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Suplemento de humor de PáginaI12 Sábado 23 de febrero de 2013 AÑO 25 - Nº 1318 S á tira I 12 Especial “clasista” 2 5 A Ñ O S

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Suplemento de humor

de PáginaI12

Sábado 23 de febrero de 2013

AÑO 25 - Nº 1318SáátiraI12 Especial“clasista”

25

O

S

>>> POR RUDY

¡Mire, lector, que vino complicado este mes de febrero,eh! ¿O me va a decir que no? ¡Ah! ¿Usted se fue to-

do el mes a la playa, a la sierra, al inconsciente, a la camacon alguien, a Europa o a Júpiter, y no se enteró de nada?Bueno, dichoso usted o quizá no, porque ahora vuelve y seentera de todo junto al mismo tiempo.Por ejemplo, en este mes de febrero se discutió acalorada-mente la vuelta de Riquelme a Boca. Que sí, que no, quepuede ser, que si los astros así lo deciden, que si los dirigen-tes, el clima, la política, la epistemología o la órbita de Plutón. Finalmente volvió, y es millones. Pero todavía no está ju-gando. Pero ya va a jugar. Pero no es el mismo. Pero esmejor que antes, todavía. Pero es “difícil”. Pero es un pró-cer. Y así podríamos seguir discutiendo hasta el próximoperíodo electoral, de Boca. Y mientras tanto, él seguirá ha-ciendo sus genialidades.¿Y sabe usted que en febrero un asteroide se cayó sobrela Tierra? Fue en Rusia –¿dónde si no iba a ser?– y lo másloco de todo esto es que mientras se esperaba que caye-se un asteroide, ¡cayó otro!Bueno, en realidad, cosas locas pasaron también en EstadosUnidos. No, no voy a decir nada del juez Buitre ni de los Fon-dos Griessa, porque de eso ya sabemos los argentinos. Tampoco del discurso de Obama sobre los medios, ¡pare-cía argentino, mister président! ¡Decir que algunos mediosson los que manejan la oposición y le “dicen lo que tieneque decir”! ¡Rápido, señor juez, señor fiscal, hagámoslesun juicio por plagio. ¡A ver si juntamos un poco de guitapor si alguna vez hay que pagarles algo por los valiososservicios que nos prestaron con el plan Brady, los créditospuente, los monitoreos, el megacanje, y la inspiración parael plan bonex, el corralito, y otras “bellezas”!Pero no, lo que pasó poco tiene que ver con nosotros, losargentinos. Tampoco nos creamos tan importantes, che. El tema es el siguiente: resulta que uno de los estados delos Estados Unidos se llama Mississippi. Desde hace siglosque se llama así. Es el estado en el que transcurre el libro (yla película) La cabaña del Tío Tom, donde a mucha genteno se los llamaba ni “negro” ni “afroamericano” ni “afrodes-cendiente”, sino “esclavo”, ¡y era políticamente correcto! (yparece que sobre todo era “económicamente correcto”). Como todos saben, o podrían saber, entre 1861 y 1865Estados Unidos estuvo en guerra contra Estados Unidos.Sí, fue la última guerra en la que “jugó de local”. Al pare-cer. Peleaba el norte contra el sur, y el que ganaba se cla-sificaba para la “Libertadores de América”. Los del norte eran “abolicionistas”, o sea, no querían de-cirles más “esclavos” a los esclavos, quizá porque a losesclavos hay que mantenerlos, o porque eran buena gen-te, usted decide. Los del sur, en cambio, eran esclavistas,y se resistían a decir “afroamericano”. La polémica llegó a ser de tal magnitud que los del sur de-cidieron separarse, y en vez de llamar a un abogado espe-cialista en divorcios, hubo guerra, como suele pasar en mu-chos divorcios. Los del norte eran “la Unión”, los del sur “laConfederación”. Y “la Mesa de Enlace” no participó, quizáporque se trataba de algodón y no de soja, lo que los “afro-americanos” cosechaban “esclavamente” hablando.Después de cinco años de lucha los del norte ganaron, se“enmendó la Constitución para abolir la esclavitud”, el pre-sidente Lincoln (abolicionista) fue asesinado y, si se puededecir tal cosa, “todo volvió a la normalidad”. Todos los estados, uno por uno, convalidaron, les gustaseo no, esa nueva ley. ¿Todos? ¡No, Mississippi no! ¡Hastaeste mes de febrero de 2013, o sea 147 años después, laesclavitud era legal en Mississippi! ¿Cuál fue la excusa?¡Que “nadie se dio cuenta”! ¡Miren que hemos escuchado argumentos ridículos de go-biernos a la hora de no hacer lo correcto...! Pero “nadie sedio cuenta de que no habíamos abolido la esclavitud” me-rece estar en el Top Five, ¿no?¡Y por si esto fuera poco, renuncia el Papa! ¡Sí, hace casi600 años que no pasaba algo semejante! La última vezque renunció un papa los afroamericanos eran solamenteafricanos, nadie anticipaba la caída de un satélite, y ¡la Tie-rra era plana! ¿Qué habrá pasado? ¿Se habrá conmovidopor lo de Mississippi, por lo del satélite, capaz que espera-ba el Apocalipsis en 2012 y, como no se dio, renuncia?¿Estará cansado de que los medios lo critiquen, o loaplaudan, o las dos cosas a la vez? ¿Será por cansancio,por salud, por amor? No lo sabemos... aún, pero bueno,en estas semanas se sabrá, y ¡SátiraI12 estará allí, comosiempre, haciendo chistes sobre el tema!Ah, y es importante que sepa algo, lector, sobre todo siusted está de vacaciones. ¡El lunes empiezan las clases!Sí, este lunes. Y para que no tenga que volver corriendoen el fin de semana, nosotros, los de Sátira, nos vamospara allá, donde esté usted, con un completísimo kit dechistes para el nuevo año escolar.Nos vemos dentro de una semana, lector.

SáátiraHOY HOY

Sátira 2 Sábado 23 de febrero de 2013 Sábado 23 de febrero de 2013 Sátira 3

¡Salta Violetta!>>> POR WOLF

E stoy como el tujes. Pero no como el tujes de An-gelina, la Jolie. ¡Estoy como el tujes de Angelici,

el presidente de Boca! Estoy hecho un demonio, enserio, estoy que echo fuego, pero no el fuego de miamor, soy una brasa viviente que se escapó del asa-dito del domingo. Cuando todavía no les quité toda la arena de VillaGesell a las ojotas, comienzan las clases. Y lo peor.La compra de útiles y uniformes escolares.Mi hija me dice: ¡Cómo cuesta arrancar el cole! Eneso coincidimos... ¡Cómo cuesta! La mochila cuesta$400, $300 los útiles, $800 los libros...¿Por qué todo aumenta justo en el momento en quelo tenés que comprar? Se viene Navidad: el turrónpasa a valer el doble y el pan dulce cotiza en la bolsade Tokio; viene la época de las vacaciones de verano,y los alquileres en Mar del Plata parecen los de laCosta Azul. Hasta el factor de protección solar 30 pa-sa a ser factor 34,50. Ahora que empiezan las clases, ¿adivinen qué puedellegar a aumentar? La canasta escolar, obvio. (Eso sí,hay que reconocer que para esta época la canastanavideña y la de Pascuas baja bastante.). Y mi dulcey adorada hijita no me pide cualquier útil, cualquiermochila:–Papi, quiero la mochila, la cartuchera y la carpeta deVioletta.–No, hija, vos tenés que tener tus propios útiles. Yosé que están caros, pero tampoco es cuestión de ir arobárselos a otras compañeras. Un sacapuntas porahí, la goma tal vez, pero...–No entendiste, quiero la mochi, la cartuchera y lacarpeta de Violetta–¿Y si ella se entera?–¿Quién?–Tu amiga, esa chica, Violeta...–No, Papá, Violetta no es una compañera. Violetta es...–Sí, ya sé, un color. Entonces si es sólo una cuestióncromática, quedate tranquila que mañana papá tecompra una mochila violeta, una cartuchera violeta yuna... Por las dudas, si me ofrecen lila o turquesa ¿eslo mismo?–¡Violetta –con doble “t”– es un personaje de la tele! Debí sospecharlo, desde un tiempo a esta parte losútiles escolares tiene la forma y color de los progra-mas de TV y del cine. Si no es el Hombre Araña esBen 10 para los chicos; si no es Barbie, es Violetta oFrutillita para las nenas. Aunque pude ver que sevendían también mochilas con la cara de Tinelli, 20por ciento plástico, 80 por ciento grasa. También en-contré la línea económica de útiles que sacó el Go-bierno, sobresale una serie de lápices igualitos al queusan en el Indec para dibujar números de la inflación.Y la mochila amarilla que sacó el PRO al mercadoviene con espacio para 12 lápices todos color amari-llo, espacio para bicisendas, cierre doblemano y unkit antiinundación. En negocios de Santa Fe y Callaose venden mochilas con un compartimiento ubicadoa la derecha, especial para guardar la cacerola queserá usada para protestar en caso de prueba sorpre-sa. Las cartucheras que se venden en San Miguel,que quedaron de la época de Aldo Rico, vienen conespacios para una calibre 45. Hay otras mochilas he-chas en San Luis, que vienen con paisajes de la pro-vincia y wi-fi gratis. Las carpetas de Suar tenían granéxito, venían con espacio para chivos entre materia ymateria. En las de Victoria Donda había espacio paraguardar lápices y dos gomas grandes, las de la Coali-ción Cívica venían con imágenes de apocalipsis y laque sacó la UCR incluía una goma para borrar todolo escrito años anteriores.Finalmente compré lo que le había prometido. Eso sí,entre los útiles con la cara de Violetta y el uniformenuevo y la matrícula del colegio, se me fue un sueldoy medio. Todo sea por la educación de la nena. Eneso, mientras la veíamos preparar los útiles para elprimer día de clase, le dije a mi mujer: –¡Parece mentira, cómo creció! –Sí, ayer estaba en jardín y hoy empieza el séptimogrado.–Me refiero a la matrícula: ¡$2500! ¡Y otros $2500 lacuota de marzo!

El libro de quejas del Licenciado Cuartirolo

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Sátira 4 Sábado 23 de febrero de 2013

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ELTON Y EL SON

8 I 24.2.13 I RADAR

Visitas > Elton John toca en Vélez, en uno de sus mejores momentos

POR SERGIO MARCHI

No fue algo hecho adrede,pero Elton John parecehaber completado un cír-culo en su vida y en su ar-te. Alguna vez le puso

música a una letra de Tim Rice, “Círcu-lo de la vida”, uno de los tantos engen-dros que sonorizaron al film El Rey Le-ón, pero nada tiene que ver con esto. Escomo si alguien hubiese escrito unapartitura prolija y redonda que Eltonejecuta sin saberlo como por designio.

Primero, los datos fríos. Al tiempoque llega a Buenos Aires para tocar el 2de marzo en Vélez, en el marco de unaenésima gira de “Grandes éxitos” (quelos tiene y a montones), Elton John de-jó finalmente en proceso de fabricaciónun álbum nuevo que ya cambió denombre dos veces. Al comienzo iba allamarse The Diving Board y ahora seráeditado en el mes de mayo bajo el títuloVoyeur. En el medio, Elton John hizoalgo a lo que no está acostumbrado: to-marse su tiempo para evaluar las cosas.Una vez que Elton hace un disco, ya es-tá; no hay tiempo para reflexionar por-que hay otra gira de por medio, otra ce-lebridad a la que socorrer, otra causabenéfica que requiere su atención o al-gún mall que lo atrae como un imán alhierro (dejó todos sus malos hábitos,salvo el de comprar compulsivamente).

Entre The Diving Board y Voyeurtranscurrieron casi dos años; muchotiempo para alguien tan ansioso comoElton, que además aseguró que este dis-co era de lo mejor que había hecho enmucho tiempo. La gestación de estenuevo álbum comenzó en el 2010,cuando Elton trabajó con el productorT-Bone Burnett en un disco en conjun-

to con Leon Russell titulado TheUnion. Más allá de la satisfacción dehaber podido ayudar con altura a unode sus ídolos (de acuerdo con Russell,estaba “tocando en baños”), Elton seencontró con algo más: un coequiperen la figura de T-Bone Burnett. “Novoy a grabar con ningún otro produc-tor”, le dijo. “No hay ningún problema,así será”, contestó entre risas Burnett.Elton ya le había puesto el ojo para supróximo disco y de esa manera comen-zaron las primeras tomas de grabaciónen el 2011.

Como siempre, Elton iba y venía; re-novaba y perdía la fe en el proyecto, noquería avanzar hasta ver las letras deBernie Taupin que, como siempre hasido, alcanzaron la altura de sus expec-tativas. T-Bone Burnett le propuso vol-ver a las raíces, pero ese plan estaba tri-llado: Elton John retomó el contacto yla calidad de sus primeros proyectoscon sus últimos tres álbumes de estu-dio, una saga que inició con SongsFrom The West Coast (2001), continuócon Peachtree Road (2004) y concluyócon The Captain & The Kid en 2006,un disco que le dio continuidad al últi-mo de sus grandes discos de los ’70:Captain Fantastic & the Brown DirtCowboy. Luego vino el proyecto conLeon Russell, que constituyó a la vezque una bisagra, una continuidad muybienvenida en una carrera que supo deespasmos y convulsiones.

Pero en esta ocasión, T-Bone le pro-puso a Elton ir más allá de esas prima-rias raíces examinadas en aquellos dis-cos. Hay unas quinientas personas quetienen en claro el momento en que El-ton John se convirtió en una superestre-lla, porque aconteció delante de suspropios ojos en The Troubadour, un re-

nombrado club de Los Angeles cuyo ti-tular, Doug Weston, elegía con ojo clí-nico a los artistas que harían una resi-dencia; no existía para él la idea de unshow único sino el concepto de crearun ambiente durante una serie de showsque podía ir de tres a cinco fechas. Laserie de Elton comenzó el 25 de agostode 1970. ¿Quién estaba allí? T-BoneBurnett que, como los demás, presencióalgo nunca visto en aquel tiempo: unbaladista muy especial que toca el pianoacompañado por un bajista y un bate-rista, pero que además puede rockearcomo Little Richard. En tiempos enque Joni Mitchell y James Taylor mar-caban el standard de lo que debía ser lamúsica, Elton John parecía encajar a laperfección, y a la vez ampliar el menú.

Para este nuevo disco, la idea de T-Bone fue que Elton volviese a ese for-mato de trío: un bajo y una batería. Lodemás lo tenía que hacer él. Burnettarrojó una carta al lienzo: “Tengo unbaterista que te hace todo y no necesitásnada más: melodía, tono y groove. EsJay Ballerose”. Elton lo conocía porquelo habían utilizado en The Union y loaprobó de inmediato. “Entonces, yovoy a elegir al bajista”, contraofertó elbritánico. Era un trato justo. El elegidofue Raphael Saadiq, un músico con unacarrera propia a quien Elton admira.Tanto entusiasmo fue reducido en ape-nas dos días de grabación. “Fue comouna catarata. Sin dudas el disco que hi-ce más rápido, y también el más exci-tante.” El álbum estuvo listo antes queElton pudiera disfrutarlo, pero no sepodía editar tan inmediatamente des-pués de The Union. Había que esperarun poco. Algo que a Elton nunca legustó.

Pero ese tiempo le hizo bien porque

tuvo tiempo de escuchar su nueva obray reflexionar sobre ella, al tiempo que sepreparaba para ser padre por segundavez. Y encontró en un grupo de cancio-nes una suerte de hilo argumental, y lepidió a Bernie Taupin que escribiesemás letras con esa idea en la mente, loque derivó en más canciones. Como laagenda de Elton siempre es muy com-plicada, las nuevas grabaciones no pu-dieron realizarse hasta comienzos de2013, y es por eso que Voyeur recién ve-rá la luz en mayo. De acuerdo con T-Bone Burnett, “el disco era demasiadofeliz, necesitaba algún toque que loequilibrara, y eso lo logramos con lasnuevas canciones”.

AMOR UNIVERSALHoy Elton John vive en varias reali-

dades paralelas que son las que confor-man un todo que lo exime de explica-ción alguna. Sin embargo, hay muchosque han olvidado o que nunca supieronque fue la gran superestrella de rock dela primera mitad de los ’70. Se hablamucho de David Bowie, de Marc Bo-lan, de Lou Reed y hasta de Iggy Pop,pero el reconocimiento popular másmasivo lo tuvo Elton John, desde aquelartículo que el periodista Robert Hil-burn publicara en Los Angeles Times, enel que anunciaba el nacimiento de unasupernova rockera: “Su nombre es El-ton John, se trata de un británico de 23años y su show en el Troubadour fue,en todos los sentidos, sensacional”. Fueesa review la que lo consagró en EstadosUnidos antes que Inglaterra terminarade despabilarse con respecto a la identi-dad de ese Dwight Reginald, que habíasido el pianista de Bluesology, grupo deacompañamiento del genial Long JohnBaldry.

Elton John fue muchos –revelación y prodigio, apadrinado por John Lennon, creador dehits serial, diva, cocainómano, déspota, baladista meloso, celebridad, infiel notorio,padre abnegado, esposo feliz– y ahora llega a Buenos Aires convertido en lo que pareceser la suma de sus mejores partes: en plena búsqueda de su segundo hijo junto a supareja, David Furnish, y con un disco junto al gran T-Bone Burnett que promete ser lomejor en mucho tiempo, el hombre del single más vendido de la historia viene a tocarsus innumerables grandes éxitos y, con suerte, presente algo nuevo.

RADAR I 24.2.13 I 9

Es otro inglés el que le da a Elton labienvenida al cielo de las estrellas derock un poco más adelante: John Len-non. El beatle tenía olfato y también legustaba brindar su apoyo a músicos queél estimaba sin ninguna razón más queuna simpatía a primera oída, tan sólopor escucharlos en la radio. Con EltonJohn tuvo algo más que un gesto: de-sarrolló una amistad. Por un lado, loveía como su reemplazante natural y lotrataba como a un ahijado, aconseján-dolo sobre cómo sortear las trampas delshow business. Cosa curiosa: EltonJohn se convertiría en el padrino de suhijo Sean y sería el único que podríaatravesar las puertas del Dakota, tras elsilencio que Lennon se autoimpuso des-de 1975 hasta 1980. A lo largo de esadécada, Elton John triunfó una y otravez con hits como “Rocket man”, “Da-niel” y “Your song” (que Lennon confe-só querer grabar algún día), y tambiéndejó sentada su innegable calidad endiscos como Honky Château, Don’t shootme, I’m only the piano player y GoodbyeYellow Brick Road.

La cocaína, los malos disfraces, ciertaimpertinencia imperial y el alcohol lohicieron trastabillar durante 15 años enlos que siempre tuvo un hit a mano pa-ra renovar su tanque. Fue meloso, bise-xual, divo despiadado, gay no asumido,hombre de la casa, marido infiel, gaydeclarado, reina sin corona y zombie desí mismo durante un tiempo que tardódemasiado en terminar. “Realmentemalgasté esos años –reconoce Elton–;mucha gente moría a mi alrededormientras yo no podía derrotar mi adic-ción. Así de mala es la enfermedad. Po-dría haber usado esos años en lucharcontra el sida”. Después de la rehabili-tación de rigor para toda estrella excesi-

va, llegó el desierto creativo que atrave-só con el oficio que lo mantuvo a floteen los años desquiciados. Ya en los2000, recuperó el prestigio artístico conobras que restauraron su buen nombre.Y ahora va por más.

Pero... ¿qué más puede querer unhombre que tiene el tema más vendidode todos los tiempos? “Candle in thewind”, compuesto en memoria de Ma-rilyn Monroe en 1973, fue reconfecciona-do prêt-à-porter para la muerte de su ami-ga Lady Di en 1997 y superó todos losrecords de ventas. Es el “Thriller” de lossimples. Pero a Elton no le alcanza.

Lo dijo claramente en el 2001 en untema de Songs from the West Coast:“Quiero amor”. Hay artistas a los que lesbasta con el cariño del público, los mi-mos de la prensa, la intensidad del entor-no y el respeto de sus pares. Bueno, a El-ton, no: él quiere amor. Por un lado, elmatrimonio civil con su pareja DavidFurnish fue un gran paso en la direcciónde ese amor, que se incrementó cuandoplanearon tener un hijo. Para ellos, no setrataba simplemente de una adopción si-no de algo más complejo, que requeríade un vientre de mujer y un óvulo a serfecundado con espermatozoides de am-bos mezclados. Y que el azar decidieracuál sería el afortunado.

Obviamente eso condujo a que una veznacido el niño y en tenencia de la felizpareja, hubiese un escrutinio de la criatu-ra para ver a quién se parecía más. ¿Peroen qué familia no ha pasado eso? La con-clusión fue que Zachary Furnish-John separece más a Elton. Ahora están esperan-do que crezca el segundo: Elijah JosephDaniel Furnish-John, nacido de la mismamadre que el anterior, a quienes DavidFurnish y Elton John quieren como unahermana más allá de que ha habido una

recompensa material de por medio.“Queremos que los chicos sepan quién essu madre biológica”, aseguraron. “Querí-amos un hermano para Zachary –recono-ció Elton–, porque para él la vida va a serdifícil, ya que en el colegio le van a pre-guntar por qué tiene dos papás y no unamamá, y además el peso extra de tener unpadre famoso. No queríamos agregarle lacarga de ser hijo único.”

Y para que termine de quedar clara ladeterminación de su búsqueda amorosa,la hizo universal en el libro que escribió elaño pasado. Quizás no sea el que todo elmundo podría llegar a querer leer, pero síuno que ayudará a una causa para la cualcreó la Elton John Foundation: la luchacontra el sida. “Cuando mezclás una dro-ga y un trago, te sentís invencible. Yo tu-ve la suerte de salir HIV negativo de todoeso.” El libro se titula Love is the Cure: OnLife, Loss, and the End of AIDS (El amores la cura: en la vida, la pérdida, y el finaldel sida). Se editó a mediados de 2012 yen él Elton se apoya en testimonios deamistades como Elizabeth Taylor, en laconmovedora historia de Ryan White, unchico que murió de sida en 1990, y aquien Elton ayudó junto con MichaelJackson, Lady Di y Freddie Mercury. Lasrecomendaciones de Bill Clinton y JoanRivers están a la altura y refuerzan elmensaje de amor medicinal que el pianis-ta británico intenta brindar.

“Tenemos que liberarnos de este estig-ma –escribió Elton–; es la barrera másgrande que hay hacia el progreso. Necesi-tamos detener el odio y la ignorancia. Esmuy idealista decir que el amor es la cu-ra..., pero en verdad lo es.”

DISTINTO TIEMPOPese a lo múltiple de sus ocupaciones,

que también incluyen una compañía de

representaciones que tiene entre sus artis-tas a Lily Allen y James Blunt entre otros,Elton John dice que jamás ha disfrutadotanto de su carrera. “Es que ahora tengouna vida –confirma–; ya no me acuestotan tarde por ir a una fiesta, porque mequiero poder levantar para hacerle el de-sayuno a mi hijo o ver a mi pareja. Si tu-viera que salir a tocar para poder pagar elalquiler o las cuentas, seguramente seríaalgo que haría con resentimiento. Pero enmi caso es un lujo que me doy, porquecuando me subo al escenario soy unhombre feliz. Ya no tengo la obligaciónde la estrella de quedarme tomando dro-gas hasta la madrugada. Mis obligacioneshoy son otras.”

Es ese nuevo tiempo, lejos del apuro,cerca del placer, y no obstante, urgido porla obligación que implica tener dos hijos(aunque puede reclutar un batallón de ni-ñeras), lo que parece darle a este nuevotrabajo de Elton John la posibilidad deno ser hijo de la necesidad, sino del amorque siente por la música, y también de noser hijo de la velocidad. “Lo que defineeste disco es que Elton ha tenido tiempopara escuchar lo que ha hecho y trabajarpara mejorarlo”, resume su productor T-Bone Burnett.

Y es así como cierra el círculo: amor, hi-jos, tiempo, ganas, algún capricho satis-fecho y ganas de ayudar a los que lo ne-cesitan, se trate de estrellas de rock olvi-dadas (como lo fue Leon Russell) o decausas humanitarias como un orfanatoen Lesotho (“nos regalaron como nuevecochecitos y los vamos a donar”), o biende guerras no resueltas como la batallafinal contra el sida. Aunque en verdad,Elton no cierra el círculo: lo retroali-menta. Y de ese modo lo mantiene enconstante movimiento, el que, sabemos,se demuestra andando.