INSTITUTO NUEVA POMPEYA Catequesis 7mo. Grado - Prof. Gabriela Rodríguez Figueroa

San Francisco y el lobo

Hola, mi nombre es Lobo. No vengo aquí a enseñarles nada que ustedes no puedan enseñarme a mí. Solo quiero darles las gracias porque los franciscanos siempre me tratan como un amigo más. En todas partes ponen mi rostro o el de mis hermanos lobos para expresar el mal, el odio, el ansia de hacer daño o de sobrevivir por encima del bien común… En cambio, los franciscanos me presentan siempre como la imagen de la fraternidad, de la amistad con las personas, de la conversión… incluso, de la paz y el bien. Me encanta ver las paredes llenas de fotos mías y oír cómo todos aún me llaman “Hermano Lobo”. Yo soy el mismo lobo, antes y después. No es que fuese malo antes de conocer a San Francisco de Asís y que después me convirtiera en bueno. No. Soy lo que soy. Todos son lo que son, tienen tanto como yo de “lobo malo” y tanto como yo de “lobo bueno”. Lo que cambió mi forma de ser visto y de ver la vida es haber conocido a San Francisco de Asís.

A qué nos invita Francisco con esta historia del Hermano Lobo

Si miramos esta historia podríamos ver que el “lobo” es tan solo una metáfora de todo aquello que nos despierta miedo, que nos hace sentir atacados. Francisco nos muestra que ante los “lobos” que nos acosan no nos podemos echar atrás, debemos hacerles frente con valentía. Sin embargo, no debemos utilizar la violencia, porque el odio sólo engendra más odio. Frente a lo que se le presentaba Francisco eligió la paz, eligió salir al encuentro del lobo y entrar en diálogo con él.

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La única forma de amansar al lobo, es acercándonos a él con paz. No es fácil y quizás no es el primer sentimiento que tenemos cuando nos ofenden, pero si nosotros no tenemos paz, ¿cómo vamos a poder inculcársela al que nos ataca?

Y nosotros, ¿cómo actuamos frente a las situaciones que nos generan miedo? ¿Qué actitudes adoptamos cuando sentimos que alguien nos “ataca” (hablando mal de nosotros, con gestos de división, con palabras…)?

Dejémonos desafiar por el ejemplo de Francisco que supo enfrentar a su “lobo” y aprendió a perdonar, a dialogar, a escuchar las necesidades del otro.

Constructores de Paz

Este es el desafío más grande que nos deja Francisco. Él se ejercitó a lo largo de toda su vida en ser signo de paz entre sus hermanos, en la creación. También nosotros, como hermanos franciscanos, tenemos la posibilidad de construir la paz cada día y a cada momento. Y somos constructores de paz cada vez que elegimos perdonar en lugar de agredir, cada vez que elegimos caminos de reconciliación, de diálogo, de búsqueda de caminos nuevos.

Te comparto una canción que puede ayudarnos a rezar y reflexionar sobre este lobo que busca acercarse y reconciliarse con todas las personas.

https://drive.google.com/file/d/0B1OqdTUyD0CGRXRHS3ZzNVcyUTQ/view?usp=sharing

Lobo (Franciscus)

Entre nieblas puedo verte sé que estás ahí. Siento que me atraes y me das temor. Sé que puedes comprenderme ¿Por qué esconderse así? Corres escapando al dolor. La gente suele confundir tu soledad con rencor. Matar para sobrevivir ¿quién es culpable de los dos?

Lobo que estás contando a la luna tu desventura. Lobo que irás corriendo con miedo en la noche oscura. ¿Podrá esta canción sanar tu corazón? Tu mirada ya no es tan feroz. Puedo sentir tu dolor. Cada ser es diferente quiero comprender. Luchamos por una misma razón. Veo cosas que me hieren que me hacen temer. Y a veces no encuentro explicación. La gente actúa sin pensar y no escucha el corazón. No pueden ver lo que hacen mal porque se olvidan del amor.

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Este camino de ser constructores de paz requiere de toda la ayuda que podamos recibir. Por eso vamos a terminar este encuentro con Francisco rezando una oración que expresa mejor el deseo de Francisco de ser signo de paz en el mundo.