revista europea. · «6. pero el templo no estaba reedificado.» el segundo año de su llegada...

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REVISTA EUROPEA. NÚM. 105 2 7 DE FEBRERO DE 1 8 7 6 . AÑO LAS LXX SEMANAS DE DANIEL. El origen de las LXX semanas de Daniel quedó determinado de una manera irrefragable por el P. Petavio en el libro XII de su magistral obra De Doctrina íemporum (c. xxix al xxxm). Así es que ja- más habíamos pensado volver sobre esta cuestión. Pero últimamente, consultando uno de esos libros alemanes que en algunos países se reciben como cuidos del ciclo, me he convencido de que estaba muy lejos la luz de haber brillado para todos, y he decidido reproducir los argumentos aducidos hace dos siglos en la discusión, añadiéndoles las pruebas nuevas que he encontrado en escritores más mo- dernos. Empezaremos por trascribir el texto de Da- niel (ix): 1. El primer año de Darío, hijo de Asuero, de la raza de los ledos, que reina en el imperio de los Caldeos. 2. El primer año de su reinado, yo Daniel, por la lectura de los libros santos obtuve la inteligen- cia del número de años que debía durar la desola- ción de Jerusalen anunciada por el Señor al profeta Jeremías: este número era de setenta años. 3. Detuve mi mirada en el Señor mi Dios, para rogarle y conjurarle en los ayunos, el saco y la ceniza... 2-1. No había terminado aún las palabras de mi oración. Y Gabriel, á quien había visto al principio de mi visión, voló de pronto hacia mí y me tocó al tiempo del sacrificio de la tarde. 22. Instruyóme, me habló y me dijo: Daniel, vengo en este momento para enseñarte y para darte la inteligencia. 23. Desde el principio de tu oración se ha pro- nunciado una palabra, y soy .enviado para hacértela conocer, porque eres un hombre de deseos. Atien- de á esta palabra y comprende la visión. 24. Dios ha limitado el tiempo á setenta sema- nas en favor de tu pueblo y de tu ciudad santa. Y la prevaricación cesará, el pecado recibirá su fin, la iniquidad será abolida, la justicia eterna introdu- cida, se realizarán las visiones y profecías y el santo de los santos será marcado con la unción. 25. Oye y graba esto en tu espíritu. Desde la TOMO VI. orden (exil%s sermonis) dada para reedificar á Je- rusalen hasta el Cristo-Rey pasarán siete semanas y sesenta y dos somanas. Y de nuevo se reedificarán las plazas y los muros en tiempos de angustia. 26. Y después de las sesenta y dos semanas el Cristo será muerto. Y no será su pueblo el pueblo que le habrá renegado. La ciudad y el santuario se- rán derribados por una nación con su jefe venidero; la ciudad tendrá por fin la devastación, y después de la guerra quedará en la desolación. 27. El Cristo confirmará su alianza con muchos en una semana, y en medio de esta semana serán abolidos las víctimas y los sacrificios. La abomina- ción de la desolación será en el templo, y la deso- lación perseverará hasta la consumación y hasta el fin. Dirijo estas reflexiones á los católicos, y me dis- pensarán que pruebe lo que está fuera de duda para nosotros. Por esta razón admito, sin demostrarlo, que esta profecía se refiere al Mesías, y que las se- tenta semanas de que hace mención, son semanas de años, periodos de siete años. Por otra parte, los lectores saben que el primer año del reinado de Darío el Medo coincide con el año 538 antes de la Era cristiana (1). Sentadas estas premisas, examinemos lo que nos enseña la profecía sobre el origen de las setenta se- manas, es decir, el periodo de cuatrocientos no- venta años que predice. Este origen es el exitns seiSfaonis para la reedificación de los muros de Je- rusalen. Las palabras exilus sermonis pueden signi- ficar, bien la promulgación del decreto, bien el mo- mento en que será ejecutado el decreto. Afortuna- damente, esta parte vaga que deja la posibilidad de elegir entre las dos interpretaciones no tiene grande importancia práctica, puesto que el decreto y la ejecución datan del mismo año. Busquemos, pues, en qué época se dio la orden para la reedificación de los muros de Jerusalen. La Santa Escritura consagra dos libros enteros á refe- rirnos la liberación de los judíos después de la cau- tividad de Babilonia, y estos dos libros, que llevan el nombre de Esdras, mencionan cuatro edictos del rey de Persia en favor del pueblo de Dios. Traduz- camos el texto de estos cuatro documentos. Hé aquí el primero: (<) Mrnaül: Babilonia y la Caldea, 49

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REVISTA EUROPEA.NÚM. 105 27 DE FEBRERO DE 1 8 7 6 . AÑO

LAS LXX SEMANAS DE DANIEL.

El origen de las LXX semanas de Daniel quedódeterminado de una manera irrefragable por elP. Petavio en el libro XII de su magistral obra DeDoctrina íemporum (c. xxix al xxxm). Así es que ja-más habíamos pensado volver sobre esta cuestión.Pero últimamente, consultando uno de esos librosalemanes que en algunos países se reciben comocuidos del ciclo, me he convencido de que estabamuy lejos la luz de haber brillado para todos, y hedecidido reproducir los argumentos aducidos hacedos siglos en la discusión, añadiéndoles las pruebasnuevas que he encontrado en escritores más mo-dernos.

Empezaremos por trascribir el texto de Da-niel (ix):

1. El primer año de Darío, hijo de Asuero, de laraza de los ledos, que reina en el imperio de losCaldeos.

2. El primer año de su reinado, yo Daniel, porla lectura de los libros santos obtuve la inteligen-cia del número de años que debía durar la desola-ción de Jerusalen anunciada por el Señor al profetaJeremías: este número era de setenta años.

3. Detuve mi mirada en el Señor mi Dios, pararogarle y conjurarle en los ayunos, el saco y laceniza...

2-1. No había terminado aún las palabras de mioración. Y Gabriel, á quien había visto al principiode mi visión, voló de pronto hacia mí y me tocó altiempo del sacrificio de la tarde.

22. Instruyóme, me habló y me dijo: Daniel,vengo en este momento para enseñarte y para dartela inteligencia.

23. Desde el principio de tu oración se ha pro-nunciado una palabra, y soy .enviado para hacértelaconocer, porque eres un hombre de deseos. Atien-de á esta palabra y comprende la visión.

24. Dios ha limitado el tiempo á setenta sema-nas en favor de tu pueblo y de tu ciudad santa. Y laprevaricación cesará, el pecado recibirá su fin, lainiquidad será abolida, la justicia eterna introdu-cida, se realizarán las visiones y profecías y el santode los santos será marcado con la unción.

25. Oye y graba esto en tu espíritu. Desde laTOMO VI.

orden (exil%s sermonis) dada para reedificar á Je-rusalen hasta el Cristo-Rey pasarán siete semanas ysesenta y dos somanas. Y de nuevo se reedificaránlas plazas y los muros en tiempos de angustia.

26. Y después de las sesenta y dos semanas elCristo será muerto. Y no será su pueblo el puebloque le habrá renegado. La ciudad y el santuario se-rán derribados por una nación con su jefe venidero;la ciudad tendrá por fin la devastación, y despuésde la guerra quedará en la desolación.

27. El Cristo confirmará su alianza con muchosen una semana, y en medio de esta semana seránabolidos las víctimas y los sacrificios. La abomina-ción de la desolación será en el templo, y la deso-lación perseverará hasta la consumación y hastael fin.

Dirijo estas reflexiones á los católicos, y me dis-pensarán que pruebe lo que está fuera de duda paranosotros. Por esta razón admito, sin demostrarlo,que esta profecía se refiere al Mesías, y que las se-tenta semanas de que hace mención, son semanasde años, periodos de siete años. Por otra parte, loslectores saben que el primer año del reinado deDarío el Medo coincide con el año 538 antes de laEra cristiana (1).

Sentadas estas premisas, examinemos lo que nosenseña la profecía sobre el origen de las setenta se-manas, es decir, el periodo de cuatrocientos no-venta años que predice. Este origen es el exitnsseiSfaonis para la reedificación de los muros de Je-rusalen. Las palabras exilus sermonis pueden signi-ficar, bien la promulgación del decreto, bien el mo-mento en que será ejecutado el decreto. Afortuna-damente, esta parte vaga que deja la posibilidadde elegir entre las dos interpretaciones no tienegrande importancia práctica, puesto que el decretoy la ejecución datan del mismo año.

Busquemos, pues, en qué época se dio la ordenpara la reedificación de los muros de Jerusalen. LaSanta Escritura consagra dos libros enteros á refe-rirnos la liberación de los judíos después de la cau-tividad de Babilonia, y estos dos libros, que llevanel nombre de Esdras, mencionan cuatro edictos delrey de Persia en favor del pueblo de Dios. Traduz-camos el texto de estos cuatro documentos. Hé aquíel primero:

(<) Mrnaül: Babilonia y la Caldea,

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642 REVISTA EUROPEA. 2 7 DE FEBRERO DE 1 8 7 6 . N.° 105

1.1. 1. El primer año del reinado de Ciro, rey dePersia (1), el Señor, para cumplir la palabra quehabía pronunciado por boca de Jeremías, tocó elcorazón del rey Ciro: este principe hizo publicar, yhasta por escrito, sus órdenes en todo su reino. Dijo:

1 Hé aquí lo que dice Ciro, rey de Persia: elSeñor, Dios del cielo, me ha dado todos los reinosde la tierra y él mismo me ha mandado construirleuna morada en Jerusalen, que está en Judea.

3. ¿Quién, pues, se encuentra entre vosotros deentre todo el pueblo de Dios? Que su Dios sea conél, que suba á Jerusalen en Judea y que construyala morada del Señor Dios de Israel: porque es Diosel que se adora en Jerusalen.

i. Y que todos los demás judíos, sea el quequiera el lugar de su habitación, asistan al emi-grado en plata, en oro, en bienes diversos, en bes-tias, sin hablar de lo que ofrecen voluntariamenteen el templo de Dios que está en Jerusalen.

Este primer edicto permite á los judíos regresará su patria y reedificar el templo de Jerusalen. Delos muros de la ciudad no se habla una palabra; yno se puede por tanto considerarlo como punto departida de las setenta semanas. Además, la cronolo-gía se opone á ello, puesto que este edicto es delaño S36, y precede á la predicación de Jesucristoen quinientos sesenta y cinco años próximamente,lo que da ochenta años de más.

El edicto de Ciro produjo pocos resultados(ni, 2, 3): «Desde el sétimo mes los judíos restable-cieron el altar de Dios sobre sus bases, á pesar dela oposición do los pueblos vecinos.

«6. Pero el templo no estaba reedificado.» Elsegundo año de su llegada (834), en el segundomes (ni, 8) resolvieron ponerse á la obra y coloca-ron los cimientos. Esta fue la señal de un ataquegeneral. Ciro se dejó prevenir y los trabajos per-manecieron interrumpidos hasta el segundo anodel reinado de Darío (520).

En la época en que se interrumpieron los traba-jos, Daniel vivía aún, y este acontecimiento hacecomprender los primeros versículos del capítulo xde sus profecías:

1. El tercer año del reinado de Ciro, rey de lospersas, fue revelada una palabra á Daniel, denomi-nado Baltasar, palabra verdadera.

2. En estos días, yo Daniel, lloraba todos losdias durante tres semanas.

3. Yo no comí de ningún pan agradable, ni car-ne ni vino entraron en mi boca; no me froté conningún ungüento hasta que se cumplieron estastres semanas.

[i) Como it>y dt> Babilonia, es decir, el sfio556.

Una oración tan ferviente no hizo revocar lasprohibiciones de Ciro. Dios se contentó con conso-lar á su siervo haciéndole ver de antemano las vi-cisitudes del imperio de los persas y del imperio delos griegos.

Los judíos se durmieron en su apatía. Pero en elsegundo año de Darío, Dios suscitó sus profetasAgeo y Zacarías. Hé aquí cómo empieza el primero:

1. 1. El segundo año del reinado de Darío, enel segundo mes el primer dia del mes. La palabrade Dios fue confiada á Ageo para trasmitirla á Zoro-babel, hijo de Salatiel, jefe de Judá, y á Jesús, hijode Josedec, gran sacerdote.

2. Hé aquí las palabras del Señor de los ejérci-tos. Este pueblo dice: Aún no ha llegado el tiempode construir la casa del Señor.

3. Y la voz del Señor se ha revelado por Ageo,diciendo:

4. El tiempo ha venido en que habitareis enmoradas artesonadas y mi mansión quedará de-sierta.

8. Subid á la montaña, llevad allí los materialesy levantad mi casa-. Y ella me será agradable y allíseré glorificado, dice el Señor.

12. Y Zorobabel, hijo de Salatiel, Jesús, hijo deJosedec, gran sacerdote, con los restos del pueblo,oyeron la voz del Señor su Dios... El pueblo temíaen presencia del Señor.

14. Entraron y empezaron á trabajar en la man-sión del Señor de los ejércitos, su Dios.

II. 1. Esto era el dia veinticuatro del sexto mesdel segundo año del reinado de Darío.

Zacarías por su parte animaba al pueblo ennombre del Señor. La primera visión está fechadaen el octavo mes del segundo año de Darío, cercade dos meses después del principio de los trabajos.Esta encierra tantas amenazas como promesas.

Pero el dia veinticuatro del mes undécimo, delmes de Sabath del mismo año, viene otra visiónmás consoladora.

I. 16. Hé aquí lo que dice el Señor: Volveré áJerusalen lleno de misericordia, y mi casa será re-edificada allí, dice el Señor de los ejércitos, y el ni-vel de los albañiles será de nuevo extendido sobreJerusalen.

17. Mis ciudades abundarán aún en riquezas. ElSeñor consolará aún á Sion, y Jerusalen será denuevo su ciudad querida.

En otra visión, el Señor añade una palabra deci-siva (iv, 9): «Las manos de Zorobabel han fundadoesta casa y sus manos la terminarán.»

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N° 1 05 H. COI.OMB1EK. LAS LXX SEMANAS DE DANIEL. 643

Sin embai'go, Darío no había levantado con undecreto nuevo las prohibiciones verbales que desdemucho tiempo pesaban sobre los judíos. Asi, pues,sus enemigos se apresuraron á oponerse á los de-signios de los judios, que apelaron al edicto de Giroque no estaba revocado oficialmente. Llevóse elasunto ante el gran rey, y le suplicaron hiciesebuscar el texto del edicto de Ciro en la bibliotecareal de Babilonia. Pero en vano removieron losarchivos de barro cocido; el original habla des-aparecido probablemente en el saqueo del palacioreal, ocurrido dos años antes, cuando la matanza delos magos y la muerte de los falsos Smerdis.

Por fortuna se encontró una copia en Ecbatana,ciudad fortificada de la Media. Darío no vaciló, ydirigiéndose á sus oficiales (Esd., i):

VI. 6. Ahora, pues, les dijo, Thatanai, jefe dela región que está al otro lado del rio, Stharbu-zanai y tú Apharsacheens sus consejeros que habi-táis al otro lado del rio, retiraos lejos de losjudíos.

7. Dejad al jefe de los judíos elevar el templo deDios, y á sus ancianos reedificar la casa del Señoren su antiguo sitio.

8. He ordenado también lo que deben hacer lossacerdotes de los judios á fin de -que se alce la casade Dios; quiero que sobre el tesoro real, sobre lostributos suministrados por la región que está al otrolado del rio, se atienda liberalmente á los gastos deconstrucción para que no se detenga la obra.

9. Si es necesario, también se suministrarán dia-riamente vacas, corderos y machos cabrios para losholocaustos al Dios del cielo, así como también trigo,sal, vino, aceite, según los ritos de los sacerdotesque están en Jerusalen, y que no haya sobre estoninguna queja.

10. Que los sacerdotes ofrezcan, pues, sus obla-ciones al Dios del cielo; que rueguen por la vida delrey y de sus hijos.

11. Este es mi decreto. Si un hombre cualquieraquiere modificar estas órdenes, que cojan los made-ros de su casa, que construyan una horca, que lecuelguen y que sus bienes se vendan en subasta.

12. Que el Dios que ha establecido su nombreen aquel paraje disipe todos los reinos y el puebloque extendiese su mano para destruir la casa delSeñor en Jerusalen. Yo, Darío, he dado este decreto,y espero que sea ejecutado fielmente.

Cuando un gran príncipe habla en este tono, nopuede menos de ser obedecido. Así, pues, no sola-mente no fueron inquietados ya los judíos en sustrabajos, sino que hasta les ayudaron aquellos mis-mos que habían querido entorpecerlos: «VI, 15. Yla casa de Dios quedó terminada el noveno dia del

mes de Adar, el sexto año del reinado del reyDarío (516).» (1)

Hé aquí la historia del segundo edicto y de surealización. Nada indica aún aquí la reedificación delos muros de Jerusalen; así, pues, ni aun fuera de lacronología podemos ver aquí el origen de las se-tenta semanas de Daniel.

Bajo el reinado de Asuero, el Jerges de la historiagriega, no encontramos ningún edicto en favor delos judíos. El libro de Esdras dice muy poco de esteprincipe: «I, iv, 6. Bajo el reinado de Asuero, alprincipio de su imperio (4-85), se escribió una aiou-sacion contra los habitantes de la Judea y de Jeru-salen.»

En el décimo año del reinado del mismo prín-cipe (474) los judios estuvieron á punto de ser vícti-mas de los furores de Aman: como es sabido, Diosles salvó por la mediación de Ester y de Mardoqueo;pero esto nada tiene que ver con la cuestión quenos ocupa.

A Jerges sucedió su hijo Artajerges, bajo cuyoreinado se encuentran dos edictos favorables á losjudíos. En el primer libro de Esdras, capítulo séti-mo, se refiere la historia del primero.

1. Bajo el reinado de Artajerges, rey de Persia.6. El mismo Esdras sube de Babilonia... El rey

le había concedido todas sus peticiones, porque lamano bienhechora de Dios estaba con él.

7. Esto ocurría el sétimo año del rey Arta-j erges.

8. Se llegó á Jorusalen el quinto mes.9. Porque se había empezado á subir el primer

dia del primer mes.l í . Y lié aquí la copia del edicto que dio el rey

Artajerges al sacerdote Esdras.^2. Artajerges, rey de los reyes, á Esdras, sa-

cerdote, escriba muy sabio en la ley del Dios delcielo, salud.

43. He decretado que todo hombre del pueblode Israel, todo sacerdote, todo levita, si quiere ir áJerusalen, que vaya contigo.

14. Porque eres enviado de delante del rey y desus siete consejeros para visitar la Judea y Jerusa-len, acomodándote á la ley de tu Dios que tú posees.

15. Y para llevar el oro y la plata que el rey ysus consejeros han ofrecido espontáneamente alDios de Israel, cuyo tabernáculo está en Jerusalen.

16. En cuanto á la plata y al oro que encuentresen toda la provincia de Babilonia, todo lo que elpueblo quiera ofrecerte, todo lo que los saeerdotesden de buena voluntad, para la casa de su Dios enJerusalen,

(1) Contando el advenimiento de Darlo i partir de) 30 da Diciembre

de 522, que no fue probablemente el principio oficial.

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644 REVISTA EUROPEA. 2 7 DE FEBRERO DE 1 8 7 6 . N.° 105

17. Tendrás libertad de aceptarlo, y cuidarás decomprar con este dinero becerros, carneros, corde-ros, los objetos de los sacrificios y las libaciones;ofrécelos sobre el altar de vuestro Dios, que estáen Jerusalen.

18. Con el resto del oro y de la plata haréis loque os parezca, tú y tus hermanos, según la volun-tad de vuestro Dios.

19. Y los dones que se os dan para el serviciode la casa de vuestro Dios, los expondréis en pre-sencia de vuestro Dios en Jerusalen.

20. Todo lo que necesitéis además para el ser-vicio de la casa de vuestro Dios, para lo que gastéis,se os suministrará por el tesoro y el fisco del rey.

21. Y de mi propia mano, yo, Artajerges, esta-blezco y decreto que todos los tesoreros del fisco,al otro lado del rio, te den sin demora, á tí, Esdras,sacerdote y escriba de la ley del Dios del cielo;

22. Hasta cien talentos do plata, cien medidasde trigo, cien toneles de vino, cien toneles de aceitey sal sin medida.

23. Todo lo que toca al culto del Dios del cielo,que lo suministren cuidadosamente á la casa delDios del cielo, por temor de que se irrite contra elimperio del rey y de sus hijos.

24. Os hacemos saber igualmente que no tenéisen manera alguna facultados para imponer tasas nitributos, ni suministros á los sacerdotes, á los levi-tas, á los cantores, á los porteros, á los Natineos yá los demás ministros de la casa de Dios.

28. Y tú, Esdras, según la sabiduría que tu Dioste ha confiado, establece jueces y gobernadores quejuzguen todo el pueblo al otro lado del no, es de-cir, á aquellos que conocen la ley de tu Dios, y en-seña libremente á los ignorantes.

26. Sobre el que no cumpla cuidadosamente laley de tu Dios y la del rey se lanzará una sentencia,sea de muerte, sea de destierro, sea de confisca-ción de sus bienes, ó sea por lo menos de prisión.

Como se ve, este edicto no se refiere al temploque estaba construido; tampoco dice nada de lasmurallas de la ciudad. No es, por consiguiente, aquídonde se encuentra el origen de las setenta sema-nas. Sin embargo, queda en el asunto de este pa-saje una dificultad que debemos esclarecer, porqueparece haber escapado á más de un sabio, ó haberextraviado á algunos de los que se han apercibidode ella.

El texto que acabamos de traducir se encuentraen el capítulo sétimo del libro primero. Pero antes,en el capítulo cuarto, se encuentran 17 versículosque parecen contener el relato de los acontecimien-tos que precedieron á la publicación del edicto. ¿Ha-brán sido trasladados de sitio estos versículos porun error de copista? ¿Les colocó el mismo Esdras

donde se encuentran con objeto de no interrumpirel relato de las oposiciones hechas á los judíoshasta la reedificación de los muros de Jerusalen?Difícil sería decidirlo. En cuanto á mí, me inclino ála segunda hipótesis.

Sea el que quiera el motivo, la trasposición meparece, al menos, evidente. Trascribiré el texto,tomándolo dos versículos antes con objeto de quese pueda juzgar fácilmente.

4. El pueblo de la tierra.5. Sobornó contra los judíos muchos consejeros

del rey, y éstos consiguieron contrarestar sus de-signios durante toda la vida de Ciro, rey de Persia,y hasta el reinado de Darío, rey de Persia.

6. Después, bajo el reinado de Asuero, al prin-cipio de su reinado, se escribió una acusación con-tra los habitantes de la Judea y de Jerusalen.

7. Y en los dias de Artajerges, Besalam, Mitrí-dates, Tabeel y todos sus cómplices escribieron áArtajerges, rey de Persia. Su carta de acusación es-taba escrita en caracteres sirios, y estaba en lenguasiria.

8. Reum Beetleem y el escriba Samsaí escribie-ron al rey Artajerges contra Jerusalem una carta,cuyo tenor sigue.

9. Con Reum Beetleem y el escriba Samsaí cons-piraban los Dineos... los Babilonios... los Elamitas,

10. Y todos los demás extranjeros pertenecien-tes á los pueblos que la grande y gloriosa Asena-phar había trasplantado, y que él había hecho habi-tar pacificamente en las ciudades de la Samaría yen las otras regiones al otra lado del rio.

11. Hé aquí la copia de la carta que le enviaron.Al rey Artajerges, tus servidores que habitan alotro lado del rio, te desean salud.

12. Sabrás, rey, que los judíos venidos del paísde Babilonia al nuestro se han fijado en Jerusalem,ciudad rebelde y mala; la reconstruyen alzando lasmurallas y reparando el recinto.

13. Ahora, que lo sepa el rey: si se reedifica esaciudad, si se reconstruyen sus murallas, no pagarátributos, ni peajes, ni réditos anuales, y el daño su-birá hasta los reyes.

14. En cuanto á nosotros, llenos de reconoci-miento por nuestra educación en el palacio, y juz-gando odioso ver en silencio el daño causado al rey,hemos tomado el partido de escribir al rey y preve-nirle.

15. Que se recorran los anales de vuestros pa-dres y se verá consignado en sus memorias, y se sa-brá que esa ciudad es una ciudad rebelde, dañosa álos reyes y á las provincias; que siempre se ha en-cendido en ella el fuego de la guerra desde los tiem-pos antiguos y por esta misma razón fue destruidala ciudad.

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N.°105 H C0L0MB1ER. LAS LXX SEMANAS DE DANIEL. 645

16. Declaramos, pues, al rey , que si se resta-blece esa ciudad y se reedifican sus muros, termi-nan sus posesiones al otro lado del rio.

17. El rey envió una contestación á Reuní Beet-lem, al escriba Samsal y á todos sus cómplices ha-bitantes de la Samaría, deseándoles paz y salud.

18. La acusación que nos habéis dirigido ha sidoleida delante de nos.

19. He dado órdenes y se han hecho investiga-ciones; se ha reconocido que esa ciudad desde lostiempos antiguos se hn mostrado siempre rebeldecontra los reyes, que siempre ha excitado sedicio-nes y guerras.

20. Porque han reinado en Jerusalem reyes muypoderosos: han reinado sobre todo el país al otrolado del rio, y han cobrado en él los tributos, lospeajes y las rentas.

21. Escuchad, pues, la sentencia : impedid áesos hombres reconstruir la ciudad, á menos quemás adelante ordene yo otra cosa.

22. Que no haya negligencia en el cumplimientode estas órdenes, por temor de que el daño au-mente en perjuicio de los reyes.

23. Un ejemplar del edicto del rey Artajergesfue, pues, leido en presencia de Reum Belteem, delescriba Samsal y de sus cómplices; y marcharonapresuradamente á Jerusalen en medio de los judíosy detuvieron sus trabajos á mano armada.

24. Entonces fue interrumpida la obra de la casadel Señor en Jerusalen, y nada se hizo hasta el se-gundo año del reinado de Darío.

Cuando se relaciona con este texto la serie delos reyes de Persia, Ciro, Cambises, el falso Smer-dis, Darío, Jerges, Artajerges, la intercalación delos versículos concernientes á Asueroy Artajergesparecerá evidente (1). En general, parece que losintérpretes no han pensado en esta explicación;y por no haber pensado en ella, han imaginadootras que nos permitimos encontrar poco satisfac-torias. Unos han identificado Asuero con Cambi-ses, y Artajerges con el falso Smerdis, sistemaque tiene el mérito de respetar el orden cronoló-gico de los príncipes; pero es evidentemente arbi-trario é inventado para resolver la dificultad pre-sente. Otros han pretendido que el Darío del últimoversículo no es el Darío hijo de Histaspe, sino DaríoNothus, que ocupó el trono de Persia poco tiempodespués «de Artajerges (424-40S). Sabios de granrenombre han sostenido esta explicación: pero sufalsedad es mucho más evidente aún que la de laprecedente. ¿Se comprende acaso que se constru-

(1) Una intercalación completamente parecida se encuentra en ellibro 11 de Esdras; porque el cagitulo v, donde se relatan los hechos delaño trigésimo-segundo de Artajerges, está perdido en medio de capítulosrelativos ftl afio vigésimo.

yese el templo solamente veintitrés años despuésde la reedificación de los muros de la ciudad? (1).¿Se comprende que llevasen á Jerusalen los ju-díos (S36) Zorobabel, hijo ele Salathiel, jefe del pue-blo, y Josué, hijo de Josedec, gran sacerdote y queochenta años después se encuentren á la cabeza delpueblo judío otro Zorobabel, hijo de otro Salathiel,y otro Josué, hijo de otro Josedec, para levantar eltemplo? La coincidencia simultánea de cuatro nom-bres es la más imposible de las cosas posibles ('2).Además, no nos es desconocida la serie de los gran-des sacerdotes en esta época. Josué engendró áJoacin, Joacin engendró á Eliasib, Eliasib engendróá Joiada, Joiada engendró á Jonathan, y Jonathanengendró á Jeddoa (3). Los muros de Jerusalen sereedificaron en tiempo de Eliasib (4), y Jeddoa escontemporáneo de Alejandro el Grande. ¿Dónde co-locar un Josué II en esta serio no interrumpida? (5).Además, el templo estaba tan bien concluido entiempos de Eliasib, que el gran sacerdote construyóen los cuerpos exteriores del edificio sagrado undepósito para Tobías, jefe de los amonitas (6), yque en la misma época Sanaballat hizo alzar eltemplo del monte Garizim para oponerlo al templode Jerusalen (7). Así, pues, á pesar del número delos defensores de esta opinión, creemos que seríaperder tiempo entretenerse en refutarla más exten-samente.

¿No es más sencillo suponer que el Artajerges de

(1) En efecto, tos muros se reedificaron en el afio vigésimo de Arta-jjrg»s, hacia 455. como ya veremos, y ef templo en el segundo afio d«Darlo Nollius, hacia 422. Para escapar á esta conclusión, M. de Saulcypretende que tos muros se alzaron bajo Artajerges III, y por consiguien-te, hacia 540. (Art. judaico.)

(2) Hé aquí los parajes de la Escritura relativos á Zorohabcl y 4 Jo -sué; I Esdras, ii, 1;—ni, 2, 8;—iv, 1, 5, 24;—v, 2.—ll E s d m , vn,7;—xii, 1.—AggccHis, i, 1,12, Í 4 ; — [ t , 3 , 5 . F.n esta profecía, loa nom-breí-Üfro Zorobabel, hijo de Salcthiel y de Josué , hijo tle Josedec, apare-cen siempre juntes cuando se «rata de la reedificación del templo, bajo rlsegundo año del reinado 'ic Darío. En fin, la profecía de Zacarías eoin-tiene este texto tan concluyeme: «Las manos de Zorobabel han fundaidnesta morada, y sus manos la acabaran.» ¿Cdmo concebir en presencia deestos testimonios que hayan existido sabios capaces de admitir un primerZorobab-íi, hijo tic Salatlncl, y un primer Josué, hijo de Josedec, en elaño II del regreso de Babilonia (554), y un segundo Zorobahtl, hijo-«leSaiaihiel, con un segundo Josué, hijo de Josedec, en el año If de DarloJNothus? (-422). Debe advertirse además que los dos Zorobabel »on pr ín-cipes de Judá, y los dos Josué, grandes sacerdotes.

(3) U Esdras, xn, K y 11.(4} Ibtd., n i , i.(5) Como tos grandes sacerdotes se sucedían de padres á hijo*, serta

necesario ínteicalar dos grandes sacerdotes, Josedec y Josué.

(6) lbid.,xm, 7.(7) }osefo,A'itg. J'td, lib. xi, cap. vm, 2.—Es cosa averiguada

que este autor confunde en eaie paraje dosSanabaliat distintos, atribu-yendo al segundo las acciones del primero. Pero este error nada importapara la verdad de los hechos y de las conclusiones que se pueden dedu-cir (Cf. Petav. DeDucír. temp., tib. x n , cap. xxv) . H. Saulcy sostieneuna opinión contraria en este punto; y c! sabio M. Guerin dice qu» eltemplo del monte Gnricün fue construido en tiempo de Alejandro, peTOno se entretiene eo discutir este detalle.

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646 REVISTA EUROPEA. 27 DE FEBRERO DE 4 876. N.° 105

que aquí se trata no difiere del Artajerges de lahistoria? Viendo los judíos el mucho favor de quegozaba Esdras con el principe, creerían poder tras-pasar los límites de los derechos que les había otor-gado; y no contentos con darse magistrados, quer-rían también reedificar los muros. Pero reconocie-ron muy pronto que sus tentativas eran prematuras,y tuvieron que renunciar á su empresa. Esta opi-nión casi llega á ser certidumbre cuando se observaque los sabios están de acuerdo hoy para identificarAsuero con Jerges.

El favor de Nehemías obtuvo al fin del monarcael deseado permiso.

II. 1. Palabras de Nehemías, hijo de Helehías.En el mes de Casleu el año vigésimo. Yo estaba enla fortaleza de Suza.

2. Vino Hanani, uno de mis hermanos, con hom-bres de Judá. Le interrogué sobre la suerte de losjudíos que subsistían, y que habían sobrevivido ála cautividad, y sobre Jerusalen.

3. Y me dijeron: Los que subsisten y que hansobrevivido a la cautividad allá abajo en nuestrasprovincias, se encuentran en grande aflicción y enel oprobio. El muro de Jerusalen permanece derri-bado y sus puertas consumidas por el incendio.

4. Nehemías, después de dirigir á Dios una fer-viente plegaria, aprovechó e¡ acceso que le daba sucargo de copero acerca del Príncipe, y le pidió ór-denes para la reedificación de Jerusalen.

II. 5. Si place al rey, y si su servidor le esagradable, mandadme á Judea, á la ciudad dondeestá el sepulcro de mi padre y que yo la reedifique.

6. Este proyecto agradó al rey, y me concedióuna licencia.

7. Y yo dije al rey: si parece bien al rey, queme de cartas para los gobernadores de la región alotro lado del rio, para que me dejen libre paso,hasta que llegue á Judea.

8. Y una carta para Asaph, conservador de losbosques reales, para que me suministre maderapara cubrir las puertas de las torres del templo ylos muros de la ciudad, y la casa donde me estable-ceré yo. Y el rey me lo concedió todo por el amorde mi Dios.

Esto es todo lo que sabemos sobre el tenor deeste decrete, y de seguro parecerá muy vago, nosiendo tampoco probablemente muy terminante eledicto, en vista de la ley de los persas, que decla-raba irrevocables todos los decretos una vez san-cionados por el rey y su consejo (1). Nehemías nopidió más, y hasta los enemigos de los judíos com-prendieron lo que había en esto de decisivo. Así

fue que se limitaron á demostraciones impotentes yá tentativas frustradas por la prudencia de Nehe-mías. Tres dias después de su llegada á Jerusalen,éste se puso á la obra, y con tal actividad la impul-só, que cincuenta y dos dias después, el vigésimo-quinto del mes de Elul, en el año vigésimo del rei-nado de Artajerges, el recinto estaba terminado ylas puertas cerradas. Para los que hayan leido losdatos que llevamos consignados, la conclusión seráevidente. El origen de las setenta semanas de Da-niel coincide con el vigésimo año del reinado deArtajerges, puesto que en este vigésimo año se dioy ejecutó el permiso de reedificar el recinto de Je-rusalen.

¿Cuál es este vigésimo año del reinado de Arta-jerges?

A primera vista parecerá muy sencilla la solución,porque, según las mejores autoridades, Artajergessubió al trono el 17 de Diciembre de 465. El vigé-simo año de su reinado empieza, pues, el 18 de Di-ciembre de 446, terminando en 17 de Diciembrede 445. Pero en realidad, el problema, consideradocon todo rigor, está aún por resolver; y lo únicoque puede afirmarse con seguridad es que Artajergesreinaba mucho tiempo antes de la época asignada.

Encontramos la prueba en un hecho de la historiagriega, el destierro de Temístoeles. La fecha de estedestierro está, como vamos á ver, tan íntimamenteligada con el advenimiento de Artajerges que, unavez determinada la primera, por el hecho mismose encuentra la otra muy cerca de quedar fijada.Traduciremos exactamente los textos enteros.

Veamos en primer lugar loque nos dice Plutarcoen su vida de Temistocles: «Sí, dicen Tucídides yCarón Lampsacenio, después de la muerte de Jer-ges fue (Temístocles; allí y habló á su hijo (1). PeroEphorus, Dinon, Clitarchus, Herachides y muchosotros escriben que fue á él mismo. Sin embargo,parece que Tucídides está más de acuerdo con lascrónicas y las tablas en que se registra la serie delos tiempos, aunque estas mismas no sean cier-tas (2).» La contradicción no es tan evidente comopareció al buen Plutarco; y en todo caso, si existíacontradicción, Tucídides, y sobre todo Garon deLamsaco, son dos testigos irrecusables. Carón eracontemporáneo, y como habitante de Lamsaco, fuesubdito de Temistocles. Desgraciadamente no se haconservado su texto. En cuanto al de Tucídides,contiene tales detalles, que debe considerarsecomo decisivo, sobre todo si se tiene en cuenta laexactitud y probidad de este historiador.

(1) Daniel, vi, 18.

(1) Tucidides no dijo que Temistocles fue á Pcrsia después de lamuerte de Jerges, sino solamente que se dirigió á su hijo Artajerges,que recientemente había subido al trono. Esprobable que Carón de Lamp-saco se expresase de una manera análoga.

^2} Plutarco, Temisloclcs, xxt i , traducción de Amyot.

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N.° 105 H. COLOMB1ER. LAS [.XX SEMANAS DE DANIEL. 647

«Temistocles recompensó generosamente al patróntlel barco...; después, con uno de aquellos persasque frecuentaban las orillas del mar, penetró en elpaís y mandó una carta al hijo de Jerges, Artajerges,que había subido recientemente al trono. Hé aquí eltexto de la carta: «Vengo hacia vos, yo, Temistocles,el que de entre todos los griegos ha hecho más dañoá vuestra familia, cuando, arrastrado por la necesi-dad, combatí á vuestro padre que me hacia la guer-ra; pero mucho más le colmé de bienes cuandolas vicisitudes de las cosas humanas nos trajeronla seguridad y á él el peligro. A mí se deben estosbeneficios. (Habíale escrito huyese de Salamina y leadvirtió en seguida la ruptura de los puentes; peroesto último era una invención.) Y ahora, heme aquí;puedo haceros mucho bien; los griegos me persi-guen por mi cariño hacia vos. Espero descubrirosyo mismo dentro de un año los motivos de mi lle-gada (i).» Ante este documento, exhibido por Tu-eidides, es imposible dudar que la llegada de Te-mistocles al Asia no sea posterior en algunos mesessolamente al advenimiento de Artajerges.

La crónica de Eusebio, en la traducción de SanJerónimo, inscribe este acontecimiento en el cuartoaño de la Olimpiada setenta y seis, es decir, en eiaño 473 antes de la Era cristiana. Pero sin discutirla autoridad de esta crónica, debemos confesar quela versión armenia contradice la versión latina.Aquella coloca el hecho dos años más tarde, en elsegundo año de la Olimpiada setenta y siete, el 471.A primera vista, parece que Diodoro de Siciliaacepta esta versión; sin embargo, si se fija la aten-ción en que refiere á este solo año de 47-1 la acusa-ción intentada contra Temistocles por los lacedemo-nios y todas las peripecias verdaderas ó legendariasque la siguieron hasta la muerte del héroe, nos con-venceremos de que ha reunido en un solo relato loshechos de varios años, siendo imposible desgraciada-mente invocar su autoridaden favor de todos los añospróximos al 471, ya sean anteriores, ya sean poste-riores. La opinión común es favorable al año 471;sin embargo, el sabio historiador inglés de la Grecia,Mr. Grote, hace observar, con razón, que esta dife-rencia permanece hasta ahora completamente arbi-traria (2). Sea lo que quiera de esto, el principiodel reinado de Artajerges se encuentra fijado, segúnestas consideraciones, en el año de 472 ó 474.

Esto no prueba en manera alguna que no empe-zase el 17 de Diciembre. de_4fiJi, nnr.ajiíí. <yi. 'AH, <mrperios orientales frecuentemente estaban los prínGi-

(1) Tucliides, lib. I.(2) Es algo roas que arbitraria. Temistoclos permaneció más do un

año en las riberas del mar Jónico, Antes de subir á Persia (Tucídi-des. lib I ) . Las palabras de los historiadores serian inexplicables si nohubiese permanecido algún tiempo en el pais, y murió poco ante» de labatalla de Eurymedon, librada en el afio 470.

pes asociados al trono en vida de su padre, y poresta razón tenían dos advenimientos: uno comopríncipes asociados y otro como soberanos á lamuerto de su predecesor (1).

Esta observación nos permito sacar partido deun argumento propuesto por el abate Glaire en fa-vor de la antigua edición de San Jerónimo y delaño 474. «Diodoro de Sicilia, dice, coloca en el añotercero de la Olimpiada setenta y sféte la victoriaque Simón, hijo de Milliades, consiguió sobre lospersas cerca del rio Eurymedon; y Eusebio colocaesta victoria en el cuarto año del reinado.de Arta-jerges (Ü).» El sabio comentador hubiera podidodecir más sencillamente, que todo el. inundo estáde acuerdo en referir al año 470 la batalla del Eu-rymedon. Pero hubiese debido añadir, y este es ellado débil de su argumentación, que Eusebio liaequivocado la fecha en más de dos Olimpiadas; por-que refiere este hecho al cuarto año del segundoadvenimiento de Artajerges (465) y lo inscribe enel año cuarto de la Olimpiada setenta y nueve (461).Sin embargo, el razonamiento de M. Glaire no pier-de todo su valor. Eusebio, para alterar la fecha deun hecho muy conocido, debió tener graves razo-nes, y estas razones debieron ser probablemente laautoridad de memorias que colocaban la batalla deEurymedon en el cuarto año del reinado de Arta-jerges. Ignorando la doble época del principio deeste reinado, Eusebio se creería en presencia dedos fechas contradictorias y dispondría los hechosde la manera más verosímil á sus ojos. Esta confe-sión nos impido considerar como decisivo el razo-namiento de M. Glaire. Sin embargo, añade unaverdadera probabilidad á lasque poseíamos, y nadietendrá derecho á acusarnos de arbitrarios si fija-mos el principio del reinado de Artajerges en elañ&"a474 (3). El vigésimo año del reinado de Arta-jerges caerá, pues, parte en el 455 y parte en el 454;y puesto que los muros de la ciudad quedaron teir-minados el 25 Elul, el 25 Elul de 455 ó 454 será paranosotros el punto de partida de las setenta se-manas.

Podríamos detenernos aquí, pero creemos agra-dar al leetor dispensándole de hacer los cálculos ne-cesarios para que se cerciore del grado de exacti-tud con que se ha realizado la profecía. El Evangelionos dice que la predicación de San Juan Bautista

(1) Parfl ailmitir dos advenimientos de ArlajprRes, es r>reciso sacri-

ficar la leyenda de Arlaban, refen'Ja, aunque con notables divergencias,

por Ctesias, Justino, Diodoro, etc. El sacrificio nu costará mucho a los

amantes de la verdad en la historia.

(2) Hasta aquí la traducción de las inscripciones cuneiformes no han

avanzado, que sepamos, la cuestión. Al monos »sl resulta de las tra-

ducciones publicadas.

(3) Tampoco están de acuerdo aquí las versiones. La de San Jeróni-

mo asigna el año IV de la Olimpiada 79 y del reinado do Artajerges, y

la de Samuel asigna el afio III.

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648 RJEV1STA EUROPEA.—27 DE FEBRERO DE 1 8 7 6 . IV 105

empezó el décimo-quinto año del reinado de Tibe-rio, es decir, entre el 19 de Agosto del 28 y el 19de Agosto del 29. Jesús no empezó la suya hastabastante tiempo después de su precursor. De mane-ra que no nos alejamos de la verdad fijando á finesdol año 29 ó principios del año 30 la manifestaciónde Jesucristo. Pero si á 4S5 se añade 29—1, ó 28,resultarán 483 (i), es decir, exacta y rigurosamen-te sesenta y nueve semanas, y la muerte de Jesu-cristo, el 3 de Abril del 33, cae precisamente en me-dio de la semana setenta.

Terminaremos aquí, porque sería muy fatigosopara todos tratar de refutar los innumerales siste-mas que se han imaginado sobre esta cuestión, tan-to más, cuanto que gran número de estos sistemasno han podido formularse sino por ignorancia de lacronología ó por olvido de los términos del pro-blema.

H. COLOMBIBR.

(Eludes religievises.)

LA MATERIA DE LOS SEBES VIVOS

DESPUÉS DE LA MUERTE.

Nada más interesante en el vasto campo de laciencia que dedicarse á meditar entre sus numero-sas maravillas, lo que acontece á los seres dotadosde vida, cuando ésta desaparece y se apagan parasiempre los deslumbrantes fulgores que lanza subrillante hoguera. Seguir á la materia en sus múlti-ples evoluciones cuando la vida la abandona; recor-rer los largos y variados caminos por que atraviesaen su incesante progreso; verla dividirse y exten-derse bajo mil caprichosas y bizarras formas, esciertamente un estudio que nunca saciará el ansiadel hombre curioso y que desee penetrar con suávida mirada algo más allá del limitadísimo hori-zonte que se encuentra fuera de los auxilios de laciencia.

En efecto, por ella descubrimos cielo extenso ysereno, despojado de nubes, alumbrado por los vi-vos resplandores de sol naciente, bajo cuyo amo-roso influjo examinan nuestros ojos los portentososhechos que, para los que la miran con desdén, sonprofundos arcanos, siempre vedados á su inteligen-cia. Detengámonos un instante á contemplar eseconjunto de portentos, no como lo hace el hombrede ciencia, sino para llamar la atención hacia eseinteresante estudio.

Cuando las tétricas sombras de la muerte cubren

(1) Sabido es que es necesario restar \ siempre que se añaden años¿mes de ia Era cristiana, si se quiere tener el total exacto.

los restos que han servido de morada á los seresllenos antes de vida y lozanía, comienza nueva se-rie de sorprendentes hechos, de cuya explicaciónnos da satisfactoria cuenta la ciencia química, cuyabenéfica y clara luz alumbra hoy los senderos en otraépoca vedados á la humana inteligencia. El con-junto de fenómenos que se originan, recibe el nom-bre de fermentaciones, y en determinado caso el deputrefacción, que no por ofrecérsenos diariamenteá nuestra vista deja de ser de importancia suma ála consideración del hombre de ciencia y de go-bierno, de sociedad y de bufete.

En efecto, todos los seres vivientes se encuen-tran sujetos á experimentar las referidas descompo-siciones. El ave que en la enramada entona amoro-sísimos cantos, la fiera de aterradores instintos, elinsecto que apenas inarza su huella en el polvo, lacorpulenta encina, la flor que encanta con sus per-fumes y colores, la débil planta que al menor soplodel céfiro se inclina, y el hombre cuya creadora in-teligencia da vida á las sublimes concepciones delarte ó de la ciencia, se encuentran dentro de lainexorable ley que les obliga, cuando no tienenvida, á sufrir varias y complicadas descomposi-ciones.

Pero estas descomposiciones, nacidas de lamuerte, tienen por misión encender en otros seresla vida, cual si la ley de la compensación y el in-cesante equilibrio estuviese sin cesar demostrán-dose. En el estudio de las fermentaciones encuentrael químico motivo poderoso para ensalzar la cien-cia que le revela esos misterios; el médico explica-ción de gran número de dolencias, tormento de lahumanidad; el legislador medios de fomentar laprosperidad y ventura de los pueblos, y el filósofola formación del Universo y la vista de caminos quele conduzcan á la verdad, de cuyo hallazgo en pos,sin punto de sosiego, camina.

La sustancia que ha formado la habitación de unser vivo es de composición complicada, si no por elgran número de cuerpos que la constituyen, por lamanera como se encuentran agrupados. Próxima-mente media docena de elementos forman esos com-plicados organismos que tanto crean y tanto modi-fican. ¿Quién es capaz de afirmar si una cantidadmayor ó menor de fósforo ó de carbono, de nitró-geno ó de oxígeno, en un tejido cerebral, puedeser la causa que nos produzca genios tan gigantes-cos como Cervantes ó Calderón, Shakspeare ó Mo-liere, Linneo ó Newton, Berzelius ó Descartes,Murillo ó Zurbarán, sin negar por eso que la crea-dora luz derramó sobre ellos todo el resplandor desus benéficos rayos?

Decimos, pues, que hay sólo unos cuantos cuer-pos de los que los químicos denominan simples, for-mando la materia orgánica. Pero estos á su vez se

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N.° 105 J . OLMED1LLA-—LA MATERIA DE LOS SERES VIVOS. 649hallan unidos para dar origen á los llamados princi-pios inmediatos, los cuales, en virtud de combina-ciones y reunión misteriosa, forman los tejidos, esdecir, la trabazón ó base de los órganos cuya orde-nada manera de funcionar da por resultado aparatosy sistemas para originar la vida.

Luego que por una causa cualquiera termina ésta,reclama la materia su primitivo dominio y comienzauna descomposición más ó menos rápida, según loscasos y circunstancias; pero que nunca terminahasta simplificar lo más posible las sustancias queantes se hallaron dotadas de vida. Así es que el car-bono se torna en ácido carbónico; el mismo gas quetanto agrada en los espumosos vinos de Champagne,y que unido con la cal forma los bellísimos mármo-les de sin igual belleza; el azufre de la sustancia or-gánica se cambia en hidrógeno sulfurado, gas derepugnante olor que, respirado, mata, y disuelto enlas aguas constituye precioso medio de prolongarla vida, recuperando la perdida salud; el nitrógenose transforma en el cuerpo denominado amoniaco,también nocivo y también asimismo precioso medi-camento.

Mas para que tengan lugar estas alteraciones haynecesidad de que la materia muerta se encuentre endeterminadas circunstancias, sin las que es imposi-ble que la fermentación ó putrefacción, según elcaso, se originen. Estas circunstancias se satisfa-cen habiendo una atmósfera templada y húmeda, esdecir, aire, agua y que señale 20 grados el termó-metro. La causa inicial de toda's estas descompo-siciones es el aire; pero una vez comenzado el mo-vimiento de alteración, se propaga á toda la masa,aun cuando no continúe la intervención de esteagente.

Suprimiendo el aire ó privado del vivificante oxí-geno, gas que forma la porción á que debe sus pro-piedades vitales, no tiene lugar la fermentación.

La mayor parte de los químicos modernos queforman gloriosa pléyade de ilustres propagadoresde la ciencia, han iluminado con la brillante luz desu genio el estudio de las fermentaciones y putre-facciones. Desde Lavoisier, el inolvidable mártirdel fanatismo y del crimen, hasta el eminente Ber-theiot, de cuyos labios todavía brotan raudales deciencia, han dado explicaciones de la manera deefectuarse esas singulares descomposiciones. Lic-big, ilustre profesor, gloria de la Universidad deMunich, admitía que la causa inicial en las fermen-taciones es puramente mecánica, si bien, trascurri-do el primer momento, entran las fuerzas químicas,ó sean las que producen combinaciones y descom-posiciones de cuerpos á tomar parte en la forma-ción de los productos que nuevamente se forman.Para eso la fuerza que mantiene la vida es la que seopone á la afinidad química. Así es que luego que

ha terminado su misión la vida, entonces duefia yadel campo la fuerza química, sin enemigo que se leoponga, ni obstáculo que le resista, funciona por símisma dando lugar á la formación de multitud decuerpos.

El químico Pasteur, cuyas ideas son hoy acepta-das por gran número de hombres de ciencia, su-pone la existencia de microscópicos seres á los quese deben las fermentaciones. Como prueba de laexactitud de este modo de ver, se cita la imposibili-dad de que tenga lugar la fermentación en el senode un aire que haya previamente atravesado por untubo de porcelana enrojecido por la acción de tem-peratura elevadísima, á la cual han muerto los gér-menes de esa fermentación; y ha sido por lo tantoimposible que se efectúe. Han desaparecido los au-tores de la obra y permanece inactiva, mientrasllegan nuevos obreros vigorosos que la continúen yterminen.

Si en un sitio donde tiene lugar una fermentaciónó hay sustancias putrefactas en abundancia, se in-troduce una esfera de incoloro cristal llena de hielo,no tarda en recubrirse su superficie de vapor acuo-so que, cuidadosamente recogido y examinado almicroscopio, ese magnífico aparato que nos reveladesconocidos mundos, vemos sustancias de origenorgánico que tienen la propiedad de producir laputrefacción de otros cuerpos en análogas condi-ciones colocados.

Por lo demás, en nuestra vida y en los objetosque nos rodean se desarrollan sin cesar estas fer-mentaciones. El pan que nos alimenta se preparamediante una fermentación; el vino es el resultadode otra ó de otras; el vinagre reconoce la mismacausa; los vivísimos colores de lucientes tejidas,mediante el tiempo, auxiliado por la luz y el aire,se tornan en pálidos matices, debido sin duda al-guna á la influencia de lenta fermentación, denomi-nada por los químicos creinacausia. Tal es lo queacontece en las banderas ó pabellones expuestossin cesar al aire libre, que se cambian más tarde enblancas telas, perdidas sus tintas primitivas por unfenómeno químico que se halla dentro de estas des-composiciones, que la ciencia las ha dosificado es-tableciendo 15 especies.

El polvo que flota en el aire, invisible á nuestrosojos, es origen de diversidad de fermentaciones,que llevan á determinados sitios la vida y á otrosla muerte, bajóla forma de terribles enfermedades,constituyendo difíciles problemas patológicos. Lamoderna ciencia encuentra en ese estudio vastí-simo campo donde poder investigar el origen demultitud de dolencias.

Pero al propio tiempo son las fermentaciones in-cesante manantial de vida, porque sirven para pro-ducir la existencia de nuevos seres, formados ex-

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650 REVISTA EUROPEA. 27 DE FEBRERO DE 4 876. N.° 105

elusivamente á expensas de los que dejaron de vi-vir. La rosa de perfumado aroma, los pensamientosde terciopelado lustre, la magnolia del trópico, lablanquísima azucena, la palmera que forma en eldesierto el único consuelo del errante peregrino,reciben sus aromas y matices, su grandeza y ma-jestad, de los seres que les han precedido en el ca-mino de la vida. Del mismo modo, el hombre estambién deudor de su existencia á generacionesanteriores que hoy están en completa descomposi-ción, y nosotros á su vez mañana serviremos paraencender la llama de la vida á las futuras generacio-nes, por la dependencia mutua que hay entre elreino de las plantas y el reino animal, los cualesson necesarios el uno para e! otro, no concibiéndoseaislado ninguno de ellos.

Este constante equilibrio que forma el indestruc-tible circulo de la materia y hasta la evidencia de-muestra que nada en el universo se pierde ni seborra, constituye uno de los más curiosos estudiosde las ciencias físicas y naturales, y uno de sus másgloriosos títulos á la universal admiración.

JOAQUÍN OLMEDILLA Y PIIIG.

LA PATRIA POTESTAD DE LA MUJER.

Una de nuestras leyes más recientes, en formaharto escueta y aislada, establece que tenga la ma-dre patria potestad, después de ocurrir la muerte desu esposo, sobre los hijos que hubieren nacido du-rante este matrimonio. ¿Qué juicio debe formularseacerca de esta prescripción? Hé aquí el tema de esteartículo.

Si dirigimos una mirada á la historia, veremos queentre los hebreos carecía la mujer de aquel dere-cho, por más que debía ser respetada por sus hijostanto como el padre. De todas suertes, corto hubie-ra sido su poder, puesto que las leyes hebraicaslijaban la mayor edad para los varones á los treceaños, y para bs hembras á los doce.

En Esparta la esposa hubiera gozado de semejantepotestad si el padre la hubiera tenido: decimosesto, porque tampoco allí se encuentra el poder ma-rital, ni se concibe su existencia, pues que aquéllaera admitida á los mismos oficios y trabajos quelos hombres. En Atenas hallábase sujeta á perpetuatutela; mal podía dispensar á sus hijos de la protec-ción y obediencia á sus tutores.

La matrona romana no obtuvo el poder paternoaun despues.de haber desaparecido, en tiempo delos emperadores romanos, la necesidad en que sehallaba de inclinar su dócil cabeza á la voluntad deltutor en los actos más graves de la vida, cuando no

se hallaba bajo la potestad del padre, del abuelo,del suegro ó del marido.

Por la legislación de nuestra monarquía, que haregido hasta las últimas reformas, seguíase el ejem-plo de Roma, como quiera que en lo que atañe álas tutelas impera el tít. xvi de la sexta Partida.

En el Código de Napoleón, que se estima como unmodelo y que se cree es el reflejo fiel de los grandesadelantos de nuestra época, leemos en el art. 373:«El padre sólo ejerce esta autoridad (la paterna) du-rante el matrimonio.» En el 371: «El hijo, cualquieraque sea su edad, debe honrar y respetar á su padrey á su madre.» Esta misma compilación contiene elprecepto d« que después de la disolución del niatri-moniQ pertenece la tutela al cónyuje sobreviviente(art. 390); que sin embargo, el padre podrá nom-brar un consejo especial para la madre que sobre-viva y sea tutora (art. 391).

Podemos afirmar resueltamente, después de ha-ber consultado estos datos, que en las leyes escri-tas, que en el derecho positivo, no hay precedentesque autoricen, con el respeto y el honor que á loscódigos se tributa, la grave reforma que motiva es-tas lineas.

¿Puede prometerse razón de ser, que sus puras yfecundas raices se descubran en el derecho naturaly en el parecer de los escritores jurídicos?

Los jurisconsultos franceses, que defendieron antelas Cámaras los varios títulos que constituyen el Có-digo civil, afirman que la naturaleza ha dado el po-der paterno al padre y á la madre; pero que es fácilconocer que la razón exige que el padre solamentelo ejerza, y que la madre no comience á gozar delmismo, sino desde el momento en que queda viu-da (1): que siendo igual su interés, y su obligaciónsolidaria, los trabajos, los cuidados, la solicitud, sedividen entre ambos, y parece que la dicha potestaddebía corresponder á los mismos sin prerogativaespecial á favor de ninguno de los dos; empero quesemejante división no podría subsistir sin destruirel mismo derecho, y la misma naturaleza ha re-suelto la cuestión, dando al varón medios de supe-rioridad y de preeminencia que no pueden discu-tirse; lo cual no obsta para que la autoridad sobrelos hijos pase á la mujer después de quedar disuel-to el matrimonio (2).

Diriase que estos razonamientos son plausibles ycapaces por su propia virtud para mover el ánimodel legislador; mas, en tal caso, preguntaremos: ¿áqué conduce declarar, poco después, que la madreno es más que tutora cuando sobrevive á su mari-do? Podrá objetarse que también lo es el padre; á loque responderemos que no le vigila ni interviene

(1) Discurso del consejero de Estado Ríal.(2) Discurso pronuncildo en el Cuerpo legislativo por AlbUson.

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N.° 105 M. SALVA. I,A PATRIA POTESTAD EN LA MUJER. 651

en sus actos un consejo especial nombrado por sumujor. Alégase, para cohonestar esta diferencia, queteniendo ésta por la ley francesa el usufrulo de losbienes de sus hijos hasta que cumplan diez y ochoaños, la vieja objeción que se apoya en su preten-dida incapacidad para administrar intereses, se re-duce á muy poca cosa; bien que si el padre, verda-deramente juez de la capacidad de su mujer, abrigaalguna inquietud, podrá, sin privarle de la tutela,designar un consejo que le haga cobrar nuevasfuerzas; excepción con la que es dable satisfacerel interés de los menores (1).

La consecuencia que deducimos con claridad deltexto legal y de los motivos que se aducen para jus-tificarlo, es que el legislador no se atreve de hechoá conceder á la viuda el poder paterno.

Y, sin embargo, en la esfera puramente científica,en el libro, no dejara de encontrar fundamentos paramostrarse más audaz y resuelto, si hubiera queridoconfiar en su solidez y en su firmeza.

En el siglo XVII un autor alemán, Ulrico Huber, ensu obra de Derecho civil, consigna las siguientes lí-neas: «Si el padre muere, ¿se disuelve la familia? Talfue el parecer de los romanos; mas no creemos debarechazarse por el derecho de gentes que la madreque fue compañera en el gobierno familiar, y cuyapotestad se había denegado por causa del orden yen favor del marido; que la madre, decimos, muertoel padre, le suceda en el mando y autoridad domés-ticas, mientras subsista la familia.»

En 1786 escribía M. D'Olivier, en su tratado de laReforma de las leyes civiles: «Estimo que seria con-veniente, sobre todo en los Estados cristianos, atri-buir á las madres, después de la muerte de los pa-dres y de los abuelos paternos, potestad sobre sushijos, salvo limitar esta potestad por medio de al-gunas restricciones. Semejante ley sería muy con-forme á los principios y á la moral del cristianismo.»

«La que yo propongo se acerca más al derechonatural que la ley contraria que observamos. Estaparece debilitar los sentimientos que la naturalezainspira respecto á las madres, cuando toda ley hu-mana debe confirmar, defender, armar la ley na-tural.»

El mismo autor se duele de lo expuestos quequedan á cometer livianos desórdenes los hijos quepierden á sus padres en la menor edad, por no te-ner freno alguno que los rija y modere. Aieguraque, por otra parte, seria provechoso hacer que tu-viesen apego las mujeres á los cuidados domésticospor medio de todos los vínculos posibles, los queapreciarán más si no se las excluye del manejo delos negocios.

No mucho tiempo después, Hippel sostuvo la

(1) Discurso del consejero de Estado Bérlier.

igual aptitud del hombre y de la mujer para todoslos actos y funciones peculiares del género huma-no, tesis sustentada en 1798, en el Derecho naturalde Hugo.

Los más recientes escritores de filosofía del de-recho están muy lejos de mostrarse partidarios dela misma doctrina en esta grave materia. Algunosdicen que la mujer carece de aptitud para los traba-jos ásperos y difíciles que la administración de la for-tuna imperiosamente exige en nuestro estado actualde civilización. Recuerdan que es grande su timi-dez, su inexperiencia extrema, y que las arduas com-binaciones de los intereses materiales, bajo la leyde la libertad y de la concurrencia, llevan consigouna responsabilidad tan gravo, que mal puede per-mitirse á la viuda la acepte y tome sobre sus débileshombros. A lo sumo, añaden, consentiremos que, noteniendo hijos, cuiden y dispongan de sus bienes;las consecuencias no recaen en tal caso más quesobre ellas mismas; mas tolerar que se extiendan áhuérfanos que la ley debe amparar, es demasiado» yno puede ser un consejo que dicte la prudencia, álo menos en nuestros dias.

Otros pretenden que, si bien so atribuye al padrela autoridad sobre sus hijos por ser el jefe de lafamilia y el que por razón de su sexo debe supo-nerse con más experiencia y aptitud para dirigirlos,existe de cierto modo en la madre, y se ostenta contodo su poder, cuando el padre falta, en la madre,esto es, en el ser privilegiado cuyo amor adivina, ycuya adivinación forma, digámoslo así, la base dela educación, el alma y el corazón del hombre enlos primeros dias de su existencia.

El poder inherente al derecho y la obligación deeducar se divide igualmente entre ambos esposos.No existe potestad paterna propiamente dicha; cor-resflpnde á la vez á los dos cónyuges, y se funda, nosobre el hecho puramente físico de la generación,como imaginaban los antiguos autores, sino sobí'ela educación.

La tutela comienza cuando los menores han per-dido á su padre ó á su madre, ó á entrambos, y coir-responde á los más próximos parientes ó á las per-sonas elegidas por los cónyuges porque les inspi-ren confianza.

Hay quien escribe que el poder paterno debe atri-buirse á los dos individuos que forman la sociedadconyugal, empero que durante el matrimonio seejerce por el padre que representa á aquella; que lamadre, por más que lenga los mismos derechos queel primero, no es más que su auxiliar mientras durael matrimonio; así sirve do intermediaria natural yconciliadora entre el padre y los hijos; mas si muereel primero ó se incapacita para ejercer su autori-dad, los derechos maternales reaparecen en toda supureza y en todo su vigor.

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Por último, un famoso autor de derecho naturalhace las siguientes distinciones: la paternidad re-sulta del matrimonio; la sociedad entre los cónyu-ges dará á la autoridad paterna su propio carácter;acontece que la primera nos presenta varios de es-tos últimos, según los diferentes aspectos bajo loscuales podemos considerarla: bajo el punto de vistade la propagación de la especie, título primitivo yesencial de esta sociedad, el matrimonio nos ofrecela paz de una sociedad monárquica; como asocia-ción fundada en la amistad nos ofrece un aspectodemocrático; como simple sociedad doméstica,tiene formas que pueden variar al tenor de la vo-luntad de los que se asocian. De todo esto provieneque la paterna potestad aparezca á nuestros ojos, ypor si misma, como un poder esencialmente mo-nárquico, pero modificado y templado por el influjode hechos particulares que dan á la mujer una fa-cultad que so funda sobre el derecho y sobre loshechos (d).

No será aventurado aseverar que la ciencia jurí-dica, en su más genuina expresión, en sus tenden-cias filosóficas y en sus recientes progresos que he-mos procurado hacer constar, se muestra favorableá que la viuda tenga algo más que la tutela, y porderecho propio, al morir su marido.

¿Y no debe tener el derecho que se otorgue ála viuda por las leyes, que más pronto ó más tardereflejan el estado de la ciencia, más limitaciones quelas mismas señaladas á la patria potestad del varón?

En mi sentir, requiérese de todo punto que la mu-jer se vea rodeada de medios de apoyo, que hallerestricciones bastantes á impedir que se aminore ymerme la fortuna de los hijos por su natural flaqueza.

Las transiciones deben ser suaves, moderadas,fáciles, precedidas de larga y provechosa prepara-ción; las reformas deben hacerse con timidez y conánimo casi medroso, pues suelen unas y otras tro-pezar con graves y notorios obstáculos. Si la patriapotestad de la mujer nace y se declara sin ningúnlinaje de prescripciones que determinen sus carac-teres y fijen su extensión, la novedad no obedece álas sabias máximas que hemos apuntado, siempreseguidas por los legisladores de Roma ó Inglaterra.

Si estudiamos á la mujer, nos será fácil notarque el sentimiento, la más delicada sensibilidad, elafecto de profundos amores como desposada y comomadre predominan en ella. Su espíritu lleno de vi-veza, capaz de rápidas concepciones, de felices vis-lumbres, de súbitas y extrañas adivinaciones, en elque se adunan con singular contraste la más tenazpaciencia y la menor constancia, ¿hállase dotado de

(1) Véanse: Bslime, FilvsofH del Derecho, segundo volumen; D. Cle-mente F . Elias, Novísimo tratado completo de Derecho natural;

Ahrens, Curso de Derecho natural; Boislel, Curso de Derecho natural.

Taparelti d'Azeglío, Ensayo de Derecho natural, tercer volüineu.

aquella penetración en los negocios, de aquella me-sura, de aquella hábil perseverancia, de aquel pro-fundo conocimiento de los hombres, de aquella fir-meza de carácter, de aquella á las veces dolorosaresolución que tanto enaltecen y son peculiares delvarón?

¿No será provechoso que el legislador no cierrede una manera absoluta los oidos á esa antigua, ge-neral y autorizada afirmación que se formula en es-tas palabras: la femenil flaqueza?

El varón y la mujer, unidos por el vinculo matri-monial, constituyen la verdadera unidad de la espe-cie humana. Sin el primero, carece el hogar domés-tico de jefe, de escudo, de quien luche con la ad-versa fortuna y la venza: sin la segunda, de amor,del puro fuego de los más nobles afectos, de lafuerza que vigila, conserva y premia, que intercedey modera los enérgicos y varoniles arrebatos decontrapuestas pasiones. No es dable suplir la faltade ninguno de los dos: el primero puede dirigirsiempre la familia; regir, mandar, son sus naturalesatributos: la segunda no puede hacer lo mismo;tiene más aptitud para obedecer y resignarse; ase-méjase á ciertas plantas que necesitan para florecersosten y apoyo.

Esta reflexión va enderezada á probar que, muertoel padre, no es conveniente ni útil que dejemos á laviuda aislada y dueña de sí, de suerte y manera quela embarace y abrume el nuevo y temeroso poderde que queremos investirla.

A lo que no me parece inoportuno añadir que,por desgracia, la educación de la mujer en nuestrosdias, el estado de nuestras costumbres y la hondaperturbación de esta sociedad, que más há menesterde la fuerza que de la debilidad, todo nos llevacomo por la mano á concluir que, en la gestión delos bienes, en el permiso para que sus hijos puedancasarse, en la elección del oficio y profesión de losque fueren varones, dentro de ciertos límites, esta-blezcamos en la ley que declare el derecho y auto-ridad de la mujer sobre sus hijos algunas restric-ciones, que no estimo sea esta ocasión oportuna dedesenvolver.

En suma, no soy de parecer que pueda irse máslejos, en la reforma que sobre este punto debe plan-tearse, de los limites que señala el Código deNapoleón á los tutores en general, en el título Xdel libro I; y que sea provechoso prescindir de lafacultad otorgada al padre por el art. 391 del mismocuerpo legal, á saber, la de nombrar un consejoespecial, sin cuyo dictamen y voto la viuda nopueda verificar todos ó algunos de los actos propiosde su gestión como tutora.

MELCHOR SALVA,Catedrático de la Facultad de Derecho de la Universidad de Sanli&go.

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N.° 105 B. AUERBACH. BENITO ESPINOSA. 653

BENITO ESPINOSA.NOVKLA.

XXV. *

CICATRIZ Y CURA.

Quiso la Iglesia judía acompañar su excomuniónde efectos civiles, para lo cual solicitó de los tribu-nales la expulsión del blasfemo. Encargada del pro-cedimiento la autoridad eclesiástica reformada, sevio nuestro pensador distraído con frecuencia desus trabajos por citas y alegatos; así es que, embe-bido en vaslas consideraciones sobre las condicio-nes dü la vida social y el íin de los individuos en lacomunidad, cruzó muchas veces los largos y som-bríos corredores del Palacio de Justicia y pasó ho-ras enteras en la antecámara del tribunal. Se com-pone el martirio del mundo moderno de mil peque-ñas molestias.

Le instaban sus amigos á que abandonara volun-tariamente su ciudad natal; pero, en su amor á lajusticia, persistía en no someterse más que á una de-cisión legalmente pronunciada. El último servicioque le prestó la amistad de Oldenbourg fue librarlede estas tribulaciones. Rogó repetidas veces á Es-pinosa que le acompañara á Inglaterra; pero éstese negó y permaneció en su patria, en su soledad.Sin embargo, se disponía á abandonar íi Amsterdam,porque, aunque era ajeno á todo odio, no podía li-brarse de la profunda pena que le causaba verseperseguido por el horror y el desprecio en mediode sus compatriotas. Más dolor le causaba haberdespertado involuntariamente esta animosidad enlos corazones, que sobrellevar susconsecuencias.

Mostrando sus caracteres distintos en la discusiónsobre este punto; mientras Meyer se complacía encastigar con agudas ironías la debilidad y cegue-dad de los hombres, censuraba Oldenbourg tal pro-cedimiento por cierta repulsión en él innata á todalucha y á todo contacto con lo vulgar, en lo cualestaba de acuerdo con él Espinosa.

El viaje de Oldenbourg produjo un paréntesis enestas afectuosas relaciones: le acompañaron Espi-nosa, Meyer y de Uries hasta la Torre de las Lágri-mas (nombre que lleva porque es el sitio de lasdespedidas); Espinosa se separó de los brazos deOldenbourg con el corazón oprimido, porque, aun-que le quedaban como amigos Meyer y de Uries,éste era demasiado joven, y Meyer estaba casado ytenía sobre sí muchas atenciones; de suerte que conOldenbourg perdía su más fiel amigo.

• Véanse los número» 96,97,9», 99,101,102,103 y 104, pág». 314,529, 385, 436, S09, 546, 583 y 628.

Al volver por el puente de Amstel, encontró Espi-nosa un entierro y en el acompañamiento á su an-tiguo maestro y compañeros de taller; se unió á lacomitiva que conducía á su última morada a PedroBlyning. Le habían llevado sus compañeros al baileel último dia de fiesta, y en ella se habían permiti-do la broma cruel de hacer ir á todas las jóvenes árogarlo que bailase, obligando así al pobre impedi-do á encolerizarse, dejándose dominar por el odioy la envidia. Llevado de su furor, comenzó á vaciarvasos y más vasos de vino y ginebra, lloró despuésamargamente, cogió sus muletas y se marchó; alpoco rato se oyó un grito espantoso, todos se apre-suraron á ir allá y encontraron al desgraciado quese había caido de lo alto de la escalera al empedra-do, se'había roto la cabeza y estaba agonizando conterribles convulsiones.

Cuando segma al féretro, encontró Espinosa áChisdai, le vio escupir tres veces dolante de él y leoyó recitar en hebreo el versículo: «Y le tendrás ienhorror y en abominación, porque está excomulga-do.» (S. M., VII, 26). Sin hacer caso, acompañó Es-pinosa, interiormente ocupado con su reflexión, aldifunto hasta el campo-santo.

Recibió aquel mismo dia la visita de Silva, que, sinsaludarle y con voz lúgubre, comenzó así:

—No viene á verte el judío, que ya no te conoce;es el médico el que viene á tí para cumplir su deber,aconsejándote que abandones la ciudad por el peli-gro que corres; mientras permanezcas aquí, pade-cerás del corazón, pues no hay nadie en el mundocapaz de sobrellevar la vida que haces. ¡Verte re-chazado y andar como un cadáver en medio deaquellos con quienes antes vivías!... Sé que nopretendes desafiar á los que explican de este modotu presencia aquí... Además, Efrain Cardoso ha emi-grad^) al Brasil con otros; Chisdai quería acompa-ñarle, pero le han rechazado; nadie quiere su com-pañía, todos huyen de él como de un contagioso yno le perdonan haber sido tu delator.

—Pero yo le perdono.—Lo cual no os salva á ninguno de los dos. Pre-

sumo que intenta algún crimen; no sale de dia, y porla noche se le ve como alma en pena vagar por lascalles; oye mis consejos, y retracto mis primeraspalabras: es el judío quien está en tu casa. No hasblasfemado de nuestra religión en el Sanedrín; hashablado como debe hacerlo un pensador, y aunquepor mi parte no puedo admitir un pensamiento quese emancipa del yugo de la fe, ten en cuenta estaspalabras que te dirige un judio: «Sé justo con nos-otros como con los demás; eres más piadoso quequieres, y no lo reconoces porque tu razón no tepermite eonlesarlo.»

—'¿Consiste sólo la fe en la expresión de la piedad?—Lo sé, lo sé muy bien,—replicó vivamente

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Silva;—no he venido á disputar contigo; atribuye-lo, si quieres, á orgullo de mi parte, pero aún tereconozco piedad. En aquel momento terrible enque abandonabas para siempre la sinagoga, el lugarmismo en que estaba otras veces tu padre, debióaparecer un niño á tu vista; este niño oraba con fer-vor... y este niño eras tú... no lo olvides, acuérdatesiempre de ello: con luto en el corazón te ve un ju-dío marchar siempre solitario en la vida. Adiós.

Alargó Espinosa la mano á Silva , que estrechó ladel herético con la suya envuelta en el manto. Con-movió profundamente á Espinosa esta última visita,que era el eco de una vida de la cual se había se-parado y que no podía olvidar. No tardó mucho ensaber otra noticia fúnebre, que causó un nuevo sen-timiento á su alma. Su maestro, Van den Ende, queera tan jovial, que estimaba la risa como el sobe-rano bien, había realizado un acto de abnegaciónpatriótica; había promovido un movimiento popularpara oponerse á los proyectos de Luis XIV contralas Provincias Unidas; había fomentado la insurrec-ción en Normandía con el duque de Rohan y otros,y había sido ejecutado en Paris.

El país entero sintió una compasión y gratitudinmensas hacia él, sin faltar por esto algunos escép-ticos que intentaron explicar lo hecho por Van denEnde como objeto para éste de risa, que había que.rido reir á coro con toda la Europa ante el espec-táculo del tormento de Luis XIV; pero la empresa yla muerte heroicas de Van den Ende eran hechosdemasiado graves para dar curso á tales bromas.Espinosa se explicaba esta peripecia de la vida desu maestro pensando que los que viven fácilmentemueren lo mismo, y que el carácter y las opinionesde Van den Ende podían muy bien haberle llevadoá arriesgar en un solo acto la vida que otros mal-gastan; pero siempre quedaba una incógnita, y Es-pinosa tuvo que hacer en esto una excepción hon-rosa á la memoria de su maestro: nunca le hubieracreido capaz de semejante sacrificio.

Reconoció que debía ir á dar el pésame á Olim-pia; examinó severamente su corazón, y halló queera movido á ello sólo por la sincera participaciónque tomaba en el duelo de la que había amado. Alllegar á casa de Olimpia, le dijo un vecino que ha-bía marchado con su marido á Hamburgo. De vueltaá su casa, cuando llegaba frente á la iglesia deSanta Olalla, al mismo sitio en el cual había pasadolargas horas una noche, sentado en las gradas delviejo edificio, se arrojó violentamente sobre él unhombre, le cogió el brazo, le dio una puñalada enel pecho, exclamando: «El asno tiene cuernos,» ydesapareció rápidamente en las sombras. Acertada-mente excusó Espinosa el golpe, que sólo tocó á sumanto; creyó reconocer al asesino: era Chisdaí. Pa-sados el primer susto y la agitación, no pensó Es-

pinosa en su peligro más que para decirse que elfanatismo es la vuelta al derecho primitivo de lafuerza bruta con cierta apariencia de legalidad ysantidad. Quien ha condenado, quien ha crucificadoy ha encendido las hogueras ha sido siempre estecelo fanático que pretende convertir la ley interiorde un individuo en la palabra de orden para toda lasociedad. Lo que importa es revelar á la humanidadsus leyes inmanentes y guiarla al amor y á la ver-dadera felicidad...

Conservó el manto acuchillado como un recuerdo.¿No era un símbolo? El odio y la ceguedad habíanherido el vestido del sabio, sin poder herir su alma.No llegó a saber Espinosa que el dia siguiente se ha-bía extraído un cadáver del Amstel; era el de Ch'is-dai, que, por haberse suicidado, fue arrojado á latierra sin duelo y sin lágrimas como Uriel Acosta,cuya tumba había él insultado.

Obligado á guardar cama por su enfermedad, notenía Espinosa noticia ninguna de la comunidad ju-dia. ¡Te has elevado con tu pensamiento libre hastael infinito; ha dominado tu vista los fenómenos par-ticulares; ha abrazado las leyes generales; y depronto gimes en un cuarto solitario: parece que hamuerto e¡ mundo, que se oscurece el espíritu, y quela vista no distingue la radiación de la ley en eluniverso...

Sin herirle el puñal del asesino, siente grandesdolores en el pecho y arroja sangre por la boca;quizá las consecuencias de tantas impresiones, ácual más rápidas y distintas, habían desenvuelto elgermen de esta enfermedad, que se había manifes-tado ya en su juventud el dia que habló por prime-ra vez en la sinagoga.

Estaba Espinosa peligrosamente enfermo, y Meyerle cuidaba y le consolaba como un buen amigo. Enlos intervalos del mal procuraba distraerle con subuen humor.

—He ahí lo que debes ser realmente, judío exco-mulgado y célibe. Viviendo solo, te encuentrascomoel Adán del paraíso, y es necesario que sigas siendoel Adán del espíritu,—le dijo Meyer.»

Miró Espinosa á su amigo sonriéndose, y le de-mostró que el hombre es verdaderamente libre enla sociedad, nó en el aislamiento.

Pasaba Meyer horas y horas al lado del lecho, po-seído de una admiración sin límites ante el filósofominado por el dolor y que, en los cortos instantesde su alivio, hablaba de su destrucción como de unhecho extraño. Sólo una vez habló de la injusticiade sus adversarios, y esto para completar conside^raciones ya desenvueltas.

No es,—decía,—el odio, la ingratitud ó el des-precio la carga más pesada que pueden imponernoslos hombres; consiste dicha carga en hacer germi-nar en nuestra alma la enemistad y el desprecio,

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sentimientos viles que turban nuestra vista. Mas elodio á los hombres es una vanidad; es la negaciónde nosotros mismos; lo que es imprescindible esaniquilar el mal, ascender por cima de él al amorde Dios, ante el cual aparece el mundo tan encan-tador y tan bueno.

Así se elevaba cada vez más, de modo que pudodecir de sí mismo: «Me he esforzado por explicar-me las acciones de los hombres, y no ridiculizarlasni despreciarlas: he procurado considerar las pa-siones humanas, el amor, el odio, la compasión ylos demás movimientos del alma, más que comofaltas, como facultades que pertenecen á la natura-leza humana, de igual modo que el calor, el frió y lahumedad á la naturaleza de la atmósfera. Estos fe-nómenos tienen sus causas determinadas, cuyo es-tudio proporciona al espíritu tanta complacenciacomo la percepción de los objetos agradables ánuestros sentidos.»

Ante sus instancias reiteradas, enteróMeyer á Es-pinosa de toda la verdad respecto á su estado: ledijo que su enfermedad era una tisis, de la cual sólopodían salvarle cuidados minuciosos y continuos.Gomo si sintiera acercarse la muerte, cerró los ojosun instante Espinosa al oir la opinión de Meyer; peropronto se rehizo, y fijó él mismo el plan rigurosoque había de observar. Parecía que recobraba denuevo las fuerzas con su firme resolución de prolon-gar la vida para recorrer todo su camino en la calmay paz del alma. ¥ cumplió fielmente su palabra.

Es difícil mirar cara á cara la muerte y despedirsedel espectáculo del mundo y del sentimiento de lanaturaleza cuando se está cargado de años, aunqueexiste un consuelo en pensar que se ha recorrido elespacio ordinario de la vida. Pero sentir en sí mis-mo, en la flor de la edad y en la fuerza de los años,el germen de la muerte, luchar diariamente contraella, vigilar cada emoción, renunciar al hábito tran-quilo de ver la vida conservarse por sí misma, y enesta constante preocupación gozar diariamente dela claridad del dia, trabajar sin dejarlo y encontraren su propio pensamiento el santuario de la vida yde sus alegrías, todo esto constituye una empresaque únicamente podía ser llevada á feliz términopor un solo hombre, á quien la necesidad y la liber-tad, el tiempo y la eternidad habían revelado suidentidad. Este hombre era Espinosa, que había ha-llado la unidad en medio de todas las contradiccio-nes y antítesis del mundo. Despojado de todo egois-mo, no juzgaba las cosas según sus efectos sobrelos individuos, y procuraba que su vida formaseparte del todo, logrando la dulce posesión de laverdad divina y viviendo la vida eterna. Era verda-deramente el hombre libre, que podia decir: «Evitoó procuro evitar el mal, porque está en contradiccióncon mi naturaleza y porque me alejaría del amor y

del conocimiento de Dios, que es el bien supremo.»Así vivió Benito Espinosa en una constante igual-

dad, como la leyenda nos describe los dioses, comonuestra vista observa la inmutable naturaleza. Elconocimiento adquirido llegó á ser para él un há-bito feliz, y así como otras veces le había conduci-do la vida al pensamiento, le daba ahora el pensa-miento la vida.

EPÍLOGO.

Era de noche, y vio de repente una visión, unhombre de aspecto extraño y maravilloso que seacercó á él. Cubierta su cabeza con un ancho som-brero, y extendidos en sus espaldas sus largos yblancos cabellos, de labios pálidos, de mejillas es-caldadas por las lágrimas, con un largo cilicio, conlos pies descalzos y con una bolsa colgada á suderecha, se inclinó la visión hacia él, y le dijo:

—«¿Me conoces tú, hijo mió, en quien cifro la ale-gría de mi alma? He visto al sol cumplir su carreramás de 1.600 veces desde que la desgracia cayó so-bre mi frente. Sentado á la puerta de mi casa con unniño en los brazos, vi pasar á Jesús, el hijo de Joséy María de Nazaret, que se llamaba nuestro Mesías;le odiaba, porque amábamos la tierra y nos enseña-ba el cielo; queríamos una espada y nos aconsejabaamar la dominación extranjera: no era nuestro Me-sías. Quiso descansar en el umbral de mi puerta;pero le di con el pié y le rechacó; entonces me dijo:«Ven conmigo; no tendrá tupié que me ha rechazadodescanso hasta el dia en que yo vuelva á la tierrapara fundar en ella mi imperio.» Dejé mi hijo, le se-guí, lo vi morir en la cruz, y no volví á ver mi casani mis hijos, que fueron dispersados como la paja alsopto del viento. Fugitivo y errante como Cain, pasérios y montañas, campos y selvas; IPS flores cerra-ban $$ cáliz delante do mí, se secaba la yerba bajomis plantas, callaban los pájaros en el aire y el leónhambriento se asustaba al verme; pero los animalesferoces eran, compasivos comparados con los hom-bres. Crucé ciudades y países; en todos vertieronveneno en mis heridas y me acostaron sobre espi-nas. Cuando quería descansar, conmovían el suelopor debajo; si pretendía quejarme me llenaban laboca de ascuas, y por todas partes me arrancaban elcabello, encendían hogueras y me arrojaban en me-dio de las llamas. Pero envió su ángel el Dios deIsrael, cuya ley llevo grabada eternamente en elcorazón, y me salvó, reanimándome y librándomede todos los peligros. Me sepultaron en la nocheprofunda, y sus rayos me iluminaron y hubo luz ámi alrededor; me arrojaron al horror de las tumbas,y llegó á mí su aliento para resucitar. A veces lepreguntaba: Señor, ¿cuándo te apiadarás de mi?¿cuándo hallaré gracia en ti? ¿cuando verterás bál-samo en mis heridas y me devolverás la paz? ¿Cam-

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biarás alguna vez el odio en amor para que deje deser el horror y el desprecio de las naciones? ¿Poi-qué este eterno morir sin destrucción, por qué unamuerte eterna sin vida? He visto, Señor, sucedersegeneraciones á generaciones, y las he visto marchi-tarse como la yerba en los campos. He visto nacery caer hechos polvo ante tu soplo los reinos. Todomuere para renacer; yo sólo subsisto semejante ála gota del agua al borde de la copa, que tiemblabajo la acción del viento y que no puede caer. Heestado en regiones en las cuales el hielo rodea latierra con una cadena eterna; la ardiente arena dela Arabia ha abrasado mis pies, y en ninguna partehe encontrado tierra para sembrar, ni para cabarmi sepultura. Esta destruida Jerusalen: ¿cuándo lareedificarás? ¿cuándo nos volverás á llevar allá? Mepregunto por el dia: ¿cuándo llegará la noche? Yvuelvo á decir por la noche: ¿cuándo vendrá el dia?Me acompaña la angustia, fne rodean la vergüenzay la miseria, y he concluido por amarlas; concéde-me lágrimas, Señor, para que pueda llorar mis do-lores, y si no, abandóname para que mis enemigosme destruyan y pueda morir, ¡morir, Dios mió! Ves,no albergo más que odios; véngame de mis enemi-gos, hazles diez veces más mal que el que me han< ausado; envía el relámpago para que consuma sus

huesos, ó dame una espada, una espada! que yome bañe en su sangre.

¿Está acaso próxima la hora en que se encontra-rán el amor y la sinceridad, en que se abrazarán lajusticia y la paz, en que la verdad germinará en todala tierra y en que la justicia nos hará mirar al cielo?

Tales eran mis quejas y mis angustias, hijo mió,y tales mis esperanzas. Pero tú has venido para serun nuevo redentor do la humanidad, tú me salvarástambién á mi; te han expulsado los de tu tribu, tehan engañado los que no son de tu raza y han mez-clado la hiél con tus más dulces sentimientos. Tú,que no conoces el odio, les pagas con la verdad.»

Se inclinó otra vez la visión sobre Espinosa, y leabrazó durante el sueño: era el beso de Ahasverusmoribundo, que llevaba consigo la suerte de Israel,que había crucificado á Jesús.

Se retiró Espinosa á Rhyusburg, de allí á Voor-burg y más tarde al Haya, donde escribió el Trata-do leológico-pvlítico y la Etica. Pasó el resto de suvida en el silencio y en la soledad. Aparecieron loscinco libros de la Mica después de su muerte.

Murió el domingo 21 de Febrero de 1677 á la edadde cuarenta y nueve años.

Y no se elevó ningún pensador tan alto como Es-pinosa, ni existió ninguno que viviese, como él, enel Eterno.

BERTHOLD AUERBACH.

LOS FERRO-CARRILES SUBTERRÁNEOSEN LONDRES.

EL METROPOLITAIN, EL METROPOLITAIN DIST.RIT

Y El, SAINT J O H N ' S WOOD RAILWAY.

La construcción en Paris de un ferro-carril subter-ráneo se discute desde hace mucho tiempo, y nadieignora que las plazas poseen estaciones dispuestasá recibir las mercancías que lleguen, por caminosubterráneo, de las grandes líneas que componen laved francesa. Desgraciadamente, á esto se reducetodo lo que hemos realizado de ese proyecto gran-dioso.

POP el contrario, los ingleses, cuya principal pre-ocupación es facilitar las comunicaciones ó los mo-vimientos de un comercio único en el mundo, hanconstruido desde hace tiempo en Londres una redde ferro-carriles subterráneos que aseguran á loshabitantes de la Cité la rapidez en el trasporte deviajeros y mercancías. Los tramvías instalados enParis serán, sin duda, insuficientes en un porvenirtal vez próximo, y forzosamente se volverá paranuestra metrópoli á los, proyectos de ferro-carriles;por lo que creemos útil adelantar en alguna maneraestas previsiones y describir los gigantescos traba-jos que han ejecutado los ingleses en Londres parala construcción de los ferro-carriles subterráneos.

La línea, formando lo que generalmente se llamaInner circle, parte ahora do Bishopsgate, y, des-pués de un extenso circuito, toca en Mansión Hou-se, á alguna distancia de su punto de partida. Estasdos estaciones se encuentran en la misma Cité, elbarrio más populoso, el más bullicioso de Londres,el centro de los negocios, en una palabra. Esta obracolosal no es el resultado de un plan primitivo, sinomás bien la consecuencia de un conjunto de traba-jos á los que la Metropolitain railway, línea abiertaen Enero de 4863 (de Paddigton á Farringdonroad), da en algún modo el impulso. Desde Bis-hopsgate á Mansión House hay dos ferro-carriles, ydos compañías trabajan sobre una misma línea, elMetropolitain Railway y el Metropolitain DistriclsRailmay; allí se ramifican los ferro-carriles deSaint-John Wood, Hammersmith, y sucesivamentetodas las grandes lineas inglesas. El público puedehoy, no sólo trasladarse de un barrio á otro porferro-carril, sino también tomar en cualquiera deestos barrios billete para todas las estaciones delReino-Unido.

METROPOLITAIN RAILWAY.—En 1853 se formó unacompañía para la construcción de un ferro-carrilque debía unir la Cité á diferentes partes de Lon-dres. Después de largas discusiones acerca de lamanera de instalarlo, el proyecto del túnel fue adop-

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tado, y el Parlamento ratificó el acta en el mismoaño. Pero la guerra de Crimea vino á interrumpir laobra; el dinero andaba escaso, y la compañía nopudo realizarlos capitales. Sin embargo,después deesfuerzos constantes, la compañía llegó á obtener elconcurso absolutamente necesario de la Asociaciónde Londres, que se hizo accionista por 200.000 libras(5.000.000 de francos). El capital de la compañía secomponía de 850.000 libras (21.250.000 francos); ymás adelante veremos que esta cifra aumentó mu-cho. Este capilalse dividió en acciones de 10 libras(250 francos);el Great Western railmay se suscribiópor 175.000, y el resto fue tomado por el público.Se nombró empresarios de los trabajos á MM. Smith,Knight y Jay. El ingeniero jefe fue Mr. Fowler, pre-sidente del Instituto de ingenieros civiles. En 1860comenzaron los trabajos, que fueron impulsados conla mayor actividad hasta la apertura, en Enerode 1863.

Dificultades considerables habían de presentarseen la ejecución del primer forro-carril subterráneo,como se comprenderá teniendo en cuenta que lacompañía debía construir la línea sin embarazarninguno de los servicios públicos, y esto en uno dolos barrios más populosos. Comenzó por adquirirlas propiedades por donde debía pasar la línea, yse puso de acuerdo con los vestries (1) cuando setenía que atravesar la vía pública.

Después do la compra y hecho el trazado, se de-molieron todas las propiedades compradas y se co-menzaron los trabajos, pero no á la manera que enun túnel ordinario. En efecto, no se ha perforado áLondres para establecer en él el ferro-carril, sinoque se abrió una zanja que después fue cubierta. Labóveda de una parte del canal de San Martin bastapara dar al lector una idea de la importancia de es-tos trabajos.—La distancia entre el nivel del sueloy la bóveda apenas llega a 0»>,60 en ciertos luga-res. De esta manera pudo avanzarse por seccionesy marchar paso á paso cubriendo sucesivamente laparte construida, y restableciendo la calzada. Esteprocedimiento, muy superior en este caso á los queso emplean para la construcción de un túnel, ofreceademás condiciones de seguridad, de solidez y deimpermeabilidad excepcionales, debiendo añadir-se, en fin, que es muy económico. Las propiedadesdemolidas han sido reconstruidas por la compañíay le han proporcionado más tarde inmensa renta.

El trabajo se comenzó en dos puntos diferentes:en Paddington y en King's Cross, en razón de suproximidad con las líneas del Great Western y delGreat Northern. De esta manera se facilitó la salidainmediata de los escombros.

En muchas circunstancias precisaba desviar de su

(1) Consejos de parroquia.

TOMO VI.

curso los tubos de gas, conductos de agua y las al-cantarillas. Gracias á la inteligencia y ala perseve-rancia de los ingenieros, se vencieron todos losobstáculos; por lo domas, veremos más adelantevencer dificultades mayores todavía para la cons-trucción del District railway. Un accidente gravese produjo en 1862: una alcantarilla so vertió derepente sobre la vía. Por tres veces diferentes lu-charon los ingenieros con perseverancia: era pre-ciso que esta alcantarilla atravesase la vía... y setomaron medidas excepcionales para asegurar eléxito. No obstante, la apertura de la línea se re-lardó algunos meses por esta causa: en Enerode 1863 se abrió al público.

La locomotora empleada se había construido demodo que pudiera condensar el vapor y el humo;pero no parece haberse obtenido de ella el resul-tado apetecible. Las máquinas se han perfecciona-do, y sin embargo, todavía no está el problemaabsolutamente resuelto. Las locomotoras que de-bían funcionar en el Metropolitain se han construi-do después do tal suerte, que cuando marchan alaire libre se hallan en las condiciones de las loco-motoras ordinarias, y cuando pasan por un túnel semodifica su manera de funcionar. Este resultado seobtiene del modo siguiente: para no arrojor en eltúnel el vapor, la locomotora lo envía á vastos reci-pientes, los, que, colocados á sus costados, contie-nen 4.500 litros de agua que lo condensa. Tienen,además, estas máquinas una superficie grande decalefacción, y cuando pasan por debajo de un túnelse interrumpe todo el tiro cerrando la válvula délachimenea: la combustión se detiene y el humo des-aparece. Estando el vapor á la entrada del túnel áuna presión de 130 libras (inglesas), es muy sufi-ciente para hacer recorrer á la máquina la distan-cia, á^i admitiendo el descenso á una presión de80 libras durante el tiempo de su paso. La mejorcalidad de cokc que puede encontrarse (cerca delHirham), el más cuidadosamente escogido, y que-mado 120 horas á fin de destruir los sulfuro» yotros elementos nocivos, es el que únicamente seemplea. Estas locomotoras de ferro-carriles subter-ráneos debidas á Mr. l'owler so construyen segúnsus planos por MM. Beyer, Pearoek y compañía, deManchester; tienen ocho ruedas; las cuatro primeraspueden rodar sobre sí mismas, á la manera de loscarruajes ordinarios, lo que les permite recorrer sinpeligro curvas de radio corto.

Cuando se penetra en el Metropolitain se notaun olor particular; podría creerse que este olorproviene do los fogones de la máquina, y no esasí. Un doctor inglés, Mr. Lethbey, afirma que esdebido al frotamiento de los frenos de madera, deque se sirven para detener los trenes en las fre-cuentes estaciones de la línea. La combustión im-

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perfecta de la madera engendra, sogun él, produc-tos pirolignosos, hidrógenos carbonados, etc., quepueden provocar la tos, poro que do ningún modoson perjudiciales á la salud. Creemos deber insistiren estos detalles para demostrar que la cuestiónde ventilación es uno de los* puntos importantesdel problema de los ferro-carriles subterráneos.La compañía ha recibido frecuentes quejas del pú-blico. En los grandes calores de 1867 se hicieronen Londres informaciones acerca de dos ó trespersonas enfermas que murieron, unas durante eltrayecto, y otras algunas horas después: en dosde estos casos declaró el Jurado en su veredictoque la muerte ocasionada por causas naturales sehabía acelerado por la atmósfera sofocante delferro-carril. En los otros dos, en que fueron con-sultadas eminencias módicas y científicas, queda-ron contradichas aquellas imputaciones, y el ve-redicto demostró que la muerte había sido pura-mente accidental. El aire de los túneles, recogidopor la mañana y por la tarde, después del servicioordinario del dia y el de la noche, fue analizado porel profesor Rogers, á petición del coroner (1), y elcélebre químico encontró que generalmente con-tenía una porción de oxígeno igual á la del aireextraído de los túneles de las grandes líneas, conuna porción muy pequeña de gas sulfuroso y car-bónico, de tal suerte que no podía ser nocivo á lasalud. Está probado , en efecto, por la estadís-tica de la comisión módica del servicio sanitariode la compañía, que el número de empleados quese encuentran exentos de servicio por causa de en-fermedades es menor que en las otras compañías.A este propósito, dice un diario inglés: «Creemospoder atribuir este hecho á que están menos ex-puestos á los vientos frios, á la lluvia , á las cor-rientes de aire mortíferas que los que trabajan enlíneas menos abrigadas; y no dudamos que los ries-gos de los viajeros respecto de tales males, nacidosde estas tres causas, no disminuyan también, par-ticularmente en la estación de invierno y en lostiempos inclementes.»

Si la compañía del Metropolitain ha tenido bas-tantes problemas que resolver, se ve también quese ha visto obligada á satisfacer á muchos descon-tentos.

Sin embargo, y tal es la naturaleza humana, des-pués de las quejas sin número acerca del dañosoestado de la atmósfera, el público lia conseguido,á fuerza de instancias, obligar á la dirección á po-ner wagones de fumadores (smoking carriage), for-malmente prohibidos durante largo tiempo en la

(1) Empleado de justicia inglés, encargado de hacer, en nombre de

(te la Gerona, y con asistencia de un Jurado, informaciones acerca de las

ilusas de todas clases de muertes violentas.

vía. Calcúlese lo que puede ser en tiempo de nie-bla la atmósfera de uno de esos wagones cuandounos 30 fumadores se encuentran en él y la loco-motora deja escapar un poco de su humo.

En definitiva, el Metropolilain, á pesar de algu-nas recriminaciones aisladas, obtiene un éxito in-menso, y su construcción responde á una necesidadreal, como lo demuestra el cuadro de los viajerostrasportados.

CLASES.

Primera.Segunda.Tercera.

Julio

13

á Diciembre

de 1864.

638.210.361

.651

.289

.425

Enero á Juliode, Í86S.

8331.5195.110

.112

.887

.823

8.207.335 7.463.822

Los ómnibus de Londres no han sufrido grancosa con la competencia del ferro-carril. El nú-mero de viajeros, suponiendo los trenes completosen cada viaje , debía ser, según la compañía , de744.600 por semana, y ao fue más que de 390.904:esto puede servir de base de cálculo para operacio-nes de este género. Los accionistas en esta épocarecibieron un 3 Va por 100, cerca de un medio pormillón de viajeros.

El dia de Pentecostés del año 1868, el Metropoli-tain trasportó 84.440 viajeros,—el número totalpara esta misma semana fue de 370.843 y el ingresode 3.414 libras, ó sea 85.350 francos;—lo que dabauna entrada de 910 libras por milla (1), ó sea 22.750francos. Una circunstancia digna de observación esla de que no hubo que deplorar ni un accidente. Laperfección de las señales era de gran precio en elferro-carril subterráneo. Era preciso, en efecto,hacer un código común á las numerosas líneas, y,además, el gran número de trenes reclamaba unservicio especial (próximamente cada cinco minu-tos pasaba un tren). Se adoptaron muchos sistemasque después fueron rechazados. Hé aquí el que aho-ra se practica. Existe siempre la distancia de unaestación á otra entre un tren y el que le sigue ó leprecede. Se telegrafía de una estación á la siguientela llegada y la partida; señales semafóricas hechasen correspondencia con estas noticias, indican á losmecánicos el estado de la vía, de suerte que untren nunca sale de una estación antes que el que leprecede haya dejado la en que paraba; y es fácil docomprender que con semejante servicio se alejatodo peligro. Añadamos, por otra parte, que el Me-tropolitain no ha tenido casos de muerte en lalínea.

- (\) La milla ing ;esa ,= l k. 609 m.

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Los wagones del Metropolüain railway estánalumbrados con gas por un medio muy sencillo.En sus techos hay fijo un extenso recipiente demadera, en el que se encuentra encerrado un re-cipiente de caoutehouc que hace el oficio de gasó-metro; se llena este receptáculo con el auxilio deun tubo que rodea uno de los lados del wagón yque empalma con una válvula de forma especial.Cuando el tren llega á las estaciones señaladas, va-rios hombres atornillan rápidamente los tubos decaoutehouc á los tubos de los wagones, y el reci-piente se llena en dos minutos y medio, gracias áuna presión suficiente, ejercida en la fuente mismado alimentación del gas. Estos tubos están fijos enel suelo, y su número y distancia están en relacióncon el número de los wagones y su distancia unode otro.

Veamos lo que ha hecho la compañía para la venti-lación, y consignemos de cuántos túneles y cuántasventilaciones se compone la parte de que nos ocu-pamos, es decir, desde Paddington á FaningdonRoad. Dejaremos hablar á sir Cusack Roney, autorde una obra muy interesante (Rambles ó Rail-ways) en la que encontramos una relación exactade la longitud de cada una de las secciones de quese compone la linea:

«La longitud total del Metropolüain propiamentedicho, desde Bishop's Road, cerca de la estacióndel Oreat Wertern railmay á Paddington, á MorgateStreet, es próximamente de cuatro millas y media(7.240 metros). La parte subterránea es de dos mi-llas y 496 pies (3.370 metros) desde Edgware Roadá King's Cross; pero en esta distancia, hace obser-var sir Roney, se encuentran tres medios poderososde ventilación: el primero en Balleris Street station,á una milla y un cuarto de Edgware Road (805metros); el segundo en Portland Road, á unamilla y 338 pies de Baker Street (1.712 metros).—Portland Station es la más abierta de las esta-ciones subterráneas; el tercero se encuentra enGomer Street, á 1.920 pies de Portland Road (675metros). Desde Gomer Street á King's Gross se hallael intervalo más largo entre sus estaciones, ó sea de3.900 pies (1.278 metros).»

Como se ve, las condiciones de ventilación sonmejores de lo que podía suponerse. Añadamos quePaddington, King's Cross, Farringdon, AldersgateStreet y Morgate Street están al aire libre. De estasestaciones hay menos en el District railmay.

A fin de obtener una ventilación superior, la com-pañía pidió y ha alcanzado autorización para esta-blecer pozos en la vía pública, como pueden verseen Euston Road.

Cuando estuvo asegurado el éxito del Metropoli-tain, más de treinta compañías presentaron proyec-tos al Parlamento con el fin de establecer en Lon-

dres nuevos ferro-carriles, unos sobre el mismomodelo y otros sobre un sistema diferente. La ma-yor parte fueron rechazados. Sin embargo, pocotiempo después, el Melropolitain abría al públicouna nueva línea hasta Kensington. Nada de notablese ofrece en estos trabajos, que se ejecutaron de lamisma manera que los precedentes.

La vía estaba definitivamente abierta y no habíamás que ponerla en explotación. En 1867-1868 seejecutaron entre King's Croos y Farringdon Streetnuevos trabajos, que merecen mención especial porlas enormes dificultades vencidas y los resultadosobtenidos. Esta sección del ferro-carril, de 1.600metros próximamente de longitud, sirve tambiénpara uso del Metropolüain, del Great Western,Midland, Great Northern, London Chatam y DoverRalroay. Los rails son de una dimensión mixta, quepermite á las compañías el uso de sus wagones. Enla estación de King's Cross forman el Midland y elGreat Northern una conjunción con el Metropoli-tain, que le da acceso en la Cité. Desde FarringdonRoad conducen el London Chatam y Dover a losviajeros en todos sus ramales de los arrabales.Desde hace algún tiempo sólo se ha abierto una es-tación en Bishopsgate.

El Metropolüain, continuando lentamente su mar-cha subterránea, se reúne, además, en LiverpoolStreet al Great Eastern. Dentro de algún tiempo seunirá al Blackwall Railway, y aquí terminará sutarea, estando sus promesas realizadas. Con la ayu-da del Metropolüain district se liga también á mul-titud de lineas, y completa así su vasto sistema decomunicaciones. De lo que precede, se ve clara-mente la importancia de esta pequeña parte dlelMelropolitain. El número de los viajeros traspor-tados en 1867 por el Melropolitain asciende á23.000.000: el lector podrá formarse idea de lo quepu«He ser ahora la enormidad de los trasportesefectuados en esta parte de la línea por la mismacompañía ó por las que le son subsidiarias.

En los años de 1867-1868, hizo la Compañía, c«nel auxilio de Mr. Fowlcr, su ingeniero jefe, esfuer-zos considerables para obtener el mayor númeroposible de Irenes, á pesar de la multiplicidad de pre-cauciones que obligaba á tomar un servicio seme-jante. A esto efecto, ejecutóse un trabajo notableen 1867, y que consistió en el ensanche de la Cler-henmell section, en donde se dobla la linea, que ne-cesitó un segundo túnel rodeando al primero y pa-sando por debajo de otra porción de edificios. Fuepreciso variar la dirección de alcantarillas, (te con-ductos de agua y de gas, demoler la antigua líneapara reconstruirla provisionalmente; y esto sin in-terrupción en la marcha de los trenes (de los quepasan 3S0 cada dia, por intervalos de cinco á diezminutos). Comienza el nuevo túnel en King's Cross,

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GGO REVISTA EUROPEA. 2 7 DE FEBRERO DE 1 8 7 6 . N.° 105

marcha paralelo al túnel del Metropolitain propia-mente dicho, y, como ól, sale á Ray-Street, cercado Famingdon, pero á 45 pies bajo el nivel del pri-mero. En este punto y en esta profundidad se cru-zan las líneas, yendo la una al Oeste de la estaciónde Famingdon-Road y la otra al Este, y de aquí áMárgate Street. En el túnel de Clerkenwell se cons-truyó un arco, á 30 pies sobre la nueva línea, á fin desostener una parle de la calle. El procedimientopara construir este puente sin detener el servicionecesitó trabajos lentos y difíciles. A los viejos mu-ros de apoyo se les abrieron en cada lado de la lí-nea unos cimientos de 20 pies de profundidad á finde doblar la solidez.

Pozos de ventilación proporcionan el aire á estetúnel construido debajo de otro túnel: en su caminoencuentra además una larga abertura de 45 metros;por otra parte, las dos líneas encuentran algúntiempo después otra estación de 300 pies de ex-tensión que se emplea en el servicio de las líneasya mencionadas. En la abertura de 45 metros se hacolocado una estación de señales, provista de uncódigo especial que permite á las Compañías hacerpasará los trenes, con intervalo de dos minutos, conperfecta seguridad. En la estación de King's Crossse ve la entrada de tres túneles que constituyentambién un trabajo muy notable. El de en medio sedirige á la estación nueva del Midland railway;á su derecha empieza el que se dirige al OreatNorthern, y á su izquierda se ve el de King's Crossá Gower Street del Metropolitain mismo: todos seven desde la plataforma central de la estación.Como el nivel del Melropolilain está mucho másbajo que el de la estación del Midland, la Compa-ñía de este último hace pasar por debajo de su es-tación la línea en cuestión, y por una pendientebastante suave le hace ganar la suya propia.

El acuerdo es completo, y el Midland puede ca-minar sobre el Metropolitain, ir y volver. Por estaventaja, el Midland debe pagar al Metropolitain14.000 libras por año (350.000 francos).

I .os gastos de los trabajos del Metropolitainrailway se elevaron á la suma de 1.300.000 libras,ó sea 32.500.000 francos. El capital de la Socie-dad era, como ya hemos dicho, de 850.000 libras;ha costado, pues, casi el doble, y hay necesidadde empréstitos sucesivos.

SAINT-JOIIN'S WOOD RAILWAY.—El lunes de Pascua(Abril) del año 1858, inauguróse una nueva línea((ue se unió al Metropolitain en Baker Street station.Esta línea es de puro interés local y de un trayectorestringido; pero en un porvenir próximo, si se une¡i las grandes vias, podrá hacerse importante. Sulongitud total es de dos millas próximamente(3.248 metros). Todas las estaciones están estable-cidas á través de la misma vía y descansan sobre

un fuerte armazón de hierro. Pasando la línea enparte por debajo de propiedades privadas, per-mite á los ingenieros construir los embarcaderos ácielo descubierto, lo que fue imposible para lastres estaciones del Metropolitain de que liemos ha-blado: Baker Street, Portland Road y QomerEstreet. Una de las mayores dificultades se encontróen la increíble dureza del suelo; pero la más consi-derable de todas consistió en hacer pasar la líneapor debajo de un canal (RegenVs canal) y de ele-varla mediante una gran rampa. Fue menester des-viar las alcantarillas y hacerlas pasar por debajodel canal á una profundidad tal que estuviesensiempre á cerca de un metro de las aguas. Estaobra se realizó descendiendo cilindros de hierropor bajo del canal, y aunque á veces se ejecutabael trabajo á tres pies apenas de la quilla de losbarcos que pasaban por encima, no hubo escape deagua ni accidente que retardase la construcción 6interrumpiera el servicio del canal.

EL METROPOLITA™ DISTRICT RAILWAY.—Esta líneaestá destinada á realizar lo que los ingleses llamanel innercircle, proyecto de Mr. Fowler, y que cons-tituye el conjunto de los trabajos de que nos ocu-pamos: Ese círculo interior no es perfecto, sino quees un círculo roto, cuyos extremos no están muydistantes. Como adición á esta línea, cuya longitudtotal es de seis millas y media ó de dos leguas ymedia próximamente, se encuentran dos ramalesimportantes, el de Brampton y el de Kensington, elcual se reúne al West London Railway entre la es-tación de Kensington y la de West London. Estos ra-males, de una longitud de cerca de dos millas, for-man una completa unión entre el inner circle y losferro-carriles siguientes: Londsn y South üoasl,Oreai Western, South Western, Brighton y South-ivart, y, en fin, con el London Chatam y DoverRailway, que volvemos á encontrar de esta parte:de modo que cualquier tren que parte de un puntode Londres, puede ir á parar á dichas líneas.

Insistimos sobre estos detalles con el fin de daruna idea del objeto propuesto al desarrollar el pri-mer pensamiento del Metropolitain para llegar alaejecución de una obra de conjunto que puede consi-derarse una de las maravillas del mundo.

Todas las propiedades se hallaban en 4866 enmanos de los directores. La Compañía tuvo quediscutir largamente con el deán de WestminsterAbbey y con el Metropolitan Board of Work (4); conel primero porque la línea pasa cerca de la famosaiglesia, y con el segundo á propósito de los muellesdel Támesis, entonces en construcción, y que lanueva línea costea en un trayecto bastante largo.Las dificultades que hubo que vencer para construir

Dirección délos tramvias de h Metrópoli.

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esta linea son imposibles do decir; fue una luchacontinua de los ingenieros contra las alcantarillas,los tubos de gas y de agua que atraviesan la líneaen muchos parajes á alturas y en ángulos que va-rían sin cesar. En más de un caso fue preciso cons-truir tubos de una forma especial, adaptados á lasnecesidades. A los dos lados de la via hay una al-cantarilla separada de su curso natural y costeandola línea. Estas alcantarillas se construyeron con elmayor cuidado, y ofrecen condiciones de solidez ydo impermeabilidad excepcionales. Por el mismopunto pasan también diagonalmente cuatro tubosgruesos de gas, que han sido separados de su ca-mino y fijados á través de la línea con la ayudade sólidos tirantes de hierro. Esta operación exi-gió mucho tiempo, habiéndose tenido que cons-truir para sus trabajos tirantes y tubos especiales.Los tubos de gas son de fundición y están reforza-dos por círculos da. hierro, y los tirantes más fuer-tes tienen 80 centímetros de altura y posan -4.600kilogramos próximamente, descansando sobre silla-res de ladrillos, distantes de centro á centro ochopies ingleses. Cuando la altura del suelo es limitada,se emplean tirantes de una altura de 43 centímetros:la anchura es do 7 metros SO centímetros, y ellargo de 9 metros. Estos tirantes de hierro se hanensayado bajo una presión triple al coeficiente pre-ciso, y no han experimentado flexión sensible.

Otra causa vino á turbar los trabajos en muchospuntos: se encontraron capas de agua tan consi-derables, que fue necesario instalar bombas devapor. Entre Victoria Slation y Benehingham Roadtrabajaron las bombas de noche y de día, y aunquedesaguaban 18.000 litros de agua por minuto, nobastaban para el desecamiento necesario para eltrabajo. Uno de los esfuerzos más notables y deque se habló largo tiempo, fue el de hacer pa-sar por debajo de la línea uno de los mayores reci-pientes de las alcantarillas de Londres, conocidocon el nombre de Scholars Budsewer. El sistema deconstrucción de esta alcantarilla os muy notable.Estando limitado el espacio entre el túnel y el sue-lo, construyóse de fundición una alcantarilla deforma especial sostenida por dos tirantes de hierrode una resistencia á toda prueba. Cada una de lasestaciones representa un obstáculo vencido, un pro-blema resuelto, y seria menester todo un volumenpara describir la multiplicidad de tantos trabajos.Nos detendremos, pues, aquí, pasaremos revistaá los nuevos progresos, á los resultados obte-nidos, y, por último, echaremos una última mi-rada al conjunto general de esta gran arteria deLondres.

A la amabilidad de Mr. Myles Fenton, director ge-neral del Metropolitain, debemos noticias acerca delestado actual de la linea que nos permiten dar á

nuestros lectores una idea exacta de la marcha pro-gresiva de esta Compañía.

El siguiente cuadro indica el número de pasajerostrasportados y las sumas recibidas desde la apertu-ra del Metropolitain:

AÑOS.

186318641865.1866•186718681869187018711872187318741875: Primer se-

mestre

Total.

NÜMHRO

DE VIAJEROS.

11. Til. 88915.763.9072-1.273.10423.405 28227.708.0113<>.8i)3 79139.160.84942.765.42744.392.44043 533.97344.118.225

23.543,567

383.735.640

INGRESO TOTALPASAJKROS.

MÍNCHALES.

Libias esterlinas.

•101.707116.489145.513200.242233.180284.243374.083385.372396.068401.390403.382411.580

222,988

3.687.207

Como so ve, en doce años y medio el Metropoli-tain ha trasportado 383.735.640 viajeros, por tér-mino medio más de 30 millones por año. El in-greso to'.al durante esos doce años y medio fue de3.687.207 libras, ó sea en dinero francés, 93.180.175francos,que da un término medioalaño de 7.700.000francos próximamente.

TRENES DE OBREROS.—Cuando ¿1 Parlamento auto-

rizó la continuación de la linea hasta Morgate (puesse recordará que al principio sólo llegaba á Far-ringdon Road), estableció como condición que la so-ciedad pusiera diariamente al servicio de los obre-ros un tren de ida por la mañana y otro de vuelta ¡ála caida de la tarde, haciendo el servicio por haCity; además estableció que el precio por todo esetrayecto no podía exceder de un penique (10 cóntii-mos). Inútil es decir los considerables servicios qu<eprestan estos trenes, cuyas horas de salida por lamañana y de vuelta á la City por la tarde varíannaturalmente con la estación. Numerosos obrerospueden de esta suerte vivir á cierta distancia de su strabajos sin ningún inconveniente y por este medioprocurarse habitaciones más cómodas, por el mis-mo precio, alejándose del centro. ¡Cuan útil seríaun estado semejante do cosas en París, donde el al-quiler mata á las familias obreras!

Con el iin de dar una idea del número de trenesque salen del Morgate Street, formamos un cuadrode las salidas comprendidas entre las dos y las cua-tro de la tarde:

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662 REVISTA EUROPEA.- -27 DE FEBRERO DE 4 876. N.° 405

Metropolitan Railmay.—MORGATE STREET.—Sali-

das: 2 \ 2m.— 2 b, 7m.—2 h, 91".—2 h, 12"'.—5! h; 22m. _ 2 h, 25 m. — 2 b, 27 m . — 2 h , 32"1 .—

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2 h, 39 m. _ 2 ,3 hi Í2«>. — 3 •>, 7 »

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3 !', 42 •».

Desde las 2 •>, 2 •>•. hasta las 3 \ 42 •». parten,pues, para el servicio sólo del Metropolilain 21trunes.

Si á esto añadimos los numerosos trenes de laslíneas que van á parar á Morgate, tendremos duran-te ese tiempo una cifra de 45 á 48 trenes próxima-mente. Debe añadirse que á ciertas horas de la ma-ñana y la tarde ese número es mayor en cerca deun tercio, sobre todo los sábados por la tarde, enque muy frecuentemente se ve uno obligado á es-tarse de pié en los wagones.

Los PRECIOS.—El lector juzgará de los precios delferro-carril subterráneo por el siguiente cuadro:

i CUADRO

i>r. t os PRECIOS

liESDB B18B0PSGAT

1 *

Morgate- Street...: King's C r o s s . . . .

Biker Street¡ SouthKensington.| Victoria

Charing Cross . . .! The Temple

Mansión House..

SENCILLO.

1.*clase.

Fr.0,300,600,800,801,251,251,251,25

2.*ciase.

Fr.0,200,400,600,600,900.900,900,90

3. 'clase.

Fr.0,100,500,400,400,60f,600,600,60

I."clase.

Fr.0,400,901,251,251,8Sí, 851,851,85

2.a

clase.

Fr.0,300,600,900,901,25l,2f>1,251,25

3.*clase

Fr. |0,200,250,600,60 ¡0,900,90 j0,900,90

Tal vez parezcan un tanto subidos los precios delferro-carril subterráneo; pero debemos recordar quese trata de Londres. Existe, por otra parte, una grandiferencia entre los billetes sencillos y los de ida yvuelta; además, la Compañía ofrece ventajas de re-ducción á los numerosos escolares de Londres, dán-doles abonos á precios muy reducidos. Pueden obte-nerse las season tickets, que ofrecen ventajas deeconomía real á los numerosos empleados de la Citéque diariamente hacen el trayecto desde sus vivien-das al trabajo. Además esas tickets permiten viajarcomo parezca bien y un número ilimitado de veces.

EL METROPOUTAIK DISTRICT.—Como hemos visto en

un jirincipio, el Meiropolitain District sólo llegaba áWestminster Bridge. Desde 1871 se extiende hastaMansión Eouse y forma ahora el rival del Metropo-lüain, siendo su complemento. La Compañía es ab-solutamente independiente de la del Melropolitain;pero un dia ú otro se unirán ambas. Como quieraque sea, debemos al favor de Mr. H. A. Denne, su-perintendente, noticias exactas acerca del númerode viajeros trasportados y de los ingresos. Desde la

apertura de la línea hasta Mansión House, el nú-mero total de viajeros conducidos en cuatro años esde 81.674.762, no contando las season tickets, cuyonúmero no podía contarse.

Los ingresos se han elevado á la suma de826.024 libras, ó sea 20.650.600 francos. Una en-trada de cerca de 4.200.000 francos por año es unarenta bastante agradable. Si á esto añadimos el tér-mino medio hallado para el Metropolitain, ó sea7.700.000 francos, tendremos un ingreso medio poraño de 11.900.000 francos por el inner circle.

Mucho tendríamos todavia que decir, pues en-contramos en nuestros datos bastantes cosas inte-resantes; pero tienen el inconveniente, según enten-demos, de perder su valor al atravesar el estrecho.Nos detendremos, pues, aquí, en la esperanza dehaber dado á nuestros lectores una idea, tan exactacomo es posible, de uno de los más notables ymás útiles trabajos de nuestro siglo. Reciente-mente se han imitado esas grandiosas construc-ciones en Nueva-York, Baltimore y Liverpool. Lamayoría de las grandes metrópolis de ambos mun-dos tienen hoy su ferro-carril subterráneo. Vienatiene en estudio un proyecto de Metropolilain.

P. NOLKT.

(La Natwre).

ÚLTIMOS DESCUBRIMIENTOS EN POMPEYA,

El doctor R. Schoener da cuenta en las Revistasalemanas del resultado de las excavaciones verifi-cadas últimamente en Pompeya, y cuya relacióncreemos interesará á nuestros habituales lectores.

Después del descubrimiento de la preciosa casaque contenía las importantes pinturas de Orfeo,han adelantado bastante las excavaciones, sacandoá luz, por uno y otro lado de la Via Stabiana, nú-mero considerable de habitaciones que encierran,parte de ellas, curiosidades notables.

La Via Stabiana, llamada, según la nueva nomen-clatura de Fiorellí, Cardo (major), es una de lascuatro principales que se cortan enlre sí en ángulorecto, y precisamente la que, corriendo de Norte áSur, enlaza la Puerta SLabiana con la del Vesubio.Las casas situadas en la referida calle son, en ge-neral, de importancia, y se supone haber pertene-cido á personas de posición, por lo que indican al-gunas de las habitaciones que se encuentran en eltercio de la calle, hacia la parte Norte.

Inmediato á la casa de Orfeo se ha descubiertoun edificio cuya capacidad y disposición son tan in-teresantes como instructivas. A un espacioso ves-tíbulo con pavimento de mosaico blanco y negrodel mejor gusto, sigue el Prothyron ó zaguán, cor-

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N.° 4 05 R. SCHOENEIt. ÜLTIMOS DESCUBRIMIENTOS EN POMPEYA. 663

redor estrecho que la mayor parte de las vecesdesemboca directamente en la calle; detrás se en-cuentra, como de ordinario, el Atrinm, con su Im-pluvium ó patio de mármoles, en donde so halla unestanque ó recipiente poco profundo, destinado árecoger el agua llovediza que desciende de los te-jados que rodean el patio. En medio de éste existentodavía los tubos de los pequeños surtidores de lafuente, así como el caño de plomo que, del ladoderecho del Atriwm y atravesando las Fauces, siguehasta llegar á una espaciosa habitación colocada enla parte posterior de la casa.

Las Fauces unen la parte exterior con los apo-sentos interiores y reservados , disposición que,dicho sea de paso, se conserva todavía en la actua-lidad en las casas de Roma.

A este género de construcción corresponde queel centro de la parte posterior de las casas tengaun peristilo cuadrado, con pequeño jardin rodeadode columnas; pero en la casa de que nos vamosocupando falta el peristilo, y en su lugar, despuésde atravesar las Fauces, se penetra en una estanciade bastante capacidad, que ha debido servir deobrador ó pieza de trabajo.

fres estanques de fábrica oblongos, perfecta-mente estucados y á los que rodea por dos lados unpórtico que debió estar cubierto y cuyos pilaros deladrillo se conservan en buen estado, ocupan la ma-yor parte del espacio, esto es, como unos setentapasos en cuadro. Los estanques ó pilas comunicanentre si por medio de- agujeros abiertos en las pare-des divisorias, de manera que el agua introducida enla primera pila pasa sucesivamente á las demás, ypor el correspondiente conducto, cuando era nece-sario, se la daba salida á la calle. Esta disposicióninterior nos revela que estamos en un estableci-miento para abatanar paños, igual y aun de mayorcapacidad que otros de la misma especie descubier-tos ya en diferentes puntos de la ciudad, y, como esprobable, habrán de descubrirse algunos más, puespor testimonios de diversas clases se sabe que elgremio ó corporación de bataneros, Collegiwm fu-llonum, era numeroso y considerado. A la izquierdase hallan los lavaderos, separados los unos de losotros por un Podiwn ó antepecho, al que se subepor unos pocos escalones. Las paredes que formanestos antepechos están cubiertas con gran númerode pinturas de un género del que hasta ahora sehan descubierto pocos ejemplares en Pompeya, esdecir, con verdaderas caricaturas. Son estas, figu-ras de esclavos, evidentemente obreros de la Fu-llonica, según se colige de las túnicas arremanga-das y de las piernas que llevan desnudas, pintadossobre el estado de las paredes con tintas muy os-curas, en posiciones grotescas y con fisonomías exa-geradamente ridiculas. Unos aparecen arañado el

rostro y cubierto de chichones como resultado deuna riña deseou?iinal. Otros, en posiciones no muyescogidas, jugando yretozando alegremente. Dostratan de apoderarse de un pájaro amarillo posadoon la rama de un árbol; otros dos conducen á untercero, que figura un criminal, á la presencia deljuez, el cual, en su traje de esclavo y colocado enuna silla elevada, se presenta con aspecto bastantecómico. Sentada dentro de una como pajarera, de-bajo de las cuerdas destinadas á secar el paño, seencuentra otra figura que sirve de objeto de burlaá sus compañeros. Todas las figuras tienen el cuelloy las piernas muy delgados, cabezas enormes ynarices desmesuradas, de modo que no puede du-darse de la intención de ponerlas en ridículo queha inspirado al pintor.

Por la derecha se comunican con el obrador dospiezas pequeñas. Por la primera de ellas se entraen el aposento más elegante de la casa y que debíaservir de sala principal ó de recibo, como diríamosahora, y al efecto, sin duda, se hallan cubiertas susparedes de ricos y caprichosos adornos pintadoscon gracia. lintre el zócalo, que lo está do una tintaroja muy viva, y los ornamentos arquitectónicosque dan realce y vida á la parte superior ó cornisa,se ven los lienzos de pared repartidos en grandescuadros, de fondo encarnado ó amarillo, sobrelos cuales se extienden grandes medallones y figu-ras. Do estas, sólo una (á la izquierda de la puertade entrada) puede reconocerse todavía (aunque bas-tante deteriorada desde que se descubrió), que re-presenta á Júpiter sentado y coronado, cubiertosólo por la parte inferior con el manto, y enfrentedo él la diosa Venus, teniendo un espejo en la manoizquierda, mientras que con la derecha se arreglalos cabellos. Las otras habitaciones do la casa estándistribuidas como suelen estarlo por lo general lasde las domas descubiertas hasta hoy. El Tablinwm,el despacho del dueño de la casa, se encuentra enla parte posterior del Atriurn, y detrás de éste, aldescubierto, un bonito mosaico de piececitas demármol blanco. A la derecha está el TricMnium ócomedor. En una de las piezas pequeñas al lado delAtrium se halla un fogón, en el cual se ve todavíaen muy buen estado de conservación una hornillade hierro, y sobre esta una caldera.

Los mosaicos de que queda hecha mención sonnotables por dos Falos que se hallan el uno dentrodel cuadro del dibujo y el otro aislado, pero in-mediato al primero, y la acostumbrada salutaciónSalve.

Siguiendo el mismo lado izquierdo de la calle,hacia el Norte, se llega á una habitación, compues-ta de pocas piezas, graciosamente adornadas algu-nas de ellas con pinturas que representan pájaros,figuras fantásticas y hojas ornamentales sobre fon-

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664 REVISTA KÜBOPEA. 2 7 DE FEBRERO DE 1 8 7 6 . N.° 1 0 5

dos blancos ó amarillos. Una cañería colocada enel Prothyrm conduce á la calle el agua llovediza.Sigue una tit?nda con una piececita en donde sehulla una caldera; después una casa modesta dedos pisos, cuyas habitaciones interiores, en el patio,han servido para almacenes ó depósitos de líquidos,conservándose todavía allí cuatro grandes tinajasde barro. Una espaciosa cámara pintada, inmediataíi la calle, está adornada con elegantes ornamenta-ciones arquitectónicas al fresco. En los lienzos delas paredes se ven figuritas mitológicas; á la dere-cha Mercurio; una Hacante desnuda, con una manocolocada en la cabeza y reclinada graciosamente enuna columna, presenta con la mano izquierda unbolsillo; aliado, Venus y el Amor pescando; á la iz-quierda, Polifemo en el peñasco y un Amor cabal-gando en un delfín.

La catástrofe que sepultó á Pompeya entre cenizay lava encontró la casa inmediata á medio con-cluir, pues sólo en el piso bajo se hallan tendidaslas paredes de yeso y pintados en ellas grandes re-cuadros de negro, rojo y blanco. Es curiosa unapintura medio conservada que representa á Lacoon-te, y cuyo valor artístico es sumamente escaso,hasta el punto, de que más bien parece una parodiade la célebre escena mitológica. La carencia abso-luta de expresión en las figuras, su malísima agru-pación y el mal gusto en general de la composición,demuestran que su ejecución debió ser obra de genterutinaria, más artesanos que artistas, que no podíanfaltar en una ciudad como Pompeya, en donde estabatan generalizado el uso de la pintura al fresco. Asísu explica el poquísimo mérito de muchas pinturasdescubiertas, y que se deben seguramente á obre-ros de más ó menos habilidad en el mecanismo dela ejecución, y entre los cuales se habían dis-tribuido el adorno interior de las casas. Sería, pues,muy aventurado deducir por lo imperfecto del cua-dro de Lacoonte y por la detestable agrupación desus figuras, que no existiese todavía por aqueltiempo el célebre grupo de mármol; pues, por elcontrario, se servían de él como modelo, y sabidoes que se han hallado pinturas del Toro farnesio quenada tienen que ver tampoco con el grupo de már-mol que todos conocemos, ni puede admitirse enabsoluto que todas las grandes obras de arte deliorna fuesen corocidas en las ciudades pequeñas,pues nadie se atrevería á sostener que el JúpiterOlímpico, el Apolo de Belvedere y la Venus Capito-lina no existieran todavía ó no fuesen conocidas,porque en Pompeya se encuentran muchas pinturasrepresentando á Júpiter, á Apolo y Venus, de menosque mediano mérito.

En la pieza detrás del Atrivm hay un buen cua-dro, que se cree representa la partida de Ulises dola Isla de Polifemo. Vóse en primer término al

Cíclope empuñando un tronco de árbol á guisa demaza y en actitud de escuchar lo que pasa cerca doél; á su lado está paciendo el ganado; detrás se vede pió al pacientísimo Ulises con el semblante llenode satisfacción por haberse librado de gravísimopeligro, y como si asomase á sus labios una palabrade desprecio hacia su salvaje adversario, mientrassus compañeros parecen ansiosos de entrar enla nave dispuesta para la partida. Los muros exte-riores de estas casas no estaban tampoco conclui-dos del todo cuando ocurrió la catástrofe, y sóloen algunas partes están enlucidos. En su mayoríatienen dos pisos, pero sus respectivos solares noeran tan grandes como los de las fincas que ocupa-ban el lado opuesto do la calle. Los rótulos conser-vadas en las paredes de la vía pública son numero-sos, y por lo general son candidaturas electorales,como por ejemplo: «Elegid para el municipio áM. Holconius Priscus;» nombres de personas nota-bles repetidos en otras partes, como C. CaviusRufus, Trebius, Helvius Sabinus, Celsus, Case-llius, etc. En una de las paredes aparece lo que noes común, una ventana que da á la calle, y en lamisma se encuentra también una ara con cuatrofalos, y más allá, en la parte superior, un nichopara una estatua.

Las casas del lado derecho de la calle son másricas y espaciosas, y sólo describiremos una deellas.

Sobre la puerta de entrada se halla una moldurade piedra medio desmoronada por la acción deltiempo, y cuyo arquitrabe se ha reemplazado poruna fuerte viga de madera. En el Prothyron se veen mosaico un perro de esbelto y gracioso dibujo.Contiguos á esta casa existen dos huecos en comu-nicación con la calle y con el Atrium, que tal vezhan servido de ventanas. Toda la planta es com-pletamente simétrica. A cada lado del bello y espa-cioso Atrium, cuyo estanque rodea un hermosodibujo de mosaico blanco y negro,hay dos pequeñoscuartos de dormir y después una pieza que servíaprobablemente de cuarto de recibo'. Un pedestal,en forma de ara, colocado en un ángulo del Atrium,á Ja izquierda de la entrada, está cubierto de plan-chas de mármol de bellísimos relieves, con dosórdenes do frisos en la parte superior. El uno os-tenta en su fondo dibujos de culebras, peces, la-gartos, rosetas, hojas, utensilios de menaje, etc.; elotro representa una ceremonia religiosa que en susdetalles frisa en la caricatura, si bien se echa dever que es culpa do la insuficiencia del artista.Siguen un arco de triunfo y un templo mediana-mente ejecutados, con los pedestales de las colum-nas más altos que estas; en el hueco de la escalerados figuras cabalgando sobre asnos en las posturasmás grotescas; un cenotaflo con un cerdo en relieve;

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N.° 105 L. QUESNEf.. T.AS VIVISECCIONES. 66S

un buey, que llevan al matadero y cuya deplorableejecución sólo puede compararse con la de la figuraque ¡o conduce. Todo ello tiene un aspecto verda-deramente ridículo.

Hallazgo más curioso lia sido el de un Mermes demármol, con cabeza de bronce, que parece retra-to, y se ha llevado al Museo do Ñapóles, con unainscripción que dice: Al genio de nuestro Lucio, elliberto Félix, por donde se croe que este último'uese el dueño de la casa.^ La habitación que ocupa la parte posterior del

Alritim, llamada Tablhvum, estaba cubierta de arri-ba á bajo de alegres y vivas pinturas, de las cualesmuchas están deterioradas, y particularmente lasdos liguras del centro de las paredes laterales loestaban ya de antiguo, á consecuencia de los agu-jeros hechos por los clavos. En el lado de la iz-quierda se ve todavía un resto que representa áIngenia y su séquito en las gradas del templo deTauris. La sacerdotisa está coronada y vestidacon un largo manto blanco y un finísimo velo, y unasirviento la sigue, llevando la espada para el sacri-ficio. A la derecha hay dos bustos con caras agra-ciadas.

La sala con columnas detras del TaUinum, alre-dedor de la que se agrupábanlos cuartos de familia,está rodeada por dos lados de un pórtico. El murode la derecha está repartido en tres lienzos, pormedio de columnas pintadas, de los cuales el delcentro contiene un paisaje con animales salvajes, ylos laterales están adornados con arbustos, plantassilvestres y pájaros.

En la parte posterior del peristilo bay tres piezas:en el centro un salón con pavimento de mosaico ydos columnas; á derecha ó izquierda de este sa-lón dos habitaciones con pinturas notables, porejemplo, Marte, auxiliado por el Amor, despojandoá Venus de su manto. A la izquierda de la columna-ta se abre otra sala, cuyas pinturas, aunque algoincorrectas en el dibujo, revelan gran talento artís-tico en la ejecución de detalles. De un juicio de Pá-ris sólo se conserva la figura de Venus quitándoseel velo, y la mitad inferior de la del Pastor, ambasfiguras sobresalientes, y una parte de la figura deMinerva. Está completamente conservado Teseoabandonando á Ariadna dormida. Vese á ésta repo-sando sobre un lecho de flores al lado de un peñas-co, desnuda la parte superior del cuerpo; el héroeentra presuroso en la nave que le aguarda, perovolviendo todavía la vista hacia la adormecida don-cella, mientras se cierne en las alturas la diosaMinerva. Adornan además esta habitación, que pro-bablemente serviría de comedor, diferentes festo-nes con máscaras, arabescos y lineas arquitectó-nicas.

Tres salidas conducen fuera de esta parte de la

casa, debajo de la que se encuentra también unacueva en un local accesorio, que se compone de unAtriwm muy reducido, pozo y un Tablinum sin ador-no alguno y que debía estar destinado á aposentopara los criados. Detras del Tablinum se ve unacisterna, y al lado la cañería para conducir el agua,y cuyos tubos van por un lado hasta el jardin y porel otro hasta el piso alto de la casa.

En estos dias continúan en movimiento las palas,picos y azadones en una casa contigua á esta últi-ma, por la parte del Norte, y todo promete un ricoy abundante hallazgo. Lo que va descubierto hastsihoy en molduras, columnas y frescos indica que estacasa era una de las más elegantes de Pompoya.

R. SCHOEISER.

(Trad. del alemán.)

LAS VIVISECCIONES.

Vamos á abordar un asunto modesto que hacepoco tiempo ha conmovido la opinión pública enInglaterra. Casi todas las Revistas inglesas impor-tantes so han ocupado del/ibuso de las viviseccio-nes. Hablamos del abuso y no del uso; pero en todaslas cosas so ha de temer más el abuso cuando eluso es legítimo. Dos razones lo hacen aquí muytemible: la primera es que el objeto de las diseccio-nes de animales vivos es grande y útil; la segundaes que, en las condiciones en que se verifican estasdisecciones, falta totalmente inspección, no sólopor parte de la policía, sino, lo que es mucho másimportante, por la de la opinión. Diariamente sontorturados en los laboratorios animales vivos, sinque se oigan sus gemidos y sin que puedan siquieraexhaíar su dolor en.gritos. Diariamente se ofrecenvíctimas á la ciencia, sin que nadie tenga derecho ápedir cuenta de su inútil martirio. El medicastro,corno dice Schopenhauer, ó el inexperto discípuloque ha pagado unas cuantas monedas por un conejoó un perro, puede someterlo, en el secreto de sucasa, á atroces torturas, de la misma manera que elsabio capaz do hacer brotar de sus experimentos lasolución de algún gran problema fisiológico. Si unrudo carretero maltrata cruelmente á su caballo ó ásu mulo, puede ser castigado con mulla ó la pri-sión, porque la ley prohibe la sevicia contra losanimales en parajes públicos; pero si un joven bieneducado, instruido, quiere en su celo por el estu-dio convertir su habitación en anfiteatro dondemueran con lenta agonía pobres seres indefensos,está al abrigo de toda represión, porque su domici-lio es inviolable y no pueden penetrar en él ni laley ni la censura pública. En estas condiciones,

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el interés de la justicia, de la compasión, de la hu-manidad, comprometido en el asunto, no tiene otrasgarantías que ia atención del hombre sobre sí mis-mo, que la precisión de sus apreciaciones relativa-mente á sus propios actos; y todo nos ha demostra-do en lo pasado, todo nos demuestra hoy mismohasta qué punto es frágil esta garantía.

No es, pues, inútil, á falta de una vigilancia di-recta que podría llegar á ser abusiva y vejatoria parasabios respetables que se entregan al estudio de lafisiología, que esa atención despierte; y como laconciencia humana, y particularmente la concienciadelicada de los hombres de estudio, solamente ne-cesita para hacer el bien y huir el mal que se dé lavoz de alarma, creemos que las advertencias de laprensa inglesa no serán completamente infruc-tuosas.

I.

Afortunadamente, ya están lejos los tiempos enque la preocupación popular perseguía á los fisiólo-gos con ridiculas prevenciones y en que el estudiode la naturaleza era un certificado de ateísmo. Acér-canse, por el contrario, otros tiempos en que ado-rando los hombres lo que han reprobado, concede-rán á la ciencia positiva, cuya parte más interesantees la biología, la dirección de los intereses sociales.De proscrita, la ciencia se hace soberana; habiendosido tratada por mucho tiempo de impía, se'trasfor-rna en religión; pero precisamente porque se en-cuentra en este camino triunfal, necesita humildesadvertencias. Toda potencia tiene su tiranía, todareligión su fanatismo y todo conquistador hace víc-timas. Ante los triunfadores debe reclamarse porlos débiles, en nombre de los sentimientos de com-pasión, de justicia, de respeto por el derecho y porla vida de los otros, que son para el mismo hombrede ciencia una de las mejores luces que pueden ilu-minarle.

Tratemos, pues, de proponer la cuestión e* susverdaderos términos; tratemos de separar en elasunto que nos ocupa lo que es legítimo y lo queno lo es. En materia de leyes no escritas, esta se-paración es difícil, porque siempre es delicada lamedida de lo justo. En esta causa, en aparienciahumilde y pequeña—la causa de los animales infe-riores—hay muchos principios comprometidos. Lareligión católica la ha mantenido voluntariamenteen la sombra, y todos los pueblos educados por estareligión han seguido su ejemplo; pero la filosofía espor su propia naturaleza más indiscreta y más cu-riosa. No es, pues, extraño que se pregunte lo quees permitido y lo que no lo es, relativamente al ani-mal indefenso.

Descartemos primeramente el funesto sofisma de

que el fin justifica los medios, porque ya ha costadodemasiada sangre y demasiadas lágrimas. No, el finno lo justifica todo de un modo absoluto. Pero vea-mos hasta qué punto y en qué medida puede cau-sarse el menor mal para llegar al mayor bien posi-ble. El orden natural es rico en ejemplos relativa-mente á esto asunto. La mitad de los animales sealimentan unos á otros, y siempre las especies su-periores se asimilan las inferiores: está, pues, per-mitido matar para alimentarse, para la conservaciónpersonal. Pero la conservación del hombre no de-pende exclusivamente de la alimentación; consistetambién en la curación de sus enfermedades, en elconocimiento de sus causas y de sus progresos: es,por consiguiente, tan legitimo matar animales paraaprender como para comer. Todo el mundo estáconforme en esto, y todas las reclamaciones se li-mitan á pedir que se busquen medios para dismi-nuir en lo posible los padecimientos inherentes á lamuerte. Sin embargo, comer, sanar, vivir, todoesto no es el primero de los intereses humanos.Existe otro mucho mayor; el de conocer, y para sa-tisfacerlo no siempre se puede matar sin dolor. Elsufrimiento es un elemento biológico que importaanalizar. ¿No será permitido matar al animal «nopara verle sufrir, sino, como decía Sócrates, por lacosa en razón de la cual se le quiere ver sufrir?»Preciso es reconocerlo: la ley que sacrifica los in-tereses de los seres inferiores á los de los seres su-periores se extiende hasta este punto; pero aquídebemos detenernos y reflexionar, porque si segui-mos el encadenamiento lógico, nada nos" detendráen esta pendiente, y llegaremos, de deducción endeducción, hasta sacrificar el negro al blanco, elhombre salvaje al hombre civilizado, el idiota alsabio, el pueblo á la aristocracia, la mujer al hom-bre, y en todas las cosas el débil al fuerte, siendoesto la lucha por la existencia en todo su brutalhorror.

Afortunadamente, la lógica no es la reina delmundo, y la conciencia del hombre, una vez forma-da, tiene sus derechos. Cuando la conciencia deuna sociedad que no está ni degradada por el estadobárbaro, ni sobrexcitada por una sensibilidad mór-bida, experimenta ante un hecho una repugnanciapersistente, puede juzgarse a priori que está funda-da en justicia y en razón. ¿Qué no se ha dicho en fa-vor de las penalidades bárbaras? ¿qué no se diceaún en favor de la pena de muerte? El sentimientopúblico protesta, y él triunfará de la lógica. En estesentimiento, que no es como se pretende, la sumado las costumbres de un pueblo, sino más bien laresultante de todas las facultades humanas, esdonde reside la garantía del débil y la dignidad delfuerte. En este sentimiento se encuentra tambiénla protección del animal, no precisamente contra la

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N.° 105 L. QUESNEL. LAS VIVISECCIONES. 667

muerte, que es la ley suprema, sino contra el sufri-miento arbitrariamente impuesto.

No pretendemos, como Richard Congrevo, quepueda decirse á la ciencia experimental no irásmás allá, ni que «las cuestiones do gobierno, deorganización social, de educación y de religióntengan para la biología más importancia que el es-tudio de la naturaleza.» Por el contrario, este razo-namiento del gran disidente de la escuela positi-vista nos parece una herejía científica; pero cree-mos con Schopenhauer que todas las cosas tienenimites y que los procedimientos empleados para elestudio fisiológico los tienen también como los de-mas. El mismo Schopenhauer los ha indicado conprecisión cuando ha dicho que deberían hacersesiempre las vivisecciones en público y con granconcurso de profesores y discípulos. ¿Qué razón in-vocar para sacrificar diez, veinte, cincuenta suje-tos, cuando uno ó dos pueden bastar para el mis-mo objeto? ¿La comodidad sin duda? Pero la como-didad no legitima nada, ni siquiera el placer. Laúnica excusa de la vivisección es una legitimidadbien demostrada y tan amplia como sea posible.Schopenhauer pedía también que los profesoresfuesen los únicos que tuviesen derecho para dise-car cuerpos vivos, y seguramente tenía razón.

La medicina no es solamente una ciencia teóricay práctica; es también una gran facultad moral, unapotencia de simpatía, un ejercicio de comparacióny de bondad. El hombre insensible nunca servirápara sostener tesis ó para escribir libros, y siempreque encontramos un verdadero médico, un sabiohábil en curar, estamos seguros de que goza de unaorganizazion escogida en la que la sensibilidad mo-ral ha sobrevivido á los rudos ataques que le handirigido los estudios profesionales. Los jóvenes queadquieren la costumbre de ejercerse la mano sobreanimales vivos, embotan en ellos una de las facul-tades más indispensables para el ejercicio de suarte.

Pero prescindamos del interés indirecto del estu-diante y pensemos en la víctima. ¿Puede compren-derse cuántas torturas encierra un consejo como elsiguiente que se encuentra con muchos otros enun Manual d* fisiología para uso de los princi-piantes?

«Como ejercicio útil, el estudiante puede ejerci-tarse en poner al descubierto las raíces de los ner-vios sétimo, octavo, noveno y décimo, etc.» Y enotro punto: «Cuando hay que hacer experimentosde respiración artificial, pueden emplearse sujetosque hayan servido ya para otras operaciones. Estaes una economía fácil de realizar.»

¿Compréndese el horror que experimenta un ani-mal inteligente y nervioso, como el perro, cuandose le arroja sobre la mesa de disección, donde sudelicado olfato percibe en un instante todas lasagonías que han precedido á la suya? No puedecreer en la insensibilidad de sus verdugos; les im-plora con los ojos, les lame las manos hasta el mo-mento en que el inflexible bozal le priva de su últi-mo medio de defensa. ¿Compréndese lo que es paraun sor colocado bajo la influencia del curareis pa-rálisis de los nervios motores combinada con la irri-tabilidad de los nervios sensitivos? ¿Compréndese,en fin, que tales angustias no pueden producirse á lailigera, y que por grandes que sean el carácter y lamoralidad de los hombres de ciencia, se necesitauna garantía contra sus excesos y una inspecciónsobre sus actos?

II.

La primera protesta pública contra estos abusos,que aumentaban en rápida progresión de dia en dia,partió de Inglaterra. A principios de 1875 se pre-sentó en Londres á la Sociedad protectora de losanimales una Memoria redactada por personas muyrespetables, conocidas por sus buenos sentimientosy filantropía, y firmada por más de seiscientos indi-viduos pertenecientes á las clases más ilustradas,pidiendo á la citada Sociedad que emplee, para evi-tar el mal, los medios de que dispone.

«La práctica de la vivisección, dice esta Memo-ria, se ha extendido enormemente. En vez de unexperimento realizado excepcionalmente por pro-fesores con objeto de esclarecer algún importanteproblema fisiológico ó de ensayar alguna nuevaoperación quirúrgica, ha venido á ser ejercicio dia-rio de centenares de fisiólogos y de estudiantes,tanto en Europa como en América. Los oxponentesdesean que la Sociedad obtenga del Parlamentouna disposición para que se abra un debate con-tradictorio en el cual puedan los fisiólogos justifi-car sus procedimientos á los ojos de la nación y re-clamar todas las libertades que crean necesitar.»

lista Memoria es el punto de partida de las rei-vindicaciones de la conciencia pública en las cues-tiones de vivisección. Desgraciadamente revela unapreocupación tan exclusiva, que solamente la fir-maron setenta módicos. No se extrañará que losautores de la Memoria propongan hacer de todo ex-perimento cruel, objeto de persecución judicial con-tra el experimentador. Ahora bien: todo el que sepaque los descubrimientos importantes de la fisiolo-gía so deben á experimentos de este género, y losque comprenden que la ciencia ignora aún muchomás de lo que conoce, no podrían suscribir esta pe-tición. Así, pues, la citada Memoria solamente pue-de considerarse como manifestación del sentimien-

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to y de la opinión, y no como trabajo seriamentemeditado. Sin embargo, la Soeiedad protectora,respondiendo al deseo de los peticionarios, se diri-gió á todas las escuelas de medicina y á las Socie-dades científicas de Londres para pedir que seautorice á su secretario, acompañado de dos so-cios, para presenciar los experimentos realizadossobre animales vivos. Puede esperarse que no seacompletamente negativo el resultado de esta peti-ción. Aunque no se ha concedido siempre á !a So-ciedad protectora la investigación que solicitaba,sucederá una de dos cosas: ó los miembros de laSoeiedad carecen de conocimientos especiales, y eneste caso no pueden darse cuenta exacta de las co-sas, ó ellos mismos serán especialistas, y en estecaso sus colegas no ejecutarán en su presencia losexperimentos acostumbrados. La única garantía po-sible contra la crueldad, á la que hasta los mejoresse dejan arrastar por efecto de la costumbre y douna idea dominante, está en una ley análoga á laque regula las condiciones de los estudios anató-micos. De la misma manera que la disección decadáveres humanos se realiza en sitios determina-dos, sometidos á vigilancia especial, así la disec-ción de animales vivos solamente debería verificar-se en establecimientos públicos y á la vista de laautoridad. Sin duda alguna que sería fácil eludir laley; pero lo importante es que exista, porque á lalarga, formará la conciencia pública, que es la fuer-za soberana. Cuando el principio queda propuesto,las consecuencias vienen poco á poeo. Ahora bien:este principio, en cuyo triunfo está interesado elprogreso moral de la humanidad, es que el derechodel débil es inviolable y está colocado bajo la san-ción de la sociedad.

111.

Preciso es reconocerlo: en materia de protecciónde los animales, así como en todas las cuestionesde filantropía, de justicia y de humanidad, la inicia-tiva ha partido siempre de Inglaterra. Aliora tam-bién es Inglaterra la que ha dado la voz de alarma,y la que va á dar el ejemplo , porque el movi-miento iniciado contra la práctica abusiva de la vi-visección no indica terminar. En aquel libre paístodas las reformas siguen la misma marcha: penetraen algunos espíritus un pensamiento noble y gene-roso; después se lo asimilan algunos otros y escri-ben Memorias. Pronto se apodera de él la opinión;redáctanse peticiones, y, como marea ascendente,llegan á las puertas del Parlamento. Ábrense estaspuertas, y se traba la discusión; la prensa ocupa lasprimeras filas; todo el mundo combate, todo elmundo discute; del choque brota la luz; se vota,se rechaza la reforma, y todo vuelve al silencio.Pero un año después, una oleada de la opinión

propone la cuestión con nueva fuerza; rechazadaotra vez , vuelve á las legislaturas siguientes dos,tres, veinte veces quizá, hasta que, habiendo ad-quirido una persistencia irresistible, el deseo dela reforma, depurado por la discusión y por el estu-dio, se trasforma en ley inmutable.

Como en otros países la opinión pública, tan ge-nerosa en ciertas materias, es tan tímida en otras,debemos alegrarnos de que al menos exista un pue-blo en el mundo para el que nada es indiferente decuanto se refiere al derecho, á la justicia y á la mo-ral. Este pueblo tan apasionado por la ciencia ex-perimental, donde el método parece encontrarse encasa propia, sabrá encontrar el punto en que con-cuerdan la libertad del estudio y los derechos de laconciencia social, derechos que el mismo fisiólogono puede desconocer sin manchar la brillantez desus trabajos.

Este punto no pueden marcarlo ni reglamentosde policía, á los que se tacharía de incompeten-tes, ni prohibiciones, cuyo menor inconvenientesería el de resultar ilusorias, no teniendo la garan-tía de la publicidad. Solamente se le podrá deter-minar por la aplicación de un principio de derechocomún, comprensivo y fecundo como todo princi-pio. Este principio, cuya extensión y triunfo es lamedida misma del progreso social, es la responsabi-lidad del individuo ante la sociedad. Nadie tienederecho á sustraerse á esta responsabilidad, ni elmagistrado, ni el padre de familia, ni el director detalleres, ni el propietario mismo, cuya soberaníasobre la propiedad no es ilimitada. La sociedadtiene derecho á intervenir entre el dueño y el ani-mal. Sea la que quiera la importancia del estudio yel valor de los trabajos del fisiólogo, éste no puedepretender sustraerse á la ley común. Todo hombredebe cuenta de sus actos á la sociedad siempre quese refieren á otro objeto que él mismo. Si la soeie-dad cree que debe poner el interés verdadero ófalso de la ciencia sobre todos los demás intereses,puede errar en su juicio; pero á falta de otro tribu-nal, es necesario inclinarse delante de ella. Inmen-so desorden—el sufrimiento inherente á ciertas tras-formaciones de la materia—reina en la naturaleza;y el mal que queríamos aminorar, entrará en elocéano del dolor. Pero entre tanto, es derecho ydeber para la sociedad hacer que no ocurra nadasin su investigación y sanción, como también estáninteresados los hombres de estudio en que no quedeni la más pequeña sombra sobre la legitimidad dosus actos.

LEO^ QUESNEL.

(Reme politiqueet literaire.)

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N.° 105 L. LHÉRITIER. U S CATARATAS DEL NUf.ARA. 669

LAS CATARATAS DEL NIÁGARA EN INVIERNO,

No vamos á describrir las cataratas del Niágara,de las que han hablado tanto los viajeros, que no hayya nadie que no las conozca. Pero si se ha habladomucho de estas cataratas contempladas durante loshermosos días de eslío, rafa vez se han mencionadolos extraños esplendores que reserva al viajero quelas observa en la época en que nos encontramos, esdecir, durante los fríos más intensos del invierno.En la época de los hielos, sus verdes aguas se des-tacan vigorosamente entre campos cubiertos donieve, y su hirviente espuma se alza en medio de unverdadero caos de témpanos y de agujas do hielo.

El vapor que se eleva de las cataralas, al pasar alestado sólido, cubre todos los objetos inmediatosdo un verdadero manto de hielo de deslumbradorablancura. Los árboles se encorvan graciosamentebajo su peso, tomando el aspecto de vegetales demármol. Cada rama se cubre de franjas heladas, ycada tallo de yerba queda cubierto por un caparazónde hielo.

En la parte inferior de la gran caida. las grutas";ue allí existen, y que durante el estío están llenasdel polvo de agua que levanta la calarata, se tras-forman durante el invierno en incomparables ma-ravillas.

Estalactitas de hielo suspendidas á las paredessuperiores de la bóveda natural, forman el cuadromás extraño que puede imaginarse; son tan traspa-rentes como el cristal, tan brillantes como las pie-dras más límpidas, y se reflejan en el espejo de lashelsdas aguas.

Los efectos do hielo ofrecen al viajero muchasescenas grandiosas en las inmediaciones de las cas-cadas, presentando otros no menos curiosos en to-dos los campos inmediatos y hasta mucha distanciade las cataratas. Las aguas del rio que salen dellago Erió, arrastran enormes masas de hielo queflotan como inmensas balsas; aeumúlanse entre lacascada y el puente de New-Iris, formando alli ungigantesco puente de hielo, espléndidamente deco-rado con cristalizaciones de las formas más varia-das. El agua solidificada toma el aspecto de corti-najes ondulantes y trasparentes como el cristal, ócae formando columnas delgadas, que dan naci-miento á edificios naturales de arquitectura tan ca-prichosa como majestuosa. A fines de Enero re-únense muchos viajeros en las inmediaciones deeste gigantesco puente de hielo, y más de cien per-sonas lo cruzan á pié diariamente, sin cansarse decontemplarle en todos sus detalles. Anualmentecrece de un modo considerable el número de viaje-ros que recorren el Niágara durante el invierno.

La gran catarata, observada por el lado cana-

diense, atrae también muchos •visitadores; la blan-quecina espuma que produce durante el estío aque-lla enorme masa de agua en la parte inferior de sucaida, queda reemplazada por témpanos amontona-dos en número incalculable, formando un rnurallonnatural de considerable altura. Puede decirse queel cuadro cambia constantemente, porque, segúnel estado de la atmósfera, los témpanos se sueldanunos con otros, ó se separan; en tanto los arrastranlas aguas y ruedan con estrépito, en tanto aumen-tan de espesor y se cubren de estalactitas, de lasque brotan millares do brillantes chispas cuando lasiluminan los rayos del sol.

L. LllÉlíITIKR.

CRÓNICA DE HISTORIA NATURAL.

EL GAUR O BISONTE INDIO.

El gaur (bos gaurus) es uno de los animales másnotables de la fauna de la India. Aunque se le en-cuentra en todos los bosques del cabo Comorin, enlos Himalayas, sólo existe con abundancia en la zonacentral. El nombre de gaur, que ha venido á ser sudesignación cientílica, sólo se le aplica por los indí-genas del Teraí nepalés; en las demás partes de laIndia se le llama impropiamente Jungli Kondja óBha'insa, «búfalo do las junqueras.» Los cazadoreseuropeos lo han bautizado eon el nombre de «bi-sonte' indio,» el que, aparto de sor el más usado,parece más justificado que los términos indígenas ócientíficos. El gaur no tiene absolutamente analogíaalguna con el búfalo salvaje, que habita los mismosparajes que él; se parece bastante más al bisonteamericano que al búfalo común. Su cabeza, corta ycuadrada, está coronada por una frente ancha, ele-vada, cubierta de mechones de un pelo largo y ro-jizo. Tiene el hocico desarrollado y con un tinte ro-sado ó gris claro, y sus orejas son más pequeñasque las del loro. En vez de ser los cuernos cilindri-cos por la base, son ovalados y bastante aplastados,encorvándose hacia la parte posterior de la cabezapara alzarse en punta acerada, formando un arcocuyo segmento alcanza hasta 1 ra,10. El cuello,grueso y corto, sale de debajo de una gibosidadcarnosa, que recubre las paletillas y se extiendehasta mitad del lomo: esta giba es uno de loscaracteres que más le aproximan al bisonte ame-ricano. Generalmente está cubierta de pelos casinegros, más largos y más abundantes que los que,cubren el resto del cuerpo, cuyo tinte general escastaño oscuro. Los indígenas emplean la piel quecubre la giba en la fabricación de escudos, que pre-tenden pueden resistir al sable. Las patas, desde la

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pezuña hasta ia rodilla, son completamente blancas,por lo que los cazadores han aplicado á este bison-te el epíteto de «embotinado.» El término medio delas dimensiones observadas en los animales de estafamilia, completamente desarrollados, es de 1 m,85de altura, con una longitud de 2 m,80 á 2 "1,98 desdela extremidad de la nariz al nacimiento de la cola.

Los bisontes habitan las regiones elevadas de laIndia central; durante el dia permanecen en las me-setas, en las estrechas gargantas cubiertas de ve-getación, donde se encuentra una fuente ó un de-pósito de agua, y por la noche van á pastar á laspraderas ó los retoños del bambú, á que son muyaficionados. Cada manada se compone de 10 á 15hembras con sus crias, acompañadas por algún ma-cho joven que dirige la manada. Los machos viejosviven, excepto en la estación del celo, completa-mente solitarios. El bisonte parece tener mala vista,pero tiene el oido y el olfato muy sutiles, lo quehace difícil aproximársele. Algunos cazadores lo hanrepresentado como uno de los animales más terri-bles de los bosques, arrojándose sobre el hombre yel elefante en cuanto los ven; pero, á decir verdad,aunque el bisonte no parece temer el ataque deningún animal, ni aun del tigre, es tímido y no sehace peligroso sino hasta que se siente acosado óse halla exasperado por una herida. Entonces no co-nocen límites su rabia y su encarnizamiento, y másde un desgraciado cazador ha sucumbido en seme-jantes casos.

L. ROUSSELET.

MISCELÁNEA.

Descubrimiento de una masa de cobre nativocerca del lago Superior.

Sabido es que el cobre es uno de los mineralesque se suelen encontrar en estado nativo en la su-perficie de nuestro globo. Preséntase unas vecesbajo la forma de cristales octaédricos, dodeeaédri-cos, ó agrupado en dendritas; otras bajo la formade granos diseminados ó de cantos rodados, cuyopeso puede elevarse á muchos quintales, como haocurrido en las minas del Oural ó del lago Superioren los Estados-Unidos. Háse descubierto reciente-mente en un yacimiento inmediato á este lago unamasa de cobre nativo que se considera la más vo-luminosa que se lia encontrado hasta hoy. La formade esta masa parócese aproximadamente á !a delcorazón; no pesa menos de 2.730 kilogramos, esdecir, dos veces más que el canto rodado que seenvió hace algunos años del lago Superior al Insti-tuto de Smithson. Este nuevo ejemplar, trasladado

á San Luis, ha sido sometido al análisis: contiene 98por 100 de cobre puro. Se le ha encontrado en me-dio de excavaciones abandonadas á cinco metros deprofundidad y en regiones abundantes en cobre Quese explotan hace veinticinco años por el distingui-do metalurgista Mr. Davis. Como se ve, este descu-brimiento ofrece mucho interés bajo el punto devista mineralógico; pero ha proporcionado ademásá los antropólogos datos imprevistos de una im-portancia poco común, pues se ha reconocido quela masa de cobre debió ser removida de su lechoprimitivo, y continuando examinando escrupulo-samente el suelo, se han encontrado flechas, ha-chas de silex y cierto número de martillos de piedrapulida, de los que algunos_ están intactos. Los sa-bios americanos atribuyen estos restos á los anti-guos pobladores de los Estados-Unidos, á los Mo-nud-Builders, a" los constructores de túmulos delas edades primitivas. Estos pueblos, que precedie-ron en el continente americano á las razas indias,conocían la metalurgia, y sin duda usaban frecuen-temente el cobre nativo que sabían buscar > sacarde sus lechos.

***Las manchas solares y las tempestades.Es indudable que el sol desempeña el papel princi-

pal en los fenómenos meteorológicos de nuestro pla-neta, y no puede extrañarse esto. Aunque no adivi-namos fácilmente cómo pueden influir sus manchasen nuestra atmósfera, porque la superficie radianteque cubren en su máximum no es considerable re-lativamente á la superficie total del disco solar;aunque tampoco sepamos si son recrudescenciasde actividad calorífica lo que manifiestan, ó por elcontrario, tendencias al enfriamiento, y aunque ig-noramos si obran por el modo calorífico ó por eleléctrico, ó de otra manera, sin embargo las com-paraciones continúan desarrollándose y multipli-cando los efectos que parecen ligados á la periodi-cidad de las manchas solares.

Un sabio de Munich, M. Bezold, se ha dedicadorecientemente á un estudio especial sobre la épocade las tempestades, sirviéndose principalmente delos documentos reunidos en el reino de Baviera. Elprimer hecho que llama la atención es que, si seexamina cierto período de años, el número de tem-pestades va en aumento ó en disminución, pero es-tas variaciones son periódicas.

Si nos preguntamos cuáles son las causas meteo-rológicas que pueden estar en relación con lastempestades, la primera que se presenta es la tem-peratura. El autor ha construido la curva de lastemperaturas medias de cada año, y la ha compa-rado con la de las manchas del sol; después hacomparado estas dos curvas con la del número

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N.° 105 MISCELÁNEA. NOTICIAS. 671

anual de las tempestades, encontrando que las mi- ¡nimas de las tempestades coinciden exactamente con ilas máximas de las manchas solares. Por otra par- jte, la curva de las tempestades forma, en cierta me- jdida, el término medio entre la de las manchas so-lares y la de la desviación de la temperatura mediapara nuestras latitudes.

Observamos aquí que, aunque la marcha de lacurva de las tempestades manifiesta una relacióngeneral é incontestable con la de la curva de lasmanchas solares (de tal suerte, por ejemplo, quede 1775 á 1822 las máximas de la primera corres-ponden exactamente con las de la segunda), sin em-bargo, los detalles de la curva de las tempestadescoinciden mejor con los de la curva de las tempe-raturas, y casi cada elevación ó depresión de lasegunda puede trazarse sobre la primera. Esta re-lación entre las tempestades y las desviaciones delas temperaturas anuales de la media general semanifiesta también claramente hasta cuando es me-nos aparente la que existe entre las tempestades ylas manchas solares.

El resultado general puede formarse asi: Las tem-neraturas elevadas, así como una superficie solar

bre de manchas, producen el mayor número de.empestades durante un año que lo contrario de es-tas condiciones. Por otra parte, puesto que lasmáximas de las manchas solares coinciden con lasde intensidad de las auroras boreales, se sigue quelas dos formas de fenómenos eléctricos son com-plementarias, y que en los años en que hay muchastempestades, hay pocas; auroras, y vice-versa. Noestá demostrado que sea esto resultado de una in-fluencia eléctrica directa entre el sol y la tierra,pudiendo depender estos efectos de la intensidaddel calor emanado del sol. Sería muy interesantetener comparaciones análogas hechas en otras lati-tudes.

*-* *

Descubrimiento de un. manuscrito deStrabon.

Recientemente se ha hecho un descubrimientoimportante en Italia, en la abadía de Grotta-Ferrata,cerca de Frascati, abadía perteneciente á la Ordende San Basilio. Trátase de un manuscrito de Stra-bon, más antiguo, según parece, que todos los ma-nuscritos conocidos del geógrafo griego y quellena muchas lagunas del texto de que hasta ahorase habían servido los helenistas. Los monjes de Si-cilia, arrojados de su país, y que, por invitación delemperador Otón III, se refugiaron en aquel con-vento en 1002, trajeron gran cantidad de manus-critos griegos muy preciosos, de los que obteníanmucho provecho, pero que se guardaban bien demanifestar y que hasta ocultaban á todas las mira-das. Por esta razón permanecieron por mucho

tiempo ignorados los tesoros que encerraba aquelmonasterio, hasta que el cardenal Angelo Mal fue áél á hacer investigaciones y descubrimientos. ElPadre Giuseppe Cozza continuó las investigaciones,debiéndole mucho los estudios sobre los textos bí-blicos, y en medio de estos trabajos ha tenido lafortuna de encontrar un palimpsesto bajo cuya es-critura (esta es un texto del Antiguo Testamentodel siglo XI) aparecían otros caracteres más anti-guos, que por medio de reactivos químicos será fá-cil restablecer. Estos caracteres más antiguos sonun texto de Strabon, á tres columnas, con letras"onciales y escritura continua. Después de atentoexamen, el Padre Cozza cree poder atribuir estomanuscrito al siglo IV. En este caso, por su fechasería anterior á los veintiocho manuscritos conoci-dos ya del mismo autor; pero lo más importante esque el texto, muy correcto, colma muchas lagunasque existían en las antiguas versiones. El pa-limpsesto encontrado no forma, como se dijo alprincipio, un volumen; tampoco son varios cuader-nos reunidos, como también se dijo, sino que loforman grandes hojas de pergamino sueltas, en lasque están escritos fragmentos más ó menos exten-sos de los diez y siete libros de la geografía deStrabon. Este rollo de hojas de pergamino, cubiertodo polvo, casi enmohecido, yacía abandonado enun rincón. En otro tiempo observó aquella masainforme el cardenal Mal; pero el polvo de que esia-ba cubierta debió impedir que se tocase á ella. Pa-rece que estas hojas do pergamino contienen frag-mentos bastante considerables del sétimo libro,perdido hasta hoy, como también del octavo, y untexto tan correcto en general, que tendrán que re-hacerse en conformidad con él las ediciones anti-guas.

Silbato eléctrico.

M. Lartigues, director del servicio eléctrico delferro-carril del Norte de Francia, acaba de inventarun sistema para advertir de un modo seguro al ma-quinista de una locomotora la interceptación de lavia por que marcha, antes de que pueda ver el discoque marca la interrupción.

Este aviso previo tiene grande importancia, por-que on tiempos de nieve ó de niebla, cuando unaccidente cualquiera llama la atención del maqui-nista hacia u-n punto 'Hado, ó cuando cualquier cir-cunstancia ha apagado deiioche la ligtgfna, puedesuceder que el maquinista no pueda conocerla in-ceptacion de la vía por las señales que le da el disco.El aparato inventado por M. Lartigues en colabora-ción con M. Forest, y construido por los hermanosDigney, es muy sencillo, y consiste en un silbatoordinario colocado en la locomotora, y que se man-

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tendría constantemente abierto por un resorte bas-tante fuerte si un imán en forma de herradura nocontrabalancease por completo la fuerza del resor-te. Este imán está colocado según el sistema Hugues,y sus polos terminan en cilindros de hierro dulce,alrededor de los cuales se arrolla un Hilo eléctrico..En cuanto pasa una corriente por este hilo, elelectro-imán que produce anula el efecto del imánnatural, y quedando libre el resorte, abre automá-ticamente el silbato. La cuestión queda reducida áhacer pasar á las bobinas una corriente que vengade la vía en el momento en que se quiere preveniral maquinista. Para este efecto se coloca paralela-mente á los rails, entre ellos y á diez centímetrosde altura sobre los mismos, uno pieza de maderacubierta con una chapa do cobre de dos metros delongitud. La plancha de cobre está comprendida enel circuito que anuncia á la estación vecina, pormedio de un temblador, la maniobra ejecutada porel disco. Por otra parte, en la locomotora los hilosque forman las bobinas del olectro-iman están encomunicación con un cepillo metálico que bajahasta seis centímetros del plano de los rails, y estecepillo, al pasar, frota fuertemente la plancha decobre. Cuando el disco está cerrado, una corrienteeléctrica recorre la plancha que momentáneamentepasa al cepillo metálico, y se abre al instante elsilbato. Una vez abierto, funciona hasta que el ma-quinista restablece el primer estado. Las indicacio-nes de este aparato son muy exactas, y en el espa-cio de un arlo que lleva de uso ha evitado muchasdesgracias.

***El Koumys.

El Koumys está actualmente á la orden del dia enlos periódicos de medicina. Desde tiempo inmemo-rial las tribus nómadas que vagan por las estepas dela Rusia oriental lo usan, y, según la Aheille Me-dícale, atribuyen á esta bebida su inmunidad de latisis. Los médicos rusos participan de esta creen-cia y mandan á los tísicos á curarse con el Kou-mys á los países de este, ó les someten á este tra-tamiento en las ciudades. Los kalmukos lo usan

mucho: «Cuando está terminado el campamento,dice M. X. Marmier, el kalmuko, sentado en paz,saborea la rústica cena que le prepara su mujer, ybebe con placer una taza de Koumys, la untuosaleche de yegua, trasformada por la fabricación enlicor embriagador; pero difícilmente se abandona álos excesos.»

Habiéndolo experimentado los Sres. Gueneau doMussy, Chauflard y Guhler, ha dado buenos resul-tados en la tisis y en la albuminaria; parece obrarsobre la nutrición como la leche clorurada, el alco-hol y la carne cruda; es decir, que parece obraren la tisis, limitando la consunción: en efecto,bajo su influencia, el enfermo adquiere aumento depeso.

Los tártaros se distinguen en la fabricación delKoumys. Este licor se produce por la fermentaciónde la leche de yegua: colócase cierta cantidad enuna vasija de madera, añadiéndole la sexta partede agua, y después otra sexta parto de leche devaca; cúbrese la vasija con una tela gruesa, y sedeja en reposo á una temperatura moderada ó en elsuelo durante veinticuatro horas; la mezcla se ponoagria, aglomerándose en su superficie una sustan-cia densa; entonces se bate el conjunto hasta quola sustancia espesa se mezcla completamente cone! resto del líquido. Después so le deja reposarde nuevo por más de veinticuatro horas, y pasadoeste tiempo so vierte el líquido en una vasija másestrecha y más alta, en la que so repite la agi-tación como la primera voz, hasta que el líquidoparece completamente homogéneo. Agítasele siem-pre que se quiere hacer uso de él, y su sabor agri-dulce os agradable. Un litro de esta bebida embria-ga hasta á las peronas que están acostumbradas áusarla. En las grandes ciudades de Rusia, en Alema-nia, en Inglatora, en París, donde es difícil procu-rarse cantidades suficientes de leche de yegua,empléase la leche de vaca sola ó mezclada con lechode burra. Para usar el líquido como medicamento,se introduce á través del tapón de la vasija un tuboprovisto de una tuerca y una válvula; cuando soabre esta, el líquido sale espumoso bajo la presióndel gas, y generalmente se bebe con agrado.

FIN DEL TOMO SEXTO.

Imprenta de Menina y Navarro, Colegiata, 6.