salud mental esbozo para un debate

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salud mental y politica publica

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    por hctor seia. Mdico psicoterapeuta. Especialista en Salud Mental de los Trabajadores

    Luego de La devastacin causada por eL neoLiberaLismo, en amrica Latina se est tratando de recrear nuevas formas de convivencia y reconocimiento. frente a La medicaLizacin generaLizada, nuevas terapias y tratamientos ganan Lugar para poner en discusin un modeLo basado en eL Lucro y La mercantiLizacin, para pasar a otro centrado en La saLud de Los pacientes.

    saLud mentaL es poLtica. esbozo para un debate

  • I El trmino salud mental (SM) fue creado luego de la Segunda Guerra Mundial, y sus contenidos y objetivos fueron motivados por la destructividad inaudita de tal hecho histrico. El I Con-greso Internacional de Salud Mental tuvo lugar en Londres en 1946.Segn lo establecido en tal encuentro multidisciplinario, el propsito de la salud mental era el estudio de la violencia y la destructividad de individuos y colectivos humanos, su concep-tualizacin y la puesta en prctica de condiciones de existencia que promovieran el desarrollo de potencias autnomas y solida-rias, de carcter creativo, que acten de manera hegemnica por sobre las fuerzas depredadoras.Se abra de esta manera un amplsimo campo que interesaba, terica y prcticamente, a toda la extensin y profundidad de la vida humana; modo de crianza, educacin, trabajo y dems condiciones en donde se desarrollan los individuos y los grupos.El razonamiento inicial de la SM era el siguiente: si determina-da formacin de sujeto haba sido capaz de provocar tamao triunfo de la muerte y la destruccin, tendran que existir las posibilidades para lo contrario, es decir, para la provocacin de un crecimiento en potencia y en constructividad.El manifiesto de ese primer congreso, titulado Salud Mental y Ciudadana, expresa: Los estudios sobre desarrollo humano indican que el comportamiento es modificable a lo largo de la vida, especialmente durante la infancia y la adolescencia, por el contacto humano. El examen de las instituciones sociales de muchos pases muestra que estas tambin pueden ser modifi-cadas. Estas posibilidades recientemente reconocidas propor-cionan fundamentos para mejorar las relaciones humanas, para liberar potencialidades constructivas y para modificar las insti-tuciones en aras del bien comn.Por lo tanto se puede sealar a la SM como el conjunto de sabe-res y acciones tendientes a la produccin de subjetividades, a la generacin de hombres y mujeres autnomos y solidarios, cuyo protagonismo se oriente a la creacin de la vida y al respeto a la diversidad humana. Significa, en ltima ratio, el tipo de relacin entre individuos y grupos concretos, en situaciones tambin concretas, que pueden establecer vnculos convivenciales y no destructivos y, por eso mismo, crculos virtuosos de inclusin (en el sentido material y simblico). Y esto es el sentido raigal de

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    la palabra y un proceso poltico, y que incluye a todas las dimen-siones de la poltica: lo micro, lo macro; lo molecular, lo molar. La SM no es una disciplina especfica, sino el direccionamiento de los grupos hacia perspectivas que pueden ser progresivas si discurren hacia la inclusin, el reconocimiento y la aceptacin de la diversidad, y pueden ser regresivas si tienen la tensin contraria.La SM es el proceder en los distintos campos de las vinculacio-nes humanas (primeras relaciones objetales, educacin, esfera laboral, vida cotidiana, distintas configuraciones instituciona-les, etc.) con el cometido de abrir un espacio al desarrollo de individuos y grupos crticos a las dominaciones y sensibles a la explotacin y al desprecio. Esto ltimo es importante: una sensi-bilidad concreta frente al otro: punto cero de lo poltico.No debe confundirse SM con los componentes que integran lo

  • las contradicciones y las resistencias de dentro y de fuera de las personas, como la oposicin de intereses dentro de la sociedad y la fragmentacin de la misma en clases, estatus, etc. Fcilmente queda fuera de juego cualquier facilismo o utopismo. Las rela-ciones intersubjetivas estn marcadas por signos de poder y de resistencia, y es tarea poltica darles articulacin y sentido a esas relaciones signadas tambin por la gradualidad y reversibilidad. Lo determinante, en suma, es el enfilamiento del accionar social: hacia lo progresivo o hacia lo regresivo.Lo que corrientemente se denomina neoliberalismo (tambin queremos discutir este rtulo) ha provocado, y provoca, profun-das corrupciones (en el sentido original del trmino) en el seno de las sociedades, desde hace dcadas, generando una crisis civilizatoria hegemonizada por la pulsin de muerte (a esta no se la debe tomar como una cuestin puramente psicologista).

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    que se puede nombrar como dispositivo Psi: psiquiatra, psico-loga, psicoanlisis, psicoterapia, psicofrmacos, enfermedades mentales, hospitales psiquitricos, etc. Disciplinas como la psiquiatra pueden hacer (o no) aportes a la SM, y esta, por otra parte, no es el antnimo de enfermedad mental. Esto ltimo, enfermedad mental, es un concepto, cuanto menos, discutible.No es la SM slo un emprendimiento de expertos. Es, s, un di-seo que va adquiriendo complejidad y multidimensin por el aporte de diferentes disciplinas y experiencias. Incluidos, pero muy selectivamente, algunos componentes del mencionado dispositivo Psi. Todo este bagaje tiene que ser empoderado por los grupos ms diversos, verdaderos sujetos de la accin que, por ser plural, social, pasa a ser actividad popular.Se descuenta que todo lo expresado, y como toda tarea humana, est condicionado por lo spero y contingente de la realidad,

    Las relaciones intersubjetivas estn marcadas por signos de poder y de resistencia, y es tarea poltica darles articulacin y sentido a esas relaciones signadas tambin por la gradualidad y reversibilidad. Lo determinante, en suma, es el enfilamiento del accionar social: hacia lo progresivo o hacia lo regresivo.

  • II Lo expuesto ms arriba nos sirve para dar marco a los proble-mas concretos de malestar y sufrimiento subjetivo e intersubje-tivo, que no son otra cosa que el objeto de la psiquiatra, la psi-cologa, la psicopatologa, las psicoterapias, etc.; componentes del dispositivo Psi que funcionan en el sentido de describir las diversas formas de dichos padecimientos y su remediacin. Y es en el modo que tienen las estrategias que monta el dispositivo para cumplir sus funciones, el que permite leer el sentido, la significacin de las operaciones puestas en juego en este cam-po de la salud. A saber: 1) si estn propulsadas por una fuerza hegemnica que produce exclusin, falta de reconocimiento y cosificacin (vectores estos de poder, por lo tanto de carcter poltico), y 2) por la presencia de una resistencia (que a su vez puja por lograr la hegemona, tambin) que tiende a provocar vnculos que estn abiertos a incluir cada vez mayores formacio-nes humanas, ms diversas y ms reconocidas entre s.Son dos modalidades de enfrentar los problemas de salud men-tal, incluyendo las posibilidades intermedias, constituyndose en actos polticos plenos, ya sea en un plano macro como lo son las polticas de Estado (por comisin u omisin) o en el nivel micro o molecular de relaciones concretas interpersonales: Lo personal es poltico, sostiene un postulado del movimiento feminista, que legtimamente puede extenderse a toda experien-cia social.El campo psi ha quedado, en gran parte, bajo el dominio de las corporaciones farmacuticas, las que tienen la potestad de imponer clasificaciones de trastornos mentales, ampliando pro-gresivamente el nmero de los mismos y ordenando la prescrip-cin medicamentosa en cada uno de ellos. La proliferacin de entidades patolgicas lleva a una medicalizacin generalizada y se transforma en herramienta de control social. La mercantili-zacin radical y la falta de controles y de una investigacin in-dependiente de los intereses corporativos producen iatrogenias por doquier y atentan contra el uso racional de los psicofrma-cos (que son recursos insustituibles).Persisten, tambin, las prcticas manicomiales, cuya monstruo-sidad es tan potente que exime de cualquier argumentacin. Junto a la de asilar coexisten diversas discursividades psicologis-tas, sustentadas en procedimientos puramente hipotticos-de-ductivos que mantienen una relacin tangencial con la realidad de los padecimientos, contrariamente a lo que se proponen sus referentes.

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    Todas estas prcticas (y otras) conforman un plexo de hierro, y funciona maquinalmente excluyendo, deshumanizando, estig-matizando y violando derechos humanos elementales.Hay que sealar que la actual Ley Nacional de Salud Mental apunta a revertir, en parte, las tendencias regresivas en la ma-teria: tambin contribuyen en este sentido las polticas de am-pliacin de derechos. Contribuye a desmontar a las mquinas represivas. No obstante, todas estas polticas constituyen un continente que deber ser llenado necesariamente, cotidiana-mente, con el contenido protagnico de los sujetos reales. Hay que sumar, adems, diversas experiencias en prevencin y asis-tencia, que disponen de cualidades humanistas, incluyentes y liberadoras: son potencialidades que es necesario hacerlas con-fluir e integrarlas en una sistemtica abierta.

    Se puede sealar a la SM como el conjunto de saberes y acciones tendientes a la produccin de subjetividades, a la generacin de hombres y mujeres autnomos y solidarios, cuyo protagonismo se oriente a la creacin de la vida y al respeto a la diversidad humana.

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    III La etapa del capitalismo denominada neoliberalismo destruy el tejido social material y simblico, las redes capilares de la comunidad, derechos sociales y laborales, mediante el terror y el genocidio. La pulsin de muerte desatada. Las subjetividades quedaron a expensas de ese campo magntico destructivo.En Amrica latina se est reaccionando y se est tratando de recrear nuevas formas de convivencia y reconocimiento, en un contexto de contradicciones y discontinuidades, relatividades e iluminaciones. Y errores. Como todo lo humano: como todo hecho poltico. No es poco.