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75 ACTITUDES INTERPERSONALES Y COMUNICACION PSICOCONSTRUCTIVA Dr. Humberto Rotondo G. RESUMEN En este ensayo se revisan algunas condiciones favorecedoras de una comunicación constructiva en situaciones de entrevista diagnóstica y terapéutica. Entre ellas se menciona la aceptación incondicional, la actitud empática y la autenticidad en la aproximación interpersonal. SUMMARY This is a revision of some interpersonal attitudes worthy for effective diagnosis and therapy: unconditional acceptance, empathic attitude and authenticity in the interpersonal approach. Vol IV Nº 1 Enero-Junio 2003- pp 75-91. REVISTA DE PSIQUIATRIA Y SALUD MENTAL HERMILIO VALDIZAN

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Rotondo Humberto Actitudes Interpersonales y Comunicación Psico-constructiva

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REVISTA DE PSIQUIATRIA Y SALUD MENTAL HERMILIO VALDIZAN

ACTITUDES INTERPERSONALES Y COMUNICACION PSICOCONSTRUCTIVA

Dr. Humberto Rotondo G.

RESUMENEn este ensayo se revisan algunas condiciones favorecedoras de una comunicación constructivaen situaciones de entrevista diagnóstica y terapéutica. Entre ellas se menciona la aceptaciónincondicional, la actitud empática y la autenticidad en la aproximación interpersonal.

SUMMARYThis is a revision of some interpersonal attitudes worthy for effective diagnosis and therapy:unconditional acceptance, empathic attitude and authenticity in the interpersonal approach.

Vol IV Nº 1 Enero-Junio 2003- pp 75-91.REVISTA DE PSIQUIATRIA Y SALUD MENTAL HERMILIO VALDIZAN

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as entrevistas, cualquiera que sea sus objetivos, reposan en el mayor de los casos

sobre transacciones interpersonales integrativasy satisfactorias que permiten progresivamente,de acuerdo a las posibilidades personales, unacomunicación con todo lo que ello implica deapertura, transparencia exterior e interior.

Tratándose de las entrevistas médicas pode-mos decir que tienen dos grandes objetivos:

(1)conocer acerca de la historia natural de la en-fermedad, o de la crisis vital en cuestión.

(2)mejorar o curar la enfermedad, resolver lasconsecuencias y ayudar a la persona y a sufamilia a superar su situación de crisis.

Naturalmente sin un estudio integral y sistemáti-co del caso no son posibles ni un diagnósticoconfiable ni las apropiadas intervenciones tera-péuticas y no son factibles las convenientes ac-ciones rehabilitatorias. Pero todas estas accio-nes se facilitan al establecerse una relación cons-tructiva entre el médico y el paciente, pues éstaabre la comunicación y pone en marcha las re-acciones reparadoras del organismo humano, apropósito de problemas personales en crisis agu-das y de tipo acumulativo y, puede llegar a pro-mover, incluso, el desarrollo emocional deteni-do.

La relación, en mención, básicamente es unainteracción o mejor dicho una transacción conti-nua de naturaleza afectiva y cognoscitiva. Puedeser positiva en cuyo caso prima una atmósferade calma, acogida, respeto, benevolencia y seda una apertura creciente para la comunicación.Si la relación es de índole negativa predominauna atmósfera defensiva, de amenaza u de difi-cultad y cierre de la comunicación interpersonal.

Esta relación no es “algo” que se adquiere deuna vez por todas. Es ante todo un proceso quese desarrolla, pero que aún puede venir a menosa través del intercambio de actitudes entre elentrevistador médico o profesional competentey el paciente o la persona entrevistada.

L Sin embargo, no puede decirse que sea unproceso uniforme: podemos ver momentos, fa-ses en que se acentúan o menguan componentespositivos; en el entrevistador puede bajar la acep-tación, comprensión, interés y empatía y puedeocurrir cierre comunicativo, resistencias de par-te del entrevistado. Podría decirse que de ma-yor importancia es la tendencia general positivao negativa y no los pequeños altibajos que pue-den ocurrir, en función de las limitaciones de cortaduración de ambos participantes.

Esta noción de relación positiva es afín a lade contacto afectivo, elaborada por AlphonseMaeder, y la de relación personal entre el “Yo”y el “Tú” formulada por Martín Buber. En larelación personal o en el contacto afectivo, dossujetos (yo y tú), en esencia, intentan estableceruna relación personal, de compenetración recí-proca del uno con el otro.

Esta relación personal es opuesta la relacióndel Yo con respecto a un “objeto” o cosas, ca-racterística de la actitud fría, distante del obser-vador indiferente y del científico neutral.

En la situación de entrevista ambos tipos derelación no se dan como oposiciones polares sinocomo componentes de un sistema en que am-bos tipos de relación resultan interdependientes,apoyándose en un proceso complementario a lavez objetivante y de tipo afectivo:

1º Se trata de comprender intelectualmente loque le pasa a la persona en “crisis” o enfer-ma, pero de una manera confiable; o de po-der obtener una respuesta cabal a las siguien-tes preguntas: ¿qué le ha sucedido? ¿Cómoha llegado a ello?, de manera que otras per-sonas competentes pueden llegar a saber se-mejante.

2º El “rapport” o relación positiva contribuye auna mengua de la reserva y de lo que se opo-ne a la confidencia; a saber: vergüenza, des-confianza, temor al rechazo, a no ser acogi-dos benévolamente, etc.

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En ese clima acogedor la persona adquiereprimero el coraje de la sinceridad; al menguar laangustia, la tensión, la agresividad y la depresiónafloran recuerdos evitados o impedidos de aflo-rar a la conciencia y se esclarecen situaciones aloperar un juicio menos teñido de afectividad. Enprimer término la relación positiva crea condi-ciones favorables a un mejor conocimiento o másobjetivo de las situaciones vividas, soslayadas,no recordadas y luego facilita el aprendizaje deformas más efectivas de enfrentamiento al pro-blema, al descender el nivel de angustia y refor-zarse por las actitudes benévolas, aprobatoriasdel entrevistador.

Se ha comprobado que las actitudes indis-pensables en el entrevistador para la creaciónde esa relación facilitante son:

a) la aceptación incondicional, síntesis de aco-gida benévola, respeto, interés y cuidado,

b) genuidad en las actitudes e intervenciones enel encuentro interpersonal;

c) capacidad de colocarse en el punto de vistao perspectiva del otro, sin perder la necesa-ria objetividad para la comprensión de las si-tuaciones humanas.

Estas actitudes llevan, a través de interven-ciones apropiadas, a la satisfacción de necesi-dades básicas emocionales como las de ser aco-gido, respaldado, comprendido y aliviado poralguien conocedor, comprensivo, de los proble-mas humanos. Estos incluyen no sólo el conflic-to, la amenaza e inseguridad, las pérdidas, sinotambién la “disminución humana”, es decir el es-trechamiento, el angostamiento, la sofocación yla inhibición de las posibilidades y capacidadeshumanas como resultado de la escasez, la igno-rancia, los prejuicios y las variadas privacionesasociadas a la pobreza material y cultural, etc.,pero también al cierre “espiritual y cultural”.

A. Aceptación o Consideración incondicional

El ser humano está dotado de propiedadessingulares que les dan distinción, excelencia y queconstituyen un valor digno del mayor respeto.

Estas son de acuerdo a la penetrante carac-terización formulada por Pedro Laín Entralgo:

1) La intimidad,

2) su libertad y responsabilidad,

3) la inteligencia,

4) la capacidad de dirigirse, de anticiparse y deproyectarse hacia el futuro,

5) la “apertura de las cosas, de las personas y ala realidad fundamental, a Dios”.

Conviene señalar, además, la índole inacabadadel hombre, susceptible por capacidad intrínse-ca de desarrollarse, de realizarse, crearse y crearprecisamente en sus relaciones con los demás, através de su constructiva apertura a los demás yal mundo. Esta apertura puede ser vista desdeel punto de vista de su disponibilidad para el en-cuentro significativo, contributorio para él parael propio desarrollo y de los otros, en tanto elsujeto se abre a la experiencia, la asimila y lautiliza, Sin una creciente apertura a través deuna mutua y creciente acogida, en una suerte derelación dialéctica complementaria, no hay co-municación y compresión efectivas. Nos cerra-mos al “otro” cuando éste representa una “ame-naza” o cuando no se hace merecedor de nues-tras confidencias, o en condiciones tales de an-gustia o de depresión que la comunicación sehace imposible o se limita por inhibiciones de-fensivas que impiden la asimilación o integraciónde la experiencia, cualesquiera que ella sea, ne-gativa y aún la positiva.

La acogida mutua y sin condiciones, es lo quedesde los planteamientos humanista de Rogersse ha dado en llamar “aceptación o considera-ción incondicional”. Es amar a alguien por “quienes y no por lo que es”. Esto ha de traducirse enun percibir, comprender y tratar a las personas

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como son realmente, sin juicio alguno aprobato-rio o desaprobatorio, lo que no siempre es fácil,espontáneo u en el grado conveniente. En lamedida en que el entrevistador experimente unacálida aceptación de cada aspecto de la expe-riencia comunicada del entrevistado, éste viveuna experiencia de “consideración” incondicio-nal. Ninguna de las experiencias del entrevista-do se discriminan como más o menos dignas deuna consideración; al revés todas sonmerecedoras de atención y de una comprensiónrespetuosa, representen hostilidad, indecisión,miedo, lástima de sí mismo, comportamiento“estúpido”, afán de afirmarse, etc. Pero acep-tación no significa aprobación de las estrategiasauto derrotistas, limitantes o evasivas o de lossentimientos de inferioridad, sino un reconoci-miento explícito de su significado, de lo que nosdicen de la persona en su proceso vital. Menossignifica un identificarse ciegamente con el “otro”de tal manera que impida tomar la debida dis-tancia para la comprensión de lo que va ocu-rriendo, o tomar un partido favorable o desfa-vorable en relación a los implicados en las situa-ciones interpersonales que van discutiéndose oesclareciéndose, o pensar que la persona en cri-sis no podrá hallar otras alternativas de enfren-tamiento a sus dificultades.

Estableciendo todas las diferencias del casoen la aceptación incondicional, podría aplicarsea ella la idea cristiana de que “es posible amar alpecador sin amar su pecado” (F. Biestek).

El concepto de consideración incondicionalsignifica esencialmente que no se dan ni han dehaber condiciones para la aceptación o el senti-miento evaluativo como podría traducirse en lafórmula “le quiero o le aprecio, así o asá”. Al nosentirse consiguientemente criticada, censuradao valorizada la persona vive una experiencia degran seguridad emocional que la vincula preci-samente con aquel que le ha acogido incondi-cionalmente.

La actitud del entrevistador ante todoevaluativa, moralista, se manifiesta por constan-

tes referencias a “normas” o por admoniciones,condenaciones, sermones, advertencias, compa-raciones peyorativas, abiertas o sutiles, pero tam-bién por referencias indirectas a la inadecuacióne inferioridad del entrevistado mediante llama-dos a su voluntad o su esfuerzo para superarse,etc.

El juzgar así tanto de manera explícita cuantode modo tácito, no es función de un buen entre-vistador, maduro y competente. La calificaciónde un comportamiento como “bueno” o como“malo” no es de su incumbencia. Juzgar es echaruna culpa sobre la persona en relación a lo queha hecho o dejado de hacer con una evidenteacusación al declararle responsable de hacercausado sus problemas o sus debilidades, puestemerá que esa información pueda ser utilizadaadversamente. Como resultado de la falta deaprobación se sentirá inferiorizado y su sentimien-to de inadecuación aumentará y su conclusiónpodrá ser “soy muy malo”, “no valgo nada”. Eldesaprobado se inhibe definitivamente en su co-municación verbal, se torna reticente, dice sólouna parte de lo que ha comenzado a manifestaro callar, o evade el discutir sobre asuntos de sig-nificación personal pasando a considerar, en vez,asuntos impersonales. Otra forma de reaccio-nar es a través de la emergencia o acentuaciónde sentimientos de culpa que suelen traducirseen un incremento o aparición de marcadaautocrítica, o en declarados sentimientos de in-ferioridad. Puede también el entrevistado tor-narse más o menos sutilmente agresivo, descon-tento por lo menor o exigente o negando valor,con razón, al proceso de la entrevista. De estasuerte la desaprobación o la crítica al entrevista-do llevan a un cierre defensivo, comprensible,de la comunicación.

Por último es inevitable que en esas circuns-tancias de amenaza, rechazo y desaprobaciónse acentúe la angustia existente o se agregue acualquier otra forma de respuesta emocional pre-sente; es una legítima angustia iatrogénica comoresultado del “maltrato” psicológico. Condicio-

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nes favorecedoras de aceptación del otro sonentre otras:

1. Un buen conocimiento acerca del hombre,de la conducta humana, especialmente el re-ferido a sus características esenciales y a sudinámica. Sin este conocimiento no se po-drán entender los diferentes niveles de la or-ganización personal; la motivación individualy las variadas reacciones emocionales y for-mas de defensa. El saber aumenta la confian-za del entrevistador así como incrementa sucompetencia personal. El conocimiento delos fundamentos de la propia disciplina (mé-dica y/o psicológica) y de la manera técnicay humana de conducir la entrevista hace delentrevistador una persona realmente compe-tente y asegurante capaz de brindar una aco-gida afectiva benévola y una comprensión in-telectual orientadora. Un entrevistador biso-ño, inmaduro, ajeno a la enseñanza de la vidao con severas inhibiciones para saber de ella,que no puede aceptar aquello que no es ca-paz de comprender.

2. La proyección de los propios estadosafectivos o actitudes emocionales al “otro”es un fenómeno involuntario que conlleva sucompresión distorsionada o equivocada. Lapropia angustia se atribuye entonces al “otro”,el fastidio personal, no aceptado y compren-dido, resulta visto en la expresión o en la ac-titud del entrevistado iniciándose así cadenasde incomprensión y de incomunicación.

3. Una actitud objetiva no se halla reñida con elestablecimiento de una relación positiva o“rapport”. Ser objetivo dispone a guardarlas debidas distancias que impidan identifi-carse con las perspectivas distorsionadas olas actitudes auto limitantes o reacciones emo-cionales intensas y prolongadas del “otro” oa tomar partido por uno u otro de los impli-cados en las situaciones interpersonales de“stress” vividas por el entrevistado. La iden-tificación impide ver las cosas como son y lassalidas posibles a la situación-problema.

4. El respeto, ingrediente esencial de la acepta-ción, fundamentalmente es trato delicado, ale-jado de cuanto pudiera implicar ofensa o maltrato. Manifestaciones de este respeto son,entre otros:

(a). El establecimiento de una serie de con-diciones exteriores que se aseguren laprivacidad, la comodidad durante la entre-vista, el cumplimiento del tiempo establecidoo señalado para los efectos de la entrevista;

(b). El tacto y tino en el hablar de tal suertede no hacer comentarios despreciativos, iró-nicos o preguntas impertinentes, burlonas, oacusatorias, etc. El tacto ha de estar presen-te, también, en el preguntar. La pregunta sehará de una manera delicada, oportuna, sinimplicancias de crítica, menosprecio o suge-rencias manipuladoras.

(c). La dureza y la torpeza en formular laspreguntas son en verdad, maneras de no res-petar a la persona humana a la que debemosuna consideración especial por su valor in-trínseco.

5. La acogida incondicional asimismo es aten-ción genuina, interés sostenido y cuidad re-confortante. Un interés profundo, real por lapersona humana y sus vicisitudes, por el hom-bre en “crisis” o enfermo, contribuye decisi-vamente a establecer y mantener a lo largode la entrevista y fuera de ella una relaciónposición positiva, elevadora de su “moral”personal, es decir, de su confianza, fortalezay esperanza básicas, sin las cuales no se haceposible la vida. La acogida benévola, el res-peto o el interés y naturalmente la cortesía olas buenas maneras, cuando son auténticas,integran un sistema coherente de sentimien-tos. Este sistema de sentimientos o actitudesafectivas fueron muy bien caracterizados porRomano Guardini cuando refería: “la atenciónes lo más elemental que ha de percibirse paraque los hombres puedan tratar entre sí comohombres”.

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No hace falta aquí tratar de valores especia-les -dotes, logros, elevación moral o lo quesea- sino sencillamente del hecho de que elotros es el hombre y tiene libertad y respon-sabilidad. Entonces atención significaría, porejemplo, que se toma en serio su convicción...El respeto -entonces- se llama atención, cui-dado, pero es también “cortesía, expresiónde atención a la persona humana... que reco-noce en el otro el bien y le hace sentir que sele estima”.

El interés sostenido se manifiesta en una ob-servación discreta mientras se escucha y cuan-do la otra persona guarda silencio: en un mi-rar, al interlocutor, un estar cerca para escu-charle y para que puedan percibir clara ydistintamente lo que digamos. Naturalmentees difícil mantener la atención, puede sobre-venir el cansancio y quizás su orientación detransitiva pase a ratos, a ser reflexiva. Perode esto ha de tener conciencia el buen entre-vistado, conocerá que el campo de su aten-ción, lo que puede abarcar en un momento yen su conexión dinámica, se estrechará cuan-do esté angustiado, tenso, fastidiado, cansa-do o simplemente ensimismado por algún pro-blema circunstancial, o por algún problemade otro tipo más profundo.

La atención nos se concentra, no se mantie-ne vigilante, tiende a dispersarse en caso defatiga. Trabajo excesivo, muchas entrevistaso entrevistas prolongadas, pueden llevar alcansancio físico y mental. Asimismo, se llegaa un estado de parecida fatiga cuando el en-trevistador está sometido a gran stress emo-cional y/o intenso trabajo intelectual. En elprimer caso hay mucha relajación muscular ytendencia al sueño, en el segundo gran ten-sión muscular, incomodidad, impaciencia,búsqueda de un cierto alejamiento de los de-más. Todo esto traducido en la expresión,es percibido por el entrevistado, que a me-nudo lo toma como muestra de indiferencia oaburrimiento por lo que está diciendo. Estos

hechos nos llevan a considerar un legítimo“síndrome del entrevistador fatigado” deimplicancias negativas para el entrevistado.Este siente, entonces, que habla en un vacíoal no hallar respuesta o disponibilidad en el“otro”. Encuentra indiferencia, abandono, seve “arrojado” a la nada (Luis Lavalle).

La tarea para la entrevista se hace fácil me-diante una debida preparación para lo que ha deobservar y escuchar y se ve trabada o dificulta-da, como ya hemos manifestado, por la fatiga yla tensión emocional.

De otra parte, ha de tenerse en cuenta que elprejuicio selectivo por parte del entrevistador lle-va a no atender ciertos hechos (inatención se-lectiva):

a) en función de las posibles inhibicionesneuróticas del propio entrevistador;

b) de su estrechez de la experiencia de la vida;

c) de preconceptos en un marco de referen-cia que sobrevalore ciertas perspectivas tem-porales para la comprensión humana (pasa-do, futuro), subestimando la realidad viva eimpactante de las situaciones presentes, dela vida pro considerar, tendenciosamente, queesto es “superficial”.

Precisa tener conocimientos de todas estas po-sibilidades, y de la inatención selectiva durantela entrevista, para su liquidación a través de losmedios convenientes (auto comprensión, super-visión y terapia personal del entrevistador, se-gún sea necesario).

Si nuestra atención está muy tensa, como haenfatizado Theodor Reik, empezamos a selec-cionar de la información que nos llega y comen-zamos a captar ciertos fragmentos siguiendo es-pecialmente nuestras expectativas e inclinacio-nes. La regla técnica comprensiva sería la deanotar todo de igual manera así como se reco-mienda al entrevistado que diga todo lo que pasapor su mente o expresa con espontaneidad sinselección previa, análisis crítico o reserva.

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La respuesta del entrevistado depende cómose emplea el tiempo asignado a entrevistarle.Este puede ser corto o prolongado, en una en-trevista o en varias. En todo caso la direcciónde la entrevista en manos del entrevistador queformula brevemente los fines:

a) ayudar en una emergencia,

b) obtener la información conveniente parael diagnóstico y tratamiento médico,

c) intervenir en una situación de crisis emo-cional o en una situación de desastre.

Estos fines orientan en la selección de las pre-guntas a efectuar, el tiempo dedicado a escu-char, el mayor o menor grado de iniciativa departe del entrevistado. Cubierta respetuosamentela información requerida se satisfacen las expe-riencias y demandas planteadas, sin prisas ni pro-longaciones indebidas.

Téngase bien presente que brevedad no esprecipitación ni superficialidad en el obrar, ni im-pedir que la persona concluya sus pensamien-tos, así como una mayor disponibilidad de tiem-po no significa posibilidad de inacabables diva-gaciones defensivas por parte del entrevistadoni averiguaciones interminables curiosas e imper-tinentes a cardo del entrevistador. Como se sabela entrevista no es una conversación social, sinobjetivo o en sí misma “satisfactoria”.

La obtención de la información pertinenteconlleva para el entrevistador satisfacción y po-sibilidad de intervenciones efectivas y para el en-trevistado el sentimiento de ser bien “atendido”y las posibilidades asociadas de poder ser “cui-dado” apropiadamente. Todo esto descansa enun tiempo bien empleado para la comprensióndel caso y de sus circunstancias. Como diríaRomano Guardini: La paciencia es “espera ysosiego en las cosas que se desean mucho”, con-dición para un acercamiento respetuoso, sose-gado al prójimo, teniendo en cuenta que todo“lo vivo crece despacio, tiene sus horas, va pormuchos caminos y rodeos...” y como es eviden-

te “quien no ama la vida no tiene paciencia conella. Entonces vienen las vehemencias y hay he-ridas y roturas...” “Sólo en la mano de la pa-ciencia prospera la persona que nos está confia-da”. Paciencia es saber esperar, es lo que so-brelleva la tensión de la espera. Hay una pacien-cia para lo breve y lo prolongado, la superficia-lidad, la impaciencia, puede darse tanto en en-cuentros cortos como en prolongados.

La impaciencia surge por muy diversos moti-vos. Puede ser signo de dominancia que no dejahablar, o de la angustia que evita recepción deasuntos problemas del entrevistado, muy simila-res a los no-resueltos del entrevistador neuróti-co pasando a lo largo o interrumpiendo paracambiar de tema; o simplemente el resultado deexigencias, circunstancias o provenir del “siste-ma” en que opera, que demanda mucho en cor-to tiempo, sin dar importancia a la calidad y alos resultados “humanos” del trabajo profesio-nal.

La curiosidad, en su sentido peyorativo, re-ferida a los asuntos personales, es “vicio” quelleva a inquirir lo que no debiera importarnos,entrometimiento en asuntos que el entrevistadorno tiene por qué conocer primariamente, por serajenos a los objetivos racionales de la entrevis-ta. Una de las mayores fuerzas motivadoras delentrevistado es la apreciación de que lo que estácomunicando, ante el estímulo de las preguntas,va a servir primariamente para los fines de laentrevista. Pero si advierte que una preguntaespecíficamente no es pertinente o no se rela-ciona a dichos objetivos, la reacción frecuentees de desconfianza y fastidio. Un ejemplo deaveriguación no apropiada puede ser una inte-rrogación acerca de alguna conducta socialmentedesaprobada, o de violación de normas éticas osobre creencias religiosas y políticas, estado fi-nanciero, etc.

Otra forma de entrometimiento es la de unainterpretación prematura acerca del sentido delas reacciones emocionales que comienza a ma-

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nifestar el entrevistado, revisiones forzadas desituaciones interpersonales tempranas y/o que nopueden, por el momento, enfrentarse por movi-lizar gran angustia, desolación, vergüenza, etc.

No hay que olvidar el significado de los mediosempleados conscientemente unas veces, otrasautomática e involuntariamente para evitar laangustia y de cómo esas estrategias de evitamientose mantienen por su efecto reductor de la ten-sión.

La catarsis o ventilación espontánea es muydiferente, por su consecuencia, a la confesiónforzada o a la comunicación eruptiva resultadode quiebra provocada de los mecanismos de-fensivos de tipo represivo que mantenían un equi-librio precario de la persona. Indudablementeque esto no se refiere al esclarecimiento de pro-blemas reales, actuales, que poco a poco y unopor uno, al rito del entrevistado, son mejor com-prendidos en sus consecuencias psiconocivas.Las defensas que evitan, minimizan o niegan odistorsionan las amenazas percibidas provenien-tes del exterior o del interior, reales oengrandecidas o puramente subjetivas, cumplenevidentemente una cierta función homeostáticaal reducir la tensión emocional o al encubrir ladepresión. Su operación sin embargo, limita,coarta a la persona o la deja aún más desarma-da para enfrentarse a los problemas o asuntosque demandan un enfrentamiento y solucionesefectivas, no auto-derrotistas. Estas defensasse van atenuando paulatinamente, en el curso deentrevistas terapéuticas, y no cabe esperar cam-bios radicales, inmediatos a través de interven-ciones “voluntaristas”.

Precisamente la relación positiva creada porlas actitudes genuinamente respetuosas, com-prensivas y empáticas es la condición tempranafavorecedora de una disminución de la angustiabásica a través del acercamiento benévolo, lafacilitación de la comunicación y el comienzo deun esclarecimiento y un aprendizaje en un climaemocional, propicio, de nuevas formas más

efectivas de adaptación interpersonal. Esto, enlas entrevistas terapéuticas toma cierto tiempoaunque no siempre prolongado y requiere unaestrategia a la vez activa y paciente, de espera,en tanto que por el apoyo emocional se van res-tableciendo las capacidades adaptativas.

En las crisis emocionales en donde el des-equilibrio se halla en relación a la sobrecarga delas situaciones de “stress” psicosocial las inter-venciones han de ser más activas, combinandojuiciosamente: catarsis, respaldo emocional, undebido esclarecimiento de las situacionespatógenas e incluso la conveniente orientación o“dirección” psicológica discreta, constructiva.

La experiencia prueba que en toda interven-ción diagnóstica o terapéutica si no se establecey mantiene una relación positiva: ni la informa-ción obtenida es adecuada ni son efectivas lasintervenciones de tipo terapéutico. Una políticaprudente y respetuosa, sin herir, ni dañar, a lavez activa y paciente, flexible de acuerdo a lasnecesidades, no nos cansaremos de repetir, decada persona, obtiene respuestas significativasy, en general, una acogida y aperturacomunicativa favorable.

A este respecto conviene apreciar en todos susalcances las reflexiones de John G. Whitehorn apropósito de las intervenciones impacientes, im-prudentes y arrebatadas en las entrevistas tera-péuticas, que a nuestro entender rigen para todotipo de entrevista.

“Las defensas neuróticas, perturbadoras ylimitantes, tienen sin embargo un valor conside-rable para mantener alguna clase de estabilidady el terapeuta no intentará destrozarlas o elimi-narlas sin una provisión cuidadosa de medidasde apoyo y una juiciosas consideración de otrasalternativas de adaptación por parte del pacien-te. Es del todo afortunado el que la adaptaciónneurótica sea tan resistente al cambio. De otromodo psicoterapeutas muy entusiastas, carentesde “sabiduría” podrían hacer mal más quebien.”...

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B. La actitud empática

Se denomina actitud empática el buscar acti-vamente, mientras se escucha, una representa-ción del probable mundo interior del locutor, esdecir, “la transposición imaginativa en ‘uno’ delpensamiento, el sentimiento y la acción del ‘otro’,percibiendo, estructurando, el ‘mundo’ como éllo hace” (Rosalid F. Dymond). La comprensiónempática es esencialmente una experiencia del“contacto afectivo” (Alphonse Maeder), es es-tar tomado, afectado, “movido”, en una expe-riencia viva de comunicación y relación íntimacon el “otro”. En el curso de una relación huma-na esto puede darse en ciertas condiciones: enlas relaciones médico-paciente en una situaciónde entrevista diagnóstica o terapéutica. Cuandose logra, lo que siempre se da de una maneracontinua y acabada, la comunicación se hace pro-funda, inclusive, de ella resulta algo más de unsimple intercambio u obtención de información:un acercamiento satisfactorio, alentador, tera-péutico. En este caso, cuando es recíproco, hayun compartir actitudes, perspectivas, expectati-vas y emociones en un proceso donde la pers-pectiva del uno comprendida y sentida es luegocomunicada al “otro”, con un propósito derealimentación a feed-back al conocerse los efec-tos de la compresión iniciada.

Las personas que utilizan profesionalmente elmétodo de la entrevista varían mucho en esta“capacidad empática”, en esto de percibir lasactitudes, intenciones y expectativas de quienesentrevistan y de percibir las situaciones desde elpunto de vista de esos mismos entrevistados.Esta capacidad empática permite obtener infor-mación significativa de valor predictivo o pro-nóstico del comportamiento actual del entrevis-tado. Al parecer una mayor comprensiónempática se logra cuando hay una mejor auto-comprensión del entrevistador, que de esta suertese libra de alterar su percepción del “otro”, pues,entonces la disposición para “la proyección” oatribución de las propias características negati-vas o no aceptadas al “otro”, se reduce.

La comprensión empática, el colocarseafectiva e intelectualmente en la perspectiva del“otro” ha sido definida por Alfred Adler comouna “habilidad para actuar y sentir como si unofuera el “otro”, “en la que uno puede hallar laexistencia de un sentimiento social innato”, esdecir, de una capacidad de vinculación afectivarecíproca.

Esta habilidad para “sentir” lo que la otra per-sona siente, y vivir así su perspectiva de la situa-ción, no tiene por qué llevar al entrevistador auna pérdida de su objetividad. Es la tarea decomprender las acciones de una persona sin creerque éstas son las únicas reacciones posibles frentea una situación de la vida, al tenerse en cuentaque hay o pudiera haber otras perspectivas yenfrentamientos más constructivos o adaptativos.La comprensión empática en el proceso de laentrevista, ha señalado Maurice Levine, es unode los medios que llevan a la comprensión diná-mica de los casos: “Trátase de un proceso que,en esencia, es una identificación limitada y tran-sitoria con el paciente”. Lo que sucede en laempatía puede formularse así: ¿cómo se sentiríarealmente en esa situación?...

El proceso de empatía, por supuesto, resultamás fácil si el terapeuta ha tenido experienciassimilares... Pero la empatía es posible sin que sedé una experiencia comparable. Todos los se-res humanos tienen impulsos, conflictos y angus-tias similares; y por lo general el conocimientoíntimo de los propios problemas, combinado conla capacidad de sentir los problemas ajenos,basta para proporcionar el funcionamiento parala necesaria comprensión de las experiencias osentimientos del paciente.

La penetración que se logra mediante laempatía debe ser, por supuesto, confrontada in-telectualmente y correlacionada a toda la infor-mación disponible para llegar a la comprensióncabal-intelectual y empática, de algunas de las“fuerzas” (actitudes, necesidades, etc.) que ope-ran en cada caso contribuyendo a su problemao enfermedad.

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El conocimiento obtenido mediante el pro-ceso de la empatía, considerado como una hi-pótesis heurística, puede verificarse o compro-barse:

1. - mediante una comparación con la infor-mación lograda a través de otros métodos(anamnesis, pruebas psicológicas),

2. - formulando o pronosticando las reaccio-nes futuras del entrevistado, o sea anticipán-dolas, sobre la base del “conocimiento afec-tivo” obtenido; y luego comprobando,

3. - por una confirmación o verificación opor-tuna por el propio entrevistado en relación alo “captado” por el entrevistador y a travésde la confrontación de la información“empática” obtenida por diversas personascalificadas, a propósito del caso en estudio,es decir utilizando el criterio del acuerdo diag-nóstico o de la confiabilidad.

La comprensión empática es en rigor un pro-ceso que tiene lugar siguiendo cierta secuencia.

A este respecto Theodor Reik ha señalado lassiguientes fases en ese proceso:

a) identificación,

b) de incorporación,

c) de reverberación o de relación,

d) de despegue o distanciamiento.

a. El proceso de “identificación” es la activi-dad básica en el proceso de la comprensiónempática. Mediante este proceso asumimosel “papel” del “otro” en nuestra imaginación,mediante un juego imitativo interior delibera-do, consciente. La identificación, sin embar-go, no equivale a proyección.

Aquella es colocarse y vivir en la perspectivaajena que se ha advertido; ésta, es atribuirlatoro la propia perspectiva, lo que uno sientee interpreta al otro sin ser consciente de esadeformación.

b. El proceso de “incorporación”, es la re-presentación de la situación psicológica vivi-da por la otra persona que se vive “como sifuera propia”. Tanto la identificación comola incorporación acerca, conectan al entre-vistador al entrevistado, disminuyen la distan-cia psicológica entre ellos, crean lo queMaeder denominó “el contacto afectivo” yLouis Lavelle la “comunicación de las perso-nas”.

c. El proceso de “reverberación” representafundamentalmente una actividad de relacio-nar lo experimentado o vivido ahora en laidentificación y en la incorporación con ex-periencias pasadas de tipo empático o inte-lectuales vividas en un “encuentro” con per-sonas que han atravesado por similares si-tuaciones psicológicas. El valor de esa fasedel proceso empático se halla en la asocia-ción de lo vivido empático presente con ex-periencias empáticas similares y con la infor-mación obtenida valiéndose de otros medios,comparándolas, hallando semejanzas o dife-rencias, pero todo esto de modo rápido, deuna manera no siempre explícita y que puedellegar a ser automática a través de un ejerci-cio razonado.

d. El proceso de despegue o del retraimientofrente a las experiencias empáticas, propia-mente dichas, representan una etapa altamenteracional de comprobación o verificación delas participaciones afectivas “del conocimientodel prójimo lograda mediante la comunica-ción “afectiva”. En esta etapa se toma dis-tancia para analizar objetivamente las expe-riencias vividas de la identificación e incor-poración; se precisa y ordena el proceso ra-cional para comparar la información así lo-grada con aquella conseguida por otros me-dios (discursivo, observación, pruebas) paradeterminar en que se parecen y en que sediferencian. Este proceso se habría iniciadosumaria, implícitatnente, en la etapa previa dela reverberación. En la etapa del despegue la

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comparación es ya parte del estudio científi-co, esto es la compación que sigue a la des-cripción y precede a la explicación. La com-prensión empática simplemente precede ypuede facilitar el estudio científico del casoen cuanto nos acerca al prójimo y permite suapertura para la comunicación en un climareconfortante, pero que no le substituye.

C. La autenticidad

La experiencia ha enseñado que la actividaddel entrevistador encuentra sustento sólido en uncompromiso o entrega responsable dirigida ha-cia una comprensión intelectual y afectiva, delentrevistado y de su situación, inseparable exte-riorización de una disposición cardinal o centralde autenticidad o genuinidad en todo to que alrespecto sienta, piense y actúe.

¿Que es la autenticidad? Cual es su valor enlas relaciones interpersonales y en la situaciónde entrevista?

La autenticidad es un valor de la personali-dad, de congruencia o armonía interior, de acer-camiento a una realización personal. La actuali-zación de las pontencialidades personales, el res-peto de las propias características singulares sonun aspecto de lo genuino y verdadero. El quemeramente copia a otro, o asume una actitudpara impresionar a otro es un destructor y falsi-ficador de su esencia personal. El resultado evi-denciado por su vaciedad y fragilidad, es mera-mente un comportamiento superficial (NicolaiHartmann). Las personalidades genuinas, al re-vés, se caracterizan por su solidez; se desarro-llan, con naturalidad, en una coincidencia de cua-lidades adquiridas y de disposiciones persona-les, originales, individuales. En ellas no ha habi-do un esfuerzo deliberado artificioso para ser deésta o de otra manera. Esto no supone desco-nocer que la condición humana es un comenzarsin cesar, en una actualización continua de sí-mismo, más allá de sí-mismo en la relación conlos “otros”.

“La autenticidad es lo que es más profundo,

en oposición a lo que es superficial; por ejem-plo, lo que toca al fondo de toda existencia psí-quica en contra de lo que aflora epidérmicamente,o sea lo que dura en contra de lo momentáneo;lo crecido y desarrollado con la persona mismaen oposición a lo que la persona ha acatado oimitado” (Karl Jaspers).

Propio de lo auténtico es:

a) una cierta concordancia o congruenciaentre lo interno y lo externo, lo no conscientey lo consciente, las posibilidades latentes ysus actualizaciones.

“Verdadero es sinónimo de auténtico yauténtico es lo que interior y realmente “es”lo que parece por fuera; análogamente es in-auténtico lo que es distinto de lo que parece”(O. Bollnow).

b) la unidad o síntesis armoniosa de los di-versos componentes de la personalidad;

c) lo apropiado de nuestro comportamientoatendiendo a nuestras posibilidades; es de-cir, sentir y pensar lo que podemos por nues-tras naturaleza o modo de ser profundo y nopor que así “se obra”, “se siente” y “se pien-sa”, en tal o cual circunstancia.

Procede ahora una descripción de las notasde la autenticidad o realidad de la actividadpsicológica en los diferentes Sistemas Psicológi-cos : cognoscitivo, afectivo, conativo y el globalde la personalidad. Podemos partir de una con-sideración de la naturaleza auto-trascendente dela condición humana; somos nosotros mismoscuando vamos más allá de nosotros y alcanza-mos y vivimos en el mundo en un relación o tran-sacción dialéctica con éste. Somos completa-mente reales cuando vivimos en “comunica-ción” con el mundo.

a) En primer lugar la actividad cognoscitivasignificativa se inicia con interrogantes realesplanteadas por la experiencia, prosigue pasoa paso con la experiencia y se compruebacon los hechos. Luego nuestros pensamien-

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tos son reales cuando están vinculados conalguna aplicación en la vida. Un pensamientoreal auténtico es algo viviente, en movimientoy que contínuamente prueba y vuelve a pro-bar sus conclusiones en la experiencia viva,en una experiencia permanentemente “abier-ta”. Por eso puede cambiar con la experien-cia.

b) En cuanto a las actividades afectivasdesde los estados afectivos sensoriales, es-tados de ánimo, emociones y hasta lossent:mientos superiores de amor, respeto,acogida, etc. son reales o auténticos cuandonos permiten captar el valor de las situacio-nes, de las personas, de uno mismo, del pro-pio cuerpo, de las cosas. En estos casos nadaes mas valioso que lo que estamos viviendo.En asuntos de juzgar lo que es bueno o malo,por lo que nos esta afectando, descansamosen nuestra afectividad. Pero puede engañar-nos cuando no brota de nuestro interior ocuando presumimos que debe sentirse ésto olo otro porque es lo que juzgamos apropiadopara la situación percibida: pena por el dolorajeno, simpatía por el fracaso del “otro”, etc.

Son las “cosas” las que nos hacen sentir real-mente, no lo que pensamos es apropiado o con-veniente. Es un engaño tratar así de substituir unsimple pensamiento por un estado afectivo real.Podemos incluso engañarnos acerca de nuestra“afectividad”, podemos suprimir ciertos estadosafectivos y hasta reprimirlos. Detrás de una gen-tileza y cortesía excesivas y untuosas puede es-conderse afán de dominio, la temeridad puedeencubrir miedo, la afirmacion excesiva,desproporcionada no rara vez oculta inseguri-dad.

Si queremos ser reales en nuestro estadoafectivo hemos de saber lo que realmente, esdecir en el fondo, sentimos. A menudo no sequiere o no se puede reconocer lo que realmen-te sentimos o no podemos encarar y por eso no

llegamos a percatarnos o tener conciencia denuestros afectos. Los afectos son reales o au-ténticos cuando captan el valor de aquello queno es uno mismo, son una experiencia agradableo desagradable de gozo o de desaprobación quebrota de nuestro interior en el contacto con elmundo de las cosas y personas. Los afectos sonpura pose y ficción cuando pretendemos sentirporque “asi ha de sentirse”; por ejemplo “res-peto” porque “sabemos” que eso es lo bueno yno porque haya emergido ese sentimiento de unomismo de un contacto con el prójimo. El sentirlo que debemos sentir o es menester experimen-tar no es otra cosa que una experiencia ficticia,tipo “porque sí” y “como sí”. Esto se aproxima alo que clínicamente manifiesta Andre Gide: “1ainmensa mayoría de los seres humanos se con-tentan con sentimientos convencionales que seimaginan experimentar realmente, pero queadoptan sin pensar ni poner en duda su “autenti-cidad”. En efecto podemos inclusoautoengañarnos en la autenticidad, creer en loque se pretende sentir o se aparenta, conscienteo inconscientemente.

La complacencia en lo que sentimos o pre-tendemos sentir es señal de que los afectos sen-tidos no son reales. Cuando “sentimos” o tene-mos afectos reales estos brotan espontáneamentede nuestro interior, no nos embelesamos o dedi-camos preferentemente a “sentirlo”, estan dirigi-dos hacia la persona o cosa que le movilizó. Losafectos reales son esencialmente transitivos, nosanuncian valor o el no valor del objeto al que sedirigen.

Para William Stern, la afectividad auténticaes, tambien profunda : “Representa a la mismapersona, en su “esencia” y en ella se proyecta sunaturaleza íntegra, sin deformaciones ni adulte-raciones y así se manifiesta”. En oposición, losafectos no genuinos son superficiales,evanecentes, representan un autoengaño, a me-nudo no consciente para el sujeto que los pre-senta. Es preciso dar cuenta de la gama variadade comportamiento y afectos inauténticos aten-

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diendo a su extensión o a la conciencia que elsujeto puede tener de su índole no real, artificial.Esto, en un extremo representan una pose cons-ciente, deliberada, una forma consciente de en-gañar o de presentarse ante los demás, un ver-dadero juego o representación teatral para im-presionar de cierta manera y producir efectosdeterminados en los demás (Ervin Goffman).

En segundo término tenemos diversos com-portamientos artificiales, afectados, orientadosa producir o provocar deliberadamente ciertosafectos, en los demás: atención, reconocimien-to, admiración, lástima, etc.

Próximos se hallan los comportamientos derol o papel que el sujeto meramente adopta enciertas situaciones y extiende teatralmente a otrosexhibiéndose sin que medie una intención espe-cifica de engaño.

Luego tenemos los comportamientos y afec-tos que se manifiestan porque se conceptúa queeso es lo apropiado en la situación, sin que pro-vengan de disposiciones personales o brotencomo respuesta natural en el curso de una rela-ción interpersonal; esto puede ocurrir delibera-da conscientemente o a manera de hábito pro-fesional vg. el que lleva a sonreir ante el clientepotencial o ejecutar movimientos aprobatoriosde la cabeza porque se “sabe” que esto va afacilitar la emisión de la palabra por un mecanis-mo de refuerzo del comportamiento verbal.

En el otro extremo se dan las diversas for-mas de inautenticidad profundas, de las que nose percata el propio sujeto.

Maurice Nedoncelle en su clásico estudiosobre la “Noción de Máscara” aporta concep-tos valiosos cuando se refiere a:

a) la manifestación o expresión de la perso-nalidad a traves del cuerpo y

b) otra serie de características que no expre-san en lo más mínimo el ser íntimo de la per-sona.

En el primer caso se expresa inmediatamente a

involuntariamente un determinado estado afecti-vo, una actitud duradera o transitoria; en el se-gundo, se time una suerte de máscara que encu-bre otros afectos. La primera posibilidad corres-ponde a la exteriorización de lo íntimo y profun-do, en tanto que en la segunda la “apariencia”expresiva lleva a un equívoco o error, engaño.El observador encuentra alguna dificultad paradiferenciar la expresión “verdadera” o auténticay la “pseudo expresión” o engañosa. Pero no esinfranqueable la comprensión de la expresiónajena: pues cada vez que la persona esta entre-gada a una tarea deja traslucir “las líneas de in-serción profunda de su vida”. Otras manifesta-ciones o señales de tendencias o disposicionesprofundas y auténticas son: su consistencia, suoportuna presentación, una cierta armonía de laexpresión emitida simultaneamente por canalesmúltiples de comunicación (expresión facial, voz,distancia espacial, contacto ocular, posturas,gestos) .

Cuando existe una intención consciente o in-consciente de engañar a otras personas acercadel propio estado afectivo, a menudo, se envíanmensajes inconsistentes. Como han probado,incluso experimentalmente, Paul Ekman yWallace V. Friesen, la expresión del estado afec-tivo es mejor controlada a nivel de cabeza y ros-tro y menos en otras partes del cuerpo, vg. ex-tremidades. Otros estudios experimentales con-firman observaciones ingenuas en el sentido deque las personas engañosas o que mienten ensus declaraciones verbales se mueven menos, lasposiciones que adoptan son menos inmediatas,habla menos y más lentamente, cometen un ma-yor número de errores al hablar y sonrien más;por otra pane hacen un mayor número de eva-luaciones negativas de los afectos de las perso-nas con las que se comunica. (A. Mehrabian).

La persona inauténtica o que no es “real” enmayor o menor grado se esfuerza eliberadamentepor ser comprensivo, sin sentirse tal, o si algoexperiments se halls mss pendiente de to pocoque siente. Al buen observador no dejan de es-

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capar tarde o temprano, de acuerdo a su expe-riencia de la vida y a su formacióin, las notas deafectación, teatralidad o de artificialidad que di-chas personas pueden presentar, permanente-mente o de manera ocasional. En oposición, lapersona auténtica denota fundamentalmente es-pontaneidad, calor, solidez y en ella se da conmayor plenitud: “un acuerdo de la forma y delfondo” (Eugen Minkowski).

Una aceptación aparentada del “otro” es for-zada, deliberada, falsa y suele traducirse bajoforma de ciertos movimnientos convencionalesaprobatorios de la cabeza, cierta vocalizacioneso palabras emitidas intermitentemente, forzadasmecánicas: v.g. “ya entiendo”, “bien”, etc. Cor-tesía forzada y exagerada. La expresión puedeaparentar una atención e interés que no existerealmente; en este caso, sin mediar fatiga o ten-sión en el entrevistador, la atención falla, se dis-persa, al no estar sostenida por una firme dis-posición auténtica. No basta decir enfática y rei-teradamente “yo no juzgo”, “estoy acá para com-prender”, “no valoro, “no soy un juez”, mientrasde un modo a otro se esta expresando, simultá-neamente a nivel del canal de comunicación ver-bal algo muy diferente. Sonreir y mirar directa-mente son actitudes que se asocian a la cordiali-dad del entrevistador; pero por su carácter for-zado, inconsistente y frío se puede reveler su ín-dole artificial o inauténtico. Mirar a lo lejos o aotra parte, inclinarse hacia un lado a otro, tam-borilear con los dedos son actitudes interpreta-das prontamente por el entrevistado como “frial-dad” del entrevistador, aunque este haga mani-festaciones o declaraciones verbales de interés.

El entrevistador comunica información no ver-bal tan activamente como el entrevistado. El com-portamiento del entrevistador puede a ser deli-berado y conscientemente concebido para ob-tener alguna clase de respuesta de parte del en-trevistado. Aprobar con la cabeza, sonreir, ha-cer movimientos con el cuerpo, acercándose oalejándose del entrevistado, pueden dar a estealiento y apoyo si son espontáeos, auténticos,

pero producen un efecto contrario si el entrevis-tado advierte su caracter forzado, afectado, va-cío, estereotipado, inoportuno e inconsistente.

¿Cómo ser auténtico en la situación de en-trevista? Aparte de los pre-requisitos de tipo per-sonal: ausencia de rasgos neuróticos ypsicopáticos, madurez emocional, es decisivo elesfuerzo cabal para comprender a la personaquae es precisamente, lo que lleva a escuchar, aseguir inteligentemente la comunicación del otro.

Si uno no esta sinceramente preocupado porcomprender, si no se interroga uno mismo sin-ceramente si ha comprendido en cada momentode la entrevista no podrá manifestar un interésreal por la persona en crisis, enferma, o con asun-tos no resueltos en sus relaciones interpersonales.En caso contrario se revela la pose, el fingimien-to y, a lo más, una técnica aplicada mecánica-mente, un escuchar a medias, de “mala gana”. Elresultado es una situación de tipo desintegrativo,de mutuo retraimiento y de falta de disponibili-dad y de consiguiente incomunicación o de co-municación parcial, forzada.

Signos ostensibles, perceptibles de desapro-bación pueden evidenciarse en algún momentoa través de ciertos movimientos expresivos, pre-cisamente, como ha destacado Michael Argylepor cierto tipo de respuestas no verbales antedeterminadas expresiones ajenas:

La expresión facial provee un feedback so-bre to que el “otro” esta diciendo; asi, las cejaspueden comunicar una suerte de comentario con-tinuo sobre lo que se esta escuchando:

a) las cejas levantadas indican incredulidad,

b) cuando están medio levantadas señalansorpresa,

c) si se mantienen en su posición habitual sig-nifica que no hay comentario en torno almensaje,que se esta recibiendo,

d) las cejas medio descendidas expresan per-plejidad ante el mensaje captado, y

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e) cuando las cejas están del todo descendi-das se comunica mas bien cólera, fastidio enrelación al comunicado del “otro”.

Hay pues múltiples filtrados expresivos en las“máscaras engañosas”, que no dejan de ser ad-vertidas por todo observador. Recordemos alrespecto que el reconocimiento de la expresiónajena no reposa en capacidades adquiridas sinoen rnecanismos pre-formados innatos de com-prensión de caracter universal como lo han veri-ficado estudios etiologicos (EiblEibelfeldt, PaulEckmann).

¿Qué implicancias tiene en la situación de en-trevista el ser “real”, “auténtico”, estar realmen-te disponible para el “otro”?

En el caso del entrevistador si éste esconsistentemente genuino su aceptación incon-dicional, comprensión e interés por el otro tieneconsecuencias psicoconstructivas para éste, du-rante y después del “encuentro”. Su aperturacomunicativa se facilita al encontrar una dispo-nibilidad significativa para tratar, en un clima deseguridad constante y real, poco a poco, los pro-blemas de su vida; así, estudios de Truax yCarkhuff demuestran el valor de la actitud au-téntica para facilitar el trabajo profundo de losproblemas personales.

Luego, todas las otras intervenciones se venfavorecidas por la autenticidad personal del en-trevistador:

1. La existencia auténtica, la “congruencia”,como le llama Carl Rogers, representa unaexistencia en la que prima la unidad, la sínte-sis armoniosa de disposiciones, capacidadesy actualizaciones afectivas, en un movimientocontinuo, dinámico. Esta condición implica:ausencia, limitación o superación constructi-va de inhibiciones neuróticas, favorecedorasde conductas limitadas, artificiales, de eva-sión frente a estados afectivos negativos aincluso positivos, que no se aceptan, ni en-causan ni se expresan y desarrollan aun en elcaso de los sentimientos positivos (ternura,

afirmación, etc.). Esto se manifiesta en unaescisión entre aspectos de la personalidadinhibidos y no inhibidos con la consiguientetensión, falta de armonía y realización de po-tencialidades. La autenticidad refleja siempreun grado apreciable de unidad entre lo inter-no y lo externo.

La autenticidad de la existencia supone vera-cidad cuyas notas son transparencia interior,auto revelación y responsabilidad personal.“La veracidad es un modo de comportarsedel hombre consigo mismo” (O. Bollnow) yno es un mero hablar acerca de contenidosde la conciencia; la veracidad es un recono-cimiento interno de lo que ocurre en uno, parasu movilización responsable sintetizada.Agnes Heller: “La veracidad caracteriza a losseres humanos que se conocen en el sentidode ser capaces de descubrir con claridad lasmotivaciones de sus actos, de contemplarsedesde fuera, de percibir racional yfactualmente sus errores y defector”. (AgnesHeller.

3. La sinceridad, precisamente “un modode expresarse libre de fingimientos”, es uncomponente obligado de la autenticidad queno debe de confundirse con la indiscreción,la impertinencia y el desatino.

El sincero hablar con veracidad, no simula oengaña a través de actitudes benévolas, arti-ficiales o de pose. Puede ser brusca y aso-ciarse a una franqueza dura, irrespetuosa,pero de esto ha de tener conciencia el entre-vistador para su debida regulación, como yahemos discutido. Hay una peligrosidad enciertos comentarios e interpretaciones quo nose basan precisamente en lo que va entre-viendo el propio entrevistado y sí en lo queadvierte el entrevistador. Aún la interpreta-ción debe efectuarse respetuosa y gradual-mente. Carl Rogers manifiesta con tino: “que-remos llamar congruencia (o autenticidad) ala condición en que los sentimientos están dis-ponibles a la conciencia, y que nos permite

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vivir con los sentimientos, ser uno mismo ensus relaciones con los demás y ser capacesde comunicarlos si ello es apropiado”. Sergenuinos es una relación interpersonal, noquiero decir que ayude a los demás el soltarabruptamente por parte del entrevistador-todo sentimiento y “acusación” o juicio pa-sajero bajo la afirmación de que uno es así“genuino”. Ser real envuelve la difícil tareade percatarse de lo que se da en uno mismo,sin engañarse respecto a lo que uno siente:aburrimiento, fastidio, impaciencia, etc., sintratar de descargar esos sentimientos en losdemás.

La tarea básica del entrevistador, no se olvi-de, es ante todo comprender y no primariamen-te expresarse ante el otro, dar rienda suelta a laspropias emociones. La auto expresión del en-

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trevistador no es un sustituto de la comprensión,intelectual y hepática, medio efectivo, real, deacercamiento, de encuentro profundo, mutuo,con el otro, para que éste, precisamente éste,comience a verse mejor a sí mismo y a su situa-ción problema. Ser real para el entrevistador sig-nifica ser discreto, prudente, peron desde den-tro, no como una pose o apariencia o “recursotécnico” conveniente o “requerido”. La autenti-cidad en la relación humana es veracidad, fran-queza, consistencia, unidad y síntesis interior.Substancialmente supone entender la veracidaden su verdadcro scntido: decir y obrar “sin se-gundas intenciones” y sin engaños con respectoa sí mismo. Esto ocurre precisamente en la ac-ción, en el comportamiento interpersonal y noen la pasiva y ociosa contemplación o intros-pección de uno mismo.

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