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SERGIO ESCOBAR

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SERGIO ESCOBAR

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AMI M A D R E

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S e rg io E s c o b a r

/

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S E R G I O E S C O B A R

CINEPOEMAS

E D IC IO N E S R E D E S V A L P A R A IS O - C H IL E

1 9 6 3

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Compuesto con Linotype y Cartoline en

los títulos e impreso en los talleres de la

Im prenta ‘“ M E R C A N T IL ” — Valparaíso

para Ediciones R E D ES-Valparaíso-C hile.

ÍC) SER G IO ESCOBAR R. — 1963. D E R E C H O S R E SE R V A D O S

IN S C R IP C IO N N?...................... S A N T IA G O D E C H IL E

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Andrés Sabella.Roberto Solari.Carlos Hermosilla.

Ediciones Redes.

R E P A R T O

C 1N E P R E S E N T A C IO NFO TO G R A M A S ............A P U N T E ......................P R O D UC C IO N .............

POR O R D E N DE A P A R IC IO N :

P A N T A L L A C IR C U L A R . 17CON LAS P A LA B R A S C O N TA D A S . 19E L CORAZON F IL M A D O . 21E S T R IC T A M E N T E P E R M IT ID O . 25ACTO B LA N C O . 27E SC R ITO (Y D IC H O ) EN E L SOL. 29

P R IM E R O S GAGS. 33M A T U T IN O B O M B A R D EO 35

I N T E R M E D I O :

S IL A B A R IO D E L A IR E . 41TO D A LA C L A R ID A D . 43

P A R A NO C A L L A R . 45ACCESO. 47

T A C IT A M E N T E B R IL L A N T E . 49

LA e d a d D E L ESPACIO Y E LC A N TO V E R D E . 51

Fin del intermedio.

S IT IO S DE LA N O C H E . 55T O R R E DOS R E IN A . 59ESPA C IO A R G U M E N T A D O . 63M U Y C ONOCIDO Y E X T R A N J E R O . 65CAM PO. C O N TR A C A M P O . 67A L G U N A S C E R T E Z A S . 69E S C A L A M IE N T O D E L OJO. 73P R E -E S T R E N O . 75

S IN O P S IS C R IT IC A .

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C IN E P R E S E N T A C IO N

POR A N D R E S S A B E L L A G-

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Juvencio Valle señala que Sergio Escobar con­templa la vida, apoyando su visión "tras unos cristales irónicos", ( I ). No es el poeta que somete sus ojos al espectáculo de caico de los mediocres. Sabe Escobar, con briosa verdad, que al poeta le fueron reservadas las sorpresas y las luces que agrandan el corazón del mundo. Por esta certeza, no doblega su canto a la cómoda legislatura del "todo está bien cómo está". Sus "cristales irónicos" le adiestran un permanente guiño de catador de maravillas; con éste avanza, re­sueltamente, a descubrirle matices y facetas nuevas a las cosas, enfrentándose al hombre, como a si mismo:

"Que todos nos mojemos. Que nos mojemos todos hasta el alma misma", (2 ).

En las "Situaciones"" de "Cirial", lo extraordi­nario bate sus tremendas puertas, que es preciso cruzar armado, hasta los dientes, por el coraje de las verda­deras conquistas. Quien no se encuentre en posesión de estas armaduras, renuncie a pisar siquiera los pri­meros metros de estas extensiones, donde Escobar alza y destruye monumentos y funda circunstancias que embriagan de hermosura y de imposible*.

" . . . el mar trae en purísimas copas y glaciares orfebrerías sus prohibidas espumas y acomodala sutura iluminada de sus lunas, con medio rostro ausente de los amantes del fuego y los espejos", (3 ).

Tras la experiencia dolorosa y victoriosa de "Cirial", Escobar, sin fatigas ni concesiones a los da­dores de los fáciles triunfos, afronta otra violenta jornada creadora. Es su libro "Cinepoemas". Aqui, la

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raíz original permanece; no ha perdido Sergio Escobar un ápice de su ímpetu renovador. Continúa en su ta­rea de sumergimientos en la médula de la ¡palabra para arrancarle su oro de revelaciones y de ilumina­ciones:

"Ver — expresa el hombre levantándose— es tener el bello hueco del mar en las pupilas” , (4 ).

Georges Gusdorf(5), enseña que "la palabra es estructura de universo"; lo organiza, lo equilibra y lo amarra para nuestro disfrute. La palabra del poeta, en este sentido, resulta de múltiples ventajas y responsa­bilidades. Vicente Huidobro exigía al poeta faenas supremas:

"El poeta crea fuera del mundo que existe el que debiera existir” , (6 ).

Sergio Escobar, lúcidamente, comprende que su misión no cabe en eco, sino que en hallazgo. Y existe y se desgarra por conseguir que su poesía contribuya a este enriquecimiento de mundo en el mundo:

"Sobre los adoquines llueven alas.Poesía es el alimentoque conjuga y congrega estas palomas” , (7 ).

Hombre vibrante en su tiempo, en "Cinepoemas" yuxtapone dos fuerzas de creación: la poesía surge, así, movida por elementos del cinematógrafo; las imágenes, fortalecidas, viven en doble intensidad; por su fuero oral y visual:

"Prudentes del futuro, un bajo número de personasrecoge su sombra, pasa", (8 ).

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Las palabras, torrencialmente, caen al papel, vol­viéndose ebriedad de naipes fabulosos; acontecen:

"Do esta cara sigue una calle que se pierde. La cabellera ya es el asfalto transitado en ambas direcciones", (9 ).

En "Cirial", sufre por espejismos estelares; no ignora que:

"Los reflectores, de pronto, trajinan el conmovido tijeral de la noche’ ’, (1 0 ).

Aquí, en estos "cinepoemas", tampoco, su vista baja de los altos; palpita en medio de "parentelas si­derales", rozando a "la estrella que se vuelve poesía", contagiado por los soles y la mecánica, sujeto al rei­nado de ese "limpio pájaro" que "viene a crear los ojos", ( I I ) , verso admirable que esencializa a Sergio Escobar en su menester de joven hechicero atado a la suerte de la más terrible de las cadenas: la de las palabras.

( 1) " C IR IA L ” , (Situaciones), Ediciones "Redes” , Valparaíso, 1961. ( 2) "L lu v ia . T ra jín , conversaciones” , (pág. 40).( 3) “ Alim entos del Día y de la Noche” , (pág. 13).( 4) "Sitios de la Noche” .( 6) “ LA P A L A B R A ” , Ediciones Galatea, Nueva Visión, Buenos

Aires, 1957.( 6) “ La Poesía” , Conferencia. Ateneo de Madrid, 1921.( 7) " E l Corazón film ado” .( 8) “ E strictam ente perm itido” .( 9) "A lgunas certezas” .(10) "E sp ía” , (de “ C IR IA L ” , pág. 23).(11) “ Toda la claridad” .

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P A N T A L L A C IR C U L A R

ENERAL ANTES DEL COMBATE,'L>f ei hombre introductor informa: “Entramos: es el alba.Su espera sosegada, láctea y predeccsora”.Un silencio de sombra continúa y ancla.La oscuridad otorga a cada cual su trono.

El acontecimiento sobre estelares butacas y personas, levanta su rodado sol. Acumula lugares para la luz, situaciones para la seguidora sombra. Entrelaza ocultos hilos y motivos.

Entre dos silenciosel color angustioso de las palabrasentra en acción.La dramática luz de las cosas genera un brillo que divide y sin embargo place.

El pasar de las personas llevade la mano (entre pecho y espalda) el secreto aire del tiempo que siempre sopla y reina. Repentinamente sucede que se escucha una voz extraña en el paisaje.Que apenas se soporta el tiránico naipe de esos rostrosjugados,conjugados,y a veces mantenidosen una tierna llamarada.

Los hilos necesariamente terminandesatandola inventada luna de la memoria.

Y ella, la miradora, con voz compañera y conductora, dice:“Es el alba. Salimos’’.

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C O N L A S P A L A B R A S

C O N T A D A S

-JPJ.O9 QUE ENTRAN EN UN TRIPLE ESPEJO. JL /' El mar que sale a dar una rebelde razón de azul fino y detrásy comienza a mirar por dentroy en el actohace música del doblado rostro.

La novena humildad de unas cortinas que afuera duran cayendo oon sus lluvias formales y el paño de sus ideas.Los ocho tiempos de cristalde una mampara con una sombra catedral entre sus siete marcos.

“La palabra es entonces de honor la vestimenta interior, la dulce cuerda en la cual pende el universo y el aire que organiza el sol que nos numera y suma —dice fuera de la imagen el hombre que camina hacia el vidrio iluminado por el mar presente y obligado—. Ella, la palabra, no es ni será sino esa lanza donde izamos la cabeza conquistada de las cosas.Porque lo dicho es siempreuna terrible cacería que cantamos”.

En el último espejo, primero ella, luego la existencia floral de su sonrisa. El décimo fondo rayado, pero no leído de una escala que sube como vapor que tuerce y clava grada a grada sus caminantes meditaciones.

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El cuerpo de una baranda tallada dos veces en su alma afirmativa y boxeadora.Allí ella: incontable mujer que por saltar y sery romper el cristal precedido de cortinas,señala la línea del solque separa ahijados anillosdel público espejo contando guardaespaldas misterios. Ella que por afirmar duda y mueve el agua de un casto idioma en selva:“¿Y las palabras que sólo sonreales provincias de la noche?¿Y todo aquello que pide principales estrellas a la voz y encuentra en cambio una fría soga en los duros labios?¿Y lo que siempre (como dramático cometa) queda por decir en lo dicho?¿Y el mar que se ha negado al afirmar?”.

El espejo de las cortinas es ahora hijo natural. El hombre se mira en el astrorrey y más arriba. De los peldaños baja la mujer como una luna que sabe sumar interrogaciones y alumbra el carpintero esqueleto de las leales barandas y corre (como madrina respuesta) a la imagen del m ar que ahoratitula de azul y rebeldía a los balcones.

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El C o ra z ó n F ilm a d o

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E L C O R A Z O N F IL M A D O(m o n ta je lír ic o )

ír j ) RIMERO ESTAS NERVIOSAS FLORES que escuchan, los crecientes

círculos del agua. Enseguidalas huidas hojas rápidamentesucediéndose en un visible reinosin trono a la vista.Y finalmente (y durando) ese espacio que es un explícito bosque vivienteo tallos naturalmente a oscuras(en furioso contraluz)y a favor de esa luna sumadaque torna agujas los sueñosy vuelve hebras el esmalte del día.

Esas primeras flores enseguida son palomas que beben alegría.Y esas hojas son ahora alas de ayer o fibras que atraviesan libresy sin hierro argumentalel tramado cielo.Lo que cuenta, sin duda, son las agujas: ese primitivo filo allí sin una palabra, esos ojos polares que nadie menciona.Cuenta ese silencio ojivalque sabe a soledad.Quien mira parece así culpablepor ver y no ver. Y por saberque realmente no sabe.Mas, el bosque (o la agudeza)se detiene: es, prisionera, una manchaque vive mientras se oyeel timbal del mar, o lo que parececaravana, o simplementelo que en litigiosemeja ser agua y circunstancia.

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Animoso entonces surge el cuerpo formal de un espejo que recibe en su plata las palabras que vienen como un extraño salario. Un espejo con el físico interrumpido por el rostrode dos que adentro lidian. Dos que son vistos.Dos que duran divididos mientras sonora la serpiente desliza sus descifrables anillos y se suma Sobre ellas esas enhebradas voces:“Este árbol de ventanas consumadastiene como fruto exteriorla callada membrana de la luna:algo como espejo ahí toca la sangre y marcha.Suenan y giran (por reflejo)las actrices aguas y las llaves de los sueños.Ss huele por consecuenciael nacimiento de los ojos. Y todo es imaginación. Todo es una república de audacia que impulsa a mirar más allá. Todo es canción o vuelo, y no sigue”.

No hay respuesta. Sólo el mimbre suspendido.El alumbrado firmamento de sus tejidos animales. Su vertical (y colgada) vía fáunica.Vía que viene al encuentro, se agranda,acontecey vertiginosamente pasasobre la cáscara continuadade una pared interminabls que retira sus luces y retrocede y buscala selva liberal de esas piezas que combaten y vuelan rodadas con seguridad preguntando y reuniendo fuego y fuga.

“El sol interior —pausa en su sitio el hombre que juega— es tu sonrisa”.

La sonrisa que confirma en otro lugar lo dicho, alumbra y aparece y dejacomo sistema de novedad una reciente ciudad. Deja

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un pedazo del mar oriental. Y recojeel hilo combativo de un viento que llevaa los altos zócalosy gana altura.Una paloma (como estrella) se corre.Emprende el fuego de su viaje (continuando el mar tal vez. Tal vez lo dicho y no visto).Aletea unos instantes.Cae al césped:es una isla con alas, la dulzura.

“Estás tú y el mar inclinasu rey —plantea el hombre vistoprimero adentro de un espejo vecino al candelabro; luego, en el metal meditabundo de un trofeo abierto— Su sangre es menos realy no hay posible tableroporque ya gobierna el pecho matinal de tu ternura.Y sobre esas extremas torres tu princesa alegría”.La documental gota del espejo. Ahora la llama.Se sigue el rostro de esa claridad.La lógica gota afuera. Los labios del mar como para no decir más. El candelabro (adentro) como la encendida cabellera de lo dicho.Esa luz vertical que da una mano de certidumbre a todo.

La paloma: su viva llamarada en los pinos.De allí su volada rayaal campanario.De pronto ruidosamente el cielonublado de canciones y palomas.Una voz enfatiza por debajo: “Paz en el aire a los seresque saben conquistar a tiempo el espaciomusical de la dicha. Paz a los que vuelany alcanzan el marde la humildad y terminaniluminando su condición. Paz” .En su lugar, dos que luchanpor un tiempo y toman posiciones.

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“Al completar la filial llamaradade esa espada solitaria —Dice el jovendel alfil en la mano, señalando el paño—cae tu manoy es un astro, entre fibras, quien penetra.Uno va por lana y sale armadoy cristalino. Kay seres y cosas que comienzan a cortarse singularmente a partir de ese filo.Tierra de posibles batallasen que vencí sin ver ni venir, lo verderodea mis ojos. Crece el mar allí.Todo comienza a naufragar. La certezaes verte:mujer o espejo tejiendo el rostro imaginado, tejiendo los días, la boca del mar.Lo digo al fin: alguna vez, alguna,habrá que ganar como imperio el rostro verdadero”.

Sobre los adoquines, llueven alas.Poesía es el alimentoque congrega y conjuga estas palomas.Vuela ahora la belleza.Vuela hasta dejarel laminado azul unilateral del cielo.

“Yo enciendo tu rostro —Dice ella descorriendo la cortina que oculta la piel del mar—. Lo acerco y levanto al filo planetario de esta espada que es mi propio corazón entretejido”.

La medalla del marotra vez en las ventanas: rostro del día.En los alumbrados zócalos palomas y palomas: todo un verso.

Y entre el espejo y el tablero el apagado silencio de un candelabro que habla de otra maneray levanta su palma para detenerla nube de esa ilusiónque poco a poco se deshace.

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E S T R IC T A M E N T E P E R M IT ID O

(g a g s )

-ir A TORRE ACREDITADA POR EL FUEGO-I*— y la coralcamisa de alegríaregresana la estrellade siete pértigas interioresy a sus centelleantes soledades.

El agua de asombro de la cual saleel recorrido corazóny vuelveal natural trampolínde argumentadas piedras encendidas,por el estelar senderode su primogénita zambullida.“Eso que vuelve y comercia con nuestra soledad.Eso para lo que, ciertas veces, hay memoria inesperada. Eso —dice el hombre que atiza el mar de brasas y trata de no leer la mosquetera ceniza—que nos divide en el somos en la tierray en el estamos en el fuego del sueño.Eso que se quema como tienda indestructible.Eso que tuvimos, volvemos a tener y otra vez nos pierde y nos acerca al pintado labio del aire.Eso que si entramos o no entramos y nos hace salir por la ventana amarga y musical de la ribera.Eso que elije abandonar el paño amarillo del ser y las iluminadas hélices del alma.Eso que siempre nos deja sin lenguaje cada día.Eso que habla en el silencio y callaen las palabras gaceteros astros y pianos marineros.Eso que vota en contra de los números donde navegamos. Eso que sin embargo no es la noche sino el párrafo de un río que moja algo arrodilladoy da un perfume de ventana anciana de leyendas.

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Eso que desteje los ojos y sus nueve cámaras de ardoresEso. Siempre eso. ¿Por qué vuelve al recuerdocon encaminadas llamas y con sus pueblos hundidos?”.

Prudentes del futuro, un bajo númerode personasrecoge su sombra, pasa.

Pasapara dejar el escalón negativosentenciosodonde se venlas pálidas obras de la noche (como quien dice: dibujantes báculos) y la razón comenzando legendarios soles (como quien calla: trompetas) y tiende necesarios elogiosen sonoro pactocon el cubo azul de otra mañana.

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A cto B lanco

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A C T O B L A N C O

U NA FLOR (SIN JAULA AHORA) cayendo extraña

(y con gracia) en el metropolitanocuello marino.

La mirada (y el consentimiento astral) de una pared que ayuda a la luz.

‘ ¿Está?” —preguntan detrás de las cortinas (como interrogando occidentales pétalos a la sombra) los que duramentemiran el jardinero mary rodean la luzsin enterarse.

Salta la espuma a su ambiente, rastrea negro el mítico olvido litoral.

El cielo abre su candado azul. Allíla pequeña llave de los colores. Los musicalesnubarrones mal narradosbajo ese índigo pensativo y descontento.

“El amor astrovalente” —medita una muchacha con su rostro pegado al fuego blanco de la ventana que entrega sólo nuevas oscuridades.

Dedos resucitados levanta el silencioen el candelabro que dialoga y comparte entre murallas sus paradas iluminaciones.

“No. Nunca más. O siempreque casi es lo mismo” —responde libre de cortinas, la que ha dejado de mirar todo y observael silencio que vive y essobre el hombre muerto.

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E S C R IT O (Y D IC H O ) E N E L S O L

-ip^ESMEMORIADAS, SI, LAS PALABRASJLJ' con su aire (y rostro) distraídono atraenen forma alguna y, arriba,cuelgan, miran y perecen —ajenas hijas ya— interpretadas puramente como espejo o encendidos trenes.

El mar, como ninguno,golpea solesal fondo de lo dichoy es el oroque sale al encuentroy salaa cada cual de azul interminable y melodías.

“Sí. Exactamente lo contrario” —confirma uno mirando dosveces lo mismo:es decir, mirando el cajón azul(de siete cuerposy nueve almas)donde el mar se despueblay anida.

Superficialmente esa cara(que anonada y vigila)la cara que va a encontrar el mar en tres vidrios.

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Una cara introducida silenciosamente por la palabra “Si”y perdida por la visión del mar enjuiciado exactamenteallí, al nivel de vidrios en sí pensativos.Esa cara, viajera, encendida y comenzada en dos términos: “lo contrario”.Amistosa cara de unovista en otro:oara que ata.

“Aquella cara —aclara ella o la cercanía de esa vidriosa lengua azul— una y única, la cara conocida antes, ahora otra: alguna cara, realmente divisora del mar.Esta cara terrenal —sí, exactamente lo contrario del mar—Cara allí, hijade lo que no decimos todavía acá. Cara solar.Tal cara te dice que no digas y que recuerdes.Te dice que soplesesa llamarada azulexactamente, sí, donde el corazóny el mar que alumbratemporalmentehacen musicales alianzasy lanzan sus jabalinas”.

“ ... lo contraríe”.

Por ese fino río (contralo que aparece y perece) todo es atraído, contraído, al sí,exactamente

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al no,al marque es amar y domarlo que dobla el sol,lo que esquina y esquiva la luna.Sí, exactamentees llevar la voz o el aguaal cristal,exactamente al solque se olvida de sí, nunca explica y sale para todos.

El afuerino que entraa contestar corriendouna cortina blanca, sentencia:“Río contra loque, copiadora agua, pasaa combatirme.Porque yo soy la amistad y vivo luchando: yo soy la guerra sin cuartel, yo soy el fuego y todo lo tejo y destejo en quemante idioma.Y quien me escucha ya no habla solamente sigue y traducemi corazón, la sangre verdadera del mundo, y circula.Y sobretodo calla”.

Aparece una puerta.Se ve el agua que llama y no entra. “Esa puerta —explica el instintivo de tricota negra— es puerto de nostalgia, seca hoja sin su árbol de las despedidas.Esa puerta se abre y obra: en su vacío deja la equivocada dirección del sol,y en su presencia, contrarias tierras. Exacta

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mente:puerta pensativa. Tanto dejas entrar, tanto vales.Tanto dejas huir, tanto vuelas”.

Exactamente, sí:cinco golpes.El imperio de una voz sólo una vez escuchado premiosamente como sol:“Pase. Tome asiento en la lid de la luz.Tome todo sin temor.Toma nota.Tome (como tomo)su derecha natalcuidándose de que su izquierda(o lo temido)lo ignore totalmentey cuelguecomo llamarada,olvidado refrán,o secretariahumareda”.

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P rim e ro s G ag s

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P R IM E R O S G A G S .

-ir A ALTA SILLA SALE A LA LUZ Y SE SIENTA ■* como un sol ebanista y meditativo.

La crecida y dulce botella de esenciacon su larga existencia un poco entorpecida por el zaguero mar que da soga a la luna y secaen otra discrepante lámparael nuevo arroz tempestuosode sus manos concernientes.

“Te quería ver, por eso no te he visto”—dice el hombre que se abanica entre máquinas,pero no se mueve y no se ocupasino de esa raya de solque sólo mide (y muda)los duros y durables galponesdonde trabaja sin altavoces el espíritu.

El vaso de la tarde con el olvido adentro.Ese vaso siempre reanudado. Ese vasoen cuyo vidrio indicador es gamuza el cansancioy estrella abierta y censurada la esperanza

El género en que se apoya todoprovoca el naufragio que celebramos.

“Somos —dice una mujer en la oficina oscura, sobre una máquina que suma y resta, bajo un gráfico donde la noche es el ciento por ciento— porque distinguimos. Así, a lo que olvido bien podría decirle: silla, pero eso no es propio

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y el idioma entonces no descansa,hace nuevos ejercicios,nace,bebe la leche del día interior,usa el ¡mar como respaldo,quemalas naves obligadas de los ojos;y capitánpuede ser cualquier océanoque nos ahogue los antiguos aplausosy señaleislas de graciay corra controladas cortinas.Por eso, siga la silla siendo silla y descanseen paz,yo,la descontenta”.

El número es lo de menos: debe sumarse a la silla cuyo mimbre solar es únicoy múltiple.

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M A T U T IN O B O M B A R D E O

E l circulo que se cuadra familiarmente

es este mar sin sosiego y con triángulos que anuda (muy atrás) el quebrado oleaje amarillo de los ojos,suma sus heridos lados reflectoresy deja caer como acuarelas navieras sus manchas y regiones.

La mañana, es cierto,ha sido disparada.(Y ella, por sí misma, hace figuras.Todavía niña, abre su espejo de abalorios.Por su alambre corre el cuerpo de la luz. Ríe mezclando esferas.Tras el arpa de los díasvive de las musicales líneas del fuego inesperado y atacacuerpo a cuerpo).

“Un simple pájaro de letras—explica, en la baranda negra, el muchacho— se desdobla y hace blanco.Vuela así sin anunciossu larga sombra caligráficasobre los leídos edificios.Los heridos, está escrito,son ventanas que se abren al silencio o personas que aparecen y preguntan en columnas por el fuego’’.A pesar de ese lado linealde señores (al cuadrado): Redondos sujetos que levantan sus mal -predicados quitasoles y se sumerjen sin expresión. A pesar de ese género en alto

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(que no es la especie), hacia los ojos nadanlas combatidas cosas.

Por ejemplo, la muchacha de hoyvestida ayer para tapar las pocas ventanas o el cristal de las heridas que desnudan y hacen ver. La muchacha que responde (sin que nadie la interrogue)mirando los acuarios:esas solitarias muelas domésticas del océano.La muchacha, cortina del hombre.Ella que dice: “El aire(delgado como una bicicleta)tiene sus rodantes rayosy se dirigedibujando una ciudad circularcon sus pedales y cadenas.Celebrado atraviesa de esta maneraparecido al enorme número del tiempo.Y detonante gira, y apunta,y ametralla con soplada alegría(y sin alma) el cuerpo de los días y sus criollos óleos”.El hombre se triplica en el espejo.“Verse —alega (al fondo) para sí— es la misma y vieja explosión desconocida.Por eso, conocersees una gran batallanunca terminada”.

En la cara del cielo que se restaestallan pasajeroslos árboles y los rígidos continentes.Ese hilo que se escurreson personas (a lo largo)o el fleco electrónico del espanto.Con ventanas multiplicadasabotonan su guerrera de cemento y evidencia las visibles ciudades de siempre y aguardan.

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Pero estas fieles bombasbuscanel explosivo hueso esencialde la ciudadque pacíficamente nos habita.

Un ladrido, de lado a lado, y sin luna,hace abandonar los dibujados refugios, buscar la rayada superficie que separa.

En la piel del mundo: palabras.Antes que miradaso vividasdichas son las cosas y nada asoma.Razón de más para que todo se venga abajo y (sin habla) aguarde con daño interior y signifique túnel.

“Ese helicóptero —dice alguien prisionerode su entusiasmo— se apoya menosen el invisible cuentagotasque ha dejado, como puntualizada herencia giratoria, los astros y sus parentelas siderales.Se apoya más en la playera memoria y desembarca. Es un espejo que especula con rebeldes y copiadas sensaciones.Helicóptero de hoy: sol mecánico,instintivo molinero del aire,frase para después, gotade una invertida lluvia y, quizás, batalla”.

Pero el muy activo cañón(que nadie ve ni escucha)circula. Y cuadra. Y amedrenta.Y por sus buenas cargasy corregida punteríagoza, también es cierto,de muy buena y aplaudida salud.

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^íttnm^dLa-

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S IL A B A R IO D E L A IR E

-ir A ESTRELLA QUE SE VUELVE POESIA, J ocupa el primer plana y sigue

como blanca música y llamando.—anotaba el joven de los arpones mirando la herida iluminada del cuerdo rincóndel fuego comunicante—.Las agudas agujasde un cometa habitadopor la melancolía.El alma que entra en el cuerpo del aire, pasa como una canción y prosigue piloteando sus indagaciones.El claro planetade la imaginaciónque se acerca y surcasus lunas como hermosas líneas laterales.Los acuáticos ojos del cosmoscon vista al mar que nos cambia y cubre.La mano que se abre en el sol y empuña el ensueño que por dentro nos elige y rige.Todo, aihora y aquí, como singular batalla nos esperay rima sienes y certezascon dulces norias y alegría”.

En la pizarra o la noche natural, ella dibujaba una real luna de tiza. Y colegía:“Un sarcófago, es cierto, ahora abandonamos. En cada puerta se abren alas y atracciones. Porque cada letra o plataforma dirigida es como un viaje del aire realizado, la nueva respiración,o la mística vestimenta que soñamos”.

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T O D A L A C L A R ID A D

-ir'k A LA ESPALDA EL MAR Y REGRESA -H—X a su soutaria torre de silencio.Cruzan las personas y se retiran.La arena con olvidados caracoles indaga bajo el sol y aprende.“Entremos —piensa la mujer que atiendecomo espejo el agua que se calla—a la casa del silencio. Abordemosla profundidad de sus mojados puntos.Traduzcamos los geográficos peldañosde sus olas sumergidas y mareas alumbradas.Vivamos (en cuerpo y alma)esos nuevos vidrios y razones. Sigamosestas líneas que llamean y asedianla figurada sangre y sus pabilos”.

Sin razón aparente, los razonados ojos antologan y encuadernan llamaradas.La memoria interroga en otro mar y se levanta Suma soles el corazón, entrevista la hermosura y se abre soberano paso.

“Aquí se turna el sueño y la esperanza.—contesta con los ojos el hombre interior— Escuchamos el fuego en el agua y bebemos”.

Así todas las cosas son un prólogo: la página del cielo por leer y poblar.El fruto momentáneo y radiante de la espumaEl ramaje del mardesde donde un limpio pájaroviene a crear los ojos.Las negras cerámicas donde caica la noche sus orillas. El biombo que es como el vertical olvido del paisaje o la delgada humareda que extendemos.La cortina que viste de impedimento y enigmas la ventana. El fuego sin traductor y tantas lenguas vivas.

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“Es que un sol de novedadal mundo da su majestuosa caía y sonríe— deduce para si la mujer, ahora sabia y contemplativa —Porque el silencio es la medida dorada de todas las cosas que aguardan por nosotros y se preparan. Esas cosas que juntan con júbilo sus estrellas y prolonganun mar más allá do las moradas murallas,

corren aplicadas lámparas, el aire limpian, siempre creen” .

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P A R A N O C A L L A R

'ICpL PAPEL DE LA ESCALERA(0 ej ray0 qU3 63qUina,

la que sube y baja entre palabras y columnas derramadas).

“Pero tu rostro (para usar una palabra) es un avisorecortado como un marde acepcionesque callan sus pensados oleajes. Tu rostro es un resto sumado y los acentos, un lugar que escalar,o más, tal vezuna cordillera verbal” —resumeel hombre adivinadoen esa lámina de plata que dividela ventana de las ágatas.

La claridad aquípor empezar arribanaceterminantementede la muralla profética del mimbrees un poco el éxodo.En cada peldaño, alguna palabra filma,entre letra y letra, ojos que pasany no pesan ni penetran. Filmanbocas de novedad en que volver a ser y estar.

En el brilloso descanso, donde el papel sin escalarremplazado ha sido por medallas,en este lugar nadie (y nada) se pronunciaa tiempo. Acá, lunar, el azulocupa sitio y llamas. Vive ahí mismo el aire distinto

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que vade lo dichoa lo por decir, y no regresa. No. Nunca.

“La certeza —propala una voz que pertenece al que nada tiene y nada entre esas titulares nubes— muerecon esa pequeña vara de solcon que medimosel género y la razón. Porquelo cierto es incierto. Y se nos mide asi: ojo por luz y antigua mano por presencia”.

Al pie de los peldaños, el ojo dividido del volante: su lenguaje conductor aprisionado por un roído tubo de escape.Ese ojo levanta con dulzura su frente y entrega un sol manejable.Pero ahora es olvido.

"¡No! —discrepa la mujer apareciendo—. Ahora es otoño. Y el que no cae traiciona. Y no dice nada a los que suben.Porque la escalera en claroscuro es el único reloj del hombre”.

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A C C E S O

L a nocturna butaca donde el sol observa semidormido su película de audacia

El hombre, además,armado con el filo misteriosode los astros y en camino.El hacha de los días recopilada a soberanos golpes de osadía y bella vecindad.El río de las cosasque, naciendo, observan su vibrante sol de dura y duradera realidad.La puerta de peligro en caso de salida.“Al oeste con tus ojos, mi corazón perfecciona la altura de su brasa, barre grandes olvidos y sube, a golpes, creados ojos y lecciones” —dice esa sombra de hombre que busca y centra las palabras.

Por un momento, lo que se dibuja (a medias) es la enterada superficie infantil de reporteros ojos interplanetarios: dichas miradas. ¡Ellas! entrevistan, informan y simplemente anillan términos y, para corroborar, calurosamente arden, no se impresionan.

Los viajeros dardos, ahora, contabilizados pasan como brillantes y llovidos alfileres, clavan su delgada preferencia, puntuada dejan una nube, seguramente llegan a decir más de algo y se esfuminan.“El blanco eres tú y tu luz —se oye en ella como primera explicación. En ella que por último interroga el esqueleto de luzdonde las persianas razonan y denuncian al solcomo otro húsar sobre las murallas—:

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Porque lo invisible con puños de orogolpea el alma y da cuerpo reala un imaginario sol que dobla todoy sin embargo a sí mismo se llamay nada para encontrarnos”.

Las hélices abandonadas como piras o espejos.El rostro gira. El disparado rostro de los nombres sobre las crudas cosas.“Sólo te llamas llamarada” —dice élcon detenida voz y con el pechorayado por el sol combativo.Próximo, él, al oro de sus planetarios ojos—:Y llamas todo mi sur. Es decir, mi sabido ser y mi propio nortesin explicaciones, pero oriental. Llamas lo que cae y cabe en mí y es como su brillo cardinal que viene y sigue y no deserta”.

Esa entrada verbal ya ha sido pronunciada.Dicho el sol, no queda sino oír el rayo que da justicia a la sed y hambre aérea a la mayor respiración y suelta alas' y libera el sufragado mar de esa sangre en llantas que obliga a partir y que no se puede ocultarbajo la alfombra desmemoriadade un redondo límitede tinieblas y mal llamado silencio.

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T A C IT A M E N T E B R IL L A N T E

-ir A CRISTALINA PASTORAL J de unos botones

donde navega con ternura el armisticio.

La madera manchada del mar.La navegable luna debajo de los ojos.Las demoliciones del olvido.El agua en que se mueve la memoria.

La noche guerrera que se juntacon mojadas condecoracionesy gira armada hasta los dientes de presagios.

El cero periscopal de todoque informa a mediasel educado olvido.

Las licencias que se tomaeso que parece espumay no es más que una ventana de alegría.

Esto que es un campo donde se levanta el rojoy luego baja su cabezay humildemente deja nacerlagunas blancas, o la materia amarillade la fantasía.

Aquí, entre colores, se suelta el corazón de las palabras, y la música se viste de astronauta y traeplanetarias y viajadas melodías que no sangran.“Si todo es un material que intentasery se niega a sí mismo —sermonea el hombre que vigila lo expuesto— Si todo se agrega y asocia

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para solamente semejar.Si el parecido está en loque subterránea y secretamentea f i r m a .Piénsese al decir sí, en el no.Despegúense los ojosde la imantada rutina.Y sea en todo el escondidoespíritu del fuego imperturbable”.

L-a tierra aquí es este vidriodonde se vive y mira.Este vidrio que sepulta las certezas porque viene una orilla de luz a sus riberas. Una luz que interroga, se va, y antes de eso, desnuda todo y promete sin vacilaciones.

“La voz —dice la mujer que busca el espejo del mar para pintarse los labios del sol —tiene peldaños y batallas.Algo se quema al ser dicho.Y ciertamente alguien para caeren gracia y majestadsube y callaese sol perseguido que nunca se nombra y que acuarela las abotonadas razones y alumbra para otro lado”.

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L A E D A D D E L E S P A C IO Y E LC A N T O V E R D E

(co rtom e tra je )

ír^s, ESCONOCIDAS Y VISIBLES ISLAS SUENAN J L J ' como una oscura guitarra marina.Donde se mire la noche de los sonidos abre astrales manos, rápidos seres de luz, simples notas o alfileres. El espacio celestetiene el color de una nueva melodía.

“Se nace así de pronto a las tempestades.— dice aquel que cuenta (por contar) en cada mirada calurosas flores y viene a escuchar el agua que se quiebra, cae y pasa—. Un piano de amor toca las cosas y desnuda su corazón repetidamente. La bella alegría está en el cristalde las brillantes gradas que se dirigen al sol y tiernamente alumbran (como armonía) nuevos ojos para subir y ser”.

Ya no son islas, son velámenes del aire solar los que vienen y dividida traen la historia en sus dorados mástiles.Ellos dulcemente narran calladas noriascomo sonoras películas de la sangre.Algo enrojecido entonces ruge y golpeaclaros cristales. En cada silencioun león azul vigila y mide la selva del rostro.Algo se mueve entre la tierra y el sol: es el fuego que verdea en los cantos y quita la sombra de los cotidianos vasos.

‘‘Detrás de esa puerta —especificala mujer de blanco, la mujer que dejacaer su cabellera (como pausa) ventana abajo— espera el silencio del mar.

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En su lugar se han dicho muchas cosas pero no todas. Y no hay tiempo.Porque cada cual tiene la edad de lo que canta y ama. Abramos, abramos una hoja, dos, toda la vida abramos y cantemos.Un aire nuevo enhebra cada canto y lo pasa por el ojo azulino de los días”.

Altos pájaros como el ejemplaroleaje del cielo que se acerca peligrosamente y canta, a su hora, no siempre. “Esos pájaros —puntualiza el hombre en la terraza de los azulejosi y figuras—son un poco el rostrode lo que pensamos y no decimos.Son un poco la fogataque, arriba, no hemos declarado encender. Mecánicos pájaros, ellos un poco son la alada libertad de la sangre que nos rige y asegura (activamente) indudables soles y evidencia”.

Como la guitarra es el tatuajeescondido de la tierra,suenan ciudades, imposibles planetas.Y las palabras que se callantienen un jardín por dentro y por orilla el mar.Y en los espejos como personas que saludan se ven pasar canciones, imantadas melodías,y la luna indica allí, porque sabe y quiere.

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Cfiut cLd

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S it io s d e la N o c h e

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S IT IO S D E L A N O C H E

-jpnETRAS DEL MATERIAL QUE DEJA VER y en el que están, en destinados grupos,

las bellas formas levantadas,la mujer (enemiga del mar), su cuerpo iluminado qua progresa, acerca su mirada y pasa: perfil de todo.

Mujer vistaen breves islas instantáneas:detrás de su cabellera se desvanece todo y marcha. Ella, sin duda, es el alma de lo que viene sobre esas diluidas manchas de atrás en este ambiente de objetostibiamente ubicados, entre estos muebles que atienden, rodean y asisten.

“Nada veo —se queja ella con el rostro ahora detenido, mientras lo posterior gira, conduce y nada anuncia—. Nada percibo sino esta confortableconstrucción de olvido”.V queda (en su remplazo) el ventanaldel mar donde caen últimas sus palabras.Queda y nace el cortinaje aéreo de sus límites. Los cruzados marcos que lo elevan: limpios maderos que exhiben el mar como una muralla que juega y se renueva.

En el fleco de la esquina, atendidospor desolada lámpara que devuelve el rostro y los alrededores,crecen los peldaños: esa extranjera florque desciende y continúa, corola sucesiva que desparrama (abajo) la gloria cardinal de la alfombra ilustrada:lugar (o raíz) del hombre a media luz,

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con todo el sur de su mediocuerpo contra calladas paredes, y el norte dibujado de su sombra abajo y a lo largo.

“Ver —expresa el hombre levantándose— es tener el bello hueco del mar en las pupilas: su parvulario oolor,la forma mandataria de su música.Ver, amor, es encontrarla tempestuosa línea marinera de las cosas.La verídica isla de las personascon su anillo aduanero. Ver es saberque estamos porque somosgobernados por una ola en invisibles tratosoon astrales fuegos y abanicos. Ver es entresacaren el espejo profundo de las cosasla imaginada y crecedera gotaque moja el exprimido corazón sin idioma. Y lo cubre. Trabajada gota que la sangre enfila hacia su verdadera y afirmada playa”.

Arriba (desde una gran esferay sus cúbicas aguas desde dondelargamente parten florescomo misivas o bien vestidos puños de belleza), crece el silencio.Y lo dicho es visto.Observado (desde allí) como un alimento que navega entre dos aguas o labios universales y se muevesemejante a un difícil acto natatorioque bracea al nublado fuego del airey cala el agua que se calla. El agua que es (y no deja de ser) la secesión y la sediciosa sed.Lo dicho es lanzadocomo un sol abierto o limpia girándulacontra esa casa del mardonde las mareas golpean y salen,y alargan entre las persianas

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una lengua telarque deshila la luna hablada.Porque todo es sombra, no vemos. Y nada asombra.De ahí que las palabras funicularessubany bajen.Y pobladas giren.Y empujenlos últimos biombos,el mismo silencio negrosin ventanas ni ordenanzas.Ese silencio oscuro (y expresivo)donde tácitamente a dúo se miranel hombre en su mujer,y la mujer en el ojo del mar que se allega y todavía suena.

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T O R R E . D O S . R E IN A

^ O L E D A D , TRES, CANCION.Olvido, siete, sol”

Las negras abandonan el sexto sol de su color defensivo y pasan de la noche a esa estrella donde todo se ataca.

‘‘Las negras —confiesa el jugador que no se ve, pero sin embargo se oye— eran, mágica, el agua donde te miraba:porque eras mundo en batalla,celeste asunto,reunida razóntan bebibley viviblecomo un sabio sueño”.

Ella, oscura mandataria, trípticay posible princesa,y en el recuerdo solamente,primera niña polarde los verdegrises ojos solares.Ella (una y múltiple) moraen el cuarto espejoque a su modo habla y parado escucha como la mañana oye la noche que negramente la tramita.Ella no responde, muestra otras fogatas y despide estrellas.

La torre que se indaga ha envejecidode altura y primerizas visiones.Si el sol arriba es un gambito,

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pasa su canción engañosamenteiluminada. De la torre cae lo dicho y tala el bosque del silencio. Se ve el árbol donde vive el sol si no falla la memoria. Se ve nuevamente conocida la torre reinando allí, segundaen la soledad longitudinal de esa línea que se ataca para proteger y salvaguardar el prestigio ennegrecido.

Algunas piezas ahora son el agua donde navega la derrota. Ellas son el comentario al margen, los alimenticios errores.Porque todo se hace blanco y es propicio. “Sí” —dice ella en el contenido espejo con su quinta luna que acusa el color, presentado como frente, y cría plateadas formas.“No”. Retira él su presencia de la ventana donde la luz juega sus últimos peldaños.Y da su rostro como verídico armamento.

La torre ahora es el espejodonde nace, se derrama y arde el marde todo cuanto queda por captar.El tablero es el mundo arlequín propiamente tarjado por tatuadas incógnitas diagonaleso lácteas hélices.

“Entonces, mujer —dice el hombreque repone espejos como preguntas verticales— si vamos así, encima del cruzado fuego de lo que ignoramos, deberemos tomar esa esquiva línea lunar.Doblar allí la rodilla del sol.Y sobre la octava dimensión de ese caballo que galopa con alumbrada velocidad y noticias,

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quebraremos algunos malos vidrios.Examinaremos la negrarazón, sus ágiles piezas. Y podremossobre la carrera (tú, yo, todos)ganar enteramenteesta claroscura partidadonde se pierden los díasy la ceniza nos nombra. Entonces:Alegría. Nueve. Amor ”.

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E s p ac io A rg u m e n ta d o

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E S P A C IO A R G U M E N T A D O

-ir A AMBIGUA DISCUSIONJl—¿ en la pared que sigue y sangra.

“De este sol al que sentimos media sólo una crepitante y extraña conversación’’—se dice en otra parte, pero aquí alcanzan, arpones de aire, destilados acentos con imágenes, y el alma de lo que se habla se levanta e insignia.

Detenida la pared, la claridad seríala los azotados hiles de oro del silencio.

El aire (aquí) deja un aire.El movimiento negro, un negrorque permanece y prosifica.Y el silencio, las claras púasde lo silencioso.Entonces (de lejos) se oyealgo que ilumina y queda.

“Cada cosa se escucha, como sentencia, en su sitio imperfecto:Pero un rayo, en los ojos.Un silencio, después de! mar que insatisface. Alguna galería, en quieta fuga con los astros”.

El premio esquivo de una llamarada favorable prende cercanos peldaños como cuerdas (por un lado) y un poco apremia el alma ensimismaday es, próxima, su flecha,

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Cristales son (por otra parte)y lloverán alumbrandola música que despeina el levantado mundo y sube siete soles más lejos las razones.

En tales añicos: todavía filiados soles afirman. Todavía respuestas para la tierra que separa. Todavía un árbol de ardores para impresos días.

Una llave que no es la orfandad, cuelga (como un viejo idioma sin órbitas ni aperturas). Indaga, fija su lámpara y su sombra, la sostenida cáscara sinfónica del mundo.

El día en la pared. La noche programa lisas ramificaciones. Cruza una oración:“Mondar el corazón espacio adentro”.Se detiene el silencio: toma la palabra y la acompaña en puntillashasta sus propietarios fuegos.La imaginación enrolla cáscaras, toca orillas.

La noche en la pared. El día en las ramificaciones estudia su relámpago, da de beber al sediento sol. cruza un silencio. Las palabras vuelven la espalda a su celeste lámpara construida al norte. Queda un ojo de sol, de sureña sangre, que observa en el mar vertical, extraño,y sin embargo de todos conocido.

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M U Y C O N O C ID O Y E X T R A N J E R O

n p E VINO- A SORPRENDER, UNA VENTANA, SIETE JL [VIDRIOS.Y ese siniestro grupo de hojas que dialoga vidrio por medio y que nada te oculta francamente y sin embargo no te anida. Pero pasas.Y al visillo una cara: aproximada (y creciente)isla de pureza. Cara que reina allí sin descendencia.Cara que divide lo que resta y agrega asombroen cuatro operaciones que multiplican los enigmas, pero ella (como cara) no es razón suficiente. Y busca su propio rcstro en el mar de la calledonde no te ve, nada ve.Busca, esa cara, la longeva longitud de la calleseñalada como el único dedo, intransitableen esa enorme mano de nostalgias del paisaje en acecho. Busca, pero encuentra sólo nuevos vidrios de libertad aparente. Vidrios que se alimentan con lo que llega y dura y dan memoria de eso.Busca y halla el sello carcelario de esos marcos que, por finura y trabajados pactos, silencian un sol y dejan la palabracomo pequeño y despoblado vidrio de hoy por hoy.Porque todo permanece (para que pases a la sombra de la

[sombra)y quema lírica sangre en homenaje y grito”.

La mecanografía natural de la lluvia y personasal atardecer. Mézclanse licenciadas sombras.El árbol que va quedando atrás todavía arde en la memoria. La raíz es el mar. La semilla, esas palabras que llueven lunas ahora sorprendidas al paso de los charcos donde acostadas pasan sin regreso las personas.La frente envejecida del blanco día que nadie tuvo piensa al que pasa, divide la realidad. Dos hemisferios: Recuérdase lo que pasa, bajo el vidrio, realmente.Realmente se recuerda lo que pasando es recuerdo y afirma en los adentros el fuego del vidrio que sale y narra y siempre vale.

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Pasa: llueve. Pasa: todo se moja. Pasa: se vive.La vida son estas delgadas agujas hijas de nadie todavía.El peldaño encendido deja ver el cielo; no la risa, y sobran esas nubes que señalan entreactos y enflaquecen el espíritu. Una nube es demasiado tarde ya.Cada cual vive prisionero entre su lluvia. Pero muere.

“¿Llueve? —expresa la que va y se sabe vista desde el cerro ennegrecido— Pues se teje un argumento nupcial por esa razón entre las cosas. La experiencia es esa humedad que corre por encima. Y este pozo es el ojo de la tierra.El agua es el apuesto testimonio. Y duele ese anillo inquisidor del agua en el agua que por dentro queda. Duele el casamiento del amargo empedrado de la calle con la nube vestida de blanco imperfectoy que, por otras razones, queremos agrandar con olvidos” .

La trompeta coloca temporales esas flores cuya nube tenía desconocidos que eran rostros. Esas flores cuyos tallos llovían y daban a cada cual su invisible y pálida música y sacaban del sol posiblemente su propio piano de amapolas.

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C A M P O - C O N T R A C A M P O

ir A OLVIDADA MANO DEL MAR-1*—J Que esfumina la noche y desconcierta.Los sinfónicos soles deshojados en el acróbata corazón.

El rostro que recibe(como cárcel) ese otoño de luzy calla ese caer que deletrea manantiales.

El callado puente impuesto.El agua repasada que duerme como blanda máquina o largo sol de vidrio y láminas.

El despierto anillo de sombra.El duro dedo de la luz.

“Nadie lo indica, pero el arquitecto silencio levanta el paredón donde se razona.—dice a la extrema sombra del río, que sueña y no suena, el hombre mal visto—. Enseguida lee para algunos (con voz de nunca)como posible y puro portal,el bélico guión del sol que aún no actúa.Y para oíros escribe la mayoría de la sombra y un mar para ahogarse sin astros ni canciones”.

Antes de la mujer, se tienen las manchas iguales de la ciudad en el agua siempre cambiante.Nada ocurre, pero algo sucede.

La acusadora y filatélica fisonomía de él.Ahora ella como amiga dirección: El remo solitario de su rostro. Enseguidael trapecio del mar siempre distintodonde late y ss equilibra todo.

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“Cada instante es una tempestad. Una misiónen el fuego que nadie nombra” dice ella y se veuna calle como el comentario claroscurodel puente en sombras: diccionario de les ojos.

“Es cierto a medias —dice élcerca del mascarón que ahora entra a dividir la cercanía del hombre a la ventana pontificia—. Porque a todos nos cuesta enterarnos del abolengo de una honda ventana que en la sangre mantenemos. Ella es como un pozo de imantadas aguas y visiones. Allí rastreamos los ardientes giros desterrados del espíritu. Acusamos su realidadno comprendiendo hondamente nada.Somos sus tributarios escarmenando sombra y sombra’

Rápidamente el agua es blanca y ciudadana espacial. El puente puebla su estructura de certezas. Porque algo ocurre y sin embargo nada sucede.

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A L G U N A S C E R T E Z A S

i r » A s o 1 ’ .Con la palabra apareceel sonoro cuerpo dei mar que corre y canta

más allá de las barandaspresentadas nupcialmente como agujas.

El silencio vuelve con una mano de cobreacentuada (exterior y lejanamente)por la sanguínea medalla del sol.Mano filial que se curva y en su interior abreexpresivas ventanas que marchan semi-iluminadas.

Una canción persigue nubes como niñas. Y baja:este cantado carrusel de personasque con insistencia girano dice nada en especialy comunica vaporosamente todo lo que juegacon brillo en la sangre:así, primero expresa el mar que marcainiciales círculos. Siguela inventada boca de los días.Después la real cabellera de las gárgolas que recuerdan.Y finalmente la arena que recibe oceánico el idioma.Pero ya no se canta. Nadie es perseguido.Y nada es infancia.“No es un mero peldañoel hombre”.—Asegura el que viene atrásy lanza sus palabras hacia las redes levantadas.Regresa el ánima silenciosa del mar.Las olas con sus adictas muecas de espuma. El viento, un viento que reparte su vidrio y emprende molinos.

‘‘El mar es un ojo deductivo y llama al corazón y despide los restos de la noche en las islas.La tierra por ese vivo periscopio, vigila, muerde sus uñas litorales, apura nuevas formas.Y el hombre amarra como puedesus archipiélagos de luces” —Argumenta el que va adelante subiendo los peldaños que pasan a la zaga como melodías que se nublan con velocidad y con amor gotean.

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En la terraza, lonas como flores, cuyo perfumees la sombra de las personas.Allí el fanático de las gradas que conduceny establecen alianzas, resume el viaje:“Exacto. Inexacto. (Me refiero, confidencialmente, a peldaños, a claras cosas que elevan a personas,). Por eso a cada paso (y a cada pensamiento) destierro el mundo, me destierro.Encuentro el marde lo que nuevamente somos: el agua primeraque da el perfil y, afirmada, en la sangre canta.Reúno entonces con angustia y alegríaeste simple árbol de claridadque es mi evidencia. Y sigo. Sigo”.Esa voz perseguida abre más de una ventana pensativa.Una mujer parecida al mar batalla con largas cortinas o enviados párpados. Sobreaparece, invasora, pura, nueva, el agua con sus gremios.Vuelve el rostro femenino rodeado de género y silencio. De los ojos caen peldaños y peldaños.“Subamos —señala ella—. Veamos”.Sillas arriba con su metal de soledad. La mesa lunar.La ciudad, sí, la ciudad se ha servido a los que llegan: el alimento es la visióny los nueves refranes que apasionan.“Yo digo Sí al sol. Sí a su único númeroque noblemente quema y alienta para algunoslas ventanas” —confiesa el hombre subidor.Al borde de la terraza, la mujer calla y amueblasu esperanza. El mar sonríe en un velamen diminuto.Pasa, pasa el viento sobre las lonas. Los hombres cambian involuntariamente de sombra, y las palabras, de aeroplano. Alguien sonríe bajando.De esta cara sigue una calle que se pierde. La cabellera ya es el asfalto transitado en ambas direcciones, y los ojos el siniestro acantilado amenazante.Aquí se encuentra la voz, el paisaje de lo dicho. Veamos:

“Vamos por esta calle y vemosque seguimos siendo invisibles para nosotros.Vemos que el mar amuebla

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los bordes del corazón —-dice la mujer que sigue interrogando el agua azul que indica y aísla—:Vemos que las nubes decoran con indecisiónla mirada sideral y esperan órdenes. Vemosque lo que vimos oleaje es un arrugado desiertoen el pecho y tenemos que ser profetade nosotros mismos. Vamos por esta callepara regresar a la mejilla del día:de allí hemos caído llovidos por dentro y transitando.’

Cámara azul, el mar que todo vigilay nada deja por rodar, el mar como un acento musical del hombre. El mar siempre a la espera sin cortinas y con limpios y callados objetivos.

“Exacto —responde el hombrecreyendo redes los peldaños—.Tanta tierra que caminar y recordar para afirmarconcretamente que somosvisibles hijos únicos de la esperanzao desmemoriados parientes del fuego que nos separapara identificarnos luegoaltamente consumidos”.

El mar vuelve y devuelve la llamaradacristalina del silencio. Vistobueno a todolo que es recuerdo y acerca y cerca el mar de la mirada creadora. Vistobueno.Sin embargo regresa inesperadamente la majestad del agua interruptora del olvido.Se pierde el hilo sonoro de quien ciertamente dijo: “Paso” y pasócubriendo humildementesus estrellas temporales.

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E s c a la m ie n to d e l O jo

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E S C A L A M IE N T O D E L O J O(d o c u m e n ta l)

-jpu E ESTAS DOCE PALOMAS HA QUEDADO ** —declara el madrugador que sigue—.

solamente la soledad azul del cielo”.

El resto de un rostroacompañadode celeste sombra y crudo griterío.

El frontis de la mañana y sus ventanas de allí bajando en su ascensor primario hasta el túneldonde se paga la aventura.

La nítida muralla con esa lágrima que canta, pero no vuela.

El mar allá: su sombrero de gaviotas que saludaa la ciudad y vuela hasta la cortesía mojando corazones como tangentes vitrinas o colgantes bahías de asombro.

“Veo —interviene la estudiosade bramante y bella blusa—realmente, porque no veo.Porque sigodejando de ver para ver”.

Un tractor de miel en el sol, mueve hilos, trabaja la claridad como acuarelas que desdibujan ciudades en la supuesta academia de la sangre.

Es cierto, este farol, cree en su oficio.Divide la mañana, y está igual.Pero ahora es la baranda en lo alto: el esqueleto de algo que se muere en público y arriba.

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Y luego, el vehículo de las ¡personas que van y vienen y siguen yendoy viniendo a esa cantarína rueda roedora, y continúan.

Y después. Después este árboldonde se despeina, soberano, el mar.Una sola hoja ahogaría vidas.Sólo una rama espaciaría el tiempo de las tempestades y anudaría el sueño al airesin pronunciarse todavía.

El primero en intervenir, contraviene:“Y por último y a pesar de todo tenemos a la vistaeste sencillo pez ahorradoen la redonda alcancíade un acuario” .

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P R E -E S T R E N O

qrqr ORIZONTAL, LA CABEZA DONDE NACE MUJER J n L [la MUSICA.Más allá, la pared con inmediatos y afirmadosgobelinos que no niegan églogas y mientenhabitadas tierras y combates que no anudan.Lo mismo otra vez (y tres veces más) con ángulosde silencio que difieren y quintuplicanel mural conocimiento.La música una vez más y con ellael fluvial boceto deductivode dos sombras, contradictorias, puras, que fluyenmelódica, progresivamente, y se quedansobre el parquet a cuadros (bicéfalas, las sombras)en busca de la cercaníadel metal pobladodel también oscuro revistero.

“Un balcón. Los, allá, rostros” —Y la voztorna viril el paisaje que se levanta,anda y es (en otro sitio): prontos postes.La rapidez verticalde algunas murallas y mosaicos. Los sagitarios y radiantes ventanales.Y regresa (la voz) con y poralgunos colorantes sonidos que hacenimprevistos inventarios, acusativos como espejos.Y al tiempo que se dice: ‘‘El alládel balcón. El más allá divisor del rostro”, se ven como guerreros ingredientes: el libre y soberano aliento de la viajera luzque deja ver y aprisiona, de paso,pisos con distraídos interiores.Armadas informaciones.Algúngénerocomo sicología que permite(y da pensativa pasada a)la matemática

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línea de luzque hace esa terrible fracciónentre lo visto asíy lo por ver de ningún modo.Un borrador con los siniestros apuntes de la sombra. Lacustres hojas a la derecha, ciegas de maravilla y formadonde se espera, entre blancas visiones, el curvoárbol cronométricoque deja ver el bosque popularde las espaciales oracionesy las ramales dudas.

“Y el fierro de los rostros. Y la mirada(que vale un mundo y más duraderas mansiones)

prendida del balcón” —contesta ella. Erguida ya.Sin música. De pie. Mientras desde la explosiva ventana observa la calle, su cebrasin tránsito, y suspira viendo,en un cercano más allá, despoblados ramajes que tienen blancas y extranjeras nubes por follaje. Sobre las cruzadas tablitas, el ojo vivo y musical del tocadiscos. El blanco vestido de ella que orilla , el color del artefacto. Automática, la gobernada mano que acaricia el girar de esa cara estereofónica.Los rostros que así, girados,se dejan escuchar clásicamente y son bienoídos.La cuerda, pálida distancia de la mano de ella o torcida conjunción, hasta (y hacia) las ribereñas argollas.La cortina cibernética con violentos dibujas, en la cual se sabe, por colores, por sonidos, que la imposición cae dulcemente así y allí mismo: y es ese corrido género que ultima el fondo donde cada cual imagina sery encontrarlo invisibleque alimenta y arma.La evidente gramática submarinadel silencio. La masculinamano accidental en el rostro ahorade ella. Se oye la música del mar entonces

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(y como simple memoria) pero se venárboles sin embargo de la tierra que se agitan y dan celo y crédulo cielo circunstancial a los indirectos ojos.Se captan grises (y dativos) bloques seguidossin lógica y con hoscos huecos interiores, como radio.Y vivas varas de peca edad (y por allí)se mueven y enciendenópticas floresque suelen dejar (visual bullicio)sombra y actividadsobre los sembrados materiales construidos.

La alfombra, tejida como el agua, es tocada en su lugar por afuerinas patas y lámparas de pie y orgullo.Nada camina de esta manera. Nada. La humildad no alumbra ya. Ahoga lo de siempre. Su cara es nunca. Su vestimenta, tiniebla embalconada.

La cara musical, otra vez, ya en el final: ojo del suelo y su concierto.El meditabundo bracito sobre ella que se refiere plásticamente a otra cosa.En un ángulo (recién-nacido) que abandona la última luna negra, se origina, con sus frases en primera persona, el intocable silencio.

“El mundo que nos tocacomo mera metrópoli —dice el hombre con hambre de certezas—. El jazz oriblanco del sol que da razón y calurosa orquesta a todo.Los aduaneros del oído cuidadosamente disueltos por un verídico hilo de silencio acordado.Lo que no nos toca cuando nosotros mismos el instrumento somos.El blanco de las cosas cual un cuantioso llavero solar. Lo negro de los ojos semejante a musicales y redondas heridas que vigilan.El espíritu ejecutado sin una palabra.

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El cuerpo como increíble canción nemotécnica.Los nombres a los que sonoramente llegan las personas, los paisajes, y no son ellos.Lo de aquí con una soñada lengua de más allá.La ciudad del día siempre formada (y afirmada) como ballet ante las olas.La cantarína herradura del mar y la suerte que se lanzahacia atras, por el aire, por nosotros,por la tierra, por los siglos de los siglos.Lo que se quiere decir y entonar cuando se mirauna antena carcelaria, alfiler del aire.El hangar microfónico de la luzcon grandes signos y señales (que murmuran).El pavo musical de la radiolacon la melodía y la moda de los jóvenes.El timbre blanco de la luna.El dispositivo azul del mar donde por fin, por más allá, presionamos la belleza y el valor epopéyico del mundo.Las notas que representan el ambiente.La producción en gran escalade los bajos fondos que afinan razones.La nueva antigüedad sonora de la sangre que tira caballos y constelaciones.El tono estelar de ese espejo donde todo, como un solo de oboe, roe crónicas, ensortija cráneos.El acompañamiento en una cuerda de fuego azul que nos hace el alma.La ópera quemante del aireque ha venido a cantar la dramáticallamarada que somos y soñamos.Esa galaxia, de buena voz, que alguna vez vemos para oír lo que sigue: “Morir es perder el sonido magistral del mundo, es vivir la redonda novedad de un silencio”.Porque por algunabiencriada conexióntodo es, será,objeto sonoro del ojo.

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De esta manera digamos ¡o que nos obligan a decir estas reales palabras que caen a los labios ahora que tenemos a la vistalos soberanos microsurcos del mundo.En esta ocasión y a este principesco compás,cuando todavía no caemos sobre el agua del mundo, o el mundo no se precipita con su creciente coro de velocidades o sonoras lunassobre lo que todavía no somos ni empezamos”.

La mirada que apaga sin extrañeza el balcón.El fiero ojo del fierro donde el silencio ha sido.Ella con el cromático álbum de los ojos.Contra el mar que estrella imaginaciones, detrás del vidrio sin cortinas musicales, él.Y una mano, aeronaval, como rapsodia, da una mano de pintura. Ha raptado así el color que gira y muere.Y ha dejado, como recital o recadero piano,en escleróticael ya cantado y contadouniverso.

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S IN O P S IS C R IT IC A

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* * De H ERNAN POBLETE VARAS: “ El Mercurio". Stgo. 17 de Febrero de 1962.

"Poeta de irón ico f ’ losofar y ág il metáfora, Escobar nos da con agudeza las imágenes que se fo r­ma del mundo.

Su 'C ir ia l" es por momentos surrealista, y no se niega a las seducciones de la c iencia -ficción, explotada con feliz cuerda po é ti­ca".

* * De ROSAMEL DEL VALLE: Nueva York, Enero 21 de 1962.

“ Su lib ro ha tra ído gran parte de lo que siempre estoy deseando para la poesía ¡oven de mi país: el desvelo y la au ten tic idad".

* * De SALVADOR REYES: Atenas 9 de Septiembre de 1961.

“ Ud. afirm a en "C ir ia l. S itua­ciones" un auténtico tem peram en­to poético, imaginación y riqueaa verbal. Espero que obtenga el éxito que se merece".

* * De MARTA BRUNET: Enero de 1962. Viña del Mar.

"C ir ia l" me ha parecido lleno de interés por lo actual de su tem á­tica y fo rm a".

* * De ANDRES SABELLA: Re­vista "VEA".

"Valparaíso continúa su trad ic ión de singularidad espiritual en los

poemas de Sergio Escobar, a quién no alcanzan las tib ias pa lo ­mas, porque es poeta de saltos entre constelaciones y angustias verdaderas de hombre. Sus textos carecen de manubrios para que g ire su musiquilla de hastío la pe­queña inspiración. Varón de fáb u ­las contadas "en el ¡ardín sumer­g ido del sonido" confunde, sin embargo, su cabeza a las grandes piedras celestes que puntúan la vastedad. Sus versos se precip itan con estruendo de caballerías apa­recidas, súbitamente, a las puertas de nuestra poesía. Sergio Escobar contempla a los hombres desde una constante balaustrada de nu­bes: “ C ir ia l" huele a bucles de torm enta. Escobar designa con nombre prop io a sus poemas: Si­tuaciones. En efecto, lo son de bizarría mental y verbalismo o r ig i­nal . . . Y declara como ta llando su ideario, que: "C re a r poesía es, sobretodo, un fenómeno de ilum i­naciones", Dice Daniel Rops que Rímbaud usó la palabra inglesa Iluminaciones (couloured platos) con "voluntad de mascara". No pensamos que esto sea lo expre­sado por Escobar, esto guarecerse tras de algo para desnudar su frente. Pensamos que Iluminaciones le im portan como acto de vestir su verbo, con las más altas luces de un veríd ico deslumbramiento de poeta".

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* * De FERNAND VERHESSEN: Bruselas; Centro Internacional de Estudios Poéticos. 16 de Febrero de 1963.

"V otre poem est d 'une grande beauté, d'un mouvement tres am­pie, auvrant de maniere charmanfe sur ¡es horizons secret de l'e tre et des choses'’ .

* * De ABEL N A R A NJO VILLE­GAS: Santiago. 31 de Enero de 1962.

"M ientras me es dado acendrar un concepto más preciso sobre ese género de su poesía sólo debo manifestarte que la he encontrado llena de sorpresivas intu iciones y que me llama poderosamente la atención ese tem blor cósmico que la circunda. El títu lo concuerda, pues, exactamente con una de las más acusadas categorías de núes- tra época como es la “ situación" mudada de su estirpe puramente física en que ¡a consideró la filosofía eleática para transfor­marse en esa compleja categoría "s ituaciona l" del espíritu al d e fi­nirse como ser autónomo e h istó ri­co por antonomasia.

¿Porqué, pues, la poesía que es esencialmente espiritual no ha de estar tocada de ese signo catego- rial de la “ s ituación"? Usted lo logra con hallazgos magníficos ilustrados espléndidamente por Carlos Hermosilla Alvarez.

C ir io y Cosmos se me aparecen como dos polaridades que se con­jugan en la poesía de Ud., f in ­g iendo casi un ciclópeo vuelo nupcial del tiem po en que el breve círcu lo luminoso del c irio colmaba

los simbolismos del hombre te ­rrestre y éste veloz tiem po de ahora cuando la mecánica le está disputando a los astros su derecho a ilum inarlos".

* * Del Dr. E M IL IO M O H O R : "La Nación", p de Octubre de 1961.

"Su poesía es singular y ya se aprecia en ’ C ir ia l" la madurez de sus granos en sus gavillas poéticas. Su versificación nos sorprende en sus situaciones - inesperadas y sus metáforas simbolistas que nos lle­van por caminos inexplorados hasta ¡a fecha por la pléyade de nues­tros jóvenes poetas.

Se aprecian en su verso dram á­ticas vivencias, conjugados estados anímicos que se amalgaman y de repente estos elementos estallan en centellas y resplandores fugaces que luego vuelven a entremezclarse. Estas situaciones poéticas son las que iden tifican e individualizan el verso de Sergio Escobar".

De M. del VAL: Diano "La Estrella". Valparaíso, 10 de Agosto de 1961.

"C ir ia l. Situaciones" es su pr¡“ mor libro. Tenemos que adm itirle indiscutibles méritos poéticos".

* * De LUIS ENRIQUE DELANO: "Ultima Hora". 24 de Octubre de 1961. Santiago.

" . . . m e he topado con una poe­sía extraordinariam ente rica y dotada, con una imaginación no­table, con una personalidad fresca e inm ed’ata, como d ijo el crítico , Sergio Latorre, comentando a lgu­

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nos poemas. Pero una poesía d if í ­cil. No creo que esto sea un defecto muy grande. Depende del destino de la obra de arte y de las circunstancias. El poeta hermé" tico nunca alcanzará popularidad, siempre tenderá a darse vueltas en círculos reducidos, en élites, como es el caso por ejemplo, de Díaz Casanueva. Pero la verdad es que muchísimos poetas grandes de las letras mundiales no son fá ­ciles. Hay que leer, releer, descu­brir, desentrañar en ellos. Todo lo que dice Shakespeare Kene un significado, no me parece que ha- ya en toda su obra ni una sola palabra perdida, pero muy a m e 'nudo hay que penetrar a travésde una rugosa y gruesa texturapara llegar a 1a almendra.

La poesía de Escobar es d ifíc il.pero la d ificu lta d no es su carac-terística más acentuada. A mi¡uicio es la fé rtil, graciosa y fresca Imaginación, la desenvoltura con que camina a veces por túneles casi kafqulanos en que aparecen seres, seres con apariencia de personas de la vida real, pero cu­biertos de extraños antifaces: el muchacho, la muchacha pensativa, el pe lirrub io , la mujer de guarda­polvo negro, el señor de lentes, Emelina. Entre estos seres y una cantidad de ambientes y cosas distorsionadas tam bién por esa luz ‘‘c ir ia l" en la que el poeta insiste quizás demasiado, so desliza esta poesía llena de hallazgos, de pe­drería, de "situaciones".

En el poema "A lim entos del día y de la noche” , por ejemplo, uno de los más hermosos del breve

lib ro (que viene ennoblecido con un prólogo de Juvencio Valle e ilustraciones de Carlos Herm csilia) juega con el cosmos, con los viajes interplanetarios, con los planetas, y habla con singular fam ilia ridad , como un C agarin que hubiera v ia­jado años en los espacios, de ¡a "estupefacta y destronada corte de los m ilagros" de Venus, del "o lv id ado aspecto de te rro r de los m eteoritos" de¡ "á rbo l numérico o rig inado en las raíces cúbicas de Júp ite r", de los "planetas tr ib u ta ­rlos" que en Plutón "sueltan ríos de luz” , de "las ciudades de si­lencio de N eptuno” , de 'las grutas de Urano", del “ sate lító fago pron­tuario de Saturno", de "las apren- sibles flores de M ercurio ", de los "bélicos conflictos de M arte ' . . . Todo esto es hermoso, quizás de­masiado enjoyado, quizás un poco poco barroco.

Pero esta poesía tan desenvuelta ta l vez no esté aún desarrollada cabalmente. Para mí, Sergio Esco­bar, es un poeta en form ación, de una gran o r ig ín ilid a d , de una profunda musicalidad, que con la madurez y el tiem po caminará ha­cia la claridad, la s im plificación y la síntesis. SI lo consigue sin perder su rjqueca natural y la imaginación que le perm ite pasear­se por los lugares más vedados, se habrá convertido en uno de nues­tros mejores poetas".

* * Do JU LIO CESAR JOBET: Vi­ña del M ar. 18 de Agosto de 1961.

" . . . su lib ro me causó gran de ­leite estético por su novedad te ­

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mática y belleza form al. Me llamó la atención su hondo sentido exis- te n d a l: la profundlzación de lo co tid iano en 'Imágenes y sugeren­cias altamente poéticas, y su re­lación sutil con lo trascendente. También, su incorporación de vo- cabios nuevos que extienden la visión lírica a campos no tocados por los poetas jóvenes".

* * De RAUL MORALES A.: Pic- wíclt. Diario "Clarín". 19 de Noviembre de 1961.

' ‘ . . .C r e o que Serg*o Escobar es un poeta exacto ■— un auténtico poeta— , para este instante espe­cial que vive el mundo con su esperanza decapitada algo más que a medias por todas las zozo­bras. Escobar nació en 1930, de ta­lle que es menester tener muy en cuenta, sin ponerlo jamás en los olvidos. Su generación ha sido do ­blemente macerada por la angustia de la guerra y esa cierta in d ife ­rencia con que el hombre se burla de sí mismo cuando esta misma angustia se hace flage lo endémico sobre su destino, ailgo que va y viene, con la misma tranqu ilidad con que las estaciones caminan, pasan, regresan por el calendario. Cuando ello sucede, los poetas siempre prodigan algún nuevo in ­gred ien te lite ra rio en su poesía. El de Escobar se llama "la situación poé tica ". Pero mensurándolo de cualquier modo que se elija o quiera, será fác il advertir que esta ‘ 's ituación1’ no es sino la rebe ld ía con causa de un poeta — un ver­dadero poeta ya lo he dicho— ,

que de esta manera define su po­sición ante la vida.

Escobar lo hace riéndose, con una risa donde tam bién ríe la im ­perfecta condición humana, demos­trando que la rutina de hacer versos puede ser nada más que versificación, pero muy raras ve­ces una verdadera poesía, como lo es la suya.

* * De SERGIO LATORRE: "U lti­ma Hora". Stgo. 26 de Sep­tiembre de 1961.

De Sergio Escobar se puede de ­c ir de inm ediato que es un poeta d is tin to de ios que se leen corrien­temente. Un poeta con personali­dad que ha encontrado una expresión propia, abigarrada, p ro­teica, generalmente muy oscura, pero valiosa y actual.

Une tres elementos notorios en todos sus composiciones: una te ­mática desquiciada, esbozos de temas, insinuaciones, se van des­prendiendo inconexos, disparados poéticam ente a lo largo de la es­tro fa , con lo cual compone una especie de atmósfera de magia sideral en que una libre im aginería efe planetas, astros, asteroides, cohetes, traza un como movim iento de múltiples y ácidos ángulos agu­dos. Se tra ta , de una parte, de una poesía inmediata actual donde no se desdeña lo que hoy inquieta al hombre, ni su c ibernética ni el movim iento del espacio in fin ito y su conquista.

En ella se entremezclan términos que le dan una como atmósfera nueva de ciencia nueva, como del conocim iento que hoy inquieta al

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hombre: "Los reflectores de pron­to, tra jinan el con m ov ido /tije ra l de la noche. Delatan las barrigas incestuosas/de las nubes ag rupa­das con estrellas y planetas. Y se ap agan /en el lím ite pupilar del cielo investigado".

En la mayor parte de sus com­posiciones se usa y abusa de ese dinamismo, de esa pasión por el movim iento, de esa fa lta de emo­tiv idad sentimental, casi dura e in- m isericorde que eran tan caras al antiguo futurismo.

Empapando este estridente a n r biente, está una como coloquial sensación de acercam iento a lo fa ­miliar, un lenguaje llano hasta lo antfjpoético: "Para cerrarle la boca, el m uchacho / se acercó abriendo de par en p a r/las mamparas no­ticiosas del pe riód ico : "Hazm e el favor — continuó— de in fo rm arte ".

Tal lenguaje llano va conform an­do, ¡unto a otros elementos, una especie de d istra ído humor, de burla reidera a la que contribuyen ciertos extraños y sorprendentes acoplamientos de palabras: "h im - nada pedrería, dulces círíomaquías, sate lító fago prontuario, agua vien- trem adre, ro jillam oso" que mues­tran un animoso empeño de supe­rar las lim itaciones del idioma.

* * De ED M UNDO C O N C H A : "Las Ultimas Noticias" Stgo. 22 de Julio de 1961.

"Serg io Escobar se sube a una cumbre im aginaria, ta l vez a uno de los cerros del puerto y desde ahí nos entrega a raudales su poe­sía tribun ic ia y reporte ril. Mas,

para no parecerse a todos los hombres que hablan en las calles, Escobar d ice cosas paradojales, un poco al desgaire, como m iran­do hacia otro lado. . .

* * De VICENTE M E N G O D : "A te­nea". Universidad de Concep­ción N 9 385. M ano de 1962.

" . . . los versos, sin rima, or- questados por un leve y caprichoso ritm o, enfilan los dominios de Urania, llegan hasta los rediles de la m etáfora astronómica. Y así, nos habla de "las aprensibles flo ­res de M ercurio ", agrega un sen­tid o polém ico al 'pan sideral , incita a que los poetas y lectores investiguen "e l sate litó fago Satur­no". Y enhebrando una serie de figuras literarias de muy diverso sentido y densidad, anota: "P er­seguid tradiciona les las dulces c i’ riomaquias — que con secreto oleaje naturalizan— las ciudades de silencio de N eptuno".

Sin duda, este poema, titu la d o "A lim entos del día y de la noche", plantea y esboce dos problemas: El de la m etáfora astronómica y el de las situaciones poéticas. Veamos en qué consisten.

Las figuras del lenguaje agregan vivacidad a la expresión del sen­tim ien to . La retórica no ha inven­tado las figuras, son un producto de natural alum bram iento. A fin a ­ciones estilísticas las moldean.

La metáfora traslada el sentido recto de las palabras a o tro f i ­gurado. Cuando se prod iga , el lenguaje se hace oscuro, hermético- En nuestros días, la metáfora an­

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tropom orfa se ha revestido de halos científicos. En su base retoza la preocupación astronómica.

En ciertas melodías electrónicas se han armonizado leves ruidos que viajan desde milenios por los ca- minos del firm am ento. Semejante música tiene un lenguaje esotérico. Tal vez, en los dominios astronó- micos, se impone otra lógica, do contextura muy dife rente a la nuestra '"terráquea", adm itida des­de antaño por los bípedos filoso­fantes.

Se anuncia la inmanencia de una preceptiva lite ra ria de raigambre sideral. Sus metáforas, burbujas cósmicas, ya florecen, con donaire, en algunos libros. "C IR IA L . SITUA­C IO N E S " puede ser un bello e in te ligente ejemplo.

La "s ituación" se halla em­parentada a la filosofía de la existencia. Dicen ¡os filósofos que el hombre existe "com o un ser en situación". C laro está que la situa­ción puede ser auténtica o falsa, periférica o esencial. Sólo esta última es valiosa.

Esto es ap licable al llamado pro­blema estético. Las circunstancias contribuyen a situar al hombre, le ayudan, pero no son lo de fin itivo . El ser humano vive en situación, en v irtud de su esfuerzo, de su lucha, a veces sin cuartel, por ser él mis­mo. En los recintos de la creación lite ra ria resulta d ifíc il cap tar la au tentic idad de una pretendida situación esencial. Porque, como es lógico, entran en juego la o p i­nión y la sub je tividad del poeta.

H ay verdadera situación, cuan­do el poeta descubre y fija en

un verso, ta l vez en una sola pa­labra, el to ta l sentido de sus inquietudes y de sus programas vítales.

A lgo de eso se rastrea en el c i­tado poema. En los últimos versos se nos entrega el esquema de un estar en el mundo: "H as de saber, hermana, que las dudas en materia de alimentos son del esp íritu".

En "Lejanas elecciones", el poe­ta anota: "Nunca hemos conse­gu ido extraer del corazón todo el océano. Y algunas veces, tú sabes, te rrib les escamas son los ojos".

O tro poema, "'Lluvia. Trajín. Conversaciones", parece estar cen­tra do en un concepto filosó fico : "El mundo sólo es de aquellos que profundamente lo p ierden".

Sergio Escobar escribe de una manera desgarrada. Se instaura, incluso, en las zonas del humoris­mo. Una cohetería de figuras lite ­rarias forma un encaje, desflecado, a veces, en admoniciones: "Q ue todos nos mojemos. Q ue nos mo­jemos todos/hasta el alma misma".

C IR IA L. SITUACIONES tiene orig ina lidad . Sus poemas, cual largas letanías, plantean ciertos problemas.

¿Será el hombre un c irio que arde sin consumirse? El poeta da cima a su perip lo poético, d ic ien­do : "N o se imagine usted que e s to y /tra ta n d o de parecer un hé­roe. O un m ártir. /Y o sólo he sa­b ido a tiem po que alguna red hay / a cuyo oscuro nudo sin saberlo obedecemos.

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* * De HERN A N POBLETE VA­RAS: **La Discusión" de Chi­llón, 1962.

" . . . Sergio Escobar la posee en grado sumo (la virtud de mara­villarse), unida a otra cualidad: la de poner en sus miradas, además de admiración, ironía.

Tras estos cristales, el mundo adquiere nuevos coloridos, dimen­siones nuevas. Sergio Escobar las comunica con ágil facilidad en sus poemas, que a veces vuelan a las esferas del surrealismo y a veces extraen de la realidad más banal extrañas luces y encendidas aristas.

Es un poeta verdaderamente original, cosa nada corriente en estos tiempos en que los poetas proliferan en espantable forma. Y su originalidad es de buen cuño, inteligente, hábilmente controlada por un talento en vigilia, que no se deia tentar por las apariencias. Su canto es alegre, nuevo, y cele­bra las aventuras espirituales con glorioso optimismo.

Deseamos a este nuevo poeta un venturoso camino por el mundo de la poesía, que empieza ya a reco­rrer con pie certero".

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C IN E P O E M A S

U N A P R O D U C C IO N D E E D IC IO N E S R E D E S CON C IN E P R E S E N T A C IO N DE A N D R E S S A B E L L A - FO TO G R A M A S D E R O B ERTO SO LA R I (8) - YG U IO N L IR IC O D E SER G IO ESCOBAR. SE T E R M IN O DE RODAR E IM P R IM IR EN LOS T A L L E R E S DE IM P R E N T A M E R C A N T I L V A L P A R A IS O - C H I L E - E L D IA 10 DE

D IC IE M B R E D E 1963.