semana santa madrugada del viernes santo diario … · para que parezcan helados de nata. basta con...

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CYAN MAGENTA AMARILLO NEGRO (COLOR) - Pub: NUEVO CORDOBA Doc: 01095V Red: 100% Ed: Primera EDICION Cb: 00 Enviado por: Maria Jose Torrico Filmacion: 48 - Dia: 07/04/2007 - Hora: 01:41 110 SEMANA SANTA NUBE DE SILENCIO EN SAN HIPÓLITO ANTONIO VARO | LA BUENA MUERTE La hermandad de los nazarenos congregantes no pudo poner en las calles de la Madrugada la rúbrica de su silencio negro al texto que tampoco llegaron a escribir las seis cofradías del Jueves Santo, pero condensó en una espesa nube de incienso la emoción de sus nazarenos en la colegiata En la parte superior, acólito y nazarenos junto al paso del Cristo. A la izquierda, el palio de la ‘Reina’ muestra su esplendor. Sobre estas líneas, el humo del incienso perfuma el recinto de la colegiata. | JUAN MANUEL VACAS FANALES JESÚS GARCÍA Es un cofrade y costalero de la Santa Faz, que este año iba a salir también bajo el paso de pa- lio de la Reina de los Mártires. La frus- tración del Martes Santo se repitió en la Madrugada. Como él, muchos cofra- des han sentido en la piel del alma el arañazo de la decepción al no poder materializar su deseo de hacer esta- ción de penitencia. CLAVELES El exorno floral de la Rei- na de los Mártires, compuesto exclusi- vamente de claveles blancos, y sin agobios de ostentación, demuestra hol- gadamente que no hace falta recargar de flores los pasos, ni apretar las piñas para que parezcan helados de nata. Basta con saber elegir el tipo, la canti- dad y la distribución. SAETAS Álvaro Vizcaíno es joven, co- frade, imaginero, vestidor y saetero. Ayer, en San Hipólito, cantó unas sae- tas ante la Reina, que tuvieron el esca- lofrío añadido de que nadie de los que en ese momento estaban en el templo tuvo, como por otra parte era lógico, la osadía de aplaudir. Y es que la saeta más bella es la que se hunde en el po- zo del silencio... 10 SEMANA SANTA 3 MADRUGADA DEL VIERNES SANTO DIARIO CÓRDOBA Sábado, 7 de abril del 2007 H acía frío. Las finas gotas de lluvia, dispersas y es- porádicas, no tenían enti- dad suficiente para hacer que se abrieran los paraguas. La plaza de San Ignacio estaba llena. Un gru- po de franceses, de Burdeos, espe- raban la salida de la cofradía: “Nos han dicho que esta proce- sión es maravillosa”, comentaba una mujer del grupo en un es- pañol impecable. El filo de la medianoche abrió la Madrugada, pero los goznes del portón de San Hipólito no hicie- ron su trabajo de abrir las puer- tas al Silencio. Los congregados supieron inmediatamente que las más pesimistas expectativas se iban a cumplir. Nadie se fue. Pasó media hora, y la masa se compactó en una ancha fila. La puerta se abrió, pero solo para de- jar salir una nube de incienso que llevaba tiempo colándose por las rendijas y entibiando el aire frío de la noche. El Silencio con mayúscula no saldría. Habría que entrar al templo para hallarlo. Dentro, el silencio era sólido. Ne- gros nazarenos de aguzados capi- rotes montaban guardia ante los pasos y los acólitos ceroferarios y turiferarios cumplían su misión. Solo había luz de cera en la cole- giata. La Reina brillaba sobre su candelería y sobre un exquisito reino de claveles blancos con la firma impecable de Antonio López Raya. Frente a ella, más en- vuelto aún en la aromada nube mística, el Crucificado de la Bue- na Muerte erguía su silueta des- colgada sobre un tapiz de iris mo- rados en cuyas esquinas, este año, los faroles ocupaban el lugar de los hachones.

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CYAN MAGENTA AMARILLO NEGRO (COLOR) - Pub: NUEVO CORDOBA Doc: 01095V Red: 100% Ed: Primera EDICION Cb: 00 Enviado por: Maria Jose Torrico Filmacion: 48 - Dia: 07/04/2007 - Hora: 01:41

110 SEMANA SANTA

NUBE DESILENCIOEN SANHIPÓLITO

ANTONIO VARO |

LA BUENA MUERTE La hermandad de los nazarenos congregantes no pudo poner en las calles de laMadrugada la rúbrica de su silencio negro al texto que tampoco llegaron a escribir las seis cofradías delJueves Santo, pero condensó en una espesa nube de incienso la emoción de sus nazarenos en la colegiata

En la parte superior, acólito ynazarenos junto al paso delCristo. A la izquierda, el palio dela ‘Reina’ muestra su esplendor.Sobre estas líneas, el humo delincienso perfuma el recinto de lacolegiata. | JUAN MANUEL VACAS

FANALES

JESÚS GARCÍA Es un cofrade ycostalero de la Santa Faz, que este añoiba a salir también bajo el paso de pa-lio de la Reina de los Mártires. La frus-tración del Martes Santo se repitió enla Madrugada. Como él, muchos cofra-des han sentido en la piel del alma elarañazo de la decepción al no podermaterializar su deseo de hacer esta-ción de penitencia.

CLAVELES El exorno floral de la Rei-na de los Mártires, compuesto exclusi-vamente de claveles blancos, y sinagobios de ostentación, demuestra hol-gadamente que no hace falta recargarde flores los pasos, ni apretar las piñaspara que parezcan helados de nata.Basta con saber elegir el tipo, la canti-dad y la distribución.

SAETAS Álvaro Vizcaíno es joven, co-frade, imaginero, vestidor y saetero.Ayer, en San Hipólito, cantó unas sae-tas ante la Reina, que tuvieron el esca-lofrío añadido de que nadie de los queen ese momento estaban en el templotuvo, como por otra parte era lógico, laosadía de aplaudir. Y es que la saetamás bella es la que se hunde en el po-zo del silencio...

10SEMANA SANTA 3MADRUGADA DEL VIERNES SANTO

DIARIO CÓRDOBASábado, 7 de abril del 2007

H acía frío. Las finas gotasde lluvia, dispersas y es-porádicas, no tenían enti-

dad suficiente para hacer que seabrieran los paraguas. La plaza deSan Ignacio estaba llena. Un gru-po de franceses, de Burdeos, espe-raban la salida de la cofradía:“Nos han dicho que esta proce-sión es maravillosa”, comentabauna mujer del grupo en un es-pañol impecable.El filo de la medianoche abrió la

Madrugada, pero los goznes delportón de San Hipólito no hicie-ron su trabajo de abrir las puer-tas al Silencio. Los congregadossupieron inmediatamente quelas más pesimistas expectativasse iban a cumplir. Nadie se fue.Pasó media hora, y la masa se

compactó en una ancha fila. Lapuerta se abrió, pero solo para de-jar salir una nube de inciensoque llevaba tiempo colándose porlas rendijas y entibiando el aire

frío de la noche. El Silencio conmayúscula no saldría. Habría queentrar al templo para hallarlo.Dentro, el silencio era sólido. Ne-

gros nazarenos de aguzados capi-rotes montaban guardia ante lospasos y los acólitos ceroferarios y

turiferarios cumplían su misión.Solo había luz de cera en la cole-giata. La Reina brillaba sobre sucandelería y sobre un exquisitoreino de claveles blancos con lafirma impecable de AntonioLópez Raya. Frente a ella, más en-

vuelto aún en la aromada nubemística, el Crucificado de la Bue-na Muerte erguía su silueta des-colgada sobre un tapiz de iris mo-rados en cuyas esquinas, este año,los faroles ocupaban el lugar delos hachones.