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PULSO NOVIEMBRE 2013 I nmigraciôn 7 SERIE DE CRÔNICAS: LOS LATINOAMERICAN OS EN QUEBEC Los albores de una inmigraciôn Primera parte: antes de 1970 JOSÉ DEL POZO PROFESORDEHISTORIAUQAM L a presencia latinoamerica- na en Quebec es relativa- mente reciente. Su historia no se compara con la de italianos, judios o franceses, que estân en la provincia desde hace siglos. Solo en las cuatro ultimas décadas ha habido un üujo creciente, que permite hablar de una comuni- dad latinoamericana de una cier- ta envergadura. Antes de 1970, el total de per- sonas que residîan en Quebec, nacidas en Latinoamérica, era inferior a un miliar: Argentina, Perû, Colombia y Chile aporta- ban la mayor parte de esa cifra, con alrededor de 200 inmigrantes de cada uno de esos paises. Era raro oir hablar el idioma espanol en la calle. Esa situaciôn se explica por diversas razones. Por una parte, Canada y Quebec eran destinos casi desconocidos entre los lati- noamericanos que pensaban en emigrar. Para la inmensa mayo- ria, venir a América del norte era ir a Estados Unidos, pais que atraia desde hacia tiempo a una masa de origen latino, prove- niente de México y desde los anos 1960, de Cuba. Canadâ ténia pocos contactas con Latinoamérica: es- caso comercio, embajadas solo en algunos paises y desde hacia poco tiempo: las primeras se instala- ron durante la Segunda Guerra Mundial. Solo en las cuatro ültimas décadas ha habido un flujo cre- ciente, que permite hablar de una comu- nidad latinoamerica- na de cierta enverga- dura. En la foto, una familia ecuatoriana. Politica canadiense en materia de inmigraciôn Por otra parte, la legislaciôn ca- nadiense era discriminatoria, ya que se daba preferencia a los in- migrantes de Europa occidental y de Estados Unidos. Ciertos pai- ses, sobre todo de Asia, estaban excluidos del proceso migratorio. Los candidates a la inmigraciôn de Latinoamérica no sufrian el mismo trato, pero tampoco habia interés por atraerlos, ya que no habia oficinas de inmigraciôn en sus paises. Ademâs, Ottawa no habia firmado tratados sobre la acogida de refugiados, por lo que aquellos que huian de dictaduras no intentaban venir a Canadâ. Estas disposiciones comenzaron a cambiar a fines de la década de 1960, pero eso tardé algun tiempo en surtir efectos para la inmigra- ciôn. En tercer lugar, axmque antes de 1970 existian varios paises gobernados por dictaduras, lo que llevaba a un cierto numéro de personas a partir en busca de lugares mâs seguros, la violencia politica no habia alcanzado el gra- do de intensidad que se darâ mâs tarde en lugares como el cono sur y Centroamérica. Solo a partir de la nueva década comenzarâ el fe- nômeno del exilio masivo. De esta manera, los escasos in- migrantes latinoamericanos 11e- gaban motivados por razones es- trictamente personates, como el caso de varias mujeres que vinie- ron a vivir a la provincia de Que- bec por haberse casado con inge- nieros o militares canadienses que partian solteros a Latinoamé- rica por razones profesionales y regresaban con una pareja. Marinos, seminaristas... Habia algunas personas que 11e- gaban tras intentar sin éxito ob- tener residencia en Estados Uni- dos, lo que los llevaba a buscar una oportunidad en Canadâ. Tal fue el caso de varios colombianos que tras vivir un tiempo en Nue- va York se establecieron en Mon- treal. Otros casos imphcaban a marinos que llegaban al puerto de Montreal y desertaban, ten- tando la aventura de comenzar una nueva vida, o seminaristas, venidos a hacer estudios de teo- logia y filosofîa, que a veces se quedaban a vivir y formaban una familia. Uno de ellos fue el paraguayo Arsenio Fernândez, llegado en 1961 a Quebec, y que se quedô hasta el final de su vida en esa ciudad, trabajando como profesor de espanol en un Cegep. La necesidad de contar con profesionales de la salud en los hospitales quebequenses atrajo a médicos y enfermeras desde la década de 1960, en un capitulo mâs del “brain drain” que Esta- dos Unidos habia iniciado en la década anterior. A veces ese pro- ceso comenzaba con jôvenes es- tudiantes, como la chüena Isabel Velâsquez, llegada en 1963 para iniciar estudios de enfermeria, gracias a los contactas entre una congregaciôn religiosa de Mon- treal y el colegio en el que ella es- tudiaba la educaciôn secundaria en su pais de nacimiento. También llegaron algunos artis- tas e intelectuales que llegarian a ser conocidos. Entre los primeras figura la actriz cubana Luisa Cés- pedes, conocida también como Louise Darios, quien trabajô en Radio-Canada poco después de la Segunda Guerra Mundial. Su hijo, Luis de Céspedes, fallecido recientemente, fue un actor de television bastante conocido. El filôsofo argentino Mario Bunge, intelectual destacado, partiô de su pais, hastiado de las dictadu- ras militares que contralaban el poder desde la caida de Perôn. En 1966 la universidad McGill le ofreciô un cargo de profesor, car- go que ejerciô durante una larga carrera. Pero su caso no implica- ba una demanda de refugio: esa situaciôn comenzaria, masiva- mente, en la década siguiente. Ciertos paises, sobre todo de Asia, estaban excluidos del proceso migratorio. Los candidates a la inmigraciôn de Latinoamérica no sufrian el mismo trato, pero tampoco habia interés por atraerlos. En la ediciôn de diciembre, José del Pozo se referirâ al segundo periodo: la emigraciôn causada por las dictaduras (chilenos, centroamericanos).

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PULSO NOVIEMBRE 2013 Inmigraciôn 7

SERIE DE CRÔNICAS: LOS LATIN OAMERIC AN OS EN QUEBEC

Los albores de una inmigraciônPrimera parte: antes de 1970

JOSÉ DEL POZOPROFESOR DE HISTORIA UQAM

L a presencia latinoamerica- na en Quebec es relativa- mente reciente. Su historia

no se compara con la de italianos, judios o franceses, que estân en la provincia desde hace siglos. Solo en las cuatro ultimas décadas ha habido un üujo creciente, que permite hablar de una comuni- dad latinoamericana de una cier- ta envergadura.

Antes de 1970, el total de per­sonas que residîan en Quebec, nacidas en Latinoamérica, era inferior a un miliar: Argentina, Perû, Colombia y Chile aporta- ban la mayor parte de esa cifra, con alrededor de 200 inmigrantes de cada uno de esos paises. Era raro oir hablar el idioma espanol en la calle.

Esa situaciôn se explica por diversas razones. Por una parte, Canada y Quebec eran destinos casi desconocidos entre los lati- noamericanos que pensaban en emigrar. Para la inmensa mayo- ria, venir a América del norte era ir a Estados Unidos, pais que atraia desde hacia tiempo a una masa de origen latino, prove- niente de México y desde los anos 1960, de Cuba. Canadâ ténia pocos contactas con Latinoamérica: es- caso comercio, embajadas solo en algunos paises y desde hacia poco tiempo: las primeras se instala- ron durante la Segunda Guerra Mundial.

Solo en las cuatro ültimas décadas ha habido un flujo cre­ciente, que permite

hablar de una comu- nidad latinoamerica­na de cierta enverga­dura. En la foto, una familia ecuatoriana.

Politica can ad ien se en m a te ria de in m ig rac iôn

Por otra parte, la legislaciôn ca­nadiense era discriminatoria, ya que se daba preferencia a los in­migrantes de Europa occidental y de Estados Unidos. Ciertos pai­ses, sobre todo de Asia, estaban excluidos del proceso migratorio. Los candidates a la inmigraciôn de Latinoamérica no sufrian el mismo trato, pero tampoco habia interés por atraerlos, ya que no habia oficinas de inmigraciôn en sus paises. Ademâs, Ottawa no habia firmado tratados sobre la acogida de refugiados, por lo que aquellos que huian de dictaduras no intentaban venir a Canadâ. Estas disposiciones comenzaron a cambiar a fines de la década de 1960, pero eso tardé algun tiempo en surtir efectos para la inmigra­ciôn.

En tercer lugar, axmque antes de 1970 existian varios paises gobernados por dictaduras, lo que llevaba a un cierto numéro de personas a partir en busca de

lugares mâs seguros, la violencia politica no habia alcanzado el gra- do de intensidad que se darâ mâs tarde en lugares como el cono sur y Centroamérica. Solo a partir de la nueva década comenzarâ el fe- nômeno del exilio masivo.

De esta manera, los escasos in­migrantes latinoamericanos 11e- gaban motivados por razones es- trictamente personates, como el caso de varias mujeres que vinie- ron a vivir a la provincia de Que­bec por haberse casado con inge- nieros o militares canadienses que partian solteros a Latinoamé­rica por razones profesionales y regresaban con una pareja.

M arinos, se m in a ris ta s ...Habia algunas personas que 11e-

gaban tras intentar sin éxito ob- tener residencia en Estados Uni­dos, lo que los llevaba a buscar una oportunidad en Canadâ. Tal fue el caso de varios colombianos que tras vivir un tiempo en Nue­va York se establecieron en Mon­treal. Otros casos imphcaban a marinos que llegaban al puerto de Montreal y desertaban, ten- tando la aventura de comenzar una nueva vida, o seminaristas, venidos a hacer estudios de teo- logia y filosofîa, que a veces se quedaban a vivir y formaban una familia. Uno de ellos fue el

paraguayo Arsenio Fernândez, llegado en 1961 a Quebec, y que se quedô hasta el final de su vida en esa ciudad, trabajando como profesor de espanol en un Cegep.

La necesidad de contar con profesionales de la salud en los hospitales quebequenses atrajo a médicos y enfermeras desde la década de 1960, en un capitulo mâs del “brain drain” que Esta­dos Unidos habia iniciado en la década anterior. A veces ese pro­ceso comenzaba con jôvenes es- tudiantes, como la chüena Isabel Velâsquez, llegada en 1963 para iniciar estudios de enfermeria, gracias a los contactas entre una

congregaciôn religiosa de Mon­treal y el colegio en el que ella es- tudiaba la educaciôn secundaria en su pais de nacimiento.

También llegaron algunos artis- tas e intelectuales que llegarian a ser conocidos. Entre los primeras figura la actriz cubana Luisa Cés- pedes, conocida también como Louise Darios, quien trabajô en Radio-Canada poco después de la Segunda Guerra Mundial. Su hijo, Luis de Céspedes, fallecido recientemente, fue un actor de television bastante conocido. El filôsofo argentino Mario Bunge, intelectual destacado, partiô de su pais, hastiado de las dictadu­ras militares que contralaban el poder desde la caida de Perôn. En 1966 la universidad McGill le ofreciô un cargo de profesor, car­go que ejerciô durante una larga carrera. Pero su caso no implica- ba una demanda de refugio: esa situaciôn comenzaria, masiva- mente, en la década siguiente.Ciertos paises, sobre todo de Asia,

estaban excluidos del proceso migratorio.Los candidates a la inmigraciôn de

Latinoamérica no sufrian el mismo trato, pero tampoco habia interés por atraerlos.

En la ediciôn de diciem bre, José del Pozo se referirâ al segundo periodo: la em igraciôn causada por las dictaduras (ch ilenos, centroam ericanos).