revisión conceptual en torno a un tema de interés investigativo en estudios territoriales

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1 “Revisión conceptual en torno a un tema de interés Investigativo en Estudios Territoriales” “Norte del Valle del Cauca” José Alonso González S Administrador de Empresas Magister en Educación Estudiante Doctorado en Estudios Territoriales (UNICALDAS) Resumen Este documento está organizado en cuatro subtítulos que presentan -a manera de ideas iniciales- algunas revisiones conceptuales en torno a intereses investigativos en el marco de los Estudios Territoriales. La referencia espacial plantea la ubicación geográfica de tres municipios del Norte del departamento del Valle del Cauca sobre la base de un trabajo investigativo que da cuenta de una subregión justo en donde se asienta la iniciativa de Desarrollo Económico Local denominada “Agrópolis del Norte”. A continuación se acoge la construcción social del espacio como referente teórico a partir de los aportes de variados autores quienes a través de su producción escrita dejan apreciar la importancia, amplitud y complejidad del tema. Uno de los vectores de mayor relevancia en estos estudios tiene que ver con el concepto de Desarrollo Regional, asunto que ha concitado el interés de académicos, gobernantes y líderes sociales en los últimos 30 años. Finalmente y a manera de conclusión se presentan dos argumentos que justifican una investigación en la dirección que planeta el documento. Abstract This document is organized into four headings that try-a way of "initial thoughts" - Some concerns investigated in the framework of Territorial Studies. The spatial reference raises the geographical location of three municipalities in the northern department of Valle del Cauca on the basis of investigative work that accounts for a subregion where it sits right in the Local Economic Development initiative called "Agropolis the North." Here is home to the social construction of space as theoretical framework from the contributions of several authors who, through their written production stop to appreciate the importance, breadth and complexity. One of the most important vectors in these studies has to do with the concept of Regional Development, a matter that has attracted the interest of academics, governments and leaders in the past 30 years. Finally as a conclusion there are two arguments for an inquiry in the direction that says the paper.

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Page 1: Revisión Conceptual en Torno a Un Tema de Interés Investigativo en Estudios Territoriales

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“Revisión conceptual en torno a un tema de interés Investigativo en Estudios

Territoriales”

“Norte del Valle del Cauca”

José Alonso González S

Administrador de Empresas

Magister en Educación

Estudiante Doctorado en Estudios Territoriales (UNICALDAS)

Resumen

Este documento está organizado en cuatro subtítulos que presentan -a manera de

“ideas iniciales”- algunas revisiones conceptuales en torno a intereses investigativos

en el marco de los Estudios Territoriales. La referencia espacial plantea la ubicación

geográfica de tres municipios del Norte del departamento del Valle del Cauca sobre la

base de un trabajo investigativo que da cuenta de una subregión justo en donde se

asienta la iniciativa de Desarrollo Económico Local denominada “Agrópolis del Norte”.

A continuación se acoge la construcción social del espacio como referente teórico a

partir de los aportes de variados autores quienes a través de su producción escrita

dejan apreciar la importancia, amplitud y complejidad del tema. Uno de los vectores de

mayor relevancia en estos estudios tiene que ver con el concepto de Desarrollo

Regional, asunto que ha concitado el interés de académicos, gobernantes y líderes

sociales en los últimos 30 años. Finalmente y a manera de conclusión se presentan

dos argumentos que justifican una investigación en la dirección que planeta el

documento.

Abstract

This document is organized into four headings that try-a way of "initial thoughts" -

Some concerns investigated in the framework of Territorial Studies. The spatial

reference raises the geographical location of three municipalities in the northern

department of Valle del Cauca on the basis of investigative work that accounts for a

subregion where it sits right in the Local Economic Development initiative called

"Agropolis the North." Here is home to the social construction of space as theoretical

framework from the contributions of several authors who, through their written

production stop to appreciate the importance, breadth and complexity. One of the most

important vectors in these studies has to do with the concept of Regional Development,

a matter that has attracted the interest of academics, governments and leaders in the

past 30 years. Finally as a conclusion there are two arguments for an inquiry in the

direction that says the paper.

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Lo espacial

El Valle del Cauca es uno de los departamentos más urbanizados del país, el 86% de

su población vive en cabeceras municipales. Dispone de excelente ubicación

geográfica y rica biodiversidad. Es un departamento que se caracteriza en el contexto

nacional por tener una red de ciudades unidas a través de una red vial primaria que

transita paralela al rio Cauca. Posee una estructura jerarquizada de centros poblados,

que además se integran de manera funcional con departamentos vecinos, en particular

con el Cauca hacia el sur y Quindío y Risaralda al norte. (Falla, M. Cruz, E. 2001).

El departamento de ciudades, sin embargo, presenta una atípica situación que ha sido

reconocida como “macrocefalia”1 que describe simbólicamente la alta concentración en

el sur del territorio en torno a su ciudad capital, en detrimento de zonas agrícolas y

proceso de despoblación de otras en especial las laderas del departamento.

42 municipios conforman su división administrativa, entre estos se cuentan ciudades

denominadas “intermedias” 2 como Cartago, Tuluá, Buga, Palmira y Buenaventura. El

restante grupo de poblaciones se encuentran bajo tipificaciones como: ciudades

pequeñas y centros locales rurales. (Falla, M. Cruz, E. Galeano, J. 2003).

Roldanillo, La Unión y Zarzal reciben la denominación de ciudad pequeña, ciudades

conectoras en el Norte, “…que cumplen funciones complementarias dentro de un

sistema de ciudades como las de generación de riqueza (industria agroindustrial) y

hacen que el sector terciario del departamento tenga un desarrollo destacado,

sirviendo de filtro de la migración de población rural hacia las ciudades intermedias.

Deben ser centros de educación técnica y tecnológica y centros de desarrollo e

innovación en las áreas del conocimiento acordes con sus actividades económicas y

sus roles potenciales…”3 Estas tres poblaciones junto a Toro, La Victoria y Bolívar se

constituyen hoy en día en epicentro de diversas dinámicas socio-productivas que se

perfilan como referente para otras regiones tanto del nivel departamental, como

nacional e internacional.

1 “Plan maestro del Valle del Cauca al 2105” que reconoce en su análisis el deterioro e insostenibilidad del territorio del departamento que se expresa en términos como “macrocefalia” del sur del departamento en alusión a la concentración metropolitana de Cali. (Falla, M. Cruz, E. 2001) 2BELLET, Ma. C. LLOP. J. Ma. (200). Documento 4. Ciudades intermedias y urbanización mundial. “Una de las variables utilizadas para determinar lo que podría ser una ciudad intermedia es la población (…). La ciudad media – intermedia no puede definirse sólo por el tamaño de la población. Tan o más importante es el papel y la función que la ciudad desempeña en su territorio más o menos inmediato, la influencia y la relación que mantiene y ejerce en éste y los flujos y relaciones que genera hacia el exterior (…)”. 3 Modelo Físico de Ordenamiento Territorial para el Valle del Cauca a partir de su Sistema de Ciudades. Investigación Universidad del Valle y Universidad de San Buenaventura, Cali. 2004

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Construcción social del espacio

En la visión de territorio4 que se configura con poblaciones sean éstas grandes,

medias o pequeñas se advierte un entramado de relaciones del orden social,

económico, político, cultural y la transversalidad histórica que le corresponde. Cada

espacio habitado y por lo tanto vivido responde a unas singulares “formas” de

producción y reproducción de acciones, sueños, pensamientos e imaginarios que se

transfieren, se mezclan, se mimetizan, pero nunca desaparecen, siempre están ahí,

hacen parte del inventario, de lo propio, de lo local. En ese devenir de sucesos que da

forma a la historia de los territorios, hay un lugar especial para los acontecimientos

sociales y económicos en estrecha e íntima relación con la construcción real y

simbólica de un espacio. (Sormani, H. 1977).

El espacio es también geográfico, provistos de limites naturales con suficientes o

insuficientes recursos que determinan las posibilidades humanas para habitarlo, que

frenan o impulsan las intenciones del hombre por modificarlo, por hacerlo suyo. Su

configuración física moldea comportamientos, particulariza formas colectivas de actuar

y reaccionar, en esencia otorga identidad a la vida del hombre en comunidad. (Fajardo

D. 1998).

En relación a la construcción social y económica de un territorio devienen una suerte

de variables que demarcan las posibilidades, pero en lo fundamental las intenciones

del hombre por producir, por establecer relaciones, por construir colectivamente

espacios de vida. En esa dirección “las distancias” con otros escenarios, pero también

con otras dinámicas económicas, productivas y políticas resultan altamente

significativas en la configuración del territorio como espacio provisto de condiciones

mínimas para ser habitado. (Dirven M. 2007).

En documento del ILPES 2007 Dirven M. lo refiere así: “Una región, un distrito, una

aldea, una finca o un hogar requieren, o pueden requerir, intercambiar recursos

(servicios, empleo, productos) e ideas con otras unidades espaciales. En estas

transacciones, la localización y otras “distancias” son cruciales. A mayor “distancia

económica” menor será la escala de las actividades no-agrícolas, distintos serán los

productos elaborados (menor valor agregado) y sus encadenamientos. A mayor

“distancia productiva”, menores serán los encadenamientos y las redes. A mayor

“distancia cultural”, más difícil será establecer contratos y redes, es decir habrá más

“sub-cadenas” y “sub-clusters”. A mayor “distancia político-administrativa”, más habrá

grupos que no participan o no son atendidos por programas gubernamentales.

La relación dialéctica: naturaleza – hombre se da en un lugar específico y en un

momento histórico particular, generalmente alentando por la necesidad e interés del

hombre comunitario de “aprovechar” lo que la naturaleza en su magnánima presencia

le ofrece. De este encuentro, muchas veces desigual, se deriva un complejo sistema

4 El Territorio no es un espacio físico "objetivamente existente", sino una construcción social, es decir, un conjunto de relaciones sociales que dan origen y a la vez expresan una identidad y un sentido de propósito compartidos por múltiples agentes públicos y privados". (Schejtman y Berdegué, "Desarrollo Territorial Rural", 2002)

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de relaciones que toman forma y se asientan en espacios que luego dan lugar a la

configuración de regiones. Se diría que del conjunto de relaciones posibles y reales las

asociadas a la producción, esto es al trabajo con la tierra, resulta ser la determinante,

así lo expresa Héctor Capraro (1988), uno de los analistas que recientemente se han

ocupado de las relaciones “sociedades-espacio” quien propone de manera escueta:

“la región es una consecuencia de la división social del trabajo”. (Fajardo, D. 1988).

Como bien lo expresa Fajardo D.5 (…) detrás de esta afirmación se encuentran una

serie de reflexiones que bien merecen ser consideradas “in extenso” por sus

implicaciones (…)”. La primera observación habría que hacerla, continúa planteando

el autor, en torno a la relación de causalidad que se evidencia entre lo espacial y la

actividad socio – productiva, siendo la región total o una porción de ella, resultado de

ésta. Si bien existe una delimitación natural de este espacio a la que le corresponden

unas características físicas propias, su constitución (configuración), delimitación hacia

el exterior y en su interior, es el resultado de la intervención del hombre y en concreto

de grupos humanos. Desde luego que en este propósito por construir espacio el

hombre hace presencia desde diferentes roles, le corresponde con igual legitimidad el

rol productivo y en especial el rol de gobernante. Esto es, en la construcción de

espacios regionales se advierte la injerencia del Estado nacional.6 Relación que a lo

largo de la historia ha estado matizada por grandes tensiones, derivadas de intereses

no siempre conciliables ni menos coincidentes.

Las comunidades, sin embargo, han sabido si bien no imponer, si superar actitudes

represivas y autoritarias en la delimitación, más allá de lo natural, de estos espacios

por cuenta de un Estado soberano. No son pocas las luchas que se narran y cuentan

en esta dirección; pero, los actores no siempre han sido los mismos: el terrateniente, el

latifundista frente al campesino minifundista o sin tierra, representan otra escena muy

característica de nuestra historia. En una u otra subyace el interés y derecho legítimo

por el trabajo, por la producción, en esencia por el desarrollo, de tal forma que lo que

ha estado y se mantiene en juego es no sólo el reclamo por un título de propiedad,

sino algo mucho más determinante en la vida del hombre como es sus posibilidades

de desarrollo y con ello de bienestar. Lo uno parece indisolublemente ligado a lo otro,

pero por encima de titulaciones y registros de propiedad, sin discutir los méritos y

derechos que puedan caber en ello, lo realmente significativo es la autonomía del

hombre en función de aprovechar los recursos a la mano y con ello idear, formular y

construir espacios de producción, de desarrollo, de vida. Vale la pena aquí referir

pensamientos recientes y brillantemente “provocadores” como los de Amartya Sen7.

Cualquier posibilidad de desarrollo que se logre concebir y materializar deberá estar

sustentada en la libre agencia del hombre para pensar, decidir y operar.

5 En “Colombia Orinoco” 1998. FEN, Bogotá. Pág. 22 6 Ibíd. Pág. 21 “En el caso del régimen colonial y ya dentro del ordenamiento republicano en el caso de los sucesivos programas de colonización, en si los de colonización dirigida, en los proyectos de “ciudades intermedias”, etc., se advierte, con todos los matices de cada caso, el papel asumido por el Estado en la organización del territorio como espacios de producción económica y reproducción social”. 7 Desarrollo y Libertad: “El desarrollo exige la eliminación de las principales fuentes de privación de libertad: la pobreza y la tiranía, la escasez de oportunidades económicas y las privaciones sociales sistemáticas, el abandono en que pueden encontrarse los servicios públicos y la intolerancia o el exceso de intervención de los estados represivos (…)”. Pág. 20

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Otra dimensión en esta perspectiva la representa la consideración a la naturaleza

dinámica, histórica, no estática, por el contario transformista y expansionista de los

grupos humanos y sus necesidades, sus demandas y presiones sobre todo aquello

que consideren viable para logra su supervivencia (Fajardo D. 1998). Por lo tanto

resulta lógico y previsible que a esas intenciones sobrevenga la ampliación de su

espacio de influencia vía actividad productiva. La ampliación de esos espacios connota

un nuevo espiral de necesidades y la respuesta, muy seguramente, vendrá producto

de la diversificación de aquella actividad productiva y a procesos de intercambio de

bienes escasos en perfecta referencia a un ciclo económico.

A manera de síntesis se plantearía la existencia de cierta forma de triangulación de

factores del cual, incluso, se derivan otras combinaciones. A la triangulación: sociedad

– estado – espacialidad (Fajardo D. 1991)8 subyace una triangulación que da cuenta

de la comunidad – la producción – el espacio (región). Esto teniendo en cuenta que

los procesos de producción se dan en lugares específicos de acuerdo a la

disponibilidad o no de ciertos recursos, al nivel de desarrollo de variables como la

tecnología y la educación, a la presencia de otras comunidades previamente

establecidas y poseedoras de algún otro recurso intercambiable, a las formas

explicitas de gobierno, como algunos de los más determinantes.

El desarrollo regional

La presencia del hombre en determinados espacios físico – geográficos responde al

interés y aspiración legítima por proveerse mejores condiciones de vida. Esta tarea,

sin embargo, no le resulta tan fácil como él quisiera en virtud de una variada y

compleja trama de circunstancias y condiciones. Las particularidades bio-físicas del

lugar pueden ampliar o reducir considerablemente estas aspiraciones. Las estructuras

sociales y productivas imperantes pueden propiciar dinámicas de inclusión, pero

también generar lo contrario, caso en el cual el hombre se mantendrá aislado y por lo

tanto sentirá menoscabado su deseo de producir y mejorar. Las formas de gobierno

tanto local como regional y nacional supondrán espacios reales o ficticios de

participación y por lo tanto de crecimiento humano y social. La coexistencia de otros

grupos humanos con variadas morfologías étnicas, de pensamiento y origen que

pueden dificultar la construcción de diálogos interculturales. Todo esto enmarcado en

una historia que puede propiciar y alentar ciertos comportamientos y actitudes

progresistas en tanto se ha consolidado una cultura en esa lógica; como también se

puede vivir en el marco de una historia que limita y de cierta forma obstaculiza las

disposiciones a la acción y al desarrollo.

En este sentido bien vale la pena considerar el concepto de desarrollo regional en

cuanto refiere dinámicas muy precisas y planificadas en contextos claramente

delimitados. Es decir no se trata de producir una suerte de “recetas mágicas y cuasi

estándar” para el desarrollo, sino de propuestas concebidas en el marco de las

particularidades del espacio físico, de las diversas formas de leer y concebir el

8 “Imágenes y reflexiones de la cultura en Colombia”. Colcultura, 1991. Artículo: “Cultura y región en la construcción de una nueva sociedad”, pág. 135

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problema desde el cual se parte para generar consenso, y de todas aquellas

disparidades que en teoría dificultan una construcción colectiva, pero que en esencia

resultan el atributo fundamental de las nuevas lógicas del desarrollo: construir mundos

posibles e ideales desde realidades diversas9. El desarrollo como el logro de utopías

colectivas.

Resulta casi ingenuo, por decir lo menos, pensar que se ha llegado al concepto de

desarrollo regional sin escalas intermedias, sufridas, intensas y prolongadas. El

transito ha sido extenuante y se remonta a los albores mismos de la discusión sobre el

concepto de ciudad y el campo, más propiamente se leería lo urbano y lo rural.

Momentos históricos cuando los límites que separaban se hicieron difusos y empezó a

reinar la confusión en cuanto no se atinaba a clarificar dónde estaba el uno y donde

estaba el otro, mejor aún, dónde empieza lo rural, dónde termina lo urbano. La

dicotomía urbano – rural mantiene un espacio importante en las discusiones sobre el

desarrollo regional10. El asunto se enriquece en la medida del crecimiento de los

territorios y el constante desplazamiento de que son objetos los limites naturales que

otrora servían de demarcación y separación de estos espacios.

Una visión ampliada del espacio rural, como lo refiere el documento de la CEPAL –

ILPES: “Hacia una nueva definición de “rural” con fines estadísticos en América Latina”

(2006) se constituye en un punto que apalanca los esfuerzos por consolidar dinámicas

abiertas, participativas e integradoras en la formulación de proyectos de desarrollo. Al

enmarcar esta discusión en la lógica territorial se está involucrando una amplia gama

de actores público – privados al ejercicio de pensar y repensar lo rural; es decir el

asunto pasa de ser un tema marginal para convertirse en un tema de notoria prioridad

en la agenda de gobiernos, productores, sociedad civil, en una apuesta colectiva de

desarrollo regional. (Dirven, M. 2006).

Desde luego que referir lo rural es hacer referencia a la agricultura y todos los temas

derivados de ésta. Uno de los cuales representa hoy un frente de marcado interés

estratégico para muchas economías: la agroindustria. De tal forma que abordar el

tema del desarrollo rural necesariamente es abordar los asuntos inherentes a la

agricultura. Agricultura y desarrollo mantiene un diálogo permanente, fluido, abierto,

que se ha traducido un compartir de categorías analíticas que ha robustecido el corpus

teórico de ambas. (López Enciso, E. 2004).11

9 “Para ello es necesario construir una conceptualización sobre la dinámica social, económica y política de los sistemas y relaciones regionales, a partir de la cual sea posible identificar y sustentar los objetivos propios del desarrollo”. En documento: “cultura y región en la construcción de una nueva sociedad”. Fajardo D. 1991. Pág. 100 10 “América Latina ha tenido una larga tradición de trabajos y discusiones sobre la sociología rural que han conformado una visión sobre el campesinado, el latifundio y las relaciones entre ambos. Esta literatura y pensamiento estuvieron fuertemente influenciados por los escritos de Chayanov (véase p.ej. Schejtman, 1980). Por varias décadas, aquello formó la base de dónde partían los esfuerzos para entender la economía rural. DIRVEN, M. documento de trabajo. CEPAL – ILPES 2006 11 “En la tradición clásica, la agricultura tenía una estrecha relación con el crecimiento de la economía. En los años 50, los primeros economistas del desarrollo retomaron esa tradición, volvieron su atención a la agricultura del tercer mundo y se centraron en la contribución de la agricultura al crecimiento de la economía, en vez de estudiar el desarrollo agrícola en sí mismo. En las décadas siguientes se

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Desde otra dimensión, y como nota complementaria, vale la pena referir a George

Benko y Alain Lipietz12 (1994) el origen de su enunciado refiere a Paris de los 90s

cuando se debatía la problemática en torno a la ubicación más estratégica para la

industria francesa en remedo del caso de Londres. Sin duda el desplazamiento del

aparato industrial del campo o de la periferia a la ciudad connotaba una especie de

aislamiento para aquel territorio que queda marginado de su presencia. Pero, no es un

caso de todas maneras generalizado, pues uno de los orígenes de la discusión sobre

lo regional en función de la actividad productiva a gran escala se ubica en los distritos

industriales Italianos, que a la fecha continúan siendo referente de análisis y estudio

por buena parte del mundo en vías de desarrollo como un referente a seguir. En esa

dirección resulta impostergable la referencia al concepto de Desarrollo Regional

Endógeno enunciado por estos autores en clara alusión a la experiencia Italiana en el

triángulo geográfico: Milán, Turín, Génova precedido de calificativos como la tercera

Italia por las investigaciones de Arnaldo Bagnasco, Carlo Trigilia y Sebastiano

Brusco.13

El término desarrollo regional bien origina una interesante discusión en torno a su

definición como cuerpo único conceptual, pero también si se le aborda por separado y

desde esa escisión se construye un significado de mayor contextualización a un nuevo

orden mundial en cuanto a estrategia en la consolidación de territorios con potencial

de crecimiento, desarrollo y bienestar para sus pobladores. La anterior afirmación

necesariamente conduce a reconocer la existencia de un término muy polémico: el

subdesarrollo. A mediados del siglo XX, justo después de la segunda guerra mundial

se advertía por parte de algunos dirigentes mundiales, entre estos Harry Truman a la

fecha -1949- recién posesionado presidente de los Estados Unidos, el interés y

necesidad de “sacar” del subdesarrollo algo más de la mitad de la población mundial

que se encontraba en condiciones de extrema pobreza y con pocas posibilidades de

revertir esta condición. Bajo la consigna de un “trato justo” se proponía transferir un

modelo de desarrollo que no apreciaba diferencias ideológicas, ni culturales. La idea

era una especie de homogenización del mundo desde el objetivo del desarrollo.

(Escobar A. 1996)14

identificaron los problemas particulares de actividad agrícola. Hoy en día, paradójicamente, los temas de la agricultura se han vuelto temas del desarrollo”. “la academia y el sector rural”. 2004, pág. 197 12 “¿El fin delas fábricas en el campo? (…) las regiones que ganan son regiones urbanas; las fábricas y las oficinas refluyen hacia las grandes ciudades, hacia las megalópolis (…)”. En “Las regiones que ganan”. 1994 13 Ibíd. “(…) una serie de trabajos en principio dispersos iban a converger a finales de los años 80s en una nueva ortodoxia: l éxito y crecimiento de las regiones industriales se debería esencialmente a su dinámica interna. El punto de partida fue sin duda las investigaciones de (…) sobre la Tercera Italia. Entre la industrialización clásica del triángulo Milán, Turín, Génova y el subdesarrollo emergían ciudades (…) que por sus propios medios se introducían victoriosamente en el mercado mundial mediante una industria específica (…)” pág. 30 14 “El propósito era bastante ambicioso: crear las condiciones necesarias para reproducir en todo el mundo los rasgos característicos de las sociedades avanzadas de la época: altos niveles de industrialización y urbanización, tecnificación de la agricultura, rápido crecimiento de la producción material y los niveles de vida, y adopción generalizada de la educación y los valores culturales modernos...". La invención del tercer mundo. Pág. 20

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Postulado que fue apoyado por la Naciones Unidas en 1951 cuando en su asamblea

anual hacia manifiesta su posición frente al planteamiento del recién posicionado

presidente de los Estados Unidos: “Hay un sentido en el que el progreso económico

acelerado es imposible sin ajustes dolorosos. Las filosofías ancestrales deben ser

erradicadas; las viejas instituciones sociales tienen que desintegrarse; los lazos de

casta, credo y raza deben romperse; y grandes masas de personas incapaces de

seguir el ritmo del progreso deberán ver frustradas sus expectativas de una vida

cómoda. Muy pocas comunidades están dispuestas a pagar el precio del progreso

económico”. (Escobar A. 1996). Lo que se proponía no era más que la

reestructuración de las sociedades “subdesarrolladas”. Al hecho por demás inquietante

y doloroso de la marginalidad estas sociedades debían sumar otro, tal vez, más

denigrante para la condición humana: no tener ninguna posibilidad de participar e

intervenir en la definición de las líneas de acción que debían seguirse en la búsqueda

del desarrollo y bienestar.

Como bien lo refiere Escobar el asunto genero toda una explosión de programas

intervencionistas por cuenta de los gobiernos nacionales, cuando no de organismos

internacionales quienes diseñaban y ejecutaban ambiciosos planes de “desarrollo” que

se extendían a los campos y las ciudades. De igual manera esto produjo un sinnúmero

de teorías y planteamientos en torno a una forma muy particular de generar desarrollo

o al menos de intentarlo. Algo así enuncia Escobar al manifestar: “En vez del reino de

abundancia prometido por teóricos y políticos de los años cincuenta, el discurso y la

estrategia del desarrollo produjeron lo contrario: miseria y subdesarrollo masivos,

explotación y opresión sin nombre. La crisis de la deuda, la hambruna, la creciente

pobreza, desnutrición y violencia son apenas los síntomas más patéticos del fracaso

de cincuenta años de desarrollo (…)”. Más adelante colofona esta visión dejando

apreciar una tenue luz en el camino hacia posturas más equilibradas, tal vez, humanas

del desarrollo: “La realidad en resumen, había sido colonizada por el discurso del

desarrollo, y quienes estaban insatisfechos con ese estado de cosas tenían que luchar

dentro del mismo espacio discursivo por porciones de libertad, con la esperanza de

que en el camino pudiera construirse una realidad diferente (…)”. La verdad es que

aquella “pandemia” desarrollista de los años 50 y 60 del siglo XX produjo una especie

de paranoia colectiva frente a la posibilidad agobiante de no ser desarrollado y su

consecuente reacción: la búsqueda incesante por cómo desarrollarse o lo que podría

ser lo mismo cómo “des-subdesarrollarse”; todo ello implicaba arriesgarse a probar

recetas e intervenciones cada vez más sistemáticas y prolongadas. (Escobar A. 1996).

Producto de todo este influjo hicieron parte posiciones altamente críticas frente a

aquellas formas adoptadas para lograr el tan anhelado desarrollo, Entre ellas es

importante mencionar la “pedagogía del oprimido” de Paulo Freire (Freire, 1970); el

nacimiento de la teología de la liberación durante la Conferencia Episcopal

Latinoamericana celebrada en Medellín en 1968; y las críticas al “colonialismo

intelectual” (Fals Borda, 1970), entre las más connotadas. En ese orden, tal vez se

constituya como un punto de inflexión, las tesis del premio Novel de Economía 1998

Amartya Sen, en torno a las libertades de las que debe gozar todo hombre y toda

comunidad en procura de su desarrollo, lo uno no puede existir, ni concebirse sin lo

otro. “En el análisis del desarrollo presentado (…) las libertades de los individuos

constituyen la piedra angular. Por lo tanto, prestamos especial atención a la expansión

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de las -capacidades- de las personas para llevar el tipo de vida que valoran y que

tienen razones para valorar. Estas capacidades pueden aumentarse por medio de

medidas públicas, pero, por otra parte, el uso eficaz de las capacidades de

participación de los individuos puede influir en el rumbo de estas medidas (…)”.15. Es

notoria la preocupación de Sen por la libre determinación de las personas, por la

búsqueda de niveles considerables de autonomía y dominio sobre sus decisiones, en

lo fundamental aquellas que tienen estrecha relación con su bienestar y desarrollo.

El asunto regional se presenta como otro océano de posiciones, teorías, acuerdos,

desacuerdos y no menos tensiones. En una aproximación primaria del concepto se

entendería la dificultad y de cierta forma confusión para precisarlo. La región es un

asunto con espacio en las discusiones sobre geografía, historia, anatomía; resiste

abordajes antropológicos, sociológicos, económicos, jurídicos; amén de otras de tal

vez menos perfil intelectual, pero ciertamente válidas y sobre todo contextuales como

las que suelen plantear los habitantes justamente de aquellos lugares que alientan las

discusiones en los recintos académicos, institucionales o gubernamentales. El

campesino, el habitante rural, el indígena posee su propia concepción de región, en su

imaginario reside toda suerte de formas, delimitaciones y estructuras, con tal vez, poco

sustento epistemológico, pero, reflejo de propias vivencias, angustias, de éxitos y

frustraciones en un largo y permanente trajinar por los caminos que dan forma a estos

espacios. Y, sin embargo, como se afirmaba en líneas precedentes, durante mucho

tiempo impero la lógica de formular afuera lo que debía hacerse adentro. Propuestas y

modelos de desarrollo concebidos y pensados a distancia.

Esto lleva a afirmar que se está frente a una polisemia de lo regional. Rica discusión,

pero complejo panorama para construir acuerdos, cada involucrado seguramente

tendrá su propia acepción. Ángel Massiris Cabeza, (1997)16 plantea la identificación de

dos elementos comunes: “la dimensión areal (espacial) del término y el criterio de

espacio regido o gobernado por unos elementos o principios capaces de diferenciar

unas áreas de otras”. Cabría decir, el espacio y las configuraciones sociales,

económicas, políticas, culturales e históricas que moldean las formas que

particularizan una región de otra. De todos los enfoques desde los cuales se puede

realizar el estudio de la región, continuando con Massiris (1997), resulta oportuno

resaltar:

“Desde una perspectiva sistemática o nomotética, las regiones se

definen como un espacio continuo, individualizado y diferenciado

respecto a su entorno, donde se presenta una repetición habitual

(homogeneidad, uniformidad o formalidad) de ciertos rasgos, los cuales

pueden ser naturales como el clima, la vegetación, el suelo, la

hidrografía, el relieve, etc., lo que resultará en mapas de regiones

climáticas, de cobertura vegetal, de suelos, de cuencas hidrográficas o

hidroclimáticas, de relieve, etc. También pueden ser rasgos culturales

de tipo espiritual, tecnológico, de organización social, etc., lo que

resultará en mapas de regiones culturales. En el caso de variables

15 SEN Amartya. “Desarrollo y libertad”. 2000. Pág. 34 16 “Ordenamiento territorial y procesos de construcción regional” 1997

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socio-económicas como los sistemas de producción, servicios públicos,

características demográficas, etc., conducirá a la producción de

regiones económicas, sociales, demográficas, etc. (…)”.

Desde la perspectiva económica – productiva, marco sobre el cual se plantea la

investigación no cabe duda que la relación espacio – hombre tiene un lugar

privilegiado en la teoría sobre desarrollo regional y temas conexos como el Desarrollo

Económico Local (Schejtman y Berdegué, 2003)17, la nueva ruralidad, y competitividad

sistémica y territorial (Rodriguez Pérez, R. 2001). Sin dejar de lado un enfoque de

territorio ligado a las dinámicas socio-económicas que posibilitan la formulación y

ejecución de proyectos de alcance local, regional, nacional e internacional. Dirven M.

(2006) “El enfoque territorial además presenta una oportunidad de construir de manera

participativa y consensuada entre los actores involucrados (el Estado, el

empresariado, las organizaciones y la población) nuevas propuestas de crecimiento,

inversiones y sostenibilidad con un enfoque de respeto a la cultura local”.

La configuración social y productiva de poblaciones con historia asociada a la actividad

agrícola y más recientemente agroindustrial y en perspectiva de construcción de un

territorio sostenible con una cultura orientada al emprendimiento, conlleva la revisión

exhaustiva de los capitales con los que cuenta o puede llegar a contar ese

determinado territorio. Es una postura coherente con las nuevas corrientes del

desarrollo que ponen especial énfasis en las capacidades de las personas, en su

historia y cultura, a decir de Rodríguez Pérez: “Bajo este enfoque, el desarrollo de las

capacidades de las personas se convierte en el mecanismo que permite mejorar sus

oportunidades y asegurarles una mayor equidad en el acceso a las oportunidades.

Para el Programa de Naciones Unidas (2002), se trata de expandir las opciones de la

gente”. O como lo refiere Boissier: “naturalmente que acá se habla de “territorio” no en

un sentido físico, sino en un sentido “social” y de “entorno” no en un sentido geográfico

sino en el sentido de “procesos”. Nuevamente se trata de la tensión entre lo local y lo

global, tensión ya dnominada “glocal” en la literatura”.18

Es el capital humano presente en los territorios sobre el cual se asientan hoy los

esfuerzos por ampliar las posibilidades competitivas de las regiones, particularmente

aquellas que se encuentran distantes de los circuitos económicos, tecnológicos, de

innovación e investigación. En esa dirección Rodríguez Pérez19 agrega:

“La base teórica de esta noción descansa en la disertación que

Thodore Schultz (1981) elaborara sobre el capital humano para

demostrar que las erogaciones utilizadas en el desarrollo de las

habilidades de los individuos, no deberían de ser consideradas un

gasto pues se traducen en incrementos sustantivos en la

17 Desarrollo Territorial Rural, 2004. Centro Latinoamericano para el Desarrollo Rural – RIMISP. 18 BOISIER, S. “Imágenes en el espejo, aportes a la discusión sobre crecimiento y desarrollo territorial”. 2007. Pág. 137 19 Capital humano, capital social y desarrollo rural.

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productividad y en los ingresos de las personas, contribuyendo a la

generación de riqueza social.

El capital humano, definido por Becker (1994) como el conocimiento

y habilidades desarrolladas por las personas mediante la escolaridad

y la experiencia del trabajo, permite a su vez, si se concibe en una

perspectiva territorial, crear las sinergias entre los diversos actores

que participan en el territorio y favorecer la creación de capital

social”.

Pero, el asunto tiene otros ingredientes, pues no se trata del capital humano per se,

sino como éste se potencializa en función de generar dinámicas abiertas, incluyentes,

participativas en la construcción de regiones o territorios con entornos innovadores

(milieu) que respondan a las nuevas exigencias de la competencia internacional. “Con

la convicción de que el desarrollo económico no puede evaluarse sólo desde la

perspectiva de los datos macroeconómicos sino que requiere incorporar la situación

concreta del empleo en cada territorio y su aportación de valor, cabe añadir que la

innovación es indispensable para el progreso. En este sentido, puedo afirmar que

es estratégico vincular la iniciativa emprendedora a la innovación, porque son

personas concretas las que aplican con éxito la gestión de las ideas de

transformación, por lo que se desarrollan nuevos productos, procesos o servicios”

(Maravillas Rojo Torrecillas, Presidenta de Barcelona Activa, Concejala de Empleo e

Innovación del Ayuntamiento de Barcelona 2007). La prologuista de la obra: “Entorno

innovador, iniciativa emprendedora y desarrollo local” de Manuel Castells Olivan y

otros; resulta perfectamente ilustrativa del modelo de desarrollo que se debe propiciar

en las regiones, sean estos distritos, municipalidades, departamentos, o en general

cualquier territorio con intenciones competitivas del orden interno o externo.

El concepto de regiones ganadoras impulsado por la CEPAL en los años 80 recoge de

manera muy precisa las ventajas que poseen determinados territorios sobre otros en

función generalmente de recursos naturales en sus diferentes tipologías; pero, poca

alusión se hacía por esos días al capital humano, al capital social, a una economía del

conocimiento. Hoy por el contrario resultan ser los factores esenciales y sin discusión

de cualquier iniciativa privada o pública en torno al desarrollo de una región o

localidad. En esa dirección Julien, 2005, manifiesta: “La economía fundada en el saber

es aquella en la cual el desarrollo está basado, esencialmente, “en las capacidades de

crear y de utilizar los conocimientos” (Viginier, 2002, p.5)20. Pero, sus planteamientos

van más allá e introduce la visión de una nueva economía, una cada vez más

inmaterial. La que pasa de inversiones “tradicionales” como los recursos naturales, los

equipos y las infraestructuras a unas inversiones inmateriales, las asociadas a la

formación, la investigación y el desarrollo (I&D+i). Curiosamente, tal vez más bien

coincidencialmente Julien también se ocupa del tema de territorios ganadores frente a

otros que no lo son. Para ello formula una pregunta que estando vigente: “Es común,

en cualquier economía, encontrar territorios que alcanzan un progreso notable, de los

cuales varios se desarrollan, sobre todo mediante la explotación de sus propios

recursos o en ciertos periodos particularmente propicios para su crecimiento

20 JULIEN, P. “Emprendimiento Regional y Economía del Conocimiento”. 2005. Pág. 45

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económico. ¿Por qué estas regiones son ganadoras?, mientras que otros territorios,

aun contiguos, siguen difícilmente la evolución económica general o llegan incluso al

descenso?21

Desde luego la pregunta no queda sin respuesta, “El desarrollo de las regiones que no

se benefician de estas ventajas, sólo se explica por la existencia de fuerzas internas,

lo que llamamos desarrollo endógeno”. Para Julien éste comprende la creación y

crecimiento de toda clase de empresas, lo que se entiende por emprendimiento. Y,

de nuevo aparece otra pregunta igual de provocadora: ¿por qué el emprendimiento

endógeno regional es más dinámico en ciertos lugares y en ciertos períodos,

que en otros?

Justificación

Dos dimensiones pueden justificar la investigación, una teórica, otra práctica.

Empezaremos por la dimensión teórica. El proyecto de investigación “Un modelo físico

de ordenamiento territorial para el Valle del Cauca a partir de su sistemas de

ciudades”. (Falla, M. Cruz, E. Galeano, J. Martínez, P. 2004) plantea como objetivo

general: “Formular un modelo físico de ordenamiento territorial equilibrado y sostenible

para el Valle del Cauca, que articule la red de ciudades intermedias y que propenda

por el mejoramiento de la calidad de vida de la población Vallecaucana”. En el

diagnostico efectuado para el proyecto se lograron evidenciar necesidades del orden

social y económico para que el sistema de ciudades pueda operar como tal. Advierte

el documento en referencia: Pero, el sistema urbano –vigente- también concentra

problemas y limitantes para el desarrollo territorial como las debilidades en el manejo

adecuado de los residuos sólidos, líquidos y gaseosos, el uso inadecuado de suelos,

la deficiencia en la prestación de servicios públicos o de equipamiento en salud,

educación e institucional, la hipertrofia de áreas metropolitanas y las des-economías

por la congestión y el deterioro sistemático de centros urbanos históricos”. En esta

dirección resulta oportuno y pertinente reconocer las formas particulares cómo

determinadas poblaciones, con ubicaciones estratégicas para el desarrollo socio-

productivo, configuran sus dinámicas internas y externas en función de sus

potencialidades. Lo anterior se respalda con lo que el proyecto de sistemas de

ciudades plantea en su alcance y limitaciones: “La organización territorial propuesta,

sus apuestas y estrategias intentan propiciar una dinámica desde las comunidades

locales en su interrelación con centros urbanos de superior jerarquía próximos

espacialmente que puedan ofertarle insumos para la producción, y demandar

posteriormente sus productos para el mercado subregional o para la exportación”.

“Mejores expectativas de cohesión regional, expresadas en una adecuada articulación

funcional interna y de relaciones con otro subsistemas regionales, en la asociación e

integración a partir de oportunidades y amenaza comunes, con otros municipios o

subregiones más allá de las fronteras político-administrativas del departamento”. Bajo

estas consideraciones la investigación se propone aportar información y conocimiento

en cuanto a comportamientos y formas de proceder socio-productivo de las

comunidades asentadas en la unidad de análisis, tres municipios del Norte del

21 Ibíd., pág. 11, 12

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departamento. Estas poblaciones están perfectamente tipificadas en el modelo físico

de ordenamiento territorial y en él se aprecia su importancia como localidades

conectoras en el flujo del desarrollo.

La justificación práctica se ubica en el marco de una experiencia productiva que se

vienen desarrollando en el Norte del departamento y que configuran un territorio con

fuerte potencial para el mejoramiento de las condiciones de vida no sólo propias, sino

de localidades vecinas. “La Agrópolis del Norte, una iniciativa para el Desarrollo

Local basada en conocimiento”, sienta sus operaciones en cuatro localidades de la

región: La Unión, Roldanillo, Zarzal y la Victoria –en una primera etapa-. Municipios

que comparten una serie de particularidades en torno a la historia, la cultura y sus

desempeños productivos. La Agrópolis del Norte es un esfuerzo compartido de

diversos actores institucionales regionales entre los que se cuenta la Universidad del

Valle y su Escuela de Ingeniería de Recursos Naturales y del Ambiente, la

Corporación Biotec, la Universidad San Buenaventura y su Facultad de Arquitectura y

el apoyo de Colciencias. Su objetivo central se plantea en términos de Incrementar la

competitividad y el desarrollo local-colectivo de nueve municipios de Norte del Valle

del Cauca, optimizando sus potencialidades urbano-rurales, a través de

especialización, investigación e innovación tecnológica, modelos de organización

social y productiva e inversión pública y privada. En este contexto la investigación

resulta estratégica en la caracterización del desempeño social y productivo de un

grupo poblacional muy especial para el objetivo de la Agrópolis, como son las familias

rurales productivas, cuya actividad se encuentra ligada a la vocación agroindustrial de

la zona. Desde los hallazgos se podrían construir referentes de acción para otras

comunidades vecinas contempladas en el macroproyecto y que agregue datos e

información de primera mano en la configuración de territorios innovadores con cultura

emprendedora.

La investigación es pertinente en el campo del conocimiento en que se inscribe en la

medida en que va a fortalecer algunos de los postulados sobre desarrollo regional y

las relaciones sociales y productivas que en él se enmarcan. Pero, también se

propone agregar elementos a la discusión sobre la construcción de territorios

innovadores sobre la base de una economía del conocimiento. Al tratarse de una

investigación – acción, el trabajo permitirá a las comunidades involucradas no sólo ser

objeto de investigación, sino sujetos de la misma, por lo tanto habrá una identificación

colectiva y participante de potencialidades en dirección a consolidar un territorio con

posibilidades reales de desarrollo.

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