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SANDRAEN EL PAÍS
DE LA SEMANA CERO
Blanca Fernández PortasRubén Darío Fernández
Raquel Calvo
Colección OrigenCuentos
EXCODRA EDITORIAL 2016
Texto: © Blanca Fernández Portas y Rubén Darío Fernández.Ilustraciones: © Blanca Fernández Portas.Fotografías: © Raquel Calvo. Imagen portada: © Raquel Calvo.Edición: © Excodra Editorial.1a Edición, marzo del 2016.
ISBN: 9788494534034Depósito legal: C 3692016
Impreso por Podiprint.
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SANDRAEN EL PAÍS
DE LA SEMANA CERO
1 SANDRA EN EL PAÍS DE LA SEMANA CERO
SANDRA EN EL PAÍS DE LA SEMANA CERO 2
CUENTO I
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Sandra en el País de la Semana Cero
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Hace no mucho tiempo, en unas tierras no tan lejanas, una
niña dibujaba un Sol rosa en su libreta recién comprada. Hacía que
del Sol salieran, por lo menos, veinte o treinta rayos de distintos ta
maños. Mientras, cantaba, tarareaba una canción, mezclando
“happy birthday to you” y “cumpleaños feliz” en cada frase. Ento
nando oraciones, tales como: “Japi birdai feliz” o “te deseamos to
dos cumpleaños tuyú”. Fuera de la casa estaba lloviendo y pasaron
parte de la mañana, ella, cuyo nombre era Sandra, y su gata Alba,
metidas en el salón dibujando, cantando y bailando, sin poder ima
ginarse lo que les acontecería después de comer.
Pero, por ahora, Sandra seguía retocando los rayos del Sol para que
diera mucho calor y la gata se lamía las patitas con empeño y dedi
cación, sobre un cojín bajo los pies balanceantes de su dueña.
El Sol había quedado listo para ponerlo en el cielo y hacer del día
lluvioso un hermoso día de calor. En aquellas tierras y por aquel en
tonces, se podían poner los dibujos de soles en el cielo soplando so
bre la hoja de las libretas, con mucha fuerza, y con los ojos cerra
dos. Lo mismo pasaba si lo hacían con un dibujo de una Luna pinta
da de morado, por ejemplo, sólo que la mayoría de los niños no
querían que se hiciera de noche, por lo que, en aquellas tierras, era
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casi siempre de día. (Eso sí, era regla para ellos: un soplido cada
tres meses por niño y no soplar si ya en el mismo día alguien había
cambiado las condiciones ambientales).
Así que, una vez acabado el dibujo: Sandra se sentó en el umbral de
la puerta para no mojarse con la lluvia y, sopló a ojos cerrados sobre
su libreta con lo que en el cielo empezaron a despejarse las nubes a
medida que el Sol subía y subía hasta quedar colocado, en todo lo
alto, iluminando el día rosadamente, dando justo después, como
por arte de magia: Un nuevo amanecer.
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