saberes y sabores. el niÑo y las tierras … · el niÑo y las tierras secas de la costa norte ......

23
203 SABERES Y SABORES. EL NIÑO Y LAS TIERRAS SECAS DE LA COSTA NORTE DEL PERÚ (PIURA) Juan Jesús Torres Guevara y Sonia María González Molina Centro de Investigaciones de Zonas Áridas. Universidad Nacional Agraria La Molina (CIZA- UNALM). Lima, Perú. [email protected] Resumen Las tierras secas de la costa norte del Perú, registran precipitaciones de entre 100-150 mm/año en promedio, sin embargo, cada cierto tiempo, desde hace 7000 años, en la zona caen abruptamente fuertes lluvias que cambian totalmente este escenario, pudiendo llegar a recibir hasta 4000 mm en tan sólo seis (6) meses (diciembre- mayo). Esta ruptura es causada por el llamado “Fenómeno de El Niño”, el cual trastoca totalmente el escenario hídrico de las tierras secas de la costa norte del Perú (LS 7º-LS 4º). Este cambio brusco desencadena una explosión de la diversidad biológica y cultural, que incluye la aparición de especies vegetales poco conocidas, nuevas variedades y sus parientes silvestres de plantas cultivadas (frejoles, calabazas, camotes, ají, tomates, algodón), aumento de la cobertura vegetal y la productividad primaria tanto del estrato herbáceo, como leñoso, la regeneración de especies arbóreas tan importantes como es el Prosopis pallida, plagas, ampliación de la “frontera agrícola”, un incremento de la ganadería y procesos migratorios (regreso al desierto de poblaciones que están en las ciudades), que hacen que la población de los arenales del desierto aumente en un 100%. Este drástico cambio de escenario tiene también su expresión en un cambio cultural en la región. Surgen saberes (cultivos, crianzas, artesanías, fiestas) y sabores (comidas, bebidas, licores,…) propios de otras épocas, que fueron poco a poco erosionados por una cultura homogeneizante incapaz de reconocer y valorar esta diversidad de más de cinco mil años de culturas asentadas en estas tierras secas y que hoy se hallan o perdidas, olvidadas o simplemente arrinconadas. Por otro lado, en el caso de las grandes ciudades, que han perdido la memoria de su relación con este evento, aparece la destrucción y la muerte. Obras de infraestructura destruidas porque no tomaron en cuenta que vivir en los desiertos de la costa norte del Perú es vivir con El Niño. En cómo convertir El Niño en una gran oportunidad de almacenar agua en tierras secas, de conocer la diversidad biológica almacenada en esos extensos arenales, de aprovechar las áreas de regeneración natural de especies arbóreas protegiéndolas para ampliar las áreas boscosas existentes, almacenar los pastos y alimentos para cruzar las épocas secas, y finalmente de como valorar y rescatar la diversidad de saberes y sabores que aparecen, y quizás en cómo garantizar que los ciclos que permiten que se reproduzcan ambos (los saberes y los sabores) está la clave de la continuidad y mejoramiento de las “Tecnologías Apropiadas de Uso Sustentable del Agua en las Tierras Secas de Iberoamérica”. De esto trata el presente trabajo. Palabras clave: El Niño, tierras secas, saberes, sabores, costa Norte, Perú, Piura.

Upload: phungnhan

Post on 02-Oct-2018

226 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

203

SABERES Y SABORES. EL NIÑO Y LAS TIERRAS SECAS DE LA COSTA NORTE DEL PERÚ (PIURA)

Juan Jesús Torres Guevara y Sonia María González Molina Centro de Investigaciones de Zonas Áridas. Universidad Nacional Agraria La Molina (CIZA-UNALM). Lima, Perú. [email protected] Resumen Las tierras secas de la costa norte del Perú, registran precipitaciones de entre 100-150 mm/año en promedio, sin embargo, cada cierto tiempo, desde hace 7000 años, en la zona caen abruptamente fuertes lluvias que cambian totalmente este escenario, pudiendo llegar a recibir hasta 4000 mm en tan sólo seis (6) meses (diciembre- mayo). Esta ruptura es causada por el llamado “Fenómeno de El Niño”, el cual trastoca totalmente el escenario hídrico de las tierras secas de la costa norte del Perú (LS 7º-LS 4º). Este cambio brusco desencadena una explosión de la diversidad biológica y cultural, que incluye la aparición de especies vegetales poco conocidas, nuevas variedades y sus parientes silvestres de plantas cultivadas (frejoles, calabazas, camotes, ají, tomates, algodón), aumento de la cobertura vegetal y la productividad primaria tanto del estrato herbáceo, como leñoso, la regeneración de especies arbóreas tan importantes como es el Prosopis pallida, plagas, ampliación de la “frontera agrícola”, un incremento de la ganadería y procesos migratorios (regreso al desierto de poblaciones que están en las ciudades), que hacen que la población de los arenales del desierto aumente en un 100%. Este drástico cambio de escenario tiene también su expresión en un cambio cultural en la región. Surgen saberes (cultivos, crianzas, artesanías, fiestas) y sabores (comidas, bebidas, licores,…) propios de otras épocas, que fueron poco a poco erosionados por una cultura homogeneizante incapaz de reconocer y valorar esta diversidad de más de cinco mil años de culturas asentadas en estas tierras secas y que hoy se hallan o perdidas, olvidadas o simplemente arrinconadas. Por otro lado, en el caso de las grandes ciudades, que han perdido la memoria de su relación con este evento, aparece la destrucción y la muerte. Obras de infraestructura destruidas porque no tomaron en cuenta que vivir en los desiertos de la costa norte del Perú es vivir con El Niño. En cómo convertir El Niño en una gran oportunidad de almacenar agua en tierras secas, de conocer la diversidad biológica almacenada en esos extensos arenales, de aprovechar las áreas de regeneración natural de especies arbóreas protegiéndolas para ampliar las áreas boscosas existentes, almacenar los pastos y alimentos para cruzar las épocas secas, y finalmente de como valorar y rescatar la diversidad de saberes y sabores que aparecen, y quizás en cómo garantizar que los ciclos que permiten que se reproduzcan ambos (los saberes y los sabores) está la clave de la continuidad y mejoramiento de las “Tecnologías Apropiadas de Uso Sustentable del Agua en las Tierras Secas de Iberoamérica”. De esto trata el presente trabajo. Palabras clave: El Niño, tierras secas, saberes, sabores, costa Norte, Perú, Piura.

204

Summary Average rainfall in the drylands in the northern coast of Peru is 100-150 mm/year. However, every certain period of time, over the last 7000 years, the area is subject to abrupt heavy rains that change the landscape completely, reaching up to 4000 mm in only six (6) months (December-May). This disruption is caused by “El Niño” phenomenon, which totally upsets the hydrological scenario of the drylands in the northern coast of Peru (7ºN-4ºS). This abrupt change unleashes an explosion of biological and cultural diversity, which includes the appearance of scarcely known plant species, new varieties and wild relatives of cultivated plants (dry beans, pumpkins, sweet potatoes, peppers, tomatoes, cotton), increased plant cover and primary productivity in the herb layer, regeneration of tree species as important as Prosopis pallida, plagues, expansion of the “agricultural border”, increased livestock breeding and migratory processes (populations in the cities going back to the desert), all of which make the population of sandy lands increase by 100%. This dramatic change in scenario also finds its expression in a cultural change in the region. There emerge ancient domestic practices (crops, breeding, craftwork, celebrations) and flavours (foods, drinks, liquors,…) typical of other times, which had been gradually eroded by a homogenizing culture incapable of recognizing and valuing the diversity of more than five thousand years of cultures settled in these drylands, and that are now lost, forgotten or simply laid aside. On the other hand, in the case of the large cities that have lost the memory of their relationship with this event, destruction and death appear. Infrastructure works are destroyed because the fact was disregarded that living in the deserts of the northern coast of Peru is living with El Niño. The key to the continuity and improvement of the “Appropriate Technologies for Sustainable Water Use in Drylands of Spanish America” will lie in how to turn El Niño into a great opportunity to store water in drylands, in knowing the biological diversity stored in those extensive sandy lands, in how to make the best use of the areas of natural regeneration of tree species, protecting them so as to expand the existing forest areas, in storing grasses and food for the dry seasons, and finally in how to value and rescue the diversity of emergent old practices and flavours, and perhaps in how to guarantee those cycles that allow for both (practices and flavours) to reproduce. This is what the present paper is about. Keywords: El Niño, drylands, knowledge, flavours, Northern coast, Peru, Piura. Introducción Las tierras secas en el Perú constituyen aproximadamente el 36% del territorio nacional y en ellas se asientan el 90% de la población peruana. Esta zona situada en la región denominada “costa”, presenta una extrema aridez interrumpida tanto por los oasis formados por los ríos (52) que nacen en las vertientes occidentales de los Andes como por el evento denominado El Niño que cada cierto número de años , impredecibles, cambia totalmente el escenario hídrico de los desiertos costeros del Perú. Las tierras secas de la costa norte del Perú constituyen, a su vez, una variante de la aridez costera , debido a que cuenta con la presencia directa de la Corriente de El Niño, la cual genera condiciones favorables para la presencia del denominado evento de El Niño, cuya

205

recurrencia en los últimos 25 años con dos mega eventos de por medio (82-83 y 97-98), ha generado una recuperación sin precedentes de las formaciones vegetales llamadas Bosques Tropicales Estacionalmente Secos, llegando a alcanzar una extensión de 3.2 millones de hectáreas entre las regiones de Lambayeque, Piura y Tumbes. Estos cambios físico – biológicos generan a su vez cambios sociales, una especie de “regreso” a escenarios culturales a veces desconocidos u olvidados por las generaciones presentes, bajo la forma de saberes agrícolas, ganaderos y forestales diferentes en relación a los mismos en épocas secas y con ellos también la “aparición” de nuevos sabores, de nuevas comidas, de formas de almacenar alimentos. El presente trabajo intenta contribuir al conocimiento de la relación entre estos cambios atmosféricos, oceánicos, biológicos y su expresión cultural: los saberes y los sabores.

Ubicación Piura: El Área de trabajo

El presente trabajo se basa principalmente en los trabajos realizados en la Región Piura, ubicada en la Costa Norte del Perú, específicamente en dos lugares de la Región, uno en el Caserío de Belizario ubicado en L O 80º30'-80º15' y L S 5º50'-6º00', en la Provincia de Sechura, y otro en la Cooperativa Agraria Malingas Alto ubicada en la Provincia de Tambogrande, L.O.80º15'-80º7-30" y L.S.4º50'-5º00' (Figura 1). El bosque tropical estacionalmente seco de Belizario y el de Malingas Alto, al formar parte de una misma unidad ecológica, cuentan con características similares, por ejemplo, ambos están sometidos al ciclo estacional de "años buenos" (de lluvias) - "años malos" (de sequía) y a los eventos de El Niño, entre otros factores; sin embargo, presentan diferencias a escalas más pequeñas. Belizario presenta un clima entre hiperárido y árido, con precipitaciones menores de 50 mm/año. Una topografía suave y suelos arenosos, sin cobertura vegetal en amplias zonas. El agua es escasa y se encuentra disponible bajo la forma de napa freática, en la mayoría de los casos salobre por la presencia cercana del Océano Pacífico. La vegetación presenta una arquitectura y composición simple, reducida al algarrobo (Prosopis pallida) como especie arbórea, al sapote (Capparis angulata) y el “bichayo” (Capparis ovalifolia), como especies arbustivas acompañantes. Todas estas características coinciden con su ubicación dentro de la Zona de Vida de Desierto (ONERN, 1976). Malingas Alto presenta un clima semiárido, con precipitaciones entre 100 y 150 mm/año. Tiene una topografía heterogénea y suelos mejor formados (francos, franco arenosos). Presenta cursos de ríos temporales y permanentes. La vegetación es más diversa y estratificada, contando con especies herbáceas y leñosas además del “algarrobo” (Prosopis pallida), el “sapote” (Capparis angulata), “bichayo” (Capparis ovalifolia), con el “overal” (Cordia lutea), el “faique” (Acacia macracantha), el “palo santo” (Bursera graveolens), y el “hualtaco” (Loxopterygium huasango). Estas condiciones ambientales la ubican apropiadamente dentro de la Zona de Vida Matorral desértico de Piedemonte (Ibid). La fauna en ambos algarrobales en estudio, como en todos los ambientes desérticos, no es muy abundante, presentando una composición típica del bosque seco ecuatorial (Brack, 1986).

206

Figura 1. Ubicación del área de trabajo

Fuente: Torres, 2003. El Niño Oscilación del Sur o ENSO

El evento El Niño es también conocido mundialmente como El Niño Southern Oscilation (ENSO) y en español como ENOS. El ENOS es un evento o episodio que cuenta según los especialistas, con 5 a 7 mil años de presencia en los bosques secos de la costa norte peruana y tiene consecuencias ecológicas profundas en los ecosistemas marinos y terrestres de la región (Arntz & Fahrbach, 1996). El Nombre "El Niño” era el nombre usado por los pescadores en la costa norte del Perú durante el siglo pasado, para referirse a la llegada de una corriente cálida proveniente del área ecuatorial, y cuya fecha comúnmente coincidía con la época navideña –de ahí, el "Niño Dios"-. Algunos años este evento llega tan fuerte que trae consigo considerables consecuencias, en su mayoría negativas. A tal efecto, hoy en día el término "fenómeno de El Niño" se refiere más bien al evento anómalo y no al anual. Fue así que a partir de 1960 los avances científicos permitieron ver que "El Niño" tiene manifestaciones en todo el Pacífico Tropical, y que lo

207

sucedido en el Perú no es más que un aspecto muy regional de una interacción entre todo el Pacífico Tropical y la atmósfera global (Enfield, 1987). El aspecto atmosférico de dicha interacción se conoce por el término "Oscilación del Sur", y el proceso acoplado se denomina El Niño-Oscilación del Sur o ENSO" (Enfield, 1995: 181)1 , 2. Antecedentes Las primeras publicaciones científicas sobre El Niño parecen haberse dado en el Perú a fines del siglo pasado, refiriéndose a la "Corriente de El Niño", como un fenómeno anual que se produce en las costas norte del Perú y sur del Ecuador, consistente en la aparición de una corriente caliente proveniente del Pacífico Ecuatorial. "Camilo Carrillo (1892) –dice el biólogo y oceanógrafo Manuel Vegas Vélez (1989) – habla por primera vez en público de esta corriente, señalando que era muy conocida por los marinos paiteños”3. El capitán de navío peruano, Camilo Carrillo, decía en 1892: "... los marinos paiteños que navegan frecuentemente cerca de la costa en embarcaciones pequeñas, conocen esta corriente y la denominan "Corriente del Niño", sin duda porque ella se hace más visible y palpable después de la Pascua de Navidad..." (Carrillo, 1892: citado en Vegas, 1983: 54; Glantz, 1996: 13; 1998: 11)4 5. Al trabajo realizado por Camilo Carrillo deben sumársele otras publicaciones como las de Carranza, también en 1892, sobre la "Contracorriente marítima observada en Paita y Pacasmayo" en el norte del Perú (Carranza, 1982) y la del geógrafo peruano Pezet (1896) que, en un Congreso Geográfico Internacional realizado en Lima, Perú, sostenía: "La existencia de esta contracorriente [El Niño] es un hecho conocido y lo que se desea ahora es que se emprendan estudios apropiados y definitivos, investigaciones y observaciones con el fin de llegar al fondo de esta interrogante y para descubrir todo lo referente a esta contracorriente y a la influencia que pareciera ejercer en las regiones donde su acción se siente con mayor intensidad”. (Pezet, 1895: 605; citado en Glantz, 1996: 3-4; 1998: 2-3). "Una de las mayores influencias regionales que Pezet refirió –dice Glantz, en Corrientes de Cambio (1996: 4; 1998: 3)- fueron las severas lluvias que iban mucho más allá de las de una simple estación, lo que usualmente iba acompañado de eventos El Niño" [traducción nuestra]. Justamente sobre el régimen de lluvias en una parte del actual departamento de Piura, trata otra de las publicaciones importantes que le suceden a ese Niño de 1891: "Las lluvias en Piura" (Eguiguren, 1894a). Eguiguren es "el primero en establecer el cuadro de las lluvias de esa provincia, con una clasificación por intensidad y año a año durante un siglo (1791- 1890), [por lo que] se ha convertido en la referencia obligada para los que intentan determinar los ciclos del Fenómeno del Niño" (Revesz et al., 1997: 102). En ese estudio, Eguiguren hace una clasificación de la intensidad de las lluvias en cinco clases: 1 Actualmente incluso se comienza hablar de La Niña como la fase fría de ENSO (O'Brien, 1997) 2 Respecto a la historia de El Niño o ENSO construida desde la historia científica de la Corriente del Niño, habría que dejar aclarado que cosa igual parece estar haciendo desde el otro componente: la Oscilación Sur. Al respecto también podría verse Glantz, 1996: 35-41; 1998: 25-29. 3 Paita es una bahía y puerto pesquero en el norte del Perú, en el actual departamento de Piura, de mucha importancia desde la época prehispánica hasta la actualidad) 4 La cita que hace Glantz (1996, 1998) es algo más amplia que la de Manuel Vegas (1983). Pero pareciera tratarse de la misma fuente. Dice la cita más amplia: "Los marineros peruanos desde el Puerto de Paita al Norte del Perú, quienes frecuentemente navegaban a lo largo de la costa en pequeñas embarcaciones, ya fuera al norte o al sur de Paita, nombraron a esta corriente El Niño, sin duda, debido a que es la más notable y sentida después de Navidad" (Glantz, 1996: 13; 1998: 11). Esta misma cita puede hallarse ya en el estudio de Eguiguren que mencionaremos más adelante (Eguiguren, 1894a) publicado sólo dos años después que el de Carrillo. 5 Glantz publicó la versión en inglés de Corrientes de Cambio. El impacto de El Niño sobre el Clima y la Sociedad en 1996 (Cambrige University Press, 1996). En 1998 ha aparecido la versión en español publicada por la UNESCO y OFDA/USAID, gracias a la traducción y adaptación de Rodrigo H. Núñez, Jefe del Departamento de Oceanografía del Servicio Hidrográfico y Oceanográfico de la Armada de Chile (Glantz, 1998). Dado que esta versión aún ha tenido poca circulación y, en ocasiones, utilizamos nuestra propia traducción, aquí señalamos las citas en ambas ediciones. Las referencias exactas de ambas pueden encontrarse en las referencias al final del artículo.

208

"Años secos", "Ligeras lluvias", "Años regulares", "Años buenos" y "Años extraordinarios" (Eguiguren [1894a] 1958: 102-103) y, al final como en el transcurso de su artículo, da forma y sostiene la hipótesis de la relación de los años de mayores lluvias con la presencia de la "contracorriente del Niño" (Eguiguren [1894a] 1958: 110-111). Publicado luego del evento de 1891, lo importante del caso es destacar que la relación establecida por Eguiguren entre esta corriente y el régimen de lluvias en Piura, muestra que esta literatura científica inicial sobre El Niño se encuentra motivada por los impactos sobre la sociedad, en el mar y en el territorio continental, de esta corriente marina que afecta no sólo los recursos marítimos sino el clima en general de esa región6. Los eventos El Niño de 1891 y de 1925, son para el Perú, los dos anteriores de intensidad comparable al de 1982/83 y, actualmente al de 1997/98. No obstante existen estudios -hasta hoy no superados por otros- que establecen que la cantidad de lluvias de 1891 fue aproximadamente la mitad de las de 1925 y éstas, a su vez, aproximadamente la mitad de las de 1982/83 (Woodman, 1985), sin lugar a dudas, el Niño de 1891 fue de gran intensidad e impacto. Para la ciudad de Piura es el año que la historia oral considera de máximas lluvias anterior al Niño de 1925 y es recordado sobre todo porque una gran creciente del río arrasó el puente que lo cruzaba a la altura de la ciudad. Este puente había sido construido en 1870 y soportado las máximas avenidas desde ese entonces (Eguiguren 1892a; Woodman 1985). Además de éstas, Eguiguren da otras referencias para sostener todo ello: "Después de 1845 -dice Eguiguren- no volvió a haber en Piura fuertes lluvias hasta 1864, siguiendo luego los años de 71,77, 78, 84 y 91, de los que cada uno ha sido más abundante que los anteriores al extremo que el 91, las ciudades de Piura y Paita y casi todas las poblaciones del departamento quedaron semi arruinadas habiendo el río arrastrado el 7 de abril, el puente de Piura, construido en 1870 y que había resistido las grandes crecientes de 4 años" (Eguiguren [1894a] 1954: 100-101). Como refiere Woodman (1985), también Eguiguren, en sus "Estudios demográficos de la ciudad de Piura" (Eguiguren, 1894b), hablando de los años 1878, 1884 y 1891, diría: "Estos tres años fueron lluviosos, siéndolo en mayor grado el de 1891" (Citado en Woodman 1985: 314) Esto, sin embargo, no ocurría sólo en el norte del país. Citando a López Martínez (1983), Vegas Vélez (1983) comienza su artículo ya citado, diciendo: "1891: todos los ferrocarriles sufrieron graves daños, incluyendo las vías de Arequipa, Puno y Cuzco. El Ferrocarril Central [que pasando por el valle del Rímac aún en la actualidad une Lima con la sierra central del país, despensa alimentaria de la capital y también trae varios productos mineros para su exportación] fue bloqueado a la altura de Ñaña por dos grandes huaicos... El departamento de Ancash resultó gravemente afectado por aluviones, quedando Huaráz aislada durante 80 días... Trujillo y Chiclayo soportaron, durante setenta días consecutivos, lluvias torrenciales 'con tempestad, truenos y relámpagos'. Chimbote, muy pequeña por entonces, quedó destruido en un 95%; Paita [Piura] y Samanco [Ancash] resultaron también seriamente castigados por las lluvias... Las provincias que más sufrieron fueron Chancay, Huarochirí, Lima, Cañete, Canta y Yauyos (algunas de estas en la costa central y otras en las serranías de Lima, aunque sólo dos vinculadas al valle del Rímac). Casma quedó en ruinas y Supe, por entonces con algo más de dos mil habitantes, desapareció totalmente el 24 de febrero bajo las aguas del repentinamente avasallador Río Seco (Tomado de López Martínez, 1983)" (Vegas, 1983: 54). En el año 1891 el Niño afectó el territorio nacional mucho más allá del norte del país. Nos recuerda más a la extensión territorial afectada y tipo de impacto climático en el Perú del

6 En este artículo de Eguiguren pueden encontrarse otras antiguas y bastante precisas referencias sobre esta corriente de parte de otros marinos. La pregunta que busca responder es, sin embargo, "¿Cuál es la causa de estas lluvias?". Y estas referencias aparecerán especialmente para responderla: "En el año de 1822 al 23 -dice Eguiguren- M. Martigué a bordo de la fragata francesa "La Cloride", observó una corriente que partiendo probablemente del golfo de Guayaquil, se dirigía al S muy pegada a la costa".

209

más reciente Niño de 1997/98, y nos da una imagen más amplia del impacto de El Niño en el Perú que cuando –siguiendo un estereotipo creado a partir de una visión poco discutida del Niño de 1982/83– sólo se esperan lluvias intensas en los tres departamentos más norteños del país (Tumbes, Piura y Lambayeque) y probables sequías en la macro-región del sur (especialmente Cuzco, Puno y Arequipa)7. Con el conocimiento del Niño de 1925 comienza a ocurrir algo igual en el país. El tipo de impacto climático del Niño de 1997/98, que se extiende prácticamente a lo largo de toda la costa del país y que no produce sequía, sino, pareciera más bien, algunas lluvias más intensas en el sur andino, hace volver la mirada sobre los efectos de El Niño en La Libertad, Ancash, Lima (donde incluso se produjeron lluvias - Peralta 1985: 127 8 y Arequipa, Franco 1998a: 5), sobre lo que hoy pueden encontrarse muchos registros documentales. Se trata en realidad de impactos mucho menos localizados en sólo algunas regiones y mucho más extendidos que los que esa versión estereotipada que teníamos de 1982/83 señalan. Sin lugar a dudas se trata de eventos que hicieron sentirse al país en su conjunto comprometido. En ese contexto se hace más fácilmente explicable el impulso que reciben las publicaciones sobre el tema durante o después de cada evento9. Esta relación entre producción científica sobre El Niño y cada uno de los eventos puede rastrearse fácilmente contrastando las bibliografías existentes sobre El Niño en el Perú (por ejemplo, Mariátegui et al., 1985; Revesz et al., 1997) y las series temporales y cronologías sobre eventos ENSO que circulan en el medio (por ejemplo, Quinn et al., 1986). Otro ejemplo de coincidencia es Caballero y Lastres (1907), que escribe sobre la "Contracorriente observada en el norte del Perú" en un año de Niño. Pero no se trata sólo de una correspondencia cronológica, ni siquiera sólo de enseñanzas particulares de cada evento. La literatura más reciente sobre El Niño pareciera mostrarnos que hay otros factores –actores y visiones– que influyen en el desarrollo del tema (Figura 2). Hoy, con frecuencia, por lo menos en algunas regiones, el discurso expositivo de la ciencia, sigue haciendo uso de esta corriente para definir El Niño, aunque este ya no es más la contracorriente peruana, sino ENSO (El Niño - Southern Oscillation), o ENOS (El Niño-Oscilación del Sur), un fenómeno global. Dice David Enfield en Desastres y Sociedad No. 5: “Lo importante es que, así como hoy sabemos que no podemos entender lo que ocurre con El Niño en las costas del Perú y de Ecuador, desde el punto de vista del fenómeno natural sin verlo globalmente, igual ocurre para las respuestas de la sociedad sino miramos más allá de los países. Sin embargo, el tema de las interacciones entre variabilidad del clima y actividades humanas, nos estaría mostrando también que no se trata sólo de cambiar de centro o campo físico, sino de centro o campo conceptual”.

7 Cada día más y, especialmente después del Niño 1997/98, se va imponiendo la idea del Niño de 1982/83 como el verdaderamente anómalo. Glantz lo llama una "anomalía anómala" (Glantz, 1993: 59 y ss.; 1998: 43 y ss). Sin embargo, para el propio 1982/83, los resultados preliminares de DesInventar 1970-98 en el Perú -expuestos por José Sato, Andrew Maskrey y este autor en diversos foros nacionales e internacionales (Franco 1998b; Sato 1998)- también ofrecen una imagen de los impactos de El Niño en el Perú más amplia y muy distinta que ese estereotipo mencionado. 8 Peralta cita al Diario La Prensa del 10 de marzo de 1925. 9Sin embargo algo debe explicarnos por qué pareciera que sólo algunas regiones del país (especialmente los de la costa norte y la sierra sur), se sintieron aludidas con la "alerta temprana" de 1997, declarada seis meses antes del inicio de la estación lluviosa en el Perú. No es tanto antes, sino durante y después de los eventos que la producción científica se ve impulsada. Es sólo después de 1997/98 que volteamos la mirada sobre documentación y bibliografía que ya había aparecido, o re-aparecido, en 1983 (Por ejemplo, Vegas, 1983; López Martínez, 1983 y otros). ¿Cuánto de esto se debe al hecho de que muchos de los desastres que se producen en las otras regiones no los asociamos al fenómeno El Niño o ENSO? ¿Cuanto a otros factores? (Franco, 1991). En las últimas notas a pie de página tocamos parte de este tema.

210

Figura 2. Eventos El Niño ocurridos entre 1950 y 1998.

Fuente: Woodman, R. 1998 Las Tierras Secas de la Costa Norte Las Tierras Secas del Perú Las Tierras Secas del Perú incluyen la costa árida y las regiones montañosas andinas semi-áridas y sub-húmedas secas que representan juntas 36% del área total del país. Estas áreas están habitadas por el 90% de la población total peruana y es donde la mayoría de las actividades industriales y comerciales se llevan a cabo. Dentro de la costa árida peruana, la costa norte es una de las regiones más importantes por su nivel productivo, siendo una de sus características más notables la gran diversidad de ecosistemas, especies, variedades y culturas que en ella se asienta. La principal formación vegetal natural de la Costa Norte del Perú –y de la costa árida en su conjunto- es el bosque tropical estacionalmente seco y dentro de él se halla además, el desierto de Sechura que es uno de los más grandes del Perú. Este escenario es uno de los más impactados por el evento El Niño. Los Bosques Tropicales Estacionalmente Secos Científicamente el nombre más preciso de éstas formaciones vegetales es el de “Bosques Tropicales Estacionalmente Secos en el Neotrópico” (Limares Palomino, 2004), pero localmente el nombre utilizado por las poblaciones de la zona es el de “Montes de Algarrobo”. Los Bosques Tropicales Estacionalmente Secos en el Neotrópico representan el 42% de los bosques tropicales y subtropicales del mundo (Figura 3). En Sudamérica los Bosques Tropicales Estacionalmente Secos cubren un 22% de las áreas boscosas y en Centro América el 50%. Los Bosques Tropicales Estacionalmente Secos se presentan en zonas con alturas entre 0 y 1000 m.s.n.m, con temperaturas entre 17 y 24 ºC y precipitaciones 250 y 2000 mm (I Congreso Internacional Bosques Secos, 2003).

0

500

1000

1500

2000

2500

3000

1950

1953

1956

1959

1962

1965

1968

1971

1974

1977

1980

1983

1986

1989

1992

1995

1998

0

1

2

3

4

5

6

7Intensidad Niñospp (mm)

Años de evaluación

0

500

1000

1500

2000

2500

3000

1950

1953

1956

1959

1962

1965

1968

1971

1974

1977

1980

1983

1986

1989

1992

1995

1998

0

1

2

3

4

5

6

7Intensidad Niñospp (mm)

Años de evaluación

211

Figura 3. Distribución de los Bosques Tropicales Estacionalmente Secos en el Neotrópico.

Fuente: Linares-Palomino, R., 2004.

Distribución en el Perú

Los Bosques Tropicales Estacionalmente Secos en el Perú se distribuyen principalmente en la costa norte (Piura, Lambayeque y Tumbes) y en los valles interandinos en forma fragmentada y en varias zonas a modo de relictos (Casaretto, 2003) (Figura 4 y 5). Una de las áreas de mayor tamaño de estas formaciones se halla en la costa norte, entre los 5°-7° LS y 81°-79° LO, justamente en donde después de la presencia de los dos últimos mega eventos de El Niño (82-84 y 97-98) han alcanzado la cifra de 3.2 millones de hectáreas (exactamente 3230263 ha) de las cuales el 67% se hallan en la Región Piura.

212

Figura 4. Distribución de los Bosques Tropicales Estacionalmente Secos en el Perú.

Fuente: Linares-Palomino, R., 2004.

213

Figura 5. Distribución de los Bosques Tropicales Estacionalmente Secos en Piura.

Fuente: INRENA. 1998. La Diversidad de los Bosques Tropicales Estacionalmente Secos de la Costa Norte Estos ecosistemas que concentran la mayor diversidad biológica del desierto costero. Flora, en lo que se refiere a la misma, por ejemplo, se han reportado 174 especies endémicas de angiospermas y gimnospermas en Piura (Sagástegui, 1998). Para el caso específico de Belizario, una de las áreas de trabajo se pudo registrar durante el evento del 97-98 la siguiente diversidad florística en el desierto de Sechura. Dentro de los árboles de

214

---Bosque seco tipo sabana (Belizario) — Bosque seco denso (Bella Esperanza)

importancia económica hay especies como el “algarrobo” (Prosopis spp.), “sapote” (Capparis angulata), “bichayo” (Capparis ovalifolia), “faique” (Acacia macracantha), “palo santo” (Bursera graveolens), “hualtaco” (Loxopterygium huasango), “guayacán” ó “madero” (Tabebuía billbergii y T. Chrysantha) y “ébano” (Ziziphus thyrisiflora) (INRENA, 1997: Diagnósticos Regionales de la Diversidad Biológica). Fauna, Brack en 1986 reporta para el bosque seco del Pacífico, 3 especies endémicas de mamíferos (la “ardilla de nuca blanca” Sciurus stramineus, el “ratón” Phyllotis gerbillus y el “zorro de Sechura” Dusicyon sechurae), 27 especies de aves (entre ellas, la “pava albiblanca” Penelope albipennis) y un lacertilio (el “jañape” Phyllodactylus reissi). Asimismo, dentro de la fauna de importancia económica están los venados, nutrias, loros, pavas, perdices, patos, palomas, carpinteros, cocodrilos, entre otros. Población y recursos, desde el punto de vista económico, estos bosques proveen de recursos naturales renovables (energía, agua, semillas, árboles, forrajes,...) tanto para la actividad productiva de la población local (campesinos y pequeños agricultores), como para la actividad comercial (leña, madera, algarrobina, miel) de las ciudades de los alrededores. Específicamente entre Lambayeque y Piura, estos bosques están habitados por aproximadamente 35 mil familias, las que constituyen la población rural más pobre de ambas regiones, con condiciones de vida precarias. La mayoría de estas familias explota un predio cuya extensión promedio es de 10 ha de bosque y dispone además de bosques de uso comunal para el pastoreo de sus hatos (de 10 a 30 cabezas por familia) de caprinos y ovinos principalmente (INRENA, 1997). La productividad de los Bosques Tropicales Estacionalmente Secos En cuanto a la productividad primaria de estos bosques, está muy relacionada con la estacionalidad (época de lluvias) y sobre todo con el evento “El Niño”. El evento “El Niño” 97-98 desencadenó una explosión en la productividad primaria de estos ecosistemas áridos. El estrato herbáceo llegó a registrar hasta 3,4 gr/MSV/m².día para el bosque seco denso (Bella Esperanza, San Lorenzo) (Figura 6). Figura 6. Variación mensual de la Productividad Primaria Neta Aérea (PPNA) de herbáceas desde diciembre de 1997 a junio de 1998. Piura, Perú.

Fuente: Torres, 1992.

215

En cuanto al estrato leñoso la productividad de la hojarasca de algarrobo (Prosopis pallida) alcanzó valores de hasta 1,01 (abril) y 2,79 (febrero) gr/MSV/m2/día en el desierto de Sechura, para el caso del Bosque seco tipo Sabana y el Bosque Seco Denso, respectivamente. La productividad primaria neta del fruto alcanzó su máximo valor en febrero (1,21 y 1,35 gr/MSV/m2/día) en el Bosque Seco tipo Sabana y en el Bosque Seco Denso, respectivamente. Con estos cambios, pulsaciones, avances y retrocesos, los Bosques Tropicales Estacionalmente Secos han demostrado tener una gran resiliencia. Problemas o Amenazas de la diversidad biológica de los Bosques Tropicales Estacionalmente Secos de algarrobo El problema central que afecta a la diversidad biológica de los Bosques Tropicales Estacionalmente Secos de algarrobo de Piura, que comparte con todos los bosques de la Costa Norte, es el de la desertificación. Producto de procesos de deforestación y sobrepastoreo principalmente, pese a la buena resiliencia que han mostrado tener con los mega eventos de El Niño de los últimos 25 años, su situación es de sumo cuidado porque no conocemos exactamente sus umbrales de desestructuración. Efectivamente, por ejemplo, en el caso de Piura y Lambayeque se calcula una velocidad de deforestación de 10.000 ha/año. Además, según reportes oficiales (INRENA, 1997), estos bosques de algarrobo están sometidos a estrés hídrico y tienen una capacidad de regeneración natural menor (1,2 m3/ha/año) al ritmo de depredación (más de 2 m3/ha/año).¿Podrían seguir soportando esta presión los Bosques Tropicales Estacionalmente Secos? Este proceso de desertificación y condición de relativa fragilidad de los algarrobales, se traduce en una serie de situaciones críticas de carácter ecológico, biológico y social, que se pueden resumir en lo siguiente: • Pérdida secular, de densidad, cobertura y diversidad biológica (incluida la desaparición de parientes silvestres de cultivos alimenticios), así como cambios en la textura de las plantas (proliferación de especies espinosas o tóxicas) y de la composición faunística de los algarrobales.

• Pérdida de hábitat de la flora y fauna silvestres, así como una disminución de las áreas de cultivos nativos alimenticios. • Desaparición o disminución de poblaciones de especies vegetales y animales de importancia económica. El “hualtaco” (Loxopterygium huasango), “guayacán” ó “madero” (Tabebuía billbergii y T. Chrysantha) y “ébano” (Ziziphus thyrisiflora), son consideradas en particular en peligro crítico dentro de los Bosques Tropicales Estacionalmente Secos (INRENA, 1997). Entre las especies de fauna que han sufrido una disminución progresiva de sus poblaciones están la “nutria del noroeste” (Lutra annectens), que casi está extinta, la “pava de ala blanca” (Penelope albipennis), en peligro de extinción y el “venado gris” (Odocoileus virginianus). • Desaparición de cultivos nativos de la zona especialmente de parientes silvestres de “frejoles”, “tomates”, “camote”, “ají”, “calabazas”, o de cultivos industriales como es el caso de los “algodones nativos de colores”.

216

• Se producen migraciones compulsivas de los pobladores de los algarrobales durante las sequías y también se generan grandes pérdidas durante las épocas lluviosas de presencia de “El Niño”. Causas de las Amenazas de la diversidad biológica en los Bosques Tropicales Estacionalmente Secos de algarrobo

A continuación se presentan algunas de las causas que estarían afectando más específicamente a la diversidad biológica:

• Uso inadecuado de la tierra junto con prácticas agropecuarias y forestales no adecuadas, que se traduce en pérdida de la cobertura vegetal, salinización de suelos de las partes bajas, etc., esto es, la pérdida de calidad o presencia de hábitats de la vida silvestre. • Tala excesiva de árboles de importancia económica, especialmente de las especies maderables, así como caza selectiva descontrolada de la fauna, que provoca directamente la disminución o desaparición de la diversidad biológica. Esta tala irracional, principal causa de la desertificación en los Bosques Tropicales Estacionalmente Secos de Piura, se realiza para cultivar algodón y para cajonería y carbón. • Reemplazo de cultivos nativos alimenticios por cultivos comerciales menos adaptados a las condiciones climáticas de ambientes áridos, con el fin de obtener un beneficio económico a corto plazo, y mayormente precario, a costa de la seguridad alimentaria. • Insuficientes conocimientos y tecnología ineficiente para enfrentar las sequías prolongadas y, sobre todo, aprovechar las épocas de abundancia, como es el caso del evento " El Niño", a través del almacenamiento de agua y de alimentos. El Niño y las Tierras Secas de la Costa Norte

El Niño y los Bosques Tropicales Estacionalmente Secos Este evento, de periodicidad no definida claramente, cambia, como se viene afirmando cada cierto número de años el escenario de los Bosques Tropicales Estacionalmente Secos de la costa norte, radicalmente cuando se trata de un mega evento El Niño, como ha sido el caso de los dos ocurridos en los últimos 25 años (diciembre 1982 y junio 1983 y el de diciembre 1997 y mayo 1998). El pasar de 150 mm/año de precipitación en promedio a 3197.5 mm en tan sólo 6 meses (diciembre 97 y mayo 98), es decir un incremento del 5070% (Mendoza, 1998), genera una explosión de vida en estos ecosistemas áridos, demostrándonos la cantidad de vida almacenada en los arenales y la resiliencia que tenían verdaderamente. Actualmente, estos montes, como ya se ha mencionado, cubren más de 3.2 millones de hectáreas mientras que el despoblado (nombre local con el que las poblaciones de esta zona se refieren a las áreas hiperáridas), constituyen tan sólo más de cuatrocientas mil entre las regiones de Lambayeque, Piura y Tumbes, mientras que para antes de 1982 solo se registraran 350 mil ha de Bosques Tropicales Estacionalmente Secos. Estos ecosistemas han tenido, pues, la influencia durante los últimos 7 mil años, del evento El Niño, y han soportado, en cuanto a su extensión grandes avances así como retrocesos durante todo este tiempo, contribuyendo al repoblamiento natural de estas formaciones naturales cuando han sido “golpeadas” por actividades humanas como la deforestación, los incendios, el mal manejo del agua, el uso inadecuado del suelo o el sobrepastoreo.

217

Esta región que es testigo de 12 mil años de presencia humana desde los Amotapes hasta las grandes irrigaciones de los ´70, ha “visto” estas pulsaciones de los Bosques Tropicales Estacionalmente Secos durante estos miles de años. Estos paisajes han sufrido transformaciones desde las que puedan haber hecho los cazadores recolectores amotapeños hasta los grandes proyectos como el de la represa de Poechos que irriga hoy a 115600 ha conteniendo al gran río Chira que viene desde el Ecuador y que además le trasvasa agua al otro gran río que es el Piura. El Niño 1997/98 no fue, de hecho, un “El Niño” más ni en el Perú, ni en el mundo. Su referencia más cercana por la intensidad comparable con la que se produjo era el de 1982/83, pero El Niño más reciente se inició en una estación distinta: mientras que el de 1982/83 se hizo presente en octubre de 1982 –lo que se consideraba hasta hoy en el Perú y seguramente en muchas partes un evento El Niño clásico – el de 1997/98 se hizo presente en marzo y ya estaba claramente identificado en junio de 1997. De hecho fue en junio en que el Perú declaró un estado de emergencia para buena parte del territorio nacional. El evento El Niño en esas estaciones supuso un aumento de la temperatura y en la humedad ambiental muy particular, aunque únicamente en la costa del país, afectando entre otras cosas, los cultivos. Dos ejemplos de una de las regiones más afectadas del país pueden ilustrárnoslo: en el norte del país el mango no floreció y prácticamente no hubo cosecha; asimismo, el algodón resultó afectado por estos cambios (Remy 1997: 70). Dice Remy: "La campaña de algodón que empezó en diciembre pasado [1997] ha sufrido las anomalías climáticas de El Niño; en abril, las bellotas recién salidas se perdieron y las plantas produjeron hojas (Franco, 2003). En todo Piura por lo menos un tercio de todo el algodón se perdió; mientras que en el bajo Piura, la zona algodonera por excelencia, la baja de rendimientos es de casi dos tercios. La situación actual es que “gran parte de los agricultores algodoneros no ha podido pagar ni siquiera sus créditos, y los demás se han quedado sin ahorros" (Remy, 1997: 70). Esto puede extenderse a la caña de azúcar, también en la costa norte, el olivo en la costa central sur y muchos otros cultivos (CEPES, 1997a). En la sierra del país, los cultivos (principalmente papa y cereales andinos) también fueron afectados durante ese período (Santa Cruz, 1997). Parte de estos daños fueron producidos por heladas, y también por los "friajes" que, provenientes del sur, ingresaban a través de Chile hacia la vertiente oriental de los Andes peruanos y que se produjeron al mismo tiempo que la evolución de El Niño. No obstante que se discute aún las relaciones existentes entre los "friajes" y ENSO, esa sola discusión coloca al Niño en un nuevo campo de efectos sobre la producción, la economía y la sociedad. El Niño dejó de ser únicamente lluvias, descargas extraordinarias de ríos y quebradas, inundaciones y aluviones, amenazas que causan daños en puentes, carreteras y edificaciones o, también, sequías extremas. Los cultivos eran afectados y no habían ocurrido aún lluvias e inundaciones y tampoco sequía. La agricultura pasaba a la misma situación que la pesca: temperatura del mar, plancton, anchoveta, para harina de pescado y aceite o (antes) para las aves guaneras: impactos en distintos grados, otras intermediaciones. Las características del evento 1997/98 trajeron consigo en el Perú nuevos temas en la gestión de riesgos ENSO. Por ejemplo, la industria textil y el comercio también se vieron afectados. Lima, tradicionalmente fría en esa estación pobló sus playas durante todo el año bajo un sol esplendoroso, nadie vendió una sola pieza de lana. Sumada a la reducción de los ingresos de distintas capas de la sociedad en los últimos años, la ropa de la estación calurosa era perfecta para los meses de invierno. Aquí también El Niño deja de ser un desastre tradicionalmente concebido como daños estrictamente físicos y pasa a ser ha visto desde otros tipos de impacto. Se trata entonces de nuevas intermediaciones para el estudio del impacto de El Niño. Pero éstas tampoco se refieren sólo al impacto directo del clima (en este caso temperatura y humedad) sobre los cultivos y su productividad. Si no –como vimos en el caso de la crisis

218

mundial de los cereales con las anomalías climáticas en el mundo entero con El Niño de 1972– de las respuestas de la sociedad y la economía en medio de esos impactos (o posibles impactos cuando se trata de pronósticos). "... en clara manifestación del conocido efecto de las "expectativas auto-satisfechas" la banca privada no ha arriesgado créditos en esta campaña [agrícola]: se espera que sea mala y lo será, entre otras cosas porque no se adelantaron créditos" decía Remy en el artículo citado (1997: 70).

El Niño y los cultivos de los valles

Retomando el tema del cultivo de mango, podríamos decir junto a esta autora: "La mayoría de los peruanos imagina mal que en Piura exista algo parecido a un 'invierno'; pero sin duda, aun los productos tropicales de la agricultura regional requieren para su desarrollo las temperaturas más bajas que se presentan pasado el verano... El mango por ejemplo necesita de temperaturas más bajas que las del verano para florecer y luego dar frutos entre diciembre y febrero. Este año no han florecido naturalmente. Las modernas tecnologías de inducción floral están logrando ciertos resultados, pero sólo entre quienes las conocen y disponen de dinero (ahorros, préstamos, adelanto de compradores) para pagarlas; no son muchos y sobre todo no son los pequeños". Pero, decimos ¿no está en la formulación del problema, el secreto de la solución? ¿no es acaso llevando a estos niveles la gestión de los riesgos, en donde se hace posible establecer una relación adecuada con los cambios climáticos que comporta El Niño en sus distintas versiones? ¿Crédito, tecnología, capacidades para imaginar las propuestas, capacidades para convertirlas en decisiones de política? En cuanto a la contracción del crédito para la agricultura dada la situación climática y el pronóstico, también dice Remy: "La producción de mango en Piura es hoy uno de los rubros más dinámicos de las exportaciones no tradicionales; genera ingresos a miles de agricultores y una gran cantidad de empleo en plantas procesadores y en el puerto de Paita. Este año, llueva o no, este Niño ya afectó..." (Remy, 1997: 70). Y, aludiendo a este producto pero también a las pérdidas en el algodón y otros cultivos y a las deudas contraídas e imposibles de cancelar, sigue inmediatamente: "¿Cómo pueden prepararse estos productores, estos obreros portuarios, para el período (subsiguiente) de lluvias intensas de El Niño o almacenar alimentos?" (Remy, 1997: 70). Pero, en verdad, esto nos lleva a otro tema: cómo la contracción del crédito y la ausencia de políticas adecuadas en ese rubro, la ausencia de capacidades (técnicas, financieras e institucionales) para hacer uso de tecnologías existentes (u otras opciones alternativas) para manejar los riesgos climáticos en la agricultura y en la economía, colocan a las poblaciones y sociedades en una vulnerabilidad mayor antes de ingresar a las etapas más duras de daños físicos. Cómo en el orden de la tecnología y de los créditos, y en el orden de la política –que subyace a ellos – se juega no sólo el daño de un grado como el comentado sino también el de otros grados mayores. Cómo los desastres pequeños o medianos, anuncian los grandes desastres (Lavell, 1994: 17-18). En conclusión, existe una vieja relación entre El Niño y las Tierras Secas de la Costa Norte, una relación de entre 5 y 7 mil años, frente a la cual los que han perdido la memoria de esta relación somos nosotros más que la naturaleza, las viejas culturas precolombinas que las habitan. El problema somos las grandes ciudades que nos hemos olvidado de él (El Niño).

Las Culturas: Los Saberes y Sabores Los Saberes: Tradiciones campesinas indígenas enraizadas en el Bosque Tropical Estacionalmente Seco

Vestigios arqueológicos muestran que los Bosques Tropicales Estacionalmente Secos de la costa norte del Perú han estado habitados desde hace 10. 000 años. A las tempranas

219

culturas de grupos de cazadores, pescadores y recolectores, que desarrollaron importantes procesos de adaptación al bosque tropical estacionalmente seco, sucedieron los procesos neolíticos de domesticación de plantas y animales con aportes particulares como la domesticación del pato y probablemente también del zapallo, entre otras (Challenger, 1998; Bonavia, 1996). De éstos, articulados a los procesos civilizatorios de los Andes Centrales, nacieron las importantes tradiciones culturales de agricultores desarrollados, con complejos sistemas de irrigación y uso intensivo del suelo. Estas tradiciones se expandieron hacia el norte, en etapas sucesivas, articulándose y subordinando a las culturas indígenas de los Andes Septentrionales (presumiblemente, de una agricultura de subsistencia de roza y quema). Las civilizaciones indígenas de agricultura y riego intensivo desmontaron importantes sectores de bosque para la extensión de las tierras de cultivo, pero, al mismo tiempo, conservaron grandes extensiones del mismo, para el pastoreo, la recolección y la caza, siendo, por lo tanto, también silvicultores. Efectivamente, la costa árida del norte del Perú es el centro de muchas culturas antiguas americanas. Las antiguas culturas de los Bosques Tropicales Estacionalmente Secos, como los Tallán, Vicús, Chimú y Mochica, que ocuparon esta región desde hace unos 10.000 años atrás, domesticaron muchas especies de plantas (e.j., maíz, frejoles, camote, ají, calabazas), animales como los camélidos sudamericanos: llamas, alpacas y aves como el pato (Challenger, 1998; Bonavia, 1996). Estos son algunos ejemplos de sociedades humanas que prosperaron por milenios haciendo un uso sostenible de los recursos naturales de estos bosques.

Figura 7. Cosecha de maíz.

Fuente: Torres, 1998. Afortunadamente, aún se conservan varias de las especies vegetales antes mencionadas, así como parte de los saberes locales, los cuales representan la experiencia de muchas generaciones y de cómo las culturas antiguas en todo el mundo solucionaban sus problemas. Durante la Colonia, la desestructuración de las civilizaciones indígenas y la drástica merma demográfica, aunadas a los eventos del El Niño, favorecieron una nueva expansión del bosque, toda vez que la agricultura colonial no era capaz de emprender grandes empresas de irrigación. Al mismo tiempo, el bosque tropical estacionalmente seco siguió siendo fundamental para las sociedades campesinas indígenas, ahora convertidas en reducciones y comunidades coloniales. También el bosque fue usufructuado por las haciendas ganaderas y sus industrias derivadas (Franco, 1991).

220

Las tradiciones campesinas indígenas, reinventadas en la Colonia, estuvieron enraizadas en el bosque y en los eventos del El Niño. Estas tradiciones sobrevivieron en los tiempos republicanos, hasta que la extensión de la hacienda moderna con los grandes sistemas de irrigación, no los desplazaron y trastocaron. En el caso de la Comunidad de Catacaos, actualmente la más extensa del país, la economía campesina diversificó estrategias de cultivos en las tierras inundadas por las crecidas de los ríos, agricultura de policultivo en pequeñas parcelas bajo riego, pastoreo y producción de bienes artesanales para el autoconsumo y el comercio como chicha, alfarería y sombreros de paja toquilla, ya en el siglo XX (Revesz, 1992). Por otro lado, poblaciones locales de pastores, particularmente de cabreros, se desarrollaron en los intersticios de las comunidades, haciendas y pequeñas explotaciones independientes. Que estas tradiciones han sido un espacio de conservación de la agricultura tradicional, lo muestra el cultivo tradicional del algodón indígena, que solo fue eliminado al ser prohibido por las supuestas o reales urgencias del control de plagas de algodón comercial de la agricultura moderna. (Ibid). Pero estas culturas del desierto han sufrido un fuerte proceso de erosión cultural que se manifiesta en la pérdida de saberes, especialmente en cuanto a su relación con El Niño y sobre todo a las grandes ciudades. En el área rural todavía se mantiene algo (Figura 8).

Figura 8. Pobladores de Belizario, 1990. Fuente: Torres, 1982. Sin embargo, aún ahora puede distinguirse entre la agricultura de los modernos sistemas de irrigación (hasta donde pueda llamarse también moderna, una vez que se han convertido en pequeñas explotaciones campesinas) y la pequeña agricultura tradicional campesina, fuertemente transformada por ésta e imbricada con ella. Una y otra, como hemos visto, están vinculadas de distintas maneras al bosque tropical estacionalmente seco, ya sea porque la precariedad de la pequeña agricultura así lo exige y/o porque las antiguas tradiciones culturales se reinventan en los nuevos contextos. Los eventos de El Niño generan esa “vuelta” a saberes, en muchos casos, olvidados o perdidos que en las largas épocas de sequía pasan desapercibidos.

221

Figura 9. Cultivo de maíz, Belizario, 1998.

Fuente: Torres, 1981.

Los Sabores Los tres protagonistas centrales del presente trabajo tienen en la culinaria de la región a una de sus mayores expresiones. El evento de El Niño, como ya se dijo, cambia las “reglas de juego” de estos espacios áridos, pasando de 100 a 150 mm/año a 4000 mil mm/año en tan sólo 6 meses. Las tierras secas de la costa norte, presentan suelos arenosos, formando dunas, interrumpidos por los suelos francos y limosos de los valles que a modo de oasis rompen la monotonía del desierto costero Las culturas precolombinas con 10 mil años de presencia en la zona se encuentran expresadas en las infraestructuras hidráulicas, funcionando algunas (Canal del Taime en Lambayeque) y enterradas otras, así como en sus grandes centros ceremoniales (Huacas y pirámides). Después de los episodios de “El Niño” surgen no sólo diferentes estrategias productivas para usar estos paisajes áridos, surgen también diferentes estrategias para guardar alimentos (harinas, pescado salado,…) así como para prepararlos, surgen sabores propios de otras épocas, comidas y bebidas poco conocidas actualmente o que están arrinconadas bajo la forma de cocina “folklórica” o “tradicional” pero que son más expresiones de otros escenarios climáticos y culturales y que mas bien fueron poco a poco erosionados por una cultura homogeneizante incapaz de reconocer y valorar la diversidad cultural existente en estas Tierras Secas.

222

Es conocida la “cocina piurana” a nivel nacional, la cual sintetiza todas las relaciones antes mencionadas, desde el mar hasta las partes más altas de la zona andina así como su mestizaje con elementos venidos del África y del Asia principalmente, el plátano, el “frejol de palo” (Cajanun cajans), el “tamarindo”, el limón, entre otros (Hocquenghem y Monzón, 1995). Los episodios de “El Niño” traen consigo la ampliación de la llamada “frontera agrícola”, los arenales humedecidos por la lluvias del evento hacen que surja la denominada localmente: “agricultura de temporal” y con ella el retorno de muchas personas que viven en las grandes o medianas ciudades de los alrededores (Piura, Sullana, Paita, Talara o la Unión, Sechura), configurando el proceso típico de las culturas de los desiertos del mundo: las migraciones. Regresan a cultivar y a las crianzas del ganado introducido como es el caprino, principalmente, el ovino y el vacuno en menor medida. Variedades de especies cultivadas de frijoles, tomates, ají, calabazas, yucas, camotes, papas y otras que en algunos casos se consideraban “perdidas”, así como sus parientes silvestres, que se consideran perdidos “salen” no se sabe de donde y de un momento a otro sacan del olvido o simplemente descubren muchos platos de la cocina Piurana. Los maíces, unos para preparar la “cancha” (maíz tostado) o las chichas (bebidas) y los famosos tamales de diferentes colores y sabores según las variedades y formas de preparación (Figura 10). Las variedades de Camote, ají (ají panca y ají causa), maíces, chichas, junto con los introducidos plátanos, cebolla, ajos, culantro y carnes de cabra, carnero, preparado en olla de barro, bajo tierra, a modo de una pachamanca, forman el llamado “Copus”. La Variedad de Yucas, tomates, camote y ají que acompañan al pescado y mariscos en los diferentes “cebiches”. Platos mestizos como el “seco de chabelo” y la “mala rabia” (sólo preparado para Semana Santa) en el cual el plátano es el elemento central o los famosos “cabritos con tamales verdes” son parte de la riqueza culinaria, expresión cultural de la aparición eventual de El Niño en las tierras secas de la costa norte de El Perú (Hocquenghem y Monzón, 1995).

Figura 10. Los maíces de Belizario.

Fuente: Torres, 1981.

223

A modo de conclusión

Las diversas estrategias de uso sustentable del agua en las tierras secas de Iberoamérica tienen en los saberes y los sabores de sus culturas una síntesis de cómo se ha dado este proceso en estos paisajes, pues, no hay que olvidar que saber viene de sabor. En cómo garantizar los ciclos que permiten que se reproduzcan ambos (los saberes y los sabores), está quizás la clave de la continuidad y el mejoramiento de las “Tecnologías Apropiadas de Uso Sustentable del Agua en las Tierras Secas de Iberoamérica”. Bibliografía ARNTZ W. y E. FAHRBACH (1996). El Niño, Experimento climático de la naturaleza, causas físicas y efectos biológicos. Fondo de Cultura Económica. México, DF. BRACK, A. (1986). La fauna. En: Gran Geografía del Perú: naturaleza y hombre. Barcelona, Manfer-Mejía Baca. Vol.3. BONAVIA, D. (1996). Los Camélidos Sudamericanos (Una introducción a su estudio). Editores: Univ. Peruana Cayetano Heredia, Instituto Francés de Estudios Andinos. Lima, Perú. Conservation International. CARRANZA, L. (1892). Contra-corriente marítima observada en Paita y Pacasmayo. En: Boletín de la Sociedad Geográfica de Lima. 1 (9): 344-346 (Existen referencias de este artículo fechado en 1891: Quinn et al., 1986: 31; Mariátegui et al., 1985: 17). CARRILLO, C. (1892a). Hidrografía oceánica. En: Boletín de la Sociedad Geográfica de Lima. Tomo 2 (1er.Trim.). pp. 72-111. CARRILLO, C. (1892b) Disertación sobre las Corrientes Oceánicas y Estudios de la Corriente Peruana de Humboldt: En: Boletín de la Sociedad Geográfica de Lima (11): 52-110 (Microficha) (Citado en: Mariátegui et al., 1985: 17; Glantz, 1996; 1998). CENTRO PERUANO DE ESTUDIOS SOCIALES (CEPES) (1997a). Agroinforme No. 8. En: [http://www.rcp.net.pe/cepes-el-nino/] CHALLENGER, A. (1998). Utilización y Conservación de los Ecosistemas Terrestres de México: Pasado, Presente y Futuro. CONABIO-IBUNAM-ASM-SC, Mexico, 847 pp. EGUIGUREN, V. (1894a). Las lluvias en Piura. En: Boletín de la Sociedad Geográfica de Lima. 4 (7, 8, 9): 241-258. También en: Rómulo León Zaldívar (1958) Prosistas Piuranos, Lima, Primer Festival del Libro Piurano, Tomo 7: 93-111. ENFIELD, D. B. (1987). The intraseasonal oscillation in eastern Pacific sea levels: How is it forced? J. Phys. Oceanogr. 17, 1860–1876. ENFIELD, D.B. (1989). El Niño, Past and Present. En: Reviews of Geophisics, No. 27. pp. 159-187. ENFIELD, D.B. (1995). Prevención de los eventos climáticos en las Américas. En: Desastres y Sociedad, Año 3, No. 5: 180-187. FRANCO, E. (1991). El Fenómeno El Niño en Piura: ciencia, historia y sociedad. Piura, CIPCA, Biblioteca Regional 7. También en: Juvenal Medina y Rocío Romero (Comp.) (1992) Los desastres sí avisan. Estudios de vulnerabilidad II. Lima, ITDG, pp. 29-50.

224

FRANCO, E. (2003). El Niño en el Perú: Viejos y Nuevos Temas. Revista Zonas Áridas CIZA-UNALM. Lima, 2003. No. 7: 105-118. ISSN 1013-445X. GLANTZ, M.H. (1996). Currents of Change: El Niño's Impact on Climate and Society. Cambridge University Press. GLANTZ, M.H. (1998). Corrientes de cambio: El impacto de El Niño en el clima y la sociedad. UNESCO y OFDA/USAID HOCQUENGHEM, A. y S. MONZÓN (1995). La cocina piurana: ensayo de antropología de la alimentación. Lima: Institut français d'études andines. IFEA - Instituto de estudios peruanos. IEP - Centre nationalde la recherche scientifique. CNRS. INRENA (1997). Diagnósticos Regionales de la Diversidad Biológica. INRENA (1998). Mapa de los Bosques Secos del Departamento de Piura. Dirección General de Estudios y Proyectos de Recursos Naturales. LAVELL, A. (1994). Viviendo en riesgo. Colombia, LA RED, FLACSO, CEPREDENAC. LINARES-PALOMINO, R. (2004). Los Bosques Tropicales Estacionalmente Secos: II. Fitogeografía y Composición Florística. Arnaldoa. 11(1). pp. 103-138. LÓPEZ, A. (1983). Especies Vegetales Comunes de la Región Norte del Perú utilizadas en Medicina Tradicional. En. Boletín de la Sociedad Botánica de La Libertad. Vol. XIII. Nos. 1-2. Trujillo, Perú. MARIÁTEGUI, J. et al. (1985). Bibliografía sobre el Fenómeno El Niño: 1891 a 1985. En: Boletín del Instituto del Mar del Perú, Número Extraordinario. MENDOZA, Y. (1998). Condiciones meteorológicas de los bosques secos de algarrobo. Tesis. Universidad Nacional Agraria, La Molina. O'BRIEN, J. (1997). Impacts of ENSO Generated Climate Variations in North America. En: Glantz M. (convener), A Systems Approach to ENSO: Atmospheric, Oceanic,Societal, Environmental, and Policy Perspectives. Report of Colloquium held 20 July-1 August 1997 in Boulder, Colorado OFICINA NACIONAL DE EVALUACIÓN DE LOS RECURSOS NATURALES (ONERN). (1976). Mapa Ecológico del Perú; guía explicativa. ONERN. Lima. 146 p. QUINN, W., V. NEALS y S. ANTÚNEZ DE MAYOLO (1986). El Niño Ocurrences over the Past Four and a Half Centuries. Corvallis, College of Oceanography, Oregon State University. REMY, M. I. (1997). ¿Se prepara Piura para El Niño? En: Quehacer, No. 109: 69-71. REVESZ, B. (1992). Catacaos: Una comunidad en la modernidad. Debate Agrario nº 14 Lima: CEPES, pp. 75-105. REVESZ, B., ALDANA RIVERA, S., HURTADO GALVAN, L. y J. REQUENA (1997) Piura: región y sociedad: derrotero bibliográfico para el desarrollo. Piura, Cusco; CIPCA, CBC. SAGÁSTEGUI, A. (1998). Seis nuevas especies de Verbesina (Asteraceae, Heliantheae) de los Andes del Perú. Arnaldoa 5(1): 35—50. SANTA CRUZ, F. (1997). En lo económico: ¿Un Niño terrible? En: Quehacer, Nº 109: 76-80.

225

TORRES, G. J. (1981). Productividad Primaria y Cuantificación de los Factores Ecológicos que la determinan, en las Lomas costaneras del centro del Perú. Tesis. UNALM. Lima-Perú, 1981. TORRES, G. J. (1981). Productividad Primaria en las Lomas de la costa central del Perú. Boletín de Lima. Septiembre 1981, Nº 14. Lima, Perú. TORRES, G. J. (1982). Productividad Primaria Neta y sus factores Ecológicos que la determinan en Lomas costaneras del Centro del Perú. Revista Zonas Áridas CIZA-UNALM. Lima, enero-junio 1982, Nº 1. ISSN 1013-445X. TORRES, G. J. (1992). El Niño 1997-98 y los Bosques Tropicales Estacionalmente Secos de La Costa Norte del Perú, caso Piura (Sechura y Tambogrande). TORRES, G. J. (1998). La Desertificación en el Perú. Lima, Perú. TORRES, G. J.. (2003). Revista Zonas Áridas CIZA-UNALM. Lima. Nº 7: 135-154. ISSN 1013-445X. WOODMAN, R. (1985). Recurrencia del Fenómeno El Niño con intensidad comparable a la del Niño 1982-83. En: CONCYTEC, Ciencia, Tecnología y Agresión Ambiental, Lima, CONCYTEC. pp. 301-332. I CONGRESO INTERNACIONAL BOSQUES SECOS (2003). Piura, Perú.