roger chartier

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  • EL MUNDO COMO REPRESENTACION. HISTORIA CULTURAL: ENTRE PRACTICA Y REPRESENTACION. Roger Chartier. Gedisa Editorial, Barcelona, 1992, 276 pp.

    El libro que presenta Roger Chartier, director de la Escuela de Altos Estudios de Ciencias Sociales de Pars, es una recopilacin de artculos publicados durante los ltimos diez aos. La especial importancia del volumen radica en que se trata del primero que este autor publica en Espaa a pesar de su fecunda e imprescindible produccin. Incluso uno de ellos, "Introduccin a las prcticas de la lectura", es indito. De los nueve artculos contenidos en la siguiente edicin tan solo "El mundo como representacin" es sobradamente conocido en Espaa ya que fue publicado en el nmero 10 de la revista Historia Social. Del resto, algunos eran difciles de localizar, con lo cual, la siguiente edicin facilita al lector espaol el conocimiento de las tesis de uno de los ms importantes historiadores de la recepcin cultural canalizada especialmente a travs del mundo del libro y la lectura. Los artculos han sido divididos en tres partes temticas: los cuatro primeros establecen un balance historiogrfico y una propuesta metodolgica (los "Debates e interpretaciones" de la historia cultural francesa a travs de la tradicin de los "Annales"); los tres siguientes se refieren a temas relacionados con la "Historia del libro e historia de la lectura" (las prcticas de la lectura, la lectura en voz alta y la frmula editorial de la "Biblioteca Azul") y los dos ltimos describen las representaciones colectivas del mundo social a travs de dos ejemplos, los intelectuales frustrados del siglo XVII y la literatura picaresca. A lo largo de los dos ltimos apartados, el autor recurre frecuentemente, adems de a los libros de la "Biblioteca Azul", a textos castellanos tan "populares" como El Quijote, La Celestina, El Buscn y El Lazarillo. A travs de ellos trata de establecer un paralelismo que intenta reflejar las vicisitudes de las prcticas sociales: las representaciones.

    El ttulo del libro proviene de un artculo publicado en 1989 en Annales, por el propio Chartier: "Le monde come reprsentation", en donde se propone una nueva definicin de historia cultural. Representacin es una palabra que se puso de moda a partir de los aos ochenta. La alternativa a la historia de las mentalidades se presenta mediatizada por este concepto un tanto ambiguo e impreciso que recientemente ha tratado de definir Carlo Ginzburg en "Reprsentation: le mot, l'ide, la chose" (Annales, 1991). La nocin de representacin, para Chartier, sigue las pautas de la definicin dada por el Dictionnaire Universel de Furetikre (en su edicin de 1727) que relaciona una imagen presente con un objeto ausente, es decir, la reflexin sobre las sociedades del Antiguo Rgimen slo puede caracterizarse a travs de "imgenes" comtemporneas, que han llegado hasta nosotros y que estaban presentes, reproductoras de los objetos, las situaciones y las personas ausentes. Los

  • materiales con los cuales Chartier representa las imgenes del pasado son los lectores, los escritores, los libros y los textos.

    La recepcin del texto, ms teorizado que practicado, plantea dos cuestiones previas: los usos del material impreso por un lado y las prcticas de la lectura por el otro. Segn muestra Chartier, la historia de la lectura no se puede basar en la historia de los libros importantes. Existe una enorme variedad de impresos en forma de libelos, gacetillas y hojas volantes que tuvieron un peso decisivo en los lectores del Antiguo Rgimen. Tampoco se puede privar a los analfabetos o a los que no posean un biblioteca de las delicias de los textos. Sabemos que la lectura en voz alta fue una prctica muy difundida y que durante el siglo XVIII los gabinetes de lectura se desarrollaron en Francia y en Inglaterra.

    Las apropiaciones de los textos, sin embargo, nos pueden llevar a formular un mundo del pasado subjetivizado a travs de las ilusiones de discursos apartados de lo real. La subjetividad de las representaciones y la objetividad de las estructuras tradicionales han sido entendidas a manera de extraamiento. Roger Chartier, en este sentido, plantea algunas crticas a la teora de la recepcin que prefiere integrar dentro de lo que llama "una historia cultural de lo social". Para superar esta divisin Chartier propone "considerar los esquemas generadores de los sistemas de clasificacin y percepcin como verdaderas 'instituciones sociales', incorporando bajo la forma de representaciones colectivas las divisiones de la organizacin social", teniendo presente que esas representaciones colectivas pueden ser las matrices de prcticas constructoras del propio mundo social. La diversidad de lecturas, por tanto, ha de ser englobada dentro de un marco social, cultural e institucional y el anlisis no debe abandonar las prcticas especficas que las producen.

    A pesar de que las propuestas de Chartier amplian considera- blemente el panorama terico de la historia cultural, las posibilidades de aplicacin de este nuevo mtodo son ciertamente reducidas y las fuentes que Chartier utiliza para representar el mundo social son limitadas: determinadas ediciones de libros, diarios personales y comentarios entresacados de correspondencias. Por otro lado, La utilizacin de ejemplos extrados del conjunto europeo enriquecen la unidad del discurso pero uniformizan excesivamente el territorio y empobrecen las especificidades regionales. La propuesta de Chartier se inscribe dentro de lo que se puede llamar utopa de lo excepcional pero no por ello deja de ser un reto.

    JAVIER ANTON PELAYO

  • LLETRATS 1 ILLETRATS A UNA CIUTAT DE LA CATALUNYA MODERNA. MATARO, 1750-1800.

    Montserrat Ventura i Munn, Caixa dYEstalvis Laietana, Matar, 1991.

    La alfabetizacin, desde la conocida encuesta Maggiolo realizada en Francia entre 1877 y 1880, ha sido cuantificada a travs de las firmas de los individuos. Numerosos historiadores han criticado la validez de este tipo de recuentos, sin embargo, una abundante bibliografa europea, con trabajos importantes como los de Cipolla, Chartier o Graff, ha construido o utilizado series estadsticas de individuos firmantes para explicar las etapas del proceso de difusin de la escritura y de la lectura en la Europa Occidental.

    La historiografa catalana, orientada hacia otros mbitos, presentaba, hasta la publicacin de este libro, un alarmante vaco en el conocimiento de los niveles de desarrollo cultural de la Catalua moderna. Mientras la enseanza superior ha sido objeto de diversas monografas, la enseanza secundaria y primaria adolece an de un tratamiento amplio, serio y riguroso. Resulta extrao que, en uno de los perodos que ha atraido ms la atencin de los historiadores como es la Catalua del siglo XVIII, hayan sido tambin olvidados los aspectos culturales bsicos de la sociedad catalana, incluso en Barcelona.

    Es comprensible, pues, que los historiadores de la Catalua moderna hayan advertido la gran utilidad del excelente estudio de Montserrat Ventura. En primer lugar, porque aporta informacin muy valiosa del apenas conocido mundo de la enseanza primaria; de este modo, es posible conocer las condiciones de acceso de la poblacin mataronina al aprendizaje de la lectura y la escritura a travs de la institucin escolar local. Por otra parte, los niveles de alfabetizacin obtenidos ofrecen, por su evolucin y distribucin, unas importantes referencias comparativas para captar el ritmo de crecimiento y desarrollo de una de las poblaciones de mayor peso en la corona de ciudades que rodeaba Barcelona, y que participaba de manera interrelacionada en la expansin catalana del siglo XVIII.

    Las fuentes notariales consultadas -testamentos y captulos matrimoniales- son objeto de un tratamiento metodolgico impecable. La base de los resultados es el anlisis de dos muestras documentales, la primera ofrece los niveles de alfabetizacin de la poblacin mataronina de mediados del siglo XVIII y la segunda corresponde al final de la centuria, ello le permite captar la evolucin de los distintos grupos socio-profesionales y sexos ante el conocimiento de la escritura. El proceso de alfabetizacin que presenta Matar es contrastado con otros mbitos espaoles; y dentro del contexto europeo, los niveles

  • obtenidos son comparables a los de la Francia meridional, aunque distantes de las reas ms cultas del norte de Europa, son a su vez superiores a las mximas cotas de analfabetismo de la Europa central y oriental.

    Esta obra abre, por fin, una esperanzadora lnea de investigacin de la historia de la enseanza elemental en Catalua. El libro de Montserrat Ventura es el primer paso, firme y seguro, para la elaboracin de una parte fundamental de la historia socio-cultural de la Catalua del Antiguo Rgimen, de cuyo edificio slo conocamos las estancias superiores.

    MANUEL PENA DIAZ

  • PODER Y PENURIA. GOBIERNO, TECNOLOGIA Y CIENCIA EN LA ESPANA DE FELIPE 11. David Goodman. Alianza Editorial, Madrid, 1990, 305 pp.

    La poltica cientfica del Gobierno de Felipe 11 es una de las parcelas ms desconocida del monarca, de modo que su estudio puede aportar nuevas luces al conocimiento del siglo XVI espaol. Este es el propsito de la obra de D. Goodman; obra que, ante todo, trata de "deshacer la imagen tradicional de los castellanos desinteresados de la ciencia y la tecnologa" (p. 291).

    Toda la documentacin reunida por el autor, as como las interpretaciones y conclusiones que se derivan de ella, ha sido estructurada en cinco reas temticas bien definidas: ciencias esotricas, cosmografa, tecnologa militar, tecnologa minera y medicina. A continuacin se har referencia a cada una de ellas, exponiendo las ideas de mayor relevancia. para que el lector adquiera una visin global de la poltica cientfica de la poca.

    En el captulo dedicado a las ciencias esotricas, Goodman aborda distintas cuestiones. En primer lugar, la actitud de Felipe 11 ante la astrologa, definindola como ambigua y difcil de precisar a travs de unas iniciativas legislativas muy escasas. No obstante, es evidente un gran inters por la alquimia, a la que el monarca accede gracias a las obras de Ramn Llull. Por otra parte, ante el esoterismo, la Iglesia - influida por la Corona- se limita a realizar un cierto control con la intencin de corregir desviaciones y no con un fin estrictamente prohibitivo.

    El segundo bloque temtico lo conforma la cosmografa, una ciencia slidamente potenciada por el Gobierno espaol de la poca. Goodman argumenta el auge de la cosmografa desde diversos frentes, entre los que destaca el copernicanismo, la geografa y la navegacin. El pensamiento de Coprnico no slo fue permitido en Espaa -Felipe 11 conserva una copia del "De Revo1utionibus"-, sino que, adems, en Salamanca se estudiaba dicha astronoma, hecho inslito en toda Europa. La geografa, por su parte, fue incorporada como un nuevo instrumento vlido para la poltica. El autor se refiere pormenorizadamente a un proyecto de la Corona que consisti en la recopilacin de informes acerca de cuestiones muy diversas, incluyndose la geografa fsica, la geografa econmica y humana y aportacionas cartogrficas, nuticas y naturalsticas. Pese a que nunca se realiz la reunin global de los diferentes informes, el Gobierno pudo disponer de un volumen de conocimientos tan extraordinario que Goodman lo considera "una de las fuentes ms ricas sobre la Amrica del siglo XVI" (p. 94). Respecto a la navegacin -instrumento fundamental en el control de la expansin territorial-, la monarqua cre nuevos centros de enseanza para navegantes y reform otros, aunque no con gran brillantez.

  • El tercer captulo, bajo el ttulo "Tecnologa para la Guerra", contiene las iniciativas cientficas con vistas a su aplicacin militar. Acciones como la guerra de expansin contra los turcos, la lucha frente a corsarios franceses e ingleses, la anexin de Portugal o el control de los Pases Bajos requeran, segn Goodman, de una potente industria naval, de una artillera a gran nivel, de ingenieros especializados y de ciertos inventos de calidad. El impulso de la industria naval se evidencia con claridad en la legislacin acerca de los recursos forestales; su posible fracaso no debe achacarse a un "conservadurismo tecnolgico" -en palabras del autor-, sino a unas dificultades de orden econmico que, en general, obstaculizaron grandes proyectos. La artillera tampoco despeg con normalidad, aunque no por una carencia tecnolgica o emprendedora -reitera Goodman- sino por deficiencias econmicas que impedan la explotacin de las propias fuentes de cobre o la importacin de plvora que, al parecer, siempre escase. En cuanto al tercer aspecto, la Corona se preocup por la formacin de tcnicos militares con el fin de no depender del exterior; al mismo tiempo que trataba de especializarlos en funciones determinadas. Finalmente, pese al inters de Felipe 11 por inventos militares, stos aportaron poco en los conflictos de la poca.

    El cuarto tema de estudio se refiere a la produccin de plata. Goodman lo inicia con un profundo anlisis de la historia de las minas de plata de Guadalcanal, en el que trata aspectos como las inversiones, los beneficios, las iniciativas de la Corona, las repercusiones en la economa y la poltica, los proyectos realizados, las tcnicas empleadas o la vida de los mineros, entre otros. El autor incide en la contratacin de ingenieros alemanes, en el inters del Gobierno por subsanar las deudas a travs de la plata, en la aplicacin de nuevas tcnicas en los hornos, en la expresa consulta a expertos en economizar gastos y en las dificultades climticas y sanitarias. Aunque se practic una poltica de gran produccin y rendimiento, no fue posible mantener unos niveles productivos constantes y, hacia 1580, los trabajos cesaron, influyendo en ello una insuficiente tecnologa.

    La plata de las Indias, a diferencia de Guadalcanal, lleg constantemente a los puertos de la pennsula, adquiriendo su extraccin y comercio mayor importancia que la del oro. En Amrica, los virreyes de Felipe 11 asuman como objetivo primordial la extraccin de plata. Goodman expone el gran inters por las minas americanas y, a la vez, recoge los problemas que surgieron: localizacin de las minas en lugares montaosos y lejanos de la costa, ataques de indgenas y corsarios, etc. Ello amenazaba el rendimiento, presagindose un desenlace similar al de Guadalcanal. Pero en el caso americano, la tecnologa "salv" las

  • minas; se trata de la amalgamacin en fro, un proceso que rentabiliz la extraccin de plata y que -dice Goodman- "los historiadores de la minera americana reconocen que ocasion una revolucin en la produccin" (p. 204). Esta nueva tcnica exiga mercurio, con lo que el autor se lanza a estudiar la dinmica poltica que provoc este mineral.

    Por otra parte, Goodman esboza una cuestin de inters: el trabajo forzoso de los indios en las minas. La Corona -consecuente con la anterior poltica de Carlos V- no aprob oficialmente estas prcticas; pero con el tiempo se tomaron decisiones que las imponan. Al Gobierno llegaron noticias del trato inhumano que reciban los mineros, pero la necesidad de plata ceg cualquier accin. Las voces crticas, como la de los jesuitas, no evitaron que lo econmico privase sobre la dignidad humana, una lacra de la historia an no superada.

    El ltimo captulo de esta obra presta atencin a la medicina. En primer lugar, Goodman se refiere a los hospitales, que se sometieron a la jurisdiccin directa de Felipe 11. No obstante, la administracin de los centros sanitarios fue realizada en la prctica por clrigos -en reas rurales- y por las autoridades municipales -en las ciudades-; mientras que la participacin de la Corona se limit a la financiacin. Otra cuestin de inters tratada por Goodman hace referencia a la legislacin de las diversas etapas de formacin de mdicos, cirujanos y farmacuticos. A peticin de los ayuntamientos, la Corona velaba por la calidad del personal y prohiba el acceso al oficio de la medicina a conversos, moriscos y sucesores de judos en previsin de conspiraciones raciales. En tercer lugar cabe referirse a las plantas medicinales, que merecieron diversas iniciativas gubernamentales de cara a su adquisicin y cultivo. La expedicin de F. Hemndez resalta entre las dems y puede considerarse la empresa cientfica de mayor envergadura del reinado de Felipe 11, fruto de la cual se public un tratado de la flora de Nueva Espaa difcilmente igualable. Como ltimo punto de inters, una alusin a las condiciones sanitarias en las fuerzas armadas. La importancia de lo militar para el Gobierno -anteriormente ya ha sido comentada- exigi una adecuada atencin sanitaria, tal vez la mejor de los ejrcitos europeos de la poca.

    En sus conclusiones, Goodman vuelve sobre una tesis contnuamente esbozada en su trabajo: la poltica cientfico-tecnolgica del Gobierno de Felipe 11 respondi a una necesidad esencial en un imperio como es su control mediante la inversin en lo militar (preparacin tcnica de artilleros y pilotos, impulso de la industria naval, organizacin de los recursos mdicos). Pero no es justo ignorar otras iniciativas tales como la formacin de mdicos, la recopilacin de informacin cientfica acerca de las Indias -a destacar la obra de

  • Hemndez- y la explotacin de minas. Realmente impresiona "la audacia y magnitud de algunas de esas empresas" (pg. 291), piensa Goodman. No obstante, si se analiza la ciencia y tecnologa en esa parte del siglo XVI puede objetarse que no present el peso que aparenta en este comentario monogrfico, y ello es cierto. En definitiva, las crisis econmicas limitaron un buen desarrollo cientfico-tecnolgico, lo que no significa que no lo hubiera. Con lo que esta obra de Goodman -como decamos inicialmente- revela una de las parcelas ms desconocidas del gobierno de Felipe 11, por lo que puede resultar de inters adentrarse en su conocimiento.

    JOSE A. GARI DE BARBARA.

  • MENTALIDAD JUSTICIERA DE LOS IRMANDINOS, SIGLO XV. Carlos Barros. Siglo XXI, Madrid, 1990, 298 pp.

    La novedad de esta investigacin sobre la "revolucin irmandia" va ms all de lo que su ttulo puede llegar a hacer suponer. Se trata de explicar desde una perspectiva mltiple, situada en la larga, media y corta duracin, un acontecimiento muchas veces descrito por la historiografa tradicional: el levantamiento, en 1467, de la Santa Hermandad del reino de Galicia, contra las fortalezas seoriales. Bajo su polvo y sus ruinas se encubre uno de esos sucesos que tienen valor de umbral; si puede hablarse de "revolucin" en este caso es precisamente porque en el curso de este movimiento de multitudes contra los agravios nobili&os se configura un tipo de sensibilidad colectiva, una "mentalidad justiciera" que es sin duda un elemento capital de las mentalidades modernas. La emergencia de la Galicia moderna no puede ser comprendida sin tener en cuenta esta alteracin esencial simbolizada por el episodio de 1467.

    Sin embargo, a pesar de esta relevancia, la "revolucin irmandia" nunca haba sido abordada hasta la fecha desde el ngulo de una historia de las mentalidades. Emprender esta tarea es uno de los mritos innegables del texto de Barros; probablemente no es el mayor. El xito de la investigacin en el terreno emprico (se profundiza desde una nueva dimensin en la explicacin de un proceso histrico fundamental, no abarcado hasta ahora por los medievalistas en toda su amplitud) no es ajeno a un trabajo bien armado conceptualmente y sometido desde el principio a un detenido control epistemolgico. En primer lugar, el modo de pensar la relacin entre "larga duracin" y "tiempo corto", y a la vez, entre estructura y acontecimiento. Con cierta frecuencia se suele emplazar a la historia de las mentalidades en el tiempo largo (resistencias, "crceles" de longue dure), olvidando as que la multiplicidad de cadencias temporales afecta tambin -como seal Duby hace aos e ilustra el libro a la perfeccin- a este nivel de anlisis histrico. Tiempo corto de la revuelta de 1467, fases medias de la acumulacin de agravios y larga duracin (ofensiva seorial, crisis bajomedieval desde 1369, oscilaciones de la justicia seorial y real desde el siglo XII). El suceso se inserta as en un cruce de temporalidades diversas. Por otra parte, frente a la tendencia a contraponer historia estructural e historia episdica, o a explicar el acontecimiento exclusivamente a partir de la estructura, el libro destaca la capacidad del acontecimiento para alterar e incluso crear rasgos estructurales. La mentalidad justiciera irmandia, asociada a las actitudes antiseorial y

  • antifortaleza -temor, temblor y odio suscitado en la imaginacin ante la sombra criminal de los castillos-, que se desplaza del "sentimiento de agravios" a la "mentalidad de revuelta", compone un cuadro psicolgico estable, una estructura que da cuenta de la revuelta de 1467. A su vez, este acontecimiento y sus xitos consecuentes van a modificar la intensidad (radicalizacin) y el alcance social de la estructura (expansin por el conjunto del cuerpo social). Por otra parte, la eficacia de la justicia irmandia mostrada en el acontecimiento de 1467, va a propiciar como consecuencia no intencionada -al modo de esas acciones de efectos no deseados tan comentadas por los socilogos- la aparicin en Galicia de una justicia distanciada de los intereses seoriales, dando lugar as a una de las estructuras definitorias de la "modernizacin" en el sentido de Weber: la emergencia de un aparato judicial, una burocracia del derecho que se presenta como independiente de los intereses en conflicto. Finalmente, incorporada a la memoria colectiva a travs del acontecimiento -mediante un mecanismo anlogo al descrito por Duby en Le Dimanche de Bouvines-, la mentalidad justiciera se convertir en una estructura psicolgica de resistencia antiseorial que se prolonga hasta el siglo XVII. La estructura se modifica para adaptarse o transformarse por completo ante las sacudidas del acontecimiento.

    En segundo lugar se rompe la escisin, bastante comn, entre explicacin por causas (condiciones externas a los sujetos, constreimientos materiales, campo de oportunidades para la accin) y explicacin teleolgica (a partir de motivos internos del sujeto, consicentes o inconscientes, intenciones, razones aducidas para emprender la accin, dominio de significados compartidos por los agentes). La revuelta irmandia no consta de dos niveles, de manera que el primero explicara causal o funcionalmente al segundo: lucha de clases en el mbito de las relaciones feudales de produccin e ideologa legitimadora de las distintas posiciones en esa lucha. La "mentalidad" no es una superestructura respecto a las relaciones sociales y a las dominaciones de clase; no hay accin social sin conceptos, sin mediacin simblica; nada de conductismo o fisicalismo social (frente a la idea de que las multitudes, identificadas con un empuje irracional, slo se mueven en la historia a golpe de puras coacciones fsicas: hambre, escasez, enfermedad). Por ello, slo por razones de delimitacin acadmica, puede distinguirse la historia social y la de las mentalidades. Explicar la "revuelta irmandia" es dilucidar a la vez las razones (motivos ms o menos conscientes que configuran un cuadro mental) y las causas (funcin de esta revuelta en la estructura social y en el sistema econmico y coyuntura material en la que se inscribe). Esto se realiza en el libro combinando fuentes diversas y delimitando estrictamente el

  • alcance de la investigacin. Por ltimo, el texto destierra, de un modo efectivo, mucha palabrera comn en torno a la oposicin entre enfoques cuantitativo y cualitativo, anlisis y narracin. La verificacin de las hiptesis se realiza combinando el tratamiento estadstico de los hechos masivos y la tipologa cualitativa a partir del anlisis de "casos" (v.g. el caso descrito de la "mujer preada", lo mltiples casos de violacin).

    La valoracin del libro desde esta perspectiva epistemolgica - que es la que se pretende resaltar aqu- no puede ser sino positiva. Tal vez en ciertos momentos se aprecie que la descripcin, siempre necesaria, pesa en exceso sobre la explicacin, especialmente en la segunda parte. Por qu se pasa de la experiencia particular del agravio a su expresin multitudinaria y a su articulacin en medidas justicieras?; de qu manera los xitos de la accin emprendida refuerzan las expectativas milenaristas de la mentalidad justiciera?; qu formas de autocontrol psicolgico -en esto pueden ayudar los anlisis de N. Elias- tienen que surgir para que la venganza salvaje se troque en accin de justicia? Tal vez, aunque no se puede estar seguro de ello, el recurso a otras ciencias sociales podra ayudar a ampliar la explicacin sugerida en el libro, esto sin duda exigira revisar crticamente las nociones de esas ciencias para ajustarlas a un campo tan singular como el de las mentalidades medievales, eliminando el demonio del anacronismo o la proyeccin a ese perodo de los conceptos utilizados para describir las "sociedades fras" estudiadas por los antroplogos. Barros tiene xito en conjurar estos obstculos principales en el quehacer de un historiador de las mentalidades, poniendo atencin en la textura lingstica de las fuentes, atendiendo a la peculiaridad del vocabulario, las sintaxis, los dichos populares, sabiendo leer las ausencias, el sintomtico rumor de los silencios. A pesar de estas cautelas tal vez se escape algn descuido; por ejemplo, puede utilizarse la nocin de "atentado a la libertad sexual" (pg. 203) para definir unas conductas (violacin) cuyo horizonte cultural -donde imperan los lazos de parentesco- es totalmente ajeno a la "democracia sexual", a la naturaleza contractual y casi kantiana de nuestra tica en relacin con el sexo? Estas consideraciones son "peccata minuta" ante un texto profundamente innovador en el campo de las mentalidades, de suma importancia para el historiador de los conflictos sociales en la Baja Edad Media peninsular, pero no menos atrayente para el especialista en historia de la criminalidad, de la condicin femenina o infantil, del imaginario medieval en tomo a ciertos espacios sombros (el bosque, la fortaleza). El largo resentimiento por los agravios mil veces recibidos, el delirio vengativo de la revuelta antiseorial, la efigie de los bastiones en llamas, la sangre vertida y el clamor justiciero, tanto

  • furor y tanto ruido ahogados en los campos de Galicia, encuentran en Barros a su ms justo relator.

    F. VAZQUEZ GARCIA.