revista k c r e a t i n n n° 13

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1 K c r e a t i n n Creación y más Año VIII, Vol. 2, N° 13 | Cajamarca, I semestre de 2014 Colaboraciones: [email protected] _____________________________________________ «Miraba las palabras y estas no bailaban ni se emborronaban. Las ratas no tienen lágrimas. Seco y frío era el mundo, y bellas las palabras. Palabras de partida y adiós, de adiós y hasta la vista, del pequeño y del Grande. Plegué de nuevo aquel pasaje, y me lo comí». Sam Savage; Firmin

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    K c r e a t i n n Creacin y ms

    Ao VIII, Vol. 2, N 13 | Cajamarca, I semestre de 2014

    Colaboraciones: [email protected]

    _____________________________________________ Miraba las palabras y estas no bailaban ni se emborronaban. Las ratas no tienen lgrimas. Seco y fro era el mundo, y bellas las palabras. Palabras de partida y adis, de adis y hasta la vista, del pequeo y del Grande. Plegu de nuevo aquel pasaje, y me lo com. Sam Savage; Firmin

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    PRESENTACIN Las consecuencias del infierno, de Jack Farfn Cedrn. CAJAMARCA, SEMINARIO caf cultural, 19/06/2014

    Fernando del Val, escritor y periodista espaol refiere a mi infolio como un libro muy profundo, lleno de contraluces y contenidos materiales, expresivos y formales () un texto en verso seguido () del cual le resta imposible citar un verso () porque el ro te lleva () a pesar de ser duro () he pensado que es tu mejor libro.

    Ya en mi primer atado lrico, que data de hace nueve aos, Pasajero irreal, mi talante expresivo se encauzaba hacia una katharsis que lejos de propender a destruir mi hgado con ciertas situaciones en la sociedad que no toleraba (hipocresa, asesinato, traicin, mentira, antropofagia, demencia gratuita), sino ms bien a ensalmarlo, si se quiere, hasta esas cumbres desesperadas que en la cima del dolor (individual, colectivo, ntimo) se alzaban como premio a ese charco desgraciado de barro lquido a que se

    resume el hombre cuando a solas reflexiona, lejos de sus semejantes, en un exilio premeditado, jams gratuito, para encender las charcas donde se ahogan las penalidades del mundo.

    La asidua tarea de volcar versculos largos obedeca ms a un darse holgura en la pgina en blanco. Seguir con la plena libertad del instinto de conservacin verbal hasta el expreso y aterrador eureka expresivo que me diera campo justo para dar en el clavo, y en el calvo del que slo observa y rebuzna.

    Lo mo estaba en dar todo el espritu en esa bsqueda inexplicable del horror mundanal que por fin encontr enemigo en este su literario, infernal atacante.

    Las consecuencias del infierno, un libro duro, acre, que golpea, que mella con yunque mordaz el filo burln y desgraciado de los seres banales, sosos, cargados de una materialidad que encuentra solaz en esas pantallitas electrnicas de variopinta forma, modelo y tamao,

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    para estar junto a sus seres queridos, pero con un ojo pelado a lo que acontece, a aos luz de distancia. Rebusca una vida que ms, ya no le pertenece.

    Aqul ser desgraciado que Dios redujo a plido designio. Aqul que en una guerra fratricida de medios chicha y bombardeos violentos por todos los canalculos sintticos y pticos, desayuna sangre, almuerza caos, y cena horror. Un ser donde se concentran a dosis capaces de matar a un caballo, la amargura, el egosmo, el asesinato, el canibalismo; y a la, vez la ternura, que, llegando a casa, enciende la cola y abre las fauces para ser devorada por el miedo que consume la furia ciega royendo un lecho dentado.

    Pleno de iniquidades, el hombre se ajusta a lo que el edificio del trabajo o el encierro de la inactividad le prodiga desde sus cinco prstinos dedos materialistas, en un amague que lo eleva, lo desciende, lo retuerce a su antojo, como a la ms estrujada piltrafa.

    Ese maligno por el que todos nosotros regimos nuestros actos; y que un Domingo cualquiera apaciguamos entre velas y sermones del cura de la ciudad, que jams nos dir lo que ya sabemos, nos calmar. Esa conciencia premeditada que en la hora de los sueos desgraciados, sabemos que existe para esperar que apriete el gatillo. Una bala podrida,

    lesiva; que te corroe las entraas, que te desbanda hacia avernos sin cauda donde la esfera de mierda es volcada cada maana sobre la taza, del desayuno, del wter?

    Ser en ruinas, despojado de su nombre, de sus llaves y sus zapatos. Aprieta los pasos, se apura, incendiando las calles verticales de cemento, donde vive y no conoce, donde tiene un calor infernal mientras conserva la marca de su traje nuevo y su corbata de seda. Para qu; an no lo sabe. Sucede que no tiene tiempo para cuestiones metafsicas; esos sus ros interiores, que no lo arrastran a nada, a no ser la discusin con la esposa, la madre del Cordero, la extraa que se agacha y mira de soslayo, teniendo cuidado de la bestia impredecible.

    Eres t, es el horror, es el vertiginoso avance, la acumulacin monstruosa de la data que cada vez te hace un ser despreciable, capaz de leer a titular seguido, slo titulares de accidentes, violaciones, peculado, castracin de los valores, y la excrementicia sonata para meterte miedo, cholo; mientras los trinos salvajes mueven tu cuerpo pesado esta noche de insomnio. Vidrios o silbidos o ladridos imaginarios destazando al espantapjaros para volarlo por los aires, descabezado.

    Eres hijo de tu cuervo, eres cuervo de tu hijo. Ambos, padre e hijo, se clavan los dientes, pero no se

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    ven los mutuos errores que los desbarrancarn, como es justeza que ambos son espejo desde que nacieron. Atrs en el espacio del tiempo, en el tiempo del espacio, donde el abuelo desdentado sonre por las visiones aterradoras; pero al fin, vitales, que tuvo, aun antes de volcarlo a esta comarca de desencuentros.

    Hemos cado en la ruina sin saberlo. Somos la retrica pesada, aburrida, que nos mueve a lo polticamente correcto. Pero al salir de la oficina, queremos devorarnos, queremos tragar esa expresin anudada que tenamos reservada para el jefe al que hubisemos pateado antes de estallarnos la tapa de los sesos en una vertiginosa cada por los aires desde el ltimo piso del edificio en ruinas, humeante por las demoliciones de la cuadra, y las bombas metafsicas y lacrimgenas, las balas dentadas, los perdigones letales horadndote la carne que no sientes.

    Moler/demoler. Que destruyan la ciudad a pedazos, a jirones de tnicas ocres de desfasados curacas conduciendo la yunta de la muerte en fase Repeat Eye Movement. Un antro automtico que te pica la cabeza toc toc toc. Desiste. Ests vivo para siempre y uno quisiera salir corriendo hasta caer exhausto por el recorrido que enfrenta el trfico; perros rastreros, salvajes y rabiosos; gente que te grita

    por las puras huevas, y hasta te arroja meados en la cara; te insulta y te atropella. Cadas inesperadas para que te levantes con las rodillas, la frente y la cara ensangrentada, llamando a los canes salvajes y las fieras de la noche, por aquel instinto sangriento que se huele a la distancia. Saltas algunos autos, a zancadas veloces; determinas que todos podemos algo, que todos deberamos arrancar desde lo ms hondo de los cojones alguna fuerza remanente, esa que usas para reventar con cualquier transente, o tu misma madre; para tragarte pistas completas a una velocidad demencial, que a la llegada hacia la meta, te observa, te sonre y te abraza: ser el ngel negro de la muerte, que te recoge, sonriente Hasta la eternidad!

    El director

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    LAS CONSECUENCIAS DE JACK FARFN Y LOS INFIERNOS DE SU POESA

    Doan Ortiz Zamora

    En la migratoria secuencia de los signos, encontramos rastros primigenios de la poesa fecundada por una serie de constantes atnitas e innegables; que permanecen como entes privilegiados de un Olimpo creado y destinado por seres que raptan en la vertiginosa y profunda vehemencia de la trascendencia. Estoy seguro de que el hombre y la poesa fueron creados juntos y se retroalimentan entre s. El homo sapiens cultiv la esttica y hered la musicalidad del Neanderthal, que luego fusion con la naturaleza, la premura del tiempo, y el incansable ruido de la realidad, para originar una vertiente llena de algoritmos de extraa fragancia que se apoderan de slo algunos hombres nufragos, natos de un desconocido brote estructural vinculado con la sublime y abominable eternidad.

    En la literatura peruana encontramos una poesa selecta de gran elite, con representantes que desafiaron la gravedad, como es el caso de Csar Vallejo, Martn Adn, Emilio Adolfo Wetsphalen, Francisco

    Bendez, Enrique Verstegui, Jorge Eduardo Eielson, Blanca Varela, Csar Calvo, Julio Garrido Malaver, Washington Delgado, Luis Hernndez, Javier Heraud, Carlos Oquendo de Amat, Jos Watanabe, Antonio Cisneros, Csar Moro, etctera. Estos seres de naturaleza ambrosiana han dejado un legado de importantsimo valor, creando un estilo y una estirpe distinguida dentro de la aguda crtica occidental.

    En los ltimos veinte aos, la poesa peruana se ha perfilado con mucha consecuencia en la lnea abstracta, originando un estilo underground de varias especies, con infinidad de ritmos y melodas anacrnicas, dando forma a versos con un esplendor nico de frescura metafsica.

    En el ao dos mil cinco, el poeta Jack Farfn Cedrn, nos da a conocer su primer libro: Pasajero irreal; dicho poemario dio origen a la profanacin de sepulcros urbanos y deidades abstractas, que juntamente con un universo de vrtices invisibles congregan el primer hecho, en lo que vendra ser en el futuro, un estilo independiente, con influencias surrealistas como la de Csar Moro, Andr Breton, Javier Sologuren y Jorge Eduardo Eielson; a lo que ya nos tiene acostumbrados en la actualidad el poeta.

    Esta noche tengo el placer abismal de presentar Las

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    consecuencias del infierno, del escritor Jack Farfn Cedrn.

    El libro inicia con los siguientes versos: No somos series, nmeros, abominables repeticiones espantosas rebotando en las paredes de aterciopelados salones. Existe una negacin predominantemente vertiginosa hacia elementos matemticos, causantes, por su misma naturaleza, de una infinita propagacin de caracteres. El autor, en estas primeras lneas define al ser humano como una no repeticin de caractersticas aritmticas, sino tambin hace referencia a una antropfaga costumbre filosfica del hombre por volver a sus recuerdos; envolviendo al lector a lanzarse en la aventura de diseccionar todas las muestras desconocidas y ocultas, que el autor ha decidido encapsular con diversos elementos literarios en los subsiguientes versos de su libro Las consecuencias del infierno. Se encuentra plagado de recintos de ascendencia a la perfeccin, demostrando que el autor ha cultivado a travs de los aos una sintona dialctica de absoluto equilibrio, creando magnificas metforas en cada una de las contraposiciones que l exhibe entre la realidad, como subyugante primordial de su poesa. En la misma pgina, donde encontramos los versos anteriores, brotan las siguientes lneas: Aprtate. No existes porque

    yo lo digo, no existes porque no me ves y punto. / Abomino de los rezos, de las moscas de saln, de los pavos reales. / Abomino de mi existencia, y de la singular forma de expresarse que tienen los devotos de una inconciencia voluntaria, el sinsentido.

    En estos versos deduzco que el autor llega a ser un invisible individuo sumergido en la atmsfera de interrogantes y constantes del yo consciente; asumiendo al fin literario la categora de enfrentarse a la existencia y arrebatar su estructura sea como sustento indefinible del tiempo. Tambin encuentro una sublime forma de enfrentar a los ritos religiosos, usando la congruencia del no existencialismo, ya practicado por Rimbaud y Verlaine, donde Farfn, con un zigzagueante estilo, opta por condensar estos elementos y convertirlos en una contundente hondura primordial de la inmortalidad.

    La existencia se convierte en un factor de primordiales artefactos en la poesa de Jack Farfn; las ms audaces escaramuzas entre l y el existencialismo, juegan una metdica secuencia de naufragios incesantes anclados en islas desiertas llenas de seres sorprendidos por un indefinible y modesto aroma de constancia y libertad en el verso. No es comn que un escritor use la retrica, como una herramienta proporcionada de la esttica; y que se desenvuelva con

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    mucha osada en cada una de las lneas de los versos. En Las consecuencias del infierno, analizo criterios de profundidad filosfica, muy bien conjeturados con un desarrollo del tema de alturado nivel en su estructura.

    En la pgina nmero nueve del libro, nos encontramos con un compendio de prrafos escritos en prosa, titulados Poesa; y como atributo furtivo de los gustos del autor por la msica, ha sido dedicado al gran compositor argentino Gustavo Cerati. Las primeras lneas rezan de la siguiente manera: Planear el vuelo de la hoja, seguirla con los ojos por el aire transparente, que todava no nombra lo que toca; recurrir al destino cado o cayendo de la hoja, grvida, gravedad de lo existente; su destino de seguida, de signada por la mirada que la acciona, que la mueve y que la sigue cual un viento envilecido. En estos versos encontramos una estrecha musicalidad entre s, proclamando escenarios meldicos con agregados semnticos, ofreciendo diversas descripciones atnitas sobre el destino, sobre el movimiento de la naturaleza, y el enlace enftico origina la msica como la causante de dar vida a los seres en la Poesa. Luego encontramos los siguientes versos: Y el pensamiento nace en una palabra callada, en su imagen, la escena imperecedera de lo redentor, de lo

    establecido, no por leyes, sino por sorpresas, magnticas nombrndolo todo, designndolo como al transcurso, como al vuelo dechado de la hoja, por silencios designando lo propuesto, por una irracionalidad mgica, ptica pregunta enarbolando su mgica sorpresiva, su Poesa siendo imagen, esencia de la cosa que es, vuelo de la hoja, dechada imagen de la paleta creativa, momento perdurando en su memoria sagrada, su inocencia transparente, su Poesa.

    El autor sigue, de una manera tangencial, emanando elementos musicales, involucrndolos con vehculos de gran profundidad como son el silencio, la magia, la esencia, la transparencia; logrando comunicar una impermeabilidad consecutiva con el juego de stos trminos y la adherencia de gran valor con la fuerza que tiene la palabra en todos los estados del yo consciente, ya mencionados anteriormente. Puedo precisar que este poema titulado Poesa, es una gran muestra de trabajo de alfarero, ya que todas sus partes unidas funcionan como un sistema musical de grandes esquemas poticos.

    Queda totalmente sustentado y comprobado, que en este libro existe sinfona, ya que el autor ha sometido a prueba la capacidad literal de las contraposiciones y de las metforas, creando versos autnticos,

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    mantenindose la identidad del autor en libros anteriores a este trabajo.

    En la pgina nmero ochenta encontramos el poema que lleva por nombre En el instante escindiendo la lnea que se pierde, donde inicia de esta forma: El instante precedente al parto/ es ya un xtasis, / la culminacin del alumbramiento/ es un orgasmo, / todo acto violento implica el regusto sadomasoquista de la bestia y la vctima/ al mismo tiempo que la risa eclosiona una creatura de oscuro y fro ritual que se existe;. El autor admite una veneracin ante las formas erticas que precede el alumbramiento, al igual que percibe al orgasmo no slo como una expulsin genital propiamente dicha, sino que hace una contraposicin sobre la dicha de existir; luego, Jack Farfn traza una lnea transversal en sus versos y proclama, mediante acciones violentas, el asentamiento de dos tcnicas conocidas en Europa, como son el Eros y el Racer; contraposiciones que acuden a jugar con los antnimos, y explotan el ingenio sobre cualquier tema de erotismo que pueda exponer el autor. El Marqus de Sade, inventor de estas tcnicas libres y de complicacin intelectual, pero gustosas en la literatura, al igual que nuestro autor, elev al erotismo en todas sus formas, volcando un nuevo universo de signos que no slo se comunicaban con la

    sensualidad y pasin, sino con el raciocinio y con la vehemencia.

    Jack Farfn Cedrn es un conocedor de la buena Poesa, en los momentos que hemos compartido, hemos volcado todo nuestro conocimiento, y es ah donde percibo que la influencia de grandes escritores, han servido como pilares fundamentales en su Poesa, pues Jack es un autor muy creativo e ingenioso que ha sabido enlazar y luego ha creado mundos diversos para sus diferentes Libros. En el poema Al injusto paso del ser incalculable (Pgina 90), en los versos siguientes: Que puedo hacer ya. Confusin entre las hojas de hierba. Hervor Pasado, de hace unos instantes, ruina de pnico encuentro con el cuerpo prohibido. Al igual que el autor de Hojas de hierba, el gran poeta estadounidense Walt Whitman, Jack recoge la frase incalculable y le da forma en los anteriores versos, modelando un escenario de acciones de alto calibre y mencionando de forma tangencial, pero fundamental, al erotismo; creando en el lector una adiccin a decodificar todas las muestras posibles que existen en sus poemas. Se ha originado un ente de retroalimentacin con el lector, llegando a niveles de comunicacin insospechados.

    Las consecuencias del infierno ha adquirido una nomenclatura cclica y de materia volcnica, fiel a su

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    naturaleza que la compone, ya que condensa ciertos hemisferios de sensibilidad asombrosa, que hace comenzar a perdurar en la trascendencia.

    Dejemos que el infierno y sus consecuencias, traigan consigo a todas las creencias y ritos a que nos adhiere; inventemos con sus cielos adversos y diafragmas oscuros, el real sentir del infierno, propagado por todas las alteraciones y xtasis a que slo nos puede llevar la literatura.

    Hermann Hesse El juego de los abalorios

    Jack Farfn Cedrn

    ________________________________ Hermann Hesse. El juego de los abalorios. Traduccin del alemn por Mariano S. Luque, reproducida por autorizacin de Aguilar Ediciones S.A. Alianza Editorial, 2007. 590 pgs.

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    Hermann Karl Hesse (Alemania, 1877Suiza, 1962), novelista y ensayista, que tambin arriesg un pequeo tomo de versos

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    que un conocido librero le edit en 1898: Canciones romnticas. El aprendiz de librero, quien publicara en 1922, Demian1, entre varios empleos, lleg a librero asistente, granjendose un sueldo significativo, que le permitira dedicarse a escribir, prescindiendo de la manutencin progenitora.

    En sus inicios, el joven Hermann ley a los romnticos alemanes. Clemens Brentano, Joseph von Eichendorff, Novalis, quienes ocuparon sus obsesiones biblifilas. Su oficio lrico no cejara entusiasmo, cuando al ao prximo de aparecido su primer legajo de entusiastas poemas, publica en 1899, Una hora despus de la medianoche. Pero este oficio seguramente no dudara en desalentar sus primeros logros literarios, que obviamente se empolvaron en los anaqueles de su tambin editor Eugen Diederichs, quien a pesar de ello, acusaba talento nato en el entonces muchacho cuyo mundo tena una marcada influencia del pietismo suabo; tanto que su obra de inicios fue saludada por Rainer Mara Rilke, lo que lo consagrara desde entonces como un renombrado entre los escritores de la poca.

    Sus lecturas ocupaban universos paralelos al tormento como

    1 En su primera edicin, Hermann Hesse utiliz el seudnimo de Emil Sinclair, nombre del narrador y protagonista de la historia, pero Hesse revel luego ser el autor. http://es.wikipedia.org/wiki/Demian

    transcurso de las obras geniales legadas a la humanidad, por grandes maestros: Schiller, Goethe, o Lessing, los mismos que influyeron su obra. Se empap tambin de literatura teolgica, aparte de toda la saga de la mitologa griega. Hasta que en 1896, una revista vienesa publica un poema suyo, Madonna.

    No es sino hasta 1931 en que da comenz al proyecto de su ltima gran obra, titulada El juego de los abalorios, publicada en Suiza en 1943, de la que doce aos antes public un relato en progreso, El Viaje a Oriente (1932), misterioso alegato del viaje interior que el ser emprende a travs de una ficticia Hermandad, en la precisin del Uno, como ente equilibrado al flujo sensorial de las corrientes, de camino hacia la perfeccin espiritual, recorrido asaz permanente a lo largo de toda su obra.

    Hesse estara en desacuerdo con la Segunda Guerra Mundial, con la evolucin alemana, reseando as, en diarios y revistas, su defensa hacia los judos, asunto que en 1930 originara que ningn peridico alemn se arriesgue a publicar artculos suyos. Como refugio ante estos altercados polticos, cruciales para la historia destructiva de la humanidad, no le restaba sino embarcarse en su gran y ltima empresa editorial, El juego de los abalorios. En adelante, posteriores

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    textos de mediano o pequeo aliento, diezmarn las huestes de su creatividad, muriendo en 1962, en Montagnola, de una hemorragia cerebral acaecida durante el sueo.

    Ya casi haba terminado la odisea de vivir de lo que escriba, para el maduro alemn, mentor del muchacho Siddartha. El oficio de registrador bibliogrfico le dio el talante de quien se asla frente a un oleaje sin tino, deslucido por la simbologa que los colores deparan en la gua onrica del curso rectilneo del hombre, mientras el panal mundano acaece, el sentido real de una obra en la que igual se elucubran afonas de lo que ms tarde acercar ser la obra total, delineada ya en smbolos que el transcurso de lo escrito delimita, hacia la real apariencia que la memoria padece.

    El refugio pueril de una institucin para nios lo acoge en Basilea. Episodios, en fin, borrascosos para su salud mental, lo llevaran, a los 14 aos, a amainar en un evento depresivo, que a posteriori le insina la simbologa de aguas depresivas, que a lo largo de su obra llegaran a feliz suceso, tras la muerte de sus paradigmas, que a travs de la muerte daban pie imperecedero a la iluminacin del ser sublimado; ello lo evidenciaba en una carta suicida, de su puo y letra, fechada en Marzo de 1892; significando este lance siniestro, acaso una mano afable que le hara:

    partir como el sol en el ocaso. Hasta que en Mayo, detenta un primer intento por la autoeliminacin; por lo que sus familiares se ven obligados a ingresarlo al manicomio Stetten im Remstal, situacin que ms tarde le conmina a analizarse con I. B. Lang, discpulo de Carl Gustav Jung2, quien lo introdujo al mundo de los smbolos, latente en l desde sus aos pueriles. Hacia la edad madura, el escritor alemn, hara contrapunto amical con el psiclogo de El secreto de la flor de oro,3 en el libro de cartas El crculo hermtico4, con el que un apasionado Miguel Serrano, un joven escritor desconocido, venido del ltimo rincn del mundo5 traba amistad con Herman Hesse, llegando incluso ste, a publicar una carta suya en el principal diario de suiza, a la muerte del psiclogo, C. G. Jung.

    Rayano en un compendio totalizador, El juego de los abalorios consciente en su concepcin, acaso un Aleph en cuyos subterfugios

    2 Carl Gustav Jung. (26 de julio de 1875, Kesswil,

    cantn de Turgovia, Suiza - 6 de junio de 1961, Ksnacht, cantn de Zrich, id.).) fue un mdico psiquiatra, psiclogo y ensayista suizo, figura clave en la etapa inicial del psicoanlisis; posteriormente, fundador de la escuela de psicologa analtica, tambin llamada psicologa de los complejos y psicologa profunda. http://es.wikipedia.org/wiki/Carl_Gustav_Jung 3 Carl G. Jung. 4 Miguel Serrano. EL crculo hermtico: Herman

    Hesse. C. G. Jung - Cartas originales de dos amistades. Argentina, 2007. 5http://books.google.es/books?id=w0SogOeH2ZIC&lpg=PP1&dq=El%20circulo%20hermetico&hl=es&pg=PA4#v=onepage&q&f=true

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    caleidoscpicos, convergen, tanto mundos abismados, como la civilizacin completa o la degradacin de los valores y las cosas en estado de latencia gravitante. El juego de los abalorios es en s esencia propia, fanal humanstico y milenario que trata de encapsular los ideales de conocimiento y perfeccin espiritual que Hesse delimit durante toda su obra anterior a sta; y que, en parte, signific el mayor reconocimiento que escritor alguno pueda recibir, el Premio Nobel de Literatura, en 1946.

    Amo de un discurrir subconsciente, a travs de la muerte fsica de sus personajes, Hermann Hesse afronta los prolegmenos de un gran viaje subjetivo a que el hombre se ve encaminado, como por ahogo, a travs de las profundidades del flujo sensorial, por las que los ros interiores alejan al ser desprendido en decurso astral, abandonando el mundo terreno.

    Tramada a lo largo de una Orden, ideal del rescate del conocimiento humano, la mtica Castalia, El juego de los abalorios, concepta un paradigma humano capaz de sobreponerse a todas las adversidades que obstaculicen la perfeccin en la obra de un artista puro, que lejos de diezmar su carcter, se sirve justamente de esta serie de obstculos para tejer una obra descomunal, a travs de un desarrollo sistematizado, por parte

    del protagonista, Jos Knecht, de las facultades mentales y estticas convergentes en un supuesto baco intelectual, donde msica y numerologa emparentan, a gradaciones ensimismadas, el ideal del conocimiento absoluto, el ludens, materia y juego, pasando por diferentes logias y estados de autodisciplina, hasta encaminarse en la verdadera saga que la esttica y el rtmico anclar de la Obra absoluta significan.

    Emparentada con una abstraccin ficticia, voltil, que sus concepciones acerca de la naturaleza instintiva, humana y a la vez el propio juego de la creacin literaria, El juego de los abalorios sustenta a grado ldico, la amenaza avasallante del gran magma de los conocimientos, que, bajo la concepcin de lo ilimitado que el arte traduce, jams empieza, jams termina; un proceso desmintiendo toda aproximacin que exhorta al suicidio de la pgina en blanco; pero a la vez esa matambre srpica, bifronte, arraiga nuevas formas, ahonda en los recovecos que imperceptibles variaciones detentan en la escritura comprometida con la belleza en s, lejos de varia concepcin ajena a la torta literaria. Una panormica entre el nexo esttico y a la vez un compromiso intelectual de su poca, que el autor de El lobo estepario (1927) vive,

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    disconforme a las nivelaciones culturales que la siguiente generacin deba necesitar de esta ltima, ya situada en el ocaso que leg a la humanidad. Mundo girante, pleno del perfeccionismo matemtico que el arte ms completo, la msica, puede crear a travs de una conexin con las matemticas, cobrando as vigencia prxima a la sntesis enciclopdica de Borges, como a la calidad ensaystica de un esgrimidor minimalista del conocimiento absoluto, que a travs del modelado de sus personajes-ideal, del hombre absoluto, da pautas preconizadoras, a precisin ritmada, con que avanza la belleza, que todo autor debiera buscar, aun circunscripto en asperezas que la masa y los deslices anmicos como contrapunto de alguna historia arbitraria pueda sortear, hasta dar cauce en un desenlace optimista de la obra subvertida al proceso, total, no sin un descuido que la moralina debiera experimentar en los escritores de flujo narrativo ms que de enseanzas, que el objeto de la escritura, a manera de universo milenario pueda crear, auscultando la visibilidad csmica que el elemento creado en s, supuso siempre, a lo largo de toda la faena que el arte por el arte pueda significar, motivo de esa bsqueda por ahogo a que siempre lo llevaron sus trgicos finales, empapando a sus hroes

    protagonistas, de eventos cuasi suicidas, que partieron de una acumulacin de conocimientos hinduistas y simbolgicos, tambin presentes en sus ensayos, as como en el imborrable recuerdo del suicida adolescente que maculara su postrer proceso creativo, inundado de tropiezos psicolgicos, que al final terminaran con el prolfico escritor, a los 85 aos, con ese discurrir hemorrgico en que el ro cerebral detiene, de cara al desarrollo iluminado de la perfeccin vista como el fluir de elementos gravitantes en el curso csmico y universal de la totalidad de eras proscritas al hombre.

    Tras la publicacin de El juego de los abalorios, su creatividad se vera desgastada, produciendo en adelante relatos y una miscelnea de escritos, poemas, correspondencia y relatos, ya no ubicua en una obra tan vasta como la antes citada.

    Hacia el ao 2400, la civilizacin posterior al siglo XX, y tras numerosas guerras y cruentos episodios que diezmaron milenios de cultura y civilizacin, se crea una orden, en la mtica Castalia, una supuesta cofrada acadmica que trataba de rescatar la cultura y los valores como un elemento aislado de la historia, cuyo advenimiento del Tercer Reino en el espritu evolucionado del hombre, confluye en la unificacin de todas las eras

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    milenarias del hombre, y en la que el trasvase de la religin llevara a organizar sus conocimientos en torno a un juego de tintes musicales y matemticos, el juego de abalorios, base y giro del contexto narratolgico que nos ocupa.

    Un ensayo introductorio en el que se describe la era folletinesca, hacia 1900, como culpable de todos los desafueros que terminaron con la cultura y los valores, evidencia una realidad aparentemente equiparable con la actual guerra de publicaciones que inundan de manera irresponsable los anaqueles de la frivolidad y el consumismo. La poca folletinesca, que consista en la desmesurada produccin de los ms disparatados ensayos, digamos sobre la vida artstica o de la nobleza de aquella poca, o peor an, hechos banales o superficiales, traducen una era decadente e industrial en la que primaba la produccin de una gran cantidad, a escala industrial, de material folletinesco, el cual era devorado, a manera de comidilla subrepticia, demandada casi al tiempo de girar en las rotativas de imprenta. Una produccin de libelos de manera irresponsable, sobre los ms dismiles, trillados y disparatados temas que la ociosa creatividad friccionaba a lo largo de los reinos onanistas de una escritura basada en estmulo fetichista ms que en disciplinada faena esttica. Entre los hallazgos de una

    poca de esplendor, pasada y desfasada a la vez, por la cantidad de escritos propalados en nombre de una supuesta premura por saldar cuentas con la civilizacin que ya aplastaba otra cultura venidera, se encontraron algunos otros, en el anticuario de legados milenarios, entre los que destaca este cacareado tesoro musical.

    El hallazgo de los once manuscritos de Juan Sebastin Bach entre los bienes que haban sido propiedad de su hijo Friedemann.6

    El segundo bastin de

    resistencia contra la degeneracin fue la Liga de los Peregrinos de Oriente. S. Bach. Silbermann7 construy un piano tan idntico a los que el gran maestro dedicaba sus iluminaciones musicales In albis. Institucin mentora de la perfeccin de la ciencia musicolgica, sera la Universidad Musical de Colonia, cuyo alarife y mentor se alzaba en el insigne maestro Bastian Perrot de Calw, terico y regente del arte de la msica.

    Lodovicus Crudelis, quien tradujo al griego y snscrito todos los

    6 Hermann Hesse. El juego de los abalorios.

    Traduccin del alemn por Mariano S. Luque, reproducida por autorizacin de Aguilar Ediciones S.A. Alianza Editorial, 2007. 590 pgs. pp. 28. 7 Famoso constructor de pianos de la Corona de Prusia, contemporneo de Johann Sebastin Bach. (N. del T.) pp. 29.

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    textos que conocemos de los antiguos egipcios, por espacio de tres aos; o el cuasi milagroso Chattus Calvensis II, a quien le tard legajar, en IV infolios, la obra La pronunciacin del latn en las universidades del sur de Italia, hacia fines del S. XII. Es as que el transcurso evolutivo signaba ser arte y conocimiento, tendientes a converger en la flor de la totalidad juego de los abalorios que sera justamente un sistema iluminista basado en la msica de las esferas celestes, pero transcripta a escalas de pentagrama e iconografa en la que sera vago aventurar un sistema lexicogrfico sustentado en el azar de las ciencias matemticas, combinatoria de un azaroso supuesto en que maniqueos discpulos (en un principio), a lo largo de una especie de estilo impo, acogido por sus condiscpulos de la Eschholz, quienes estudiaban, ensimismados en aquel santuario acadmico, donde, entre otras mltiples disciplinas, los instruidos secuaces apuntalaban regias costumbres de un experimentado y llegado a buen puerto, Magister Ludi, los mismos que deban llegar al auspicioso nivel de fraguador de todos los ritmos, centro de centros, un juego, especie de baco iluminista apostillando el inusual y delimitado ritmario, que otrora la armona pitagrica dispona en fraseos que un arte potica de la msica contena, alternando a lo largo

    de notas musicales, encauzadas a lo largo del espejo mental en que se traduce la perfeccin matemtica suscripta a cada radio planetario que cerca o ms aproximados, ocupan los astros en la cercana dual de los dioscuros mortales, de ms perfectos registros musicales que mente alguna haya legado, por obra y gracia filosfica, perdurando ms de mil aos, y por la que, a travs de fatigadas reencarnaciones y cambios de carcter a travs de dismiles pruebas en las escalas del conocimiento, se llegaba a tal grado, ludens, amo de todos los juegos, convergidos en un solo Gran Juego milenario.

    Pero no es sino hasta la obra citada, en que la voz de Hesse adquiere hlito universal en las letras germanas. Ya en 1927 haba expuesto en El lobo estepario el recato interior que un espritu semi-erudito confluye en su filtro fantasma, ser atormentado en el que converge, mgicamente un aterrador espectculo existencial a que su protagonista, Harry, se ve acentuando ms su espectro de autoexiliado, de radical y testarudo ermitao de la sabidura, que pas y asimil el comportamiento instintivo a que la perifrica de extramuros de la droga, el alcohol y el sexo, pasando por escisiones que el espritu y el cuerpo delimitan, filtrara a una eventual dualidad que el disconforme humano

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    avizora tras un comportamiento que nicamente el ser totalmente dedicado a la esencia artstica trata de abolir, concentrndose nicamente en la perfeccin que ello representa.

    Consecuentemente, y obedeciendo a lo implantado por determinado sistema, si Jos Knecht discurriera su espordico espectro por este mundo igualmente fantasma, se lo tomara por un idiota lcido ms que por un purista razonable. Peor aun, llagado por las crticas de auspiciosas cofradas artstico-acadmicas, asistiramos al desmoronamiento redentor del nico Magister del juego interior que redima a los hombres. Es dramtico, pero en un mundo banalizado, es posible que suceda no slo esto. Si vilmente crucificaron al redentor de almas, ms dando paso a la animalizacin que al objetivo redimido, qu podremos esperar de la lucidez artstica propalada en pro de una cultura refinada, de la perfeccin musical en este sacro caso, a miles de caballos, de trombas de fuerza igualmente, insensatamente regulando una mquina humana a la que todos, menos uno, echan arena en lugar de gasolina para su real o distendida funcin en detrimento del promedio antropoide mundano, ignorante en pleno juicio de los sentidos que jams desarroll, porque las limitaciones fueron la gua de orden que los adultos imponan.

    El grado de magister musicae recae en un ducho especialista que forja de a pocos, ensayando el soplido incipiente, instrumental, pero que igualmente extiende territorios futuros hasta llegar a la perfeccin musical que la prctica representa. A travs de artificiosas rutas que le depara el destino acadmico, Jos Knecht representa aquel defectuoso proceso que la irrealidad sustentada como acto artstico significa en un proceso humano, que lejos de significar evolucin nos abisma entre chatarras informticas y procesos mentales que se guardan compulsivamente en anticuarios donde la informacin descansa el sueo de los olvidados.

    La memoria, hasta este punto crucial y cclico representa en el actual dechado humano, una invencin que el presente tctil cubre de bienestar innato al consumismo y a los placeres tursticos de la mente ocupada en comunicarse, ms que en depurar los signos gestuales que alegan el precioso ritual que el instinto representa en los todava androides que ya han dado paso a la rplica biogentica del superhombre, y que no descansar hasta dar con ese espcimen que la productividad y la perfeccin inspida requiere: un laboratorio con miras a perpetuarse a punta de insomnio en serie, sin tregua ni aceitado de la mquina; para que todo ajuste en ese altercado,

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    o mquina inventada que ser el mundo futuro, cuando todo lo burdo, lo instintivo y lo sensible, no sean ms que conmociones inscriptas en fractales matemticos o cajas que leern, no a mucho trecho de esta actualidad, la mente que una pantalla de conmutador imprimir en extraas grafas, parecidas a las manchas que evidencian verdaderas obras de arte del desquicio, de la replicacin biogentica por modificacin nuclear con micro procesos in vitro. El hombre habr muerto de sensaciones entonces. Y se dar, irremediablemente, paso a la mquina perfecta, en todas las estaciones y reinos del mundo subceleste.

    Un juego medieval, si se quiere, una broma macabra que ningn vikingo asalariado de este reino vertiginoso con la cornamenta bien puesta y ebria soportara durante el llano en pesadillas a que se vera sometido su cerebro, si de representar la prdida moral del mundo se trata.

    Pero el aprendiz es paciente. A medida que sus pasos avanzan por los cendales del conocimiento, mezclado a la precisin lgico-formal que este juego de abalorios significa, ms se centra en, digamos, un mtodo, una sistematizacin que va anotando sigilosamente aplicado en el memorial distendido de lo que el proceso mental pueda acumular dentro de los lmites maestros del

    proceso en s, ms que en la culminacin del producto artstico seriado, tangible, si se quiere darle lado al megalmano fetiche del hroe refinado en cuestin que cizalla lo perfectible, acaso alcanzable si el talante poderoso gana terreno en la mentalizacin de todos los actos.

    A medida que aprende, Jos Knecht es paciente, ausculta no slo la abstraccin a que se ve limitada muchas veces la disciplina en cualquier arte, formateado a la lgica formal y tambin al modelo del mtodo cientfico con que la ciencia ha llevado a buen puerto a todos sus estados de gracia, a sus tormentos, encapsulados en una sola cota espiritual, el blando estigma que es cdice, menos ruina numerolgica detentada a un infinito de variaciones que no dan pie a puerto cristalizado, encumbrados hasta entonces a la magnanimidad que el arte exento de errores representa; a que se resume el gran cometido del hombre, que si bien no confabula coincidir con el proyecto que el Creador tiene para los seres, al menos se aboca al bienestar espiritual que la simpleza a lo puro, a lo esencial, a lo potico, nos remiten, rodeando todos nuestros actos y penurias al centro de los centros, ese Nirvana y auto-encuentro que todo prototipo racional e incipiente busca desde su primer berrido, materia y drama de toda la existencia subsiguiente, que equivale

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    al instante dichoso que toda cuestin representa, musicalizado en el ritmo csmico de la msica perfecta, esencia o signo humanos alrededor del cual giran todos los actos imperecederos.

    Msica de las esferas celestes Segn Pitgoras, los radios de las esferas giratorias, sobre las cuales se mueven circularmente los astros en su giro en torno a la Tierra, estn relacionados entre s, tal como lo estn las cuerdas de un instrumento musical. As, las distancias entre los cuerpos celestes deben corresponder a las longitudes de las cuerdas que dan las diferentes notas al sonar. Al suponer que todo el espacio est lleno de aire, la consecuencia directa de todo ello es que, al desplazarse por ese espacio, los astros producen diversas notas musicales que dan lugar as, a la llamada msica de las esferas celestes, sonidos procedentes del espacio que los pitagricos creen que se pueden escuchar en las noches muy serenas8.

    El sabio griego Pitgoras pensaba que la msica era el espejo o plido reflejo de una meloda perfecta oculta para los mortales, crea que detrs de la apariencia del mundo, exista una perfeccin matemtica, descubriendo una relacin entre las escalas musicales y las matemticas, pensaba que esta se manifestaba tambin entre los planetas,

    8 Artculo cientfico publicado para Astrociencia.com, por Juan Miguel, 3 de abril de 2012. http://www.astroyciencia.com/2012/04/03/la-musica-de-las-esferas-celestes/

    que los antiguos crean se desplazaban en esferas celestes.

    l seal la existencia de una msica de las esferas, que los planetas emitan de acuerdo a la esfera que ocupaban en el cielo. Las esferas cercanas daban tonos graves, mientras que las alejadas ofrecan tonos agudos. El sonido resultante era el de una hermosa armona. La idea pitagrica sobre la msica de las esferas persistira por ms de mil aos, hasta la edad media y principios del renacimiento.

    El astrnomo Johannes Kepler9, descubridor de las leyes que gobiernan el movimiento de los astros en el universo, postul en su obra Harmonices Mundi, (La armona de los mundos) que un astro emite un sonido que es ms agudo si su movimiento es ms rpido y a la inversa. l escribi La Tierra canta Mi, Fa, Mi: Puede deducirse de estas slabas que en nuestro hogar podemos esperar miseria y hambre (fa-mine). Tan convencido estaba de la existencia de esta msica universal, que afirmo: El movimiento celeste no es otra cosa que una continua cancin para varias voces, para ser percibida por el intelecto, no por el odo; una msica que, a travs de sus discordantes tensiones, a travs de sus sncopas y cadencias, progresa hacia cierta prediseada cadencia para seis

    9 Johannes Kepler (Weil der Stadt, Alemania, 27 de diciembre de 1571 - Ratisbona, Alemania, 15 de noviembre de 1630), figura clave en la revolucin cientfica, astrnomo y matemtico alemn; fundamentalmente conocido por sus leyes sobre el movimiento de los planetas en su rbita alrededor del Sol. Fue colaborador de Tycho Brahe, a quien sustituy como matemtico imperial de Rodolfo II. En 1935 la UAI decidi en su honor llamarle Kepler a un astroblema lunar.

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    voces, y mientras tanto deja sus marcas en el inmensurable flujo del tiempo.10

    Al respecto, queremos dar cuenta de un precioso hallazgo, una pieza potica inspirada en dicha msica que el interior humano sincroniza con esos vagos instrumentos giratorios que habitan las constelaciones como bsqueda interior que durante toda su obra dirigida para adolescentes, segn la crtica, que ya nada poda hacer ante ese gran tema de Hermann Hesse: el alma inquieta al acecho de s misma (...) espritus rebeldes, sedientos de libertad, en bsqueda de la felicidad, sea lo que sta sea. Y si hay una misin en los libros de Hesse, es sa: intentar describir el camino11 que emite LA MSICA DE LAS ESFERAS CELESTES A un libro o decir con letras, aquello de una cierta teora sobre planetas y estrellas que producen sonidos segn sus distancias. Msica de las esferas celestes, deca.

    10 FRACTAL: La msica del cosmos. Andrs Eloy Martnez Rojas, para El Universal. Jueves 15 de mayo de 2008

    http://www.eluniversal.com.mx/articulos/47050.html 11 Hermann Hesse, Un lobo estepario, por Hernn D. Caro | Para LA NACION. Lunes 20 de agosto de 2012. http://www.lanacion.com.ar/1500732-hermann-hesse-un-lobo-estepario

    La experiencia sobre tu corazn y el mo me dice que mientras ms remoto est un cuerpo del otro, ms grave y notorio es el sonido. Contrariamente, dos cuerpos cuya distancia es tan nimia, (como un cabello en el universo) emiten un sonido agudo, casi casi tan imperceptible, que parece que esa distancia entre dichos cuerpos casi casi fuera nada, hacindolos parecer un solo ente. Con una msica de esferas celestes, escribiremos la Teora de la eternidad: Recorrer el universo, danzando sin parar a travs del tiempo. Porque a partir de ahora, cuando hable de futuro, sabr tu corazn que digo para siempre12.

    Como primera faceta, llegar al I Jing, orculo manejado con tallitos de milenrama, que el ya experimentado Jos Knecht, de 34 aos, entre traslcidos y dorados destellos que despedan las carpas en el lago oscurecido, aminoraba la aproximacin del Libro de las metamorfosis, transmisora, a travs del rtmico origen, de una especie de Filosofa Iluminista, cuya tonalidad Tsing-Chang y Tsing-Tse, cantada, a manera de gradaciones diablicas por los aedas, quienes las pregonaban entonces, a guisa de enemigas celestiales; por antonomasia,

    12 Poema alojado en el blog: Lejos de todas partes. http://lejosdetodaspartes.blogspot.com/2010/03/la-musica-de-las-esferas-celestes.html

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    herederos de la msica de la perdicin, fuertemente asignada a la cada estrepitosa de los muros de castillos de los reyes, sangrientos, y una tempestuosa que la maldicin regia desata, como tab que sus majestades del Gran Castillo Real subsuman tras prpura indumentaria. Cabe citar unos pasajes, ante la inminencia de que transcribiran, a la vez que tenebrosas, miasmas, del libro Primavera y Otoo, de Lue Bu We:

    El nacimiento de la msica se remonta muy atrs en el tiempo. Tiene ella origen en la medida y arraiga en el gran Uno. El gran Uno procrea los dos polos; los dos polos engendran la fuerza de la oscuridad y de la luz.13

    Cuando el mundo queda en paz, cuando todas las cosas estn en calma, cuando todas siguen en sus mudanzas a las que les son superiores, la msica cobra integridad. Cuando los deseos y las pasiones no andan por falsas vas, la msica se hace perfecta. La msica perfecta tiene su causa. Proviene del equilibrio. El equilibrio emana de lo justo, lo justo procede del sentido del universo. Por eso, slo se puede hablar de msica con un hombre que ha llegado a conocer el sentido del universo14.

    Habra que dejarse llevar por

    las nubes blancas, no resistirse a ese rayo, ora azul, ora rosceo, nimbando la ventana.

    13 Op. cit., p. 31. 14 Op. cit., p. 32.

    El grueso de lectores que abarrotaban la vivienda de Hesse con el letrero de Nada de visitas tras la recepcin del Premio Nobel de Literatura en 1946, lo remarcaban como el hurao que pese a esa esteparia actitud, poda, en efecto, halar fuerzas para responder las cartas y atender a lo menos unos ochenta admiradores por da, y de intentar darles algo de lo que ellos suponan que l haba encontrado15.

    Desde 1973 iba cobrando fama en las obras de Hesse, lo que preceda al ver del mismo autor, un acucioso estudio del I Ching, ms que los Upanishad y los Vedanta, libros que tambin son capaces de transformar un destino. El fin de los mundos terrenos trocando la cada subrepticia del cuerpo dando fulgurada parte al espejo de agua, en que el joven Siddartha o el persistente Jos Knecht hunden solaz precipicio para sus espectros redivivos, inmortales.

    El paso a la inmortalidad a travs de la muerte fsica del hombre es un tema cuya simbologa de aguas corrientes ocup grueso matricial en la obra del autor alemn, y en gran parte, en sus obsesiones que convergan en el dolor como forma redentora del juicio esttico que como proceso se traza en su odisea de bsqueda interior que fragua en el

    15 Op. cit., Hernn D. Caro.

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    ser una purificacin, erigido desde las mismas ruinas de lo padecido.

    El paso a otra y calmada vida, y a travs de escalas o contingencias, al gran llamado iluminista que a la vera del camino, a todo hombre se le aproxima, esa luz del precipicio surcando las profundidades irreversibles del ser elevado. Marcado tema, quiz, por ese recuerdo inescrutable y trgico que el suicidio signific en Hermann Hesse, a luz al rojo vivo, estigma indeleble de que todo arte perdura, aun a suerte de las vicisitudes mundanas, materia y discordia de la obra encaminada en el va crucis de su proceso, ms que de su perpetuada cada terrena.

    Joseph Conrad El corazn de las tinieblas Jack Farfn Cedrn _________________________________________ Joseph Conrad. El corazn de las tinieblas. Traduccin Emilio Olcina Aya. Editorial Oveja Negra, 1984. Bogot-Colombia. 76 pgs.

    _________________________________________

    Amos de la terrible extensin

    salvaje que prepara la tierra, los hombres durante sus cruzadas a lo inhspito del viaje oscuro, lesivo en cuanto las aguas amainan en lo acometido, surten, a lo lejos, los

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    dominios infrahumanos de lo demencial, de lo macabro.

    Me parece como si estuviera tratando de contaros un sueo, llevando a cabo un intento intil, porque la narracin de un sueo no puede comunicar la sensacin del sueo, esa mezcla de absurdo, sorpresa y azoramiento en un temblor de forcejeante rebelin, esa impresin de haber sido capturado por lo increble que es la esencia misma de los sueos16

    El corazn de las tinieblas (1902) traza el parangn literario con esas obras maestras del horror, de lo dantesco en contrapunto con el riesgo que no lleva al extremo del tnel, sino que lo contina, en cclico y pertinaz (por lo inabordable) sustentado por miasmas, la bitcora que Marlow, un capitn de nave perdida en la arboleda del miedo, aventurado a vida salvaje, a lo prurito, Congo arriba.

    La propia realidad para uno mismo, no para los dems que ningn hombre podr jams conocer. Los dems slo pueden ver la mera apariencia y nunca pueden asegurar qu significa realmente.17

    Riesgoso cmo su doble, Kurtz,

    aquel capitn que bajo el nombre de Konrad Korzeniowski, en El sueo del

    16 Joseph Conrad. El corazn de las tinieblas.

    Traduccin Emilio Olcina Aya. Editorial Oveja Negra, 1984. Bogot-Colombia. 76 pgs., p. 26. 17 Joseph Conrad, Op. Cit., p. 28.

    celta18, un treintaero capitn en retiro de la armada britnica, polaco, recin nacionalizado ingls, y contratado para realizar trabajos para la Sociedad Annima Belga para el Comercio con el Alto Congo, pone en evidencia para el nacionalista irlands, condenado a la horca por su opcin sexual, Roger Casement, un innegable optimismo e ideales progresistas en que luego enloquecera alejado de la civilizacin, sucumbiendo al salvajismo por acumular marfil, ese mtico tirano de las aguas, que es encontrado, rodeado de cabezas empaladas, en un moribundo frenes frentico que propalaba Horror Horror! a raudales. El tirano de voz pastosa entra a las aguas del reflujo, flua a canto de seres informes, que lo narran todo con una presuncin monstruosa, en movimientos espectrales que luego cobran vida, por un mentor que es doble, narrador bifronte de atrocidades de las que lo impvido se concientiza, refluyendo hasta soplar ocaso, alguna impredecible aurora de las obras maestras manando siempre, independientemente del tratamiento que le sea atribuido, ni ms que una criptozoologa nicamente balada a voces de ultratumba; fragores, de entre conmociones lunares que las selvas encantadas a plena deidad temporal, inmutan al paso del tiempo,

    18 Mario Vargas Llosa. El sueo del celta.

    Alfaguara. Lima, 454 pgs.

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    el polvo de los muertos, el Apocalipsis permanente, riesgoso, en la penumbra de fros visionarios.

    Le vi extender su corta pata en un gesto que abarc el bosque, la ensenada, el fango, el ro; pareca lanzar, con un molinete deshonroso, ante el rostro de la tierra iluminada por el sol, una llamada traidora a la muerte en acecho, al mal oculto, desde las profundas tinieblas de su corazn. Aquello fue tan espeluznante que salt sobre mis pies y mir hacia atrs, hacia la linde del bosque, como si esperara una respuesta de una u otra especie a esa negra exhibicin de confianza. Ya conocis las impresiones insensatas que tengo a veces. La alta quietud se confrontaba con aquellas dos figuras, con su paciencia siniestra, esperando la consuncin de una invasin fantstica.19

    Y es que la obra, adaptada en

    otro siglo y otro continente, mereci en el genio de Francis Ford Coppola, al rodar el film inspirado en la guerra del Vietnam, pero que eligi como mapa y transcurso de aquellas matanzas, al relato largo o novela corta en mencin, la misma que para Roger Casement, cuyo encuentro con el escritor en 1903, y tras trece aos de misivas, cuando ya Conrad haba merecido la fama de reputado escritor, lo felicit por su novela congolesa, El corazn de las tinieblas, que acababa de leer y que se lo dijo le haba removido las entraas porque era la ms extraordinaria

    19 Joseph Conrad, Op. Cit., p. 32.

    descripcin de los horrores que se vivan en el Congo. Conrad lo ataj con las manos.

    Usted debi figurar como coautor de ese libro, Casement afirm, palmendolo en los hombros. Nunca lo hubiera escrito sin su ayuda. Usted me quit las legaas de los ojos. Sobre el frica, sobre el Estado Independiente del Congo. Y sobre la fiera humana.20

    El verdadero pnico masificado

    advirtiendo, ya un ciclo, un temporal, a tenor de un cicln y ajuste de cuentas con la civilizacin y sus delimitaciones, a lo ardido de los reinos ms inclementes que los altos del reflujo moral abisman hasta grados enternecedores del infierno mostrando sus fauces en la aparente calma de los rostros ahogados.

    La luna haba derramado sobre todas las cosas una delgada capa de plata: sobre la densa hierba, sobre el fango, sobre la muralla de vegetacin afelpada ms alta que los muros de un templo, sobre el gran ro, que poda ver a travs de un hueco oscuro, centelleando mientras discurra, ancho, sin un murmullo.21

    Joseph Conrad (Berdyczw, entonces Polonia, actual Ucrania, 3 de diciembre de 1857 Bishopsbourne,

    20 Mario Vargas Llosa. El sueo del celta.

    Alfaguara. Lima, 454 pgs., p. 74. 21 Joseph Conrad. Op. Cit., p. 25.

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    Inglaterra, 3 de agosto de 1924)22 ha sabido descifrar al flujo de las mareas silenciosas, el infierno que traduce msica, las notas conscientes que durante los estados ms hipnticos de velada pesadumbre, aforan hasta desembocaduras cargantes no conexas con el cuerpo helado, no conteniendo valor, enorme valenta humana sometida a padecimientos voluntarios.

    Haba momentos en que a uno le volva el pasado, como ocurre a veces cuando no se tiene un solo momento que dedicar a uno mismo; pero volva bajo la forma de un sueo inquieto y ruidoso recordado con asombro entre las abrumadoras realidades de aquel extrao mundo de plantas, y agua, y silencio. Y esa quietud de vida no se pareca en absoluto a la paz. Era la quietud de una fuerza implacable que meditaba una intencin inescrutable. Aquello le miraba a uno con un aire vengativo.23

    Era flojo que veamos cmo ese

    discurrir de estados en rtmico avance, no conoce queja, sino ms bien salmodias dolorosas, no reajustadas, reconciliadas, s; adscritas a lo tunante, en torno; recovecos en los cuales, inabordables, asoman apenas, pesquisas de la conmocin soportada, amarga, acorde con el aplauso que el ro congols trasunta en extensa veladura. Y, cual sino reconociera el hombre sus tintineos montaraces, apenas digeribles hasta la

    22 http://es.wikipedia.org/wiki/Joseph_Conrad 23 Joseph Conrad, Op. Cit., p. 33.

    gnesis de lo cuadrumano, dira, en voz colectiva, esa precipitada dicha que toda masa en constante braceo prescribe como suya:

    Hubiramos podido imaginarnos como los primeros hombres tomando posesin de una herencia maldita que deba ser dominada a costa de una profunda angustia y de un trabajo desmesurado. Pero repentinamente, mientras nos batamos en un recodo del ro, en lugar de la breve visin de muros de juncos, de puntiagudos techos de hierba, haba una explosin de aullidos, un remolino de miembros negros, una multitud de manos dando palmadas, de pies que pataleaban, de cuerpos que se balanceaban, de ojos que rodaban, bajo la colgadura de un follaje pesado en inmvil.24

    Dante reserv la msica para el Paraso; y lo pictrico, de tersura agraz por lo escultrica, para esos momentos incesantes, que el inframundo traduce. Infierno y Purgatorio equivaldra a todo el relato congols que a latidos golpetea una selva de entraas mordazmente vrgenes del fuego hambriento, salvaje, resonando lo transcurrido. Pero la msica, el rtmico espasmo tamboril de un milln de manos y ojos como lucirnagas viscosas ahogndose en la corriente, deslindan, en paralelo, el cenculo azabache de la animalidad, del canibalismo que no

    24 Joseph Conrad. Op. Cit., pp. 34-35.

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    salva movimientos ante lo inmutable que el cuerpo reposa.

    No podamos entender porque estbamos demasiado lejos y no podamos recordar, porque viajbamos en la noche de los primeros tiempos, de aquellos tiempos que se han ido dejando apenas un signo y ningn recuerdo.25

    Conrad pone a prueba la

    msica interior, dotada por una energa primigenia de los tambores africanos que subvierten la agresividad, que la transculturan hasta el grado atronador del ingls mortalmente colonialista, que, tachado por una civilizacin descreda de lo instintivo, de lo salvaje, aterriza en el vrtigo lunar acaecido paisaje inspido del Congo, rugiendo cabezas empaladas hasta la locura que rodeaba la cabaa del fantasma que a lo largo del viaje adquiere en la novela grados de mito, de para-hroe que no caza oportunidad alguna de redencin fanal, y ms bien s de re-ciclo, de fuga constante por los feudos espeluznantes de la infinita calamidad, del hasto redundante.

    Y, fuera, la silenciosa extensin salvaje que rodeaba aquella mancha desbrozada sobre la tierra me chocaba como algo grande e invencible, como el mal o la verdad, que estuviera esperando pacientemente la extincin de aquella invasin fantstica.26

    25 Joseph Conrad, Ibid., p. 35. 26 Joseph Conrad, Op. cit., p . 22.

    Fantasmas onricos revelan, a

    contrapunto, el paralelo que la ficcin ofrece, hasta la misma extremauncin deplorable en sus inicios; y, acometidos por las ruinas vestales de una pared y follaje, ecos africanos, el talante que no le exige, que no le descorre nada al reflujo enrojecido de la carne impvida, dechado antiguo, de terco oficio, inderrocable, trasluce el modo en que el cirujano se vuelca sobre el cuerpo, hurga en la herida, con delicadeza pero con decisin.27

    La tierra era espectral. Estamos acostumbrados a contemplar la forma encadenada de un monstruo sometido, pero all all poda contemplarse una cosa monstruosa y libre. Era espectral, y los hombres eran no, no eran inhumanos. Bueno sabis? Aquello era lo peor de todo: aquella sospecha de que no eran inhumanos. Le llegaba a uno lentamente. Aullaban y brincaban, y se retorcan, y ponan caras horribles; pero lo que a uno le estremeca era precisamente el pensamiento de su humanidad como la propia el pensamiento de nuestro propio parentesco con aquel rugido apasionado.28

    Avasallantes son los estados

    caticos en que se centra la historia, Congo arriba, el ro espasmdico

    27 Rafael Argullol: La voz de la oscuridad. Sbado 12 de octubre de 2002. Diario El Pas de Espaa: http://elpais.com/diario/2002/10/12/cultura/1034373611_850215.html 28 Joseph Conrad, Op. Cit., p. 35.

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    confluyendo hasta estados amorales, amniticos; naturaleza que el hombre llama sucedneos bodegones anmicos del buen comportamiento, en paralelo, tam-tams que lo arden, lo avientan al sucesivo galope de caballos en cruzada por das inmundos, hasta el transcurso bifurcado, concntrico, de lo que podra llamar sino al infierno ntimo, lleno de podredumbre y hedor, lleno de instinto asfixiante y catico, del ser humano29, el fragor ms inescrutable en la noche de los tiempos ardiendo en un precipicio infernal, a la vez reconocible, vivificante por la voz personal que traduce lo virulento, purificador de la gran metfora del mundo, del ser que lo contiene, en accesos catrticos que los dominios gritados calman, claman.

    La cosa estaba en que era una criatura llena de talento, y que, entre todos sus talentos, el que sobresala por encima de todos, el que comportaba una sensacin de presencia real, era su capacidad de hablar, sus palabras el don de la expresin, asombroso, iluminante, el don ms sublime y el ms despreciable, corriente latente de la luz o torrente engaoso procedente del corazn de unas tinieblas impenetrables.30

    Marlow llega a la costa

    africana para encaminarse luego a la Estacin Central y, por fin, a la Estacin Interior como si estuviera

    29 Rafael Argullol, Op. cit. 30 Joseph Conrad, Op. cit., p. 46.

    renovando el viaje de Dante. Pero sin la compaa de Virgilio.31 Durante ese infierno interior acaso Kurtz gritara, desde la voz irrefrenable, crptica, que encarna el fantasma mefistoflico, angelical voz de las aguas, el agente de la compaa colonial belga desaparecido; acecha, atraccin incesante, hacia Marlow, la voz tenebrosa que su propia conciencia arrecia durante el transcurrir del relato: acecha el centro mismo de la conciencia32, desde el orto de las tinieblas, la plana mansedumbre, lineal, el espectro de Kurtz, atiborra la propia conciencia de la oscuridad refrendada por lo probo que el santuario nocturno ausculta durante la fijacin de las almas empticas traduciendo cada cual su fantasma estentreo, de inmundo crimen colonizador.

    Al otro lado de la cerca, el bosque se ergua espectralmente a la luz de la luna, y, a travs del indistinto barullo, a travs de los desmayados ruidos de aquel patio lamentable, el silencio del pas volva a lo hondo del corazn con su misterio, su grandeza, con la grandiosa realidad de su vida oculta. 33

    Ninguna pesquisa moral pide

    el relator a los lectores, sumergidos en el decurso de la infamia que no espejea sino los instintos interiores que cada fantasma habita en

    31 Rafael Algullol, Op. cit. 32 Rafael Algullol, Op. cit. 33 Joseph Conrad, Op. cit., p. 25.

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    nosotros, la sbana llena de histrica, fantasmal agona; la voz de Kurtz, afincada bajo ninguna conmocin, acaso advertida por lo silente agundose en msicas reptadas por conmocin, por espasmdico y cicatero ritmo permitiendo el claustro honorfico de todos los horrores presenciados hasta las fronteras de masas que asuman a la deidad de espectros, el suceso de sus propias cuitas ocultas, marcadas por el paso de la bestia, a travs de un frentico hasta espasmdico acaecer, presencia oculta, a ratos la voz del mismo Kurtz atenazando dudas; Marlow siendo su propia voz, sugiere el espanto irreal de lo que ya no da signos de hlito, entre las aguas balando una cuesta impenetrable por selvas conscientes de la huida que no cabe en orden animal, ni fuego razonado alguno:

    Fijaos en que no trato de disculpar, ni siquiera de explicar; estoy tratando de explicarme, a m mismo por por el seor Kurtz por la sombra del seor Kurtz. Aquel espectro iniciado que proceda de detrs de Ninguna Parte me honr con su asombrosa confianza antes de desvanecerse por completo. Y eso se deba a que poda hablar ingls conmigo. El Kurtz original haba recibido parte de su educacin en Inglaterra, y tal como tena la amabilidad de decir l mismo sus simpatas estaban bien puestas.34

    34 Joseph Conrad, Op. cit., p. 48.

    Tal los hroes depositados al margen de la lnea, de los acantilados, de los charcos y alcantarillas de una ciudad desesperada por el vrtigo del desacato, Kurtz, la sombra viga, desesperanzada, llovida en un corazn ya sin color, emboque de aguas errantes preludiando a ratos, luces ignominiosas prestas a encender la devastacin de un ptrido rbol, anegan de luz verdosa, la fluorescencia nocturna de blanca tiniebla, que bien pudo haber acaecido ante los ojos pasmosos rodeados de la odisea de Patricio Lumumba35, aquel anticolonialista que ya no habita las aguas, sino por el color a conciencia que representa el paso de la infamia que no dura un tiempo contable, y ms bien s uno perennizado en el hasto que la moral y la memoria de fijacin colectiva representa en los paradigmas, verdaderos antihroes, manan su radical presencia, lejos de un mundo habitado, un paisaje ajeno o la calle lunar que lejos de ensombrecer los recuerdos, los inmortaliza hasta la tumba a llaga viva de los das salados que no llueven para cicatrizar heridas, tanto como para encenderlas, lejos ya

    35 Patrice mery Lumumba (2 de julio de 1925 - 17 de enero de 1961) fue un lder anticolonialista y nacionalista congols, el primero en ocupar el cargo de Primer Ministro de la Repblica Democrtica del Congo entre junio y septiembre de 1960, tras la independencia de este Estado de la tutela belga. Nombrado hroe nacional en 1966. http://es.wikipedia.org/wiki/Patrice_Lumumba

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    de los instintos o transmigraciones que ellos representan, avivados por postema supurante de una enfermedad mundanal desoyendo el silente ruido de ciudades dormidas; as, su aparicin, su nima coloca el preciso dato que hace historia, el segundo que puede tardar aos en el confinado a fusilamiento, la voltil lgrima echada a la suerte, en tanto que el tiempo dura o relativiza cada partcula, cada tomo, as una forma de engranaje, dando concesin virtual a pnica memoria del horror que todo lo deconstruye, a insigne imagen de lo persuadido, no por un acaecer real, tanto como por esa realidad apenas delineada por verdad irreprimible que el confluir sucesivo, muy dentro, lucha sus designios internos y cruciales, para que el espritu salga ileso, pagando por podredumbre, su cuerpo deleznable, en una tierra pulverizando todo lo animado, aparente.

    Kurtz, el misterioso habitante del corazn de la tiniebla, es el depositario de un horror sin lmites, pero no por su sarcasmo, o por su despotismo, o por su angustia sino, precisamente, porque ha quedado al margen de aquella espera desconcertada del hombre. De ah su poder absoluto y su abismo definitivo.36

    36 Tiniebla blanca, Rafael Argullol, 7 Jul. 2002, diario El Pas de Espaa:

    http://elpais.com/diario/2002/07/07/catalunya/1026004045_850215.html

    Desde los tiempos de Herclito, las aguas columbrantes se han renovado para los autores de novelas cuyo eje temtico, cuyo ro los atrapa a lo largo de toda la obra. El amor en los tiempos del clera, de Gabriel Garca Mrquez; El ro, del poeta peruano Javier Heraud, acribillado a lo largo de ese mefistoflico cauce, Madre de Dios, entre pjaros y rboles. Ros metafsicos para desesperados. En el Sena, corre inmutable mrmol viviente, tanto para Lord Jim (1900), como para el lagarto danzante hasta El Fin, de Jim Morrison destazando a la res aterida, babeante; as como para un Apollinaire; o el ro Putumayo, testigo de crueldades deshumanizadas por la fiebre del caucho.

    Advertimos no slo la imagen mtica que su metfora personifica como fraguador de universos atascados por el mundo en constante reflujo vadeado por las orillas que prosiguen el curso, de mnimas aguas que para el planeta representan (0,01%). Pero el instinto atiende a la llamada fragorosa, a su corriente colectiva dinamizando el flujo inconsciente, el continuar sin pausa de un cerebro rebullente de historias que lee el adversario vigilante, historias que contina con fecha postergada en receso, un adormecido y pasmoso habitante interiorizado acudido a la posta narrativa, con la

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    llamarada enarbolada, mortal, a encender los llanos imprevistos de lo vvido, de lo real aguardando ese transcurso ciego por el cual, abismados, propendemos a una continuidad inusual dada por aquel empequeecido rondar que el espritu bullente dictamina, para que la pera de lo magno, sucednea, mesa los cabellos alborotados, aquella selva oscilante, tal o cual, enferma o enervante, dicha o constituida por designacin o suposicin, se quede confluida al hilo presencial que es la msica del caminante elevando salmos de agua, con unas gotas purificadoras instndolo a la liturgia paralela en un Jordn inmaculado al primer bautista alimentado de miel y langostas.

    El opus magnus de las historias de agua dulce. El corazn de las tinieblas, de Joseph Conrad: el viaje de un tal Marlow remontando el ro Congo tras los pasos de un tal Kurtz, un comerciante de marfil cuyos mtodos se han salido de cauce. (...) un caudaloso gran ro, que uno poda ver en el mapa, como una inmensa serpiente enroscada con la cabeza en el mar, el cuerpo ondulante a lo largo de una amplia regin y la cola perdida en las profundidades de su territorio. Su mapa, expuesto en el escaparate de una tienda, me fascinaba como una serpiente hubiera podido fascinar a un pjaro, cuenta Marlow, desde un barco amarrado en pleno Tmesis, en las pginas del comienzo. Remontar aquel ro era como volver a los inicios de la creacin cuando la vegetacin estall sobre la faz de la tierra,

    y los rboles se convirtieron en reyes (...) Y nosotros nos arrastrbamos hacia Kurtz. Y as, arrastrndose hacia Kurtz, Marlow remonta una corriente fantasmal, inhumana, y llega al sitio donde late el corazn de la tiniebla: el flujo brbaro, envenenado de Occidente, que ha reptado hasta all por las aguas de, precisamente, el ro. El ro.37

    Harto ms terrible que el infierno

    de Dante es El corazn de las tinieblas el ro de frica que remonta el capitn Marlow, entre orillas de ruinas y de selvas y que bien puede ser una proyeccin del abominable Kurtz, que es la meta.38

    LITERATURA CITADA Libros impresos: 1.- Joseph Conrad. El corazn de las tinieblas. Traduccin Emilio Olcina Aya. Editorial Oveja Negra, 1984. Bogot-Colombia. 76 pgs. 2.-Mario Vargas Llosa. El sueo del celta. Alfaguara. Lima, 454 pgs 3.- Jorge Luis Borges. Obras Completas, t. IV. Emec Editores. Argentina. 3 Ed. 2010. 668 pgs. Pginas Web: 4.- Rafael Argullol: La voz de la oscuridad. Sbado 12 de octubre de 2002. Diario El Pas de Espaa: http://elpais.com/diario/2002/10/12/cultura/1034373611_850215.html

    37 La llamada del agua, reportaje de Leila Guerrero, para el Diario El Pas de Espaa, Sbado, 2 de enero de 2010. http://elpais.com/diario/2010/01/02/babelia/1262394735_850215.html 38 Jorge Luis Borges. Obras Completas, t. IV.

    Emec Editores. Argentina. 3 Ed. 2010. 668 pgs. p. 588. (cursivas mas).

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    5.- http://es.wikipedia.org/wiki/Patrice_Lumumba 6.- Tiniebla blanca, Rafael Argullol, 7 Jul. 2002, diario El Pas de Espaa: http://elpais.com/diario/2002/07/07/catalunya/1026004045_850215.html 7.- La llamada del agua, reportaje de Leila Guerrero, para el Diario El Pas de Espaa, Sbado, 2 de enero de 2010. http://elpais.com/diario/2010/01/02/babelia/1262394735_850215.html

    EL REGRESO A GALILEA DE PREZ ALENCART

    Harold Alvarado Tenorio

    Una editorial madrilea y otra

    salmantina han publicado esta primavera el ltimo libro de versos de Alfredo Prez Alencart: Regreso a Galilea, siete poemas del peruano en traducciones al rabe, hebreo, ingls e italiano, ilustrados con preciosas vietas de Miguel Elas. El volumen fue presentado en Meghar, una pequea aldea al norte de Galilea, habitada por drusos, musulmanes y cristianos, vecina a los Altos del Goln y el lago de Tiberades, donde hace tres lustros se renen anualmente variados grupos de poetas rabes y judos demostrando que la convivencia en la diversidad, de lenguas e ideologas, es posible incluso en Israel. En esta ocasin tambin participaron bardos de

    Noruega, Italia, Suiza, China,

    Albania, Eslovenia y Jordania. Regreso a Galilea tiene doble

    significado. Es un manojo que permite gustar la polisemia que ofrecen las traducciones simultneas de un poema, brindando intuiciones que el texto original en espaol parece retener, al tanto que enriquece su elucidacin, en este caso, las invocaciones que el poeta, creyente y peruano, hace de sus ansias de confraternidad entre los seres que habitaran las regiones donde El Galileo predic. I saw things that are unseen

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    and clothed myself in righteousness, loving in flesh and spirit, as signs of what took place in me. And rather than repeating words I sanded them smooth, like a humble carpenter in his workshop. [Stuart Park] Fratello, sia tu dove sia, apri i pugni

    e che non tornino armi nelle tue mani, che la lotta non insista nell' avvicinare distanze, che soltanto le parole si alzino e convincano che convincano le tue parole, non i colpi n gli ordigni, e che in te si ingigantisca la benevolenza. [Stefania di Leo]

    Quizs mejor que en otras de las publicaciones de Alencart, en Regreso a Galilea se constata la

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    calidad de su escritura y la constancia de su mensaje cristiano. Las traducciones refrendan la diversidad y tesitura de su lengua espaola, al tanto que los cdigos que formula, -- la pobreza de bienes entre la holgura del buen vivir nos hace dignos de la vida; Eva replica el mundo para perpetuar la salvacin del cuerpo por la vida eterna,-- confirman su indeclinable militancia y conviccin religiosa. Hechos que sealan cmo nada es ajeno al poema, siempre y cuando, su sintaxis y prosodias alcancen cimas y simas de estremecimiento.

    Galilea, situada al norte de Israel, entre el Mediterrneo, el mar de Galilea y el Valle de Jezreel es una regin de colinas, con un ro de numerosos afluentes y arroyos, frtiles llanuras y ridas montaas, donde, segn la tradicin, en Tabor, ocurri la metamorfosis de Jess, cuando en presencia de Pedro, Juan y Jacobo, habl con Moiss y Elas. All, al pasar por la orilla del lago, mientras los pescadores estaban arreglando las redes, los llam, y ellos lo dejaron todo y le siguieron. Los apstoles eran oriundos de Galilea, los evangelios mencionan algo ms de cuatro centenares de lugares de esa regin donde ejercieron su magisterio. Volver a Galilea quiere decir releer todo a partir de la cruz y de la victoria. Sin miedo, no temis,

    dijo esta pascua de resurreccin Jorge Mario Bergoglio.

    Una relectura del signo de Galilea, que como coincidencia aparece en Resistencia, el poema de Alencart. El hecho de que los siete textos no slo estn impresos en espaol e italiano, sino en rabe y hebreo, agregando a ello sus simbolismos, indica que el peruano militante busca tambin la paz para una regin de sufrimiento como la Palestina histrica, humillada y despojada por el imperio de la codicia y la execracin. He aqu la metfora profunda de este valioso librito de versos que desde el cntico religioso agita las campanas de la paz entre los pueblos hermanos de Israel y Palestina, con una Jerusaln para la concordia del hombre en la tierra. Resistir al dolor, resistir al mal, eso grita el poeta. Da tras da te persiguen los feroces con sus gritos y condenaciones. No toleran el perfil invicto

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    de tus bolsillos vacos, el temple de tu mucha exigencia y el no mentir jams. Estn perdidos en su mal gobierno, ansiosos por usar sus hachas! Hoy mismo tu voz tuerce sus hablas que no tocan verdad. La tuya es la historia de los que resisten.

    EL LIBRO DESAPARECER?

    Cesar Vigo Arribasplata

    El Libro desaparecer, ser expulsado de la materialidad, pues no fue hecho de la corteza del rbol de la vida del cual se le prohibi comer a Adn para evitar la competitividad divina.

    El uso del libro, como soporte de la escritura desaparecer como desaparecieron las tablas de piedra en las que escribi Dios en el monte del Sina, o el uso de los papiros que acompa por milenios a las dinastas egipcias y al imperio romano, as tambin desapareci el uso del pergamino.

    El concepto del Libro, tal como lo concebimos desaparecer ms temprano que tarde; me refiero a ese artilugio mstico, hecho de la corteza de los rboles, de materia vegetal, que da base a los folios delgados, apilados delicadamente, y que conforman los quaterniones (cuadernos).

    El libro, tan verstil, delicado y permisible a todas aquellas manos deseosas de abrirlo y posar la mirada en sus ms ntimos secretos, desaparecer. Ese artilugio revolucionario que acompa al hombre por siglos, con sus cientos de

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    miles de letras yuxtapuestas, paralelas, barrocas; desaparecer.

    Ese milln de libros con los cuales Borges fue premiado al hacerse cargo de la Biblioteca Nacional de Argentina, o la La Biblioteca de Babel, en la cual se imagin recorrindolos, no tendrn ya similitud con la realidad futura. Aquellos libros con forro de cuero para gustos carnvoros, no sern ms.

    Esos libros que se convierten en fetiches de un lector, se extinguirn ineluctablemente, y, quedarn como meras piezas de museos, decorando la sala de algn magnate o desquiciado.

    Las imprentas cesarn, sus sonidos de vorgine dejarn de funcionar. El papel ya no ser el soporte de la escritura. Los libros de literatura pornogrfica que posean los adolescentes en secretos libidos debajo de sus camas, no sern tachados ms de nefandos, sino expuestos como Huacos Moches por nuestros herederos.

    Y sin embargo, la escritura no desaparecer, sino con la extincin del hombre. La escritura permanecer anhelante para ser plasmada donde se aore, sugestiva en un poemario virtual libidinoso, sacro en un Blog religioso libertario.

    El libro, ceder su trono a los soportes pticos y electrnicos. Pero la escritura no desaparecer, sino con la corta existencia de la raza humana.

    Si bien los libros ya no sern concebidos como los concebimos, sern remplazados como e-book o libro electrnico, los cuales contienen ya cientos, sino millones de libros virtuales.

    Slo aquellos lectores ortodoxos y sentimentales que conocimos al libro corpreo en la complicidad de sentirnos omniscientes, lloraremos con nostalgia sus formas, sus olores, su textura. EFIGIE ROSADA, apareciste junto a m. vido cuerpo tierno me acaricias; aun huelo tu tierna piel de centuria marchitada. Te he tomado en brazos como reverencia. Abandonas ese lecho dolorida. Forjo tu imagen sacra inamovible en mi ser. Has anhelado seguir dndome pan mientras cesa tu corazn. Aun huelo tu maternal piel.

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    UNA DENSA LNEA DE EXPLORACIN SOBRE

    VALLEJO

    Doan Ortiz Zamora

    Vallejo condensa una serie de factores intactos y aun no profanados en la actualidad. Hablar de Vallejo hoy, congrega a rendir culto a uno de los ms celebres poetas que existi en el mundo. En determinadas etapas de la obra de Vallejo, se aprecia el hombre comprometido; en primera instancia, con su origen y familia; luego, la preocupacin del yo existencial; y posteriormente, llega a crear en tercera persona la constante inquietud sobre la humanidad. En diferentes procesos encontramos la tendencia de ya no pertenecer a un pas, sino al mundo; difcil suceso que cada artista debera cumplir, y nuestro querido Csar Abraham Vallejo Mendoza lo ha logrado, a medida que sus versos siguen el sendero de la universalidad y eternidad (dignos elementos de su naturaleza).

    Csar Vallejo en su obra identifica el individuo y sujeto como esencia de un nmade invisible, volviendo al primer momento en que estuvo, pero en un lugar diferente. Extrae una secuencia perfecta de

    sucesos, ligados premonitoriamente de abismos y volcanes arcaicos, teniendo en cuenta que cada verso es anterior y la vez posterior al otro. Vallejo ha demostrado ser un poeta de acto y no un poeta en potencia, sumergiendo al lector, no a un discurso poetolgico o interpretativo, sino instrumental, definiendo su diversidad potica con condiciones de produccin polismica. Atribuyendo su lnea potica a compases armnicos de extraa fragancia, balancendose en una comunicacin objetiva, debido a su propia singularidad. Vallejo exige una profundidad abismal para el entendimiento de su tcnica y pensamiento. Se debaten finos roces lingsticos que desintegran el verso y prosa tradicional. El arquetipo logocntrico y la emotividad opaca de Vallejo, llega a remplazar siglos de incertidumbre potica y enlaces de diferente dimensin. Los heraldos negros genera una revolucin potica, moldeando signos, como la energa y la condensacin de la invencin potica; desarrollando la eliminacin de toda palabra de existencia accesoria, con el nacimiento de la expresin pura, encontrada en los verbos y en los sustantivos. En relacin a los mitos correlativos de la palabra exacta, Vallejo pregona una economa de la palabra, logrando una morfosintaxis penetrante. La inmensa infinidad de la lengua natural, no

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    extrae precisiones efmeras; al contrario, sustituye cdigos de solidez inventiva, con la finalidad de prolongar una ligera perfeccin emergida por la causa total de los efectos de sus textos literarios.

    Vallejo delimita sus fronteras con furtivas expresiones coherentes y llenas de riesgos al inequvoco, revelando propiedades desconocidas del absoluto imposible e inexpresable. En Europa, Csar Vallejo desarrolla el trabajo periodstico, logrando aportar un material de considerable importancia para la crnica, an no explorada de manera compleja por sus crticos. Los textos narrativos del autor de Fabla salvaje, argumentan una densa lnea de exploracin, donde la etapa evolutiva marca un rigor de estricta veneracin en su prosa. El inicio de la narrativa vallejiana experimenta esencialmente rastros de literatura oculta que han sido encontrados, gracias a una intensa bsqueda artstica. En Tungsteno y en el famoso Paco Yunque, encontramos una preocupacin directamente vinculada a los aos que Vallejo dedic al estudio del marxismo en Europa y la escritura de estos dos textos roza muy de cerca el tiempo en que escribi sus reportajes dedicados a la Unin Sovitica: Rusia

    en 1931 y Rusia ante el II Plan Quinquenal. Queda as reflejada la ruta de un cambio de motivaciones que tuvo resultados muy concretos en la literatura de Vallejo. En sus escritos periodsticos, los argumentos paralelos trascienden frenticamente, como en Autopsia del surrealismo, que resulta un texto muy iluminador, y coincide, adems, con la postura asumida por los literatos latinoamericanos de la poca. Moderando el concepto de las maravillas surrealistas, de modo que el cuestionamiento sobre la ideologa, emplea una funcin de modelo cultural dominante, detallando un aspecto resaltante en las crnicas de Vallejo. En conjunto, la narrativa vallejiana puede tener menor valor que su poesa, y esto es algo que puede decirse sin exagerar con la subjetividad; sin embargo, las tensiones que existen en su prosa arrojan muchos signos sobre la intelectualidad y espiritualidad del autor. Csar Vallejo no slo forma parte de la poesa, o la poesa form parte de l; tambin dej un legado de indudable exquisitez en su narrativa, logrando ser un escritor explorador de la tan inexplorable jungla literaria.

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    ARQUITRAVE, UNA REVISTA DE POESA

    QUE RESISTE LA INCURIA DEL TIEMPO

    Harold Alvarado Tenorio

    Arquitrave, revista de poesa

    llega a su quincuagsima quinta edicin. Arquitrave se publica cada tres meses y difunde la poesa de todos los tiempos, en especial, la que se escribe en nuestra lengua. Hemos realizado, entre otros varios, homenajes a poetas como el habanero Gastn Baquero, el sevillano Luis Cernuda, el perseguido poltico del castrismo Ral Rivero, el alejandrino Konstantinos Kavafis, el sanonofreo Giovanni Quessep, el chino Bai Juyi,

    los alemanes Ingeborg Bachmann o Hans Magnus Enzensberger, el indio Mudnakudu Chinnaswamy, el madrileo Luis Antonio de Villena, la uruguaya Cristina Peri Rossi, el palestino Madmud Darwish, el brasileo Affonso Romano de Sant`Anna, la australiana Margie Cronin, el griego Atanasio Niarjos, la sueca Karin Boye o los colombianos Cobo Borda, Mara Mercedes Carranza, Elkin Restrepo, Eduardo Escobar, Amilcar Osorio o Jorge Zalamea Borda. En este nmero celebramos la poesa de la norteamericana Rita Dove, ganadora del Premio Pulitzer, el espaol Leopoldo Mara Panero, la croata Sonja Majojlovic o el colombiano Jhon Better.

    De la manera ms cordial estoy invitando a vosotros, a

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    suscribirse por un ao a la revista de poesa Arquitrave, que hacemos hace ms de una dcada en Colombia y llega ya a su nmero cincuenta y cinco. Son cuatro nmeros anuales, cada uno de cien pginas con fotos interiores y tapas a color, con buena poesa, variada, antigua y nueva. La cosa es as: se puede, en Colombia, hacer un giro por cien mil pesos a mi nombre [Harold Alvarado Tenorio, cdula 6185342] o desde el exterior, a travs de empresas de remesas, cuyos costos son competitivos. En Colombia valen cien mil pesos los cuatro nmeros, incluido el correo; y en el exterior, dependiendo, del pas entre cincuenta y sesenta dlares americanos. La revista impresa se publica en trescientos ejemplares y la hacemos artesanalmente. Para cualquier pregunta escribir [email protected]. La revista puede verse en www.arquitrave.com

    ESPAA Y UNAMUNO EN CIORAN39

    Adriana Corts Koloffon

    No Agudo, ex editor de la

    revista Vogue me encarg una entrevista con l y me dio su direccin en rue de l'Odeon. Aqu la entrevista que hice yo en francs y tambin la traduccin del francs es ma. Algunas preguntas aportadas en espaol por Vernica Flores Aguilar. Tambin ella me tom la fotografa. Slo dejo en la entrevista la voz de Cioran y suprimo las preguntas:

    SIN PROFESIN, he tenido

    mucho tiempo para leer. Unamuno y Espaa eran mis pasiones; cada quien tiene sus locuras y sus sueos: el mo era viajar a Espaa, pas que recorr con poco dinero y en bicicleta. Amaba de Espaa su sensibilidad, el espritu de su gente, distinto al del resto de los europeos: el francs no se interesa por los otros. Pars es una ciudad

    39 NOTICIA HEMEROGRFICA. La entrevista se public por primera vez en la revista Macrpolis,

    en agosto de 1993. Aunque la autora hizo la entrevista en francs, Vernica Flores Aguilar aport dos preguntas que se las comunic en espaol, para que la autora las tradujese al francs. La traduccin del francs de la presente entrevista, es ntegramente de Adriana Corts Koloffon.

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    esencialmente no espaola. Espaa es, sin duda, mi primer universo; ahora se ha civilizado, ha cambiado mucho desde que viaj all por primera vez. Qu escritores espaoles han influido ms en mi pensamiento? Unamuno. A Cervantes lo conozco poco, quiz por ser demasiado clebre.

    Una vez alguien me pregunt por qu escriba y le respond que lo haca con la idea de suicidarme. Ahora he dejado de escribir; no tengo ningn proyecto, as que puedo leer lo que se me antoje, por ejemplo un estudio en cuatro volmenes sobre Pascal y su siglo, y muchas biografas.

    En realidad no soy muy sociable; sin profesin, no es fcil serlo. Desde que dej mi pas, hace 54 aos, he llevado una vida un tanto aislada. Prefiero permanecer al margen de la sociedad. Tena pocos amigos, me volv un aptrida -quera serlo- y me qued en Pars: una ciudad triste. Cambi de lengua: hice bien y mal. Creo que es necesario renunciar a la lengua materna. Logr ser un hombre sin profesin y no es fcil vivir sin rumbo. D