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DECRETOSOBRE EL AYUNO Y LA ABSTINENCIA DEL VIERNES

SANTO

JUAN JOSÉ ASENJO PELEGRINAPor la gracia de Dios y de la Sede Apostólica Arzobispo Coadjutor de Sevilla y

Administrador Apostólico de Córdoba

A lo largo de los siglos, la Iglesia ha conservado la ley del ayuno y abstinencia delViernes Santo en recuerdo de la Pasión y Muerte del Señor, y como penitencia pornuestros pecados que abra el camino de una auténtica conversión.

Al acercarse una vez más la celebración del Viernes Santo, que hemos de vivirunidos a toda la Iglesia con el corazón agradecido ante el amor del Hijo de Dios quemurió por nosotros, y con espíritu de oración y penitencia, soy consciente de ladificultad que el modo de la celebración de la Semana Santa en nuestra tierra implicapara muchos fieles en orden a cumplir la referida ley del ayuno y abstinencia.

Por ello, teniendo en cuenta las circunstancias que concurren y la práctica de otrasdiócesis de nuestro entorno, por el presente DISPENSO del cumplimiento de dichaley en el territorio de nuestra Diócesis por este año. No obstante, exhorto a todoslos fieles a que mantengan, si les es posible sin grave incomodidad, el ayuno yabstinencia tradicional en esa fecha y, si no les fuera posible, a que realicen algunaobra de caridad con los pobres o cualquier otra obra de penitencia.

Dado en Córdoba, a veinte de marzo del año dos mil nueve.

+ Juan José Asenjo PelegrinaArzobispo Coadjutor de Sevilla y

Administrador Apostólico de Córdoba

Por mandato de S.E.R.Manuel Moreno Valero

Canciller Secretario General

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SEMANARIO DIOCESANO DEINFORMACIÓN Y FORMACIÓN

CRISTIANA

Director:José Juan Jiménez Güeto

Redactora:Bárbara Castro García

Maquetación:Blas Fco. Benítez Murillo

Colaboradores:Rafael Lucena VillarrealEleuterio Ortega OrtegaJoaquín Sánchez Pérez

Edita:OBISPADO DE CÓRDOBA

ISSN 1699-2806Depósito Legal: CO-1752/04

Imprime: IMPRESIONES GUADAJOZTirada: 13.000 ejemplares

DONATIVO 0,15 EUROS

Redacción:Torrijos 12 • 14003 CÓRDOBA

Tel.: 957 498 065 • Fax: 957 498 066

e-mail:[email protected]

página web:www.diocesisdecordoba.com

Domingo de Ramos • Día 5, a las 12:00h.Bendición de las Palmas y Ramos deOlivo en la Puerta del Perdón, yEucaristía. Interviene la Capilla Coral delCabildo Catedralicio.

Lunes Santo • Día 6, a las 12:00h.Santa Misa Crismal y Bendición de losSantos Óleos. Interviene el Coro delSeminario.

Jueves Santo • Día 9, a las 19:00h.Misa de la Cena del Señor. Interviene laCoral de la Cátedra Ramón Medina yLiceo de Córdoba.

Viernes Santo • Día 10, a las 16:30h.Celebración de la Pasión del Señor.Interviene la Capilla Coral del CabildoCatedralicio.

Sábado Santo • Día 11A las 9:30h.: Oficio de TinieblasA las 22:30h.: Solemne Vigilia Pascual.Interviene la Capilla Coral del CabildoCatedralicio.

Domingo de Resurrección • Día 12, alas 12:00h.Solemne Misa pontifical y BendiciónPapal. Interviene el Orfeón Cajasur.

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SUMARIO

LA VOZ DEL PASTOR 3

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10-12

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DOMINGO DE RAMOS

lunes, martes y miércoles santo 5

6-7

9

16

EStación de penitencia

13-15

SEMANA de pasión

jueves santo

viernes santo

vía crucis

sábado santo

Secciones

CELEBRACIONES LITÚRGICAS DE LA SEMANA SANTA 2009EN LA SANTA IGLESIA CATEDRAL

Preside el Excmo. y Rvdmo. Sr. D. Juan José Asenjo Pelegrina, AdministradorApostólico de la Diócesis, concelebran el Cabildo Catedral y el Clero Diocesano

Fotografía de Rafael Parejo Susín.

la portada

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UERIDOSHERMANOS YHERMANAS:

En el relato de la pasióndel evangelista San Marcos,que escucharemos en esteDomingo de Ramos, llamala atención el silencio deJesús a partir de su prendi-miento. Ante las acusacio-nes de los falsos testigos,

“.. .Él callaba sin darrespuesta”. Únicamente an-te la pregunta del sumo sa-cerdote, que le interroga sies el Mesías, responde lacó-nicamente “Sí, lo soy”; yante la pregunta de Pilatos,

“¿Eres tú el rey de los ju-díos?”, contesta Jesús conun escueto “Tú lo hasdicho”. A partir de ese mo-mento, guarda un silencioabsoluto, que sólo inte-rrumpe “clamando congran voz”: “Dios mío, Diosmío, ¿por qué me has aban-donado?”. De las siete pa-labras de Jesús en la cruz,que nos transmiten losotros evangelistas, San Mar-cos sólo nos refiere estegrito desgarrador.

Jesús “callaba, sin darrespuesta”. Estamos anteel silencio de Jesús, silen-cio que impresionó a Pila-tos, más expresivo quemil palabras. Y Jesússeguirá en silencio cuandoel pueblo grita pidiendo laliberación de Barrabás,cuando le azotan cruelmen-te, le ciñen la corona deespinas, le crucifican y leinjurian los que pasan jun-to al Calvario, cuando lossumos sacerdotes se burlande Él y le insultan los ladro-nes crucificados a su dere-cha y a su izquierda. Enton-ces se cumple la palabra de

Isaías: “Maltratado, volun-tariamente se humillaba yno abría la boca, como uncordero llevado al matade-ro, como oveja ante el es-quilador, enmudecía y noabría la boca”. Silencio im-presionante de Jesús, máselocuente que los más alti-sonantes discursos. Así lodebió entender, con el co-razón iluminado por la luzde la fe, el centurión quele ha v is to expirar :

“Verdade-ramente este hom-bre era Hijo de Dios”.“Él callaba, sin darrespuesta”, nos dice reite-radamente San Marcos.Qué contraste entre las ac-titudes de Jesús en supasión y nuestras quejasante aquello que no resultaa la medida de nuestrosdeseos o ante lo que cree-mos que es una injusticia.Qué contraste entre el si-lencio de Jesús y nuestrasexplicaciones prolijas pa-ra justificar nuestros erro-res, miserias, yerros yclaudicaciones. Qué con-traste entre el silencio deJesús y nuestro mundoinundado de palabras, dediscursos altisonantes lle-nos de promesas, palabrasque se convierten en ruidoque deshumaniza, que nosimpide entrar dentro denosotros mismos para en-contrarnos con la verdadprofunda del hombre.

Para Alfred de Vigny“sólo el silencio es grandioso;

todo lo demás es debilidad”.A Ortega y Gasset se leatribuye esta otra frase lu-minosa: “Si se quiere deverdad hacer algo en serio,lo primero que hay que ha-cer es callarse”. Esto expli-ca el silencio impresionante

de Jesús durante su pasión,el momento más “serio” desu vida, el acontecimientomás “serio” de la historiade la humanidad, pues enél realiza la obra de nuestraredención desde el lenguajedel silencio, el lenguaje delamor y de la generosidadde todo un Dios que entre-ga libremente su vida parasalvarnos.

En este Domingo de Ra-mos, preludio de la SemanaSanta del año 2009, invitoa todos los cristianos deCórdoba a buscar el silen-cio interior. Sólo desde elsilencio es posible la con-versión y la vuelta a Dios.Sólo desde la “soledadsonora”, de la que nos ha-blara San Juan Cruz, es po-sible encontrarnos con lomejor de nosotros mismos,con la verdad del hombrey con el rumor de Dios.Sólo desde el silencio esposible penetrar con hon-dura en los misterios san-tos que vamos a celebrar.Vivir la Semana Santa eshoy más difícil que hacesólo unas décadas, en lasque el ambiente era esen-cialmente religioso. Hoyson muchas las sugestionescon que nos seduce la so-ciedad secularizada en quevivimos. Por ello, vivir conseriedad y provecho la epo-peya de la Pasión del Señoren estos días santos tieneun mérito mayor.

En la liturgia vamos aactualizar los misterios cen-trales de nuestra fe. Prepa-rémonos a participar enellos reconciliándonos conDios y con nuestros herma-nos recibiendo el sacramen-to de la penitencia. Busque-mos espacios amplios para

el silencio y la contempla-ción. Agradezcamos alSeñor en el Jueves Santo lainstitución de la Eucaristíay visitémoslo con piedady unción en los Monumen-tos. Vivamos con gratitudla severa liturgia del Vier-nes Santo y abramos nues-tro corazón para que la san-gre derramada de Cristosane nuestras heridas, pene-tre en nuestro espíritu, nosconvierta y nos salve.

Acompañemos al Señorcon recogimiento y sentidopenitencial en las hermosasprocesiones de nuestrospueblos y ciudades, que noson primariamente manifes-taciones culturales, sino ex-presión de la religiosidady el fervor de nuestro pue-blo, camino de evangeliza-ción y llamada a la conver-sión.

Quiera Dios que estosdías nos sirvan para en-contrarnos con Cristo,que transforma nuestrasvidas si nosotros nos deja-mos transformar por la efi-cacia de su sangre redento-ra. Ojalá que quien resucitapara la Iglesia y para elmundo en la Pascua florida,resucite sobre todo en nues-tros corazones y en nues-tras vidas. Sólo así experi-mentaremos la verdaderaalegría de la Pascua.

Para todos, mi saludo fra-terno y bendición.

LA VOZ DEL PASTOR

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Domingo de Ramos,pórtico de la Semana Santa

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Hoy todo son palmas. Hoy todo esalgarabía. Bullicio y algazara. Palmasy olivos. Niños, niñas, muchosniños y muchas niñas. Domingo deRamos, día tradicionalmente “deestrenos”. ¿Habrá algún estreno másgrande ni más llamativo que el es-treno de la vida misma? En el “Añode oración por la vida” tiene sentidocelebrar en este Domingo de Ramosa la vida misma como estreno. Lavida como don y como bien pri-mordial y prioritariamente llamadosa cuidarla, protegerla y preservarla.¡La vida que nos trae Jesucristo!

“¡Bendito el que viene y nos trae lamisericordia de Dios!”. La vida quenace del árbol de la vida: La cruz.La cruz que por vez primera en elDomingo de Ramos entregó elSiervo de Dios Juan Pablo II a losjóvenes cuando se celebró por vezprimera la “Jornada Mundial de laJuventud”, y que de nuevo la aco-geremos, por gracia de Dios,próximamente ya en nuestra tierra,en la Iglesia en España.

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domingo de ramos

La Iglesia, que ha venido preparándose durante laCuaresma para la celebración de la Pascua, se disponea celebrar, de manera inmediata, los acontecimientoscentrales de la pasión, muerte y resurrección de Jesús.

La última reforma litúrgica acentúa y pone de relievela entrada solemne de Cristo en Jerusalén, sobre unasno y no sobre un caballo, como lo hubiera hechocualquier poderoso de este mundo.

Las dos primeras lecturas de la Misa hablan por bocade Isaías y de Pablo del Siervo de Yavé ultrajado,injuriado, golpeado, que se manifiesta en Cristo despo-jado de su rango divino y sometido “incluso a la muertey una muerte de cruz”. En el relato de la Pasión delEvangelio de San Marcos, que es más para meditar quepara comentar, más para interiorizar que para escenificar,que es memoria y vivencia, Jesús consuma su fidelidady obediencia a la voluntad del Padre, culmina la Reden-ción, y pone de manifiesto que el camino de perfecciónes el amor a los demás, hasta dar la vida por ellos. Quienpierde su vida la gana para siempre.

Sentido del día

MANUEL GONZÁLEZ MUÑANAPárroco de la Inmaculada Concepción y San Alberto Magno

Jesús toma posesión de su Reino con la entradatriunfal en Jerusalén, pero el medio para realizarloserá su muerte y resurrección. Aparente fracaso. Apa-rente contradicción. Realidad paradójica, sometido amuerte ignominiosa, “Dios lo levantó sobre todo”.Para comprenderla y conciliar aspectos tan aparente-mente contradictorios es necesaria una fe firme queprofese y proclame “Jesucristo es Señor”, y “¡Viva elAltísimo!”.

Detrás de cada cruz hay que intuir un nuevo amane-cer pletórico de luz. La liturgia de hoy y la de laSemana Santa, bien entendidas, son llamada a la victoriafinal, al triunfo. Se trata de una “pasión gloriosa”.

La liturgia de este domingo viene a significar elcamino cotidiano del cristiano, que en medio de gran-des dificultades, siempre oye de fondo el canto victo-rioso del “hosanna”. El amor vence al dolor, la vidaa la muerte.

Comentario homiléticoLa «pasión gloriosa»

MARCELINO PRIEGOArcipreste de Transbetis-Sector Sur

(Mc 14, 1 – 15, 47)

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lunes, martes y miércoles santo

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La hospitalidad de Marta con Jesús es viva imagen dela Iglesia que acoge, que sirve, que cura, que pone calordonde hay frío, cariño donde hay que ponerlo, protec-ción al desvalido, posada al peregrino, pan para el camino.La Iglesia, casa y puerta siempre abierta a quien a ellase llega. Jesús, como quien se refugia en el calor afectuosode los amigos ante lo que se le viene encima, nos puedetraer hoy a la memoria, en este año de oración por lavida, a tantas madres que en la Iglesia y sus institucionesde caridad buscan protección y acogida al fruto de susentrañas, al hijo que esperan y que de ningún modolo quieren perder. ¡La vida que hay que acoger y mimardesde el primer momento y hasta el final, ante lo quese le viene encima: el aborto o la eutanasia! “A los pobreslos tenéis siempre con vosotros, pero a mí no siempreme tenéis”, nos dice hoy el Señor de la vida.

“El que Jesús tanto amaba”. Así se autodefine hoy elevangelista que narra los acontecimientos que, más omenos, ocurrieron en este día. El amor sentado a lamesa. El amor compartido en la mesa. El amor traicio-nado en la misma mesa. Siempre en la mesa se tratanlas intimidades. Siempre en la mesa, o en la sobremesa,hay momentos de descubrir lo más íntimo de la mismaintimidad. Hay confidencias que solamente se hacende corazón a corazón. Así es la vida misma. Así en másde una ocasión se ha podido oír en confidencia: “voya tener un hijo…”. Ya desde ese momento la vida puestaen confidencia y la intimidad en evidencia. En el MartesSanto de la traición al Autor de la vida: orar, proteger,velar, no traicionar la conciencia en la transmisión dela vida. “En el vientre materno ya me apoyaba en ti,Señor; en el seno Tú me sostenías”.

“Soy un extraño para mis hermanos, un extranjeropara los hijos de mi madre”. Así se expresa el salmistaponiendo en labios de Jesús los sentimientos de sucorazón destrozado por la traición y vil entrega porparte de uno de los suyos. En este Miércoles Santo,antevíspera de la hora suprema del amor, oír estaspalabras y pronunciarlas más todavía, estremecen yhacen estremecer. Estremecen al oírlas porque sonla expresión del abandono y de verse rechazado porel corazón del amigo. Hacen estremecer porquesuenan como la expresión, como la voz de los sinvoz, como la queja nunca bien oída ni atendida dela criatura que no pudo nacer porque otros no qui-sieron. El llamado “nasciturus” habla hoy por bocade Jesús traicionado, vendido y entregado: “Esperocompasión y no la hay”.

Lunes Santo

Martes Santo

Miércoles Santo

MARCELINOPRIEGO

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estación de penitencia

La Semana Santa y sus cofradías nodeben justificarse como cristianasporque lo son desde el principiohasta el final, desde la cruz que lasanuncia en su primera insignia hastalos mantos que cubren a las imáge-nes de la Virgen y hasta las piezasmusicales que se ofrendan a sus imá-genes. Como toda la religión, estáimpregnada de cultura, es decir, delos valores y de las formas de lasociedad en la que está inmersa, ypor eso se expresa de una forma aveces popular y otras mucho másascética y espiritual, pero ni en sumúsica más alegre ni en su expresiónmás heterodoxa deja la Semana San-ta de ser cristiana. ¿No llevan alSeñor y a María Santísima encarna-dos en imágenes bendecidas a lasque se reza con total devoción? ¿Nomuestran los misterios de su Pasióny no se reúnen en su nombre?

Y sin embargo, a veces cuesta en-tender que la Semana Santa se hayainculturado de unos elementos tanextrovertidos y jubilosos como losque se viven en los barrios o los quereúnen a tantas personas que ade-más de ver a Cristo siguen una ma-niobra costalera o el compás entreel andar de un paso y una marcha.No es difícil comprender a los quepiensen así. A los cristianos que noterminan de entender todas las ad-herencias culturales que se han idouniendo, enriqueciéndola, a la Sema-na Santa, habría que recomendarlesque salieran a la calle un ViernesSanto. La misma solemnidad de laMuerte de Cristo que han escucha-do, grave y profunda, en las iglesias,se la encontrarán en las calles de laciudad, pero sobre todo en un pun-to concreto: la Santa Iglesia Catedral,donde peregrinan las cinco herman-dades del día.

Si en las lecturas de los oficios serecuerda el último suspiro de Jesúsantes de reclinar la cabeza a la esperade la Resurrección, la hermandadde la Expiración lo pondrá en las

calles al caer la tarde, con la melan-cólica tristeza y la sensación de quela tormenta que hizo rasgarse el velodel templo comenzará de un momen-to a otro. El Cristo de la Clemenciallegará ya muerto, con la lanzada enel costado y el rostro marcado porel duro sufrimiento de las últimashoras. En el Campo de la Verdadlo estarán descendiendo de la cruz,y nada podrá mitigar la tristeza dever cómo el Amigo, el Hijo, el Maes-tro, que obraba en nombre de Diosy parecía poderlo todo, ahora bajainerte hacia la sepultura. Por la Com-pañía vendrá ya enterrado, más conla visión sobrenatural del sagrariodorado en que guardar el cuerpo deCristo, lleno de símbolos que prefi-guran la Redención y de un versícu-

lo del Evangelio que anticipa la luzque apenas tardará unas horas enllegar. Y al final, la Soledad de laVirgen María al pie de la cruz, yaheroica porque en ella se ha consu-mado la salvación de los hombres.Siempre la Madre, en su advocaciónde Rosario, de Desconsuelo, en suanticipo de Buen Fin y sobre todoen la imagen de Nuestra Señora delos Dolores que ata como un nudoauténticamente religioso a los cris-tianos de Córdoba en torno a sunombre. Hasta la alegría con la quela hermandad del Descendimientoregresa a su barrio, ya bien pasadala medianoche del Sábado Santo,tiene su sentido

No habrá demasiada música y casitoda, adecuada a la tristeza y al re-

La Catedral, alfa y omega

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cuerdo de lo que se conmemora, ytanto los que esperan en las callescomo los que siguen a las cofradíascon sus hábitos oscuros mostraránel espíritu del día. Sí, el ViernesSanto puede ser el día en que laseriedad de las hermandades puedellegar más al corazón de esos cristia-nos que por temperamento no sesienten cercanos a las hermandades.Pero también el día en el que seanticipe la comunión de todas lascorporaciones en torno a un lugarcomún al que peregrinar: la SantaIglesia Catedral. Desde el año pasa-do, las cinco cofradías hacen esta-ción en el primer templo, dondeacuden para venerar a la cruz, perotambién para mostrar cuál debe serel sentido de sus salidas procesiona-les y su meta final y verdadera. Unaingente multitud de cordobeses, notodos ellos de los que se llamancofrades, acudió al Patio de los Na-ranjos para contemplar su melancóli-co caminar y lo mismo se esperaeste año.

Se vivía un momento en que loscristianos de Córdoba, o al menosuna parte muy numerosa de ellos,vivían acompasados a un mismocorazón, el que latía en el Patio delos Naranjos y el interior del bosquede columnas de la Catedral, dondelas hermandades tenían la meta desu estación de penitencia, por másque después tuvieran que cumplirel protocolo innecesario de pasardelante de un palco de autoridadestemporales. La Semana Santa empe-zaba a ser algo común a toda la dió-cesis, simbolizada en la belleza dela tarde y en la peregrinación a laiglesia mayor de Córdoba.

Algún día todas las hermandadesde Córdoba harán lo mismo, busca-rán la Catedral y harán estación depenitencia ante el Santísimo o antela cruz. No quedan demasiados añospara que ello se cumpla. No será lapanacea para acabar con todos losmales de la Semana Santa, porquequien haga estación de penitencia ala Santa Iglesia Catedral deberá saberque si no lo hace con el espíritu deconversión necesario no le serviráde nada, pero sí que se habrá dadouno de los pasos más importantes

para que Córdoba, al fin, pueda re-cuperar una auténtica Semana Santa,y no sólo una yuxtaposición de co-fradías que dan un paseo por susbarrios o por el centro de la ciudady que se lucen ante un palco de auto-ridades mundanas. En este trance se

verá la auténtica grandeza de las co-fradías cordobesas y el espíritu detodos los implicados para conseguirque el reto más importante de cuan-tos se han dado en los últimos añosdé frutos hermosos y perdurables.

LUIS MIRANDA

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“Los amó hasta el extremo”. Hasta no podermás, humanamente hablando. “Amaos unosa otros como yo os he amado”. Así, cuandoparece que no podemos amar más es cuandoamamos como Jesús nos ha amado, es decir,nunca cansarse de amar. Podrá uno sentirsecansado, pero no puede cansarse de amar. Siel amor alguna vez parece que cansa es queno es amor. Es otra cosa que parece amorpero no es amor, porque “donde no hay amorpon amor y sacarás amor”. El amor no cansani se cansa. El amor no descansa ni encuentradescanso. El descanso del amor es el amormismo. “Los amó hasta el extremo”. Así nosamó porque “él nos amó primero”. Es el amorde Dios que como Dios mismo no tieneprincipio ni fin, así es que nos amó “hasta elextremo” y desde toda la eternidad. Al hilodel año de oración por la vida, ¡cuántas cria-turas no podrán amar ni ser amados porqueotros ni amaron ni quisieron amar! Amor conamor se paga. Hoy es el día del Amor fraterno.Del amor… sin límites.

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jueves santo

El Jueves Santo marca el compás y el ritmo de la SemanaSanta. Este compás es dinámico, porque tiene tonalidadesde alegría, de disponibilidad absoluta, de generosidadsublime, del servicio incondicional y de la fiesta sin fin.El ritmo está compuesto con las notas musicales delgozo, la fraternidad, y sobre todo, el amor. Compás yritmo se perpetúan en la Palabra divina que este díaproclama la Iglesia en la celebración de la Cena delSeñor. El Jueves Santo contiene múltiples imágenes parala vida y ofrece claves de lectura y pensamiento, paragozar, para meditar y para orar. Es un día Santo, tansublime que en él, los católicos podemos contemplartres imágenes literarias que pasan del lenguaje humano,a la cualidad de Palabra divina, en virtud del impulsogenerativo del Espíritu Santo que insufló su aliento enlos autores sagrados, para que éstos nos recontaran yreescribieran lo expresado y vivido en las primitivascomunidades creyentes.

La primera imagen bíblica expresa la comida delCordero pascual, releída a la luz de Cristo. La palabracordero tiene un profundo significado en el cristianismo,de manera que prefigura a Cristo, Cordero de Dios, quees la verdadera Pascua para el cristiano. La Cena pascualcristiana es la Eucaristía, donde Cristo, Pascua eternadel Padre Dios, se inmola y no solamente se convierteen nuestro alimento, sino que es nuestro Pastor que nosconduce a las fuentes de la vida. El Jueves Santo anticipade este modo, la entrega generosa y libre del Cordero, ANTONIO LLAMAS VELA

Profesor de Ciencias Bíblicas

Cristo que muere por todos, cuando en el templo deJerusalén, según la cronología de la pasión según SanJuan, se está sacrificando al último cordero, al mismotiempo que Jesús está pendiendo y expirando en la cruz(Ex 12, 1-8. 11-14).

La segunda imagen bíblica es aquella de la Eucaristía,la comida entre hermanos, donde Cristo se hace presentey actual, tanto en la mesa de la Palabra, como en la mesade la Eucaristía, a través del pan y del vino que seconvierten en Cuerpo y Sangre del Señor. La Eucaristíanos recuerda con alegría sublime el amor hasta el fin,de Alguien que se quiso quedar siempre entre nosotros,apostando por la vida en el misterio recóndito de la fe.Es el amor absoluto de Jesús al Padre, y desde Dios, atodos los hermanos (1 Cor 11, 23-26).

La tercera imagen bíblica manifiesta de manera clarael servicio de Jesús en el lavatorio de los pies. CristoÚnico y Sumo Sacerdote lava los pies a los suyos, en ungesto de amor de Él hacia el Padre y del Padre a todos.Jesús nos recuerda su novedad, aquella del amor quenunca pasa, de la generosidad que siempre nos desafíay del servicio generoso que nos reta continuamente aamar a todos para expresar el mandato nuevo. Así,Jesús nos muestra, sin excepciones, en qué consiste lavoluntad divina, la obediencia al Padre y la guarda delos mandamientos: Dar la vida por todos (Jn 13, 1-15).

Sentido del día

Comentario homilético«Os doy un mandamiento nuevo»

MARCELINOPRIEGO

Jn 13, 1-15

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viernes santo

Hermanos, Jesús ha muerto en la Cruz del Calvario. Esviernes santo. Esta imagen la contemplaremos en lassinfónicas imágenes escultóricas de nuestros pueblos yciudades. La Cruz se manifiesta como centro de laLiturgia del día en sus Oficios. Es el momento decontemplar y meditar agradecidos el gesto supremo deCristo por todos y cada uno de nosotros, la entrega desu propia vida, que ayer anticipara sacramentalmenteal partir y repartir su cuerpo y darnos su sangre para lavida del mundo. Y nadie tiene más amor que el que dala vida por sus amigos.

Dicho así, es hermoso, pero demasiado “acostumbrados”estamos a ello. Y para sacarnos de esa catarsis, paratomarnos en serio la Pasión y muerte en cruz de Jesu-cristo, tenemos la misma Palabra de Dios en la figuradel “siervo sufriente” que nos presenta Isaías, en laprimera lectura, que bien nos pone sobre la realidad deesta acción que Cristo lleva a cabo al encarnar todo elsufrimiento humano, incluido el de la muerte ignomi-niosa, una muerte de cruz, una muerte consecuencia delpecado de los hombres: el Señor cargó sobre él todosnuestros crímenes… y fue arrancado de la tierra de losvivos (Is 53, 5).

Cristo crucificado y muerto en la Cruz es la Palabrade Dios que sigue clamando contra el triunfo de lamuerte, contra las muertes ignominiosas de todos lostiempos, contra las muertes de millones de inocentes MANUEL MONTILLA CABALLERO

Párroco de Ntra. Sra. de la Fuensanta

de toda edad y condición. Continúa XXI siglos después,donde “la cultura de la muerte” parece que se consolidabajo la apariencia de “nuevos derechos”, nuevas “técnicas”nuevas “legalidades”, nuevos “paraísos”, nuevos signosde “progreso y modernidad”. Hermanos, Cristo hamuerto y Cristo sigue muriendo porque los hombresqueremos “salvarnos” por nosotros mismos y connuestros métodos.

Pero como bien nos dice San Pablo y bien sabemoslos creyentes en Cristo, la Cruz de nuestro Señor, quees necedad para los griegos, es la sabiduría de Dios parala vida del mundo. Es cierto que no debemos buscarnosel sufrimiento y la angustia nosotros mismos. Diosmanda el viernes santo donde quiere y cuando él quiere,pero debemos tener muy presente -no sólo teóricamente,sino en la práctica de nuestra vida- que la cruz essiempre don de Dios para nuestra salvación: La segundalectura nos actualiza que Cristo… llevado a la consu-mación, se ha convertido para todos los que le obedecenen autor de salvación eterna (Hb 5, 9). La cruz es elinstrumento elegido por el Padre en su Hijo –respetandola libertad de los hombres– para revelarnos su amor,para hacernos partícipes de su Vida. La Cruz nosmuestra en verdad que el hombre no se salva por sísólo, es Dios quien nos salva.

Sentido del día“Le echaron encima un manto de colorpúrpura”. Rojo como la sangre. Comohaciendo juego el color de su sangre de-rramada y el manto que la cubría. Comohaciendo un conjunto de vestir. Sus vesti-dos son rojos. Su manto rojo cubría larojez de su sangre. Su manto rojo ocultabala rojez de nuestro pecado. Su rojo mantoocultaba el enrojecimiento que mostrába-mos a causa de nuestras culpas. “Sus heri-das nos han curado”. Sus llagas nos sirvenpara refugiarnos en ellas. “Dentro de tusllagas escóndeme”. Benditas llagas de Cris-to que sanan nuestras maldades para queno sean malditas. Bendita sangre de Cristoque, derramada por nosotros y por todospara el perdón de los pecados, alcanza atodos, incluso a aquellos que aún no sehan enterado o no se han querido enteraro no han podido enterarse. ¡Bendita sangre,que es fuente de vida! Sangre de Cristo…

Comentario homilético«E, inclinando la cabeza, entregó su espíritu»

MARCELINO PRIEGOArcipreste de Transbetis-Sector Sur

Jn 18, 1 - 19, 42

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La Eucaristíafuente y cima de toda la vida cristiana

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SEMANA DE PASIÓN

En la Introducción de nuestro recién aprobado PlanPastoral 2008-2012, “Permaneced en mi amor” (Jn 15,9), se nos comienza diciendo: “Al centrar este Plan enla Eucaristía, respondemos al deseo del Señor cuandonos dijo: «Permaneced en mi amor» (Jn 15, 9). Queremoshacernos más conscientes de su presencia real eucarísticaentre nosotros, de manera que todos los discípulosestemos unidos al Maestro a través de la participacióndel banquete eucarístico, permanezcamos en la comu-nión fraterna y demos mucho fruto en el anuncio delEvangelio, en la actuación a favor de un orden justo enla sociedad y en el servicio de la caridad, especialmentea los más desvalidos, desfavorecidos, los que sufren ylos que pasan por diversas necesidades personales, fami-liares o laborales”. Son unas palabras que nos iluminande forma especial para adentrarnos en la vivencia delSanto Triduo Pascual desde el misterio eucarístico, comono podía ser de otra manera.

Así “La Iglesia vive de la Eucaristía”: Estas palabrasiniciales de la Encíclica de Juan Pablo II, Ecclesia deEucharistia (n. 1), ofrecen, en unión a las mencionadasanteriormente, el marco sencillo y profundo de lapresente reflexión y nos indican el sentido vital de unaIglesia que, siendo el Cuerpo visible de su Señor invisible,se nutre de Cristo Eucaristía, y por ello, como un cuerpo,se plasma y se construye, crece y se estructura vitalmentecon la celebración de la Eucaristía. En ella el Señor,Cabeza y Esposo de esta Iglesia que es su Cuerpo y su

Esposa, presente en el memorial de su pasión gloriosa,es decir en el acto que recapitula toda su existencia ysu misterio (Catecismo de la Iglesia católica n. 1085),no sólo la une a sí, sino que la configura, la estructura,la revela y la plasma para que sea cabal expresión deese pueblo santo sacerdotal del Padre, cuerpo místicosuyo y templo del Espíritu, sacramento universal desalvación.

La Eucaristía hace la Iglesia. La Iglesia hace la Euca-ristía. Estas dos clásicas expresiones del P. Henri DeLubac son perfectamente comprensibles sólo si se so-breentienden con la referencia a Cristo, es decir el Cristode la Eucaristía, el sacerdote y la víctima, el donante yel don. En efecto, es Cristo en la Eucaristía con laautodonación de su cuerpo y de su sangre, con la actua-lización de su misterio pascual y de sus efectos salvadores,el que hace de la Iglesia su Cuerpo y la plasma comosacramento universal de salvación. Y es Cristo presenteen la Iglesia, a través de la sucesión apostólica y minis-terial del sacerdocio ordenado, por su presencia en cadasacerdote celebrante, el que hace y realiza la Eucaristía.Esta referencia al Cristo eucarístico y al Cristo sacerdotalnos permite comprender mejor el binomio de recipro-cidad entre la Eucaristía que hace la Iglesia y la Iglesiaque hace la Eucaristía, para no separar nunca la dimen-sión sacramental del sacerdocio y de la eucaristía, de lasucesión y transmisión de la presencia de Cristo en losapóstoles y sus sucesores por medio del Espíritu Santo.

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Sólo a ello, de manera exclusiva, ha confiado el ministerioeucarístico y la realidad misma del único sacerdocio deCristo que en la actualización sacramental de su misteriopascual hace que la Iglesia nazca y renazca siempre deese misterio.

El misterio eucarístico en su plenitud, como hemosinsinuado, actualiza el momento recapitulador de toda

la vida de Jesús, su misterio pascual, significado yrealizado en el cuerpo entregado y en la sangre derra-mada. Pero que en la mejor tradición de la Iglesia y desus plegarias eucarísticas incluye la efusión pentecostaldel Espíritu, para que la Iglesia sea, como en Pentecostés,y ahora por medio de la Eucaristía, un solo cuerpo yun solo Espíritu.

Esta doctrina recoge la mejor tradición de las Iglesiasde Oriente y Occidente, desde los primeros siglos. Esla perspectiva rica y eficaz del misterio de nuestrasalvación en el que se pone en el principio y en el centrola Eucaristía plenamente celebrada y vivida; la Iglesiaque tiene como momento central y fontal esa Eucaristíaque la revela y la realiza; y la caridad, que fluye de laEucaristía, para ser la fuerza que la aglutina en la comu-nión, en todas sus expresiones jerárquicas y carismáticas;y la que la lleva en la misión al testimonio de un amorsin límites que se revela en la fuerza de la evangelizaciónmisionera, en la creatividad del amor y del servicio yforja una comunidad nueva que nace del celebrar el

misterio del amor de Cristo, y un testimonio que semanifiesta en el bautismo.

En torno a la Eucaristía y como revelación del misteriode la Iglesia se va formando y conformando, se revelay se explicita la función apostólica en cuanto a regir,enseñar y santificar. Y tiene como consecuencia unadimensión de ortodoxia de la fe, de predicación y salva-guardia de la verdad, para que nuestra doctrina, comodice San Ireneo, corresponda a la Eucaristía que cele-bramos y viceversa, ya que la celebración de la Eucaristíasupone la confesión unánime y completa de la fe. [«Nuestro modo de pensar (la confesión de la fe) con-cuerda con la Eucaristía (la celebración del misterio)y la Eucaristía es conforme a nuestro modo de pensar”Cfr. Adversus Haereses IV, 18, 5, ed. SC 100, p.611].Con una función santificadora que tiene en la Eucaristíasu punto de llegada y de partida, con los sacramentosde la iniciación cristiana y con los otros sacramentos

que tienen en la Eucaristía su centro y su culmen. Ycon la consecuente irradiación de la caridad hacia todos.

Quiera la Santísima Virgen María, nuestra Madre, laMujer Eucarística, ayudarnos estos días a vivir la Euca-ristía de una forma decisiva para toda nuestra vida.

Tomado de: SIMPOSIO TEOLÓGICO-PASTORAL DEL XLVIII CONGRESOEUCARÍSTICO INTERNACIONAL.LA EUCARISTÍA QUE EDIFICA LA IGLESIAConferencia del P. Jesús Castellano Cervera (+) ocd.Guadalajara, México. Miércoles 6 de octubre de 2004Fuente: www.vatican.va

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SEMANA DE PASIÓN

«Y es Cristo presente en la Iglesia, a travésde la sucesión apostólica y ministerial delsacerdocio ordenado, por su presencia en cadasacerdote celebrante, el que hace y realiza laEucaristía.»

«Es Cristo en la Eucaristía con la autodonaciónde su cuerpo y de su sangre, con la actualizaciónde su misterio pascual y de sus efectos salvadores,el que hace de la Iglesia su Cuerpo y la plasmacomo sacramento universal de salvación.»

LEONARDO DA VINCI, SAGRADA CENA, MILÁN

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La Asamblea de la Agrupación deHermandades y Cofradías de Cór-doba, tras la reunión celebrada elpasado 25 de marzo, acuerda hacerpúblico el siguiente comunicado:

1.- Ratificar todos y cada uno delos puntos del comunicado aproba-do por unanimidad en la AsambleaGeneral Extraordinaria celebradael pasado miércoles 18 de marzo,relativo al compromiso de las her-mandades cordobesas con la defensadel derecho a la vida, en todas susmanifestaciones, en sintonía con laDoctrina de la Iglesia Católica, dela cual formamos parte.

2.- Exigir el máximo respeto aeste posicionamiento, de índole ex-clusivamente moral, en consonanciacon los valores cristianos que defen-demos y alejado de cualquier inten-cionalidad política, como tendencio-samente se ha interpretado desde

ciertos ámbitos, lo cual no es incom-patible con nuestro más enérgicorechazo a tales manipulaciones.

3.- Con el fin de procurar un en-torno de fervor y devoción en lamanifestación pública de fe que su-pone la Estación de Penitencia, quepodría verse alterado por elementosexternos que no entienden ni respe-tan la libertad de expresión, conside-ramos oportuno omitir la inclusiónde elementos simbólicos alusivos ala postura defendida, dado que seha desvirtuado el verdadero signifi-cado de los mismos.

4.- Por último, esta Agrupaciónde Hermandades y Cofradías conti-nuará trabajando en el objetivo dehacer llegar el mensaje de defenderla vida, en todas sus manifestaciones,como un preciado don divino, encuantas acciones formativas y asis-tenciales estén a su alcance.

Día 4 de abril7:00 h. Vía Crucis por las calles de su

feligresía.Santa Misa.Exposición del Santísimo Sacra-mento hasta las 07:00h del Domin-go de Ramos.

Parroquia de San Miguel

“Oración porla Vida”

Se establecerán turnos de Vela.Dirigirse a la Sacristía de la Parroquia.

Llega la Semana Santa, con sus tresescenarios: el templo, la solemnidadlitúrgica; la calle, la religiosidad popu-lar; y el corazón, la conversión perso-nal. Llega la cruz y la silueta del Cru-cificado. Y llega, un año más, lacelebración de la redención del génerohumano. Y sus “Siete palabras...”. Co-mo susurraba el poeta: “Las siete paramí. Las siete, viento que me lleve con-tigo al infinito”. Hagamos un huecode silencio para escucharlas, reflexio-narlas y rezarlas.

Primera: “Padre, perdónalos...”. Elgran historiador José María GarcíaEscudero, decía que “todo el cristianis-mo se puede reducir a una sola palabra:Padre”. Cristo une a esa palabra, unatarea infinita y maravillosa: “perdonar”.

Segunda: “Hoy estarás conmigo enel paraíso...”. El buen ladrón nos dejauna hermosa plegaria: “Acuérdate demí, Señor...”. Todos somos ladrones.Robamos fama, dinero, posibilidades,ilusiones, virtudes que debieron flore-cer. Cristo nos desborda siempre consus respuestas.

Tercera: “Mujer, ahí tienes a tu hi-jo...”. María no recibe un ministeriosino una misión: ser la Madre y elcorazón de la Iglesia.

Cuarta: “Dios mío, Dios mío...”. Esel grito del justo que sufre. No tenga-mos miedo de gritar porque comodecía Edith Stein: “Cuanta más oscuri-dad, más debemos abrir el corazón ala luz que viene de lo alto”.

Quinta: “Tengo sed”. Es la palabrade la entrega total de Cristo a la volun-tad del Padre, costara lo que costase.El crucificado tiene sed, sobre todo,porque pide y desea terminar de apurarla copa que el Padre le ha ofrecido.

Sexta: “Todo está cumplido”. La pa-labra de la plenitud. ¡Qué hermoso espoder decir: “La obra que el Padre meha confiado está plenamente realizada”.

Séptima: “En tus manos encomiendomi espíritu...”. Cristo muere. Nace laIglesia. Se salva el mundo. A partir dela muerte de Cristo, el mundo comien-za a resucitar. Es como si nos dijera:

“En vuestras manos deposito mi tarea...”

COMUNICADO DE LA AGRUPACIÓN DEHERMANDADES Y COFRADÍAS DE CÓRDOBA

ANTONIO GILPárroco de San Lorenzo

al trasluz

Las 7 Palabras

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I. Jesús es con-denado a muer-te. El Juez delmundo, que undía volverá ajuzgarnos, estáallí, humillado,deshonrado e in-defenso delante

del juez terreno. Pilato no es unmonstruo de maldad. Sabe que estecondenado es inocente; busca el mo-do de liberarlo. Pero su corazón estádividido. Y al final prefiere su posi-ción personal, su propio interés, alderecho. También los hombres quegritan y piden la muerte de Jesús noson monstruos de maldad. (...) Peroen aquel momento están sometidosa la influencia de la muchedumbre.(...) Y así, la justicia es pisoteada porla bellaquería, por la pusilaminidad,por miedo a la prepotencia de lamentalidad dominante. La sutil vozde la conciencia es sofocada por elgrito de la muchedumbre. La indeci-sión, el respeto humano dan fuerzaal mal.

II. Jesús con lacruz a cuestas.Jesús, condena-do por declararserey, es escarneci-do, pero precisa-mente en la burlaemerge cruel-mente la verdad.

¡Cuántas veces los signos de poderostentados por los potentes de estemundo son un insulto a la verdad, ala justicia y a la dignidad del hombre!(...) El precio de la justicia es el sufri-miento en este mundo: él, el verda-dero rey, no reina por medio de laviolencia, sino a través del amor quesufre por nosotros y con nosotros.Lleva sobre sí la cruz, nuestra cruz,el peso de ser hombres, el peso delmundo. Así es como nos precede ynos muestra cómo encontrar el cami-no para la vida eterna.

III. Jesús cae porprimera vez. Elhombre ha caídoy cae siempre denuevo: cuántasveces se convier-te en una carica-tura de sí mismoy, en vez de ser

imagen de Dios, ridiculiza al Creador.(...) Jesús que cae bajo la cruz no essólo un hombre extenuado por laflagelación. El episodio realata algomás profundo. (...) En su caída bajoel peso de la cruz aparece todo elitinerario de Jesús: su humillaciónvoluntaria para liberarnos de nuestroorgullo. Subraya a la vez la naturale-za de nuestro orgullo: la soberbiaque nos induce a querer emancipar-nos de Dios, a ser sólo nosotrosmismos, sin necesidad del amor eter-no y aspirando a ser los únicos artífi-ces de nuestra vida. (...) La humilla-ción de Jesús es la superación denuestra soberbia: con su humillaciónnos ensalza. Dejemos que nos ensal-ce. Despojémonos de nuestra auto-suficiencia, de nuestro engañoso afánde autonomía y aprendamos de él,del que se ha humillado, a encontrarnuestra verdadera grandeza, humi-llándonos y dirigiéndonos haciaDios y los hermanos oprimidos.

IV. Jesús se en-cuentra con suMadre. En el Víacrucis de Jesúsestá tambiénMaría, su Madre.Durante su vidapública debía re-tirarse para dejar

que naciera la nueva familia de Jesús,la familia de sus discípulos. (...) Yesto muestra que ella es la Madre deJesús no solamente en el cuerpo, sinotambién en el corazón. (...) Se lehabía dicho: «Concebirás en tu vien-tre y darás a luz un hijo... Será gran-de..., el Señor Dios le dará el trono

de David su padre» (Lc 1, 31 ss).Pero poco más tarde el viejo Simeónle diría también: «y a ti, una espadate traspasará el alma» (Lc 2, 35). (...)Ahora se hace realidad. En su cora-zón habrá guardado siempre la pala-bra que el ángel le había dicho cuan-do todo comenzó: «No temas,María» (Lc 1, 30). Los discípuloshan huido, ella no. Está allí, con elvalor de la madre, con la fidelidadde la madre, con la bondad de lamadre, y con su fe, que resiste en laoscuridad: «Bendita tú que hascreído» (Lc 1, 45). «Pero cuandovenga el Hijo del hombre, ¿encontra-rá esta fe en la tierra?» (Lc 18, 8). Sí,ahora ya lo sabe: encontrará fe. Éstees su gran consuelo en aquellos mo-mentos.

V. El Cireneoayuda a Jesús allevar la cruz.Simón de Cirene,de camino haciacasa volviendodel trabajo, seencuentra ca-sualmente con

aquella triste comitiva de condena-dos, un espectáculo quizás habitualpara él. (...) Del encuentro involun-tario ha brotado la fe. Acompañandoa Jesús y compartiendo el peso de lacruz, el Cireneo comprendió queera una gracia poder caminar juntoa este Crucificado y socorrerlo. Elmisterio de Jesús sufriente y mudole ha llegado al corazón. Jesús, cuyoamor divino es lo único que podíay puede redimir a toda la humanidad,quiere que compartamos su cruzpara completar lo que aún falta a suspadecimientos (Col 1, 24). Cada vezque nos acercamos con bondad aquien sufre, a quien es perseguido oestá indefenso, compartiendo su su-frimiento, ayudamos a llevar la mis-ma cruz de Jesús. Y así alcanzamosla salvación y podemos contribuir ala salvación del mundo.

«Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, quedainfecundo; pero si muere, dará mucho fruto» (Jn 12, 24)

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/09 VI. La Verónica

enjuga el rostrod e J e s ú s .( . . . ) V e r ó n i c a–Berenice, segúnla tradición grie-ga– encarna esteanhelo que aco-muna a todos los

hombres píos del Antiguo Testamen-to, el anhelo de todos los creyentesde ver el rostro de Dios. (...) Es laimagen de la mujer buena que, en laturbación y en la oscuridad del cora-zón, mantiene el brío de la bondad,sin permitir que su corazón se oscu-rezca. (...) Inicialmente, Verónica vesolamente un rostro maltratado ymarcado por el dolor. Pero el actode amor imprime en su corazón laverdadera imagen de Jesús: en el ros-tro humano, lleno de sangre y heridas,ella ve el rostro de Dios y de su bon-dad, que nos acompaña también enel dolor más profundo. Únicamentepodemos ver a Jesús con el corazón.Solamente el amor nos deja ver y noshace puros. Sólo el amor nos permitereconocer a Dios, que es el amormismo.

VII. Jesús caepor segunda vez.La tradición delas tres caídas deJesús y del pesode la cruz hacepensar en la caídade Adán –ennuestra condi-

ción de seres caídos– y en el misteriode la participación de Jesús en nuestracaída. Ésta adquiere en la historiaformas siempre nuevas. (...) Podemospensar también en cómo la cristiandad,en la historia reciente, como cansán-dose de tener fe, ha abandonado alSeñor: las grandes ideologías y lasuperficialidad del hombre que ya nocree en nada y se deja llevar simple-mente por la corriente, han creadoun nuevo paganismo, un paganismopeor que, queriendo olvidar definiti-vamente a Dios, ha terminado pordesentenderse del hombre. El hombre,pues, está sumido en la tierra. El Señorlleva este peso y cae y cae, para podervenir a nuestro encuentro; él nos mira

para que despierte nuestro corazón;cae para levantarnos.

VIII. Jesús en-cuentra a lasmujeres de Jeru-salén. Oír a Jesúscuando exhorta alas mujeres de Je-rusalén que lo si-guen y lloran porél, nos hace re-

flexionar. (...) De nada sirve compa-decer con palabras y sentimientos lossufrimientos de este mundo, si nues-tra vida continúa como siempre. Poresto el Señor nos advierte del riesgoque corremos nosotros mismos. Nosmuestra la gravedad del pecado y laseriedad del juicio. No obstante todasnuestras palabras de preocupaciónpor el mal y los sufrimientos de losinocentes, ¿no estamos tal vez dema-siado inclinados a dar escasa impor-tancia al misterio del mal? (...) No sepuede seguir quitando importanciaal mal contemplando la imagen delSeñor que sufre. También él nos dice:«No lloréis por mí; llorad más bienpor vosotros... porque si así tratan alleño verde, ¿qué pasará con el seco?»

IX. Jesús cae port e r c e r a v e z .¿Qué puede de-cirnos la terceracaída de Jesús ba-jo el peso de lacruz? (...) ¿no de-beríamos pensartambién en lo

que debe sufrir Cristo en su propiaIglesia? En cuántas veces se abusa delsacramento de su presencia, y en elvacío y maldad de corazón dondeentra a menudo. ¡Cuántas veces cele-bramos sólo nosotros sin darnos cuen-ta de él! ¡Cuántas veces se deformay se abusa de su Palabra! (...) ¡Quépoco respetamos el sacramento de laReconciliación, en el cual él nos espe-ra para levantarnos de nuestras caídas!También esto está presente en su pa-sión. La traición de los discípulos, larecepción indigna de su Cuerpo y desu Sangre, es ciertamente el mayordolor del Redentor, el que le traspasael corazón. No nos queda más que

gritarle desde lo profundo del alma:Kyrie, eleison – Señor, sálvanos (cfMt 8,25).

X. Jesús es des-pojado de susvestiduras. (...)Ser desnudado enpúblico significaque Jesús no esnadie, no es másque un margina-do, despreciado

por todos. (...) Jesús despojado nosrecuerda que todos nosotros hemosperdido la «primera vestidura» y, portanto, el esplendor de Dios. Al piede la cruz los soldados echan a suertesus míseras pertenencias, sus vestidos.(...) Nada es pura coincidencia, todolo que sucede está dicho en la Palabrade Dios, confirmado por su designiodivino. El Señor experimenta todaslas fases y grados de la perdición delos hombres, y cada uno de ellos, noobstante su amargura, son un pasode la redención: así devuelve él a casala oveja perdida. Recordemos tam-bién que Juan precisa el objeto delsorteo: la túnica de Jesús, «tejida deuna pieza de arriba abajo» (Jn 19, 23).Podemos considerarlo una referenciaa la vestidura del sumo sacerdote, queera «de una sola pieza», sin costuras.Éste, el Crucificado, es de hecho elverdadero sumo sacerdote.

XI. Jesús clava-do en la cruz. (...)La Sábana Santade Turín nospermite hacernosuna idea de la in-creíble crueldadde este procedi-miento. Jesús no

bebió el calmante que le ofrecieron:asume conscientemente todo el dolorde la crucifixión. Su cuerpo está mar-tirizado; se han cumplido las palabrasdel Salmo: «Yo soy un gusano, noun hombre, vergüenza de la gente,desprecio del pueblo» (Sal 21, 27).(...) Detengámonos ante esta imagende dolor, ante el Hijo de Dios sufrien-te. (...) Tratemos de descubrir su ros-tro en aquellos que tendemos a des-preciar. Ante el Señor condenado,

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que no quiere usar su poder paradescender de la cruz, sino que másbien soportó el sufrimiento de la cruzhasta el final, podemos hacer aún otrareflexión. Ignacio de Antioquia, enca-denado por su fe en el Señor, elogióa los cristianos de Esmirna por su feinamovible: dice que estaban, por asídecir, clavados con la carne y la sangrea la cruz del Señor Jesucristo (1,1).Dejémonos clavar a él, no cediendoa ninguna tentación de apartarnos, nia las burlas que nos inducen a darlela espalda.

XII. Jesús muereen la cruz. Sobrela cruz (...) estáescrito quien esJesús: el Rey delos judíos, el Hijoprometido deDavid. (...) Efec-tivamente, él es

verdaderamente el rey del mundo.Ahora ha sido realmente «ensalzado».En su descendimiento, ascendió. Aho-ra ha cumplido radicalmente el man-damiento del amor, ha cumplido elofrecimiento de sí mismo y, de estemodo, manifiesta al verdadero Dios,al Dios que es amor. Ahora sabemosque es Dios. Sabemos cómo es laverdadera realeza. Jesús recita el Sal-mo 21, que comienza con estas pala-bras: «Dios mío, Dios mío, ¿por quéme has abandonado?» (Sal 21, 2). Asu-me en sí a todo el Israel sufriente, atoda la humanidad que padece, eldrama de la oscuridad de Dios, mani-festando de este modo a Dios justa-

mente donde parece estar definitiva-mente vencido y ausente. La cruz deJesús es un acontecimiento cósmico.El mundo se oscurece cuando el Hijode Dios padece la muerte. La tierratiembla. Y junto a la cruz nace laIglesia en el ámbito de los paganos.El centurión romano reconoce y en-tiende que Jesús es el Hijo de Dios.Desde la cruz, él triunfa siempre denuevo.

XIII. Jesús esbajado de la cruzy entregado a suMadre. (...) Aho-ra que ha sopor-tado todo, se veque, a pesar detoda la turbacióndel corazón, a

pesar del poder del odio y de la ruin-dad, él no está solo. Están los fieles.Al pie de la cruz estaba María, suMadre, la hermana de su Madre, Ma-ría, María Magdalena y el discípuloque él amaba. Llega también un hom-bre rico, José de Arimatea: el ricologra pasar por el ojo de la aguja,porque Dios le da la gracia. (...) Yllega también un miembro del Sane-drín, Nicodemo, al que Jesús habíaanunciado el misterio del renacer porel agua y el Espíritu. También en elsanedrín, que había decidido su muer-te, hay alguien que cree, que conocey reconoce a Jesús después de su muer-te. En la hora del gran luto, de la granoscuridad y de la desesperación, surgemisteriosamente la luz de la esperanza.El Dios escondido permanece siem-

pre como Dios vivo y cercano. Tam-bién en la noche de la muerte, el Señormuerto sigue siendo nuestro Señory Salvador. La Iglesia de Jesucristo,su nueva familia, comienza a formarse.

XIV. Jesús espuesto en el se-pulcro. (...)Diosse ofrece genero-samente a sí mis-mo. Si la medidade Dios es la so-breabundancia,también para no-

sotros nada debe ser demasiado paraDios. (...) En la descomposición delas ideologías, nuestra fe debería seruna vez más el perfume que conducea las sendas de la vida. En el momentode su sepultura, comienza a realizarsela palabra de Jesús: «Si el grano detrigo no cae en tierra y muere, quedainfecundo; pero si muere, dará muchofruto» (Jn 12, 24). Jesús es el granode trigo que muere. Del grano detrigo enterrado comienza la gran mul-tiplicación del pan que dura hasta elfin de los tiempos: él es el pan de vidacapaz de saciar sobreabundantementea toda la humanidad y de darle elsustento vital: el Verbo de Dios, quees carne y también pan para nosotros,a través de la cruz y la resurrección.Sobre el sepulcro de Jesús resplandeceel misterio de la Eucaristía.

Hoy empezamos la llamada SemanaMayor, o Santa. Es un momento serioy, en parte, de evaluación de nuestrafe cristiana. Nuestras procesionessacando a la calle las bellas imágenesen esos pasos artísticamente ornamen-tados, son una catequesis. En elloslee el pueblo la pasión y muerte deJesús y el dolor de su Madre. Y ojalámás de uno se sienta movido a ir altemplo a confesar sus pecados y lavar-los con la Sangre de Cristo. Respetomerecen los costaleros, que despuésde largos ensayos pasarán horas deba-

jo de los pasos expresando su fe conel gesto silencioso de llevar a su Vir-gen o a su Cristo. Pero... ¡no hay peroque valga! Eso es válido y basta. Esuna parte de la Semana Santa.

Hay otra; la que se realiza sacramen-talmente en los templos. Los SantosOficios son vivencias de fe y de amorque llenan el corazón cristiano deesperanza y de ilusión. ¿Que vienenpocos o menos que a las procesiones?Muchos o pocos viven la SemanaSanta en sus más profundos misteriosy se sentirán maravillosamente enri-quecidos en su fe. Los que no van...eso se pierden. Lo siento de veras. Si

gana la pereza, la frivolidad, la pocafe o ninguna... es lamentable. A lomejor sólo gana la ignorancia. Quizáses más triste, gana el ateísmo ambien-tal o descristianización programada.También lo siento.

Pero, queridos creyentes, los queasistiremos a los oficios, rezaremosen el monumento, haremos el Vía-Crucis, así tenemos en qué invertirnuestra plegaria. Oremos por todosellos, sintamos su inmensa desgraciay que llegue hasta el cielo nuestroclamor: “Perdona a tu pueblo, perdó-nale Señor”.

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Estracto de las meditaciones y oraciones del CardenalJoseph Ratzinger del Vía Crucis en el Coliseo el ViernesSanto del año 2005.

Imágenes del Vía Crucis de la Catedral Padua, EscuelaVeneciana, s. XVIII.

GASPAR BUSTOS ÁLVAREZDelegado del CleroORAR

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Los siete dolores que afligieron ala Stma. Virgen siembran nuestrocorazón de fe y confianza en Dios,con la certeza de la feliz y gloriosaresurrección en Cristo Jesús.

Primer dolor: María acoge enla fe el designio de Dios reveladoal santo anciano Simeón, de cómouna espada le traspasará su alma.

¡Cuántas veces, Madre, nos re-velamos ante el dolor que padece-mos, ante el sufrimiento que nosacosa y nos derriba, ante la injus-ticia que creemos nos infligen yTú nos das el ejemplo a seguir paraque el desasosiego no se conviertaen desaliento!

Segundo dolor: ¡Qué angustiala tuya, Madre mía, cuando enplena noche te despertara José y te dijera, lleno de congoja,que teníais que huir a Egipto para poner en lugar seguroa vuestro Hijo, emprendiendo por caminos desconocidosuna huida lejos de tu patria! Madre, ¿acaso no hay ahorahermanos nuestros que huyen de la persecución quesufren en sus tierras por motivos religiosos y políticos,que dejan su querido país para alimentar a su familia, ymarchan solos con el inmenso sufrimiento de dejar a susseres más queridos!¡Tú, Valor de los perseguidos yFortaleza de los oprimidos, grava sobre nosotros tuaflicción para que ayudemos con presteza a esos hermanosque necesitan de nosotros!

Tercer dolor: Madre, sentirías golpear la zozobra entu corazón cuando Jesús se perdió en Jerusalén y no loencontrabas. Y al final, con la confianza en Dios quesiempre tuviste, lo hallaste en el templo entre los doctoresde la Ley.

¡Señora, cuántas y cuántas madres sienten el desasosiegode ver a sus hijos perdidos en el mundo de la droga, deldinero fácil, de la sensualidad mal entendida!,¡cuántas ycuántas madres buscan silenciosamente tu ayuda paraque sus hijos se enderecen y vuelvan al camino recto,proyecten su porvenir por la vía del esfuerzo y del trabajo,pidiendo a Dios que las alumbre con la luminaria de lafe para encauzar a sus hijos!

Cuarto dolor: María, sufriste indeciblemente cuandoencontraste a tu Hijo camino del Calvario, ofendido yultrajado, Él, que pasó haciendo el bien.

Siempre han existido socialmente horas de tremendosy amargos desengaños, pero hay que sobreponerse y dartestimonio amoroso aunque el dolor transite por nuestroscorazones, como caminó Cristo por la calle de la amargura.Es el dolor que siente el propio Jesús ante el sufrimientode muchos hermanos nuestros, porque nunca estamostan cerca de Jesús sino cuando sufrimos por nuestro

prójimo. ¡Tú, Defensa de los ino-centes, de los concebidos y nonacidos, de la vida en todas susmanifestaciones, ayúdanos a seguirel ejemplo de aquellas personasque con su entrega y abnegacióncalladas se labran su corona degloria eterna y la santidad de losverdaderos hijos de Dios!Quinto dolor: Madre, tu almaconturbada desfalleció ante tantapena al ver a tu Hijo clavado enla cruz, como igualmente desfa-lleces ahora cuando condenamosa muchos hermanos nuestros, co-mo sucede cuando opinamos in-justa y despiadadamente de losdemás y sin posibilidad de defensade la persona ultrajada, murmu-

rando gratuitamente o, simplemente, medrando en claroperjuicio de nuestro prójimo. Jesús de Nazaret siguemuriendo a diario y de nosotros depende que ayudemosa bajarlo de esa cruz que lo atormenta.

Sexto dolor: ¡Qué dolor más inmenso el tuyo cuandoJosé de Arimatea y Nicodemo descendieron de la cruzel cuerpo de tu Hijo! Lo recibiste en tus amorosos brazos,quitándole de su frente las espinas punzantes que seclavaron en su augusta frente, cogiendo y besando lossantos clavos que taladraron sus manos y sus pies. Esasmanos que obraron tantos prodigios y maravillas, esosmismos pies que anduvieron incansables para anunciarel Amor, yacieron inertes en tu regazo, que sirvió decuna a quien nació humildemente en un pesebre, a pesarde ser el mismo Dios, que se rebajó, para salvarnos, a lavoluntad de siervo.

¡Madre nuestra, que cuando llegue la hora de nuestramuerte nos acojas en tus brazos amorosos!

Séptimo dolor: Madre consumada de penas, sentistetraspasado tu corazón inmaculado cuando procedierona la sepultura de tu Hijo. ¡María, qué tremenda e inmensasoledad la tuya cuando viste depositar la losa que cerrabael sepulcro de Jesús, y cuando entraste a tu casa sin sucompañía! Virgen Santa, es la soledad humanamentecompartida por quienes ya no gozan de la presenciaamorosa de sus seres más queridos...Pero tú, Señora, sabesque eres la Sierva de la Reconciliación y la Virgen de laPascua, y que el misterio de la vida y de la muerte deJesús es el misterio mismo de su resurrección, de nuestraresurrección, porque todos hemos sido “consepultadoscon Cristo” y resucitados con Él, y nadie, absolutamentenadie, ni siquiera la propia muerte, nos podrá separar delamor de Dios.

JUAN JOSÉ JURADO JURADOHermano mayor de Los Dolores

sábado santo

Meditación sobre los siete dolores de la Virgen