roger chartier [ed.] ¿oue es un texto?

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, ROGER CHARTIER [ED.] ¿OUE ES UN TEXTO?

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Page 1: ROGER CHARTIER [ED.] ¿OUE ES UN TEXTO?

, ROGER CHARTIER [ED.] ¿OUE ES

UN TEXTO?

Page 2: ROGER CHARTIER [ED.] ¿OUE ES UN TEXTO?

Los ensayos que componen este volumen son transcripciones revisadas del Encuentro con Roger Chartier celebrado en el Círculo de Bellas Artes el ~~ de noviembre de ~005 que contó con la colaboración del Vicerrectorado de Cultura. Deporte y Política Social y el Decanato de la Facultad de Geografía e Historia de la Universidad Complutense de Madrid. la Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales y CEDRO.

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¿Qué es un texto?

RoGER CHARTIER

FERNANDO BouZA

PEDRO M. CÁTEDRA

ÁNTONIO RoDRÍGUEZ DE lAS HE:RAS

Page 4: ROGER CHARTIER [ED.] ¿OUE ES UN TEXTO?

CíRCULO DE BELLAS ARTES

Presidente JuAN MrGIJH HERNÁNDEZ LEóN

Director JuAN BARJA

Á ~$

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~

CEDrO -=-"'"'""...,.

Rese!'iados todos los derechos. No está perm1tido reproducir, aliiL1cenar en sis· temas de recuperación de la informa­r.ióu ni transmitir ninguna parte de esta publicación. cualquiera que sea el medio empleado --electrómco, mecámco. foto­copia. grabación. etc.-. sin el permiso prcv10 de los titulares de los derechos de la propiedad intelectual

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© Rocr.R CHARTHR. FuNANDO BuuZA.

PEDRO M. CÁTEDRA Y ANTONIO

RouRÍGllf:z DE lAS IIEI\AS. 2006

Dcp. Legal: M<h49':f-20o6 ISB/\: 1:\4-86418-7.~-9

Page 5: ROGER CHARTIER [ED.] ¿OUE ES UN TEXTO?

¿Qué es un texto?

RoGER CHARTIER

FERNANDo BauZA

PEDRO M. CÁTEDRA

ANTONIO RoDRÍGuEz DE LAS HERAS

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Page 7: ROGER CHARTIER [ED.] ¿OUE ES UN TEXTO?

SOBRE EL TRASFUNDO REAL DEL TEJITO (LITEBARIO)

Pedro M. Cátedra

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Page 9: ROGER CHARTIER [ED.] ¿OUE ES UN TEXTO?

El punto de llegada de las consideraciones que van a ser aquí

expuestas es un libro que todo el mundo conoce sin duda,

incluso hasta en sus más mínimos detalles, gracias a que

últimamente se ha hablado mucho de éL de cuyo nombre

quién sabe si, a estas alturas del2005. algunos no querrán ni

siquiera acordarse.

En primer lugar quiero abordar una perspectiva de los lecto­

res del QuLjote respecto al canon de la literatura española

vigente en 16os. año aproximado en el que un extranjero

anónimo y de habla alemana redactaba una Relación de las

calidades de los españoles, en la que, a propósito de la litera­

tura de estos. escribe:

Pocos autores buenos se hallan en romance. y aquellos son

de nuestros tiempos. Los que se tienen por los mejores son:

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70 PEDRO M. CÁTEDRA

fray Luis de Granada y fray Luis de León, la santa madre

Teresa de Jesús y Antonio Pérez. Poetas, historiadores y

oradores tienen pocos de fama: Garcillasso de la Vega entre

los poetas, el Zurita entre los historiadores de romance creo

que tienen el primer lugar. Ay muchíssimos sermonarios y

libros de devoción y son estos tantos que por algunas fuer­

tes razones el Santo Officio ha tratado muy de veras de qui­

tarlos y aun se sospecha que, al cabo, lo ha de hazer. Libros

de cavallería y de entretenimiento ay muchíssimos y los

más dellos impertinentes, aunque ay algunos muy lindos o,

a lo menos, bien re~ibidos y son: La Celestina, Lazarillo de

Tormes, Primera parte del Pícaro y D. Quixote de la Mancha.

Esto indica, en primer lugar, que no hay que esperar siglos

para la fijación del canon de la literatura española. y que lo

más admirable es que el Quijote se halle ya en un.a lista en la

que no falta ninguno de los primeros espadas de la literatura

de los Siglos de Oro. Ni en el siglo XVIII, ni en plena revisión

del canon durante el romanticismo, parece que se aportara

mucho a lo que es el gusto de un lector como este desconocido

extranjero. No es extraño, porque muchos de los cánones lite­

rarios e incluso sociopolíticos sobre el papel, emergentes en

los siglos XVI y XVII, suelen estar realizados por extranjeros,

como no pocas corografías locales y nacionales. Además nues­

tro alemán construía su panorama de las calidades de los espa­

ñoles sobre el terreno, consultando incluso documentos al

alcance de su mano en bibliotecas, y. por supuesto, husmean­

do en las librerías, a las que acudió no sólo con la intención

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SOBRE El.. TRASFONDO REAl.. DEl.. TEXTO II..ITERARIO) 71

de compilar una biblioteca, sino también, como otro Don

Quijote, para enterarse de qué eral o que se leía y, con la mis­

ma pizca de distancia, emitir un juicio sobre literatura que

encierra la paradoja de la sincronía y de la profecía, si así pue­

de decirse. Nuestro corógrafo alemán no hace historia de la

literatura, sino que echa mano de una información comercial

y nos elabora, al parecer, la primera lista de los libros más

vendidos desde el punto de vista exclusivo de los lectores, de

todos los lectores, y no desde macroplanteamientos biblio­

gráficos con fuentes tipobibliográficas. de historia de las

bibliotecas o de testimonios autobiográficos de usos del libro,

todas ellas referencias propias de la historiografía que ha

contribuido a re fundar Roger Chartier.

Además, el común denominador de los libros que consagra

nuestro lector en su estrategia objetiva, al menos en el caso de

los más antiguos, es el de una elaboración literaria clara de la

realidad y, fundamentalmente, de los temas dominantes y de

las preocupaciones de sus destinatarios, alquitarados por la

vía de la parodia, de la ironía y hasta de la sátira. Quizá detrás

de estas palabras se reconozca el intento de resucitar por mi

parte una defensa del sentido litera~. que consagró el maestro

de hispanistas franceses Marcel Bataillon, perspectiva que

me parece insoslayable, si nos situamos en el horizonte de los

lectores, aunque el sentido literal sea sólo un plinto donde

descansar en el salto de la libertad de la lectura y de su juego

hermenéutico. En alguna medida, se puede decir que los

españoles de t6os seleccionan para su ocio libros que entre-

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72 PEORO M, CÁTEDRA

tienen si son leídos o descodificados a partir de sus propios

referentes reales.

En segundo lugar quisiera dar un salto hacia atrás y situarme.

primero. entre •555 y •s6o. probable fecha en la que un

canónigo aragonés de la catedral de Santa María de Amberes

escribe un Tratado de cómo se tienen de leerlas santas Escritu­

ras, en realidad, una epístola destinada a sus paisanos espa­

ñoles en forma de exhortación a la lectura de la Biblia en

lengua vulgar y de su difusión entre todas las clases sociales

y <<géneros>>, que entra de pleno en la polémica sobre la cir­

culación en romance de la sagrada Escritura, formando

cuerpo con quienes mantienen una posición favorable y sin

fisuras, es decir. Valdés, Vives o Furió Ceriol. y con los más

moderados. como algunos padres conciliares de Trento,

Bartolomé de Carranza y Cipriano de la Huerga. Cuando

escribe a sus paisanos de la localidad zaragozana de Nonas­

pe, Bartolomé Turlán se sitúa en la línea y nómina del buen

pastor literario, como Alfonso de Valdés en el Diálogo de Mer­

curio y Carón, pero también en la línea del obispo ideal de

raigambre erasmiana estudiado por Tellechea, como Díaz

de Luco o el mismo Carranza, quienes, entre otras cosas, se

preocupan no sólo de las lecturas de sus súbditos, sino tam­

bién de proporcionarles algunas para sustituir otras. Acen­

tuarían, así, el proceso de aculturación tipogTáfica imparable

y un cambio de las relaciones de una parte proporcional­

mente importante de la población con el texto. en beneficio

del impreso.

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SOBRE EL TRASFONDO REAL DEL TEXTO ILIT'ERARIO) 73

Turlán, a costa de recomendar la Escritura, intenta extirpar

de la cabeza de sus destinatarios la manía de leer otros libros.

He aquí algunas de sus afirmaciones:

No se pueden acomparar ny estimar los bienes y riquezas

que nos traben las santas Escrituras, las quales no para mal

syno antes para bien son al mundo dadas y concedidas de

Dios. No usemos nosotros mal dellas. porque, sy es lícito ha

un apotecario, ha un drapero. ha un sastre, ha un calcetero,

ha un r;apatero. ha un barbero. ha un carpentero, ha un

herrero, ha un molinero tener en sus casas y en sus botigas

unAmad:is, un Esplandtán, que no son syno malos conseje­

ros en la casa, ¿quánto, pues, sería más lícita y más honesta

y provechosa cosa tener la sagrada Escritura, en la qua!

marido y muger, hijos y hijas, criados y criadas, domingos y

fiestas, se puedan exen;itar y ocupar, y no perder el tiempo

vanamente y passarle ociosamente, como muchos hazen.

leyendo en sus casas y en sus botigas semejantes libros en

tales días, como dicho tengo'?.

Añade luego,

Dios eterno, ¿;y qué ay en aquellos nuevos libros que en tan­

ta manera arrebaten y transformen, como un Metamorphó­

seos, en s'} los ánimos de aquellos que los leen y oyen'?

Cierto en ellos no aliarán syno cosas tales que en todo y por

todo gasten y corrompan y pierdan los ánimos de los man­

cebos que los leen y oyen. porque los enqienden y enflaman

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74 PEDRO M. CATEDRA

de una. vana gloria mundana y de una superbia, que leyendo

y oyendo cont;iben, que les mueve y altera como sy ya ellos

mesmos se viessen y se allassen en los actos y hechos y

hazañas que leen y oyen. Lo qual no es todo que un viento,

del qual días y noches se apacientan que totalmente los

hecha a perder.

Continua:

¡Quánto, pues, es meyor apa¡;:entar el ánimo de manjar que

nodresca y dé salud al alma que de sueños que nunca fue­

ron~ hazer un fundamento de piedras vivas y electas y esco­

gidas, que son las santas Escrituras, que de viento y de

humo, que muchas vezes en tanto molestan y fatigan, que

hechan ha hombre de su casa!

Dejaremos por un momento de lado esa caracterización de

los libros caballerescos como <<sueftos>>, como <<viento>> y «:humo>>, prestando también atención a la desgastada ima­

gen de la Biblia como manjar que da <<salud al alma>> y sin

perder de vista la profética consecuencia de la lectura de estos

libros (<<que hechan ha hombre de su casa>>), para regresar a

nuestro viajero alemán y superponer el panorama que nos

ofrece sobre el que para sus tiempos hubiera querido Turlán:

es evidente que la «impertinencia>> que, en 16os. reconocía

aquel en la mayoría de estos libros no había sido del mismo

cariz en los años sesenta del siglo anterior, cuando, más bien,

parece que a los libros de caballería se les reconoce más que

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SOBRE EL TRASFONDO REAL DEL TEXTO (LITERARIO) 7 5

impertinencia lúdica, una notable «fuerza reproductiva>>, si

interpreto bien el término de Chartier; una fuerza reproduc­

tiva que transfonna a los lectores y que tenía que ser inoculada

nada menos que con el conjuro más transformador, la pala­

bra de Dios, la Sagrada Escritura. Como hemos visto, el trata­

do escrito por Turlán estaba dirigido a «todo el pueblo>> de

Nonaspe, de donde procedía la familia de su autor. La impor­

tancia que se reconocía a los libros caballerescos es tanta que.

en realidad, parece que fuera la única alternativa de las Sagra­

das Escrituras, al menos es la única lectura profana citada y

que se encuentra en una situación de rivalidad con la Biblia.

La representación de todas las clases de la villa, fundamental­

mente las artesanales y las dedicadas al comercio, ocupadas

como abejas en la lectura en el ambiente familiar y el del tra­

bajo, en lo privado y lo colectivo, de libros de caballeria -y no

de otro tipo de ficción, de otro género- sería, por un lado,

harto significativa de una realidad de aculturación tipográfi­

ca en zonas periféricas de implante rural. Deja cortas algunas

referencias a la lectura generalizada en voz alta y privada de

los siglos XVI y XVII, como, por ejemplo, las que Cervantes

incluye en el Quijote, entre otras señaladas por Margit Frenk o

Fernando Bouza. Más bien, la descripción de Turlán debía ser

ritualizada y nos remite, por un lado, a los modelos de gene­

ralización familiar -entendiendo famiha también en el sen­

tido profesional- que abonó la propaganda bíblica de la

Reforma; y, por el otro, a los modelos alarmistas cultivados en

la tradición del bihlioclasmo y el miedo a los efectos negativos

de la imprenta, cuyo modelo español más acabado es el

Page 16: ROGER CHARTIER [ED.] ¿OUE ES UN TEXTO?

76 PEDRO M. CÁTEDRA

memorial del Vizconde de la Corzana, Contra las librerías del

pueblo, que ha dado a conocer Fernando Bauza. He ahi lo

interesante del asunto: para Turlán el único fenómeno de lec­

tura equiparable a la generalización familiar de la Sagrada

Escritura es el de la lectura de las obras de caballería. El único

género que. en alguna medida, da la réplica a la Biblia en el

siglo XVI por su capacidad transformadora es la ficción caba­

lleresca. En fin, esta balanza en la que contrapesan las dos

lecturas es como la balanza absoluta del juicio particular, en la

que basculan las buenas y las malas obras, en nuestro caso las

lecturas buenas y las malas, las divinas y las demoníacas.

En tercer lugar, es en esos mismos años sesenta cuando el

hidalgo de aldea Alonso Quijano despierta a la caballería.

El repertorio caballeresco de su biblioteca remonta también

a esos años; y no resulta extraño que Cervantes recree hasta en

sus más mínimos detalles esa «fuerza>> de la literatura caballe­

resca volviendo loco a Don Quijote, por un lado.y. por el otro,

poniendo en su boca casi las mismas palabras de Turlán. Hay

que recordar su despertar a la cordura poco antes de morir:

Yo tengo ya juicio libre y claro, sin la sombras caliginosas de

la ignorancia que sobre él me pusieron mi amarga y conti­

nua leyenda de los detestables libros de las caball~rías. Ya

conozco sus disparates y sus embelecos, y no me pesa sino

que este desengaño ha llegado tan tarde, que no me deja

tiempo para hacer alguna recompensa leyendo otros que

sean luz del alma.

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SOBRE EL TRASFONDO REAL DEL TEXTO (LITERARIO) 77

Es evidente que Turlán habla de libros como «sueftos», los

caballerescos, y libros que son <<salud del alma>>, demasiada

coincidencia como para no entrever un parentesco y como

para no decidir que esos libros que son <<luz del alma>> y que

Don Quijote no ha leído son, en efecto, las lecturas espiritua­

les que Francisco Rico o Roger Chartier han propuesto, pero

también la Biblia. Lejos de mí suscitar la cuestión, a estas

alturas, de una faceta heterodoxa de Cervantes, pero ahí que­

da la que, a mi modo de ver, es una segura asociación que se

habría de dar en un ambiente compartido y preocupado por el

problema de los libros profanos, especialmente los de ficción

y, más concretamente,los de caballerías.

Estas aprensiones de Turlán y la demonización de los libros

de caballería se intensificará hasta llegar al espaldarazo inter­

nacional de la línea más extrema de tolerancia cero que

representa la Bibliotheca universalis del jesuita Possevino

(1593), de la que se aprecian ecos en las palabras que Cervan­

tes pone en boca de su héroe. Era este uno más de aquellos a

los que esos libros demoníacos transformaban, libros que

<<hechan ha hombre de su casa>>, que decía Turlán. Es posi­

ble, sí. que este -desde su palco privilegiado de los tercios

de Flandes- se refiera al papel de la lectura caballeresca en

la creación de un horizonte de expectativas de la juventud de

mediados del siglo XVI.

Pero la misma fuerza transformadora de la lectura de la caba­

Ueria de papeL se me antoja que, incluso, es inherente y bene-

Page 18: ROGER CHARTIER [ED.] ¿OUE ES UN TEXTO?

78 PEDRO M. CÁTEDRA

ficia determinados sueños que son más caballerescos que, en

general, militares. Un cuadro de la edición de novela caballe­

resca en el siglo XVI nos mostraría cómo en torno a los años

I$70-1575 se alcanza el tercer punto culminante en la pro­

ducción. Antes, fue en torno a I5~s-Is3o y a 1540-I55o cuan­

do se publican más libros. constituyendo el acmé este último

decenio. No son esas fechas ajenas a determinados sueños

caballerescos e. incluso, a grandes <<pulsiones escatológi­

cas>>, por utilizar el término de Alphandéry para referirse a

los hombres de la cruzada. ¿Qué puede ocurrir en los años

setenta del siglo XVI, en plena juventud y mayoría de edad de

un tipo de hidalgo como Alonso Quijano y de su creador?

¿Cuáles son las razones por las que el primero se gasta el

patrimonio en una verdadera biblioteca. tan completa y

exhaustiva que parece que hubiera sido creada para la consul­

ta? ¿Hemos de considerar sólo las palabras de Turlán y de

otros censores de la ficción caballeresca como una pura exa­

geración de reverendos directores espirituales, tan estirados

e insoportables como el que asiste en la corte del Duque y que

ofendía a Don Quijote llamándolo <<Don Tonto>>?

Si invocamos de nuevo la realidad. el trasfondo real que da

soporte al argumento aquí tratado, es posible que en los mis­

mos años en los que se publican tantos libros de caballerías, y

en los que es razonable pensar que formó su biblioteca Don

Quijote. se abriera un portillo legal para cierto ascenso social

por la vía de la <<función>> o de la práctica caballerescas.

Page 19: ROGER CHARTIER [ED.] ¿OUE ES UN TEXTO?

SOBRE EL. TRASFONDO REAL. DEL. TEXTO IL.1TERAR10) 79

Hacia 1572, se ensayó desde la Corona un peculiar modo de

reactivación o de resurrección de la milicia ciudadana, que

había decaído progresivamente a lo largo del siglo XVI. Es cier­

to, como ha señalado Franco Cardini, que el resurgir de las

milicias ciudadanas en el siglo XVI es más bien la <<illusione

d'un risorgere>>. Pero en línea con determinadas necesidades

militares reales, Felipe li en varias ocasiones arrostró una

nueva reforma de los llamados caballeros de cuantía, de alar­

de, de premia o de guerra. Los cabalLeros cuantiosos, como los

define Covarrubias, eran los que tenían obligación de susten­

tar caballo y armas si alcanzaban un tope de hacienda deter­

minado por la ley. Formaban una milicia en las ciudades,

sobre todo de frontera, que remontaba, de uno u otro modo. a

los modelos de las milicias populares de la Edad Media. Se

estructuraban fundamentalmente por medio de la integración

por escrito en una agrupación ciudadana y los caracterizaba la

posesión de unos medios económicos tasados, con la posibi­

lidad de mantener uno o más caballos de guerra, con sus

armas correspondientes para servir al Rey, a cambio, natural­

mente, de unos privilegios. No era necesario pertenecer de

antemano a la nobleza, pero a lo largo del tiempo algunas

de estas agrupaciones habían devenido oligarquías ennoble­

cidas y excluyentes en algunas ciudades del reino de Castilla

desde la Edad Media. La lectura de las leyes de la Nueva recopi­

lación demuestra no sólo el proceso de crecimiento de la clase

caballeresca de cuantía desde la primera mitad del siglo xv,

sino también la necesidad de regular el propio acceso de esta

a la nobleza. Esta institución, que cada vez cumplía menos sus

Page 20: ROGER CHARTIER [ED.] ¿OUE ES UN TEXTO?

80 PEDRO M. CÁ TE ORA

cometidos, parecía abocada a la desaparición, hecho que se

consuma. ciertamente, durante el reinado de Felipe III. En

16oo, se condicionará la pertenencia a la caballería de cuan­

tía: se debía disponer de una renta de dos mil ducados, siete

veces la cantidad necesaria en tiempos de los Reyes Católicos;

y. en 1619, se suprime la caballería de cuantiosos de Andalucía y de la frontera. Pero en tiempos de Felipe 11. sin embargo.

hubo varios intentos de reconstituir la caballería de cuantía

por razones militares de defensa interior. Dos pragmáticas o

leyes de 156~ y 1563 establecen la necesidad de actualizar esa

institución de pequefí.a nobleza ciudadana que formaba un

cuerpo de ejército más o menos estable en las villas y que

había tenido tanta importancia durante las guerras contra los

musulmanes en el curso de la Baja Edad Media en Andalucía.

Además de redefinir el tipo de caballeros cuantiosos, aumentar

las cantidades mínimas de rentas necesarias para ser uno de

ellos y perfilar los privilegios propios de la pequeña nobleza,

estas pragmáticas insisten en las meras obligaciones <<milita­

res>> de los mismos. la de poseer armas, caballo para la guerra

y hacer dos alardes públicos a lo largo del ailo. Pero, además,

se preocupa por una estructuración moderna de estas milicias

en forma de cuerpos disponibles de ejército bajo el mando de

personas aptas, preferiblemente con experiencia militar, y

que mantengan activos a los caballeros de cuantía. Las ciuda­

des habrán de atender a las necesidades de armamento,

reforzar la inspección de los caballos para que estén siempre

útiles y mantener al día el registro de caballeros de cuantía.

Page 21: ROGER CHARTIER [ED.] ¿OUE ES UN TEXTO?

SOBRE El TRASFONDO REAl DEL TEXTO CLITERARIOI 81

Es evidente que Felipe Il. ante las necesidades objetivas de

defensa, intentará reactivar esta caballería, modernizándola,

y esa es la razón por la que desmonta su modelo feudal anti­

guo, de acuerdo con el que habían funcionado durante reina­

dos anteriores y que había favorecido su decadencia y su

conversión en oligarquías; con ello tiende a la burocratiza­

ción del fenómeno y se fortalece el control de la monarquía

por encima de los regimientos ciudadanos. En cierto modo,

se trataba de hacer viable este tipo de ejército interior, con el

mantenimiento de ciertos privilegios. pero con la exigencia. a

cambio, de una relativa profesionalidad, que, en algunas ciu­

dades y por parte de particulares que habían intervenido en

acciones militares en el interior de la Península, suscitó la

reclamación de un sueldo.

Diez años después, en 157~. estas leyes quizá no habían surti­

do el efecto deseado. y es por ello por lo que Felipe II hubo de

arrostrar una remodelación de la caballería ciudadana impli­

cando ya no sólo a los cuantiosos, sino también a toda la

nobleza. lo que trazó unas fronteras muy dudosas entre unos

y otros, y lo·que, desde mi punto de vista, conlleva, entre otras

cosas, una reactivación en pleno siglo XVI de la caballería

medieval o, para nuestros efectos, de la fábula caballeresca,

como la llama Rodríguez Velasco.

Que el asunto era realmente importante es algo que queda

demostrado por el procedimiento que se utilizó. No se pro­

mulgó una nueva pragmática, sino que se dirigió una cédula a

Page 22: ROGER CHARTIER [ED.] ¿OUE ES UN TEXTO?

82 PEDRO M. CÁTEDRA

cada una de las ciudades de Castilla en la que se pusieron de

manifiesto las razones de la nueva iniciativa y los medios para

ponerla en marcha. El diseño del marco, en primer lugar, se

establece en términos caballerescos recordando la abundan­

cia en Castilla de «gran nobleza y número de cavalleros, cuyo

proprio ofil;io, ministerio y ocupa~ión, cunpliendo con la

obliga¡;ión de su estado y con lo que a sí mismos deben, era el

huso y exerc;ú;io de las armas y el estar muy dispuestos y

aparejados para las ocasiones de nuestro servi<;io y de la cau­

sa pública>>. Después se señala que, a pesar de que <<en los

tienpos antiguos acostunbraron a estar muy en horden de

cavallos y armas e muy husadas y exen;itados en los actos militares>>, la situación era ahora bien diversa, pues que

<<parte con la paz y oc;:io de tantos años, que á causado en esto

de las armas descuido, parte por ocupac;:iones e ynpedimen­

tos mucha parte de la dicha nobleza y cavalleros estavan des­

armados y sin cavallos y con muy poco huso y exerc;:ic;:io de las

armas y actos militares». Para evitar esa situación ordena

que en las <;ibdades. villas e lugares destos rreinos los cava­

lleras y onbres pren<;ipales de calidad fundasen e ynstitu­

yesen entre sí alguna cofradía, conpafiía o borden deuso de

la adbocac;:ión de algún santo con tales hordenanzas, condi­

<;iones y capítulos que por bellos entre otras cosas se hor­

denasen fiestas en algunos días señalados de justas,

torneos, juegos de cañas y otros exer<;i<;ios militares. y que

en los mismos lugares ansí mismo de público se hordena­

sen las dichas fiestas y rrego<;ijos, ayudando con lo que se

Page 23: ROGER CHARTIER [ED.] ¿OUE ES UN TEXTO?

SOBRE EL TRASFONDO REAL DEL TEXTO (LITERARIO) 83

pudiese y fuese justo para las dichas fiestas y que los nues­

tros corregidores y justü:;ias y cavalleros prinqipales tuvie­

ren cargo de lo mover, procurar y poner en borden. Y que

de todo se nos ynviase rrelaqión, ansí presente como para

adelante en cada un año.

Aunque tanto las leyes de reforma de la caballería de cuantía

como esta nueva cédula ha de ser entendida también dentro

del protocolo moderno del control monárquico de la <<ville

dominante et soumise», que ha reconstruido Roger Chartier,

pienso, sin embargo, que en ese momento la recuperación de

algunos aspectos del modelo medieval de organización de la

caballería es plenamente intencionada. Fuera del marco tra­

dicional que se invoca al principio, frente a la modernizadora

burocratización y control de los ayuntamientos de las ciuda­

des que implicaban las leyes para los caballeros de cuantía, la

estructura de estos nuevos grupos ha de coincidir con la de las

viejas cofmdías de caballeros, bajo la advocación de un santo,

en las que estaban ejerciendo su control las oligarquías nobi­

liarias en villas y ciudades importantes. La manifestación

caballeresca no va a ser sólo el alarde, la inspección de armas

y caballos, junto con el registro público de caballeros, sino

que va a descansar, primordialmente, sobre determinados

actos de representación propios de la antigua liturgia caballe­

resca, las justas, torneos, juegos de cañas y otros ejercicios

militares, que, por ende, van a recobrar un viejo papel que se

encontraba en proceso de pérdida.

Page 24: ROGER CHARTIER [ED.] ¿OUE ES UN TEXTO?

84 PEORO M. CÁTEDRA

En principio, Felipe 11 podría estar intentando dar una nueva

vida alas cofradías de caballeros que, en su origen, fueron de

cuantía y que habían llegado a formalizar una oligarquía

poderosa en las ciudades, pero fosilizada y muy inactiva,

como los guisados de caballo de Cuenca,los caballeros de San­

tiago de Burgos y de otras ciudades importantes de Castilla.

Es posible que el Rey tuviera también en cuenta la mayor vita­

lidad de cofradías de ámbito aragonés, como las de san Jorge

de Zaragoza, de Barcelona y hasta, incluso. Mallorca y Valen­

cia. Sin embargo, aunque no se expresa de forma explícita, la

propuesta no sólo complementa las leyes de 1562: y 1563 para

los cuantiosos, sino que viene a solaparlas, porque se dirige

no sólo a aquellas ciudades en las que radicaban cofradías

caballerescas, sino también a las villas o lugares. como el de la

Mancha donde habitaba Alonso Quijano, en los que, aunque

radicaran hidalgos caballeros de cuantía que dependían de las

cabezas de partido más cercanas, no habia, sin embargo,

cofradía autónoma alguna de caballeros.

Las ciudades andaluzas se oponen, a causa de los intereses de

una oligarquía perfectamente organizada. que percibe. y así lo

declara, un indeseado cambio de la estructura social, pues las

nuevas normas facilitaban el ascenso a la condición de caba­

lleras de quienes no lo eran, como los hidalgos. Pero otras

villas en donde hay menos control aristocrático y más deseos

de cambio o, incluso, presión por parte de los no caballeros,

como Alcaraz, en la Mancha, o Alfara, cerca de Aragón, se

adhieren con entusiasmo. La respuesta de la última es alta-

Page 25: ROGER CHARTIER [ED.] ¿OUE ES UN TEXTO?

SOBRE El TRASFONDO REAL DEL TEXTO (LITERARIO) 8 5

mente ritual: al hablar de la cofradía, afirman haber tomado

todas las iniciativas para la renovación, creando una que

denominan incluso orden y a la que piensan llamar nada

menos que CabaUería de jesucristo, como los primeros tem­

plarios; sugieren que el superior, al que denominan prior,

como en el ámbito eclesiástico de las órdenes militares, y no

prioste o prevoste como en las cofradías comunes, tenga nada

menos que las mismas atribuciones y representación que el

regidor de la villa.

Un portillo se abría a hidalgos o a caballeros de palabra para

una homologación en la pequeña nobleza. Podrían soñar y

esperar un ascenso social inopinado. También podria, en el

caso de llamarse Alonso Quijano, y andando los años, sufrir

en sus carnes y en sus ambiciones de hidalgo, o compañero

de «caballeros cuantiosos>>, condición a la que ni siquiera

podría aspirar con sus mermadas rentas, el fracaso de las

esperanzas que suscitaran las disposiciones de Felipe II.

Briznas de esa realidad sobreviven quizá aún en el Quijote,

entre la sonrisa de Cervantes y el recuerdo de sus lectores. En

el capítulO" 2 de la parte segunda, Sancho no duda en resumir

la opinión de los compatriotas del hidalgo; mientras que unos

lo tienen <<por grandísimo loco>>, otros se molestan por el

extraño ensayo de Alonso de meterse a caballero. La posibili­

dad de interpretar así una caballería de otrora, la imposible,

la individualista, la voluntariosa, la literaria de Don Quijote

de la Mancha, da relieve histórico a las facciones y a los sue­

ños de un .Alonso Quijano: literatura y realidad.