revista encuentros nueva epoca nº5 - 1er semesrtre 2010

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ENCUENTROS NUEVA ÉPOCA Nº 5 REVISTA DEL GRUPO LITERARIO ENCUENTROS PRIMER SEMESTRE 2010 CASA DE LA CULTURA TRES CANTOS

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Revista Grupo Literario Encuentros Nueva Epoca nº5 - 1er semesrtre 2010

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Page 1: Revista Encuentros Nueva Epoca nº5 - 1er semesrtre 2010

ENCUENTROS

NUEVA ÉPOCA Nº 5 REVISTA DEL GRUPO LITERARIO ENCUENTROS PRIMER SEMESTRE 2010

CASA DE LA CULTURA TRES CANTOS

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Eventos

El grupo literario homenajea a Machado en Soria y Segovia

Tras la emocionante visita a Granada el otoño pasado siguiendo las huellas de nuestro inmortal Federico, el Grupo decidió visitar Soria y Segovia en homenaje al inolvidable maestro Machado. En Octubre seguirá la visita a Orihuela, tierra natal de Miguel Hernández, del que este año se cumple el centenario de su nacimiento.

Antonio Machado nació en 1875 en Sevilla: “Mi infancia son recuerdos, de un patio de Sevilla,… donde madura el limonero,” Tuvo la fortuna de nacer en una familia cultivada y de poder codearse desde muy joven con destacadas personalidades como D. Francisco Giner de los Ríos. “Yunques sonad, enmudeced campanas.”, dirá en la elegía del maestro.

Tras un par de estancias en París, donde conocerá a Rubén Darío, gana la cátedra de instituto de francés en Soria en 1917, donde conocerá a Leonor, el gran amor de su vida, mucho más joven que él. Sus tres años de matrimonio se verán truncados por la muerte de Leonor debido a una tuberculosis. Machado se hunde en una profunda depresión y decide partir a Baeza. “Tu voluntad se hizo, Señor, contra la mía. Señor, ya estamos solos mi corazón y el mar.”

Pero volvamos con el Grupo Literario. Camino de Soria muchos de los expedicionarios decidieron pasar por Segovia, donde Machado recalará en 1932, para visitar su Casa-Museo, que no es sino la humilde pensión, donde D. Antonio vivía. A mí me impresionó especialmente la pequeña cama en que yacía y el frío que debía pasar en invierno. Allí escribió muchos de sus “Proverbios y cantares.” “Bueno es saber que los vasos nos sirven para beber; lo malo es que no sabemos para qué nos sirve la sed.”

El sábado 1 de Mayo estaba aparentemente nublado, pero el recorrido por el bellísimo itinerario de Machado y, sobre todo, su palabra, nos emocionó y nos llenó de entusiasmo, no exento de melancolía. Con la ayuda para los traslados de un simpatiquísimo conductor de un minibús de hidrógeno recorrimos el claustro de S. Juan de Duero, S. Saturio (con boda de alto copete), la ermita de Nuestra Sra. Del Mirón. Y allí donde íbamos nos acompañaba la imborrable palabra de D. Antonio: “Mi corazón espera/ también, hacia la luz y hacia la vida ,/ otro milagro de la primavera.” “Álamos de las márgenes del Duero, , conmigo vais, mi corazón os lleva.” “Castilla miserable, ayer dominadora ,/ envuelta en sus andrajos desprecia cuanto ignora.”

El domingo, radiante, visitamos la extraordinaria (y expoliada) iglesia mozárabe de San Baudelio de Berlanga. Y allí mismo celebramos una lectura coral de “La tierra de Alvargonzález”

La fase final de la vida de D. Antonio fue muy triste. Se desplazó a Valencia. Conmocionado por el asesinato de Federico, escribió unos versos impresionantes:”Se le vio caminando entre fusiles,/ por una calle larga, salir al campo frío,/ aún con estrellas de la madrugada./ Mataron a Federico cuando la luz asomaba./ El pelotón de verdugos no osó mirarle la cara. / Todos cerraron los ojos. / Que fue en Granada el crimen./ Sabed-pobre Granada-en su Granada. “

En Enero de1939 llega a Collioure (Francia), donde muere el día 22 de Febrero. En sus bolsillos se encuentran dos versos: “Esos días azules y ese sol de la infancia.”

José Miguel González Alonso

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PRESIDENTE Germán Ojeda Méndez-Casariego VICEPRESIDENTA Carmen Martín Palacios SECRETARIO Juan Amezcua Lanzas TESORERO José Aceituno Medina El Grupo Literario Encuentros se reúne los jueves de 19,00 a 20,30 h. en la Sala Juan Bartolomé de la Casa de la Cultura de Tres Cantos. La asistencia es libre y gratuita. ------------------------------ EQUIPO COORDINACIÓN Andrés Acosta González PORTADA Carlos Pérez Pestana DISEÑO Y MAQUETACIÓN Lorenzo Martín Cantera CORRECCIÓN Germán Ojeda Méndez-Casariego IMPRIME VA-IMPRESORES DEPÓSITO LEGAL Nº M-8726-2008 EDITA Grupo Encuentros www.grupoencuentros.es COLABORAN EN ESTE NÚMERO: Aceituno Medina, José Acosta González, Andrés Álvarez Quintana, José Luis Barrio Alonso, Marina Caballero Álvarez, Quiterio Collantes Fernández, Alberto Espiña Cillán, Elena García-Quismondo Hurtado, Rodrigo González Alonso, José Miguel Martín Cantera, Lorenzo Martín Palacios, Carmen Martínez Lledó, Mariano Andrés Matías Clavero, Hipólito Ojeda Méndez-Casariego, Germán Pérez Carmona, María José Pérez Moronta, Elena Picquot Martín, Nicole Quemada Arriaga, Leticia Sánchez Fernández, Rosario Vesperinas Lucas, Mercedes Vicioso Ruiz, Ana María SUMARIO. Antonio Machado: Viaje a Soria y Segovia …... pág. 2 Editorial ................................ pág. 3 Poesía, narrativa y ensayo ............................ págs. 4-25 Homenaje a Samuel del Rey Alonso ……….…. pág. 26 y contraportada Colegio Julio Pinto .…....... pág. 27

Editorial

Llegó al fin la primavera, y un esplendor de flores que no esperó al buen tiempo se abre con premura en nuestros campos, junto a los arroyos henchidos, en la tierra fresca y fértil que ha dejado el largo invierno.

Año de nieves, año de bienes, dice el refranero. Nevó y llovió mucho en las calles del pueblo, melancólicas de humedad. Y nevó también dentro de nuestro grupo: Una nevada fresca y sugerente, con brillo de hermosuras imprevistas, que se traduce en la incorporación de nuevos contertulios, y por ende amigos. Jóvenes, gente con ideas nuevas y diversas, unidos por el amor común a la poesía y a la belleza literaria, tanto como a otras artes y materias del conocimiento de las que solemos ocuparnos en nuestras intensas tardes de los jueves.

Nuevos compañeros para reemplazar a los que se van. Porque este invierno, esquivo y caprichoso, junto a la nueva cosecha nos dejó también la tristeza de la ausencia irreparable: Nuestro compañero Samuel, amigo de tantos años, inveterado asistente a nuestras tertulias mientras la salud se lo permitió, poeta de primorosos e íntimos versos, polémico hasta el agotamiento de su ya escasa voz, nos ha dejado. Un buen día, su cuerpo decidió por él que ya estaba bien, que era hora de descansar, y se apagó seguramente con una sonrisa socarrona pensando en cuánto lo íbamos a echar de menos, y cuánto se guardaba para sí de lo que nos había estado aportando durante casi toda la historia del Grupo. Vaya este recuerdo en su homenaje afectuoso, el cual se amplía en las páginas finales de la revista.

Otras cosas han pasado en Encuentros, en este curso próximo a acabarse. Por ejemplo, lo más evidente, entre las manos del lector: La consolidación de nuestra revista, que ya se ha hecho periódica, rutinaria en su frecuencia de aparición. Una feliz conjunción de subvenciones (pública y privada) y el trabajo encomiable de algunos miembros del grupo, más la colaboración de todos en forma de artículos, poemas u otras artes, nos permite presentar hoy nuevamente esta publicación para mostrar nuestro trabajo y nuestras aficiones al conjunto de la sociedad tricantina.

También es digna de mención la costumbre ya instaurada de realizar al menos un viaje literario por semestre, en busca de las huellas de un poeta. En el primer semestre del curso, según contamos en la revista anterior, fuimos a la Granada de Federico. En esta ocasión, como podéis ver en la página contigua, fuimos tras los pasos de Antonio Machado, bajo la llovizna persistente junto a los álamos del Duero.

Pero no todo es logro, tampoco. Pese a nuestros esfuerzos, no fue posible este año la presencia de un poeta conocido para cerrar el curso, como ya era costumbre. Igualmente, y en esto no tenemos otra responsabilidad que no haber protestado lo suficiente, tampoco este año (y parece que ya nunca más) habrá feria del libro en Tres Cantos. Importa más la gastronomía que la cultura, en esta gris concejalía que soportamos, y a la que pedimos una vez más que rectifique.

Luces y sombras de un curso fértil.

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Ella, en el último segundo Un segundo de su mirada fue la única verdad que pude encontrar a este lado del espejo, sólo por Ella no di el último paso. Aquel extraño olor y el ruido de las puertas al cerrarse después de un pitido agudo rompiendo los otros sonidos, regresan a mí, 30 años más tarde, cada vez que desciendo al Metro. Madrid era la locura para quien llega desde un pueblo de Galicia, donde la electricidad era el futuro y éste, como los automóviles, escaso. Al levantarme cada día esperaba que el sueño hubiese terminado: el autobús que se va, el metro que no viene, los semáforos que no cambian, los minutos desaparecen y en el reloj de fichar de mi primer trabajo siempre es más tarde cuanto entro y demasiado pronto cuando voy a salir. La espera de cada día era en vano, el mal sueño era la realidad con un peso de 19 años oprimiendo un pasado feliz. El invierno era obscuro, el frío metálico y los domingos tiempos muertos infinitos, donde la plácida lectura de antaño aplastaba mis párpados. Los compañeros de trabajo, que trataban inútilmente de acogerme, ruidosos y bullangueros, siempre dispuestos a la broma ácida e hiriente; no hacían más que aumentar mi nostalgia por los viejos amigos de siempre y el recuerdo de un último baile en la Romería de la Virgen del Carmen. Después de tres meses y dieciséis días en una ausencia continua, la piel no parece pertenecerte. Vas y vienes sin saber a dónde ni de dónde, no esperas ni desesperas y mañana puede ir antes o después de cualquier ayer. Después de tres meses y diecisiete días descubres que está lloviendo, mientras caminas de regreso a casa, y no parece sorprenderte. El agua resbala hasta tu boca y dejas que humedezca tus labios, podría ser Galicia pero no lo es. Acabo de salir de trabajar para volver mañana a las 8, como siempre. Son las 7 de la tarde, como siempre, abandono el metro y sigue lloviendo. Los paraguas gotean sobre los hombros y en los charcos se refleja el vacío de la ciudad. Enero no ha cambiado nada, tal vez no sea año nuevo para todo el mundo y tenga que seguir esperando el último milagro. -¿Puedo taparte? Las gotas iluminadas de las farolas son líneas de segundos separando distancias en las aceras, tengo cuatro distancias hasta llegar a mi semáforo. Un perro de agua cruza la calle para no unir nuestras tristezas. -¿Puedo taparte? Las voces suaves del silencio, como las sirenas de Ulises, pueden llegar a confundirte. No es aconsejable responder o te verás abocado a diálogos eternos, absurdos, desesperados. Ilusiones de tus deseos que crees realidad y que te llevan al abismo. - Te estás empapando ¿Puedo taparte? Incluso es mejor hablar solo para que tu voz no te olvide, pero jamás se debe entrar en diálogo con el susurro del silencio. - Espero todas las mañanas y todas las tardes tu llegada; la misma hora, el mismo libro de Benedetti, la misma mirada lejana desde hace meses. Me resistía a girar la cabeza. Sabía que habría unos ojos mirándome, con respuestas a todos mis caminos, con palabras para todas mis ausencias, con ternura para todos mis infiernos. Todo una cruel ilusión. - Te veo siempre ausente, triste, como un desterrado del Paraíso que busca una puerta a la Primavera. Los deseos no tienen luz en la mirada con barcos de vagabundos mágicos llevándote al otro lado del precipicio. Ni el bolsillo de un abrigo azul donde atrapan manos desesperadas, náufragos en tormentas de recuerdos. Podía haber dejado de llover, haberse abierto el cielo en luna llena. No, era hoy lloviendo, pero la tarde era de otro día. Como si la velocidad del tiempo hubiese arrasado con los espacios infinitos, los lentos espacios que hay en las mañanas de siempre, en las horas de todos los mismos días. Los paraguas tal vez ya no goteasen sobre los hombros.

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Los charcos de charol en las aceras duplicaban nuestros pasos al horizonte. Hoy era mañana en vez de ayer. - Un libro es como el reflejo del alma del que lo lee. No puedes ir con Benedetti en una mano y la amargura en el espejo, una semana un mes y otro mes. Dejé mi tiempo sobre sus ojos negros al volver la cabeza. Sus trenzas nobles y su boca clara eran la realidad para mi ausencia. Ya no había distancias entre las farolas de la tarde, ni perros como esponjas huyendo de mi melancolía. Las sirenas de Ulises tejían silencio para sus palabras y con mis horas muertas del pasado, hilos de terciopelo. - En la ciudad existen los infiernos, los abismos, los desheredados sin nombre, sin promesas, sin lugar; porque lo traen con ellos en la huida. No importa a dónde corran, en dónde se refugien, el nombre que se pongan. - Todos somos el camino que hacemos, el dolor que sembramos, el amor que retenemos. - Todos somos un trozo de paraíso del que está al lado, de nosotros depende nuestro cielo cada segundo. Noté mi mano viva entre sus dedos, al resguardo de su abrigo azul. Un lagarto de metal dormitaba confiado en su solapa, esperando el regreso de Marzo. Una lágrima de azabache brotaba en el lóbulo de su oreja, sobre la que volaba una horquilla dorada, con dos diminutas mariquitas, recogiendo un mechón huidizo. - Sé que puedes crear universos, pañuelos de palabras, ecos y melodías de silencio. Que tu voz de papel y pájaros de seda llegaran al final de los que sueñan. - Yo esperaré cada mañana para trepar contigo desde lo más hondo, para volar al fondo del olvido y rescatar las espinas florecidas. Me separé de todos como si la eternidad hubiese finalizado. Temía regresar a mi caverna y enredarme entre los brazos del olvido. Amanecer estaba al otro lado, la frontera tan sólo era el sueño de una noche, una noche de mil noches extendida, con hormigas de tiempo interminable. Después de treinta años, los caminos acercaron nuestros pasos hasta una sola huella. Sobre la arena de todos nuestros días juntos, construimos castillos encantados: con jardines de azul al mediodía y atardeceres de sol entrevelado, caballos amarillos, unicornios de jade. Sembramos amapolas en Domingo y cada Lunes rosas y jazmines. Los Jueves recogemos poesía para poder remar contracorriente. No nos inquietan las olas encrespadas que avanzan sobre la playa: a menudo se llevan el pasado de cada día y tenemos que crear de nuevo, ni tormentas con rayos de colores, ni promesas de viento a más alturas. Somos el tiempo, somos el comienzo, somos la eternidad y el infinito, somos el horizonte en cada instante, somos siempre presente, no hay ausencia. Despertarme a su lado cada día es celebrar un nuevo nacimiento. Cuando la noche nos invade, no la

temo, aunque fuese la última de nuestro camino, seguiremos adelante. Estuve al otro lado del edonde morir o vivir no es necesario y ser, o el no ser, indiferente.

spejo,

Yo Soy, para mi tiempo, para mi vida, por aquella mano tierna a cubierto en un abrigo azul con un lagarto. Yo Soy, por una mirada en un segundo, una mirada suya en el último segundo.

XL Ferreiro

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Fábula moral político económica de sabiduría convencional y popular 1. Si quieres acercarte a la verdad, si crees que existe la verdad

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a. pregúntale a los niños b. observa sus juegos y risas 2. Si quieres acercarte a la verdad, si crees que existe la verdad a. pregúntale a los locos b. compadécete de sus manías y sufrimientos c. te verás reflejado en ellos, sólo son exageración y caricatura de los tuyos 3. Si quieres acercarte a la verdad, si crees que existe alguna verdad a. pregúntale a los viejos borrachos b. decían los clásicos "In vino, Veritas" 4. Si quieres acercarte a la verdad, si crees que existe alguna verdad a. pregúntale a los ancianos sabios de la población b. observa su calma y serenidad c. su indiferencia ante el tiempo a pesar de sus muchos dolores 5. Hace un poco más de dos milenios existió un Loco de Amor judío, que fue condenado a muerte por divulgar entre otras cosas a. Que la verdad os hará libres b. Que no hay mayor ley que aquella que tiene como única medida el amor c. Amor a Dios, a la humanidad, al prójimo, al enemigo, al hermano, en concreto y en abstracto, incluso a aquellos que sabes que te odian o envidian.

La pesadilla del viejo corresponsal jubilado

Había viajado por todo el mundo y había sido corresponsal de miles de guerras y conflictos en países de todo el mundo cuando no existía la CNN ni Al Jazeera. Casi 50 años de vida laboral viajando de un lado para otro, arriesgando su vida para contar su versión de guerras y conflictos que él, personalmente, consideraba absurdos, fruto de grandes pecados sociales y en su mayoría personales como la vanidad, la codicia, el afán de lujo desmedido...

Despertaba sobresaltado la mayoría de las madrugadas sediento a las 5 de la mañana y escuchando una

siniestra voz que parecería del diablo, o de algún ángel descuidado e inmisericorde que decía: "Y en todos los rincones ví escrito en sus rostros un maldito verso que decía: bendita envidia que a todos nos iguala".

Hipólito Matías Clavero

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Érase una vez El tiempo no cuenta. Hace dos años puede ser ayer. Lo importante es escribir, decir, transmitir. El logos no debe parar. Y no paramos. Somos tercos, duros de pelar, volvemos. Os apresaremos en un mundo de ilusiones. Somos los ilusos devoradores de relojes. Aquí hay un mundo que quiere durar, quiere ser, estar, pesar, quiere versificar, narrar, filosofar, historiar. ¡Qué barbaridad! ¿Y todo eso lleva a alguna parte? ¡¡No!! ¡Con seguridad, no! ¡A ningún sitio! ¿Y entonces? ¿Y para qué quieres ir ...? ¿Adónde dices? ¡A alguna parte! No hay partes. Sólo está el todo. Muy bien, está claro. El todo. Estamos instalados en el todo. Somos los reyes. Aspiramos a sumergirnos en las palabras. Ellas lo son todo. ¡Qué empiece la función! Erase una vez en la que todo eso pasaba, en la que todo eso fermentaba en un rincón cargado de magia.

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lguien

Primero fue la luz, o sea la poesía. Ella nos guió desde las profundidades abismales de la nada hasta la superficie ignota del entendimiento. Ella preparó los caminos, organizó el alimento y avitualló a los intrépidos rapsodas. Y se produjo el parto. De la montaña salieron mil juglares versificadores llenos de cascabeles, borlas y antifaces leyendo sonetos, madrigales, liras y estrambotes, muchos estrambotes. Pero poco a poco, los estrambotes dieron paso a jugosos poemas llenos de musicalidad y ritmo. Aintrodujo el haiku, hai – ku, hai – ku. Aquello fue la revolución del instante, el impacto del sentido. Pero lo perfecto siempre invita a la transgresión: ¡La prosa! ¡No! ¡Herética pravedad! ¡Llamaremos al inquisidor! Pero la prosa entró, como un elefante en cacharrería hizo su presentación sin solemnidad alguna. Y tras un tiempo de asombro, acabó gustando al respetable. Relatos de todo pelaje inundaron los salones do otrora sólo se oía el melodioso cántico poético. Los sabios dijeron que no importaba, pues la prosa es poética y en la poesía también hay prosa. ¡Bueno, que pase, pero que no sea insolente la prosa! ¡Qué no soliviante a la poesía! ¡Puede ofenderse, quedar herida para siempre! No pasa nada, siempre habrá poesía, siempre recitaremos, salmodiaremos, declamaremos. Y se calmó la sala. Poesía y narrativa supieron convivir pacíficamente.

Poco tiempo duró la tranquilidad. Un clan de catadura poco fiable irrumpió un día con un cargamento terrible: el ensayo histórico. Desembarcaba la cruda realidad en el país de la fantasía. Esto era demasiado. A los más viejos del lugar les castañetearon los dientes, apretaron los puños y vigilaron con los ojos vidriosos. Poco a poco fueron viendo que la historia es un cuento lleno de sutilezas preciosas u horrorosas, donde la poesía y la narrativa pueden alcanzar cimas llenas de gloria. El pasado se reinventa cada día y cada uno lo dibuja a su antojo. El pasado huye y se desliza como agua por los agujeros del tiempo. Bueno, si es así, que pase la historia, pero que no diga nunca la verdad en su estado más crudo, por favor, y si lo hace la muy insolente, que sea con estilo, con erasmiana bonae litterae. Nosotros sólo contamos cuentos, los bellos cuentos envueltos en la música del bello lenguaje cautivador. Y cuando ya la poesía, el relato y la historia aprendieron a convivir en paz, aunque eso sí, mirándose de reojo de cuando en cuando, arribó, esto ya fue el colmo, llegó no se sabe cómo ni de la mano de quién, oh dioses ¿cómo lo habéis permitido?, llegó y se instaló para siempre la ciencia, sí, la ciencia. Ensayos científicos en pantallas enormes. Planetas, galaxias, átomos y moléculas. Incluso alguien hubo que escribió poesía para Marte y para Júpiter. ¡Los versos girando en el cosmos con las ecuaciones y las trayectorias! Los más viejos del lugar, con los ojos como platos, se escondieron primero debajo de las mesas, pero luego fueron saliendo poco a poco. Permitieron que el aire fresco de las estrellas inundara las estancias. Hasta sonreír y disfrutar.

Hay que dejarse envolver. Es bueno dejarse llevar: abrir la puerta y sumergirse lentamente en la literatura, la historia y la ciencia. El conocimiento es un todo único indivisible.

Andrés Acosta González. Nota: cualquier parecido con alguna realidad es pura coincidencia.

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Imágenes de la Pedriza (Madrid) Otoño. Después de la lluvia.

Termina la lluvia y la Pedriza chorrea agua por doquier. Infinidad de pequeños arroyos la cruzan,

deslizándose por los lomos de las rocas, saltando entre las piedras del camino, agolpándose al reunirse junto a los cauces más anchos hasta alcanzar ansiosos el río, que baja ahora embravecido, seguro de su poder y fuerza. El ruido de las aguas recuerda el momento del deshielo en primavera pero ahora es aún más vigoroso.

La temperatura es suave. Una niebla espesa, cristalizada en sutiles gotitas se desliza etérea entre las ramas de los pinos. Los troncos de los cipreses brillan con rojas irisaciones. Parecen pintados al óleo. Las hojas de los pinos aparecen limpias, brillantes, se las siente respirar. Los enebros brillan con multitud de gotitas prendidas de sus espinas. La arena de los roquedos se muestra limpia, blanca, lavada, a veces casi transparente. El perfume de la jara y resina lo impregna todo. Huele a vida

Invierno. La primera nevada

Las nubes grises arropan con su manto de oscuridad una naturaleza en silencio, preservando su intimidad de la vista de los hombres ávidos de belleza y posesión.

Los árboles engalanados de blanco asisten sobrecogidos al lento caer de los copos de nieve que pacientemente van cubriendo sus ramas.

Silencio blanco, silencio de paz. Es tiempo de amar. Hasta el arroyo, que sin descanso salta entre las piedras, acalla su habitual bramido y el susurro de sus

aguas se transforma en oración. La nieve, cual alfombra blanca de terciopelo, lo cubre todo dulcificando las aristas de las rocas, alegrando

el tronco seco que yace desde siempre al borde del camino. Las aguas, decididas, saltan de roca en roca hundiéndose al caer en las profundidades y dejando estelas

azules y verdes. En el chapoteo las gotitas saltarinas se paralizan congeladas en cristalinas cabelleras que descienden desde la nieve al borde del arroyo, y que también se enredan entre las ramas atrapadas por el agua.

El suave aleteo del tímido acentor rompe por unos momentos el hechizo. Es tiempo de paz, es tiempo de amar.

Las nubes satisfechas de su obra abren lentamente sus carnes para que el sol penetre alegre y realce con sus rayos este esplendor.

José Aceituno 8

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Madre Isis, que reinas en el Nilo

Retrocedo en el tiempo hasta el Egipto de los Ptolomeos para penetrar sutilmente en la magia de Isis y sus templos de Filé, alzados en el siglo III a. de C. Recuerdo una noche de luna llena mientras la barcaza surcaba lentamente las aguas del Nilo y los templos, excepcionalmente iluminados, emergían de la semioscuridad.

Iba al encuentro de la gran madre Isis, que había sufrido tanto cuando su esposo Osiris fue asesinado por su hermano Seth y éste troceó el cuerpo del dios y repartió los restos por el divino Nilo. Isis, tan luchadora y fiel amante hasta el punto de recuperar hasta el último trozo y conseguir insuflarle de nuevo la vida a Osiris. La madre Isis, con su hijo Horus en los brazos. ¿La veía solamente como la diosa Isis o era todas las madres del mundo, acogiéndome en su regazo amoroso?

La tecnología punta de nuestro tiempo la salvó de las inundaciones ocasionadas por la presa de Asuán, que hacían empalidecer cada vez más las hermosas pinturas de los recintos y socavaban sus cimientos. Los ingenieros y su corte de obreros, en una labor calificada merecidamente de faraónica, desmontaron piedra por piedra sus templos y los llevaron hasta la isla de Agilkia, a 500 metros de Filé. Para que no echara de menos su isla originaria, con su contorno figurando una gaviota aun tan lejos del mar, tuvieron el gesto de dar a su nuevo

hogar la misma forma. Y ella seguía allí, a pesar de que Justiniano I prohibiera su culto el año 535 d. C.

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Sí, esa noche mis retinas estaban ebrias de Nilo mientras posaba los pies sobre las piedras del hogar de Isis; me detenía sobrecogida junto a la columnata cuyos capiteles exhiben a la diosa Hathor y entraba casi de puntillas hast

a el santuario, santo de los santos. Mientras asistía al espectáculo de luz y sonido, a veces era incapaz de oír nada que no fueran mi mente y mi corazón palpitando al unísono con la presencia misteriosa que me penetraba en la fresca noche de mi inolvidable y anhelado viaje de iniciación.

Yo estaba allí, contemplando con ojos de niña uno de mis sueños hecho por fin realidad. Y era inocente, incapaz de articular frase alguna, mientras los focos iluminaban ora el primer pilono, ora el templo de Hathor, ora el templete de Trajano. Luces y sombras entreveradas con el pasado y el presente. Mi cuerpo, mi espíritu y mi corazón se hallaban en una pequeña isla egipcia, en pleno Nilo, y no me costaba esfuerzo imaginarme como sacerdotisa, o como artista que decoraba las paredes o incluso ver mi nombre elegantemente escrito en el interior de un cartucho. Siempre formando parte de esa ra la vez ilusión enigmática, sueños, imaginaciones, vuelos imposibl

Isis sobr

ealidad,

es… evolaba nuestras cabezas

y la lu el

e

na la transportaba de un lado a otro en una escala plateada. Yo, en fin, sentía a la madre Isis, que era también la mía, esa madre que está enmar y aprieta mi corazón hasta dejarme sin aliento. Divina noche de luna llena en el Egipto de los faraones, qume salvaste de la prosaica rutina e hiciste que olvidara este mundo de 24 siglos después para gloria de tu nombre. ¡AMÉN!

Texto y foto Ana de Gadir

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Mi amigo Marcelino (Para Angelita, José, Mari y Conchi)

Mi amigo Marcelino se me muere, ha decidido ir haciéndose ser de lejanías; ya anciano, enfermo, se va deteriorando y temo yo su pronta marcha; se me va poco a poco en la tierra que lo vio nacer, en Sanabria, en una aldea de Zamora. En su profunda y misteriosa sencillez deja una huella imborrable en mí; ay, se me muere de manso y de sencillo, así como del rayo, yo, con quien tanto quería.

Te me vas yendo poco a poco, en lo poquito de tu ser, sencillo, mínimo, fugaz, que no quisiste ser piedra de palacio ni de iglesia, ni de audiencia, sino guijarro humilde de los caminos, piedra aventurera y fugaz, piedra..., qué ramo de tu luz yo cogería, yo que en este rato pudiera escribir los versos más tristes esta noche (¡ay!),...

Te aproximas a grandes zancadas a los espacios inmensos y nocturnos, a las constelaciones indefinibles (¡ay, como tu sencillez!).

Ay, de las amapolas desalentadas, no tendré más remedio que darles tu corazón por alimento, y las rosas de todos los huertos llorarán por ti alacranes de flor de cuchillo.

Cuando te vayas, me quedaré yermo de poesías y de vocablos de lenguaje y de canto, porque tú fuiste para mí un sacramento verbal al que yo era dado a conjugar tu nombre y tu ser.

En tu sencillo lenguaje campesino, fuiste más sabio y profundo, enjundioso, locuaz, digno que yo, poeta inútil, estéril y maldito, que no sabe sino de palabras y no del hombre y la sangre y la tierra y el dolor, (¡ay!…)….

Yo quiero ser como tú: bueno, sensible, humilde, llano, sencillo, breve, mínimo, de la tierra y la luz y la huerta vital que te alimenta; ay, que te me mueres de bueno, de humano, de noble y de profundo,… Marcelino,...

padre, Amigo,… (¡¡qué saben ellos de cuánto yo te he amado!!…)

Cómo busco yo( A Marcelino )

Cómo busco yo tu cauce, amigo, tu vereda, tu arado, tu camino, cómo busco yo tu huella y tu rastro, para ser un día como tú, ay, Amigo,........ Cómo anhelo yo tu voz, el timbre sereno en tu sonrisa, para desembarcar allí mis ríos, en la mar de tu ser, ay, Amigo, ……….

Cómo te pienso yo, ese ramo de luz que me eras, esa alondra vital en tu terruño, ay, Amigo,………. Cantando espera tú la muerte, que ruiseñores como tú cantan encima de los fusiles y en medio de las batallas, …. (¡¡ay, siento esta noche espuelas de muerte en el alma, ay, siento esta noche espuelas de muerte: tu marcha!!)

Quiterio

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LA NOSTALGIA DE MODIGLIANI

El hombre contemporáneo está de antemano derrotado por el tiempo. La tradición se ha roto y sobre la proyección de un futuro reciente gravita con más fuerza la incertidumbre y el miedo.

Lo que el artista atrapa en su obra es, ante todo, el rasgo de fugacidad, las huellas de una humanidad que vive cada vez más intensamente su carácter transitorio.

La pintura de nuestro siglo es un escenario privilegiado de ese “combate” con el tiempo que lleva en su interior la experiencia del final de toda idea de clasicismo. El pintor queda a solas con su obra, y en esa soledad la instancia más apremiante es la memoria. Pintar se convierte en un itinerario donde el recuerdo construye, visualiza, trazos y figuras, escenas humanas a través del dibujo y del color.

El pintor contemporáneo es un testigo de las sombras. Su mirada y su pincel buscan en la fijación de ausencias, en el perfil de lo desaparecido.

La pintura de Modigliani conecta de modo directo con lo que actualmente pedimos al arte. Con una demanda centrada en la perdida de los sentidos más profundos de nuestra civilización. Más allá de la vida desarraigada, del sexo, de la droga como obsesión, lo que nos atrae poderosamente de Modigliani es el ensimismamiento de sus figuras, su pertenencia a una humanidad melancólica, el aroma de final de toda una tradición de cultura que impregna el conjunto de su obra.

Sus desnudos nos hablan de la Venus de Velázquez, de la Olimpia de Manet, y en la utilización de la línea podemos observar un trasfondo analítico que nos remite a Cèzanne y al Cubismo; esta misma dimensión incorpora en Modigliani una tonalidad lírica, que se proyecta en la estilización de las figuras.

Justamente en la estilización de las figuras y la luz se podría situar una convergencia con El Greco, rastreando en ellas el reflejo de lo eterno, dividido como él entre la espiritualidad oriental y occidental.

Si a todo ello agregamos la atención de Modigliani por la figura humana, estaremos situando su centro de gravedad estético en una especie de comprensión melancólica de lo incierto del destino del hombre. De los numerosos retratos femeninos parecería desprenderse una idea de la mujer como depositaria y sustentadora de las claves del destino. Es como si Modigliani hubiera querido situar la mirada de la mujer más cerca de las alturas, por encima de la más pragmática y mundana mirada masculina.

Marina Barrio Alonso.

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Ven a buscarme Tiré mi cartera al Sena con todo: con el carnet, con el dinero, con el billete de vuelta a Madrid. Venía del Centro Pompidou, donde había aporreado un cuadro y cantado la Internacional. Había buscado

inútilmente un cuadro de un vanguardista ruso, de Malevich o de algún amigo de la Goncharova, que había visto en una ocasión anterior. Un cuadro que me había impresionado mucho: era la fachada de una casa en la que había muchas ventanas abiertas, a través de las cuales podían verse muchas historias. Pero dado mi estado y dado que no recordaba el título del cuadro, me fue imposible encontrarlo y desemboqué en Picasso.

Venía del Louvre, donde, por un impulso que no viene al caso censurar, me había comido una bolita de chocolate libanés, que tendría más tarde el efecto de una bomba de relojería.

Venía de ver amanecer en Notre Dame, cantando Granada a grito pelado con un grupo de chicos españoles que encontramos allí. Venía de ver Nabucco con tres coros distintos, libre y entregado al vuelo sin motor del pensamiento.

Había salido del Centro Pompidou y paseado junto a los tenderetes de la orilla del Sena, mirando las postales y los libros de viejo. Trabé conversación con un librero y le escribí un poema, lo cual le dejó desconcertado.

Tiré al Sena la cartera y entré al restaurante ruso, un sitio de primera clase, con un pianista enfrascado en melodías que fluían como el río Don, impasibles. Me trajeron la carta y, entre sus cada vez más borrosas líneas, mi conciencia se iba llenando de huevas de caviar, debí pedir un vodka y luego ya no recuerdo más. Si acaso algún manotazo en el furgón de la policía.

De ahí mi memoria pasa directamente a la pesadilla de la transmigración, al horror de no morirse nunca, enganchado para siempre a la rueda de la vida. Desperté gritando enloquecidamente en el hospital psiquiátrico de Sainte Anne. Me explicaron que la policía me había llevado allí, que había sufrido una fuerte intoxicación de hachís y que no tenían ni idea de quién era. Me habían dormido día y medio. Me dijeron que era martes y me preguntaron por mi nombre.

El avión de Iberia debe llegar a Madrid sobre las nueve de la noche. Es domingo. Hace una tarde de verano. Le habrán dado algo de cenar en el avión. Es una regla que no falla, me pongo de mala leche todos los meses y éste vendrá con ganas de marcha, después de casi una semana fuera. Me parece que echan Au revoir les enfants. Es una de las pocas películas con las que yo he llorado.

Qué raro, son ya las once y éste no ha llegado, igual ha perdido el avión, con lo despistado que es, bueno, habrá cogido el Puerta del Sol, porque mañana tiene que trabajar, y el muy cabrón sin llamar para decirme qué pasa. No he parado de dar vueltas toda la noche, qué le habrá pasado a éste hombre.

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Voy a llamar a la oficina. Hablo con la secretaria, con la secretaria del jefe, con el jefe. Allí sólo saben que estaba dos días de reunión en Ginebra y que luego se cogía un día de vacaciones y volvía por París.

Llega el Puerta de Sol y sin noticias. A las once llamo al hotel, allí me dicen que pagó la cuenta el sábado por la mañana y que no dejó ningún recado.

Pasan las horas, los de la oficina mueven sus hilos en París, llamo a la embajada, no saben nada, llamo a los hospitales y allí no hay nadie con el nombre de mi marido, me muerdo las uñas, me cago en su puta madre. Se ha perdido en París y nadie sabe dónde está. Su madre y sus hermanos están tan acojonados como yo.

Me he ido a casa de mi madre para que me ayuden con el niño, el pobre se da cuenta de que algo no va bien, el tío Antonio llora, hace muchos años que no le veía llorar, se fuma un cigarrillo detrás de otro. Por su curtida cara de jardinero se asoma el miedo, el mismo que pasó cuando desaparecieron tantos compañeros en el frente, por la parte de Córdoba.

Un enfermero me trae una infusión, me da una pastilla de color naranja, me dice que enseguida me van a ver los médicos. Me acompaña a un despacho donde hay cinco doctores, me preguntan quién soy, qué me ha pasado. Mal que bien yo se lo cuento, paso del francés al inglés sin darme cuenta. El que parece el jefe lo comenta con científico interés. Les adelanto que es un trastorno bipolar y quedan gratamente impresionados por la capacidad del enfermo para hacerse el diagnóstico a sí mismo.

Pienso de pronto en mi familia, y me debato entre la esperanza de verles pronto y el miedo a no poder hacerlo. Sin saber cómo ni por qué, a borbotones, les espeto el cuento del judío encerrado en las mazmorras de la Inquisición que después de múltiples tormentos, escapa de la celda, donde angustiado esperaba la hoguera al día siguiente. En llegando al final de un pasadizo ve la noche estrellada, aspira el delicioso olor de los jazmines y ve de pronto al Gran Inquisidor, que le dice: este es el último tormento, le llamamos el tormento de la esperanza.

Los médicos intercambian miradas de complicidad. El jefe dice: ¿Quiere usted hablar con su familia? ¿Recuerda su número de teléfono? Acompáñeme. El corazón me late muy deprisa, marco el número de mi casa, no hay respuesta. Felizmente recuerdo de memoria el número de mis suegros, marco de nuevo, la espera se me hace interminable. Por fin, oigo la voz de mi mujer. Me echo a llorar. Le pregunto por el niño. Le cuento que me he perdido. Le digo: ¡Ven a buscarme!

José Miguel González Alonso

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María Callas – La Divina

María Callas fue en realidad única en su época y en todas las épocas. Fue un prodigio, porque hay que ver lo que logró aquella muchacha, hija de inmigrantes griegos, y viviendo en el Bronx. Su físico, lejos de ser atractivo, era desagradable, pues tenía, - tan joven – una gordura impropia de su edad, era torpe e iba muy mal vestida. Su hermana era muy bonita, con lo cual la madre hacía unas distinciones odiosas, así que su niñez fue muy triste.

Cuando se presentó en el conservatorio, la profesora de canto quedó asombrada y molesta de cómo le iba a hacer perder el tiempo. Y cuando le llegó su turno, esta vio algo que no se daba nunca y quedó embelesada de aquel canto. A Elvira Hidalgo, que así se llamaba la profesora –era española con una gran fama –tanto le gustó, que se propuso formar ella su voz.

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darse, pero no vamos a analizarlo.

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tantos personajes. Se inclinó muc

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Y llegó a ser un éxito impresionante, pues María Callas era privilegiada; la extensión de su registro era muy amplio, y abarcaba desde la voz de soprano ligera hasta mezzo, lo que no se da casi nunca. Por eso ella podía cantar contralto maravillosamente. Su voz era un poco metálica, pero ella la manejaba a su antojo. Fue calificada como soprano ”sfogato”, de las voces que se dan una cada cien años; luego este término dejaría de

María Callas era muy gruesa, pero también era muy alta y además y de una forma innata una gran actriz dramática, así qsu peso no fue un obstáculo en su arte. Mas decidió someunas dietas ayudada por su marido. Y se hizo el milagro, puesperdió 30 kg de peso. Como hemos dicho, era muy alta, quedtransformada en una belleza impensable, pues poseía una elegancia extraordinaria. Entonces dijo así: “Ahora seré yo quien ponga las condiciones en los contratos”. Y así fue.

Llegó a interpretar cuarenta yho por “La Traviata”, de Verdi, interpretando el personaje

de Violeta, “Norma”, de Bellini, “Alceste” de Gluck, “Fedra” ytambién “Tosca” de Puccini; ésta en particular, que se trata de una tragedia tremenda. Es impresionante todo en su actuación, pero su voz con esa música maravillosa te entra de tal forma que lo vives, y al final terminas como si te hubiera ocurrido a hay que verlo y oírlo. Claro que también en “Norma”, dificilísima, parecía que era ella. Y precisamente en esta ófalló en el aria “Casta Diva”, se mareó, y tuvieron que llevársela. Pero fue excepcional y apasionada por su pro

Su relación con el magnate Onassis se convirtió para ella na tragedia, pues se enamoró de él y pensó que se casarían

La soprano dejó de cantar mientras duró su relación con él y todo ello fue para ella fatal. De repente, el naviero se casó con

Jacqueline Kennedy, indudablemente por lo que esta mujer significaba en el mundo. A María le hirió profundamente, y cuando él quiso volver con ella porque su matrimonio era nefasto, se negó rotundamente. Haquien dice que sí volvió, pero… ¿qué se sabe?

La belleza de la Callas era como ella, algo extraño, mas lo que muchos admiradores quizás no sepan es que sus bellísimos ojos negros apenas veían, porque padecía de un glaucoma, y terminaron por no ver nada. Ahora que no sé: su belleza y su arte dieron lugar a un sobrenombre, “La Divina”, y así quedó para siempre.

Su voz se deterioró durante el período con Onassis, y cuando volvió al escenario, todo el mundo se dio cuenta, y entonces empezó su decadencia. No podía cantar ópera. Dio recitales, hizo grabaciones y también impartió clases, aconsejando muy bien a los futuros cantantes, pero no era lo suyo.

Como se había separado de su marido y prácticamente no trabajaba, se encontraba muy sola y mal de ánimo. Se quedó a vivir en París, en plena soledad.

María Callas se despertó el día 16 de septiembre de 1977, desayunó en la cama; ya tenía un dolor agudo en el costado izquierdo. Llamaron rápidamente a un médico, pero antes de llegar, María dejó de existir. Se sospecha que ella se suicidó con tranquilizantes. No se le pudo hacer la autopsia, porque el día 20 la incineraron. Queda esa incógnita en una de las más grandes sopranos que han existido. Yo diría: la más grande.

María Callas no morirá nunca. No hay palabras para expresar lo que era “La Divina”.

Mercedes Vesperinas Lucas Madrid, 23 de abril de 2009

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Tejiendo versos, poeta, tejedor de sueños Escudriño entre frases, las que más se aproximen a la descripción de los sentimientos, ¿Cómo hacen los poetas para hallar la inspiración? Entre mies de recuerdos y anhelos, campos sembrados, repletos de sueños, que acaricia el viento, cual suave suspiro, regado con risas y suaves caricias. ¿Cómo hacen los poetas, para elegir la fruta correcta, tan dulce y madura, las palabras ciertas? ¿Para articular en verso, hilar en prosa, engarzar el nubarrón de la mente, con el manantial del ser? Las coplas se escapan, como liebres se escabullen, en la madriguera de los pensamientos, entre el sembradío verde de los afectos. ¿Cómo hace el poeta para tal talento? Atrapar la lírica correcta, las frases precisas, delinearlas en una hoja en blanco, con matices de emociones, y salvarlas del olvido, en el madrigal, como testimonio de sus efusiones. Pensamientos, mariposas que revolotean al viento, cuando se posan tranquilas sobre una flor, fuente viva, dulce néctar de sentimientos, en ese instante es cuando nace un verso.

Oropéndola Nana de mis sentidos

Entrañas marinas, latidos del primer sonido.

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Oropéndola

Entre contracciones y pujidos, mi llegada a este mundo; el primer lamento, música de tu alegría. Mi luz primera: tus ojos, espejo mismo de la vida. Mis dedos se recrean en el tacto de tus manos, y mi paladar se llena de mil estrellas. El aroma de tu pecho, nana de mis sentidos.

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PERSONAJES BREVES

Le conozco desde el parvulario del “colegio de pago”, aunque ni él ni sus hermanos pagaban nada. Según el Padre Rector, formaban parte de una familia profundamente cristiana, temerosa de Dios, a quienes debían ayudar porque eran huérfanos de padre.

Ya entonces era el más alto de todos. Recuerdo muy bien que nos daba capones con la barbilla y si alguno se quejaba, le ridiculizaba sin la menor compasión al tiempo que su risita meliflua lo llenaba todo.

Un título nobiliario de “más o menos” y una propiedad que por falta de dinero para cuidarla era un erial, cayéndose a pedazos, constituían todo el patrimonio.

Antes de terminar el bachillerato, ya tenía la idea clara de lo que sería su principal objetivo en la vida: casarse con una mujer rica y “echarse a la bartola” o lo que es la misma cosa, “no dar un palo al agua”. Seguía siendo el más alto del grupo.

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o Coincidimos en la facultad, no

aparecía por clase y, por supuesto, lque menos hizo fue estudiar. Argumentaba:

Yo estudio a las chicas. Me gusta saber las que tienen un padre con ”posibles”.

No terminó nada, pero no se perdía reunión que valiese la pena, y cuando no le quedaba otro remedio, porque la etiqueta lo indicase, alquilaba los trajes. Don Leoncio, el dueño del establecimiento, a veces le ponía mala cara, porque siempre estaba en la lista de los morosos, pero le importaba un pito, había conseguido, para mantener el anonimato, que su nombre y apellidos apareciesen siempre en sigla.

En unos meses, demostrando su tenacidad, elaboró un “dossier” con todo género de datos relacionados con posibles elegidas. Cualquier profesional de la investigación privada habría dado un buen dinero por un trabajo tan minucioso.

El tiempo y las necesidades apremiaban cuando conoció a la “hija de papá” de sus sueños. Sin duda cumplía todos los requisitos ampliamente, inclusive en la dosis de “tontera ideal”. Y empezó el asedio sistemático a Marianita, con lavado de cerebro incluido.

Comentaba con sus amigos sin el menor pudor lo que le decía: Soy el hombre de tu vida, el que resolverá todos tus problemas. Lo primero que verán tus ojos al despertar

cada mañana, ja, ja… La boda fue un suceso difundido por los medios de comunicación, calificado de irrepetible. Como

consecuencia, tuve que gastarme una “pasta” que tenía destinada a la compra de libros. Un contenido rumor hacía partícipes a la mayoría de los invitados:

- El muy cab.. ha dado el golpe del baúl. Le encontré, de casualidad, la semana pasada. Impecable, como indiferente a todo. Al verme, me obsequió con la mejor de las sonrisas y cuando estábamos tomando café me espetó con la

más auténtica desfachatez: - Ese jaguar, un modelo antiguo, era de mi padre. Durante años ha estado en el garaje. “¿Pero qué jaguar … qué garaje …?”, pensaba yo. - Sigues estudiando, seguro, ¿no te cansas? - Verás, es la segunda carrera que termino gracias a la paciencia de mis viejos. Trabajo a tiempo parcial

para mis gastos. No sabe las ganas que tengo de terminar para entrar de lleno en la vida laboral y empezar a proyectar mi futuro.

-¿Cómo está tu mujer? - Espera, un poco nos vemos siempre que es necesario. Llevo una vida muy ajetreada, llena de

compromisos ineludibles. A ella le gusta mucho la casa y no me acompaña la mayoría de las veces, los viajes también me restan mucho tiempo.

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- ¿En qué trabajas? - Bueno … lo que se dice trabajar en sentido estricto, en nada. Represento a mi suegro y sus empresas

siempre que me lo pide. Es “buena gente”. Cuando nos separamos me había ofrecido un montón de cosas, que por supuesto no acepté, pero agradecí

amablemente. Recordando ahora la conversación que mantuvimos, se renueva mi asombro. Incapaz de hablar de un tema ampliamente, sus conocimientos de “Almanaque zaragozano” que dice mi

abuela no se lo permiten, salta continuamente de una cosa a la otra. Se defiende, con trabajo, cuando hace comentarios sobre las carreras de caballos de Ascot o el Open de EEUU y habla de Tiger Woods como si se tratase de su primo.

Los zapatos se los hacen en Londres, las camisas en Lisboa y los trajes en Barcelona. Presume de conocer a todos los banqueros del país y personas influyentes que estarían dispuestas, según él, a facilitarle aún más su vidita de embaucador nato, sanguijuela.

El tema social con mayúsculas no le interesa en absoluto, ni las desigualdades crónicas, ni las hambrunas, ni el trabajo inicuo de los niños, ni las políticas de exterminio de las grandes potencias.

No puedo olvidar sus últimas palabras: -Sabes lo que te digo, Ernesto, los desheredados, los perseguidos, los enfermos de sida, etc… etc… etc… ¡que se jo…!

Elena Espiña Cillán.

La primavera

La ciudad se despereza, lentamente, del letargo de un largo y húmedo invierno. Comienza la primavera con un cálido estallido de exuberante vida; llena de colores y olores. El bullir de la savia hace que todo en el campo cobre vida. A nuestro alrededor vemos cómo crecen las plantas y se llenan de flores de tantos colores como la paleta de un pintor. Se intensifican las tonalidades. En las praderas verdes destacan las flores de vivos colores que son un regalo para la vista. Las amapolas tiñen de rojo los verdes trigales.

El sol brilla intenso reconfortando los ánimos. Días largos y luminosos invitan a hacer planes y a tener ilusiones. La naturaleza impregna de su vigoroso entusiasmo de vida. Todo danza en una sinfonía vital y armoniosa. Se fluye con esta invitación de la primavera, con su ritmo armonioso de vida.

Todo este canto a la vida se acompaña con la musicalidad de los tenores del campo, los pajarillos; y también, del tenue rumor de las hojas de los árboles, al ser acariciadas por la brisa del viento; del murmullo del agua cristalina de los arroyos.

El aire, preñado de aromas, penetra a través de los sentidos. Olores a azahar, jazmines, tomillo…

“Primavera fragante Múltiples flores

Adornan el campo Con sus colores”

Rosario Sánchez Fernández

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BALADA Almíbar de rosa…. en las crestas de Sierra Bermeja. Todavía sueña tranquila la palmera. Vuelve a la cama, mi niña, que es de madrugada…. Mieles de azafrán … en la lontananza de la mar de Málaga. espejismo de oriente, la exótica palmera, cual una bailarina, mueve su cadera. Pronto irás a la cama, mi niña, que ya la “dama de noche” nos embriaga. Agosto 2009

“Nicoletta”

PARA TI ZORAIDA ¿Cantaban para ti, Zoraida?, hermosa y cautiva princesa de Granada, los mirlos de un oscuro y altivo ciprés inclinado hacia el Mulhacén cubierto de nieves. ¿Rezaba para ti, Zoraida?, el muecín de la cercana mezquita, cuando llena de pasión y de pena tus ojos negros imploraban a la luna. Castillo moro de Salobreña, déjame soñar entre tus almenas, entre el jazmín y la brisa del mar, entre las leyendas de las voluptuosas sultanas. Almuñécar, marzo 2010

“Nicoletta”

Salida matutina y vespertina 11 AM Aurora y yo vamos al Great Mall, un complejo de 300 tiendas, 20 de ellas grandes almacenes, y, de

añadido, unos 50 carros en los pasillos con ofertas variadas, desde gafas de sol hasta globos, desde baratijas hasta bisutería. Compruebo que aquí se habla muchísimo menos por el móvil, y eso que es el país donde seguramente se inventó. Aquí la gente es más austera, en todo y por todo.

Ya sé cómo podría resolver Schwarzenegger el déficit galopante que tiene California. Sólo con que pusiera un dólar de multa por ir vestido de hortera, vamos, es que se forraba. Debe de haber en el nuevo vocablo ese de casual alguna acepción que reconozca que vestir casual es vestir horrendo. De verdad, no es un problema económico, que no, es un problema de gusto. Y de sentido del ridículo, que aquí no lo tiene nadie.

Pasa una pareja dispar compuesta de blanco y de oriental, ella más o menos elegantita y él con un pantalón-bañador como si acabara de venir de la piscina. Ya a punto de marcharnos, veo a un adulto-anciano con un traje gris (aquí todo es gris, todo es oscuro, marengo, ocre), bien vestido, y me fijo en sus pies: lleva zapatos completamente blancos de esos de plástico con agujeros que se han puesto de moda en todas las playas. ¡A ver quién lo mejora! No quiero parecer hipercrítico ni sádico: estamos sumergidos en un centro de ideas y de tecnología de vanguardia que produce más dinero por metro cuadrado en todo el planeta Tierra.

Paseando, le digo a Aurora que hay que ver la cantidad de marcas Clearance que hay por todos lados, hasta que me dice: idiota, eso quiere decir rebajas. Toma ya desconocimiento de inglés que tiene uno. Hay rebajas muy buenas: ya sé que allí también, pero, con el cambio, la cosa mejora notablemente.

El silencio. El silencio lo preside todo. Hasta los nenes cuando lloran, se calman en seguida, como si tuvieran miedo de romper el silencio. La gente habla poco y sin estridencias.

El asunto del café vuelve contra mí. En una cafetería de Nestlé, le pido a la dependienta que habla espagnol un café doble, con poca agua; pues bien, entiende que quiero más agua. Es sabido que, durante la conquista del Oeste, el café era el vino de las praderas, y por eso lo toman bien cargado: de agua. El reflejo de la conquista del Oeste también influye en su concepto de las relaciones y de la propia vivienda (la home: ¡toma ya!, lo voy cogiendo). Por eso hay tan poco tapeo (si es que hay alguno; bueno, un poco en San José, y otro menos poco en San Francisco). Cuando la gente se reúne, lo hace en casa del que toca, y todos llevan comida: vamos, como en el Lejano Oeste.

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Quiero comprarme unas zapatillas para el verano. Imposible: ahora todo lo que se lleva es con la suela plana, sin tacones. Sospecho que tendremos una generación de cojos, porque las suelas planas producen lesiones en la columna, dan lumbalgia o cascan las rodillas. Así que cuando andan, parece que están escocidos.

La aparente indolencia, la calma, la torta latente en el ambiente, se me contagia. Al final, cojo la bolsa grande de plástico con la compra de Marshall’s y me la echo al hombro, como si fuera un maletilla con el capote a la espalda, en busca de una oportunidad para desbravar toros en cercados por la noche. Vamos, que todo se pega menos la hermosura.

Eso sí, los nenes grandes se paran para cederte el paso: así es difícil que se llegue a producir algo como lo de Pozuelo. Los niños son los reyes: mimados, respetados, queridos, protegidos, privilegiados hasta los 14-15 años. Después, en tres o cuatro años más, se hacen hombres y los mandan a Vietnam, a Irak o a Afganistán: donde toque. Y a algunos los matan, pero, eso sí, hasta entonces han sido unos privilegiados. Así lo veo yo. Aquí no se ven pintadas, ni de las que tapan los carteles, como en España, y no consigues ver la indicación, ni las seudoartísticas: no, no se ven. Como tampoco hay huevos para aparcar en segunda fila.

Antes de despedirme, quiero quitarme y quitaros el mal sabor de boca. Nos cruzamos dos veces con unas mormonas, madre, hija y nietas, y las adultas llevan una cofia muy moderna y muy pequeña. Al primer pronto, hubiera creído que es un rasgo más de austeridad, pero creo que es un rasgo de modernidad: otro contraste, los más conservadores van más modernos. La segunda vez inclino la cabeza ante ellas. ¿Que por qué? Porque ahora hemos sabido que, cuando Pablo Neruda estaba fletando el Winnipeg para llevar a unos cientos de españoles desde los campos de concentración franceses hasta Chile, hizo falta dinero, y ese dinero lo pusieron los mormones con la única y terminante condición de que no se supiera quién lo daba. Que la mano derecha no sepa lo que da tu izquierda: una lección de caridad. Luego, viajaron en el buque más de 2.000.

En tres o cuatro días, más monserga (bueno, pues os aguantáis). Besos. California, octubre de 2009

Alberto Collantes Fernández

JUAN JUAN, seguimos con lo que tú empezaste, un grupo de amantes de la poesía. HOY te damos, día 19 de junio de 2008, un homenaje recordándote que te has ido a tu ÍTACA, te diré que tienes una sala en la casa de la cultura con tu nombre y una fotografía presidiéndonos. NO te olvidamos. YO te recuerdo más por las caminatas de los domingos y los buenos viajes… porque tú, JUAN, eras otra cosa, tenías sensibilidad y eso lo echo de menos. JUAN, cuando me incorporé a tu tertulia, te dije: MIRE VD, yo vengo a escuchar y a aprender, pues malamente sé hacer la “O” si me quitan el canuto. TÚ me dijiste: JOVEN, aquí no es nadie más que otro, somos todos iguales, me sentí por todos arropada. JUAN, hoy el grupo ha subido el nivel de experiencia, hoy es una tertulia de intelectuales, saben inglés, francés, alemán, italiano, etc…, conocen todos los autores de novelas, poesías, música, etc … PERO nos falta, NOS FALTAS TÚ JUAN para que nos dieras una charla de la asignatura de humanidad, la tenemos un poco apartada, la calificación no pasa del 6, por lo demás JUAN, somos humanos todos echándote en falta, fuiste una pérdida muy grande, sé feliz en tu ÍTACA y que el cielo azul te cubra.

Elena Pérez Moronta. 19

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Recuerdo de Juan Bartolomé

Mi nombre es Mariano Andrés Martínez Lledó. Fui compañero de Juan Bartolomé Pinar durante muchos años, en los cuales compartimos profesión, poesía y ajedrez. Debo decir que siempre fue mejor jugador que yo; y no me vergüenza confesarlo porque disfrutamos de aquellas partidas interminables (algunas incluso por correspondencia) casi tanto como compartiendo versos.

Antes de casarme y trasladarme a Zaragoza, Juan, que por entonces tenía una tienda de artesanía cerca de la casa de mis padres en Tres Cantos, me invitó a participar en el Grupo Encuentros, y durante una temporada fui parte activa de él. Aquella experiencia fue enriquecedora como muy pocas después lo han sido. Compartí mis versos y admiré la inspiración, la delicadeza y la sensibilidad de otros poetas, los miembros del grupo, en cada reunión. Tanto disfruté en aquella época que, aunque la vida me ha llevado a vivir en otra ciudad, me sigo considerando miembro de Encuentros.

El accidente y el fallecimiento de Juan fue una tragedia difícil de superar. En aquella época, precisamente, Juan y yo compartíamos otra de nuestra aficiones: el desamor. En aquellos días intercambiábamos experiencias poéticas y desengaños amorosos casi con la misma frecuencia, podría decirse.

Tenía algo pendiente con Juan, algo que le debía desde que nos dejó. Quizá me resistía a ello porque es difícil elogiar a un amigo cuando no está. Pero se lo debía, y por fin lo he hecho. Por fin le he escrito una elegía en la que expreso lo qué él representaba para mí: un compañero del que aprendí muchas cosas acerca de la poesía, y también de la vida. Cosas que no se aprenden en las aulas de la Universidad, cosas que sólo la amistad es capaz de mostrar tal y como son.

Estos versos no son míos, en realidad, aunque hayan salido de mi pluma. Creo que pertenecen a lo que Juan construyó, a aquello en lo que creía y a las personas que continúan su labor. Por eso se los envío. Pueden Vds. publicarlos o guardarlos, como crean más conveniente. Por lo que a mí respecta, me conformo con que a Juan, allí donde se encuentre, le hayan parecido tan "clásicos" como casi todos los que de mí leyó. Era su reproche, habitual en él, que prefería el verso libre, sometido a la única medida de la inspiración. Así era.

En fin, ésta es mi "Elegía para Juan", y mi aportación para el Grupo literario Encuentros. Un cordial saludo.

Elegía para Juan ¡Cuánto tiempo ha pasado, amigo mío, desde que tu voz vistió de silencio la mano veleidosa del destino. Un instante, un fatídico momento bastó para dejar tu cuerpo inerte, pero no pudo asesinar tu verso. Lloramos tu ausencia, Juan, no tu muerte, porque morir es no dejar recuerdo, y la palabra vive eternamente. Fuiste hacedor de mundos y universos, constructor de mundos infinitos, alfarero del barro de lo eterno. Convertiste la palabra en camino uniendo sentimientos y emociones para llegar del alma a lo más íntimo.

Despejaste la oscuridad informe con espadas de luz y amaneceres, con la voz que corta, pero rompe. Tú transformaste en armonía el ruido y fuiste vencedor de mil silencios, verso a verso, como el poeta dijo. Tu verso siempre fue claro y sincero: más que hablar, conversabas con la vida de pasión, de ilusión, de sentimientos. Te fuiste atardeciendo sin prisa, tu voz haciendo coro con el viento; ya no existías, mas seguiste siendo pura esencia, sustancia, poesía. Mariano Andrés Martínez Lledó . 2009

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Perfumes de otoño

Sentado en el tren, observo el ir y venir de los pasajeros y el eco sordo de los sonidos en la estación. He decidido dejar toda la presión de la vida cotidiana y parto rumbo a una población costera junto a la montaña, sin coche, sin reloj.

El pueblo pesquero invita al paseo y a la lectura. Después de instalarme me dispongo a caminar hacia la pequeña playa local. El sol en el horizonte refleja sus tonalidades sobre el mar en una danza de pinceles y dulces compases.

El lugar invita a la calma y son pocas las personas disfrutando del entorno. De pronto, un pequeño perro se acerca a mis pies desnudos al tiempo que oigo una voz femenina que reclama su atención, ”Clavijo, ¡ven aquí!”. Es una mujer esbelta, morena, atractiva, su ligero vestido la envuelve como una brisa, sus ojos negros brillan chispeantes y refleja una sonrisa serena. Lee plácidamente sobre la arena húmeda, pero aún templada por un cálido sol de otoño.

Retorno al hotel cruzando el puerto, observo las gaviotas jugando en su vuelo con los mástiles de los barcos

y oigo bajo mis pies el crepitar de las hojas otoñales caídas de los árboles que jalonan el paseo marítimo. Cada día nos volvemos a encontrar en la playa, nos saludamos y cruzamos una leve sonrisa.

Ha llegado el momento del regreso y tomo un taxi hacia la estación; al pasar, mi mirada se cruza con la suya, está en su ventana con la taza de café, su libro y esa sonrisa de sabor marino. Cierro los ojos y siento que pronto será tan solo un recuerdo.

Cuando los abro, estoy sentado en mi sillón de cretona inglesa, cogido de su mano, ella tiene su taza de café, su libro, su sonrisa, sus brillantes ojos negros, su cabello que despunta nieve... ¡hemos sido muy felices!

Rodrigo García-Quismondo Hurtado Marzo 2010

Viento del norte, viento del sur

Este viento que nos baña de políticos y curas, de palabras roídas y rotas, digeridas, que pretenden hacernos tragar rebozadas sobre la mierda. ¡Yo no me como su mierda!. ....yo quiero ser poeta.

Lorenzo Martín Cantera

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Karaoke

El temporal de primavera, arribado puntual en Semana Santa, arreciaba en plena noche sobre las calles semidesiertas, levantando efímeras y brillantes flores de agua en los charcos. Había vuelto con sus últimos arrestos el casi olvidado frío invernal, matando brotes prematuros y capullos frágiles, sugiriendo chimeneas encendidas, y obligando a los paseantes a tirar de guardarropas ya naftalinado. Por los arroyos pavimentados, el agua arrastraba a los sumideros los copos caídos del cerezo. El silencio abundaba en la oscuridad. Ni bongós ni ruido de cristales rotos ni motos petardeantes alteraban la noche.

El grupo de amigos había estado cenando en un restaurante de la segunda fase, y deseaba prolongar la fiesta en algún local nocturno del alrededor. Apretujados bajo los paraguas disponibles, mezclando brazos y paños de lana áspera, entibiando manos en los bolsillos o con el aliento dulzón a orujo de hierbas, comenzaron a caminar por la Avenida de Viñuelas.

Pronto llegaron a donde la iglesia yergue su fea planta amenazadora, como la proa de un buque de transporte abierta para descargar la invasión. El incienso de la celebración aún persistía en briznas olorosas junto al portal. Pero la noche no era de Dios, sino del Diablo, y así otros atrios esperaban al grupo, con las puertas semiabiertas para dejar salir el humo del aquelarre y esparcir la tentación.

Muy cerca de allí, un bar nocturno ofrecía, además de nobles alcoholes, un escenario para cantores improvisados.

Quien más, quien menos, todos llevamos dentro un cantante frustrado, que se expresa a veces en la ducha o en el silbido inconsciente mientras andamos por el parque. Todos, alguna vez, soñamos con la academia de Operación Triunfo, escalón para un efímero triunfo en la mediocridad. Alguna vez, incluso, quisimos ser Malena, la que canta el tango con voz de sombra, o, contrapunteando, tener en el rostro la sonrisa luminosa del Nano mientras pulsa la guitarra.

Fue así que entraron, y pidieron la carpeta de canciones, junto a la lista de cubatas. Los primeros en subir al escenario fueron dos jóvenes, que equivocándose en el turno de entrada se

arrebataban el micrófono, mientras explicaban reiteradamente lo que estarían dispuestos a dar por un beso de la flaca. La susodicha, entretanto, esquiva y desdeñosa, se afanaba en el televisor por subir el precio nota a nota, hasta desbordar la demanda, haciendo finalmente inviable el acto deseado, súbitamente borrado con la palabra FIN.

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Salió luego a cantar una mujer de edad indefinida, con los ojos cansados y los labios algo tristes, fláccidos y sin brillo, y la cintura ancha y monótona, sin aristas. Vio los focos enfrente, y por un momento parpadeó, deslumbrada y confusa. Se imaginó en el pueblo, veinte años atrás, cantando en la iglesia con las guitarras posconciliares, o en las fiestas mayores, en el salón de actos municipal o en el escenario de la feria, con el grupo cuyo baterista le enseñó una noche en el parque los secretos del ritmo y la melodía del beso prolongado, y cuántas veces entonces le habían dicho a ella que tenía condiciones, que era una artista, como Rosa de España, pensó, cuánto me parecía a ella, qué fácil hubiera sido triunfar de haber tenido la oportunidad, el arrojo o el deseo suficiente, tampoco me quejo, los niños ya son mayores y están de botellón mientras yo me doy el lujo de cantar para el pueblo tricantino. Y con una voz bella, cálida, ajustada y algo ausente, inquirió: ¿…quién le mandaba flores en primavera…?

Menguados los aplausos, subió al estrado un hombre maduro, de mirada vidriosa. Pidió silencio, mientras levantaba la mano derecha como para señalar el horizonte, donde quizás imaginaba luces parpadeantes. Como un viento racheado, la nostalgia le barrió la cara, y le impidió cantar siquiera desafinadamente con la frente marchita.

Quedaban muchos por salir, pero el clamor se hizo unánime: “¡Que cante el abuelo!”. Fue entonces cuando se levantó un hombre canoso, espalda agobiada y rostro hendido de surcos, y se

dirigió con paso inseguro hacia el micrófono. Había estado observando la actuación de los demás, el efímero papel que desempeñaran con el libreto a

marchas forzadas. Había comprendido la transformación, la ilusión, la asunción de un ser ajeno por un instante irrepetible. Y decidió ir más lejos que nadie. Cantó con voz potente, algo rasgada, sin tiempo a respirar:

“…pero si me dan a elegir entre todas las vidas, yo escojo

la del pirata cojo con pata de palo,

con parche en el ojo, con cara de malo…” (J. Sabina)

Germán Ojeda Méndez-Casariego

¿Para qué sirve?

¿Para qué sirve un árbol plantado en el camino? .

.. Para nada. Sólo da sombra y cobijo a los pájaros. ¿Para qué sirve un perro que le ladra a la luna? ... Para nada. Es un solista en el concierto de la noche. ¿Para qué sirve un toro paciendo entre las jaras? Para nada. Sólo le presta estética al paisaje. ¿Para qué sirve un hombre en el camino de la vida? Para nada. Sólo es una espiga que el viento mueve a su capricho. Y un viento. Cualquier viento se lo llevará algún día. ¿Para qué sirvo yo si ni siquiera tengo fecha, como la espiga? ...

P. Carmona

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Pensamientos al aire A veces me pregunto: ¿¿¿cuál es la diferencia???... ¿su hermosa piel ébano, sus dientes de mazamorra, sus ojos tristes, su voz cansada?... Yo llegué es un Boing 747 y ellos en pateras... ¿¿¿Por qué mientras unos tenemos la dicha de una cama tibia y un plato caliente, otros sufren tanto??? No hay ninguna diferencia... ni piel, ni sexo, raza, credo o canto... todos tenemos corazón: sentimientos, pensamientos... Libertad, paz amor... a veces escapan a mi entendimiento, tal vez por que los he querido englobar en conceptos e ideas y son más, mucho más que simples conceptos... vivirlos, perderlos, añorarlos y volver a vivirlos... Paz, amor y libertad... qué hermosas palabras... yo logro apreciarlas desde el punto de vista religioso a través de la oración... "La verdad os hará libres" "Yo soy el camino, la verdad y la vida" "Dios es amor"... por eso creo que el amor verdadero nos hace libres (el amor a todos los seres que nos rodean)... Tengo un sueño que estoy soñando, la libertad, la paz y el amor... gracias por compartir un sueño... me gusta vivir soñando... Los viajes nos mueven nuestro interior (antes por la ilusión de hacerlos, durante, al disfrutarlos o después, al recordarlos)... los viajes no solo nos ilustran, nos enriquecen y nos llenan de inspiración, para escribir o dibujar... Tu mano que vuela, tu mente que vuela, tu corazón que vuela... Los viajes como el amor ensanchan el corazón, lo inundan, lo colman de inspiración...

Cuando miro al cielo, me doy cuenta de lo diminuta que soy (más pequeña que una hormiga...), y sin embargo me gusta seguir mirando y descubriendo las lunas de Júpiter y contar estrellas fugaces... somos menos que un suspiro en este universo infinito... Todos llevamos un Quijote por dentro, con nuestros propios molinos por vencer, nuestro Sancho amigo y fiel, y nuestra dulce Dulcinea... todos tenemos sueños, temores, y amores... Me gusta esta historia, siempre antigua y siempre nueva... ¿¿¿Qué sería del paisaje más impresionante, del escenario más espectacular de la naturaleza, qué le diferenciaría de un lugar inhóspito y peligroso, si no hubiera alguien preparado para admirarlo???... Por eso hay que ser libre de amarguras para poder disfrutar con mayor nitidez las cosas bellas que nos muestra este mundo maravilloso... Las cosas importantes no son cosas...

Oropéndola

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PARA IRENE Mi niña Irene Naciste frágil y delicada Como ala de mariposa Pero irás, poquito a poco, Convirtiéndote en una rosa Trasmites paz y dulzura Y cuando te tenemos en brazos Sentimos una gran ternura Hasta tu nacimiento Todo lo has compartido Ahora tú solita, crecerás serás muy bonita Y un ser muy querido Tu llanto no es exigente Es una petición reposada Para comer tranquilamente Y dormite relajada. yo, solo quiero jugar contigo velar tu sueño y llorar de emoción al cantarte una canción oir tu risa y calmar tu llanto mi niña Irene te quiero tanto Diciembre 2009

PARA ALICIA La primavera vino contigo y para ti, pequeña flor, te deseo una vida de ternuras y de color. Lo que mas deseamos es tu tranquilidad y que tengas lo suficiente para conseguir tu felicidad Para ti siempre tendré una canción , una sonrisa, un beso y un abrazo, y un cuento y una nana para que duermas en mi regazo. Para tu llanto, una caricia Mi voz, para tu sosiego Para tu sueño, una mirada Mi amor, para tu felicidad En tu alegría, reiré contigo En tu pena, lloraré contigo Para tus triunfos, mi orgullo Para tus pesares, mi ayuda Para tus fallos, mi consuelo Alicia, para ti te dará sus flores la primavera y yo para ayudarte tengo la vida entera. Julio 2009

Nena

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Homenaje a un poeta, Samuel del Rey

La vida es un arco iris. Se desvanece hacia el negro. El día 19 de marzo del 2010 fue doloroso. Repetimos tu nombre, Samuel Rey Triste dejamos de ver tu persona Tus recuerdos Samuel los llevamos En la memoria. Porque el hombre muere, Pero el nombre queda.

Elena Pérez Moronta

Rey Samuel (A Samuel del Rey)

Venía como la mar calma, cuando llega a las playas y se queda; la espuma transparente, sosegada la palabra, dejando su huella de agua en cada nuevo regreso. Se sentaba en el costado de nuestra mesa de viajes, donde los marineros esperan a las sirenas, por si precisaba irse sin quererlo o enarbolar velas al divisar puerto y aferrar su timón colmado en años. Venía como la mar y algunas veces, cuando la luna estaba desplegada,

levantaba su hervor de caracoles mansos y rompía la sombra añil, la tenue oscuridad con que se tiñe el error fugaz de una palabra. Venía como la mar calma, con los pasos contados para el regreso justo, antes de que la tarde borrase el camino de retorno. Era un jueves de marzo; en el vagón que suben los que siempre conocen el camino, se fue con su respuesta: Puede que tengan razón, pero yo no estoy de acuerdo.

Xl Ferreiro

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Eventos El Grupo Literario Encuentros y el Colegio Julio Pinto Gómez

Un año más hemos podido disfrutar de la magia que los niños saben aportarnos. Unos cuantos miembros del Grupo Literario Encuentros hemos leído los maravillosos cuentos que los niños han depositado en nuestras manos. Hemos tenido ganas de premiarlos a todos. Pero hay que elegir y hemos elegido. Y sobre todo, el viernes día 23 de abril vivimos el precioso acto de entregarles los premios, de decirles a los no premiados que no pasa nada, que el próximo año seguro que lo harán mejor, que todos lo habéis hecho muy bien, lo que es incuestionablemente cierto. En este número hemos tenido que hacer una selección de la selección. Claro, no cabéis todos. No importa: debéis saber que representáis a todos. Estáis en nuestro corazón y somos nosotros los que os damos las gracias.

Andrés Acosta González “CUENTOS, RELATOS Y POEMAS PARA DISFRUTAR”

Naturaleza y Medio Ambiente AMPA CEIP JULIO PINTO GÓMEZ

CURSO PRIMERO A

Primer premio

Había una vez un pueblo que no tenía color y no sonreía. Un día unos niños hicieron la maleta y fueron en busca de la solución. Vieron a la bruja de los colores. Los cogieron y fueron a su pueblo. Por fin tuvieron colores.

Ángela Navarro Egea

CURSO PRIMERO B Primer premio

Un día había un niño que se llamaba Juan. Juan se fue al bosque. En el bosque Juan estaba comiendo un bocata y el papel del bocata lo tiró a la basura como le enseño su mamá.

Christian Daniel Di Nenno González

CURSO QUINTO B Primer premio

AVENTURA EN EL AMAZONAS Lucas Anderson era un famosísimo científico alemán, le apodaban Einstein 2. Había descubierto un nuevo planeta en el Sistema Solar y le había puesto de nombre “Luvario”. Se situaba entre la Tierra y Marte y ya estaban preparando una expedición para viajar a él. Pero Lucas quería más, quería descubrir todos los misterios que hubiese sin revelar. Así que viajó a Brasil, más concretamente al Amazonas, donde empezó a buscar. Comenzó su búsqueda entre los extensos y húmedos bosques del lugar, y, tras horas y horas buscando, escuchó un ruido entre unos matorrales que le podía dar lo que buscaba. En silencio y con cautela, pues nadie sabía lo que había ahí, se fue acercando al extraño ruido, que, poco a poco se iba convirtiendo en un sollozo. Tembloroso, llegó al matorral, y contempló que se trataba de ¡una especie de enanos! que estaban llorando a cántaros. Cuando Lucas se acercó a ellos, éstos se escondieron, temerosos, contemplando el “gigante” que tenían delante, y cuando vieron que Lucas era inofensivo un enano salió de su escondrijo y dijo lanzado: -¿Quién eres tú? ¿Acaso eres uno de esos humanos insolentes que están destrozando nuestra selva? Preguntó atrevidamente el enano. -No, no, no, no, no, yo soy un hombre pacífico. Respondió inmediatamente Lucas. Y en aquel momento comprendió todo, ¡los humanos estaban destruyendo, con máquinas que contaminan y que talan árboles, los hábitats naturales de aquellas pobres e indefensas criaturas! Y no sólo los de los enanos, sino también los de los animales de los alrededores. Si esto iba tan mal en el Amazonas, la selva más grande del mundo, ¿Cómo irán los otros bosques y selvas? Lucas se paró un momento a contemplar el paisaje, y observó que las máquinas hacían caer los árboles como frutos, ¡todo se estaba humanizando! Había que hacer algo. Un día, a medianoche, Lucas contrató a cazadores y camioneros para atrapar un ejemplar o dos de cada pareja de animales que vivían en el Amazonas, meterlos en camiones y colarlos en la mejor Reserva Natural de Alemania, para que vivan en paz y con un gran hábitat natural. Y a los enanos les construyó un recinto natural, sólo para ellos y le pidieron a Lucas que no revelara su identidad. Y a pesar de no haber ganado ni dinero, ni fama, él se sentía bien por dentro, pues es lo que realmente importa.

¡CUIDA LA NATURALEZA Y A LOS SERES QUE VIVEN EN ELLA! Mario Prieto Álvarez

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Necia importancia Era como Yo, pequeña piedra del inmenso edificio del Mundo, engarzado por la misma mano a la inmensa fabulosa mole. Era como Yo, insignificante, con las mismas necias pretensiones de ser centro de todas las vidas … Y pasó por mi lado indiferente, lo mismo que yo pasé a su lado, éramos los centros de la vida, por eso al pasar, ni nos miramos.

Samuel del Rey Alonso

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