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NÚMERO 8 - OTOÑO 2014

STAFFEditora Responsable / Directora

LIC. LUCÍA CRISTINA SENDÓN

Director PeriodísticoDIEGO LUIS HERNÁNDEZ

Director de Arte / Diseño GráficoALFREDO MAESTRONI

Secretario de RedacciónMARIANO RIBAS

Redactores de esta ediciónJUAN CARLOS FORTE

GUILLERMO ABRAMSONLEONARDO GONZÁLEZ GALLI

AGUSTÍN ADÚRIZ-BRAVOADRIANA RUIDÍAZWALTER GERMANÁMARCELA LEPERA

ColaboradoresCarlos Di Nallo, Andrea Anfossi, Sergio Eguivar,

Omar Mangini, Leonardo Julio, EzequielBellocchio, Víctor Bibé, Alejandro Tombolini,

Ignacio Díaz Bobillo, Daniel Verschatse.

CorrectoresWalter Germaná, Natalia Jaoand.

AgradecimientosESO, HST-IRAC/NASA, CSIRO/ATNF (Australia),

Gianandrea Sandri, Roberto Cavallini.

AdministraciónGRACIELA VÁZQUEZ - MARCELA BARBIERI

Impresión4 COLORES S.A. - PRINTERRA

Santa Elena 938 - CABA / Tel. 4301-1139

EDITORIAL

Bienvenidos a esta nueva edición de Si Muove. Nuestro octavo número, en poco más de dos añosde vida, está dedicado, en buena medida, a desmitificar algunas falsas creencias ligadas a la Astro-nomía, sobre todo las de las pseudociencias como la astrología y la supuesta existencia de naves deotros mundos sobrevolando la Tierra. Si bien es cierto que muchos han visto objetos no identificadosy creen que los extraterrestres están entre nosotros, lo único verdadero es que ningún centro de in-vestigación científica lo ha comprobado. Si ello hubiera sucedido estaríamos ante el descubrimientomás importante de la historia de la humanidad. Por ello, sorprende ver cómo este tema se trata, enalgunos ámbitos, con tanta ligereza, sin comprobación científica, y cómo tienen tanto espacio enlos medios de comunicación. Por otro lado, en virtud de la enorme cantidad de exoplanetas que sehan descubierto hasta ahora, existe una alta probabilidad de que, finalmente, se encuentre vida enalguno de ellos; incluso sorprende que todavía no se haya encontrado una “copia” de nuestro SistemaSolar. Pero hasta ahora, la existencia de otros mundos habitados es sólo pura especulación.También presentamos uno de los trabajos astronómicos más recientes acerca de los enigmáticos cú-mulos globulares, desarrollado por el Dr. Juan Carlos Forte, investigador del CONICET, cuyo lugarde trabajo es, felizmente, en nuestra institución. Y como siempre, nos proponemos hacerles conocer las renovadas actividades de este año: nuevasfunciones para estudiantes y público en general, los cursos, la modernización en marcha del museo,la plaza astronómica, las conferencias, el Planetario para ciegos y para sordos, el Planetario Itinerantey las actividades culturales del Ministerio de Cultura, como BAFICI en el mes de abril, son algunasde las propuestas que, durante este año, ofrece el Planetario Galileo Galilei.

Lic. Lucía Cristina SendónDirectora Planetario de la Ciudad de Buenos Aires Galileo Galilei

Reservados todos los derechos. Está permitida la reproducción, distribución,comunicación pública y utilización, total o parcial, de los contenidos de estarevista, en cualquier forma o modalidad, con la condición de mencionar lafuente. Está prohibida toda reproducción, y/o puesta a disposición comoresúmenes, reseñas o revistas de prensa con fines comerciales, directa oindirectamente lucrativos. Registro de la Propiedad Intelectual en trámite.

Revista de divulgación científica del Planetariode la Ciudad de Buenos Aires Galileo Galilei

Ministerio de Cultura

Jefe de Gobierno - Ing. Mauricio MacriMinistro de Cultura - Ing. Hernán Lombardi

Subsecretario de Gestión Cultural - Lic. Alejandro GómezDirectora del Planetario - Lic. Lucía C. Sendón

CÓDIGO QRPágina web /Correo electrónico

[email protected]

SUMARIO

/// La escuela va al Planetario. /// Galaxia Centaurus A. /// Superstición y pseudociencia.

/// Guía práctica de falsos ovnis. /// Por qué la astrología no es una ciencia. /// Foto central.

/// Astrofísica: cúmulos globulares. /// Sistemas estelares dobles, triples y múltiples.

/// Oblicuidad de la eclíptica. /// Galería astronómica.

Foto de tapa:Galaxia NGC 5128, Centaurus A.ESO - European Southern Observatory.

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EDUCACIÓN

La escuela va al PlanetarioACTIVIDADES

Por Marcela Lepera, Planetario de la Ciudad de Buenos Aires Galileo Galilei.

A lo largo de más de cuatro décadas de trayectoria, los espectáculos para estudiantes han ocupado unlugar de relevancia en nuestra tarea. En el imaginario popular, el Planetario es un lugar “escolar”. Muchosdescubren este sitio único en una salida educativa que, quizás, despertó curiosidad, interés por la Astro-nomía, fascinación por el cielo estrellado y, por qué no, alguna vocación.

Creemos que la tradicional vi-sita al Planetario es una expe-riencia didáctica que todoslos alumnos merecen vivir.

Por eso, año tras año, el Planetario brinda,de martes a viernes, cinco funciones diariaspara estudiantes desde Nivel Inicial a NivelUniversitario, y recibe alrededor de 4000niños y adolescentes por semana.Sabemos que no son los mismos contenidosy recursos los que cautivan a un alumno deJardín de Infantes que a un adolescente oa un estudiante universitario. Poreso, en 2014 presentamos cuatroespectáculos didácticos diferentesque abordan los contenidos astro-nómicos que cada nivel de ense-ñanza trabaja en el aula.Nuestros visitantes más pequeños(alumnos de sala de cinco años deNivel Inicial a tercer grado de laEscuela Primaria) viven una ver-dadera aventura de la mano de unsimpático pirata que, cansado derecorrer los mares del planeta Tie-rra, se anima a viajar por el uni-verso. A bordo de un pequeñobarco de papel, descubren plane-tas, estrellas, cúmulos, constelacio-nes y otras maravillas del cielo. Una dePiratas* es una producción del Planetarioque se estrenó con mucho éxito durante lasvacaciones de invierno de 2013. Este año, lapropuesta también se presenta los fines de se-mana para disfrutar en familia.Los alumnos de cuarto grado de Escuela Pri-maria a segundo año del Nivel Secundariopodrán disfrutar de Vida en el Universo*,un nuevo espectáculo didáctico, tambiénproducido en nuestra institución, que pre-senta e intenta responder algunos interro-gantes. ¿Por qué hay vida en la Tierra? ¿Hayvida en otros mundos? ¿Qué condiciones as-tronómicas son necesarias para que exista

vida? ¿Hay otros mundos con condicionessimilares a las de la Tierra?Para los alumnos de los años superiores deNivel Secundario se presenta una detalladadescripción del cielo observable desde Bue-nos Aires en la fecha en la que se realiza la vi-sita, y se proyecta Colisiones Cósmicas*, unafunción que describe explosivos encuentrosque dieron forma a nuestro Sistema Solar,que cambiaron el curso de la vida en la Tierray que seguirán transformando, en el futuro,a nuestra galaxia y al universo.

Astronomía de Posición* propone a losalumnos de Nivel Terciario y Universitarioexperimentar la esfera celeste: conocer losconceptos relacionados con sus elementosmatemáticos, las coordenadas esféricas quepermiten localizar los astros, el aspecto delcielo desde diferentes latitudes, algunos mo-vimientos de la Tierra y sus consecuencias, yla magnitud tiempo dentro de la Astronomía.La propuesta invita a aplicar estos conceptosa la navegación astronómica para, finalmente,salir a viajar por el espacio profundo. Para completar la oferta de divulgación cul-tural en sus diferentes dimensiones, invita-mos al público estudiantil a disfrutar de un

espectáculo artístico, El Principito*, querecrea el clásico de la literatura representadopor actores en vivo bajo el cielo estrelladodel Planetario.

Educación permanentePero la vocación docente del Planetario nose limita a colaborar con la educación deniños y adolescentes. Creemos que nadiees demasiado grande para descubrir cómoes el universo que lo rodea. Para jóvenesy adultos se presentó durante el mes de

marzo Estructuras Cósmicas: delos sistemas planetarios a loscúmulos galácticos, un ciclo detres charlas audiovisuales correla-tivas, libres y gratuitas. Como cada año, en abril comien-zan las clases de Descubrir,Observar y Disfrutar el Cielo*y Astronomía General*, doscursos cuatrimestrales y gratuitosque no requieren conocimientosprevios, pero sí una inscripción,dada la gran convocatoria quetienen cada vez que se dictan.Para finalizar, se suma una pro-puesta destinada a los docentes,quienes también podrán am-

pliar su capacitación asistiendo al curso Eldesafío de enseñar Astronomía*, a cargodel Dr. en Astronomía Juan C. Forte.Al revisar esta lista de ofertas resulta evi-dente que nuestra institución pretendebrindar oportunidades de aprendizaje avisitantes de todas las edades y proceden-cias. Podríamos afirmar que el Planetarioes un verdadero “espacio” en el que todospodemos aprender. n

*Para averiguar cómo reservar turnosy vacantes, los invitamos a recorrernuestra web institucional http://www.pla-netario.gov.ar/esp_estudiantes.html

Alumnos de la Escuela Nº 11 D. E. 7 saliendo del Planetario.

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GALAXIAS

PeculiarCENTAURUS A

Por Dr. Guillermo Abramson, División Física Estadística e Interdisciplinaria, Centro AtómicoBariloche, CONICET e Instituto Balseiro. guillermoabramson.blogspot.com

He aquí Centaurus A, también conocida como NGC 5128. Es una de las galaxias más brillantes,una de las joyitas del cielo austral. Los astrónomos clasifican a esta galaxia como “peculiar”. Aun paraun ocasional astrónomo aficionado, una foto como ésta no deja lugar a dudas: es peculiar.

Galaxia NGC 5128 (Centaurus A). Exposición de 90 minutos a través de un telescopio Meade LX10 (20 cm de apertura, F/6.3).La imagen abarca aproximadamente 1 grado (dos lunas).

¿Por qué peculiar? Por un lado, Centaurus A(Cen A, para los iniciados) tiene una formaelipsoidal y suave, característica de las ga-laxias elípticas. Pero por otro lado tiene unatremenda herida abierta que la cruza por

completo. En medio y en el borde de la masade polvo oscuro y frío vemos grandes cúmu-los de estrellas nuevas, azules y brillantes.Con mayor detalle vemos esta región en lafotografía tomada por el Telescopio Espacial

Hubble (no comparen con la mía, las com-paraciones son siempre odiosas). Esto es ca-racterístico de las galaxias espirales, cuyodisco polvoriento aloja la formación de nue-vas estrellas. ¿Qué está pasando aquí?

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GALAXIAS

Todo parece indicar que Cen A “secomió” a otra galaxia, probablemente,una espiral o irregular, cuyo disco conrastros de espiral retorcida todavía po-demos ver en imágenes infrarrojas,como la tomada por el Telescopio Espa-cial Spitzer (página 7). El halo elípticode estrellas viejas es prácticamente invi-sible en esta longitud de onda. El eventoparece haber tenido lugar hace unos 300millones de años, mientras por acá dis-frutábamos de los calorcitos del períodoCarbonífero.

Cen A es una galaxia extraordinariadesde muchos puntos de vista, y su re-lativa proximidad (12,4 millones deaños luz) hace que sea uno de los objetos

favoritos de los astrónomos, quienes lahan escudriñado en todas las longitudesde onda. La designación “Centaurus A”se refiere a su rol como intensa fuentede ondas de radio. De hecho, es el ob-jeto más intenso en ondas de radio fuerade la Vía Láctea. Los radiotelescopiosmuestran que esta radiación viene dedos chorros de materia moviéndose casia la velocidad de la luz, que surgen si-métricos del centro de la galaxia en di-recciones opuestas, y que se extienden yretuercen por cientos de miles de añosluz e interactúan con el gas intergalác-tico. La parte visible de la galaxia, la quese ve en mi foto de la página 5, es algomenor que nuestra Luna en el cielo(medio grado). En un montaje hecho

Región central de Centaurus A en la que se observan cúmulos de estrellas jóvenes, producto de una intensa formación estelar,más mucho polvo frío y oscuro.

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Centaurus A es uno de losobjetos más lejanos que po-demos observar con binocu-lares. Es probable que haya“devorado” a otra galaxia,una espiral o una irregular,hace 300 millones de años.

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GALAXIAS

por el observatorio del CSIRO en Aus-tralia vemos el cielo tal como si pudié-ramos ver las ondas de radio. Lasantenas del complejo figuran en primerplano. Los puntitos que se ven en elcielo no son estrellas, sino también fuen-tes de radio. El objeto brillante es laLuna. El fantasma rosado es el resplan-dor de Centarus A. Necesitaríamos ojosmás bien grandes para verla así, pero eslindo imaginarlo, ¿no?

Sabemos que en el centro de CentaurusA hay un monstruoso agujero negro,aun más grande que el que vive en elcentro de la Vía Láctea. A diferencia delnuestro, que es más bien mansito, estedragón todavía está digiriendo su cena,lo que ocasiona los chorros relativistas1

y los fuegos artificiales que vemos enrayos X y en radio. Es lo que se llama unnúcleo galáctico activo. Nuestros cole-gas del Observatorio Auger de rayos cós-micos, en Mendoza, han detectado que

unos cuantos de losraros rayos cósmicosde ultra alta energíaque llegan a la Tierraparecen provenir deallí. Es un resultadopreliminar todavía,pero podría acabarsiendo el comienzo deuna astronomía departículas subatómi-cas.Habría muchas máscosas interesantes paracontar sobre esta gala-xia. Pueden googlearlay leer sobre ella hasta el cansancio. Pero me-jor es salir y verla.Centaurus A es MUYfácil de observar concualquier instrumen-to. Está en la conste-lación del Centauro,por si a alguno le que-daban dudas. Si sabenencontrar los Punte-ros de la Cruz, de allíes fácil llegar al cú-mulo globular OmegaCentauri (otra vistaimperdible, sobre todo

en telescopios medianos). Centaurus Aestá 4 grados casi exactamente al nortede Omega Centauri. Ojo: al norte en elcielo, que puede ser arriba, abajo, a la iz-quierda o a la derecha, según la épocadel año y la hora de la noche. Guíensecon una carta como la de la página 8para llegar la primera vez, y después loharán de memoria. Cuatro grados esaproximadamente el campo visual deunos binoculares 10x50, así que es fácilllegar desde Omega Centauri. Cuantomás oscuro esté el cielo, mejor. ¿Puedendistinguir la franja oscura? Un telesco-pio de 10 cm de apertura debería ser su-ficiente si el cielo está oscuro. n

El disco sesgado rojo es la imagen invisible (infrarroja) de la posible galaxia espiraldevorada por Cen A. La radiación infrarroja penetra el polvo interestelar y permite ver

el interior de la galaxia.

Una composición en la que se muestra cómo se vería el cielo sipudiéramos ver las ondas de radio, realizada por el observatorio

CSIRO en Australia.

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GALAXIAS

Localización de Centaurus A. Partimos desde los Punteros de la Cruz del Sur (Alfa y Beta Centauri), pasamos por la estrella (épsilon), porel cúmulo globular (Omega Centauri) y, 4º al norte, está la galaxia Centaurus A. Con binoculares ya resulta visible bajo cielos oscuros.

ClasificaciónLas galaxias se clasifican en tres tipos principa-les: elípticas, espirales e irregulares. Las ga-laxias elípticas son elipsoidales, de manera quetienen aspecto elíptico independientemente delángulo desde el que las observamos. Tienenpoca estructura, poca materia interestelar, unlento ritmo de formación estelar y una pobla-ción de estrellas de edad avanzada. Pueden serinmensas, y se cree que se forman como resul-tado de la fusión de galaxias menores. Las ga-laxias espirales (como la Vía Láctea) tienen undisco donde se encuentra la mayoría de las estrellas, en general estructurado en forma debrazos espirales. Estos brazos pueden ser máso menos difíciles de observar, dependiendo delángulo bajo el cual vemos el disco. Tienenabundante materia interestelar, en forma degas y polvo, en la cual se observa una intensa(hasta frenética, en el caso de las galaxias lla-madas starburst) formación de nuevas estre-llas. Otras morfologías incluyen las galaxiaspeculiares (como Centaurus A), las lenticula-res, las irregulares (como las Nubes de Maga-llanes), las anulares y las enanas.

M 83, una clásicagalaxia espiral vistade frente.Crédito: EzequielBellocchio.

Andrómeda (M 31),otra espiral, vista deperfil. M 32 y M 110son sus satélites,dos galaxias elípti-cas. Crédito: Leonardo Julio.

NGC 253, otragalaxia espiral, perovista de canto.Crédito: Sergio Eguivar.

AM 0644-741, RingGalaxy, una galaxiaanular producto deuna colisión.Crédito: TelescopioEspacialHubble/NASA.

NGC 5866, unagalaxia lenticular.Crédito: TelescopioEspacialHubble/NASA.

Una galaxia irregu-lar, la Nube Menorde Magallanes.Crédito: Sergio Eguivar.

Varias galaxias espi-rales y, principal-mente, dos grandeselípticas: M 84 y M 86.Crédito: Ignacio DíazBobillo.

La galaxia enana deFornax.Crédito: EzequielBellocchio.

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OPINIÓN

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Pueden fallarSUPERSTICIÓN y PSEUDOCIENCIA

Por Diego Luis Hernández, Planetario de la Ciudad de Buenos Aires Galileo Galilei.

“Confusión a la memoria de Newton, que destruyó la poesía del arco iris al reducirlo a un prisma”.John Keats, poeta inglés (1817)*.

La Astronomía y toda la ciencia engeneral nos produce una fascina-ción inigualable gracias a nues-tra capacidad de asombrarnos.

Cuando miramos a través de un telescopio,nos maravillamos. Pero también lo hacemossi observamos con un microscopio la in-creíble variedad de vida que hay en una gotade agua sacada de un florero, si seguimos elcrecimiento de una planta, cuando estudia-mos la evolución, si investigamos las formasde vida del pasado o los cambios en la posi-ción de los continentes.En otra categoría, la ficción atrae a los faná-ticos de la ciencia mediante libros, revistas,películas y series de TV, a través de la ciencia

ficción. Muchas veces, el poder de nuestrossentidos nos sugestiona y nos lleva a veraquello en lo que queremos creer. La credu-lidad y la superstición son más fáciles de ex-plotar que el escepticismo. Hubo una épocaen la que los llamados a los centros astronó-micos de gente que suponía haber visto“algo raro” en el cielo, crecían considerable-mente al día siguiente de que en televisióndieran una película de extraterrestres.En el nivel más bajo de todos, ese poder desorprendernos que tiene la ciencia es utili-zado con propósitos lucrativos por los gene-radores de supersticiones y sobreestimadasfantasías románticas: astrólogas, avistadoresde ovnis y mentalistas mediáticos. En todos

esos casos, la ciencia es deshonestamenteabusada, malinterpretada y sustituida por loparanormal, que ofrece un camino fácil sinla necesidad de pensar ni investigar debida-mente.Cada vez que sucede algo mínimamenteextraño, mucha gente supersticiosa adju-dica los fenómenos de la naturaleza a mis-terios sobrenaturales, o mezcla historiasde fantasmas, extraterrestres y milagros.El poder de la mente de hacernos creer al-gunas cosas (que, en realidad, queremoscreer, más allá de toda lógica) es tan fuerteque mucha gente se siente estafada y ofen-dida cuando se le dice que los supuestosfenómenos paranormales tienen una ex-

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OPINIÓN

plicación natural y lógica.Un ejemplo clásico para apoyar estas ideases el del arco iris. Durante siglos fue expli-cado como el símbolo de una promesa deDios a los hombres luego del “diluvio uni-versal”. Cuando Isaac Newton (entre otros)estudió el comportamiento de la luz, en elsiglo XVII, descubrió que el arco iris es unefecto producido por millones de pequeñasgotitas de agua que quedan flotando en elaire después de una tormenta. Si un ratodespués aparece el Sol, su luz se refractará enesas gotitas y producirá el efecto del arco iris.Un supuesto fenómeno sobrenatural, bas-tante simple, fue explicado a través de laciencia y la observación, y “devuelto” al ám-bito de lo natural. Como éste, hay miles deejemplos.Tampoco existen razones, ni mecanismos fí-sicos y naturales conocidos, que permitanaceptar hoy la relación entre la posición delos astros distantes y nuestro destino o nues-tra personalidad. Son los genes y el am-biente en el que nos desarrollamos los queinfluyen en los seres vivos. Cuatrocientosaños de ciencia moderna han desterradoaquellos mitos. Existen cientos de argumen-tos científicos y racionales, empíricos, teó-ricos y observacionales, que demuestran lafalsedad de las creencias astrológicas. Sinembargo, las predicciones y los horóscopostienen más repercusión mediática que la di-vulgación científica.La TV es otro caldo de cultivo de chantas,estafadores y mentirosos, con periodistas y

productores cómplices. Supuestos paranor-malistas, ocultistas, videntes, futurólogos yadivinos desfilan por los canales, mezcladoscon astrólogas y ufólogos. Las palabras“energía”, “nueva era”, “vibraciones”, “másallá”, “portal”, rellenan todo tipo de argu-mento vacío de contenido, y pretendenotorgarle un falso contenido científico. Al-gunos programas como los que habitual-mente salen al aire en TV abierta o porCable, acostumbran llevar ese tipo de bufo-nes. Si alguno de ellos efectuara una demos-tración que pudiera ser contrastada a travésde los métodos científicos, sería el descubri-dor de un principio totalmente nuevo para

la ciencia. Esa persona merecería un premioNobel, como mínimo. ¿Por qué, entonces,malgastarlo en programas de segunda cate-goría? Lo hacen ahí porque son farsantes. Ygracias a los productores de TV, dispuestosa colaborar con el engaño, son farsantes queviven de esa estafa porque hacen pasar sustrucos y mentiras como fenómenos sobre-naturales. Un buen mago puede animar uncumpleaños durante una media hora. Perosi en lugar de asumir sus trucos intenta ha-cerlos pasar como prodigios paranormales otelepáticos, podrá llegar a aparecer, quizás,en los programas más populares aunquemenos prestigiosos.Cuando se le intenta dar algún tinte serio aesas supersticiones y trampas, lo mejor es re-cordar el proceder científico, que utiliza di-versas metodologías que implican obtenerdatos empíricos mediante observaciones, ex-perimentos, análisis comparativos, simula-ciones de computación, etc., para poner aprueba los modelos teóricos que pretendendar cuenta de algún aspecto del mundo y sunaturaleza. Los descubrimientos deben sercomunicados a la comunidad científica através de un trabajo, comúnmente llamadopaper, y las pruebas deberán estar al alcancede cualquier científico que desee experimen-tar para confirmarlas o refutarlas a través deotras experiencias. La comunidad científicaes muy dura, y así debe serlo. Ante cada des-cubrimiento, hay un sinnúmero de colegasdeseosos de refutarlo. Sólo cuando la evi-dencia es abrumadora, se quedan tranquilosy permiten su libre circulación y su divulga-

Algunas de las imágenes de supuestos ovnis encontradas en Internet. Siempre son borrosas,en contraste con la fotografía astronómica actual.

Generalmente, los medios publican estos errores y fraudes sin chequear la información.

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ción. Cualquier actividad que se presuma decientífica, deberá reunir y aprobar estos re-quisitos. La astrología, la adivinación, labúsqueda de supuestos ovnis y otras pseu-dociencias no reúnen ni el 1% de estas ca-racterísticas, no utilizan los procedimientoscientíficos y son poco serias. Ninguna con-jetura de este tipo ha resistido nunca una in-vestigación científica adecuada.

Fotografía astronómica vsfotografía de ovnisEn los últimos años la fotografía astronó-mica ha avanzado hasta alcanzar niveles cer-canos a la perfección. Nos referimos a lasimágenes que suelen tomar los aficionadosy que, comúnmente, entre otras cosas, ilus-tran nuestras páginas. Existen miles de afi-cionados a la astrofotografía, que con susblogs y páginas de Internet nos dejan dis-frutar de sus excelentes trabajos. La mayoríade ellos se dedica a otra cosa (como tantosaficionados a la Astronomía) y en sus ratoslibres fotografían el cielo desde distintos lu-gares y con diferentes métodos y equipos.No son fotógrafos profesionales, y sin em-bargo, las imágenes que logran de la Luna,planetas, nebulosas, cúmulos o galaxias le-janas son difíciles de diferenciar de las quepublican los grandes observatorios.Una buena parte del mérito se la debemosa la gran proliferación y al desarrollo de lascámaras actuales y a los programas de pro-cesado de imágenes. Una buena cámara yano resulta inaccesible, y la tecnología digitalpermite realizar innumerables pruebas. Sicomparamos las imágenes actuales de los

aficionados con las que podían realizarsehace apenas unos años, la diferencia es sen-cillamente increíble.Sin embargo, la fotografía de supuestosovnis y algunos otros engendros paranorma-les parece no haber avanzado absolutamentenada. Así, las imágenes de platos voladores,naves extraterrestres del más allí y encuen-tros cercanos del tercer tipo (?) siguen siendoiguales que las de hace 60 años (cuando elauge de la ciencia ficción disparó la imagi-nación y la sugestión; no hay informes deovnis anteriores a la masificación de la cien-cia ficción): manchas borrosas, objetos fuerade foco y filmaciones demasiado lejanas ytemblorosas. Jamás una imagen de un su-puesto ovni resulta clara y contundente. Esllamativo que habiendo mejorado tanto laastrofotografía (a tal punto que resulta demucha utilidad no sólo para la divulgacióncientífica sino también para la investiga-ción), las imágenes de supuestos ovnis siganestancadas y no hayan avanzado nada en loque va del siglo XXI. La razón por la cualocurre eso es que si afináramos el foco, laprecisión y la pericia, descubriríamos queTODAS las imágenes de supuestos ovnis re-sultan objetos identificados como aviones osatélites, insectos posados en el objetivo dela cámara, aves, luciérnagas, globos meteo-rológicos, meteoros, etc. No tenemos en cuenta a la hora de hacer

este análisis la enorme y habitual cantidadde fraudes, donde en nuestra charlataneríavernácula yace impune José de Zer, un “pe-riodista” de la década del ’80, y su inefablecompañero camarógrafo, el Chango.Ambos, junto a la producción de su noti-ciero, son los responsables directos del in-vento de todo tipo de creencia esotérica entorno al cerro Uritorco de Córdoba. Tam-poco tenemos en cuenta los casos com-probados de irregularidades mentales(aunque opinamos que en la mayoría delos casos, algo de esto último puede haber),ni los de actores de tercera categoría de-venidos ufólogos famosos, habituales in-vitados de los canales de TV, responsablesde infinitos inventos y fantasías nuncacomprobadas, y de la venta de miles de li-bros sobre el tema.La palabra ovni (UFO, en inglés) lleva im-plícita una trampa. Invita a que cualquierpersona suponga que, porque no sabe quées lo que está viendo, pueda resultar “algoextraño”. Finalmente, la excusa será: “es un‘objeto no identificado’, al menos, por mí”; yasí todo vale, menos razonar.Si cualquiera de estos supuestos “avistamien-tos” fuera cierto, estaríamos ante el descu-brimiento más espectacular de toda lahistoria de la ciencia, y todo el mundo cien-tífico estaría investigándolo. Pero nada deeso ocurre, simplemente, porque son men-

Otro “ovni” reportado en Internet: una mancha en el vidrio del auto o un ave lejana.

“La educación científica esuna vacuna contra los charla-tanes que quieren explotar tuignorancia acerca de la natu-raleza”. Neil deGrasse Tyson,

astrofísico, escritor y divulga-

dor científico, director del Pla-

netario Hayden de Nueva York.

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OPINIÓN

tiras, fraudes y errores producidos por laimaginación, la sugestión y el desconoci-miento. n

En pocos años, la calidad de las fotos de los mismos aficionados creció increíblemente gracias a su perfeccionamiento, a su pericia y al avance de las cámaras y de los programas

de procesado. Sin embargo, otros rubros no han avanzado nada en 60 años.

Omega Centauri, 2009 2013

Nebulosa de Orión, 2000 2010

Saturno, 2010 2013

Nebulosa del Águila (M 16), 2000 2010

Nebulosa Tarántula, 2009 2013

Por qué se puede fotografiarclaramente un satélite y noun ovniEntre los miles de satélites que exis-ten girando alrededor de la Tierra, hayuno que ha despertado el interés demuchos astrofotógrafos. Desde hacealgún tiempo, un gran desafío es el deobtener imágenes cada vez más níti-das de la Estación Espacial Internacio-nal, el más grande de los satélites yuno de los más fáciles de observar(ver Guía práctica de falsos ovnis). Apesar de estar moviéndose en tornoa la Tierra, de dar una vuelta cada 90minutos a 420 km de altura, los as-trofotógrafos han pasado de tomar ala Estación como un puntito brillantemovedizo o un trazo en el cielo, a lo-grar imágenes en las que se revelansu forma y sus paneles. Incluso hayfotos en las que se la ve “pasando”por delante del Sol o de la Luna, de lamisma forma en que si le tomáramosuna foto al Sol o a la Luna y un aviónpasara por delante en ese momento.Una vez más, las maravillas de la as-trofotografía contrastan con el estan-camiento y la pobreza de las fotos desupuestos ovnis. Por algo será.

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Nada del otro mundoGUíA PRáCTICA DE fALSOS OVNIS

Por Mariano Ribas, Planetario de la Ciudad de Buenos Aires Galileo Galilei.

Venus, el Lucero, en el cielo de Yamay

En la Tierra, no todo lo que brilla es oro. Y en el cielo, no todo lo que brilla es un ovni. Al menos,un ovni en el sentido más extendido (y erróneo) del término. Léase, lisa y llanamente, una nave ex-traterrestre. Ovni significa Objeto Volador No Identificado. Algo que vuela y el observador no puedeidentificar. Simplemente eso. Por eso, antes de echarle la culpa a supuestas naves alienígenas, vamosa recorrer esta guía de falsos ovnis, fenómenos que pueden sorprendernos en cualquier momento.

P uede resultar paradójico, perolas personas que más tiempodedican a observar, las que másy mejor conocen el cielo, nunca

han visto ni reportado nada especialmenteraro “allí arriba”. Los astrónomos, y muyespecialmente los amateurs, disfrutan delcielo noche a noche, y muchas veces, tam-bién de día. Lo conocen a fondo, palmo

a palmo. Sus telescopios y sus ojos entre-nados escrutan cada grado cuadrado de labóveda celeste. Observan una y otra vezplanetas, cometas, asteroides, estrellas do-bles y variables, nebulosas, cúmulos este-lares y hasta lejanísimas galaxias. Peroningún astrónomo (profesional o ama-teur) ha visto ni fotografiado jamás un“plato volador”. Y eso que hoy en día (en

realidad, desde hace años) logran imáge-nes increíblemente detalladas de todo tipode astros; e incluso, hasta de una verda-dera y muy lejana nave: la Estación Espa-cial Internacional.Sin embargo, también es muy cierto quemucha gente ve cosas “raras” en el cielo.O al menos, cosas que, de buena fe, con-sideran “raras”. (Aquí optamos por dejar

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de lado a testigos con alteraciones menta-les o perceptivas, incontables fraudes in-tencionales y a los espectaculares anunciosde “expertos” en la materia, que podríandar lugar a otro artículo).Objetos muy brillantes que tiemblan ycambian de color, flashes que se encien-den y se apagan lentamente, destellos ve-loces que cruzan todo el firmamento enun parpadeo, “fogonazos” multicolores ychispeantes que dejan estelas humeantesdurante minutos, o enormes “discos” pla-teados o rojizos que flotan en el aire enzonas montañosas. Este tipo de fenómenos son reportadoscotidianamente aquí, allá y en todas par-tes del mundo, de día y de noche. Lamen-tablemente, ante el desconocimiento, laexplicación más habitual, incluso desdelos medios de comunicación, suele ser lamisma: ovnis, naves extraterrestres o fe-nómenos inexplicables. Es la respuestamás fácil, la más rápida y la más vendible.Mientras paseamos al aire libre, en el

campo, el mar o la montaña; o cuandooteamos el horizonte desde un balcón enla ciudad, o nos recostamos en el pasto oen la arena para disfrutar de una nocheoscura y estrellada, pueden sorprendernosalgunos de estos fenómenos que no debe-mos confundir con nada sobrenatural.

Planetas y estrellas Hay un “ovni” por excelencia: el planetaVenus. Cada vez que el famoso luceroaparece en el cielo bien separado del Sol,tanto en las primeras horas de la noche oen las altas madrugadas, los reportes deovnis aumentan considerablemente. Enparte es entendible: Venus es el tercerastro más brillante del cielo, después delSol y la Luna; un verdadero farolblanco que llama la atención dehasta el más desprevenido de losobservadores. Es tan luminoso queen lugares oscuros llega a proyectarsombra. Pero eso no es todo: cuandoVenus aparece a baja altura sobre el

horizonte (a menos de 10°), su aspectocambia dramáticamente, porque su luzdebe atravesar una mayor parte de la at-mósfera, y se hace más sensible a la absor-ción y a la turbulencia del aire. Resultado:Venus parece temblar y cambiar de colorcontinuamente, pasando del blanco alamarillo, al naranja o al rojo en fracciónde segundo. Por momentos, hasta pa-rece moverse de un lado a otro. No esraro, entonces, que sea confundido conalgo “raro” por observadores inexpertos.Hay otros “luceros” no tan brillantescomo Venus, pero que también, por lasmismas razones (parpadeo, cambio decolor, movimiento aparente), suelen ge-nerar cierta confusión. El más notable es

Venus de día, cerca de la Luna.

Muchas veces, Venus es reportadocomo un ovni.

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Júpiter, que resulta muy llamativo por subrillo. Otro planeta que a veces se disfrazade ovni es Marte. En sus mejores acerca-mientos a la Tierra llega a una magnitudsimilar a la de Júpiter, lo que sumado a suintenso color anaranjado lo convierte enotro objeto destacado.La lista de astros circunstancialmente de-venidos en falsos ovnis se completa conlas estrellas más brillantes del cielo: Sirio,Canopus, Alfa del Centauro, la rojiza Ar-turo y algunas más. Distintas investigacio-nes a nivel mundial, como las realizadasdesde hace décadas por la Fuerza Aérea delos Estados Unidos en base a decenas demiles de reportes, demuestran que cercadel 30% de los ovnis son simples confu-siones con planetas y estrellas brillantes.Un porcentaje muy similar corresponde ameteoros y satélites: vamos directamentea eso.

“Bolas de fuego”Muchos reportes locales y mundiales deovnis hablan de “objetos muy veloces quecambian de color y dejan estelas”. Incluso,dan cuenta de “objetos en fila” y hasta de“flotas de naves”. Lógicamente, en estoscasos ya no podemos pensar en planetaso estrellas. Aquí entramos al terreno de las“cosas que caen del espacio”.Veamos primero las de origen natural:todos los días y todas las noches la Tierraes bombardeada por cientos de toneladasde polvo y fragmentos de roca, hierro yhasta hielo interplanetario. La mayorparte de ese material cae sobre los océanospor una obvia cuestión de probabilidad,dado que el mar cubre el 75% de la su-perficie terrestre. Pero a veces, esa escoriacósmica cae sobre zonas pobladas. Gene-ralmente, se trata de partículas del ta-maño de un grano de arena o menos. Perocomo vienen a velocidades de 100 a 200mil kilómetros por hora, al cruzar nuestraatmósfera entran en fricción con el aire,se calientan, se desintegran y electrificanel aire. Por eso brillan y forman una largatraza luminosa. Son los meteoros, tam-bién conocidos como estrellas fugaces,aunque de estrellas no tengan nada.Mucho más esporádicos, pero a la vezmucho más espectaculares, y en clara sin-tonía con los reportes de “flotas de ovnis”,son los llamados bólidos o “bolas de fuego”.Ya no se trata de meras partículas espacia-

les, sino de grandes meteoros –rocosos,metálicos o helados, del tamaño de unamoneda, una fruta o una pelota–, quearden furiosamente en el cielo, se frag-mentan en varios pedazos con estallidosmulticolores y dejan estelas que puedendurar varios minutos. Cada vez que una“bola de fuego” cruza los cielos de la Tie-rra, los observatorios e instituciones astro-nómicas reciben avalanchas de llamadastelefónicas y correos electrónicos de oca-sionales testigos que cuentan haber visto“rayos de colores”, “luces voladoras”,“chispas en el cielo” y, por supuesto, “unaflota de ovnis”. Éstas son citas textualesque hemos recuperado de algunos de lostantísimos reportes que, a lo largo de losaños, hemos recibido en nuestro trabajocotidiano en el Planetario de BuenosAires.Algunas veces, las “bolas de fuego” no sonde origen natural (meteoros), sino artifi-cial. La Era Espacial, que ya lleva más demedio siglo, ha dejado un tendal decientos de toneladas de “chatarra” dandovueltas alrededor de la Tierra. Satélitesabandonados, fragmentos de cohetes, he-rramientas perdidas por los astronautas,bulones, tornillos, tuercas y hasta lamini-

tas de pintura; verdadera basura espacialen órbita que, tarde o temprano, cae haciala atmósfera y da lugar a brillantísimosmeteoros y, en consecuencia, también afalsos ovnis.

Flashes en el cielo: los IridiumY hablando de aparatos en órbita, haycosas que no caen (afortunadamente),pero que también pueden tomarnos porsorpresa al mirar el cielo nocturno: los sa-télites artificiales. La gran mayoría se vecomo simples puntitos de luz (similaresen aspecto a las estrellas) que se muevenlentamente por el firmamento. Es muydifícil que en forma aislada un simple sa-télite sea visto o interpretado como unovni. Sin embargo, algunos satélites viajanen grupos de tres o más, siguiendo unamisma trayectoria en el cielo, y en esoscasos pueden producirse algunas confu-siones.Los que sí son verdaderamente espectacu-lares son los satélites Iridium: una verda-dera flota de 66 aparatos en órbitaterrestre, destinados a telefonía móvil in-ternacional. Desde fines de los años ’90,los Iridium suelen sorprender (y hasta ate-morizar) a incontables y desprevenidos

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Destello de magnitud -5,2 del satélite Iridium 86 junto a la Cruz del Sur,sobre Bariloche.

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El trazo que deja la Estación Espacial Internacional en una fotografía con 25 segundosde exposición. El punto más brillante abajo es el planeta Venus. Se ven las constelaciones

de Escorpio, Sagitario, la Corona Austral, el Altar y el Telescopio.

testigos en el campo, en la ruta, en lamontaña, en el mar y hasta en plena ciu-dad. Casi siempre, de noche, y en casosmuy puntuales y excepcionales, tambiénde día. Visualmente, los Iridium siemprese comportan de manera similar: aparecenen el cielo como simples puntitos de luzen movimiento, como cualquier otro sa-télite, pero en cierto momento empiezana aumentar de brillo, hasta que duranteunos pocos segundos producen un flash.En algunos casos, son verdaderos fogona-zos de magnitud visual -7, -8 y hasta -9,o sea, hasta 40 veces más brillantes queVenus. Pasado el breve flash, empiezan aperder luminosidad gradualmente, hasta

desaparecer tras haber recorrido 20 a 30grados en el cielo. Todo en cuestión de unminuto o menos.Como todo “truco”, los flashes de los Iri-dium tienen una explicación: cada uno deestos satélites lleva dos paneles solares pla-teados del tamaño de una puerta. Al reci-bir la luz solar directa, esos paneles actúancomo grandes espejos. Cuando el ánguloentre el Sol, el satélite y el observador esóptimo, se produce el flash luminoso enel cielo.

La Estación Espacial Internacional Otro de los “ovnis” bastante habitual sueleser la Estación Espacial Internacional

(ISS): una enorme base orbital tripulada,formada por varios módulos interconec-tados y enormes paneles solares. La ISS esun emprendimiento científico de laNASA, la Agencia Espacial Rusa, la Agen-cia Espacial Europea y otros socios meno-res. El primer módulo fue puesto enórbita a fines de los años ’90, y con elcorrer del tiempo, fue ganando tamañoy complejidad gracias a sucesivas misio-nes tripuladas de transbordadores espa-ciales (ya fuera de servicio) y naves rusas.Actualmente, es una mole de más de100 metros de largo y unas 400 tonela-das de peso. Una suerte de súper satéliteque en el cielo se ve casi tan brillantecomo Venus.Las “pasadas” de la ISS son un verdaderoespectáculo, especialmente cuando la navealcanza una gran altura sobre el horizontelocal y, al mismo tiempo, se ubica amenor distancia del observador: unos 420kilómetros de altura. Como decíamos alcomienzo de este artículo y del anterior,esta base orbital es frecuentemente obser-vada y fotografiada por aficionados y as-trónomos amateurs. Sin embargo, suelegenerar sorpresa y confusión a los obser-vadores casuales.

La Luna y exóticas nubes Créase o no, la Luna también puede con-vertirse en un falso ovni. Bajo ciertas con-diciones de nubosidad, nuestro satélitepuede aparecer como una mancha bo-rrosa, con marcadas variaciones de brilloy color. Otras veces, cuando está apenasasomada por el horizonte, la absorción yrefracción atmosférica alteran dramática-mente su aspecto, haciéndola aparecermuy deformada (ovalada, generalmente)y de color amarillo, anaranjado o amarro-nado. Bajo estas condiciones, algunos tes-tigos desprevenidos dicen haber visto, porejemplo, “un disco ovalado y dorado” sobreel horizonte, e incluso, “un triángulo”. Eneste caso, la explicación tampoco es nadaespectacular: el “triángulo” no es más queuno de los “cuernos” de una fina Lunamenguante o creciente, apenas asomandosobre el horizonte.Otras veces, los ovnis son fenómenos pu-ramente meteorológicos, visualmente im-pactantes. Buena parte de los testimonios,fotografías y videos de supuestas naves ex-traterrestres corresponden, en realidad, a

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Las nubes iluminadas por la Luna dan pie a todo tipo de supersticiones.

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nubes lenticulares, tan exóticas como bo-nitas. Son nubes que se forman a grandesalturas (entre 5 y 10 mil metros) por en-cima de las montañas. Generalmente apa-recen aisladas, lo que acentúa su fantásticoaspecto. Según la hora del día y la inci-dencia de luz solar, las nubes lenticularesparecen enormes discos blancos, rojos,naranjas y hasta plateados. Cuando vemosuna nube lenticular (especialmente “envivo”, aunque también al mirar sus foto-grafías) podemos entender por qué, aveces, se las confunde con supuestosovnis.Finalmente, nos quedan los casos que, enprimera instancia, parecerían poco proba-bles de ser confundidos con fenómenos“extraños” y que, sin embargo, lo son:aviones (ver recuadro: La gran confusión,página 18), helicópteros, globos meteoro-lógicos, potentes reflectores y rayos láserque iluminan el cielo y las nubes. Ante lamirada casual, inexperta o fuertementecondicionada por creencias afines, estetipo de cosas también da lugar a reportesque resultan poco verosímiles ante la mi-rada y el oído crítico del observador másexperto.

Hablando en serioHasta aquí esta Guía práctica de falsosovnis. Hemos repasado una serie defenómenos sumamente variados quepueden desafiar nuestra percepción ycotidianeidad. Raros, curiosos, sorpren-dentes y, muchas veces, de gran belleza.Pero también fenómenos que nos in-vitan a descubrirlos en su verdaderanaturaleza, con ojo crítico, evitandola trampa de las explicaciones fáciles,espectaculares o decididamente “ven-dibles”.A esta altura vale la pena insistir en unpunto crucial: mirar el cielo con crite-rio, racionalidad y conocimiento decausa en absoluto implica desestimar eltema de la posible vida extraterrestre.Por el contrario: implica tomar ese tematan fascinante como complejo a la vezcon el respeto debido. Es probable quela vida sea un fenómeno no tan raro enel cosmos. Los “ladrillos” químicos y losescenarios necesarios (mundos en zonashabitables y/o con agua y otras condi-ciones favorables para la biología) pare-cen abundar por todas partes. Incluso,

no muy lejos de la Tierra: hay buenasrazones para pensar que la vida podríatener su chance en mundos vecinos,como Marte, Europa o Encelado. Deser así, se trataría probablemente deorganismos muy rudimentarios. Encuanto a seres más sofisticados (capaces,por ejemplo, de hacer viajes interestela-res), hasta ahora no hay absolutamenteningún indicio. Al menos, desde el ladodel único programa científico, serio y

sistemático que lo intenta desde hacedécadas: el famoso SETI (sigla de Bús-queda de Inteligencia Extraterrestre).No existe ninguna prueba clara, con-tundente, seria y científicamente verifi-cable que demuestre que hay navesextraterrestres visitando nuestro pla-neta. Ninguna. Por eso, al menos hastael día de hoy, los ovnis siguen siendo loque siempre fueron: nada del otromundo. n

Las nubes lenticulares, en regiones montañosas, son muy parecidas a las navesextraterrestres de Hollywood.

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Durante los últimos años y en buena medida gracias a la extrema faci-lidad y velocidad con que se obtienen y circulan imágenes y contenidos(más allá de su calidad y veracidad), hay una clase de falsos ovnis queha ganado especial protagonismo: los aviones que producen largas es-telas de condensación. Probablemente a causa de las distancias, laperspectiva, el color de las estelas (muchas veces dorado, por la ilumi-

nación solar en los amaneceres y anochece-res) y la inexperiencia de los ocasionales ob-servadores, algo tan cotidiano como un aviónsuele ser confundido con meteoros, cometas yhasta supuestas naves extraterrestres.Lógicamente, la confusión no es lo criticable:a primera vista y desde lejos, estas cosaslucen realmente “raras”. Lo criticable no esque una persona confunda inocentemente unavión con un meteoro o con un cometa. Lo cri-ticable es que muchos medios de comunica-ción (audiovisuales y gráficos) siguen publican-do cotidianamente simples fotos y videos deaviones con estelas de condensación (a vecesde muy mala calidad), presentándolos confrases como “un extraño objeto se vio en…”,“un fenómeno inexplicable sorprendió a losvecinos de…”, “impresionante registro de unovni...”, y cosas por el estilo.Rara vez se analizan. Rara vez se toma una pos-tura crítica. Rara vez se consulta a un experto.Parecería, en definitiva, que poco importa la ver-dad, quizás, porque no es lo espectacular quese busca. Así, la confusión crece y se multiplica.En ciencia y divulgación científica la idea es jus-tamente la inversa: contar la realidad de los he-chos como son. Sean o no espectaculares. Sinestridencias, y sin falsedades.

La gran confusión: aviones y estelas de condensación

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Por qué la astrologíano es una cienciaPor Dr. Leonardo González Galli y Dr. Agustín Adúriz-Bravo, CONICET/CeFIEC-Instituto de Investigaciones Centro de Formacióne Investigación en Enseñanza de las Ciencias, Facultad de Ciencias Exactas y Naturales, Universidad de Buenos Aires.

Teniendo en cuenta nuestra va-loración de la ciencia cabe pre-guntarse: ¿Qué determina si unsistema de conocimientos es o nocientífico? Esta determinación,¿se revisa a lo largo del tiempo?La mayoría de la gente asumeque los descubrimientos cientí-ficos son indiscutibles. Pero estapercepción es superficial y no secorresponde con la realidad dela empresa científica. ¿Puede laastrología ser considerada unaciencia? Aquí veremos por qué laastrología no es una ciencia, yaque está en conflicto con las fi-nalidades, los enfoques, los crite-rios, los métodos y los valoressostenidos desde las disciplinascientíficas.

E s evidente que el saber científicogoza de un estatus “superior” enlas sociedades desarrolladas deOccidente. En este sentido, el fi-

lósofo de la ciencia británico-australianoAlan Chalmers señala que numerosas em-presas humanas se apropian del rótulo de“ciencia” para prestigiarse:“Muchos campos de estudio son descritospor quienes los practican como ciencias, pre-sumiblemente en un intento de hacer creer quelos métodos que usan están tan firmemente ba-sados y son potencialmente tan fructíferos comouna ciencia tradicional como la física o labiología”. (Chalmers, 2000; las cursivas sonnuestras).Ahora bien, ¿de dónde proviene esta valo-ración de lo científico entre la ciudadanía?

Si bien existen voces críticas en torno a di-versos aspectos nocivos, elitistas o autorita-rios de la ciencia, la mayoría de las personasparece asumir –de un modo más bien inge-nuo– que la actividad científica consiste endescubrir verdades preexistentes sobre elmundo que una vez descubiertas quedan“científicamente comprobadas” y se tornanindiscutibles.En los últimos cincuenta años se ha venidoseñalando, desde diversos campos acadé-micos, que esta “opinión de sentido comúnampliamente compartida sobre la ciencia”(Chalmers, 2000) es errada y perniciosa, porser fuertemente acrítica y estar apoyada encaracterísticas superficiales o inexistentes dela actividad en cuestión, tales como la pre-sencia de un método sistemático y “paso apaso”, o el peso irrefutable de las “pruebas”.La actividad científica, según las visionesepistemológicas más modernas y potentes,consiste más bien en construir modelos

sobre el mundo, es decir, en elaborar modosteóricos de representar e interpretar la reali-dad física o cultural con el fin de compren-derla, controlarla y transformarla. Así, losmodelos que se construyen no son verdadesinmutables, sino formas de ver la realidadque van cambiando según las evidenciasdisponibles y según las ideas e intereses delos científicos y, más en general, de la socie-dad toda en la que la ciencia se desarrolla.Sin embargo, estas formas de ver el mundo,provisionales, cargadas de inventiva y cul-turalmente situadas, no son arbitrarias; sur-gen de una interacción muy afinada con lasobservaciones y con los resultados de la ex-perimentación y de otras intervencionessobre los fenómenos.Ahora bien, llevando a un extremo esta vi-sión menos dogmática y “endiosadora” dela ciencia, algunos autores sostienen que, en-tonces, el conocimiento científico es sólo unmodo más de ver el mundo, como la filoso-

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fía, la poesía, la tradición oral o la intuición;uno de entre muchos modos de “apropiarse”de la realidad y, más aún, un modo que noresulta especialmente más válido o más ri-guroso que los demás. Se llega a sostener in-cluso que, tal vez, ni siquiera existe unarealidad independiente de nuestras interpre-taciones o que, en caso de existir, no tene-mos un acceso confiable a ella. Desde estasperspectivas “relativistas”, el discurso cientí-fico no sería más cercano a la realidad que,por ejemplo, el sentido común, los mitos,las leyendas, las prácticas rituales o las reli-giones. La mirada relativista sobre la ciencia,más allá de aportar elementos de crítica va-liosos al cientificismo dominante, falla al nopoder dar cuenta de los éxitos interventivosy transformadores de la actividad científica,que, como dijimos, están firmemente apo-yados en la relación sustantiva entre el dis-curso teórico y la realidad empírica.Yendo ya al ejemplo que tomaremos en esteartículo para analizar y discutir el estatus dela ciencia frente a otras visiones del mundo,no falta quien dice que la astrología es unadisciplina tan válida como la astronomía.

Dado que, como ya comentamos, decir queun conocimiento es “científico” equivale –para la mayoría de las personas– a decir quees verdadero, instituido y “a prueba de fa-llas”, entonces, quienes buscan validar la as-trología muchas veces lo hacen sosteniendoque es una ciencia en tanto que posee unascaracterísticas “necesarias y suficientes” paraconstituirse como tal. Asumiendo que síexiste una realidad física exterior e indepen-diente de los observadores, y que dicha rea-lidad es cognoscible (aunque de un modosiempre provisorio y mediado), surgen almenos dos grandes cuestiones:

1. ¿Es el conocimiento científico más válidoque otros tipos de conocimiento para acce-der a esa realidad? ¿En qué aspectos seríamás válido? ¿Y para qué finalidades perse-guidas?2. ¿Qué determina si un sistema de conoci-mientos establecido socialmente es o nocientífico? Esta determinación, ¿se revisa alo largo del tiempo?

Especificando estas cuestiones en el ejemplo

que nos ocupa aquí, podemos entonces pre-guntarnos si la astronomía es más válida quela astrología como forma de conocimiento,y en qué sentido(s), y si la astrología puedeser considerada una ciencia de pleno dere-cho. Comenzaremos discutiendo de lleno lasegunda pregunta, referida a lo que los epis-temólogos tradicionalmente han denomi-nado el problema de la “demarcación” entreciencia y no-ciencia.

El problema de demarcaciónAdemás del interés teórico que puede tenerpara los epistemólogos el distinguir de ma-nera conceptualmente rigurosa la ciencia delas demás actividades humanas que no loson, esta cuestión tiene diversas aristas prác-ticas importantes (ver Mahner, 2007). Dadoque el estatus privilegiado del conocimientocientífico se traduce en beneficios económi-cos, de poder, de visibilidad y prestigio socialo de apoyo gubernamental, muchas formasde conocimiento aspiran al título de “cien-tíficas” para gozar de esos beneficios. Ésta esuna razón de peso, socialmente muy rele-vante, para intentar distinguir qué es cienciay qué no lo es. Por ejemplo, los gobiernosautorizan, apoyan y financian prácticas mé-dicas que se cree que están científicamenteavaladas. ¿Cómo decidimos cuáles deben serincluidas entre esas prácticas?El término “ciencia” –con indudables con-notaciones positivas– se ha usado en generalpara referirse a las ciencias naturales y a otrasdisciplinas que se les parecen lo suficiente(como algunas de las ciencias sociales más“maduras”). En general se ha excluido deeste rótulo a las humanidades y a otras acti-vidades “disciplinadas” que también tienenrespaldo académico. Para la discusión queaquí nos ocupa, consideraremos que tantolas ciencias naturales (biología, química, as-tronomía, etc.) como las ciencias sociales(sociología, psicología, lingüística, etc.) y lashumanidades (derecho, crítica literaria, filo-sofía, etc.) son parte de lo que el filósofosueco Sven Hansson llama la “comunidadde disciplinas del conocimiento” (2007);esto es, constituyen un conjunto de inves-tigaciones críticas y sistemáticas orien-tadas a adquirir la mejor comprensiónposible sobre el funcionamiento de la na-turaleza, los seres humanos y la sociedad.Es esta concepción amplia de “ciencia” laque tendremos en mente para analizar el lla-mado “problema de las pseudociencias” y

El Sol recorre 13 constelaciones durante el año: las 12 tradicionales del zodíaco másOfiuco, por donde pasa entre el 29/30 de noviembre y el 17 de diciembre.

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discutir sobre la naturaleza de la astrología.Así, de un lado tendremos todas las discipli-nas que se considera integran esa comuni-dad de disciplinas del conocimiento; y delotro, un conjunto de doctrinas tales comola astrología, la homeopatía, la parapsicolo-gía o la ufología, que entran en abierto con-flicto con las finalidades, enfoques, criterios,métodos y valores sostenidos desde las pri-meras.

No-ciencia, anticiencia y pseudocienciaDesde un punto de vista lógico, todo dis-curso y actividad fuera del ámbito de lasciencias aceptadas como tales contaría como“no-ciencia”. Sin embargo, esta categoriza-ción es poco útil porque unifica produccio-nes humanas muy diferentes en sus estilos,tradiciones, comunidades, propósitos y re-laciones con el “establishment”. Así, al inte-rior de la “no-ciencia” hay: disciplinas ysaberes socialmente aceptados y rigurosos,como las tecnologías, las artes y los deportes;actividades humanas tradicionales y de pres-tigio, como la gastronomía o la joyería; prác-ticas sociales antiguas y compartidas, comolas religiones; y los casos más particulares yespinosos de las “anticiencias” y las “pseudo-ciencias”. La categoría de saber “anticientífico” cons-tituiría un caso particular de no-ciencia,señalando prácticas que no sólo no son cien-tíficas, sino que también, en muchos de susaspectos, entran en contradicción manifiestacon la ciencia instituida. Aquí surge la pro-blemática de las religiones y su relación conel saber científico establecido, problemáticaque no será objeto de este artículo. A su vez,la “pseudociencia” sería un caso aún másrestringido de anticiencia, porque efectiva-mente está en contradicción (al menosparcial) con la ciencia, pero además se pre-senta ilegítima y engañosamente como tal.De ahí el uso del prefijo griego “pseudo”,con la idea de falso. Así, muchas prácticasinstituidas, e incluso respetadas mayoritaria-mente, pueden ser anticientíficas por con-tradecir los principios y criterios de la cienciade su época, sin por ello ser pseudocientífi-cas, al no pretender “apropiarse” del estatusde ciencia.En el caso de la pseudociencia, convieneagregar un componente “doctrinario” queusualmente las caracteriza. En este tipo deactividades aparece claramente la intenciónde propagar o legitimar doctrinas –esto es,

cuerpos dogmáticos y clausurados de cono-cimiento– por fuera del campo de la cienciahegemónica. Así, podríamos decir que te-nemos tres condiciones para que una prác-tica sea considerada pseudocientífica:

1. Que esté en contradicción con (aspectosde) la ciencia establecida.2. Que se la presente como pretendida-mente científica.3. Que constituya una doctrina no-cientí-fica o forme parte de una doctrina no-cien-tífica más amplia.

Por último, conviene señalar que en algunasocasiones el término “pseudociencia” seaplica a “saberes” que no cargan demasiadolas tintas en presentarse como científicos,pero cuyos principales exponentes tratan dedar la impresión de que representan el co-nocimiento más válido y confiable en tornoa alguna materia. Podrían ser ejemplos deesto la “upirología” (estudio de los vampiros)o la investigación sobre algunos fenómenoscalificados como “paranormales”.En la vida real, las categorías que hemos in-tentado definir más arriba y los criterios quelas sustentan pueden ser difíciles de aplicarde manera unívoca y terminante. Por ejem-plo, en el caso tan analizado y discutido dela homeopatía, sus defensores suelen ser am-biguos en relación con su oposición a la me-dicina alopática1, y también aparecen muymatizadas sus afirmaciones de que ellos hanalcanzado la mejor forma de tratamiento delas enfermedades. Todas las disquisicionesque anteceden, hacen que cualquier discu-sión acerca del carácter “pseudocientífico”de un cuerpo de conocimientos tenga queser abordada con cuidado y utilizando di-versas herramientas intelectuales comple-mentarias.

Algunos criterios para la demarcaciónMuchas escuelas epistemológicas se hanocupado del problema de demarcación yhan propuesto diversas soluciones, decomplejidad y sofisticación crecientes y, almismo tiempo, cada vez menos dicotómicaso estereotipadas. Podemos decir que actual-mente se ha renunciado a suponer la exis-tencia de un conjunto pequeño y biencaracterizado de criterios “necesarios y sufi-cientes” para definir unívocamente a algocomo ciencia (Laudan, 1983). Sin embargo,la epistemología ha progresado hacia discu-

siones más potentes, que llaman la atenciónsobre determinados aspectos insuficientes,inconsistentes o fraudulentos de las activi-dades pseudocientíficas. La idea de esta sec-ción es revisar rápidamente algunos de losmarcos teóricos construidos en los últimoscien años para demarcar entre ciencia ypseudociencia2, aplicándolos al binomio as-tronomía-astrología.

El positivismo lógico y su mirada“analítica”Para esta primera escuela profesional de laepistemología, las afirmaciones científicas, adiferencia de las metafísicas, no deben servagas ni ambiguas y deben tener contenidoempírico reconocible (es decir, hablar del“mundo real”). Como consecuencia de losdos requisitos anteriores, las proposicionesque constituyen el conocimiento científicose pueden verificar, es decir, es posible de-terminar sin lugar a dudas si son o no ver-daderas. Aunque este criterio se ha utilizadoclásicamente para distinguir ciencia depseudociencia, tiene dos problemas impor-tantes. En primer lugar, desde el punto devista histórico no resulta “justo” usarlo, dadoque fue concebido para distinguir la ciencia“positiva” de la metafísica y de otro tipode relatos más narrativos o argumentativossobre asuntos que trascienden lo empírico.En segundo lugar, su aplicación ingenuaconduce a problemas importantes cuandose están examinando afirmaciones de carác-ter altamente teórico, o de naturaleza pro-babilística, o que caen por fuera de lascapacidades técnicas disponibles en un de-terminado momento histórico.El requisito lógico y el requisito semánticoque subyacen a la condición de verificabili-dad se han usado, a menudo de manera de-masiado simplista y directa, para decir quelas afirmaciones de la astrología son “fórmu-las mal formadas” carentes de cientificidad:hacen generalizaciones apresuradas o super-ficiales sobre ciertas propensiones de la per-sonalidad o el carácter de los sujetos conbase en la configuración del cielo en el díade su nacimiento, o realizan prediccionesvagas e imprecisas, de vidriosa comproba-ción, apoyadas en la pretendida “influencia”de los cuerpos celestes sobre las vidas huma-nas. Efectivamente, éste es un problemamuy señalado de la astrología como doc-trina, pero muchos de sus representantes sedefienden señalando que existen dentro de

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ella afirmaciones muy precisas o, recíproca-mente, que la astronomía también realizaaseveraciones que no admiten verificaciónempírica (ejemplo de ello serían los modelosastrofísicos –por ejemplo, el de la estructurainterna del Sol–, modelos que nadie ha po-dido “comprobar” de primera mano).Es justamente la debilidad metodológica delos procesos de verificación directa la quelleva al filósofo y teórico de la ciencia aus-tríaco Karl Popper (1902-1994) a formularuna serie de críticas tempranas al positi-vismo lógico y a proponer un nuevo criteriode demarcación, que exponemos en el si-guiente apartado.

El falsacionismoPara Popper, un enunciado o un sistema deenunciados, para ser considerados científi-cos, deben poder ser puestos en conflictoexplícito con observaciones existentes o con-cebibles. A esta capacidad que tiene el sabercientífico de ser refutado por las evidenciasse la conoce como “falsabilidad”. Sin em-bargo, un uso estrecho de este criteriopuede dejar fuera algunas teorías muy acep-tadas (por ejemplo, el psicoanálisis freu-diano, según algunos críticos) e incluiralgunas fabricaciones pseudocientíficas(como las “mancias” que realizan prediccio-nes muy concretas).La astrología, en muchos aspectos, no re-sulta “falsable”, sobre todo por la vaguedady la generalidad de sus aserciones, que lablindan frente a la crítica y a la posibilidadde revisión. Pero algunas hipótesis astronó-micas –en particular, las de carácter cosmo-lógico, que “historizan” el surgimiento,

evolución y muerte de los cuerpos celestes–también pueden salvarse de la falsación ajus-tando ciertas condiciones y suposiciones uti-lizadas para derivarlas. Parece entonces sermás una cuestión cuantitativa que cualita-tiva: el excesivo grado de “acomodación” delas afirmaciones astrológicas para poder so-brevivir a las contrapruebas y objeciones quese les van presentando.Algunos intérpretes de la obra de Popperañaden a la falsabilidad otro criterio de de-marcación que tiene que ver más con la “ac-titud” de una disciplina –o más bien, dequienes la llevan adelante– de someterse ala vigilancia epistemológica a través de la crí-tica de los pares. Según esta visión, es con-dición necesaria de las ciencias que realicenintentos activos y sostenidos de someter aprueba sus teorías, buscando refutarlas,abandonarlas y sustituirlas para así progre-sar. Si bien este retrato popperiano de la“honestidad intelectual” de la empresacientífica resulta excesivamente ingenuo,no cuesta ver que las disciplinas genuina-mente científicas aceptan revisar en profun-didad sus fundamentos teóricos con muchamás rapidez y de forma mucho más efi-ciente que las pseudociencias, cuyos cuerposdoctrinarios permanecen inmutables porlargos períodos de tiempo. Desde estepunto de vista, el carácter “milenario” delsaber astrológico, a menudo mencionadopara realzar el prestigio de esta práctica, seríaprecisamente una de sus grandes falencias:los epistemólogos ponen bajo sospecha unconjunto de ideas y técnicas que logran so-brevivir inmutables a los progresos técnicosy a las revisiones conceptuales. Un ejemplocontundente del carácter “clausurado” delconocimiento astrológico aparece en la po-lémica en torno a la inclusión (o más bien,a la no inclusión) del “nuevo” signo zodiacalde Ofiuco (imagen de la página 20).

La imagen de ciencia como empresade resolución de problemasPara el filósofo de la ciencia e historiadorestadounidense omas Kuhn, la “ciencianormal” se dirige, más que a probar hipóte-sis (verificacionismo) o refutarlas (falsacio-nismo) de forma unívoca, a solucionar loque él llama “enigmas”, bajo la guía de unasformas de hacer compartidas (los famosos“paradigmas”). Por tanto, esta capacidad deresolver problemas sería el criterio de demar-cación privilegiado tanto para Kuhn como

para otros “nuevos filósofos de la ciencia” delas décadas del ’50 y ’60.Siguiendo el análisis kuhniano clásico delcaso que nos convoca, tanto en el pasadocomo en el presente la astronomía cumplióy sigue cumpliendo con este criterio, y portanto era y sigue siendo una ciencia, carac-terizada por una clase de preguntas y sus res-pectivas respuestas, “atravesadas” por unutillaje teórico y metodológico reconocible.En opinión de Kuhn, la astrología nuncafuncionó de este modo, dada su falta de res-puestas a problemas prácticos y técnicosbien delimitados y, fundamentalmente, porel hecho de que sus errores y fallas no dabansurgimiento a nuevos enigmas para ser re-sueltos. Por ello, debería ser excluida delconjunto de las ciencias. Popper no estuvomuy de acuerdo con este análisis y polemizócon Kuhn: para él la astrología sí resolvía, enotras épocas históricas, un conjunto de pro-blemas (aunque menores) de interés hu-mano (nosotros podríamos vincular esosproblemas “astrológicos”, por ejemplo, a laagricultura, la preparación de la guerra o elculto religioso). Para Popper, entonces, estecriterio kuhniano mostraba ser falible parademarcar adecuadamente.

La recuperación de la ideade progreso científicoImre Lakatos, discípulo de Popper, propusouna alternativa novedosa al problema de de-marcación. Según él, el carácter científico ono científico de una teoría puede estable-cerse con relativa independencia de los he-chos, en el sentido de que una ciencia puedetener aserciones teóricas con escaso apoyoempírico en un determinado momento(míticamente, sería el caso de la relatividadde Einstein), o una pseudociencia puedeestar de acuerdo con las evidencias disponi-bles (como en el caso del creacionismo, que“lee” los hechos empíricos de manera acrí-tica y literal para acomodarlos a sus afirma-ciones). Lo que demarcaría entre unas yotras, entonces, sería la “progresividad” o“degeneratividad” de sus programas de in-vestigación. En los programas degenerati-vos, propios de las pseudociencias, losmarcos teóricos se van creando “a medida”para acomodar la evidencia conocida y es-tablecida, pero hay poca o ninguna capaci-dad de hacer predicciones sorprendentesque encuentren a posteriori apoyo empíricoy permitan avanzar en la investigación. En

El hecho de que los saberes dela astrología se presenten ile-gítima y engañosamente comocientíficos constituye, más alláde las cuestiones conceptua-les, una forma más del engañoy la mentira.

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CIENCIA Y NO-CIENCIA

este sentido, se podría argumentar que la as-trología se fabrica unos “tipos ideales” vin-culados a la mitología grecorromana, perono propone hipótesis novedosas que rom-pan con las creencias enquistadas.En la misma línea conceptual, el filósofo ca-nadiense Paul agard describe otras dos ca-racterísticas usuales de las pseudociencias:(1) sus practicantes no hacen intentos dedesarrollar o expandir la teoría hacia la so-lución de nuevos problemas y de evaluar esateoría en relación con otras ya establecidas,y (2) se muestran particularmente selectivosa la hora de considerar las confirmaciones yrefutaciones “pertinentes” para su cuerpo deconocimiento. Así, la astrología se nospresenta como un saber exageradamenterespetuoso de la tradición “heredada”, queademás mira sólo determinados hechos queajustan a sus propias expectativas.

Las normas epistémicas al interiorde las comunidades científicasEn los inicios de la sociología de la cienciacomo disciplina (mediados del siglo XX),autores como Robert Merton (sociólogo es-tadounidense) caracterizaron la ciencia, y ladistinguieron de otras prácticas, por mediode un “ethos” –esto es, una forma de pre-sentarse a la opinión pública–. Este ethossuponía una serie de imperativos, talescomo la naturaleza universal, comunitaria

y pública del conocimiento científico, eldesinterés y la neutralidad de la investiga-ción, y el “escepticismo organizado”, esdecir, la capacidad crítica y autocorrectivade la actividad.El incumplimiento de estos y otros impera-tivos ha sido usado como argumento con-tundente en contra de la cientificidad de laastrología y otros saberes pseudocientífi-cos. Sin embargo, la aplicación de estasideas teóricas debe realizarse con extremocuidado. Tomemos como ejemplo el ca-rácter institucional, escrito, público, co-municado y “enseñable” del conocimientocientífico. Muchas pseudociencias, a lo largode su devenir histórico, fueron desarro-llando maneras cada vez más “formalizadas”de hacer circular sus saberes. Estos cuerposde conocimiento, incluso, se pueden “estu-diar” en instituciones y cuentan con maes-tros y libros. Inversamente, parte del saberusualmente considerado como científicotiene una circulación muy restringida, porejemplo, en el caso de las patentes industria-les o los secretos militares.

Hacia un enfoque “multicriterial”Numerosos autores inscritos en corrientesepistemológicas recientes y actuales (entreellos, el argentino Mario Bunge [1982]) hanpropuesto utilizar un conjunto de criteriosarticulados para identificar la pseudociencia.

La propuesta multicriterial del citadoHansson señala siete características que cabeesperar encontrar en las pseudociencias:1. Creencia exagerada en la autoridad,mayormente fundada en la tradición. Así,en la astrología se invoca a los “clásicos”como fuente del saber fundamental de ladisciplina, sin esgrimir razones ulteriorescomo la formación, institución de proce-dencia, publicaciones o logros evaluables deestos personajes.2. Experimentos y observaciones no re-petibles, casos únicos. Si bien la astrono-mía se ocupa de muchos fenómenos únicose irrepetibles, sobre los cuales además es im-posible realizar “experimentos” en sentidoestricto, estos casos son evaluados contra eltelón de fondo de las reglas generales, quetienen carácter teórico y están fundamenta-das en entidades y mecanismos bien defini-dos. En la astrología, en cambio, los casosúnicos y las excepciones abundan, y las ge-neralizaciones tienen a menudo un carácteranecdótico, accidental o arbitrario, basadopor ejemplo en la descripción clásica deldios griego que da nombre al planeta invo-lucrado.3. Selección intencionada de ejemplos y4. Evitación de los mecanismos de pruebarigurosos. Éstas son dos características clá-sicas de las pseudociencias, consignadas enlos apartados de más arriba, que restringen

Las conjunciones planetarias tienen una simbología mítica para la astrología, pero resultan de posiciones fortuitas y relativas,vistas desde nuestra perspectiva en la Tierra.

Marte

Conjunciónmayo de 2011

Mercurio

Júpiter

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Las Pléyades (M 45) son un cúmulo estelar abierto que se encuentra a 450 años luz, contiene estrellas relativamente jóvenes, dealrededor de 50 millones de años, y es observable a simple vista. Se pueden contar allí hasta siete estrellas pero, en realidad, sonmás de 400. A través de la fotografía astronómica se descubre ese gas y polvo azul, producto de la reflexión de la luz de las estrellasmuy masivas y calientes, cuya radiación dispersa el polvo de la nebulosa que las rodea, en algunos casos, en forma de filamentos.Se supone que el encuentro es casual y que no se trata de la nebulosa que le diera origen a este cúmulo de estrellas, sino de unanube tenue de materia interestelar que está “pasando” entre las Pléyades. Dentro de unos 250 millones de años, el cúmulo noexistirá más, ya que se habrá dispersado debido al movimiento propio de cada componente. Foto: Ezequiel Bellocchio.

Las Pléyades (M 45) son un cúmulo estelar abierto que se encuentra a 450 años luz, contiene estrellas relativamente jóvenes, dealrededor de 50 millones de años, y es observable a simple vista. Se pueden contar allí hasta siete estrellas pero, en realidad, sonmás de 400. A través de la fotografía astronómica se descubre ese gas y polvo azul, producto de la reflexión de la luz de las estrellasmuy masivas y calientes, cuya radiación dispersa el polvo de la nebulosa que las rodea, en algunos casos, en forma de filamentos.Se supone que el encuentro es casual y que no se trata de la nebulosa que le diera origen a este cúmulo de estrellas, sino de unanube tenue de materia interestelar que está “pasando” entre las Pléyades. Dentro de unos 250 millones de años, el cúmulo noexistirá más, ya que se habrá dispersado debido al movimiento propio de cada componente. Foto: Ezequiel Bellocchio.

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CIENCIA Y NO-CIENCIA

EN INTERNEThttp://www.planetario.gob.ar/[email protected]

el alcance y la validez de la “verificación”propuesta por los neopositivistas. La astro-logía apoya sus aserciones en un surtidorestrictivo de casos, leídos a menudo de ma-nera literal (lo que muestra una concepciónno científica de la idea de evidencia). Ade-más, evita las situaciones que sirvan paraponer genuinamente a prueba sus explica-ciones y predicciones.5. Desatención a la información contra-dictoria y 6. Subterfugios de blindaje.Estas otras dos características, también dis-cutidas parcialmente en el análisis prece-dente, son las que reducen la potencia dela “falsación”. Las refutaciones que la astro-logía va encontrando en su camino sonconsistentemente minimizadas. Además, lapropia construcción de las predicciones as-trológicas, con su lenguaje ambiguo y suescasa precisión (por ejemplo, en tiempo yen espacio) protege los “fundamentos” deser puestos en cuestión, a la vez que da lasensación de que estos consiguen éxitospredictivos. En este sentido, los “horósco-pos” serían el ejemplo más paradigmáticode este proceder pseudocientífico, con afir-maciones del estilo de “Podrá desarrollarsu visión creadora siempre y cuando lo queusted desee sea lo suficientemente fuerte”.En esta instancia (típica), no se dan de-talles de cuándo sucederá lo predicho(“podrá desarrollar”), se habla de situa-ciones de gran vaguedad semántica (“vi-sión creadora”) y se ponen cláusulas derestricción del alcance de la predicción(“siempre y cuando”).7. Abandono de explicaciones sin rem-plazo. En las pseudociencias sucede a me-nudo que aquellos elementos francamentecontradichos o problematizados son aban-donados sin más, con escasos intentos deproveer explicaciones alternativas o con-ceptualizaciones superadoras.

ConclusiónA lo largo de este artículo nos hemoshecho eco de diversos argumentos que sehan esgrimido para “demostrar” que la as-trología no es una ciencia ni tiene elmismo grado de validez que la astrono-mía. Resulta interesante destacar una con-clusión que emerge tras el análisis: ningunode los argumentos es de por sí contundentey terminal, sino que más bien funcionan“por acumulación”. Así, aunque ningúncriterio aislado alcanza para diferenciarciencia de pseudociencia, de la considera-ción conjunta de los diversos criteriosemergen profundas diferencias.Señalábamos al comienzo de este artículoque la ciencia es considerada por la ma-yoría de las personas como una forma su-perior de conocimiento. Más allá de queen su forma extrema y acrítica esta per-cepción es perniciosa, es necesario reco-nocer que la ciencia ha mostrado unaextraordinaria progresividad en su intentode comprender el mundo y, notable-mente, de controlarlo y manipularlo (parabien y para mal, según los casos y los gus-tos). Sería deseable entonces que todaslas personas tuvieran una actitud críticay fundamentada frente al conocimientocientífico y frente a cualquier otro sis-tema de pensamiento. Del mismo modosería deseable que todo ciudadano fueracapaz de reconocer aquellas formas delsaber que –para su suerte o su desgracia,según quién lo analice– no se correspondencon los cánones de la empresa científica.Esta capacidad se vuelve especialmente im-portante cuando, como es frecuentementeel caso de la astrología, estos saberes se pre-sentan ilegítimamente como científicos, yaque, más allá de las cuestiones conceptualesaquí discutidas, se trata entonces de unaforma más del engaño y la mentira. n

Los autores Leonardo González Galli es Doctor enCiencias Biológicas (FCEN-UBA) y Profesorde Enseñanza Media Superior en Biología(FCEN-UBA). Es investigador del CONICET yprofesor adjunto en el Profesorado de Biolo-gía de la Facultad de Ciencias Exactas y Na-turales de la UBA. También se desempeñacomo director y docente de la Escuela Argen-tina de Naturalistas (Aves Argentinas - Aso-ciación Ornitológica del Plata).Agustín Adúriz-Bravo estudió física, episte-mología y didáctica de las ciencias naturalesen la Universidad de Buenos Aires (Argen-tina), la Universitat Autònoma de Barcelona(España) y el King's College London (ReinoUnido). Actualmente es Docente-Investiga-dor del Instituto CeFIEC de la Universidad deBuenos Aires.

1 “Medicina alopática” es la expresión conla cual los homeópatas se refieren a la me-dicina convencional, ortodoxa y de basecientífica occidental.2 Esta sección sigue de cerca la exhaustivarevisión conceptual que se hace en el artículode la Stanford Encyclopedia of Philosophy.

ReferenciasBunge, M. (1982). Demarcating sciencefrom pseudoscience. Fundamenta Scien-tiae, 3, 369-388.Chalmers, A.F. (2000). ¿Qué es esa cosa lla-mada ciencia? Madrid: Siglo XXI Editores. 3ªedición revisada y ampliada; original en in-glés de 1999.Hansson, S.O. (2007). Values in pure andapplied science. Foundations of Science,12, 257-268.Laudan, L. (1983). The demise of the demar-cation problem, en R.S. Cohan y L. Laudan(eds.). Physics, philosophy, and psychoanaly-sis, pp. 111-127. Dordrecht: Reidel.Mahner, M. (2007). Demarcating sciencefrom non-science, en Theo Kuipers (ed.).Handbook of the philosophy of science: Ge-neral philosophy of science: Focal issues,pp. 515-575. Amsterdam: Elsevier.

Lectura sugeridaBunge, M. (2010). Las pseudociencias,¡vaya timo! Pamplona: Laetoli.

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ASTROFÍSICA

¿El ADN de las galaxias tempranas?CÚMULOS GLOBULARES

Por Dr. Juan C. Forte, CONICET - Planetario de la Ciudad de Buenos Aires Galileo Galilei.

Confundidos entre las estrellas observables a simple vista, y a veces catalogados como tales, existenalgunos objetos cuya real naturaleza se manifiesta a través de pequeños telescopios: los cúmulosglobulares. Aquí intentaremos integrar estos objetos a los fenómenos globales de formación estelary de galaxias, para sacarlos de la categoría de “simples y antiguos”, como comúnmente se los men-ciona. Además, los cúmulos globulares parecen contener “información genética” que permitereconstruir las características globales de algunas galaxias a gran escala.

I) La “simple” naturaleza de loscúmulos globulares (CGs)Frecuentemente, se puede leer que “los CGsson poblaciones estelares simples y antiguas, dis-puestas en una configuración esferoidal, lo cualles da su nombre. Sus estrellas están sujetas alcampo gravitatorio que originan en conjunto”. Efectivamente, los estudios dinámicos(basados en el movimiento de las estrellasde esos cúmulos) indican un rango de10.000 a 2 millones de masas solares (Mo,en lo que sigue) en los CGs, con un pro-medio de 250.000 Mo para los de la VíaLáctea, que posee unos 150 cúmulos de

ese tipo. Sus regiones centrales tienen ta-maños que varían entre 1 y 15 años luz,mientras que sus periferias pueden exten-derse hasta varias decenas de años luz.Cuenta la anécdota, con algunas variantes,que durante una conferencia un astrónomoteórico se refirió a las estrellas como “estruc-turas relativamente simples”. Llegado el mo-mento de las preguntas, otro astrónomo(pero observacional) le comentó humorís-ticamente: “Permítame decirle que ustedtambién se vería bastante simple a 30 añosluz de distancia”.Aquella historia sirve para definir algunos

perfiles profesionales, pero además es útilpara describir la situación de los CGs du-rante décadas. Dado que son objetos lejanos,nuestro entendimiento de sus característicasha estado fuertemente limitado por las capa-cidades instrumentales para observarlos.Nótese que los CGs son mucho más masi-vos que la otra categoría de cúmulos que hayen nuestra galaxia, los “abiertos”, con los queno mantienen ninguna relación “genética”.Mientras actualmente vemos la formaciónde sistemas que evolucionarán como cúmu-los abiertos (o “galácticos”, como se los llamaa veces en forma algo inapropiada), ello no

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ASTROFÍSICA

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ocurre con los CGs. Este hecho es muy cu-rioso, pues la Vía Láctea aún posee suficientematerial nebular para formar CGs. El hechode que esto no ocurra hoy día sugiere fuer-temente que algunas condiciones que sedieron en el pasado para formarlos, no se re-plican en la actualidad.

Su importancia históricaDurante el siglo XX los CGs jugaron un papelcrucial en un par de aspectos. El primero, alayudar a situar el centro de la Vía Láctea y per-mitir calcular su distancia al Sol, trabajo hechopor Harlow Shapley alrededor de 1915. Yluego, a fines de la década de los ’50, al guiarlos primeros trabajos teóricos sobre la evolu-ción de estrellas comparables al Sol.En esos momentos el dilema era: una vezgenerado el helio a partir de cuatro átomosde hidrógeno, ¿que pasaría con ese helio? ¿Sedifundiría por toda la estrella? ¿Quedaríainerte en sus regiones centrales? Este últimoresultó ser el caso, tal como sugería la distri-bución de brillos y temperaturas de las es-trellas de los CGs.Las estrellas más brillantes de los CGs tienenmasas comparables a la del Sol, pero en algu-nas se ha iniciado un camino que las llevaráa convertirse en sub-gigantes y, luego, en gi-gantes. Las regiones centrales de esas estrellasalcanzan temperaturas suficientes como paraproducir el llamado “flash de helio”. Esta “ig-nición” ocurre de manera muy violentacuando el centro de la estrella llega a unos100 millones de grados Kelvin y el helio em-pieza a transformarse en carbono.

Ese fenómeno es una especie de límite quesepara la evolución estelar en dos grupos biendefinidos. En las estrellas más masivas, elhelio nunca queda inerte (no hay tal flash),crea carbono y, sucesivamente, apareceránotros elementos químicos más complejos enforma continua y en distintas capas. En lasestrellas similares al Sol o menos masivas, elflash de helio desencadena una serie de epi-sodios evolutivos bastante complejos. Por unlado, la estrella, luego de convertirse en gi-gante, perderá una fracción importante desu masa, que será eyectada al espacio, mien-tras se convierte en un objeto de mayor tem-peratura y color más azulado. Luego, el flashde helio ocurre nuevamente (en una capaque rodea al núcleo), una vez que esas es-trellas vuelven a convertirse en gigantesrojas y repiten otro episodio de pérdida demasa, más importante que el primero. Es unprolegómeno al acto final, que las llevará atransformarse en “enanas blancas”, con enor-mes estructuras cristalinas en su interior.El calificativo de “antiguos” que se daba a losCGs empezaría a recibir más atención luegodel desarrollo de aquellos modelos teóricos;más aún cuando las edades de los CGs resul-taron próximas a los 12 mil millones de años.Si se consideran los errores, esas edades noestán lejos de la edad del universo. El hechode que los CGs tuvieran su origen poco des-pués del Big Bang reavivó el interés cosmo-lógico en esos sistemas, y ubicó su apariciónen los albores del universo, posiblemente,antes de que las galaxias a las que están aso-ciados estuvieran totalmente formadas.

Ese concepto ha sido central en muchas in-vestigaciones posteriores, pero más allá de laidea intuitiva, el vínculo cuantitativo entrelos CGs y las galaxias a las que pertenecenno ha sido totalmente establecido. Peor aún,el mecanismo por el cual se forman los CGsno es conocido en detalle.

Diferentes fenómenos en los CGsVolvamos al casi ominoso calificativo de“sistemas simples”, que conlleva un “... yaburridos”. En sus orígenes, los CGs estu-vieron poblados por numerosas estrellasmasivas que terminaron sus vidas de ma-nera más o menos catastrófica, hasta ha-cerse poco conspicuas en el rango óptico.Hoy las detectamos bajo la forma deenanas blancas, estrellas de neutrones yagujeros negros (de masa estelar). Estos objetos, a veces, se manifiestan demanera espectacular. Entre esa clase de fe-nómenos puede mencionarse a los “erupto-res de rayos X”: estrellas dobles donde unaposee alta temperatura y, eventualmente, re-cibe material de su compañera, lo que pro-duce emisiones breves y energéticas (bursts).Más sorpresivo aún fue el descubrimiento delos llamados “pulsars de milisegundos”. Estofue difícil de interpretar, pues los pulsarsson, mayormente, remanentes de superno-vas: estrellas jóvenes que explotan y que danorigen, en ese proceso, a estrellas de neutro-nes, y que no debieran estar presentes ensistemas viejos como los CGs. Tales estrellas(donde protones y electrones han sido amal-gamados para formar neutrones) giran a altavelocidad y poseen fuertes campos magné-ticos. Estos hechos combinados dan origena los pulsos con períodos del orden de frac-ciones de segundo (descubiertos, en prin-cipio, en el rango de las ondas de radio).El estado de la materia en los pulsars es su-mamente peculiar, ya que alcanzan densida-des de cientos de millones de toneladas porcentímetro cúbico. Con el tiempo, los pul-sars pierden energía de rotación y la capaci-dad de producir esos pulsos, cuyos períodosse van alargando paulatinamente. Sin em-bargo, los pulsars en los CGs tienen períodosmuy cortos (del orden de milisegundos) eimplican un origen distinto. En este caso, laexplicación pasa por la formación de estrellasdobles mediante la captura de una compa-ñera adecuada, fenómeno durante el cual laestrella de neutrones gana energía de rota-ción y “vuelve a la vida” como pulsar.

Cúmulo globular NGC 6397 en la constelación del Altar, uno de los más brillantes entreuna población de alrededor de 150 objetos similares que pertenecen a la Vía Láctea.

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ASTROFÍSICA

El hecho de que algunas estrellas binariasexóticas, los eruptores de rayos X y los pulsarsde milisegundos sean observables en las re-giones centrales de los CGs, indica que laaparición de tales sistemas está acoplada aprocesos de captura dinámica en medios dealta densidad estelar, como la que se da enlos núcleos de los CGs. Al panorama des-cripto hay que agregar la presencia de radia-ción gamma de alta energía, cuyo origenseguramente está conectado con la existenciade ese tipo de sistemas binarios.Entre los posibles resultados de la forma-ción de binarias en el campo gravitatorioglobal de un CG se encuentra el de formarpares de estrellas de neutrones. La pérdidade energía orbital en esos sistemas puededesembocar, eventualmente, en la coales-cencia de las estrellas de neutrones y en la li-beración de enormes flujos de radiacióngamma. Esto convierte a los CGs en siste-mas potencialmente perjudiciales para lavida. Un ejemplo es el caso de 47 Tucanae,uno de los CGs más masivos y cercanos alSol. Este cúmulo se mueve orbitalmente enla Vía Láctea y, ocasionalmente, se acerca adistancias del orden de 3000 años luz del Sol.Tal cercanía puede durar algunas decenasde millones de años. Si en ese lapso se pro-dujera una coalescencia como la descripta,el fenómeno tendría efectos nocivos para lavida sobre nuestro planeta. El flujo de rayosgamma sería suficiente para alterar la es-tructura de la atmósfera terrestre, con todoslos efectos colaterales que ello implicaría.

II) El mecanismo de formaciónde los cúmulos globularesMás recientemente, la evolución de la calidadde las medidas fotométricas (brillo y color)mediante grandes instrumentos, ha permi-tido la detección de dos y, a veces, hasta trespoblaciones estelares distintas con diferentesedades y composición química dentro de unmismo cúmulo. Debe aclararse que la com-posición química, muchas veces (y tambiénen este artículo), recibe la denominación de“metalicidad” en la jerga astrofísica.La presencia de dos poblaciones de estrellases el caso más frecuente y se ratifica mediantela determinación espectroscópica de la abun-dancia de ciertos elementos químicos. Talesdiferencias que, hasta hace poco, hubieransido calificadas como sutiles, han tomadouna importancia central, como veremos másadelante.

A esta altura, es posible hacer un pequeñoparéntesis para enfatizar que, con todas lascaracterísticas descriptas, es difícil manteneraún a los venerables CGs dentro de su his-tórica clasificación como sistemas “simples”.La existencia de poblaciones múltiples den-tro de un CG se ha convertido en un acer-tijo, pero posiblemente y más allá de eso, enuna pista muy atrayente para tratar de expli-car el origen de esos sistemas. El punto departida tiene que ver con la presencia de al-gunos elementos químicos, por ejemplo, elsodio, que aparece en ciertas proporcionesen algunas estrellas y aumenta en otras. Estasituación sugiere que el material nebular queoriginó esas estrellas no era el mismo.Un posible escenario que explicaría esta ca-racterística propone una secuencia con varioscomponentes. Por un lado, una suficientecantidad de material nebular para formarmuchas estrellas. Luego, la aparición de unapoblación estelar “precursora” capaz de evo-lucionar rápidamente y enriquecer ese ma-terial en términos de elementos químicospesados. Esa especie de “mecha”, a su vez,origina la llamada población primaria, a tra-vés de un proceso de formación estelar quese propaga en forma viral a través de lanube nebular. La población primaria producirá, en pocosmillones de años, una apreciable cantidadde estrellas masivas que, al explotar en formade supernovas o a través de vientos estelaresmuy violentos, disipará la nube nebular ori-ginal, lo que disminuirá la masa total y lafuerza gravitatoria que provee la cohesióndel sistema.El resultado será un grupo estelar en expan-sión que tenderá a diluirse en el espacio. Sinembargo, en unos cien millones de años, al-gunas de sus estrellas evolucionarán a travésde procesos no explosivos, pero liberaránuna apreciable cantidad de gas, ahora enri-quecido por elementos químicos generadosen sus interiores. Si nada interfiere, ese gastenderá a acumularse (en lo que se deno-mina flujos de enfriamiento) en las cercaníasdel centro de gravedad del sistema en expan-sión. Allí, nuevamente, generará una tercerapoblación estelar, ahora bajo la forma de loque llamamos cúmulo globular.Según las observaciones, el 80% de las es-trellas de un CG pertenecerían a la pobla-ción secundaria, y sólo el 20% (detectable,por ejemplo, mediante el porcentaje desodio) tiene que ver con la primaria.

Las huellas del pasadoA decir del astrónomo italiano Alvio Renzini,éste no es un escenario ideal sino el “menosimplausible”, y sugiere que la formación delos CGs fueron sucesos de característicasmucho mas “titánicas” de lo que podíamosimaginar en un pasado relativamente re-ciente. Unos pocos cálculos elementales in-dican que para formar un CG “promedio”(de unas 250.000 masas solares), pudieronhaber hecho falta varios millones de masassolares en forma de estrellas, que conforma-ron las poblaciones precursora y primaria, yque luego se desparramaron por el espacioque ocupa una galaxia.Esas estrellas comparten algunas característicascon el CG resultante (que podríamos llamar“residual”), como la abundancia de algunoselementos pesados como el hierro; pero difie-ren, sutilmente, en las proporciones de otros,como el sodio y el aluminio, cuyas abundan-cias originales en la nube estelar fueron mo-dificadas por la población primaria.Este panorama es coherente con una situa-ción curiosa discutida en un trabajo publi-cado hace unos diez años. Allí se hacía notarque, usando los CGs como “trazadores”, eraposible reconstruir las características globalesde una galaxia en gran escala. Si bien un CGes una fracción muy pequeña del eventoestelar que le dio origen, puede contenerinformación sobre la edad, composiciónquímica, distribución espacial y movimien-tos de aquellas poblaciones casi coetáneas yancestrales dentro de las cuales se formaron.

III) Cúmulos globulares extra-galácticosA priori, sabemos que aquello no sería co-rrecto para todas las galaxias, pues los CGsson sistemas viejos y algunas galaxias nosmuestran procesos de formación estelarmás o menos recientes (por ejemplo, lasgalaxias espirales). Sin embargo, hay algu-nas galaxias donde toda la historia de laformación estelar se comprime a un par demiles de millones de años, luego del BigBang. A partir de allí, poco ocurre en tér-minos de formación de estrellas. Esas gala-xias son las llamadas de “tipo temprano”(básicamente, elípticas y discoidales S0).Desde luego que, a lo largo del tiempo, pue-den ocurrir procesos de fusión con otras ga-laxias. Si dos galaxias que participan de eseproceso no poseen gas, habrá espectacularescambios morfológicos (por ejemplo, discosconvirtiéndose en esferoides), pero no en tér-

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minos de las poblaciones estelares origina-les que las formaban ni en su composiciónquímica global. Esos son los denominadosprocesos de fusión “secos” (dry mergers, eninglés). Los “húmedos”, en contraste, invo-lucran material nebular (gas y polvo) y seasocian con formación estelar muchas vecesviolenta y espectacular.Antes de seguir, debemos aclarar que sólo lasestrellas individuales de los CGs de la VíaLáctea y de algunas galaxias del llamadoGrupo Local, son “resolubles” con nuestrosinstrumentos actuales. A mayores distancias,los CGs se ven cada vez más pequeños. A ladistancia a la que se encuentra el cúmulo degalaxias más próximo, el de Virgo (a 50 mi-llones de años luz), los CGs tienen la apa-riencia de “imágenes estelares” y se los puedeconfundir con las estrellas más débiles y le-janas de nuestra propia galaxia. Éste, sin em-bargo, es un inconveniente manejable, yaque las velocidades radiales (debidas a movi-mientos a lo largo de la línea de la visual) deestrellas y cúmulos son marcadamente dife-rentes y permiten diferenciarlos entre sí.Más difícil es interpretar qué significa ese“punto” de luz en el que se convierten cen-tenares de miles de estrellas, en términos as-trofísicos. En esa situación observamos laspropiedades “compuestas”, es decir, el resul-tado de combinar todas esas estrellas en unaúnica imagen. El análisis espectroscópicopermite, entonces, determinar la composi-ción química y la edad promedio de las es-trellas de ese CG.

Dos familiasEs posible detectar dos familias diferenciadasde CGs. Por un lado, cúmulos con muy bajaabundancia de elementos pesados, muy ho-mogéneos, que muestran baja concentraciónhacia el centro de las galaxias. La distribuciónespacial de esos CGs es similar a la de los lla-mados halos de baja metalicidad, conforma-dos por una población difusa de estrellasindividuales, pobres en elementos químicospesados. Una característica destacable es quelos CGs de baja metalicidad son “omnipre-sentes” y prácticamente son observables entodas las galaxias.Una segunda familia de CGs, por el con-trario, muestra un rango de abundanciasquímicas más amplio y, también, una con-centración espacial más evidente hacia elcentro de las galaxias. Estos objetos tambiéncomparten características de distribución es-

pacial y de composición química, pero conlas estrellas individuales que pertenecen a los“bulbos” (o bulges, en inglés).La dualidad de los CGs, conocida en la jergacomo “bi-modalidad”, es una característicaque varía para cada galaxia según sea sumasa. En las más masivas, los bulbos son elcomponente dominante (85% de la masa es-telar), y decrecen en importancia relativa amedida que las galaxias son menos masivas.Por el contrario, en las galaxias enanas (conmasas estelares debajo de 1000 millonesMo), en promedio, los bulbos desapareceny se convierten en “halos puros”.La idea subyacente ante tal panorama es quelas galaxias menos masivas no son capaces deretener gravitatoriamente aquellos elementosquímicos complejos generados por sus estre-llas más masivas. Es decir que, al explotaresas estrellas como supernovas, el materialeyectado se desvincula de la galaxia y no la“auto-enriquece”. Esa capacidad, sin embargo,aumenta a medida que la masa estelar crece,y da origen a bulbos más masivos y química-mente más complejos (y a sus CGs asociados).A medida que la masa estelar de una ga-laxia aumenta, también lo hace el númerode CGs. Las galaxias enanas pueden tenerunos pocos cúmulos, mientras que ob-jetos extremos, como la galaxia giganteNGC 4486 (M 87), llegan a poseer unos15.000 cúmulos (unos 10.500 pertene-cientes al halo de baja metalicidad y otros4500 a su población de tipo bulbo).

La relación de los CGs con las estrellasde su galaxiaUna hipótesis que ha resultado exitosa paradescribir la estructura en gran escala de ga-laxias tempranas asume que cada cúmuloglobular es trazador o representativo de unamasa estelar (mucho mayor), que comparteprácticamente la misma composición quí-mica (salvo algunos elementos particulares),la misma edad y, estadísticamente, la mismadistribución espacial. La vinculación cuanti-tativa viene dada por una ecuación diferencialmuy simple, que indica que el número deCGs por unidad de masa de la población es-telar difusa aumenta rápidamente cuando lacomposición química se hace más pobre. Así,los CGs asociados con los halos de baja me-talicidad se forman más eficientemente (en re-lación a la masa estelar total) que aquellos quelo hacen en un medio ambiente más denso,como el que se da en los bulbos galácticos.Es posible que esa dependencia de la relaciónentre estrellas de campo y CGs con la com-posición química sea indirecta. Sabemos quelas mayores abundancias de elementos quími-cos pesados se dan en medios estelares densos(por ejemplo, las regiones centrales de las ga-laxias masivas), lo que indicaría que la super-vivencia de un proto-CG es menor en esosambientes. Por el contrario, las bajas densida-des estelares, características de los halos de bajametalicidad, podrían favorecer la formaciónde los flujos de enfriamiento que desemboca-rían en la aparición de los CGs.

El color y la química en los CGsSi bien es posible realizar un estudio es-pectroscópico de los CGs lejanos, esto esmuy demandante en cuanto a tiempos deobservación. Por ejemplo, un telescopio de8 metros de diámetro (como los del Obser-vatorio Gemini, del cual Argentina participaa través del Ministerio de Ciencia y Tecno-logía) requiere exposiciones de unas 10horas por campo (de unos 5 minutos dearco por lado). Cubrir todo el campo deuna galaxia por ese camino requeriría mu-chas horas. Esto es inviable frente a lacompetencia con otros proyectos astronó-micos que usan el mismo telescopio. Afor-tunadamente, hay un método que permiteinferir la abundancia química: el color dela imagen de un CG. Ese color es muchomás simple y rápido de medir si combina-mos dos (o más) filtros adecuados.En ese sentido, existe un hecho que facilitalas cosas: en los sistemas estelares anti-

guos, la edad casi no tiene efecto sobre elcolor integrado, y éste sólo depende de laabundancia química. Brevemente, cuantomás abundantes son los elementos quími-cos pesados, más rojo se torna el color in-tegrado de una población estelar coetáneay antigua. Esta situación se da pues esoselementos tienden a bloquear más la luzde la zona azul-ultravioleta que la de la re-gión roja-infrarroja del espectro electro-magnético.La forma de realizar estudios de volumenmasivo, entonces, combina ambas técni-cas: se seleccionan algunos campos conCGs que son estudiados en detalle me-diante espectroscopía, y luego sus coloresson calibrados para que “indiquen” la com-posición química de cada CG. Esto permiteinferir abundancias para miles de objetoscon una inversión razonable de tiempo deobservación de sus colores integrados.

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Detrás de este panorama subyace un temafundamental. ¿Cómo se hace para mantenerunida una gran masa nebular durante ellapso en el que se forman las poblaciones deestrellas “precursora” y “primaria”, y antes deiniciar el proceso de disrupción? La respuestapodría ser: a través de la fuerza gravitatoriaprovista por “mini-halos” de materia oscura,que funcionarían como las cunas de esosgrandes eventos de formación estelar. Esoshalos mantendrían su existencia hasta fusio-narse con otros halos de la misma naturalezay pasarían a formar parte de un gran “océano”de materia oscura. A su vez, el CG formadoperdería su asociación evidente con el halo.La materia oscura es uno de los pilares de losmodelos cosmológicos actuales, y pese a que

no sabemos qué podría ser (¿partículas sub-atómicas del tipo neutrino?), es un elementomuy “ubicuo”. Dicho de otra manera, si lamateria oscura no existiera, no comprende-ríamos gran parte de los fenómenos astrofí-sicos que intentamos explicar. Es necesario destacar que existe toda unalínea de pensamiento que propone la inva-lidez de la aproximación newtoniana paracalcular fuerzas gravitatorias sobre escalasespaciales muy grandes. La alternativa, co-nocida como “mecánica milgromiana” (enhonor a su autor, Mordehai Milgrom), ba-talla empecinadamente contra las ideas queprevalecen, y propone que la ley de Newtondebe ser modificada cuando se aplica a esca-las espaciales muy grandes.

Los CGs tienen algo que decir respecto a lamateria oscura. Nuestro conocimiento dela forma en que se mueven las estrellas engalaxias lejanas viene, mayormente, del aná-lisis de la luz integrada. O sea, no vemos“una” estrella en particular, sino la luz acu-mulada de todas ellas. Para determinar lamasa de las galaxias, se analiza el ensancha-miento de las líneas espectrales del conjuntoestelar debido a sus movimientos (y al efectoDoppler asociado). Un serio problema loconstituye el hecho de que las galaxias soncomo icebergs, fáciles de ver en sus partesbrillantes y muy difíciles de detectar en lasregiones más externas, donde ese brillo se“sumerge” en el del cielo nocturno (de origennatural y/o artificial). Esto no afecta a los

Región periférica de NGC 4486 (M 87).Esta imagen corresponde al proyecto GN-2010A-Q21 y fue obtenida por el telescopio Gemini Norte, de cuya opera-ción participa la Argentina. Es el resultadode combinar imágenes individuales de 5minutos de arco por lado, obtenidas encuatro filtros diferentes. La gran mayoríade los objetos con apariencia estelar en estecampo son, en realidad, cúmulos globula-res pertenecientes a M 87, cuya región cen-tral se aprecia hacia arriba a la izquierda.

Parte del supercúmulo de galaxias de Virgo, comúnmentellamada la Cadena de Markarian. Se observan decenasde galaxias en un sector del cielo que abarca unos pocosgrados, accesibles a los telescopios de los aficionados.

La galaxia elíptica giganteM 87, que posee unos 15.000

cúmulos globulares.

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CGs, ya que se los sigue viendo como imá-genes puntuales, y son detectables a grandesdistancias de los centros de las galaxias conlas que están asociados. Eso permite medirsus velocidades radiales (nuevamente, me-diante el efecto Doppler) e inferir cuánta yde qué manera está distribuida la materiaque gobierna sus movimientos sobre escalasespaciales de decenas de miles de años luz.Si la mecánica newtoniana es la aplicable, lamayoría de los estudios indica la presenciade “algo más” que estrellas, y también apuntaa la existencia de materia oscura. En formapreliminar se aprecia que los halos estelaresde baja abundancia química tienen una dis-tribución espacial muy similar al de la infe-rida para la materia oscura. Dicho de otraforma, aquellos halos estelares parecen seralgo así como un “eco sutil” de la distribu-ción de la materia oscura en el espacio querodea a las galaxias.

Trabajo en conjunto: naturaleza y crianzaEl aspecto más importante de todo el pro-ceso descripto en este artículo es que se tratade integrar a los CGs al fenómeno global deformación estelar que termina siendo unagalaxia, y los saca de la categoría de objetos“peculiares”. Además, sugiere que los CGscontienen información “genética” acercade las poblaciones estelares dominantes, lascuales pueden ser reconstruidas a partir desu estudio.En este contexto, hay que subrayar que lasgalaxias son el resultado de eventos que seproducen por “naturaleza”, pero también por“crianza” (la disyuntiva “nature vs. nurture”).Mientras que los primeros vienen de la cunamisma, los otros tienen que ver con el medioambiente y con la “vida de relación” conotros individuos de su especie. En esta cate-goría caen los fenómenos de choques y fu-siones de galaxias, cada uno de ellos concaracterísticas y consecuencias propias y de-pendientes del medio ambiente en que hannacido las galaxias en cuestión. Nuestra VíaLáctea vive en un grupo pobre (aunque noexento de esos fenómenos), de baja densidadde galaxias, muy diferente al que prevaleceen las regiones centrales de grandes cúmulosde galaxias, como el de Virgo (foto de la pá-gina 31) o el de Coma Berenices.Es interesante que dos de los objetos más bri-llantes catalogados como CGs en la Vía Lác-tea, Omega Centauri y Messier 54, presentencaracterísticas que los distinguen de la mayo-

ría de sus congéneres. Por ejemplo, muygrandes dimensiones y heterogeneidad quí-mica muy marcada. En particular, existe con-senso acerca de que M 54 fue, alguna vez, elnúcleo de una galaxia enana que está siendocanibalizada por la Vía Láctea. Los restos deesa galaxia todavía son observables en direc-ción a la constelación de Sagitario, del otrolado del centro de la Vía Láctea.

IV) Modelos teóricos en el contextode los CGs y las galaxias a las quepertenecenLa literatura astronómica muestra varios mo-delos teóricos que tratan de explicar la for-mación de CGs y su relación con las galaxiasque habitan. Eso indica que aún no existeun consenso unívoco al respecto. Uno deellos es el llamado modelo de “dos fases”. Enese escenario, los halos y sus CGs de bajametalicidad son los primeros en aparecer,mientras que los CGs más ricos en elemen-tos químicos y asociados a los bulbos lo ha-rían más tarde (una “segunda fase”), cuandoel medio interestelar a partir del que se for-maron ya había sido enriquecido química-mente en la fase anterior.Si los CGs son espectaculares tal como losvemos, cuesta trabajo imaginar cuánto máslo serían cuando aún poseían sus estrellasmás jóvenes, cientos y miles de veces más bri-llantes que las estrellas que vemos hoy, y lasecuencia de abundantes supernovas queaparecerían en los primeros cien millones deaños de sus vidas. Esas estrellas, muy masivasy energéticas, fueron capaces de calentar elgas nebular y aún más, de ionizarlo (separarlos electrones de los núcleos de los átomos).Una consecuencia de esto pudo haber sidola interrupción de los procesos de formaciónestelar globales, que requieren gas “frío”.Luego de cierto lapso, sin la aparición denuevas estrellas, el gas se enfrió y reanudó sulabor formando nuevas estrellas. Una dife-rencia importante, sin embargo, fue que esegas ahora incorporaba elementos químicosmás pesados, formados y esparcidos por lasestrellas de las primeras generaciones. Esoselementos favorecieron el enfriamiento delgas, con lo cual la eficiencia para formar es-trellas fue mayor en esta segunda etapa,donde aparecerían los bulbos, si las galaxiaseran suficientemente masivas como para re-tener gravitatoriamente ese gas enriquecido.En este modelo habría una diferencia de eda-des entre los cúmulos del halo y los del bulbo

(estos serían más jóvenes), del orden de 500a 1000 millones de años. Tal diferencia noes detectable en los sistemas de cúmulos degalaxias lejanas, y tampoco parece estarpresente en los CGs de nuestra galaxia. Sinembargo, en la idea de “fase” se puede reem-plazar la secuencia temporal por otra, másbien vinculada con el medio. En ese con-texto, el término “fase” se referiría a una di-ferencia ambiental (medios de baja o altadensidad), donde los halos ocupan las regio-nes externas de las galaxias y forman CGscon mucha eficiencia, mientras que los bul-bos dominan las regiones internas en un pro-ceso prácticamente coetáneo, pero menoseficiente en cuanto a la generación de CGs.Como se sabe, el ADN está asociado con ca-racterísticas muy específicas de los seres vivos.Análogamente, los CGs parecen poseer, porlo menos, parte de la información “genética”de las galaxias más antiguas; y no sólo de susestrellas, sino también de la materia oscura.Como se ve, ese código promisorio e intri-gante no está aún totalmente descifrado, yconstituye uno de los desafíos más interesan-tes de la astrofísica de nuestros días. n

El autor. Juan Carlos Forte es Doctor enAstronomía (Universidad Nacional de LaPlata), Investigador Superior del CONICETy miembro de la Academia Nacional deCiencias de Córdoba y de la AcademiaNacional de Ciencias de Buenos Aires.Realizó estudios de posgrado en elKitt Peak National Observatory (Tucson,Arizona, EE.UU.) y se especializó en elestudio de grupos estelares antiguos,formados en las primeras etapas del uni-verso. Participó de numerosos proyectos ycomisiones científicas nacionales e inter-nacionales. Desempeñó diversos cargosdocentes en la Universidad Nacional de LaPlata, entre ellos, el de Decano de laFacultad de Ciencias Astronómicas y Geo-físicas. Representó a la Argentina en elequipo de directores del Proyecto Gemini.Actualmente tiene su lugar de trabajo enel Planetario de la Ciudad de Buenos AiresGalileo Galilei. Recibió el premio Consa-

gración 2002 de la Academia Nacional deCiencias de Buenos Aires, el premio Carlos

Varsavsky de la Academia Nacional deCiencias Exactas, Físicas y Naturales, elDiploma Konex 2003 en Astronomía, Di-ploma de Honor del Senado de la Nación2011, y la medalla de oro de la AsociaciónArgentina Amigos de la Astronomía. La Inter-

national Astronomical Union asignó su nom-bre a uno de los asteroides descubiertos enla Estación de Altura U. Cesco de San Juan.

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OBSERVACIÓN

HermanasSISTEMAS ESTELARES DOBLES, TRIPLES y MÚLTIPLES

Por Walter Germaná, Planetario de la Ciudad de Buenos Aires Galileo Galilei.

S egún cálculos obtenidos a par-tir de las observaciones del Te-lescopio Espacial Chandra (que“observa” en rayos X), más del

80% de las estrellas que existen en eluniverso no están solas como nuestroSol. Los sistemas estelares, formados pordos, tres o más soles, son más comunesque las estrellas solitarias.No se conoce con exactitud el procesomediante el cual se forma un sistema es-telar. Pero podríamos inferir que dentrode una nebulosa1, en el momento deformarse un cúmulo estelar, buena partede esas estrellas ya emparentadas queda-rían más “enganchadas” que otras, de-bido a que sus procesos de formaciónocurren muy cerca unas de otras, comohermanas. Sin embargo, tampoco deja-rían de interactuar con los otros miem-bros, dentro de una comunidad muchomás amplia, con la que comparten ca-racterísticas muy similares dado que sehan formado con los mismos materiales.

Lazos de gravedadHablar de sistemas dobles, triples o múl-tiples nos da también la oportunidad dereforzar (o cambiar) ideas básicas. Losastros no orbitan literalmente unos al-rededor de otros. Ya que hasta el másinsignificante átomo posee masa, todocuerpo en el espacio ejerce su respectivotirón gravitatorio. En realidad, si vamosa ser muy precisos, también sería un

error decir que la Tierra gira alrededordel Sol. Ambos cuerpos giran en tornoa un denominado “centro de masa”,lugar en el espacio donde se equilibra eltironeo gravitatorio de ambos astros.Claro está que el Sol es mucho más ma-sivo que nuestro planeta, y por eso esepunto se ubica dentro del mismo Sol. Aquí hablaremos mucho de centros demasa, dado que en los sistemas binariosy múltiples es común que las masas delas estrellas se equilibren o, por el con-trario, difieran bastante. Por eso, ubicarel punto en torno al cual orbitan amboscuerpos se torna más complicado. Estasvariantes nos darán como resultanteuna serie de interacciones que puedencambiar infinitamente, especialmente sidebemos considerar la influencia gravi-tatoria de tres o más cuerpos. Esto re-presenta todo un trabajo de ingenieríapara un astrónomo o físico especiali-zado.

Comenzaremos entonces por describirdesde un punto de vista físico y obser-vacional a las variedades más comunes alas que pueden dar lugar estas conspi-cuas hermandades.

Desde el punto de vista físicoDobles y múltiples. La gran mayoría de lossistemas está constituida por sólo dos miem-bros. Por eso, no es extraño que se denominecomúnmente a los sistemas estelares, simple-mente, estrellas binarias. La estrella más brillante que puede verse enlos cielos de la Tierra es Sirio (constelacióndel Can Mayor), y está formada por doscomponentes que orbitan en torno a un cen-tro de masa (figura 1).No son pocos los casos de estrellas triples omúltiples. Uno de los sistemas triples más fa-mosos es el de Alfa Centauri, la estrella máscercana al Sol. Aquí encontramos un parcentral conformado por una estrella amarillade tipo solar (A)2 y otra un poco más fría y

Ser

gio

Egui

var.

Sistema estelar doble 145 Can Mayor.

Los sistemas estelares, formadospor dos, tres o más soles, sonmoneda corriente en nuestra ga-laxia y en el universo en general.Las interacciones entre sus estre-llas dan lugar a una extensa va-riedad de tipologías. Representanun interesante objetivo observa-cional al alcance de binocularesy telescopios de aficionados.

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OBSERVACIÓN

pequeña de color anaranjado (B). El tercercomponente (C)3 es mucho menos masivoque los dos primeros, es de color rojo y orbitaen torno al par central (figura 2).Un caso clásico de sistema múltiple es la es-trella Epsilon Lyrae. En realidad, son cuatro:dos pares de estrellas que orbitan en torno asus respectivos centros de masa y, a su vez,ambos pares en torno a otro centro de masa(figura 3). Y entre los extremos podríamoscitar a Castor (Alfa de Gemini): un sistemaséxtuple, una interacción entre tres pares deestrellas (figura 4). Pero los lazos invisibles de la gravedad tienensu límite. No suelen encontrarse sistemas es-telares formados por más de 6 ó 7 estrellas.Más allá de este número de miembros, lasinteracciones gravitacionales son tan caóti-cas que los lazos fraternales se rompen fácil-mente. El punto que puede marcarnos ladiferencia entre un sistema estelar y un cú-mulo abierto de estrellas es una clara orga-nización jerárquica entre sus miembros: unainteracción estable entre estrellas más omenos masivas.

Eclipsantes. Son una familia de estrellasdobles cuyos componentes pueden super-ponerse ocasionalmente desde nuestraperspectiva visual. Las binarias eclipsan-tes son sistemas muy cerrados, es decir,con estrellas muy cercanas entre sí, dondeuna estrella pasa por delante de la otra yda lugar a variaciones periódicas en elbrillo de una aparente estrella solitaria.De este modo, tienen lugar pares deeclipses sucesivos; uno principal, cuandoel miembro más pálido del sistema ocultaa la estrella más brillante; y uno secunda-rio, cuando el miembro más brillantetransita frente al más pálido. Estas varia-ciones de brillo pueden ser muy sutiles omuy marcadas, y muchas veces son clara-mente apreciables a simple vista.Las binarias eclipsantes son, a la vez, unatípica clase de estrellas variables. El pri-mer sistema de este tipo en ser descu-bierto, y a su vez el ejemplo más clásicodel cielo, es Algol4 (Beta de Perseo), queda nombre a una tipología de sistemaseclipsantes: las “algólidas”, también cla-

sificadas como “EA”. Existen, además,otras variantes tipificadas por sus estre-llas de referencia, como las “Beta Lyrae”o “EB”, y las “W Ursae Majoris”, o“EW”, entre las más conocidas. Todasestas clasificaciones nos hablan de dife-rentes tipos de estrellas y de eclipses.

Simbióticas. Son sistemas estelares bina-rios donde sus miembros están confor-mados por dos estrellas en diferentesestadios evolutivos. Hablamos de enanasblancas (remanente final de una estrellade tipo solar) como componentes princi-pales, y estrellas gigantes rojas (estrellasviejas e hinchadas, en la etapa final de susvidas) como componentes secundarios.Los miembros del sistema han evolucio-nado y envejecido a un ritmo diferente.Así, la estrella más compacta y caliente,la enana blanca, recibe permanente-mente material expulsado por los vien-tos estelares de la gigante roja. Estainteracción genera una nube gaseosa queenvuelve a ambas estrellas. Cíclicamente

Esquemas orbitales aproximados

1) Gamma Arietis, unsistema doble clásico.

3) Sistema cuádrupleEpsilon Lyrae.

4) Castor, sistemaséxtuple.

2) Sistema triplede Alfa Centauri.

Sirio A y B

centros de masa

órbita

Próxima Centauri

Wal

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Ger

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á.

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OBSERVACIÓN

se producen estallidos a partir del mate-rial que cae sobre la estrella principal.Sin embargo, estos estallidos o pequeñaserupciones no suponen el final de nin-guna de las dos estrellas.El prototipo de esta tipología es la estre-lla Z Andromedae. A las estrellas sim-bióticas se suman otras variedadesdenominadas en su conjunto “variableseruptivas”. Todas ellas poseen variantesen los procesos que las llevan a estallar,lo que genera diferentes variaciones debrillo. Las más clásicas y espectacularesde este grupo son las novas y novas re-currentes.

DescubriéndolasBinarias Espectroscópicas. Representanla mayor parte de los sistemas conocidos.Son sistemas estelares muy alejados de laTierra o demasiado “cerrados” como paraser observados visualmente. Mediante muysutiles variaciones en el espectro electro-magnético de una estrella puede detectarseque no está sola. El espectro electromagné-tico de estas estrellas (en apariencia, solita-rias) es, en realidad, la combinación del deambas, donde se hace evidente un “corri-miento hacia el rojo” o “efecto doppler”.Esto significa, en pocas palabras, que las lí-neas de absorción de determinados ele-mentos químicos se desplazan hacia el azulpara la estrella que se acerca en nuestra di-rección, y hacia el rojo para la que se aleja.

Así puede descubrirse que no se trata deuna sola estrella, sino de dos o más, y pue-den develarse también características in-trínsecas de cada miembro del sistema.

Astrométricas. Son estrellas que interac-túan con compañeras “fantasmas”. Loscomponentes secundarios de estos sistemasse pierden en el brillo de sus compañeras,o son demasiado pálidos como para ser de-tectables visualmente. Son sistemas estela-res donde, a partir del extraño movimientode una estrella visible, se infiere la existen-cia de otro componente con el cual estaríainteractuando. Se calcula la presencia de unsegundo objeto a través de la influenciagravitacional que ejerce sobre aquel que sívemos. Actualmente, son muy pocos lossistemas estelares que se detectan con estemétodo. Es más utilizado en la detecciónde agujeros negros, astros que no se venporque no emiten luz.

ObservaciónDobles o múltiples visuales. Son aquellascuya separación está al alcance de telesco-pios o, en algunos pocos casos, de binocu-lares. Dependerá también de la posición decada miembro en su órbita y del ángulo enel cual estemos observando al sistemadesde la Tierra. Esto significa que puedenestar muy separadas entre sí físicamente,pero debido a su posición orbital, puedenresultar difíciles de ser separadas desde

nuestra perspectiva. Hay sistemas que, endeterminado momento, pueden parecermuy fáciles de separar visualmente, peroaños más tarde pueden resultar muy difí-ciles de ver, o viceversa, como ocurre conAlfa Centauri.

Dobles ópticas. Son estrellas aparente-mente dobles o múltiples, pero que enrealidad sólo coinciden en nuestra línea vi-sual. Estas hermandades aparentes puedenobservarse tanto a simple vista como conbinoculares y telescopios. De todos modos,generan una vista muy atractiva de laque no es pecado disfrutar, sobre todocuando cuentan con un bello contrastede color. Éste puede ser el caso de las es-trellas Gacrux (Gamma Crucis), de coloranaranjado-rojizo, con su aparente compa-ñera de color azulado; o Mimosa (BetaCrucis), una estrella azulada, con su apa-rente pariente de color anaranjado. Ambasforman parte de la Cruz del Sur.

Contrastadas. Otro aspecto interesante esque los componentes pueden ser muy dife-rentes, tanto en brillo como en color. Po-demos encontrar pares o tríos de estrellascasi idénticas, como también estrellas muybrillantes junto a otras más pálidas. O bien,bellos contrastes de colores: estrellas rojizaso anaranjadas junto a otras blancas, azula-das y amarillas, y muchas otras variantes.Lo más llamativo para los observadores

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Próxima CentauriPróxima Centauri

Alfa Centauri

Próxima Centauri es el componente C del sistema de Alfa Centauri, y está a una distancia tal del par principal (derecha) que, desde nuestraposición, la vemos separada unos 2 grados. Todas las demás estrellas de la imagen están muchísimo más lejos. (Gráfico 2 de la página 34).

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OBSERVACIÓN

Los mejores sistemaspara el aficionado

Contrastadas 1) 145 Canis Majoris, constelación de CanMayor: magnífico sistema estelar doble. Estan “ancho” como bello por el contrasteamarillo-anaranjado del primer compo-nente y el blanco-azulado del segundo. Idealpara observar con telescopios pequeños ybinoculares grandes.Magnitud visual: A= 5. B= 6,1. Separación: 26 segundos de arco.

2) Albireo, constelación del Cisne: uno delos sistemas estelares dobles más contras-tados y famosos del cielo. Es también muy“ancho”. Ideal para telescopios pequeños ybinoculares grandes. Para disfrutar en pri-mavera a muy baja altura sobre el hori-zonte, visto desde Buenos Aires.Magnitud visual: A= 3,3. B= 5.Separación: 34 segundos de arco.

Dobles3) Mu Crucis, constelación de la Cruz delSur: es un sistema binario muy fácil de se-parar con grandes binoculares. Son dos es-trellas blanco-azuladas muy similares.Magnitud visual: A= 4. B= 5,2. Separación: 35 segundos de arco.

4) Gamma Leporis, constelación deLepus: sistema estelar doble muy cer-

suele ser el fuerte contraste entre compo-nentes blancos o azulados con otros rojizoso anaranjados. Los colores de las estrellas nos indican sustemperaturas superficiales. A diferencia de loque podríamos intuir generalmente, las estre-llas rojas son las más “frías”, y las azules, lasmás calientes. Pero los colores también pue-den hablarnos de la edad de los componentesdentro de un sistema (esto último da lugar atodo un tema aparte que excede nuestro ob-jetivo en esta oportunidad).A partir de haber establecido parámetros bá-sicos, en el siguiente recuadro nos abocare-

mos a describir y recomendar a los observa-dores algunos de los ejemplares más caracte-rísticos que podemos encontrar en el cielo.Haremos referencia fundamentalmente aaquellos que están al alcance de binocularesy telescopios en cada época del año. n

1 Las nebulosas de emisión son gigantes-cas nubes de gas donde tiene lugar el na-cimiento de las estrellas. El producto finalde ellas es un cúmulo estelar abierto. 2 Los distintos componentes de un sis-tema estelar se especifican mediante le-tras mayúsculas, según su jerarquía enmasa, tamaño o brillo.

3 Denominada comúnmente Próxima Cen-tauri, forma parte de los tres miembros delsistema de Alfa Centauri, el más cercanoa la Tierra, a 4,3 años luz de nosotros.4 Su nombre proviene del árabe Al Ghul(Ghul: demonio), denominación dada porsus extraños y repentinos cambios debrillo, observados desde tiempos inme-moriales. Sus caídas de brillo se dancada 2,8 días aproximadamente, duranunas pocas horas y reducen el brillo dela estrella en más de una magnitud, de2,1 a 3,4 en el eclipse principal. Ademásdel par que conforma la variable eclip-sante existe un tercer miembro muchomás pálido.

Separación: A de B= 7,3 segundos de arco.B de C= 2,8.

8) Zeta Cancri, constelación de Cancer: esen realidad un sistema múltiple, del cual sólopueden verse tres componentes como estre-llas individuales. Son estrellas blanco-amari-llas. Es un objetivo difícil para el observador.Magnitud visual: A= 5,6. B= 6. C= 6,1. Separación: A-B de C= 5 segundos de arco.A de B= 0,8.

Cuádruple 9) Epsilon Lyrae, constelación de Lyra: co-múnmente denominada la “doble-doble”.Es un sistema cuádruple formado por estre-llas blancas, agrupadas en dos pares. La se-paración entre ambos pares puede versecómodamente con unos simples binocula-res, pero para separar cada par se necesi-tan telescopios. Magnitud total: 4. (A= 5,1. B= 6. C= 5,1. D= 5,4). Separación: A-B de C-D= 3 minutos, 30 se-gundos de arco. A de B= 2,8. C de D= 2,2.

10) Sigma Orionis, constelación de Orión:es la parte central de un cúmulo estelar.Es, en realidad, un sistema quíntupledel cual podemos ver cuatro componen-tes. Son estrellas blanco-azuladas muycalientes. A y B están muy “apretadas”como para ser separadas.Magnitud: A-B= 3,8. C= 9. D= 6,6. E= 6,7. Separación: A-B de C= 11 segundos dearco. A-B de D= 13. A-B de E= 41.

cano al Sol, a sólo 27 años luz. Es un sis-tema ideal para observar con binoculares. Aes blanco-amarillo y B es amarillo-anaran-jado y bastante más pálido.Magnitud visual: A= 3,8. B= 6,3. Separación: 97 segundos de arco.

Dobles ópticas 5) Gacrux, constelación de la Cruz del Sur: noes una agrupación real, pero no deja de ser degran belleza. Una estrella gigante roja-anaran-jada y una “intrusa” de color azulado, que sólocoincide en nuestra perspectiva visual.Magnitud visual: Gacrux= 1,6. Su compañeraaparente= 6,4. Separación: 2 minutos, 10 segundos de arco.

6) Mimosa (Beta Crucis), constelación de laCruz del Sur: otro sistema óptico que nosmuestra la aparente unión entre una estrellagigante azul y otra “invitada” en la línea visual,esta vez de color rojo-anaranjado.Magnitud visual: Becrux= 1,25. Compañeraaparente= 8,8.Separación: 2 minutos de arco.

Triples 7) Beta Monocerotis, constelación de Mono-ceros: sistema triple formado por tres estre-llas blanco azuladas. Los miembros A y Bestán muy “apretados”. Sin embargo, loscomponentes más destacados son A y C. Esotro de los clásicos entre los observadores deestrellas dobles y múltiples.Magnitud visual: A= 4,6. B= 5. C= 5,3.

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Beta Crucis Gamma Crucis Albireo (Beta Cisne) Gamma Leporis

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HISTORIA

Oblicuidad de la eclípticaEL PODER DE LA GEOMETRíA EN LA ASTRONOMíA GRIEGA

Por Adriana Ruidíaz, Planetario de la Ciudad de Buenos Aires Galileo Galilei.

R esulta difícil imaginar cómose concebía el universo en laAntigüedad, en los alboresde lo que hoy llamamos pen-

samiento científico. Gran parte de losdatos conocidos se pudo determinar luegode siglos de paciente observación directa.Sin embargo, algunos conceptos fueron elresultado de construcciones teóricas. Tal esel caso de la oblicuidad de la eclíptica. Quienes están habituados a las observacio-nes astronómicas saben identificar a laeclíptica como el camino aparente reco-rrido por el Sol a lo largo del año, to-mando como referencia el fondo de lasestrellas. En el cielo se la detecta siguiendola banda de las constelaciones zodiacales.La eclíptica forma un ángulo con el ecua-dor celeste, denominado oblicuidad ().Pero, si bien tanto la eclíptica como elecuador pueden identificarse mediante laobservación del cielo estrellado, no es tansencillo comprender cómo se relacionan.Según nuestros conocimientos actuales, in-terpretamos a la eclíptica como el plano de

la órbita de la Tierra en sutraslación alrededor del Sol.Dado que el Sistema Solarse dispone aproximada-mente en un plano, la Lunay los planetas también seobservan en esta franja delcielo.Desde el punto de vista ob-servacional, no existe dife-rencia entre considerar a laTierra girando alrededordel Sol, o a la Tierra estacio-naria con la esfera celeste(Luna, Sol, planetas y estre-llas) girando a su alrededor.Esta última era la cosmovi-sión que prevalecía en laAntigüedad, y refleja exac-tamente el cielo como lovemos.Tratando de despojarnosde ese conocimiento, po-niéndonos en el lugar delos astrónomos de la Anti-

güedad, intentaremos averiguar cómo se“descubrió” la eclíptica, qué datos observa-cionales se requirieron y cuál fue la inter-pretación de esos datos que permitiódeducir que la eclíptica es un círculo má-ximo1 en la esfera celeste, y que forma unángulo determinado con el ecuador celeste.Intentaremos también indagar en los mé-todos empleados para calcular ese ángulo.

Inicio de la Astronomía en BabiloniaSe sabe que desde hace al menos 6000 años,sacerdotes-astrónomos caldeos escudriña-

“Podemos incrementar nuestro conocimiento, pero nodisminuirlo. Cuando trato de ver el universo como loveía un babilonio alrededor del año 8000 a.C. deboabrirme paso a tientas hasta mi propia niñez”.

Los Sonámbulos, Arthur Koestler.

Perpendicular a la eclíptica

Ecuador celeste

JunioDiciembre

ECLíPTICA

Septiembre

Solen marzo

23,5º

23,5º

N

S

Los puntos en los que la eclíptica y el ecuador celeste se interceptan son los llamadosequinoccios, y los puntos de mayor alejamiento de ambos círculos máximos son los solsticios.

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HISTORIA

ban el cielo y registraban las posiciones delos astros con una precisión admirable, apesar de la relativa sencillez de su instrumen-tal y de sus métodos de cálculo. El interésprincipal del registro cronológico de las po-siciones de las estrellas fue la elaboración decalendarios, fundamentales en la regulaciónde la vida civil, las actividades agrícolas, ladeterminación del comienzo de las épocasde siembra y de cosecha, los sucesos cíclicos,la llegada del frío o la temporada de lluvias.El estudio de los cielos tenía también untrasfondo religioso, ya que algunos astros(especialmente el Sol y la Luna) se asocia-ban a divinidades. El interés astrológicotambién constituyó una motivación im-portante para el desarrollo de la Astrono-mía matemática babilónica y para sucapacidad de realizar predicciones precisasde acontecimientos astronómicos.Los temas astronómicos se encuentranentre los registros escritos más antiguosconocidos, que se remontan hasta hacemás de 4000 años. Tablillas de arcillacomo los llamados astrolabios circulares yMul.Apin (nombre dado a una serie detextos astronómicos que datan, por lomenos, del siglo VII a.C.) son indicios deuna tradición astronómica largamente es-tablecida.Los babilonios concebían el cielo divididoen tres sectores o “caminos”, cada uno de-dicado a una divinidad: Anu, Ea y Enlil.En cada zona habían identificado conste-laciones y estrellas relevantes. Las estrellasidentificadas en el camino de Anu se ubi-can en una franja que bordea al ecuadorceleste (que los babilonios no identificabancomo tal). El punto de salida y puesta deestas estrellas se ubica cerca de los puntoscardinales este y oeste respectivamente.Hacia el sur se encuentran las estrellas delcamino de Ea, cuya salida y puesta se ha-llan desplazadas hacia el sudeste y sudoesterespectivamente. Finalmente, las estrellas

del camino de Enlil salen y se ponen haciael norte de los puntos cardinales este yoeste e incluyen a las circumpolares, quenunca se ponen. Estos “caminos” hacen re-ferencia a los sectores sobre el horizonteen los que se ubica la salida o puesta de losastros.La tradición astronómica mesopotámicatambién había identificado los planetas vi-sibles a simple vista: Mercurio, Venus,Marte, Júpiter y Saturno, y sabían que sedesplazaban por el cielo en el mismo ca-mino que la Luna y el Sol. En Mul.Apin se recopila el registro de lasconstelaciones por las que pasan el Sol y laLuna a lo largo del año. El movimientoanual del Sol se describe por el corrimientode su punto de salida, hacia el norte y haciael sur del punto cardinal este, atravesandolos caminos de Anu, Enlil, nuevamenteAnu, y Ea. Las fechas en las que el Sol per-manece en cada uno de los caminos a lolargo del año se relacionaron con los fenó-menos climáticos: cuando el Sol está en el

camino de Anu, viento y tormenta; cuandoel Sol está en el camino de Enlil, cosecha ycalor; cuando el Sol está en el camino de Anu,viento y tormenta; cuando el Sol está en el ca-mino de Ea, frío.Hacia comienzos del siglo V a.C., el re-corrido del Sol en cada franja se habíadividido en tres partes, cada una corres-pondiente a un mes. Cada una de las12 partes resultantes (hay que tener encuenta que el Sol atraviesa el camino deAnu dos veces) se identificaba con unaconstelación. Así surgieron las constela-ciones zodiacales. Cada signo se subdivi-dió, a su vez, en 30 unidades. Cada unacorresponde a 1º, que es aproximada-mente la distancia que “viaja” el Sol en undía, producto de la traslación de la Tierraa su alrededor.Quedaba establecido así el zodíaco, divi-dido en 360 unidades, que permitía trazarcon exactitud los movimientos del Sol, laLuna y los planetas. Esta división se corres-ponde con una división del año según uncalendario esquemático de 360 días: 12meses de 30 días cada uno, que debía sercorregido agregando días periódicamente.Se cree que los babilonios habían desarro-llado un sistema de progresiones aritmé-ticas que les permitía manipular la grancantidad de datos consignados en las ta-blillas, extrapolando observaciones parapredecir las posiciones de los planetas.Aunque para nosotros es natural conside-rar la trayectoria visible de los astros como

Tablilla Mul.Apin del año 687 a.C. Estas tablillas constituyen una recopilacióndel conocimiento astronómico babilónico.Contienen listas de estrellas y constelacio-nes que constituyen calendarios estelares o“parapegma”, como los denominaron pos-teriormente los griegos. Estos calendariospermiten determinar la época del año segúnla salida y puesta heliacal1 de las estrellas.En Mul.Apin también se listan intervalos detiempo entre salidas helíacas, pares de es-trellas o constelaciones que salen y seponen en forma simultánea, pares de estre-llas o constelaciones que están simultáne-amente saliendo y culminando. Registraronen forma sistemática los eclipses, el cambiode la duración del día entre solsticios y equi-noccios y la variación del tamaño de la som-bra de un gnomon a lo largo del día.

PUESTA DEL SOL SALIDA DEL SOL

Solsticiode verano

Solsticiode invierno

Equinoccios

Solsticiode verano Camino de Enlil

Camino de Ea

Camino de Anu

Solsticiode invierno

Equinoccios

N N

S

EO

1 Se denomina salida u orto helíaco a la primera aparición de una estrella por el horizonte estedespués de su período de invisibilidad.

S

EO

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HISTORIA

elementos geométricos, no hay evidenciade que los antiguos babilonios concibie-ran un modelo geométrico para la esferaceleste.

Los griegos y el cosmos esféricoLa rica tradición astronómica babilónicafue heredada por los egipcios y, a través deellos, por los griegos. Tal vez debido a queuna de las fuerzas motoras del desarrollode la Astronomía en Babilonia fue la astro-logía, ésta fue computacional y predictiva,pero no buscaban una explicación para loque observaban. El gran desarrollo de laAstronomía griega, en cambio, se basó enla aplicación de la geometría a los proble-mas astronómicos para poder explicarlos. En sus inicios, la Astronomía griega fuemenos precisa que la babilónica, más cer-cana a la filosofía y a la cosmología. alesde Mileto (624 – 546 a.C.) es conside-rado el iniciador de una tradición filosó-fico-científica que apela a la razón parabuscar respuestas en la naturaleza, y no yaen los dioses o los mitos.Entre los filósofos jónicos, se le atribuyena Anaximandro de Mileto (610 – 546a.C.) tres ideas fundamentales que prece-den al concepto de esfericidad de la Tierraen el camino hacia un modelo geométricodel universo, consistente en esferas con-céntricas que más tarde podría ser estu-diado por métodos matemáticos:- las órbitas de los cuerpos celestes no

terminan en el horizonte.- la Tierra (de forma cilíndrica) flota

sin ningún apoyo en el centro del universo.

- los cuerpos celestes se hallan a diferentesdistancias de nosotros.

Los escritos de Anaximandro sólo se co-nocen a través de otros autores que reco-gieron su pensamiento. Estas fuentes sonfragmentarias y, en ocasiones, discuti-bles. Se le atribuye haber inventado o in-troducido el uso del gnomon2 para ladeterminación de solsticios y equinoccios.Describió al Sol como una “rueda decarro” cuyo borde hueco contiene fuego.Este fuego se hace visible a través de agu-jeros en el borde de la rueda, que al serocluidos ocasionan los eclipses. Para laLuna tenía un esquema similar. SegúnAecio (uno de los autores que transmitie-ron la obra de Anaximandro), estos círcu-

los se encontraban dispuestos en formaoblicua. Se especula acerca de la posibili-dad de que esto se refiera a la eclíptica,pero es más probable que la imagen de larueda inclinada sea una representación delarco que describe el Sol en su movimientodiurno. En definitiva, no es posible esta-blecer si Anaximandro concibió la ideade la eclíptica, pero ciertamente su cos-mología, con la Tierra suspendida en elcentro del universo, abrió el camino parael modelo de esferas homocéntricas quedesarrollarían otros astrónomos más ade-lante.El siguiente paso fue establecer la formaesférica de la Tierra, ya que según Anaxi-mandro tenía forma cilíndrica. Se atri-buye a Pitágoras (580 – 495 a.C.), o almenos a los pitagóricos, ser los primerosen afirmar este hecho.

La esfera celeste“El cielo es esférico y se mueve en forma es-férica”, es el supuesto fundamental de laAstronomía griega. Que los astros se mue-ven describiendo círculos completos no esun hecho observable directamente, sinouna conclusión que se extrae de una seriede observaciones.En el hemisferio norte se puede ver cómoalgunas estrellas se mueven describiendoun círculo alrededor de la estrella polar,que parece no moverse. Las estrellas quese encuentran más al sur, en algún mo-mento desaparecen bajo el horizonte; sepuede pensar que de estas estrellas sólo seve parte de su recorrido, y que tambiéndescriben un círculo como las que estáncerca de la estrella polar3. En cuanto al Sol y la Luna, podemos ob-servar que los arcos que describen son aveces más grandes y otras veces más pe-queños, y es posible predecir exactamentedónde saldrán al día siguiente. Por lotanto, no parece demasiado audaz conje-turar que estos cuerpos celestes tambiéndescriben círculos completos. Sin em-bargo, fue una conclusión audaz, precisa-mente porque implicaba necesariamenteel concepto de la Tierra colgando libre-mente y sin apoyo en el espacio. En la introducción a los fenómenos deEuclides (el “padre de la geometría”) selee: “Las estrellas fijas se ven salir siemprepor el mismo sitio y ponerse por el mismositio. Las que salen simultáneamente siem-

pre saldrán simultáneamente, y las que seponen simultáneamente siempre se pon-drán simultáneamente. Más aún, siemprese observa que mantienen las mismas dis-tancias entre ellas al moverse de la salidahacia el ocaso. Ya que esto ocurre sólo conobjetos que se mueven en caminos circula-res, se puede concluir que las estrellas semueven en círculos”.Se le atribuye a Enópides de Chio (500 –420 a.C.) el descubrimiento de la formaen que la faja zodiacal se relaciona con larotación diurna de la esfera celeste, laeclíptica como círculo máximo de esta es-fera y el cálculo del ángulo entre la eclíp-tica y el ecuador, es decir, su oblicuidad,aunque algunos le asignan este descubri-miento a Pitágoras. Es muy poco lo que se conoce acerca deEnópides. Sólo se sabe con certeza quenació en la isla de Chio, y algunos autoreslo consideran el primero en adoptar unenfoque teórico en Astronomía. Tambiénse afirma que calculó la oblicuidad de laeclíptica en 24º, o más correctamente,que la eclíptica y el ecuador están separa-dos por el lado de un polígono de 15lados (la medición de ángulos mediantegrados no se utilizó en Grecia hasta elsiglo II a.C., unos 200 años después de laépoca de Enópides).La idea de un cosmos esférico es antiguaen la Astronomía griega, pero fue Eudoxode Cnido (390 – 337 a.C.) el primero quecomprendió cabalmente su significado.Eudoxo escribió dos libros sobre la esferaceleste, con descripciones sistemáticas delas constelaciones y su ubicación. Esos es-critos no sobrevivieron hasta nuestrosdías, pero se conocen bastante bien gra-cias a otros autores como Hiparco yArato.Eudoxo describe en la esfera celeste cincocírculos paralelos, identificables por las es-trellas o partes de constelaciones que atra-viesan (en la figura de la página 40):- el mayor de los siempre visibles (1)- el trópico de verano (2)- el ecuador celeste, el círculo máximo perpendicular al eje que pasa por los polos celestes (3)

- el trópico de invierno (4)- el mayor de los nunca visibles (5).

También define 2 meridianos perpendi-culares entre sí llamados coluros; uno

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HISTORIA

corta al ecuador celeste en medio de Ariesy en medio de Libra, y el otro lo hace enCancer y Capricornio. Finalmente defineel círculo del zodíaco en una posiciónoblicua, dividido al medio por el ecuadory tocando simétricamente los círculos tro-picales.

Práctico y teóricoAlgunos de los elementos de la esferaceleste pueden determinarse por obser-vación directa; otros pueden caracteri-zarse como un resultado teórico de larepresentación esférica del cielo. Estemodelo de esfera celeste fue plasmado,presumiblemente, por Eratóstenes enla esfera armilar. Con ella es posible re-producir una variedad de fenómenos as-tronómicos, haciendo inmediatamenteevidente hechos que de otro modo sólopodían ser demostrados por argumentosgeométricos complicados o por una ob-servación prolongada de los cielos.De la esfera celeste surge claramenteque la oblicuidad de la eclíptica es iguala la mitad del arco meridiano entre lostrópicos, o lisa y llanamente, la latituddel trópico.Eratóstenes de Cirene (276 - 194 a.C.)midió y mejoró cálculos anteriores delarco entre los trópicos. Esta referencianos llega a través del Almagesto de Pto-lomeo, que no da detalles acerca delmétodo empleado, pero aclara que estevalor fue aceptado luego por Hiparco yque coincidía con los valores que élmismo calculó.Con el simple uso del gnomon, el arcoentre los trópicos puede determinarsede dos formas: - midiendo la relación entre el largo de

la sombra y la longitud del gnomonen el mediodía de los solsticios deinvierno y verano.

- midiendo directamente la latitud deltrópico (la relación entre el gnomony su sombra en el equinoccio).

Ya que se sabe que Eratóstenes calculóel tamaño de la Tierra midiendo la som-bra de respectivos gnomones en Alejan-dría y Siena (ubicada en el Trópico deCáncer), podría especularse que utilizóla medición de la latitud de Siena parasu cálculo de la oblicuidad. El valor cal-culado por Eratóstenes debió estar ex-

presado como una relación entre ellargo del gnomon y su sombra. Nopudo medir el ángulo, ya que el desa-rrollo matemático alcanzado en su épocano incluía la trigonometría.Con Hiparco de Nicea (190 – 120 a.C.)comenzó una nueva etapa en la Astro-nomía griega gracias a su introducciónde los procedimientos matemáticos ba-bilónicos. Contribuyó al desarrollo dela trigonometría, publicó una tabla decuerdas (que permitía resolver las rela-ciones entre los lados y los ángulos dediversos triángulos) e introdujo en Gre-cia la división del círculo en 360º. Entreotros importantes aportes a la Astrono-mía de su época, Hiparco mejoró el cál-

culo de Eratóstenes para la oblicuidadde la eclíptica. Posiblemente, esta me-jora provenga de la incorporación al cál-culo de la latitud de un parámetrorelacionado con la duración del día máslargo, además de la longitud del gno-mon y su sombra.En el Almagesto, Claudio Ptolomeo (90 – 168 d.C.) adoptó como medida dela oblicuidad de la eclíptica el valor de23º 51’ 20’’. Afirmaba haber hecho, ennumerosas ocasiones en un período devarios años, mediciones de culminaciónsuperior del Sol en los equinoccios. Con-sideró que los valores obtenidos, mayoresque 47º 2/3 y menores que 47º 3/4, seencontraban razonablemente cercanos al

La figura más pequeña muestra el modelo de la esfera celeste para el sitio donde Eudoxo rea-lizó sus observaciones. Los 5 círculos paralelos mencionados se mueven en forma conjunta(todas las estrellas que se ubican en ellos salen y se ponen por el mismo punto en el hori-

zonte). Sin embargo, la eclíptica va cambiando de orientación durante el movimiento dia-rio. La eclíptica es el círculo máximo en la esfera celeste que pasa por el centro de la banda

zodiacal. Debido al movimiento de precesión*, en la actualidad los equinoccios y solsticios seencuentran desplazados respecto a las constelaciones zodiacales mencionadas por Eudoxo.

*Precesión es un movimiento oscilatorio del eje terrestre que hace que los puntos

equinocciales den una vuelta completa por la eclíptica en casi 26 mil años.

Ecuadorceleste

Ejeterrestre

Polo sur celeste

Polo norte celeste

Coluro del solsticio

Coluro delequinoccio

23,5º

ECLíPTICA

Perpendicular a la eclíptica

OblicuidadOblicuidad

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HISTORIA

valor establecido por Eratóstenes (tam-bién utilizado por Hiparco), ya que elarco entre los trópicos corresponde a11/83 de la longitud total del meridiano.La cita en el Almagesto deja lugar a mu-chas dudas, y no queda claro si Ptolomeoatribuye la relación 11/83 a Eratóstenese Hiparco, o si lo que afirma es simple-mente que los valores que encontró soncercanos a un valor no especificado, acep-tado por Eratóstenes e Hiparco. No hayacuerdo entre los expertos en el tema y elpeculiar valor de 11/83 ha generado grancantidad de controversias e interpretacio-nes. En verdad, el valor adoptado porPtolomeo de 47º 42’ 39’’ es igual a la re-lación 11/83 del círculo meridiano expre-sada en grados:

Este valor corresponde al arco entre lostrópicos, es decir, al doble de la oblicui-dad, con lo que se llega a un valor de =23º 51’ 20’’. Esta cifra se aproxima nota-blemente al valor real calculado para esa

época: 23º 43’, teniendo en cuenta queeste ángulo no mantiene un valor cons-tante, sino que varía a lo largo del tiempodebido a interacciones gravitatorias4.

Cambio de imagenLa antigua visión de un universo esfé-rico y con una Tierra inmóvil en sucentro perdura en nuestra experienciacotidiana. El desarrollo de nuevas he-rramientas y el surgimiento de nuevasteorías hicieron cambiar aquella ima-gen. Pero a pesar de que sabemos que esla Tierra la que se mueve, nuestros sen-tidos nos informan lo contrario. Sole-mos pensar también que la investigaciónastronómica requiere de instrumentalsofisticado o, al menos, de telescopios.En la actualidad esto puede ser cierto.Sin embargo, la historia de la ciencianos demuestra que los astrónomos dela Antigüedad, con sencillas herramien-tas y el recurso del razonamiento paraexplicar fenómenos que no se puedenobservar en forma directa, fueron capa-ces de elaborar una imagen del universorica y compleja, que perduró durantesiglos. n

1 Un círculo máximo es el círculo resultantede una sección realizada a una esfera me-diante un plano que pasa por su centro y ladivide en dos hemisferios.2 Un gnomon es un objeto alargado cuyasombra se proyecta sobre la escala gra-duada de un reloj de Sol para medir el pasodel tiempo.3 En el hemisferio sur las cosas son al revés.4 El ángulo actual es de aproximadamente23º 27’.

BibliografíaBrack-Bernsen, Lis - The Path of the Moon,the Rising Points of the Sun, and the ObliqueGreat Circle on the Celestial Sphere - Centau-rus 2003: Vol.45: pp16-31.Evans, James - The History and Practice ofAncient Astronomy - 1998, Oxford UniversityPress – Oxford, New York.Jones, Alexander - Eratosthenes, Hipparchus,and the Obliquity of the Ecliptic - Journal forthe History of Astronomy, XXXIII (2002): pp.15-19.Koestler, Arthur - Los Sonámbulos - 1981, Bi-blioteca Científica Salvat.Lindberg, David - Los Inicios de la CienciaOccidental - 2002, Paidós, Barcelona.Taisbak, C. - Eleven Eighty Thirds. Ptolemy’sreference to Eratosthenes in Almagest 1.12-Centaurus 1984: vol 27: pp. 165-167.Van Brummelen, Glen - The Mathematics ofthe Heavens and the Earth - 2009, Prince-ton University Press.

AZ

L

A

BC D E

H

Ecuador

Horizonte

Gráfico A

Gráfico C

Gráfico B

Ecuador

vertical

horizontal

Ejeterrestre

rayos solaresen el equinoccio

al Sol

Cenit

de A

I

J

f

j l

l

Gráfico A - Para el cálculo de la oblicuidad de la eclípticase establece la razón entre la longitud de la sombra de ungnomon y su altura, medidos en la culminación superiordel Sol en los solsticios de verano y de invierno. Se deter-minan los ángulos correspondientes y se pueden encontrarlos dos ángulos formados entre la dirección de los rayos so-lares en el equinoccio y en los dos solsticios, que son iguales,para determinar la oblicuidad de la eclíptica.

Gráficos B y C - En el equinoccio el Sol se encuentra en el ecuador celeste, por lo que sus rayos llegan en forma perpendicular al ecuadorterrestre. El ángulo l es la latitud, y puede calcularse a partir de la relación entre la altura del gnomon y la longitud de su sombra portrigonometría. Antes del desarrollo de la trigonometría, las latitudes se indicaban en la forma de relaciones sombra/gnomon.

C

G

vera

no

equinoccios

invierno

Gnomon

rayos solares

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GALERÍA ASTRONÓMICA

A orillas del lago Fagnano, en Tierra del Fuego, pueden encontrarse las ruinas de un hangar que albergó al EOLO, unproyecto francés de globos aerostáticos para determinar la circulación atmosférica en el hemisferio sur, en el marco deun emprendimiento más ambicioso que incluía cuatro satélites geoestacionarios de diferentes nacionalidades. El pro-yecto fue abandonado antes de su nacimiento, en la década de 1970, y sólo queda en pie, luego de un incendio ocurridoen 2008, esta estructura. El sonido del viento que se filtra entre su armazón metálico sirvió, al menos, para inspirar alos astrofotógrafos locales, como Víctor Bibé, quien le “agregó” el majestuoso cielo del sur de nuestro país. Desde allí,puede verse cómo la Cruz del Sur (a la izquierda de la imagen), en el momento de su mínima altura sobre el horizonte,cuando apunta hacia arriba, está varios grados más elevada que desde nuestras latitudes, en Buenos Aires.

NGC 2024, la nebulosa de la

Flama en la conste-lación de Orión. Laestrella brillante esAlnitak, una de las

Tres Marías.Foto: Ezequiel

Bellocchio.

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GALERÍA ASTRONÓMICA

Gran nebulosa de Carina.Foto: Ignacio Díaz Bobillo.

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GALERÍA ASTRONÓMICA

Cráter Teophilus y Mar del Néctar.Foto: Carlos Di Nallo.

Nubes de Magallanes.Foto: Andrea Anfossi.

Cráter Teophilus - 100 km

M A R D E L N É C T A R

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GALERÍA ASTRONÓMICA

IC 2118, nebulosa Cabeza de Bruja.Foto: Ezequiel Bellocchio, Alejandro Tombolini, Daniel

Verschatse, Adriana Fernández y Leonardo Julio.

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