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Perfiles de personajes de CúcutaTRANSCRIPT
Contraluzcucuta.co “Solo Periodismo” Número 1 | Año 2012
Pbro. Fabián Staper Yesid Montes Liliana Mora
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Director: RAFAEL ANTONIO PABÓN
Diseño: JACKSON A. GÓMEZ R.
Redacción: Leidy Aristizábal, Kimberly Soto, Dileidy Martínez, Edwin Gélvez,
Oscar Campo, Alba Lucía Cepeda, Rubén Paredes,
Roberto Hernández, Jenny Naileth Arévalo, Luis Reátegui.
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La ciudad está llena de personajes que viven los días en
medio de las miradas indiferentes y de aquellos que pa-
san las horas en la tranquilidad que les ofrece la condi-
ción de seres diferentes a los demás. Los primeros, no
tienen aceptación en la sociedad, por haber perdido el
juicio al tratar de emular a quienes conocieron y prefirie-ron por sobre los otros. Los segundos, disputan esos
puestos reservados para los que se atreven a pensar dis-
tinto y a obrar de acuerdo con convicciones contrarias al
resto de los que lo rodean.
Echar una mirada a estos hombres y mujeres que ayu-
dan a conocer a la humanidad es un reto que aceptaron
estudiantes de la Universidad de Pamplona (campus de
Villa del Rosario), para escudriñar en esas personas
aquello que hay oculto para los ojos que apuntan a la
cotidianidad y que temen voltear para observar formas
de vivir opuestas a la realidad que imponen los habitan-
tes de ‘la selva de cemento’ y en la que se mueven sin
siquiera pensar que más adelante hay otros humanos
que merecen ser tenidos en cuenta.
El ejercicio no es el resultado de la simple tarea del aula
de clase. Es la conclusión de una búsqueda para resca-
tar a esos individuos que tienen mucho qué contar, pero
que no encuentran eco en los medios locales, porque los
consideran fuera de la órbita mental o porque no creen
que ameritan que los lectores conozcan sus adentros.
Hoy, la revista www.contraluzcucuta.co recoge esos tra-
bajos y los presenta en conjunto para resaltar la historia
que a bien tuvieron en narrarles a los futuros comunica-
dores que se forman en el claustro universitario y que
dan las primeras puntadas en el periodismo. La verdad,
la labor de escarbar entre la gente para hallar vivencias
no es novedosa. Grandes maestros han escritos piezas
magistrales en torno a hombres y mujeres corrientes.
John Lee Anderson, Gay Talese, Juan Gossaín, Cristian
Valencia y Juan Villoro, entre muchos de muchos, han
recreado a los lectores con esas confesiones. Esta reco-
pilación de trabajos no pretende plagiar a ninguna publi-
cación puesta al servicio de los lectores, solo quiere mos-
trar que en la vida común que llevan algunos de nuestros
conocidos hay escondida esa otra historia que habrá de
maravillarnos.
Los autores, muchachos ellos y alumnos todos, sabrán
agradecerles que los lean y los critiquen. Ojalá no los
destruyan.
Rafael Antonio Pabón
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En una silla de madera está sentado
un viejo indigente listo para contar su
historia. Los ojos verdes brillan de
forma expresiva. La barba larga y
blanca cubre gran parte del rostro
arrugado y colorado por el sol. Tiene
voz tenue, producto de la ausencia de
dientes en la boca añeja. Joseph
Tony Roherd, nació, hace 85 años, en
Brandemburgo, estado federado de
Alemania, al este del país y cerca a
Berlín. Creció en un contexto histórico
de significativos cambios sociales. La
crisis económica con la llegada de la
Gran Depresión en 1929, desencade-
nó una serie de sucesos que llevarían
a la Segunda Guerra Mundial.
En 1943, la guerra, que había inicia-
do hacía cuatro años, se les salió de
las manos a los alemanes. La pobla-
ción sufría de manera considerable
los efectos de la contienda bélica.
Las bajas en combates llevaron a las
autoridades militares a una acción de
reclutamiento de jóvenes mayores
de 15 años.
“La vida en época de guerra es dura.
Tuve que emigrar a los 16 años, de-
jando a mi madre y mis dos herma-
nos, porque si no lo hacía me recluta-
ban. Me fui escondido en un barco
que partió del puerto de Hamburgo y
duré ahí 22 días sin saber a dónde se
dirigía”.
Josep huyó de Alemania y cayó
en la indigencia en Cúcuta
Oscar Yilmar Campo
JOSEPH TONY ROHERD
“El Alemán”
Perfiles
“La vida en época de guerra es
dura. Tuve que emigrar a los 16 años, dejando a mi madre y mis
dos hermanos, porque si no lo
hacía me reclutaban. Me fui
escondido en un barco que par-
tió del puerto de Hamburgo y duré ahí 22 días sin saber a
dónde se dirigía”.
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El destino de la embarcación era Buenaventura
(Colombia). Joseph, al bajar del barco, se llevó la
sorpresa de ver sólo gente de piel negra que nun-
ca había visto en su vida. Se encontró con un idio-
ma distinto y prácticas culturales que distaban de
ser parecidas a las suyas en todos los sentidos.
Empezó a descargar mercancía de los barcos que
llegaban al puerto. Se adaptó al lugar hasta que
se ganó el cariño de la gente que lo empezó a lla-
mar Alemán. Sirvió como guía turístico a los ex-
tranjeros que desembarcaban ahí. Conocía la zona
a la perfección.
Vivió dos años en Buenaventura. El espíritu aven-
turero lo impulsó a buscar nuevos horizontes. Le
bastaron una bicicleta y unos
cuantos implementos que en-
traban cómodos en una mochi-
la, para partir. Mientras se pasa
la mano por la barba recuerda
con especial agrado cómo lo
despidieron los amigos. Sobre
ruedas se lanzó a un viaje que
comprendía gran parte del terri-
torio colombiano.
Recorrió el Valle del Cauca, Bo-
gotá, Antioquia, la Costa y andu-
vo por pueblos que hoy le es
imposible recordar. Se emocio-
na al mencionar algunos de los
que aún están en la memoria
desgastada por los años.
Hizo presencia en las vías más solitarias y peligro-
sas de Colombia. Estuvo en riesgo de ser secues-
trado por las FARC y el ELN. La condición de ale-
mán y pobre lo ayudaron a salir de una posible
retención. La guerrilla, al contrario, le suministró
alimentos. Las rutas ecuatorianas no fueron indi-
ferentes a las huellas de los cauchos de la bicicle-
ta. Pasó por Santa Ibarra, Guayaquil y Quito. En el
vecino país duró ocho meses, y gran parte los vi-
vió en Puerto Bolívar.
Trabajó en la pesca y recorrió los lugares que baña
el río Guaya. Los largos viajes terminaron hace 15
años, cuando llegó a Cúcuta. En la capital norte-
santandereana se quedó a vivir de manera defini-
tiva. La vejez lo limita para pedalear como en sus
mejores épocas solía hacerlo. En los primeros
años en la ciudad fronteriza ejerció como electri-
cista, profesión que aprendió en el país natal.
El trabajo en ese tiempo no le hacía falta. Poco a
poco se acostumbró a mantenerse en un lugar.
En las noches iba a fiestas o bares a cantar los
boleros que lo apasionan en lo más profundo del
alma. Se considera bolerista nato. Para eviden-
ciarlo cantó un bolero que acompañaba con un
sonido que saca, al golpear la mesa de madera
con las largas uñas. El tiempo ha hecho del Ale-
mán un limosnero. Lleva cuatro años mendigando
en las calles. Su capacidad física no es la óptima
para trabajar.
No sabe nada de los familiares que dejó en el país
europeo, ni de los hijos que tuvo en Bello
(Antioquia) con la única mujer que dice haber
amado.
“A pesar de ser un limosnero vivo tranquilo. Me
basta con hacer $15.000 para irme a mi casa, en
Comuneros, y comer con lo que he recogido. A las
6:00 de la tarde estoy en mi casa. Descanso y veo
televisión”.
El Alemán es conocido por los habitantes del ba-
rrio que lo ven llegar en la bicicleta verde. Tuvo
una vida llena de experiencias, recorrió en dos
ruedas el país. Ahora, la soledad lo acompaña en
el lecho en el que descansa al terminar la jornada
en la avenida 0 con calle 13.
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En un hogar espiritual del barrio Be-
lén, al occidente de Cúcuta, vive un
hijo adoptado por la frontera. La gente
que va de visita tiene que evadir a dos
perros guardianes que vigilan la casa
de Orlando Obregón Sabogal.
El hogar es llamado ‘El Alfarero’ y se
considera sitio de retiro para moldear
mentes jóvenes.
Este hombre es de piel blanca como la
espuma, cabello gris por el paso del
tiempo, ojos claros como sus pensa-
mientos, nariz respingada, rostro arru-
gado y la voz ronca. La cara guarda
cierto parecido con el cantante de ca-
rranga Jorge Veloza. La alegría es un
sentimiento que lo caracteriza.
Nació en Bogotá. A los 5 años llegó a
Cúcuta. Estudió en el Instituto Técnico
Nacional de Comercio, pero no terminó
el bachillerato. El colegio lo premió y le
otorgó el título Honoris Causa para
darle validez a la secundaria. El Institu-
to Nariño le entregó otro diploma con
idéntico valor.
No ve televisión, escucha radio solo
cuando va en en el carro, ni compra
periódicos, porque cree que le pueden
lavar el cerebro, adoctrinarlo o manipu-
larlo al momento de tomar una deci-
sión. El medio de comunicación que
utiliza es la internet. Leer y estudiar la
Biblia es el pasatiempo favorito.
Desde pequeño comenzó a inclinarse
por el trabajo con la comunidad y por
ser un ciudadano participativo. El pri-
mer trabajo remunerado lo cumplió en
la Bodega ‘El Tequendama’. Termina-
dos los estudios escolares empezó
como auxiliar en la Oficina de Valoriza-
ción. De allí pasó a ser el promotor de
Acción Comunal en su barrio.
Orlando Obregón:
La vida entre espíritus y sindicatos
Luis Roberto Hernández
Perfiles
Orlando Obregón
Pasó a ser sindicalista en el
Seguro Social. Casi sin
quemarse las pestañas, lo-
gró la presidencia del gre-
mio de trabajadores. Al-
canzó la vicepresidencia de
la Unión de Trabajadores
de Norte de Santander.
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Nunca se unió a algún partido, pero se considera-ba “católico, apostólico y conservador”. Extendió la
visión sobre los movimientos políticos y fue seña-
lado por el Gobierno como comunista, por coordi-
nar en el barrio actividades sociales, organizar co-
mités en cada manzana y formar un líder en cada
cuadra.
De la noche a la mañana fue nombrado presiden-
te de la Junta de Acción Comunal, cuando al barrio
lo llamaban ‘El Diviso’. En la primera acción pre-sentó derechos de petición para que la localidad
dejara de ser basurero. La personería jurídica que-
dó suspendida por cuatro meses, porque no aten-
día a las políticas de las autoridades locales.
Pasó a ser sindicalista en el Seguro Social. Casi
sin quemarse las pestañas, logró la presidencia
del gremio de trabajadores. Alcanzó la vicepresi-
dencia de la Unión de Trabajadores de Norte de
Santander, gracias a las oraciones de la mamá que lo hacían sentir protegido y
a la tarea entre la sociedad.
Conoció la corrupción a fondo,
cuando estuvo en la Secretaría General de la Unión de Trabaja-
dores de Colombia (UTC). Nunca
tragó entero, denunció la inmo-
ralidad y cómo los intereses de los trabajadores eran otorgados
en prebenda a los políticos ma-
ñosos. El 26 de julio de 1986,
fue expulsado y varios sindica-
tos renunciaron a esa organiza-
ción.
El general Miguel Maza Már-
quez, director del DAS entre
1985 y 1991, le avisó que el Cartel de Cali lo tenía como ob-
jetivo militar, porque había des-
cubierto que la UTC tenía un banco administrado
por la organización mafiosa de los hermanos Ro-
dríguez Orejuela.
Usó como bandera la frase que repite a diario:
“Tirar una piedra es fácil, sentarse a la mesa a
discutir con un empresario es difícil”. La empleó
para armonizar los intereses de la gente y apoyar a los menos favorecidos. Nunca se quedó en al-
gún sitio, siempre buscó concertar. En septiembre
de 1986, se reunió con Angelino Garzón para
constituir la Central Unitaria de Trabajadores (CUT). El 16 de noviembre, asumió la vicepresiden-
cia ejecutiva, cargo en el que estuvo hasta 1992.
A la renuncia Jorge Carrillo para asumir el Ministe-
rio de Trabajo en el gobierno de Belisario Betan-
court, Orlando subió la presidencia, que dejó en
diciembre de 1995.
En enero de 1996, fue designado Ministro de Tra-bajo por el presidente Ernesto Samper. Consideró
que el encargo era para dirigir la cartera y eligió su
equipo de colaboradores, entre a Angelino Garzón
como asesor.
Todo luchador social es perseguido y Obregón no
se quedó atrás. En los tiempos de mandato de
Álvaro Uribe llegó a la casa un viejo amigo, con
una propuesta. Debía acusar de ser colaboradores
de la guerrilla a militantes del Polo Democrático y de la izquierda colombiana. Se negó a participar
en esa patraña.
Estuvo en la cárcel dos veces. La primera, cinco
días en la Modelo de Bogotá, en la celda exclusiva para ministros y que llamaban ‘la cabaña’. El di-
rector del centro reclusorio le comentó que las
órdenes eran desde arriba, del máximo poder. El
DAS lo acusaba de haberse robado la plata inverti-
da en un puerto de Santa Marta.
La segunda vez que visitó ‘el cementerio de los
vivos’ fue en Cúcuta, y permaneció dos meses en-tre las rejas. Disfrutó la estadía como recluso y
ayudó mediante consejos a varios presos que se
sentían en el infierno. A principios del 2012, otra
acusación casi lo envía de regreso a la penitencia-
ría. El juez que llevaba el caso demostró al jurado que los cargos por los que se le investigaba eran
falsos.
Ahora, está dedicado a ofrecer conferencias epis-
copales. Viajó como invitado a Austria, por la Orga-nización Internacional de Trabajo. Atiende la casa
de la espiritualidad ‘El Alfarero’, recibe a 60 niños
en temporada de vacaciones, les enseña aspectos
morales y cómo entender las sagradas escrituras.
.
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En una calle del barrio Lleras, de Cúcuta, está el res-
taurante ‘Cúcuta 2000’, famoso hace 22 años entre
los aficionados al fútbol. En el lugar, lleno de sillas y
mesas, los clientes buscan buena comida. Los árbo-
les que adornan la entrada refrescan el ambiente y
una particular carpa los cubre del sol. Este sitio es el predilecto de doña Marina. Mujer encantadora y ama-
ble que sabe llegar a los comensales con las delicias
culinarias y con la personalidad sencilla.
Los que frecuentan el lugar saben lo importante que es para ella el fútbol, deporte predilecto de los hom-
bres.
La piel morena, estatura media, contextura gruesa,
ojos cafés, cabello castaño claro, nariz fileña y con pocas arrugas en la cara reflejan la alegría que em-
barga su vida. En el tiempo libre juega póker con ami-
gos de la cuadra.
Doña Marina:
Hincha fiel del Cúcuta Deportivo
Leidy Aristizábal
Perfiles
Olga Marina Ramírez “Doña Marina”
La afición empezó porque su
padre la llevaba al estadio General Santander a ver los
encuentros del Cúcuta De-
portivo. Se enamoró del
equipo local hasta el punto
de ser una de las hinchas fieles.
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Olga Marina, hija de Humberto Ramírez y Jose-
fina Lara, nació en Cúcuta, el 13 de julio de
1935. De los 5 a los 15 años, vivió en Caracas
con una tía. A los 16, se casó con el amor de
su vida y padre de los seis hijos, Luis Hermes
Contreras. A los 11 años, comenzó a llamarle
la atención el balompié.
La afición empezó porque su padre la llevaba
al estadio General Santander a ver los en-
cuentros de Cúcuta Deportivo. Se enamoró del
equipo local hasta el punto de ser una de las
hinchas fieles. En la juventud viajó con el once
motilón a los encuentros del torneo de la cate-
goría B del fútbol profesional colombiano.
La única capital de departa-
mento que no conoce es
Pasto. El último paseo en el
bus del cuadro rojinegro fue
a Bucaramanga. En esa
ocasión la abandonaron en
la capital santandereana y
le costó mucho devolverse
a la ciudad natal. Desde en-
tonces no acompaña al
equipo.
Al esposo no le gustaba que
asistiera al estadio. La con-
trariedad no le impidió que
los domingos tomara a los
pequeños hijos y corriera a
las tribunas del General
Santander, para ver al Cúcuta ganar. Es la pre-
sidenta de la barra del elenco motilón Doña
Marina.
Desde la presidencia de Álvaro Vélez en el
cuadro rojinegro, el restaurante es la sede de
la Asociación de Barras del Cúcuta (Asobac),
donde se reúnen los aficionados a hablar de
esta disciplina deportiva, a sacar y poner juga-
dores, a armar y desarmar alineaciones, a cri-
ticar a los directivos y a comprar las boletas
para el siguiente encuentro en la ciudad.
Está consagrada al restaurante y a los hijos.
Es mujer de casa y toda la vida ha sido juicio-
sa. La relación con los familiares es buena, no
tienen problemas. En Navidad se reúnen,
comparten la cena, el vino, las uvas y los uni-
versales abrazos de felicidad.
La única ilusión que tiene en la vida es que “el
Cúcuta siga adelante”. Lo dijo con alegría y
tristeza a la vez por la situación que afronta el
equipo rojinegro. En el primer torneo del año
ocupó la última posición y está amenazado
con descender. Además, debe trasladar la se-
de por los arreglos en la gramilla del General
Santander.
A los 77 años, doña Marina, los domingos en
la tarde, toma el telón, el video beam, arma la
pantalla gigante y espera a los que deseen
acompañarla a gozar con los partidos del equi-
po favorito, en las victorias o los fracasos. Por
motivos de salud no puede asistir a las tribu-
nas del estadio. Se exalta y emociona tanto
que se le sube la tensión. El médico de con-
fianza se lo prohibió.
Aunque los últimos encuentros del Cúcuta
Deportivo no han dejado los mejores resulta-
dos, los hinchas fieles como esta mujer siem-
pre tendrán la esperanza de ver al conjunto
rojinegro en los puestos altos de los torneos
del fútbol, cargado de copas y títulos, con el
nombre de la ciudad en la cima.
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Anastasio Ramírez:
Luchador sin tregua
Edwin Leonardo Gélvez
Perfiles
Anastas io Ramírez
“Es deprimente tener que
trasladarse a otro municipio
para organizar la feria
equina y agropecuaria de
Cúcuta por tener la plaza
cerrada”
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En la década de los 50, se inauguró en Cúcu-
ta La Plaza de Ferias Mariano Ospina Pérez, en
la avenida al Aeropuerto, en la Zona Industrial.
La comunidad motilona se enorgullecía del
nuevo espacio que reunía a ganaderos, com-
pradores y vendedores, y a mucha más gente
metida en este mundo de las reses.
Más de 60 años después, Anastasio Ramírez,
ganadero, locutor deportivo y exdeportista in-
signe de Norte de Santander, se resiste a
abandonarla así el gobierno departamental ha-
ya decidido cerrarla y venderla. El oxido, la ho-
jarasca y la maleza es lo único que queda de
lo que en su tiempo fue el lugar predilecto para
comerciantes, ganaderos y
fanáticos de la fiesta brava.
Las manos ásperas y corru-
gadas dan la bienvenida. Las
cejas fruncidas y el bigote
estilo Hulk Hogan intimidan.
La humildad, la sencillez y la
personalidad servicial dan
confianza.
Detrás de los lentes tipo Ca-
rey se oculta la mirada de al-
guien criado en el campo,
donde se acostumbró al rejo.
Vivió una niñez pobre en lu-
jos, pero rica en comida, por
la abundancia que dispensa-
ba el río Zulia.
Nació el 19 de marzo de 1938. Hijo de Anasta-
sio Ramírez González y Alcira Quintero. Es el
segundo de nueve hermanos. A los 8 años, por
decisión familiar llegó a Cúcuta.
La juventud la dividió en dos momentos espe-
ciales, la lucha libre y el comercio del ganado.
Como deportista consiguió reconocimientos
nacionales e internacionales.
Un fumador se sienta detrás de la silla que
ocupa en el restaurante del Comité de Ganade-
ros. Discute con el hombre, porque el humo del
cigarrillo le causa migraña. Recuerda aquellos
momentos memorables en la Plaza de Ferias.
Este longevo hombre levanta, cada vez que
puede, la voz grave y potente que lo caracteri-
za para pedirle a la Gobernación de Norte de
Santander la recuperación de la Plaza.
Golpea la mesa con rabia en homenaje al cen-
tenar de ganaderos que han quedado sin em-
pleo por la decisión tomada por el gobernador
William Villamizar Laguado (2008-2011).
Firme, persistente y en la infatigable lucha por
el segundo hogar, Anastasio Ramírez protestó
contra la administración departamental y entró
en huelga de hambre durante 72 horas, en el
2011. Los resultados fueron pocos, porque el
gobernador Edgar Díaz (2012-) tampoco ha
solucionado el caso. Lo único que ha hecho es
“mamarles gallo” a los ganaderos de la ciudad.
El predio está en venta al mejor postor.
A los 75 años, con paso lerdo, pero con perso-
nalidad de hierro, ‘El Motilón Ramírez’ sigue en
la lucha por rescatar las tradiciones y las cos-
tumbres vividas en la plaza.
Así como usaba la técnica y la rudeza para de-
rrotar al rival en los cuadriláteros, no descan-
sará hasta volver a escuchar los bramidos de
los animales traídos de cualquier municipio de
Norte de Santander o Arauca para comerciali-
zarlos en pie y llevarlos a los mataderos loca-
les.
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A la llegada la vista tropieza con la biblioteca
colmada de libros. Textos científicos, novelas, li-
teratura, historia y culturales se apilan en orden
en cada estante. En la sala, recostado en el sillón
de cuero, aparece Pablo Emilio Ramírez Calde-
rón, médico de profesión y político por vocación.
Nació en Cúcuta, donde se crió y cursó el bachi-
llerato.
Los padres tenían una finca en el campo para
pasar vacaciones. Lo apasionan la armonía, el
verde de la naturaleza y la ganadería.
Pablo Emilio Ramírez:
Cirujano culto
Oscar Ocampo
Perfiles
Pablo E. Ramírez
“Introdujimos en el hospital
algunas cirugías que nunca se habían hecho en Cúcuta. Como
la mastectomía radical para el
cáncer de glándula mamaría, la
cirugía para el cáncer del recto,
las anastomosis porto sistémicas para la hipertensión portal y la
cirugía subtotal de la glándula
paródica”.
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Al terminar la secundaria viajó a Bogotá para estu-
diar medicina con cinco de los ocho hermanos. Al
concluir la carrera se especializó en cirugía gene-
ral y ginecología. En 1961, se casó con Mariela
Gómez, quien ha estado a su lado desde ese mo-
mento. La vida le sonreía, hasta que en 1963 mu-
rió el padre y dos años más tarde, la madre. Esas
pérdidas significaron un golpe fuerte que lo depri-
mió por largo tiempo.
Tiene trayectoria como médico y en Cúcuta es pio-
nero en esta área. Trabajó 18 años en el hospital
San Juan de Dios como cirujano, en los que duran-
te cinco años estuvo en el servicio de cirugía gine-
cológica. “Me retiré a raíz de la enfermedad de mi
hermano Juan Agustín Ramírez, quien en ese tiem-
po era Alcalde de Cúcuta. Sufrió parálisis en las
piernas y tuvo paraplejia.
Al salir, yo era jefe del departa-
mento quirúrgico y del servicio
de cirugía general” del hospital”.
En el centro hospitalario fue por-
tador de buenas noticias, al sal-
varles la vida a los pacientes.
Los ojos azules han presenciado
la sonrisa de aquellos angustia-
dos hombres y mujeres que es-
peran una noticia positiva a las
afueras de una habitación. A
algunos, no se los pudo quitar a
la muerte, y se los llevó.
Es de los médicos destacados y
reconocidos en la ciudad. La
trayectoria quirúrgica ha sido
innovadora y exitosa. Ha enfren-
tado constantes retos quirúrgicos. “Introdujimos
en el hospital algunas cirugías que nunca se ha-
bían hecho en Cúcuta.
Como la mastectomía radical para el cáncer de
glándula mamaría, la cirugía para el cáncer del
recto, las anastomosis porto sistémicas para la
hipertensión portal y la cirugía subtotal de la glán-
dula paródica”.
La política siempre lo ha inquietado y ha sido par-
te de su vida. De 1990 a 1992, fue concejal por
un movimiento cívico. En el rostro predomina el
blanco de las cejas y del bigote. Las leves arrugas
en la envejecida piel y el azul cielo de los ojos
complementan la faceta de este hombre marcado
por la experiencia y el conocimiento. Es lector apa-
sionado. En una agenda que guarda en el escrito-
rio de madera, tiene anotados los cinco libros que
lee por mes. Ahora, está sumido en las páginas de
El Soñador y El Genio, del profesor Mauro Torres.
En la parte más alta de los estantes reposan ban-
dejas, gallardetes, pabellones y 11 trofeos. Todo,
fruto del tiempo que estuvo al frente de la ganade-
ría. Concursó 11 años en las ferias ganaderas de
Cúcuta, y paseó sus ejemplares por Bucaramanga,
Valledupar, Cartagena y Medellín.
Es miembro de la Academia de Historia de Norte
de Santander. Allí dedica tiempo al estudio del
pasado del departamento, de Colombia y del mun-
do.
Alimenta de manera constante el conocimiento, lo
que le permite ser culto.
Ante la necesidad de contar con un nuevo periódi-
co en la ciudad, emprendió junto con varios ami-
gos el proyecto del quincenario El Faro. El medio
apareció, gratis, en junio. Es elaborado en Cúcuta
y editado en Bogotá, en los talleres de La Republi-
ca.
Ahora, cuenta con el consultorio en la casa. Vive
en la tranquilidad de haber hecho lo que pretendía
en la vida. A la hora de descansar se sienta en el
sillón de cuero a leer, mientras a su espalda posa
el retrato que le hizo el pintor cucuteño Julián Gon-
zales.
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Dileidy Carolina Martínez
Ali c ia :
En el país de las fantasías
Perfiles
Alic ia Ariza Lara
“La Bat ichica”
El sobrenombre se lo de-
be al Ford Mercury,
modelo 1964, que su pa-
dre le regaló y que la ha
acompañado en sus
aventuras por las carre-
teras del país.
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El rostro angelical esconde las arrugas que el
tiempo ha dejado en su piel. Las perlas blancas
que adornan el cuello, los accesorios finos y el
vestido de lino son parte del glamur característico
de una primera dama.
Lejos de los opulentos castillos de Gran Bretaña y
de los edificios de las grandes ciudades europeas,
recibe a los allegados y a los amigos en una humil-
de morada que huele a historia escondida y que
inspira recuerdos a la elegante Alicia Ariza Lara,
‘La Batichica’. El sobrenombre se lo debe al Ford
Mercury, modelo 1964, que su padre le regaló y
que la ha acompañado en sus aventuras por las
carreteras del país. Clásico cuatro puertas, blanco
y rojo, y seis luces en la parte trasera, es el auto-
móvil con el que recorrió parte de la geografía na-
cional.
Con fino ademán cuenta la ex-
periencia como diplomática del
gobierno colombiano, y mien-
tras cruza las piernas hace pre-
tensiones de la suerte que ha
tenido en sus 80 años. Ni ca-
viar, ni langosta, solo ofrece lo
que está a su alcance, y como
si estuviera en una mansión
llama a la ‘criada’ para que
atienda a la visita. Ofrece me-
dia botella de gaseosa que saca
de la nevera y un pan tieso que
llevaba días en la despensa.
Alicia estudió en el Liceo Nacio-
nal Femenino, en Bogotá. Una
de las condiscípulas fue la pe-
riodista y presentadora de tele-
visión Gloria Valencia de Castaño. Cursó idiomas
en la universidad Montreal de Canadá. Es poliglo-
ta, habla inglés, francés y portugués.
Fue la primera reina del carnaval de Caracas
(Venezuela). Ganó varios trofeos en competencias
de tiro al blanco. Se caracterizó por tener desde
niña el cabello gris y fue una de las primeras muje-
res en tomarse una foto a color. “Vayan a viajar así
sea a un cerro, a una peña, a un barranco, porque
eso es lo que da vida”. El secreto de la juventud
para esta bella dama está en viajar, recorrer el
mundo, conocer culturas, respirar otro aire y vivir
de gratos recuerdos y experiencias.
El viaje más recordado fue a Japón, donde conoció
a la reina Isabel. El parecido con la reina era noto-
rio, tanto así que la monarca del Reino Unido se lo
dijo delante de más de 100 personas. Anonadada,
Alicia se soltó en llanto al creer que era una ofen-
sa, pero al pasar los años comprendió que se trató
de un halago. Por tanta belleza llegaron amores,
príncipes conocidos en los múltiples viajes, de to-
do tipo, pero por poco tiempo. Rompió corazones y
también se enamoró. Se casó tres veces, la vida
amorosa andaba sin freno por donde iba. Con el
primer esposo duró poco, fue solo un rato de co-
pas en un lujoso hotel. Con el segundo, ocho días.
Se dio cuenta de que la quería robar y lo sacó de
la finca demostrando sus capacidades de tiro al
blanco.
Del tercero floreció una hermosa hija, María del
Mar, en honor a las orillas del Mediterráneo, sitio
donde nació. Compartieron 20 años dejándole un
vacío enorme el día que injustamente decidió par-
tir. La jovial María del Mar falleció. Alicia quedó
sola, colgada del amor que sostiene al nieto que le
dejó la bella hija.
Alicia descansa en su casa de una vida intensa y
agitada por el mundo. El sustento es una humilde
pensión que el Gobierno le gira cada mes. Disfruta
de los paseos en el automóvil mientras escucha
gritos y pitos que le lanzan de todas partes por
ocasionar caos vehicular. Con indiferencia no les
presta atención y sigue el rumbo sin mirar atrás.
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Gabriel García:
Tiene un sueño bolivariano
Jenny Naileth Arévalo
Perfiles
Gabrie l García Pérez “El Dominicano”
“Madre no es la que trae al
mundo, ni la que tiene dolores de parto, sino aquella mujer que
con dedicación y esfuerzo logra
sacarte adelante. A esa mujer le
debo mi vida. Ahora, logro
comprender por qué me prote-gía tanto en mi niñez. Siempre
buscaba lo mejor para mí”.
Página 17
Entre camillas, enfermeras y largos y tranqui-
los pasillos trascurren los días de Gabriel Gar-
cía Pérez, en el hogar de Nazaret de Cúcuta.
La pobreza del pueblo natal lo llevó a buscar
nuevos caminos. Hace 37 años, vio en la capi-
tal nortesantandereana el lugar ideal para me-
jorar la calidad de vida.
Conocido por los amigos como ‘Milito’, nació
en San Antonio de Yamasá (República Domini-
cana) el 1 de mayo de 1953. Creció al lado de
Mercedes García y es el mayor de ocho her-
manos. En la niñez soñaba con ser bailarín.
Hoy, recuerda con nostalgia la principal fuente
de trabajo que por varios años permitió llevar
el pan a su casa. Aquellas noches calurosas
en las que el folclor, el ritmo
y la música caribeña se
unían en la discoteca Media
Luna.
La juventud estuvo marcada
por sucesos que le permitie-
ron crecer como persona. A
los 22 años, tras la muerte
de sus padres, decidió em-
prender un viaje por las
aguas trasparentes del mar
Caribe. Después de una larga
travesía llegó a Colombia.
Los primeros pasos en el
país cafetero fueron en Ba-
rranquilla y Santa Marta.
Consideró que estas ciudades eran más eco-
nómicas para vivir. Trabajó como maestro de
cocina y mesero, entre otros oficios. La llega-
da a Cúcuta generó cambios significativos en
su vida. En esta ciudad consiguió vivienda pro-
pia. Fue uno de los primeros habitantes del
barrio Virgilio Barco.
Los años 80 se pueden considerar como la
época del auge económico en Venezuela. Con-
virtiéndose, en el lugar ideal para turistas y
forasteros. Este país siempre fue el sitio elegi-
do por Gabriel para pasar el resto de sus días.
Debido a los problemas y adversidades nunca
llegó a su destino.
“Mi meta era radicarme en Caracas. El au-
mento financiero y el clima de esa ciudad
siempre me llamaron la atención. Jamás logré
conseguir mi objetivo. En Peracal siempre me
deportaban a Colombia”. A la hora de hablar
de la tierra natal es inevitable verle una enor-
me sonrisa y el brillo de los ojos color café.
Extraña el Locrio y el arroz con Guandule
(platos típicos de República Dominicana).
Este hombre sereno, de piel oscura y cuerpo
robusto pasa la mayor parte del día en una
cama. En el 2010, tuvo una parálisis muscular
que durmió por completo las extremidades
derechas. A pesar de estas dificultades, bus-
ca el lado positivo de los hechos.
Al ver las condiciones de vida en las que se
encontraba ‘Milito’, los vecinos lo llevaron has-
ta este hogar para que le brindaran asistencia
médica. “Dios nunca me ha dejado solo, siem-
pre me llena de fuerza y voluntad para salir
adelante. En mis ratos libres me encanta dibu-
jar”.
A sus 59 años, todavía guarda la esperanza
de regresar a la tierra que lo vio nacer, para
morir al lado de sus seres queridos.
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Ricardo Urazán:
Un ingeniero de las letras.
Dileidy Carolina Martínez
Perfiles
Ricardo Urazán
Consideró que “todos somos filósofos de nuestras vidas”,
y tiene como norma
aprender lo que correspon-de a su línea de trabajo y de los demás para servir a
la comunidad.
Página 19
Entre títulos enmarcados y los afanes de la ofici-
na, a los 61 años, Ricardo Urazán Noguera luce
enérgico y ambicioso. La experiencia de la carrera
le permite considerarse líder en el gremio de la in-
geniería y recalca que el oficio es uno de los más
exigentes. Así como es él.
Hace más de 35 años escogió la profesión por ase-
quibilidad. Es amigo de la educación superior es-
tricta y considera la ingeniería como una de las
carreras más ramificadas y que brinda la oportuni-
dad de encaminar la actividad laboral en varias di-
recciones.
Tiene porte elegante y sonrisa sugerente. Es alegre
e inquieto. Ni tosco, ni rudo, simplemente exigente
y cumplidor. La apariencia hostil contrasta con la
tranquilidad en el momento de
prestar un servicio. Genera un
entorno sereno que les permite a
los compañeros de trabajo rendir
de manera sobresaliente.
Se graduó en la Fuerza Aérea.
Continuó los estudios en la Uni-
versidad de la Salle y los terminó
en la Santo Tomás. Los pinos los
hizo en las locaciones petroleras
del país. Putumayo fue el departa-
mento que lo acogió para ejercer
la carrera profesional. Una com-
pañía francesa le permitió desen-
volverse como ingeniero civil. Se
f u e a F u s a g a s u g á
(Cundinamarca), luego a Sarave-
na (Arauca) y se trasladó, en
1975, a Cúcuta (Norte de Santander), donde resi-
de.
Lleva muchos años como director de la Cámara
Colombiana de la Construcción (Camacol), donde
destaca como líder carismático. Las horas libres las
dedica a la actividad social, lee, escribe y ve televi-
sión. Maneja hábitos alimenticios para mejorar la
calidad de vida, aunque el deporte no es su fuerte.
La falta de tiempo no le permite ejercitarse y de la
vida eliminó la pereza y las malas amistades.
Durante 15 años, escribió una columna en el perió-
dico La Opinión y editó un libro. Los comentarios
tenían temática variada, con análisis y miradas con
profundidad. Los artículos estuvieron dentro de un
contexto de poca superficialidad.
Esposo, abuelo y padre de dos hijos a los que trasfi-
rió buenos conocimientos y buenas experiencias
sin querer que lo calcaran o duplicaran. Sin necesi-
dad de ser egoísta y permitir el libre albedrío.
Dejo a un lado las salidas nocturnas, los amigos y
el trago. La inseguridad de la ciudad ha incremen-
tado y está prevenido en cada sector en el que en-
cuentre, porque la delincuencia no avisa. Trata de
evitar los peligros.
En la estadía en Bogotá, en los 60, surgieron las
culturas que incitaban a los jóvenes a vincularse a
los alucinógenos. Una época trascendental que
marcó la vida de muchos colombianos.
“Nunca fumé. Observaba los resultados pésimos
entre los que consumían esos narcóticos. La droga
es uno de los motivos por los cuales los jóvenes
han acabado las aspiraciones en el ámbito laboral.
Carros 4x4 y mujeres operadas son ahora el prototi-
po de pareja que la mayoría de jóvenes desea te-
ner. Solo esperan contactar con el indicado para
hacerse millonario. Pensamientos vanos y efímeros
que matan la conciencia y la responsabilidad.”
En la época juvenil fue noviero y fiestero. No era
buen bailarín, pero se le medía a cualquier activi-
dad. En la actualidad maneja una vida rutinaria. No
piensa en el carro último modelo, ni en novias ni en
minifaldas. Espera descansar pronto del trabajo
para recorrer Sudamérica, vivir un año sabático, sin
la necesidad de medir el bolsillo, ni tener preocupa-
ciones.
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Margarita Silva de Uribe:
Imponente y calculadora
William Herrera
Perfiles
Margari ta Si lva de Uribe
Desde la gerencia del Instituto del
Seguro Social, seccional Norte de Santander, obtuvo varios logros.
Implementó el seguro familiar y
amplió cobertura en el departa-
mento, gestionó recursos para la
construcción de sedes para atender a los pacientes de Cúcuta, Ocaña y
Pamplona.
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En un lugar tranquilo, donde la elegancia y la clase
permanecen juntas y donde los cuadros no son solo
adornos, el silencio inspira concentración, así el telé-
fono suene repetidamente para advertir que el deber
llama. Ahí, metida en ese ambiente, está Margarita
Silva de Uribe.
Esta mujer de ojos negros, cabello castaño, mirada
seria, muestra la imponencia que la caracteriza. La
personalidad es arrolladora y refleja una imagen que
proyecta conocimiento y sabiduría. Es calculadora.
Nació, el 14 de abril de 1949, en Cúcuta. Estudió
primaria y primero de bachillerato en el colegio Santo
Ángel. Después, los padres viajaron a Bogotá donde
cursó hasta quinto año en el colegio bilingüe Mary-
mount School. Regresó a la capital de Norte de San-
tander para validar y graduarse
en el Santo Ángel.
En la capital del país estudió de-
recho, en 1969, en la Universi-
dad Colegio Mayor del Rosario y
se graduó como abogada en
1973. En la Asociación Bancaria
de Colombia conoció al hombre
con el que luego se casaría. Del
matrimonio nacieron cuatro hijos,
uno en Bogotá y tres en Cúcuta.
Trabajó como jefa de la sección
de tierras y contratos de la em-
presa Petoleum Company, entre
1972 y 1976. Adelantó concesio-
nes para la explotación, explora-
ción y perforación de los pozos
petroleros. Dejó siempre claro
que todo estuviera en regla para
las actividades de la petrolera.
Desde la gerencia del Instituto del Seguro Social,
seccional Norte de Santander, obtuvo varios logros.
Implementó el seguro familiar y amplió cobertura en
el departamento, gestionó recursos para la construc-
ción de sedes para atender a los pacientes de Cúcu-
ta, Ocaña y Pamplona.
Fue juez promiscuo de Cúcuta por un periodo no muy
largo, y juez promiscuo de El Zulia, en otro periodo
corto. En los cargos impartió justicia de manera justa
y contundente.
En la amplia carrera tuvo cabida la política. Fue go-
bernadora de Norte de Santander (1982- 1983), im-
pulsó proyectos y financió obras de infraestructura
en varios municipios que la hacen recordar por esas
comunidades favorecidas. En la capital del departa-
mento consolidó El Malecón
Pasó por el sector privado y estuvo en la gerencia y
subgerencia de empresas de servicios y de proyec-
tos. Litigó en derecho civil, laboral, comercial y corpo-
rativo, entre 1983 y 1988, y colaboró en la forma-
ción de entidades productivas.
Margarita Silva De Uribe fue la primera mujer en ser
elegida para la Alcaldía de Cúcuta por voto popular
(1988- 1990). Implementó el acueducto del río Zulia,
financió la remodelación de la tribuna oriental del
estadio General Santander y generó obras para el
desarrollo de la ciudad.
En 1991, grupos armados la secuestraron para ha-
cerle un juicio revolucionario. Al poco tiempo recupe-
ró la libertad. Desde ese momento recibió amenazas
en repetidas ocasiones. Los hijos también fueron
amenazados y al sentir que corrían riesgo decidió
irse por un tiempo de Cúcuta.
Al sentir que la tormenta cesó, regresó y ganó una
curul en el Concejo (2004 – 2009). Renunció para
seguir la carrera política en la Secretaría de Gobierno
Departamental. El 16 de enero del 2012, asumió la
gerencia regional de El Catatumbo.
Margarita Silva De Uribe domina el inglés y el ita-
liano, tiene diplomados, maestrías, especializaciones
y constancias de asistencia a múltiples seminarios
de diversa índole. Ejerce como abogada, atiende ca-
sos penales y jurídicos y se mantendrá en esta labor,
seguro, hasta que la política la llame de nuevo.
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Javier:
El ruso venezolano
Leidy Aristizábal
Perfiles
Así lo bautizaron los que lo veían, porque en el
pasado llevaba una
bandera de ese país, pe-ro que perdió. Es vene-
zolano, nacido en San Cristóbal.
Javi er “El Ruso”
Página 23
Entre el ruido de camiones, calles de tierra y turis-
tas venezolanos se encuentra Javier. Un hombre que
por su aspecto inspira miedo. No es más que una
persona del común que vive en aquel andén donde
un día llegó para quedarse por siempre, porque cree
que es su hogar.
De estatura media alta, ojos claros y cafés tan bri-
llantes como el sol que se refleja en ellos. Su mirada
triste, piel morena, pies descalzos y con callosida-
des, pocos dientes, barba blanca, calvo y robusto
son el reflejo de su edad.
Lleva un traje que lo caracteriza, conformado por
una falda, un chaleco y una pulsera hecha de recor-
tes de un palo de escoba. Un arma de madera que a
veces se tercia y una correa con divisiones para po-
ner los objetos que encuentra en
la calle, complementan la vesti-
menta.
El estado mental es diferente al
de una persona normal. Vive en
un mundo de fantasía y cree que
aún está en el tiempo pasado.
Considera que el andén donde
habita es la casa en la que se
hospeda su familia.
Javier no es ruso. Así lo bautiza-
ron los que lo veían, porque en el
pasado llevaba una bandera de
ese país, pero que perdió. Es ve-
nezolano, nacido en San Cristó-
bal.
Estudió hasta convertirse en ca-
tedrático de matemáticas en una
universidad de esa ciudad. En un
momento dramático en su vida todo dio un giro y
perdió la noción del tiempo y de la realidad.
Lo querían obligar a robar y a matar. No pudo mane-
jar la situación hasta llegar al punto de volverse loco.
No tiene noción del presente.
Es un hombre ordenado. En el cuarto de pasillo tie-
ne todo organizado. En una caja de betún grande
guarda tornillos, tapas de gaseosa y pedazos de lápi-
ces. Tiene una cobija hecha con costales y la usa
como capa en las noches. Un recipiente lleno de
tarjetas, es otra de sus pertenencias mas preciadas.
Vive de mal genio, es poco hablador, solitario e indi-
ferente a los que pasan por el lugar. Amable y edu-
cado en el momento que establece confianza. Carac-
terísticas de Javier. Lo que más lo hace salir de sus
cabales son las explosiones con pólvora.
Goza comer betún, aunque recibe toda clase de co-
mida que le brindan los vecinos. La bebida que más
le gusta es el café. Lo toma cada vez que alguien le
lleva. Una de sus cenas es la combinación entre las
heces y la orina. Las revuelve y se las come.
Mauricio Omaña comentó que algunas noches toma
la escopeta de palo, se levanta y empieza a marchar
como un soldado. Pasa la guardia con la capa que
es como una coraza protectora.
Hace diez años llegó a La Parada, y desde entonces
solo una vez desapareció. Estuvo en el “Tablazo”, en
la vía que conduce a Tibú. Por motivos del destino
volvió.
La gente que lo rodea y lo distingue, como Aldemar
Delis, comenta que la familia ha venido varias veces
y se lo ha querido llevar, pero no se va. Posee un
perro que es su fiel acompañante día y noche, y con
el que decidió quedarse.
El “Ruso” es un habitante más de la calle. Descen-
diente de una familia adinerada. Se encuentra ro-
deado de nostalgia y alegría. Acompañado de nadie
y de nada.
Es la viva muestra de que los seres humanos de un
momento a otro pueden cambiar el rumbo de su vida
por una situación que no tuvo buen desenlace. Ter-
minó viviendo en la calle en condiciones deplorables
y con la imaginación tan amplia para crear universos
diferentes a la realidad.
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Yesid Montes:
Secretario multifacético
Kimberly Soto
Perfiles
Este padre de familia, sa-cerdote, secretario del Con-
cejo, hombre divertido y
amante de la lectura estu-dió en los colegios Padres
Claretianos, Bienestar So-
cial y Sagrado Corazón de Jesús.
Yesid Monte s
Página 25
En medio de la frialdad que caracteriza a las ofici-
nas del Palacio Municipal de Cúcuta está Yesid Mon-
tes, el secretario del Concejo. Es viernes, está en el
despacho y viste guayabera blanca, escucha música
popular y atiende indicaciones de la asistente.
Hijo del suboficial de la policía Pedro Montes y de
María de Montes, es el cuarto de 10 hijos. Ama a los
padres como hijo único. La educación familiar sus-
tentada en valores es lo más preciado que le ha de-
jado la vida, “puesto que luego de que se aprende
nunca se olvida”.
Nació en Cúcuta, hace 49 años. Es titulado como
comunicador social, abogado, licenciado y sicólogo.
Aunque está seguro de que los estudios más impor-
tantes se aprenden en la ‘universidad de la vida’,
pues cada momento, problema,
alegría y tristeza hacen la esencia
del hombre. Trabajó como jefe de
prensa y locutor. Hoy, alterna el
tiempo entre el Concejo y la igle-
sia Antigua Veterocatólica de
1870 (grupo de cristianos com-
prometidos con la persona de Je-
sucristo y sus enseñanzas).
En la niñez soñó con ser sacerdo-
te. Fue acolito, a los seis años, y
participaba en las eucaristías do-
minicales como si se tratara de la
fiesta más importante. Mientras
estudiaba en la comunidad las
Carmelitas Descalzas, a los 19
años, conoció el amor que lo hizo
desfallecer en el intento por ser
clérigo.
Es párroco hace dos años. Oficia
los jueves y los domingos en la vereda El Porvenir.
Los Católicos Antiguos son parte de la Iglesia Una,
Santa, Católica y Apostólica. Reciben la unión apos-
tólica de la Iglesia Universal y la identidad que los
distingue. Los lazos históricos parten de la Iglesia
Católica de Holanda.
Este padre de familia, sacerdote, secretario del Con-
cejo, hombre divertido y amante de la lectura estudió
en los colegios Padres Claretianos, Bienestar Social y
Sagrado Corazón de Jesús. El espíritu aventurero y
desordenado lo llevó a conocer varias instituciones
educativas.
De contextura gruesa, piel blanca, cabellera ceniza,
gafas grandes y ojos de color miel, lleva al hombro,
siempre, el bolso escolar negro en el que guarda do-
cumentos. La música popular y las tazas de café dan
a la oficina privada un aspecto relajado y divertido,
que contrasta con la rigidez del Palacio Municipal.
La mujer es el ser que más admira en la Tierra, y es-
tá seguro de que son grandes multiplicadoras de la
esencia de Dios. Sin embargo, está en proceso de
divorciarse de la mujer por la que dejó el camino del
Señor y con la que llevan 20 años casados. Es padre
de dos universitarios y comparten momentos de es-
parcimiento y fiestas especiales.
Le apasiona la lectura y cuando lee lo hace desnudo.
Para que el conocimiento surja libremente hay que
despojarse de la ropa, que causa peso y posee ener-
gías. Los autores preferidos son Jean Piaget y
Sigmund Freud. Como lector crítico analiza minucio-
samente sus actitudes y acciones. Entre sus deseos
está ser catedrático de filosofía y derechos huma-
nos. En los ratos libres toma la motocicleta y se va a
la finca, en las afueras de Los Patios, para despejar-
se de los problemas con los que debe lidiar en el
trabajo y en la vida personal.
Otra faceta de su vida es la de ser hombre libre, apa-
sionado por la rumba, las discotecas, las salidas los
fines de semana, los amigos y la alegría. Todo entre
límites, puesto que no olvida que es una figura públi-
ca y debe cuidar la imagen.
En la vida de Yesid Montes habrá muchos problemas
que le acechen la mente, pero no deja que lo afec-
ten. Por el contrario… él afecte al problema.
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Liliana Mora:
Líder espiritual y defensora de los derechos femeninos
Jenny Naileth Arévalo
Perfiles
"La mujer es un ser excepcional.
Es la encargada de los quehace-
res domésticos y, al mismo
tiempo, de llevar el sustento a
casa. Mi objetivo en estos cua-
tro años de gestión es promover
y velar por los derechos de las
jóvenes de la región".
Li liana Mora
Página 27
Los últimos rayos de sol empiezan a ocultarse entre
las montañas nortesantandereanas. Los pasillos silen-
ciosos y desolados comienzan a sentirse en la Alcaldía
de Cúcuta. Mientras la mayoría de los empleados del
Palacio Municipal regresa a casa, los 18 miembros del
Concejo llegan a las oficinas para iniciar la jornada. La
noche es calurosa y deberán discutir y analizar los pro-
blemas latientes de la capital de Norte de Santander.
Están listos para comenzar la sesión del día. La voz
fuerte y arrolladora caracteriza a Magda Liliana Mora
Mogollón, única mujer integrante de la corporación.
Llama la atención de los compañeros para exponer su
pensamiento en torno al maltrato femenino.
"La mujer es un ser excepcional. Es la encargada de los
quehaceres domésticos y, al mismo tiempo, de llevar el
sustento a casa. Mi objetivo en estos cuatro años de
gestión es promover y velar por los
derechos de las jóvenes de la re-
gión".
En Colombia la intervención femeni-
na en los cargos públicos ha sido
reducida a lo largo del tiempo. En
1954, el presidente general Gustavo
Rojas Pinilla les concedió el derecho
de elegir y ser elegidas. Ese fue el
primer paso para la equidad de gé-
nero en el país. "En pleno siglo XXI el
espacio de la señoras en la política
no es pésimo, ni malo, es nulo.
¿Cómo es posible que las decisio-
nes de las riendas de una ciudad,
departamento o país estén solo en
manos de los hombres? ¿Dónde
está la equidad? ".
La niñez de Magda Liliana estuvo
marcada por sucesos que le permi-
tieron crecer como persona. Descu-
brió que le gustaba ayudar a los menos favorecidos.
Compartía el mercado con los vecinos pobres del ba-
rrio, gesto que le valió los regaños de la madre cada
vez que sacaba la comida de la alacena. Al final com-
prendió la labor humanitaria de la hija.
Ingresó a la política a los 15 años, en la Alcaldía de
Pamplona (Norte de Santander). Con el paso del tiempo
se conoció el trabajo que adelantó en las comunidades.
Un amigo cercano a la familia vio las capacidades de
liderazgo y la motivó para que participara en el Concejo
de Cúcuta.
Liliana Mora tiene 40 años, está casada y es madre de
una niña de 10 meses, que es su razón de ser. Nació
en Pamplona, pero vive en la Perla de Norte hace 20
años. Es Comunicadora Social, egresada de la Universi-
dad Externado de Colombia y especialista en gerencia
de empresas.
Los primeros pasos como profesional los dio en Col-
mundo Radio, en Bogotá. Manejó la imagen corporativa
de la Sociedad Científica en Colombia, por intermedio
de Ignacio Cross. Trabajó en la reforma de la Ley 100
de la Salud en el Congreso de la República, en la Comi-
sión Séptima.
Esta periodista serena, de piel blanca y cabello rubio se
declara defensora y servidora de los derechos de las
cucuteñas. Su vida siempre ha girado en torno a Dios,
principal guía en momentos de oscuridad. Es líder acti-
va de la Misión Internacional Nueva Iglesia, y ha logra-
do conocer a Argentina, Francia, Chile, Italia, Ecuador y
España.
Durante la carrera ha implementado talleres enfocados
a las mujeres y a la familia, y promueve la igualdad de
oportunidades en la sociedad. En junio, organizó la
marcha contra el maltrato de la mujer, 'Ni con el pétalo
de una rosa'.
"Nunca me he sentido discriminada, a pesar de ser la
única mujer en el Concejo. Mis compañeros siempre
me han respaldado. Entienden mi función y objetivos
en esta entidad”.
Es feliz y vive agradecida con los padres por los princi-
pios y valores inculcados en la niñez. Espera contribuir
con la comunidad, por medio de la iglesia. Pretende
promover en universidades y colegios la igualdad de
género. Está segura de que de esa manera se erradica-
rán la violencia y el maltrato femeninos.
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Rolando Serrano:
El mundialista que no quiere desaparecer
Daniela Alejandra Moreno
Perfiles
La madre de Rolando siempre
quiso que sobresaliera como buen estudiante, entrara a la
universidad y destacara como profesional. Su padre, en cam-
bio, siempre lo apoyó en lo que
quiso y vio que desde pequeño llevaba en las venas la pasión
por el fútbol.
Rolando Serrano
El silencio se siente en la pequeña y confortable
casa. Ahí está Rolando Serrano, con mirada se-
rena y tranquila. Aguarda sentado en la silla favo-
rita para atender a las visitas. ‘El mundialista’
es generoso y muestra lo que la vida le ha regala-
do, representado en momentos de gloria y ahora
de nostalgia.
Este hombre le aportó mucho al país futbolístico
y está en el olvido. Nació en Pamplona, en
1938, donde vivió poco tiempo. Ocho años des-
pués, la familia decidió viajar a Cúcuta.
En la capital de Norte de Santander pasó por mu-
chos colegios hasta que se amañó en el Sagrado
Corazón, plantel donde despertó su pasión por el
fútbol.
En el patio del colegio vivió una de esas anécdo-
tas de difícil olvido. Ocurrió a la hora del descan-
so. Uno de los hermanos coordinadores se pa-
seaba por las canchas, Rolando tenía la oportuni-
dad de marcar un golazo, pero corrió con la mala
suerte de pegarle al religioso y le dañó parte de
la sotana. “Llamaron a mi mamá y esa fue mi pri-
mera paliza por hacer lo que me gustaba".
Página 29
La madre de Rolando siempre quiso que sobresalie-
ra como buen estudiante, entrara a la universidad y
destacara como profesional. Su padre, en cambio,
siempre lo apoyó en lo que quiso y vio que desde
pequeño llevaba en las venas la pasión por el fútbol.
En 1954, cursaba quinto de bachillerato y decidió
retirarse del colegio para dedicarse el resto de la
vida al deporte. Un año más tarde, al cumplir los 16
años, viajó a Bogotá para jugar en Santa Fe. No todo
en la vida le resultó fácil, el equipo lo rechazó por
joven. Abrumado por lo sucedido decidió continuar
los estudios en Tibú, al lado de un hermano. En el
municipio petrolero no cambiaron las expectativas y
se devolvió para Cúcuta.
En 1957 comienza a vivir el sueño que deseaba ma-
terializar. El Cúcuta Deportivo lo recibió como su-
plente. En ese tiempo estar en la
banca era una humillación. No
perdió las esperanzas ni las ga-
nas de salir adelante. Un día la
suerte le sonrió a expensas de la
lesión de un titular. Le dieron la
oportunidad de mostrar quién era
en el campo de juego.
En ese momento la vida giró 180
grados. Desde entonces pasó
cuatro gloriosos años en el con-
junto motilón. En 1961, América
de Cali compró el pase. “Gracias
a esa venta el Cúcuta logró con-
solidarse económicamente como
equipo”.
A Serrano se le abrieron las puer-
tas y lo convocaron para la selec-
ción Colombia que disputaría el
Mundial de Chile – 1962. El orgu-
llo del pamplonés está en haber lucido la tricolor na-
cional y haber empatado con Rusia a 4 goles. De
ese momento han trascurrido 50 años.
En 1963, participó en el Sudamericano en Bolivia y
no le fue bien. De regreso a Colombia cerró el ciclo
en el América y pasó a Unión Magdalena (1964 –
1965), después a Millonarios (1966 – 1967) y en-
frentó al Santos de Brasil (2-1) del rey Pelé. Las lá-
grimas se asoman al revivir la salida del estadio en
hombros y aplaudido por los espectadores.
Tenía 29 años y varios técnicos le aseguraron que
había terminado la carrera como jugador, por la
edad. El desaparecido Galaxia de Maracaibo
(Venezuela) lo acogió, pero la temporada no resultó
buena. Regreso al país. Unión Magdalena lo contrató
como técnico (1984 – 1985). Hernán ‘Cuca’ Aceros
lo llamó para que lo ayudara a dirigir el Cúcuta De-
portivo. En 1990, dio por terminada la carrera futbo-
lística. Amante de las películas mexicanas, le dijo a
la mamá que algún día escucharía mariachis en la
tierra que los vio nacer. En uno de los viajes se le
presentó la oportunidad de conocer a México, estar
en la plaza Garibaldi, escuchar rancheras y beber
cerveza. No se le midió al tequila.
Los ojos vuelven a nublarse caprichosamente. Se
siente olvidado aunque no quiere dar lástima, pero
sí desearía tener una pensión y que le den el recono-
cimiento que merece. Solo en una ocasión, en Pam-
plona, recibió un pergamino. Ha pasado tanto tiem-
po que no recuerda quién se lo entregó.
Rolando sabe que la pasión por el fútbol y el amor
por la camiseta pasaron de moda. Hoy, estar en un
equipo es negocio. Los jóvenes en las escuelas solo
desean jugar en los grandes clubes.
No es hincha de otro equipo más que del Cúcuta
Deportivo, once que lo vio nacer, crecer y culminar
su carrera.
En la actualidad está dedicado al comercio de joyas
y de relojes. Su padre y sus hermanos fallecieron
hace rato. Solo queda una hermana mayor, Carmen
Julia. Vive con la esposa Myriam, los seis hijos toma-
ron rumbos diferentes y se ven en épocas especiales
o en vacaciones, cuando le llevan los nietos para
que se entretenga.
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Padre Fabián Staper:
Entre goles y sotanas
Rubén Alexis Paredes
Perfiles
Entre las curiosidades de la vida,
está la persecución que le montó el 13. El 13 de diciembre murió su tío;
13 años después, cumplió 18 años y estaba en el Seminario Mayor; la
ordenación fue el 13 de diciembre;
lleva 13 años como sacerdote y el carro tiene el 13 en la placa. Y
como no cree en la suerte, piensa
que son casualidades de la vida.
Padre Fabián Staper
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Fabián Staper Carvajal nació en la vereda Miraflores,
el 29 de enero de 1973, donde vivió cinco años. Des-
pués de la muerte de un tío, los padres se desplazaron
al casco urbano de Gramalote. Su papá Pablo Antonio
montó una tienda junto con la esposa Rosa Carvajal
Tarazona y con el producido económico sacaron ade-
lante a los ocho hijos. Los estudios del pequeño Fabián
empezaron en la escuela rural Santa Rosa (Gramalote).
Al terminar la primaria se trasladó al colegio departa-
mental Simón Bolívar, y cursó la técnica media. Termi-
nó bachillerato en el colegio Sagrado Corazón de Jesús,
a cargo de las hermanas betlemitas
- Siempre me destaqué por ser buen estudian-
te- lo dijo sin asomo alguno de pretensión o de vanidad.
A los 10 años, fundó la infancia misionera en el barrio
donde residía. Ese resultó su primer trabajo en este
campo y que lo marcaría para el
futuro. Mientras cursaba la secun-
daria ejerció como secretario de la
Legión de María. En el grupo pocos
sabían leer y escribir, por lo que
tuvo que hacerse cargo de las ac-
tas.
La inquietud juvenil lo llevó a ser
nazareno, miembro de la banda
marcial, bailarín de danzas y juga-
dor de fútbol. Siempre con vocación
por el sacerdocio, aunque nunca lo
expresaba para que los compañe-
ros y los familiares no lo molesta-
ran.
- Llevé la vocación sacerdo-
tal desde joven- afirmó con el orgu-
llo y la seguridad de saber que es lo
que eligió y con lo que vivirá siem-
pre.
De 58 egresados del colegio, solo Fabián se decidió por
el servicio a Dios. En 1991, decidió viajar a Cúcuta para
iniciar los estudios en el Seminario Mayor. Era el más
joven de 13 estudiantes. Tenía 17 años. Los compa-
ñeros pensaban que no terminaría por la inmadurez.
Aprobó tres años de filosofía, cuatro de teología y uno
de pastoral. En la síntesis de filosofía obtuvo la nota
más alta y ganó una beca enviada por el padre Shaus-
tred desde Suiza.
-Cuando la vocación es de Dios, Él lo elige a
uno, lo llama, lo instruye y lo guía- es la explicación del
por qué un joven prefiere la sotana a otra profesión, de
las muchas que ofrece el mundo.
En 1995, monseñor Rubén Salazar Gómez le solicitó
dirigirse a Bogotá. Estudió en la Universidad Javeriana
un curso intensivo de Comunicación Social para la Pas-
toral y conoció a compañeros de América Latina.
En 1997, momentos antes de la ordenación, el Obispo
le pidió que esperara un tiempo para recibir ese sacra-
mento. El 5 de diciembre de 1998, se le cumplió el sue-
ño de ser pastor de la Iglesia Católica y se ordenó como
sacerdote.
Entre las curiosidades de la vida, está la persecución
que le montó el 13. El 13 de diciembre murió su tío; 13
años después, cumplió 18 años y estaba en el Semina-
rio Mayor; la ordenación fue el 13 de diciembre; lleva
13 años como sacerdote y el carro tiene el 13 en la
placa. Y como no cree en la suerte, piensa que son ca-
sualidades de la vida.
En la ceremonia de graduación como guía espiritual, el
obispo Salazar Gómez se acercó, le puso la mano en el
hombro derecho y le dijo “hijo mío, vas a la urbaniza-
ción Carlos Pizarro”. Allí, había problemas de orden
público, vías, agua y salud. Al comienzo pensó que era
un castigo, pero ejecutó varias obras, trabajó con la
comunidad, construyó la escuela y levantó el templo.
-Cuando visité Tierra Santa, me confesé y me
sentí completo- dijo y recordó ese momento de encuen-
tro con la historia, con los pasos de Jesús y con la reli-
giosidad.
En el país es el único sacerdote presidente de la Aso-
ciación Colombiana de Periodistas Deportivos (Acord).
En Cúcuta, crea espacios de participación con los ni-
ños, promueve vacaciones recreativas y torneos de fút-
bol. En la comunidad es el líder espiritual de la parro-
quia San Miguel Arcángel.
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Ligia Echeverría:
Mujer luchadora
Luis Andrés Réategui
Perfiles
Hoy, se siente olvida-da por aquellos a los
que un principio les
brindó la oportunidad de salir adelante en el
Diario la Frontera.
Ligia Echeverría
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Sentada en una silla de ruedas, con traje ele-
gante, muestra una sonrisa y con sencillez di-
ce “buenos días”. La única hija que tiene la
trae de la pieza a la sala. Pregunta con un ges-
to de amabilidad si hay algo de tomar y le pide
a la señora que la ayuda en los oficios de la
casa, que traiga un vaso de agua y un café
con leche.
Ligia Echeverría de Cabeza nació en Pamplo-
na (Norte de Santander). Gran parte de la vida
la pasó en Cúcuta. Se casó por primera vez
con Luis Parra Bolívar, cuando tenía 16 años,
y él 44. Todavía estaba en colegio. El matri-
monio duró 20 años. Por circunstancias de la
vida o por cuestión de Dios,
dijo, enviudó.
Se inició en el periodismo con
la fundación del Diario de la
Frontera, junto a Parra Bolí-
var, el 17 de febrero de
1951. Compraron una ma-
quinaria vieja a Martín Martí-
nez, contrataron periodistas
de Bucaramanga y Bogotá, y
buscaron voceadores.
Doña Ligia recordó con nos-
talgia los inicios de la empre-
sa periodística. Debían armar
a mano, en una máquina, y
letra por letra, para montar la
noticia. Doce personas cum-
plían este oficio. Cuando es-
taba listo el diario, salía a venderlo.
A la muerte del esposo asumió la dirección
por corto tiempo y se hacía cargo de todo. Ra-
zones económicas la obligaron a vender el pe-
riódico. Con la voz entrecortada comentó que
“el día en que se vendió el Diario, fue como si
hubiera degollado a un hijo mío”.
De 1974 a 1978, fue cónsul de Colombia en
San Antonio del Táchira (Venezuela), en los
periodos presidenciales de Misael Pastrana y
Alfonso López. Fue concejal de Cúcuta en la
década de los 80. Hizo parte de la junta direc-
tiva de Coldeportes y de la Licorera de Norte
de Santander.
Durante la gobernación de Eduardo Assaf El-
cure (1986-1990), se desempeñó como Se-
cretaria de Gobierno del Municipio, y por corto
tiempo ocupó el cargo de Alcaldesa.
La salud de doña Ligia no pasa por el mejor
momento. Hace poco fue operada del cora-
zón, debido a que la parte izquierda no funcio-
naba. De la intervención salió mal librada,
pues persisten los problemas. Perdió la fuerza
de la pierna derecha, lo que le impide caminar
y usa silla de ruedas. La tos permanente le
dificulta hablar con tranquilidad.
Es creyente, deposita la salud y la confianza
en Dios, le da gracias infinitas por haberle
concedido una familia. Vive con la única hija,
Ligia Margarita, fruto del matrimonio con Teo-
dosio Cabeza Quiñones, el segundo en su ha-
ber. Hoy, se siente olvidada por aquellos a los
que un principio les brindó la oportunidad de
salir adelante en el Diario la Frontera. El 9 de
febrero de 2012, doña Ligia Echeverría, reci-
bió del alcalde Donamaris Ramírez y del Círcu-
lo de Periodistas y Comunicadores de Norte
de Santander la condecoración Honor al Meri-
to Insigne, por la vida y obra.
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El chef:
El lado oscuro de la sazón
Edwin Leonardo Gélvez
Perfiles
A las 6:00 de la mañana
suena el reloj despertador.
Es hora de alistarse para
una nueva rutina de traba-
jo. Al lado está su esposa
que con legañas y aliento
desagradable le dice,
“buenos días, mi amor”.
El día empieza sin nove-
dad. La misma pesadilla
desde que nació, hace 26
años, el mismo pánico que
de niño lo mortifica, la
realidad que solo en sue-
ños ha podido modificar.
Sebastián (*) recuerda que
de pequeño se golpeaba
en la cabeza, porque sen-
tía cierta atracción por los
de su género, con los que
compartía ratos de diver-
sión en el barrio Guaima-
ral. Se propuso conseguir
una novia. Los intentos
fueron fallidos. Quiso ser
brusco, igual que su padre,
pero surgía la delicadeza
que lo caracterizaba y era
motivo de burla entre los
amigos de niñez.
Llegó una etapa difícil, la
juventud. Espacio de tiem-
po en el que las hormonas
ordenan. Somos esclavos
del morbo y nuestras incli-
naciones ganan en esa
balanza llamada vida.
Tuvo romances que lo mar-
caron, situaciones que lo
entristecieron y alegraron,
y experiencias que ratifica-
ron lo que quería ser. Su
habitación se volvió testigo
de las locuras pasionales
de la juventud. Los lugares
públicos fueron también
espacios de desahogo hor-
monal.
Sus padres no sabían que
dentro del joven Sebastián
se escondía un ser que
quería ser libre, demostrar-
le sin tapujos a la gente
quién era y salir de trave-
sía con el príncipe soñado,
sin prejuicios y sin estig-
mas…
Una chica le dio un giro a
su vida, Rosmery.
Se había enamorado de
Sebastián al ver ese rostro
primoroso, la delicadeza
de la piel, las manos siem-
pre limpias, ejemplares de
un caballero que cualquier
damisela quisiera tener.
El perfume del cabello evo-
ca el cuidado minucioso
que tiene a la hora del
aseo personal, pero con el
alma llena de sentimientos
tostados por el calor acu-
mulado por no ser real-
mente lo que quiere.
Sebastián (*) recuerda que
de pequeño se golpeaba en la
cabeza, porque sentía cierta
atracción por los de su géne-
ro, con los que compartía
ratos de diversión en el ba-
rrio Guaimaral.
¨El chef¨
Página 35 http://www.contraluzcucuta.co
Pensó que sería la posi-
bilidad de enderezar el
rumbo, y evitar una de-
silusión para la familia
con esa relación.
Empezaron a conocerse,
salir a cenar, a disfrutar
y a pasar ratos amenos.
Dentro de su corazón
seguía latiente aquel
sentimiento ajeno a las
leyes de Dios.
Sebastián se había con-
vertido en chef califica-
do y reconocido entre el
gremio de Cúcuta.
Construyó un hogar, sin
quererlo, con la hija de
la mejor amiga de su
madre, garantía para no
levantar sospechas de
sus tendencias senti-
mentales. Engendraron
una hija a la cual quiere
con el alma y es la razón
de su existencia.
Rosmery, acostumbrada
a pasarla de rumba en
rumba, se había enamo-
rado de aquella dama
vestida de caballero y
nunca tuvo motivos para
sospechar de las ten-
dencias de Sebastián.
Ángela vive enamorada
de su padre y su padre
se desvela por su hija.
Conforman una bella
familia. Sebastián es
excelente esposo, y el
hogar es su punto de
partida y la base para la
estabilidad de su vida.
Todo lo contrario sucede
en las noches de los fi-
nes de semana.
Con el pretexto de salir
a tomar cerveza con
unos amigos, oculta en
su bolso el vestuario y el
maquillaje para escapar
y pasar inadvertido de la
sociedad.
Suele tener aventuras
con hombres de su edad
en sitios nocturnos de la
ciudad y de vez en cuan-
do con longevos que
buscan la satisfacción
en aquel rostro perfecto,
como llaman a Sebas-
tián.
Sabe del riesgo que co-
rre al convivir con esta
doble personalidad, pe-
ro no se niega a volar
con las alas que en el
día permanecen amarra-
das y que en las noches
se sueltan como las del
ave fénix.
* Nombre cambiado.
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Luis Emilio Ruiz:
Político y trabajador independiente
Alba Lucía Cepeda
Perfiles
Lee para adquirir
conocimiento, por-
que a la televisión y
al internet no le saca
provecho.
Ligia Echeverría
Página 37
Nobleza, simpatía, emprendimiento y patriotis-
mo, son valores que identifican a Luis Emilio Ruiz
Celis. Abogado de la Universidad Libre de Colom-
bia, en 1973, y apasionado por la política. A los 53
años, dedica el tiempo a indagar sobre asuntos
relacionados con senadores y representantes a la
cámara de Norte de Santander. Radio Lemas es la
emisora que sirve de puente para informar a la
comunidad y asiste en compañía de amigos perio-
distas.
Es el único varón de seis hermanos es el consenti-
do de doña Catalina Celis de Ruiz, quien a los 82
años, aún, lo trata con amor, respeto y autoridad.
La relación entre hermanos no es frecuente, por-
que están radicadas en el exterior.
Recordó con nostalgia momen-
tos y situaciones cuando traba-
jaba con su padre Léntulo Ruiz
Tamayo, en una finca ganadera,
cerca de Tibú. Las hermanas
eran pequeñas y jugaban en la
arena, mientras pasaban el día
rodeados de ganado y campo.
La muerte de Don Léntulo Ruiz
Tamayo es un fuerte golpe de la
vida, del que le ha costado repo-
nerse.
Prefiere pasar el tiempo libre en
casa. Lee para adquirir conoci-
miento, porque a la televisión y
al internet no le saca provecho.
Si lo dejan escoger entre ir a
una cabaña en Chinácota y que-
darse en casa con un libro, ele-
giría lo segundo. El que no tiene conocimiento no
es nadie y quién puede enfrentarse a la vida sin
conocimiento, es uno de sus lemas de vida.
Es trabajador independiente, y aunque no ve pro-
blema con eso, piensa por momentos que resultó
un desperdicio no haber aceptado un trabajo fijo,
porque está envejeciendo y con por las malas in-
versiones hechas no puede contar con una pen-
sión que le permita vivir tranquilo con la familia.
Después de los 60 años se entra en una etapa
difícil en la que las oportunidades escasean, los
falsos amigos abundan y la crisis política aumen-
ta. Consideró que las malas acciones que efectuó
se verán reflejadas en el tiempo.
Adicto al fútbol colombiano, hincha y apasionado
por el Cúcuta Deportivo. Aunque no clasifique a las
finales y permanezca en último lugar lo apoya y va
al estadio miércoles y domingos, porque el que no
indaga no tiene criterio de opinar sobre el cuadro
rojinegro. Sobre las irregularidades en el club dijo
que prefiere estar al margen. Siempre ha sentido
apego por el equipo.
Se define como buen patriota y está en desacuer-
do con el imperio yanqui, pues la Colombia en la
que creció no es ni parecida a la de estos días,
donde los jóvenes adquieren modismos, culturas y
actitudes extranjeras, y dejan a un lado los valores
patrios, la historia de los antepasados, las cultu-
ras. Dejan de imitar modelos como Gabriel García
Márquez.
Quien no lo conoce pensaría que es un hombre
déspota, orgulloso y superficial, quizá por su apa-
riencia robusta, los grandes ojos y el tono de voz
grave. En realidad la manera de expresarse y de
pensar sobre la vida lleva a una reflexión, no guiar-
se por las apariencias, porque en ocasiones enga-
ñan.
La facilidad de expresión y el calor humano son
armas que permiten conocer que no siempre las
primeras impresiones son las acertadas. El interés
y el conocimiento son armas fundamentales para
el diario aprendizaje y de ahí radica un excelente
profesional.
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Publicación: Número 1 Edición: Revista Contraluz Director: Rafael A. Pabón L. Diseño:
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Contraluzcucuta.co “Solo Periodismo” Número 1 | Año 2012