rodgers pandilla juvenil

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75 CUANDO LA PANDILLA SE PONE MALA: VIOLENCIA JUVENIL Y CAMBIO SOCIAL EN NICARAGUA 1 Dennis Rodgers * Introducción El 12 de febrero de 2002 volví por primera vez luego de casi cinco años al barrio Luis Fanor Hernández, 2 un vecindario de bajos ingresos en Mana- gua, capital de Nicaragua, donde anteriormente había realizado una in- vestigación etnográfica sobre la violencia pandillera. 3 El objeto de mi retorno era actualizar el estudio original, un proceso que, debo confesar- lo, había concebido menos como una suerte de catalogación realista del cam- bio social que como una reconstrucción “constructivista” de mis interpretaciones iniciales, para utilizar la terminología de la teoría de la “etnografía reflexiva” de Michael Burawoy (2003). Al seguir los sucesos ni- caragüenses desde lejos, me parecía que poco había cambiado en el perío- do transcurrido desde mi visita inicial y que, en consecuencia, mi nueva visita implicaría sobre todo pensar los mismos procesos desde nuevas pers- pectivas teóricas. Sin embargo, esa idea quizás un poco ingenua se disipó casi de inmediato cuando, el día mismo de mi regreso, me crucé con Ron- nie, quien, a los nueve años y como miembro de la pandilla local, había si- do un informante importante en 1996-1997. Me saludó con un entusiasta “Oye, Dennis, ¿qué onda?”, y prosiguió con una andanada de preguntas: “— ¿Cómo estás, hombre? ¿Dónde has estado? Tanto tiempo que no te vimos aquí, ‘maje’ ¿Qué ‘vaiysa’? Has completamente cambiado - ¡Te pusiste gordo, ‘maje’! — ¡Hola, Ronnie, qué bueno verte! —le contesté—. Ando bien, gracias y perdón por haber tardado tanto en volver. Muchas cosas han pasado, ahora mi vida es completa- mente diferente. Pero vamos, ¡tú también has cambiado, hombre! La última vez que estuve aquí eras un chico, y mírate ahora: ¡ya sos grande! ¿Cuántos años tenés ahora, 14 o 15, no? ¿Qué onda? ¿En qué estás metido ahora? ¿Sigues de pandillero? * Dennis Rodgers esProfesor asistente de desarrollo urbano, Departamento de Geografía, London Scho- ol of Economics. Etnografías Contemporáneas 2 (2) 75-98

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Pandilla Juvenil

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    CUANDO LA PANDILLA SE PONE MALA: VIOLENCIA JUVENIL Y CAMBIO SOCIAL EN NICARAGUA1

    Dennis Rodgers *

    IntroduccinEl 12 de febrero de 2002 volv por primera vez luego de casi cinco aos albarrio Luis Fanor Hernndez,2 un vecindario de bajos ingresos en Mana-gua, capital de Nicaragua, donde anteriormente haba realizado una in-vestigacin etnogrfica sobre la violencia pandillera.3 El objeto de miretorno era actualizar el estudio original, un proceso que, debo confesar-lo, haba concebido menos como una suerte de catalogacin realista del cam-bio social que como una reconstruccin constructivista de misinterpretaciones iniciales, para utilizar la terminologa de la teora de laetnografa reflexiva de Michael Burawoy (2003). Al seguir los sucesos ni-caragenses desde lejos, me pareca que poco haba cambiado en el pero-do transcurrido desde mi visita inicial y que, en consecuencia, mi nuevavisita implicara sobre todo pensar los mismos procesos desde nuevas pers-pectivas tericas. Sin embargo, esa idea quizs un poco ingenua se disipcasi de inmediato cuando, el da mismo de mi regreso, me cruc con Ron-nie, quien, a los nueve aos y como miembro de la pandilla local, haba si-do un informante importante en 1996-1997. Me salud con un entusiastaOye, Dennis, qu onda?, y prosigui con una andanada de preguntas:

    Cmo ests, hombre? Dnde has estado? Tanto tiempo que no te vimos aqu,

    maje Qu vaiysa? Has completamente cambiado - Te pusiste gordo, maje!

    Hola, Ronnie, qu bueno verte! le contest. Ando bien, gracias y perdn por

    haber tardado tanto en volver. Muchas cosas han pasado, ahora mi vida es completa-

    mente diferente. Pero vamos, t tambin has cambiado, hombre! La ltima vez que

    estuve aqu eras un chico, y mrate ahora: ya sos grande! Cuntos aos tens ahora,

    14 o 15, no? Qu onda? En qu ests metido ahora? Sigues de pandillero?

    * Dennis Rodgers esProfesor asistente de desarrollo urbano, Departamento de Geografa, London Scho-

    ol of Economics.

    Etnografas Contemporneas 2 (2) 75-98

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    Noo, ya no estoy con la pandilla, todo eso cambi, maje. Tanto ha cambiado aqu,

    no vas a reconocer al barrio, vas a ver. No es la misma pandilla que cuando vos esta-

    bas, tiene otra onda. Es verdaderamente daina ahora, no cuida el barrio como antes

    pero solamente hace sus cosas.

    No me digas! Qu pas? Ustedes eran los protectores del barrio! Joder, eran ms

    que eso, ustedes casi eran el barrio mismo, eran los nicos que hacan algo por l. Qu

    la verga? Por qu cambi todo?

    Por toda clase de mierdas, maje, toda clase de mierdas Pero sobre todo por la

    droga

    La droga? Idiay, qu quers decir, marihuana, cosas as?

    No, no, claro que no, maje, eso es nitua,4 ya sabs cmo es, la marihuana no tie-

    ne nada de malo. No, hombre, te estoy hablando de la piedra, el crack. La marihua-

    na no es nada comparada con esa mierda, te digo. La piedra ha cambiado todo y ahora

    el barrio es completamente distinto de cuando estabas aqu, Dennis. Todo se jodi, y so-

    bre todo la pandilla, que se puso mala

    Me sorprendi bastante enterarme de que Ronnie ya no era miembro de lapandilla, dado que en 1996-1997 haba sido uno de los pandilleros ms com-prometidos el lder natural de su cohorte de edad y no era ahora lo su-ficientemente grande para haber madurado y abandonado el grupo,como suceda de manera inevitable con todos sus integrantes. Al mismotiempo, uno de los hallazgos de mi investigacin anterior haba sido quelas trayectorias de vida de los pandilleros son en general sumamente dif-ciles de predecir y haba encontrado jvenes de 14 o 15 aos en 1996-1997quienes se retiraron de la pandilla. Sin embargo me result una completay absoluta sorpresa enterarme de que sta se haba puesto mala, tal cualdeca Ronnie. El descubrimiento probablemente ms importante de mi es-tudio de 1996-1997 haba sido que, en contraposicin con las ideas ad-quiridas, la pandilla proporcionaba cierto grado de orden social estable yproteccin al barrio en un contexto ms amplio de crisis, inseguridad y des-composicin social. Como tal, poda asimilrsela a las formas de vigilan-tismo que Ray Abrahams (1998: 3 y 9) califica de esfuerzos constitutivoshechos por comunidades de distintos lugares del planeta para compren-der su vida y mantener algn tipo de orden en su mundo, sobre todo enlas zonas fronterizas donde se ve al Estado como ineficaz o corrupto.

    Segn el parecer general, las condiciones contextuales que constituyeronel teln de fondo del surgimiento de las pandillas no haban mejorado des-de que me fui del pas en 1997, y por esa razn yo haba supuesto que en-contrara dinmicas sociales similares a las descubiertas durante miinvestigacin inicial. Mi dilogo con Ronnie, empero, termin por fijar enbuena medida el tono de mi nueva visita, y al concentrar la atencin en lamanifestacin contempornea de la pandilla del barrio Luis Fanor Hernndez

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    tuve la creciente impresin de que estudiaba un fenmeno completamen-te diferente del que haba estudiado en un primer momento. Este trabajoes un intento de explicar las pronunciadas diferencias que surgieron, pe-ro tambin de conciliarlas, para lo cual no slo muestro cmo cambi demanera tan radical la institucin social del pandillerismo en tan corto tiem-po: tambin propongo una explicacin de sus causas. El artculo comien-za por sealar las principales diferencias exhibidas por la pandilla delbarrio mencionado entre 1996-1997 y 2002 y destaca en particular las re-lacionadas con sus prcticas violentas y sus actitudes hacia el vecindario lo-cal. Considera luego qu nos dice esto desde una perspectiva terica, perotambin qu no nos dice; sobre la base de este ltimo examen, el trabajose embarca en una descripcin detallada de las etapas de la transformacinde la pandilla entre 1997 y 2002 a fin de revelar la continuidad existenteentre sus dos manifestaciones. De ese modo, se plantean algunas cuestio-nes clave en lo concerniente a la naturaleza de la estabilidad y el cambioinstitucionales, que se consideran en la seccin final.

    El pandillerismo en el barrio Luis Fanor Hernndez, 1997-2002Aunque las pandillas y sus prcticas violentas contribuyeron sin duda demanera significativa a generar las circunstancias sociales adversas que ca-racterizaron muchos aspectos de la Nicaragua urbana de la dcada de1990, haba una diferencia definida entre su manifestacin localizada y suexpresin ms general. Cuando se las contempla desde la perspectiva de laciudad, las guerras de pandillas, por ejemplo, parecan transformar anr-quicamente algunos sectores de Managua en zonas cuasi blicas, en las quelas bandas se enfrentaban con armas que iban desde palos, piedras y cuchilloshasta rifles automticos ak-47, granadas de fragmentacin y morteros,5 amenudo con dramticas consecuencias tanto para sus miembros como pa-ra la poblacin en general. Sin embargo, si se las considera desde del pun-to de vista ms localizado del barrio, la imagen parece mucho msambivalente. En 1996-1997, la pandilla de Luis Fanor Hernndez estabacompuesta por unos cien jvenes de entre 7 y 22 aos, quienes, a la par conotras bandas de Managua, se dedicaban a diversas actividades violentas, des-de la ratera hasta la guerra de pandillas. No obstante, todas respetaban unaregla de oro: no abusar de los habitantes de sus barriadas. Las vctimasde la pandilla local eran personas de afuera; en los hechos, los miembrosde las bandas se tomaban activamente la molestia de proteger a sus veci-nos contra rateros, ladrones y pandilleros externos, y con frecuencia los res-cataban o se desempeaban como guardaespaldas cuando aqullos debanhacer diligencias en zonas aledaas.

    Visto desde el nivel local, aun lo que pareca ser la forma ms destructivay perjudicial de violencia pandillera, la guerra de pandillas, poda consi-

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    derarse en algn aspecto como un proceso violento socialmente positivo.Sin duda, la guerra de pandillas era una forma de violencia constitutivapara los pandilleros, en cuanto obedeca a ciertas reglas de conducta quecumplan un papel fundamental en la construccin del yo de cada uno desus miembros. Al mismo tiempo, esos enfrentamientos tambin contri-buan a la constitucin de la pandilla como grupo, al reafirmar la unidadcolectiva mediante el nfasis en la distincin humana primordial entre no-sotros y ellos. Pero la guerra de pandillas tena que ver, asimismo, con unaforma ms general de construccin social que trascenda el grupo o al in-dividuo pandillero y se relacionaba con la comunidad barrial local. Los pan-dilleros decan que, si apelaban a la violencia, lo hacan sobre todo porquequeran el barrio, y justificaban los combates con otras pandillas comoun acto de amor por ste. Tal cual dijo Julio, uno de ellos,

    mostrs al barrio que lo quers arriesgndote por la gente, ponindote en peligro y

    protegindola de otras pandillas As cuids al barrio, entends? Cuids al barrio,

    ayuds, protegs a la gente....

    La afirmacin es bastante convincente, sobre todo porque la guerra de pan-dillas estaba hasta cierto punto semi-ritualizada y segua patrones muy fi-jos. La primera batalla entre bandas sola implicar peleas con piedras y apuo limpio, pero cada nuevo enfrentamiento representaba una escaladadel armamento utilizado, en principio palos y cachiporras, luego cuchi-llos y botellas rotas, ms tarde morteros y por ltimo pistolas, fusiles ak-47 y granadas de fragmentacin. Aunque el ritmo de la escalada podavariar, su secuencia era siempre la misma; esto es, las pandillas no inicia-ban sus guerras con morteros, pistolas o ak-47. En muchos aspectos, la na-turaleza ritualizada de la guerra de pandillas constitua posiblementeuna especie de mecanismo restrictivo; la escalada era un proceso consti-tutivo positivo, en el cual cada etapa exiga una intensidad ms grande aun-que bien definida de la accin y, por lo tanto, siempre estaba bajo elcontrol de los actores. Al mismo tiempo, el proceso tambin proporcio-naba a los residentes del barrio un marco dentro de cuyos lmites podanorganizar su vida, ya que funcionaba como un sistema de alarma temprana.En ese carcter, las guerras de pandillas pueden considerarse como actua-ciones pautadas que proponan un medio de circunscribir lo que HannahArendt {1979:1} (1969:5) denomin la imprevisibilidad ubicua de laviolencia. Aunque dichos conflictos tenan indudables efectos negativospara la poblacin local, stos eran ms que todo indirectos, en cuanto laspandillas nunca victimizaban de manera directa a los habitantes de sus pro-pios barrios, a quienes, en cambio, protegan durante los enfrentamien-tos. La amenaza a las poblaciones barriales provena de otras pandillas, conlas que la banda local se enfrentaba de una manera prescripta; de ese mo-

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    do limitaba el alcance de la violencia dentro de su propio barrio y creabauna zona segura y previsible para los residentes del lugar.

    En un contexto ms amplio de violencia e inseguridad crnicas, esta funcinera posiblemente positiva, y si bien no siempre mostraba una eficacia delciento por ciento no era infrecuente que el fuego cruzado de las pandillas enguerra hiriera y hasta matara a uno que otro circunstante, los habitantes delbarrio la reconocan en gran parte como tal. Como dijo don Sergio, uno de misinformantes:

    La pandilla cuida el barrio y jode a otros; nos protege y nos permite sentirnos un poquito

    ms seguros, vivir la vida con un poco ms de facilidad [] Las pandillas no son al-

    go bueno, y es su culpa que tenemos que vivir con toda esta inseguridad, pero eso es

    el problema del pandillerismo en general, no de nuestra pandilla aqu en el barrio. Ellos

    nos cuidan y nos ayudan; sin ellos las cosas seran mucho peores para nosotros.

    Como consecuencia de esto, los miembros de la comunidad local no llama-ban a la polica durante las guerras de pandillas y jams denunciaban a losintegrantes de stas.6 Aunque entre los vecinos exista sin lugar a dudas cier-ta ambivalencia con respecto al fenmeno de las bandas, como lo manifies-ta con claridad don Sergio, los residentes distinguan entre el fenmenoen general y la manifestacin local de la pandilla. Si bien eran inequvoca-mente crticos del primero, por lo comn tenan una opinin positiva sobrela segunda. Esto no significa que nunca tuvieran nada negativo que decir acer-ca de ella en efecto, los padres de sus integrantes se preocupaban con fre-cuencia por ellos, por ejemplo, y solan reprender pblicamente a sus hijospandilleros, pero en el barrio la pandilla local no despertaba temor.

    Al mismo tiempo, sin embargo, la pandilla no slo generaba cierta sensacinde seguridad. La visin positiva del grupo tambin derivaba del hecho de queera, en sustancia, la nica forma de organizacin colectiva local que mostrabaalgn tipo de inters abarcativo (Mancur, 1982) por el barrio; el cuida-do violento que ejerca representaba un agudo contraste con la atomizacinms extendida y la descomposicin social caractersticas del vecindario, enel cual no haba organizaciones colectivas globales y aun las familias sufr-an un proceso de erosin (Rodgers, en prensa2006b). En rigor de verdad, laactitud de la pandilla iba ms all de un mero inters abarcativo en el ba-rrio, pues posiblemente no slo actuaba para protegerlo y salvaguardar a sushabitantes, sino que tambin proporcionaba a stos un medio concreto de lle-var a la prctica una forma de comunidad que en otros aspectos estaba au-sente. Entre los vecinos exista una sensacin de identificacin con la pandillalocal y sus proezas violentas, que en los hechos representaba el principal an-claje para el imaginario social barrial en una comunidad fracturada en mu-

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    chas de sus dimensiones.7 De una manera que puede compararse con la des-cripcin hecha por Maurice Bloch (1996:216) del desarrollo de un placeresttico comunal entre los merinas y los zafimanirys de Madagascar, a tra-vs de la violencia juvenil los residentes del barrio solan intercambiar vi-damente historias sobre la pandilla, transmitirse relatos de testigospresenciales, difundir rumores y contar una y otra vez diversos incidentes,con lo cual, de hecho, convertan a la banda y sus formas socialmente crea-tivas de violencia en el indicador simblico primario de comunidad en el ba-rrio Luis Fanor Hernndez, as como en una fuente de lo que AnthonyGiddens (1991) ha llamado seguridad ontolgica.

    En 2002, mientras buscaba a viejos amigos e informantes de ese barrio pa-ra explorar las afirmaciones de Ronnie sobre la transformacin de la pandi-lla, no tard en resultarme evidente la imposibilidad de plantear ahora questa proporcionaba una sensacin de seguridad ontolgica; al menos, no eraposible plantearlo como en el pasado. Me haban advertido una y otra vez que,

    no es el mismo barrio, Dennis, tens que tener cuidado, la pandilla ha cambiado, se

    puso mala, ojo cuando hables con ellos, no pods estar seguro de lo que van a hacer, si te

    van a respetar o atacar.

    Cuando finalmente logr sentarme a charlar con pandilleros contemporneos enefecto, mucho menos respetuosos y calmos que sus predecesores, pude com-probar con claridad la profunda transformacin de la pandilla. sta contaba aho-ra con slo 18 jvenes de entre 17 y 23 aos. Aunque todos ellos ya eranpandilleros en 1996-1997, la mayor parte de sus prcticas y actitudes haba su-frido un enorme cambio, sobre todo en lo referido a la naturaleza de las activi-dades violentas e ilcitas del grupo. Por ejemplo, la guerra de pandillas habadesaparecido, los niveles de violencia interna del barrio y vinculada con las ban-das haban aumentado y ahora los residentes locales llevaban la peor parte enese aspecto, y la pandilla tena estrecha conexin con una prspera industria lo-cal de la cocana, basada en el crack (Rodgers, 2004 y 2006a).8En lneas generales, los pandilleros eran una presencia mucho ms intimidan-te y amenazadora en el barrio, tal como lo puntualiz uno de los miembros dela banda, de nombre Roger:

    Ya nos vale verga la gente del barrio Si es que los atacan, si les roban, si tienen proble-

    mas, qu la verga? Ya no hacemos nada para ayudarlos, ms bien ahora nos remos, jo-

    der, hasta aplaudimos a los que les roban Por qu vamos a hacer algo por ellos? No merecen

    nada. Ahora lo nico que hacemos es estar por la calle, fumar la piedra y robar, y nada ms!

    Mi reaccin inicial al escuchar ese discurso fue de coincidir con Ronnie y cul-par a las drogas por la transformacin fundamental de las pandillas, sobre to-

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    do cuando comenc a realizar hasta qu punto el consumo de crack haba au-mentado los niveles de inseguridad en el vecindario. Aunque en 1996-1997 eluso de drogas era habitual dentro de la pandilla, la sustancia ms consumidaen la poca era la marihuana, que tiene efectos neurolgicos y psiquitricos muydiferentes del crack, tal como lo explic otro pandillero, Hugo:

    La piedra te pone loco, como si estuvieras volando y despus, cuando bajs, es super- da-

    ino, haces cualquier cosa por obtener ms, hasta robar a tus vecinos, tus amigos, incluso

    a tu propia familia [] La piedra no es como la marihuana, que te hace sentir cmodo con

    todo el mundo, feliz, ya sabs [] La piedra te domina, total, y te hace hacer lo que ella

    quiere.

    En especial, esta droga convierte a sus consumidores en personas extremadamenteviolentas, como lo destac otro miembro de la pandilla, Chucki:

    Esta droga, la piedra, te pone super-violento, te digo Cuando la fumo y alguien me in-

    sulta, ah noms quiero matarlo, agarrar un machete y palmarlo as, para defenderme No

    paro para pensar, ni hablar, preguntarle por qu o lo que sea [] Es como que no les reco-

    nozco, lo nico que quiero es pegar, palmar, y eso te digo es la droga, es de ella que me vie-

    ne esa violencia.

    Durante 2002, los episodios de violencia pblica espontnea e imprevisible enel barrio Luis Fanor Hernndez fueron sin duda mucho ms numerosos que en1996-1997, y la mayora se vinculaba con el consumo de crack; as lo confir-m Adilia, otra informante:

    El problema es que ahora cualquiera puede ser un peligro potencial, si han fumado

    algo de la piedra, en cualquier momento [] no pods saber lo que van a hacer, con

    esta droga la gente se pone ms violenta, ms agresiva, no le importa nada, no te re-

    conocen [] no sabs lo que piensan y ni siquiera si piensan algo, te pueden matar

    as noms, sin pensarlo.

    Aunque no eran en modo alguno los nicos consumidores de crack en elvecindario, la pandilla constitua un mbito privilegiado de consumo deesa droga y todos sus integrantes recurran a ella. Los pandilleros estabaninvolucrados en la abrumadora mayora de los incidentes violentos rela-cionados con las drogas que afectaban el barrio, y era muy habitual verlosdrogados mientras paraban a sus residentes en las calles y les pedan unoscrdobas para comprar otra dosis. Cuando el pedido era rechazado o ig-norado, recurran de manera casi invariable a la violencia.

    Al mismo tiempo, si bien el consumo de crack tena una importancia evi-dente en la explicacin del cambio de los patrones de conducta y el alza co-