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SEMBLANZA MTRO. EMÉRITO RAFAEL BONILLA ROMERO Nace el 27 de febrero de 1932, en distrito federal, por el rumbo de Popotla en la colonia Tacuba, aunque él siempre se sintió guerrerense, de Tepecoacuilco, de donde era su madre. Tuvo una infancia accidentada al lado de su madre soltera, profesora itinerante. Después de muchos avatares y haber vivido en el DF y en San Luis Potosí, concluye su primaria en el Estado de Morelos, en el año de 1945. En 1946 inicia sus estudios de secundaria en la Secundaria Nº 1 para varones en el Distrito Federal, los que concluye en Escuela Secundaria Mixta Nº 5, ubicada en el Centro Escolar Estado de Michoacán. El espíritu de libertad del campo lo decidió a estudiar agronomía, e ingresó a la Escuela Nacional de Agricultura, donde si bien el espacio físico es de libertad y comodidad, la vida castrense y las novatadas –generadoras de resabios y rencores- chocaron con su manera de ser. Por los motivos anteriores es dado de baja y consigue una beca para estudiar en la Escuela Particular de Agricultura de los Hermanos Escobar en Cd. Juárez, donde en un ambiente estudiantil muy humano logra terminar la carrera de Ingeniero Agrónomo en noviembre de 1954. Entonces comprende que la formación escolar estaba desvinculada de la realidad, situación que corroboró desde su primer trabajo. Desde estudiante, tuvo la firme disposición a trabajar por su Estado y en cuanto pudo consiguió el cambio para Guerrero, donde primero fue extensionista de 1956 a 1960 en Coyuca de Catalán, región de la tierra caliente y en donde el 14 de septiembre de 1958 se casó con Esther Gómez Pérez, su esposa y compañera de toda su vida con quien procreó a Felicidad, Rita Ester y Martha Adela. En 1961 ingresa a la Comisión Nacional Para la Erradicación del Paludismo, empezando como ayudante de ingeniero y terminando como Jefe de Operaciones de Campo.

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SEMBLANZA

MTRO. EMÉRITO RAFAEL BONILLA ROMERO

Nace el 27 de febrero de 1932, en distrito federal, por el rumbo de Popotla en la colonia Tacuba, aunque él siempre se sintió guerrerense, de Tepecoacuilco, de donde era su madre.

Tuvo una infancia accidentada al lado de su madre soltera, profesora itinerante.

Después de muchos avatares y haber vivido en el DF y en San Luis Potosí, concluye su primaria en el Estado de Morelos, en el año de 1945.

En 1946 inicia sus estudios de secundaria en la Secundaria Nº 1 para varones en el Distrito Federal, los que concluye en Escuela Secundaria Mixta Nº 5, ubicada en el Centro Escolar Estado de Michoacán.

El espíritu de libertad del campo lo decidió a estudiar agronomía, e ingresó a la Escuela Nacional de Agricultura, donde si bien el espacio físico es de libertad y comodidad, la vida castrense y las novatadas –generadoras de resabios y rencores- chocaron con su manera de ser.

Por los motivos anteriores es dado de baja y consigue una beca para estudiar en la Escuela Particular de Agricultura de los Hermanos Escobar en Cd. Juárez, donde en un ambiente estudiantil muy humano logra terminar la carrera de Ingeniero Agrónomo en noviembre de 1954. Entonces comprende que la formación escolar estaba desvinculada de la realidad, situación que corroboró desde su primer trabajo.

Desde estudiante, tuvo la firme disposición a trabajar por su Estado y en cuanto pudo consiguió el cambio para Guerrero, donde primero fue extensionista de 1956 a 1960 en Coyuca de Catalán, región de la tierra caliente y en donde el 14 de septiembre de 1958 se casó con Esther Gómez Pérez, su esposa y compañera de toda su vida con quien procreó a Felicidad, Rita Ester y Martha Adela.

En 1961 ingresa a la Comisión Nacional Para la Erradicación del Paludismo, empezando como ayudante de ingeniero y terminando como Jefe de Operaciones de Campo.

En 1964 se incorpora “sin estar convencido de servir para ese menester, temeroso debuté como docente improvisado” en la recién creada Escuela de Agronomía de la UAG.

Desde entonces labra una larga trayectoria como docente, investigador, gestor y administrador en muy diversas escuelas, departamentos y direcciones de la UAG, llegando a convertirse en uno de los más importantes referentes educativos de la institución.

La escuela de la vida universitaria como docente le dejó muy gratas y diversas experiencias que a través del tiempo le permitieron forjar una visión y un sentir como guerrerense, con la convicción de que la educación debe estar comprometida con el desarrollo humano y aprendizaje de los educandos, vinculada a las necesidades reales de nuestra entidad para ayudarla a salir del atraso en que se encuentra.

El transcurrir de los años en el aula, le hizo ver que en el trabajo educativo se dan una serie de binomios que no se deben contemplar en polaridades de blanco y negro, sino teniendo presente que entre estos colores hay una gama muy amplia de grises.

De sus experiencias, lecturas e interpretaciones, concluye que educar es algo más profundo que el hecho simple de exponer una clase para hacer consumidores de información y dar una calificación sin significado para la vida real.

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Y se pregunta: “¿Hasta dónde hubiera podido llegar hoy, como persona, ser social e intelectual, sí los profesores de las escuelas por donde pasé, en vez de enseñarme y tenerme en contienda individual desigual ante los otros, me hubieran ayudado a aprender reflexivamente y a lograr mi desarrollo autogestivo a partir de mi condición zurda natural y trabajando en colaboración con los otros?”.

Su búsqueda de la esencia universitaria como institución educativa le condujo a trascender y convertir en buenas y agradables, las experiencias malas y desagradables de su existencia como ser y estudiante. Así, a través de su tránsito por la UAG pudo ir agregando vida y satisfacción a sus años, en vez de vegetar en la inercia vacía de ir agregando años a su vida.

Es cierto que aprender así, no le condujo a obtener un documento burocrático formal de certificación de estudios, que le haya significado estar en el selecto grupo PROMEP ni en el SNI, pero le ha dado sentido a su vida y a su hacer humano y docente, aspectos que han sido muy valiosos, cómo haber podido lograr la creación y legalización de la FACULTAD DE CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN, espacio de formación docente para cientos de maestros universitarios y de otros subsistemas.

El Maestro Bonilla, el Profesor Bonilla o el Ingeniero Bonilla como le decíamos muchos, tuvo, no cabe duda, una vida entregada a la educación, aportó como nadie valores, ideas, conceptos e innovaciones educativas que hoy en día están en discusión y debate, pero que conforman, sin duda alguna, una invaluable plataforma de despegue del nuevo Modelo Educativo en la UAG.

El mejor homenaje que le podemos rendir hoy, es seguir su ejemplo de honestidad, transparencia y pluralidad, es estudiar su obra e intentar superar los retos que el mismo se planteó, es fácil decirse seguidor de Bonilla pero qué difícil es llevar a cabo consecuentemente sus enseñanzas.

Para la Unidad Académica de Ciencias de la Educación es un orgullo, es un baluarte y una fortaleza haber tenido como maestro, compañero y amigo a Rafael Bonilla Romero.

Reconocemos y admiramos su entrega, su capacidad de trabajo y su amor a la Universidad Autónoma de Guerrero.

Decía el maestro Carlos Monsiváis:“Cuando parece todo está perdido, nos quedan los valores…”

El Maestro Rafael Bonilla Romero, es uno de ellos

30 de mayo de 2013

Carlos Villarino