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  • Traduccin deAGUSTN N E1RA

    PAUL RICOEUR

    CAMINOSDEL RECONOCIMIENTO

    Tres estudios

    FONDO DE CULTURA ECONMICA

  • Primera edicin en francs, 2004Primera edicin en espaol (rCE),2006

    Rlcoeur, FaulCaminos del reconocimiento. Tres estudios / Paul

    Ricoeur ; trad. de Agustn Neira. - Mxico: FCE,2006

    330 p.; 21 x 14 cm - (Colee. Filosofa)Ttulo original: Parcours de la reconnaissance.

    Trois tudesISBN 968-16-7998-9

    ]. Reconocimiento 2. Filosofa L Neira, Agustn, tr.TI. Ser IIl. t

    A Trancoe Vansina, hermano menor,mi ms antiguo amigo

    Le B828.45 Dewey 121.3 R588c

    Ttulo original: Parcours de la reconnaseance. Trcis tudeeO. R. 2004, ditions Stock31, rue de Fleurus, 75006 Pars, Francia

    Distribucin en Latinoamrica, Estados Unidosy Puerto Rico

    cultura LibreComentarios y sugerencias: editorial@fondodeculturaeconomica.comwww.fondodeculturaeconomica.comTe\. (55)5227-4672 Fax (55)5227-4694g Empresa certificada ISO 9001:2000

    D. R. 2006, Agustn Neira. por la traduccin

    O. R. 2006, FONDO DE CULTURA ECONMICACarretera Picacho Ajusco 227; 14200, Mxico, O. F.

    Se prohbe la reproduccin total o parcial de esta obra-incluido el diseo tipogrfico y de portada-,sea cual fuere el medio, electrnico mecnico,sin el consentimiento por escrito del editor.

    ISBN 968-16-7998-9

    Impreso en Mxico. Prnted in Mcxico

  • NDICE

    PrembuloIntroduccin

    Primer estudioEL RECONOCIMIENTO COMO IDENTIFICACIN [37]

    1115

    1. Descartes: "Distinguir lo verdadero de lo falso" 45n. Kant: relacionar bajo la condicin del tiempo. 55

    III. La ruina de la representacin 77IV. El reconocimiento a prueba de lo irreconocible. 85

    Segundo estudioRECONOCERSE A s MISMO [95]

    1. El fondo griego: el obrar y su agente11. La fenomenologa del hombre capaz

    lIJ. La memoria y la promesaIV. Capacidades y prcticas sociales

    Tercer estudioEL RECONOCIMIENTO MUTUO [191]

    1. De la disimetra a la reciprocidadn. El reto de Hobbes .

    III. Hegel en Jena: Anerkennung

    9

    99121145173

    197207219

  • IV. Nuevas actualizaciones del argumento de Hegelen Jena 237

    V. La lucha por el reconocimiento y los estados de paz .. 277

    10

    Conclusin: CaminosAgradecimientosndice deautores

    NDICE

    309327329

    PREMBULO

    Este ensayo consagrado al reconocimiento es fruto de tres con-ferencias dadas, con este ttulo, en el Institut fr die Wissens-chaften vom Menschen de Viena y retomadas, con una formams elaborada, en el Centro de los Archivos Husserl de Fribur-go. Publico aqu, con nuevas aportaciones y elaboraciones, laversin francesa de estas conferencias de Viena y Friburgo.

    Suscit esta investigacin el sentimiento de perplejidad so-bre el estatuto semntico del propio trmino de reconocimientoen el plano del discurso filosfico. Es un hecho que no existeteora del reconocimiento digna de este nombre al modo cornoexisten una o varias teoras del conocimiento. Esta sorprenden-te laguna contrasta con el tipo de coherencia que permite al tr-mino reconocimiento figurar en un diccionario corno unaunidad lxica nica a pesar de la multiplicidad, que esta uni-dad lxica abarca, de las acepciones atestiguadas en el seno dela comunidad lingstica creada por la misma lengua natural,en este caso la lengua francesa.

    El contraste entre la dispersin, aparentemente aleatoria,de las apariciones del trmino en el plano del discurso filosfi-co y el tipo de polisemia regulada fruto del trabajo dellexic-grafo, constituye la situacin de partida generadora de laperplejidad evocada hace un momento. Esta dificultad inicialresulta agravada adems por la comparacin entre las acep-ciones filosficas del trmino reconocimiento de las que da fe lahistoria de las ideas filosficas. Todo sucede como si la hetero-geneidad de los acontecimientos de pensamiento que rigen laemergencia de problemticas filosficas nuevas tuviese comoprimer efecto dispersar las significaciones potencialmente filo-sficas y conducirlas no muy lejos de la simple homonimia.

    11

  • 12 PREMBULO PREMBULO 13

    Este ensayo naci de una apuesta: conferir a las diversasapariciones filosficas conocidas del trmino reconocimiento lacoherencia de una polisemia regulada, capaz de proporcionarla rplica a la del plano lxico. Dedico la introduccin de esteensayo a las hiptesis de trabajo que han guiado la construc-cin del argumento del libro: la dinmica que rige, en primerlugar, la promocin del reconocimiento-identificacin; luego,la transicin que lleva de la identificacin de algo en general alreconocimiento por s mismas de entidades especficas me-diante la ipseidad, y, finalmente, del reconocimiento de s alreconocimiento mutuo, hasta la ltima ecuacin entre recono-cimiento y gratitud, honrada por la lengua francesa (una de laspocas lenguas que lo hacen).

    Para expresarlo en una palabra, la dinmica que pone enmovimiento la investigacin consiste en invertir, en el planomismo de la gramtica del verbo reconocer, su uso en la voz ac-tiva a su empleo en la voz pasiva: reconozco activamente algo,a personas, a m mismo; pido ser reconocido por Jos otros.

    Como conclusin de este argumento, me gustara decirque, si la exigencia de reconocimiento puede aparecer a la lec-

    .tura corno el polo teleolgico del encadenamiento de los usosfilosficos del sustantivo reconocimiento y del verbo reconocer,esta atraccin teleolgica slo acta en el plano del discurso fi-losfico en la medida en que, al mismo tiempo, se le habia re-sistido preocupada por proporcionar su envergadura msamplia a la polisemia regulada que despliegan los tres estudiossiguientes sobre el reconocimiento. A la perplejidad inicial su-cede, de modo gradual, una especie de admiracin por el po-der de diferenciacin que acta en el lenguaje en sentidoinverso de la expectativa de univocidad que motiva en profun-didad el artede nombrar.

    La ecuacin final entre reconocimiento y gratitud, exalta-da, corno acabarnos de decir, por la lengua francesa, aparecemagnificada por el efecto retardado, suscitado por la decisinde iniciar la investigacin por la identificacin de algo en gene-

    ral. As, de entrada, la cuestin de la identidad aparece en es-cena en el discurso del reconocimiento; permanecer hasta elfinal, al precio de las transformaciones de las que hablaremosdespus. No es cierto que pido ser reconocido precisamenteen mi identidad autntica? Y si, por fortuna, tengo la suerte deserlo, no se dirige mi gratitud a aquellos que, de un modo uotro, reconocieron mi identidad al reconocerme?

    Se mantuvo la apuesta sobre la que se funda este ensayo,de un discurso filosfico coherente sobre el reconocimientoque sera el discurso del reconocimiento?

    Al dar a este discurso el nombre de caminos, y no de teora,subrayo la persistencia de la perplejidad inicial que motivesta investigacin y que no invalida la conviccin de haberconstruido una polisemia regulada, a mitad de camino de lahomonimia y de la univocidad.

  • INTRODUCCIN

    Sin duda debe de existir alguna razn por la que no se hayapublicado, con el ttulo de El reconocimiento, ninguna obra debuena reputacin filosfica. Ser porque se tendra que lidiarcon un falso/verdadero concepto que tiende a un autor, ansio-so de novedad, la trampa de un verdadero/falso tema? Y sinembargo, el trmino insiste en mis lecturas: unas veces aparececomo un diablo inoportuno; otras veces es bien acogido, inclu-so esperado, en los lugares apropiados. Cules?

    Aqu se ofrece la ayuda de los diccionarios. Como buenalumno de buena escuela britnica del lenguaje ordinario, heintentado descifrar las significaciones segn su contexto singu-lar de uso en la lengua comn. Y de este trabajo de hormiga,realizado de pgina en pgina, en el que un trmino explica aotro y un sinnimo lleva a un antnimo, ha tomado fuerza unaprimera estructuracin, la del lxico de la lengua comn.

    Seremos los primeros en deshojar as los lxicos? Antesque nosotros, la gran filosofa alemana de los siglos XIX YXXha-bia incorporado la investigacin filolgica a la elaboracin desus conceptos gua. Y, antes que todos, los pensadores griegosde la poca clsica, a la cabeza el buen profesor Aristteles, re-corran, como lexicgrafos hbiles y expertos, el gran libro delas costumbres, buscando en los poetas y oradores el xitode vocablos apropiados, antes de que el uso hubiese borrado elrelieve de esas obras nuevas del intercambio lingstico.

    Si la frecuentacin de los lxicos no es ajena a las investiga-ciones de sentido en las grandes obras filosficas, ha ocupado,en mis exploraciones, un lugar inusual debido a la carencia se-mntica que sorprende al filsofo investigador al comienzo desu trabajo. Todo sucede como si el trmino reconocimiento

    15

  • 16 1NTRODUCCJN INTRODUCCIN 17

    tuviese una estabilidad lxica que justificase su lugar corno ca-beza de grupo en el lxico, con todos los derechos, ante la faltade cualquier apadrinamiento filosfico a la medida de la am-plitud del campo de sus apariciones. sta parece ser la situa-cin inicial que justifica que la investigacin lexicogrfica seprolongue ms de lo habitual en un prefacio convencional yconstituya, como tal, la primera fase de un intento de agrupa-cin semntica.

    Un rpido recorrido guiado por los lxicos deja una impre-sin contrastada. Por un lado, la polisemia evidente del trmi-no da lugar a una ordenacin aceptable que no violentanuestro sentimiento de la precisin de las palabras, sino quehace justicia a la variedad de usos conceptuales sin llegar aldesmembramiento que acabara en una simple homonimia. Aeste respecto, se puede hablar de una polisemia regulada deltrmino reconocimiento en sus valores de uso. Por otro lado,surge otro tipo de discordancia en la comparacin de un lexi-cgrafo con otro, discordancia que hace pensar que falta enalgn sitio un principio organizador de la polisemia, propio deotro orden distinto de la prctica lingstica. Esta laguna,as corno el arbitrario control que rige la organizacin lexico-grfica de la polisemia, refuerza el sentimiento de carencia se-mntica observable en el plano de la temtica propiamentefilosfica del reconocimiento. Pero esto no es todo: hasta en eltratamiento lexicogrfico de los usos de la lengua comn,el paso de una significacin a otra se hace mediante saltos im-perceptibles, ya que el principio de estas desviaciones nfimasreside en lo no dicho, en lo implcito de la definicin anterioren el que se oculta la generacin misma de la serie ordenadade significaciones bajo el rgimen de lo que acabamos de lla-mar polisemia regulada. Precisamente es a estos juegos de des-viaciones a los que dedicar mi atencin, sin olvidar la fuerzade lo no dicho, que las hace franquear de modo tan hbilque parece que la derivacin transcurre como un flujo conti-nuo de significaciones.

    Para poner a prueba estas arriesgadas sugerencias sobre elprincipio de regulacin de la polisemia y el dominio de las des-viaciones y de lo no dicho que garantizan su superacin, heelegido consultar y cotejar entre s dos grandes obras de lexico-grafa de lengua francesa separadas por un siglo: el Dictionnnirede la langue [rancaise, compuesto y publicado por mile Lillrde 1859 a 1872, y el Grand Robert de la langue [rancais, en su se-gunda edicin, bajo la direccin de Alain Rey, publicado en1985. Podramos habernos remontado a Antaine Furetire y suDictionnaire unioersel que, segn Alain Rey en su prefacio alGrand Robert, "es, con gran diferencia, el mejor diccionario delfrancs clsico". Para nuestro propsito, la distancia que se-para el Grand Robert del Littr debe referirse a los programasrespectivos ofrecidos por estos dos tipos de "diccionarios razo-nados". El trmino que consideramos aqu es el de reconoci-miento, que estudiaremos desde el punto de vista exclusivo dela realizacin de los programas lexicogrficos respectivos.

    El programa del Littr est expuesto con rigor por su autoren el "Prefacio al primer tomo", al que se aade la "Conferen-cia informal del primero de marzo de 1880" ("Cmo hice midiccionario de lengua francesa"), pronunciada un ao antes dela muerte de este pensador honrado y trabajador, que habacolocado bajo la gida de Auguste Comte su investigacinsobre el "buen uso" de la lengua francesa. Este diccionario, de-clara Littr al comienzo de su prefacio, "abarca y combina eluso presente de la lengua y el del pasado, para dar al uso pre-sente toda la plenitud y fiabilidad que conlleva" (Littr, p. 116).Tendido entre el arcasmo y el neologismo, el uso presente con-densa tres siglos de prctica lingstica, desde el siglo XVI al XIX.

    Los problemas importantes a los que se enfrenta ellexic-grafo conciernen sucesivamente a tres aspectos: la "nomencla-tura de las palabras", es decir, la constitucin del "cuerpo de lalengua usual" (op. cii., p. 123), con los problemas correspon-dientes a la delimitacin de un corpus finito; en segundo lugar,la "clasificacin de las significaciones de las palabras", con el

  • 18 1NTRODUCC1N INTRODUCCIN 19

    problema del orden de las diversas acepciones; finalmente, la"citacin regular y sistemtica de ejemplos tomados de los me-jores autores", en la que Littr ve 'luna innovacin que, al pare-cer, coincide con ciertas tendencias histricas del espritumoderno" (op. cit., p. 135).

    Si el tema de la nomenclatura no presenta problema aqu.no sucede lo mismo con la relacin entre la clasificacin de lassignificaciones y el recurso a los "ejemplos tomados de los li-bros". El orden de las acepciones, declara Littr, no puede serarbitrario: "En el empleo de un trmino, no se engendran alazar las distintas significaciones, a veces muy alejadas entre s"(op. cit., p. 126). Esta filiacin, afirma, "es natural y nace sujeta acondiciones regulares, tanto en el origen como en la descen-dencia" (ibid.). De ello resulta que "las significaciones deriva-das que devienen el hecho y la creacin de las generacionessucesivas, se alejan, sin duda, del punto de partida, pero slolo hacen segn procedimientos que, desarrollando el sentidopropio o el metafrico, no tienen nada de arbitrario y de desor-denado" (op. cit., p. 127). Littr conjura la amenaza del caos contotal confianza: "As, la regla est en todo lugar, tanto en elpunto de partida como en las derivaciones: es esta regla la quehay que descubrir" (ibid.). A esta observacin de Littr se sumaexactamente mi sugerencia de la derivacin de las desviacio-nes de sentido a partr de lo no dicho implcito en la definicinprecedente. Comento as la frase tan importante del Littr: "Esesta regla la que hay que descubrir". Ah reside el secreto de loque seguimos llamando polisemia regulada, regulada por unahistoria ordenada del uso, confiada al control y a la autoridaddel lexicgrafo.

    A la estabilizacin de esta serie de significaciones deriva-das contribuyen los "ejemplos sacados de los autores clsicos ode otros". No deca Voltaire que un diccionario sin citas es unesqueleto? Para Littr, no se trata de imponer tul uso restricti-vo ------el del buen U50-, como se le reprocha con frecuencia, si-no de explorar acepciones y matices que escapan al uso de la

    conversacin ordinaria. Piensa en sus queridos clsicos: "Entresus dedos, el trmino, manejado con autoridad, se inclina haciauna significacin o hacia otra; y, sin que pierda un tomo de suvalor propio y de su verdadero carcter, surgen en l propie-dades insospechadas" (op. cit., p. 137). En este sentido, dira yo,la literatura es a Ja vez un amplificador y un analizador de losrecursos de sentido disponibles en el uso ordinario de la len-gua comn. Por eso, el arte de la citacin se imbrica en el de laclasificacin de los sentidos; por un lado, se clasifica citando;por otro, es la presuncin del orden de derivacin la que asig-na su lugar a los ejemplos. Littr puede concluir, con la modes-ta arrogancia propia de su forma de ser: "Slo he pretendidodar una monografa de cada palabra, es decir, un artculo en elque se presentase a los lectores cuanto se sabe de cada palabraen cuanto a su origen, forma, significacin y uso. Nada de estose haba hecho hasta ahora" (op. cit., p. 167).

    Qu sucede con la monografa del vocablo "reconocer",considerada sucesivamente desde el punto de vista de la deri-vacin de los sentidos y del recurso a las citas?

    Seguir el consejo de Littr sobre la regla que, segn l,"hay que descubrir". Aparece oculta detrs de la simple suce-sin de las veintitrs (s, veintitrs!) significaciones enumera-das. Hay que construirla buscando en los pliegues de unadefinicin la clave de la derivacin de la siguiente, segn unorden creciente de alejamiento.

    Qu significacin se tiene corno primera? La que parecems "natura]", la que procede de la derivacin de "reconocer" apartir de "conocer" a travs del prefijo re-o "RECONOCER: 1. Resta-blecer en la mente la idea de alguien o de algo que ya se cono-ca. Reconozco el sello. Reconocer a lagente porsu voz o suforma deandar." Lo no dicho reside en la fuerza deJ re-, tomado a prime-ra vista en el sentido temporal de repeticin. Esta cuasi eviden-cia ser cuestionada por Le Robert. Adems, si la definicinevoca la iniciativa de la mente ("restablecer en la mente"), dejaen la indistincin el quid de 10 reconocido en cuanto tal. Tam-

  • 20 INTRODUCCIN INTRODUCCIN 21

    poco se dice nada de marcas por las que se reconoce algo. Esteltimo silencio se rompe en la siguiente definicin. Se pasa asa la accin de reconocer lo que nunca se vio: "2. Conocer poralgn signo, por alguna sealo indicacin, a una persona o co-sa que jams se ha visto. Por su portese reconoce a una diosa. Re-conocer una planta por la descripcin que de ella nos dan losautores". La idea de marca o seal por la que se reconoce ocu-par un lugar importante en nuestro trabajo. Se pasa as a laidea de reconocer por esto o por aquello: reconocer a tal perso-na en tal individ uo. Sin embargo, el quid reconocido permane-ce no distinguido con los ejemplos que presentan a Dios, diosa,rey, planta. No se debe olvidar que no se ha valorado de modoclaro, en esta segunda acepcin, el '1darse a conocer -hacersereconocer-, probar quin se es mediante indicaciones segu-ras". Este tipo de iniciativa o este intento exigir de nuestraparte un anlisis particular del "darse a conocer" en el recorri-do detallado que seguir al ensayo de dominio lexicogrfico.Lo que aqu permanece tcito es la fiabilidad del signo de reco-nocimiento, de la marca, de la indicacin por el que se recono-ce algo o a alguien. Sin embargo, es gracias a esta ideaintermedia como pasamos al conocimiento activo de algo bajoel signo de la verdad: "3. Llegar a conocer, a percibir, a descu-brir la verdad de algo. Sereconoci su inocencia. Porestos indiciosse reconoca lasalubridad del agua. Se reCOlloee S1/ mala fe", etc. Conla idea de verdad, se establece tcitamente un aspecto de valorque ser sometido luego a tematizacin. La verdad, por su par-te, puede ser factual o normativa: tampoco esto es indiferente.Adems, el verbo llegar a insina la mencin de una dificultaden forma de indecisin, de dilacin, de resistencia. Esta obser-vacin debe unirse a nuestras observaciones anteriores suscita-das por el verbo restablecer en la mente. Rozamos aqu esaoperacin implcita por la que una desviacin a la vez se plan-tea y se resuelve. Esta alusin aliado que podemos llamararduo del reconocimiento se precisa en el uso siguiente:"4. Reconocer con la negacin significa a veces dejar de conside-

    rar, no escuchar ya. No reconoce msquela ley de su voluntad". Lono dicho, lo implcito reside en la restriccin mental subyacen-te a la forma negativa: "no reconocer ms que". A partir de es-te lado arduo, difcil, del reconocimiento, las significacionessiguientes se propagan hacia el descubrimiento y la explora-cin de lo desconocido, "ya se trate de lugares y de escollos, depeligros" (sentidos cinco, seis, siete). Recorrer cede el lugar a ex-plorar. El sentido ocho puede considerarse, pues, como el cam-bio ms importante en la ordenacin de las significaciones delvocablo: "8. Admitir, aceptar como verdadero, como incontes-table. Estefilsofo reeolloca la existencia de tomos", etc. La refe-rencia a la verdad del sentido cinco sale enriquecida de suvnculo con la alusin a la dificultad del sentido seis y de los si-guientes: admitir es poner fin a la duda sobre la verdad, perotambin mencionarla. El matiz sugerido por el acto de admitirse precisa en la referencia posterior a la autoridad de alguien,implcita a la idea de admitir: "someterse a la autoridad de unapersona" (sentido nueve). De admitir a someterse, apenas senota el deslizamiento. Uno podra no reconocer, no someterse.La denegacin, la negacin no estn lejos. En cambio, el ladoreferente a la confesin de admitirlo pasa al primer plano; estopermite retomar el sentido dos sobre los signos en los que unoreconoce y el sentido tres sobre la dimensin de verdad conque las marcas son explicitadas, en el sentido importante de"reconocer como". Las ideas de marca, de verdad y tambinde dificultad, incluso de reticencia, quedan incorporadas as alpermetro de sentido. Siguen las modalidades especializadasdel "reconocer como", ya se trate del uso militar (sentido doce)o, sobre todo, del uso del reconocer en el orden de la filiacin:"reconocer a un hijo (natural)". En este caso/ no slo se recono-ce y se realza, mediante su marca escriturara, a alguien sinoun derecho: una firma susceptible de ser reconocida como tal.Ms all del uso religioso de la "declaracin de fe" (sentidodiez) se llega al tema de la confesin, del reconocimiento: "con-fesar, reconocer" (sentido quince), quizs una falta, una deuda,

  • 22 lNTRODUCCIN TNTRODUCCIN 23

    un error. Hemos cerrado el crculo? No. Surge al final del re-corrido el husped inesperado -por cierto, no invitado en lamayora de las lenguas distintas del francs-, el reconoci-miento como gratitud: "16. Tener reconocimiento para mostrarreconocimiento". Se percibe la conexin con lo que precede; elreconocimiento de la deuda hacia alguien, declaracin dirigidaa l, encaminada hacia la gratitud con la condicin de aadir laidea de un movimiento de retorno, espontneo, gracioso, en to-dos los sentidos del trmino, como si se hubiese restituido unadeuda.'

    Se puede simplificar esta tabla de derivacin? Eso parecea primera vista: si se consulta la acepcin en negrita (entrada)reconocido -por tanto, el quid del reconocer-, se observa queslo se mantienen cinco entradas. La primera confirma la pri-mera definicin del reconocer: "Cuya imagen, cuya idea se harestablecido en la mente". El vocablo reconocido permanece enla estela de lo conocido gracias al "se ha restablecido". La se-gunda entrada confirma la acepcin cinco: "admitido cornoverdadero". La tercera dobla la de confesin (sentido quince),"admitido, confesado", y las variables pronominales de estosverbos. Viene en cuarto lugar la expresin "re-conocidocorno", participio pasado del sentido tres del infinitivo transiti-vo: "4. Se dijo de l que posea cierta cualidad". Nuestro invita-

    1 Littr recort al final de la lista los usos que, en apariencia, no difierenms que por la gramtica de las significaciones enumeradas. "Reconocerse" enel sentido de encontrar una semejanza en un retrato, en un espejo (es un anexodel sentido nm. 2: reconocer a alguien por las marcas). Se aade el movimien-to reflexivo de la direccin hacia s; no es nada si se tiene en cuenta el reconoci-miento del recuerdo no subrayado por el Littr. Fue antes de Bergson! Vienecomo anexo al primer sentido en el que el reconocimiento redobla el conoci-miento: "percibir un lugar que se conoci y en el que uno se rccncuentra": sinduda, es a uno mismo al que se reconoce, pero gracias a la marca de un lugar:uno se reconoce en ella. "Reconocerse en" no aade nada a reconocer en algu-na marca, sino que se trata de s. De igual manera, "reconocerse tal" es propiode la confesin: es confesar, manifestar, "algo de s" (sentido 21). De l se deri-va el nmero siguiente, que hace hincapi en la confesin de la falta: "22. Co-nocer que se ha pecado, que se ha faltado".

    do-sorpresa -el reconocimiento-gratitud- vuelve segn elmodo de la recompensa: "recompensado" es quien recibe lossignos de la gratitud. En realidad, nuestra primera impresin dereduccin de la amplitud del concepto es falaz: se trata slode la menor frecuencia del reconocer en la forma pasiva del serreconocido. Lo que sigue de esta obra 10 probar: en este puntoexactamente ha tenido lugar la principal revolucin conceptualen el plano de los filosofemas, con el terna hegeliano de la lu-cha por el reconocimiento cuyo horizonte es el "ser-reconoci-do". Littr no haba previsto que sera precisamente del ladodel cambio radical de lo activo a lo pasivo, del reconocer al serreconocido, donde soplara el viento de la principal revolucinque debera sacudir el orden tranquilo de la derivacin enel plano del lenguaje ordinario. Se descubre, en este punto,la desviacin de la que deberemos dar cuenta entre el modo dederivacin lexicogrfica en el plano del uso de la lengua y la re-construccin en filosofemas de la polisemia regulada.

    Permaneceremos todava un momento con Littr. En efec-to, deberemos explicar el encadenamiento de los ejemplos en elproceso de derivacin. Como lo anuncia Littr en el prefacio yen la conferencia informal, se trata de la lengua escrita, y msprecisamente de la de los autores clsicos de los siglos XVII yXVIII; podemos citar fcilmente a los principales: La Fontaine,Corneille, Racine, Moliere, La Bruyerc, Mme. de Svign, a losque se aaden los predicadores Bossuet, Fnelon. Bourdaloue,Sacy, ms algunos "filsofos" de las Luces, muy apreciadospor el discpulo de Auguste Comte, Voltaire, O' Alembert, Buf-fon, Montesquieu, Diderot, citados principalmente por suprestigio literario. Se verifica as la idea madre de que el uso li-terario de la lengua contribuye a la tra de las significacionespor efecto de refuerzo, de nfasis o, si se permite la expresin,de exaltacin analtica del proceso de derivacin. El efecto so-bre la polisemia del trmino es a la vez de concentracin y dedespliegue mantenido dentro de los limites de una cohabita-cin entre significaciones alejadas por el trabajo lexicogrfico

  • 24 INTRODUCCIN INTRODUCCIN 25

    mismo. Incumbe, pues, a una reflexin crtica de segundo gra-do, pertrechada de los saberes constituidos en un lugar distin-to de la conversacin ordinaria, esclarecer las tensiones y loscambios a los que se adapta el uso de la lengua.

    Combinados asi estrechamente, el trabajo de derivacin yel de ejemplificacin verifican de modo excelente la concep-cin de la filiacin de las significaciones bajo la gida de un vo-cablo lxicamente distinto. La filiacin puede ser, segn Littr,"natural" en su inicio, en el sentido de que es la competencialingstica de los hablantes, y ms an la de los escritores, laque deja actuar al instinto necesario para usar con precisin laspalabras. Queda un enigma: qu sucede con el espaciamientoentre las definiciones sucesivas que el grafismo del lxico im-preso subraya mediante el signo convencional de la numera-cin? Este espacio es, al tiempo, la desviacin que la escrituradel lxico supera al pasar de un sentido al siguiente. He sugeri-do que es en los pliegues de la definicin anterior donde seoculta lo no dicho cuya reasuncin por la definicin siguientegarantiza la aparencia de deslizamiento proporcionada por lacohabitacin de tantas significaciones diferentes bajo la gidade un mismo vocablo. El examen de este enigma estar en elcentro de la interrogacin referida a la transicin entre semn-tica lexicogrfica y semntica filosfica.

    La comparacin anunciada entre Le Grand Roberl de la langue[mncaiee y el Littr pone en evidencia las innovaciones decisi-vas de una obra separada por un siglo de su antecesor. La pri-mera diferencia con el Littr se refiere a la adicin deconsideraciones analgicas a la clasificacin de los sentidosde una palabra sobre la base de su definicin. El diccionariose presenta como "alfabtico y analgico". De este modo, la re-lacin de una palabra con las dems, evocada por la idea deanaloga, se aade a la delimitacin interna de cada una de lassignificaciones que despliegan su polisemia. La definicin si-gue siendo, desde luego, "el centro vital de un diccionario de

    lengua".' Es cierto que el lexicgrafo no tiene "la pretensinde construir los conceptos y la imagen del mundo"; se limita areflejar la organizacin semntica del lenguaje mediante unaserie de enunciados en lengua natural segn una retrica "en-teramente didctica en su espritu" (ibid.). Pero, en este marcomodesto, cada una de las definiciones sucesivas y designadascon un nmero de orden posee el rigor de una perfrasis "sin-nima de lo definido"; "el centro vital de un diccionario de len-gua, lo esencial de un lxico terminolgico sigue siendo ladefinicin, cualquiera que sea la importancia de los ejemplos"(ibid.). Estas definiciones intentan as abarcar todo lo definido,al tiempo que lo aclaran y lo explican. En este sentido, Le Roberles el heredero del Litir. Sobre esta base precisamente se aadeel sistema analgico capaz de completar la definicin recu-rriendo a las relaciones de sentido entre las palabras; de estemodo, se hace del diccionario una "inmensa red representativade las relaciones semnticas en el lxico de nuestra lengua".Con un vocabulario tcnico tomado de la semitica de la se-gunda mitad del siglo xx, se dir que a las relaciones sintagma-ticas impuestas por el contexto lingstico se aaden relacionesparadigmticas que llevan a la elaboracin de un verdaderoBegriffssystem, con el que Hattig y Hartburg presentan unagran analoga, y ms modestamente P. Bossere con su Die-tionnaire analogique de la langue[rnncaiee (1862). A pesar de esteenfoque ms amplio, Le Grand Roberl se limita a la localizacinde pequeos universos de discurso dignos de estar al frente deuna "pedagoga de vocabulario", ya que la amplitud compen-sa la exactitud.

    Otra innovacin, comn a Le Grand Robert y al Trsor de lalangue francaise, pendiente de publicacin: mejor articulacinentre "ejemplos de uso" y "citas referenciadas",principalmenteliterarias; en el cuerpo del texto, estos ejemplos y citas poseenuna enumeracin distinta. En este sentido, Le Robert asume,

    2 LeCrand Robert,t. J, prefacio de A. Rey a la segunda edicin, p. XXXIII.

  • 26 INTRODUCCIN INTRODUCCIN 27

    como el Littr, la "literalidad del ejemplo". Pero, a diferencia desu predecesor que no citaba a los contemporneos, Le Robertotorga la palabra a los autores que publican inmediatamenteantes de la edicin del diccionario. De este modo, ha creado unafranja filosfica que linda con el vocabulario especializado delsaber cientfico y tcnico que se ha hecho usual y familiar. Porello, Le Robert y el Trsor de la [a"glie [nmcaisepueden enorgulle-cerse de ofrecer al pblico "la mayor coleccin de citas literariasy dialcticas". Le Robert en particular intenta presentar no sloel considerado buen uso, sino tambin la variedad de usos ordi-narios con la pretensin de dar as una "imagen social" (op. cit.,p. XVIII) de los mundos de la cotidianidad.

    La innovacin ms significativa concierne a la clasificacinde los sentidos, punto neurlgico de la lexicografa. En lugardel sistema lineal de derivacin del Luir, como intent recons-truir antes, Le Robert utiliza una arquitectura jerrquica de losusos en forma de rbol. Esta presentacin proporciona una me-jor legibilidad a la composicin semntica del vocablo al jerar-quizar los niveles de su constitucin. De este modo, las ideasmadre, corno hubiera dicho Littr, se reducen a un pequeo n-mero; tomadas juntas, componen la polisemia irreductible delvocablo.

    Sobre el vocablo reconocer, que sirve aqu para poner aprueba las concepciones lexicogrficas, las ideas madre se re-ducen a tres:

    1. Aprehender (un objeto) por la mente, por el pensamien-to, relacionando entre s imgenes, percepciones que le con-ciernen; distinguir, identificar, conocer mediante la memorialel juicio o la accin.

    JI. Aceptar, tener por verdadero (o por tal).lIJ. Confesar, mediante la gratitud, que uno debe a alguien

    (algo, una accin).El orden de enumeracin de las significaciones de segundo

    rango invita a hacer un recorrido que no es muy diferente delpropuesto por Littr, esencialmente lineal. Sin embargo, la pri-

    mera definicin base marca la separacin, el desenganche delvocablo reconocer respecto al de conocer: LUirpermanece sensi-ble a la filiacin en el plano del significante, Le Roben exponesin rodeos la innovacin conceptual expresada por la serie deverbos, aprehender, relacionar, distinguir, identificar, etc. En laanotacin que sigue inmediatamente, el trmino conocer apare-ce reintegrado en la serie de estas operaciones gracias a la tradamemoria, juicio, accin. No se puede ignorar la imprecisin deesta definicin primera cuya articulacin conceptual es ya con-siderable. Supone una ramificacin interna expresada en sucuidadosa grafa: relacionar no es lo mismo que distinguir, tr-mino separado del anterior por un punto y coma; ni tampocoidentificor, separado de distinguir por una simple coma. Estaimprecisin, esta oscilacin dicen mucho sobre la dificultad deconceptualizar el trmino. Sin embargo, la primera definicinde Le Robert hace referencia a un acto del espritu, del pensa-miento, irreductible a la simple reiteracin de una experienciaanterior, del simple ya visto o vivido. Es sta una indicacinpreciosa para el trabajo posterior del concepto. En cambio, nose prohbe apuntar, en este desplazamiento inicial, de un lxicoa otro, tres generaciones ms tarde, la influencia de lo quela sociologa de las representaciones podra catalogar cornoideologa racionalista de matiz ms kantiano o neokantianoque positivista. Es ya todo un universo de pensamiento el quese puede descubrir a partir de una definicin que, se supone,explica un querer-decir aceptado por la comunidad lingstica.

    La transicin de la primera idea tronco a la segunda,"aceptar, tener por verdadero" I se realiza, bajo la apariencia dela desviacin de sentido, por la idea intermediaria de marcasde reconocimiento, llevada al primer plano por la primersi-ma definicin del sustantivo reconocimiento, y esto a diferenciadel verbo reconocer; en efecto, se lee lo siguiente: "RECONOCIMIEN-TO: 1. El hecho de reconocer (1): 10 que sirve para reconocer".Este segundo componente de la definicin permite al sustantivodecir 10 que el verbo oculta, el paso de la idea de aprehender

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    un objeto por la mente, por el pensamiento ... , a la de tener porverdadero, mediante la idea de signo de reconocimiento.

    La tercera idea tronco, ajena, corno hemos dicho, al ingls yal alemn, de reconocimiento en el sentido de gratitud, procedetcitamente de la anterior a travs de la idea de deuda, que escomo lo no dicho de la idea previa de aceptacin, de admisin,en la medida en que la presunta verdad consiste en un valorque exige una aprobacin en forma de confesin, de declara-cin. Tenemos, pues, la cadena: "aceptar, tener por verdadero,admitir, confesar, deber algo a, agradecer". Pero, por apretaday rigurosa que sea la derivacin, sigue siendo discontinua,aleatoria en algn sentido. En eso radica el enigma residual dela estructura lxica de las palabras cuya nomenclatura y anli-sis los crea el lxico. El orden alfabtico es ya aleatorio. La deri-vacin interna del sentido de cada palabra lo es tambin demodo ms interno que externo.

    Si ahora consideramos las especies y las subespecies delsentido, las arborescencias ms ricas estn en el sentido TI.

    Sin embargo, el sentido base 1, cuya complejidad originariahemos recalcado, se presta a una descomposicin interesanteque sita en cabeza de la serie 1 la idea de pensar (un objetopresente) como ya aprehendido por el pensamiento; es el reco-nocimiento como rememoracin, como recoleccin. La subor-dinacin de este sentido princeps constituir un problemaconsiderable para la semntica conceptual despus de Berg-son; se trata entonces de mucho ms que de una relacin de es-pecie a gnero puesto que el algo es alguien y que este alguienes otro o s mismo, en el presente o en el recuerdo del pasado.La cita que se hace de Bergson en el cuerpo del artculo haceoscilar ya todo el aparato nocional hacia una problemtica con-ceptual que la semntica lxica no puede delimitar por s sola.

    Se trata, en efecto, de otra cosa distinta del sentido 1,2 quedesarrolla las implicaciones ms importantes del sentido gen-rico: "Identificar (algo) estableciendo una relacin de identi-dad entre un objeto, una percepcin, una imagen... , y otro

    (otra), por medio de un carcter comn ya identificado; pensar,juzgar (un objeto, un concepto) como comprendido en una ca-tegora (especie, gnero) o como incluido en una idea general".Abundan las analogas (conocer, identificar e incluso sub-sumir, encontrar, verificar, etc.). El examen lxico del sustanti-vo paralelo reconocimiento aade el caso de la identificacinmutua: "El hecho de reconocerse (1, 1 Y2), de identificarse mu-tuamente y, por extensin, de reconocerse despus de una lar-ga separacin". En el mismo permetro de sentido se introducela marca por la que uno reconoce: "Signo de reconocimientopor el que personas que no se conocen (o que no se han vis-to desde hace mucho tiempo) pueden reconocerse" (1, 2). Lafilosofa del reconocimiento dar a esta significacin subordi-nada una amplitud de la que el lxico no hace ms que sealarel lugar en un espacio de sentido ms amplio. Pero, a partir deahora, podemos asignar a este "signo de reconocimiento" mu-cho ms que un rol de caso derivado secundario: el de media-cin implcita, de idea puente, tendida entre la primera ideatronco -aprehender por el pensamiento, etc.- y la segunda-aceptar, tener por verdadero-o

    Como hemos anunciado, son muy ricas las arborescenciasde la idea tronco 11. En primer lugar, la confesin, la declara-cin: "admitir, confesar que se cometi (un acto vituperable,una falta)". Siguen numerosos anlogos introducidos por unadoble flecha: "declarar, confesar, asumir la responsabilidad de,acusar". Pero, gracias a un verdadero salto, se pasa al sentido11, 2: "Admitir (a una persona) como jefe, como maestro"; lue-go, por extensin, al sentido lI, 3: "Reconocer a un Dios, a dosdioses", seguido del anlogo importante "confesar": "reconoceruna confesin, una fe, una creencia". Por tanto, mediante unaespecie de personalizacin de la rplica de la confesin se pasade la idea de admitir, en el sentido de confesar, a la de admitir(a una persona) como jefe, como maestro; parece sobreentendidauna referencia que nos perturbar considerablemente y quepermanece aqu como lo no dicho, a saber, la referencia a algu-

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    na superioridad. Ser nuestra pesada carga en el transcurso denuestras reflexiones sobre la autoridad.

    Se da un paso ms con el sentido cuatro: "Admitir comoverdadero despus de haber negado, o despus de haber du-dado, aceptar a pesar de las reticencias". Esta alusin a la vaci-lacin, a la reaccin tarda, ser para nosotros muy digna deampliacin y explicacin al subrayar la reaccin tarda, la vaci-lacin, la reticencia previa, merced a la idea base de "investiga-cin, bsqueda" (sentido cinco), el sentido de "buscar ointentar conocer, determinar" (sentido seis), con las ideas ane-jas de desconocido, de peligro. El reconocimiento, en el sentidojurdico de "reconocer un derecho" (sentido siete), es ms difi-cil de subordinar y de coordinar. Parece que la derivacin sehace mediante la idea de legitimidad y de superioridad, impl-cita a la de tener por verdadero, al estar planteada la verdadcomo un valor cuya superioridad es simplemente moral. Re-sulta considerable el trabajo intelectual exigido aqui respecto aesta derivacin que enriquecen y hacen compleja, adems delas relaciones analgicas, los ejemplos y las citas referenciadas.El reconocimiento de la deuda, ltima especificacin designa-da del reconocimiento-admisin, se revela ms prxima de latercera idea tronco, el reconocimiento-gratitud. Pero antes seperfila el enigma del concepto de autoridad subyacente al re-conocimiento en el sentido de "reconocer formalmente, jurdi-camente", de "admitir oficialmente la existencia jurdica de"(sentido siete), ya se trate de un gobierno, de un derecho, de unheredero, de una firma. sta ser para nosotros la principalprueba en el intento de componer, en el plano de los filosofe-mas, el Begriffssystem, an incoativo en el plano lexicogrfico,de la idea de reconocimiento.

    Al trmino de este recorrido lexicogrfico se plantea la siguien-te pregunta: cmo se pasa del rgimen de polisemia reguladade los vocablos de la lengua natural a la formacin de filosofe-mas dignos de figurar en una teora del reconocimiento?

    Hay que renunciar al proyecto, a primera vista seductor,de mejorar el trabajo lxico, por ejemplo llenando el vaco entrelas definiciones parciales mediante la adicin de nuevas signi-ficaciones consideradas corno lo implcito de lo definido ante-riormente. Este intento no lleva a ninguna parte; slo a unareescritura sin fin del diccionario. La filosofa no proviene deuna mejora del lxico consagrada a la descripcin del lenguajeordinario segn la prctica comn. Proviene de la emergenciade problemas propiamente filosficos que destacan sobre lasimple regulacin del lenguaje ordinario por su propio uso.

    Pinsese en Scrates interpelando a sus conciudadanoscon preguntas como: qu es ... ? Qu es la virtud, el valor, lapiedad? La desconexin respecto al uso familiar es completacon preguntas de gran importancia como: Qu es el ser? Y elconocimiento, la opinin, el saber, la verdad? Qu es un obje-to, un sujeto? Qu es el a priori? Qu es el pensamiento? Lahistoria de la llegada a la idea de semejantes preguntas tampo-co se deja inscribir en una historia de las mentalidades, de lasrepresentaciones, ni siquiera en una historia de las ideas. Esuna historia filosfica del cuestionamiento filosfico. De ello sederiva que la desviacin entre los valores de uso de los voca-blos de una lengua natural y las significaciones engendradasen su interior por la problemtica filosfica constituye en smisma un problema filosfico. La aparicin de un problema si-gue siendo, de todas maneras, imprevisible en cuanto aconteci-miento de pensamiento.

    El carcter discontinuo de estos acontecimientos de pensa-miento viene a aumentar nuestra perplejidad sobre la plausibi-lidad de nuestra empresa. En efecto, la problematizacinfilosfica parece contribuir a cierta dislocacin del orden dederivacin lexicogrfica, hasta el punto de que parece abolidala generacin que mantena prximos, en el mbito del mismovocablo, los sentidos aparentemente ms alejados entre s. Sal-ta a la vista del observador menos experimentado este efectode dislocacin, que explica ampliamente la ausencia de una

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    gran filosofa unificada del reconocimiento. Para una miradarpida y superficial se distinguen someramente, al menos, tresenfoques filosficos, aparentemente sin ninguna referencia co-mn. El de sentido kantiano, llamado Rekognition, en la prime-ra edicin de la Crtica de la razn pura. El bergsoniano, con elnombre de "el reconocimiento de los recuerdos". Finalmente,el hegeliano, hoy en plena expansin, con el nombre de Aner-kennung, que data de la poca de la Realphilosophie de Hegel enlena. La razn de esta dislocacin se debe buscar ciertamentedel lado de las problemticas dominantes en cada momento.Es en el marco de la filosofa trascendental, que investiga sobrelas condiciones a priori de la posibilidad del conocimiento, don-de se puede asignar una significacin filosfica a la recognicionkantiana. Despus, es en la filosofa prxima a la psicologa re-flexiva, preocupada por formular de nuevo los trminos de lavieja disputa de las relaciones entre el alma y el cuerpo, dondeel reconocimiento de los recuerdos deviene con Bergson unproblema importante, en unin con la supervivencia de los re-cuerdos mismos. Finalmente, es en el contexto, no de la crticade la razn, sino de la efectuacin "real" de la libertad, previa-mente constituida en idea, donde, en Hegel, el reconocimientopuede colocarse dentro de este proceso de efectuacin, de rea-lizacin, y revestir las formas que se nos han hecho familiaresde lucha por el reconocimiento, de exigencia de reconocimien-to. Qu relacin puede existir entre la recognicin kantiana, elreconocimiento bergsoniano y la Anerkennung hegeliana yposthegeliana, que la lengua francesa expresa con el mismovocablo de reconocimiento? Parece que la problematizacin filo-sfica ha arruinado cualquier empresa tendente a producir, enel plano filosfico, un sistema de derivacin de una compleji-dad, de una articulacin y de una congruencia comparables alas que el lexicgrafo reconstituye.

    Mi hiptesis de trabajo descansa en la conviccin de queel filsofo no debe renunciar a constituir una teora digna deeste nombre del reconocimiento, teora en la que, a la vez, se

    reconoceran y superaran las desviaciones de sentido engen-dradas por lo que se puede llamar trabajo de la cuestin. Esresponsabilidad de un filsofo-investigador, formado en ladisciplina de la historia filosfica de los problemas, historiacompletada por la de las obras y la de las doctrinas, componer,a una escala superior de complejidad, una cadena de significa-ciones en la que se tendra en cuenta la desviacin entre signifi-caciones regidas por problemticas heterogneas.

    El filsofo puede encontrar un estmulo del lado dellexic-grafo en la bsqueda de los pilares -hemos hablado de implci-to, de no dicho-s- que garantizan la transicin de una definicina otra. Incumbe a estos pilares, a la vez, crear y superar las des-viaciones ocultas bajo la apariencia de una generacin conti-nua de las significaciones nuevas a partir de las precedentes.Vamos a intentar un trabajo parecido, sobre lo implicito y lo nodicho en el plano conceptual, con la esperanza de compensar elefecto primero de dislocacin producido por la problemati-zacin, por un efecto de concertacin entre filosofemas que eltrabajo sobre las transiciones ha hecho consonantes.

    Poniendo en prctica esta conviccin, mi hiptesis de tra-bajo sobre una posible derivacin de las significaciones en elplano del concepto encuentra un apoyo y un estmulo en unaspecto significativo de la enunciacin del verbo en cuantoverbo, a saber, su empleo ya en la voz activa -reconocer algo,objetos, personas, a s, a otro, el uno al otro-, ya en la voz pasi-va ~ser reconocido, pedir ser reconocido-o Mi hiptesis esque los usos filosficos potenciales del verbo reconocer puedenordenarse segn una trayectoria que va desde el uso en la vozactiva hasta el uso en la pasiva. Este trastrocamiento en el pla-no gramatical llevara la huella de un trastrocamiento de igualamplitud en el plano filosfico. Reconocer en cuanto acto ex-presa una pretensin, un claim, de ejercer un dominio intelec-tual sobre el campo de las significaciones, de las asercionessignificativas. En el polo opuesto de la trayectoria, la exigenciade reconocimiento expresa una expectativa que puede ser

  • 34 INTRODUCCIN INTRODUCCIN 35

    satisfecha slo en cuanto reconocimiento mutuo, siga siendoste un sueo inaccesible o exija procedimientos e institucionesque eleven el reconocimiento al plano politico.

    Este trastrocamiento es tan considerable que suscita unainvestigacin propia que se apoya en las significaciones inter-mediarias que, corno dijimos, engendran desviaciones quecontribuyen, al mismo tiempo, a superar. Es as como los trespicos cuyo perfil hemos descrito de forma apresurada -elkantiano, el bergsoniano y el hegeliano- se encontrarn ro-deados de mltiples cimas que jalonan la traslacin del actopositivo de reconocer a la peticin de ser reconocido. Este cam-bio no puede dejar de afectar el dominio de la operacin desig-nada por el verbo, enunciado por el lxico sin tener en cuentasu relacin con la voz activa o pasiva. En este aspecto, empleosconsiderados corno poco familiares a la reflexin filosfica cl-sica o incluso como claramente excntricos respecto a la filoso-fa enseada resultarn transmisores de sentido muy eficaces.Ocurrir incluso que cuestiones en apariencia muy alejadas delos recorridos filosficos ms frecuentados conserven un rolimportante en la construccin de la obra concertante que mere-cera llamarse teora del reconocimiento.

    Otra implicacin de nuestra hiptesis de trabajo: con motivode este cambio de la voz activa a la pasiva, y en unin con el pre-dominio progresivo de la problemtica del reconocimientomutuo, el reconocimiento adquiere un estatuto cada vez ms in-dependiente respecto a la cognicin como simple conocimiento.En la fase inicial del proceso, el tipo de dominio propio del actode reconocimiento no difiere, de madera decisiva, del que sevincula al verbo conocer en la voz activa. Sin embargo, los rasgosque legitiman el uso del trmino reconocimiento en ciertos contex-tos sern igualmente preciosos y dignos de un examen serio. Eneste sentido, el caso de la recognicin kantiana ser ejemplar, yantes de l las apariciones furtivas del vocablo reconocer en laversin francesa de las Meditaciones de Descartes.

    Pero, a mi entender, hay una razn suplementaria para de-

    tenernos en el primer estadio de nuestra investigacin. Esta ra-zn se debe a una hiptesis complementaria de la anterior, quese apoyaba en un aspecto gramatical de la enunciacin consi-derada en su forma verbal. Esta nueva hiptesis concierne altenor de sentido de las acepciones del vocablo. Deriva del mo-do siguiente de la hiptesis inicial: el empleo del verbo en lavoz activa parece vincularse a operaciones intelectuales quellevan la marca de una iniciativa del espritu. El propio lexic-logo nos ayuda a dar este paso. Recuerdo la definicin del pri-mer sentido base en Le Roba!: "Aprehender (un objeto) por lamente, por el pensamiento, relacionando entre s imgenes,percepciones que le conciernen; distinguir, identificar, conocermediante la memoria, el juicio o la accin".

    Apoyndome en esta sugerencia, acreditada por las prime-ras filosofas que vamos a consultar, propongo tomar cornoprimera acepcin filosfica el binomio identificar / distinguir.Reconocer algo como lo mismo, como idntico a s mismo y nocomo otro distinto de s mismo, implica distinguirlo de cual-quier otro. Esta primera acepcin filosfica verifica las dos ca-ractersticas semnticas que vimos juntas en el uso del verboen la voz activa, a saber, la iniciativa de la mente en el dominiodel sentido y la cuasi distincin inicial entre reconocer y conocer.

    La acepcin del trmino reconocimiento en el sentido deidentificacin/distincin puede considerarse como primerapor una serie de razones que van desde lo ms circunstancial alo ms fundamental. En el orden cronolgico de los aconteci-mientos de pensamiento que han regido el uso del trminoreconocimiento marcado por el sello del cuestionamiento filos-fico, la recognicin kantiana tiene prioridad sobre el reconoci-miento bergsoniano y sobre la Anerkennung hegeliana. A suvez, este orden cronolgico, siempre marcado por la contin-gencia de la llegada de las problemticas concernidas, cede elpaso a una prioridad en el orden propiamente temtico. Enefecto, esta significacin princeps no ser abolida por lassiguientes, sino que acompaar nuestro recorrido hasta su fi-

  • 36 INTRODUCCIN

    naI a costa de transformaciones significativas. Sin duda, se tra-tar todava de identidad en cuanto reconocimiento de s. Ensu forma personal, la identidad constituir a la vez el reto deeste reconocimiento y el vnculo entre las problemticas reuni-das bajo este ttulo. En cuanto a la tercera temtica, presentadacon el nombre del reconocimiento mutuo, podernos decir des-de ahora mismo que, con ella, la cuestin de la identidad alcan-zar una especie de punto culminante: la que exige serreconocida es, sin duda, nuestra identidad ms autntica, laque nos hace ser 10que somos. Razn suplementaria para pri-vilegiar este orden temtico entre las acepciones filosficas deltrmino reconocimiento: la progresin a lo largo de este eje esta-r marcada por una superacin creciente del concepto de reco-nocimiento respecto al de conocimiento. En el estadio ltimo,el reconocimiento no slo se aparta del conocimiento, sino quele abre el camino.

    Estamos tocando quizs la razn ms imperiosa para colo-car al inicio de nuestro recorrido el reconocimiento en el sentidode identificacin/distincin con la consideracin siguiente: enel estadio inicial de nuestro recorrido, sigue estando indiferen-ciado el "qu" al que el reconocimiento hace referencia; ya, enel plano lxico, la definicin princeps evocada anteriormentehabla de aprehender por la mente "un objeto", dicho de otromodo, un "algo". Las operaciones de pensamiento aplicadaspor la recognicin kantiana no suprimirn esta indetermi-nacin del fI qu" del reconocimiento. Esta indeterminacindesaparecer progresivamente en el transcurso de nuestrosanlisis. Explicaremos, desde el ltimo captulo de nuestro pri-mer estudio, a costa de qu revolucin de pensamiento respec-to a un enfoque trascendental del problema podrn tomarse encuenta las "cosas mismas" que caen bajo el reconocimiento yentre ellas las personas de las que el s-mismo se convertir enel reto del segundo y del tercer estadio de nuestra progresin.

    PRIMER ESTUDIO

    EL RECONOCIMIENTOCOMO IDENTIFICACIN

  • La esencia del error consiste en no conocerlo.B. PASCAL, Entretiens anecM. de Saci

    sur Epicetc et tvonmgnc. 1655Segn nuestra hiptesis de trabajo, centrada en el cambio del em-pleo del verbo "reconocer" de la voz activa a la voz pasiva, nuestrainvestigacin debe iniciarse por las expresiones filosficas que lle-van, de modo representativo, la marca de la iniciativa del espritu.

    Por tanto, podra parecer oportuno dejarse llevar sin de-mora hacia la teora kantiana de la recogniiio, donde nuestrovocablo aparece por vez primera en el glosario filosfico do-tado de una funcin especfica en el campo terico. No nosayuda el propio lexiclogo a dar este paso por su manera dedefinir la idea madre del reconocimiento? Recuerdo Le Robcr!:"Aprehender (un objeto) por la mente, por el pensamiento, re-lacionando entre s imgenes, percepciones que le conciernen;distinguir, identificar, conocer por la memoria, el juicio o laaccin". No hemos dejado de subrayar el aspecto de iniciativay de resolucin transmitido por la serie de verbos. Tampocodejamos de observar el tono racionalista, prximo del de la fi-losofa crtica, cuando el sentido 1se especifica bajo el sentido1.1 para detenerse en el verbo "identificar", en el sentido de es-tablecer una relacin de identidad entre una cosa y otra. Enesta direccin vamos a avanzar nosotros tambin.

    Pero no ser a costa de un cortocircuito entre el plano lxi-co y el del discurso filosfico. Adems, la definicin madre deLe Roben genera una diversidad de operaciones que exigen unatra y un trabajo suplementario de diferenciacin. La definicin1.2,que lleva al primer plano el sentido de identificar que noso-tros tambin privilegiamos, se dispersa, a su vez, entre variasacepciones secundarias.

    Pens que el cambio del estatuto lingstico del lxico a lacrtica exiga el rodeo mediante algunos conceptos fundadores

    39

  • 4[) EL RECONOCIMIENTO COMO IDENTlFICACI)N EL RECONOCIMIENTO COMO IDENTIFICACIN 41

    capaces de instaurar la ruptura entre niveles de discurso. Enuna primera aproximacin, la presuposicin ms importantesobre la que se establece una filosofa critica de tipo trascen-dental reside en el concepto de juicio tomado a la vez en el sen-tido de capacidad (o de facultad) y de ejercicio (u operacin). Sieste concepto es, sin duda, jerrquicamente el ms prximo deluso crtico, seguramente hay que considerar en primer lugar lateora cartesiana del juicio establecida en el Discurso del mtodo,las Meditaciones, los Principios, las Objeciones y las Respuestas.Esta teora se beneficia de una anterioridad no slo cronolgicasino tambin temtica y sistemtica innegables (aunque el ver-bo "reconocer" y el sustantivo "reconocimiento" no aparezcanms que episdicamente en el texto cartesiano).

    Es cierto que remontarse ms all del tema crtico imponeuna breve estancia en compaa de Descartes; pero la reflexinregresiva no debe pararse en la concepcin cartesiana del jui-cio. Se presupone an una operacin conceptual ms primitiva:se puede detectar su requerimiento en la definicin de Descar-tes del acto de juzgar mediante la capacidad de distinguir entrelo verdadero y lo falso. Poder distinguir se confunde con juz-gar en la medida en que el verbo exige un complemento, queasume efectivamente la forma de una alternativa: lo verdade-ro/lo falso. El complemento, portador del epteto alternativo,obliga a dirigir la mirada del lado del algo exigido por el usotransitivo del verbo reconocer en la voz activa. Adems, las de-finiciones lxicas tienen en cuenta esta transitividad gracias aun discreto parntesis: "aprehender (un objeto) por la mente,por el pensamiento"; y ms precisamente: "identificar (algo)".Un objeto, algo, sta es, sin duda, la presencia objetal que nosinvita a asociar "distinguir" con "identificar". Por tanto, es ladeterminacin de este algo la que constituye el reto ltimo dela remontada hacia los presupuestos ltimos. Distinguir estealgo, sea idea, cosa o persona, es identificarlo.

    Aparecen as dos operaciones establecidas en repertorio enla raz misma del acto de juzgar: distinguir e identificar. La defi-

    nicin 1.2de LeRobert deja prudentemente los dos trminos unoalIado del otro: distinguir, identificar. La investigacin filosficale da una razn: identificar y distinguir constituyen un binomioverbal indisociable. Para identificar es preciso distinguir, y seidentifica distinguiendo. Este requisito no rige slo la teora delreconocimiento limitada al plano terico; regir tambin, conigual insistencia, todos los usos nacidos del cambio del recono-cer al ser reconocido: la persona humillada aspira precisamentea ser distinguida e identificada. En este sentido, no se sobrepasa-r nunca el uso "lgico" de las operaciones de distincin y deidentificacin, sino que seguir estando incluido en el uso exis-tencial que quedar enriquecido definitivamente, ya se trate dedistincin y de identificacin aplicadas a personas en relacinconsigo mismas o con otras, o consideradas en sus relacionesmutuas. Siempre se supondr "en verdad" una distincin, unaidentificacin, aunque slo sea gracias a las estimaciones y eva-luaciones segn lo bueno y lo justo: stas supondrn siempreoperaciones de identificacin y de distincin.

    Pero, si el juicio es, para los Modernos, el porche real que daacceso a la problemtica del reconocimiento-identificacin, nome parece intil hacer una pausa antes de salvar este porche pa-ra valorar el carcter epocal de este acontecimiento del juicio enposicin dominante. El trmino mismo de otro, que citamos yaen la introduccin, fue objeto, en una poca del pensamientoque se remonta a los presocrticos, de una dura dialctica a laque Platn proporciona un nuevo aliento en los dilogos llama-dos metafsicos, en la serie del Filebo, Parmnides, Teeteto y elSofista. Nosotros, lectores desconcertados y abrumados, no te-nemos otro recurso que asignar esta dialctica platnica a lo queyo me permito atribuir, siguiendo a Stanislas Bretn, a la fun-cin meta- de la especulacin ms alta. En ella el filsofo propo-ne una ontologa de segundo grado, sobrepasando la teora delas "formas" o de las "Ideas". Platn designa en este marco en-tidades que califica de "gneros mayores", A esta ontologa degrado superior conciernen no slo las nociones de ser y de no

  • 42 EL RECONOCIMIENTO COMO IDENTIFICACIN EL RECONOCIMIENTO COMO IDENTIFICACIl1N 43

    ser, que obsesionan al discurso platnico desde la disputa conlos sofistas, sino tambin otros 11 grandes gneros" implicados enlas operaciones de "participacin" entre gneros de primer gra-do. No es indiferente que la evocacin de estos "grandes gne-ros" y, en primer lugar, de los de ser y no ser, sea la ocasin deaporas considerables que suscitan la dialctica ms punzante,como la del Parmnides y su secuela de temibles "hiptesis". Pe-fa a este mismo ciclo de "grandes gneros" pertenecen las ideasde lo uno y lo mltiple, de lo mismo y lo otro, ideas que dan lu-gar a una serie de operaciones de conjuncin y de disyuncinsubyacentes a la menor operacin de predicacin, en la medidaen que predicar un trmino de otro es hacer que "una idea parti-cipe de otra". El dilogo Sofista

    'recalca an ms la reduplicacin

    de los niveles de discurso proponiendo un orden de deri-vacin entre algunos de estos tres "grandes gneros"; as, lapolaridad de lo mismo y lo otro aparece imbricada en la dialc-tica del ser en cuanto que lo mismo debe definirse a la vez por lo"relativo a s" y lo "relativo a otra cosa".

    Se nos lleva de este modo a la raiz de la nocin de identi-ficacin, ya que sta tiene como mira lo "relativo a s de 10 mis-mo" unida a la distincin de 10 "relativo a otra cosa distinta delo mismo".' Esto es lo que nos sita bien lejos del ingenuo

    1 Le Sop/li:;le, texto traducido por A. Dics. Les Belles Lcttres, Pars, 1925.Adoptamos aqu esta traduccin [trad. casto de M. r. Santa Cruz, A. VallejoCampos y N. L. Cordero, Dilogos V, Gredas, Madrid, 1l:l92].

    2 As, prosigue el S(~f5fa, se dir que el "movimiento" (primer gran gneroconsiderado) es diferente del "reposo" o diferente del "ser"; esta rnetacatcgortade lo otro, de lo diferente, dice Platn, "atraviesa todas las otras". "Cada una deellas, en efecto, es diferente de las dems, no en virtud de su propia naturaleza,sino por el hecho de que participa de la forma de lo otro" (255e). Esta reitera-cin sin recurrir a un gnero posterior, a ningn otro gnero, hace de lo otro, enesta enigmtica pgina del Sofista, la quinta y la ltima de la serie. Platn insis-te en la dignidad de este "gran gnero": "En toda la serie (de los gneros), la na-turaleza delo diferente hace a cada uno de ellos diferente y, por ello, no ser"(256e). AS,el ser slo es la nocin ms alta de la filosofa respecto al cambio ya la permanencia si acepta ser suplantada por la categora ms inaprehensblc.El ser slo es la tercera porque hay una quinta, a saber, lo otro, lo diferente.

    esencialismo de los "amigos de las formas", el cual, con dema-siada frecuencia, sirvi de paradigma del pretendido platonis-mo y de toda su descendencia a travs de los siglos.

    Nuestro problema moderno del juicio es, en muchos aspec-tos, el heredero de esta alta especulacin. Para Platn, el proble-ma consista, como vimos, en replicar a la prohibicin defendidapor Parmnides de vincular a un sujeto-mismo un epteto-otro.En una palabra, de proceder a la predicacin. El filsofo respon-da a este reto mediante la teora de la "comunidad de gneros",llamada tambin "participacin", es decir, la mutua combi-nacin de los gneros. No es exagerado pretender que nuestroproblema del reconocimiento-identificacin sea el heredero leja-no, en otra poca del pensamiento, del problema platnico de la"comunidad de gneros". Se puede hablar de identificar sinevocar la frmula inspirada en el comentario que hace AugusteDies del Sofista: "Lo que se plantea se opone en cuanto que sedistingue y nada es s sin ser otra cosa que el resto"?

    Se nos permitir aadir que este patrocinio antiguo consti-tuye una razn suplementaria para colocar el tema del recono-cimiento-identificacin al frente de nuestro recorrido. Estareferencia a otra poca del pensamiento contiene al mismotiempo una advertencia: se nos invita, en efecto, a tomar con-ciencia del carcter igualmente epocal de la problemtica deljuicio en la que nos internamos. Nos encontramos en la pocadel sujeto dueo del sentido. A esta advertencia se une un est-mulo. Enfrentados a las aporias del modelo de pensamientofruto de la revolucin copernicana, del que es solidaria larecognicin kantiana, nos es lcito evocar el recuerdo de estaantigua dialctica que nada deba a la primaca de la subjetivi-dad. Nos est permitido, pues, preguntarnos si este recuerdorecuperado no encubre en sus pliegues la posibilidad de repli-car, mediante una segunda revolucin, a la revolucin coper-nicana y de buscar del lado de las "cosas mismas" los recursosde desarrollo de una filosofa del reconocimiento sustradaprogresivamente a la tutela de la teora del conocimiento.

  • 44 EL RECONOCIMIENTO COMO IOENTlFlCACI(lN

    Una vez guardados en reserva esta advertencia y este es-tmulo, superemos con gusto el porche real del juicio.

    Consideraremos dos filosofas del juicio, que encabezandos concepciones diferentes de la identificacin: la de Descar-tes y la de Kant. De ellas nacern dos pocas del problema delreconocimiento. Para la primera, identificar est emparejadocon distinguir, en la lnea argumental de las consideracionesque preceden sobre lo mismo y lo otro. Respecto al enfoquecartesiano, Kant realiza un desplazamiento significativo, al su-bordinar identificar a relacionar. En un sentido, este desplaza-miento est acreditado por los empleos de la lengua corrienteatestiguados por el lxico; pero el lxico deja juntas las dos de-finiciones, si es preciso bajo la misma rbrica, como vimos enLe Roberi. Corresponde a la reflexin filosfica separar los dosusos y referirlos a los acontecimientos de pensamiento de Josque deriva el desplazamiento de una concepcin a otra de laidentificacin.

    Los acontecimientos de pensamiento evocados aqu afec-tan al corazn de la filosofa del juicio. Es cierto que es a la te-mtica del mtodo a la que debemos la ruptura con la tradiciny, a travs de sta, con la prctica lingstica ordinaria; pero esigualmente cierto que la teora cartesiana del juicio se constitu-ye dentro de la psicologa racional. Y no carecer de mrito anuestra manera de ver ya que da paso al movimiento de pensa-miento que justifica el recurso subrepticio (en las condicionesque expondremos despus) al trmino reconocer y a su usoapropiado.

    Con Kant, el paso de la psicologa racional al enfoque tras-cendental exige la exgesis de la recognicin, que es, en ciertosaspectos, el blanco de este primer estudio. Blanco decepcio-nante, podemos decirlo con antelacin, ya que la recognicinseguir siendo un elemento secundario en una teora del cono-cimiento que no deja ningn lugar a la autonoma del reconoci-miento respecto a ella.

    1. DESCARTES:"DISTINGUIR LO VERDADERO DE LO FALSO"

    CIERTAMENTE, Descartes no es el primero en elaborar una teoradel juicio, operacin muy importante del pensamiento. S es elprimero en inaugurar este anlisis mediante un acto de ruptu-ra, que yo pongo en relacin con mi terna de la diferencia entreel tratamiento lxico y el propiamente filosfico de las nocio-nes comunes a los dos registros. De esta ruptura, Descartes da,en la primera parte del Discurso del modo,' una versin bio-grfica en el marco de lo que llama la "fbula" de sus aos deaprendizaje; luego nos da una versin epistemolgica en la se-gunda parte, en conexin con la idea misma de mtodo. La pri-mera versin nos importa en la medda en que narra de qumodo se hizo la ruptura con una educacin intelectual marca-da por la memoria y la literatura; recurre a los mismos recursoslingsticos que el lexicgrafo, no slo en sus citas referencia-das sino tambin en el cuerpo de sus definiciones. "Desde miniez -dice Descartes- fui criado en el estudio de las letras y,como me persuadian de que por medio de ellas se poda ad-quirir un conocimiento claro y seguro de cuanto es til para lavida, senta un vivsimo deseo de aprenderlas" (Descartes, Dis-cours de la mthode, Oeuvres philosophiques, t. 1, p. 571). Y tam-bin: "Pues conversar con gente de otras pocas es casi lomismo que viajar" (op. cit., p. 573).

    Es cierto que Descartes no dejar de entablar contacto conlas conversaciones ordinarias en "La moral de provisin" o en

    1 Cito a Descartes por la edicin de las Oellvrcs phifosophiqllCS (tomos 1 y 11)de F. Alqui. Camier, Pars, 1964 [trad. casto de E. Bello Reguera, Discursodelmtodo,Tecnos, Madrid, 1987].

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  • 46 EL RECONOCIMIENTO COMO IDENTIFICACIN DESCARTES: "DISTINGUIR LO VERDADERO DE LO FALSO" 47

    las consideraciones sobre las Pasiones del alma, las "Cartas so-bre la conducta de la vida", sin olvidar el recurso a las "Ense-anzas de la naturaleza" sobre la unin sustancial de alma conel cuerpo en la Meditacin VI. Pero esta revalorizacin de lassignificaciones ordinarias es el beneficio aplazado de un dis-curso inaugurado por un acto de ruptura.

    En el plano epistemolgico, e] mtodo es el ttulo emble-mtico del discurso mantenido aqu. Este gesto es un gesto deruptura de gran violencia espiritual: "Considerando cundiversas opiniones pueden darse sobre una misma materia, de-fendidas por gente docta, sin que pueda existir nunca msde una que sea verdadera, yo estimaba casi corno falso todo loque no era ms que verosmil" (01'. cit., p. 576). No se puedeelegir con ms vehemencia distinguir antes de definir. Sin du-da, el blanco sigue siendo la adquisicin del saber positivo: "Ytena siempre un deseo inmenso de aprender a distinguir loverdadero de 10 falso para ver daro en mis acciones y caminarcon seguridad en esta vida"; "ver claro", "seguridad", indicanla vertiente positiva, como anteriormente "rechazar casi cornofalso" mostraba la vertiente negativa, el modo como definir ydistinguir se corresponden. En cuanto a la marca de la iniciati-va que preside semejante empresa, se expresa con un verbo deuna gran fuerza, admitir: "admitir en mi creencia". Este verboengloba todas las figuras de rechazo y de acogida. Se puedever en l la matriz del reconocer que aparecer de modo furti-vo en las Meditaciones.

    Este "admitir" activo est en el centro del primero de loscuatro preceptos del mtodo. Este precepto se enuncia as: "E]primero era no admitir nunca cosa alguna como verdadera sinhaber conocido con toda evidencia que as era: es decir, evitarcuidadosamente la precipitacin y la prevencin, y no admitiren mis juicios nada ms que lo que se presentase a mi espritutan clara y distintamente que no tuviese motivo alguno de po-nerlo en duda". Desde este primer texto sale a la luz, por unaparte, el carcter resuelto de este proyecto y, por otra, el lado

    de atestacin de certeza que halla su expresin gramatical en eluso, en la voz activa, del verbo reconocer. Reconocer, en estafase de nuestra investigacin, es an simplemente conocer,pero este vocablo, an mudo, sobre el que los filsofos pos-teriores atraern nuestra atencin, expresa perfectamente lavehemencia asertiva del discurso mantenido. Por otra parte, elrecurso al reconocer, que slo veremos aparecer de modo furti-vo a travs de las Meditaciol1es, parece apropiado desde ahoramismo a situaciones de discurso en las que sale a la luz la debi-lidad del entendimiento humano, que se resume en la obsesinpor el error que recorre el discurso cartesiano. La evocacin dela duda en la primera regla de] mtodo hace alusin enseguidaa una vacilacin superada. Lo que llam atestacin de certezaque hace del reconocimiento la confirmacin y, si es preciso, lareiteracin de la fuerza del conocer estaba ya presente en la na-rracin que Descartes hace en la primera parte del Discurso desu ruptura con una educacin intelectual regida por la memo-ria y la literatura. La segunda parte da la versin epistemolgi-ca de esta ruptura. E] mtodo ser la disciplina de pensamientoa] servicio de este proyecto intrpido de "llegar al conocimien-to de cuanto mi mente sea capaz". En cuanto a la marca de lainiciativa que preside la empresa, se expresa mediante el verboadmitir, de una gran fuerza, cuya inscripcin acabamos de re-coger en la primera regla del mtodo.

    En cuanto al contenido de este admitir, su evidencia slose define por los caracteres de la idea simple: la claridad y ladistincin. Este vnculo entre claridad y distincin puede con-siderarse corno equivalente al que existe entre definir y distin-guir. Lo vemos por los contrarios: lo contrario de claro esoscuro, es decir, no delimitado por contornos discernibles; locontrario de distinto es confuso, ya que lo mismo no se distin-gue de lo otro. Los cuatro preceptos no harn ms que jerarqui-zar las ideas desde lo simple a lo complejo segn la regla delorden. En esta regla precisamente se revela el dominio del pen-samiento. Se pone el nfasis con todo ardor en la resolucin de

  • 4R EL RECONOCIMIENTO COMO IDENTIFICACIN DESCARTES, "DISTlNGU[]{ LO VERDADERO DE LO FALSO" 49

    la empresa que lleva como ttulo "Investigacin del mtodo";recuerda el tema socrtico de la zetesis, de la "bsqueda" I mar-cado por la audacia intelectual.

    Por qu, sin embargo, el reconocer no puede distinguirse,en este estadio, del conocer? Por una razn fundamental. Co-mo mostrar nuestro trabajo, es del lado de las cosas y de susrelaciones diferentes con el cambio, segn sean objetos usua-les, seres animados o personas, como el reconocer se distinguede modo decisivo del conocer hasta el punto de que lo precede.Ahora bien, para Descartes, desde el Discurso a las Meditacionesy los Principios, el "admitir por verdadero" slo tiene como r-plica la idea. Es cierto que la idea es la idea de algo que ellarepresenta. Pero la diferenciacin de este algo segn la varie-dad de las cosas representadas no importa a la calificacin delvalor representativo de la idea: slo importa su claridad, sudistincin y su lugar en el orden de lo simple a lo complejo.'

    2Sin embargo, no todo se ha dicho sobre la idea y su relacin con 10defini-do bajo los tres eptetos de 10simple, lo claro y lo distinto. Las ideas, no olvide-mos, son "ideas de las cosas". Adems de su presencia en la mente, poseen unvalor representativo que permite hablar de "la idea de las cosas": "Entre mispensamientos, algunos son como imgenes de cosas, y slo a ellos correspondepropiamente el nombre de idea: cuando me represento a un hombre, o unaquimera, o un cielo, o a un ngel, o a Dios mismo" (Mditation IU, Oellvrcs plli-/oso/lfliqucs, t. 1,p. 433) [trad. castode F.. 1.pez y M. Craa. Medifaciones metafsi-cas y otros texfos, Credos, Madrid, 1987]. Adems, al trmino de representacinest unido el de "realidad objetiva", de "ser objetivo", por el que la idea disfru-ta de un estatuto ontolgico notable. Este ltimo es tan esencial que sirve depremisa al argumento de la Meditacin ll.l, en la que la existencia de Dios esdemostrada a partir de la idea de que esta "realidad objetiva" de la idea pre-senta grados de perfeccin: "Las que me representan sustancias son, sin duda,algo ms y contienen en s (por as decirlo) ms realidad objetiva, es decir, par-ticipan por representacin en ms grados de ser y de perfeccin que las que s-lo me representan modos o accidentes" (op. ct., pp. 437-438). As, la idea deDios "posee, sin duda, en s ms realidad objetiva que aquella por la que meson representadas las sustancias finitas" (ibid.). El argumento que sigue, queconsiste en aplicar un razonamiento por causalidad a esta realidad objetiva yque conduce a la conclusin por la que la idea que tengo de Dios no puede te-ner su origen en m solo, debido a mis imperfecciones, sino que procede del

    Las Meditaciones no quitarn nada a este aspecto de reso-lucin. Sin embargo, el carcter laborioso de la demostracin,limitada, en las tres primeras Meditaciones, a tres aserciones-soy, Dios existe, el pensamiento es sustancialmente distintodel cuerpo-, permite descubrir un fondo de inquietud quejustifica que se vincule a la idea de reconocimiento la confesinde una resistencia especfica a la conquista de lo verdadero.Evoqu anteriormente la obsesin con el error. Recorre toda laMeditacin IV, consagrada precisamente al juicio, ese acto depensamiento designado hace un momento con el trmino admi-tir ("no admitir nunca cosa alguna como verdadera que no losea"). La posibilidad de admitir lo verdadero por falso se perfi-la como la sombra negativa de este noble admitir. De ah el to-no de seguridad con el que se abre la Meditacin IV. Comienzacon un balance cuidadoso de los logros de las Meditaciones an-teriores. Es en el transcurso de este breve anlisis donde apare-ce, al menos en la versin francesa de las Meditaciones, el verboreconocer. La primera vez, al evocar el argumento del genio ma-ligno, tan esencial para el descubrimiento de la primera ver-dad, el autor hace una pausa y seala: "Pues [... ] reconozco(del latn agnoseo) que no puede ocurrir que me engae algunavez" (op. cit., p. 456). La pertinencia de la eleccin del traductorparece solidaria de la funcin de revisin y de recapitulacinasignada a este largo incipit. De hecho, la progresin no tardaen seguir a la pausa, progresin subrayada por la expresin ex-perimento (experiencior): "Despus experimento en m cierto po-der de juzgar [... J" (ibid.). A partir de aqu, la Meditacinencuentra su centro de gravedad.

    propio Dios, este argumento cae fuera de mis intenciones. stas se limitan aafirmar que el tipo de perfeccin vinculada a la realidad objetiva de la idea, encuanto idea de algo, constituye lo definido de la idea clara a cuya bsquedaacabamos de entregarnos. De este modo, la correlacin es completa entre el bi-nomio claro/distinto y definir/distinguir que considero como la primeraaproximacin a un concepto integral de reconocimiento.

  • 50 EL RECONOCIMIENTO COMO IDENTIFICACIN DESCARTES, "DISTlNGUIR LO VERDADERO DE LO FALSO" 51

    No es menos significativa la segunda aparicin del vocabloreconocer. Antes de proceder a la distincin de las dos faculta-des de conocer y elegir, que son las del entendimiento y de lavoluntad, Descartes aleja la sospecha que pretendiese hablarde la existencia de un poder equivocarse que vendra de Dios,como el de discernir lo verdadero de lo falso. Mi propsito nome permite detenerme en la discusin sutil en la que se ponena prueba, sucesivamente, "cierta idea negativa de la nada", lasideas de "falta", de "privacin"; se halla una salida en la idea,digna de Pascal, segn la cual "yo soy corno un trmino medioentre Dios y la nada". Esta idea proporciona una base ontolgi-ca a esta doble confesin: que nuestro poder de juzgar bienpuede fallar, pero qtle este fallo es cosa nuestra. Lo que siguede la Meditacin nos dir el cmo. Al revisar este argumento,el traductor recoge de nuevo el trmino reconocer: "Ya s quemi naturaleza es extremadamente dbil y limitada, mientrasque la de Dios es inmensa, incomprensible e infinita, y por elloya no tengo dificultad en reconocer (ex hos satis ctlarn scio) quehay infinidad de cosas en su poder cuyas causas sobrepasan elalcance de mi espritu" [op. cit., p. 485].

    Aqu ya no es, como en la primera aparicin, la expresinde la tardanza en confesar la verdad sobre su descubrimiento,sino una alusin a la duda sobre la que se conquista la certeza:"Descubr una razn suficiente (satis eiunn scio) de alejar de micreencia que Dios haya podido darme una facultad para equi~vocarme".

    La tercera aparicin del trmino reconocer es tambin muysugerente. La palabra se inserta en una red de partculas conce-sivas, como "aunque", "sin embargo", que encubre la persis-tencia y la insistencia del temor a errar:

    Y, aunque, desde que me propuse dudar de todo, no haya conoci-do de manera cierta ms que mi existencia y la de Dios, sin em-bargo tambin, desde que reconoc (allillllldvcrti) el infinito poderde Dios, no puedo negar que l haya hecho otras muchas cosas, o

    al menos que no pueda producirlas, de modo que existo y estoypuesto en el mundo como formando parte de la universalidad detodos los seres" ropo cit., p. 459}.

    Hay que esperar a la Meditacin IV para tener un anlisisde la operacin de pensar que consiste en juzgar; ah se deter-mina, sin tener en cuenta el "algo" de la idea, el acto de pensarque el Discurso del mtodo design con el trmino admitir; y esprecisamente en el anlisis de los c1ementos constitutivos delacto de juzgar donde se precisa el tipo de subjetividad conla que romper la filosofa crtica, a costa de las consecuenciasque veremos despus sobre la acepcin nueva dada al verboreconocer.

    He querido reunir algunas apariciones del vocablo recol/oceren el texto cartesiano. Se refieren, de una manera u otra, a lo quese podra llamar los riesgos del ejercicio del juicio. Es en estos

    J Existen en las Medit!1ciones otras apariciones del verbo rt.'coI10'J'. Encontra-mos una en In Meditacin 11, en un contexto parecido al de Id cuarta. Descartesacaba de demostrar que, pdra el alma, existir es pensar. Pero aparece un escrpu-lo: "Y qu ms: excitar mi imaginacin para buscar si yo no soy algo ms. '\losoy ese conjunto de miembros que llamamos cuerpo humano; no soy un airesutil y penetrante infundido en todos estos miembros; ni soy viento, ni soplo, nivapor, ni nada de cuanto puedo suponer o imaginar, ya que supuse que eso noera nada y que, sin cambiar esta suposicin, sigo estando seguro de que soy al-go". Luego de estas negaciones. el filsofo exclama: "Reconoc que yo exista. ysigo indagando quin soy, ese yo que reconoc ser" (op. ct..p. 419) (lIoFi lile exs-terc: tU/cro qllis

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    riegos, que confirman la obsesin con el error, donde yo discier-no los prdromos de la crisis de la idea de reconocimiento queme ocupar en los estudios siguientes. El anlisis bien conocidodel juicio, compartido entre el entendimiento que concibe y lavoluntad que elige, operacin comn a "garantizar" y "negar",est destinado a eliminar definitivamente la sospecha que rena-ce sin cesar de la existencia de una facultad que se equivoca. Dem, de m solo, depende el uso de la facultad de elegir. Es enton-ces cuando el trmino renacer surge una vez ms:

    De todo esto reconozco (ex his autem percipio) que ni la capacidadde querer, que recib de Dios, es, por s misma, la causa de miserrores, pues es muy amplia y muy perfecta en su gnero; ni lacapacidad de entender y concebir: pues no entendiendo nadams que por medio de esa capacidad que Dios me dio para enten-der, sin duda (procul dubio) que todo lo que entiendo, lo entiendocomo es preciso, y no puede ocurrir que me equivoque en ello[op. cit., pp. 462-463].

    La afirmacin de la imposibilidad de equivocarse en el pla-no de la pura concepcin se subraya as con un enrgico sinedubio cuyo equivalente romance -"sin duda"- no expresatoda su fuerza.

    El tipo de confirmacin que expresa el verbo reconocerpone un sello de certeza inquebrantable en todo el recorridorealizado.

    Me he detenido en rasgos concretos de la filosofa cartesia-na del juicio: en aquellos precisamente que sern eliminadospor la filosofa kantiana del juicio, as como todo lo que con-cierne a la "psicologa racional", que Kant someter a los " pa_ralogismos de la dialctica trascendental". Pero son rasgospertinentes de la idea de reconocimiento en el camino de su di-sociacin de la de conocimiento simple. El acto de "admitiruna idea como verdadera" moviliza a un sujeto que, por no serreducible a la persona llamada Descartes, no deja de ser un yo

    que se puede llamar ejemplar, ese mismo que testifica la pri-mera verdad: "Yo soy, yo existo". Es, adems, un sujeto queapela a su lector: Descartes, el primero, une a la edicin de susMeditaciones la de las Objeciones y de sus Respuestas. Publicadosjuntos, estos textos diferentes constituyen un "filosofar juntos"no menos ejemplar que el sujeto decidido de la investigacindel mtodo. Entre la autobiografa que no es de la incumben-cia de la filosofa y la unidad numrica de la conciencia tras-cendental segn Kant, hay un lugar para un sujeto responsabledel error y, por tanto, del "admitir como verdadero". Es estesujeto mismo del reconocer el que, un poco ms lejos en nues-tro recorrido, exigir ser reconocido tambin.

    Por mi parte, me pondr gustosamente a favor de Des-cartes, por los elementos de fenomenologa del juicio que ledebemos, en contra del empobrecimiento que resulta de la eli-minacin, por parte de la filosofa trascendental, de ciertos ras-gos importantes de la experiencia del acto de juzgar. En esteaspecto, las apariciones del verbo reconocer en la traduccinfrancesa de las Meditaciones son de gran valor. Vimos las cir-cunstancias de este empleo: confesin implcita de un retrasoen la confirmacin sobre el descubrimiento de lo verdadero,alusin a la vacilacin, a la duda, a la resistencia que precede ala clara afirmacin de la certeza. No coloca el Discurso de/m-todo el enunciado de los preceptos del mtodo bajo la gida dela "bsqueda del mtodo"? Volvemos a encontrar la antiguazeiesis de Jos socrticos: buscar para encontrar. Se puede ha-blar, en este sentido, de una fenomenologa del juicio que esca-para a la alternativa entre la psicologa emprica y el anlisistrascendental. Est centrada en el verbo admitir; al mismo ciclopertenecen las expresiones experimentar, encontrar y, por su-puesto, dudar. Precisamente a esta ntima historia de la bsque-da de la verdad, que dramatiza la obsesin por el error,debemos los anlisis de la Meditacin IV.

    Quiz se deba ir ms lejos: en la expresin "admitir porverdadero", no tiene en reserva el verbo admitir recursos de

  • 54 EL RECONOCIMIENTO COMO IDENTlrICACIN

    descripcin que exceden la simple operacin del definir / dis-tinguir, recursos regidos por la dialctica superior de lo mismoy lo otro? Para decirlo enseguida, la teora cartesiana del juicio,tributaria de la psicologia de las facultades, guarda en reservaun concepto de transicin entre dos acepciones del vocabloreconocer que Le Rohert sita en dos ramas diferentes del rbollxico: "aprehender (un objeto) por la mente, por el pensa-miento" y "aceptar, tener por verdadero (o por tal)". Lo que yollamara gustosamente la fenomenologa cartesiana del juiciono invita a unir entre si, en el plano filosfico, lo que el lxicoparece haber separado en el plano del uso cotidiano? La para-doja sera, pues, en este caso, que la problematizacin, vincula-da al acontecimiento de pensamiento constituido por laaparicin de la filosofa cartesiana en el ciclo filosfico, no slohabra contribuido al efecto de dispersin que yo atribuyo a lairrupcin del cuestionamiento filosfico en el mbito del usode las lenguas naturales: no tendra tambin como efecto po-ner en reserva rasgos que slo sern retomados en otras confi-guraciones filosficas?

    Queda por decir por qu una filosofa del reconocimientono puede desplegarse, sin embargo, sobre un terreno cartesiano.No basta con esbozar a parte subiect! una distancia de duda einquietud para dar consistencia a la distincin entre conoci-miento y reconocimiento. Corno mostrar lo que sigue denuestra investigacin, el reconocer har valer sus razones prin-cipalmente a parte objccti. Podemos decirlo anticipadamente: elcambio debe poner su marca sobre seres del mundo, y ms sig-nificativamente sobre el ser humano, para que se abra unavacilacin, una duda, que d al reconocimiento su carcter dra-mtico; eSI pues, la posibilidad del desconocimiento la quedar al reconocimiento su plena autonoma. El desconocimien-to: forma existencial e intramundana, cuyo sentido no lo agotael error, forma ms teortica de inquietud.

    II. KANT: RELACIONAR BAJOLA CONDICIN DEL TIEMPO

    CON EL concepto kantiano de la reeognicin (del alemn Rekog-nition, llevamos al lxico filosfico un trmino que, en muchosaspectos, carece de antecedente en la tradicin anterior. Enefecto, si la preeminencia del juicio se adquiere con Descartes,por el mtodo en su Discurso, y como temtica en la MeditacinIV, con Kant entra en escena otra funcin del juicio, que supo-ne una revolucin sobre el sentido vinculado a la subjetividadtitular de esta funcin. Para Descartes y para Kant, reconocer-se pronuncie o no se pronuncie el trmino- es identificar,aprehender por el pensamiento una unidad de sentido. Pero,para Descartes, identificar es inseparable de distinguir, es de-cir, separar lo mismo de lo otro, poner fin a la confusin unidaa la oscuridad; de esto proviene la evidencia de la idea "recibi-da" como verdadera. Para Kant, identificar es relacionar. Sivolvemos al lxico del lenguaje ordinario, como al vivero delas significaciones en uso, encontramos esta significacin yux-tapuesta a la que aislamos anteriormente. Recordemos la defi-nicin 1 de Le Roben: "Aprehender (un objeto) por la mente,por el pensamiento, relacionando entre s imgenes, percepcio-nes que le conciernen; distinguir, identificar, conocer mediantela memoria, el juicio o la accin". El "relacionar" ocupa el lugarde honor; pero puede tomarse tanto en el sentido del empiris-mo de lengua inglesa corno en el sentido trascendental segnprecisaremos seguidamente.

    Pero la promocin de la nocin de relacin, de conexin,de sntesis, no es la nica en caracterizar la contribucin espe-cfica de Kant a una gran filosofa del reconocimiento; hay queaadir la consideracin del tiempo, ms generalmente de la

  • 56 EL RECONOCIMIENTO COMO IDENTIFICACIN KANT RELACIONAR BAJO LA CONDICIN DEL TIEMPO 57

    sensibilidad, en la operacin de sntesis que la recognicin su-braya de la forma que expondremos enseguida. No tieneprecedentes esta manera de situar el juicio en el punto de inter-seccin de los dos "troncos del conocimiento humano", a sa-ber, la capacidad de recibir y la de pensar: la primera se asignaa la sensibilidad, y la segunda, al entendimiento, segn la ex-presin de Kant al final de la Introduccin a la Crtica de larazn pura! ("Hay dos troncos del conocimiento humano, queproceden acaso de cierta raz comn, pero desconocida paranosotros: la sensibilidad y el entendimiento; por la primera, se nosdan los objetos; por la segunda, los pensamos" [A 15, B 30]). Estasituacin de juicio lleva el sello de la filosofa crtica. Si se pue-de considerar, pues, como un desplazamiento en el interior dela teora del juicio la sustitucin de distinguir por relacionar, laincorporacin del tiempo y de la sensibilidad a la problemticadel juicio constituye una ampliacin sin precedente de estaproblemtica.

    En cambio, todos los rasgos de