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Semiolingüística colonial andina y crítica literaria (a propósito del discurso autodidacto) Enrique Ballón Aguirre Como en cualquier endemia o plaga, las miserias del autodidactismo son inacabables. Si bien esta promiscuidad suele atacar por lo común a los departamentos o secciones de literatura hispanoamericana en los predios universitarios norteamericanos, en la vida coti- diana de varios de ellos ha clavado su pica de una manera tan sólida que ahí el saber autodidacto no sólo es la manera de estudiar y enseñar correctamente (political correctness) sino la naturaleza misma, el hierro y el aceite que hacen deslizar las cadenas de la imparable producción de tesis y disertaciones. Así, en lo que sigue, no se tratará de repasar o enumerar in vacuo las calamidades de este hoy muy floreciente negotium vivendi; nos ocuparemos, en cambio, de puntualizar sus perfiles más notables mediante el examen de un ejemplo, una de las incontables disertaciones editadas en tiempos recientes: Narrativas problemáticas - Los inkas bajo la pluma españo la 1 Nos apresuraremos por advertir, sin embargo, que este libro no es ejemplar en el tema que nos ocupa. De hecho, entre los cientos de tesis y disertaciones de literatura hispano- americana sancionadas anualmente por comités de grado especializados (political correctness, una vez más), son muy contadas las que se trabajan mediante el esfuerzo legítimo de cierta sindéresis científico-social responsable. Pero comparada a otras diserta- ' Lydia Fossa. Narrativas problemáticas - Los inkas bajo la pluma española. Lima: Fondo Editorial de la Pontificia Universidad Católica del Peru - Instituto de Estudios Peruanos, 2006. En adelante, Narrativas problemáticas. 43 , segundo semestre del 2006 161

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Semiolingüística colonial andina y crítica literaria

(a propósito del discurso autodidacto)

Enrique Ballón Aguirre

Como en cualquier endemia o plaga, las miserias del autodidactismo son inacabables. Si bien esta promiscuidad suele atacar por lo común a los departamentos o secciones de literatura hispanoamericana en los predios universitarios norteamericanos, en la vida coti­diana de varios de ellos ha clavado su pica de una manera tan sólida que ahí el saber autodidacto no sólo es la manera de estudiar y enseñar correctamente (political correctness) sino la naturaleza misma, el hierro y el aceite que hacen deslizar las cadenas de la imparable producción de tesis y disertaciones. Así, en lo que sigue, no se tratará de repasar o enumerar in vacuo las calamidades de este hoy muy floreciente negotium vivendi; nos ocuparemos, en cambio, de puntualizar sus perfiles más notables mediante el examen de un ejemplo, una de las incontables disertaciones editadas en tiempos recientes: Narrativas problemáticas -Los inkas bajo la pluma española 1

Nos apresuraremos por advertir, sin embargo, que este libro no es ejemplar en el tema que nos ocupa. De hecho, entre los cientos de tesis y disertaciones de literatura hispano­americana sancionadas anualmente por comités de grado especializados (political correctness, una vez más), son muy contadas las que se trabajan mediante el esfuerzo legítimo de cierta sindéresis científico-social responsable. Pero comparada a otras diserta-

' Lydia Fossa. Narrativas problemáticas - Los inkas bajo la pluma española. Lima: Fondo Editorial de la Pontificia Universidad Católica del Peru - Instituto de Estudios Peruanos, 2006. En adelante, Narrativas problemáticas.

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ciones donde la escritura revela un hacinamiento autodidacto tan saturado que prácticamen­te cada línea apeñusca muestras de ese proceder, la escritura del libro en mención, a pesar de su fragilidad glosadora, no llega a ser totalmente suelta, o, al contrario, astringente, y así permite describir, con cierta parsimonia, su género peculiar: la crítica literaria ~utodidacta.

Una vez anotada esta caracterización global, veamos de inmediato sus rasgos más sobresalientes.

l. El estropicio disciplinario

Es una evidencia bien sabida y bien callada, el hecho trivial que la crítica literaria carece de un objeto de conocimiento definido; no es una disciplina en cualquier orden. El glosar literario, al carecer de orientación y guía encauzadas por un saber controlado, disciplinado, suple su indi­gencia cognoscitiva, refugiándose bajo la cumbrera de las «humanidades». Una vez allí, este cobijo lo ampara para sazonar su discurso con cuanto ingrediente ilegítimo cae en su inducción : desde inferencias que hacen «explican> los textos por los hechos biográficos del «autor» o, a la inversa, los enunciados textuales literarios (por lo tanto, connotativos) a los que se les obliga «explicar» los vacíos de la documentación biográfica (la denotación simple), hasta el uso indis­criminado del intuicionismo a ultranza, el impresionismo «interpretativo», los malabares para disfrazar -tosca o diestramente- los plagios y los pastiches, el escamoteo de fuentes científico­sociales para dar la sensación de manejar diestramente un saber del cual el crítico es ignaro; en fin, las muy socorridas tramoyas del secreto artesanal (no profesional) crítico literario .

Detengámonos en el escamoteo de fuentes científico-sociales que define la médula del discurso autodidacto crítico literario. Cuando el crítico es consciente de su labilidad e ignora las bases del conocimiento textual literario que requieren arduo, largo entrenamiento especializado (manuscriptología, ecdótica, análisis del discurso, filología y retórica semánticas, hermenéutica material) y, al mismo tiempo, está apresurado por revestirse con un saber científico-social que le dé tono frente a los comités de contratación en la Modern Language Association {MLA), a los comités de redacción en las revistas o a los lectores, de la noche a la madrugada, mediante una repentina, asombrosa e inexplicable iluminación pentecostal, en otras palabras, merced al arte de birlibirloque, despierta convertido en científico social (historiador, lingüista, semiótico, sociólogo, antropólogo, geógrafo, sexólogo, psiquiatra, psicoanalista y hasta neurólogo; los críticos más audaces, todo eso junto) sin haber estudia­do y aprobado uno a uno los cursos exigidos por cada currículo profesional en los centros de saber correspondientes; o habiendo merodeado en conferencias, asistido a algún curso suelto y hecha una que otra consulta que luego ningunea2, la impaciencia lo deja sin la profesionalización plena que garantizaría, al menos, algún saber controlado por la ciencia social de la que se han aficionado3

2 En Narrativas problemáticas se persiste, por ejemplo, en la interpretación tradicional hanan I hurin a la vez que se elude la demostración lingüística (pp. 313-314 n. 14, 320-321, 324-32, 329, 347-348, 353-355, 368, 371, 377); cf. R. Cerrón-Palomino. "H11ri11: un espejismo léxico opuesto a Hanan" . En J. Flores Espinoza y R. Varón Gabai ( eds. ). El hombre y los Andes. Homenaje a Franklin Peas e G. Y., vol. l. Lima: PUC, 2002, pp. 219-235; cf. p. 369.

3 No podía faltar en este discurso autodidacta la referencia de la crítica posmodema al laxismo derrideano, pero no a partir de las obras de J. Derrida sino de una muy breve reseña publicada hace 30 años (p. 32).

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De esta manera, los críticos literarios que no quieren aparecer sólo como glosadores intuitivos e impresionistas (que es su auténtico «trabajo») y se proponen escapar al parloteo del que se han percatado4, ante el tedioso incordio que los obligaría a estudiar a conciencia durante largos años, esquivan los escrúpulos y optan por fungir y ejercer de inmediato como científicos sociales titulados, de modo semejante a los curanderos respecto a la ciencia médica o los tinterillos en los ambientes judiciales. Tratando, pues, de huir de la pura y simple verbo­rrea critica, comienzan por enterarse algo de la disciplina social escogida y de inmediato actúan como amateurs, como aficionados: sonsacan de los libros de esa disciplina aquello que creen puede servirles, adosándolo intuitivamente, sin más ni más, a los textos literarios. La manipula­ción procede, entonces, mediante analogías pedestres que rápidamente se sueldan a dichos textos como si fueran legítimas «interpretaciones» de textología. De aquí surgen, sin duda, los inacabables/a/sos problemas literarios que se legitiman como temas centrales de investiga­ción y que, cuando el graduando y su asesor tienen suficiente palanca manipuladora ante los comités poco exigentes de las Fundaciones (por lo común, proclives a las artimañas de la arrebatiña intelectual), son premiados con graciosas dádivas, una real malversación de fondos destinados, en principio, al avance efectivo del conocimiento humano.

La cháchara original puede, por ende, presumir tener ahora visos de «cientificidad». Aunque de hecho el graduando sólo ha adquirido una triquiñuela para encantusar a incau­tos, por fin logra erigir su parlería en un oficio más a ser sumado al de los hermeneutas improvisados y desaprensivos . Pero queda algo más. De ser un mal endémico, el autodidactismo se vuelve tara genética: los alumnos del crítico literario autodidacto, hoy con faena en alguna universidad, heredan el amateurismo imparable. En efecto, los estudiantes que no se dejan deslumbrar, detectan rápidamente el amateurismo y diletancia de sus profe­sores; pero el oportunismo y arribismo son lianas trepadoras muy eficaces: si mi director de tesis o disertación ha logrado doctorarse de modo tan expedito y sus publicaciones y fama consiguiente son amparados por el consenso amateur de la crítica literaria, ¿para qué darme la pena negra de adquirir el saber de la disciplina social que me seduce, si la puedo inmiscuir autodidácticamente, a mi vez, en mi propia tarea? Así se explica la muy notable persistencia del discurso autodidacto científico-social en la crítica literaria: es una verdadera cadena de estragos sin fin .

Sin embargo, en la p. 503 se nos advierte con "desconstruir el estrecho recinto ideológico en el que la literatura occidental ha confinado a las expresiones estéticas indígenas", enunciado a examinar más adelante, en 3 .1.2.

4 Así llamaba R. Jakobson, en 1921 (Questions de poétique. París: Editions du Senil, 1973 , p. 31 ), a este tipo de comentario crítico literario: "seguía -comenta Jakobson- todas las leyes de la charlata­nería. Pasaba alegremente de un tema a otro y en el torrente lírico de palabras sobre la elegancia de la forma dejaba lugar a las anécdotas tomadas de la vida del artista; las perogrulladas psicológicas alternaban con los problemas relativos al fondo filosófico de la obra y al medio social en cuestión. ¡ Hablar di¡ la vida, de la época, a partir de obras literarias, es un trabajo tan fácil y remunerador! Resulta más fácil y remunerador copiar un yeso que dibujar un cuerpo vivo. La charlatanería no conoce una terminología precisa. Por el contrario, la variedad de los términos, las palabras equívocas que constituyen un pretexto para el juego de palabras, son cualidades que otorgan encanto a la conversación".

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2. La manipulación libresca

Ante esta circunstancia, ayuno del saber disciplinado que trasiega, el crítico literario sólo atina a darse un conocimiento libresco. En vez de acudir, por ejemplo, en nuestro caso, a aquellos profesionales que están capacitados para asesorarlos en el plantea~iento de un auténtico problema a dilucidar, a conducir con idoneidad su afán investigatorio e indicarles el programa completo de un estudio semiolingüístico correcto -desde la descripción de las unidades mínimas (fonético-fonológicas) del significante hasta las unidades mayores del discurso (moléculas sémicas, dominios y dimensiones discursivas)-, más bien les huyen. Pero si por casualidad el aprendiz de crítico literario llega a consultar a un especialista ocasional, lo hace con disimulo y por cosas fútiles que no tienen nada que ver con los problemas esenciales de la «investigación» que se propone. Tal es, pues, otro de los rasgos definidores del discurso autodidacto: el critico, atribuyéndose una autoridad que no posee, decide, a partir de las lecturas recomendadas o no por su preceptor -por lo general, igual­mente autodidacta- lo que es conveniente o inconveniente para su crítica. Mejor, determina lo que debe y cómo aprovechar su saber libresco5•

Es instructiva, en este aspecto, la bibliografia especializada que se columbra en Na­rrativas problemáticas: de A. J. Greimas sólo se incluye el menos importante de dos florilegios secundarios (Del sentido II, 1983) a la vez que se excluye, por ejemplo, los 4 libros fundamen­tales para la comprensión de su paradigma6; no se considera ninguno de los textos de J. Courtés, incluso aquellos esenciales para el conocimiento básico de la semiótica componen­ciaF; finalmente, se cita muchas veces Semiótica - Diccionario razonado de la teoría del lenguaje I y II (1979, 1986)8 de Greimas-Courtés que, como cualquier diccionario de una ciencia de la materia o una disciplina social consolidada, evidentemente sólo es útil -vale

5 Por ejemplo, en Narrativas problemáticas la erección del corpus no tiene ningún parámetro teórico­metodológico de sustento; por ello se afirma que el "trabajo de análisis" está "basado" [ donde debería decirse más bien, «se aplicará a»] tres documentos coloniales: "estas consideraciones son las que han sido tenidas en cuenta en la elección de mi corpus. Mi trabajo de análisis está basado en tres documen­tos coloniales, escritos por españoles en territorio andino durante los años comprendidos entre 1550 y 1575" (p. 31 ). Más adelante, sin ninguna precisión definitoria o analítica del género ensayo y por medio de simples correspondencias de datos extratextuales combinados, se concluye que todos los textos elegidos para el corpus son ensayos: "nuestros textos pertenecerían al género 'ensayo' y a la subdivisión 'ensayo histórico" ' (p. 52); cf. E. Bailón Aguirre. "Una encrucijada entre filología, lingüística y semiótica: el corpus". Dispositio - Revista Hispánica de Semiótica Literaria , vol. XII , Nos. 30-32, 1987, pp. 45-64; A. Zinna. "Décrire, produire, comparer et projeter. La sémiotique face aux nouveaux objets de sens". Nouveaux Acles Sémiotiques, Nos. 79-81 , 2002, pp. 13-69.

6 Semántica estructural - Investigación metodológica ( 1966), la semiótica del texto . Ejercicios prácticos (1976), Semiótica y ciencias sociales (1976), Sobre los dioses y los hombres (1985).

7 Introducción a la semiótica narrativa y discursiva ( 1976), El cuento popular: poética y mitología (1986), Análisis semiótico del discurso - Del enunciado a la enunciación (1991), la semiótica del lenguaje (2003 ).

8 Allí se cita con puntualidad a la traductora española de Del sentido II pero se elimina a los dos traductores de Semiótica. Diccionario razonado de la teoría del lenguaje I y II e incluso se hace caso omiso de las entradas propias para el estudio semiolingüístico de los discursos en lengua castellana (Gredos, 1991 ). ¿Será porque ambos traductores y autores de esas entradas son peruanos doctorados en semiolingüística, a los que hay que expurgar y hacer el esguince?

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Enrique Ballón Aguirre: Semiolingüística colonial andina y crítica literaria

decir, su manejo es solvente- para los especialistas que conocen a fondo el orbe de saber directamente concernido.

¿Qué puede lograr entender de las entradas de un diccionario de informática, lógica o lingüística quien ignora los fundamentos de esos conocimientos? Sólo una ciencia infusa. Imaginemos ahora nosotros, los lingüistas y semióticos concernidos, el atolondramiento ocasionado en el crítico literario cuando, obrando sin guía profesional, vierte en su discurso autodidacto la lectura de un diccionario altamente especializado, metalingüístico, tecnolectal por definición. Pues bien, en la declaración autodidacta de Narrativas problemáticas, se asevera haber utilizado las "mejores herramientas" semióticas9 para analizar el corpus de crónicas peruanas retenido 1°. No obstante, este discurso autodidacto parece adherirse a una visión inmanente de la narración11 pero, contradictoriamente, las ciencias sociales allí inter­venidas por la crítica literaria son, de hecho, además de la semiótica, la lingüística y historia. A continuación me ocuparé, en gruesas líneas, de las incursiones en las dos primeras, comenzando por la disciplina lingüística.

2.1 La lingüística

¿En la instrucción autodidacta de una disciplina social , a qué se puede acceder con el menor «esfuerzo»? Como en la escuela primaria, lo que se retiene de inmediato son las generalidades. Las generalidades son muy proficientes en el discurso autodidacto: su renta­bilidad está asegurada, pues a la vez que no se corre el riesgo de realizar un auténtico análisis fonético-fonológico, morfosintáctico o léxico-semántico de, por ejemplo, los enunciados diglósicos castellanos y quechumaras que contienen los textos de un corpus colonial, el lector de ese discurso autodidacto es convencido con las aseveraciones sobre el pleno dominio del saber lingüístico del enunciador--que allí se da idea de poseer a cabalidad12 -y que culminan en contundentes enunciados autoritarios 13

La incongruencia llega a su extremo cuando se decide poner en claro el conocimiento lingüístico de los cronistas, sin un puntual examen de los textos que se les atribuye para

9 A pesar de esta afirmación, se dice sumar también las herramientas de otras disciplinas, por ejemplo, la teoría de la enunciación (p. 36) o la estilística pero sin aplicación sistemática alguna. Como se verá luego, la intervención de la teoría de la enunciación, por ejemplo, sólo sirve para trasvasar al «autor» constmido en la biografia al enunciador del texto que se le imputa.

1 O "He recurrido al análisis semiótico porque creo que ofrece las mejores herramientas para estudiar una crónica propiamente dicha: un texto histórico con cierta dosis de ficción ; y un extenso documento administrativo descrito como relación" (p. 16).

11 "A la historia la confirmará la arqueología, la antropología, la lingüística, etc. El relato con una dosis de ficción, basado en la imaginación de escenarios y de sucesos o su adorno, no necesita de ninguna de estas confirmaciones, excepto la que ofrece la narración misma para hacerlos posibles" (p. 53).

12 Par ejemplo, dos citas: "este trabajo indaga en el conocimiento lingüístico de cada uno de los autores estudiados, en su conciencia lingüística y cultural" (p. 17); "la lingüística de las lenguas andinas, así como los e~tudios de la situación del español en el siglo XVI, han sido hechos independientemente; mi trabajo los ha reunido para analizar interdisciplinariamente la situación de vinculación asimética que reunió a esas lenguas en la región andina" (p. 18).

13 Verbigracia : "Mis estudios indican cómo la tendencia hacia castellanizar la diversidad lingüística andina se estrella contra la vitalidad y los recursos de las len¡,1Uas nativas de América" (p. 18).

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determinar el grado de diglosia en las lenguas en contacto así como el dominio de las transferencias en cada caso. Las generalidades sustituyen, entonces, al examen y la prueba o, por lo menos, a las fuentes que sí lo hacen 14•

No es de extrañar, entonces, que las generalidades que se consigue a parti1 del juego de enunciados cronísticos mezclados con las opiniones empíricas consignadas por otros cronis­tas y sumados a los muchos "creo que" y "afirmo que", no permiten calibrar, en modo alguno, ni la verosimilitud histórica ni la destreza bilingüe traductora de dichos cronistas, como se verá más adelante en 4.2.1. Tampoco sorprende que luego de un muy largo, repetitivo y desordena­do recuento de citas y comentarios de terceros, se concluya con el siguiente parágrafo banal:

Los escritores españoles tuvieron un conocimiento variable de estas lenguas [generales] y de los códigos en que se registraba la información: desde algu­nas palabras y sus equivalentes hasta conocer la forma en que se utilizaba el kipu. Este tipo de registro parece no haber tenido un código fonético, lo que habría permitido a hablantes de diferentes lenguas tener acceso a él. (p. 302)

2.2 La semiótica

Varios pasajes de Narrativas problemáticas remiten a la disciplina semiótica. Según el enunciador de este libro, "hasta el momento no he encontrado otro método más adecua­do"15, es decir, se ha escogido este saber disciplinado rebuscando aquí y allá en el mercadeo del conocimiento universal. Semejante peripecia equivale a enunciar: «he recurrido al análi­sis lingüístico [al análisis sociológico, al análisis psicológico, etc.] porque creo que ofrece las mejores herramientas para estudiar la lengua [la sociedad, la psiquis, etc.]». Dejemos pasar esa declaración donde sólo se extracta el "análisis" y se evacúa toda la teoría y la metodología de sustento, pero no es dable olvidar, aunque sea ocioso repetirlo, el hecho de que cualquier disciplina social plenamente constituida no tiene un solo modo de proceder, un método. Ciertamente y como es de todos bien conocido, la semiótica y la lingüística cuentan con varios paradigmas cognitivos los cuales, a partir de un conjunto sistematizado de axiomas razonados, determinan sus respectivos postulados hipotético-deductivos encar­gados de perfilar un objeto de conocimiento concreto, preciso. Enseguida, cada paradigma establece, con la pertinencia que Je es propia, los criterios metodológicos para analizar empíricamente su objeto de conocimiento así como el régimen de análisis que le compete.

I 4 "Entonces, la característica lingüística más sobresaliente del Tawantinsuyo es su multilingüismo a nivel panandino y su bilingüismo a nivel provincial o regional" (p. 238).

I 5 "Hasta el momento no he encontrado otro método más adecuado que el análisis semiótico para explorar la configuración del sentido y significado en una narrativa" (p. I 6). Si esto es así, ¿por qué en numerosas glosas se dice que "emerge en su discurso bajo la forma de la tensa narrativa" (p. 3 I 2); "esta es la causa principal de la tensión que se identifica en su crónica" (p. 330), "tensiones narrati­vas" (p. 33 I ), "tensión de un discurso pluritextual" (p. 435), "tensión novelesca" (p. 458) sustitu­yendo allí la semiótica tensiva - parte muy importante de la semiótica componencial actual (Zilberberg, Fontanille}- por la especulación intuitiva "creo que", "en mi opinión"? Hay mucho más: todo un extenso capítulo dedicado luego a las "tensiones en el texto" (pp. 346-357), no alude una sola vez a la semiótica tensiva. Este capítulo comienza, por supuesto, con el sintagma "mi hipótesis es que ... ".

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Enrique Ballón Aguirre: Semiolingüística colonial andina y crítica literaria

¿Qué juicio nos merecería, por ejemplo, el estudio de un corpus lingüístico en el que se aplicaran, entreverados, los paradigmas ideados por Searle (actos de habla), Chomsky (generativo transformacional), Jdanov (japetista), Harris (estructural), Martinet y Halliday (funcionalista), Sowa (cognitivista) y Hjelmslev (glosemático), todos a la vez? Semejante incoherencia radical carecería de cualquier valor e interés. Pues bien, de modo similar y aventurado, lo que se hace en Narrativas problemáticas es una combinatoria de paradigmas cognitivos de orden semiótico: a los planteamientos epistemológicos de Greimas-Courtés (componencial), se les agrega lecturas de otros tratadistas cuyos paradigmas, al no haber sido explicitados (por lo menos sobre su alcance para el «análisis» preciso que se pretende efectuar), no pueden ser cognitivamente enyuntados: Bajtín (dialógico), Lotman-Uspensky ( culturológico ), Kristeva (psicoanalítico), Maingueneau 16, Rastier (semántica interpretativa), Eco (especulativo), etc 17

• Es evidente que semejante desorden de paradigmas cognitivos, inutiliza cualquier reflexión coherente que exija algo de rigor a sus previsibles conclusiones.

3. La eversión semiolingüística

El rigor menor en cuanto a pertinencia metodológica y analítica propone, por cierto, un axioma simple: no se puede demostrar conocimientos ora semióticos ora lingüísticos con conocimientos extrasemióticos y extralingüísticos, esto es, que no sean ni semiótica ni lingüísticamente probados. Veamos cómo ese requisito mínimo en ambas disciplinas, reuni-

16 A pesar de los varios tratados publicados por este profesor de la Universidad de Amiens en que expone su propio paradigma, en Narrativas problemáticas sólo se cita varias veces su lnitiation aux méthodes de /'analyse du discours, libro donde no se diseña ningún paradigma completo sino que es un breve compendio panorámico sobre la situación del análisis del discurso ... hace 30 años, en 1976. Pues bien, ¿por qué, inusitadamente, se cambia de género a este profesor y se le feminiza como "autora" en la p. 41 ?

17 De estos tratadistas, sólo se menciona trabajos periféricos: a) de Bajtín (y no Bakhtin, en lengua castellana) se elimina sus obras primordiales (La obra de Fram;:ois Rabelais y la cultura popular en la Edad Media y el Renacimiento ( 1970), Estética y teoría de la novela ( 1978)); b) de Eco sólo se incluye una intervención en un texto colectivo y se suprime todas las obras que fundamentan su concepción semiológica (Obra abierta (1962), La estructura ausente. Introducción a la investiga­ción semiológica ( 1968), Tratado de semiótica general ( 1975), Semiótica y .filoso/ia del lenguaje (1984), Lector in Fabula (1985)); c) de Kristeva únicamente Semeiotiké. Investigaciones para un semanálisis (1969), dejándose en el limbo nada menos que El texto de la novela. Aproximación semiológica de una estructura discursiva tranJjormacional ( 1970), Polilogo ( 1977), La revolución del lenguaje poético (1974), El lenguaje, ese desconocido. Una iniciación a la lingüística (1981); d) de Rastier se excluye las obras fundamentales de su paradigma (Artes y ciencias del texto (2001 ), F. Rastier, M. Cavazza, A. Abeille. Sémantique pour /'analyse. De la linguistique a l 'informatique (1994)), etc.; e) de las investigaciones de los miembros del Groupe de Recherches Sémio-linguistiques fundado por el profesor Greimas, que pasan de 2,500 títulos, sólo se cita dos artículos, uno de J. Geninasca y otro de J. C. Giroud, ambos entresacados de A. J. Greimas - E. Landowski, Introducción al analisis del discurso en ciencias sociales ( 1979) y dos textos de P. Ouellet ( Ver y saber. La percepción de los universos del discurso ( 1992) y "Enunciación y percepción. La representación semioling~ística de los acontecimientos perceptivos" ( 1988)). En esta última relación, no se mencio­na un solo texto de semiolingüística de los peruanos miembros de dicho Groupe, estudios que preci­samente tienen que ver con los fenómenos de lengua y escritura de la sociedad peruana. Dichos estudios, o no han sido leídos y estudiados o si lo han sido, se les ha suprimido; más adelante se anotará las consecuencias de esta incuria o de este expurgo.

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das por la interdisciplina semiolingüística, es irrespetado en la disertación Narrativas pro­blemáticas. Lo primero que salta a la vista, es el hecho de que en esta disertación convergen, ideológicamente, tres grandes trabas: el autor, la estética y el egotismo; y un par de inconsistencias deontológicas: las palabras equívocas y la divagación glosa~ora tanto en semiolingüística colonial andina como en semántica interpretativa.

3.1 Las trabas:

3.1.1 El autor

La falta de congruencia caracteriza al discurso autodidacto. En efecto 18, la intromisión

del «autor» en cualquier estudio semiótico que se respete, no sólo es un atentado a la pertinencia analítica -se trata de una idea trascendente al texto a describir 19- sino que la construcción de la biografia del autor se obtiene por acumulación de datos aventureros de muy diverso orden, idénticos o parecidos a aquellos con los que se quiere regularizar y catalogar el baturrillo imaginado para explicar la vida colonial históricamente decible, escribible (peripecias ad libitum como fechas, "agendas" políticas y sociales, situaciones familiares , trabajos, viajes, enfermedades, matrimonios, cargos, negocios, batallas, etc.), queremos de­cir, con datos pasados por el cedazo de la censura, pues siempre se emascula ahí los avatares y pulsiones de la psiquis, la vida espiritual, onírica, psicológica que es el venero de las connotaciones de cualquier enunciado literario (sensibles, emotivas, sexuales, anímicas, sentimentales, desiderativas, pasionales, coactivas, etc.) y que, claro, no son admitidas por la documentada, denotativa y aséptica redacción biográfica (contradictio in rei: los conoci­dos parámetros genéricos utilizados para historiar un sujeto colectivo2°, no alcanzan, ni de

1 8 Se declara que "en esta exploración, más allá del texto aparece su autor como primer exponente del mundo exterior a lo escrito. Al estudiar al autor se ausculta también su inserción en el momento histórico, su agenda política, su participación en la vida social de su entorno en el lugar específico desde donde escribe. Estos factores determinan la perspectiva del autor del texto" (p. 16).

19 A. J. Greimas requería, para la ética y la interpretación semióticas, la necesidad de excluir toda entidad referencial, ajena al texto mismo. Al final de su conferencia titulada "La enunciación (una postura epistemológica)", Greimas dijo lo siguiente: "todo es posible en aquellas gentes que pasan de un lado a otro, pero es necesario que el hombre sea lúcido sobre lo que hace y que no resbale imperceptible­mente, que la vida sea un proyecto voluntario y no de circunstancias o de deslices cuyo riesgo no se advierte. Ustedes ven lo que quiero decir: tomen, asuman una dirección u otra, pero no por deslices, por ignorancia, por falta de lucidez. Tal es el verdadero problema para la semiótica. Aunque ya la he dicho antes, la última palabra es esta: fuera del texto no hay salud posible. Todo el texto, nada más que el texto y nada fuera del texto" (Signifir;ao 1, 1974, p. 25).

20 A. J. Greimas, semiótico cuya obra se dice conocer y utilizar en Narrativas problemáticas, escribe que el historiador "proyecta su construcción hipotética al pasado, llamándola pomposamente realidad. De hecho, sólo se puede escribir la historia utilizando la mediación lingüística, sustituyendo los textos históricos - su verdadero referente- por series de acontecimientos ' reales', que de inmediato se reconstruyen como si fuesen una proyección referencial. Los historiadores se sirven, en el mejor de los casos, de documentos y de crónicas de la época tratada que son ya traducciones libres - en lenguas naturales- de los programas somáticos de los sujetos reales; en cambio, los monumentos históricos y arqueológicos sólo desempeñan un papel comparable al del contexto extralingüístico del discurso" (Semiótica y ciencias sociales. París: Editions du Seuil, 1976, p. 169).

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Enrique Ballón Aguirre: Semiolingüística colonial andina y crítica literaria

lejos, para diseñar o coactar los sucesos cotidianos de un sujeto individual , su «programa somático», su bio-grafia)21

• De allí que con las retaceadas biografías de los cronistas -a los que la crítica literaria unge suntuosamente como autores literarios «reales»- se logre, nada menos y nada más, que la discursivización de entelequias metafisicas22

.

Si, como repito, la enunciación literaria de cualquier discurso oral o escrito se confi­gura mediante connotaciones, ¿cómo se resuelve esta aporía: hacer que un dato, es decir, una anotación biográfica denotativa, produzca, corresponda y explique causalmente23 un sintagma connotativo (tropos: metáforas, metonimias, sinécdoques, etc.)? La respuesta, por decir lo menos, carece de solvencia: se trata de la correspondencia-trabada intuitivamente­entre el dato biográfico y el enunciado literario (enganche intuitivo consolidado, entre noso­tros, por las historias de la literatura peruana).

Según este criterio "de suma importancia"24, la analogía-inductivamente fijada como "una lectura crítica y cuidadosa"- entre dos datos independientes, uno extratextual y otro

21 Ahora tampoco está demás la advertencia de S. Freud al biógrafo S. Zweig en una carta fechada el 5 de mayo de 1906 (E. Freud, L. Freud, J. Grubrich-Simitis, Sigmund Freud. Milán : Editore Boringhiere, 1978, p. 269): "uno no puede volverse biógrafo - remarca Freud- sin comprometerse con la mentira, el disimulo, la hipocresía, la adulación, sin contar con la obligación de enmascarar su propia incom­prensión. La verdad biográfica es inaccesible. Aún si se tuviera acceso a la biografia, uno no debería valerse de ella". C. Vallejo en su crónica "La obra de arte y la vida del artista" publicada en El Comercio, 6 de mayo de 1929, abunda en el tema: "Lautreamont - y en su caso Rimbaud y Mallarmé­vivió en perpetua abstención política, neutral ante el flujo y reflujo de los ministerios y períodos presidenciales y ausente de los comicios, de las asambleas y de los partidos políticos. ¿Se colegirá por eso que los Cantos de Maldoror carecen de espíritu político y de sentido social? Evidentemente no. Salvo en caso del crítico empírico y ramplón, que - a semejanza del mal fotógrafo que busca en la fotografia la reproducción formal y el remedo externo del original- pretende hallar en la obra de arte la reproducción literal y el reflejo fiel de la vida circunstancial del artista".

22 Como para todos nosotros es obvio, pero quizá no sea reiterativo traerlo a cuento, los discursos históricos, genealógicos y biográficos pertenecen a las letras y las humanidades pues no tienen como objeto de conocimiento ni las sociedades ni los individuos pancrónicamente (sincrónica y diacrónicamente) considerados. Más allá de la necrofagia que atañe a la naturaleza humana (¿no remarca Voltaire la evidencia que el hombre es un cadáver que se alimenta de otros cadáveres?), el objeto de conocimiento del discurso de la historia corriente (no, desde luego, el de la disciplinada historia económica y estadística), conocimiento descriptivo - no predictivo- y especulativo con pretensiones causalistas, no son ciertamente los cadáveres humanos (objeto compartido por las llamadas ciencias mortuorias, la medicina forense, la antropología fisica, la arqueología y la paleontología) sino sus fantasmas (del gr. phantes, el que muestra). Sin ningún matiz peyorativo sino como rasgo de simple constatación, mientras los parasicólogos dedican su vida a cazar fantasmas en cementerios o casas derruidas y tenebrosas, los historiadores, biógrafos y genealogistas lo hacen, a su vez y paralelamente, en documentos e infolios aperejilados - conservados en archivos de antiguallas­º en periódicos y revistas amarillentos. De ahí que sus discursos memoriosos se dediquen a especular sobre la presencia o ausencia de espectros, sus hechos y dichos, en un lapso temporal y en un espacio determinado; y la índole discursiva de su enunciación sea, en consecuencia, espectral: el discurso narrativo de la historia corriente y en especial la historia de la literatura es, por sus cuatro costados, un discurso fantasmagórico.

23 Atención: 1una correlación no es una causa, por ejemplo, "autor/historiador", p. 340. 24 "La identificación de esa perspectiva es de suma importancia para determinar las razones de la

presencia de numerosas marcas textuales. Las motivaciones personales y políticas de los autores imprimen señales identificables en el texto que aparecen al hacer una lectura crítica y cuidadosa y aplicar el análisis semiótico. Como producto de este tipo de lectura resaltan también las limitaciones

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intratextual, justifica así la "apar[ición]" de "señales identificables en el texto" que incluso, por retroefecto, revelan "las limitaciones de los autores". Bueno fuera que todo esto quedara ahí, ya que tal es el proceder corriente de los críticos biografistas; lo reprobable del hecho es que se añada, gratuitamente, que ello es fruto de "aplicar el análisis semióticq''25 . Antes de proceder a examinar el empate autodidacto de la autoría con el metalenguaje semiótico (la extracción de algunos términos como destinador, destinatario o discurso, sin parar mientes en el estricto sistema léxico-conceptual al que pertenecen), demos paso a la segunda idea directriz de Narrativas problemáticas.

3.1. 2 La estética

Aunque parezca hoy inconcebible, ahí se asevera que lo literario de un discurso es definido sólo por su calidad estética. Esta traba característica del discurso autodidacto es una categoría de la preceptiva ya inutilizada por toda la teoría literaria del s. XX, pero que ahora, a comienzos del s. XXI, vemos rebrotar con una convicción firme, rotunda26

.

Se trata, así, de una segunda muestra de incongruencia autodidacta: como las vagas nociones de literatura y discurso literario no alcanzan a ser conceptualizadas, en vez de ponerse en juego los conceptos que definen los distintos géneros literarios perfilados y definidos -de modo plausible y práctico- desde los años setenta del pasado siglo por la hermenéutica material27

, se toma la vía intuitiva y se les reemplaza ("deviene en un texto que

de los autores: la escasa comprensión de los hechos reportados, el reducido conocimiento de las lenguas indígenas, el escaso impacto en la administración española" (p. 16).

25 He aquí el extenso traslapo de esta disciplina: "Junto a las presencias narrativas e históricas de los autores están los destinatarios del documento, lo hayan recibido efectivamente o no. Lo que incumbe al análisis es la aparición de ese destinatario en el texto ya que todo el discurso está orientado hacia él. Ese receptor ocupa la posición de coautor, pues la narración está cargada de alusiones explícitas o implícitas a él. Estas dos instancias, la del "destinador" y la del destinatario, no están en el vacío; se encuentran en un contexto sociopolítico. (pp. 16-17)" y otros párrafos que recaen en lo mismo, pp. 34-35, etc.; "La perspectiva que prevalece es la del autor, quien se construye a sí mismo, cuando aparece en el texto, como un observador imparcial de los hechos; o cuando no figura en su propio relato, como una instancia extratextual que se limita a transcribir " la realidad". El hecho de que exista un autor, explícito o no, nos invita a pensar en la existencia de una narrativa" (p. 26).

26 "Hoy consideramos lo literario como el uso estético de la lengua que se manifiesta a través del texto escrito o la expresión oral, que comunica vivencias o describe realidades de modo tal que el código mismo sea apreciado por sus características de belleza estilística, originalidad en sus expresiones, creatividad en sus giros. El uso estético de la lengua debe ser el vehículo de contenidos que se distingan también por su originalidad, presentados en una narrativa cautivante [ .. . ] La combinación feliz del uso estético de la lengua, los contenidos originales y la fluidez de la narrativa deviene en un texto que identificamos hoy como literario" (pp. 44-45).

27 El discurso autodidacto se dispensa de toda la hermenéutica textual y declara "como los géneros sólo son útiles como parámetros referenciales, esa clasificación se limita a los textos 'puros' que, como todo modelo, son proyecciones inexistentes" (p. 52) . Por lo demás, la repetición de "géneros literarios orales y escritos propiamente dichos que se cultivan en España y se trasladan temprana­mente a América" (p. 48) enyuga, entreverándolos, los sermo ad clerum y los sermo ad populum . Además de eliminar los romances (únicamente se habla de la canción popular, como un bloque, sin distingos intradiscursivos) se enuncia conocimientos restrictivos y, por ello mismo, falsos: "la poesía se regía por una métrica fija muy severa. Las imágenes y símbolos que utilizaba no constituían parte

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identificamos hoy como literario") por una noción etnocéntrica, la «estética» ("valor estéti­co", pp. 388,440,443), y con ella los sempiternos rasgos calológicos del preciosismo conmo­vedor «polido y elegante», como se decía en el s. XVI ("belleza estilística, originalidad en sus expresiones, creatividad en sus juicios [ . .. ] narrativa cautivante"), a los que se añade, apro­vechando la interpolación intratextual, numerosas glosas sobre el primor estético28

.

Ya escribía E. Morote Best en Cuzco, a mediados del siglo pasado, que los esteticistas peruanos imitan al "botánico que sólo recoge flores bellas o al zoólogo que limita su estudio a los «pintados pajarillos de arpadas lenguas»"29

• En efecto, la opción estética lleva al discurso de Narrativas problemáticas a obliterar la oposición categorial interétnica estesia / anestesia para describir, analizar y explicar los discursos que una formación social o una etnia consideran, entre sus bienes de cultura, discursos literarios (artísticos) frente a los que ese misma formación social o etnia consideran discursos no-literarios (no artísticos), catego­rías utilizadas en semiolingüística para definir la emotividad artística y literaria en los discur­sos tanto de origen indoeuropeo como amerindio, esto es, categorías no enyugadas

de lo cotidiano: se les escogía por su calidad alusiva a la antigüedad clásica, ajena a muchas personas poco letradas. Esto nos hace pensar que más que el contenido, lo que se deseaba resaltar era el ingenio del autor para lograr imágenes felices con una métrica ajustada y una rima precisa" (p. 48); o esta otra conclusión falaz - el «escapismo»- nada menos que sobre toda la picaresca: "la novela picaresca, aunque también a su modo ejemplarizante, ocupa un espacio importante, muy vinculada a la de caballería, ya que ambas se dirigen al mismo público, el que busca una literatura escapista, nunca de confrontación" (p. 49).

28 Unos ejemplos: "darle color local al texto principal, amenizarlo con anécdotas y, principalmente, darle matices de realismo y de veracidad al texto huésped (p. 19); "las fórmulas de cortesía que exige la diplomacia (p. 25)"; "un buen autor de textos cronísticos se reconocerá por su habilidad para dosificar adecuadamente la primicia y lo verosímil" (p. 53); " la incorporación de mitos y leyendas a la trama de una historia lineal contribuye a crear un efecto "literario" del texto, en el que se unen los aspectos relacionados con el mundo imaginado contado por los ancestros y con el mundo visto por informantes y testigos de los hechos" (p. 63); "fruición del discurso directo del narrador" (p. 342); "los cantares y la exquisitez de su elaboración" (p. 388); "la elaboración estética de los cantares" (p. 389); "forma poética [ ... ) efecto poético" (p. 466); "metáforas y elaboraciones estéticas nativas" (p. 470); "darles un sabor aún más literario a estos textos históricos" (p. 502); etc. No traeré a discusión la serie de apuntes que se encuentran en Narraciones problemáticas sobre los mecanismos de la oralidad en escritura (pp. 389-390) ni la historia oral (p. 342, etc.) ni la tradición oral peruana a la que se le confiere el puro rol de emperifollamiento estético (pp. 63, 389) y, como también es aquí habitual , únicamente colado por un par de textos de M. Eliade continuamente citado (cf. pp. 305 a 309, 314,348 n. 67,350,385, etc.); así, en la p. 321 se consigna el enunciado "desde mi perspectiva, este proceso fue cuidadosamente controlado y seguía patrones míticos[ ... ] Es decir, si algo no ha sido previsto en el mito ancestral, o la combinación astral no es favorable , no se hace": ¿qué mito no es ancestral? Por lo demás, los coros autodidactos sobre los discursos orales brotan sin respiro (Lienhard, Mazzotti, Jákfalvi-Leyva, Cornejo: pp. 334,417,474,478). El capítulo dedicado al "mito de origen inka y las sagradas escrituras" (pp. 479-496) demuestra desconocimiento de la tradición oral peruana

29 Efraín Morote Best. Elementos de Folklore (defi11ició11, contenido, procedimiento) . Cuzco: Univer­sidad Nacional del Cuzco, 1950, p. 30. Sobre el sintagma fijado «arpadas lenguas» aludido por Morote Best, véasC\la "Nota al texto" de Francisco Rico en Miguel de Cervantes. Don Quijote de la Mancha. Madrid: Real Academia Española - Alfaguara, 2004, pp. XCVIII - XCIX. Al enunciado de nuestro antropólogo, se opone este otro enunciado contradictorio de Narrativas problemáticas: "para él [Betanzos] es más importante proyectar la imagen del ' verdadero y fiel traductor ', que escribir según los criterios estéticos de la época" (p. 336).

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etnocéntricamente30• Al no discriminarse de modo preciso, concreto, la estesia ancestral

peruana de la estesia occidental, se descultura (o acultura) estéticamente una por la otra31.

Se enuncia, en todas sus letras, la hegemonía del universalismo estético occidental como manantial interpretativo de la fruición estésica ancestral andina:

11a "belleza"

transculturizada. No obstante, de manera equívoca se promete un proyecto contradictorio: "desconstruir el estrecho recinto ideológico en el que la literatura occidental ha confinado a las expresiones estéticas indígenas" (p. 503)32

• Ese proyecto, a todas luces utópico33 , lo es aquí por dos razones: porque en Narrativas problemáticas no se menciona la diglosia quechumara ni menos sus transferencias inter-lingüísticas coloniales y porque no es posible inferir, ni tampoco probar, las condiciones semánticas originales de un texto de tradición oral en esa diglosia, texto sólo conocido en su traducción castellana escrita colonial - traducción inverificable en cuanto a su certeza y plausibilidad- que hoy se conserva34

30 Dichas categorías han sido ya ampliamente sistematizadas para el estudio de los discursos de tradición oral y escrita peruana, de tal manera que me dispenso un comentario redundante : cf. E. Bailón Aguirre, Tradició11 oral peruana. literaturas ancestrales y populares l. Lima: PUC, 2006, pp. 134 -138.

31 "Resulta extraordinario que el cronista haya podido conservar tantos rasgos estéticos del cantar del Inka Yupanki en su versión traducida y narrativizada. A partir de ello es posible dar cuenta del destacado trabajo poético que conlleva la confección de un cantar. Esa belleza no sólo ha transitado de una lengua a otra, de un tipo de registro a otro, sino que ha superado las barreras del tiempo, de las corrientes estéticas, y también las barreras culturales" (p. 4 71 ).

32 Véase la nota 3. 33 Leamos, a título de curiosidad, los arriesgados extremos a que puede llegar este proyecto «estético»:

"Destaco aquí el hallazgo de verdaderas creaciones de la lírica indígena en los cantares, oraciones y juramentos registrados por los autores españoles tempranos. Hasta hace poco prácticamente no había un corpus de material estético lingüístico en castellano que se pudiera atribuir a las culturas prehispánicas andinas. El corpus se inició con las obras en quechua. Ahora añado los ejemplos traducidos al castellano que han conservado sus características estéticas inka. He identificado seis tipos de cantares en Cieza y en Betanzos. Este es un aporte decisivo para ampliar el corpus de cantares que exhiben una depurada estética lingüística. Fueron registrados en varios códigos e interpretados de varias maneras y en diversas circunstancias. Quedaron fijados en escritura fonética castellana durante la colonia temprana en los textos que he estudiado. Este trabajo es una primera etapa en el proyecto principal de investigación al que estoy abocada: consolidar las bases para una re-escritura de la historia del Perú desde una perspectiva diversa a la hispanófila" (pp. 502-503 ).

34 Como bien sabemos, es muy dificil obtener, hoy por hoy, traducciones e interpretaciones castellanas de los discursos míticos o las escansiones poéticas coloniales en diglosia quechumara; ello ha sido demostrado ampliamente por las reconstrucciones, entre otros, de J. M. Arguedas y G. Taylor para los primeros (Ma11uscrito de Huarochin), J.-Ph. Husson (la poésie quechua dans la chronique de Felipe Wama11 Puma de Ayala. París : L'Harmattan, 1985), R. Cerrón-Palomino (sus varios estudios y especialmente "Entre el aimara y el quechua: la <cachiua> guamanpomiana", en J.-Ph. Husson (ed.) Entre tradició11 e in11ovación. Cinco siglos de literatura amerindia. Lima: Fondo Editorial de la PUC, 2005, pp. 77-99), C. Itier ("Discurso ritual prehispánico y manipulación misionera: la 'oración de Manco Capac al Señor del cielo y tierra' de la Rela1yion de Santa Cruz Pachacuti". Boletí11 del !FEA, 21 (3), pp. 177-196, etc. para las segundas, J. Calvo Pérez para el teatro (Ollantay. Cuzco: CERA Bartolomé de Las Casas, 1998), etc. Cuánto más inconsistentes serán los resultados, si se proyecta describir la armazón semántica de un texto oral quechumara no transcrito en esa diglosia y para remate i11existe11te; y ello a través de una traducción castellana colonial cuya solidez es, según Narrativas problemáticas, dudosa. Ningún lingüista ni semiótico especializado en documentos colo­niales andinos ha vislumbrado, con razón, un proyecto tan quimérico como ese.

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En el apartado dedicado a examinar las glosas de Narrativas problemáticas, obser­varemos lo infundado de la descripción semántica de las "características estéticas inka", la "depurada estética lingüística" que esas glosas proclaman como "aporte decisivo". Por ahora, antes de ingresar en el examen de las inconsistencias deontológicas, queda todavía por advertir otro gazmoño: el egotismo pertinaz.

3.3 El egotismo

Se trata ahora del prurito de hablar de sí mismo, del irreprimible entarascar al discurso autodidacto de Narrativas problemática que así convoca y remite a la identidad extratextual de su autor, atendiendo a estas dos infatuaciones: la encarnación del sujeto de la enuncia­ción en el texto y su personería discursivizada.

No habrá dejado de repararse, en las citas de Narrativas problemáticas, la prolifera­ción de remisiones al ego enunciador; pues bien, a lo largo y a lo ancho de ese texto ellas se hacen profusas, realmente inauditas, intolerables. En un discurso de género autodidacto crítico-literario como éste, las constantes referencias al ego enunciador, en vez de constituir un recurso retórico moderado de quien, con pleno dominio de su saber profesional toma sus distancias respecto a la figura, también retórica, de la modestia afectada -al mismo tiempo que advierte sobre la responsabilidad asumida por los alcances de sus enunciados- e invita, desprejuiciada y honestamente, a su impugnación por el lector, dichas referencias egotistas continuas despiden una impresión referencial inevitable: el auto-elogio.

Lo que atosiga de inmediato la lectura son, así, los innumerables sintagmas narcisistas35

que esquivan la prueba de lo que prometen y finalmente se satisfacen con el glose analógico. En efecto, estos enunciados, en vez de encauzar conocimientos como resultado de una investigación solvente y documentada, sólo repiten o parafrasean tanto fuentes muy cono­cidas como citas del corpus textual mismo36

.

Pasemos a exponer enseguida las inconsistencias, en especial el uso de los tecnolectos repertoriados en Semiótica - Diccionario razonado de la teoría del lenguaje de Greimas­Courtés y el Glosario de F. Rastier, repertorios transformados por el discurso autodidacto en «recetarios de vocablos» al haberse sustraído de ellos toda la teoría y metodología que sustentan la semiótica componencial y la semántica interpretativa.

35 Por ejemplo, "a mi modo de ver", "me parece", "yo llamo", "creo que", "no creo que", "afinno esto", "he encontrado", "puedo confirmar", "comparto la opinión", "propongo", "para mí" .. .

36 Valgan lo siguientes ejemplos mínimos que se multiplican por doquier: "no creo que Vaca de Castro haya improvisado: creo que seguía las pautas y los encargos que traía consigo" (p. 294); "afinno esto considerando que Escalante fuera indígena o mestizo, basándome en la opinión de Marte! de Santoyo, acerca de la ausencia de intérpretes españoles para 1542" (pp. 294-295); "coincido con la opinión de Garcilaso" (p. 300), etc.

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4. Las inconsistencias:

4.1 Las palabras equívocas

\ El uso en Narrativas problemáticas de términos y conceptos metalingüísticamente

sistematizados del tecnolecto semiolingüístico, mudan lo que es una terminología consolida­da ·gracias a sus remisiones interléxicas en esas "palabras equívocas" que mencionaba R. Jakobson en la nota 4. Esta es igualmente la prueba concreta del "verdadero problema para la semiótica" a que se refiere A. J. Greimas en la cita de la nota 19; he aquí algunos ejemplos:

a) En lo que el mismo Greimas llama "deslices" cognitivos, en Narrativas problemá­ticas se emplea la dupla crítica extratextual autor - lector identificándola, como si nada, a los términos destinador / destinatario del metalenguaje semiótico, términos estos últimos que designan, en el texto, a los actantes del mensaje marcados en los enunciados (los deícticos de persona yo-tú y sus paráfrasis) y, por lo tanto, identificables sólo intratextualmente. El contexto del destinador y del destinatario se configura, entonces, con todos los enuncia­dos del texto y de los intertextos correspondientes en un corpus de trabajo (e incluso en un corpus de referencia), pero de ninguna manera con el "contexto sociopolítico", extratextual por naturaleza37

.

En Narrativas problemáticas se malentiende y contradice la cita -muy cortada- del artículo dedicado a los términos destinador / destinatario en el Diccionario de Greimas­Courtés38. El artículo original de esa entrada cuya extensión es de dos páginas39, aclara y precisa, más allá de las pocas líneas extractadas en Narrativas problemáticas, que los términos destinador / destinatario-ya empleados por la lingüística de la comunicación con esas denominaciones y por la informática con los ténninos emisor / receptor- tienen tres acepciones específicas en semiótica componencial:

como actantes implícitos "lógicamente presupuestos, de todo enunciado" son llama­dos enunciador / enunciatario; si se hallan enunciados explícitamente en discurso, son denominados narrador / narratario40

;

37 A propósito de ese nada preciso "contexto sociopolítico", se dice que "el sermón religioso, que va adquiriendo características barrocas también, se convierte en un medio masivo de comunicación política (Rodríguez Garrido 1992)", pero esta referencia al texto de Rodríguez Garrido ha sido eliminado en la bibliografía respectiva.

38 En las pp. 25 y 436, se interpreta a destinatario y e111111ciatario como nociones bajtinianas. 39 A. J. Greimas - J. Courtés. Semiótica. Diccionario razonado de la teoría del lenguaje . Madrid:

Editorial Gredos, 1982, pp. 117-118. 40 Sin embargo, en Narrativas problemáticas se dice que "identificar al destinatario a partir de los

deícticos de persona, así como las reiteraciones temáticas, resulta muy útil para demostrar esa unidad interna del documento, o, por supuesto, su falta" (p. 29); " la teoría de la enunciación, que estudia la presencia del autor en su propio texto, nos ofrece las herramientas de análisis que permiten identificar en el discurso los deícticos y otros indicios que marcan persona, tiempo y lugar", p. 36. Si este discurso quiere ser consecuente con el conocimiento semiótico que proclama abrazar, debería, en el improba­ble caso de que estos enunciados fueran disciplinariamente admisibles, decir "identificar al narratario" y "la presencia del narratario". Siguen varios párrafos semejantes.

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cuando se reproduce y simula en discurso "la estructura de la comunicación", por ejemplo, un diálogo teatral, son llamados interlocutor/ interlocutario41

Como se ve, ninguno de estos tres usos tecnolectales de las instancias intradiscursivas destinador / destinatario designa alguna entidad trascendente al discurso, al texto. Asimilando e incluso colacionando sinonímicamente -como lo hace Narrativas proble­máticas ('junto a")- la dupla metalingüística destinador / destinatario a la pareja autor e destinador - observador - enunciador)42 - lector e destinatario - receptor - coautor -enunciatario)43, pareja denominativa inadmisible en el metalenguaje semiótico, tenemos un contrasentido grave que, por el trasvase descuidado, sin duda vicia la coherencia y el rigor teórico-metodológico de esta disciplina. La confusión originada por el descontrol teórico-metodológico44

, lleva a las siguientes 3 tergiversaciones, por lo menos: como se dijo, el sujeto de la enunciación o enunciador no puede ser entendido como "el sujeto empírico, el autor" que aquí se le acopla: el enunciador es una instancia de la enunciación presupuesta por el enunciado entre la virtualización y la realización discursiva45 pero no una entidad extratextual y mucho menos aquella desenvuelta en una biografía;

41 En numerosos sintagmas se enyuga, lado a lado, nociones ya definidas semióticamente (enunciadores / enunciatarios) y aquellas que, teniendo su acepción semiótica correcta, sin embargo son utilizadas con otros sentidos en la comunicación de masas, por ejemplo, interlocutor (p. 37), aberraciones tersas como "competencia de un autor pleno" (p. 344; cf. Greimas - Courtés, op. cit. pp. 67-70) o estas aleaciones incompatibles: informante/ enunciador, escucha I enunciatario (p. 343) ¿qué es un "escucha"? ¿no se tratará más bien de "oyente"?; en la p. 346 se habla de la pareja lector/ auditor y en la p. 436 a lo que es una lectora de hoy se le llama ¡coenunciataria desfasada! : "Me he acercado al texto de Cieza en mi calidad de coenunciataria desfasada en el tiempo".

42 Las instancias semióticas del observador y del enunciador no son identificables jamás con el autor, como ocurre en la cita de Narrativas problemáticas precedente, esta otra de la p. 51: en "la narración misma[ ... ] la continua aparición del autor como intermediario entre lo visto y lo narrado" o esta de la p.301: "estas percepciones indican a un observador cuidadoso y a un atento seguidor [ ... ]",etc.; cf. Greimas - Courtés, op. cit., pp. 148, 289-290.

43 En la p. 341 se habla, incongruentemente, de "lector singular" y "lectoría plural"; en la p. 341 se enuncia "el autor describe su lectoría" a lo que se adhiere "enunciatario plural"; en la p. 343 "el autor está colocando a su lectoría", etc . Ahora bien, 'lectoría' es una palabra monosémica que en castellano significa únicamente «el empleo de lector en las comunidades religiosas» (DRAE): ¿habremos de entender, entonces, que el "autor" sólo escribe para el " lector" nombrado en los recintos conventuales? Continuando, en la p. 393 se alude a "un receptor que puede ser originalmente único o múltiple", luego a un "receptor plural" y un inusitado "receptor intruso"; en la p. 395 a un "lector previsto (individual o colectivo)" y a los "receptores", etc.

44 "Una lectura cuidadosa de la Suma y narración de los incas y un análisis del texto como enunciado exhibirán la construcción del sujeto de la enunciación (el sujeto empírico, el autor) y del enunciador (el personaje principal, el sujeto textual) y sus relaciones, así como sus conflictos y las contradiccio­nes inherentes. Este último es el aspecto más destacado del texto, ya que los deícticos personales utilizados para generar las entradas del autor en su texto, denominadas embragues, y los desembragues actanciales, las ausencias del autor de su propia enunciación, están presentes en el mismo texto. Voy a estudiar ta~bién al enunciatario en su construcción actancial enunciativa, para la que se utilizan deícticos que oscilan entre la singularidad y la pluralidad" (pp. 331-332). En este párrafo se acumulan notas de referencias siempre incompletas extractadas del Diccionario de Greimas-Courtés.

45 En un pasaje del artículo E11u11ciació11 (que no se cita) del Diccio11ario de Greimas-Courtés (p. 144), se explica claramente que "la enunciación habrá de concebirse como un componente autónomo de la

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el enunciador no puede ser el "personaje principal" (ni "personaje" ni "sujeto tex­tual" son términos semióticos}46: el enunciador puede figurativizarse como actor47

del discurso pero nunca como "personaje"4\ vocablo al uso por la crítica literaria corriente; los desembragues y embragues pueden ser, efectivamente, actanciales ~nunciativos o enuncivos pero, repetimos, la noción semiótica de actante es contradictoria, abso­lutamente incompatible con las de «autor» y «personaje», caras a la preceptiva tradi­cional49. Tal como era de esperarse, el "análisis del texto como enunciado" y el estudio que se

anuncia a partir de ello lleva a una falta de control analítico50•

b) Se incurre en el mismo procedimiento nulo al utilizarse, desaprensivamente, el término serna -rasgo diferencial entre sememas 51 de enunciados isotópicamente contrasta-

teoría del lenguaje, como una instancia que prepara el paso de la competencia a la perfom1ance (lingüísticas), de las estructuras semióticas virtuales que deberá actualizar a las estructuras realizadas bajo la forma de discurso". La producción semiótica no puede ser extradiscursiva, pues pertenece a la instancias intradiscursivas de la enunciación y del enunciado (Greimas-Courtés, !bid., p. 318); sin embargo, en la p. 356 de Narrativas problemáticas se encuentra este sintagma "unas líneas después, Betanzos nos hace oír su propia voz, enunciando dentro de su propia enunciación", galimatías que reemplaza a la enunciación enunciada o referida.

46 Cf. Greimas-Courtés, Diccionario, pp. 395-397. 4 7 En semiótica componencial , el actor es una unidad léxica de tipo nominal que recibe vertimientos de

orden semántico-discursivo; en semántica interpretativa, es la unidad del nivel dialéctico compuesta por una molécula sémica a la que se le asocian roles o valencias elementales como se verá más adelante.

48 Por ejemplo, en la cita textual "el dicho autor Juan de Betanzos, vecino", el enunciador se actoriza con la figura 'autor', pero no es ningún "personaje principal" como se insiste cinco veces en la misma página 343, llegándose a hablar de un "personaje múltiple", sinapsia ideada a partir de otra cita autodidacta (p. 344 n. 61 ), como también en la p. 395 de "enunciatario, singular o plural" o de "enunciatario colectivo, el europeo" (p. 400), etc.

49 El actante es la entidad que, en el discurso, realiza o sufre el acto independientemente de cualquier otra determinación (cf. Greimas-Courtés, 1982:23-24); en semántica interpretativa es un complejo sémico que comprende un serna casual, como veremos más adelante ( cf. E. Bailón Aguirre, op.cit. pp. 331-335, 361-368). El párrafo que sigue a la cita comentada recae en lo mismo, por ejemplo, "el autor pone así en vigencia el contrato fiduciario entre las dos instancias de la enunciación, la del enunciador y la del enunciatario" (p.332); a lo que, en principio, sería una en11nciació11 interdiscursiva se le da la categoría «enunciadora neutral», nada menos que a la Historia (¡los términos de un metalenguaje no tienen género: actanla, actora, etc.! y ¿desde cuándo el discurso de la Historia ha sido neutral?). En lo que respecta al discurso de la historia de la literatura peruana, cf. E. Bailón Aguirre, op. cit. pp. 18 1 y sig.; vol. 11, suplemento 1, pp. 401 y sig.

50 Verbigracia, los deícticos de persona identificados en los texto de Betanzos y Guamán Poma, se encara­man con términos semióticos y de gramática corriente (pp. 338-339 y n. 55; 341 ); en la misma página se habla de "enunciador plural" lo que, en discurso, es el emmciador colectivo y, en el enunciado, e1111nciador sincrético, el "enunciador singular" es simplemente enu11ciador; en la p. 341, dijimos, se habla de "enunciatario plural"; en la p. 393 se menciona a "un emisor unitario, individual", etc.

51 Son sememas cada uno de los significados posibles que concurren en una palabra para formar su contenido semántico.

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dos- para fines de descripciones extratextual, identificándolo sorprendentemente con los «símiles» y "puentes lingüísticos y conceptuales entre dos culturas"52 .

Semejante deformación del uso correcto del término serna en semiótica componencial y semántica interpretativa'3, estropea cualquier comprensión, comenzando por el comentario «lexicográfico» sobre, por ejemplo, la sinapsia aislada (fuera de contexto) 'ovejas de la tierra' para denominar al "ser de llamas"54

. De esta manera, los enunciados autodidactos se arrogan el saber lexicográfico (llamado "postura analítica", p. 61) de la diglosia quechumara para sacar conclusiones no probadas: por ejemplo, el cronista español "al no ser capaz de percibir un hecho cultural, opina que éste no existe" (p. 61 ), cuando precisamente deja constancia de que existe (por ejemplo, los quipus) pero no entiende a cabalidad. En todo caso, la insolvencia de esa conclusión es desmentida por el estudio sistemático del léxico agrario en los textos coloniales55 .

c) Tal es, como se constata, el destino de otros términos técnicos específicos de la semiolingüística, por ejemplo, isotopía56, como si fueran herencia del bagaje común de "las disciplinas que estudian las lenguas" (p. 38), a los que se entremezcla sinapsias metafóricas

52 "Los símiles sirven de puentes lingüísticos y conceptuales entre ambas culturas; eso es lo que parecen pensar los autores de nuestros textos. Pero al dedicarles un estudio más atento, veremos que los símiles en realidad están distorsionando la realidad nativa. Se establecen a partir de uno o dos rasgos significativos (sernas) comunes a las dos realidades, y de allí en adelante se les considera como sinónimos, cuando son dos realidades diferentes que se han desarrollado en culturas diversas y en condiciones disímiles" (p. 58).

53 Véase el "Glosario de términos especiales", en E. Bailón Aguirre - R. Cerrón Palomino. Terminología agraria andina. Nombres q11ec:h11maras de la papa. Cuzco: CERA, 2002, pp. 310-313. Haciendo intervenir, a la vez, los tecnolectos de la semiótica componencial y la semántica interpretativa, se obtiene una descripción «semémica» inductiva no deductiva como debería ser (p. 396): por ejemplo, en las pp. 457 y 460 se inserta «sernas» no sistematizados.

54 "Vemos que al trasladar los sernas que definen a las ovejas a las llamas, a estas últimas se les deja de describir: tendríamos aquí una deficiencia de descripción. Sólo aparecen en cuanto a su parecido con las ovejas, pero no en cuanto a su ser de ll amas" (p. 62).

55 Cf. E. Bailón Aguirre - R. Cerrón Palomino, [bid., pp. 19-40, 56-81 . Algo semejante ocurre con otras palabras quechuas castellanizadas como 'mamacona' (pp. 62,356,450) o palabras castellanas como ' apropiación' (p. 389) donde se destaca el «serna» violencia (a escribirse /violencia/) sin describir su naturaleza aferente, para este caso, ni el contraste semémico que lo origina. En todo momento se etimologiza con conjeturas que, páginas después, se convierten en cosa juzgada y verdades inconcusas.

56 El término isotopía semántica y su acepción original han sido precisados por A. J. Greimas en Semántica est111c:l11ral (cf. A. J. Greimas - J. Courtes, lbid. , pp. 229-232) y por F. Rastier, cf. E. Bailón Aguirre - R. Cerrón-Palomino, op. cit. p. 303. Una isotopía es el efecto de recurrencia en el discurso de un mismo sema (rasgo diferencial entre sememas de enunciados isotópicamente contras­tados) produciéndose así una relación de equivalencia entre los sememas que lo incorporan. La isotopía resulta de operaciones de asimilación encadenadas y cumple una tarea fundamental en el establec imiento de la cohesión y coherencia textuales. Como es habitual ("voy a analizar"), en el texto de Betanzos se establece intuitivamente dos "isotopías entrelazadas" a las que se agrega una "tercera narrativa" cuya existencia es "'parasítica' en lo que concierne al relato" (¿porqué 'parasíti­ca', mono~emia perteneciente o relativa a los parásitos? ¿no será, 'parásita'?). Esas isotopías nunca son descritas ni demostradas, lo que permite otra conclusión insubsistente: "el significado de esta inclusión, entonces, reposa fuera de la narrativa: en las intenciones del autor" (p. 347; en semiótica sólo se habla de i11te11cionalidad en la competencia del enunciador, ya que las intenciones de un autor son incognoscibles y, en todo caso, ininputables). Con el sintagma "narrativas entrelazadas" (p. 356)

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no definidas del campo semántico de la costura, por ejemplo, "hilos significativos", "made­jas de significados", etc.; se habla de los "nexos intertextuales" (p. 41) pero no se explica cómo detectarlos; se concluye sin prueba alguna que "la intratextualidad, entonces, contri­buye a amplificar los efectos de los textos en el tiempo y en el espacio, multiplicando las posibilidades de exponerlos ante otros públicos" (p. 44); y también se advierte nada menos que "voy a seleccionar términos que son claves para observar la proyección de la cultura española en las definiciones de los elementos culturales nativos, puntualizando las 'exube­rancias y deficiencias' obtenidas en la descripción de sus contenidos" (p. 38), lo cual supone la compulsación previa de un dominio lexicográfico amplio y demostrable de la diglosia quechumara cosa que, por lo demás, sólo ahora ha comenzado a diseñarse responsablemen­te (no se dice una palabra sobre los criterios teórico-metodológicos para garantizar la idonei­dad de esa "selección de términos" ni mucho menos el aparejo semántico para calibrar las "exuberancias y deficiencias" (Becker-Mannheim) en la "descripción de sus contenidos")57

d) A los términos tecnolectales convertidos en vocablos corrientes, se adjunta ahora lexema58

• En glosemática y semiótica componencial esta figura es un formante único que da origen a uno o más sememas; en cambio, en semántica interpretativa los lexemas son, para este caso, lexías simples59

. En ninguno de los dos paradigmas, el término lexema es con­gruente con los "conceptos" que se alude en la nota 58; en el mejor de los casos cabría el término semema interlingual o significación del lexema en un discurso traducido o recogido como entrada en un diccionario bilingüe. La mención del término lexema en el pasaje transcrito en esa nota es, al fin y al cabo, desacertada, al no tenerse en cuenta la diferencia capital de los morfemas aglutinantes de nuestras lenguas ancestrales y flexionales de la lengua castellana.

queda claro que allí se entrevera una entidad analítica, isotopía, con una identidad discursiva, narra­ción (en ninguna parte se explica qué se entiende por «narrativas»). Este es el mismo destino de muchos otros térrninos del tecnolecto semiótico componencial y semántico interpretativo como objeto de valor (p. 395), rección. semema y núcleo sémico, sernas inherentes y aferentes (p. 396), etc. a los que se da usos metafóricos.

57 Cf. E. Bailón Aguirre - R. Cerrón-Palomino - E. Chambi Apaza. Vocabulario razonado de la actividad agraria andina. Cuzco: CERA, 1992.

58 En Narraciones problemáticas se afirrna que "la habilidad de los lenguas en el manejo de los idiomas que traducen no se pueden evaluar. Dado el corto tiempo concedido a su aprendizaje del castellano (menos de un año), su comprensión de algunos lexemas puede haber sido adecuada, pero no así la de los conceptos más dificiles de transferir de un esquema ontológico al otro" (p. 256). No tratándose en ese contexto de enunciados analíticos ¿por qué en vez de "algunos lexemas" no colocar simplemente ' algunas palabras'? Los lexemas son morfemas lexicales únicos, es decir, unidades léxicas que al constituirse como una sola palabra, se componen de varios morfemas cuyo grado de integración es máxima y estable, pues no se puede intercalar allí ningún morfema más (sintagmas coercidos en su sintaxis morfológica interna). Los lexemas se expresan como forrnas acabadas en la lengua flexiona) castellana o acabables según reglas precisas en las lenguas aglutinantes andinas y en ambos casos se oponen, al interior de la lexía ( cf. nota 59), a las desinencias gramaticales en sentido restringido, los morfemas gramaticales o gramemos.

59 Las lexías son grupos de morfemas integrados (combinaciones estabilizadas de morfemas) que cons­tituyen las unidades de significación; es una unidad funcional , verosímilmente memorizada en compe­tencia. Si la lexía está compuesta de un sólo morfema (por ejemplo, la preposición a) se trata de una lexía simple; pero si la lexía está compuesta por varios morfemas se le conoce como lexía compleja.

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e) Sin precaución alguna, se toma la noción semiosis colonial de W. Mignolo (pp. 36-37)-muy ajena, por cierto, al concepto de semiosis en semiótica componencial y semántica interpretativa-60

, para hacerla caber en un brete arbitrario que suprime toda la discursividad oral en las transferencias interculturales hispanoandinas durante la conquista y coloniza­ción temprana; y se le circunscribe logocéntricamente a la discursividad escrita - "porque sólo contamos con textos escritos por españoles"- como fenómeno único y definidor de toda esa semiosis colonial.

Destaquemos en las aseveraciones tan triviales sobre este punto61, que hay una contra­

dicción entre la afinnación reductora y los datos biográficos de los cronistas donde se consig­na, numerosas veces, la comunicación oral -comunicación oral "entre los colonizadores y los colonizados" obligada por esa situación de genocidio- que cabe de pleno derecho en la semiosis colonial andina62

: en Narrativas problemáticas ni se concibe ni se intuye la naturale­za diglósica escrita de los textos coloniales tempranos; menos aún el conflicto superestrato / sustrato / adstrato de las transferencias heteroglósicas peruanas que allí se inician.

f) En otra ocasión se llega a usurpar el término logósfera ideado y configurado por quien suscribe estas líneas para el estudio de la tradición oral y escrita peruana, incluyéndo­lo en el discurso autodidacta como si fuera un hallazgo de la invención personal de su enunciador63

, pero se suprime allí el significado específico opuesto a idiósfera que permite su funcionalidad binaria64, e incluso sin ninguna acepción y más bien con un predicado no explícito en cuanto a sus alcances65.

60 Cf. E. Bailón Aguirre, op. cit. p. 288, n. 20. Advirtamos que la cita de Mignolo de la p. 36 que inexplicablemente se copia sin remisión alguna en la p. 397 n. 27, es traducida con cognados diferentes.

6 1 Se llega a afirmar: "en el caso de los textos estudiados, la "semiosis colonial" presenta características específicas: no se dan intercambios discursivos entre miembros de las culturas en pugna, entre los colonizadores y los colonizados. Ello se debe a que el flujo de la semiosis es relativamente horizontal : los colonizadores intercambian discursos entre e/los , acerca de los otros[ ... ] en esta instancia semió­tica particular, colonial, sí se constituyen enunciadores y enunciatarios europeos que forman círculos comunicativos cerrados y excluyentes. Posteriormente los interlocutores nativos o mestizos tienen que adecuarse a los procesos de comunicación establecidos por los circuitos metropolitanos para poder acceder a establecer relac iones de interlocución que, generalmente, no son autorizadas, y cuando lo son, rara vez son exitosas" (p. 37). Este primer párrafo de la p. 37 sorprendentemente se repite tal cual en las pp. 397-398 con una larga glosa parafrástica de esta cita. Por lo visto, el discurso autodidacto se desinteresa en absoluto de su propia coherencia interna.

62 En la p. 32 se habla , contradictoriamente, de "estimular la imaginación de sus lectores o escuchas"; se menciona múltiples veces las enseñanzas orales de los códigos en los quipus a Ondegardo y otros castellanohablantes (pp. 357-377, 438) e igualmente a la tradición oral (pp. 438, 441. 443, 444, 450, etc .).

63 "Ello implica que no era necesario para el traductor conocer o estar familiarizado con la logósfera andina, nativa; lo que sí era forzoso e ineludible era conocer la logósfera del colonizador (Fossa 1992: 12)" (pp. 56-57).

64 Para una ,¡iplicación concreta de la noción de logó4"era como doxa sociolectal, frente a idiósfera o doxa idiolectal , cf. E. Bailón Aguirre. Tradición oral peruana - Literat11ras ancestrales y pop11/ares T. Lima: PUC, 2006, p. 286.

65 Sin mención del término idiós/era, en la p. 306 se dice que "[Cieza y el nativo] no pueden entenderse a un nive l más profimdo que el lingüístico, el de la concepción cultural del tiempo y del espacio"; en

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Así, la extracción ilegítima de un término metalingüístico del sistema conceptual don­de es funcional y operatorio, y para remate, birlando la mención autorial y bibliográfica correspondiente, se produce su inmediata desemantización; el significante así vaciado no es resemantizado pues se le deja allí sin noción alguna, condenado al etéreo orbe pe los cuas i­signos. No obstante, en otra sustracción, esta vez del término referencialización creado y definido por Denis Bertrand a quien tampoco se menciona, se le enmienda la plana y se le da una acepción no sistematizada66

. Sin parar mientes nuevamente en la coherencia del tecnolecto semiótico componencial, el discurso autodidacto se pennite resemantizar el vocablo usurpa­do con una noción circunstancial67

g) Al contrario, se hace sufrir extensiones inexactas, por excesivas, a la noción de intertextualidad de Kristeva que en su pensamiento, fundado en el formalismo ruso y el Círculo Lingüístico de Praga, se aplica estrictamente a los discursos poéticos. Se deforma la coherencia del paradigma kristeviano, confundiendo los géneros discursivos con los textos literarios ("expresión literaria")68 y así la aplicación de ese término carece de acepción sistematizada.

En suma, de esta breve enumeración de las aplicaciones autodidactas de la tennino­logía semiótica en Narrativas problemáticas69, se infiere lo que luego se constata al entrar en el examen de los comentarios glosadores: el desvarío semiolingüístico insertado en las glosas de la crítica literaria.

la p. 326 "lo que leemos en la crónica de Cieza es lo que él aceptó como válido, lo que calza en su propio sistema de categorizaciones, en la axiología europea", lo que no concuerda con la p. 331 "del patrón del pensamiento europeo"; en la p. 350 "filtro cultural"; "esa axiología" (p. 501 ), etc.

66 "Por referencialización entendemos aquí las muchas instancias en las que Ondegardo menciona específicamente otras fuentes de información u otras experiencias para apoyar sus puntos de vista" (p. 192). Cf. A. J. Greimas - J. Courtés. Sémiotique. Dictio1111aire raiso1111é de la théorie du la11gage. París: Hachette, 1986, pp. 188-189. Algo semejante ocurre con el término disforia (pp. 327, 330) sin mención de la categoría tímica que la hace funcional, cf. A. J . Greimas - J. Courtés. Semiótica. Diccio11ario razo11udo de la teoría del le11guaie. Madrid: Editorial Gredos, 1982, p. 130.

67 Cf. E. Bailón Aguirre, op. cit. 11. Lima: PUC, 2006, p. 439, n. 9. 68 "No creemos que ella haya considerado 'lo poético' en sentido estricto, sino en el amplio campo que

se abre dentro de la expresión literaria y comunicativa en general'' (p . 41 ). En ninguna de las obras de J. Kristeva se amplía la i11tertextualidadhasta alcanzar la amplitud que le confiere este discurso. Este término tecnolectal es usado, desde luego, con otras acepciones en los distintos paradigmas semióticos o no (por ejemplo, en la p. 41, n. 16, se cita una noción de Maingueneau que se hace empatar, sin prueba, con la extensión asignada a la de Kristeva: en vía genética, el i11tertexto por prelación).

69 Esta enumeración simple no agota, ciertamente, el uso arbitrario del tecnol ecto semiótico componencial. En efecto, ello alcanza otros campos de conocimiento, por ejemplo, al evocarse en Narrativas problemáticas las conocidas ideas de Benj amín - Niranjana sobre la problemática intercultural de la traducción, todo para enunciar un paralexema entrecomillado como si se tratase de una definición cabal: "A mi modo de ver, este proceso revela, con bastante detalle, lo que yo llamo «adaptación discursiva interlingüística», definición que considero apropiada para la traduc­ción en contextos de colonización" (p. 56) ; en la p. 448 se habla de "matices semánticos" [¿cuáles?] en la traducción, etc.

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4.2 La ocupación glosadora

¿Cuáles son, entonces, las operaciones complementarias del aprovechamiento írrito de la semiolingüística y su uso autodidacto? Ante todo, el ninguneo teórico y metodológico ya advertido y su posible compatibilidad o pertinencia para los fines que se propone70

,

dando la idea que dicho paradigma es un vulgar manual casero de instrucción mecánica para dar cuerda a los trebejos textuales: de hecho, se escarmena del paradigma, con denuedo, únicamente las posibles «aplicaciones analíticas» a ciertos textos del corpus elegido.

Pero, como se constata a cada paso, los tantas veces mencionados "análisis literarios" (p. 19) y "avances en el análisis" (p. 381 ); advertencias como "voy a utilizar el instrumental del análisis semiótico" (p . 391 ); o declaraciones que se dan como auténticos análisis ("el presente análisis confirma", p. 401 ), no son otra cosa que el quehacer glosador corriente de la crítica literaria. Precisamente, en la p. 497, el discurso autodidacto de Narrativas problemáticas no deja lugar a dudas merced a un rapto de sinceridad: sus «análisis» son, allí se declara, meras "lecturas críticas". Esta es, sin duda, la naturaleza glosadora efectiva de la crítica literaria autodidacta en que, hemos constatado, se traslapa vocablos metalingüísticos (efecto de senti­do 71, significado, sentido, etc., p. 392) que de inmediato se adhiere analógicamente a esas glosas: lo que se intenta es dar tono académico a un discurso crítico literario trivial.

4.2. 1 las glosas en lingüística colonial andina

Pues bien, donde se aplica de inmediato glosas aforradas con «análisis», es en las «interpretaciones» etimológicas de palabras quechuas y aimaras, mencionadas siempre sin sus contextos sintácticos y enunciativos concretos y, una vez descontextualizadas, descri­tas e «interpretadas» barajando los artículos de los diccionarios . Para el discurso autodidacto, en vez de que los diccionarios de lengua sean un apoyo hermenéutico o soporten una redargución a partir del análisis semántico de los enunciados mismos del texto que se estudia72 , según el proceder característico de quien etimologiza sin acceder a la descripción semántica directa73 se extrae, por ejemplo, un simple cotejo morfémico - llamado "estudio semántico"- del topónimo 'Maycavilca' definido en los vocabularios de Santo Tomás, el Anónimo de 1568, González Holguín y Bertonio:

70 Al anunciarse el proyecto de "narrativización" histórico-literaria en Narrativas proh/emáticas, se asegura que " lo he abordado a partir de la teoría literaria principalmente, muy útil para esclarecer la estructura formal de la nanación, su organización en tramas y la peculiar manera de escribir de cada autor" (p. 19). Resulta vano buscar en todo ese libro el más mínimo asomo de cualquier «teoría literaria».

7 1 En realidad lo que se glosa en Narrativas problemáticas son «impresiones referenciales»; los efectos de sen tido que de suyo pertenecen al plano temático y macro-semántico deben ser demostrados luego de un detallado aná lisis micro y meso-semántico cosa que, desde luego, no se encuentra allí.

72 Por ejemplo, en la p. 23 7 se coloca un diagrama que empareja citas textuales de Cieza donde aparece la palabra {llitmaq pero sólo para enumerar intuitivamente la polisemia de esa palabra ; no hay allí ningún esfuerzo por constituir sus sememas definitorios.

73 Haciendo caso omiso del responsable y atinado ejemplo de nuestro mayor historiador Carlos Aranibar, esta situac ión se repite una y otra vez en los escritos de los mi smos historiadores, los etnohistoriadores o los psicoantropólogos peruanos que desconocen las restricciones de la interpretación léxica disci-

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Markawillka, entonces, parece ser un término de una variedad del quechua sureño, "aimarizado" por contacto, lo que confirmaría mi presunción que Felipillo conocía esa variedad del quechua más que la "general". El topónimo significaría "pueblo sagrado" o "pueblo sagrado del sol", que coincidirfa con el interés inka de poner mitmaq y edificar "templos" al sol en territorios recien­temente incorporados. (p. 252)

No es, por supuesto, reprobable que se acumule conjeturas ("parece ser", "confirma­ría mi presunción", "significaría", "coincidiría") o se cite a Cieza y Torero (cosa que se hace enseguida) para redundar en la conocida descripción dialectal del quechua colonial, sino sacar del cotejo -en los diccionarios usuales- de una sola palabra, toda "mi presunción" generalizadora y, en el fondo, dogmática: "Felipillo conocía esa variedad del quechua más que la 'general"'. Aquí cabe preguntar: ¿por qué en vez de insertar un cotejo léxico como si fuera un estudio semántico, no se comprueba o refuta directamente las conjeturas con el análisis instrumentado por la disciplina semántica? ¿qué fin tiene convocarla por "nos[ ... ] los investigadores" (p. 164 )?

Las demás etimologías onomásticas (topónimos y antropónimos) allí incluidas son fruto del más fino impresionismo, por ejemplo ¿qué tiene que ver palla con el verbo pal/ay ('recoger', p. 353, n. 77); el nombre de la sacerdotisa Asarpay con el verbo arpay (p. 354, n. 79) o relacionar la voz <hunu> o <unu> 'diez mil', que tenía <h> muda, con el verbo <huñu­> 'reunir, juntar' (con aspiración inicial siempre presente) (p. 369)? A estas etimologías populares se agrega las varias "enmiendas" que el discurso autodidacto se permite hacer a los quechuistas coloniales, como en el caso de González Holguín cuando, en relación con la expresiónyupana simi que él traduce como "los números o nombres numerales", se intenta corregirlo, diciendo que sería mejor traducirla ("la traducción que propongo") como ¡"lo que dice la yupana"! Y a más de todo ello, hoy es inconsecuente sustentarse en el geógrafo Pulgar Vida! en materia de toponimia. En suma, no sólo se describe erróneamente el sistema léxico del quechua sino que, para colmo, el discurso autodidacto nos dice ¡cómo debe funcionar ese sistema!

Los alcances de esta confusión no tienen consecuencias únicamente para la determi­nación del tipo de quechua que, como hemos visto, manejaba Felipillo, al fin y al cabo sólo una seudo-problemática enfatizada por el discurso autodidacto. Los descalabros son mayo­res cuando se trata de la situación lingüística colonial del mundo andino. En Narrativas problemáticas hay, por cierto, una ofuscación grave: allí se opone, sin base alguna, el «quechua general» con el quechua cuzqueño (p. 142), lo cual resulta anacrónico, ya que el quechua cuzqueño se configura como tal sólo en los tiempos iniciales de la colonia. Además, se llega a identificar «quechua general» con quechua central (p. 300), engarzando criterios

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plinada; pero dada su arrogancia heredada de Porras Barrenechea, no averiguan en las obras de lingüística peruana y ni siquiera consultan, por lo general , con un lingüista solvente: no se percatan de las diferencias entre los dialectos quechuas y su evolución e «interpretan» las palabras nativas de los documentos «como les suena» ... y ahí van a dar en tanto «interpretaciones calificadas» y pronto aseguradas, por los infaltables repetidores, como «verdades históricas consolidadas y documentadas»: cf. E. Bailón Aguirre, op. cit. ! , pp. 193-200.

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clasificatorios lingüísticos y geográficos, a lo que se agrega un error evidente: el quechua jaujino sería Quechua II, es decir ¡sureño!

Fuera de enmendarle la plana a González Holguín, se repite la afirmación sobre las limitaciones que Betanzos tenía en el manejo del quechua (pp. 136-13 7, 142-143, 152, 157, 162 y sig.; "hay que tomar sus propias opiniones sobre sus conocimientos lingüísticos con mucha cautela", p. 170)74 pero ahora echándole en cara, al "elaborar este análisis" (p. 170), algunos ejemplos "complejos" que serían agramaticales y esto ocurre, concretamente, cuan­do, confundiendo frases nominales atributivas y genitivas, que en la glosa castellana requie­ren sin duda de la preposición de, se pretende enmendarle la plana al cronista reclamándole por no emplear siempre la marca genitiva (p. 173). Abundando en este sentido, las correccio­nes que se introducen en las expresiones registradas por el mismo cronista ( cuadro de las pp. 172-173) son, a excepción de las dos primeras, absurdas e irreconocibles.

En fin, no es dable concluir esta serie de observaciones que podría extenderse inde­finidamente, sin referimos al uso y abuso de la ortografía inglesa de los vocablos quechuas en el texto autodidacta castellano: se emplea <k> y <w> (Tawantinsuyu, inka, yupanki, chiripwama) allí donde la escritura tradicional del castellano emplea <c> y <hu> (inca, chirihuama); pero si se opta por esa ortografía inglesa en un texto castellano, ¿por qué se escribe <Mama Ocllo> o <Atahualpa>?

4.2.2 Las glosas en semántica interpretativa y diferencial

Comencemos por mencionar, en este asunto, un sintagma que se repite sin descanso -"el análisis literario ha pennitido, también, identificar subtextos embebidos en el texto prin­cipal" (pp. 19,438, 502, etc.)-, que llega a titular todo el capítulo 8 (Los textos huéspedes o subtextos). A modo y manera de las cajas chinas o las muñecas rusas (matrioshkas), el encaje e intercaladura de textos narrativos que puede llegar a producir, en casos variados, lo que desde A. Gide se conoce como mise-en-abime, es el procedimiento discursivo habitual de cualquier narración oral o escrita 75• Ahora bien, en Narrativas problemáticas estas muy antiguas intercaladuras aparecen como un «novedoso descubrimient0>>76

• Pero, la interpolación de un texto narrativo en otro (e incluso no necesariamente narrativo, como las

74 Bastaba con haber mencionado el conocido y bien fundado artículo de R. Cerrón-Palomino "El cantar de Inca Yupanqui y la lengua secreta de los incas" aparecido en Revista Andina, 16, 2 ( I 998) pp. 417-452 que, por lo demás, se cita en la bibliografía. Allí se demuestra el grado de bilingüismo que plausiblemente pudo tener Betanzos pero, sobre todo, se destaca que la edición de su crónica utilizada para las glosas en Narrativas problemáticas "responde a un trabajo paleográfico deficiente, que en el presente caso afecta de manera especial la calidad e integridad de los pasajes en lengua indígena, al parecer ya maltratados en el manuscrito mallorquino" (p. 423) en contraste con la edición inglesa Narrative of"the incas de R. Hamilton y D. Buchanan ( 1996) igualmente citada en la bibliografía aludida. Por lo demás, la referencia a M. de Santoyo (pp. 136, 163, 295) no demuestra nada para la escritura de Betanzos. Refiriéndose también a Betanzos, se intuye sin base ni prueba de ningún tipo, esta afirm~ción inútil : "no creo que supiera latín" (p. 166).

7 5 Por ejemplo, en e l Quijote, los relatos insertados por medio de actores-narradores como la pastora Marcela, Cardenio, Dorotea, etc. o «novelas completas» como la del Curioso impertinente.

76 Se enuncia con autosuficiencia: "Utilizo el término pluritextualidad para describir la existencia de múltiples unidades textuales, de discursos , identificables en un texto mayor que los alberga" (p. 433).

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citas y remisiones intertextuales de cualquier orden)77, es desde hace mucho descrita en semiolingüística aplicada a los discursos heteroglósicos peruanos, a partir de una breve organización intratextual a ser confirmada por la descripción de Programas Narrativo.1· imbricados 78

:

Intratexto

Hipertexto acogedor (o receptor)

< H;!.texto, acogidos (o ,eceptados)

Si un hipotexto narrativo o de otra índole discursiva acoge, a su vez y sucesivamente, otro texto narrativo o no, se produce lo que hemos denominado te/escapado textual tan común en nuestra tradición oral o la redacción histórica y la narración occidental versificada o no79

. Va de suyo que a cambio de una demostración hipotético-deductiva cualquiera, el discurso autodidacto de Narrativas problemáticas sólo permite "identificar", o sea glosar intuitivamente, la existencia de relatos "embebidos" (pp. 19,454, etc.).

Este es precisamente el caso del único intento ("quiero acercarme", p. 465) de aplicar efectivamente ("proceder a su análisis", p. 466) "un análisis" (p. 468) de pseudo-semántica interpretativa a un cantar "embebido" como "subtexto" (pp. 455,459,479, 502) por Betanzos en su Suma y narración de los incas. Luego de aludir repetidas veces a los conocidos rasgos etimológicos y formales característicos de los cantares quechuas coloniales, descri­tos ampliamente por Mannheim, ltier y Husson, se procede a trasladar analógica e inductivamente los dobletes semánticos y sintácticos de esas composiciones ancestrales a los sintagmas escandidos castellanos. Con ese propósito, la descripción de Narrativas problemáticas reintroduce la colación analógico-inductiva indemostrable -puesto que no existe el original quechua y la traducción castellana es de Betanzos quien, según Narrati­vas problemáticas, peca de incompetencia por no haber sido él, en principio, bilingüe coor­dinado quechua-castellano- de los dobletes semántico-sintácticos repertoriados como "ale­goría" (p. 467) y propiedad de los morfemas aglutinantes quechuas (¿cuáles?), para encon­trar ahora, no en los morfemas flexiona/es castellanos -como debería esperarse- sino en las palabras de sintagmas cesurados arbitrariamente en forma de versos -con el propósito de presentarlo en forma de «poema» a la manera occidental-, dos «isotopías»R0

, una "temporal" y otra "agraria".

Luego de este arregosto entre magnitudes morfosintácticas desiguales -compatibili­dad compartida, supuesta e idealmente, entre las propiedades semánticas de los morfemas

77 En el mismo Qui¡ote, los numerosos poemas, cartas, billetes, etc. 78 Por ejemplo, en la tradición oral andina y amazónica, cf. E. Bailón Aguirre, op. cit ., pp. 69, 100, etc. 79 F. Rastier (Sens et textua/ité. París: Hachette, 1989, p. 85) ya aludía también al hecho de que "un

universo [semántico] puede ser incluido enteramente en otro, en el caso por ejemplo de un encajamiento narrativo. Así , en la historia de/jorobadito (las mil y una noches), el universo del tercer hermano del barbero de Bagdad está incluido en el del barbero, el cual está insertado en el del sastre, luego en el de Scherezada y finalmente en el del narrador".

80 La noción de isotopía ha sido explicada en la nota 56.

184 Revista Andina

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quechuas y las palabras castellanas-, las indicadas «isotopías» insumen una serie de «sememas» que conforman «taxemas», tipos e interpretaciones ("recursos sintácticos") en la primera «isotopía» pero, inexplicablemente, en la segunda «isotopía» sólo constituyen lista­dos de «sernas particulares» y «comunes» ("contenido semántico de las palabras o sememas", pp. 468-469)81

, aspecto que luego examinaremos en detalle. Notemos, por ahora, que en semán­tica interpretativa sólo se considera cuatro tipos de sernasR2 al interior del sernerna: inherentes (serna que hereda la ocurrencia del tipo, por defecto), aferentes (serna actualizado por instruc­ciones contextuales), e.1pecíjicos (serna que opone dos sernernas o más en un taxerna) y gené­ricos (serna que marca la pertenencia de un sernerna a una clase semántica); luego esos inubicables «sernas particulares» y «comunes» deberían, por lo menos, ser definidos y sistematizados con el sustento teórico-metodológico que les competa.

Las glosas -que no interpretaciones- obtenidas de transgredir el género cantar del texto estudiado por el género narrativo ("desde la perspectiva de la narración", pp. 469-471 }83

son, de hecho, ensambladuras denotativas (de diccionario común) y, como es habitual en crítica literaria, no sostenidas en su propia «demostración» sino apuntaladas con una serie de citas tomadas, una y otra vez, de M. Eliade84

.

81 Los sememas en discurso (no en diccionario) se constituyen a partir de los sintagmas y no de lex ías descontextualizadas como ocurre en Narrativas problemáticas.

82 Ya se indicó en el apartado b) de 4.5 y la referencia bibliográfica de las notas 53 y 55, que los semas son las unidades más pequeñas de sign ificación susceptibles de ser discretizadas pertinentemente por cada descripción. Como tales son elementos de los sememas y en ellos son definidos como extremi­dades de relaciones funcionales binarias (de oposición o equivalencia) entre clases de sememas. Así, los semas son las partes de la definición del semema y no pueden ser definidos en lengua, es decir, independientemente de todo contexto discursivo.

83 El tex to del cantar no actualiza ningún Programa Narrativo; como veremos, el enunciador establece dos visiones desde el presente estático de la enunciación "aquí": una, retrospectiva, hacia el pasado y la otra, prospecliva, hacia lo que espera suceda en un futuro próximo.

84 De este quehacer glosador, sólo recogeré las incidencias mayores del metalenguaje semántico interpretativo: a) para el diagrama de la isotopía "temporal": la primera columna se titula "sememas > taxema", no s iendo su lista ni lo uno ni lo otro: se trata ahí de palabras caót icamentc seriadas; la segunda columna se denomina "tipo de semema''. Sin embargo, como en las palabras colocadas en la primera columna no se discrimina los 11101.femas lexemáticos de los morfemas gramémicos, pues esas palabras son tomadas allí como significantes lingüísticamente amorfos, no es posible deducir los sememas correspondientes. En esta segunda columna se cataloga las funciones gramatica les simples (un puro cotejo gramatical) como si se tratase de palabras descontextualizadas, pero no las funciones gramaticales precisas en discurso, quiero decir, en el texto del cantar intercalado en Suma y narración de los incas, por ejemplo, merced a una formu lación modal sistemáticamente controlada; la tercera columna nombrada " interpretación" contiene glosas inductivas e intuitivas, a partir de significados colectados, como es habitual , en los diccionarios de lengua donde no se hace explícita la elección del significado propuesto, sustraído de la polisemia de cada vocablo «interpretado»; b) para el diagrama de la "isotopía agraria": como en el caso precedente, la primera columna llamada "sememas" ahora se denomina "forma texn1al", pero el catálogo permanece igualmente intocado: se trata de palabras entresacad~~ y enumeradas intuitivamente; la segunda columna se titula "sernas particulares" y la tercera "sernas comunes". Sin embargo, el desbarajuste de los llamados "sernas" colectados en estas dos columnas revela, de toda evidencia, que ellos sólo recogen algunos sintagmas escogidos, una vez más, intuitivamente de los artículos definitorios de los diccionarios de lengua comunes. Allí, como de costumbre, la metodología semántico-interpretativa sucumbe ante el imperio glosador.

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* * *

A fin de no dejar sin corrección las glosas autodidactas del cantar consignado por Betanzos, expondré a continuación su descripción y demostración semántico-irterpretativa. Ante todo y aunque cae por su propio peso decirlo, un examen semiolingüístico de ese cantar atestado en lengua castellana-hipotexto inserto en el hipertexto Suma y narración de los incas- no puede presuponer, de ninguna manera y por razones de pertinencia cognitiva, algún antetexto quechua, castellano o en cualquier otra lengua (es, sin duda, inútil conjeturar las coerciones semánticas de un antetexto si éste no es documentado )85

. Hecha esta aclara­ción de sindéresis textual, en el umbral del análisis semiolingüístico advertiré que con él no se tratará, en modo alguno, de dilucidar quién dice ese cantar (su autoría) sino solamente: ¿qué dice el texto del cantar y cómo dice lo que dice?

Según Suma y narración de los incas, el discurso del cantar se halla inmediatamente contextualizado por un breve texto, texto que para los efectos del estudio tiene calidad de corpus de referencia inmediata; allí se presenta a Ynga Yupangue en trance de morir (/agonía/):

[ ... ] alzó en alta voz un cantar el cual cantar el día de hoy cantan los de su generación en su memoria el cual cantar decía en esta manera [ . . . ] y diciendo estas palabras en su cantar expiró Ynga Yupangue [ ... ].

"Estas palabras" extractadas del párrafo, es decir, el cantar en cuanto tal, constituyen el corpus de trabajo a ser descrito:

[ .. . ] desde que florecía como flor de huerto hasta aquí he dado orden y razón en esta vida y mundo hasta que mis fuerzas bastaron y ya soy tomado a tierra [ . .. ]

El análisis discursivo hipotético-discursivo propio del racionalismo empírico, co­mienza por observar en este corpus figurativizado mas no segmentado, escandido ni versificado86, al actor87 - ahí manifestado mediante las lexías88 nominales "he", "mis", "soy"

85 En este mismo sentido, F. Rastier (Arts et scie11ces du texte. París: Presses Universitaires de France, 2001 , p. 63) indica que "los textos atestados y los textos posibles no tienen el mismo estatuto: los primeros son ocurrencias y los segundos son tipos. Los primeros están situados y son. por lo tanto. interpretables; los segundos están desprovistos de situación y, por lo tanto, desprovistos de sentido". De ahí que nuestro caso sea muy diferente al del cantar de Pachacuti Inca Yupanqui para celebrar su victoria sobre los soras transcrito por Betanzos en la lengua original - transcripción estudiada por Szeminski , Torero y Cerrón-Palomino- y no sólo la traducción como es este caso. Una muestra de secuencia textual genética colonial andina (pretextos, antetextos, textos, postextos) se encuentra en E. Bailón Aguirre. "Sobre la decepción amorosa (sentimientos y poesía barroca colonial andina)" . Lexis XXVII, 1-2 (2003) pp. 119-178.

86 En el original de Betanzos, el texto es seguido y no versificado como se le presenta en Narrativas problemáticas (p. 466) ; esta versificación se apoya en las llamadas "estrnctura paralela de los versos" y "reiteración semántica'' que, a más de sus posibles cualidades propedéuticas es, ante todo, una segmentación que traslada moldes y patrones poético-estéticos alógenos (p. 446, n. 18).

87 La noción de actor es expuesta en la nota 47. 88 Para la noción de lexía, véase la nota 59.

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y el morfema "-do" de las lexías "dado" y "tornado"- que actualiza al enunciador o entidad única (actante) 89 y que, a su vez, asume en el discurso el foco de la enunciación cuya función principal, además de su propia constitución como actante es, veremos, dirigir la enunciación de todo el discurso; en otras palabras, el enunciador y destinador a la vez, señala la manera cómo se detennina -sólo en el plano sintagmático del texto- quién «dice» ( o enuncia) el discurso. En nuestro caso, este enunciador des ti nadar se actualiza en el actor indicado gracias a los siguientes componentes:

monomorfémicos, los gramemas [ morfemas de la lexía que marcan su función grama­tical'10: he: clase gramatical: /verbo haber, presente del indicativo, primera persona/; mis: clase gramatical : /adjetivo posesivo, primera persona/; soy: clase gramatical:/ verbo ser, presente del indicativo, primera persona/; a los que se suma los gramemas de las lexías "dado" y "tornada": -do: clase gramatical: /persona primera, número singular, tiempo pasado/; el gramema /género masculino/ sólo se encuentra marcado en "torna-do"] y monosémicos, los lexemas91 manifestados por los mismos morfemas de las lexías pero ahora desde el punto de vista de sus significaciones o sememas: he: 'actuación'; mis: 'posesión'; soy: 'identificación'; dada: 'dación'; tornada: 'regreso' .

Ahora bien, ¿qué «dice» ( o enuncia) este enunciad ar en su discurso? Observemos, en primer lugar, que los atributos descritos adheridos al enunciador son recursivos (pues en este discurso no hay otro actante destinador que pudiera otorgárselos: el único actante es aquí , hemos visto, el propio enunciador destinador) y se manifiestan, por lo tanto, como la primera molécula sémica del discurso que reúne los sernas gramémicos encontrados en sus respectivas clases gramaticales. En cuanto a los componentes monosémicos, si simbolizamos al enunciador destinador de este topoi atributivo con la sigla X* y a sus atributos con Y* ('actuación' , ' posesión', 'identificación', 'dación', 'regreso'), tenemos la siguiente fórmula semántica apodíctica92

:

[X*] ? [Atributivo] ? [Y*]

Esta significación de base del discurso en el corpus, se debe completar con el emplaza­miento del enunciador: en efecto, ¿desde dónde «dice» (o enuncia) este enunciador su dis­curso? El «decirn ( o enunciar) del enunciador se sustenta a partir del locativo "aquí" (semema : 'a este lugar'), sitio discursivo utópico desde el cual se comanda toda la enunciación93

.

Una vez descrita la constitución y la ubicación semánticas del enunciador, cabe preguntarse por el orden de la significación de los otros atributos que se le asignan en el discurso, en otras palabras, ¿cuáles son los significados que, además de aquellos que lo

89 Sobre la noción de actante, véase la nota 49. 90 En cuanto a la relación entre morfemas lexemáticos y gramemáticos al interior de la lexía, véase la

nota 58. 91 La noció~ de lexema aparece en la nota 58. 92 Esta fórmula ha sido ideada por J. Sowa, cf. F. Rastier. Arts et scie11ces du texte. París: Presses

Universitaires de France, 2001 , p. 217. 93 En el espacio enuncivo del discurso, 'aquí' señala el emplazamiento utópico; cf. E. Bailón Aguirre.

Ti-adición oral peruana. literaturas ancestrales y populares l. Lima: PUC, 2006, p. 357.

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constituyen como entidad independiente en una ubicación discursiva, se atribuye al enunciador en el discurso del texto del corpus? El orden semántico al que ahí pertenecen los significados de los nuevos atributos, son regidos por la categoría conectiva /tímica/ o dispo­sición afectiva de base94 que congrega a los términos /euforia/ vs /disforia/95

• E~ efecto, en el plano dialéctico del discurso, el actor que originalmente representaba al actante enunciador, al ser predicado ahora como destinatario, cambia ese rol actancial (actante) de enunciador destinador inicial por el de destinatario enunciatario de afectos o sentimientos ora eufóri­cos (axiología positiva: optimistas), ora disfóricos (axiología negativa: pesimistas).

Puesto que la categoría /tímica/ dirige todo el contenido ( o semantismo) del cantar desde el componente dialéctico, ésta determina la oposición sistemática -merced a sus términos /euforia/ y /disforia/- de los dos valores semánticos (axiologías) en oposición sistemática: se trata de las isotopías macrogenéricas dimensionales //vida!/ vs //muerte// que esa categoría /tímica/, en cuanto es vertida en el enunciador destinador, lo convierte en enunciatario destinatario; son ellas los temas mayores que lo predican a lo largo del texto. En efecto, las instrucciones contextuales inmediatas ["y diciendo estas palabras en su cantar expiró"] indexan la categoría interpretativa /agonía/ establecida por la tensión semántica96

entre //vida// y //muerte// del enunciatario destinatario. La tensión semántica inducida por /agonía/, puede ser descrita mediante las tres visiones casuales direccionales que ella deter­mina a partir del locativo "aquí" ya descrito . Esas visiones casuales configuran tres mundos semánticos (Hintikka, Kripke) enunciados en el texto del corpus (los mundos de lo factual, lo posible y lo contrafactual), a ser sucintamente descritos:

a. El mundo factual La primera visión corresponde al mundofactual o denotativo y está dirigida hacia el

pasado (la rememoración): las isotopías mesogenéricas domina/es //espacio-temporal// (sememas: 'desde' - 'hasta') y //noología// (sememas: 'orden' - 'razón') vs //cosmología// (s ememas: 'vida' - 'mundo'), son actualizadas en el primer enunciado "desde que[ . .. ] hasta aquí he dado orden y razón en esta vida y mundo". Esta dirección hacia el pasado es, como consta, retrospectiva, encaminada hacia la //vida//.

b. El mundo de lo posible La segunda visión inducida por la categoría temática /agonía/ corresponde al mundo

de lo posible, también denotativo, orientado hacia un futuro cercano (la premonición): ella se determina por las isotopías mesogenéricas domina/es //consunción// [sememas: 'hasta que ' - 'fuerzas bastaron'] e //inhumación// [sememas: 'ya[ ... ] tornado' - 'a tierra']. Esta última visión se actualiza en el segundo enunciado "hasta que mis fuerzas bastaron y ya soy tornado a tierra" que es, en consecuencia, prospectiva, encauzada hacia la //muerte//.

94 La denominación de la categoría /tímica/ proviene del fr. thymia: humor, disposición afectiva de base (cf. Greimas-Courtés, 1982:412).

95 El término neutro /adiaforia/ no es actualizado en este texto. 96 Respecto a la tensión semántica creada por la categoría /agonía/ entre //vida// y //muerte// en otra

muestra de literatura colonial andina, véase E. Bailón Aguirre. Los corresponsales peruanos de Sor Juana y otras digresiones barrocas. México: UNAM, 2003 , pp. 299-307.

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En suma, si los atributos que conferían al actor los roles actanciales enunciador y destinador [X*] eran - desde la perspectiva no sólo frasal sino discursiva de los casos gramaticales- ergativos [Erg.] subdivididos en locativo [Loe.] y elativo [Elat. ]97, estos otros que le confiere el contexto tanto inmediato como mediato y le permiten cumplir la función de asignarle los nuevos roles actanciales enunciatario y destinatario -representado por la sigla [Z*]-, son direccionales [Dir.] subdivididos en genitivo (Gen.], ablativo [Ablat.] e ilativo [Ilat.]98

• La siguiente fórmula compendia el reparto de los atributos [Y*] por medio del sistema de los casos gramaticales en discurso :

[X*]? [Erg.: Loc.-Elat.]? [Y*]? [Dir.: Gen.-Ablat.-Ilat.]? [Z*]

No obstante, además de la organización temática propia de las isotopías macrogené­rica, mesogenérica y microgenérica que acabamos de describir, debe incluirse en la descrip­ción analítica los temas vehiculados por las isotopías específicas (los sernas). Ellas serán enumeradas en el siguiente diagrama que compendia las unidades descritas e incluye las del mundo contra/actual a ser analizado enseguida:

Temas genéricos Temas específicos

lsotopías lsotopías Jsotopías Jsotopías macrogenéricas rnesogenéricas microgenéricas específicas

Dimensiones Dominios Taxemas Se mas

//espac°KJ// - 'desde' /inic°KJ/ //tiempo// 'hasta' /fina V

'dado orden' /regulación// //V"rla// //noología// '[dada] raz.ón' info rrnac ión/

(/euforia/) vs //cosmología// 'esta vida' /subsistencia//

'[este] mundo' universo/

//naturaleza// 'florecía' /dinamismo/

//consunción// 'hasta que' /interrupción/

'fuerzas bastaron' /cumplimiento/

//Mue11e// vs //inhumación// 'ya [ .. . ]tomado' /retomo//

(disforia) 'a tierra' enterramiento/

//cultura// 'flor de huerto' /estatismo/

97 Se trata de las funciones sintácticas llamadas ergativas ("he", "mis", "soy") y locales que si bien marcan un no-movimiento locativo, tienen la función de expresar el movimiento del interior del foco enunciativo hacia el exterior del discurso ("en esta vida y mundo").

98 Ahora se (\'>tablecen direcciones de enunciación provenientes del interior del foco enunciativo: "he dado orden y razón". Como sabemos, el genitivo es el caso del complemento del nombre que indica la posesión; el ablativo traduce el movimiento proveniente, en el mismo discurso, del exterior del foco enunciativo y el ilativo el movimiento dirigido hacia el interior, también en el mismo discurso, de dicho foco (la vida y la muerte del enunciador que, según indica el contexto, es nominado Ynga Yupangue).

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c. El mundo contra factual A partir de esta descripción semántica donde los sernas específicos e inherentes

discriminan las oposiciones entre los sememas de los taxemas y, consecuentemente, son actualizados en sus respectivas isotopías específicas, estamos en capacidad ~e interpretar la ahormación metafórica, excluida hasta ahora del análisis por ser propia del mundo contrafactual enunciado connotativamente en el texto: "florecía como flor de huerto". Se trata, en este sintagma, de la figura 'flor' y su correspondiente tema específico -marcado por el serna /presencia/- que indexa la isotopía figurativa empleada para metaforizar y sobre­metaforizar, en principio, las dimensiones temáticas descritas en los dos enunciados del corpus : //vida// vs //muerte//. Para demostrar esta hipótesis, comencemos por averiguar ¿a quién se le asigna los dos atributos metaforizados (a) "florecía" y (b) "como flor de huerto"?. Advirtamos, sobre todo, que en la secuencia de (a) ? (b) no se trata de los llamados «pares semánticos» sino, repetimos, de atributos con magnitudes semántico-metafóricas distintas e incluso contrapuestas. Examinemos cada uno de ellos:

respecto al primer atributo metaforizado por la lexía compleja figurativa (a) "flore­cía"99, tenemos el hecho de que ella se inscribe en un discurso donde todos los atributos son recursivos en relación al enunciador destinador convertido, por esa indexación, en enunciatario destinatario; así, dicho atributo figurativo sigue esa misma suerte (enunciador destinador? (a) "florecía"): es él, el enunciador destinador, quien 'florecía' 100, semema cuyo serna /dinamismo/ indexa el dominio //naturaleza// y el semantismo del «estado de actividad» rememorado lo ubica bajo la visión retros­pectiva de la //vida//l01

;

al contrario, el segundo atributo metaforizado por la sinapsia figurativa (b) "flor de huerto" es una sobre-metaforización explícita (enunciador destinador ? (a) "florecía" ? (b) "como flor de huerto") que responde implícitamente a la pregunta ¿cómo el enunciador destinador 'florecía' en la //vida//? Este segundo atributo cuyo semema es 'flor de huerto' (opuesto, en lengua castellana, a la sinapsia cuyo semema es 'flor silvestre') es introducido -siempre, desde luego, en referencialización 102 al enunciador

99 Su categoría gramatical -ecía reúne los gramemas /intransitivo, primera persona, pretérito imperfec­to de indicativo/.

100 Notemos que los diccionarios colacionan florecer y florar como parasinónimos; además de su sentido denotativo "dar flores las plantas" o "echar flor", el primero comprende sentidos connotativos como "prosperar, crecer en riqueza o reputación", "vivir una persona (o existir cosa insigne) y producir obras en una época o en un país determinado", "lograr su fama en época determinada", "producir alguien o algo cierta cosa que constituye un adorno"; el participio activo floreciente trae el sentido figurativo "favorable, venn1roso, próspero".

1 O I Vida es definida por el Diccionario de Autoridades (DA) como "la unión del cuerpo y el alma, y por ello en su separación consiste la muerte" y por el DRAE como "estado de actividad de los seres orgánicos". Los sintagmas "estar en la flor de la vida" y "estar en la flor de la edad" se encuentran ya fijados en el castellano de los conquistadores y colonizadores, como lo confirma el DA: "se llama a la juventud o adolescencia. Díjose así por la hermosura y lustre que muestra el que se halla en ella".

102 Cf. nota 66. El término referencialización designa a los fenómenos de referencia intradiscursivos (cf. A. J. Greimas y J. Courtés. Semiótica. Diccionario razonado de la teoría del lenguaje 11 . Madrid: Editorial Gredos, 1991 , pp. 216-217); la referencia extradiscursiva se denomina referenciación.

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destinador- por medio del comparativo "como" 1º3: su «florecimiento», en un primer nivel connotativo /dinamismo/ es, a su vez, predicado - en un segundo nivel connotativo ('flor de huerto')- con el sema igualmente connotativo /estatismo/ que marca la oposición a /dinamismo/. Si /dinamismo/ indexa el dominio //naturaleza// ( como se dijo, ilustrado en lengua mas no en este discurso por el semema 'flor silves­tre'), su opuesto /estatismo/ conlleva afortiori la indexación del dominio //cultura// (ilustrado en lengua castellana, por ejemplo, por la sinapsia y semema 'flor artifi­cial ') 104 y, al mismo tiempo, el semantismo del «estado de inmovilidad» presentido, es decir, el fin de la «actividad» vital o acabamiento vislumbrado que lo sitúa bajo la visión prospectiva de la //muerte//1º5•

A la actualización del tema específico /presencia/ (de la 'flor') se le agrega entonces, desde el contexto descrito, los dos semas aferentes (connotativos) pero que actúan como semas inherentes (denotativos), /dinamismo/ vs /estatismo/, y constituyen efectivamente la segunda molécula sémica [/dinamismo/ vs /estatismo/]-no más denotativa como la primera sino de orden metafórico- que, como acabamos de ver, convoca y pone en conjunción opositiva, mediante los sememas (a) 'florecía' vs (b) 'flor de huerto' respectivamente, las isotopías genéricas domina/es //naturaleza// vs //cultura// 1º6

Una vez planteadas estas dos secuencias isotópicas, dichas isotopías indexan, por sus sememas taxémicos concurrentes y por su índole metafórico-connotativa, el semantismo generalizado de todo el texto, en especial los temas mesogenéricos que les compete:

103 Es correcto esperar, en lingüística quechua y desde la perspectiva frasal, que se considere al sintagma "como flor" únicamente en su calidad de caso gramatical , no en cuanto performador retórico y explícito de metáfora, que es el punto de vista del discurso; así, R. Cerrón-Palomino (Lingüística quechua. Cuzco: CERA, 2003, pp. 208-209) deja constancia gramatical del caso comparativo "como flor" en los dialectos actuales del quechua de Huancayo (wayta,ww), Cajamarca (waytasina) y Cuzco (t 'ikahina).

104 Huerto, del lat. hortus,jardín , es caracterizado por el DA como "sitio cercado de pared que es de corto ámbito y se plantan en él árboles frntales para recreo" (el jardín es llamado, "huerto de recreación") y por el DRAE como "terreno donde se cultivan plantas con fines ornamentales". Como consta, "recreación" y "ornamento'' son rasgos semánticos culturales, no nanirales.

1 05 Muerte es definida por el DA como "elfin de la vida" y por el DRAE "cesación o término de la vida". Si combinamos estas dos definiciones con la de vida dada por el DRAE, tenemos para muerte: «fin, estado de cesación o térmi,w del estado de actividad de los seres orgánicos».

106 Tomando como fuente demostrativa E. Bailón Aguirre, R. Cerrón-Palomino y E. Chambi A paza, Vocabulario razonado de la actividad agraria andina. Cuzco: CERA, 1992 , el paradigma epistemológico de la semántica interpretativa ha incluido los campos semánticos para la localización de los taxemas (cf. F. Rastier, M. Cavazza y A. Abeillé. Sémantique pour l 'analyse. De la linguistique a l 'informatique. París: Masson, 1994, p. 86; F. Rastier. Arts et sciences du texte. París: Presses Universitaires de France, 2001, p. 39). Siendo los campos semánticos agrnpamientos ligados a una situación p~áctica, el campo semántico del tema ' flor' es , desde luego, //vegetalidad//, como los del primer taxema cronotópico son //distancia// (respecto de //espacio//) y //lapso// ( en la isotopía // tiempo//); en el tercero, los campos semánticos son //precepto// y //discurrimiento//; en el cuarto, el campo semántico común a los dos sememas es //existencia//; en el sexto, //acabamiento// y en el sétimo //encaminamiento//.

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en la primera isotopía correspondiente al tema mesogenérico //naturaleza// - y ulte­riormente a la dimensión //vida//-, los temas mesogenéricos cronotópicos //espacio/ / - //tiempo// y axiológicos //noología// vs //cosmología//; y en la segunda isotopía correspondiente al tema mesogenérico //cult~ra// - y a la dim ensión //muerte//- , los temas mesogenéricos del perecimiento humano: //con­sunción// vs //inhumación/.

Veamos enseguida otro diagrama 107 en el que se grafica la metaforización central del cantar y las indexaciones (representadas por las flechas) a que da lugar:

Tema específico Temas mesogenéricos /presencia/

1 //consunción// vs 1 //espacio//-Molécula [/dinamismo/ vs //inhumación// //tiempo// Tipos sémica /estatismo/] paradigmáticos l ,~ //noología// vs

//cosmología//

~

'desde'

'hasta que' 'hasta' 'dado orden' 'fuerzas bastaron' '[dada] razón'

,l, 'tomado' 'a tierra' 'esta vida'

'este mundo' 1 'flor de huerto' 1

1 (semema b) 1 isotopía genérica

de la //naturaleza// Ocurrencias

' sintagmáticas

~ 'florecía' 1 J

(semema a) 1

En resumidas cuentas, luego de este análisis del texto del corpus que nos ha permiti­do responder a la pregunta ¿ qué dice el texto del cantar y cómo dice lo que dice?, se infiere que en criterio literario restrictivo el único sintagma que en ese cantar «dice» portar valores contrafactuales de orden estésico, o sea, artístico, y por lo tanto, literario (metafórico) propia­mente dicho, es : "florecía como flor de huerto" 1º8• Ahora bien, hoy sabemos que en la

107 Este diagrama es a comparar con el propuesto en E. Bailón Aguirre. los corresponsales peruanos de Sor Juana y otras digresiones barrocas. México: UNAM, 2003 , p.320.

108 El mundo contra factual de este sintagma se define por sus modalidades de lo irreal y lo imposible (por

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Enrique Ballón Aguirre: Semiolingüística colonial andina y critica literaria

tradición literaria oral o escrita de todas las civilizaciones antiguas y modernas, la palabra "flor" y sus innumerables desinencias gramaticales (por ejemplo, "florecía") o formas fijadas muy variadas es, por antonomasia, el vocablo más común, aquel que es inmediatamente aprovechado en los múltiples géneros discursivos literarios de cualquier tiempo y lugar para metaforizar un sintagma que articule el sentido denotativo propio del dominio //naturaleza/ /(serna/planta/ del semema 'florecía') 1º9 con el sentido connotativo propio del dominio // cultura// (sema /cultivo/ del semema 'flor de huerto') 110

• Salvo leves modificaciones por las variables contextuales en cada ocurrencia, el procedimiento semántico interpretativo descri­to da cuenta cumplida de este tipo de metaforizaciones generalizadas.

En consecuencia, no es legítimo inferir -de ninguna manera- como lo hace Narrati­vas problemáticas, que el texto del corpus sea ejemplar para demostrar la presunta subsis­tencia, en esta traducción en lengua castellana (p. 446), de las "voces nativas" o "principal­mente, las voces de los incas" (p. 454,455) y allí la pervivencia de los pareados semánticos y sintácticos (pp. 440, 444, 446-447, 466) encontrados al describir los atestados textos poéti­cos (discursos contrafactuales) quechuas coloniales. Tales afirmaciones que originalmente se dan como verdades inconcusas y terminan, como es habitual, en una larga glosa impresionista apoyada en citas de M. Eliade (pp. 470-471), admiten otra conjetura más: tratando de forzar la sin duda mesurada propuesta de J. Ph. Husson "estos pares semánticos pueden ser transferencias del castellano culto de la época, que no es extraño a estas cuasi repeticiones de términos", se concluye oponiendo un simple indicio: "Pero también puede deberse a un estilo formal nativo que se ha mantenido en la versión castellana porque no se le encuentra extraño" (p . 467). Si la aplicación de la teoría y la metodología de la semántica interpretativa sirve justamente para descartar los falsos problemas y resolver las conjeturas dentro de los marcos de su pertinencia cognitiva, una vez más ¿para qué se Je invoca e inmiscuye en el discurso autodidacto?

Así , descontada la inexistencia de la fuente quechua del cantar que, presumiblemente, mostraría tanto esos pareados como su aleatoria marcación ya descritos en los textos quechuas atestados (p. 447 n. 21) y cuyos argumentos - en cuanto norma semántico-sintáctica para tipificar los enunciados literarios quechuas ("los pareados semánticos, es decir, su configu-

ejemplo, resultaría absurdo - irreal e imposible: inverosímil- decir en un discurso de habla cotidiana de un enunciador /humano/, en sentido estrictamente denotativo, que "florecía" y, peor aun. ''como flor de huerto"); el resto de sintagmas pertenecientes a los dos enunciados del texto del corpus, atañen , de hecho y como acabamos de ver, a los mundos factual (cuya modalidad es asertórica: "desde que[ ... ] hasta aquí he dado orden y razón en esta vida y mundo") y posible (modalidad de lo que se puede realizar o ejecutar: "hasta que mis fuerzas bastaron y ya soy tomado a tierra").

109 Véase la nota 104. 11 O Naturaleza es el "conjunto, orden y disposición de todo lo que compone el universo"; flor es, por lo

tanto, parte de ese universo: "brote de muchas plantas, formado por hojas de vivos colores del que se formará el fruto"; mientras que cultura es el "resultado o efecto de cultivar los conocimientos humanos" (DRAE) . Por lo demás, numerosísimas locuciones y sintagmas fijados de la lengua castella­na alían lo¡; dominios //naturaleza// y //cultura// como "floricultura", "juegos florales", " flor de santidad", "flor y nata", "ajustado a flor", "flor de cinc", "flor de estufa", "flor de los incas", "flor de la Pasión", "florecer en virtudes", etc. Finalmente, en el mismo libro Narrativas problemáticas (p. 467) se cita la siguiente constatación de C. ltier: " Existen en efecto, muchos ejemplos coloniales en los cuales términos que designaban flores o plumas connotaban también precio y riqueza".

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ración poética", p. 456}-no viene al caso ni redargüir ni relativizar, cabe sin embargo advertir, en lo que nos toca, que la serie muy grande de creencias y conjeturas elaboradas al abrigo de la especulación autodidacta -que convoca y supuestamente da por sentado al análisis semántico interpretativo-, son fantasiosas y sin duda no «prueban» nada sqbre un falso problema más: que lo que el propio Betanzos considera como "cantar de factura indígena" (p. 466) es dudoso y «habría» que demostrar su veracidad' 11 • Es precisamente el análisis semántico correcto, aplicado con la debida sindéresis el que, al contrario, demuestra y denuncia las ambiciones quiméricas del discurso autodidacto.

* * *

A estas alturas de nuestro breve examen del discurso de la crítica literaria autodidacta que «adopta» y «adapta» la lingüística colonial andina, la semiótica componencial y la semántica interpretativa, no queda sino, a modo de reivindicación, parafrasear uno de los escritos coloniales tan majados en Narrativas problemáticas, el de Polo Ondegardo conoci­do y divulgado gracias a uno de sus enunciados: [ ... ] notable daño que rresulta de no guardar a estos indios sus fueros[ ... ]. Por lo visto, hoy no sólo se estragan los "fueros" socio-económicos y políticos de "estos indios", sino que, como se ha constatado, el discur­so autodidacto de la crítica literaria hispanoamericana institucionalizada en ciertos recintos norteamericanos, al ungir y hacer públicas disertaciones como ésta, se mofa de las lenguas y las culturas ancestrales andinas.

Enrique Bailón Aguirre Arizana State University

1 1 1 En Narrativas problemáticas se dice: "Identificaré los pareados semánticos y los paralelos sintácticos, tanto en versos como en el cantar completo para probar que el cantar 'desde que florecía ' es un cantar de factura indígena, a pesar del idioma en que nos ha llegado" (p. 466) (itálicas nuestras) y "Postulo que se trata de metáforas y elaboraciones estéticas nativas" (p. 470). Esta disertación no prueba absolutamente nada, pero la primera afirmación nos invita a preguntar: ¿si el texto del cantar que Betanzos atribuye - según la tradición oral quechua- a Ynga Yupangue no es de él, de quién es? ¿se trata de una falsa atribución autorial, de un embuste del propio Betanzos? y si esto es así ¿con qué propósito? ¿el de engañar a los administradores coloniales peninsulares de época o a los historiadores y filólogos andinos del siglo XXI?; al fin y al cabo, ¿qué se gana hoy con establecer que ese texto es invención de Yupangue o de una voz indígena anónima si lo único que interesa para la literatura ancestral, la lingüística y la semiótica peruanas es que sea una emisión oral andina atestada, transcrita y/o traducida en el siglo XVI? De ponerse en duda la "factura indígena" de este cantar transcrito por Betanzos, en igual situación se encontrarían todos los cantares o incluso cualquier mención a los textos orales ancestrales en los documentos coloniales: estaríamos obligados, entonces, a cribar esas menciones una a una para determinar si el cronista, al transcribirlas y traducirlas, fue inducido o no por una retorcida intención malévola para encantusar a sus lectores.

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