sebastian piÑera y cecilia morel - rodolfo … · desmalter. abajo, izquierda: detalle de uno de...
TRANSCRIPT
4 5
Considerada la única edificación de estilo neoclásico italiano puro existente en América, es la sede del gobierno y el escenario de los capítulos más
trascendentes de la historia política del país trasandino.
A tres semanas de cumplir con su mandato
SEBASTIAN PIÑERA Y CECILIA MOREL
EL PRESIDENTE Y LA PRIMERA DAMA DE CHILE ABREN LAS PUERTAS DEL PALACIO DE LA MONEDA Cuando Carlos III de España impulsó la construcción de La Moneda,
en 1780, dejó muy en claro que quería un edificio monumental y majestuoso. Con 18,720 metros construidos y paredes que alcanzan el
metro de espesor, el edificio ocupa toda una manzana y desde 1846 fue la sede de gobierno de todos los mandatarios. Frente a éste se
encuentra la Plaza de la Constitución -construida en la década del 40-, que formó parte del diseño con el que el urbanista Karl Brunner creó
el Barrio Cívico, a pedido del presidente Arturo Alessandri. Derecha: la primera dama y el presidente chileno, Cecilia Morel y Sebastián Piñera,
posan en la Galería de los Presidentes.
6 7
El Salón Rojo, que es la antesala del comedor privado del
presidente, está decorado con muebles franceses de caoba
estilo Restauración
E xisten pocos edificios en el mundo que re-presenten mejor a una ciudad como el Pa-lacio de la Moneda a Santiago de Chile. Tes-
tigo de la historia chilena y considerada la única edificación de estilo neoclásico italiano puro exis-tente en América, forma parte del patrimonio cultural del país trasandino y es una de las obras arquitectónicas más sobresalientes del virreinato.
UN POCO DE HISTORIAConstruido sobre los planos del arquitecto
italiano Joaquín Toesca y Ricci, su edificación comenzó en 1784 con el propósito de crear una sede para la Real Casa de Moneda y el proyecto fue financiado por Francisco García de Huido-bro, primer marqués de la Casa Real. En 1846, el presidente Manuel Bulnes Prieto la convirtió en residencia presidencial y sede del gobierno nacio-nal, además de lugar de acuñación de monedas.
Ocho décadas más tarde, en 1929, durante el primer mandato de Carlos Ibáñez del Campo, se hizo la mayor transformación que La Mone-da tuvo hasta la actualidad. Entre las muchas obras que se realizaron, se construyó una facha-da hacía la Alameda Bernardo O’Higgins. Y fue Ibáñez del Campo quien trasladó los hornos, chimeneas y calderas de los talleres al barrio de Quinta Normal.
Considerado como uno de los símbolos más representativos de la unidad nacional, en 1932 el presidente Arturo Alessandri decidió que la sede del gobierno debía convertirse en el edifi-cio patrimonial ícono del barrio cívico de San-tiago y ordenó que la fachada principal se pro-yectara hacia la Plaza de la Constitución. Desde ese entonces, muchos ministerios empezaron a establecer sus sedes cerca de La Moneda, lo que ayudó a rescatar su valor como referente de la identidad arquitectónica de la ciudad y fue de-clarado Monumento Nacional en 1951.
El 11 de septiembre de 1973, la noche del gol-pe de Estado en el que Augusto Pinochet derro-có al presidente Salvador Allende, el edificio fue bombardeado y quedó parcialmente destruido. Este ataque provocó la pérdida de tesoros inva-luables como el Acta de Independencia de Chile de 1818 y la piocha original de O’Higgins –la es-trella de cinco puntas de aproximadamente 7 cm de diámetro, considerada el verdadero símbolo del poder presidencial en Chile y que es colocada en el extremo inferior de la banda presidencial–, además de mobiliario y obras de arte.
El juego de sillas y sillones, estilo Carlos X en caoba datan de 1820, están tapizados en damasco con motivos napoleónicos y son atribuidos al taller de Alphonse Jacob. En su techo sobresale una lámpara Montgolfier estilo Napoleón III de bronce dorado y globos de cristal y, en las paredes, dos óleos
representando a familias aristocráticas chilenas del siglo XIX –los Solar Rosales y los Pérez Flores de Cavareda–, de los pintores Raymond Quinsac Monvoisin (1790-1870) y Rafael Correa Múñoz. Al fondo sobresalen un par de jarrones franceses de porcelana del siglo XIX pintados a mano.
8 9
“Mi mayor desafío fue rescatar la esencia y el origen de la verdadera historia de La Moneda y devolverle el
espíritu de cuando fue concebido originalmente por su arquitecto”
Derecha: el Salón Toesca, bautizado así en nombre del arquitecto del edificio. El mobiliario está compuesto por un valioso juego de jacarandá realizado en Brasil y Portugal a mediados del siglo XVIII. La biblioteca de la derecha, de madera ebonizada con marquetería de bronce y carey rojo, data del siglo XIX y perteneció a la familia del poeta Vicente Huidobro. Derecha, abajo: a este salón lo decoran un par de credenzas españolas del siglo XVIII, en madera decorada con falso
mármol. Abajo: la primera dama, con un traje de Max Mara y collar de plata de la joyera chilena Macarena Undurraga, posa en un sofá estilo Federal en la antesala de su despacho. Detrás, se
aprecia un retrato de Carlos III de España, realizado en Madrid en el taller de Rafael Mengs.
En 1981, terminó la restauración del palacio y volvió a convertirse después de nueve años en la sede del Poder Ejecutivo. Actualmente, las oficinas del presidente y la primera dama están emplazadas en el segundo piso con vis-tas a la Plaza de la Constitución. Allí, y a pocos días de que termine su gobier-no, Sebastián Piñera y su mujer, Cecilia Morel, posan en exclusiva para ¡Hola! y la primera dama revive su paso en este emblemático edificio y habla de la enorme labor que llevó adelante para ponerlo en valor después del terremo-to del 27 de febrero de 2010.
“EL CORAZON DE LA REPUBLICA”
–¿Qué la llevó a restaurar el Pala-cio de La Moneda?
–Este edificio es un emblema y un ícono importante en el corazón de los chilenos. Creo que pocos lu-gares nos dan tanto arraigo como La Moneda y, como yo soy una mujer que valora mucho el patri-monio, decidí hacer todo lo que estuviera a mi alcance para que siga siendo un orgullo nacional. No podemos olvidar que Chile es un país con historia de terremo-tos y eso ha provocado que pocas construcciones históricas sigan en pie. Esto no es una oficina, es el co-razón de nuestra República.
–Usted le puso nombres de escri-tores a varios ambientes del Pala-cio. ¿En qué se inspiró para hacerlo y para elegir a cada uno de ellos?
–Chile es un país con grandes
poetas y escritores y la literatura nos convirtió en un referente de las letras. Yo valoro muchísimo eso y consideré que teníamos que verlo representado en La Moneda. Además, no podemos olvidar que dos chilenos ganaron el Nobel de literatura, y eso hay que rescatar-lo. Chile era un país muy pobre y gracias a Gabriela Mistral y a Pa-blo Neruda fue conocido en el mundo. Además, quise recordar a otros hombres de letras como Gonzalo Rojas y Vicente Huido-bro, el padre del creacionismo.
–¿Qué es lo que hace de La Mo-neda un lugar único en el patrimo-nio de los chilenos?
–Creo la austeridad de su cons-trucción, porque así somos los chi-
10 11
lenos: sencillos y austeros. Muchos palacios fueron concebidos para mostrar lujo y ostentación. Este edi-ficio es un símbolo de todo lo que hemos conseguido como nación.
–Su ambiente favorito del pala-cio, ¿cuál es?
–Mi despacho, sin duda. Porque ahí nacieron todas las iniciativas y los sueños que me tocaron para ayudar a los más necesitados. El rol de la primera dama es el de acercarse y escuchar a la gente. Yo no fui elegida para ocupar este cargo, ni tampoco para tomar de-cisiones de gobierno. De hecho,
las políticas siempre toman tiem-po en arrojar resultados y es fun-damental que alguien se encargue de implementar programas que vean resultados inmediatos.
–¿Cuál fue el mayor desafío en el proceso de remodelación?
–Rescatar la esencia y el origen de la verdadera historia de La Moneda. Devolverle el espíritu de cuando fue concebido original-mente por su arquitecto. Por eso, en cuanto llegué a este lugar, me puse a buscar historiadores y ar-quitectos que se especializaran en el tema. Una de las primeras cosas
Arriba: el Salón Amarillo –su color proviene de las notables cortinas de seda dorada y grecas negras que pertenecieron a la casa del presidente Federico Errázuriz Zañartu– o Salón Carrera es utilizado como sala de espera para quienes acuden a audiencias con el jefe de Estado. Recuerda a
José Miguel Carrera (1781-1821), precursor de la independencia. Su mobiliario, estilo Imperio, fue realizado por el ebanista François Georges Jacob-Desmalter. Abajo, izquierda: detalle de uno de los sofás estilo Federal, en el que se aprecia el escudo y la bandera chilena pintados en oro. Abajo, derecha: detalle del servicio de mesa del presidente para un almuerzo oficial. La vajilla con el escudo nacional fue fabricada por Florencia, una de
las fábricas más antiguas de porcelana de Chile.
Fue Rosa Markmann, mujer
del presidente Gabriel González
Videla, quien decoró La Moneda con
valiosas piezas de arte y finos muebles
antiguos que trajo de Europa
El comedor del Gabinete de la primera dama tiene una mesa inglesa de caoba. Las sillas son de estilo Reina Ana y fueron traídas de Inglaterra. Destacan en este ambiente, además de las magníficas arañas de hierro fundido, dos mesas de arrimo con ornamentación frontal. Al fondo, se
puede ver el escritorio de la mujer del Presidente de la República de Chile.
12 13
“Sebastián es un hombre que, como decimos los chilenos, siempre ‘tira para arriba’. Está en su
naturaleza ver el lado positivo de las cosas y realmente tiene un don para solucionar los problemas”
Arriba: la gran pintura “El espejo de Cronos”, obra del célebre pintor chileno Roberto Matta, es lo que da el nombre al Salón Azul. Decorado con muebles estilo Imperio de los siglos XVII y
XVIII, es el lugar donde ocurren las principales reuniones del mandatario y espacio de recepción para jefes de Estado. La puerta que se ve al fondo conduce al despacho del Presidente. También
destaca una araña española de 36 luces hecha en plomo. Abajo: tintero de plaqué inglés del siglo XIX que representa a una musa montada sobre cuatro patas de león y cariátides. Tiene dos
depósitos de cristal: para la tinta y para la arena secante.
Cecilia Morel y Sebastián Piñera posan en el Salón Azul a sólo tres semanas de abandonar La Moneda. Se conocieron siendo chicos, ya que vivían a solo tres casas de distancia. En 1972
comenzaron su noviazgo y se casaron en 1973. “Recuerdo que el día del golpe de Estado de 1973 me llamó a la madrugada desde los Estados Unidos para proponerme matrimonio, ya que se había ido a
estudiar a Harvard al poco tiempo de que comenzó nuestro romance”, cuenta la primera dama.
que hicimos fue rescatar los colores originales. Por ejemplo, las paredes del Salón Azul originariamente eran blancas y era llamado así por el color de sus muebles. Realmente fue una enorme tarea volverlas al blanco. LA MUJER DETRAS DEL PRESIDENTE
–¿Qué significó haber ocupado el rol de Primera Dama de Chile?
–Estos cuatro años fueron para mí una gran oportunidad, pero sobre todo fueron un gran regalo de la vida y de Dios. Fue un privilegio haber participado en el proyecto político de mi marido y ser su mayor conse-jera. Sentirme querida por millones de chilenos que me abrieron su casa, su corazón y que me dieron miles de abrazos, no tiene precio.
–Hablemos de las cualidades de su marido...
–Muchas personas valoran y admi-
ran su inteligencia, pero yo resca-to su optimismo y su alegría. Se-bastián es un hombre que, como decimos los chilenos, siempre “tira para arriba” [Se ríe]. Está en su naturaleza ver el lado positivo de las cosas y realmente tiene un don para solucionar los proble-mas. Me gustan su firmeza y su liderazgo claro y definido, es un hombre que defiende la justicia, la dignidad y la libertad.
–¿Cuáles son sus planes cuando el presidente Piñera termine su mandato?
–Me cuesta todavía proyectar-me, porque hay muchas cosas que quedan por hacer y mi vida sigue siendo muy intensa. Igualmente, creo que continuaré muy vincula-da al ámbito social y voy a ayudar a Sebastián a crear una fundación sobre políticas públicas, en don-de quiero seguir trabajando en
14 15
temas como la infancia, la alimentación y los derechos de la mujer.
–¿A qué mujeres de la historia admira?–Aunque nuestro país tiene mujeres ma-
ravillosas en su historia, creo que Amanda Labarca fue una mujer que me marcó, ya que además de ser una destacada profeso-ra, escritora, política y diplomática, luchó incansablemente por mejorar la situación de la mujer y por el sufragio femenino. Pero debo decir que también admiró a las chilenas que todos los días trabajan por su familia y por su país.
–Si hiciera un repaso de sus años como primera dama, ¿qué momentos rescataría como los más importantes?
–Hubo dos episodios que me mar-caron muchísimo. El primero fue el terremoto del 27 de febrero de 2010 y que sucedió pocos días antes de que mi marido iniciara su gestión. Esa trage-dia me mostró un país que no conocía, puso frente a mí los rostros de millones de personas que hacen de Chile un país grandioso. El segundo fue el rescate de los mineros del derrumbe de la mina
de San José, en agosto de 2010. Apren-dí que lo importante es estar ahí para contener el dolor y la angustia pero, so-bre todo, para construir esperanza. Ese momento me demostró que la fe mue-ve montañas y que logró un milagro. Ver como la tierra devolvía a nuestros hijos me dio una enorme felicidad. Re-cuerdo ese momento y se me llenan los ojos de lágrimas.•
La Capilla de La Moneda es el único
recinto que sigue ocupando el mismo lugar y teniendo la
misma función que en el proyecto original.
El altar en estilo neoclásico, obra de Juan José Goycolea,
está realizado en madera policromada
y dorado fuego. El valioso crucifijo
tallado en madera que lo preside data del
siglo XVIII.
Cada cuatro años, los 10 de marzo, un presidente se despide de La Moneda. Hace su última salida por la puerta de la Alameda que, simbólicamente, se
cierra hasta el día siguiente en que asume el nuevo jefe de Estado
Texto y producción: Rodolfo Vera Calderón Fotos: Pilar Bustelo