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Revista de divulgación paleontológica Año 1 Núm. 1 Diciembre. 2.004 Lamina 13 del tomo XIV de «Nuveaux Mémoires de la Société Imperiale des Naturalistes de Moscou» S. Nikitin, 1.881 Copyright © 2004. Asociación Paleontológica Alcarreña “NAUTILUS” Asociación Paleontológica Alcarreña NAUTILUS (Guadalajara)

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Revista de divulgación paleontológicaAño 1 Núm. 1 Diciembre. 2.004

Lamina 13 del tomo XIV de «Nuveaux Mémoires de la Société Imperiale des Naturalistes de Moscou» S. Nikitin, 1.881

Copyright © 2004. Asociación Paleontológica Alcarreña “NAUTILUS”

Asociación Paleontológica Alcarreña NAUTILUS (Guadalajara)

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CCCCCartas al director

Juan José Garcia Arnedo

Para dirigirse a esta Sección pueden hacerlo mediante carta a la siguiente dirección:Juan José García ArnedoC/ San Felipe Neri, nº 4 - 2º A28013 MadridO bien al e-Mail: [email protected]

Estimados lectores:

Al ser este el primer número de la revista NAUTILUS no disponemos de carta algunapara publicar por lo que me permito la licencia, como director del proyecto, de dirigirme austedes para explicar el motivo de esta sección, el cual no es otro que abrir un foro a profe-sionales, aficionados, comerciantes y demás gente que se interesa por la paleontología paraque pueda desde aquí exponer las preguntas, ideas, opiniones, pensamientos, dudas, in-quietudes, etc., tales como la recolección de fósiles, el coleccionismo privado, el marco le-gal, la relación entre paleontólogos, aficionados y comerciantes, el furtivismo, las asociacio-nes... etc. Podría enumerar mas temas, pero no es mi intención “marcar” la dirección a se-guir y sí dejar que sean ustedes los que elijan el rumbo de esta sección.

No quiero dejar escapar la ocasión sin expresar especialmente mi mas sincera gratituda los siguientes miembros de esta Asociación que tan generosamente se han prestado acolaborar en la ejecución de esta revista.

-Pedro Javier Moreno Barahona: presidente de esta Asociación e incansable perse-guidor de apoyos y ayudas entre las administraciones públicas.

-Francisco José Blanco Martínez: el siempre animoso “relaciones publicas” de laAsociación e incansable en la búsqueda de patrocinadores.

-Manuel Hombrados Navarro: cofundador de esta Asociación y gran impulsor de lasdistintas actividades de esta asociación.

-Rafael Abad Arquer: colaborador imaginativo y revisor impecable de los artículosde esta publicación.

-Juan Carlos Lomas Martín: buscador, estudioso de envidiable memoria y entusiastaque siempre ha aportado esperanza a este proyecto.

A todos vosotros, gracias por las horas robadas al sueño, por la ilusión y por el entu-siasmo puestos en este trabajo. Sin vuestra participación habría sido imposible llevar abuen fin esta aventura.

Para terminar, quiero pedir disculpas por los posibles errores cometidos tanto en la lí-nea editorial como en la maquetación y redacción de esta revista. Recuerden que no so-mos profesionales del mundo mediático y hemos tenido que robar el tiempo para produ-cir este trabajo a nuestras familias, trabajo, ocio y al sueño. Les pedimos y esperamos susopiniones y consejos para mejorar los próximos números.

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Pedro Javier Moreno BarahonaPresidente de la Asociación Paleontológica Alcarreña “Nautilus”.

Este primer número de la revista «NAUTILUS», está dedicado anuestro desaparecido amigo Julio Tomico Jiménez, fundador de la Asocia-ción Paleontológica Alcarreña «Nautilus» y Presidente hasta que la enfer-medad lo alejó de nosotros. Era un buen amigo y gran aficionado al mun-do de los fósiles y para él en la Paleontología no existían fronteras y nodudaba en efectuar grandes desplazamientos internacionales para conse-guir sus fines. Viajero inquieto, tan pronto estaba en Ferias de Minerales yFósiles, como estaba «pateando» el campo en busca de algo nuevo queaportar. En esta Asociación le echaremos mucho de menos.

Con este número nace una nueva revista de difusión sobrepaleontología, creada por la Asociación Paleontológica Alcarreña«Nautilus» de Guadalajara, que tras cinco años de andadura en el mundode las asociaciones hemos estimado conveniente disponer de un mediopropio de comunicación entre los aficionados a la Paleontología y el restode la sociedad.

Como asociación de índole cultural nuestra intención no es crearuna revista científica, y desde sus distintas secciones pretendemos infor-mar, divulgar, fomentar y apoyar toda acción encaminada a la defensa yconocimiento de la paleontología, tanto desde un punto de vista científicocon estudios hechos por paleontólogos, como desde un punto de vistacultural, con artículos donde los aficionados a la paleontología exponensus inquietudes.

Desde esta revista, la asociación se pone a disposición de otrasasociaciones paleontológicas, museos, salas de Paleontología, estamentoscientíficos y autoridades culturales, básicamente para apoyar incondicio-nalmente la creación de museos y salas de paleontología. Consideramosque esta actividad puede ser nuestra mejor aportación, como lo demues-tra el convenio de colaboración firmado entre nuestra Asociación y laAsociación de Amigos del Museo de Molina, principal impulsora de LosMuseos de Molina, de propiedad municipal y a cuyo frente se encuentrasu Presidente, Don José Manuel Monasterio Cruz.

EEEEEditorial

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Conocida y explotada ya desde el sigloXIX, la cuenca carbonífera de Puertollanotiene una dimensión aproximada de 12 Kmde largo, por un ancho fluctuante de entre 5Km en el mayor de sus extremos y poco másde 2 Km en el menor.

Se divide en dos núcleos mineros cerca-nos - dos depresiones poco tectonizadas - se-paradas por un pequeño anticlinal central.

Según sondeos analizados y correlacionadospor Wagner (1985), el Carbonífero muestra unadisposición más o menos horizontal y discordan-te en la base con un Ordovícico encajante (queaflora en los extremos laterales de la cuenca, constitu-yendo los relieves mas altos, y del que se han podidoidentificar algunos géneros de trilobites).

Desde la base encajante hasta la superficie, hayuna potencia de unos 650m (incluida la capa coberte-ra terciaria). Estratigráficamente nos encontramos conun ciclotema típico de las zonas hulleras, interrumpidopor frecuentes periodos volcanoclásticos.

Secuencias de conglomerados de origen aluvial, fa-cies detríticas arenosas y limosas (que conformaronarcillas, lutitas, pizarras y areniscas...), tobas volcáni-cas, bancos cineríticos y por supuesto diversas capasde carbón y pizarras bituminosas.

Corresponden tales depósitos a un paleoambiente dellanura aluvial marismeña, con cursos fluviales inesta-bles, alternando terrenos emergidos y zonas limnéticas,lacustres, palustres, e incluso parálicas (con conexión

SOBRE ALGUNAS PLANTAS FOSILES DE LA MINA “EMMA” DEPUERTOLLANO

El presente artículo pretende solo dar a conocer algunos de los fósiles recogidos por la Asociación PaleontológicaAlcarreña “Nautilus”en la mina descubierta “Emma” que la Empresa Nacional Carbonífera del Sur -ENCASUR-explota en la localidad de Puertollano (Ciudad Real).

Agradecemos a Don Miguel Colomo Gómez, ingeniero jefe de la descubierta “Emma”(ENCASUR,grupo ENDESA) las facilidades que siempre ha otorgado para rescatar y estudiar el importante patrimoniopaleontológico de la citada explotación y especialmente al ingeniero Don Javier Quiros Sarmientos, que fuedesde nuestra primera visita a la mina el paciente cicerone que amablemente nos explicó la dinámica tanto deorganización, explotación y remodelado del paisaje, como los aspectos de naturaleza geológica relativos alrelieve, ubicación, dimensión de la cuenca y estratigrafía básica manifiesta en el frente de mina.

LA CUENCA CARBONIFERA DE PUERTOLLANO.

salobre a un mar de cierta profundidad.)...secuenciadosegún una maduración geológico–climática.

Todos estos sedimentos carboníferos han sidodatados por diferentes autores (en base a su flora yfauna) como finicarboníferos, Estefaniense C en co-nexión (en la parte más alta de la secuencia) con elPérmico inferior (Autuniense).

La ausencia de otra discordancia angular distintaa la basal ya citada (Ordovícico-Carbonífero), con-firma la inexistencia de Westfaliense en la cuenca;ya que las últimas fases de la orogenia Hercínicageneran siempre en la península una clara discordan-cia entre el Westfaliense y el Estefaniense.

Por lo demás, los trabajos de Soler Gijón sobre fau-na vertebrada (que le hicieron concluir la necesariaconexión de aquella cuenca con el mar), los análisis

Vista aerea de la mina descubierta “Emma”

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de Wagner (que señalan la existencia de facies mari-nas hacia el este de la cuenca), y la inexistencia deadelgazamientos en las capas de carbón hacia los lí-mites de la actual cuenca, nos hacen suponer que laactual cuenca conocida es solo un resto manifiestode lo que debió ser otra mucho más extensa.

En cuanto al lugar concreto de donde proceden losfósiles reproducidos en este trabajo, -la mina“Emma”- explota solo tres capas de carbónprincipales conocidas como capas I, II, III.

Especial importancia revisten para noso-tros las dos bandas cineríticas entreveradas enla capa III y las lutitas a techo de la misma.

LA FLORA.

En este ambiente de abundantes lagunas,cursos fluviales deltaicos, algunas albarizas enparcial conexión a un mar abierto y terrenosemergidos de origen aluvial; surgieron los fron-dosos bosques que darían lugar a las distintascapas de carbón.

Masa vegetal propia de un clima tropicalhúmedo.

Sí hasta entonces los bosques hulleros deAmérica del Norte, Europa y Asía Menor, sedesarrollaron en un ambiente tropical húmedo,en el Estefaniense C-Autuniense se evidenciauna progresiva disminución de las condicionesde humedad tropical (Wagner). Esto no se ma-nifiesta en el yacimiento Estefaniense C-Autuniense de Puertollano, constituyendo estehecho una singularidad propia de esta cuenca .

La disminución drástica de los grandeslicopodios arbóreos a finales del carbonífero,ha sido interpretada como un síntoma de dese-cación parcial (habida cuenta de las necesida-des hídricas propias de estas plantas). Pues bien, lacuenca de Puertollano no solo ha aportado fósiles devarios géneros de lycopsidas, es que sus bosques secompusieron fundamentalmente de una de ellas(Omphalophloios), que llegó a constituir casi un mo-nocultivo (según análisis polínicos, en su época demáximo acmé llegó a constituir el 80% de toda flora, ynunca bajó de un 40% del porcentaje.).

Licopodios, helechos y equisetos de porte arbóreo,cordaitales y otras progimnospermas... conformaron

el clímax de aquella exuberante vegetación. En com-pañía un cortejo arbustivo de pteridospermas, equisetoscomo Sphenophyllum y Annularia, helechos desotobosque como Senftenbergia, plantas de porte her-báceo (pasarían más de 250 millones de años hasta laaparición de las hierbas tal y como las conocemos) y

por supuesto algas, hongos y líquenes de difícilfosilización.

En definitiva, un bosque tropical en una marismade origen aluvial, con una abundante vegetación enzonas emergidas o ligeramente encharcadas, sin hier-ba, sin aves - y por ello extrañamente silencioso paranosotros -, enormes libélulas, anfibios gigantes, losprimeros reptiles y multitud de insectos entre los quese encontrarían especies de cucarachas correteandopor el suelo...

Recreación de la cuenca carbonífera de Puertollano. Al fondo variosejemplares de Omphalophloios puetollanense (Remy y Remy), a laderecha un fronde de Psaronius, debajo Asterophyllites junto a untronco caido de Lycopsida y a la izquierda, Calamites y Anularia.

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Omphalophloios

Las Lycopsidas.

Los licopodios fueron sin lugar a dudas los grandesprotagonistas de los bosques tropicales húmedos delCarbonífero en general, y de la cuenca de Puertollanoen particular.

Sus orígenes directos aparecen ya en el Devónicocon plantas decimétricas (curiosamente como los úni-cos descendientes actuales), llegando en el Carboníferoa alcanzar portes de hasta 40m.

Plantas de escasa madera, con un tejido epidér-mico y una gruesa corteza (hasta el 90% del vo-lumen troncal), que envolvía a los hacesvasculares y la medula central.

Con hojas acintadas, sigmoidales,escamosas o en forma de acícula plancha-da, con diferentes longitudes y un único ner-vio central (¿Sigillaria?). Dispuestas enespiral alrededor del tronco, como a faltade ellas muestran las huellas de inserción(dejadas tras su caída biológica o separa-ción mecánica al fracturarse la roca). Lahuella un cojinete característico, presentala cicatriz del haz vascular que se prolon-garía por el nervio de la hoja, y en ocasio-nes restos de un apéndice membranosollamado lígula y orificios de aireación –transpiración paricnios.

Según el Genero, habría partes del troncoque perderían las hojas (concentrándoseestas en la parte superior del árbol), yotras con hoja perenne en la prácticatotalidad de la superficie tallar.

Característica era tam-bién su división dicotómica.En algunas especies el tron-co y las ramas se bifurcabanprogresiva y reiteradamente has-ta generar una fronda espesa (Lepidodendron,Lepidophloios...). Las últimas ramillas, circundadasde múltiples finas hojuelas, con frecuentes restos detejido orgánico en negro, fosilizaron con un peculiaraspecto de “extremidad peluda”, de dondeetimológicamente procede el nombre de Licopodio(del griego “lycos” lobo y “podos” pié, pata.).

En otras ocasiones el tronco formaba un monopodiono dividido en ramaje, o solo dividido en una primerainstancia (Sigillaria, Omphalophloios...). Pero aunen estos casos la división dicotómica siguió patenteen la raigambre (Stigmaria, generalmente dos o cua-

tro raíces principales salían de la base del tronco y sesubdividían repetida y dicotómicamente formando unamalla densa y poco profunda. Igualmente, y según re-produce una de las fotos que publicamos, también seha apreciado dicotomía en algunos ápices fértiles deOmphalophloios.

Los órganos fértiles diferenciados portadores de es-poras fueron conocidos como estróbilos. Solían apare-cer en la parte superior del árbol, pendiendo del ramaje(como en Lepidodendron) o inserto en el tronco justo por

debajo de las hojas (como en Sigillaria). A veces,como en Omphalophloios, sin constituir un ver-

dadero estróbilo pedunculado, sino como unápice fértil evolucionado y en principio indi-ferenciado de la cumbrera del árbol (estetipo de lycopsidas son conocidas comoIsoetales).

Los estróbilos contenían esporangioscon megaesporas femeninas, ymicroesporas masculinas. En lasespecies más evolucionadas sezonaron y diferenciaron losesporangios que las contenían. EnOmphalophloios aparecenindiscriminadamente esporangioscon macro y microesporas,imterpretándose como un aspectoarcaico frente a otros géneros deestróbilos bien definidos y separa-ción de esporas masculinas y fe-meninas.

El hecho de no contener prác-ticamente madera (se ha descrito

algún leño secundario en Sigillaria, alparecer), sin tráqueas, escasas

traquéidas, y un altísimo porcen-taje de corteza y médula, hacía

que una vez desprendidas (muer-tas) partes de la planta, los tejidos

colapsaran con cierta premura – noconservando con frecuencia su estructura cilín-drica y fosilizando con un aspecto aplanado irreal.En general y pese a las enormes dimensiones dealgunos géneros, hay que suponer una cierta ma-yor fragilidad ante acontecimientos mecánicos queen bosques actuales. Esto pudo comportar una ma-yor producción de materia inerte a pie de bosque.Frondes, estróbilos, ramaje de las plantas tropica-les carboníferas, numeroso y compactado por elfácil colapso de las singulares estructuras vegeta-les, contribuiría a la masiva acumulación orgáni-ca que originaría a posteriori el carbón mineraldel periodo hullero.

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Las lycopsidas de la mina “Emma”.

En las tobas volcánicas de la base de la capa IIIde carbón se ha descrito el hallazgo de Sigillariabrardii. Wagner ha citado la presencia del géneroSelaginellites y de la especie Lepidostrobophyllumhastatum en Puertollano. Pero por supuesto lalycópsida por excelencia de Puertollano esOmphalophloios puertollanense (Remy & Remy),muy abundante en el registro fósil, estudiada y des-crita por Wagner como una lycópsida isoetal de en-tre tres y seis metros de altitud.

A continuación pasamos a describir los restos delicopodios encontrados por nosotros en la mina“Emma”. Con una sola excepción, se trata de restosde raíces, troncos, y ápices fértiles del citado arbolilloOmphalophloios

-La Raíz.

Muestra un fragmento de raíz de 300m/m de largo y un ancho decrecientede entre 97m/m y 87m/m(anchura irreal pues laestructura está total-mente colapsada.).Presenta una ligeratorsión en la parte másancha. Se aprecian co-nos con “cráter” ca-racterísticos, huella dela inserción de las nu-merosas raicillas fina-les, y más tenuementela estructura delosanges alargados pro-pia de toda la cortezade Omphalophloios(en realidad la llamadaaquí raíz principal noes más que un tallo es-pecial modificado, unrizoma, las verdaderasraíces son las raicillas aél adosadas.).

Las raicillas insertas a la “raíz prin-cipal” son solo apreciables en la parte distaldel fósil (donde el plano de fractura de la roca las harespetado), pero debieron cubrir en espiral toda la su-perficie de la raíz principal.

Estas raicillas tienen forma de hoja lanceolada alar-gada y acuminada. En su inserción a la “raíz princi-pal” presentan un grosor de solo unos 4m/m, pero seensanchan prontamente hasta un máximo de 14 o15mm, para decrecer suavemente hasta la punta. Sonclaramente planas, con un nervio central bien marca-do y una disposición más o menos perpendicular res-pecto a la raíz principal. Se aprecia, plisada, algunaraicilla procedente de la parte inferior oculta, pero engeneral se mantienen sin dobleces ni corrugamientoslo que aparenta una posible consistencia coriácea quelas dotaría de cierta tenacidad.

Presentes a lo largo de toda la superficie del cilin-dro radicular, con su forma ensanchada y aplanada depequeña paleta, debieron constituir un anclaje de pri-mera magnitud en un suelo aluvial (arenoso o limoso),aumentando la superficie de resistencia mecánica yde absorción radicular.

Esta forma cons-tituye sin lugar a du-das un tipo de adap-tación radicular,pues tanto las hojascomo las láminasdistales del ápicefértil (que guardancierta semejanza)son mucho más es-trechas.

Si con el índicede decrecimientoprogresivo en gro-sor que apreciamosen el fragmento, elrizoma adelgazaraidealmente hasta elmeristemo, tendría-

mos raíces de más de tresmetros de largo. Aunque su-

cesivas dicotomizaciones y tor-siones conformaran una estruc-

tura radicular dendroide y no per-mitiera largas raíces rectas, un

arbolillo estrecho y esbelto (pocomás de un metro de anchura) o

constituyó bosques ralos o solapó raíces de diferentespies, constituyendo una malla múltiple que generaría unaresistencia colectiva a los efectos mecánicos

Raiz de Omphalophloios

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del viento y la avulsión. Esta densidad radicular enarbolillos que como el ciprés actual no pueden confor-mar bosques sombríos (entre otras cosas necesita quellegue la luz a sus hojas inferiores) justificaría la esca-sez de cortejo que los bosques de Omphalophloiosmuestran a ojos de los paleontólogos ( Wagner señalala escasa interpenetración que tuvieron los bosques dedistintas especies). Si llegaba luz al suelo, pero el increí-ble aprovechamiento radical restaba opciones a nue-vos colonizadores.

-El tronco.

Fragmento de 120m/m de ancho y otros tantos delargo, que presenta algunas hojas aún vinculadas. Es-tructura aplanada por colapso de los tejidos.

Escasas y mal preservadas las hojuelas tienen unancho de unos 4m/m y forman con el tronco un ánguloascendente. El fragmento no permite inferir su largura.

Presenta la característica superficie de celdillaslosángicas alargadas y ordenadas en espiral. Dentrode cada una de ellas un cono truncado con cráter co-rrespondiente a la inserción foliar. (por fractura delfragmento se aprecia la cara interior, donde las protu-berancias son depresiones)

Según la reconstrucción del arbolillo propuesta porWagner (y demostradaen gran medida con lapublicación de diversosfósiles) un pié no rami-ficado –de entre 3 y 6mde altura- presentabainsertas numerosas ho-jas estrechas –de 4 a6m/m de anchura- ylargas –25 a 35 cm. delongitud.

Excepción hecha de la base del tronco, ensancha-da en su unión a las raíces – más o menos 40 o 50 cm-, el árbol poseía hojas perennes en disposición espi-ral a lo largo de todo su tallo y hasta el ápice de laplanta. Sí había ápice fértil, antes de empezar ladesvinculación madurativa, las láminas distales delmismo no mostrarían discontinuidad formal con lashojas del tronco. El aspecto similar de estas y aque-llas, daría un aire de cierta continuidad orgánica.

-El ápice.

Abundantes restos de ápices recogidos hace queconozcamos en detalle su estructura y procesomadurativo. Como ya se dijo anteriormente esta es-pecie no formó estróbilos definidos y perfectamente

diferenciados como otras lycópsidas. Suaparato esporangial surgía en el mismo ápi-ce del árbol y un proceso madurativo le lle-

vaba a la diferenciación formal y a la poste-rior separación del tronco.

En la base del ápice, en su unión al tronco, em-pezaba un proceso diferenciador con la caída de lasláminas distales. Esta caída continuaría en sentidoascendente hasta completarse. Un deterioro poste-rior de los esporófilos permitiría la posterior libera-ción de los esporangios -con paredes erosionadas ono-, siempre en sentido ascendente. El ápice fértildesnudo ya, con solo los esporófilos perpendicular-

mente adheridos al eje com-pletaría un proceso de des-composición de los tejidosque le unían al tronco y cae-ría al suelo.

Una agresión mecánicapodría adelantar la caída delápice sin haber completado suproceso ideal de maduración.Así, como también explicaWagner, los efectos de la ondaexpansiva de la explosión vol-cánica que generó el mantocinerítico que divide la capaIII de carbón, se produjo unacaída masiva de ápices férti-les en distintas etapas de ma-duración.

?Lepidodendrón¿Ápice fértil al final delproceso madurativo

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El tamaño y el grosor de los ápices es también varia-do. La base del ápice fértil que indica el grosor del tron-co al que creció adnato, demuestra que troncos de di-verso grosor generaron ápices fértiles. Esto fue interpre-tado por Wagner como la posibilidad de que a lo largode su crecimiento el arbolillo pudiese generar ápicesfértiles sin haber concluido su desarrollo total en altura.

Por último, también Wagner, encontró restos demadera en el interior de un ápice fértil seccionado yde estructura no colapsada, lo que permitió conocerla configuración vascular de Omphalophloios que noes otra que sifonostela.

Los Equisetos.

Abundantes en los bosques carboníferos que con-formaron las capas de carbón de Puertollano, las co-nocidas como plantas articuladas (clase Articulae) in-cluyeron géneros decimétricos-arbustivos y otros demás de veinte metros de altura y uno de grosor.

De aspecto parecido a las cañasactuales, su tronco (que partía deun rizoma horizontal al suelo) sesecuenciaba en una serie de nudosy entrenudos. De los nudos partíanlas ramas secundarías y/o las ho-jas, siempre en verticilo.

En base a diferencias morfo- ló-gicas en las hojas, se establecierondos ordenes artificiales de especialimportancia en el registro fósil; or-den Sphenophyllales y ordenCalamitales.

Las Calamitales fueron plantas con hojas con unúnico nervio principal central, de aspecto aciculadoque en su inserción verticilar al nudo se presentabanunidas por la base (Annularia, género de hojas habi-tualmente más anchas) o independientes unas de otras(Asterophyllites, género de hojas más finas y en dis-posición ascendente).

Las hojas del género Sphenophyllum (re-presentante más significativo del ordenSphenophyllales) se diferencian fundamen-talmente de las hojas de las Calamitales porser plurinervadas, mostrando en su nervio prin-

cipal sucesivas divisiones dicotómicas. Fre-cuentemente sus limbos tenían formacuneiforme y otras veces astada. siendo nor-

mal la heterofília en un mismo individuo (con hojas superiores más recortadas que per-mitían parcialmente el paso de luz a las in-feriores más enteras).

Sphenophyllum ha sido descrito como un géne-ro de porte no superior a un metro. Con alternanciasen las inserciones a los nudos del tallo, que proba-blemente testimonian un porte de cierto desgarbo.Incluso algunos autores describieron este génerocomo trepador.

Tronco deCalamites

Sphenophyllun

Ápice fe

rtil con penacho ca

racteríst

ico.

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Fronde de Asterophyllites de más de 40 cm de largo, doblado en ángulode 75º . Profusamente poblado de hojas y presenta excepcionalmenteyemas germinales con forma de “espiga”, se aprecian esporangióforosinsertos oblicuamente a la base de la bráctea del tipo Palaeostachya.

Asterophyllites conoció alturas superiores aSphenophyllum, pero compartió con él y todas lasequisetales su preferencia por tierrasencharcadas o ligeramente inundadas.

Las especies del orden Calamitales debieron confor-mar orlas que rodeaban desde zonas de aguas someras a losbosques de arbolillos de Omphalophloios crecidos en tie-rras más firmes.

La experiencia reco-lectora nos dice que losfósiles de Asterophyllitesse encuentran siempreaislados, asociados a al-guna otra calamital comoAnnularia o a ápices fér-tiles de Omphalophloiosde claro origen alóctono.Esta homogeneidad esdebida a la ausencia decompetencia en los sue-los inundados en que cre-cían las “cañas” deAsterophyllites.

Las Coniferales

Entre el Carbonífero final y el Pérmico infe-rior encontramos los primeros géneros de coní-feras conocidos (las gimnospermas más evolu-cionadas).

De morfología equiparable a coníferas ac-tuales, manifestaron una preferencia por luga-res mejor drenados que licopodios, equisetosy helechos sin semillas. Ya que entre otras co-sas no eran dependientes del medio acuático,sino del aéreo para su reproducción.

El género Lebachia (antigua Walchia)constituyó arbustos o pequeños arbolillos con

leño secundario, canales resiníferos, ramas en dis-posición verticilada (al modo de las araucarias ac-tuales). Sus hojas pequeñas, aciculadas, numerosas yuninervadas, fueron según todos los indicios peren-nes (todo fósil encontrado presenta hojas).

Sus restos no son demasiado frecuentes en un me-dio tan húmedo como la marisma hullera fosilizadaen Puertollano, y cuando se encuentran se interpre-tan como provenientes de zonas colindantes más al-tas y mejor drenadas.

Fragmento de Lebachia cuya erosión evidenciasus transporte desde ambientes colindantesA. Sphenophylloides con hojas

vinculadas a sus raquis.

Annularia Stellata A. Sphenophylloides

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Cordaites

Su éxito en colonizar ambientes muy distintos sevio favorecido por su relativa modernidad fisiológicacon respecto a las criptógamas vasculares.

Un tejido vascular con cambium generador de manerasecundaría, una corteza adelgazada que ya no tenía lafunción fundamental de sostén y presencia de “óvulos”individualizados. En los conos fértiles se apreciaba uneje, que o bien en disposición dística o helicoidal, mos-traba hojas protectoras modificadas que defendían a los´”óvulos” por un lado y a los sacos polínicos por otro. Selos conoce como Cordaianthus. Cordaicarpus son sus“semillas” con forma redondeada y aplanada (sobretodoen la parte distal), tan numerosas entre la “hojarasca”macerada a pie de bosque, (“totus revolutum” en nuestroargot) que con frecuencia contacta con la base de la ban-da cinerítica gruesa de la capa III de carbón.

Su forma puede estar relacionada con elfavorecimiento de la navegabilidad y colonizaciónde nuevos espacios en sucesivas generaciones. De he-cho, presente casi en cualquier resto fósil de hoja-rasca macerada, falta sospechosamente en los quemuestran orientación debida a corrientes acuáticas.

Raigambre de ejemplares de Cordaites propios de los pantanos. Lasección de la base del tronco muestra la cavidad medular.

Las Cordaitales

Los Cordaites fueron árboles de mediano tama-ño, fuertes raíces (a menudo adventicias), tronco rec-to bastante ramificado (pero en ramillas medias), ylargas hojas acintadas, acuminadas y con numero-sos nervios paralelos longitudinales y uniformes.

Han sido asociados unas veces asuelos bien drenados,siendo más frecuentes

en la parte catapluvialdel ciclo Este-faniense final-

Autuniense y otrasveces, se los presen-

ta insertos en esteroso marjales, al modo de

los mangles actuales (con frecuenciaen suelos anaerobios y aguas inclusosalobres).

Y es probable que hubiera variostipos de Cordaites que colonizarandistintos ambientes. Ello parece des-prenderse del estudio de los estomasde cutículas fósiles recuperadas.

En medios más hú-medos un mayor nú-

mero de estomas favo-recería una intensaevapotranspiración,en los más secos se

hacía necesaria una mayor preservación de la humedad ypor tanto disminuía el número de estomas.

Cordaiantus. Inflorescencia del cordaites. Segun Bertrand, 1.926

Semilla de Cordaites.

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Psaronius

Las Filicofitas

Las plantas con frondes similares a los helechos,constituyeron un conjunto heterogéneo con diferen-cias morfológicas muy significativas.

Debido a que nunca se encuentran plantas ente-ras (raíz, tallo, ramaje y hojas) y si con frecuenciapequeños restos parciales no asociados a otras par-tes anatómicas de planta, constituyó desde los pri-meros estudios un problema crucial en un orden denumerosos géneros y ciertas similitudes.

En 1822, Brogniart, ideó un sistema clasifica-torio para las pteridofitas, consistente en la crea-ción de unos géneros artificiales, nacidos de crite-rios morfológicos basados en la forma de loslimbos, y los tipos de nervadura de los limbosfoliares, ya que es más difícil encontrar fosilizadasestructuras reproductoras que serían un elementode mayor diferenciación.

No obstante esto provocó que bajoun mismo género morfológico tuvie-ran cabida filicofitas (condiversas formas de orga-nización esporangial yportes tanto arbustivoscomo arbóreos) ypteridospermas (con madera secunda-ría, vascularización relativamentemoderna, corteza adelgazada y“macro-óvulos” diferenciadossemejantes en forma a semillas).

Con frecuencia descubrimientos posteriores po-nen en relación géneros morfológicos distintoscomo partes diferentes de una misma especie.

Una de las lagunas fundamentales en la colecciónsobre la mina “Emma” de la AsociaciónPaleontológica Alcarreña Nautilus son las pteridofitas(conocida como helechos con semilla).

Sin embargo son muy abundantes los restosde un helecho arbóreo con hojas de formapecopterídica, soros agrupados almodo Scolecopteris y troncodescrito como Psaronius.

Psaronius es un género morfológico que bien po-dría conformar varios géneros naturales, aunque to-dos ellos cumplen una serie de características bási-cas: se les supone una altura no superior a 10m y

grandes frondes recortados, con numerosas raí-ces aéreas en la parte inferior del tronco queaumentarían la consistencia del pie y lasposibilidades nutricionales (dejan unas es-

tructuras circulares caracte-rísticas -parte periférica-en la sección de un tronco).

El estudio de diversos tron-cos permineralizados rescata-

dos en diferentes yacimientos(incluido uno citado por Wagner

procedente de la mina “Emma”)hace que conozcamos bien sus ca-

racterísticas estructuras vasculares que presen-tan forma de herradura al realizar un corte

transversal.

Un segundo tipo de helecho sin semillas seencuentra bien representado en el yacimiento.Se trata del género Senftenbergia, un helechode frondes pequeñas que debió constituir partedel cortejo de los bosques de licopodios, hele-chos y calamites arbóreos.

Sección transversal del tronco de un Psaronius. Segun Tarek. . Estructura correspondiente a raices aereas.

. Haces conductores.

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Senftenbergia gruneri (Zeiller). Unhelecho de sotobosque.

Detalle de S. gruneri (Zeiller).

Pecopteris, Scolecoptersis. Psaronius

Desarrollo de una fronde de hele-cho con los dorsos hacia afuera

Pecopteris, Jongmansi. Frondes de un Psaronius.

Pecopteris, sp.

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de mares epicontinentales (con formación de grandesdepósitos salinos en Alemania o Nuevo México); y dela formación en ciertas cuencas de depósitos de “nue-vas areniscas rojas” asociadas a aridez.

Esa desecación parcial se empezó ya a hacer pro-gresiva a finales del Carbonífero y principios delPérmico (no en la cuenca de Puertollano).

Poco duró unida Pangea, y en el mismoPérmico, se inicia la Deriva Continen-

tal y con ella una dinámica distensivaa la que siempre van ligados episo-dios volcánicos. Wagner asoció elvolcanismo de Puertollano (tan im-portante por razonespaleontológicas) a fenómenos pre-coces de este “rifting”.

Por otro lado es imprescindible in-dicar que no existió una única co-munidad vegetal carbonífera conti-nental. Si gran parte de América delNorte, Europa y Asia Menor estu-vieron bajo la influencia de un cli-

ma tropical húmedo durante elCarbonífero, el macrocontinente

Gondwana, en el hemisferio Sur, co-noció la influencia polar y desarro-lló una flora propia de zonasfrías(conocida como comunidad deGlossopteris).

Aún se distinguen otras floras intermedias, propiasde climas templados, entre ambas floras extremas. Yademás en el ámbito europeo no todo fueron bosquestropicales húmedos. En terrenos mejor drenados o de

EL CONTEXTO

El carbonífero superior fue una época de renova-ciones que anticipaban los grandes cambios con queconcluyó la era primaria.

La elevación de los macizos hercínicos y remozadode algunos caledonianos penillanados, anunciaba unambiente compresivo previo a la conformación du-rante el Pérmico de un macrocontinente único(Pangea). Relativamente poco después, durante estemismo periodo, se inició una nueva partición dePangea en algunos continentes y una deriva de losmismos hacia nuevas latitudes.

La fauna no fue ajena a los cambios carboníferos,no sólo desaparecieron grupos importantes durantela era primaria (como los graptolitos) y se vio mini-mizada la presencia de otros (como los trilobites delos que ya sólo se cita un género) sino que surgieronotros como los reptiles que anunciabansignificativamente la llegada de la Era Secundaria(donde fueron los grandes protagonistasanimales).

La flora aún con más claridad pa-rece anticipar el fin de la Era Prima-ria. Desaparición del lepidodendronesy otras grandes lycópsidascarboníferas, perdida de importanciade equisetos y helechos sin semillas ysobretodo aparición en el registro fó-sil de las primeras coníferas (que cons-tituirían el clímax vegetal de los bos-ques secundarios hasta el Cretácico).

Gran parte de los cambios en elEstefaniense C-Autuniense, tuvieronsu origen en la “sístole y diástole” queconocieron los continentes antes ydurante el inicio de la deriva conti-nental pérmica.

Al parecer, la unión del continen-te Noratlántico y Gondwana duranteel Pérmico (proceso que evidentemente comenzó mu-cho tiempo antes y al que hay que ligar directamenteal menos las últimas fases hercínicas) motivó el au-mento de la continentalidad y favoreció una progresi-va desecación. Incluso se ha hablado de desecación

Pteridosperma: Medullosa

Estrobilos de Calamites Palaeostachya,excepto un fragmento de Calamostachis.

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Saquetes esporangiales de Ptridospermasobre un esporófilo de ápice fetíl.

Alethopteris. Fronde de Medullosa.

temperaturas más frescas (regiones elevadas, montaño-sas o de fuerte continentalidad) debieron existir plantasespecializadas, aclimatadas, de las que desconocemoscasi todo por la dificultad de fosilización; debido a lamayor escasez de sedimentos que transportados por lasaguas cubran a los restos orgánicos y a la erosión.

Por lo demás en Puertollano y como ya dijimos ci-tando a Wagner las condiciones propias de desecaciónprogresiva típicas de aquel piso no parecen cumplirse.

Reproducimos un fósil de la conífera Lebachia, pro-bablemente de procedencia alóctona, fosilizado conotros restos vegetales remansados en las lutitas al te-cho de la capa III, pero hemos sido incapaces de en-contrar restos de las pteridospermas propias de am-bientes más secos, como Callipteris conferta, tan pro-pia de otros depósitos autunienses ( como los del arcoTortuero-Retiendas-Valdesotos, en Guadalajara).

... Y EN UN FUTURO

Sería nuestro deseo conformar una colecciónrepresentativa de la flora finicarbonífera de aque-llas marismas fosilizadas en Puertollano parasu futura exposición permanente en el Mu-seo Paleontológico de Molina deAragón, considerado por la Asocia-ción Paleontológica AlcarreñaNautilus, nuestro museo referencial.

Para ello, y sí la dirección de la mina“Emma” sigue otorgándonos susamables facilidades, esperamos enpróximas campañas ampliar dichacolección en sus flancos más débiles.

Primero una ampliación a nivel estratigráfico, porejemplo, encontrar restos de Sigillaria asociados a lastobas laminadas de la base de la capa III.

En segundo lugar, completar gran-des lagunas como la ausencia casi to-tal de pteridospermas.

Y por último, encontrar restos de al-gunos géneros muy representativos

como es Sphenophyllum oSelaginellites y estróbilos, aparatosreproductores, de cualquier especie.

Juan Carlos Lomas Martín

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Omphalophloios, creció en un hábitat marismeño,tropical, húmedo. Aunque se supone que arraigó so-bre tierras emergidas, estas no debieron elevarse mu-cho sobre el nivel freático. Debido a ello, el árboldesarrolló rizomas horizontales, superficiales, enun intento de evitar las capas inferiores permanente-mente anegadas.

A pesar de crecer en elevaciones de origen aluvial,es muy probable que estos suelos fuesen ocasional-mente encharcados (incluso estacionalmente) y suanatomía estuviera capacitada para salvar esta situa-ción.

En tales circunstancias de humedad y con un nivelfreático que satura incluso las capas mas altas delsuelo, dos son los problemas fundamentales con quese encuentra una planta:

-El exceso de humedad;siendo necesaria una transpiraciónintensa que permita mitigarla.

-El intercambio de gases delos órganos que se encuentren totalo parcialmente inmersos en el agua.

Ambas necesidades se verán sa-tisfechas con características espe-ciales de la anatomía de la planta.

La transpiración.

Las plantas, incluso las desarro-lladas en suelos inundados, nece-sitan captar y bombear agua delsuelo. El volumen de agua absor-bido por las raíces para cubrir lasnecesidades nutricias de la planta

EXTRACTO

Una vez ya descrito Omphalophloios puertollanense, pretendemos analizar sus principales estructurascaracterísticas, buscando donde descansa el éxito que tuvo en aquella marisma fini-carbonífera de Puertollano.

La aplicación del principio paleontológico de la Anatomía Comparada, ofrece la posibilidad de compren-der el porqué de ciertas características de este arbolillo mediante el estudio de otras plantas actuales especia-lizadas en ambientes equivalentes a ese que vivió aquel ancestro

EL AMBIENTE. ADAPTACIONES ESPECIFICAS DE LAS HIDROFITAS

es necesariamente mayor en suelos encharcados o denivel freático demasiado elevado. Por ello las raícesde las plantas hidrófilas son sencillas, poco o nada di-vididas y carecen de pelos absorbentes, poniendo asímenor superficie al servicio de la captación de agua.

Es sabido que la misma raíz de cualquier plantamesófila, tiene un desarrollo muy inferior si las con-diciones de humedad del suelo son altas que si elsuelo esta menos irrigado (donde la planta multiplicasu red capilar captadora, en un intento de aprovecharmejor los recursos hídricos)

Los licopodios poseían una “raíz principal”(Stigmaria), que no fue otra cosa que un rizoma otallo modificado, al que se vinculaban en espiral nu-merosos apéndices aplanados que eran las verdade-ras raíces de la planta. Fueron también

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metabólica. Máxi-me en las zonasmeristematicas don-de se lleva a cabouna intensa activi-dad generadora.

Pero el agua ensuelos anegados, ex-pulsa por gravedad elaire intersticial, y lasraíces pierden posibi-lidad de intercambiaraire con la tierra.

Hay plantas ac-tuales que viven enambientes similares y han desarrollado respuestas aeste problema. La sección de la raíz o del tallo demuchas plantas actuales de ambientes pantanosos,encharcados, muestran siempre un cilindro vascularcentral y una gruesa corteza envolvente que presentanumerosos aerenquimas: parénquimas especializadosen almacenar gases atmosféricos. Estas reservas deaire se ven con claridad en raíces, tallos e incluso enhojas sumergidas. De ellos será tomado el oxígenonecesario a órganos incapaces de intercambiar gasescon el medio.

Incluso se postula la capacidad de las plantas paraguardar oxigeno proveniente de la función clorofílicapara ser consumido en la respiratoria.

En Omphalophloios el tejido vascular ha sido de-finido por Wagner como “sifonostela”. Un anillocentral de xilema rodeado por el floema (sincambium)En definitiva, como en las citadas plantasactuales, un cilindro vascular central rodeado de unagruesa capa cortical.

Turek, Marek, y Pelourde entre otros, han citado lapresencia de canales de aireación en la corteza inter-na de grandes lycopsidas, y también ciertas “estructu-ras lagunares profusas” insertas en el parénquimacortical.

Entra dentro de lo posible que Omphalophloiosposeyera también alguna solución aerenquimatica, ypor ello necesitaba un grosor cortical importante, endetrimento de una mayor vascularizacion.

pequeñas, no divididas, sin pelos absorvenetes y sibien numerosas, su forma delata que lo fueron parapotenciar su función de anclaje.

tipo de raíces trata de evitar un grado excesivo dedisolución, captar nutrientes sin que el abundanteagua haga obligatorio un bombeo excesivo. Pese atodo es siempre superior el volumen de agua capta-do al alimentarse por una planta que vive en suelosencharcados, que por otra que lo haga en terrenosmejor drenados. Este exceso de agua se resuelveentonces con una intensa transpiración, que en elcaso de Omphalophloios tuvo lugar fundamental-mente en sus hojas. Sus numerosas hojas finas,acintadas y largas, conseguirían con una mínima su-perficie de limbo, un máximo de desecación e inter-cambio de gases.

En la actualidad, las plantas que buscan reducir almáximo los efectos de la desecación ambiental (cra-sas, cactus...), eliminan superficie de contacto con elaire; desapareciendo con frecuencia las hojas y to-mando formas esféricas. Si el problema es el opuesto,multiplican la superficie foliar o de contacto con elaire circundante. Frecuentemente presentan débilescutículas, que pueden incluso no afectar a los estomas.

Paralelamente, las plantas hidrófilas, presentan es-casa vascularizacion; probablemente para minimizarlos canales de circulación de agua. También esta cir-cunstancia se aprecia en Omphalophloios.

En cuanto al nervio central de las hojas de laslycopsidas, siempre bien marcado, podría enOmphalophloios (de largas y estrechas hojas) tenerpor función reafirmar y consolidar la estructura de lasmismas. Función esquelética propia siempre de loshaces vasculares.

En resumen: raíces notablemente reducidas, noramificadas, sin pelos absorbentes... para evitar lacaptación excesiva de agua. Numerosas largas ho-jas con un nervio central que las mantendría ergui-das y separadas... para aumentar la superficie deevapo-transpiración.

La oxigenación de los órganos anegados

Las raíces, como cualquier otra parte de la planta,necesitan oxigeno para su respiración o digestión

Omphalophloios sin laminas distales

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Reconstrucción del Omphalo-phloios con ampliación dedetalles del ápice, tronco y raíz.

Ciertamente la sifonostela permitía la existencia deuna corteza engrosada con parénquimas especializa-dos. Pero evitaría la pre-sencia de vasosvasculares periféricosque aseguran una rigidezmáxima. Recargar elpeso de sostén de la plan-ta principalmente sobreun grueso tejido cortical,solo es rentable si este teji-do muestra adaptaciones espe-cialmente importantes para la plan-ta. Adaptaciones necesarias comopara compensar tal carencia. Tenga-mos aquí en cuenta, que se ha descrito protoxilema ymadera secundaria en troncos de grandes licopodios; cier-tamente con escaso desarrollo, pero que muestra la ca-pacidad de haber poseído troncos más leñosos si hubierasido posible.

Creo que la gruesa corteza de las lycopsidas obe-dece a un crecimiento rápido y a una modificaciónque permitiera el almacenamiento de aire. Unidasa ambientes de alta humedad y probables inunda-ciones parciales, ven como son desplazadas porplantas con preferencias mesófilas, acordes con unaprogresiva disminución de la humedad característi-

ca del inicio delP é r m i c o .Significativamente,muchas de estasnuevas protago-nistas (comoPteridospermas,Gimnospermas-Coniferas...), liga-das a ambientes noencharcados, pre-sentan madera se-cundaria y granadelgazamiento desu corteza. No des-plazaron a las

lycopsidas -con sus adaptaciones especiales-, hastaque no remitieron las condiciones de humedad.

Por ultimo recordamos también aquí, que todas lasplantas que compartieron hábitat y protagonismo conOmphalophloios en las lagunas finicarboniferas de

Puertollano, conocieron adaptaciones equivalentes; en-caminadas a evitar el exceso de humedad del sustrato

y la falta de oxigenación en los tejidos sumergi-dos. Así los troncos de las calamitales, como

las cañas actuales, fueron huecos en su inte-rior, con un diafragma en los entrenudospermeable a los gases. Psaronius poseyónumerosa raíces caulogenas, como deja fuerade toda duda los numerosos cortes transversa-les efectuados en troncos permineralizados. Ytambién se han descrito raí-ces aéreas en Cordaites,semejantes a las de losmangles actuales.

Las lycopsidas no pudieronser una excepción. Generaronalguna adaptación al enchar-camiento parcial, como todoslos demás pies arbóreos. Perofalta una evidencia fósil quelo confirme.

UN ACELERADO CICLO VI-TAL

La simplicidad estructuralde los licopodios arbóreos -conpoca madera y una cortezacon intercalaciones aéreas-,tuvo por consecuencia el rá-pido colapso estructural decualquier parte cilíndrica de laplanta, una vez muerta. El re-gistro fósil de Puertollano lo evi-dencia con innumerables restosde ápices fértiles, cuyo volu-men, una vez caídos del ár-bol, era aplanado en no dema-siado tiempo (pues mantienenvinculadas aun las laminasdístales), por el simple pesode la estructura.

Esta simplicidad también invita a pensar en un rápi-do crecimiento del arbolillo.

Entra dentro de lo posible que Omphalophloios tu-viese un crecimiento rápido y una estructura frágil.

Tronco de Omphalophloios

Ápice fertil dicotomizado

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La característica división dicotomica de las lycopsidas,es la consecuencia de la existencia de un único meristemoen cada ápice, que se escindiría en dos mitades generadorasde dos brazos geminados; sin posibilidad de generar brotespor debajo del frente meristematico. Por donde ya “ paso”anteriormente el meristemo creando tejido, nunca volveráa haber crecimiento. Las frágiles lycopsidas en general, alcarecer de meristemos secundarios, no pudieran reempla-zar ramaje desgajado por acontecimientos mecánicos(confrecuencia se han descrito troncos fósiles que presentanoquedades debidas a ruptura de ramaje). Y que un árbol nopodría ser demasiado longevo porque mutilaciones parcia-les (frecuentes por su escaso maderamen), harían debilitaren exceso su viabilidad funcional. A ello hay que sumar lainexistencia de felodermis capaz de cicatrizar rápida y to-talmente una herida; dejando esta sin amparo, ante la hu-medad, los hongos e insectos.

Mientras, una alfombra de pequeños plantones latentes,e incluso posibles rebrotes rizo máticos, esperaría su opor-tunidad de reemplazar a cualquier árbol caído o muerto.

En el caso concreto de Omphalophloios, recorde-mos que ha sido descrito por Wagner entre el limite delo arbustivo y arbóreo, y generador de ápices fértilessin haber concluido su crecimiento total. Ambos hechossugieren cierta celeridad vital. Si no una corta vida.

Ello podría constituir una ventaja en el ambiente en quevivió. Este rápido ritmo metabólico estaría mas en conso-nancia con un relieve cambiante (terreno bajo, aluvial,deltaico, con cursos de agua inestables, sometido a fluc-tuaciones estacionales de las aguas...), que con madurosbosques de crecimiento eterno.

Diversos cauces inesta-bles de corrientes de aguadulce aportarían grandescantidades de sedimentos.En las orillas en profundi-dades comprendidas en-tre los 30 y los 150cm cre-cerían las calamitales almodo de los actuales ca-ñaverales. Estas barrerasbiológicas propiciarían laprecipitación de sedimen-to en suspensión al ami-norar la velocidad del aguacorriente. Sus numerosos

tallos en empalizada, favorecerían la fijación delaluvión. Y la profundidad de estas aguas dismi-nuiría hasta formar bancos arenoso-limosos. Elposterior arraigo de plantas preclimax generaríanuevas vegetaciones, que con su aporte orgánico(en un ambiente de gran acidez, baja oxigenación,y mala descomposición), formarían unos lodos so-bre los que ya podrían ir surgiendo masas arbóreas.A larga distancia (incluso con grandes barreras deagua, como demuestra la presencia de helechos entodas las islas tropicales), las esporas -sin apenaspeso- demuestran ser unas grandes colonizadoras.Las esporas de Omphalophloios sembrarían lanueva barra arenosa, el nuevo bancal. Con un to-davía cierto nivel de encharcamiento (las esporasmasculinas de las lycopsidas son flageladas), se pro-duciría la fecundación y posteriormente la fasearbórea –esporofitica-.Al mismo tiempo, la avul-sión, la erosión... deterioraría otros “frentes” de lamarisma.

Un ambiente cambiante, conocido comohidroserie, que exigiría de cualquier planta bienadaptada ciclos vitales rápidos, con reproducciónnumerosa e invasora, y cortos procesos de ecesis.En definitiva elevado metabolismo. Sucesión devida y muerte en corto espacio de tiempo paralos individuos, pero exitosa y dinámica adaptacióncomo especie.

Omphalophloios puertollanense, en su apa-rente simplicidad (lycopsida isoetal noramificada, sin verdadero estróbilo defini-do, sin separación esporangial, probable-mente sin leño secundario, con una laborde sujeción esquelética a cargo de la cor-teza...), fue el mas adaptado y exitoso delos árboles de aquellas marismas fósiles.

Marismas que aun guardan secretos sobre su ana-tomía y ontogenia. Secretos que confirmen o des-mientan lo que por ahora solo podemos suponer.

Raiz de Omphalophloios

Laminas distales

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Soler-Gijón R. –Estudio de los Vertebrados

GLOSARIO

Adnato. Referido a la concrescencia de unórgano vegetal con el tallo, o alguna otra partede la planta, sin aparente discontinuidad formal.

Aerenquima. Parénquima especializado enalmacenar aire atmosférico.

Albariza. Laguna salobre.

Ciclotema. Ciclo general sedimentario propiode cuencas continentales, que incluye la forma-ción de capas de carbón.

Cinerita. Roca formada por cementaciónde cenizas volcánicas.

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Woodford A.O. –Geología Histórica. 1970.Ediciones Omega.

Dicotomía. Forma de ramificación propia delas lycopsidas, que genera dos ramasgeminadas.

Floema. Conjunto de haces vasculares quetransportan savia elaborada.

Meristemo. Agrupación de célulasindiferenciadas responsables del crecimientode la planta. Pueden generar cualquier tipo detejido adulto.

Parenquima. Conjunto de células vivas quesuelen tener por misión almacenar o contenerdiversas sustancias y las células con clorofila.

Sifonostela. Organización vascular vegetal.En la parte interior del tronco un cilindro de floemarecubre a otro de xilema.

Xilema. Conjunto de haces vasculares con-ductores de savia bruta.

C/ Río Sella nº 2C/ Río Sella nº 2C/ Río Sella nº 2C/ Río Sella nº 2C/ Río Sella nº 21 9 2 0 01 9 2 0 01 9 2 0 01 9 2 0 01 9 2 0 0

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MeteoritosMeteoritosMeteoritosMeteoritosMeteoritos

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A Julio Tomico Jimenez, mi padre.

Coleccionista empedernido y apasio-nado, nació en Puebla del Salvador el 18de Marzo 1924 y creció junto a su fami-lia en Millana pueblecito de la Alcarria,hasta que la guerra civil desmanteló susraíces, su familia, sus estudios, su liber-tad y su futuro prometedor.

Gran hombre de justicia y libertad, lu-chó toda su vida como exiliado pero estono le impidió seguir amando la naturale-za e inculcar en mí, su pasión por ella.

Se forjó entre nosotros dos esta admiración cómplicepor la paleontología y recorrimos montes, laderas, cante-ras, viajamos por varios países en busca de estos “pre-ciosos fósiles” que honran hoy sus vitrinas llenas de re-cuerdos y aventuras.

Hombre con visión de futuro y emprendedor, suentusiasmo fue fundamental para la creación de laAsociación paleontológica Alcarreña “Nautilus” de laque fue presidente.

Se destacó también por su participación activa enla inolvidable exposición en el museo del Palacio delInfantado en Guadalajara (1999) y por su colabora-ción para crear un Museo paleontológico en Molinade Aragón.

En noviembre 2003 presenté en su honor su colec-ción monográfica de equinodermos en el MuseoMineralogía y paleontología de Urretxu donde recibióa titulo póstumo los honores del excelentísimo ayun-tamiento de Urretxu.

Hoy nos queda un sabor dulce de su conductairreprochable y un sabor amargo de haberlo perdi-do tan pronto.

Amante de su familia, amante de sus amigos, aman-te de la vida, amante de la Paleontología yrespetuoso.........¡Gracias Papá! Gracias por lo quenos has aportado a todos, tanto a tu familia como atus amigos y compañeros.

Emilio Tomico de la Cruz.

A la memoria de Julio Tomico

A Julio Tomico Jimenez, mi Amigo.

Cuando conocí a Julio Tomico yo solohabía oído hablar de los fósiles en la es-cuela y siempre había pensado que ver-los a tus pies debía de ser algo increíble ycasi mágico. Fue él quien me dijo dóndepodía tener esa experiencia casi místicaque desde entonces la disfruto siempreque puedo.

Pero no era esto lo mejor que Julio tepodía dar. Era una persona vital, activa e

inquieta que te ayudaba a disfrutar de la vida. Su in-quietud le llevó a vincularse con su pueblo (Alcocer,Castilla la Mancha y España eran su pueblo) desdeuna visión de izquierdas participativa e imaginativa. Sufuerza natural le llevó a granjearse admiradores y de-tractores.

Su afición por las «piedras» y su agnosticismo mili-tante no le ayudaron a conseguir la simpatía ni el apo-yo de los poderes fácticos de siempre, quienes en unalarde de «intelecto» llegaron a comentar ante unaexposición paleontológia organizada por él en Alcocer«que aquello solo podía traer una visión absolutamen-te materialista y evolutiva de la vida y por tanto perni-ciosa». ¡y esto a finales de los ’90!. Por contra fue sucoincidencia con el parroco, de Atienza, D. Agustín,lo que ayudó a dar cauce a sus inquietudes socialessobre paleontología y cofundar la AsociaciónPaleontología Alcarreña Nautilus.

Con estas cosas peleaba a diario. Nunca abundaronlos que entendieron su pensar y sentir, al menos en laetapa que yo le conocí. Pero él disfrutaba haciendo loque le gustaba y aprendiendo hasta el último día de suvida, y contagiaba a los que estábamos a su alrededorde ese placer de vivir que solo es evidente para algu-nos privilegiados y soñadores como él. Su incansableespíritu romántico y luchador son lo que me quedo deél para siempre. Gracias a él hoy disfruto de una granafición por la paleontología, unos cuantos nuevos y bue-nos amigos en la asociación que él ayudó a fundar ypresidió, bastante más fé en el ser humano y soy unpoco más felíz por todo eso. ¡Gracias Julio!

Rafael Abad.

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Natural de Granada, de espíritu inquieto y rebelde entró en la Orden franciscana en 1714.En 1720 inicia su trabajo de misionero en el Pacífico. Nombrado Procurador de la Orden Franciscana,recibe la misión de recorrer la Provincia de San Gregorio, en las islas Filipinas entre 1721 y 1733. Ensus cartas narra los duros recorridos a pie por las islas de Mindanao y Luzón que le permitieron,entre otras cosas, estudiar e interpretar muchos fenómenos naturales. En el año 1733 embarca enManila de regreso a España. Este viaje de vuelta estuvo plagado de incidentes y se prolongó más delo previsto. En una primera etapa culmina en la ciudad de Acapulco. De aquí pasa a la ciudad deMéxico y después a Veracruz, a comienzos de 1735, llega a La Habana y en julio del año 1735desembarca por fin en el puerto de Cádiz.

Entre 1735 y 1745 permanece Madrid y en este mismo año de 1745 regresa a Américarecorriendo Guatemala, Honduras y México.

Una vez de vuelta a España. inicia un viaje a Roma, Rímini y Padua hasta llegar a París loque le permite visitar y entablar amistad con los naturalistas de la época y conocer algunos de losmejores Museos de Ciencias Naturales de la época como: la Metallotheca Vaticana, el MusaeumKircherianum y el Musaeum Metallicum .

José Torrubia regresa desde París a Madrid en 1750 al ser nombrado Archivero y CronistaGeneral de la Orden franciscana. Durante este viaje hizo un alto en la villa de Anchuela, pertene-ciente al señorío de Molina (Guadalajara) y una niña le mostró las «petrificaciones» que le llama-ron extraordinariamente la atención. Fue conducido a montes cercanos donde recogió gran canti-dad de fósiles. Según cuenta él mismo en su obra «Aparato para la Historia Natural Española»(1754, p. 4). Durante estos años de estancia en España el franciscano sale con frecuencia al campopara recoger fósiles y rocas para sus colecciones las cuales sirvieron de base para sus escritos ehipótesis diluvistas sobre el origen de las «piedras figuradas».

Ya al final de su vida, tras volver a Roma en 1756, publicó en Italia varios trabajos científi-cos de los cuales destaca “La Gigantologia Spagnola vendicata “(1760). Falleció un año después enRoma el 17 de abril de 1761, a la edad de 63 años.

«Aparato para la Historia Natural Española»

Los materiales fósiles y minerales recogidos durante sus viajes alrededor del mundo, acom-pañados por sus numerosas observaciones y amplios conocimientos sobre paleontología le permi-ten escribir la obra titulada «Aparato para la Historia Natural Española» Tomo Primero. Conside-rado el primer tratado de paleontología escrito en España, tanto por las descripciones como por lasinterpretaciones del origen de los fósiles, trata esencialmente sobre el Diluvio y la emigración de losfósiles marinos a los montes alejados de las costas donde los descubrió. La primera mitad estádedicada a comentar el hallazgo de fósiles encontrados en sus largos viajes por España, Filipinas yAmérica del sur, y propone el carácter orgánico de estos. En la segunda mitad plantea el origendiluviano de los restos fósiles frente otras hipótesis como las de Benito Jerónimo Feijoo (1676-1764).Otro aspecto de interés en este libro es su particular visión del método científico que debe utilizarseen el estudio las Ciencias Naturales, apostando decididamente por el método experimental.

En el prólogo de este libro, José Torrubia afirma la existencia de dos problemas en los auto-res que hasta la fecha habían publicado trabajos sobre Ciencias Naturales.

Galeria de Paleontologos:

Fray Jose Torrubia (1698-1761)Fray Jose Torrubia (1698-1761)Fray Jose Torrubia (1698-1761)Fray Jose Torrubia (1698-1761)Fray Jose Torrubia (1698-1761)

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El primero según sus palabras «no haber dado con el método, lo que proviene, a mi parecer, de nohaberse hasta ahora descubierto aquella cadena, con cuyos precisos eslabones o anillos, dicen, debe unirse laprodigiosa diversidad de efectos, y producciones de la Naturaleza debajo de unas verdades universales eincontestables».

El segundo según sus palabras : «Treinta años he estudiado la Naturaleza en buenos autores, yprincipalmente en las obras que tienen impresas, no solo en nuestra España, sino en las remotísimas Filipi-nas, y en las regiones de México, Michoacán, Xalisco, Zacatecas, Guatemala, Tabasco, Campeche, Haba-na, etc., cuyas distancias he andado por tierra....»

José Torrubia aboga por métodos experimentales frente a métodos de observación o siste-máticos.

El «Aparato para la Historia Natural Española» tuvo amplio eco en la Europa del XVIII.Prueba de ello es que, tras su publicación en 1754, fue pronto comentado, no exento de críticas, envarias revistas científicas de la época, teniendo especial relevancia la disertación sobre los gigantesya que era un de los grandes temas de debate en aquella época.

En 1.760 se publicó una traducción de este capítulo en francés y en 1.773 otra traducciónen alemán incluyendo los dieciséis primeros capítulos.

La Paleontología en el siglo XVII

José Torrubia vivió en una época especialmente creativa para el desarrollo de las Cienciasde la Tierra. Hasta ese momento no se disponía de una teoría fundamentada y universalmenteaceptada sobre la constitución, origen y cambios de la Tierra.

Coetáneo de grandes pensadores y naturalistas, como Nicolás Stensen (Steno) (1638-1689),Karl von Linneo (1707-1778) y Jean Louis Leclerc conde de Buffon (1707-1788), desarrolla algunasideas geológicas como la de la decadencia del mundo como herencia del pecado original donde laerosión de las montañas es un signo indudable de que este mundo, nacido perfecto de la mano deDios al comienzo de los tiempos, está sometido a un desgaste que le llevarán con el tiempo al totalarrasamiento, o la teoría del Diluvio Universal donde la tierra estuvo totalmente cubierta por lasaguas. Estas teorías tradicionales precientíficas hay que situarlas dentro del contexto cultural ycientífico de la Europa del XVIII, dominada por un fuerte sentimiento religioso que impedía eldesarrollo de otro tipo de teorías que mas tarde se postularon y dieron lugar al nacimiento de lapaleontología tal y como la conocemos en la actualidad.

Para saber mas:

A. Goy y A. Rodrigo. 1.999. Tras las huellas de Torrubia (1698 - 1761) por el Señorío de MolinaXV jornadas de Paleontología. Museo Geominero.

Capel, H. 1985. La Física Sagrada. Creencias religiosas y teorías científicas en los orígenes de lageomorfología española. Ediciones del Serbal, Barcelona, 223 pp.

Pelayo, F. 1996. Del Diluvio al Megaterio. Los orígenes de la Paleontología en España. CuadernosGalileo de Historia de la Ciencia, 16. CSIC, Madrid, 310 pp.

Pelayo, F. 1994. El Aparato para la Historia Natural Española de José Torrubia (1698-1761): diluvismo, gi-gantes y la naturaleza de los fósiles en el pensamiento español del siglo XVIII. In: Edición facsímil del Aparato

para la Historia Natural Española. Sociedad Española de Paleontología, 3-45.

Sequeiros, L. 1998b. José Torrubia y su aportación al método científico en paleontología. Geogaceta,nº 24, pgs.129-131.

Vernet, J. 1976. Historia de la Ciencia española. Instituto de España.

J. J. Garcia Arnedo.

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APROXIMACIÓN A LOS ERIZOS DE MAR DELCRETÁCICO SUPERIOR EN EL NOROESTE DE LA

PROVINCIA DE GUADALAJARA

En el cretácico la Península Ibérica conoce variastransgresiones y regresiones, siendo la primera regre-sión en el periodo Berriasiense.

Durante el periodo Valanginiense tiene lugar unatrasgresión que se ampliará hasta el Aptiense y quedió lugar a la formación de dos grandes golfos en lasregiones ibérica y cantábrica. A esta trasgresión lesucede una pequeña regresión durante el Albiense quese caracterizó por importantes depósitos detríticos gro-seros provenientes de la meseta ibérica y del macizodel Ebro. Además de esto, importantes movimientostectónicos afectaron al NE de la península ibérica alfinal del Cretácico inferior.

Entre los periodos Albiense superior yCenomaniense inferior, el mar va ganando terreno ylos golfos cantábrico e ibérico se comunican aislandototalmente el macizo del Ebro del resto de la Penínsu-la. (Fig. 1)

Así, Durante el Cretácico se distinguen los siguien-tes dominios:

-La meseta ibérica, dominio emergido más o me-nos extendido que llegó a estar temporalmente aisladode su parte nordeste (macizo del Ebro).

-Un dominio marino más profundo ligado directa-mente con la plataforma, que se mantuvo hasta el fi-nal del Cretácico, particularmente en las regiones pi-renaica y vasco-cantábrica) y la región bética.

Gracias a estas transgresiones del Cretácico Supe-rior se produjeron importantes depósitos sedimentarioscon abundante y variada fauna fósil.

En el Albo-Aptiense se depositan en alternancia,en el borde del dominio mesetario, margas, arcillasversicolores y arcillas blancas continentales que co-rresponden a la «facies de Utrillas». Al alejarse de lameseta, esta facies pasa poco a poco a formaciones

cada vez más marinas, generalmente representadaspor calizas con orbitolínidos y rudistas, y después pormargas con globigerínidos y ammonites. Esta últimafacies existe también en el dominio pirenaico.

En el Cenomano-Turoniense, el dominio marino quebordea la meseta está ocupado por dolomías y calizascon orbitolínidos y alveolínidos. Depósitos margo-calcáreos y margosos con organismos pelágicos seacumulan más al interior de la plataforma en las re-giones bética y pirenaica y también en lo que corres-ponde actualmente a la plataforma continental sep-tentrional.

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En el Senoniense, las facies que se intercalan en elborde de la meseta corresponden a calizas y carófitoso a formaciones calcáreas de poca profundidad conrudistas y lacazinas.

La zona de estudio del presente articulo se situa enlas estribaciones de la Cordillera Central, concreta-mente al noroeste de la provincia de Guadalajara, yestá constituida por una serie de cerros que van desdeCantalojas, pasando por Galve de Sorbe, Condemiosde Arriba, Condemios de Abajo, Albendiego y termi-nando en Somolinos. La serie se prolonga porSomolinos a la provincia de Soria y desde Cantalojasa la provincia de Segovia, si bien no de forma continuacomo ocurre en la llamada “Mesa de Condemios”.

Se trata de una mesa alargada, posicionada encimade la formación “Arenas de Utrillas” rica en caolín,del que obtiene su color blanquecino. Esta mesa ócerros corresponderían a una cadena montañosa si-tuada frente al Pico del Alto Rey y se sitúa en la zonade entronque de la Cordillera Ibérica con el SistemaCentral sometida a las interferencias entre ambos sis-temas. La zona se encontraba en el borde meridionaldel mar Cretácico que recubría el norte de España;esta situación sublitoral queda caracterizada tanto porla reducción del espesor de series sedimentarias ob-servado en el Cretácico marino hacia el Sur, así comoel mayor desarrollo en esta zona de las faciescalcáreas, en lugar de las facies margosas con faunapelágica existentes al Norte.

Los suelos pertenecen al Cretácico Superior con-cretamente a los pisos Albiense (113 a 97,5 ma),Cenomaniense (97,5 a 91 m.a.), Turoniense (91-88,5m.a.), Coniaciense (88,5 a 87,5 m.a.) y en ellos sedistinguen los siguientes tramos.

Tramo 1: Corresponde a un tramo de arenas blan-co-rosadas, amarillentas y con nódulos de hierro, sonlas llamadas “facies de Utrillas” de edad Albiense-Cenomaniense Inferior (entre 110-98 millones de años),con una potencia de 50-60 metros visibles, propio deun ambiente fluvial y lacustre del período que separael Cretácico Inferior del Cretácico Superior. Este tra-mo suele ser estéril en fauna fósil.

Tramo 2: Corresponde a un tramo de dolomías,margas y arcillas dolomíticas, de edad CenomanienseMedio y Superior (entre 98-93 millones de años) con

una potencia 3 metros de espesor. En este tramo seda la zona con más abundancia de restos fósiles: lallamada “capa de Ostreas”, formando una cornisa muycaracterística de la zona que es visible en casi todo surecorrido.

Tramo 3: Corresponde a un tramo de arcillas ymargas dolomíticas, de edad Turoniense Inferior (en-tre 93-91 millones de años), y que puede alcanzar es-pesores de 30-60 metros.

Tramo 4: Corresponde a un tramo de dolomías ycalizas dolomíticas tableadas de edad TuronienseMedio y Superior (entre 91-89,5 millones de años).Este tramo se pierde en algunas partes de la zona ytiene una potencia de 3-6 metros.

Tramo 5: Corresponde a un tramo de dolomías ycalizas brechoides, masivas del Coniaciense (entre89,5-86,7 millones de años) con una potencia de 2-3metros visibles sólo en algunas zonas.

La fauna fósil encontrada en esta zona es rica yabundante y pertenecen a los filum siguientes:

-Artópodos, crustáceos, decápodos (Cangrejos).-Celentéreos (Corales).-Brioozos.-Foraminíferos (Orbitolinas).-Anélidos (Sérpulas).-Braquiópodos (Terebrátulas).-Moluscos, Bivalvos, Escafópodos, Gasterópodos

y Cefalópodos (Ammonites).-Equinodermos, sobre los que versa esta primera

parte del “Estudio divulgativo del Cretácico Superiordel noreste de la provincia de Guadalajara”

Filum Echinodermata. Klein, 1734

Los Equinodermos son animales invertebrados, ex-clusivamente marinos y casi siempre bentónicos, de si-metría pentarradiada. El esqueleto consta de placascalcáreas, a menudo espinas o cerdas siendo el erizode mar el animal mas representativo del Filum. Su es-tructura corporal se caracteriza por poseer un sistemaambulacral (sistema de circulación de agua) destinadoa la locomoción, el abastecimiento de oxígeno y la ab-sorción de alimento. Se conocen 4 Subfilum:

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Orificio oral

Orificio anal

HOMALAZOA. Formas primitivas sin planos ra-diales de simetría que vivieron desde el Cámbrico hastael Devónico. A este Subfilum pertenecen losCarpoidea.

CRINOZOA. Equinodermos del tipo de los liriosde mar donde destacan las Clases Cystoidea,Blastoidea, Criniodea entre otras.

ASTEROZOA. Zittel, 1.895. Estrellas de mar contres Clases: Ophiuroidea, Asteroidea y Stelleroidea

ECHINOZOA. Haeckel y Zittel, 1.895. Erizosde mar. Se divide en 7 Clases:

-Helicoplacoidea. Durhan y Caster, 1.963.(Cámbrico inf.) Con caparazón girado en espiral y elás-tico.

-Holothuroidea. Blainville, 1.834. (Cámbrico),Carbonífero-Actual). Cohombros o pepinos de mar.

-Ophiocistoidea. Sollas, 1.899. (Ordovícico-Devónico). De cuerpo discoidal.

-Cyclocystoidea. Miller y Gurley, 1.895.(Ordovícico med.-Devónico med.). Discoidales y depequeño tamaño.

-Edrioasteroidea. Billings, 1.858. (Cámbrico-Carbonífero inf.). Discoidales, fijados al substrato, cla-ramente desarrollados.

-Camptostromatoidea. (Cámbrico inf.). Discoidalesy provistos de brazos.

-Echinoidea. Leske, 1778. (Ordovícico-Actual).Erizos de mar o Equínidos. Clase sobre la que versaeste articulo.

Nociones generales de los erizos de mar

Los Erizos son fáciles de reconocer por su formamás o menos esférica que puede variar entre la deuna manzana algo piramidal, la de un disco aplanado oen forma de turbante. Su característica mas comúnestriba en su caparazón calcáreo.

La mayoría de los erizos fósiles miden entre 2 y 5cm aunque se conocen formas de más de 20 cm, comolos Conoclypus o los Clypeaster

Los primeros erizos de mar encontrados pertene-cen al Ordovícico y tuvieron una expansión relativaen el Carbonífero. Al inicio del Jurásico se produjo unsegundo período de apogeo que perduró hasta finalesdel Cretácico con un importante desarrollo de formasy géneros. A principios de la era Terciaria se produjoun claro retroceso, seguido de un tercer apogeo queculminó en el Eoceno. Después se inicia una tenden-cia descendente que llega hasta nuestros días.

Los erizos de mar se hallan representados en to-dos los mares y se conocen unos 850 géneros fósilesy actuales.

Caparazón y partes duras

Los erizos de mar poseen por lo general un capara-zón formado por numerosas placas calcáreas que es-tán cubiertas por radiolas más o menos largas y en else distinguen:

El orificio oral o peristoma que se encuentra en lacara inferior de la concha dando nombre a esta(lado oral). Suele estar dispuesto en el centro delcaparazón, o bien desplazado hacia el borde anterior.En numerosas especies de erizos regulares muestralas llamadas «hendiduras branquiales».

El orificio anal o periprocto se encuentra en posi-ción opuesta al orificio bucal, en la cara superior delcaparazón (lado aboral) o bien sobre una línea ima-ginaria, trazada desde el ápice hasta la boca en lazona dorsal de la corona. Estas últimas formas reci-ben el nombre de irregulares.

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Placas ambulacrales Placas interambulacralesSuturas

Mamelóm primario Mamelones secundarios

En el lado aboral encontramos una serie de placasque, en conjunto, reciben el nombre de sistema apical.En los erizos regulares, el sistema apical rodea alperiprocto. El punto más alto del caparazón recibe elnombre de ápice; con frecuencia se encuentra allí elsistema apical formado por placas oculares o radiales,finamente perforadas, y por placas genitales que secaracterizan por presentar un poro mayor (poro geni-tal o gonoporo). Una de las placas genitales presentaunos poros microscópicos. Esta placa recibe el nom-bre de madrepórica y se encuentra encima de la des-embocadura del hidroporo.

El caparazón consta de numerosas placascalcáreas formando cinco áreas ambulacrales alter-nadas con 5 áreas interambulacrales, unidas habitual-mente por una sutura en zigzag. Las placasambulacrales están perforadas por poros por dondesalen los pies ambulacrales. El borde lateral de estasplacas consta habitualmente de dos orificios redondoso de un redondo y otro alargado.

Los campos interambulacrales se hallan delimitadosen la zona apical por las placas genitales, estas son casisiempre mayores que las placas oculares y cada una deellas presenta un poro mayor, a excepción de la placamadrepórica que muestra unos poros finos.

Las placas interambulacrales presentan unosmamelones grandes primarios y otros secundarios maspequeños que sirven de base de las radiolas.

Mientras que el número de placas de un campoambulacral puede ser muy reducido (4 o 5 en losCidaroida) el número de placas interambulacrales puedellegar hasta 60 o más.

Las radiolas o espinas calcáreas tienen las fun-ciones de sujección al suelo impidiendo que el erizosea arrastrado por las aguas, proporciona proteccióncontra los numerosos enemigos y desempeña un im-portante papel como medio de locomoción.

Las radiolas están unidas de forma móvil al capa-razón, el cuerpo de estas suele ser granulado, espino-so o estriado y sólo ocasionalmente es liso. Se dividenen cabeza, cuello y cuerpo, siendo este último la partemás larga de las mismas.

Exite una amplia gama de radiolas sobre todo delos Cidaroida llegando a medir hasta 30 cm de largo.

Los pedicelarios, son pinzas móviles calcíticas quese encuentran distribuidos entre las radiolas. La mi-sión de estos pedicelarios consiste en alejar a los pe-queños organismos que buscan protección entre lasradiolas.

En algunos erizos (Clypeasteroida) existe un siste-ma mandibular llamado «linterna de Aristóteles».Son extremadamente raros en el registro fósil y solose han encontrado en estratos del Jurásico superior ydel Cretácico.

Hábitat, forma de vida

La inmensa mayoría de los erizos son marinos, pre-fieren las aguas costeras poco profundas, viven sobreel fondo y no existen especies cosmopolitas.

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El sistema de locomoción se basa en las radiolas ylos pies ambulacrales cuando el fondo es duro, y sólocon las radiolas cuando el suelo es blando. Se despla-zan con gran lentitud y son fitófagos u omnívoros.

Determinación de erizos.

Para la determinación de los erizos se toman enconsideración los siguientes datos:

La simetría, pentarradiada para los erizos regula-res y bilateral para los erizos irregulares.

En los erizos regulares, el peristoma se halla siem-pre centrado sobre el lado oral, mientras que en loserizos irregulares puede estar desplazado hacia la parteanterior.

También se toma en consideración los tubérculos omamelones de la superficie, si son grandes o media-nos pertenece al Orden Cidaroida y a los SuperórdenesDiadematacea y Echinacea y si son pequeños y pocovisibles pertenecen a los Superórdenes Gnathostomatay Atelostomata.

La forma de las radiolas es también un dato impor-tante aunque en la gran mayoría de los casos se en-cuentran aisladas de los caparazones y sólo es posibleestablecer una relación provisional cuando se encuen-tran en el mismo estrato.

Son importantes además la forma y el desarrollodel sistema apical y de las placas ambulacrales, asícomo la disposición de las áreas ambulacrales.

Clase Echinoidea Leske, 1778. Se divide en 2Subclases:

-Perischoechinoidea M’Coy, 1.849. Se divide asu vez en 4 Ordenes:

a) Bothriocidaroida Zittel, 1.875.b) Echinocystitoieda Jakson,1.912.c) Palaechinoidea Haeckel, 1.866.d) Cidaroida Claus, 1.880.

-Euechinoidea Bronn, 1.860. Comprende todos loserizos postpaleozoicos salvo los Cidaroida y se divideen 4 superordenes:

a) Diadematacea Duncan, 1.889. con 4 clases:-Echinothurioida Claus, 1,880.-Diadematoida Duncan, 1.889. -Pedinoida Mortensen, 1.939. -Pygasteroida Duncan y Melville, 1.889.

b) Echinacea Claus, 1.876 con 7 Clases: -Salenioida Delage y Hérouard, 1.903. -Hemicidaroida Beurlen, 1.937. -Phimosomatoidea Mortensen 1.904. -Arbacioida Gregory, 1.900. -Temnopleuroida Mortensen,1.942. -Echinoida Claus, 1.876. -Plesiocidaroida Duncan, 1.889.

c) Gnathotomata Zittel, 1.879. -Holectypoida Duncan, 1.889. -Clypeasteroida Agassiz; A., 1.872.

d) Atelostomata Zittel, 1.879. -Cassiduloida Claus, 1.880. -Holasteroida Durham y Melville, 1.957. -Spatangoida Claus, 1.876. -Neolampadoida Philip, 1.963.

En la zona destacan los Equinoideos de las Fami-lias Cidaridae, Pedinidae y Pseudodiadematidae porsu excelente conservación y relativa abundancia.

Dibujo tomado de “Monograph of the British Fossil Echinodermatafrom the Cretaceus Formations” Tomas Wright, 1864-1882

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FAMILIA CIDARIDAE (Cidaris)

De esta familia se ha localizado el género Stereocidaris que se caracteriza por tener un caparazón grande yrobusto con siete placas interambulacrales por columna. La parte superior posee de una a tres areolas, tubércu-los y espinas; las areolas son profundas y separadas, poseen ambulacros sinuosos y poros no conjugados y lostubérculos primarios son no crenulados. Se han encontrado tres especies de Stereocidaris:

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FAMILIA PEDINIDAE:

De esta familia se han localizado solo los géneros Micropedina y Pedina con una especie del CenomanienseInferior-Medio y que se detalla a continuación:

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FAMILIA PSEUDODIADEMATIDAE

De esta familia se ha localizado en la zona de estudio el Género Tetragrama, que se caracteriza por tener elcaparazón subcircular deprimido y de talla moderadamente grande. Disponen de dos grandes tubérculos encada placa interambulacral y los poros dispuestos en doble hilera que se presentan en la zona adapical. Todas lasespecies localizadas son del Cenomaniense Medio.

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En el momento en que nos están leyen-do, el Museo de Molina de Aragón es unarealidad, es la plasmación de un sueño y unailusión compartida por una gran parte de la so-ciedad, que ha tardado dos años en dar fruto.

Cuando la Asociación PaleontologicaAlcarreña «NAUTILUS», me pidió un artículopara dar a conocer el Museo de Molina le res-pondí que el proyecto era tan amplio y de tal ca-lado que merecería que los responsables de cada

una de las secciones del Museo dieran a conocer su trabajo científico y expositivo, es por ello que, lo que aquíexponemos simplemente la carta de presentación de un espacio cultural que hoy en día es ya una realidad.

En un momento en que nuestra Comarca se despuebla, en que las formas de vida cambian, dejandoabandonados nichos etnográficos, es necesario apostar con todas nuestras fuerzas por proyectos que ademásde tener continuidad, den una solución real a los problemas que tenemos: de índole cultural, social y laboral.El vacío de población se refleja en un vacío cultural, en una pérdida de valores etnográficos y de conocimien-tos; es necesario asimismo crear espacios de encuentro entre los distintos pueblos de nuestra comarca, dondese vean reflejados por intereses comunes y al mismo tiempo con metas ilusionantes, si además cubrimos unaspecto laboral y de creación de valor, esta realidad de la que hablamos tendrá sentido; es por ello que coneste espacio cultural y recreativo pretendemos llenar algunas de estas lagunas.

Quizás suene pretencioso, pero creemos que si la meta no eslo suficientemente importante la ilusión y la energía que se generantampoco lo serán por lo que muy difícilmente tienen continuidaden esos casos los proyectos y el nuestro queremos que lo tenga.

Por ello, el 13 de agosto de 2002, un grupo de personas nosreunimos y decidimos crear la Asociación de Amigos del Museode Molina de Aragón, siendo el fin fundamental la creación ygestión de un espacio cultural abierto que diera cabida a instala-ciones museísticas, culturales y de investigación.

Se realizaron los trámites administrativosadecuados y presentamos el proyecto en el PlanLeader +, que aportó una importante colaboracióneconómica para la realización de este proyecto,que junto con las aportaciones voluntarias de miem-bros de la Asociación y el apoyo financiero deIbercaja, han proporcionado los fondos necesarios,complementados con la aportación económica denuestro Ayuntamiento, para acometer la realizaciónde este proyecto.

El proyecto crea un espacio cultural de pro-piedad municipal con gestión integral por parte dela Asociación de Amigos del Museo de Molina.

Vista panoramica del Convento de San Francisco que alberga el Museo

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Estamos ubicados en uno de los edificiosemblemáticos de nuestra ciudad: el Convento de San Fran-cisco. En este impresionante marco, presentamos lo quehemos venido a llamar Museo de la Vida.

Intentamos que los que se acercan a nosotros pro-fundicen en sus raíces, comprendan los procesos einteracciones que han sido necesarios para llegar a nues-tra realidad, cómo de unos procesos geológicos, de unamezcla primigenia de elementos surge la vida que, mo-delada por el medio ambiente, permite el surgir de for-mas adaptadas a cada ecosistema.

Uno de los aspectos que más nos han preocupadoes que los más jóvenes, los niños, se entusiasmen con elmuseo, por ello el desarrollo museográfico será en dosniveles, casi como si hubiera dos museos superpuestos, yel infantil debe estar hecho a su medida, no solo física-mente disponiendo la información a una altura asequiblepara ellos, sino realizando un discurso adaptado a susconocimientos e intereses, creando espacios de misterio,

de hallazgos, de contacto físico y sensorial y teniendo siempre personal dispuesto para su atención, paraello hemos contado con la colaboración de las instituciones educativas de nuestro municipio en el desarro-llo de esta parte del proyecto.

Mediante el estudio de la Paleontología enseñamos en la primera Sala formas de vida ya desapare-cidas, cuyos restos - en piedra - nos hablan de una explosión inmensa de formas distintas, desaparecidas enprocesos todavía no esclarecidos, que durante cinco extinciones generaron la fuerza necesaria para que alcubrir dichos espacios vacíos un mamífero llamado hombre pueda desarrollar nuestra forma de ser socialque llamamos cultura.

Enseñamos fundamentalmente procesos, aunque hay piezas magníficas dentro de nuestras vitrinas,pero pretendemos que al salir de esta Sala el visitante entienda que el cambio ha sido una constante en eldesarrollo de la Vida, y la adaptación al medio natural, el motor que ha generado la vida actual.

De este tema precisamente, la vida actual trata nuestra segunda Sala, dedicada a las Ciencias Naturales.En ella nos adentramos en lo desconocido, en la última frontera, en el todavía poco explorado mundo de losInsectos, los seres más numerosos y menos conocidos. Así mismo damos una visión de la fauna que nos rodea.

Nuestros hijos tienen grandes conocimientos de la últi-ma tecnología sin embargo la mayoría no ha visto nuncaaquellas formas de vida que debemos preservar, comoson los pequeños mamíferos o los animales nocturnosque nos rodean. Tenemos la íntima convicción de que nose puede amar aquello que no se conoce, por ello queremospresentarles una visión de la vida silvestre del Parque Natu-ral del Alto Tajo, así como los, métodos, técnicas y trabajosen laboratorio que para su estudio disponemos.

Entrada al Museo

Craneo de Ursus spelaeus.Pleistoceno (Rumanía.)

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El tratamiento del hombre como un animalevolucionado, llega hasta hace pocos millones deaños, donde los homínidos, mediante la adapta-ción al medio y los cambios que ello le provoca escapaz, no solo de adaptarse a la naturaleza sino cam-biarla, modificando el medio ambiente en el quevive, creando herramientas y los signos definitoriosde la humanidad como son la cultura y el arte

Desde el Paleolítico a la Edad del Bronce,en la Sala de Arqueología preparamos al visitan-te para que entienda como es posible la forma-ción de la sociedad moderna, entendiendo por talla que aparece entre los pueblos prerromanos, delos cuales la cultura Celtibérica es una de las joyas que esconde este Museo.

Complementamos las salas de Exposiciones con una Sala de Audiovisuales donde permanentemen-te proyectamos documentales sobre temas relacionados o aquellos otros que nos demanden nuestros visi-tantes, reservando una parte importante de las instalaciones para laboratorios y almacén de colecciones.Nuestra pretensión es estar abiertos todos los días de la semana en horario de mañana y tarde, de 10 a 14

horas y de 16´30 a 20 horas.

Si creemos que uno de los defectos que aquejan a nuestra sociedades el centralismo, no querríamos caer en este error, por ello estamos desa-rrollando en colaboración con la Comunidad del Real Señorío de Molina

y su Tierra un servicio de dotación a todos los pueblos que nos lo requierany en la medida de nuestras posibilidades, de exposiciones itinerantes, deaquellos materiales que sean factibles de exponer.

Pretendemos ser sede de cualquier acontecimiento cultural que, con una calidad científica contrastadanos demanden. Nuestro trabajo pretende ser eminentemente científico, para ello contamos con personalaltamente cualificado y con una motivación y entusiasmo que desde aquí quiero agradecer.

Dentro de nuestros Estatutos existe un apartado de creación científica, y encumplimiento de ellos se está en proceso de creación de colecciones de refe-rencia, estudios de campo y publicaciones de resultados que pretendemosvean la luz en poco tiempo y puedan ser puestas a disposición de institu-ciones oficiales y comunidad científica en general.

Ya he dicho que el objetivo es ambicioso y que se nos podría tacharde voluntaristas y pretenciosos, pero tener seguro que en este empeño esta-mos dedicando todo el esfuerzo, empeño y saber hacer que nuestra experien-cia en tan diversos campos como la gestión, la enseñanza, el trabajo científico,la investigación y en definitiva el amor a la cultura, nos permite.

Acabo finalmente recordando que algo en lo que creemos íntimamentees que como tantas veces se ha repetido “solo la cultura y el conocimiento nos hacen libres”

Manuel Monasterio Cruz

Vista general de la sala de paleontología

Xilópalo: Lebachia sp.Pérmico (Guadalajara)

Ammonites: Perisphinctes sp. Jurásico (Francia)

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Introducción

El afán por conocer nuestros orígenes y el conoci-miento de los acontecimientos del pasado son casitan antiguos como la humanidad. Pero el estudio conmetodología y precisión de estos acontecimientos, losprocesos biológicos, climáticos y geológicos del pa-sado son bastante posteriores. Solo hemos tenido con-ciencia científica de los procesos de evolución y cam-bio dentro del mundo moderno, es decir, desde laépoca Helenística hasta nuestros días, y todo comoconsecuencia de dos razones:

- Por un lado la necesidad de explicar nuestros orí-genes, lo que a falta de conocimientos ni teorías me-jores siempre hubo la explicación sobrenatural o re-ligiosa. De ahí derivan las incontables teorías de crea-ción venidas supuestamente de la mano de las diver-sas divinidades que el hombre ha necesitado crear ycreer para calmar su ansiedad ante las preguntas ¿quéy quiénes somos? o ¿de dónde venimos y a dóndevamos?

- De otro lado las “huellas” que la humanidad haido encontrando sobre el terreno. Estas huellas se en-contraban en forma de piedras con formas curiosas(fósiles) y extrañas formaciones geológicas que tam-bién sorprendieron a gentes inquietas por saber más.Los humanos siempre han usado los fósiles comoamuletos, talismanes o adornos y han sido encontra-dos en ocasiones en sepulturas, sin que aquellos ante-pasados nuestros fueran capaces de reconocer su ver-dadera naturaleza. Y aún durante el siglo XX las po-

blaciones rurales en zonas de yacimientos no erancapaces de identificarlos, tomándolosmayoritariamente como caprichos rocosos de la na-turaleza. ¿Quién no ha oído de boca de algún lugare-ño la frase “se crían por allí” tras pedirle de ayudapara localizar un yacimiento?

Un poco de historia

Las primeras referencias documentadas datan delsiglo VI antes de Cristo (A.C.) y de Pitágoras, quiendedujo que los fósiles eran restos de criaturas vivas yque el mar había cubierto la zona donde estos fueronencontrados ya que los restos parecían de animalesmarinos. Xenófanes de Celofón (570-480 A.C.), ob-servó en Paros y en Malta restos de conchas de orga-nismos marinos y les atribuyó su presencia a invasio-nes periódicas del mar (hoy conocidas como trans-gresiones). Tiempo después, el historiador Herodoto(484-420 A.C.) al descubrir pequeños fósiles en losbloques de piedra de las pirámides de Egipto dedujoque eran lentejas petrificadas de restos de la comidade los constructores, aunque al parecer debió de veralgo más (que llamó “conchas de las montañas”) parallegar a afirmar en algún momento que las aguas de-bieron de haber cubierto alguna vez el desierto deLibia. También estableció la edad del delta del Niloen 20000 años. Estrabón (63 A.C. – 25 D.C.), da laprimera descripción de los Nummulites y plantea lasprimeras ideas claras sobre los levantamientos y hun-dimientos de las zonas continentales. Plinio El Viejoo el Mayor (23-79) que es el más grande de los escri-tores científicos latinos, en su obra Historia

Rafael Abad Arquer

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Natural, pone nombre a fósiles, nombres que aúnhoy se usan, tales como Ammonites y Nummulites.Suetonio (75-160) observa la colección de restos degigantes del emperador Augusto y reconoce que co-rresponden a restos de grandes esqueletos de anima-les y no de hombres.

Hay también algún intento oriental conocido, comoel del chino Chu Hsi, quien en el siglo XII tras dedescubrir rocas repletas de incrustaciones de conchasmarinas dedujo que aquellas rocas debieron de serbarro o tierra en tiempos remotos y que por lo tanto elmar cubrió en algún tiempo la zona, sugiriendo queestas evidencias precisaban de una reflexión profun-da que explicara el hecho.

Aparte de muy contadas menciones de la épocaHelenística y Romana, los registros sobre el interéspor la cronología del pasado nos llega inicialmentede la mano de la religión. En el siglo IV, un historia-dor cristiano de nombre Eusebio desarrolló una cro-nología basada en un intento de interpretación literalde los relatos bíblicos. Incluso llegó a sugerir que lahistoria de la creación del Génesis no era sino unaespecie de alegoría. Posteriormente, la reforma pro-testante liderada por Lutero llegó a proponer sus pro-pias ideas basadas también en la interpretación lite-ral de la Biblia. Lutero llegó a establecer con aproxi-mación la fecha de la creación en unos 4.000 añosA.C. Otro intento de “mayor precisión” en el esta-blecimiento de un “principio de todas las cosas” fueel del obispo protestante irlandés (de Armagh) Ussher,quien en el año 1650 determinó mediante el estudiode las secuencias de vida de los personajes bíblicosque el mundo fue creado exactamente en el 4004A.C., además de concluir también que el diluvio tuvolugar exactamente en el año 2349 A.C. Pero aún huboquien creyó poder determinar más. Siguiendo y revi-sando las enseñanzas de Ussher, Mr. John Lightfoot,un universitario y vicecanciller de Cambridge, de-cretó que fue exactamente el 23 de Octubre del 4004A.C. a las 9 de la mañana (sic).

Excepción especial en esta historia, como en tan-tas otras en su vida, fue el gran Leonardo da Vinci,quien en 1508 propuso un modelo de sedimentaciónsecuencial y realizo las primeras columnasestratigráficas y los primeros esquemas geológicos.También descubrió fósiles en los Apeninos y, de suapariencia marina y ubicación, dedujo que estos ani-males quedaron embutidos en barro el cual devino endura roca con el tiempo. El problema es que no pu-blicó estos pensamientos sino que los mantuvo ensecreto en sus notas y solamente en tiempos recientes

se supo de sus teorías.. Una generación después,Gabrielle Fallopio (el que describió las trompas quellevan su nombre) se extrañó del descubrimientos defósiles de tiburón y elefante y aunque los fósiles ma-rinos en su época eran interpretados como productodel diluvio universal, él se atrevió a afirmar que es-tos fósiles no eran sino formaciones minerales curio-sas, y los de elefantes los restos de aquellos que trajoAníbal. Valerius Cordus publica en 1561 la primeracolección de fósiles. Conrad Gessner (1516-1565)es el autor del primer catálogo de Europa. En 1589Bernard Palissy, un hugonote, era quemado en la ho-guera por defender que los fósiles eran residuos decriaturas vivas.

Hasta la segunda mitad del siglo XVI el conceptode fósil se entendía como objetos extraídos de la Tie-rra, pero Gessner en 1558 comienza a distinguir losde origen orgánico de los que no tenían origen orgá-nico. La correcta comprensión de los fósiles se inicióde la mano de dos personajes del siglo XVII: el in-glés Robert Hooke, quien en 1688 ve algunas rocascon un microscopio y descubre en ellas pequeñas con-chas (Foraminíferos) y el danés Niels Stensen a quienen su vida en Italia latinizaron el nombre deviniendoen Nicolaus Stenonis o simplemente Steno. Hookeescribió sobre la imposibilidad de que los restos ma-rinos fueran un fraude y por lo tanto estos tengan unsignificado geocronológico con intervalos de tiempoen los que debieron suceder catástrofes y/o cambioso mutaciones. Describió a los fósiles como “monu-mentos y caracteres jeroglíficos de transacciones pre-cedentes” y en esta interpretación fue predecesor di-recto de William Smith. Pero ciertas referencias amedallas y monedas delatan que Hooke creyó queestos seres coexistieron con los humanos. Steno eramédico al servicio de un duque florentino y se inte-resó por los fósiles de la Toscana. Por sus conoci-mientos de anatomía se pudo percatar del origen delos mismos como seres vivos. Pero debido a la épocaen que le tocó vivir no pudo escaparse del filtro reli-gioso y concluyó que no podían ser anteriores al di-luvio universal. También atribuyó los restos depaquidermos que se estaban encontrando entonces alos huesos de los elefantes de Aníbal. La gran aporta-ción de Steno fue el principio que lleva su nombre yque determina la antigüedad de un estrato por la si-tuación relativa del mismo, así como la interpreta-ción de los estratos como capas de acumulación desedimentos blandos acuosos que con el tiempo y lapresión se transforman en roca dura. Fue pues el pri-mero en reconocer que las capas de la corteza terres-tre son un registro cronológico de los acontecimien-tos más importantes de la historia de la Tierra.

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Un botánico sueco llamado Carl von Linneo (1707-1778), fue el primero que cuestionó la edad“fundamentalista” del planeta impuesta desde las igle-sias y afirmó que “las Escrituras no podían permitir talcosa” y que la creación del mundo fue anterior a loscálculos bíblicos. Posteriormente, en el siglo XVIII enFrancia, Georges Louis Leclerc conde de Buffon(1707-1788) tras de analizar ciertos rastrossedimentarios y fósiles se dio cuenta de que 6.000 añosno bastaban para justificar la existencia de tales sedi-mentos y las profundidades de los mismos y sugirióuna edad de entre 75.000 y 500.000 años. Tiempodespués y en el mismo siglo Inmanuel Kant a través desu Cosmogonía sugirió una edad de varios millones deaños. William Thomson (Lord Kelvin) hizo sus cálcu-los basándose en el tiempo requerido para el enfria-miento del planeta hasta la temperatura actual, lle-gando a cifras de entre 20 y 40 millones de años. Estono satisfizo a los geólogos de su tiempo, quienes ba-sándose en la profundidad de los sedimentos llegaronhasta los 100 millones de años. Otros se basaron en lasalinidad de los océanos y dedujeron una edadplanetaria de entre 80 y 90 millones de años.

En 1795 y en medio de las luchas revolucionarias, enMaastricht los franceses requisaron unas mandíbulas alas que el reverendo inglés William D. Conybeare bau-tizó como Mosasaurus por haberse encontrado en Mosay a las que solo Georges Couvier supo dar una correctainterpretación como reptil marino, siendo el primer granreptil de Mesozoico encontrado e identificado. Esto hizoque Couvier fuera considerado el mejor experto de suépoca en grandes fósiles. Poco después llegó ante susojos el primer espécimen de pterodáctilo desde Alema-nia al que supo identificar como reptil volador. Estos yotros descubrimientos llevaron a Couvier a presentarsobre 1796 una tesis sobre las extinciones y a investigarsobre evolución y migración de las especies. Luego vi-nieron Mantell, gran cazador de fósiles, quien dio nom-bre al Iguanodón, Mary Anning, descubridora en Ingla-terra del Ictiosaurio o “pez lagarto” y del Plesiosaurio,Buckland quien descubrió el Megalosaurus, excavónumerosos yacimientos de mamíferos prehistóricos cre-yendo que sus descubrimientos fueron víctimas del di-luvio, y escribió su “scala naturae”. También WilliamPaley y su reeditado “Teología natural: o evidencia dela existencia de la Deidad recogidos de los aspectos dela naturaleza” de 1802 y de quien aprendió Darwin enCambridge. Darwin también aprendió de las enseñan-zas de Lyell sobre sus principios de geología (escribióel primer libro de geología que se usó durante un siglocomo libro de texto) y del escocés Hutton, quien falle-ció el mismo año del nacimiento de Lyell (1797), sobrela antigüedad de la Tierra y la evolución. Hutton corri-

gió a Abraham Gottlob Werner, profesor de mineralogíade Sajonia, quien defendió el Neptunismo o la proce-dencia de toda la corteza terrestre del precipitado delmar primario que cubrió originariamente todo el plane-ta. Hutton publicó en 1785 su “Teoría de la Tierra”

describiendo al planeta comouna máquina mundial dinámicay autorregulada gobernada porleyes naturales.

Y fue William Smith quiensupo aplicar las teorías deSteno sobre estratos y las deHooke sobre fósiles para po-der interpretar la lectura del

tiempo geológico, y el 5 de Enero de 1796 puso enmarcha un nuevo concepto del significado de los fó-siles. Aún hoy existen dudas razonables sobre si lasteoría de Smith provienen de las de sus predecesoreso si por el contrario son de cosecha propia. A partirde ese momento Smith pasó a ser conocido como“Strata” que es como llamó a su libro (figura 1). Unode los muchos descubrimientos que hizo son los “fó-siles guía” como identificación de estratos con pe-ríodos geológicos independientemente de su situa-ción geográfica. También creó el primer mapageológico de Inglaterra y Gales.

A partir de 1905 Bertram Boltwood observó enYale la relación entre el uranio y el plomo y descu-brió la decadencia radiactiva como método de medi-ción temporal de un material. Posteriormente unNeozelandés llamado Ernest Rutherford consiguiócalcular el ritmo de cambio del uranio a plomo conel que Boltwood estableció la historia de la creaciónen 2.000 millones de años. Posteriores perfecciona-mientos de este sistema nos han dado la cantidad dealrededor de 4.600 millones de años como edad ge-neralmente aceptada hoy de nuestro planeta.

El tiempo geológico

La escala del tiempo geológico es un sistema in-ternacional que se estableció por primera vez a prin-cipios de siglo XIX. Concretamente el sistema for-mado por el paleozoico, mesozoico y cenozoico fuepropuesto por John Phillips, sobrino y aprendiz deWilliam Smith entre 1840 y 1850. Con el paso deltiempo y los estudios y aportaciones que continua-mente se realizan se ha ido mejorando, pero en líneasgenerales no ha variado mucho debido a que se basaen grandes alteraciones que se produjeron a lo largode la historia de la Tierra y de la vida, como lasextinciones masivas o saltos evolutivos. La últimaaportación (y casi única en 100 años) a esta escala

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ha sido la denominación oficial de Ediacárico al pe-riodo que de forma oficiosa los rusos acuñaronVéndico, pero esta novedad es pequeña: aporta nue-vos conocimientos de fauna, modifica el nombre ydetermina el estrato tipo en unas colinas australianasllamadas Ediácaras.

Para entender la escala del tiempo geológico te-nemos en cuenta dos formas de medir el pasado: eltiempo absoluto y el tiempo relativo. Antiguamente,con las limitaciones técnicas del siglo XIX, losgeólogos sólo podían componer una escala de tiem-po relativa, es decir, podían saber qué fue antes y quédespués pero no cuanto tiempo hace que se deposita-ron los sedimentos. Por esa razón la edad de la Tierray la duración de las unidades de esta escala perma-necieron desconocidas hasta principios del siglo XX.Poco después del descubrimiento de la radiactividadpor Boltwood se desarrollaron los métodosradiométricos de datación. Con ellos, se pudo cali-brar la escala relativa de tiempo geológico creandouna absoluta.

Las divisiones de los tiempos geológicos están ba-sadas en una cronología relativa. Los sucesosgeológicos del pasado como la acumulación de sedi-mentos y restos de seres vivos en secuencias reitera-

das, la elevación y erosión de las cordilleras montaño-sas, la apertura y el cierre de los mares, la inundaciónde zonas continentales o los cambios climáticos que-dan registrados de una u otra forma en la corteza te-rrestre. Los primeros geólogos, se dieron cuenta de quefrecuentemente encontraban fósiles en formaciones ysecuencias reiteradas. Por ejemplo, siempre se encon-traba el fósil F1 en la misma capa o en la misma rocaque el fósil F2, y siempre por encima del fósil F3 ydebajo de la capa C. De estas observaciones se des-prendieron dos conclusiones:

1.- En los estratos se puede apreciar que las rocasmás antiguas se encuentran debajo de las más recien-tes debido a la acumulación de depósitos y sedimen-tos de forma ordenada y secuencial a lo largo deltiempo. De este modo, se puede establecer la anti-güedad relativa en un determinado lugar, o entre unlugar y otro. A esta teoría se la denomina Principiode Steno. Hay excepciones, por ejemplo cuando losmovimientos de la corteza terrestre obligan a una seriede placas a a plegarse sobre sí mismas, quedando lasecuencia invertida en una zona concreta del plega-miento. El estudio de los estratos se llamaEstratigrafía. Si analiza los restos biológicos se lla-ma Bioestratigrafía y si estudia el tiempo cronológicose denomina Cronoestratigrafía.

Figura 1. Lamina de la obra “Strata” de William Smith

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2.- Existe una correlación derivada de los tipos defósiles. Una formación con los fósiles F1-F2-F3 repre-senta una unidad acotada y delimitada de un períodogeológico, y cuando estos fósiles aparecen juntos, es-tas rocas se corresponden a ese período aunque lasmuestras procedan de zonas muy alejadas del plane-ta. El estudio de los fósiles se denominaPaleontología.

Posteriormente se desarrollarían otras ramas parael estudio y datación del pasado. Los conocimientosde cronología relativa se basan en:

- el conocimiento de las rocas- sus facies (volcánica, fluvial, eólica, litoral,

marina, etc)- su composición- el metamorfismo- los procesos de litogénesis y litosecuencias

Los conocimientos de cronología absoluta se ob-tienen de los estudios de:

- los métodos isotópicos o radiometría- las varvas (estratos de lechos anuales),- las varvas glaciares (sedimentos del frente gla-

ciar)- la dendrocronología (estudio de anillos de los

árboles descubierto por Andrew Douglas en 1910)- las curvas de raciación solar- el reloj biológico, que estudia la velocidad de

evolución de los genes- y otros (crecimiento de conchas, esqueletos

calizos, termoluminiscencia, paleomagnetismo, etc.)

Los conocimiento de cronología absoluta permi-tieron calibrar los estudios de cronología relativa. Lasdivisiones de la edad geológica en eras, períodos,épocas, edades y zonas, se basan en estos principios.Algunas épocas catalogadas no son mayores de unmillón de años, por lo que cabe decir que las técnicaspermiten en ocasiones una precisión relativa consi-derable dada la magnitud del tiempo estudiado.

Como curiosidad cabe destacar que el estudio decrecimiento de esqueletos calizos permitió conocerque durante el Devónico el año terrestre era de 400días, con una duración de unas 22 horas por día. Hoysabemos la causa: el efecto de las mareas que provo-ca un retraso en la rotación terrestre de 1 segundocada 50000 años aproximadamente.

Los estudios de las formaciones, sedimentos, fósi-les, etc, también nos hablan sobre el clima del pasa-do o Paleoclima. Uno de estos estudios permitió cons-truir la gráfica de temperaturas que se muestra en lafigura 2 donde podemos verificar que el clima ha su-frido bastantes cambios durante el Fanerozoico.

Figura 2. Evolución de la temperatura global

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Deriva Continental:El movimiento de los continentes

Una de las conclusiones del estudio del pasado es el conoci-miento de lo que se denomina deriva continental y la modifica-ción constante de los tamaños, posiciones relativas, límites entrecontinentes y mares y superficie de agua líquida del planeta. Es-tas variaciones han dado lugar a que las plataformas en las quese asientan los continentes hayan estado variando de latitud ylongitud y además hayan sufrido los más variados climas, for-mas y situaciones, a veces en parte hundidas bajo el océano, aveces afloradas sobre el mismo.

Se considera actualmente que tras de la consolidación de losplanetesimales, hace más de 4000 m.a., el núcleo de La Tierra sehabía hecho muy denso, debido a que poco después de su forma-ción el planeta estaba tan caliente y poco solidificado que los meta-les más pesados se hundieron hacia el centro. Se considera que elnúcleo de la Tierra tiene una densidad de unas 12 veces la densidaddel agua con una presión estimada de unas 3.600 toneladas por cen-tímetro cuadrado y formado principalmente Níquel y Hierro (NiFe),mientras que la densidad media del planeta es algo más de 5,5 vecesla del agua. Los materiales pesados que encontramos hoy cerca dela superficie son en su mayoría el resultado de magmas, erupcionesvolcánicas, fracturas de la corteza y depósitos meteóricos. Tenemosun gradiente de temperatura que aumenta desde la superficie haciael interior del planeta hasta que en el centro consigue una tempera-tura un poco por encima de la que hay en la superficie del sol. Los1600 kilómetros exteriores de la masa terrestre los conforman dis-tintas clases y capas de roca. Abajo se acumulan los elementos me-tálicos más densos y pesados, y encima los más ligeros (capa cuar-zo-diorítica, basaltos, granitos, etc.)

La corteza exterior tiene de promedio unos sesenta y cinco kiló-metros de grosor y descansa sobre un mar de basalto y otros mate-riales ígneos derretidos que amortigua y equilibra las cambiantespresiones de la corteza terrestre. Las placas tectónicas flotan y sedeslizan sobre este mar de basalto derretido no cristalizado. Estedeslizamiento hace que las placas colisionen, se separen o se rocenunas contra otras de diferentes formas. A caballo de estas placasviajan los continentes, que por lo tanto se desplazan con ellas. Aeste desplazamiento lo llamamos deriva continental y es causa deterremotos y gran parte de la modificación de la orogenia (la otraparte la conforman los elementos erosivos, sedimentarios ymeteoríticos).

El comienzo de la teoría de la deriva continental nació al comprobarla forma en que era posible hacer encajar los dos líneas costeras at-lánticas, la americana y la euro-africana. Ya Snider en 1858 mencio-nó tal circunstancia, aunque el impulsor definitivo de la teoría fue elalemán Alfred Wegener quién en 1922 publicó “El origen de loscontinentes y océanos” con argumentación sobre el tema. Wegenercomprobó el ensanchamiento progresivo del Atlántico con medicio-nes en Groenlandia y mencionó la posibilidad de corrientes deconvección de origen térmico en el manto líquido del planeta.

Figura 6. Deriva continental entre –650 m.a. y hoyScotese, C. R., 2001. Atlas of Earth History,Volume 1, Paleogeography, PALEOMAPProject, Arlington, Texas, 52 pp.

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Divisiones geológicas:

Dividimos la historia geológica de nuestro planeta en períodos de tiempo en función del estudio de las caracte-rísticas de los sedimentos, restos y señales de catástrofes que se han ido descubriendo y estudiando. Cada periodotiene sus características propias. De forma muy general los tiempos geológicos se dividen en dos eones:

Agnostozoico [4567-542 millones de años (m.a.)]: Significa “vida desconocida” y también se le denominaPrecámbrico. Se subdivide en Arcaico, [4560-2500 m.a.] y Proterozoico [2500-542 m.a.]. Se conocen fósiles deeste periodo y pensamos que la primera vida en forma de bacterias apareció hace unos 3700 m.a.

Fanerozoico: [542 m.a. hasta hoy]: Significa “vida visible” y abarca todo el desarrollo de la vida en la Tierra.El cuadro de debajo muestra de una forma gráfica este período incluyendo un esbozo de los animales cuyosrestos hemos encontrado en sus sedimentos:

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Los eones se dividen en eras, las eras en períodos quea su vez se subdividen en épocas, y estas épocas ensubépocas o edades. Además y de forma frecuente es-tas divisiones menores muchas veces tienen un fuertefactor local geográfico, de manera que un período deter-minado tiene diferente nombre e incluso característicasen función de donde se estudie dicho período y del tipode yacimiento que se encuentre. Es lógico pensar que enun mismo período de tiempo los sedimentos y la vida deuna zona situada en el Ecuador no son los mismos quelos situados en latitudes medias o en zonas polares. Losregistros fósiles o geológicos de una época no tienen por-qué ser los mismos en función de donde se encuentranaunque esos seres y sedimentos hayan coexistido.

También hay que tener en cuenta que los con-tinentes y los mares no han estado nunca quietos.Grandes zonas hoy continentales fueron fondos ma-rinos en el pasado, y viceversa (transgresiones y re-gresiones). Otras zonas hoy tropicales fueron pola-res en el pasado y otras hoy templadas en otrorafueron tropicales (deriva continental). Por lo tantolas formaciones que encontramos, aún correspon-diendo al mismo momento no son a veces ni pareci-das. Estas variaciones se deben fundamentalmenteal tipo de sedimentación (palustre, lacustre, marina,...) y a la deriva continental.

Figura 4. Primer mapa geológico de España realizado por Joaquín Ezquerra del Bayo en 1850

.Figura 5. Secuencia de grandes acontecimientos de la historia de La Tierra

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Argumentos geológicos y paleontológicos: lacorrelación de estructuras

Como ya hemos mencionado, uno de los argumen-tos en los que se basa la teoría de la deriva continentales la correlación de estructuras geológicas si junta-mos las líneas costeras continentales de ambos ladosdel Atlántico. Los escudos, cinturones y formacionesgeológicas, así como las de tipo paleontológico coinci-den de manera que hacen pensar que un día formaronparte de una unidad que se fracturó y derivó poste-riormente para dar lugar a la configuración continen-tal actual. Wegener también estudió estos detallesbasándose en las ideas de otro geólogo, el sudafricanoA. L. Du Toit, quien en 1921 escribió “La glaciacióncarbonífera en Sudáfrica” y “Nuestros continentes ala deriva” en 1937 donde constataba algunas de estasideas.

Las coincidencias paleontológicas evidenciaban lasimilitud de los restos de especies a ambos lados delAtlántico, especialmente la asociación de flora y fau-na Permo-Carbonífera como el Glossopteris y losMesosauridos. Fue DuToit quien sostuvo por primeravez la existencia de Gondwana, el supercontinente queuna vez formaron Sudamérica, Africa, Australia, LaIndia y la Antártida.

Como buen meteorólogo, Wegener también fuecapaz de comprobar la correlación de las similitudesgeológicas en forma de rocas que determinaban a suvez una correlación climática. Es decir, la presenciade tillitas (cantos redondos estriados de matriz arcillo-sa) indica la presencia de glaciares y por lo tanto unclima glaciar. La hulla indica presencia de vegetacióny por tanto clima húmedo, cálido y ecuatorial. Losdepósitos evaporíticos determinan un clima cálido yseco normalmente subecuatorial. Si encontramos es-tas pistas donde no se corresponden con el clima ac-tual, nos hace pensar en una migración de latitud delas placas continentales.

Magnetismo remanente

La prueba final de la deriva continental es de índolegeofísica, y proviene del estudio del magnetismo natu-ral de las rocas, consecuencia del campo magnéticode la Tierra. Algunas sustancias sufren un proceso deimantación al ser sometidas a un campo magnético.Son las sustancias ferromagnéticas, las paramagnéticasy las diamagnéticas, las cuales definen la orientaciónN-S o S-N de sus partículas. Así los depósitos de ro-cas sedimentarias definen una orientación fósil del

momento en que la roca se formó, por lo que muestracierta posición relativa del momento frente a los Polosmagnéticos. La secuencia que se extrae del estudiode las capas sedimentarias nos indica una trayectoriarespecto de los polos magnéticos terrestres a lo largodel tiempo. Adicionalmente este estudio ayudó a co-nocer también que los polos magnéticos se inviertentemporalmente en ciclos quasirregulares de más de400.000 años y subciclos de unos 10.000 años de du-ración. Se considera que actualmente estamos al finalde un ciclo que ya dura unos 700.000 años y que elcambio de polaridad debería de estar próximo en tér-minos de tiempo geológico.

Un estudio minucioso llevó al geólogo estadouni-dense Harry Hammond Hess a dar a conocer su hi-pótesis alrededor de 1960. En las crestas de las cordi-lleras submarinas emana magma proveniente del inte-rior de la Tierra que se enfría y extiende hacia amboslados de la cordillera, solidificándose y separándose alsurgir más magma. Al cabo de varios millones de añosel material se ha desplazado al otro lado del océano yse hunde nuevamente en el interior de la Tierra en lazona de fosas marinas. El suelo continental no cam-bia, pero la corteza oceánica se recicla, y según losestudios de velocidad de desplazamiento y creación,nunca dura más de 200 millones de años desde queaflora en el fondo oceánico hasta que se vuelve a hun-dir en las fosas marinas.

En 1963 dos jóvenes geofísicos británicos, FrederickVine y Drumond Mathews, y el canadiense DrumondMorley, al estudiar el suelo oceánico descubrieron fran-jas de magnetización, las cuales contenían la huella depolaridad del campo magnético de la Tierra del mo-mento de su formación. Las franjas presentaban unpatrón de polarización simétrico respecto a las cordi-lleras: a cada lado había franjas de polaridad normalseguidas de otras de polaridad invertida, otro de pola-ridad normal seguido de uno de polaridad invertida, yasí sucesivamente. Entre 1964 y 1966 se hicieron lasmediciones correspondientes para confirmar la corre-lación de fechas conocidas de cambio de polaridad yse confirmó la hipótesis de Vine, Matthews y Morley,y con ella la de Hess.

El equilibrio Isostático: el cambio de los continentes

Además de moverse, los continentes tienen unatendencia a ensancharse, elevarse o hundirse. El equi-librio isostático es una teoría que pretende explicaralgunas características de la configuración, fuerzas yvariación de la corteza terrestre.

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Las masas continentales están formadas principal-mente por rocas ligeras, como silicatos y aluminio(SiAl) y por los restos de las capas ígneas de la corte-za primigenia que al enfriarse formaron granito, el cualtiene una densidad de casi tres veces la del agua. Porotro lado los materiales de las placas que conformanlos fondos del mar se componen en gran parte de ba-salto, una forma de lava que es considerablementemás pesada que el granito y por tanto son más densosque las masas terrestres. Esto unido al peso de losocéanos provoca un aumento de la presión en estaszonas y ambos factores mantienen los continentes porencima del nivel del agua. No obstante, todos los con-

tinentes tienden a ir desli-zándose lentamente haciael mar. Esto se debe aque la presión continentala nivel del fondo delocéano de un continenteque se levante 5.000 me-tros por encima del fondodel mar es de alrededorde 1.300 kilogramos porcentímetro cuadrado. Lapresión del agua del fon-do oceánico es sólo deunos 350 kilogramos porcentímetro cuadrado.Esta diferencia de presio-nes provoca que los con-tinentes se vayan ensan-chando hacia el lecho delos océanos.

Un ejemplo de eleva-ción continental por cau-sas isostáticas y por tan-to no debida a un choque

de placas tectónicas ocurre en Escandinavia. Es unaevidencia que Escandinavia experimenta anualmenteuna elevación de entre 1 y 10 mm. Se piensa que estose debe a la reacción isostática por la pérdida recientedel casquete de hielo que la cubría. Esta elevaciónequilibra la pérdida de masa reciente. Es fácil de ima-ginar esta reacción isostática si consideramos a loscontinentes “en flotación”. Al ser el continente másligero por la pérdida del hielo, este simplemente seeleva. Evidentemente ocurriría lo contrario si un cas-quete de hielo volviera a cubrir la superficie, es decir,el equilibrio isostático obligaría al continente a hundir-se lentamente.

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BIBLIOGRAFIA

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Sumario

-Cartas Al director

-Editorial.

-Sobre algunas plantas fósiles de la mina «EMMA» de Puertollano.

-El ambiente. Adaptaciones especificas de las Hidrofitas.

-A José Tomico.

-José Torrubia. (1698 - 1761).

-Aproximación a los erizos de mar del cretácico superior en el norte de la provincia deGuadalajara.

-El Museo de Molina de Aragón (Guadalajara)

-Edades Geológicas I

-Bibliografía.

Junta de Comunidades de

Castilla-la Mancha