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La Muerte del Sr. Lazarescu (Moartea domnului Lazarescu). C. Puiu, 2005.
M Teresa Icart Isern
Título original: Moartea domnului Lazarescu. Dirección: Cristi Puiu. País: Rumanía.
Año: 2005. Duración: 150 minutos. Género: Drama. Guión: Cristi Puiu, Razvan
Radulescu. Fotografía: Andrei Butica y Oleg Mutu, en color. Música: Andreea
Paduraru. Montaje: Dana Bunescu. Reparto: Ion Fiscuteanu (Sr. Lazarescu), Luminita
Gheorghiu (Mioara Avram), Doru Ana (vecino Sandu Sterian), Dorian Boguta
(Ambulantier (as Doru Boguta), Dana Dogaru (vecina Mihaela Sterian), Robert Bumbes
(Robert), Bogdan Dumitrache (Medic, Spitalui Sf. Spiridon), Dragos Bucur (Misu), Dan
Chiriac (Medic triaj Spitalui Universitar), Laura Cret (Medic ecograf, Spitalui Sf.
Spiridon), Mihai Bratila (Dr. Breslasu), Monica Barladeanu (Mariana), Alexandru Fifea
(Brancardier, Spitalui Sf. Spiridon), Mimi Branescu (Dr. Mirica), Rodica Lazar (Dr.
Laura Serban). Producción: Alexandru Munteanu, Bobby Paunescu, Anca Puiu
Premios: 28 premios y 6 nominaciones.
- Cannes Film Festival (2005): Un Certain Regard Award
- Bratislava International Film Festival (Cluj-Napoca) (2005): Premio Especial del
Jurado, y Mención Especial del Jurado.
- Chicago International Film Festival (2005): Premio Especial del Jurado
- 5 premios Transilvania International Film Festival (2005): Premio del Público, Mejor
Dirección, Mejor Actuación, Mejor Película Rumana y Premio Fipresci
- 2 premios Copenhagen International Film Festival (2005): Mejor Actor y Premio
Especial del Jurado
1
Sinopsis
De noche, solo en casa, el Sr. Lazarescu comienza a sentirse mal. Su decisión de
llamar a urgencias será el inicio de una angustiosa odisea guiada por la enfermera
Mioara Avram que le acompañará hasta la madrugada del día siguiente a través de
cuatro servicios de urgencias. Ambos, paciente y enfermera, se irán enfrentando a
diagnósticos contradictorios y a médicos agotados y distantes que comparten su
rechazo hacia un paciente pobre, bebedor y anciano. Mientras el tratamiento para su
problema (hematoma subdural y cáncer hepático) se va retrasado y el paciente
empeora, Mioara le acompaña y tranquiliza hasta su destino final: una fría sala del
hospital.
La enfermera en La Muerte del Sr. Lazarescu
Dante Remus Lazarescu es un viudo de 62 años que vive en un apartamento sucio,
desordenado y maloliente con la única compañía de sus tres gatos. Está enfermo y
posiblemente enólico, tiene una hija que reside en Canadá; su hermana y cuñado
viven en Targu Mures, a unos 260kms de Bucarest. En las primeras secuencias,
Lazarescu llama al servicio de Urgencias porque desde hace cuatro días presenta
dolor de cabeza y vómitos; en una segunda llamada advierte que hace 14 años le
operaron de una úlcera en el estómago; a continuación, toma un líquido blanquecino y
dos comprimidos. Poco después pide ayuda a sus vecinos, una pareja de mediana
edad que le proporciona un calmante a la vez que le recrimina su afición al alcohol.
Finalmente llega la ambulancia y con ella la enfermera (Luminita Gheorghiu) (foto 1),
que observa, explora y registra los síntomas (náuseas, vómitos, cefalea, dolor
abdominal y pérdida de peso), toma la tensión y la temperatura del paciente y le
administra, además de vitaminas y glucosa, un analgésico (foto 2); finalmente valora
que Lazarescu pueda tener una enfermedad grave por lo que decide su trasladado a
un hospital. A fin de agilizar los trámites del ingreso hospitalario, la enfermera pide a
sus vecinos que le acompañen y ante su negativa, se pone en contacto telefónico con
la hermana del paciente a quien se presenta como: “Soy la enfermera. Me llamo
Mioara Avram”.
A la llegada al servicio de urgencias del Hospital San Spiridon, un médico joven
(médico 1) explora a Lazarescu. Mioara le comenta que pudiera tener un tumor en el
colon ya que tiene el abdomen muy duro. El Dr. Ardelean (médico 2), repite la
exploración mostrando un total desprecio tanto hacia Mioara, como al personal
sanitario y a los pacientes que parecen molestarle en gran manera. Debido al colapso
2
en el San Spiridon, ordena a Mioara que lleve a Lazarescu al Hospital Universitario
donde se le deberá hacer un TAC abdominal. A punto de abandonar el hospital, se
produce la llegada de dos heridos politraumatizados, resultado de un accidente
múltiple (con al menos veinte muertos) y que complicará la atención de Lazarescu.
Durante el trayecto al Universitario, Lazarescu vomita y Mioara pasa a la parte trasera
de la ambulancia para controlar al paciente que es aceptado en ese hospital gracias a
la insistencia de la enfermera. Una tercera médica explora a Lazarescu y a
continuación pide una interconsulta con un neurólogo, el Dr. Popescu (médico 4),
quien decide hacer un TAC en el transcurso de las próximas tres horas. En todo
momento Mioara permanece junto al paciente y presta toda su atención a los
comentarios de los facultativos a pesar de que éstos la dejan al margen, tal y como se
puede ver cuando llegan los resultados de la analítica. Finalmente, gracias a la
insistencia de Popescu, el TAC se realiza en el Universitario. Lazarescu, delirante, y
siempre en compañía de Mioara, es conducido al servicio de radiodiagnóstico. Allí,
Mioara encuentra a una compañera enfermera, Mariana, y le pide que la ayude con un
paciente con quien lleva desde la diez de la noche. En el pasillo ambas enfermeras
intercambian comentarios personales. A punto de realizar el TAC (foto 3), Lazarescu
empieza a delirar, se orina y pide que le cambien, lo que hace Mioara con la ayuda de
dos sanitarios y ante un radiólogo (médico 5) impaciente y al que nada parece importar
la comodidad del paciente. Poco después pide a Mariana que le traiga un capuchino y
otro para la Srta. del 911, en alusión a Mioara.
A pesar de los esfuerzos de Mariana, Mioara y del radiólogo que intercede ante el
neurocirujano para que Lazarescu sea intervenido en el Universitario de su “hematoma
subdural con compresión intracraneal”, el paciente es derivado el hospital Filaret. A la
llegada a este hospital, Mioara entrega el informe a la médica 6 que examina y
comprueba el estado de confusión del paciente; entonces se produce una situación
tensa entre ambas. La enfermera insiste en la urgencia de la intervención cuyo retraso
puede poner en peligro la vida del paciente pero la médica se toma su tiempo, atiende
simultáneamente a otra paciente, además Mioara ha de cumplimentar los inacabables
trámites del ingreso.
Poco después aparece el cirujano (médico 7) que exige a Lazarescu que firme una
renuncia de responsabilidad previa a cualquier intervención. Ante la negativa del
paciente, en estado de confusión total (no es capaz de coger el bolígrafo), es
rechazado en el Filaret y conducido al hospital Bagdasar. En este hospital, Mioara
completa el ingreso de un Lazarescu que ya no puede pronunciar su nombre. La
médica (médica 8) que le atiende indica que el paciente ha entrado con un Glasgow 8
3
y avisa a cirugía para su inmediata intervención. Una enfermera se queja de que a
última hora siempre llega algún drogadicto, borracho o herido, justo en el cambio de
turno. Por fin Lazarescu es conducido a la antesala del quirófano donde dos
enfermeras le preparan para la intervención y a las que Mioara advierte: “Cuidado con
las piernas, tiene varices”.
Mientras Mioara abandona el hospital, se oye la voz de una de las enfermeras:”Tápalo
un poco”, a la vez que la otra comienza a rasurarle la cabeza.
Min Protagonistas Lugar Intervención enfermera
34:23 Mioara y
Lazarescu
Domicilio del
paciente
Mioara realiza la anamnesis sobre el
hábito etílico, medicamentos que toma
habitualmente y síntomas que presenta
(dolor, vómitos, etc.). Toma tensión
arterial Exploración abdominal
37:08 Mioara y
Lazarescu
Domicilio del
paciente
Enfermera administra vitaminas, glucosa y
un antiácido. Indica al paciente que debe
visitar al médico que le operó de úlcera
38:00 Mioara y
Lazarescu
Domicilio del
paciente
Inyecta un analgésico endovenoso porque
Lazarescu refiere un dolor intenso en las
sienes (foto 2). Prosigue la anamnesis
(color de las heces), la exploración
(observa conjuntiva) y palpación
(descubre dolor abdominal intenso).
Lazarescu responde que no ha tenido
melenas, solo retorcijones y diarrea,
además ha perdido peso
90:23 Mioara y
Lazarescu
En el hospital
Universitario
Mioara y una auxiliar cambian a
Lazarescu que acaba de orinarse. La
enfermera le tranquiliza y advierte que no
es la primera vez que lo hace
Desde
min
34
Mioara y
Lazarescu
Todos los
escenarios
Acompañamiento psicológico y defensa
en el interés del bienestar y atención del
paciente (advocay)
4
La enfermera Mioara Avram
Mioara Avram es una mujer de mediana edad, de rasgos agradables, viste ropa de
calle y chaleco color naranja en cuyo dorsal se lee: ASSISTENT (enfermera en
rumano). Desde las primeras escenas sabemos que fuma, lo hace en la cocina del
domicilio de Lazarescu, mientras comenta el estado del paciente y pide a su vecina
que le acompañe al hospital con el fin de agilizar los trámites del ingreso. Más tarde,
en el interior de la ambulancia, Lazarescu le pide un cigarrillo y Mioara se lo niega
aunque confiesa que lleva fumando desde hace 30 años. Al igual que el paciente y
Leo, el conductor de la ambulancia, también tiene una hermana menor.
En el trayecto al segundo hospital, el Universitario, Mioara se queja de dolor en la
vesícula y lamenta haber olvidado sus pastillas. Cuando el paciente vomita se
traslada a la parte trasera de la ambulancia, una proximidad que anima a Lazarescu a
interesarse por aspectos personales de la enfermera entonces sabemos que tiene 55
años, que su aniversario es el 1 de septiembre y que es madre de una chica de 18
años y de un chico de 27.
Observamos su buen estado físico por la forma en que baja y sube de la ambulancia.
Se preocupa por su paciente, es tenaz aún en los peores momentos como cuando a la
llegada al Universitario, el responsable de triage la recibe con un:”Marchaos de aquí.
Escucha bien, nadie se encargará de tu caso, de verdad. ¿Qué parte no has entendido
de que os vayáis? Recoge e iros”. Mioara argumenta que no se trata de cirugía sino
sólo de hacer un TAC. La insistencia de la enfermera, y la gravedad de Lazarescu,
determinan que después de la valoración del paciente se le practique un TAC craneal
y otro abdominal. Mientras tanto Mioara continua con dolor en la vesícula y para
combatirlo pide a los compañeros de urgencias: “Una pastilla de esas”.
En el servicio de radiodiagnóstico, reconoce a Mariana una joven enfermera a la que
pide como favor que la ayude con Lazarescu, con quien explica que lleva desde las 10
de la noche. Mioara se muestra próxima a Mariana a quien comenta que su hijo no se
quiere casar pero que ella no se quiere meter en su vida. Lamenta no ver a su nieta,
Micaela, tanto como le gustaría lo que atribuye a su incompatibilidad con la madre de
la niña. En todo momento observamos la buena sintonía y complicidad entre las dos
enfermeras.
Otra característica de Mioara es su paciencia con el paciente a quien siempre intenta
tranquilizar; por ejemplo cuando, a punto de realizar el TAC, y ante la impaciencia del
radiólogo, Lazarescu que se ha orinado, pide que le cambien; entonces Mioara intenta
calmarlo a la vez que le hace señas para que se calle.
5
Mioara es una enfermera que ama al ser humano está atenta a la evolución del
paciente y comprende su sufrimiento, pero también se debe proteger por eso a veces
parece que se burla ante los desvaríos de Lazarescu. En el tercer trayecto en
ambulancia se sienta junto a él y contabiliza el coste que está suponiendo su atención:
140€ de medicinas, 140€ de la consulta, 1000€ del TAC, además del combustible de la
ambulancia y acaba con un: “Encima ganamos una miseria”.
Otro aspecto que nos revela la dimensión más humana de Mioara es su interés por
Leo, el joven conductor de la ambulancia que acaba de divorciarse y que tiene una
niña de dos años. En opinión de Mioara, se trata de una generación perdida, en la cual
incluye a su propio hijo que: “No ha sido capaz de casarse a pesar de tener una hija”.
En una faceta algo maternal comenta a Leo que no se debería haber divorciado de su
ex mujer sobre todo por la niña.
Mioara acumula una experiencia de 16 años trabajando en el servicio de urgencias, lo
sabemos cuando, ante su impaciencia debida a la tardanza en atender a Lazarescu,
una compañera le pregunta si es nueva en eso. La actuación de Mioara no solo revela
experiencia sino también la capacidad de empatía hacia un paciente que al principio
resulta poco simpático pero que a través de la enfermera se va acercando a un
espectador que acaba sintiéndolo familiar.
Frases seleccionadas
Min 8:40. “No lo sé, sólo soy enfermera pero podría ser serio”. Así responde Mioara a
la vecina que le pregunta por la gravedad de Lazarescu. Luego agrega:”Podría tener un tumor en el colon, aunque quizás me equivoque”.
Min 68. “Su diagnóstico me ha cabreado y a nuestro paciente también”. Lo dice Mioara
a sus compañeros justo a la salida del primer servicio de urgencias y añade:”Está
borracho y no puede mantener la boca cerrada y eso lo empeora todo”.
Min 71. “Pero el trabajo de los médicos no es cuidar a los pacientes”. Esa es la opinión
de Lazarescu que durante su traslado al segundo hospital se disculpa ante Mioara por
los problemas que acaba de causarle en el San Spiridon. Mioara le tranquiliza
diciéndole que están acostumbrados y que debe tener más paciencia y aprender a
comportarse.
Min 75. ”¿Qué he hecho yo para merecer esto?” Es lo que exclama Mioara
respondiendo a las frases más o menos inconexas de Lazarescu.
6
Min 102. “Cuidado con la cabeza, despacio”. Con estas palabras Mioara acompaña a
Lazarescu cuando se le practica el TAC y a continuación le reprende casi con afecto:
“Será rápido. Déjese de quejar como un viejo”.
Min 118. “¿Por qué descargas tu ego en mi? No me hables así, tengo un hijo de tu
edad”. Es la respuesta de Mioara cuando la médica 6 responde con un tono casi
agresivo a la enfermera que insiste en la urgencia de atender a Lazarescu quien ya
cuenta con un diagnóstico.
Min 122. “No puedes enseñarme a mí, un doctor, los procedimientos. Eso se llama
insolencia. Así que si quieres puedes quedarte pero por favor mantén la boca cerrada
y si no, puedes esperar en el pasillo (…). No quiero tener que repetirlo otra vez.
Enfermera cállate de una vez”. Son las palabras que el neurocirujano (médico 7) dirige
a Mioara que insiste en la urgencia de operar a Lazarescu.
Los problemas de salud y los profesionales
En La muerte del Sr. Lazarescu aparecen los siguientes problemas de salud:
- Úlcera péptica: Es la patología por la que fue intervenido Lazarescu y a la que
atribuye la cefalea que padece desde hace cuatro días y que motiva, junto a un cuadro
de náuseas y vómitos, su llamada al servicio de urgencias. Esta enfermedad conlleva
la erosión de la pared que recubre el estómago, píloro, duodeno o esófago, casi
siempre por una infección por Helicobacter pylori. El tabaquismo, el estrés, el consumo
de cafeína, alcohol y de fármacos como los antiinflamatorios no esteroideos
contribuyen a agravar el desarrollo de la úlcera. El tratamiento incluye desde la
administración de fármacos (antibióticos, antiácidos, etc.) a la intervención quirúrgica o
mediante escopia en úlceras profundas o sangrantes. Los cuidados enfermeros irán
dirigidos a prevenir las complicaciones de esta patología y a capacitar a la persona
para gestionar el estrés, llevar una dieta equilibrada y suave, y el cesamiento del
consumo de alcohol o tabaco.
- Alcoholismo. Este problema es un motivo de desprecio por parte de sus vecinos y
también provoca el rechazo de los facultativos que le visitan. El alcoholismo sería una
posible causa de la esofagitis y gastritis del paciente. No obstante cuando su hermana,
le recrimina que bebe en exceso, él responde que el alcohol no es la causa de la
úlcera gástrica, sino las helicobacterias. El abuso y dependencia del alcohol es una
patología compleja que necesita de un abordaje tanto físico como psíquico mediante
fármacos, psicoterapia, terapia conductual y grupos de apoyo.
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- Hepatomegalia. Es el diagnóstico del Dr. Aberdelan que después de explorar y palpar
el abdomen del paciente comenta que: “Tiene un hígado tan grande como el
Parlamento”; por lo que se le debe practicar un TAC. Le prescribe: glucosa, analgésico
y vitaminas. El engrosamiento y alteración del tejido que conforma el hígado (cirrosis)
es consecuencia, en este caso, del abuso de alcohol. Suele ir acompañado de
insuficiencia hepática crónica. Las intervenciones terapéuticas intentan eliminar o
tratar las causas subyacentes de esta patología a la vez que, el tratamiento médico va
dirigido a favorecer la regeneración hepática (si la enfermedad no está muy avanzada)
y tratar las complicaciones de la insuficiencia hepática (neurológicas,
gastrointestinales, tendencia al sangrado, etc.) Si el daño hepático persiste puede
ocasionar, en ocasiones una neoplasia hepática, tal y como se detecta mediante TAC
abdominal al Sr. Lazarescu.
- Hematoma subdural con presión intracraneal. Es el diagnóstico del radiólogo ante el
TAC craneal. Los hematomas subdurales están causados por el acumulo de sangre
entre la duramadre y las membranas aracnoideas (capas de la meninge que recubre el
cerebro). El origen del sangrado suele ser traumático y los síntomas que causa el
aumento de la presión intracraneal (desde cefalea o mareos hasta disminución del
nivel de conciencia) pueden aparecer en las primeras 24 horas hasta días después. El
tratamiento de los hematomas con repercusión neurológica significativa pasa por su
evacuación quirúrgica.
- Insuficiencia venosa en extremidades inferiores, con probables lesiones tróficas
cutáneas e incluso úlceras por estasis vascular. En las primeras secuencias
observamos cómo Lazarescu se venda las piernas; vuelve a aparecer el problema
cuando se orina y le cambian y, en la última secuencia, cuando le preparan para la
intervención. La insuficiencia venosa se produce habitualmente por una lesión se las
válvulas venosas, su envejecimiento o la compresión crónica de venas y produce una
alteración del retorno venoso al corazón propiciando la acumulación de sangre en las
extremidades inferiores. El estasis venoso prolongado provoca, a su vez, edema,
cambios en la coloración y textura de la piel y aparición de lesiones de difícil
cicatrización, especialmente en la zona del maléolo. El tratamiento está enfocado a
disminuir el edema y sanar las úlceras cutáneas.
- Automedicación. Lazarescu se automedica con un líquido blanquecino que podría ser
un antiácido, también afirma haber tomado algunos analgésicos (quizás
contraindicados según sus antecedentes de úlcera gástrica). Además recibe un
analgésico de sus vecinos, otro de Mioara y otro del médico 2. La automedicación
puede suponer la aparición de problemas de salud importantes derivados de los
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efectos secundarios de los fármacos ingeridos, la contraindicación de los mismos en
determinados casos y el enmascaramiento de síntomas que pueden llevar a un
diagnóstico precoz de determinadas patologías. Es preciso concienciar a la comunidad
sobre este problema y sus consecuencias, así como de la conducta adecuada a seguir
ante cualquier síntoma o problema de salud que presenten.
- Síndrome de Mallory Weis. Su vecino dice haber presentado este síndrome que
consiste en laceraciones en la mucosa del esófago, normalmente causadas por hacer
fuertes y prolongados esfuerzos al vomitar o toser; puede estar asociado al hábito
alcohólico, a desórdenes en la alimentación y al uso repetido de salicilatos. En la
mayoría de los casos, la hemorragia se detiene espontáneamente después de 24-48
horas y se produce la cicatrización en unos 10 días. El tratamiento es normalmente
efectivo pero si la hemorragia persiste puede que sea necesaria la cauterización
endoscópica, a la que alude su vecino.
- Hipertrofia ventricular izquierda. Es el diagnóstico que recibe una paciente en el
Hospital Universitario. La médica 3 visita simultáneamente a Lazarescu y a otra
paciente a quien explica que tiene la presión alta, además presenta calcificaciones en
la aorta por lo que deberá seguir un tratamiento y visitar a su médico de cabecera una
vez al mes. Le recomienda evitar la sal, la grasa, el café, el alcohol y los esfuerzos;
también le recomienda hacer dieta y reposo. La hipertrofia cardíaca es una
miocardiopatía caracterizada por el engrosamiento de la pared del músculo cardíaco.
Su origen puede ser hereditario o derivado de otras patologías como la hipertensión
arterial. La alteración de la movilidad cardiaca suele causar insuficiencia cardiaca
acompañada, en ocasiones, de isquemia cardíaca (ángor o infarto), arritmias, fatiga e
intolerancia a la actividad. El tratamiento incluye fármacos destinados a aliviar el
trabajo del ventrículo y el cambio de hábitos relacionados con la dieta y la actividad
física.
El cuadro de profesionales de la salud que aparecen en La muerte del Sr. Lazarescu
es amplio. Además de la enfermera Mioara, destaca su compañera, Mariana que
convence al médico 5 para el ingreso de Lazarescu. Otra enfermera será la encargada
de una extracción de sangre, otra le tomará la tensión arterial y, finalmente, dos le
prepararán para la intervención.
En cuanto a los médicos, son ocho los que visitan a Lazarescu en los cuatro servicios
de urgencias que recorre entre las 10 de la noche y las 5 de la madrugada del día
siguiente. Le vistan especialistas de: medicina interna, neurología, radiología y
neurocirugía.
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- Médico 1. El primer médico de urgencias que le examina en el Hospital San Spiridon
dictamina que se trata de una hepatopatía. Luego le visita un segundo médico, el Dr.
Ardelean.
- Médico 2. El Dr. Ardelean palpa, percute y ausculta; muestra un total desprecio hacia
Mioara, como ante Lazarescu a quien culpa de su estado que atribuye exclusivamente
al alcohol: “Los médicos le salvamos el culo, le operamos de su úlcera y luego se fue a
su casa a emborracharse. Usted se ha creado el problema”. No menos insolente es
con el personal administrativo del centro y con otros pacientes (“Apártalo de mi vista.
Envíalo a su casa, ¿qué esperas?”).
- Médica 3. En el hospital Universitario, la médica que visita a Lazarescu le recrimina
que siga bebiendo después de haber sido operado de una úlcera. Mientras, lo explora
le pregunta si ha vomitado sangre o defecado negro, después de la palpación afirma
que no es el colon sino el hígado; luego le solicita una analítica (transaminasas,
hemograma y un ionograma). Al sospechar que pudiera tratarse de una meningitis le
practica una breve exploración neurológica (le hace levantar los brazos, seguir una luz,
apretar las manos, etc.), a resultas de la cual pide una interconsulta con el neurólogo.
- Médico 4. El neurólogo, Dr. Popescu, visita a un Lazarescu cada vez más contrariado
y dolorido, pero cuyo aliento a alcohol favorece que el facultativo atribuya la parálisis
del lado derecho, la disartria y la hepatomegalia al hábito enólico. Popescu reinicia el
interrogatorio, le hace repetir algunas frases, explora sus reflejos (observamos
alteración en el lado derecho) y, al intentar dar unos pasos, el paciente cae y afirma
que le duele mucho la cabeza. Fuera de contexto, Lazarescu explica que el sábado
fue al mercado para cambiar unas semillas; luego le hacen nombrar objetos. El
neurólogo concluye: “No sé qué pensar pero hay que hacerle un TAC. Quizás tenga un
hematoma pero creo que hay algo más”. Y comunica al paciente que: “Quizás tenga
un coágulo en la cabeza, debemos operarle, será lo mejor”.
La médica 3 y el neurólogo valoran los resultados de la analítica y destacan las
alteraciones en los valores de las transaminasas, el calcio, el potasio y la glicemia.
Popescu hace una llamada al radiólogo, Johnny Bresalus, y le pide que haga un
esfuerzo para hacer un TAC craneal y hepático urgente a un paciente; le sugiere que
pudiera ser el tío de su suegra, le recuerda que él lo hizo (se supone que un favor
similar) por Gina. Su diagnóstico: “Tiene pinta de hematoma pero también podría
tratarse de un neoplasma”.
- Médico 5, radiólogo. El Dr. Bresalus también percibe el aliento etílico de Lazarescu a
quien dice que le harán una foto, mientras masca un chicle que no abandonará en
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toda la secuencia. Ordena a la enfermera Mariana que no se entretenga con el
contraste y que se centre en la cabeza y en el hígado. Cuando Mioara comenta a
Bresalus que el vecino de Lazarescu le había dicho que había vomitado sangre,
Bresalus le responde que podrían ser restos de tomate. Se muestra agresivo y pide a
la enfermera que defina:”hilos de sangre” y sigue: “Te aconsejo que dejes de jugar a
los médicos y tengas más cuidado con la glucosa. Es broma. Tal y como está el Sr
Lazarescu, le podrías haber inyectado compota. Se está muriendo, pobre”. Sobre el
TAC abdominal, comenta que tiene un gran neoplasma. Bresalus despide a Mioara
refiriéndose al paciente:“También lo podrías llevar directo al crematorio y seguiría
diciendo que tiene frío”.
- Médica 6. Una médica recibe a Lazarescu en el tercer hospital (Filaret), pide a la
enfermera que compruebe la presión sanguínea y ante la parsimonia de la médica,
Mioara le recuerda el diagnóstico del paciente: “Tiene una neoplasia en el hígado.
Tenéis que operarle ahora mismo”; la médica molesta le responde: “Puedo
examinarle?”, y agrega en tono amenazante:”Si no te importa te pediría que me
dejaras hacer mi trabajo, si no te importa que esperes fuera, ¿de acuerdo?” Pero
Mioara insiste en que el paciente ya ha sido diagnosticado, lo cual exaspera a la
médica que responde:“De qué tipo de cáncer estamos hablando? ¿Le han hecho una
biopsia? ¿Tiene estructuras anormales, sabes lo que significa? ¿Conoces la
terminología específica? La biopsia nos dirá si tiene cáncer o no”.
- Médico 7. El neurocirujano de turno, Dr. Mirica, explica a Lazarescu, totalmente
desorientado, las causas de su hematoma subdural. Mioara insiste en la urgencia de
intervenir al paciente. La médica 6 se encara a Mioara: “Debes aprender cuál es tu
sitio y dejarnos hacer nuestro trabajo” (foto 4). Por su parte el neurocirujano exige a
Lazarescu la firma de un documento de: “Renuncia de responsabilidad por el que
acepta los riesgos”. Como el paciente no lo hace (está casi inconsciente), Mirica dicta
en su informe de alta: “El paciente se niega a operarse”. Mioara argumenta que una
firma de un paciente que no está lucido no tiene ningún valor por lo que insta a Mirica
a admitir que realmente no quiere operarlo. El neurocirujano, le responde que se lleve
al paciente y que regrese dentro de una hora cuando esté inconsciente, y en tono
beligerante agrega: “Si eres tan buena en leyes o en medicina, encuéntrale un hospital
más adecuado”. Finalmente, Mioara debe llevar a Lazarescu a un cuarto hospital, el
Bagdasar. Mientras, el neurocirujano llama a su esposa y la médica 6 va a buscar
cruasanes.
- Médico 8. La Dra. Zamfir a punto de finalizar la guardia, mira las imágenes del TAC a
contraluz, y dictamina que: “Uno de los coágulos al lado del cerebro es el más serio”,
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pero lo más grave es la “sombra que se ve en el hígado (…). Me temo que esto no
tiene solución”. La médica manifiesta no comprender por qué no le han operado en el
Filaret. Finalmente, el paciente inconsciente (Glasgow 8) es enviado a cirugía para su
inmediata intervención.
Los escenarios donde tienen lugar la acción son: el domicilio del paciente, el interior de
la ambulancia que, entre las 22 h y las 5 del día siguiente, le traslada por cuatro
hospitales (San Spiridon, Universitario, Filaret y Bagdasar), y de los que observamos
los pasillos, salas de triage y de espera, así como los servicios de Urgencias y de
Radiodiagnóstico. En cuanto a los uniformes, todo el personal femenino lleva pijamas,
en ocasiones blanco, otras azul claro, en algún caso se observan cofias; dos médicos
de guardia llevan una bata burdeos encima del pijama.
Lazarescu llama al servicio de urgencias, refiere haber tomado (automedicación) los
siguientes fármacos: Aspirina ®: (contraindicada considerando sus antecedentes de
úlcera gástrica intervenida quirúrgicamente), Metamizol (analgésico genérico),
Extraveral® (indicado en la hiperexcitabilidad nerviosa y el insomnio) y Distonocalm ®:
(barbitúrico con propiedades sedantes e hipnóticas, indicado en cuadros distónicos
neurovegetativos que cursen con dolor abdominal). Sus vecinos le proporcionan un
comprimido de Diclofenaco (tratamiento sintomático de dolores leves a moderados de
cabeza, dentales, menstruales, musculares o de espalda). Además Mioara le
administra glucosa, vitaminas, un antiácido y un analgésico. El primer médico que le
visita también le prescribe glucosa y vitaminas.
Los profesionales sanitarios que muestra la película no dejan indiferente al espectador;
la pesadez de los movimientos de enfermeras y médicos traduce su agotamiento tras
horas de guardia en servicios de urgencias masificados. Su distanciamiento respecto
al dolor de los pacientes parece su escudo protector ante un sistema burocratizado e
inoperante, que la cámara recoge con gran realismo.
La muerte del Sr Lazarescu muestra una relación casi siempre tensa y difícil entre
Mioara y los médicos que, con demasiada frecuencia, se presentan como
profesionales prepotentes, agresivos y desconsiderados con una enfermera que en
todo momento vela y defiende al paciente.
De la ficción y la realidad
La muerte del Sr Lazarescu nace del conflicto que su director Cristi Puiu y otros
jóvenes directores, como Cristian Mungiu (director de la película sobre aborto, 4
meses, 3 semanas y 2 días) mantuvieron, entre 2001 y 2003, con el Consejo Rumano
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de Cinematografía, cuyas ayudas se destinaban sistemáticamente a sus propios
asesores.
El origen de esta historia se remonta a la grave depresión que Puiu sufrió a comienzos
de 2000, y al hecho de estar convencido de padecer una enfermedad terminal, ese
miedo obsesivo le condujo a obtener información sobre todo tipo de patologías así
como de su tratamiento. El ser un hipocondriaco le llevo a tomar contacto con el
sistema sanitario de su país.
En una entrevista concedida a David Unger, Puiu explica que el guión se basa en un
hecho real acontecido en Bucarest donde un enfermo fue rechazado en seis
hospitales. Finalmente, la enfermera y el conductor de la ambulancia le abandonaron
en la calle donde murió; aún tratándose de un hecho puntual, es un reflejo de la
impotencia del ser humano ante un sistema ideado y dirigido desde la incompetencia y
la corrupción. En la misma entrevista Puiu afirma que a los 21 años padeció una úlcera
gástrica, posteriormente la enfermedad de Charcot, una esclerosis lateral amiotrófica,
la pérdida progresiva del habla y un supuesto cáncer gástrico… todo lo que le condujo
a sufrir un miedo insoportable a la enfermedad. El relato de Puiu parece poco
verosímil.
El director se presenta como un buen conocedor del sistema sanitario rumano con el
que tuvo contacto desde su infancia ya que debido a los escasos recursos familiares,
él y sus dos hermanos pasaban horas en los respectivos trabajos de sus progenitores:
su padre trabajaba como administrativo en un gran hospital de Bucarest y su madre
era profesora en una escuela de discapacitados mentales.
El actor que interpreta al Sr Lazarescu (Ion Fiscuteanu) trabajó regularmente en el
teatro desde los años cincuenta, compaginando esta actividad con la de escritor de
cuentos cortos y poemas. Cuando Puiu contacto con Fiscuteanu, éste seguía un
tratamiento a base de tisanas y medicina naturista con el que intentaba recuperarse de
una cirrosis hepática de la que murió dos años después del estreno de la película. Su
esposa pensaba que rechazaría un papel relacionado con el ámbito hospitalario que
tanto detestaba. Precisamente su esposa es la que, junto a una actriz profesional,
protagoniza la escena final donde el actor aparece completamente desnudo y es su
esposa la que le lava. Puiu animó a Ion a actuar como un rebelde, como un luchador
que en lugar de hacerse querer y ganar el favor del público, se hace respetar
desafiando un sistema que le anula como ser humano.
La interpretación de Luminita Gheorghiu (Mioara), una de las más prestigiosas actrices
teatrales de Rumania, enfatiza la empatía hacia el otro. Según Puiu, durante el rodaje
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Gheorghiu siempre se mostró cercana al actor que interpreta al Sr Lazarescu; quizás
porque en la vida real, actriz y personaje comparten el amor al ser humano, Mioara es
totalmente creíble. La actriz explica que consideraba que Ion (Lazarescu) estaba bajo
mucha presión por eso en los descansos le preguntaba si quería beber o comer
alguna cosa. Agrega que el ocuparse, en cierto modo, del actor le ayudaba a
interpretar su papel y que cuando le vio con su gorro de lana se emocionó con su dolor
y sintió que Lazarescu había muerto ya antes de entrar en el hospital. Para su papel
como enfermera, recibió el asesoramiento de varias profesionales que le enseñaron
los “gestos técnicos” que repitió muchas veces antes de conseguir reproducirlos de
forma aceptable. En el interior de la ambulancia, la actriz refiere haber vivido
momentos de auténtico miedo ya que el actor que interpreta al conductor jamás había
conducido una ambulancia, recuerda haber sufrido golpes a raíz de los frenazos y la
conducción temeraria que exigía tanto el guión como el director.
El rodaje del film se realizó en 39 noches, entre noviembre y diciembre de 2004, y el
montaje en los meses que precedieron a la presentación de la película en el festival de
Cannes donde obtuvo varios premios. En Rumania fue la película más taquillera del
2005.
Algunas secuencias parecen filmadas a cámara lenta como si la acción se desarrollara
bajo los efectos de un narcótico, justamente esa lentitud a veces enervante refuerza la
tensión. Otras escenas, filmadas “cámara en mano” nos introducen en la historia como
un personaje más, el espectador no mira desde la butaca sino que está en el
apartamento de Lazarescu, en la ambulancia, en las consultas y pasillos de los
hospitales. La cámara va detrás de la realidad, de tal manera que su movimiento no
predice el de los personajes.
En La muerte del Sr Lazarescu abundan los simbolismos, como en la selección de
algunos de los nombres de los personajes, desde su protagonista Lazarescu (Lázaro
que Jesús resucito de entre los muertos), hasta Dante, Virgil, Remus o Anghel (el
último médico que es nombrado, sin que veamos su rostro).
Se trata de una película en tono documental, narrada casi en tiempo real, que cuenta
sin artificio, temas de los que tenemos constancia (la ancianidad, la enfermedad, la
soledad y la muerte) pero de los cuales nos incomoda hablar. De un modo
hiperrealista sin sentimentalismo, ni compasión emplea diálogos inteligentes, dotados
de un sentido de humor casi negro.
Toda la historia acontece a lo largo de unas siete horas que en el montaje se reducen
a dos y media, durante ese tiempo asistimos a la lenta desaparición de Lazarescu lo
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que permite al espectador experimentar diferentes sentimientos desde la ironía y la
compasión hasta la furia, la frustración y la impotencia.
Bibliografía
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Disponible en: http://www.cineyear.com/2013/05/la-sanidad-rumana-a-prueba-en-la-
muerte-del-sr-lazarescu.html
- Crespi R. Ficción y reflexión: Comentario al Film “la muerte del Sr. Lazarescu”
Disponible en: http://roycrespi.blogspot.com.es/2012/03/ficcion-y-reflexion-comentario-
al-film.html
- Ledoux OS. Cristi Puiu… a examen. Disponible em:
http://www.cinemaldito.com/cristi-puiu-a-examen/
- Machado J. Disponible em: http://www.despuesde1984.com/2011/05/la-muerte-del-
sr-lazarescu.html
- Moreno J. La Muerte del Sr. Lazarescu Cristi Puiu 2005 Rumania. Disponible en:
http://www.aved.es/criticas/63/
- Risco V. La muerte del Sr Lazarescu. Disponible en:
http://medicinaycine.blogspot.com.es/2008/10/la-muerte-del-sr-lazarescu.html
- Williams LS, Hopper PD. Enfermería medicoquirúrgica. 3ª Ed. México DF: Mc Graw
Hill; 2009.
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Foto 1. La enfermera Mioara Avram
Foto 2. Mioara a punto de administrar un analgésico a Lazarescu
Foto 3. Mioara hace señas a Lazarescu ante Mariana y el radiólogo
Foto 4. Miora junto a Lazarescu y dos facultativos
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