revisión de la historia monetaria de los estados unidos

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Robert Lucas Jr. on Milton Friedman

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  • Estudios Pblicos, 60 (primavera 1995).

    ENSAYO

    REVISIN DE LA HISTORIA MONETARIA DE LOSESTADOS UNIDOS, 1867-1960, DE MILTON

    FRIEDMAN Y ANNA J. SCHWARTZ*

    Robert E. Lucas, Jr.

    Este ensayo, a propsito de los treinta aos de La historia monetariade los Estados Unidos, tiene la virtud de reunir el pensamiento de dosgrandes economistas, tal vez los ms influyentes, en la disciplina deeconoma monetaria. Tanto Friedman como Lucas han recibido elPremio Nobel de Economa y han hecho su carrera acadmica en laUniversidad de Chicago.En su revisin de La historia monetaria, Lucas sostiene que lasconclusiones positivas y normativas que obtienen Friedman y Schwartzse basan en la aplicacin consistente de dos principios: la neutralidaddel dinero en el largo plazo y la no neutralidad de ste en el cortoplazo. En el aspecto emprico, se concluye que las recesiones tienensu origen en contracciones del dinero. Su principal corolario normati-vo es, segn Lucas, que la autoridad monetaria pudo haber evitadotales contracciones.La evaluacin que Lucas hace de la obra de Friedman y Schwartz entrminos de lecciones tiles para la toma de decisiones en el rea

    ROBERT E. LUCAS, JR. Es John Dewey Distinguished Service Professor de Economaen la Universidad de Chicago. Premio Nobel de Economa, 1995. Despus de terminar susestudios en la Universidad de Chicago, ejerci por un breve perodo como profesor en laCarnegie-Mellon University. Posteriormente regres a la Universidad de Chicago, donde hapermanecido hasta ahora.

    * Publicado originalmente en el Journal of Monetary Economics, Vol. 34 (1994),

    pp. 5-16. 1994 Elsevier Science B.V. La presente traduccin al castellano cuenta con ladebida autorizacin.

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    monetaria es claramente positiva. Argumenta que la ciencia econmi-ca no tiene un entendimiento claro de los ciclos econmicos comopara sugerir una alternativa distinta que un crecimiento estable yconstante de la oferta de dinero.Pero, es sta la nica poltica de estabilizacin que se puede conce-bir? La respuesta a esta interrogante envuelve el desarrollo de unmodelo explcito del funcionamiento de la economa. Ello genera,entonces, una segunda ptica para evaluar La historiamonetaria: es posible construir dicho modelo a partir de los princi-pios enunciados por Friedman y Schwarz o se requiere de principiosalternativos? Lucas intenta responder advirtiendo que la respuestano es clara a travs de una revisin de los avances en macroecono-ma desde la publicacin de dicha obra hasta el presente. Esta breverevisin justifica, por s sola, la lectura de este ensayo.

    I

    Volver a analizar una contribucin a la economa monetaria despusde 30 aos constituye todo un acontecimiento. La Teora general de Key-nes, por cierto, ha sido objeto de reevaluaciones al cumplirse varios aniver-sarios, y tal vez lo propio ha sucedido con Dinero, inters y precios, dePatinkin. No se me ocurren otros ejemplos. La Historia monetaria de losEstados Unidos, de Milton Friedman y Anna Schwartz, se ha transformadoen un clsico. Es ms, se est comenzando a citar fuera de contexto pasajesde esta obra para sustentar opiniones completamente distintas de cualesquie-ra de las presentadas en el libro, un tributo si as puede llamrselosimilar al que suele rendrsele a Keynes.

    Por qu la gente contina leyendo la Historia monetaria y citandotrozos de ella? Una de las razones que explican este fenmeno es que ellibro contiene una notable serie cronolgica sobre la oferta monetaria y suscomponentes, que se remonta hasta 1867 y est minuciosamente documenta-da y adecuadamente presentada. Tan preciado obsequio a nuestra comuni-dad profesional merece larga vida, y quizs, incluso, la inmortalidad. Sinembargo, a mi juicio resulta claro que la Historia monetaria es mucho msque una coleccin de tiles series cronolgicas. El libro cumpli unafuncin importante tal vez decisiva en los debates que tuvieron lugar enlos aos sesenta entre keynesianos y monetaristas sobre la poltica de estabi-lizacin. Organiz cerca de un siglo de datos macroeconmicos, empleandoun mtodo que ha influido enormemente en las posteriores investigacionesestadsticas y tericas. Por ltimo y esta es quizs su cualidad ms desta-

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    cada, la Historia monetaria cumpli el objetivo fundamental de todahistoria narrativa: refiri de manera coherente una serie de hechos importan-tes, y lo hizo bien.

    II

    La estructura de la Historia monetaria es muy sencilla. Comienza conun breve captulo a modo de introduccin, en el que se manifiesta el propsitode entregar una descripcin de la masa monetaria en los Estados Unidos yde la influencia refleja que aqulla ejerci en el curso de los acontecimien-tos. A continuacin, siguen once captulos ordenados cronolgicamente,cada uno de los cuales est dedicado a un subperodo del tiempo que abarca ellibro (1867-1960). En cada uno de estos captulos se describe el comporta-miento de la oferta monetaria (M2) y de sus factores determinantes msinmediatos. Tambin se detallan en cada uno de ellos las fluctuaciones en losingresos reales y el nivel general de precios. Estos hechos son expuestosempleando cada vez una similar estructura verbal y grfica, y luego se analizanen un estilo directo los principales sucesos polticos y econmicos quedeterminaron sus comportamientos. El captulo 13 concluye con un breveresumen de las generalizaciones empricas que se desprenden del estudio.(Hubiera sido preferible incluir algunas de esas generalizaciones en el captu-lo 1 y presentarlas como los principios organizadores que sirven de fundamen-to al texto de la obra.)

    Si el lector no lo ha anticipado ya, en esta recapitulacin puedeenterarse de que, para Friedman y Schwartz, la historia de la masa monetariaen los Estados Unidos y su efecto en otras variables corresponde a unacompleta historia macroeconmica de EE.UU. a lo largo de estas nuevedcadas. Se explican todas las grandes depresiones y fluctuaciones impor-tantes en los precios y tasas de inters; asimismo, se revisan todas lasdecisiones que los autores consideran importantes en materia de polticas, yen los casos en que se estima que las polticas han sido deficientes seproponen alternativas y se evalan sus probables consecuencias. En lugar depresentrsenos un perodo de 90 aos durante el cual se vivieron, en efecto,muchas depresiones y episodios de deflacin e inflacin, se nos entrega unavisin de la manera en que esta porcin de nuestra historia podra haberevolucionado, con precios estables y un crecimiento estable (smooth) delproducto real, y de las polticas claramente enmarcadas dentro de loslmites de las facultades otorgadas a la autoridad monetaria por la Ley deReserva Federal de 1914 que hubieran permitido obtener este resultado.

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    En la Historia monetaria, esa visin se estructura mediante la aplica-cin sistemtica de dos sencillos principios a hechos histricos especficos.El primero de ellos es la hiptesis de la neutralidad monetaria a largo plazo.En la descripcin que hacen Friedman y Schwartz se da a entender queexiste una trayectoria para el producto real, gobernada por fuerzas que noson analizadas en el libro, y que tiene la propiedad de que ni su nivel ni sutasa de crecimiento son afectados por las polticas monetarias. Esta trayecto-ria secular es estable: tras algunos desplazamientos, la economa vuelve aadoptar su curso habitual. La segunda hiptesis central se refiere a la noneutralidad a corto plazo del dinero. Las fluctuaciones en M2 inducenfluctuaciones en el gasto, y stas, a su vez, frente a las rigideces del precionominal, inducen fluctuaciones en el producto real. Nuevamente, no serealiza ningn esfuerzo por dilucidar o explicar la naturaleza de estas rigide-ces de los precios, salvo afirmar que son transitorias (y por tanto compati-bles con la neutralidad a largo plazo). Poco se dice sobre los detalles de larespuesta de la economa a los cambios monetarios, fuera de la reiteradainsistencia en que la contraccin y la relajacin de polticas monetarias nopueden determinarse mediante el anlisis de las tasas de inters. La co-nexin emprica que podemos observar se establece directamente entre M2y el gasto nominal y real, y ni las tasas de inters ni la composicin de losgastos cumplen en ella una funcin importante.

    La totalidad del anlisis de las variables agregadas que se presenta enel libro, tanto el anlisis positivo como normativo, es una consecuenciadirecta y simple de estos dos principios. En cuanto al anlisis emprico opositivo, toda depresin es explicada, en la medida de lo posible, en funcinde contracciones en el dinero, presentes y pasadas. Por cierto que otrasfuentes de inestabilidad a corto plazo tambin se encuentran activas y, enefecto, muchas de esas posibilidades son analizadas con cierto detalle, perolos shocks monetarios son el hilo medular de la historia, y la conclusinexplcita es que dichos shocks cumplen un papel fundamental en todas lasgrandes fluctuaciones.

    Al llegar a esta conclusin, no se afirma que las fluctuaciones en M2sean exgenas (un trmino que nunca se usa en el libro), aunque en algunoscasos puntuales se sostiene que ciertos movimientos especficos de M2 nopueden ser considerados como respuestas frente a sucesos reales. Por elcontrario, una parte importante del libro est dedicada a examinar la maneraen que las fuerzas gubernamentales y privadas interactan para determinarla oferta monetaria general. Unas pocas contracciones son atribuidas direc-tamente a decisiones adoptadas por la autoridad monetaria. Otras son atri-buidas a situaciones de pnico bancario y a fugas de divisas. La nica

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    afirmacin consistente es que en todos los casos la autoridad monetariapudo haber prevenido la contraccin, ya fuera evitando cometer su propioerror o bien adoptando medidas oportunas para contrarrestar los problemasobservados en el sistema bancario privado, y que con esa accin se habraimpedido o mitigado en gran parte la depresin que este fenmeno traeaparejada.

    Dada esta descripcin de situaciones de depresin observadas, elanlisis normativo es claro: la autoridad monetaria siempre ha sido capaz deeliminar la inestabilidad de M2, y debera haberlo hecho. En cada caso,Friedman y Schwartz proporcionan una detallada descripcin operacionalde cmo y cundo se podran haber adoptado medidas para lograr eseresultado. Ellos no examinan la posibilidad de que la variabilidad monetariacumpla una funcin constructiva en compensar las fuentes no monetarias deinestabilidad real. Tampoco dicen si lo anterior se debe a que esas polticasactivas de estabilizacin provocan, a su juicio, una disminucin del bienes-tar, o si carecemos de los conocimientos necesarios para aplicar dichaspolticas, o si consideran, sencillamente, que este tema se encuentra fueradel mbito del estudio.

    III

    Cuando nos preguntamos si seguiramos los consejos normativos dellibro en caso de que ejerciramos un cargo de autoridad monetaria, llegamosa un nivel en el que podramos intentar evaluar la Historia monetaria yeste es un nivel en que el libro invita claramente a proporcionar una respues-ta. En este nivel, a mi juicio, el argumento expuesto en la Historia mone-taria es absolutamente convincente. Pienso que Friedman y Schwartz hacenbien al considerar que la principal responsabilidad de la actual polticamonetaria consiste en evitar los desastres econmicos realmente importantesocurridos en el pasado. Me parece que el diagnstico que ellos hacen de ladepresin ocurrida entre 1929 y 1933 es persuasivo y que, en efecto, no hapodido ser refutado por otros serios diagnsticos alternativos; y me siguecausando una profunda impresin el hecho de que hayan logrado explicarlos crticos sucesos de esos cuatro aos aplicando los mismos principios queemplean al analizar contracciones de menor importancia. No creo que nues-tro grado de comprensin de la dinmica del ciclo econmico sea adecuadopara dirigir una poltica monetaria ms sutil que la de suavizar la ofertamonetaria (y hacer caso omiso de los movimientos de las tasas de inters), loque segn Friedman y Schwartz habra permitido evitar los desastres del

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    pasado. Si alguna vez tuviera que ir a Washington por un motivo que nofuera observar los cerezos en flor, incluira en el equipaje mi ejemplar de laHistoria monetaria y dejara el resto de mi biblioteca bueno, la mayorparte de ella en casa.

    Estas son mis opiniones respecto de la Historia monetaria en sucarcter de manual sobre el uso de la historia monetaria de los EstadosUnidos como gua para la formulacin de polticas macroeconmicas. Setrata, desde luego, de juicios con los cuales pueden estar en desacuerdoeconomistas razonables y competentes; estos no son problemas que puedanser resueltos mediante teoremas o verificaciones de hiptesis. Aun as, parapersuadirme a cambiar de parecer, un competidor de Friedman y Schwartztenda que aplicar sus principios predilectos a la historia monetaria estado-unidense incluyendo, por cierto, los aos treinta y demostrar que ellosentregan un anlisis igualmente coherente de los hechos pasados y directri-ces igualmente prcticas para la formulacin de polticas que permitan me-jorar los resultados obtenidos anteriormente. Esta es una exigencia muydifcil.

    Aun cuando en la Historia monetaria abundan las cifras, hay unaserie de interrogantes de tipo cuantitativo que su enfoque carente de modelono permite responder. Respecto de la Gran Contraccin, por ejemplo,Friedman y Schwartz concluyen lo siguiente:

    La prevencin o la moderacin de la disminucin de la masa mone-taria, sin considerar la sustitucin de la expansin monetaria, habrapermitido morigerar la intensidad de la contraccin y, casi con segu-ridad, su duracin. La contraccin habra sido, de todos modos,relativamente seria. Sin embargo, resulta difcil pensar que el ingre-so monetario pudiera haber descendido en ms de la mitad y losprecios en ms de un tercio durante cuatro aos, si no hubierahabido ninguna disminucin en la masa monetaria.

    Este no es un resumen verbal de tablas que describen los resultadosde una simulacin numrica: esta es la simulacin. En verdad, Friedman ySchwartz merecen ser alabados, y no criticados, por la prudencia intelectualque caracteriza a este pasaje y a todo el resto del libro. Por otra parte, esasconclusiones dejan, obviamente, un amplio margen para discrepancias res-pecto de si la poltica del crecimiento estable (smooth) del dinero es sufi-ciente para combatir la depresin.

    Al leer el anlisis de Friedman y Schwartz uno podra llegar alconvencimiento de que las autoridades monetarias estadounidenses tenanclaramente la capacidad de evitar las contracciones en la oferta monetaria, y

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    que de haberlo hecho as, las depresiones hubieran sido mucho menosgraves. Ahora bien, en qu grado se hubiese mitigado la cada del productoreal hasta 1933 si se hubiera puesto en prctica esa poltica monetaria? Engeneral, cul hubiera sido la variacin en el crecimiento del producto realdurante el perodo de 90 aos en estudio si el dinero hubiese crecido enforma estable (smooth)? Cul hubiera sido la variacin en el crecimientodel producto real a lo largo de este perodo si los recursos se hubiesenasignado en forma eficiente ante los inevitables shocks reales de diversostipos? Para concluir que una poltica monetaria uniforme (smooth) nos bastacomo medida de estabilizacin, necesitamos conocer las respuestas a inte-rrogantes de tipo cuantitativo como stas.

    Existe, por tanto, un segundo nivel en el que puede evaluarse lacontribucin de la Historia monetaria Aun cuando el libro no ofrece unmodelo explcito de la economa, su descripcin narrativa se apoya en larigurosa aplicacin de algunos sencillos principios econmicos. Sirvenstos como punto de partida o como gua para el desarrollo de un modeloque podra responder a preguntas como las que formul en el prrafo ante-rior? O resulta ms auspicioso comenzar desde el principio sobre algunaotra base? (Cualquiera sea la respuesta a esta pregunta, obviamente concor-dar con la opinin de que la familiaridad con la Historia monetaria podraser de gran utilidad en Washington.) Nada en la Historia monetaria sugiereque Friedman y Schwartz tuvieran algn inters en utilizar modelos ma-croeconmicos explcitos; sin embargo, no cabe duda alguna que ellos con-sideraban que su trabajo proporcionaba un fundamento cientfico sobre elcual se podran basar los economistas en el futuro (tal como ellos mismos lohicieron en Friedman y Schwartz [1982]). El grado de xito que alcanzaronen este cometido ha sido desde el principio objeto de controversia.

    IV

    Cuando se public la Historia monetaria, muchos macroeconomistascreyeron que las simulaciones de modelos macroeconomtricos keynesianospodan proporcionar respuestas precisas y cuantitativas a interrogantes so-bre los efectos de polticas alternativas de estabilizacin, o que ello serapronto posible gracias al uso de versiones mejoradas de esos modelos. Entodos los modelos se incluan rigideces de precios de uno u otro tipo, demodo que eran consecuentes con la falta de neutralidad a corto plazo deldinero, que constituye el meollo del estudio de Friedman y Schwartz. Sinembargo, en estos modelos (o, como hubieran dicho los autores de los

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    modelos, en los datos) no se asign ninguna importancia especial a losshocks monetarios. As, las simulaciones realizadas por Adelman y Adel-man (1959) del modelo anterior de Klein-Goldberg (1955) demostraron quecasi todas las fluctuaciones del ingreso en ese modelo eran atribuibles ashocks que afectaban a diversos componentes del gasto privado o, comodiramos hoy da, a shocks tecnolgicos y de preferencias. No me cabe lamenor duda de que esta caracterstica sigui apareciendo en todos losmodelos keynesianos posteriores.

    En la tradicin keynesiana exista, por consiguiente, la presuncin deque una economa poda precipitarse hacia la depresin debido a razones detodo orden. No se haca hincapi en la identificacin de un factor causalnico en las depresiones y, en todo caso, haba pocas esperanzas de atenuarel impacto de los cambios en factores tales como confianza del consumi-dor en su base. Desde este punto de vista, la reaccin estabilizadora apro-piada no dependa esencialmente de la naturaleza exacta de la perturbacinque desata un shock en particular: tanto las operaciones masivas de mercadoabierto habran sido tiles en 1930, como tambin lo habra sido un progra-ma de obras pblicas en gran escala.

    Cuando la Historia monetaria fue publicada, en 1963, no dio lugar aun debate fructfero en torno a los mritos relativos de estos enfoquesdiferentes de polticas de estabilizacin. Friedman y Schwartz simplementehicieron caso omiso de los desarrollos economtricos contemporneos(aunque la referencia en la pgina 102 a la falta de una teora comprobadade los movimientos cclicos la interpreto como una crtica indirecta), y engeneral consideraron lo que denominaban la revolucin keynesiana en elpensamiento econmico a nivel acadmico (p. 626) como un suceso depoca importancia, responsable principalmente de que por un breve perodose haya prestado atencin a la poltica monetaria. Los arquitectos demodelos keynesianos devolvieron el cumplido y desestimaron la Historiamonetaria. (La lcida resea escrita por James Tobin [1965] constituye unaexcepcin, pero l acogi la Historia monetaria en sus propios trminos, yevit comparar el enfoque de Friedman y Schwartz con el de los arquitectosde modelos contemporneos. Por ejemplo, su disconformidad con la maneraen que Friedman y Schwartz tratan el tema de la elasticidad de la demandade dinero a la tasa de inters era compartida por monetaristas como AllanMeltzer y Karl Brunner, y no plante cuestiones ms generales relativas almtodo que, en ese entonces, divida a keynesianos y monetaristas.) Casi enla misma poca, por supuesto, Friedman y Meiselman (1963) expresaron suescepticismo respecto de modelos basados en shocks de gasto autnomo.Posteriormente, Friedman (1968) puso de relieve la incompatibilidad de

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    estos modelos con la neutralidad monetaria a largo plazo, y explic por qu,a su juicio, la neutralidad debe obtenerse en todo modelo razonable deequilibrio general del comportamiento de la economa a largo plazo. Estosataques directos exigan (y obtuvieron) una respuesta de la oposicin, pero ala Historia monetaria le bastan sus propios mritos y deja a otros la tarea deestablecer comparaciones con enfoques alternativos.

    Como todos saben, los modelos macroeconmicos keynesianos vivie-ron una etapa difcil en los aos setenta, cuando la inflacin dej al descubier-to las deficiencias en su manera de abordar la neutralidad monetaria. Esta lneade investigacin ha alterado permanentemente nuestra estimacin de loslogros a que puede aspirar la macroeconoma, pero los modelos mismos nosparecen ahora irremediablemente toscos y obsoletos. Como advierte Fair(1992), los neokeynesianos modernos rehuyen abiertamente la influencia de latradicin economtrica keynesiana y los problemas cuantitativos en general, yse conforman con modelos cualitativos en pequea escala que ilustran diver-sas posibilidades lgicas. El enfoque narrativo adoptado por Friedman ySchwartz ha demostrado ser ms duradero: en una recopilacin en dosvolmenes de trabajos recientes, titulada New Keynesian Economics (Man-kiw y Romer [1991]), el nombre de Keynes no aparece en un ndice quecontiene 17 referencias a Friedman!

    V

    En los aos setenta se desarrollaron explcitamente varios modelospara armonizar los dos principios de neutralidad en que se haban basadoFriedman y Schwartz, y para captar la importancia capital que Friedman ySchwartz le haban asignado a la inestabilidad monetaria. Todos estosmodelos adoptaron alguna forma de rigidez del precio nominal con el fin dealcanzar la no neutralidad monetaria en el corto plazo, pero lo hicieron de talmanera que, utilizando el principio de las expectativas racionales, se mantenala neutralidad en el largo plazo. En trminos generales, todos estos modeloscoincidan con la descripcin que Friedman y Schwartz hicieron de lasdepresiones ocurridas durante el perodo que ellos estudiaron. Adems,debido a que incluan la neutralidad a largo plazo, todos ellos concordaban enel quiebre de la relacin emprica entre inflacin y desempleo que ocurri enel perodo inflacionario de los aos setenta. De este modo, pareca que losprincipios en que se basaba el anlisis en la Historia monetaria podran servirde fundamento para modelos economtricos que eran tan explcitos como lasalternativas keynesianas y, adems, empricamente superiores.

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    Aunque la totalidad de estos modelos de expectativas racionalesconcuerdan con los principios de neutralidad de Friedman y Schwartz y conlos shocks monetarios como factor central en los ciclos econmicos, notodos ellos llevan implcita la sugerencia normativa de que la mejor polticamonetaria consiste en un crecimiento perfectamente estable (smooth). Estaconclusin depende fundamentalmente de los detalles de la manera en quese modelan las rigideces de precios. En el modelo ilustrativo de Lucas(1972), todos los intercambios ocurren en mercados competitivos y la nicafuente de rigidez en los precios es la limitada informacin de que disponenlos oferentes de bienes. En este contexto, una poltica monetaria estable(smooth) se traduce en una eficiente asignacin de recursos, incluso frente ashocks no monetarios. Por otra parte, en modelos como los de Fischer(1977), Phelps y Taylor (1977), Taylor (1979) y Mankiw (1985), en los quela rigidez de precios se atribuye a contratos fijados en trminos nominales oa costosas fijaciones de precios por parte de las firmas, no es posiblesuponer que el slo hecho de eliminar la variabilidad monetaria dar comoresultado un sistema capaz de responder eficazmente frente a otros shocks.A pesar de que ahora resulta claro que es posible compatibilizar los dosprincipios de neutralidad empleados por Friedman y Schwartz, el problemarelativo a la conduccin apropiada de la poltica monetaria sigue sin resol-verse. No veo cmo podr solucionarse si no se cuenta con teoras sobre larigidez de precios que sean superiores a las actualmente disponibles.

    El nuevo elemento introducido en estos modelos de expectativasracionales fue la distincin entre cambios previstos en el dinero, que segn laspredicciones seran neutrales, y cambios imprevistos que segn las prediccio-nes tendran efectos reales. Por cierto, la expectativa condicional especficaque ser identificada como prevista variar segn la naturaleza de lasupuesta rigidez de precios. Esta distincin no aporta mayores antecedentes ala descripcin de Friedman y Schwartz del perodo de la historia econmicaestadounidense comprendido entre 1867 y 1960, en el que toda contraccinmonetaria importante puede ser razonablemente considerada como imprevis-ta; sin embargo, su capacidad para interpretar hechos histricos fue demostra-da de manera sorprendente en los estudios de Sargent (1986) acerca de lasdeflaciones que terminaron con las hiperinflaciones europeas y la moderadainflacin francesa en los aos veinte. Una asociacin de carcter incondicio-nal entre contracciones monetarias (en cuanto reducciones en la tasa decrecimiento del dinero) y actividad real nos llevara a suponer que estasdeflaciones han estado asociadas a grandes depresiones. El anlisis realizadopor Sargent sobre el contexto poltico en el que ocurrieron estas contraccionesdemuestra que podemos considerarlas como previstas, aun cuando sean

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    repentinas y drsticas, y por tanto, podemos conciliar su magnitud con lamodestia de los efectos reales que ellas indujeron.

    En Money, Income and Causality (1972), Sims adopt un criteriomuy distinto para abordar el estudio de las influencias monetarias en laactividad real, el que est tambin claramente en deuda con Friedman ySchwartz. En lugar de intentar construir un modelo econmico consecuentecon los principios aplicados en la Historia monetaria, Sims cre una defini-cin puramente estadstica de causa, relacionada con Granger (1969), entrminos de efectos de variables rezagadas sobre variables presentes. Losmtodos de Sims permiten comprobar la hiptesis de que las fluctuacionesmonetarias causan (segn su propia definicin de causalidad) fluctuacionesen la produccin real, estimaciones de un tipo de multiplicador dinmico deldinero y estimaciones de la fraccin de variacin del producto, por frecuen-cia, que pueden explicarse por la inestabilidad monetaria. Asimismo, Simssostiene en forma convincente que las consideraciones de rezago y efectocumplen una funcin muy similar, aunque no formalizada de la mismamanera, en el anlisis que hacen Friedman y Schwartz de lo que ellosdenominan la independencia de los cambios monetarios.

    En una poca ms reciente, Romer y Romer (1989) se han basado,en forma similar, en el anlisis de Friedman y Schwartz acerca de la inde-pendencia de los cambios monetarios, abogando en favor del uso de datoshistricos para demostrar que determinadas fluctuaciones monetariasexperimentos naturales no ocurrieron como reaccin frente a suce-sos reales. Si bien ellos atribuyen este mtodo a Friedman y Schwartz, nocreen que Friedman y Schwartz hayan logrado aplicarlo con xito y,adems, afirman tambin de manera concluyente que sus orgenes puedenencontrarse en la Historia monetaria. Para Romer y Romer, el carcterexgeno es la propiedad de un acontecimiento dado, mientras que paraSims es la propiedad de una distribucin: ambos enfoques no son equi-valentes. El anlisis de Friedman y Schwartz sobre la independencia es losuficientemente poco claro como para justificar ambas interpretaciones.Igualmente defendible es una tercera interpretacin, que es la que yo pre-fiero, que sostiene que la independencia, segn Friedman y Schwartz usanel trmino, no tiene nada que ver con la exogeneidad estadstica, sino quems bien se refiere a que cualesquiera hayan sido las fuentes de contraccio-nes monetarias, en promedio o en casos particulares, las autoridades mone-tarias podran haber mantenido el crecimiento de M2 si hubieran optadopor hacerlo. Es esta la concepcin de independencia que, a mi juicio, Fried-man y Schwartz defienden de manera concluyente al analizar en detalle unepisodio tras otro.

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    No creo que exista posibilidad alguna de obtener respuestas a inte-rrogantes normativas sobre poltica econmica si se emplean medios notericos y puramente estadsticos. Con todo, sin duda vale la pena perseve-rar en el intento de estimar la fraccin de variabilidad real (durante unperodo determinado) que puede ser atribuida a la inestabilidad monetariapor mtodos no tericos (Sims) o mtodos similares en los que el elementoterico es muy reducido (por ejemplo, Shapiro y Watson [1988]); el xito deestos esfuerzos sera obviamente de enorme utilidad para elaborar futurasteoras. Por cierto, los admiradores de Friedman y Schwartz no desean verseenvueltos en discusiones acerca de si la teora o los hechos tienen prioridad.

    VI

    Si la dcada del setenta fue una poca en que prosper la influenciade la Historia monetaria, los aos ochenta deben ser vistos al menos comoun perodo de leve recesin. Al crear Kydland y Prescott (1982) un modeloreal de crecimiento estocstico que es lo suficientemente operacional pararesistir una comparacin con la serie cronolgica de los Estados Unidosdurante la posguerra, el papel de los shocks monetarios pas a un segundoplano en los debates dentro de la profesin. La idea de que el dinero notiene importancia, atribuida (pienso que injustamente) por Friedman ySchwartz a los keynesianos, es suscrita en la actualidad incluso por muchosex monetaristas. Como resultado de lo anterior, durante la ltima dcada nose ha observado un progreso realmente ostensible en nuestra comprensinde la conveniencia de distintos tipos de polticas monetarias. Kydland yPrescott demostraron y gran parte de las investigaciones posteriores lohan confirmado que al identificar la varianza de los shocks productivoscon la varianza del residuo de Solow (1957), estos shocks pueden induciruna variabilidad de la produccin de una magnitud aproximadamente simi-lar a la observada en los Estados Unidos durante el perodo de posguerra,como tambin un comportamiento realista de otras variables.

    Considerados como una teora positiva, los modelos del ciclo econ-mico real no ofrecen una alternativa seria para la descripcin que Friedmany Schwartz hacen de la situacin monetaria de comienzos de los aostreinta. Los residuales de Solow (1957) para el perodo comprendido entre1928 a 1933 fueron: 0,020; 0,043; 0,024; 0,023; 0,011; 0,072! No existeningn modelo del ciclo econmico real capaz de graficar estos shocks yobtener una situacin similar a la disminucin del 40% en el producto real yen el empleo que ocurri entre 1929 y 1933 (y, a decir verdad, tampoco

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    nadie sostiene que exista alguno). Incluso si existiera, imaginmonos tratan-do de reescribir el captulo de la Historia monetaria dedicado a la GranContraccin, de tal manera que los shocks de este tipo cumplan la funcinque Friedman y Schwartz les asignaron a las contracciones monetarias.Qu sucesos tecnolgicos o psicolgicos podran haber inducido tal com-portamiento dentro de una economa diversificada y de gran escala? Cmopodran esos acontecimientos haber pasado inadvertidos en ese entonces, ypermanecer invisibles incluso en los anlisis retrospectivos? Sin duda, no escasualidad el que nadie haya intentado aplicar la teora del ciclo econmicoreal al perodo de 90 aos estudiado por Friedman y Schwartz.

    En el modelo original de Kydland y Prescott, al igual que en muchosde sus descendientes aunque no en todos, la asignacin de equilibrioscoincide con la asignacin ptima: las fluctuaciones generadas por el mo-delo representan una respuesta eficaz ante shocks inevitables que afectan laproductividad. As, uno podra pensar en el modelo no como una teorapositiva que resulta apropiada en todos los perodos histricos, sino comoun punto de referencia normativo que proporciona una aproximacinadecuada a los sucesos cuando la poltica monetaria es manejada acerta-damente, y una aproximacin inadecuada cuando no es manejada en laforma debida. Considerado de esta manera, el xito relativo de esta teora enla tarea de describir la experiencia de posguerra puede ser interpretadocomo demostracin de que la poltica monetaria de posguerra ha redundadoen un comportamiento cercano a la eficiencia, y no como muestra de que eldinero no tiene importancia.

    De hecho, la rigurosidad de la teora del ciclo econmico real hahecho que hoy sea ms difcil, que lo que era hace tres dcadas, defenderalternativas reales para una descripcin de la situacin monetaria de los aostreinta. Por ejemplo, para calcular los posibles efectos del arancel Smooth-Hawley de 1930 en un modelo del ciclo econmico real convenientementeadaptado, se requerira efectuar un ejercicio tan largo como un ensayo.Hasta ahora, esos modelos nos han permitido acumular suficiente experien-cia cuantitativa como para estar seguros de que los efectos globales de esapoltica (en una economa con un sector de comercio exterior equi-valente al5% antes de la promulgacin de la Ley y tal vez de un punto porcentualmenos despus de promulgada) seran insignificantes.

    Independientemente de cul sea nuestro juicio acerca de la capacidadpotencial de la teora del ciclo econmico real como economa positiva, ella hapermitido trasladar los anlisis normativos en el mbito macroeconmico a unnuevo nivel, donde es posible evaluar la eficiencia de trayectorias cronolgi-cas fluctuantes de variables reales con el mismo criterio que habitualmente

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    aplicamos al anlisis del bienestar en otras reas de la economa. Una vez queplanteamos la cuestin de la eficiencia de la manera en que lo hicieronKydland y Prescott, resulta evidente que la perfecta estabilizacin (smoo-thing) del producto real no es un objetivo razonable de la poltica, y que losintentos por alcanzarla involucraran enormes costos sociales. (En realidad, alefectuar un anlisis retrospectivo uno se pregunta por qu esta interrogante nofue planteada en el contexto de los antiguos modelos keynesianos, en los quelas fluctuaciones son impulsadas en gran medida por shocks que afectan elgasto privado.) Ms all de esta observacin cualitativa, las fluctuaciones enla produccin que son cuantitativamente eficientes, al parecer, son de unorden de magnitud similar al de las fluctuaciones observadas en el perodo deposguerra.

    Por supuesto, durante la ltima dcada han continuado las investiga-ciones sobre la funcin cclica del dinero. Los modelos en la reciente mono-grafa de Taylor (1993) captan los efectos de las fuerzas monetarias de unamanera operacional y cuantitativa. Pese a que los anlisis de McCallum(1988, 1990) acerca de las reglas de control automtico no se fundan enningn modelo econmico especfico, ellos se apoyan en una complejainterpretacin de lo que es til en las recientes investigaciones tericas. Losmodelos al estilo de Kydland y Prescott estn siendo adaptados actualmentepara el estudio de las influencias monetarias no neutrales, aunque todavaestamos lejos de tener una idea clara sobre cul es el mejor mtodo parahacerlo, y sobre el grado en que esas modificaciones permitirn mejorar losresultados empricos. La recompensa que entraa el xito en esta empresa esmuy alta, ya que dichos modelos admiten comparaciones normativas tilesde reglas alternativas de poltica monetaria de una manera distinta a losmodelos anteriores. Las probabilidades de xito dependen, a mi juicio, denuestra disposicin para abandonar el plcido y familiar mundo de las seriescronolgicas trimestrales de posguerra y poner a prueba nuestras ideascomparndolas con los sucesos del perodo interblico.

    VII

    La Historia monetaria de los Estados Unidos constituye un logronotable y duradero de rigor intelectual histrico y econmico. Friedman ySchwartz utilizaron unos pocos principios econmicos bsicos para organi-zar nueve dcadas de una historia econmica enormemente variada, parafinalmente obtener un cuadro coherente en que los principales sucesos aca-ban por ser comprendidos como efectos de causas identificables. Es un

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    cuadro que coincide con nuestra presuncin de que la depresin de los aostreinta fue un hecho que no debi haber ocurrido, un desastre evitable. Lafuncin del sistema de la Reserva Federal, la institucin que fue creada paraprevenir tales desastres y que contaba con amplios poderes para hacerlo, esdescrita en forma suficientemente detallada como para que podamos apre-ciar de qu manera las disposiciones que otorgan amplias facultades discre-cionales a administradores bien intencionados, ignorantes en materia deeconoma y de historia econmica, y cuya sofisticacin en el mundo empre-sarial les infunde seguridad, pueden derivar en un desastre.

    Esta revisin con motivo del trigsimo aniversario, se ha concentradoen las investigaciones posteriores, que en mi opinin ofrecen la posibi-lidadde afinar el cuadro proporcionado por la Historia monetaria al punto de quealgunas interrogantes que fueron ignoradas o que slo fueron respondidas enforma cualitativa por Friedman y Schwartz, podran ser respondidas ahoracuantitativamente con cierto grado de fiabilidad. Este enfoque me ha llevadoa adentrarme en el anlisis de lo que Tobin (1965) llam las disputas detono menor entre tericos monetarios. Para eso me pagan; pero, al igualque Tobin, me alivia coincidir con Friedman y Schwartz en que ya tenemosy tenamos en 1963 los conocimientos suficientes para evitar los crasoserrores de poltica cometidos durante el perodo de posguerra. Cualquierasea la influencia de la Historia monetaria de los Estados Unidos en lasfuturas investigaciones, esta obra permanecer como una exposicin clsicade esas importantes lecciones de nuestro pasado.

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