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Estilos de crianza parental e impacto sobre las condiciones de desarrollo psico-social de los niños residentes en campamentos de Santiago: un estudio empírico Por Soledad Herrera Bien Común Por Jeffrey D. Sachs Percepciones sobre democracia en campamentos de Santiago Por Rodolfo López Diagnóstico de grupos Mapuche y Aymara en campamentos urbanos Estudio de casos en las Regiones de Arica y Parinacota, Metropolitana y Araucanía Por Rocío Lagos y Verónica Robles Consejo Asesor Presidencial para la Reforma Previsional Reformando el modelo: La nueva previsión social en Chile Por Andrea Repetto Consejo Asesor Presidencial para la Reforma de las Políticas de Infancia Por Ignacio Irarrázaval La participación de las mujeres en las Directivas Comunales de El Salvador Por Ana Henríquez, Daisy Alvarado y Gracia Arévalo Entrevista a Hugo Lavados, Ministro de Economía U N T E C H O P A R A C H I L E Publicación CENTRO DE INVESTIGACIÓN SOCIAL Año 7 número 12 Segundo semestre 2008 ISSN 0718-5561

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Page 1: Revista nº12

Estilos de crianza parental e impacto sobre las condiciones de desarrollo psico-socialde los niños residentes en campamentos de Santiago: un estudio empíricoPor Soledad Herrera

Bien ComúnPor Jeffrey D. Sachs

Percepciones sobre democracia en campamentos de SantiagoPor Rodolfo López

Diagnóstico de grupos Mapuche y Aymara en campamentos urbanosEstudio de casos en las Regiones de Arica y Parinacota, Metropolitana y AraucaníaPor Rocío Lagos y Verónica Robles

Consejo Asesor Presidencial para la Reforma PrevisionalReformando el modelo: La nueva previsión social en ChilePor Andrea Repetto

Consejo Asesor Presidencial para la Reforma de las Políticas de InfanciaPor Ignacio Irarrázaval

La participación de las mujeres en las Directivas Comunales de El SalvadorPor Ana Henríquez, Daisy Alvarado y Gracia Arévalo

Entrevista a Hugo Lavados, Ministro de Economía

U N T E C H O P A R A C H I L E

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CENTRO DE INVESTIGACIÓN SOCIAL

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Page 2: Revista nº12

B

Editorial 1

Investigación 2

Estilos de crianza parental e impacto sobre las condiciones de desarrollo psico-social de los niños residentes en campamentos de Santiago: un estudio empíricoPor Soledad Herrera

Investigación 19

Percepciones sobre democracia en campamentos de SantiagoPor Rodolfo López

Artículo 30

Bien ComúnPor Jeffrey D. Sachs

Investigación 34

Diagnóstico de grupos Mapuches y Aymaras en campamentos urbanos. Estudio de casos en las Regiones de Arica y Parinacota, Metropolitana y AraucaníaPor Rocío Lagos y Verónica Robles

Artículos 50

Consejo Asesor Presidencial para la Reforma de las Políticas de InfanciaPor Ignacio Irarrázaval

Consejo Asesor Presidencial para la Reforma Previsional. Reformando el modelo: La nueva previsión social en Chile. Por Andrea Repetto

Entrevista 57

Hugo Lavados, Ministro de Economía

Artículo 63

La participación de las mujeres en las Directivas Comunales de El SalvadorPor Ana Henríquez, Daisy Alvarado y Gracia Arévalo

Artículo 76

Sobre la necesidad de una nueva estrategia de desarrollo para América LatinaPor Raimundo Undurraga

Crónica 85

Juventud y cultura en campamentos: La experiencia de “Do It”

Crónica 88

Lanzamiento estudio de “Participación Social y Voluntariado en la Educación Superior Chilena”: Comentarios de Carlos Peña y Fernando Montes

Directora CIS

Javiera Pizarro

Equipo Publicación

Francisca Bustamante

Karla Moreno

Javiera Pizarro

María Paz Sagredo

Fe Sánchez

Raimundo Undurraga

Colaboradores

Jorge Atria

Gordon McCord

Soledad Herrera

Diseño Gráfico

Macarena Cortés M

ISSN 0718-5561

Centro de Investigación Social

Un Techo para ChileINDICE

www.untechoparachile.cl/[email protected]

Page 3: Revista nº12

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CIS

EDITORIAL

ed

ito

ria

l

Los campamentos son realidades que revelan con rostro humano las tremendas inequidades exis-tentes en las sociedades latinoamericanas. Al mismo tiempo, evidencian la falta de iniciativas con-cretas que las enfrenten y superen. En Chile, a un poco más de un año de celebrar el bicentenario de nuestra patria, nos encontramos con que esa celebración no será completa si es que las familias que habitan en campamentos aún no encuentran una solución permanente a su situación de vul-nerabilidad. Y esta vulnerabilidad no sólo se explicita en la falta de una vivienda digna, sino que también en carencias educacionales, laborales, sociales y culturales. Estas carencias, además de afectar materialmente a las familias, afectan sus condiciones de vida, desde la confianza y seguridad personal, hasta el bienestar emocional, familiar, sus percepciones sobre el entorno y elementos de la vida cotidiana.Lograr un techo digno donde vivir no es el único aspecto que beneficiaría a las familias de campa-mentos. Políticas e intervenciones integrales permitirían que la obtención de este techo no refleje sólo el orgullo de la casa propia, sino que también revele el orgullo de sentirse parte de una sociedad que los convence de su empoderamiento a partir de herramientas que potencian la riqueza de las personas y que generan puentes entre los excluidos y el resto de la sociedad. Para conocer mejor cómo se vive la vulnerabilidad en un asentamiento se necesita reconocer las carencias existentes, pero también comprender cómo actúan y qué piensan los pobladores de campamentos. Porque hay que comprender que una intervención no logra mucho si es que no hace partícipes del proyecto a sus beneficiarios. Hay que buscar que ellos mismos conozcan y aprueben qué es lo que quieren para sus vidas y cómo quieren lograr ese cambio. Luego, lo importante es conocer cómo y para qué quie-ren ser empoderados los pobladores. Después habrá tiempo para evaluar el tipo de herramientas que se deben desarrollar para dichos fines. Por esto es sumamente relevante entender las percepciones de vida de quienes viven en campamen-tos, sus opiniones y sus estilos de vida, para que la forma en que nos acerquemos a ellos no marque un camino impuesto, sino más bien una forma de trabajo conjunto que invite a los pobladores a ser protagonistas de su propio desarrollo. Así, la inclusión social debe remitir a redes estables y firmes, donde cada uno aparezca en igualdad de condiciones frente a otros, y no como un desigual en busca de ayuda. En este número se aborda la vulnerabilidad de las familias de campamentos desde diversas perspec-tivas, tales como los estilos de crianza y parentalidad, la realidad indígena, percepciones de demo-cracia y la realidad de género en las directivas comunales. Desde todas estas miradas se muestra cómo, a partir de la vivencia en un campamento, se forjan y tensionan diversas lógicas sociales de poder dentro de los sin poder. Asimismo, este número abarca una mirada multidisciplinaria de diver-sos académicos que influyen en materia de políticas públicas y sociales, aportando a la superación de la vulnerabilidad y exclusión de las familias de los asentamientos. Así, el trabajo en los campamentos debe entenderse como un bien común, no sólo de quienes tra-bajan directamente, sino que de la sociedad en su conjunto, abordando no sólo los problemas que enfrentan las familias, sino que también su realidad y la forma en que ven el mundo. Tal como dice Jeffrey Sachs en su artículo publicado en este número: “la nuestra, es la generación que puede termi-nar con la extrema pobreza…”, debemos tomar parte de esta tarea, reconociéndonos como iguales y buscando el bien común. Esperamos de esa manera realmente celebrar todos un nuevo año de vida en Chile, y en el resto de los países de América Latina.

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2 Centro de Investigación Social Un Techo para Chile

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Soledad Herrera Ponce

Instituto de Sociología - Pontificia Universidad Católica de Chile

ESTIloS dE CrIAnzA pArEnTAl E ImpACTo SobrE lAS CondICIonES dE

dESArrollo pSICo-SoCIAl dE loS nIñoS rESIdEnTES En CAmpAmEnToS dE SAnTIAgo: Un ESTUdIo EmpírICo

En el presente artículo, se muestran los resultados de una encuesta realizada a madres de niños entre 6 y 10 años residentes en cinco campamentos de la Región Metropo-litana de Chile, cuyo objetivo era explorar en las relaciones entre distintos estilos de crianza parental y las variaciones en diferentes aspectos del desarrollo psico-social de estos niños. Se exponen tres estudios distintos pero relativamente coincidentes de este tema. El primero muestra que la violencia intrafamiliar, las malas relaciones familia-res, la baja autoridad materna y un bajo involucramiento parental, se relacionan con mayor presencia de conductas agresivas en los niños. El segundo estudio revela cómo el contar con un mejor ambiente familiar, tener buena comunicación entre padres e hijos y tener un tratamiento poco agresivo de parte de los padres se relaciona con una mejor manera en que estos niños enfrentan la vida escolar. El tercero demuestra que los niños con mejor comunicación con los padres y con madres más religiosas desarrollan más autonomía y seguridad.palabras claves: estilos parentales – comunicación entre padres e hijos – desarrollo infantil – involucramiento parental – violencia familiar.

Introducción

Se presentan tres textos que exploran en las relaciones entre estilos de crianza parental sobre distintos aspectos del desarrollo psico-social de niños entre 6 y 10 años de edad que viven en campamentos en la Región Metropo-litana de Chile.

El estudio fue realizado dentro del curso “Métodos de Investigación Social” que se imparte en el Instituto de

Sociología de la Pontificia Universidad Católica de Chile1. Se trata de un curso de cuarto año, y es el quinto curso de especialización en metodología. Se insertó dentro del Programa “Aprendizaje y Servicio” de la Universidad, cuyo socio comunitario fue “Un Techo para Chile”2: Este Pro-

1 Profesores responsables: M.Soledad Herrera y Sebastián Daza. Cabe agradecer la participación de los ayudantes, sin los cuales no se podría haber llevado a cabo este proyecto: Daniella Leal y Juan Cristóbal Arriagada.2 Cabe agradecer el constante apoyo de Javiera Pizarro, de parte del Centro de Investigación Social de Un Techo para Chile.

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3

CIS

grama se trata “de una metodología pedagógica basada en la experiencia solidaria, en la cual los estudiantes, docentes y miembros de una institución comunitaria o pública trabajan juntos para satisfacer una necesidad de una comunidad, integrando y aplicando conocimientos académicos. Este esfuerzo se enmarca dentro de una visión más amplia, que es la de fomentar una formación de profesionales que sean socialmente responsables, y que trabajen por la búsqueda de justicia social”3.

En el curso se elaboró, aplicó y procesó estadística-mente una encuesta a madres de niños entre 6 y 10 años que viven en campamentos. Se seleccionó una muestra representativa de campamentos de la Región Metropolitana, de distinto tamaño, distinta antigüedad y que tuviesen transporte público4. La selección de las madres al interior de los campamentos fue aleatoria probabilística. Se realizaron en total 176 entrevistas a dichas madres, preguntándoles por sus características personales y de crianza cuando fueron niñas, por su forma de cuidar a los hijos propios, por los estilos de cuidado de los padres (hombres) respectivos, por carac-terísticas del hogar en que viven y por rasgos de desa-rrollo afectivo, social y escolar de uno de sus hijos entre 6 y 10 años, seleccionado al azar.

3 http://www.puc.cl/dge/aprendizajeservicio/index.html.4 Los campamentos seleccionados con sus respectivos tamaños muestrales de madres fueron: Los Aromos de Colina (44 casos), Las Hortensias de Padre Hurtado (37 casos), Ochagavía de San Bernardo (26 casos), Lomas I de Lo Barnechea (32 casos) y La Farfana de Maipú (37 casos).

Cabe describir brevemente algunas características de la muestra. Un 53% son hombres y un 47% mujeres, con una presencia relativamente equilibrada en sexo y edades en todos los campamentos estudiados (Tabla 1). Cabe des-tacar también que un 76% de los niños estudiados vive con su papá, y sólo en un 25% de los casos que no viven con su papá no tienen a ningún hombre que cumpla esa función. En el 75% restante, la función paterna es ejer-cida principalmente por abuelos, parejas de la mamá, padrastros u otros.

A partir de las entrevistas se creó una única base de datos que se analizó estadísticamente en grupos de 4 alumnos, cada uno de los cuales abordó el tema desde perspectivas particulares. Cada grupo debió realizar un análisis exploratorio de los datos, construir indicadores compuestos utilizando análisis factoriales y presentar los resultados finales calculando uno o más modelos de regresión logística. La regresión logística es una técnica que permite analizar la relación entre un grupo de varia-bles independientes y una variable dependiente dico-tómica, además permite determinar si tales relaciones son estadísticamente significativas y cuál es el peso o importancia de cada una de ellas. Para facilitar la inter-pretación se calculan los exponenciales de beta –exp(B)-, que expresan la magnitud del cambio en la probabilidad de ocurrencia del valor “1” de la variable dependiente (por ejemplo, irle bien en el colegio versus NO irle bien), frente a un cambio en una unidad en la variable indepen-diente (por ejemplo, tener buenas relaciones familiares versus no tenerlas). Los exp(B) corresponden a la razón de odds (ventajas o chances) entre la odds de obtener el valor “1” de la variable dependiente cuando la variable

Campamento

los Aromos las Hortensias ochagavía lomas I la Farfana Total

Sexo hijo de referencia Hombre 56,8% 48,6% 34,6% 50,0% 67,6% 52,8%

mujer 43,2% 51,4% 65,4% 50,0% 32,4% 47,2%

Total 100,0% 100,0% 100,0% 100,0% 100,0% 100,0%

N=44 N=37 N=26 N=32 N=37 N=176

Edad hijo de referencia 6,00 27,3% 18,9% 11,6% 15,6% 35,2% 22,7%

7,00 25,0% 13,6% 19,2% 18,8% 5,4% 16,5%

8,00 15,9% 18,9% 19,2% 15,6% 13,5% 16,5%

9,00 15,9% 27,0% 19,2% 25,0% 10,8% 19,3%

10,00 15,9% 21,6% 30,8% 25,0% 35,1% 25,0%

Total 100,0% 100,0% 100,0% 100,0% 100,0% 100,0%

N=44 N=37 N=26 N=32 N=37 N=176

TABLA 1. CARACTERíSTICAS DE LA MUESTRA

Fuente: Elaboración propia

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4 Centro de Investigación Social Un Techo para Chile

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independiente toma valor “1” versus la odds de obtener el valor “1” de la variable dependiente cuando la variable independiente toma valor “0”: en el ejemplo, correspon-dería a la razón entre las ventajas de irle bien en el cole-gio teniendo buenas relaciones familiares frente a las ventajas de irle bien en el colegio NO teniendo buenas relaciones familiares. Como resulta difícil interpretar el expB, se puede determinar el porcentaje en que la odds estimada de la variable dependiente cambia por cada unidad de la variable independiente. Para ello, se puede calcular: 100 * (expB – 1).

A continuación se presentan breves resultados descrip-tivos de las variables que se analizarán en los artículos siguientes desde una perspectiva explicativa. Estos tres artículos intentan explicar qué factores se relacionan con que un niño tenga un mejor o peor nivel de desarrollo en distintas facetas, tales como conductual, escolar y psicosocial. Al respecto, en la encuesta a las madres se les hizo una serie de preguntas tipo likert en una escala desde 1 “muy en desacuerdo” hasta 5 “muy de acuerdo” (Tabla 2). Cabe destacar que el aspecto mejor evaluado

de los hijos fue que “se lleva bien con su profesor jefe”, seguidos de “en general cumple las tareas que le piden en la escuela”, “sabe expresar emociones” y “es capaz de comunicar lo que le interesa de manera clara”. Los aspec-tos peor evaluados son los de agresividad y de distrac-ción: “responde de manera agresiva cuando se encuentra molesto”, “se distrae con facilidad en clases”, “es mal-criado o mimado” y “le cuesta concentrarse”.

Entre los factores predictores de estas características de los niños recién descritas, los artículos abordan aspectos relacionados con los ambientes familiares y los estilos de crianza parental, tanto de parte de las madres como de los padres. Respecto de estos últimos, se conside-ran el grado de involucramiento parental, en términos de comunicación y de conocimiento de las actividades y/o amigos de los hijos, así como de la manera en que se ejerce la autoridad parental.

En general, el ambiente familiar es evaluado muy posi-tivamente, 24% como “muy bueno” y 59% “bueno”, pero cuando es evaluado negativamente, repercute muy fuer-

(preguntas fraseadas positivamente) des-

acuerdo

ni de acuerdo ni

en desacuerdo

Acuerdo Total

Su hijo/a se lleva bien con su profesor jefe 6 2 92 100

En gral., su hijo/a cumple con las tareas que le piden en la escuela 9 6 85 100

Su hijo/a es capaz de comunicar lo que le interesa de manera clara 12 4 84 100

Su hijo/a sabe expresar sus emociones 14 1 85 100

Su hijo/a se porta bien en la escuela 14 6 80 100

A su hijo/a le gusta ir a clases 15 2 83 100

Su hijo/a tiene buena memoria 15 1 84 100

Su hijo/a entiende lo que lee 16 4 80 100

Su hijo/a es seguro de sí mismo 27 9 64 100

Su hijo/a colabora a menudo en la casa 30 1 69 100

Cuando enfrenta un problema, por lo general su hijo/a es capaz de

encontrar una solución adecuada

32 7 61 100

(preguntas fraseadas negativamente) Acuerdo ni de acuerdo ni

en desacuerdo

des-

acuerdo

Total

Su hijo/a es peleador 36 4 60 100

A su hijo/a le cuesta entender lo que estudia 45 5 51 100

A su hijo/a le cuesta concentrarse 58 3 38 100

Su hijo/a es malcriado o mimado 60 11 29 100

Su hijo/a se distrae con facilidad en clases 67 4 29 100

Su hijo/a responde de manera agresiva cuando se encuentra molesto 71 2 27 100

TABLA 2. CARACTERíSTICAS PSICOLóGICAS, EDUCATIVAS Y SOCIALES DE LOS NIñOS ESTUDIADOS (porcentaje de respuestas).

Fuente: Elaboración propia

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ESTIloS dE CrIAnzA pArEnTAl E ImpACTo SobrE lAS CondICIonES dE dESArrollo

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temente sobre los hijos. Donde sí se encuentran pro-blemas más evidentes es en el nivel de comunicación entre padres e hijos, especialmente de parte de la figura paterna. Un 37% de las madres señala que sus hijos casi nunca o nunca conversan sobre sus sentimientos o pro-blemas con los padres (o los que hacen de padres); un 21% ni siquiera conversan de sus actividades del día o sobre sus amigos. No obstante, cabe hacer la salvedad de que estos datos provienen de percepciones de parte de las madres, por lo que pueden estar sesgados (Tabla 3).

Respecto de la manera como se ejerce la autoridad, en los campamentos estudiados se reportó un alto por-

centaje de ejercicio de coacción parental. Un 85% de las madres reconoce verse gritando o insultando, de las cuales 72% lo hace al menos una vez a la semana; desde la perspectiva de las madres, los padres lo hacen menos a menudo, aunque igualmente alto en un 64% (de éstos, 51% al menos una vez a la semana). Los golpes están también bastante presentes: 48% de las madres los reconoce (aunque sólo un tercio de manera frecuente al menos una vez por semana) y los padres nuevamente en menor proporción (28%) (Tabla 4).

Finalmente, en uno de los artículos se aborda el tema de la autoridad materna desde el punto de las percep-

mAdrES pAdrES

En general, ¿su hijo/a le cuenta a Usted

sobre sus actividades del día o sobre sus

amigos?

En general, ¿su hijo/a le cuenta a Usted sobre sus

sentimientos o pro-blemas?

En general, ¿su hijo/a le cuenta a su papá o al que hace de papá sobre sus actividades del día o

sobre sus amigos?

En general, ¿su hijo/a le cuenta a su papá o al que hace de papá

sobre sus sentimientos o problemas?

Frecuentemente 79,5 62 50,3 36,5

A veces 14,8 24,4 27,9 25,5

Casi nunca o nunca 5,7 13,6 20,6 36,4

nS/nr 0,0 0,0 1,2 1,2

Total 100,0 100,0 100,0 100,0

n 176 176 165 165

TABLA 3. COMUNICACIóN MADRE/PADRE CON LOS HIJOS (porcentaje de respuesta)

Fuente: Elaboración propia

Fuente: Elaboración propia

mAdrES CASA pAdrES

Muchas veces los niños dan que

hacer y colman la paciencia. ¿Le ha

sucedido verse gri-tando o insultando a su hijo/a cuando

molesta?

¿Y le ha suce-

dido que le pega

a su hijo/a

cuando molesta?

¿Usted diría que ha ocurrido que

alguien en la casa, que no sea

Usted misma, grita o insulta

con frecuencia a sus niños?

Muchas veces los niños dan qué hacer y colman

la paciencia de cual-quiera. ¿Le ha sucedido al papá o al que hace

de papá verse gritando o insultando a su hijo/a

cuando molesta?

¿Y le ha suce-dido verle

al papá o al que hace de papá pegarle a su hijo/a

cuando molesta?

no 14,8 52,3 58,6 36,4 71,5

Si 85,2 47,7 40,3 63,6 27,9

n/nr 0,0 0,0 1,1 0,0 0,6

Total 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0

(n) 176 176 176 165 165

% de los que decla-

ran hacerlo al menos

una vez a la semana

72% 33% - 51% 20%

TABLA 4. EJERCICIO DE COACCIóN PARENTAL HACIA LOS NIñOS (porcentaje de respuesta)

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ciones acerca de quién tiene que tomar las decisiones en el hogar. A la afirmación sobre “El hombre debe ser quien toma las decisiones en el hogar”, un 68% de las madres estuvo en desacuerdo, pero hay un 18% que está de acuerdo, lo que podría estar reflejando una baja capa-cidad de toma de decisiones o de autoestima de parte de las madres que contestaron de esta manera.

A modo de síntesis, cabe señalar que en la muestra de campamentos estudiada resalta una relativa buena eva-luación de los climas familiares, lo que se corrobora también en la altísima presencia de la figura paterna, al menos físicamente. Sin embargo, se constatan proble-mas de comunicación de los padres con los hijos y un ejercicio relativamente regular de la autoridad bajo la forma de gritos y golpes hacia los hijos. Casi todos estos aspectos se relacionan de manera significativa con los resultados de desarrollo de los niños, como lo muestran los artículos que se presentan a continuación.

El texto de Froimovich, Manzano, Palma y Valenzuela, muestra cómo la baja autoridad de la madre en las deci-siones del hogar, las malas relaciones al interior de la familia, el poco involucramiento parental y el uso de violencia física hacia el niño podrían predecir la existen-cia de niños que presenten conductas agresivas y vio-lentas con el resto. Estos aspectos estarían confirmando las hipótesis inicialmente establecidas, pero exclusiva-mente en la dimensión física de la conducta y sólo para los niños hombres.

En el artículo de Beytía, Galaz, Rebolledo y Wilson, se muestra que los estilos de crianza efectivamente se relacionan con el desempeño escolar -o educabilidad- de los niños entre 6 y 10 años que viven en los cam-pamentos. El tener un mejor ambiente familiar, contar con mejor comunicación con los padres y experimen-tar menor coacción parental, se relacionan con mejores probabilidades de tener aspectos favorables de educa-bilidad del niño.

En tercer lugar, Covarrubias, Hurtado, Rioseco y Sagües confirman la existencia de relaciones entre una comu-nicación de tipo bidireccional entre padres e hijos y un buen desarrollo de la autonomía y seguridad de los niños. Aparece también la religiosidad de la madre como otro factor relacionado que incide de manera positiva en el desarrollo de los niños entre 6 y 10 años, ya que robus-tecen el desarrollo de la seguridad y autonomía fortale-ciendo la conformación de la identidad del menor.

I. Familia y desarrollo educacional en campamentos

Stephanie Froimovich, Francisco palma, Joaquín manzano, Emilia Valenzuela.

La investigación realizada tuvo como objetivo identificar aquellas dinámicas familiares que inciden en el desarro-llo conductual del niño, buscando con ello reflexionar específicamente respecto a cuál o cuáles son los rasgos al interior de los hogares que conducen a un desarro-llo más problemático por parte del niño. Investigacio-nes de este tipo, aún cuando han sido abordadas desde distintas áreas de la psicología y la sociología, no han enfocado su reflexión hacia contextos de vulnerabilidad social, privilegiándose comúnmente orientaciones en contextos tradicionalmente urbanos o en algunos casos, rurales, sin que ello implique un acercamiento especí-fico a dinámicas de pobreza. De esta manera, resulta especialmente interesante adentrarnos en este aspecto y volver la mirada a una realidad sensible y extendida en nuestro país: la vida familiar en campamentos. Esto, como camino para establecer un acercamiento a la experiencia de la crianza familiar en entornos de riesgo social, pudiendo así, hallar situaciones específicas sobre las que sería necesario reflexionar y aproximarse como vía para un conocimiento que esperamos, a futuro, per-mita mejorar las posibilidades de desarrollo de los niños que crecen en campamentos a lo largo de nuestro país.

Discusión teórica

En términos generales, el desarrollo del niño se com-prende como el nivel de adaptación, evolución y desem-peño que va logrando éste en los distintos ámbitos en que se desenvuelve. Dado lo general del término y como forma de establecer un acercamiento más acabado, la presente investigación optó por estudiar dos dimensio-nes específicas: el desarrollo conductual físico y el desa-rrollo conductual académico del niño.

El desarrollo conductual físico se comprende como la percepción de la madre respecto al logro de diferentes actitudes y conductas que presenta su hijo en el curso de la vida diaria, relacionadas con la manifestación corporal de sus emociones. De esta manera se consideraron situa-ciones como si es peleador, si se porta bien y si responde de manera agresiva cuando se encuentra molesto.

Por su parte, el desarrollo conductual académico está relacionado con las dinámicas cognitivas del niño, tales como si le gusta ir a clases, si le cuesta concentrarse, si cumple con las tareas que le envían en la escuela y si tiene buena memoria.

Page 9: Revista nº12

7

CIS

Ahora bien, dentro de los diversos factores que inciden en el desarrollo, tanto conductual como físico del niño, se seleccionaron cuatro que resultan relevantes e intere-santes para comprender las dinámicas de desarrollo en contexto de campamentos. Dichos factores correspon-den a:

• Violencia física ejercida sobre el niño• Convivencia en el hogar• Autoridad de la madre• Involucramiento parental

Respecto a los factores seleccionados para explicar el desarrollo conductual del niño, se establecieron las siguientes hipótesis que pueden ilustrar las razones de por qué se estaría produciendo tal relación.

Una primera hipótesis se establece en torno a la violencia intrafamiliar. El Servicio Nacional de la Mujer (SERNAM) define violencia intrafamiliar como toda conducta que por acción u omisión cometa algún miembro de la fami-lia en contra de otro, abusando de su relación de poder, ya sea dentro del hogar o fuera de éste, y que perjudique su bienestar, su integridad física o psicológica, su liber-tad y su derecho a un pleno desarrollo.5

Una de las manifestaciones más comunes de la vio-lencia intrafamiliar son los golpes o agresiones físicas que ejerce el padre o los padres sobre sus hijos. Tales pautas de violencia, según diversos autores, afectan de manera directa el desarrollo conductual del hijo. “En las familias violentas, el niño vive casi de una forma perma-nente en un clima de extrema inseguridad e indefección” (Barudy, 1999). Al enfrentarse con tal situación, los niños desarrollarían diferentes estrategias de adaptación, las cuales afectan de manera directa el desarrollo conduc-tual del niño. Es a partir de esto que podemos establecer la siguiente hipótesis: el hecho de que un niño sea gol-peado en su casa, aumentaría las posibilidades de que exista un desarrollo conductual más problemático.

Ahora, de acuerdo a la convivencia en el hogar, diversos estudios arrojan datos significativos sobre la incidencia de éste en el desarrollo de los niños en la escuela. Se ha encontrado que un hogar donde prevalece la tolerancia, el diálogo, el respeto, la responsabilidad y la compren-sión entre los miembros de una familia, en especial entre el padre y la madre, genera un clima armónico y favora-ble para el desarrollo psicosocial de los niños (Cepeda y Caicedo, 2007). Las relaciones familiares tensas, pro-blemáticas y violentas traen consecuencias significativas para los niños en edad escolar. Las continuas peleas, dis-putas, en especial entre los padres, generan sentimien-tos de angustia, desconfianza y estrés que perjudican el

5 http://www.sernam.cl/opencms/opencms/sernam/progra-mas/violencia/index.html.

desempeño escolar del niño (Mclanahan, 1985).

De esta forma vemos que el ambiente familiar, enten-dido como las relaciones interpersonales que se gene-ran dentro del hogar, ya sea entre padres e hijos, entre hermanos o entre los propios padres, afecta de manera directa en el desarrollo del niño, por lo que se puede des-prender la siguiente hipótesis: un niño que se cría dentro de un hogar en el que exista una mala convivencia fami-liar, tiene más posibilidades de generar en sí mismo un desarrollo conductual más problemático.

Un tercer factor, como señalamos, tiene que ver con la autoridad de la madre, es decir, el nivel de autonomía e influencia con que ella se desenvuelve en las decisiones del hogar. De esta manera se postula que en un hogar en donde la madre percibe que la mayoría de las decisio-nes son, y deben ser, tomadas por el hombre, habría un menor involucramiento, control y presencia de la madre, lo cual incide en el estilo de crianza de los niños, ya que se concentran las decisiones, el control y la autoridad en la figura paterna.

A partir de lo anterior se establece la siguiente hipótesis: un niño que se cría dentro de un hogar donde la mayoría de las decisiones son tomadas por el padre, tendría más posibilidades de presentar un desarrollo conductual más problemático.

Por último, resulta importante en el desarrollo conduc-tual de los niños el grado de cercanía que los padres tienen con ellos, lo cual se analizará de acuerdo al cono-cimiento que tiene el padre respecto a las personas con que se relaciona el hijo. En esta línea, en el estudio “Padres involucrados y uso de drogas: un análisis empírico” de Valenzuela (2006), se pone de manifiesto la relevancia del involucramiento de los padres en las conductas de los hijos: “La capacidad de los padres de conocer, aten-der y supervisar las actividades que los hijos hacen y las relaciones que establecen se identifica actualmente como una de las variables más poderosas en la orientación del comportamiento adolescente” (Valenzuela, 2006).

Esta afirmación propone que la supervisión y la cercanía que presenta el padre sobre su hijo, son variables cen-trales para entender los efectos de la crianza de los hijos por parte de los padres. Específicamente ante una super-visión y cercanía más fuertes y estrechas, se observa un mejor desarrollo del niño: “El mejor y más consistente predictor del comportamiento adolescente es la supervi-sión parental. Altos niveles de supervisión parental están siempre asociados a menor uso de alcohol, drogas ilíci-tas, desviación y problemas de conducta en el colegio” (Barnes y Farrel, 1992).

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De esta manera, el conocimiento de los padres, en espe-cial del padre, sobre las personas con quien se relaciona su hijo sería un indicador de involucramiento, ya que implicaría supervisión y control. Por tanto, se desprende la siguiente hipótesis: un padre con menor conocimien-tos sobre las personas con quien se relaciona su hijo, aumentaría las posibilidades de que su hijo presente un desarrollo conductual más problemático.

Modelos y resultados

Las variables independientes que se tomaron en cuenta como factores respecto al desarrollo conductual del niño están íntimamente ligadas a las hipótesis y se relacionan con la violencia física ejercida al niño, el hecho que la madre piense que las decisiones del hogar deben ser tomadas por el hombre, que el papá no conozca a los padres de los compañeros de su hijo y el que haya una mala convivencia en la familia. En la Tabla 5 se observan las correlaciones entre dichas variables y respecto de las dependientes que corresponden al índice de Desarrollo Conductual Acadé-mico y al índice de Desarrollo Conductual Físico.

Se observa que entre las variables conceptualizadas como “independientes” no existen correlaciones estadís-ticamente significativas. Entre las variables dependientes tampoco se observa una relación estadísticamente signi-

ficativa, tratándose por tanto de aspectos diferenciados en el desarrollo de los niños. Al mirar las relaciones entre las variables dependientes e independientes, el Desa-rrollo Conductual Académico se relaciona de manera estadísticamente significativa con una de las variables estudiadas, la convivencia del hogar. En cuanto al Desa-rrollo Conductual Físico se establece una correlación entre este índice y la variable Conocimiento del padre acerca de los compañeros del hijo/a y los golpes al hijo. En otras palabras, el hecho de que un niño tenga una conducta física más problemática se relacionaría con la presencia de golpes y con el bajo involucramiento paren-tal. La variable control sobre el sexo del hijo de referen-cia también aparece como estadísticamente significativa lo cual muestra que la distinción por género se relaciona-ría con el desarrollo conductual físico, en el sentido que los niños hombres presentan más conductas agresivas.

A continuación se exponen los modelos de regresión logística múltiple, que evalúa los efectos de cada varia-ble independiente controlando por las demás. En la Tabla 6 se tienen los resultados de los cuatro modelos de regresiones logísticas aplicadas: 1) Desarrollo Conduc-tual Académico, 2) Desarrollo Conductual Físico, 3) Desa-rrollo Conductual Físico de los Hombres y 4) Desarrollo Conductual Físico de las Mujeres, donde se utilizaron las variables independientes anteriormente mencionadas.

índice de

desarrollo

Conductual

Académico

índice de

desarrollo

Conductual

Físico

Sexo hijo Conviven-

cia del

Hogar

Autori-

dad de la

madre

Conocimiento padre

de los padres de

los compañeros de

su hijo

golpes

al hijo

índice de desarrollo

Conductual Acadé-

mico

1.00

índice de desarrollo

ConductualFísico0,07 1.00

Sexo hijo 0,12 0,17** 1.00

Convivencia del

Hogar0,14* 0,11 0,05 1.00

Autoridad de la

madre 0,11 0,07 0,13* -0,01 1.00

Conocimiento del

padre acerca de los

compañeros del

hijo/a

0,12 0,17** 0,05 0,07 -0,11 1.00

golpes al hijo 0,09 0,27** 0,11 0,04 0,02 0,05 1.00

TABLA 5. CORRELACIONES ENTRE VARIABLES INDEPENDIENTES E DEPENDIENTES

** p ≤ 0,05 * p ≤ 0,1Fuente: Elaboración propia

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CIS

Al mirar los resultados del primer modelo sobre el desarrollo conductual académico que tiene que ver con el desempeño escolar del niño, la única variable que resultó ser estadísticamente significativa, con un 90% de confianza, es la convivencia del hogar, lo cual aumenta significativamente las probabilidades de que haya un desarrollo conductual académico más problemático del niño. En otras palabras, si existe una mala percepción de la madre de la convivencia en el hogar se tendería a aumentar las chances de tener un desarrollo conductual académico más problemático en comparación con cuando esto no ocurre, manteniendo el resto de las variables constantes.

A su vez, en el segundo modelo sobre el desarrollo con-ductual físico, que se enfoca sólo en el comportamiento corporal, el hecho que golpeen al niño y que el padre no conozca a los padres de los compañeros de su hijo sí se relacionaría con un desarrollo conductual físico del niño más problemático. Entre estas situaciones, la más importante es la violencia física ejercida al niño, lo que tendería a aumentar significativamente las probabilida-des de que el desarrollo conductual físico sea conflictivo. Mientras que el hecho de que la madre piense que las decisiones del hogar deben ser tomadas por el hombre y el que haya una mala convivencia en la familia no se relacionaría con un desarrollo conductual físico del niño más problemático.

A partir de los datos obtenidos en el segundo modelo, se observa que el sexo del hijo de referencia aparece como estadísticamente significativo con un 90% de confianza, por lo que resulta interesante observar qué ocurre cuando se controla por el sexo de los hijos para ver las diferencias

del efecto de las mismas variables sobre desarrollo con-ductual físico de niños en comparación con la niñas. Esta distinción por sexo se señala en el tercer y cuarto modelo.

En relación a los hijos hombres6, se podría decir que el hecho de que golpeen al niño, que la madre piense que las decisiones del hogar deben ser tomadas por el hombre, que el papá no conozca a los padres de los compañeros de su hijo y el que haya una mala convivencia en la fami-lia se tendería a relacionar también con un desarrollo conductual físico del niño más problemático. Entre estas situaciones, la más importante es que golpeen al niño, donde el que hayan existido golpes aumentaría significa-tivamente las probabilidades de que haya un desarrollo conductual físico de los niños hombres más problemá-tico. En otras palabras, el que le peguen aumentaría los riesgos de tener un desarrollo conductual físico conflic-tivo de los niños hombres en 6,196 veces en compara-ción con cuando no se le pega, manteniendo el resto de las variables constantes. El efecto de una baja autoridad de la madre en las decisiones en el hogar estaría en un segundo lugar de importancia, seguido por si el papá no conoce a los padres de los compañeros de su hijo y por último la mala percepción de convivencia del hogar.

No obstante, al mirar lo que ocurre con el desarrollo conductual físico de las niñas, observado en el cuarto

6 La bondad de ajuste del modelo se observa en el R cuadrado de Nagelkerke, que es de un 0,284, lo que permite estimar que el modelo tiene un ajuste de alrededor de un 30% lo cual mues-tra que el tercer modelo explica un porcentaje importante de la variación de la variable dependiente.

modelo 1 modelo 2 modelo 3 modelo 4

desarrollo Con-

ductual Académico

desarrollo Con-

ductual Físico

desarrollo Conduc-

tual Físico Hombres

desarrollo Conduc-

tual Físico mujeres

Sexo hijo 0,35 0,62*

Convivencia del Hogar 0,58* 0,45 0,91* 0,16

Autoridad de la madre 0,47 0,28 1,09* -0,22

Conocimiento del padre acerca

de los compañeros del hijo/a0,59 0,78* 0,97* 0,51

golpes al hijo 0,37 1,11** 1,82** 0,57

Constante -1,71** -2,28** -3,19** -1,22*

n 158 160 84 76

r cuadrado de Cox y Snell 0,06 0,126 0,213 0,029

r cuadrado de nagelkerke 0,08 0,169 0,284 0,040

TABLA 6. MODELOS DE REGRESIóN LOGíSTICA SOBRE DESARROLLO CONDUCTUAL

** p ≤ 0,05 * p ≤ 0,1Fuente: Elaboración propia

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modelo, las variables mencionadas anteriormente no explicarían un comportamiento corporal más proble-mático de las mujeres, ya que el hecho que golpeen a las niñas, que la madre piense que las decisiones del hogar deben ser tomadas por el hombre, que el papá no conozca a los padres de los compañeros de su hija y el que haya una mala convivencia en la familia no se relacionaría con un desarrollo conductual físico más pro-blemático de las niñas.

Conclusiones

Los modelos presentados entregan información sobre los elementos que afectan al desarrollo conductual de los niños que viven en campamentos, en especial de los niños hombres y de la conducta física de éstos. Los resultados demuestran que la violencia física ejercida al niño, el hecho que la madre piense que las decisiones del hogar deben ser tomadas por el hombre, que el papá no conozca a los padres de los compañeros de su hijo y el que haya una mala convivencia en la familia son fundamentales y afectan en gran medida a un desarro-llo conductual físico del niño más problemático. En otras palabras, la baja autoridad de la madre en las decisiones del hogar, las malas relaciones al interior de la familia, el poco involucramiento parental y el uso de violencia física hacia el niño podrían predecir la existencia de niños que presenten conductas agresivas y violentas con el resto. Estos aspectos estarían confirmando las hipótesis inicial-mente establecidas pero exclusivamente en la dimensión física de la conducta y sólo para los niños hombres. En cambio, una conducta física más problemática de las niñas mujeres, se estaría explicando por otras variables que no son observadas en la presente investigación.

II. Estilos de crianza y Educabilidad

pablo beytía, Eduardo galaz, daniel rebolledo, Vicente Wilson

“Aquella visión que pone a la educación como condición necesaria para la equidad debe hoy ser complementada con otra que, en sentido inverso, pone a la equidad como condición de posibilidad para la educación.” (Néstor López, 2004)

El problema de la equidad no se ha resuelto en Chile, y el debate público nos señala que dista mucho aún de hacerlo. Por tanto, una investigación que se centre en la vida social en campamentos de la Región Metropoli-tana no puede sino tener permanentemente a la inequi-dad como telón de fondo, como herramienta de análisis inherente al objeto de estudio. Entonces, el contexto socioeconómico de la realidad estudiada, está en la base

del presente estudio, el que se orientará hacia uno de los grandes temas que afloran como mecanismos de supera-ción de la pobreza: la educación.

Discusión teórica

En general, se ha asumido que el mecanismo esencial para superar la inequidad social es la provisión genera-lizada de educación formal, en tanto entrega las com-petencias necesarias para desenvolverse en el mercado laboral, principal instrumento de la distribución de ingre-sos (López, 2004). Así pues, este apartado se enfoca en el desarrollo de los niños a partir de su relación con el aprendizaje que propone el sistema educativo.

En este contexto, no se confrontarán los resultados acadé-micos de los alumnos –que son producto de evaluaciones cuantificadas: notas o puntajes-, sino sólo se observarán los factores previos a las evaluaciones, aquellos que las condicionan, y que se enmarcan en el concepto de edu-cabilidad. Por educabilidad nos referimos al conjunto de recursos, aptitudes o predisposiciones que hacen posible que un niño o adolescente pueda asistir exitosamente a la escuela (López, 2004). Algunos aspectos evaluables de la educabilidad son –por ejemplo– el grado de obe-diencia, responsabilidad, respeto, orden, entendimiento y concentración que demuestran los estudiantes.

Esta decisión de analizar la educabilidad y no los logros académicos en sí, se fundamenta en tres aspectos esen-ciales: primero, dado que los niños que constituyen la unidad de análisis tienen entre 6 y 10 años (y que, por tanto, cursan mayoritariamente en la enseñanza básica) las notas obtenidas en el colegio difícilmente son un buen mecanismo de medición de desarrollo, en tanto no se les atribuye –ni desde los niños, ni desde las familias, ni desde los colegios- la importancia que cobran las eva-luaciones en cursos superiores. Segundo, no hay patro-nes estandarizados de evaluación entre los distintos colegios que nos permitan sostener que iguales notas obtenidas en distintos colegios, responden al mismo logro académico. Una misma nota puede responder a un gran esfuerzo académico en un colegio exigente y a un pequeño esfuerzo en un colegio poco exigente, y por lo tanto no sirven como mecanismo de evaluación transver-sal. Tercero, el mecanismo estandarizado de evaluación académica por excelencia, el SIMCE, se aplica en cuarto básico por vez primera, y por tanto la mayor parte de la población estudiada carece de mediciones estandariza-das. Así pues, el SIMCE tampoco es útil para este estudio. Por el contrario, las herramientas usadas para observar el desarrollo académico de los alumnos están orientadas a su proclividad al aprendizaje, en función de factores tales como obediencia, madurez, orden y capacidad de comprensión lectora, entre otros.

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CIS

A la edad de los niños observados en este estudio con-viene más enfocarse en aquellos aspectos personales que más adelante repercutirán en un mayor o menor aprendi-zaje, puesto que son estos factores los que a largo plazo tienen más peso en el desarrollo del alumno, compa-rando con la información que nos entrega una fotografía del momento académico reflejado por las notas. La edu-cabilidad, por tanto, es un rasgo más relevante que los logros mismos, sobre todo considerando que los niños en situación de marginalidad –como aquellos que viven en campamentos- son, de hecho, más costosos de educar (en comparación a niños que no se encuentran en situa-ción de marginalidad), en virtud de lo cual se afirma que poseen una baja educabilidad en general. No obstante esto, dicha baja educabilidad generalizada presenta una variabilidad importante que este estudio busca explicar. Dicha explicación va a remontarse a la experiencia edu-cativa previa a la escuela (y que además coexiste con la escuela), esto es, el estilo de crianza en el hogar.

Es importante hacer notar en este caso que la noción de educabilidad no remite en absoluto sólo a capacidades cog-nitivas o intelectuales, sino que pone el énfasis, además, en otros aspectos que constituyen la predisposición del niño o adolescente ante el sistema educativo. El hecho de situar la mirada sobre variables como la capacidad de concentración o los niveles de agresividad que exhibe el niño, permite identificar relaciones mucho más nítidas y directas con los elementos del estilo de crianza que usa-remos para explicar las variaciones en educabilidad, com-parando con lo que habría ocurrido en caso de plantear el éxito académico patente, que siempre estará mediado por una gran cantidad de variables no contempladas.

Aún antes de que los niños entren a las aulas, llegan con-dicionados por muchos factores. Es sabido que la igual-dad de oportunidades de acceso no puede resolver por sí misma la inequidad social, puesto que no sirve como mecanismo si no va acompañada de una cierta igualdad de condiciones. Toda la literatura concerniente al tema nos indica que la educación no comienza en la sala, ni es posible asumir que todos los alumnos se enfrenten a los contenidos del estudio desde un punto de partida equi-valente. Por el hecho de provenir de un hogar diferente, los niños acceden a la escuela desde puntos de partida también distintos. Este diferencial de base es lo que Bour-dieu (2003) atribuyó al capital cultural. Este efecto de la interacción hogareña ha sido estudiado en múltiples ocasiones, y, por ejemplo, Entwisle, Alexander y Olson midieron los conocimientos académicos de escolares en temporadas diferentes del año. Ellos descubrieron que al terminar un período escolar, los estudiantes de distinto nivel socioeconómico tienden a igualar sus capacidades, mientras que al comenzar la siguiente etapa educativa (después de vacaciones), las diferencias son más pro-

nunciadas (Entwisle et.al., 1997).

En el presente análisis se abordarán precisamente los otros condicionantes de la educabilidad, que provienen del hogar y de la forma en que el niño ha sido educado en su casa. El estilo de crianza explicará los distintos niveles de educabilidad de los niños hacia el aprendizaje que se espera que reciban. La manera en que los niños son criados afecta considerablemente su desarrollo personal, en tanto las relaciones que construyen en su casa –en particular con sus padres- repercuten en distintos niveles de educabilidad. Según Giddens (1993), la relación entre el niño y la madre es de importancia decisiva durante las fases más tempranas del niño, ya que las investigaciones señalan que si por alguna razón esta relación se ve alte-rada, pueden producirse graves consecuencias.

La hipótesis general de este estudio es que hay elementos del estilo de crianza en el hogar que generan variaciones en los niveles de educabilidad de los niños de 6 a 10 años que viven en campamentos de la Región Metropolitana.

Esta hipótesis, amplia por cierto, amerita una desagre-gación en aquellos factores de los estilos de crianza que son más importantes para el desarrollo de la educabi-lidad. Para esto el análisis se separa en cinco factores específicos que conforman el estilo de crianza y que deberían condicionar la situación de educabilidad con que los niños observados se enfrentan a la experiencia educativa.

i) Comunicación y confianza: se refiere al intercambio de actividades o sentimientos que expresa el hijo hacia sus padres. Se plantea la hipótesis de que una mayor confianza en la relación entre la madre y el hijo generará en éste una serie de conductas, hábitos y aptitudes que contribuirán de modo virtuoso a aumentar su educabi-lidad, por ejemplo, en términos de aumento de la obe-diencia, la confianza hacia el exterior, la madurez y otros (Giddens, 1993; Bowlby, 1964).

ii) Ambiente familiar: comprende la calidad de las rela-ciones entre las personas que conforman el hogar, espe-cialmente entre los padres y el hijo. Se propone que un mejor ambiente familiar o, dicho de otro modo, un hogar en el que se tejen buenas relaciones entre sus miembros, tendrá una mayor tendencia a que sus niños posean nive-les altos de educabilidad en comparación con hogares en que las relaciones son malas, y que, por tanto, generan un mal ambiente. Este mal ambiente, en términos gene-rales, es atribuible sobre todo a los padres o quienes sean los adultos responsables en el hogar, puesto que son ellos los que en mayor medida configuran las rela-ciones sociales, al criar a sus hijos. Que los padres sean cariñosos asegura que las interacciones familiares sean

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más positivas que negativas cotidianamente. Además, el cariño motiva al niño a satisfacer las expectativas paternas, “incorporando valores paternos como la con-sideración o la justicia en las relaciones interpersonales” (Moore, 1997). De tal modo influye el ambiente atribui-ble a las relaciones sociales al interior del hogar en los niveles de educabilidad de los niños.

iii) Involucramiento parental: introducción infor-mativa de los padres en la vida de sus hijos, planteado desde el conocimiento que tienen los padres acerca de las relaciones y actividades de sus hijos. En el caso del tercer aspecto, la hipótesis señala que una estrategia de crianza de los niños que implique un mayor involu-cramiento de los padres, desde el punto de vista de su conocimiento de la vida de su hijo, sus amigos, compa-ñeros y actividades, generará mayores niveles de edu-cabilidad en éste, comparando con un estilo de crianza en que los niveles de involucramiento de los padres con la vida de su hijo sea pequeña: que no conozcan a las personas con las que se relaciona, ni las actividades que realiza, ni dónde se encuentra su hijo cuando no lo está viendo. Esto se vincula bastante a los puntos anterior-mente expuestos, es decir, que el vínculo estrecho entre padres e hijos genera patrones de educabilidad por dis-tintos motivos, que son dejados de lado si el padre cría a su hijo sin involucrarse altamente en el proceso.

iv) Coacción parental: corresponde al trato que tienen los padres con el hijo, tomando en cuenta especialmente gritos, insultos y/o golpes. Es la actitud latente de impo-sición de autoridad parental. Su respectiva hipótesis aso-ciada indica que la acción coactiva excesiva por parte de los padres, manifestada en gritos, insultos o golpes, genera menores niveles de educabilidad en los hijos, al comparar con hogares en que los niños no reciben gritos, insultos ni golpes. El estilo autoritario de crianza, o uno definitivamente violento, tiene efectos contra-dictorios en la educabilidad de los niños: por una parte genera disciplina, pero por otra inhibe muchos aspectos del desarrollo del niño, como la madurez, la capacidad de resolver problemas, la capacidad de tomar decisiones y otros. Cuando los niños pasan el tiempo con dirigentes educativos autocráticos (autoritarios), tienen una con-ducta orientada al trabajo, pero con escasa dedicación personal (Clay, 1976). La relación completa tiende a indi-car que la educabilidad baja como un todo al enfrentarse a padres autoritarios, al menos si se compara con una paternidad de tipo autoritativo7.

7 Con el estilo de crianza autoritativo aludimos a aquella forma de educación de los hijos que no impone ciegamente, pero tam-poco deja a los niños en libertad absoluta. Es decir, aquella forma de crianza que logra de mejor manera un equilibrio entre control y libertad; aquella que entrega normas claras a los hijos, pero también les confiere capacidad de pensar por sí mismos.

v) permisividad parental: corresponde a la flexibi-lidad, abundancia de libertades para los hijos; escasas reglas o pautas de comportamiento. Con respecto a este quinto aspecto, la hipótesis correspondiente se ase-meja bastante a la anterior, puesto que también debe ser puesta en contraste con una educación autoritativa, esta vez desde el otro extremo. Se afirma que un estilo de crianza permisivo tenderá a generar niños con niveles de educabilidad más bajos que los correspondientes a niños que fueron criados de modo autoritativo. Esta per-misividad, en tanto no entrega a los niños guías claras de comportamiento, genera vacíos en muchos de los elementos que otorgan educabilidad, como la seguridad en sí mismos y en el mundo. El control moderado hace que los padres sigan atentos a los desafíos del niño, sin ceder el derecho a fijar normas de comportamiento. Así aumenta la comprensión del niño en términos de las reglas impuestas, haciendo que sea posible para el niño vigilar su propio comportamiento cuando los padres no están presentes (Moore, 1997). La permisividad, en este sentido, supone un salto hacia el polo contrario, que conlleva nuevos problemas.

Modelos y resultados

La perspectiva de la educabilidad nos invita a fijarnos en un latente “stock de cualidades” previas a cualquier pro-ceso de aprendizaje. En rigor, se trata de identificar cuál es ese “conjunto de recursos, aptitudes o predisposicio-nes” del que habla López. Esto es lo que explica que el foco no esté puesto en el logro académico, sino que en el potencial educativo, condición anterior a cualquier éxito escolar; “la experiencia escolar, tal como la conocemos hoy [en América Latina] (...), presupone un niño con un conjunto de predisposiciones desarrolladas previamente en el seno de su familia” (López, 2004). Por lo tanto, nuestras escuelas esperan educar niños ya educados en el hogar.

Para confeccionar un modelo de educabilidad, se selec-cionaron una combinación de recursos, aptitudes y pre-disposiciones que denotaran la inclinación de los niños hacia un aprendizaje eficaz. Las calificaciones periódicas recibidas por los niños estudiados, que permitirían eva-luar por medio de notas su “logro académico”, no serán usadas por los motivos ya explicados.

Los elementos elegidos fueron seleccionados sobre la base de tres criterios propiamente metodológicos: 1) fia-bilidad, 2) complementariedad y 3) alta correlación entre todas las variables.

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Finalmente, para evaluar la educabilidad se ponderaron los siguientes aspectos:

•Obediencia•Orden•Responsabilidad•Respeto•Concentración•Madurez•Entendimiento (de lo que estudia)•Solución de problemas•Agresividad•Violencia.

Se tomaron varias preguntas tipo likert (desde 1 “muy en desacuerdo” a 5 “muy de acuerdo”), como por ejem-plo: “su hijo/a se porta bien en la escuela”, “su hijo/a se distrae con facilidad en clases”, “a su hijo/a le cuesta entender lo que estudia” y “su hijo/a en general cumple con las tareas que le piden en la escuela”. Las variables seleccionadas formaron un “índice de educabilidad”, que resultó de un promedio simple entre las preguntas. Cada aspecto de educabilidad es representado sólo por una variable, y cada una de estas variables fue incluida con igual ponderación en el cálculo del promedio. La distri-bución de este índice fue transformada en dicotomía (baja educabilidad / alta educabilidad), obteniendo una distribución de 45% de “educabilidad adecuada” y 55% de calificación como “educabilidad baja”.

Luego de la construcción del índice de educabilidad, se buscaron aquellas variables independientes que satisfi-cieran las dimensiones expuestas en el marco teórico y que tuvieran incidencia en la educabilidad del niño.

De esta forma, se incluyeron 4 variables independientes, cada una correspondiente a una dimensión (permisivi-dad parental no obtuvo ninguna variable correlacionada con educabilidad del niño, por lo cual no fue incluida en este modelo):

i) Comunicación y confianza: confianza del hijo hacia la madre, que se midió con una pregunta acerca de si la madre percibe que el hijo le cuenta o no sus problemas sentimentales.ii) Ambiente familiar: percepción de ambiente fami-liar, medida en una evaluación por parte de la madre res-pecto del ambiente familiar.iii) Involucramiento parental: conocimiento de parte del padre o quien hace de padre acerca de los amigos de su hijo/a.iv) Coacción parental: trato del padre o quien hace de padre hacia el niño, medida en cuanto a la percepción de la madre acerca de si el padre o quien hace de padre insulta o le grita al niño.

El resultado de este modelo corroboró la mayoría de las hipótesis propuestas, y la única variable que finalmente no obtuvo una relación estadísticamente significativa con la educabilidad del niño fue “conocimiento de los amigos del hijo”. Es así como se realizó un segundo modelo de regresión logística, en el cual sólo se consideraron las tres variables restantes; éste último modelo resultó ser el definitivo (ver Tabla 7). Estos modelos fueron con-trolados por la variables “religiosidad”, “sexo del hijo de referencia” y “edad del hijo de referencia”, concluyendo que la explicación de la probabilidad de educabilidad que ofrece el modelo, es completamente independiente a los efectos que tiene cada una de estas variables en la educabilidad del niño.

Variables (y dimensiones respectivas de crianza) modelo 1 modelo2

Conocimientos de amigos del hijo (involucramiento parental) ,426(1,532)

-

Trato del padre hacia el hijo (coacción parental) ,998*(2,712)

1,051**(2,861)

Ambiente Familiar (percepciones sobre éste) 1,005*(2,731)

1,092*(2,979)

Confianza hijo hacia la madre (comunicación y confianza) 1,296**(3,656)

1,295**(3,650)

Constante -1,871**(,154)

-1,644**(,193)

R cuadrado Nagelkerke ,229 ,220

TABLA 7: COMPARACIóN DE MODELOS ExPLICATIVOS DE EDUCABILIDAD

Significación: *<0,05; **<0,005. En cada celda se exponen los respectivos Betas y entre paréntesis los Exp(Beta). Fuente: Elaboración propia

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El modelo nos plantea que en cuanto exista un buen trato del padre o quien hace de padre hacia el niño (manteniendo todas las demás dimensiones o variables constantes), este niño aumentará sus chances de tener mayor educabilidad en 2,9 veces. En cuanto exista un buen ambiente o convivencia familiar, las chances de que el niño posea mayor educabilidad aumentarán en 3 veces. Finalmente, en la medida que el niño tenga la con-fianza para contarle a su madre sus problemas o asuntos sentimentales, las chances de que el niño posea mayor educabilidad aumentarán en 3,7 veces.

De esta forma, el análisis de los resultados nos orienta a considerar que de los cinco componentes que en un principio se consideraron fundamentales en el estilo de crianza (comunicación y confianza, involucramiento de los padres, buena convivencia familiar, permisividad de los padres y la acción coactiva de éstos hacia el hijo), sólo tres han sido comprobados como reales aspectos de influencia en la educabilidad del niño. Por lo tanto, es efectivo que a mayor confianza por parte del niño a su núcleo familiar, sumado al desarrollo de una buena con-vivencia familiar y a la ausencia de repetidos métodos coactivos, el niño adquirirá una mayor educabilidad, es decir, tendrá mejores herramientas a la hora de enfren-tarse al sistema del aprendizaje.

Conclusiones

Los estilos de crianza efectivamente se relacionan con el nivel de educabilidad de los niños entre 6 y 10 años que viven en los campamentos de la Región Metropolitana. Sin embargo, hay que ser más específicos al momento de dar cuenta de esta relación: no todas las dimensiones del estilo de crianza demuestran tener gran influencia en el conjunto de recursos, aptitudes o predisposiciones que hacen posible que un niño pueda asistir exitosamente a la escuela.

La evidencia estudiada en esta investigación nos mues-tra, en primer lugar, que el nivel de permisividad no parece afectar en el grado de educabilidad que tienen los niños entre las edades de 6 y 10 años. Con esto, en contra de lo que se había pronosticado, no se comprobó la hipótesis inicial de que un estilo de crianza permisivo tendería a generar niños con niveles de educabilidad más bajo que los correspondientes a niños que fueron criados de modo autoritativo8.

8 Por cierto, el análisis tampoco indica lo contrario, y más bien habría que decir que falta por investigar en este sentido, ya que las causas de la ausencia de relación no están claras. Puede haber problemas a nivel de los indicadores, o de la base de datos utilizada.

Por otra parte, si bien la dimensión de involucramiento parental fue representada por una variable en la formu-lación de un segundo modelo, su significación y expli-cación de educabilidad eran mínimas. Esto nos llevó a anular su hipótesis respectiva: el involucramiento paren-tal no es una dimensión de crianza que nos ayude a explicar una porción significativa de las chances de edu-cabilidad en los niños.

A pesar del rechazo de dos hipótesis, se descubrió que el estilo de crianza sí explica significativamente la educabili-dad del niño. Tomando indicadores del 1) ambiente fami-liar, 2) comunicación/confianza y 3) coacción parental, se formó un modelo que explica una importante parte de la variabilidad en las probabilidades de educabilidad del niño. Estas tres dimensiones del estilo de crianza, deben ser especialmente tomadas en cuenta por los padres al momento de pensar en criar hijos con mayor potencial de aprendizaje escolar posterior.

III. Comunicación, autonomía y seguridad. Influencia de la comunicación padres-hijos en el desarrollo del niño en contextos de pobreza

Sofía Covarrubias, Constanza Hurtado, Francisca rioseco, Sofía Sagües

En el proceso de crecimiento y desarrollo de los niños intervienen múltiples variables de contexto que hacen bastante imprevisible el nivel de desarrollo con que se llegará a adulto. Durante los primeros años del indivi-duo, el espacio primario desde donde el niño se nutre para adquirir los insumos de su desarrollo personal es la familia. Allí se le enseña el idioma, las normas y las principales habilidades sociales que necesitará. Es por esto que es previsible, y al respecto se ha estudiado lar-gamente, que todas las variables familiares tengan algún efecto en el desarrollo de los niños. La presencia de esta relación suscita múltiples preguntas acerca de cómo los estilos de crianza y las prácticas que los padres empren-den en la crianza de sus hijos influyen en el desarrollo de los niños. Al mismo tiempo, especificar cuáles son las formas de crianza en contextos de pobreza y vulnerabi-lidad, y cómo afectan éstas al desarrollo de esos niños, nos da una herramienta útil para poder potenciar aque-llas prácticas que afectan positivamente el desarrollo de los niños y que en estos contextos no son comunes.

El siguiente artículo resume los resultados de una inves-tigación acerca de cómo algunas de las prácticas que ejercen los padres de campamentos de la Región Metro-politana y ciertas características familiares afectan el desarrollo de los niños. Particularmente se busca dar

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cuenta de cómo el tipo de comunicación entre padres e hijos repercute en el desarrollo de la autonomía y segu-ridad de los niños. La hipótesis de trabajo que guía esta investigación es que la apertura de los padres a la comu-nicación bidireccional mejora el desarrollo de los niños en cuanto a su independencia y autonomía.

Discusión teórica

Los estilos parentales deben ser entendidos como una constelación de actitudes hacia el niño que le son comu-nicadas y que crean un clima emocional en el cual se expresa el comportamiento de los padres. Esos com-portamientos incluyen, por un lado, comportamientos dirigidos hacia metas a través de las cuales los padres desempeñan sus obligaciones como padres (llamadas prácticas parentales) y, por otro lado, interacción padres-hijos que comunican una actitud emocional pero sin estar dirigida al logro de alguna meta determinada, tales como gestos, cambios en el tono de voz o expresión espontá-nea de emociones. Se entiende que el estilo parental es una característica de los padres que altera la eficacia de los esfuerzos de socialización, al moderar la efectividad de las prácticas particulares y por lo tanto tiene conse-cuencias en la apertura del niño hacia la socialización (Darling y Steinberg, 1993).

Los estilos parentales han sido exitosamente descritos por Diana Baumrind a través de una tipología en torno a la que, desde el punto de vista de la autora, es el control la función principal de los padres. Según la forma en que los padres utilizan su autoridad, estos se podrían dividir en padres autoritarios, directivos (autoritativos) y per-misivos. Los padres autoritarios se caracterizan por un estilo impositivo y por valorar la obediencia. Sus patro-nes comunicativos son más bien unilaterales y usan cas-tigos punitivos como disciplina. En contraste los padres permisivos no son muy exigentes y no utilizan castigos. Al mismo tiempo actúan como si fueran un recurso para sus niños y suelen no tener un rol activo en la formación y determinación del comportamiento de sus hijos. Por su parte los padres directivos (autoritativos) caen entre los dos estilos previos caracterizándose principalmente por un diálogo bilateral argumentativo donde atienden y valoran las opiniones de sus hijos, pero al mismo tiempo definen límites firmes cuando es necesario (Baumrind, 1997).

Esta tipología de estilos parentales da cuenta de las diferencias entre los modos de ejercer la paternidad, sin embargo no es útil a la hora de clarificar qué varia-bles se relacionan con el desarrollo del niño. Para esto deben conocerse qué dimensiones componen y definen a los estilos parentales. Se han destacado como impor-tantes la dimensiones de 1) el Control parental, que se

refiere propiamente a la forma como los padres utilizan su autoridad para regular la conducta de los hijos, 2) el Involucramiento parental, que se refiere al tiempo que los padres dedican a estar con sus hijos y finalmente, y la más relevante para la comprensión de este estudio, 3) los Patrones de comunicación padres-hijo donde se distinguen patrones de comunicación unidireccional y de tipo bidireccional. Este último aspecto puede ser entendido como una subdimensión del involucramiento parental, pero distinguirla nos permite ahondar en ella, y nos parece de extrema importancia dado el fundamen-tal efecto de esta variable sobre el desarrollo del niño, según lo que la literatura señala.

Respecto a esta dimensión se ha señalado que la aper-tura de los padres a la comunicación bidireccional, que sabemos, es una característica propia de los padres directivos, mejora el desarrollo de los niños en cuanto a su independencia y autonomía, y por el contrario, que la inexistencia de esa posibilidad en la educación de los niños (propio de los padres autoritarios o permisi-vos) dificulta el desarrollo de estas capacidades (Lewis, 1981).

Ahora bien, para comprender la autonomía en el desa-rrollo de los niños en relación a las prácticas parentales, debe entenderse la influencia de la familia en el aprendi-zaje de los primeros años de vida. Por un lado, las fami-lias transmiten aprendizajes concientes que apuntan al desarrollo cognitivo de los niños, pero además existe un aprendizaje inconsciente que se transmite de manera no racional y espontánea. Los niños se hacen parte de un proceso de aprendizaje a través de un esfuerzo físico, mental y emocional, que tiene como resultado la confor-mación del sujeto. Es en esta etapa del desarrollo cuando se construye la identidad, que requiere del fortalecimiento y retroalimentación a lo largo de la vida. En este sentido, parte del traspaso en aprendizaje que hacen los padres a los hijos, consiste en el grado de autonomía y seguridad, y se expresa en la identidad de los niños. El proceso de construcción de identidad se da en la identificación de los niños con sus padres y tiene por lo tanto una fuerte base afectiva (López, 2004). Esto sugiere que ambientes poco afectivos, niños que han experimentado situacio-nes frecuentes de tensión, desapego materno, abandono o negligencia, inciden en la formación de identidad de los niños. El sentido de sí mismos que tienen estos niños aparece como desorganizado y empobrecido, y caracte-rizado por un escaso sentido de responsabilidad sobre las acciones que emprenden. El diálogo afectivo en el marco de la seguridad que da el apego estable, potencia el desarrollo de la autonomía en los niños. A través de esta práctica se les proporciona a los niños herramientas básicas para pensar etiquetar, y reflexionar acerca de sus emociones e intenciones (Tyson, 2005).

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Entonces, se podría esperar que los padres que estable-cen una comunicación con sus hijos de tipo reflexivo, donde hay cabida para escuchar a los niños, favorezcan el desarrollo de la autonomía de los niños. Se trata de padres que además privilegian el sentido de la respon-sabilidad por sobre los castigos. En una familia donde existe comunicación bidireccional, los padres transmiten a los hijos confianza en sus posibilidades, la importancia de centrarse en lo positivo y estimulación de la respon-sabilidad por medio de autonomía en las decisiones que toman los niños (Bartau et. al., 2000).

En síntesis, es esperable que el ambiente familiar del que son parte los niños y algunas prácticas parentales como son el tipo de comunicación, incidan en el desarrollo de autonomía y seguridad de los niños.

Modelos y resultados

La variable dependiente de esta investigación es un índice de autonomía y seguridad del niño, que resume la información obtenida de dos preguntas: “su hijo/a es seguro de sí mismo” y “cuando enfrenta un problema, por lo general su hijo/a es capaz de encontrar una solu-ción adecuada” (desde 1 muy en desacuerdo a 5 muy de acuerdo). Se estima que alrededor de un 46% de la mues-tra tendría niveles adecuados de automía y seguridad.

La variable independiente que más efecto tiene es la comunicación padres-hijos. Es un índice que combina dos preguntas: a) “En general, su hijo/a le cuenta a su papá o al que hace de su papá sobre sus actividades del día o sobre sus amigos, frecuentemente, a veces, casi nunca o nunca”; b) “En general, su hijo/a le cuenta a su papá o al que hace de su papá sobre sus sentimien-tos o problemas, frecuentemente, a veces, casi nunca o nunca”. La mitad de la muestra tiene una comunicación padres-hijos considerada como adecuada y la otra mitad como poco adecuada.

Además de esta primera variable se incluyen otras que pudieran explicar el desarrollo del niño en cuanto a su autonomía. Se consideran por tanto todas aquellas varia-bles relacionadas con el ambiente familiar, la presencia de violencia, alcoholismo y también una variable estruc-tural de control como el sexo del hijo y una variable sobre si el niño vive o no con el padre.

A través de matrices de correlaciones se vio que todas aquellas variables relacionadas con ambiente familiar (percepción del ambiente familiar, presencia de violencia y presencia de alcohol en el hogar) estaban directamente relacionadas con las formas de comunicación, por lo que no podrían tener efectos independientes en las chances de tener un desarrollo adecuado de la autonomía del

niño9. Por esta razón, de este set de variables corre-lacionadas sólo se ingresó al modelo la variable sobre la comunicación padres-hijos para poder observar su efecto independiente, pero teniendo en cuenta para el análisis posterior que las formas de comunicación van de la mano con condiciones de ambiente familiar como la violencia y el alcohol.

Finalmente las variables incluidas en el modelo fueron, además de la variable sobre patrones de comunicación, una variable relativa a la religiosidad de la madre, el hecho de que el padre viva o no con el niño y, como variable de control, el sexo del menor; todas variables correlacionadas con el índice de autonomía del niño.

Respecto a la religiosidad, la literatura muestra que las creencias religiosas de los padres determinan sus prác-ticas parentales e incluso hay evidencia que indica que la religiosidad de los padres es mejor predictor del desa-rrollo de los niños que el estilo parental (Schottenbauer et. al., 2007).

Por su parte, respecto de la presencia del padre en el hogar, se ha tendido a relacionar ésta con una mejor situación en el hogar debido a un mayor aporte econó-mico, además de una mayor estabilidad al interior de la familia (Camhi, 2008), lo cual puede tener influencia en el desarrollo cognitivo del niño. Cuando el padre está ausente las madres están sometidas a una mayor exigen-cia laboral y falta de recursos, que pueden generar stress y por lo tanto puede ser la causa de prácticas parentales que sean poco beneficiosas para el desarrollo de la Auto-nomía y Seguridad del niño.

La Tabla 8 nos muestra dos modelos resultantes de la regresión logística, el primero con todas las variables incluidas y el segundo sólo con aquellas variables esta-dísticamente significativas a un nivel de confianza mayor al 95%.

Los resultados obtenidos muestran que sólo la comuni-cación padres-hijo y la religiosidad de la madre se rela-cionan significativamente con el índice de Autonomía y Seguridad. Por lo tanto, se comprueba la incidencia de estas dos variables en el desarrollo de la autonomía y seguridad de los niños y no así el efecto de si el niño vive o no con el padre, ni del sexo del niño, las cuales no determinarían de manera significativa el nivel de desa-rrollo de la autonomía y seguridad de éste.

9 Esto sucede porque la regresión logística mide la influencia independiente de cada variable predictora sobre la dependiente por lo que si se ingresan en el modelo variables predictoras muy correlacionadas los efectos se anulan y no tenemos información sobre ellas.

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Respecto de las variables en que sí comprobamos un efecto, la regresión nos permite jerarquizar sus efectos. En este caso el índice de Comunicación padres hijos es la variable con mayor incidencia, presentando un efecto tal sobre el índice de desarrollo de la Autonomía y Segu-ridad de los niños, que los niños que son sujetos de un bajo nivel de comunicación padres hijos disminuyen el riesgo de experimentar un alto desarrollo de autonomía y seguridad en un 58 %10, al comparar con aquellos niños que son sujeto de una buena comunicación padres hijos, manteniendo todas las demás variables constantes.

Esto confirma la hipótesis básica, pero se agrega además el efecto del hecho de que la madre no sea religiosa, el cual incide también en el desarrollo de la autonomía y seguridad, de tal manera que disminuye las chances de tener un bajo desarrollo de la autonomía en un 54% al comparar con aquellos niños que tienen madres religio-sas, manteniendo todas las demás variables constantes.

Este último aspecto abre nuevas preguntas teóricas que den luces sobre las posibles razones que podrían expli-car que la religiosidad de la madre incida en el desarrollo de la autonomía y seguridad del niño. Se podría consi-derar que dado que las creencias religiosas permiten, exigen y prohíben ciertos comportamientos (como rezar

10 Cálculos basados en el modelo 2. Así, el efecto porcentual de cada variable en las chances (o el riesgo) de que un niño tenga un buen desarrollo de su autonomía y seguridad, se calcula en base a: (ExpB-1)*100

diariamente, asistir a misa o meditar), estos pueden traspasarse a los hijos y resultar beneficiosos para la formación de la identidad, por ejemplo, a través de la generación de un compromiso o un sentido propio de vida. Quedaría por investigar empíricamente cuáles de estas prácticas propias de familias religiosas, pero que podrían darse también en contextos no religiosos, son las que benefician el desarrollo de la seguridad y la auto-nomía del niño.

Conclusiones

Los resultados confirman la existencia de relaciones entre una comunicación de tipo bidireccional y un buen desarrollo de la autonomía de los niños, comprobándose por tanto la incidencia positiva de este tipo de prácticas parentales. Aparece también la religiosidad de la madre como otro factor relacionado que incide de manera posi-tiva en el desarrollo de los niños entre 6 y 10 años, ya que robustecen el desarrollo de la seguridad y autonomía fortaleciendo la conformación de la identidad del menor. Se confirma que las estrategias enfocadas a aumentar el desarrollo del niño deben intervenir en la familia y en sus prácticas, en especial en aquellas relativas a la comuni-cación o aquellas derivadas de la religiosidad, pero nada obliga a pensar que sólo puedan generarse en contex-tos religiosos. Sobre todo cuando se trata de familias vulnerables, las madres pueden ser “habilitadas” como mediadoras en el mejoramiento de los logros de sus hijos (Arancibia, 1995). Considerando este hallazgo, una posible intervención en contextos de extrema pobreza,

Variables en el modelo modelo 1 modelo 2

Baja comunicación padres-hijo B Exp(B)

-,862**,422

-,870***,419

El padre no vive con el niño B Exp(B)

-,886,412

Madre no religiosa BExp(B)

-,781**,458

-,777**,460

Sexo masculino BExp(B)

-,194,824

Constante BExp(B)

,916**2,499

,654**1,923

N 155 155

R2 de Cox y Snell ,103 ,076

R2 de Nagelkerke ,138 ,102

TABLA 8. REGRESIóN LOGíSTICA SOBRE LAS CHANCES DE TENER UN ALTO NIVEL DE AUTONO-MíA Y SEGURIDAD

*** Significatividad ≤ 0,01 ** Significatividad ≤ 0,05Fuente: Elaboración propia

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es generar espacios de formación para madres y padres, donde se eduque en prácticas comunicacionales de tipo bidireccional con sus hijos, que reemplacen a prácticas unidireccionales, de manera que el centro sea la com-presión entre ambos y no la imposición de una opinión por sobre otra. Otra forma de aportar en las prácticas bidireccionales es entregar al hijo la toma de decisiones en algunos ámbitos.

Lo que este trabajo sugiere es que niños que han cre-cido en ambientes familiares donde la comunicación se basa en el respeto y preocupación por el otro, donde los padres transmiten la responsabilidad sobre los actos y

la reflexión y deliberación como condiciones para reali-zarlos, y dejan que sus hijos tomen algunas decisiones - aunque se equivoquen- , presentan mayores grados de seguridad personal y autonomía.

La creación de estrategias orientadas a que los padres reconsideren los efectos de sus acciones queda pen-diente. Existen experiencias de implementación de este tipo de formación de la labor de los padres, que han resultado exitosas. Una mejor percepción de su rol de padres, podría ayudar a modificar en parte las condicio-nes desventajosas que caracterizan a los niños prove-nientes de sectores vulnerables.

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En la actualidad, no es posible contar con estudios que muestren la disposición de los pobladores de campamentos frente al sistema político. En este marco, el objetivo de este trabajo, de carácter exploratorio, es averiguar sobre la valoración y significado que tiene la democracia para este grupo de la sociedad.El resultado de las entrevistas realizadas refleja un marco general de desconocimiento y apatía política, al que se agrega una visión positiva de la democracia en términos generales, aún cuando se palpa una evidente insatisfacción en torno a su capacidad para generar bienestar a toda la ciudadanía, erosionando la conformidad y apoyo al régimen.

palabras clave: Campamentos – Democracia – Dictadura – Insatisfacción – Desafec-ción política

Rodolfo López Moreno Estudiante de Ciencia Política PUC

1. Introducción

Desde 1990 hasta el presente, Chile ha logrado consoli-dar uno de los regímenes democráticos más estables de América Latina, asumiendo posiciones de liderazgo en lo que respecta a índices de calidad de la democracia según diversas mediciones (Levine y Molina, 2007). Dentro de este marco, los distintos factores que participan dentro de la dinámica política avanzan conjuntamente para dar forma a un régimen que se distingue por su solidez: par-tidos políticos institucionalizados (Mainwaring y Scully 1995), observancia de libertades civiles y respeto de derechos políticos, entre otros.Si bien este conjunto de variables permite conocer el funcionamiento de la democracia chilena desde la pers-pectiva institucional y observar un gobierno estable, es pertinente advertir la apreciación que tienen sus ciuda-danos al respecto. Resulta paradojal constatar la falta de legitimidad dada por la población a la democracia (Luna 2006), que no manifiesta una adhesión y satisfacción masiva con el régimen democrático. A la luz de resulta-dos de encuestas como las realizadas por Latinobaróme-

tro (2008) o por el Latin American Public Opinion Proyect (LAPOP, 2006), el apoyo al régimen entre los encuesta-dos alcanza un 51% y 53,6% respectivamente, cifra baja en comparación a otros países de la región que no han alcanzado ni la madurez institucional ni un progreso en calidad de vida como el logrado por nuestro país que, por ejemplo, ha reducido la tasa de pobreza desde un 38% en 1990 hasta un 13,7% en 2006 según la encuesta CASEN. Lo anterior contraviene el supuesto de que el pro-greso y el aumento del bienestar social favorecerían a la democracia, ya que facilitan el despliegue de la ciudada-nía y, en consecuencia, la defensa de los derechos políti-cos y las libertades civiles (O’Donnell, 2004; Dahl, 1999), aumentando así la adhesión y defensa del régimen.Considerando esta aprobación a la democracia ajusta-damente mayoritaria, a pesar del progreso mostrado por el país durante los gobiernos democráticos, es que este artículo apunta a indagar el apoyo y significado existente sobre la democracia entre de los pobladores de campamentos. Esto obedece a dos razones princi-pales. Siguiendo los resultados de Verba y Nie (1972), y Lijphart (1996), entre otros, el nivel socioeconómico

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(NSE) es determinante para anticipar el grado de com-promiso, conocimiento y participación política de la población, estableciendo una relación tal que a menor NSE, mayor es la desafección sobre asuntos políticos. De esta manera, cabría esperar, entre los pobladores de campamentos, una actitud que exprese indiferen-cia y desconocimiento sobre la democracia en cuanto a régimen de gobierno, incluso más pronunciada que la reflejada por las encuestas a nivel nacional. En segundo lugar, no existen antecedentes concretos en la literatura sobre la evaluación particular que hacen los pobladores sobre el régimen democrático, y las mediciones realiza-das para conocer las disposiciones del conjunto de la sociedad sobre este mismo tema (como LAPOP 2006 y Latinobarómetro) no suelen incorporar a los campamen-tos dentro de su muestra, ya que al asignar aleatoria-mente las casas a encuestar en su metodología, sólo se incluyen viviendas formales agrupadas en manzanas censadas, excluyendo a los asentamientos y las vivien-das irregulares al no haber sido consideradas dentro de censos anteriores o por desconocerse las características de su composición.

2. Antecedentes

Para comprender la forma en que los pobladores evalúan la democracia, primero es necesario exponer la dispo-sición que expresa el conjunto de la sociedad chilena frente al régimen, que sirve como primera aproximación al tema a los resultados obtenidos. Adicionalmente, la disposición de los campamentos hacia la democracia puede comprenderse por su vinculación con el sistema político, ya que el grado de interrelación impacta en la cercanía y conocimiento sobre el régimen de gobierno. De esta forma, a continuación se presentan los resulta-dos de las encuestas Latinobarómetro (2008) y LAPOP 2006 sobre la valoración de la democracia en Chile, y una revisión sobre los lazos de los campamentos con el sistema político durante el siglo xx.

2.1. perspectiva sobre los significados y valo-ración de la democracia en Chile

Los estudios de opinión pública llevados a cabo en el país desde la década anterior permiten construir tanto el significado como la valoración que tienen los chilenos sobre la democracia. Abordando el significado de la democracia, la referencia más actual al respecto son los resultados de la encuesta LAPOP 2006, donde los chilenos definen democracia en función de conceptos de carácter normativo (Luna,

2007). Esto quiere decir que el sentido de la democracia se entiende a través de un deber ser del régimen, que se traduce, preferentemente, en el respeto de valores inhe-rentes a éste como la libertad (de expresión, económica, etc.) y la igualdad, entre otros. Esta visión normativa es ampliamente predominante, siendo compartida por el 76,2% de los encuestados.Existen otras categorías manifestadas por el resto de la muestra que dan cuenta de otros significados. Para el 5,5% de los encuestados, la democracia tiene un valor utilitario, centrado en la posibilidad de alcanzar un mayor bienestar económico personal. Por otro lado, el 15,8% considera que la democracia es un término vacío, sin posibilidad de identificar algún valor o atributo, mientras que el 2,5% le asocia un significado negativo al modelo democrático.Atendiendo ahora a la valoración que siente la ciudada-nía sobre la vivencia democrática, los resultados de la encuesta Latinobarómetro (2008) muestran que el apoyo y satisfacción hacia el régimen son bajos en relación a otros países de la región con similares grados de institu-cionalización y trayectoria política, como Uruguay. Esto demuestra un particular desencanto ciudadano, a pesar del buen funcionamiento del gobierno en perspectiva comparada a nivel regional.

GRáFICO Nº1. EVALUACIóN CIUDADANA DE LA DEMOCRACIA EN CHILE

Fuente: Elaboración propia a partir del Banco de Datos de Latinobarómetro

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Apoyo a la democracia

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Así, como se observa en el gráfico Nº1, el apoyo hacia la democracia, como ya fue mencionado, muestra una tendencia en que apenas poco más de la mitad de la población adhiere a este régimen de gobierno antes de cualquier otro. Por otro lado, el apoyo ciudadano no muestra una consistencia o continuidad en el tiempo, manifestando una adhesión irregular a pesar de la conti-nua solidez de la institucionalidad democrática.En todas las mediciones de esta encuesta en Chile, existe un desacoplamiento patente entre el apoyo a la democra-cia y el grado de satisfacción, ya que esta última presenta índices de conformidad aún menores a los registrados en el respaldo ciudadano al régimen, aun cuando presenta una irregularidad similar en cuanto a la magnitud de los resultados. De esta forma, el porcentaje de la población que siente que este régimen ha logrado cumplir con sus expectativas de desarrollo o bienestar es notablemente reducido, fluctuando entre el 23 y el 42%.No obstante, estos resultados permiten inferir una distin-ción a nivel ciudadano respecto al régimen en sí mismo y a cuán conforme se siente sobre su desempeño, apre-ciándose una diferenciación entre el funcionamiento de la democracia hasta la fecha y su valor intrínseco, siendo este último más apreciado que su efectividad.

2.2 Vinculación de los campamentos con el sistema político

La discusión en torno a la vinculación de los campamen-tos con el sistema político da cuenta, fundamentalmente, de la relación entre los pobladores y las distintas fuerzas políticas del país durante el siglo xx. En este marco, los primeros contactos se dieron a partir de la década de 1940, cuando el PC (Partido Comunista) y el PS (Partido Socialista) se acercaron a los pobladores para generar trabajos de base (Garcés, 2002), dado que veían a los pobladores como parte de su propuesta reivindicativa de la clase obrera (Espinoza 1988). Más aún, los pobladores de campamentos representaban al 6,25% de la población de la ciudad hacia 1950 (De Ramón, 1990:11), una fuerza significativa para actuar como un actor político relevante en la sociedad y cotizado, por tanto, para la movilización partidaria. Este vínculo fue importante para la organiza-ción de los pobladores, al aprender sobre formas de aso-ciación que les permitieran articular sus propios intereses y sobre cómo encausar sus acciones dentro de marcos legales, logrando ser considerados como un actor con-creto de la sociedad a pesar de su precariedad.Como señala Garcés (2002), el vínculo con el PC y el PS, al que luego se sumaría la DC (Democracia Cristiana) en el contexto de la Doctrina Social de la Iglesia en 1960, era fundamental para los pobladores, ya que los diputa-

dos y senadores de estos partidos mediaban por ellos ante el Ejecutivo, defendiéndolos ante posibles desalojos o presionando por la edificación de viviendas sociales. Esta estrecha relación hizo que el discurso de los distin-tos partidos y movimientos políticos fuera sentido como propio a nivel de campamento. Cuando el discurso polí-tico a nivel nacional se radicaliza hacia 1970, aumenta la movilización pública de los pobladores, hasta consti-tuirse en una fuerza social urbana sumamente influyente durante el gobierno de la UP (Unidad Popular), pero que rápidamente podía desmovilizarse una vez satisfecha su demanda (Salman, 1997). No obstante este problema de continuidad de la acción, en esta época se hace evidente el cariz político tanto en la formación del campamento como en las actividades realizadas por sus ocupantes, imprimiendo un sello particular al quehacer de los pobla-dores que no sería observable durante y después de la dictadura.Precisamente, la dictadura rompió el vínculo entre pobla-dores y partidos al proscribir a estos últimos de la vida nacional. En consecuencia, la inexistencia de redes exter-nas volcó a los pobladores a generar lazos asistenciales internos (como las ollas comunes) y de carácter familiar o vecinal (Garcés, 2002). En esta etapa se produce una paulatina desideologización de los pobladores, críticos del actuar de los partidos por haber politizado excesiva-mente sus demandas. No obstante, durante la década de 1980 los pobladores (tanto de campamentos como de poblaciones) participaron activamente en las protestas contra la dictadura, tanto por la represión y las erradica-ciones forzadas (de la Puente, 1989), como por la acción coordinada con los resurgidos partidos políticos, siendo un actor relevante durante la transición democrática (Oxhorn, 1995). Sin embargo, el pacto de gobernabilidad con los militares obligó a los partidos a la desmoviliza-ción de estos movimientos sociales (Boeninger, 1997).Una vez en democracia, los estudios que se centran en los campamentos como objeto de estudio dejan de abordar-los en su realidad política, no siendo posible dar cuenta del vínculo actual de los pobladores con el sistema.Respecto al tema de este artículo, no existen estudios que permitan inferir la actitud de los pobladores de campa-mentos hacia la democracia, siendo uno de los mayores acercamientos un estudio realizado por Carmen Barros (1985). En este caso, los pobladores componen la mitad de la muestra estudiada, y fueron consultados sobre el significado de los partidos políticos y la aceptabilidad de un régimen democrático. No obstante, conviene recordar que el estudio fue realizado en plena dictadura y eso afectaría el recuerdo que existe sobre la política en gene-ral y la predisposición de los individuos a responder las preguntas.

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Los resultados establecen un apoyo mayoritario hacia la democracia y una opinión positiva sobre los partidos políticos (con un 58% de aprobación), pese a que el 71% de los encuestados no tiene interés en la política (Barros, 1985). Adicionalmente, señalan algunas características propias de los partidos, como su relevancia para el fun-cionamiento de la democracia, pero a su vez una fuerte crítica por la imposibilidad que tienen éstos de llegar a acuerdos y ser agentes de división social.

3. metodología

Como estrategia metodológica se optó por el enfoque cualitativo a través entrevistas semi-estructuradas, esta-bleciendo como unidad de análisis a los campamentos de la provincia de Santiago y como unidad de observa-ción a pobladores que viven en los campamentos de la provincia de Santiago.Respecto al universo muestral, a lo largo del país es posi-ble contabilizar 533 campamentos que suman 28.578 familias en total, (CIS, 2007). Respecto a la provincia de Santiago, se reconoce la existencia de 54 campamentos conformados por 3.226 familias, que equivalen aproxi-

madamente a casi 13.000 personas, o al 0,002% de la población provincial. La selección de los tres asentamien-tos estudiados se realizó considerando tres factores. El primero de ellos fue el número de familias que lo compo-nen, buscando campamentos que estuviesen compues-tos por más de 150 familias, dado que aumentaría la probabilidad de encontrar distintas historias de vida y opiniones divergentes, al contrario de campamentos más pequeños donde los lazos de familiaridad o vecindad pueden suscitar discursos comunes. El segundo factor es la ubicación geográfica del campamento, apuntando a que cada uno perteneciera a sectores diferentes de San-tiago, buscando aminorar la influencia que pudiese gene-rar vivir en comunas donde la pobreza o la desigualdad social sean más pronunciadas, o donde existan marcadas diferencias en los recursos municipales. Finalmente, la antigüedad del campamento fue un factor a considerar, con el propósito de que cada uno haya experimentado la contingencia nacional como campamento en distintos grados. En el cuadro Nº1 se resumen los criterios antes mencionados.

Las entrevistas se efectuaron durante los meses de enero y marzo de 2008 a once personas por campamento,

Comuna Número de familias Antigüedad (aproximada en años)

Campamento A Lo Espejo 300 7Campamento b Peñalolén 400 12Campamento C Lo Barnechea 235 18

CUADRO Nº1. CRITERIOS DE SELECCIóN DE CAMPAMENTOS

personas con cargo

Dirigentes vecinales 2 entrevistas

Encargado o gestor de proyectos locales 1 entrevista

personas sin cargos

Entre 18 y 29 años 3 entrevistas

Entre 30 y 55 años 3 entrevistas

Entre 55 y más 2 entrevistas

Total por campamento 11 entrevistas

CUADRO Nº2. CRITERIOS DE SELECCIóN DE LOS ENTREVISTADOS

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logrando totalizar 33 entrevistas. Los criterios de mues-treo tenían como objetivo recopilar las respuestas de dis-tintos tipos de pobladores, considerándose las siguientes variables para seleccionar a los entrevistados:Rol en el campamento: distingue entre personas con alguna responsabilidad concreta ante la comunidad (como presidentes de comité o encargados de alguna iniciativa o proyecto) y el resto de los personas sin cargos. Los pobladores que asumen esas responsabili-dades suelen estar más vinculados, por la naturaleza del puesto, a organizaciones externas (municipio, ministe-rios, ONG, etc.) y pueden, por tanto, tener una posición más informada y crítica sobre su entorno.Sexo: equilibra cantidad de mujeres y hombres entrevis-tados, ya que existen diferencias entre ambos a la hora de enfrentar decisiones políticas o manifestar su posición en este tipo de asuntos (Altman, 2004; Sambonmatsu, 2002, entre otros).Edad: los entrevistados de menor edad pueden tener una percepción muy distinta del régimen que los mayores de 30 años, ya que sus recuerdos y opiniones pueden estar menos influenciados por la dictadura.En el cuadro Nº2 se presenta un resumen de los criterios utilizados para seleccionar a los entrevistados.

4. percepción general de los pobladores hacia los asuntos políticos: desencanto e indiferencia

A continuación se presentarán los resultados más rele-vantes de las entrevistas, de las cuales se extrajo el dis-curso general de los campamentos sobre los significados y valoración de la democracia.Primero es necesario señalar el marco que manifiestan los pobladores al momento de enfrentar los temas rela-cionados con la política ya que, en general, configuraron dos ejes principales para enfrentarse a este tipo de asun-tos a lo largo de las entrevistas. El primero de ellos es el desconocimiento y el segundo, el rechazo. Ambos patro-nes son compartidos por un segmento importante de los entrevistados, acrecentándose entre los más jóvenes.El desconocimiento se manifiesta como una ausencia de opinión derivada de la complejidad de los temas con-siderados como “políticos”, en los que sería necesario tener un conocimiento mínimo para poder comprender los procesos y participar activamente.

“Yo creo que aquí es muy poca la gente que entiende de política y mucha gente no se quiere meter porque es algo delicado también, tú para meterte a la política tienes que entender qué es la política, meterte de lleno en qué es la

política. Entonces…es mejor no enchufarse, no meterse tampoco”(Magdalena, 47 años, sin cargo).

El desconocimiento obedece principalmente a la falta de recursos de los pobladores, como dinero, tiempo y edu-cación, tal como señalan Verba y Nie (1972) y Lijphart (1996), entre otros, dado que el nivel socioeconómico juega un rol fundamental para obtener información e involucrarse en el sistema político. En este caso, no se puede declarar desinterés absoluto por parte de los pobladores, sino que el conocer el sistema no se encuen-tra dentro de sus prioridades, ya que se percibe con una complejidad tal que requiere un nivel educativo que ellos sienten que no poseen o, por otro lado, que este aprendi-zaje demandaría una cantidad de tiempo sustancialmente mayor de la que ellos pueden disponer cotidianamente.El segundo eje se muestra como una fuerte indiferencia al momento de discutir asuntos políticos. Los poblado-res no expresan sus opiniones políticas porque senci-llamente esto está fuera de su interés y porque en su entorno la política no es un tema relevante en la discu-sión cotidiana, al ser algo alejado de la realidad “No entiendo nada de política, no me gusta, no me llama la atención…porque yo soy así, porque mis papás nunca estuvieron metidos en la política. Entonces no me llama la atención, no me gusta opinar ni una cosa”(Rosa, 47 años, sin cargo)

El desconocimiento y la indiferencia se retroalimentan continuamente, desembocando en un desencanto hacia el sistema político y por transitividad hacia la democra-cia. Esto se explica primero por la falta de progreso en su entorno inmediato, derivado de seguir viviendo en un campamento aún cuando el país parezca crecer, y en segundo lugar, como consecuencia de las promesas rea-lizadas por distintos actores políticos durante sus candi-daturas electorales, como los alcaldes, diputados, etc., que no se concretan una vez que están en el poder.

“Todos prometen, prometen, y al final después cuando ya salen, y están ahí, las cosas siguen igual.” (Camila, 19 años, sin cargo).

De esta forma, el contacto de los partidos y sus represen-tantes con los pobladores, no se funda en un proyecto de largo plazo, estableciendo una relación esporádica, y dejando de tener el rol de agentes de socialización polí-tica que tenían en el período previo a 1973. Esto último explicaría, además, que entre los entrevistados de más edad existe un grado de entendimiento y juicio mucho mayor al observado entre los más jóvenes (entre 18 y

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30 años), dado que algo de esa socialización experimen-tada se mantiene a lo largo del tiempo. En consecuencia, este aprendizaje no se traspasaría de padres a hijos y se pierde entre los entrevistados de menor edad, donde las preguntas sobre temas políticos no suelen responderse porque se declara un absoluto desconocimiento y lejanía resumido en un breve “no sé”. Esto hace prever que la cantidad de personas que consideran, por ejemplo, que la democracia es un término vacío, es más elevado que el 15,8% consignado por LAPOP 2006.Otra razón para este desencanto podría obedecer fuerte-mente a la condición de pobreza, que influye en el tipo de decisiones posibles en función del contexto específico del poblador. Es lo que podría denominarse la “elección de lo necesario” (Bourdieu, 1988). Este tipo de elección se fundamenta en un acentuado realismo para enfrentar el mundo, producto del aislamiento del entorno y de la homogeneidad en el tipo de personas con las que se rela-cionan. De tal forma que, como lo político no es parte de la realidad inmediata, y no es una esfera donde ellos puedan intervenir, el sentimiento de rechazo reside en la lejanía, en la representación de lo anónimo, y en saber que no es una actividad en la que ellos puedan integrarse fácil-mente, por lo que se prefiere la desvinculación con este ámbito dada la baja capacidad de influencia percibida.

5. Evaluación de la democracia como régi-men de gobierno

Durante las entrevistas resultó evidente que el signifi-cado y valoración de los pobladores hacia la democracia se estructura a partir del contraste con su opuesto: la dictadura. Muchos pobladores explican lo que es demo-cracia en función de lo que no es dictadura, y que notan al comparar el país actual con el anterior a 1990. En su gran mayoría, los pobladores han tenido contacto con los dos tipos de régimen político experimentados por Chile en su historia reciente, de tal forma que cualquier representación o asociación que se hace de cada régi-men, se funda en la vivencia que tuvieron con el o los gobiernos correspondientes.

5.1 democracia y el valor de la libertad: los términos ideales “Yo creo que [la democracia] es una libertad que corres-ponde a todo ser humano de expresarse como él quiera, de tener los ideales que él quiera, de irse por…no sé, de escoger los caminos que quiera sin pasar a llevar al pró-jimo, al que lo rodea” (César, 52 años, sin cargo)

Los pobladores perciben la democracia principalmente a través de libertades, derechos y condiciones de convi-vencia, traduciéndose en una concepción normativa del régimen. Es decir, los pobladores consideran que estos valores deben estar presentes necesariamente en un régi-men democrático, ya que son los que le dan identidad. Esto permite notar una visión que dista de ser simple, y se relaciona tanto con la realidad que les ha tocado vivir, o que esperarían que aconteciera producto de las prome-sas formuladas en el proceso de transición democrática. La consideración de democracia como libertad se entiende casi exclusivamente en términos de libertad de expresión, como la posibilidad de poder dar a cono-cer sus pensamientos, emociones y aspiraciones a nivel público, sin temor a un castigo derivado del despliegue de esta facultad. Adicionalmente, se incluye la autono-mía de la capacidad deliberativa, en la que cada persona tiene su espacio de decisión y donde es libre de actuar y formular sus propios juicios. Esta libertad de expresión tiene consecuencia directa en el ejercicio y demanda de los derechos que sienten que son propios y no se están cumpliendo, incidiendo en una actitud exigente hacia la autoridad respecto a las demandas y soluciones de sus problemas puntuales, que debe ser considerada y valorada como legítima por los representantes.Tanto la experiencia de la libertad de expresión como la demanda de derechos, se entienden junto con los prin-cipios de respeto e igualdad que deben presentarse en las relaciones interpersonales para que se configure la convivencia democrática, al ser considerados por los pobladores como atributos imprescindibles y que deben concurrir en el ejercicio de las libertades:

“Vivir en democracia es vivir en tu espacio respetando al de al lado, en términos simples y prácticos. Vivir en mi espacio sin molestar al de al lado, escuchando la voz de los demás, o sea, que puedas hablar y que te escuchen, no importa que piensen distinto a ti”(Blas, 33 años, sin cargo)

5.2 Insatisfacción con el régimen democrá-tico: la alegría ya viene

A pesar de que la democracia permite a los pobladores experimentar la libertad de expresión y vivir en un entorno carente de represión, existe una insatisfacción generali-zada sobre el régimen fundamentada en la percepción de una autoridad débil a nivel central, la persistencia de la condición de pobreza extrema y el padecimiento de otros problemas sociales que consideran especialmente

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relevantes, como la delincuencia y el narcotráfico. Adicionalmente, existen dos eventos que especifican y acrecientan la insatisfacción sobre el régimen: la transi-ción a la democracia y las promesas electorales. Las expec-tativas de cambio que han generado ambas situaciones (el primero puntual y el segundo, continuo) repercuten en la desconfianza de los pobladores hacia el régimen y sus principales actores, como los partidos políticos y el gobierno. A juicio de los pobladores, éstos generan falsas expectativas en el electorado en cada votación, mientras que sus problemas siguen siendo los mismos conforme pasan los años y no son solucionados.

“[En el caso de la salud] han prometido todas estas veces que van a arreglar los consultorios, los hospitales son muy pocos, y si hay hospitales no hay médico…o sea ¿de qué sirve? Igual la atención es como el forro” (Magda-lena, 47 años, sin cargo). La persistencia de los problemas de suministro de ser-vicios de calidad en áreas como salud o educación es observada como una gran limitante por parte de los pobladores, al condicionar las posibilidades de desarro-llo personal que permiten los derechos y oportunidades que ofrece el contexto democrático. “[Los derechos] están, pero tienes muy pocas posibilida-des para lograr cosas, o sea… tienes la posibilidad en un gobierno democrático de muchas cosas, pero si no te dan los medios es igual que si no los tuvieras; si no tienes las posibilidades, si no tienes los recursos, es igual que si estuvieras viéndolos de lejos” (César, 52 años, sin cargo).

Cabe destacar que el malestar hacia la democracia no se refiere sólo a la actitud (o inacción) de los representan-tes una vez que están en el poder, o a la persistencia de la condición de pobreza. Se critica, además, el tipo de vínculo que buscan crear los entonces candidatos con los pobladores, donde se generan relaciones de corte clientelista (coyuntural a las elecciones y de bajo valor monetario) para incentivar la participación de los votan-tes, situación que molesta a varios de ellos al sentir que subestiman las motivaciones de su compromiso cívico.

“Una vez me vinieron a buscar en una camioneta para ir a votar y yo no me he inscrito en ningún partido…eran de la DC. Nos prometieron mercadería y no fui a votar.”(Sandra, 34 años, dirigenta)

Con respecto a la “debilidad presidencial” que reclaman los pobladores, se percibe y resiente la falta de una conducción clara, fuerte y rápida del gobierno sobre los temas nacionales, siendo esto paradójico dado que el presidencialismo chileno es uno de los más fuertes en su tipo, debido a las prerrogativas de las que goza el Ejecutivo en la figura del presidente (Altman, 2006; Siavelis, 2002). La crítica de los pobladores atiende a la falta de personalización y vigor de las decisiones, aún cuando sea propio de un régimen democrático que la toma de decisiones ocurra en conjunto con otros pode-res del Estado, sin centrarse exclusivamente en la figura del Presidente.Finalmente, la vivencia cercana de la delincuencia y el narcotráfico influye considerablemente en la visión negativa que tienen los pobladores sobre la democracia, tanto por la existencia del problema como por el actuar de Carabineros y el Poder Judicial.

“Los carabineros no pueden pegar un balazo porque los dan de baja…el carabinero sabe donde están los que venden drogas, los drogadictos, saben todo, pero qué sacan con aplicar la ley si llevan al delincuente al juz-gado y él los deja libre, ¿qué sacan con aplicar la ley? Y ellos lo saben” (Fabián, 63 años, sin cargo)

Entonces, se reconoce que Carabineros no cumple su labor principalmente porque tienen pocas atribuciones, pero aunque lo hicieran no tiene mucho sentido, ya que el principal culpable es, en definitiva, el Poder Judicial, que no es diligente en la aplicación de las leyes contra los delincuentes. De esta forma, se debilita la percepción de la democracia como un régimen capaz de lograr ordenar la sociedad, ya que es ineficiente a la hora de castigar la violación de leyes y la defensa de los ciudadanos.

6. dictadura: entre la condena y el reco-nocimiento La posición que prevalece entre los pobladores en rela-ción a la dictadura apunta a una condena generalizada al régimen, pero que no obstante convive con otra opi-nión en permanente tensión y menos predominante, que reconoce algunos de sus rasgos y los valora por sobre las características negativas, las que son igualmente recordadas.

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6.1 la dictadura y el peso de los derechos Humanos

La primera asociación que se hace de dictadura se remite a las violaciones a los Derechos Humanos y a las veja-ciones que sufrieron familiares, amigos o vecinos de los entrevistados durante el gobierno militar, evidenciando un contacto cercano con esa realidad y facilitando un recuerdo vívido en el presente. Es común escuchar el siguiente tipo de relato:

“[En la dictadura viví] Malas cosas, porque mi papá nunca estuvo metido en esas cosas, pero vi muchas…que mataban gente, que las perseguían, que las sacaban de sus casas, que les rompían las cosas. Yo tenía trece años y mis papás no sabían, pero yo sí y los vecinos también…yo lo vi y nadie me lo puede contar” (Rosa, 47 años, sin cargo)

En consecuencia, la dictadura, como régimen no demo-crático, es concebida inmediatamente dentro de cánones de abusos y arbitrariedades para los pobladores. La inten-sidad y el tipo de recuerdo son suficientes para rechazar a la dictadura en su totalidad, sin necesidad de extender el argumento o señalar otras razones. Una interpretación lógica sería extender esta experiencia traumática hacia una defensa de la democracia para evitar caer en un régi-men autoritario. Sin embargo, la posición de los pobla-dores al respecto no es unánime y estos eventos no son suficientes para condenar la totalidad del régimen.

6.2 la ventaja dictatorial: estabilidad y orden

La otra cara de la valoración de la dictadura se ve repre-sentada por los rasgos que, para los pobladores, son positivos y altamente valorados. Recordando que han vivido persistentemente en situación de pobreza a lo largo de su vida, muchos de ellos sufrieron el proceso de erradicación forzada, que no necesariamente fue nega-tivo, ya que solucionó el problema habitacional que los aquejaba en esos años. No obstante, la variable de bienestar material no es la más determinante para una valoración favorable y gene-ralizada de la dictadura, sino que es la fuerza y capaci-dad de decisión del régimen. Esta fuerza se plasma en dos temas claves, siendo el primero de ellos la capacidad del gobierno de imponer su parecer sobre un asunto, y que éste se ejecutara apropiadamente:

“Antes se decía “¡esto se va a hacer y se va a hacer!”. Ahora es más flexible, pueden decir “vamos a hacerlo”

y no lo hacen. Antes se decía “Pinochet dijo que se tenía que hacer esto y se hace” y tenías la certeza de que sí se va a hacer” (María, 54 años, dirigenta)

Así, se aprecia la capacidad de la dictadura de poner en marcha su plan de gobierno, generando certidumbre al no existir procesos que dilaten la toma de decisiones y donde queda claro quién dirige al país, simplificando el conocimiento que deben tener los pobladores sobre el gobierno. Esto también es apreciado por los pobladores ya que estiman que sus demandas, que deben ser solu-cionadas prontamente, pueden ser resueltas fácilmente en un gobierno de este tipo, si la autoridad así lo deter-mina.El segundo tema clave está relacionado al anterior, y se refiere a la capacidad del Estado de imponer el orden en la sociedad. El ejemplo por excelencia es la delincuencia, uno de los puntos centrales que los pobladores señalan como distintivo entre la vida en democracia y la dicta-dura, al percibir la criminalidad y la violencia de manera más cercana:

“Había menos delincuencia, había más mano dura, y había más respeto, eso es importante. Hoy día no hay eso…respeto al prójimo, al ciudadano, a la autoridad…en el fondo había más disciplina más allá de cómo sea y lo que digan del viejo [Pinochet]”(Rodrigo, 43 años, diri-gente)

La delincuencia es un problema particularmente sensible para los pobladores, y en la medida que recuerdan que no era un asunto especialmente relevante hasta 1990, valoran que la dictadura haya mantenido los crímenes a raya.

7. democracia, autoritarismo o indiferen-cia Al momento de plantearse la posibilidad de poder optar entre un tipo de régimen dictatorial capaz de solucionar sus problemas más urgentes, y otro de carácter demo-crático como los actuales, los pobladores describen claramente tres disposiciones diferentes: el apoyo a la democracia, el apoyo a la dictadura y la indiferencia en cuanto al régimen.En el primer caso, el miedo a ver o sufrir nuevamente los abusos que se conocieron durante la dictadura es el mayor aliciente para preferir el régimen democrático. Si bien se reconoce en la democracia el respeto al indivi-duo, la inexistencia de arbitrariedades (idealmente), etc., el miedo y el rechazo a las violaciones a los derechos

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humanos constituyen el principal motor para evitar una dictadura.

“No, por supuesto que no, nadie quiere ese gobierno. No, olvídate, prefiero mil veces vivir de allegada a que acepte la dictadura. No, por ningún motivo, mucha gente sufrida, toda la gente que fue deportada de este país, mucha gente que fue torturada.” (Elena, 42 años, diri-genta) El segundo argumento esgrimido para defender la perma-nencia del régimen democrático se sustenta en la vigen-cia de la libertad de expresión, valor señalado como el más importante y distintivo de la democracia.

“Prefiero este gobierno, prefiero que la casita espere o no tener. Por la libertad doy todo lo posible, que la genge sea feliz y se exprese.” (Sandra, 34 años, dirigenta)

No obstante, existe un grupo pequeño de entrevistados que valora positivamente la dictadura, en cuanto per-mite mantener la seguridad, el orden y la fuerza en las decisiones gubernamentales. “[La dictadura] daría una seguridad por mi hijo, porque ya, era una dictadura, era un dictador y todo el cuento, pero era un mejor país, a lo mejor la policía por ejemplo no era tan corrupta, porque nosotros vivimos aquí y lo vemos, y mis hijos estarían más seguros” (Javiera, 38 años, encargada de proyectos sociales). Situación similar puede esgrimirse para la toma de deci-siones, ya que el gobierno podría solucionar más rápi-damente y sin vacilaciones los problemas que estima prudente superar.De esta forma, como muestra el cuadro Nº3 a partir de los resultados de las entrevistas, lo que constituyen las fortalezas de la dictadura no son más que las debilidades

del funcionamiento de la democracia, correspondiéndose mutuamente. De tal forma que la sensación de indefen-sión generada por la exposición a la delincuencia, por ejemplo, es la que genera esta preferencia, más que una afinidad de corte ideológico.

Finalmente, la indiferencia en cuanto al régimen delata un evidente pragmatismo para evaluar la importancia del régimen de gobierno, siendo una opción compartida por una fracción importante de los entrevistados. En lo profundo, se esconde un desencanto en torno al rol del gobierno en la vida diaria, de tal forma que no importa quien gobierne o las características que posea la con-ducción del país, los pobladores sólo cuentan con su compromiso e iniciativa para salir adelante, resultando indiferente quién y cómo asuma el gobierno. “A mí prácticamente me da lo mismo. El tema que pienso yo que a mí y a la demás gente, es el problema de la casa, porque como yo te explicaba, gobierno que haya hay que trabajar igual” (Pablo, 44 años, dirigente)

La interpretación sobre la indiferencia al tipo de régi-men se funda principalmente en el incumplimiento de las promesas de campaña y en la condición de pobreza. Los regímenes democráticos latinoamericanos, en gene-ral, han sufrido un desgaste derivado de las grandes expectativas generadas en la transición democrática a inicios de la década anterior (Fuentes, 2006), que en el caso de los campamentos se centra principalmente en la promesa de una vivienda y la superación de la pobreza. Dicho incumplimiento provoca desconfianza hacia el sistema, y si sumamos el incumplimiento de otros com-promisos a lo largo de las sucesivas elecciones que se han efectuado, hacen dudar de la capacidad real que tiene un régimen democrático de generar bienestar, sin-tiendo que ya no es relevante el tipo de régimen que esté en el gobierno. Esto se relaciona con lo planteado

Significados según tipo de régimen

democracia dictadura

positivo negativo positivo negativo

libertad de expresión Debilidad de la autoridad

Fuerza de la autoridad

Violaciones a los Derechos Humanos

derecho a voto

participación Promesas de campaña incumplidas

Cumplimiento de proyectosrespeto e igualdad

CUADRO Nº3. PERCEPCIONES DE LOS POBLADORES SEGúN EL TIPO DE RéGIMEN

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por Kitschelt (2000) y Lewis (1976) respecto a que las necesidades y precariedades empujan a los pobladores a orientarse hacia el presente, contando con su propio esfuerzo para mejorar su calidad de vida, ya que luego de repetidas promesas incumplidas, no pueden esperar mucho del sistema político.

8. Conclusiones

Analizando las percepciones que existen entre los pobla-dores acerca de la democracia, fue posible observar que sus respuestas están fuertemente ancladas en la cotidia-nidad y en la experiencia política de la historia reciente, aun cuando parte importante de los entrevistados mani-fiesta no tener conocimiento ni interés en participar en asuntos políticos, tal como establecen Verba y Nie (1972) y Lijphart (1996).En cuanto al significado de la democracia, los pobladores la definen según patrones eminentemente normativos, al enfatizar el ejercicio de libertades, la participación y la igualdad, tal como el resto de la sociedad (LAPOP 2006). Respecto a otros posibles significados, éstos atienden al carácter negativo de la democracia, pero que apuntan no tanto a factores teóricos, o que atañen a la democracia como concepto, sino que apelan a la efectividad, al mani-festar malestar por la incapacidad que han demostrado los gobiernos democráticos de satisfacer las necesida-des y aspiraciones de los pobladores. Adicionalmente, la definición de la democracia como un concepto carente de significado tuvo una incidencia importante, lo que haría prever un grado de indiferencia y desconocimiento político relativamente superior al 15,8% percibido a nivel nacional por LAPOP 2006.Aun cuando no se pueda establecer con certeza la mag-nitud del apoyo o rechazo de los pobladores hacia la democracia, el tipo de respuestas y la frecuencia de las mismas permite inferir una valoración similar a la expre-sada en los resultados de encuestas como Latinobaróme-tro para el resto del país. Esto es, existe una proporción significativa de pobladores que valoran la democracia como un régimen altamente deseable en contraste con otros, aún cuando estos asegurasen la satisfacción de sus necesidades inmediatas.

El desencanto por el desempeño económico percibido en la vida diaria, y la percepción de criminalidad y victimi-zación, son parte de los requisitos que debe satisfacer una democracia para poder contar con el respaldo ciu-dadano (Diamond 1997). Por tanto, es posible explicar la valoración de la dictadura y la democracia en función de las condicionantes derivadas de la estructura en que se inserta el poblador. Considerando en primer lugar a la dictadura, esta es apoyada por la vulnerabilidad de los pobladores, cuya preocupación se acerca más al pro-greso de su condición de vida que a la estabilización de la democracia, situación que se enmarca dentro de lo planteado por Lipset (1959), al afirmar que esta simpatía autoritaria no forma parte de una naturaleza antidemo-crática en los sectores de menores ingresos. En consecuencia, en la medida que los gobiernos demo-cráticos sean capaces de responder a los compromisos adquiridos y de generar un mayor control sobre los deli-tos y políticas públicas eficaces, será posible acrecentar el respaldo de los sectores que acusan una mayor vulne-rabilidad. La idea de generar liderazgos personalistas no es la solución para generar un mayor apoyo a la demo-cracia, ante el riesgo de caer en gobiernos populistas o, derechamente, en democracias delegativas (O’Donnell, 1994).Finalmente, existe un punto de particular preocupación que no fue posible profundizar en este artículo: los jóve-nes. La población menor de treinta años presenta una evidente desafección cívica y un desconocimiento abso-luto de la democracia, mayor que el observado entre los entrevistados de otros grupos etáreos. Considerando lo expuesto por Lechner (2002), la inexistencia de códigos es lo que dificulta la participación y posterior inclusión de los pobladores en la democracia, representando un riesgo para la vida política del país. Al perder la concu-rrencia a votar su carácter obligatorio, y de seguir esta tendencia hacia la indiferencia, puede esperarse una marcada presencia de redes clientelares en los campa-mentos para motivar la participación electoral de los pobladores en períodos eleccionarios, capturando votos a cambio de un intercambio material, empobreciendo el debate programático y disminuyendo la capacidad de los pobladores de elevar sus propias inquietudes y deman-das, lo que aumentaría la ignorancia y apatía sobre el sistema político.

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and Row.

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En CAmpAmEnToS dE SAnTIAgo

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El siglo 21 va a transformar muchos de nuestros supues-tos básicos sobre la vida económica. El siglo 20 vio el fin de la dominación europea de las políticas y econo-mías globales. El siglo 21 verá el fin de la dominación norteamericana también, en cuanto nuevos poderes, incluyendo China, India y Brasil, continúen creciendo y haciendo que sus voces sean escuchadas en el escenario mundial. Los cambios que se llevarán a cabo este siglo serán más profundos que un rebalance de la economía y la geopolítica. Los desafíos del desarrollo sustentable – protección del medioambiente, estabilización de la población mundial, reducción de la brecha entre ricos y pobres y fin de la extrema pobreza – van a hacer que la idea de estados-nación que compiten por mercados, poder y recursos, pase de moda.

El desafío definitorio del siglo 21 será enfrentar la reali-dad de que la humanidad comparte un destino común en un planeta repleto de gente. Hemos alcanzado el inicio del siglo con 6.6 billones de personas viviendo en una

1 Artículo original publicado en www.Times.com el 13 de Marzo de 2008. Disponible en http://www.time.com/time/specials/2007/article/0,28804,1720049_1720050_1722057,00.html 2 Jeffrey Sachs (1954), economista estadounidense, es autor de “El fin de la pobreza” y dirige el “Earth Institute” de la Univer-sidad de Columbia. Ha asesorado al Banco Mundial, al Fondo Monetario Internacional (FMI), y a diversos gobiernos de todo el mundo. Asimismo, es asesor de la ONU y dirigió el Proyecto del Mileno de dicha institución.

economía global interconectada, produciendo un asom-broso rendimiento de US$60 trillones al año. Los seres humanos llenan todos los nichos ecológicos del planeta, desde la tundra helada hasta el bosque tropical y los desiertos. En algunos lugares, las sociedades han supe-rado la capacidad de carga de la Tierra, con el resultado de hambre crónica, degradación medioambiental y un éxodo a gran escala de poblaciones desesperadas. Esta-mos, en síntesis, mirándonos las caras unos a otros como nunca antes, atestados en una sociedad interconectada de intercambio global, migración, ideas, y sí, riesgo de enfermedades pandémicas, terrorismo, movimientos de refugiados y conflictos.

También enfrentamos un momento decisivo. De continuar en nuestro curso actual, es probable que el mundo experi-mente crecientes conflictos entre los que tienen y los que no tienen, intensificando las catástrofes medioambienta-les y el descenso en los estándares de vida causados por las crisis entrelazadas de energía, agua, comida y otros conflictos violentos. Sin embargo, con una pequeña inver-sión anual de los ingresos mundiales, asumidos coopera-tivamente por todo el mundo, nuestra generación puede aprovechar nuevas tecnologías para energía limpia, pro-veer suministros alimenticios confiables, controlar enfer-medades y lograr el fin de la extrema pobreza.

Es por esto que la idea que tiene el mayor potencial de cambiar el mundo es una muy simple: superando el cinismo, cambiando nuestra equivocada visión del

Por Jeffrey D. Sachs2

Traducción de Javiera Pizarro y María Paz Sagredo

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mundo como una lucha perdurable de “nosotros” versus “ellos” y buscando soluciones globales; tendremos el poder de salvar al mundo para todos, hoy y en el futuro. Si terminamos peleando unos con otros o trabajando juntos para confrontar amenazas comunes – nuestro destino, nuestro bien común, está en nuestras manos.

Para tomar la decisión correcta, debemos compren-der cuatro tendencias del cambio que está experimen-tando la Tierra, que no tienen precedentes en la historia humana:

Primero, el despliegue del crecimiento económico moderno significa que, en promedio, el mundo está cada vez más rico en términos de ingresos per cápita. Además, la brecha de ingresos promedio por persona entre el mundo próspero, centrado en el Atlántico Norte (esto es, Europa y Estados Unidos), y gran parte del mundo en desarrollo (especialmente Asia), está disminuyendo rápi-damente. Con más de la mitad de la población mundial, la creciente Asia se convertirá en el centro de gravedad de la economía mundial.

Segundo, la población mundial continuará creciendo, aumentando el crecimiento total de la economía global. No es sólo que cada uno de nosotros está produciendo más. Además de esto, a mediados de siglo, habrán muchos más de nosotros, por consiguiente, es proba-ble que la escala de la producción económica sea mucho mayor a lo que es hoy en día.

Tercero, nuestra abultada población, junto con el uso voraz de los recursos naturales, nos está llevando a múltiples crisis medioambientales que no tienen prece-dente. Nunca antes la magnitud de la actividad econó-mica humana había sido tan grande como para alterar procesos naturales a escala global, incluyendo el clima. La humanidad también ha llenado todos los nichos eco-lógicos mundiales, ya no hay lugar donde escapar.

Cuarto, mientras muchos pobres han progresado, muchos de los más pobres están estancados al fondo de la escala social. Casi diez millones de niños mueren cada año debido a que sus familias, comunidades y naciones son demasiado pobres para mantenerlos. La inestabili-dad de países empobrecidos y con problemas de agua, ha encendido una franja de violencia en el Cuerno de áfrica, Medio Oriente y Asia Central. Lo que nosotros lla-mamos violencia fundamentalista, debe ser visto como lo que realmente es: pobreza, hambre, escasez de agua y desesperación.

Estos grandes desafíos no han pasado desapercibidos alrededor del mundo. Durante los últimos veinte años, ha habido ocasiones en que los líderes mundiales han buscado a tientas la manera de enfrentarlos. De hecho, han alcanzado algunos triunfos importantes, con un soporte público considerable, los que podrían proveer una base para un futuro sostenible. Hemos adoptado un tratado global para el cambio climático, nos hemos comprometido a proteger la biodiversidad; nos hemos comprometido globalmente con la lucha contra la inva-sión de los desiertos en las conflictivas tierras áridas de áfrica, el medio Oriente y Asia. El mundo ha adoptado los Objetivos de Desarrollo del Milenio para cortar con la extrema pobreza, hambre y enfermedades para el 2015. El desafío está en transformar esos débiles e incumpli-dos compromisos globales en soluciones reales.

Metas globales

Cuando se trata de solucionar problemas de alcance global, nos mantenemos abrumados por el cinismo, derrotismo e instituciones obsoletas. Un mundo de fuer-zas de mercado ilimitadas y estados-nación en constante competencia, no es capaz de proveer soluciones rápi-das a estos desafíos. La clave está en desarrollar nuevas tecnologías sustentables y asegurar que éstas alcancen rápidamente a todos quienes las necesiten. Si los trillo-nes de dólares que Estados Unidos está despilfarrando en Irak hubieran sido invertidos en energía limpia, con-trol de enfermedades y formas nuevas y ecológicas de producir comida, no estaríamos enfrentando la cúspide del debilitamiento del dólar, el aumento del precio de los alimentos y la energía y las amenazas de cosas peores que están por venir.

Aquí se presentan cuatro osadas, pero alcanzables metas para Estados Unidos y el resto del mundo: - Sistemas de energía sustentables, y uso de la tierra y los recursos de manera de desviar las peligrosas tenden-cias del cambio climático, la extinción de especies y la destrucción de ecosistemas - Estabilización de la población mundial en 8 mil millo-nes o menos para el año 2050, mediante una reducción voluntaria de las tasas de fecundidad, cambiando la pro-yección actual de más de 9 mil millones de personas para mitad de siglo.- El fin de la extrema pobreza para 2025, además del aumento de la seguridad económica dentro de los países ricos.- Un nuevo enfoque para la solución de problemas glo-

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bales basado en la cooperación entre naciones y el dina-mismo y creatividad en el sector no gubernamental.

¿Qué se necesita para alcanzar estas metas? Los más grandes triunfos de la cooperación global combinan cuatro elementos: un objetivo claro, tecnologías efecti-vas, una estrategia de implementación clara y una fuente de financiamiento.

La erradicación de la viruela, por ejemplo, partió con un objetivo claro (la erradicación de la enfermedad) y una vacuna efectiva. Construyó una estrategia de imple-mentación clara, en la cual las vacunas para la viruela eran entregadas masiva y gratuitamente. Los brotes locales fueron rápidamente aislados gracias a una cui-dadosa vigilancia y rápida reacción. El esfuerzo fue financiado de manera sostenida por varios gobiernos donantes, incluido el de Estados Unidos. De forma simi-lar, la Revolución Verde en Asia, que permitió superar el hambre crónica en China e India, desarrolló un objetivo claro (producir campos de alimentos), una tecnología efectiva (una combinación de semillas de alto rendi-miento, fertilizantes e irrigación), una estrategia clara de implementación (distribución masiva de los paque-tes de comida a un precio más bajo que el del mercado) y un financiamiento a gran escala (Fundaciones Ford y Rockefeller y el gobierno de Estados Unidos, además del financiamiento local).

Abundan otros ejemplos de progreso medible frente a lo que alguna vez fueron desafíos desalentadores: la rápida, aunque incompleta, expansión de la educación primaria y alfabetización alrededor del mundo; el control siste-mático de muchas enfermedades mortales, incluyendo la enfermedad del gusano de Guinea, la lepra y el oncocer-cosis; y la baja voluntaria en casi todo el mundo de las altas tasas de fertilidad mediante el acceso a planifica-ción familiar, con la áfrica subsahariana, la última región pendiente, en espera de una “transición demográfica”.

Estamos viviendo en un tiempo de cinismo respecto a la posibilidad de alcanzar metas públicas globales, a pesar de que cuando hemos hecho el esfuerzo de movilizar nuestras poderosas tecnologías, hemos tenido éxito. Las muertes por sarampión en áfrica han disminuido en más de un 90% en los últimos siete años, en un tiempo en el que muchas personas creen erróneamente que nada puede ser logrado en varios lugares de áfrica. La polio está casi erradicada. La producción de comida se está elevando en Etiopía y Malawi gracias a que se han llevado modernas técnicas de agricultura a comunidades campe-

sinas. Los niños han llenado las escuelas en todos los lugares en los que se han introducido programas de ali-mentación escolar y en los que han bajado los aranceles escolares. No faltan ejemplos de cómo podemos lograr nuestras metas, hasta la fecha sólo hay una escasez de voluntad y resistencia a llevar estos éxitos a escala, así como a otros ámbitos vitales.

Los grandes desafíos medioambientales de nuestra generación pueden enfrentarse con niveles similares de determinación y tecnología. El cambio climático ame-naza nuestros suministros alimenticios, nuestras costas, nuestra salud y la supervivencia de numerosas especies. Sin embargo, poderosas soluciones tecnológicas están al alcance de la mano. Centrales eléctricas que funcionan en base a carbón, que capturan y almacenan el dióxido de carbono que producen, en vez de liberarlo a la atmós-fera. Automóviles híbridos, casi listos para salir al mer-cado, tienen el potencial de cuadriplicar nuestras millas por galón. Energía solar, concentrada gracias a sistemas de espejos parabólicos que rápidamente están siendo mejorados, puede ser utilizada en el gran desierto afri-cano y en regiones áridas para proveer de electricidad a áfrica y Europa Meridional a un precio competitivo con el de los combustibles fósiles. Nuevas estrategias de manejo de tierras, amparadas en modestos incentivos financieros, podrían terminar con gran parte de la defo-restación tropical existente, que actualmente contribuye con alrededor de un quinto del total de emisiones globa-les de carbón, además de provocar una masiva pérdida de biodiversidad. De acuerdo a la mejor evidencia eco-nómica e ingenieril actual, todos estos pasos para lograr la energía sustentable, pueden ser implementados por menos del 1% del ingreso mundial anual.

Más allá de los mercados

Si las soluciones son tan alcanzables, ¿por qué no las hemos alcanzado todavía? Parte de la explicación está en que estamos enfrentando nuestros problemas de manera equivocada. Estamos tan convencidos de que los problemas son intratables – o extremadamente caros de resolver- que la parálisis reina. Aún cuando estamos concientes de lo que se tiene que hacer, frecuentemente nos vemos atrapados por la ideología de libre mercado, la misma política de desregulación que nos ha llevado a la actual crisis financiera.

Frente a los tres grandes desafíos – sustentabilidad medioambiental, una población mundial estable y el fin

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de la extrema pobreza- las fuerzas del mercado no serán suficientes. Los productores y consumidores mundiales habitualmente consideran el aire como el vertedero gra-tuito de dióxido de carbono y otros gases invernaderos que cambian el clima. Necesitamos corregir las fuerzas del mercado – por ejemplo, mediante el cobro de impues-tos a las emisiones de carbono, el que es compensado por la reducción de impuestos en otros lugares- a fin de crear incentivos adecuados. Necesitamos expandir nuestra inversión pública en el desarrollo de tecnologías limpias en su primera fase, como son el mejoramiento del poder solar termal y la captura de carbono orgánico, del mismo modo que el “National Institutes of Health” del gobierno de Estados Unidos usa el financiamiento público para apoyar descubrimientos médicos.

De manera similar, la estabilización de la población en naciones pobres requiere de una gran inversión pública en educación femenina, servicios de salud y superviven-cia infantil, con el fin de promover una rápida y voluntaria reducción de las tasas de natalidad. Y debemos primero ayudar a los más pobres de los pobres a lograr niveles de ingreso por sobre el mínimo para la supervivencia, antes que esperar que las fuerzas del mercado los encaminen a una prosperidad manejada por el mercado.

Nada de esto es costoso, pero nada pasará automáti-camente. Es más, tal vez es el bajo costo de éxito, la característica más destacable de todas. Consideren el paludismo, la gran enfermedad mortal de áfrica. Trescien-tos millones de mosquiteros antimalaria son necesarios para proteger a los africanos pobres de la enfermedad. Cada mosquitero cuesta 5 dólares y dura cinco años, lo que equivale a un costo total de 1.5 billones de dólares en cinco años. ¡Eso es menos que el gasto del Pentágono en un día! Súmenle los costos de medicinas y servicios de envío en curso, y encontramos que el control total de la malaria cuesta menos de lo que el Pentágono gasta en dos días. El desarrollo sustentable no hará quebrar la banca. Mejor dicho, la clave es hacer las elecciones correctas en cuanto a nuestras inversiones públicas y encontrar formas de aprovechar y canalizar las fuerzas del mercado.

El poder de uno

Todas las grandes transformaciones sociales – el fin de la esclavitud, los movimientos de mujeres y de derechos civiles, el fin del orden colonial y el nacimiento del movi-miento ambiental- se iniciaron gracias a la conciencia

y el compromiso público. Nuestros líderes políticos se unieron más que lideraron. Fueron científicos, ingenie-ros, feligreses y gente joven los que realmente guiaron el camino. Si como ciudadanos votamos por la guerra, entonces guerra habrá. Si por el contrario, apoyamos un compromiso global para el desarrollo sustentable, enton-ces nuestros líderes deberán seguirnos, y encontraremos un camino hacia la paz.

Cada uno de nosotros tiene un rol que jugar y una opor-tunidad de liderazgo. Primero, estudia los problemas- en la escuela, leyendo, en la web. Segundo, cuando sea posible, viaja. No hay un sustituto para ver la extrema pobreza, o la deforestación, o las fuerzas destructivas de la naturaleza en Nueva Orleáns; para entender los verda-deros desafíos de nuestra generación. No hay un sustituto para conocer y comprometerse con personas de distin-tas culturas, religiones y regiones; para darse cuenta de que estamos todos juntos en esto. Tercero, consigue que tu negocio, comunidad, iglesia o grupo estudiantil, sea activo en algún aspecto del desarrollo sustentable. Hay estadounidenses que están promoviendo el control de la malaria, el desarrollo de la energía solar, el fin de la polio y el retroceso de la ceguera tratable, por nombrar sólo algunos de los inspiradores ejemplos de liderazgo privado. Finalmente, demanda que nuestros políticos honren las promesas y compromisos globales de nuestra nación en relación al cambio climático y la lucha contra el hambre y la pobreza. Si el público guía, ciertamente los políticos seguirán.

Los mayores desafíos de nuestra generación- en medio-ambiente, demografía, pobreza y política global- son también nuestras oportunidades más excitantes. La nues-tra, es la generación que puede terminar con la extrema pobreza, cambiar la trayectoria del cambio climático y terminar con la masiva, desconsiderada e irreversible extinción de otras especies. La nuestra, es la generación que puede, y debe, resolver el enigma no resuelto de la combinación de bienestar económico con sustentabili-dad medioambiental. Necesitaremos ciencia, tecnología y profesionalismo, pero más que nada, necesitaremos someter nuestros miedos y cinismo. John F. Kennedy nos recordó que la paz llegará mediante el reconocimiento de nuestro bien común. “Si no podemos terminar ahora con nuestras diferencias, al menos podemos ayudar a hacer del mundo un lugar más seguro para la diversidad. En última instancia, nuestro vínculo común más básico, es que todos habitamos este pequeño planeta. Todos respiramos el mismo aire. Todos valoramos el futuro de nuestros hijos. Y todos somos mortales.”

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Rocío Lagos Susaeta Verónica Robles Moreno

Sociólogas, Pontificia Universidad Católica de Chile

dIAgnÓSTICo dE grUpoS mApUCHE Y AYmArA En CAmpAmEnToS UrbAnoS:

ESTUdIo dE CASoS En lAS rEgIonES dE ArICA Y pArInACoTA,

mETropolITAnA Y ArAUCAníA

En Chile, un 6,6% de la población se identifica como perteneciente a algún pueblo indí-gena, grupo que se caracteriza por altas cifras de pobreza y por una creciente urbani-zación. De éstos, los pueblos originarios mayoritarios en el país son el mapuche y el aymara. A partir de este contexto de doble exclusión social -indigenismo y pobreza- el objetivo de este artículo es describir los principales rasgos familiares, socioeconómicos, habitacionales, comunitarios e identitarios de los grupos mapuche y aymara en situa-ción de pobreza, provenientes de tres campamentos urbanos con los que Un Techo para Chile ha trabajado. Se pudo concluir que estos grupos indígenas no tienen grandes diferencias con la población pobre del resto del país, sin embargo, los aymara tienen un mayor grado de identificación con su etnia, la que tiende a desaparecer en la población más joven; mientras que en el caso de los mapuche, éstos se asimilan a la sociedad en mayor grado, acentuándose este rasgo en aquellos que viven en Santiago.palabras Claves: Indígenas - Pobreza, Urbanización - Capital Social y Comunitario - Identidad

InTrodUCCIÓn

Según datos de la Encuesta de Caracterización Socioeco-nómica Nacional (CASEN) 2006, en Chile un 6,6% de la población total chilena, en total 1.060.786 personas, se identifica como perteneciente a algún pueblo indígena. El grupo étnico con más presencia es el mapuche (87,2%), el que vive, en su mayoría, en la Región de la Araucanía (33,6%) y en la Región Metropolitana (30,3%)1. Dado el

1 Datos obtenidos del CENSO 2002.

peso de este grupo, es que en estas regiones se concen-tra la mayor cantidad de indígenas del país. La segunda etnia mayoritaria es la aymara (7,8%), la que se concen-tra en la antigua región de Tarapacá (83,9%)2. A nivel general, dos características importantes a des-tacar de estos pueblos originarios en Chile son su nivel de pobreza y la zona donde residen. A pesar de haber disminuido el nivel de pobreza en los últimos años -acorde con lo que ha sucedido a nivel nacional-, éste es

2 Ibíd.

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relativamente mayor al nivel de pobreza de la población total. Un 13,7% de los chilenos se encuentra bajo la línea de la pobreza3; en cambio, dentro de la población indí-gena, un 19% de ellos son considerados pobres. Según la CEPAL (2006), los indígenas en condición de pobreza pueden agudizar su situación de exclusión social al tener pautas culturales y rasgos étnicos distintos a los de la sociedad chilena, siendo más vulnerables en términos de discriminación. Sin embargo, hay autores que exponen sobre la relación positiva entre desarrollo y cultura, ya que “hay múltiples aspectos en la cultura de cada pueblo que pueden favorecer a su desarrollo económico y social” (Iglesias, en Kliksberg, 2006, p. 2).Dados estos dos puntos de vista, parece pertinente analizar cómo viven los grupos mapuche y aymara en pobreza, considerando ámbitos tales como la educación, el empleo y condiciones habitacionales, entre otras; otor-gando especial énfasis a las expectativas que tienen las personas indígenas frente a las pautas tradicionales de vida chilena, definidas, en este artículo, como la obten-ción de una casa propia, terminar la enseñanza formal y ser parte del mercado formal, entre otras.Respecto a las zonas de residencia, destaca la creciente urbanización de estos grupos, ya que en 1996 un 51,7% de la población indígena vivía en sectores urbanos, cifra que de acuerdo a la Encuesta CASEN aumenta a 69,4% el 2006. Frente a este escenario es importante conocer cuál ha sido el proceso de conformación de los actuales asen-tamientos en los que se encuentran, dado que el estudio de personas indígenas en sectores urbanos chilenos es escaso e incluso marginal en el ámbito de las políticas públicas, debido a que tienen una clara orientación rural (Aravena, 1999). Este desconocimiento conlleva a asimi-lar la migración indígena como un escape de la comuni-dad, de la tradición y por ende, la pérdida de identidad.A partir de este contexto de doble exclusión social –indi-genismo y pobreza- el objetivo general de este artículo es: describir los principales rasgos familiares, socio-eco-nómicos, habitacionales comunitarios e identitarios de los grupos indígenas en pobreza (aymara y mapuche) que viven en tres campamentos urbanos, con los cuales Un Techo para Chile ha trabajado; uno de la ciudad de Arica, uno de Santiago y uno de Temuco.A continuación, se presentan algunos antecedentes rele-vantes; el marco metodológico del estudio; los principales resultados a nivel general y por asentamiento, haciendo hincapié en el análisis comparativo según la proporción de familias indígenas por asentamiento, etnia y lugar de residencia; para luego finalizar con las conclusiones y reflexiones derivadas de los resultados.

3 Según el MIDEPLAN, la línea de la pobreza es el ingreso mínimo establecido por persona para satisfacer las necesidades básicas (no sólo alimentarias).

AnTECEdEnTES

El pueblo Aymara en Chile hoy: Una proble-mática Urbana

Luego de la guerra del Pacífico, los aymara “fueron objeto del conflicto geopolítico que concluye con la parcelación del espacio tradicional” (Bengoa 2004, p. 110) entre Bolivia, Chile y Perú. Dada esta situación, se generó una integración territorial forzada, conocida como el proceso de chilenización. Sin embargo, el proceso de integración social de los aymara ha sido complejo de abordar, tanto por las políticas asimilacionistas de los siglos xIx y xx, como por su vínculo etno-cultural con peruanos y boli-vianos, y por la discriminación que experimentan en las ciudades, al poseer rasgos étnico-culturales diferentes a los de la población en general. La migración de los aymara desde el altiplano a ciuda-des costeras, como Arica e Iquique, iniciada hace unos 35 años, fue constituyendo comunidades translocales es decir comunidades que se encuentran en distintos territorios producto de la migración y por ende, configu-ran una identidad particular, en este caso, comunidades aymara en zonas no originalmente aymara; hecho que ha incidido en sus formas económicas y sociales. Las con-diciones que permitieron la migración a la ciudad son: el aumento de la castellanización, la mejoría del transporte, factores de expulsión como demandas educativas y de servicios no satisfechos en zonas rurales, y factores de atracción como la mayor y más variada oferta de bienes, servicios, de trabajo e ingresos (Bengoa, 2004).

Una de las dimensiones clave del proceso de integración de los migrantes aymara a la urbe es su inserción eco-nómica. En Arica, “la mayoría de los migrantes aymara no se insertaron en los procesos de industrialización (…) sino que se mantuvieron en sus bordes, siempre ligados a actividades por cuenta propia o la economía informal (González 1997, p. 320), lo cual puede deberse a sus bajos niveles educacionales, a la interrupción del pro-ceso industrializador en la ciudad y a factores culturales que explican que el trabajo por cuenta propia o informal permita reproducir un sistema económico basado en el trabajo familiar, semejante al trabajo campesino de sus lugares de orígenes. Los trabajos más flexibles les per-miten seguir conectados a su comunidad de origen y a su cultura y economía rural, es decir pueden mantener la producción agropecuaria y la participación socio-organi-zativa como festivo-religiosa (González, 1997). Sumado a esto, los aymara en Chile tienen la ventaja de tener facili-dades relativas en cuanto a la distancia entre su ciudad y lugar de origen rural, como también al estado de rutas y transporte; así, se afirma que “porcentajes considerables de migrantes (…) sigan manteniendo derechos o propie-dades en sus comunidades de origen” (Bengoa 2004, p. 125).

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Otra dimensión fundamental, es su forma de organiza-ción social, como parte del proceso de integración. El parentesco, según Parker (1995), es un eje transversal en las formas organizativas de los indígenas en gene-ral, y en particular en los aymara, ya que, como afirma Bahamondes (Venegas, 2002) los líderes externos a las comunidades aymara no son válidos ante los integrantes de ciertas organizaciones, como sí lo son los jefes de familia. De esta forma, se observa como en la legitima-ción de los liderazgos, el jefe de familia cumple un rol fundamental. Dado que hay un número significativo de familias aymara que tienen algunos miembros que se mueven entre espa-cios rurales y urbanos, la organización social se entre-mezcla entre ambos espacios (Bahamondes, 2002). Sin embargo, “mantenemos aún una gran ignorancia acerca de las relaciones sociales andinas en los espacios urba-nos, tanto sobre relaciones interétnicas como en los contingentes andinos urbanos” (Gunderman y González, 2000, p. 25).Por último, en cuanto a las creencias aymara actuales, se ha generado un sincretismo religioso, una mezcla entre las creencias tradicionales andinas y las católicas. ésta última ha tenido cabida dentro de los aymara dada la gran presencia e imposición de la iglesia católica a lo largo de la historia latinoamericana. Es por esto que existen varias ceremonias que siguen el calendario cató-lico pero que se expresan a través de manifestaciones andinas (Bahamondes, 2002). Actualmente, también se ha hecho presente la iglesia protestante-evangélica en algunos grupos aymara, la cual, como indica Van Kessel (2003), interrumpe en las formas culturales propias de la etnia, particularmente en aquellas festivo-religiosas.

El pueblo mapuche: migrantes Capitalinos

Existe un creciente proceso de autoidentificación mapu-che en Santiago que no se basa principalmente en la adscripción a instituciones indígenas formales, ya que más del 70% de los mapuche no es parte de una comu-nidad indígena en particular (Gissi, 2004), entendiendo comunidad como un grupo de personas de una etnia que comparte tierras ancestrales. Así, se comprende que la mayoría de los mapuche es “emigrante o descendiente directo de emigrantes de las localidades en los que fueron asentados hace unos cien años” (Saavedra 2002, p. 31).Respecto a las motivaciones para migrar, es necesario tomar en cuenta el alto nivel de pobreza en la Región de la Araucanía -uno de los lugares originarios del pueblo mapuche-, el que es el doble del promedio nacional y se acrecienta aún más en zonas rurales (Gissi, 2004; Saave-dra, 2002). Así, la peor situación socioeconómica de los mapuche en comparación al resto del país, se convierte en un factor de expulsión migratorio, lo cual se suma a

los factores de atracción de las grandes ciudades, como son las mejores oportunidades económicas y educativas. Estos factores han promovido el proceso migratorio de los mapuche en particular, y de las personas indígenas en general (Saavedra, 2002). Adicionalmente, se afirma que la identidad étnica mapu-che no desaparece al migrar hacia la capital, ni menos hacia centros urbanos relativamente cercanos, como Temuco, “sino que se transforma y se redefine en un pro-ceso permanente de construcción, recomposición y de adaptación a los imperativos de la sociedad moderna, a partir de nuevas situaciones de interacción social” (Ara-vena, 1999, p. 171). En el ámbito privado de los mapuche urbanos, la fami-lia nuclear y los pequeños grupos de parentesco siguen siendo importantes, ya que dan continuidad a formas de compadrazgo y apadrinamiento en la actualidad (Ara-vena, 1999; Parker, 1995). En el ámbito público, hoy se pueden encontrar organizaciones mapuche urbanas, de carácter informal o voluntario, que funcionan como un lugar de reencuentro de los mapuche urbanos, mez-clando elementos de origen rural y nuevas experiencias urbanas. Su objetivo es resolver “problemas económico-productivos, territoriales, en las reivindicaciones étnicas (…) desde una nueva expresión urbana de la identidad indígena” (Aravena, 1999, p. 183). Es en estas asocia-ciones donde ellos valoran su comunidad de origen y su parentesco con otros miembros, adquiriendo un status válido sólo dentro de este organismo. Adicionalmente, existe una auto-segregación residen-cial mapuche en ciertas áreas urbanas para, “aunque precariamente, reconstruir esos lazos de parentesco extendidos por muy lejano que sea éste” (Parker, 1995, p. 118), lo cual puede conllevar efectos negativos de exclusión social, especialmente en situación de pobreza. Sin embargo, la segregación urbana también tiene efec-tos positivos, ya que como indica Gissi (2004) es en los diferentes asentamientos donde, por medio de activida-des comunitarias, se promueve la mantención y actua-lización de las pautas culturales e identitarias propias del pueblo mapuche, las que a su vez contribuyen en la solución integracionista de diferentes dificultades que se presentan. Por último, en cuanto a las ceremonias y fiestas religiosas mapuche, en Santiago se celebra actualmente el nguilla-tún (fiesta religiosa), el machitún (rito de sanación), el wetripantu (año nuevo mapuche) y el lakutun (ceremonia de bautismo), los cuales tienen como objetivo central la mediación entre lo sobre natural y lo humano (Aravena, 1999). Estos ritos se van adaptando a los nuevos contex-tos urbanos, y al darles nuevos sentidos, van afirmando y reconstruyendo su identidad étnica. Se mantiene cierta autonomía, ya que “los actores religiosos tienen control sobre este tipo de ritos y celebraciones” (Curivil, 2005, p. 37), como es el caso de la machi. La religión mapu-

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che es dinámica, ya que tiene elementos de la religión winka (sea católica o evangélica) como el monoteísmo, pero además contiene una diferencia radical, ya que la base de la religiosidad mapuche se sustenta en el culto a los espíritus de los antepasados -manifestados en ele-mentos de la naturaleza- además de ser una religión que sólo puede ser practicada por personas mapuche (Curi-vil, 2005).

mArCo mETodolÓgICo

Dado que el problema de investigación remitió a un primer acercamiento a grupos de pueblos originarios con los cuales Un Techo para Chile ha trabajado, se rea-lizó un estudio de casos. El universo de casos consistió en los grupos aymara y mapuche urbanos, en situación de pobreza, con los que Un Techo para Chile ha trabajado. Por lo tanto, se con-sideró a las personas que viven en situación de campa-mento o allegamiento, es decir, quienes no cuentan con una vivienda básica y/o carecen de uno o más servicios básicos (luz, agua y alcantarillado). Cabría esperar que ellos estuvieran bajo la línea de la pobreza, es decir, no alcancen a tener el ingreso mínimo4 -establecido por MIDEPLAN- para satisfacer las necesidades básicas (no sólo alimentarias). Sin embargo, si ellos no estaban bajo la línea establecida, esto no fue un impedimento para ser parte de la muestra; ya que la pobreza y la superación de ésta, para efectos de este artíulo, tienen distintas dimen-siones que van más allá de lo meramente monetario, teniendo como base el reconocimiento y valoración de la diversidad humana, según sus habilidades para llevar a cabo el tipo de vida que cada uno considera valiosa (Sen, 1995). Los casos seleccionados correspondieron a tres agru-paciones indígenas, dos mapuche (una de la Región de la Araucanía y una de la Región Metropolitana) y una aymara (de la Región de Arica y Parinacota).

4 Según la CASEN 2006, el ingreso mínimo per cápita mensual para estar fuera de la línea de pobreza son $47.100.

Se eligieron dos grupos mapuche, dado el alto porcen-taje de éstos en el país, y porque se concentran tanto en la Región de la Araucanía como en la Metropolitana, siendo contextos muy distintos que necesitan ser anali-zados en forma separada. Por su parte, los aymara, como se expuso en los antecedentes, se concentran mayori-tariamente en la región de Arica y Parinacota. Además, al investigar en tres regiones, se pudo tener una mues-tra más heterogénea en términos culturales, rescatando las características particulares de cada asentamiento y tomando en cuenta su contexto regional. A continua-ción, en la Tabla Nº 1 se presentan los datos de los tres campamentos seleccionados5.

En el trabajo de campo se combinaron técnicas cuanti-tativas y cualitativas. Se realizaron encuestas al jefe de hogar o a su pareja para responder a las variables estruc-turales como la situación familiar, socio-económica, habitacional y algunas variables socio-comunitarias e identitarias6 de los grupos indígenas elegidos. Además, se realizaron entrevistas semiestructuradas a un diri-gente indígena o, en su defecto, a informantes claves de cada asentamiento, para reconstruir la constitución de los asentamientos urbanos en relación a la integración de los miembros de estos grupos originarios que viven en este lugar, y las formas socio-comunitarias e identita-rias de los grupos. Como forma de acercamiento se utilizó la técnica bola de nieve, desde miembros de Un techo para Chile hasta

5 Los datos son aproximados, según lo recabado en terreno.6 Las características socio comunitarias son entendidas como el capital social comunitario de los grupos indígenas definido como el conjunto de recursos asociativos pertenecientes a la estructura de un grupo de personas, expresado en tres dimen-siones: organización comunitaria, cohesión social y vínculo con redes institucionales. Y se considera identidad indígena como la valoración de la pertenencia a uno de estos pueblos originarios –y cómo estos se sienten parte de Chile- la cual se va recons-truyendo a través la mantención de manifestaciones culturales (tradiciones y ceremonias), del uso y entendimiento de su lengua nativa, y de la mantención e importancia de los lazos matrimo-niales con personas de la misma etnia.

grupo

Indígena

región Comuna nombre

Campamento

nº Familias

Total

nº Familias

Indígenas

% Familias

Indígenas

Mapuche Araucanía Temuco Línea Férrea 40 12 30%

Mapuche Metropolitana Estación Central Hnos. Eyraud 52 32 64%

Aymara Arica y Parinacota Arica El Remolino 25 12 48%

TABLA Nº 1: CAMPAMENTOS URBANOS SELECCIONADOS

Fuente: Elaboración Propia

dIAgnÓSTICo dE grUpoS mApUCHE Y AYmArA En CAmpAmEnToS UrbAnoS:

ESTUdIo dE CASoS En lAS rEgIonES dEArICA Y pArInACoTA, mETropolITAnA Y ArAUCAníA

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38 Centro de Investigación Social Un Techo para Chile

llegar al dirigente o informante clave de cada grupo indí-gena, quienes a su vez hicieron el vínculo con los infor-mantes necesarios para esta investigación. En total se realizaron cinco entrevistas semiestructura-das a dirigentes y/o informantes claves y treinta y cuatro encuestas a los jefes/as de hogar o su pareja. En la Tabla Nº 2 se muestra la cantidad de entrevistas semiestructu-radas y encuestas realizadas.

rESUlTAdoS

En este apartado se presentan los principales resulta-dos de la investigación, distinguiendo por asentamiento y etnia. Se expone en primer lugar el contexto territo-rial y social de los tres campamentos estudiados, luego las características sociodemográficas de los indígenas encuestados y sus familias, sus características habita-cionales y socioeconómicas, sus formas de organización socio-comunitaria y finalmente los rasgos identitarios que distinguen a estos grupos originarios que viven en campamentos urbanos.

1. Contexto de los Campamentos

a. Conformación y Constitución

El campamento de Temuco, Línea Férrea, está a sólo unas cuadras del centro de la ciudad, en terrenos de Ferrocarriles del Estado. Aquí la mayoría de las media-guas se ubican al borde de la línea férrea donde pasan diariamente trenes de carga. Según lo recabado, este lugar ha sido espacio para viviendas precarias hace más de quince años, y la conformación actual se instaló aquí, en su mayoría, hace aproximadamente cuatro años. La llegada de las familias mapuche al campamento se ha dado de forma aislada, es decir cada familia mapuche llegó individualmente al campamento. El instalarse en este lugar responde a una estrategia basada en redes y datos, sin importar la etnia. Las familias mapuche fueron llegando de a una o de a dos cada año, y las últimas tres familias mapuche encuestadas llegaron el año 2008. En Arica, el campamento El Remolino, se encuentra

emplazado en la salida oriente de Arica, a quince minu-tos en locomoción colectiva del centro de la ciudad. Se llega por un camino de tierra que está a 2 kilómetros aproximadamente de la ruta pavimentada hacia Azapa. El lugar es muy árido y desolado, sin embargo, está a la orilla del cauce de un río, que sólo trae agua en invierno. El terreno es propiedad de un particular, sin embargo, los aymara expresan que éste no les pone mayores proble-mas por vivir ahí. Este lugar fue tomado hace aproxima-damente quince años por una familia aymara, liderada por el jefe de familia, la cual aún vive en este asenta-miento. La mitad de los pobladores aymara encuestados viven ahí desde el origen del campamento. El resto de las familias aymara ha llegado aisladamente, contactándose directamente con el jefe de familia que originó este cam-pamento. Así, la conformación actual del asentamiento

nombre Campamento región nº Encuestas nº Entrevistas Informante Clave

Línea Férrea Araucanía 11 1

Hnos. Eyraud Metropolitana 13 2

El Remolino Arica y Parinacota 10 2

TOTAL 34 5

TABLA Nº 2: CANTIDAD DE ENTREVISTAS Y ENCUESTAS REALIzADAS

Fuente: Elaboración propia

Campamento El Remolino, Arica

Campamento Línea Férrea, Temuco

inv

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tig

ac

ión

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39

CIS

está dada por los pobladores originales, la extensión de sus familias y algunas familias nuevas. Por su parte, el campamento de Estación Central, Herma-nos Eyraud, está ubicado en la comuna de Estación Cen-tral, en un sector con alta concentración de mapuche, que se encuentra a sólo quince minutos de la Alameda en transporte público. Según la información entregada por los informantes claves, este terreno es de propiedad del Hogar de Cristo y está ocupado irregularmente hace aproximadamente veinte años, ocurriendo recambios de pobladores durante este periodo. Según los datos obtenidos, la familia que lleva más tiempo en este lugar está desde 1988, es decir desde los orígenes. La llegada de las familias mapuche ha sido rotativa durante este tiempo, las cuales fueron llegando en grupos familiares desde las cercanías de Temuco en base a redes previa-mente establecidas.

b. Procedencia Población Indígena

Respecto al proceso migratorio de los indígenas encues-tados, la mayoría de ellos (73,5%) provenía de la misma u otra ciudad, un 17,6% migró desde el campo (pero no de una comunidad indígena) y sólo un 8,8% de ellos pro-viene directamente de una comunidad indígena. Com-parando entre campamentos, los mapuche provienen mayoritariamente de la ciudad. En cambio de los aymara del campamento de Arica, la mayoría de ellos (60%) migró desde el campo. En cuanto a la procedencia de la pareja de la misma etnia, el 61% de ellas proviene de una comunidad indí-gena, un 33,3% de la ciudad y sólo un 6% del campo (no siendo comunidad indígena). De manera similar a lo que ocurre entre los encuestados, al comparar por cam-pamentos, entre los mapuche la proporción de los que provienen de la ciudad es similar a la proporción de los que provienen de una comunidad indígena. Por su parte, en el campamento de Arica, la mayoría de las parejas aymara de los encuestados provienen del campo (75%) y dentro de este grupo, la mayoría de una comunidad indígena (62,5%).

c. Permanencia en el Asentamiento y Vínculos con su Comunidad de Origen

En los tres asentamientos, las familias indígenas viven en sus hogares durante todo el año y sólo viajan por temporadas cortas a visitar a sus familiares que viven en comunidades indígenas o en el campo. Sin embargo, en el caso del campamento de Temuco, algunos de los pobladores, migran hacia el norte para trabajar como temporeros. En cuanto al vínculo con la comunidad de origen y la periodicidad en que se genera éste, se observa que la mayoría de los encuestados (85,3%) mantiene los víncu-

los con su comunidad de origen7. Por su parte, la tota-lidad de los aymara encuestados mantienen vínculos con su comunidad de origen, seguidos por los mapuche de Temuco, y los mapuche de Estación Central que son los que menos visitan a su comunidad, lo que se puede deber a la mayor distancia que tienen con ellas.

2. Características Sociodemográficas y Fami-liares

En la presente sección, primero, se describen las carac-terísticas sociodemográficas de todos los encuestados, y en segundo lugar, las características familiares. Se observa que la mayoría son mujeres (79,4%) y que más de la mitad de los encuestados (52,9%) tiene entre 26 y 40 años. Un 52,9% son jefes de hogar, mientras que un 44% son parejas del jefe de hogar8. Por último, el nivel educacional es bajo, la mayoría tiene enseñanza básica o menos (70,6%) y sólo un 20,6% terminó la enseñanza media.

En cuanto a las características familiares (Tabla N° 3), la mayoría de las familias son nucleares (76,5%), es decir conformadas por padre, madre o ambos con su/s hijo/s, lo cual se repite en cada campamento. Además, la mayo-ría de los hogares son biparentales (85,3%), a nivel gene-ral y por campamento. En referencia a la etapa del ciclo familiar, en general las familias de los encuestados mapuche y aymara son jóve-nes (61,8%), es decir, son familias con hijos menores de quince años, y un 35,3% son familias adultas (familias con algún hijo mayor de quince años).El 61,8% de las familias indígenas, a nivel general, están compuestas por cuatro o menos personas. Esto se observa de forma similar en los campamentos con pobla-ción mapuche –Temuco y Estación Central-, sin embargo, en el campamento aymara de Arica, la mitad de éstas está compuesta por cuatro personas o menos y la otra

7 Vínculo con su comunidad de origen se refiere a las relaciones frecuentes con sus familiares, los cuales siguen residiendo en el lugar donde las familias indígenas alguna vez vivieron.8 Sólo uno de los encuestados es hijo del jefe de hogar.

Madre e hijo mapuche, Temuco

dIAgnÓSTICo dE grUpoS mApUCHE Y AYmArA En CAmpAmEnToS UrbAnoS:

ESTUdIo dE CASoS En lAS rEgIonES dEArICA Y pArInACoTA, mETropolITAnA Y ArAUCAníA

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40 Centro de Investigación Social Un Techo para Chile

mitad por cinco personas o más, donde la media es de cinco personas por hogar aproximadamente.Finalmente, el 67,6% de los hogares está liderado por hombres. A pesar que los hombres son mayoría, un por-centaje importante de mujeres (32,4%) lidera su hogar.

3. Características Habitacionales

En el 53% de los casos, a nivel general, hay una vivienda por sitio, en un 38,2% hay dos viviendas por sitio y en un 8,8% hay tres viviendas por sitio. Comparativamente, en los campamentos de regiones se tiende, en mayor propor-ción, a tener más de una vivienda por sitio, alcanzando un 45,5% en el campamento de Temuco y un 70% en el campamento de Arica, mientras que en Estación Central sólo un 8,2% tiene más de una vivienda por sitio.Respecto del acceso a servicios básicos, en primer lugar, el acceso a electricidad, en cada campamento se da de distinta forma. En el campamento de Temuco, un 90,9% de los encuestados “no tiene medidor”. En Arica, todos los encuestados tienen “medidor comunitario” (compar-ten un medidor) y en Estación Central, el 92,3% tiene “medidor individual”. Segundo, en cuanto al acceso de agua potable, en Temuco y en Estación Central, los pobla-dores, en su mayoría, acceden al agua potable a través de cañerías, pero no pagan por su consumo, sino que lo hace la Municipalidad (81,8% y 92,3% respectivamente); en cambio, en el campamento de Arica, no tienen acceso directo al agua potable, sino que un camión municipal les reparte agua. Por último, en cuanto al sistema de eliminación de excretas, la mayoría de los pobladores

de regiones (Temuco y Arica) tiene pozo negro (63,6% y 90% respectivamente); mientras que en el campamento de Estación Central un 84,6% de los casos tiene alcanta-rillado.En cuanto al nivel de hacinamiento por cama, en gene-ral el 50% de las personas pertenecientes a estos pue-blos étnicos está hacinado, es decir no tiene una cama -de una plaza o su equivalente en espacio- para dormir solo. Respecto al hacinamiento por habitación (cuando duermen más de dos personas por dormitorio), en los campamentos de regiones, duermen, en promedio, tres personas por habitación, y en el de Santiago duermen, en promedio, dos personas por habitación; por lo tanto hay hacinamiento por habitación sólo en regiones. Según el índice de materialidad9, que considera el tipo de material y el estado del suelo, murallas y techo de las viviendas, la mayoría de las viviendas precarias de los indígenas encuestados está en pésimas o malas condi-ciones (73,5%), de hecho, más de la mitad de los casos se encuentran en pésimas condiciones (52,9%), y sólo un 26,5% de las viviendas está en condiciones aceptables o buenas. En el asentamiento de Arica hay más viviendas aymara en estado aceptable o bueno (40%), en compa-ración a las viviendas mapuche de Temuco y Estación Central (18,2% y 23,1% respectivamente).Sobre el nivel de satisfacción con la vivienda actual no hay concordancia clara entre el estado de la vivienda y nivel de satisfacción de ésta (Tabla Nº 4). Por ende, se

9 El Índice de Materialidad usado fue creado por las autoras para esta investigación.

Ubicación CampamentoTotal= 34

Temuco Arica Estación Central

n % n % n % n %

Tipo Familia Nuclear 10 90,9% 7 70% 9 69,2% 26 76,5%

Compuesta 1 9,1% 0 0% 1 7,7% 2 5,9%

Extendida 0 0% 3 30% 3 23,1% 6 17,6%

Composición familiar

Monoparentales 1 9,1% 2 20% 2 15,4% 5 14,7%

Biparentales 10 90,9% 8 80% 11 84,6% 29 85,3%

Tamaño familia 4 o – miembros 8 72,7% 5 50% 8 61,5% 21 61,8%

5 o + miembros 3 27,3% 5 50% 5 38,5% 13 38,2%

Sexo Jefe de Hogar

Hombre 7 63,6% 7 70% 9 69,2% 23 67,6%

Mujer 4 36.4% 3 30% 4 30,8% 11 32,4%

Etapa ciclo familiar

Familia Joven 6 54,5% 5 50% 10 76,9% 21 61,8%

Familia Adulta 4 36,4% 5 50% 3 23,1% 12 35,3%

Familia Envejecida 1 9,1% 0 0% 0 0% 1 2,9%

Total 11 100% 10 100% 13 100% 34 100%

TABLA Nº 3: CARACTERIzACIóN FAMILIAR POR CAMPAMENTO

Fuente: Elaboración propia

inv

es

tig

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41

CIS

cree que el nivel de satisfacción está más relacionado con otras variables que con el estado de la vivienda. En cuanto a las valoraciones de determinadas caracte-rísticas de la vivienda actual de los mapuche y aymara encuestados (Tabla N° 5), lo que más les agrada es la amplitud y comodidad de ésta (52,5%). Además, cerca de un tercio de los encuestados aymara valoran su patio y un 40% de los mapuche de Estación Central la tranquilidad.Respecto a la tenencia de animales y huerta, un 47% de los encuestados, no tiene animales ni huerta en su sitio, lo cual se acentúa en el caso de Estación Central (69,2%), donde sólo 15,4% tiene una huerta en su patio y nin-guno tiene animales que necesiten un lugar especial. En el campamento de Temuco, el 9,1% tiene animales que requieren un lugar exclusivo, y ninguno tiene huerta. En cambio, en Arica; el 80% tiene animales que necesitan un espacio exclusivo, como gallinas y cabras o una huerta; lo cual se relaciona con las valoraciones de la vivienda antes mencionadas, donde la amplitud y la tenencia de patio es lo más importante. En cuanto a las expectativas habitacionales, el 91,2% de los encuestados afirman querer irse del campamento. Quienes no quieren hacerlo son los del campamento ariqueño, ya que, según sus percepciones, viven en un lugar con bastante espacio, a diferencia de lo que podrían tener en una casa mejor ubicada en la ciudad. Entre quienes sí quieren erradicarse, la mayoría (71%)

prefiere vivir en la ciudad que en el campo. Las razo-nes más recurrentes de querer vivir en la ciudad son el mayor y mejor acceso a servicios (34,8%), donde las oportunidades educativas para sus hijos es lo que pre-pondera; las mayores oportunidades laborales (17,4%) y; el haber vivido siempre o la mayor parte de su vida en zonas urbanas y por ende estar acostumbrado a vivir en la ciudad (17,4%). En tanto, entre quienes preferirían trasladarse al campo, las razones que mencionan son la tranquilidad, el espacio para el cultivo y la crianza de animales y el no acostumbrarse a vivir en la ciudad. Entre las características que debería tener la vivienda defi-nitiva, en general se menciona que ésta tenga al menos

Estado de la Vivienda

bueno/Aceptable malo/pésimo

n % n %

Nivel Satisfacción Vivienda actual

Mucho 4 44% 5 20%

Algo 1 12% 8 32%

Poco o Nada 4 44% 12 48%

Total 9 100% 25 100%

TABLA Nº 4: ESTADO DE LA VIVIENDA ACTUAL

Fuente: Elaboración propia

Ubicación CampamentoTotal =40

Temuco Arica Estación Central

n % n % n % n %

Características Valoradas del Lugar donde Vive

Amplitud y comodidad 6 85,7% 7 53,8% 8 40% 21 52,5%

Tranquilidad 1 14,3% 2 15,4% 8 40% 11 27,5%

Patio 0 0% 4 30,8% 4 20% 8 20%

Total 7 100% 13 100% 20 100% 40 100%

TABLA Nº 5: VALORACIONES DE DETERMINADAS CARACTERíSTICAS DE LA VIVIENDA ACTUAL (RESPUESTA MúLTIPLE)

Fuente: Elaboración propia

Niños aymaras en criadero de gallinas, Campamento el Remolino, Arica

dIAgnÓSTICo dE grUpoS mApUCHE Y AYmArA En CAmpAmEnToS UrbAnoS:

ESTUdIo dE CASoS En lAS rEgIonES dEArICA Y pArInACoTA, mETropolITAnA Y ArAUCAníA

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42 Centro de Investigación Social Un Techo para Chile

dos habitaciones y que cuente con un patio grande.Finalmente, el 64,7% de la muestra se encuentra ins-crito en algún comité de vivienda. Diferenciando por campamento, en Estación Central un 84,6% participa, en Temuco un 63,6% y en Arica un 40%.

4. Características Socioeconómicas

A continuación, se describe en primer lugar la situación y las expectativas educacionales de las familias indígenas estudiadas. En segundo lugar, se caracteriza la situación y las expectativas laborales y económicas de estas familias.En cuanto al nivel de analfabetismo de los mapuche y aymara estudiados mayores de 10 años, a nivel general éste es alto, ya que un 11,1% de ellos es analfabeto, en comparación con el 4,2% a nivel nacional según el CENSO 2002. Sin embargo, el nivel de analfabetismo difiere según campamento. En el asentamiento de Temuco un 13,9% de los indígenas es analfabeto, en Arica un 17,9% mientras que en Estación Central sólo un 2,4%.En cuanto al nivel educacional de los encuestados, la mayor proporción (69%) tiene enseñanza básica o menos y casi la totalidad (91,7%) de los mayores de 40 años llegaron sólo hasta este nivel (ver Gráfico N° 1). Sin embargo, este porcentaje se minimiza a menor edad (ver Gráfico N° 2), ya que el 40% de los indígenas que tienen entre 19 y 40 años llegaron hasta enseñanza media (incompleta o completa).

Nivel Educacional Indígenas mayores de 18 años

GRáFICO N°1: INDíGENAS MAYORES DE 40 AñOS

Fuente: Elaboración propia

GRáFICO N°2: NIVEL EDUCACIONAL DE INDí-GENAS ENTRE 19 Y 40 AñOS

Fuente: Elaboración propia

Al diferenciar por campamento, se observa que los aymara presentan mayores niveles educacionales que los mapu-che, ya que un 35% de los aymara entre 19 y 40 años tiene enseñanza media completa o más, proporción mayor que en los otros dos campamentos mapuche de Temuco y Estación Central (15,4% y 24% respectivamente).Por su parte, un 15,3% de los indígenas menores de 18 años desertó de la educación formal10, en su mayoría mapuche del campamento capitalino, siendo la principal causa la desmotivación de los menores.Respecto a las expectativas educacionales de los encues-tados indígenas sobre su hijo/a que tiene mejores cali-ficaciones en la escuela o liceo, la mitad o más de los encuestados mapuche de ambos campamentos creen que su hijo/a va a terminar la Enseñanza Media, mientras que 60% de los aymara encuestados creen que su hijo/a va a llegar a la universidad. A continuación, como segundo eje de las características socioeconómicas, se describe la situación y expectati-vas laborales y económicas de las familias mapuche y aymara estudiadas. En cuanto a la distribución de trabajadores según sexo, un 64,6% de éstos son hombres y un 35,4% son mujeres. La mitad de las mujeres pertenecientes a estas etnias mayores de 18 años son dueñas de casa y un 37,5% trabaja remuneradamente. Por su parte, el 75,6% de los hombres trabaja. Cabe señalar que el nivel de cesantía

10 Deserción Escolar se refiere en este estudio a las personas entre 4 y 17 años de edad que han estudiado en algún estable-cimiento educacional y al momento de la encuesta no estaban estudiando.

E. Básica o menos

E. Básica o menos

E. Media incompleta

E. Media incompleta

E. Media o más

E. Media o más

NS/NR

NS/NR

58%

14%

26%

2%

96%

4%

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CIS

trabajadores de familias indígenas, la mayor proporción de ellos (35,4%) trabaja en el sector Servicios no cali-ficados. Sin embargo, esto difiere según campamento y sexo, lo cual se indica en la Tabla N° 6. Las mujeres aymara se dedican en mayor proporción al comercio y no a los servicios, a diferencia de las mujeres mapuche. Los hombres aymara se dedican en mayor proporción a la agricultura, a diferencia de los mapuche dedicados a la construcción.Acerca de las expectativas laborales de las personas encuestadas, la mayoría (61,8%) prefiere trabajar por cuenta propia, tanto a nivel general como en los campa-mentos mapuche; mientras que las preferencias de los aymara encuestados se reparten equitativamente entre el trabajo asalariado y por cuenta propia. En general, un 74,4% de los sueldos de los trabajadores indígenas no superan el sueldo mínimo ($159.000), ya que un 34,9% percibe mensualmente menos de $80.000 y un 39,5% gana entre $80.001 y $158.999 al mes. En regiones los sueldos de los miembros de estos pueblos

Niños mapuches en campamento Línea Férrea, Temuco

Ubicación CampamentoTotal= 48

Temuco Arica Estación Central

n % n % n % n %

Hombres

Agricultura 0 0% 5 55,6% 0 0% 5 16,1%

Construcción 4 40% 1 11,1% 4 33,3% 9 29,1%

Comercio 2 20% 0 0% 2 16,7% 4 12,9%

Servicios no calificados 2 20% 3 33,3% 3 25% 8 25,8%

Servicios calificados 2 20% 0 0% 3 25% 5 16,1%

Total Hombres 10 100% 9 100% 12 100% 31 100%

Mujeres

Comercio 2 33,3% 3 50% 2 40% 7 41,2%

Servicios no calificados 4 66,7% 2 33,3% 3 60% 9 52,9%

Servicios calificados 0 0% 1 16,7% 0 0% 1 5,9%

Total Mujeres 6 100% 6 100% 5 100% 17 100%

TABLA Nº 6: SECTOR LABORAL DE LOS TRABAJADORES INDíGENAS MAYORES DE 18 AñOS POR CAMPAMENTO

Niña aymara, Campamento El Remolino, Arica

de los hombres (24,4%) supera ampliamente al de las mujeres (5%)11.Respecto a la formalidad del trabajo, el 70,8% es asala-riado y el 29,2% trabaja por cuenta propia. De los asala-riados, la mitad tiene contrato y la otra mitad no tiene. En Estación Central es mayor el porcentaje de trabaja-dores asalariados, y de éstos, la mayor proporción tiene contrato (64,3%). En regiones en cambio, la proporción de trabajadores por cuenta propia es mayor que en San-tiago y mayor el porcentaje de trabajadores asalariados sin contrato (60%). Por lo tanto, la informalidad en el tra-bajo es mayor en los indígenas que viven en los campa-mentos de regiones que los de Estación Central. En cuanto al sector laboral donde se desempeñan los

11 El nivel de cesantía a nivel nacional, según el CENSO 2002 es de 11,5%.

Fuente: Elaboración propia

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originarios tienden a ser más bajos que en Santiago. Un 79,4% de las familias indígenas recibe beneficios eco-nómicos, ya sea subsidios familiares (73,5%) o pensiones (17,6%). Cabe señalar que ninguna familia recibe benefi-cios económicos ligados a la etnia.En cuanto al ingreso per cápita en cada familia aymara y mapuche estudiada -ingresos autogenerados más bene-ficios económicos-, son las familias mapuche de Esta-ción Central las que tienen ingresos per cápita más altos (Tabla Nº 7).Respecto a las expectativas de mejoramiento de la cali-dad de vida, casi todos los mapuche y aymara encues-tados (91,2%) cree que su calidad de vida mejorará, tanto a nivel general como por campamento, siendo su esfuerzo personal la razón mayoritaria (71%) por la cual ellos consideran que podrán tener mejores condiciones en el futuro. Por último, los encuestados señalan que las herramientas necesarias para mejorar su calidad de vida son tener una vivienda definitiva (23,5%), apoyo económico (20,6%) y apoyo municipal (20,6%).

5. organización Socio-comunitaria

En esta sección se describen las formas organizativas, sociales y redes de los mapuche y aymara en cada cam-pamento, a partir tanto de las entrevistas a informantes claves, como de las encuestas realizadas. En el campamento de Temuco, según la dirigenta mapu-che entrevistada, hubo un comité antes del actual. El actual se conformó hace dos años, y participan treinta personas aproximadamente, de las cuales ocho son mapuche. Las actividades comunitarias realizadas por el comité con Un Techo para Chile (en la sede de Infocap del campamento) son: tutorías educacionales a los niños de los socios, un curso de mueblería impartido por Infocap en Campamentos, reuniones mensuales, actividades para recaudar dinero y actividades gratuitas en fechas importantes como el Día del Niño, cumpleaños de los

niños y Navidad; adicionalmente, el comité está postu-lando a un proyecto habitacional. En el campamento de Arica, la entrevistada declara que en el 2005 las familias se organizaron para celebrar la Navidad con ayuda municipal, pero esta actividad no funcionó porque hubo peleas entre ellos al momento de entregar los regalos. Además, indica que algunas de las familias aymara del campamento participan en la junta vecinal del sector -Cerro Sombrero-, donde se realizan reuniones mensuales. Por otra parte, el entrevistado del asentamiento declara que se organizaron construcciones de mediaguas con Un Techo para Chile, siendo el único trabajo realizado con la Institución. Este es el único cam-pamento que no cuenta con una organización comuni-taria propia que represente y apoye a los vecinos del campamento. Respecto al campamento de Estación Central, los entre-vistados declaran que el campamento siempre ha tenido alguna organización, con las cuales han hecho varias actividades como: recolección de dinero para los más necesitados, actividades para recaudar fondos y asam-bleas del proyecto de vivienda, participando la mayoría de las familias. La mayoría de las actividades mencio-nadas se realizan en la sede comunitaria. Actualmente, en el campamento hay dos organizaciones, en las cuales no se hace diferencia étnica. éstas son un Comité de Vivienda y un equipo de fútbol femenino. El Comité de Vivienda está conformado por cuarenta y un familias, tanto familias mapuche como no indígenas. En cuanto a actividades propias de la etnia, se indica que la CONADI empezó a trabajar con las familias mapuche, y junto a ellos, realizan actividades para recuperar sus raíces. Sin embargo, la iniciativa partió de la institución guberna-mental y no de los residentes mapuche. En cuanto a la participación dentro de la organización del campamento, se analizan los resultados del campa-mento de Temuco y del de Estación Central, puesto que en el de Arica no hay organización interna. La participa-

TABLA Nº 7: INGRESO PER CáPITA FAMILIAR DE LOS HOGARES INDíGENAS POR CAMPAMENTO

Ubicación CampamentoTotal

Temuco Arica Estación Central

n % n % n % n %

Ingreso per cápita Familiar

Sin Ingresos declarados 1 9,1% 1 10% 1 7,7% 3 8,8%

Menos de $20.000 1 9,1% 1 10% 1 7,7% 3 8,8%

Entre $20.001 y $40.000 3 27,3% 5 50% 5 38,4% 13 38,2%

Entre $40.001 y $60.000 3 27,3% 3 30% 0 0 6 17,7%

Entre $60.001 y $80.000 3 27,3% 0 0% 3 23,1% 6 17,7%

Más de $80.001 0 0% 0 0% 3 23,1% 3 8,8%

Total 11 100% 10 100% 13 100% 34 100%

Fuente: Elaboración propia

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ción de los encuestados es más bien baja, un poco más de un tercio dice participar siempre, mientras que el 50% rara vez o nunca participa. Respecto a la cohesión social de los encuestados con su etnia, se observa que un tercio se siente muy unido, otro tercio se siente algo unido y el otro tercio se siente poco o nada unido con su pueblo indígena. Al diferenciar por campamentos, el 100% de los aymara de Arica se siente muy o algo unido, una proporción menor (63,6%) de los mapuche de Temuco se siente así, y menos de la mitad (46,2%) de los mapuche de Estación Central se siente muy o algo unido con el pueblo mapuche.Sobre la relación que tienen los encuestados con sus vecinos de la misma etnia, un 38,2% declara conocer a algunos de sus vecinos indígenas, un 32,4% a ninguno de ellos y un 29,4% a todos. En cuanto a la confianza que tienen los encuestados con sus vecinos de la misma etnia, un 55,9% no confía en ninguno de ellos, un 29,4% en algunos y sólo un 14,7% declara confiar en la mayo-ría de sus vecinos indígenas. La desconfianza observada se presenta en mayor proporción en Temuco y Estación Central (mapuche) que en Arica (aymara). Sólo un tercio de los encuestados presenta alta cohesión social con los de su etnia, es decir se siente unido con su etnia, conoce y confía en sus vecinos indígenas, siendo los aymara quienes presentan mayor cohesión social con los de su etnia (60 %).En cuanto a la Cohesión Social de los encuestados frente a sus vecinos no indígenas, se observa que un 47,1% declara conocer a algunos de sus vecinos no indígenas, un 35,3% declara conocer a pocos o a ninguno de ellos, y sólo un 17,6% los conoce a todos. Al comparar entre campamentos, se constata que los encuestados mapu-che de Estación Central son quienes tienen mayor cono-cimiento de sus vecinos no indígenas (30,8%) que los de regiones (menos del 10%). En cuanto a la confianza, la mayoría (85,3%) no confía en sus vecinos no indígenas, un 14,7% confía solamente en algunos, y nadie confía en todos ellos.Por lo tanto, comparativamente se observan mayores índices de conocimiento y confianza de los encuestados hacia los vecinos de su misma etnia que frente a vecinos no indígenas.Respecto a las Redes Institucionales, la escuela más cer-cana en Temuco queda a media cuadra. Allí los niños aprenden mapudungún y realizan otras actividades relativas a la etnia mapuche. En Arica los entrevistados señalan que la escuela más cercana se encuentra a cinco minutos en locomoción colectiva. Según la entrevistada, ésta no satisface bien las necesidades étnicas, ya que a pesar de enseñar la lengua aymara, los niños no la apren-den. En Estación Central la escuela más cercana queda a dos cuadras, pero allí no se cubren todas sus necesida-des, pues los entrevistados afirman que falta por cubrir en la población mapuche la educación intercultural, la

educación para adultos, la educación diferencial, la edu-cación preescolar y preuniversitarios. En cuanto al Sistema de Salud, la mayoría (91.2%) de los encuestados recurre al consultorio como primera opción, el 5,9% recurre a un curandero/a de su etnia y el 2,9% recurre a algún familiar. Cabe señalar que las personas que no asisten al consultorio como primera opción son todos del campamento aymara. Adicionalmente, algu-nos mapuche de Temuco, según una entrevistada, utili-zan hierbas medicinales como menta y ruda para aliviar malestares, cuando no es necesario ir al consultorio. En cuanto a la participación religiosa, un 47,1% de los encuestados declara participar en alguna iglesia. Dentro de ellos, el 75% participa en la Iglesia evangélica y el 25% en la Iglesia Católica, no observándose alguna tendencia particular por campamento.Con respecto al trabajo en conjunto que se realiza con la Municipalidad, la dirigente de Temuco declara que éste se realiza en ciertas ocasiones y con todas las familias del campamento –sin diferenciar entre mapuche y no mapu-che-. En Arica no hay un trabajo constante con la Muni-cipalidad, sólo en ciertas ocasiones les han traído ayuda a todas las familias, además del agua que les entrega el camión. En Estación Central los entrevistados declaran que la Municipalidad los ha ayudado con el proyecto de vivienda y además los han apoyado en algunas activida-des para recaudar fondos o para reunir a los socios.

6. rasgos Identitarios

Del total de encuestados indígenas, la mayoría se siente muy chileno (76,5%), un 20,6% se siente algo chileno y un 2,9% no se siente chileno.Por otra parte, las ventajas más nombradas que perciben los encuestados indígenas por ser mapuche o aymara a nivel general, son recibir beneficios económicos entre-gados por el Estado, ya sean becas o tierras (29,4%), y el pertenecer a una cultura distinta con costumbres y tradi-ciones propias (29,4%). La desventaja más nombrada por los encuestados indígenas por pertenecer a una etnia es la discriminación (41,2%), sin embargo, cabe señalar que la misma proporción de encuestados cree que no existen desventajas por ser mapuche o aymara. En cuanto a los lazos matrimoniales de los mapuche y aymara encuestados que tienen pareja, se observa en un 60% de los casos que las parejas son de la misma etnia. Sin embargo, esta proporción difiere por campa-mento. Quienes tienen una mayor proporción de pareja de la misma etnia son los aymara (100%), seguido de los mapuche de Temuco (50%) y en último lugar los de Esta-ción Central (30%). Respecto a la importancia que la pareja sea de la misma etnia, del total de encuestados con pareja de su misma etnia, la mitad de ellos explicita que no es importante que ésta sea del mismo pueblo originario. De los encues-

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tados indígenas que sí les importa que su pareja sea de la misma etnia, la razón de la importancia radica prin-cipalmente en la identificación cultural, ya sea por las costumbres o tradiciones, por la forma de ser o de vivir, como también por el saber la lengua. Sin embargo, al preguntar por la importancia que le asignan a que sus hijos se casen con alguien de su misma etnia, por cam-pamento y a nivel general, la mayoría (79,1%) de los encuestados señala que esto no es importante. En cuanto al conocimiento de la lengua nativa por parte de los mapuche y aymara, a nivel general, se observa en la Tabla Nº 8, que más de la mitad de ellos ni la habla ni la entiende (51,5%), un 31,6% sólo la entiende y un 16,9% la habla y la entiende. Sin embargo, al analizar los datos según rango etáreo, se muestran diferencias. En Temuco, quienes en mayor proporción hablan y entienden el mapudungún son los niños y jóvenes (50%), seguidos por los mayores de 40 años (33%). Los de edades intermedias (19 y 40 años) en cambio, o no entienden ni hablan (38%) o sólo entienden (46%).En el campamento de Arica, ningún niño o joven habla y entiende su lengua nativa, entre los de edad inter-media el 75% la entiende, y todos los que tienen más de 40 años hablan y entienden el aymara. Esto indica que la lengua nativa se va perdiendo por generaciones entre los aymara. En Estación Central, son los de edad intermedia, en su mayoría, quienes entienden el mapudungún (24%) o quienes lo hablan y lo entienden (32%).Al preguntar por la importancia de la lengua de origen12, los entrevistados del campamento de Arica afirman que es muy importante usarla para mantener su cultura y porque es útil entre ellos, por lo cual prefieren su ense-ñanza sobre el inglés. Sin embargo, creen que a sus hijos les avergüenza hablar aymara, tanto a niños como a adultos jóvenes, afirmando que ésta es la razón por la cual no aprenden, a pesar que en la escuela actualmente se les enseña.

12 No hay información al respecto sobre los mapuche del cam-pamento Hermanos Eyraud de Estación Central, ya que no se pudo hacer entrevistas a algún dirigente mapuche de ese asen-tamiento, sino que sólo a gente de UTPCH, los cuales trabajan en ese asentamiento.

Según la dirigente y algunos encuestados mapuche del campamento de Temuco, varios de los niños mapuche no hablan mapudungún porque no les gusta o se aver-güenzan, al igual que los niños aymara. Sin embargo, la entrevistada mapuche de Temuco, declara que es más importante la enseñanza del inglés que el mapudungún, ya que es una materia que tiene más peso en el sistema educacional.Por último, se hace referencia a las manifestaciones cul-turales urbanas, es decir: celebraciones, costumbres y tradiciones de cada grupo indígena en su propio cam-pamento. Los aymara del campamento de Arica, recrean algunas tradiciones propias de la etnia, en sincretismo con ritos cristianos y occidentales, como el que se des-cribe a continuación:

“…Viene una abuela del interior el 1 de noviembre, ella trae panes. Las familias [vecinos y parientes aymara] hacen oraciones, el que ora más se lleva las ofrendas… la hacemos en la casa del lado, de mi suegra, cada fami-lia lleva una ofrenda y se hace en la tarde como hasta las 9 de la noche.” (Entrevistada aymara).

En Hermanos Eyraud de Estación Central, donde hay una gran concentración de mapuche, se celebra el Año Nuevo mapuche a mediados de año, donde se hacen comidas típicas, juegos como la chueca y se realizan ritos propios de su cultura, participando la mayoría de las familias mapuche. Adicionalmente se hizo un conve-nio con la CONADI. Esta Corporación hace esfuerzos por rescatar la identidad mapuche resguardando sus dere-chos, por ende, el convenio consiste en la entrega de beneficios económicos a los mapuche del campamento al momento de postular a los subsidios habitacionales, como incentivo para que la Corporación pueda asistirlos en actividades propias de la etnia, y así preservar la cul-tura mapuche.

ConClUSIonES

En este último apartado se exponen las principales con-clusiones del artículo, las que buscan responder a las distinciones encontradas en las familias indígenas estu-

Ubicación CampamentoTotal = 136

Temuco Arica Estación Central

n % n % n % n %

Conocimiento Lengua de Origen

Nada 20 46,5% 17 34,7% 33 63,5% 70 51,5%

Sólo entiende 8 18,6% 24 49% 11 21,1% 43 31,6%

Habla y entiende 15 34,9% 8 16,3% 8 15,4% 23 16,9%

Total 43 100% 49 100% 52 100% 136 100%

TABLA Nº 8: CONOCIMIENTO LENGUA INDíGENA POR CAMPAMENTO

Fuente: Elaboración Propia

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diadas, tanto para el caso mapuche, de los campamen-tos de Temuco y de Estación Central, como para el caso aymara del campamento de Arica. De esta forma, se busca definir en base a la caracterización presentada en los resultados, las diferencias y similitudes con la pobla-ción chilena, y en especial con la que está en situación de pobreza. La mayoría de las familias mapuche y aymara analizadas, al igual que las chilenas, son nucleares, biparentales, con hijos13 y con una distribución similar de jefatura de hogar, según sexo14. Incluso, estas familias mapuche tienden a conformar hogares de cuatro personas o menos, al igual que las familias no indígenas chilenas. El mayor número de personas aymara por hogar en este estudio puede deberse a que éstos tienen un mayor número de hijos que los mapuche, lo que pasa efectivamente a nivel nacional en zonas urbanas, según el CENSO 2002, donde el promedio de hijos por mujer aymara es de 2,2, mien-tras que el de las mujeres mapuche es de 2. En segundo lugar, en los campamentos de Estación Cen-tral y Arica hay una estrategia de redes familiares en la ocupación de los terrenos, pues algunos miembros de estos pueblos originarios que fueron poblando los campamentos, se convirtieron en el nexo de familiares y conocidos, de su misma etnia, para asentarse en el lugar. Las redes son parte del capital social, conjunto de recursos asociativos pertenecientes a la estructura de un grupo de personas. En base a esto, cabría esperar mayores niveles de conocimiento y confianza entre los vecinos de la misma etnia de los dos grupos en cuestión. Sin embargo, a pesar de que ellos conocen en mayor pro-porción a sus vecinos del mismo grupo étnico que los de Temuco, la confianza con ellos no es mayor. En los asen-tamientos mapuche, el grado de confianza es menor que en los aymara, lo que puede deberse a los fuertes nexos familiares del campamento ariqueño. Sin embargo, a nivel general se puede concluir que el nivel de confianza es bajo en los tres grupos indígenas estudiados. Los mapuche de los campamentos estudiados provienen mayoritariamente de la ciudad, lo cual indica que éstos tienen costumbres urbanas arraigadas en su modo de vivir, tanto en cómo se enfrentan en el presente, como en las expectativas frente al futuro. En cambio en Arica, hay una mayor proporción de aymara procedentes de zonas rurales y comunidades indígenas, lo que podría implicar, en comparación con los mapuche urbanos estu-diados, una mayor mantención de costumbres, tradicio-nes y modos de vivir propias de la etnia. Al respecto,

13 Según el CENSO 2002, las familias indígenas tienden a ser biparentales (71,7%) y tanto las familias indígenas como no indígenas también tienden a ser nucleares (58,1% y 57% res-pectivamente).14 Según el CENSO 2002, las mujeres aymara y mapuche urba-nas son jefas de hogar en un 33,3% y 31,5% respectivamente, porcentaje similar al de la población no indígena chilena (33%).

los grupos familiares aymara estudiados reconstruyen sus tradiciones, en sincretismo con ritos cristianos y occidentales; los mapuche analizados, en cambio, no reconstruyen por sí solos sus tradiciones y costumbres. Además, los aymara estudiados valoran en mayor pro-porción su cultura y costumbres y se casan en mayor proporción con personas de su etnia; en comparación con los mapuche de ambos campamentos urbanos. Esto está ligado, según los mismos encuestados, con la iden-tificación cultural que vieron en sus parejas; y, a pesar que se esté perdiendo la lengua nativa en este grupo, los adultos y adultos mayores siguen dándole importancia a su aprendizaje, aunque perciben que los niños y jóvenes no aprenden.Con respecto al vínculo con sus comunidades de origen, la mayoría de los mapuche y aymara estudiados declara sentirse algo unido con su pueblo indígena. Lo anterior podría indicar el grado de apego con su familia de origen y no necesariamente la identificación con la etnia. Por otro lado, no hay familias indígenas de los campamentos estudiados que viajen por temporadas a sus tierras de origen sin un fin vacacional o festivo-religioso (en algu-nos casos aymara), contrario a lo que plantea González (2007) sobre la conexión agrícola-económica que tienen los aymara urbanos con sus lugares de origen. Esto indica que las familias analizadas que se vienen del campo a los campamentos lo dejan todo: tierras, animales (si es que los tienen) y familiares. Se puede concluir que ellos, al momento de tomar la decisión de abandonar sus tierras, lo hacen para radicarse por bastante tiempo o definitiva-mente en la ciudad, ya que la mayoría de ellos son pro-pietarios de su inmueble actual y quieren que su vivienda definitiva esté en zonas urbanas. Sin embargo, las fami-lias aymara estudiadas, mantienen lazos más fuertes con su comunidad de origen, en comparación con los mapu-che, lo que se puede explicar por la mayor cantidad de inmigrantes rurales, la cercanía de sus lugares de origen, pero también, como señalan Bengoa (2004) y Parker (1995), porque los lazos con su comunidad de origen son entes mantenedores de su cultura y generadores de capital social, donde el parentesco es un eje transversal en sus formas organizativas. Esto se deja entrever en la importancia y poder del jefe de hogar de la primera gran familia aymara que llegó al campamento.Por otra parte, en cuanto a la condición habitacional, en los campamentos de regiones estudiados hay más hoga-res que comparten un mismo sitio que en el campamento capitalino. En la mayoría de los casos se trata de parien-tes que se instalan en terrenos previamente ocupados por otros de los suyos o son las extensiones de las fami-lias, es decir, hijos que se independizan al formar otro núcleo familiar. Estas conductas pueden indicar mayor desarrollo de formas de vida familiar-comunitaria, lo que se observa con más fuerza en los aymara estudiados. Además, los niveles de hacinamiento son mayores en

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las familias indígenas de los campamentos de Arica y Temuco que en las del campamento de Estación Central. Estas dos situaciones, entre otras, pueden dar cuenta del mayor proceso de asimilación de los mapuche en el caso de Santiago, ya que se observa cómo la búsqueda de espacios individuales se ha hecho patente en las precarias viviendas en las que viven. Sin embargo, hay otras expli-caciones plausibles como el mayor poder adquisitivo de las familias mapuche santiaguinas en comparación con las de los campamentos de regiones estudiados.Las familias más antiguas llevan en promedio 16,7 años residiendo en el mismo lugar, situación contraria a la idea de transitoriedad que tienen los campamentos. Sin embargo, la mayoría de ellos quiere irse y está postu-lando a la vivienda definitiva. En Arica esto se da en menor proporción. Además, sus niveles de satisfacción con la vivienda actual son más altos que en los mapuche. Los aymara estudiados valoran la amplitud de sus casas y terrenos, lo que les permite tener animales y huerta, por lo que vivir en la ciudad significaría tener que renunciar a vivir en espacios tan amplios. Por lo tanto, se observa que el vivir en campamentos, en el caso de los aymara del campamento de Arica, puede responder a un acopla-miento de las ventajas urbanas y rurales que las familias aymara consideran importantes. Aquí es donde conver-gen los estilos de vida urbano y rural, sin lograr una fusión efectiva, ya que con el actual subsidio de vivienda, estas características no son del todo cubiertas.En los campamentos mapuche estudiados, ya sea por falta de espacio o por proceso de asimilación a la vida urbana –lo cual es patente en Estación Central-, no hay animales grandes o huertas, pese a que en Temuco, les gustaría tener. Cabe preguntarse entonces si los mapuche de Temuco tendrían realmente huerta o este tipo de ani-males si tuvieran más espacio en la ciudad. Sin embargo, en el campamento aymara se observa una inversión eco-nómica en la tenencia y cuidado de este tipo de bienes, lo que indica una búsqueda de estilo de vida tradicio-nalmente rural, pero también de una forma diferente de suplir las necesidades y así superar la pobreza, ya que la tenencia de estos bienes habla de otros modos de man-tener a la familia o surgir.En cuanto a la organización socio-comunitaria de estos grupos indígenas, la cual está en estrecha relación con el capital social comunitario de los mismos, es posible con-cluir primero, que el campamento de Estación Central es el más avanzado en términos organizacionales, seguido por el de Temuco y en último lugar el de Arica, el cual no cuenta con organización propia, sino que se organizan familiarmente, algo típico de su cultura. Así, es posible concluir que son los asentamientos mapuche los que han avanzado más en su organización, de manera similar a como lo hacen algunas poblaciones urbanas en situacio-nes precarias. Además, se observa en los distintos dis-cursos mapuche, una mayor intención de organizarse en

conjunto, lo que traería aparejado un desarrollo comu-nitario. Estos avances en la organización se contradicen con el bajo nivel de participación mapuche, acentuándose esta situación en Estación Central. La baja participación y la existencia de organizaciones socio-comunitarias débiles puede deberse, entre otras razones, a la escasa posibilidad de concretar sus expectativas habitacionales que fusionan características rurales y urbanas, descritas anteriormente, y a la poca consideración de los intereses de los socios mapuche en cada organización. Respecto a la educación, el bajo nivel educacional de los mapuche y aymara encuestados da luces de las dife-rencias educacionales en Chile, con respecto a los sec-tores vulnerables: pobres15 e indígenas16. Sin embargo, hay un gran avance en términos educacionales en las generaciones jóvenes estudiadas, al igual que en la población chilena en general. Relacionando esto con el nivel de analfabetismo, se concluye que este nivel está relacionado con la edad, es decir que la población enve-jecida tiene más altos niveles de analfabetismo que la adulta y la joven. Además, el nivel de analfabetismo de los indígenas encuestados es más alto en regiones, sobrepasando ampliamente el nivel nacional de su etnia en zonas urbanas, a diferencia de los mapuche de Estación Central que tienen un porcentaje menor de analfabetos respecto al nivel nacional de los mapuche urbanos17. Se concluye, por lo tanto, que el alto nivel de analfabetismo de los miembros de los pueblos ori-ginarios de regiones responde a una mayor proporción de migrantes rurales que en el campamento capitalino, incluso en el caso aymara el nivel es más alto y los migrantes rurales son más; lo que es congruente con el hecho de que en Chile, el analfabetismo en indígenas es mayor en zonas rurales. Respecto al trabajo, el alto nivel de cesantía (20%) de la población en cuestión, sobrepasa al nivel nacional tanto indígena (13%) como al de la población total (11,5%), según el CENSO 2002. Esto más bien refleja la condición de pobreza en la que viven estos indígenas y la realidad de las familias de campamentos, ya que un 24,2% de la pobla-ción pobre es cesante según la encuesta CASEN 2006.La población trabajadora aymara se dedica, en mayor

15 Según CASEN 2006 un 55,5% de la población pobre llegó hasta básica o menos16 Un 46,6% de la población no indígena tiene este nivel edu-cacional y un 61,9% de los indígenas a nivel nacional llega asta este nivel, según el CENSO 2002.17 Un 2,4% de los mapuche santiaguinos son analfabetos, mien-tras que un 17,9% de aymara del campamento de Arica son analfabetos. A nivel nacional, según el CENSO 2002, un 3,7% de los aymara urbanos lo son, mientras que el porcentaje sube a 12,4% en zonas rurales. Lo mismo ocurre con los mapuche del campamento de Temuco, los cuales tienen un 13,9% de analfa-betos. A nivel nacional, un 4,8% de los mapuche son analfabe-tos en zonas urbanas, mientras que el porcentaje también sube considerablemente (15,3%) en zonas rurales.

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proporción, a trabajos rurales y característicos de su etnia (comercio y agricultura) que los mapuche (servicios calificados y construcción), lo que significa que a nivel laboral, los mapuche también se encuentran más asimi-lados a las formas laborales urbanas que los aymara de estos campamentos.En cuanto a los rasgos identitarios de los mapuche y aymara estudiados, la desventaja más nombrada por parte de ellos es la discriminación que han vivido por ser distintos, es decir por pertenecer a alguna etnia. Esto da luces del proceso de asimilación de la población joven y adulta, a pesar que en algunos casos es más patente que en otros. Por lo mismo, la mayoría señala que no es importante que sus hijos se casen con alguien de la misma etnia. Además, la lengua nativa se va perdiendo por generaciones, ya que no hay un traspaso del cono-cimiento de ésta a través de la familia. Quienes tienen menor dominio de su lengua nativa son los mapuche del campamento capitalino, y quienes tienen mayor pro-

porción de indígenas que hablan y entienden su lengua nativa son los habitantes del asentamiento de Temuco. La enseñanza de la lengua por parte de los estableci-mientos educacionales no siempre da buenos resultados, ya que en los campamentos de Temuco y Arica, algunos niños se avergüenzan de esto, y por ende, no les interesa aprender. Por último, se concluye que los aymara estudiados tienen un mayor grado de identificación con la etnia, ya que mantienen una mayor cantidad de pautas cultura-les de ésta, sin embargo, éstas tienden a desaparecer en la población más joven. Luego vienen los mapuche, los cuales se asimilan en los distintos ámbitos antes descri-tos. Sin embargo, se cree que los de Estación Central, a pesar del apoyo gubernamental para conservar sus raíces, son los con menos pautas identitarias mapuche, lo que está en directa relación con la mayor proporción de citadinos, los que ya tienen arraigadas formas de vida urbanas propias de la cultura chilena.

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El gobierno de la Presidenta Michelle Bachelet se ha caracterizado por fomentar la discu-sión de los grandes desafíos del país con representantes de distintos sectores de la ciu-dadanía. Estas discusiones se han materializado en la instauración de Consejos Asesores Presidenciales, espacios en los que se han reunido expertos en distintos temas con el objetivo de diseñar e implementar mejoras en las políticas públicas del país.

A continuación se presenta la segunda parte y final de la serie de “Consejos Presiden-ciales”, que busca presentar, mediante la experiencia de distintos actores claves de estos consejos, cuál es la relevancia de estas instancias para la mejora de las políticas existentes en el país y cómo esto se ha llevado a cabo. En la primera parte se incluyeron las percepciones de miembros del Consejo Asesor Presidencial para la Calidad de la Edu-cación y del Consejo Asesor Presidencial del Trabajo y Equidad. En esta oportunidad, se incluyen el Consejo Asesor Presidencial para la Reforma de las Políticas de Infancia y el Consejo Asesor Presidencial para la Reforma Previsional.

ConSEJoS prESIdEnCIAlESChile ante sus desafíos

pendientes, II parte

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CIS

ConSEJo ASESor prESIdEnCIAl pArA lA rEFormA dE lAS políTICAS dE

InFAnCIA

Ignacio Irarrázaval

Ex miembro del Consejo Asesor Presidencial de Políticas de Infancia.Director de Asuntos Públicos y profesor de Políticas Públicas. Pontificia Universidad Católica de Chile.

ar

tíc

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UnA noTA SobrE lA mETodologIA dE loS ConSEJoS

Es importante comenzar haciendo mención a que el Pro-grama de Gobierno de Michelle Bachelet (2005) planteó con mucha fuerza el establecimiento de un “Nuevo Trato Ciudadano” el cual incluía propuestas de reforma en el ámbito político, institucionalidad del Estado, probidad y participación ciudadana. Al analizar estas propuestas en la fase final del gobierno, podemos constatar que varias de ellas están aún pendientes. Sin embargo, si hay algo que quedará de manifiesto en el país respecto del actual mandato de Michelle Bachelet y su oferta de “gobierno ciudadano”, es la instauración de diversos consejos ase-sores. Efectivamente, bajo este gobierno no sólo se cons-tituyeron los Consejos de Educación, Trabajo y Equidad1, sino también los de Infancia, Previsión, y Educación Supe-rior a los que se suman diversas comisiones de estudios como Energía Nuclear, Probidad y Transparencia, entre otras. Estos consejos o comisiones han tenido como denominador común el recoger la opinión de los ciuda-danos sobre los temas analizados. De hecho todos ellos se iniciaron con una etapa de diagnóstico y de escuchar a los grupos ciudadanos, para pasar a otra de análisis y propuesta más técnica en las cuales se formulan pro-puestas para el diseño de políticas públicas. Todos ellos

1 Comentados en el número anterior de esta revista

parten de términos de referencia relativamente precisos que son elaborados por el gobierno. Si bien las comisio-nes o consejos no son una creación exclusiva del actual gobierno, pues ya se habían creado otras en los gobier-nos de Frei Ruiz Tagle y Lagos, tampoco lo son de nuestro país. Las Comisiones Reales (Royal Commission) son ins-tancias de investigación y propuestas en temas de Estado en los países miembros de la comunidad inglesa, las que han considerado un amplio bagaje de aspectos desde la distribución de los ingresos a la realidad aborigen.

Por lo tanto, la mayor novedad en cuanto a los consejos que se han creado en este gobierno, no está necesaria-mente en sus metodologías de trabajo, sino más bien en el número o frecuencia de éstos. De hecho, es interesante notar que la Universidad de Chile, FLACSO y otros cen-tros de pensamiento, ya están desarrollando investiga-ciones sobre el impacto del trabajo de estos consejos.

Otro aspecto interesante a considerar es el origen de estos consejos asesores. Algunos nacen de presiones, movimientos o instancias de opinión ciudadana, como es el caso de Educación2 y Trabajo y Equidad; mientras

2 El Consejo Asesor Presidencial de Educación Superior, fue prácticamente una continuidad del Consejo de Educación, que no alcanzó a abordar con suficiente profundidad los temas de educación superior.

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que otros son parte de un compromiso programático claramente definido desde sus inicios. En efecto, el Pro-grama de Gobierno de Bachelet incluyó la necesidad de convocar a un consejo para la Reforma Provisional, mien-tras que en el caso del Consejo de Infancia, si bien no se menciona la necesidad de un consejo, el programa planteaba claramente la idea de implantar “un sistema de protección a la infancia destinado a igualar las oportuni-dades de desarrollo de los niños chilenos en sus primeros ocho años de vida independientemente de su origen”3. Esta diferencia de origen de los consejos no es trivial, ya que los primeros tuvieron un número de integrantes mucho mayor, fueron más diversos en su integración y probablemente menos concluyentes en términos de pro-puestas; podría decirse que se privilegió fundamental-mente la reflexión, análisis y ordenamiento de los temas en cuestión. En el caso de los segundos como fueron Previsión e Infancia, éstos tuvieron una integración más reducida4, términos de referencia más acotados, alto predominio técnico, propuestas bastante consensuadas y en general una implementación bastante inmediata. En el caso del Consejo de Reforma Provisional, en marzo de 2008 se aprobó la Ley 20.255 (2008) y en el caso del Consejo de Infancia éste se tradujo en el Programa Chile Crece Contigo a partir de 2007.

propUESTAS dEl ConSEJo dE InFAnCIA

El consejo trabajó arduamente durante cuatro meses, sus principales propuestas fueron las siguientes:

Garantías Universales

1.Apoyo al desarrollo biopsicosocial incorporando la detección de factores de riesgo biopsicosocial y rezagos en el desarrollo como actividad sistemática del centro de salud, agregando tamizajes periódicos de rezagos en el desarrollo desde el período prenatal hasta los seis años de vida. 2. programas de apoyo a las familias y de estimu-lación del desarrollo infantil de todos los niños y niñas, asegurando el acceso de todos los niños y sus familias a actividades educativas presenciales en pautas de crianza; lactancia materna; apego; desarrollo infantil; cuidados básicos y alimentación saludable.

Lo anterior, en complemento a que los niños tengan tam-bién acceso a programas y otras prestaciones de la red

3 Michelle Bachelet (2005). Programa de Gobierno. Pagina 15.4 14-15 integrantes, versus 40 a 80 integrantes en el caso de los primeros.

local gestionada por el municipio, a partir de las necesi-dades específicas de la comunidad. Para esto se propuso que los municipios que acrediten competencias para gestionar la red local de infancia reciban un monto anual por niño o niña inscritos en los centros de salud (Aporte Primera Infancia) por el período que va entre el momento en que se identifica el embarazo de la madre hasta que el niño cumple diez años de edad, de modo de financiar prestaciones de la red local.

3. Educación de prekinder a 4º básico de calidad acreditada y sin selección para todos los niños y niñas. El Consejo propuso que exista un sistema de acre-ditación y fiscalización de calidad para todos los estable-cimientos escolares. Los estándares de calidad exigidos deberían incluir resultados en pruebas estandarizadas en otras áreas del aprendizaje, evaluados e informados en base a medidas que den cuenta del valor agregado de la escuela al aprendizaje de sus alumnos y alumnas.

Garantías adicionales para niños y niñas de hogares del 40% más vulnerable

4. Atención preescolar de calidad acreditada. El Consejo propuso que todos los niños de dos y tres años de edad de los hogares del 40% más vulnerable, tuvie-sen acceso garantizado a atención educativa preescolar en un centro de calidad acreditada y en una modalidad de calidad acreditada, de al menos media jornada. Igual-mente, todos estos niños deberían tener alimentación en el centro. En este ámbito, el Consejo fue muy insistente en el tema de calidad de las prestaciones, proponiendo un sistema de acreditación y fiscalización de calidad para establecimientos preescolares.

5. Atención escolar preferencial. El Consejo también apoyó la subvención preferencial que se convirtió en ley el año 2008, y que considera que los niños y niñas per-tenecientes a hogares del 40% más pobre de la población y que cursen entre prekinder y cuarto año básico gene-ren una subvención adicional para los establecimientos que los atienden, siempre que estos establecimientos cumplan con todas las normas y estándares de calidad que se proponen para el sistema en su conjunto.

Garantías específicas para niños y niñas cuyas madres y/o padres trabajan y cotizan

6. Cuidado y educación de hijos e hijas de padres y/o madres que trabajan y cotizan. El Consejo pro-puso que los hijos e hijas de madres y/o padres que tra-bajan y cotizan, de entre las edades de tres meses y tres años, tengan acceso a un subsidio de cargo fiscal para

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financiar, total o parcialmente, atenciones de Sala Cuna y Jardín Infantil en jornada completa, en centros de calidad acreditada. Este subsidio debería cubrir el 100% del costo de la prestación de calidad acreditada para los niños de los hogares del 40% más pobre de la población, y que el porcentaje de financiamiento público para niños y niñas de hogares del resto de la población sea decreciente con respecto al ingreso familiar.

Modelo de gestión

En un salto de importancia cualitativa, el Consejo no se limitó a hacer propuestas de programas, sino que tam-bién sugirió un modelo de gestión de estas políticas de infancia. El modelo planteado consideraba cuatro princi-pios para la gestión. En primer lugar, se planteó la nece-sidad de aprovechar todos los recursos institucionales disponibles para lograr un adecuado trabajo en red, otor-gándole a MIDEPLAN un rol de coordinador. En segundo lugar; se definió que la gestión debía estar orientada a resultados de desarrollo de los niños, lo que significa la definición de estándares técnicamente validados y públicamente conocidos, y el establecimiento de meca-nismos de acreditación. En tercer lugar, se estableció la necesidad de una separación efectiva de funciones entre fiscalizadores y reguladores del sistema respecto a pro-veedores. En cuarto lugar, también se definió un criterio de instalación progresiva del sistema.

bAlAnCE prElImInAr

Es difícil hacer un balance respecto a los resultados e implicancias de las propuestas del Consejo, pues aún no hay demasiada evidencia ni ha transcurrido el tiempo suficiente. Por lo tanto, sólo es posible aventurarse en cuatro constataciones básicas:

1. Las propuestas del Consejo de Infancia fueron anali-zadas por un Consejo de Ministros quienes recogie-ron una parte importante de las recomendaciones. La implicancia más significativa de este proceso fue la creación del programa “Chile Crece Contigo” que sig-nificó la inmediata implementación en 161 comunas de su fase inicial (2007), con el Programa de Apoyo al Desarrollo Biopsicosocial y la ampliación de la cobertura de salas cunas, jardines infantiles y educa-ción parvularia para niños pertenecientes al 40% más pobre del país.

Sin embargo, esta nueva prestación y el muy impor-

tante avance en la cobertura de la educación inicial, tuvo como contrapartida los siguientes desafíos o

aspectos inconclusos respecto a los planteamientos del Consejo de Infancia:

2. El énfasis en la calidad de la educación inicial fue uno de los aspectos más reiterados de las propuestas del Consejo. Si bien hay un proyecto de Ley General de Educación que considera estos elementos, otro pro-yecto complementario como es la instauración de una Agencia de Calidad de la Educación no considera a la educación parvularia. Por su parte, la JUNJI (Junta Nacional de Jardines Infantiles) está trabajando un sistema de acreditación de salas cunas, el cual está circunscrito a aspectos de procesos. Aún no existen estándares explícitos en la educación inicial, ni proce-sos de fiscalización autónoma.

3. La integralidad de la intervención en función de los requerimientos de los niños fue otro de los principios que inspiraron al Consejo. Si bien debe destacarse el importante avance en cobertura y la instauración de encargados comunales de la infancia, en la práctica aún subyace una gran desarticulación institucional, se sigue actuando bajo un esquema muy sectorial, domi-nado por el consultorio de salud en lo referido a lo biopsicosocial, pero no hay una integración efectiva entre los actores y prestadores de la red de infancia.

4. Finalmente, la separación de funciones en la red de infancia fue también una propuesta clave del consejo. En este ámbito, desgraciadamente no han existido avances importantes, ya que JUNJI continúa siendo fis-calizador de los prestadores de educación inicial y a su vez uno de los principales prestadores del sistema.

En resumen, la parte más operativa o programática de las propuestas del Consejo fueron acogidas e imple-mentadas con mucha fuerza y expedición. Sin embargo, una parte importante de las propuestas de modificación de política e institucionalidad han sido postergadas. Lo anterior, no desmerece el trabajo del Consejo ni tampoco el esfuerzo del ejecutivo por implementar sus sugeren-cias, pero queda una brecha para hacer un seguimiento en el tiempo y plantear los desafíos pendientes.

No podría terminar estas notas sin destacar la signifi-cativa participación que tuvo JAIME CRISPI L. como Pre-sidente del Consejo Asesor de Infancia, quién falleció en un lamentable accidente a casi un mes de la entrega del informe final en agosto del 2006. Con su partida, nuestro país perdió no sólo a un destacado economista y experto en políticas públicas, sino a un hombre de gran calidad humana.

ConSEJo ASESor prESIdEnCIAl pArA

lA rEFormA dE lAS políTICAS dE InFAnCIA

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rEFormAndo El modElo: lA nUEVA prEVISIÓn SoCIAl En CHIlE

Ex miembro del Consejo Presidencial para la Reforma Previsional. Directora del Master en Economía y Políticas Públicas de la Universidad Adolfo Ibáñez y aca-démica e investigadora de la Escuela de Gobierno de la misma Universidad.

Andrea Repetto

En marzo del 2006, la Presidenta Michelle Bachelet cons-tituyó un Consejo Asesor Presidencial para la Reforma Previsional y le dio algo más de tres meses para repen-sar todas las aristas de nuestro sistema. Se trataba de un tema complejo, pues las preguntas a plantear eran muchas y de gran envergadura. Por ejemplo, ¿con qué nivel de pensiones cuentan los chilenos?, ¿a quiénes cubre?, ¿es caro el sistema?, ¿es razonable su regula-ción?, o ¿son equitativas la medidas que promueven el ahorro voluntario?

El desafío era importante, además, porque se trataba de reformar “el modelo chileno”. Luego de que Chile trans-formara su sistema previsional desde un régimen público de reparto a uno privado de capitalización individual, unos treinta países en el mundo siguieron el ejemplo, incorporando mecanismos de ahorro individual como pilar fundamental de sus sistemas de pensiones para la vejez.

Entonces, si ha sido un modelo a seguir, ¿por qué refor-marlo? Además, considerando que el sistema está aún en transición -la gran mayoría de las pensiones que hoy se pagan son asistenciales, o de las antiguas cajas de previsión, o financiadas en parte con el bono de reco-nocimiento que perciben quienes se cambiaron del sis-tema anterior-, ¿por qué reformarlo ahora? Y luego, si era necesaria la reforma ahora, ¿cuáles eran los cambios requeridos?

¿por qUé ErA nECESArIA lA rEFormA?

La previsión social en Chile data de 1924. En ese enton-ces se constituyó un sistema similar al que a fines del siglo xIx se había creado por primera vez en Alemania para financiar las pensiones de los trabajadores emplea-dos en el sector privado, lo que hoy es llamado un sis-tema de reparto. El fundamento de estos regímenes es que todos aquellos que cumplen con un cierto número de contribuciones durante su vida laboral activa, tienen derecho a beneficios durante la vejez. Estos sistemas se suelen llamar “de beneficio definido” pues lo que es conocido con anticipación, de acuerdo a una fórmula preestablecida, son los pagos que se percibirán durante la jubilación. Esto, en contraposición con los sistemas “de contribución definida”, como el sistema chileno post reforma de los 1980s, donde lo que se conoce es cuánto se contribuye cada mes. En un sistema de cuentas de ahorro individuales no se sabe el beneficio con anticipa-ción, pues éste depende, entre otros factores, de cuánto se logre acumular.

Hacia los años 1970s, el sistema había seguido una evolución similar a la de otros países con sistemas de reparto: había cajas de previsión separadas por indus-trias y ocupaciones, que entregaban beneficios de distin-tos niveles y sujetos a requisitos diversos, por lo que los incentivos hacia la jubilación y el trabajo diferían entre empleos y sectores. Había, además, burocracias sepa-

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radas, lo que hacía ineficiente su administración. Asi-mismo, la presión política a la que suelen estar sujetos este tipo de sistemas -mayores beneficios con menores requisitos-, había elevado las tasas de contribución que, incluyendo salud, podían superar el 50% del salario. Así, como todo sistema público de beneficio definido, la via-bilidad financiera del sistema dependía de los recursos fiscales disponibles.

Luego de simplificar y tender a una mayor similitud de los diversos sistemas, y de reunir un importante superá-vit fiscal, la reforma se puso en marcha en mayo de 1981. Existe discusión sobre si el sistema de reparto estaba en crisis y de si la reforma era necesaria. Sin embargo, abstrayéndose de las dificultades políticas de realizar ciertos cambios, estos sistemas pueden ser financiera-mente sostenibles si se ajustan los beneficios, requisitos y contribuciones.

El sistema de capitalización se instauró bajo una serie de premisas. Primero, que el manejo privado de los fondos ahorrados los aislaba del riesgo de su uso para fines políticos. Segundo, que los trabajadores, dependientes e independientes, se verían motivados a participar gracias a que ahora serían dueños de sus fondos. Así, dado que los trabajadores cotizarían de manera sistemática, y bajo supuestos razonables de retornos al ahorro, se podría financiar pensiones similares a los ingresos laborales. Tercero, que ante el riesgo de la rentabilidad, las per-sonas accederían a los beneficios de la Pensión Mínima Garantizada (PMG). Cuarto, que quienes no trabajasen, en particular las dueñas de casa, quedarían protegidos por los ingresos de las pensiones bajo el mismo acuerdo implícito que se tuvo durante la vida laboral. Por último, que la competencia entre administradoras llevaría a tener una buena rentabilidad a bajo riesgo y costo para los afiliados.

La reforma reciente se hizo necesaria porque la nueva información que se ha recolectado con el paso del tiempo ha demostrado que estos supuestos no se dieron a ple-nitud –tal vez a excepción de la protección del riesgo político.

Por una parte, la participación de los trabajadores que no están obligados a cotizar ha estado lejos de ser lo amplia que se esperaba. De hecho, sólo un 4% de los trabaja-dores independientes -alrededor de un tercio de nuestra fuerza laboral ocupada- cotiza.

Por otra parte, los trabajadores no cotizan de manera continua porque pasan una fracción relevante de la vida en edad de trabajar fuera de un empleo dependiente. Así, de acuerdo a la información recopilada por la Encuesta de Protección Social, los hombres cotizan en promedio un 60% del tiempo, mientras que las mujeres lo hacen menos del 40%. Estas densidades de cotización reducen de manera dramática las posibilidades de acumulación en las cuentas individuales, quedando las pensiones que se pueden financiar muy por debajo de los ingresos que se tuvo durante la vida activa.

Además de limitar las pensiones, la baja frecuencia de cotización conlleva a que los trabajadores tienen dificul-tad para reunir los requisitos para beneficiarse de una PMG (Pensión Mínima Garantizada). En efecto, para acce-der a la PMG se requiere de 240 cotizaciones -20 años de trabajo formal. Estimaciones realizadas por la entonces Superintendencia de AFP -hoy Superintendencia de Pen-siones- indican que un 40% de los cotizantes alcanzaría una acumulación suficiente para financiar una pensión superior a la PMG, mientras que sólo el 10% no tendría esos recursos, pero sí cumpliría con el requisito de las 240 cotizaciones. En otras palabras, la mitad de nuestra fuerza laboral tendría que subsistir con pensiones que no alcanzan la PMG -unos 90 mil pesos mensuales antes de la reforma reciente. El sistema de pensiones era, por tanto, insuficiente para asegurar por sí solo una vida digna en la vejez a una fracción importante de la población.

El supuesto respecto de la conformación estable de las familias tampoco se ha dado. Hoy hay más ruptu-ras matrimoniales y hogares monoparentales que en la década de los ochenta. Asimismo, más de un 30% de los hogares según el Censo del 2002 son encabezados por una mujer, unos diez puntos porcentuales más que en el Censo de 1982.

Por último, la industria de las AFP ha demostrado no ser todo lo competitiva que se esperaba. Por diversos motivos, -en particular por el hecho de que los trabaja-dores no parecen estar tan motivados por aprender del sistema y vigilar que sus fondos sean administrados con eficiencia, como se creía lo harían- los cobros de las AFP superan los costos de proveer el servicio. Esta no es una característica particular de los trabajadores chilenos, como lo muestra la experiencia internacional en merca-dos de administración de ahorro previsional.

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¿En qUé ConSISTE lA rEFormA?

La reforma tocó una variedad importante de aspectos del sistema previsional. Las pensiones garantizadas, la participación de los independientes, la regulación de las inversiones, el funcionamiento del seguro de invalidez y sobrevivencia, el ahorro voluntario y la competencia entre AFP son sólo algunos de los ámbitos incorporados a la nueva ley. Aquí describiré las dos áreas que consi-dero más relevantes y que posiblemente eran las más urgentes de reformar: las pensiones solidarias y la com-petencia en la industria de administración de fondos.

Las nuevas pensiones solidarias intentan hacerse cargo de que, dadas las características de nuestro mercado laboral, sin reforma una fracción importante de los tra-bajadores tendría pensiones muy bajas, sin acceso a las garantías estatales. El nuevo esquema de subsidios comenzó a operar de manera gradual a mediados del 2008, esperando completarse hacia el 2012. Este sis-tema se basa en un Pilar Solidario que atiende a todos quienes no tienen ahorros previsionales y a quienes, habiendo contribuido, acumularon recursos que son muy escasos. La Pensión Básica Solidaria está dirigida a quienes no tuvieron un trabajo formal a lo largo de su vida laboral, y por tanto, no cotizaron. En régimen, si se trata de un ciudadano de 65 años o más, perteneciente al 60% de los hogares más pobres del país, se tendrá dere-cho a una pensión equivalente a 75 mil pesos mensua-les. Asimismo, si la persona sí cotizó, pero no alcanza a financiar una pensión de 255 mil pesos mensuales, recibirá un subsidio proporcional a su beneficio. Así, por ejemplo, un trabajador que acumula para financiar sólo 50 mil pesos mensuales, en régimen recibirá un subsidio que más que duplicará su pensión.

Este nuevo sistema, al cambiar el requisito desde número de cotizaciones a acumulación en la cuenta individual, provee de mejores incentivos al trabajo – porque siem-pre un mayor ahorro lleva a una mejor jubilación—y pro-tege de manera más integral ante el riesgo de la pobreza en la vejez. A la vez, focaliza el gasto en los trabajadores más pobres y reconoce el trabajo no remunerado en el hogar como un aporte a la sociedad.

Por otra parte, era también urgente hacerse cargo del problema de la competencia limitada en la industria de

las AFP. El ahorro previsional es obligatorio para los tra-bajadores chilenos, y por tanto es deber del Estado ase-gurar a la ciudadanía que esos ahorros sean manejados con cuidado y de la manera más eficiente y barata posi-ble. De hecho, comparado con la industria financiera, las AFP proveen el servicio a bajo costo. El problema es que ese bajo costo no es traspasado completamente a los cotizantes a través de un bajo precio. Para conse-guir competencia en cualquier industria, es crucial que los compradores se cambien de proveedor buscando el mejor servicio a los menores precios. Pero en esta indus-tria, en el que el producto es difícil de entender, obligato-rio de comprar y con beneficios lejanos en el tiempo, no es extraño observar que los clientes no busquen buenas ofertas con la intensidad que se desearía. En la misma Encuesta de Protección Social, se hicieron 35 preguntas a los trabajadores sobre su conocimiento del funciona-miento del Sistema Previsional. Las preguntas son sobre cuánto se debe cotizar, sobre cómo se calculan los bene-ficios, etc. Si tuviéramos que ponerle nota a los traba-jadores chilenos por sus respuestas, tendríamos que reprobarlos con nota dos.

Así, la nueva ley propone una licitación de afiliados. Todos los trabajadores que por primera vez se afilien al sistema previsional formarán parte de una licitación en la que la Superintendencia de Pensiones asignará el grupo de trabajadores a la AFP más barata. Así ellos, y todos quienes voluntariamente se adscriban, se beneficiarán de menores cobros en comisiones, elevando el salario líquido. La AFP que se adjudique el grupo de nuevos afiliados, deberá extender el menor precio a todos sus demás afiliados, haciendo extensivos los beneficios de la licitación.

UnA bUEnA noTICIA

La nueva ley de pensiones es una gran noticia para todos los chilenos. El sistema tendrá una cobertura más amplia y otorgará garantías reales a los ciudadanos, protegién-dolos ante el riesgo de pobreza en la vejez. Las medidas descritas, junto a otras como el bono por hijo nacido vivo, la mayor cobertura de los instrumentos de ahorro previsional voluntario, la incorporación de los indepen-dientes y una mejor regulación de la inversión de fondos, harán del nuevo sistema de pensiones chileno un mejor modelo para imitar.

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HUgo lAVAdoSministro de Economía

Por Javiera Pizarro y Raimundo Undurraga. en

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“[Frente a la crisis económica], lo que debiéramos tratar de hacer es, más que preocuparnos de la igualdad, preocuparnos de que objetivamente la gente lo pase lo menos mal posible”.

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Durante el 2008 y lo que lleva el 2009, la crisis econó-mica internacional, sus causas y sus consecuencias han sido uno de los grandes temas de discusión. En este con-texto, el objetivo del Ministerio de Economía de “lograr un crecimiento, sostenido, sustentable y con equidad”1, adquiere especial relevancia. El Ministro Hugo Lavados, economista, se reunió con el CIS para hablar de la crisis, el mercado, la protección social y la regulación, entre otros temas.

Tomando en cuenta los roles del Ministerio de Economía en regulación, innovación y emprendi-miento. ¿Cuáles son las medidas previas a la crisis que se han venido implementando para hacer frente al desempleo?“Nosotros no teníamos como foco de acción el desem-pleo porque hasta hace pocos meses no era gran tema. Nuestra economía estaba disminuyendo la desocupación y nuestro foco era de qué manera hacer que los empleos fueran más dignos. Eso, en el marco de lo que puede hacer el Ministerio, se logra tratando de disminuir la informalidad y dando facilidades para que las empresas se transformen en empresas formales. Actualmente, la mayor precariedad es quedar sin empleo. Hay un tema de capacitación, donde hay un cierto porcentaje de la población, donde ustedes trabajan específicamente, que tiene problemas de inserción en un mundo laboral más formalizado por varias razones, de las cuales dos son las más importantes. Una es que carecen de competen-cias laborales, esencialmente de capacidades técnicas. Segundo, tampoco tienen competencias sociales para insertarse en un grupo de trabajo; con hábitos, costum-bres, cumplimiento de horarios, etc. Desde el punto de vista del emprendimiento, tratamos de facilitar el emprendimiento a través de enfatizar la acción a nivel de microempresa y pequeñas empresas. Para eso, estamos trabajando en conjunto con entidades como SERCOTEC (Servicio de Cooperación Técnica), CORFO (Corporación de Fomento de la Producción) y el Banco del Estado”.

¿Se pueden asignar recursos y diseñar políticas públicas pro igualdad en escenarios de crisis?“Lo que debiéramos tratar de hacer es, más que preocu-parnos de la igualdad, preocuparnos de que objetiva-mente la gente lo pase lo menos mal posible. Creo que en este momento, una visión de igualdad nos va a llevar a perjudicar a la gente más modesta, porque la economía va a tener menos dinamismo”.

Es por esto que el Ministro considera indispensable que en estos momentos el apoyo se enfoque en los grupos más vulnerables, lo que se ha intentado llevar a cabo con los medios disponibles. Por otra parte, plantea que “hay un tema que es simplemente de nomenclatura. Yo

1 Sitio web del Ministerio de Economía.

no creo mucho en la igualdad, yo creo en la equidad, que no es lo mismo, implica un tema de igualdad de oportunidades. Si uno trata de igualar, en general lo que obtiene son sociedades bastante rígidas, y termina no siendo democrático”.

De acuerdo al Ministro, un tema que se discute amplia-mente son las causas de la desocupación, discusión en la cual se suele culpar a los empresarios, tanto grandes como pequeños y medianos. “El problema que hay es que si objetivamente a una empresa le cae su demanda, es muy difícil que pueda mantener el mismo contin-gente. En ese caso, hay que buscar soluciones que sean un poco más imaginativas, y que no son gratas, por ejemplo, acuerdos para disminuir jornada con alguna disminución de horario. Recurrir al viejo argumento de que las utilidades de los empresarios ahora debieran traspasarlas, no resiste mucho porque, en general, los grandes generadores de empleo son empresas PYMES (Pequeñas y Medianas Empresas), no son las empresas grandes. Ahí hay un error, ya que en los datos se muestra que las PYMES son las grandes generadoras de empleo, pero por otra parte, se plantean políticas, o se supone que se debieran plantear políticas como si el empleo lo generaran las grandes empresas”.

Respecto a la percepción de que la economía chilena es más bien rígida, en comparación a otras economías del mundo, y que posee bajos niveles de sindicalización, combinación que no generaría ni crecimiento ni igualdad; Lavados afirma que la postura del Ministerio de Economía se inclina por facilitar el emprendimiento y la creación de empresas, y apoyar a las empresas que ya existen para que puedan seguir creciendo y desarrollándose.

El Ministro plantea que el mercado chileno “es un mer-cado rígido, pero no sólo rígido en términos de lo que habitualmente se entiende por flexibilidad laboral, que se ha asociado muy interesadamente por parte de sec-tores claramente de derecha de este país con el tema de la indemnización por despido. Esa es una dimensión de la flexibilidad, pero hay otras dimensiones donde es extremadamente rígido, que tiene que ver por ejemplo con posibilidades de tener jornadas reducidas. Con-tratar a alguien media jornada cuesta mucho, porque tiene problemas de previsión, tiene problemas con las cotizaciones de salud, problemas de cumplimiento de horario, los contratos no son bien vistos; y después en las revisiones de los inspectores del trabajo les pueden sacar una multa”.

En cuanto a la sindicalización, Lavados reconoce que ésta es extremadamente baja y que por ende se debe fortale-cer. Sin embargo, se muestra dubitativo frente a los efec-tos que puede tener la negociación por rama. “A nivel de

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ramas la situación de las empresas es tremendamente distinta y se termina con una visión de que los grandes empresarios son los explotadores, cuando en realidad los que tienen salarios más bajos y que tienen capacitación más baja, educación más baja, y por lo tanto productivi-dad más baja, son los de las pequeñas empresas; a ellos les termina pegando el palo. En las empresas grandes del sector industrial o de servicios, el salario mínimo, salvo en los trabajos que tienen comisiones, casi no existe. Las empresas verdaderamente grandes no pagan el sala-rio mínimo, pagan bastante más que eso. Además, uno puede considerar el salario mínimo como algo indigno, pero subirlo mucho genera que se trasladen los proble-mas a las empresas”.

proTECCIÓn SoCIAl

Si bien Lavados reconoce que gran parte de los Ministe-rios juegan un rol importante en la estrategia de Protec-ción Social (Vivienda, Ministerio de Planificación, Trabajo, entre otros), considera que “sería un ejercicio falaz tratar de que todos los ámbitos y todos los Ministerios se preocupen de eso”. En el caso del Ministerio de Econo-mía, que aborda temas como la innovación y empren-dimiento, cree que la protección social no puede ser el centro de su actuar. De esta forma, pone especial énfasis en la importancia que tiene el Ministerio de Educación en esta estrategia: “Aquí el gran problema que genera que las personas se queden atrás no es la falta de protección social, es que no tienen capacidad de auto valerse. Ahí es donde tenemos un problema monumental”.

Lavados afirma que el Ministerio de Economía, a través de sus programas CORFO y otros, también se relaciona con la protección social, pero reconoce que hay que tener cuidado donde se pone el acento, ya que la sola preocupación por la protección social no va a ayudar a elevar la calidad del capital humano, ni la productividad de las empresas; objetivos específicos del Ministerio en cuestión. Para este economista, el gran problema es “cómo logramos emparejar la cancha, pero para eso hay que igualar las condiciones de partida. Antes de cuarto medio es poco lo que uno puede hacer, desde el punto de vista de alguien que está preocupado de temas de emprendimiento. Cómo va a emprender alguien que no tiene las herramientas mínimas, vas a tener que darle muletas toda la vida. De ahí para atrás tenemos un pro-blema. Por ejemplo la educación media técnico profe-sional no funciona bien y ahí debiera haber una acción importante, pero nosotros no podemos participar, y creo que tampoco nos corresponde”. Agrega: “hay una polí-tica que no se menciona habitualmente, que no se ha completado, pero que termina siendo clave: las salas cunas y jardines infantiles Ahora, dentro de la política de protección social, yo de verdad lo que no sé y más bien hago una contra pregunta, es por qué los sectores

más pobres tampoco llegan al reparto de la protección social. Ahí, probablemente hay barreras para acceder, o sea hay un núcleo duro de pobreza que hoy día está reflejada donde ustedes trabajan [en los campamentos]. A la gente le cuesta mucho salir de esa situación”.

Sobre este tema agrega: “Yo no creo que nadie sea, en el punto de partida o recién nacido, incapaz. Ahora, si es que la mamá es alcohólica o drogadicta, el niño va a tener problemas, sin lugar a dudas. Hay temas que querámoslo o no son hereditarios, y el tema heredita-rio genera una condición de base con la cual es posible desarrollarse. También hay gente que tiene plata porque los papás tienen plata, por un tema hereditario. Yo soy economista hace muchos años y creo que lo más injusto para una persona es la Ley de Herencia, porque te quita una motivación central como padre. Biológicamente hay una aspiración de tener a los hijos lo mejor posible y dejarles algo. Pero es muy injusto para el resto de la sociedad que la acumulación de propiedad o de riqueza se transmita”.

rEgUlACIÓn EConÓmICA Y pYmES

Al adentrarnos en el tema de la regulación económica, el Ministro Lavados entregó su opinión respecto a políticas como la fijación del salario máximo y el apoyo a microempresarios y PYMES.

Se han visto últimamente varios esfuerzos guber-namentales tanto en Chile como en otros países por regular los salarios o el aumento de salarios entre personas de mayores recursos. En ese con-texto ¿cuál sería su sugerencia al sector privado respecto de las políticas de fijación de salario?“Claramente la política apunta a dar una señal, pero por decreto no es posible. Ahora hay casos- y eso depende críticamente de la relación que exista entre los empre-sarios y los dueños de las empresas, los ejecutivos y los trabajadores- donde se da en forma negociada. Hoy día existe eso, o existió hace muy poco, en Sodimac. Esa empresa, siempre había tenido un comportamiento muy bueno en cuanto a relaciones laborales. Hay otras empresas donde los ejecutivos no están interesados. Yo creo que en una empresa grande, desde un punto de vista práctico, el efecto que tiene es casi nulo”.

El Ministro se explaya sobre este tema ejemplificando con la donación que hicieron los Ministros y Subsecre-tarios del reajuste del sueldo de los empleados públicos aprobado durante 2008. “Si tú sumas todo lo que los Ministros podemos aportar son veintidós por $400.000, más los subsecretarios, son cincuenta por $400.000 al mes. Al lado del presupuesto público eso es nada, no ayuda nada. Es absolutamente simbólico, una señal”.

EnTrEVISTA A

HUgo lAVAdoS

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¿Usted es partidario de la fijación de salarios máxi-mos? “No, no te funciona. Siempre van a haber mecanismos para evadirlos. Más bien te generaría problemas de odio-sidad, porque eso hoy día está dirigido contra un grupo pequeño de ejecutivos. Los propietarios no están intere-sados en este tema, la plata se saca por dividendo o por otros mecanismos y es muy fácil eludirlo. No dura nada porque no se puede controlar. Opera sólo para empre-sas grandes que habitualmente están relacionadas. Los únicos que ganarían plata con una medida como esa serían los consultores tributarios y no veo que desde el punto de vista social tenga efecto. Lo que tiene efecto es algo distinto y que hoy existe: la ostentación. Clara-mente para todos han mejorado las oportunidades. En los últimos 20 años, todos los indicadores han mejorado. Hay un grupo que puede ser del 5% de la población, que de todas maneras es harta gente, que se queda reza-gado y es muy difícil sacarlo. Es el núcleo más duro de la pobreza que existe en todas partes. Sin embargo, lo que es más complicado es que en la medida que tú tienes más posibilidades de consumo vas a tener más aspiraciones, y hay ciertos grupos de ingresos bajos que no pueden acceder a ciertos bienes, por lo que se van a sentir más insatisfechos que antes. Pero no es la comparación con los más ricos la que genera conflicto, es la comparación con los grupos más emergentes, con los que vienen”.

En cuanto a los desafíos pendientes que tiene Chile en materia de regulación económica, el Ministro sostiene que éstos son independientes del escenario de crisis, ya que la mayor parte de las cosas que tienen relación con los orígenes de la crisis están reguladas. Además agrega que “el sector financiero tiene una regulación que no existe en casi ninguna parte del mundo. Los sectores productivos en ninguna parte se han caído por exceso o falta de regulación, los problemas vienen por otro lado. Aquí hay desafíos que tienen que ver con ciertas estruc-turas, por ejemplo, un desafío muy importante es cómo imitar, y tener instrumentos para que empresas grandes, en un mercado pequeño como el chileno, se pongan de acuerdo”. En este contexto, Lavados señala que se está tratando de avanzar en la regulación de prácticas mono-pólicas, que si bien son sutiles, perjudican a los peque-ños empresarios. Sin embargo, considera que todavía queda camino por recorrer.

Por otra parte, considera que lo que hoy es políticamente correcto, y que se debe tratar de hacer, es introducir más competencia. “Cuando hay menos competencia los que ganan son siempre los empresarios más grandes y perjudican a los más pequeños. En las pequeñas y microempresas es donde hay oportunidad para la gente de menores ingresos”.

Respecto a las oportunidades existentes para personas de bajos recursos, Lavados comentó los efectos que podría tener la entrega de subsidios a las PYMES -en el actual escenario de crisis económica- teniendo en cuenta la opi-nión de algunos expertos que consideran que esto sólo generaría una fuga de recursos que podrían destinarse a otras políticas públicas, en un contexto en que es de suma relevancia la inversión que pueden hacer grandes empre-sas en el desarrollo del PIB (Producto Interno Bruto).

Ministro, ¿Cree que es un buen momento para centrarnos en la igualación de las oportunidades, entregando más subsidios a las pequeñas y media-nas empresas? ¿Qué tipo de oportunidades debe-ría recibir un microempresario en un escenario de crisis y qué garantías podría entregar el Estado en esa ocasión?“Primero, yo no creo que necesariamente sea igualdad de oportunidades entregar subsidios indiscriminados. El gran problema que hay es que no existe tal cosa como “las PYMES”, son bien distintas unas con otras. Uno de los problemas que nosotros tenemos es precisamente tener que enfrentarnos a esto que parece que hay que fortalecer: las PYMES. ¿Qué es eso? Hay diferencias secto-riales, hay diferencias regionales, pero hay un límite, uno tampoco puede tener tantas diferencias que te anulen la posibilidad de hacer política”.

Al hablar de las microempresas, el Ministro sostiene que la inmensa mayoría son de comercio o de peque-ños negocios de venta que se han ido formalizando en muchos lugares, pero en definitiva es comercio. Según Lavados, un tipo es “el negocio en la casa, que es clásico en una población. Otro tipo que está empezando, son muy pequeños negocios que mezclan comercio e indus-tria, por ejemplo la amasandería, pequeñas pastelerías, etc. Está muy vinculado al comercio y eso tiene cierto instrumental y también nosotros hemos apostado ahí. En ese sentido los recursos y la capacidad técnica son fundamentales. Hoy día hay un poco más de recursos y Banco Estado Microempresas tiene una tarea estupenda. Los números de clientes que tienen son bien impresio-nantes, son 300 mil. El universo de microempresarios son 600 o 700 mil, o sea están cubriendo la mitad”.

Por otra parte, según Lavados no se deberían asignar subsidios en algunos sectores más que en otros, ya que la probabilidad de equivocarse es muy grande. Además agrega que “es distinto una política de elección sectorial, que es la que existe en la política de innovación, pero eso es para la competitividad y la competitividad está pensada en términos de los mercados internacionales, no está pensada en términos del desarrollo de las micro y las pequeñas empresas. Lo que sí creo es que deben haber instrumentos lo más claros posibles y no muchos, hoy día tenemos demasiados instrumentos y es complicado”.

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¿Usted sería partidario de pocos instrumentos, pero eficientes?“Sí por supuesto. Cada instrumento debiera entregar más plata y fomentar que los beneficiados se atrevan a equivocarse. Por ejemplo, en Capital Semilla2 que es muy valorado, probablemente más de un inversionista se equivoca, porque no siempre se invierten tres o cuatro millones, teniendo como resultado un cambio sustancial. Pero más de uno sí va a mejorar su situación inicial. Otro ejemplo es una peluquera que se gana tres millones de pesos. A lo mejor le va mucho mejor que antes, porque antes no tenía la plata para tener el equipo que necesi-taba o independizarse”.

Según el Ministro, el escenario de crisis sirve para unirse pero a la vez “es malo para evaluar eficiencia en uso de recursos. Ahí, ojalá uno logre llegar a la mayor cantidad posible de gente que lo está pasando mal. Yo no creo en el argumento de que se están enfocando mal los recur-sos al entregar subsidios a las PYMES.”

Por otra parte, Lavados señala que hay determinados objetivos que no tienen sentido, por ejemplo, sostener a una empresa pequeña para siempre, aunque le esté yendo mal. Esto generaría que en el mercado se queden más empresas de las que deberían. Considera que es bas-tante complejo realizar un seguimiento sobre la salida de empresas del mercado, debido a que hay muchas empre-sas que entran en la informalidad, sin renunciar a su RUT (Rol único Tributario). “Hay una gran cantidad de RUT que no tienen ventas. El empresario dejó de operar sin notificar y, por si acaso, mantiene el RUT. Es difícil cerrar empresas”

En materia regulatoria, el Ministro se refirió al nuevo Estatuto PYME, que debiera promulgarse en abril, y que pretende darle mayores facilidades a los peque-ños y medianos empresarios al momento de iniciar una empresa, mejorar las regulaciones ya existentes y fomentar el equilibro comercial entre las grandes y las pequeñas empresas.

¿De qué manera el Estatuto Pyme ayudaría a los microempresarios? “A los microempresarios no los va ayudar, ya que muchos no son ni siquiera formales. Entran y salen del mercado cuando quieren. El estatuto PYME es solamente para los que tienen inicio de actividades. En ese caso, hay mecanismos que sustituyen a la quiebra, un sistema de mediación que a veces sale más barato y es más rápido. O sea alguien que intermedie, sobre todo porque los principales problemas surgen cuando alguien no es capaz de pagar sus acreencias, entre otros. Es la sensa-

2 Capital Semilla es una Administradora de Fondos de Inversión para empresas emergentes.

ción de pago lo que genera el principal acogotamiento. De nuevo, no creo que uno deba medir éxito o fracaso de estas políticas por la crisis. Hoy día, querámoslo o no, ya hay un cierto número de empresas grandes y las demandas se han ido al suelo”.

¿Usted considera que no se actuó de manera lo suficientemente precavida como para prevenir la crisis?“Hace seis meses, la discusión era cómo parar la inflación. La discusión aquí era que estábamos en la situación ideal, en términos que no había que disminuir mucho el gasto público para mantener baja la inflación. La discusión era que todos los bancos estaban haciendo ofertones de cré-dito hipotecario y faltaba gente para trabajar en la cons-trucción. Seis meses después esto se derrumba. No hay un problema de imprevisión, hay un problema de que llegó un golpe externo para el que nadie estaba preparado”.

InnoVACIÓn Y SECTorES dE bAJoS rECUrSoS

De acuerdo a la estrategia de innovación del Ministerio de Economía, la inversión pública en proyectos de inno-vación, ciencia y tecnología ascenderá a 295 mil millones en el 2009, monto que involucra un alza de un 27% res-pecto del año anterior. Tal aumento supera en casi cuatro veces el incremento de 5,7% del gasto fiscal que se regis-trará este año. En este contexto, se podría afirmar que el sector público está haciendo una inversión contracíclica en innovación a fin de asegurar los estándares de calidad y eficiencia que requiere Chile para competir en merca-dos globales afectados por la crisis financiera.

Usualmente el uso de la innovación se asocia a personas con alto nivel de capital humano, uno la asocia a que esté incluida dentro de las grandes empresas, pero no hay una innovación asociada al sector popular. Podría explicar ¿en qué consiste la estrategia nacional de innovación que lidera este Ministerio? ¿En qué medida esta estrategia de inno-vación se hace cargo de apuntar a los segmentos más vulnerables de la población? ¿Cómo se pueden generar proyectos de innovación en sectores de escasos recursos que permitan mejorar el nivel del capital humano y las oportunidades disponibles?“Yo no creo que pueda existir tal cosa como la política de innovación para sectores populares. Es como plantear una política de promover el ballet en los asentamientos, no creo que funcione como algo masivo. Pueden haber casos y los valoro muchísimo, creo que son un ejem-plo extraordinario. Yo creo que una persona que trata de embarcarse en temas de innovación, es difícil que lo logre sin un nivel de educación media completa. La mayor parte de las cosas que uno puede hacer en temas de inno-

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vación, están vinculadas con eso o un tipo de estudio téc-nico en Centros de Formación Técnica u otros”.

El Ministro plantea que sería muy positivo que existiera innovación en temas como las Tecnologías de Informa-ción y Comunicación (TICs), que a su juicio están más relacionadas con los sectores de menores ingresos, sin estar asociadas a altos niveles de educación. “Forma parte de la política de innovación el tema de acceder más al mundo de los computadores, Internet y las llamadas TICs en general. Ahora, mientras Internet no sea efecti-vamente de acceso masivo, vamos a tener un problema, por eso estamos tratando de generar un planteamiento en conjunto con la Subsecretaría de Telecomunicacio-nes para poder hacerlo. No hay muchos ejemplos en el mundo en que se baje sustancialmente el precio de estar conectado. Hay ciertos mecanismos de WiFi, WiMax que pueden hacerlo, pero tampoco es tan fácil”.

Con respecto a la estrategia de innovación, Lavados afirma que uno de los fundamentos básicos “es mejorar la inno-vación para la competitividad. Incrementar la productivi-dad de las empresas, sobre todo aquellas que están en una posición de llegar al alcance nacional, porque esas van a empujar al conjunto de todos los proveedores. Ahí hay un ejemplo claro, los salmoneros, que son y tradicio-nalmente han sido, muy criticados en la región. Hoy día que están empezando a caerse, es cosa de ir a pregun-tar en Puerto Montt y ver cuál es la situación que tienen empresas chicas, proveedores chicos de servicios, o la señora que tenía un restaurante. Ahí llegamos al mundo popular a partir de una innovación, pero no está como objetivo de la innovación”. A continuación agrega: “En materia de innovación no hay muchas cosas nuevas bajo el sol. Tú tienes dos grandes temas; capital humano y mejoramiento de la productividad directa a nivel de las empresas con investigación. Para ese tipo de investiga-ción aplicada necesitas capital humano, que al final es el gran componente. Ahí sí que tienes que tener mayor igualación de oportunidades, pero siempre va a ser a partir de cierto nivel”. Respecto a la desigualdad agrega: “La Ministra de Educación actual inauguró el año escolar y dijo que el gran objetivo este año, de primer año básico, es que los niños, al terminar el año, sepan leer. Tú sabes que hay una gran cantidad de niños que en cuarto año no saben leer, y eso sí que te provoca desigualdad”.

CHIlE FrEnTE A lATInoAmérICA

Chile siempre se ha destacado por ser un país exi-toso en la región, fundamentalmente por las polí-ticas macroeconómicas implementadas en los años noventa. Ahora nuevamente estamos siendo aplau-didos gracias a las políticas macroeconómicas que tomamos a inicios de esta década. Sin embargo,

a nivel microeconómico, que tiene más relación con este Ministerio ¿Qué lecciones puede aportar Chile al resto de las economías latinoamericanas en materia microeconómica?“Primero, a mí no me gusta el concepto lecciones, yo creo que lo que uno puede aportar son experiencias, cada realidad es distinta. Sin embargo, hay dos planos donde nosotros podemos tener experiencias que mos-trar y que son positivas. Uno, es lo que señalábamos en el último tiempo de algunas políticas de protección social. La política de vivienda de Chile es una buena polí-tica y tiene muchos años. Esa cosa de premiar el ahorro de las familias y que se vea el esfuerzo para acceder al subsidio tiene implicancias mucho más allá de simple-mente llegar y tener las viviendas. Eso te explica que en Chile la cantidad de propiedad de vivienda que existe es de las más altas del mundo, como porcentaje de número de familias”. Continúa sobre la misma línea y afirma que “hay políticas de pensiones y de protección a los ancia-nos que son también súper positivas, pero eso depende críticamente de los ingresos de cada país. En el plano más sectorial y micro, tenemos una regulación que se ha ido perfeccionando y en ese sentido la estructura que hoy día existe, la Fiscalía Nacional Económica o el Tribu-nal de Libre Competencia, son elementos que debieran servir de experiencias”.

El Ministro plantea que también en Chile se han aplicado políticas de otros países, por ejemplo la proporción de la competencia, que busca proteger a las empresas más pequeñas, además de evitar prácticas monopólicas. “Hay una situación respecto a los grandes supermercados en relación a sus proveedores más chicos y hay acuerdos judiciales al respecto. Eso es un ejemplo muy potente, porque los grandes supermercados estaban claramente perjudicando a los más pequeños, no les pagaban nunca y les dificultaban la venta de sus productos. Ahora, tampoco uno puede llegar muy lejos, porque el efecto de restringir la relación de los grandes empresarios con los pequeños proveedores, es que las empresas grandes dejen de com-prarle a ellos y que se vayan a comprar afuera”.

Lavados elogia además, las políticas de tarificación y regulación de temas como el agua potable, alcantari-llado y luz eléctrica. “Si uno compara los estándares que tenemos de acceso a agua potable o alcantarillados, son de país desarrollado. No hay ningún país que tenga el ingreso de Chile, y que tenga esos niveles de cobertura, en el agua potable específicamente. Además se agrega una política de subsidio para sectores de menores ingresos. Los más jóvenes no valoran la diferencia, uno cuando ya lleva algunos años en esta vida, valora la dife-rencia. Una de las principales causas de muerte eran las enfermedades gastrointestinales de los niños, y en otros países sigue existiendo eso. Acá se acabó esa historia”.

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Ana Ruth Henríquez H.

Daisy Graciela Alvarado D.

Gracia María Arévalo T.

Licenciadas en Psicología, Universidad Centroamericana José Simeón Cañas, El Salvador

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Introducción

La participación de las mujeres en todo ámbito de la sociedad es un hecho que cada día adquiere mayor rele-vancia, ya que “la participación de las mujeres tiene que darse a todo nivel, en los ámbitos económico, social, científico, tecnológico e inclusive, en la planificación de las políticas de desarrollo, factor de importancia para el avance de los países latinoamericanos. La democracia adquiere así un sentido básico de derecho a la vida, y a una vida digna, donde no solamente haya bienestar, sino también posibilidades de desarrollarse en igualdad de

Este estudio pretende explicar la conformación de los procesos psicosociales que a partir de la dinámica de los usos del tiempo y de los espacios público y privado, y de la percepción de las capacidades de las mujeres, posibilitan o limitan su participación en la Directivas Comunales de asentamientos irregulares en El Salvador. La investiga-ción reveló que la participación de las mujeres es más compleja que la socialización de género que segrega a hombres y mujeres en los espacios público y privado respectiva-mente; y que al dinamizarse el uso de dichos espacios con las actividades económicas se generan distintas representaciones sociales. La incidencia del estudio radica en la posibilidad de generar nuevas formas de intervención psicosocial las cuales busca-rían cambiar las representaciones sociales que limitan la participación de las mujeres, además de fortalecer o incentivar aquellas que la posibilitan.

palabras claves: Procesos psicosociales - uso del tiempo - espacio público y privado - representaciones sociales - participación de las mujeres.

condiciones, respetando la posibilidad de ser diferentes” (Saada, 1990, p. 3).

Sin embargo, el haber logrado el reconocimiento del dere-cho de las mujeres a participar en instancias de poder, no es garantía de que así suceda. Las estadísticas sobre la realidad de El Salvador muestran que la participación de las mujeres salvadoreñas en puestos de poder es aún muy baja: en los gobiernos locales las mujeres apenas alcanzan el 19.9% de participación (PNUD, 2008”), lo que significa que de los 262 municipios, sólo 21 tienen alcal-desas, el resto son alcaldes.

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La situación a nivel comunitario es también un reflejo de lo antes descrito. En un estudio realizado por la Fun-dación Nacional para el Desarrollo [FUNDE] (2002), apo-yado en una encuesta dirigida a 154 mujeres con nivel educativo básico y superior universitario, pertenecientes a seis municipios de El Salvador, se encontró que el 62.3% participaba activamente en, por lo menos, un tipo de espacio a nivel local, cuya naturaleza y funciones están vinculados a actividades de índole social, operativo, de servicio y atención directa. Es evidente que ninguna de estas actividades conllevan poder de decisión en cuanto a políticas, estrategias, métodos y contenidos para el desarrollo de su localidad, que pudiesen desarrollar desde el espacio de la Directiva Comunal (DC) o Asocia-ción de Desarrollo Comunal (ADESCO)1 la cual constituye una de las formas organizativas de mayor importancia y presencia en las comunidades ya que, además, de repre-sentarlas, es una instancia caracterizada por ser demo-crática, es decir, que su poder radica en la totalidad de los miembros de la comunidad y la toma de decisiones responde a la voluntad colectiva (Un Techo Para Mi País El Salvador [UTPMP ES], 2008).

En este contexto, este artículo pretende mostrar, desde un enfoque psicosocial, las representaciones sociales (RS) generadas a partir de los usos del tiempo y de los espacio público y privados, que determinan los niveles

1 La directiva comunal funciona como ente planificador de pro-yectos que impulsen el desarrollo comunal. Está conformada por pobladores del asentamiento, quienes no tienen obligaciones legales sobre su cargo. Las Asociaciones de Desarrollo Comunal (ADESCO) son asociaciones con personalidad jurídica que tienen como objetivo el desarrollo sostenible de la comunidad. Tienen poder para gestionar fondos para su organización. Poseen esta-tutos que las obligan a cumplir deberes y a otorgar derechos a sus miembros por el solo hecho de ser parte de la ADESCO.

de participación de las mujeres en las Directivas Comu-nales de asentamientos irregulares de El Salvador. Espe-cíficamente, la pregunta que se busca responder es: ¿cómo los procesos psicosociales, que a partir de la dinámica de los usos del tiempo y los usos y las responsabilidades en los espacios público y privado y las percepciones de la capacidad de las mujeres, limitan o posibilitan la participación de las mujeres en las directivas comunales del área rural? El conocimiento adquirido a partir de este estudio pre-tende facilitar la intervención psicosocial en asenta-mientos rurales, cuyo propósito será tratar de cambiar aquellos procesos psicosociales que limitan la participa-ción de las mujeres en las Directivas Comunales y forta-lecer aquellos que la están posibilitando.

De esta forma, en la primera parte del artículo se presen-tan los principales antecedentes teóricos que guiaron la investigación. En la segunda parte se muestra la meto-dología utilizada para recopilar los datos. Por último, se presentan los principales resultados y conclusiones.

Antecedentes

Según Fernández (1993), mediante la socialización de género se enseñan a las personas que sus derechos y responsabilidades dependen del sexo al que pertenecen. De acuerdo a dicha socialización, el espacio al que son relegadas las mujeres como espacio propio es el privado (mujer - doméstico), siendo el espacio público propio de los hombres (hombre - trabajo). El espacio privado lo constituye la esfera de la vida doméstica, el mundo del hogar y la familia. Por el contrario, el espacio público es considerado como el espacio del Estado y sus institucio-nes, de lo político, del mercado, como también agentes y organizaciones involucradas en los intercambios de estas áreas.

Luego de haber analizado estas definiciones sobre lo público y lo privado, se decidió que para efectos de este artículo era pertinente realizar algunas adaptacio-nes a dichos conceptos. En este sentido, lo privado fue considerado como el espacio doméstico en donde las personas de la comunidad desarrollan sus actividades reproductivas; es decir, aquellas desempeñadas para garantizar el sostenimiento, la satisfacción y la reposi-ción de las necesidades de los miembros de la unidad familiar, tales como la alimentación, higiene, educación, protección, etc.; así como, aquellas actividades econó-micamente productivas, actividades de entretenimiento y de reposición de las fuerzas.

Por el contrario, lo público, sería el espacio externo al

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Mesa de trabajo de la comunidad Tierra de Israel, Departa-mento de La Paz

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hogar, donde estas personas desarrollan actividades pro-ductivas y reproductivas en función de la obtención o no de beneficios económicos y de reconocimiento social; así como actividades de gestión comunitaria, de toma de decisiones y donde también tienen lugar las activi-dades de expansión o esparcimiento, entretenimiento y socialización secundaria. En este caso se distinguieron dos tipos de espacios públicos, el espacio público fuera de los límites de la comunidad que es donde se desem-peña el trabajo remunerado formal e informal y el espa-cio público comunitario que corresponde a todo espacio dentro de la comunidad distinto del hogar propio. Este espacio es de gran relevancia para este artículo, ya que a este pertenecen las directivas comunales, que consti-tuyen otra esfera pública de la cual se han apropiado los hombres y del cual las mujeres han sido indirectamente excluidas (Lagarde, 1992).

Con el propósito de impulsar una participación comu-nitaria equitativa, en El Salvador han surgido distintas organizaciones gubernamentales y no gubernamentales que trabajan de la mano con las comunidades rurales. Una de ellas es la Fundación Un Techo Para Mi País El Sal-vador (UTPMP ES) la cual, además de la construcción de viviendas de emergencia, desarrolla un trabajo de Habi-litación Social (HS), a través del cual se realiza una inter-vención permanente en los asentamientos. El trabajo está enfocado principalmente al desarrollo de habilidades y competencias de las personas que viven en condiciones precarias, potenciando y canalizando sus actitudes y sus esfuerzos para superar por sí mismos su situación de vulnerabilidad. De acuerdo con las encuestas realizadas por la institución durante 2008, se ha evidenciado que en las comunidades intervenidas por UTPMP ES (mayor-mente rurales), la participación de las mujeres en las directivas comunales es baja en comparación a la de los hombres. Se ha confirmado que en estas comunidades el 78% de las directivas son dirigidas por hombres, sin embargo, en participación activa sin ningún cargo espe-cifico las mujeres poseen un mayor porcentaje de parti-cipación (UTPMP ES, 2008).

Para precisar el problema de la investigación se decidió analizar tres dimensiones que han sido comúnmente señaladas, por los estudios antes mencionados, como influyentes en la participación de las mujeres en las Directivas comunales:

1. La percepción que la comunidad tiene respecto a las capacidades de las mujeres para desempeñar respon-sabilidades directivas.

2. La percepción que las mujeres tienen sobre su propia capacidad para desempeñar responsabilidades direc-tivas.

3. Los usos del tiempo y de los espacios público y privado.

Justamente, la dinámica de estas tres dimensiones da lugar a procesos psicosociales que intervienen en la decisión de las mujeres de participar o no en la Directiva Comunal2.

En la siguiente figura se muestra la estructura general del entramado conceptual abordado en esta investigación.

FIGURA 1. DIMENSIONES INFLUYENTES EN LA PARTICIPACIóN DE LAS MUJERES EN DIRECTI-

VAS COMUNALES

Contexto socio cultural

participación de las mujeres en las directivas comunales

Fuente: Elaboración propia.

De estas tres dimensiones surgen procesos psicosociales específicos del sujeto, que dan como resultado la parti-cipación y que, a la vez, sirven como conceptos ordena-dores y articuladores, entre ellos se destaca: la identidad social, las creencias, los valores, las actitudes y las repre-sentaciones sociales. Estos procesos son vivenciados por los individuos y a la vez relacionados con los que tienen lugar en su propio grupo, donde se construye un marco común para la acción (Flores y Javiedes, 2000).

2 No se desconoce que en este contexto, pueden hacerse presen-tes otros factores como el factor del poder, el orden patriarcal, la construcción y la socialización de género, etc. cuya presen-cia se hace sentir justamente a través de esta dinámica de una manera colateral; pero, para efectos de este artículo, el eje central de análisis será la dinámica entre las tres dimensiones antes mencionadas.

Percepción de la comunidad respecto a la capacidad de las mujeres en responsa-

bilidades directas

Los usos de los tiempos y usos del espacio público y

privado

Percepción de la mujer respecto a su

propia capacidad para desempeñar respon-sabilidades directas

procesos

psicosociales

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UNICEF (2006) plantea la relevancia de que la comunidad tenga una percepción positiva sobre las capacidades de las mujeres ya que esto propicia el desarrollo de redes sociales sanas e influyentes. Además, según Rubalcava y Salles (2002) la percepción social positiva representa un contexto previo que incide en la construcción de la identidad social de las mujeres y en la percepción de sus propias capacidades. Es así como una percepción social positiva derivará en una auto percepción positiva de las mujeres sobre sus propias capacidades para desempeñar responsabilidades directivas. En general, las realidades sociales que viven las mujeres van formando sus percep-ciones sobre el papel que ellas juegan en la familia y en la sociedad; así las mujeres que se perciben incapaces de aportar recursos de valor económico provenientes de su trabajo, asumen como natural que se les relegue a funciones y relaciones bajo condiciones de desigualdad; no así aquellas cuyo trabajo representa un ingreso eco-nómico (Tuner, 1982).

Todos los procesos psicosociales antes mencionados están vinculados de alguna manera a la construcción que hombres y mujeres hacen de los usos del tiempo y los usos y las responsabilidades en los espacios público y privado, de ahí la importancia de su abordaje. Para Izquierdo y Rodríguez (1988) cuando se habla del uso del tiempo es importante que se haga alusión al número de horas trabajadas en relación a la cantidad de tiempo libre y al uso que se le da al tiempo libre; pudiendo entonces identificarse dos tiempos: el tiempo de trabajo y el tiempo de ocio. Sin embargo, esta distribución del tiempo no es una constante para todas las personas. A partir de esta idea puede discutirse incluso el uso de los espacios. Por ejemplo, para los hombres cuyo rol de género son las responsabilidades de manutención fami-liar, el tiempo es discontinuo ya que asignan un tiempo para el trabajo y un tiempo para el ocio de manera diferenciada en el espacio público y el espacio privado respectivamente. En cambio, para las mujeres cuyo rol de género son las responsabilidades reproductivas (la satisfacción y reposición de las necesidades de los seres dependientes de ellas) el tiempo es continuo, no se con-trola, no hay días festivos, no hay vacaciones, no hay horas de descanso establecidas; el tiempo dedicado para garantizar el descanso de los demás y para su cuido no se distingue del propio tiempo de descanso (Izquierdo y otros, 1988). Este uso diferencial del tiempo hace que lo privado represente un retiro de lo público para los hom-bres y la negación de la individualidad para las mujeres; además de que para ellas tanto el uso de los espacios como el uso del tiempo se combinan (Balbo, en Caporale y Montesinos, 2001).

Tomando en cuenta las reflexiones anteriores se puede afirmar que los hombres tienen más movilidad que las

mujeres en el tiempo y en el espacio y, por ende, la posi-bilidad de participar activamente fuera o dentro del espa-cio comunitario. En cambio, para Balbo, en Caporale y Montesinos (2001) las mujeres tienen que superar gran-des dificultades si quieren formar parte de la dinámica social que rige esta esfera. Por ejemplo, actualmente hay muchas mujeres que viven una “doble presencia”, alter-nando su tiempo tanto en el espacio privado como en el público de manera parcial, lo cual les genera una tensión permanente difícil de administrar. Este malestar es pro-ducto de una concepción del trabajo y del tiempo ajeno a las necesidades femeninas. “Las mujeres son plena-mente conscientes de que carecen de tiempo propio y de que su vida en lo privado se construye sobre la negación de sí mismas y que han de adaptarse a unos escenarios construidos a la medida de otros” (Balbo, en Caporale y Montesinos, 2001).

metodología

La metodología utilizada fue cualitativa con un diseño explicativo, ya que este tipo de estudio permitiría anali-zar y explicar tres aspectos de la realidad de las comu-nidades en estudio, lo referente a lo empírico (hechos observables), lo fáctico (contextos y procesos) y lo real (mecanismos que dan lugar a los procesos psicosociales y que se producen en contextos específicos y que a la vez generan fenómenos observables). Asímismo, el estu-dio se consideró comparativo ya que se realizó una com-paración de tres casos de comunidades beneficiarias de la institución UTPMP ES, respecto al objeto de estudio.Las comunidades que fueron seleccionadas para el estu-dio representan tres situaciones particulares de la forma de como se da la participación de las mujeres en las Directivas Comunales: 1) No participación de las mujeres en la Directiva, 2) Minoritaria participación de las muje-res en la Directiva y 3) Mayoritaria participación de las mujeres en la Directiva.3 Los asentamientos elegidos en base a los criterios antes mencionados son los siguientes: 1. Comunidad Santa Lucía en el municipio de San Julián, departamento de Sonsonate: Comunidad rural, que cuenta con servicio de agua potable por medio de un chorro comunal, no tiene el servicio de energía eléctrica y escasas familias cuentan con letrina propia. Está cons-tituida por un total de 65 familias, cuyos miembros en su mayoría trabajan como jornaleros y amas de casa. Su directiva está constituida como ADESCO y se conforma únicamente por hombres, quienes ejercen el cargo desde hace 4 años. Esta comunidad no posee otras redes de

3 Entendiéndose por participación minoritaria que menos del 50% de los participantes sean mujeres y por participación mayoritaria que más del 50% de los integrantes de la directiva sean mujeres.

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apoyo más que las de la Alcaldía Municipal de San Julián y UTPMP ES (UTPMP ES, 2008). 2. Comunidad Tierra de Israel en el municipio de San Pedro Masahuat, departamento de La Paz: Comunidad de tipo rural, que posee servicio de agua y pozo, energía eléctrica; sin embargo, pocas familias tienen letrinas pro-pias. Está constituida por un total de 100 familias, cuyos miembros en su mayoría se dedican a distintos oficios o subempleos, tales como electricista, albañil, pescadores, entre otros. La Directiva está constituida como ADESCO y ha trabajado por más de dos años. De los siete inte-grantes de la misma, tres son mujeres, quienes ejercen los cargos de secretaria y vocales, y cuatro son hombres. Esta comunidad goza del apoyo de otras instituciones tales como la Cooperación Técnica Alemana, iglesias evangélicas, Plan El Salvador, Alcaldía Municipal de San Pedro Masahuat y UTPMP ES (UTPMP ES, 2008).3. Comunidad Altos del Matazano, en el municipio de Santa Tecla, departamento de La Libertad: Comunidad de tipo semirural, que cuenta con los servicio de agua potable por chorro comunal, energía eléctrica y letri-nas propias. Está constituida por un total de 30 familias cuyos hombres y mujeres en su mayoría trabajan como jornaleros, empleados y sub empleados en la capital. Su Directiva Comunal está constituida como ADESCO y ha trabajado ya por más de tres años. De sus siete integran-tes dos son hombres y cinco son mujeres, quienes ejer-cen los cargos de presidenta, vicepresidenta, secretaria, tesorera y vocal. Desde hace varios años cuenta con el apoyo de muchas redes sociales que promueven activa-mente el desarrollo comunal (Ficha de Asentamiento de UTPMP ES, 2008)Se utilizó la técnica de focus group, la cual estuvo

orientada a registrar como los participantes elaboraban grupalmente su realidad y su experiencia, para lograr información asociada a conocimientos, actitudes, senti-mientos, creencias y experiencias que no hubiese sido posible obtener con suficiente profundidad mediante otras técnicas (Aignerem, 2002). Para la selección de los informantes se llevaron a cabo dos focus group por comunidad, uno de hombres y uno de mujeres. Cada grupo estuvo conformado por tres personas que pertenecen y tres que no pertenecen a la Directiva Comunal. Entre los participantes hubo perso-nas que trabajan fuera de la comunidad o dentro de la comunidad y personas que no tienen empleo. Las edades de los participantes oscilaron entre los 18 y 65 años.También se aplicaron entrevistas individuales semies-tructuradas, con el objetivo de comprender las perspec-tivas que tienen los informantes respecto de sus vidas, experiencias o situaciones, tal como se expresan con sus propias palabras. La entrevista se desarrolló a partir de la capacidad para dar cuenta de la vivencia individual de la persona entrevistada (manifiesta o latente) y del sistema de marcadores sociales que encuadran su vida social (FLACSO, 2002). Para ello se seleccionó a dos mujeres: una mujer que formara parte de la Junta Directiva, de preferencia dedicada a una actividad económica ya sea dentro o fuera de la comunidad y otra mujer no fuese parte de la Directiva, preferiblemente dueña de casa.Para lograr la validez y confiabilidad apropiada de los instrumentos, cada pauta, tanto del focus group como de la entrevista en profundidad, se formuló en base a las líneas de indagación que fueron extraídas de las tres dimensiones de análisis antes descritas y se incluyeron preguntas de control e indirectas, para disminuir la resis-

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Comunidad Tierra de Israel en el Departamento de La Paz

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tencia o deseabilidad social en los participantes.Para el análisis cualitativo del material se procedió al tra-tamiento de los discursos, de las entrevistas y de los grupos focales, a través de análisis cualitativo de conte-nido. Para ello se elaboraron categorías de análisis que permitieron clasificar en ellas, frases e ideas expuestas por los entrevistados y participantes de los focus groups de acuerdo a las tres dimensiones de estudio. Luego de este proceso de descomposición del discurso de los informantes, para su ordenamiento en las categorías y dimensiones de análisis, se procedió a la reconstruc-ción analítica e interpretativa, a través de la redacción de resúmenes de cada comunidad, que permitió identifi-car las dinámicas particulares de los componentes de las dimensiones de análisis, y principalmente los procesos psicosociales que posibilitan o limitan la participación de las mujeres en las directivas comunitarias.En el apartado de resultados, se utilizaron nombres ficti-cios en las citas textuales con el fin de mantener la con-fidencialidad de los participantes.

resultados

En el siguiente apartado se presentan los principales resultados. En la primera sección se muestran los resul-tados del análisis de cada uno de los casos, para luego, en la segundo sección, presentar el análisis comparado.

Análisis de CasosLos datos obtenidos permitieron establecer que la diná-mica económica de cada una de las comunidades en estudio está dando lugar a un particular uso del tiempo, de espacios sociales, así como las responsabilidades de los hombres y las mujeres en los espacios público y pri-vado que, entre otros factores de tipo psicosocial, están posibilitando o limitando la participación de las mujeres en las directivas comunales.

En la comunidad Santa Lucía la dinámica económica está muy ligada a la agricultura, la mayoría de los hom-bres trabajan como jornaleros cerca de la comunidad, lo que constituye su espacio público. Esto les permite movilizarse rápidamente entre ese espacio público y los espacios sociales dentro de la comunidad: el espacio privado en su hogar y el espacio público comunitario. Es así que pueden estar pendientes de su sembradi-llo, de su casa y a la vez participar en las actividades comunitarias. Uno de los participantes resume su día de la siguiente manera: “Yo me levanto a las 5:30 de la mañana y tengo que ir a jalar leña, rajarla, jalar agua a mi esposa… andar viendo que hay que hacer en la casa, después me voy a ver el cultivo de la casa para ver si ya van a reventar los frijoles, o andar echándoles veneno y revisar cual es el que tengo más tierno y así

se me pasa el día”. La flexibilidad en los usos de los tiempos y los espacios, por parte de los hombres, les posibilita participar en el espacio público de la comu-nidad. Sólo los hombres cuyo trabajo es remunerado por obra justifican el no pertenecer a la directiva por falta de tiempo, según lo expresa Néstor: “el trabajo, y los horarios del trabajo son las cosas que nos impiden. Mi trabajo es por obra, si yo no llego, lo que hacen es cortarme el trabajo, ese es un motivo de que no pueda trabajar en la comunidad”.

Las tareas reproductivas que las mujeres realizan en el espacio privado son realizadas de manera monótona y con un sentido de responsabilidad directa que les es inculcado desde temprana edad. Por ejemplo, una entre-vistada afirma: “mi mamá desde pequeña me enseñó todo lo que una mujer tendría que saber, yo lavaba mi ropa, cocinaba… todo lo que una mujer hace”. Esta creencia de su rol de mujer, es compartida por su pareja, quien dice: “yo creo que la mujer hace lo mismo, barrer, tener aseado, es parte de ella”. Son este tipo de tareas las que las mujeres realizan sin tiempo diferenciado, las que limitan su posibilidad de hacer otro uso del tiempo y de los espacios. Las mujeres, al ser las responsables de las actividades domésticas en el espacio privado ven limi-tada su participación en la Directiva, lo cual ellas atribu-yen a la falta de tiempo.

Es posible afirmar que la comunidad percibe a las muje-res capaces de realizar tareas similares a la de los hom-bres, por afirmaciones como la de Antonio: “lo hicieron bien, unas mujeres zanjearon y otras cerraron tuberías y nosotros lo mismo, todos hicimos de todo (en un proyecto comunitario)”. Asimismo, con respecto a la percepción de la capacidad de ellas para desempeñar responsabi-lidades directivas, unos compartían la opinión de que son las mismas mujeres quienes no se sienten prepa-radas para cumplirlas y eso las limita. Como lo expresó Bernardo: “quizás ellas no se sienten capaces para eso (desempeñar responsabilidades directivas) porque pien-san que tienen que saber mucho”. Otro de los motivos aludidos sobre por qué es nula la participación de las mujeres en la Directiva es la utilización que ellas hacen del tiempo en el espacio privado: “yo creo que porque no tiene mucho tiempo, siempre tiene quehaceres en la casa, lavar la ropa, hacer la comida y otras cosas de la casa”. De esta forma, se reconoce que las tareas del hogar son propias de las mujeres y que es responsabili-dad directa de ellas el cumplirlas.

El segundo caso de estudio fue la comunidad Tierra de Israel, cuya dinámica económica está vinculada a la agri-cultura y al mismo tiempo a la industria maquilera, entre otros. Los hombres se dedican a la agricultura, a la pesca artesanal, a realizar oficios varios y sub empleos en la

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zona; pero las mujeres se están abriendo cada vez más espacio en el ámbito laboral; la mayoría de ellas tiene la opción de trabajar en las maquilas4, oficios varios o sub empleos, lo que les permite desarrollar cierta autonomía que a la vez va perfilando entre ellas una representación social de mujeres capaces para participar en actividades que impliquen liderazgo; aun cuando sigue siendo per-sistente entre ellos y ellas la representación social de las mujeres como responsables directas de las tareas repro-ductivas.

Las tareas reproductivas que las mujeres desempeñan en su hogar y en la comunidad son las mismas que sus madres desempeñaban. Una de las entrevistadas comentó lo que más recordaba de su mamá: “ella nos mandaba a hacer oficios, nos ponía a vender...cuando había arrojo de caña íbamos a trabajar”, mientras que del padre recuerda: “él trabajaba de ordeñar unas vacas que tenía”. De esta manera, los patrones de conducta han sido transmitidos de generación en generación, las mujeres encargadas del trabajo de casa y los hombres del trabajo fuera de ella, llevando el sustento al hogar, sólo que antes la mayoría de los hombres realizaban sus actividades laborales en un espacio público cercano al espacio comunitario y ahora salen a laborar a otros espa-cios públicos más lejanos.

Un hecho a resaltar es la participación de algunos hom-bres en la realización de las actividades domésticas, y que a pesar de este nuevo rol, tienen mayor posibilidad que las mujeres de usar parte de su tiempo en lo privado, para descansar. Como lo expresa una de las entrevista-das: “Yo le digo a mi esposo, galán vos que sólo haces una media cosa y luego te acostás en la hamaca, oís música, ves tele, luego te vas… Yo no, que hago una cosa, que hago otra, que ya el almuerzo, al rato ya hay que hacer la cena y nunca termino”. Esto refleja el diferente uso que las mujeres y los hombres hacen del tiempo y los espacios; y el hecho que las mujeres toman conciencia del mismo.

Por otro lado, según lo expresado en el focus group de hombres, ellos tienen la percepción de que las muje-res son capaces de hacer muchas cosas en el ámbito laboral y que pueden igualar el tipo de trabajo que los hombres realizan: “he visto mujeres que son más buenas para trabajar que el hombre, manejan camiones, tra-bajan el río y lo hacen perfectamente”, comentó David. Sin embargo, otro miembro de la Directiva expresó una opinión diferente: “sí, es cierto que hacen muchas cosas, pero lo que no pueden hacer son las cosas de fuerza… los hombres tienen que hacer las cosas de fuerza… ellas

4 Fábricas multinacionales textiles que tienen sus filiales en zonas francas de países sub desarrollados, lo que les facilita la obtención de mano de obra a bajo costo.

están hechas para estar en la casa y los hombres para traer el pan a la casa, eso lo dice el Señor (Dios)”. Estas ideas opuestas, referidas a la capacidad de las mujeres y a la naturaleza de las actividades que debe realizar, refle-jan una percepción ambivalente de la comunidad sobre sus capacidades.

En cuanto a la participación en la Directiva, las mujeres de la comunidad Tierra de Israel creen que deben “some-terse a su compañero de vida” y, por ende, dejan que él tome la decisión de que ellas puedan participar o no. Un directivo expresó que a la hora de elegir a los miembros de la Directiva, se pide el apoyo a las mujeres pero ellas sólo aceptan si su pareja les permite, razón por la cual su participación se ve limitada, tal como lo expresó Esme-ralda: “me gustaría cosas así, pero él (pareja) no me deja, porque a mí sí me gusta, pero ayudarles a algo que, pues sí, motive a la gente, como cositas así, pero el hombre no me deja”. Respecto a lo anterior se puede afirmar que de no ser por el impedimento que les supone a las mujeres la sujeción a la opinión de que tienen sus parejas, ellas estarían dispuestas a participar.

Si bien, en esta comunidad hay una participación mino-ritaria de las mujeres en la Directiva Comunal, las que participan lo hacen en cargos de secretaria y vocales cargos en los que realizan actividades relacionadas al tipo de tareas que hacen en el espacio privado. Al res-pecto Esmeralda comentó: “yo con ella (Georgina) hici-mos la horchata, Hilda hizo los panes con pollo; Irma ayudó, otras hicieron pasteles y no participamos en la fiesta. Pero hicimos el fresco”. Al preguntar sobre la labor de los directivos (hombres) en ese mismo proyecto, ellos respondieron que se encargaban de las cuentas, prepara-ban concursos con los caballos y supervisaban que todo fuera saliendo bien.

Estas mujeres se perciben a sí mismas capaces de par-ticipar en la directiva de la misma forma que hace un hombre. Una de las participantes comentó: “yo pienso, no puedo ni escribir, ni leer, pero si yo pudiera hacer esas cosas no me lo impidiera para hacer el trabajo (en la Directiva). La capacidad de la mujer es buena, es igual que la de los hombres”. Las mujeres consideran que el tiempo también es una limitante; varias mujeres piensan que no podrían participar porque suponen que es una responsabilidad muy grande, que les demandaría mucho tiempo y ellas deben dedicarlo a su familia y la casa o a actividades en el espacio público remunerado. Como lo expresó Jacinta: “me toca algo pesado porque hoy (sábado) me toca lavar y hacer limpieza en mi casa…después de pasar trabajando toda la semana”. Nueva-mente, se hace evidente cómo, a diferencia de los hom-bres, las mujeres asumen las actividades reproductivas como una responsabilidad directa, que no les permite

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desligarse del espacio privado; en cambio, los hombres que sí realizan algunas actividades de este tipo en sus casas, no las perciben como una responsabilidad directa, por lo que fácilmente se desligan y pasan a participar en actividades en el ámbito público comunitario.

El caso de la Comunidad Altos del Matazano es diferente, sus actividades económicas están vinculadas a la diná-mica económica de las ciudades de San Salvador y de Santa Tecla, lo cual permite un diferente uso del tiempo y de los espacios, así como una distribución particular de responsabilidades de hombres y mujeres en los espacios público y privado. La mayoría de los hombres trabajan en el espacio público fuera de la comunidad, teniendo acceso a empleos formales, con tiempos de trabajo y descanso bien definidos. Las mujeres por su parte, tam-bién tienen la posibilidad de trabajar fuera de su espacio comunitario.

Esta dinámica económica se tradujo en la ausencia de los hombres en el espacio público comunitario, lo cual abre la oportunidad a las mujeres de participar en el ámbito público de la Directiva Comunal, al punto que hoy en día ellas son la mayoría, ostentando los cargos directi-vos de mayor jerarquía. Por otra parte, el hecho que algunas mujeres trabajen en la ciudad, con una estruc-tura de horarios de jornada completa al igual que los hombres, no impide que ellas continúen cumpliendo su rol reproductivo, como lo expresa Karla, miembro de la Directiva: “la mujer siempre es la que queda ahí viendo donde queda todo, la mujer es la que ordena, ellos ama-necen, desayunan, agarran los cambalaches y se van a su trabajo. Tienen su hora de entrada y su hora de salida, vienen, comen, ven televisión y ahí donde se llega la hora se vuelven a acostar... La mujer no”.

Por otro lado, la percepción que la comunidad tiene de estas mujeres es positiva ya que como lo expresó Leonel: “las que están en la Directiva son buenas en ese trabajo, por lo que deberían seguir haciéndolo por más tiempo”. Aquí se percibe a las mujeres con las mismas capacidades que los hombres, ya que como se decía antes, muchas de ellas, realizan trabajos productivos fuera de la comunidad, incluyendo trabajos realizados típicamente por un hombre.

La percepción de las mujeres sobre sus propias capa-cidades para desempeñar responsabilidades directivas también es positiva, ya las entrevistadas opinaron que todos los cargos implican mucho compromiso y respon-sabilidad y que, aún desde los cargos menores, se tiene la facultad de evaluar a otros miembros: “yo que tengo el cargo más pequeño (vocal de la directiva) tengo que tener por lo menos la actividad de ver lo que están haciendo para ver si está saliendo bien…”. Ellas se sienten capaces

de supervisar y evaluar el trabajo de otros miembros de la comunidad que las apoyan en los proyectos de desa-rrollo, cumpliendo de manera efectiva su rol directivo. Además, esto revela que tienen una creencia favorable sobre la importancia de su participación en la directiva, indiferentemente del nivel de participación en el que se desempeñen.

En esta auto percepción positiva de las mujeres han con-tribuido las capacitaciones que les han brindado diver-sas instituciones en el tema de participación ciudadana y género, entre otras, capacitaciones que les han sido de gran ayuda para afirmar su posición de liderazgo. Sin embargo, a ellas no les parece suficiente y buscan por otros medios seguir aprendiendo y desarrollándose como personas.

Otro factor que posibilita la participación de las muje-res en la Directiva es la legalidad de los terrenos. Las mujeres de esta comunidad poseen más oportunidades de participar en la Directiva por el hecho de ser socias directas de la ADESCO, ya que por consecuencia de un estatuto que la Directiva de esta comunidad ha estable-cido, las mujeres son las que deben ser las propietarias legales de la tierra, y sólo los socios directos de ADESCO tienen el derecho y el deber de formar parte de la direc-tiva comunal.

Estas mujeres han descubierto que el pertenecer a la Directiva y su gestión dentro de la misma es valioso para ellas, su familia y la comunidad. La Presidenta de la Directiva lo confirma: “yo, con mis años, no trabajo sólo por mí, trabajo por los cipotes que están creciendo, para que vivan en un lugar bonito”. Por motivos como el seña-lado anteriormente, las mujeres de la comunidad dejan a un lado su cansancio producto de la doble carga laboral para participar en la Directiva.

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Mujeres participantes de proyectos de UTPMP. Comunidad Tierra de Israel, Departamento de La Paz.

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Análisis ComparativoLos resultados permiten evidenciar el hecho de que la socialización de género implica la segregación de hom-bres y mujeres en el espacio público y privado respecti-vamente; y que al mismo tiempo se producen variaciones y diferencias en el uso del tiempos, dinamizadas y estre-chamente ligadas a las actividades vinculadas al entorno económico de cada comunidad; que como resultado de esas diferencias y variaciones se conforman Representa-ciones Sociales (RS) diferenciadas entre hombres, muje-res y comunidad en los tres casos de estudio.

A partir de la dinámica generada por factores, tales como las formas concretas en que el hombre y la mujer se vin-culan al mercado laboral en el espacio público fuera de la comunidad, se refuerzan y modifican parcialmente los usos del tiempo de espacios sociales y la movilidad entre ellos. Como resultado de esa dinámica pueden surgir diversas representaciones sociales sobre dichos roles y capacidades de los géneros que refuercen o abran espacios para cambios en la socialización inicial. Estos últimos aspectos pueden potenciar o limitar entre otras cosas, el uso y las formas de usos que las mujeres hagan del espacio público comunitario, por ejemplo, como miembros de las Directivas Comunitarias.

En la comunidad Santa Lucía, la dinámica económica caracterizada por actividades agrícolas dentro del espa-cio comunitario les ha permitido a los hombres mayor flexibilidad en el uso del tiempo y mayor facilidad para movilizarse entre los espacios público y privado. Esta permanencia de los hombres en el espacio público comunitario tanto para realizar actividades de produc-ción, como para participar en actividades directivas, ha afirmado la representación social del espacio público como exclusivo de los hombres. Su participación activa desde cargos de poder en la Directiva Comunal, refuerza la representación social del hombre como autoridad y éste es el mecanismo básico que dinamiza las dimensio-nes en esta comunidad (usos del tiempo y espacios y las percepciones sobre las capacidades de las mujeres), de tal manera que la participación femenina en el espacio comunitario se ve limitada.

En el caso de la comunidad Tierra de Israel, la cercanía a la zona maquilera ha abierto un espacio laboral para las mujeres fuera del contexto del hogar y de la comunidad. Estas mujeres se han visto forzadas a salir del ámbito privado en busca de empleo en aras de cubrir las nece-sidades económicas de sus familias, pero esta experien-cia las ha fortalecido y ha permitido el surgimiento de una representación social de las mujeres como personas autónomas y capaces. Esto ha posibilitado la apertura del ámbito público comunitario para su participación. La vivencia en lo público fuera de la comunidad ha signifi-

cado para ellas y para su comunidad un parámetro que identifica y reconoce sus capacidades para realizar tareas y desempeñar responsabilidades en la directiva comuni-taria, que en una época fueron exclusivas de hombres. Sin embargo, debido a la doble carga laboral resultado del trabajo remunerado y las laborales domésticas que deben realizar, la utilización del espacio de la directiva no puede ser igual a la de los hombres y, sólo aquellas mujeres que no estén obligadas a este tipo de respon-sabilidades, por no tener a nadie que se los exija ya sea por su edad o estado civil, son quienes participan en los cargos directivos.

La dinámica económica de la comunidad Altos del Mata-zano, vinculada a las actividades económicas de las ciudades de San Salvador y Santa Tecla consiste, por tratarse de una comunidad semirural cercana a estas ciudades, en la implicación de la mayoría de sus miem-bros en actividades laborales formales e informales fuera del espacio público comunitario. Esto ha puesto en marcha el mecanismo de un uso distinto del espacio público de la comunidad; ya que la mayoría de los hom-bres han debido adherirse a una estructura laboral de jornada completa que, según ellos, les limita participar en la Directiva. Esta situación hizo necesario y fortale-ció el uso del espacio público comunitario por parte de las mujeres propiciando su participación en la Directiva desde cargos de mayor jerarquía; produciéndose un uso combinado del espacio privado y del público comunita-rio por parte de ellas.

Debe resaltarse que las mujeres de la comunidad Altos del Matazano superan los diversos obstáculos de tiempo y responsabilidades domésticas, para concretar su parti-cipación en la directiva comunitaria, ya que ellas además de formar parte de la directiva, cumplen con sus tareas reproductivas, de cuido de su hogar y de los miembros de su familia, incluso se dedican a trabajos producti-vos de tipo informal como el servicio doméstico con el propósito de lograr o completar el sustento familiar. Sin embargo, ellas se sobreponen a la doble jornada laboral, organizando su tiempo y responsabilidades de tal manera que les sea posible asistir a las reuniones y demás acti-vidades de la directiva. Esta actitud denota una predis-posición a participar debido a la valoración positiva que ellas tienen de la directiva comunal y la trascendencia favorable que su participación pueda tener. Tal cual lo expresa Flores y Javiedes (2000) cuando exponen que el valor que una persona le asigne a un objetivo de su exis-tencia, como es el caso el trabajo comunitario, merece un esfuerzo o sacrificio para conseguirlo.

Curiosamente, con los hombres de esta comunidad ocurre la situación contraria, si bien ellos podrían supe-rar la carga que le supone sus actividades laborales y

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asumir simultáneamente responsabilidades directivas, no lo hacen. Argumentan que sus horarios de trabajo no se los permite y este aparente “desinterés” de los hom-bres por participar en la directiva comunal obedece a otros mecanismos: la segregación de género que ellos mismos hacen del espacio público comunitario y el con-trol de poder que las mujeres han logrado en la directiva. Los hombres no quieren compartir el espacio público de la junta directiva con las mujeres, ocupando un rango de menor jerarquía, y tampoco verse involucrados en un espacio “de mujeres”. Esto también se evidencia en un estudio del Centro de Investigación Social (CIS), en una comunidad de Chile, donde los hombres tenían temor de trabajar con un grupo de mujeres fortalecidas, en un contexto de igualdad, prefiriendo evitar involucrarse en espacios considerados femeninos y ser vistos como “poco hombres” (de Toro y Díaz, 2006). Retomando el término de segregación en los espacios se comprende que, en el caso de Altos del Matazano, el código que posibilitaría la coexistencia de hombres y mujeres en la Junta Direc-tiva sería que las mujeres ocuparan los cargos de menor jerarquía, es decir el control o mantenimiento del poder de la directiva debería estar en los hombres, como ocurre hoy en día en los diversos espacios sociales públicos.

Como en el caso de Tierra de Israel donde a las mujeres que pertenecen a la Directiva se les ha asignado cargos de menor jerarquía (secretaria y vocal), cumpliendo con el rol de subordinadas al hombre tanto en el hogar como en la Directiva Comunal, los obstáculos de las mujeres para participar en la directiva se vinculan a su papel como propiedad de su pareja, quien tiene la facultad de decidir si la mujer participa o no en la Directiva Comunal. El rol de subordinación automáticamente refuerza la represen-tación social del hombre como autoridad, responsable de decidir sobre el bien de su familia. Esto es reforzado por Diekman, Eagly, García y López (2008) quienes plan-tean que esta facultad del hombre puede influir en la determinación de la mujer en la toma de decisiones de tener o no una participación en el ámbito público, incluso, en el desempeño de distintos roles sociales que impliquen poder. Por eso que tradicionalmente por el poder que les es otorgado a los hombres, los mismos han ocupado puestos de poder público mientras que las mujeres se han centrado en el ámbito privado. Otras mujeres de la misma comunidad, que a pesar de tener la auto percepción de ser capaces de desempeñarse igual que un hombre en actividades directivas y contar con las habilidades para hacerlo, no tienen la oportunidad de participar porque antes deben cumplir con sus responsa-bilidades en lo privado para luego poder dedicarse, sin reproches de su grupo familiar, a las actividades directi-vas en lo público.

En la medida que las funciones y responsabilidades asu-

midas por las mujeres no son compartidas con la pareja, éstas pierden la posibilidad de organizar sus tiempos y dedicarse a actividades de socialización y desarro-llo en el espacio público comunitario. Como lo afirma Izquierdo y Rodríguez (1988) el tiempo puede ser estruc-turado y organizado tanto por la persona que lo utiliza como por otros (la familia). El mismo autor señala que muchas mujeres, al ocupar un estatus de subordinación, distribuyen su tiempo realizando acciones cuyos propó-sitos están en función de los demás, por encima de los propios, ya que no saben establecer fronteras entre los proyectos personales y los ajenos y abandonan la posibi-lidad de participar en otros espacios de desarrollo, como la Directiva Comunal.

Los hombres al trabajar en el espacio público comunita-rio (como jornaleros) tienen la oportunidad de estructu-rar su tiempo de trabajo y además decidir cómo utilizar su tiempo de descanso realizando actividades en los espacios privado o público, sin que esto represente un descuido de su rol productivo. De esta manera pueden participar en la directiva sin ningún reproche por parte de su pareja o la comunidad. Esto es equivalente a lo que menciona Tuner (1982) respecto a que los hombres del área rural son percibidos como una autoridad natural e incuestionable, capaz de emprender, crear y generar valor a través de su trabajo, por lo cual ni las mujeres ni la comunidad cuestionan el que éste se desligue de responsabilidades en el ámbito privado por estar satis-faciendo la necesidad de su familia y la comunidad en el espacio público. Es así como los hombres específica-mente de la comunidad Santa Lucía tienen la libre potes-tad de decidir si trabajar en la comunidad, en la casa o en su sembradillo sin que esto implique un cargo de conciencia por dejar una cosa u otra. En los tres casos de estudio, se identifica igual capaci-dad de las mujeres respecto a los hombres, según las actividades de tipo operativo que ellas realizan “zanjar, cerrar tuberías…” de las cuales reciben reconocimiento pues son consideradas privativas de los hombres. Esto se contradice con lo que explica UNICEF (2006) sobre la asignación de actividades a las mujeres, que se conside-ran fáciles y que no necesitan mucha capacidad. Pare-ciera que ellas tratan de encajar en el espacio público por medio de la realización de este tipo de tareas asignadas mayormente a los hombres.Específicamente en la comunidad Santa Lucía las muje-res no realizan ninguna responsabilidad directiva, pero son bien conocidas por su participación en proyectos de construcción, logrando de esta manera el reconocimiento de sus homólogos, pero estas actividades no requieren mucha capacidad intelectual y, en general, se perciben como menos difíciles. Por ende, la comunidad las percibe como una actividad comunitaria más sin reconocimiento de capacidades directivas en las mujeres; esto se cons-

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tató en la frase de uno de los entrevistados “quizás ellas no se sienten capaces…” donde el entrevistado atribuye a las mujeres el que ellas no se sientan competentes, siendo que es la misma comunidad la que no las encuen-tra capaces de realizar responsabilidades directivas. Como lo exponen Rubalcava y Salles (2002), la percep-ción de la comunidad representa un contexto que incide en la construcción de la identidad social de las mujeres y sobre la percepción de sus propias capacidades. Muchas mujeres se enfrentan a la limitante de no saber leer y escribir; requisito indispensable (por los estatu-tos de ADESCO) para desempeñar cargos directivos. Aún cuando creen que su participación podría generar cambios positivos dentro de su comunidad y tiene una predisposición favorable a participar, las mujeres no son propuestas por la población, ya que se presume que el trabajo doméstico realizado por las mujeres les demanda demasiado tiempo y, por tanto, no disponen de suficiente tiempo para las actividades en la directiva, además no se cree que hayan desarrollado las compe-tencias necesarias para desempeñarse eficazmente en lo público comunitario. Las mismas mujeres no se perciben capaces, así lo muestra uno de los hallazgos del estudio de Rubalcava y Salles (2002) en el cual las mujeres amas de casa expresaron no sentirse igualmente capaces que los hombres de realizar el mismo tipo de actividades, no así las que trabajaban fuera.

Por el contrario, en la comunidad Altos del Matazano existe el estatuto que posibilita la participación de las mujeres en la Directiva, ya que prioriza que las mujeres aparezcan en el título de propiedad del terreno, adqui-riendo el derecho y el deber de asistir a las asambleas y, además, les da acceso a los espacios donde se toma las decisiones en su comunidad. También ofrece un sentido de apropiación de la tierra generando entre las mujeres un proceso de identidad social que consiste en la percep-ción de pertenencia a la comunidad, la cual según Tajfel y Turner en Flores y Javiedes (2000) tiene asociada una valoración y un significado emocional, que afecta la iden-tidad individual. En este caso, la identidad social sería el proceso articulador entre las mujeres y su participación en la directiva, ya que ellas participan activamente por la identificación con su comunidad y su arraigo a la misma por ser las propietarias legales de la tierra.

Un hallazgo importante en este fenómeno, es que la apropiación del terreno por parte de las mujeres ha per-mitido un tipo de empoderamiento que conduce al logro de una autonomía individual y estimula la organización colectiva, desafiando a la ideología patriarcal con miras a la transformación de las estructuras que refuerzan la discriminación de género y la desigualdad social.

Las mujeres de la comunidad Altos del Matazano han

sido reelectas por años y se alternan entre sí el cargo de Presidencia. Este fenómeno puede tener su explicación en la buena percepción de la comunidad sobre las capa-cidades de estas mujeres y el reconocimiento al trabajo realizado por ellas. Son ellos mismos quienes las apoyan para que continúen al frente de la comunidad, hecho que coincide con lo expuesto por Rubalcava y Salles (2002) con relación a la formación de las percepciones sociales: “los contextos previos son formadores de percepciones, y éstas, una vez formadas, son frecuentemente capaces de ejercer influencia sobre este mismo contexto”. Asi-mismo, las mujeres de esta comunidad se autoperciben capaces de desempeñar responsabilidades en la Direc-tiva, a lo cual ha contribuido el hecho de que ellas han sido capacitadas por organizaciones gubernamentales y no gubernamentales en temas de participación ciuda-dana y género.

Conclusiones

Respecto a los tres casos de estudio, se puede concluir que existen tres Representaciones Sociales (RS) que limitan la participación de las mujeres en las Directivas Comunales y tres que la posibilitan. Dentro de aquellas que dificultan la participación, se encuentra aquella del hombre como autoridad. ésta refleja la creencia patriar-cal que conforma la identidad masculina para el ejercicio de la autoridad principal más jerarquizada y la identidad femenina para el ejercicio de un poder sin autoridad. Si el discurso familiar ha sido fundado en torno a relaciones de poder patriarcal se dificulta el consenso de decisiones, o la toma de responsabilidades conjuntas respetando la autonomía y la interdependencia de la mujer. En segundo lugar, está la figura de la mujer como subor-dinada ante el hombre. Se presenta entre ellas la limi-tante de desarrollarse o participar en espacios de la comunidad y en el desempeño de cargos de toma de decisiones como en las Directivas Comunales, sólo por la simple condición de hijas, madres, esposas o com-pañeras de vida que necesitan la aprobación de una autoridad calificada que autorice su participación. Esta subordinación de la mujer al hombre no es solamente a la pareja sino también al resto de varones en la familia, incluso de la comunidad.Tercero, está la Representación Social de las expectativas que la comunidad y los hombres tienen sobre los roles que las mujeres deben cumplir. Esta representación es asimilada y reproducida por las mujeres. En todas las comunidades estudiadas se cree que las mujeres son las responsables directas de las actividades reproducti-vas que deben cumplir en todo momento, y por ende el tiempo de descanso tiende a ser limitado y sujeto al tiempo de los miembros de la familia, la mujer se siente culpable de anteponer en sus prioridades el desarrollo

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•Fondo de Desarrollo de las Naciones Unidas para la Mujer [UNIFEM], Grupo Interdisciplinario sobre Mujer, Tra-

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social en el espacio público antes de su familia.Por otra parte, en cuanto a las RS que posibilitan la par-ticipación de las mujeres en las Directivas, se encontró en primera instancia la RS de las mujeres con autonomía. Esta representación está fundada en la percepción de la mujer como actor social con derecho y posibilidades de tomar decisiones propias y ser partícipe en la creación de las condiciones de su propio desarrollo en los dis-tintos contextos de su vida. Esta se posibilita aún más cuando ellas se desempeñan laboralmente, el hecho que las mujeres trabajen aumenta el nivel de autonomía en estos contextos, pero se ve fuertemente enfrentada a la sobrecarga laboral que implican las RS de mujer como responsable directa de las actividades reproductivas. Sus opciones de autonomía están limitadas por normas

de género que definen los tipos y niveles de decisión y movilidad apropiados para ellas. Un aspecto a resaltar es que el acceso a recursos económicos es un indicador de la autonomía de las mujeres. Esta RS está presente en algunas mujeres y hombres de las comunidades Tierra de Israel y Altos del Matazano.La segunda representación es la de mujeres capacita-das en liderazgo. ésta permite que ellas y su comunidad perciban el nivel de capacidad que se logra a partir de talleres o capacitaciones de liderazgo que ellas pudie-ran recibir, y como consecuencia directa de las capacita-ciones recibidas, las mujeres se han visto empoderadas para realizar trabajos, que de otra manera no habrían realizado; han sido capaces de identificar sus fortalezas, debilidades y recursos a los que pueden acceder para el

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lA pArTICIpACIÓn dE lAS mUJErES

En lAS dIrECTIVAS ComUnAlES En El SAlVAdor

cumplimiento de proyectos beneficiosos para ellas y su comunidad. Muchas instituciones promueven capacita-ciones sobre equidad de género y liderazgo, con el fin de fortalecer el trabajo comunitario de las mismas ya que son el grupo que más experimenta exclusiones de tipo social y económico. Esta RS se encontró principalmente en la comunidad Altos del Matazano.La última es la representación de mujeres empoderadas por el título de propiedad de sus tierras. ésta ayuda a las mujeres del área rural que tienen muy pocos derechos de propiedad. Como en el caso de Altos del Matazano, en donde logran integrar a sus estatutos de ADESCO el tipo de legislación que prioriza a la mujer en la inscrip-ción legal del lote y le aseguran la tenencia de tierra, evitando su desamparo en caso de abandono del compa-

ñero de vida y posibilitando el acceso a la participación en la directiva, dado que la posesión de tierras fortalece la posición de resguardo de las mujeres en el matrimonio e incrementa su capacidad negociadora, también propi-ciando una mayor participación femenina en la toma de decisiones.De este modo, podemos concluir que el desafío actual para un cambio positivo en la participación de las muje-res en asentamientos de la zona rural de El Salvador se encuentra reposando en tres actores principales: las organizaciones interventoras sociales, la comunidad y las mujeres mismas. Cada uno debiera promover una ciuda-danía plena de la mujer, y fomentar un desarrollo como agente de transformación social que le permita salir de los espacios privados hacia los espacios públicos.

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76 Centro de Investigación Social Un Techo para Chile

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SobrE lA nECESIdAd dE UnA nUEVA ESTrATEgIA dE dESArrollo pArA

AmérICA lATInA

Economista, Mágister en Políticas Públicas. U. de ChileRaimundo Undurraga

El último Premio Nobel de Economía, Paul Krugman, en carta abierta escrita al recién electo presidente de EEUU, Barack Obama, comienza señalando lo siguiente: “Usted está haciéndose cargo en un momento en el que todas las verdades establecidas han desaparecido y toda la sabiduría convencional demostró estar equivocada. Vivi-mos en un mundo que ni usted ni nadie esperaba ver”. A simple vista esta frase revela el cuidado y la profundi-dad de la crisis económica que actualmente se desarrolla en el mundo, sin embargo, lo que el autor en el fondo cuestiona son las consecuencias que puede traer con-fiar ciegamente en un sistema de gobierno económico (y social) sin control, como lo es el mercado en condicio-nes de desregulación. En nuestra región y el mundo, la realidad es que esta crisis está bloqueando el desarrollo de las economías y aumentando la privación de liber-tades de las personas, provocando menor crecimiento, más desigualdad, y aumentando la vulnerabilidad y la pobreza. Por esta y otras razones, esta crisis indudable-mente ha abierto un debate ideológico en torno a las bondades del libre mercado como mecanismo de asig-nación de recursos de la economía, llegando al punto de que algunos intelectuales afirmen el fin del capita-lismo al estilo estadounidense1. ¿Significa esta crisis una puerta de entrada a una renovación del liberalismo como

1 Según Soskice and Hall en “Varieties of Capitalism” (2002), en torno al capitalismo existen dos grandes vertientes: las Liberal Market Economies y las Coordinated Market Economies. Los auto-res sugieren que las firmas no son esencialmente similares entre las naciones, y responden con diferentes estrategias y acciones dependiendo de cual de estos escenarios de política económica es el vigente. Estados Unidos lidera la vertiente liberal.

ideología económica reinante o entraremos a una fase de desarrollo en que tendremos que reemplazar definiti-vamente el modelo? Cabe preguntarse si la actual crisis financiera internacional es un accidente ocurrido en un sistema financiero global básicamente bien diseñado o representa una ruptura fundamental y estructural con el sistema actual imperante en el eje de Estados Unidos y los mercados financieros, que exige un nuevo orden o incluso, un nuevo modelo.La verdad es que el liberalismo económico, aquella ideo-logía que sitúa en el centro de sus preocupaciones a la empresa y al individuo, bajo la premisa de que la libertad en el funcionamiento de los mercados es la manera más eficaz de generar crecimiento económico, junto a esta-dos de tamaño mínimo y fuertes incentivos al emprendi-miento individual; en promedio no ha tenido tan malos resultados en términos de desarrollo económico y social en América Latina durante los últimos 20 años, espe-cialmente desde 2000 en adelante. Podemos criticar el espíritu exclusivista y residual del modelo, con demo-cracias que muchas veces no hacen eco del poder de la ciudadanía. Sin embargo las recomendaciones suge-ridas por el consenso de Washington y seguidas por la mayoría de los países latinoamericanos desde mediados de los ochenta hasta la actualidad, al menos durante los últimos 9 años, se han traducido en mayor creci-miento económico y avances importantes en el desarro-llo humano de la población2. Si bien existen diferencias

2 Durante los 80 y los 90 la implementación del modelo neoli-beral generó altos costos, principalmente por los severos planes de ajuste y la significativa reducción del tamaño del Estado que desprotegió a las mayorías.

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considerables en el tipo de reformas económicas que se han venido implementando entre los distintos países3, y por tanto en el tipo de capitalismo que ha adoptado cada uno de ellos, lo cierto es que desde el comienzo de la última década, América Latina ha progresado mucho en objetivos como la reducción de carencias en la nutrición infantil, el aumento en índices de escolaridad, la mejora del acceso al agua potable, y la reducción del hambre, a pesar de que progresa lentamente en la reducción del fracaso escolar en la enseñanza primaria, la reducción de la mortandad en el parto, el control de la propagación del sida, la promoción de la sostenibilidad medioambiental y

3 Al menos hay dos ejes identificables: las naciones ortodoxas como Chile, Brasil, Colombia y Perú; y las naciones heterodoxas como Bolivia, Argentina, Venezuela y Honduras. Los ejes se pueden diferenciar por el nivel de dependencia que tienen con los mercados internacionales (apertura de sus economías) y tamaño del Estado, pero tienen otros aspectos en común como el poco valor agregado de la producción con economías orientadas a la exportación de recursos naturales.

la mejora de la sanidad básica4. Esto ha permitido entre otras cosas que la incidencia de la pobreza y la indigen-cia en la región se reduzcan en 15 y 10 puntos porcen-tuales respectivamente durante las últimas dos décadas, logrando una marcada tendencia a la baja desde el año 2002 en adelante (Gráfico 1), explicado en gran parte por el alto y sostenido crecimiento económico que tanto persigue este modelo económico.El liberalismo económico ha generado aumentos en los niveles de PIB por habitante y consecuencia de ellos, ha aumentando en alrededor de un 25% el ingreso per cápita de la región. El desarrollo de nuevos mercados ha permitido que el desempleo urbano disminuya paulati-namente desde 2003 en adelante, llegando a tasas que se aproximan a un 8% (Tabla Nº 1). De alguna manera, estos cambios han traído progreso a la región, aunque no en las magnitudes prometidas por el neoliberalismo y su teoría del “chorreo”. A pesar de que exista cierto

4 www.worldbank.org/

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01980 1990 1997 1999 2002 2006 2007 2008

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Indigentes Pobres no indigentes

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b/

GRáFICO 1AMéRICA LATINA: EVOLUCIóN DE LA POBREzA Y DE LA INDIGENCIA 1980 - 2008 a/

porcentaje de personasPorcentajes

Volumen de población

Millones

Fuente: Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), sobre la base de tabulaciones especiales de las encuestas de hogares de los respectivos países.a/ Estimación correspondiente a 18 países de la región más Haití. Las cifras colocadas sobre las secciones superiores de las

barras representan el porcentaje y número total de personas pobres (indigente más pobres no indigentes).b/ Proyecciones.

Fuente: Panorama Social, Cepal, 2008

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escepticismo de que la gente hoy vive mejor, lo cierto es que vive más. La esperanza de vida al nacer calculada para ambos sexos, refleja que en 25 años la gente habrá logrado en promedio aumentar en 10 sus años de vida, llegando a cifras cercanas a las de países desarrollados que bordean los 80 años en este indicador, es decir, el año 2010 la población latinoamericana tendrá un prome-dio de vida de 75 años5.Aún cuando estos cambios demuestran avances impor-tantes en el desarrollo de América Latina, la región con-tinúa en deuda en materia de distribución del ingreso, no sólo por los efectos que generaría en la profundiza-ción de las democracias, la igualdad de oportunidades y aumento de la libertad de las personas, sino también por los impactantes efectos que tiene la redistribución de ingresos en la reducción de la pobreza. Al observar los índices de elasticidad – ingreso de la pobreza (Tabla 2), podemos notar que en la totalidad de los países lati-noamericanos, el crecimiento económico ha afectado positivamente a la reducción de la pobreza, excepto en el caso de Uruguay. También hay economías en que el impacto del crecimiento en la reducción de la pobreza fue más agresivo que otros. Entender de mejor manera estas diferencias requiere analizar las distintas modali-dades de crecimiento de los países, o de manera más específica, la forma en que el crecimiento económico se tradujo en cambios en el nivel y la distribución de los ingresos de los hogares. La relación entre la variación en el ingreso percibido por los hogares y su impacto sobre la tasa de pobreza puede ser analizada efectuando una descomposición que con-sidera, por una parte, el crecimiento en el ingreso medio de las personas, o “efecto crecimiento”, y por otra parte

5 Anuario Estadístico, Panorama Social 2008, Cepal

los cambios en la forma en que se distribuye dicho ingreso, o “efecto distribución”. Ambos componentes dan cuenta de la totalidad de la variación de la tasa de pobreza en un período determinado. Según datos de la Cepal de 2002 a 2007, podemos observar, por ejem-plo, que el crecimiento de los ingresos medios ha sido el factor predominante en la reducción de la pobreza y la indigencia en Argentina (área urbana), Colombia, Ecuador (área urbana), Guatemala, Honduras, México, Nicaragua, y Venezuela, que son parte del grupo de países que tuvieron una mayor reducción de las tasas de pobreza e indigencia en esta década. No obstante, estos avances habrían sido bastante menores si no hubiesen habido mejoras redistributivas, ya que en la mayoría de los países en los que predominó el efecto “crecimiento”, entre un 30% y un 40% de la disminución de la pobreza es explicado por el efecto “distribución”, y porcentajes algo mayores explican la disminución de la indigencia. Por su parte, en los casos de Bolivia, Brasil, Chile, Costa Rica, El Salvador, Panamá y Paraguay más de un 50% de la reducción de la pobreza es explicado por la redistribu-ción de los ingresos6. Estos resultados demuestran que dado que el crecimiento y la redistribución de los ingre-sos son factores complementarios en la reducción de las tasas de pobreza e indigencia, las deudas en materia de desigualdad en la región no se pueden mirar como obje-tivos secundarios, ya que afectan de manera directa el bienestar de la mayoría de la población, especialmente a los grupos de menores ingresos. Esto no debilita la idea de que para repartir primero hay que crecer, y que el crecimiento económico es y debe ser la primera priori-dad de los países en desarrollo. Precisamente en eso ha consistido la estrategia de desarrollo de la mayoría de

6 Panorama Social 2008, Cepal

Año pIb/habitante (en dólares

del 2000)

Ingreso por habitante (en

dólares del 2000)

desempleo Urbano

1990 3516.3 3 335 5.8

1999 3976 3 818 11.0

2000 4075.2 3 948 10.4

2001 4033.6 3 882 10.2

2002 3966.4 3 819 11.0

2003 4001.2 3 866 11.0

2004 4190.1 4 087 10.3

2005 4338 4 279 9.1

2006 4526.4 4 525 8.6

2007 4722.4 4754 8.0

TABLA 1. PIB E INGRESO POR HABITANTE 1990 – 2007

Fuente: Anexo Estadístico Panorama Social Cepal 2008

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los países latinoamericanos: crear una economía social de mercado basada en el crecimiento económico como motor de generación de empleo e ingresos para el desa-rrollo de políticas públicas que mejoren el nivel de opor-tunidades de los individuos7. El problema es que este modelo en todas sus versiones no alcanza a satisfacer la búsqueda de oportunidades de toda la población. Es un modelo que no da abasto. He aquí la urgencia de elabo-rar una estrategia de desarrollo a escala humana, cohe-rente con las necesidades de las personas, partiendo por aquellos que aún no han logrado acceder de manera per-manente a las condiciones mínimas para vivir. La actual crisis económica siembra serias dudas sobre

7 Nuevamente es importante señalar que los países obedecen a formas de implementación del capitalismo que difieren entre ellos. Los países más ortodoxos funcionan bajo un capitalismo anticíclico con política fiscal responsable y Estados que focalizan las políticas sociales en los sectores más vulnerables, mientras que los países más heterodoxos obedecen a modelos de capita-lismo cíclico (gasto depende del ciclo económico) con estructuras con Estados más fuertes que acogen de manera más universal las demandas de la clase media.

las futuras bondades del modelo de economía liberal al estilo estadounidense. Mientras América Latina y El Caribe debatían sobre las estrategias para enfrentar el choque de los precios de los alimentos y la energía, sus efectos inflacionarios y efectos sobre la pobreza y el cre-cimiento; la anunciada crisis financiera estalló. Lehmann Brothers declaró la quiebra y bastaron dos semanas para que el sistema financiero global se declarara en colapso, con una magnitud no vista en ochenta años. Serán varias las versiones que interpreten las causas de esta crisis, pero no hay duda que el Estado tuvo una incidencia preponderante con el déficit en su acción regulatoria, y diseños institucionales débiles que no permitieron con-trolar los riesgos tomados por las empresas calificadoras de deuda. Pero independientemente de ese debate, que obviamente es de suma importancia, lo cierto es que el mundo ha sufrido este contagio y esto ha afectado nota-blemente a Latinoamérica y el Caribe y especialmente a los que menos han contribuido a esta situación: los pobres, los vulnerables. Los avances experimentados durante la década en mate-ria de crecimiento económico y reducción de la pobreza

pais año inicial año final Variación porcentual Anual Elasticidad – ingreso

Tasa de pobreza Tasa de

Indigencia

pIb per

capita

pobreza Indigencia

Argentina 2002 2006 -18% -23% 7,8% -2.2 -3

Bolivia 2002 2007 -3% -3% 1,9% -1.5 -1.8

Brasil 2001 2007 -4% -7% 2,1% -1.7 -3.3

Chile 2000 2006 -6% -9% 3,1% -2 -2.8

Colombia 2002 2005 -3% -7% 3,5% -0.9 -1.9

Costa Rica 2002 2007 -2% -8% 4,6% -0.4 -1.8

Ecuador 2002 2007 -5% -9% 3,3% -1.4 -2.6

El Salvador 2001 2004 -1% -5% 0,3% -3 -15.6

Guatemala 2002 2006 -2% -2% 1,0% -2.3 -1.5

Honduras 2002 2007 -2% -3% 3,8% -0.6 -0.9

México 2002 2006 -5% -9% 2,4% -2.1 -3.6

Nicaragua 2001 2005 -3% -7% 1,9% -1.5 -3.7

Panamá 2002 2007 -5% -8% 5,9% -0.8 -1.4

Paraguay 2001 2007 0% -1% 1,7% -0.1 -0.5

Republica Dominicana 2002 2007 -1% 0% 5,2% -0.2 0.1

Uruguay 2002 2007 3% 4% 6,9% 0.4 0.6

Venezuela 2002 2007 -10% -17% 5,7% -1.8 -3

Promedio Simple -1.2 -2

Fuente: CEPAL, sobre la base de tabulaciones especiales de las encuestas de hogares y de cifras oficiales de los respectivos países

TABLA 2: AMéRICA LATINA (17 PAíSES): ELASTICIDAD - INGRESO DE LA POBREzA Y LA INDIGENCIA 2002 – 2007

SobrE lA nECESIdAd dE UnA nUEVA ESTrATEgIA dE

dESArrollo pArA AmérICA lATInA

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se verán mermados por la crisis. Lamentablemente Amé-rica Latina va a retroceder, lo cual obligará a emprender nuevas estrategias para ubicarse ojalá en el mismo lugar en que se encontraba hace un año. Queramos o no, la crisis viene a destruir parte del camino recorrido. En un informe de enero de este año publicado por la CEPAL (Comisión Económica para Latinoamérica y el Caribe), titulado “La actual crisis internacional y sus efectos en Latinoamérica y el Caribe” se prevé que el impacto de la crisis económica y financiera mundial en las economías de la región y el Caribe, se canalizará principalmente por el contagio financiero del desequilibrio de las economías desarrolladas y el aumento del endeudamiento externo, lo cual limita la liquidez de las empresas (principalmente las pequeñas y medianas) generando un fuerte aumento en el desempleo, especialmente para los trabajadores mas pobres con bajos niveles de capital humano. Otros canales importantes son la disminución de la inver-sión extranjera directa; la disminución de la demanda externa y consecuente disminución de las exportaciones e ingreso de las empresas locales; el debilitamiento de los mercados laborales; la caída en las remesas de los trabajadores (que para algunos países latinoamericanos representan casi un 40% del PIB); y la caída de los precios de los productos básicos, que daña una proporción con-siderable de las canastas de exportación de los países latinoamericanos, generando un cambio en los términos de intercambio y una disminución en los ingresos públi-cos y privados. Los efectos de la crisis se propagarán tanto a nivel macroeconómico como microeconómico y los grupos sociales más vulnerables serán los más afec-tados. Pero el impacto sobre las condiciones de empleo y pobreza en la región dependerá de la estructura pro-ductiva de los diferentes países. Se espera que a corto plazo aumente el desempleo y el salario real se estan-que, mientras que a mediano plazo la tasa de participa-ción laboral disminuya dado el bajo incentivo a buscar trabajo en condiciones adversas. La crisis generará una disminución en la demanda de trabajo, lo cual afectará en mayor magnitud a los trabajadores con menores niveles de productividad, los cuales se concentran prin-cipalmente en sectores de menores ingresos con bajos niveles de capital humano. Al respecto hay que conside-rar que gran parte del empleo es absorbido por empre-sas pequeñas y medianas, las cuales irremediablemente son las más afectadas en escenarios de baja liquidez. Mientras tanto, tomando en cuenta que la tasa de infor-malidad se encuentra en torno a un 52%, la mayoría de los trabajadores tendrán que atravesar la crisis en traba-jos de mala calidad, inestables, mal remunerados y sin cobertura de seguridad social, si es que logran encontrar trabajo. En 2006, el 33,2% de los trabajadores informales eran pobres, en comparación con el 15,9% de los trabaja-dores formales8. Tomando en cuenta que la informalidad

8 “La actual crisis internacional y sus efectos en LAC”, CEPAL

y la pobreza van de la mano, se prevé que esta última aumente ante un escenario de crisis que eventualmente afecte las condiciones de empleo y haga crecer la infor-malidad. Por otra parte, si los hogares de menores ingre-sos pierden otras posibles fuentes de ingresos (como las remesas), sin duda aumentarán aún más la pobreza. Ante estas predicciones, el año 2008 bien puede haber mar-cado el fin de una década de descenso de la incidencia de la pobreza y la pobreza extrema en la región. CEPAL pro-yectó al inicio del 2008, entre 10 y 15 millones más de personas por debajo de la línea de pobreza para ese año (esencialmente afectados por la crisis de los alimentos y el precio de la energía) y podría tener aún mayores reper-cusiones sociales y distributivas en el 2009 producto de la crisis financiera mundial, impactando de manera des-proporcionada a las poblaciones con mayores niveles de rezago y marginación.Otro Premio Nobel de Economía, Amartya Sen, especial-mente influyente en materia de justicia indicaba que “ter-minar con la pobreza, la indigencia, la enfermedad y la desigualdad de oportunidades es la base de mi trabajo”. Seguramente la ciencia económica seguirá siendo funda-mental para el progreso de las sociedades, pero tal como el liberalismo económico cambió el mundo, es coherente proponer que quien debe cambiar ahora es el liberalismo económico. Esta crisis obliga a repensar la economía del bienestar y reflexionar en torno al tipo de evidencias en las cuales hay que centrarse para hacer frente a priorida-des que en el tiempo aparentaron ser prioridades, pero que en la realidad no se hicieron efectivas. Falta abrir la ciencia económica al aporte de otras disciplinas. Pues si la economía como institución no está siendo benéfica para todos ¿dónde está la multidisciplina y la ciencia en general para hacer frente a estos problemas? ¿Dónde están las nuevas propuestas de política económica y social para reinventar nuestro modelo? ¿Hasta cuándo veremos el mundo que nadie quería ver? A simple vista, un nuevo trato con el mercado significa-ría irremediablemente configurar un nuevo trato con el Estado y la ciudadanía. El mercado podría perfectamente seguir funcionando por sí mismo y seguir generando incertidumbre y desprotección a las mayorías empobre-cidas, y lo lógico es pensar que es rol del Estado regu-larlo de una manera tal que incorpore a la ciudadanía y la haga partícipe de una nueva estrategia de desarrollo. Por más que construyamos una ética del desarrollo que motive valores como la inclusión social, la igualdad de oportunidades y capacidades o la libertad, lo cierto es que esos cambios no provendrán de otro lugar que no sea el Estado. El Estado esta más vigente que nunca, no sólo como última garantía social sino también como regulador. Nunca en la historia los cambios se han gene-rado desde otra institución. Tal como en algún momento fue decisión de los Estados recurrir a estrategias de libre mercado para mejorar el desarrollo económico de sus

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naciones, hoy son esos mismos Estados quienes tienen que decidir que camino seguir ante el dilema que pre-senta esta crisis. Sin embargo, una nueva estrategia de desarrollo requiere una participación íntegra de los ciu-dadanos. El desafío de una mayor participación política y transparencia en las decisiones públicas toma un lugar preponderante no sólo para las autoridades de gobierno sino también para parlamentarios, partidos políticos, medios de comunicación y actores del sector privado y público en general. Porque antes de tomar un nuevo rumbo es necesario escuchar a los ciudadanos, recepto-res del desarrollo. Pero ¿a qué tipo de sociedad aspira-mos los latinoamericanos?Mas allá de las diferencias entre países, en base a datos provenientes de la Encuesta Latinoamericana de Cohe-sión Social 2007 aplicada por CIEPLAN (Corporación de Estudios para Latinoamérica) en siete países latinoame-ricanos, entre ellos Argentina, México, Guatemala, Perú, Brasil, Chile y Colombia, se constata que no hay claridad respecto al tipo de desarrollo que queremos emprender. Lo preocupante es que si bien hay confianza en la demo-cracia como sistema electoral, los cargos de poder están sumamente deslegitimados y la política y sus represen-tantes han perdido credibilidad. A partir de los datos de la Tabla 3, se observa que los latinoamericanos en su mayoría abogan por una socie-dad en que la igualdad social como valor tiene mayor preponderancia que las recompensas a los esfuerzos individuales, aspecto propio del los modelos liberales (liberal market economies). Sin embargo, en su mayoría no creen que sea obligación del Estado entregar a cada

individuo las oportunidades para generar esa igualdad, sino más bien consideran que es misión de cada persona encontrar esas oportunidades para desarrollarse. En el fondo podríamos decir que los latinoamericanos quieren más igualdad, pero no en base a un Estado asistencia-lista. Respecto al dilema crecimiento versus igualdad no existe consenso. Un 38% considera que “una sociedad es mejor mientras más igualitaria, aunque esto frene el impulso de los más capaces”, mientras que un 37% opina que “una sociedad es mejor cuanto más pueda progresar cada individuo, no importando si ello crea desigualdades”. Es decir, pareciera que existe resisten-cia a pensar que las oportunidades deben distribuirse de manera inversa al nivel de capacidades de los individuos (que aquellos con menos capacidades reciban más opor-tunidades), aspecto esencial para un desarrollo inclusivo de los sectores más vulnerables. Tampoco hay consenso respecto al tamaño del Estado. La ciudadanía no se pone de acuerdo en si hay que bajar los impuestos o subirlos para financiar más programas sociales, aunque se incli-nan a pensar que el esfuerzo estatal debe centrarse en los sectores de menos recursos. Esto último es relevante en tanto aclara la tendencia que tienen los latinoameri-canos por preferir estados de bienestar residual (liberal anglosajón), es decir, apoyarían la construcción de un Estado que cubra sólo los riesgos de los más pobres, dejando al mercado dilucidar sobre los riesgos de los no pobres. Esto contrasta con la idea de construir un Estado de bienestar universalista (social demócrata al estilo de los países europeos nórdicos), donde los riesgos se cubren a nivel de toda la sociedad, igualitariamente y

TABLA 3: VISIONES Y ESTRATEGIAS DE DESARROLLO

más de acuerdo con la idea de la

izquierda

1 2 3 4 5 más de acuerdo con la idea de la derecha

En este país debería haber mayor igual-dad social

40% 14% 14% 10% 21% En este país deberían haber mayores recompensas al esfuerzo individual

Es tarea de cada uno buscar oportunida-des para tener éxito en la vida

33% 16% 19% 10% 20% Es obligación del Estado darle a cada uno las oportunidades para tener éxito en la vida

Una sociedad es mejor mientras mas igualitaria, aunque esto frene el impulso de los mas capaces

22% 16% 23% 14% 23% Una sociedad es mejor cuanto mas pueda progresar cada individuo, no importando si ello crea desigualdades

Es mejor reducir los impuestos aunque ello signifique gastar menos en salud, educación y beneficios sociales

20% 13% 27% 16% 23% Es mejor subir los impuestos y gastar mas en salud, educación y beneficios sociales

Todos los ciudadanos deben recibir la misma ayuda del Estado

23% 12% 16% 15% 33% La ayuda del Estado debe destinarse solo a los mas pobres y vulnerables

Fuente: Encuesta ECOSOCIAL 2007, Cieplan.

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no contributivamente. Si bien los gobiernos latinoame-ricanos están lejos de contar con recursos públicos para financiar universalmente los servicios sociales, contar con un estado de bienestar social demócrata evita un vicio propio de los estados residuales, que es la implícita discriminación que se genera sobre los grupos vulnera-bles. El Estado, al preocuparse sólo de ellos, construye identidades diferenciadas que estigmatizan y separan, reforzando la idea de la estratificación basada en el mer-cado, en vez de amortiguarla9.Lo anterior evidencia que si bien los latinoamericanos quieren más igualdad social, no quieren que esta pro-venga por vía de estados grandes que repartan oportu-nidades para todos, sino más bien a partir de estados pequeños que se centren en los grupos más vulne-rables. Esto, sumado al hecho que no quieren repartir oportunidades diferenciadas para los menos capaces ni tampoco aumentar la capacidad del Estado (impuestos) para acoger a los grupos más vulnerables, revela desde mi punto de vista una estrategia que es insostenible. No podemos pensar en equidad si se está dispuesto a entregar gran parte de la distribución al mercado. Es difícil concebir equidad con estados mínimos, a excep-ción de que estos realmente regulen en beneficio de los ciudadanos-consumidores y no de las empresas. Pero ¿qué puede llevar a los latinoamericanos a rechazar una estrategia de desarrollo que involucre la construcción de estados fuertes con alta presencia en los mercados, si la vulnerabilidad que genera el sistema no es sostenible para todos? Tal vez la búsqueda de un estado mínimo es reflejo de la desconfianza que tienen los individuos en los reales aportes que pueda generar el Estado en el actual sistema. La hipótesis en ese sentido sería que los ciudadanos no quieren más Estado porque definitiva-mente consideran que como institución, éste último no reúne las condiciones para solucionar sus problemas, y más bien constituye un obstáculo para el desarrollo10. Y la verdad es que los datos no muestran algo muy dis-tinto, eso sí con un matiz: el problema no sería la natu-raleza del Estado, sino más bien sus representantes y administradores. En un contexto en que un 70% cree que los pobres tienen una probabilidad baja o muy baja de salir de la pobreza, nos encontramos con que los ciuda-danos opinan en su mayoría que “a la gente que dirige el país no le importa lo que pase a personas como yo” (ver Tablas 4 y 5).

9 Esping Andersen (1999)10 Este era el argumento que daban Reagan y Tatcher para desmantelar el Estado en los 80, instalando la idea del Estado problema, no solución.

TABLA 4: CONFIANzA EN EL SISTEMA

¿que probabilidad cree usted que tiene un

pobre de salir de la pobreza?

%

Muy Alta 3

Alta 15

Ni Alta Ni Baja 12

Baja 48

Muy Baja 22

Total 100

Fuente: Encuesta ECOSOCIAL 2007, Cieplan

TABLA 5: CONFIANzA EN LOS QUE DIRIGEN EL PAíS

“A la gente que dirige el país no le importa lo

que pase a las personas como yo”

%

Muy de acuerdo 15

De acuerdo 45

Ni de acuerdo ni en desacuerdo 12

En desacuerdo 25

Muy en desacuerdo 2

No sabe / No responde 1

Total 100

Fuente: Encuesta ECOSOCIAL 2007, Cieplan

A esto se suma que el índice de desaprobación a los políticos es muy alto. Observando los datos de la Tabla 6, ni alcaldes, ni diputados, ni senadores, ni presiden-tes obtienen niveles de confianza mayores al 50%. Peor aún, un 80% declara tener poca o ninguna confianza en los partidos políticos, y porcentajes no muy distintos se observan respecto al congreso y los tribunales de justi-cia. Podríamos decir que el gobierno y la policía son las instituciones “mejor evaluadas” (Tabla 7). Es realmente sorprendente el desprestigio de las institu-ciones políticas y públicas. Sin embargo, a pesar de este panorama de desconfianza, un 60% sigue prefiriendo la democracia a cualquier otro sistema de gobierno y sólo un 20% optaría por gobiernos autoritarios. El resto se declara indiferente. Es decir, la gente confía en la demo-cracia, pero no en el sistema económico ni en el Estado y sus dirigentes. Ante este escenario no queda otra que pensar que los ciudadanos en su mayoría prefieren con-fiar en ellos mismos y no esperar mucho del Estado. Esto

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evidentemente afecta las proyecciones de futuro de los latinoamericanos. Ante un sistema económico injusto, excluyente y en crisis, que trae inestabilidad e incerti-dumbre, donde el Estado no les da confianza y no les garantiza un equilibrio, es esperable que los ciudadanos sientan que el destino que tienen por delante depende de ellos mismos y de nadie más. Pregunto, ¿podrá este modelo hacer frente al desafío de la cohesión social? ¿En base a qué imagen de futuro estamos pensando los lati-noamericanos esta nueva estrategia de desarrollo? Según Pedro Güell, experto en sociología del desarro-llo, “sin una buena imagen del futuro es difícil actuar para construirlo. La imaginación de lo que queremos que ocurra y la anticipación de lo que creemos que ocurrirá son necesarias para orientar las acciones en el marco de lo posible. Desear un futuro es una condición del cambio. Supongo que está en el corazón de cualquier antropología progresista creer que pueden construirse reflexiva e intencionalmente futuros distintos a los que dicta la simple adaptación a ley de la evolución”11. Esto implica que un cambio en nuestra estrategia de desa-rrollo nos obligaría a definir un futuro que no se base sólo en las condiciones externas, sino que también en la incorporación de la imagen de futuro que está dentro de las personas, aquella fuerza que organiza la subjetividad individual, la acción individual y las relaciones sociales. Es la manera en cómo las personas se están pensando a sí mismas y en relación a los demás. Esto es impor-

11 Güell (2009)

tante, pues finalmente las personas emplean las imáge-nes de futuro para definir su acción presente. Lo que ha sucedido con el sistema económico y con el Estado en América Latina es que las promesas de futuro han per-dido eficacia, y el problema no es que el modelo no haya cumplido lo que prometió, sino que las expectativas de desarrollo generadas fueron tan amplias que hoy la ciu-dadanía las considera insuficientes y aboga por hacerlas cumplir a como de lugar, sobretodo en un escenario de crisis. La gobernabilidad y el consumo ya no satisfacen las expectativas de futuro de los individuos. Valdría la pena cuestionarse por qué nos sentimos tan invalidados colectivamente y sin un rumbo claro, o por qué nos sen-timos poco dueños de nuestro presente y tenemos tanta incertidumbre sobre el desarrollo del futuro. ¿Dónde está ese Estado cercano que genera tranquilidad y confianza en los ciudadanos, a pesar de que nos encontremos en tiempos de crisis? ¿De qué Estado estaremos hablando una vez que finalice esta crisis económica? O dicho de otra manera, ¿en qué consiste nuestra nueva estrategia de desarrollo?

Preguntarnos por el futuro de las tendencias económi-cas es importante, pero también sirve preguntarse por el estado presente de nuestras promesas sobre el futuro y las consecuencias que están teniendo éstas en el accio-nar de los latinoamericanos. Y para ello, hoy más que nunca necesitamos un Estado que sea capaz de estable-cer promesas creíbles a la ciudadanía, que finalmente permitan dar sentido colectivo a la manera en cómo un chileno, un argentino, un hondureño, un costarricense,

TABLA 6: CONFIANzA EN LOS POLíTICOS

¿Cuanta confianza tiene usted

en…?

mucha bastante Alguna poca ninguna no lo

conoce

no Sabe / no

responde

Total

Alcalde de su comuna 7 12 21 31 25 3 1 100

Diputados de su distrito 2 5 17 34 32 9 1 100

Senadores de su distrito 1 4 16 34 34 10 1 100

Presidente de la República 10 15 22 28 24 1 0 100

Fuente: Encuesta ECOSOCIAL 2007, Cieplan

TABLA 7: CONFIANzA EN LAS INSTITUCIONES

gobierno Congreso partidos políticos policía Tribunales de Justicia

Porcentaje de personas que tienen poca o ninguna confianza en… 58% 75% 80% 63% 71%

Fuente: Encuesta de Cohesión Social 2007, Cieplan.

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un ecuatoriano o cualquier otro latinoamericano desee sentirse parte de su patria y su desarrollo.

El PNUD ha realizado una recomendación interesante para llevar adelante esta tarea, al menos desde la pers-pectiva de los desafíos del desarrollo de Chile, los cuales eventualmente pueden ser extrapolables a la realidad de las necesidades del resto de los países latinoameri-canos. Lo que esta institución observa, es que hoy las personas tienden cada vez más a organizar su vida de acuerdo a sus opciones personales, resaltando sus dife-rencias del resto, lo cual hace más compleja la tarea de crear un mundo en común que organice culturalmente a la sociedad. Al mismo tiempo observan que el orden institucional opera en ámbitos cada vez más descen-tralizados, cobrando mayor importancia la articulación de procesos independientes y el manejo de la incerti-dumbre del entorno, haciendo más difícil sostener una organización institucional única que regule las dinámi-

Referencias Bibliográficas

• Andersen, E. (1999). Fundamentos sociales de las economías post industriales. Barcelona: Ariel.• CEPAL. (2009). La actual crisis internacional y sus efectos en América Latina y el Caribe. Santiago:

CEPAL.• CEPAL. (2008). Panorama Social en América Latina . Santiago: CEPAL.• Güell, P. (2009). Chile: Hacer creíble una promesa del futuro. Revista de Desarrollo Humano, Boletín

Nº 54.• Hall, P., & Soskice, D. (2001). An introduction to varieties of capitalism. En P. Hall, & D. Soskice,

Varieties of Capitalism: The institutional foundations of comparative advantage (págs. 1-68). Oxford: Oxford University Press.

• PNUD. (2009). La manera de hacer las cosas. Informe de desarrollo humano 2009. Santiago: PNUD.

cas de la sociedad12. De esta manera, atender más a las formas cambiantes y diferenciadas a partir de las cuales los actores tejen sus relaciones con los demás y definen sus objetivos comunes, ya sea a través de la negocia-ción, el conflicto o el intercambio, es una tarea central. Es decir, la promoción y conducción del desarrollo debe prestar una mayor atención al modo de actuar de las personas o al universo de las prácticas. Es desde esta premisa que el PNUD ofrece una “nueva manera de hacer las cosas” que permita aprovechar realmente el actual piso de oportunidades construido hasta el momento y enfrentar los desafíos que surgen de él. No es casual que la ciudadanía se llene de críticas a iniciativas públicas, donde el común denominador sea el modo en que se llevan a cabo las acciones. Esta visión es conducente a la idea de que un nuevo modelo de desarrollo, subyace a la idea de un nuevo Estado que cambie la manera como viene haciendo las cosas.

12 PNUD (2008)

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JUVEnTUd Y CUlTUrA En CAmpAmEnToS:

lA ExpErIEnCIA dE do IT

“Todas las personas y todas las comunidades tienen el derecho de participar en su propia cultura en la forma en que deseen: sea mediante el idioma, las costumbres rituales, el arte o la música, o cualquiera de las múltiples formas mediante las cuales se expresan los seres huma-

nos de todo el mundo” (Informe Mundial de Desarrollo Humano, PNUD, 1993).

La cultura, según UNESCO, se define como la forma de convivir en comunidad, es decir, como una forma que

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aborda tanto las representaciones concretas mediante las cuales se organiza la convivencia entre las personas, además de expresiones visuales e ideas que permiten representar las diversas formas de convivencia, tanto reales como ideales. Es así como la cultura se consti-tuye en la medida en que la persona interactúa con otros (PNUD, 2002).

En este contexto, la experiencia de “Do it”, se puede defi-nir como una expresión de la cultura. “Do it” es un pro-yecto que nace en 1993 y cuyo objetivo principal es que personas sin conocimientos artísticos desarrollen obras de arte a partir de la interpretación de obras realizadas por artistas internacionales, quienes las explican en un libro mediante simples instrucciones.

Para el curador suizo, Hans Ulrich Örbist, creador de esta idea, las instrucciones para realizar una obra de arte, permiten ocupar espacios vacíos y evocan diver-sas posibilidades de interpretación de obras artísticas de una manera totalmente libre. “Do it” sitúa su base en

la capacidad interpretativa de las personas utilizando materiales simples y llevando a cabo acciones cotidia-nas. Por esto, nunca dos interpretaciones de las mismas instrucciones son idénticas.

En Chile, “Do it” se desarrolló como una muestra orga-nizada por el Centro Cultural Matucana 100 en cola-boración con Un Techo para Chile y con el auspicio de la Fundación Andrónico Luksic. Un Techo para Chile se encargó de formar duplas de trabajo, compuestas por un poblador de campamento y un voluntario de la insti-tución. Cada pareja ejecutó las instrucciones dadas por los artistas internacionales y crearon obras a partir de su propia interpretación. De esta manera, se expusieron 34 proyectos.

Cabe destacar que previo a la inauguración de la expo-sición, los voluntarios y pobladores trabajaron inten-samente con los curadores de Matucana 100, Camila Marambio y Camilo Yáñez. En un primer momento, las parejas recibieron una capacitación sobre Historia del

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Voluntarios de UTPCH junto a curador de Matucana 100.

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Arte. Una vez iniciado el desarrollo de los proyectos, las parejas pudieron discutir con los curadores respecto a los materiales, forma y tamaño de sus respectivas obras. De esta forma, el trabajo previo a la exposición fue uno de los aspectos más destacables del proyecto, ya que durante dos semanas, voluntarios y pobladores de cam-pamentos tuvieron la oportunidad de trabajar en uno de los centros culturales más importantes de Santiago.

Otra particularidad del proyecto fue la participación mayoritaria de jóvenes de campamentos, quienes junto a su pareja artística, crearon las obras de arte. Los jóve-nes de campamento viven en permanente situación de marginalidad y exclusión, por lo que muchos de ellos sienten desconfianza o no perciben la utilidad de los sis-temas formales de inclusión, alejándose de ellos. Es por esto que el hecho de que se hayan superado las barreras de acceso a este grupo particular, motivándolos a parti-cipar en esta iniciativa artística, se constituye como un importante avance.

La exposición se presentó en dos etapas, la primera exhibida desde el 22 de mayo hasta el 29 de junio, y la segunda exhibida entre el 4 de julio y el 10 de agosto, en cada una de las cuales se presentaron diecisiete pro-yectos. “Do it” se dividió en dos partes con el objetivo de profundizar con las mismas parejas la experiencia artís-tica del proyecto. En una primera instancia, los poblado-res y voluntarios tienen un primer contacto con el arte y se sienten parte de un proyecto que muchas veces no ven como propio y les cuesta comprender. Al volver a trabajar con las mismas parejas, los participantes pudie-ron profundizar en la experiencia, sintiéndose dueños de su proyecto e involucrándose plenamente en los espa-cios culturales de los que han sido marginados.

La primera etapa de la muestra fue inaugurada por María Eugenia Hirmas, Directora Sociocultural y Presidenta de la Red de Fundaciones de la Presidencia y contó con la pre-sencia de Ernesto Ottone, Director Ejecutivo de Matucana 100, el padre Felipe Berríos, Capellán de Un Techo para Chile y Aglae Casanova, Gerente General de la Funda-ción Andrónico Luksic. Para la segunda etapa, se realizó una fiesta a la que asistieron más de doscientas familias de los campamentos de los expositores. En aquella oca-sión, se presentó una obra de teatro y se organizó un almuerzo para todos los asistentes.

Un Techo para Chile se integró a este proyecto con el objetivo de acercar a las familias de campamentos al mundo cultural. Las duplas participantes represen-tan a todas las personas que viven en campamentos y que han sido excluidas del desarrollo del país, lo que incluye la cultura como un ámbito que permite no sólo que ellas participen para crear expresiones artísticas, sino que potenciando además su rol como críticos y cuestionadores de la sociedad. Es así como “Do it” es una oportunidad para incluir en el arte a los más exclui-dos del país, innovando no sólo en el acceso a la cultura sino que también en las formas de pensar el arte en una sociedad donde éste aparece como un aspecto exclu-sivo de las élites.

JUVEnTUd Y CUlTUrA En CAmpAmEnToS:

lA ExpErIEnCIA dE do IT

Inauguración exposición Do it. Centro Cultural Matucana 100.

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“pArTICIpACIÓn SoCIAl Y VolUnTArIAdo En lA EdUCACIÓn

SUpErIor CHIlEnA”: ComEnTArIoS dE CArloS pEñA Y

FErnAndo monTES

El 27 de marzo del 2008 se realizó el lanzamiento del estudio “Participación social y voluntariado en la educa-ción superior chilena”, elaborado por el Centro de Inves-tigación Social (CIS) de Un Techo para Chile. Los rectores universitarios, Fernando Montes SJ, de la Universidad Alberto Hurtado y Carlos Peña, de la Universidad Diego Portales, fueron invitados a comentar sus resultados. A continuación se presentan sus principales ideas.

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A partir de los objetivos de la investigación presentada, abordados como la necesidad de generar una caracteri-zación de la participación social de los estudiantes de educación superior, indagando en los tipos, formas y motivaciones para participar, las instituciones que pre-fieren y los atributos asociados a dicha participación y al trabajo voluntario; Carlos Peña y Fernando Montes SJ, expusieron sus principales ideas respecto a la participa-ción y voluntariado, generando un aporte a la discusión sobre la participación social juvenil en nuestro país.

En primer lugar, el rector de la Universidad Diego Por-tales, Carlos peña planteó que la participación social y el voluntariado pueden ser analizados a partir de dos líneas argumentativas: una línea descriptiva y una línea normativa.

Desde de la línea descriptiva, se analizan los fenóme-nos sociales desde su caracterización, es decir, se descri-ben los fenómenos y sus variables involucradas, a partir de las siguientes preguntas: ¿Cuánta propensión tienen los jóvenes a participar? ¿En función de qué factores se acrecienta o disminuye la participación? ¿Cuáles son las causas asociadas a participar o a no participar?

Adoptando esta perspectiva, Peña realizó el siguiente análisis de los resultados:

En primer lugar, frente a la alta correlación de variables como el nivel socioeconómico, la creencia religiosa, la matrícula universitaria y la participación política, enten-dida como inscripción en los registros electorales, con la participación social, el académico argumentó que en el contexto de nuestro país tales variables están relacio-nadas entre sí. Así por ejemplo, el pertenecer a un nivel socioeconómico alto, se relaciona con asistir a una uni-versidad, lo que a la vez se relaciona con altos niveles de participación social.

Al mismo tiempo, buscando una explicación a dichas correlaciones planteó que “no es extraño que la gente de grupos socioeconómicos más altos tenga más pro-pensión a participar, debido a que su participación tiene un menor costo de oportunidad que la participación de una persona del grupo socioeconómico bajo. Entonces, la mayor participación de los grupos con más ingresos no se puede explicar por qué en éstos hay una propiedad intrín-seca que los haga participar, sino más bien, ellos tienen menos barreras y más oportunidades para hacerlo”. Por tanto, al igual que los recursos económicos, las opciones para participar se distribuirían desigualmente.

Asimismo, Peña continuó su análisis argumentando que “para los sectores de altos ingresos estar en la univer-sidad es algo cotidiano e incorporado en la experiencia como un hábito, como algo normal, por tanto la expe-riencia universitaria se vive con menor ansiedad. De esta forma, es más probable que se distribuya el tiempo de manera que quede tiempo libre para realizar actividades como el voluntariado. En cambio, las personas de sec-tores de menores ingresos que asisten a la universidad, probablemente representan a las primeras generaciones de su familia que asiste a la universidad. Así, su expe-riencia universitaria no es algo cotidiano, ni incorporado como hábito, por tanto genera más ansiedad, lo que puede llevar a que los jóvenes le dediquen más tiempo a sus estudios y no a otras actividades extracurriculares”.

En segundo lugar, destacó como hallazgo importante el hecho de que la mayoría de jóvenes que participan socialmente, lo hace en organizaciones de índole solida-ria, mientras que sólo un 19,1% lo hace en organizacio-nes políticas. A partir de esto, Peña planteó que dicha tendencia se puede explicar debido a que las institucio-nes solidarias tienden a generar espacios de participa-ción que permiten a los jóvenes identificarse con ciertas acciones colectivas, con un imaginario utópico general, que no demanda adhesiones doctrinarias especificas. A diferencia, los partidos políticos exigen una forma de participación y de acción colectiva que requiere de racio-nalización pragmática, burocrática y estratégica.

Al mismo tiempo, planteó que la baja participación polí-tica de los jóvenes se puede relacionar a que el sistema político presenta rasgos que lo hacen lejano a la juven-tud, es decir, presenta problemas de representación. En este sentido, agregó que posiblemente las élites no logran representar a las culturas juveniles.

Como complemento a las explicaciones anteriores, el académico también entregó algunas explicaciones pro-venientes de la literatura relacionada a la temática de la participación juvenil. “El fenómeno de la disminución en la propensión a participar de los jóvenes, se puede explicar también por un cambio en las condiciones cul-turales, debido a que los procesos de modernización han generado un aumento del consumo de bienes materiales y simbólicos, esto a la vez impacta en el aumento de los niveles de autonomía de las personas, es decir, las personas comienzan a actuar de manera individual, por tanto disminuyen la adhesión a organizaciones sociales y decrece el capital social.”

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Desde la segunda línea argumentativa, la línea norma-tiva, Peña explicó que bajo ésta, los cuestionamientos se relacionan a cuán bueno o malo es que los jóvenes participen socialmente, qué se involucren en actividades voluntarias u otro tipo de actividades sociales. Algunas preguntas que deben ser abordadas en esta línea son: ¿Es deseable que los jóvenes participen en organizacio-nes sociales y que se acreciente su participación en orga-nizaciones políticas?

Desde esta perspectiva, el rector planteó la siguiente reflexión: “¿Tenemos que alegrarnos que los jóvenes tengan una alta propensión a participar en organizacio-nes de carácter solidario y menos propensión en parti-dos políticos?”

Tomando una posición frente a la interrogante pro-puesta, expuso que la baja propensión a participar en partidos políticos le hace mal a la sociedad. En este sen-tido, argumenta que la democracia, que es una forma de convivencia indispensable para la expansión de la auto-nomía personal, requiere de la participación política. Así, “jóvenes políticamente apáticos, que desconfían de los políticos y que apuestan en cambio a imágenes utópicas demasiado genéricas, le hacen bien a la sociedad, pero si esto no está acompañado de una participación política, se pueden deteriorar otros bienes muy importantes de la sociedad, como la capacidad de generar cambios socia-les, que provienen de la política”.

El abogado concluyó su análisis reflexionando sobre la idea de que “a pesar de que el trabajo filantrópico provee bienes sociales gigantescos, la evidencia que provee la historia y la literatura es que la política y sus herramien-tas son imprescindibles para definir quién va a estar por arriba y quién por debajo de la escala invisible del prestigio y del poder, es decir, quién va a monopolizar el prestigio”.

Por su parte, el rector de la Universidad Alberto Hurtado Fernando montes SJ, realizó un análisis enfocado prin-cipalmente en la relación entre el modelo de desarrollo actual, la educación superior bajo este modelo y las ten-dencias que mostró el estudio respecto a la participación social juvenil.

El sacerdote afirmó que a partir de su experiencia en el ámbito de la educación, es posible asegurar que la parti-cipación social no se ha abordado como tema central de la formación que una universidad o institución de educa-

ción superior debería dar a sus estudiantes para integrar parte de un proyecto de país.

Al mismo tiempo, planteó que para comprender esta carencia formativa en la educación superior, es necesario entender el modelo de desarrollo que surge bajo los pro-cesos de globalización. En este sentido, destacó que a pesar de que el modelo de globalización ha traído bene-ficios, también ha generado consecuencias negativas en ámbitos como la formación universitaria o la participa-ción juvenil, debido a que el modelo de desarrollo actual está netamente centrado en el progreso económico.

En este contexto, reflexionó a partir de la siguiente pre-gunta: ¿qué proyecto les proponen las universida-des a los jóvenes?

En su respuesta, Montes argumentó que las universidades reproducen las características del modelo de desarrollo centrado en lo económico y la producción centrada en el éxito. Es así como las consecuencias de un modelo edu-cacional de este tipo, es que “genera quiebres hondos en la identidad personal”, y esto se apoya en los resultados del estudio que mostraron que los jóvenes se identifi-can en mayor medida con sus familias, amigos y consigo mismo, y en menor medida con el país y con lo que está ligado a un proyecto colectivo o social.

Frente a este panorama, donde se hace más improba-ble la participación, dadas las características de indivi-dualismo que genera el modelo a nivel cultural, Montes afirmó que el voluntariado y la participación social juve-nil se constituyen como fenómenos opuestos a lo que genera el modelo, debido a que es una valoración de la gratuidad en un contexto en que todo se valora por el dinero.

Sin embargo, a pesar que un 47,2% de los jóvenes afirmó participar socialmente, el sacerdote se preguntó por el 52,8% que no participa. Buscando una explicación, plan-teó que la falta de utopías actual influye en que los jóve-nes no quieran participar. En este sentido, agregó que las organizaciones sociales donde participa actualmente la mayoría de los jóvenes, son organizaciones solidarias que generan acciones sociales de resultados inmedia-tos, como por ejemplo, la construcción de mediaguas, el llevarle desayuno a la gente de la calle, etc., es decir, son organizaciones pragmáticas. Sin embargo, no existe una intención de pensar el país, lo que en algún momento fue proporcionado por la política. Incluso, pro-

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fundiza diciendo que “la participación social puede ser una manera velada de evitar soñar a fondo la visión de conjunto del futuro”. Con esto, además de preguntarse por los jóvenes que no participan, al igual que Peña le preocupa que del total de los que participan, sólo una minoría participe en organizaciones políticas, ya que esto demuestra que el modelo de desarrollo de nuestra sociedad, no nos permite organizar la sociedad en fun-ción del bien común. Sintetizando ambas visiones, a partir de la discusión con el público asistente al lanzamiento, se tocaron tres temas transversales a la discusión.

En primer lugar, respecto a las organizaciones soli-darias funcionales al modelo de desarrollo, desde el público surgió la inquietud de que, a pesar de que dichas organizaciones se dedican a generar bienes para la sociedad, son funcionales al modelo en la medida que no poseen un discurso ideológico, un imaginario polí-tico y que no se asocian a una lucha social cuando se relacionan directamente con las reivindicaciones de los sectores excluidos y vulnerables de la sociedad.

Frente a esta reflexión, Fernando Montes SJ aseguró que la falta de imaginarios políticos e ideologías es un pro-blema del país, que está presente incluso en los partidos políticos. Tal como lo planteó anteriormente, existe una carencia de utopías del país. En este sentido, no es un problema de una organización o de un tipo de organi-zaciones, sino más bien es un problema de un modelo global, de una cultura exitista que traba las utopías. Ante esto propuso que desde las organizaciones sociales soli-darias, se debe comenzar a hacer discurso.

Por su parte, Carlos Peña agregó que no necesariamente la ausencia de utopías o de imaginarios políticos se debe al modelo de desarrollo. En este sentido, argumentó que al observar el desempeño objetivo del modelo, las mayo-rías tienen mucho que agradecerle. Objetivamente han mejorado las condiciones de vida de la población, los niveles de educación, el acceso a la vivienda, a consu-mir bienes, etc. “Si se mira desde fuera a estas mayorías aspiracionales que salieron de la pobreza extrema, pro-bablemente se van a ver alienados o ensimismados, sin embargo, las mayorías también tienen derecho a eso, no es sólo un derecho de la élite”. Al mismo tiempo, ejem-plificó que Chile está siguiendo un modelo de moder-nización similar al de Estados Unidos en términos de la participación civil, ya que en ese país es donde hay mayo-res niveles de participación civil, donaciones a causas

sociales y participación en organizaciones filantrópicas.

La segunda reflexión que surge desde el público se centra en la pregunta por el rol de las instituciones de educación superior en los procesos de forma-ción y promoción en ámbitos como la participación política. Frente a esto, Peña planteó que desde que el sistema de educación superior experimenta transforma-ciones como el aumento de cobertura, es decir, cuando pasa de ser un sistema pequeño, donde sólo asistían las élites, a un sistema de masas, se hace complejo intentar inculcar temas como la conciencia social o la preocupa-ción por el otro. Desde el momento en que la educación superior pasa a ser una experiencia de masas, más rela-cionada al consumo, se transforma en una experiencia corriente, donde se hace más compleja la formación en el sentido de una conciencia social de élite.

Finalmente, desde el público se expone una reflexión en la que se cuestiona el hecho de que la baja participa-ción en organizaciones políticas sea una crisis o un problema, sino más bien se argumenta que los jóvenes que están involucrados en política presentan carencias de información, de conocimientos en áreas como la his-toria, la política y la actualidad del país, por tanto, no son capaces de liderar grupos, en comparación con los líderes políticos de las décadas de los 60 y 70.

Ante esta reflexión, Carlos Peña se mostró en desacuerdo, ya que plantear que estamos en crisis supone una falta de comprensión de los cambios culturales que se han generado, principalmente con la expansión de mejoras en las condiciones materiales. Así agregó que “sólo los que asisten a este cambio cultural con conciencia de élite sienten que hay un mundo o un pasado mejor que se deteriora”. Siguiendo el argumento, expuso que más que crisis de participación o de información hay una crisis de representación de los partidos políticos, debido a que no logran comprender las transformaciones culturales. “Creo que lo que llamamos deficiencias de participación tiene que ver con el hecho que definimos muy estrecha-mente participación, hay un conjunto de experiencias juveniles que vistas desde una conciencia ilustrada son vistas como ritos juveniles de paso, pero para quienes la viven no lo son. Todas estas sub-culturas son formas de participación, de solidaridad espontánea, de socia-bilidad, dan sentido. quizás si uno mira con mayor apertura las experiencias juveniles no son ni tan individualistas, sólo que participan de formas que no podemos comprender.”

“pArTICIpACIÓn SoCIAl Y VolUnTArIAdo En lA EdUCACIÓn SUpErIor CHIlEnA”:

ComEnTArIoS dE CArloS pEñA Y FErnAndo monTES

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