sálvame de la oscuridad
DESCRIPTION
Relato romántico paranormal.TRANSCRIPT
© Todos los derechos reservados a
Athena Rodríguez
MCN: CD5KD-PFX5Y-JM4CD
“Nuestra existencia no es más que un
cortocircuito de luz, entre dos
eternidades de oscuridad”.
Vladimir Nabokov
Tic, toc. Aún puedo escuchar ese maldito reloj.
Tic, toc. Pareciera que se burla de mí.
Tic, toc. El miedo, nuevamente intenta asfixiarme.
Tic, toc. Quisiera gritar.
Tic, toc. Pero tan sólo, a mi alrededor, hay oscuridad.
En el abismo me sobresalto, aún estoy en el gran sofá que me niego a
renunciar, durante la mayoría de las noches. Pronto, me tranquilizo al sentirlo,
él, ha tomado con fuerza mi antebrazo, haciéndome saber que la pesadilla no
es real.
− ¿Aún estas aquí Matt? Tienes cosas que hacer, deberías irte ya −
pregunto con una voz eternamente agradecida por traerme a la realidad.
− También tengo prioridades Aurim − dice con una convincente seriedad
en la voz.
− Yo no debiera estar entre ellas − me levanto instintivamente y tomando
el bastón que se posa siempre a mi costado, intento caminar hacia la cocina,
pero me detengo al sentir que Matt obstaculiza mi camino − Joanne vendrá a
reclamar, el que su hijo no cumpla del todo con sus deberes − en realidad, no
quiero que Matt se vaya, pero es lo mejor.
− Nunca le he fallado a mi madre, como tampoco te he fallado a ti − dice a
la defensiva.
− Lo sé Matt, es un gesto muy amable de tu parte − intento apartarme
para seguir con mi camino y el me detiene por los brazos.
− Es tu cumpleaños, no quería dejarte sola − agrega Matt.
− Tengo que acostumbrarme, cuando vas a trabajar pienso en ti y todo
esta resuelto − creo que me he pasado con mis palabras, pero realmente las
creo necesarias. Espero unos largos segundos.
− ¿Pensarías que estoy bromeando si te digo que te siento? − me
sorprende con eso.
− Entonces creería que mi pensamiento es muy poderoso y que eres lo
mejor que tengo; pero no debes dejar de hacer tus cosas por mí, además yo
estoy bien − digo con una supuesta seguridad.
− Te he observado detenidamente − dice Matt con gran cuidado en sus
palabras.
− ¡Claro hazlo, tu que puedes! − me limito a contestar con sarcasmo.
− Es en serio − vuelve a decir Matt − Aún tienes miedo ¿cierto? − no
puedo objetar eso.
− Claro Matt, la vida sin miedo no sería vida − conjeturé.
− Pero no esa clase de miedo Aurim, no el que te paraliza y se posa en tu
cara, ensombreciendo tu belleza −.
− Ahora estoy sonrojándome ¿no Matt? Puedo sentirlo y te agradezco
esas palabras y lo que provocan en mí −.
− Vamos, no desvíes la conversación Aurim − insiste.
− No lo hago, en lo absoluto, sólo sigo tu juego − puedo percibir que Matt
esta pensándoselo mejor, antes de hablar nuevamente.
− Sé que tienes miedo, pero no sé a que en realidad −.
− Son muchas cosas y ninguna en particular − escucho la risa irónica de
Matt, muy cerca.
− No me envuelvas en tus acertijos ¿ó es que acaso todavía no confías en
mi? −.
− Ya no suelo confiar en nadie Matt, no lo hago desde hace mucho tiempo
− mi animo vuelve a decaer.
− ¿Ni aunque te demuestren cuanto te quieren? − Se acerca a mí,
sigilosamente, como si temiera que pudiera predecir su siguiente movimiento.
Siento su aliento aún más cercano, huele a una especie de cítrico, algo que
realza su inocencia.
− ¿Qué pasa Matt? ¿No sabes si besarme o no? − me atrevo a sugerir,
mientras se me acerca cada vez más.
− Lo que no sé es como hacerlo, nunca he besado a nadie − admite con
una gran vergüenza, y el calor que irradia su cuerpo va flotando hacia mi, como
una corriente de aire, muy cálido y termina clavándoseme muy dentro, en el
corazón.
− ¿Tienes 19 y no has besado a nadie todavía? Yo no podría, eres un
niño Matt − advierto.
− Me gustaría ser tuyo − sus palabras son una delicia − No veo ningún
pecado en 8 años de diferencia − ahora esta susurrando.
− Pon tus labios sobre los míos − desisto a su encanto, aunque el
estomago me duele inmensamente, pero sé disimular los nervios de una muy
buena manera. Retrocedo y me siento en el sofá, esperando a su respuesta;
ante su indecisión, ofrezco una mano, primero al viento, para que Matt noté el
gesto y pueda tomarla con libertad. Su mano suda frío cuando me alcanza. −
Debes estar seguro de querer hacerlo, sino, te arrepentirás el resto de tu vida −
vuelvo al tono de advertencia.
− Eso nunca pasará, lo que más puedo agradecer al destino, es haberte
conocido − finaliza sus palabras con un tierno suspiro.
− Eso, es en lo poco en que no hemos coincidido − me permito sonreír y a
esto, le sigue un silencio muy tenso. Seguramente el me mira directamente al
rostro, no me importa si espera ver algo a través de las gafas oscuras, era
Matt, estaba bien. Mientras, mantengo alerta mis sentidos, intentando mirarle
con el corazón, obteniendo nuevamente, pequeños indicios de su indecisión.
Cuando casi pierdo la esperanza, sus labios están sobre los míos; se
siente bien y Matt lo nota, permanece en esa posición por algún tiempo,
respirando aceleradamente y agradezco su inexperiencia, porque me ofrece un
momento puro. Desprendo mi mano de la suya y busco su rostro, acaricio su
mejilla derecha, mientras el beso sigue inamovible, su piel suave me lleva a
navegar hasta su frente y después, hasta sus parpados cerrados. Abro un poco
la boca, pero, Matt piensa que estoy alejándolo.
− No − susurro y vuelve a acercarme sus labios, no pasa mucho tiempo y
ya necesito de su boca, comienzo a mordisquear un poco su labio inferior y a
enredarme con su lengua. Entonces, lo separo un poco.
− Necesitamos respirar − digo sonriendo.
− Claro − asiente con un deje de vergüenza.
− Gracias − apunto.
− ¿Por qué? − se extraña, pero se sienta rápidamente a mi lado y por
instinto, giro mi cuerpo en su dirección.
− Por quererme. Pero Matt, sabes que yo no puedo aceptar tanto de tu
parte, sería como recuperar mi juventud a través de arrebatarte la tuya − sé
que mi sonrisa ahora refleja debilidad, pero no puedo con la culpabilidad.
− No hables así, eres muy joven, y sobre todo, yo sé lo que hago, hemos
convivido durante 2 años, te he cuidado desde entonces, me he enamorado y
esto se me ha vuelto una necesidad. No veo porque esto pueda estar tan mal −
sus palabras son siempre elocuentes.
− Ese, es exactamente el punto, yo no veo, soy tan dependiente de las
personas que no puedo comprender como pude comprometer a Joanne a
cuidar de mí.
− Ella te ha querido desde que eras niña − Matt comenta con delicadeza.
− Pero no debí condenar a su hijo al mismo castigo −.
− No es ningún castigo estar con la persona que se quiere Aurim −.
− Eso no podrías decirlo, cuándo la única persona que has querido es a
mí −.
− Pues estoy seguro, que si conociera a alguien más, no sentiría lo mismo
que contigo y sólo renunciaría a ti, a menos que tu misma me lo pidieras −.
− Por tu bien, lo haría − admito con resignación.
− Pero entonces no piensas pedírmelo ¿ó si? − cuestiona Matt, pero el
silencio responde en mi lugar − Bien, esa es una grata señal − Matt aprieta
fuertemente mi mano − Quiero saber más de ti, lo que tanto temes, lo que
sueñas y sobre todo, lo que amas.
− ¿En verdad quieres escuchar a qué le temo? Es una historia muy larga y
con aspectos que no creerías posibles −
− Claro, sé que no me mentirías, e insisto en saberlo, porque sino, no
sabría de que protegerte −.
− Nadie puede protegerme de las pesadillas Matt y preferiría ser yo quién
te proteja −.
− Me parece muy bien, pero anda, tengo mucho tiempo para escucharte −
dice en su voz grave y entusiasta, que grabo con empeño en mi memoria.
Pienso en como iniciar aquella historia, el problema no es que no la
recuerde bien, pues hace 5 años que se repite constantemente en mi cabeza,
cómo una película, a veces se congelan las imágenes en los momentos más
agradables, otras tantas veces, en los más grotescos y atemorizantes. Pero el
recuerdo, siempre ha estado rodeado de un tono lúgubre y como fondo de
ambientación, el sonido de aquel reloj imposible. Tic, toc.
− ¿Sabes que no siempre fui ciega Matt? −
− Sí, mamá alguna vez lo comento, pero no quiso agregar nada más −.
− Tenía 22 años cuando sucedió, a los 20, mis padres me habían dejado
volar del nido, ya sabes vivir de forma “independiente” y demás cosas, así que
comencé a salir a tantos lugares como podía: centros comerciales, discotecas,
restaurantes, ciudades y cuerpos extranjeros también eran mis victimas. -
sonreí ante la nostalgia - Mi vida se volvió un caos, en parte por el dinero y en
parte por mi arrogancia, pronto me vi rodeada de gente oportunista…
− Todos cometemos errores ¿tiene algún caso que vuelvas al pasado? −
cuestiona Matt.
− Claro, sino, no comprenderías porque hice lo que hice −.
− Esta bien, continúa −.
− Sexo, alcohol y supuesta diversión, en eso podría resumirse mi fatídica
juventud −.
− Aún eres joven − intenta recordarme Matt, pero lo ignoro componiendo
una sonrisa, mientras tanto, prosigo.
− A los 22 tuve la necesidad de regresar a casa, pero mis padres, se
habían ido a Roma, sin siquiera avisarme, no sabes como me entristeció eso,
pero pase algunos días meditabundos en esa gran casa, en compañía de tu
madre y sus cuidados. Llego el día de mi cumpleaños, 31 de octubre.
− Oh hace exactamente 5 años − la voz de Matt es de profunda sorpresa
− continua.
− Comenzó a llegar mucha gente a mi casa y pronto, se convirtió en una
impresionante jauría, decían ser mis amigos, pero sinceramente a algunos ni
siquiera los había visto. Aquello era una selva y aún con un centenar de
personas, me sentía profundamente sola. Salí de allí en cuanto pude, sin
avisarle a tu madre siquiera, estuve vagando por diversos caminos, hasta que
vi un modesto canta bar, supuse que sería un lugar dónde se reunirían algunos
amigos.
Las luces estaban a la mitad de su capacidad, lo que le daba un ambiente
muy cálido y motivador, había ciertos grupos de amigos en algunas mesas, una
chica cantando una canción que no conocía en un tono tan bajo, que revelaba
su inexperiencia en el lugar, otro chico más lejos de mi visión la animaba, cosa
que me hizo sonreír.
En el sitio, solo había dos hombres más, uno detrás de la barra y otro al
frente. Me sentí más segura, parecía un buen sitio, en verdad lo parecía. Me
senté en un banquillo, unos lugares más apartados de aquel hombre de la
barra, no pareció notar mi presencia, estaba enfurruñado en su bebida, o al
menos lo parecía. El señor que estaba detrás de la barra, me dio la bienvenida
y me pregunto afectuosamente, si necesitaba que me sirviera algo. Fue el
último rostro amable que vi. - Un Johnnie Walter -, contesté tímidamente.
− Que buen gusto tienes − comentó aquel hombre que había estado
ignorándome. Tan solo le sonreí. Acto seguido, me ofreció su mano − Soy
Baltazar y tú ¿qué dices? ¿cuál es tu nombre? − no parecía un hombre ni feo
ni viejo, todo lo contrario, llevaba un traje negro impecable y al notar que se
interesaba poco en mí, preferí no mentirle: Aurim. − Lindo nombre − acompaño
su cumplido con una elaborada floritura del vaso en que bebía, para después
irse a una mesa vacía.
Llegó el trago de Johnnie Walker y me lo bebí de un golpe, sentí la sangre
corriendo hacia mis mejillas y la mirada de aquel hombre taladrando mi nuca.
Me giré tan rápido como pude, mientras el sonreía y miraba mis piernas,
desnudas ante mi pequeña falda. Yo le contemple, ahora debajo de una luz, su
rostro me pareció casi angelical, pero tenía una mirada, que hacía que la piel
se te erizara. Cuando me di cuenta, ya estaba en su mesa charlando, tanto de
las cosas más absurdas, como de las más contradictorias de la vida,
intercambiamos teléfonos y experiencias en el amor, supe que algo extraño
pasaba pero no sabía que, mis sentimientos se negaban a hacerle caso a la
razón, simplemente me cautivó.
− ¿Quieres qué volvamos a coincidir? − pregunto pacientemente mientras
guardaba su cajetilla de cigarros en la cazadora.
− ¿Es que ya te vas? − pregunté angustiada de volver a la soledad.
− Pero podemos salir algún día, yo te llamo −. Las opciones se me
terminaban.
− ¡Podemos ir a mi casa! − le ofrecí con desesperación.
− Yo no soy mucho de salir, pero si gustas podemos ir a la mía − sentí
pánico, pero su atractivo rebaso esa sensación. Asentí a su oferta y lo seguí,
pagamos la cuenta y salimos directamente a su auto compacto, que denotaba
ser de alguien sumamente cuidadoso y trabajador.
− ¿A qué te dedicas? − pregunté casualmente, ya instalada en el lugar del
copiloto y mirando al piso del auto. Alargó su mano hasta mi rostro, con fuerza,
pero sin hacerme daño, me tomo por la barbilla y alzo mi cabeza hasta
encontrarme con sus ojos.
− A levantar miradas − sonrío ante su chiste − Son los ojos más hermosos
que he visto − dijo con un tono aún más cautivador, contesté agradecida a eso
− El gusto es mío − devolvió. Veinte minutos después y con mi estomago
enloquecido, nos habíamos ya adentrado en un extraño prado, en dónde las
casas tenían un considerable metraje de separación. Nos detuvimos ante una
casa descuidada, antes de Salir del auto y como para animarme, me dio un
gran beso, con él que salí medio aturdida.
− ¿Quieres entrar? − preguntó amablemente.
− Si, claro − al pasar, encendió unas luces, todo allí parecía oxidado, a
excepción de un sillón.
− Siento el desastre, acabo de adquirir la casa − se excusó − lo mejor esta
arriba − dijo mientras señalaba con una mano y me ofrecía la otra, no dude en
tomarla y caminamos juntos hacia un oscuro pasillo, tan sólo visibilicé una
puerta blanca y un poco más allá, una escalera del mismo color. El se adelanto
para comenzar a subir, cuando un fuerte -¡PUM!- se escucho a mi lado,
seguido de una especie de gemido, había venido directamente de aquella
puerta y me espanto sobremanera.
− Sólo es el perro − me tranquilizo Baltazar.
− ¡Oh, esta bien! − me sonroje cuando el noto el susto que me había
llevado. El piso de arriba, era totalmente blanco, entramos a una de las tantas
habitaciones, que iluminada se veía aún más blanca, si es que eso era posible.
Me percaté de varios maletines colgados en la pared, todos cerrados, negros y
de distintos tamaños.
− Me preguntaste qué a qué me dedicaba ¿cierto? − me sorprendió
mirando los maletines, asentí − Soy médico − todo cuadraba, su belleza, su
encanto intelectual y lo bien que me trataba.
− Estupendo − alcancé a decir tras la breve ensoñación. Se me acerco y
comenzó a besarme, estaba en las estrellas, me tenía a sus pies, me cargo
hasta su cama e interrumpió uno de nuestros besos con una pregunta extraña,
al menos para ese momento.
− ¿Tu madre también tiene ojos azules? − fue raro, pero le dije que no,
que los había heredado de mi padre. Estuvimos juntos toda la noche y nunca
había sido tan feliz en tan poco tiempo.
− Te traeré algo de comer − aún recuerdo esa voz. Desapareció del cuarto
y cuando volvió sólo traía una taza de té.
− Lo siento, solo encontré esto en la alacena, pero mañana tendrás tu
desayuno − prometió.
− No te preocupes por mi − sin objeción alguna, me bebí aquel té, que
pronto, me llevo a la somnolencia.
Me deje caer en la cama, mientras veía como Baltazar tomaba un reloj del
buró y le ponía baterías, después, descolgó un gran maletín de la pared. Y todo
pasó. Fue hacía mi, colocó el reloj a un costado de mi cabeza. Tic, toc, Tic, toc,
se escuchaba fuerte, alarmante en mis oídos, pero yo casi estaba inconciente.
− Cuenta el tiempo dulce Aurim − fue lo último que le oí decir, mientras
sacaba un gran artefacto y lo acercaba hacia uno de mis ojos, después, todo
fue oscuridad.
− ¿Qué fue lo que paso? − Matt estaba muy tenso, podía sentirlo.
− Saco mis ojos − dije − naturalmente −.
− ¿Y cómo lograste salir de allí? − tenso era poco, estaba horrorizado.
− Cuando desperté, todo estaba oscuro, tenía un gran dolor de cabeza y
una sensación rara en mis ojos, aunque claro sólo era el reflejo, porque ya no
los tenía, en su lugar tenía un denso vendaje, que me dio miedo retirar. Bajé a
trompicones y nuevamente -¡PUM!- Volvió a asustarme, sólo que esta vez
estuve segura de que era un doloroso gemido. Abrí aquella puerta muy
fácilmente, retirando los tantos seguros que supongo Baltasar había colocado,
y alguien sollozaba. Busqué a tientas y di con una mujer de mi complexión, su
pelo y sus hombros me indicaban su estado, extremadamente débil. Después
supe, que la chica no tenía lengua, sólo podía gemir y golpear con los pies
aquella puerta. Ella, se las arreglo para hacer que confiara, además de que sin
yo saberlo, ya éramos compañeras del mismo dolor; me llevó a un lugar seguro
tan rápido como pudo, y después supe que Baltazar se había comido una de
sus manos.
− ¡¿Era un caníbal?! ¿Qué paso después? − me instó muy asustado Matt.
− Busco a mi padre y lo mato, encontraron su cadáver sin ojos, mi madre
sufrió una crisis cuando me vio y la encerraron en un hospital psiquiátrico −.
La policía culpo a mi madre de todo y argumentaron que por su condición
sólo permanecería en vigilancia constante en el hospital.
− ¿Entonces sigue libre ó lo arrestaron? − noté como Matt se estremecía
mientras me reí muy burdamente.
− No estoy diciéndote que culparon a mi madre de todo. Sé que a veces
me vigila, pero no sé si todavía tiene la idea de matarme o se arrepiente de
ello, aunque dudo mucho la última opción −.
− ¿Y por qué no das parte de ello a las autoridades?
− No hay nada que hacer Matt, estoy segura que Baltazar no era lo que
parecía ser a simple vista −.
− ¿Qué? ¿No era un perverso, asesino, caníbal o mutilador? − se exalto.
− Sólo digo, que por increíble que parezca, Baltazar no es humano −.
− ¿Cómo puedes decir eso? −.
− Poco después de la muerte de mi padre, alguien llamado Eyael me
visito, diciendo que era un ángel, y como tú, permanecí escéptica, hasta que
me tomo de la mano e hizo algo extraño con su otra mano en mi cabeza y aún
sin ojos ¡pude verlo! como si hubiera instalado un filtro en mi cerebro − Matt
permaneció callado − ¿Ves Matt, no tenía caso que te lo contara, ahora pedirás
que te jure lo que digo? −.
− No Aurim, me parece horriblemente extraño, pero puedo creerte −.
− Eyael, me dijo que Baltazar era un demonio, que se alimentaba de los
cuerpos humanos. Y sólo así puedo explicar el hecho de sentir a todas horas la
presencia de Baltazar, aún ahora − proseguí sin evadir detalles − Baltazar se
comió mis ojos ¿sabes? −.
− ¿Qué? −
− Sé que no lo crees, o que parece que estoy loca, pero pudo haberme
matado y comido como dijo Eyael. En cambio, esa noche que pase con él, fue
la diferencia entre vivir o morir, el cometió una gran falta al estar conmigo y
tenía que llevarle un recuerdo mío, a quién quiera que sea, al que tenga que
rendirle cuentas −.
− Ahora si que no puedo creerte, me resulta demasiado, quizá estés
atando cabos que no van, estas un poco alterada, y quizá sentiste algo más
que atracción por ese “ser” ¿es eso? −
− Sí, lo acepto, eso es lo que lo hizo más difícil, no sabía que era el amor
a primera vista, hasta ese momento −
− ¿Ahora lo estas defendiendo? −
− ¡No, Matt!, creerás que debo sentir frustración o rencor, pero me
enamoré a primera vista de él, así que era justo que no sólo me defraudará,
sino que también se llevará aquellos ojos, que ya no me pertenecían… −
− …Sobre que es lo que sueño Matt, puedo decirte que absolutamente
todo lo que te he contado, esas escenas se repiten estando dormida o
despierta.
− Ahora entiendo − dice Matt de manera cruenta y comprensiva a la vez.
− ¿Qué? ¿El hecho de que esto es tan perturbador, qué no podrías
soportar mis propias pesadillas? − le pregunto cansada.
− No, que seas tan buena y que tu ceguera sea lo que menos te importa,
sino lo que sufriste antes, durante y después de ese momento −
− ¿Pero ahora ves por que me niego a lo nuestro? No podría arrastrarte a
un peligro innecesario, no podría traerte a esta oscuridad conmigo −,
− Tu amor ya lo hizo, pero yo puedo ayudarte a salir, darte un poco de luz,
salvarte de esa oscuridad, como tú la llamas −.
− ¿Estas seguro de ello? Porque creo que esto nunca terminará −.
− Y yo creo que merezco una oportunidad ¿o no? − sonreí ante un nuevo
horizonte que se alzaba en mi vida.
− Sobre qué es lo que amo, te amo a ti Matt. Y tú ¿me amas? −
La respuesta espera impaciente a mi declaración esperanzada, que tan
sólo le sigue un ruido estrepitoso, como si de un golpe seco se tratara, mi
cuerpo se tensa del miedo absoluto que recorre mi espina dorsal.
Y de pronto, siento su presencia en toda la habitación, mi piel se eriza al
instante, ¡Debí advertir el peligro! Me digo a mi misma, pero ya es demasiado
tarde y mi cerebro comienza a fabricar nuevamente un -Tic, toc- demente y
continuo.
− Siempre dulce Aurim −.
Agradecimientos especiales: Gracias a Lucy por darle luz a mi camino.
• Gracias al sitio http://deviantart.com/ , por facilitarme la búsqueda de una sencilla, pero perfecta portada para este relato.
La imagen de la portada corresponde al autor Hidde Jansen con el Nick: alojada en el siguiente enlace: http://ganonmaster.deviantart.com/gallery/#/d11g9wv
Y por último, pero no menos importante, te agradezco a ti, si has llegado a este punto, donde comprenderás que estoy en mis primeros acercamientos a la escritura, que tengo muchos errores, pero esta historia surgió de entre la oscuridad de mi alma. Sabrás que necesito de mucha ayuda para mejorar y espero que tu puedas aportar mucho con tus críticas, comentarios, quejas o sugerencias, por ello, pongo a tu disposición la siguiente información: Envíame un correo sobre este escrito, con asunto: Relato -Sálvame- [email protected] Visita mi blog personal, para más información y par a encontrar otros escritos: http://Athena-Rodriguez.blogspot.com
Si me haces llegar tus comentarios, te responderé a la brevedad, gracias por tu atención. Se despide de ti, Athena Rodríguez, recordando que…
“Habré muerto, cuando ya no tenga nada que contar”.