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SALMO 119:53 Horror se apoderó de mi a causa de los inicuos, Que dejan Tu leyEn los vv.53 y 54, el Salmista expresa dos emociones opuestas. Por un lado, se sintió indignado al ver a los inicuos abandonando la ley de Dios (v.53); y por otro lado, él mismo experimentó tremendo gozo en la ley del Señor – un gozo que lo llevó a cantar, aun sintiéndose “extranjero” en la tierra donde vivía (v.54). Empecemos con la frase, “Horror se apoderó de mi…”. La palabra, “Horror”, debe ser traducida, ‘indignación’ (como en la RVA). Según la concordancia Strong, el término en hebreo (‘zalafa’) se deriva de una palabra que significa ‘hervir’ o ‘quemar’. Esta palabra sólo se encuentra en Sal 11:6 y Lam 5:10, y en ambos textos tenemos la idea de ‘fuego’. Sobre los malos harás llover calamidades; Fuego, azufre y viento abrazador (‘zalafa’)...(Sal 11:6) Nuestra piel se ennegreció como un horno A causa del ardor (‘zalafa’) del hambre(Lam 5:10) La palabra, ‘zalafa’, indica que lo que el Salmista sintió no fue tanto horror”, en el sentido de ‘espanto’ o ‘pánico’, sino “horror”, en el sentido de ‘molestia’ e ‘indignación’. Él sintió en carne propia lo que Dios siente frente a los pecadores (Deut 29:28; Job 40:11; Sal 78:49; 90:11; etc.). Este sentimiento de indignación, dice el Salmista, “se apoderó” de él. El verbo significa, ‘agarrar firmemente’. Se usa para describir a Jacob, agarrando el talón de Esaú (Gén 25:26); o de Moisés, agarrando la serpiente por la cola (Éx 4:4). Por lo tanto, debemos entender que lo que el Salmista sintió no fue una indignación superficial o pasajera; sino algo sumamente fuerte. Fue un sentimiento que “se apoderó” de él, tomando control de su mente y corazón. Lo que produjo en él tan fuerte indignación fueron, “los inicuos”. La palabra en hebreo (‘rasha’) significa personas que hacen cosas moralmente repugnantes; son personas malas. No sólo son malos o imperfectos en sus pensamientos, sino en sus acciones; en su diario vivir. Es la palabra que Abraham usa para describir a los habitantes de Sodoma y Gomorra (Gén 18:23, 25). El ‘inicuo’ es totalmente opuesto al “justo” (Sal 1:1, 4, 5, 6). 105

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Este es un devocionario muy enriquecido que motiva la obediencia a la Santa ley de Dios. El estudio minucioso de texto es de mucha profundidad espiritual para el creyente.

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SALMO 119:53

“Horror se apoderó de mi a causa de los inicuos,Que dejan Tu ley”

En los vv.53 y 54, el Salmista expresa dos emociones opuestas. Por un lado, se sintió indignado al ver a los inicuos abandonando la ley de Dios (v.53); y por otro lado, él mismo experimentó tremendo gozo en la ley del Señor – un gozo que lo llevó a cantar, aun sintiéndose “extranjero” en la tierra donde vivía (v.54).

Empecemos con la frase, “Horror se apoderó de mi…”. La palabra, “Horror”, debe ser traducida, ‘indignación’ (como en la RVA). Según la concordancia Strong, el término en hebreo (‘zalafa’) se deriva de una palabra que significa ‘hervir’ o ‘quemar’. Esta palabra sólo se encuentra en Sal 11:6 y Lam 5:10, y en ambos textos tenemos la idea de ‘fuego’.

“Sobre los malos harás llover calamidades; Fuego, azufre y viento abrazador (‘zalafa’)...” (Sal 11:6)

“Nuestra piel se ennegreció como un horno A causa del ardor (‘zalafa’) del hambre” (Lam 5:10)

La palabra, ‘zalafa’, indica que lo que el Salmista sintió no fue tanto “horror”, en el sentido de ‘espanto’ o ‘pánico’, sino “horror”, en el sentido de ‘molestia’ e ‘indignación’. Él sintió en carne propia lo que Dios siente frente a los pecadores (Deut 29:28; Job 40:11; Sal 78:49; 90:11; etc.).

Este sentimiento de indignación, dice el Salmista, “se apoderó” de él. El verbo significa, ‘agarrar firmemente’. Se usa para describir a Jacob, agarrando el talón de Esaú (Gén 25:26); o de Moisés, agarrando la serpiente por la cola (Éx 4:4). Por lo tanto, debemos entender que lo que el Salmista sintió no fue una indignación superficial o pasajera; sino algo sumamente fuerte. Fue un sentimiento que “se apoderó” de él, tomando control de su mente y corazón.

Lo que produjo en él tan fuerte indignación fueron, “los inicuos”. La palabra en hebreo (‘rasha’) significa personas que hacen cosas moralmente repugnantes; son personas malas. No sólo son malos o imperfectos en sus pensamientos, sino en sus acciones; en su diario vivir. Es la palabra que Abraham usa para describir a los habitantes de Sodoma y Gomorra (Gén 18:23, 25). El ‘inicuo’ es totalmente opuesto al “justo” (Sal 1:1, 4, 5, 6).

Lo que indignó al Salmista fue que esas personas “dejan Tu ley” (v.53b). No sólo la desconocen e ignoran, sino que activamente la dejan; se apartan de ella; la rechazan abiertamente. Literalmente, ‘se sueltan’ (hebreo, ‘azab’) de la ley de Dios. Cuando la esposa de Potifar quiso seducir a José, y lo asió por su ropa para forzarlo a tener relaciones con ella, él ‘dejó’ (‘azab’) su ropa, y huyó (Gén 39:12-13). Eso es lo que estos “inicuos” estaban haciendo (para mal); estaban abandonando la ley de Dios. Se estaban zafando de la ley de Dios para poder hacer lo que querían. Y claro, al abandonar la ley de Dios, estaban abandonando a Dios mismo.

Lo que estos “inicuos” estaban haciendo era precisamente lo que las naciones hacen, según Sal 2:1-3. Se levantan contra Dios diciendo,

“Rompamos Sus ligaduras,

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Y echemos de nosotros Sus cuerdas”

Dios en el cielo responde con burla e indignación (Sal 2:4-5); y el Salmista expresa un sentimiento parecido, al decir: “Horror [indignación] se apoderó de mi” (v.53a).

¿Qué sentimos nosotros cuando vemos a las personas que nos rodean rechazando abiertamente la ley de Dios? El apóstol Juan, al ver el mundo en esa condición (hace casi 2,000 años), sintió una profunda tristeza y preocupación, y declaró: “el mundo entero está bajo el diablo” (1 Juan 5:19a). Debemos horrorizarnos al contemplar tanta maldad. Al ver la imagen de Dios en el hombre demacrado. Al ver la Palabra de Dios pisoteada alrededor nuestro. Al ver tanta ‘luz’ del cielo desperdiciándose cada día, mientras el ser humano sigue viviendo en las ‘tinieblas’ espirituales.

Fue en el contexto de notar todo eso que Juan escribió TRES cosas que debemos tomar en cuenta si somos verdaderos creyentes:

- “Sabemos que somos de Dios” (1 Juan 5:19a). ¡Qué contraste con los inicuos! El creyente se consuela y se desafía, pensando: “No pertenezco a ese mundo de maldad. ¡Gracias a Dios por ello! Ahora debo aprender a vivir en tal manera que agrade a mi Padre Celestial”.

- “sabemos que el Hijo de Dios ha venido, y nos ha dado entendimiento…” (1 Juan 5:20). La razón por la cual no pertenecemos al ‘mundo’ es que el Hijo de Dios vino a esta tierra, y nos ha dado entendimiento espiritual. Eso es lo que nos diferencia de los “inicuos”. No somos mejores que ellos; simplemente hemos experimentado la gracia de Dios. Así que, mientras nos horrorizamos ante el comportamiento del ‘mundo’, no nos sentimos superiores a los que no conocen a Dios, porque nos damos cuenta que si somos creyentes, es sólo por la gracia de Dios.

- “Hijitos, guardaos de los ídolos” (1 Juan 5:21). Mientras los “inicuos” abandonan la ley de Dios, los creyentes debemos aprender a guardarla, cuidándonos de toda idolatría espiritual.

El problema con nosotros es que podemos mirar al ‘mundo’ en su maldad, y casi nos da igual. ¡No tenemos la misma reacción del Salmista! Y no lo tenemos, por la sencilla razón que no amamos a Dios como él lo amaba.

No sólo no reaccionamos con indignación cuando vemos a las personas alrededor nuestro quebrantando la ley de Dios a diestra y a siniestra, sino que nos acostumbramos a ello y no hacemos nada por frenar tanta maldad. Cuando lo que Dios espera de nosotros es que lloremos por los que rompen la ley de Dios, y tratemos de hablarles del Señor. Debemos orar mucho por este ‘mundo’, y clamar a Dios que tenga misericordia. Como dice Pablo, “Conociendo, pues, el temor del Señor, persuadimos a los hombres” (2 Cor 5:11), rogándoles que se conviertan de sus malos caminos antes que llegue el día del juicio. El Señor lloró sobre Jerusalén, viendo tanta maldad y tan poco arrepentimiento. Debemos tener la mente y el corazón del Señor Jesús, para que podamos decir de todo corazón:

“Horror se apoderó de mi a causa de los inicuos,Que dejan Tu ley”

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