revista nueva economia • aflo xv, n 25, …ance.msinfo.info/bases/biblo/texto/ne/ne.25.06.pdf ·...

16
REVISTA NUEVA ECONOMIA Aflo XV, N" 25, SEPTIEMBRE 2006 JOHN STUART MILL y LA RACIONALIDAD DEL PROGRAMA CLÁSICO Vladimir Lazo García RESUMEN El ensayo trata de situar a John Stuart Mili dentro del contexto ideológico y cultur alde la economía política clásica, con base en la exposición, por parte de ese teórico de la Economía, de algunos de los valores más relevantes de esa tradición, la cual comenzó con William Petty y finalizó con Marx. Es decir, la idea de progreso vinculada a la fusión de la ciencia moderna, iniciada por Galileo Galilei, y sus derivaciones tecnológicas, con la producción de la riquez a por parte del capitalismo. Mili era entusiasta del progreso y de la idea de que la sociedad debía ser gobernada por una élite de sabios, con lo que se obtendría una sociedad estable equilibrada y armónica. Palabras clave: William Petty, Ciencia físico-matemática moderna, Economía política, Progreso. El profesor Domingo Felipe Maza Zavala, nos ilustró de forma brillante, sobre la vida y las teorías de John Stuart Mili, con la suficiencia y el dominio que nos ha mostrado desde hace tantos años, a aquellos que le hemos seguido sus actividades de maestro, al hacemos un recorrido por muchos de los temas de su actividad científica y 97

Upload: buithuan

Post on 07-Oct-2018

220 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

REVISTA NUEVA ECONOMIA • Aflo XV, N" 25, SEPTIEMBRE 2006

JOHN STUART MILL y LA RACIONALIDAD

DEL PROGRAMA CLÁSICO

Vladimir Lazo García

RESUMEN

El ensayo trata de situar a John Stuart Mili dentro del contextoideológico y culturalde la economía política clásica, con baseen la exposición, por parte de ese teórico de la Economía, dealgunos de los valores más relevantes de esa tradición, la cualcomenzó con William Petty y finalizó con Marx. Es decir, laidea de progreso vinculada a la fusión de la ciencia moderna,iniciada por Galileo Galilei, y sus derivaciones tecnológicas, conla producción de la riqueza por parte del capitalismo. Mili eraentusiasta del progreso y de la idea de que la sociedad debíaser gobernada por una élite de sabios, con lo que se obtendríauna sociedad estable equilibrada y armónica.

Palabras clave: William Petty, Ciencia físico-matemática moderna,Economía política, Progreso.

El profesor Domingo Felipe Maza Zavala, nos ilustróde forma brillante, sobre la vida y las teorías de JohnStuart Mili, con la suficiencia y el dominio que nos hamostrado desde hace tantos años, a aquellos que le hemosseguido sus actividades de maestro, al hacemos un recorridopor muchos de los temas de su actividad científica y

97

filosófica; por su parte, el profesor Humberto Njaim,nos trajo a Stuart MilI al tiempo presente, con la inten­ción de pensar nuestra actualidad a partir de algunasde sus ideas políticas.

Intentaré referirme a John Stuart MilI como un ecodel Iluminismo del siglo XVIII y tal vez como uno deaquellos que cierran un ciclo: el ciclo del programa deinvestigación de la economía política clásica. La con­dición de eco significó en su caso ser uno de los úl­timos pensadores para los cuales el progreso era unade las finalidades de realización indubitable del modode producción capitalista. En este momento solicito lavenia de la sala para hacer una introducción tal vez unpoco extensa para poder situar a John Stuart MilI, dentrode un proceso del que fue uno de sus representantesfinales.

INTRODUCCiÓN

Comenzaré haciendo una referencia a la fundaciónde la ciencia físico-matemática moderna por obra de GalileoGalilei. Para decirlo brevemente, la dinámica galileanase instaura como una lectura geométrica del mundo físico,por intermedio de la cual, el mundo de los fenómenosnaturales es subsumido dentro de formas geométricasy matemáticas; es decir, la naturaleza, aquello que esel reino del devenir y del movimiento, de lo que nuncaes igual a sí mismo, comenzó a tener como su criteriode inteligibilidad y verdad, por obra de la revolucióngalileana, las formas artificiales de la razón, o sea, formasque no están en devenir y que son siempre iguales a símismas. Tal hazaña planteó un enorme desafío a la culturamoderna, consistente en explicar, qué era lo que habíahecho Galileo y explicar cómo era posible que el mundo

98

de los fenómenos tuviese como expresión de su racio­nalidad, las formas, es decir, los lenguajes artificialesde la razón humana. La dialéctica de este desafío, di­rimido entre sus matrices epistemológicas más vitales,que son los extremos polares del racionalismo y del ern­.pirismo modernos, duró hasta fines del siglo XVIII, yse replanteó, y de esa forma. tuvo una resolución pro­visoria, como lo son todas las de la cultura, en la filo­sofía de Enmanuel Kant, quien, en su Crítica de la razónpura, subsume el mundo percibido, el mundo de los sen­tidos, dentr.o de las formas puras y a priori de la razón,o sea, el espacio y el tiempo, que son intuiciones purasy no objetos reales, cuyas estructuras son, para el pri­mero, el espacio tridimensional teorizado por Euclidesen los Elementos y, del tiempo, la aritmética, en cuyoscomienzos igualmente nos encontramos al mismo sabiogriego, por lo cual, aquel mundo percibido se encuentrasiempre determinado en su forma por las de las formasa priori que le confieren un tipo de objetividad nove­dosa que es la de la intersubjetividad; porlo que tal determi­nación formal del mundo sensible son, su forma geométricay su forma temporal, reunidas ambas en el sintético apriori base de la estructura de la apercepción trascendental.

Pero este proceso es, igualmente, aquel en que, elmundo visto, se transforma en fenómeno, y lo que lovuelve inteligible noes su aspecto visivo, sino las fuerzasde la naturaleza que lo sostienen, fuerzas a las cualesconocemos sólo por sus efectos, que son la naturalezamisma en su aparecer, y no por ser objetos visibles. Enotras palabras, la racionalidad de la naturaleza la cono­cemos de manera indirecta, a través de las estructurasmatemáticas en las que las fuerzas naturales están ex­presadas. La revolución galileana instauró una nuevadistancia entre los seres humanos, y su cuerpo orgánico,

99

es decir, alejó aún más de lo que ya estaba, el mundonatural de nosotros, y lo hizo, instaurando entre los sereshumanos y ese mundo, algunas de nuestras estructurasformales, las matemáticas y la geometría.

Algunos resultados: el mundo físico vuelto fenómeno,mundo aparente, y la realidad verdadera, las fuerzas na­turales, con expresión matemática, invisibles fundamen­tos de aquél. Tenemos entonces el sistema de la natu­raleza, entendido como un ciclo que se auto reproduceen virtud de las fuerzas que le sostienen su forma y sucontenido. Pero con la particularidad, de que lo que espara nosotros el contenido: el mundo de los sentidos,se ha vuelto apariencia, y su forma, es decir, su estruc­tura matemática, se volvió la verdadera realidad del mun­do físico.

Retengamos en nuestra mente estas últimas ideas.

La realidad, duplicada entre el mundo de la aparienciao fenómeno y su verdad que es su estructura matemática,escondida detrás de los fenómenos o las apariencias.

En segundo lugar, la naturaleza, entendida comoun sistema racional, que se auto sustenta, sin fuerzasexteriores a sí misma, o extra naturales, que colaborena su existencia y a su dinámica, sino las conocidas porla razón.

En tercer lugar, haber dividido el mundo entre apa­riencia y realidad o entre fenómeno y fuerzas de la natu­raleza, implica un ejercicio intelectual de construir, envirtud de tal división, una distancia entre tal aparienciay su realidad; pero esa distancia, construida al concebiry definir el nuevo objeto, el de la física matemática, igual­mente, se instituye dentro de la conciencia de las per­sonas que conocen su racionalidad, comenzada con la

100

dinámica gali leana. Es decir, se define el mundo sen­sible como apariencia, pero puede ser interpretado porla razón; la obra de Galileo Galilei es el testimonio. Comohe dicho antes, retengamos en nuestras mentes estas úl­timas ideas. Tal nacimiento, y posterior desarrollo dela ciencia moderna, elabora una versión de qué es loque entendemos por realidad,.y ese entender imprimirásu huella, y determinará hasta nuestros días, la formade la realidad y las formas de su conocimiento posterior.

El mundo de la historia de la teoría económica

En el nacimiento del programa clásico de la cienciaeconómica, encontramos, desde William Petty hasta JohnStuart Mili, para citar sólo el comienzo y el final, quealgunas de las preguntas suponen la distancia de la quehe hablado entre la apariencia y la realidad. El primerose interroga por la relación de intercambio, o sea, en­cuentra que la mercancía es un enigma, pues es un ob­jeto útil, pero lo intercambiamos como cantidad de va­lor; es decir, en el intercambio asumimos como igualesobjetos desiguales y lo hacemos en términos de canti­dades de valor, no de cantidades de cosas. Esto es unenigma, no es de comprensión inmediata. Desde Pettyen adelante, uno de los enigmas a despejar es justamenteen qué consiste esa igualación, y la respuesta dada porese economista, que condicionó todo el desarrollo delsistema clásico, fue que lo intercambiado realmente, cuandointercambiamos productos del trabajo como mercancías,son cantidades discretas de trabajo, bajo la envolturade cantidades de valor, es decir, productos del trabajobajo la forma de valores.

He citado este caso sólo para señalar un asunto:la economía política naciente y todo su desarrollo pos-

10\

terior, vive dentro de los desafíos del mundo modernoproducidos por el nacimiento de la ciencia físico-matemática.También en la economía encontramos la exigencia detraspasar el mundo de la apariencia, con la finalidad dellegar a esa parte de la realidad que la hace inteligibley manejable, y llegar a conocerla para poder interveniren ella, en la sociedad y en la historia, que pasan aser, de esa manera, y por obra del conocimiento de lasestructuras de su reproducción, objetos del obrar humano.

Las anteriores preguntas, dirigidas a la apariencia,y formuladas dentro de ella, o sea, al intercambio demercancías, descubren la necesaria distancia entre talapariencia o mundo del intercambio y, por la otra parte,el mundo de la producción, con lo cual, establecidastales distancias, se conectan ambas según relaciones ra­cionales que nos las devuelven a ambas como partesde una estructura, que es lo que Adam Smith llamó socie­dad civil, es decir, la parte de la sociedad en la cual semanifiestan las necesidades y aquella en la cual se pro­ducen los satisfactores de esas necesidades.

El programa clásico

Estoy llamando programa clásico, o economía po­lítica clásica, siguiendo a Karl Marx en la denominaciónde ese período y de esa orientación, centrado básicamenteen Inglaterra y comenzado por William Petty, uno decuyos asuntos era el consistente en interpretar la aparien­cia, con la intención de ver lo que detrás de ella se es­condía. Recordemos que Petty situó la inteligibilidaddel valor en el trabajo, y esa conexión perdura, segúncreo, a través de la duración de todo ese programa deinvestigación teórica que es la economía política clásica.

102

Pero el programa clásico, además de haberse eje­cutado dentro de la estructura de la realidad construi­da por la nueva ciencia galileana, sin querer afirmar unarelación de dependencia o de causa-efecto entre ambas,concibe, al igual que la física concibió la naturaleza,al mundo económico como un sistema, un sistema derelaciones racionales, cuya inteligibilidad depende com­pletamente de la de cada una de sus partes y de la rela­ción reconstruible por la razón entre ellas. Es así queencontramos en épocas tan tempranas o tardías, depen­diendo del enfoque, a Adam Smith, quien asume el sistemaeconómico en su totalidad, es decir, en el conjunto delos dos subsistemas que lo integran, la producción y elmercado. Pero Smith agrega en el libro V de La Riquezade las Naciones alEstado y sus funciones. Lo integraa los dos subsistemas, y lo teoriza como el adecuadopara realizar los fines y las estrategias del modo de pro­ducción capitalista, por lo cual opera, dentro de su teoría,según mi opinión, como la fuerza de cohesión político­social extraeconómica -seguramente l-a mínima, comosabemos, pero su base es el ejercicio de la fuerza militar­pues es aquella que realiza los extremos de lo público,de la fuerza del Estado, dentro de los cuales debe discurrirla sociedad, y que permite realizar sus fines e impidesu disgregación. El Estado debe ser el mínimo necesario,pero cumple la función de marco ideológico y de fuerzapolítica para la preservación del sistema.

Pero volviendo a lo que nos aparece del capitalis­mo, o sea, el mercado, o la apariencia la cual se nospresenta como la realidad inmediata, y aquello que lovuelve inteligible que es la producción, a la que es necesarioreconstruir racionalmente, pues nos está oculta, ya quelo visible, es, justamente, el mundo del intercambio; encambio, el mundo de la producción, en ése no nos es

103

permitido hurgar, pero es aquel que hace comprenderal primero.

Adam Smith, en su texto más famoso, nos entrega.en los capítulos v , VI y VII del Libro 1, la matriz cons­titutiva del sistema de producción capitalista, pues enellos, nos expone la lógica de la combinación ponde­rada de los factores productivos y sus finalidades, queson las de la acumulación capitalista, o la produccióndel excedente o producto neto, que es la base, s·egúnme parece, de toda la especulación teórica de la eco­nomía posterior.

Con ello llegamos al siguiente tema del programaclásico, crucial dentro de su estrategia ideológica, a saber:dentro de sus premisas encontramos la que tal vez seala idea de fondo más fuerte que lo anima, que es aquellasegún la cual, el progreso producido por el capitalis­mo es deseable, y que lo es, tanto por la fuerza estruc­turante de la sociedad que implica, como porque de resultasde esa fuerza, se desprende el desarrollo de otros valoresigualmente deseables. El progreso supone un incrementocualitativo y cuantitativo de la riqueza social y, comouna de sus consecuencias, su distribución cada vez másgeneralizada, lo que significaría que es uno de los instru­mentos más válidos para la realización de los valoresmás caros de la democracia. En ello consistiría partede su racionalidad.

Esta idea de progreso, va aparejada con el hechodel crecimiento y expansión del sistema -tema que mástarde fue, como sabemos, una de las pesadillas de DavidRicardo-. Y el crecimiento y el desarrollo es una fun­ción del tiempo, por lo cual, otra de las ideas del pro­grama clásico es la posibilidad de hacer el hombre lahistoria con sus propias manos, pos-ibilidad que se ma-

104

terializa, mediante la propuesta de estrategias deriva­das del conocimiento que proporciona la teoría.

Desde este punto de vista, las estrategias son dedesarrollo del conocimiento y son, además, estrategiaspolíticas. En consecuencia, los nuevos temas son lospropios de la modernidad, o 10 que es 10 mismo, delcapitalismo. Son los relativos a la preeminencia de 10económico, de las relaciones sociales económicas, y ladimensión política, derivada, y estructurada como la for­ma del estado del capitalismo.

Por 10 cual, son aspectos esenciales del programaclásico -en atención a ser la estrategia para dar cum­plimiento a los ideales de progreso nacidos con el de­sarrolJo del capitalismo en el siglo XVIII, en el ambientedel I1uminismo-, los métodos de producción modernos,científicos, como condiciones primordiales para la gene­ración del producto neto o excedente, por intermediode la producción de mercancías; la superación de lasformas tradicionales de sociedad, y los nuevos equilibriosde la nueva sociedad, productora de mercancías y dinero.

Todo ello entraña la exposición de criterios de de­marcación histórico-sociales entre lo nuevo y lo viejo,entre las nuevas formas de agrupación y asociación so­cial para la producción de la riqueza. y de la forma dela misma; y las viejas y tradicionales formas de rela­ción y asociación social, y su riqueza típica. Recorde­mos que el título completo de la obra de Smith es Naturalezay causas de la riqueza de las naciones, justo porquela riqueza nueva no estaba constituida ni por sedas nipor castillos sino por valor corporificado, es decir, dineroe industrias. Tenemos entonces, adicionalmente, crite­rios históricos de demarcación que definen igualmenteformas diferenciales de sociedad. Y demarcan capitalis-

105

mo o novedad, por una parte, y lo viejo, o los sistemastradicionales y señoriales, por la otra. El progreso es,en consecuencia, una noción cualitativa, no es sólo elaumento cualitativo y cuantitativo de la riqueza y sudistribución, sino que también es la producción de lanueva sociedad con nuevas instituciones, con finalidadesdiversas dirigidas al bien común, mientras la antiguasociedad, con sus jerarquías y prohibiciones y restriccio­nes, no producía algo que pudiese compararse a las reali­zaciones del progreso cuyas ideologías explicati vas yjustificatorias nacieron el siglo XVIII basadas en la nuevaforma de producción de la riqueza que se desarrollabarápidamente con efectos sociales, políticos y reflejos enla cultura filosófica.

y entonces nos aparece, que tales condiciones paraproducir el progreso, suponen regularidades, uniformi­dades y automatismos, que se realizan dentro de esa per­manencia en el tiempo de las estrategias de la producciónde la riqueza y de la sociedad y en consecuencia de lahistoria, propias del modo de producción capitalista.

Por lo dicho, creo que el núcleo metafísico del sis­tema clásico es la idea de progreso, que supone la mayorparte de los predicados que he mencionado.

La racionalidad del programa clásico se configuraentonces, como aquel en el cual el objeto de estudio,que es la sociedad capitalista, contiene dentro de sí, lascondiciones de su equilibrio y reproducción progresivaen sentido positivo; la teoría que lo estudia, es la reproduc­ción de esa racionalidad del progreso de la sociedad porobra del capitalismo; y el sujeto que vive dentro de socie­dades modernas, es definido como horno economicus,que es el término acuñado por John Stuart Mili, paradesignar el sujeto que Adam Smith nos enseñó que es

106

aquel que vela por sus propios intereses en su ejercicioeconómico, pero que en éste se encuentra limitado ensu egoísmo por las uniformidades o automatismos, o regu­laridades, con fuerza de objeti vidad que son las tasasnaturales de uso de los factores; pero que ese mismosujeto -según Smith-, en el campo de la acción socialy de su valoración moral, debe sacrificar y minimizarel egoísmo para que la sociedad se sostenga y no sevuelva la lucha de todos contra todos, y para que la ar­monía social pueda eventualmente realizarse, y puedanjunto con ella realizarse los más elevados fines de laconvivencia humana. Configurándose este valor, el dela armonía, como el resultado del equilibrio auto produ­cido por la sociedad regida por el modo de produccióncapitalista, otro de los fundamentos del núcleo metafísicodel programa clásico. El equilibrio, que es un resultadode la gestión capitalista, produce, como una de sus conse­cuencias más importantes, la armonía social, que operaen forma de atracción o finalidad del sistema para lospensadores de la economía clásica. E igualmente, finali­dad dentro de los modos de encarar el objeto de estu­dio: se lo define, desde el principio, como aquel quemediante el equilibrio que instaura produce la armoníaen la sociedad.

John Stuart Mili y el programa clásico

Me tomaré la libertad de recordar, y de nuevo so­licito la venia para hacerlo en esta sede, junto a uste­des, al niño, del que tenemos noticias mucho antes desu edad adulta, pues sabemos que inició su vida intelec­tual a los tres años de edad, cuando comenzó a estu­diar griego, por voluntad de su padre, aquel intelectualJames MilI, admirador y amigo de David Ricardo. Demanera que debemos decir una palabra de solidaridad

107

con el niño Johnny, que según parece perdió su niñez,pero que afortunadamente para él, recuperó, en su edadadulta, si no la niñez perdida, al menos, el mundo delos afectos y del amor.

Comte compartía con elIluminismo la idea del pro­greso, y una de las tareas que se propuso fue la de incor­porarlo dentro de la ciencia. John Stuart Mili, que loadmiraba fuertemente, intenta combinar la teoría sin­crónica de la sociedad, que para él era la economía, conel conocimiento del movimiento de la misma. Era dela opinión de que la economía sola no bastaba para com­prender el fenómeno social en su plenitud, era tambiénnecesario el aspecto diacrónico, es decir, el tiempo, lahistoria. Con ello, Mili se adelanta a una variada seriede propuestas epistemológicas de la segunda mitad delsiglo xx, vigentes desde hacen ya algunas décadas, conse­cuencias de los puntos de vista de Thomas Kuhn sobrelas revoluciones científicas, para las cuales, la evaluaciónepistemológica, debe contener, tanto los aspectos lógico­formales propios de toda teoría científica, como la historiacrítica de la ciencia.

Mili, como buen heredero de Comte y del Iluminis­mo, es creyente en el progreso. Considera como el ejetemático de la historia y de su reflexión, la realizacióndel progreso; la historia es, en consecuencia, la historiadel progreso, entendido éste como la finalidad ocultaque guía el camino, que se muestra de forma permanenteen el ascenso permanente del ser humano hacia estadiosmás altos de civilidad y abandono de la barbarie.

Lo que nos lleva a algunas concepciones de nuestroautor, relativas al gobierno y su consideración sobre susdiferentes modalidades relativas a los diferentes estadiosde la civilización humana.

108

Pero Mili, como casi todos, por no decir todos losanteriores iluministas, pero también los economistas, nologra dar razón de las causas del progreso, lo atribuyea relaciones entre las formas del ejercicio del poder yla sujeción a ese poder, es decir, afirma que la obedienciaal déspota es conveniente y beneficiosa en sociedadesatrasadas o bárbaras, pues si ese poder es ejercido porpersonas sabias, como déspotas ilustrados, entonces ellopuede ayudar al desarrollo de la sociedad, pues a travésde esas formas de gobierno, se aprenden la disciplinasocial, muy.beneficiosa a la hora de instaurar relacionesproductivas del tipo civilizado, o sea del tipo de su contem­poránea sociedad europea. Pero esa disciplina produce,a la larga, el gobierno dirigido por parte de individuossuperiores, tanto desde el punto de vista intelectual comodesde el punto de vista moral. Habría muchas preguntaspor hacerle a Stuart Mili, por ejemplo: ¿Desde cuálesconcepciones sobre la historia humana, de lo civilizadoe incivilizado, o de lo bueno y lo malo social, se defineel grado de civilidad y bondad de una civilización? ¿Desdecuáles estructuras de poder se decide quién es bárbaroo incivilizado? ¿Qué se debe hacer con un pueblo quese ha decidido que bárbaro o incivilizado? ¿Invadirlopara llevarle la civilización inglesa? ¿En qué consiste'la civilización? ¿Quién debe ejercer el poder? Más aunsi sabemos que John Stuart Mili vivió luego de que JuanJacobo Rousseau enunció una de las reglas de oro detoda sociedad civilizada y democrática: La SoberaníaPopular. Si, siguiendo el desarrollo del mundo moderno,desde Rene Descartes, Baruch Espinosa, pero primor­dialmente después de Rousseau, sabemos que todos losseres humanos son iguales, ¿cómo es posible entonces,proponer una sociedad gobernada por los "mejores"?

109

La historia de Inglaterra está llena de conquistasimperiales o imperialistas, y los intelectuales ingleses,aun en el caso de John Stuart Mill, quien poseía unadosis muy grande de humanitarismo y de sentimientosagradables por los más débiles, no levantaron sus voces,sino que más bien hicieron la apología de las conquistasde su Imperio.

Mill reproduce un conflicto -segün mi criterio, deorigen burgués-, entre la justicia, en su relación conla igualdad. Para MilI el progreso es resultado del de­sarrollo del conocimiento científico-técnico, pero sobretodo, del conocimiento tanto de la historia como de laestructura legal de la sociedad y del peritaje acerca delsentido y los efectos de las leyes. Para él, dentro de es­tas coordenadas histórico-jurídicas, la igualdad entre losseres humanos, si es demasiada, puede poner en peligrola libertad de los mejores y de los más sabios a ser losductores de la sociedad, y en consecuencia, poner enpeligro el progreso mismo. A mi manera de ver, el peligropara la libertad está objetivado desde las formas de con­ciencia de los que detentan el poder político y el poderde la ciencia, que por casualidad se encuentran en lacúspide de la pirámide social y socialmente pertenecenregularmente a la misma clase social y, cuando no esasí, los provenientes de las clases bajas desde el puntode vista social y económico, se asimilan a los valoresde los de la primera y asumen sus finalidades políticas.

No es un peligro para el resto de la sociedad el ejer­cicio de la propia libertad.

110

Conclusión

He tratado de dibujar en qué consiste la raciona­lidad del programa de investigación clásico, dándole ini­cio en William Petty, siguiendo las indicaciones de Marx,

. y he tratado de alcanzar a John Stuart Mili y situarlodentro de ese programa, pues creo que el valor que leatribuye al progreso, y la forma como lo encara, es decir,realizado mediante el conocimiento científico-tecnológico,pero sobre todo histórico, y además, representado enuna clase intelectualmente y moralmente poderosa, aptapara dirigir lá sociedad, pues es poseedora de esos atributos,y que en consecuencia puede dirigir la sociedad y hacerla historia, según derroteros estratégicamente planifica­dos por sabidas sus condiciones, por una parte; y creo,por otra parte, que John Stuart Mili fue un filósofo conuna enorme capacidad autocrítica, y sensible a las obje­ciones justificadas, que algunas veces lo hacían hacerver como un ecléctico, justamente por reconocer sus even­tuales debilidades, cuando se las hacían y eran acer­tadas; Mili, además, es un filósofo, que a mi manerade ver, puede ser situado dentro de la racionalidad delprograma clásico, por lo dicho anteriormente, porquees un economista para quien la economía es sólo unaparte de los instrumentos para la inteligibilidad de lasociedad, pero cree que se necesita de la historia, paracompletar su visión de un objeto que tiene al tiempo oal devenir, como su estructura portante.

Como es evidente, he dejado fuera casi todo de esteautor, tan inteligente y gratode leer y me auguro poderseguir tratándolo en una próxima oportunidad en estasede.

Referencia: The sprit of the Age. Chicago University Press.

lit