selección de poesía chilena

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Page 1: Selección de poesía chilena

Profesor Leonardo Ahumada Meza 2º medio A

Selección de poesía chilena

Jorge Teillier BOTELLA AL MAR Y tú quieres oír, tú quieres entender. Y yo te digo: olvida lo que oyes, lees o escribes. Lo que escribo es para ti, ni para mí, ni para los iniciados. Es para la niña que nadie saca a bailar, es para los hermanos que afrontan la borrachera y a quienes desdeñan los que se creen santos, profetas o poderosos.

De Cartas para reinas de otras primaveras, 1985. También en: Los dominios perdidos, 1992.

SENTADOS FRENTE AL FUEGO Sentados frente al fuego que envejece miro su rostro sin decir palabra. Miro el jarro de greda dónde aún queda vino, miro nuestras sombras movidas por las llamas. Esta es la misma estación que descubrimos juntos, a pesar de su rostro frente al fuego, y de nuestras sombras movidas por la llamas. Quizás si yo pudiera encontrar una palabra. Esta es la misma estación que descubrimos juntos: aún cae una gotera, brilla el cerezo tras la lluvia. Pero nuestras sombras movidas por las llamas viven más que nosotros. Sí, esta es la estación que descubrimos juntos. -Yo llenaba esas manos de cerezas, esas manos llenaban mi vaso de vino-. Ella mira el fuego que envejece.

De Para Angeles y Gorriones, 1956.

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Profesor Leonardo Ahumada Meza 2º medio A

CUANDO TODOS SE VAYAN A Eduardo Molina. Cuando todos se vayan a otros planetas yo quedaré en la ciudad abandonada bebiendo un último vaso de cerveza, y luego volveré al pueblo donde siempre regreso como el borracho a la taberna y el niño a cabalgar en el balancín roto. Y en el pueblo no tendré nada que hacer, sino echarme luciérnagas a los bolsillos o caminar a orillas de rieles oxidados o sentarme en el roído mostrador de un almacén para hablar con antiguos compañeros de escuela. Como una araña que recorre los mismos hilos de su red caminaré sin prisa por las calles invadidas de malezas mirando los palomares que se vienen abajo, hasta llegar a mi casa donde me encerraré a escuchar discos de un cantante de 1930 sin cuidarme jamás de mirar los caminos infinitos trazados por los cohetes en el espacio.

De El árbol de la memoria, 1961.

Carlos Pezoa Véliz EL PERRO VAGABUNDO Flaco, lanudo y sucio. Con febriles ansias roe y escarba la basura; a pesar de sus años juveniles, despide cierto olor a sepultura. Cruza siguiendo interminables viajes los paseos, las plazas y las ferias; cruza como una sombra los parajes,

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recitando un poema de miserias. Es una larga historia de perezas, días sin pan y noches sin guarida. Hay aglomeraciones de tristezas en sus ojos vidriosos y sin vida. Y otra visión al pobre no se ofrece que la que suelen ver sus ojos zarcos; la estrella compasiva que aparece en la luz miserable de los charcos. Cuando a roer mendrugos corrompidos asoma su miseria, por las casas, escapa con sus lúgubres aullidos entre una doble fila de amenazas. Allá va. Lleva encima algo de abyecto. Le persigue de insectos un enjambre, y va su pobre y repugnante aspecto cantando triste la canción del hambre. Es frase de dolor. Es una queja lanzada ha tiempo, pero ya perdida; es un día de otoño que se aleja entre la primavera de la vida. Lleva en su mal la pesadez del plomo. Nunca la caridad le fue propicia; no ha sentido jamás sobre su lomo la suave sensación de una caricia. Mustio y cansado, sin saber su anhelo, suele cortar el impensado viaje y huir despavorido cuando al suelo caen las hojas secas del ramaje. Cerca de los lugares donde hay fiestas suele robar un hueso a otros lebreles, y gruñir sordamente una protesta cuando pasa un bull-dog con cascabeles. En las calles que cruza a paso lento, buscan sus ojos sin fulgor ni brillo el rastro de un mendigo macilento a quien piensa servir de lazarillo.

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TARDE EN EL HOSPITAL Sobre el campo el agua mustia cae fina, grácil, leve; sobre el campo cae angustia: llueve. Y pues solo en amplia pieza yazgo en cama, yazgo enfermo, para espantar la tristeza, duermo. Pero el agua ha lloriqueado junto a mi, cansada, leve; despierto sobresaltado; llueve. Entonces, muerto de angustia, ante el panorama inmenso, mientras cae el agua mustia, pienso. NADA Era un pobre diablo que siempre venía cerca de un gran pueblo donde yo vivía; joven, rubio y flaco, sucio y mal vestido, siempre cabizbajo... Tal vez un perdido! Un día de invierno lo encontraron muerto, dentro de un arroyo próximo a mi huerto, varios cazadores que con sus lebreles catando marchaban... Entre sus papeles no encontraron nada... Los jueces de turno hicieron preguntas al gurdían nocturno: éste no sabía nada del extinto; ni el vecino Pérez, ni el vecino Pinto. Una chica dijo que sería un loco o algún vagabundo que comía poco, y un chusco que oía las conversaciones se tentó de risa... Vaya, unos simplones! Una paletada le echó el panteonero; luego lió un cigarro, se caló el sombrero y emprendió la vuelta...! Tras la paletada, nadie dijo nada, nadie dijo nada!....

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Nicanor Parra SINFONÍA DE CUNA Una vez andando Por un parque inglés Con un angelorum Sin querer me hallé. Buenos días, dijo, Yo le contesté, Él en castellano, Pero yo en francés. Dites moi, don angel. Comment va monsieur. Él me dio la mano, Yo le tomé el pie ¡Hay que ver, señores, Cómo un ángel es! Fatuo como el cisne, Frío como un riel, Gordo como un pavo, Feo como usted. Susto me dio un poco Pero no arranqué. Le busqué las plumas, Plumas encontré, Duras como el duro Cascarón de un pez. ¡Buenas con que hubiera Sido Lucifer! Se enojó conmigo, Me tiró un revés Con su espada de oro, Yo me le agaché. Ángel más absurdo Non volveré a ver. Muerto de la risa

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Dije good bye sir, Siga su camino, Que le vaya bien, Que la pise el auto, Que la mate el tren. Ya se acabó el cuento, Uno, dos y tres.

De Poemas y antipoemas (Santiago, Nascimento,1954) CANCIÓN PARA CORRER EL SOMBRERO En su granja de Iásnaia Poliana vivió muchos años el conde León Nicolaievich Tolstoy no se afeitaba jamás - andaba siempre descalzo Dios lo tenga en su santo reino sólo comía zanahorias crudas Ustedes se preguntarán quién soy yo con esta barba blanca tolstoiana pidiendo limosna en la vía pública ay!... yo soy uno de sus nietos legítimos La Revolución ha sido dura conmigo para qué voy a decir una cosa por otra que cada cual me dé lo que pueda (aquí se empieza a correr el sombrero) todo me sirve aunque sea un kopek Ay! ... si yo les contara todos mis sufrimientos imaginen el nieto de un Conde pidiendo limosna en la vía pública: ¡es para poner los pelos de punta! Además mi mujer se fue con otro me dejó por un capitán de ejército so pretexto de que soy paralítico no negaré que soy paralítico -¡tiemblo como una hoja en la tormenta! - pero me parece que no se puede romper un sacramento de la Santa Madre Iglesia Católica como quien rompe globos de colores: hay señoras mujeres en el siglo XX que se debieran desmayar de vergüenza Compadézcanse de este pobre cornudo

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no dispongo de otra fuente de ingresos Para qué voy a decir una cosa por otra sufro de una enfermedad incurable contraída en la más tierna infancia: tengo todo el lado derecho paralizado me puedo morir en cualquier momento Mi enfermedad se llama encefalitis letárgica Para colmo de males acaban de operarme de la vesícula si les parece les muestro la cicatriz Ay! ... no tengo paz en ninguna parte para qué voy a decir una cosa por otra los pelusas del barrio me persiguen tirándome piedras hay que ser bien caído del catre para reírse de un pobre viejo zarrapastroso que no tiene ni dónde caerse muerto Si mi querido abuelo estuviera vivo yo no tendría que andar pidiendo limosna ¡otro gallo muy diferente me cantaría! Dicho sea de paso tengo que juntar 17 dólares antes que me venga el ataque para pagar mi dosis de heroína a buen entendedor pocas palabras si no me dan por la buena van a tener que darme por la mala para qué vamos a decir una cosa por otra yo soy bien hombrecito en mis cosas arriba las manos maricones de mierda vamos saltando o les saco la chucha!

de Hojas de parra (Santiago, Ganímedes, 1985)

Gonzalo Rojas ¿QUÉ SE AMA CUANDO SE AMA? ¿Qué se ama cuando se ama, mi Dios: la luz terrible de la vida o la luz de la muerte? ¿Qué se busca, qué se halla, qué es eso: amor? ¿Quién es? ¿La mujer con su hondura, sus rosas, sus volcanes, o este sol colorado que es mi sangre furiosa

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cuando entro en ella hasta las últimas raíces? ¿O todo es un gran juego, Dios mío, y no hay mujer ni hay hombre sino un solo cuerpo: el tuyo, repartido en estrellas de hermosura, en particular fugaces de eternidad visible? Me muero en esto, oh Dios, en esta guerra de ir y venir entre ellas por las calles, de no poder amar trescientas a la vez, porque estoy condenado siempre a una, a esa una, a esa única que me diste en el viejo paraíso.

De Contra la muerte, 1964. OROMPELLO Que no se diga que amé las nubes de Concepción, que estuve aquí esta década turbia, en el Bío-Bío de los lagartos venenosos, como en mi propia casa. Esto no era mi casa. Volví a los peñascos sucios de Orompello en castigo, después de haberle dado toda la vuelta al mundo. Orompello es el año veintiséis de los tercos adoquines y el coche de caballos cuando mi pobre madre qué nos dará mañana al desayuno, y pasado mañana, cuando las doce bocas, porque no, no es posible que estos niños sin padre. Orompello. Orompello. El viaje mismo es un absurdo. El colmo es alguien que se pega a su musgo de Concepción al sur de las estrellas. Costumbre de ser niño, o esto va a reventar con calle y todo, con recuerdos y nubes que no amé. Pesadilla de esperar por si veo a mi infancia de repente.

De Contra la muerte, 1964. EL POETA MALDICE SU CADÁVER Fuiste la libertad de salvarte o perderte. Viste el mundo sin ver lo que era el mundo. ¿Por qué fué deformada en tus pupilas la luz fundamental? ¿Perdiste la razón antes de resolverse la raíz de tu origen? Maldita sea tu naturaleza

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que sopló por tu boca la hermosura de la imaginación. Maldita sea la belleza que hablaba por tu boca. Maldito el yacimiento de todas tus palabras. ¿Por qué estás disfrazado bajo el vidrio, como un libro sellado para siempre, letra inútil, fatídica escritura? ¿Por qué tras de tus ojos ya no está el fuego eterno, máscara del gusano? Esta es tu boca. -¿Dónde están tus besos? Esta es tu lengua. -¿Dónde tu palabra? Estas, tus piernas. -¿Dónde están tus pasos? Este tu pelo. -¿Dónde tu lujuria? Este, tu cuerpo. ¿Dónde tu persona? Estas, tus manos. -¿Dónde está tu fuerza? Todo esto fuiste tú. -¿Dónde estás tú? Dime: ¿dónde hubo un hombre? Ya no puedes llorar como los árboles cuando el viento trastorna sus sentidos. Ya no eres animal, ni adivino del mundo. Te estás secando poco a poco. Estás quemando tus acciones, hasta ser polvo del torbellino.

De La miseria del hombre, 1948.

Gabriela Mistral DESOLACIÓN La bruma espesa, eterna, para que olvide dónde me ha arrojado la mar en su ola cae salmuera. La tierra a la que vine no tiene primavera: tiene su noche larga que cual madre me esconde. El viento hace a mi casa su ronda de sollozos y de alarido, y quiebra, como un cristal, mi grito. Y en la llanura blanca, de horizonte infinito, miro morir inmensos ocasos dolorosos. ¿A quién podrá llamar la que hasta aquí ha venido si más lejos que ella sólo fueron los muertos?

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¡Tan sólo ellos contemplan un mar callado y yerto crecer entre sus brazos y los brazos queridos! Los barcos cuyas velas blanquean en el puerto vienen de tierras donde no están los que son míos; sus hombres de ojos claros no conocen mis ríos y traen frutos pálidos, sin la luz de mis huertos. Y la interrogación que sube a mi garganta al mirarlos pasar, me desciende, vencida: hablan extrañas lenguas y no la conmovida lengua que en tierras de oro mi vieja madre canta. Miro bajar la nieve como el polvo en la huesa; miro crecer la niebla como el agonizante, y por no enloquecer no cuento los instantes, porque la noche larga ahora tan sólo empieza. Miro el llano extasiado y recojo su duelo, que vine para ver los paisajes mortales. La nieve es el semblante que asoma a mis cristales; ¡siempre será su albura bajando de los cielos! Siempre ella, silenciosa, como la gran mirada de Dios sobre mí; siempre su azahar sobre mi casa; siempre, como el destino que ni mengua ni pasa, descenderá a cubrirme, terrible y extasiado.

Desolación, 1922 AUSENCIA Se va de ti mi cuerpo gota a gota. Se va mi cara en un óleo sordo; se van mis manos en azogue suelto; se van mis pies en dos tiempos de polvo. ¡Se te va todo, se nos va todo! Se va mi voz, que te hacía campana cerrada a cuanto no somos nosotros. Se van mis gestos que se devanaban en lanzaderas, debajo tus ojos. Y se te va la mirada que entrega, cuando te mira, el enebro y el olmo. Me voy de ti con tus mismos alientos: como humedad de tu cuerpo evaporo. Me voy de ti con vigilia y con sueño,

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y en tu recuerdo más fiel ya me borro. Y en tu memoria me vuelvo como esos que no nacieron en llanos ni en sotos. Sangre sería y me fuese en las palmas de tu labor, y en tu boca de mosto. Tu entraña fuese, y sería quemada en marchas tuyas que nunca más oigo, ¡y en tu pasión que retumba en la noche como demencia de mares solos! ¡Se nos va todo, se nos va todo!

Tala, 1938

Pablo de Rokha DÉCIMAS DEL ROTO CHORO Guateludo y tirillento como un tony de sainete, o un gran mar de tormento, azotado por el viento de la canción popular, va de pajar en pajar, andrajosos de aventura, buscando la sepultura donde echarse a descanzar. Tinaja de vino malo, cuero de chicha vinagre ¡si ya más parece un bagre disfrazado de robalo! entre el azote y el palo sufriendo de sol a sol hasta el último arrebol le arrasó la oligarquía, y arrastra, a medias, la hombría, lo mismo que un caracol. Te llevan a la trinchera como burro al matadero, chillando el bufar guerrero de la gran mafia logrera: y te espera la huesera del piojento nacional;

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saliste de corral a asesinar proletarios arreando por los corsarios del asno internacional. Viejo Chaplin rancagüino, todo pulguiento y chinchoso, ¡si está tan bien reseboso tu gran guarapón maulino! parece aspa de molino la mantita nacional, y la ojota anda tan mal, con el pantalón bombacho como el grito de un borracho adentro de un naranjal. ¿Ya nunca tendrá montura, ni lazo en la pegualera, y no correrá en la era como libre criatura? bestia del rico y del cura, infeliz sin porvenir, ¿habrá de ir y venir humilde y acorralado igual que un potrón capado que ruega hasta pa morir? Morralla del patrocinio, roñoso esclavo campero, haragán electorero rey y buey un clan maldito un despertar infinito, aún le patalea, aún, y desde Iloca a Colbún, desde Cherquenco a Rosario, su rebenque estrafalario raja la fosa común. Jardín de tiras y piojos ¡apunta la carabina contra la casta asesina que te ha sacado los ojos! en grandes pendones rojos tu ilusión has de poner, no llores como mujer ni te humilles como un perro, ¡aprieta el puño de hierro y déjate de morder!

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Diviso una gran marea levantándose, tamaña, inmensa como la araña, que en los sueños manotea, y un gran arriero que arrea un rebaño de salón, en donde no va ni un peón, sino los amos del oro… ¡el guaina es un ROTO CHORO arriando al futre ladrón! Con guarapo envenenado Lo curaron hasta el hueso, porque lo creyeron leso como animal de ganado, fregado y apachurrado de tanto y tanto aguantar… ¡pero se van a ensartar los que lo creen veneldo, porque del hombre podrido crece muy lindo cantar! Malhablado y pendenciero, racimo de hierba negra, todavía el corvo integra su figura de haviero piojoso y aventurero caído en el ventarrón, y aún le queda corazón a esa inmensa ruina humana para agarrar la picana y clavársela al patrón. ¡Y ha de manejar un día bajo la bandera roja la espada de la congoja como un grito de alegría; cruzando su rebeldía de toruno bramador anchas leguas de dolor, abrazada de heroísmo, implantará el comunismo del pueblo trabajador!…

Romancero proletario

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Elicura Chihuailaf LA PALABRA DE LOS ANTEPASADOS La conversación (es decir, la oralidad) con los abuelos y los padres fue el primer aprendizaje: A orillas del fogón (en su memoria) los abuelos mueven los tristes labios del invierno y nos recuerdan a nuestros muertos y desaparecidos y nos enseñan a entender el lenguaje de los pájaros Nos dicen: Todos somos hijos de la misma Tierra, de la misma agua... ... Sentado en las rodillas de mi abuela oí las primeras historias de árboles y piedras que dialogan entre sí, con los animales y con la gente Nada más me decía, hay que aprender a interpretar sus signos y a percibir sus sonidos que suelen esconderse en el viento. ... También con mi abuelo compartimos muchas noches a la intemperie Largos silencios, largos relatos que nos hablaban del origen de la gente nuestra del primer espíritu mapuche arrojado desde /el Azul De las almas que colgaban en el infinito como estrellas Nos enseñaba los caminos del cielo, sus ríos /sus señales. Elicura Chihuailaf. Esta poesía es, asimismo, la « visión », el «alma », el «sueño » de los antepasados. Yo soy la visión de los antiguos espíritus que durmieron en estas pampas. ... Soy el sueño de mi abuelo que se durmió pensando

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que algún día regresaría a esta tierra amada. ... He corrido a recoger el sueño de mi pueblo para que sea el aire respirable de este mundo. Leonel Lienlaf Esta recurrencia a los « antiguos espíritus » no es sorprendente. Ya lo hemos dicho: la oralidad constituyó la piedra angular de la cultura mapuche. Los abuelos, y los abuelos de nuestros abuelos representaron el primer libro del conocimiento. Ellos transmitieron no sólo lo que sabían, sino también la sabiduría. EL TIEMPO QUE SUEÑA, QUE NOS SOÑAMOS QUE NOS SUEÑA La Palabra surge de la Naturaleza y retorna al inconmensurable Azul desde donde nos alegra y nos consuela Cuando la Palabra cree / imagina interrogarse no es sino lo innombrado que la interroga para sacudirla para desempolvarla, para intentar devolverle su brillo original ¿Para qué entonces el deseo de decirlo todo si, como en un tejido, el Ahora -en el tiempo circular- existe y se completa con las hebras del ayer y del mañana? Así nos dice el tiempo que sueñav que nos sueña. Que soñamos.

Sueños de Luna Azul, 2008

Vicente Huidobro ARTE POÉTICA Que el verso sea como una llave Que abra mil puertas. Una hoja cae; algo pasa volando;

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Cuanto miren los ojos creado sea, Y el alma del oyente quede temblando. Inventa mundos nuevos y cuida tu palabra; El adjetivo, cuando no da vida, mata. Estamos en el ciclo de los nervios. El músculo cuelga, Como recuerdo, en los museos; Mas no por eso tenemos menos fuerza: El vigor verdadero Reside en la cabeza. Por qué cantáis la rosa, ¡oh Poetas! Hacedla florecer en el poema; Sólo para nosotros Viven todas las cosas bajo el Sol. El Poeta es un pequeño Dios.

De El espejo de Agua, 1916

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TRIÁNGULO ARMÓNICO

Canciones en la noche, 1913