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LA RUPTURA GENERACIONALHacia una renovación de la esperanza

MILTON MORRISON

LA RUPTURA GENERACIONALHACIA UNA RENOVACIÓN DE LA ESPERANZA

Santo Domingo, R. D.2010

TÍTULO DE LA PUBLICACIÓN:La Ruptura Generacional

Segunda edición, corregida y ampliadaabril, 2010

AUTOR:Milton Morrison

DIAGRAMACIÓN Y ARTE FINAL:Eric Simó

DISEÑO DE CUBIERTA:María Ventura

EDICIÓN AL CUIDADO DE:Alexis Peña

IMPRESIÓN:Editora Búho

ISBN: 978-9945-00-321-5

Impreso en República DominicanaPrinted in the Dominican Republic

A mi padre Mateo, por inculcar en míel sentido de la justicia y la responsabilidad.

A mi esposa Davidia,fuente de amor y solidaridad.

A Charlize y Denzel, a través de cuyos ojos veo el país,con el cual estoy comprometido.

CONTENIDO

PrólogoFederico Jóvine Rijo ................................................................................11

Prefacio ......................................................................................... 19

CAPÍTULO IDistorsión de la política ......................................................... 31

CAPÍTULO IIMal manejo de la economía ..................................................43

CAPÍTULO IIIGlobalización e identidad cultural ......................................... 57

CAPÍTULO IVDebilitamiento del capital social ........................................... 67

CAPÍTULO VPrincipios, valores y responsabilidad social ............................73

CAPÍTULO VIUnidades y agentes de cambios..............................................83

CAPÍTULO VIIMi visión acerca de las soluciones .......................................... 91

CAPÍTULO VIIILa vía alterna como epílogo ................................................ 121

PRÓLOGO

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LA RUPTURA GENERACIONAL

Este libro de Milton Morrison titulado “La RupturaGeneracional. Hacia una renovación de la esperanza” en el queel autor, a quema ropa nos dice que: “En República dominica-na se ha producido una corrosión en varios eslabones sociales econó-micos políticos y culturales, profundizando de esa manera las cade-nas del subdesarrollo nacional. Las últimas cinco generaciones delliderzazo nacional no han podido dar respuesta a los principalesproblemas que afectan nuestra nación” no nos da opción algu-na desde el primer párrafo:

O estamos de acuerdo en esa afirmación de partida demanera axiomática o cerramos el libro y leemos otro. Todoel libro parte de la base del incuestionable deterioro de larealidad dominicana.

Y en eso si que debemos estar todos de acuerdo. LaRepública Dominicana se encuentra en transitando un pe-ligroso derrotero. Existe una explosiva conjunción de cir-cunstancias internas y externas que determinan toda la si-tuación pero los resultados serán igualmente los mismos.

El objetivo que persigue el libro es crear debate, gene-rar discusión, aglutinar consensos. Es un libro provocadorde la primera a la última página en el que el autor prescin-de de los formalismos tradicionales que han regido siem-pre la estructuración semiótica de este tipo de trabajos y vadirectamente a lo ideario, a las confesiones, a las propues-tas. El autor no lo dice, pero está absolutamente conciente

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de que detrás de las más floridas y elaboradas piezas de laoratoria y literatura política dominicana los grandesprohombres de las tres últimas Repúblicas nos han desgua-zado la patria.

El libro plantea el desarrollo humano como una nece-sidad impostergable y parte de un reconocimiento tácito ysin tapujos de la realidad dominicana; esto lo hace de lamano de informes realizados por organismos internaciona-les y abundantes trabajos de investigación que soportan yavalan cada una de sus afirmaciones. En el libro el autorno trata de justificar ninguna tesis con sólidas fuentes bi-bliográficas o referencias de rigor; aclara que todas están supágina Web. La idea central del trabajo no es defenderninguna tesis ni apuntalar ninguna particular concepciónpolítica de trascendencia partidaria, lo medular es cuestio-nar las razones de nuestra realidad asumiendo que la reali-dad misma es desoladora y brutal, para luego proponer lamanera de cambiarla.

Este no es un libro que viene a sumarse al eterno coroque pregona la inviabilidad del Estado dominicano o lasupuesta decadencia innata de la dominicanidad.

No.Este es un libro en donde el autor sostiene que existe la

esperanza y postula que esa esperanza debe y puede serrenovada.

Este no es un libro que busca culpables, sino solucio-nes a los problemas. Cuando señala que “Los partidos políti-cos tradicionales han hecho del ejercicio político una práctica ten-dente a debilitar la democracia, pues tanto las acciones de losgobiernos como de la oposición responden a intereses particulares

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antes a que a los nacionales” no lo hace tratando de descartara los partidos como los principales entes que deben promo-ver el cambio, pues reconoce como necesaria la participa-ción de los mismos en la construcción de una política ca-paz de afrontar la agenda nacional con una verdadera visiónde Estado.

Los motivos que justifican el libro se resumen en unasola línea: “hace 30 años discutíamos los mismos problemas queen la actualidad”. Una afirmación que da motivos como paraapurar todo el pote de prozac de un solo trago. Todo unbalde de agua fría a la clase política dominicana que no hasabido articular propuestas capaces de solucionar los viejosproblemas para poder afrontar los nuevos. Es uncuestionamiento a un sistema partidario que ha soslayadolas prioridades nacionales en aras de las apetencias perso-nales; una crítica a un sistema en donde desde hace más de30 años las mismas personas discuten los mismos proble-mas. No deja de ser paradójico que no tengamos una conti-nuidad de políticas de Estado –tal como señala el autor- ysi una continuidad de problemas de Estado.

En el libro se evidencia que la forma actual de hacerpolítica ha generado más problemas de los que ha solucio-nado, a través de la puesta en marcha de una centrífugademoníaca que cada día crece a través del populismo, elclientelismo y el pragmatismo primitivo más rampante ydescarado.

El autor reconoce el crecimiento que ha tenido el paísen las últimas décadas y realiza valoraciones justas y objeti-vas de los diferentes períodos históricos comprendidos, sinimportar los partidos tutelares del poder. Sin embargo, a

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todos los cuestiona por igual, ya que en esencia lo que hahabido es una réplica de las peores prácticas de gobierno,una especie de darwinismo a la inversa en donde sólo sobre-vive y se reproduce aquel modelo capaz de generar másexclusión, inequidad y pobreza.

El autor reconoce los retos de la globalización y nopierde el tiempo etiquetándola ya que la entiende comoirreversible –no es una opción, señala-, y plantea que corres-ponde mas bien desarrollar las fortalezas identitarias quepuedan hace resistir el embate de otras culturas que suponeel libre flujo de ideas, culturas y personas por todos los conti-nentes. Esa fortaleza de la dominicanidad debe darse desdela justa apreciación y valoración que componen nuestra cul-tura y nuestro folklore, sin denostar, sino más bienenalteciendo y protegiendo nuestras raíces culturales.

En una época de grandes cambios y movilizaciones, laidentidad está en jaque y la dominicanidad la encarnamostodos los dominicanos. No sólo le carga el dado al Estado ya la política cultural que se ejecuta, sino que le endosabuena parte de la responsabilidad a cada uno de los ciuda-danos, sin importar dónde estos se encuentren.

Morrison cuestiona el debilitamiento progresivo de nues-tro capital social -la verdadera riqueza del pueblo, señala- ycuestiona de manera sistemática la corrosión de los princi-pios y valores que deben guiar a cada ciudadano, institu-ción o empresa.

A todo lo largo del libro el autor señala los grandesproblemas que nos acogotan, que nos cercan, que pareceneternos e insalvables y a cada señala su particular visión desolución.

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Si bien es cierto que “la política dominicana como hoy se vey se ejerce es una retranca para el desarrollo nacional” en la cualse manifiesta la existencia de una complicidad social. Elautor sostiene la existencia de un futuro posible e inmedia-to siempre y cuando se manifieste el concurso de todos losciudadanos. La refundación de la República sólo es posiblesi de entrada aceptamos pura y simplemente que el proyec-to republicano de Duarte al día de hoy no ha arrancado aplenitud y que los valores que sustentaron las fuerzas queposibilitaron aquel amanecer glorioso de febrero, se en-cuentran resquebrajados y que han sido vendidos al mejorpostor.

El autor señala que “El debate político nacional se ha carac-terizado por ser pobre, irrespetuoso, repetitivo, circunstancial, caren-te de ideas fértiles de perspectivas futuras. Mas bien se ha enfocadoen desacreditar la reputación del opositor dejando de lado las pro-puestas concretas y los planes de acciones en pro del bienestar de lanación” y ese señalamiento nos emplaza: ¿Hay alguien quesea capaz de desmentir esta afirmación?

No dejan de tener visos de nostalgia algunos capítulos,afirmaciones y remembranzas de la infancia que a primeravista no se encuentran concatenadas con el propósito ini-cial de un libro de esta envergadura. Pero luego, cuando sesigue leyendo, uno se da cuenta de que todo está relaciona-do, de que las confesiones son así porque el libro es eso,una invitación directa a la reflexión más intima que debedarse en la conciencia de cada quien. Este libro es unainvitación a la esperanza, un renovado compromiso con losvalores más puros de la dominicanidad, con los ideales deJuan Pablo Duarte y los trinitarios, una reafirmación de la

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educación recibida en el hogar, fuente primigenia de todoslos compromisos a ser suscritos en la vida.

Este libro trasciende los partidos, las ideologías, los com-promisos. Este libro sitúa en otro nivel de discusión lorelativo al porvenir de la patria, proponiendo un conceptoque trasciende las limitaciones sociales, generacionales eideológicas. La Ruptura generacional promovida por MiltonMorrison no es sólo una renovación de la esperanza, estambién una renovación mental y moral, un invitación di-recta e intransferible que hace el autor para que ese com-promiso de cambio sea asumido por cada dominicano que“entienda la necesidad de encauzar el destino del país sobre baseséticas, participativas y equitativas orientadas por la definición deuna política económica que tenga al ser humano en su centro”.

FEDERICO JÓVINE RIJO

Santo Domingo de Guzmán,12 de abril de 2010

PREFACIO

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LA RUPTURA GENERACIONAL

En República Dominicana se ha producido una corro-sión en varios eslabones sociales, económicos, políticos yculturales, profundizando de esta manera la fisura de lascadenas del desarrollo nacional. El liderazgo nacional noha podido dar respuesta a los principales problemas queafectan nuestra nación.

El país se encuentra sumergido en una crisissocioeconómica profunda, como consecuencia de las medi-das desacertadas que se han tomado para enfrentar los pro-blemas nacionales más acuciantes.

El Informe de Desarrollo Humano 2005, presentado por elPrograma de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD),plantea que la “República Dominicana se ha insertado en ladinámica mundial de una manera que es social, económica einstitucionalmente excluyente, con un modelo que es insostenible enel mediano plazo”. Este planteamiento nos lleva a pensar enla carencia en cuanto a la inversión en del desarrollo hu-mano que ha tenido el país en las últimas décadas. Lasacciones de los líderes políticos, salvo excepciones, hanreflejado un continuismo cómplice en la toma de decisio-nes, siendo este uno de los principales obstáculos al desa-rrollo nacional.

Para que la República Dominicana pueda comenzar unproceso real de desarrollo humano cimentado en un estadode derecho, ha de producirse una ruptura en términos

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políticos, y sobre bases democráticas que soslayen aspectosfundamentales del modus operandis de las generaciones dedominicanos que han dirigido los destinos del país hasta elmomento. La clasificación generacional a la cual nos refe-rimos abarca aquellos ciudadanos cuyas acciones y pensa-mientos han llevado nuestro país hacia un estado de invo-lución institucional, resquebrajamiento del estado dederecho y marginación socioeconómica de la población.

La ruptura generacional no es cronológica, sino men-tal, y podrá ser asumida por cualquier ciudadano que, inde-pendientemente de su edad, se sienta comprometido encontribuir con la creacion de una República Dominicanacomo la soñaron los padres de la patria.

Creo firmemente en el fortalecimiento de la democra-cia participativa. Una democracia que permita la participa-ción activa de actores capaces de propiciar escenarios deequidad, bienestar colectivo, respeto por las leyes y las insti-tuciones, así como de hacer las modificaciones necesarias anuestra estructura jurídica, de tal forma que permita mayo-res niveles de cumplimiento de los derechos y deberes decada ciudadano.

Lograr el desarrollo en la República Dominicana seráun objetivo que jamás trascenderá los límites de la meraaspiración, si el sistema de partidos políticos continúa pro-moviendo un clientelismo lacerante a las condiciones devida de las futuras generaciones. Todos sabemos que los efec-tos de esa forma de hacer política no se perciben en el pre-sente, sino en el futuro, ya que constituyen la base para lacorrupción de las estructuras institucionales y el debilitamien-to progresivo del valioso capital social acumulado.

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Necesitamos un sistema de partidos políticos que ob-tenga sus adeptos a partir de propuestas programáticas ata-das a una agenda nacional de desarrollo, y consensuadaentre los legítimos representantes de los diferentes sectoresque inciden en la vida nacional.

La ruptura a la cual nos referimos no podrá producirsesin el esfuerzo y colaboración de aquellos dominicanos queentiendan la necesidad de encauzar el destino del país so-bre bases éticas, participativas y equitativas. Ciudadanosque entiendan la necesidad de materializar los derechos ydeberes consignados en la Carta Magna y en la DeclaraciónUniversal de los Derechos Humanos, consideradas en múltiplesocasiones como letras muertas.

La necesidad de la ruptura a la que nos referimos es unsentir silente de la mayoría de los ciudadanos, indepen-dientemente de la clase social, raza, religión, ideologíapolítica, oficio o dedicación. Todos compartimos, de unau otra forma, la creencia de que es necesario un cambiosustancial en la sociedad dominicana, a los fines de cons-truir un país donde prioricemos los intereses nacionales.

La pobreza que nos arropa es desgarrante y palpabletanto en zonas urbanas como rurales. Si bien es cierto quese trata de una pobreza definida como la carencia de recur-sos materiales para satisfacer las necesidades humanas bási-cas, esta tiene un componente subjetivo muy peligroso: ladesesperanza resultante de las promesas insatisfechas, y lacual trae consigo la germinación de una baja autoestima.

No creemos que exista sector económico y social algunoen nuestro país que auspicie ni desee la pobreza en sí mis-ma. Estoy plenamente seguro que los sectores empresariales

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entienden los beneficios de la relación de un bajo grado depobreza versus la seguridad ciudadana y la estabilidad so-cial del país. Es sobre esa base que hemos llegado a laconclusión de que los sectores productivos nacionales po-drán interiorizar el concepto de la ruptura generacional, yaque quienes han gobernado el país no han sabido respetarni propiciar las bases institucionales para el desarrollo dela nación.

También sabemos que el pueblo llano entiende que lasprebendas del clientelismo les generan irrisorios benefi-cios esporádicos en tiempos de proselitismo político. Y quesi se ha hecho partícipe de ese juego, es debido a la caren-cia de alternativas que le brinden oportunidades sostenidaspara satisfacer sus necesidades más allá de lo básico.

El pueblo dominicano es en su gran mayoría noble, yante la disyuntiva de delinquir o trabajar dignamente paraobtener su sustento diario, sabemos que la segunda opciónes la preferida por todos, salvo excepciones de sujetos co-rrompidos y marginados, que ven en la delincuencia unaforma de vida, siendo ellos mismos también víctimas de unsistema social injusto.

La gente no es corrupta, violenta ni delincuente por na-turaleza. Retrotraigámonos a la República Dominicana hacevarias décadas, cuando la delincuencia no llegaba a los alar-mantes grados de hoy en día, y las rejas en las ventanas ypuertas de los hogares dominicanos eran elementos extra-ños. Algunos podrían relacionar la violencia y la delin-cuencia con el hacinamiento producto de las migracionesrurales a zonas urbanas, o aducir que se debe al crecimien-to económico pero inhumano, que ha logrado el país en

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los últimos años. Las causas reales de la delincuencia y eldeterioro social que afecta al país son otras: la pobreza y lacorrupción arrastradas como legado de la tiranía de Trujilloy acentuadas por algunos sectores de poder que nos handirigido.

No podremos vencer la pobreza en la República Do-minicana sino es sobre los hombros de ciudadanos delconocimiento1. La educación para el saber y para el hacertienen una función trascendental en la lucha contra lapobreza. Vista la educación como la organización sistemá-tica del conocimiento para su aplicación en tanto que lainversión en esta —en todas sus dimensiones— es funda-mental para el desarrollo humano.

Hasta ahora hemos identificado como elementos quecontribuyen a la necesidad de la ruptura generacional aque-llos que reflejan la incapacidad histórica de nuestros líde-res para resolver los problemas nacionales. Tales elemen-tos son:

• Falta de iniciativas para generar empleos producti-vos.

• Debilitamiento del capital social acumulado.

• Incapacidad para solucionar el problema eléctrico.

• Carencia de mecanismos reales para erradicar la co-rrupción gubernamental.

1 Acuñado el término en la misma línea de pensamiento del Dr. Peter Drucker,cuando nos indica que la sociedad a la que nos dirigimos “el saber es el recursoclave y no puede ser comprado con dinero ni creado por capital de inversión”.

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• Incapacidad para mejorar los servicios de saludpública.

• Falta de voluntad para invertir mayores recursos enel sector educativo, de manera tal que la educaciónsea de calidad y priorice la formación de ciudada-nos con auténticos valores.

• Incapacidad para poner en marcha de manera satis-factoria el sistema de seguridad social.

• Falta de políticas orientadas a la creación de oportu-nidades para la juventud.

• Incapacidad para enfrentar la delincuencia y, porende, llevar paz a la sociedad.

• Incapacidad para brindar al sector empresarial yproductivo oportunidades y facilidades para su de-sarrollo pleno en una economía de mercado máshumana, en la que el Estado desempeñe una fun-ción reguladora.

Una forma de darnos cuenta de nuestra realidad socialy económica es repasando las estadísticas económicas y so-ciales existentes. El referido informe del PNUD refleja larealidad nacional de una manera demostrativa y constructi-va. Por tanto, dicho informe debe ser el punto de partidapara reflexionar y luego actuar, a los fines de enmendar elrumbo que llevamos como país.

El Índice de Desarrollo Humano (IDH) es 0.777, lo quenos sitúa en la posición 90 de 182 países evaluados. Ocupa-mos el último lugar en el aprovechamiento de la riqueza

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con relación al desarrollo humano entre los países deLatinoamérica y el Caribe.

La esperanza de vida al nacer en República Dominica-na es de 72.5 años, casi igualando la media de la región esde 72.7. Nuestras cifras de longevidad demuestran caren-cias básicas en cuanto a la salud y la nutrición, producto dela situación en que viven la mayoría de los ciudadanos.Además, tomemos en cuenta las ausencias de garantías paradesarrollar una vejez satisfactoria.

El origen de la baja esperanza de vida la podemos en-contrar en la desnutrición crónica infantil, la cual aumen-tó a 7.2 por ciento en el año 2006, lo que representó unaumento en el número de niños desnutridos, alrededor deveinte mil, y de mantenerse dicha situación la tasa de creci-miento aumentará en 2,500 por año.

El grado educativo promedio de la fuerza productiva esla primaria, conjugado esto con la existencia de un 56% deempleos informales en todo el país.

Un sistema de seguridad social precario, tanto en losaspectos concernientes al seguro familiar de salud como alas pensiones.

Un sector educativo con uno de los niveles de inversiónen función del PIB más bajo de la región, analfabetismoalrededor del 13%; salarios bajos para los maestros; forma-ción deficiente, no sólo de los estudiantes, sino también delos docentes, y deficiencias en infraestructuras, materiales yequipos educativos.

Un sector energético deficiente, con pérdidas en la dis-tribución eléctrica de alrededor de 40%; un subsidio eléc-trico muy alto y distorsionante; alta propensión al hurto de

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energía y un valor agregado de distribución inflado poruna serie de costos innecesarios.

Además, una corrupción estatal que asalta a la vista demanera preocupante. Un sector de zonas francas víctima dela baja competitividad y productividad que ha generadomiles de desempleados. Y una ciudadanía amenazada porla creciente delincuencia y la falta de seguridad ciudadana.

Después de repasar estos datos, coincidimos con el in-forme del PNUD 2005 cuando dice: “la causa principal de lapobreza dominicana y del bajo desarrollo humano relativo no es lafalta de financiamiento y de recursos económicos, sino el escasocompromiso con el progreso colectivo del liderazgo nacional políticoy empresarial durante las últimas décadas”.

Cuando analizo datos como estos, sólo pienso en la in-sensibilidad de quienes nos han dirigido durante tantos años.Realmente no podemos exculpar la clase política del país deesta realidad, ya que son ellos mismos que, previo a cadacontienda electoral, se presentan en los barrios y callejo-nes del país a vender falsas ilusiones y a comprar los votosde los dominicanos más necesitados. Ellos conocen losproblemas que afectan a la población, pero no les dan res-puesta, más bien se aprovechan de ellos. Por eso, es necesa-rio unirnos en un esfuerzo trascendental para romper loslazos con ese pequeño grupo de ciudadanos que tanto dañohan hecho a la nación.

Este no es un libro de cifras estadísticas ni datos históri-cos acerca de la realidad económica, política y social de laRepública Dominicana. Este es un libro que ofrece mi vi-sión con respecto al país, y que resume el sentir de losdominicanos de bien que reclaman, 166 años más tarde,

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los deseos de los hombres y mujeres que a través de lahistoria han aportado a la construcción de nuestra nacio-nalidad. Los mismos que nos legaron las expresiones deDios, Patria y Libertad, para referirse a que nuestra nacióndebía regirse por criterios morales y éticos elevados. Aque-llos que vieron la patria como el centro de nuestras accio-nes colectivas, orientadas al bienestar nacional y la libertadcomo la condición fundamental del ser humano de poderelegir lo que su razón orientada a los mejores interesesnacionales les indicaran. Esa es la base de la democracia ala que todos aspiramos, y en la que creemos quienes enten-demos la necesidad de la ruptura generacional.

Este es un libro dirigido a todos los dominicanos quecomo yo, aspiran a contribuir con sus ideas y acciones a lareconstrucción de una República Dominicana cuyos pila-res sean la paz social, la democracia, la equidad, el desarro-llo humano, la estabilidad económica, la transparencia, yla justicia social.

CAPÍTULO IDISTORSIÓN DE LA POLÍTICA

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Juan Pablo Duarte ideó y practicó un ejercicio políticobasado en la ética y la dignidad. Nos enseñó con su ejem-plo una forma de hacer política orientada al bienestar co-lectivo de lo que él visualizaba como nación.

La sociedad de hoy no es igual a la de hace 170 años,cuando se fundó la Sociedad Secreta La Trinitaria paralograr la independencia. Nuestra sociedad dista mucho dela concepción que dio origen a su creación.

La clase política tradicional han hecho del ejercicio polí-tico una práctica tendente a debilitar la democracia, puestanto las acciones de los gobiernos como de la oposiciónresponden a intereses particulares, antes que nacionales.

El ejercicio político debe fortalecerse volviendo a sus orí-genes éticos, basados en la solidez de la identidad nacional,donde los hombres y mujeres están llamados a sobreponerlos intereses colectivos por encima de los individuales.

La política a la que aspiramos ha de construirsereinventando las prácticas del pasado sobre la base delmejoramiento de lo que hacemos en el presente. Si quere-mos un mejor país debemos propugnar por un quehacerpolítico distinto y cónsono con la realidad que vive el mun-do actualmente.

Lamentablemente, los líderes políticos dominicanos nohan entrado al ciclo del mejoramiento de su oficio, ya queno han podido reinventar la política del pasado. Eso ha

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traído consigo repeticiones de ideas y prácticas cuyos mode-los sociales y económicos han fracasado, pues sus respues-tas a las demandas de la sociedad han sido insuficientes. Esnecesario reinventar la política dominicana, y con ello aalgunos políticos que la ejercen de manera deshumanizada.

Llegó el momento de entrar en acción para quienesentienden que pueden adecentar el espectro político domi-nicano. Es hora de que actuen en consecuencia, de quepasen a ser actores en vez de espectadores. Sólo así podre-mos construir una democracia plural y del siglo XXI, nouna seudo democracia del siglo XX, matizada con los perío-dos de 1916-1924, 1930-1961, 1966-1978 y 1986-1996, loscuales representan alrededor de 60 años de dictaduras, cua-si dictaduras, gobiernos ilegítimos e intervenciones, mien-tras los dominicanos sensatos y de buena voluntad handejado el espacio a quienes tienen poco que aportar.

La política se nutre de acciones. Es por eso que necesi-tamos actores políticos comprometidos con la realidad quepretenden transformar; que redefinan sus prácticas políti-cas para alcanzar y ejercer el poder, conscientes de que lassociedades son el reflejo del accionar de sus líderes.

Necesitamos una política ejercida por políticos intere-sados en construir y desarrollar el estado de derecho al quetodos aspiramos. Pero no un estado de derecho interpreta-do como la seguridad jurídica de unos cuantos, sino uno decarácter universal que garantice los derechos civiles, econó-micos, sociales y culturales de la población en general.

De lo contrario, habrá de producirse —por el bien de lanación— una ruptura generacional que conlleve a una res-tauración política y social. Esa ruptura será el resultado del

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ciclo democrático que atraviesa nuestro pueblo, y cuya res-ponsabilidad recaerá en aquellos que entiendan que lasdemocracias del nuevo siglo se fundamentan en ejerciciospolíticos que promuevan la participación ciudadana y ar-monicen el desarrollo humano con el económico.

Necesitamos políticos capaces de afrontar la agenda na-cional con una verdadera visión de Estado que permitaalcanzar un desarrollo eficiente y sostenido, donde logre-mos un nivel tal en que todos los dominicanos y dominica-nas compartamos la misma visión y los mismos anhelos.En tal sentido, la sociedad en general debe participar demanera directa en la definición de lo que será el país den-tro de 30 años. ¡No podemos seguir así!

No es posible conducir la República Dominicana por elsendero del desarrollo si no se ejercen las funciones públicasde manera responsable y honesta. Si no tenemos planes,programas y proyectos claros, no existe forma alguna de me-dir el avance, el estancamiento o el retroceso del país.

Todos sabemos que los grupos políticos predominantesmoldean la idiosincrasia de un país de acuerdo a la formacomo ellos ejercen el poder. Por tanto, ya es hora de quelos partidos políticos tradicionales hagan un mea culpa porel derrotero hacia el cual han conducido históricamente ala República Dominicana, con sus desaciertos.

¿Quién es responsable del clientelismo manifestado ensus diferentes formas y plataformas sociales? Busquemos larespuesta más próxima en los dos últimos siglos matizadospor las dictaduras de Ulises Heureaux, Trujillo y las aberra-ciones de Santana y Báez, todo esto validado por la mayo-ría de las organizaciones políticas que han influido en la

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sociedad dominicana ¿Quién es responsable de que mu-chos dominicanos persigan su bienestar renunciando a susvalores, como si se tratase de un requisito indispensablepara ello? Las respuestas las tienen aquellos que han alcan-zado el “éxito” con prácticas que riñen con la honestidad,la ética y el trabajo.

Lamentablemente, hoy en día la política social que hanejercido la mayoría de los gobiernos dominicanos es sinóni-mo de clientelismo. Desde que Trujillo asumió el poder en1930 hasta la fecha, y, exceptuando el gobierno del profesorJuan Bosch, la política social se ha caracterizado por unavisión clientelista, una desvinculación entre la política socialy la económica, y por la dispersión de la acción social.

En el estudio acerca de la política social en RepúblicaDominicana durante el período 1930-2007, preparado porCañete y Dotel (2007), se recogen algunas iniciativas positi-vas cuya inconsistencia han degenerado en distorsiones so-ciales. No obstante esa realidad, uno de los males fundamen-tales del buen ejercicio del poder es la falta de continuidaddel Estado, principalmente en los procesos de transiciónde un gobierno a otro. La continuidad estatal es una res-ponsabilidad directa de los partidos políticos que debeasumirse por el bien de la nación.

La falta de continuidad estatal genera altos costos hun-didos para la economía nacional, invertidos en obras deconstrucción que se inician y cuyas inversiones se pierdenal pasar los años.

A mediados de los 40 del siglo XX, Charles de Gaullepedía que Francia se elevara por encima del sistema par-tidario. Y lo solicitaba en un momento en el que los

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partidos políticos y sus actores principales no habían cum-plido con las demandas de su población.

Lo mismo ha de ocurrir en nuestro país: el bienestar yel desarrollo tendrán que ser elevados por encima de lospartidos y los políticos. Estos deberán enderezar sus accio-nes de manera tal, que no distorsionen la democracia oirrespeten las leyes y las instituciones, a sabiendas de quecon ello propician que la población ejerza un voto pendu-lar, no por la convicción de que hace lo mejor, sino porrechazo a los ejercicios políticos mediocres, que cada vezson mayores.

Hace 30 años discutíamos los mismos problemas queen la actualidad: la crisis energética, las problemáticas delsector salud, la educación o la migración, son sólo algunosde los principales males que nos aquejan y que se hanagravado con los años. A tal grado que le han sumado a laagenda nacional otros problemas para los cuales no se vis-lumbran soluciones ni a corto ni mediano plazo, lo quedemuestra que la falta de solución a algunos problemashan derivado en la creación de otros. Ejemplo de ello esque al no tener políticas claras de reducción de la pobreza,sumadas a las diversas crisis económicas que de maneracíclica hemos tenido, nos ha llevado a aumentar los gradosde pobreza de manera alarmante, que junto a la falta deoportunidades y el desempleo, se convierten en caldo decultivo de la delincuencia que azota el país.

Lo mismo sucede con el sector eléctrico, donde las últi-mas generaciones de dominicanos han nacido sumergidosen apagones. La empresa eléctrica estatal siempre fue vis-ta como un antro del clientelismo político, situación que

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convirtió dicha empresa en un elefante blanco, y todavíahoy día, posterior a su proceso de capitalización, el gobier-no tiene que disponer de cuantiosos recursos para subsidiarlas operaciones de las empresas eléctricas estatales.

El sector educativo ha sido uno de los menos atendidospor los gobiernos dominicanos. Mejorar la educación esparte de la retórica política, sin embargo, las acciones parafortalecer dicho sector han sido tan pocas, que debiera serdeclarada en estado de emergencia.

La deficiencia de los servicios de salud pública hablapor sí misma. Así como estos sectores se encuentran mu-chas de las áreas fundamentales en nuestro país, como re-sultado de la dificultad de los gobiernos que han dirigidoel país para invertir en las prioridades nacionales.

A partir de la ruptura generacional visualizamos unaRepública Dominicana diferente, donde se establezca unestado de derecho que brinde seguridad a la población.donde estemos más cohesionados a partir del fortalecimien-to del capital social, y donde exista transparencia del ejerci-cio público y mayores castigos a quienes transgreden losderechos y los bienes de la mayoría. En fin, puedo ver en elfuturo una nación más equitativa, con mayores oportunida-des individuales, pero, sobre todo, más humana.

La política dominicana como hoy se ve y se ejerce esuna retranca para el desarrollo nacional. Existe una com-plicidad que comienza a preocupar a la mayoría de domini-canos que aspiran a una sociedad más justa.

La lucha contra la corrupción debe convertirse en unaacción sistemática y sostenible en el tiempo. No debe sus-tentarse en promesas y poses sociales que encubren la

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impunidad y generan la impotencia de los ciudadanos, con-virtiéndose luego en una costumbre colectiva que con el tiem-po se transforma en una especie de complicidad social. Tanculpable de los actos de corrupción es quien los comete,como quien, pudiendo evitarlos permite que estos ocurran.

La corrupción se combate promoviendo una culturadel cumplimiento de las leyes fundamentada en el forta-lecimiento del Poder Judicial. La política no debe per-mear la justicia ni esta coquetear con la política. Si bienes cierto que en la República Dominicana se ha logradoun avance importante en cuanto a la independencia dela justicia, no es menos cierto que la solidez de esteimportante poder del Estado es necesario para propiciarla institucionalidad del país.

No podemos continuar hablando del flagelo de la co-rrupción, debemos actuar dando riendas sueltas al poderde las leyes.

Los políticos del siglo XXI serán aquellos que puedaninterpretar los reclamos de la sociedad y traducirlos en rea-lizaciones positivas donde el populismo y el clientelismono tengan espacio.

El populismo como práctica encuentra lugar en la in-certidumbre, la ignorancia y la pobreza de los pueblos. Esusado tanto por los gobernantes como por la oposición, yalcanza su clímax durante las campañas políticas.

Para reducir en República Dominicana las brechas delpopulismo insatisfecho, o, más bien, la no materializaciónde las promesas de campaña, las propuestas programáticaspresentadas por los partidos políticos deben surgir del aná-lisis y de estudios profundos de las necesidades del país en

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un momento dado. La conformación de un consejo de se-guimiento a las propuestas programáticas de los partidospolíticos sería el primer paso para mitigar las frustracionescolectivas y evitar el engaño al pueblo.

Dicho organismo debería estar compuesto por ciudada-nos éticos, incorruptibles, y sin militancia partidista de nin-guna especie, y cuya función fundamental sea validar el cum-plimiento o no de las promesas realizadas en campaña.

Este consejo rendiría un informe anual de las ejecuto-rias de los gobiernos, en función de los planes y proyectospresentados en campaña. Así también, las debidas justifica-ciones del incumplimiento.

De esta forma, en la postrimería de cada período gu-bernamental la sociedad dominicana tendría juicios devalores suficientes para evaluar el desempeño del gobier-no de turno.

Uno de los elementos que más ha contribuido a la pérdi-da de credibilidad política es la falta de sintonía entre losdirigentes políticos y la sociedad. Es necesario que conoz-can las necesidades de la sociedad que les rodean. En elcaso de un político, la falta de sintonía sociopolítica esbastante grave, ya que lo aleja de la posibilidad de con-cienciar a la población, dificultándose así la satisfacciónde sus necesidades.

El populismo y las improvisaciones han demostrado noser capaces de dar respuestas a los grandes problemas na-cionales. La falta de unificación de criterios por parte delgobierno y la oposición, así como el correcto discernimien-to de cuales son las prioridades nacionales, han retrasadonuestro camino hacia el verdadero desarrollo.

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LA RUPTURA GENERACIONAL

Las sociedades se elevan en función del grado de lasdiscusiones de sus líderes. En los últimos años, el debatepolítico nacional se ha caracterizado por ser pobre, irrespe-tuoso, repetitivo, circunstancial, carente de ideas fértiles yde perspectivas futuras. Más bien se ha enfocado en desacre-ditar la reputación del opositor, dejando de lado las pro-puestas concretas y los planes de acciones en pro del bienestarde la nación.

Es tiempo de pasar del debate circunstancial y de he-chos irrelevantes al debate de ideas y perspectivas. Las gran-des naciones del mundo se han desarrollado porque susideas avanzadas han sido materializadas.

Las repeticiones de los discursos y propuestas demagógi-cas han retumbado en los oídos de la sociedad, de tal mane-ra que cada día despierta un poco más de su letargo imbuidopor un sector político que pierde credibilidad.

¡Ya basta de cantos de sirenas! No queremos propuestasfallidas e insatisfechas a priori. Lo que necesitamos es creati-vidad para transformar la realidad en la que estamos su-mergidos. Una realidad que ha de llamar a los dominica-nos a sumarse a un esfuerzo que reinvente la arquitecturasocial dominicana.

Enriquecer el debate político es responsabilidad tantodel gobierno como de la oposición. Los de oposición de-ben realizar planteamientos constructivos acerca de las ac-ciones de los gobiernos de turno, y éstos deben presentarsoluciones fruto de consensos, que beneficien a todos.

Una gran parte de la responsabilidad de fortalecer lademocracia dominicana descansa en las ejecutorias de lospartidos políticos; la otra, en los hombros de los ciudadanos

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y ciudadanas que a través de las instituciones fortalecendicha democracia.

La ruptura generacional nos llama a ser partícipes denuestro propio destino, asumiendo la responsabilidad his-tórica de reinventar el ejercicio político de manera tal quelos hombres y mujeres comprometidos con los mejores in-tereses del país se unan bajo el mismo objetivo nacional;que es el de construir una República Dominicana cónsonacon los intereses colectivos.

CAPÍTULO IIMAL MANEJO DE LA ECONOMÍA

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LA RUPTURA GENERACIONAL

La economía nacional ha estado matizada en gran me-dida por las acciones de los gobiernos de turno, y se hamanejado en función de las prioridades individuales deéstos. Esta situación se puede observar en el manejo que sele da al presupuesto nacional, así como en los bajos gradosde rendimiento y transparencia en el uso y conducción dela cosa pública.

En naciones con una fuerte institucionalidad, el presu-puesto nacional es visto como un instrumento del desarro-llo. En República Dominicana debe llegar el momento enque las asignaciones presupuestarias sean el resultado delas demandas y necesidades de la población, y estén susten-tadas en programas y proyectos claramente definidos.

Por la distribución de recursos que exhiben los pre-supuestos nacionales de los últimos años, se percibe quelas prioridades han estado extraviadas. Simplemente, esnecesario analizar que las inversiones en salud, educa-ción, energía, agricultura y medioambiente, entre otras,son desproporcionadas con relación a las necesidades decada sector.

Las inversiones en salud y educación en función del Pro-ducto Interno Bruto (PIB) se encuentran dentro de las másbajas en la región. La ley 66-97 establece el 4.0% del PIBcomo la inversión mínima del gobierno central en educa-ción. En cuanto al sector salud, la media latinoamericana se

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estima cerca del 3%, y las inversiones nuestras en ese sectorse encuentran muy debajo de esa cifra. La inversión socialen estos dos sectores es baja, y es de ahí que se desprende lanecesidad de aumentar las partidas del gasto público en sec-tores que son fundamentales para el desarrollo nacional.

En un estudio detenido de los presupuestos naciona-les de los últimos 15 años se observa que la ejecuciónpresupuestaria revela desviaciones importantes entre loejecutado versus lo presupuestado. Las ejecuciones presu-puestarias de la Presidencia de la República alcanzaronniveles porcentuales por encima de los ministerios y lospoderes Judicial y Legislativo, consignados en el Presu-puesto Nacional en el período comprendido entre 1992 a1997. Luego, en los períodos comprendidos entre 1997 y2009 hubo una tendencia a la baja, pero manteniéndosepor encima de los porcentajes de ejecución de las demáspartidas presupuestarias. ¿En qué se invirtieron esos re-cursos? No podría decirse que la inversión social ha absor-bido dichos recursos, cuando nosotros como país registra-mos porcentajes de inversión social en función del PIBmuy por debajo del resto de la región. Por ejemplo, en elaño 2007 se destinó el 9.0% del PIB para inversión social,cuando los países del área promediaron 13.1% del PIB.Como una manera de hacer una comparación que pongaen evidencia nuestro subdesarrollo social, Costa Rica alinicio de la década del 80 invirtió alrededor del 20% delPIB en el gasto social.

Entiendo que los programas y proyectos sociales debenadquirir mayor orientación participativa, con tendencia areducir el carácter paternalista que los ha caracterizado. La

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LA RUPTURA GENERACIONAL

falta de participación de la sociedad en general en eldiseño, ejecución, monitoreo y evaluación de los proyec-tos es uno de los factores de fracaso de muchas iniciativasde corte social. Por tal razón, es imperativo entender laimportancia de trabajar con presupuestos participativosque reflejen el sentir de los involucrados.

Es difícil asimilar que la tendencia natural en el sectorgubernamental sea la de consumir los presupuestos asigna-dos, independientemente de la eficiencia del uso de losrecursos. Hacer los mismos proyectos con menos dinero,como resultado de una gestión administrativa eficiente, eslo que debería primar en la conciencia del servidor públi-co, eso estimularía el ahorro nacional.

La transparencia y la rendición de cuentas en el mane-jo del Presupuesto Nacional son fundamentales para au-mentar la credibilidad de la sociedad en los gobernantes.Debe ser obligatoria la rendición de cuentas por parte decada funcionario que maneje recursos públicos.

El endeudamiento es otro tema de preocupación, noporque no sea entendible su necesidad para financiaracciones cuyos recursos no disponemos en un momento de-terminado, sino por el uso que se les da a éstos. Si bien escierto que no es posible crecer sin acceder a endeudamientoexterno e interno, aún es más cierto que gran parte de losrecursos no han sido invertidos en áreas productivas o quegeneren retornos que permitan el pago del crédito que hadado origen a dicha inversión. La Ley 6-06 de Crédito Pú-blico debe ser más específica en aspectos tales como losporcentajes de endeudamiento, así como su destino. Noobstante, dicha ley debe ser puesta en práctica de manera

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eficiente y efectiva, de forma tal que establezca criteriospara el endeudamiento, así como disciplina en el uso ycumplimiento.

Es necesario sustituir de manera gradual los subsidiosgenerales a servicios y productos como la electricidad y el gaslicuado de petróleo (GLP) por mayor inversión social ensalud, educación y la creación de empleos y oportunidadesque les permitan a las personas pagar dichos servicios conlos recursos que generen. En los últimos años los subsidiosde electricidad y GLP han superado en términos de inver-sión real los recursos destinados para salud y educación.

El subsidio eléctrico tal como se ha estado aplicando esdistorsionante. Quienes lo defienden lo plantean como unanecesidad en función de la realidad social, cuando realmentees una consecuencia de la deficiencia estructural del mercadoeléctrico. Sobre todo, luego de haberse realizado un procesode capitalización de las empresas públicas. Se esperaba que elsector eléctrico generara recursos suficientes para solventar susoperaciones, pero en la práctica ha sido diferente.

Es contraproducente que la tendencia del subsidio sea alincremento y, sobre todo, mayor que las inversiones anualestanto en salud como en educación. Ese incremento del sub-sidio refleja la ineficiencia en este sector, replicándose dicharealidad en otras áreas de la administración pública.

Es urgente eficientizar el mercado eléctrico en funciónde sus costos reales. Es necesario generar electricidad concombustibles más baratos, y menos dependientes del petró-leo y con contratos menos lesivos al Estado dominicano.

Obteniendo precios de la electricidad más bajos, en-tonces podemos atacar de mejor manera el hurto eléctrico

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LA RUPTURA GENERACIONAL

poniendo en práctica la ley, a sabiendas de que la electrici-dad subsidiada se usa de manera productiva, normal y sederrocha; siendo la primera y la tercera opción, la de me-nor y mayor aplicación, respectivamente.

La meta debe ser la redistribución de parte del subsidioeléctrico hacia áreas sociales y económicas productivas alargo y mediano plazo, tales como la salud y la educación,al igual que en la incubación de micro y pequeñas empre-sas, así como en el desarrollo de proyectos empresarialesde capital mixto público y privado para la generación deempleos y oportunidades que les permitan a la poblacióngenerar riquezas y que puedan retribuir a la sociedad losservicios subsidiados recibidos. De igual manera, en el otor-gamiento focalizado y bajo asesoramiento de créditos parasectores productivos incipientes.

Mientras los gobiernos sigan promoviendo subsidios através de la entrega directa de dinero a los beneficiarios, elclientelismo no disminuirá. No obstante, el clientelismono es el aspecto más negativo de esa política, sino el dañoque se le hace a una sociedad cuando no se le brindanopciones para generar sus propios recursos, y que con su-puestas “ayudas”, las cuales no representan ni el 5% delmonto de la canasta familiar, se pretende comprar su con-ciencia y silenciar su voz.

Debe llegar el momento en que todo ciudadano queaspire a una posición pública, entienda que el presupuestonacional no es su herencia familiar.

¿Cuánto ha costado a la sociedad dominicana la faltade regulación y fiscalización gubernamental en el sectorbancario? Tendríamos que analizar el impacto midiendo

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las consecuencias de la quiebra de los bancos en el cuatrienio1982-1986, entre ellos, el Banco Universal y la crisis banca-ria desatada en el país a partir de 2003, con el Baninter,Bancrédito y el Banco Mercantil como principales respon-sables de dicha crisis. Esta situación produjo un desequili-brio en las tasas de interés, el tipo de cambio y los precios,llevando la inflación del país a dos dígitos.

La deuda interna del sector público se incrementó deun 5.3% del PIB en diciembre de 2002 al 14% en junio de2003, lo que significó un aumento equivalente a US$1,500millones de dólares. El PIB decreció 0.4% en 2003, comoresultado de la crisis bancaria, la devaluación de la mone-da y el aumento del petróleo en los mercados internacio-nales. La deuda privada acarreada por el Estado domini-cano significaba cerca del 66% del presupuesto del gobiernocentral de 2003 o el equivalente del 13.2% del PIB. Talsituación se reflejó en un aumento del índice de pobrezadel 45% al 62%, creando, según estadísticas de organis-mos internacionales, más de un millón de nuevos pobresen el país.

Las debilidades de fiscalización y regulación del siste-ma bancario dominicano es una responsabilidad de todoslos gobiernos, tal como arroja el peritaje realizado a partirde la explosión económica que se desató como resultadode esta última crisis bancaria.

La ruptura generacional nos llama a detener esa com-plicidad social, tan dañina, de los políticos tradicionalescon sectores económicos al servicio de los peores intereses.

El mal manejo de la economía nacional nos ha llevadoa momentos de crisis importantes. Cabe citar el primer

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semestre del año 1984, cuando la inflación subió a nivelesexorbitantes como resultado de la desacertada políticacambiaria, situación ésta que venía arrastrándose, productode la emisión de dinero inorgánico y un alto déficit en labalanza de pagos. Al aplicarse medidas que limitaron lasexportaciones y los créditos bancarios, además de la aplica-ción de impuestos indirectos y la congelación de salarios,la devaluación del peso originó un aumento significativode la canasta familiar y la prima del dólar, lo que conllevóa una de las huelgas generales más grandes que registra lahistoria de los últimos 40 años.

En el período 1986 -1990 se registraron altos niveles deinflación y devaluación importante de la moneda. Lo mis-mo sucedió en el período 1994-1996 y 2003-2004, este últi-mo matizado por la crisis bancaria descrita anteriormente yla escalada alcista del precio del petróleo.

Es durante el período 1996-2001 que el país registra losmayores niveles de crecimiento económico en función delPIB, el cual no pudo traducirse en lo que se llama desarro-llo económico, y mucho menos en desarrollo humano. Apesar de que se lograron avances en indicadores económi-cos y se pusieron en marcha iniciativas importantes duran-te este período de crecimiento, la desigualdad existenteprofundizó la deuda social con el pueblo dominicano.

Refiriéndose al crecimiento económico desde la déca-da del 60 al inicio del siglo XXI, el PNUD, en el Informede Objetivos de Desarrollo del Milenio 2004 plantea que“el contexto que precedió al año 1990, y que se prolongó a lo largode la década de los noventa en República Dominicana, fue el de uncrecimiento económico estable, pero desigual. Estable y desigual

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pues, si bien creció a un promedio anual de 5.4% entre 1961 y2002, no menos cierto es que ese crecimiento no se tradujo propor-cionalmente en bienestar ciudadano y tampoco en mejores serviciospara la población”.

Para los fines de reducción de pobreza el crecimientoeconómico es necesario, pero no es suficiente. Cabe pre-guntarse si es mejor que los gobiernos traten de reducir elcoeficiente de Gini como factor de desigualdad, más quecelebrar un crecimiento económico improductivo y desigual.Muy poco se puede hacer desde el punto de vista del desa-rrollo humano con un crecimiento del PIB generado apartir de la base de inversiones de capital no muy apegadoa los sectores productivos domésticos, con niveles bajos en lageneración de empleos y, en muchas ocasiones fundamenta-do en mano de obra no especializada ni calificada. Quienesdirijan el país deben saber que el crecimiento económicoque debemos propiciar en República Dominicana es el detipo endógeno, que acentúa la inversión en el capital hu-mano como elemento generador de productividad.

Es importante señalar que a pesar de que se han reali-zado planteamientos que compartimos sobre unareorientación de la política económica en cuanto a las rela-ciones comerciales, a los fines de reducir el déficit de labalanza comercial del país, esto no se logrará si los nivelesde competitividad empresarial no mejoran. Desde hace dé-cadas, la balanza comercial de República Dominicana haestado inclinada hacia el lado de las importaciones, prácti-camente duplicando las exportaciones nacionales. Nuestrabalanza comercial es deficitaria con respecto a los EstadosUnidos y a Centroamérica. Importamos más que lo que

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LA RUPTURA GENERACIONAL

exportamos, y no es posible revertir esta situación bajo unarealidad poco competitiva como la actual.

Desde finales de la década de los 90, nuestro país hafirmado acuerdos de libre comercio con Centroamérica,Estados Unidos y la Unión Europea, a través de los paísesACP y de manera bilateral. Los beneficios de dichos conve-nios aún no se traducen en la manera esperada por lasociedad. El sector empresarial ha tenido que competir bajocondiciones no favorables, debido a su inserción apresu-rada al escenario sin preparación alguna. Si bien es ciertoque no es posible recurrir al “patriotismo económico”,como lo planteara el diputado francés Bernard Carayonen su informe acerca de inteligencia económica,competitividad y cohesión social ante el Parlamento fran-cés, no es menos cierto que podríamos promover einteriorizar algunos elementos de lo que podría llamarsepatriotismo económico dominicano.

Es preocupante el hecho de que muchas empresas nolleguen a grados de competitividad que le permitan sobre-vivir en la economía de mercado altamente competitivaque nos presentan los acuerdos de libre comercio suscritoscon diversos países, principalmente aquellas empresas quehacen esfuerzos por ser más competitivas, a través de lainversión en capital humano, tecnologías e innovación ensus procesos productivos.

Para ayudar al aparato productivo en circunstanciasamenazantes, debemos fomentar lo que podríamos llamarcomo la reconversión industrial cognitiva, vista ésta como lacombinación del factor humano con la tecnología, cuyosejes centrales son el conocimiento y la creatividad.

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Al mismo tiempo, deberíamos propiciar un movimientohacia un patriotismo económico desde el punto de vista dela demanda que oriente a los consumidores para que valo-ren los bienes y servicios producidos en el país, cuya calidady precios compitan con los importados. En este aspecto, hagoreferencia a la ejecución de prácticas proteccionistas o dum-ping, ambas prohibidas y consideradas desleales a la luz delos acuerdos comerciales suscritos con otras naciones. Nimucho menos a la intervención del gobierno en el aparatoproductivo nacional, un claro ejemplo de deficienciagerencial. Más bien, me refiero a un patriotismo económicoque incentive la competencia y la competitividad.

Un aspecto clave en todo este proceso será identificarlas ventajas comparativas con los mercados europeo, norte-americano y centroamericano, para luego convertirlas enventajas competitivas. Es decir, especializar segmentos deproducción nacional donde nuestros rivales son menos pro-ductivos, para luego diferenciarnos de tal manera, que larentabilidad de dichos sectores esté por encima de la renta-bilidad media de la competencia. En tal sentido, no tene-mos que producir lo que queremos, sino lo que debemos.

Se ha podido identificar gran confusión y desconoci-miento en muchos políticos acerca del concepto de desarro-llo. Si bien es cierto, existen diversas acepciones al término,no es menos cierto que la clase dirigencial nacional no hapodido articular ideas claras con respecto al real sentidodel desarrollo. Esto no sólo se traduce en la falta de unavisión correcta de hacia dónde nos dirigimos, sino tambiénen las débiles ejecuciones de los planes, programas y pro-yectos que se presentan.

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Desde el punto de vista social, desarrollo es poder ofre-cer una educación básica de calidad, con estadísticas de de-serción y repitencia bajos; es tener un sistema de salud públi-ca y seguridad social que respondan a los intereses genuinosde la población; es respetar las leyes y poder contar con unreal estado de derecho. En el plano económico, desarrolloes tener una sociedad con grados de pobreza casi nulos; escontar con sectores productivos altamente competitivos;es tener buenos niveles de estabilidad macroeconómica ydistribución equitativa de las riquezas. En lo político, eselevar los debates al plano de las ideas; es fortalecer lademocracia, respetar los derechos de cada ciudadano yciudadana y, sobre todo, fortalecer las instituciones.

El Informe Mundial sobre Desarrollo Humano del año 2007señala que: “el Índice de Desarrollo Humano (IDH) de RD es0.777 y ocupa el lugar número 90 de entre 182 países en el mun-do”. Nos gusta más utilizar la medida del IDH, porque apesar de usar en su ponderación aspectos relativos a laeducación y esperanza de vida, también toma en cuenta elcrecimiento del PIB.

Visto esto, cabe señalar que la forma como se ha maneja-do la economía en nuestro país en su conjunto no ha sidola más adecuada. No obstante, reconocemos períodos gu-bernamentales que han arrojado grados de estabilidadmacroeconómica muy por encima de otros. Cabe mencio-nar el período gubernamental 2004-2008, que se erigióde manera satisfactoria habiendo heredado una econo-mía nacional muy lesionada del período 2000-2004. Sinembargo, aún falta mejorar aspectos fundamentales detransparencia en la contratación de bienes y servicios, así

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como el fortalecimiento de las regulaciones y fiscalizacio-nes en sectores fundamentales de la economía, donde susleyes adjetivas en muchas ocasiones son pasadas por alto.También, debemos lograr una mayor eficiencia del gastopúblico; acompañar efectivamente los sectores producti-vos nacionales, para —junto a una política cambiaria ymonetaria adecuada— incrementar su competitividad y suscapacidades exportadoras, y por último, fortalecer las le-gislaciones existentes en el área de endeudamiento públi-co, a los fines de mejorar la transparencia.

Bajo el concepto de la ruptura generacional, los dominica-nos sensatos que se sumen a estas ideas deberán aspirar aun desarrollo humano íntegro que combine el crecimientoeconómico con la mejoría de la calidad de vida, la reduc-ción de la desigualdad social y el respeto a los derechoshumanos.

CAPÍTULO IIIGLOBALIZACIÓN E IDENTIDAD CULTURAL

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LA RUPTURA GENERACIONAL

La sociedad del conocimiento asalta nuestros espacios.La globalización no es una opción, es una realidad de lacual somos parte, indistintamente de nuestros anhelos. Elproceso creciente de comunicación e interdependencia en-tre los países y los ciudadanos del mundo conlleva a launificación de mercados, sociedades y culturas.

La globalización no es un fenómeno nuevo. Lo quesucede es que anteriormente sus manifestaciones tendían aser acciones particulares de personas o grupos. Hoy día escolectivo y no excluyente.

La UNESCO define cultura como el conjunto de los ras-gos distintivos, espirituales, materiales y afectivos que caracterizanuna sociedad o grupo social.

Como consecuencia de la globalización, cada vez es másdifícil identificar identidades culturales puras. Es un errorobservarla desde una perspectiva exclusivamente económi-ca. Existe también una globalización cultural, que antece-de la económica. Por ende, desde el punto de vista econó-mico, si queremos ser exitosos en los mercadosinternacionales debemos preparar recursos humanos queconozcan la cultura de donde pretendemos penetrar.

La globalización económica ha implicado una liberali-zación de los mercados. Las transacciones de bienes y servi-cios se han fortalecido por la publicidad excesiva a travésde los medios de comunicación masivos, cuya masificación

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ha reducido los espacios globales de forma estrepitosa. Esapublicidad es la que, de algún modo, ha cambiado nuestrospatrones de comportamientos e invade nuestras tradicio-nes y gustos, para de esa forma llevarnos a aceptar y darpaso a los intercambios económicos.

En una gran proporción son los jóvenes los más suscep-tibles a ser permeados por la transculturación, como resul-tado de la presencia de distintas manifestaciones exógenasque, indirectamente, van en detrimento de nuestra identi-dad cultural.

Cada día es más necesario solidificar nuestra identidadcultural; de tal forma que reduzcamos la tendencia a con-vertirnos en consumidores e importadores de manifestacio-nes culturales foráneas, y más bien nos convirtamos enexportadores y consumidores de nuestro sello identitariocomo nación.

Sobre la música sabemos que es una expresión sublimede la espiritualidad de los seres humanos, así como unaalta expresión del arte clásico o popular. En el caso de lamúsica popular, hemos observado a través del tiempo varia-ciones muy propias de la dinámica globalizadora y suinteracción con la cultura local. No ha de sorprendernosque gran parte de la última generación de dominicanos ydominicanas nacidos al inicio de los 90 no bailen meren-gue o bachata, y no digamos la mangulina, el carabiné o elmerengue típico.

Cada vez son menos los que aprecian dichos bailes encomparación con el rap, el reguetón y los bailes fruto de ladigitalización de la música, como sustituto de los instrumentostradicionales. ¿Acaso este comportamiento no es parte de los

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efectos de la globalización, que tiende a disminuir la presen-cia de lo autóctono? Instrumentos musicales como el bongó,la maraca, la güira y el acordeón hoy en día son escasosen las producciones musicales de merengue y bachata.

Con esto no pretendo marginar las aplicaciones tecno-lógicas resultantes de la dinámica progresista de la música,para otorgar preferencias a elementos tradicionales de nues-tra cultura. Pretendo, más bien, que sean diseñadas políti-cas culturales orientadas a fomentar la internalización denuestras raíces, como paso previo a la adaptación o expan-sión de nuevas expresiones culturales.

Creo, a partir de la ruptura generacional, que es nece-sario la ejecución de políticas culturales que apoyen tantolas manifestaciones clásicas como populares en el ámbitode la música, paralelamente a una difusión masiva de nues-tras raíces musicales.

Al igual que la música, el cine es otra vía fundamentalpara promover los rasgos identitarios culturales de cual-quier país, ya sea visto desde las concepciones culturales ocomerciales como lo es el cine hollywoodense. El cine es laindustria cultural que mayor peso ha tenido en la globaliza-ción, mucho antes de la existencia de internet, es un porta-voz por excelencia de identidades nacionales y culturales.Precisamente fue a través del cine mexicano que se expor-taron hacia el mundo muchas de las tradiciones culturalesmás fuerte de México. Es justamente a través del cine deHollywood que se ha transmitido al mundo quiénes son yqué pretenden ser los norteamericanos. Si prestamos aten-ción, es a través del cine que podemos entender muchas delas tradiciones de los países que producen películas.

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En el caso de la República Dominicana es igual. Gra-cias al despegue que ha tenido el cine dominicano en losúltimos tiempos, es posible percibir parte de la esencia delpueblo dominicano en cada una de las producciones cine-matográficas hechas aquí. La política cultural del Estadodominicano debe tocar al cine para que con propuestascinematográficas de valioso contenido se pueda proyectarla cara de la dominicanidad.

De lo que se trata es de lograr un equilibrio entre loque se exporta y lo que se importa, ya que en esta luchainevitable, desigual pero necesaria, sobrevivirán aquellasculturas con mayor capacidad de permear otras.

La fuerza intrínseca de la globalización cultural traeconsigo influencias de unas culturas sobre otras. En esteproceso las alienaciones pueden ser fuertes y verse reforza-das por la acción desinteresada del Estado dominicano enel sector cultural.

La política cultural dominicana debe tender a laprofundización de las raíces de la identidad nacional. Hayque fortalecer la cultura desde la base de la sociedad que esel pueblo. Sólo de esa manera podremos garantizar el tras-paso de la herencia cultural dominicana —y de una manerasostenible— de generación en generación.

Por tanto, debemos participar en la globalización a tra-vés del fortalecimiento de nuestra identidad cultural, quees el sello distintivo palpable de la dominicanidad, descen-tralizar y llevar la acción cultural a todos los municipios sinimposiciones, fomentando la creatividad y elempoderamiento de las comunidades.

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La diáspora dominicana juega un rol importante en ladefinición de la identidad cultural en tiempos deglobalización. Por ello, hay que fomentar el intercambiocultural entre la diáspora y quienes viven en el país. Losdominicanos ausentes deben ser los principales portavocesde nuestra cultura. De esta manera contribuirán indirecta-mente con el fortalecimiento económico de la nación, aldar a conocer el país desde una perspectiva cultural que sepodría convertir en comercial. Al mismo tiempo, debemosrespaldar a esos dominicanos para fortalecer su presenciaen las naciones donde se encuentren.

Existe una relación indirecta entre la brecha digital y laidentidad cultural de las naciones. Es decir, a medida que sereduce la brecha digital, la posibilidad de transculturizaciónes mayor y bajo la existencia de una amplia brecha digital, elcontacto con otras culturas sería menor, y, por ende, el im-pacto en las identidades culturales puras sería menor.

No obstante, la sociedad del conocimiento en la quevivimos hoy día nos exige, para ser seres humanos competi-tivos, una reducción a cero de la brecha digital. Por lo que,existe una relación yuxtapuesta e interesante en cuanto almundo que vivimos hoy en día y el mundo que legaremosa las futuras generaciones en función del acervo culturalautóctono.

Es por eso que considero una responsabilidad de lajuventud dominicana portar la “doble ciudadanía” (glo-bal y local) que la sociedad del conocimiento nos brindacomo consecuencia de la reducción de la brecha digital.La única forma de hacerlo es participando activamente

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de la globalización e ir acompañados de la dominicanidadcomo sello identitario.

El Informe de Desarrollo Humano 2005 plantea con rela-ción a la cultura y el desarrollo:

“La cultura es un medio para incrementar el desarrollo huma-no en República Dominicana si está dirigido a fortalecer la capaci-dad de agencia de la sociedad y la valorización de lo propio. Sepuede tener la mejor formulación técnica para el desarrollo huma-no, pero si no hay una valorización de lo propio, difícilmente sepueda alcanzar el objetivo.

Entre las acciones más urgentes para lograr la valorización delo propio es necesaria la incorporación de la dimensión cultural entodas las políticas de Estado, dado que es desde esta dimensión quela gente va a valorar los programas y metas encaminadas al desarro-llo nacional.

Mientras más original y segura de sí misma sea una poblaciónen términos culturales, mayor será su capacidad para aprovecharpositivamente las inevitables y hasta necesarias influencias cultura-les externas”.

Es clara la imperiosa necesidad de fomentar lainterculturalidad sin exclusión y marginación de nuestracultura. La cultura dominicana encierra un capital social yun valor histórico inmensos que debemos preservar.

Las instituciones que dirigen las políticas de educación,juventud y cultura de nuestro país deben aunar esfuerzospara reintroducir la educación en valores, artística y la ani-mación sociocultural como parte del currículo educativo.

Existe un vaso comunicante muy directo entre juven-tud, cultura y globalización que hay que potenciar paraobtener los beneficios que esperamos como nación.

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Sobre los hombros de la juventud descansa la responsa-bilidad de convertirnos o no en ciudadanos globales conidentidad propia.

La ruptura generacional nos llama a aceptar las múlti-ples opciones y manifestaciones que nos ofrece la sociedadde hoy en día. Sin embargo, apela al fortalecimiento de laidentidad cultural dominicana como una forma de lograruna mayor cohesión social.

CAPÍTULO IVDEBILITAMIENTO DEL CAPITAL SOCIAL

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Diversos autores, entre ellos, Robert Putnam, FrancisFukuyama y James Coleman, nos presentan el concepto decapital social en tres componentes básicos: la confianza, elcomportamiento cívico y el grado de asociacionismo.Específicamente, Putnam define el capital social como “losaspectos de las organizaciones sociales, tales como las redes, lasnormas y la confianza que permiten la acción y la cooperación parael beneficio mutuo”.

El desarrollo humano al cual aspiro para nuestro paísdeberá estar cimentado en bases sólidas de capital social, laúnica garantía de construir un proyecto de nación sosteni-ble y participativo.

Los partidos políticos, en tanto que organizaciones, apor-tan o restan bastante al capital social de un país, sobre todopor los aspectos relativos al asociacionismo y la confianza.La encuesta sobre Cultura Política de la Democracia enRepública Dominicana (Lapop 2006) refleja que la partici-pación ciudadana en partidos políticos es de un 17.8%, loque los sitúa por debajo de la participación de las organiza-ciones religiosas que tienen un 56% y por encima de laparticipación cívica con un 12.4%.

Desde mediados de la década de los 60, la participa-ción activa de los ciudadanos en organizaciones políticasincrementó de manera significativa, declinando las afilia-ciones partidarias de forma considerable a principios del

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siglo XXI, como resultado de las insatisfacciones del pue-blo dominicano al comprobar las prácticas del ejercicio delpoder de los principales partidos tradicionales. Esta ten-dencia ha estado influenciada por la falta de confianza delpueblo hacia los partidos políticos y el decaimiento de lasideologías polarizantes.

De establecerse como norma el modus operandi actual delos partidos políticos en las estructuras sociales y económi-cas del país, se producirá un decrecimiento importante delcapital social que poseemos. Las estructuras estatales sonvistas cada vez más por los partidos políticos como una víade solución de necesidades personales, más que colectivas.

La desconfianza en agrupaciones políticas ha sido pro-vocada por la situación socioeconómica que ha atravesadoel país durante las últimas décadas, representada en crisiseconómicas, fuertes tensiones sociales derivadas de las cri-sis económicas, continuos cambios políticos y, sobre todo,las necesidades insatisfechas de la población.

Según la encuesta Lapop 2006, el porcentaje de confian-za interpersonal para la República Dominicana en el 2006fue de 60.4%. Esto significa que existe una tendencia real apensar que con quienes nos relacionemos son muy proclivesa engañarnos. La corrupción pública, el clientelismo y lacompra de conciencia son algunos de los elementos quemás han contribuido al deterioro de la confianza.

Desde el punto de vista económico, la corrupción pú-blica reduce la inversión social, limita el ahorro, reduce losrecursos para el cumplimiento de los compromisos de deu-das externas e internas, contribuye a la sobrevaluación deproyectos, impide la transparencia del ejercicio público,

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produce desigualdad social, envía señales erróneas a la so-ciedad, fomenta los caminos fáciles para la obtención debienes, y constituye un gran daño a toda la población.

Desde el punto de vista social, la corrupción se contra-pone a la ética y la moral, y agrede la conciencia espirituale individual de la población, ya que usa los recursos detodos para beneficios particulares de unos pocos, y cuandola corrupción se beneficia de la impunidad, entonces ali-menta distorsiones éticas y crea patrones conductuales so-ciales que tienden a reducir la confianza interpersonal. Esdecir, la corrupción pública no sólo afecta aspectos econó-micos de la nación, sino elementos conductuales y psicoló-gicos de la población en sentido general.

El estudio nacional del costo de la corrupción para loshogares de la República Dominicana de junio de 2007revela que el 88.5% de los dominicanos considera que lospartidos políticos no hacen nada para erradicar la corrup-ción. Además, que el 57% entiende que hay que castigarlos corruptos. Es penoso ver que un poco más de la mitadde la población es quien entiende que hay que castigarlos corruptos. Esa baja intención hacia el castigo de lacorrupción no se corresponde con el alto porcentaje dequienes entienden que los partidos hacen poco para com-batirla. Sin embargo, los culpables de ese bajo porcentajehacia la propensión del castigo son los mismos actorespolíticos que han asumido los poderes del Estado, y bajo laimpunidad y complacencia han degenerado la concienciaciudadana al hacerles entender por sus hechos que un cán-cer social como la corrupción no encuentra real voluntadpolítica para su combate.

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En las décadas de los 60, 70 y 80 los clubes culturales ydeportivos tuvieron una participación fundamental en elfomento de valores cívicos y morales. Fue una época en laque el movimiento clubístico aglutinó una juventud domi-nicana que exigía respeto ante sus reclamos políticos, cultu-rales y sociales. En toda esta época se creó un fuerte capitalsocial, como resultado de la interrelación de los individuosbasados en la confianza, y en torno a una serie de valorescompartidos.

Con la ruptura generacional aspiramos a un procesopaulatino de cohesión que fortalezca el capital social acu-mulado en las comunidades y las diversas agrupaciones so-ciales. De manera tal que sustituyamos el concepto del go-bierno centralizador y fuerte hacia uno de redes socialesincluyentes, participativo y generador de cambios.

CAPÍTULO VPRINCIPIOS, VALORES Y RESPONSABILIDAD SOCIAL

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Debió ser en la primavera de 1983, cuando desde elbalcón del edificio Cordero VI de la Benigno FilomenoRojas, observé una mañana, a eso de las 5:30, caminar ami padre rumbo a un destino para mí desconocido. Lo viponerse la camisa y salir a enfrentar el día como siempre lohacia. A su regreso, una hora y media más tarde, traía susmanos paridas con el desayuno de sus cuatro hijos. Desdeese momento, no sólo por esa mañana, sino por las maña-nas de toda una vida, he visto a mi padre hacer lo mismo.De él aprendí, no por sus palabras, sino por sus acciones,qué es ser responsable.

No he de negar mi preocupación desde hace añosacerca del rumbo de la sociedad dominicana, cuyo de-rrotero apunta hacia el deterioro de los principios y va-lores necesarios para construir un país más justo y equita-tivo sobre la base del respeto humano. Aunque he tenidoesa constante preocupación, esta no se ha convertido endesesperanza.

En el primer semestre del año 2007, comencé a sentiruna renovación de la esperanza cuando leí en la prensanacional que grupos de jóvenes solicitaban a la sociedadun ejercicio político más ético basado en valores. Estos re-clamos de transparencia han continuado manifestandoseen la sociedad dominicana. No fue tanta mi sorpresa poresas declaraciones, porque meses antes había escuchado a

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personalidades del mundo del espectáculo expresarse eniguales términos, voces que lucen en ocasiones conservado-ras y ajenas a la realidad política.

Entiendo que muchos ciudadanos poseen principios yvalores que no negocian, aun bajo circunstancias difíciles.Si analizamos detenidamente nuestra historia, nos dare-mos cuenta de qué tan reducido es el número de quienestransgreden las leyes e intentan corromper a los demás. Sitodos actuáramos como esos corruptos, entonces dichas ac-ciones no retumbarían tanto en nuestras conciencias, por-que seríamos sus cómplices.

El respeto a los seres humanos debe comenzar por elreconocimiento de sus derechos y la valoración de sus prin-cipios. No es cierto que todos los miembros de los partidospolíticos tradicionales carecen de valores y principios.

Los partidos políticos son el reflejo de la sociedad y,por ende, en ellos se encuentran muchas personas valiosas,honestas, serias, con valores y principios. Realmente sonunos pocos los que dañan la imagen de la mayoría, y tratande sobreponer su supuesta “honorabilidad” en detrimentode los que realmente la poseen.

El liderazgo político tradicional no puede seguir en estejuego de chantajes y empañamiento de honestidades a travésde la descalificación de unos u otros. Basta ya de realizar unadivisión política del bienestar colectivo y del desarrollo na-cional. Las políticas sociales y económicas deben estar dirigi-das a todos los dominicanos, no sólo a los ciudadanos de lospartidos gobernantes. La República Dominicana es una, yen nuestras venas corre la misma historia, la misma raíz, lasmismas necesidades, el mismo dolor.

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En el verano de 1999, meses posteriores a haber reci-bido el Premio Nacional de la Juventud, que otorga elgobierno dominicano cada año, me marché a Inglaterraa realizar mis estudios de maestría en Planificación yDesarrollo, como resultado del esfuerzo económico fami-liar y las colaboraciones de amigos.

Fruto a esa experiencia tuve la oportunidad de beberen las fuentes del conocimiento de Inglaterra, de conocersu cultura y sus tradiciones. Fue un período intenso quemarcó mi vida desde el punto de vista académico, intelec-tual y de la vida cotidiana en sentido general.

Luego de un año de intensos estudios, a finales deagosto, casi inicio de septiembre de 2000, regresé al paísen búsqueda de nuevas oportunidades y un nuevo trabajo.En septiembre de 2000, se establece la Dirección EnergíaNo Convencional del Ministerio de Industria y Comercioy por recomendación de un amigo me nombraron direc-tor de dicho departamento, decisión difícil de tomar antelas ofertas del sector privado. No obstante, el deseo derealizar una labor que abarcara un espectro nacional meatrajo. Además, era al mismo tiempo una forma de retri-buir a mi país la oportunidad que se me había dado alestudiar fuera.

Realmente, me había perdido el año electoral que co-rrespondía a la transición del gobierno saliente de 1996-2000 al entrante de 2000-2004, y, por ende, no habíacontribuido con el partido que dejé gobernando cuandofui a estudiar ni mucho menos para el otro que encontréen el gobierno a mi regreso. Honestamente, me alegro deque haya sucedido así, el costo de oportunidad hubiese

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sido muy alto de no haber estado estudiando en Inglate-rra en ese período.

Desarrollé mis funciones públicas como me han ense-ñado mis padres con su ejemplo: apegado a la honestidad ya la ética como la han desarrollado miles de dominicanos.A quienes me acompañaron en dicha responsabilidad lescorresponde evaluar mis acciones, pero salí de allí con lasatisfacción del deber cumplido.

No obstante, y por tener claro el concepto de que lasacciones de los gobiernos son para beneficio de la pobla-ción en general, indistintamente de su bandería política,en la ejecución de los proyectos comunitarios fui acusadocomo simpatizante del partido saliente por miembros delpartido en el gobierno externos a la institución para lacual laboraba, por garantizar que en los proyectos queejecutábamos tuvieran un alcance para todos los habitan-tes de las comunidades, independientemente de sus afi-liaciones políticas. Así lo hice independientemente de loscriterios interesados provenientes del partidarismo ciego.

Tiempo después, al llegar el gobierno de 2004-2008,fui acusado de ser simpatizante del gobierno saliente porlas nuevas autoridades, debido a que una familia que nocumplía con los requisitos necesarios para ser beneficia-ria de los proyectos comunitarios, mintió al decir que ha-bía sido excluida porque pertenecía al partido de gobier-no cuando no estaba en el poder. A ese argumento sesumaron otros posteriores, muy típicos del sumidero de lapolítica vernácula utilizada para validar acciones futuras,tratando de crear sombras sobre lo que entiende no es desu parcela política.

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El concepto de la ruptura generacional implica dejarclaro que la condición de ser humano y su respeto debeestar por encima de las afiliaciones políticas, si queremosuna República Dominicana próspera y justa. Es decir, quetodos converjamos en un mismo punto por el bienestarde la Nación en detrimento de las maledicencias y elatraso nacional.

La clase política tradicional ha enviado señales desfavo-rables para la ética de la sociedad. Muchos políticos sonmás ricos que empresarios tradicionales y personas que hanpasado su vida trabajando de manera honesta y devengandobeneficios sustanciosos. La situación clásica en la cual losempresarios financian las campañas políticas ha variado:ahora los políticos son empresarios capaces de financiarsus propias campañas. Esos ejemplos son flacos aportes a lademocracia participativa. Lo que indica que aquel que mástiene es quien puede optar por los cargos electivos en laselecciones. ¡Eso tiene que cambiar ya!

Un clientelismo atroz ha avanzado en la arena política.La compra de conciencias para el ejercicio del voto es unade las formas de peor explotación de la pobreza y necesi-dad humana. Sin embargo, somos más aquellos cuya con-ciencia electoral no está en venta.

Es penoso observar en tiempos electorales como fami-lias se contentan con una funda de alimentos que sólo lespermite comer por un día. Así como ser testigos del espec-táculo de reparto de $300.00, RD$500.00 y hastaRD$1,000.00, a fin de garantizar que una persona vote porun candidato en específico. Esa es una práctica que nosdesvirtúa, nos denigra y nos atrasa como nación.

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Otro punto crítico es ver cómo la asistencia social esutilizada como un chantaje para la obtención de votos. Tam-poco debe ser coartada la moral del ser humano predispo-niendo sus intenciones de ejercer un derecho que a la vezes un deber por medio de paupérrimas prebendas.

Dado los grados de pobreza que arropan al país, serádifícil convencer a nuestros ciudadanos de no aceptar lasdádivas que les ofrecen. Es más, deben seguir tomándolas,porque en cierto modo es una retribución de lo que ellosmismos han aportado a través de impuestos a la economíadel país, y cuyos recursos algunos políticos utilizan como sifuese su patrimonio particular.

Lo que no será difícil es hacerles entender a los domi-nicanos de todos los estratos sociales que el voto es secretoy que la conciencia, para optar por las mejores opcionespara dirigir el país, no puede ser comprada al momento devotar. Que quien intenta comprar su voto no le respeta,más bien se aprovecha de su condición de pobreza. Quedebemos exigir a los gobiernos acciones que ayuden a digni-ficar la condición humana de quienes los elegimos.

Una dádiva o una acción clientelista sólo dura un día.Las inversiones reales en salud, educación, seguridad so-cial, seguridad ciudadana, creación de empleos, buen ma-nejo de la economía, esas sí nos ayudan a crecer como país.Mientras continuemos vendiendo al mejor postor nuestrovoto por una gratificación momentánea, el bienestar delpaís será cada vez más difícil de lograr.

Es tiempo de despertar, de no seguir complaciendo aaquellos que se han aprovechado de nosotros debido a nues-tras necesidades. ¿Cuántos desengaños no hemos sufrido

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como consecuencia de promesas insatisfechas? Rompamoscon esos dominicanos cuya forma de hacer política debilitalos cimientos de nuestra nación.

Es urgente que quienes entendemos el concepto de laruptura generacional hagamos que otros logren entender-lo, para de esa forma luchar por el adecentamiento e ins-tauración de una política basada en principios y valores;una política moral que respete al ser humano. Es posibledignificar, paso a paso, la política dominicana.

CAPÍTULO VIUNIDADES Y AGENTES DE CAMBIOS

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Nuestros problemas no se resolverán buscando culpablesni por medio de retaliaciones hacia los que creemos hansido los responsables. La ruptura generacional nos llama aser partícipes de nuestro desarrollo por medio del cambio ennuestras vidas. Y el cambio de nuestras vidas es responsabili-dad de cada uno de nosotros, así como el cambio hacia elpaís que queremos es responsabilidad de todos.

Los problemas nacionales de hoy son los mismos dehace varias décadas. La clase política tradicional no se haocupado de realizar las transformaciones estructurales enel ámbito social, institucional, económico y político que laRepública Dominicana requiere.

Para establecer el concepto de unidades de cambio re-cordemos la famosa frase de John F. Kennedy: “no preguntesqué puede hacer tu país por ti, sino qué puedes hacer tú por tupaís”. En el estado en que se encuentra la República Domi-nicana es difícil preguntar qué puede hacer nuestro paíspor nosotros.

Creo firmemente que la República Dominicana ha desometerse a un proceso profundo de reformas estructuralesque transformen lo institucional, lo económico, lo políticoy lo ético, estas reformas no se producirán al margen delesfuerzo mínimo de cada ciudadano que tiene la opción deconvertirse en agente de cambio y gestionar su propio bien-estar y del entorno en que viven.

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El cambio en la sociedad sólo se producirá a través deacciones que produzcan los agentes de cambio. Cada habi-tante progresista que entienda la necesidad de la rupturageneracional debe sumarse espiritual y materialmente a losesfuerzos de las Unidades de Cambio (UC) y convertirseen un agente de transformación.

Las UC serán núcleos sociales, grupos donde todoscontribuiremos a cambiar la realidad básica de nuestroentorno. Nos convertiremos en catalizadores de inquietu-des sociales, pero a la vez en forjadores de solucionespropias, generadas en el mismo corazón de la provincia,municipio, sección, paraje, comunidad o barrio dondegermine una UC. Estas serán células vivas de accionespolítico-comunitarias.

Las UC servirán para unir los profesionales, técnicos,empresarios, comerciantes, amas de casas, trabajadores for-males e informales…, en fin, todos los ciudadanos con vo-cación de servicio social y político, de manera tal que seansoportes en la gestión primaria de necesidades individualesy colectivas. Deberán ser estos entes cohesionantes del ca-pital social.

El fortalecimiento del capital social y el desarrollo hu-mano es parte de la misión de las UC. Si no desarrolla-mos y potenciamos los seres humanos, hasta lograr enellos un reconocimiento de sus derechos fundamentalescomo individuos y que puedan reflejarlos en la colectivi-dad, el capital social generado no podrá reproducirse demanera positiva.

Debemos crear tantas UC como comunidades o divi-siones geográficas existan. Las luchas y reivindicaciones

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sociales serán gestionadas de mejor forma si los dominica-nos nos organizamos en núcleos sociales cuya mentalidadpolítica de sus miembros sea distinta a la existente en lospartidos políticos tradicionales.

Las estructuras organizativas de los partidos tradiciona-les y las UC se diferenciarán fundamentalmente por elenfoque social y político de esas entidades. Todos los miem-bros de las agrupaciones tradicionales podrán integrar lasUC cambiando su mentalidad política y volviéndose entesdinamizadores de acciones sociales.

La acción política, el fortalecimiento del capital socialy el desarrollo humano son partes de la misión de lasUC. Estos han de ser las familias sociales de la nación,replicándose en todo el país, en forma de una gran redpor el desarrollo nacional, cuyas acciones vayan orienta-das a defender los intereses individuales de una maneracolectiva.

Las UC deben velar porque los niños y niñas del lugardonde germinen asistan a la escuela, deberán dar segui-miento a la salud de la comunidad, a través de la gestiónde servicios comunitarios. Ayudarán a canalizar las denun-cias a las autoridades para un mejor seguimiento y controlde la delincuencia. También, podrán orientar acerca de losderechos constitucionales de los ciudadanos, así como ofre-cer servicios de consulta legal básica a través de uno de susmiembros o agentes externos. Igualmente, las unidades decambio exigirán a las autoridades locales el cumplimientode sus deberes como prioridad.

Los agentes de la Unidad de Cambio deberán prepa-rar planes de desarrollo comunitario en pos de generar el

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desarrollo socioeconómico local, a los fines de que el go-bierno central y los gobiernos locales (ayuntamientos) bajoesquemas participativos los ejecuten.

La clase política tradicional ha demostrado una granincapacidad para sintonizar con el pueblo. No se han dete-nido a escuchar los reclamos legítimos de la población.Más bien, nos han confundido y presentado opciones decorto alcance, que no contribuyen con el desarrollo nacio-nal y mucho menos con la eliminación de la pobreza.

Existen muchas iniciativas tendentes a mejorar nuestracalidad de vida que no necesitan de la intervención directade los políticos demagogos y populistas. ¿Necesitamos ayu-da para cumplir nuestros deberes ciudadanos? ¿Necesita-mos que nos digan que enviemos nuestros hijos a la escue-la? ¿Necesitamos ayuda para respetar las leyes y lasinstituciones existentes? Creo que no.

Sin embargo sí, necesitamos el soporte de gobiernosconscientes en el suministro de equipos y medicinas de loshospitales. Sí, necesitamos soporte para expandir el desayu-no escolar y que nuestros hijos reciban una alimentaciónbásica previa a la enseñanza. Y sí, necesitamos oportunida-des y empleos para desarrollarnos.

Por tanto, la nueva forma de conducir la nación quenos plantea la ruptura generacional no es más que aquelladonde los agentes de cambio sean apoderados para quepuedan canalizar —y, de ser posible, resolver— los proble-mas de sus comunidades.

Para la conformación de las UC debemos hacer uncenso comunitario enfocado básicamente en los recursoshumanos prestadores de servicio. Es decir, tenemos que

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censar cuantitativa y cualitativamente a los profesionalesde todas las áreas. Luego de determinar el capital humano,sus destrezas y sus potencialidades, éste deberá ser instrui-do para que pueda contribuir con sus conocimientos alcambio social y de mentalidad política que propugna laruptura generacional.

La asistencia médica básica de la comunidad puede sersupervisada por algún agente de cambio. Los servicios deorientación legal básica pueden ser realizados por un agen-te de cambio. Y muchos otros trabajos que necesitan asis-tencia básica inmediata pueden encontrar respuesta a tra-vés de las UC.

Muchos se han referido a la preparación de un plannacional de desarrollo con un horizonte de más de 20 años.Desde el punto de vista conceptual, y para el desarrollo delpaís, la idea está bien. No obstante, mi formación en plani-ficación y desarrollo, así como las diversas experiencias queconozco, me han indicado que los planes de desarrollo,excluyentes de los principales stakeholders o involucrados,tienden ha convertirse en pliegos de papeles burocráticos,que pierden vigencia con en el tiempo.

¿Para qué sirven los planes nacionales si ellos no refle-jan el sentir y las necesidades de la mayoría? El desarrollonacional debe estar basado en planes cuyos proyectos seaninsumos que reflejen las reales necesidades del país; y quesu misión sea la de transformar la República Dominicanaen una nación desarrollada donde exista un real estado dederecho, donde la educación sea de una alta calidad y deacceso universal; donde se proporcionen las mejoras funda-mentales en el sector salud, de manera que se incremente

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nuestra esperanza de vida; que la seguridad social asegure acada ciudadano una vida digna, tanto al nacer como en lavejez; que seamos un país cuyo crecimiento económico selogre transformar en desarrollo económico; que nuestroaparato productivo sea tan competitivo que genere riquezasen cualquier mercado, y que las oportunidades de todos losseres humanos que habitan esta isla se encuentren por en-cima del promedio deseado.

La gran red nacional de UC será el medio mediante elcual se preparen los diagnósticos a corto, mediano y largoplazo, y cuyos insumos servirán de plataforma para elabo-rar un plan nacional de desarrollo, el cual deberá ser apro-bado por ley y su ejecución sea fruto de la voluntad delconsenso de todos.

Debe quedar claro que todas las transformaciones socia-les, políticas y económicas en las que se sustenta el conceptode las unidades de cambio tendrán una acción real a travésde ejecuciones asumidas desde los poderes del Estado.

CAPÍTULO VIIMI VISIÓN ACERCA DE LAS SOLUCIONES

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La voluntad y el consenso son aspectos fundamentalespara solucionar cualquier problema nacional. De ahí miconvicción de que la mayoría de los problemas que aque-jan a la nación dominicana han carecido de ambos ele-mentos a la hora de buscar soluciones.

Creo en la voluntad del consenso como un medio efi-caz para resolver los problemas nacionales. No es suficien-te lograr el apoyo de las mayorías, si no se tiene la voluntadpara examinar y atenuar las diferencias resultantes del con-senso pertenecientes a las minorías, con el objetivo de ob-tener resultados satisfactorios para todas las partes.

El sistema energético, la educación en todos sus as-pectos, la salud, la seguridad ciudadana y social, el trans-porte y respeto a las leyes, son ejemplos de las áreas cuyasrealidades representan escollos importantes para el desa-rrollo nacional. Muchas personas en nuestro país desco-nocen a grandes rasgos las verdaderas soluciones a esosproblemas, y estoy más que seguro de que en su íntimaconvicción comparten enfoques y criterios parecidos acer-ca de las posibles soluciones. A pesar de esto, el arcoirisde intereses envueltos en estos problemas transformanvoluntades de consenso en soluciones particulares. Estaes una condición peligrosa para el desarrollo nacional, yse observa desde hace varios años.

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Es bien conocido que la educación es uno de los princi-pales medios para combatir la pobreza. Entonces, si quere-mos reducir la pobreza a largo plazo en el país, debemosempezar invirtiendo mayores recursos en este sector.

Es necesario hacer todo el esfuerzo posible para que lasportadas de los periódicos, al inicio de cada año escolar, nosean dedicadas a niños y niñas sentados en bloques decemento o que la sombra de un árbol sea su aula.

Existe un divorcio entre los planteamientos de los go-biernos en cuanto a la necesidad de invertir en la educa-ción y la inversión que realmente hacen. Lo mismo ocurrecon los objetivos planteados y con el tipo de formaciónacadémica que necesitamos para el país.

El problema educativo en República Dominicana tienevarias aristas que se interrelacionan y cuyas mejoras po-drían repercutir en el sistema educativo en su conjunto. Loprimero a tomar en cuenta es que no podemos brindareducación de calidad si no invertimos en la capacitaciónde los maestros y las maestras. Es como responder la pre-gunta de: ¿quién educa al educador? o ¿cuáles son los cono-cimientos que brinda el educador a sus alumnos? La cali-dad de la educación depende en gran medida de la inversiónen capacitación de los maestros.

La formación de los maestros ha de ser continua y pro-gresiva. Los acuerdos de centros superiores de enseñanzascon el Ministerio de Educación y la Asociación Dominica-na de Profesores (ADP) deben expandirse aún más, paraque el grado académico mínimo necesario para impartirdocencia sea una licenciatura acompañada de cursos espe-cializados en pedagogía.

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La capacitación ha de ser especializada. Un maestroque imparta matemáticas y ramas afines, como aritmética,geometría, álgebra o trigonometría, debe recibir una forma-ción permanente y sistemática, en términos pedagógicos, enesas áreas, para que los conocimientos que transmita no sólosirvan para el saber, sino también para el hacer. Es decir, laeducación perteneciente a las ciencias debe ser aplicada alos fines de adquirir los criterios necesarios para motivar alos estudiantes a utilizar su creatividad, de tal modo que usentodo cuanto aprendan para mejorar su entorno.

En cuanto a las ciencias sociales, la historia y la litera-tura, los maestros y maestras deben ser forjadores de lacreatividad y del análisis. Deben desarrollar la capacidadanalítica de los estudiantes, con el propósito de lograr queestos pasen de la memorización y repetición de los hechos, alanálisis crítico y comparativo de los acontecimientos y a lacapacidad de formular propuestas.

Cada maestro debe tener acceso a la Internet y, de serposible, poseer un computador. La educación del siglo XXItiende a lo virtual, por lo que llegará el momento, dentrode algunos años, que los maestros dominicanos tendránque ofrecer sus enseñanzas por medio de clases pregrabadasen medios audiovisuales, y que su presencia en el aula serásólo para aclarar o instruir acerca de conceptos que necesi-ten ser profundizados. De esta forma, podremos estandari-zar la educación dominicana: todos los estudiantes recibi-rán las mismas lecciones, no importa su estatus social oubicación geográfica.

La reducción de la brecha digital, a través del acceso ala información por medio de la internet y el uso masivo

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del computador harán más competitivas nuestras aulas.Los maestros deberán tener una mayor capacidad de res-puestas, ante estudiantes que tienen acceso a informacio-nes que ellos mismos, muchas veces, desconocen. Enton-ces, la meta ha de ser una computadora para cada maestroy centros de computadoras en cada escuela, para que to-dos los estudiantes tengan acceso a Internet, bajo el pre-cepto de que el conocimiento es de carácter universal.

Los gobiernos de los últimos 15 años han hecho bas-tantes esfuerzos en abastecer las aulas de las escuelas conlaboratorios de computadoras. Pero no basta con la dota-ción de los equipos si no se hace hincapié en la enseñanzay aplicación real del computador y la Internet.

El salario de los maestros, al igual que el de los médicos,es preocupante. Por la importancia misma de la educaciónpara el desarrollo nacional la profesión de maestro debeadquirir una dimensión en la misma proporción de su apor-te a la sociedad. No es posible impartir una educación decalidad si quienes la imparten no tienen una vida digna. Unprofesor a tiempo completo debe devengar como mínimoun salario equivalente al monto de la canasta familiar real.

De igual manera, el desayuno escolar debe aumentaren cantidad, variedad y calidad. Debe tender a ser un desa-yuno balanceado acorde con los grados de nutrición reque-rida, e incluir una dosificación de vitaminas.

Creo en la importancia de la preparación intermedia,orientada a la capacitación técnica previo a la universita-ria. La capacitación técnica debe ser fortalecida por me-dio de la creación de politécnicos y escuelas técnicas. Elsector educativo debe ir dando un giro en esa dirección.

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El desarrollo nacional llama a tener recursos humanoscapacitados técnicamente.

Los politécnicos existentes deben recibir mayor aten-ción en recursos y oportunidades que las recibidas hastaahora. La capacitación técnica debe ser diversa, orientada alas exigencias del mercado, pero también deben fomentarselas escuelas de formación artísticas y culturales que pro-muevan junto al bachillerato una formación en artesanía,pintura, danza, teatro, cine, música, etc. Esta formaciónartística debe estar enfocada no sólo para el crecimientodel mercado dominicano, sino para convertirnos en fabri-cantes de capital humano para la exportación.

Así como en la década de los 70 y 80, la formacióntécnica profesional desempeñó una función fundamentalpara el desarrollo, hoy en día la economía basada en elconocimiento exige profesionales ligados a las ciencias apli-cadas. Esta diversificación de la formación técnica y artísti-ca contribuirán con una educación integral.

Una de las debilidades de que adolecen la mayoría delas infraestructuras educativas nacionales es el mantenimien-to. Las instituciones gubernamentales reservan muy pocos ocasi nada de recursos para mantener en condiciones adecua-das sus edificaciones. El sector educativo no es la excepciónante esta realidad. Muchos planteles escolares no se encuen-tran aptos para que se imparta docencias en ellos. Este nodebe ser un problema exclusivo de los gobiernos, sino tam-bién del interés de la comunidad, las asociaciones de padresy amigos de la escuela, los comerciantes y empresarios locales,quienes podrían asumir una función importante en ese senti-do, pues son sus hijos los que estudian en esas edificaciones.

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Fundamentalmente los planteles escolares se deterio-ran por el mal uso. ¿Dónde está la autoridad de los profeso-res para exigir a sus alumnos el cuidado de dichos plante-les y sus mobiliarios? Todo se basa en el amor de lo propioy en el amor de lo colectivo. Siempre he creído que quienle hace un daño a un bien público le hace el daño a lapoblación general. Lamentablemente, hemos desarrolladogrados bajos de amor y protección a los bienes públicoscuando debería ser todo lo contrario. Quienes mejores quenosotros para proteger los bienes a través de los cualesrecibimos nuestros servicios.

El Ministerio de Educación debe realizar periódica-mente un inventario de útiles y materiales en los centroseducativos, con el propósito de proyectar las necesidadesactuales y futuras.

Las butacas y pizarrones escolares no son tan costososcomo para que haya escasez de estos en las aulas. Crearempresas autosostenibles para su fabricación podría ser unasolución. Es decir, industrias fabricantes de materiales esco-lares con capital gubernamental bajo una modalidad dejoint venture con el sector privado, y administradas con con-ceptos gerenciales avanzados.

Estudios recientes han demostrado una disminuciónen la calidad de la educación superior. Durante mi expe-riencia como director de la carrera de Ingeniería Eléctri-ca de la universidad INTEC, pude percatarme del gradodecreciente en la calidad de la educación superior. Losproblemas en este ámbito son muy parecidos a los de gra-dos inferiores, y la influencia gubernamental no es taninfluyente en cuanto a la operatividad, no así respecto a las

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regulaciones orientadas a mejorar la calidad, que puedeaplicar a través del Ministerio de Educación Superior, Cien-cia y Tecnología.

Para mejorar la educación superior debe generarse elvínculo universidad-empresa-gobierno. Las universidadeshan de convertirse en laboratorios sociales, cuyosdesarrolladores e investigadores sean los estudiantes. Ental sentido, deben integrarse como docentes, profesionalescuyas experiencias reduzcan los espacios de la inexperien-cia y la improvisación. Nuestro país posee profesionalesmuy valiosos formados tanto en el país como en el extran-jero, deben ser estimulados para que formen parte del cuer-po académico de las universidades nacionales. De esta ma-nera, las universidades tendrán que mejorar las condicioneslaborales de éstos, con la colaboración del sector privado yel gubernamental.

Todo estudiante debe tener la capacidad de elegir dón-de realizar sus estudios superiores. Por tanto, el esquema desubsidio universitario debe cambiar. Más que subsidiar lasuniversidades, hay que subsidiar a los estudiantes y, a travésde ellos, el centro educativo de su elección. De esta forma,fomentaremos la competencia y el mejoramiento continuode las universidades.

Y si la educación académica está en crisis, sucede lomismo con la educación hogareña. La educación académi-ca formal debe ir acompañada de una buena educaciónfamiliar, basada en valores. No es posible dar el salto cuali-tativo al que aspiramos si los niños no son instruidos encuanto a la importancia de la educación para sus vidas, y sino crecen con principios y valores.

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Las deserciones escolares no disminuirán por tener pro-fesores calificados ni por tener las mejores infraestructuras.Todo ha de comenzar en el hogar, donde la responsabili-dad, la honestidad, la ética y el amor al prójimo se incul-quen como valores indispensables para la vida.

En síntesis, entiendo que no será posible obtener unaeducación de calidad y orientada a los requerimientos dela sociedad del conocimiento, si no invertimos lo necesa-rio en el capital humano (maestros y estudiantes); en elmantenimiento sostenido de las infraestructuras, equiposy materiales; el fortalecimiento y creación de escuelas ypolitécnicos orientados hacia la educación técnica; si nosomos coherentes en el seguimiento a los planes y proyec-tos, y si no fortalecemos el amor a lo propio y la educa-ción del hogar.

EL GASTO SOCIAL tanto en salud como en educación esla garantía para el desarrollo humano. Sin embargo, todosconocemos la situación en la que se encuentran nuestroshospitales y muchas clínicas privadas.

Cuando pensamos en los médicos dominicanos, aque-llos llamados a preservar y salvar la vida humana, lamenta-blemente tenemos que volver a caer en el punto de hablarsobre la dignificación de la vida humana. ¿Puede un médicodominicano brindar sus servicios con amor y entrega si sucalidad de vida y la de su familia es pésima? Claro que no.

Sabemos que nuestra condición humana no nos per-mite la satisfacción plena; la insatisfacción es inherente alser humano. Aunque siempre deseamos alcanzar mejores

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condiciones de vida, creo que serán distintos los recla-mos y reivindicaciones en el sector salud, si la alimenta-ción, educación, salud y vivienda de la clase médica es-tán básicamente resueltas. Por tanto, no puede postergarsemás la revisión profunda de las condiciones salariales delsector salud.

Las reformas y mejoras de la salud dominicana no pue-den tratarse como temas coyunturales y de las agendas políti-co partidistas. Deben tratarse como temas de política estatal.

Cada ciudadano y ciudadana debe asumir su cuota deresponsabilidad. Aquellos que menos tienen deben apor-tar con el cuidado y el orden en las instalaciones hospitala-rias al momento de recibir las atenciones. Los más afortu-nados deben contribuir económicamente con la retribucióndel servicio que reciben.

La gerencia hospitalaria debe despolitizarse. Los hospi-tales deben entregarse a patronatos integrados por nota-bles de las comunidades, que garanticen un sostenimientoy mantenimiento de las instituciones con un apoyo guber-namental y privado.

Los servicios de salud han de ser de carácter universal,sin importar sexo, religión, raza, ciudadanía ni estatussocial, tal como está consignado en la Constitución de laRepública.

Debemos dirigirnos a fomentar la salud preventiva des-de la infancia. Las autoridades escolares deben contribuircon esta acción, organizando jornadas de chequeos médi-cos en los hospitales y clínicas, de tal forma que cada estu-diante asista al menos una vez al año, a una revisión médi-ca preventiva.

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La tecnología de información tiene que estar al servi-cio del sistema nacional de salud. Cada dominicano y do-minicana debe estar inscrito en una base de datos que hade ser alimentada por las informaciones de las OficialíasCiviles, a los fines de que exista una ficha o record de saludpara todo ser humano que nazca en República Dominica-na. Esta información deberá estar accesible en una rednacional de clínicas y hospitales que permita conocer lahistoria de las condiciones de salud de cada persona, sinnecesidad de auscultar en archivos, a veces inexistentes, oconfiar en la memoria del paciente o el médico.

Esta acción facilitará la realización de un gran censonacional de salud, que nos permitirá identificar y conocerlos aspectos más importantes de la salud en nuestro país.Así también, atender y advertir las enfermedades más co-munes. Habrá que legislar en el Congreso Nacional, paraque sea votada una ley que permita la creación de estagran red de salud, y que establezca los controles necesariospara su buen manejo.

EN LOS ÚLTIMOS AÑOS la delincuencia parece haber asal-tado nuestra nación. Recuerdo que cuando niño una de lascaracterísticas que más resaltábamos como país era su segu-ridad en las calles, la paz y el sosiego, a pesar de lasprecariedades económicas.

Una de las mejores demostraciones de cómo un entesocial sano se convierte en delincuente la aprendí al ver lapelícula John Q, protagonizada por Denzel Washington. En

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este film se revelaba cómo por la falta de oportunidades endeterminadas circunstancias, la desesperación lleva a unser humano a la frontera donde la honestidad y la raciona-lidad se confunden y derivan en actos delictivos. Es por esoque siempre he creído que la República Dominicana hatenido muchos John Q, que han cruzado la frontera racio-nal y han hecho de la delincuencia su modo de vida.

La pobreza, la marginación social, los contravaloresmorales y éticos, que algunos dominicanos han enarbola-do a través de sus acciones, asociados con la falta de oportu-nidades para los jóvenes, han contribuido a la degenera-ción social que es la delincuencia. Por tanto, y encontraposición, la estabilidad económica, la inversión so-cial y la redistribución de la riqueza son armas poderosaspara combatir la delincuencia.

La prevención, en cuanto a la creación de futuros delin-cuentes, se logra con la creación de oportunidades, y losque ya son delincuentes se combaten con medidas enérgi-cas de control y una posterior reformación social.

La vida de cualquier ser humano vale más que la inver-sión que hay que hacer en los cuerpos castrenses en pos demejorar los controles y seguimiento a la delincuencia.

Por desgracia, nuestro sistema carcelario es fallido. Losque delinquen no son reformados, más bien encuentranen las cárceles un caldo de cultivo para reafirmar sus con-ductas. Se debe reevaluar el sistema de fichaje del delito ydar seguimiento a los ex reclusos, para lograr su reinserciónpositiva en la sociedad.

Los grados de delincuencia en nuestro país obligan azonificar los delincuentes por áreas. Y las comunidades,

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con el apoyo de las autoridades policiales y militares, de-ben crear redes del tipo “delincuencia cero”, con mecanis-mos de denuncias efectivos, para que las autoridades pue-dan darle seguimiento a los delincuentes.

Sin embargo, será muy difícil disminuir la delincuenciasi quienes están llamados a combatirla sufren las mismascalamidades y limitaciones que la mayoría de los dominica-nos sumergidos en la pobreza. ¿Puede un policía o un mili-tar combatir la delincuencia cuando sale de su casa y sushijos no tienen qué comer? ¿O cuando no cuenta con losrecursos económicos suficientes para brindar una educa-ción y salud básicas a su familia? De ninguna manera.

Gran parte de los policías y militares son ciudadanosmeritorios, sólo por el hecho de que, a pesar de las preca-rias condiciones en que viven, son capaces de ofrecerse adefender a sus conciudadanos. Ellos necesitan una respuestadel Estado dominicano. Necesitan un respaldo que sólo esposible conseguir mejorando sustancialmente su calidad devida. Por ejemplo, pagándoles un salario digno y ejecutandoformas de reconocimiento y recompensas por su labor.

Necesitamos calidad y compromiso de quienes debencuidar la ciudadanía. No es un problema de cantidad,sino de calidad. Los delincuentes no son tantos, son unospocos incontrolables.

Debe producirse una depuración rigurosa de las filaspoliciales y militares, y reintegrar los agentes depurados enotras labores productivas. Es decir, identifiquemos aquellosque trabajan por vocación y premiémoslos y brindémoslesotras oportunidades a aquellos que han visto su inserciónen las filas castrenses como una forma o escape para ganarse

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la vida. Ellos son dominicanos que necesitan ayuda paraencauzar sus sueños en otras áreas. Si reducimos la canti-dad de miembros en base al mérito y vocación, podremosmejorar la calidad de vida de aquellos que se queden.

El combate de la delincuencia a la que me refieroinvolucra tanto el aspecto correctivo como el preventivo.No obstante, la delincuencia debe combatirse desde la raíz.La Policía Nacional no puede actuar sola ni al margen delos esfuerzos que debe realizar la sociedad en su conjunto.

La delincuencia no debe verse como un caso aislado dela carencia de formación académica y hogareña. En talsentido, la escolarización primaria ha de ser de carácteruniversal y obligatoria. El gobierno debe velar para quecada niño asista a la escuela, independientemente de losdeseos de los padres y tutores. Además, hay que retomar lasenseñanzas de moral y cívica en las escuelas y colegios einvolucrar a los estudiantes en labores comunitarias perió-dicas, que les permitan sensibilizarse socialmente e incre-mentar el amor por lo propio: el amor por la patria.

Los trabajadores sociales deben encontrar espacios deorientación para las familias dominicanas. Por tanto, sedebe fomentar la creación de centros especializados de tra-bajo social y orientación familiar gratuitos.

Los Hogares Crea, las guarderías, las agrupaciones re-ligiosas con fines sociales, instituciones como Doña Chu-cha, Muchachos y Muchachas con Don Bosco y muchasotras, regenteadas por grandes dominicanos anónimos,pero con una gran vocación de servicio social, deben reci-bir todo el apoyo del Gobierno para su funcionamientosostenido.

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En líneas generales y bajo un horizonte de mediano ylargo plazo, entiendo que las raíces de la delincuencia secombaten con acciones como las descritas anteriormente.

EL DESEMPLEO y la falta de oportunidades son situacio-nes que pueden llevar a los seres humanos a delinquir. Lospartidos políticos que han gobernado la República Domi-nicana han vendido falsas esperanzas a la sociedad, presen-tando el gobierno como el empleador de todos, llevando acabo esa tarea de manera ineficiente e ineficaz.

El gobierno dominicano de hoy no es el mismo dehace 25 años. Es más pequeño, ya que las empresas capita-lizadas en 1997 eran las grandes receptoras de empleomaníapartidista y clientelista. Es por eso que, cada vez, es másnotoria la presencia de nóminas o “nominillas” especiales,para sustentar “botellas” en el sector público.

Debemos rechazar las falsas promesas de empleos paratodos, con la llegada al poder de un partido y exigir mayorrespeto a la dignidad humana.

A todos nos conviene tener instituciones sólidas yconfiables. Por tanto, el desempleo masivo no debe encon-trar espacio en las oficinas gubernamentales. La funciónde los gobiernos es generar ambientes macroeconómicos alos sectores productivos y de financiamiento masivo a lamicro y mediana empresas, favorables para que se desarro-llen y se conviertan en los grandes empleadores. El sectorprivado debe ser el motor empleador nacional. El gobier-no ha de ser el puente o vía para que la industria nacional

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crezca y brinde empleos para todos, debe desempeñar unafunción reguladora y facilitadora.

Tenemos que ser creativos en nuestra lucha contra eldesempleo. Hay que propiciar el fortalecimiento del sectorprivado como eje generador de empleos, así como la crea-ción de nuevas medianas, pequeñas y micro empresas.

El concepto de industrias autosostenidas que generenbeneficios que sirvan para crear nuevas empresas es unarespuesta al desempleo, a la vez que incentiva el empleoproductivo.

El gobierno podría generar bastantes empleos si se en-foca en la creación de industrias híbridas con el sectorprivado. Es decir, empresas cuya inversión de capital seanatraídas por el gobierno, pero que la incubación y gestiónestén bajo la responsabilidad del sector privado, y parte delas utilidades generadas sean usadas para crear otras em-presas, bajo ese mismo concepto.

Por ejemplo, en el sector de la cultura deben promoverselas empresas culturales creativas, no sólo como fomentado-ras de bienes intangibles, sino como generadoras de divisas.

¿Qué esperamos para construir el Museo del Meren-gue y la Bachata? ¿O las escuelas de música folclóricaautóctona, cuyos ritmos tanto gustan a los extranjeros?Podríamos, también, fortalecer el sector artesanal, para con-vertirlo en una industria.

La industria de la pintura y artes plásticas es otra inicia-tiva para fomentar mayores empleos para los pintores yartistas plásticos. Así también, crear una industria de laescultura y seguir fortaleciendo el cine. Estas iniciativas,como otras en su género, pueden ser empresas

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autosostenidas que, a la vez, generen empleos y fortalez-can la identidad cultural nacional. No es concebible quela única fuente de empleo para los trabajadores culturalesdominicanos sea el Ministerio de Cultura y las institucio-nes que la integran. Demos riendas sueltas a nuestro granpotencial creador.

En términos de tecnología de información, podríamosmuy bien perseguir la meta de convertirnos en el“Bangalore de América”, basándonos en la transferenciade tecnologías y de recursos humanos foráneos califica-dos, que nos permitan adquirir un “know-how” de calidada mediano plazo, de manera tal que impulse una indus-tria local en este sentido.

El Instituto Tecnológico de Las Américas (ITLA) y elParque Cibernético son iniciativas muy buenas que pue-den propiciar un parque de producción masiva en tecnolo-gía de punta, como los tiene Schenzen, ciudad cuyo creci-miento económico en la primera década del siglo XXI hasido extraordinario.

En el sector agrícola, podríamos aprovechar las ventajascomparativas que nos brinda el DR-Cafta. Por ejemplo, espe-cializándonos en los nichos de mercado donde nuestros com-petidores son menos productivos, y los cuales a la vez serángeneradores de empleos para la República Dominicana.

Lo mismo podríamos lograr con el sector turístico, a tra-vés de la especialización del turismo, de tal manera que ele-vemos su calidad, así como los ingresos a percibir. Debemosdesarrollar turismo temático, ecológico, cultural, de monta-ña, playa, golf, económico y de élite, que hagan posibleuna diversidad turística en cantidad y calidad.

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Es responsabilidad de todos, y especialmente del Go-bierno, crear las condiciones necesarias para propiciar lainversión económica en las diversas áreas, respetando yhaciendo respetar las leyes y la regulación en cada sector;manteniendo una economía estable y actuando comofiscalizador de manera despolitizada.

Es posible reducir el desempleo en la República Do-minicana sobre la base de la creación de fuentes de em-pleos, la estabilidad necesaria para incubar y desarrollarnuevas empresas, y el apoyo mancomunado del sector pri-vado y público.

LAS INDEFINICIONES, desórdenes y confusiones que segeneran en sectores determinados de una sociedad ocu-rren, en la mayoría de los casos, por una de tres razones: lafalta de marcos legales y regulatorios definidos, el incum-plimiento de éstos o las imperfecciones contenidas en di-chos cuerpos jurídicos. En la mayoría de los casos, la causade nuestros principales males es el incumplimiento de lasleyes y sus reglamentos.

Es preocupante, desde el punto de vista del desarrollodel país, observar que el tema relativo al uso racional deenergía y las energías renovables, sea sólo tomado en cuen-ta cuando aumentan los precios de los combustibles enmercados internacionales. Y es lamentable que siendoimportadores netos de combustibles, no hayamos hechoconciencia de que el tema energético es transversal, ya quetoca ejes fundamentales, como son: la economía, lacompetitividad y la seguridad nacional.

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Los precios del petróleo en mercados internacionalesafectan gravemente economías como la nuestra, ya que con-tribuyen al aumento de la inflación y reducen el crecimien-to del PIB real. Por tanto, debemos ejecutar acciones demediano y largo plazo tanto normativas, coercitivas y decambio cultural, que nos permitirán transitar el camino dela independencia energética.

Ante todo, lo más conveniente es crear la concienciaciudadana de nuestra pobreza energética, como resultadodel derroche y el poco aprovechamiento de las alternativasexistentes.

Lo más sensato en el mediano y largo plazo para laeconomía nacional sería desarrollar un mercado energéti-co basado en combustibles autóctonos y, sobretodo, crearun desincentivo del consumo desde el lado de la oferta,acompañada de una gran conciencia ciudadana.

De acuerdo a las estadisticas del Banco Central, la fac-tura petrolera en el año 2009 fue de US$2,654.8 millonesde dolares y para el 2010 se estima cerca de US$3,000.00representando cerca del 30% de las importaciones nacio-nales, así como un incremento significativo en el gastoreferente a los subsidios de la electricidad y el GLP.

Como una forma de reducir el impacto en la economíanacional de los incrementos de los precios del petróleo, esnecesario desarrollar un programa de transferencia tecno-lógica del proyecto de gasohol brasileño, así como lareactivación del sector cañero para la producción de etanol.De igual manera, deben brindarse las garantías necesariaspara que inversionistas locales y extranjeros desarrollen pro-yectos de generación a pequeña y mediana escala, con fuen-tes renovables.

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Además, debemos propiciar la ejecución de cooperati-vas eléctricas con el propósito de crear segmentospoblacionales energéticamente sostenibles, así como ejecu-tar en el sector transporte cursos de manejo eficiente. Ypromover una cultura de ahorro de energía a través delejemplo, convirtiéndose el sector gubernamental en el pa-radigma de la austeridad. También, normar y etiquetar laimportación de todos los artefactos eléctricos y prohibir laimportación de bombillas incandescentes, eficientizar eltráfico vehicular sincronizando los semáforos y señalizandolas vías; cambiar horarios laborales y escolares, instalar plan-tas de generación con combustibles más eficientes; realizarauditorias energéticas en las industrias, comercios e institu-ciones públicas, ejecutar sistemas de transportes masivos yeficientes, renovar el parque vehicular y restringir la impor-tación de vehículos ineficientes y de alto cilindraje por pe-ríodos determinados.

Hacer uso racional de la energía debe convertirse enalgo más que palabras. Ha de ser la transformación de unanecesidad en una cultura, y sabemos que las culturas no seconstruyen con acciones precipitadas e inmediatistas. Urgecrear una cultura de ahorro de energía, segmentada entérminos generacionales, e integrada al currículo educativoen las escuelas dominicanas.

Hay que desarrollar las energías renovables, tanto paraproducción de electricidad como combustibles. Primero,por el gran potencial que poseemos para el aprovechamientosistemático, efectivo y productivo de los recursos naturales.Segundo, por el elemento de seguridad energética, muyimportante hoy en día; y tercero, por el impacto ambientalde dichas fuentes.

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No obstante, creo firmemente que para desarrollar demanera adecuada las energías renovables en RepúblicaDominicana, necesitamos, primero, ejecutar una cultura quefomente dichas energías, y que sirva como base de inspira-ción y soporte a los enfoques energéticos de avanzada que sedesarrollan globalmente. Segundo, encontrar un punto debalance de los incentivos fiscales y legales entre las tecnolo-gías de energías renovables y las convencionales. Tercero,impulsar un adecuado marco legal y regulatorio para el desa-rrollo de las fuentes renovables de energía. Y, por último,definir reglas de comercialización, interconexión y despachode la electricidad generada a partir de fuentes renovables.

En un país en el cual el PIB crece menos que el consu-mo de energía, se atenta contra la competitividad de lossectores productivos. Por tanto, la optimización y eficienciade los recursos energéticos es una necesidad inmediata paralograr la competitividad nacional.

Se entiende por intensidad energética la relación entreel consumo de energía y el valor del bien producido. Entérminos macroeconómicos se considera la energía porunidad de PIB, relación que disminuye sólo cuando se in-corporan tecnologías más eficientes en los procesos pro-ductivos, como parte de la ejecución de programas de usoracional de energía.

En el caso particular del subsector eléctrico, el proble-ma se resume en una relación circular cerrada, cuyos proce-sos causales mutuos se reciprocan. Y donde existen varia-bles reguladoras, que en vez de contribuir a la ruptura delcírculo, tienden a profundizarlo.

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La falta de cobro, el robo de la energía, la pobre regula-ción y los altos precios han sido identificados como lasraíces del problema. En el primer caso, es responsabilidaddirecta de las distribuidoras; en el segundo, de los consumi-dores; en el tercero, de la Superintendencia de Electrici-dad, y el último aspecto involucra a generadores, transmi-sores y distribuidores.

El subsector eléctrico está encerrado en un círculo vi-cioso entre la oferta y la demanda. La oferta, representadapor quienes producen y distribuyen la electricidad, y la de-manda, por los clientes o usuarios.

Una parte alega que el problema radica en la falta depago de los clientes. La otra sostiene que no pagan por-que no se les brinda un servicio continuo y de calidad.No obstante, la situación se torna injusta para aquellosclientes que pagan y no se les brinda el servicio, e igualde injusta para las empresas que brindan el servicio aclientes que no pagan.

Para romper el círculo vicioso, una de las partes debeceder. Desde una óptica ideal las contribuciones de ambaspartes deberían ser simultáneas y en la misma proporción.Desde la óptica real deben ser sistémicas y graduales.

A nuestro entender, el círculo vicioso eléctrico se trans-forma en un ciclo virtuoso en base a seis elementos:

Primero, si existe una ley de electricidad que sea aplica-ble y respetada por todos.

Segundo, si se definen precios de electricidad competi-tivos, basados en operaciones eficientes y óptimas de gene-ración y distribución que reflejen costos reales.

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Tercero, si el subsidio que aplica el Gobierno se utilizapara que las distribuidoras den el primer paso y suminis-tren un servicio constante y de calidad.

Cuarto, si todo el que usa el servicio eléctrico lo paga yse genera un cambio de mentalidad que derive en unacultura de pago del servicio.

Quinto, si el gobierno desempeña una función transpa-rente y efectiva, no pretendiendo competir con el sectorprivado.

Y sexto, si se fortalecen las instituciones reguladoras, yse institucionaliza su independencia, para que estas hagancumplir las leyes, reglamentos y resoluciones de manerajusta y equitativa.

No existen soluciones individuales al problema eléctri-co. Más bien, se requieren soluciones sistémicas queinvolucren los problemas causales, como parte de lasolución. Ante esta realidad, planifiquemos no para actuara prisas, sino con acciones firmes y certeras que nos permi-tan avanzar en el oscuro sendero de la búsqueda de solucio-nes de un problema no coyuntural, sino centenario.

EN LAS ÚLTIMAS DÉCADAS la República Dominicana havisto incrementar los grados de pobreza de manera alar-mante. De acuerdo a ONAPLAN, el 62% de la poblacióndominicana vive por debajo de la línea de pobreza.

Mucho se ha hablado de combatir la pobreza, pero pocose ha hecho para reducirla. Los programas sociales orienta-dos a reducir la pobreza se han convertido en mecanismosclientelistas e instrumentos proselitistas de los partidos

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políticos. Quienes están llamados desde los estamentos es-tatales a diseñar políticas de combate de la pobreza hanconfundido el empoderamiento y la creación de oportuni-dades y capacidades con el paternalismo, las dádivas y lossubsidios sociales. Por ejemplo, qué puede resolver una fa-milia pobre con RD$300.00 ó RD$500.00 pesos que elgobierno le asigne cada mes? ¿o con el regalo esporádicode algún candidato político del gobierno o de la oposición?

La pobreza no debe enfrentarse de igual manera entodos los sectores. Las necesidades de los pobres de la zonarural no son iguales a las de los pobres de la zona urbana.Hay que diferenciar las necesidades de los diversos grupossociales a través del conocimiento profundo de sus realida-des. Es por eso que entendemos necesario desagregar lapobreza, de tal forma que pueda ser atacada desde la mate-rial hasta la espiritual.

La pobreza se debe combatir creando empleos, pro-moviendo el microcrédito, incubando empresas, promo-viendo la educación para el hacer, fomentando una real con-ciencia ciudadana acerca de los derechos y deberes de losdominicanos.

Para una persona pobre la forma más expedita de rom-per el círculo de la pobreza a mediano o a largo plazo es através de la adquisición de conocimientos que le permitaninsertarse en el mercado laboral de manera satisfactoria.Sin embargo, a corto plazo, lo que necesita es un empleo oel apoyo para desarrollar una microempresa que le permitasobrevivir y desarrollarse económicamente. En tal sentido,deberá recibir orientación en cuanto a la inversión másfactible a realizar.

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Otra cara de la pobreza es la insuficiente inversión eninfraestructuras que son necesarias en comunidades y pro-vincias. Debe reducirse la migración rural hacia zonasurbanas. La tendencia para mitigar la pobreza debe ser lade crear condiciones adecuadas para los habitantes de laszonas rurales. Condiciones que les permitan ser producti-vos y desarrollarse. Por tanto, hay que incrementar lasinversiones en viviendas, carreteras, caminos vecinales,puentes, canales de riegos, escuelas, hospitales, destaca-mentos policiales…

La real descentralización del poder es clave para atacarla pobreza de manera regional. Los presupuestos localespermiten grados de eficiencia adecuados, cuyas inversionesse ajustan a las necesidades comunitarias. Deben desarro-llarse estrategias de reducción de pobreza locales cimenta-das en programas de desarrollo contentivos de proyectossociales participativos, con las prioridades bien definidas, ydonde los consejos de desarrollo provinciales propicien con-sultas ciudadanas abiertas y democráticas.

La pobreza dominicana encierra un problema de gé-nero en sí misma. El concepto de la ruptura generacionalno es excluyente ni discriminatorio. Más bien entiendeque en una sociedad como la nuestra, donde existen tan-tos hogares encabezados por hombres, debenincrementarse las oportunidades para las mujeres, en elentendido de que existe una correlación directa entremujer y pobreza. Si potenciamos las capacidades de lasmujeres y las empoderamos con oportunidades paramicrocréditos y salarios competitivos, contribuiremos conla mejora y bienestar de la familia, a sabiendas del vínculo

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existente entre madre e hijos en la familia, en cuanto a latransferencia de recursos económicos.

Los gobiernos de los últimos años han orientado loque podría llamarse sus “políticas de desarrollo” bajo elconcepto del “trickle down”, de la década de los años 70, apartir del cual se enfocan en el crecimiento económico delPIB, como si éste fuera a expedirse a la población en formade empleos y otras oportunidades económicas o creará lascondiciones necesarias para una distribución más ampliade los beneficios económicos que arrojaría el crecimiento.¡Nada más falso que eso! Los resultados han sido un au-mento de las desigualdades sociales y económicas en losúltimos años.

La cantidad de recursos que no han sido destinados ala solución de los proble mas nacionales es enorme. Ne-cesitamos que las leyes funcionen y sean aplicables a cual-quier ciudadano que la transgreda. Ha de llegar el mo-mento en el que la estructura institucional del Estadofuncione y se encuentre por encima de las acciones de loshombres y mujeres.

La transparencia en la gestión pública es fundamentalpara el desarrollo. La figura del referéndum revocatoriodebe ser tomada en cuenta para futuras enmiendas consti-tucionales. Será la única forma de enviar señales a la socie-dad de que quien no cumpla con los mandatos constitucio-nales y viole la confianza de sus electores, será sustituidocomo servidor público elegido.

El ejercicio de la política debe dejar de ser visto comoun instrumento de movilidad económica. Aquellos que ejer-zan funciones estatales deben entender que su misión ha

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de ser la de contribuir con el desarrollo de la nación domi-nicana en sus diferentes vertientes, en el entendido de quedeberán ser bien gratificados en la misma proporción de suresponsabilidad, entrega y sacrificio.

Parte de la ineficiencia del Estado tiene su génesis enla ausencia de mecanismos de seguimiento y control de susejecuciones. No obstante, no es posible ejercer tales contro-les si carecemos de instrumentos que definan y orientenlas acciones del Estado. Muchos han planteado la necesi-dad de un plan o una agenda de desarrollo. Sin embargo,los planes estatales están muy desacreditados, no por faltade iniciativa e ideas, sino por la debilidad en la ejecución ypor su sostenibilidad. Eso se evidencia en la carencia de unplan nacional de desarrollo y en la inconsistencia de lagran mayoría de planes sectoriales que han sido prepara-dos en las diversas áreas y cuya ejecución ha sido muy cues-tionada. Por tanto, debemos identificar las necesidadesnacionales desde lo particular a lo general. Cada comuni-dad, pueblo, provincia, ciudad, debe tener sus programasy proyectos en función de sus necesidades. Luego deberánasignarse las prioridades de ejecución de esos proyectos,desde lo general hacia lo particular, bajo un método holísti-co, y teniendo el desarrollo nacional como eje central.

El concepto de desarrollo que manejamos bajo la rup-tura generacional es multidimensional, y parte de las con-cepciones de los economistas Amayrta Sen y Michael Todaro.Entiendo que seremos una nación desarrollada cuandohayamos llegado a grados generalizados de satisfacción delas necesidades básicas, tales como alimentación, salud, edu-cación y seguridad. Además, una mejora considerable de la

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calidad de vida, a través de la creación masiva de empleosproductivos, mayor atención a valores humanísticos y cul-turales que ayuden a elevar la autoestima. Seremos unanación desarrollada cuando poseamos libertad de elec-ción ante un amplio rango de alternativas sociales y eco-nómicas, disponibles para todos los dominicanos.

CAPÍTULO VIIILA VÍA ALTERNA COMO EPÍLOGO

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Los dominicanos al igual que los ciudadanos de cual-quier nación del mundo, merecen oportunidades para cre-cer. Y las oportunidades no surgen de la casualidad: han deser creadas.

Cuando el 31 de enero de 1999, recibí el Premio Na-cional de la Juventud, otorgado a diez jóvenes sobresa-lientes, entendí que esa premiación era un estímulo paraque jóvenes con cierto talento se desarrollaran y contribu-yeran con su país en el futuro. En ese grupo se encontra-ban Juana Arrendell, campeona panamericana de saltoalto; Wanda Rijo, campeona panamericana de levanta-miento de pesas, y Nuris Arias, campeona panamericanade voleibol femenino.

Otros éramos menos conocidos a nivel nacional, peroen nuestras comunidades y áreas de acción teníamos un cier-to reconocimiento. Tal es el caso de Mitzi Santana, una jo-ven valiosa de San José de Ocoa, locutora y trabajadora co-munitaria. Años más tarde de la entrega del premio meencontré con ella, la misma joven sobresaliente, pero en esaocasión necesitando ayuda para tratar asuntos críticos desalud, y desconcertada al ver cómo todas las puertas se cerra-ban a su paso. Años más tarde y gracias a su voluntad ferreapudo superar dicha situación.

¿Cuántos casos de jóvenes valiosos ha de registrar lahistoria parecidos al de Mitzi Santana? Miles. Pero, ¿dónde

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se encuentran las políticas de juventud para dar respuestasa casos como éste? ¡Tenemos que construirlas!

Cada joven dominicano es una mina por explorar. De-bemos abrirles los caminos para que se desarrollen y elijanla forma que crean pertinente para ayudar su país.

He podido conocer el trabajo y las aspiraciones de jóve-nes valiosos que día a día luchan por contribuir de manerapositiva con su comunidad. Casos como el de Ramón Ama-ble en La Mata de la provincia Sánchez Ramírez, o deCarlos Candelario en Nagua, o del pastor Joel Comprésen Castillo son ejemplos de superación y del gran poten-cial de nuestra juventud.

Así como los jóvenes necesitan oportunidades, tambiénlos niños que deambulan por las calles, los adultos mayo-res, las mujeres y los hombres desamparados por las políti-cas públicas orientadas a dar respuestas a sus necesidadescomo seres humanos.

A diario estamos sometidos a una tortura deshumanizadade la realidad dominicana. Los golpes, fruto de esa tortura,pretenden insensibilizarnos. Es una descarnizada forma dehacernos cómplices sociales ante nuestra impotencia y dé-bil empoderamiento social. El oportunismo y la ley delpoder, más que el poder de la ley, asumen el control de lasociedad.

La pobreza que nos arropa es desgarrante, real y palpa-ble en zonas urbanas y rurales. Si bien es cierto que es unapobreza definida por la carencia de lo material para acce-der a las necesidades básicas del ser humano, esta tiene unalto componente subjetivo muy peligroso: la desesperanza

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resultante de las promesas insatisfechas, contribuyentes enla germinación de un amor por lo propio muy bajo.

Me preocupa el espectro político dominicano desde elpunto de vista ideológico. La realidad nos indica que elejercicio político se orienta cada vez más hacia elpragmatismo primitivo, alejándose bastante de las ideolo-gías políticas progresistas y de vanguardia necesarias parala orientación y conducción del Estado.

Los partidos políticos nacionales son el reflejo más fe-haciente del espectro social. Sabemos que en ellos existenhombres y mujeres muy valiosos, con la capacidad necesa-ria para sumarse al esfuerzo trascendental de conducir laRepública Dominicana por los postulados reales de la justi-cia social y el bienestar económico que tanto necesitamos.

Creo que es posible construir un proyecto de naciónque coloque al ser humano en su centro y le brinde oportu-nidades, estabilidad económica y garantías de un estado dederecho.

Creo que, aunque vivimos en una sociedad donde exis-ten grados de desigualdad asombrosos, ningún dominica-no quiere que sus hijos y nietos vivan la misma realidad.

Creo que es posible llevar nuestro país a altos nivelesde desarrollo humano, si ejecutamos políticas públicas orien-tadas al bienestar de la mayoría.

Creo que es posible avanzar como nación, sin avasa-llar, ni burlarse de la miseria e ignorancia del pueblodominicano.

Creo en una vía alterna que nos aglutine a todos enuna misma dirección.

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Creo que podemos vencer la desesperanza que noscomienza a arropar y entre todos construir una Repúbli-ca Dominicana cuyos cimientos sean el ideario de losfundadores de nuestra nacionalidad, y estén en sintoníacon aspectos económicos del mercado, la solidaridad yvalores morales.

He observado el ejemplo de ética y entrega de ciudada-nos que han aportado y aún tienen mucho que aportar anuestro país, y no se atreven a zambullirse en el mar de lapolítica, en el entendido de que ésta carece de oxígenomoral. Hago un llamado a los dominicanos para que deuna vez por todas nos unamos y renovemos nuestras espe-ranzas a través de la participación activa del curso de nues-tra historia, dejando de lado las banderías de todo tipo:políticas, religiosas, raciales, de género y de clase social.

Finalmente, creo que es posible adecentar el ejerciciopolítico y construir el país que todos algún día hemos soña-do. Por tanto, solicito que nos unamos y que seamos partede la ruptura de esos eslabones corroídos de la cadena quenos ha impedido desarrollarnos como nación: es una delas razones que me motivan a incursionar en la políticadominicana.

Esta segunda edición de La Ruptura Generacional, de MiltonMorrison, se terminó de imprimir en los talleres gráficos de Edi-tora Búho, en el mes de abril de 2010, en Santo Domingo,República Dominicana.