revista de don bosco

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El boletín salesiano Edición Nº4. Una publicación realizada por las alumnas salesianas, 2012, $2.000. Vence 31 de Diciembre del 2012. Juan Bosco 1815-1888 Conmemoración a un Gran Hombre

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Aspectos más importantes de la vida de Don Bosco.

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Page 1: Revista de Don Bosco

El boletín salesiano

Edic

ión N

º4.

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2012,

$2.0

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del

2012.

Juan Bosco

1815-1888

Conmemoración a

un Gran Hombre

Page 2: Revista de Don Bosco

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ESPECIAL

Partió el hombre, Pero quedó su Autobiografía.

6 WOW!!

El ángel de Don Bosco.

¡QUE NOTA!

Amigos como Don

Calosso, ya no hay.

EDICION ESPECIAL Conmemoración de los

124 años de la partida de

un gran hombre.

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7

CLICKK!

Primer sueño

profético.

DE VIAJE

Hacia el seminario. 9

11 DE PELICULA

Un sueño hecho

realidad.

EDITORIAL 3

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Page 3: Revista de Don Bosco

Con motivo de la celebración de los 124

años de la partida de Don Bosco, las

estudiantes de la Institución Educativa

Escuela Normal Superior Nuestra Señora

de Fátima, del municipio de Sabanagrande,

Atlántico, quisimos compartir con nuestros

lectores algunas de las experiencias de

vida de Don Bosco.

Los invitamos a leer estas

páginas llenas de informaciones

verdaderas salidas de la mano de

un santo.

Su lectura produce provecho e

invita a bendecir a Dios que

favorece tanto a los que son

fieles.

3

Page 4: Revista de Don Bosco

Partió el hombre

pero quedó su

autobiografía.

Murió Don Bosco, pero dejó escrita su autobiografía en el libro

MEMORIAS DEL ORATORIO.

La lectura de

este libro

produce

provecho e

invita a

bendecir a Dios.

y favorece a los

fieles.

La primera vez que Don Bosco visitó al

sumo pontífice (en 1858) el papa le dijo:

―Tiene que escribir todo lo que recuerde

de su vida hasta el día de hoy, todo lo

que crea que puede ser de provecho

espiritual para sus discípulos.

Estos recuerdos les pueden

hacer mucho bien a ellos‖.

Pero al santo se le olvidó tal

encargo o no tuvo tiempo

para cumplirlo. Luego en una

visita, varios años después,

oyó que el pontífice le decía

solemnemente

―No olvide que mi mandato es bien

claro: Tiene que escribir todo

aquello que recuerde de su vida y

que pueda ser de algún provecho

espiritual para sus discípulos.

Entonces si que tomo en serio el

mandato de Pío Nono y se dedico a

escribir lo que Don Bosco llamó

―Memorias del Oratorio‖, que no

es sino su autobiografía desde el

nacimiento hasta los 40 años.

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Page 5: Revista de Don Bosco

Como el NO hay!! Esta bella

historia de Juan Bosco con

su gran amigo Don Calosso

comienza en noviembre de

1827, cuando el observaba

con mucha admiración a

Juanito que asistía con

devoción a las celebraciones

del jubileo, le pregunto si

entendía los sermones, Juan

Bosco repitió de memoria

todos los sermones.

Maravillado el vistoso

capellas de los dotes del

ingenio del pequeño, le

pregunto emocionado – te

gustaría estudiar ¿ -

mucho!- replicó Juanito,

pero no puedo.-quien te lo

impide – mi hermano Antonio

pues dice que estudiara es

perder el tiempo, que mejor

me dedique al faena del

campo.

—Para llegar a ser sacerdote.

— ¿Y para qué deseas ser sacerdote?

—Para poder instruir a muchos de mis compañeros que no son malos, pero que llegarán

a serlo si nadie se ocupa de ellos. Don Calosso, conmovido ante semejante manera de

razonar, tomó bajo su protección al niño, dándole clase durante los inviernos de 1827 y

1828. La muerte del bienhechor fue un verdadero desastre para Juan. Amaba a Don

Calosso tiernamente. Su recuerdo quedó grabado para siempre en su alma, dejando

consignados estos sentimientos en sus Memorias con estas palabras:

―Siempre he rogado a Dios por este bienhechor mío, y, mientras viva, no dejaré de

rezar por él‖

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Page 6: Revista de Don Bosco

Por increíble que parezca,

san Juan Bosco tuvo muchos

enemigos, recibió

innumerables amenazas y

sufrió varios atentados.

Como el sacerdote ejemplar

que era, nunca anduvo

armado; la Divina Providencia

siempre lo defendió en los

momentos de peligro. Una

noche de 1852, regresando

solo a casa, el santo se dio

cuenta que un bandido lo

seguía a pocos pasos,

dispuesto a agredirlo. Se

detuvo de improviso y le

clavó el codo en el pecho al

primer agresor, que rodó por

tierra gritando: ―¡Voy a

morir! ¡Voy a morir!‖ El éxito

de la maniobra lo salvó de un

perseguidor, pero los demás

avanzaron amenazantes. En

ese momento apareció el

providencial sabueso.

Saltaba de un lado a otro,

dando ladridos tan

aterradores y furiosos, que

los malhechores debieron

pedirle a san Juan Bosco que

lo calmara y lo mantuviera

junto a sí mientras ellos

trataban de huir.

Gris también llamado el perro salvador de Don Bosco

era capaz de ―anticipar el futuro‖ y obrar en

consecuencia.

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Page 7: Revista de Don Bosco

A la edad de 9 años tuve un sueño que quedó profundamente grabado en mi mente para toda la vida. En el sueño, me

pareció encontrarme cerca de casa, en un terreno muy espacioso, donde estaba reunida una muchedumbre de

chiquillos que se divertían. Algunos reían, otros jugaban, no pocos blasfemaban. Al oír las blasfemias, me lancé

inmediatamente en medio de ellos, usando los puños y las palabras para hacerlos callar. En aquel momento apareció

un hombre venerando, de aspecto varonil y noblemente vestido. Un blanco manto le cubría todo el cuerpo, pero su

rostro era tan luminoso que no podía fijar la mirada en él. Me llamó por mi nombre y me mandó ponerme a la cabeza

de los muchachos, añadiendo estas palabras:

'- No con golpes, sino con la mansedumbre y con la caridad deberás ganarte a estos tus amigos. Ponte ahora mismo,

pues, a instruirlos sobre la fealdad del pecado y la belleza de la virtud.'

Aturdido y espantado, repliqué que yo era un niño pobre e ignorante, incapaz de hablar de religión a aquellos

muchachos; quienes, cesando en ese momento sus riñas, alborotos y blasfemias, se recogieron en torno al que

hablaba.'

'Sin saber casi lo que me decía, añadí:'

'- ¿Quién sois vos, que me mandáis una cosa imposible?'

'-Precisamente porque tales cosas te parecen imposibles, debes hacerlas posibles con la obediencia y la adquisición

de la ciencia.'

'- ¿En dónde y con qué medios podré adquirir la ciencia?'

'-Yo te daré la maestra bajo cuya disciplina podrás llegar a ser sabio, y sin la cual toda sabiduría se convierte en

necedad.'

'- Pero, ¿quién sois vos que me habláis de esta manera?'

'- Yo soy el hijo de aquella a quien tu madre te enseñó a saludar tres veces al día.'

'- Mi madre me dice que, sin su permiso, no me junte con los que no conozco. Por tanto, decidme vuestro nombre.'

'- El nombre, pregúntaselo a mi Madre.'

Aturdido y espantado, repliqué que yo era un niño pobre e ignorante, incapaz de hablar de religión a aquellos

muchachos; quienes, cesando en ese momento sus riñas, alborotos y blasfemias, se recogieron en torno al que

hablaba.'

'Sin saber casi lo que me decía, añadí:'

'- ¿Quién sois vos, que me mandáis una cosa imposible?'

El gran sueño

profético...

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Page 8: Revista de Don Bosco

'-Precisamente porque tales cosas te parecen imposibles, debes hacerlas posibles con

la obediencia y la adquisición de la ciencia.'

'- ¿En dónde y con qué medios podré adquirir la ciencia?'

'-Yo te daré la maestra bajo cuya disciplina podrás llegar a ser sabio, y sin la cual toda

sabiduría se convierte en necedad.'

'- Pero, ¿quién sois vos que me habláis de esta manera?'

'- Yo soy el hijo de aquella a quien tu madre te enseñó a saludar tres veces al día.'

'- Mi madre me dice que, sin su permiso, no me junte con los que no conozco. Por tanto,

decidme vuestro nombre.'

'- El nombre, pregúntaselo a mi Madre.'

'En ese momento, junto a Él, vi a una mujer de aspecto majestuoso, vestida con un manto que

resplandecía por todas partes, como si cada punto del mismo fuera una estrella muy

refulgente. Contemplándome cada vez más desconcertado en mis preguntas y respuestas, hizo

señas para que me acercara a Ella y, tomándome bondadosamente de la mano, me dijo:'

'- Mira.'

'Al mirar, me di cuenta de que aquellos chicos habían escapado y, en su lugar, observé una

multitud de cabritos, perros, gatos, osos y otros muchos animales.'

'- He aquí tu campo, he aquí donde tienes que trabajar. Hazte humilde, fuerte, robusto; y

cuanto veas que ocurre ahora con estos animales, lo deberás hacer tú con mis hijos.

'Volví entonces la mirada y, en vez de animales feroces, aparecieron otros tantos mansos

corderos que, saltando y balando, corrían todos alrededor como si festejaran al hombre aquel

y a la señora.'

'En tal instante, siempre en sueños, me eché a llorar y rogué al hombre me hablase de forma

que pudiera comprender, pues no sabía qué quería explicarme.' Entonces Ella me puso la mano

sobre la cabeza, diciéndome:'

'-A su tiempo lo comprenderás todo.' Dicho lo cual, un ruido me despertó; y todo desapareció.

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Page 9: Revista de Don Bosco

El día 30 de octubre de aquel año, 1835, debía encontrarme en el

seminario. El escaso equipo de ropa estaba preparado. Todos mis

parientes se mostraban contentos y yo más que ellos. Sólo mi madre

permanecía pensativa, sin quitarme la vista de encima, como si me quisiera

confesar alguna cosa. La víspera de la partida, por la tarde, me llamó para

decirme estas memorables palabras: «Querido Juan, has vestido el hábito

sacerdotal; yo experimento con este hecho todo el consuelo que una

madre puede sentir ante la suerte de su hijo. Pero recuerda que no es el

hábito lo que honra tu estado, sino la práctica de la virtud. Si un día

llegases a dudar de tu vocación, ¡por amor de Dios!, no deshonres ese

Hacia el seminario

Don Bosco nos relata su entrada hacia el seminario.

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Page 10: Revista de Don Bosco

hábito. Quítatelo enseguida. Prefiero tener un pobre campesino a un hijo

sacerdote negligente con sus deberes. Cuando viniste al mundo te

consagré a la Santísima Virgen; al iniciar los estudios te recomendé la

devoción a esta nuestra Madre; ahora te aconsejo ser todo suyo: ama a

los compañeros devotos de María y, si llegas a ser sacerdote, recomienda

y propaga siempre la devoción a María».Mi madre estaba conmovida, al

concluir las indicaciones; yo derramaba lágrimas. «Madre, respondí, le

agradezco cuanto ha dicho y hecho por mí; estas sus palabras no han sido

dichas en vano y las conservaré como un tesoro durante toda mi vida».Salí

por la mañana temprano hacia Chieri; al atardecer del mismo día entré en

el seminario. Después de saludar a los superiores y arreglarme la cama,

me dediqué a pasear con mi amigo Garigliano por los dormitorios, los

corredores y, finalmente, por el patio. Alzando los ojos hacia un reloj de

sol, descubrí este verso: Afflictis lentae, celeres gaudentibus horae.1He

ahí, dije al amigo, nuestro programa: estemos siempre alegres y correrá

deprisa el tiempo. Al día siguiente, empezamos un retiro espiritual de tres

días; procuré hacerlo del mejor modo posible. Hacia el final, visité al

profesor de filosofía –que entonces era el teólogo Ternavasio, de Bra – y

le pedí alguna norma de vida para ser responsable en mis obligaciones y

ganarme la benevolencia de mis superiores. Una sola cosa, me respondió el

digno sacerdote: el exacto cumplimiento de tus deberes. Me serví del

consejo como cimiento, entregándome con toda mi alma a la observancia

de las reglas del seminario. No establecía distinción cuando la campana

llamaba bien al estudio o a la iglesia, bien al comedor, al recreo o al

descanso. Los seis años en el seminario supusieron para mí un período muy

agradable.

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