revista gorosti nº 19

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Revista periódica de la Sociedad de Ciencias Naturales Gorosti.

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L os cangrejos de río son los ma-yores macroinvertebrados que habitan las aguas continentales. Existen mas de 500 especies agrupadas en tres familias que se distribuyen a lo largo de todo el planeta, a excepción del con-tinente africano (Fig.1). Estas tres familias son: Parastacidae (distribuida originariamente en el hemisferio sur en Sudamérica, Madagascar, Australia y Nueva Zelanda), Cambaridae (distribui-da originalmente por el este de Norteamérica, noreste de Centro-

américa y Este de Asia) y Astaci-dae (distribuida de forma natural por el Oeste de Eurasia y Oeste de Norteamérica). Sólo cinco es-pecies son originarias de Europa (Hobbs 1988), todas ellas perte-necientes a la Familia Astacidae.En la Península Ibérica la única especie de cangrejo nativa es el cangrejo autóctono o cangrejo de patas blancas Austropotamo-bius pallipes (Lereboullet, 1858), aunque se podría considerar que existen algunas poblaciones de Austropotamobius italicus en

Los cangrejos de río

Javier Oscoz

Departamento de Zoología y Ecolo-

gía, Universidad de Navarra, Apdo.

177, E-31080, Pamplona. E-mail:

[email protected]

Miriam Pardos & Concha Duran

Calidad de Aguas, Confedera-

ción Hidrográfi ca del Ebro, Pº de

Sagasta 24-28, 50071, Zaragoza.

E-mail:[email protected]; cdu-

[email protected]

J. Oscoz – Biólogo M. Pardos –Ingeniera Química C. Durán –Bióloga

Nuevos datos sobre la presencia de cangrejos alóctonos en la Cuenca del Río Ebro

Cangrejo señal con sus características manchas en las pinzas. (Foto: Javier Oscoz)

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Granada (Santucci et al. 1997) si se puede considerar ésta como una especie nueva (Fratini et al. 2005). Las poblaciones de can-grejo autóctono se han visto se-riamente reducidas en cuanto a abundancia y área de distri-bución, lo que ha llevado a ser incluida en la Lista Roja de Es-pecies Amenazadas de la IUCN como especie vulnerable (IUCN, 2006), así como en los Anexos II y IV de las Directivas Europeas relativas a la conservación de los hábitats naturales y de la fauna y fl ora silvestres (92/43/CEE y 97/62/EU). Distintos factores han contribuido a esta regresión en las poblaciones de cangrejo au-tóctono, entre ellos la alteración y contaminación de sus hábitats, las sequías, la sobreexplotación, el furtivismo o la introducción de especies de cangrejo exóticas (Alonso et al. 2000; Gil-Sánchez & Alba-Tercedor 2002). Estas úl-timas tienen un claro efecto ne-gativo sobre la biodiversidad y la composición de los ecosistemas donde se asientan (Geiger et al. 2005; Rodríguez et al. 2005), especialmente sobre las especies

nativas de cangrejos. Además de los problemas de competencia por los distintos recursos (como son el hábitat, refugio y alimen-tos), las especies exóticas son portadoras de diferentes enferme-dades que afectan a las especies autóctonas, la más conocida de las cuales es la afanomicosis.

La AfanomicosisLa afanomicosis, también llamada “Peste del cangrejo de río”, está producida por el hongo Apha-nomyces astaci. Esta enfermedad era endémica de Norteamérica, donde las especie de cangrejos autóctonos han desarrollado re-sistencia a la misma, y sólo se ven afectado en condiciones de estrés.Sin embargo, afecta mor-talmente a las especies de can-grejos de Europa y del Hemisferio sur. En todo caso actúan como especies portadoras y transmiso-ras de la enfermedad. Así, alguna de las especies introducidas en la Península Ibérica, como el Can-grejo Rojo o Cangrejo de las ma-rismas Procambarus clarkii (Gi-rard, 1852) y el Cangrejo Señal Pacifastacus leniusculus (Dana,

1852) son transmisoras de esta enfermedad (Diéguez-Uribeondo et al. 1995). El ciclo vital del A. astaci se es-quematiza en la Figura 2. Los cangrejos son infectados cuando una espora proveniente de un cangrejo infectado consigue llegar hasta un ejemplar sano. Penetra por las partes blandas del animal, y se desarrolla en el interior en forma de micelio que se extiende en un primer momento por la cu-tícula, y luego por la musculatu-ra y el tejido nervioso, causando fi nalmente la parálisis total y la muerte. El tiempo que los cangre-jos infectados viven suele ser de unos 15 días, aunque depende de la temperatura, de forma que a mayor temperatura la enferme-dad se desarrolla más rápido. Las esporas pueden estar como espo-ras nadadoras (las que infectan) o como esporas enquistadas, pero si en 3 o 4 días no han encon-trado un hospedador pierden su actividad infecciosa. Teniendo esto en cuenta, y puesto que el hongo no puede vivir fuera del cangrejo de río, si en un tramo desaparecen todos los cangrejos autóctonos por la enfermedad y se consiguieran erradicar los alóctonos portadores de la enfer-medad, contrariamente a lo que antes se creía sobre que las aguas quedaban infectadas crónicamen-te, dicho tramo quedaría libre de la peste del cangrejo. Una de las medidas apuntadas precisamente para la ayudar en la conserva-ción de las poblaciones de can-grejo autóctono es el control de la dispersión de estas especies exóticas (Alonso et al. 2000), por lo que el conocimiento de las zo-nas donde existen poblaciones de cangrejos alóctonos resulta muy importante.Fig.1 Distribución mundial original de las tres familias de cangrejos de río.

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El cangrejo rojo americano

Se trata de una especie endémica del noreste de México y el sur central de Estados Unidos (Hobbs et al. 1989), pero que ha sido introducida en nume-rosos países del mundo, generalmente con fi nes co-merciales. Aunque excepcionalmente puede alcanzar los 20 cm, por lo general los adultos miden entre 10-12 cm. Su coloración habitual es rojiza oscura, aunque según la época y la alimentación puede va-riar a verde, marrón o incluso gris azulada (Fig. 3).

Es una especie territorial y agresiva, tanto con sus congénere como con sus posibles depredadores, te-niendo también una conducta menos fotófoba que el cangrejo autóctono, por lo que es más fácil de ver a plena luz del día. Vive en sustratos blandos de ríos, marismas y charcas de agua, en los que excava túne-les para refugiarse. Soporta niveles bajos de oxígeno disuelto, así como altas temperaturas y un cierto gra-do de contaminación del agua. Se trata de una es-pecie omnívora y oportunista que puede alimentarse de una gran cantidad de recursos, como macrofi tas,

Fig.2 Ciclo vital del hongo Aphanomyces astaci. A: Zoospora nadadora; B y C: Espora fi jada y germinando en la cutícula del cangrejo; D: Micelio del hongo desa-rrollándose en el cuerpo del cangrejo, E: Zoosporangio con esporas; F: Zoospora nadadora; G: Espora enquistada.

Muestreo en la cuenca del Ebro

La Cuenca del Ebro se sitúa en el cuadrante NE de la Península Ibérica y ocupa una superfi cie total de 85.362 Km2, de los que 445 Km2 están en Andorra, 502 Km2 en Francia y el resto en España. Es la cuenca hidrográfi ca más extensa de España, representando el 17,3 % del territorio peninsular español. En dicha cuenca existen 347 ríos principales de los cuales 910 pertenecen propiamente al cauce principal del río Ebro.En esta cuenca, además del cangrejo autóctono, se conoce la presencia de tres cangrejos exóticos: Cangrejo Rojo, Cangrejo Señal y el Yabbie o cangrejo australiano Cherax destructor (Clark, 1936). Esta última es una espe-cie extremadamente grande y fuerte procedente del sudeste de Australia que ha sido localizada en algunas balsas de Navarra y Zaragoza (Bolea 1996). Sin embargo su distribución está muy limitada a dichas balsas, por lo que en este trabajo no haremos más referencia a esta especie, centrándonos en las dos restantes, de las que existen algunos datos (Oscoz & Durán 2005) que hacen suponer una distribución en la cuenca del Ebro más amplia. A pesar de que la presencia de ambas especies exóticas es conocida en la cuenca, los datos sobre su presencia son en general limitados y poco concretos. En este trabajo se quieren aportar nuevos datos sobre la presencia de cangrejos alóctonos en la cuenca del Ebro, a partir de datos y observaciones realizadas a lo largo de los últimos años (1996-2006) en diferentes estudios realizados a lo largo de toda la cuenca del Ebro, principalmente sobre calidad del agua o estudios de la comunidad piscícola. En los muestreos de dichos estudios siempre que se loca-lizaron cangrejos se anotó su presencia, determinándose la especie y registrándose su localización.

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moluscos, otros crustáceos o in-cluso anfi bios y peces. Gracias a esta gran plasticidad ecológica, que le permite adaptarse a todo tipo de ambientes, a su rápido crecimiento fruto de una tempra-na madurez sexual y al elevado número de descendientes, se tra-ta de una especie invasora muy exitosa, que desplaza de manera muye efectiva al cangrejo autóc-tono.Fue introducida en la Península Ibérica en 1973-1974 en Bada-joz y el Guadalquivir (Habsburgo-Lorena 1979), donde tuvo una buena aclimatación a las condi-ciones de las marismas. Desde 1979 existe una pesca con fi nes comerciales, siendo actualmente las marismas del bajo Guadal-quivir la primera productora y exportadora europea, con captu-ras superiores a 3000 Tn al año (Cano et al. 2003). Su área de distribución se ha visto ampliada notablemente, entre otras cosas por su comercialización en vivo. En la Península Ibérica ya se ha comprobado tanto la alteración de la red trófi ca (Geiger et al. 2005) como la pérdida de biodiversidad en humedales (Rodríguez et al. 2005) por la presencia del can-grejo rojo. Todo ello, unido a que esta especie es vector de la afa-nomicosis, hace que actualmente esta especie constituya un factor de riesgo importante para la su-pervivencia y recuperación del cangrejo autóctono, haciéndose necesario realizar una gestión y explotación adecuada para este recurso (Fidalgo et al. 2001).En este sentido, los factores li-mitantes que tiene cangrejo rojo, como la altitud, las condiciones oligotrófi cas o la presencia de

sustratos más com-pactos (Diéguez-Uribeondo et al. 1997), pueden ha-cer que gran parte de las áreas potencial-mente adecuadas para el cangrejo autóctono quedaran no amenazadas (Gil-Sánchez & Alba-Tercedor 2002). Así, y a pe-sar de la plasticidad de la especie, parece que los cursos superiores de los ríos, con mayor corriente y sustratos más duros y com-pactos difíciles de excavar, no serían apropiados para el desarrollo de la especie, lo que unido a que su dispersión es sobre

todo a favor de la corriente y que se ven muy limitados en sus mo-vimientos por barreras naturales o artifi ciales (Kerby et al. 2005), haría que dichas zonas altas fue-ran un refugio apropiado para el cangrejo autóctono frente al can-grejo rojo.En la Fig. 3 se muestra la loca-lización en cuadrículas UTM de 10x10 km de los lugares donde se localizó esta especie en la cuenca del Ebro. Esta especie se ha lo-calizado en 44 estaciones de 32

m a s a s de agua, con

un rango de altitud entre los 900 y los 35 m. Prin-cipalmente se ha locali-

zado esta especie en el Eje del Ebro y en los tramos bajos y medios-bajos de sus afl uentes, lo que concuerda con lo expresado por anteriores estudios sobre sus preferencias de hábitat (Gil-Sán-chez & Alba-Tercedor 2002). Sin embargo también se ha localiza-do esa especie en tramos medios o medios-altos de algunos ríos de montaña. En estos últimos casos era frecuente que dichos tramos estuvieran localizados cerca de embalses o balsas utilizadas como áreas recreativas o zonas de pesca intensiva de peces alóctonos, así como en tramos de ríos con una perceptible eutrofi -zación por agricultura, cercanía de algunas industrias o núcleos urbanos.En Navarra, esta especie se lo-calizó, sobre todo, en los tramos

-a el edaran Sánchez & Así, y a pe-la especie, superiores corriente

y com-avar,

m a s a sde agua, con

un rango de altitud entrelos 900 y los 35 m. Prin-cipalmente se ha locali-

zado esta especie en el Ejedel Ebro y en los tramos bajos ymedios-bajos de sus afl uentes, loque concuerda con lo expresadopor anteriores estudios sobre suspreferencias de hábitat (Gil-Sán-chez & Alba-Tercedor 2002). Sinembargo también se ha localiza-

Una especie invasor a muy existosa, que desplaza de manera muy

efectiva al cangrejo autócton o.

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medios y bajos de diferentes ríos (Aragón, Arga, Elorz, Iranzu, Li-nares, Sadar y Zidacos), además de en todo el eje del río Ebro. En todos los casos, salvo uno, se en-contró por debajo de los 410 me-tros de altitud. Únicamente se en-

contró por encima de dicha altura en la balsa del Señorío de Beraiz (560 m), la cual está dedicada a la pesca intensiva de trucha intro-ducida. Hay que señalar que de las 13 estaciones en las que se constató la presencia de cangrejo

rojo en Navarra, sólo 4 de ellas (localizadas en los ríos Ebro y Zi-dacos) se encontrarían en tramos en los que se permitiría su pesca. Esto podría llevar a que, dada su gran capacidad colonizadora y plasticidad ecológica, la especie

Cangrejo rojo (Procambarus clarkii) (Foto: J. Oscoz).

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Fig.3 Resultados de los muestreos realizados en la Cuenca del Ebro. Se señala con un círculo en gris las cuadrículas en las que se localizó el cangrejo rojo americano.

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siga extendiéndose por buena parte de las aguas de la comunidad,

El cangrejo señalSe trata de una especie endémica de la costa oeste de Norteamérica, siendo la única especie de la Fa-milia Astacidae con distribución natural fuera de Eu-ropa. Se trata de un cangrejo de gran tamaño, pue-de alcanzar los 14-18 cm y pesar hasta 100-150 gramos. Presenta un color marrón-verdoso bastante uniforme, excepto en la unión de la pieza móvil de las pinzas, donde aparece una característica mancha clara que confi ere el nombre vulgar a esta especie. Tiene hábitos más lucí-fugos y es menos agresivo que el cangrejo rojo. Es muy activo, emi-grando aguas arriba y aguas abajo de los ríos, siendo incluso capaz de sortear ciertos obstáculos por tierra. Se trata de un comedor oportunista capaz de aprovechar cualquier recurso disponible, si bien su dieta se basa fundamentalmente en la mate-ria animal. Ocupa una amplia variedad de hábitats, desde pequeñas corrientes a grandes ríos, así como lagos naturales o balsas de riego, prefi riendo los sus-tratos rocosos frente a los arcillosos o limosos. Tole-ra el agua salobre y las altas temperaturas, pero es

más sensible a la acidifi cación de las aguas. Al igual que el cangrejo rojo sigue una estrategia reproduc-tiva basada en la producción de un gran número de descendientes lo cual, unido a unos requerimientos de hábitat similares, su mayor tasa de dispersión y su mejor uso de los recursos, provoca igualmente el desplazamiento y la desaparición del cangrejo autóc-tono (Bubb et al. 2006).Su introducción en España se produjo en 1974-1975 en las cuencas del Tajo y el Due-ro (Habsburgo-Lorena 1979). Posteriormente se

han, realizado más introduc-ciones por parte de diferentes administraciones, especialmen-te Castilla-León, País Vasco y Navarra (Carral et al. 1993) en tramos donde el cangrejo au-tóctono había desaparecido con la idea de sustituir a este últi-mo por un homologo ecológico como el cangrejo señal, que sirviera al mismo tiempo como “barrera ecológica” a la expan-

sión del cangrejo rojo (Reynolds et al. 1992). Sin embargo, hasta el momento no se ha encontrado aval científi co a esta consideración. Además en los últimos años se ha producido una dispersión y un considerable aumento del área de distribu-ción de este cangrejo debido a translocaciones

Ocupa una amplia gama de hábitats, desde pequeñas cor rientes a grandes ríos, así como lagos

naturales o balsas de riego

Cangrejo señal (Pacifastacus leniusculus) (Foto: J. Oscoz).

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ilegales realizadas por particulares así como por la fuga de ejemplares de instalaciones donde se cría la especie (Alonso et al. 2000). El cangrejo señal es además portador de la afanomicosis en forma de infección crónica, y no es totalmente resistente a ella, sino que puede resultarle mor-tal en condiciones de estrés, (Persson & Söder-häll 1983), por lo que su expansión hacia zonas de cabecera de los ríos , donde todavía pueden sobrevivir poblaciones de cangrejo autóctono, representa una seria amenaza para esta última especie.En la Fig. 4 se muestra la localización en cuadrículas UTM de 10x10 km de los lugares donde se locali-zó esta especie en la cuenca del Ebro. Se halló en 54 localidades pertenecientes a 30 masas de agua dentro de un rango de altitud entre los 941 y los 119 m. Hay que señalar que en tres masas de agua (ríos Arga, Iranzu y Orón) se encontraron en el mismo tramo ejemplares de cangrejo rojo y de cangrejo señal, lo cual no apoyaría la hipótesis de la existencia de una interacción negativa entre ellos que hiciera que el cangrejo señal actuara de “barrera ecológica” ante el cangrejo rojo. El cangrejo señal en la cuenca del Ebro se encuentra presente principalmente en el cuadrante noreste, mientras que en el resto de la cuenca se han hallado algunos ejemplares muy localizados en ríos de

Huesca, Zaragoza y Teruel. Resulta llamativo que el área de la cuenca donde más localidades con cangre-jo señal se han hallado coincide con territorios donde se han realizado introducciones por parte de la admi-nistración y donde, además, se autoriza su pesca.En Navarra esta especie de cangrejo se localizó sobre todo en tramos medios y ríos de montaña (Aragón, Arakil, Arga, Binies, Ega, Erro, Iranzu, Irati, Juslape-ña, Larraun, Linares, Onsella, Robo, Salazar y Ulza-ma). Por encima de los 360 metros de altitud. De las 36 estaciones en las que se constató la presencia de cangrejo rojo en Navarra, sólo 5 de ellas (localizadas en los ríos Arakil y Ega) se localizarían en tramos en los que se permitiría su pesca, por lo que también se puede pensar que esta especie puede seguir tam-bién su expansión por los ríos de Navarra, especial-mente en los tramos más altos.

A modo de conclusiónLa introducción de los cangrejos norteamericanos constituye un ejemplo evidente del impacto negativo que causan las especies exóticas sobre las comunida-des y ecosistemas autóctonos. Por lo tanto, la gestión de las poblaciones de cangrejos exóticos debería es-tar invariablemente dirigida a controlar sus medios de dispersión, que frecuentemente pasan por la acción del hombre. Entre las medidas a adoptar se pueden

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Fig.4 Resultados de los muestreos realizados en la Cuenca del Ebro. Se señala con un círculo en gris las cuadrículas en las que se localizó el cangrejo señal.

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destacar las relacionadas con la comercialización en vivo, la gestión de las poblaciones y la adopción de medidas de control y erradicación. El control de la dispersión de cangrejos mediante la limitación o pro-hibición de su comercialización en vivo es quizás la recomendación con mayor grado de acuerdo entre la comunidad científi ca internacional para el control de la expansión de los cangrejos introducidos. Otras me-didas pasarían por la gestión y control de su explota-ción comercial y pesquera. También se recomienda a todas las personas que se mueven por nuestros ríos la necesidad de minimizar lo máximo posible los riesgos de contaminación por Aphanomyces astaci. Para ello es fundamental que no se avance en la misma jorna-da desde aguas infestadas por cangrejos americanos hacia zonas de cabecera libres de la peste donde es-tán quedando reducidas las poblaciones autóctonas y, si lo hacen, que desinfecten sus materiales (botas, aparejos, etc.). Es por ello que sería necesario que

hubiera un conocimiento público de los tramos don-de existen ejemplares de cangrejos alóctonos. Dicha recomendación de desinfectar todos los materiales usados resulta hoy día, si cabe, más importante por la aparición de otra especie invasora, el mejillón cebra Dreissena polymorpha (Pallas, 1771).

En defi nitiva, además de la restauración del hábitat y el control de las especies exóticas, en los planes y progra-mas sobre las poblaciones de cangrejo autóctono sería también necesaria una mayor información y conciencia-ción pública que motiven una mayor implicación de la población y los pescadores locales en este tema.

La gestión de las poblacion es y la adopción de medidas de con trol y erradicación

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BIBLIOGRAFÍA

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12 gorosti

Los Galápagos autóctonosy exóticos en el medionatural de Navarra

Aitor Valdeón

Observatorio de Herpetología

Sociedad de Ciencias Aranzadi

Zorroagaina 11

20014 Donostia-San Sebastián

[email protected]

¿Qué son los galápagos?

Galápago europeo fotografi ado en las Tablas de Daimiel. (Foto: José Ardáiz)

L os galápagos son reptiles del orden de los quelonios que viven en aguas dulces. En Europa se conocen 5 especies autóctonas

pertenecientes a dos géneros; Emys y Mauremys. En general son especies de hábitos poco conocidos que han dado lugar a numerosas leyendas o creencias, como la de sus hipotéticas propiedades para espan-tar ratones, lo que ha hecho que mucha gente captu-re estos animales y los tenga en sus huertos con esta fi nalidad. De la misma forma, La traducción a el sig-nifi cado en otros algunos idiomas, entre ellos el ga-llego o el euskera, de la palabra “galápago” implica la creencia o mito de que son sapos con coraza (apoar-

matua en euskera: apo=sapo y armatu=armado), debido a sus hábitos acuáticos.Viven en todo tipo de aguas dulces siempre que re-únan las características requeridas por cada especie. Además de agua también necesitan hábitats terres-tres donde depositar sus huevos, y en algunas oca-siones estivar y/o hibernar. Así, en zonas con veranos e inviernos secos, cuando las balsas se secan, se refugian en masas de vegetación, donde se mantie-nen inactivos hasta que llegan las lluvias (Alberto Álvarez, com. pers.). Por otro lado, para dispersarse y colonizar nuevos ambientes necesitan trasladarse a través de este medio terrestre, que a menudo se

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escapa de la gestión de los humedales. De ahí la im-portancia del conocimiento de su biología reproduc-tiva, su área de campeo y los sistemas de dispersión y colonización de nuevos territorios, para enfocar su gestión efi cazmente, intentando evitar así la degra-dación de sus hábitats, que es la principal causa de desaparición de sus poblaciones.En cuanto a la alimentación, son animales funda-mentalmente carnívoros, que no desperdician la carroña en el agua, contribuyendo al reciclaje de la materia orgánica, aunque también pueden cazar peces, artrópodos o incluso pequeños anfi bios. Ade-más, al contrario de lo que algunos autores consi-deraban, estudios recientes han demostrado que no son estrictamente carnívoros, sino que buena parte de su dieta la compone la materia vegetal (Ficetola & De Bernardi, 2006). En este sentido cabe destacar que como, en los excrementos de galápago europeo encontrados en Navarra que hemos analizado, des-taca como presa el aparecen numerosos restos de cangrejo rojo americano (Procambarus clarkii). Como reptiles que son, los galápagos son anima-les ectotérmicos, incapaces de generar por sí mis-

mos calor corporal, por lo que deben calentarse so-leándose sobre rocas, sobre la vegetación o en las orillas de las masas de agua donde viven. De esta forma pueden , para alcanzar una temperatura cor-poral adecuada para que les permita realizar la di-gestión y otras funciones vitales. Existen diferencias acusadas entre las diferentes especies en cuanto al tiempo de soleamiento, siendo el galápago ameri-cano la especie que más tiempo pasa soleándose, característica que se ha aprovechado para el diseño de trampas de captura específi cas para esta especie exótica (Zugadi et al., 2004). En cuanto a las dos especies autóctonas se distinguen entre sí, entre otras cosas, por la presencia de escudos inguinales en el galápago leproso frente a la ausencia de los mismos en el galápago europeo. (Figura 1).

Especies presentes en NavarraEn Navarra se pueden encontrar, al menos, 3 espe-cies de galápagos. Dos de ellas, el galápago europeo (Emys orbicularis) y el galápago leproso (Mauremys leprosa), son autóctonas estando ambas protegidas por el Decreto Foral 563/1995, de 27 de noviembre, que regula el Catálogo de Especies Amenazadas de Navarra, así como por varias leyes y convenios a nivel estatal y europeo. La otra es el galápago ameri-cano (Trachemys scripta), también llamado galápago de Florida o galápago de orejas rojas (o de orejas amarillas según la subespecie), una especie intro-ducida originaria del sureste de Estados Unidos y el noroeste de México que está considerada como una de las 20 especies exóticas invasoras mas dañinas de la península Ibérica (GEIB, 2006). Se trata de una especie de mayor tamaño, más voraz y agresiva que las especies autóctonas, que puede llegara a desplazar a nuestros galápagos a lugares subópti-mos, donde sus probabilidades de supervivencia y reproducción disminuyen drásticamente.Estas tres especies pertenecen a dos familias di-ferentes: Emididae (galápago europeo y galápago americano) y Geomididae (Galápago leproso).

Los galápagos son animales ectotérmicos, incapaces de generar por sí mismos calor cor por al, por lo que deben calentarse soleándose sobre rocas o sobre la vegetación

Fig.1 arriba: Hembra de galápago europeo, sin escudos inguinales. Fig.1 Abajo: Hembra joven de galápago leproso con escudos inguinales bien visibles.

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Ambas familias se diferencian en la forma de articu-lación entre la quinta y sexta vértebra cervical, que es doble en la primera y simple en la segunda.

El Galápago europeo El galápago europeo se distribuye en práctica-mente toda Europa y el norte de África. Se han descrito hasta, 9 grupos o haplotipos para él, en base a las diferencias encontradas en una parte de su ADN mitocondrial (el Citocro-mo b) (Lenk et al., 1999) (Fig. 2), aunque uno de ellos se ha descrito recientemente como una especie aparte diferenciada, Emys trinacris (Fritz et al., 2005).Es un galápago que, en nuestras latitudes, puede alcanzar los hasta 16cm, aunque en otras partes de Europa alcanza hasta 25cm. Se caracteriza por te-ner muchas motas amarillas sobre fondo negro en cabeza, patas y cola, aunque su coloración es muy variable a nivel intra e interpoblacional (Fig. 3), ob-servese también las diferencias de coloración entre la foto de portada y la foto de entrada del artículo. En general, los ejemplares navarros parecen ser más amarillos tanto en la zona de la garganta como en el plastrón (parte inferior del caparazón), aunque tam-bién pueden encontrarse algunos ejemplares con

una coloración más oscura, como la que domina en otras partes de España. El espaldar (parte superior del caparazón) puede ir de un verde amarillento al

Fig.2 Mapa de distribución de los haplotipos conocidos de Cytocromo b en Emys orbicularis. El haplotipo IX no aparece porque se descubrió en un ejemplar cautivo de procedencia desconocida. El haplotipo III es el que pertenece a Emys trinacris. Extraído de (Fritz et al., 2007)

Fig.3 Variabilidad cromática dentro de una sola población de la Ribera de Navarra. Machos a la izquierda y hembras a la derecha.

ctica-an él, a

mo una(Fritz et

s, puede

Fig.3 Variabilidad cromática denpoblación de la Ribera de Navarra. Machohembras a la derecha.

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negro con manchitas amarillas, variando el tono de un ejemplar a otro entre estos dos extremos. Viven en barrancos húmedos, balsas, lagunas y tramos de ríos remansados, siempre con abun-dante vegetación. Las mejores poblaciones conoci-das de la especie en Navarra se encuentran en la zona media y en la Ribera. En esta zona, y gracias al apoyo del Consorcio Eder me-diante el programa Leader Plus, se está realizando un exhaustivo estudio sobre una de las pobla-ciones de galápagos. Entre otras actuaciones, se han colocado ra-diotransmisores a 10 ejemplares, lo que está permitiendo estudiar en detalle aspectos básicos de su biología como el comportamiento, la reproducción, el área de cam-peo, la selección de hábitat, o la hibernación. Los primeros datos muestran, por ejemplo, que los galápagos son capaces de orientarse en el medio donde viven. Así, en la primavera de 2006 dos hembras salieron de una balsa a desovar y se desplazaron más de un kiló-metro en dirección oeste. En su trayecto atravesaron una segunda balsa, mucho más grande que la original, donde también hay ga-lápagos. Tras desovar volvieron a su balsa original. En su viaje tar-daron 3 días de ida y otros 3 de vuelta. Una de estas hembras, en 2007, volvió a hacer este recorri-do de ida y vuelta no una sino dos

veces, ya que hizo 2 puestas en un intervalo de 24 días.En cuanto al tamaño de puesta, en Navarra, se han encontrado

ejemplares con 1 a 8 hue-vos (Fig. 4), que ponen desde la última semana de mayo hasta media-

dos de julio, siendo en el mes de junio cuando se pro-

ducen la mayoría de las puestas. Para el desove, las hembras se cargan de agua, y, cuando locali-zan un lugar adecuado de puesta, sueltan el agua poco a poco para ablandar la tierra y escarbar un agujero de unos 6-8 cm de pro-fundidad y otros 5-6 de diámetro. Tras esto pondrá sus huevos en el nido y lo cerrará con la tierra reblandecida, de modo que al se-carse la tierra, el nido suele que-dar muy bien camufl ado. Unos dos meses después nacerán los pequeños, y, aunque algunos sa-len en septiembre al exterior para volver al agua, la mayoría se que-darán hibernando en el nido y no será hasta la primavera siguiente cuando salgan del él.

Es una especie estrictamente pro-tegida incluida en el catálogo de especies amenazadas de Navarra como “Sensible a la alteración de su hábitat”. Sin embargo, el Atlas y Libro Rojo de los Anfi bios y Reptiles de España cataloga a las poblaciones de Levante y Valle del Ebro, a las que pertenecerían nuestros galápagos, como “En Peligro Crítico”.

Hábitat típico del galápago europeo en Navarra. Nótese la abundancia de vege-tación, en especial de carrizo (Phragmi-tes australis) (Foto: Aitor Valdeón).

anchitas amarillas, o de un ejemplar a

en Navarraejemvosdede

dosmes de

ducen la m

Fig.4 Número de huevos que han puesto las hembras radiografi adas en 2006 y 2007. Se observa como lo más frecuente son puestas de 5 huevos, oscilando de uno a ocho.

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Situación de la especie en NavarraEl origen del galápago europeo en Navarra como en otras poblaciones de la Cuenca del Ebro y Girona, según datos genéticos, parece ser una colonización relativamente reciente desde Francia, a diferencia del resto de poblaciones ibéricas, donde el origen sería un refugio glaciar situado en el norte de África, que penetró en la Península Ibérica a través del Estrecho de Gibraltar (Fritz et al., 2007). Estos datos con-trastan con las comparaciones biométricas que parecían rela-cionar las poblaciones navarras con las valencianas (Ayres et al., 2006), pero proporciona una gran herramienta en la gestión de las poblaciones, ya que suponiendo que se quisie-ra hacer reintroducciones de la especie, se deberían descartar todos los ejemplares que procedan de cualquier parte de España, aunque físicamente sean muy similares, como ocurre en Valencia. Por otro lado, el fenotipo (es decir, la forma física de los animales) se parece a los animales valencianos mucho más que a los

animales franceses, estando éstos más próximos ge-néticamente al comparar el ADN mitocondrial, pero son más grandes y mucho más oscuros. Es decir, no debe conservarse solamente la especie, sino cada una de las poblaciones, ya que a diferencia de las aves o los mamíferos, que pueden recorrer muchos

kilómetros en poco tiempo, los galápagos evolucionan en pe-queños núcleos, observando así numerosas diferencias en-tre poblaciones distantes unos pocos kilómetros, aún perte-neciendo a la misma cuenca hidrográfi ca (Valdeón, 2006). Conservar la biodiversidad signifi ca conservar cada po-blación, para poder conservar cada una de las características de cada núcleo. Por ejemplo, (p. ej., en una población se han encontrado animales fl a-

vísticos (con exceso de pigmento amarillo), hasta el punto de ocultar cualquier otro color del caparazón), y en otra se ha detectado que 1 de cada 6 ejempla-res tiene tan solo 11 escudos marginales ( cuando lo normal son 12).

Fruto de los recientes estudios, en Navarra, cada vez se conocen más poblaciones, aunque también se ha confi rmado que se han extinguido una gran cantidad de poblaciones de las que se tenía constancia hace 30 años, y que siguen extinguiéndose otras a un ritmo alarmante. Afortunadamente, poco a poco se ha empezado a tomar conciencia de la situación de estas olvidadas especies y se está realizando un im-portante esfuerzo de muestreo que permita determi-nar su situación exacta a nivel regional. Numerosos cursos de agua y humedales están siendo muestrea-dos en Navarra con el objetivo de descubrir nuevas poblaciones y comprobar el estado de conservación de las que ya se conocen.

Con servar la biodiversidad signifi ca con servar cada población, para poder con servar cada una de las características de cada núcleo

Hembra de Galápago europeo portando un emisor en el capara-zón. (Foto: Aitor Valdeón)

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Factores de amenaza En cualquier caso, Navarra no es una excepción a la realidad de la situación de la especie a nivel global, y se ha cerciorando el estado decadente de algunas poblaciones conocidas. Los peligros que más directamente afectan al ga-lápago europeo son los siguientes:

Alteración y pérdida de hábitat:* Canalización de acequias y ríos, eliminación de vegetación, relle-nado de “badinas”, contaminación...Captura de ejemplares:* La supervivencia de la especie se basa en la escasa mortalidad en los adultos, que pueden intentar reproducirse año tras año durante su larga vida. Sin embargo, huevos y juveniles suelen ser depredados por ratas, garzas, zorros u otros depredadores. Por eso, si nos llevamos a casa los adultos (que sue-len ser más fáciles de coger, y ya han logrado sobrevivir a su dura infancia) impedimos la re-producción, colaborando en la extinción de esa población. Buena parte de estas capturas son realizadas por pescadores, que bien en reteles o con caña capturan ocasionalmente nuestros ga-

lápagos. Afortunadamente muchos de ellos son conscientes de la situación de estas especies y devuelven los galápagos a su medio, aunque otros no lo hacen, infringiendo las leyes de pro-tección a las que están sujetas estas especies. Es preciso recordar que si en el ejercicio de la pesca se captura alguna de estas especies pro-tegidas se debe sacar el anzuelo sin tirar de él, ya que si ha entrado mucho en la garganta y ti-ramos de él rasgaremos el esófago. En estos ca-sos se debe cortar el sedal y llamar al 112 para que los técnicos del Centro de Recuperación de Fauna Silvestre de Ilundain puedan extraer el anzuelo mediante una operación quirúrgica re-lativamente sencilla que tan solo requerirá unos 10-15 días de reposo, tras lo cual el galápago podrá ser puesto de nuevo en libertad.Los atropellos: * Aunque suelen estar la mayoría del tiempo en el agua, los galápagos salen a tie-rra a menudo para colonizar nuevos territorios, buscar pareja, depositar los huevos... Por eso, dado que son animales lentos y pequeños son a menudo atropellados, sobre todo cerca de los hábitats acuáticos donde viven.

El autor de éste artículo colocando una nasa de trampeo (Foto: Aitor Valdeón)

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Especies exóticas:* Otro factor que les afecta negativamente es la introducción de especies exóticas como el cangrejo de las marismas (Pro-cambarus clarkii), que puede depredar sobre los neonatos de los galápagos (Marco, 2005), y so-bre todo la introducción del galápago americano (Trachemys scripta), que compite ventajosamente con las especies autóctonas, y las desplaza fuera de su hábitat natural (ver más adelante).

El Galápago leproso

El galápago leproso es una especie termófi la, que se distribuye por el norte de África, la península ibérica y el suroeste de Francia. Mide hasta 20cm. y se caracteriza por ser más plano, con la cabeza más alargada, de coloración marronácea uniforme, y con líneas longitudinales anaranjadas en cuello y patas.En Navarra se ha encontrado en varios lugares sin aparente relación entre sí, posiblemente como fruto de introducciones de ejemplares traídos ilegalmente como mascota desde Extremadura y otras partes de la mitad sur de España. Sin embargo, se piensa que pueden quedar poblaciones autóctonas en algunos tramos del río Ebro y Ega, así como en algún punto fronterizo con Francia. Esta especie prefiere los tramos fluviales, aun-que también puede habitar balsas y lagunas. Es una especie poco conocida en Navarra, de la que se tienen escasas referencias, muchas de ellas muy antiguas.Es una especie autóctona protegida que en el catálogo de especies amenazadas de Navarra se clasifica “de interés especial”, y en el Atlas y Libro Rojo de los Anfibios y Reptiles de España como “vulnerable”.

Galápago Leproso. Observese su característica coloración en cuello y patas (Foto: Aitor Valdeón)

Galápago europeo. (Foto: José Ardáiz)

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El Galápago americano

Por ultimo, el galápago americano es otro integrante más de las llamadas “Invasiones Biológicas”. Es un galápago del que pueden encontrarse al menos dos subespecies en la península en el medio natural: el galápago de orejas rojas (Trachemys scripta elegans) y el de orejas amarillas (Trachemys scripta scripta). Se trata de la típica “tortuga de agua” que se ven-de en las tiendas de animales que la gente termina desechando y soltando en la naturaleza por no poder mantenerla ya que con la edad puede llegar a alcan-zar un gran tamaño (Figu-ra 7). Se han encontrado ejemplares de hasta 30cm y 3 Kg de peso, sobre todo hembras, que son mayores que los machos.Esta especie esta ocasio-nando graves problemas ecológicos ya que compite con los galápagos leproso y europeo; Alcanza tallas superiores a éstos, produce una mayor descenden-cia, tiene una madurez sexual más temprana y su dieta es más variada. Además, es mucho más resis-tente a la contaminación que los galápagos autócto-

nos, adaptándose a prácticamente cualquier hábitat acuático, aunque con preferencia por los hábitats que ocupan las especies autóctonas, desplazándo-las a hábitats subóptimos donde no son capaces de prosperar. Esta última especie se ha detectado en Navarra en el ríos como el Arga (Pamplona y Funes) y en el Ebro (Tudela), así como en varias la-gunas y embalses ( como Las Cañas (Viana), Balsa del Pulguer (Tudela), y La Estanquilla (Corella).La venta masiva de neonatos de esta especie en

los años 90 trajo desde las granjas americanas millo-nes de animales, coinci-diendo con la prohibición de su comercialización en ese país. De esos millones de galápagos solamente un pequeño porcentaje sobrevivía mantenidos en tortugueras de plástico pe-queñas donde es muy difí-

cil que sobrevivan más de uno o dos años. Mucha gente se sorprende cuando se les dice que estos animales pueden llegar a vivir 30-40 años y a pesar más de 3 kilogramos, porque sus pequeños galápa-gos nunca alcanzaron estos tamaños. Sin embargo, los que sí sobrevivían crecían mucho y sus cuidados

Galápago americano de orejas rojas (Foto: Aitor Valdeón)

Los galápagos son animales ectotérmicos,

incapaces de generar por sí mismos calor cor por al, por lo que deben calentarse soleándose sobre rocas o

sobre la vegetación

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en el hogar se hacían incómodos, por lo que se soltaban en ríos o lagunas, creando poblaciones, en ocasiones, muy densas. En cier-tas zonas de España se ha con-fi rmado incluso la reproducción en libertad y en la actualidad es considerada como una plaga. Por

ello, en 1998 se prohibió su im-portación. Sin embargo, se podían seguir trayendo otras subespecies igual de perjudiciales, ya que son la misma especie, y todavía hoy se venden miles de tortugas de estas otras subespecies, sobre todo de la tortuga de orejas amarillas (Tra-

chemys scripta scripta). En algu-nas comunidades hay restriccio-nes a la venta de estos animales como en Cataluña y Valencia, pero en el resto, incluyendo Navarra, se venden masivamente de la misma forma que se hacia con las de ore-jas rojas en la década anterior.

La prohibición de venta de es-tos animales en EEUU, donde estaban de moda y las granjas de galápagos eran un lucrativo negocio fue por motivos sani-tarios, ya que se dieron varios

Se ha encon trado en Navarra varios lugares sin aparente relación entre sí, posiblemente como fruto de introduccion es de ejemplares traídos ilegalmente como mascota

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gorosti 21

casos de salmonelosis en perso-nas en los que se comprobó que habían sido los galápagos los que contagiaron la enfermedad. En realidad, prácticamente todos los reptiles son portadores de salmonelosis, aunque la falta de higiene en el cuidado de estos animales potencia mucho la ca-pacidad de contagio a personas, especialmente cuando las heces se concentran en muy poca can-tidad de agua como es el caso de las “tortugueras”.Hay que decir, aunque parezca ob-vio, que está terminantemente pro-hibida la suelta en la naturaleza de cualquier animal, y especialmente si

se trata de animales exóticos, entre los que se encuentra el galápago americano, así como la captura de

cualquiera de las dos especies au-tóctonas (ambas protegidas por la ley), y que las multas por estas ac-ciones pueden ascender a decenas de miles de euros.Para evitar que se suelten galápa-gos en la naturaleza, en varios lugares se han creado centros de acogida, como en el Zoológico de Valencia (www.zoovalencia.com), donde recogen y donan galápagos a gente que realmente los vaya a cuidar y no los suel-te en el medio natural. Para ello realizan una fi cha con los datos de los adoptantes e instalan un microchip de identifi cación a los galápagos donados.

La supervivencia de la especie se

basa en la escasa mor talidad en

los adultos, que pueden intentar reproducirse año tras año durante su larga vida

NOTAEstamos realizando un gran trabajo de prospección para determinar el área de distribución de todas las especies de galápagos en Navarra, y pedimos por tanto que se pongan en contacto con nosotros para colaborar con cualquier cita o dato que tengan de estas especies (mejor con fotografía si es posible), ya sea por email o por teléfono. Muchas gracias.

Email: [email protected]éfono: 657707519 (Aitor)

AYRES, C., VELO-ANTÓN, G. & CORDERO, A. 2006. Va-riabilidad morfológica y genética en las poblaciones ibéricas de Emys orbicularis: ¿cuántas subespecies hay en la Península?. Libro de resúmenes del IX Congreso Luso-Español de Herpeto-logía: 43-44 Donosita-San Sebastián.

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FRITZ, U., GUICKING, D., KAMI, H., ARAKELYAN, M., AUER, M., AYAZ, D., AYRES, C., BAKIEV, A. G., CELA-NI, A., DŽUKI C, G., FAHD, S., HAVAS, P., COGER, U., KHABIBULLIN, V. F., MAZANAEVA, L. F., ŠIROKÝ, P., TRIPEPI, S., VALDEÓN, A., VELO ANTÓN, G. & WINK, M. 2007. Mitochondrial phylogeography of European pond turt-les (Emys orbicularis, Emys trinacris) – an update. Amphibia-Reptilia, 28: 418-426.

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BIBLIOGRAFÍA

Page 20: Revista Gorosti nº 19

22 gorosti

L as Estaciones de anilla-miento de Esfuerzo Cons-tante (EEC; en inglés CES)

tienen como objetivo estudiar di-ferentes parámetros demográfi cos de la avifauna, principalmente en relación a la evolución en el tama-ño de las poblaciones así como el éxito reproductor y la superviven-cia, mediante el anillamiento de aves y a través de un esfuerzo de muestreo estándar (Ralph & Dunn 2004). Tienen su origen en Reino Unido, donde desde la década de 1980 se instalan anualmente en

La Estación de Anillamiento de 2002 a 2006

1

Departamento de Zoología y

Ecología, Facultad de Ciencias,

Universidad de Navarra, Irunlarrea 1,

31080 Pamplona.

Tel.: +34 948425600 6281. E-

mail:[email protected]

2

Departamento de Vertebrados, Socie-

dad de Ciencias Aranzadi, Zorroaga-

gaina 11, 20014 San Sebastián.

Una metodología contrastada

La Estación de anillamien-to de Esfuerzo Constante (EEC) de Badina de Escudera desarrolla su actividad desde 2002 en la laguna de Badina de Escudera, en el municipio de Villafranca (Navarra). En este artículo se presenta de un modo resumido la meto-dología que se usa en esta EEC y algunos datos básicos sobre el número de especies de aves y su abundancia. Asimismo, se analizan algunos aspectos de la dinámica de la comunidad de aves paserifor-mes en la laguna a lo largo de un ciclo anual completo.

Juan arizaga 1,2 , Daniel alonso 2 , Efrei Fernández 2, Ignacio Fernández 2,

David Martín 2, Antonio Vilches 1,2

Alondra común Alauda arvensis, un de las aves capturadas durante el estudio.(Foto: Juan Arizaga)

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gorosti 23

todo el país más de 130 puntos de muestreo en cada uno de los cuales se realizan 12 jornadas de muestreo entre los meses de mayo y agosto. Similarmente, en España existe un programa de anillamiento basado en el método desarrollado por las EEC inglesas denominado programa PASER (Pinilla 2002, Bermejo 2004). En la actualidad hay más de 40 EEC en todo el Estado cuyo es-fuerzo se basa en el desarrollo de 10 jornadas de muestreo, con una visita cada 10 días, entre el 10 de abril y el 20 de julio, du-rante 5 horas desde el ama-necer (ver para más detalles Bermejo 2004). En cada una

de las jornadas, se emplea un número fi jo de redes de niebla, cuya localización en el área de muestreo permanece constante, y cuya activación (funcionamiento) se desarrolla durante un periodo de tiempo fi jo.Desde un punto de vista más am-plio, se conoce como EEC a toda estación de anillamiento en la cual se desarrolla una metodología sis-temática de anillamiento al modo de las EEC clásicas. La infor-mación obtenida de este

modo permite el estudio de diver-sos aspectos de la biología y eco-logía de las aves, e.g. relaciona-dos a fases de su ciclo vital, como la reproducción, muda, migración e invernada, o a la dinámica y composición de poblaciones y co-munidades. Además, frente a otro tipo de metodologías, como los censos, las EEC permiten estudiar las aves en mano, por lo que es posible obtener información como la edad y sexo de los individuos (a menudo no detectables a par-tir de censos), o en relación a su biometría y condición física, no susceptibles de ser medidas de otro modo.

La Badina de Escudera La EEC de la Badina de Escudera se localiza en la badina, o lagu-na, de Escudera, en el municipio de Villafranca (42,27º N; 01,70º W; 281 m.s.n.m.). De morfología alargada y estrecha, la badina se extiende en dirección NW-SE, ocupando unas 55 ha.Localizada en depresiones de las terrazas del Aragón, se asienta sobre un suelo formado por ma-teriales del Terciario, impermea-bles, de tipo arenisco-arcilloso. Dada la falta de drenaje, el agua p r e s e n t a u n

de la Badina de Escudera

Detalle de la lámina de agua de la Badina de Escudera. (Foto: Juan Arizaga)

Peche azul Lusinia svecica (Foto: Juan Arizaga)

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carácter salino al disolver los componentes del sustrato de la cubeta, o recibir aportes salinos por escorrentía. Además, es ha-bitual la formación de costras salinas al evaporarse el agua en verano. Originariamente, al situarse en la región mediterrá-nea (temperatura media anual, 14ºC; precipitación media anual, 425 mm), la laguna presentaba un carácter marcadamente es-tacional, con niveles mínimos durante el verano y máximos en invierno. Actualmente, la Badina ha sido recrecida para fines de riego, y nunca llega a secarse durante el estiaje.Aunque en evidente deterioro, principalmente en los márgenes exteriores, la vegetación se cons-tituye en orlas, alrededor de la lá-mina de agua. En la zona inunda-da aparecen praderas de algas y especies vasculares que emergen del agua. La laguna está rodeada en los márgenes por carrizales de unos 30 m de anchura, que en los extremos NW y SE, prin-cipalmente, llegan a ocupar toda la achura del humedal (unos 100 m). Rodeando a los carrizales hay, cuando no cultivos de maíz o cereal ni pistas, praderas-jun-cales y tamarizales o, en las zo-nas más secas de carácter salino,

praderas de Salicornia ramosissi-ma, contribuyendo de este modo a aumentar la heterogeneidad de la vegetación en la zona.Actualmente, la Badina de Escu-dera está protegida bajo la fi gura de Enclave Natural (Decreto Fo-ral 72/1989 de 16 de marzo), y declarada LIC. Aún así, el estado de conservación de este humedal es algo defi ciente, principalmente

debido a la alteración periódica de su hidrología, fundamental-mente como consecuencia de la extracción de agua para regadío durante el verano. Por otro lado, la fragmentación de la laguna debido al efecto de la autovía y las pistas que la cruzan, la dese-cación y roturación de la orla de vegetación más periférica para el aprovechamiento agrícola y la eutrofi zación, potenciada posible-mente por el fl ujo de fertilizantes y purines desde las zonas agrícolas y ganaderas limítrofes (obs. per.), contribuyen de manera negativa la conservación de la laguna.

Metodología de la EECAunque ya se anilló en la badina en la década de 1990, el funcio-namiento de la EEC de la Badi-na de Escudera comienza de un modo sistemático en 2002. El ob-jetivo era estudiar las especies de aves paseriformes que utilizan el carrizal de la badina, bien como área de descanso en su migración hacia o desde las áreas de inver-nada, en el S de Europa y África, o bien como zona de invernada. Particularmente, la Estación se dedicó en origen al análisis de la migración e invernada de escriba-nos palustres Emberiza schoeni-clus en la región, si bien poste-

Con servar la biodiversidad

signifi ca con servar cada población,

para poder con servar cada una de las características

de cada núcleo

Carricero comúnc Acrocephalus scirpaceus. (Foto: Juan Arizaga)

Buitrón Cisticola juncidiss. (Foto: Juan Arizaga)

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riormente el número de especies objetivo ha sido ampliado.La metodología de muestreo de la EEC de Badina se resume en el desarrollo de 4 muestreos mensuales (2 cada quincena), de septiembre a abril, en las campañas del 2002-2003 a 2004-2005. Excepcionalmen-te, y para estudiar la dinámica y estructura de la comunidad du-rante la campaña de 2005-2006 se muestreó el resto de los meses del año por lo que de este modo se consiguió un ciclo anual com-pleto, entre los meses de junio de 2005 a mayo de 2006.Cada uno de los muestreos se desarrolló durante un periodo de 3 h, desde 2 h antes del ocaso hasta 1 h tras éste, siendo el nú-mero de redes de niebla utilizadas en cada campaña constante (96 m en 2002-2003 y 2003-2004, 120 m en 2004-2005 y 180 m en 2005-2006). La variabilidad en el número de redes se debe al objetivo de aumentar el núme-ro de capturas por muestreo, lo cual se consideró necesario para el desarrollo de determinados estudios. Posteriormente, consi-derando el esfuerzo de muestreo en cada una de las campañas (e.g. aves capturadas/h/m) se pueden comparar resultados de diferentes campañas. Las redes se colocan siempre en el carrizal, al anochecer, periodo durante el cual se registra en el carrizal un incremento del movimiento de aves, debido a los individuos que llegan para dormir o se reubican en el carrizal para constituir dor-mideros, o a los migrantes noc-turnos, justo antes de abandonar la zona.Además, ocasionalmente la EEC de la Badina de Escudera ha funcio-nado al margen del protocolo arri-

ba explicado, siempre de acuerdo al desarrollo de proyectos.Tras la captura, cada ejemplar es anillado y determinados su edad (código EURING, Pinilla 2000) y sexo (para paseriformes, Svens-son 1996; para no paseriformes, Baker 1993, Prater et al. 1997). Además, sistemáticamente se mide la longitud del ala (méto-do III de Svensson 1996; ± 0,5 mm), la cola (± 0,5 mm), el crá-

neo y pico (± 0,1 mm) y el tarso (± 0,1 mm). Además, se toma el peso de las aves con una balanza digital (TANITA, ± 0,1 g) y se es-tima el nivel de grasa subcutánea acumulada, a partir de una escala que va del 0 a 8 (Kaiser 1993).

Aves capturadasDe 2002 a 2006 se han anillado más de 10.000 individuos dife-rentes, se han recapturado más de 1.500 aves anilladas en la propia Estación y se han obtenido más de 100 recapturas de aves anilladas en otras zonas. El origen de estas últimas varía desde un bigotudo Parunus biarmicus anillado en la laguna de Traibuenas (a 13 km de la Badina de Escudera), a un escri-bano palustre anillado en Noruega a 2288 km aunque la mayor par-te de estas recapturas proceden de países de Centroeuropa como Francia, Bélgica, Alemania, Ho-

landa y Reino Unido. En concreto, se obtuvieron recapturas de fuera en un total de 9 especies: escriba-no palustre (con más del 50% de las recapturas), bigotudo, carrice-ros común y tordal (Acrocephalus scirpaceus y A. arundinaceus, res-pectivamente), carricerín cejudo A. paludicola, pechiazul L. svecica, mosquiteros comunes y musical (P. collybita y P. trochilus respec-tivamente) y pájaro moscón Remiz pendulinus.Asimismo, durante este periodo se capturaron 55 especies de aves paseriformes, pertenecientes a 17 familias.Cabe destacar el anillamiento de especies de gran relevancia desde un punto de vista de la conser-vación, como el carricerín cejudo (Tucker & Heath 1994), cuyo área de cría se sitúa principalmente entre los 50 y 60º N y 20 y 35º E, en el W de la región Paleárti-ca (Cramp 1992, Alström et al. 2006). En concreto, las poblacio-nes más importantes crían en Bie-lorrusia (60%), Hungría, Ucrania y Polonia (AWCT 1999). El área de invernada se encuentra al W de África al S del desierto del Sáhara (Alström et al. 2006). Es una es-pecie que está amenazada a esca-la global (Tucker & Heath 1994), y su declive se debe, especialmente, a la destrucción de su hábitat en el área de cría (zonas pantanosas donde la vegetación está domi-nada por juncales de Carex spp., en suelos de lodo mesotrófi cos o levemente eutrófi cos, y con una lámina de agua de 1 a 10 cm; e.g. Kloskowski & Krogulec 1999, Kozulin & Flade 1999; ver para una revisión Alström et al. 2006). En España se observa durante el paso migratorio, y se han descrito dos rutas migratorias principales: la ruta Cantábrico-Atlántica, cos-

Con servar la biodiversidad

signifi ca con servar cada población, para poder con servar cada una de las características de

cada núcleo

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tera, y la ruta Mediterránea, tam-bién costera (Atienza et al. 2001). Además, Jubete (2001) puso de manifi esto la relevancia de una tercera vía, que discurriría por las cuencas del Ebro y Duero, lo cual confi rmarían nuestras capturas en la Badina de Escudera.Dentro de las especies capturadas destacan por su interés desde un punto de vista de la conservación el pechiazul, incluido en el Anexo I de la Directiva Aves (DA) y cuya presencia en Badina se debe fun-damentalmente al paso de indivi-duos en migración, si bien se ha registrado la existencia de un cierto número de individuos invernantes (Arizaga & Alonso en prensa). Últi-mamente, el pechiazul ha sido ob-jeto de varios estudios en la Badi-na (Arizaga et al. 2006a, 2006b). Asimismo, también destaca el bigotudo, reproductor escaso en Navarra (Arratíbel et al. 2001) que sin embargo encuentra en la Badi-na un hábitat muy propicio.

Estructura y Dinámica de la comunidadAtendiendo a la campaña 2005- 2006, desarrollada a lo largo de un ciclo anual completo (entre junio y mayo), la abundancia mostró un único máximo anual, en noviembre (706 individuos capturados) y un mínimo en abril (20 capturas) (Fig. 1). En con-creto, entre los meses de junio y septiembre (incluidos) se registró

un incremento progresivo de unas 10 cap/día/mes, pasando de 33,5 a 62,0 cap/día. Posteriormente, en octubre y noviembre el número de capturas continuó aumentan-do, aunque a una tasa más rápi-da (60 cap/día/mes), alcanzándo-se en noviembre el promedio de 180,5 cap/día. Finalmente, entre los meses de diciembre y abril el número de capturas registró un descenso de unas 35 cap/día/mes, observándose en abril un promedio de 5,0 cap/día.Este patrón de abundancia pone de manifi esto la relevancia de Ba-dina de Escudera no sólo como área de cría para especies como el bigotudo, sino, principalmente, como área de sedimentación de aves en paso migratorio postnup-cial (otoñal) o invernantes. El paso migratorio prenupcial, en primavera, es poco importante en la zona. Asimismo, el máximo de no-viembre se debe al paso migratorio de escribano palustre.En cuanto a la riqueza de espe-cies, entre junio y mayo de 2005 y 2006, respectivamente, se cap-turaron un total de 46 especies diferentes de aves paseriformes, pertenecientes a 17 familias. De entre éstas, destacan debido a su abundancia el escribano pa-lustre (casi el 50% del conjunto de capturas) y el carricero común (en torno al 10%). A diferencia de lo registrado en el caso de la abundancia, en el de la riqueza se

Tabla 1 Especies de aves (paseriformes) capturadas en la Badina de Escudera entre 2002 y 2006, y periodo de captura. En (*) se muestran las especies en las que el número de capturas no llega a 10 individuos. Además, se señala para cada especie su estatus en Navarra (EN), de acuerdo a Arratíbel et al. (2001): R, residente, habitual; r, residente, escaso, a veces no todos los años; E, estival, habi-tual; e, estival, pero en escaso número; I, invernante; i, invernante, pero en escaso número; P, en paso, habitual; p, en paso, pero en escaso número; ?, junto a r o e indica que la reproducción no se ha com-probado o se duda de que se produzca.

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gorosti 27Tabla 1 Número de aves capturadas en la EEC de Badina de Escudera entre Junio de 2005 y Mayo de 2006.

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observaron dos máximos anuales, en octubre (28 especies) y marzo (18 especies) (Fig. 2). Asimismo, entre mayo y septiembre, más del 75% de la comunidad estuvo compuesta por migrantes transa-harianos (Fig. 3), observándose el máximo en agosto (92,4%). Alternativamente, entre los meses de octubre y abril más del 50% de las capturas fue debido a la presencia de paseriformes pres-aharianos (100% de diciembre a febrero). Como ejemplo de espe-cie transahariana están todos los

carriceros (género Acrocephalus), cuyas áreas de cría se encuentran en Europa y su área de invernada en el centro y sur de África (Cramp 1992). En el otro extremo está el escribano palustre, un presaharia-no típico que cría en el centro y norte de Europa e inverna en el sur de Europa y norte de África (Cramp & Perrins 1994).

En cuanto al porcentaje de re-capturas (aves capturadas con una anilla, ya marcadas en mo-mentos anteriores en la Badina) (Fig. 4), se pasó de un 6,5%

En cuanto a la riqueza de especies, entre junio y mayo de 2005 y 2006, respectivamente, se capturaron un total de 46 especies diferentes de aves paserifor mes,

pertenecientes a 17 familias.

Fig. 1 Riqueza de especies de aves paseriformes capturadas en la Badina de Escudera.

Fig. 2 Porcentaje de capturas de paseriformes en la Badina de Escudera de acuerdo a su hábito migratorio.

Fig. 3 Proporción de recapturas a lo largo del ciclo anual. Cada ejemplar sólo se consi-deró una vez por mes, motivo por el que la proporción de recapturas en Jun es cero”.

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AGRADECIMIENTOSDesde el comienzo de la EEC de Badina de Escudera muchas han sido las personas que han colaborado durante el trabajo de campo. En especial, agradecemos la participación de A. Agorreta, M. Andueza, A. Arias, F. Campos, A. Crespo, G. Deán, J. I. Deán, B. Fernández, M. Hernández, A. Irujo, A. Lizarraga, I. López, D. Mazuela, A. Mendiburu, J. Pascual, E. Robles. F. Campos, además, fue también uno de los pioneros en la puesta en marcha de la Estación. El Gobierno de Navarra autorizó el anillamiento de aves. A. Fernández revisó un primer ma-nuscrito y contribuyó con sus comentarios a mejorarlo.

en julio a un promedio de 2,6% entre los meses de agosto y no-viembre, periodo durante el cual no se registraron diferencias en la proporción de recapturas. Contra-riamente, de diciembre a febrero hubo un incremento progresivo de recapturas, pasando de 8,6% en diciembre al 18,5% de febre-ro. En marzo y abril la proporción de recapturas bajó, estabilizán-

dose en torno al 10,6%, no ob-servándose durante este periodo variaciones signifi cativas. Final-mente, en mayo el porcentaje de recapturas registró un ligero in-cremento, alcanzando el 12,9%. En conjunto, este patrón indica la sedimentación de invernantes en Badina (incremento progresivo de noviembre a febrero), bien de origen foráneo, como es el caso

del escribano palustre o de aves que posiblemente nidifi quen en la zona y entren en el carrizal en el invierno, como el ruiseñor bastar-do Cettia cetti. Asimismo, el in-cremento de recapturas de abril a mayo se debe a la sedimentación de aves nidifi cartes, como los ca-rriceros común y tordal, una vez vuelven de los cuarteles de inver-nada en África.

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La

Balsa

de Loza

Juan I. Deán y Gonzalo Deán

Naturalistas socios de Gorosti.

Travesía Bayona 1 6ºE,

31010 - Pamplona

[email protected]

Un paraíso

de biodiversidad

** Este enclave dispone de una página web donde se recoge más extensamente el contenido de este artículo así como, observaciones, fotografías y toda la documentación disponible sobre el mismo. http://balsadeloza.blogspot.com

N o sabemos a ciencia cierta si la laguna de Loza se desecó por primera vez en 1881, cosa muy probable. Lo que sí podemos

asumir es que a partir de esa fecha la balsa no ha vuelto a recuperar el estado de conservación original.

Con más garantías se puede decir que a este paso se va a convertir en una tradición que cada década la Sociedad de Ciencias Naturales Gorosti publique un artículo y organice una campaña en los medios de comunicación para llamar la atención sobre lo precario del estado de conservación de la balsa de Loza y de la necesidad de su recuperación integral y su aprovechamiento desde el punto de vista medio-ambiental, científi co y educativo.

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El complejo Loza - Iza

La laguna de Loza, y la poza de Iza adyacente, son dos pequeñas zonas húmedas localizadas en la Cuenca de Pamplona y tan solo a unos pocos kilómetros de la capital. Ambas se asientan sobre suelos formados por sedimentos

cuaternarios ricos en arcillas y por lo tanto poco permeables y, aunque seguramente en el pasa-do constituirían una zona húmeda o inundable más amplia y única, los arroyos que atraviesan la zona en la actualidad dan como resul-tado su separación en dos zonas

independientes y contribuyen al “saneamiento”, es decir, a la de-secación de la balsa de Loza y de las zonas de cultivo vecinas. La balsa de Loza, cuenta con una superfi cie de 40 hectáreas per-fectamente delimitadas mediante una valla de alambre de espino y

Espatula marcada con anillas de PVC en vuelo sobre la laguna (Foto: Gonzalo Deán)

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postes de madera o traviesas de ferrocarril, y es pro-piedad del Concejo de Loza, ayuntamiento de Berrio-plano. Por su parte, la poza de Iza cuenta con unas 8 hectáreas y pertenece al Concejo de Iza.De las 40 hectáreas, aproximadamente 4 son actualmente las que presentan un carrizal bien formado y estructurado, dominado por especies palustres como el carrizo Phragmites communis, la españada Typha angustiphlia y una variedad de junco Scirpus lacustris. Alrededor del mismo se crea en invierno una zona de inundación de unas 6 hectáreas donde es notoria la presencia de va-rias especies de cárices (Carex sp.). Esta zona de inundación depende totalmente del manejo huma-no de los cauces y las pequeñas represas y diques que son determinantes en el mantenimiento o des-aparición de la lámina de agua.Además de esta zona, el resto del área cercada está constituido por una pradera inundable, zonas arbus-tivas mezcladas con árboles, zonas arboladas y una serie de canales, el más grande de los cuáles presen-ta vegetación palustre. La pradera inundable es úni-ca en Navarra dadas sus especiales características. En primavera, cuando la lámina de agua desaparece, se cubre en buena parte de lirios (Iris pseudacoros, Iris graminea, Iris spurea sp. maritima) y posterior-mente, cuando estos se marchitan, son reemplaza-dos por malvaviscos Althea offi cinalis. Avanzado el

otoño esta segunda generación de plantas también se marchita y seca y da paso a unos pastos bajos que son aprovechados por el ganado. Durante el invierno la zona presenta un estado de inundación variable muy dependiente del régimen de precipitaciones. En primavera se renueva el ciclo.

Gran biodiversidad biológicaEntre las razones que contribuyen a la gran riqueza y diversidad de especies en la zona podemos destacar su estratégica situación geográfi ca. Se encuentra en una encrucijada de tres regiones biogeográfi cas, la mediterránea, la atlántica y la alpina cada una de las cuales aporta, en mayor o menor medida, especies a la comunidad. Además, en épocas de climatología muy adversa, la balsa actúa como un atractivo pun-to de refugio y descanso especialmente para aves marinas, gaviotas y cormoranes en particular, que se adentran tierra adentro para evitar los fuertes tem-porales. Por otra parte, la balsa está en una ruta migratoria importante y no es raro ver sobrevolar la misma bandos de grullas, gansos, avefrías, alondras, palomas, zorzales y una cohorte de pequeñas aves. Este hecho ha dado lugar a la concentración, en una superfi cie relativamente reducida, de una rica comu-nidad faunística y fl orística, en la que destaca sin duda alguna la avifauna. Para que nos hagamos una idea de la importancia de la zona baste mencionar

que en el Parque Nacional de Do-ñana, con sus 52.000 has se han observado hasta 350 especies de aves diferentes, lo que implica un ratio de 0,006 especies/ha; en el Parque Natural del Delta del Ebro, con 32.000 has de superfi cie son

A. Loza. Ortofoto 1956 Pie de foto. Ortofoto de la balsa de Loza obtenida en el año 1956. Fuente, IDENA. J.I. DeánB. Loza. Ortofoto 2005Ortofoto reciente de la balsa de Loza. Fuen-te, SITNA. J.I. Deán. Vista comparada de dos fotos aéreas de 1956 y actual.La comparación de las fotografías aéreas permite observar que la laguna contaba ya en 1956 con canales de drenaje, algunos de los cuáles se han mantenido hasta la actualidad. La principal acequia artifi cial es hoy una franja de vegetación arbórea y arbustiva asentada sobre los montones de tierra extraída del canal. Posteriormente se

añadieron 3 grandes canales, quedando la primera acequia en desuso. Mas tarde, en 1996, estos canales fueron agrandados ilegalmente lo que provocó un expediente sancionador contra el Concejo de Loza y la correspondiente sanción. Como puede verse en la fotografía, en aquel tiempo su estado de conservación era todavía peor que en la actualidad ya que buena parte del estrato arbustivo y arbóreo que hoy existe en la periferia de la laguna, no esta-ba presente. Es precisamente esta zona la que ofrece protección y refugio a la fauna permitiendo el descanso, la nidifi cación y alimentación de numerosas aves.

Mapa de la laguna sobre el que se han superpuesto las observaciones de pardillos

comunes georreferenciadas.

A. B.

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gorosti 33

más de 300 las especies contabilizadas, 0,009 es-pecies/ha, mientras en Loza el ratio de especies/ha se eleva a 4,9.

La avifaunaSin duda, una de las riquezas más llamativas de la balsa son sus aves. Para hacernos una idea aquí van algunos ejemplos. A lo largo de un estudio anual realizado se han podido observar un total de 132 especies de aves en este pequeño enclave. Además, los autores han observado, desde los seguimientos iniciales de la laguna en los años 80 y que fueron pie para un primer artículo (Deán y Riezu, 1987), un total de 156 especies. La pu-blicación Hezurra recogía en su edición de 1998 otro listado de 159 especies fruto de las observaciones de un colectivo de orni-tólogos, lógicamente no todas comunes. La base de datos del Anuario Orni-tológico de Navarra, dedicada so-bre todo a observaciones inusuales en Navarra recoge 88 y, fi nalmente, los seguimientos de anillamiento realizados des-

de 2002 registraron 71 especies. En total las espe-cies observadas en la laguna de las que se tiene

registro son más de 200. Entre ellas se incluyen especies ciertamente inusua-les en la comunidad como el morito, la espátula, el avetoro, el avetorillo, el ostrero, el ánsar careto, el ánsar campestre, porrón pardo, la bus-

carla unicolor, la buscarla pintoja o las tres polluelas presentes en Navarra. Es, ciertamente, uno de los mejores entornos

para especies más comunes como los ánsares comunes, los zorzales reales, la cerceta carretona, los za-rapitos común y trinador, la aguja

colinegra y numerosas otras especies de anátidas, ardeídas y limícolas. Para

muchas de ellas suele darse la presencia más regular en Navarra o las cantidades más elevadas.Como conclusión cabe decir que en este pequeño espacio, 25.000 más pequeño

que el conjunto de Navarra, se ha ob-servado el 60 % del total de especies de la región.

Fig.1 Vista panorámica de la balsa de Loza. J.I. Deán

Recortes del libro ViñesA Recorte del documento de J.J. Viñes donde se recogen las Actas de la Junta Provincial de Sanidad del siglo XIX donde se habla de la insalubridad de las zonas húmedas. J.I. Deán.

B Recorte del documento de J.J. Viñes donde se recogen las accio-nes llevadas a cabo en 1881 para el drenaje y saneamiento de la balsa de Loza. J.I. Deán

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34 gorosti

La fl oraNo se pretende aquí analizar exhaustivamente los distintos grupos faunísticos o fl orísticos de la balsa porque esto ya se ha hecho en publicacio-nes más especializadas y competentes donde se han llegado a describir mas de 100 especies de plantas para la balsa (ver bibliografía). Solamen-te se pretende dar tres pinceladas para nombrar las especies que más han llamado la atención a los estudiosos y que contribuyen a poner de manifi esto la importancia del enclave. Entre las especies de fl ora, además de la descripción ge-neral del entorno ya realizada previamente, nos permitimos citar especies como Alopecurus bul-bosus, Crypsis echoenoides, orquídeas como Orchis laxifl ora y Dactylorhiza elata sexquipe-dale, Scutellaria galericulata, todas ellas raras y particulares de habitats con un elevado grado

de inundación temporal. De rarísima habría que califi car a la especie Oenanthe aquatica hoy ex-tinta de la Península Ibérica y de la que solo consta un ejemplar de la balsa, quizá un buen sitio para una posible reintroducción.

Los mamíferos

Dentro de la balsa es habitual la presencia de ma-míferos como el zorro, el tejón, la rata de agua, el topo y la gineta, pero lo más destacable ha sido la captura de un ejemplar de visón europeo lo que añade aún más interés a la recuperación de este lugar. Otro ejemplar apareció muerto en las proxi-midades de la balsa y en ella se han visto nume-rosas huellas de esta especie. Hay que llamar la atención sobre el hecho de que esta una especie catalogada en peligro de extinción por la UICN y que su conservación es objeto de un interés prio-ritario a nivel mundial.

Los anfi bios y reptilesFinalmente entre los anfi bios la estrella es, sin duda, la presencia de la rana ágil, que en Navarra aparece habitualmente asociada a zonas húmedas en entornos de robledales. Del robledal original no queda nada y a duras penas sobreviven unos pies de roble reintroducido. A trancas y barrancas, da-das las fl uctuaciones artifi ciales del nivel del agua y la presencia del ganado, esta especie sigue re-produciéndose y cuenta con una población estable en la balsa. Además pueden observarse la ranita de San Antonio, el tritón jaspeado, la rana verde, el tritón palmeado, el sapo común y el sapillo mo-teado. La comunidad de reptiles también presenta una mezcla de especies más mediterráneas con otras más propias del ámbito atlántico. Entre las primeras, citaremos el eslizón tridáctilo o el lagarto ocelado y entre las últimas el lagarto verde, el lu-ción o la culebra de collar.

Usos y aprovechamientosde la balsaEl principal uso de la laguna es su aprovecha-miento como zona de pastos para caballos y para ovejas. Los caballos están en la balsa de forma permanente y no suelen superar los 30-40 ejem-plares. Un rebaño de ovejas procedente del pue-blo también utiliza la balsa como zona de pastos la mayor parte del año, excepción hecha de las temporadas de verdadero mal tiempo.

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Así mismo, numerosas personas visitan la balsa por el mero hecho de dar un paseo y algunas de las mismas aprovechan para recoger lirios, narcisos y otras fl ores, o simplemente observan el entorno natural, toman fotografías, pasean perros, etc. Es de destacar que en todas las visitas que hemos realizado desde mediados de agosto a mediados de septiembre hemos encontra-do uno o más grupos de perso-nas dedicadas a la recolección de endrinas. Esto, obviamente, depende de la añada que tengan las plantas de pacharán Prunus spinosa muy abundantes dentro de la balsa.En cuanto a su interés naturalis-tico y científi co, desde hace dé-cadas la balsa de Loza ha sido un punto de atracción para los amantes de las aves, los anfi bios, la fl ora y la naturaleza en general, sobre todo dada su proximidad a Pamplona. Es por ello que, a títu-lo personal o mediante las orga-nizaciones medioambientalistas se han aportado numerosas ob-servaciones sobre la misma. Re-cientemente y durante varias tem-poradas un equipo de naturalistas de las Sociedades Gorosti y Aran-zadi, junto con personal anillador de la Universidad de Navarra han venido realizando un minucioso estudio sobre la presencia y evo-lución anual de la fauna y fl ora en la laguna. A la vez, este estudio ha servido y sirve de formación para alumnos de últimos cursos de biología y para la iniciación de

Epilobium hirsutumEl Epilobium es una planta muy común en los canales de la balsa. J.I. Deán

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Actividades ilegales y amenazas sobre la balsaEl principal problema de conserva-ción de la laguna de Loza es, sin lugar a dudas, su desecación me-diante los canales que la recorren. Ya se ha explicado que esta no es una situación nueva. La balsa se desecó ya en 1881 y hace 50 años seguía en una situación tan precaria como se observa en las fotografías de este artículo.

Sin embargo, un punto de infl exión para la misma fue la ampliación ilegal de los canales mediante ma-quinaria pesada que se produjo en el año 1997. Tales hechos fueron denunciados ante la Confederación Hidrográfi ca del Ebro que incoó ex-pediente sancionador al concejo a quién impuso una sanción econó-mica. Sin embargo, los efectos de esta “mejora de la canalización y desagüe” se han dejado sentir des-de entonces ya que a partir de ella la desecación incluso tras grandes inundaciones de la balsa se produ-ce de una manera rapidísima en tan solo unos pocos días por lo que la balsa raramente presenta una lámi-na de agua más o menos perma-nente. Este vaciado era mucho más lento antes de la ampliación de los canales por lo que la balsa presen-

otras personas interesadas. Este hecho puede dar idea del poten-cial que la laguna tiene.La caza es otro de los aprovecha-mientos tradicionales de la balsa. Hay constancia de la misma a lo largo del siglo pasado cuando la balsa tuvo siempre fama de buen cazadero de patos y sobre todo de ansarones en migración prenup-cial. Actualmente, apenas presen-ta interés durante la media veda ya que las especies cinegéticas en ese periodo son accidentales o inexistentes dentro de la laguna. Por el contrario, la apertura de la temporada general de la caza co-incide con la migración de los zor-zales y esta es una especie abun-dante en Loza en dicho momento. El zorzal común es el más abun-dante en cualquier época y espe-cialmente en la migración otoñal, pero el zorzal alirrojo y el real pueden llegar a ser abundantes, como en pocos sitios de Navarra, en ciertos momentos. La presen-cia de zorzal real en este enclave es prácticamente regular todos los años. El segundo grupo de aves objeto de caza son, lógicamente, las aves acuáticas, especialmente el ánade real y los gansos. Hoy la balsa no es tan buen cazadero como solía ya que en primer lugar la caza legal termina a fi nales del mes de enero, antes de que em-piece la migración primaveral y el resto de condiciones de la balsa condicionan mucho la presencia de aves acuáticas en época ci-negética. Sin embargo, la caza condiciona ciertas actividades de desviación de cauces, rotu-raciones y apertura y cierre del dique de desagüe de la zona del carrizal que explicaremos en más detalle más adelante y que en nuestra opinión constituyen una clara infracción legal.

Desde hace décadas la balsa de Loza ha sido un punto de atracción para los amantes de las aves, los anfi bios, la fl or a

y la naturaleza

Carricero tordal un especie muy fácil de observar en el carrizal de la laguna (Foto: José Ardaiz)

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cesivas guerras en la que se vio en-vuelto nuestro país en ese período, del hambre de verdad, del hambre física, y muchas veces de la igno-rancia. Hoy las circunstancias son totalmente distintas y las acciones y decisiones tienen que ir con los tiempos.Otras graves amenazas las consti-tuyen ciertas intervenciones anua-les sobre la vegetación y los cursos de agua. Durante el año de segui-miento de este enclave natural se han constatado intervenciones que contravienen, en nuestra opinión, la legalidad vigente y que hablan de la falta de una gestión razona-ble y rigurosa de este enclave. En particular, en el mes de octubre se realizaron roturaciones sobre la vegetación que rodea el carrizal e igualmente en la zona de la prade-ra con la fi nalidad de crear zonas

Narcisos en fl orLos narcisos son comunes en la chopera sur donde mu-cha gente conoce su existencia. Florecen al comienzo de la primavera de forma llamativa. J.I. Deán

Fotos de la canalización del 97Fotos en las que se aprecia la acción de la maquinaria pesada ampliando los canales de drenaje y desecación. J.I. Deán

taba mejores condiciones para su uso por parte de las especies acuá-ticas durante la migración e incluso la reproducción. Esto es así, claro está, cuando el pequeño dique de la zona del carrizal se abre tras la temporada de caza.Que la balsa de Loza presentara ya hace medio siglo canales de des-agüe no constituye una sorpresa sino más bien una constatación adicional de la fi ebre desecado-ra que hubo en España a lo largo de buena parte del siglo pasado y del anterior al considerarse dichas zonas como “insalubres”, ya que favorecían la reproducción de in-sectos que transmitían potencial-mente enfermedades, en particular el paludismo, e “improductivas” y a las que había que poner a pro-ducir. Claro que, “eran los años del hambre” y de la guerra, de las su-

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libres de vegetación que tras el lle-nado de la balsa permitan atraer aves acuáticas a la misma, lógica-mente con la obvia intención de ca-zarlas. En el mismo mes se proce-de mediante el uso de maquinaria a la construcción de un dique y la desviación del cauce de un arroyo que de esta forma es derivado a la zona de carrizal. También se abre un paso dentro del carrizal, supo-nemos que para su posible uso como línea de tiro. En el mes de noviembre se realiza otra peque-ña canalización con el mismo fi n. Todas estas actuaciones se mues-tran ciertamente muy efi caces de

manera que con las lluvias de no-viembre y comienzos de diciembre el carrizal se empantana y se forma una lámina de agua que con altiba-jos dependiendo de la meteorología se mantendrá hasta mediados de abril. A mediados de diciembre se revierte el cauce a su arroyo origi-nal deshaciendo el dique. Por otra parte, en noviembre se cierra el pe-queño canal de desagüe de la zona de carrizo y todo ello es sufi ciente para mantener el nivel de la lámina de agua en el carrizo.En defi nitiva, se desvían cauces, abre y cierra diques y desagües, se rotura la pradera sin que, aparente-mente la autoridad responsable de la conservación del patrimonio na-

tural de todos los navarros haga algo para impedirlo. Este año 2008 se ha producido la quema total del carrizo en plena época de reproducción lo que ha afectado a numerosas especies que se benefi cian del abrigo del carrizo para reproducirse o refugiarse. Y que además son especies catalogadas como la rana ágil, el visón europeo o el aguilucho lagunero. No se sabe si estos hecho que ya tuvieron un precedente el año 2002 con otra quema parcial son fruto de la ignoran-cia, la inadvertencia o la maldad pero en cualquier caso la Sociedad Gorosti remitió una carta de queja a la Con-sejera de Desarrollo Rural y Medio Ambiente ya que la legalidad vigente prohíbe estas agresiones a la balsa. Carta, por cierto, de la que no se ha recibido ni acuse de recibo.Por otro lado, la caza constituye un factor limitante en el uso de la balsa por parte de las aves invernantes y

migratorias, aunque esto no sea tan importante como la propia desecación artifi cial de la laguna o tenga un impacto menor que el que solía cuando la temporada de caza se extendía sin interrupción y legalmente desde el mes de octubre hasta el comienzo de marzo. Así mismo, la caza ilegal no tiene hoy el impacto negativo que tuvo en el pasado gracias a la vigilancia ejercida por el cuerpo de Guarderío del Gobierno de Navarra y por la Guarda Civil.Sin embargo, se siguen dando episodios de caza ile-gal. Este año se ha encontrado un ganso muerto a mediados de febrero y numerosos cartuchos en fe-brero y marzo con aspecto de haber sido empleados recientemente. En los años 2003 y 2005 la agrupa-ción Gurelur puso en conocimiento del guarderío del SEPRONA episodios de masacres nocturnas ilegales de ansarones. Aunque estas incidencias se hayan re-

En 2008 se ha pro-ducido la quema total del carrizo en plena época de re-producción lo que ha afectado a nume-rosas especies que se benefi cian del abrigo del carrizo para re-producirse.(Foto: J.Deán)

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ducido notablemente no cabe duda de que hay cazadores totalmente irrecuperables para la civilidad, que además contribuyen a desacreditar al colectivo en su conjunto.Por último mencionar las amena-zas urbanísticas que se ciernen sobre la zona. Reciente el entorno de la laguna de Loza se ha visto envuelto en una propuesta de ur-banización a gran escala en la que la propia balsa no estaba direc-tamente considerada como zona potencialmente urbanizable pero si su entorno próximo. De mo-mento, y afortunadamente, este proyecto parece estar solamente en consideración y el Gobierno de Navarra y el Ayuntamiento de Berrioplano no han mostrado su disposición a desarrollarlo a corto plazo. Sin embargo, las empresas promotoras han adquirido parce-las importantes por lo que la po-

sible amenaza de un deterioro im-portante del entorno de la balsa permanece. Dentro de la comarca de Pamplona la Balsa de Loza con la aledaña Poza de Iza y sus alrededores deben considerarse como una zona de conservación, esparcimiento y disfrute de la na-turaleza para los ciudadanos de la comarca y esto es difícilmente compatible con un paisaje lleno de torres de edifi cios y una densi-dad de población y actividad hu-mana próximas e intensas.

Otra vez más, la misma pro-puesta de recuperaciónDesde 1975 se viene hablando de la recuperación y protección de esta laguna. Innumerables veces se ha solicitado su protección y no menos veces la balsa ha esta-do en todas las quinielas para su transformación en alguna de las fi -

guras de conservación existentes. Otras tantas, las quinielas no se han cumplido, incluida la ocasión en la que el Gobierno de Navarra llegó a sacar a exposición públi-ca el anteproyecto de declaración de la balsa de Loza como encla-ve natural protegido. Por lo visto, alguien debió meter algún gol en el último minuto y en el partido equivocado porque aparentemen-te todos los grupos parlamentarios que solicitaron su protección al Gobierno, el propio Gobierno de Navarra, las asociaciones medio-ambientalistas y los responsables del Concejo habían manifestado públicamente su conformidad.La balsa de Loza por su empla-zamiento, vecino de Pamplona y sus características geográfi cas constituye el escenario ideal para una dotación educativa, científi ca y investigadora.

Petirrojo en una alambrada. G. Deán

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Una buena tarde, curioseando con el ordenador, descubrí que el buscador Google tenía un servicio de alertas sobre búsquedas que defi ne cada usuario y decidí poner una que recogiera las noticias en la red sobre “balsa de Loza” o “laguna de Loza”. Puse el cebo en el anzuelo y lancé el hilo. El buscador rastrea las novedades que se producen en Internet y que incluyen esas palabras clave y un buen día, ¡zas, cayó el pez!. La entrada decía algo así como 19-ANEXO 13 que a priori no signifi caba nada para mi. Fui al enlace. En algún lugar de aquel texto de-bía de poner Loza y busqué la palabra con el “crl F”. Efectivamente, allí hablaba de la desecación de la balsa y del saneamiento posterior de la misma. Miré en la columna de la izquierda. Ponía el año de 1881, mayo y agosto (Figura 1). En otra columna decía Nº de acta 52 y 55, y más arriba, varias pági-nas, algo así como Anexo 13. Guía de las Actas de

la Junta Provincial de Sanidad 1870-1902. Todavía me costó un rato más averiguar el anexo 13, ¿de qué? - alguien había dejado ese anexo medio huér-fano en algún servidor.- y la razón por la que estaba esa entrada en la tabla, razón que por otro lado ya empezaba a intuir. Dentro de uno de los capítulos de aquel libro estaba la explicación:Las aguas estancadas por los olores y molestias eran consideradas como fuente primaria de infección a lo que contribuiría los conocimientos empíricos de las aguas pantanosas relacionadas con las fi ebres palúdicas, por lo cual desde Lancisi, en 1717 se proponía la desecación de balsas y pantanos por ra-zones higiénicas. Conocedores, sin duda, de tal ries-go surgen propuestas en la Junta, denegando que se creen estanques del río en Lizarraga “sino que las aguas corran libremente” (acta 39); del saneamiento de la balsa de Loza (Cendea de Ansoáin) por ser de propiedad comunal (acta 55).

José Javier Viñes Pero el buscador siguió escudriñando la red y sacan-do a la luz informaciones que venían a completar lo que ya sabíamos sobre la balsa, anuncios de excur-siones, estudios, actas parlamentarias, leyes, nor-mas urbanísticas, noticias periodísticas, denuncias, observaciones de aves, citas de plantas, de anfi bios, fotos,...Finalmente, movido por la curiosidad me metí en los servidores de mapas del Gobierno de Navarra y allí encontré la ortofoto de 1956, una aportación ideal para animarme a escribir nuevamente sobre la balsa de Loza. Así, en la parte cartográfi ca, el servidor del

La caza con stituye un factor limitante en el uso de la balsa por parte

de las aves invernantes

Ganso ensangrentado y muerto por disparos. Dada la fecha de su aparición constituye una evidencia de la caza furtiva en la laguna. G. Deán

Nuestra propuesta puede resumirse en los siguientes aspectos:

Recuperar una o dos zonas de inundación permanente.1. Establecimiento de una serie de observatorios.2. Establecimiento de una red de caminos que circunvalen la 3. misma y permitan un paseo a pie, en bici o a caballo y un acceso limitado al interior.La creación de un centro de anillamiento permanente que 4. sirva para la creación de equipos especializados en esta materia.Sobre todo, la creación de una estructura informativa 5. y formativa a la que la Sociedad se brinda a aportar su experiencia, conocimientos y personal.

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La balsa de Loza por su emplazamiento, vecino de

Pamplon a y sus características geográfi cas con stituye el escenario ideal para una

dotación educativa, científi ca y investigador a.

Gobierno de Navarra IDENA publica la foto aérea de un vuelo realizado en 1956, es decir, hace aproxi-madamente medio siglo. Aunque no se dispone de las fotos correspondientes a toda Navarra sí de la zona correspondiente a Loza. Por otra parte, tanto los servidores de mapas del Gobierno de Navarra, el ya mencionado IDENA, y el SITNA como el servidor Google Maps o Google Earth presentan fotografías recientes de la laguna.Las nuevas tecnologías asociadas a Internet nos han permitido el tener disponibles documentos antiguos tanto en forma de fotos aéreas como de documen-tación publicada, legal o sencillamente noticias de prensa, y de todo ello se deriva una mejor compre-sión de la historia de la balsa. La hemeroteca del Diario de Navarra nos ha proporcionado elementos de información importantes aunque tomados de uno

en uno parezcan irrelevantes. Paradójicamente las nuevas tecnologías a la vez que nos acercan el fu-turo, nos permiten recuperar al menos una parte de nuestro pasado.Además, durante nuestro estudio y con el GPS y los sistemas de información geográfi ca hemos logrado colocar cada observación allí donde se produjo y so-breponerlas sobre diversos mapas georreferenciados para facilitar así su análisis y compresión (foto1). Y fi nalmente, todo esto que hemos llegado a apren-der, historia, documentos, fotos, mapas lo proyec-tamos nuevamente en la red digerido y “de bonito” en el blog de la balsa de Loza - http://balsadeloza.blogspot.com/ - tratando de buscar el rigor y la belleza a partes iguales y captar así el interés y la simpatía de quienes los visitan con un único fi n: recuperar Loza.

Viñes Rueda, J.J. 2006 La sanidad española en el siglo XIX a través de la junta provincial de sanidad de navarra (1870-1902). Temas de Historia de la Medicina. Gobierno de Navarra. Pamplona

IDENA. http://idena.navarra.es/busquedas/?lang= . Ortofoto de 1956

SITNA. http://sitna.cfnavarra.es/ Ortofotos y cartografía moderna.BON 13. 29/01/97. DECRETO FORAL 4/1997, de 13 de enero, por

el que se crea el Inventario de Zonas Húmedas de Navarra.BOPN 28/04/97. Moción por la que se insta al Gobierno de Navarra

para que inicie el expediente de declaración de la Balsa de Loza como Espacio Natural Protegido, presentada por los Parlamen-tarios Forales Ilmos. Sres. D. José Javier Sánchez Turrillas y D. Martín Landa Marco

BOPN 11/06/97. Resolución por la que se insta al Gobierno de Navarra para que inicie el expediente de declaración de la Balsa de Loza como Espacio Natural Protegido. Aprobación por la Co-misión de Ordenación del Territorio, Vivienda y Medio Ambiente

CHE. 1997. Información sobre expediente sancionador.BON 122. 12/10/98. ORDEN FORAL 908/1998, de 14 de sep-

tiembre, de la Consejera de Medio Ambiente, Ordenación del Territorio y Vivienda, por la que se somete a exposición pública el proyecto de Decreto Foral de declaración de la Balsa de Loza como Enclave Natural (EN 29) y de aprobación del Plan Rector de Uso y Gestión.

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Una distribución peculiarLas liebres pertenecen a un grupo de herbívoros de pequeño tamaño incluidos en del género Lepus que evolucionó en África hace unos 8 millones de años. Su distribución y características ecológicas actuales son el resultado de una larga historia evolutiva co-mún con las especies con las que cohabita incluido,

por supuesto, el hombre (Corbet, 1986). De las 30 especies que existen en el mundo 5 están presen-tes en Europa, tres de las cuales ocupan el territo-rio peninsular (Mitchel-Jones et al, 1999); la Liebre europea Lepus europaeus (Pallas, 1778), la Liebre Ibérica Lepus granatensis (Rosenhauer, 1856) de la cual se han descrito hasta tres subespecies (L. g.

Alfonso Fernandez

Naturalista y mienmbro de Gorosti

Joaquín Puy 5 3º Izq.

31610 Villava Navarra

[email protected]

Situación de las poblaciones de Liebre Ibérica y Liebre Europea en Navarra

En Navarra coexisten dos de las tres especies de liebres ibéricas, lo que convierte a nuestra comunidad en una interesante área de estudio de estas significativas especies. A continuación se analizan algunos de los resultados obtenidos en un estudio sobre estas especies fi nanciado por el Gobierno de Navarra y realizado en colaboración con el CSIC y la UPNA (Fernández et al., 2003).

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granatensis, L. g. gallaecius y L. g. solisi) y la Liebre de Piornal Le-pus castroviejoi (Palacios, 1977). Estas dos últimas son endémicas de la península ibérica. La distri-bución de estas especies es muy singular, como queda refl ejado en la Figura 1. Sus áreas de distri-bución no se solapan pese a que diferentes especies pueden ocu-par hábitats similares dentro de sus respectivas áreas de distribu-ción. Así por ejemplo, la franja de separación entre L. granatensis y L. europaeus se extiende a lo largo de más de 600 kms, des-de la desembocadura del río Ebro hasta el extremo occidental de la cordillera Cantábrica, existiendo en toda esta área numerosas zo-nas de contacto en las que ambas especies viven muy próximas, tal y como ocurre en Navarra. Sin embrago, en toda esta franja de contacto, no se observan zonas de convivencia entre ambas sino que cada una mantiene su pro-pio territorio, pese a que recientes investigaciones, llevadas a cabo en Álava, han hallado evidencias moleculares de hibridación en algunos ejemplares. Estos cru-

zamientos esporádicos estarían protagonizados en todos los ca-sos por machos de liebre euro-pea, mucho más corpulentos, y hembras de liebre ibérica (Melo-Ferreira & Alves, 2004). Las liebres muestran una gran plasticidad ecológica y sus rangos de tolerancia respecto a variables ambientales como la temperatura, las precipitaciones o la composi-ción del medio son tan amplios que les permiten ocupar un am-

Las liebres muestran una

gran plasticidad ecológica ocupando un amplio espectro

de ambientes

Figura 1 Área de distribución de las tres especies de liebres presentes en la Península. Fuente F. Ballesteros

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44 gorosti 44 gorosti

plio espectro de ambientes que van desde prados de alta montaña a bosques, zonas de matorral, áreas de cultivo o incluso zonas pantanosas, encontrándose en altitudes que van desde el nivel del mar hasta los 2500 - 3000 metros en el caso de la liebre europea o los 1800 en la liebre ibérica. Aunque ocupan ni-chos ecológicos similares, cada una parece mostrar, en su medio más favorable, preferencias o adapta-ciones propias, de manera que ninguna de ellas co-loniza terrenos propicios si otra los esta ocupando observándose, en todo caso, una mejor adaptación de L. europaeus a la montaña, al matorral y al bos-que, mientras que L. granatensis prefi ere los terrenos llanos y abiertos (Palacios y Meijide, 1979). Esta ex-traordinaria capacidad de adaptación hace que, en lugares donde estas especies han sido introducidas, se conviertan en importantes especies plaga que ocasionan serios problemas desde el punto econó-mico y ambiental.

Situación actual de las liebres Las liebres son, a nivel mundial, uno de los grupos de pequeños mamíferos más importantes como es-pecies presa y especies cinegéticas. Se calcula, por ejemplo que, en Europa, se abaten anualmente unos 5 millones de liebres europeas (Flux & Anger-mann, 1990) mientras que, según las estimas dadas por el Anuario de Estadísticas Agrarias, en la penín-sula lo serían más de un millón de liebres ibéricas (1.347.109 en 2001 para ser mas exactos). Sin em-bargo, los datos indican una fuerte tendencia regresi-va de la liebre europea en la mayor parte de su área de distribución mundial, cifrándose en un 80% la reducción de las capturas a lo largo del siglo XX, es-pecialmente a partir de los años 60 (revisión en Mary & Trouvillez, 1995). Se han barajado numerosas ra-zones directas e indirectas para explicar esta drástica disminución (Edwards et al. 2000). Aspectos como la alteración del hábitat por los cambios en los usos agrícolas, el uso masivo de herbicidas y plaguicidas, los accidentes causados por las labores agrícolas, los atropellos, las patologías epidémicas, la proliferación de depredadores o la excesiva presión cinegética han sido analizados en diferentes estudios. Sin embargo, hasta el momento no se ha obtenido una respuesta satisfactoria desde el punto de vista científi co que permita identifi car la razón exacta que explique esta situación. Por lo que se refi ere a la situación en la Penínsu-la Ibérica, en las últimas décadas las tres especies

En las últimas décadas las tres especies de liebres, pero sobre todo la ibérica y la europea, han registrado impor tantes disminucion es numéricas en amplias zon as del Nor te de la Península

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de liebres, pero sobre todo la ibérica y la europea, han registrado importantes disminuciones numéricas en amplias zonas del Norte de España, cuya con-secuencia más notoria ha sido la reducción y frag-mentación de sus respectivas áreas de distribución, particularmente en sus zonas marginales, llegándose en esas zonas a una situación en la que las densi-dades poblacionales están, en general, por debajo de las deseables desde el punto de vista ecológico, económico y cinegético (Ballesteros et al. 1996a). La

situación de la liebre ibérica en el sur de la península es de cierta estabilidad, con una tendencia incluso a la expansión desde los años 80, pero la situación no es tan favorable en otras zonas de su área de distribución en la que se han registrando disminu-ciones constantes en sus efectivos poblacionales a lo largo de los últimos años (Duarte, 2000). Por ejemplo, en Asturias esta disminución ha llegado a ser del 77% desde 1950 (Ballesteros et al, 1996b). La liebre europea por su parte presenta una fuerte

Liebre europea, Las liebres confían de manera casi temeraria en su mimetismo. Foto: Julen Gayarre

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tendencia regresiva en buena parte de su área de distribución en la península, habiendo casi desapa-recido de la región costera del País Vasco, Cataluña, Cantabria y Asturias, al tiempo que, en la vertiente norte de la Cordillera Cantábrica, donde antes era muy abundante, sus poblaciones son ahora muy re-ducidas y fragmentadas. Por ejemplo, también en Asturias se ha constatado la desaparición de la es-pecie en un 98% del área de distribución ocupada en 1950 (Ballesteros et al, 1996b). En el País Vasco, la mala situación de sus poblacio-nes ha llevado a las autoridades a comenzar con un programa de cría en cautividad de ejemplares autóctonos para realizar repobla-ciones a partir del año 2005 (Pa-lacios, 2001). En el resto de su área de distribución sus densida-des son, casi siempre, reducidas. A esto contribuye de forma nota-ble el que las condiciones ecoló-gicas que la especie encuentra en la Península sean poco favorables y, al mismo tiem-po, al hecho de tener que competir con otra especie mejor adaptada a estas condiciones como L. grana-tensis, quedando restringida su área de distribución a una pequeña franja en la zona mas Septentrional de la misma.

Situación de las poblaciones de liebres en NavarraLa liebre ibérica es, sin duda, una de las especies clave en los ecosistemas mediterráneos por su impor-tancia ecológica y económica. Ante el fuerte declive

de las poblaciones de conejo, en los últimos años se ha convertido en una importante especie presa para numerosos depredadores. Al mismo tiempo es una importantísima especie cinegética y su caza esta muy arraigada en algunas zonas. En Navarra, donde el número de cazadores ronda los 30.000, la liebre ibérica esta sometida a una fuerte presión de caza. Sus poblaciones en todo caso parecen mantenerse en una situación relativamente estable y sus efecti-vos, aunque con importantes diferencias entre zo-

nas, se han mantenido en niveles aceptables en los últimos años e incluso han aumentado en algu-nas zonas como el valle del Ebro. De esta forma, se han alcanzado abundancias relativamente altas en muchos cotos de Navarra, lo que ha permitido una mayor ex-plotación de esta especie, llegan-do a convertirse en un magnífi co complemento de la perdiz, espe-cie tradicionalmente preferida por

nuestros cazadores. Para asegurar una correcta ex-plotación de este recurso, se han tomado algunas medidas de gestión por parte de la administración que intentan paliar la situación de intensa explota-ción que viene sufriendo la especie (Armendáriz et al., 2001). Esta situación favorable también se ha producido en lagunas zonas cercanas a Navarra como la Rioja tanto alavesa como Logroñesa donde, después de una serie de años en os que su caza estuvo vedada, tras importantes medidas de gestión en los últimos años se ha podido retomar su caza (Larrumbe, J. Com. Pers.). Por su parte, la liebre europea muestra, desde 1995, cuando comenzaron los controles poblacionales sis-temáticos en los acotados, una situación preocupan-te en la mayor parte de su área de distribución a pesar de que la presión de caza ejercida sobre ella es muy baja (Armendáriz et al, 2001). Su caza, que tradicionalmente era una actividad muy apetecida en la montaña Navarra ha, prácticamente, desapareci-do dada la escasez de efectivos y la imposibilidad de su caza en amplias zonas del territorio en los últimos años. El interés por esta especie ha disminuido en detrimento de otras que producen un mayor rendi-miento como el jabalí, la becada o la paloma tor-caz, de tal forma que hoy en día es difícil encontrar cazadores que todavía se dediquen a su caza. La información que se ha obtenido a través de referen-

La liebre ibérica es, sin duda, una de las especies clave en los ecosistemas mediterráneos por su impor tancia

ecológica y econ ómica.

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cias y comunicaciones orales de personas mayores en medio rural, permiten deducir que se ha pro-ducido una rarefacción muy im-portante de la presencia de la es-pecie en gran parte del territorio, habiendo incluso desaparecido en algunas zonas en las que ha-bía sido relativamente abundante. Una vez alcanzado este nivel, en los últimos años parece haberse mantenido la situación gracias, sobre todo, a la aplicación de im-portantes medidas de protección y veda. Pese a todo ello, sus po-blaciones siguen siendo muy es-casas en prácticamente toda su área de distribución en la región por lo que su conservación y re-cuperación depende en gran me-dida de la aplicación de medidas adecuadas de gestión y manejo. En todo caso las tendencias po-blacionales de ambas especies no están claras (Fernández et al, 2004; Carro et al., 2004) y se hace necesario continuar con su seguimiento a largo plazo así como poner en marcha estudios mas detallados sobre su biología y ecología básicas que permitan adecuar las medidas de gestión a las diferentes situaciones que presenta.

Una al Norte y otra al SurLas dos especies de liebres pre-sentes en Navarra muestran una clara diferenciación en cuanto a sus áreas de distribución, que no se solapan en ningún punto, lo que confi rma una fuerte com-petencia ínter especifi ca por el territorio. Esta peculiar distribu-ción fue analizada detenidamente por Armendáriz y otros autores en 1992 mediante la recolección de ejemplares a lo largo de la línea de separación ente ambas especies. Estos autores observaron que el

límite entre ambas viene marcado por la línea de separación entre las dos regiones bioclimáticas re-presentadas en nuestro territorio y que coincide con la isoyeta de 600 a 800 mm de precipitación (Armendáriz et al, 1992). En toda esta zona, existe una franja de terreno en la que no aparecen individuos de ninguna de las dos especies, salvo esporádicas apa-riciones de individuos errantes. (Figura 2). Lepus granatensis se encuentra en la mitad sur de Navarra, ocu-pando hábitats abiertos corres-pondientes al piso meso-medite-rráneo. Su límite septentrional de distribución discurre al sur de la sierra de Peña, continúa por las estribaciones de la sierra de Ujué y la parte oriental del término de San Martín de Unx. Pasa por las proximidades de las localidades de Tafalla y Artajona, siempre en dirección NO hasta llegar a las cercanías de Puente La Reina, Mañeru, Oteiza y hacia las sierras de Etayo y Sorlada y el sur de Cá-

brega hasta llegar a Mues, norte de Bargota y Viana. Por su parte, Lepus europaeus ocupa la región eurosiberiana de Navarra. Su límite meridional de distribución discurre al Norte de las sierras de Peña y San Pedro, continúa por las proximidades de Ujué y, por Chuncho Alto, en dirección Este por Pueyo y el Va-lle de Valdizarbe hasta Puente la Reina. De aquí, por el río Arga el límite sigue hacia el Norte hasta Etxauri y posteriormente por las estribaciones meridionales de las sierras de Urbasa y Andía hasta Montejurra. La sierra de Lóquiz queda dentro de su límite de dis-tribución que continúa por Valde-ga hacia la sierra de Cábrega y de aquí, por el río Linares hasta llegar a límite con Álava. En su área de distribución L. europaeus ocupa todos los pisos bioclimáti-cos presentes, incluido el alpino y el supra y mesomediterráneo, aunque en estos últimos casos, la infl uencia eurosiberiana se en-cuentra siempre muy próxima.

Figura 2 Las dos especies de liebre en Navarra

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Distribución espacial de abundancias Para estudiar el patrón de distri-bución espacial de las abundan-cias de ambas especies de liebre en Navarra se ha realizado un análisis de la información pobla-cional disponible y que ha sido facilitada por el departamento de medio ambiente del Gobierno de Navarra. Se emplearon para ello los datos procedentes de los con-troles veraniegos de abundancias realizados de manera sistemáti-ca y estandarizada por los 242 acotados de caza que existen en nuestra comunidad entre los años 2000 a 2002. Algunos de estos acotados cuentan con la presen-cia de ambas especies. Los datos consisten en índices kilométricos de abundancia (IKA) calculados a partir de la realización de tran-sectos nocturnos en vehículo todo terreno. Los mismos transectos son repetidos año tras año. Para cada uno de los acotados se cal-culo el IKA promedio de los tres años mencionados y a ese valor de abundancia se le asoció una coordenada geográfi ca (X,Y) que se correspondía, aproximadamen-te, con el punto medio del área

ocupada por el coto. A continua-ción, empleando un Sistema de Información Geográfi ca (MIRA-MON v4.0) se generaron sendos mapas para cada especie en los que los valores de abundancias se reclasifi caron en categorías de IKA crecientes y se representaron gráfi camente. El resultado fue los mapas que podemos observar en las Figuras 3 y 4. Para la representación de abun-dancias de la liebre europea, se

emplearon datos procedentes de 173 localidades, incluyendo los cotos en los que solo hay liebre europea (n = 142) y los que tie-nen presencia de ambas (n=31). Se obtuvo de esta forma un IKA promedio de 0.33 ± 0.15 para toda su área de distribución en Navarra. En cuanto a la liebre ibérica, se emplearon datos pro-cedentes de 97 localidades, in-cluyendo los cotos en los que sólo esta presente esta especie (n =

Figura 3 Representación de la distribu-ción de abundancias de liebre europea en Navarra

Figura 4 Abundancias de L. Granatensism en función de los datos de los cotos

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66) y aquellos en los que estan presentes ambas (n = 31). Se ob-tuvo un IKA promedio de 0.67 ± 0.23 para toda su área de distri-bución en Navarra.

Liebre europeaEn cuanto a la liebre europea, se observa una baja densidad en la mayor parte de su área de distri-bución en Navarra. El promedio para todos los acotados fue de 0.33 ± 0.35 liebres/Km. Las zonas que presentan una mayor abundancia corresponden con la parte más septentrional del terri-torio navarro, en concreto en los valles de Baztán - Bidasoa, y en el corredor de la Barranca-Burun-da. En estas zonas se encuentran algunas localidades en las que el valor promedio del IKA en los últimos años es superior a 1 y la especie parece mantenerse en una situación estable con pobla-ciones asentadas y bien repre-sentadas. Mención especial me-rece la elevada abundancia que se detecta en una zona relativa-mente alejada de las anteriores como en la sierra de Leire. En las estribaciones septentrionales de esta sierra la población de liebres se encuentra en una situación muy favorable en comparación con el resto de zonas aledañas, particularmente respecto a los valles pirenaicos. En estos últi-mos la situación de esta especie es muy preocupante pues es una de las zonas que mayor descenso se ha producido en los últimos años. Por otro lado, como hemos reseñado al principio, la zona lí-mite de distribución de ambas especies es la que presenta las densidades más bajas.Este patrón general no coinci-de en términos generales con el dado por Palacios y Ramos

(1979), los cuales presentaban una distribución para Navarra en la que se diferenciaban 3 zonas según sus abundancias relativas (escasa o inexistente, baja y alta)

con una disposición concéntrica respecto al límite de distribución de la especie, de forma que las poblaciones mas alejadas de éste eran las más abundantes, y se correspondían con el sector pire-naico nororiental (valles de Sala-zar y Roncal). En nuestro caso y, basándonos en datos recogidos 20 años más tarde, esta zona es precisamente una de las que pre-senta valores más bajos de abun-dancia. Por otro lado los citados autores distinguían una zona de densidades muy bajas o prácti-

camente inexistentes en la región noroccidental de Navarra, desde las Cinco Villas a las sierras de Urbasa y Aralar, cuenca de Pam-plona y cuenca de Lumbier. En algunas de estas zonas sin em-bargo es donde en la actualidad se encuentran las poblaciones de liebre europea más estables y abundantes. En realidad, la distribución que presentaban los citados autores se hizo de una manera intuitiva mas que como resultado de la aplicación de una metodología de censo adecuada, como es el caso que nos ocupa. Liebre ibéricaLa liebre mediterránea presenta una abundancia considerable-mente mas elevada por termino medio en todo su área de distribu-ción y podríamos considerar que se encuentra en una situación de mucho mayor normalidad demo-gráfi ca que la liebre europea. El valor promedio de IKA calculado para los datos aportados por los cotos es de 0.87 ± 0.66 liebres/km2. Está presente en la mayor parte de la región meridional de Navarra donde ocupa terrenos agrícolas cerealistas, almendra-

La situación de la liebre europea es preocupante en toda su área de distribución en

Navarra

Liebres ibéricas (Foto: José Ardaiz)

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AGRADECIMIENTOS

Quisiéramos agradecer la ayuda prestada por todas las personas que han colaborado en la recogida de datos para la realización de éste estudio, especialmente al guarderío de medio ambiente del gobierno de Navarra y a los acotados de caza.

ARMENDARIZ, C., SAENZ, J. Y TORRES, J. (1992). Limites de distribución del género Lepus en Navarra. Gobierno de Navarra, Departamento de Ordenación del Territorio y Medio Ambiente. Informe inédito.

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CARRO, F., FERNÁNDEZ, A., SORIGUER, R. & CASTIEN, E. (2004). Population trends of the Iberian hare Lepus granatensis in north and south the Iberian peninsula. 2nd World Lagomorph conference. Vairao, Portugal, 26-31 July, pp. 23

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BIBLIOGRAFÍA

les, olivares, viñedos y regadíos principalmente. En esta especie se observa un patrón más cla-ramente defi nido en 3 áreas de densidades crecientes conforme nos alejamos de la zona límite de su distribución. Así, las zonas que presentan mayores abundancias se encuentran a lo largo del eje del río Ebro, especialmente al sur del mismo y en algunas localida-des por las que discurre, en las que los regadíos se han conver-tido en zonas de muchísimo va-lor como refugio para la especie

donde se han llegado a observar extraordinarias concentraciones de liebres contabilizándose hasta 5 liebres por kilómetro. También resulta especialmente abundante en algunas zonas abiertas muy propicias para ellas donde se han observado IKAs próximos a 3 liebres/km2 en algunos de los recorridos. A continuación, se observa una amplia franja de territorio en la que las densidades son medias-altas (IKAsentre 0.5 y 1.5) que recorre la zona media desde Via-

na, pasando por Tierra Estella y Tafalla hasta el sur de las Barde-nas Reales. En algunas de estas zonas las poblaciones de liebres se encuentran en una situación estable, manteniendo abundan-cias relativas elevadas a lo largo de los últimos años, como es el caso de Tierra Estella.Por último, y al igual que sucedía con la liebre europea, se obser-va una estrecha franja de abun-dancias muy bajas en las zonas próximas a su límite distribución.

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L as almejas de agua dulce son un grupo de animales bastante desconocidos incluso para personas interesadas en la naturaleza. Qui-

zás ello se deba a que no son especies frecuentes en los ríos actuales, generalmente bastante degradados desde hace décadas. Así, no es sencillo encontrar bivalvos en los ríos europeos y en nuestro caso son verdaderamente raros en grandes tramos del río Ara-gón, en el Ega, el Arga, el Bidasoa, etc.. No obstante no siempre ha sido así. Es conocido que hasta tiempos relativamente cerca-nos las poblaciones de Margaritifera auricularia del río Ebro sostenían la elaboración pseudo-industrial de cachas de nácar para navajas en Aragón. Su pa-riente de ríos salmonícolas, la Margaritifera margari-tifera, ha sido masacrada por decenas de millones en

Europa para obtener perlas de agua dulce (que apa-recen en una proporción de una perla cada 3.000 almejas). Incluso aún en algunos ríos de la Península de Kola las margaritiferas tapizan por miles superfi -cies enormes de lecho, recordando un pasado más esplendoroso en los ríos europeos. En todo caso la situación de cada especie es di-ferente y dependiendo de su biología y exigencias las distintas náyades presentan situaciones variadas. Por ello quizás lo mejor sea realizar un repaso por nuestras verdaderas “lamias”. En realidad los bivalvos de agua dulce europeos se dividen en dos grandes grupos: los esféridos y las náyades propiamente dichas. Los esféridos son un grupo de especies de pequeño tamaño (hasta unos pocos milímetros) que pueden ser incluso dispersa-

David Campión

Biólogo y técnico de Gestión Ambiental Viveros y Repoblaciones

de Navarra

Las nayádes de los ríos navarros

Río Aragón (Foto: Enrique Herranz)

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dos por las aves de forma regular en sus patas y plu-maje. No hablaremos de ellos aquí y nos referiremos exclusivamente a las náyades.

Breves apuntes de su biologíaHay una amplia información disponible en la red so-bre estas especies. Hay varios proyectos de conser-vación en marcha en otras CCAA y ello ha favorecido la aparición de estudios y publicaciones. Es especialmente recomendable una memoria rea-lizada en Aragón y disponible libre en la red (http://portal.aragon.es/portal/pls/portal/docs/1/204707.PDF). Por ello no se pretende aquí ofrecer un tratado sobre las náyades. Nos limitaremos a esbozar unas ideas básicas sobre las mismas y a exponer su situa-ción en Navarra.Todas las náyades autóctonas son especies fi ltrado-ras que se alimentan de partículas orgánicas presen-tes en el agua. Disponen de un pie musculoso con el cual excavan para fi jarse y se desplazan -muy li-mitadamente- por el lecho de los ríos. Parece que no es rara la capacidad de cambio sexual de los ejem-plares y el hermafroditismo. Los individuos adultos producen miles de larvas que son liberadas al río y que han de toparse con un pez hospedador y fi jar-se en sus branquias. Un 0,01% de las larvas serán las afortunadas que se toparán con una branquia acogedora. Allí se enquistan y se liberan como dimi-nutos juveniles de algunas micras al cabo de unas semanas sin daño alguno para el pez. Si fortuita-mente caen en un sustrato adecuado (las larvas no son nadadoras), se fi jarán y comenzarán a fi ltrar ali-mento hasta alcanzar la edad adulta. Personalmente

me resulta milagroso que estas especies consigan perpetuarse con este sistema.Comenzaremos por las especies más raras y ame-nazadas y acabaremos por las almejas mejor distri-buidas en la actualidad. Aviso de antemano que no puedo evitar transmitir mis impresiones personales con estas especies, alguna de las cuales me han costado buenos remojones (eso sí, voluntarios). Ha-remos también un pequeño aparte para dos bivalvos exóticos que desgraciadamente se han presentado entre nosotros recientemente.

La Margaritifera auriculariaLa verdadera estrella de las náyades, constantemen-te presente en medios de comunicación en los últi-mos años. No es para menos ya que se trata de una especie considerada como extinguida hasta los años noventa, y redescubierta accidentalmente en el bajo Ebro al realizarse obras en una acequia de este río. Está catalogada en los máximos niveles de amena-za en los catálogos regionales y nacionales, incluida en la Directiva Hábitats y objeto reciente de varios Proyectos LIFE. Actualmente se conoce su presencia únicamente en el Ebro y en el río Loira. En Navarra sus poblaciones se concentran en el ca-nal de Tauste y probablemente también en el Impe-rial. Es una población muy vulnerable y al estar en un medio tan artifi cial, sujeto a cortes de agua, repara-ciones, etc.. exige un control estricto para evitar afec-ciones graves. En cuanto al río Ebro, en el año 2002 encontramos fortuitamente durante un muestreo de nutria varios ejemplares muertos recientemente a la altura de Mendavia, pero no ha habido fortuna en

Ejemplares de Margaritífera auricularia marcadas (Foto: Jose Antonio Pérez-Nievas)

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posteriores prospecciones. En su momento eran los ejemplares situados más río arriba.Se trata de la náyade más grande, robusta y pesada. Los ejemplares adultos llegan a medir 20 centíme-tros y pesar más de 200 gramos. Está adaptada a la vida en los lechos de gravas en tramos de corrien-te de ríos de gran tamaño. Se ancla fi rmemente en el fondo con su pie musculoso, introduciendo dos tercios de sus valvas y dejando en la superfi cie los sifones que le permiten respirar y fi ltrar el alimento. La verdad es que cuando tienes una en la mano esta especie transmite la sensación de ser un auténtico “tanque”.Como se ha comentado, únicamente habita dos ríos en todo el mundo. No obstante los restos de sus val-vas aparecen en otros ríos de Europa mediterránea, de donde se ha extinguido en tiempos históricos. Ocurre algo sorprendente: si bien los adultos son verdaderamente escasos, no se encuentran apenas individuos menores de 45 años de edad. ¿Qué está ocurriendo con esta auténtica joya de nuestros ríos?Hay varias hipótesis de trabajo, no excluyentes entre sí y probablemente todas ellas tengan algo de razón. • Falta de hospedadoresEl redescubridor de la especie, Cristian Altaba (Alta-ba 1990) estableció la idea de que el declive de la auricularia estaría fuertemente ligada a la desapa-rición del esturión, en nuestro caso al esturión del atlántico (Acipenser sturio). Las larvas de auricularia son muy selectivas y en las pruebas de laboratorio tan sólo los esturiones (autóctonos y exóticos) eran capaces de albergarlas El esturión es un pez anádro-mo de gran tamaño en grave peligro de extinción que antaño se internaba desde el mar por muchos de los grandes ríos europeos para desovar. En el Ebro se cita su pesca en Tudela antes del siglo XV (Farnós and Porres 1999). La construcción de presas y azu-des impide la subida de los esturiones, que también han sufrido de la pérdida de calidad de los ríos y de la sobrepesca. Más recientemente se ha averiguado que al menos otra especie, el blenio (Araujo 2001) es capaz de albergar las larvas de la auricularia. Desgraciadamente también se trata de un pez nada abundante y catalogado como “de Interés Especial” en Navarra.• Degradación del hábitatLa construcción de múltiples embalses, presas y azudes ha impedido los movimientos de los esturio-nes y de muchas otras especies. La interrupción de estos procesos biológicos ha traído consecuencias

indirectas graves para otros organismos, como ya hemos comentado. Por otra parte los obstáculos son una barrera que provoca la disminución drástica de las partículas arrastradas por el río que son el ali-mento de las náyades. Cristian Altaba correlaciona-ba esta reducción con las bajas tasas de crecimiento actuales de las auricularias.Una vez que se sueltan del pez hospedador, las auri-cularias juveniles necesitan lechos de grava limpios, mantenidos por corrientes que los oxigenen y a su vez impiden la formación de capas de limo, letales para las larvas. La desaparición de estas corrientes de grandes tramos del río y su sustitución por aguas más calmadas ha disminuido drásticamente la su-perfi cie apta de reproducción. Es decir, los adultos

pueden soportar mejor los lechos más colmatados, pero los juveniles mueren.Un serio problema de conservación para la espe-cie se deriva de que se haya mantenido en buena medida en canales artifi ciales. Debe conjugarse el mantenimiento de estos históricos canales con la conservación de la vida que albergan.

Margaritífera margaritífera encontrada en el Río Bidasoa (Foto: David Campión)

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Como una tenue luz de esperanza para la auricula-ria, actualmente existen varios proyectos de inves-tigación en marcha en Aragón y Catalunya, dónde también hay cierta cantidad de fondos dedicados a la especie, proyectos de conservación en marcha, utilización de canales artifi ciales de río, inoculación de peces, etc.

La Madreperla Ya se ha citado anteriormente a esta especie, que es el otro representante del género Margaritifera. En Europa se presenta en todo el frente atlántico y fue una especie abundante, hasta el punto de que se pescaba semi-industrialmente a la búsqueda de las perlas de agua dulce. En la actualidad el declive de los salmónidos, la existencia de obstáculos que im-piden los movimientos de los peces y la pérdida de calidad de las aguas han arrinconado a la antaño abundante madreperla de río. Ya sólo en la península de Kola (Rusia) se pueden observar poblaciones verdaderamente sanas de mar-garitiferas, que alcanzan poblaciones de millones de individuos en determinados ríos.Se trata de una especie que habita en aguas co-rrientes, relativamente ácidas, con pocos nutrientes. Ello provoca que al contrario que en el caso ante-rior la especie presente valvas no muy gruesas que

se degradan fácilmente una vez muerta. En los ríos dónde aún se presenta, como el Narcea en Asturias, es a menudo más fácil encontrar restos del tejido vivo que rodea a la concha (el periostraco) que la concha misma. Sus peces huéspedes son los sal-mónidos (trucha, salmón y especialmente el reo). Se trata de una especie ampliamente estudiada y una descripción detallada de su biología puede obtenerse en Internet (por ejemplo en http://carn.ua.es/CIBIO/es/lrie/fi chas/MargaritiferaMargaritifera.pdf).Para muchos será una sorpresa la cita de esta es-pecie en este artículo. No es de extrañar, ya que se trata de una especie ligada a salmónidos de ríos lim-pios y fríos que en la costa atlántica se localiza en Asturias como comunidad autónoma más cercana. No fi gura tampoco en los catálogos ni registros de fauna navarra.No obstante, la Ronda de Medio Ambiente de San-testeban encontró en el año 2000 una concha su-pervisando las labores de mantenimiento de un canal hidroeléctrico del Bidasoa. Aquella concha viajó has-ta Iruña y durmió en una caja durante algunos años, hasta que fruto de la colaboración con un equipo de malacólogos (Altaba 2004) se determinó que se trataba de una auténtica Margaritifera margaritifera, la madreperla de río.En realidad la cita no es tan sorprendente, ya que la especie se presenta (muy escasa) en el río de La Nive. No obstante, no se han encontrado más ejem-plares y puede que aquella concha perteneciese a la última madreperla del Bidasoa, o puede que aún re-sista algún pequeño y reducido núcleo de la especie en alguna regata o poza. Deberían de continuar las prospecciones realizadas hace ya algunos años, además de –evidentemente- mejorar la calidad ambiental de los ríos cantábricos y especialmente del Bidasoa. Tanto en calidad del agua (la especie necesita aguas muy limpias) como en la recuperación de riberas y desaparición de obs-táculos que limitan las poblaciones de salmónidos.En todo caso, es importante decir que cualquiera que encuentre una concha en los ríos cantábricos puede ayudar mucho a aumentar el conocimiento sobre estas especies si lo hace saber. Como suele decirse, los datos (y las conchas) en los cajones de casa sólo crían polillas.

Unio elongatulus o Unio mancusUnio elongatulus es otro de los bivalvos incluidos como amenazados en varios catálogos nacionales e Psilunio litoralis (Foto: David Campión)

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internacionales. La variedad de formas de las valvas ha hecho que tradicionalmente se hayan considera-do varias subespecies o incluso especies distintas (ver una muestra para el caso navarro (Altaba 2004) disponible en www.gavrn.com). No obstante recien-tes estudios genéticos (Araujo, Gómez et al. 2005) muestran como todos los Unios mediterráneos de la Península ibérica parecen pertenecen a la misma especie: Unio elongatulus (o mancus)Se trata de una especie no tan selectiva como las dos anteriores en la selección del pez huésped, aun-que parece que el barbo (Barbus graellsii) puede ser su huésped natural (Araujo, Gómez et al. 2005)Aunque los Unios no son bivalvos raros en Navarra, hasta hace poco no teníamos datos acerca de su distribución. Hoy sabemos que se presentan en bue-

na parte de los ríos navarros, mostrando una amplia adaptabilidad, ocupa desde ríos pirenaicos como el Salazar hasta el Ebro, canales de centrales hidroléc-tricas o de regadíos, etc.. No obstante a pesar de haber sido muestreado, falta de amplios tramos de ríos aparentemente en buen estado como el Aragón. (Altaba 2004) sugiere la contaminación con molus-quicidas provenientes de regadíos como una de las causas probables.Es una especie que requiere cierta calidad del agua y que en ríos más afectados siempre se presenta en cantidades mucho menores que otros bivalvos como las Anodontas y los Ptomidas.

Unio crassusAquí tenemos otra rareza para la Península ibérica, también localizada en la regata Orabidea por la Ron-da de Santesteban. Como en el caso de la Margari-tifera margaritifera, sólo se conoce la existencia de una concha. Esta especie es el equivalente natural del Unio elongatulus en las aguas atlánticas. Es ca-paz de infectar a numerosas especies de peces.No se trata de una especie que se encuentre al mis-mo nivel de amenaza que las margaritiferas, pero las prospecciones realizadas en la Península Ibérica demuestran que es bastante raro y está clasifi cado

Actualmente existen varios proyectos de investigación en marcha en Aragón y

Catalunya, dónde también hay cierta cantidad de fon dos

dedicados a la especie.

Marcaje de ejemplares de Margaritifera auricularia.

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como vulnerable. En general se recomienda mejorar el estado de los ríos de tal forma que prosperen las poblaciones de peces autóctonos.Aunque la mayor parte del territorio navarro es ca-lizo, las aguas que vierten al cantábrico atraviesan terrenos con geologías diferentes. Ello provoca que se trate de ríos relativamente ácidos y con poca concentración de calcio en el agua. Como éste es fundamental para la formación de la concha de los bivalvos, el resultado es que son ríos con poblacio-nes muy reducidas de náyades.Como en el caso de la M. margaritifera, sería impor-tante realizar muestreos sistemáticos en la vertiente cantábrica navarra.

Grupo AnodontaFrecuentemente afi cionados a la naturaleza te lla-man emocionados: ¡he encontrado margaritiferas! Y hay varias! La lástima es que ocurre que siempre, sin excepción, se trata de Anodontas.No es extraño, es un bivalvo que alcanza el mismo

tamaño que las M. auricularias y además es relativa-mente común. Se diferencia principalmente porque su concha es mucho más fi na y “al peso” se nota una ligereza evidente. Las conchas de Anodontas son tan delgadas que se resquebrajan al secarse. Actualmente se está debatiendo sobre la tradicinal distinción entre A.cygnea y A.anatina, así que las tra-taremos a todas como simplemente Anodontas.Las Anodontas están adaptadas a las aguas tran-quilas. Es un espectáculo de primer orden obser-var como aparecen a miles entre el limo cuando se seca la laguna de Las Cañas, para deleite de garzas, fuinas, zorros, etc... Aparentemente no tienen pro-blemas en volver a repoblar naturalmente la balsa tras las sequías. También es el primer bivalvo que aparece en los tramos tranquilos de los ríos en cuan-to se recuperan un poco y puede observarse en las marcas de las conchas como los individuos ganan tamaño rápidamente año a año.Se trata de unas especie o especies (A.anatina y A. cygnea) fuera de las categorías de amenaza, muy

Margaritífera auricularia (Foto: David Campión)

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versátiles en cuanto a los hábitats a ocupar y con una amplia lista de especies de peces a los que pue-de parasitar. Se localizan en todos los tramos medios y bajos de los ríos de Navarra. No cabe duda de que a nada que las condiciones de los ríos mejoren, las Anodontas aumentarán sus poblaciones.

Ptomida litoralisPor último, tenemos a otro bivalvo no amenazado y bastante común en los ríos navarros. La situación de Navarra evidentemente no es la misma que la del resto de la Península, donde está clasifi cada como vulnerable. También está clasifi cada como tal por la UICN. Aparentemente existen grandes vacíos en el conocimiento sobre esta especie y convendría acla-rar su biología.Suele aparecer en mayor número que los Unios y en generalmente los mismos ríos y canales que éstos. Se trata de una especie bastante común y se produ-cen acúmulos importantes de centenares de valvas de individuos muertos en los ríos dónde se localiza.Es una especie robusta que parece una Margaritifera en miniatura, incluso tiene la misma forma arriñona-da. Suele ser característico un área de color blanco en la zona de la charnela (dónde se unen las dos valvas). Se distingue también de los Unios por la presencia de una protuberancia a modo de diente de tamaño apreciable en la zona de la charnela.

Los bivalvos invasores

Desgraciadamente a la lista de especies an-teriores hay que añadir dos nuevos taxones recientemente instalados en Navarra. Se trata de dos especies conocidas en prácticamen-te todo el planeta por su poder destructivo, tanto económico como ambiental. Por algún motivo la Península Ibérica se ha librado hasta tiempos recientes de su impacto. Muy probablemente ese atraso en el “desarrollo” económico que ha posibilitado la conserva-ción de muchos de los mejores ecosistemas de Europa occidental tenga que ver con su tardía llegada hasta nosotros.

El mejillón cebraQue decir de esta especie que no se haya dicho ya! Ocupa por millones cualquier sustrato, tapona tuberías, interfi ere con sistemas de riego o refrigeración, su fi ltración masiva altera los ecosistemas acuáticos etc. Ha sido y es un factor determinante en la extinción de bival-vos autóctonos en Norteamérica (Ricciardi, Neves et al. 1998) y es de suponer que aquí también lo será. Todo ello se basa en una increíble capacidad de reproducción, en una fase planctónica con larvas móviles y en la tí-pica adaptabilidad ambiental de las especies-plaga.En el año 2001 ya se especulaba con su pronta llegada a Navarra (Altaba 2004), tras detectarse pocos meses antes en el bajo Ebro (meandro de Flix) por las mismas personas que estaban trabajando en Navarra (Grup de nature Freixe).Efectivamente, nuevamente se demostró como el mejillón cebra aprovecha la estupi-dez humana. Se organizaron en 2001 charlas en Tudela y Pamplona, se repartieron trípti-cos, se realizaron artículos en prensa y radio, etc.. Todo ello con el fi n de resaltar un hecho cierto: el mejillón cebra no puede remontar el río por sí sólo. Su fase planctónica es arras-trada corriente abajo y no puede adherirse a peces u otros animales para desplazarse. Se

Ejemplar de Unio crassus (Foto: David Campión)

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trata principalmente de evitar acarrearlo en las numerosas embarcaciones que se utilizan para la pesca deportiva.Pues bien, cinco años después el mejillón ha-bía ocupado todo el Ebro hasta el embalse de Sobrón en Alava, remonndo en cinco años casi 900 kilómetros gracias a sus amigos los huma-nos. Análisis genéticos de las poblaciones ibéri-cas demuestran su procedencia francesa, origen de buena parte de las embarcaciones de pesca de los embalses y ríos del Ebro. En Navarra fue detectado en 2006 en el Ebro y en el Arga. En 2007 se localiza sólo en el Ebro. Uno de los pocos factores limitantes para el me-jillón es que necesita aguas que corran a una velocidad inferior a 1,27 mts/sg. La lástima es que los numerosos obstáculos (presas, azudes, embalses, etc..) que bloquean las corrientes de nuestros ríos le proporcionan superfi cie de hábi-tat más que sobrada.La información actualizada sobre la especie, con mapas anuales puede seguirse en la página web de la Confederación Hidrográfi ca del Ebro: http://oph.chebro.es/DOCUMENTACION/Calidad/meji-llon/inicio.La almeja asiática La almeja asiática (o china) es una especie con el aspecto de un “berberecho” de agua dulce. Está clasifi cada entre las peores especies inva-soras del mundo por el grupo especialista en especies invasoras de la UICN (http://www.issg.org/). Como el mejillón cebra, es capaz de tapizar superfi cie enteras del lecho del río, ocupando el nicho físico de otras especies de invertebrados y náyades autóctonos. Por el contrario, es una especie de chirla que no puede adherirse al sus-

trato ni taponar tuberías.Su forma de dispersión se asocia a su uso en acuarofi lia y sobre todo a su utilización como cebo vivo para la pesca deportiva. Necesita lite-ralmente que alguien la arroje al agua para que se instale en el río.Podría decirse que aquí tenemos a una fi era que se ha colado por la puerta de atrás en Navarra. Mientras que todos leíamos asombrados los da-ños millonarios del mejillón cebra en EEUU, un agricultor de Peralta encontraba en sus acequias de riego un extraño habitante. Desde la socie-dad de pescadores de Peralta se alertaba de algo “raro” y le tocó a un servidor certifi car la presen-cia de la almeja en aguas de Navarra. Hasta esa fecha sólo se conocía su presencia en Galicia. Hoy ya ocupa numerosos embalses del Ebro y otras cuencas. Hoy se encuentra por millones en el Arga bajo (Peralta y Falces principalmente), in-cluyendo tramos de río protegidos por su interés ambiental.

Altaba, C. (1990). “The Last Known Population of the Freshwater Mussel Margaritifera auricularia (Bivalvia, Unionoida): A Con-servation Priority.” Biological Conservation 52: 271-286.

Altaba, C. (2004). “Los Bivalvos de Navarra. Estatus, distribución y propuestas de conservación.” Informe inédito. Gobierno de Navarra.

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BIBLIOGRAFÍA

Corbiculas encontradas en un canal de Peralta (Foto: David Campión)

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A l Norte de Pamplona, como una atalaya de la Cuenca, se alza el Monte Ezkaba, co-nocido popularmente como San Cristóbal.

Según la memoria del mapa de series de vegetación de Navarra (Javier LOIDI y Juan Carlos BASCONES, 2006) este enclave está situado en la región Euro-siberiana, concretamente en la Provincia Cántabro-Atlántica y, dentro de ella, en el sector Cántabro-Euskaldún (subsector Navarro-Alavés). Su vegetación potencial se corresponde con dos series: (1) La Serie meso-supramediterránea de la carrasca o Quercus rotundifolia (Spiraeo obovatae-Querceto rotundifoliae), en su faciación montana con Quercus pubescens. Dado que nos encontramos en el ámbito Eurosiberiano de Navarra la carrasca tiene un carácter relíctico, testimonio de otras épocas de

clima más seco, y que en San Cristóbal pervive por-que ocupa suelos rocosos, con mayor sequía edáfi ca y (2) la Serie pirenaica occidental y navarro-alavesa del roble pubescente o Quercus pubescens.

Paisaje vegetal Si nos fi jamos en el mapa adjunto, podemos des-tacar que toda la falda del monte se encuentra cu-bierta por una zona de cultivo de cereales que llega hasta los 500-600 metros de altitud. Encima de los cultivos, en claros de las zonas arbóreas y en las proximidades del fuerte existe gran abundancia de matorrales del género Genista, que en primavera adquiere un llamativo color amarillo por su fl oración. Las masas forestales más importantes están cons-tituidas por carrasca, quejigo, y roble pubescente,

Germán Rodriguez

Botánico y miembro de Gorosti

Apuntes botánicos sobre el monte

San Cristóbal - Ezkaba

Situación Biogeográfi ca

El roble pubescente (detalle de sus hojas) se instala en la ladera Norte.

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aunque existen numerosos pinares, de repoblación en su mayoría, diseminados por toda la superfi cie del monte y una orla de cipreses de repoblación por encima del carrascal en la cara Sur, en las proximi-dades del fuerte.

Especies arbóreasEn cuanto al análisis de la riqueza botánica de la zona, haremos un breve recorrido por algunas de sus familias y especies mas características, sin entrar en detalles exhaustivos.

Fagáceas La familia de las fagáceas comprende, entre otros, los géneros Fagus, Quercus y Corylus, todos ellos con representación en el monte San Cristóbal. En cuanto al primero, la única especie presente es Fa-gus sylvatica, haya en castellano y pagoa en vas-cuence, aunque solo se encuentra un pequeño nú-mero de ejemplares en la cara norte, cerca de la cima y en un pinar con bastante humedad. Dentro del género Quercus la especie más abundante es la carrasca Quercus ilex subsp. rotundifolia, o artea en vascuence. El carrascal ocupa gran parte de ambas

laderas del monte, entre los 500 y los 850 metros, preferentemente en la ladera oeste donde ha sido muy castigado por el fuego y la tala. Aquí la especie encuentra su límite Norte biogeográfi co. Distribuido por todo el carrascal, y abundante, está Quercus x ambigua, un híbrido entre la carrasca y la encina Q. ilex ilex. También hay que hacer constar el queji-go o Quercus faginea, de hojas marcescentes. Esta especie no es abundante, apareciendo en terrenos secos y soleados de la ladera Sur. Otra especie de hojas marcescentes es Quercus pubescens o roble peludo, que forma masas importantes en la ladera septentrional mezclado con el boj entre los 600 y los 750 metros. En la ladera Sur, también podemos encontrar un híbrido entre Q.pubescens y Q. faginea denominado Quercus x subpyrenaica, sobre todo en algunas pequeñas vaguadas. La coscoja o Quercus coccifera es escasa y está localizada en zonas des-pejadas y soleadas, en claros del carrascal entre los 700 y 800 metros junto a enebros Juniperus com-munis y brezos Erica vagans. Por último, el avellano Corylus avellana o urritza en vascuence, se encuen-tra en robledales y pinares, aunque no es abundante en este monte.

Mapa: Distribución de usos y vegetación en el monte Ezkaba. Las líneas negras indican los límites municipales. Fuente de información: Mapa de Cultivos y Aprovechamientos (Gobierno de Navarra, Departamento de Agricultura, Ganadería y Alimentación).

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Coníferas En Ezkaba encontramos los géneros Juniperus, Cu-pressus, Pinus y Cedrus. En cuanto al género Juni-perus hay que decir que la única especie encontrada es el enebro, ipar ipurua en vascuence, que aparece de forma natural en matorrales de Genista, carrasca-les y robledales, desde los 500 mts hasta la cima, en las caras Norte y Sur, siendo muy abundante. En cuanto a los cipreses, tanto Cupressus macrocarpa como Cupressus sempervirens han sido utilizados en repoblaciones en el monte. También se han he-cho numerosas repoblaciones de pino laricio Pinus nigra subsp. austriaca sustituyendo al roble peludo y a la carrasca. El pino albar Pinus sylvestris se da en claros del robledal y muestra en esta zona el límite de distribución occidental en Navarra siendo abun-dante en la cara Norte y muy raro en la Sur. Por últi-mo, se ha encontrado un número reducido de cedros junto un pinar situado encima de Berriozar.

Vegetación arbustivaBrezos: Los brezos observados en el monte de S. Cristóbal son Erica vagans, Erica arborea, E. scopa-ria y Calluna vulgaris. El más abundante de los bre-zos en este monte es Erica vagans, conocido como biércol o ainara burusoila en vascuence. Forma ex-tensos matorrales en el carrascal, en los robledales, en los pinares y junto a matorrales de genista y boj siendo muy abundante. Erica scoparia, (brezo de es-cobas o erratz-txillarra), aparece en el carrascal y en sus claros de los 550 a los 650 metros en las caras Norte y Suroeste, aunque es relativamente escasa. Erica arborea (brezo blanco o zurikatxa) se da en el carrascal y en sus claros de los 550 a los 650 mts en la cara Suroeste, siendo escasa. La Calluna

vulgaris o brecina forma matorrales en el carrasca. Aparece al Oeste, aunque escasa. Genistas: Hay que hacer constar la gran abundan-cia de matorrales correspondientes al género Genista predominando Genista scorpius en la cara Sur del monte y Genista hispanica subsp. occidentalis en la cara Norte. Genista scorpius, conocida como aliaga u ollaga, forma matorrales más o menos laxos exten-didos por espacios sin cobertura arbórea y además se introduce en el carrascal y en los pinares de las caras Norte y Sur aunque es más abundante en esta última. Entre los matorrales de G. scorpius en la cara Sur y hacia los 500 m. se encuentra algún ejemplar de Genista teretifolia, muy escasa, y que conviene ci-tar por tratarse de un endemismo de la comarca del Alto Ebro. La G. hispanica subsp. occidentalis, de nombre vulgar otabera, se extiende en terrenos des-provistos de arbolado formando matorrales, introdu-ciendose también en el carrascal, en los robledales y en pinares. En los alrededores del fuerte constituye una extensa y densa masa de matorrales, desde los 500 m. hasta la cima en las caras Norte y Sur, aun-que más abundante en la primera. Boj: El boj o ezpela Buxus sempervirens es muy abundante en el monte Ezkaba. Se encuentra en el carrascal, en los pinares y llega a formar algún bo-jeral (en zonas libres de arbolado) acompañado de Genistas. Se da desde los 500 m. hasta la cima en ambas caras del monte.

Herbáceas y arbustivas de pequeño porteAdemás de las especies consideradas hasta ahora existen en el monte San Cristóbal multitud de otras especies arbustivas de bajo porte y herbáceas. A modo de ejemplo, vamos a contemplar algunas. En-tre las labiadas tenemos la Lavandula latifolia, es-

El monte Ezkaba desde el parque de la Taconera.

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pecie bastante conocida por ser usada en perfumería; despide un olor agradable a agua de lavanda. Se encuentra entre matorrales de Genista, y en pastizales pedrego-sos. Además, entre las labiadas destacan dos especies del géne-ro Phlomis; P. herba-venti de fl o-res purpúreas, vista en matorrales de G. scorpius, y la otra Phlomis lychnitis, también en matorrales de G. scorpius, pastizales, claros del carrascal y en sus bordes. Otra labiada muy abundante es el tomillo Thymus vulgaris, arbustillo que genera tomillares no muy ex-tensos mezclado con G. scorpius, con Dorycnium pentaphyllum y con boj; está también en pasti-zales pedregosos y en otros hábi-tats. Entre las leguminosas, ade-más de las Genistas ya tratadas, habría que citar el Dorycnium pentaphyllum o escobizo. Es una mata leñosa con pequeñas fl ores blancas que se encuentra junto a matorrales de Genistas y en carrascales y robledales, sobre todo en sus bordes. Aparece de forma muy abundante en ambas caras del monte. De las ranuncu-

láceas vamos a elegir tres: Aqui-legia vulgaris, especie de original corola violeta-azulada con sus característicos espolones, encon-trada en la cara Norte del monte, principalmente entre matorra-les de Genistas. Adonis vernalis adorna de vez en cuando otras zonas del monte. Esta planta de fl ores amarillas y hojas laciniadas puede considerarse frecuente en-tre matorrales de G. scorpius, en pastizales protegidos del viento y en algún claro en el carrascal. Por último Talicrum tuberosum, de fl ores blancas. Muy caracte-rística de ella son los tubérculos que se ven en sus raíces, de for-ma más o menos arracimada. Se ha encontrado en matorrales de G. scorpius, en terrenos pedre-gosos y en claros del carrascal. La compuesta Leucanthemum vulgare aparece en los claros de los robledales y del carrascal, en pinares y pastizales. Tiene capítu-los grandes y solitarios con lígulas blancas. Entre las liliáceas es de destacar la Merendera pyrenaica o quitameriendas, de fl ores pur-púreas o rosadas que aparecen a

fi nales del verano y principios de otoño antes que las hojas. Otra li-liácea es Aphyllantes monspelien-sis. Tiene fl ores azuladas senta-das sobre tallos rígidos delgados y hojas reducidas a vainas que ro-dean los tallos. Es relativamente abundante y se da principalmente entre matorrales de G. scorpius, tomillares y matorrales de boj. Entre las Iridáceas sobresale el Crocus nudifl orus, que posee esa bonita fl or de color purpúreo-violácea y que aparece en otoño, mucho antes que las hojas. Es tí-pico de ellas el tener el estilo en ramas divididas en numerosos es-tigmas anaranjados. Esta especie se encuentra en sitios sombríos y algo húmedos, como claros en el carrascal, entre robles y en pi-nares, aunque también en algún pastizal-matorral.En el monte San Cristóbal exis-ten bastantes especies de orquí-deas de las que señalaremos los géneros Orchis y Ophrys. Dentro del género Orchis destacan O. Purpurea, de labelo moteado de púrpura oscuro, que habita en matorrales de G. scorpius, en matorrales de boj, en tomillares y pastizales y Anacamptis pyrami-dalis u Orchis pyramidalis, cuya denominación hace referencia a la forma del la espiga de fl ores purpúreas ha sido encontrada en matorrales de G. scorpius y to-millares. El género Ophrys y sus fl ores tienen un aspecto de insec-to o araña. O. fusca, O. lutea y O. sphegader han sido halladas principalmente en matorrales de G. scorpius, tomillares y pastiza-les. Hasta ahora hemos conside-rado plantas Fanerógamas, pero también tenemos que resaltar entre las Pteridofi tas encontradas el helecho común o iratze arrunta Pteridium aquilinum.

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1. ¿Artista o naturalista? ¿Cual es antes?Comencé a modelar con 14 0 15 años, y tenía casi 30 cuando me acerqué al mundo de los pájaros y al naturalismo.

2. ¿Desde cuándo te dedicas de manera profesio-nal a la réplica animal? ¿Por qué y cómo surgió tu proyecto?Desde 1990. Por entonces ya llevaba unos 10 años dedicado a crear y reproducir fi guras de cartón fa-llero. Entre otras cosas, hacía gigantes y cabezudos por encargo y vendía otras fi guras en tiendas y ferias de artesanía. Paralelamente, durante estos años, me había ido convirtiendo en un gran afi cionado a la ornitología. Por otro lado, con la integración en la Comunidad Europea, se estaba creando una nueva

red de espacios naturales protegidos, con sus cen-tros para visitantes que debían ser equipados. Así las cosas, la decisión de especializarme en la repro-ducción de fauna silvestre con fi nes educativos y di-vulgativos fue para mí un paso bastante lógico.

3. Si no me equivoco, tu actividad se denomina técnicamente imagineria naturalista y se presenta como una alternativa a la taxidermia tradicional. ¿Puedes fundamentar un poco esta afi rmación? Sin entrar en la controversia sobre arte o artesanía, yo me considero imaginero, así que me pareció acer-tado llamar imaginería naturalista a lo que hacía. En cuanto a presentarlo como una alternativa a la taxi-dermia, claro está que se refi ere al uso de ésta en el ámbito de la divulgación y educación ambiental.

Edad: 52 años Lugar de nacimiento: Murchante

Residencia: Artariain (Leoz)

Formación, estudios: Bachiller elemental y dos años de

cerámica en la Escuela de Artes y Ofi cios de Pamplona

Javier Murillo

entrevista

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4. ¿Existe competencia en tu actividad?Durante cerca de 10 años sólo tuve conocimiento de otras dos personas que hacían algo similar a lo que yo hacía, aparte de un norteamericano que hacía obras de una gran calidad y que conocí por medio de un libro. Ahora sé de dos o tres autores más. De to-dos modos, creo que hay sufi ciente trabajo para los pocos que somos, pues se están haciendo pequeños museos y centros de interpretación en multitud de pequeñas poblaciones rurales, además de proyectos mayores en muchos otros lugares.

5. ¿Cúal es el proceso que sigues para hacer un diseño? Pasos que das, en qué te basas, qué técni-cas que empleas... (será interesante refl ejar con un ejemplo concreto el proceso completo).Bueno, el proceso de creación de una pieza nueva es largo y difícil de entender si no se ve en el propio taller, pero intentaré explicarlo.El primer paso es encontrar buena documentación gráfi ca - fotografías e ilustraciones- y datos biomé-tricos. Después hay que hacer el modelo original modelándolo en arcilla, y cuando está acabado, se le

hace el molde, generalmente de dos piezas, que será de escayola para tamaños grandes y de silicona para pequeñas. A partir del molde, por colada o moldeo manual, se obtiene una copia, que puede ser de pas-ta de papel, cartón, resinas o escayolas dependiendo del tamaño y del material del propio molde. En el caso de las aves también hay que modelar o tallar las patas y hacerles su molde. Las piezas de una misma fi gura - generalmente dos- se unen entre si, se disimula la junta de esta unión y, por último, se le insertan las patas. Para pintar utilizo pintura plástica mate con un toque de barniz brillante en los ojos. 6. Técnicamente ¿cúal es el grupo faunístico más complicado de trabajar?, ¿cúal ha sido el trabajo que más te ha costado?, ¿y el que más te ha gustado?Las aves de patas y picos largos tienen su complica-ción, pero creo que el grupo faunístico más compli-cado es el de los anfi bios y reptiles. De los trabajos más costosos destacaría una gru-lla en vuelo con su largísimo cuello estirado hacia delante y las patas sobresaliendo por detrás; o un buitre posado pero con las alas desplegadas y en actitud agresiva junto a una carroña.Entre los que más me han gustado, no lo sé. Siem-pre hay algunos que cuando los acabo me quedo especialmente satisfecho, sin embargo, se me hace difícil entre especies y tamaños tan dispares. Quizás entre mis preferidos estén algunos pajaritos, y el aga-teador, por ejemplo, sería uno de ellos.

7. Mirando tus fi guras me impresiona como buscas siempre posturas muy realistas y el acabado, la pintura fi nal. En mi opinión son réplicas casi per-fectas y deleitarme en la fi gura me hace a veces olvidar al animal. ¿Qué crees que admira más la gente en tus obras, la fi gura en sí o al animal que representa?La postura es muy importante, y hay que buscar la más adecuada según la especie representada. Cual-

“Yo me con sidero imaginero, así que me pareció acertado llamar imaginería naturalista a lo que hacía.”

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quier afi cionado a observar aves sabe identifi car a muchas especies sólo por sus siluetas y posturas. En cuanto a su realismo, no creo que sea para tanto. Es cierto que las caras, ojos y picos sí tienen un tra-tamiento minucioso, pero el resto intento resolverlo con más soltura en la pincelada, buscando más el efecto que el realismo.En general la gente mira mis trabajos con una mez-cla de curiosidad y admiración. Curiosidad por cómo están hechos y con qué materiales, y admiración por su viveza y buen acabado.

8. ¿Cuáles han sido tus principales trabajos, tus clientes más habituales?Para el Centro de Interpretación de la Naturaleza de Roncal hice a mediados de los años 90 bastantes piezas, la mayoría rapaces en vuelo, un urogallo y un sarrio. Poco después, para el Parque Natural de Valderejo en Álava fue una escena de comensalismo en una carroña de oveja: Cinco buitres en diferen-tes posturas, un alimoche, un cuervo y una corneja, con un milano real sobrevolando al grupo. Quedó bastante impresionante. Después han venido otros muchos trabajos. También para Gurelur he hecho bastantes piezas que se pueden ver en los centros de esta asociación en Ibañeta y Arguedas.Mis principales clientes son, en primer lugar, empre-

sas que han ganado concursos para montar exposi-ciones, centros de interpretación, etc; luego, serían diferentes entidades públicas, como comunidades autónomas y ayuntamientos; en tercer lugar diversas asociaciones y fundaciones, y en menor medida los particulares. También he hecho reproducciones de aves para el CSIC y alguna universidad para ser uti-lizadas como señuelos en trabajos de investigación en el campo.

9. Siendo tus esculturas auténticas obras de arte ¿no te da pena desprenderte de ellas?Puede más l a satisfacción de entregar algo bien hecho y de saber que esa obra estará expuesta al público en algún lugar.

10. ¿Qué proyectos tienes ahora entre manos?Ahora mismo estoy muy liado, con diferentes encar-gos a la vez. Acabo de entregar varias piezas para una exposición en Huesca y preparando otras para exposiciones en Murcia, Galicia, Cantabria y Burgos. Claro que no podría llegar a todo esto si no contara con dos personas que colaboran conmigo en el taller. 11. Los tamaños y la difi cultad de las fi guras son muy variados, y es lógico que su precio también. Tengo curiosidad por saber cuánto vale una fi gura de un pájaro de pequeño tamaño (un herrerillo, por ejemplo). ¿Y si tuvieras que hacer un oso pardo a tamaño natural?Los pajaritos pueden variar entre 150 y 200 Ž y un oso pardo tendría que pensarlo, pero posiblemente pasaría de los 6.000.12. Para fi nalizar; dime algo que siempre has que-rido representar y nunca te han pedido o no has podido hacer.Un oso pardo, por ejemplo. No me importaría nada hacer uno. Así tendríamos dos¿no?Gracias Javier, eskerrik asko.