sariego indigensmo en la tarahumara

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  • 7/26/2019 Sariego Indigensmo en La Tarahumara

    1/14

    Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=74702410

    Red de Revistas Cientficas de Amrica Latina, el Caribe, Espaa y Portugal

    Sistema de Informacin Cientfica

    Juan Luis SariegoLa cruzada indigenista en la Tarahumara

    Alteridades, vol. 12, nm. 24, julio-diciembre, 2002, pp. 129-141,

    Universidad Autnoma Metropolitana Unidad Iztapalapa

    Mxico

    Cmo citar? Fascculo completo Ms informacin del artculo Pgina de la revista

    Alteridades,

    ISSN (Versin impresa): 0188-7017

    [email protected]

    Universidad Autnoma Metropolitana Unidad

    Iztapalapa

    Mxico

    www.redalyc.orgProyecto acadmico sin fines de lucro, desarrollado bajo la iniciativa de acceso abierto

    http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=74702410http://www.redalyc.org/comocitar.oa?id=74702410http://www.redalyc.org/fasciculo.oa?id=747&numero=7499http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=74702410http://www.redalyc.org/revista.oa?id=747http://www.redalyc.org/revista.oa?id=747http://www.redalyc.org/revista.oa?id=747http://www.redalyc.org/revista.oa?id=747http://www.redalyc.org/http://www.redalyc.org/revista.oa?id=747http://www.redalyc.org/revista.oa?id=747http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=74702410http://www.redalyc.org/revista.oa?id=747http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=74702410http://www.redalyc.org/fasciculo.oa?id=747&numero=7499http://www.redalyc.org/comocitar.oa?id=74702410http://www.redalyc.org/
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    ALTERIDADES, 20

    12 (24): Pgs. 129-1

    La cruzada indigenista en la Tarahumara*

    JUAN LU IS SARIEGO RODRGUEZ* *

    Th e i n d i g en i s t c r u s a d e i n t h e Ta r a h uma r a r e gi o n . This essay examin es the four m ain issu es concerni

    pol i t ical relat ions betw een the Mexican governm ent and the ind igenous peoples (Tarah um ara , Tepehun, Pima a

    War ojo) from th e Chihu ah ua Sierra in th e 20thcentury . It deals w ith a polemical view in r egards to the possibi l i t

    of sociocultura l and ethnic chan ge, a perma nent renew al of the ideal of indigenous commonali ty , a claim to ov

    come the t rad i t ional s t ruggle between the Indian s an d mest izos and a set of ideologies and exper iments as fa r

    development is concerned.

    Key wo rd s : indigenism, autonomy , integrat ion, Sierra Tarah um ara , inter-ethnic relat ions.

    La Sierra Tarahumara fue a lo largo del siglo XX un te-rritorio predilecto para las reflexiones y los experimen-tos indigenistas. Las primeras propuestas fueron obra

    del gobernador Enrique Creel, quien en 1906 trat dehacer realidad sus concepciones sobre el problema in-dgena, plasmndolas en una Ley de civilizacin y me-

    joramiento de la Raza Tarahumara (1906). Despus,en los aos posteriores a la Revolucin, la Sierra deChihuahua fue escenario de la aplicacin de las refor-

    mas educativas y agrarias con las que los gobiernos fe-derales trataron de enfrentar la situacin de atraso yabandono de las regiones indgenas del pas. Final-

    mente, desde 1952, la Tarahumara se convirti en unaregin estratgica para poner a prueba las tesis y losprogramas del indigenismo oficial, en especial a partir

    de la creacin del Centro Coordinador Indigenista dela Tarahumara (CCIT), segundo en su gnero que el Ins-tituto Nacional Indigenista (INI) implant en el pas. Las

    tres ltimas dcadas del siglo se vivieron en la Tarahu-

    mara con los mismos signos y augurios de que indigenismo, entendido ste como un discurso y uprctica pblica orientados a integrar los pueblos

    dios a la cultura y a la economa nacionales, estallegando a su fin. A pesar de esos inconfundibles stomas y como en el resto del pas, no puede decirse s

    embargo que estemos hoy asistiendo al surgimiende un nuevo modelo de relaciones institucionales dEstado y la sociedad civil con los pueblos indios de

    Tarahumara.Este trabajo trata de rastrear e interpretar dic

    historia regional del indigenismo durante el siglo X

    Pretendo entender, explicar y evaluar estas polticala luz de su propia coherencia interna y de sus resuldos, pero sobre todo a partir de su compatibilidad, c

    pacidad de adaptacin y concordancia con la culturalos pueblos indios que viven en la Sierra de Chihuahu

    Aunque me centro ms especficamente en las n

    ciones y prcticas indigenistas nacidas en el seno de

    * Artculo recibido el 04/10/02 y aceptado el 30/10/02. Este artculo fue originalmente presentado como disertacin pobtener el grado de Doctor en Ciencias Antropolgicas en el Departamento de Antropologa de la UAM-I.

    ** Profesor investigador de la Escuela Nacional de Antropologa e Historia, Unidad Chihuahua. Calle Dcima 1608, ColoCentro, 31000, Chihuahua, Chih. Correo electrnico: [email protected]

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    instituciones pblicas y gubernamentales, no puedo

    dejar de lado dos referentes obligados sin los cuales re-

    sultara imposible entender esta historia: los plantea-

    mientos de la etnografa y la antropologa acadmicasy la experiencia y programas de los misioneros catli-

    cos en la Tarahumara. Con la antropologa acadmica,el indigenismo oficial mantuvo por pocas un intercam-

    bio de ideas, no siempre compartidas, y en las concep-

    ciones y prcticas de los misioneros jesuitas hall unafuente de inspiracin, pero tambin un motivo de com-petencia y disputa.

    La Sierra Tarahumara constituye un vasto territoriode cerca de 65,000 km2, que corresponde a la porcinchihuahuense de la Sierra Madre Occidental y abarca

    20 municipios de este estado. A pesar de la depredacin

    Cuadro 1 Poblacin t arahum ara, tepe huana, guarija y pima en e l estado de Chihuahua por mu nicipio

    (1 9 9 0 , 1 9 9 5 )

    Municipio Localidades Poblacin Densidad Hablantes de lengua indgena P-5HLI* PIC** PIE*** %(1) de 5 aos y ms (1) (1) (1) (2) indge

    Municipio Total Total A Hab./km2 Tarahumara Tepehuano Pima Guarijo Total B C D=B+C Total D/

    Edo. Chih. 13,583 2793,537 11.3 59,867 3,986 448 613 64,914 15,945 80,859 -

    Balleza 410 16,884 2.4 6,023 31 - - 6,054 1,458 7,512 7,318 4

    Bocoyna 459 25,824 9.2 5,186 - 1 1 5,188 1,244 6,432 6,759 2

    Carichi 228 8,188 2.9 2,717 - - - 2,717 489 3,206 4,604 3

    Guachochi 1,158 38,770 8.9 19,721 120 1 3 19,845 4,345 24,190 31,040 6

    Guerrero 417 40,209 7.2 333 2 1 - 336 95 431 3,432 Nonoava 59 3,246 1.2 304 - - - 304 66 370 898 1

    Alta 2 ,731 1 3 3 , 1 2 1 5.3 3 4 , 2 8 4 1 53 3 4 3 4 , 4 4 4 7 ,697 4 2 , 1 4 1 5 4 , 0 5 1 3

    Tarahumara

    Batopilas 440 11,109 5.4 3,373 - - - 3,373 711 4,084 5,438 3

    Chinipas 166 7,233 3.2 115 - - 93 208 52 260 1,388

    Gpe. y Calvo 902 42,593 4.6 4,326 3,722 - - 8,048 1,909 9,957 10,341 2

    Guazapares 415 9,078 4.2 2,122 - - 2 2,124 576 2,700 4,548 2

    Maguarichi 92 2,095 2.2 500 - - - 500 107 607 389 2

    Morelos 354 8,167 6.1 1,183 17 - - 1,200 296 1,496 1,838 1

    Moris 139 5,132 2.3 3 1 9 87 100 29 129 589

    Ocampo 180 7,499 3.7 51 - 4 - 55 11 66 1,150

    Temosachi 164 7,409 1.3 45 - 229 - 274 72 346 1,446

    Urique 909 19,271 4.9 8,039 2 - - 8,041 1,863 9,904 11,778 5

    Uruachi 325 8,587 2.8 862 - 1 420 1,283 295 1,578 1,901 1Baja 4 ,086 1 2 8 , 1 7 3 3 .7 2 0 , 6 1 9 3 ,742 2 43 6 02 2 5 , 2 0 6 5 ,921 3 1 , 1 2 7 4 0 , 8 0 6 2

    tarahumara

    Total 6 , 8 1 7 2 6 1 , 2 9 4 .3 5 4 , 9 0 3 3 ,895 2 46 6 06 5 9 , 6 5 0 1 3 , 6 1 8 7 3 , 2 6 8 9 4 , 8 5 7 2

    tarahumara

    * P-5HLI=Poblacin de 0 a 4 aos en viviendas cuyo jefe(a) o cnyuge habla alguna de las cuatro lenguas indgenas (tarahmara, tepehuano, guarijo y pima).

    ** PIC= Poblacin indgena (de los cuatro grupos tnicos sealados) censada por el Instituto Nacional de Estadstica, Geograe Informtica en el Conteo de Poblacin d e 199 5.

    *** PIE= Poblacin indgena (de los cuatro grupos tnicos sealados) estimada segn el Instituto Nacional Indigenista, 19Fuentes: (1) INEGI: Conteo de Poblacin de 19 95 , resultad os defini t ivos, 1996.

    (2) INI: Ind icad ores s ocioeconmicos d e los pu eblos ind gena s d e Mxico, 1993.

    de que ha sido objeto, la Tarahumara sigue constityendo una de las regiones de mayor biodiversidad

    Amrica del Norte. La rudeza del clima se combina c

    el espectculo de un paisaje lleno de contrastes enlas tierras fras de las cumbres montaosas, cubier

    de conferas con altitudes de cerca de 3,000 metrsobre el nivel del mar, y las profundas barrancas y cones por donde, en medio de viejos pueblos miner

    serpentean ros y arroyos origen de las grandes cuenc

    fluviales del Mayo, el Fuerte y el Yaqui, que irrigan los ftiles valles agrcolas prximos a las costas del Pacf

    del noroeste de Mxico.No obstante, antes que nada, la Sierra, como h

    bitualmente la denominamos en Chihuahua, es u

    t ier ra ind ia. En ella vivan en pocas prehispnic

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    Ju an Luis Sariego Rod rgu

    1

    grupos de base econmica agrcola, pero sobre todo ca-zadora y recolectora, hablantes de lenguas del tronco

    uto-azteca, asentados en pu eblos d e ra nch era1de

    acuerdo con un patrn sumamente disperso y liga-dos a sistemas de organizacin completamente ajenos

    a las concentraciones urbanas y a las formas estatalesy mucho ms proclives a la movilidad geogrfica y ala autarqua de los ncleos familiares. Tras largos pe-

    riodos de etnocidio, acoso y aculturacin, han sobrevi-vido a nuestros das cuatro de estos grupos: los ra-rmuri o tarahumaras, los dami o tepehuanes, los

    ooba o pimas bajos y los warij o guarijos, etnias quesuman una poblacin de cerca de 100,000 habitan-tes (cuadro 1).

    Tras examinar los mltiples aspectos que estnimplicados en el concepto de indigenismo, considero

    que hay cuatro grandes temas o vertientes interre-lacionadas, que constituyen el ncleo central del dis-curso y la prctica institucional del indigenismo en la

    regin:

    a) Una particular y polmica vis in d el indioy de

    sus posibilidades de cambio social.b) Una actualizacin permanente del ideal delcomu-

    nit ar ismo in dgena, entendido ste como la formasocial ms propicia para asegurar el cambio so-cial de los grupos tnicos.

    c) Un afn orientado a transformar las concepcionesy prcticas de las relacionesin te rtn ica sentreindios y mestizos.

    d) Un conjunto de filosofas y experimentos en tor-no al desarrol lode los pueblos indios.

    Miradas primit ivist as y reform adoras so bre la Tarahum ara

    El indigenismo es, antes que nada, una propuesta terica sobre la identidad y el cambio social de los pueb

    indios. En la Tarahumara, este dicurso se encuaden el marco de las reflexiones y polmicas que diferencorrientes de la antropologa han construido en tor

    a los grupos tnicos que habitan este territorio d

    oeste chihuahuense. Porque aunque muy lejana de grandes centros neurlgicos del quehacer intelectu

    y universitario, la Sierra de Chihuahua se convirtiun lugar de apasionada predileccin para los viajros y etngrafos casi desde la poca en que la antrop

    loga comenzaba a hacerse ciencia a finales del sigXIX.2Desde entonces a la fecha, creo que se han des

    rrollado dos discursos distintos y contrastados sobla identidad y las posibilidades del cambio social de grupos tnicos.

    El primero de ellos, que me atrevo a denominar pritivista, ha consagrado y defendido una visin preservacnista de la Sierra Tarahumara entendiendo sta com

    uno de los pocos reductos del hombre natural, comoltimo territorio donde es posible encontrar una mutra genuina y excepcional de la resistencia cultural

    cambio. La constatacin tiende a derivar en una aploga de la resistencia a la aculturacin, en una crti

    a veces despiadada, a la civilizacin y a la modernidaEs sta la mirada fascinada de los etnogrfos que, com

    el noruego Carl Lumholtz, descubrieron con asombrofinal del siglo XIX, la existencia de los tarahumarararmuri y proyectaron en ellos la imagen de los ltim

    1 En una de las tipologas ya clsicas sobre los sistemas sociales de los grupos indios del noroeste mexicano y suroenorteamericano hacia 1600, Edward H. Spicer (1976: 8-15) ha encuadrado a las etnias serranas de Chihuahua y Sondentro del modelo que l denominapobla ciones d e ra nch era(th e ra nch era peoples): pequeos asentamientos no compacni articulados entre s, dispersos en las montaas y barrancas, entre las cuales las familias podan circular segn estaciones agrcolas o los ciclos de la recoleccin silvcola. En muchos casos, la morada predominante eran simples regios tales como cuevas en las laderas rocosas o chozas con mampostera de piedra y adobe en los valles y barrancos. economa se sustentaba en una agricultura bsica soportada en tres cultivos (maz, frijol y calabaza), pero especialme

    en la recoleccin y la caza. Aunque se intercambiaban artculos suntuosos, no exista un comercio regular ni especializani mucho menos ciudades mercado.Desde el punto de vista poltico no existieron instituciones que fueran ms all de las unidades familiares extensas o

    los pequeos grupos de asentamientos, ni formas de control militar o administrativo que trascendieran a otras comudades o etnias. La guerra, aunque poda ser comn por pocas, no significaba conquista territorial ni subordinacin tribtaria de un grupo sobre otro. No hay referencias explcitas a un sistema organizado de autoridades y, en la mayora de crnicas sobre los tarahumaras, slo se alude a la existencia de caciques y lderes militares con ocasin de las rebeliony shamanes a los que los misioneros identifican con hechiceros, pero no a una estructura religiosa-sacerdotal o militEn suma, la Sierra Tarahumara conformaba un territorio multitnico (tarahumaras, warojos, pimas, tepehuanes, jovtubares) de pequeos asentamientos dispersos, autnomos e independientes poltica y econmicamente unos de otro

    2 En otro lugar (Sariego, 1999) he analizado con ms detalle la historia de la antropologa en Chihuahua y he planteado qsus temticas ms reincidentes son aquellas que tienen que ver con la identidad de los grupos tnicos de la Sierra. En pticular, sobresalen en nmero y diversidad los estudios sobre los rarmuri que han merecido una mayor atencin por pade la antropologa que la otorgada a los dame, warij y ooba. En cuanto a la poblacin mestiza de la regin, numrimente tres veces superior a la indgena, los estudios etnogrficos estn an por emprenderse.

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    caverncolas de Amrica, recnditos en la fragosidadde las barrancas de la Tarahumara. A ellos, senten-

    ciara el viajero noruego, la civilizacin [...] ningn

    beneficio les presta, [sino, por el contrario] sacuderudamente las columnas del templo de su religin

    (Lumholtz, 1985, t. I: 403). O es la mirada de natura-listas, como el etnobotnico norteamericano EdwardPalmer, el militar Frederick Schwatka, los arquelo-

    gos y etnohistoriadores Adolph Francis Bandelier yAquiles Gerste, que levantaron un registro sistemticode los indgenas de Chihuahua, rememorando en ellos

    el prototipo casi mtico del hombre primitivo, identi-ficado con la naturaleza y practicante de rituales pro-piciatorios dirigidos al Sol y la Luna. La constatacin

    de estos signos de primitivismo llega incluso a opacarlas evidentes mellas que el progreso, encarnado en la

    expansin de capitalismo minero, forestal y ferrocarri-lero, estaba provocando en la Sierra de Chihuahua alfinal del siglo XIX.3

    Desde otra perspectiva, este mismo discurso primi-tivista vuelve a cobrar actualidad en una vasta literaturamdica que consagra la capacidad de resistencia fsica

    del rarmuri, al que se le llega a asociar con el signi-ficado del hombre de los pies ligeros capaz de perse-guir y dar alcance al venado y experto en correr y resis-

    tir hasta la extenuacin sin que su capacidad anaerbicay cardiovascular muestren signos de cansancio. El ra-

    rmuri, dir un etnlogo norteamericano, es elmodernoespar tano(Groom, 1971: 304), que vive, danza y correconsagrando el principio de la resistencia fsica, sin el

    cual no podra sobrevivir en un medio tan hostil comoel de la Sierra.4

    Tambin la mirada primitivista se hace eco en linterpretaciones sistemticas de los primeros antrop

    logos acadmicos que, como Carlos Basauri, Wend

    C. Bennett y Robert M. Zingg recorren la Tarahumaa finales de los aos veinte. Desde corrientes acad

    micas distintas, los tres coinciden en constatar que rasgos culturales arcaicos de los rarmuri y su resistecia al cambio social predominan sobre cualquier form

    de aculturacin y modernidad. El primero de estautores, emisario de la Secretara de Educacin Pblitras verificar que los tarahumaras conservan tod

    las supersticiones inherentes a un tipo de civilizaciprimitiva(Basauri, 1990: 281), acaba por reconoccon pesimismo la inviablidad de cualquier reforma ed

    cativa entre los grupos tnicos de la sierra chihuahuenDesde una posicin muy distinta, la de Antonin A

    taud, un dramaturgo y poeta surrealista francs queinterna en el territorio tarahumara a mediados de laos treinta, tambin los rarmuri aparecen como

    expresin ms acabada del hombre puro, autnticno contaminado por la civilizacin, una raza pr inc ien la que, a travs de rituales como el del consumo

    jcu r io peyote, el mito y la realidad se fusionan.6Asumiendo una postura diferente, la concepci

    primitivista es tambin propia de antroplogos dese

    cantados de la poltica indigenista del Mxico postrev

    lucionario, que entienden el atraso de las etnias ser

    nas de Chihuahua, no tanto como un proceso autnode resistencia sino como el resultado del abandonoque el gobierno y la nacin las han sumido. Es sta

    posicin de antroplogos crticos de los aos cuareta y cincuenta como Fernando Jordn.7

    3 Adolph Francis Bandelier, arquelogo y etnohistoriador de origen suizo que estuvo estrechamente ligado a Lewis HenMorgan, recorri en 1884 la regin de Casas Grandes y Janos donde investig las relaciones culturales entre los indios publo, del sur de Estados Unidos, y los grupos tnicos de la sierra sonorense y chihuahuense (Bandelier, 1923-1927 y Brow1996). El padre Gerste excav en diferentes lugares de la Sierra Tarahumara en 1892, identificando ciertos elementosla cultura material y simblica de los rarmuri (Gerste, 1914). Edward Palmer y Frederick Schwatka tambin recorrieronSierra Tarahumara a finales del siglo pasado: el primero elabor un amplio registro etnobotnico y el segundo consiglas modalidades de la aculturacin indgena entre 1889 y 1890 (Watson, 1886; Schwatka, 1893).

    4 Los estudios de mdicos y antroplogos fsicos sobre la resistencia fsica de los rarmuri, su potencia anaerbica, sus bandices de cardiopatas, sus dotes de cazadores de venados y su renombrada fama como corredores son numerosos,

    especial a raz de la participacin de un grupo de ellos en la prueba de maratn de las olimpiadas de Amsterdam en 19Puede verse una resea de esta bibliografa en Kennedy (1996: 262).

    5 La obra de Bennett y Zingg (1978) es una de las etnografas ms clsicas sobre los tarahumaras. Tras analizar minucsamente el origen de los diferentes rasgos culturales de la vida rarmuri, los autores concluyen que en ella predominaquellos que son anteriores al influjo de la colonizacin. Desde varios ngulos y con diferentes argumentos, la monograde Basauri, escrita al final de los aos veinte (Basauri, 1929), abundaba en detalles que venan a confirmar la tesis de qlos tarahumaras vivan en condiciones de autntico primitivismo, sobre el cual ni el proselitismo religioso ni la obra civilidora de los misioneros haban hecho mella alguna.

    6 Desafo al progreso y a la ciencia mdica, menosprecio mgico por la civilizacin, comunismo espontneo. Estos son trminos de Artaud para referirse a los rarmuri en su Viaje al p as d e los tara huma ras(Artaud, 1984). Ante los ojosnuestro visitante y espectador europeo ellos aparecen como nicos, como sobrevivientes de los desastres de la civilizacicomo genuinos actores en el teatro de la crueldad del mundo. Su primitivismo rebasa el plano de lo meramente etngrfico; expresa el estado de pureza del hombre en el grado y la poca donde cultura y naturaleza se confundan.

    7 A lo largo de varios artculos periodsticos (1948, 1954) y de suCrni ca d e un pa s brb ar o(1989 [1956]), Jordn confirmcomo lo hicieran antes los evolucionistas decimonnicos y los viajeros europeos de principios de siglo, que la Sier

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    Ju an Luis Sariego Rod rgu

    1

    El segundo discurso etnogrfico sobre la Tarahu-

    mara y sus indios es el que denomino reformista, porquecree y apuesta por la reforma y el cambio en las formas

    de pensar y vivir de las etnias serranas. Es la propuestay la mstica de la transformacin social y es, al mismotiempo, la secuela de muchos y variados experimentosdirigidos a cambiar y reformar la cultura indgena.

    Dos sectores institucionales, agentes de estos ex-perimentos del cambio indgena, son los principales de-

    fensores de esta visin: el de los misioneros catlicos(en especial los jesuitas) y el de los indigenistas guber-namentales. Quizs hayan sido el celo y la competen-

    cia mutua los que los han llevado a demarcarse entres hasta llegar a parecer opuestos, pero en realidad supunto de partida es idntico: una fe ciega, a veces no

    suficientemente certificada en las evidencias etnogr-ficas, de que el indio puede y debe cambiar.Mas si el punto de arranque es similar, el de llegada

    es distinto: los indigenistas gubernamentales creen enla transformacin cultural del indio a partir de su con-

    versin en ciudadanos de la nacin y, para ello, dos

    instrumentos emergen como estratgicos: el primero,la educacin entindase castellanizacin, escolariza-cin, aceptacin de los lemas del progreso y asimilacin

    de los valores de la cultura nacional y nacionalistay, el segundo, la lucha por el control de los recursos te-rritoriales la tierra y el bosque, lo que forzosamente

    lleva a replantear el sistema de dominacin y explota-

    cin derivado del modelo de rel acion es int ertn ica stpico de la Tarahumara. Es sta la imagen de los pri-

    meros maestros agraristas e indigenistas que, imbuid

    del ideario cardenista y de los principios de la escula rural, llegan a la Tarahumara a finales de los a

    treinta y logran la hegemona del CCITal inicio de la dcada de los cincuenta. Su ms destacado exponenhabr de ser el antroplogo Francisco M. Plancartequien, por cierto, la historia oficial de la antropolog

    mexicana adeuda un merecido reconocimiento.8Tabin es ste el ideario poltico y programtico del CCINIdurante las dos primeras dcadas de labor indignista en la Tarahumara.

    Hasta las postrimeras de los aos sesenta, el en

    que del cambio que postulan los misioneros jesuites una combinacin entre la asimilacin del dogma y

    moral catlicas y la aculturacin educativa. En l

    tres ltimas dcadas, en cambio, la Iglesia local asumque la conversin religiosa entre los grupos tnicodespus de cerca de cuatro siglos de cristianizaci

    ya se ha dado: los tarahumaras ya han raramurizadel dogma y la moral cristianas hasta confundirlos csus propios smbolos y rituales en los que es imposib

    trazar con precisin la frontera entre lo cristiano yindgena. Por ello, la cristianizacin ya no puede sentendida sino en trminos de una pastoral de aco

    paamiento, en la que ms que imbuir dogmas y cotenidos morales, hay que ser respetuosos y atentante los signos religiosos de los pueblos indios de

    Tarahumara.9

    Una ltima versin de las tesis reformadoras la de quienes, desde una postura posmodernist

    Tarahumara es el territorio del primitivismo cultural, pero l asume una postura crtica muy distinta de la de aquellos otrel primitivismo es sinnimo de atraso, miseria y abandono. Denota no la fortaleza, sino la agona de una cultura indgeque, aunque no es culpable de su situacin desventajosa, no tiene futuro alguno que no est del lado del progreso y la elucin de la nacin. Ms que condenado a desaparecer, el indio est llamado a conocer su liberacin y sta, por paradjico que parezca, slo podr provenir de su ineludible enemigo histrico, el mestizo y su civilizacin.

    8 El anlisis ya clsico de Plancarte sobre el problema indgena tarahumara (Plancarte, 1954) es al mismo tiempo unanografa y una propuesta sistemtica de intervencin social en los mbitos de la educacin, la reforma agraria, el desarroagropecuario, la apropiacin indgena de las riquezas forestales, la salubridad y, en general, el desarrollo de los gruptnicos de la Tarahumara.

    9 Esta perspectiva puede constatarse en los estudios de Robles (1992) y Velasco (1987).

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    interpretan el cambio social de los tarahumaras comoun proceso sin orientacin y sentido, fruto de la des-composicin profunda e irreversible de la identidad

    rarmuri que resulta de la migracin y la pobreza y essecuela de la miseria. Recuperando la terminologa deArtaud, los rarmuri, seran, segn estos postulados,actores de una obra sin libreto y sentido, sujetos pasi-

    vos de una historia cuyo fin apocalptico no puede sersino su lento y definitivo etnocidio. Es esta la lecturade antroplogos como Juan Cajas Castro (1991).

    El discurso y la prctica indigenista sobre la co mun idad

    De todos los principios que han regido el discurso y la

    accin institucional de los indigenistas, hay uno quesobresale y permea todos los dems: el que estableceque el cambio social slo es posible a partir de que elindio asuma de buen grado o como resultado de laimposicin formas comunales y colectivas de organi-zacin social, lo que, en la Tarahumara, signific a lolargo de cuatro siglos propugnar por la vida en comu-nidad, la fijacin sedentaria de los indios en el territo-rio, la creacin de pueblos, la aceptacin de un rgimencentralizado de autoridad y representacin polticas y,en general, la conformacin de patrones de accin enlos que el individuo apareciera subordinado a la co-munidad. En definitiva, una defensa a ultranza de lo

    que podramos llamar un comun i tar ismo indigenis ta.Por lo que se refiere en particular a la accin guberna-mental, este comunitarismo tom como sustento unaserie de referentes etnogrficos, teorizaciones y expe-riencias propios de las formas de organizacin socialdel mundo indgena mesoamericano, marcadamentediferentes a las de los grupos tnicos de la Tarahumara10

    y construy sobre esa base comunitarista programasde accin para el desarrollo, el territorio, los sistemas degobierno y las relaciones intertnicas que, por su pro-pia naturaleza, tuvieron un xito limitado.

    Aunque este precepto comunitarista dirigi la accinindigenista de la Iglesia y del Estado por cerca de cua-

    tro siglos, siempre enfrent entre los grupos tnicosde la Tarahumara variados estilos de oposicin, quefueron desde la revuelta armada hasta la aceptacinnegociada, pasando por la resistencia pasiva. La ltimarazn de ser de esta oposicin tiene que ver con la in-compatibilidad entre el comunitarismo indigenista ylas formas sociales autctonas de organizacin de lospueblos indios de la Sierra de Chihuahua.

    El comunitarismo indigenista tuvo sus expresioniniciales en los pueblos de misin de la poca coloni

    versin local de las reducciones jesuticas. En ella

    los misioneros quisieron prefigurar en un tiempo yun espacio histricos la utopa de la ciudad sagrad

    De ah, la lucha por imponer a los indios la aceptacide su condicin de miembros de pueblos y nacionespropiedad y el trabajo comunales, la fijacin territor

    el sistema de gobierno y de cargos, la prctica institcionalizada de los tribunales y de la justicia indgen

    Las rebeliones cclicas que se repiten a lo largo

    los siglos XVII y XVIII atestiguan el fracaso de la polca de reduccin. En 1767, cuando los jesuitas son epulsados de la Tarahumara, los indgenas se reapropi

    de muchos de los elementos culturales que se les hban impuesto, pero tambin vuelven a recrear en s

    pueblos y rancheras la autonoma poltica, la libetad de adscripcin, la movilidad territorial y la economdiversificada.

    En las primeras dcadas del siglo XX, el sueo dcomunalismo indigenista recobra vigencia, ahora pobra de las propuestas del gobernador Creel quie

    tras la promulgacin de la Ley de Mejoramiento de

    Raza Tarahumara, experimenta la conformacin de lonias o pueblos tutelados por la presencia del Estad

    en donde se haga realidad la ruptura del indio con medio de origen y con su cultura. El ensayo qued

    inconcluso por el estallido de la Revolucin pero, cierto sentido, revive en las colonias catequistas qlos jesuitas implantan en lugares como Sisoguich

    Norogachi. De nuevo aqu, la escuela y la explotacicientfica y moderna de la tierra se convierten en ldos vectores de la accin indigenista, al mismo tie

    po que, otra vez, se manifiesta la resistencia a la fijcin territorial y a la tutela de la Iglesia y el Estad

    En los aos treinta, al calor de las reformas cadenistas, el principio del comunalismo indigenistapresenta en la Tarahumara al amparo de un discur

    y una prctica radicalizados en los que las etnias svistas cuasi como nacionalidades inmersas en el Esdo nacional. Es entonces cuando surge por prime

    vez en la Tarahumara el tema de la autonoma indgendefendida, entre otros, por una comisin gubernametal que, a instancias del presidente Crdenas, reco

    el territorio serrano en 1936 y llega a proponer la aunoma poltica de esta etnia y el reconocimiento explcde su sistema de gobierno (Departamento del Traba

    1936). La expresin ms acabada de este indigenmo son las celebraciones peridicas de los congres

    10 Estos principios bsicos de la doctrina oficial indigenista sobre la comunidad, el gobierno, los sistemas polticos, las regnes, los territorios, las relaciones intertnicas y el desarrollo indgenas se resumen en los planteamientos de Aguirre Beltr(1956, 1967, 1991) y de Aguirre Beltrn y Pozas Arciniega (1981).

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    tarahumaras y la constitucin, en 1939, del ConsejoSupremo Tarahumara, organismo concebido por suspromotores como un autntico representante poltico

    de los indgenas ante el Estado.Finalmente, desde los aos cincuenta, la tesis del

    comunalismo indigenista se concreta en la aplicacin

    de las teoras sobre la comunidad que derivan de la et-nografa mesoamericanista, donde la comunidad esidentificada como el ncleo principal de la territoria-

    lidad y de la organizacin indgena en el que se agru-pan los clanes residenciales y calpules (vase figura 1).Simultneamente, la comunidad es considerada como

    el destinatario primordial de los cambios sociales.En sus mltiples modalidades este comunitarismo

    indigenista choca con las evidencias etnogrficas. Nincleo familiar, ni comunidad, ni pueblo significan en

    la Tarahumara lo que en Mesoamrica connotan. En-tre los rarmuri la herencia es bilateral, no hay clanesni linajes, mucho menos calpules residenciales. Por elcontrario, la dispersin territorial impone un sistema

    de organizacin social basado en la unidad familiar, elrancho, la ranchera y la red del tesgino, a travs de

    lacual, como brillantemente lo ha explicado Kennedy

    un ecologista cultural que trabaj en la Sierra en1960, los rarmuri viven y expresan su sentido de

    sociabilidad. Es en las tesginadas donde opera el sen-tido de pertenencia tnica, donde se ejerce el liderazgo,la autoridad basada en el prestigio, los intercambios

    matrimoniales y comerciales y hasta la violencia. Peesta institucin difusa, que muestra el alto grado

    adaptacin indgena a las condiciones del territorio las posibilidades de acceder a sus recursos, se adapmal al esquema oficial indigenista de la ciudad primda mestiza y su hinter landindio. Los propios indig

    nistas de la Tarahumara lo acabarn reconociendcon ello aceptarn una de las profundas races de fracaso.

    Indigenismo y relaciones intertnicas

    El indigenismo ha significado no slo una etnograjustificada del cambio y una defensa a ultranza d

    comunitarismo, sino tambin una concepcin de l

    relaciones intertnicas. Al respecto, descubro en Tarahumara tres momentos y formulaciones.

    La primera la denomino proteccionistay en ella grupos indgenas fueron definidos, en relacin co

    los mestizos, como una minora racial en condicion

    de inferioridad social, incapacidad jurdica, atraso ctural, precariedad econmica y, por lo mismo, necesi

    da de proteccin, ayuda, tutela y sujeta a un rgimenexcepcionalidad jurdica y poltica. La debilidad del

    dio justifica que su civilizacin requiera de mecanmos de proteccin y segregacin. El Estado y la Igsia sern quienes habrn de llevarlo gradualmente

    Figura 1 Esquema general de articulacin entre los niveles de organizacin socioterritorial

    en e l rea indgen a me soam ericana y de la Sierra Tarahum ara

    Pueblo Pueblo Pueblo

    CalpulClan residencial Grupo vecinal Grupo de ranchos

    Linaje

    Familia

    Familia

    FamiliaOtros

    rancho

    Red deltesgino

    Modelo meso americano Mode lo tarahumara Modelo t arahumara(Aguirre Beltrn y Pozas) (Bennett y Zingg) (Kennedy)

    Elaborado a partir de Aguirre y Pozas, 1981: 26-70; Bennett y Zingg, 1978: 296 y 507 y Kennedy, 1970: 99-130.

    rancho

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    la mano hasta convertirlo en ciudadano. Para ello, elmodelo ideal es el de la comunidad autosuficiente, se-

    gregada y cerrada al influjo laico y mestizo externo, la

    repblica de indios y los medios ms apropiados sonla escolarizacin, el adoctrinamiento religioso y la re-

    duccin en misiones, pueblos y colonias.Esta fue la nocin de las relaciones intertnicas que

    perme no slo la experiencia de los pueblos de misin

    en la poca colonial, sino tambin las reformas jurdi-

    cas y los experimentos indigenistas de los liberales chi-huahuenses encabezados por el gobernador Creel en

    los inicios del siglo XX.La segunda manera de entender y promover las rela-

    ciones intertnicas la caracterizo como incorporacio-

    nis ta. Segn sus promotores, para ingresar al progresoy a la civilizacin la nica salida del indio es asimilarse

    a la cultura hegemnica mestiza y nacional. En conse-cuencia, las polticas proteccionistas y segregacionis-tas deben ser eliminadas y, en su lugar, debe fomentarse

    el mestizaje biolgico, pero sobre todo cultural y civi-lizatorio.

    Las tesis incoporacionistas estuvieron vigentes en

    la Tarahumara en dos ciclos: en la poca entre las re-formas borbnicas y el periodo liberal (de 1767 a 1900)

    y entre 1920 y 1950. En el primer lapso, se foment ladisolucin de los pueblos de misin, la libertad de ads-cripcin del indio, su integracin a la economa capi-

    talista de las minas y centros madereros. Fue cuandollegaron masivamente los mestizos a la Sierra de Chi-huahua y se dio la expropiacin progresiva de los te-

    rritorios indios. El segundo momento de la experienciaincorporacionista tuvo lugar en los aos de la postre-

    volucin y se expres en el discurso de la mexicani-

    zacin del indio.11Su institucionalizacin ms acaba-da fueron los internados de indgenas, promotores de

    su castellanizacin y de su incorporacin a la economamoderna, a travs de la capacitacin en artes y oficios.Otra de las manifestaciones ms claras e importantes

    de este programa de mexicanizacin fue la implan-tacin de la reforma agraria en los pueblos y ranche-ras de la Sierra que se llev a cabo desde el final de los

    aos veinte hasta la dcada de los cincuenta. Lo ms

    representativo de este proceso es que vino a impon

    el modelo del ejido como esquema territorial de apropcin de los recursos naturales y como estructura organizacin poltico-agraria, subordinando a l l

    concepciones y prcticas indgenas ligadas al territoy a la jurisdiccin tradicional del gobierno indgen

    Finalmente la tercera va explicativa de las relacion

    intertnicas es la que proviene de la teora de la ingracin, las regiones de refugio y el proceso dominicque el terico oficial del indigenismo, Aguirre Beltr

    formula desde las oficinas centrales del INI. El mdelo, con algunas reformas secundarias, seguir vigete hasta nuestros das. Pero la integracin se estre

    abiertamente con la experiencia reiterada de los in

    genistas de la Tarahumara, que asumen con clarid

    11 En la Tarahumara, quizs nadie como el economista Moiss de la Pea enunci con mayor nitidez el significado y las cnotaciones del trmino mexicanizacindel indio:.. .si bien el indio ocupa el estrato social ms bajo, su absorcin o mecanizacin es un fenmeno que cada da adquiere mayor importancia, no slo por medio del mestizaje, muy poco actmientras aqul se mantiene en su estado de primitivismo, sino ms bien por su lenta adaptacin a los modos de vidala poblacin mayoritaria; de suerte que despus de dos o tres generaciones de vivir este pobre ser, dotado de las muy dbarmas de su cultura autctona, en frecuente contacto comercial con los mestizos acaba confundindose con stos, uvez que alcanza a dominar la lengua nacional sin restos de acento extrao, que hace suyos los nuevos mtodos de prodcin y viste, se alimenta y se aloja en consonancia, e inclusive acaba, en la generalidad de los casos, por olvidar la lengmaterna y algunas buenas y malas costumbres que no encajan en la nueva sociedad de la que forma parte. En estas codiciones, una vez que el indio se ha salido de s mismo y se apropia el ropaje cultural de su hermano mayor, es una unidque se resta al gran problema de la incorporacin y superacin indgena(De la Pea, 1945: 3).

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    que la presencia mestiza se vuelve un serio obstculopara el desarrollo de los indgenas. As, la lucha del CCIT

    por la restitucin y el reparto equitativo de la tierra, la

    explotacin de los recursos forestales en beneficio delos indgenas, el respeto por sus garantas y dere-

    chos individuales y colectivos y, en general, las tareasdel desarrollo de los grupos tnicos de la Tarahumara,lejos de resolver las ancestrales disputas intertnicas,

    tienden a exacerbarlas. En cierta forma, el indigenismoen la Tarahumara no slo no logra resolver las contra-dicciones intertnicas sino que incluso desmiente los

    postulados optimistas del integracionismo, que apues-tan por la superacin de stas.

    Ideo logas y mode los de desarrollo

    El ltimo de los aspectos implicados en la nocin yexperiencia institucional del indigenismo es el del

    desarrollo. Al respecto, puede decirse que no fue sinohasta la instauracin del INIen la Tarahumara, en 1952,cuando comenzaron a emprenderse de forma sistem-

    tica planes y programas gubernamentales orientadosa enfrentar la situacin de pobreza de las poblacionesindgenas de la Sierra de Chihuahua.12De entonces a

    la fecha, dos han sido las principales estrategias se-guidas: la accin integral y las polticas sectoriales.

    Entre 1952 y 1972, las labores del CCITestuvieronguiadas por el principio de la accin integra l: una vezinvestigadas las condiciones culturales y las posibilida-

    des de desarrollo de la zona, era preciso definir accionesconjuntas y articuladas en materia de promocin eco-nmica, fomento educativo, integracin geogrfica,

    imparticin de servicios mdicos, atencin de las deman-das agrarias y de justicia y en todos aquellos aspectos

    ligados al mejoramiento de las poblaciones indgenas.13Lo ms caracterstico de la aplicacin de la accin

    integral en la Tarahumara fue que la explotacin de los

    recursos madereros se concibi como el eje y motoresencial del desarrollo indgena. La centralidad de loforestal en mi opinin, el error estratgico ms grave

    del indigenismo oficial en la Tarahumara se tradu-jo en el control paternalista del INIsobre la gestin yoperacin productiva de los ejidos. Aunque induda-

    blemente trajo aparejado el reparto de utilidades, lacreacin de escuelas, clnicas, caminos y dems infraes-

    tructura, as como una relativa mejora en las conciones de vida de los rarmuri, nunca logr, sin em

    bargo, volverse compatible con la lgica de la econom

    indgena, tradicionalmente sustentada en la combinacdiversificada de estrategias productivas (caza, pesc

    recoleccin, agricultura y ganadera a pequea escla), la configuracin de los territorios con independecia de los ejidos y, en general, en interpretaciones

    occidentales sobre el bienestar, muy ajenas a los mas de la acumulacin, la ganancia y el progreso.

    La autogestin indgena del proceso de producci

    y comercializacin forestal y la reinversin de sus bneficios en infraestructura de equipamiento y serviciideal propugnado por el INI, nunca fue una realidad

    el sueo desarrollista jams logr la aceptacin deseda. Despus de ms de dos dcadas de experiment

    y ensayos, el indigenismo oficial tuvo que reconocque la operacin a escala del negocio forestal slo pda ser viable con el concurso de las empresas mad

    reras privadas. En cierta forma, este modelo de desarro

    puso al descubierto una notoria discrepancia entre concepciones y metas del gobierno y las de los indgen

    en relacin con su bienestar: mientras para el primeste dependa en esencia de la integracin productde la Tarahumara a la economa nacional, los segund

    en cambio, vislumbraban su mejora en trminos de atosuficiencia alimentaria y autonoma cultural.

    Ante la evidencia de que los frutos del desarrollo tdaban en llegar a la Tarahumara, el gobierno decida mediados de los aos setenta, suplantar la acci

    integral por un conjunto de polti cassectoriales. Ltareas que tradicionalmente el INIy el CCIThaban vnido desempeando en los campos de la educacin

    fomento al desarrollo forestal y agropecuario y la oganizacin de los ncleos indgenas fueron gradu

    mente transferidas a una serie de dependencias, instuciones, planes y empresas pblicas como la DirecciGeneral de Educacin Indgena (1973), la empresa p

    raestatal Productos Forestales de la Tarahumara (Pfortarah, creada en 1972 y desaparecida en 1988)Plan Tarahumara, la Coordinacin General del Pl

    Nacional de Zonas Deprimidas y Grupos Marginad(Coplamar, en 1977), el Programa Nacional de Solidridad (Pronasol, en 1990) y sus Fondos Regionales

    ms recientemente, el Programa de Educacin, Saly Alimentacin (Progresa, en 1997).

    12 En efecto, la propuesta sobre educacin y desarrollo agrcola planteada por el gobernador Creel qued trunca a raz del esllido de la Revolucin y la poltica de establecer varios internados indgenas al inicio de los aos treinta tuvo un alcanlimitado, ya que esta medida no fue acompaada de programas econmicos.

    13 El principio de la accin integral aparece en muchos de los textos de su terico ms sobresaliente, Aguirre Beltrn. Poque a la Tarahumara se refiere puede verse Romano (1962).

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    Al inicio de los aos setenta, el INImodific sus tesis

    oficiales por una versin ms matizada del integracio-

    nismo, que fue conocida bajo el trmino de neoindigenis-

    mo.14

    Sin embargo, en la prctica, las concepciones delindio derivadas del neoindigenismo fueron pragmtica-

    mente suplantadas en especial, despus de 1982,

    por categoras generales como las de marginacin y po-

    breza extrema, a la par que la accin indigenista se

    asumi como parte de una poltica sectorial ms amplia,

    diseada para atender las demandas de los grupos

    ms desfavorecidos de la sociedad. Progresivamente,

    esta carencia de un discurso y de un programa de

    accin especficos sobre la poblacin indgena fue pri-

    vativa de los organismos y planes sectoriales para los

    que lo indgena slo era asimilable y manejable en tr-

    minos de marginalidad social, es decir, de carencias.

    Fue as como una visin peyorativa y excesivamente eco-

    nomicista del mundo indgena fue postergando aquellos

    otros aspectos que, ms all de connotar la pobreza,

    explican las diferencias de este sector con respecto al

    resto de la poblacin nacional y dan razn de las cau-

    sas profundas de su marginacin y pobreza.

    Desde principios de los aos ochenta los programas

    sectoriales comenzaron a adoptar algunos de los pos-

    tulados del etnodesarrollo, que propugnaba considerar

    las capacidades organizativas y productivas de las co-

    munidades indgenas como el activo ms importante

    para superar su situacin.15Esta nueva filosofa sobre

    el desarrollo se tradujo en la creacin, mediante decretopresidencial de junio de 1986, de una serie de ins-

    tancias de participacin indgena en los programas del

    INI, tales como los Comits Comunitarios de Planeacin

    (Cocoplas), los Comits Consultivos Estatales y el Co-

    mit Consultivo Nacional. Esta misma orientacin ha

    estado presente en la conformacin de los Fondos Re-

    gionales del Pronasol y del Progresa.

    Muchas de estas nuevas estrategias de accin es-

    tn teniendo, sin embargo, un xito muy limitado en

    la Sierra Tarahumara y ello se debe, entre otras cau-

    sas, a su falta de compatibilidad con las formas autc-

    tonas de organizacin social y a su desvinculacin delas visiones de los grupos indios sobre su propio futuro

    y bienestar.16Por otra parte, en los timos aos,

    real economa de la Sierra Tarahumara parece mov

    se de acuerdo con razonamientos y tendencias aj

    nas al discurso indigenista y a los programas oficiade atencin a la pobreza, cuyo xito es precario. En p

    ticular, asistimos en las dos ltimas dcadas a un au

    inusitado de la economa del narcocultivo (marigua

    y amapola) y del narcotrfico y su secuela de violen

    que cada vez se propaga ms en los pueblos de la S

    rra y que continuamente acecha la paz y la convivenc

    Adems, y desde 1995, ha entrado en operacin u

    macroproyecto turstico El Plan Barrancas del C

    bre que amenaza con convertirse en una forma a

    tualizada de asedio al control indgena sobre sus ter

    torios. Todo ello no es sino un sntoma ms de la cri

    generalizada del indigenismo en la Tarahumara.

    14 Pueden verse al respecto los principales planteamientos de este neoindigenismo en Bez-Jorge (1978).15 Esta tesis fue reafirmada en la Segunda Reunin de Barbados (celebrada en 1977) en donde se insisti en la autogest

    y autodeterminacin de las comunidades indgenas. Surgi as el concepto de etnodesarrollo, que se ha definido comoejercicio de la capacidad social de un pueblo para construir su futuro, aprovechando para ello las enseanzas de su exriencia histrica y los recursos reales y potenciales de su cultura, de acuerdo con un proyecto que se defina segn sus ppios valores y aspiraciones (Bonfil, 1982: 133).

    16 Los esquemas semiempresariales y colectivistas propugnados por los Fondos y las empresas de Solidaridad son poco coprensibles desde la lgica de la dispersin demogrfica, la economa de alcance domstico, la ausencia de una culturacomercializacin y las concepciones sobre el bienestar de los rarmuri.

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    Cuadro 2 Discursos y poltic as indigen istas sobre el des arrollo en la Sierra Tarahum ara

    Discurso Mode lo y periodo Estrategias de accin Respues tas indgenas hegemnico

    PROTECCIONISTA 1. PUEBLOSDEMISIN - Reduccin territorial - Persistencia de la dispersin territo(1600-1767) - Aculturacin religiosa - Resistencia y rebelin. Reapropiac

    - Campesinizacin simblica- Imposicin de formas de gobierno - Apropiacion de tcnicas agrcolas

    ganaderas y forestales.- Apropiacin de formas de gobiern

    indgena

    2. LIBERALISMO - Colonias indgenas - Oposicin al abandono territorial(1880-1920) - Civilizacin educativa - Rechazo al sistema educativo

    - Penetracin capitalista (minas, - Prdida de territorios y recursos nexplotacin forestal, ferocarriles) - Nuevas rebeliones indgenas

    INCORPORACINISTA 1. MESTIZAJECULTURAL - Leyes de desamortizacin de la tierra - Prdida de territorios y recursosOASIMILACIONISTA (1767-1880) - Desintegracin de pueblos de misin naturales

    - Colonizacin minera y ganadera - Dispersin territorial- Consolidacin del gobierno indge

    2. MEXICANIZACIN - Fomento a la implantacin mestiza - Defensa territorial a travs del eji(1920-1936 - Reparto irregular de la tierra - Mantenimiento de los sistemasY1939-1952) - Aculturacin educativa a travs de hereditarios de propiedad dispers

    internados indgenas - Adaptacin y rechazo a la- Capacitacin para economa de aculturacin educativa

    mercado

    AUTONOMISTA RECONOCIMIENTODE - Creacin del ejido de la Tarahumara - Defensa de la tierraLASNACIONALIDADES - Cooperativas forestales y mineras - Mantenimiento de la economa de(1936-1939) - Reparto de tierras en zonas irrigadas subsistencia

    - Educacin bilinge - Rechazo a la proletarizacin- Reconocimiento del sistema de - Consolidacin del gobierno indge

    gobierno y justicia indgena - Interlocucin con el Estado nacio

    - Consejo Supremo Tarahumara va Consejo Supremo Tarahumar

    INTEGRACIONISTA INTEGRACINDELAS - Principio de la accin integral - Afectacin del ecosistema del bosqREGIONESDEREFUGIO - Centralidad de la economa forestal - Diversidad econmica(1952-1977) - Subordinacin de la agricultura - Rechazo al principio de acumulac

    - Castellanizacin, aculturacin educ. - Apropiacin del aparato escolar- Difusin del sistema mdico nacional - Persistencia de la medicina indge

    PARTICIPACIONISTA NEOINDIGENISMO - Creacin de grandes empresas y - Prdida sustantiva de recursos(1982-2000) planes de integracin econmica maderables y biodiversidad

    (Profortarah, Coplamar) - Persistencia de la economa indge- Explotacin intensiva del bosque - Migracin rural y urbana- Dependencia de la economa - Creciente participacin indgena

    nacional y extranjera comercio de mercancas bsicas- Mecanismos asociacionistas de re- - Reapropiacin de esquemas organ

    gulacin de la participacin indgena tivos para consolidar el gob. indge- Ecoturismo sin participacin indgena - Defensa del territorio

    - Expansin de la narcoeconomia - Cultura de la violencia

    INTERCULTURALISTA PLURALISMO - Reconoc. de la pluralidad cultural - Reafirmacin de la cultura indgeCULTURAL - Reconocimiento jurdico del sistema - Logro de alternativas intercultura

    de gobierno y justicia indgenas de bienestar social (desarrollo su- Reforma agraria con criterios tnicos tentable, salud integral, educacin

    de apropiacin de la tierra - Control indgena sobre los recurs- Educacin bilinge e intercultural naturales- Sustitucin del concepto de - Cdigo electoral de acuerdo a uso

    desarrollo por el de bienestar costumbres- Creacin de mecanismos institucio- - Participacin indgena en los

    nales de comunicacin y traduccin programas de desarrollo serranointercultural entre sistemas poltico- - Consolidacin de microeconomas qeconmico nacional e indgena aseguren alimentacin y bienesta

    - Estatuto de autonoma conforme los cdigos indgenas

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    Conclusiones

    El cuadro 2 resume, en sus aspectos ms relevantes,

    la historia del indigenismo en la Tarahumara durante elsiglo XX. Como se puede observar, a lo largo de varias

    pocas se fueron imponiendo diferentes discursos he-

    gemnicos, modelos y estrategias de accin. Frente a

    ellos, se impulsaron tambin una serie de tcticas de

    resistencia (violenta o pasiva), de asimilacin y de ne-

    gociacin de los grupos indgenas.

    En esta larga historia, creo que han predominado

    dos propuestas: una, paternalista, que pretende reem-

    plazar la voz indgena e imponer una forma de organiza-

    cin y desarrollo; otra, indianista, que defiende la inde-

    pendencia indgena y su cerrazn en islas culturales.

    Me inclino a pensar en la viabilidad de una salida in-

    tercultural que, adems de ser acorde con los tiempos

    de globalizacin que vivimos, desemboque en una au-

    tntica experiencia de autonoma indgena, expresa-

    da en trminos territoriales, de reconocimiento de los

    sistemas de gobierno y justicia, de bsqueda de meca-

    nismos institucionalizados de comunicacin intercul-

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