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Seguir las indicaciones del pediatra y consultar dudas con el farmacéutico afianza el tratamiento y minimiza los errores de medicación.

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Seguir las indicaciones del pediatra y consultar dudas con el farmacéutico afianza el tratamiento y minimiza los errores de medicación.

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Cuando el pediatra de tu hijo te lo haya indicado...

Algunas claves que ayudan a mejorar su administración y a que el niño se las tome sin protestar.

Dale así las medicinasAl dar una medicina a

nuestro hijo nos surgen algunas preguntas: cuál es la dosis exacta, cómo preparar y conservar el

medicamento, qué hacer si no quiere tomarlo, qué reacciones puede pro-vocarle… Para despejar estas dudas hemos recurrido a la asesoría de Mari Carmen Magro, farmacéutica experta en Pediatría de la Sociedad Española de Farmacia Comunitaria (SEFAC), y de Juan Ruiz, pediatra del Centro de Salud Virgen de África de Sevilla (ambos son coordinadores de la guía práctica “Consultas pediátricas fre-cuentes en la farmacia comunitaria”).

L Analgésicos, antitérmicos y antiinfla-matorios (paracetamol e ibuprofeno) son medicamentos de uso habitual

en pediatría; no precisan receta, pero debe prescribirlos siempre el médi-co. Los antibióticos más comunes son amoxicilina y claritromicina. Se emplean ante infecciones bacterianas (otitis, bronquiolitis, etc.), suelen presentarse en forma de polvos que hay que disolver en agua para con-servar sus propiedades y debemos ser concienzudos en la preparación, pau-tas y duración del tratamiento.

Los corticoides sistémicos (pred-nisolona) se aplican en infecciones agudas de las vías respiratorias supe-riores y de los oídos. Y los antihista-mínicos (loratadina, ebastina) palian síntomas alérgicos (rinitis, lagrimeo, picor de nariz y garganta, etc).

Antitusivos (para tos seca y nervio-sa), mucolíticos (disuelven el moco) y expectorantes (para expulsar mucosi-dad de los bronquios) tampoco preci-

san receta, por lo que a veces se usan en exceso y/o de modo inadecuado.

Para evitar el mal uso, consulta siempre al médico o farmacéutico. Ellos te indicarán si la medicación es adecuada, cómo dosificarla y si cir-cunstancias personales del niño (dia-betes, celiaquía) contraindican su uso.

L Antes de administrar un medicamen-to al niño, asegúrate de que has en-tendido las indicaciones médicas, tie-nes bien identificado el fármaco (para qué sirve, cómo actúa, etc.) y sabes qué hacer ante situaciones especiales (olvido, vómito…) y dónde acudir ante reacciones alarmantes. Si tienes que darle varios medicamentos, debes tener claro el orden de prioridad para evitar interacciones entre ellos.

En principio es preferible darle las medicinas con algo de alimento para que el niño las acepte mejor, y siempre se ha de hacer así si se toleran mal con el estómago vacío o si su absorción y sus efectos mejoran con comida. Sin embargo, algunos medicamentos pue-den interactuar con la comida, modi-ficando sus efectos: dáselos en ayunas si la presencia de alimento puede re-trasar o reducir su absorción y eficacia.

Debes respetar las normas de con-servación y caducidad y mantenerlos en su envase original con su prospec-to para evitar confusiones, bien cerra-dos y fuera del alcance de los niños.

C A veces no es fácil dar la medicina al niño. En estos casos puede ayudarte in-movilizar sus brazos con suavidad, in-tentar dársela más tarde o que lo haga otra persona si tú estás muy nerviosa.

Si ya entiende, sé comprensiva con él y permite que muestre sus sen-timientos; explícale por qué tiene que »

Jarabes, inhaladores, supositorios...

VÍA ORAL LÍQUIDA Agita y remueve jarabes y soluciones para que los compuestos se mezclen. Las gotas están concentradas, por lo que debes ser estricta en su dosificación. Utiliza un dispen-sador por medicina y niño. Utensilios caseros, sólo para urgencias (cuchara sopera = 10 cc; de postre = 4,5 cc; de café = 2,5 cc) y nunca para antibióticos o gotas.

VÍA ORAL SÓLIDA Con la anuencia del médico, los comprimidos ranurados se pueden partir y mezclar con

alimento y el contenido de las cápsulas se puede diluir en alimentos o bebidas que garanticen la estabilidad del principio activo (de ahí la consulta al médico). General-mente se recetan a mayores de 5 años, pues antes les resulta difícil ingerirlos.

VÍA INHALATORIA Con menores de 5 años se recomienda el uso de una cámara espaciadora. Si ya usa un inhalador, pregúntale si nota resabor en la boca tras la aplicación; si responde que no, significa que lo ha

hecho bien y el polvo ha pasado directamente a los pulmones. Dile que se enjua-gue la boca después para evitar afonías y hongos.

VÍA RECTAL Templa el supositorio previamente con las manos para facilitar su aplicación y córtalo longitudinalmente cuando no se precise usar toda la unidad. Por su inco-modidad, los supositorios sólo se emplean cuando la vía oral no se tolera o cuando se precisa que la medicina actúe muy rápidamente.

Cada fármaco se presenta en un formato determinado que es importante utilizar adecuadamente para conseguir el efecto deseado y evitar problemas.

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tomarla, cómo se la vas a dar y si el medicamento sabe mal o es molesto al aplicarlo (por ejemplo, gotas o su-positorios). Felicítale cuando lo acep-te y colabore y prémiale (no tiene por qué ser con algo material).

Eso sí, nunca compares la medici-na con una chuche para que la acepte, porque aunque te funcione, puede ser peligroso si luego cae en sus manos y decide tomarla por su cuenta.

E Es importante que no te impacientes, cada medicina requiere un tiempo concreto para actuar. Pero si el niño no parece mejorar de forma paula-tina, consulta al médico. Si, por el contrario, parece recuperado en tiem-po récord, no abandones por ello el tratamiento. Síguelo hasta el final y llévale de nuevo al pediatra para ase-gurar que la recuperación es total.

Aunque no es habitual, algunos medicamentos pueden provocar una reacción alérgica. El sarpullido es el síntoma más común y no suele reves-tir importancia. Eso sí, si al niño le cuesta respirar, se marea, se acalora y presenta enrojecimiento, picazón, urticaria o vómitos, puede ser anafi-laxia, una reacción grave que precisa atención hospitalaria inmediata.

D No saber qué hacer en ciertas situa-ciones puede agobiarte. Recuerda: ✒ Si olvidaste una dosis, puedes dár-sela sólo si ha pasado poco tiempo desde la hora a la que le tocaba. ✒ Si vomita/escupe el medicamento nada más tomarlo, repite la dosis; no si ha pasado media hora o más, por-que el cuerpo ya lo habrá absorbido. ✒ Mezcla la medicina con un poco de alimento en una cucharita, jerin-ga o tetina, pero no la disuelvas en el biberón, porque si no lo acaba, no tomará la dosis debida. ✒ Los jarabes abiertos deben utilizar-se en un mes y medio como máximo; paracetamol e ibuprofeno, en tres me-ses. El antibiótico sobrante se desecha. ✒ Si tu hijo es celíaco, diabético o con intolerancia a la lactosa, díselo al pediatra: los excipientes del fármaco pueden contener gluten, sacarosa y/o lactosa y provocarle una reacción.

En definitiva, conocer bien los medicamentos y su uso mejora su efi-cacia y la recuperación del pequeño.

Susana PardoAsesores: Mari Carmen Magro,

farmacéutica, y Juan Ruiz, pediatra.

»

Si estás calmada al administrar el fármaco el niño

se sentirá más tranquilo y todo

será más fácil.

Gotas de ojos, de oídos, pomadas...Hay algunos fármacos de acción local que resultan incómodos de aplicar a niños pequeños. Estos consejos pueden ayudarte a conseguirlo:

VÍA OFTÁLMICA Ladea la cabeza del niño al aplicar el colirio. Las pomadas oculares, que pueden provocar visión borrosa momentánea, deben aplicarse siempre después de los colirios. Con uno y otra, evita que el aplicador toque el ojo. Para limpiar los restos, emplea una gasa para cada ojo.

GOTAS ÓTICAS Limpia primero el oído con suero fisiológico y una gasa. Frota el envase para que las gotas no estén frías. Al aplicarlas, intenta que el niño permanezca con la cabeza ladeada e inmóvil durante unos minutos para que el medicamento haga efecto.

VÍA PERCUTÁNEA La piel del niño tiene una capacidad de absorción mayor que la del adulto. Por eso, a la hora de aplicar cremas y pomadas hay que seguir siempre las recomendaciones indicadas por el pediatra o el farmacéutico para evitar reacciones dérmicas o intoxicaciones. D

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