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1 Analizando la calidad de las decisiones judiciales en América Latina: evidencia empírica de 13 Cortes Supremas de la región. Santiago Basabe-Serrano 1 Departamento de Estudios Políticos Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, FLACSO Ecuador [email protected] Agosto de 2013 No citar sin permiso expreso del autor 1 Esta investigación fue financiada con el Fondo de Desarrollo Académico (FDA) de FLACSO, Ecuador. El autor reconoce el apoyo en el trabajo de campo a los siguientes asistentes de investigación: Santiago Battezzati (Argentina), Vanessa Silva (Brasil), María Isabel Rojas (Chile), María Vásquez (Colombia), María José Cascante (Costa Rica), Leydi Matos (República Dominicana), Luis Llanos (Ecuador), Carlos Guzmán (El Salvador), Tania Martínez (Honduras), Georgina Jiménez (México), Félix Puémape (Perú), Samuel Quiñones (Puerto Rico) y Manuela Abrahan (Uruguay).

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1    

Analizando la calidad de las decisiones judiciales en América Latina: evidencia

empírica de 13 Cortes Supremas de la región.

Santiago Basabe-Serrano1

Departamento de Estudios Políticos

Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, FLACSO Ecuador

[email protected]

Agosto de 2013

No citar sin permiso expreso del autor

                                                                                                                         1 Esta investigación fue financiada con el Fondo de Desarrollo Académico (FDA) de FLACSO, Ecuador. El autor reconoce el apoyo en el trabajo de campo a los siguientes asistentes de investigación: Santiago Battezzati (Argentina), Vanessa Silva (Brasil), María Isabel Rojas (Chile), María Vásquez (Colombia), María José Cascante (Costa Rica), Leydi Matos (República Dominicana), Luis Llanos (Ecuador), Carlos Guzmán (El Salvador), Tania Martínez (Honduras), Georgina Jiménez (México), Félix Puémape (Perú), Samuel Quiñones (Puerto Rico) y Manuela Abrahan (Uruguay).

2    

Resumen

Este artículo describe y explica las variaciones en cuanto a calidad de las decisiones

judiciales de 191 jueces supremos de 13 países de América Latina. Basado en encuestas

de opinión realizadas a expertos, el artículo propone un índice en el que la calidad de las

decisiones judiciales se evalúa en función de la aplicación e interpretación de textos

legales, doctrina jurídica y precedentes jurisprudenciales, a los casos específicos que los

jueces supremos tienen que resolver. De otro lado, y recurriendo a un modelo de

regresión lineal (OLS), se constata que la independencia judicial externa y la corrupción

existente en el país son las variables que mejor explican que unos jueces supremos

dicten decisiones judiciales de mayor calidad que otros. Aunque la experiencia docente

y la formación académica de los jueces también son variables importantes, su peso

específico es inferior al de las dos variables previamente indicadas. Contrariamente a lo

que se suele creer, los salarios y la experiencia previa de los jueces dentro del Poder

Judicial no influyen en la calidad de las decisiones asumidas en las cortes supremas.

Introducción

Dentro de los estudios sobre políticas judiciales -judicial politics-, una de las

dimensiones menos exploradas es la relacionada con el análisis de la calidad de las

decisiones judiciales y, en términos más amplios, del Poder Judicial. A diferencia de los

estudios sobre calidad de la democracia, respecto a los que existe una amplia

investigación científica (Levine y Molina, 2011; Beetham, et al, 2008; Campbell, 2008;

Diamond y Morlino, 2005; O´Donnell, et al, 2004; Martínez, 2004; Morlino, 2004;

Berg-Schlosser, 2004; Altman y Pérez-Liñán, 2002), los trabajos que evalúan la calidad

del Poder Judicial son escasos. De las posibles explicaciones que se dan a esta

3    

desatención académica, una de las más citadas se relaciona con la dificultad existente

para medir dicho concepto. En esto concuerdan no sólo quienes estudian América

Latina (Pásara, 2003) sino también los interesados en la investigación científica del

Poder Judicial de los Estados Unidos (Leflar, 1960; McCree, 1981).

De hecho, la referencia más cercana al concepto calidad del Poder Judicial está dada por

su asimilación con el concepto calidad de la justicia. Así, cuando algunos autores

definen la calidad de la justicia establecen una relación específica con la adecuada y

eficaz respuesta del Poder Judicial a los casos sometidos a su conocimiento (Denvir y

Root, 2009, Landes et al, 1998, Jackson, 1974). Aquí se plantea la primera observación

pues la justicia, independientemente de la orientación filosófica que se asuma para

definirla, constituye un concepto amplio, con profunda carga de valores, y dentro del

que la noción de calidad del Poder Judicial es solamente una de sus diferentes

dimensiones. En otras palabras, el concepto calidad de la justicia contiene al de calidad

del Poder Judicial pues se encuentra en un nivel de abstracción mayor. Tanto por el

apunte ya mencionado como por la posibilidad cierta de observar empíricamente la

calidad del Poder Judicial, alrededor de éste concepto se desarrolla la discusión que

sigue.

Así, para analizar la calidad del Poder Judicial hay que partir de la diferenciación entre

el estudio de la institución como tal respecto al relacionado con los actores que la

conforman. En el primer caso, y a diferencia de las legislaturas que constituyen un

cuerpo homogéneo, el Poder Judicial es una estructura compleja compuesta de arenas de

toma de decisión que aunque relacionadas entre sí podrían ser analizadas de forma

independiente (Baum, 1997; Fiss, 1983). Al menos tres son las arenas que se pueden

identificar en la mayoría de los Poderes Judiciales: las cortes supremas, las cortes

4    

intermedias o de apelaciones y los tribunales de primera instancia.2 Por tanto, en el

plano institucional, la calidad del Poder Judicial se la puede observar en función de los

resultados sociales que genera cada una de las arenas de toma de decisión ya anotadas.

En términos metodológicos, se trata de mediciones agregadas de la calidad del Poder

Judicial.

Respecto a la calidad del Poder Judicial desde una perspectiva más analítica, una de las

dimensiones tiene que ver con el estudio de quienes operan el sistema, específicamente

los jueces.3 Dado que los referentes teóricos y empíricos que permiten un acercamiento

directo a la discusión sobre la calidad de los jueces son escasos, se consideran algunas

de las ideas halladas en la literatura que estudia la calidad de los políticos. Al respecto,

se han establecido dos niveles de análisis. El primero de naturaleza sicológica y que

tiene que ver con variables relacionadas con la personalidad de los actores. Aquí

hallamos el compromiso, el sentido de responsabilidad, la distancia que se debe asumir

frente a determinados hechos o personas (Weber, 1967: 153) y la honestidad (Caselli y

Morelli, 2000).4 Otras variables que van en la misma línea tienen que ver con la

capacidad de los actores para satisfacer las expectativas de un determinado grupo, de la

población en general, de la clase política o de expertos (Alcántara, 2008: 3). Como lo

señala Alcántara (2008) y Rosenberg (1966) estas variables resultan poco útiles para el

análisis pues, dada su naturaleza subjetiva, es difícil establecer criterios para la

comparación. Dicha opinión es plenamente trasladable al estudio de la calidad de los

jueces.

                                                                                                                         2 Existen otro tipo de tribunales que forman parte del Poder Judicial, como los juzgados de paz, que para efectos de generar una propuesta parsimoniosa han sido dejados de lado en esta descripción. 3 Para algunos autores la calidad de la justicia no dependería solamente de los jueces sino también de los abogados y de los propios litigantes (Gudiño, 2003) 4 Caselli y Morelli (2000) agregan a su medición la idea de competencia aunque no en la línea de un conjunto de destrezas de los actores políticos sino entendiendo dicho concepto como la búsqueda de un balance óptimo entre la oferta de bienes públicos vitales y un nivel mínimo de ingreso fiscal.

5    

El segundo nivel de análisis que propone la literatura especializada para el estudio de la

calidad de los políticos tiene que ver con el conjunto de destrezas que permiten a estos

actores ejecutar de forma adecuada su trabajo (Alcántara, 2012; Martínez Rosón, 2008;

Caselli y Morelli, 2000). El nivel de educación formal y la experiencia política en

cargos de elección popular o partidista son las variables que permitirían una medición

empírica lo suficientemente objetiva de la calidad de los políticos.5 A esta segunda

variable es a la que se refiere Fiorina (1994) cuando señala que el grado de

profesionalización de los legisladores estatales de los Estados Unidos depende del

tiempo que dediquen a la actividad política.6 Tanto los criterios teóricos como los

referentes empíricos citados los comparten otro tipo de estudios, como los relacionados

con las burocracias (Scartascini et al, 2011) o los que analizan la profesionalización de

los jueces (Squire, 2008). En definitiva, el análisis de la calidad o profesionalización de

los actores políticos o judiciales partiría de las ideas ya expuestas: educación y

experiencia previa.

Junto a la calidad o profesionalización de los jueces, otra dimensión relevante para el

estudio del Poder Judicial constituye el análisis de la calidad de las decisiones

judiciales. Aunque en principio se podría pensar que se trata de dos dimensiones

indiferenciadas entre sí, y que en el plano metodológico llevarían a generar colinealidad,

un análisis más detenido permite establecer claras diferencias. En concordancia con lo

dicho, una idea clave que se defiende en este artículo es que las decisiones judiciales

constituyen el resultado final de una serie de factores que no se relacionan solamente

                                                                                                                         5 Alcántara (2012) incorpora a la medición de las competencias de los políticos la experiencia en espacios no políticos y el talento -ubicado en diferentes categorías analíticas-.      6 En la misma línea, Sartori (1992) señala que el político profesional es aquél que no tiene otra actividad que no sea, precisamente, la de ser político.

6    

con quien las dicta sino también con otro tipo de variables del entorno político y social.7

Dentro de estas últimas variables se encuentran la influencia que pueden ejercer sobre

las decisiones judiciales la corrupción observada en el país o el comportamiento de los

actores políticos interesados en que determinados fallos asuman una dirección

específica. En ese último punto me refiero a la independencia judicial externa y a

cualquier estrategia que, proviniendo de la arena política, pretenda incidir sobre las

decisiones judiciales.

El razonamiento previo no resulta obvio pues fácilmente se podría asumir que un juez

con vasta formación académica y muchos años de experiencia profesional -sea dentro de

la judicatura o en el ejercicio profesional privado o público- debería dictar decisiones

judiciales de mayor calidad. La misma idea podría trasladarse al caso de los legisladores

o de los burócratas en cuanto a la calidad de la legislación que producen o de las

políticas públicas que diseñan. No obstante, existe evidencia empírica que confirma la

validez del argumento que en este artículo propone. Colombia, por ejemplo, es un país

en el que existen diputados con experiencia previa en la legislatura relativamente corta

(4 años) y que, sin embargo, tienen una alta valoración en cuanto a eficiencia en el

proceso de formulación de políticas (Scartascini et al, 2011: 91). En el lado contrario se

encuentra Perú, cuyos diputados tienen mayor experiencia legislativa (5,2 años) pero

que a pesar de ello han recibido una baja calificación en términos de productividad en el

proceso de formulación de políticas (Scartascini et al, 2011: 91).

Con lo expuesto, este artículo se concentra en el análisis de la calidad de las decisiones

judiciales, asumiéndolas independientemente de las destrezas de quienes las dictan. En

la primera parte se describen los principales enfoques a los que ha recurrido la literatura

                                                                                                                         7 Esta idea tensiona con la clásica propuesta de Benjamin Cardozo (1921) en la que la calidad de las decisiones judiciales tiene que ver solamente con variables relacionadas con la formación y bagajes jurídicos y culturales del propio juez.

7    

especializada para observar el concepto mencionado a la par de plantear una estrategia

específica para la medición de la calidad de las decisiones judiciales en 13 cortes

supremas de América Latina. En la segunda parte se plantea un marco teórico orientado

a establecer las variables que explicarían la varianza observada en cada país analizado.

En la tercera parte se recurre a un modelo lineal (OLS) a través del que se explica la

diferencia en términos de calidad de las decisiones judiciales de los jueces de las 13

cortes supremas ya mencionadas. En esencia, se plantea que variables del entorno

político y social y otras relacionadas con la profesionalización de los jueces explican

diferentes grados de calidad de las decisiones judiciales en la región. La cuarta parte

presenta conclusiones y algunas ideas básicas para una futura agenda de investigación.

Calidad de las decisiones judiciales: revisión del estado de la literatura y una

propuesta de medición.

Dentro de los pocos estudios que analizan la calidad de las decisiones judiciales en

términos de establecer una medida respecto a dicha variable hallamos la investigación

realizada por Posner (2000). En su trabajo sobre la Corte de Apelaciones para el noveno

circuito, este autor establece como referentes empíricos de la calidad de las decisiones

judiciales tanto al número de sentencias de esa corte que son dejadas sin efecto por parte

de la Corte Suprema como también al número de veces que las decisiones de dicha

Corte de Apelaciones son citadas por otras que no tendría obligación de hacerlo. Así, a

medida que menos veces es revertida una decisión por parte de la Corte Suprema o a

medida que en más ocasiones un tribunal cita los fallos de la corte analizada, se inferiría

que la calidad de las decisiones judiciales es mayor. Una estrategia similar, sobre todo

en lo relacionado con el número de decisiones revertidas por la Corte Suprema como

aproximación del concepto calidad de la justicia, es asumida por Basabe-Serrano

(2011a) cuando analiza el caso de las cortes intermedias de Ecuador.

8    

Una de las principales críticas a la medición planteada tiene que ver con la

sostenibilidad de los supuestos utilizados. En primer lugar, se admite la idea de que la

Corte Suprema goza de mayor calidad que las cortes intermedias por lo que, una

sentencia que deje sin efecto el fallo impugnado daría cuenta de la baja calidad de la

decisión judicial de la corte intermedia. Este supuesto entra en duda en países en los que

la conformación de las cortes intermedias suele pasar por filtros institucionales más

restrictivos y exigentes que los utilizados para elegir jueces supremos. Así, mientras la

selección de jueces intermedios priorizaría los méritos y hoja de vida de los candidatos,

la designación de jueces supremos implicaría un componente más político. Los países

en los que existe un Consejo de la Magistratura encargado de la selección de todos los

niveles de jueces, excepto los de Corte Suprema, podrían constituir un referente

empírico de lo anotado.

La segunda objeción señala que las decisiones judiciales que son revertidas por la Corte

Suprema no tienen como explicación precisamente la baja calidad de los fallos

impugnados sino más bien la mejor defensa profesional que reciben unos litigantes

respecto de otros. En ese aspecto, si quien impugna la decisión de la corte intermedia

está en posibilidades de contratar un abogado de mayores experticias, las probabilidades

de que el fallo sea revertido irían en aumento. Lo dicho encuentra mayor sustento en

sistemas como los de América Latina en los que los jueces en general no tienen

capacidad de resolver los casos sino en función de las pretensiones expuestas por los

litigantes. En otras palabras, a los jueces les está vedado actuar de oficio, salvo en

asuntos de naturaleza penal.

Finalmente, una objeción adicional tiene que ver con el sesgo existente en la muestra

que se analiza pues, efectivamente, la medición se da solamente a partir de las

decisiones que llegan a la Corte Suprema. Al respecto, es posible que muchas

9    

decisiones judiciales no lleguen a la Corte Suprema por razones relacionadas con el

tiempo de espera para recibir el fallo, el aumento de gastos en los que deben incurrir las

partes procesales o los esfuerzos logísticos o materiales que implica litigar en una

ciudad diferente a la que originó el proceso judicial. Si consideramos que las Cortes

Supremas suelen estar en las capitales de los países, trasladar una disputa legal de una

ciudad lejana a la capital implica una serie de gastos adicionales que no todos los

litigantes están dispuestos a asumir. En otras palabras, los costos de transacción que

implican someter un caso a la decisión de la Corte Suprema podrían sesgar el universo

de casos que efectivamente llegan a conocimiento de esa entidad.

En cuanto al otro referente empírico utilizado por Posner (2000), el número de veces

que se citan las decisiones de una corte por otra que no tiene la obligación de hacerlo,

las críticas son menores. No obstante, el principal problema que surge para asumir dicha

estrategia metodológica es que más allá de los sistemas anglosajones, la medición no es

aplicable. En efecto, en el sistema romano-germánico, asumido por la gran mayoría de

países de América Latina, las cortes intermedias e incluso las de primer nivel están

obligadas a seguir los precedentes jurisprudenciales dictados solamente por la Corte

Suprema. Luego, no es posible que las decisiones de una corte intermedia sean aludidas

por otra ubicada en el mismo nivel jerárquico.

Con las limitaciones expuestas, resulta difícil hallar otras formas de medir la calidad de

las decisiones judiciales que planteen criterios objetivos, comparables y replicables. No

obstante, en esta ponencia se propone una serie de dimensiones que, en conjunto,

podrían dar cuenta de un criterio más amplio y con capacidad de aplicación

independientemente del país en el que se realice la investigación. En primer lugar, se

señala que una decisión judicial es de calidad cuando cumple los parámetros de la

técnica jurídica que son esenciales a un fallo de este estilo. Más allá de cuestiones de

10    

forma, como el hecho de que la decisión contenga una parte expositiva, una declarativa

y una resolutiva, lo que se propone es analizar cuatro dimensiones que, en conjunto,

permitan considerar a una decisión judicial como coherente, estructurada y con

contenido jurídico. Desde luego, asumir que una decisión judicial es de calidad no

implica hacer un análisis de la connotación política, económica o social; simplemente es

una valoración técnica.

A diferencia de las mediciones ya comentadas, que se limitan a analizar la dirección de

las decisiones de la Corte Suprema en relación a las dictadas por las cortes intermedias,

en este artículo se analizan cuestiones relacionadas con la inclusión en las decisiones

judiciales de los principales parámetros identificados por la teoría general del proceso

más clásica. Tales parámetros se resumen en las siguientes dimensiones: (i) aplicación

del texto legal; (i) interpretación del texto legal; (iii) inclusión de precedentes

jurisprudenciales; y, (iv) inclusión de doctrina jurídica. Se asumiría que un fallo en el

que estén bien plasmadas las cuatro dimensiones anotadas reflejaría una decisión

judicial de mayor calidad. Metodológicamente, dada la naturaleza de los indicadores no

es posible efectuar una medición a través de variables dicotómicas sino de intervalo.

La forma más directa de realizar una medición empírica de la calidad de las decisiones

judiciales en función de las dimensiones anotadas sería el análisis de los fallos dictados

por los jueces (Enriques, 2002, Arce Fernández et al, 2003). No obstante, ese es un

ejercicio arduo en términos de recolección y procesamiento de información, más aún

cuando lo que se pretende realizar es una comparación entre varios países y en la que las

unidades de análisis son cada uno de los 191 jueces supremos de los 13 países de

América Latina considerados para este artículo. Además, al igual que en el caso de los

trabajos que recurren a instrumentos metodológicos como la observación participante o

a entrevistas a usuarios del servicio judicial, el grado de subjetividad de la medición se

11    

mantendría pues los valores dependerían de los criterios del investigador al momento de

analizar los fallos (Jackson, 1974).

Frente a dicha dificultad se optó por realizar encuestas a expertos judiciales, sobre todo

abogados en libre ejercicio profesional, que en función de las materias en las que se

especializan conocen el desempeño de los jueces y específicamente la calidad de sus

decisiones judiciales. Los países seleccionados fueron Argentina, Brasil, Chile,

Colombia, Costa Rica, Dominicana, Ecuador, El Salvador, Honduras, México, Perú,

Puerto Rico y Uruguay. Las encuestas preguntaron por el desempeño de cada juez

supremo en cada una de las dimensiones anotadas. Con la media obtenida de cada

dimensión posteriormente se obtuvo un índice que empieza en “1” que significa poca

calidad de las decisiones judiciales y que termina en “10” que significa alta calidad de

las decisiones judiciales.

Las encuestas se llevaron a cabo en las capitales de los países entre los meses de

noviembre de 2012 y febrero de 2013. Dada la especificidad del universo de estudio no

fue posible capturar una muestra estadísticamente significativa sino que se acudió a la

técnica de saturación conocida como “bola de nieve”. En los países en los que las cortes

supremas no se encuentran divididas en salas especializadas el mismo encuestado

valoró a todos los integrantes del tribunal mientras que en los otros casos se escogieron

expertos en función de los temas de litigio. Los resultados de la medición, agregada por

país, constan en el Gráfico No 1. Se consideraron los jueces miembros de las cortes

supremas de los países puesto que es posible inferir que si los integrantes del más alto

tribunal de justicia tienen un buen nivel en términos de la calidad de sus decisiones, se

esperaría que aquello se refleje en el resto de los juzgadores del país (Carrington et al,

1976). Este argumento parte de la idea de que las dinámicas y rendimientos de las cortes

12    

supremas tienen un efecto multiplicador sobre las cortes de inferior jerarquía (Baum,

1997).

Gráfico No 1

Calidad de las decisiones judiciales de las cortes supremas de América Latina

Fuente: encuestas a expertos

Como se observa, la calidad de las decisiones judiciales de la Corte Suprema de Costa

Rica es la mejor evaluada mientras que la calidad de las decisiones de los jueces

supremos ecuatorianos recibe las calificaciones más deficientes entre todos los países

analizados. Si se considera que la media de los 13 países analizados es 7,06 es posible

tomar ese umbral como punto de partida para establecer -intuitivamente- cuatro grupos

de cortes supremas en función de la calidad de sus decisiones. En primer lugar estarían

Costa Rica y Colombia -ambos por encima de los 8 puntos-, países en los que sus jueces

supremos cumplen satisfactoriamente los cuatro requisitos establecidos para que una

decisión judicial sea de calidad. Ninguno de los dos resultados resulta llamativo pues la

literatura especializada ha reconocido los méritos de los altos tribunales de justicia de

ambos países (Cossío Díaz, 2009). De hecho, las decisiones de estas cortes supremas

constituyen marcos referenciales para el estudio de las Facultades de Derecho en varios

países de la región.

8,12 8,08 7,92 7,84 7,79 7,687,17 7,06 7,04

6,46 6,19 6,12 5,82 5,59

Costa  Rica Colombia República  Dominicana

Argentina México Brasil El  Salvador America  Latina  

Puerto  Rico Chile Honduras Perú Uruguay Ecuador

Calidad  de  las  decisiones  judiciales

13    

El segundo grupo estaría integrado por Dominicana, Argentina, México, Brasil y El

Salvador -todos dentro de los 7 puntos-. Salvo los casos de Dominicana y El Salvador,

cuyos resultados podrían resultar contra intuitivos, las actuales conformaciones de las

cortes supremas argentina, mexicana y brasileña se han caracterizado por presentar

buenos rendimientos institucionales lo que de algún manera se hallaría reflejado en la

medición de la calidad de las decisiones judiciales de sus jueces (Finkel, 2004, 2003;

Taylor, 2008). El tercer grupo lo conformarían Puerto Rico, Chile, Honduras y Perú -

excepto Puerto Rico, los demás dentro de los 6 puntos-. Aquí el caso más llamativo es

el de Chile que, a pesar de recibir los mejores puntajes de la región en indicadores como

el de independencia judicial externa o el de transparencia judicial (Global

Competitiveness Report 2012; Basabe-Serrano, 2013), es valorado por los expertos

como un país con una mediocre calidad en cuanto a decisiones judiciales. Los hallazgos

empíricos de Hilbink (2007) en cuanto señala a la corte suprema chilena como

conservadora en cuanto a sus fallos podrían tener alguna relación con la evidencia

empírica que aquí se presenta.

El último grupo lo conforman Uruguay y Ecuador -ambos con 5 puntos-. Al igual que

en el caso de Chile, los datos relacionados con Uruguay resultan contra intuitivos en

función de la evidencia empírica que se tiene para ese país en otras dimensiones de la

vida institucional del Poder Judicial (Levitsky y Murillo, 2008). De otro lado, los

resultados reportados para ambos países dan cuenta de la complejidad y ausencia de

uniformidad en cuanto a los rendimientos de las cortes de justicia en las diferentes

dimensiones de estudio. Como se señaló previamente, el análisis de la calidad de las

decisiones judiciales se enmarcó en criterios de técnica jurídica y no hace relación a los

actores que son parte del litigio ni a la dirección que asume el fallo respecto a los

litigantes. Allí podría estar la explicación de las disonancias expuestas.

14    

Respecto al caso ecuatoriano, la baja calidad de las decisiones judiciales de sus jueces

supremos podría constituir un mal presagio del mecanismo de selección utilizado y que

consistió en la presentación ciudadana de candidaturas que luego de un concurso

público de merecimientos y oposición fueron calificadas por un Consejo de la

Judicatura ad-hoc creado en dicho país.8 De acuerdo a denuncias publicadas en medios

de comunicación, en el proceso de selección habrían existido manejos irregulares de

cara a favorecer a determinados candidatos en perjuicio de otros. Lo dicho no sólo fue

evidenciado por actores políticos sino por la veeduría internacional encargada de

observar el proceso en su integralidad.9

El análisis previo da cuenta de una medición agregada de los valores de cada juez en

función de su respectiva corte suprema. No obstante, al interior de cada tribunal las

diferencias en la calidad de las decisiones judiciales permiten un análisis interesante

respecto al grado de cohesión de los jueces en términos de la variable analizada. Desde

un punto de vista normativo, la mejor corte suprema sería aquélla en la que no sólo se

observe calidad en las decisiones de sus jueces observados en conjunto sino que además

cada uno de ellos mantenga una puntuación cercana entre sí. De esta forma, el beneficio

de recibir una decisión judicial de calidad no está supeditada a la azarosa decisión

institucional de quién sea el juez que conoce el caso. El Gráfico No 2 presenta la

dispersión de los jueces supremos de cada uno de los 13 países analizados en función de

la calidad de sus decisiones.

                                                                                                                         8 De acuerdo a la nueva Constitución de 2008, el Consejo de Participación Ciudadana y Control Social debía realiza el concurso público para seleccionar a los jueces supremos -que en Ecuador se denominan nacionales-. No obstante, como consecuencia de la consulta popular propuesta por el Presidente Correa, dicha atribución pasó a un Consejo de la Judicatura de transición, integrado por tres miembros, todos cercanos al gobierno. 9 “Páez denuncia irregularidades en designación de jueces” (Diario “Hoy” de 19 de marzo de 2012). “Las 10 principales observaciones de la veeduría internacional” (Diario “El Universo” de 19 de diciembre de 2012).  

15    

Gráfico No 2

Dispersión de calidad de decisiones judiciales de jueces supremos de América Latina.

Fuente: encuestas a expertos

Al igual que en el análisis agregado, cuando se valora la calidad de las decisiones

judiciales de cada juez supremo de Colombia, los resultados de la desviación estándar

siguen siendo los mejores de la región. Dicho de otra manera, Colombia no sólo tiene

una de las cortes supremas con mayor calidad en cuanto a decisiones judiciales sino que

también a nivel individual todos sus jueces dictan fallos con alto nivel de técnica

jurídica. Así, en función de la desviación estándar hallada para cada país (Anexo No 1)

es posible establecer tres grupos de jueces. En primer lugar se encuentran los jueces de

Colombia, Uruguay y Argentina -menos de 0,50 en la desviación estándar- que lucen

16    

compactos aunque en el caso uruguayo todos se encuentran por debajo de la media de

América Latina (7,06). El segundo grupo lo integran Costa Rica, México, Honduras,

Chile y Dominicana -entre 0,51 y 1 en la desviación estándar-. Aquí el caso más

llamativo vuelve a ser Chile por las diferencias halladas entre unos jueces y otros.

Dominicana también es un caso interesante pues a la par de existir mucha dispersión

entre sus jueces poseen a uno de los mejor puntuados de toda la región (Manuel

Herrera: 9,35/10).

El tercer grupo está formado por Brasil, El Salvador, Ecuador, Perú y Puerto Rico -más

de 1 en la desviación estándar-. Brasil es un caso interesante pues aunque tiene una

ubicación relativamente buena en la medición agregada, en la evaluación juez a juez la

dispersión que presenta es mayor. A pesar de que todos sus jueces están sobre la media

de los países analizados, existe un juez que se encuentra muy distante en cuanto a

calidad de sus decisiones respecto a sus colegas. De otro lado, Ecuador resulta llamativo

puesto que la gran mayoría de sus jueces están por debajo de la media de la región y

además porque cuenta con el juez peor valorado de todos los jueces supremos

analizados (Wilson Andino: 4,03/10). Puerto Rico es la corte suprema con mayor

dispersión en cuanto a la calidad de las decisiones judiciales de sus jueces; no obstante,

entre sus integrantes está la jueza mejor valorada de la región (Liana Fiol: 9,67/10).

Explicando la calidad de las decisiones judiciales en América Latina.

Una vez que se han evidenciado empíricamente los diferentes grados de calidad de las

decisiones judiciales entre los jueces supremos de América Latina, el siguiente paso

constituye establecer relaciones de causalidad entre dicha variable y un conjunto de

posibles explicaciones. En la literatura existente hay una diversidad de factores que han

sido identificados como influyentes en la orientación de las decisiones judiciales aunque

17    

no en la calidad de tales fallos. Esta diferenciación es importante pues, mientras los

trabajos sobre independencia judicial externa -por citar una de las dimensiones más

analizadas del campo de las políticas judiciales- focalizan en las variables que inciden

en la dirección de las decisiones judiciales respecto a los intereses de los actores

políticos, lo que aquí se prioriza es saber respecto a la calidad, desde una perspectiva de

técnica jurídica, de tales fallos.10

De su lado, los estudios que aplican modelos de toma de decisiones judiciales a las

cortes supremas se concentran en identificar si son variables del entorno -político,

económico o social- o relativas a las propias preferencias político-ideológicas de los

jueces las que influyen sobre los fallos que éstos dictan. En ambos casos este enfoque

permite conocer cuál es el estímulo externo que viabiliza que el voto de los jueces sea

considerado estratégico o sincero, respectivamente, pero no resulta útil para obtener una

valoración respecto a la calidad de la decisión judicial (Segal y Spaeth, 2002; Epstein y

Knight, 1998). Otros trabajos analizan la relación entre la reputación de los jueces y su

audiencia sobre el grado de discrecionalidad que impregnan en sus decisiones (Miceli y

Cosgel, 1994; Higgins y Rubin, 1980), la incidencia que ejerce sobre los fallos el hecho

de que los jueces formen parte de un tribunal colegiado (Edwards, 2003; Cohen, 2002)

o que sus campañas electorales se financien por uno u otro grupo (Ware, 1999). En

todos estos casos los trabajos apuntan a explicar la dirección de los fallos en favor o en

contra de determinado tipo de litigante o respecto a la interpretación que se da a temas

específicos pero no en relación con la calidad misma de las decisiones judiciales.

Ante el vacío evidenciado, este artículo sostiene que factores relacionados con el

entorno político y social que rodea a los jueces supremos; y, el grado de

                                                                                                                         10 Para una revisión analítica del estado de la literatura en el campo de las políticas judiciales se puede recurrir a Kapiszewski y Taylor (2008). Sobre los trabajos específicamente relacionados con independencia judicial existe una buena recopilación en Linares (2004).

18    

profesionalización de tales actores, constituyen las variables que afectan la calidad de

las decisiones judiciales. En la primera dimensión, se consideran las variables

independencia judicial externa y corrupción. En la segunda dimensión se analiza la

formación profesional de los jueces, el ejercicio de la docencia universitaria y la

experiencia previa de los jueces supremos en el ejercicio de la judicatura.

Adicionalmente se agregan al modelo variables relacionadas con el diseño institucional,

específicamente el tiempo de designación constitucionalmente establecido para el

desempeño de las funciones de juez supremo; y, la masa salarial recibida por el ejercicio

del cargo.

Respecto a la independencia judicial externa, la ausencia de autonomía de los jueces

respecto al poder político constituiría un incentivo negativo a la generación de

decisiones judiciales de calidad. Dado que dictar fallos con técnica jurídica implica que

los jueces se desempeñen en ambientes de estabilidad laboral y ausencia de presiones de

cualquier tipo, la independencia judicial externa es quizás el factor que más incide en

este aspecto. De hecho, trabajos previos en los que se analiza el comportamiento

judicial bajo contextos de inestabilidad institucional han evidenciado que, aún cuando

es posible que los jueces dicten fallos orientados por sus propias preferencias

ideológicas, la calidad de las decisiones se ve afectada (Basabe-Serrano, 2012, 2011b).

A manera de hipótesis se señala que, a medida que disminuye la independencia judicial

externa las probabilidades de que las decisiones judiciales sean de calidad van en

descenso.

Por otro lado, entre los distintos efectos que genera la corrupción estaría el deterioro de

la calidad de las decisiones judiciales. Así, cuando la corrupción permea al conjunto de

la sociedad se generan una serie de incentivos para que los jueces dicten decisiones

judiciales de baja calidad (Basabe-Serrano, 2011a). El mecanismo sicológico que

19    

explica dicho comportamiento se denomina “razonamiento judicial motivado” (Braman,

2009) y opera de la siguiente forma. En un escenario en el que la principal motivación

para dictar la decisión judicial sea un acto de corrupción y no el valor de los argumentos

presentados, los jueces preferirán reducir los costos que implican dictar un fallo en el

que de por medio exista razonamiento legal, doctrinario y jurisprudencial, limitando su

acción a decidir en función de los intereses de la parte procesal con la que se ha llegado

a un acuerdo previo. De esta forma la calidad de las decisiones judiciales tiende a

descender no solamente entre los jueces envueltos en actos de corrupción sino que dicho

fenómeno se va extendiendo al resto de juzgadores.11

En efecto, dado que en un ambiente de corrupción la posibilidad de sanción a quienes

dictan decisiones judiciales de baja calidad es prácticamente inexistente, los jueces que

invierten tiempo en elaborar fallos que reúnan características mínimas relacionadas con

aplicación legal, doctrinaria y jurisprudencial, tienen incentivos negativos para

mantener su comportamiento en esa dirección. De hecho, los jueces que dictan

decisiones judiciales de alta calidad seguirán actuando de esa forma solamente hasta un

punto en el que preferirán invertir su tiempo en otras actividades, en perjuicio de la

calidad de las decisiones judiciales. Así, el tipo de corrupción operacional (Buscaglia,

2001) al que me refiero en esta parte tendría efectos no solamente sobre la calidad de las

decisiones judiciales de quienes incurren en tales actos sino que se expandiría al resto de

integrantes de las cortes de justicia.12

Respecto a la profesionalización de los jueces, la literatura especializada presenta una

serie de índices que, aunque podrían servir de referente, no son asimilables del todo a lo                                                                                                                          11 Partiendo de la idea de “razonamiento judicial motivado”, Braman (2009) se concentra en el estudio de cómo las preferencias políticas y la autoridad legal interactúan para influenciar en las decisiones judiciales. Siguiendo el mismo marco conceptual, lo que en este artículo se propone es que la corrupción constituye el estímulo que afecta a la calidad de las decisiones judiciales. 12 A este concepto de corrupción operacional es al que alude Ríos-Figueroa (2012) cuando analiza los mecanismos de control judicial al interior de las cortes de justicia de América Latina.  

20    

que se pretende medir pues se refieren a la profesionalización de las cortes de justicia.

Por tanto, las mediciones que se encuentran en la literatura especializada son menos

analíticas. Dentro de estos trabajos están los de Squire (2008), Brace y Hall (2001) y el

de Glick y Vines (1973). Allí se consideran variables como los salarios, la carga de

trabajo, la cantidad de asistentes, los procedimientos de selección, la organización

interna o las políticas de incentivos y ascensos. Aunque algunas de estas variables son

consideradas como explicaciones alternas en el modelo que este artículo plantea no se

las considera como parte constitutiva de la profesionalización de los jueces. Como se

dijo en la parte introductoria, este artículo define a dicho concepto como el conjunto de

capacidades y destrezas de los jueces que posibilitan un mejor desempeño de su

principal función: administrar justicia.

Al respecto, la profesionalización de los jueces como dimensión explicativa de la

calidad de las decisiones judiciales se hallaría compuesta de las variables: formación

académica, ejercicio de la docencia universitaria y experiencia previa en el ejercicio de

la judicatura. Respecto a la formación académica, se presumiría que si un juez tiene un

mayor nivel educativo formal sus capacidades para plantear decisiones judiciales en las

que sea posible no sólo evidenciar destrezas en el manejo de dispositivos legales sino

también de marcos teóricos aplicables al caso, o lo que se conoce como doctrina

jurídica, serían mayores. Al igual que en los estudios sobre calidad de las políticas

públicas (Zuvanic et al, 2010), en el caso de las decisiones judiciales se plantea como

hipótesis que a medida que aumenta el grado de formación académica de los jueces, las

probabilidades de que sus decisiones sean de mayor calidad van en aumento.

El ejercicio de la docencia universitaria no sólo pone en contacto a los jueces con una

faceta de la realidad diversa a la observada al interior de la judicatura sino que incentiva

también su actualización respecto a los debates que se suscitan en el Derecho. Por tanto,

21    

ese permanente intercambio de ideas y de formación especializada dotaría a los jueces

de mejores elementos de juicio para dictar decisiones judiciales de mayor calidad. En

términos de hipótesis, argumento que a medida que existe mayor experiencia docente de

los jueces las probabilidades de dictar decisiones judiciales de mayor calidad va en

aumento.

En la misma línea, la experiencia previa dentro de la judicatura juega un papel decisivo

al momento de escribir decisiones judiciales de calidad. A diferencia de los abogados en

libre ejercicio de su actividad profesional, quienes se dedican a la judicatura adquieren

una serie de destrezas y técnicas para la elaboración de decisiones judiciales que

constituyen una ventaja respecto a sus colegas no judiciales. De hecho, mientras los

abogados en ejercicio profesional estructuran su lógica de acción hacia la defensa de

intereses puntuales, el razonamiento de quien se ha formado como juez se orienta a

escuchar argumentos controvertidos y en función de ellos tomar una posición con

pretensiones de objetividad e imparcialidad. Aunque no se desconoce que un abogado

que no ha sido juez pueda llegar al Poder Judicial y dictar decisiones de calidad, lo que

aquí se sostiene es que la experiencia previa como juez es una variable que marca la

diferencia al momento de evaluar la calidad de las decisiones judiciales. En función de

lo expuesto, se propone como hipótesis que, a medida que los jueces gozan de mayor

experiencia en la judicatura las probabilidades de que sus decisiones judiciales sean de

mayor calidad van en aumento.

Junto a las variables relacionadas con la profesionalización de los jueces, la

independencia judicial externa y la corrupción, se agrega al modelo dos posibles

explicaciones de la varianza observada a nivel de la región en cuanto a calidad de las

decisiones judiciales. La primera tiene relación con la influencia de variables

institucionales, como el tiempo establecido constitucionalmente para el ejercicio del

22    

cargo; y, la segunda, se refiere a la masa salarial que reciben los jueces por su trabajo.

En el caso del tiempo de designación de los jueces se presumiría que un mayor espacio

de tiempo permitiría a dichos actores tener la suficiente tranquilidad para dictar

decisiones judiciales de calidad. Aunque en el caso de algunos países de América Latina

la permanente inestabilidad del Poder Judicial hace poco probable que los jueces puedan

generar una estrategia de mediano o largo plazo (Basabe-Serrano y Polga Hecimovich,

2013; Helmke, 2002,2005; Iaryczower et al, 2002;) y que, por tanto, su aversión al

riesgo sea menor, se incluye la variable mencionada. La hipótesis que se propone es que

a medida que los plazos para el desempeño de los cargos son mayores las

probabilidades de decisiones judiciales de mayor calidad van en aumento.

La variable relacionada con la masa salarial se incluye pues los incentivos económicos

jugarían un papel decisivo en los rendimientos de las personas en general y de los jueces

en particular. En ese sentido, se plantea como hipótesis que, a medida que se

incrementan los salarios de los jueces las probabilidades de decisiones judiciales de

mayor calidad van en aumento. No obstante, un argumento en contrario proviene de la

teoría del elector racional y específicamente de los estudios económicos del Derecho.

Allí, Posner (1993) ha evidenciado que un incremento de los ingresos económicos de

los jueces mejoran su rendimiento solamente hasta un punto de inflexión en el que,

mayor masa salarial no sólo que no mejora la calidad de las decisiones judiciales y la

eficiencia en general de los jueces sino que por el contrario podría tener un efecto

inverso. La explicación radica en que al existir la posibilidad de satisfacer mayores

necesidades los jueces priorizan cuestiones no relacionadas con el trabajo, como el ocio.

De esta forma, el aumento salarial podría llegar a generar un descenso en la calidad de

las decisiones judiciales.

23    

Metodología y datos

Como se ha mencionado, las unidades de análisis de este artículo son los 191 jueces

supremos de 13 países de América Latina. La variable dependiente es la calidad de las

decisiones judiciales de cada una de las unidades de análisis mencionadas -jueces- y la

evidencia empírica se capturó a través de encuestas a expertos. Detalles sobre la

estrategia metodológica, las dimensiones utilizadas y su posterior codificación constan

en el análisis descriptivo de esta variable, incluido en la primera parte de este artículo.

Dadas las características de la medición en escala de la variable calidad de las

decisiones judiciales -“1” a “10”-, se elaboró un modelo de regresión lineal -OLS-,

recurriendo para ello a los programas estadísticos STATA y SPSS.

Para medir la variable independencia judicial externa se tomó la información

proporcionada por el Índice de Global Competitiveness Report 2012, desarrollado por el

World Forum. Allí se establece una escala de menor a mayor independencia judicial

externa que va de “1” a “7”. Para la variable corrupción se asumió el Índice de

percepción de la corrupción proporcionado por Transparencia Internacional para el

año 2012 y que sitúa a los países en una escala de “1” a “100” y que los califica de

menos a más transparente -o menos corruptos-. Para la variable formación académica de

los jueces se recopilaron las hojas de vida de todos los jueces analizados. En función de

dicha información se estableció una variable categórica en función de si el juez tenía

otro título de pregrado diferente al de abogado, si tenía maestría o si poseía un

doctorado.

Las variables docencia universitaria y experiencia previa como juez fueron medidas en

años y se recurrió a las hojas de vida ya mencionadas. Para el cálculo del tiempo para el

ejercicio de los cargos se hizo una revisión de las constituciones políticas de los 13

24    

países, estableciéndose una medición en años. Finalmente, la masa salarial de los jueces

se capturó de las oficinas correspondientes de cada país, en ocasiones el propio Poder

Judicial, en ocasiones el Consejo de la Judicatura o Magistratura.13 De acuerdo a la tabla

que consta como Anexo No 2, la experiencia docente de los jueces (,304), la masa

salarial (,296) y la formación académica del juez (,198) son las variables que mayor

correlación tienen con la variable dependiente calidad de las decisiones judiciales. El

Gráfico No 3 da cuenta del análisis de residuos que este artículo propone.

Gráfico No 3

Calidad de las decisiones judiciales en América Latina (análisis de residuos)

Del análisis de residuos ya mencionado se deduce que el modelo se encuentra bien

especificado. Además, al aplicar el test de Durbin-Watson (.91) -orientado a testear si

existe alguna correlación significativa en el orden en el que dichos residuos se presentan

                                                                                                                         13 La masa salarial de los jueces fue indexada en dólares a partir del tipo de cambio existente a mayo de 2013.

25    

dentro de los datos analizados- se evidencia que no existe auto correlación serial entre

los residuos. Finalmente, la distribución a lo largo de la recta corrobora la linealidad de

los parámetros utilizados. De otro lado, el R2 es de .45 y el R2 ajustado es de .42, lo que

constituye un buen presagio para la capacidad explicativa del modelo si se considera la

ausencia relativa de investigación en este campo y que, por tanto, la exploración

empírica que se plantea es pionera dentro del campo de las políticas judiciales de la

región (ver Anexo No 3).

Por otro lado, la Tabla No 1 presenta los resultados del modelo econométrico que este

artículo propone. El primer hallazgo empírico que surge es que las variables experiencia

previa en la judicatura, masa salarial y tiempo establecido constitucionalmente para el

desempeño del cargo no resultan significativas. De lo expuesto se infiere que el hecho

de que los jueces supremos tengan una carrera anterior dentro del Poder Judicial no

marca diferencia respecto a sus colegas que provienen del libre ejercicio profesional en

términos de la calidad de sus decisiones. Contrariamente a lo que se podría pensar, en el

sentido de que las destrezas adquiridas en el desempeño del cargo de juez pueden

constituir una ventaja cuando se dictan decisiones a nivel de corte suprema, los

hallazgos empíricos muestran que esa variable no es relevante.

26    

Tabla No 1

Modelo de regresión lineal sobre calidad de las decisiones judiciales en América Latina

Variables Beta t Significancia Constante

6,342 0

Experiencia como juez 0,133 1,158 2,252 Formación académica 0,232 1,709 0,094 Experiencia docente 0,329 2,725 0,008

Corrupción -2,346 -4,158 0 Independencia judicial 2,324 3,875 0

Salario -0,132 -0,873 0,387 Tiempo en funciones 0,041 0,301 0,765

R2: ,45 R2 ajustado: ,42

De otro lado, la variable referida a los salarios tampoco genera un efecto específico

sobre la calidad de los jueces. En este aspecto, la propuesta de Posner (1993) cobra

sentido y permite extraer conclusiones preliminares en torno a la idea difundida, sobre

todo entre operadores de reforma judicial, de que el incremento de la masa salarial de

los jueces llevaría a decisiones de mayor calidad. En la misma línea de los hallazgos

citados, aunque refiriéndose a la corrupción judicial, existe evidencia empírica en

Camboya (Yang y Ehrichs, 2007) y Singapur (Voigt, 2007) de que un aumento en los

salarios de los jueces no disminuye la recurrencia a prácticas corruptas dentro de las

cortes de justicia.

El hallazgo empírico relacionado a la ausencia de efectos significativos entre la variable

institucional relativa a los plazos para los que los jueces son elegidos y la calidad de las

decisiones judiciales resulta menos llamativa pues, como se señaló, los escenarios de

inestabilidad institucional que se presentan en muchos países de la región incidirían

sobre el grado de aversión al riesgo de los jueces supremos. En otras palabras, más allá

27    

de las declaraciones constitucionales respecto al tiempo que los jueces permanecerán en

los cargos, el grado de estabilidad institucional de cada país marca pautas de

comportamiento específicas entre tales actores (Castagnola, 2010).

De otro lado, el grado de corrupción y la independencia judicial externa son las

variables que mayor peso explicativo ejercen sobre la calidad de las decisiones

judiciales (-2,346 y 2,324 respectivamente). En el caso de la corrupción, el signo

negativo que presenta el modelo verifica la conjetura que señala que, a medida que

aumenta la corrupción las probabilidades de que las decisiones judiciales sean de

calidad van en descenso. Este hallazgo da cuenta del argumento teórico que esta

ponencia sostiene y que se relaciona con los efectos dañinos de la corrupción no sólo

sobre los jueces permisivos a dichas prácticas sino también sobre aquellos que se

mantienen alejados de tales comportamientos.

En cuanto a la independencia judicial externa, los hallazgos presentados contribuyen al

debate sobre la importancia de la autonomía de los jueces más allá del plano

estrictamente político. De hecho, mientras la literatura especializada se ha concentrado

en observar los efectos que generan las restricciones a la independencia judicial externa

sobre la arena política, lo que en este artículo se constata es que es posible hallar

vínculos entre dicha variable y la calidad de las decisiones judiciales, en términos

generales. Dado que los jueces supremos analizados no resuelven solamente sobre casos

de connotación política -de hecho, algunos casi nunca lo hacen-, el hallazgo empírico

presentado da cuenta de los efectos perniciosos que genera la ausencia de independencia

judicial sobre la calidad de cualquier tipo de decisión judicial.

Aunque con un peso explicativo considerablemente inferior al de las dos variables antes

discutidas, el modelo que este artículo ofrece indica que la experiencia docente y el

28    

grado de formación académica de los jueces también ejercen influencia sobre la calidad

de las decisiones judiciales (,329 y ,232 respectivamente). En cuanto a la experiencia

docente, la permanente formación que implica ejercer una cátedra universitaria abonaría

no sólo al mejor desempeño del juez en el plano anotado sino que aportaría también a

que en sus decisiones judiciales se refleje su actualización con la literatura especializada

y la propia legislación. A diferencia de la variable relacionada con el tiempo de

experiencia previa en la judicatura, en este caso el ejercicio de actividades como

docente universitario constituye un rasgo distintivo que mejora la calidad de las

decisiones judiciales.

De otro lado, los hallazgos empíricos que presenta el modelo econométrico señalan que

el grado de formación académica de los jueces también explica la variación en cuanto a

la calidad de las decisiones judiciales. Así, que un juez posea título doctoral incrementa

las probabilidades de que sus decisiones sean de mayor calidad respecto a sus colegas

que solamente ostentan el título de abogado. Una de las implicaciones de este hallazgo

empírico tiene que ver con los filtros institucionales establecidos para optar por el cargo

de juez supremo. Dado que la mayoría de los países latinoamericanos cuentan con

constituciones relativamente laxas en términos de requisitos para el ejercicio de la

judicatura suprema, una posible recomendación de política pública tiene que ver

precisamente con reformas que impongan filtros de selección más restrictivos. Dado

que obtener un título doctoral está correlacionado con la edad necesaria para ser juez

supremo, incrementar este último requisito puede abonar también a la mejora en la

calidad de las decisiones judiciales.

29    

Conclusiones

Este artículo describió la calidad de las decisiones judiciales asumidas por los jueces de

Corte Suprema de 13 países de América Latina. Ante la ausencia relativa de

investigación al respecto, se planteó un índice en el que se incluyen cuatro indicadores

orientados a observar la técnica jurídica contenida en las decisiones judiciales

(aplicación del texto legal, interpretación del texto legal, aplicación de doctrina jurídica;

y, aplicación de precedentes jurisprudenciales). Con ello, y recurriendo a encuestas a

expertos en temas judiciales, el artículo ofreció un ranking tanto de jueces como de

cortes supremas en función de la calidad de las decisiones judiciales. En ambas

dimensiones, Colombia y Costa Rica son los países que obtienen los mejores resultados

mientras que Ecuador presenta la Corte Suprema con decisiones judiciales de más baja

calidad entre toda la muestra. Chile y sobre todo Uruguay, contra intuitivamente, son

países en los que la calidad de las decisiones judiciales de sus jueces supremos han

recibido una calificación relativamente baja, a diferencia de las elevadas puntuaciones

que se atribuye a estos países en otros índices.

En la segunda parte, el artículo planteó un modelo de regresión lineal orientado a

identificar los factores que explicarían por qué unos jueces supremos dictan decisiones

judiciales de mayor calidad que otros. Acorde a los resultados estadísticos, tanto el

grado de independencia judicial como el de corrupción de los países constituyen las

variables que de mejor forma explican las diferencias en cuanto a calidad de las

decisiones judiciales en América Latina. Aunque existe una amplia lista de trabajos en

los que se observan las relaciones entre estas dos variables y otras dimensiones de la

vida política y social, este artículo ha evidenciado que adicionalmente a los efectos

perniciosos ya conocidos, la ausencia relativa de independencia judicial y los altos

30    

niveles de corrupción afectan también a la calidad de las decisiones asumidas por los

jueces.

Por otro lado, el artículo pone en evidencia que la formación académica y la experiencia

docente de los jueces explican las diferencias en cuanto a calidad de las decisiones

judiciales. No obstante, la capacidad predictiva de estas variables es bastante menor que

la atribuida por el modelo tanto a la independencia judicial como a la corrupción del

país. Por otro lado, el modelo ha demostrado también que los años de experiencia previa

dentro de la judicatura de los jueces supremos no influyen en la calidad de sus

decisiones. Adicionalmente, la ausencia de relación entre la calidad de las decisiones

judiciales y los salarios de los jueces es otro hallazgo importante que ofrece el artículo y

que no deja de ser contra intuitivo, sobre todo para los diseñadores de política pública

que asumen que dicha variable por sí misma es decisiva para explicar los rendimientos

del Poder Judicial.

De otro lado, la ponencia expuesta deja muchas aristas para futuras agendas de

investigación. La primera tiene que ver con una medición más refinada de la variable

calidad de las decisiones judiciales. Aunque la recurrencia a la opinión de expertos es

válida y se la usa en otro tipo de investigaciones, es necesario agregar un componente

más objetivo que podría ser el análisis de las decisiones judiciales per se, acorde a los

cuatro indicadores que aquí se proponen. Un índice que resulte de la media de las

percepciones de los expertos y de la valoración de algunos casos seleccionados al azar

daría cuenta de una medición más contundente de la calidad de las decisiones judiciales.

Adicionalmente, incluir más países y otras variables relacionadas con la

profesionalización de los jueces, la influencia del diseño institucional y del entorno

político, económico y social, podrían apoyar a la generación de un modelo más

comprensivo de la realidad.

31    

Finalmente, aunque la identificación de las variables que influyen sobre la calidad de las

decisiones judiciales es de importancia para mejorar los rendimientos del Poder

Judicial, hay una arista adicional con implicaciones políticas y sociales aún más

trascendentes. Esta dimensión tiene que ver con el análisis de los efectos que generan

diferentes grados de calidad de las decisiones judiciales sobre la ciudadanía y el

desarrollo del Derecho. En efecto, el estudio de cómo la presencia de una Corte

Suprema caracterizada por decisiones de baja o alta calidad -como la ecuatoriana o la

colombiana, respectivamente- incide sobre la cotidianeidad de las personas o sobre el

debate jurídico-político de un país son espacios de investigación que podrían evidenciar

de forma más clara por qué los desempeños del Poder Judicial son importantes para la

ciudadanía en general. Por tanto, asumir a la calidad de las decisiones judiciales como

variable explicativa, abriría un campo de análisis fértil que vincularía el campo de las

políticas judiciales a otras esferas de discusión política y social.

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Anexos

Anexo No 1

Estadísticos descriptivos de la calidad de las decisiones judiciales en América Latina

Fuente: encuestas a expertos.

PaísMedia Máximo Mínimo

Desviación típica

Colombia 8,08 8,62 7,50 ,30

Uruguay 5,82 6,30 5,43 ,34

Argentina 7,84 8,39 7,24 ,46

Costa Rica 8,12 8,99 6,52 ,57

México 7,79 8,97 6,40 ,75

Honduras 6,19 8,15 5,00 ,89

Chile 6,46 8,18 4,92 ,90

Dominicana 7,92 9,35 6,21 ,98

Brasil 7,68 8,79 5,08 1,08

El Salvador 7,17 9,05 5,61 1,14

Ecuador 5,59 7,85 4,03 1,21

Perú 6,12 8,78 4,41 1,26

Puerto Rico 7,04 9,67 5,01 1,77

40    

Anexo No 2

Tabla de correlaciones entre variables explicativas y calidad de las decisiones judiciales

Anexo No 3

Resumen del modelo de regresión lineal sobre calidad de las decisiones judiciales

 

Profesionalización de los

juecesFormación académica

Experiencia docente

Tiempo en funciones

Salario anual unificado

Indepenencia judicial Corrupción

Experiencia como juez

Correlación de Pearson

1 ,198 ,304 ,029 ,296 -,018 -,017 -,142

Sig. (bilateral)

,011 ,003 ,688 ,000 ,826 ,819 ,121

N 189 165 93 189 135 158 189 121

Correlación de Pearson

,198 1 ,118 ,082 -,020 -,418 -,268 -,184

Sig. (bilateral)

,011 ,256 ,290 ,827 ,000 ,000 ,042

N 165 167 94 167 120 145 167 122

Correlación de Pearson

,304 ,118 1 -,177 ,287 ,229 ,186 -,228

Sig. (bilateral)

,003 ,256 ,088 ,020 ,029 ,073 ,052

N 93 94 94 94 66 91 94 73

Correlación de Pearson

,029 ,082 -,177 1 -,200 -,484 -,521 -,087

Sig. (bilateral)

,688 ,290 ,088 ,020 ,000 ,000 ,339

N 189 167 94 191 135 160 191 122

Correlación de Pearson

,296 -,020 ,287 -,200 1 ,399 ,371 -,011

Sig. (bilateral)

,000 ,827 ,020 ,020 ,000 ,000 ,915

N 135 120 66 135 135 113 135 98

Correlación de Pearson

-,018 -,418 ,229 -,484 ,399 1 ,878 ,346

Sig. (bilateral)

,826 ,000 ,029 ,000 ,000 ,000 ,000

N 158 145 91 160 113 160 160 111

Correlación de Pearson

-,017 -,268 ,186 -,521 ,371 ,878 1 ,381

Sig. (bilateral)

,819 ,000 ,073 ,000 ,000 ,000 ,000

N 189 167 94 191 135 160 191 122

Correlación de Pearson

-,142 -,184 -,228 -,087 -,011 ,346 ,381 1

Sig. (bilateral)

,121 ,042 ,052 ,339 ,915 ,000 ,000

N 121 122 73 122 98 111 122 122

Tiempo en funciones

Salario anual unificado

Indepenencia judicial

Corrupción

Experiencia como juez

Profesionalización de los jueces

Formación académica

Experiencia docente

R R cuadradoR cuadrado corregida

Error típ. de la estimación

,704 ,495 ,424 1,00281