sección 07. el libro negro. papini

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  • 7/28/2019 seccin 07. EL LIBRO NEGRO. PAPINI

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    El Libro Negro www.librosmaravillosos.com Giovanni Papini

    1 Preparado por Patricio Barros

    Seccin 7

    Conversacin 43

    EL GRAN SABIO

    Npoles, 19 de febrero.

    Algunos amigos napolitanos me han hecho saber que en Castellammare di Stabiavive un viejo sabio, contrario en todo, por principios y costumbres, a suscontemporneos y a los nuestros, hasta el punto de hacer pensar que, como laestatua de algn filsofo antiguo, haya surgido de entre los escombros y despojosde las ciudades sepultadas por el Vesubio. En estos tiempos de neurticos yfrenticos, la perfecta sabidura y prudencia es cosa tan rara que no pude resistir latentacin de conocer a ese hombre.El seor Gersol me pareci ser un hombre redondo y sin brazos. Su dorso separece lejanamente a una joroba aplastada y planchada; su prominente abdomen aun saco lleno de harapos. Algo intermedio entre un Sileno perezoso y un Polichinelaserio. Afirma contar ochenta aos de edad, pero quizs lo dice por coquetera,

    puesto que tiene el cabello siempre oscuro y una dentadura casi perfecta, ademsde una piel fresca y una complexin llena.Le pregunt a qu atribua su aspecto juvenil en tan avanzada edad.- Los amigos - me respondi -, se mofan gustosamente de mi antigua sabidura, yles dejo decir. En realidad de verdad, mi sabidura consiste en haber rechazadotodas las formas de la vida. No he querido estudiar porque siempre he sabido, yesto por instinto, que muchos de los conocimientos se olvidan, muchos otros hacentristes a los seres y los ms son inciertos y engaosos. Jams me enamor porqueesa estpida forma de locura que consiste en preferir a una sola criatura sobretodas las dems, siempre llev a los hombres a la intranquilidad, a la angustia, aldelirio, causndoles desilusiones y furores homicidas; por esto consider al amorcomo una simple necesidad fisiolgica, natural y tranquila, como la que me induce acomer un melocotn maduro o a liberar los intestinos de su molesta carga.

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    - Me llamo Eugenio - contest -, y hu para aguardar la venganza. Los hombres sonmalos, los hombres se matan y se matarn, de modo que Dios los har morir atodos, a todos, hasta el ltimo. Me haban encerrado en una especie de prisinsucia, donde hombres vestidos de blanco me decan: Eugenio, t desvaras;

    Eugenio, ests enfermo! Eugenio, obedece y te curaremos. Pero yo no queraobedecer a aquellos hombres malos, a aquellos hombres vestidos de blanco comolos peluqueros de mi regin. Hu de esa prisin y voy por el mundo esperando lavenganza de Dios.-La venganza? Qu venganza?- Los hombres son malvados, son asesinos, se matarn todos, unos a otros, y Diospermitir que todos mueran, hasta el ltimo, para castigar el mal que me hicieron.nicamente yo no morir, slo yo permanecer vivo sobre la tierra y ser dueo detodas las cosas; el mundo ser mo, todo mo! Esta es la venganza. Los hombresqueran hacer la guerra, yo no quera hacerla y entonces me encerraron en laprisin. Dios los har morir y solamente yo quedar; he ah la venganza que espero.- Pero, cuando ests solo sobre la tierra, qu hars? Qu comers?- Ordear las ovejas y har requesones, luego comer los requesones que sonblancos pero buenos. Ir a los campos y recoger cerezas, luego comer las cerezasque son rojas como la sangre pero son buenas. En las casas de los muertos hallar

    tanto vino que me bastar para trescientos aos, y beber vino, que es blanco yrojo, pero es bueno. Ser el amo del mundo e ir a donde me plazca y ya no habrmuchachos que me tiren piedras, no habr ningn polica que me pida documentos;no habr ya ninguna persona porque todas habrn muerto, habrn muertoasesinadas, porque fueron malas con Eugenio y con Dios.No logr sacar otra clase de razonamientos a aquel mentecato vagabundo, y lomand a dormir en las dependencias del casero. Hoy por la maana fui a buscarlopara saber cules eran sus intenciones, pero el fugitivo Eugenio haba desaparecido.Los razonamientos de aquel loco me han hecho meditar acerca de un problema enel que nunca haba pensado: si quedara sobre la tierra solamente un hombre,cmo podra vivir? Lograra sobrevivir durante mucho tiempo? Se sentira felizpor su libertad? O tal vez, se sentira desesperado por su soledad?

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    Conversacin 45 EL OPTIMISMO DE LEOPARDI

    Npoles, 5 de marzo.

    En un negocio de libros viejos, situado cerca del puerto, hall dos folletosautgrafos del clebre poeta Giacomo Leopardi, y todos los estudiosos napolitanosme aseguran que son completamente inditos. Indudablemente, la escritura es lasuya, yo mismo pude comprobarlo y persuadirme confrontando esas pginas con losautgrafos del mismo escritor que se encuentran en la Biblioteca Nacional, pero elcontenido de los pensamientos parecera contradecir, o por lo menos atenuar, elobstinado y radical pesimismo del gran poeta. Transcribir aqu, para mi recuerdo,estos dos pensamientosLos que razonan o escriben largamente acerca de la infelicidad de la vida humana- como lo estoy haciendo yo desde los aos de mi juventud - pueden ser fcilmenteacusados de estar en abierta contradiccin consigo mismos. Puesto que el escritor,quien no slo pone en blanco y negro, en la forma ms prolija y adornada quepuede, sus desesperados pensamientos, sino que adems los hace imprimir yvender para que sean ledos, meditados y admirados por los que se deleitan en las

    cosas de la literatura y de la filosofa moral, manifiesta con los hechos expresados -aplicndose a escribir sus quejas y dndolas a la luz -, que no es el desesperadonegador de toda clase de felicidad que pretende hacer creer a sus lectores. Y talcosa se puede probar con dos argumentos.El primero, es a mi juicio el siguiente: si el susodicho escritor, que afirmacontinuamente que para el hombre es imposible cualquier alivio del tedio y deldolor, se ingenia y esfuerza por transcribir en excelente prosa o poesa sus humoresmelanclicos y sus quejas acerca de los males de la vida, si no me equivocodemuestra con ello que, escribir sobre la infelicidad propia y la de los dems ledeleita o por lo menos hace que sienta esos males como menos acerbos einsoportables. Un verdadero desesperado puede llorar, o gritar, o callar, mas,conociendo la inutilidad total y final de toda ocupacin humana, jams piensa entomar la pluma para describir en el papel, con la complacencia que se comprueba

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    en la consecucin de un buen estilo, sus lamentos sobre las miserias de laexistencia humana. Esto significa, a mi parecer, que el desahogo volcado en laspginas, los cuidados empeosos en lograrlas perfectas y la solicitud desplegadapara hacerlas conocer a los dems, le causan un cierto placer, o por lo menos sirven

    de alivio a su cotidiano suplicio.La segunda razn podra ser sta: el que escribe y hace imprimir demuestra sudeseo de ser ledo y, aun cuando el pudor le impida confesarlo, demuestra tambinsu deseo de ser comprendido y admirado. Se sigue de esto que juzga a los hombrescapaces de hallar deleite en leer sus escritos, ms an: los juzga dispuestos acomprender esos pensamientos hasta el punto de vencer la natural despreocupaciny la universal ceguera. Este escritor demuestra, adems, que cree en el valorefectivo del juicio humano, por l siempre y justamente despreciado, y finalmente,confiesa que halla complacencia en las alabanzas de los mismos hombres que en s nada tienen que merezca ser estimado y alabado. Estas esperanzas y esperas suyascontrastan y desmienten las verdades juzgadas ciertas e inatacables por el mismoescritor. Si el hombre es una criatura msera y tonta, que nada tiene propio yeterno, qu podr comprender? Qu precio y valor podrn tener suconsentimiento y su aplauso?El escritor acerca del cual estamos razonando - y que bien podra ser el mismo que

    estas cosas escribe -, confiesa, sin quererlo, que est menos so metido al dolor delo que dicen y repiten sus obras. En realidad de verdad, demuestra que segn sucreencia vale la pena exponer ordenada y elegantemente sus pensamientos;demuestra que ese esfuerzo es un placer o aminoracin del sufrimiento, que loshombres, no obstante su manifiesta insensatez, son capaces de comprender yestimar sus escritos, y demuestra, finalmente, que esa comprensin y esasalabanzas son bienes apetecibles y consuelos deseables. Por el contrario, elinfelicsimo negador de la felicidad que conoce bien " l'infinita vanit del tutto ",

    jams se dejar seducir por las pueriles ilusiones de la hermosa literatura y de lainteligencia humana. Si a semejanza de la vacua plebe de literatos y filsofos cedeante esos deleitosos engaos, es seal segura de que no cree, en lo profundo de sunimo, en lo que afirma y repite hastiadamente, o sea, que la vida no es ms quetedio, afliccin y desventura.

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    Y, puesto que yo mismo me doy cuenta de que soy uno de esos escritores de doscaras, como el Jano de la antigedad - y quizs el nico que existe hoy en Italia -,quiero reconocer sinceramente las contradicciones de mi entendimiento aun cuandono tenga todava el coraje suficiente para avergonzarme en pblico.

    He aqu el segundo pensamiento, ms breve:Me sucedi repetidas veces que lamentara en mis escritos los "amenos engaos"que causaba a la gente antigua la benigna ilusin de la felicidad, hacindoles creeren la proteccin de la Divinidad, en los beneficios de la naturaleza, en el amor o enla gloria. Pero luego, cuando me acuerdo de las desgracias, calamidades,destrucciones u otras alocadas y malvadas acciones que, segn lo dicen loshistoriadores y los poetas, abundaban en aquellas lejanas edades, no menos que enla tan bestial y malvada edad nuestra, comienzo a dudar bastante de mi opininanterior. Ni siquiera los engaos ms amenos - como se ve incluso en el tiempo dela juventud -, bastan para que el hombre eluda la desventura y las mltiples formasdel mal. De modo que, razonablemente, se debera llegar a la conclusin de queentre las ilusiones humanas se ha de incluir la que hace estimar como beneficiosa aciertas ilusiones comunes.

    Conversacin 46

    VISITA A MARCONI(0 ACERCA DEL FIN DEL MOVIMIENTO)

    Roma, 25 de septiembre.

    Hace muchos aos fui presentado a Marconi, en Nueva York, estando en casa deunos amigos, pero aquel da el famoso italiano estaba tan asediado por seorasadmiradoras, que no pude conversar con l ms de medio minuto. Hace algunosdas logr obtener una audiencia de l, y esta maana el clebre hombre de cienciame recibi en la Villa Farnesina, donde tiene su sede la Academia de Italia de la quees presidente.Fui llevado a una hermossima sala en la que Sodoma pint el encuentro deAlejandro Magno con Roxana. A pesar de su fortuna y de su ingenio, Guillermo

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    Marconi es suave y modesto, tiene modales seorialmente cordiales pero algoreservados, hay en l una mezcla de bonhoma italiana y empeo ingls. Me causla impresin de un gentleman cansado, que ya ha saludado a todos los personajesde la fiesta y tuviera deseos de irse a dormir. Luego de conversar un poco dndonos

    mutuas noticias sobre amigos comunes de los Estados Unidos, me atrev apreguntarle qu haba de verdad acerca de su nuevo descubrimiento.El noble rostro de Marconi se ensombreci, en un momento pareci que sus claraspupilas se ofuscaban y permaneci pensativo por un breve espacio. Luego, hablandocon voz baja y constante, me respondi- Ese descubrimiento, que no he revelado a nadie, es la ltima de mis tragedias yquizs apurar mi muerte. Desde hace algn tiempo estoy gravemente enfermo, yel terrible problema que se plantea a mi conciencia acrecienta mis preocupaciones.Call nuevamente y me mir con fijeza, como si quisiera escrutar mi interior;entonces le dije- Si me concede el grandsimo honor de revelarme algo, puede tener plena certezade que no dir a ningn viviente ni una de sus palabras.- Le creo - replic el gran inventor -, pero, por lo dems, no puedo y no quierodecirle lo que para todos es y debe ser y permanecer un secreto. Pero eldescubrimiento del que tanto se habla en Italia, es desgraciadamente cierto y ha

    sido confirmado completamente con los experimentos que se han hecho hastaahora.Los profanos y los periodistas parlotean acerca de un rayo de la muerte. Talexpresin es tonta y equivocada, pero lo que realmente he hallado no es menosespantoso. He descubierto un sistema simple pero infalible para detener,sbitamente y aun a muchas millas de distancia, a cualquier motor. Entreveo,adems, el modo de inmovilizar toda clase de mquinas y hasta toda forma demovimiento, incluso el paso del hombre; todava ms: hasta el latido de su corazn.Comprender usted en seguida cules seran las mortales consecuencias de eseinvento. Hasta ahora hemos logrado detener a todos los automviles que, en unahora determinada, se acercaban a Roma. Despus se quiso detener en los cielos delas marismas toscanas a dos aeroplanos que estaban volando: se precipitaron atierra y los dos pilotos quedaron gravemente heridos.

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    Comprender, pues, las tremendas aplicaciones que podra tener midescubrimiento en caso de guerra, hoy en da, cuando todos los ejrcitos avanzan ycombaten mediante motores: los tanques, los vehculos armados, los treneselctricos, los automviles, las ambulancias, todos los medios de transporte y de

    ataque quedaran inmviles, paralizados. Para el ejrcito que tuviera mis aparatos,sera un juego fcil hacer estragos entre los enemigos reducidos por sorpresa a lainmovilidad. Y, cosa an ms terrible, todos los aeroplanos caeran del cieloenvueltos en llamas, con sus pasajeros carbonizados o deshechos.Si despus, como as lo pienso, se llegara a impedir todos los dems movimientos,sin excluir los del cuerpo humano, ya no habra salvacin para los atacados, querepentinamente quedaran convertidos en estatuas firmes o en cadveres inertes.Mi dispositivo paralizante, que sin embargo no es una verdadera arma, sera uninstrumento para causar hecatombes inmensas.Frente a tales perspectivas mi mente se ve desorientada y atormentada. Soycristiano y s que Dios quiere que reine la fraternidad entre sus hijos, no elfratricidio. Soy un fsico, y s que el movimiento es la esencia y el alma deluniverso: suspender el movimiento es un delito contra la naturaleza. Finalmente,soy hombre, y s que las mquinas inventadas por el ingenio de los hombres sirvenpara su bienestar y para contribuir a su potencia creadora; detenerlas, sera un

    crimen de lesa humanidad. No podra acrecentar mi gloria situndome contra lasleyes humanas y divinas. Esto, no obstante, el pensamiento de llevar conmigo alsepulcro el secreto de ese descubrimiento, es algo que me perturba y me oprime.Las tentaciones son fuertes, pero la responsabilidad es grande. En mi conciencia decatlico he decidido renunciar a esta ltima gloria, y callar. Pero usted adivinarcules son los sentimientos humanos, demasiado humanos, que hacen difcil esesilencio y dolorosa esa renuncia. El creyente y el patriota, el cientfico y el hombrecombaten sin tregua dentro de mi conciencia. La angustia causada por esta postreratragedia de mi vida me quita el sueo, la paz, la serenidad. Tengo el presentimientode que no podr vivir por mucho tiempo, estoy seguro de que no nos veremosnunca ms.

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    Cualquier consuelo que hubiera querido prodigarle no hubiera sido ms que unaserie de palabras vanas. Al despedirme de Marconi not que su mano estabahmeda por el sudor y que temblaba perceptiblemente.

    Conversacin 47 LA HUMANIDAD DE MRMOL

    Carrara, 19 de mayo.

    Da feliz, gozoso, memorable! Principio y promesa de mi victoria blanca!Desde muchos aos atrs soaba con los ojos abiertos y cerrados en este sueogigantesco; pareca que debiera permanecer como un objetivo vano de mi cotidianodelirio. Hoy, en cambio, todo est diseado y listo para ser traducido en bella ymaciza materia real. Se precisarn algunos millones de dlares y cinco aos detrabajo, pero finalmente podr ver lo que ningn ser semejante a m ni siquiera seatrevi a imaginar.El sueo es ste: una mole de mrmol para estatuas, blanco, que tenga treinta ytres metros por lado, en forma cbica. En sus cuatro caras laterales estarrepresentada, en bajorrelieves paralelos y sobrepuestos, la historia del gnero

    humano. En la primera se grabarn los orgenes de la civilizacin y las alternativasde los grandes imperios de frica y de Asia. La segunda se destinar a los hroes ya las gestas de la historia de Grecia y de Roma, desde los egeos y etruscos hastalas invasiones de los brbaros. En la tercera estarn los protagonistas espirituales eimperiales de la enorme et delicat epopeya humana y divina de la Edad Media.Finalmente, en la cuarta veremos la trgica y milagrosa aventura de los tiemposmodernos, desde las carabelas de Coln hasta la bomba de Hiroshima.En el centro del gran rellano superior del cubo y sobre un pedestal poblado porfieras y constelado de flores, habr dos estatuas colosales: Adn en toda su originaly potente belleza viril; Eva en toda su carnal y espiritual belleza materna. Lascabezas de los dos primeros padres del gnero humano sobresaldrn sobre susdescendientes una altura de cincuenta metros.

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    Esta obra, ideada por m, es titnica y no poda ser realizada sino en Italia, msan, en estas riberas dominadas por los Alpes Apeninos, donde Miguel Angel, vicarioprevisorio del Creador, anduvo buscando la materia de los cuerpos de sus gigantes.He apalabrado a doce excelentes escultores, los ms clebres y audaces que hay

    hoy en toda Italia; cada uno de ellos, a fin de concluir a su debido tiempo losbajorrelieves que le correspondan, tendr a sus rdenes diez expertos diseadoresy cinceladores que traducirn al mrmol las escenas de esta epopeya y tragediahumana.Ya han sido extrados casi todos los bloques, muchos estn ya en las canteras detrabajo y bajo la accin del cincel; se han firmado los contratos con los doce artistasy varios de stos me han mostrado las primeras figuras en creta, esbozos de lasgrandes escenas ideadas. Centenares de hombres entre los que hay excavadores,esbozadores y escultores, trabajarn por espacio de cinco aos para alzar frente alazul mar etrusco, un portentoso monumento dedicado al esfuerzo y a la gloria delhombre. Dejar aqu, como representantes mos y tambin con funciones desupervisores de tan magna obra, a un poeta de gran corazn y a un arquitectoverdaderamente honrado.Si Dios me concede vida, dentro de cinco aos podr contemplar en su cndida yexcelsa mole a mi obsesin convertida en piedra y belleza. En estas jornadas

    iniciales ya me parece ver la geomtrica masa blanca del enorme dado esculpido,alzndose altsima en la luz radiante del cielo italiano bajo el sol estival, entre lamajestad del monte y la inmensidad del mar. Ese gigantesco torren historiado, coninnumerables seres de proporciones ms que humanas, recordar por espacio demilenios, en caso de que la tierra no se haga pedazos antes de tiempo, lasalternativas gloriosas e infames de nuestra temeraria y desesperada especiehumana.

    Conversacin 48ITALIA ES DESPOJADA DE SU BELLEZA

    Miln, 20 de noviembre.

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    He querido visitar otra vez Italia, sus ciudades fabulosas y populosas, sussorprendentes capitales de provincia, sus paisajes de sueo y clamor: desdeTaormina a Borromeo. Al cabo de tres meses y medio de peregrinaciones ydetenciones me siento extraamente entristecido. Tanto por m como por este pas.

    Vi a Italia por vez primera hace cincuenta aos. Ya estaba decentada y deslucidapor la llamada civilizacin moderna, pero era siempre la patria hermosa de hombreshumanos. Haba ciudades y regiones intactas, donde an se respiraba el aire delfeliz siglo XIX en un escenario del XIV o del XVI. Italia era pobre, pero los italianosposean todava las riquezas que ningn banco puede proporcionar: amor,cordialidad, gentileza, buen humor. Italia era sucia en algunas de sus regiones, perocon una suciedad antigua y saludable, natural y lugarea, que no menoscababa labelleza de la naturaleza y no privaba al aire de su pureza. Italia era incmoda, algoprimitiva, careca de confort, pero compensaba al visitante con la quietud de suscalles, con la generosidad ambiental de sus plazas, con la paz de sus pequeasciudades, con la tranquilidad de su vida humilde y trabajosa, con la estimadasimplicidad de sus costumbres, con la serenidad bondadosa de sus seorescampechanos y sus plebeyos seoriales.Ya entonces haba bandoleros, timadores, mendigos y rameras, pero en cantidadreducida y tolerable, en formas distintas y reconocibles. Los bandoleros antiguos

    tenan algo de paladines e hidalgos, mientras que hoy en da los ladrones yasaltantes son muchachotes brutales que han convertido la prctica de su delito enuna gran industria organizada sin poesa alguna. Los mendigos parecan ser partelegtima de la cristiandad, y casi eran custodios pintorescos de las iglesias ypalacios. Hoy en da se llaman desocupados, y viven a costillas del que trabajadetestando a los que son ms inteligentes y trabajadores que ellos. Los estafadoresy liosos formaban una clase aparte, eran simpticos artistas del engao y secontentaban con ganancias modestas; hoy en da, la estafa y el timo se encuentrapor doquiera: en las industrias, en los negocios, en las oficinas estatales y en lasaceras de las calles. A las rameras era necesario buscarlas en los prostbulos; hoyen da hasta las seoritas de buenas familias y las seoras con ttulos han conocidolos frutos de la prostitucin clandestina.

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    Adis, vieja y querida Italia; adis, malandrines y vagabundos de Npoles; adis,desocupados y mirones de Florencia; adis, cantantes, msicos callejeros,vendedores ambulantes y floristas de Roma; adis, gondoleros y vividores negrosde Venecia; adis, pescadores de Capri y titiriteros de Palermo; adis, popular,

    festiva, ingeniosa y genial Italia. En estos aos, despus de la segunda infernalguerra, hasta el dulce paraso italiano se est convirtiendo en un infierno al estiloyankee. La civilizacin norteamericana, la del dlar y la mquina, ha invadido lavieja y adorable pennsula para civilizarla a su imagen y semejanza.Las calles, casi todas ellas estrechas, construidas para un pueblo de peatones y

    jinetes, estn ahora saturadas por automviles ruidosos, por motocicletasaccionadas con motores insoportables. En sitios donde antes se oan tan slo loslamentos musicales de los vendedores ambulantes, los cantos de las doncellas y los

    jvenes, las alegres risas de las comadres que charlaban a la puerta de sus casas ylos chasquidos de las fustas, ahora no se oye ms que estrpitos metlicos,mugidos y ladridos de automviles, rechinamientos de ruedas, fragores de escapeslibres, estruendos de motores y sonidos de bocinas, coros cacofnicos yensordecedores de gramfonos y altavoces. Las calles de Italia se han convertido enlas ms ruidosas y peligrosas de toda Europa. Los italianos se comportan como si elruido fuera la afirmacin indispensable del movimiento, la rapidez, la riqueza, el

    lujo, el orgullo, la vida. Ya no es posible detenerse en una plaza para admirartranquilamente una fachada o un monumento. El cerebro se siente aturdido ventontecido por los ruidos, la persona fsica se ve bajo una continua amenaza de seratropellada v deshecha. Las mquinas han empeorado la ndole de los italianos:todos tienen apuro, hablan con voz dura, tienen el rostro triste, hacen gala deactitud despectiva.Los hedores se han multiplicado igual que los ruidos y no slo en las hormigueantescalles urbanas; hasta en los caminos que bordean el mar, en las callejas de lasciudades medievales, en los parques pblicos y en las colinas florecidas, hasta enalgunos caminos del campo, los olores que trae la brisa son vencidos por el hedorde la bencina, de la gasolina, del aceite quemado, de todos los acres residuos de lacombustin.

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    por amor a la ostentacin, al lujo, a la curiosidad intelectual, por seguir la moda opor clculo. Por hbito o por esnobismo viven todava en un pasado reciente,pero la inmensa mayora, tanto de la clase elevada como de la inferior, no sienteuna sincera y clida pasin por el arte, al que considera, a lo ms, como una

    expansin, una diversin o un ornato. Poco a poco, a medida que las nuevasgeneraciones se enamoren de la mecnica y de los deportes, se vuelvan mssinceras, mas cnicas y ms brutales, dejarn el arte en los museos y bibliotecas,como restos intiles e incomprensibles del pasado. Qu puede hacer un artista que, como me ha sucedido a m, ve con claridad eseprximo fin? Sera un partido demasiado duro cambiar de ocupacin, y adems,peligroso desde el punto de vista alimenticio. Para l no quedan ms que doscaminos: procurar divertirse y procurar ganar dinero.Desde el momento en que el arte no es ms el alimento que nutre a los mejores,el artista est en libertad para desahogarse segn su talento en todas las tentativasde frmulas nuevas, en todos los caprichos de la fantasa, en todos los expedientesdel charlatanismo intelectual. El pueblo ya no busca en el arte consuelo yexaltacin, pero los refinados, los ricos, los ociosos, los alambicadores dequintaesencias, buscan lo nuevo, lo extrao, lo original, lo extravagante, loescandaloso. A partir del cubismo yo he contentado a esos seores y a esos crticos

    con todas esas mudables singularidades que me han venido a la cabeza, y cuantomenos las comprendan ms las admiraban. A fuerza de sobrepasarme en esos

    juegos, con esas cosas funambulescas, con los rompecabezas, arabescos y demscosas, llegu a ser clebre bastante rpidamente. Para un pintor, la celebridadsignifica ventas, ganancias, fortuna, riqueza. Ahora, como ya lo sabe usted, soy,clebre y soy rico. Ms, cuando estoy a solas conmigo mismo no tengo valor paraconsiderarme un artista en el sentido grande y antiguo de la palabra. Verdaderospintores fueron Giotto y Ticiano, Rembrandt y Goya; yo no soy ms que un amuseur

    public , que ha comprendido su tiempo y ha aprovechado lo mejor que ha sabidohacerlo la imbecilidad, la vanidad y la ambicin de sus contemporneos. Esta que lehago es una amarga confesin, ms dolorosa de lo que le pueda parecer, pero tieneel mrito de ser sincera.Et aprs a - concluy por decir Picasso -, allons boire .

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    La conversacin no termin ah, pero no tengo la paciencia necesaria para consignarlas otras desprejuiciadas paradojas que brotaron de los labios del viejo pintorcataln.