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COMUNIDAD DE SANTA CLARA
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DONATIVOS EN CUENTA PARROQUIA. 2095 3188 03 1094524625 Hoja Dominical nº 237 26 de abril de 2015
NUESTRA PASCUA: Pasar del miedo a la alegría del resucitado
Lectura del santo evangelio según san JUAN 10,11-18
En aquel tiempo, dijo Jesús:
–Yo soy el buen Pastor. El buen pastor da la vida por
las ovejas; el asalariado, que no es pastor ni dueño de las
ovejas, ve venir al lobo, abandona las ovejas y huye; y el
lobo hace estrago y las dispersa; y es que a un asalariado no
le importan las ovejas.
Yo soy el buen Pastor, que conozco a las mías, y las
mías me conocen, igual que el Padre me conoce, y yo co-
nozco al Padre; yo doy mi vida por las ovejas.
Tengo, además, otras ovejas que no son de este redil;
también a esas las tengo que traer, y escucharán mi voz, y habrá un solo
rebaño, un solo Pastor.
Por esto me ama el Padre, porque yo entrego mi vida para poder re-
cuperarla. Nadie me la quita, sino que yo la entrego libremente. Tengo po-
der para entregarla y tengo poder para recuperarla: este mandato he reci-
bido de mi Padre.
«Como es fácilmente imaginable, el sentido de la vida se encuentra cuando esta
tiene un contenido y un “argumento” que le dé emoción, intensidad y recom-
pensa. Ese contenido se obtiene, en primer lugar, de lo que antes se aludió: una
tarea esforzada, vivida ilusionadamente, en pos de los valores, ideales y objeti-
vos en los que se cifra nuestro proyecto vital. Si el trabajo es eso, entonces se
justifica por sí mismo, e incluso puede vivirse de una manera ilusionada, puesto
que pasa a ser parte de una obra propia, que es aquello que uno lega al mundo
y a los hombres de su tiempo, como hace un artista, un escritor o un ingeniero,
y como puede hacer cualquier profesional con el fruto de su trabajo».
Ricardo Yepes Stork
Comentario Jesús, buen pastor
Los discípulos, al ver cómo Jesús se preocupaba de los pobres, enfermos y pecadores, que-
daron convencidos de que era el Buen Pastor anunciado por el profeta Ezequiel: Dios en persona
cuidando de su pueblo (Ez 34,13-31). Este texto del profeta Ezequiel enumera multitud de accio-
nes positivas que Dios, como Buen Pastor, realizará en favor de los más sencillos: congregar al
rebaño disperso, mantener la unidad, vendar a las ovejas heridas, proteger al rebaño de tempes-
tades y oscuridad, buscar las ovejas descarriadas, apacentar al rebaño, cuidar a los corderos, ahu-
yentar al lobo, liberar del hambre… Jesús es el Buen Pastor que busca a la oveja descarriada y cuando
la encuentra se alegra, la recoge y la trae de vuelta al aprisco. Jesús marca diferencias con los pastores
mercenarios que huyen cuando intuyen los problemas, abandonando el rebaño y dejando a las ovejas
a merced del peligro. Jesús es un Pastor Universal: llama y cuida a todas las personas de buena
voluntad que se esfuerzan por construir el Reino de Dios.
Sabías que...Un pueblo de pastores
El antiguo Israel era un pueblo de pastores que conducía sus rebaños por los oasis. Pastores fueron los
grandes personajes: Abel, Abraham, Jacob, José, Moisés, David... El ideal de bondad estaba representado
por el pastor bueno que cuida de su rebaño. Aunque el pueblo se hizo agricultor, siempre conservó
un recuerdo idealizado del oficio de pastor. El oficio de pastor lo desempeñaba tradicionalmente el
hijo más joven de la familia. Niños entre 10 y 12 años eran los mejores y más valientes pastores en
tiempos de Jesús.
Oración: Señor, no te canses de buscarnos. Nos per-demos con frecuencia por entre oscuros barrancos. Señor, tómanos con tus manos, cárganos sobre tus hombros y condúcenos a tu casa.
Señor, líbranos de las noches oscuras y de los temores que nos asustan. Haznos valientes como Tú.
Y luego, enséñanos a ser buenos pastores para que también nosotros cuidemos a los demás.
CONFIAR El día estaba precioso para llevar a cabo el proyecto que tocaba esa mañana dentro de las vacaciones comunitarias. Una pequeña tra-vesía: ir por el monte y volver por lo llano; di-ficultad ninguna, apta para todas las edades. Pero eso era antes, antes de encontrarte con los límites de la edad, de la condición física, del corazón dañado... Alguno no supimos medir nuestras fuerzas; no quisimos manifestar nuestra debilidad ni reconocer nuestras equivocaciones. Aunque sí fui-mos prevenidos por el agua, los caramelos, el teléfono móvil, la gorra para el sol. Nos pusimos en marcha. Los jóvenes, los niños mayores, las muje-res andarinas comenzaron a subir y subir sin parar de hablar, de hacer comentarios sobre el paisaje y sobre lo que iban a encontrar en el lugar de destino. Mientras, los pequeños y los «limitados » nos íbamos deteniendo por el cansancio, las pocas ganas de andar, la falta de aire en los pulmo-nes; de pronto, me encontré solo. La senda continuaba ascendiendo, a izquierda y derecha aparecían atajos por los que no se subía: no quería abandonar la senda pero el cansancio pudo más. Deje atrás la senda marcada y me adentré por ca-mino sin marcas, con zarzas punzantes, matorrales enredados que me impedían avanzar y que me condujeron a un camino sin salida. ¿Qué ha-cer? Busqué y busqué pero no encontré. Llamé al grupo para que nadie se pusiera nervioso ante mi tardan-za. Pero llamé, llamé y llamé y nadie respondía: al fin fui escuchado: «no te muevas, descansa, ¡vamos a buscarte! ». Olvidaron su cansancio, pen-saron que alguien se había extraviado y necesitaba volver al buen ca-mino. Desanduvieron el camino, acudieron en mi auxilio y me acompaña-ron hasta la casa. Todos nos congratulamos, nos abrazamos, nos besa-mos y participamos de la comida que otras personas habían preparado. Álvaro Franch, revista eucaristía
YO SOY EL BUEN PASTOR nos crea como familia. Y con su talante, crea fraternidad y fami-liaridad. ¡Qué bien estar juntos! o soy el buen pastor”, leemos hoy en la liturgia. “Yo conozco a mis ovejas y ellas me conocen a mí igual que el Padre me conoce y yo conozco al Padre”. Todo for-ma una unidad de comunión y de comunidad, de familia fraterna. Porque, ¿qué es Dios sino una familia? Una familia indisolublemen-te unida, en la que también entramos nosotros como “hijos” en el Hijo (2ª lectura de la carta de Juan). Jesús, como pastor, nos crea como familia. Y con su talante, crea fraternidad y familiari-dad. ¡Qué bien estar juntos! 4º DE PASCUA Dice la Evangelii Gaudium: ¡Qué bien estar juntos! “Hoy… sentimos el desafío de descubrir y transmitir la mística de vivir juntos, de mezclarnos, de encontrarnos, de tomarnos de los brazos, de apoyarnos, de participar de esa marea algo caótica que puede convertirse en una verdadera experiencia de fraterni-dad, en una caravana solidaria, en una santa peregrinación... Si pudiéramos seguir ese camino, ¡sería algo tan bueno, tan sanador, tan liberador, tan esperanzador! Salir de sí mismo para unirse a otros hace bien. Encerrarse en sí mismo es probar el amargo ve-neno de la inmanencia, y la humanidad saldrá perdiendo con cada opción egoísta que hagamos”. “El ideal cristiano siempre invitará a superar la sospecha, la des-confianza permanente, el temor a ser invadidos… Porque, así co-mo algunos quisieran un Cristo puramente espiritual, sin carne y sin cruz,también se pretenden relaciones in-terpersonales sólo mediadas por aparatos sofisticados, por pantallas y sistemas que se puedan encender y apagar a voluntad. Mien-tras tanto, el Evangelio nos invita siempre a correr el riesgo del encuentro con el rostro del otro, con su presencia física que interpe-la, con su dolor y sus reclamos, con su alegría que contagia en un constante cuerpo a cuer-po… El Hijo de Dios, en su encarnación, nos invitó a la revolución de la ternura.