con eso.
—Muy bien, él quería poder y dinero al igual que cualquier otra persona
—le dije—. Pero, ¿quién fue el idiota que firmó el maldito contrato y cómo
podía todavía funcionar?
—Él tenía una amante. Se llamaba Rosalia. —Sonrió—. Ella también tenía
la enfermedad mágica. También tenía una familia con ella e hizo que se
ocupasen de ella. Daría dinero a cambio de que matase a cualquiera de su
familia que se atreviese a casarse con una persona equivocada y ella
también podría recoger el elemento. Fue una oferta muy tentadora para
ella y la tomó. Luego sus hijos y así sucesivamente. Por lo que he podido
comprobar, el dinero está en un banco en Las Vegas y hay unas cuantas
cajas de seguridad allí. Cada caja se abre mediante el uso de un detector
de elemento similar a la que vimos en la caja de Pandora. Así que nadie
puede abrirlo por matar a una persona al azar, ya que se abre únicamente
por familia y se puede abrir sólo una caja fuerte en una semana. Eso es
para evitar que la persona se haga más fuerte con el mismo elemento. En
ese momento el elemento robado por lo general se desvanece.
—Pero eso sucedió hace mucho tiempo. ¿Cómo tenían ese tipo de
tecnología? —le dije, preguntándome cómo no había sospechado que mi
familia sería tan rara y complicada.
—Oh, Ria. Esas cosas han existido durante mucho, mucho tiempo. En
realidad no es tecnología. Son cerraduras normales mejoradas con un
elemento —dijo—. Ni siquiera te puedes imaginar cuántas cosas nos han
escondido. Es como un mundo completamente nuevo.
293
—Muy bien, estamos relacionados con una familia de asesinos —le dije
con sarcasmo—. ¡Qué lindo! No puedo creer que en realidad estén
teniendo ningún problema con matar a alguien relacionado.
—Oye, que ni siquiera nos conocen. Además, el dinero y un elemento,
especialmente uno puro, son una muy buena razón para que alguien
estuviera sin remordimientos.
—Entonces, ¿por qué simplemente no nos matan? No es como si nuestro
bisabuelo fuera a saberlo.
—Tiene que haber algo más incluido en la oferta, pero todavía no me he
dado cuenta—dijo—. Alguien que controla lo que pasa.
—¿Cuándo te diste cuenta de que tenías la enfermedad? —le pregunté.
—Cuando tenía trece años. —Su rostro se ensombreció.
—¿Se lo dijiste a alguien? —le dije, preguntándome qué habría hecho si lo
hubiera hecho tan temprano.
—Por supuesto. —Sonrió con tristeza—. Se lo dije a mamá y papá.
—¿Y? —le dije. Hubo muchos días en que me había sentado allí y pensado
cómo reaccionarían mis padres si se lo dijese. Se lo habría dicho en
realidad, si Oliver no me hubiera detenido. Tenía la esperanza de que
hubiese sido por una buena razón.
—Me enviaron a un manicomio —dijo. Sus palabras me golpearon como
un muro de ladrillos.
—¿Qué?
—No me quieren cerca. Me dijeron que era peligroso y que el Consejo
decidiera qué hacer —dijo—. Pero ya que papá está en el Consejo, su voto
me salvó de morir al instante. Me enviaron a uno de sus centros de
investigación e hicieron todo tipo de experimentos sobre mí. Uno incluía
que matase a una persona con elemento.
294
Lo miré con los ojos muy abiertos. No, eso no podía ser verdad. Mis
padres nunca harían una cosa así. Eran amables y cariñosos y...
—No me crees —dijo, una chispa de diversión en sus ojos marrones
oscuros—. Bueno, es cierto. Si quieres comprobarlo, háblales de ti y mira
a ver qué pasa. Dirán que te has ido a algún lugar elegante a la
universidad, al igual que dijeron que me había ido a una escuela de lujo.
—¿Cómo pudieron hacerte esto?
—No se puede arruinar la reputación de la familia, ¿no? —Sonrió—.
Además, no quería que acabaran matando a mi hermanita. Eso hubiera
sido trágico. Realmente creen que tengo la enfermedad por una chica, así
que es por eso que te dije lo que saben acerca de nuestro bisabuelo. No
pueden darse el lujo de perderte también. Eres la única cosa que creo que
tienen.
—¿Por qué esa gente te obliga a matar a alguien? —le dije, dándome
cuenta de que Adrian había sido realmente afortunado.
—Querían ver qué pasaba. —Se encogió de hombros—. No tengo ni idea
de lo que estaban haciendo detrás de ese cristal.
—Eso es horrible —le dije.
—Yo no quería matar a esas dos personas. Realmente no—dijo—. Luché
contra ello en un primer momento, pero luego se utilizaron muchos
elementos a mí alrededor y no podía controlarlo... no pude. Estaba
demasiado débil.
—¿Qué edad tenías entonces? —le dije, poniendo mi mano torpemente
sobre su hombro. Se sentía tan extraño oír todo lo que venía de él.
—Dieciséis —dijo—. Me escapé cuando me preparaban para otro
experimento. Debería haberlos matado, supongo, pero no lo hice. Noqueé
a los que estaban en mi camino. He estado corriendo desde entonces. Pero
como le conté todo a la prensa, después de unos años estuvieron de
acuerdo en olvidar lo que había sucedido y prometieron no cazarme.
295
Mamá y papá me necesitaban porque no podían utilizar la historia de la
escuela más, así que tuve que volver a aparecer. Todo volvió a la
normalidad sólo porque prometí no contarlo. Y me he dedicado el resto
de mi tiempo a la investigación y a ocultarme, ya sé que la única razón por
la que llegué a un acuerdo era que no podía encontrarme en un lugar
donde se podía disponer de mí. Supongo que por eso estoy evitando
reuniones familiares.
—¿Así que ellos saben que puedes mantener un elemento? —le dije.
—No, no lo saben —dijo—. Me las arreglé para ocultarlo.
—Pero hay un archivo que dice que hubo un tipo que podía hacerlo, así
que creo que piensan que es posible.
—Ese tipo estaba muerto, y creo que fue un caso aislado, así que no es
algo que naturalmente venga a sus mentes —dijo.
—Espera, pero eso significaría… ¡que piensan que estás probablemente
matando a la gente! —le dije.
—No les importa, siempre y cuando las personas que mate sean
anónimos —dijo—. Todo es cuestión de política, el poder, el dinero, la
codicia... no se preocupan por nosotros, siempre y cuando vayan a
obtener todo lo que quieren.
—¿Por qué están ocultándonos todo esto? —le dije—. Parece que hay
tantas enfermedades mágicas que es casi imposible que nadie lo sepa.
—Bueno, algunas personas lo saben —dijo—. Pero todo el mundo tiene
miedo y los portadores de enfermedades mágicas en realidad no son de
confiar en la naturaleza. Otros prefieren girar la cabeza hacia otro lado.
—No sé qué decir. —Suspiré. Odiaba el mundo en el que vivía. Realmente
lo hacía.
—No hay nada más que decir. —Me miró a los ojos—. Sólo supervivencia,
hermanita. Sólo importa la supervivencia.
296
—Entonces, ¿hay una cura mágica para la enfermedad, o están esperando
a que mutemos y nos convirtamos en algo más? —dije. Si ya teníamos
portadores de enfermedades mágicas con su propio elemento y los que
tenían subelementos, tal vez pronto no habría portadores de
enfermedades mágicas. Quizás los elementos simplemente... volverían a la
normalidad.
—No hay cura todavía —dijo—. Y no soy adivino.
—Genial —dije—. Quería saber esto y ahora siento como que la
ignorancia era mucho mejor.
—Lo siento, hermanita —dijo Oliver en un tono que claramente
demostraba que no lo sentía ni un poco, pero no tenía una razón de ser.
No fue su culpa. Se había visto obligado a convertirse en lo que era y no
era extraño que estuviese un poco loco después de todo. Excepto...
—¿Has matado a ese chico sólo para entrar en el interior de la caja de
Pandora o porque no podías soportarlo más? —Me fijé en él.
—Lo maté porque fue el que aprobó la experimentación con los
portadores de enfermedades mágicas y porque era un idiota que había
violado a las chicas —dijo, con la voz fría como el hielo—. Lo de abrir la
caja era una ventaja. Ah, y hablando de la caja, espero que tomaras todo lo
que necesitábamos. Pero sois bastante imprudentes y... estúpidos. Tuve
que borrar tus huellas dactilares de esa pantalla y de la puerta. No
entiendo por qué estás tratando de sacar trucos de cine cuando no estás
claramente preparada.
—Umm, gracias —le dije. Bueno, mierda. Habíamos sido mucho más
cuidadosos la primera vez. No podía creer que en realidad no hubiera
pensado en usar guantes. Supuse que no tenía que hacerlo porque no
habría encajado con nuestros conjuntos. ¡Qué estúpido, por cierto! No
quiero ni pensar lo que hubiera pasado si alguien hubiera encontrado
nuestras huellas allí.
297
—Entonces, te mantendrás sentada en dos sillas, o finalmente, ¿has
decidido? —Oliver me dio una amplia sonrisa. Fruncí el ceño.
—Yo no he... —empecé a decir—. ¡Eso no es asunto tuyo!
—Tienes razón. —Levantó las manos en señal de rendición—.
Simplemente tienes que decidir antes de que ellos decidan por ti y pierdas
a ambos.
—Eres muy inteligente para ser un hermano loco.
—No, sólo soy guapo. —Se echó a reír.
—¿Crees que puedo vivir con alguien a pesar de que es un riesgo poder
matarlo? —le dije. Naturalmente, no le habría preguntado esto si Paula
hubiera estado disponible. Pero yo no podía hablar con ella sobre esto.
—Si realmente lo amas, entonces todo es posible —dijo—. Aun vivir con
él. Jonathan no mató a su esposa ni a sus hijos.
—¡Sí, pero mató a otras personas y tenía una amante! —le dije.
—Bueno, si realmente quieres algo... —Sonrió.
—No lo sé. —Me pasé las manos por el pelo—. ¿Te vas a quedar aquí por
un tiempo o desaparecer otra vez?
—Es difícil de decir. Si alguien se da cuenta de que estoy aquí, entonces
voy a tener que desaparecer —dijo—. Pero si necesitas algo, sólo
llámame. Por supuesto, trata de hablar lo menos posible por teléfono.
—Gracias. —Nunca había pensado que había otra razón por la que no lo
había visto mucho.
—Bueno, me tengo que ir —dijo Oliver, levantándose—. Si no me
equivoco, tus amigos vienen hacia aquí.
—Oh, genial. —Suspiré. Justo lo que necesitaba. Pero ya era hora de que
me ocupase de este lío.
—Buena suerte, hermanita. —Oliver me sonrió y salió de la habitación.
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Traducido por 5hip
Corregido por Noemí
on bastante precisión, Paula y Michael estuvieron en mi habitación
en cuestión de segundos. Y se pasaron otros veinte gritándome por
no devolverles las llamadas, sin querer explicarles cómo conseguí
los papeles y quién sabe qué más. Había dejado de escucharlos.
—Mirad, lo importante es que tenemos los papeles —dije—. No importa
cómo ni de dónde los saqué. Vosotros no escuchasteis, así que no es culpa
mía.
—Pero Ria, podrías haber... —empezó a decir Michael y yo negué con la
cabeza.
—Por favor, por nada del mundo digas que podría haber salido herida
porque te echaré a patadas —le dije—. Vosotros también hicisteis algo
estúpido, así que no ahora me vengáis con historias sobre correr riesgos.
—Pero tú... —dijo Paula.
—¡No voy a discutir! —dije, tratando de alcanzar mi teléfono—. Voy a
decirle a Adrian que traiga los papeles para que podáis investigar.
—Adrian, ¿eh? —dijo Michael, poniendo los ojos en blanco—.
Simplemente no puedes vivir sin él, ¿no?
Estaba celoso y tenía todo el derecho a estarlo. No dije nada y Paula nos
miró a Michael y a mí alternadamente.
—Ya me imaginaba algo —dijo ella y en ese momento entró Adrian en la
habitación, llevando una mochila llena de papeles. Estaba un poco
C
299
sorprendido de ver a Michael y Paula y se acercó a nosotros, dejando caer
la mochila.
—Todo está aquí —dijo. Tomé la mochila y se la di a Paula.
—Gracias —dijo—. Veré qué puedo hacer con esto
—Te ayudaré —dijo Michael.
—Siéntate —le dije a Adrian, ya que era el único de pie. El resto de
nosotros estábamos sentados en el suelo, en mi impresionantemente
suave alfombra. Él negó con la cabeza y se quedó donde estaba.
—De acuerdo, tenemos que hablar de nuestros planes —dije—. Las
vacaciones de verano casi están aquí.
—Tienes razón —dijo Michael—. Te quedan dos exámenes, pero estoy
seguro de que puedes aprobarlos. Y bueno, tenía algo en mente...
podríamos pasar las vacaciones juntos en algún lugar, lejos de la gente.
—Hmm —dije, sorprendida. No me esperaba este tipo de oferta.
—Sí, podéis hacer eso. —Sonrió Paula—. Pero lo que antes estaba
tratando de deciros es que... descubrí que hay unas pastillas que podría
tomar Michael para que pudierais estar juntos sin problemas.
—No, no puedo hacer que te tomes unas pastillas —dije.
—¡Pero es genial! —dijo Michael—. Las probé y no pasó nada malo.
—¿Te has tomado unas pastillas extrañas? —Fruncí el ceño—. ¿Estás
loco?
—Te amo, Ria —dijo. Le eché un vistazo a Adrian y vi su rostro
inexpresivo. Él no quería revelar nada. Y Michael tenía que ser el mejor
novio de todo el planeta. No podía creer que alguien estuviera dispuesto a
hacer tal cosa. Él haría todo eso por una chica que ni siquiera podía serle
fiel. La culpa estaba empezando a carcomerme por dentro.
300
—¿Qué vas a hacer? —le pregunté a Adrian. Tenía que conseguir alguna
señal de él o cualquier cosa. Quería saber cómo se sentía al respecto.
—Voy a quedarme aquí —dijo—. No es que pueda irme de vacaciones si
al final quiero aprobar los malditos exámenes.
—¿Entonces me necesitas aquí? —le dije mientras mi pulso se aceleraba.
Era casi como preguntarle si me amaba. Necesitaba la respuesta.
—No —dijo—. En realidad, mejor me voy ahora.
Y tal que así, salió de la habitación. Me senté allí casi sin respirar. No me
necesitaba. Podía hacerlo sin mí. ¿Por qué demonios tenía que doler
tanto?
—Caray, de repente el mundo parece un lugar mejor—dijo Michael,
encantado de que Adrian se hubiera ido. Yo estaba demasiado estupefacta
como para decir algo.
—Ria, no te preocupes —dijo Paula—. Todo va a ir bien. Nosotros nos
ocuparemos de ti y no me detendré hasta que encuentre una cura.
Entonces tú y Michael podréis ser felices.
Sonaba muy bien. Podría tener un chico perfecto, que me perdonaría por
toda la mierda que había hecho sin importarle. Un chico que me amaba
tanto que no había nada que no haría por mí. Y yo sabía que me haría
feliz. Podría ser esa zorra egoísta que una vez Adrian acusó de ser y
podría usar a Michael para tener todo lo que siempre había querido. Tal
vez hasta una familia, porque estaba segura de que a Michael se le
ocurriría algo para solucionar eso.
—Entonces, ¿qué dices? —dijo Michael.
—Yo... —empecé a decir, mi mente a toda marcha. Sentía algo por Adrian,
pero no estaba segura de qué. Tal vez era sólo la enfermedad. Pero, ¿y si
no lo era? ¿Qué sentía él? Podría ser algo. Podría no ser nada. ¿Qué
pasaría si todo lo que había hecho por mí era porque no sabía cómo hacer
frente a lo que él sentía por mí? Me di cuenta de que estaba tratando de
301
encontrar excusas para él. Dios, ¿tan retorcido era eso? Aunque podría
tener razón.
—Te quiero, Michael —dije—, pero no puedo ir contigo. Voy a quedarme
aquí.
—¿Pero por qué? —dijo Michael pareciendo tan sorprendido como Paula.
—No estoy dispuesta a arriesgar nada —mentí. Había llegado a ser tan
fácil mentirles que me asustaba. Pero necesitaba tiempo para averiguar lo
que quería—. Podemos ir en otra ocasión cuando aprenda a controlarme
mejor.
—Pero... —dijo Paula.
—¡No más peros! —dije—. He tomado una decisión.
—Bueno, si eso es lo que quieres... —Michael sonrió—. No me importa
quedarme aquí contigo.
—Hey, no voy a ir a ningún lugar sin vosotros, así que también me quedo.
—Paula se rió—. ¡No podrás deshacerte de nosotros!
—No, no puedo, ¿o sí? —dije. Michael se me acercó y nos besamos. Todo
era perfecto otra vez. Me levanté y ambos me miraron con sorpresa.
—¿A dónde vas? —Paula me miró con recelo.
—Voy a decirle a Adrian que voy a quedarme —dije, preguntándome si
tratarían de detenerme.
La cara de Michael se volvió seria, pero sólo asintió.
—Ve, estaremos esperándote aquí —dijo.
***
Yo andaba caminando por el pasillo, pensando en qué le diría a Adrian.
Pensando que él no tenía que saber la verdadera razón por la que había
decidido quedarme. No dejaría que utilizara mis propios sentimientos en
302
mi contra. Sólo que era más fácil de decir que de hacer. Una ola de aire
extremadamente frío me detuvo en seco. ¿Qué demonios estaba pasando?
Me estremecí y me pasé las manos por los brazos. Sólo había un lugar
desde donde todo este aire congelante podría venir. Y eso significaba que
algo andaba mal. Corrí a la habitación de Adrian, usando lo suficiente de
mi elemento para mantener mi cuerpo caliente. La puerta de su
habitación estaba entreabierta, lo cual era una sorpresa. No pude sentir
ningún elemento en el interior, así que abrí la puerta y casi grité cuando el
frío aire amenazó con meterse en cada uno de los poros de mi piel. La
habitación estaba completamente cubierta de hielo y Adrian no estaba a
la vista.
303
02. Runaway
Sorprendida por la repentina desaparición de
Adrian, Ria está decidida a encontrarle,
incluso si eso significa tener que confiar en su
hermano e ir a la fiesta de su padre. Sin
embargo, pronto se da cuenta de que su
padre, como presidente de la recién creada
Organización de conservadores de elementos,
juega un papel muy importante en el futuro,
no sólo del de los portadores de la
enfermedad mágica, sino también de todos
los poseedores de un elemento. A medida que los secretos que rodean la
enfermedad mágica y los elementos son revelados, Ria no sabe en quién
puede confiar. Pero cuando un ex-amante se convierte en enemigo y un
trágico accidente lo cambia todo, no puedes huir.
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Alycia Linwood es la autora de la saga Element Preservers y Human. Es
una gran fan de romance paranormal, fantasía urbana y ficción para
jóvenes adultos. La escritura es su pasión más grande, seguido de cerca
por leer y escuchar música. Sus amigos son su mayor apoyo y se está a la
espera de dar a conocer más de sus libros.
Más información: alycialinwood.weebly.com
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Moderadora de traducción:
5hip
Traductoras:
Eliana
palbameca
kristel98
liiaa!!
Glenda
TERSA
Pokprincssboo
nanami27
Milyepes
Moderadorade corrección:
LadyPandora
Correctoras:
Eneritz
July_Arg
Sttefanye
Ingridshaik
vickyra
noebearomero
Revisora final:
Dara
Diseñadora
Francatemartu
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Traducido, corregido y diseñado en…
http://thefallenangels.activoforo.com/forum